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GUÍA No.

1 SEGUNDO PERÍODO – LECTURA CRÍTICA GRADO 6E, 6F


Docente: TEODOCIA BERNAL MORENO
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https://www.youtube.com/watch?v=G_Slr_-mO_w
En esta guía trabajaremos en torno al cuento, que es una narración breve
de acontecimientos reales o fantásticos.
Iniciamos realizando la lectura del siguiente texto, no olvidemos que el cuento es un texto narrativo:

I. El Gigante Egoísta - Oscar Wilde


Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante.
Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas
flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos
rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos
para escucharlos.

-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro de Cornualles, y permaneció con él durante
siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir, pues su conversación era
limitada, y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.

-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños salieron corriendo.

-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entendáis, y no voy a permitir que nadie mas que
yo juegue en él.

Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel:


Prohibida la entrada.
Los transgresores serán
procesados judicialmente.
Era un gigante muy egoísta.

Los pobres niños no tenían ahora donde jugar.

Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.

Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso
jardín que había al otro lado.

-¡Que felices éramos allí!- se decían unos a otros.

Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de capullos y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta
continuaba el invierno.

Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaban de
florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el césped, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto,
pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir.

Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.

-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año
La Nieve cubrió todo el césped con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces
invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.

Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los capuchones de la chimeneas.

-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos.

Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la
mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo.
Vestía de gris y su aliento era como el hielo.

-No puedo comprender como la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la
ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará!

Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín
del gigante no le dio ninguno.

-Es demasiado egoísta- se dijo.

Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve
danzaban entre los árboles.

Una mañana el gigante yacía despierto en su cama, cuando oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente
en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un jilguerillo que
cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la
música más bella del mundo. Entonces el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de
rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta.

-Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo
que vio?

Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha abierta en el muro los niños habían penetrado en el jardín,
habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de
su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se
habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños.

Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped.
Era una escena encantadora. Sólo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del
jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, no podía alcanzar las ramas del árbol, y
daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el
Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él.

-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado
pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.
-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar
al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños
para siempre.

Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho.

Se precipitó escaleras abajo, abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín.

Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser
invierno.

Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y
el gigante se deslizó por su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol
floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el
cuello del gigante y le besó.

Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.

-Desde ahora, este es vuestro jardín, queridos niños- dijo el gigante, y cogiendo una gran hacha derribó el
muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en
el más hermoso de los jardines que jamás habían visto.

Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante.

-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó.

El gigante era a este al que más quería, porque lo había besado.

-No sabemos contestaron los niños- se ha marchado.

-Debéis decirle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.

Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.

Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño,
que tanto quería el gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con todos los niños pero
echaba de menos a su primer amiguito y a menudo hablaba de él.

-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.

Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada vez estaba más débil. Ya no podía tomar parte en
los juegos; sentado en un gran sillón veía jugar a los niños y admiraba su jardín.

-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores más bellas.
 Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues
sabía que no es sino la primavera adormecida y el reposo de las flores.

De pronto se frotó los ojos atónito y miró y remiró. Verdaderamente era una visión maravillosa. En el más
alejado rincón del jardín había un árbol completamente cubierto de hermosos capullos blancos. Sus ramas eran
doradas, frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño al que tanto quiso.
El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó
cerca del niño. Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:

- ¿Quién se atrevió a herirte?- Pues en las palmas de sus manos se veían las señales de dos clavos, y las
mismas señales se veían en los piececitos.

-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para que pueda coger mi espada y matarle.

-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.

-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.

Y el niño sonrió al gigante y le dijo:

-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.

Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de
capullos blancos.

1.1.- Ahora vamos a trabajar los elementos del cuento. Debe ir completando la información con base en la lectura. Haga los cuadros
como está indicado y utilice un color diferente en tono pastel para colorear cada elemento del cuento:

Título:

¿Qué significa el título del cuento? Autor:

¿Por qué el autor titularía así su relato? Fecha de nacimiento:

Después de haber leído el cuento, Fecha de fallecimiento:


colóquele otro título.
Principales obras:

ESTRUCTURA NARRATIVA:

INICIO
NUDO

DESENLACE

Tema: es el asunto o materia principal que trata un


relato. También puede decirse que es aquello
sobre lo cual el autor quiere enseñar.

