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Seminario Básico

Sufrimiento
Clase 1: El problema del sufrimiento y la respuesta de la Biblia
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La sabiduría de Dios y un llamado a la confianza

1. Introducción
Esta es tu última oportunidad para sufrir. En unos años, si eres cristiano, estarás en un lugar lejos del
sufrimiento. Lejos del pecado. Lejos de la corrupción. Entenderás todo lo que Dios ha hecho y en el fondo de tu
corazón sabrás que es bueno. Durante gran parte de tu existencia, vivirás por vista y no por fe. No obstante, así
no es como es ahora, ¿cierto? Invirtiendo lo que Pablo señala en 1 Corintios 13: «mas entonces veremos cara a
cara». Pero «ahora vemos por espejo, oscuramente». Entonces… viviremos por vista. Pero ahora vivimos por
fe. Entonces… entenderemos. Pero ahora a menudo no lo hacemos. ¿Cómo puede Dios ser bueno y soberano y,
sin embargo, haber permitido que estas cosas me sucedieran?

La vida cristiana se encuentra atrapada en esta tensión, entre nuestra experiencia y su aparente conflicto con
el carácter de Dios como se afirma en la Biblia. Los filósofos lo llaman el problema del mal. Y vivir en esta
tensión es un desafío, ¿no? Si vives lo suficiente, sufrirás. Sentirás los efectos de la vejez, te enfermarás, verás a
un ser querido fallecer. Soportarás la constante lucha contra el pecado, la decepción que destruye tu alma, el
miedo, la preocupación y el estrés. Todo eso aunado a los efectos de la guerra, el racismo, el desempleo, la
pobreza, el abuso, gobiernos corruptos, la persecución, y la idea del sufrimiento parece suficiente para
quebrantar cualquier fe.

¿O lo hace? El sufrimiento es un desafío, y es un desafío para la fe. Pero también es una oportunidad para la
fe y, de hecho, el sufrimiento en esta vida es tu última oportunidad para complacer a Dios a través de la fe. La
Biblia deliberadamente nunca provee una explicación para todo el sufrimiento. En cambio, cuando aborda el
sufrimiento, nos hace un llamado a la fe. Pero no a una fe ciega que confía simplemente por confiar, sino a una
fe fundamentada en la evidencia de la obra de Dios en este mundo. Y es precisamente esa clase de fe el objetivo
de esta clase.

Porque, recuerda, esta vida es tu última oportunidad para vivir por fe, y es tu última oportunidad para usar las
pruebas que Dios pone en tu camino para demostrar cuán grande es él. Matt y yo oramos para que Dios use esta
clase con ese fin: crear y acrecentar la fe en Él1, mientras escuchamos en sus promesas que nosotros como
iglesia también podemos sufrir por causa de su gloria. 1 Pedro 4:12: nos insta: «Amados, no os sorprendáis del
fuego de prueba que os ha sobrevenido». Nos sorprenderemos si no estamos preparados. Esta clase está aquí
para que podemos estar preparados.

2. Panorama de la clase: A dónde nos dirigimos


Entonces, ¿cómo haremos eso? Observa el cronograma de la clase en el reverso de tu folleto. Las semanas 1 al 4
establecen un marco bíblico para el sufrimiento. En las siguientes semanas, aplicaremos ese marco. Y por
último, como puedes ver en el título de la clase 10, nuestro objetivo es uno ambicioso: El sufrimiento como
testimonio. No es una simple clase de supervivencia, sino una clase para prepararnos para usar el sufrimiento
para traer gozosamente honor y gloria a nuestro Rey de una manera que sea dramáticamente atractiva a los que
nos rodean. Como dice Pedro al escribir a la iglesia que padecía en 1 Pedro 2:12: «manteniendo buena vuestra
manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen
a Dios en el día de la visitación». ¿Un cristiano sufriendo dentro del control de un Dios soberano, deseando
vivir de tal manera que glorifique la excelencia de ese mismo Dios? Ese es el milagro que la fe produce. Y es
nuestro tema estas próximas 12 semanas. Debido a que el tiempo es corto, y esta es tu última oportunidad para
glorificar a Dios en tu sufrimiento, para acumular tesoros en el cielo que durarán por toda la eternidad, esta
última oportunidad pasará en un cerrar de ojos. Sé que suena raro viniendo de alguien tan joven, pero es lo que
la Escritura dice.

3. El origen del sufrimiento


Ahora bien, con esto como nuestro objetivo, empezaremos el día de hoy mirando la Biblia como un todo para
comprender su respuesta básica al sufrimiento. ¿Cómo lidiamos con el sufrimiento, específicamente el
sufrimiento no merecido, en un universo gobernado soberanamente por un Dios misericordioso? Así
comenzaremos con el origen bíblico del sufrimiento, y luego, daremos un vistazo a los lugares en la Escritura
donde se aborda este problema más claramente. Ese es nuestro perfil para el resto de esta clase: el origen y la
respuesta. ¡Comencemos!

¿De dónde proviene el sufrimiento? Ve al inicio de la Biblia. Dios crea todo bueno. Recordarás ese repetitivo
estribillo: «Y vio Dios que era bueno»2 que aparece a lo largo de los dos primeros capítulos de Génesis. No hay

1
Ro. 10:17; He. 4:2
2
Gn. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31; 2:9, 12, 17, 18
pecado, no hay sufrimiento, todo era lo que debía ser. Luego, Adán y Eva desobedecen a Dios e inmediatamente
experimentan el dolor de estar separados de él. Ellos habían conocido la libre comunión con Dios, pero ahora se
escondían de él (Gn. 2:8) y se encontraban en mutuo desacuerdo (Gn. 3:7, 12). En Génesis 3:16-19 vemos la
maldición sobre la creación a causa del pecado:

«A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz
los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto
obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él;
18
maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos
19
y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás».

El juicio trajo dolor físico, emocional y relacional; el juicio incluso maldijo la tierra. La rebelión contra Dios
introdujo el dolor y el sufrimiento en la historia humana, y ya para Génesis 5, Adán está muerto, y nos
encontramos con un segundo estribillo: «y murió… y murió… y murió» mientras vemos que la muerte continúa
venciendo.

No obstante, por supuesto, la Biblia no termina allí. Y para el tiempo en que llegamos al final de la Biblia
vemos nuevamente esa visión del paraíso. En Apocalipsis 21:1-4 leemos:

«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el
mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que
decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de
ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron».

Ese es el fin del sufrimiento. Y es el fin del pecado, porque en el cielo nuevo y en la tierra nueva «no entrará
en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el
libro de la vida del Cordero» (Ap. 21:27). Como lo expresa Don Carson:
«Entre el inicio y el final de la Biblia, existe el mal y existe el sufrimiento. Pero el punto que
debe observarse es que desde la perspectiva de la gran historia de la Biblia, ambos están
profundamente relacionados: el mal es la causa primitiva del sufrimiento, la rebelión es la raíz
del dolor, el pecado es el origen de la muerte»3.

Entonces, ¿por qué existe el sufrimiento? El origen del sufrimiento es el pecado. En ese sentido, todo
sufrimiento se debe al pecado. Pero, ¿significa esto que cada vez que sufrimos es porque hemos pecado y Dios
no está castigando por ello? Para responder eso, vayamos al libro de Job.

4. Lo que Job enseña acerca del sufrimiento


Al igual que parte de los salmos u otra literatura sapiencial4, Job es un libro que habla realísticamente acerca del
sufrimiento. Cuando observamos el capítulo 1, se nos presenta un hombre que era «perfecto y recto» (1:1,8).
Tenía un gran familia (1:2), muchas riquezas (1:3a), y una reputación honorable (1:3b). Desde una perspectiva
externa, todo marchaba bien. En el resto de los capítulos 1 y 2, el telón se levanta en el cielo y nosotros, los
lectores, escuchamos una conversación entre Dios y Satanás. En Job 1:9-12 leemos:

10
«Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado
alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por
tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que
12
tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí,
todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de
delante de Jehová».

En unos pocos versículos, Job pierde sus riquezas, su familia y su reputación, y casi al final del capítulo 2, su
salud. De estos dos primeros capítulos, podemos hacer tres observaciones acerca del sufrimiento:

A. El sufrimiento es real. A diferencia de, digamos, algunas religiones orientales que niegan la realidad
del sufrimiento y el dolor, la Biblia sugiere que el sufrimiento es real. Duele. Es un problema. Algunos
de nosotros en nuestra iglesia tenemos, creo que una visión más budista que cristiana acerca del
sufrimiento. Estamos tan comprometidos con la teología de la bondad de Dios que para todos los

3
How Long O Lord.
4
e.j. Eclesiastés
propósitos prácticos el problema del sufrimiento no parece importarnos. Pero si no es un problema, no
requiere fe. Y sin fe es imposible agradar a Dios. Razón por la cual la experiencia de Job es tan
importante. El sufrimiento es real. Y es un problema.

B. Dios es soberano sobre el sufrimiento. Aunque Satanás es quien causa que Job sufra, tuvo que obtener
el permiso de Dios para hacerlo. Servimos a un Dios que «hace todas las cosas según el designio de su
voluntad» (Ef. 1:11b). Job no tuvo la perspectiva ‘detrás de escenas’ que se nos da a los lectores, pero
conocía a su Dios lo suficiente como para decirle a su esposa: «¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal
no lo recibiremos?» (Job 2:10a). Job sabía que el problema que enfrentaba venía «de Dios».

William Henry Green, en su libro, The Argument of the Book of Job Unfolded (El argumento del libro de
Job revelado), dice acerca de Satanás: «Con todo su odio por Dios y desprecio contra Su pueblo, no
puede emanciparse de ese control soberano, que lo ata al servicio de Dios. Está, en todos sus planes
blasfemos, pese a él mismo, haciendo la obra de Dios»5.

Hablaremos más acerca de la soberanía de Dios más adelante en la clase, pero basta para decir que un
estímulo que recibimos en medio del sufrimiento, un «ancla del alma» como señala el autor de Hebreos,
es que Dios no se sorprende por el sufrimiento y él no comete errores. El dolor infligido por un Dios
soberano es como la diferencia entre el bisturí de un cirujano y la navaja de un criminal. Él está en
control. Él es bueno. Él es bueno para con nosotros, sus hijos.

C. Existe algo así como el ‘sufrimiento inocente’. Aunque el pecado es la principal causa de todo
sufrimiento, no todo sufrimiento se debe a un pecado específico. Esta es una lección clave del libro. Los
amigos de Job llegan para convencerlo de arrepentirse de cualquier pecado que haya ocasionado esta
calamidad. Ciertamente un Dios soberano y bueno no habría permitido esto a menos que Job hubiese
pecado gravemente. Pero sabemos que la verdadera historia es en realidad lo contrario. ¿Por qué Job
sufre? ¡Por ser especialmente recto! Ese fue el argumento de Satanás en primer lugar, ¿no es así?
Aunque el sufrimiento en ocasiones refleja un pecado específico6, deberíamos tener cuidado de no
presumir que conocemos la mente de Dios. Piensa en los discípulos que le preguntaron a Jesús acerca

5
The Argument of the Book of Job Unfolded, pg. 63f…Al mover el cielo y la tierra para lograr la perdición de aquellos a quienes
Cristo ha rescatado, en realidad los está preparando para la gloria… está obligado a ser lo que más aborrece, y está más alejado de sus
intenciones y deseos. . . contribuir con los planes de la gracia.
6
e.j. 2 Cr. 26:17-20; 1 Co. 11:30; Jn. 5:14
del hombre ciego: «¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es
que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él» 7. Si tan solo los
amigos de Job hubiesen entendido eso.

Lo que nos lleva a una cuarta enseñanza del libro de Job acerca del sufrimiento: nuestro trabajo no es
entender, sino confiar. Las lecciones que hemos visto hasta ahora provienen de una perspectiva bastante
omnisciente. Pero piensa en todo esto desde la perspectiva de Job. Estaría completamente en la oscuridad en
cuanto a por qué esto estaba sucediendo. ¿Por qué Dios estaba haciendo esto? ¿Qué estaba pasando? En un
momento dado, Job había deseado tener una entrevista con Dios: «¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi
confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso» (Job 31:35).
Había llegado a exigirle a Dios que se explicara. Bueno… ¿qué pasa cuando recibe su reunión?

Capítulo 38, Dios rompe su silencio y dice a Job: «¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin
sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás» (Job 38:2-3). Lo que
sigue a continuación es un bombardeo de preguntas, cada una recordándole que él no es Dios.

 Job 38:4: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia».

 Job 38:12: «¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar».

 Job 38:22-23: «¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo, que tengo
reservados para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?».

 Job 38:31-32: «¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión? ¿Sacarás tú a
su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?».

 Job 40:2: «¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto».

 Job 40:8b: «¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?».

7
Juan 9:1-3
¿Por qué Dios es tan duro? No es porque Job haya pecado. Dios deja bien en claro eso (42:7). Pero la
insistencia de Job en que Dios se explicara, lleva a Dios a expresar: «¿Me condenarás a mí, para justificarte
tú?». Dios no solo no se explica ante Job, es enfático en que de ninguna manera Job merece o llegará a recibir
una explicación.

Dios es Dios y Job no. Dios debe ser adorado, no cuestionado de tal manera que se le acuse de injusto.
¿Podemos preguntar «por qué» o «por cuánto»? Ciertamente. Vemos esto a través de los salmos. Pero siempre
dentro de un marco de confianza. Como Creador, Dios tenía una perspectiva infinitamente mejor que la de Job y
es infinitamente más sabio8.

Y así, la justa respuesta de Job a Dios no es un clamor pidiendo entendimiento, es un clamor de


arrepentimiento. «De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento
en polvo y ceniza» (Job 42:5-6).

Esta es una percepción fundamental que Job nos ofrece acerca del tema del sufrimiento. Hay cosas que no
comprenderemos porque simplemente no somos Dios. (Los padres ven una sombra de esto con sus hijos). Lejos
de ser una respuesta tangente a una pregunta difícil, es reconocer que no adoramos a un Dios que podemos
poner en una pequeña caja. Él es un Dios a quien «los cielos y los cielos de los cielos no pueden contener» (2
Cr. 6:18b). No. Lo que aprendemos de Job es que nuestro llamado no consiste en confiar en nuestra
entendimiento de la situación, sino en confiar en Dios9. Job establece un patrón que se mantiene a lo largo de la
Biblia: Dios no explica con frecuencia nuestro sufrimiento. En cambio, nos llama a confiar en él a pesar de
nuestra falta de entendimiento.

Sin embargo, ¿cómo podemos confiar en él? ¿Estamos llamados a tener una confianza ciega? «Sí, el libro de
Job tiene todo el sentido del mundo. Dios es Dios. Yo no. ¿Pero eso es todo? Debo confiar, en lugar de
entender, pero Señor, siento que necesito más que eso. ¡Ayúdame a confiar!».

8
Ver esta sabiduría es lo que llevó al apóstol Pablo a declarar: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de
Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su
consejero?» (Romanos 11:33-34). Y ten en mente que estas palabras de Pablo siguen la sección más dolorosa de su carta a los
Romanos. «tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a
mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas». Pablo escribe, alabando a Dios por una dolorosa falta de
entendimiento.
9
Pr. 3:5
Bueno, para Job eso era todo lo que había. La evidencia que Job tenía de la fiabilidad de Dios provenía de lo
que podía ver del carácter de Dios revelado en la creación. Sal, mira por la ventana, maravíllate con lo que Dios
ha hecho, y entonces, sobre esa evidencia, confía en él mientras destruye tu vida en pedazos. Eso es cierto. Pero
es duro. Job tenía una fe increíble. En su bondad, sin embargo, Dios nos ha dado mucha más evidencia para
nuestra fe. Y vemos eso cuando miramos el resto de la Biblia.

5. El resto de la Biblia
A medida que los libros de la Biblia progresan de principio a fin, vemos que el propósito de Dios en el
sufrimiento, —y la evidencia para nuestra fe— es mucho más nítido. Así que examinemos esa evidencia.

El Éxodo es la fiesta debutante de Dios, por así decirlo, el momento en que decidió entrar en el escenario
internacional. Y cuando entra, Israel ha sido esclavizado en Egipto durante 400 años. Las palabras de José, que
los condujo allí, casi parecen burlonas en ese momento: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo». ¿Cómo es posible que
400 años de esclavitud estén destinados para bien? Pero como Dios le dice a Faraón directamente (9:16), todo
esto sucede, «para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra». Y así, con una sola mano, Dios arruina a la
nación de Egipto y guía a su pueblo. Los conduce a un callejón sin salida: atrapados entre el mar Rojo, por un
lado, y el ejército perseguidor de Egipto, por el otro, y luego separa el mar, salva a su pueblo y destruye al
ejército más poderoso de la tierra. Dios deja a las naciones paganas con tal temor que los filisteos todavía
hablan de estos acontecimientos en 1 Samuel, cientos de años después 10. Y así en el Éxodo, el pueblo de Dios
ve lo que Job nunca vio: que Dios puede usar el sufrimiento para proclamar su poder a las naciones.

Noemí: Del drama internacional, entonces, pasemos al breve libro de Rut. Dios ha demostrado usar grandes
crisis nacionales para el bien, pero ¿qué hay de la vida de una pobre viuda? El libro se establece como una
prueba de la acusación de Noemí contra Dios: «en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso». No
obstante, para el final del libro Dios ha derramado misericordia sobre Noemí, su acusadora, y vemos cómo su
bendición con el nacimiento del rey David fue más allá de lo que incluso Noemí podría haber soñado.

Habacuc: El siguiente en nuestro tour es el profeta Habacuc, quien presencia el trato más conciso del
problema del sufrimiento en toda la Biblia. Habacuc se queja ante Dios por permitir que el malvado triunfe
sobre el justo. ¿Cuál es la respuesta de Dios? No te preocupes: Juzgaré a la nación a través de los caldeos. Lo

10
1 Samuel 4:8
que es incluso peor, ¿no es así? Y al igual que con Job, la respuesta de Dios a las quejas de Habacuc sobre el
sufrimiento inocente no es una explicación, sino un llamado a la confianza. Habacuc 2:20: «Mas Jehová está en
su santo templo; calle delante de él toda la tierra». Y, sin embargo, a diferencia de Job, Éxodo o Rut, para
cuando llegamos a Habacuc, Dios nos da su gran declaración de propósito para toda la historia. Capítulo 2,
versículo 14: «Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el
mar».

Dios trabaja todas las cosas para su gloria. Hay un fuerte propósito apoyando todo lo que él hace. Al igual
que el Éxodo, o un pastor de ovejas asesinado a un gigante, o la derrota de 185 000 asirios mientras el pueblo
dormía, Dios está esculpiendo la historia precisamente para que solo una divinidad de fuerza infinita pueda
rescatar. Y luego lo hace. Y ese es exactamente el punto. La gloria es de Dios. Y así, con tal evidencia
apuntando a la habilidad de Dios para cumplir su máxima declaración de propósito, Habacuc es llamado a
confiar. Como leemos en el capítulo 2, versículo 4: «mas el justo por su fe vivirá». Nuestra postura no es de
cuestionamiento, sino de confianza.

Y eso es lo que Habacuc hace. Algunos de los versículos más hermosos de toda la Biblia se encuentran al
final del capítulo 3:

«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados
no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo
me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (3:17-18).

¿Cómo rayos puede decir eso? Porque confía en los mejores propósitos de Dios.

Pero, por supuesto, Dios no ha terminado. Job: no cuestiones a Dios, confía en él. Éxodo: Dios puede
convertir una gran tragedia en un gran bien. Noemí: incluso a nivel individual. Habacuc: porque todo lo que él
hace es por un gran bien supremo: la proclamación de su gloria a las naciones. Y eso nos lleva al Nuevo
Testamento. Donde vemos que todo lo que él hace no es solo para su gloria, sino también para nuestro bien.

La cruz: Allí, en la cruz de Jesucristo, Dios usa el sufrimiento más injusto en la historia del universo, para el
más grandioso de los propósitos. La principal prueba en la base de nuestra fe es el sufrimiento que Dios inflige
en su propio hijo, el sufrimiento que merecíamos, para que podamos ser considerados justos. El mal utilizado
para la gloria de Dios. Y, como leemos en Romanos 8:28, para nuestro bien. «Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados».

Y en esta vida, eso es lo que tenemos: el problema del sufrimiento, un llamado a la fe, y la evidencia para
reforzar esa fe. Pero la historia no termina allí. Hagamos una última parada en nuestro tour de la Biblia: el libro
de Apocalipsis.

Apocalipsis: Porque en el final de los tiempos, y el inicio de la eternidad, no hay más tensión. No hay más fe.
Como cantan los ángeles en Apocalipsis 15:

«Grandes y maravillosas son tus obras,


Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor,
y glorificará tu nombre?
Pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán
y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado».

¿Notaste el tiempo en pasado de esa última frase? Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus
juicios se han manifestado. Hoy, no podemos entender por qué Dios hace lo que hace. Es doloroso. Abate el
alma. Y así vivimos por fe. Pero un día, todos veremos. Y adoraremos. Porque la aparente contradicción dejará
de exisitir. Veremos la verdad de los caminos de Dios, y todo será revelado.

Primera edición en español: 2019


Copyright © 2019 por 9Marks para esta versión española
Clase 2: Los propósitos revelados de Dios para el sufrimiento
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Cómo puede Dios usar el sufrimiento para nuestro bien y su gloria

1. Introducción
En la mañana de hoy, daremos un vistazo a los propósitos que Dios ha revelado para el sufrimiento.

Así que esta es una clase muy peligrosa. Si no tenemos cuidado, podrías salir dentro de 45 minutos bastante
dañado espiritualmente. Permíteme explicarme:

Esta clase es peligrosa porque… bueno, cuando sugiero que Dios ha revelado sus propósitos para nuestro
sufrimiento, podrías pensar fácilmente que siempre deberías entender los propósitos de Dios para tu
sufrimiento. Esa es la primera forma en que esta clase podría ser peligrosa. Solo piensa por un momento con
cuánta frecuencia has escuchado a alguien en aprietos decir algo como: «Simplemente no entiendo por qué Dios
permitiría que esto me sucediera». Ahora bien, en ocasiones ese es un clamor de fe, de confianza desconcertante
en los buenos propósitos de Dios. Pero muy a menudo, es una acusación contra Dios, sugiriendo que si él fuera
el Dios que se describe en la Biblia, no sufriríamos como lo hacemos. A menos que podamos entender por qué,
no merecemos sufrir.

Pero como recordarás de la clase pasada, la idea central de la Biblia al lidiar con el sufrimiento no es un
llamado a comprender, sino un llamado a la confianza. Se nos enseña quién es Dios, y sobre la base de esa
evidencia estamos llamados a confiar en medio de la prueba.

Isaías 55:8-9:
«Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos».

Nuestro consuelo no es el grado en que podemos entender los propósitos de Dios, sino el grado en que
podemos confiar en nuestro Salvador. Y «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (He. 13:8).

Esa es la primera forma en que esta clase podría ser peligrosa. Podríamos pensar que tenemos el derecho de
entender los propósitos de Dios para nuestro sufrimiento.

Pero hay una segunda forma en que esta clase puede ser peligrosa. Pretendamos por un momento que soy
capaz de explicar los propósitos de Dios no solo de manera general, y no solo para algunos de los desafíos de la
vida, sino para todo tipo de sufrimiento. Digamos que sales de esta clase con un conocimiento enciclopédico de
por qué Dios permite el dolor en tu vida. ¿Entonces qué? ¿Tendrías que ejercitar la fe en medio del sufrimiento?
No. Serías despedido de tu trabajo, pero sabrías: «Dios está permitiendo que esto pase porque en un momento
tendré una conversación con Sue, quien no fue despedida, y ella verá cuán poco me ha impactado esto, y
preguntará por qué, compartiré el evangelio, y luego ella volverá con su cuñada, que ha estado compartiendo el
evangelio con ella y le hará más preguntas, y Dios usará eso para llevarla a la fe, a pesar de que nunca volveré a
ver a Sue hasta que estemos en el cielo».

Y todo tiene sentido. Sin fe.

No obstante, como dice el libro de Hebreos: «sin fe es imposible agradar a Dios».

Así que necesitamos ver los propósitos de Dios para el sufrimiento revelados en su Palabra no como un
sustituto para la fe, sino como evidencia de la fe. No como un conjunto de conocimientos que puedo usar para
hipotetizar los propósitos de Dios para una prueba en específico hasta que esté bastante seguro de por qué él
permitió que sucediera para que yo pueda aceptarlo. En cambio, como una serie de categorías que me ayudan a
comprender de manera general por qué Dios permite el sufrimiento que me ayuda a confiar en sus propósitos
desconocidos para mi sufrimiento particular.

Así, usamos estos propósitos para el sufrimiento no como explicación, sino como evidencia para ayudarnos a
confiar en Dios.

Y existe un último peligro en esta clase. Normalmente, es realmente inútil decirle a la gente por qué están
sufriendo. En medio de una tragedia, sé muy cuidadoso antes de preguntar: «¿Qué crees que Dios te está
enseñando a través de esto?» (lo que convierte su sufrimiento en una acertijo solucionable). Ten mucho
cuidado antes de decir: «Entiendo por lo que estás pasando» (lo que no es cierto, cada situación tiene
complejidades únicas). A veces, una simple pregunta de cómo orar y un abrazo son las mejores formas de
apoyar nuestros amigos en su sufrimiento.

Con eso en mente, daremos inicio al resto de nuestro tiempo considerando la sorprendente afirmación que la
Biblia hace de que el sufrimiento es un regalo, y luego, veremos 8 propósitos diferentes que Dios, en su
sabiduría, nos ha dado para el sufrimiento.

2. ¿¡El sufrimiento es un regalo!?


Pablo escribe en Filipenses 1:29: «Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en
él, sino también que padezcáis por él». Entender que se nos ha concedido fe para creer en Cristo (Ef. 2:8) es una
cosa, entendemos que en un momento dado estábamos muertos en nuestros pecados, éramos hostiles a Dios y
nos negábamos a buscarle. Pero ¿se nos ha concedido padecer por él? ¿Por qué razón Pablo consideraría el
sufrimiento a causa de Cristo como un regalo, y mucho menos un regalo al mismo nivel que nuestra fe?

Bueno, un buen lugar para empezar a comprender esto es la promesa de Jesús de que sufriríamos. Lucas
9:23: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame».

