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Alianza Cym y Ab Simpson - Miguel A. Palomino
Alianza Cym y Ab Simpson - Miguel A. Palomino
B E N J A M Í N
S I M P S O N
A L I A N Z A
C R I S T I A N A
Y
M I S I O N E R A
Miguel
Ángel
Palomino1
CONTENIDO
1.
Los
primeros
años
de
A.B.
Simpson
.........................................................................................................
2
4. Pastorado en la Iglesia Presbiteriana de Nueva York (1879-‐1881) ................................ 5
1
El
Dr
Miguel
Ángel
Palomino
es
pastor
ordenado
de
la
Alianza
Cristiana
y
Misionera,
y
Alberto
Benjamín
Simpson
nació
el
15
de
Diciembre
de
1843
en
Canadá,
en
el
seno
de
una
fumilla
presbiteriana.
Desde
temprana
edad
su
salud
fue
quebrantada
por
diversas
enfermedades
que
en
más
de
una
ocasión
lo
pusieron
al
borde
de
la
muerte.
Estas
experiencias
él
las
tomó
como
pruebas
de
Dios
que
le
acompañaron
hasta
la
edad
de
los
17
años
que
fue
cuando
encontró
sanidad
completa,
y
tuvo
una
experiencia
renovada
con
el
Espíritu
Santo.
Más
tarde
él
tomaría
estos
dos
eventos
para
enfatizar
que
Cristo
sana
y
santifica
también.
Fue
a
los
17
años
que
decidió
confirmar
su
experiencia
espiritual
con
un
solemne
pacto
con
Dios.2
Simpson
separó
un
día
entero
de
ayuno
y
oración
y
al
final
de
éste
redactó
el
pacto,
lo
firmó
y
lo
selló.
Este
convenio
es
un
documento
extraordinario
producido
por
un
adolescente,
que
revela
profundamente
la
calidad
de
persona
que
era
Simpson.
El
pacto
muestra
una
especial
familiaridad
can
las
escrituras
para
un
joven
de
17
años,
y
evidencia
también
su
conocimiento
de
la
iglesia.
El
convenio
se
desarrolla
en
cerca
de
900
palabras
en
las
que
relata
un
día
de
servicio
en
la
iglesia
Presbiteriana,
un
domingo
en
la
mañana.
Es
un
solemne
y
hermoso
poema
donde
se
aprecia
las
enseñanzas
que
recibió
en
el
colegio,
su
pasión
por
el
estudio,
sus
votos
religiosos
y
sus
aventuras
espirituales.
Había
un
doble
propósito
guiándolo:
los
planes
de
Dios,
de
los
cuales
no
era
tan
consciente,
obrando
en
cada
circunstancia
providencial
en
su
vida,
y
su
firme
decisión
de
hacer
la
voluntad
de
Dios.
Bajo
su
apacible
apariencia
tenía
una
voluntad
de
hierro,
y
una
vez
que
fijó
su
llamado
al
ministerio,
lo
controló
y
dirigió
como
un
maestro
por
el
resto
de
su
vida.
Si
alguien
existió
sabiendo
para
qué
vivía,
ese
hombre
fue
Simpson.
Pronto
corrió
la
noticia
de
que
el
hijo
del
hermano
de
Simpson
había
sido
llamado
al
ministerio
en
Chantan,
en
el
condado
de
Kent
en
Ontario.
Simpson
también
quería
ser
ministro,
pero
desde
muy
joven
sabía
que
el
llamado
de
Dios
no
era
suficiente
para
entrar
al
pastorado,
tenía
que
pasar
por
otra
prueba
más:
la
de
ser
aprobado
por
la
iglesia
Presbiteriana
y
esa
aprobación
no
era
algo
fácil
de
obtener.
La
iglesia
Presbiteriana
de
entonces
había
construido
alrededor
de
su
púlpito
una
pared
tan
alta
que
tan
sólo
los
más
dotados
podían
aspirar
a
ella,
y
¿qué
podría
hacer
un
muchachito
de
campo
como
él?
En
el
2
Ver
el
pacto
al
final
de
este
documento.
2
otoño
del
siguiente
año,
faltando
dos
meses
para
su
décimo
octavo
cumpleaños,
se
presentó
junto
con
otros
candidato
ante
el
presbiterio
de
Londres
en
Ontario.
En
esa
época
se
exigía
a
los
ministros
protestantes
un
alto
estándar
de
requisitos
para
luego
ser
admitidos
en
el
Knox
College
en
Toronto,
que
también
era
un
seminario
bíblico.
Desde
el
primer
día
se
hizo
evidente
que
un
joven
de
capacidad
poco
frecuente
estaba
entre
ellos.
Cada
vez
que
Simpson
hablaba
las
miradas
de
todos
se
dirigían
a
él.