PERSONAJES Lugar:

Tiempo:
II. UN ELEFANTE OCUPA MUCHO ESPACIO

(Elsa Borneman)

Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se
decidió una vez a pensar “en elefante”, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah...
eso algunos no lo saben, y por eso lo cuento: Verano. Los domadores dormían en sus carromatos,
alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos:
cinco minutos antes, el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia.

El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día
siguiente.

–¿Te has vuelto loco, Víctor? –le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su
jaula. –¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales
soy yo!

La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche:

–Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras
anchas selvas... –¿De qué te quejas, Víctor? –interrumpió un osito, gritando desde su encierro–. ¿No
son acaso los hombres los que nos dan techo y comida? –Tú has nacido bajo la lona del circo... –le
contestó Víctor dulcemente–. La esposa del domador te crió con mamadera... Solamente conoces el
país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad... –¿Se puede saber para
qué hacemos huelga? –gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá. –¡Al fin una buena
pregunta! –exclamó Víctor, entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran
presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran
obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los
hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue
el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que
patatán fue la orden de huelga general...). –Bah... pamplinas... –se burló el león–. ¿Cómo piensas
comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma? –Sí –aseguró Víctor–. El
loro será nuestro intérprete –y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin
dificultad y salió afuera. Enseguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros.

Al rato, todos retozaban en torno a los carromatos. ¡Hasta el león!

–¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante! –¿Qué
disparate es este? ¡A las jaulas! –y los látigos amaestradores ondularon amenazadoramente.

– ¡Ustedes a las jaulas! –gruñeron los orangutanes. Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron.
Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el
tiempo detrás de los barrotes.

La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que
anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES

Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres: –¡Caminen en cuatro patas y luego
salten a través de estos aros de fuego! –¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas! –¡No usen las
manos para comer! –¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Píen! ¡Ladren! ¡Rujan!

–¡Basta, por favor, basta! –gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la
carpa, caminando sobre las manos–. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?

El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el
elefante:

–...Conque esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque...o
nos envían de regreso a nuestras anchas selvas...o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para
diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho.

Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno
portando su correspondiente pasaje entre los dientes (o sujeto en el pico, en el caso del loro), todos los
animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África.

Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: en uno viajaron los tigres, el león, los orangutanes,
la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor... porque todos sabemos que un elefante
ocupa mucho, mucho espacio.

Subraye la respuesta correcta

1.- En el texto se afirma que el elefante y el osito:


a. Estaban de acuerdo en hacerla huelga.
b. Tenían diferencias sobre el modo de hacer la huelga.
c. Estimaban a sus amos por haberlos calzado.
d. Estaban en desacuerdo en rebelarse contra los dueños del circo.
2.- El clímax o el momento más dramático del cuento es cuando:
a. El león reclama que es el rey de la selva.
b. Todos los animales parten en avión para Africa.
c. Los animales sugieren que harán un curso de hombres animalizados.
d. Los animales declaran la huelga en general.
3.- Explique las siguientes expresiones.
a. Al fin el elefante Víctor se decidió a “pensar en elefante”
_________________________________________________________________________________________
b. Los animales velaban desconcertados
_________________________________________________________________________________________
c. Los animales declaran la huelga nacional.
_________________________________________________________________________________________
d. El dueño miraba correr el tiempo entre los barrotes.
_________________________________________________________________________________________
4.- Si el símil es una comparación explícita entre dos términos, ¿cuál de estas expresiones es un símil?
a. Los látigos silbadores ondularon amenazadoramente.
b. El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua.
c. La risa del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche.
d. Todos los animales retozaban en torno a los carromatos.
5.- La intención del texto es:
a. Informar acerca de las injusticias que se comenten en los circos.
b. Describir una rebelión de animales en un circo.
c. Exponer cómo es la vida de los animales en el circo.
d. Argumentar en contra de la existencia de los circos.
6.- Escriba un texto de cinco renglones para una campaña publicitaria en la que se defiende el derecho
de los animales salvajes a estar en libertad.
Lea el siguiente cuento

