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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Rosa Viejo
por Sylvia Bofill

Personajes

Margarita
Cecilia
Lucía
Emilia
Charlotte
Carmen
Mario
Reynaldo
Ricardo
Armando
Mesero
El Hombre Gordo
La Mujer Esbelta
Gerardo

 Sylvia Bofill.2004
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(787)800-9652
(787)790-7975

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(Se oyen las olas del mar. Los personajes


están sentados en las mesas del restaurante
murmurando en la oscuridad. El sonido del
mar y las conversaciones se confunden. A
veces escuchamos palabras como “rosa”,
“frustración” o “deseo”, pero no podemos
distinguir el resto de las palabras. El mesero
está sentado en una silla escuchando el mar.
Hay una luz que ilumina la cara del mesero,
esta luz se torna rosa y luego rojo intenso
hasta que desaparece por completo
demostrando que acaba de atardecer. El
mesero se levanta y mientras limpia las
mesas y sirve los tragos, le habla a la
audiencia)

Mesero- Un bar-restaurante en P.R. El escenario está dividido en dos.


A la derecha hay cuatro mesas. Cada mesa tiene una bombilla rosada
que cuelga del techo. A la izquierda hay un banquito con un micrófono
rosado recostado encima. Este banquito se encuentra al lado de un risco
desde donde se puede ver la inmensidad del mar. El mar despide
conversaciones....

(El mesero prende la bombilla de una de las


mesas y el sonido del mar y las
conversaciones desaparecen. En la mesa
está sentada Lucía, la madre de Margarita,
una mujer robusta vestida con ropa de
trabajo. Lucía se encuentra planchando una
camisa rosada encima de la mesa del
restaurante)
Escena 1

Mesero- (A la audiencia) Lucía.

.
Lucía- ¡Margarita! ¡Margarita, para de cantar y dime cuánto ganamos hoy!
¡Margarita! ¿Me estás escuchando? ¡Yo no me jodí toda la vida para que
tú estuvieses pensando en pajaritos preñados todo el día. ¡Margarita!
¡Margarita! ¡Ayuda tu madre, por Dios santo! ¿Contaste cuánto dinero
hicimos hoy? Tengo que saber cuánto hicimos para saber cuánta tela tengo
que comprar mañana. Solo tengo dos manos, ¿sabes? Debería darte

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vergüenza dejar a una vieja como yo con todo este trabajo. ¿No estás
pensando en abandonar a tu madre, verdad? Cuando naciste todo el mundo
en la familia se puso contento de que eras una niña porque los hombres
siempre abandonan a sus madres. Pero desde el minuto que te agarré entre
mis brazos sabía que tenías alma de hombre. Recuerdo que pensé: “Lucía,
con esta niña las vas a pagar toditas”. ¡Margarita, para de cantar!
¡Margarita! ¡Malcriada! ¡Contéstale a tu madre cuando te habla! Te debí
haber pegado con una vara de rosa como mi madre me hizo a mí. ¡Eso te
haría respetarme! Cantar no te va poner dinero en tu bolsillo. Yo no te
llené la barriga cantando. A mí me hubiese encantado ser una cantante,
pero no pude. ¡Y yo era una cantante magnífica! ¡Margarita! ¡Margarita,
para de cantar! Margarita, ¿estás fumando de nuevo? ¿Pero, tú no sabes
el daño que eso te hace a tu voz? No seas cruel con tu madre, tú sabes que
a mí me encanta que tú cantes. Nunca he faltado ni a uno de tus
conciertos. Siempre estoy en primera fila gritando: “¡Esa es mi nena!
¡Esa es mi nena! Pero en la vida no se puede hacer siempre lo que uno
quiere. Si estuviésemos forrados de chavos como tu amiga Carmen, pues
claro que te dejaría cantar. Te dejaría viajar por todo el mundo cantando,
pero esa no es nuestra realidad. No te avergüences de asumir quien eres.
¡Margarita! ¡Para de cantar, Margarita! ¡Avanza y baja! ¡Para de cantar
Margarita! Soñar no te va llevar a ningún lado. Tienes que entender tu
lugar en este mundo y eso es todo. Tratar de ser quien no eres sólo te va a
hacer ser infeliz. ¡Margarita! ¡Margarita!

(El mesero apaga la bombilla de Lucía y


prende la bombilla de otra mesa)

Mesero- (A la audiencia) Margarita y Carmen.

Margarita- De nuevo te vas...

Carmen- Pasado mañana tengo concierto. Traté de quedarme unos días más por la
operación de mami pero no pude. Se supone que estuviese ensayando con
la orquesta hace una semana. No sé como lo voy a lograr... Voy a estar
bien perdida...

Margarita- Ay, por favor, Carmen. Tú siempre lo logras, no te preocupes. (Pausa) No


sabes cuánto te envidio. Estoy loca por irme de aquí. Me han dicho que
donde vas es muy lindo...

Carmen- Sí, eso dicen, pero me voy a congelar...

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Margarita- He escuchado que hay unas montañas enormes que tienen una
particularidad muy extraña. En plena nieve crecen unas flores silvestres
de colores chillones...

Carmen- ¿En plena nieve? No puede ser... eso es absurdo...

Margarita- Así es...

(Carmen la mira por unos segundos)

Carmen- ¿Por qué no te vienes conmigo, Margarita?

Margarita- No puedo...

Carmen- Claro que puedes, sólo unos días. Lo vamos a pasar bien... como en los
viejos tiempos. Te hace falta un descanso... y te encantaría la música.
Van a ir orquestas de diferentes partes del mundo...

Margarita- No puedo...

Carmen- Claro que puedes...

Margarita- No quiero hablar de eso de nuevo...

Carmen- (Un poco irritada) Bueno, vamos a pedir rápido porque tengo poco
tiempo...

Margarita- ¿Qué? ¿Pero tan pronto? Esto es increíble, no tenemos tiempo ni para
darnos un trago.

Carmen- ¡Mesero! ¿Dónde está el mesero? ¡Mesero!

Margarita- Si fuera como antes, cuando éramos pequeñas. ¿Te acuerdas cuando
corríamos bicicleta todo el día por la playa? ¿Cuál era esa canción ridícula
que cantábamos?

Carmen- (Carmen se ríe) Ah, sí.

(Carmen y Margarita tratan de recordarse de


la canción. El mesero empieza a pasar por
el fondo del escenario corriendo lentamente
en bicicleta con una bandeja en su mano. Se
oye el sonido de las ruedas de las bicicletas
y, de fondo, los sonidos de dos nenas

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riéndose. Carmen ve de lejos al Mesero y lo


llama)

Carmen- (gritando) ¡Ay, por fin! ¿Me puedes


traer un vaso con un poco de todo?

Margarita- Y a mí un vaso con un poco de


nada...

Mesero- (Sale desde el fondo del escenario


corriendo con su bicicleta) Con sal o
pimienta?

Carmen- Con sal...

Margarita- Con pimienta...

Carmen- Entonces, ¿cómo van tus composiciones?

Margarita- No estoy cantando. (Saca un cigarrillo de su cartera y lo prende) No estoy


componiendo. No estoy haciendo nada en realidad...

Carmen- ¿Qué te está pasando?

Margarita- No me da tiempo. Estoy ayudando a Mami con el negocio. (Cínica) Me


encanta, escucho máquinas de coser y planchas escupiendo vapor todo el
día...es un concierto exquisito para mis oídos...

Carmen- ¿Ya no estás dando clases en el conservatorio?

Margarita- No. Lo dejé todo. Ahora estoy desde las siete de la mañana hasta las
cinco de la tarde escuchando la cantaleta de mi vieja. (Pausa. Mira a
Carmen) No me mires con esa cara, que no todo el mundo es como tú que
puede viajar todo el tiempo y olvidarse de su familia...

(Silencio incómodo entre las dos)


Margarita- Perdón, no quise decir eso...

Carmen- No es justo. Tú no sabes todo lo que he tenido que pasar esta semana. He
estado viviendo en ese hospital miserable. Pensaba que se me iba morir.
No es mi culpa que me tenga que ir. Es mi trabajo, soy músico y tú
también lo eres...

Margarita- Es que, ojalá yo pudiese despegarme de las cosas como tú. Mami me hace
sentir como si yo fuese una egoísta...

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Carmen- No me olvido de mi familia pero tampoco me ato a ellos...

Margarita- Este mesero se está tardando mucho. Creo que voy a cambiar mi orden.
¡Mesero, tráigame un vaso de olvido!

Carmen- ¡Sí, dos, por favor!

(El mesero grita desde fuera del escenario)


Mesero- ¿Con gas o sin gas?

Margarita- Con gas...

Carmen- Sin gas...

(El mesero les trae sus vasos de olvido.


Ellas empiezan a beberse sus tragos y sus
cuerpos se van relajando.)

Margarita- ¡La recordé! ¡Ya recuerdo aquella estúpida canción!

(Margarita empieza a tararear la canción.


Carmen empieza a cantarla con ella hasta
que las dos se están riendo y cantando a la
vez. Ambas se conmueven por la canción, a
veces burlándose de la canción y a veces
cantándola bien alta. El mesero empieza a
caminar lentamente por todas las mesas
arrastrando con una mano un tren de juguete
bien largo por el piso y en su otra mano
aguanta la bandeja. Carmen ve al mesero y
deja de cantar. El mesero pasa por la mesa
de Carmen y Margarita y empieza a salir del
escenario.)

Carmen- ¡Ay, se me va, se me va el tren!

Margarita- ¿Pero tan pronto? Si apenas estábamos empezando a hablar...

Carmen- Me tengo que ir. Te llamo tan pronto llegue. ¡Qué mierda, todavía no
hemos pagado!

Margarita- No te preocupes, yo pago.

(Carmen agarra su maleta y empieza a


perseguir al mesero)

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Margarita- (Gritándole a Carmen que ya casi está fuera del escenario) ¡Pero no te
olvides de decirme si realmente existen las flores chillonas en plena nieve!

(Margarita se queda mirando al mar. El


mesero entra y apaga su bombilla y le habla
a la audiencia)

Mesero- Margarita se queda pensando en las flores chillonas en plena nieve.

Escena 2

(Al lado izquierdo del escenario Armando


está sentado en un banquito encima de un
risco al lado del mar. Saca un pañuelo de
su bolsillo y se seca el sudor de la frente.
Mira al mar y prende el micrófono rosado.)

Armando - Mírala allí. Se ve tan bella. Su pelo cobrizo brilla en el sol. (Respira
lentamente)Ummm jaaah. O.k. O.k. O.k. Todo está bien. No voy a
llorar. (Respira) Um jah. Hoy voy a hablar con ella. No llores. (Respira)
Umjah. El doctor Rodríguez me dijo que cuando uno quiere llorar lo que
hay que hacer es escuchar su propia respiración. (Respira más
lentamente)Ummmmmm jaaaaaa. Estoy respirando. Estoy respirando con
el mar. No puede ser tan difícil. Hola, me llamo Armando. (Se seca el
sudor de su frente con su pañuelo) Lo más seguro es que ni me miraría.
Mi físico es tan raro. Lo más seguro que piensa que soy un estúpido.
(Empieza a respirar bien rápido) Um ja. Um ja. Esto es tan ridículo.
Quiero llorar. (Todo su cuerpo empieza a sudar, se seca el sudor de sus
manos, sus piernas, su cabeza, sus oídos con su pañuelo) La última vez
que la vi me derramé el vaso de agua encima de mis pantalones. No voy a
llorar. No voy a llorar. Tienes que ser fuerte. Um jah. (Rompe a quejarse
como un niño) Mami me haría una sopita de plátano bien rica para que
me sintiera mejor.(Pausa) ¡Qué pendejo soy! ( Mira hacia abajo y ve a
Charlotte caminando por la orilla del mar) Mírala. Um ja. ¡Ve a donde
ella! Um ja. Um jaj. ¡Relájate! Um ja. Um ja. ¡Relájate! ¡Ella no te ve!
¡Ella está lejos! ¡No es gran cosa! ¡Sólo tienes que ir a donde ella! ¡Se está
yendo! Está entrando en el restaurante. Se fue. ¡Me siento mejor ahora!
( Respira lentamente)Uuummmmmmm jaaaaaaaaaaaaa...
(Se seca el sudor con su pañuelo y respira calmadamente de
nuevo)Uuuuuuuuuum jaaaaaaaaaaaam. Me siento mejor ahora. Estoy
mejor cuando estoy solo. Estoy mejor solo. Ummmmmm jaaaaaaaa.
Pero después me pongo tan triste porque estoy solo...

(Armando apaga el micrófono y se va)

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Escena 3
(En el bar- restaurante. El mesero prende la
bombilla de la mesa de Cecilia y Ricardo
que están mirando sus menús.)

Mesero- ( A la audiencia) Ricardo y Cecilia.

Ricardo- Todavía estás aquí...

Cecilia- Por alguna razón siempre estoy aquí...

Ricardo- ¿Te doy pena?

