Está en la página 1de 117

Juguetes

Rotos

Por JRF



Juguetes Rotos

M iro las flores del jardín y su atención se centró en la estrella federal
(Euphorbia pulcherrima) la cual se movió como acariciada por una mano
invisible. Fue allí que se percato que Demian todavía estaba cerca.
A pesar de ello Valentín mostró indiferencia y se comporto como si no se
diera cuenta de su presencia, pero muy en su interior sabía que El le leía el
corazón y pensaba en cuanto lo había extrañado y que feliz estaba que hubiera
vuelto. Esa tarde en el jardín una brisa suave recorrió todas las plantas, como
si alguien corriera y a su paso acariciase las flores que se mecieron todas en la
misma dirección. Valentín se quedo en silencio, se sentó en el pasto y
retrocedió en el tiempo, pero no tanto.
Todo empezó un martes 15 de Agosto de 1978, una tarde, de esas comunes
a todas, de un día cualquiera, bajo un cielo azul tranquilo y con un sol
radiante. Que podía estar mal, más allá de que un ángel se fuera al cielo. Así
fue como Valentín recordó el dolor en la cara de su hermano pequeño,
mientras luchaba con la muerte, en el hospital, debido a una cardiopatía que a
los tres años de edad lo había llevado allí y lo postraba en una cama en espera
de un milagro o del cesé de la vida, el comienzo de la amargura infinita y
luego del recuerdo sideral.
El pequeño Demian, hermano menor de Valentín y el último de la familia
de cuatro hermanos Hernán, Carla y Valentín.
El niño nació en un hospital de Capital Federal, un viernes 25 de julio de
1975 a las 16:32 horas, en un parto de esos tantos que se sucedieron durante
ese día, en esos años democráticos entre comillas, de guerrillas y atentados, lo
que avizoraba una bomba a punto de estallar y un gobierno que no podía
gobernar por el nivel de violencia y fue así como se hace siempre entre gallos
y medias noches se firmaban los documentos más nefastos, Los decretos de
aniquilamiento.
Los primeros años de vida pasan rápidamente y los cambios en los niños se
ven de un mes para otro. Cambian de físico, cambian de rasgos y siempre hay
algún pariente que lo encuentra más parecido a uno que a otro, refiriéndose a
los padres y dicen… ¡Se parece más a la mamá!... ¡Se parece más al papá!, los
niños van metamorfoseándose y la gente no se da cuenta que es una mezcla en
proporciones iguales de los dos… de papá y mamá.
Ellos lloran y lloramos con ellos… cuando los vacunamos, cuando se
golpean mientras juegan o exploran y derraman algunas lágrimas y cuando
todos los días nos sorprenden con algo nuevo.
Valentín recordó a Demian en el jardín de la casa de su madre arrancando
las flores y fue allí que lo reprendió con ese amor de hermano mayor hasta que
el niño, después de varios intentos por explicarle de que las flores del jardín
eran lindas, él pequeño comenzó a decir… ¡lindaaaa!… y pasaba su manecita
chiquitita, suave, pero incordinada, fue así como aprendió a cuidarlas y
decir…Lindaaaa!!! Las miraba de reojo con esa sonrisa picara, las mejillas
coloradas con esas ganas de arrancarlas, solo lo detenía de sus inocentes
intenciones la presencia de su hermano o su madre o su hermana mayor en
esos años dos más que el, que siempre lo llamaba y esperaba rodilla tierra con
los brazos abiertos, quienes lo miraban jugar en el jardín.
Allí sentado en el jardín con un sol suave dándole en el rostro y esa brisa
acariciándolo el mismo como las manos de esa nieta que él nunca vera y que
llevara ese nombre… Brisa.
Recordó los primeros pasos, tambaleándose como un pequeño ebrio, ¡ese
enano maldito!
Sus juguetes rotos, como si hubieran entrado en guerra, en una batalla
fantástica por el cariño de Demian, les tenia; por eso era que el juguete más
roto, era el que pasaba más tiempo con él, ese era su juguete favorito.
Sus primeras palabras, sus primeros llantos, los nuevos vocablos que crean
un lenguaje de niño, que es el dialecto en que habla Dios y es esa lengua que
no se escucha con los oídos, que no se interpreta en el cerebro, sino que se oye
y se entiende con el corazón.
Recordar el sermón del sacerdote en la capilla ardiente que decía… y como
dijo el señor -“Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino
de los cielos”- eso sí lo creyó, sabía que nosotros, los grandes, no vamos al
cielo, pero ellos… ellos tienen el pase asegurado.


Lo que Nunca Debió Ser

Angel, su mamá y su hermana habían pasado la tarde planeando ir al cine,
llamaron por teléfono a Valentín y le dijeron que lo esperarían en el Mac
Donald de Corrientes y 9 de Julio para ir a la función de la tarde-noche.
Saldrían aproximadamente a las 19:30 horas para llegar y esperarlo, y
después venir en el coche que había llevado Valentín a su trabajo. Se bañaron,
se vistieron y cuando estuvieron todos listos se dispusieron a salir.
En la otra esquina Pablito había salido en defensa de un muchacho del
barrio porque unos turistas rochos lo querían chorrear. En realidad era un
pretexto para iniciar una reyerta, eran unos patas del puntero de merca puesto
por un político con el consentimiento de la comisaría de la zona para que de
una vez se dirimieran el territorio y quedara ya delimitada “la frontera”.
Así que Pablo a pesar de ser un tranza se hizo respetar y fue allí que el
pretexto se concreto, del otro lado, un ejército de cabezas huecas se puso en
marcha, los descerebrados armados y falopeados se pusieron en camino para
matar a Pablo, fueron al encuentro del muchacho el cual no era ningún Gil,
tenía su armamento, así que se munio de él y de sus laderos y salió al
encuentro, eran las 19:31 horas.
A Pablo no le gusto la zona, en esa esquina circulaba mucha gente conocida
y el respetaba al barrio y mucho más a Valentín, pero adivinaba que atacarían
por allí, así que se preparo rogando equivocarse.
El chico fue el primero en salir, entonces Diana le dijo:
__Ángel, espéranos __.
A mitad del camino se acordó de que no había cerrado la puerta del patio
así que le pidió a su hijo que fuera a cerrarla de una corrida y así fue, el niño
obedeció a la madre que esperaba en la esquina, mientras se acerco hasta el
kiosco a comprar un paquete de pastillas, quería besar a Valentín con buen
aliento cuando lo tuviera cerca, mientras que el kiosquero la atendía miraba
para ver si Ángel volvía de la casa, ya se terminaba la tarde y las luces de
mercurio de la calle comenzaban a encenderse poco a poco e iba
anocheciendo. Momentos antes de irse para el lado del negocio vio pasar a
cuatro muchachos de gorras de visera y las manos en los bolsillos en dirección
a la otra esquina pero no pensó en nada malo, solo le llamo la atención como a
cualquier persona de paso. Cuando ya había pagado y su mirada se desvío un
momento para ver a Ángel cerrando la puerta de calle, vio a un chico correr
por la calle, pero el niño no lo vio solo pensó en llegar adonde estaba su
madre, cuando el niño caminaba cruzando la calle pasaron corriendo los otros
tres, detrás de ellos venia la banda de Pablo.
El, vio al niño, bajo su arma y le grito al grupo:
__¡¡No tiren, no tiren!!__.
Pero del otro lado uno de los mal vivientes abrió fuego y después los otros
también lo hicieron. Pablo se tiro al piso pero Ángel estaba en medio de la
línea de fuego, fue entonces que el niño sintió un golpe fuerte a la altura del
pecho, miro a su madre que abrazaba a su hermana y luego se desplomo. A
pesar de ser de noche ella pudo ver la cara de sorpresa del niño que no
entendía nada, solo se cayó al piso. Diana comenzó a gritar desesperada, los
vecinos salieron y ambos bandos se retiraron en direcciones opuestas.
Pablo se acerco a Diana y trato de ayudarla, pero la mujer en un ataque de
nervios lo increpo y comenzó a empujarlo gritando:
__Es tu culpa… es tu culpa…hijo de puta__.
Pablo estaba asustado, los vecinos consternados empezaron a salir gritando
y pidiendo ayuda. A los lejos se sintió la sirena de la policía que se acercaba,
entonces Pablo se retiro, se fue, y luego unas horas después se marcho del
barrio pero sabía que debía aclarar las cosas con Valentín, esto traería mucha
cola.
Un vecino traslado al niño en un coche particular ya que la ambulancia,
para variar no llegaba nunca, el niño iba en el asiento de atrás del auto con los
ojos abiertos y en los brazos de su madre mientras el vecino tocaba bocina y el
otro que los acompañaba sacaba un pañuelo por la ventanilla, pero la calle
ignorante de lo que estaba aconteciendo seguía su ritmo habitual, los coches, o
sea pocos conductores cedieron el paso mientras el niño se debatía entre la
vida y la muerte.
La madre le apretaba el pecho tratando de tapar la herida de bala a la altura
de la tetilla izquierda pero esta seguía sangrando y los latidos del su corazón se
iban debilitando. Diana desesperada le soplaba la boca, quería hacer cualquier
cosa, gritaba, aullaba y pedía por favor.
El auto aceleraba y de repente volvía a parar, la gente es ajena a esas cosas,
es muy indiferente, ya que no les pasa a ellos, el ocasional chófer puteaba y re-
puteaba…
__Si no fuera una emergencia bajaría y los cagaría a trompadas__ decía
mientras miraba la cara de Diana por el espejo y repetía una y otra vez:
__Aguante señora ya llegamos__.
Diana solo lo sostenía, el niño tenía los ojos abiertos, su respiración se
complicaba y en un instante solo dijo:
__¡¡Mamá!!__ Sus ojos se abrieron y ya no respiro.
Diana comenzó a exclamar desesperadamente, ya estaban en la puerta del
hospital, en ese momento el chófer detuvo el auto e ingreso a los gritos y todo
se puso en acción para recibir a la inocente víctima. Un grupo de gente con
uniforme blanco y otros de verde se reunieron alrededor de la camilla y Diana
con sus ropas manchadas de sangre la seguía camino a la sala. Los doctores lo
ingresaron a la sala, ella en ese momento tuvo que esperar afuera atajada por
una enfermera. Miraba a su alrededor y todo parecía que se había detenido, en
un instante todo quedo congelado en el tiempo y solo una imagen fija quedo
grabada en su mente, ese instante en que Ángel la miro por última vez allí
parado en la calle y luego se desplomo. Después todo fue vertiginoso, rápido,
furioso, horrible y lo seria aun peor.
Al quirófano el niño ya había entrado sin respirar los médicos hicieron lo
imposible por sacarlo a flote pero lamentablemente el niño falleció. Un aire de
frustración se desato entre el personal, la impotencia que se genero en el lugar
provoco que el médico revoleara su barbijo contra la pared y gritara:
__ ¡¿Por qué!?...¡¿Por qué?! Maldita sea__.
Las enfermeras y enfermeros no salían de la desazón y tristeza.
Afuera Diana con cara de incrédula y con las manos en la boca se comía
las uñas y miraba para todos lados como queriendo salir corriendo, toda
despeinada, pálida y con las ojos sumidos en lagrimas esperaba una buena
noticia, quería creer lo increíble. Pero la muerte lo había reclamado y ella
todavía no lo sabía. Solo había unos minutos para que la verdad la chocara de
frente como un camión a doscientos kilómetros por hora.
El médico que se dirigió al pasillo entonces, le dijo a una enfermera:
__Prepare una inyección de tranquilizante porque esta mujer lo va a
necesitar__.
Al salir la vio allí, bella y con la tristeza de una diosa, como decir, como
comunicar esta noticia a la cual él a veces estaba acostumbrado a dar allá en
Colombia, donde es una zona de guerra, donde también había cantidad de
víctimas inocentes pero a pesar de su experiencia nunca se acostumbra a la
muerte, menos el de una criatura. Parecía un residente, un novato y no lo era
tenía más de diez años de experiencia y varios de ellos en sala de emergencia,
había visto casi todo o todo pero cuando se trataba de niños por herida de
balas, odiaba a la humanidad.
El en el pasillo junto a la enfermera, se acercaron a la madre lentamente,
sus rostros estaban impasibles. Diana los veía acercarse como en cámara lenta
a medida que ellos se acercaban sus ojos se cerraban y abrían pesadamente
como el obturador de una cámara fotográfica, se sentía como si estuviera en
una cubierta de un barco, en un mar embravecido y todo se moviera de un lado
para otro. Por un instante dejo de escuchar, solo veía los labios del médico que
decían…murió.
Ella se desplomo de rodillas en el piso tomándose el vientre de donde
alguna vez había estado su hijo y luego cayó de costado y ya no vio más nada.
En el trabajo de Valentín la recepcionista que en ese momento se limaba
las uñas recibió el llamado para él y lo ubicó dentro de la empresa así que le
derivo la llamada al interno más cercano, él estaba caminando en el pasillo
donde está el comedor del personal, mientras hablaba con Samanta, con quien,
a pesar de su romance anterior habían quedado como buenos amigos y
confidentes, ella lo acompaño hasta el teléfono, ese era el interno más cercano,
era raro que él recibiera un llamado, fue ahí que recibo la comunicación de
Hernán, su hermano, su rostro sonriente cambio mientras atendía y miraba a
Samanta parada en el marco de la puerta con su uniforme azul de oficina. En
un instante ella observo como la cara de él se desencajaba y una expresión de
terror que lo dejaba helado.
__No… No… Noooo… No puede ser__ dijo Valentín mientras golpeaba su
mano contra la pared.
Samanta mirándolo directamente a los ojos le pregunto:
__ ¿Qué pasa Valentín? ¿Qué sucede?__.
__Nooo… No puede ser, voy para allá__, Hernán solo le dijo lo de la
balacera y la herida todavía no le había dicho lo peor.
Samanta le pregunto nuevamente__ ¿qué paso?__.
__Hirieron a mi hijo Ángel y está en el hospital…me voy__.
__Yo te llevo__le dijo Samanta sin dudar.
__ No, necesito mi auto__ dijo él.
__Te llevo en el tuyo y después me vengo a buscar el mío, vos conducís
como una viejecita, a dos por hora y necesitas ir rápido, decime ¿Dónde?... y
vamos__.
Salieron por la entrada de personal rápidamente y avisaron al vigilante
que era una emergencia, que avisara al gerente que tenían que ausentarse por
un accidente, no dieron muchos detalles. Así fue como Samanta emprendió la
marcha hasta el estacionamiento, la “pecosienta” como le decían en la escuela
secundaria porque tenía algunas pecas en la cara que se acentuaban más si le
daba el sol en el rostro, si supieran que la “pecosienta”, era la mujer más
blanca de piel y de alma que él había conocido. El sentía las aceleradas y
frenadas mientras ella salía con el coche del estacionamiento y ahí estaba
sentada al volante, había tirado el asiento para atrás para manejar más cómoda,
la vida la había hecho buena conductora, la necesidad tiene cara de hereje…
decía ella, cuantas veces tuvo que escapar de su ex que la perseguía con el
auto que más de una vez la había golpeado y en la comisaría no le daban bola,
se dio cuenta que debería escapar y así comenzó a conducir mejor, cada vez
más rápido, si la hubiera visto Ferrari de seguro corría en su escudería. De vez
en cuando sola y a veces con miedo, porque estaban en el vehículo sus hijos,
se escapaba del cara de Ángel, ese hijo de puta, que de traje y corbata, que se
creía un gran señor porque trabajaba para una importante empresa de
medicamentos (laboratorio) y ganaba fortuna, eso le daba la impunidad para
hacerle la vida imposible… mafia de medicamentos. Y ella debía escapar,
siempre decía…me relaja conducir… me siento libre… así se convirtió en la
piloto que era para escapar del maltrato de ese supuesto “hombre”.

__Me puse el cinturón, ¡ves!__ le dijo ella, al salir de la boca subterránea


del estacionamiento, ya que a veces lo obviaba porque le arrugaba la ropa.

__Esta bien igual hoy no me importa__ El subió y se coloco


rápidamente el cinturón.

Ella le dijo __Mira si no viene nadie__.

El no termino de decirle que venía una caravana, cuando ya Ella salió


disparada como si fuera un misil y los autos atrás se detenían de golpe,
tocaban bocina y la re-puteaban.

El la miraba atónito mientras ella hablaba y se mentalizaba en la forma de


llegar más rápido. Valentín recordó en ese momento lo que ella le había dicho
alguna vez… yo soy incondicional como mujer, con mi familia y como
amante, El siempre lo recordó y por eso todavía la amaba.

En esa noche trágica, conducía en silencio, él miraba hacia afuera con


una mirada perdida, ella lo conocía y comprendía que estaba sufriendo, así
también tenía la firme convicción de que este era el final de su amado, intuía
que si esto salía mal, seria la puesta en marcha del fin de Valentín y por eso
todavía lo seguía amando.

Valentín no entendía nada, solo trataba de pensar de que esto era un gran
error, un desatino.

Ella al volante concentrada en el transito, esquivando los autos y


ganándole al semáforo, cada segundo que podía lo observaba de reojo, y
pensaba…. como desearía acariciarle la cara, besarlo tocarlo como antes, se
que está en pareja y sin embargo lo amo con locura que ganas de rumbear el
auto hacía cualquier lado y no regresar jamás, llevármelo de toda esta basura
tenerlo solo para mi, cuidarlo y mimarlo, al momento que de repente algún
auto se le cruzaba y golpeaba la bocina con el puño, gritaba y puteaba a los
que iban lentos, su máquina era un Clío al cual le había retocado el acelerador
y los frenos, ella en su bólido era una luz.

El color azul del auto se fundía entre las luces de la calle, el automóvil de
Valentín nunca había viajado tan rápido, Sammy lo pisaba y lo manejaba tan
bien o mejor que a su máquina y lo llevaba a él, de alguna manera, al
encuentro con su destino.


Otro Golpe al Corazón

El día era hermoso, el cielo estaba despejado y el sol del medio día iluminaba
las lapidas así como también los panteones del cementerio, donde varios
carteles pegados en sus crudas paredes laterales repetían una y otra vez en el
campo santo… “Aquí yacen los restos de quienes nos precedieron, respeten
su memoria, no los pinte ni los manche”.
Nadie en un día así pensaría en sufrimiento, pero el astro rey seria testigo
de una de las tragedias más devastadoras y más shokeantes para una pareja,
para unos padres, y eso era sin lugar a dudas, la muerte de un hijo.
El cortejo fúnebre avanzaba pesadamente por las callejuelas del campo
santo. Allí Valentín cargaba junto a sus hermanos y un amigo el ataúd de
madera blanca como la nieve, que contenía los restos de su pequeño hijo de
diez años. El cajón podía tener medio, dos o tres metros pero eso no importaba
porque lo que contenía dentro es lo que te dejan esas basuras, los restos de lo
que hasta ese momento fue un hijo. A pesar de todo para los padres son y
siempre serán niños. Sus lágrimas caían y quedaban marcadas, permanecían
impresas en la madera blanca del cajón. Su visión se nublaba y por momentos
perdía el sentido de la orientación a lo que alguno de los parientes se acercaba
para ayudarlo y tratar de tomar su lugar en el féretro, Valentín los echaba con
palabras bruscas, no quería que nadie lo remplazara.
Atrás, ya sin lágrimas en los ojos, seca y abrazada por su madre y su
hermano estaba Diana pálida, muerta en vida, apenas comprendía lo que
sucedía, caminaba al lado a unos metros mirando atentamente las reacciones
del destrozado padre. A ella le parecía que si cerraba sus ojos por un momento
todo pasaría y que así despertaría de esa horrible pesadilla que estaba
viviendo. Así de repente parecía que se quedaba sin respiración pero tomaba
fuerzas para continuar.
Al llegar al lugar de sepultura y ver la zanja abierta en la tierra en el lugar
donde descansarían los restos de su niño, se quedo parado frente a ella y
nuevamente estallo en llanto mientras decía:
__ ¡Esto no es justo Dios… esto no es justo!... ¿Por qué dejaste que esto
pasara? ¿Por qué el… y no yo?, ¡Maldita sea!... El era solo un niño… ¡El era
hermoso!__ miraba el ataúd con los ojos vidriosos como si no entendiera
nada. Diana soltó a su madre y a su hermano y corrió a abrazar a Valentín, sus
cuerpos se fundieron.
Nuevamente se le acercaron dos personas, su hermano Hernán y su mejor
amigo Javier los cuales trataron de despegarlo, de hacerlo dejar el ataúd, pero
no, él no lo soltaba.
Su hermano entonces le dijo:
__¡¡Valentín!! ¡Por favor! déjalo descansar en paz, por favor Valen…
deja que te ayudemos y que Ángel pueda descansar, pensa en tu esposa y en tu
hija__.
__Pero esto está mal, esto está muy maaal__ dijo Valentín sumergido en
llanto.
Su hermano le dijo tiernamente acongojado…
__Si está mal, muy mal… esta horriblemente mal, pero debes dejarlo ir,
dejarlo descansar__.
Javier también se le acercó y entre los dos lograron despegar las manos del
féretro. Valentín pensó en un momento en eso que decían las viejas: Si se llora
por un ángel las lágrimas le mojan las alas y no pueden volar.
Detrás de ellos su mujer entonces se derrumbó y comenzó nuevamente a
llorar a gritar y a pedir…mi hijo… mi hijo… mi hijo.
Todo esto sucedía a la luz del sol en un hermoso día pero, quien podía
pensar en sufrir un día así. Dios recibió esa mañana muchas imprecaciones,
ese día tal vez debía haber mandado una tormenta con truenos y relámpagos
para castigar a esa gente, a esos mortales que no se resignaban a sus designios
y que lo ofendían con sus palabras. Pero no, el día siguió hermoso, tranquilo y
apacible, Dios ya los había castigado bastante en estos días, como para
mandarles una insignificante tormenta. El sermón del capellán al citar el
pasaje bíblico de __”Aunque camine por el valle de la muerte no
temeré”__ solo sirvió para terminar de quebrar las almas de todos los
dolientes.
Pero entre todas las personas que estaban allí había cuatro que apretaban
los dientes y cerraban el puño con mucha impotencia y bronca, decían para sus
adentros tragando saliva e hiel… esto no va a quedar así. Citándose a si
mismo…Ojo por ojo y diente por diente… esa es la ley del Talión. Ellos
eran su hermano y su compañero, ex-combatientes de Malvinas, con el cual
había compartido una trinchera durante la guerra.
El Mono que no sabía llorar pero sí que estaba muy compungido,
entristecido y confundido por lo que le estaba sucediendo a su amigo y el
Choborra sobrio como nunca y en silencio con los ojos rojos de resaca mal
habida pero con el corazón roto por tanta tragedia inútil sabiendo
interiormente que esto solo era el principio del fin para muchos y quizás
mucho más para Valentín el cual había referido alguna vez en esas charlas de
amigos entre gallos y medias noches…¡¡Saben muchachos, yo tengo instalado
un chip de autodestrucción!!.
Fue en ese momento que Oski se dio cuenta de lo que estaba hablando,
también comprendió que era la hora de acompañarlo.
En el mismo cortejo con el corazón roto por ver a su hijo sufrir, sus
padres y su hermana no cesaban de llorar ante tanta tristeza, temerosos
también por lo que le pasaría a Valentín desde ese momento.
En otro sector del cementerio, a cierta distancia, un móvil de televisión
daba una noticia más de inseguridad, la periodista se ponía de frente a la
cámara, se arreglaba el cabello y se preparaba justo al instante en que se
encendía la luz roja Diciendo…
¡¡Y en este momento!! Nos encontramos en el funeral del chico asesinado
que quedo en medio de una balacera entre dos bandas narcos que se dirimen el
territorio.
Producto de la inseguridad que estamos viviendo los argentinos.
“Un caso más que demuestra lo indefenso que estamos como sociedad
ante la delincuencia”.
Tratando de darle el mayor enfoque político y sectorista que pudiera.
El féretro fue descendido a la fosa común y todos los allegados
comenzaron a despedirse. A cierta distancia del lugar los enterradores
permanecían de pie y movían sus piernas con impaciencia, la gente de esos
lugares, las personas que trabajan haciendo eso, se hace insensible al
sufrimiento ya que todos los día lidian con la muerte.
Ajenos eran al sufrimiento, pues ellos solo querían terminar su trabajo, ya
que para ellos era eso, solamente un trabajo. Se acercaron y comenzaron a
arrojar la tierra con sus palas. En un rapto de locura Valentín sé arrodillo ante
la tumba y comenzó a tratar de excavar con sus manos, estaba totalmente fuera
de si, pero su hermano y su mejor amigo se acercaron lo tomaron de los brazos
y lo retiraron mientras le decían… Valentín, por favor, déjalo, déjalo descansar
en paz, déjalo ir.
__Ya se fue al cielo… y a nosotros nos queda mucho trabajo por hacer__
dijo Javier.
Valentín entonces los miro con una expresión cómo si estuviera drogado,
como un muerto en vida pálido y desconectado, les dijo:
__Tienen razón muchachos todavía hay mucho trabajo por hacer, luego
mirando al cielo gritó… ¡¡¡Espérame hijo!!! ¡¡¡Espérame que después voy
yo!!!__.
Sus familiares se asombraron de ver la desesperación de ese hombre,
como si estuvieran viendo una película, era algo estremecedor, era el dolor de
un padre frente a lo irreparable, pero ninguno de ellos avizoraba lo que esto
desataría en ese hombre anónimo, veterano de guerra y sobre todo un
ciudadano más, hasta ese momento, un padre más que pierde a un hijo por la
indiferencia de funcionarios corruptos y malparidos que no les importa nada.
El cielo oyó sus gritos y Dios tomo nota de eso y lo agendo.
Pero que es lo que paso para que sucediera una tragedia así y qué lo que
desencadenaría tanto sufrimiento y venganza.
Ese día entre las lapidas cercanas en ese mismo lugar santo otro niño más
chico pero más maduro miraba con vergüenza y sin ánimo de acercarse a lo
que observaba. El destino golpeaba de nuevo a ese muchacho de buen corazón
que a veces era un incomprendido y hasta tildado de loco… ¡Ese… es mi
hermano!... dijo el niño.
Lo que se sucedió después fueron varias marchas del silenció, como se
venían realizando cotidianamente en varios ámbitos de la provincia de Buenos
Aires y del país, padres, familiares, amigos y potenciales víctimas
acompañaron a los papás en estas cruzadas por la justicia y la memoria, pero
no había respuesta, todas las marchas y concentraciones culminaron frente a la
comisaría de la zona. Donde, de ninguna manera hubo respuestas, la vida de
una criatura había sido cegada por la corrupción política y policial de esta
zona liberada y dominada por la droga o mejor dicho por el negocio de las
drogas.
Entre los pasillos de la comisaría se escucho decir __ ¿Y estos que
quieren?, acá no van a conseguir nada__.
Por alguna razón alguien ventilo ese comentario fuera del recinto.
En la última manifestación, con pancartas y una foto de Ángel, Diana con
los ojos secos y el corazón partido se acerco como nunca a Valentín y le dijo al
oído __Hacelo Valentín, hacelo, es la única forma de que esto se acabe y
comiencen a tener conciencia de la seguridad de la gente__.
__Si, lo voy a hacer mi amor__.
Ese día comenzó en la mente de Valentín la idea absoluta de la venganza
y se acordaba de la frase que utilizaba un militar de jerarquía que tuvo en su
paso por el servicio militar, previo a la guerra de las Malvinas, el oficial decía
así…”Lo que no se arregla con diplomacia se arregla con plomacia”, y se
acariciaba la pistolera donde tenía una nueve milímetros. Esa premisa a la que
él nunca le dio importancia por creerla de gente intolerante, se dio cuenta que
la había convertido como suya. Ese día, en esa última marcha silenciosa El se
dio vuelta mientras se retiraban para mirar por última vez con buenos ojos y
cruzar con su dedo una señal de la cruz apuntando a la dependencia.
El sol era nuevamente testigo de otra manifestación, del guerrero
dormido que estaba nuevamente despertándose en Valentín y que estaba
retozando desde 1982.


El Vacío

__Me cortaron los brazos___ dijo Valentín días después de la tragedia
__me cortaron los brazos__repito con los ojos hinchados y ya sin lágrimas.
Diana le contesto___ ¡todavía te queda uno y tenemos que salir adelante!__
La vida en el hogar se volvió horrible un vacío inundaba toda la casa y cada
lugar avivaba, un recuerdo un llanto o un ataque de nervios cuando Diana
repentinamente arrojaba alguna vajilla o destrozaba algún mueble o se
abrazaba a alguna foto o uno de esos juguetes rotos del niño.
Diana buscaba refugio en su hija la cual acongojada le decía a su
madre__Vale esta con Diosito mama… no llores…y le acariciaba la cabeza y
le daba un beso.
Muy a menudo ambos discutían sin razón hasta que se daban cuenta de que
estaban del mismo bando. Había evitado de beber ya que cuando lo hacia se
volvía violento y perdía el control. Volvió a experimentar lo que le había
sucedido cuando regresó de las islas el deseo de suicidio volvió a su cabeza
con más fuerza era casi una añoranza, sabía que así dejaría de sentir ese dolor
pero pensaba también que sería muy egoísta, todavía estaba su otra hija y su
mujer y sus amigos y el vivir a pesar de todo.
Como siempre las investigaciones no llegaron a nada la comisaría de la
zona no tuvo mayores problemas y nadie termino preso las marchas de
silencio en primera instancia llevaron mucha gente pero fueron perdiendo
adeptos la gente estaba cansada de reclamar y que nadie hiciera nada era así
nadie hacia nada el taquero seguía trabajando igual y el puntero también
seguía envenenado pibes. En la mente de Valentín una gran ira se iba
acumulando e iba a estallar en cualquier momento y con toda la premeditación
del caso. En una charla con Diana ella le refirió que… Dios debería matar a
esos bastardos que dejaron que nuestro hijo muera, El solo le dijo en ese
momento__ eso era lo que quería escuchar, eso quería que dijeras, que no me
hicieras sentir egoísta con respecto a dejarte sola con esto. Vos vas a cuidar
bien a nuestra hija pero hay algo que en estos meses he planeado hacer y
necesito que vos digas si, y que me protejas, por eso no te voy a decir nada…
Vos no vas a saber lo que pasa hasta que pase. Y fue así que empezó su plan de
venganza en el cual le acompañarían sus pirados amigos.