III. EN BUSCA DEL PEOR LIBRO DEL MUNDO

Huno odiaba los libros y el mundo. Estaba enojado porque alguna vez le obligaron a leer,  y buscaba su
venganza lleno de rabia. Por eso, cuando se enteró de que en una antigua biblioteca se ocultaban los peores
libros del mundo, decidió no parar hasta encontrarla. Pensaba hacerse con el peor de todos, para obligar a
leerlo a todos sus enemigos, y a todo el mundo.
Viajó por todas partes revisando libros y mapas, visitando antiguas ruinas, siguiendo pistas mágicas y enigmas
misteriosos. Escapó de ladrones de tumbas y contrabandistas, encontró pergaminos perdidos, cruzó islas y
volcanes hasta que, finalmente, descubrió la antigua y abandonada biblioteca.
Ninguno de los cientos de libros que encontró allí tenía título. Tendría que empezar a leerlos para elegir el peor,
y Huno abrió el primero. Era un libro de aventuras. Como a Huno le gustaba todo lo que tuviera que ver con
viajes y aventuras, leyó varias páginas seguidas. Para cuando se dio cuenta de que aquel no podía ser el peor
libro del mundo, estaba tan metido en la historia que ya no pudo dejar de leerlo.
Al día siguiente Huno tomó otro libro que atrapó su imaginación aún más que el anterior, tal y como ocurrió
también un día después. Y así, cada día, tomaba un libro con la esperanza de encontrar el peor libro del
mundo, pero terminaba leyendo un apasionante libro de aventuras hasta bien entrada la noche . Pasó varios
años leyendo, disfrutando tanto que llegó a olvidar por qué estaba allí, hasta que encontró, casi escondido, un
libro distinto.
Cuando lo abrió, leyó la única frase escrita en la primera hoja: “Este es el peor libro del mundo” ¡Por fin! ¡Lo
había encontrado! Impaciente, pasó la página para empezar a leer.
Pero la página estaba vacía, y también la siguiente, y todas las demás hojas del libro. Al verlas así,
abandonadas, esperando tener una historia que contar, Huno sintió una gran pena. En el fondo, tenía tantas
ganas de seguir leyendo que comprendió que era verdad que solo un libro sin escribir podía ser el peor libro del
mundo.

Pensó entonces que había llegado su momento y, tomando la pluma, comenzó a escribir todas sus aventuras
para llenar aquellas páginas en blanco. Escribió durante días y días, dando lugar a un libro increíble. Pero no le
puso título y, cuando terminó, lo colocó entre los demás y fue a comprar un libro vacío. De vuelta en la
biblioteca, escribió la primera hoja del libro vacío: “Este es el peor libro del mundo” y lo dejó como él lo había
encontrado. Y salió de allí esperando que el próximo visitante de aquella mágica biblioteca tuviera una
apasionante historia que contar.
Pedro Pablo Sacristán

1. Ahora dibuje en su cuaderno “La ruleta de la lectura” y responda cada pregunta con base en el
cuento leído. No copie la pregunta, únicamente escriba la respuesta.
2.- Delinee y coloree cada región según lo indica el código de colores que está en la parte inferior de la
figura. Utilice colores claros que permitan leer.
RECUERDE: COPIAR CON LA CORRECTA ORTOGRAFÍA, SER
ORDENADO PARA PRESENTAR SU TRABAJO E IR REALIZANDO
LAS ACTIVIDADES EN LOS TIEMPOS INDICADOS, NO DEJE PARA
ÚLTIMA HORA

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