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Cómo No Hacer Teología
Cómo No Hacer Teología
Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Cómo hacer
teología
El huracán Irma atravesó el centro de Florida en septiembre del 2017 tras pasar por varias islas
del Caribe y los Cayos de Florida. Cuando el huracán pasó, más de 130 personas en estas
zonas habían perdido la vida como consecuencia de la tormenta, y se calcula que los daños
materiales llegaron cerca de los 63 000 millones de dólares. Es uno de los huracanes más
destructivos que han azotado esa región.
Tras la tormenta, varios millones de personas en toda Florida se quedaron sin electricidad. Los
barrios zumbaban con el sonido de generadores eléctricos portátiles mientras la gente
esperaba que las compañías eléctricas restablecieran el servicio. Pero al seguir las noticias
durante esos días, nos enteramos de que mucha gente nunca aprendió cómo no operar un
generador. Varias personas en el centro de Florida murieron por envenenamiento con
monóxido de carbono porque hicieron funcionar sus generadores en el interior de sus
viviendas. Si hubieran sabido cómo operar correctamente un generador, sus vidas no se
habrían perdido.
Cuando hay mucho en juego, es importante conocer la forma correcta y la forma incorrecta de
hacer las cosas. Lo que está en juego es lo mayor cuando se trata de nuestra teología,
nuestras ideas sobre Dios, Cristo y cómo podemos ser salvos, entre otras. Nuestra teología
determinará lo que nos suceda por toda la eternidad, por lo que es importante ocuparse de ella
correctamente. Eso significa saber cómo no hacer teología tanto como saber cómo sí hacerla.
Entonces, ¿cuáles son algunas de las formas en que no debemos hacer teología?
No ser conscientes de que estamos haciendo teología hace que sea difícil reconocer nuestra
teología y corregirla cuando sea necesario. Empezamos a pensar que todos nuestros
pensamientos sobre Dios son verdades autoevidentes y nos cuesta creer que nuestros
pensamientos son realmente distintos de la revelación divina. Esto puede estar bien cuando
nuestros pensamientos coinciden con lo que la Escritura enseña, pero fallar en reconocer que
siempre estamos interpretando y haciendo teología hace que nos resulte difícil ser
apropiadamente autocríticos con nuestras creencias. Así nos volvemos menos aptos para
medir nuestras creencias con la Escritura y menos propensos a refinarlas o cambiarlas cuando
sea necesario hacerlo.
Por otro lado, sola Scriptura dice que aunque la Biblia es la única autoridad infalible para la
Iglesia, los creyentes en verdad necesitan la ayuda de autoridades secundarias y falibles para
entender correctamente la revelación divina. Los credos, los teólogos del presente y del pasado
y la propia iglesia local proporcionan una guía útil para entender la Palabra de Dios. Nos
proporcionan una forma de medir la exactitud de nuestras interpretaciones privadas de la
Escritura. Cristo ha prometido estar con Su Iglesia y guiar a Su pueblo en la comprensión de Su
verdad (Mt 28:20; Ef 4:11-13). Entre otras cosas, eso significa que Él no habla en un código
que solo unos pocos pueden entender, ni que como individuos nos concede una visión que no
da a otras personas. Si pensamos que hemos descubierto algo nuevo en la Escritura,
probablemente no sea cierto y probablemente tampoco sea un error nuevo.
Seguir solo a uno o a unos pocos maestros puede moldearnos de forma poco saludable. El
hecho es que necesitamos escuchar a muchos instructores diferentes. Pablo nos dice que Dios
ha dado a la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para que podamos
crecer hasta la madurez (Ef 4:11-16). Nota el uso del plural por parte del apóstol. Un solo
apóstol era insuficiente para nuestra instrucción, así que Dios nos dio a Pedro, Pablo, Santiago,
Judas, Mateo, Juan y varios más. Un profeta no era suficiente, así que Dios nos dio a Elías,
Moisés, Isaías, Jeremías, Oseas, Malaquías, Amós, Eliseo, Miqueas y varios otros. Los oficios
apostólico y profético han pasado, pero no nuestra necesidad de más de uno o más de unos
pocos hombres en los demás oficios. Escuchar a muchos buenos maestros, tanto aquellos que
son conocidos como los que no lo son, significa que nos beneficiaremos de las fuerzas de
muchos y no solo de las de unos pocos.
Debemos hacer teología desde una posición de humildad. Tanto los que hemos estudiado
teología durante años como los nuevos cristianos nunca debemos pensar que hemos
aprendido todo lo que hay que saber. No somos infalibles y necesitamos aprender unos de
otros para que todos crezcamos continuamente hacia la madurez en Cristo.