Para una audiencia del primer siglo, tomar su cruz no significaría soportar a un molesto compañero de
cuarto, un dedo del pie lesionado, o un hijo inquieto. Significaría que vas de camino a la muerte. Cuando un
cristiano toma su cruz, renuncia por completo a sí mismo (sin importar lo costoso que eso pueda ser) para seguir
a Jesús. Pero eso es la clave. Sufrimos, nos sacrificamos, para seguir a Jesús. Continúa en Lucas 9: «Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues
¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?» (9:24-25). El
cristianismo no es ascético. Nunca, jamás, sufrimos por el bien del sufrimiento, o nos sacrificamos como un fin
en sí mismo. Siempre nos damos por vencidos para apoderarnos de lo que es mejor.

Sufrimos para tomar algo mejor. Por esa razón, el sufrimiento es un regalo. ¿Pero qué es lo que tomamos?
Eso nos lleva a los propósitos de Dios en el sufrimiento. Te daré ocho. ¿Tu trabajo? Escucharlos todos. Y
escoger uno o dos donde, al considerar tu propia actitud hacia el sufrimiento, pienses que necesitas una mejor
comprensión de esa categoría de los propósitos de Dios.

3. Los propósitos revelados de Dios

a. Hacernos crecer en santidad


David escribe en el Salmo 119:67: «Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;
Mas ahora guardo tu palabra». Dios en su bondad usará algunas veces el sufrimiento para llamar nuestra
atención y despertarnos a la mentira del pecado en nuestras vidas. Sabemos que para el cristiano, el
sufrimiento nunca es la condenación de Dios. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús». Romanos 8:1. Pero el sufrimiento puede ser la bendición de Dios para
despertarnos. «El dolor», como lo describe C.S. Lewis, «insiste en que se le atienda. Dios nos susurra en
nuestros placeres, habla a nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor: es su megáfono para despertar
a un mundo sordo11».

b. Producir perseverancia
La vida cristiana es una carrera que requiere perseverancia (He.12:1). Somos responsables de
permanecer «fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio» (Col. 1:23a), y
solo podemos hacerlo por la gracia preservadora de Dios12. Ahora bien, ¿de qué manera Dios nos da la
gracia para perseverar? Sabemos que Dios nunca permitirá que seamos tentados más allá de lo que
podemos soportar (1 Co. 10:13). Pero, ¿alguna vez has considerado que la manera normal en que lo
hace, la manera normal en que nos da la gracia para soportar la tentación no es enviar alguna fuerza
mística en el momento, sino fortalecernos a través de pruebas previas? En Romanos 5:3, Pablo nos
recuerda: «También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia».

Entonces, ¿esa tentación que experimentarás dentro de un año? Quizá la dificultad que estás sufriendo
hoy es la manera en que Dios te ayudará a perseverar en esa futura prueba. Necesitamos perseverancia
para acabar esta carrera, y las pruebas es una de las principales formas en que Dios hace crecer nuestra
perseverancia.

c. Hacernos crecer en madurez

11
The Problem of Pain de C.S. Lewis, pg. 91
12
Véase Fil. 1:6; Jn. 10:28; Ro. 8:29-30
Cuando vamos a Santiago, encontramos la misma idea de perseverancia expuesta en Romanos:
«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba
de vuestra fe produce paciencia» (Stg. 1:2-3). Pero la paciencia no es un fin en sí; él continúa
escribiendo: «Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os
falte cosa alguna» (Stg 1:4).

Con el tiempo, experimentar la suficiencia de la gracia preservadora de Dios produce esperanza, no en


nosotros, sino en Dios. «Sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la
prueba; esperanza» (Ro. 5:3b-4). Sabremos, como instruye Pablo, cada vez más lo que significa ser
fortalecidos en el Señor; y en el poder de su fuerza (Ef. 6:10). Y en su extraordinario poder, ¡no nos
falta nada!

¿Quieres ser útil para Dios? ¿Quieres tener una fe fuerte? ¿Quieres estar arraigado y seguro en tu
caminar cristiano? Estas cosas pasan cuando entendemos la Palabra de Dios. Ahora bien, todos
conocemos la diferencia entre conocer algo en nuestra mente y realmente actuar y vivir de acuerdo a
ello. Muy a menudo, al parecer, lo que toma el conocimiento principal de la Palabra de Dios y lo
fusiona en nuestros corazones, es la adversidad. A través de la adversidad vemos que las promesas de
Dios son probadas y prevalecen. Experimentamos su fidelidad La adversidad parece ser una de las
principales herramientas de Dios para desarrollar la madurez.

d. Enseñarnos su Palabra
David escribe en el Salmo 119: «Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos»
(Sal. 119:71). ¡No es eso increíble! El sufrimiento es una de las maneras en que podemos llegar a
entender la Biblia. ¿Por qué? En ocasiones es porque el sufrimiento es lo que suaviza nuestros
corazones para que no solo oigamos, sino también escuchemos. Como lo expresó Richard Baxter:
«Sufrir tanto destraba la puerta del corazón, que la Palabra tiene una entrada más fácil»13. Una cosa es
leer acerca del consuelo de Dios; otra muy diferente experimentarlo. Dios, en su bondad, a menudo
usa las dificultades en nuestras vidas para enseñarnos su Palabra. Ahora, por supuesto, eso supone que
no perdemos lo que nos está enseñando. Así que no es de extrañar que Santiago siga su asombrosa
exhortación en Santiago 1: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas
pruebas», con un estímulo para pedir sabiduría a Dios: «el cual da a todos abundantemente y sin
reproche», y la promesa de que recibiremos la sabiduría que pedimos. Entonces, los tiempos de prueba
nos enseñan la Palabra de Dios; deberíamos pedirle sabiduría para no perder lo que nos está
enseñando.

e. Ayudarnos a animar a otros


2 Corintios 1:3-4: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y
Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos
también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios».

13
Richard Baxter, The Cure of Melancholy and Overmuch Sorrow, by Faith.
¿No es eso increíble? ¿Por qué Dios nos consuela? Para que podamos consolar a otros. El sufrimiento
puede hacer que una promesa en la Escritura se haga realidad, la cual podemos compartir con otros
(Ro. 15:4). Puede darnos un corazón más empático. Podemos animar a otros por medio de nuestra
propia experiencia de sufrimiento, recordándoles que no están solos (1 P. 5:9).

¿Y notaste la palabra «cualquier» en 2 Corintios 1:4? «para que podamos también nosotros consolar a
los que están en cualquier tribulación». No deberíamos ser reacios a consolar en base a nuestra
experiencia, incluso si la tragedia de otros parece mucho mayor que la nuestra.

f. Librarnos de la autosuficiencia
2 Corintios 1:8b-9: «Pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo
que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de
muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos».

Todos lo necesitamos, ¿no? No confiar en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.
No disfruto particularmente de esas noches oscuras del alma. Estoy seguro de que tú tampoco. Pero
Dios puede usarlas para alejarnos de nosotros mismos y llevarnos hacia su amor. John Piper escribe:
«Nunca he escuchado a nadie decir: ‘Las lecciones realmente profundas de la vida han llegado en
tiempos de tranquilidad y comodidad’. Pero he escuchado a firmes santos decir: ‘Todo avance
significativo que he hecho en comprender las profundidades del amor de Dios, y todo crecimiento
profundo con Él, ha venido por medio del sufrimiento’14».

El sufrimiento es incómodo porque no estamos en control. Queremos llegar al otro lado lo más rápido
posible para que podamos estar cómodos de nuevo. Traducción. El sufrimiento nos obliga a caminar
por fe, y eso es realmente incómodo. Así que queremos llegar al otro lado lo más rápido posible para
que podamos caminar de nuevo por vista. Lo cual es mucho más cómodo.

Y terminamos tratando de huir de lo que Dios está haciendo en nuestro sufrimiento. Por tanto, en la
prueba, recuérdate a ti mismo que este es un momento para apoyarte en Dios, y eso es algo bueno.

g. Fortalecer nuestra seguridad


Este propósito quizá suene raro a primera vista, ya que nuestra inclinación puede ser pensar que el
sufrimiento amenazaría nuestra confianza en Cristo. Pero piensa en lo que el escritor de Hebreos dice:
«Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois
bastardos, y no hijos» (He. 12:7-8).

Una señal de verdadera conversión no es que hayamos «hecho una oración» o «pasado al frente», sino
que perseveramos (Col. 1:23). Una persona puede profesar ser cristiano porque es culturalmente
aceptable, una nueva forma de conocer amigos, de agradar a sus padres y, sin embargo, nunca haber
sido convertida. El sufrimiento pone a prueba la genuinidad de nuestra fe. Da evidencia de si nuestra

14
Desiring God de John Piper.
fe es real o egoísta. 1 Pedro 1:6-7: «En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba
vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada
en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo».

h. Glorificar a Dios
¿Cómo se glorifica Dios en nuestro sufrimiento? Cuando todas las aparentes ‘ventajas’ de seguir a
Cristo desaparecen y todo lo que queda es la promesa de la persecución, y aún así el cristiano escoge a
Cristo, entonces Dios es glorificado. Lo escogemos porque vale mucho más que a lo que hemos
renunciado. Y eso lo glorifica.

Moisés entendió esto: «Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del
pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque
tenía puesta la mirada en el galardón» (He. 11:24-26). Moisés tomó la decisión económicamente
racional de escoger aquello de mayor valor. Escogió a Cristo. No a los tesoros de Egipto. Y eso
demostró cuánto valía Cristo.

Razón por la cual, Pedro nos recuerda: «Estad siempre preparados para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1
P. 3:15). Pedro escribía a lectores que estaban sufriendo y sabía que cuando el mundo ve a alguien
sufrir y aún así mantener la esperanza, ¡habrá un montón de preguntas! La única respuesta es que
nuestra esperanza no está finalmente en lo que esté mundo tiene para ofrecer, sino en Dios. Él es
nuestra recompensa (Hebreos 11:6). Es nuestra herencia (1 P. 1:3-4). Vale mucho más de lo que el
mundo vale.

« ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón
desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre» (Salmo 73:25-26).

4. Conclusión: Dos reflexiones


Aunque la respuesta de la Biblia al sufrimiento es principalmente una de fe más que de entendimiento, la Biblia
todavía nos da muchos, muchos ejemplos de cómo Dios obra a través del sufrimiento. No sé tú, pero a medida
que revisaba esta lista, y pasaba de un propósito al siguiente, sabiendo que estos ocho son solo el comienzo, no
pude evitar sentirme abrumado por la misericordia de Dios de convertir nuestro sufrimiento en bien.

Entonces, ¿cómo usamos una clase como esta? ¿Cuál es el propósito de conocer el propósito de Dios, por así
decirlo? Dos reflexiones finales para ti.

a. Evita el peligro de necesitar entender.


Primero, recuerda que tu falta de entendimiento no es de ninguna manera una razón para no confiar.
Proverbios dice: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas» (Proverbios 3:5-6). Podemos confiar en
Dios porque él ha revelado quién es, no porque explique cada detalle de lo que está haciendo. Así que
usa estos propósitos para el sufrimiento como una razón para confiar, no como un sustituto de la fe. Los
propósitos revelados de Dios para el sufrimiento nos ayudan a reconocer el bien que ha obrado a través
del sufrimiento pasado, lo que nos ayuda a confiar en él en el futuro. Y aunque no podamos ver la
dificultad presente e identificar los propósitos de Dios, el volumen y la especificidad de estas categorías
ciertamente nos ayudan a confiar en que, incluso si estamos ciegos, Dios lo está usando para nuestro
bien.

b. Alaba a Dios por la misericordia de la revelación.


Y una segunda forma de usar esta clase es: convierte tu sufrimiento en alabanza. ¿No es sorprendente lo
mucho que Dios nos ha hablado acerca de cómo él usa el sufrimiento? Él entiende nuestra debilidad y
nos ha derramado su misericordia a través de su Palabra para ayudarnos a confiar cuando los tiempos
son difíciles. ¿No es sorprendente su habilidad para convertir lo peor en lo mejor? La trampa del mar
Rojo en un monumento eterno a su poder. La tragedia de Noemí en la bendición del rey David. La
crucifixión del único hombre inocente que alguna vez vivió en nuestra salvación eterna. Alaba a Dios
por todo lo que hemos visto hoy.
Clase 3: El futuro del sufrimiento
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La importancia del cielo y el infierno en el sufrimiento de un cristiano

1. Introducción
Es March Madness (Campeonato de la División I de Baloncesto Masculino de la NCAA) ahora mismo. 64
equipos compitiendo por el campeonato nacional de baloncesto universitario. Algunos de nosotros podemos
estar emocionados por ello, otros no tenemos ni idea. De cualquier manera, imagina esto: imagina que vas a ver
el gran juego, es uno reñido, y realmente quieres que tu equipo gane. ¿Cómo te sientes durante el juego? Es
angustiante. Mientras el balón va y viene entre los equipos, comes tus uñas, gritas frente al televisor, y saltas de
arriba abajo. ¿Por qué? Porque no sabes lo que pasará, quién ganará. Eso es lo que hace que el juego sea
emocionante y estimulante cuando tu equipo gana (ahora tienes derecho de fanfarronear), pero también tan
decepcionante cuando pierdes.

Bueno, imagina un segundo escenario. Imagina que no puedes ver el gran juego esta noche porque digamos
que está pautada una reunión de miembros en la iglesia. Afortunadamente, tu amigo tiene DVR, y puede grabar
el juego para que puedan verlo mañana por la noche. Así que, al día siguiente durante el trabajo intentas evitar
cualquier conversación acerca del juego porque sabes que lo verás esa noche, sin embargo, fue un juego tan
importante que no puedes evitar escuchar a tu compañero hablar de ello. No solo escuchas que tu equipo ganó,
sino que escuchas que remontaron de una desventaja de 15 puntos en los últimos cinco minutos, y una canasta
sobre la bocina les dio la victoria.

Ahora bien, cuando te sientas a ver el juego esa noche, ¿qué diferencia hace el saber cómo termina? Todos
tus amigos que esperaron para ver el juego contigo se sientan alrededor del televisor, comiendo sus uñas,
gritando, saltando. En el segundo período parece que todo está perdido. Pero tú puedes sentarte relajado y
calmado, y disfrutar de tus palomitas porque sabes quién gana al final.

Lo mismo sucede con la vida cristiana. Dios en su bondad nos ha dicho cómo termina todo. Él gana. Satanás,
el pecado y la muerte están derrotados y habrá un final para el sufrimiento.

Sufrir como cristiano significa sufrir con el fin de todas las cosas firmemente puestas a la vista. Si no lo
haces, eventualmente cualquier esperanza que tengas, fallará y estarás aplastado bajo el peso de la realidad en
este mundo caído15. Pero cuando sufrimos con el fin en mente, nuestra esperanza arde intensamente porque
demuestra que lo que nos aguarda supera cualquier cosa a la que hayamos renunciado. Y en esa esperanza, hay
gloria para Dios y gozo para nosotros, incluso en medio del sufrimiento.

Cualquier respuesta al problema del sufrimiento que no mencione el fin, no puede ser una respuesta cristiana.
Ahora, con agendas apretadas, fechas topes y otras responsabilidades que ocupan nuestra atención, es fácil vivir
como si esta vida es todo lo que hay. Podemos creer que hay vida después de la muerte, pero dejamos esto en un

15
Véase 1 Ts. 4:13
segundo plano hasta que la idea de la eternidad se convierte en una póliza de seguro por si acaso 16. Cuando
perdemos de vista el cielo, la tragedia (grande o pequeña) puede hacernos caer en la desesperación porque nos
roba nuestra esperanza.

Martin Lutero entendió muy bien esta realidad, y dijo que vivía como si solo existiesen dos días en su
calendario: este día y ese gran día. Este día refiriéndose al día de hoy, en el que te encuentras; ese gran día
refiriéndose al fin, el día en que compareceremos ante Dios como juez. Así que, lo que haremos es comenzar
mirando el fin y considerando lo que Dios está haciendo con las realidades del infierno y el cielo. Con eso en
mente, podemos volver a este día, hoy, y ver cómo esas realidades nos ayudan en nuestro sufrimiento.

Ese Día y el infierno


Recientemente, ha habido muchas discusiones sobre la idea del infierno. Por tanto, consideremos lo que la
Biblia dice acerca del infierno…

Cuando la Biblia habla acerca del infierno, lo describe como un lugar de sufrimiento tan insoportable que
estará lleno de «llanto y crujir dientes» (Mt. 8:12). Se describe como un horno de fuego, un fuego inextinguible
donde el gusano no muere, y el fuego nunca se apaga (Mt. 13:42, Mr. 9:43, 48). Imagina eso, un fuego tan
intenso que nunca se acaba, nunca; un lugar lleno de hedor y podredumbre tan malo que los gusanos nunca
desaparecen. Los que están en el infierno anhelan un fin, pero no hay un final a la vista. La Escritura lo describe
como un lugar don los pecados son castigados, no por 10 años, o 100 años, o 1000 años, sino eternamente, por
eso, Apocalipsis 14 señala que el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Un tormento que no
permite el descanso de día ni de noche.

Sin embargo, el aspecto más aterrador de todos es la completa separación de Dios, estar en enemistad con él,
enfrentar su ira, saber que nunca serás capaz de ser reconciliado con el Dios por el que fuiste creado para adorar
(2 Ts. 1:9). Y donde hay separación de Dios, también hay separación de nuestros amigos, familiares y seres
queridos. No importa lo que nos digan Hollywood o las historietas recientes, el infiero no es una fiesta donde
las personas se reunirán. Aquellos en el infierno siempre estarán en desacuerdo los unos con los otros,
constantemente destrozados por la comprensión de su culpa y vergüenza.

Entonces, ¿qué nos dice esto acerca de Dios? ¿Qué está haciendo?

¿Puedes imaginar que Dios mirara el mal en este mundo –violación, asesinato, robo, abuso, discriminación–,
y no hiciera nada al respecto, e incluso llamara bueno al mal? Ese no sería un Dios bueno, sería un tirano
perverso. Pero Dios no es indiferente al pecado, y el infierno sirve como evidencia de ello. Porque él es bueno y
justo, castigará cada pecado, como lo ha dicho en Éxodo34, no dejará al culpable sin castigo. Nada se esconderá
bajo la alfombra, nunca será el juez malvado que acepte un soborno, muestre parcialidad o sentencie un
veredicto equivocado.

16
Necesitamos orar como Moisés en el Salmo 90:12 pidiéndole a Dios: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos
al corazón sabiduría». Esto después de considerar la brevedad de la vida: «Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más
robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos» (Sal 90:10).
De acuerdo, si eso es lo que Dios hará Ese Día, ¿qué importancia tiene para cómo nosotros vivimos el Hoy?
¿Qué diferencia hace en medio de nuestro sufrimiento?

Este Día y el infierno


Imagina a alguien contra quien se haya pecado: alguien a quien injustamente se le ha hecho un mal. Tal vez ha
sido interrumpido en el tráfico. Tal vez su cónyuge lo culpó por algo que no hizo. Tal vez alguien le robó. Tal
vez ha sido abusado por un padre o una pareja. Tal vez perdió un cónyuge o un hijo porque profesaba ser
cristiano.

En cualquiera de estos escenarios (y puedes imaginar muchos otros más), ¿qué anhela la víctima? ¡Justicia!
Y ese anhelo es bueno y correcto, es una expresión de ser hechos a imagen de Dios. El problema es que la
venganza nunca fue una carga para la que fuimos diseñados: es demasiado pesada. Cuando vives como si la
venganza dependiera de ti, el deseo de justicia puede consumirte. No puedes perdonar a la persona porque, si lo
haces, ¡podría salirse con la suya! Y así, la ira y el resentimiento comienzan a crecer dentro hasta que terminas
amargado.

Para aquellos que se encuentran sufriendo bajo esta carga, Dios viene misericordiosamente y ofrece quitarla
de sus hombros y llevarla por ellos. Leemos en Romanos 12: «No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo
bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los
hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor».

La venganza le pertenece a Dios, no a nosotros. Podemos confiar en que Dios corregirá todo lo malo y
proveerá justicia en cada situación. Dios es mucho mejor para vengarse que nosotros. Los que te han ofendido
responderán a Dios por ello y no se saldrán con la suya. Un día, en Ese Día, comparecerán ante Dios y le
rendirán cuentas. Si en esta vida se negaron a arrepentirse, beberán la copa de la ira de Dios.

Por tanto, cuando veo el cuadro bíblico del infierno puedo confiar la venganza a Dios. Más que eso, puedo
soltar la amargura, el enojo y el resentimiento. En lugar de ser vencido por el mal, ahora puedo vencer el mal
haciendo el bien a esa persona. Cuando veo el infierno por lo que es, no quiero deseárselo ni a mi peor enemigo.

Ahora que Cristo ha venido, Dios puede ser absolutamente justo y todavía perdonar a los pecadores, él
puede, como escribe Pablo en Romanos 3, ser justo y ser el que justifica. ¿Cómo funciona eso? Cuando una
persona se rehúsa a arrepentirse de su pecado y creer en Cristo, se enfrenta a la ira de Dios por sí mismo, así es
como llega la venganza y se preserva la justicia de Dios. Pero si esa persona se arrepiente y cree en Cristo, la
venganza de Dios vendrá de otra manera. Como un sacrificio expiatorio, él se sustituye en el lugar de aquellos
que confían en él. De cualquier forma, Dios permanece justo.

En ese sentido, la realidad del pecado tiene otro propósito en nuestro sufrimiento. Cuando somos
perjudicados, anhelamos justicia. Pero, cuando somos culpables del daño, ¿qué anhelamos? Misericordia. El
infierno no es solo lo que otras personas merecen (Los Hitlers, Stalins, Bin Landens); es lo que nosotros
merecemos. «No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios… por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios… éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás»17. Como resultado, lo que es justo, lo que es correcto, es que seamos condenados al infierno.

Si el infierno no es real, no hemos sido salvados de mucho. Pero si es real, el infierno sirve como un
escenario para mostrar cuán profunda es la misericordia de Dios, ¡para mostrarnos de lo que hemos sido
salvados!

En medio del sufrimiento, es fácil sentir pena por nosotros mismos y pensar que Dios nos debe su bondad;
olvidar lo que merecemos por causa de nuestro pecado. Y cuando no somos agradecidos, el sufrimiento se
vuelve insoportable. No obstante, mientras más apreciamos la misericordia de Dios, más podremos dejar de
enfocarnos en nosotros mismos y tener una perspectiva eterna de las cosas. En ese sentido, incluso cuando no
entendemos lo que Dios está haciendo, podemos descansar en la verdad de que Dios es bueno, y esa esperanza
es la que nos permite avanzar.

Ese Día y el cielo


En Ese Día, el día del juicio, Jesús separará a las ovejas de los cabritos, a los justos de los injustos. Así que
necesitamos considerar no solo lo que la Biblia dice acerca del infierno, sino también lo que dice acerca del
cielo.

Cuando la Biblia habla del cielo, lo describe como un lugar donde no hay más sufrimiento. Así, leemos en
Apocalipsis 21: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron». No habrá más
jaquecas, cáncer, brazos que no funcionen, ojos que no vean. No habrá más tristeza, dolor, funerales.
Recibiremos cuerpos nuevos que nunca se romperán, desgastarán o enfermarán.

No habrá más pecado con el cual luchar, no más culpa ni vergüenza de pasados rotos. Estaremos con
nuestros amigos y familiares que han creído en Cristo y nuestras relaciones serán sin envidia, rivalidad o
competitividad. En cambio habrá un amor perfecto, cada persona cuidará de la otra, y será capaz de confiar
completamente.

Y lo mejor de todo, el cielo se describe como el lugar donde habitaremos con Dios y seremos perfectamente
felices y satisfechos en él. Es imposible detallar cuán asombroso será. Piensa en el mejor placer que puedas
imaginar en la vida… Dios es infinitamente mejor. Cada bien en esta vida es una señal del bien supremo de
Dios. Él es lo increíble acerca del cielo. Si el cielo solo fuera un lugar para evitar el infierno, cantar cánticos y
sentarse en una nube, todas esas comodidades eventualmente se tornarían aburridas. Pero nunca sondearemos
las profundidades de la belleza, majestad y maravilla de quién es Dios. Él nos dejará sin aliento, una y otra vez.

Entonces, ¿qué nos enseña el cielo acerca de Dios? ¿Qué está haciendo?
Si el infierno nos muestra la bondad y la justicia de Dios, el cielo nos muestra la gracia y la misericordia de
Dios. El cielo no es lo que ninguno de nosotros merece, pero es real y es un disfrute que va más allá de nuestra

17
Ro. 3:10-11, 23; Ef. 2:3b
imaginación. De modo que, si esto es cierto acerca de Dios, ¿qué diferencia hace en medio de nuestro
sufrimiento? ¿De qué manera debería afectar cómo vivimos en Este Día, Hoy?

Este Día y el cielo


Por un lado, nos recuerda que hay un final para el sufrimiento, no durará para siempre.

Sin esperanza, el sufrimiento nos aplastará con la desesperación. Piensa en el sufrimiento que soportamos
por nuestros cuerpos. Desde que el pecado entró en escena, nuestros cuerpos han gemido por el peso de la vejez,
la descomposición, la enfermedad. Pero la esperanza que tenemos es que estos cuerpos son solo temporales, en
el cielo nuevo y en la tierra nueva, nuestros cuerpos serán hechos nuevos. Filipenses 3:20-21: «Mas nuestra
ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual
puede también sujetar a sí mismo todas las cosas».

Joni Eareckson Tada, quien ha sufrido de cuadriplejia (parálisis motora de las cuatro extremidades) desde
1967, explica cuán crucial ha sido esta esperanza para ella en su sufrimiento. Escribe:

«Todavía encuentro difícil creerlo. Yo, con dedos arrugados y doblados, músculos atrofiados, rodillas
nudosas e incapaz de sentir algo de los hombros hacia abajo, un día tendré un nuevo cuerpo, liviano,
brillante y vestido de justicia, poderoso y deslumbrante. ¿Te imaginas la esperanza que esto le da
alguien con la médula espinal lesionada como yo? ¿O a alguien con parálisis cerebral o esclerosis
múltiple? Imagina la esperanza que esto le da a alguien que es maníaco-depresivo. Ninguna otra
religión, ninguna otra filosofía promete nuevos cuerpos, corazones y mentes. Solo en el Evangelio de
Cristo, aquellos que sufren encuentran una esperanza tan increíble18».