La Voz en el Teléfono

Valentín atendió el teléfono, una voz del otro lado se identifico como el
Teniente 1º Salinas. __ Hola Valentín, me entere de su perdida, le envío mis
condolencias, converse con Javier y el me comento que necesita herramientas
para un trabajo__.
El se sorprendido al momento que el Militar del otro lado del teléfono y
con voz enérgica le decía, __ ¿Somos soldados?__.
__ Si lo somos__ respondió Valentín.
La charla duro varios minutos, el hombre lo tranquilizo diciéndole:
__ No tenga miedo estoy de su lado, hable con Javier y vengan a verme__.
No termino de darse vuelta cuando ya el teléfono sonaba nuevamente, era
Javier el cual le preguntaba __ ¿Hablaste con el hombre?__.
__ Si lo hice__. Dijo
No querían hablar mucho sobre el tema por teléfono así que decidieron
reunirse y dialogar.
Días después el auto de Javier se detenía a las puertas de una casa en la
localidad de Pilar. La misma se encontraba al fondo del terreno, una casa de
tejas rojas cubiertas de moho, sus paredes blancas y manchadas denotaban
falta de cuidado. Después de bajarse del auto Javier y Valentín golpearon las
manos, una jauría de perros, unos diez animales, salieron corriendo hacia la
tranquera de alambre. De entre todos los animales llamaba la atención un
batata (Basset Hound) color blanco y café con leche que daba saltos, aullaba y
giraba su cabeza hacia atrás como llamando a su dueño.
Ambos se sorprendieron por la cantidad de canes.
Desde hall de la casa un hombre en silla de ruedas se asomo, para luego
acercarse lentamente hasta el portón, inmediatamente después de saludar y
abrir el mismo, varios perros se escaparon, Valentín se acerco a Javier y le
dijo, __ No mencionaste que estaba en silla de ruedas__.
__ Si no lo hice fue porque no importa, lo primordial es lo que el hombre
tiene para ofrecer__.
A pesar de su condición el ex Militar tenía buen semblante, rasurado con
sus cabellos cortos y entrecanos. A pesar de sus piernas delgadas, producto de
la parálisis mostraba un torso musculoso, de mirada azul y sincera y de vos
fuerte, los recibió con abrazos. Ambos no pudieron pasar por alto la cacha de
la escopeta 12,70 recortada que sobresalía por detrás de la silla de ruedas. El
hombre al percatarse de esto les dijo:
__ Solo es por seguridad y para cazar gorriones__ ambos sonrieron antes los
dichos.
Mientras Javier ingresaba el auto hasta el fondo de la casa Valentín empujaba
la silla de ruedas del hombre.
Ingresaron a la vivienda donde el mismo les dio a entender que podían
quedarse. Ambos se miraron y asintieron pasar la tarde con el militar.
Eran las 10:30 horas de la mañana, pasaron a los fondos, donde tenía una
parrilla en una larga galería que recorría el ancho del terreno, los perros
correteaban entre árboles de los cuales sobresalía un limonero, donde
rezumaban los limones y del cual cortaron varios para tomar un aperitivo
mientras ordenaban unas leñas y encendían el fuego, de eso se encargo
Valentín que para eso era bueno.
La charla fue amena, el Militar trajo albunes de fotografías de su tiempo
en servicio y algunas de la guerra, mientras las miraban, por un momento
quedaron en silencio, ensimismados cada uno en su recuerdo de la Isla. El
silencio se corto cuando el hombre les pregunto: __ ¿Y ahora que quieren
tomar?, tengo cerveza y vino en la heladera__ (en el lugar hacia calor por el
fuego encendido). Javier se levanto y fue directamente en busca de cerveza.
En la vivienda Javier observaba los cuadros colgados en las paredes
empapeladas de un cuadrille de mal gusto, en los cuales aparecía una mujer,
las fotografías en blanco y negro mostraban la belleza de su juventud, ya en
su madurez las fotos eran de color.
Al volver con las cervezas a la mesa Javier con toda delicadeza pregunto
por la mujer de los cuadros, a lo que el Militar atino a decir: “Es la finada, se
me fue hace unos tres años, tras pelear un largo tiempo contra un cáncer de
útero, motivo por el cual nunca pudo tener hijos” ahí vi la camaradería muchos
oficiales y suboficiales y hasta soldados vinieron a verme y a acompañarme
así como también Javier.
Lo siento dijo Valentín…no sabia
No tenias porque saberlo…yo tampoco me entere de la perdida de tu hijo,
eso me lo contó tu amigo, pero aquí estamos y tenemos una misión en la
vida__ dijo el militar.
Mientras almorzaban, comían el asado, la tarde continúo entre charlas,
risas y elocuentes momentos de silencio. El vivaz recuerdo de su paso por las
Malvinas, la idea de un futuro regreso y soberanía sobre ella los llenaba de
orgullo, entre trago y trago se iban convirtiendo en leones entrechocaban los
vasos en reiterados brindis por los héroes de Malvinas y por la patria.
Javier decía…teníamos que retirarnos y dejar que la fuerza aérea los hiciera
mierda, que capos esos tipos, la verdad me saco el sombrero.
El oficial…dijo entonces, tenían muchos rehenes y esos gringos son sucios.
El hombre en un momento de la charla dijo: __ Bueno soldados yo los hice
venir hasta acá porque si bien no puedo caminar y no soy de mucha ayuda lo
que tengo puede ayudarlos en su tarea. En el fondo tenía un cuarto de
herramientas con varios candados en la puerta, tras abrirlos les apunto a dos
bultos grandes de madera que estaban bajo una mesa cubiertos con bolsas
plásticas color negro de basura, eran cajas de madera del tipo que se usan en
los cuarteles para el armamento, al ver la caja más larga, el corazón de
Valentín comenzó a palpitar rápidamente, de seguro contenía lo que el Mono
deseaba, y fue así, la misma contenía dos fusiles FAL (siglas de...fusil
automático liviano), nuevos con apaga llama y culata de plástico negra,
tapados con un paño y recubiertos de aceite para armas, eran nuevos en
excelente estado. En otra caja había cargadores nuevos para las armas y miles
de municiones de calibre 7,62. De un pozo en los fondos donde había un caño
en la tierra, cercano al limonero repleto de ellos el ex-militar exclamo
__¡¡¡ aquí hay unos limones que son mejores que los de la planta!!!__ y
quitando una tapa, tomo con la mano un alambre del cual pendían atadas, así
el Militar saco con cuidado una especie de cilindro donde había tres granadas
M-5 todas con vaso de fragmentación. Valentín estaba extasiado.
Habían llevado una suma de dinero considerable.
Cuando Javier saco el sobre con los billetes y se lo dio al Militar, este lo
abrió y automáticamente su cara cambio.
Javier lo miro y le dijo__ ¡Disculpe jefe! ¿No es suficiente?__
El militar le arrojo el sobre cerca devolviéndoselo __No, no lo es__ dijo y
agrego__Todavía no entienden nada.
__Si entendemos__ asintió Valentín __ podemos traerle más, el dinero no
es problema
__ ¡No! ¡Viste que no entendieron!__ el hombre se paso la mano por la
cara.
Ambos se miraron y se encogieron de hombros.
El hombre dijo entonces, __ Es un regalo, siempre pensé en usar esto de
alguna forma, pero no para delinquir ni para robar, si en pos de la venganza__
y repetía__ La venganza es el placer de los dioses.
Valentín y Javier se miraron y al unísono emitieron un
__Gracias señor__.
El militar esbozo esa frase de siempre __El señor esta en los cielos__.
Les proporcionó también tres equipos de radio modernos (hendéis).
Al salir de la casa Javier con mucha discreción se adelanto y coloco el
sobre, entre unos portarretratos que el militar tenia a la mano, en el baño
cuando le iba a cambiar el agua a las aceitunas…había escrito una nota, lo más
importante en la vida es la lealtad, gracias señor… esa era su pequeña carta.
La tarde se terminaba, eran casi las 17:00 horas, cargaron las armas en el
vehículo y tras un breve saludo se dispusieron a salir, el hombre les dio una
tarjeta y les dijo___ si tienen algún problema con la policía solo presenten esta
tarjeta y los dejaran pasar sin problemas. Se dieron un fuerte abrazo y
partieron, el batata quedo solo al lado de su dueño ladrando al auto que se
alejaba, este le paso la mano por la cabeza para calmarlo y le dijo: __Esos que
se van allí son dos héroes, Pulgoso, dos héroes de Malvinas como yo,
Pulgoso__ le volvió a repetir al can, __quiero a los perros más que a las
personas, ustedes son más leales, el batata con las orejas caídas lo miraba y lo
escuchaba como si lo entendiera, luego dejaron el portón y se dirigieron hacia
el interior de la casa, ya en su interior el hombres se dijo para sus adentros…
Un hombre debe hacer lo que debe hacer.
Luego se dirigió a la habitación para recostarse un rato y tratar de dormir.

Comienza la Venganza

Consientes de la tarea que debían hacer, que cumplirían a riesgo de su propia


sangre.

Esa noche, mientras ultimaban los detalles entre birras, puchos y las armas
que habían conseguido con el Teniente Primero realizaron los ajustes del plan.
Durante semanas cada uno de los integrantes se dedicaron a seguir al
funcionario policial para trazar la ruta en donde se produciría el planeado
ataque. Y fue durante esa noche, que estaban reunidos, se dieron cuenta, al
menos Javier y Oscar que, tanto Valentín como el Mono estaban más allá del
bien y el mal, mientras escuchaban el tema de Queen “Quien quiere vivir por
siempre”, ellos mismos sabían que no lo harían.

Eran las 19:05 horas cuando el comisario dejo la dependencia y comenzó


su camino hacia la muerte. Dos autos lo seguían, en uno el borracho Oscar y el
Mono, en el otro, más atrás, Valentín y Javier, iban en un auto mocho, con
chapa patente cambiada y ellos con guantes de látex, para no dejar ningún tipo
de rastro. El Choborra y el Mono aceleraron para alejarse y lo pasaron
raudamente sin detenerse ni mirarlo, el oficial solo atino a decir__ ¡Qué
animales!__, cuando el auto del Oski paso fugazmente, pero sin levantar
sospechas, atrás el segundo automóvil lo seguía a unos 30 metros. El Camino
Negro estaba poco iluminado y las últimas luces del día comenzaban a caer. El
oficial encendió un cigarrillo, atrás, Valentín y Javier estaban hablando y
repitiéndose que debían calmarse, que tenían que estar tranquilos, la escopeta
estaba en el piso, a los pies de Valentín. A Javier le sudaban las manos
dentro de los guantes de látex bien ceñidos. El oficial llevaba una velocidad
promedio, unos 90 kilómetros por hora, Javier ya a unos quince metros se iba
acercando, habían llegado al punto donde debían actuar. Un gran bache en la
ruta obligaba a ir más despacio para evitar toparse y a pesar de ser doble
mano nadie quería pasarse de carril, ahí fue que Javier acelero para ponerse
casi a al policía a la par y no darle espacio. El oficial no se percato de la
maniobra, Javier fue disminuyendo la velocidad a medida que el otro vehículo
también lo hacía y cuando estuvo como para pasar despacio detuvo la marcha,
Valentín se agacho, tomo la escopeta, el oficial vio que uno se agachaba pero
pensó que había pasado algo en el otro coche y puteo porque no tenía paso,
luego apareció por la ventanilla y la 12,70 hizo estallar los vidrios del auto al
momento que la cabeza se ladeaba atrozmente hacia un lado, producto de los
perdigones de la escopeta que destruían su cráneo, y daba un latigazo hacia un
lado como si recibiera un golpe nock out. El auto siguió un par de metros hasta
que se detuvo en la banquina, Valentín se acerco y escudriño entre los bolsillos
del occiso y forzó, pero sin robar el estéreo, le quito el arma reglamentaria se
subió al auto y dijo a Javier que acelerara. Siguieron por el Camino Negro
unos dos kilómetros en donde pegado a la orilla del la ruta del otro lado los
esperaba Oscar y el Mono, cruzaron, se subieron y desarmaron la
reglamentaria del milico muerto, tirando los restos en un zanjón de la zona así
también como sus documentos fueron hecho trizas y arrojados en diferentes
lugares del trayecto de regreso. Los cuatro hombres viajaron en silencio. De
regreso, se encontraban sumergidos en diferentes pensamientos, Valentín y el
Mono estaban de acuerdo y no sentían remordimientos por lo que habían
hecho, a pesar de que Javier lo había acompañado en la misión, el no lo estaba,
para El y para Oscar la policía eran los paladines de la justicia. Vale..., desde la
muerte de Ángel pensaba lo contrario, ese milico hijo de puta era quizás tanto
o más responsable y asesino que un narco porque encima usaba la ley para
escudarse. Javier pensaba que esto no era igual a cuando sacaron y
suprimieron al vende-merca que tenia atrapado al hijo de la concubina de
Oscar, al cual habían hecho boleta, esa misión la habían denominado
“Operación Satélite”. Pensó Javier para sus adentros, esto era diferente y si
bien la guerra había comenzado la noche del cruel asesinato de Ángel, esto
todavía estaba en pañales y sin embargo seguía pensando en que matar al
Ministro tenía que haber sido primero, si bien ya estaba planeado en día y hora
esto podría traer cola y si los investigadores ataban cabos, sabían que podían
quedarse sin esa operación, “Némesis” como la habían denominado. El
policía al que Valentín sindicaba como uno de los responsables directos de la
muerte de su hijo, estaba muerto. Lo había matado sin misericordia sin
protocolo y sin texto. El milico había partido y de seguro no sabía por cuál de
todos sus negocios sucios lo habían boleteado o por cual vuelto. Y Ahora
estos locos subían la apuesta a todo o nada. Sí, estos perejiles trabajan por acá,
pero viven en el culo del mundo, pensó Valentín cortando el pensamiento en
que estaban sumidos los demás ocupantes del vehículo. Media docena de
patrulleros se convocaron en el lugar del hecho y peritos forenses comenzaron
las investigaciones, más adelante hallaron el auto que tenia pedido de
secuestro, de donde lo había levantado ese mismo día a la mañana sabían que
debían pasar 24 horas para que entrara en el sistema, la cana estaba con las
manos vacías, pero este no era cualquier Gil laburante, era un Yuta y de
jerarquía, comenzarían a mover los hilos para hallar a Los responsables, sin
embargo el grupo estaba fuertemente unido, Se conocían muy pero muy bien
como para fallarse y se querían de verdad, aparte de ser medios maniáticos. El
segundo de los golpes se había concretado, la cereza del postre estaba por
llegar.

El Final del Sufrimiento


Siempre pensó en algo, tenía una idea fija, la de que un hombre siempre tenía
que hacer, lo que tenía que hacer. Así fue como no dudo un minuto el día que
sabía que se iba a luchar a las islas. Nunca se dejo intimidar ni tampoco sintió
que era más ni menos valiente que nadie. Siempre dijo que la cárcel estaba
llena de pobres tipos que defendían el honor de nada. Que te falten el respeto
en una esquina porque algún falopero se paso de la raya, no ameritaba una
reyerta, lo que pasa es que esa gente no tiene nada que perder, pero uno sí. El
cementerio está lleno de machos, le había dicho una vez un ex-presidiario, al
cual no le toco perder por chorro, le toco perder por defender a su familia
durante un afano a su casa, en esa gran ruleta de la vida.
Exceso de violencia… habría sentenciado el juez y el infeliz tuvo que pagar
años en la cárcel por matar a mazazos a los rochos que entraron a su casa,
quizás al juez nunca le toco ver que le pusieran un cuchillo en el cuello a su
esposa o le amenazaran con la pija afuera, violarle a su hija de trece años
frente a sus ojos.
Los magistrados a veces le yerran como trompada de ciego.
Valentín se apoyo contra la pared, todavía mantenía firme el arma en sus
sanguinolentas manos, pero los disparos habían sido certeros y devastadores y
habían salido de rifles de franco-tiradores del grupo especial de la policía. Uno
de los disparos le había dado en el estomago, el otro le había perforado el
hígado y otro más había entrado a la altura del hombro, por cierto, ese fue el
primer disparo y por la espalda, la misma inercia de la bala lo había hecho
girar al mismo tiempo que Valentín, habría fuego para defenderse y fue allí
cuando le asestaron los otros dos disparos mortales.
De espaldas allí en una pared de cualquier lugar, en una de esas tantas
calles de Buenos Aires en donde se nace, se vive y se muere, trato de levantar
la mano derecha en la cual todavía mantenía asida una Smith&Wesson diez
milímetros, en la otra mano una Thunder nueve milímetros marca Berza;
levanto su brazo tratando de apuntar, pero su mano cayó pesadamente hacia el
piso y el arma se soltó de la misma, ya que se debilitaba a cada minuto por la
pérdida de sangre. De espaldas contra la pared y con las piernas separadas en
V, con sus ropas manchadas de sangre, comenzó a sentir gritos a su alrededor,
voces, algunas de esas parecían dar una orden o algo, gritos lejanos que le
indicaban, que le mandaban rendirse y tirar las armas, pero todo era muy
confuso. En efecto esas voces le ordenaban poner las manos en la cabeza, pero
la bocha le daba vueltas y le costaba respirar, veía bultos que se movían en
todas las direcciones pero no diferenciaba formas, solo masas, sombras negras
como fantasmas del infierno que se mueven en todos los sentidos y mucho
más a su alrededor. Pero de repente entre todo ese mar de imágenes
irreconocibles, el cuadro nítido de dos niños tomados de la mano ambos con
una sonrisa y en medio de un aura de luz espectral, estaban parados no muy
lejos de allí, él los reconoció, uno era su hermano Demian, el otro era su hijo
Ángel, ambos niños tomados de la mano lo miraban con una sonrisa en sus
rostros angelicales, de ambos se emanaba una paz como la que Valentín no
había sentido jamás. Ni después de su regreso de las islas. Esa paz que quiso
buscar en la sociedad y la cual no había conocido en todos estos años. Fue
entonces que se apodero de el una alegría momentánea en su torturado corazón
y especie de anestesia para su maltrecho cuerpo ya a punto de colapsar.
Era el regocijo de volver a ver a esos niños que el conocía muy bien a
ambos chiquillos, tío y sobrino que nunca llegaron a verse en vida uno por una
maldita enfermedad, el otro por esa gente de mierda que viene al mundo solo
para hacer daño y a la cual la sociedad tiene que entender y comprender,
padres de mierda que los traen al mundo solo para darles lo peor y empujarlos
a ser el gatillo de la política y el número más certero de la estadística. Valentín
se sintió muy bien feliz en el final.
Y así en un día cualquiera, un hombre con todas las letras, solo un hombre
más de todos esos que hubo y hay en este bendito planeta, se estaba marchado
de este hermoso pero a veces injusto mundo.
El primero de los policías que se acerco al lugar se canso de ordenarle a
Valentín, ya herido de muerte, que se tirara al piso. El policía, ignorante que ya
lo veía desangrándose contra la pared y le gritaba una y otra vez, rendirse. El
cobani se acerco y le pateo la mano a Valentín con el miedo y la valentía de
un héroe por error. El puntapié fue en la que tenía más cercana una de sus
armas que ya había soltado porque se desvanecía por la pérdida de tanta
sangre. El golpe fue tan fuerte que le fracturo los dedos de la mano, pero para
esa altura ya no sentía nada. Se le adormecieron las piernas y un frío le fue
subiendo desde la punta de los dedos de los pies. El otro oficial de rango que
había llegado al lugar no se atrevió a tocarlo y llamo por radio a sus
superiores. Alrededor de Valentín un grupo inmenso de azules, todos deseosos
de rematarlo apuntaban sus armas y sus fusiles. Su hermano Hernán que
estaba adelantado a todos los demás policías de la jauría, levanto su mano y
por unos momentos todos bajaron sus armas, entonces pudo aproximarse al
cuerpo de su hermano. Se puso de rodillas a su lado y le dijo… ¿Porqué Vale?
… porque tuviste que terminar así... Se acerco y le dio un abrazo, su uniforme
azul se mancho con la sangre roja pero todavía caliente de su Brothers. Hernán
sabia que el fin de la existencia de su hermano estaba cerca. Valentín sintió
alivio en ese abrazo y reconoció el calor fraternal en ese último instante y su
mente se traslado años atrás cuando eran niños y pensó en un popurrí de cosas
que ambos hermanos habían vivido tiempo atrás… quizás no tan atrás.
Y allí, ambos, un ex -combatiente de Malvinas y un combatiente de la
escoria humana se daban un último saludo, el ultimo abrazo entre dos
hombres, solo hombres. Cuándo ya Valentín comenzaba a perder el sentido
levanto su tambaleante cabeza hacia el cielo.
El mismo estaba despejado, un cielo azul y quizás el más azul, el más
hermoso de los días que había vivido y es así. Es porque es el último que iba a
ver en su mortal existencia. Porque el último día, en el suspiro de su último
aliento, siempre es el día más hermoso. Muy pero muy bajo trato de coordinar
unas palabras, Hernán se dio cuenta que su hermano trataba de hablarle
entonces se le acercó y le puso el oído cerca de su boca.
Valentín exclamó agónico __Que hermoso día ¡hermano! ¡Esta lindo el día
para ir a la laguna con los chicos! …Cuando mamá se duerma a la hora de la
siesta nos escapamos y nos vamos con los pibes… que hermoso día… sabes
una cosa… sabes una cosa… Exclamo tomando todas las fuerzas que le
quedaban, no se quería ir sin decir lo que sentía. En ese instante quería vivir se
dio cuenta que a veces las cosas pasan y no tendrían que pasar si solo las
hubieran hecho de otra forma, pero no, fueron como fueron y ya.
Era tarde, todo se sucede tan rápido y así una persona buena pasa a ser el
enemigo público número uno, solo porque alguien en algún lugar no hizo su
trabajo. Miro a su hermano a los ojos y le dijo:
__Los vi, Hernán…los vi…__ ese fue su último murmuro.
Dicho esto su cabeza cayó pesadamente hacia adelante y un hilo de sangre
mano de su boca, se había marchado, Valentín se había ido.
En otro lugar de este maldito Buenos Aires y con el corazón compungido
una brisa extraña, suave y leve paso por delante de Diana cuando salió al patio
para respirar, entre lagrimas, ya que todo estaba trasmitido en vivo y en directo
por un (sangriento y amarillento) canal de noticias que decía:
…Finalmente fue abatido el criminal apodado el vengador…tras un intenso
tiroteo, el peligroso delincuente cayó bajo las balas policiales.
Repetimos… fue batido el delincuente apodado el vengador.
El viento pasó y la rodeo en un instante al igual que un pequeño remolino
que se alzo hacia el cielo en ese momento. Ella se dio cuenta que se había
marchado. Y sus ojos se secaron repentinamente en una última lágrima y al fin
la paz le había llegado a su torturado corazón, se sintió liberada y solo
exclamo mirando al cielo:
__Adiós mi amor__.
En medio del caos Hernán comenzó a gritar a pedir por una ambulancia
pero él ya había jugado ese juego, sabía que de seguro la ambulancia estaría
dando vueltas y vueltas por ahí para hacer tiempo. Un “delincuente así” no
merecía vivir y él sabía muy bien las reglas del juego, ya las había jugado
antes pero con otros jugadores. Nunca pensó que le pasaría en carne propia y
en alguien de su propia sangre, su hermano.
Todo el lugar era un desastre, algunos al ver la triste imagen de un
uniformado abrazando a un moribundo, tras la escena, muchos de los policías
se quitaron las gorras y en silencio bajaron sus miradas y las dirigieron a el
suelo. Hernán con sus ropas manchadas con la sangre de su hermano y
lagrimas en los ojos se dio vuelta como buscando a alguien, sus ojos llorosos
nublaban su visión y entre ese mar de azules le pareció ver a dos niños de la
mano entre la gente, camino hacia ellos pero a medida que se acercaba entre la
multitud que hablaba, ellos se perdieron, él los había reconocido y su corazón
herido sintió un poco de alivio escucho palabras de alivio a medida que
caminaba entre sus pares y entre la demás gente que se agolpaba en el lugar
del hecho, hasta que de repente un comentario (desubicado como chupete en el
culo) lo saco de su paz.…Esta bien muerto ese puto… salió de la boca de un
uniformado cerca del comisario que encabezo el procedimiento. Se dio vuelta
se acerco y sin mediar palabra le encajo un golpe directo a la mandíbula del
desafortunado estúpido que osaba decir algo de aquel hombre que yacía sin
vida en el suelo, su hermano. El ortiva fue a caer a los pies del taquero que ni
siquiera miro al caído y solo centro su mirada en El. El hombre lo miro con
una expresión de miedo y a esa altura se le había borrado la sonrisa.
Hernán entonces le dijo al hombre caído:
__Ahí tenes que estar… como buen perro, a los pies de tu amo ¿o no?…
¡Jefecito!__.
Al instante que le clavaba una mirada de villa, esperando una reacción
del superior. El oficial no atino a decir palabra, algo le decía que podía
terminar igual o peor que el otro subordinado y no habría insignias ni galones
que lo salvaran, solo como se dice, las pelotas de cada hombre. Entonces se
dio vuelta y se marcho entre el mundo de periodistas y reporteros que le
ponían los micrófonos y las cámaras en la cara buscando una declaración, la
primicia, un reportaje para esta historia casi fantástica y por demás triste.


La Vida Parecía Continuar

De regreso a su casa cerca de las 23:00 horas, y tras bajar del colectivo se
cruzo en la esquina a los pibes chorros, una banda de faloperos que paran en
esa esquina que también trafican y disputan la zona con otros tranzas.
Había empezado como todo, primero un muchacho falopenadose en la
esquina y los vecinos no hicieron nada después se le sumo otro y así se fue
contagiando, creyendo en una amistad inexistente se formo una banda y
cuando los vecinos quisieron reaccionar ya eran rehenes, tenían miedo por
ellos, por sus hijos y sus familias, pero es como todo, eso nos parece lejano,
total se drogan ellos, pero no, es un enemigo latente como se dice: el primero
te lo regalo, el segundo te lo vendo y con el tiempo te das cuenta que la droga
se contagia como cualquier enfermedad. Es así como en el barrio comenzaron
los robos por la noche, las corridas por la madrugada y después las peleas por
el territorio entre los tranzas. Las balaceras durante cualquier hora del día o
por la noche si decidían enfrentarse. Todo eso forma parte de una cadena, la
policía que no los puede tocar, esos que quieren hacer su trabajo y no pueden
y los otros “policías” que están metidos en la tranza que no hacen nada y
reciben su parte del dinero sucio que les cuesta el alma a muchos jóvenes.
Por la madrugada y más comúnmente los fines de semana siempre se
armaban algún lío que terminaba en alguna balacera, en la cual nunca moría
ninguno de ningún bando antagónico. Eso a Valentín siempre le fastidiaba en
demasía, como se dice, me daba por el forro de las pelotas. Él sabía que de
seguro se la iban a dar a algún vecino que saliera a trabajar o uno de los tantos
chicos que juegan en esa calle. Así fue como Valentín se acostumbró a andar
armado. Siempre y con la premisa de que era veterano de las Islas Malvinas
tenía un arma en la cintura y los controles policiales nunca lo descubrieron, ni
siquiera cuando viajaba en Bondi ni mucho menos cuando circulaba en su
auto, después que se comprara el primer usado.
Esa noche, tras venir de trabajar y encontrarse con un lío entre bandas en
la cuadra se fue a dormir intranquilo, fastidioso. Se decía y se repetía a si
mismo… no me mataron los ingleses… me van a matar estos soretes…
maldecía y puteaba una y otra vez mientras descargaba su arma para guardarla
en el ropero.
__ ¡Tranquilízate!__ le decía su mujer recostada contra el espaldar de la
cama, en camisón mientras miraba la televisión y se cepillaba su largo, lacio y
castaño cabello.
El le respondía como para no humillarla, en su ingenuidad, ya que el
mundo de Diana era de luz, amor y comprensión hacia su marido y amor
incondicional hacia su hijo.
__ Es que me da bronca__ contestaba él __ Encima eso del dos por uno
estos mierdas entran y salen de la cárcel como si se fueran de vacaciones y
trasca la quieren todas para ellos, los demás que se caguen, no es así__.
Esos que putos que votan las leyes, son esos políticos que sus hijos tienen
custodia personal que van a colegios privados y viven en country con
seguridad las veinticuatro horas del día, además tienen chófer y nunca en su
puta vida toman un puto colectivo o caminaron más de una cuadra en la calle.
Diana en la cama lo escuchaba, sabía que volvería a hacer unos de sus
típicos discursos apolíticos, esos a los que ella ya estaba acostumbrada y por lo
cual lo había elegido. Lo amaba por ver las cosas diferentes a su mundo.
__ ¡Esos son los putos que votan esas leyes de mierda!__. Prosiguió
Valentín__ Y que protegen a los delincuentes.
__ ¿Dónde están los derechos?... Los derechos de la gente a la que matan
o de los que son violados o golpeados en forma despiadada!... como hacen
esos malditos que asaltan a los abuelos y los muelen a golpes para sacarles su
pobre jubilación… son unos mal paridos. Hijos de puta sin abuela, diría mi
madre… habría que matarlos a todos.
Diana en su ingenuidad le decía:
__ ¡Hay que llamar a la policía!.. Para que los lleve presos, así se van a
dejar de joder__ él la miro y atino a decir:
__ ¡Qué ingenua que sos tontita! la cana no hace nada… al contrario
algunos de los polis protegen y tranzan con estas lacras, no todos, pero
algunos azules si__.
Refunfuñando se fue al baño se quito la camisa y se miro la cicatriz que
en el hombro, luego se saco el pantalón quedándose en calzoncillo, se tomo la
pierna derecha donde tenía otra cicatriz en forma de un tres medio irregular,
que mal lo habían suturado los médicos ingleses, pero al menos no había
perdido la movilidad ni la sensibilidad de la pierna, esta y la otra herida
fueron causadas durante el desembarco ingles en Pradera del Ganso, si,
todavía recordaba la noche en que lo hirieron. Desafíos entre cañones
argentinos e ingleses, decían que los cañones ingleses no tenían el calibre
apropiado… ¡Mentira!... su herida en la pierna y el hombro lo demostraba.
Después de cañonearnos nos arrasaron por completo, trinchera por trinchera
durante la noche más larga y más horrenda que yo haya vivido, pensaba
Valentín.