Cecilia- No…No sé. Ese no es el punto...

(El mesero llega listo para tomar la orden)

Ricardo- (Al Mesero) Todavía no estamos listos...

(El mesero se va)

Ricardo- Quieres que las cosas se pongan bien feas, para tener una excusa para
dejarme...

Cecilia- ¿Eso es lo que estás haciendo, verdad? Empujando las cosas a sus límites.
Pues...no está funcionando.

Ricardo- No te quiero...

Cecilia- Nos queremos, tal vez demasiado. Eso me hace aguantar cosas que no
debería...

Ricardo- No te mereces esto…

Cecilia- Déjame decidir lo que yo merezco...

Ricardo- Esto es patético. No nos aguantamos, pero tampoco puedo vivir sin ti...

Cecilia- No seas tan melodramático. No puede ser tan difícil.

Ricardo- Tienes razón, soy un melodramático, ¿entonces porque todavía estás


conmigo?

Cecilia- (Mira al menú) A veces no sé...

Ricardo- ¿No sabes?

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Cecilia- Te portas como un pendejo, pero te quiero. Esto es estúpido. No es el


punto.

Ricardo- Claro, se me olvida que tú siempre dictas el punto. No puedo quererte...

Cecilia- ¿Qué quieres comer?

Ricardo- Te estoy hiriendo...

Cecilia- No seas estúpido...

Ricardo- Te hiero y tú no haces nada. Y no te mueves. Y no te mueves. No puedo


más. ¡Vete!

Cecilia- No quiero…

Ricardo- (Mira al menú) Te odio…

Cecilia- ¿Te voy a ver mañana?

Ricardo- Cecilia, no soy como tú. No puedo amar. ¿Entiendes? Se acabó.

Cecilia- Tenemos cena con mis padres mañana. ¿Te veo a las seis?

(Cecilia le da un beso. El mesero detiene la


acción y un coro de meseros entra al
escenario y le hablan a la audiencia.)

Coro de meseros -
Él la quiere. Ella lo quiere, pero son terriblemente estúpidos. Sus padres
veían demasiadas telenovelas cuando eran chiquitos.

(El coro de meseros apaga la bombilla de la


mesa de Cecilia y Ricardo y el mesero
prende la bombilla de la mesa de Margarita.
Reynaldo entra)

Mesero- (A la audiencia) Margarita y Reynaldo.

Margarita- Estás a tiempo. Estoy impresionada. ¿Te han cambiado, no?

Reynaldo- ¿Me esperabas media hora tarde? ¿A tiempo puertorriqueño?

Margarita- Se me olvidaba que tú eres ahora Mr.Gringo...

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Reynaldo- Son puntuales. Admítelo.

Margarita- Me sorprendió que me llamaras...

Reynaldo- Pues, ¿ya era tiempo que te visitara, no?

Margarita- ¿De regreso a la barbarie? ¿A Macondo?

Reynaldo- Para. Te he extrañado. ¿Cómo estás?

Margarita- La verdad. Estoy horrible. Pero si me hubieses visto en otro estado te


hubiese dicho: “Todo está bien, perfecto, excelente” Pero tú sabes más que
nadie que no puedo mentir en este estado y menos a ti...
Reynaldo- ¿Estás borracha?

Margarita- (Se ríe) He estado aquí por un tiempo...

Reynaldo- Te voy a tener que alcanzar...

Margarita- ¿El gran artista quiere tomarse un trago conmigo?

Reynaldo- Todavía no me has perdonado. ¿Realmente me puse así de arrogante?

Margarita- Arrogante sería un eufemismo. Ya te perdoné, pero no quiero que lo


sepas.

(Reynaldo sonríe)

Margarita- ¿Cómo está el ACTOR? Me han dicho que estas hecho una estrella...

Reynaldo- No muy bien...

Margarita- ¿Así que el gran artista tiene defectos?

Reynaldo- Estás directa hoy...

Margarita- Estás honesto hoy...

Reynaldo- Puede ser. (Pausa. Su cara adquiere mucha seriedad)

Margarita- ¿Qué es? ¿Estás bien?

Reynaldo- Voy a dejar de ...

Margarita- ¿De qué?

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Reynaldo- De actuar...

Margarita- ¿De qué?

Reynaldo- De actuar...

Margarita- Espérate un momento...dímelo de nuevo. Esas son mis líneas. Yo soy la


looser aquí. Yo soy la que me quedo cuidando mi madre loca y me olvido
de mi misma. Y ahora tú te estas quitando....

Reynaldo- Vamos a ordenar, el mesero viene por ahí. Mesero, ¡un vaso de aire por
favor!

Margarita- Sí, a mí un vaso de viento huracanado...

Reynaldo- Estas directa hoy...

Mesero- ¿Con hielo o sin hielo?

Margarita- Sin hielo...

Reynaldo- Con hielo...

(Margarita suelta unos botones de su camisa revelando su


brasier rosita)

Reynaldo- ¿Qué haces?

Margarita- No sé. Tengo ganas de hacer algo estúpido. Tengo ganas de hacer
algo que nunca he hecho...

Reynaldo- Pues lo estás haciendo. Te estas comportando como una niña de diecisiete
años.

Margarita- Ojalá lo fuese. Era mucho más feliz entonces. No pensaba tanto...

Reynaldo- Todo el mundo nos está mirando...

Margarita- No me importa. Estoy cansada de estar preocupándome por lo que todo el


mundo piensa...

Reynaldo- ¡Es eso!

Margarita- ¿Qué cosa?

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Reynaldo- Últimamente me preocupa lo que todo el mundo está pensando. En mi


vida no tanto pero en el escenario me estoy volviendo loco...

Margarita- Siempre te has cagado antes de salir a escena. Dios mío, se me olvidó lo
melodramático que eras. ¿Eres actor?

Reynaldo- Margarita estoy hablando en serio. No estoy relajando. (Pausa)Tengo


miedo....(Pausa. Se le acerca y le habla bajito) Tengo miedo...de ser
cursi...de ser demasiado sentimental...

Margarita- ¿Puedes tú ser más sentimental?

Reynaldo- Tu sabes que yo no creo en nada pero creía en el teatro. Era el único
espacio que era mío y ahora he perdido algo...

Margarita- Probablemente es una etapa. Hace tiempo que no canto...

Reynaldo- Eso pensé al principio, pero ya llevo así un año. Sencillamente ya no lo


puedo hacer. Cuando estoy en escena de momento odio a la audiencia,
como si me hubieran matado mi inocencia. Siento que ellos están
esperando que yo les enseñe algo y yo no quiero tener que enseñarle o
probarme a nadie...

Margarita- Esto es serio, ¿verdad?

Reynaldo- No es un chiste. La semana pasada fue lo peor. Estaba actuando como


Hamlet y de momento me callé. No podía decir una sola palabra. Todos
los actores me miraban nerviosos mientras esperaban que yo hablase y
cuando hablé empecé a maldecir a la audiencia. Les empecé a gritar que se
fueran para sus casas porque yo no iba a seguir siendo su marioneta. El
director me botó.

Margarita- (Riéndose) ¿En serio?

Reynaldo- Sigo teniendo un sueño que veo un árbol gigantesco con flores blancas.
Todo el mundo en la calle está afuera embobado mirándolo y a su vez
riéndose. Cuando me acerco a él me doy cuenta que las flores blancas son
mis calzoncillos colgando de las ramas del árbol. Mi intimidad colgando
allí al frente de todo el mundo...están sucios y apestosos. Yo no quiero
que nadie huela mis calzoncillos en el escenario...

(El mesero les trae sus tragos. Mientras


Margarita bebe su trago de viento
huracanado empieza a mover su cuerpo)

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Reynaldo- ¿Qué haces?

Margarita- ¿Te estoy seduciendo, Rey?

Reynaldo- No seas ridícula, tú sabes que yo soy pato...

(Margarita empieza a acercarse hacia él,


abre sus piernas y pone sus senos en su cara)

Reynaldo- ¡Para! ¡Margarita, no estoy de ánimo para juegos!

Margarita- ¿A qué le tienes miedo, Rey?

(Ella empieza a besarle la oreja. El mesero


les pasa por el lado con una sonrisa en su
cara)

Reynaldo- Todo el mundo nos está mirando...

Margarita- ¿Quieres ser cursi, Rey?

(Margarita saca su lengua y empieza a


menearla de una forma exagerada.
Reynaldo se pone de pie y Margarita se cae
al piso. De pronto se prenden todas las
bombillas de las mesas y la gente los mira
asombrados)

Reynaldo- (Hablándole a la gente sentada en las mesas) Ustedes no entienden. ¡Ella


estaba actuando! ¡Ella estaba actuando! ¡Ella estaba haciendo esto a
propósito!¡Yo soy pato! ¡Yo odio actuar! ¡Yo odio la actuación! ¡Odio
actuar! ¡Yo soy pato!

(Reynaldo se da cuenta de que acaba de


hacer el ridículo y que le ha dicho a todo el
mundo su intimidad y se sienta. Margarita
se ríe)

Reynaldo- ¿Mesero, me puedes traer un vaso con tranquilidad mental?

Mesero- ¿Para aquí o para llevar?

Reynaldo- Para aquí. (A Margarita) ¿Quieres algo?

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Margarita- No, yo todavía estoy disfrutando éste. (Margarita le enseña el vaso)

Reynaldo- Eso fue un tremendo show...

Margarita- Tenía que soltarte un poquito...

(Margarita prende un cigarrillo y le ofrece


un cigarrillo a Reynaldo. Breve silencio
entre los dos. Ambos están fumando sin
decirse una palabra y sin mirarse)

Margarita- Te he extrañado. No tengo nadie con quien hablar ya. Todos mis amigos
se han mudado o están viajando y yo estoy aquí estancada...

Reynaldo- ¿Quieres decir que ya no tienes a tu mejor amigo para hacerle pasar
vergüenzas? (Pausa. Sonríe) Siempre es bueno verte. A pesar de todo me
siento bien cómodo contigo. Extraño eso.

Margarita- Yo sé lo que quieres decir...

(El mesero le trae su vaso con tranquilidad mental.


Reynaldo se lo bebe rápidamente. Margarita
lo mira detalladamente como si fuera la
primera vez que lo observa)

Reynaldo- No puedo olvidar este sentimiento de vacío. Algo se murió...Me quitaron


la alfombra debajo de mis pies y ahora estoy flotando...

Margarita- Tenía que pasarte en algún momento. Siempre habías sido el fuerte, el
optimista, el arriesgado. ¿Ahora que vamos a ser, dos loosers?

(Reynaldo se ríe)

Por lo menos todavía te puedo hacer reír....

Reynaldo- De verdad, me alegra mucho verte de nuevo. Me hace


sentirme yo de nuevo. Es bueno estar en casa de nuevo.

Margarita- ¿Cómo está Mario? ¿Vino contigo?

Reynaldo- Sí. Está bien. Estamos pensando quedarnos aquí un ratito...

(Reynaldo y Margarita siguen hablando pero sus


voces se escuchan más bajitas. El mesero apaga
su bombilla)

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¿Cómo estás tú? Yo he sido el único que ha estado hablando...

Margarita- Te dije, estoy horrible.

Escena 4
(En el banquito encima del risco. Se oye el
sonido del mar. El Hombre Gordo tiene una
voz aguda y la Mujer Esbelta tiene una voz
grave. Están vestidos de rosa. Ambos están
lamiendo una paleta rosa enorme durante
toda la escena)

H Gordo- (Se ríe en un tono agudo)

M Esbelta- (Se ríe gravemente)

H Gordo- (Eructa agudamente)

M Esbelta- (Eructa gravemente)

H Gordo- ¿A qué te sabe?

M Esbelta- ¿Se te murió la lengua?

H Gordo- No es eso. Es que nunca he probado nada como esto.

M Esbelta- Es bien rico, ¿verdad?

H Gordo- Sí, ¿qué es? ¿A qué te sabe?

M Esbelta- A felicidad. Sabe bien rico, ¿verdad?

H Gordo- Sí, bien rico....

M Esbelta- No debería comer más...¿Alguien viene?

H Gordo- No. No veo a nadie...

M Esbelta- ¿Seguro? No quiero que me vean muy feliz...

H Gordo- ¿Por qué?

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M Eesbelta - No podrían soportar ver tanta felicidad. Nunca la han probado.

H Gordo- No saben lo que se pierden...

M Esbelta- Definitivamente que no...

H Gordo- Yo te aviso si alguien viene ...

M Esbelta- Estoy bien feliz...

H Gordo- Yo creo...que yo también...Nunca he probado esto pero se siente bien


rico...

M Esbelta- No hay nada como hacer algo que uno sabe que no debería...

H Gordo - ¿No es muy dulce? ¿No te empalaga?

M Esbelta- ¡Claro que no! ¡No logro saciarme!

H Gordo- Límpiate, flaquita, que tienes toda tu baba por tu boca, tu nariz, tus oídos...