Los que sufren físicamente necesitan esperanza, y la esperanza del cielo es que nuestros cuerpos serán
hechos nuevos. Esto nos señala que Dios se preocupa profundamente por nuestro dolor y sufrimiento. David
escribe en el Salmo 56:8: «Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu
libro?». Él no es indiferente a nuestro dolor, no es frío ni distante. Un día, Dios promete limpiar cada lágrima,
corregir cada error, remover cada dolor, y el cielo nos recuerda que tal esperanza es segura.

Otro beneficio de la realidad del cielo para el sufrimiento es que nos señala nuestra más grande esperanza:
estar con Dios. Nos recuerda que nuestro sufrimiento nunca es en vano. En el siglo XVIII, Jonathan Edwards
describió el cielo como un lugar donde todos estarán profundamente satisfechos, tendrán una copa y su copa
rebosará, algunos tendrán un dedal, otros un vaso, otros una cubeta de cinco galones, pero todos tendrán una
copa llena. ¿Qué diferencia hace el tamaño de la copa? Pablo escribe en 2 Corintios 4:17-18: «Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no
se ven son eternas».
¿Viste eso? La aflicción de Pablo, su sufrimiento tiene un efecto sobre el peso de gloria que experimentará
en el cielo, lo está preparando para ese peso de gloria. Mientras soportamos hoy con fe paciente, el sufrimiento

18
When God Weeps de Joni Eareckson Tada y Steven Estes.
tiene una forma de crear un recipiente más profundo para nosotros, una expectativa y apreciación del cielo
cuando lleguemos allí. En este sentido, somos ayudados en nuestro sufrimiento presente, ¡sabiendo que Dios lo
está usando para darnos una mayor capacidad de disfrutarlo ahora y en la eternidad!

Nuestro anhelo por Dios puede ser la función más importante de la realidad del cielo en nuestro sufrimiento.
Si Dios es nuestro mayor tesoro, el sufrimiento que una vez parecía una montaña insuperable se convierte en un
obstáculo. Eso no quiere decir que ya no dolerá más; solo que no vamos a mirar nuestras circunstancias para
satisfacernos. Considera las palabras de Pablo en Filipenses 3:8: «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido
todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo».

Pablo acaba de pasar tiempo reflexionando sobre las cosas que una vez fueron valiosas para él: su herencia
religiosa, antecedentes familiares, educación y logros en el cumplimiento de la ley, y ahora dice que todas esas
cosas son basura. De hecho, piense en lo que se excluiría de la lista de Pablo que él considera basura. ¡Nada!
Entonces, ya sea su salud, sus relaciones, su reputación, todo entra en la categoría de basura, cuando lo compara
con el valor supremo de conocer a Cristo. En ese sentido, su presente amor por Cristo y la esperanza de estar un
día con él serían intocables. Podría estar consumiéndose por fuera, pero renovado por dentro. A nadie le
preocupa que su basura se arruine o se la roben.

¿Cómo podemos crecer en esto? Algunas sugerencias:

 Lee la Palabra de Dios


o Medita en Apocalipsis 4-5; 21-22.
o Medita en el Salmo 2 – el Señor se ríe, se burla de aquellos que buscan descarrilar su programa –
nuestro futuro está seguro.
o Reflexiona sobre 1 Corintios 15 – la promesa de un nuevo cuerpo que funciona.

 Ora
o Ora por un corazón sabio para contar los días correctamente (Sal. 90).
o Examina tu agenda – ¿Estás tan ocupado que tu enfoque está siempre en el ahora? Necesitas
parar para…
o Orar por un corazón que esté profundamente satisfecho en Dios (Sal. 73:25-26; Fil. 3:8; 2 Co.
4:16-18).
 Buenas sugerencias para leer:
o El sermon de Jonathan Edwards «Heaven, a World of Love» El cielo, un mundo de amor o
«Sinners in the hands of an angry God» Pecadores en las manos de un Dios enojado.
 Canta himnos que te ayuden a reflexionar sobre el cielo:
o Alcancé salvación
o Jerusalén mi hogar feliz
o Él viene
o Cuán dulce y horrible es el lugar
o Arpas eternas
o Hay un mundo feliz
o Mi redentor vive
Clase 4: El dolor de Dios por el sufrimiento
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La empatía de un Dios que sufre

1. Introducción
Mientras veía oleada tras oleada de hombres jóvenes que regresaban heridos por los horrores de la Primera
Guerra Mundial, Edward Shillito, un pastor británico, escribió estas palabras:

Los otros dioses eran fuertes; pero tú fuiste débil;


Cabalgaban, pero tú tropezaste con un trono;
Pero para nuestras heridas solo las heridas de Dios pueden hablar,
Y un dios no tiene heridas, sino solo tú.

Observa el título de nuestra clase el día de hoy. «El dolor de Dios por el sufrimiento: La empatía de un Dios
que sufre». De todos los dioses adorados en este mundo, solo existe un Dios que ha sufrido. Eso es a su vez la
gran incoherencia y la gran maravilla del la fe cristiana. Servimos a un Dios que ha sufrido. También ha estado
allí. Él entiende. Nos conoce. Sus sufrimientos brindan consuelo en nuestra debilidad.

Pregunta: ¿De qué manera el hecho de que Cristo sufrió nos ayuda en nuestro sufrimiento?
En las primeras tres semanas de esta clase, establecimos un marco lógico para reflexionar mientras sufrimos.
Dios no nos debe una explicación ante el sufrimiento; en cambio, nos ha llamado a tener fe. Semana 1. Los
muchos propósitos que vemos para el sufrimiento en la Biblia y la realidad del cielo y el infierno —semanas 2 y
3— son una gran ayuda para esa fe. Pero lo admito, estas respuestas, aunque sólidas, pueden ser duras y severas
cuando rozan la misma condición humana del sufrimiento. Así que hoy, nos enfocamos en la empatía de Dios
en el sufrimiento, porque a medida que aprendemos lo bien que él nos entiende, podemos confiar más en él.

Mientras exploramos este tema, empezaremos con un breve vistazo a la sustancia de ese sufrimiento en la
persona de Jesucristo. Y luego, nos tomaremos el tiempo para estudiar Hebreos 4, que dice que a causa de su
sufrimiento, Cristo nos entiende, y 1 Pedro 2, que presenta el sufrimiento de Cristo como un ejemplo.

2. La cruz: Donde el amor y la justicia se encuentran


Entonces, ¿cómo ha sufrido Dios? En la persona de Jesucristo, más supremamente en la cruz. Sufrió y murió
una muerte terrible en nuestro lugar para que Dios pudiera mostrar misericordia a los pecadores. Durante el
resto de esta clase, hablaremos acerca de cómo podemos experimentar la misericordia de Dios, porque cuando
sufrimos, lo que necesitamos es misericordia. No obstante, primero necesitamos reconocer que la misericordia
de Dios para con nosotros como pecadores, nunca pudo llegar sin el sufrimiento de Cristo en la cruz. Dios es
justo, ¿cierto? Y nosotros hemos pecado contra él. Eso significa que merecemos su castigo, no su misericordia.
¿Cómo podemos recibir misericordia?
2 Corintios 5:21 dice: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él»19.

Jesús no sufrió simplemente como ejemplo o como inspiración, aunque ambos casos son ciertos. Él sufrió en
nuestro lugar. Sufrió lo que nosotros merecíamos. Y así, su sufrimiento como un sustituto adquiere nuestra
capacidad de considerar su sufrimiento como una fuente de consuelo y como un ejemplo. Adquiere nuestra
capacidad de incluso considerar el resto de esta clase. Gracias al sufrimiento de Jesús, nuestro sufrimiento nos
hace aptos para el cielo, en lugar de simplemente ser un pago inicial en el infierno.

Lo que es más importante, el sufrimiento de Jesús fue por nosotros. Pero por encima de eso, nos ofrece
consuelo y ejemplo, que es en lo que nos enfocaremos el resto de nuestro tiempo juntos esta mañana.

3. Consuelo en la empatía de Dios


Un aspecto del sufrimiento que puede ser insoportable es la sensación de que estamos solos. Salomón escribe:
«Mejores son dos que uno… Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando
cayere, no habrá segundo que lo levante» (Ec. 4:9a, 10). Piensa en cómo es el sufrimiento cuando nadie lo
entiende, cuando nadie lo ha experimentado antes, cuando nadie puede ayudarte.

Sin embargo, sin importar cuán solos podamos llegar a sentirnos en nuestro sufrimiento, cuando vamos a la
cruz, encontramos a un Dios que puede sentir empatía. Simpatía es lo que sientes cuando te preocupas por el
sufrimiento de otro. Pero empatía es cuando sabes por experiencia lo que la otra persona está atravesando. Y lo
increíble acerca del Dios del cristianismo es que no solo simpatiza, eso sería increíble de por sí, sino que
también siente empatía. Esto es lo que leemos en Hebreos 4:

«14 Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha
atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. 15 Porque no tenemos un sumo
sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo
de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al
trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que
más la necesitemos». (NVI)

En su encarnación, Jesús se pone en nuestros zapatos. Y es capaz de ayudarnos cuando estamos sufriendo.

John Stott nos ayuda aquí con una imagen altamente ficticia de miles de millones de personas sentadas ante
el trono de Dios. Escribe: «Algunas retrocedieron, pero otras objetaron: ‘¿Puede Dios juzgarnos? ¿Cómo puede
saber lo que es el sufrimiento?’, espetó una mujer que había sufrido en un campo de concentración nazi.
‘¡Nosotros soportamos el terror… los golpes… la tortura… la muerte!’, exclamaron otros. ¿Qué sabe Dios
acerca del llanto, el hombre y el odio? Dios lleva una vida bastante segura en el cielo, dijeron. Alguien de
Hiroshima, gente nacida deforme, otros asesinados, estaban listos para presentar su caso. Llegaron a la
conclusión de que antes de que Dios pudiera juzgarlos, tenía que soportar lo que habían soportado ellos, y esta
fue su sentencia:

19
Hebreos 2:14-18 is a fitting explanation of this in light of where we’ll go with Hebrews 4 later in the class.
Que al nacer sea judío. Que se ponga en tela de juicio la legitimidad de su nacimiento. Que sea
traicionado por sus amigos más íntimos. Que tenga que enfrentar cargos falsos. Que tenga que
ser juzgado por un tribunal prejuiciado y ser condenado por un juez cobarde. Que sea
torturado. Que vea lo que significa estar completamente solo. Luego, ensangrentado y
abandonado, que muera.

La habitación quedó en silencio luego de que la sentencia contra Dios había sido pronunciada. Nadie se
movió y nadie pronunció una sola palabra más. Porque repentinamente todos comprendieron que Dios ya había
cumplido su sentencia»20.

Volviendo al pasaje completo de Hebreos que puedes ver en tu folleto, permíteme extraer cuatro partes para
que podamos ver con exactitud cómo la empatía de Dios brinda consuelo en nuestro sufrimiento.

A. Jesús entiende nuestra debilidad. Gran parte de la dificultad del sufrimiento viene cuando sentimos que
Dios nos pide que hagamos más de lo que es humanamente posible. Pero, ¿adivina qué? ¡Dios se hizo
hombre! Él entiende. Esa es la belleza de la encarnación. Hay muchas aplicaciones prácticas para esto.
Pero esta es una en la que tal vez no hayas pensado: usa esto para leer los Salmos de una manera nueva.

Como lo señala un escritor, virtualmente los salmos se refieren al Mesías o son del Mesías21. Y entonces
dicen cosas que van más allá de lo que cualquier autor humano ha experimentado. El Salmo 1, por
ejemplo: «…En la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche». Ciertamente
nadie más, salvo Jesús, podría haber dicho eso. O el Salmo 22, palabras que fueron escritas para que
Jesús las usara: «Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis husos; Entre tanto, ellos me
miran y me observan»… «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?». Muchos de los salmos
describen el sufrimiento de Jesús. Úsalos para andar en tu sufrimiento como las palabras de alguien que
ha estado allí antes. Jesús fue débil, y a través de los salmos, él explora la fe en la debilidad.

B. Jesús fue tentado en todo de la misma manera que nosotros. Hebreos 4 no dice que Jesús ha sufrido
exactamente igual que nosotros, sino que ha sido tentado de todas las maneras posibles. Y si el
sufrimiento es esencialmente una lucha por la fe, y la fe es una lucha contra la tentación, esto significa
que Jesús ha experimentado el quid de cada prueba que enfrentarás. Digamos que tu novio termina
contigo. ¿Ha experimentado Jesús ese sufrimiento? No. ¿Pero cual es el filo de esa prueba? Es tu lucha
por confiar en un Dios que acaba de quitar en un momento todo lo que esperabas en esa relación. Quien
acaba de extinguir tus sueños y tu felicidad. Ahora, ¿fue Jesús tentado de esa manera? Seguramente.
Solo piensa en lo que había detrás de sus lágrimas en el Getsemaní.

Así que, usa eso para confiar en su sabiduría en tu sufrimiento. ¿Te llama para ser abandonado?
¿Perseguido? ¿Aplastado? Él ha experimentado todo eso y más. Él sabe exactamente lo que está
haciendo, y sabe exactamente cómo se siente. Confía en él.

20
The Cross of Christ de John Stott.
21
Charles Drew, The Ancient Love Song: Finding Christ in the Old Testament
C. Aunque sin pecado. Tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Jesús nunca
cedió. De hecho, ha sido tentado en formas que nosotros nunca lo hemos sido, porque la tentación cesa
en el momento en que cedemos. Pero Jesús nunca lo hizo.

D. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia. ¿Cuál es la aplicación de estas tres primeras
verdades? Perseverancia en la oración. Recuerda Romanos 8:26: «Y de igual manera el Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles». No olvides que el Espíritu Santo, quien
intercede por ti, es el mismo Dios que sufrió por ti en la cruz.

¿Y cual es el punto de todo esto? Retrocede al versículo 14: «aferrémonos a la fe que profesamos». El
sufrimiento es una lucha por la fe. Y la empatía de Dios hacia nosotros en nuestro sufrimiento es consuelo que
nos ayuda a confiar. Tim Keller lo expresa bien: «Si nosotros… preguntamos: ‘¿Por qué Dios permite que el
mal y el sufrimiento continúen?’, y miramos la cruz de Jesús, todavía no sabemos cuál es la respuesta. Sin
embargo, sabemos qué no es la respuesta. No puede ser que él no nos ame. No puede ser que él sea indiferente
o desentendido de nuestra condición. Dios toma nuestra miseria y sufrimiento tan enserio que estuvo dispuesto
a llevarlas sobre él… Así que, si nos aferramos a la enseñanza cristina de que Jesús es Dios y fue a la cruz,
tendremos gran consuelo y fortaleza para enfrentar las brutales realidad de la vida en la tierra»22.

En la cruz, vemos la clase de Dios en quien confiamos, un Dios que entiende. Él no es frío e indiferente. De
hecho, el Salmo 56 dice, que Dios se preocupa tanto que lleva la cuenta de cada lamento y junta cada lágrima en
un frasco23.

4. El sufrimiento de Jesús es un ejemplo para nosotros


En 1 Pedro 2:20-24 leemos:

«20Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno
sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. 21 Pues para esto fuisteis
llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían,
no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para
que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados».

Ahora bien, como mencioné anteriormente, Jesús no es principalmente un ejemplo a seguir. Eso es lo que
vemos en el último versículo de este pasaje. La muerte de Cristo fue sustitutiva. Pero también es un ejemplo a
seguir para nosotros.

22
The Reason for God, de Tim Keller.
23
Sal. 56:8
En este pasaje en particular, él es un ejemplo de tres maneras.

A. No cometió pecado. ¿Con cuánta frecuencia sentimos la tentación de pecar cuando sufrimos? Tu jefe
injustamente te culpa de un proyecto fallido, y al día siguiente ves sus ventanas abiertas en el
estacionamiento mientras empieza a llover. ¿Qué significaría amar a tu enemigo? Y estás pensando: «He
manejado esto de manera muy cristiana. ¿No puedo simplemente ignorar eso?». Pero eso no es lo que
Jesús hizo, ¿cierto? «Él cual no hizo pecado».

B. Ni se halló engaño en su boca. Decir la verdad en el sufrimiento es crucial. Debemos aprender a decir la
verdad acerca de nosotros mismos, de nuestros acusadores y acerca de Dios. Las tres son difíciles. En el
sufrimiento tenemos que decir la verdad acerca de nosotros mismos, admitir nuestro pecado y el hecho
de que al menos algo de nuestro sufrimiento es nuestra culpa. Segundo, en el sufrimiento necesitamos
decir la verdad acerca de nuestros enemigos. Cuando somos perjudicados, es fácil exagerar, ¿no?
Satanizar a otros para hacer que las cosas parezcan ante los demás tan escandalosas como nosotros
creemos. Ahora, desatar ese tipo de indignación podría hacernos sentir mejor por un tiempo. Pero si es a
expensas de la verdad, lo único en lo que habremos tenido éxito es en distorsionar la perspectiva de un
amigo que realmente podría ayudarnos. Y tercero, tenemos que decir la verdad acerca de Dios.

Los salmos son un maravilloso ejemplo de cómo hacer preguntas agonizantes sin acusar a Dios de
malvado. Comunicar la verdad acerca de Dios a nosotros mismos y a otros requiere de autodisciplina y
un buen amigo que nos corrija. Y es de vital importancia.

C. No respondía. No amenazaba, dice 1 Pedro. Hay un millón de formas en que podemos desquitarnos
cuando estamos sufriendo. Un millón de formas en que podemos castigar a otros y pensar que estamos
castigando a Dios. Pero en el sufrimiento, Jesús es nuestro ejemplo de alguien que sufrió sin tomar
represalias. Él entregó la venganza a Dios.

¡Eso es todo un estándar! ¿Cierto? Pero ten en cuenta que el ejemplo de Jesús no es otra ley a seguir, sino un
indicador de lo que es mejor para nosotros. Si sufres como él sufrió, estarás feliz por ello. El ejemplo de Jesús
apunta a la libertad y la alegría. Y así, al igual que en nuestro capítulo en Hebreos, vemos todo esto resumido en
la fe: «sino encomendaba la causa al que juzga justamente». ¿Cómo podemos no pecar cuando sufrimos?
¿Cómo podemos no mentir? ¿Cómo podemos no tomar represalias? Confiando en Dios. Cuando discuto con mi
cónyuge, cuando estoy siendo perseguido por mi fe, cuando estoy luchando por no mirar pornografía, cuando
estoy atravesando la pérdida de un amigo, necesito confiar que todo esto ha sido medido cuidadosamente por mi
amoroso Salvador. Y por todas las cosas que Jesús sufrió, podemos alegrarnos en el hecho de que aunque él
sufrió la ira de Dios por nuestro pecado, nosotros nunca lo haremos.

5. Conclusión
Entonces, pongamos estas tres piezas juntas. Digamos que estoy siendo difamado por mi vecino. Y con ese
sufrimiento llegan un montón de tentaciones. La tentación de difamarlo, de defenderme de una manera
pecaminosa, de amargarme contra Dios por permitir eso, por mencionar algunas. ¿Cómo me ayuda la cruz aquí?
(1) Recuerdo que lo que necesito en mi tentación es justicia y misericordia: justicia por el mal que estoy
sufriendo y misericordia para ayudarme a soportarlo. Y Jesús adquirió la misericordia de un Dios justo por mí
en la cruz. (2) Debo recordar que Jesús fue tentado en todo de la misma manera que yo. Conoce exactamente lo
que estoy pasando. Y por encima de eso, él también fue difamado. Así que, leo acerca de Jesús siendo difamado
en Mateo 26 e imagino lo que él tuvo que pasar. Piensa en las palabras del Salmo 7 donde David describe la
difamación que experimentó con palabras que Jesús más tarde pronunció. Y vive su mundo por un tiempo. Al
comprender la experiencia de Jesús, considera qué tan bien él entiende tu aflicción actual y anímate en tu
oración pidiendo liberación, tal vez incluso usando esa oración en el Salmo 7. Luego, a medida que tu confianza
en el cuidado providencial de Dios aumenta al comprender su empatía en tu sufrimiento, voltea y mira a Jesús
como un ejemplo. Si confías en que él sabe lo que está haciendo, podrás controlar esa veta rebelde interna que
quiere actuar. Si confías en que lo que él está haciendo es bueno, dirás la verdad acerca de él y acerca de tu
propia complicidad en este asunto. Si confías en que tu buen Dios está en control absoluto, dejarás la venganza
en sus manos y enfrentarás cada día con humildad, capaz de buscar el bien que Dios quiere que hagas en esta
dificultad en lugar de consumirte intentado defenderte.

Concluiremos con un pensamiento de John Stott:

Jamás podría creer en Dios, si no fuera por la cruz… En el mundo real, lleno de dolor, ¿cómo
podríamos adorar a un dios que es inmune al dolor? He visitado muchos templos budistas en
diferentes países asiáticos y quedado respetuosamente de pie ante la estatua de Buda, sus piernas
cruzadas, brazos doblados, ojos cerrados, y el hilillo de una sonrisa en su boca, una mirada
perdida en su cara, desentendido de las agonías del mundo. Pero cada vez después de un rato,
necesité alejarme de ahí. Mi mente se ha dirigido más bien a esa figura sola, torcida y torturada
en la cruz, clavada de manos y pies, con la espalda lacerada, los miembros dislocados, la frente
brotando sangre de los pinchazos de las espinas, la boca seca e intolerablemente sedienta,
sumergida en oscuridad y abandonada por Dios. ¡Ese es Dios para mí! Él dejó a un lado su
inmunidad al dolor. Entró en nuestro mundo de carne y hueso, lágrimas y muerte. Sufrió por
nosotros. Nuestros sufrimientos se vuelven más tolerables a la luz de los suyos.24

24
The Cross of Christ, de John Stott.
Clase 5: Reacciones no bíblicas ante el sufrimiento
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Las tentaciones de encontrar esperanza en lo pasajero


Introducción
¿Cuántos de nosotros alguna vez hemos hecho ciclismo de montaña de recorrido único? De acuerdo, imagina
que estás corriendo por la ladera de una montaña por un camino de tierra tan ancho como tu bicicleta. ¿Qué
estrategia crees que funciona mejor: ¿Mantener la vista en todas las rocas y barrancos que debes esquivar? ¿O
mantener la vista en la meta que te espera?

Correcto. La meta. Y lo mismo es cierto en tiempos de sufrimiento. Funcionamos mejor cuando fijamos
nuestras mentes en la meta, no en los obstáculos. Al igual que Jesús «el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz…».

Pero la clase de hoy no trata realmente acerca de la meta; sino de las rocas a los lados. Porque aunque
nuestras mentes no deberían enfocarse en ellas, sigue siendo importante saber qué rocas están allá afuera. La
razón por la que tenemos todo un seminario básico acerca del sufrimiento que glorifica a Dios es la facilidad
con la que podemos sufrir incorrectamente. Así que hoy, pasaremos tiempo reflexionando sobre algunas de las
maneras más comunes en que podemos sufrir mal. Las piedras al lado de camino, por así decirlo.

El sufrimiento tiene una forma de tentarnos para hacernos perder de vista cómo es Dios realmente, para
minimizar uno o más de los atributos de Dios. Sufrir mal, en su raíz, implica una visión deficiente de quién es
Dios. Incluso las personas cuya teología está correctamente formada pueden sufrir mal debido a su teología
práctica, la visión de Dios que realmente impulsa sus esperanzas, miedos y acciones es falsa. En su carta a un
grupo de cristianos que se encontraban bajo presión, Pedro les exhorta: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 P. 5:8). Una manera de
velar es conocer las respuestas no bíblicas al sufrimiento. Mientras más lo hagamos, estaremos más preparados
para responder de una manera que honre a Dios. Entonces, durante el resto de la clase veremos: cinco
reacciones no bíblicas ante el sufrimiento.

Ahora bien, cinco es un número grande. Al igual que cuando estudiamos ocho razones para el sufrimiento en
la Biblia. Reduciré un poco tu tarea. Escúchalas todas, y escoge una o dos en las cuales vas a reflexionar la
siguiente semana. Y recuerda que no se trata de buscar lagunas en la teología que profesas con tu boca, aunque
puede que existan algunas de ellas, sino de buscar lagunas en la teología que muestras en tu vida. ¿Dónde están
las lagunas en la teología práctica que te harán tropezar cuando lleguen los tiempos de sufrimiento?
1. Actitud impasible – Dios no existe
Nuestra primera respuesta no bíblica es la respuesta atea. Y quizá, sorprendentemente, es extremadamente
común entre los cristianos, tal vez especialmente común entre los cristianos. Es la estrategia que consiste en
«sonreír y soportar» para lidiar con el sufrimiento, una actitud impasible. ¿Ves por qué es la estrategia del ateo?
Esta estrategia dice en un tiempo de gran aflicción: Saldré adelante por mi cuenta, como si Dios no existiera.
Voy a decirle a la gente que estoy bien, porque no soy la clase de persona que pide ayuda. Mi estrategia consiste
en lo que yo haré… y en esos momentos me convierto en un ateo práctico. Por tomar un ejemplo realmente
mundano, probablemente todos hemos estado en al auto cuando el chofer (generalmente el hombre) está
perdido, pero se niega a detenerse y pedir instrucciones. Todos quedan tristes… ¿y por qué? Él es orgulloso.
Hay algo acerca de pedir ayuda que es humillante, y desde que Adán y Eva cedieron ante la tentación de pensar
que podían estar mejor si fueran Dios25 (independientes, autosuficientes, con el poder de decidir lo bueno)…
desde ese momento, la humanidad ha sido infectada con una negación a admitir que necesitamos ayuda. Incluso
cuando estamos sufriendo, hay veces en que preferimos sonreír y soportar el problema que pedir ayuda y ser
vistos como débiles.

Dos consideraciones para escapar de esta respuesta no bíblica:

A. Sé humilde. La autosuficiencia es una forma de orgullo. Y, como es de esperar, el remedio de la


Escritura para el orgullo es la humildad. Piensa en las palabras de Pedro a los cristianos que se hallaban
sufriendo: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo»
(1 Pedro 5:6-7).

Este versículo nos dice tres cosas. Primero, reconoce la autosuficiencia como orgullo, lo cual debería
confesarse como pecado. Segundo, reconoce que Dios es el Salvador poderoso y no tú. Y tercero,
demuestra que la humildad consiste en echar tus cargas sobre él26. ¿Tienes todo bajo control? ¡No! Esa
es la declaración que hiciste cuando te convertiste en cristiano. ¿La tentacion es difícil? ¡Sí! Jesús
también lo pensaba así. ¿Mostramos la gloria de Dios cuando intentamos solucionar tercamente las
cosas por nuestra cuenta? ¡No! No lo hacemos. Y con mucha frecuencia también terminamos
destrozados.