En la Islas
1982

Ahí estábamos, cavando trincheras en esas lomas escarpadas llenas de
conchillas y rocas duras de Monte Longdon. Día numero treinta y cuatro,
desde que llegamos a las islas. Durante la noche el cielo se iluminaba con el
relampagueo del fuego de la artillería. A veces quedábamos petrificados al
paso supersónico de algún caza británico pensando en donde caería la carga
mortal. Nos calmaba un poco a mí compañero y a mí, el disparar nuestras
armas hacia el cielo cuando pasaba un avión o en dirección de donde creíamos
supuestamente vendrían los malditos gurkas (soldados mercenarios, del latín-
merces – edis “pago”) pero más nos tranquilizaba el tableteo de nuestra
artillería antiaérea de calibre cincuenta con la cual yo fui testigo de que se
derribo un avión Harrier. Cuando se sucedían los combates entre la artillería
siempre se oía al sargento primero Maldonado gritar…
__ ¡Tiren, mierda, la puta madre! ¡Tiren! ¡Eso es para ustedes
ingleses, hijos de mil puta!__.
Nosotros nos asomábamos a ver desde la trinchera y el sargento decía:
__Métanse dentro de la trincheras ¡¡tagarnas!! Que ahí viene la
réplica__.
Y era así comenzaban a silbar y a caer los obuses británicos. Nuevamente
se corregía el rumbo de nuestros cañones y el sargento primero gritaba:
__ ¡Tirale de nuevo, mierda, a esos malditos ingleses! ¡Van a salir
cagando como en mil ochocientos diez!__ decía el suboficial. Pero nada
presagiaba que esta vez venían para quedarse y mucho después sabríamos que
varios de los llamados países “hermanos”, países a los que el general San
Martín libero, nos jugaron sucio y nos vendieron.
Hermanos… son los huevos y sin embargo se chocan…decía el
sargento.
Nosotros en la trinchera, en plena oscuridad y un frió atroz nos remitíamos
a una charla ya repetida sobre qué era lo que nos esperaría si esto acababa y
soñábamos como idos, como si todo fuera un sueño o un mal rato que había
que pasar, pero era la cruel realidad.
__ ¿Vos le crees al sargento?__ Me preguntaba Iván.
__ ¡Yo que sé! Lo que se, es que me estoy recagando de frío__ conteste.
__Lo que me gustaría saber es como salió la selección argentina hoy__.
__ ¡Me importa un carajo la selección!__ decía Iván__ ¡El sargento tiene
razón!... Si nos ganan es por gente como vos, que piensa más en un partido de
fútbol, que en lo que tenemos que defender__.
Iván siempre se ofuscaba cuando yo hablaba o trataba de justificar una
perdida.
Los ingleses realizaban ataques también desde helicópteros artillados y
en ese caso eran más certeros que los aviones así que debíamos estar muy
atentos a cualquier sonido en especial los nocturnos.
__ ¡Los vamos a sacar cagando!__ decía Iván y sacaba el cuerpo por la
entrada de la trinchera en medio del pleno bombardeo. Su silueta se recortaba
tenebrosamente entre los relámpagos de los cañones nuestros.
__ ¡Métete a dentro pelotudo! Te van a hacer mierda y voy a tener que
entregar tus bolas a tu vieja, boludo ¿Vos pensas que allá en Buenos Aires
están pensando en nosotros? ¡Nabo!, a nadie le importa un carajo de nosotros.
A nadie más allá de nuestras madres__ Y lo metía de nuevo adentro.
Y allí estábamos en esa horrible, fría y húmeda trinchera escavada en ese
suelo casi estepario.
__Veni, acércate a mi lado así tenemos menos frío__ le decía.
__ Si nos ve el cabo nos va a tildar de maricas y después nos van a querer
coger todos ¡Pelotudo!__ decía Iván mientras se le pasaba el enojo y agregaba
__Igual con este frío no se le para la chota a nadie__ y se acercaba
arreglándose los guantes beige que casi estaban negros de tanta mugre. Ambos
teníamos los pies helados como bloques de hielo, el suboficial Centurión nos
había enseñado que cuando estuviéramos en la trinchera nos relevaríamos en
las guardias, nos quitaríamos los borceguís, nos secaríamos y frotaríamos los
pies para favorecer la circulación de la sangre y que tratásemos por todos los
medios de mantener los pies secos para evitar el congelamiento y a posterior la
amputación de los miembros, cosa que era difícil pero igual nos las
rebuscábamos.
A veces miábamos en un casco viejo que habíamos encontrado y nos
calentábamos las manos tacándolo, comenzamos a tomar pequeños sorbos de
nuestra propia orina para que con el tiempo nos volviéramos inmunes a las
enfermedades, si el conflicto se prolongaba. Cierta vez encontramos unas
revistas y después de leerlas nos las pusimos entre medio de la ropa para
enfrentar al viento gélido que corría en las islas, también rellenábamos los
borceguís de diarios a forma de plantillas para mantenerlos secos la cuestión
era solo una, una sola premisa la única que nos impulsaba a sobrevivir para
salir vivos del archipiélago, así que todo detalle era crucial.
__ ¿Quién? ¿El cabo Choque? ¡Si ese le da a un escoses con falda! o a un
bombero quemado ¡El hijo de mil puta! es más feo que pegarle a la madre__.
__Te acordas que en formación, cuando dejamos los fusiles arriba de los
cascos y a la orden del teniente fuimos a recogerlos y el muy boludo de
Choque, el jefe de pelotón, se había terciado el fusil en la espalda y se olvido
que lo tenía allí y también fue a buscar el suyo y preguntaba como un nabo…
¿Dónde está mi escopeta, donde esta mi escopeta?__.
__Con esa gente vos pensas ganar esta guerra__ le retrucaba Valentín
cuando podía. Pero a pesar de su corta edad, Iván era cuatro meses mayor que
él y se lo hacía saber a cada rato, para Iván era un pendejo había estado más
tiempo como soldado que Valentín, así que era más antiguo, más allá de eso,
el era provinciano de San Ignacio de Loyola y tenía otra visión de la vida otra
forma de pensar, creía en la gente. En sus pagos él estaba acostumbrado
dormir con la puerta de la casa abierta, así era allá en Misiones. Cosa que
nosotros en Baires (Buenos Aires) no hacemos ni locos, estaba acostumbrado
a respetar a todo el mundo a ser amable, a ser como se dice y como debiera
ser, una buena persona. Aunque a veces refunfuñaba mucho. Nos causaba
gracia su acento y cuando nos juntábamos con el tucumano Salazar nos
cagábamos de risa de él y se enojaba. Otro muchacho que se había apegado
mucho a mi era Javier, el era un zapador del batallón logístico nueve que se
incorporo al nuestro y por suerte a nuestra compañía. El fue de mucha ayuda
el día que fuimos bombardeados ya que yo fui herido, como se dice no es
amigo quien ríe tus risas sino aquel que también llora tus lagrimas. Javier me
ayudó a salir del mal momento en ese instante que sin una mínima ayuda
podes perder la vida, ahí estaba. Tanto él como Iván eran muy buena gente,
ojala los volviera a ver al desgraciado misionero y a Javier el porteño.
Así fue como Valentín estaba pensando… no me mataron los ingleses me
van a matar estos bastardos, a estos alguien tiene que sacarlos de circulación…
Se sentó sobre la cama, ya era de madrugada, saco de su mesa de luz un
linimento, un aceite espeso que él se pasaba y frotaba en la pierna cuando
hacía un poco de humedad porque le causaba dolor.
El fuerte olor a menta ponía de mal humor a su esposa quien somnolienta
se despertó y lo reto diciéndole:
__ ¡Porque no te pones ese aceite para caballos en el baño!__.
Y el ya en calzoncillos se dirigió al baño previo paso por la pieza de su hijo
a echar un vistazo, a esa hora ya debería de estar dormido. Al pasar por puerta
de la pieza de su niño, la misma estaba entre abierta, ingreso y no se atrevió a
apagar la televisión, la cual el niño había dejado encendida en un canal de
dibujos animados, dormía con una tranquilidad pasmosa, Valentín lo arropo un
poco con las sabanas y las colchas pero en seguida el chico se las volvió a
quitar con sus pies. Decidió dejarlo, ya que frío no hacía. Lo beso tiernamente
en la frente y muy despacio se retiro de la habitación justo al instante en que
veía en la televisión como el gato Silvestre corría al canario tweety. Como
habían pasado los años mil novecientos noventa y cinco, todavía Silvestre
corría al pájaro sin poder atraparlo.
Se fue al baño bajo la tapa de retrete y se sentó allí coloco el aceite sobre
la cicatriz de la pierna y comenzó a frotarlo. El olor a menta, fuerte, inundaba
todo el lavado y el aceite friccionado por el contra su piel comenzó a entrar en
calor. Qué bien le hacia ese auto-masaje, mucho más a sus nervios que a su
pierna.
En el otoño porteño, como de vez en cuando los días estaban muy
húmedos, le dolía atrozmente la pierna como si le golpearan el hueso desde
adentro, como si con una aguja lo pincharan en el mismísimo fémur y no la
herida. Pero qué bueno era ese ritual. Y mientras se masajeaba la pierna se
sumergía en sus recuerdos de guerra. Recordó los primeros meses después de
la derrota y la anónima y triste llegada al hogar. Y ahí estaba sentado en el
inodoro una de esas noches solo recordando tiempo atrás…


Por la Puerta de Atrás
1982

Los primeros meses después de su regreso a casa, recordaba lo extraño que se
sentía, un gran vació inundaba todo lo recóndito de su alma. Una parte de él o
tal vez toda su humanidad había quedado allá lejos en las islas. Sus familiares
y amigos le habían organizado un agasajo en la casa de su madre la primera
semana de su llegada a Baires. Su hermano oficial de la policía lo había ido a
buscar al hospital militar donde estaba internado luego de su regreso a la
ciudad.
Hernán se sentó al auto, su uniforme azul impecable, sus manos
traspiradas se aferraron al volante y se dispuso a poner en marcha el motor, su
mujer lo miraba desde el portón de rejas de la casa mientras alzaba la mano
saludándolo:
__¡¡Mándale saludos y besos a Valentín!!__.
El asintió con su cabeza y comenzó el viaje hacia capital, se sentía nervioso
pero era más ansiedad de ver nuevamente a su hermano que nervios, se
encontraría nuevamente frente a ese veterano de guerra, porque por más que
hayan perdido el era un héroe.
Condujo en forma tranquila pero le sudaban las manos, si o si hay que
cruzar la general Paz, Capital un poco mas organizada pero también tiene sus
detractores semáforos mal sincronizados y peatones imprudentes le dieron la
pauta, como decía su madre en todas las casas se cuecen habas. Algunas
banderas la celeste y blanca… pensó tal vez… por las Malvinas o será por ese
puto mundial del orto, todo es negocio y seguía su marcha hacia el hospital
esa mañana hermosa de Buenos Aires en la cual se mezcla cual collage lo
bueno con lo malo, lo triste con lo alegre y la vida con la muerte es la ciudad.
Estaciono en el aparcadero del nosocomio y descendió cautelosamente para
llegar a la oficina de informes, vio muchos chicos acompañados de familiares
algunos heridos otros sanos en apariencia quizás con daños en el alma, pero lo
esencial es invisible a los ojos pensó. Algunos chicos jóvenes, como Valentín,
en chaquetas militares, milicos de jerarquía, policías de la federal (Federicos)
y guardapolvos blancos entre gente de civil y él para no desentonar enfundado
en su uniforme azul de oficial de la policía de Buenos Aires.
Ya dentro del hospital, Hernán tomo noción de la envergadura de todo
esto, se dio cuenta de que muchos chicos la habían estado pasando muy pero
muy mal en el archipiélago. Pero la peor parte la llevaron en su inserción a la
sociedad y acá en el continente se nos mentía descaradamente. Una enfermera
lo acerco hasta el mostrador de entrada. Cuando El vio a su hermano en silla
de ruedas una sensación como de náuseas se apodero, su vista se nublo entre
las lágrimas y no atino a decir nada. Su hermano en la silla de ruedas se dio
cuenta del estremecimiento de Hernán y apuro a la enfermera para que llegara
cerca suyo una vez allí se abrazaron. Hernán le dijo a su hermano:
__ ¡No sabía que no podías caminar!__ le susurro al oído entre el abrazo
y el llanto.
Valentín se rió y le dijo __ ¡No! ¡Esto es protocolar! Me tenes que sacar
en esta silla hasta la calle por las dudas me pase algo aquí dentro y quiera
demandar al hospital__ en forma irónica.
__ ¡Es el colmo de la hipocresía! con todo lo que pase no me dejan salir
en forma humana y decente tengo que seguir dando lastima ante la gente__
agrego.
Una vez afuera se dirigieron al auto y entre peguntas y respuestas se
fueron relacionando y poniendo al día con las noticias.
Ingresaron al coche y entonces Hernán le dio un nuevo abrazo.
Valentín se sorprendió y le palmeo la espalda, sintió una conmoción en su
cuerpo y se sobrecogió. Tras el abrazo Hernán se seco las lágrimas con el puño
de la chaqueta y acomodo el espejo retrovisor del auto.
__ ¿Y mamá?__ pregunto Valentín.
__ ¿Y Carla… y papá?__ prosiguió.
__Te esperan en casa__ contesto Hernán.
__A mamá no quería traerla a ver si se descomponía, cuando Carla me
dijo que había hablado con vos y que tenías el alta para hoy decidimos que yo
te vendría a buscar__ comento.
__ Lindo uniforme__ ¿Que jerarquía tenes?__.
__Oficial ayudante, es como un subteniente del ejército, ¡creo!__
respondió.
__ ¡Que bueno! ¿No? el hecho de ser oficial te salva un poco las papas,
con eso de no salir de la comisaría entre los quilombos y todo eso las pasas un
poco mejor. ¿No?__ Agrego Valentín con un buen estado de ánimo a pesar de
los nervios del encuentro.
__No te creas Valentín, en las calles todos somos carne de cañón y ahora
con el cambio de gobierno ya está sonando por todos lados que vuelven los
zurdos__ dijo.
__ ¿Vos les crees? sí en Argentina con todo lo que pasó los únicos zurdos
que deben haber quedado son aquellos que escriben con la mano izquierda. ¿O
no?__ dijo Valentín.
__Vos me conoces Valentín y sabes que nunca, pero nunca como oficial
de la policía, haría alguna cosa de esas que tanto vos como yo sabemos que
hicieron casi todas las armas. Conocí muchos que integraban grupos de tareas,
se corrían los rumores pero nunca intercambie palabra con ninguno de ellos.
También sabes que las comisarías no estaban a las órdenes del comisario sino
de un milico de jerarquía. Sabes tanto como yo, que fueron los políticos los
que les fueron a golpear las puertas a los cuarteles__ le contesto Hernán en
forma tranquila con toda certeza y siempre con la misma franqueza que existía
entre ambos hermanos.
Tras un breve instante de silencio el veterano le expuso a su hermano lo
que había aprendido y pensado en su paso por la guerra.
__Lo que si aprendí__ le dijo Valentín __ Es que la guerra es una mierda
y que el nacionalismo acérrimo lleva a que los que gobiernan o quien este de
turno te mande a una guerra. Mientras que ellos duermen tranquilos en sus
casas junto a sus hijos, que todo esta manejado desde afuera, que la guerra
contra la subversión desde un principio estaba organizada y dirigida por
Estados Unidos y que habían decidido en sus planes que no podía haber
comunismo en Latinoamérica. Sino pregúntaselo a Salvador Allende, a
Sandino o al mismísimo “Che” Guevara. __Lo que si aprendí__ prosiguió
Valentín __ Es que la gente muere y no está más y que a veces no podes
recordarla y menos cuando las ves todas desgarradas y desfiguradas por las
bombas o por la metralla. En ese momento tratas de recordar el rostro, su
forma física y no te acordas de nada se te hace un nudo en el estomago de la
impotencia y del dolor que sentís. Tal vez sea por esa persona que murió o tal
vez porque sabes que el próximo podes ser vos y ves todo ese dolor y
destrucción manifestada en la carne__.
Mientras el auto rodaba por las calles céntricas y la vida de todo el
mundo continuaba como si nada hubiera pasado. En la parada de un semáforo
su hermano Hernán vio por el espejo retrovisor que los ojos de Valentín se
llenaban de lagrimas, le extendió una mano y le palmeo la espalda pero sin
decir una palabra. Valentín desvió la mirada hacia la calle, no lloraba pero sus
ojos estaban saturados de lágrimas. Ambos se quedaron en silencio. Hernán
concentrado en el tránsito de la city y Valentín quien sabe en donde estaría.
El viaje duró cerca de cuarenta minutos a pesar de ir por la autopista. La
entrada al barrio no fue triunfal no hubo gente vitoreando ni cartel ni banderas.
Las mismas fachadas de las casas, las mismas veredas y los mismos árboles.
No había vecinos en la vereda al momento de su llagada y a pesar de ser cerca
de las doce del medio día parecía que nadie quería salir.
Valentín pensó… mejor para mí, no tengo ganas de ver a nadie. Hernán
entro con su auto por la calle de la cuadra en forma lenta y se detuvo frente a
la casa de su madre, la misma no había cambiado mucho. La pintura saltada en
las rejas de la entrada, que dejaban ver los esmaltes con que había sido pintada
anteriormente por él y con ayuda de Hernán, la vereda con los mismos
agujeros todo prácticamente igual. Abrieron el portón de metal rechinante por
el oxido el cual Doña Ana no quería aceitar ya que sentir el ruido que el
mismo hacia al abrirse le avisaba de que alguien estaba entrando. Y allí desde
el fondo del pasillo salió su madre y apresuro el paso mientras le gritaba a su
hija:
__¡¡ Carla!! ¡¡Carla!!__ gritaba una y otra vez, que Valentín había
regresado y se apresuraba a su encuentro.
El la vio desde lejos parecía igual, pero en el abrazo se dio cuenta de que
había envejecido sus cabellos blancos, sus canas no las había tapado con
tintura y la piel de su cuello estaba más arrugada que de costumbre, lucia
descuidada. La Madre corrió al encuentro de su hijo. Ambos lloraron en ese
abrazo, hacía rato que Valentín no se emocionaba tanto, no lloro cuando se fue
en silencio a las islas, no lloro cuando su compañero en ese lugar tosco y
horrible murió destrozado por un obús ese día tuvo terror de ver la muerte tan
de cerca. Si lloro cuando Ángel había fallecido años atrás porque su corazón lo
había postrado. Si estallo en llanto ahora que veía a su madre y por si fuera
poco si estallaría de nuevo en un futuro.
Su hermana se unió al abrazo en un mar de lágrimas. Su padre salió
también al encuentro se acerco y Valentín se dio cuenta que el también había
envejecido, sus bigotes estaban llenos de canas y su cabello también parecía
que lo había agarrado recientemente una nevada. Mientras Hernán sacaba el
bolso que su hermano tenía en el auto pero el cual solo contenía una boina y
una chaqueta militar que había conservado en su poder, nada más, además de
algunos elementos para higienizarse y unas toallas. El resto, todos sus
recuerdos y sus sentimientos quedaron divididos y hasta perdidos entre el sur y
las islas, en ese momento estaba momentáneamente contento pero a su vez
interiormente vacío, no tenía nada.
Ingresaron a la vieja casa donde él tenía su pieza, la misma estaba un
poco deteriorada le faltaban unas manos de pintura a las paredes ya que estaba
bastante descuidada, él la observo detenidamente y su madre se dio cuenta,
entonces le dijo:
__Si hijo, la casa está un poco abandonada, cuando vos estabas acá,
siempre tratabas de arreglarla un poco. Siempre tratando de que se viera mejor.
Pero con tu partida primero al servicio militar y después lo peor, lo que nunca
nos imaginamos que te podían mandar a las islas__ dijo la madre con mucha
amargura en el rostro.
__Ni tu padre ni yo queríamos hacer nada, papá se la pasaba escuchando
la radio y yo mirando la tele para ver cómo iban las cosas allá. Todos los
comunicados eran positivos decían que íbamos ganado y nadie hablaba de
muerte. En un principio recibimos tus primeras cartas pero después no
sabíamos nada de nada. Pero yo nunca perdí las esperanzas de que volvieras
sano y salvo__.
__ ¿Te acordas? cuándo junto a tu hermano esa noche que salieron a bailar
que los corrieron en la villa… yo temía lo peor cuando nos avisaron de la
pelea. Pero sabía que estando vos me quedaba tranquila, siempre tuviste un
ángel a parte__ le dijo su madre.
__Si mamá tanto vos como yo sabemos quién es ese ángel__
Su madre cambio de tema y le dijo__ ¿Sabías que Carla cumplió quince
años?__ el veintiuno de Mayo ¿te acordabas?__.
__Si, lo recordaba__ dijo el __ lo que pasa es que ya estábamos camino a
las islas en ese entonces__ y miro con orgullo a su preciosa hermana que ya se
había convertido en mujer.
Carla se sonrojo al ver a su hermano que la miraba con esa expresión de
orgullo y enternecimiento que solo un hermano puede transmitir.
__Es toda una belleza__ le dijo __ Seguro que ya hay algún buitre dando
vueltas__ dijo a tono de broma.
Su hermana cambio de cara al instante__ ¡Es solo una broma!__.
__Estoy bromeando__ dijo el muchacho.
Hay que hacer el cumpleaños más vale tarde que nunca, hay que festejar
y tirar la casa por la ventana__ dijo Valentín.
__Ahora que estas vos, si, Carla se negó a que se lo festejáramos, hasta
que vos volvieras de las islas__ señaló su mamá.
__Pues bueno ya estoy aquí ¿O No?__ miro a su hermano y le dijo: ¡Así
que Hernán!... poniendo estaba la gansa y vamos a hacer ese cumpleaños de
quince lo mas rápido que se pueda, hay que festejar__ expresó Valentín.
__Hernán entonces viendo que Valentín ya planeaba la fiesta dijo: __Es
verdad hay que festejar__ ¡vos vieja! no te preocupes por nada, desde este día
hay que buscar la fecha propicia y hacer la fiesta. La plata no importa__.
En los ojos de Carla se podía percibir la alegría y satisfacción que sentía
y ya trajeron un cuaderno y un lápiz y comenzaron a hacer cuentas y una lista
de invitados de comida y de todo lo demás.
Después de un rato de algarabía tras planear y discutir sobre a quién
invitarían y a quien no…bromeaban diciendo…Al tío Rogelio no, porque se
pone en pedo y se pone pesado…Al tío Chachi si porque se toma pero se pone
alegre y dicharachero, al tío Ruiz, no, porque se toma y se pone violento y
encima después quiere boxear a la tía, todo era en tono de broma igual
invitarían a todos por que al final del camino eran familia. Allí en la mesa,
reunidos, Valentín miro sobre el modular una fotografía, enmarcada en un
modesto marco de madera balsa.
Miro con los ojos vidriosos la fotografía de su hermanito de tres años
sentado en su sillita de comer. Y los tres hermanos se quedaron
transitoriamente en silencio. Por allí apareció su padre con el mate y la pava.
__ ¿Tomamos unos verdes, antes de que este la comida?__ les dijo
mientras se prolijeaba el bigote.
__ ¿Tenes que trabajar?__ le preguntó a su otro hijo.
__ ¡No!__ contesto el oficial de policía.
__Cambie de turno, entro a la noche__ contesto Hernán.
Su mamá y su hermana después de darle un nuevo abrazo se fueron a la
cocina a preparar el almuerzo mientras en el comedor los tres hombres
charlaban entre elocuentes periodos de silencio.
__ ¡Como extrañaba esto! ¡Un buen mate! En un comienzo tomábamos a
cada rato después la yerba y el azúcar empezaron a faltar y solo había para los
zumbos (suboficiales) después se les acabo a ellos y solo había para los
(bichos) y algunos soldados se acercaban a chuparles las medias para sacarles
algún mate__.
Estaba mintiendo, en el hospital también había tomado mates con su
compañero de cama y una enfermera que siempre los visitaba. Lo recordó pero
callo, para solo alagar los mates cebados y casi amargos del padre. La mateada
se extendió y a cada momento su madre se acercaba y le robaba un mate y le
daba un abrazo a su hijo recién llegado. Hablaban de la familia, del trabajo,
del fútbol, de la nueva política pero en ningún caso ni el padre ni el hermano
tocaron el tema de la guerra. De repente se produjo otro silencio que incomodó
a todos se quedaron callados. Su mamá había salido para los fondos de la casa
como para cortar en ese instante esos silencios que ella oía desde le cocina y la
incomodaban también y mucho.
Su hermana menor prestaba atención a que la salsa no se pasara y que los
fideos no se pegaran. En ese silencio que duro casi una eternidad.
__Pudimos haber ganado__ comento el mismo Valentín.
Ambos su padre y su hermano lo miraron pero no hicieron ninguna
pregunta. Sabían por recomendación se de psicólogos que no deberían
preguntar nada de lo que el no quisiera contar y solo si él quería hablar debían
solo escucharlo.
__Pudimos haber ganado__ repitió con más énfasis en cada palabra.
__Si esos gordos generales que se quedaron en casa y esos oficiales que
solo van al ejército porque quieren una carrera para agrandar sus enormes
traseros y llegar a los más altos cargos hubiera puesto un poco más de
huevos__ dijo Valentín mientras cerraba el puño y lo golpeaba sobre la mesa.
__Conocí oficiales con apellido de renombre aristocrático que se la
jugaron en las islas por el valor y la estirpe de sus apellidos y por ser humanos.
Suboficiales que eran todo corazón, fuerza y de gran humanidad, hombres,
soldados de hierro que se aguantaron todo los que les hicieron algunos que se
decían argentinos y los malditos ingleses__.
Su padre y su hermano lo escuchaban atentamente con lágrimas en los
ojos.
__Pero a pesar de todo no tengo odio por los británicos__. Prosiguió con
voz entrecortada__ Me disgusto el pueblo gritando en la plaza de Mayo desde
un principio, de seguro no tenían hijos, los hijos de puta.
__ ¿Sabes cuántos muchachos de mi edad dejaron sus vidas en esa isla?
__.
Les dijo ya entre lágrimas contenidas a su padre y a su hermano que lo
escuchaban atentamente y estremecidos a ese punto por la elocuencia de cada
palabra de Valentín.
__Solo para que unos hijos de mil, no de mil, de un vagón de putas se
llenaran la boca hablando de las islas__.
__ ¿Sabes cuantos?__repitió y sus ojos se llenaron de lágrimas.
En estos días de llegada al continente se sintió compungido y de repente
le venían ganas de llorar pero no podía y solo los ojos se le llenaban de
lágrimas y se sentía como que en cualquier momento iba a estallar. Pero él no
estaba hablando como él. estaba hablando como Iván, su compañero muerto
en Malvinas. Esas eran las palabras de su camarada caído en acción.
__Muchos pibes estaban bajoneados, no sabían ni les importaba por lo
que peleábamos o porque estábamos allí y eso iba en cascada. Oficiales forros
que de seguro solo se dedicaron a meter picana en grupos de tareas y
suboficiales que solo seguían órdenes__ les dijo Valentín.
__Y si al de arriba no le importa, al del medio tampoco y al que está en la
trinchera, al que está peleando allí con el corazón y la sangre, todo esto lo
empieza a rebajar, comienzas a sentirte traicionado. Y comenzar a temer y
cuando te dicen… miren que estamos solos, que no hay apoyo terrestre, ni
aéreo. Tenes miedo, te cagas en las patas, y cuando sabes que es cuestión de
tiempo que se acaben los pertrechos, el parque, la ración, te cagas encima
como un chico pero sin pañal y escuchas a algunos de tus compañeros por la
noche gritar… ¡¡¡Mama!!! Con ese tono agónico con el cual solo lo hace un
desesperado, eso te parte el alma, es entonces que te agarran unas ganas de
meterte el cañón del fusil en la boca y pegarte un tiro porque más allá del
hambre o de ver a uno destrozado por un proyectil o por la metralla. El hecho
de escuchar a un pibe gritar horrorizado…¡¡¡Mamáaa…No quiero morir!!!
¡Por favor sálvame!…Te queres matar__.
Su padre y su hermano solo lo escucharon en silencio no podían ni
querían agregar nada de lo dicho por Valentín y continuo diciendo como si se
estuviera confesando.
__Aprendí, o mejor dicho, me di cuenta que nada cambio, que solo son
los pobres los que van a la guerra, los chicos bien, seguro hasta logran ni hacer
el servicio militar y zafaron de ir a la guerra. La plata y el contacto todo lo
puede y siempre pero siempre fue así. Los humildes pelearon las guerras para
que los ricos se vuelvan más ricos o defendieran sus propios intereses. Eso es
lo que me di cuenta siempre fue y será así__.
Dicho esto se cayó y pidió permiso para ir al baño. Su madre que lo había
escuchado atentamente desde la cocina se acerco y dijo __ ¿Quien le pregunto
sobre la guerra?__ ambos, hermano y padre se miraron y movieron la cabeza
negativamente. Y ella insistió y repregunto de nuevo.
__ ¿Quien le pregunto sobre la guerra?__.
__Nadie__ le replico Don Alberto.
__El solo empezó a hablar__ dijo el padre molesto por la insistente
interpelación de la madre.
Entonces agrego__ si sabes que nosotros no le preguntaremos nada y que
la psicóloga dijo que él lo iría soltando cuando el quisiera__.
En el baño Valentín se mojo la cara en la pileta y se miro al espejo estaba
medio pálido, se paso la mano por el mentón y la misma se raspo con la barba
rala que ya le había empezado a salir. Abrió el botiquín y se tomo un par
de aspirinas, se enjuagó la boca con enjuague bucal se mojo la cabeza y se
emprolijo sus rulos que ya comenzaban a poblar su cabeza. Luego se miro al
espejo tomo fuerzas, resoplo y salió del baño con la cara húmeda.
Su hermano estaba fumando un cigarrillo y el entonces le dijo
__ ¡Eso es lo que necesito! Un cigarro o un pitillo como decía un
suboficial__ al que conoció durante el servicio militar.
__Pero si vos no fumabas__ le retruco su hermano.
__Cambie mucho mi querido hermano, convídame uno y que te parece…
tengo ganas de tomar unas Quilmes bien frías ¿Queres?__.
__Bueno, espera que me saco el uniforme y vamos a comprar__ le
contesto Hernán mientras le pedía a su madre que le prestara alguna ropa
como para el. Se saco vestimenta policial se puso una remera y un suéter
aunque la combinación zapatos y pantalón de policía lo delataba, pero que si al
fin el hermano había vuelto debían festejar, los malos tendrán un respiro por
el momento.
Su hermano Hernán noto que su carácter había cambiado que de repente
parecía arrancar, ser el mismo Valentín de antes, ese positivo que siempre
estaba riendo o dando un buen punto de vista sobre algún tema y desechando
lo negativo. Por un instante asomaba ese ser que era antes para después
apagarse y callarse ensimismado en sus pensamientos.
Y así paso el día del encuentro intimo de familia solo los hermanos y los
padres era una Martes a la mañana, Martes día del Dios de la Guerra, Ares
para los griegos, Marte para los romanos. En ese día el guerrero regresaba a
casa junto a los suyos.
Luego el almuerzo transcurrió con normalidad entre risas y recuerdos y
las cervezas le distendieron. Recordaron las aventuras de su niñez y las
primeras salidas a bailar, pregunto por su antigua novia Diana y no le supieron
decir mucho sus padres y hermanos estuvieron más abocados a los
acontecimientos en las islas, que a saber qué es lo que hacía de su vida una
chiquilla.
La conversación se trunco en ese momento, Valentín no pregunto más
nada y en su mente planeo ir a verla a la casa de sus padres. El silencio
incomodo nuevamente a todos. Su padre le dijo que el fin de semana el resto
de la familia quería hacer un asado para juntarse ya que todos estaban
pendientes de él cuando estuvo fuera y querían verlo cuando regresara,
Valentín asintió con la cabeza pero sin decir palabras.
__ ¿Te sentís bien?__ le pregunto su madre al verlo un poco callado en
comparación con momentos atrás.
__Estoy bien mamá, solo que pensaba en algo que me dijo otro soldado
cuando bajamos del buque acá en el país y mucho más cuando llegamos a
Buenos Aires. Este muchacho porteño, al cual le habían extirpado un ojo, lo
hirió una bala, me decía… ¡Viste entramos por la puerta de atrás! quieren
tapar todo esto como si no hubiera pasado nada__ comento el muchacho
que tenía un gran vendaje en la cabeza.
__ ¡Esto es el colmo de la hipocresía! ¿Dónde está el pueblo
recibiéndonos? ¡No ganamos, pero fuimos a pelear!... ¡viste que son una
cagada! …Sentencio el muchacho con las lágrimas de su solo óculo.
__ A nadie le importamos, solo a nuestras familias, para el resto solo
somos una mancha, un mal recuerdo que hay que olvidar, como en todo
este puto proceso militar… ¡malditos hipócritas!__.
Y así terminaron la tarde después de planear la fiesta no salió de la casa
para nada solo fueron dos veces a comprar unas cervezas y por suerte no
encontraron a nadie solo a Don Amílcar el vecino soltero de la esquina que lo
saludo, se acerco y le dio la mano estrechándola fuertemente__ diciéndole con
tono de orgullo:
__Bienvenido Valentín es un placer estrechar su mano señor__.
__Muchas gracias__ exclamó Valentín asintiendo con la cabeza como si
fuera un oriental, todo ante la atenta mirada de Hernán que iba a sacar cagando
al primer idiota que se desubicara preguntando algo que lo incomodara. Dicho
esto el buen hombre se dio media vuelta y se retiro el Don era sincero en su
lacónica frase, justa y apropiada, Valentín se sintió bien y un poco liberado.
Después de mirar un poco de televisión se fue a su cuarto y se recostó
mirando el techo pensaba en muchas cosas y entre todas pensó en que debía
conseguir un empleo y también pensó en irse hasta Belgrano a ver a Diana,
quería verla ya casi no se acordaba de su rostro pero la sentía todavía en su
vida.
Por extraño que pareciera recordaba cada detalle de ese primer encuentro
con la familia
Ahí, sentado en el inodoro recordó también la reunión donde se junto a
la semana después de haber llegado con sus padres y sus tíos. Los cuales
hicieron un gran asado todos sus tíos y tías algunos primos y primas estaban
allí varios de sus amigos también. Entre abrazos felicitaciones y uno que otro
llanto transcurrió la tarde, en la mesa todos preguntaron pero lo hicieron con
mucha delicadeza en cómo se sentía, solo algún tío que movido por el alcohol
le pregunto sobre las islas pero esquivó bien el bulto ya que no quería hablar.
Luego de pedir permiso para levantarse se reunió con sus amigos y
algunos de sus primos y la charla cambio se pusieron a recordar fiestas y
bailes pasados y su lejanía se fue distendiendo fue allí que pregunto
nuevamente por Diana, ella había sido la primera chica por la cual sintió algo
especial. Ella era una muy buena muchacha del grupo de amigos con el que se
juntaban y salían siempre a bailar. Su prima le comento que la había visto y
que Diana comento que le escribía a la unidad donde él estaba pero que en un
principio se carteaban pero al final ya no había tenido noticias. Su prima
también le comento que todavía estaba sola que tenia alguno que otro
pretendiente rondando por allí pero que no pasaba nada.
__ ¡Vos la conoces a Diana! es como es, sabes cómo es ella__.
Diana era una chica que él había conocido de años vivía en Belgrano y
venia seguido para estos lados, cruzando la general Paz para ver a una prima
que vivía aquí. Según se decía sus padres eran gente de plata familia de
hacendados de campo su prima más humilde vivía aquí en un barrio de
provincia pero a pesar de que su llegada al barrio nunca pasaba desapercibida
cuando en su camioneta cuatro por cuatro importada ella caía de visita junto a
sus padres y su hermano menor . Se caracterizaba por su humildad y su
humanidad a pesar de ser refinada y de haber sido educada en las Carmelitas
Descalzas, ella no era exactamente una carmelita descalza. Sus ojos verdes
tenían esa chispa de vivir la vida al instante y a cada momento pasaba su mano
por su castaño, lacio y largo cabello cual recogía hacia un lado dejando al
descubierto un lado de su cuello. Se habían conocido a los catorce años, un
domingo, día de carnaval, Valentín y algunos de los chicos de la cuadra
estaban en la esquina en medio de la tarde calurosa y escondida detrás de un
árbol tenían un balde con bombitas de agua que preparaban para mojar a
cuanta chica pasara y fue allí, que vieron pasar en dirección al kiosco a Lorena
con su prima de Capital Diana, los tres chicos se miraron y se hicieron seña, a
pesar de ser amigos los niños y las niñas poco se miraban solo lo hacían de
reojo. Valentín que estaba de espalda a una señal de Carlitos se dio vuelta y
vio a las dos niñas caminando en dirección a lo de Cochelo, entonces todos
agarraron bombitas en sendas manos y se dirigieron a la carrera detrás de las
niñas, Lorena los vio acercarse y comenzó a correr pero Diana no se inmuto y
cuando los chicos le iban a arrojar las bombas ella se dio vuelta y con una
mirada desafiante les dijo __¡¡Yo no juego!!__.
Los chicos se paralizaron y entonces siguieron detrás de Lorena que
vestida de short y musculosa deseaba a toda costa que la mojaran pero
Valentín que no se había percatado de la mirada y los dichos de la niña no se
conmovió y le arrojo una bombita que fue a dar en el hombro de Diana la cual
se movió hacia la calle como buscando algo y era eso, busco un par de piedras
y arremetió contra Valentín que comenzó a correr y a esquivar los tiros de la
niña. Lorena, Carlitos y Adrián se quedaron parados viendo a Diana correr a
piedrazos a Vale al que no se le veían las patas, corría tan rápido como si fuera
un atleta olímpico.
__Es brava tu primita__ dijo Adrián.
__Si es una loca y eso que a Valentín le gusta__.