M Esbelta- No me reprimas esta felicidad. Esto solo pasa de vez en cuando. ¿Viene
alguien?

H Gordo- Nadie...

M Esbelta- Pues sigue lamiendo. Tal vez se acabe pronto...

H Gordo- (Mira a los dos lados) ¡Esto está tan rico!

M Esbelta- ¡Qué rico!

H Gordo- ¡Quuuué rrriiico!!!

M Esbelta- ¡¡Quuuuué rico!!

H Gordo- ¡Estoy feliz!

M Esbelta- ¡Estoy súper feliz!

H Gordo- (Riéndose) Pareces una tonta...

M Esbelta- Tú también...

(Los dos se ríen desenfrenadamente)

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H Gordo- Te ves bien fea cuando lames así...

M Esbelta- Me siento bella... (Lame desenfrenadamente)

H Gordo- Te ves bien ridícula...

M Esbelta- ¡Estoy feliz!

H Gordo- Yo también...(Sigue lamiendo) Oye,¿ pero no es muy dulce? ¿ No te


empalaga?

M Esbelta- ¿Estás loco? ¡No logro saciarme!

H Gordo- ¿Tanta felicidad no te puede enfermar? ¿No tenemos que buscar una razón
para estar tristes?

M Esbelta- No, Gordi eso lo hacemos todos los días...Ahora lame, antes que se acabe.
¿Viene alguien?

H Gordo- No...

M Esbelta- Pues..(Sigue lamiendo) ¡Ay, esto está tan riiiiiiiico!

H Gordo- (Mira ambos lados para ver si viene alguien) ¡Ay sí, que riiiiico!!!

M Esbelta ¡Rrrrriiico!!

H Gordo- ¡Rrriiiico!!

M Esbelta- ¡Estoy feliz!

H Gordo- ¡Estoy súper feliz!

(Ambos siguen haciendo sonidos de placer


con sus bocas)

H Gordo- ¡Que riiiiico! ¡Mira espérate, Flaquita!!(Mujer Esbelta sigue diciendo para
sí “¡Que rico!” porque no oye al Hombre Gordo) ¡Por ahí viene alguien!

(Salen corriendo)

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Escena 5

(En el bar- restaurante. El mesero prende la


bombilla de la mesa de Armando. El está
leyendo un libro mientras se ajusta sus
espejuelos constantemente)

Mesero- ( A la audiencia) Charlotte y Armando.

Mesero- Señor, la joven de la mesa tres le invita a este trago...

Armando - Tiene que ser una equivocación. No estoy esperando a nadie...

Mesero- No, no creo señor. Esa pelirroja atractiva acaba de mandárselo.

Armando - Yo no conozco a ninguna pelirroja...(Se ajusta los espejuelos y se da


cuenta que es Charlotte y empieza a sudar) Tiene que ser un error...

Mesero- No señor, estoy seguro que es usted. Me dijo, dale el trago al señor
escuálido, bien insignificante, el que pasaría más desapercibido. Ese es
usted. Mire viene para acá... ¡Buen provecho!

(Mesero se va)

Charlotte - (Con acento ruso) Hola, espero que te guste el trago...

Armando - Ummmm jaaaa. (Empieza a sudar) No bebo mucho...En realidad no bebo


nada...

Charlotte - Me lo imaginé...

Armando - Pero gracias...Digo por el gesto...(Se limpia el sudor de la frente con su


pañuelo)

Charlotte - ¿Me puedo sentar?

(Charlotte se sienta)

Armando - Claro...Digo...Si quieres...No me quiero imponer...

Charlotte - Pues claro que quiero. (Se ríe) Por eso te invité al trago...

Armando - Claro..Sí ...Claro...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Charlotte - Eres gracioso. Me gusta eso...que seas gracioso...

Armando - ¿Soy gracioso?

Charlotte - Ay, pero no debería decir eso...

Armando - ¿Por qué no?

Charlotte - Es muy directo. Revela demasiado de mí. A los hombres les gusta que las
mujeres hablen en códigos. Tú sabes...tengo que hacerme
interesante...inteligente...refinada...para que me hagas caso. Es un juego
tan aburrido.

Armando - Nunca lo había pensado de esa manera...

Charlotte - Si yo sé ...por eso me gustas...

Armando - ¿Te gusto?

Charlotte - No se supone que te diga eso...porque ahora no me vas a llamar...aunque si


me llamaras, me llamarías tres días después, por eso de demostrarme que
no te importo, aunque te mueres por mí...porque te mueres por mí, ¿no?

Armando - Um jaaaa...(Se seca el sudor de sus manos) Sí...creo que sí...

Charlotte - Eres lindo. (Pausa. Se queda mirándolo fijamente a los ojos. Armando
se pone nervioso) ¿Por qué vienes aquí, si no bebes nada?

Armando - Bebo agua.

Charlotte - Pero puedes beber agua en tu casa. ¿Te gusta aquí?

Armando - Me gusta leer rodeado de gente, aunque no hable con ellos...

Charlotte - Que raro. A mí me gusta leer a solas. Me distraigo demasiado cuando hay
gente alrededor mío. No puedo parar de observarlos. Se hacen más
interesantes que mi libro. Ah, creo que tienen jugos naturales aquí,
¿quieres que te pida uno?

Armando - Odio las frutas. Y casi nunca bebo jugos. Bueno, solo si son
concentrados. Nunca he comido una fruta...

Charlotte - ¿Nunca has comido una fruta? Eso es absurdo. Es la primera vez que he
escuchado eso en mi vida. Estamos en el trópico. ¿Cómo puedes vivir
sin comerte un mangó o una acerola? En Rusia siempre me daban antojos
de comerme un mangó y tú pudieras comerte uno todos los días...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Armando - No me gusta nada fresco. O nada con pulpa. Me revuelca todo el


estómago. Me hace sentir muy vulnerable, como si estuviese comiéndome
los intestinos de alguien. Mientras más seca la fruta mejor. Mientras
menos tropical, mejor...

Charlotte - Pero, ¿comes moras y arándanos?

Armando - A veces...

Charlotte - ¿Las importan?

Armando - Sí, a veces. Pero sólo me las bebo en jugo, cuando han sido procesadas.

Charlotte - Tú eres un animalito raro. Me gusta eso. Aunque para mí no has


empezado a vivir hasta que te chupes la semilla de un mangó. Me encanta
que sus hilos se enreden en mis dientes...me encanta cuanto se deshace en
mi boca...

(Armando se queda mirando su boca con


deseo)

Armando - Es la primera vez que comer una fruta me ha sonado tan delicioso.

(Armando se da cuenta de lo que acaba de


decir)
Ummm....Digo...

Charlotte - ¿De verdad? Mesero, tráigame un jugo fresco de un nuevo comienzo.


¡Brindo por eso! Eso es lo más dulce que me han dicho en mi vida...

(El mesero le trae un jugo fresco de nuevo


comienzo. Ella bebe el jugo mirando a
Armando a los ojos. Armando empieza a
sudar y a respirar)

Charlotte - ¿Quieres ir a mi casa?

Armando - Ehhhh....

Charlotte - Estoy cansada de ser alguien que no soy, ¿entiendes? ¿Por qué esperar
para decirte algo que ya estoy sintiendo? ¿Nos vamos?

Armando - Ehhh...Sí...

Charlotte- ¡La cuenta por favor!

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(El mesero está ocupado y le pide a


Charlotte y Armando que esperen. El
mesero prende la bombilla de Cecilia y
Ricardo. En cámara lenta, Ricardo saca de
su boca unos pétalos rosados y se los da a
comer a Cecilia en la boca. Ella los mastica
lentamente. El mesero prende la bombilla
de Margarita y Reynaldo)

Margarita- No mires a tu izquierda...

(Reynaldo mira a su izquierda. Cecilia los


ve desde su mesa en el fondo y los saluda
con la mano)
Margarita- ¡Qué mierda, nos vio!

Reynaldo- ¿Quién es?

Margarita- Una amiga del conservatorio. Ella me encanta, pero está con ese tipo.
Siempre está encojonado con el mundo sin ninguna razón.

(Cecilia camina hacia ellos. Ricardo se nota


incómodo)

Cecilia- ¡Margarita! ¡Pensé que eras tú!

Margarita- ¡Hola! ¿Cómo estás? Estoy aquí poniéndome al tanto con un viejo
amigo. Reynaldo, esta es Cecilia y ...

Cecilia- No me voy a quedar mucho tiempo. Ya nos estábamos yendo.


Este es Ricardo. ¿Se han conocido?

Ricardo- Sí...

Margarita- (Mintiendo) Perdón, no recuerdo...

Ricardo- En la playa...¿te acuerdas? Yo fui el que vomité fruit punch y vodka


encima de tu falda favorita después de una conversación pesada sobre la
indiferencia de este país.

Margarita- Perdón. Debí haber estado bien borracha....

Ricardo- Tú ves, comprobado. Nos olvidamos de todo en este país...especialmente


de los momentos amargos...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Margarita- Perdón, no recuerdo...

(Cecilia los interrumpe)

Cecilia- Sí, a mí me pasa lo mismo que a Margarita, soy tan mala con los
nombres...

Ricardo- No es lo mismo, Cecilia. Ella no se recuerda de mí, no de mi nombre.

(Cecilia vomita las rosas en cámara lenta)

Reynaldo- ¿Se quieren sentar?

(Margarita se incomoda)

Cecilia- Sí, claro. (Mira a Ricardo para aprobación. Ricardo vacila) Solo por un
ratito...

(Cecilia se sienta y Ricardo se queda


parado)

Ricardo- Me tengo que ir Cecilia...

Cecilia- Sabes Margarita, Ricardo es percusionista. Podríamos crear una pieza


juntos...

Ricardo- En realidad yo me tengo que ir...

Reynaldo- ¿Qué tipo de música tocas?

Ricardo- Depende. Pero no tengo tiempo para hablar de eso...

Cecilia- (Lo interrumpe) Ricardo toca con un grupo de jazz. Es bien bueno,
deberías escucharlo...
(Ricardo vira sus ojos)

Margarita- ¿Estudias en el conservatorio?

Ricardo- No. Soy autodidacta...

Cecilia- Es bien bueno...

Ricardo- Nadie te preguntó si yo era bueno...

Cecilia- Yo sé... pero sólo quería...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo- (Irónico) Perdón, se me olvida que no estudio en el conservatoire....

Cecilia- No quise decir eso...

Ricardo- Nunca he estudiado. ¿Así que tienes que escupir todos mis títulos para
justificarme frente tus amigos?

Cecilia- Sólo quería que escucharan tu música...A veces eres tan receloso con tu
trabajo...

Ricardo- La nena de mami y papi no puede ser vista con...(se queda callado
buscando la palabra) A ver, ¿cómo me describirías a mi? Claro, ¿pero
cómo va estar con un tipo como yo? ¿Siempre has ido a escuelas buenas,
de riquitos. Es fácil cuando mami y papi te lo hacen todo, ¿verdad?

(Cecilia abre su boca y se oye un disparo.


Ricardo reacciona. Cecilia se recupera)

Cecilia- Debemos irnos...

Ricardo- ¡No, vamos a quedarnos! Ahora quiero quedarme...

(Ricardo busca una silla y se sienta)

Cecilia- No me siento muy bien...

Ricardo- (Se ríe)¿No te sientes bien? Eso es una excusa perfecta. Porque podrías
haber dicho “Vámonos, estás portándote como un pendejo”, pero ahí todo
el mundo se daría cuenta que algo anda mal entre nosotros. Es una
cuestión de palabras. No me siento bien es más sutil, más respetuoso.
Siempre has tenido un dominio del lenguaje, Cecilia. Eso es algo que yo
no tengo...Yo soy muy brusco...

Cecilia- Siempre justificas tus acciones enfermas...

Ricardo- No me había dado cuenta de eso, pero tengo suerte de tener a Miss
Intelligent a mi lado para decírmelo...

( Ricardo abre su boca y salen metralletas de


su boca. Cecilia reacciona a las metralletas
contra la pared del restaurante y luego se
recupera)

Ricardo- ¿Tienes un bajón de azúcar? ¿Tienes hambre? Vamos a ordenar algo.


¡Mesero!

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Reynaldo- Sí, yo quisiera algo también...

(Margarita pellizca a Reynaldo)

Ricardo- Mesero un vaso lleno de ....vamos a ver...de títulos...un vaso repleto


de títulos. Cecilia los ama...ella vive para ellos. (A Margarita) Y tú, ¿ qué
quieres?

Margarita- Nada...(mirando mal a Reynaldo)

Ricardo- Ah, pero no seas mal educada...(Al Mesero) ¡Cuatro tragos por
favor!

Margarita- (Fría)Dije que estaba bien...

(El mesero trae sus tragos. Margarita y


Cecilia no beben. Reynaldo y Ricardo
empiezan a beber)

Reynaldo- ¿Así que eres músico?

Ricardo- ¿Qué tú crees, Cecilia? ¿Soy músico?