B. Considera los objetivos de Dios para tu sufrimiento. En ocasiones puede ser bastante difícil depender de
Dios y ser responsable. Digamos que tienes la espalda lesionada. Hay muchas cosas que puedes y
deberías hacer, ¿cierto? Ir al doctor, ir a terapia, evitar levantar cosas pesadas…

Y al hacerlas, podrías preguntar qué significa realmente depender de Dios. Algo que puede ayudar es
considerar los objetivos de Dios en este sufrimiento. Piensa en las palabras de Pedro acerca de las
pruebas: «para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo». Ahora bien, puedes hacer muchas cosas que ayuden a que tu espalda mejore. ¿Pero puedes

25
Véase Gn. 3:5
26
¡Esto no quiere decir que no estamos llamados a perseverar en la vida cristiana, sí lo estamos (e.j. 2 Ti. 2:3)! El punto es que
nuestra perseverancia debe estar arraigada en la gracia y el poder de Dios, no en nosotros (e.j. 2 Ti. 2:1-2).
probar tu propia fe? ¿Puedes asegurarte de que tu fe perdure hasta el final? ¿Puedes asegurarte de que tu
fe resulte en alabanza a Dios? ¡Por supuesto que no! Cada vez que damos un paso atrás y vemos los
objetivos de Dios para nuestras pruebas, reconocemos cuán incapaces somos de lograrlos, sin importar
cuántas cosas temporales parezcan estar bajo nuestro control. Considerar los objetivos de Dios para
nuestro sufrimiento es una forma de salir de la autosuficiencia. Por tanto, sé responsable. ¡Ponle hielo a
tu espalda! Pero recuerda cuán poco control tienes sobre las cosas que realmente importan en esta
prueba. Y atesora la promesa de Dios de que él cumplirá todas esas cosas que son importantes y que
están fuera de tu alcance.

2. Escapar – Correr a dioses falsos


La siguiente reacción no bíblica ante el sufrimiento es escapar. Volvernos a algo que no sea Dios para encontrar
alivio. Por un momento, parece que hemos «escapado» de nuestros problemas. Luego, nos tranquilizamos, nos
damos cuenta que nada ha cambiado y el ciclo continúa. ¿Cómo escapamos? Algunas veces literalmente
huimos. Huimos del sufrimiento y recurrimos a las drogas y el alcohol. Huimos de un mal matrimonio por
medio de un divorcio, de una relación difícil a través del tratamiento silencioso. En ocasiones, intentamos
escapar por medio de una distracción: nuestros trabajos, el sexo, ir de compras, la comida, el entretenimiento,
nuestra apariencia física. Algunas veces es simplemente fantasía, cuando creamos un mundo en nuestras
cabezas donde todo marcha como queremos. En todos estos escapes, lo que inicialmente creemos es una
«excursión inofensiva» se apodera de nuestras vidas. Hemos invertido en las promesas vacías de estos dioses
falsos en los que confiamos. Y así, evitamos confiar en el Dios verdadero. Es lo que la Biblia llama idolatría.

El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento hizo exactamente esto cuando puso su confianza en Egipto en
lugar de Dios para protegerlos del poderoso ejército asirio. Pero su elección fue devastadora:

«¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con
cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no
han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra
de Egipto. Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en la sombra de Egipto en
confusión… Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda» (Is. 30:1-3, 7a).

Como lo hace a menudo, Dios promete que en su misericordia destruirá a este falso salvador Egipto para que
su pueblo aprenda a confiar en él. Creo que una forma de probar y ver si algo es una diversión útil o un escape
pecaminoso, es mirar nuestra respuesta cuando ha acabado. ¿Tus vacaciones te dieron espacio para descansar y
pensar para estar preparado para buscar los propósitos de Dios en una prueba difícil en casa? ¿O estás enojado
con Dios ahora que tienes que regresar al caos de tu vida? ¿Temes tener que cerrar tu juego multijugador
masivo en línea porque la vida real es tan desordenada? Entonces, probablemente tu diversión se ha convertido
en un ídolo.

¿Cuál es la respuesta correcta? Usa los placeres de este mundo, una salida a cenar, un masaje, unas
vacaciones, no para escapar de tu necesidad de confiar en Dios, sino como un tiempo de refugio para ayudarte a
confiar en Dios. Enfrenta la realidad, por muy difícil que sea, y confía en el Dios todopoderoso y misericordioso
que te está guiando. Como dice Pablo en 1 Corintios 7: «Pero esto digo… los que disfrutan de este mundo
[deberían vivir], como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa» (v. 29-31). La
maravillosa noticia es que la sólida y gloriosa realidad que está por amanecer en el cielo nuevo y la tierra nueva
es mucho mejor que cualquier escape que podrás experimentar.

4. Merezco algo mejor que esto – Dios recompensa al justo


Esta es otra respuesta a la cual los cristianos somos propensos. Merezco algo mejor que esto. Lo que produce
enojo o desesperación. ¿Por qué enojo? Porque sentimos que Dios nos ha traicionado. «Tengo un problema con
Dios. He mantenido una conducta impecable, lo he obedecido, y él debería darme una vida agradable y cómoda.
Se supone que a la gente mala le pasan cosas malas. No a mí. Nosotros somos los buenos». Y esto fácilmente
puede conducir a la desesperación por que el sufrimiento nos hace preguntarnos si no somos lo suficientemente
buenos para Dios. Podrías llamar a esto el problema del «por qué a mí».

Por supuesto, puedes ver una mala teología en todo esto. Mientras pienso que Dios es injusto por hacerme
esto, en realidad lo que sucedió es que Dios ha decidido que mis planes —para una vida agradable y cómoda—
no fueran lo suficientemente grandes. Considera al Israel del Antiguo Testamento como un ejemplo. Ellos
querían una vida agradable y cómoda como el pueblo especial de Dios. Pero Dios tenía otros planes. Isaías 49:6:
«Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de
Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra». Y
considera cómo esos planes mucho más grandes y mejores de Dios fueron tan perjudiciales para la comodidad
de Israel. Implicaban la disciplina purificadora de Dios que leemos a través de los profetas. Los planes más
grandes de Dios sometieron a Israel a la dominación romana para que el pueblo de Israel se mudara a cada parte
del imperio, de modo que en Pentecostés, cuando se proclamó el evangelio por primera vez, leemos que
«moraban en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo». Los planes de Dios
desgarraron a la nación judía a medida que la secta de los cristianos emergentes abrazaba a sus hermanos y
hermanas gentiles. Dios tenía planes mucho más grandes que Israel, e Israel sufrió como resultado. ¿Pero no
diríamos que valió la pena?

El problema del «por qué a mí» ciertamente tiene una mala teología de raíz. Pero de ninguna manera
significa que aquellos con una teología profesada muerta no puedan luchar contra ello. De hecho, a veces es
porque saben que su teología es mucho mejor que la de otros, que son propensos a esto. Pero esta falsa
estrategia durante el sufrimiento está basada en una visión falsa de las promesas de Dios, ¿no es así?

En su carta a un grupo de cristianos que se encontraban sufriendo, Pedro escribe: «Amados, no os


sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese» (1 P.
4:12). Así es cómo puedes diagnosticarte en esta categoría. ¿Esperas sufrir? ¿Te sorprendería si una década
transcurriera y nada malo te pasara? ¿O básicamente asumes que la vida continuará como hasta ahora? Si lo
haces, sospecho que tienes algunos problemas en tu teología práctica.

No deberíamos sorprendernos cuando nos topemos con el sufrimiento. No porque seamos pesimistas, sino
porque el sufrimiento es parte de seguir a Jesús. En lugar de estar sorprendidos, Pedro dice: «sino gozaos por
cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os
gocéis con gran alegría» (1 P. 4:13). No es natural para nosotros alegrarnos cuando enfrentamos aflicciones
como cristianos. Pero cuando comprendemos que el sufrimiento ha llegado porque los planes de Dios son
mayores y mejores que los nuestros, Dios nos da la gracia para alegrarnos porque no estamos avergonzados de
ser conocidos como seguidores de Jesús.

5. Miedo – Dios no puede evitarlo


La siguiente respuesta es: Dios no puede evitarlo. Hizo lo mejor que pudo, pero esto está más allá de su control.
Una idea que recorrió el evangelismo hace unos años. Y muchas veces antes de eso. Es lo que se ha llamado la
«apertura de Dios». Nos liberamos de Dios al negar que él conoce todos los acontecimientos futuros. Se cree
que de esta manera, la libertad humana y la bondad de Dios se preservan. Escucha lo que señala uno de esos
teólogos:

«Las decisiones que aún no se toman no existen en ninguna parte para que ni Dios las conozca.
Son potenciales, aún por realizarse pero aún no son reales. Dios puede predecir gran parte de lo
que escogeremos hacer, pero no todo, porque parte de ello permanece oculto en el misterio de la
libertad humana... El Dios de la Biblia muestra una apertura al futuro que la visión tradicional de
la omnisciencia simplemente no puede acomodar»27.

Negar el conocimiento de Dios de los acontecimientos futuros está destinado a ofrecer consuelo a aquellos
que cuestionan la bondad de Dios, pero termina haciendo lo opuesto. Nos quedamos con un Dios que espera
que las cosas salgan como él había planeado, pero no está seguro 28, y nos quedamos sintiendo una terrible
soledad en medio de la tragedia. Pero la Biblia es bastante clara en cuanto a que Dios es completamente
soberano, y él conoce todas las cosas, incluso antes de que sucedan:

 Is. 46:9b-10: «Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir
desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y
haré todo lo que quiero».

 Sal. 139:4: «Pues aún no está la Palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda».

Ahora, por supuesto, incluso las personas cuya teología formal es mejor que esta pueden pensar de esta
manera. Cuando sufrimos, no es raro cuestionar si Dios sabe lo que está haciendo. Pero él lo hace, ¿cierto? Él es
bueno, está en control y cuida de nosotros.

Asaf se dio cuenta de esto mientras luchaba por confiar en Dios en el Salmo 73. El impío prosperaba
mientras que el piadoso sufría, y comenzó a preguntarse si había confiado en Dios en vano. Quizá los malvados
tenían razón. «¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo?» (Salmo 73:11). Entonces, algo
cambió: «Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios,
comprendí el fin de ellos» (Salmo 73:16-17). Desde una perspectiva humana limitada, no podía darle sentido,
pero cuando lo miró desde la perspectiva de Dios ([v. 17] cuando entró en el santuario de Dios) y vio su final,

27
The Grace of God, the Will of Man, de Clark H. Pinnock (ed.).
28
Los teístas abiertos implican esencialmente que Dios comete errores debido a la incertidumbre del futuro. En otras palabras, él
puede ‘predecir’ una cosa mientras sucede otra cosa. ¿Cómo podríamos confiar en un Dios que comete errores?
tuvo paz. Comparado con un Dios sabio, declara: «Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia
delante de ti» (Sal. 73:22b).

Frecuentemente habrá momentos en los que no podremos entender por qué Dios permitió que algo sucediera.
En esos momentos, simplemente tenemos que confiar en Él y seguir obedeciendo sus sabios mandatos para
nuestras vidas.

6. Dios está empecinado conmigo – Dios no es bueno para mí


A veces sabemos que Dios es bueno; sabemos que él está en control. Supongo que la pregunta con la que
luchamos es: «¿Dios es bueno para mí?». Creo que esta pregunta puede tomar dos formas. La primera es la
pregunta de culpabilidad. ¿Me está castigando por algo? En otras palabras, ¿está actuando en mi bien a través de
este sufrimiento, o castigándome por algo que hice? La segunda forma en que podemos dudar de la bondad de
Dios es en la pregunta de sus propósitos. Quizá no quiero lo que Dios está haciendo en esta prueba. Quizá no
quiero ser un engranaje en su rueda. Pero mi teología es demasiado buena como para pensar que puedo salir de
ella. Así que, solo me siento y me pongo de mal humor. Algunas veces por mucho tiempo. Me convierto en el
sirviente obediente de Dios, pero renuente. El ejemplo de Jonás viene a la mente.

Algunas consideraciones aquí. Primero, abordemos la cuestión de la culpa. ¿Dios te está castigando por
algo? Veamos Hebreos 12:5-8:

«Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no
menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el
Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios
os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja
sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos».

Algunas observaciones acerca de estos versículos29:

A. La disciplina es una «exhortación» (12:5). Esto tiene sentido si el deseo del cristiano es agradar al Padre
celestial.

B. Dios nos disciplina por nuestro bien. Los padres que han disciplinado a sus hijos por amor a ellos
entienden esto. El escritor hace esta conexión en Hebreos 12:9; si podemos someternos a la disciplina de
nuestros padres, que son pecadores, ¡cuánto más a la disciplina de un Dios bueno! Y así, incluso la idea
del castigo que vemos en esa frase: «y azota a todo el que recibe por hijo», no debe tomarse en un
sentido judicial. Romanos 8 nos dice que no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús.
Más bien, este castigo es el tipo de disciplina que les damos a nuestros hijos. Por su bien. Porque los
amamos.

29
Véase Hebreos 12:4: «Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado». El contexto trata acerca de
cristianos luchando contra el pecado.
C. La disciplina amorosa de Dios nos demuestra que somos hijos legítimos (12:8). No disciplinamos a los
hijos de los vecinos, ¡porque no son nuestros! Disciplinamos a nuestros propios hijos.

Entonces, ¿es mi sufrimiento la disciplina de Dios por un pecado específico? D. A. Carson señala
útilmente:

«Es la incertidumbre de leer lo que está sucediendo lo que a veces engendra el dolor. ¿Es el golpe
específico que estoy enfrentando la forma en que Dios me dice que cambie algo? ¿O es una forma de
disciplina diseñada para endurecerme o suavizarme para hacerme más útil? ¿O es parte de la herencia de
todos los hijos e hijas de Adán que viven de este lado de la parusía (el regreso de Cristo), sin relación
con la disciplina sino parte de la misteriosa providencia de Dios en un mundo caído? ¿Pero debemos
siempre decidir? Si un pequeño autoexamen nos muestra cómo mejorar, debemos mejorar. Pero hay
momentos en que todo lo que el cristiano puede hacer responsablemente es confiar en su Padre celestial
en medio de la oscuridad y el dolor30».

Dios usa a la iglesia local para ayudar en esta área. Podemos preguntarle a un amigo cercano para ver si, a la
luz de la Escritura, hay algo que necesitamos cambiar. El amor de Dios por sus hijos es firme. Una vez
demostrado que estamos dispuestos a seguir a Jesús, él será fiel para guiarnos31 y corregirnos en el camino, eso
es lo que hace un buen pastor.

¿Pero qué hay de la segunda pregunta acerca de los propósitos de Dios? ¿El ejemplo de Jonás que di
anteriormente? Quizá sabes que Dios usa tu sufrimiento para sus buenos propósitos, simplemente no crees que
esos propósitos sean buenos para ti. Siendo honestos, no estás interesado en sus propósitos si van a costar tanto.
Algunas consideraciones para ti aquí:

A. Si realmente no confías en los planes de Dios para ti, si realmente no quieres ser hecho a semejanza de
Jesús, creo que deberías considerar si eres cristiano o no. ¿Sigues a Cristo por Cristo? ¿O por alguna
otra lista de beneficios sobre la cual crees tener derechos? Cristo siempre estará allí. Los otros beneficios
no.

B. Pero este es un problema común para algunos cristianos. Si luchas con tener el control de tu vida. Si
quieres tu vida de cierta manera, y Dios la quiere de otra. ¿Qué sucederá? Bueno, si eres Jonás, Dios te
perseguirá hasta las profundidades del mar para hacer contigo como él quiere. Ese puede ser un
prospecto aterrador. Él ganará. Te lo prometo. Sin embargo, también puedo asegurarte que los caminos
de Dios son realmente buenos para ti. Él lo ha prometido. ¿Cómo luchar en medio de esto? Hablaremos
más al respecto en las próximas dos semanas. Pero en resumen, ora por fe en la bondad de Dios. Sabes
que él es bueno, pero como señala Jonathan Edwards, no has «comprobado» su bondad. No lo has
experimentado satisfactoriamente como bueno para ti. Ora por fe en la bondad de Dios, invierte tiempo
leyendo acerca de su bondad para contigo en su Palabra, y luego, habla con buenos amigos cristianos

30
How Long O Lord, de D.A. Carson.
31
Véase Salmo 139:23-24
acerca de lo que es creer en la bondad de Dios para ti. Tu trabajo es someterte a él. No reluctantemente,
sino con alegría. Sabiendo que él cuida de ti.

7. Conclusión
Cinco reacciones no bíblicas ante el sufrimiento. ¿La alternativa? Confiar en el Dios verdadero como se revela
en la Escritura. La manera en que hacemos eso es el tema de nuestra clase las próximas dos semanas mientras
tratamos de desempacar la idea de luchar por la fe en la soberanía y bondad de Dios.
Clase 6: La lucha por la fe (Parte 1)
___________________________________________________________________________________

La lucha por la fe en la soberanía y bondad de Dios

Introducción
Cuando recién terminaba la universidad, un querido amigo cristiano se encontraba luchando con una depresión
muy fuerte y oscura. En uno de los momentos más fuertes de esa lucha, me llamó un día para decirme que
estaba harto y listo para poner fin a su vida. Justo esa noche. Le rogué que no lo hiciera, que llamara a
emergencias, a su pastor, que orara, que leyera la Biblia. «¿Leer la Biblia?», dijo. «Eso es lo único que siempre
me dices que haga, y no me ayuda en nada. He estado leyendo, orando, hablando, y no está ayudando. Estoy
harto. Leer la Biblia no servirá de nada».

«Por favor», dije. «Abre tu Biblia y léela. Es la Palabra de Dios. Ella nos transforma. Por favor. Léela».

«Está bien», dijo mi amigo. «Dame un capítulo para leer, y lo haré. Y si se siente tan frío y sin vida como la
última vez que la leí, cerraré mi Biblia, entraré en mi auto y me lanzaré por un precipio. Lo digo en serio».

Y yo sabía que no estaba jugando.

«No puedes tratar a Dios de esa manera», dije. «No puedes simplemente decirle qué hacer. Jesús dice que no
debemos ponerlo a prueba».

«No creo que creas lo que estás diciendo», respondió mi amigo. «Dices que la Biblia es la Palabra de Dios y
tiene poder para cambiar, pero realmente no crees que pueda ayudarme, ¿cierto? Así que, quieres que la lea,
pero también quieres que haga otras cosas, solo por si acaso. Me estás diciendo lo que se supone que deberías
decirme, no lo que realmente crees. Dudo que creas en la Biblia tanto como yo».

Y en ese momento, creo que ambos teníamos razón. Sí, esta era una idea terrible. Nunca deberíamos decidir
pecar contra Dios si él no salta la cuerda que estamos sosteniendo. Pero al mismo tiempo, me aterraba que la
Biblia fuera lo único entre mi amigo y el suicidio.

No sabía dónde estaba mi amigo ni qué hacer. Respondí. «De acuerdo. Lee Romanos 8, y llámame de
nuevo». «Está bien. Leeré Romanos 8, y a no ser que algo suceda, esto será lo último que escuches de mí».

Click.

Recuerdo que me encontraba caminando por la calle. Tomé asiento, y con lágrimas en los ojos, rogué a Dios
que hiciera algo a través de su Palabra. Cualquier cosa. «Señor, ¡habla!». «En tu misericordia, ¡habla, por
favor!».
Y unos minutos más tarde, mi teléfono sonó otra vez. Ahora era mi amigo el que lloraba. La palabra que
había parecido tan fría durante muchas semanas y meses de repente había cobrado vida. Y él estaba vivo. Su fe
estaba viva.

«Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios». Eso es realmente lo único que tengo que
comunicar esta mañana. Romanos 10:17. Está en la parte superior de nuestro sitio web, boletines, directorio, en
tu folleto, en cada trozo de papel que sale de nuestra iglesia. La fe es por el oír.

Cada chispa de fe es un milagro del Espíritu de Dios, pero no es igual a los otros milagros, porque Dios nos
ha dicho cuál es la manera normal en la que obra este milagro: a través de su Palabra.

El sufrimiento es una lucha por la fe, ¿no es así? El núcleo de la lucha de mi amigo suicida era una pregunta.
«¿Puedo confiar en que en esta horrible experiencia veré la bondad de Dios en mi vida, o debo hacerme cargo
de esto por mi cuenta?» ¿Dios es bueno? ¿Cómo respondes «sí» todo el tiempo? En el sufrimiento, necesitas fe.
Más que alivio, más que consuelo, más que seguridad… necesitamos fe.

Ahora bien, la clase de hoy probablemente sea tanto una epifanía como una desilusión. Es decepcionante
porque lo que tengo que decir es tan poco extraordinario. Te encuentras atravesando la peor crisis de tu vida y
vienes a mí para decirme: «¡Pastor, ayúdeme! ¿Qué me puede dar?». Y yo digo: «Lee la Biblia». Al igual que lo
hice con mi amigo. ¿En serio? ¿Es eso todo lo que tenemos?

Sin embargo, espero que esta clase sea una epifanía debido a esa misma simplicidad. El sufrimiento es una
lucha por la fe. Todo sufrimiento es una lucha por la fe. Pero la fe es un milagro, ¿no? Entonces, ¿qué esperanza
tenemos de que un milagro suceda en estos tiempos de sufrimiento? La fe es por el oír, y el oír la Palabra de
Dios.

J.I. Packer explica: «Si yo fuera el diablo, una de mis primeras metas sería impedir que la gente profundizase
en la Biblia… Haría todo lo que pudiera con el equivalente espiritual de hoyos, espinas, setos, y trampas para
asustar a las personas»32. Distraernos, mantenernos ocupados, hacernos pensar que estamos demasiado heridos
para acudir a la Palabra de Dios y que la lucha ya está perdida. Así que hoy, damos inicio a dos semanas que
estarán centradas en la lucha por la fe. La próxima semana veremos cómo es la lucha por la fe en la comunidad
de la iglesia local; esta semana nuestro enfoque será la lucha por la fe de manera individual. Y para ello,
cubriremos cuatro categorías de lo que podemos hacer para luchar por la fe personalmente en medio del
sufrimiento: Leer la Biblia; Orar la Biblia; Recordar la Biblia; Cantar la Biblia.

1. Leer la Biblia
Si la fe es por el oír la Palabra de Dios, entonces leer las Escrituras es obviamente importante. Pero como indica
Packer, hay todo tipo de cosas que se atraviesan en el camino, y especialmente durante los tiempos de
dificultad. Demos un vistazo a tres cosas que pasan que nos impiden leer —o leer bien—, y qué podemos hacer
al respecto.

32
Adelanto de J.I. Packer en Knowing Scripture por R.C. Sproul.
A. Cuídate de la rutina.

Una de las cosas que realmente obstruyen nuestras vidas como cristianos es cuando leemos la Biblia
simplemente porque sentimos que debemos leerla. Ahora, no me malinterpretes, la autodisciplina es algo
bueno. No siempre me siento con ganas de leer la Biblia, y la leo de todos modos. Pero la disciplina es
diferente a la rutina. Digamos que tu dentista te dice que limpies tus dientes con hilo dental cada noche,
y lo haces, pero a medias. ¿Qué sucede? Aún tienes caries. Porque simplemente el tener que «usar hilo
dental» en tu agenda no significa que estés obteniendo algo de allí.

La mayor protección contra una lectura superficial de las Escrituras es la sensación de que tenemos que
hacerlo. Entonces, el sufrimiento puede ayudarte a comprender cuánto necesitas la Palabra de Dios.
¿Cómo funciona?

Algo bueno es rescribir la descripción de tu trabajo cada día. Digamos que tu hijo adulto se está alejando
de la fe y está tomando toda clase de malas decisiones. Son las 6 de la mañana y acabas de despertarte.

¿Cuál es tu meta del día? A primera vista, esa podría parecer una pregunta sencilla. Alistarte, ir al
trabajo, hacer bien tu trabajo, alentar a tu amigo durante el almuerzo, asistir a un grupo pequeño, cenar
con un amigo, esperar mejores noticias de tu hijo, orar por él e ir a la cama. Pero si Dios dispone todas
las cosas para nuestro bien, ¿cuál es su meta para ti el día de hoy? Él quiere edificar tu fe. Él usará esta
lucha con tu hijo para hacerlo.

Ahora, quizá seas capaz de lograr todas tus metas por tu cuenta. Pero realmente no estás logrando algo
que dure, ¿cierto? ¿Qué hay de las metas de Dios? ¿Puedes lograrlas por tu cuenta? ¡Absolutamente no!
Mientras más te des cuenta de los grandes objetivos que él tiene para ti, más sentirás la necesidad de
estar arraigado en su verdad y en su realidad. Lo que te llevará a sentir una desesperación profunda por
escudriñar la Palabra.

B. Cuídate del ajetreo.

Si quieres leer la Biblia bien y regularmente, necesitas un plan. Para algunos de nosotros en una ciudad
como la nuestra, parece algo obvio. Otros, nos estremecemos ante la idea. ¿Por qué no solo ser libres y
dejar que pase? Pero cuando la vida se vuelve ocupada, todos sucumbimos a la tiranía de lo urgente y
terminamos abandonando lo que es más importante. Un plan es útil porque cuida lo que es crucial y nos
ayuda a decir «no» a las distracciones del momento.

¿Cuándo? Escoge el tiempo en el que mejor te sientas. Jesús se reunía con su Padre temprano por la
mañana (Marcos 1:35), y a menos que exista alguna razón convincente para lo contrario, ese sería un
buen modelo.

¿Dónde? En algún lugar libre de distracciones.


¿Qué? En cierto sentido, esto realmente no importa. Con un poco de conocimiento de las Escrituras,
puedes abrir la Biblia en cualquier lugar y beneficiarte de ella. Pero ten cuidado de jugar a la ruleta, lee
la Biblia tal como fue escrita, estudia grandes fragmentos de las Escrituras. Encuentro que leer el pasaje
que se predica la próxima semana es una disciplina maravillosa: me prepara para el sermón y elimina las
conjeturas de lo que debería estudiar. O puedes usar un plan de lectura de la Biblia como lo ves en tu
folleto.