Carlitos y Adrián se pusieron a reír a carcajadas, Lorena se acerco a su
prima y se fueron al Kiosco. Valentín desde la puerta de su casa asomaba la
cabeza a ver si se había ido esa loca de miércoles. Adrián le hizo una seña para
que volviera que ya se había ido, pero cuando Valentín se acercaba El le
gritaba __ahí vieneee!__. Valentín se dio vuelta y se disponía a correr de
nuevo, entonces Carlitos le decía __Veni, cagón de mierda, es mentira__.
Ya en la esquina miraba hacia la casa de Lorena a ver si salía la loca y
comentaban lo que había dicho.
Dijo Adrián __ Lorena nos contó que Diana gusta de vos Vale__.
__Que forma de demostrarlo a los piedrazos, esa pendeja loca de
mierda__ Dijo Valentín mientras se pasaba la mano por la frente para
quitarse el sudor.
Carlitos decía entre risas __Los que se pelean se aman__.
Y había sido así, Diana esa chiquilla tierna pero de carácter se había
enamorado no solo de Valentín, sino del lugar de las calles de tierra y de la
tranquilidad de estos barrios, de las fiestas y las reuniones que los chicos
organizaban, de los bailes de disfraces y del barrio mismo el cual incluía en un
todo a Valentín.
Y así pasaron los años, los chicos fueron creciendo y ya adolescentes, ahí
estaban nuevamente en el mismo lugar de antaño los jóvenes Adrián, Carlitos
y Valentín, todos con diecisiete años, en la esquina, una de esas noches de
verano, sábado, los tres bien empilchados como para salir de joda, haciendo la
previa esperando que el grupo se fuera reuniendo, ya los pendejos habían
agarrado el habito de fumar, pero no tanto hacían un carioca entre los tres
como para no fumar mucho y para que le duren los puchos toda la noche y ahí
estaban como hace tiempo atrás, un poco más grandes, con pelos en la bolas
como decían los viejos. Valentín de espaldas a la calle, Carlos y Adrián de
frente en charla.
Del otro lado, a media cuadra donde estaba la casa de Lorena, unas
cabecitas se habían asomado por la puerta de calle y miraron. Lorena y Diana
vieron que los chicos estaban en la esquina y fue allí que Diana encontró la
escusa perfecta para la venganza.
__Te acoradas del bombazo que me dio Valentín para ese carnaval, hoy
se lo voy a devolver__ Dijo Diana.
Y se dirigieron a los fondos de la casa la joven tomo un balde plástico lo
lleno de agua y salieron rápidamente hacia la calle. Cruzaron la esquina, por
alguna razón ni Carlitos ni Adrián dijeron nada cuando vieron a Diana
acercarse con el balde de agua hacia la esquina, Adrián le alcanzo el pucho a
Valentín y cuando el ya lo tenía en la boca mientras Diana con su mano
izquierda le hacia un ademán de silencio. Valentín aspiraba el humo del tabaco
al instante que Diana vestida de noche con un vestido negro al cuerpo y con la
complicidad de los dos amigos le vaciabas el agua arriba de la cabeza
mojándolo hasta los pies y el cigarrillo mojado se apagaba, Vale se dio vuelta
para putear y se dio cuenta que estaba ella.
Diana con una sonrisa en su hermoso rostro le dijo __Estamos a mano__.
Valentín se sonrojo, se paso la mano por la cabeza, era Diana a ella le
podía perdonar todo y quien no lo haría si solo su presencia hacia que
cualquier momento valiera la pena. Se sacudió un poco la ropa y se dio la
vuelta en dirección a su casa, debía cambiarse de pilcha o secarla, justo era su
mejor ropa. Lorena y Diana se acercaron a Adrián y Carlitos que todavía
estaban riéndose en la esquina.
Lorena le dijo__ Se lo merecía, el te había hecho lo mismo, ¿te acordas?
__
Diana sabía que Valentín gustaba de ella, esos dos de la esquina eran sus
mejores amigos y sin embargo cuando llegaba ella los dos se ponían a tirarle
onda y a rebajar a Valentín…
__¡¡Bueno!!__dijo Carlitos__ Valentín no creo que vaya porque era la
única pilcha que tenía así que… Diana aquí estoy para ser tu pareja de baile__.
Diana pensó para sus adentros… Este tonto piensa que yo voy a ir a
bailar con el, ni loca, a mi el único que me gusta es Valentín. Y le dijo a
Lorena__ acompáñame a la casa de Valentín__.
__No tonta déjalo, para que vamos a ir nos va a sacar cagando se debe
haber re-calendado__ señaló Lorena.
__ ¡Dale! ¡Dale!__ insistió Diana__ ¡acompáñame!__.
__No tonta ni loca__ repitió su prima.
Carlitos seguía insistiendo__ No vayas no te va a dar bola, no va a querer
ir__.
Diana se dio cuenta de que este, que siempre decía ser el mejor amigo era
un hijo d P… Adrián que sabía, lo que Diana sentía por Valentín le dijo
__Vamos, yo te acompaño__.
Y entonces ante la decisión de Adrián los otros también accedieron.
Diana toco el timbre siempre ante la negativa de Lorena y Carlitos que decían:
__Esta enojado te va a sacar cagando… te va sacar cagando__.
Al tocar a la puerta una señora salió, era la mamá de Valentín que tras
hacer una seña de que esperaran se metió dentro de la vivienda, después en
pantalones cortos se asomo Valentín, Diana le dijo__ ¿Vas a ir con nosotros?
__.
No se dijo __Vale…. tengo que secar la ropa__.
__Igual te esperamos__ le dijo Diana.
Lorena le decía __los chicos se van a reunir no podemos llegar tarde,
sino se van a ir__.
Diana entonces le dijo a su prima __háceme la pata a esperarlo__.
Lorena le contesto que no.
Adrián le dijo __Yo te hago la gamba a esperarlo__.
Lorena la amenazo diciéndole__¡¡Si se entera mi vieja o la tuya que te
quedas, nos va a cagar a pedos!!__.
Reúnanse que dentro de un rato nos vemos__ Dijo Diana.
Y en la esquina ya se empezaban a reunir el grupo de chicos. Amigos de
otros amigos y amigos en común, una barra de unos quince o a veces veinte.
La mamá de Vale le secaba la ropa con la plancha. Valentín en la pieza
secaba las zapatillas con un secador de pelo.
En la cocina la mamá secaba la chomba y les decía a los jóvenes
__Dice mi hijo que estaba en la esquina y una loca…vino y le tiro un
tacho con agua__.
Adrián y Diana se miraban, se reían y se tapaban la boca con las manos
para no soltar una carcajada.
También dice Valentín que era una de las locas más bonitas que jamás
allá visto__ Dijo la madre con cierto aire de complicidad__.
Los dos chicos dejaron de reír y Diana se sonrojo mientras se mordía el
labio inferior.
__Lastima que era la única ropa limpia que tenia Vale, si no ya se hubiera
cambiado para que no se les haga tarde para el baile__ Comento amable la
señora.
Diana dijo __igual no es tarde señora, está bien nosotros lo esperamos__.
Doña Ana pregunto__ ¿Vos sos la prima de Lorena, no?... La chica que
vive en capital… ¿Y Lorena?…
__Lorena esta con los chicos en la esquina, esperando para que vayamos
todos juntos__ Dijo Diana.
Valentín se echaba desodorante y se perfumaba en su cuarto delante de un
póster de KISS.
Eso era una muy buena persona con defectos y virtudes y para Valentín
todos los defectos de ella, eran para el solo virtudes.
Le dijo su prima, él lo sabía
por eso se había enamorado de ella y ella de él. Ella miro la fotografía de un
niño en el modular y dijo __ ¿Ese es Valentín?__.
__No dijo Adrián, ese es Demian, el hermano más chico, que murió hace
unos años, se re parece a Valentín__ señalando otra foto en la cual estaba el
niño__.
__¡¡Son iguales!!__ dijo una asombrada Diana.
Pero en las islas, él no sabía si saldría con vida. Así que las últimas cartas
que pudieron salir de las islas Valentín no las mando, ni siquiera escribió a la
familia.
__ ¿Ella sabe que estoy aquí?__ Le pregunto a su prima.
__Si, ya lo sabe, pero vos sabes que ella no va a venir. Vos tendrás que ir
a verla. Ella te espera como te espero desde que te fuiste__ Le repuso su
prima.


La Inserción a la Society
1983

Así fue, Alfonsín había ganado las elecciones democráticas después de años
de dictadura, la sociedad todavía estaba un poco apagada y costaba hablar de
política abiertamente sin el miedo de que te vinieran a levantar por la
madrugada y no aparecieras más, como le paso a miles de personas, NN (Pero
la palabra justa para ello es NNO es Nunca, Nunca Olvidar).
Volvió a la vida civil, tratando de reconstruir su vida tratando de darle un
nuevo rumbo, se reunía con veteranos pero no con los que se quejaban, se
reunía con aquellos que todavía seguían repitiendo ¡¡¡Volveremos!!! Se
juntaba con aquellos que estaban orgullosos de la gesta. Pero no con aquellos
que marchaban y cargaban con la lastima a cuesta, él se sentía un héroe y
todos los que con el hablaban también lo sentían así. Decenas de chicos no lo
habían soportado y después de su paso por las islas no pudieron sobrevivir a la
realidad de un pueblo sin memoria, de un pueblo desagradecido, de un pueblo
hipócrita y se quitaron sus preciosas y jóvenes vidas. Otros decidieron vivir en
un mundo paralelo y el cuál solo pueden realizarlo con drogas o el alcohol en
exceso y así mitigaban ese dolor que no es físico, sino emocional. Eso que no
es un dolor de la carne ni del músculo ni del hueso, sino que es mucho, mucho
más profundo, es del alma. Comenzó a trabajar como asistente administrativo
en una importante empresa, el gerente desde el día que lo contrato no paso
nunca por alto el hecho de que Valentín fuera un veterano de guerra y siempre
lo repetía entre el personal, pero él siempre mostraba un perfil bajo.
Comenzó a integrarse un poco a la realidad y a la vida misma a esas
pequeñas cosas que dan sentido a la existencia a esa comunión de todos los
días. El despertarse y sentirse vivo y sin temor a morir en un instante, se le
había grabado en la mente esa frase de una película en que el actor gritaba…
La pucha que vale la pena estar vivo…
A medida que se insertaba en la sociedad, sus pesadillas nocturnas fueron
mermando, se repetía un sueño, una pesadilla, en donde Iván, uno de sus
compañeros en las islas, hablaba, pero estaba de espaldas y le decía… ¿Por
qué a mí?…Valentín… ¿Por qué a mí?.. Y él le contestaba... ¡No lo sé! ¡No
lo sé Iván!... y tras un instante de silencio, se daba vuelta lentamente y su cara
desfigurada en donde se veía pedazos de carne y huesos de su rostro, de
repente todo se encendía en llamas y allí Valentín se despertaba, todo sudado y
temblando y ya no podía conciliar el sueño, esos sueños horribles fueron
mermando hasta casi desaparecer. Pensó en Javier en su otro compañero en las
islas y tenía muchas ganas de verlo.
En esa transición las cosas se fueron calmando y su vida fue cambiando
lenta y progresivamente, junto al trabajo, poco a poco todo pareció volver a la
normalidad. Fueron esos tiempos encerrado en sí mismo viendo en rededor
solo a un grupo de desconocidos, esos tiempos de soledad y de su arma puesta
un sinfín de veces sobre su cien y las falta de agallas o la idea de aguantar otro
día más para ver si su vida, si el mundo cambiaba solamente un poco y le diera
una brisa de esperanza. El hecho de enterarse del suicidio de compañeros
veteranos fue quizás lo que le dio esperanzas y más deseos de seguir viviendo,
poco a poco fue desterrando de su cabeza esa idea de salir de la oscuridad y
salir a la luz. Cada vez que se enteraba de algún suicidio iba a los velorios,
entonces se daba cuenta que tenía que seguir viviendo a pesar de que esos
muchachos optaron por la salida rápida y que él no pensaba, como dicen
algunos ignotos que el suicidio es la salida del cobarde, porque hay que tener
huevos para quitarse la vida, mucho más que el cobarde que mata para robar
una cartera o “enfermo” que viola a una mujer o a un niño, esos enfermos son
los cobardes que tendrían que morir primero, no ellos, no sus camaradas.
Y así fue juntando fuerzas, iba acumulando momentos gratos que
sumaban en su balanza y la desequilibraban de ese pozo en que se encontraba
para llevarlo a un equilibrio y luego a superar eso para bien. Y así otra brisa en
su vida fue Diana su cable atierra su enamorada de años y su destino. Y luego
sus hijos vinieron a anclar y afianzar su felicidad, a pesar de lo que pasaba
afuera, en esa jungla que es la calle, el creo su mundo y le fue bien, sintió que
a pesar de todo como decía, en ese entonces podía gritar a los cuatro vientos…
la puta… que vale la pena estar vivo… carajo.


La Relación Laboral
(Sammy)

Así como se construye la vida, la gente va sumando momentos gratos fue así
que conoció a una compañera de trabajo en su primer empleo y antes de
ponerse de novio formalmente con su enamorada de años Diana.
Samanta era jefa de personal, en la empresa en la que él había comenzado
a trabajar, joven y atractiva todo el personal pasaba por sus manos. Todos en el
buen sentido y en algunos casos en el mal sentido. Había tenido varios
amoríos con algunos hombres y se decía que hasta había salido con un
subgerente. No los culpaba la mujer era muy atractiva y extremadamente
sensual, de cabello negro azabache y tez blanca, su nariz respingada como si
hubiera sido retocada quirúrgicamente, le impregnaba una belleza exótica eso
sumado a una metro sesenta y cinco más una personalidad arrolladora. Ella
siempre decía que su napia era lo único de ella que no le gustaba pero
interiormente sabía que era muy bonita sus ojos de alcoba, negros y profundos
sus pestañas extensamente pobladas la hacían muy sexual y atrayente. Pero
poseía otro defecto que a ella no le gustaba, su cara linda tenía pecas, era
pecosa. Muy a su favor tenía también un cuerpo bien formado y unas piernas
hermosas a las qué ella atribuía, que se las habían dado años de danza clásica.
Muy bien para sus casi treinta y tres años de los cuales ella nunca hablaba,
porque decía que a una dama nunca se le pregunta la edad y casi nadie en la
empresa sabía a ciencia cierta la fecha de su natalicio. Sus miradas se cruzaron
en repetidas ocasiones entre los pasillos de la empresa pero solo eran miradas
y nada más. Sus pocos diálogos eran solo laborales. Cierta vez en una charla
que diera el gerente general, ambos compartieron la sala y ella sentada frente a
él, intercambiaron miradas en repetidas ocasiones. En un intervalo en la
reunión, en el cual ambos se dirigieron a tomar un café, Samanta le dijo en
tono gracioso
__ ¿Te esta aburriendo? ¿No?__ y agrego...
__ ¡Anda preparándote! Porque estas reuniones a veces se extienden
hasta casi seis o siete horas. Si algo le gusta a este hombre es hablar, lástima
que después poco se cumple de lo que él dice __le dijo ella__.
__ ¡No, no me aburre! Me gusta escuchar sale de lo normal y lo
monótono de hacer siempre lo mismo__ Le contesto Valentín.
__No seas modesto, no tenes que quedar bien con el gerente__ le
contesto ella.
__No, no tengo porque quedar bien con él, pero de lo que estoy
disfrutando mucho, es el estar aunque sea sentado durante estas horas cerca
tuyo, ya que me agrada mucho tu presencia y no estoy tratando de ser
modesto__ Contesto Valentín.
Pensó para sus adentros en lo que había dicho y se arrepintió, se sonrojo
automáticamente y ella se percato al momento de su condición.
Al mismo instante en que dentro de ella un sentimiento de atracción se
despertó por Valentín, sus palabras le habían talado hondamente. Ella le
contesto __Yo no tuve muchas oportunidades de escucharte pero a mí también
me agrada mucho tu compañía__
Ambos se quedaron mirándose mutuamente un instante, en esa pequeña
sala que servía de cafetería y sala de refrigerio. Los dos se quedaron en
silencio, al momento que otro ejecutivo de cuentas entraba para decirles qué la
reunión se iba a reanudar y se extendería hasta el momento del almuerzo. La
reunión transcurrió hasta la hora de comer cerca de las catorce treinta el
gerente decidió el receso y comunico también que los invitaría a todos, los
doce empleados, a un restaurante de las cercanías a la empresa. Mientras se
dirigían al estacionamiento se dirimían quien viajará con quien. El gerente
decidió un grupo y Samanta en su auto llevaría a otros, el resto tomaría un
taxi, Valentín que siempre se rezagaba a propósito ya que trataba de evitar la
conglomeración de gente se quedo como para subir a un taxi pero Samanta
que lo había visto le arrimo el auto a su lado le toco bocina e hizo pasar atrás a
una de las tres muchachas que llevaba y le cedió el asiento del acompañante.
Tras el almuerzo la reunión se reanudo y termino tarde, cerca de las ocho
de la noche, ya a la salida se encontraron nuevamente en la justo al momento
de fichar su egreso de la empresa, dos horas más tarde de lo esperado. Ella se
ofreció a acercarlo en su auto y el asintió, al subir al vehículo el mismo olía a
canela varios peluches colgaban de la luneta trasera y otro, un perrito de
juguete color marrón al cual le faltaba un ojo lo miraba desde el tablero casi a
la altura de la guantera.
Charlaron camino a casa, a él le parecía extraño que ella, o sea, que se
invirtieran los roles y fuera la mujer la que acompañase al hombre, pero al
contemplarla conduciendo se dio cuenta de que era una excelente conductora
para ser mujer. Y ella a cada momento le insistía diciendo:
__ ¿Queres conducir vos?__.
__ ¡No, está bien!__ le contestaba el __estoy bien de copiloto y creo que
nadie tiene una chofer tan hábil y bella__.
Y así ella lo llevo hasta su casa, Valentín para sus adentros pensaba…
Parece ser que el siglo veinte está en constante evolución y por un
momento se sintió incomodo. Ella estaba exultante y receptiva sabia que él la
deseaba tanto como ella a él, pero hasta el momento ambos guardaban
compostura. Valentín sentía un pequeño temblor involuntario en el cuerpo
producto de las hormonas y el hecho de la atracción que por ella sentía pero
trataba de contenerse y no mostrar signos, de que estaba, hablando mal y
pronto, alzado. Ella llevaba la charla en varios ángulos quizás buscando una
repuesta más directa, pero más directa de lo que él había sido en la sala de
descanso durante la reunión, ya no había duda, toda la carne estaba en el
asador, pero en ese instante había gente y se podía flirtear sin quedar pegado.
Ahora eran ella y el solos en el auto de Samanta eso era otra cosa. Se dio
cuenta de que era un cobarde tratándose de mujeres siempre le había pasado
desde su juventud ese deseo de querer estar con una chica y cuando ellas se
acercaban tenía ganas de salir corriendo. El chamuyo nunca fue su fuerte, el
siempre había sido muy sincero e iba al grano, consideraba, que a las chicas
había que chamuyarlas, a “ellas les gustan que les hablen que les digas que son
lo más” le había dicho un pibe mayor, alguna vez, el sabia que eso era
mentirles pero bueno todo es así. Era como esa vez que había deseado a Eli,
una chica de la secundaria que tenía dos re-tetas las más grande de toda la
escuela y la niña lo sabía y siempre usaba el delantal desprendido y no solo
Valentín la miraba, todos los chicos la miraban incluyendo a los educadores
que también eran de carne. Y es así ese deseo de tener esos pechos, la fantasía
de todo joven, esos pechos, esos melones, pero que después en la relación en
el momento del acto esos pechos enormes eran son solo eso, unos pechos
enormes y nada más.
Y mucho más si no se saben usar, solo son eso adornos, sumado a la falta
de cerebro de algunas niñas da como resultado algo para olvidar. Y allí estaban
ella y el, ambos enfrascados en entrar en una relación, ambos libres por el
momento pero con pasado cercano y pendiente, pero que importaba si no lo
había matado la guerra, una relación tampoco lo iba a hacer. Y pensaba, hace
rato que no trato con mujeres, como será la onda ahora. Ella preguntaba que le
gustaba, que música escuchaba, llevaba la charla, el no preguntaba nada solo
decía sí o no. Pero a ella no le importaba creo que esa faceta lacónica de él le
fascinaba, un hombre de verdad que no fanfarroneaba, que permanecía callado
en vez de decir cualquier pavada, un hombre que había ido a la guerra y que
no se jactaba de haber peleado y mucho menos daba lástima por haber
perdido, eso le fascinaba.
El auto se detuvo frente a su casa o mejor dicho frente a la casa de su
madre, el entonces le dijo __Gracias por traerme, Samanta__.
Ella lo miro y ambos se quedaron en silencio un instante,
Samanta entonces le gasto una broma.
__ ¿Va a salir a buscarte mamá?__.
Ambos rieron al unísono después del chiste de Samanta.
Ya era entrada la tarde, había oscurecido.
__Me siento incomodo__ dijo él __ no sé qué decir, una mujer que me
traiga hasta casa… es raro__.
__No seas antiguo Valentín, estamos en los ochenta y la mujer va
cambiando, la mujer evoluciono.
__Así que aquí vivís, es un poco lejos…pero no importa, como se dice:
estas del otro lado de la general paz, aquí es otro mundo.
__Si ya lo sé, aquí la mujer es diferente__ dijo Valentín.
__No sé porqué decís eso, la mujer es mujer en cualquier lugar, quizás
aquí sean un poco más dependientes__dijo ella.
__En la capital la mujer trabaja y es más independiente y toma sus
propias decisiones para bien o para mal__ dijo Samanta.
El la miro, su corazón latía con fuerza dentro de su pecho…que mujer…
se dijo para sus adentros. Ella miraba hacía la calle y suspiraba con un aire de
desdén. El auto seguía en marcha. Valentín tomo coraje le toco el brazo y ella
giro la cabeza para mirarlo entonces él, sin mediar palabra le dio un beso en la
boca que la dejo sin aire, ella deslizo la mano lentamente hasta la llave y
apago el motor que seguía encendido y se entrego de lleno a los besos de
Valentín, el la beso primero fuertemente y después se que suavizando a
medida que ella se iba distendiendo y la química entre los dos se fue
fusionando. Poco a poco los vidrios del auto se fueron empañando y el calor
del interior fue en ascenso y ambos por un momento se olvidaron del mundo.