Cecilia- Me voy...

Margarita- Sí, yo también...(mirando a Reynaldo)

Ricardo- (De forma juguetona) Ay, Cecilia, no te vayas... Esto se estaba poniendo
tan bueno...

Margarita- Cecilia, ¿cómo te va en tus planes con el coro? ¿Ya mismo se van para
Viena, no?

Cecilia- Me voy en una semana. Me pone triste que no vas vayas con nosotros.
Realmente haces una diferencia cuando estás cantando. Tu solo siempre
hacía que se me pararan los pelos.

Ricardo- ¿Sabes como ahorró el dinero para irse para Viena?

Margarita- (Irritada) No. Pero aunque no quiera, me lo vas a decir...

Ricardo- Está modelando desnuda. ¿Que pensarían tus padres de eso, ah?
La nena de mami y papi desnuda al frente de millones de pintores
verdes...millones de artistas babeándose por una nalguita suave. ¿Te

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

tienes que sentir querida, verdad? Quieres que todo el mundo vea lo bella
que eres. Siempre te ha gustado ser el centro de la atención...

Cecilia- (Mira a Margarita buscando aprobación) Habla como si la gente sólo fuera
a verme desnuda. Es una clase de dibujo y además si no fuera porque
necesitaba...

Margarita- No tienes que explicarte...

Ricardo- Estoy seguro que les alegras el día. Te apuesto que después de la clase
te ofrecen unos pesitos por un trabajito extra...

Cecilia- Estás enfermo. Me voy. Fue bueno verte Margarita. Mucho gusto
Reynaldo. (A los dos) Perdón por esto...

Ricardo- No nos vamos, todavía no he terminado mi trago y estábamos empezando


a conocernos tan bien...

Margarita- (Mira a Reynaldo) Vamos a pedir la cuenta...

Reynaldo- Sí, de hecho nosotros nos estábamos yendo cuando los vimos...

Ricardo- No se vayan por mi. No dejen que yo les dañé su fiestecita. Perdonen mis
palabras. Soy un bruto. Cecilia sabe que no soy bueno con las
palabras...siempre digo lo que pienso en voz alta. Y se me olvida que no
se puede decir todo lo que uno piensa. Es sentido común. Todo el mundo
sabe eso..yo todavía no lo he aprendido. Perdonen mi sinceridad. Se me
olvida que es mejor mentir para caer bien...

Cecilia- ¡Nos vemos después!

(Cecilia sale corriendo. Todos se paran.


Ricardo corre detrás de ella)

Ricardo- ¡Cecilia! ¡Espera! ¡Cecilia!


(Margarita se va. Reynaldo se queda
parado esperando la cuenta)

Reynaldo- ¡Mesero! ¡La cuenta, por favor!

(De momento todas las personas que están


sentadas en las mesas se desesperan,
prenden sus bombillas, se paran y empiezan
a pedir la cuenta. Una pareja de
aproximadamente ochenta años de edad se
pone de pie. El hombre bajito, Gerardo, casi

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

no puede caminar con su bastón. Su esposa


Emilia le da con su cartera constantemente)

Emilia- ¡Muévete, carajo!

(Gerardo no responde. Se levanta con


mucha dificultad. Emilia le da más duro)

Emilia- ¿Qué estas esperando? ¡Muévete, carajo! ¡No te estás moviendo! ¡Nunca
vamos a salir de aquí con ese ritmo! ¡Dame el dinero, yo pago! ¡Nunca
vamos a salir de aquí con ese ritmo! ¡Eres como este país! ¡Que no se
mueve! ¡No se mueve!

(Gerardo apenas puede moverse, sus piernas


le pesan, avanza poco. Los pasos que da son
tan pequeños que parece que se queda en el
mismo sitio. Emilia le vuelve a dar con la
cartera)

Emilia- ¡Que hombre! ¡Que porquería de hombre! ¡Que te muevas, carajo!


(Le da nuevamente en la cabeza) ¡Dale el dinero al mesero! ¡Nunca vamos
a salir de aquí con ese ritmo! ¡Eres como este país! ¡Que no se mueve!
¡No se mueve!

(Gerardo trata de llegar al otro lado del


escenario mientras las personas en las mesas
se desesperan aún más, pidiendo
insistentemente sus cuentas. De momento
llega un coro de meseros de diferentes
direcciones, el mesero toma el dinero de
Gerardo)

Coro de Meseros -

Por favor, por favor. Todo el mundo siéntese. Tengan paciencia. Vamos
a atenderles ya mismo. Todavía no es hora. (La acción se congela. El
coro le habla a la audiencia) ¿Se sienten ansiosos? ¿Todavía están
esperando? Todavía hay muchas cosas que se tienen que decir. ( A las
mesas) Las cuentas se entregarán al final.

(Al decir esto todos se sientan en sus mesas


y el coro de meseros apaga sus bombillas.
Emilia y Gerardo salen. Emilia sigue
dándole con su cartera mientras se van)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Escena 6

( En el risco. La Mujer Esbelta y el Hombre


Gordo están sentados en el banquito. Están
embelesados mirándose)

M Esbelta- (Le tira un beso en un tono grave) MUUUUA....

H Gordo- (Le tira un beso en un tono agudo) MUUUUA...

M Esbelta- MUUUUA...

H Gordo- Te ves bien estúpida cuando haces eso...

M Esbelta- ¿Viene alguien?

H Gordo- Nadie...

( La Mujer Esbelta saca un pluma rosada de


su cartera y empieza hacerle cosquillas en la
nariz al Hombre Gordo)

M Esbelta- ( Le acaricia la nariz con la pluma como si fuese un bebe chiquito)


GUGUGUGUGUGU...

(El Hombre gordo se ríe


desenfrenadamente))

M Esbelta- GUGUGUGUGUGU...

H Gordo- ¡Esto es tan riiiiico!

M Esbelta- ¡Súper rico!

H Gordo- Nunca he sentido algo como esto antes...

M Esbelta- Yo tampoco...

H Gordo- Me siento bien estúpido. ¿Viene alguien?

M Esbelta- Nadie...

H Gordo- Pues sigue haciéndolo...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(Ella le sigue haciendo cosquillas con la


pluma rosada. Ellos se ríen
descontroladamente durante toda la escena)

H Gordo- Flaquita, ¿te gusta mi nariz?

M Esbelta- Sí. ¿Te gustan mis dientes?

H Gordo- Sí. ¿Te gusta mi dedo grande?

M Esbelta- Sí. ¿Te gustan mis oídos?

H Gordo- Sí. ¿Te gusta mi barriguita?

M Esbelta- Sí. ¡Esto se siente tan riiiiico!

H Gordo- ¡Súper riiiiico!

M Esbelta- Me encanta cuando me dejas verte así...sin miedos...

H Gordo- Me asusta que me puedas ver tanto...¿Me veo estúpido?

M Esbelta- Te sientes bello, Gordi...(Sigue haciéndole cosquillas a su nariz)

H Gordo- (El sigue gozando de sus caricias pero después se da cuenta que alguien
viene) ¡Espérate, para! ¡Allí viene alguien!

(Salen corriendo)

Escena 7

(El mesero prende la bombilla de la mesa de


Reynaldo. Mario llega y se sienta al lado de
Reynaldo)

Mesero- (A la audiencia) Reynaldo y Mario.

Reynaldo- Mesero, tráigame por favor un vaso de privacidad...

Mesero- (Mira a Mario) ¿Y para usted?

Mario- (Seco) Nada.

Reynaldo- Ordena algo.

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Mario- Nada. Gracias.

Reynaldo- ¿Voy a beber solo?

Mario- No quiero seguir con este juego...

Reynaldo- ¿Qué juego? Solo te estoy pidiendo que ordenes algo...

Mesero- (El mesero se da cuenta de la incomodidad) Cuando esté listo llámeme...

(El mesero se va)

Reynaldo- ¿Por qué estás tan hipersensible? No fue nada...

Mario- ¿Que estoy hipersensible?

Reynaldo- No es para tanto...

Mario- Claro, como no fue a ti quien dejaron plantado...

Reynaldo- Ah, ya entiendo. Es eso...¿verdad? Tu orgullo ha sido ofendido...

Mario- Tú no lo coges. No se trata de orgullo...es sobre...esto es


ridículo, si te lo explico pierde su sentido. Olvídalo...

Reynaldo- Aquí vamos de nuevo. Ahora es mi turno decir ‘Que” y después tu


contestas “Nada”. Vamos a darle un poco de fast forward...

Mario- ¿Cómo puedes ser cínico sobre esto?

Reynaldo- ¿Sobre que?

Mario- Eres un closetero....

Reynaldo- Perdóname, llevo fuera del closet más tiempo que tú....

Mario- Blah, blah, blah...de la boca pa' fuera...

Reynaldo- Yo soy tu primer novio...

Mario- Te apuesto que nadie aquí puede darse cuenta de que somos novios...

Reynaldo- Todo el mundo sabe que somos novios...

Mario- Todo el mundo menos yo. No se siente como si lo fuéramos...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Reynaldo- Esto es estúpido...llevamos años viviendo juntos...

Mario- ¿Por qué no puedes darme un beso en público?

Reynaldo- Yo te beso en público todo el tiempo...

Mario- En la boca. No como si fueras mi hermano. Hice un gesto sencillo, te


agarré la mano y me la soltaste...

Reynaldo- Ya te conté una vez lo que me pasó en una barra...

Mario- Lo sé. Lo sé. Te dieron una pela. Por eso lo hice debajo de la mesa, por
tu paranoia obsesiva...

Reynaldo- No es obsesiva...

Mario- Claro, pero después no te cantes el más liberal...

(El mesero le trae a Reynaldo su vaso con


privacidad)

Mario- Siempre te gusta sentarte en el lado seguro de las cosas. Eres un


para
bicho. Me lo paras y quieres que me quede así al frente de todo el
mundo....

Reynaldo- Estás exagerando. Yo te doy cariño en público todo el tiempo...

Mario- Me dejas colgado. Yo quiero estar con alguien que se atreva a


demostrarme que me quiere.

Reynaldo- ¿Por qué te importa tanto lo que la gente piensa?

Mario- No tiene que ver con lo que la gente piensa. Tiene que ver con
como
tú me haces sentir. No te estoy pidiendo mucho. Quiero dejar de sentirme
como si estuviera haciendo algo malo. Estoy cansado de esto...

Reynaldo- ¿Qué quieres decir?

Mario- No significa más de lo que ya te dije. (Pausa) Voy al baño.

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(El mesero apaga la bombilla de la mesa de


Reynaldo. Mario se va al baño y Cecilia y
Ricardo entran y se sientan en una mesa)

Escena 8
(En el risco. Armando prende el micrófono)

Armando - Nunca pensé que esto me pasaría. No puedo parar de reírme. Me siento
como un idiota. Me levanto, miro al techo y me río. Me pongo mis
medias y me río. Como y me río. Ayer mi mamá me contaba lo sola que
se sentía y no podía parar de reírme. Leí en primera plana del periódico
“Avión se estrella encima del techo de una casa” y empecé a reírme del
alivio de que Charlotte no estaba en ese accidente. Creo que tengo hasta
arrugas en mis cachetes de extrema felicidad. Antes me encerraba en el
cuarto por una semana cuando llegaba la semana de San Valentín para
evitarme la experiencia de vomitar cada vez que veía un peluche con un
corazón rosado. Y ahora quiero regalarle todo (Saca un caracol rosado de
su bolsillo) Encontré este caracol rosado a la orilla del mar y se lo quiero
dar después en el momento apropiado. (Se queda callado y sonríe por un
largo tiempo) ¡Esto es patético! Pero me siento tan bien sintiéndome
patético. En toda mi vida nunca me había dado cuenta de tantas mujeres
preñadas o de la cantidad de niños que hay en esta cuidad. No creo en el
amor. Pero hoy Charlotte me hizo querer comerme una fruta.

(Charlotte entra mojada en traje de baño y


con una toalla alrededor del cuerpo.
Armando apaga el micrófono.)

Charlotte - ¡Mírate aquí!¡Te he estado buscando! Estaba en el agua y de momento


miré para arriba y allí estabas. El agua está riquísima. Está tan caliente.
(Mira la vista que hay desde el risco) ¡Wow! Nunca había estado aquí
antes. ¡Es precioso!

Armando - (Se queda admirándola y observándola) Sí, bella. (Mira al mar) Este es mi
lugar favorito. (Pausa. Los dos se quedan mirando al mar un rato)
¡Vámonos!

Charlotte - Ve tú. Yo te alcanzo.