C. Cuídate del agotamiento.

Me pregunto si has estado exhausto al leer la Biblia antes. Cuando la abres, parece fría y muerta.
Principalmente cuando estamos en tiempos de sufrimiento y nos sentimos insensibles al mundo, puede
ser realmente difícil relacionarnos con la Escritura. ¿Cómo nos protegemos de esto? Primero, ora. Antes
de leer, ora para que Dios abra tus ojos y te permita ver las maravillas de su ley (Salmo 119:18).
Segundo, ora. Ora al leer el pasaje que estás estudiando, busca cosas por las cuales adorar a Dios, por las
cuales agradecerle, por las cuales orar y confesar. Tercero, ora. Cuando termines, ora para que habiendo
escuchado su Palabra puedas ser transformado. Y cuarto, lee. Especialmente en tiempos de aflicción,
usar algo que alguien más ha escrito como una guía para estudiar la Escritura puede ser verdaderamente
útil. Cosas como los devocionales de Don Carson llamados «For the Love of God», el libro de
actividades de Keri Folmar sobre Filipenses o los sermones publicados de Jim Boice sobre Romanos.
Cuando nos sentimos débiles, una mano amiga puede ser una ayuda maravillosa.

2. Orar la Biblia
En Efesios 1, Pablo ora: «que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha
llamado»33. ¿Por qué? Porque si Dios no abre nuestros corazones a su Palabra, podemos leerla cientos de horas
a la semana y nunca ver la gloria de lo que dice y de quien la dio 34. Así que, no solo deberíamos leer la Biblia,
deberíamos orar la Biblia, especialmente en medida de una prueba. Cada vez que meditamos en la Escritura, es
una buena práctica para considerar qué estamos leyendo y en respuesta, orar. Un acrónimo útil para recordar
qué orar es: ACAS: Adoración, Confesión, Agradecimiento, Súplica. Así es cómo funciona este acrónimo
cuando estamos afligidos:

Adoración
¿Qué ves en el texto por lo que puedas alabar a Dios? Esto parece algo raro de hacer cuando estamos
lastimados, pero tener una gran perspectiva de Dios es esencial para enfrentar grandes problemas.

Confesión
Cuando estamos sufriendo, hay una promesa en Santiago 4 que es preciosa: «Acercaos a Dios, y él se acercará
a vosotros» (v. 8). ¿No es eso lo que necesitamos cuando estamos sufriendo? Entonces, ¿cómo nos acercamos a
Dios? En Santiago, la respuesta es el arrepentimiento. Él continúa diciendo: «Afligíos, y lamentad, y llorad.
Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará» (v.

33
Ef. 1:18 (NVI)
34
http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/holding-fast-the-word-of-life-in-2010
9-10). En muchas ocasiones, la dificultad que estamos enfrentando es el modo amoroso de Dios de
santificarnos, por lo que hacemos bien en examinar nuestros corazones y alinearlos con el de Dios. Pero incluso
cuando nuestro sufrimiento es simplemente el resultado de vivir en un mundo caído, quizá estemos
respondiendo mal. ¿Estás enojado? Comprende por qué, y lamenta el pecado en su raíz. ¿Abatido? Igual. En
tiempos de sufrimiento, podemos sentir que la vida es lo suficientemente dura sin mirar nuestro pecado. Pero si
estamos orando la Biblia, oremos pasajes como Santiago 4 que nos conducen al arrepentimiento.

Agradecimiento
Cuando estamos sufriendo, es difícil sentir agradecimiento. Sin embargo, es muy importante. Piensa en las
palabras de Pablo en Filipenses 4:6: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias». ¿Por qué debemos agradecer? Porque lo que
necesitamos no es solo alivio, sino fe. Cuando nos tranquilizamos y agradecemos a Dios por su bondad revelada
en nuestras vidas, nos ayuda a tener fe en la bondad que aún no podemos ver.

Súplica
Súplica es otra palabra para petición. Cualquiera que sea nuestro sufrimiento, siempre deberíamos pedir a Dios
la sabiduría para responder correctamente, la gracia para obedecer y el alivio para nuestro sufrimiento. Dios
promete darnos siempre lo que es bueno35.

Orar los salmos


En los salmos, Dios ha dado modelos para nuestras oraciones. Cuando oramos con estos grandes santos, nuestra
respuesta puede ser sincera y honrosa delante de Dios. Cuando sufrimos, es tentador quejarnos en lugar de orar.
Entonces, orar a través de los Salmos es una excelente manera de guiar nuestra vida de oración.

¿Cómo es esto? Permíteme darte una sugerencia y puedes convertirla en una tarea para esta semana:

i. Escoge un salmo para orar36.


ii. Durante al menos 4 días de la próxima semana, aparta 15 minutos de tu día (¡asegúrate de programarlo!).
Lee el salmo completo, reflexiona/medita en él, luego, pasa tiempo orando por cada línea del salmo.
iii. Si tienes problemas con saber cómo orar por un salmo, usa las preguntas que he puesto en tu folleto37.

3. Recordar la Biblia
¿Alguna vez has notado en la Biblia con cuánta frecuencia se nos ordena recordar? En Deuteronomio, se le
ordena al pueblo recordar lo que Dios había hecho por ellos38. La iglesia recibe la Cena del Señor para celebrar

35
Mt. 7:11
36
Puede ser cualquiera de los salmos, pero por ejemplo: Salmo 1, 3, 4, 5, 8, 16, 19, 23, 25, 27, 40, 42-43, 55, 62, 63, 84, 90
37
¿Qué me dice esto acerca de Dios; qué me revela acerca de él?

Si él es realmente así, ¿qué diferencia hace esto en mi presente manera de vivir?

¿Qué mal comportamiento, emociones dañinas, actitudes falsas resultan en mí cuando olvido que él es así?

¿Demuestra mi vida que recuerdo y actúo en base a esto?


en conmemoración de Jesús39. El apóstol Pedro escribe: «Y considero justo, mientras esté en este cuerpo,
estimularos recordándoos estas cosas»40. No es suficiente solo leer la Biblia, ¡necesitamos recordar lo que dice!
Por tanto, he aquí cuatro consideraciones en torno a ello:

A. Memoriza la Palabra de Dios – El Salmo 37:31 dice: «La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto,
sus pies no resbalarán». Memorizar pasajes de la Escritura es una gran forma de llevarla contigo en tu
corazón dondequiera que estés.

B. Toma el control de tus pensamientos – El escritor en el Salmo 42 estaba bajo coacción extrema. Pero
en el salmo lo vemos luchar por la fe, por la esperanza que hay en Dios. Una de las cosas que él hace es
predicarse a sí mismo. En el versículo 5, dice: «¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de
mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío». ¿A quién le habla? ¡A su
alma! Lloyd Jones en su libro Spiritual Depression escribe:

¿Te has dado cuenta de que la mayor parte de tu infelicidad en la vida se debe al hecho de que te
estás escuchando en lugar de hablarte a ti mismo? Toma esos pensamientos que vienen a ti en el
momento en que despiertas por la mañana. No los has originado, pero te están hablando, te traen
los problemas de ayer... Alguien está hablando. ¿Quién te está hablando? Tu yo te está
hablando. Ahora, el tratamiento de este hombre [en el Salmo 42] fue este: en lugar de permitir
que este yo le hable, él comienza a hablar consigo mismo. «¿Por qué te abates, oh alma mía?»,
pregunta. Su alma lo había estado deprimiendo, aplastándolo. Entonces se pone de pie y dice:
«Yo, escucha un momento, te hablaré».

C. Deja que alguien escuche


Hablaremos acerca de esto la próxima semana, pero muy a menudo en tiempos de aflicción, ya
sabemos qué hacer. Sabemos dónde nuestros corazones están creyendo mentiras acerca de Dios.
Sabemos cuáles pensamientos necesitamos borrar de nuestras mentes. Sabemos que necesitamos
tiempo en la Palabra de Dios. Simplemente no queremos. Algunas veces lo mejor es hablar con un
amigo que esté dispuesto a escuchar. Al hablar, nos encontraremos explicando a la otra persona lo
que necesitamos hacer para tener fe en Dios. Y luego lo hacemos.

D. Deja que alguien hable


En ese sentido, no permitas que la conversación sea unilateral. Una de las mejores cosas para tu fe es
escuchar acerca de la fe de otra persona. Pregúntale a un amigo que le esté yendo bien qué está
haciendo Dios en su vida en este momento. Pregúntale qué ve en sus tiempos en la Palabra.
Pregúntale cómo se siente alentado en su fe. Sé un filtro de fe y confía en la fe de aquellos que
pueden ver más claramente de lo que tú puedes en este momento.
4. Cantar la Biblia

38
Dt. 4:9, 15-16, 19, 23, 39; 8:2, 11, 14, 18-19
39
1 Co. 11:24
40
2 P. 1:13 (LBLA)
¿De qué manera el canto despierta la fe? Sufrir bien no solo consiste en someter nuestra voluntad y
entendimiento a los propósitos de Dios, también implica alinear nuestros sentimientos. Jonathan Edwards
explica:

El deber de cantar alabanzas a Dios parece otorgarse por entero para exaltar y expresar afectos religiosos. No
hay otra razón por la que deberíamos expresarnos a Dios en verso en lugar de en prosa y con música, excepto
que estas cosas tienen una tendencia a mover nuestros sentimientos41.

Vemos esto en los salmos. Ve nuevamente al Salmo 42. «Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de
noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida». Su súplica por la vida la realiza través del
cántico; y así es como Dios lo mueve de la desesperación a la esperanza.

Cantar puede ayudarnos a recordar la verdad acerca de Dios, lo que hace que lo que cantemos sea aún más
importante. Entonces, cuando estés cantando por fe, asegúrate de estar cantando la Biblia. De manera práctica,
algo que podrías hacer es llevar a casa tu cancionero del domingo por la mañana/tarde, elegir una canción para
cantar durante toda la semana como parte de tus devocionales personales o familiares. Si estás buscando
descargar buena música, hay muchas páginas en línea con música saturada de la Biblia y que honra a Dios
(enumeradas en el folleto42). Habla con cristianos que han sufrido, y muy a menudo es la verdad de la Escritura
capturada en un cántico lo que ha demostrado ser el centro de su lucha por la fe.

Conclusión
De acuerdo, revisa tu folleto y verás una especie de libro de tácticas para luchar por la fe durante el sufrimiento.
Lee la Biblia, teniendo un plan para hacerlo. Ora la Biblia: alabando, confesando, agradeciendo, preguntando;
incluso usando los salmos. Recuerda la Biblia mientras memorizas, predícate el evangelio y considera la
fidelidad de Dios en el pasado. Canta la Biblia, para alinear tus sentimientos con la verdad acerca de Dios. Todo
esto nos ayuda a darnos fe para que podamos esperar pacientemente. El sufrimiento se mueve lentamente. El
alivio puede venir lentamente. Pero, como dice el salmista: «Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será
confundido» (25:3). Te lo prometo, él tiene algo bueno en mente por cada minuto que pasa mientras esperas su
alivio.

41
Citado en Worship Matters de Bob Kauflin
42
Sovereign Grace Ministries (http://sovereigngracemusic.org/); Keith and Kristyn Getty (http://www.gettymusic.com/); Reformed
University Fellowship (RUF) http://www.igracemusic.com/
Clase 7: La lucha por la fe (Parte 2)
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Cómo ayudar a otros a luchar por la fe en la iglesia local

Introducción
El sufrimiento es una batalla por la fe. Ese ha sido un punto importante en cada una de estas clases hasta ahora.
Así, la semana pasada discutimos esa lucha en un nivel individual; la clase de hoy trata acerca de ayudar a otros
a luchar por la fe, con algunos comentarios acerca de cómo puedes ayudar a otros a ayudarte a luchar por la fe
cuando te encuentras sufriendo.

El sufrimiento es fundamentalmente algo corporativo. Como escribe Pablo en 1 Corintios 12:26: «De manera
que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los
miembros con él se gozan». O piensa en la metáfora de la familia. Cuando tu hijo se enferma a las 4 de la
madrugada por tercera vez esa noche, te apresuras a ayudarle. Porque es tu familia. Con todo, estamos unidos a
Cristo de una manera que es incluso más fuerte que los vínculos de sangre. Como iglesia, sufrimos juntos.

Entonces, ¿cómo podemos unirnos mientras nos ayudamos a luchar por la fe? Fundamentalmente, todo se
reduce a nuestra comprensión de lo que significa alentarnos mutuamente. Eso es lo que veremos en un
principio, y luego, cómo se muestra eso en el ministerio de la Palabra, de oración, de hospitalidad y de
acompañamiento. Entonces, primero ¿qué significa alentar?

1. ¿Qué es alentar?
¿Una palmada en el hombro? ¿Una palabra amable? ¿Un oído atento? Sí, pero en la Biblia, también es más
contundente, más centrado e invasivo que eso.

Da un vistazo a tu folleto en Hebreos 3. El autor nos advierte en el versículo 12: «Mirad, hermanos, que no
haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo». El contexto es una
lección extraída de la rebelión de Israel en el desierto en el libro de Números. La meta: la fe. Lo contrario a la
incredulidad. Ahora bien, ¿cómo luchamos por la fe? Versículo 13: «antes exhortaos los unos a los otros cada
día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (He.
3:13).

De acuerdo. ¿Que tiene que ver el alentar con la incredulidad? ¿Cómo previene que alguien sea endurecido
por la mentira del pecado? Bueno, si estamos hablando de un estimulo a nivel superficial como por ejemplo:
«espero te sientas mejor», no hará mucho. En cambio, pienso que este pasaje debería redefinir qué significa
alentar para nosotros. La meta de alentar a otros es la fe. Cuando alentamos a alguien, los estimulamos con fe.
Esa es una idea que quiero que extraigas de este pasaje. La meta de alentar a otros no es simplemente hacer que
se sientan mejor; es que crean en las promesas de Dios. Y así, la corrección, el consuelo, y la advertencia están
todos incluidos.
Por supuesto, el resultado también es cierto, que es una segunda idea aquí. Cuando alguien está luchando,
incluso la advertencia y la corrección deben hacerse de una manera que los impulse a la fe. La meta, después de
todo, como vemos en el versículo 14, es una fe que persevera. Con nuestros hermanos y hermanas, queremos
«retener firme hasta el fin la confianza».

Creo que a menudo subestimamos cuán corporativa es realmente nuestra lucha por la fe. Considera Efesios
4, por ejemplo (ve allí si tienes una Biblia). Quiero darte un punto final en la corriente de pensamiento de Pablo,
su punto de partida, y la cadena lógica que llega allí. Primero, veamos el versículo 14 para el punto final. «Para
que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de
hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo». ¿Cuál es el objetivo final? Una buena palabra
pare resumirlo es la fe. Sin importar lo que diga la gente que nos rodea, nos mantenemos firmes. Ese es el punto
final. ¿Cuál es el punto de partida? Regresa al versículo 7. Cristo. Su gracia es el punto de partida. Ahora,
¿cómo llegamos de principio a fin? Es una importante cadena lógica que quiero que sigas. Primero, versículo
11, Cristo nos da ministros de su Palabra: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros. Y ellos protegen
nuestra fe, ¿no? No: versículo 12, ellos nos preparan para obras de servicio. ¿Por qué? Por al hacer esas obras
de servicio, el cuerpo de Cristo se edifica en unidad, versículo 13, y llegamos a ser maduros. Y eso es lo que
finalmente nos lleva al versículo 14. Cristo. Nos da maestros. Cuyas enseñanzas nos preparan para servir. Para
que al cuidar de otros crezcamos en unidad. Y en esa unidad tenemos fe. La lucha por la fe en Efesios 4 es
fundamentalmente corporativa. No: «es realmente agradable tener a otros cristianos junto a ti», sino: «si falta la
unidad, tu fe morirá».

Me gusta la manera en que nuestro antiguo pastor Michael Lawrence lo explicó en un pasaje paralelo acerca
de Colosenses 2:

«Hasta cierto punto, los posmodernistas tienen razón. Hay un carácter social para el conocimiento, un
aspecto comunitario para nuestra percepción de la realidad. Es por eso que la cultura es tan poderosa. Da forma
a nuestra percepción de lo que es verdadero, lo que es plausible. En un mundo caído, la cultura se convierte en
una estructura de plausibilidad para la incredulidad, la negación de Dios y la exaltación del yo. Es por eso que
los apóstoles están tan preocupados por la unidad de la iglesia local. La iglesia es una contracultura, una
estructura de plausibilidad alternativa para la fe. Dios no nos creó para existir en aislamiento, y no nos salvó
para creer en aislamiento. La unidad de la iglesia, a través de la historia y en todos los lugares, está destinada a
preservar la verdad y fortalecernos en nuestra propia certeza. Juntos, nos recordamos mutuamente que Cristo es
el tesoro que supera todos los tesoros terrenales. Cuando se presentan argumentos que suenan bien, cuando se
siente el tirón firme de este mundo en su sabiduría, somos tan vulnerables como Eva. Juntos, como señala
Pablo, nuestra fe es firme y está bien ordenada».

La integridad de tu fe necesita que los que te rodean crean y vivan las mismas cosas, para que la fe siga
siendo plausible.

Por tanto, la fe es el objetivo. El alentar el medio. ¿Cómo hacemos eso? Existen tres categorías en 1
Tesalonicenses 5:14 que a menudo encuentro útiles. «Hermanos, también les rogamos que amonesten a los
holgazanes, estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos» (NVI). A veces, un
cristiano puede ser realmente holgazán. Está en camino a la destrucción y debe ser amonestado y advertido. En
tiempos de sufrimiento, esto podría parecerse a alguien cuya falta de fe lo hace lastimarse y lastimar a otros,
quien actúa como el necio descrito en Proverbios. Entonces, está esa gran categoría intermedia. «Estimulen a
los desanimados». A menudo es donde nos encontramos con los que sufren. Su fe es tímida. Necesitan que los
estimulemos, que les recordemos la verdad de las promesas de Dios para que su fe sea fortalecida. Luego, está
la categoría del débil. La palabra «ayudar» literalmente significa «apegarse». Es la misma palabra que vemos
Tito 1:9 donde un anciano debe «apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió». Aquellos que
están crónicamente necesitados no deben ser abandonados, sino apegados. Y no importa la categoría, siempre
debemos actuar con paciencia.

Cuando ayudas a alguien que está sufriendo, analizar estas tres categorías en tu mente es bastante útil para
determinar una respuesta piadosa. ¿Alguien te ataca enojado cuando tratas de ayudar? Antes de amonestarlo,
piensa por un momento. ¿Está siendo rebelde? ¿O tímido, luchando con confiar y lo que estás viendo es el lado
pecaminoso, feo y amargo de eso? La mejor respuesta puede ser un estimulo moderado. Y a medida que la
persona vea tu intención de mantener su fe, es muy posible que su corazón se ablande, que sus palabras de enojo
se vuelvan remordimientos y comience el verdadero trabajo hacia la fe.

Alentarlos hacia la fe. Ese es nuestro trabajo como iglesia para con los que están sufriendo. Así que, la
próxima vez que estés sentado con alguien que esté atravesando momentos difíciles, déjame hacer de esta tu
descripción de trabajo. Fortalece su fe. O amonestándola, estimulándola o apegándote ella. Permíteme extraer
algunas implicaciones para los que sufren y quienes intentan ayudarlos, y luego veremos algunas categorías
específicas de estimulo.

Para aquellos que sufren


A. Sé honesto. El sufrimiento puede ser solitario. Y no hay nada que haga que una persona sola se sienta
mejor que otra persona que aparece mágicamente, leyendo su mente y animándola. El problema es que,
aunque suene genial en tu imaginación, no funciona muy a menudo en el mundo real. Si estás sufriendo,
necesitas ser alentado hacia la fe. Por lo que debes ser honesto acerca de tu lucha. Si pintas un cuadro
feliz y rosa de tu vida y niegas que las circunstancias dolorosas están haciendo que la fe sea desafiante,
será muy difícil que alguien te ministre como lo quiere Pablo en 1 Tesalonicenses 5.
B. No hagas que la conversación gire en torno a ti. A veces, lo mejor para ti es escuchar a tu amigo hablar
sobre su fe y lo que lo anima espiritualmente.
C. Sé receptivo a la reprobación. Es una pastilla difícil de tragar cuando estás sufriendo. Pero si el
sufrimiento es una lucha por la fe y el enemigo de la fe es el pecado, a veces lo que necesitas, incluso en
medio del sufrimiento, es que un amigo cristiano te diga la dura verdad sobre los patrones de pecado en
tu corazón que te impiden ver el sufrimiento correctamente.

Para aquellos que ayudan


A. Recuerda que el sufrimiento es una lucha por la fe. Hay todo tipo de cosas buenas que puedes hacer por
tu amigo que sufre. Pero lo más importante es preguntarle sobre su fe y reforzar esa fe con la verdad del
evangelio.
B. Sé paciente, como Pablo nos ordena. Especialmente dado que el sufrimiento se prolonga de días a
semanas o de meses a años, resiste el impulso de rendirte o enojarte. Como leemos en Gálatas 6:9: «No
nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos». Apégate a estos
débiles como los preciosos hijos de Dios.
C. Encuentra la misma lucha por la fe en tu propio corazón. Pablo escribe en 1 Corintios 10:13: «No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana». Eso es profundo. Toda tentación. Es humana.
Incluso la tentación de asesinar, al menos en miniatura, es algo con lo que todos hemos luchado. Puedes
decir: «pero por la gracia de Dios allí voy», no por falsa humildad, sino porque cada lucha por la fe que
observas en tu hermano o hermana que sufre reside en algún nivel en tu propio corazón. Entonces,
desde tu propia experiencia, puede guiarlos hacia la fe. Y desde tu propia experiencia puedes hablar con
humildad.
D. No supongas que tu amigo no sabe la respuesta. Nueve de cada diez veces, no ayudarás a tu amigo que
sufre diciéndole algo que él o ella desconozca, sino simplemente recordándoles lo que es verdad y
mostrando que lo crees. De hecho, a veces es mejor simplemente escuchar. Tu amigo se pondrá a decir
lo que necesita escuchar acerca Dios, mejor que tú.

De acuerdo. Esa es la idea bíblica de alentar a otros. Alentarlos hacia la fe ¿Como hacemos eso?
Consideremos el ministerio de la Palabra, de oración, de hospitalidad y de acompañamiento.

2. Ministerio de la Palabra de Dios


Nuestro versículo clave de la semana pasada fue Romanos 10:17: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios». Más adelante en el libro de Romanos, Pablo escribe esto:

«Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos… Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a
fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza»43.

Ese es nuestro modelo. Usar las Escrituras para darnos esperanza. Así es como podemos ayudar a los que son
débiles. Lee la biblia a aquellos que están sufriendo. Ofrece memorizar pasajes con ellos que parecen
importantes en esta lucha. Canta las verdades de la fe con ellos. Comparte las historias de Dios siendo fiel a las
promesas de las Escrituras en tu propia vida. Levanta su fe con la Biblia.

Por supuesto, las Escrituras dan fe no solo al ofrecer las promesas de vida de Dios, sino también al iluminar
las lagunas de incredulidad en nuestros corazones. Cuando tengas la sensación de que las actitudes pecaminosas
y mundanas están oscureciendo las promesas de Dios en la lucha de alguien por la fe, ofrece las Escrituras como
un espejo para mostrarles el problema en su corazón.

Te diré cómo se ve esto para mí. A menudo no parece una reprimenda ni una confrontación. Aunque a
menudo uso las Escrituras para redirigir gentilmente el pensamiento de alguien, es más mediante sondeos y
preguntas. Me encuentro sentado con alguien, escuchándole abrir su corazón. Por mucho tiempo. Puedo hacer
algunas preguntas para entender qué está pasando de fondo, pero no hablo mucho. Pero digamos que mientras la
persona habla, escucho algo que suena como, digamos, autosuficiencia, o algún tipo de ídolo, o una insinuación
de que está luchando con confiar en la bondad de Dios en esta situación.
Al pensar en ello, creo que el 90% del tiempo, vuelvo a uno de los cuatro temas en las Escrituras cuando
intento alentar a los que sufren:

43
Ro. 15:1, 4
A. Les recuerdo que Dios les hará bien por medio de este sufrimiento. No solo una vez que todo haya
terminado y vuelvan a «encaminarse» en sus vidas, sino ahora mismo. Romanos 8:28 es útil aquí. («Y
sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados»).

B. Les recuerdo que los planes de Dios son realmente buenos. Para ellos. Algunas veces suelo escuchar un
poco de miedo. «Ahora que él que se ha llevado esto de mi vida, nada es seguro». Así que, uso la
Escritura para recordarles que Dios tiene cuidado de ellos. Pasajes como Lucas 12:32 («No temáis,
manada pequeña, porque ha vuestro Padre le ha placido daros el reino»).

C. Les recuerdo que Dios está en control. Como dijimos anteriormente, sus heridas son el cuidadoso bisturí
del cirujano. Exactamente lo necesario, y no más. Los últimos capítulos del libro de Job son útiles. O el
Salmo 56: «Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?».

D. Les recuerdo que este mundo es pasajero. A veces, lo más útil es fijar la mirada en nuestro estado eterno,
y luego retroceder lentamente tu visión a las circunstancias actuales. Apocalipsis 22 es tan útil para
recordarnos lo que es real y duradero. O 1 Pedro 1, que habla de una herencia que es «incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros».

Y honestamente, encuentro que raramente me desvío de esos temas. Si dominas pasajes de la Escritura que
aborden esos cuatro temas, estarás bien preparado para ayudar a tu amigo cristiano que lucha con el sufrimiento
durante una prueba.

Por supuesto, el tiempo es importante. Proverbios 27:14: «El que bendice a su amigo en alta voz,
madrugando de mañana, por maldición se le contará». Tenemos que ser conscientes de lo que las personas son
capaces de escuchar en un determinado momento. Incluso Jesús retuvo algunas cosas hasta que sus seguidores
pudieran de soportarlas44.

La Biblia es la herramienta en nuestra lucha por la fe. Para consolar y exhortar. Espero que cuando alientes a
aquellos que están sufriendo, comunicar las Escrituras sea gran parte de ello.