De Vuelta en las Islas
1982

Ese último día en las islas mientras era trasladado al buque hospital miro por
última vez antes de subir al vehículo que lo transportaría hasta el barco y pudo
ver la destrucción de la guerra, mucho armamento tirado, amontonados en
montañas de pertrechos, vehículos destruidos y parte de los uniformes de
nuestros soldados. La imagen que tenia era caótica, un poco distorsionada por
los calmantes que le suministraron los médicos ingleses, se sentía un poco
como ido, su cabeza se bamboleaba, pero fue allí, desde esa camilla, viendo el
panorama que pudo apreciar, que aquello se parecía mucho a un montón de…
Juguetes rotos.
Juguetes de guerra destruidos por la intolerancia y el egoísmo de algunos
funcionarios y estrategas que luchan sus guerras o mejor dicho juegan sus
juegos de guerra desde una sala y mueven seres humanos como fichas en un
ajedrez gigantes y los envían a unos contra otros a la muerte o en el peor de
los casos a la mutilación. Años después y a pesar de haber escapado al
fantasma del suicidio tuvo que enterarse de la muerte de varios compañeros
combatientes que todavía, y después de la guerra seguían la lucha y peleaban
por reconstruir sus vidas.


Javier

El narigón Javier así le decían, alto, delgado, de nariz aguileña, de tez blanca y
ojos verdes sus de cabellos castaños eran casi rubios y lunar en la mejilla
derecha a lo Marilyn Monroe. Carácter afable cordial y de cervezas largas, las
cual compartía en charlas con Valentín, muchas veces recordando los
combates en Malvinas y en cómo le habían hecho frente a esos malditos
colonialistas ingleses.
Miraban documentales de las islas y se largaban a llorar como dos niños se
les acongojaba el corazón se abrazaban se contenían y quizás fue por eso que
no se suicidaron fue por esa mutua contención que respetaron sus preciosas
vidas. Hasta el momento que tuvieron que ofrecerlas en un acto de amistad sin
igual. El amor entre hombres más allá del sexo era el amor por el amor mismo.
Muy estudioso, Javier era una extraña combinación en un hombre, tranquilo y
educado. Pero cuando se enojaba era como el increíble Hulk, no se ponía
verde, pero muy pocos querían verlo enojado, adepto a las armas siempre tenía
una encima. Muchas veces si no veía por un tiempo a Valentín, lo llamaba o lo
iba a visitar así también lo hacía Valentín una aparente transmisión de
pensamiento los unía. Si el matrimonio igualitario se hubiera autorizado en esa
época ellos se hubieran casado, no por el hecho de que fueran homosexuales
pero solo por la razón de estar juntos, ya que a los dos le gustaban mucho las
mujeres y a pesar de estar ambos en pareja siempre estaban al acecho de
alguna nami (mina-mujer).
Una y otra vez un recuerdo atroz le invadía la cabeza a Javier, un recuerdo
que empañaba su espíritu combativo y que lo marco en el final. Cuando ya sin
balas tuvieron que deshacerse de sus fusiles y solo se dispusieron a caminar
hacia la nada, hasta que los encontraran, era mejor ir desarmados, pensaron
ambos pero a esa altura del partido se vivía al filo de la muerte, ya que la
muerte los rodeaba a cada instante. Recordaba y le decía a Valentín con los
ojos en lágrimas y ante la atenta mirada del Mono y del choborra que en
silencio lo atendían en sus poco frecuentes charlas. Y así recordaba Javier su
estadía en las islas:
En el desbande comenzaron a correr y pronto se vieron solos, Ezequiel
Moreira estaba a su lado. Agotados por el frío, el hambre y el cansancio físico
caminaron desarmados para rendirse al primer pelotón británico que hallaran,
ya que eso no daba para más.
El sol brillaba como nunca en todos esos días de conflicto en las islas en
forma intermitente, salía para luego nuevamente desplegar sus rayos y
volverse a esconder sobre la estepa isleña.
A unos doscientos metros de donde estábamos había una pequeña loma
de unos dos metros de altura, pensamos en acercarnos para ver si era segura y
poder esperar allí cualquier destino, menos la muerte. Ezequiel estaba mejor,
yo tenía la voz tomada y fiebre, aparte me dolía fuertemente la cabeza. Y a
pesar de tener mucho de qué hablar estábamos caminando en silencio ambos
llevábamos un pedazo de camiseta de dormir blanca como señal universal de
paz, cosa que algunos se lo pasan por las bolas.
Así íbamos desarmados y separados por unos dos metros, nos
dirigíamos hacia esa loma, cuando de repente un grito en ingles medio
desordenado, nos helo la sangre, en realidad era lo que esperábamos, pero yo
tuve en ese instante un temor intestino.
De frente a nosotros había dos marinos británicos salían de la loma y se
dirigían hacia nosotros con sus fusiles echados a la cara. Vimos que se
acercaban apuntándonos y nos quedamos parados, petrificados al instante
como estatuas en el lugar. Yo tenía la boca seca y me dolía atrozmente la
garganta, sin embargo Ezequiel esbozo un ¡do no shoot!...¡do no shoot! O el
¡No surt!... en un ingles que nos había enseñado el cabo Gaspar un suboficial
bastante humano.
No sé si fue la palabra equivocada o la forma gutural de Ezequiel de
decirlo, pero en el ínterin uno de esos soldados que se acercaba y al cual se lo
veía muy ofuscado y a mi parecer estaba ebrio. El Eze (Ezequiel) me miro con
esa certeza de que… estábamos salvados.
El soldado de rasgos casi orientales nos hizo un ademán con la mano e
interpretamos automáticamente que nos diéramos vuelta. Yo (Javier) comencé
a ponerme de espaldas al instante que me ponía de rodillas y me quedaba en
silencio. Ezequiel seguía diciendo…No shurt…no Shurt, con ese seudo
ingles que yo a esa altura ya no entendía, porque creí en ese momento que
habíamos tomado la decisión incorrecta, mire hacia delante; el sol iluminaba
las islas y a lo lejos pude ver el mar todo ese océano azul e impasible allá a lo
lejos casi ajeno a lo que estaba pasando.
__ ¡Fucking niga!__ exclamó el “británico” a mis espaldas mientras
Ezequiel levantaba sus manos, yo había cruzado los dedos detrás de mi nuca.
__ ¡No surt!... ¡No Surt!... ¡Please!__ exclamó Ezequiel… fue la última
vez que escuche su voz. De repente un estampido tremendo el más fuerte que
había oído en las islas, siempre escuché el tableteo de los fusiles a lo lejos y el
silbido de las balas sobre nuestras cabezas, pero este era el más cercano de
todos y más de los enemigos.
Sonó detrás nuestro y tras el destello, vi lo que quedaba de Ezequiel caer
a mi lado, ¿era él? ¿Por qué lo desconocí?... pero por alguna razón no reconocí
su rostro, su cabeza o mejor dicho la parte superior de su cráneo ya no estaba,
su gorra de visera verde oliva había desaparecido, su cara se había caído toda
como si fuese una máscara grotesca y parecía todo arrugado, lo que quedaba
de sus sesos desparramados en el suelo agreste de esa vendita isla. Como un
huevo que se rompe y que deja salir su contenido al exterior, es sangre y
miedo. Cerré los ojos pensé en correr lejos y rápido como el viento como esa
ventisca constante de las islas, ese pensamiento estúpido que solo lo tienen los
que están por morir.
Es ese pensamiento en que cerrando los ojos todo desaparecerá y volverá
a la normalidad, escuche frases en ingles, al juzgar por los tonos parecían que
reñían, por alguna razón discutían, en realidad no sabía quien había disparado
de los dos soldados que nos atraparon.
El británico que tenia rasgos de nipón se puso rodilla a tierra y le echo un
vistazo a lo que quedaba de ese ser humano que hasta hace unos segundos
atrás se llamaba Ezequiel todo había salido mal, todo parecía una maldita
pesadilla del infierno dentro de otra pesadilla, solo queríamos rendirnos, solo
queríamos vivir. Un frió me recorrió todo el cuerpo cuando el hombre se paro
frente a mí y me apunto con el arma casi a la altura de la boca, levante la
mirada y vi su rostro sus ojos rasgados y una expresión como si estuviera
drogado y no le importara nada, volví a mirar al piso, por un segundo cerré
los ojos y pensé en que este era el final, pensé en mi madre y en como
quedaría yo después del disparo, fue toda una eternidad. Por alguna razón Dios
se había olvidado de nosotros en esas lejanas islas y ellas eran dominadas por
el rey del mal, por el diablo que había tomado forma humana.
__ ¡Stop! ¡Stop!__ La voz enérgica de alguien que gritaba a lo lejos pero
cerca, uno sabe lo que significa, cree saber lo que significa “Stop” en ingles,
pero solo quizás sea el inconsciente tratando de salvarse , buscando el milagro
a una muerte segura. Esa persona era el artífice de mi vida o mi muerte era el
que decidiría si respiraba o no, en ese momento el era Dios, la parca, el diablo
o quien quita la vida, ese anónimo esa persona que no conocemos pero que fue
a esa isla a hacer lo que nosotros quizás no entendíamos o no sabíamos o no
estábamos preparados para hacer, arrebatar por la orden de otro ser humano la
vida, lo más preciado de toda persona.
__¡¡Stop!!__ Esa palabra más cercana y mucho más enérgica resonó en
mis oídos. El soldado, bajo su arma. Oí que hablaban pero solo se escucho la
voz, solo la voz de ese que decía “stop”, se me hizo tirar al piso y mientras me
ataron las manos, observe nuevamente con tristeza y horror lo que quedaba de
mi compañero. Me ataron las muñecas con precintos plásticos, tras esto se me
levantó y se me puso a caminar en dirección a la loma, recé una corta oración
por mi camarada muerto mientras me llevaban. Un hombre joven alto de tez
blanca, boina verde parado esbeltamente daba órdenes en ingles y ordenaba a
los soldados que me escoltaran detrás de la loma, el militar no tenia insignias a
la vista pero de seguro debía haber sido un oficial británico o un suboficial de
jerarquía, era el que me había salvado la vida. Mientras era escoltado mire
directamente a los ojos de esa persona que había protegido mi existencia en
este mundo y vi en ellos humanidad y compasión entre tanta locura, creo que
con mi mirada y sin palabras el sabia que se lo agradecía, lo sabía y hasta me
di cuenta que sus ojos me decían: hubiera querido llegar antes para evitar esa
tragedia, a veces la gente no entiende lo que solo una mirada puede decir, más
que mil palabras. Por alguna razón me había salvado quizás si ese militar
hubiese llegado unos minutos o unos segundos antes Ezequiel Moreira estaría
vivo si hubiese llegado unos minutos después yo también estaría muerto. A
veces el momento justo es estar justo a tiempo. Y el estar a tiempo modifica el
destino de las personas, de los seres humanos y mucho más cuando de la vida
de las personas se trata.


Clandestino

La clandestinidad es muy triste y dolorosa uno vive pensando en el peligro de
ser atrapado y siempre está a la persecuta siempre con el sueño intranquilo,
como dijo: Yasser Arafat, nunca dormir dos veces en el mismo lugar, así lo
hizo Valentín los primeros días.
Tenía varios amigos que tenían conocidos que tenían amigos pero solo
dormía en la casa de los conocidos de los amigos de los amigos, sin preguntas
sin engaños su sola presencia su buen porte y educación siempre atraían a sus
anfitriones que lo albergaban como si fuese uno más de la familia. Por
intermedio de su hermano policía había conseguido un documento falso y
logro entrar a trabajar en una fábrica en negro y cada vez que hacia un trámite
la fabrica respondía por él como garante, si bien paso sus primeros meses en
Paraguay, gracias a su hermano había conseguido quien lo recibiera en país
vecino ya que tenia parientes por parte del padre. Casi con la frontera de
Brasil, no pudo con su genio y después de un año se dispuso a volver
ingresando por la triple frontera en donde trabajo para un gendarme que
necesitaba pasar contrabando y que luego de ingresarlo lo había descartado ya
que era bastante fácil pero para él con pedido de captura era una puerta abierta
a la cárcel.
Se contactaba con su esposa por intermedio de una prima y un amigo de
él, así que cuando se fue del Paraguay se quedo en la provincia de Misiones,
un lugar rustico a orillas del rió fue su hogar al lado de una señora llamada
doña Chaira, era la abuela de Iván su compañero muerto en Malvinas. Una
muy buena mujer, gorda morocha por el sol del litoral, su cara redonda y sus
ojos verdes claros; en sus orejas pendían dos argollas redondas cuan aros que
la hacían vistosa de vez en cuando usaba un chambergo (sombrero) de paja ya
desgarbado o si no un pañuelo rojo con lunares amarillos que la hacían parecer
una de esas antiguas mulatas del época colonial.
Siempre de buen humor al medio día cuando el calor entraba a picar se
sentaba dentro del agua a las orillad del río y estaba horas fregando y lavando
ropa y uno que otro trapo que siempre luego de terminar colgaba al sol, mas
una vez lanzo una puteada cuando alguna palometa le mordía los dedos del
pie. Ella era todo corazón y ágil como nunca había visto a una persona con
tamaña humanidad.
El se había convertido en su hijo que venía de Buenos Aires, de la gran
ciudad, de esa gran manzana que poco a poco se estaba echando a perder.
Como decía doña Chaira…Que me importa Buenos aires y la Capital toda esa
gente junta uno encima del otro, acá tengo lugar y tranquilidad y todas las
estrellas para mi… decía la señora con sus ya sesenta y cinco años vividos y
llevados a delante con esa vida campesina y austera. Siempre por la noches se
sentaban después de la cena a fumar tabaco armado en la entrada de la casa
delante de una pequeña fogata hecha en un brasero no por el frió si por el
hecho de correr los bichos de la noche que se arrimaban a la casa, decenas de
sapos y ranas se dirimían los insectos que pululaban alrededor del fuego y
doña Chaira armaba cigarrillos con una habilidad que hubiera sonrojado a
cualquier muchacho de Buenos Aires. Fue en esas noches de contemplar las
estrellas y de desnudar el alma que Valentín le explico lo que había pasado y el
porqué tenía que vivir en la clandestinidad…Dona Chaira lo miro y le dijo:
…lo sé hijo, se lo que te paso y la desgracia por la que tuviste que
pasar… y sé también que te cuesta mucho hablar de ello, se también que en tu
lugar hubiera hecho lo mismo…Un hombre, un verdadero hombre tiene que
hacer lo que tiene que hacer…
…Solo Dios dirá lo que te deparara el destino solo él sabe porque te está
dando esta oportunidad.
Valentín con lágrimas en los ojos le dijo a doña Chaira:
__No puedo ir a la cárcel, yo no soy una persona que merezca esto, yo no
lo pedí esto se lo buscaron los otros, nunca fui chorro, ni drogadicto ni nada y
siempre anduve en el camino del bien pero no, esto tenía que pasar y paso__.
__ ¡Lo sé hijo!__ dijo doña Chaira __No pienses mucho, por algo el
señor todavía te está cuidando. El está poniendo ángeles en tu camino.
Pensó en Dios, pero en realidad su pensamiento giraba en saber que
estaba rodeado de ángeles guardianes que sabían que era una persona llevada
por el destino y castigada por el infortunio.
Doña Chaira se levanto se estiro levemente y pasó la mano por el cabello
sacudiéndole el pelo y le dijo __Tu eres mi hijo y aquí yo siempre te cuidare y
protegeré, yo también perdí un hijo, Dios me envió otro porque así es…Dios
nunca cierra una puerta sin abrir otra__.
Dicho esto la señora entro en la casa y se preparo para dormir Valentín
miraba las llamas azuladas pensando en los dichos de la amable señora y
mientras con un palo atizaba el fuego que se consumía en esa noche cálida del
litoral…hasta que un Sapucai a lo lejos le despertó del sueño a ojos abiertos en
el que se encontraba sumergido, la leyenda continuaba.
Los meses pasaron en ese lugar hermoso y apacible pero a pesar de estar
tranquilo y protegido deseaba mucho volver a ver a Diana y a su hija, acá en
Buenos Aires, la policía mantenía vigilancia sobre varios de los domicilios de
sus familiares y en especial de su casa. Pero sabía que debía volver, quería
volver aunque eso le costara la vida, porque El conocía muy bien de antemano
que no se iba a entregar, no quería la cárcel para él.
Su padre estaba enfermo, se entero que estaba internado muy grave,
recordó la vez que lo había visto en una camilla cuando se descompuso, y su
hermano y él fueron al hospital, el médico había puesto en la ficha médica…
Etilista crónico, una manera cortes y educada de definir a un alcohólico a un
borracho mas lisa y llanamente. Pensó en ese momento Valentín si el médico
se hubiese equivocado en una letra solamente su padre se hubiera dedicado a
estar peinando clientes en una peluquería, pero no estaba ahí tirado en la
camilla por culpa del alcohol y Don Alberto era también después de tantos
años otra víctima indirecta de la guerra de las Malvinas.
Con mucho dolor en el corazón y a sabiendas que la Doña iba sufrir se
dispuso ir a Buenos Aires para ver a su padre y a los suyos. Un camionero lo
acerco, un fercho (chofer) que traía autopartes para una multinacional lo trajo
y con custodia pasaron todos los controles de policía y gendarmería.
Diana en su casa extrañaba a Valentín, su vida después de la muerte de su
hijo había sido brava pero todavía le quedaba una hija por criar y tenía que
seguir la lucha debía sacar fuerzas de cualquier lado, pensaba en que Valentín
había sido egoísta en ese sentido la noche del quilombo él había dejado de
pensar en su otra hija y sin embargo ella sabía que lo iba a hacer se lo había
dicho lo habría premeditado. Pero lo premedito después de ver como por los
canales de televisión pasaban una y otra vez a padres hablando de sus hijos
muertos o a hijos hablando de sus padres asesinados a manos de una de estas
lacras que salen a la calle drogados y que no les importa nada y te joden la
vida, ella había sido testigo de cómo Valentín se retorcía cada vez que un
padre o un hijo salía hablando en televisión y decían… ¡me mataron a mi hijo!
me cortaron los brazos. Y él una y otra vez decía ofuscado ¿y qué hiciste por
vengar a tu hijo? Y decía una y otra vez...Si me pasa a mí, los mato, los
destruyo y después de destruir a los autores materiales mato al comisario de la
zona liberada porque si estas cosas pasan es porque el taquero de la zona no le
importa nada y después si no me matan voy contra el ministro de seguridad
que es el responsable político aunque muera en el intento. Y esa frase la
repetía una y otra vez.
Citaba a Golda Meir y la operación venganza después de la masacre de
Múnich en 1972, como los judíos se vengaron por los atletas muertos y… está
bien… decía él, así tiene que ser, Talión, esa es la ley.


La Otra Semilla

Ella era una antigua amante, una de sus antiguas novias que todavía lo amaba
y mucho, esa era una mujer sin condición, sabía que lo quería por más que
estuviera ya casado. Quien sabe bien porque ese poder que tienen solo algunos
hombres sobre las mujeres, para que ellas lo amen a pesar de que tengan
pareja, él siempre fue sincero sabía que en una relación la verdad era una
regla primordial, tanto así que sabía que Felicitas lo recibiría cordialmente,
siempre habían gozado de buenas salidas y de muy buen sexo. Se tomo un
servicio expreso en Constitución y se fue hasta la plata a encontrarse con su
antigua amante , ella lo recibió como siempre bien, por suerte estaba sola hace
mucho tiempo que lo estaba y tras su relación con Valentín no pudo ya
dedicarse a otro hombre, de vez en cuando Felicitas levantaba el teléfono y
marcaba el numero de la casa de él pero no hablaba solo escuchaba sus voz en
silencio y varias veces la esposa levanto el tubo y tras preguntar ¿quién es? y
no obtener respuesta del otro lado, refunfuñaba y colgaba en su cabeza
merodeaba la idea de alguna amante de Valentín pero ella también lo amaba
profundamente.
Esa noche el se quedo en su casa, ella, su padre le había construido una
casa en los fondos de su propiedad, hija única se rehusaba a vivir bajo el
mismo techo que sus padres y amenazo varias veces con irse, tenía una nena
de la primer pareja con la cual convivió y por la que se había ido del hogar
paternal, pero su pareja un hombre trabajador, muy celoso y violento, cuando
bebía la golpeaba basando sus enojos en los malditos celos y a veces su tez
blanca aparecía magullada y sus ojos verdes se escondían tras lentes oscuros,
Valentín la había conocido después de una fiesta empresarial de fin de años,
que se realizó en un boliche, ella era maestra jardinera pero no ejercía
trabajaba como recepcionista en una logística. Pelirroja de tez blanca, su cara
presentaba algunas pecas casi imperceptibles su boca como gajos de
mandarinas parecían pedir a gritos ser besados. Así la conoció, en la fiesta de
fin de año que realizo la empresa, estaba en la barra con dos amigas bebiendo
algo, el la miraba desde lejos junto a unos amigos o mejor dicho compañeros
de trabajo, y vio como varios muchachos y otros hombres trataron de sacarla a
bailar pero no quiso, uno de los más osados, le agarro la mano y trato
cortésmente de deslizarla a la pista, casi accede, había visto a Valentín que la
miraba, después de unos tragos y de agarrar coraje, empujado por sus amigos
decidió ir en busca de aquella pelirroja la cual estaba bien buena.
Así comenzaron la relación, a pesar de amarla, el hecho de que tuviera
una hija lo limitaba, quería a la niña pero no era su padre y algo en su interior
no lo dejaba tranquilo, vivir con esa mujer, era eso una muy buena mujer, fiel
y trabajadora.
Esa noche el se quedo en la casa, hablaron él le contó lo que había pasado
y dónde había estado tanto tiempo ya que al menos una vez al mes el se
contactaba a su casa, ella entendió lo que paso le narro los pormenores del
infortunio, ella lo conocía tan bien que sabía que lo había hecho por su hijo y
nada más, que por sus hijos. Sabia de su nobleza y sabia también que el no iría
a la cárcel se mataría o se haría matar antes de pisar la cárcel. Ella le contó un
poco de su vida y cuando ya entrada la madrugada el se quiso ir ella le dijo
que por favor que no se fuera que se quedara con ella. Sus padres habían
salido ese fin de semana y ella llamaría al trabajo y pediría que la remplacen
en su puesto, no se hacia mucho problema si se quedaba sin trabajo ya quería
aflojar un poco con los constantes flirteos que tenía que esquivar de su
encargado y de otros babosos de la empresa así que le pido que no se fuera.
Isabela era hermosa como su madre su cabellera roja llena de rulos que le
llegaban a los hombros, con siete años de edad, miraba atentamente a ese
hombre que había venido a ver a su madre, parecía reconocerlo, hacía años
que no lo había visto y estaba celosa. La niña estuvo con ellos mientras
tomaron un café y se acerco a su madre cuando ambos se tomaron de las
manos en la mesa, __ ¡Discúlpala!__ dijo Felicita __ella no se acuerda mucho
de vos y encima esta celosa, aunque vos no lo creas no vienen hombres a
casa, una por respeto a mis padres y otra porque yo no quiero estar con nadie,
me siento muy bien sola. Isabela y yo estamos muy bien, papá y mamá la
cuidan tan bien como yo.
__Te entiendo__ dijo el __y la entiendo a ella__ trato de tocarle la cabeza
a la niña, la cual lo esquivo.
__ ¡Tengo sueño! Ma...! Exclamo la niña. Entonces Felicitas la levanto en
brazos y mientras la llevaba a dormir le dijo
__Dale un beso a Valentín__ La niña lo beso y cuando madre e hija se
dieron la vuelta la pequeña le tiro otro beso haciendo un ademán con la boca.
Valentín la saludo con la mano arrojándole otro beso.
Esa noche el se quedo en la casa se amaron como lo hicieron años atrás,
lo hicieron como si fuera la última vez, lo hicieron como lo hacían siempre
que se encontraban.
En la cama él le pregunto__ ¿Porque crees que paso todo esto? yo era un
hombre bueno como decía León Gieco en su canción del fantasma de
Canterville. ¡Porque tuve que terminar haciendo lo que hice! ahora soy un
delincuente más, ahora pase del otro bando, en ese bando en el que yo nunca
quise estar__.
Ella le dijo__Vos no perteneces a ese bando ni a ninguno. Vos hiciste lo
que cualquiera con un poco de pelotas hubiera hecho, ¿Quien no vengaría la
muerte de su pequeño niño?, por eso yo te elegí, porque sos audaz, porque
peleas por la justicia y porque a pesar de que te vengaste, mucha gente aplaude
lo que hiciste y eso se demuestra en cómo te dan refugio__.
__Yo siempre te ame y te amare__ le dijo ella, en sus ojos podía
vislumbrarse un alo de tristeza.
__Se que tenes dueña, que tu mujer está sufriendo tanto como vos, con
todo esto, yo creo que algunas mujeres nacemos para sufrir__.
El la estrechó entre sus brazos fuertemente, ella se recostó sobre su
pecho, podía oír los latidos de su corazón.
Ella dijo __El corazón te late fuertemente y con furia, con esa furia que
tienen los huracanes y esa furia que solo se ve en la naturaleza.
__ ¡Tengo miedo! ¡Tengo mucho miedo!__ dijo ella con lagrimas en los
ojos __Un día tu corazón dejara de latir y ya no habrá nada.
__Lo se__ dijo el __ese día todo quedara oscuro y de seguro tendré que
saldar cuentas con el creador. Yo nunca quise esto para mí, pero la ley del
Talión me impulso… Ojo por ojo, diente por diente.
__Siempre fuiste igual, siempre fuiste impulsivo. ¿Te acordas cuando
viniste a casa y poco después llego mi ex? que había venido a ver a la nena y
encima borracho.
__Si__ dijo el __lo recuerdo.
__Te acordas que apenas te vio salir después de insultarme y de que
Isabela llorara por sus gritos, saliste a tratar de que se fuera y cuando él te
golpeo vos le diste esa paliza que logro que él nunca más me molestara.
__ ¿Qué le dijiste al oído cuando lo tiraste al piso? ¿Qué le dijiste?
Nunca me lo contaste y el no apareció mas como para preguntárselo__.
__Solo es lenguaje de hombres, solo nosotros entendemos__ dijo
Valentín. __Una vez me dijo un tipo… los hombres no se miden por la
estatura, se miden por los huevos.
Ambos quedaron en silencio en esa cama blanca, eran cerca de las dos de
la mañana y la luz de la luna que entraba por la ventana bañaba la habitación
en esa noche de reencuentro y de amor.


