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TEORIA PSICOANALITICA

LEIDY JOHANA ACEVEDO ORTIZ


NRC: 8194

PRESENTADO A
MARIO ALBERTO DIAZ RODRIGUEZ

UNIVERSIDAD MINUTO DE DIOS


TEORIA PSICOANALITICA
PSICOLOGIA
NEIVA
2019
Noticia histórica sobre los Estudios
Hoy conocemos con algún detalle la historia de la redacción de esta obra. Josef
Breuer (1842-1925) llevó a cabo su tratamiento de la señorita Anna O., en el cual se
basa todo el trabajo, entre 1880 y 1882. A la sazón, Breuer gozaba de una alta
reputación en Viena como facultativo de gran experiencia y destacado científico, en
tanto que Sigmund Freud (18561939) apenas se iniciaba como médico. Eran, no
obstante, amigos desde varios años atrás. El tratamiento finalizó a comienzos de
junio de 1882, y en noviembre de ese año Breuer relató el notable caso a Freud,
quien, pese a estar en ese momento dedicado principalmente a la anatomía del
sistema nervioso, quedó muy impresionado por él, a tal punto que tres años más
tarde, cuando estudiaba en París con Charcot, informó sobre el caso a este último.
«Pero el maestro no demostró interés alguno ante mis primeras referencias, de
suerte que nunca volví sobre el asunto y aun yo mismo.
Los estudios que realizó Freud con Charcot se centraron en gran medida en la
histeria; cuando retornó a Viena en 1886 y se estableció como médico de
enfermedades nerviosas, ella le suministró una gran proporción de su clientela. Al
comienzo confió en los métodos terapéuticos habitualmente recomendados, como la
hidroterapia, la electroterapia, los masajes y la cura de reposo de Weir Mitchell; pero
cuando estos demostraron ser insatisfactorios dirigió su pensamiento en otra
dirección.
En las últimas semanas», le escribe a su amigo Fliess el 28 de diciembre de 1887,
he emprendido la hipnosis y he tenido toda suerte de pequeños pero notables éxitos
[ CITATION fre50 \l 9226 ]. Luego hizo una detallada reseña de uno de estos
tratamientos exitosos (1892-93). Pero el caso de Anna O. seguía aún presente en el
trasfondo de su mente, y practiqué la hipnosis con otro fin además de la sugestión
hipnótica. Ese otro fin era el método catártico, tema del presente libro.
El caso de la señora Emmy von rue, según nos aclara Freud {infra, págs. 71 y 290),
el primero que él trató por el método catártico. En una nota al pie agregada al libro
en 1924, ajusta esta afirmación diciendo que fue el primer caso en que usó el
método en amplia medida.
Los borradores de este célebre trabajo (que constituye la primera parte del libro)
comenzaron a prepararse en junio de 1892. En una carta a Fliess del 28 de junio
(Freud, 1950 Carta 9), Freud le anuncia que Breuer concordó en que la teoría de la
abreacción y los otros hallazgos sobre la histeria a que llegamos en forma conjunta
sean dados a conocer también en forma conjunta en una publicación detallada. Una
parte de ella, continúa más adelante, que al principio yo quería escribir solo, Es
ciertamente a esta parte terminada del trabajo a la que vuelve a referirse en una
carta a Breuer escrita al día siguiente, el 29 de junio de 1892 (Freud, 1941), La
satisfacción con que le alcancé a usted despreocupadamente mis pocas páginas ha
dejado sitio al malestar». En lo que sigue de la carta, Freud hace un muy apretado
resumen del contenido que propone para el trabajo. Tenemos después la nota al pie
agregada por él
En el Congreso Médico Internacional celebrado en Londres en 1913, cobró
notoriedad el absurdo, indocumentado e injusto ataque que lanzó Pierre Janet
contra Freud y el psicoanálisis. Una réplica de Ernest Jones se publicó en Journal of
Anormal Psicología
La importancia de los Estudios en el desarrollo sucesivo del psicoanálisis conviene
dividir la cuestión en dos partes, aunque esa división sea por fuerza artificial. ¿Hasta