3. Ministerio de oración
Una de las cosas que siempre podemos hacer por aquellos que están sufriendo es orar. Es nuestra primera
respuesta, no el último recurso. Dios siempre da buenos dones en respuesta a la oración 45, por lo que hacemos
peticiones específicas y audaces46.
Ahora bien, en ocasiones, el buen don que Dios da es alivio del sufrimiento. En Santiago 5, se nos dice:
«¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite

44
Juan 16:12
45
Mt. 7:11
46
He. 4:16
en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido
pecados, le serán perdonados»47. Otras veces el don que Dios da en respuesta a la oración no es alivio, sino
perseverancia. Luego de que Pablo ora tres veces para que el «agujón en la carne» sea removido, la respuesta de
Dios fue: «Bástate en mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad»48.

Cualquiera que sea el caso, cuando oramos, Dios usa esas oraciones para fortalecer la fe. Independientemente
de las circunstancias, ¡siempre podemos orar! Cuando una persona está demasiado débil, distraída o herida para
orar por sí misma, podemos orar por ella, que creo es exactamente lo que sucede en Santiago 5. Podemos
hacerlo en nuestras oraciones privadas y podemos orar con ella en el acto. En lugar de decirle: «Estaré orando
por ti» (y, por supuesto, olvidar hacerlo), solo pregunta: «¿Puedo orar por ti ahora?».

¿Qué podemos orar por alguien que está sufriendo? Bueno, como hablamos la semana pasada, podemos
escoger un salmo y usarlo como guía para nuestra oración. O podemos tomar las oraciones de Pablo en el
Nuevo Testamento como un ejemplo:

 Cuando ora por la iglesia en Éfeso, ora para que Dios les ayude a ver
o «la esperanza a que él les ha llamado»,
o «la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos»49,
o «la anchura, la longitud, la profundidad y la altura»50 del amor de Cristo.
 Cuando ora por la iglesia en Colosas, ora para que
o sean «llenos del conocimiento de su voluntad»,
o crezcan «en el conocimiento de Dios»
o y sean fortalecidos… «para toda paciencia y longanimidad, con gozo»51.
 Cuando ora por la iglesia en Tesalónica, ora para que Dios
o los haga «crecer y abundar en amor unos para con otros»,
o afirme sus «corazones , irreprensibles en santidad»52.

Sin importar lo que usemos como nuestra guía, el apóstol Juan nos recuerda: «Y ésta es la confianza que
tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Jn. 5:14).

47
Stg. 5:14-15
48
2 Co. 12:9
49
Ef. 1:18-19
50
Ef. 3:18
51
Col. 1:9-11
52
1 Ts. 3:10-13
4. Ministerio de hospitalidad
A veces pensamos que la hospitalidad es lo mismo que entretener. Pero la idea bíblica es mucho más amplia y
profunda que eso. La palabra xenófilo cuya traducción es «hospitalario», significa literalmente ser un amante de
los extraños, por lo que la categoría bíblica incluye no solo abrir nuestros hogares a los demás, sino también
nuestras vidas53. Amar a alguien de maneras muy prácticas simplemente porque Dios nos ha amado. Ahora,
satisfacer las necesidades prácticas (comida, ropa, refugio, amistad) puede parecer fuera de lugar en una
discusión acerca de la lucha por la fe, pero en realidad juega un papel importante.

Piensa en 1 Reyes 19. Elías acaba de ver a Dios enviar fuego desde el cielo y exponer a los profetas de Baal
como fraudes, tal vez el acontecimiento más sorprendente de su vida. Pero en lugar de celebrarlo, huye por su
vida. Solo en el desierto, cae en una profunda depresión y le pide a Dios que lo mate. ¿Y qué decide Dios
hacer? ¿Reprimirlo por su falta de fe? ¿Le recuerda sus promesas? No: v5-6: «Y echándose debajo del enebro,
se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su
cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse».

La provisión de fe es una comida caliente y una siesta. Muy a menudo, nuestra lucha por la fe tiene en su raíz
nuestra propia fatiga física. ¿Puedo decir eso de nuevo? A veces luchas por la fe porque estás enfermo y no has
dormido en una semana. Tan sencillo como eso. Entonces, la hospitalidad es fundamental. Cuando alguien tiene
un bebé recién nacido, pierde un ser querido o tiene problemas de salud, podemos ayudar a su fe preparando
una comida, cortando el césped, cuidando a los niños, pagando las facturas y lavando la ropa. Satisfacer las
necesidades físicas es una ayuda para la fe. (Más acerca de eso la próxima semana).

5. Ministerio de acompañamiento
¿Alguna vez has estado en una situación en la que alguien está sufriendo, quieres alentarlo, pero simplemente
no tienes las palabras adecuadas? A veces eso es porque no hay palabras. Piensa en el libro de Job. Después de
que Job perdió a su familia, su hogar y su salud, sus circunstancias fueron impactantes. Cuando los amigos de
Job llegaron por primera vez, tenían lo que podríamos llamar el ministerio de acompañamiento. No tenían un
estudio bíblico, no hicieron ninguna pregunta, simplemente pusieron su brazo alrededor de su amigo y lloraron
con él. Job 2:13: «Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra,
porque veían que su dolor era muy grande».

Los amigos de Job fueron de gran consuelo... hasta que abrieron la boca. Especialmente después de la
verdadera calamidad, el solo hecho de estar con alguien puede ser la mejor ayuda para su fe. No necesitas
encontrar respuestas a sus preguntas; no es necesario que tengas la brillante enseñanza que los ayudará a superar
la prueba. Solo siéntate, tal vez leyendo algunos Salmos, ora solo y con ellos. Y deja que la calidez de tu
relación sea su consuelo.

Conclusión
La Palabra. La oración. La hospitalidad. El acompañamiento. Todas son formas en que podemos alentar a
nuestros hermanos y hermanas que sufren para que no tengan un «corazón malo de incredulidad para apartarse
del Dios vivo». Así es como luchamos juntos como un cuerpo. Tal vez mientras oramos como iglesia el

53
1 P. 4:8-11; Ro. 12:9-13
domingo por la noche, quizá en un grupo pequeño, tal vez durante el almuerzo, mientras una hermana alienta a
otra. No estamos destinados a soportar nuestras cargas solos; sufrimos juntos para que juntos, podamos
aferrarnos a nuestra fe.
Clase 8: Compartir las cargas
___________________________________________________________________________________

Una perspectiva bíblica acerca del alivio del sufrimiento físico

Introducción
Las últimas dos semanas hemos estado hablando acerca de cómo el sufrimiento es una lucha por la fe. Hemos
discutido acerca de cosas prácticas que podemos hacer cuando nos encontramos en esa situación, y la semana
pasada hablamos acerca de lo que podemos hacer para alentar a otros que están luchando por la fe. Si recuerdas,
una de las cosas que vimos fue el ministerio de hospitalidad; una manera de servir a otros que implica ayudar
con las necesidades diarias prácticas tales como comida, ropa, refugio, amistad. ¿Por qué es importante? Para
empezar, nos damos cuenta que nuestra vida espiritual no está desconectada de la física. El estrés, el cansancio,
el no comer bien, el no hacer ejercicio hacen que sea más difícil pensar con claridad y confiar en Dios. Pasa tres
días sin dormir, alimentándote de Red Bull y barras de caramelo, y tu tiempo devocional, bueno… será un poco
interesante.

Pero si parte de la manera en que nosotros como cristianos podemos socorrer a otros a luchar por la fe es
ayudándoles con las necesidades prácticas, esto hace surgir algunas preguntas, ¿no? Por ejemplo, si hacemos
una evaluación rápida de nuestros amigos y familiares, las necesidades no son pocas. Fuera de nuestra familia y
amigos, solo ve las noticias locales o abre el periódico, y los titulares presentan necesidades que pueden ser
abrumadoras: enfermedades, pobreza, hambruna, desastres naturales… ¿Por dónde comenzamos? Podríamos
ver el sufrimiento que nos rodea y levantar nuestras manos y decir: «Esto es simplemente demasiado, no hay
nada que pueda hacer», o podríamos tratar de abordar cada necesidad posible y explotar antes de realmente
haber empezado.

Lo que necesitamos entonces es una perspectiva bíblica acerca del alivio del sufrimiento físico. Para ello,
veremos tres principios: El amor como la postura de un cristiano, la proximidad moral y la prioridad de la
necesidad. Ahora, en vista de nuestro corto tiempo esta mañana, esto no pretende ser un tratamiento exhaustivo
del problema, en cambio, esperamos presentar estas ideas que son útiles para analizar detalladamente el
problema. Esta clase es bastante teórica, y no seremos capaces de pasar completamente de lo teórico a lo
práctica en una sola clase. Pero necesitamos hacerlo. Por tanto, la próxima semana tendremos una clase entera
de preguntas y respuestas con un panel de amigos para que presentes tus preguntas, y luego, dos clases
adicionales donde buscaremos en la Escritura escenarios de la vida real para desarrollarlos. Con eso en mente,
empecemos.

1. Principio #1 – El amor es la postura de un cristiano


La parábola del buen samaritano es bastante conocida por muchos de nosotros. En Lucas 10, Jesús cuenta la
historia de un hombre judío que viajaba de Jerusalén a Jericó cuando fue atacado por una banda de asaltantes.
Fue despojado de sus vestiduras, golpeado y abandonado a su suerte al lado del camino. Y mientras estaba allí,
pasaron tres hombres, los primeros dos eran líderes religiosos en Israel que giraron sus cabezas y siguieron de
largo. Pero el tercero era un samaritano, del grupo de personas que los judíos odiaban, que termino siendo el
único que se detuvo para ayudar.
El punto básico de la parábola es: «Ve, y haz tú lo mismo»54. La razón por la que Jesús contó la parábola en
primer lugar fue en respuesta a un intérprete de la ley que había preguntado qué hacer para heredar la vida
eterna. Cuando Jesús le dijo que amara a Dios y a su prójimo, el intérprete de la ley preguntó: «¿Y quién es mi
prójimo?»55. Básicamente, estaba tratando de suavizar la definición de «prójimo» para poder ser capaz de
lograrlo en su propio esfuerzo y justificarse ante Dios56. Pero la parábola de Jesús frustra sus esfuerzos, él (y
nosotros, los lectores, también) se enfrenta a la realidad de que precisamente lo que debe hacer para heredar la
vida eterna –es aquello que no ha podido cumplir–, de hecho, no puede hacerlo por su cuenta. ¿Por qué? Porque
Jesús está enseñando que estamos llamados a amar, no solo a aquellos que son fáciles de amar, sino a todos
según tengamos oportunidad57.

Amigo, es fácil escuchar esto y suponer que amar de esta manera no es lo que Jesús quiso decir. Tiene que
haber algún truco, alguna condición que aligere la carga, y saltamos a otros textos sin sentir lo que él está
diciendo aquí. Pero necesitamos comprender esto. Jesús está diciendo que así es cómo nosotros deberíamos
amar. Como seguidores de Jesús, esta debería ser nuestra disposición al caminar por las calles de nuestra
ciudad, al escuchar acerca del sufrimiento en otros países o al enfrentar necesidades en nuestra propia familia de
la iglesia.

¿Por qué? Porque al igual que el intérprete de la ley en la historia, nosotros también nos hemos dado cuenta
que no podemos justificarnos ante Dios. Alguna vez estuvimos como ese hombre en el camino, muertos en
nuestros delitos y pecados (Ef. 2:1) y abandonados a nuestra suerte cuando Jesús intervino. Aunque éramos sus
enemigos, él nos salvó… a costa de su vida. Conocer el amor de Dios para con nosotros debería movernos a
amar abundante, creativa y radicalmente, sin preguntar: ¿será ese mi prójimo? ¿Es él o ella digno de mi amor?
En cambio, tal amor es nuestra postura como aquellos que han llegado a conocer el amor de Dios en Cristo.

Pero… el día solo tiene 24 horas, y todas las necesidades a nuestro alrededor parecen incontables. ¿Cómo
debemos pensar cuidadosa y bíblicamente al respecto?

2. Principio #2 – La proximidad moral


Para pensar cuidadosamente sobre el alivio del sufrimiento físico en este mundo, es útil entender el principio de
la proximidad moral. La idea puede definirse en que: «Mientras más cercana sea la proximidad moral de la
necesidad, mayor será la obligación moral de ayudar. La proximidad moral no se refiere a la geografía, aunque
puede ser parte de la ecuación. La proximidad moral se refiere a cuán conectados estamos con alguien en virtud
de la familiaridad, el parentesco, el espacio o el tiempo»58.

54
Lc. 10:37
55
Lc. 10:29
56
Lc. 10:29
57
Darrell Bock lo resume de esta manera: «El problema no es a quién podemos o no servir, sino servir donde exista la necesidad. No
debemos limitar quienes pueden ser nuestros prójimos. Más bien, debemos ser prójimos de aquellos cuyas necesidades podemos
satisfacer» (BECNT [Luke]).
58
http://thegospelcoalition.org/blogs/kevindeyoung/category/social-justice/
Entonces, un extraño podría venir a buscarme a D.C. y decirme que perdió su trabajo y que necesita dinero.
Darle dinero puede ser algo bueno. Pero si mi cuñado que vive a 1900 m de distancia en Nebraska pierde su
trabajo, tengo más la obligación de ayudarlo. Si eres padre, la proximidad moral puede parecer de sentido
común. Imagina que registraste a tu hijo en la guardería de la iglesia. Si el edificio se incendiara, no tengo dudas
de que, como padre, querrías sacar a cada niño de manera segura, pero ¿a quién asegurarías primero? Agarrarías
a tu propio hijo; no porque no te importen los demás, sino porque tienes una responsabilidad única, una
proximidad moral con ese niño.

Ahora, necesitamos tener cuidado aquí. La proximidad moral no significa que solo deberíamos preocuparnos
por nuestros familiares, amigos y vecinos. Sin embargo (y este es un aspecto clave del principio), «significa que
lo que debemos hacer en una situación es lo que podemos hacer en otra». La proximidad moral hace posible la
obediencia al recordarnos que antes de que Pablo diga: «hagamos bien a todos», dijo: «Así que, según tengamos
oportunidad» (Gálatas 6:10) 59.+

Podemos ver la diferencia entre lo que debemos hacer y lo que podemos hacer al comparar 1 Juan 3:17 y 2
Corintios 8-9. En 1 Juan 3:17, el apóstol aborda la manera en que los cristianos deberían cuidar de otros
creyentes en su iglesia local. Escribe: «Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener
necesidad (hay la oportunidad), y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?». Eso es algo
fuerte, ¿no? No está diciendo, puedes hacer esto, está diciendo debes hacer esto si dices ser cristiano. ¡No
hacerlo es pecado!

Por otro lado, en 2 Corintios 8-9, Pablo escribe a la iglesia en Corinto para recaudar dinero para la iglesia en
Jerusalén que se encuentra a unos 1200 m de distancia. Ahora bien, ¿escribe Pablo de la misma manera en que
Juan instruye a cuidar del necesitado en la iglesia local? ¡No! En cambio, el apóstol escribe a los corintios: «No
hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad
de vuestro amor… Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios
ama al dador alegre»60. 1 Juan es debes hacer esto. 2 Corintios es aquí hay una oportunidad; puedes hacer esto.

De nuevo, la proximidad moral no es una excusa para ignorar a nuestro prójimo en necesidad (recuerda la
parábola de Jesús del buen samaritano), en cambio, reconoce que tenemos limitaciones. Tenemos cuerpos
físicos que se cansan y enferman. Tenemos otras responsabilidades buenas que Dios nos ha dado: Amar a
nuestro cónyuge, criar a nuestros hijos, trabajar, ser miembros fieles en la iglesia local, asegurarnos de
descansar61. Solo tenemos recursos limitados y tiempo limitado en un día. Como dijo un escritor: «Si
necesitamos 50 horas diarias para ser obedientes, estamos diciendo más de lo que dice la Biblia»62.

59
What Is the Mission of the Church? por Kevin DeYoung y Greg Gilbert (manuscrito no publicado).
60
2 Co. 8:8, 9:7
61
Incluso Jesús dijo a sus discípulos: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco» (Mr. 6:31).
62
http://thegospelcoalition.org/blogs/kevindeyoung/category/social-justice/. DeYoung sigue diciendo: «No hay respuestas fáciles
incluso con el principio de la proximidad moral, pero sin él, el llamado de Dios a ser compasivos parece una broma cruel».
Entonces, ¿cómo es esto? Concretarlo con exactitud puede ser imposible ya que cada situación es única y
requiere prudencia. Pero si esbozamos lo que las Escrituras generalmente enfatizan para la proximidad moral,
podría parecerse a lo siguiente:

poder

deber

3. Principio #3 – La prioridad de la necesidad


Un tercer principio es la prioridad de la necesidad. Todo sufrimiento es terrible, pero no todas las categorías de
sufrimiento son iguales; no conllevan el mismo peso. Necesitamos tener claridad acerca de la relación entre el
sufrimiento en esta vida (la pobreza, el racismo, el crimen, las enfermedades, la falta de agua potable, etc.) y las
realidades del cielo y el infierno.

En 1 Corintios 15:3, Pablo escribe: «Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí». Bueno,
¿qué recibió? «¿Qué era lo primordial?». Él explica en el versículo 4: «Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, y que
apareció a Cefas, y después a los doce»63. Para Pablo, el mensaje de la cruz de es primera importancia. ¿Eso
significa que no nos preocupamos por el sufrimiento físico? ¡Absolutamente no! La historia del buen
samaritano en Lucas 10 deja en claro que un corazón que cuida del pobre es un corazón transformado por el
evangelio, ¡así que debemos preocupamos por el sufrimiento físico!

Pero también está la historia del buen samaritano, una historia que nos llama a amar a nuestro prójimo, que
nos impulsa a evangelizar. La naturaleza del amor es hacer lo que es bueno para el otro. Si mi amigo no es
cristiano, entonces lo más amoroso que puedo hacer es compartir con el evangelio, sin el cual pasará una
eternidad en el infierno. Sin importar cuántas cosas amorosas pueda y deba hacer para aliviar el sufrimiento
físico, si no hago nada para aliviar su sufrimiento eterno, ¿cómo es eso amoroso? Una de las formas más
esenciales en que cumplimos el Gran Mandamiento es cumpliendo la Gran Comisión. El evangelismo entonces,
es primordial, de primera importancia.

Ahora, algunos argumentan que el cuidado de las necesidades físicas debería considerarse tan importante
como el evangelismo. Otros ven el evangelismo como hacer caridad social: comparte el evangelio, usa las
palabras si es necesario. Pero la Escritura es clara en cuanto a que el evangelismo no es simplemente hacer

63
1 Co. 15:3-4
cosas buenas: es proclamar o comunicar el mensaje del evangelio. Como resultado, algunos dejarán de
preocuparse por las necesidades físicas en contra del evangelismo como si tuviéramos que elegir entre los dos.
Ya sabes, sé alguien que ‘haga algo’ o sé alguien que simplemente ‘predica’ a las personas. Pero John Piper lo
ha dicho bien:

«El sufrimiento en este mundo es terrible y limitado, pero el sufrimiento en el otro mundo es
terrible y eterno. Y el amor lo ve de esa manera. El amor no cierra sus ojos a este mundo o ese
mundo. El amor reconoce la realidad del sufrimiento aquí, y la peor realidad del sufrimiento
allí... No elijas entre rescatar a las personas del sufrimiento en este mundo y rescatar a las
personas del sufrimiento en el siguiente. Nos preocupamos por todo el sufrimiento ahora,
especialmente el sufrimiento eterno»64.

Esa es una gran manera de verlo. Como seguidores de Cristo, deberíamos preocuparnos por todo el
sufrimiento, especialmente el sufrimiento eterno.

Y amigo, no supongamos que solo la obra social produce un cambio social y que el evangelio no lo hace,
nada podría estar más lejos de la verdad. De hecho, se puede argumentar que el evangelio, correctamente
proclamado, ha sido usado por Dios para provocar el mayor cambio social que el mundo haya conocido. Mack
Stiles cuenta de un ejemplo de esto que vio de primera mano:

Cuando nuestro amigo misionero, Mike McComb, intentó introducir proteína en las dietas
de los granjeros guatemaltecos en gran parte analfabetos, fue una combinación magistral de
experiencia, capacitación y estrategia. Comenzó su trabajo hacia finales de la guerra civil
asesina. Vivimos allí con él de vez en cuando durante seis años, trabajando en la clínica de
desnutrición en el pueblo. Durante ese tiempo, Mike también compartió fielmente el evangelio.

Pero Mike notó que era el evangelio el que permitía que las proteínas llegaran a la gente.
Cuando el evangelio fue entendido y aceptado en las aldeas, los hombres dejaron de
emborracharse y golpear a sus esposas. Mientras asistían a la iglesia, comenzaron a atender sus
cultivos y la educación de sus hijos.

Tomás, el alcalde local, me dijo que fue solo cuando el evangelio llegó a las tierras ixiles
que ocurrió un cambio real. Mike dice que la predicación del evangelio hizo más para eliminar
el hambre que las piscifactorías o la rotación de cultivos. Nunca debemos olvidar que el
evangelio trae más bienes sociales a largo plazo que cualquier programa de ayuda alguna vez
desarrollado65.

De acuerdo, entonces, ¿qué tiene que ver esto con el sufrimiento? ¿Qué tiene que ver esto con luchar por la
fe?

64
http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/abortion-and-the-narrow-way-that-leads-to-life
65
http://www.matthiasmedia.com.au/briefing/library/6195#f3
a. Para aquellos que sufren, nos recuerda la importancia de tener una perspectiva eterna. Hablamos sobre
esto en nuestra clase acerca del rol del cielo y el infierno, pero basta con decir que el hecho de conocer
nuestra mayor necesidad ha sido resuelta en Cristo, nos ayuda a soportar lo peor del sufrimiento en esta
vida. Como dice Pablo en Romanos 8: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse»66.

b. Para aquellos que ayudan, nos recuerda que a medida que nos preocupamos por los demás, el amor nos
llama a preocuparnos por el sufrimiento físico de los demás, pero no a olvidar que lo eterno es más
importante que lo temporal. Entonces, al pensar en lo que significa amar a nuestro prójimo, recordamos
que lo más amoroso que podemos hacer es comunicarles el evangelio67. Si la persona que sufre no es
cristiana, oramos para que Dios le dé fe salvadora a través del evangelio. Si la persona es cristiana,
oramos para que Dios preserve su fe a través del evangelio.

4. Conclusión

66
Ro. 8:18
67
J.I. Packer escribe: «La naturaleza del amor es hacer el bien y aliviar la necesidad. Si entonces, nuestro prójimo es inconverso,
debemos mostrar amor... al tratar de compartir con él las buenas nuevas sin las cuales perecerá» Evangelism and the Sovereignty of
God.
Clase 9: El sufrimiento como testimonio
___________________________________________________________________________________

Cómo aprovechar al máximo tu sufrimiento para la gloria de Dios

Introducción
¿De qué manera el sufrimiento sirve al propósito de Dios de dar a conocer su gloria? Antes de contestar esa
pregunta, comenzaré con una historia de David Hadju que apareció en el Atlántico hace unos años acerca de un
viaje a un club de jazz en Greenwich Village 68. En la última semana de agosto, Hadju está en el club y el líder
de la banda es Charles McPherson, un saxofonista alto. Como Hadju escribe: «A pesar de que es un talento
superior, no es una gran atracción de jazz, por lo que fue programado para [la semana más lenta del año]». Y
continúa.

«La actuación fue lánguida, y mis ojos se desviaron, fijándose finalmente en el trompetista, porque se apartó
del público e incluso del resto de la banda, mirando al suelo».

El trompetista luce algo familiar, incluso se alejó, y así, durante una pieza de Charlie Parker, Hadju se vuelve
hacia el hombre que está a su lado y le pregunta si podría ser Wynton Marsalis, uno de los nombres más
famosos del jazz.

«Lo dudo mucho [el hombre responde], como si [Hadju agrega], le hubiese preguntado si era el mismísimo
Parker».

La siguiente canción es un solo de trompeta. Es una balada: «I Don’t Stand a Ghost of a Chance with You».
Escrita para una película romántica de los años 30, la pieza, Hadju escribe: «puede sacar a relucir la tristeza en
cualquier escena» y el trompetista «parecía profundamente en sintonía con su melancolía». Interpretó la canción
en murmullos y suspiros, en puntos casi hablando las palabras en notas. Fue un acto desgarrador de expresión
creativa. Cuando llegó al clímax, [el trompetista] tocó la frase final, el enunciado del título, en tonos
declarativos, permitiendo que cada nota sucesiva permaneciera en el aire un poco más.

La habitación queda en perfecto silencio. Y se escucha el celular de alguien. Esto es lo que Hadju escribe:
Resuena una melodía de canto rápido en bleeps electrónicos. La gente comenzó a reír y tomar sus bebidas. El
momento –toda la interpretación– se deshizo. Escribí en una hoja de periódico, MÁGICO, ARRUINADO».

El trompetista hace una pausa. Inmóvil. Sus cejas aún arqueadas. La persona que atiende el celular sale
corriendo al pasillo. La charla de la habitación se hace más fuerte. El trompetista todavía está congelado en el
micrófono. Y comienza tocar de nuevo. Toca «la… melodía del teléfono celular nota por nota». La repite. Y
comienza a improvisar variaciones en la canción. La audiencia vuelve lentamente a él. En unos pocos minutos,
resolvió la improvisación, cambió las teclas varias veces, redujo el ritmo a balada. Y termina exactamente
donde lo había dejado.

68
Wynton’s Blues, The Atlantic Monthly, marzo de 2003, David Hajdu.
Como dice Hadju: «La ovación fue tremenda». Resulta que el hombre de espaldas a la audiencia, haciendo
de respaldo a un líder de la banda sin nombre, en la noche más lenta del año, era el nombre más famoso del
Jazz. Marsalis estaba en la trompeta.

¿Por qué comparto esta historia? Porque vemos más gloria en la redención que en la creación.

¿Qué es lo que revela quién es este trompetista? No su habilidad para tocar la pieza, sino su habilidad para
resucitarla de lo que era casi un desastre.

Vemos más gloria en la redención que en la creación.

El sufrimiento como testimonio


Ese es el principio básico que subyace en nuestra clase esta mañana, porque en esencia, así es como el
sufrimiento puede convertirse en un testimonio del poder del evangelio. Y es un principio que vemos corriendo
a través de las Escrituras. Así, el plan de Dios para salvar a la familia escogida de la inanición implicaba que
José fuese vendido como esclavo a Egipto, encarcelado y, cuando todo parecía inútil, repentinamente se
convirtió en el primer ministro de Egipto. Dios demostró su poder en lo difícil de la situación. Como José
mismo les dice a sus hermanos en Génesis 50 (v. 20): «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo».