Su Destino

El casamiento le sentó bien, a pesar de no querer fiesta, la familia de Diana
insistió en la boda, el por su parte le daba lo mismo, había que aparentar por
sobre todas las cosas. No se llevaba bien con su suegro y poco y nada con su
suegra, los dos bastante estirados como era de esperarse para gente de plata
pero bueno después de todo cada uno puede ser como quiera siempre que le de
la nafta y a ellos le daba. Lo básico y lo básico para ellos era el dinero,
Valentín por su parte no albergaba odio ni bronca contra nadie pero el
estiramiento de la familia le causaba un poco de desaire y frustración. El bebe
ya estaba en la panza y así y todo deseaban una boda de blanco. A él todo eso
le chupaba un huevo.
La vida marital la comenzó viviendo con los suegros por pedido expreso
de ellos. A pesar de que el padre de Diana podía conseguirle empleo el se negó
y se puso a trabajar en una empresa y como todo hombre bien parecido
siempre estaba al asecho y asechado, por que la mujer también se presta para
ese juego, es una lucha de géneros.
Con la llegada del bebe la felicidad le sentó muy bien, las viejas estiradas
de la familia de Diana venían a tomar el té, se creían damas inglesas.
__ ¡Tomar el té!__ decía él __ ¡viejas del orto!__ Y el pollerudo del
suegro entre faldas, siempre que venían las gerontes hablaban mal de la
gente, de los parientes o de quien sea para eso era un experto. Iba y golpeaba
la puerta para pedir el video del casamiento una y otra vez, video pedorro.
Siempre se sentaban en ese ritual paupérrimo de tomar té y solo mirar y
criticar, cierta vez que Valentín se había levantado de mal humor tras haber
trabajado toda la noche, el viejo pollerudo le golpeo la puerta para pedirle el
video-cassette, Valentín ofuscado se dirigió al placar a buscar la cinta cuando
en su enojo se le ocurrió una juerga, le cambió la cinta que decía casamiento
por el de anal intruder (una película porno), le coloco el stiker de casamiento
introdujo la cinta en su video-reproductor y la preparo justo en el instante que
un gran chupucoco era introducido en un gran Toor, dejo preparada esa
imagen, esas viejas falsas puritanas verían otra versión del amor. Le dio al
suegro la cinta vhs (el video cassette) y le dijo __Colóquela como esta y solo
apriete play__ mientras Valentín ya cambiado se preparaba para fugarse de la
casa e irse a lo de su madre a tomar unos mates.
Las “señoras” sentadas en el living se horrorizaron cuando en la pantalla
de veintinueve pulgadas del televisor, un gran miembro viril penetraba un gran
Toor. Valentín ya en la calle se relamía y se recagaba de risa pensando en la
cara de esas viejas chotas. Siempre había tenido cierto perjuicio para con
algunos viejos, no con todos, les gustaba oírlos contar historias y anécdota a
viejos que sabían y que las habían pasado todas, pero les molestaban los viejos
chotos, esos viejos vinagres como decía… Luca Podrán, esos viejos que les
molesta todo, esos viejos lo fastidiaban y en demasía. Siempre contestaba que
él no llegaría a viejo… Moriré joven como los grandes…decía.
La vida de pareja era monótona y a veces se tornaba dura, los fines de
mes y más cuando se retrasaba el pago las cosas se ponían fuleras, pero y a
pesar de todos los padres de Diana eran gente de plata siempre lo ayudaban
con dinero, cosa que el no soportaba y orgulloso que era no toleraba. Diana en
ese sentido sabía que sus padres no eran malos solo que se preocupaban y
mucho más cuando ella quedo en cinta. Para Valentín la plata era como decía
una de sus ex novias… la plata no hace la felicidad, pero calma nos nervios, le
había contestado en cierta ocasión en la que se habían encontrado y en la cual
ella ya estaba casada y el todavía no. El comentario venia a que ella se había
casado con un hombre que tenia funeraria y estaba bien económicamente, que
ironía pensó Valentín, tu marido entierra a otros y yo te la entierro a vos le
decía ya molesto por la conversación que la hermosa chica había tenido en la
cama, en un oscuro cuarto de hotel. Valentín siguió ofuscado y le dijo a la
joven ese día… ¡Deci!… ¡Que no me case con vos!... ¡De seguro hubiera sido
un cornudo!__ le había dilapidado esa tarde-noche a la joven.
La tarde termino mal, ambos se pelearon y cada uno se fue por su lado y
por un buen tiempo no volvieron a verse. Pero igual ella seguía amando a ese
loco calentón.
Pero Diana era diferente, una mujer respetable y una muy buena madre,
de buenos modales, casera y por demás familiera.
Ambos se habían conocido de toda la vida, y siempre se amaron en
silencio, el era muy mujeriego y ella lo conocía, pero también sabía que ambos
eran buenas personas y por eso en el final del camino se encontrarían y poco a
poco fueron afianzando su relación, la familia de él no salía de lo normal, su
padre era un rompe pelotas, que al final de la guerra de Malvinas y tras el
regreso de su primogénito se jubiló y paralelamente también se jubiló de la
vida quien sabe el porqué, se dedico a la bebida, su madre era una mujer
sumisa y sometida al rigor de un padre autoritario y poco demostrativo de
cariño hacia ella y a sus hijos. Quizás el hecho que su padre (el abuelo de
Valentín) que nunca conoció, fuera así. Tal vez haya sido que su abuelo; el
padre de su padre que no lo había reconocido nunca, tampoco según lo que les
había relatado su papá en alguna conversación de entre mesa, ese abuelo
paterno no era muy cariñoso, era del tono más bien bruto y violento, mucho
más cuando estaba tomado. A pesar de todo el padre había podido cuidarlos y
criarlos trabajando en una fabrica automotriz hasta que se retiro.


Talión, es la Ley

El hombre se sorprendió en el momento en que Valentín lo apunto con el
arma, sus ojos grandes y su cara de horror no lograron intimidarlo ya que en
un instante lo miro y solo le dijo:
Sin tanto protocolo__¡¡Esto es por mi hijo!!__.
El hombre vio la bala acercarse a sus ojos, un milisegundo, justo en el
mismo momento que dejaron de ver su cabeza se hecho para atrás, Valentín
sintió como una liberación, era el último de su lista y bajo el arma humeante.
Alrededor todos los demás funcionarios se quedaron perplejos y nadie atino a
nada solo miraron, Valentín observo a su lado desde donde Javier lo miraba y
asentía silenciosamente con la cabeza.
El Mono excitado por la muerte dijo__Matémoslos a todos estos culo
rotos, estos también son unas lacras__.
__ ¡Deberíamos hacerlo, pero no Mono! dispárale a algunos en las
gambas, pero no los mates quiero que les queden cicatrices__ dijo Valentín.
El Mono eligió a un par de esos gordos corruptos como se elige un
chancho o un chivito en un corral para una fiesta. Lo hizo solo por la cara
mientras los hombres trataban de esconderse unos detrás de los otros entre la
mirada escrutadora del Mono y así luego de elegirlos les descerrajó con su
pistola calibre cuarenta y cinco un certero balazo en la rodilla a cada uno.
__¡¡Ja!!...tan amigos que parecen en el momento de repartir la torta para
cagar al pueblo y en el momento de poner el pecho se cubren unos detrás de
los otros…¡¡¡cagones de mierda!!!
Así lo vio el Mono, al que se quería cubrir lo buscaba y le pegaba un tiro en
la pierna solo para arruinarlo, solo por eso y porque era orden de Vale si no los
hubiera hecho teta a todos, ya soñaba despierto ponerlos a todos en ese cuarto
pequeño con las tres granadas de mano y volarlos en pedazos.
Así entre los gritos de dolor de los heridos y el miedo de los concurrentes.
Javier les dijo a algunos de los hombres que rompieran un mantel y
realizaran torniquetes a los heridos. Retiraron los celulares de todos los
presentes y se reunieron en el hall del salón, no hubo mucho miramiento.
__ ¡Comunícate con el borracho! Que prepare el coche que salimos__ fue
la orden de Valentín a Javier.
Valentín se paro frente a Javier lo miro a los ojos y le dijo:
__ ¡Somos soldados!__.
__Si lo somos__ le dijo Javier con ojos de amigo.
__ ¿Nos estarán esperando? ¿Qué decís Valentín?__ decía el Mono.
Excitado por la destrucción, que se vendría.
__No lo sé…Pero que importa, prepara las granadas y el fusil__ agrego
Valentín lacerante y frío.
Valentín había conseguido un R-5 pavonado negro impecable en la triple
frontera y hoy le iba a dar el bautizo de fuego en batalla real. Se coloco en la
chaqueta varios cargadores le pidió al Mono una de las tres granadas y
marcharon. Javier se puso la pistola cuarenta y cinco en la cintura tomo la
escopeta lleno sus bolsillos con decenas de cartuchos y se tercio un bolso con
más munición a la espalda. Cuando venían a la misión suicida hubo una
discusión estratégica y la misma se debió al uso de los chalecos antibalas.
Javier quería usarlo sobre la ropa, exhibiéndolos a la vista, Valentín se negaba
a que lo usaran así y se basaba en el simple hecho que los uniformados al
verlos se concentrarían en disiparles a la cabeza o a las piernas a primera
instancia cuando les vieran el chaleco. El mismo debía ser llevado bajo una
chaqueta liviana y holgada que facilitase los movimientos.
Javier le dijo:
__ ¡Para que cuidarnos tanto!... si de cualquier modo vamos a ser
boleta__.
¡Sí!__ le dijo el mono __yo quiero durar el tiempo necesario para
llevarme a todos los putos que pueda__ agrego.
Y ahí estaban esos tres Kamikazes, esos jinetes del Apocalipsis.
Descendieron por el ascensor, el bajar duro una eternidad, los tres estaban
en silencio. De repente el Mono miro la cámara de seguridad del elevador y
dijo:
__ ¡Que lastima que el vigilante no pueda ver esta película!__ Y con la
mano dirigió la cámara apuntando a la puerta del mismo como para que el
dispositivo de video tomara bien su salida del ascensor.
__Esta película va a ser una de comboy (cowboy) __ dijo el Mono entre
risas.
Javier y Valentín se miraron y se rieron. El Mono podía ser gracioso en
los lugares menos esperados, lo que se diría más desubicado que… chupete en
el culo, como le decía Valentín cuando podía ser gracioso.
__ ¿Salimos por el subsuelo? ¿O por la principal?__ pregunto Javier.
__Por la principal__ dijo Valentín, mientras le prestaba atención al lustre
de las puertas del ascensor, ya su fusil estaba preparado y todos con la mirada
al frente.
__ ¡Nos van a estar esperando con todo!__ repuso Javier.
__No creo, solo pasaron quince minutos, deben creer que es un afano
normal__ Mientras Valentín tiraba hacia atrás la corredera del fusil para
cargarlo y quedarse tranquilo que había una bala en recamara y ponía luego el
selector en automático.
__ ¿No creo?... Sí, nos cargamos al puto ministro, ya deben estar todos
enterados__ Dijo Javier.
La mirada de Valentín dejo de centrarse al frente y paso a posarse en
Javier, su amigo del alma y camarada de armas el cual se miraba distorsionado
en las paredes de acero inoxidable del ascensor.
__ ¿Tenes miedo Javier?, ¿Si queres te podes rendir? ¡Yo no te reprocho
nada amigo!__.
__Solo estoy haciendo conversación__ Dijo Javier y agrego
__Vos me conoces y al caso ¡ya no me importa nada!__.
Al momento que chimasiaba la escopeta atrapando el cartucho expulsado
con la otra mano y lo volvía a cargar__.
Al hacerlo observó la bala en el piso del fusil de Valentín que él no se había
tomado el trabajo de levantarla, Javier puso rodilla a tierra y recogió el
proyectil y lo guardo en el bolsillo de su campera verde oliva y pensó para sus
adentros…esta es para la buena suerte.
Tenso pero con reflejos Javier dijo __solo tratemos de llevarnos a todos
los que podamos, quiero muchos esclavos en el mas allá__.
__Solo Cabanis__ dijo Valentín__ y trajeados con arma__agrego.
__ ¿Y los paquitos de seguridad privada?__ El Mono expandía su lista de
destrucción.
__Solo los que estén armados__ Le dijo Valentín.
El Mono se deleitaba pensando en la masacre, para eso era bueno tenía
dos bolas de boliche por pelotas, Valentín siempre se acordaba de la sangre
fría que tenia al matar animales para consumo, una vez trajeron un conejo, el
Mono lo agarro de las orejas, el “Rabbit” pataleaba y de repente le asesto un
golpe seco con el canto de la mano en la parte de atrás del cuello, lo desnuco
en el acto y el conejo quedo flácido como si fuera un trapo, poco después lo
ato de las extremidades y lo desolló por completo solo quedaron con pelo las
patitas, ese fue el almuerzo. Así era el Mono bruto pero leal en su mente
añoraba una familia pero su madre no pudo mantenerlo y lo envió con su
abuela, su padre los había abandonado junto a sus hermanos más pequeños y
su madre tuvo que rebuscárselas, se junto con otro hombre, un albañil, un
hombre que durante los días de semana, osco, a la llegada a la casa solo quería
tener la comida en la mesa y el vino, que nadie hablara cuando el cenara, pero
los fines de semana se transformaba en una cagada de ser humano cuando
pasado de copas regresaba a su casa tras haber estado con sus amigotes, la
llegada de la bestia seria en cualquier momento, mamá ya tenía miedo de que
se enojara por cualquier motivo y tratara en el mejor de los casos golpearla o
golpearla en el peor . El Mono era el mayorcito tenía diez años y sus dos
hermanas más pequeñas de siete y tres años, el siempre se pregunto porque su
padre los había abandonado y dejados solos a merced de cualquier pito duro
que hacían de parejas ocasionales de su madre. Por alguna razón todo ese odio
se reflejaría en el tiroteo, toda esa tristeza del no haber aprendido nada y de
solo ser leal a sus amigos para bien o para mal.
Por ser capital estarían rodeado por la Federal y tendrían que tratar de
pasar a provincia si el borracho que era Fangio conduciendo cuando estaba
iluminado los lograba sacar y cruzar la maldita General Paz, lo podrían lograr
pero allá en provincia los querían linchar donde los agarraran pero el
conurbano es más grande y tenían posibilidades de encontrar varios contactos.
Al salir de ascensor los tres apuntaron a la vez, pero ya en la recepción se
formaron en trébol, la habían practicado mucho tiempo en campo abierto, la
formación en trébol debía ser breve y volver a tomar la posición requerida
según la oposición que tuvieran que enfrentar, en el ejercito siempre le habían
dicho: que la mejor cubierta era el propio fuego.
Los pisos lustrosos del hotel reflejaban la luz del sol que entraban a esa
hora de la tarde en forma perpendicular; eran las 18:36 y la destrucción ya
había comenzado. El mármol de carrara verde de los pisos y los sillones tipo
Luís XVI del lobby del hotel sufrirían los primeros embates de los disparos de
las armas de fuego. Al salir del ascensor y sin mediar palabra se enfrentaron a
la custodia de los ministros incompetentes que no los habían podido salvar, un
gordo policía de la federal saltaba de costado sobre el asfalto disparando con
su nueve milímetros mientras se desplazaba de un lado al otro, Javier se
percato de los huevos del custodio y desvío la mira de la escopeta más abajo
apuntando al piso delante del cobani con la certeza y la puntería que tenía el
Javi para que no reboten en el piso y solo lo hieran, jalo el gatillo; el hombre
cayo como tirado de las piernas hacia atrás en un segundo pero no murió y
comenzó a arrastrarse en dirección de los automóviles que estaban
estacionados como carretas en el medio del oeste, como en una de esas
películas de comboy como decía el Mono. Y de los demás funcionarios que
gastan el dinero de los impuestos en custodias que no logran protegerlos del
todo pero que los recibió a los tiros limpios para justificar. Cuando se
acercaban a la puerta de ingreso los vidrios blindex se despedazaban en
cámara lenta y como diamantes de pobre caían por todo el piso blanco y
lustroso del hotel. Valentín se hecho el fusil a la cara cerro el ojo izquierdo y
comenzó a hacer puntería y empezó a disparar a todo lo que veía que soltaba
fuego, mientras que con el rabillo del ojo podía ver como los cartuchos
humeantes que expulsados por el arma caían uno tras otro al suelo y
rebotaban en el mármol con el tintilíneo de un toque de ángel.
Mientras en la calle los autos donde se parapetaron los custodias se
comenzaron a llenar de agujeros y la pintura de los vehículos saltaban en todas
direcciones, el humo blanco de la pólvora le nublaba la vista y su olor y la
adrenalina del momento le traían varios recuerdos a la mente de Valentín (las
venditas Islas) se envalentono y comenzó a mover su fusil en abanico soltando
ráfagas de plomo. Las balas silbaban por doquier cerca de sus cuerpos pero
ninguna de ellas llego a destino, su sonido ya era conocido pero estas eran de
menor calibre al que ya alguna vez habían enfrentado.
Mientras Javier y el Mono hacían lo suyo uno con la escopeta y el otro
con el FAL.
El borracho recibió el llamado telefónico a su celular, calentó el auto para
salir despedido a toda velocidad del bar en que se encontraba tomando un café
que sostenía entre sus temblorosas manos, momentos antes. En un instante
pensó en irse a la mierda sabia que ni Valentín ni Javier lo buscarían para
matarlo, pero el Mono si, el si lo buscaría y lo mataría como un perro aunque
Valentín y Javier dijeran lo contrario, pero también sabía que si te agarraba el
Mono en caliente te mataba y listo, Javier y Valentín eran diferentes eran tipos
buenos pero si vos le tocabas una hermana o un familiar eran capaces de
torturarte durante horas antes de quitarte la vida, ellos dos juntos se
potenciaban.
Se convertían, eran puras y exclusivas maquinas de venganza.
En ese instante, Oscar, en el bar miro a la gente a su alrededor que leía el
diario, al señor de moño y cara graciosa de la barra, que se diferenciaba de
todas esas personas y de ellos. Eran sus amigos y en su tranquilidad esa gente
eran solo anónimos de ese ejercito de trabajadores que caminan por la vida sin
un sentido más allá del de vivir. Dejo diez pesos en la mesa y una servilleta
con una leyenda…Adiós, nos vemos en el infierno!!!, para sorpresa del mozo
que deseoso de propina recogía las tazas apenas se retiraban del lugar.
A bordo del auto y circulando raudamente, el borracho ya sentía los
cohetazos al acercarse al lugar y apresuro más la marcha del carro entre los
vehículos que circulaban esa tarde. Al llegar a la esquina del hotel observo que
varios vehículos policiales le cerraban el paso y muy mal colocados, ya que
pudo maniobrar y pasar entre ellos sin un rasguño.
Mientras tanto en el lobby del hotel el tiroteo era intenso y sostenido.
Valentín se alegro al ver la cara del choborra agachando su cabeza al
volante, abriendo la puerta delantera y luego la trasera del vehículo. El mono
grito__ ¡recargando!__ entonces, Valentín los cubrió con el R-5, así Javier y el
Mono subieron atrás, antes de entrar, el Mono se paro tras el auto y con su
arma por sobre el techo del automóvil los cubrió a corchazos con su fusil FAL,
y en cada ráfaga del loco del Mono gritaba y aullaba, los yutas se pagaban al
piso. El borracho bajo y se acurruco sostenido del volante en la puerta del
auto, Valentín se tiro por sobre él con el fusil en sus manos para luego
acomodarse y disparar por la ventana que tenia los vidrios bajos y que el
choborra ya había bajado para que pudieran ingresar sin problemas, Valentín y
los otros se acomodaron en el auto para poder rápidamente abrir fuego. El
borracho temía el reviente de alguno de los neumáticos pero la puntería de la
policía al menos ese día, sumado a sus armas cortas no dieron sus frutos y
gracias al poder de fuego del grupo que los mantenía a algunos pegados al piso
y otros detrás de los autos sin mover un músculo…Malvinas 1982…La mejor
cubierta… es el propio fuego.
Raudamente y entre una lluvia de balas partieron a contramano para
después de un giro en U enderezar camino a la autopista como estaba
planeado. En realidad la policía creía que cerrándole los caminos los arrearían
hacia la autopista, los encerrarían y así acabarían con ellos.
El llamado por radio a todas las unidades, de una voz femenina que daba
una alarma radial a toda la policía.
__NN armados con armas automáticas, se dirigen por autopista en un
Renault 18 GTX, azul, chapa patente… RIP 047… en dirección a la provincia
de Buenos Aires, repito, se los considera muy peligrosos. ¡Proceder con
cuidado! repito… ¡proceder con cuidado!__.
El alerta llego al peaje de autopista donde se cerraron las entradas y salidas.
En el mismo se congrego un pelotón de fusilamiento. Los esperaba un
seleccionado de chaquetas verdes y azules que se entremezclaban en el grupo
de choque, el helicóptero de la federal sobrevolaba la misma tratando de
seguir al Renault 18 GTX azul que no se desplazaba, sino que volaba sobre el
asfalto, como si corriera un rally, a vida o muerte, entre medio de los demás
conductores los cuales miraban desde sus autos el pasar a baja altura el
helicóptero de la policía federal Argentina ignorando totalmente lo que
sucedía.

__Aquí H-1__ trasmitió el helicóptero__ Los tenemos, desplazándose a
alta velocidad entre el trafico. Muy peligroso para un enfrentamiento…
repito… muy peligroso para un enfrentamiento…bloquen todas las entradas y
salidas de autopista… Repito… bloqueen todas las salidas a colectoras de
autopista hasta el peaje.
En el auto los cuatro hombres estaban en silencio, hasta que uno de ellos
empezó a arengar al conductor…
¡Métele pata borracho!__ le grito desde el asiento trasero el Mono.
Por un instante el Mono estuvo serio, mientras recargaba el fusil FAL y
los cargadores vacíos desde un bolso en el piso del auto, hasta que al costado
de la autopista visualizo un cartel gigante de la modelo Araceli en ropa interior
y se desconcentro.
__ ¿Vieron? Le dijo al resto del grupo__ ¿Por qué ponen una mina en un
cartel y después te ponen un jamón en el otro?__ Dijo el mono.
Nadie en ese instante pensó en algo como para contestar y quedaron en
silencio, entonces el Mono contesto __ ¡Porque todas son jamón del medio!…
¡¡¡las parto a la mitad!!!__ Todavía el Mono tenía sentido del humor a pesar de
que podían morir en cualquier momento.
El borracho concentrado en la ruta no quitaba un instante los ojos del
frente, en su boca tenía un chupetín. Cuando estaba nervioso o ansioso y si por
algún motivo no podía beber, recurría a las golosinas, era un boludo chico se
compraba los chupetines Topolin sorpresa y se entretenía con los juguetitos
que traían los sobrecitos.
Sus manos coordinaban los cambios como un piloto de Fórmula 1 en
plena competencia. Pegado al asiento por el cinturón de seguridad.
__¡¡No nos van a agarrar!!__ dijo Javier.
__Tengo mis dudas__ dijo Valentín__¡¡¡Pero ahí vamos loco…!!!
El peaje estaba cerrado y en ese instante un alto jefe de la gendarmería de
impoluto uniforme hablaba con un gordo jefe de la policía federal.
__ ¡Esto se termina acá!__ Dijo el uniformado de color caqui.
__Si señor como usted diga__ asintió el Federico.
A unos quinientos metros el borracho se dio cuenta de la situación y les
dijo__ ¡Muchachos nos están esperando!__.
__Tírate contra el guardarais… ¡Banquina! ¡Banquina!__ le dijo Javier.
Al instante que disminuía la velocidad y clavaba de una el freno de mano y el
auto se ladeaba y ponía de costado. En el piso del vehículo tenían sogas de
escalar con los mosquetones, en un instante bajaron y escondidos tras el coche
ladeado ataron las cuerdas al guardarais y comenzaron a descender por las
mismas.
El Mono se quería quedar así que les dijo:
__ ¡Bajen ustedes!... yo los cubro__.
Valentín miro a Camilo a los ojos y pensó en lo de siempre, (como un ser
humano tan fiero podía tener un nombre tan bello) su fisonomía concordaba
mucho más con su apodo. Sus ojos lo decían todo… él Mono moriría allí.
Camilo le estrecho la mano a Valentín y esbozo una frase __Gracias por
haber sido mi amigo, Vale…__
Valentín lo atrajo junto a su cuerpo y le dio un fuerte pero corto abrazo,
entre el silbido de las balas le dijo __¡Nos vemos allá arriba!__ .
Camilo medio bruto y despistado como era dijo __ ¡No! ¿Allá abajo?
__le contesto.
__ ¡No Mono! es cierto. No sé si allá arriba o allá abajo, pero nos vemos
__asintió Valentín. En ese instante ambos estaban siendo irónicos.
Javier lo saludo también y tras ser cubierto por el Monkey, que disparaba
su fusil FAL a diestra y siniestra mientras los milicos temerosos se pagaban al
piso.
__¡¡Movete choborra!!__ dijo Javier a espaldas de Valentín que se
disponía a bajar, Valentín se dio vuelta y miro hacia el coche el choborra de
espaldas a el auto estaba herido en las piernas y nadie se había percatado de
ello.
__No puedo__ dijo el borracho__Creo que tengo fracturada la pierna__.
__No puedo seguir__ Valentín se volvió, trato de levantarlo, las balas
silbaron sobre sus cabezas, los rebotes en el pavimento eran aún más temibles.
Camilo dijo__¡¡¡Déjenlo!!! Que yo los cubro a ustedes, al choborra no le
va a pasar nada__.
Las balas chiflaban se sentían más y más cerca, cada vez estaban
afinando la puntería.
__Nos vemos__ dijo Valentín y se dirigió a la soga entre el silbido de las
balas policiales.
Javier se dispuso a bajar por la cuerda, atrás seguía Valentín.
En la autopista la balacera era infernal, los disparos del fusil del Mono en
automático se sentían y eso les daba protección y confianza.
Pero en minutos los disparos disminuyeron, el Mono había sido
alcanzado por dos balazos en el pecho que el chaleco apenas amortiguo las
balas habían penetrado la piel y el pulmón; a su lado el borracho también
estaba malherido pero ahora en ambas piernas.
Camilo miro al borracho y le dijo__ ¡Cúbrite choborra!__ y le saco el
seguro a una de las granadas de mano que tenía en su poder.
Miro nuevamente al borracho y le dijo__ ¿Como mierda te llamas?... yo
siempre te dije borracho, te conocí así__.
__ ¡Oscar!, me llamo Oscar__ le dijo el hombre herido.
__ ¡Bueno!... ¡cúbrite Oscar!__ y arrojo la primera granada lo
más lejos que pudo por arriba del auto que a esa altura parecía un colador.
Mientras Oscar se tapaba la cabeza con ambas manos.
El milico vio algo que volaba por el aire, no tuvo tiempo de avisar a los
demás camaradas que algo había salido desde atrás del vehículo, la granada
estalló, estaba en instantáneo una (M-5) la cual tenía vaso de fragmentación, lo
que hizo que dos de los uniformados que estaban más cerca murieran al
instantes y otros dos fueran alcanzados por la metralla y quedaran muy mal
heridos. El milico que la vio la saco barata se tiro al piso y solo sufrió un
raspón de metralla en la espalda, se levanto y vio a sus compañeros heridos y
otros muertos, se toco el pecho y luego la espalda y se sonrió, al instante que
la ultima granada tirada por el Mono lo despedazaba y hacía saltar en pedazos
por el aire.
¡Eliminen a esa mierda!… fue la orden del oficial a cargo, a los franco
tiradores que ya tomaban posición en las alturas de su vehículo de traslado y
en los altos del peaje. El balazo fue otra vez en el pecho y pego entre el
espacio del chaleco antibalas que queda para el cuello, la bala le fracturó la
clavícula. Ya tenía dos orificios de bala en el chaleco los cuales no protegían
cien por cien los disparos de fusil.
El Mono respiraba y el aire se le salía por los agujeros que tenía en el
tórax, se agitaba, se estaba muriendo. Con sus últimas fuerzas, y por la dudas
saco su pistola calibre cuarenta y cinco, Ballester Molina, la puso en su
cabeza. En ese momento recordó las charlas entre copas con Javier y Valentín,
donde decían que el balazo final tenía que ser si o si en la cabeza.
__ ¡Si te lo pegabas en el corazón! el cerebro empezaba a morir y te
tiraba un resumen de toda tu vida, te llevaba al cielo y al infierno en un
instante o por once minutos que es aproximadamente lo que tarda en colapsar
el cerebro y mientras se apagaba, toda tu vida pasa por delante de ti, porque el
cerebro se está muriendo__ Dijo Valentín, una noche de charla entre delirios,
cigarrillos, cervezas y Pink Floyd.
__Lo mejor es devastar el cerebro con un balazo para que todo se
termine, se apague y así quede en oscuridad__ le había dicho.
El Mono, lo escucho, como lo escucho esos casi siete años en que fueron
amigos, recordaba cómo se conocieron. Una noche de viernes en que Valentín
y Javier habían salido a dar una vuelta en el auto de Javi y tras pasar por frente
a un boliche cerca de las tres de la mañana vieron como un muchacho alto
morocho, por no decir negro, que se peleaba con un grupo de casi siete
machos (patoteros de gorras de visera, hampones de poca monta, sogueros)
que lo rodeaban y atacaban, como hienas a un león, a uno solo. Ese muchacho
era el Mono. Esa noche un poco pasado de copas se peleaba a puñetazos con
unos flacos que lo golpeaban a diestra y siniestra a la vista de la custodia del
boliche bailable, los patovica no se metieron. La pelea desigual ofusco a
Valentín y a Javier que rápidamente pararon el auto, bajaron con una llave cruz
y una barreta para ayudar al infortunado peleador, al instante que Javier
gritaba __¡Déjenlo! la puta madre. ¡Patoteros de mierda!__ y golpeaba a
algunos con la llave cruz. Valentín hacia lo suyo con la barreta, Camilo medio
grogui se cayó al piso, descuido su espalda y un caco lo apuñalo cobardemente
por la espalda casi a la altura de los riñones. Valentín le asesto un golpe en la
mano con la barreta al agresor y vio caer el cuchillo tinto en sangre. El Mono
se levanto se puso en guardia pero cayo arrodillado y se tomo la espalda.
Valentín y Javier lo tomaron de los brazos, el Mono trato de seguir
defendiéndose ya que pensó que eran enemigos.
__ ¡Para! ¡Para flaco!__ le dijo Javier__ estas herido. La sangre manaba
de la espalda del muchacho, manchaba la campera y las vestimentas del
desdichado.