(Armando le sonríe y se queda embobado


mirándola por un largo rato y luego sale
corriendo con una sonrisa en la boca.
Charlotte camina hacia el banquito y prende
el micrófono)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Charlotte - ¿Qué hago? Me estoy desesperando. Nunca he pasado tanto tiempo con
alguien en mi vida. Él ya tiene su cepillo de dientes en mi baño. Nunca
he tenido un novio que me haya durado más de un mes y ese era mi
record. Yo siempre los dejo antes de que tengan tiempo de darse cuenta
que ya no quieren estar conmigo. Esta es la primera vez que alguien me
trata tan bien. Demasiado de bien. No estoy acostumbrada a esto. Es la
primera vez que alguien me acepta como realmente soy. (Sorprendida)Yo
le gusto. Realmente le gusto. Estoy acostumbrada a que sea tan difícil y
me pregunto si por eso me gustaba. Y ahora todo es tan fácil. ¿Será que
he estado en tantas relaciones jodidas, que no puedo amar o ser amada?
(Pausa) Tal vez no puedo ser feliz( Pausa) Pero tanto cariño me está
dando una claustrofobia terrible. A mí me gusta sentir que tengo una
página en blanco al frente mío todos los días. (Pausa) Lo voy a joder todo.
Siempre lo jodo todo. Siempre digo lo que no se supone. Es mi virtud y
mi defecto. La primera vez que tuve sexo con un muchacho bien guapo
me preguntó si me había venido rico y yo le contesté “en verdad no” y
nunca me habló de nuevo. Siempre jodo las cosas. Es cuestión de tiempo.

(Charlotte apaga el micrófono y sale


corriendo)

Escena 9
(El mesero prende la bombilla de la mesa de
Ricardo y Cecilia. Cecilia tiene puesta unas
gafas de sol)

Ricardo- ¿Qué quieres pedir?

Cecilia- Algo dulce. Algo que me haga olvidar lo miserable que estoy....

Ricardo- Pues yo quiero algo amargo, porque la miseria no se va con una varita
mágica. Pero claro, la negación es la droga más exquisita...

Cecilia- Pues algunos decidimos estar siempre amargados para joderle la vida a los
demás...

Ricardo- No hay sol aquí dentro. Te las puedes quitar.

Cecilia- No quiero que nadie vea mis ojos. Todavía tengo ese aruñazo.

Ricardo- Puedes decir que fue el gato...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Cecilia- Fuiste tú...

Ricardo- Tú me diste también...

Cecilia- No me soltabas, así que te empujé…

Ricardo- Eso no hubiera pasado si mis uñas no hubiesen estado tan largas…

Cecilia- Cada vez que miro este aruñazo, te odio…

Ricardo- ¡Yo no te di! ¡No puedo creer esto! ¡No te di! Fue un accidente….

Cecilia- ¿Un accidente? Me estabas agarrando con tanta fuerza que yo podía sentir
tus uñas en mis brazos, ¿eso un accidente?

Ricardo- Te estabas haciendo la pendeja. Yo te estaba hablando y no me


contestabas.

Cecilia- Quería calmarme. Así que decidí quedarme callada.

Ricardo- Siempre te quedas callada.

Cecilia- Estaba durmiendo. Tú querías hablar. Yo estaba durmiendo, egoísta de


mierda.

Ricardo- Tú siempre decides cuándo vamos a hablar.

Cecilia- Tú decides hablar a las tres de la mañana cuando estoy durmiendo. Te


molestas y me aprietas bien duro, así que te doy diez puños en la barriga
para que me dejes quieta...

Ricardo- Fue un accidente. No quise herirte.

Cecilia- Nunca quieres herirme pero lo haces...

Ricardo- Nada tiene que ver contigo. Todo soy yo. Yo soy el malo. ¿Y tú actitud?

Cecilia- Es difícil tener una actitud cuando estás durmiendo. Tú sólo querías
acostarte conmigo pero yo estaba cansada y por eso me arrancaste las
sábanas de encima.

Ricardo- Esto es tan denigrante. Yo nunca he tenido que rogarle a ninguna mujer
en mi vida para que se acueste conmigo. No te voy a preguntar de nuevo.

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Cecilia- No vires la tortilla. Tú siempre tienes que tener lo que tú quieres cuando
tú lo quieres. Yo estaba durmiendo pero tengo que levantarme para
atenderte.

Ricardo- Siempre cambias el orden de las cosas. Así no fue como pasó. ¿Qué fue lo
primero que te dije?

Cecilia- (Respira hondo) No recuerdo ahora. No sé ni de lo que estamos hablando


ya. Olvídalo.

Ricardo- ¿Ahora te quieres callar? Como siempre. Justo cuando estamos hablando
de algo important...

Cecilia- Siempre te digo lo que pienso pero nunca me escuchas...

Ricardo- (Gritando) ¿Que yo nunca te escucho?

Cecilia- Cálmate. Baja la voz, todo el mundo nos está mirando….

Ricardo- (Gritando) ¡No me importa! ¡No me importa lo que todo el mundo piensa!
¡Que se joda!

(Ricardo rompe un vaso en el piso)


¡Que se joda!

(Cecilia se queda paralizada. Ricardo agarra


la silla y la tira)

¡Que se joda todo! ¡No me importa un carajo lo que piensan tus amiguitos
sobre mí!

(Ricardo se va. Hay silencio por unos


segundos mientras Cecilia se queda
paralizada. El sonido grave de unas
aspiradoras rompen con el silencio. El coro
de meseros entra de diferentes direcciones
con aspiradoras y limpian el reguero que ha
dejado Ricardo en el piso. Arreglan la silla
y apagan la bombilla de Cecilia.)

(Mientras esto ocurre Emilia entra,


ayudando a Gerardo a caminar)

Emilia- ¡Avanza que no tenemos todo el día! ¡Tengo hambre! Mira, nos podemos
sentar aquí en esta mesa. Está regada pero eso no es nada. ¡Mesero!
¡Mesero!

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(A Gerardo se le hace difícil sentarse. El


mesero llega y prende la bombilla de la
mesa)

Mesero- (A la audiencia) Emilia y Gerardo.

Emilia- ¡Ay, que bueno que llegó rápido! ¡Estas tripas están bien descontentas!
Mire joven, yo quiero... ¿Es usted el que me va servir el trago?

Mesero- Sí señora...

Emilia- Pues bien, yo quiero que me sirva un plato con satisfacción, pero como a
mí me gusta todo con un poco de pique, vas a agarrar la botella de piqué y
con mucha precaución...¿Está escuchando joven?

Mesero- Sí, señora...

Emilia- Con mucha precaución vas a permitir que sólo una gota de pique le caiga
al plato...sólo un toque...como cuando un cura católico bautiza un
bebé...suave...una gota...y al lado quiero exactamente seis paquetes de
azúcar, ni uno más, ni uno menos...

Mesero- ¿Y para usted?

(Gerardo no contesta, está mirando su menú)

Emilia- Viejo, te están hablando. (Lo dice más alto, se le acerca al oído derecho
porque Gerardo no escucha por el oído izquierdo) ¡Viejo! ¡Qué te están
hablando, ¿qué quieres?

Gerardo- No sé...

Emilia- Pues avanza y decide...

Gerardo- ¿Qué?

Emilia- ¡Que decidas!

Gerardo- Es que no veo nada....

Emilia- ¡Qué porquería de hombre! No ves, porque no tienes tus espejuelos


puestos. Ponte los espejuelos y enfócate, que tengo mucha hambre.

(Emilia ayuda a Gerardo a ponerse sus


espejuelos enormes)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Mesero- Si quieren vuelvo horita...

Emilia- No se atreva a irse, que tengo mucha hambre. ¡Avanza, Viejo!

Gerardo- No me apure, que no puedo pensar...(Mira el menú) Ah, sí, joven...( Mira
al joven a través de sus espejuelos con mucha ternura) Oye Vieja, ¿éste no
tiene un parecido a nuestro hijo? ¡Que Dios lo bendiga!

Emilia- ¡Viejo, pide, que el mesero está esperando!

Gerardo- Ah, sí. (Vuelve a mirar al menú con sus espejuelos enormes) Creo...que
quiero un plato grande con afirmaciones...lleno de muchos sis. ( Empieza
a menear su cabeza como si estuviese diciendo que sí)

Mesero- Perfecto. Vuelvo ahora....

Gerardo- ¡Espere, espere! Pensándolo bien quiero un plato con negaciones...( se


emociona) Con muchos nos (Empieza a menear la cabeza como si
estuviera diciendo que no)

Emilia- Decide viejo, que tengo hambre...

Gerardo- Estoy seguro, un plato con negaciones.

Mesero- ¿Caliente o frío?

Gerardo- Dios te bendiga , eres idéntico a nuestro hijo...

Emilia- ¿Caliente o frío, Viejo?

Gerardo- Ah, sí.

Emilia- Sí, ¿qué? ¿Cómo lo quieres?

Gerardo- Ah, sí. Calientito...

(El mesero se va)

Gerardo- ¡Mesero! ¡Perdone, joven! Todavía no sé. Es que hay tantas cosas ricas
aquí. Deme un tiempito...

Mesero- Como no, señor...

Emilia- Pues comerás solo, porque cuando llegue mi comida no voy a esperarte.
No voy a dejar que se me enfríe por tu indecisión y falta de carácter ...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Gerardo- ¿Estás diciendo que soy un flojo, que no tengo determinación?

Emilia - No. Estoy diciendo que eres una lapa. ¡Eres un perezoso!

Gerardo- Pues tú eres una maniática. A mí me gusta mi ritmo, tú siempre estás


ajorá...¡Mesero tráigame un plato con indecisión bien calientito!

Mesero- Sí, señor...

(Gerardo saca un periódico de su bolso, lo


abre y esconde su cara detrás de él. El
mesero apaga la bombilla de la mesa.)

(El mesero prende la bombilla de la mesa de


Reynaldo. Mario llega del baño y se sienta
con él.)

Reynaldo- ¿Quieres algo?

Mario- No. Quiero ver una película. Creo que voy a ir a la tanda
temprana.

Reynaldo- ¿Vas solo?

Mario- Tal vez. Tú probablemente vas a querer ver algo profundo. Yo quiero ver
algo light…algo rosita…reírme de algo estúpido…

Reynaldo- ¿Qué se supone que signifique eso, que no tengo sentido del humor?

Mario- Nunca te ríes en las películas...

Reynaldo- Pues no es mi culpa que no me hagan reír...

Mario- Tal vez no entiendes los chistes...

Reynaldo- Probablemente...

Mario- Pensándolo bien, vamos a ordenar. Quiero algo que me ponga feliz antes
de ver la película. ¡Mesero! ¡Dos vasos con estupidez!

Reynaldo- ¡No! Yo quiero ordenar algo distinto. Necesito pensar. ¡Mesero! ¿Puede
traerme un vaso con claridad!

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Mario- Ves lo que te digo. Tú nunca cedes. Yo sólo quiero reírme un ratito
...cambiar nuestro ritmo…(Pausa. Alegremente) Hoy mientras estaba
sentado en el banquito al pie del risco, me recordé de cuando vi un grupo
de hormigas que atravesaban una grieta que había en la acera, cargando un
pedazo de “popcorn”. Les tomó toda la vida...

Reynaldo- (Irónico) Qué interesante….

Mario- Y estaba asombrado de cuán bien todas trabajaban juntas, haciendo una
simple función sin discutir ni nada, sin preocupaciones...

Reynaldo- Las hormigas no se pueden preocupar…

Mario- ¿Cómo tú lo sabes?

Reynaldo- Porque no pueden. Ellas siguen sus instintos y eso es todo.

Mario- ¿Cómo tú sabes? Tú nunca has sido una hormiga. Tal vez tienen una
forma “hormiguística” de hablar o de preocuparse…

Reynaldo- Funcionan por instinto. Nosotros tenemos cerebros. Nosotros estamos


jodidos porque tenemos cerebros.

Mario- Tú estas jodido porque piensas demasiado. Cuando te conocí, me


enamoré de ti porque me dijiste que mis ojos eran como dos signos de
preguntas. Yo creo que tú eras más como una hormiga antes . Yo quiero
que me chiches como una hormiga.

Reynaldo- Yo no sé como las hormigas chichan...

Mario- Pues averigua. Para de pensar tanto...

Reynaldo- Así que tú solución al mundo es que todos dejemos de pensar. Qué
inteligente...

Mario- ¿Quién fue él que dijo “divide y conquistarás”?

Reynaldo- Maquiavelo.

Mario- Yo te apuesto, que si tú y yo logramos transportar un pedazo de


“popcorn”” al otro lado de la calle, sin discutir, el mundo cambiaría. Todo
el mundo en este país es tan individualista y eso es sólo una excusa para
que todo el mundo pueda hacer lo que le dé la gana. Eso nos mantiene
separados y confundidos...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Reynaldo- ¿Tú solución a la miseria del mundo y a este país es que seamos
hormigas? Tremendo, vamos a creernos algo que no somos. Vamos a
crear un mundo rosita que nunca va a existir...

Mario- Me duele la cabeza. Esta conversación se convirtió en algo muy


intelectual para mi gusto. Yo sólo quiero ser una hormiga...

