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Creo que todo comenzó la noche en que M.

trajo los pececitos que íbamos a usar de


carnada al otro día dentro de una bolsa. Llená la bañ era, me dijo. ¿O justo te ibas a
bañ ar esta noche? Con lo mugriento que sos. Me entretuve un rato viendo primero
como caían, en una especie de derrame de colores y movimiento, y después viendo
como dentro del agua abrían y cerraban desmesuradamente la boca, en un intento
de atrapar el oxígeno del agua de la bañ era, muy distinta al río del cual los había
sacado M. hacía un rato. M. explicó que si salíamos a la mañ ana temprano todavía
iban a estar vivos, que iban a ser mejor como carnada.
No pude resistirme a la metá fora pelotuda. Pobres infelices que iban a terminar su
vidita miserable atrayendo a otros de su especie para también terminar su vida un
tanto menos miserable, pero que inexorablemente iban a terminar en el estó mago
de alguno de nosotros, para luego ser sometidos al proceso de deglució n y
posterior excreció n. En pocas horas iban a volver al río Paraná , de donde vinieron,
pero esta vez convertidos en mierda de gordo.

titulo tentativo pececitos


le tiene miedo o respeto al otro, al que trajo los pescaditos, al gordo
en la canoa le pasa algo parecido al del cuento de Gü iraldes, le dan ganas de matar,
para eso usa de carnada al gordo para hacer que venga otro tipo, el gordo simula
un ataque o algo así, otro viene y lo mata
se puede contar desde el punto de vista del gordo
o del punto de vista de los dos

Idea: el gran flaneur. Caminá s por Ovidio Lagos, vereda izquierda en el sentido del
trá nsito, llegá s a la esquina ponele de Santa Fe; vos tenés que ir para Callao. Si al
llegar a la esquina el semá foro está en rojo para los que vienen por Santa Fe, vos
podés cruzar, pero si está en verde tenés que cruzar para la otra vereda y en ese
caso te alejá s de tu destino. Y así. Seguís entonces por Santa Fe, a favor del trá nsito,
y si al llegar a la esquina el semá foro está en rojo podés cruzarte de vereda y
volver, pero si no lo está , tenés que seguir. La hora problemá tica es cuando
funcionan los semá foros, por eso conviene dar vueltas por el barrio, de modo que
en el peor de los casos vas a yirar hasta las doce de la noche, aunque hay avenidas
muy turras, como por ejemplo la citada Ovidio Lagos, que nunca corta los
semá foros. El hecho de salir de la casa hace que se de lugar a despedidas muy
sentimentales y lacrimó genas; no es la primera vez que un ciudadano de a pie salió
a comprar cigarrillos y volvió al cabo de cinco horas. En general la gente vuelve,
pero se hace una cuestió n de azar para algunos; los má s jó venes tienen estudiado
el tiempo del cambio de luces de los semá foros y saben que si apuran el paso
siempre tienen verde en las esquinas por las que má s andan. Los viejos también
calculan; el problema que los semá foros se desincronizar de manera aleatoria a
veces, y basta con una diferencia de segundos para que todo cá lculo previo se vaya
al demonio.
Los inspectores de transeú ntes son inflexibles y castigan con cá rcel de
cumplimiento efectivo a los que transgreden las luces de los semá foros.
Lucio V. jamá s olvidará el día que al fin pudo cruzar Rioja para seguir por Callao y
la vio venir por la bicisenda, altiva, sabiéndose a salvo, hermosa. Esa mujer jamá s
será para él, los ciclistas no pueden relacionarse con los peatones y él lo sabe, pero
qué importa.

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