Valentín puso el auto en marcha y partieron velozmente al hospital de la
zona. El Mono se iba en sangre, en brazos de Javier que le decía como si fuera
un hermano__ ¡Aguanta loco! que ya llegamos… ¡Aguanta!__.
Esa noche, no se sabe porque, mientras se estaba desangrando, el Mono
pensaba en caballos, caballos salvajes corriendo con sus crines al viento,
siempre se quedaba atónito, sin habla cuando veía “horses” ya sea en la calle
o en la televisión, en lo brutal que eran, se peleaba y hasta se ponía violento
cuando veía un carrero que llenaba su carretón cargado hasta que el animalito
no podía caminar, más de una vez sentencio en su cruda ignorancia __
¿Animales? son los que van arriba__ decía el Mono __¡¡Yo le pondría las
riendas a ellos y los haría tirar!!__.
Ya quería bajar del auto a matarlos o a cagarlos a palos sean quienes
fueran, no le importaba una mierda. Cuenta una anécdota que no se sabe a
ciencia cierta si es verdad, si es mentira o un poco de ambas, cierta vez en la
provincia de Buenos Aires, el Mono vio un carro que estaba repleto de
chatarra y a dos muchachos jóvenes que trataban de hacerlo caminar ya que el
animalito se había empacado por lo pesado de la carga y el cansancio. Lo
golpeaban con una varilla de hierro, el Mono se puso de la nuca, peleo con los
animalitos que estaban arriba, se acerco al caballo le quito el correaje y lo dejo
en libertad, el equino contento por la liberación corrió y corrió libre hasta que
llego al cruce de la avenida, donde un colectivo lo atropello y lo hizo mierda,
pobre animal. Siempre que lo contaba se reía, quien sabe si fuera cierto. A
veces cuando salían las charlas le decía a Javier… __a mí me gustan los
caballos alados, no sé ¿cómo se llaman?__ siempre se le olvidaba el nombre.
__Pegaso__ le decía Javier, que de mitología sabia un montón. Tanto
Javier como Valentín se sorprendían de la admiración del Mono por los
caballos y como con un trozo de papel y un lápiz los dibujaba en diferentes
actitudes. Siempre hablaba del caballo del zorro, Tornado, el único del que se
acordaba el nombre. Javier que siempre fue un asiduo lector de historia,
cuando charlaban le contaba sobre los caballos de los grandes, del caballo de
Alejandro magno “Bucéfalo”, de la yegua de Pancho villa “siete leguas”.
Pasaron la noche en el hospital, con ese muchacho hasta esa fecha,
desconocido, más joven que ellos, ese muchacho que toda su vida había
sufrido la portación de cara.
__ ¿Son ustedes familiares?__ pregunto el policía al ingresarlo a la
guardia del nosocomio.
Tuvieron que declarar lo que había pasado y como siempre se labro un
acta y una orden de detención contra nadie, porque a esa hora de la madrugada
todos los gatos son pardos. Se quedaron hasta que lo asistieron y luego quedo
internado, había tenido suerte, la puñalada aunque profunda no le
comprometió ningún órgano, estuvo cerca de perforar un riñón pero zafo. Ahí
estaban Javier y Valentín sentados en el hospital, Javier centraba su atención
en una cucaracha de unos dos centímetros de largo que corría por debajo de la
mesa junto a la cama del Mono que estaba durmiendo. Valentín en el pasillo
del hospital público sentado en una banca hecha de material con un cigarrillo
en la mano jugueteaba a encenderlo mientras el milico y seguridad privada lo
miraban como para sacarlo cagando al menor intento de encenderlo ya que no
había ningún cartel, pero estaba prohibido fumar, pensó en que el cartel ideal
sería “prohibido la estupidez”, miraba los rostros de la gente que ingresaban
con magullo de ropas para esperar o pasar la noche por algún pariente enfermo
o herido. Veía los carteles pegados en las puertas y en las despintadas paredes
del nosocomio que alertaban la fuga de capitales, la destrucción del hospital
público, la falta de insumos y medicamentos a la que estaban sometido los
hospitales públicos y se asqueo necesitaba aire, se fue a fumar fuera pasando
por delante de los vigilantes, los cuales al verlo respiraron aliviados, ya que
solo les importaba que no se fumase en ese sector. No importaba la criatura de
no más de diez años con la cabeza rota que ingresaba al momento que Valentín
salía afuera con el pitillo entre sus manos, no, eso no importaba. Tras hablar
con los médicos, los mismos dijeron que su estado era reservado. No pudieron
encontrar ningún familiar, ya que el Mono vivía con una anciana. Alquilaban
una pieza en una casa de vecinos, el hacia trabajos de albañilería, en realidad
era ayudante de albañil, eran muy pobres. Esa misma noche Valentín y Javier
llegaron en el auto hasta el domicilio que figuraba en el DNI para avisarle a la
supuesta abuela. Que no era otra cosa que una anciana vieja y achacada que se
ayudaba para caminar con un bastón de tres patas. La nona poco entendió lo
que había pasado y se preocupo más por esos dos desconocidos, tenía miedo
de que fueran chorros. La calmaron un poco y le dejaron dicho al dueño de la
casa, un poco más avispado pero con la misma desconfianza de cualquier
persona del conurbano, que el muchacho, ese muchacho llamado Camilo.
__ ¡Ah!... el Mono__ dijo el hombre.
__ ¡Sí!, ¡ese!__ Asintió Valentín__ “Ese”, estaba en el hospital y que no
se preocuparan que ya estaba fuera de peligro.
Así había comenzado la amistad, esa amistad fiel del Mono que durante
más de siete años fue amigo incondicional no solo el veinte de julio, sino
todos esos días que se conocieron. Esa tarde el Mono saldaba esa deuda,
quería pagar a esos dos hombres que sin conocerlo una vez le salvaron la vida
y a los que había conocido y amado como si fueran de su familia, como si
fueran hermanos.
Con parte de su rostro tinto en sangre miro por última vez al borracho y
le hizo una sonrisa mientras le guiñaba un ojo, después se apoyo la maquina
en el mentón miro al cielo y apretó el gatillo. Oscar casi en shock por las
heridas, observo la escena, no podía creer lo que hablaban esas noches de
reunión, de joda, esos pirados pensó para sus adentros.
Los uniformados se acercaron lentamente al vehículo el Mono se había
desarrajado un tiro en la cabeza y presentaba impactos de bala en el pecho y
en las piernas, el borracho tenía las manos levantadas y se tiraba como podía
de espaldas al piso.
Al costado de la autopista y asidos por el guardarais, Valentín bajaba por
la soga atada a la baranda metálica, Javier en la calle que cruzaba por debajo
de la autopista, en el piso lo cubría con el
R-5. Valentín en su descenso tenia terciada la escopeta a la espalda mientras
descendía por la linga, uno de los uniformados se acerco al momento que veía
la soga y le disparaba a pesar de estar cerca de ella los balazos no lograron
cortar la misma, hasta que acerco el arma lo suficiente y la soga se corto, en el
momento que Valentín caía desde una altura de unos dos metros, el policía se
asomaba arriba pegado a la baranda, El en desesperación se desterciaba
rápidamente la escopeta y la apuntaba hacia arriba apretando la cola del
disparador del arma. Los proyectiles se dispersaron en dirección a las alturas
no lo suficiente como para errar ya que dos plomos se incrustaron en la cabeza
del milico, que cayó de bruces contra la baranda. Valentín se precipito
pesadamente en la vereda, levanto todo lo que pudo la cabeza, pero no pudo, a
pesar del esfuerzo, evitar el latigazo contra el piso, el chaleco antibalas atenuó
en parte el choque de su espalda contra el piso pero su cabeza golpeó contra el
suelo y abrió la piel a altura de la nuca, una cortadura de unos tres centímetros,
por la cual emanaba abundante sangre. Al instante que impactaba contra el
piso y todo el aire de sus pulmones se le salía, se ahogaba, su mirada se
focalizo como si estuviera mirando desde adentro de un tubo y todo quedo
momentáneamente en silencio por varios segundos, creyó morir. Cuando el
tubo por donde parecía mirar se fue ampliando y vio la gran nariz de Javi
aparecer delante de el se dio cuenta que todavía estaba vivo. Javier levanto
Valentín, se paso la mano por la cabeza y se dio cuenta de que estaba herido,
se parapetaron debajo de la autopista.
Javier le miro la cabeza a Valentín y le dijo __ ¡No es nada! te hiciste un
tajo en la nuca, pero nada más, tratemos de salir de acá!__ preservados por él
ancho de la autopista.
Pararon un auto a punta de fusil, el conductor no lo dudo un instante y
salió del auto con las manos en alto dejándolo en marcha, se dirigió a la vereda
y se tiro al piso, mientras Javier se ponía al volante Valentín lo cubría,
arrancaron raudamente en un Renault 19 blanco y cubrieron su escapada a
balazos. Quedaron un poco desorientados hasta que se dieron cuenta que
estaban circulando paralelamente a la autopista. Por el momento no se veían
patrulleros pero en cualquier momento seguro los tendrían atrás acosándolos.
Debían cambiar de vehículo y tratar de deshacerse de las armas largas ya que
no podían pasar desapercibidas. Llegaron a un semáforo, deberían pasar la
General Paz e indefectiblemente por el control federal. Pararon el auto,
Valentín sangraba mucho no había forma de que no los agarraran, Javier
recordó a un viejo conocido que vivía paralelo a la autopista del lado de
capital, allí irían pero deberían cambiar de vehículo. Así que le prendieron
fuego, junto a las armas largas para borrar las huellas digitales y se quedaron
solo con los fierros chicos, se pasaron al auto de una mujer que venía de
frente.
__No tenga miedo no le vamos a hacer daño, necesitamos su vehículo y
que retrase la denuncia por lo menos dos horas señora no le pedimos nada
más__ Dijo Javier.
La mujer reconoció quienes eran y les dijo… __Ustedes son los vengadores
¿No?, quédense tranquilos yo estoy de su lado, mi casa queda cerca puedo
albergarlos allí hasta que él esté bien, se lo ve mal herido__.
Javier y el llevaban sendas riñoneras en la cual habían colocado un
pequeño set de primeros auxilios, algodón, cinta y tampones femeninos para
las heridas de bala.
__No es nada, estoy bien__ decía Valentín mientras se sostenía un pedazo
de algodón a la nuca con su mano empapada de sangre.
Javier dudo, pero no tenían escapatoria, la mujer parecía sincera.
__Si no vienen conmigo los van a atrapar, los cruces a provincia por la
General Paz están atestado de policías de la federal y de la provincia__.
La mujer los hizo tirar a Valentín en el asiento trasero y a Javier con
naturalidad, sentado en el lado del acompañante como si fuese su pareja, la
suerte le jugaba a favor ya que nadie observó el movimiento, tiro el coche a la
mitad de la avenida por la cual circulaban en ese momento, al entrar en la
cuadra de la casa y observar que ninguna vieja chusma la estuviera mirando o
estuviese cerca, los hizo tirar al suelo y los escondió. La mujer bajo del auto
con toda naturalidad abrió el portón de rejas el cual estaba forrado con una
lona rayada verde y blanca. Ingreso al garaje y en el momento que se disponía
a cerrarlo se percato que la vieja Sandra la chusma número uno de la cuadra la
estaba mirando. Cristina, así se llamaba esta audaz señora, con toda
naturalidad, como todos los días. La saludo con su mano y esbozo ¡buenas
tardes!... doña Sandra. Y entrecerrando la boca en un sonido gutural decía…
vieja chota… mientras le sonreía falsamente. Valentín había perdido mucha
sangre por la herida de la nuca pero el sangrado había parado, seguía muy
débil. Javier preocupado lo reviso buscando otra herida y observo que tenía
una gran mancha de sangre en el Jean azul, debajo de la cintura del pantalón.
Lo metieron al baño rápidamente, mientras Javier prestaba atención por la
venta del comedor para ver si habían sido vistos por alguien, todo estaba
calmo, demasiado calmo, eran cerca de las seis de la tarde.
Valentín, se baño con agua caliente mientras Javier hacia guardia.
__ ¿Por qué nos ayuda señora?__ lo pregunto Javier.
__Porque a pesar de las muertes, está mal, hicieron justicia como se tenía
que hacer, hay mucha gente inocente que es muerta a manos de estos
faloperos, de estos delincuentes y los políticos los defienden, los sacan de la
cárcel para utilizarlos políticamente__.
Siempre Valentín y Javier se dijeron que tenían suerte, ángeles de la guarda
que los protegían.
__ ¿Cuál es su nombre señora?__ le pregunto Javier.
__María de los Ángeles__ le dijo la mujer…
Como siempre la suerte estaba de su lado. Valentín se había terminado de
bañar, su ropa estaba ensangrentada, fue embolsada y luego quemada en una
parrilla que tenia la señora en los fondos de la casa. El también tenía una
herida de bala a la altura de la cadera, de unos cuantos milímetros de
profundidad. La señora le prestó unas ropas de hombre que tenía en su
domicilio, trabajaba en un hospital de la zona como enfermera, tomo con el
permiso de Javier que vigilaba todo los movimientos dentro y fuera de la casa
un pequeño maletín metálico con elementos de primeros auxilios y le realizó
una sutura en la nuca y la curación de la herida en la cintura.
__No tienen que estar nerviosos, yo no los voy a entregar, quiero
ayudarlos ¡de verdad!, yo soy separada tengo dos hijos que están con el padre
en este momento y no vendrán hasta la semana que viene.
__Se lo agradezco mucho__ le dijo Valentín, un poco más recuperado de
sus heridas.
Después de las curaciones los tres se quedaron en el comedor de la casa
entre una charla amena como si fueran viejos amigos. La mujer era honesta,
por alguna razón contemplaba a Javier y a Valentín como si fueran dos
semidioses. Encendieron el televisor, casi todos los canales informativos
hablaban de la balacera en el hotel y la muerte de un delincuente en la
autopista. Tapado con una bolsa de nylon negra el cuerpo inerte del Mono los
hizo llorar, Valentín agacho la cabeza y Javier tenía los ojos llenos de
lágrimas.
__ ¿El era su amigo?__ exclamo la mujer.
Tras el silencio, ella se dio cuenta de que era mejor no hablar. Los
noticieros hablaban de un ministro de seguridad asesinado a sangre fría en una
junta de un hotel céntrico y mostraban la fachada del mismo destruida por el
enfrentamiento armado de un grupo de delincuentes con frondosos
antecedentes penales. Cambiaban de canal y siempre la misma noticia, la
misma información.
__Frondosos antecedentes penales__ dijo Valentín.
El único antecedente qué tenían ambos y a mucha honra era que eran
veteranos de Malvinas, tanto Javier como él eran ex combatientes de la islas.
Los cronistas mostraban la destrucción en la autopista y en el hotel.
__ ¡No dicen nada del borracho!__ exclamo Valentín.
__No, no dicen nada, pero cuando hable nos van a ir a buscar a la villa
Fiorito, el borracho les va a dar información falsa de una.
__No lo sé__ dijo Valentín__ y no lo culpo, si lo aprietan y lo torturan un
poco va a ceder y nos va a delatar, todo bien, no pedía nada más se la aguanto
bastante el choborra.
__ ¡Tendrán que pasar la noche aquí!__ les dijo la mujer.
__Debemos pasar a provincia Valentín, es la única manera de que no
caigamos__ dijo Javier.
__Allí nos podremos mover más libremente, por las dudas no hagamos
llamados por teléfono desde la casa.
__ ¡Usted señora!__ le dijo Valentín, __voy a confiar en usted, mi vida va
a depender de usted, si vivo o muero va ser por usted. Solo esto… actué como
lo hace todos los días nada fuera de lo normal__ asintió Valentín __deben
estar en la zona ya que dejamos el auto incendiado.
__Yo creo que deben pensar que nos piramos por la General Paz__ le dijo
Javier.
La general Paz la avenida que divide un país de otro, pensó Javier para sus
adentros, a pesar de todo sentía retorcijones de estomago y tenía la boca seca y
se dispuso a pedirle a la mujer agua fresca.


Operación Satélite

Decidieron esperar que amaneciera, se moverían entre el mundo de gente que
sale a trabajar durante la mañana. Así pasarían desapercibidos. La General Paz
la pasarían en algún colectivo de línea. La mujer se ofreció a conducir, ella los
bajaría antes para que tomen cualquier colectivo que los cruce, ya que los
controles a los colectivos no eran tan exigentes como los de los vehículos
particulares y luego tras pasar ella los recogería del otro lado.
Así pasaron la noche en esa casa con esa mujer desconocida, pero de la
cual pendían sus vidas. Ambos durmieron en el comedor después de la cena
que preparo. Se preguntaban porque tanta amabilidad, seria miedo o es que
todavía existía gente buena, gente que cree en la justicia, la venganza y que
gustaría que Superman viniera a ayudarlos. Valentín siempre pensó en una
premisa que lo movió toda su vida, muchos de esos vengadores esos
justicieros sociales, fueron delincuentes y hasta asesinos fuere cual fuere el
crimen, un crimen era un crimen, Pancho Villa mato al hijo del patrón porque
violo a su hermana, lo arregló a la mejicana, luego se volvió un ladrón y más
tarde se dedico a la política o sea… completo, Bairoletto fue sodomizado por
un cana, se convirtió en un ladrón y al final quedo como un bandido
romántico. Malcom X también era chorro, dedicándose luego a los derechos
civiles, que él, en alguno momento de su vida había violado, el único que
zafaba el “CHE”, comento Valentín, comenzó como un ideólogo pero se
volvió un guerrillero, mataba por la libertad, esos bolivianos lo vendieron, lo
dejaron morir, no querían progresar, por eso lo vendieron, “ahí se equivoco el
Che”, pensó Valentín nuevamente.

Al mismo tiempo Javier le preguntaba __ ¿Y nosotros que somos?__.
__ ¡No lo sé!__ dijo Valentín. __Siempre el hombre cree tener una razón
para matar y otros creen tener una razón para seguir a quien le creen__ agrego.
__ ¿Te acordas a lo que llamamos Operación Satélite? cuando el
Borracho, que le gustan las viejas, vino a decirnos que el hijo de la mujer con
la que se había juntado se iba a la villa a comprar merca y no había forma de
sacarlo de allí. ¡Esa noche! Cuando el pibe fue a parar al hospital en coma.
¿Que dijimos? hay que anular los satélites de la villa, que vendan adentro o
que desaparezcan así se iba a acabar un poco la joda… ¿Y que hicimos?... ¿No
fuimos con la carabina y estuvimos enfrente de la villa en ese campo del
frente? esperando horas y horas durante la madrugada para el momento
propicio de eliminar al satélite y le eliminamos uno y después otro, justo
cuando los falopa del barrio del 700 estaban comprando merca y se armo el
san quilombo y tras esto se armo la guerra y se eliminaron entre ellos. __
Yo te pregunto__ dijo Valentín __ ¿porque me ayudaste? ¿Por qué no me
dejaste solo con el Mono?
__Porque no, porque yo también sabía que quería darles un escarmiento a
esas mierdas__.
__ ¿Porque ese pelotudo que vendía merca en la puerta de la escuela?
Donde iba tu sobrina…Va, en la plaza, del frente, está durmiendo la mona,
bajo el agua de la Tosquera__ dijo Valentín.
__Porque se lo merecía, porque era un tranza, por eso!__.
Entonces siempre alguien tiene que hacer lo que tiene que hacer y si así lo
empezaran a hacer los que deberían hacerlo, no pasarían estas cosas. Nosotros
estaríamos bien, sin miedo a morir, trabajando y en familia. Pero los políticos
no hacen su trabajo reciben la plata de las drogas y hacen vista gorda, la
policía se caga y protege a los punteros de las drogas por que varios políticos
pesados y ¿vos sabes quiénes son? pelean por el cartel uno por el de Méjico y
el otro por el de Colombia. Los negociados de estos políticos se hacen FACE
to FACE por eso los ves de visita protocolar en un macrocéfalo en Méjico y el
otro desviado en Colombia ahora es así. Antes no se veía con tanta claridad,
ahora les financian las campañas políticas.
La charla duro un buen rato, hasta que Valentín, que estaba más débil,
quedo dormido, Javier lo contemplo en silencio, quería y admiraba ese
hombre, vigilando su descanso, hasta que también fue vencido por el sueño y
al fin cerró los ojos por un rato. Los dos guerreros sobrevivientes de la guerra
de Malvinas tenían un breve descanso. En su cabeza todavía daban vuelta los
temas de la charla y la idea del cielo o el infierno.


El Choborra
(El Oscar)

180 kilómetros por hora, allí se clavo el tacómetro de la cupe Fuego donde
Oscar viajaba con su futura suegra y su novia a una fiesta familiar de la chica.
180 Km. /h, fue la palabra que usaron los bomberos mientras sacaban del auto
los cuerpos inertes de su novia y la madre de ella, mientras él se debatía entre
la vida y la muerte. Le gustaba la velocidad pero le faltaba para ser un
excelente piloto, además era muy imprudente. El trabajaba en un correo
privado donde se había metido después de terminar la secundaria. Le gustaban
los autos y ni bien comenzó a ganar dinero se metió en uno, después vendió
ese y se compro otro, hasta que un día llego a la flamante cupe que era lo que
a el le gustaba, rojo fuego, era la que él deseaba desde que la había visto por
primera vez. Era el Oscar que no bebía, ese Oscar trabajador, emprendedor y
responsable. Ese Osky, como le decía su novia, que después de comprar su
auto comenzó a pensar en que quería tener una compañera y disfrutar del
trabajo y sus pequeñas ventajas. Fue así como conoció a Melina una chica dos
años más joven que él y que trabajaba en un supermercado de cajera donde El
iba a hacer las compras, cuando salía del laburo. Un pibe sano que había
comenzado a hacer su casa detrás de la vivienda de sus progenitores. Tenía un
hermano menor, él y sus padres eran personas jóvenes todavía. Oscar no
bebía, quién sabría que a futuro el perdería su nombre y solo se lo conocería
como “el borracho”, que sabia él, la jugada que le depararía el destino. Pero
desde la antigüedad se sabe que del destino no se puede escapar, San Martín
había dicho una vez…Serás lo que debas ser o no serás nada… ¿sabría el
general que moriría en el exilio? Pero bueno.
Esa noche trágica, un sábado a las diez y media de la noche, nefasto para
su existencia, entonces se llamaba Oscar. La ruta número tres, casi llegando a
campana, estaba mojada por una intermitente pero insistente lluvia y el
pavimento mojado no se lleva bien con la física y menos con los objetos a alta
velocidad. Sin embargo y a pedido de la madre de la chica que decía que
llegarían tarde a la fiesta.
Oski piso el acelerador, cosa que le encantaba cuando estaba solo. Pero
como siempre pasa la velocidad dentro del vehículo no se nota; solo si se mira
a un costado y se ve los postes de alumbrado o a los árboles desprenderse del
la ventana y pasar fugazmente uno tras otro, eso te da una idea. El destello de
las luces blanquecinas de la calle como parpadeando una tras otra quizás da
una noción de la velocidad a la que se desplazaba en esa carretera por lugares
vacía y en algún momento con uno que otro coche. Uno siempre lleva las de la
ley, las luces en buen estado, todas funcionando, los papeles en orden, patente
al día, cinturón de seguridad y todo. La indiferencia humana, el egoísmo de
otras personas que no les importa una mierda, siempre juegan con el “si pasa,
pasa” y la cagan. Y ahí estaba el destino, un coche Ford falcón, una mole con
uno de los faros posteriores rotos y circulando en la mitad del carril fue la
sentencia de muerte para Melina y su mama Ester, y para el borracho una
estadía dolorosa y prolongada en el hospital.
El auto no tuvo tiempo para frenar a esa altura, ya lo tenía encima, ahí se
dio cuenta que iba rápido, muy rápido. Peino el freno antes, como para tener
una chance antes de clavarlo, después se volvió confuso y a la vez letárgico
como en cámara lenta pudo ver cuando su coche impactaba contra la parte
trasera del falcón y mover su cabeza hacia atrás, ver a su novia gritar
desesperada en un segundo mientras el auto se elevaba disparado contra el
carril dando una vuelta, disparado hacia la banquina y dar una serie de tumbos
mas hasta detenerse contra el poste de un alambrado en un campo lindero y
todo en ese momento quedo a oscuras y en silencio.
Tiempo atrás, Oscar había encontrado una de esas pitucas revistas de
hotelería, mientras la ojeaba un anuncio atrajo su atención; sommelier, no
sabía que era, pero se esforzó y lo busco en el mataburro. Y ahí su cabeza
pensó “interesante carrera” un borracho con credenciales, se imaginaba a El
mismo caminando por alguna calle de Buenos Aires, después de salir de
alguna taberna o boliche, ir por la calle tambaleándose y que de repente los
milicos lo pararan y por verlo todo borrachoso ellos se le acercarían, en ese
instante El diría… un momento y sacaría su billetera mostraría sus
credenciales de sommelier. Y así entonces los milicos dirían….disculpe
señor…continúe por favor, se pararían firmes le harían la venia y se retirarían,
ya que El sería un “borracho con credenciales”. Parecía un chiste cuando
contaba ese pensamiento, pero Valentín y Javier creían que el Oski creía en
eso de verdad.