Más tarde, Dios no solamente lleva a su pueblo de regreso a la Tierra Prometida, sino que endurece el
corazón del rey más poderoso de la tierra, para que únicamente su fuerza milagrosa y aterradora pudiese
rescatar a su pueblo de la mano de los egipcios. ¿Y a dónde los conduce? A un callejón sin salida, con el
ejército egipcio acercándose tras ellos y el mar Rojo por delante. Y así, su poder se muestra cuando el mar se
separa y su pueblo se salva.

Es sólo después de haber perdido todo, que Dios transforma la vida de Noemí en una bendición para todas
las naciones en el libro de Rut. Solamente después de estar rodeado por el poderoso ejército asirio, Dios rescata
al rey Ezequías en una sola noche. Y sólo después de haber sido arrojados a un horno tan caliente que acabó con
la vida de los soldados que los ataban, Dios condujo a Sadrac, Mesac y Abednego a través de las llamas para
humillar al rey. Y es sólo después de que el unigénito Hijo de Dios es condenado en un tribunal arbitrario,
flagelado, despojado y ejecutado, que la cruz se convierte en su herramienta para salvarnos de nuestro pecado.

¿Puedes ver cómo Dios obra? Dios ama hacer esto. Cuando parece que no hay esperanza y que solamente un
milagro salvaría a las promesas de Dios de la extinción: podemos ver la mano de Dios en todo este tipo de
cosas. Vemos más gloria en la redención que en la creación. Hay más gloria en crear bendiciones de un rescate
que en crear esa bendición en primer lugar. Por eso, el sufrimiento puede servir como testimonio del poder de
Dios.
Pero sigue siendo sufrimiento, ¿no? José sufrió en esclavitud y en prisión durante años antes de que los
propósitos de Dios fueran revelados. Noemí perdió a su esposo y a sus dos hijos, y de este lado del cielo nunca
supo lo que Dios estaba haciendo. Y a pesar de que Jesús soportó la cruz, como dice Hebreos, «por el gozo
puesto delante de él», ¿quién diría alguna vez que fue fácil? Él sufrió como nosotros nunca lo haremos.
Vemos más gloria en la redención que en la creación, y, sin embargo, la redención comienza en el
sufrimiento. Dios redime a un buen estado de un mal estado, y el mal estado implica sufrimiento.

Entonces, ¿cuál es nuestra parte en todo esto?

Mira Filipenses 2:14-16 en tu folleto:

«Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin
mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en
el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en
vano, ni en vano he trabajado».

Voy a parafrasear el pasaje. Mientras sufres debes vivir de tal manera que sea verdaderamente sobrenatural,
sin siquiera gruñir o discutir. ¿Por qué? Porque a través del sufrimiento somos santificados. Y a medida que
nuestras vidas se vean cada vez más diferentes de las que nos rodean, resplandeceremos. Como estrellas en el
cielo nocturno. Y el evangelio, la palabra de vida que ofrecemos al mundo, se verá como realmente es, el poder
del Dios Todopoderoso.

Ahora bien, como mencioné en la primera clase, al principio es abrumador. El sufrimiento es una lucha por
la fe porque desafía la declaración de Dios de ser bueno y todopoderoso. Pero mi objetivo como cristiano no es
simplemente sobrevivir al sufrimiento, es vivir de tal manera que realmente apunte a la excelencia de ese mismo
Dios que me está conduciendo al sufrimiento. Sin el resto de las clases hasta ahora, esto simplemente no tiene
sentido. Pero espero que aquellos de nosotros que hemos estado presente durante las nueve semanas hasta ahora
estemos listos para empezar a considerar lo siguiente: habiendo confiado tanto en Dios que estamos contentos
con su voluntad incluso en medio del sufrimiento, ¿cómo podemos ahora vivir el sufrimiento de una manera que
dé testimonio de él al mundo?

Para ello, pasaremos el resto de la clase respondiendo solo dos preguntas básicas. Primero, ¿cómo proclama
el sufrimiento el poder del evangelio? Y segundo, con eso en mente, ¿cómo podemos vivir en medio del
sufrimiento y dar testimonio de Cristo?

¿Cómo proclama el sufrimiento el evangelio?


La mejor forma de contestar esa primera pregunta es simplemente ver cómo esto sucede en la Biblia. Hay tres
categorías que vienen a la mente.

a) Al cambiar nuestras circunstancias.


La primera es sencillamente lógica. Piensa en los primeros capítulos de Hechos. Jesús dice, en Hechos 1,
que sus seguidores: «me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra»69. Entonces, ¿qué hacen los cristianos después de Pentecostés? Permanecen en Jerusalén. Desde
Hechos 2,3 y 4 hasta Hechos 7. Pero luego con la lapidación de Esteban registrada en Hechos 8: «En

69
Hechos 1:8
aquel día hubo gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por
las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles»70. A donde Jesús les había ordenado ir. Algunas
veces Dios usa el sufrimiento para conducir a sus mensajeros a nuevos lugares más allá de lo que es
conocido, y con ellos va el evangelio. Esa es la primera forma en que el sufrimiento proclama el
evangelio. [No solamente geográficamente].

b) ¿La segunda? Al hacer a otros más valientes.


Mira Filipenses 1:14 en tu folleto. Esto es lo que Pablo escribe: «Y la mayoría de los hermanos,
cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor». Por
causa de los sufrimientos de Pablo, otros hablaban con «más valentía y sin temor». Cuando vemos el
ejemplo de alguien que sufre, pero que se esfuerza por dar a conocer la fidelidad de Dios, eso puede
tener un profundo efecto en aquellos de nosotros que no estamos sufriendo. Nos anima a compartir el
evangelio.

c) Tercero, el sufrimiento muestra la esperanza del evangelio.


Piensa en 1 Pedro 3:14-15: «Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia,
bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a
Dios el Señor en vuestros corazones». Pedro supone que una vida de sufrimiento, bien vivida, una vida
que luce distinta al mundo porque no teme las cosas que el mundo teme, es una vida provocativa. Y si tu
vida es provocativa, habrá muchas preguntas. Así que, prepárate para contestarlas.

d) Y cuarto, sufrir bien demuestra el valor de conocer a Cristo. En Filipenses 3:8, Pablo escribe: «Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo». Dios
no se glorifica cuando los escogemos por lo bueno que puede darnos. Dios se glorifica cuando lo
escogemos como lo que es verdaderamente valioso por encima de todo lo demás. Cuando perdemos lo
que este mundo valora y, sin embargo, mantenemos la esperanza, demostramos que nos hemos aferrado
a algo cuyo valor es inimaginable. Y eso exalta el evangelio.

¿Cuál es nuestro rol?


Entonces, ¿cómo podemos hacer esto? Más fundamentalmente, haz lo que hemos estado hablando en esta clase.
Lucha por la fe con la Palabra de Dios. Busca apoyo en otras personas de la iglesia. Y así sucesivamente. Si
sufres en fe, exaltarás el evangelio.

Pero más allá de eso, hay otros consejos que puedo darte. Y puedes agruparlos en tres categorías: con quién
deberíamos hablar cuando estamos sufriendo, de qué deberíamos hablar, y cómo deberíamos vivir.

a) Con quién deberíamos hablar:


En las clases pasadas, nos hemos enfocado en lo importante que es hablar con personas cristianas en
momentos de sufrimiento. Pero además de eso, ¡no olvides a tus amigos no cristianos! Ellos no
compartirán tu misma esperanza y perspectiva, pero se preocupan por ti, y ver cómo abordas el

70
Hechos s 8:1
problema podría impactarles profundamente. Podrías hacerlo al aceptar la ayuda que tu amigo
inconverso te ofrece. Cuando nuestro hijo estaba en el hospital, sabíamos que nuestra familia de CHBC
proveería ávidamente para nuestras necesidades. Sin embargo, dimos prioridad a los ofrecimientos de
ayuda y comidas de nuestros vecinos inconversos para que pudiésemos acrecentar y desarrollar esas
amistades en una época difícil. Podrías hacerlo a través de un blog en línea. O al asegurarte de incluir
deliberadamente a algunos amigos no cristianos en tu círculo íntimo durante un momento
particularmente duro.

b) De qué deberíamos hablar:


 Habla acerca de tu sufrimiento. Sé honesto, incluso con amigos no cristianos, acerca de las cosas
con las que estás batallando. Solo porque seas cristiano no significa que no tengas luchas,
solamente significa que luchas por diferentes objetivos con una esperanza y fortaleza distintas.
Por supuesto, recuerda la diferencia entre describir lo que está pasando y quejarse. Después de
todo, como vimos en Filipenses, el no quejarse quizá sea uno de los testimonios más poderosos
de la verdad del evangelio en medio del sufrimiento. La diferencia entre describir mi lucha y
quejarme es una diferencia de la actitud del corazón. Describir mi lucha está dentro el contexto
de mi fe, incluso de la fe débil, de que Dios cuida y está en control de todo. Las quejas dicen:
«Yo no merezco esto, Dios cometió un error, a él no le importa». Describir el sufrimiento como
los salmistas lo hacen está dentro del contexto de la fe.
 Donde sea posible, habla acerca de tu situación con amigos inconversos usando las mismas
palabras e ideas que usas cuando hablas con tus amigos cristianos. Claro está, puede que
necesites cristianizar tu lenguaje un poco. Pero si estás luchando por la fe, di que estás luchando
por la fe. Si encuentras consuelo en Dios, explícalo. Tu respuesta a la pregunta: «¿Cómo estás?»,
debería ser básicamente igual, independientemente de quién haga la pregunta. Las negaciones de
Polyvannaish de que el sufrimiento duele o es un desafío para la fe, no exhiben el valor de
Cristo; simplemente dañan tu integridad.
 Y luego asegúrate de hablar del evangelio. ¿Puedes explicar el evangelio a alguien que no está
familiarizado con la fe cristiana? Si no puedes, escoge uno de los folletos «Dos Maneras Para
Vivir» en el stand de libros y estúdialo con un amigo cristiano.
 Pero además del evangelio, asegúrate de explicar la razón de tu esperanza, como vimos en 1
Pedro. Eso es a menudo más personal que la apologética. «No puedo creer que todavía sigas
casado después de lo que te hizo tu esposa». «¿En serio? ¿Te gustaría saber por qué?».
«¡Claro!». «Te lo advierto: la respuesta puede ser bastante religiosa». «No hay problema».
«Supongo que todo comenzó hace 5 años cuando llegué a comprender que requeriría más fe
negar que Jesucristo resucitó de entre los nuestros que creer en él…» y así comienzas. Explica de
dónde proviene tu fe y por qué puedes creer. Esa es una conexión poderosa para el testimonio de
tu vida.

c) Cómo vivir:
Hay tres cosas que vemos en el libro de 1 Pedro que se refieren específicamente a vivir de una manera
que exalta el evangelio. Será útil abrir tu Biblia en 1 Pedro. Al igual que muchas cartas en el Nuevo
Testamento, 1 Pedro comienza con la verdad del evangelio, la verdad de quiénes somos como cristianos
en el capítulo 1 y a comienzos del capítulo 2. Luego, en el capítulo 2, versículo 12, el libro pasa a hablar
acerca de lo que deberíamos hacer en respuesta. «Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los
gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación, al considerar vuestras buenas obras». Así que, el objetivo aquí es evangelístico, el contexto
presentado en el libro es uno de sufrimiento, y el medio es la manera en que vivimos nuestras vidas,
vidas que deben ser provocativas. ¿Qué implica eso exactamente?

i. Lo primero que Pedro menciona es probablemente algo que no esperarías. Sin embargo, es una gran
introducción al resto del libro. Mira la primera frase de la próxima oración, versículo 13: «Por
causa del Señor someteos» a toda institución humana. Versículo 18: «Estad sujetos» a los amos.
Capítulo 3, versículo 1: «Estad sujetas» a sus maridos. Y 1 Pedro 5:5: jóvenes, «estad sujetos» a
los ancianos. Pareciera que la principal manera que Pedro tiene en mente para que exaltemos el
evangelio en medio del sufrimiento es respetando a las autoridades que Dios ha puesto sobre
nosotros. ¿Por qué? No olvides que el sufrimiento es una lucha por la fe. De manera que, el
sufrimiento es un desafío a la autoridad de Dios. Una de las formas en que mostramos al mundo
que confiamos en Dios, es sometiéndonos a las autoridades que él nos ha impuesto. Piensa en
una objeción común al cristianismo: «Nunca podría confiar en un Dios que permite que exista el
mal». ¿Ves esa conexión entre el sufrimiento y la autoridad? Por supuesto, la autoridad terrenal
puede ser abusada y corrompida. La Biblia nunca nos dice que debemos sujetarnos a la autoridad
cuando al hacerlo estaríamos desobedeciendo a Dios. Pero la esencia de la autoridad no es
represiva, es una fuente de bendición. Dios la ha inventado. Así que, cuando estamos sufriendo,
si respetamos a la autoridad, vivimos de una manera que pone de cabeza el problema de este
mundo con el sufrimiento. Y eso es provocativo. Me doy cuenta de que este puede ser un
concepto nuevo para muchos de nosotros. Pero sigue procesándolo, y lee 1 Pedro. Cuanto más
lo pienses, más sentido verás la conexión entre el sufrimiento y la sumisión. Por tanto, si estás
sufriendo debido a un jefe injusto, haz todo lo posible por mostrar respeto en la forma en que
hablas de él o ella, incluso si estás trabajando a través de los canales apropiados para limitar su
efecto negativo en la organización. La gente lo notará.

ii. Y eso nos lleva a enfocarnos en el segundo mandamiento de Pedro para aquellos que están
sufriendo. Capítulo 2, versículo 23: al seguir el ejemplo de Jesús, nos encomendamos a aquel que
juzga justamente. Nuestra confianza no descansa finalmente en las autoridades terrenales,
especialmente cuando éstas fallan en protegernos de la injusticia. Nos sometemos a las
autoridades terrenales porque nos encomendamos a Dios.

Si no nos encomendamos a Dios, actuamos durante el sufrimiento como aquellos que son
temerosos, amargados, ansiosos, o vengativos. Pero cuando nos encomendamos a Dios, eso
produce una vida que es muy extraña en este mundo.

iii. Y tercero, 3:16-17: Sufre con una buena conciencia. Ese es un tema que Pedro aborda varias
veces71. Cuando sufres, es tentador tomar el camino más fácil. Pero en tiempos de aflicción, tu

71
1 Pedro 2:20, 3:17
vida esta bajo un escrutinio especialmente agudo. Así que, sé extra cuidadoso en asegurarte de
que tu conducta sea irreprochable, a fin de que, final del versículo 16: «sean avergonzados los
que calumnian vuestra buena conducta en Cristo».

Conclusión
Eso es mucho que procesar, ¿no? Estrategias para sufrir de una manera que glorifique al Dios bajo cuya mano
estamos sufriendo. Parecería una imposibilidad. Pero ese es precisamente el punto, ¿no? Cuando vivimos de
este modo, el mundo no puede evitar notarlo, porque hay algo tan obviamente sobrenatural acerca de esta clase
de vida. Así que, vive de esta forma, y deja que la gloria sea para Dios. Después de todo, servimos a un Dios
cuya especialidad es hacer posible lo imposible.
Clase 10: Aplicación del marco en un escenario práctico
___________________________________________________________________________________

Aplicación del marco en tu sufrimiento


Introducción y marco
En nuestras clases hasta ahora, hemos estado trabajando de lo teórico a lo práctico. Iniciamos con la respuesta
de la Biblia al problema del sufrimiento, avanzamos a algunas clases prácticas acerca de la lucha por la fe, y
luego, abordamos cómo el sufrimiento puede dar testimonio del poder del evangelio.

En la mañana de hoy, no añadiré algo a ese conjunto de enseñanzas, porque quiero que nos tomemos una
semana para aplicarlo. Y para ello, quiero resumir las clases que hemos visto en un marco básico a utilizar en
medio del sufrimiento. Cuando estás sufriendo, hay algunas preguntas que seguramente surgirán. ¿Por qué está
pasando esto? ¿Cuánto tiempo permitirá Dios que esto pase? ¿Cómo puedo confiar en él? ¿Qué debería hacer?
Para responderlas, quiero que pensemos en un marco de cuatro partes. No entraré mucho en detalle, mientras lo
observas, reconocerás el bosquejo del seminario hasta el momento.

A. ¿De qué manera desafía este sufrimiento mi perspectiva de quién es Dios?


B. ¿En qué me veo tentado a confiar que no sea Dios?
C. ¿Cómo puedo luchar por la fe?
D. ¿Cómo puedo vivir de tal manera que Dios sea glorificado en mi vida a través de este difícil momento?

En los próximos minutos, me gustaría recorrer este marco dos veces. Primero, lo estudiaremos en el contexto
de la experiencia de alguien. Esta persona estará hablando acerca de una época difícil en su vida y de cómo se
veían estas cuatro preguntas para él/ella. Luego, las analizaremos más a profundidad con un escenario
meramente hipotético.

Comienza con un testimonio acerca del sufrimiento de un miembro de la iglesia. Idealmente, alguien que ha
estado asistiendo a las clases durante las últimas nueve semanas. Hazle estas cuatro preguntas a modo de
entrevista, junto con cualquier otra pregunta de seguimiento que sea necesaria.

Ora por la persona que acaba de hablar.

Habiendo visto nuestro marco una vez, hagámoslo una segunda vez, de forma un poco más detallada, con
una situación más hipotética.

Escenario
Durante el resto de nuestro tiempo, hablaremos acerca de Jim. Hace 20 años, cuando se encontraba en su
segundo año en la Universidad de Maryland, Jim abandonó los estudios para ayudar a un amigo a comenzar una
compañía de fabricación de ventanas en el condado de Prince George. Unos años más tarde, Dios usó a un buen
amigo para traer a Jim a la fe en Cristo. Y unos años más tarde, Jim conoció a Natalie en la iglesia y se casaron,
tuvieron tres niños y se establecieron en la vida de su iglesia. La compañía de ventanas tenía un éxito moderado,
y, por tanto, había sido el único trabajo que Jim conocía.
Pero ha sido un año realmente difícil para la compañía. A principios de este año, uno de los cinco mecánicos
de la compañía se hirió gravemente mientras trabajaba. Lo cual, como podrás imaginar, ha devastado el trabajo.
Y como resultado, la compañía fue parcialmente culpable por lo que había pasado. Así que, a medida que
aumentan los costos judiciales y los pasivos, el negocio se viene abajo y Jim repentinamente no tiene trabajo
justo cuando sus hijos comienzan a llegar a la adolescencia. No tiene un título universitario, una verdadera red
profesional, tiene una hipoteca que pagar, una familia a la cual proveer y solo una pequeña cantidad de ahorros.
Entonces, aunque desde cierta perspectiva, no todo está perdido, seguramente el panorama es bastante sombrío.

Por lo que queda de clase, quiero que pensemos en cómo puede Jim vivir de manera tal que comprenda su
sufrimiento correctamente, usando el marco que acabamos de ver.

A. ¿De qué manera desafía este sufrimiento mi perspectiva de quién es Dios?

P: Quizá recuerdes de una de nuestras clases anteriores que hablamos acerca de la diferencia entre nuestra
teología profesada, lo que sabemos acerca de Dios en nuestras cabezas, y nuestra teología funcional, las
suposiciones acerca de Dios que se vuelven implícitas en cómo vivimos. ¿Cuáles son algunas de las formas en
que Jim puede verse tentado a hacer malas suposiciones acerca de quién es Dios en su teología práctica?

Cuando aparece la soberanía de Dios


P: ¿Por qué es importante para un cristiano estar completamente convencido de que todo sufrimiento está dentro
del control de un Dios soberano? ¿Puedes pensar en algunos ejemplos de la Escritura de cómo la soberanía de
Dios ayudó a alguien a sufrir correctamente? (Génesis 50:20, Salmo 42:7, Hechos 4:28).

«Sería una experiencia muy aguda y penosa para mí pensar que tengo una aflicción que Dios nunca me
envió, que la copa amarga nunca la llenó su mano, que mis pruebas nunca fueron medidas por él, ni enviadas a
mí bien escogidas en peso y cantidad»72.
C. H. Spurgeon

[Cuando aparece la bondad de Dios]


P: ¿Con qué clase de actitudes o comportamientos podría tropezar Jim que podrían sugerir que está teniendo
dificultades para creer que Dios es bueno?

P: Como cristianos, la verdad de la cruz siempre debería ser el eje de nuestra teología. Si Jesús no murió ni
resucitó, nuestra teología debería derrumbarse por completo. En la situación de Jim, ¿qué cosa acerca de Dios
sólo podría ser cierto por la cruz?

B. ¿En qué me veo tentado a confiar que no sea Dios?

P: En la clase 5, hablamos acerca de varias reacciones no bíblicas ante el sufrimiento. Una actitud impasible: la
cual denominamos la respuesta atea al sufrimiento; escapar: correr a dioses falsos; la idea de que merecemos

72
The Anguish and Agonies of Charles Spurgeon.
algo mejor que esto: que Dios recompensa a los justos en esta vida; el miedo: porque Dios no puede evitar lo
que está sucediendo; y «Dios está empecinado conmigo»: quizá él sea bueno, pero no puedo confiar en que sus
planes sean buenos para mí. ¿Cuáles son algunas de las formas en que Jim podría verse tentado a confiar en
algo que no sea Dios?

P: Considera algunos de los dioses falsos que mencionamos anteriormente. A menudo surgen de forma
aparentemente inofensiva en nuestras vidas. Trabaja con una lista de tres. ¿Cuáles son algunas de las formas en
que cada uno de ellos podría aparecer en la vida de Jim?

P: Examina la misma lista de tres. ¿Cuáles son algunas de las estrategias/pasajes bíblicos que serían de ayuda
para luchar contra estas respuestas falsas al sufrimiento?

C. ¿Cómo puedo luchar por la fe?

P: Comencemos pensando en las estrategias para luchar por la fe de forma personal como discutimos semanas
atrás. Todos ellas son de una forma u otra, maneras de asimilar las Escrituras. ¿Cuáles son algunas de ellas que
Jim debería estar poniendo en práctica para luchar por la fe?

P: Ahora, pensemos en cómo ayudar a otros a luchar por la fe. ¿Cómo sería eso?

P: Toma 3-4 de las estrategias mencionadas. ¿Cuáles son algunas de las barreras que crees que Jim
probablemente encontrará mientras se esfuerza por luchar por la fe?

P: Para la misma lista de 3-4: ¿Qué consejo le darías a Jim para ayudarle a superar esas barreras y proseguir
hacia la fe?

P: ¿Cuáles son algunos pasajes de las Escrituras que le recomendarías a Jim en particular?

D. ¿Cómo puedo vivir de tal manera que Dios sea glorificado en mi vida a través de este difícil
momento?
P: Supongamos por un instante: ¿Cuáles son las formas en que Dios podría estar usando esta situación para su
gloria?

P: ¿Cuáles son las formas en que piensas que Dios podría estar usando esta situación por el bien de Jim?

P: ¿De qué manera sería útil compartir con Jim estas «razones para su sufrimiento» en este momento?

P: ¿Cuáles son algunas de las cosas con las que Jim debería tener cuidado de no hacer si busca usar esta prueba
para dar alabanza y honor a Dios?

P: ¿Cuáles son algunas de las cosas con las que Jim debería tener cuidado de hacer si busca usar esta prueba
para dar alabanza y honor a Dios?
Cierra en oración.
Clase 11: El sufrimiento por causa del evangelio
___________________________________________________________________________________

Sabiduría bíblica para los perseguidos

Introducción
A lo largo de este seminario, hemos pasada varias semanas mirando el sufrimiento de manera general. El
sufrimiento como resultado de vivir en un mundo caído; el sufrimiento que viene de la disciplina amorosa de
Dios; el sufrimiento que viene por causa de nuestra propia necedad. Hemos considerado el hecho de que el
sufrimiento nos hace pensar equivocadamente acerca de quién es Dios. Cuando nuestra perspectiva de Dios es
alterada, a menudo nuestra confianza recae sobre otras cosas en lugar de Él, sea en nosotros mismos, en otras
personas, algún escape, la tecnología. Conociendo eso, la lucha que tenemos en el sufrimiento es esencialmente
una lucha por la fe, una lucha que no podemos ganar sin el Espíritu de Dios, la Palabra de Dios y el pueblo de
Dios. Pero también es una lucha que, por la gracia de Dios, puede ser parte de las más profundas plataformas
que tenemos para glorificar a Dios.

El día de hoy, necesitamos reducir nuestro enfoque un poco más y considerar un tipo de sufrimiento en
específico, un tipo de sufrimiento que es exclusivo para los seguidores de Jesús: la persecución.

En 1955, Jim Elliot, Ed McCully, Roger Youderian, Pete Fleming y Nate Saint se propusieron alcanzar a los
indígenas huaorani de Ecuador con el evangelio de Jesucristo. Obligados por el mandamiento de Jesús de ir y
hacer discípulos a todas las naciones, estos hombres y sus familias dejaron sus vidas en los Estados Unidos de
América con una pasión por ver a aquellos que nunca habían escuchado de Cristo, llegar a adorarle y encontrar
perdón en él. Los indígenas huaorani vivían en medio de la selva, por lo que la mudanza implicaría pasar de
cómodas casas con aires acondicionados a chozas construidas en las copas de los árboles, luchar contra insectos,
enfermedades y muchos otros desafíos. El mayor de todos sería descubrir cómo contactar y comunicarse con
una tribu indígena con una reputación de ser violenta con los extranjeros73.

Eventualmente, los hombres construyeron una base a pocos metros de la aldea indígena y establecieron
contacto amistoso con uno de los indígenas huaorani. Lo que los misioneros no sabían, no obstante, era que el
contacto «amistoso» era un explorador que informaría a diez guerreros huaorani para que se reunieran con ellos
en su base y asesinaran a los cinco misioneros con lanzas.

Con el transcurso de los años, ha habido mucha discusión acerca de si estos misioneros fueron imprudentes o
no; si desperdiciaron sus vidas innecesariamente o no. Tenían familias que cuidar y se acercaron a estos
indígenas conociendo su reputación de violencia. Pero aparte de eso, lo que está claro es que estos hombres
estaban motivados por el mandamiento de Jesús de ir y hacer discípulos. Su trágica muerte fue el resultado de
ser seguidores de Jesús.

73
«Auca», palabra quichua para «salvaje».
Pero, ¿qué hacemos con un testimonio como este? ¿Es esta la clase de sufrimiento reservada para los
cristianos radicales, o es algo que es intrínseco al cristiano? Para ver esto, empecemos con una definición.