(El mesero les trae el vaso con claridad y el


vaso con estupidez. Ellos empiezan a
beberse sus tragos. Mario empieza a
producir sonidos raros en tonos agudos)

Reynaldo - ¿Qué haces?

Mario- Estoy practicando ser una hormiga. De ahora en adelante sencillamente


voy a ser una hormiga…

Reynaldo- Tú no sabes como ser una hormiga...

Mario- Creo que voy a tomar el día libre mañana. Voy a buscar trabajo
otro día....

Reynaldo- ¡Tremendo! Cambia el mundo no haciendo nada...

Mario- ¿Sabes qué? (Emocionado)Voy a darme una caminata por la orilla del
mar. De ahora en adelante va a ser diferente. Y después creo que voy a ir
al cine...

Reynaldo- Yo puedo ir contigo...

Mario- No. Voy a ir solo. Vas a arruinar mis deseos de ser una hormiga. Te veo
en casa después...

(Reynaldo trata de darle un beso de


despedida pero Mario lo evade)

Mario- Las hormigas no besan...

(Mario agarra su bolso y se va. El mesero


apaga su bombilla)
Escena 10
(En el risco. Ricardo entra caminando. Se
queda parado unos segundos respirando el
aire de las olas y luego prende el micrófono)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo-

Por fin estoy a solas. Pues no, Cecilia. No me gusta el color rosita,
¿entiendes? No me gusta. Es de niñas mimadas. Niñitas como tú, que se
lo dieron todo. Es un mundo de fantasía. Cecilia, me gusta tu poesía, me
enamora tu poesía. Pero no me la puedo creer, porque el mundo no es así.
Yo me crié de otra forma. Yo he visto demasiadas cosas que no me
hubiese gustado ver. Yo estoy seguro que si estuvieses en mis zapatos
unos segundos no serías tan soñadora. Sueñan los que tienen la
oportunidad de soñar. No sé porque a mí nunca se me dio esa
oportunidad. O tal vez esa oportunidad vino cuando te conocí. No me
estoy haciendo la víctima, Cecilia, pero es que no puedo ver rosita,
¿entiendes?. Miro el mar y veo su inmensidad, pero no la puedo sentir, no
la puedo vivir, es como tener un plato de comida al frente tuyo y no poder
comértelo. Abre los ojos, Cecilia, no estamos en un mundo de hadas.
Despierta.(Cierra los ojos) Despierta. Mis ojos no ven rosa.

(Apaga el micrófono)

Escena 11

(El mesero prende la bombilla de la mesa


Margarita y de Carmen)

Margarita- De nuevo te vas...

Carmen- Llegué justo para el funeral. Se murió tan inesperadamente. Hablé con
Mami ayer...( Pausa, le da sentimiento)... y parecía que estaba bien...

Margarita- No sé que decirte...

Carmen- Sí, yo tampoco. Todavía estoy en shock...

Margarita- Lo siento...

Carmen- Mami se veía tan bella en su ataúd. Yo sé que suena raro, pero uno
siempre piensa que se van a ver pálidos o morbosos. Pero se veía como si
estuviese soñando. Nunca la había visto así...las flores rosas que agarraba
en sus manos la hacían verse tan joven...me sentí hasta feliz por ella...

Margarita- ¿Estás segura que no quieres quedarte unos días extras? Yo estoy segura
que la orquesta entendería...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Carmen- No puedo quedarme más tiempo, todo me recuerda a ella. Regresaré, pero
necesito más tiempo...

Margarita- De verdad que no sé que decir. Me pongo tan estúpida en estos


momentos. Me dan ataques de risa de lo nerviosa que me pongo...

Carmen- No tienes que decir nada. Nada que digas va cambiar este sentimiento
de... (Pausa. Se queda callada tratando de buscar la palabra) No sé ni
como nombrarlo.(Pausa) Vamos a cambiar el tema. Me haría bien pensar
en otra cosa por unos segundos...

Margarita- Seguro. Claro. (Breve silencio). ¡Vamos a ordenar algo!

Carmen- Si , tremenda idea. ¡Mesero! ¡Dos vasos con amistad!

(Silencio incómodo hasta que llega el


mesero. El mesero les trae sus tragos con
amistad. Brindan y beben)

Carmen- ¡Por nuestra amistad!

Margarita- ¡Por nuestra amistad!

Carmen- Nos conocíamos antes de nacer. Nuestras madres caminaban juntas por el
parque cuando todavía estábamos en sus panzas...

Margarita- Tú eres la única persona que conozco que me ha visto crecer por tantas
etapas...

Carmen- ¿Te acuerdas de BARRITO?

Margarita- ¡Dios mío!

Carmen- Era tan feo...

Margarita- ¡Y yo lo adoraba! ¿Tú sabes que se casó y tiene dos hijas? Me lo encontré
aquí el otro día y me enseñó las fotos de sus nenas…

Carmen- No lo puedo creer. ¿Dos nenas? (Pausa) ¡Dios mío! ¿Te acuerdas de su
mejor amigo? ¿Cuál era su nombre?

Margarita- ¿Pablo?

Carmen- Sí, Pablo. ¿Te acuerdas cuando le diste un puño en la cara porque me
insultó? Tenías un carácter tan fuerte. Todo el mundo te tenía miedo...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Margarita- ¿Qué me ha pasado?.

Carmen- No seas tan dura contigo misma. Todavía te veo así de fuerte...

Margarita- ¿De verdad? Sólo estás diciendo eso para que no me sienta mal...

Carmen- Yo te admiro...

Margarita- Por favor. Me he convertido en una cobarde...

Carmen- Sabes Margarita, te iba llamar hace unos días antes de que pasara todo este
revolú con Mami, porque hay una cantante que se tiene que ir de la
orquesta y van hacer audiciones en una semana. Creo que serías la
persona ideal...todavía yo no he escuchado nadie cantar como tú...

Margarita- Me encantaría, pero no sé...hace tiempo que no canto...no sé...me haría


bien...

Carmen- Te podrías quedar en mi casa hasta que consigas un lugar...

Margarita- Hablas como si estuvieras segura de que me van a coger...

Carmen- Vale la pena intentar...Piénsalo...

Margarita- Lo voy a pensar...

Carmen- ¡Dios mío!

Margarita- ¿Qué ? ¿Qué pasó?

Carmen- Se murió. ( Pausa) La vida continua, ¿verdad? Tal vez si me lo digo


muchas veces comenzará a tener sentido…

(El mesero pasa por todas las mesas con un


cigarrillo, exhalando círculos de humos.
Empieza a rodear la mesa de las amigas)

Margarita- No sé que decir, excepto que puedes contar conmigo para lo que sea, si
necesitas hablar, lo que sea...

Carmen- ¡Ay, se me va, se me va el tren!

Margarita- ¿Pero, tan pronto? Si apenas estábamos empezando a hablar...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Carmen- Me tengo que ir. Te llamo tan pronto llegue. ¡Qué mierda, todavía no
hemos pagado!

Margarita- No te preocupes, yo pago.

(Carmen agarra su maleta y empieza a


perseguir al mesero)

Margarita- (Gritándole a Carmen que ya casi está fuera del escenario) ¡Ay, se me
olvidó preguntarte si realmente existen las flores chillonas en plena nieve!

(Margarita se queda mirando al mar


pensando en las flores chillonas en plena
nieve. El mesero entra y apaga su bombilla)

Escena 12
(La Mujer Esbelta y el Hombre Gordo se
sientan en el banquito al pie del risco. La
Mujer Esbelta tiene un envase con “whip
cream” rosado. Ellos se lamen los dedos
llenos de “whip cream” durante toda la
escena. Están tan felices que la escena
parece moverse en fast forward)
H Gordo- (Se ríe en un tono agudo)

M Esbelta- (Se ríe gravemente)

H Gordo- (Eructa agudamente)

M Esbelta- (Eructa gravemente)

H Gordo- ¿A qué te sabe?

M Esbelta- Sabe bien rico, ¿verdad?

H Gordo- Sí, ¿qué es? ¿A qué te sabe?

M Esbelta- ¡A felicidad! Sabe bien rico, ¿verdad?

H Gordo- Sí, bien rico....

M Esbelta- No debería comer más...¿Alguien viene?

H Gordo- No. No veo a nadie...Yo te aviso si alguien viene...

M Esbelta- Estoy bien feliz...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

H Gordo- (Mira a ambos lados) ¡Esto está tan rico!

M Esbelta- ¡Qué rico!

H Gordo- ¡Quuuué rrriiico!!!

M Esbelta- ¡Quuuuué rico!!

H Gordo- ¡Estoy feliz!

M Esbelta- ¡Estoy súper feliz!

H Gordo- (Riéndose) Pareces una tonta...

M Esbelta- Tú también...

(La Mujer Esbelta le unta “whip cream”


rosado en la cara al Hombre Godo y
viceversa)

H Gordo- Te ves bien fea cuando lames así...

M Esbelta- Me siento bella... (Lame desenfrenadamente)

H Gordo- (Riéndose) Te ves bien ridícula...

M Esbelta- ¡Estoy feliz!

H Gordo- Yo también...(Sigue lamiendo) Oye,¿ pero no es muy dulce? ¿ No te


empalaga?

M Esbelta- ¿Estás loco? ¡No logro saciarme!

H Gordo- ¿ No te puede enfermar tanta felicidad? ¿No tenemos que buscar una razón
para estar tristes?

M Esbelta- No, Gordi eso lo hacemos todos los días...Ahora lame, antes que se acabe.
¿Viene alguien?

H Gordo- No...

M Esbelta- Pues..(Sigue lamiendo) ¡Ay, esto está tan riiiiiiiico!

H Gordo- (Mira ambos lados para ver si viene alguien) ¡Ay sí, que riiiiico!!!

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

M Esbelta- ¡RRRRiiico!!

H Gordo- ¡RRRIIIIIIICO!!

M Esbelta- ¡Estoy feliz!

H Gordo- ¡Estoy súper feliz!

(Ambos siguen haciendo sonidos de placer


con sus bocas)

H Gordo- ¡Que riiiiico! ¡Mira espérate, Flaquita!!(Mujer Esbelta sigue diciendo para
sí “¡Qué rico!” porque no escucha al Hombre Gordo) ¡Por ahí viene
alguien!

(Salen corriendo)

Escena 13
(En el banquito al pie del risco. Reynaldo
prende el micrófono)

Reynaldo-

Se me olvidó el sabor de mi paleta favorita...creo que la punta de mi


lengua tiene una vaga memoria de ella ...(Mira al mar )Quisiera mojar mis
pies en la orilla y dejar que las olas desgasten estos zapatos formales...
Quisiera que lloviera para poder brincar por los charcos y dejar que
salpiquen mi ropa del sucio de las calles...Rosa...Rosa... ¿Qué me ha
pasado?Quiero electrocutar un lagartijo en un microondas y todavía tener
la curiosidad de saber lo que le va pasar...Quiero ser fuerte...Quiero
dirección...¿Desde cuándo yo quiero dirección?...Tengo que ser
fuerte...Quiero comerme habichuelas negras con los dedos y lamerme cada
dedo después...Quiero uñas negras...Quiero decirle a mi mamá que mi
padrastro es un pendejo y dejar de pretender que sus chistes son
graciosos...Sigo soñando que estoy en un g-string rosado y que el resto de
mi ropa interior está colgando de un árbol bien frondoso...Yo sé que mis
palabras son como precipicios para que la gente no pueda alcanzarme y
no me conozcan...Quisiera ser fuerte...Quisiera ver una obra y creérmela
toda sin cuestionarme nada...Rosa...Rosa...Ya no quiero actuar...

Escena 14

( El mesero le trae la comida a Emilia y a


Gerardo)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Emilia- Mesero! Mesero!

Mesero- Un plato con indecisión bien calientito y un plato con satisfacción. ¡Buen
provecho!

Emilia- Ya era hora mijo, se tardaron mucho. Por poco me muero aquí.

Mesero- Perdone señora, no sé si se ha dado cuenta pero hoy estamos llenos....

Emilia- Ya veo, pero por poco me muero...

Mesero- Le puedo invitar a un trago por la tardanza...

Emilia- Sí. Quiero un trago con saciedad. Pero escuche...va a ponerle


exactamente tres hielos...y va dejar que se derritan por un minuto y luego
le pone una pizca de canela...gracias.

Mesero- ( Se ríe) Sí señora...

(Gerardo empieza a comer en cámara lenta,


y Emilia come bien rápido)

Emilia- Ahora avanza y come. No te tardes una hora...

Gerardo- Vieja, hay que cogerlo con calma, hay que gozárselo...

( Saca su periódico y esconde su cara detrás


de él)

Emilia- Se te va enfriar la comida, perezoso...

Gerardo- (Saca su cabeza del periódico) Maniática...(Vuelve a esconder su cabeza)

Emilia- Lapa...

Gerardo- (Saca su cabeza del periódico) Maniática...(Vuelve a esconder su cabeza)

Emilia- Lapa....

