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PRESENTADO A
MARIO ALBERTO DIAZ RODRIGUEZ
Histeria puede inferirse con toda claridad de su capítulo sobre psicoterapia pero en
ningún lugar afirma, como lo haría luego, que en los casos de histeria hay
invariablemente presente una etiología sexual. Por otro lado, en varios puntos,
particularmente en el largo pasaje, Breuer destaca con la mayor fuerza la
importancia de la sexualidad en las neurosis; dice, verbigracia (ya lo hemos citado),
que «la pulsión sexual es por cierto la fuente más poderosa de aumentos de
excitación persistentes (y, como tal, de neurosis), y confirma que «en las mujeres
casadas la gran mayoría de las neurosis graves proviene del lecho conyugal»
Parecería que para encontrar una explicación satisfactoria sobre la disolución de
esta asociación científica entre Breuer y Freud tendríamos que buscar más allá de la
letra impresa. En sus cartas a Fliess, Freud nos presenta a Breuer como un hombre
lleno de dudas y reservas, siempre inseguro acerca de sus conclusiones. Un
ejemplo extremo de ello se encuentra en la carta del 8 de noviembre de 1895
(1950a, Carta 35), unos seis meses posterior a la publicación de los Estudios: «No
hace mucho, Breuer pronunció un gran discurso sobre mí en el {Colegio médico}
anunciando su conversión a la creencia en la etiología sexual [de las neurosis].
Cuando lo llevé a un lado para agradecerle, destruyó mi placer diciéndome: "De
todos modos, no creo en eso". ¿Puedes entenderlo? Yo no puedo». Algo de este
género puede leerse entre líneas en la contribución de Breuer a los Estudios; nos
formamos la imagen de un hombre a medias temeroso de sus propios notables
descubrimientos. Era inevitable que lo desconcertase más aún la premonición de
que habrían de sobrevenir descubrimientos todavía más inquietantes, y no lo era
menos que Freud se sintiera a su vez estorbado e irritado por las incómodas
vacilaciones de su compañero de trabajo.
Sería tedioso referirse a los numerosos pasajes en que Freud alude, en sus
posteriores escritos, a los Estudios sobre la histeria y a Breuer, pero unas pocas
citas ilustrarán cómo fue variando su actitud hacia ellos. En los abundantes
resúmenes de sus métodos terapéuticos y teorías psicológicas que publicó durante
los años
«El método catártico es el precursor inmediato del psicoanálisis, y pese a todas las
ampliaciones de la experiencia y las modificaciones de la teoría sigue contenido en
él como su núcleo». En su próxima recapitulación histórica
12 En verdad, en la cuarta de sus Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a),
AE, 11, pág. 36, afirma categóricamente que en la época de la publicación de los
Estudios todavía no creía que esto fuera asi.
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guieron inmediatamente a la aparición de los Estudios, se esforzó por poner de
relieve las diferencias entre el «psicoanálisis» y el niétodo catártico: las
innovaciones en la técnica, la extensión del procedimiento a otras neurosis además
de la histeria, el establecimiento del motivo de la «defensa», la insistencia en una
etiología sexual y, como vimos, la desestimación final de los «estados hipnoides». Al
llegar a la primera serie de obras fundamentales de Freud —los volúmenes sobre
los sueños (1900ÍZ), las operaciones fallidas (1901Í'), el chiste (1905c) y la
sexualidad (I905d)— casi no encontramos, naturalmente, material retrospectivo; y
hasta las cinco conferencias pronunciadas en la Clark University (1910a) no aparece
ninguna amplia reseña histórica. En estas conferencias, Freud parece ansioso por
dejar establecida la continuidad de su obra respecto de la de Breuer. Toda la
primera conferencia y gran parte de la segunda están dedicadas a una síntesis de
los Estudios, y la impresión que se obtiene es que no Freud, sino Breuer, había sido
el verdadero fundador del psicoanálisis. De Freud pareció apartarse una vez más
del trabajo conjunto: «Si lo expuesto hasta aquí ha despertado en el lector la
expectativa de que los Estudios sobre la histeria serían propiedad intelectual de B El
interés que en creciente medida despierta el psicoanálisis parece volcarse ahora
también a los Estudios sobre la histeria. En todo lo esencial de su contenido
material,