Esa noche
La Confesión de un Gomia

La noche estaba lluviosa, los relámpagos no interrumpían el rato de óseo de
Valentín, era un viernes, cerca de las veintitrés, la lluvia caía copiosamente
sobre la ciudad cuando un golpear de palmas en la puerta capto su atención.
Su hijo le dijo que había venido el tío Javier, le decían ese narigón de cabellos
castaños y de más de un metro setenta tez banca y ojos verdes, delgado pero
dotado de una fuerza muscular y mental superior a otros comunes, esa noche
estaba tenso, Valentín noto el bulto en el cinturón, tapado con su camisa, fuera
del pantalón, había venido armado y ebrio, raro en Javier, algo le estaba
pasando.
Tenía una mirada perdida, Valentín pensó en un momento que se había
mandado una macana y con sutileza lo interpelo.
__ ¿Paso algo Javier?__ Pregunto Valentín,
__Nada__ exclamo Javier al momento que retrucaba.
__Un amigo no puede visitar a otro amigo? ¿No querías que viniera? Te
molesto, me voy__ dijo Javier ofuscado, haciendo un ademán de darse la
vuelta para irse.
Pero Valentín lo detuvo diciendo. __No amigo siempre sos bien venido
en mi casa__.
Diana se levanto al escuchar la llegada del visitante __Hola Javier__
saludo con un tono amable, casi de halago.
__ ¿Cómo anda la mujer más perfecta del mundo, la preciosura del
planeta?__.
Diana lo miro extrañada, Valentín se encogió de hombros, sabía que no era
el mismo de siempre, estaba tomado así que lo saludo con un beso, estaba
dando la vuelta para irse.
Javier muy respetuoso como siempre esbozo __no te enojes Diana, pero
es lo que veo__
Valentín y Diana se miraron y vieron en Javier un alo de tristeza. Ella
comprendía que Valentín terminaría por dilucidar qué era lo que pasaba. Así
que lo volvió a saludar y se retiro a la habitación a dormir.
Javier entonces le dijo una última frase __Dormid en paz hermosa
princesa__ e hizo un ademán caballeresco como si tuviese un sombrero
invisible y se lo quitara. Diana sonrío y se retiro, Javier estaba raro, más allá
de estar pasado de copas, algo le estaba pasando. Valentín debía saber cómo lo
encararía; temía que el hecho venir así y armado seria pauta de que se había
mandado alguna de cowboy. Se sentaron en el comedor, Valentín tenía cerveza
fría, es más, siempre tenía birra helada, saco y destapo una de ellas y la sirvió
en una prolija copa de vino mientras Javier miraba todos los cuadros que
siempre había visto en la casa. Retratos familiares en las paredes. Javier
levanto la copa e hizo un ademán de brindis pero para cuando Valentín levantó
su copa Javier ya la había empinado y no paró hasta terminar el contenido.
Volvió a poner la copa y pidió más, no lo miraba a los ojos, eso molesto a
Valentín, con la copa en sus manos Javier se levanto y se dirigió nuevamente
hacia la pared, miro la foto que se habían sacado con uniforme del Ejército
Argentino, como soldados en las Islas, junto a Iván que ya no estaba,
agachándose un poco siguió mirando otras fotografías familiares en donde
toda la familia de Valentín estaba sonriente para el obturador.
__ ¿Sabes una cosa?…yo daría la vida por los tuyos, tus hijos son como
mis hijos y Diana ella es como si fuera mi hermana, eso tenelo siempre bien en
claro__
Entonces Javier se acerco hacia la mesa, Valentín lo miraba extrañado y
observaba como la cacha de la pistola cuarenta y cinco se le salía por el
cinturón, le aproximo nuevamente la copa ya vacía Valentín la volvió a llenar,
el contacto visual entre ambos, por parte de Javier, no existió Valentín
ofuscado y viendo el cacha del arma le dijo __ ¡Hey amigo… se te va a caer el
fierro! ¿No queres que te lo guarde?__.
Valentín nunca tuvo miedo de Javier, siempre se respetaron y a pesar de
que era un tipo flaco desgarbado y hasta encorvado por la altura, tenía la
fuerza para pelear contra tres hombres juntos y vencerlos.
Javier se miro la cintura y sin mirarlo mientras observaba una de las fotos
le decía __¡¡¡Jamás para vos amigo!!!....¡¡¡Jamás!!!__.
Valentín entendió, pero seguía sin comprender que mierda le pasaba, que
era lo que tanto le molestaba.
__ ¿Te acordas de la lacra de la cantera?__ dijo Javier.
__ ¡Si ¡__ dijo Valentín, tratando de imaginar lo que iba a decir.
__¡Recordas a esa mierda que no servía mas que solo para vender merca y
hacerle la vida difícil a los vecinos y solo hinchar las pelotas__.
__Si me acuerdo, siempre me acuerdo, pero no me quita el sueño__ dijo
Valentín.
__¿Te acordas de esa mierda que violo a la pendeja con los otros mierdas
cuando fue a comprar merca y que se creía impune por tener contacto y
protección de algunos yutas que al fin y al cabo no lo pudieron proteger?__.
__Si me acuerdo se esa bosta… pero te repito no me quita el sueño__ dijo
Valentín.
__Esa mierda me visita__ dijo Javier __Esa bosta me visita de cuando en
cuando__.
Valentín frunció el entrecejo y lo observo en silencio mientras levantaba
la copa para tomar un trago y el cigarrillo se consumía en el cenicero. La
situación comenzaba a superarlo y si o si debía tomar un trago para nivelar.
Javier nuevamente agrego __Te acordas de esa mierda de ser humano,
que expresión estúpida puso al despedirse de este mundo__.
__Si lo recuerdo__ dijo Valentín y agrego __ pero te repito, no me quita
el sueño, era una basura y debía salir de circulación era un mal bicho__.
__Esa basura se me presento en sueños y me dijo que Estela me
engañaba__ dijo Javier.
__Me estas jodiendo__ soltó Valentín con una expresión de estar lidiando
con un borracho pesado pero también sabiendo que no era cualquier borracho
de taberna o de calle… era Javier.
En esa charla casi nula Valentín pregunto __ ¿Cómo esta Estela?__.
__Ahí anda__ contesto con desinterés Javier.
__Pero… ¿Está bien?__ pregunto Valentín nuevamente.
__Si está bien__ dijo Javier mientras miraba los retratos familiares en la
pared.
Afuera la lluvia caía y de vez en cuando una luz resplandeciente entraba
por las rendijas de la ventana.
Javier se acerco a la mesa con su copa vacía. No había más cerveza en la
botella así que como nunca se dirigió a la heladera diciendo __ ¿no hay más?
__ pero antes de sacarla se dio cuenta de lo impertinente que estaba siendo y le
pido permiso diciendo __ ¿Puedo amigo?__.
__ ¿Sabes que podes?__ asintió Vale __Siempre podes__.
Entonces se estiro y tomo la cerveza fría con una mano y antes que
Valentín le indicara donde estaba el destapador, Javier la llevo a la boca y la
destapo con los dientes.
__¡¡¡Animal!!!__ le disparo Valentín __ ¡te vas a quedar sin dientes!__.
__Para que quiero dientes… si ya no voy a sonreír nunca más__
__ ¡Javier!... deja de dar vueltas… ¿te paso algo narigón?__ Lo interpelo
Valentín.
El, olvidándose de la copa se llevo el envase a la boca y le dio un trago
largo, luego mientras bajaba el envase miro a Valentín y le dijo __¡¡¡ huy!!!
¿Donde están mis modales?__ y se sirvió en la copa después de llenar
primeramente la de Valentín.
__ ¿Qué te pasa Javier? Unas diez millones de veces te vi en pedo y
aunque enojado, hoy estas diferente__ pregunto nuevamente Valentín.
__ ¡Modales!__ repitió Javier, de que me sirve ser buena persona, tener
buenos modales, si la persona a la que vos amas y respetas se ríe de vos, te
toma de boludo, de que sirve… si la mujer a la cual vos le confías tu corazón
te engaña, te córnea, te gorrea o como mierda lo quieran apodar al hecho de la
traición__.
Por ahí venia la cosa pensó Valentín… ¡esa perra!... yo ya lo sabía, pensó,
nunca me termino de cerrar esa yegua con esos modales refinados, se hacia la
carmelita descalza y yo ya intuía que lo iba a traicionar. Javier un tipo duro
pero capaz de cambiar por una mina “Un pelo de concha tira más que una
yunta de bueyes”.
Y ahí estaba Javier un buen hombre, un muy buen hombre, un hombre de
honor, él mejor, sufriendo por un tajo, que se río de él. De ese varón que
cualquier mujer desearía tener por esposo. Ese tipo duro que se había vuelto
un boludo y que cada vez que se reunían entre amigos, las, pocas veces que
ella accedía a reunirse, El la miraba embobado y extasiado hasta el punto que
te daban ganas de darle una patada en el culo… por tontooo. Pero era eso, la
mina no quería juntarse porque nos daríamos cuenta de la clase de gente que
era, le íbamos a hacer saltar la ficha a esa puta traicionera. Pero a pesar de
sospecharlo…pensó Valentín… no fui capaz de desenmascárala. Al final del
camino de los tránsfugas se les cae la careta sola. Y ahí estaba Javier el
hombre a cual Valentín alguna vez entre copas le había confesado que de ser
mujer se hubiera casado con él sin dudarlo. Sonaba hasta casi homosexual
pero era cierto.
Valentín en ese momento tenía que hacer la pregunta obligada…
__ ¿Paso algo?__ ¿Estela está bien?__.
__Si que está bien, __respondió Javier, un poco incomodo, y agrego___
si se la paso cogiendo toda la tarde con el chongo del ex marido… ese
falopero de mierda, mientras yo trabajo como un boludo y cuando llego y le
pido sexo, lo único que hace es tirarme la goma la puta, si ya tenía la concha
inflamada de tanto coger__.
__No voy a decirte amigo que me lo imagina, que lo sospechaba pero era
así, lo temía. Pero no lo sabía. Al fin y al cabo sos vos el que la elegiste__ le
dijo Valentín.
__Solo me faltaba colocar los cuernos en la puerta de casa como en la
época feudal__dijo Javier__ ¡¡ la puta que lo parió!!... pero me importa un
huevó lo que digan los vecinos que de seguro ese hijo de un trasatlántico lleno
de putas se la garchaba en mi casa y en mi cama__ dijo Javier __Si el
¡¡¡croto!!! No tiene un puto mango.
__ ¡Los hubiera matado a los dos si los encontraba en mi casa!... lo hubiera
hecho__ dijo Javier con esa rabia de un hombre desesperado.
Y luego agrego __Pero a mí no me mataron las islas ni la sociedad
ingrata… y estos dos no lo van a hacer tampoco voy a ir preso por una puta y
un muerto de hambre__.
Valentín suspiro y dijo para sus adentros… los hubieras matado, hablaba
en verbo pluscuamperfecto, eso significaba que gracias a Dios, Javier no se
había mandado ninguna cagada y así respiro mucho más aliviado.
__ ¿Y entonces para que la pistola?__ lo interrogo Valentín.
__Es que me vine caminando y solo es por si algún boludo tenía ganas de
pagar los platos rotos de mi casa. Pero tuve suerte y no paso nada. ¡Perdona
por la hora!... pero después de que el aire fresco me dio en la cara me despeje.
Pensé en ir al bar y ajusticiar a cualquiera que me mirara mal. Pero después
pensé en vos y en tomar un par de birras y hablar__.
__Ahora si vos lo sospechabas Valentín __ ¿porque no me dijiste nada?__
dijo Javier.
__Porque sos mi amigo y te veía realmente feliz… pero esa nunca me
gusto, nunca me cuadro esa mina, pero bueno que le voy a hacer fue tu
elección__.
__ ¿Sabes una cosa?, yo te envidio__ dijo Javier esta vez mirándolo a los
ojos, con una mirada sensible, como si se fuera a largar a llorar.
__ ¿Por qué?__ dijo Valentín.
__Porque Diana y vos se llevan tan bien, ella es tan buena mujer, yo trate
de que Estela fuera eso, parecida al menos a ella, pero me equivoque. Aparte
ustedes dos siempre salen adelante.
__Amigo vos sabes que Diana y yo tuvimos muchas altas y bajas pero a
pesar de todo y de que me mande las mil cagadas, ella me banco. Pero en la
pareja nunca se sabe, de repente explota la bomba y todo se acaba, todo se
termina. Vos lo sabes Javier__ Le dijo Valentín.
__Si ya lo sé, pero ella igual te va amar siempre, ella lo dijo cuando no
llegabas a tu casa, te buscaba por todos lados__ le dijo Javier.
__Y nunca, pero nunca le dije nada, ni le falte el respeto amigo__ dijo
Javier, mientras se estiraba por sobre la mesa y le estrechaba la mano
fuertemente.
__Mataría por tu familia amigazo__.
__Lo sé amigo, por eso se quien sos, un caballero de cruz de hierro y
sobre todo mi amigo__ Valentín asintió con lagrimas en los ojos.
__Pero a pesar de todo no puede evitar envidiarte amigo, es innato. ¡Bueno,
Estela al fin se fue!, mi vieja me ayudo a despedirla y aunque ella me rogó y
me suplico, la eche. Escuche a mamá que si me ama de verdad, que también
sabía lo que estaba sucediendo pero que no se quería meter__.
__ ¿Por qué? ¿Me pregunto yo? ¡Siempre en los cuernos todo el mundo
sabe y el último que se entera es el cornudo!... ¿Por qué? Después solo te
dicen… yo sabía…
Valentín sintió un poco de culpa por el estado de Javier, lo escucho
atentamente un rato mas, ahí sentados en la mesa del comedor entre el humo
del tabaco ya eran las cinco y media de la mañana y el sueño empezó a hacer
mella entre los dos Valentín tenía que ir a trabajar pero al medio día, Javier
tenia franco ese día así que le preparo una cama y ambos se fueron a dormir.
La lluvia afuera se iba calmando y a lo lejos el cantar de los gallos denotaba
que ya era de madrugada. Un viento fresco se alzaba en los albores del nuevo
día y un buen hombre descansaba después de haber abierto su corazón.


Hernán
El Rati.

Ingreso a la fuerza durante el proceso militar, en la escuela de oficiales Juan
Bucetich, apenas termino la secundaria realizo los trámites de rigor y se sumo
a lo que él llamaba la lucha contra los malos, tras dos años de escuela se
recibía de oficial ayudante su mamá tenía miedo por todo lo que venía
pasando en el país con esto de la subversión pero por suerte zafo siempre. Un
alto funcionario policial había obrado de padrino y eso le facilito el ingreso,
pero más allá de todo, el amaba la carrera. Sus primer destino fue Gregorio de
Laferrere, zona de guerra durante esa época del 76,77 y 78, las comisarías
eran blanco predilecto de los zurdos para buscar armas y las mismas se
custodiaban como si fueran cuarteles del ejército.
Hernán escuchaba las dos campanas, era un bicho raro dentro de la
policía, si bien creía en la lucha contra la guerrilla sabía que era una guerra
sucia… muy sucia, en la que varios políticos habían embarrado la cancha y así
se creó el terreno propicio. Era tiempo de ir a casa y tratar de que no te
volaran en pedazos o te esperaran y te hicieran mierda a uno o a la familia
completa y así creció en la fuerza escuchando sobre desaparecidos y sabiendo
que compañeros suyos cortaban gañotes en algún campo de concentración
clandestino. Pero no se prendió por alguna razón escucho a su padre que le
dijo que esto no iba a durar por siempre y que algún día los responsables
tendrían que pagar sus culpas. Siempre fui honesto decía su padre, para que
quiero más plata de la que me puede dignar solo un trabajo.
Cada vez que traía un preso decía que esas basuras son capases de vender
a la madre. Pero en esas circunstancias había algo que lo fastidiaba en los
detenidos y eran los cinco puntos tatuado por los rochos en el pliegue de la
mano entre el pulgar y el dedo índice, lo enervaba como si fuera que esos les
trasmitiría un poder oculto o algo así, eso le hacía enojar bastante al punto de
putear y blasfemar cuando algún rata de estos caía en la taqueria con los cinco
puntos tatuados en alguna de sus manos. Y así una noche de cerveza con su
hermano Valentín y unos amigos había entre ellos, en la reunión, uno que
sabia tatuar, un músico, un loco, medio Pirucho, medio colifato. Se llamaba
Ricardo y le decían Richard, era un chabón copado, pero copado de lo que es
realmente copado, buena onda y que se reía con el mundo y no del mundo.
Entre cervezas, Valentín se había tatuado una casco con una cruz y
Hernán se tatuó en el pliegue de la mano así como se tatuaban los tumba los
cinco puntos, el se tatuó un punto y a unos milímetro un guión, Richard que lo
tatuaba se dio cuenta al toque y le dijo __¡¡¡que loco chabón!!! ¿Con eso vas
andar vos que sos poli….? ¡¡¡Que copadooo!!!__ Dijo Richard a lo Paolo el
roquero.
Cierta vez en la comisaría cayo un rocho, Hernán lo sentó frente a la
máquina de escribir y se puso a teclear, mientras ambos se miraban Herman le
vio también los cinco puntos y entonces lo miro y le mostró le pliegue de la
mano, el rocho miro y para sorpresa del apresado, le dijo yo también tengo un
tatuaje, y le mostró el punto y el guión que tenía en la mano.
El detenido le dijo __no entiendo señor__ Hernán lo retruco mientras el
suboficial que estaba a espaldas del preso prestaba atención a lo que el oficial
decía, ustedes los rochos tienen tatuado los cinco puntos en donde ponen un
policía. Un punto en el centro y otros cuatro puntos rodeándolo y dicen… un
policía en el medio y cuatro chorros al rededor el caco lo miro con asombro
pero con una muesca en la boca como de gastada.
El rocho agrego __usted tiene una raya y un punto… ¿y eso que mierda
es?__ dijo él.
Entonces Hernán le dijo __este punto es el policía y la raya es un rocho
echo boleta y los otros puntos no están… ¿Sabes por qué?__ le pregunto.
El hombre joven lo miraba con incertidumbre.
Hernán se le acerco a la cara y le dijo __ por que el resto como siempre
salieron corriendo. Al instante que terminaba con la declaración y le ordenaba
al subordinado que estaba detrás de él en la oficina.
__Sácame esta basura de acá y llévalo al calabozo__ el policía obedeció
al instante la orden y tomo al preso por el brazo y lo dirigió hacia el claustro.
Qué bien se sentía poder aunque sea momentáneamente cumplir con su trabajo
y sacar un malo del camino, se había acordado del pasaje de la santa Biblia en
donde Jesús se encuentra con un poseído y al preguntarle el nombre, el
poseído le dijo __mi nombre es legión, porque somos muchos__. Eso eran los
rochos una legión con cada vez más adeptos o socios o como quieran decirles.
Y así Hernán convivía todos los días de trabajo, convivía es un decir,
lidiaba todos los días con la basura de la sociedad, con los violadores de niños,
con los narcos, con los piratas del asfalto, con los levanta coches, con los que
tiran a una maestra de un tren por robarle la cartera, esos que drogados entran
en una casa, te desvalijan y te lastiman solo por herirte porque odian lo que
ellos no pueden ser, porque odian lo que no van a ser nunca. Porque es lo fácil
lo que les gusta, se alaban y dicen… los giles laburantes. Y luego llegan a la
villa donde se refugian entre gente trabajadora, humilde pero honesta y se
jactan de pegarle a un viejito para sacarle la jubilación. Pero no se plantan en
una financiera o delante de un camión de caudales porque saben que ahí hay
armas y los pueden hacer boletas. Y así delinquen y cuentan sus hazañas a
otros descerebrados que luego tratan de emularlos. Sin código sin banderas
viven y se dicen chorros.


Hola ¿Quien Es?

El nerviosismo intrigaba a la niña de quince años, el deseo de conocer a sus
hermanos después que su madre le contara todo y cada detalle de lo que había
sucedido con su padre, porqué el y su madre nunca estuvieron juntos, mientras
la mamá conducía el auto por la cuidad, ambas iban en silencio la madre
concentrada en el transito y pensando en que si esto era lo correcto y la niña
mirando hacia fuera por la ventanilla del vehículo tratando de imaginar como
la recibiría esa señora a la cual no conocía pero que era le esposa del que fue
su padre ese hombre ya muerto hace casi cinco años, pero la niña quería saber
sobre ese hombre que alguna vez fue tapa de los diarios y estuvo en los
noticiarios de la televisión como el enemigo público número uno del gobierno
pero no de la Argentina, porque cuando uno brega por la seguridad de la gente
y por sus derechos, ellos no nos representan, solo representan a sus interés.
Diana atendió a la niña, y le dio un fuerte abrazo muchos años habían
pasado desde la muerte de Valentín, el recuerdo de su amor por él y el
sacrificio de su padre por la muerte de su hijo fue el relato que recibió la niña
la cual escucho atentamente cada palabra de la mujer, mientras traía recuerdos
fotos y recortes de diarios de la época en que Valentín y Javier, Oscar y
Camilo fueron tapa de diarios y noticieros.
__ ¿Y que paso con los amigos de mi papa?__ pregunto la niña.
Camilo murió en la autopista según tengo entendido, Oscar resulto
gravemente herido pero se salvo y está preso en un penal de máxima
seguridad.
Javier, el mejor amigo de tu padre sigue vivo y todavía está prófugo en
alguna parte de este vendito mundo.
__ ¿Y a mi papa como lo alcanzaron?__pregunto la niña.
Después de la muerte de su padre decidió venir a vernos disfrazado como le
había salido bien cuando se presento en el funeral de su padre pensó que podía
hacerlo acá también se puso bigote postizo nos llamo por teléfono y nos sito
en una plaza de capital pero la policía tenía sobre nosotros una férrea
vigilancia que dio sus resultados cuando él nos esperaba en una plaza de
capital y yo llegaba con mi hija Alejandra él se iba acercando y vio un
movimiento anormal entonces me guiño un ojo me hizo una seña de que me
fuera, se dio media vuelta y se retiro. Tenía a toda la policía a su alrededor
según se dice Javier lo acompañaba pero a él también le dijo que se fuera y se
salvara ya que el no iría la cárcel y así fue como se tiroteo con toda la policía
que lo esperaba y lo mataron como a un perro, pobrecito.
La niña soltó una lágrima y le dio un beso a la fotografía de su padre.
__ ¿Puedo llevarme esta fotografía?__
__ Si podes__ le dijo Diana__ ¿queres llevarte otra?___
__no solo está__ la niña eligió una fotografía de su padre en las Islas junto
a Javier e Iván y cuando la dio vuelta vio escrito en la misma “Volveremos” y
eso fue todo…


Todos Debemos Pagar

Esa tarde calurosa en un hotel de Río de Janeiro a los pies de la Favela un
hombre en silla de ruedas hablaba con otro de de tez blanca de cabellos
rubicundos que lo escuchaba atentamente ambos tenían un léxico militar una
botella de caipiriña en la mesa una atado de cigarrillos y el humo del tabaco
que salía por la ventana pero parte de él inundaba la habitación, un batata
color café con leche y blanco salía al balcón del primer piso para escapar al
humo que por su sensible hocico lo hacía estornudar. Ese inútil y desobediente
perro, pero fiel acompañaba a su dueño, el decía que lo ayudaba con la silla
de ruedas si el conserje del establecimiento supiera que no servía pa mierda el
can.
El hombre rubicundo atendía atentamente al militar en silla de ruedas y se
pasaba pensativo la mano por el mentón.
__Mis fuentes me indican que está en una de las casas de la Favela al pie
del morro__ Y agrego___ desapreció después de mandarse la cagada que costo
muchas vidas__concluyo el militar.
__ Não tem problema, essa porcaria vai entender que no Brasil a coisa é
diferechi, aqui vai il porra mordida macaco__ poeira
__Despreocúpese Senhor, este é finiquitado___
Ambos levantaron la copa y brindaron__
__Por la venganza__ dijeron ambos al unísono.
Luego el hombre se retiro de la habitación. El teniente que tenía muchos
contactos le entrego al maldito a la policía militar de Brazil y este tipo lo
buscaría y lo liquidaría sin misericordia.
Pero el capitán Caetano, tenía otros planes para este troncho, no se
ensuciaría las manos, ni siquiera se preocuparía. Alguien le debía un favor y lo
cobraría, su primo se merecía que esto saliera bien, si el capitán Caetano era
primo de la finada mujer del teniente primero Salinas, cuyo apellido (Farias)
era de origen brasileño, mais ben portugués y la sangre tira.
Tras irse el capitán, El quedo solo, se acerco a la ventana y miro hacia las
alturas de la Favela, respiro profundo con un aire de satisfacción, como si
fuera el artífice de otra victoria, el batata se quedo a su lado mientras el
fumaba otro cigarrillo, el miro al can y le dijo: ¿ te molesta el cigarro boludo?
el perro con los ojos caídos lo observaba y miraba su mano como sabiendo que
era ese cilindro el culpable de su malestar, el hombre miro la marquilla y
viendo la propaganda fuerte antitabaco del gobierno de Brasil donde un
hombre moría lentamente de cáncer en una cama, y se dijo en voz alta….de
algo tenemos que morir todos tenemos que pagar….y luego mirando a lo
profundo de la Fabela en dónde se veía gente como hormigas caminando entre
las estructuras del morro…. y vos lo vas a pagar bastardo…. no te vas a salir
con la tuya…
El perro lo miraba como si lo entendiera y levantaba en muesca sus ojos y
sus largas orejas. Tras terminar el cigarro arrojo la colilla por la baranda y se
metió adentro del cuarto, como había dicho el capitán esto estaba finiquitado.
A Pablo no le costó pasar desapercibido, lo metieron al frízer un tiempo
para que se calmara la honda, esto era así su hermano mayor ya se había
escapado a Brasil antes cuando tuvo quilombo y poseía varios contactos, en la
casa de un narcos encontró refugio, el portugués le costaba pero para lo que
tenía que hacer le bastaba salir tarde noche a la esquina y vender merca era su
trabajo. En ojotas se paraba en una esquina con un grupo de satélites y le
vendía merca a pibes de todas las edades sus códigos se habían ido a la
mierda en realidad entre el narcotráfico no existían los códigos. El no se
diferenciaba de los morenos y hasta el lugar se allegaban gente de guita para
poder pegar un poco más de merca o unos gramos más para la reventa y ahí
estaba el negocio.
El capitán Caetano ya había hecho la movida, un sicario sería el encargado
del trabajo, todo se reduciría a un ajuste entre tranzas, un no me importa nada
sería el encargado, es verdad no había códigos, el pago fue una bolsa de merca
de un procedimiento que el milico guardaba para los malos que siempre se
descartaban y que no los podían enganchar.
Los dos jóvenes se pusieron en marcha, revisaron las armas tanto chofer de
la moto como el encargado del asunto iban armados por si las dudas el ultimo
usaría un revolver calibre treinta y ocho y a la cintura tenía una nueve
milímetros Taurus, un buen arma de esos pagos brasileños. Y así se pusieron
en marcha, pensaban en nada sus mentes en blanco y en silencio entre el
trafico de río de Janeiro entre un mundo de gente sus cascos reglamentarios
escondían las caras y cualquier gesto de temor en ellos.
Pablo o el cabezón como le habían puesto de apodo, ya había vendido
varias tizas y un poco de mota a pibes morenos y blanquitos de plata, la tarde
iba bien y ya caía la noche. Los autos de la policía no los asustaban pues
estaban arreglados, lo que no sabía era que fuera de ese negocio había un
pacto de caballeros entre militares y no lejos de allí el capitán Caetano estaba
de patrulla con sus otros dos compañeros que no sabían nada del tema, solo
quería oír por radio sobre el tiroteo ya que estos dos era difícil que fallen, ya
en alguna oportunidad le había hecho otro trabajo.
La motocicleta roja le pareció conocida al cabezón y por eso no se dio
cuenta la misma se paró a unos cinco metros y el que estaba atrás se bajo y
comenzó a quitarse el casco él creyó conocerlo, para que se quitaría el casco
sino, era que le molestaba la visión el mismo dejo caer el casco al piso y fue
allí que Pablo reaccionó pero ya era tarde vio el arma apuntándole y solo hizo
una muesca grosera cuando vio el fuego salir del arma, cayó al piso y en ese
instante se acordó de su madre, de su casa de su barrio y de que vio a muchos
caer y como se veían nunca pensó en caer El, pero como si fuera una cámara
de filmar se quedo inmóvil y vio los pies del sicario acercarse no podía
moverse y observa el arma y como el joven cerraba los ojos al instante que
apretaba el gatillo se dio cuenta que era el fin, un golpe fuerte en su cabeza y
todo se quedo a oscuras, el sicario le descerrajo por las dudas y la adrenalina
del momento, los cinco tiros del treinta y ocho y por alguna razón mientras
recogía el casco saco la otra pistola y le siguió tirando de costado hasta subirse
a la moto e irse a toda velocidad del lugar ante la mirada de todos lo tranzas y
merqueros que solo sabían que otro ocuparía su lugar a nadie le importaba su
nombre, la radio policial transmitió después de varios minutos, casi una hora
después se reporto el incidente y un suspiro del capitán Caetano a sabiendas de
que la tarea estaba hecha. Paro en una esquina y se fue a comprar un pancho a
un negocio, con mucha tranquilidad realizo una llamada por celular, solo dijo:
Amigo___ I enviar saudações amigo___
Era el código de que el trabajo estaba hecho
__ ¡Gracias, muchas gracias__ sonó del otro lado. El teniente primero cerró
el celular y apretó el puño, el batata a su lado lo miraba desde el piso.
Solo dijo para sí mismo__ ¡Nos vemos cuando nos veamos!__.
Todo había terminado. FIN.



Dedicado a Mama y a Papa…
Que me dieron el don de ser quien soy.
Y a mi bonita que creyó en mi…


Oración de Valentín.

¡Ho Señor! aquí me encuentro
Dividido entre el cielo y el infierno
Atascado entre lo malo y lo bueno
Como en un imán
Entre lo negativo y positivo
Como un navío entre los polos
Entre el norte y el sur
Buscando mí rumbo para no equivocarme
Aceptando tus designios
Confrontando mí destino
¡Ho Señor! que sea tu voluntad
Para bien o para mal
Amen…


¿Te gustó este libro?
Para más e-Books GRATUITOS visita freeditorial.com/es

También podría gustarte