Está en la página 1de 2

Exónimo

denominación con la que una comunidad de hablantes se refiere a un lugar que se


encuentra fuera del ámbito de influencia de su propia lengua
Idioma
Descargar en PDF
Vigilar
Editar
Un exónimo (del griego ἐξ ex 'fuera de' y ὄνομα ónoma 'nombre') es la denominación
con la que una comunidad de hablantes se refiere a un lugar que se encuentra fuera
del ámbito de influencia de su propia lengua. Por el contrario, se conoce como
endónimo a la forma con la que los habitantes del lugar referido se refieren a él
en la lengua autóctona.[1] La voz es un tecnicismo propio del ámbito de la
lingüística.[nota 1]

Generalidades Editar
Ejemplos clásicos pueden ser Burdeos por Bordeaux, Londres por London o Múnich por
München. Por el contrario, un endónimo es el nombre con el que se conoce un lugar
en la lengua autóctona.[1] Los exónimos son un fenómeno tradicional y habitual en
todas las lenguas cultas que sigue plenamente vigente. La mayor parte de los países
tienen autoridades (ya sean nacionales o locales) encargadas de fijar el nombre
oficial de los accidentes geográficos y entidades administrativas dentro del propio
país, sin que tradicionalmente hayan intentado que el resto de lenguas lo adopten
literalmente o renuncien a sus propias adaptaciones gráficas o fonéticas.

Sin embargo, recientemente han surgido algunas instancias políticas tanto locales
como internacionales que recomiendan que los topónimos se utilicen en su lengua
original y que no se creen nuevos exónimos. A tal respecto, es la ONU quien ha
propiciado la reuniones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la
Normalización de Nombres Geográficos (United Nations Conference on the
Standardization of Geographical Names) o UNCSGN por sus siglas en inglés, que
formula recomendaciones para proporcionar una nomenclatura geográfica única en todo
el mundo. En su labor, dicha comisión se vio obligada a acuñar el término exónimo,
aceptando que existen exónimos tradicionales, firmemente arraigados, en los idiomas
nacionales. Aunque los aceptan, recomiendan que para los nuevos nombres geográficos
que se han venido creando y los que se creen en el futuro —especialmente a
consecuencia del trasvase de territorios a raíz de la Segunda Guerra Mundial (u
otras futuras) y del rechazo a la tradición colonialista en el caso de los países
que adquirieron por primera vez su independencia— no se creen nuevos exónimos y se
utilice el topónimo oficial.

En contraposición, sus críticos aducen que este tipo de sugerencias son meras
declaraciones de intenciones sin consecuencias prácticas, pues la adaptación de
nombres es un fenómeno perfectamente normal en casi todas las lenguas que no puede
suprimirse por decreto. Algunos lexicógrafos, suelen oponerse a esta nueva
tendencia de ignorar las adaptaciones (que suele ser adoptada en círculos
profesionales, como bibliotecarios o documentalistas, o políticos) y siguen
considerando obligatorio el uso de los exónimos, tanto tradicionales como de nueva
factura, al menos en los ámbitos no oficiales. El lexicógrafo Martínez de Sousa
justifica este criterio de la siguiente forma:

En escritos no profesionales, en la literatura y el periodismo, los exónimos son de


uso obligatorio, ya que las formas originales son desconocidas y carecen de
entronque con la cultura popular y la fonética de cada lengua. A mayor
abundamiento, habría que utilizar, como de hecho hacen los profesionales
mencionados [bibliotecarios y documentalistas] una serie de signos fonéticos o
combinaciones de letras (especialmente en las transcripciones) que el grueso del
público desconoce y solo sirven para desorientarle.
José Martínez de Sousa, Manual de Estilo de la Lengua Española, 2007, pág. 371
Por su parte, las academias de la lengua española señalan en la Ortografía de la
lengua española de 2010 que es recomendable seguir utilizando los exónimos
tradicionales asentados en idioma español, particularmente cuando el uso por los
hispanohablantes sigue siendo vigente. Para las poblaciones mayores (países,
regiones o grandes ciudades) se tiende a acuñar nuevos exónimos o bien a adaptar el
nombre de estos lugares conforme a las reglas ortográficas del español;sin embargo,
tal y como sucede con la antroponimia, para el resto de los topónimos la tendencia
por la traducción ha disminuido a lo largo del tiempo, existiendo ahora una
predilección por la transferencia de las formas originales.[2] También puede
suceder que una forma tradicional española haya caído en desuso o que haya pasado a
considerarse políticamente inadecuada, entonces se fuerza al uso de la forma local,
tales son las casos de Bremen, antes Brema, o Ankara, antes Angora.[3]

También podría gustarte