(El mesero apaga la bombilla de Gerardo y


Emilia pero ellos siguen diciéndose “Lapa”,
“Maniática”. El mesero prende la bombilla
de la mesa de Mario. Reynaldo entra
caminando con unos calzoncillos rositas)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Mario- ¿Qué carajo estás haciendo?

Reynaldo- Hola, cariño. ¿Qué quieres ordenar?

Mario- ¿Qué carajo es esto? ¿Te has vuelto loco?

Reynaldo- Te quería enseñar que voy a empezar a despreocuparme de lo que piensan


los demás cuando estamos junt...

Mario- (Lo interrumpe irritado) ¡Yo no te pedí esto! Yo te pedí algo sencillo.
Sencillo. Te estás burlando de mí, ¿verdad?

Reynaldo- No. No. Te quería enseñar...

Mario- Tú y tus chistes conceptuales. Tú no lo coges. Es sencillo. Yo sólo


quería algo sencillo...

Reynaldo- Déjame explicarte...He estado soñando que mis calzo....

Mario- Ya no me importan tus sueños o tus traumas intelectuales. Estoy cansado


de esto...

Reynaldo- Pero estoy haciendo esto por ti...por nosotros...

Mario- Estás haciendo esto por ti. Yo no te pedí ver tus bolas. ¡Yo las veo todas
las noches!

(Mario se va molesto. Reynaldo se queda


estupefacto unos segundos. De momento se
escuchan unas risas. Reynaldo mira a todas
las mesas. Todas las mesas prenden sus
bombillas y empiezan a reírse de él. El
empieza a deslizarse de su silla hasta que se
esconde debajo de su mesa. Se queda debajo
de mesa llorando y las risas toman un tono
macabro. El coro de los meseros entra
corriendo con su ropa en unos ganchos y lo
visten. Luego apagan las bombillas.
Reynaldo se sienta de nuevo. La risa cesa
por completo y apagan la bombilla de
Reynaldo)

Escena 15

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(El mesero prende la bombilla de Margarita.


Ricardo entra al restaurante. Margarita se
percata de la presencia Ricardo y lo evita. A
esta hora Margarita se ha bebido varios
tragos)
Ricardo- ¡Margarita!

Mesero- (Mientras limpia la mesa de Margarita le habla a la audiencia) Margarita


finge no escucharlo...

Ricardo- ¡Margarita!

Mesero- (Le habla a la audiencia) Ricardo camina hacia su mesa. Margarita sigue
mirando para el otro lado...

Ricardo- ¿Tú eres Margarita , no?

Margarita- Sí...

Ricardo- Te estaba llamando y me estabas ignorando...

Margarita- ¿Cómo te puedo ignorar, si no te escuché?

Ricardo- Cuando alguien te llama por tu nombre, aunque tú no sabes quien te está
llamando, uno mira. Es instintivo. Me estabas ignorando. Pero está bien.
Yo ignoro a la gente todo el tiempo. Nos han presentado ya dos veces.
¿Recuerdas? Yo soy el novio de Cecilia...

Margarita- Ah, sí...

Ricardo- ¿Me puedo sentar?

Margarita- Te voy a ser franca. No te puedo ni mirar. No soy una persona difícil, me
llevo bien con mucha gente, pero no te puedo ni mirar...

Ricardo- Eso es un cumplido. Significa que te importo...

Margarita- Seguro. Por un segundo por poco pensé que eras un tipo chévere. Pensé:
“Tal vez no es un pendejo arrogante”, pero tenía razón desde el
principio...lo eres...

Ricardo- ¿Te puedo invitar a un trago?

Margarita- No. Gracias. No puedo beber más. He estado aquí demasiado tiempo...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo- ¿Por qué sencillamente no dices que no quieres beberte un trago conmigo?

Margarita- No quiero beberme un trago co....¡Espérate! Tú no me puedes decir lo que


yo tengo que decir. ¡Dios mío! ¿Te crees que puedes manipular a todo el
mundo como a Cecilia?

Ricardo- ¿Qué sabes tú de como yo trato a Cecilia?

Margarita- Nada. Es simplemente lo que observo. (Pausa) Se ve infeliz…

Ricardo- No tienes que decirme eso. Yo lo sé...

Margarita- Perdón. Esto es ridículo, ni te conozco. No tengo el derecho de juzgarte.


Además, Cecilia es mi amiga, no puedes esperar que yo sea objetiva. La
quiero mucho, me encanta estar alrededor de ella porque su felicidad es
contagiosa...¿sabes lo que quiero decir?

Ricardo- Sí, sé...

Margarita- Siempre está pensando en los demás en vez de en ella misma y pues, eso
te puede hacer muy infeliz...

Ricardo- Hablas con tanta convicción. Tal vez estás hablando de ti misma...

Margarita- Te gusta eso, ¿verdad? Analizar la vida de otra gente. Tú preguntas


mucho pero nunca dices nada de ti. (Pausa) Yo no sé ni porque estoy
perdiendo mi tiempo diciendo esto, nosotros ni nos conocemos...

Ricardo- No me aguantas porque eres tan testaruda como yo...

Margarita- No me vengas con esa sicología barata. Tú no tienes la menor idea de


quien yo soy. Tú y yo no tenemos nada en común. Me voy...

Ricardo- ¡Espérate, no te vayas! Voy a parar de ser tan listo. Necesito hablar con
alguien...y como eres amiga de Cecilia.(Pausa) ¿Te tomarías un trago
conmigo?

Margarita- Yo no creo que yo soy la persona con quien deberías hablar...

Ricardo- Sólo uno…

Margarita- (Se queda callada por un segundo) Bueno, que carajo, debería ya mudarme
a este sitio...

Ricardo- ¡Mesero! Dos vasos con desnudez, por favor…

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(El mesero le trae sus tragos con desnudez.


Ellos se los empiezan a beber. Hay un
silencio incómodo entre los dos)

Margarita- ¿Y?

Ricardo- Cecilia y yo nos dejamos…

Margarita- Ya veo…

Ricardo- No te ves sorprendida. Te ves hasta contenta...

Margarita- Nunca entendí porque le hacías pasar tantas vergüenzas...

Ricardo- Soy impulsivo. A veces no me puedo controlar. Yo sé que no es justo


pero me sale así...

Margarita- ¿Así que le echas toda tu mierda?

Ricardo- ¡No! Sí. Los dos lo hacíamos. Ella lo hacía de otra forma. No es así de
sencillo.

Margarita- Me imagino que no.

Ricardo- Cecilia tiene la habilidad de hacerme sentir vulnerable. Todo lo que me


dice lo cojo muy apecho...Creo que es normal que nos pase eso con la
gente que amamos¿ no?...

Margarita- No hay persona que me saque más de mis casillas que mi mamá...Puede
decirme la estupidez más grande y exploto...

Ricardo- Mi madre fue mi primera novia... “¿por qué te gusta esta música?”, “¿por
qué te vistes así?”, “¿por qué no te gusta estar rodeado de gente?,¿sabes?

Margarita- Creo que sí...

Ricardo- A mí por eso me gusta estar solo. Así nadie te molesta o hiere. Puede ser
un mecanismo de defensa pero me había funcionado bastante bien. Y
después conocí a Cecilia y ella me las derrumbó todas. Ahora no sé ni
como actuar...Ya no sé ni en lo que creo...¿Nunca te ha pasado?

Margarita- Me siento mal...

Ricardo- ¿Qué te pasa?

Margarita- Me molesta que te entienda…

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo- Lo sabía. Aquella vez que nos conocimos en la playa sabía que eras una
solitaria como yo. Estabas rodeada de gente pero sabía que estabas sola...

Margarita- Solo porque te entiendo, no significa que estoy de acuerdo contigo…

Ricardo- Está bien. Está bien. No tienes que sacar tus garras. (Pausa) Yo sé que ella
es tu amiga...

Margarita- Sí, ella es mi amiga...

Ricardo- La amo...

Margarita- Tienes una forma torcida de demostrárselo...La estás perdiendo...

Ricardo- Ya la perdí…

Margarita- Te lo mereces (Pausa) Perdón…

Ricardo- Está bien, me puedes odiar...

Margarita- No te odio. Sólo dije que no te podía mirar...

Ricardo- “Podía”, usaste el verbo en el pasado. ¿Me puedes mirar ahora?

Margarita- Eres rápido. (Pausa) Tal vez. (Pausa) Ahora te puedo mirar un poquito
más...

Ricardo- Yo te puedo mirar un poquito más ahora también...

Margarita- ¿No me podías mirar?

Ricardo- No…

Margarita- Pero si yo no te he hecho nada...

Ricardo- No podía mirarte porque me recordabas a mi propio dolor. A ese dolor


que arrastras todos los días...y no sabes cuando empezó, ni porqué...

(Margarita respira hondo para no llorar)

Ricardo- Ese dolor cuando te levantas por las mañanas y te sientes vacío...te
levantas sintiendo que tu vida es una mierda...

Margarita- (Margarita baja su cabeza y la recuesta en sus manos) Esto es horrible...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo- ¿Qué te pasa?

(Margarita empieza a llorar


compulsivamente)

Ricardo- (Asombrado, titubeando) Perdón... No quería herirte. No eres tú. Soy yo.
Tus ojos me recordaban a mí mismo. No eres tú...

Margarita- Me levanto por las mañanas y no quiero seguir. Yo sé que hay gente que
está más jodida que yo, debo estar agradecida. Mi vida está bien...pero no
es lo que yo esperaba. Soy una cobarde. Voy a morir siendo una
cobarde...

Ricardo- Mira, yo no te conozco bien, pero te puedo decir que no eres una
cobarde...para nada. ¡Mesero, una servilleta con serenidad, por favor!

Margarita- Lo que más amo hacer en este mundo, no lo hago. Me quejo de mi mamá
como una excusa para no admitir que tengo miedo de que no lo voy a
lograr, de que tal vez no soy lo suficientemente talentosa...

(Margarita sigue llorando. El mesero le trae


la servilleta con serenidad. Ella se seca las
lágrimas, se calma un poco y agarra su
cartera)

Margarita- Gracias.

Ricardo- (Todavía asombrado) Seguro.

Margarita- Me tengo que ir ahora. Gracias.

(Margarita se va. Ricardo se queda sentado


pensando. El mesero le apaga su bombilla)

Escena 16
( En el risco. Mario prende el micrófono)

Mario- Las hormigas me caen bien. Son muy parecidas a mí, ellas viven en
comunidad y a mi me encanta compartir con las personas. Las hormigas
son pequeñitas, pequeñitas, pequeñitas pero diligentes. Su olfato es tal,
que una vez huelen algo dulce, en un segundo están allí, devorándose el
postre. Son bien sabias, pueden reconocer la felicidad en un instante.
Porque todavía no he conocido a un niño que no le guste los dulces. Las
hormiguitas son pequeñitas, pequeñitas, pequeñitas pero con sus dos
antenas lo escuchan todo. Las hormiguitas son pequeñitas, pequeñitas,

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

pequeñitas pero bravas, sin que te des cuenta te pican en el lugar menos
esperado y mientras más te rascas más grande se hace la roncha. Ayer a
mi me picó una hormiga. Y estuve bien feliz de que me picara una
hormiga. Ese picazón me ha despertado.

Escena 17

(Charlotte y Armando están sentados en una


mesa con la bombilla de su mesa apagada.
Al lado de sus sillas hay unas maletas.
Charlotte se quita sus tacos y empieza a
acariciarle los pies a Armando debajo de la
mesa. El mesero prende una bombilla
debajo de su mesa que solo alumbra sus
pies)

Armando - ¿Qué haces?

Charlotte - Relájate. Nadie nos está viendo...

(Sigue acariciándole los pies)

Charlotte - ¿No te parece esto tan romántico?

Armando - (Respira nerviosamente) Umm jaa. (Se seca el sudor de su frente con su
pañuelo) No me puedo concentrar. Estoy preocupado de que todo el
mundo nos está mirando...

Charlotte - Nadie nos puede ver...

(Charlotte le empieza a acariciar las piernas)

Charlotte - Quítate los zapatos...

Armando - Están apestosos...

Charlotte - Quiero sentir tus pies desnudos (Armando se quita sus zapatos y después
sus medias) Hace demasiado calor, ¿por qué usas medias gruesas?

Armando - Odio los dedos de mis pies...


(Charlotte empieza a acariciar sus dedos con
los de Armando)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Armando - Ummmjaaaa….

Charlotte - SHHH…
(Se siguen acariciando los pies. El mesero
prende la bombilla de la mesa de Ricardo.
Reynaldo entra al restaurante)

Reynaldo- ¡Hola! Nos hemos conocido antes. No sé si te acuerdas de mí...

Ricardo- Ah, sí. Tú eres el amigo de Margarita. Se me olvidó tu nombre...

Reynaldo- Reynaldo…Mucho gusto…(Le ofrece su mano)

Ricardo- Ricardo. No creo que será placentero conocerme, pero siéntate...

Reynaldo- ¿Qué?

