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La educación como fenómeno social problemático.

Seminario de Investigación

Juvenal T. Corrales A.

“Tus verdaderos educadores, tus verdaderos reformadores te revelan lo que es la


verdadera esencia, el núcleo verdadero de tu ser, algo que no puede conseguirse por la
instrucción ni por la disciplina; algo que, en todo caso, es de acceso difícil, que se
encuentra disimulado y paralizado. Tus educadores no podrán ser para ti otra cosa que
tus liberadores”. F. Nietzsche

Es frecuente hablar de la estructura educativa aludiendo al complejo organizacional que


dicta los parámetros con los que ha de regirse la práctica global-particular de elementos
funcionales intercambiables o modificables dentro de un sistema determinado. Desde esta
dimensión es posible concebir las prácticas educativas como un sencillo cumplimiento de
lineamientos que rigen los diferentes roles que articulados, asignados, asumidos, auto
gestados o auto determinados (desde ese ámbito particularizado), puede extender sus
tentáculos hacia lo político, lo económico, lo social, pero ajeno esencialmente a ello. Una
educación muy objetiva que por tal, se encuentra mecanizada, desencarnada e
incoherente con la finalidad que le da sentido a su ser y por tanto, poblada de
espectadores implicados por un sistema que les engloba y provee de una seguridad de
permanencia a cambio de la pérdida de subjetividad, evidenciada por el vacío existencial
que se imprime en la práctica sin sentido de su labor cotidiana (ni quienes dirigen la
maquinaria saben o quieren saber para que la dirigen, ni los productos tienen idea del
sentido de su “formación”, sólo los dueños tienen clara la idea de lo que y para qué están
produciendo); y aquí se pueden incluir desde los elementos de más alta jerarquía hasta
los últimos en esa cadena de producción de objetos para el mercado (los alumnos).
Finalmente las políticas educativas responden más que a necesidades de los sujetos, a
los requerimientos y deseos del complejo entramado político-comercial de quienes
manejan la economía mundial.

Esto es una estructura organizacional armada como una línea de producción de las
maquiladoras (países) que envían sus productos al mercado laboral de la empresa
comercial global que representa nuestro mundo actual.

Sin embargo, es posible entender que en este tejido de líneas interconectadas (economía,
política, educación, religión, etc.) están presentes las historias (subjetividades) de quienes
para los “jefes” son piezas móviles y sustituibles; lo “sujetos” que con los procesos de
comunicación de sus subjetividades, amalgaman y articulan las estructuras que por ser de
sujetos, llamaremos sociales.

Se pueden distinguir estas organizaciones sociales porque en el proceso que permite y


determina su entramado se desarrollan las otras estructuras netamente organizacionales.
Es decir, el ordenamiento de roles puede representarse como leyes y la intersubjetividad
como el espíritu de las mismas. Decir estructura social nos permite adentrarnos en los
más complicados y sencillos, íntimos y a la vez generales procesos que se desarrollan
entre los individuos o sujetos en su relación con los semejantes; estructura social también
representa los acuerdos intrínsecos que se establecen en las relaciones interpersonales
de los seres humanos con ellos y con su medio.

Ahora bien, al referirse a problema o problemático se establece la condición de la


diferencia existente entre una situación deseada y una situación actual, de tal manera que
no necesariamente hablar de problemas es decir molestia, riesgo, daño, precaución, etc.,
es eso y mucho más. Es el deseo, anhelo, esperanza, la incomodidad ante una realidad
que no es la deseada porque las expresiones de ésta (violencia, apatía, egoísmo,
impunidad, etc.) no son las deseadas. Y aquí se enfatiza la realidad en sí y no la visión
subjetiva de la realidad puesto que dependiendo del papel (actor principal o extra) o rol
(espectador o herramienta) que se desempeñe, tendrá diferentes matices y será
considerado o no problemática; así la categoría de problema o problemático dependerá
más que nada de una visión conjunta de subjetividades que observan una misma
realidad.

Y cuando se habla de fenómeno se alude a lo cambiante, a lo inacabado, a lo móvil; la


vida, la historia, el pensamiento, los procesos, las relaciones entre sujetos. De esa
manera, no se podría considerar a las sociedades menos que fenómenos; es decir, todo
lo que sucede en las asociaciones entre sujetos que son históricos, cambiantes,
inacabados, móviles, es sin duda alguna un fenómeno social.

Si la educación se concibe como “la emergencia y el fortalecimiento del sujeto, lo que


supone la defensa del la libertad personal y el desarrollo de la convivencia y la comunidad
(uno se hace sujeto en la medida que va tomando las riendas de su propia vida y se va
liberando de las dependencias y ataduras)”1, no puede haber sociedad sin educación. Al

1
Pérez Gómez, A. (1998), La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Madrid. Morata.
ser la educación inherente a la sociedad, se tiene que hablar entonces de ésta como un
fenómeno social.

Ahora bien, en un mundo tendencioso que nos lleva “entre las patas” en su carrera
desenfrenada porque estamos acostumbrados a una manera de pensar objetivista con
brechas generacionales muy marcadas y el grueso de la población mayormente
conformada por jóvenes, aventureros intrépidos que viven el mundo con su rapidez innata
o bien adquirida de sus educadores virtuales con los que normalmente se desarrollan (TV,
Video juegos, X Box, Internet, etc.); una población a la que no asusta la metralla, la
violencia, la droga ni la misma muerte, puesto que han nacido con ello y lo asumen como
SU realidad; ésta gestada, manipulada y maquillada según la conveniencia de los
surtidores de esa fructífera sociedad de consumo, que a través de los medios modernos
de comunicación atrapan voraginosos a sus presas con flujos “megamétricos” de
imágenes cautivantes; imágenes que desencadenan formas de ser y convivir que pocas
veces logramos comprender en su total magnitud2. Es decir, antagónico a la esencia de la
educación, es fácil poder distinguir una situación problemática, una situación no deseada
y por tanto sujeta de cambio.

Así, se puede definir a la educación como un fenómeno social problemático puesto desde
la óptica de mejoramiento continuo tendiente a la perfección, involucrando con ello la
libertad y convivencia armónica entre los sujetos y sus historias que conforman una única
historia, la realidad humana.”La educación como práctica de la libertad, al contrario de
aquella que es práctica de la dominación implica la negación del hombre abstracto,
aislado, suelto, desligado del mundo, así como la negación del mundo como una realidad
ausente de los hombres”3

2
Corrales A. Juvenal. La educación y la historia de los jóvenes del hoy. UPN Mexicali 2009
3
Freire Pablo. Pedagogía del Oprimido. Buenos Aires Siglo XXI Argentina 1972

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