qué punto y de qué manera las técnicas descritas en los Estudios, y los hallazgos
clínicos a que condujeron, allanaron el camino para la práctica del psicoanálisis?
¿Hasta qué punto las concepciones teóricas aquí propuestas fueron incorporadas
por Freud a sus doctrinas posteriores?
Rara vez se aprecia en grado suficiente que quizás el más importante de los logros
de Freud fue su invención del primer instrumento para el examen científico de la
mente humana. Uno de los rasgos más fascinantes del presente volumen es que
nos permite rastrear las etapas iniciales del desarrollo de ese instrumento. No sólo
narra cómo fueron supurativos una serie de obstáculos, sino la historia de esos
obstáculos que debían ser superados
Anna O., la paciente de Breuer, puso de relieve y superó ella misma el primero de
estos obstáculos: la amnesia característica del paciente histérico. Cuando se trajo a
la luz la existencia de esta amnesia, de inmediato se advirtió que el contenido
psíquico manifiesto de la paciente no lo era todo, que había detrás un contenido
psíquico inconsciente
Aquí de las relaciones personales entre Breuer y Freud, sobre las cuales Ernest
Jones se extendió en el primer volumen de su biografía, pero sí interesa analizar
brevemente sus divergencias científicas. Se hace franca mención de ellas en el
prólogo a la primera edición del libro, y en sus publicaciones posteriores Freud con
frecuencia las mostró mayores aún. No obstante, curiosamente, no resaltan en el
libro mismo; y aunque la «Comunicación preliminar» es la única parte de él que
señala expresamente la autoría conjunta de ambos, no es fácil atribuir con certeza a
uno o al otro la responsabilidad por el origen de las otras diversas partes que
componen la totalidad de la obra. Podemos, con toda seguridad, adjudicar a Freud
el desarrollo posterior de la técnica, así como los cardinales conceptos teóricos de
resistencia, defensa y represión, a que aquellos dieron lugar. Por las
puntualizaciones hechas, es fácil ver que estos conceptos fueron una consecuencia
del relevo de la hipnosis por la técnica de la presión sobre la frente. El propio Freud,
en su «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico»
La verdad es que, en 1895, Freud se hallaba a mitad de camino en su tránsito de las
explicaciones fisiológicas de los estados psicopatológicos a su elucidación
psicológica. Por una parte, proponía lo que en líneas generales se puede denominar
una explicación química de las neurosis «actuales» —neurastenia y neurosis de
angustia— (en sus dos trabajos sobre la neurosis de angustia, 1895 y 1895); por la
otra, una elucidación psicológica, en términos de «defensa» y de «represión», de la
histeria y las neurosis obsesivas (en sus dos trabajos sobre las neuropsicosis de
defensa, 1894<J y 1896¿). Su formación inicial y su carrera como neurólogo hacían
que se resistiese a aceptar como definitivas las explicaciones psicológicas, y estaba
empeñado en formular una complicada estructura de hipótesis que permitieran
describir los sucesos psíquicos en términos exclusivamente neurológicos. Este
intento culminó en el «Proyecto» y no mucho después fue abandonado; pero hasta
el fin de su vida Freud siguió sosteniendo la etiología química de las neurosis
«actuales» y creyendo que a la postre se descubriría el fundamento físico de todos
los fenómenos mentales. En el ínterin, sólo gradualmente llegó a adoptar la
concepción de Breuer en cuanto a que los procesos psíquicos debían tratarse en el
Lenguaje de la psicología, Sin embargo, la principal divergencia entre ambos sobre
la cual Freud insistió más adelante se refería al papel cumplido por las pulsiones
sexuales en la acusación de la histeria, aunque también en este caso la
manifestación de esa divergencia se hallará aquí menos nítida de lo que podría
esperar La creencia de Freud en el origen sexual.