1. ¿Qué es la persecución?
Para comenzar, veamos qué tiene la Biblia que decir al respecto:

 Mateo 5:11 (NVI)


«11 Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes
toda clase de calumnias».

o La persecución que estamos considerando es aquella que viene debido a nuestra conexión con
Jesús.

¿Cómo es la persecución?

 Juan 15:19 (NIV)


«19 Si fueran del mundo, el mundo los amaría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que
yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece».

o La persecución puede incluir odio.

 1 Pedro 4:3-4 (NVI)


«3Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados
al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías
abominables. 4A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo
desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan».

o La persecución puede incluir ser burlados o difamados.

 Lucas 21:12 (NVI)


«12 Pero antes de todo esto, echarán mano de ustedes y los perseguirán. Los entregarán a las sinagogas y
a las cárceles, y por causa de mi nombre los llevarán ante reyes y gobernadores».

o La persecución puede incluir ser traicionados o entregados a las autoridades.

 Hechos 22:4 (NVI)


«4 Perseguí a muerte a los seguidores de este Camino, arrestando y echando a la cárcel a hombres y
mujeres por igual».

o La persecución puede incluir ser asesinados.


Al escanear las Escrituras, podemos definir la persecución cristiana de la siguiente manera: Oposición u
hostigamiento que surge porque somos cristianos. Y tal oposición o acoso puede incluir cosas como ser
odiados, burlados, difamados, traicionados o incluso asesinados.
Así que, cuando hablamos acerca de la persecución esta mañana, nos referimos a un tipo de sufrimiento en
particular. Una de las razones por la cual la persecución cristiana es única se debe a que es el resultado de una
elección. Si hubiésemos rechazado a Cristo, no tendríamos por qué padecerla, la persecución surge porque
buscamos seguir a Cristo; surge debido a ciertas decisiones que tomamos en base a una convicción.

Pierdes un ascenso por negarte a mentirle a un cliente como lo ordenó tu jefe; eres repudiado por tus
familiares por convertirte en cristiano; eres ridiculizado por tus compañeros como intelectualmente débil por
decidir confiar en Cristo; pierdes amistades por negarte a permitirte lo que tus compañeros no cristianos hacen;
Eres echado del país donde dejaste todo para plantar tu vida allí y compartir el evangelio; eres blanco de otros
detractores del cristianismo, y pierdes la vida por ello.

2. ¿Por qué es importante perseverar en la persecución?


 Por los propósitos de Dios en la persecución. Un breve repaso a varios de esos propósitos:
o Hacernos crecer en santidad (Sal. 119:67)
o Producir perseverancia (Ro. 5:3)
o Hacernos madurar (Stg. 1:2-4)
o Enseñarnos su Palabra (Sal. 119:71)
o Ayudarnos a alentar a otros (2 Co. 1:3-4)
o Librarnos de la autosuficiencia (2 Co. 1:8-9)

Todos estos propósitos son importantes, pero centremos nuestra atención en dos ideas en particular:

A. Es importante perseverar en la persecución porque es parte normal de ser cristianos – (no solo
para los cristianos radicales).

o 2 Timoteo 3:12 (NVI)


«Así mismo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús».

 ¿Quiénes? ¡Todos!

 ¿Por qué? Porque seguir a Cristo va en contra de la cultura74. Cuando Jesús entró en
escena, fue como si se encendiera la luz después de un largo tiempo de oscuridad. ¿Cómo
te sientes cuando volteas a una luz brillante en la mañana75?

o Gálatas 5:11 (NVI)


«Hermanos, si es verdad que todavía yo predico la circuncisión, ¿por qué se me sigue
persiguiendo? Si tal fuera mi predicación, la cruz no ofendería tanto».

74
Véase 1 Pedro 4:3-4
75
«La luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo
malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto» (Juan 3:19-20).
 El evangelio es ofensivo. Así que, siempre y cuando comuniquemos a otros el evangelio,
habrán personas ofendidas. El evangelio le dice a la gente que están mal, que necesitan
cambiar, y que no pueden hacerlo por sí mismos.

o Pregunta: Entonces, si actualmente no estoy enfrentando persecución, ¿significa eso que no


estoy siendo un cristiano fiel?

 No necesariamente.

 Podría ser el caso si estoy evitando seguir a Cristo (e.j: evangelismo) debido al costo.

 Pero hay una serie de ejemplos en la Escritura donde cristianos fieles experimentaron una
temporada (nota, temporada) de paz. Pablo vivió tiempos de prosperidad (Fil. 4:12) y
tiempos de necesidad (Fil. 4:12).
 Necesitamos tener la disposición de sufrir.
 No tenemos por qué sorprendernos cuando eso pase76.

B. Es importante perseverar porque esto glorifica a Dios

o Colosenses 1:24 (NVI)


«Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo
que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia».

o ¿Qué quiere decir lo que falta de las aflicciones de Cristo?

 No añadir algo a la expiación.

 Juan 19:30 – Consumado es.


 Hebreos 10:14: «Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a
los que está santificando».

Lo que falta de las aflicciones de Cristo no quiere decir que éstas sean deficientes en
valor, como si no pudieran cubrir suficientemente los pecados de todos los que creen. Lo
que falta es que el valor infinito de las aflicciones de Cristo no se conoce ni se confía en
el mundo. Cuando sufrimos por Cristo, y sufrimos bien, dejamos a un mundo expectante
preguntándose cómo podemos tener esperanza en esas circunstancias.
 1 Pedro 3:15 (NVI)

76
1 Pedro 4:12
«Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados
para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.
Pero háganlo con gentileza y respeto».

3. ¿Cómo puedo ser fiel en la persecución? ¿O cómo respondo?


Repaso del marco que hemos estado usando en las clases:
E.¿De qué manera desafía este sufrimiento mi perspectiva de quién es Dios?
F. ¿En qué me veo tentado a confiar que no sea Dios?
G. ¿Cómo puedo luchar por la fe?
H. ¿Cómo puedo vivir de tal manera que Dios sea glorificado en mi vida a través de este difícil momento?

¿Notaste que Pablo se «alegra» en medio de su sufrimiento (Colosenses 1:24)? ¿Cómo es eso posible?
Considera estas tres verdades:

A. Regocíjate al saber que tu recompensa es grande – el gran cambio.


a. Juan 13:3-4 (NVI)
«3 Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de
Dios y a él volvía; 4 así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la
cintura».

i. Observa las tres cosas que Jesús conocía: el Padre había puesto todas las cosas bajo su
poder, de dónde venía, a dónde iba. Luego, versículo 14, «así que». Una razón por la que
él pudo servir a los discípulos de esta manera en poco tiempo en la cruz fue porque
sabía/descansaba en esto. Lo mismo es cierto para nosotros:

 Lo que hemos recibido: la tierra (Mt. 5:5); el reino (Lc. 12:31-32)77. Si hemos
recibido esto, ¿por qué seríamos avaros o intentaríamos hacernos un nombre? Ya
es nuestro.
 De dónde hemos venido: Estábamos muertos en nuestro pecado, y recibimos vida
(Ef. 2:1) Recordar eso es una lección de humildad.
 A dónde vamos: a estar con Dios.

b. O considera dónde aparece esta idea en otro lugar: Filipenses 2:12: «Así que, mis queridos
hermanos, como han obedecido siempre —no solo en mi Presencia, sino mucho más ahora en mi
ausencia— lleven a cabo su salvación con temor y temblor».

i. Estamos llamados a ocuparnos de nuestra salvación; a obedecer. La obediencia puede ser


costosa. ¿Por qué el «Así que»? Nos devuelve a Fil. 2:1-11. El «Así que» en el versículo
12, quiere decir que parecido a la manera en que Jesús fue exaltado luego de humillarse

77
Lucas 12:32: «No temáis, manada pequeño, porque a vuestro Padre le ha placid daros el reino». Luego continúa diciéndoles que
vendan sus posesiones y sean generosos al saber esto.
en obediencia, también serás, en su debido tiempo, exaltado luego de humillarte, confía
en Dios y camina en obediencia. No serás avergonzado por confiar en Dios.

B. Regocíjate en una mayor seguridad

1 Pedro 1:6-7 (NVI)


«6 Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir
diversas pruebas por un tiempo. 7 El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de
ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de
aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele».

Observa la razón por la cual Pedro dice que las pruebas han llegado. Para probar la genuinidad de
nuestra fe. Crecemos más no en la comodidad, sino en medio del sufrimiento.

C. Regocíjate en un Dios inmutable

Como ya hemos hablado en el seminario, hay ocasiones en las que no podemos ver o entender el
motivo por el cual Dios permite un caso específico de sufrimiento, pero una cosa podemos saber,
algo que nunca cambia es el carácter del Dios que es soberano sobre todas las cosas, incluyendo
nuestro sufrimiento. No hay lugar más claro dónde mirar para ver el corazón de Dios que en la cruz,
es allí donde obtenemos la seguridad de quién es él y por qué podemos estar seguros de confiar en él.
Lee Romanos 8:31-32: «¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo
no nos dará también con él todas las cosas?».

Conclusión
Piensa de nuevo en la historia de esos cinco misioneros. ¿Fue un desperdicio? Jim Elliot, uno de los misioneros
que fue asesinado por los indígenas huaorani es quien escribió: «No es un tonto, aquel que entrega lo que no
puede retener, para ganar lo que no puede perder». Él vivió y murió de esa manera. Muchas de las esposas que
perdieron a sus maridos viajaron de vuelta a la aldea para compartir el evangelio con ellos y, por la gracia de
Dios, hombres como Mincaye así como también otros indígenas pronto escucharían el evangelio, lo verían
reflejado en el amor de estas mujeres y serían convertidos al cristianismo.
Clase 12: El secreto del contentamiento
___________________________________________________________________________________

Cómo encontrar alegría en Cristo en cualquier situación

Introducción
Hemos pasado 12 semanas juntos considerando este problema, reflexionando acerca de nuestras experiencias y
lo que la Biblia dice acerca del sufrimiento. Hemos visto los propósitos que Dios tiene en nuestro sufrimiento;
hemos hablado acerca de cómo el llamado a sufrir bien es realmente una lucha por la fe, y pasamos varias
semanas mirando distintas formas en que podemos luchar de manera práctica por la fe; hemos visto el
sufrimiento único intrínseco al cristiano, y hemos considerado cómo el sufrir bien como cristianos es en
realidad un testimonio a un mundo expectante de la esperanza que tenemos en Cristo.

Ahora, no estoy seguro de qué te motivó a tomar esta clase; podría haber muchas razones diferentes del por
qué has venido. Pero con todas las herramientas que tenemos para sufrir bien, el problema con el sufrimiento…
es que es sufrimiento… no hay otra manera; simplemente tenemos que soportarlo. Esto queda claro en el hecho
de que a medida que leemos las Escrituras, encontramos que esperar es la postura normal de este lado del cielo.

 Abraham recibió la promesa de una descendencia, pero tuvo que esperar 25 años antes de que Isaac
llegara78.
 Israel tuvo que deambular durante 40 años por el desierto antes de poder entrar a la Tierra Prometida.
 Los salmos están llenos del recordatorio de esperar en Dios.
o Salmo 25:3: «Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido».
o Salmo 27:14: «Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová».
o Salmo 62:5: «Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza».
o Salmo 130:5: «Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado».
 La creación espera ser liberada de su esclavitud a la corrupción (Ro. 8:19-22).
 De este lado del cielo esperamos el regreso de Jesús, diciendo junto con Juan en Apocalipsis 22: «Ven,
Señor Jesús».

Pero uno de los desafíos que llega con la espera es el descontento. Nos cansamos de esperar, y al poco
tiempo nos encontramos irritados, distraídos, quejándonos y rezongando. ¿Cuántos de nosotros nos hemos
sentido así? Puede ser que enfrentemos el descontento a causa de nuestro trabajo, soltería, matrimonio, iglesia,
amigos (o falta de), presupuesto, por los dones, talentos u oportunidades ministeriales que tenemos. Sobran las
cosas por las cuales podemos estar descontentos.

Vive lo suficiente y sufrirás. Así que, mientras buscamos sufrir bien, sufrir de una manera que honre a Dios,
no sólo necesitamos aprender cómo luchar por la fe, también necesitamos aprender cómo esperar; no con un
corazón malhumorado, quejoso o desconfiado, debemos aprender a esperar con contentamiento. Esperar con

78
Gn. 12:4 (75 años) cuando la promesa fue hecha; Gn. 21:5 (100 años) cuando Isaac nació.
esperanza. Con eso en mente, finalizaremos nuestra clase estudiando el contentamiento: qué es y cómo
encontrarlo.

1. El contentamiento – Qué es
Uno de los pasajes clave acerca de este tema se encuentra en Filipenses 4.

Filipenses 4:10-12: «En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de
mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues
he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en
todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como
para padecer necesidad».

Pablo explica que estaba agradecido por el generoso regalo de los filipenses, sin embargo, al agradecerles, no
quería ser malinterpretado, no quería que su «agradecimiento» se entendiera como una petición sutil de otro
regalo. Así que fue claro, él no estaba necesitado, había aprendido el secreto de estar contento en toda situación;
sea que tuviese mucho o poco.

Entonces, ¿qué es? El contentamiento aquí en el versículo 10 puede definirse como tener suficiencia
independiente de las circunstancias, condiciones o entorno. Es una expresión de estar satisfechos. Con esa
definición en mente, también es útil observar lo que el contentamiento no es.

A. No es anti-ambición

i. Pablo tenía ambición


 Su ambición era predicar el evangelio donde el nombre de Cristo era desconocido (Ro.
15:20).
 Su ambición era agradar a Dios en todo (2 Co. 5:9).
 Pablo dijo que si algún hombre anhela el obispado, si es su ambición, buena obra desea (1
Ti. 3:1).

ii. Pero Pablo atacó la ambición egoísta


 Fil. 2:3: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando
cada uno a los demás como superiores a él mismo» (también Ro. 2:8).

B. No es indiferencia ante las circunstancia

No es una indiferencia emocional. En cambio, Pablo se refiere a no ser gobernados, controlados por las
circunstancias. Si alguien es capaz de mejorar sus circunstancias a través de medios lícitos y honrados, puede
hacerlo. Vemos a Pablo hacer esto en Hechos 16:37-39:

«Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos
romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino
vengan ellos mismos a sacarnos. Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados,
los cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos. Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les
pidieron que salieran de la ciudad».

En lugar de ser indiferente a ser maltratado, apela a su ciudadanía romana para mejor sus circunstancias. Sin
embargo, lo notable aquí es que antes de ser liberados de prisión, mientras sus circunstancias estaban lejos de
ser agradables, ¿qué estaban haciendo Pablo y Silas? ¿Lamentándose? ¿Quejándose? ¡No! Versículo 25: «Pero
a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían». Su alegría no había sido
retenida por las circunstancias, y los prisioneros y los carceleros que habían tenido la oportunidad de
escucharlos debieron haber estado asombrados.

En otro ejemplo, Pablo dice en 1 Corintios 7:20-21: «Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se
quede. ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre,
procúralo más». En contexto, él alega que la posición en la que nos encontrábamos cuando Dios nos llamó a
ser cristianos no es lo que finalmente importa (circuncisos o no; esclavos o libres; casados o solteros, etc.).
Estaría mal decir que esas condiciones tienen que cambiar para poder ser cristianos. No obstante, Pablo también
reconoce la injusticia de la esclavitud y dice, si tienes los medios legítimos para obtener la libertad… ¡hazlo! El
punto es que el contentamiento no es una actitud indiferente ante las circunstancias, es ver las circunstancias en
perspectiva de lo que realmente importa para la eternidad, y hacer cambios cuando hayan los medios correctos
para hacerlo79. No es necesariamente errado renunciar a un trabajo que no te guste, casarte si estás cansado de
estar soltero, o encender el aire acondicionado cuando sientes calor. La pregunta es: ¿debo tener esto para
poder ser feliz?

2. El contentamiento – Cómo encontrarlo


Una cosa es comprender qué es el contentamiento –esa es la parte fácil–, y otra experimentar el verdadero
contentamiento. Entonces, ¿cómo lo encontramos? Regresa a Filipenses 4 por un momento. Observa que en el
versículo 11, Pablo dice: «…he aprendido a contentarme», y en el versículo 12: «…en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer
necesidad». Ahora, no sé tú, pero encuentro eso increíblemente alentador: Pablo, el apóstol que escribió 13 de
los libros que tenemos en el Nuevo Testamento, tuvo que aprender a contentarse; no siempre fue así. Es algo
que tuvo que aprender, y es algo que nosotros también podemos aprender. ¿Cómo llegó a aprenderlo?
Consideremos cuatro maneras en que Pablo aprendió y que nosotros también, por la gracia de Dios, podemos
aprender para estar contentos: a pesar de nuestras circunstancias, sin temer lo que pueda deparar u ocultar el
futuro.

A. Por la experiencia

Considera 2 Corintios 12:7-10 donde Pablo escribe:

79
Una pregunta puede ser: ¿Está mal, entonces, rebelarse contra sistemas injustos? ¿Qué formas son correctas/incorrectas? Estamos
llamados a someternos a las autoridades en Romanos 13, y nos lo dice un autor que no está bajo un gobierno romano perfecto. Vemos
ejemplos de desobediencia cívica (Hechos 5:27-29) cuando el gobierno se opone al de Dios. Quizá hayan algunos ejemplos donde no
está explicito en la Escritura, pero las leyes injustas pueden requerir una protesta pacífica y no violenta mientras hablamos por
aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos (Pr. 31:8-9), pero esto debe hacerse con prudencia.
«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue
dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de
mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre
mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte».

No sabemos exactamente qué era el «aguijón en la carne» en el versículo 7, pero sea lo que fuese, a
Pablo no le gustaba; luchaba con ello, tres veces le pidió a Dios que lo quitara, pero nada pasaba. En un
principio, era algo con lo que no podía estar contento; pero a través de la experiencia, Dios le enseñó una
gran lección; específicamente: «Bástate mi gracia»80.

A veces simplemente somos lentos para aprender, y Dios en su bondad permite una experiencia por
medio de la cual podemos aprender a contentarnos; donde podemos aprender a confiar en él. Recuerda
algunas de las más grandes lecciones que has aprendido acerca de Dios; momentos en los que más has
crecido. Gran parte de esos momentos fueron temporadas difíciles, tiempos de sufrimiento. Aunque fue
doloroso pasar por ellos, podemos mirar y agradecer a Dios por lo mucho que hemos crecido gracias a
esas vivencias. Incluso si estamos en medio de una prueba, (como Pablo), por la gracia de Dios, podemos
ser agradecidos mientras aprendemos que su gracia es suficiente para nosotros; que a menudo esos
tiempos de sufrimiento se convierten en la plataforma de Dios para mostrar su fortaleza.

También vemos esto en Santiago 1:2-4: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en
diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra
completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna». La maravillosa experiencia de
que no falte cosa alguna (¿puedes imaginar eso?) llega mientras los lectores de Santiago enfrentan
diversas pruebas, llega como fruto de la perseverancia.

B. Al hacer el trabajo frente a nosotros

En ocasiones la tentación en una temporada de descontento es centrarnos en nosotros mismos; insistir en


la posibilidad de un cambio tal que llegamos a convencernos de que si tan solo tuviéramos esto, si estas
circunstancias fueran diferentes... entonces estaríamos bien. Cada vez más, el enfoque se convierte en
nuestro yo y menos en Dios; mucho menos en los demás. En poco tiempo, Dios parece pequeño, nuestros
problemas parecen insuperables y estamos esclavizados por la idea de que no podemos estar contentos
sin que nuestras circunstancias o nuestro entorno cambien.

80
2 Co. 12:9
En momentos así, lo que podemos hacer en lugar de ser introspectivos y pensar en lo que nos molesta es
preguntar: «¿Qué quiere Dios de mí en estas circunstancias?», y luego ocuparnos, ya sea de nuestras
responsabilidades en el trabajo, en una relación, o de alguna tarea que tengamos en la iglesia. En
Filipenses 2, Pablo llama a la iglesia a dedicarse al llamado que habían recibido por parte Dios; en otras
palabras, los llama a obedecer a Dios, u ocuparse de su salvación con temor y temblor81. A medida que
avanzan en fe sintiéndose débiles o sin deseos de hacerlo, Pablo continúa recordándoles que pueden
hacerlo, «porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad»82. Cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y hacemos el trabajo frente a nosotros que
beneficia a otros y agrada a Dios, nos encontraremos trabajando en nosotros y recibiendo la fuerza y
voluntad para perseverar, incluso si es algo que no sentimos.

C. Al escuchar la verdad en lugar de las emociones

Si pudieras de alguna manera conectar a una computadora tus emociones para ser capaz de ver lo que te
estaban diciendo durante el día, ¿qué dirían? Hemos hablado acerca de la teología funcional vs. la
teología profesada, y una de las razones por las que a menudo son diferentes, es porque escuchamos
nuestras emociones más que la verdad. En el dolor, las emociones a menudo pueden sonar más fuertes
que la verdad. Las emociones no son malas... simplemente no siempre son confiables.

Puede que sienta que Dios no se preocupa por mí. Pero la verdad es, que él se preocupa por mí como mi
Padre amoroso y que nada me sucede si no es su voluntad, incluso los cabellos de mi cabeza están
contados (Mt. 7:11; 10:30). Las condiciones pueden cambiar, pero Dios es inmutable.

Puede que sienta que Dios no está allí y que mi situación está fuera de control, o que si él está allí, es
cruel por permitir que esto suceda. Pero la verdad es, que como hijo de Dios, cada situación en mi vida es
de alguna manera una manifestación en desarrollo del amor y la bondad de Dios. Puede que no entienda
todos sus caminos, pero todas las cosas ayudan a bien (Ro. 8:28).

Puede que sienta que esto nunca acabará. Pero la verdad es que cualesquiera que sean mis circunstancias
actualmente, son solamente temporales. Esto también pasará y nada puede robarme la alegría y la
esperanza que finalmente me esperan con Cristo (Ro. 8:35-39; 1 P. 1:6-7).

Las emociones son un maravilloso regalo de Dios. No estamos llamados a ser estoicos sin sentimientos.
Pero debemos dejar que la verdad de la Palabra de Dios oriente y de vida a nuestras emociones.

D. Al estar verdaderamente satisfechos en Cristo

81
Fil. 2:12
82
Fil. 2:13
Para este último punto, veamos Filipenses 4 una vez más. En el versículo 12, Pablo escribe: «…en todo
y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia
como para padecer necesidad». ¿Cuál era el secreto para esto? En el versículo 13, explica: «Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece». ¡El secreto era Cristo! Cuando Pablo luchaba con el aguijón en su
carne en 2 Corintios 12, la solución no era quitar el aguijón, no era deshacerse de su debilidad, sino
experimentar la gracia de Dios en su dificultad; el poder de Dios en su debilidad.

¿Cómo sucede esto? Si regresamos al capítulo 3, vemos algo bastante útil. En Filipenses 3:8, Pablo
escribe: «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo».
Observa lo que dice, que en comparación con el increíble valor de Cristo, estima todas las cosas como
basura… como desperdicio. No algunas cosas, sino todas las cosas. Ahora bien, seamos claros, él no está
diciendo que cosas como un trabajo, un cónyuge, un amigo, o la salud no tengan valor, ¡lo tienen! Pero
en comparación con el valor que ha encontrado en conocer a Cristo, tales cosas son basura.

Nos vemos tentados a sentirnos descontentos cuando perdemos algo de valor. ¡Pero ninguno de nosotros
está aquí sentado preocupado de que alguien se robe nuestra basura!

El secreto para estar contentos en cualquier circunstancia se encuentra en tu verdadera satisfacción en


Cristo. Las cosas de la vida van y viene, no vale la pena que deposites tu alegría en ellas. Pero Cristo es
un fundamento seguro, y cuando nuestro gozo, esperanza y satisfacción se encuentran en él, nada puede
quitárnoslo, incluso si el mundo se está derrumbando a nuestro alrededor. De manera que, cuando nuestra
esperanza y contentamiento se basan en conocerlo, podemos estar en una situación difícil y esperar
porque él es digno de nuestra confianza.

Por esa razón, Jesús se describe a sí mismo de la manera en que lo hace a menudo en los Evangelios. En
Juan 7:37-38, leemos: «Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva». Eso es más
que solo conocer el argumento. Esto es trabajar para probar y ver que Dios es bueno (Sal. 34:8). Él
realmente es el agua viva que verdaderamente satisface. ¿Cuál es tu sed esta mañana? ¿Reconocimiento u
honor? ¿Comodidad? ¿Compañía? Sea cual sea tu sed, Jesús declara que si acudimos a Él, si lo vemos
por lo que realmente es, si confiamos en Él, no sólo beberemos y estaremos satisfechos, ¡también
encontraremos ríos de agua viva fluyendo desde nuestro interior!

Por tanto, cuando nos encontremos frente a la realidad del descontento (y todos tendremos que luchar con
esto), leamos y meditemos en la Palabra de Dios que revela quién es Jesús. Oremos a Dios para que abra
nuestros ojos para verle y nuestros oídos para escucharle. Y en nuestro descontento, oremos con el
salmista en el Salmo 90: «De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos
nuestros días»83. Y luego esperemos, sabiendo que ninguno de los que esperan en Dios será
avergonzado84.

83
Sal. 90:14
84
Ps. 25:3
3. Conclusión
El sufrimiento es real, y es una experiencia dolorosa. Sin embargo, Dios es soberano incluso sobre nuestro
sufrimiento, nada sucede en vano, incluso nuestro sufrimiento. Muchas de las preguntas que tenemos quedarán
sin respuesta, pero podemos confiar en Dios, podemos esperar en Él, podemos estar contentos. ¿Cómo? Por lo
que hemos aprendido a los pies del calvario; por lo que hemos aprendido de su carácter inmutable en el
evangelio. Él es bueno; Él es digno de confianza; Él está en control; ¡Y Él está de nuestro lado! Un día, Dios
limpiará cada lágrima. Un día ya no habrá más muerte, ni lamento, ni llanto ni dolor. Veremos que las primeras
cosas pasarán y nos regocijaremos mientras Dios hace todo nuevo. Con esa esperanza en mente, ahora
enfrentamos el sufrimiento sabiendo que nuestras aflicciones presentes no son dignas de ser comparadas con la
gloria que será revelada.

Oremos.

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