Ricardo- Nada. Soy intenso. Siéntate, por favor....

Reynaldo- Eres un pesimista...

Ricardo- Vamos a decir que no me gusta adornar las cosas. Las cosas son como son
y ya. No me gusta crear falsas expectativas.

Reynaldo- ¿Por eso no me gustaría conocerte?

Ricardo- Así que me escuchaste. Tal vez te gustaría conocerme, pero una vez lo
hicieras, no te caería muy bien...

Reynaldo- Ah, ya veo. Como las rosas….

Ricardo- (Se ríe) Nunca pensé que me compararían con una rosa. (Pausa) Tú has
sido hincado...

Reynaldo- Su olor te seduce y después bam...sus espinas te castran...

Ricardo- Esas son las peores heridas...son preciosas pero mortales...

Reynaldo- Pero yo seguiré siendo el mismo pendejo de siempre, porque siempre voy
a desear la rosa, no es suficiente mirarla. Siempre querré que su belleza
me enamore y me haga olvidar sus espinas...

Ricardo- No, eso es peligroso porque siempre tienen espinas. Por eso yo
sencillamente no las deseo. ¿Sabes una cosa?, sin conocernos, creo que
nos entendemos bastante bien...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Reynaldo- Es mejor que nos quedemos sin conocernos...

Ricardo- Créeme, yo no tengo ningún problema con eso...

Reynaldo- Yo tampoco…

Ricardo- Prefiero no conocer a la gente muy bien...

Reynaldo- Yo tengo una maestría en eso. Se nos hará fácil...

Ricardo- Creo que he encontrado un amigo. ¡Mesero dos vasos con amistad, por
favor!

(El mesero le trae sus tragos y brindan)

Ricardo- ¡Por las malditas rosas!

Reynaldo- ¡Por las malditas rosas!

(Ellos beben y se relajan. Reynaldo se


queda mirando a Charlotte y Armando)

Reynaldo- Mira esa pareja…Se ven bien felices...

Ricardo- Dales tiempo…

Reynaldo- Espero que lo disfruten mientras dure…

Ricardo- Oye, no te me mueras aquí. ¡Mesero! ¡Dos vasos más!

Reynaldo- ¡Por favor!

(Ellos brindan de nuevo)

Ricardo- ¡Por las malditas rosas!

Reynaldo- ¡Por las malditas rosas!

(Margarita entra con su maleta al banquito al


pie del risco. Prende el micrófono y se
queda callada frente el micrófono mirando el
mar. Se oye una cantante de ópera)

Reynaldo- Te lo juro que acabo de escuchar a alguien cantando...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Ricardo- Yo no escucho nada…

(Todos en el restaurante se duermen con la


música de ópera. Margarita agarra su maleta
y se va. Todos en el restaurante se levantan)

Ricardo- Oye, no te me mueras aquí. Vamos a animar esto un poco. ¡Mesero!


¡Música por favor!

(El mesero prende la canción de Ismael


Rivera “De todas maneras rosas”)

Emilia- (Con cariño) Oye, Gerardito. Baila conmigo...

Gerardo- Estoy cansado, Vieja...

Emilia- ¿Cansado de qué? ¿De tener tu fondillo sentado todo el día? Dale, viejito,
baila conmigo...

Gerardo- Estoy cansado...

(Emilia le empieza hacer cosquillas, él al


principio se incomoda pero después se
conmueve)

Emilia- Dale, Gerardito, sólo un ratito...

Gerardo- Eh....

Emilia- (Cariñosa) Dale...

Gerardo- Solo por un ratito, Emilia mía...

(Emilia lo ayuda a levantase, Gerardo no se


puede mover así que bailan bolero en el
mismo sitio cachete a cachete. Todos los
personajes se paran y empiezan a bailar,
excepto Cecilia que tiene la bombilla de su
mesa apagada. Es una fiesta en todo su
apogeo. Ricardo y Reynaldo empiezan a
cantar la canción.)

(El Hombre Gordo y la Mujer Esbelta


aparecen en el banquito al pie del risco)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

M Esbelta- Mira Gordi, hay una fiesta abajo en el restaurante. ¿Quieres bailar
conmigo?

H Gordo- Ehhh...

M Esbelta- Ay avanza, antes de que se pongan tristes de nuevo...

H Gordo- ¡Dale!

(Se paran en el banquito y empiezan a bailar


sin coordinación pero gozándoselo
completamente. Los chichos de el Hombre
Gordo se mueven al sonido de la música)

M Esbelta- ¡Estoy feliz!

H Gordo- ¡Estoy súper feliz!

M Esbelta- ¡Estoy súper, súper feliz!

H Gordo- ¡No me puedo contener!

M Esbelta- ¡Qué riiiiico!

H Gordo- ¡Quuuué rrriiico!!!

M Esbelta- ¡Quuuuué rico!!

H Gordo- (Riéndose) Pareces una tonta...

M Esbelta- Me siento bella Gordi....

Ricardo- Esa es mi parte favorita de la canción...la trompeta. ¡Escucha!

(Se escucha la trompeta y a Ricardo


imitándolo con su voz. Reynaldo empieza a
darle a la mesa como si fuera una conga.
Todos en el restaurante empiezan a bailar en
cámara lenta)

(En el risco el Hombre Gordo y la Mujer


Esbelta bailan desenfrenadamente)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

H Gordo- ¡Flaquita! ¡Flaquita! (La Mujer Esbelta no lo oye porque está entretenida
bailando) ¡Flaquita!

M Esbelta- ¿Qué pasa, Gordi?

H Gordo- Creo que me voy a desbordar...

M Esbelta- ¡Expláyate, Gordi!

H Gordo- No sé que hacer con tanta emoción...(Casi va llorar)...¡No sé como


manejar esta felicidad!

M Esbelta - ¡Gózatelo, Gordi!

H Gordo- (Llorando) ¡Estoy tan feliz, Flaquita! ¡Estoy tan feliz!

(El mesero entra al escenario y le habla a la


audiencia mientras todos están en cámara
lenta)

Mesero-

¿Quieren bailar? Avancen , vamos a bailar antes de que se acabe. Antes


de que este país vuelva a no moverse. Avancen, vamos, antes que este país
vuelva a no moverse. ¡A no moverse!

(La música para abruptamente. Todo el


mundo se sienta en sus sillas y empieza a
pedir las cuentas)

Emilia- ¡Vámonos Gerardito! Dame el dinero para pagar.

Gerardo- ¡Ay, no sé donde lo puse! ¡Creo que lo dejé en casa!

Emilia- Todo iba tan bien. ¡Qué porquería de hombre! ¡Vamos a casa a buscar el
dinero! ¡Que te muevas, carajo!(Le da nuevamente en la cabeza con su
cartera) ¡Que te muevas!

( Emilia se va, dejando a Gerardo atrás y de


vez en cuando entrando dándole con su
cartera para que avance)

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Emilia- Todo iba tan bien. ¡Qué porquería de hombre! ¡Vamos a casa a buscar el
dinero! ¡Qué te muevas, carajo!(Le da nuevamente en la cabeza con su
cartera) ¡Qué te muevas!

Reynaldo- Ya es hora de irme.

Ricardo- Sí, yo también.(Pausa) Lo pasé horrible...

Reynaldo- (Se ríe) Yo también...

Ricardo- Yo me paso mucho aquí. A veces solo vengo para escuchar la música que
ponen. El mesero tiene buen gusto. Tal vez nos veremos aquí de nuevo..
Si se da, se da...

Reynaldo- Claro, creo que me daré la vuelta. Me voy a quedar en el país por mucho
más tiempo del que pensaba....Nos vemos...

(El mesero les trae la cuenta. Reynaldo y


Ricardo dejan el dinero en la mesa. Se
despiden y se van)

Armando - ¡Mesero, la cuenta! (Agarra su maleta) ¿Lista?

Charlotte - Yo no sé si pueda...si yo debería...

Armando - (Se seca el sudor de su frente) Umm jaa. Estás teniendo dudas...era muy
perfecto para ser verdad...

Charlotte - No. No es eso. Quiero mucho...pero…

Armando - Vamos a intentarlo...

Charlotte - He tratado tantas veces...

Armando - Yo tengo miedo también…

(El mesero llega a su mesa)

Armando - El tren llegó…

Charlotte - ¿No nos podemos ir en el próximo?

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Armando - No. Yo me voy en este.

(El agarra su maleta y no la mira para no


arrepentirse de la decisión que ha tomado.
Armando se va. Charlotte se sienta en la
mesa pensativa y el mesero le entrega una
cuenta en blanco y se va.)
Charlotte - ¡Oiga, lo dejó en blanco!

(Charlotte se queda mirando la cuenta, se


queda pensando unos segundos, agarra su
maleta y sale corriendo)

Escena 18

(En el risco. La Mujer Esbelta está mirando


al risco. Se oyen las olas del mar)

M Esbelta- ¿Gordi, nos tiramos?

H Gordo- ¿Qué?

M Esbelta- ¿Dale Gordi, nos tiramos?

H Gordo- No sé...

M Esbelta- Dale...

H Gordo- No sé...

M Esbelta- No sé, Gordi...

H Gordo- Dale...

M Esbelta- Dale...

H Gordo- No sé...

M Esbelta- Dale...

H Gordo- Ehhh...No sé...

M Esbelta- Dale...

H Gordo- Dale...

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(Se tiran por el risco y se estrellan)

Escena 19

Cecilia- ¡La cuenta, por favor!

(El mesero prende la bombilla de la mesa de


Cecilia)

Mesero- Yo me acuerdo de ti. Tu novio rompió el último par de vasos finos que
me quedaban…

Cecilia- Perdón…

Mesero- No tienes porque pedirme perdón. Esto pasa todo el tiempo aquí. (Se ríe)
Oye, pero el estaba furioso. Si hubiésemos visto esa escena en una
película dirían que era el cliché del macharan latino. Pero los clichés
vienen de la vida ¿no? (Para de reírse porque se da cuenta que a Cecilia no
le da gracia)

Cecilia- Me alegra que estés filosofando sobre mis problemas. Debe ser muy
entretenido. ¿Me puedes traer la cuenta, por favor? Es tarde. Yo debería
irme...

Mesero- Espera. No te puedes ir a tu casa en ese ánimo. Me gustaría invitarte a un


trago...

Cecilia- No debería…

Mesero- Yo invito. El último trago de la noche...

(El mesero trae dos vasos con una bebida


rosada)
Mesero- ¡Salud!

Cecilia- ¿Qué es?

Mesero- Comprueba tu misma…

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

(Se lo beben. Empiezan a reirse


impulsivamente y después a llorar. Ríen y
lloran)

Cecilia- Es dulce…

Mesero- Sí, puede ser adictivo…

Cecilia- Mi pecho se siente caliente como si fuera a llorar pero no de tristeza, sino
por sentir demasiado. Como cuando algo te conmueve y no encuentras las
palabras para expresar ese sentimiento...Yo daría lo que fuera por sentir
esto todos los días...

Mesero- ¿No quisiéramos todos?

Cecilia- ¿Imagínate? Imagínate a todo el mundo con este sentimiento veinticuatros


horas al día.

Mesero- Estaríamos todos locos. Sería muy intenso...

Cecilia- Pero imagínate a todo el mundo compartiendo este sentimiento de extrema


sensibilidad, todos a la vez. ¿Qué pasaría?

Mesero- Probablemente nos mataríamos...

Cecilia- De felicidad…

Mesero- O de odio…El mundo duraría una hora…

Cecilia- Tal vez…

Mesero- Tal vez menos. Quince minutos...Demasiada emoción mata…

Cecilia- Tal vez tanta emoción nos reviviría...

Mesero- Eres una idealista…

Cecilia- Sí. Muchas veces me han llamado así o me han dicho que soy ingenua.
Se creen que soy una bobita sencillamente porque me gusta ver las cosas
del lado positivo.

Mesero- Hay que vivírsela mientras dure…

Cecilia- No quiero que este sentimiento se me vaya…

Mesero- Siempre se va…

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

Cecilia- Sí, lo sé...

Mesero- Así es como yo lo veo. Prendo la bombilla. Apago la bombilla. Prendo


la bombilla, apago la bombilla.

Cecilia- Pero es tan difícil...

Mesero- Yo lo sé...

Cecilia- Fue dulce...fue lindo mientras duró...

Mesero- Habrá otros momentos así...

Cecilia- Tal vez...

(Pausa)

Mesero- Tal vez...

(Cecilia agarra sus cosas.)


Cecilia- Adiós.

Mesero- A la orden siempre...


(Las mesas tienen vasos vacíos y vasos hasta
la mitad, las sillas están en desorden. El
mesero recoge las mesas. Apaga la bombilla
de Cecilia y se queda sentado en la mesa
aguantando la bandeja llena de vasos. Se oye
el sonido del mar. Hay una luz rosada que
alumbra su cara hasta que se extingue)

Apagón

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Sylvia Bofill, Rosa Viejo, 2004

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