Histeria puede inferirse con toda claridad de su capítulo sobre psicoterapia pero en
ningún lugar afirma, como lo haría luego, que en los casos de histeria hay
invariablemente presente una etiología sexual. Por otro lado, en varios puntos,
particularmente en el largo pasaje, Breuer destaca con la mayor fuerza la
importancia de la sexualidad en las neurosis; dice, verbigracia (ya lo hemos citado),
que «la pulsión sexual es por cierto la fuente más poderosa de aumentos de
excitación persistentes (y, como tal, de neurosis), y confirma que «en las mujeres
casadas la gran mayoría de las neurosis graves proviene del lecho conyugal»
Parecería que para encontrar una explicación satisfactoria sobre la disolución de
esta asociación científica entre Breuer y Freud tendríamos que buscar más allá de la
letra impresa. En sus cartas a Fliess, Freud nos presenta a Breuer como un hombre
lleno de dudas y reservas, siempre inseguro acerca de sus conclusiones. Un
ejemplo extremo de ello se encuentra en la carta del 8 de noviembre de 1895
(1950a, Carta 35), unos seis meses posterior a la publicación de los Estudios: «No
hace mucho, Breuer pronunció un gran discurso sobre mí en el {Colegio médico}
anunciando su conversión a la creencia en la etiología sexual [de las neurosis].
Cuando lo llevé a un lado para agradecerle, destruyó mi placer diciéndome: "De
todos modos, no creo en eso". ¿Puedes entenderlo? Yo no puedo». Algo de este
género puede leerse entre líneas en la contribución de Breuer a los Estudios; nos
formamos la imagen de un hombre a medias temeroso de sus propios notables
descubrimientos. Era inevitable que lo desconcertase más aún la premonición de
que habrían de sobrevenir descubrimientos todavía más inquietantes, y no lo era
menos que Freud se sintiera a su vez estorbado e irritado por las incómodas
vacilaciones de su compañero de trabajo.
Sería tedioso referirse a los numerosos pasajes en que Freud alude, en sus
posteriores escritos, a los Estudios sobre la histeria y a Breuer, pero unas pocas
citas ilustrarán cómo fue variando su actitud hacia ellos. En los abundantes
resúmenes de sus métodos terapéuticos y teorías psicológicas que publicó durante
los años
«El método catártico es el precursor inmediato del psicoanálisis, y pese a todas las
ampliaciones de la experiencia y las modificaciones de la teoría sigue contenido en
él como su núcleo». En su próxima recapitulación histórica
12 En verdad, en la cuarta de sus Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a),
AE, 11, pág. 36, afirma categóricamente que en la época de la publicación de los
Estudios todavía no creía que esto fuera asi.
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guieron inmediatamente a la aparición de los Estudios, se esforzó por poner de
relieve las diferencias entre el «psicoanálisis» y el niétodo catártico: las
innovaciones en la técnica, la extensión del procedimiento a otras neurosis además
de la histeria, el establecimiento del motivo de la «defensa», la insistencia en una
etiología sexual y, como vimos, la desestimación final de los «estados hipnoides». Al
llegar a la primera serie de obras fundamentales de Freud —los volúmenes sobre
los sueños (1900ÍZ), las operaciones fallidas (1901Í'), el chiste (1905c) y la
sexualidad (I905d)— casi no encontramos, naturalmente, material retrospectivo; y
hasta las cinco conferencias pronunciadas en la Clark University (1910a) no aparece
ninguna amplia reseña histórica. En estas conferencias, Freud parece ansioso por
dejar establecida la continuidad de su obra respecto de la de Breuer. Toda la
primera conferencia y gran parte de la segunda están dedicadas a una síntesis de
los Estudios, y la impresión que se obtiene es que no Freud, sino Breuer, había sido
el verdadero fundador del psicoanálisis. De Freud pareció apartarse una vez más
del trabajo conjunto: «Si lo expuesto hasta aquí ha despertado en el lector la
expectativa de que los Estudios sobre la histeria serían propiedad intelectual de B El
interés que en creciente medida despierta el psicoanálisis parece volcarse ahora
también a los Estudios sobre la histeria. En todo lo esencial de su contenido
material,

Prólogo a la primera edición


En 1893, en una «Comunicación preliminar»/ publicamos nuestras experiencias
sobre un nuevo método de exploración y tratamiento de fenómenos histéricos,
agregando allí, con la máxima concisión, las opiniones teóricas a que habíamos
arribado. Esa «Comunicación preliminar» se reimprime en este volumen, como la
tesis que es preciso ilustrar y demostrar. íloy la hacemos seguir por una serie de
observaciones clínicas, en cuya selección, por desdicha, no pudimos guiarnos
solamente por miramientos científicos. Nuestras experiencias provinieron de la
práctica particular en una clase • de la sociedad que es culta y lectora, y su
contenido muchas veces toca la vida y las peripecias más íntimas de nuestros
enfermos.

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