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En la actualidad muchas empresas han digitalizado su área comercial a través del uso de internet y
de plataformas virtuales que justamente están basadas en aplicaciones para conectar a los
compradores y a los vendedores de bienes y servicios, ojo, pero no todas las plataformas digitales
operan de la misma forma, ni tampoco las prestaciones de servicios que se desarrollan en este
tipo de empresas son todas iguales.
Las plataformas que se limitan a ofrecer el disfrute temporal de un bien (Airbnb, el alquiler de
alojamientos), no suelen plantear problemas a nivel jurídico-laboral, ¿Por qué? porque los
servicios personales que se pueden llegar a prestar para el disfrute del bien son marginales y, en
todo caso, son fácilmente reconducibles al trabajo por cuenta ajena a diferencia del trabajo a
demanda prestado a través de apps/internet.
Como precisa la Comisión Europea, el proveedor del servicio de alojamiento fija sus propios
precios y la plataforma no posee ninguno de los activos para la prestación del servicio.
El elemento clave para diferenciar estas plataformas, se sitúa en el nivel de control o influencia
que la plataforma ejerce sobre el servicio que se presta y, por ende, sobre las personas que
prestan tales servicios. De este modo, desde un plano laboral, lo relevante es que la plataforma
organice el servicio y, por ende, el trabajo de las personas que prestan estos servicios adscritos al
mismo, planteándose así problemas de calificación jurídica en torno a ese trabajo.
Se ha planteado debates respecto a la habitualidad o marginalidad en la prestación de estos
servicios, y que incluso se ha establecido como indicio de no laboralidad por la Comisión Europea,
pero queda claro para el autor, que a pesar que el servicio sea muy temporal y esporádico, no
puede impedir por sí misma la calificación de una prestación de servicios como laboral.
En los supuestos de plataformas que actúan realmente como meras intermediarias, los problemas
de calificación jurídica se trasladan a la relación entre el prestador del servicio y el cliente o
destinatario; relación que podrá ser calificada de trabajo por cuenta propia si concurren las notas
de remuneración, habitualidad en la prestación de servicios, autonomía organizativa, posibilidad
de lucro específico y asunción de riesgos, pero sin que quepa excluir en línea de principio el
carácter laboral de tal relación.
Si nos enfocamos en el tema del carácter retribuido o no retribuido del servicio se puede
también plantear un particular problema de calificación jurídica.
Ojo No puede tener en el ordenamiento jurídico español consideración de voluntariado, sin que
tampoco pueda calificarse de trabajo a título de amistad, benevolencia o buena vecindad, desde el
momento en que no se produce un trabajo de forma desinteresada o netamente altruista, sino
que se da una compensación en especie.