Hablar
le
resultaba
tan
fácil
como
lo
es
para
un
ave
el
cantar.
Era
orador
nato,
nunca
tuvo
que
aprender
cómo
hacerlo.
Los
amigos
de
su
pueblo
habían
escuchado
grandes
cosas
de
él
en
la
gran
ciudad,
y
se
encontraban
ansiosos
de
oírlo
predicar,
querían
oír
para
creer,
así
fue
y
arreglaron
todo
para
que
les
predicase
en
la
noche
de
navidad.
Es
difícil
lograr
aceptación
entre
tu
propia
gente,
pero
cuando
se
logra,
la
fama
corre
y
pronto
recibió
muchas
invitaciones
para
predicar
en
diversos
lugares.
De
vuelta
a
la
universidad,
Simpson
estudió
más
fuerte
aún
e
hizo
rápidos
progresos.
Se
encontraba
dotado
de
una
mente
superior
por
lo
que
se
daba
tiempo
para
aceptar
compromisos
para
predicar
durante
el
año
escolar,
lo
cual
también
le
ayudaba
financieramente.
Luego
de
graduarse
en
el
Knox
College
en
abril
de
1865
y
ser
aprobado
por
los
ancianos
de
la
iglesia
Presbiteriana
del
Canadá
en
Toronto,
Simpson
recibió
invitaciones
de
dos
iglesias
para
que
ser
pastor:
una
era
la
Iglesia
Knox
en
Hamilton,
Ontario;
iglesia
grande
con
20
años
de
existencia
en
donde
se
movía
mucho
dinero
y
que
gozaba
de
los
mejores
predicadores.
La
otra
era
la
Iglesia
de
Dundas,
iglesia
que
por
el
carácter
de
los
asistentes
no
exigiría
mucho
a
su
nuevo
pastor.
Su
gente
asistía
más
para
cumplir
con
un
deber
que
por
el
gusto
de
ser
hijos
de
Dios.
En
ese
tiempo
Simpson
contaba
con
21
años
de
edad
y
sin
experiencia
pastoral.
Tenía
que
tomar
una
decisión.
Simpson
pensaba:
el
pastorado
en
Dundas
no
me
va
a
exigir.
Será
fácil,
sin
retos
ni
desafíos.
No
tendré
que
esforzarme.
La
otra
es
grande
y
la
gente
acostumbrada
a
un
buen
pastor,
me
va
a
exigir.
Finalmente
se
decidió
por
la
iglesia
en
Hamilton,
y
fue
así
que
el
11
de
setiembre
de
1865
fue
instalado
como
pastor
de
la
iglesia
Knox,
y
al
día
siguiente
los
ancianos
le
impusieron
sus
manos
y
lo
ordenaron.
El
13
de
setiembre
del
mismo
año,
se
casó
con
Margaret
Henry
en
Toronto.
3
La
iglesia
Knox
había
tenido
buenos
predicadores
a
lo
largo
de
su
existencia,
aún
así
no
vio
que
Simpson,
con
sus
21
años,
fuera
inferior
a
ninguno
de
ellos.
Al
inicio
de
su
ministerio,
Simpson
no
puso
mucha
atención
a
la
“evangelización
masiva”,
al
punto
que
cuando
un
pastor
en
la
ciudad
de
Guelph
lo
invitó
para
tener
una
campaña
evangelística,
Simpson
no
aceptó
la
invitación
porque
creía
que
su
función
era
la
labor
pastoral
y
no
la
evangelización.
Fue
así
que
se
dedicó
íntegramente
a
su
trabajo
como
pastor.
Era
un
hombre
infatigable
y
no
supo
lo
que
era
tomarse
unas
vacaciones
en
los
primeros
cuatro
años
de
su
ministerio
en
Knox.
A
insistencia
de
la
iglesia
aceptó
cuatro
meses
de
vacaciones
en
Europa.
Este
viaje
le
abrió
nuevos
horizontes.
En
nueve
años
de
pastorado
en
esta
iglesia,
la
congregación
aumentó
su
membresía
en
750
nuevos
miembros.
Otro
logro
fue
cancelar
una
deuda
de
5.000
dólares,
dejando
a
la
iglesia
con
un
ingreso
de
50.000
dólares
al
año.
Luego
empezó
a
hacer
énfasis
en
el
campo
misionero,
y
en
su
último
año
hizo
que
la
iglesia
aportara
870
dólares
para
las
misiones.
Su
influencia
crecía
de
año
en
año,
llegando
a
ser
un
predicador
bastante
solicitado,
escritor
prolífico,
compositor
de
himnos,
pastor,
misiólogo
y
estadista
religioso.
Pero
sobre
todo
fue
un
defensor
del
Evangelio
puro,
e
infatigable
mensajero
de
Dios.
En
1873
fue
invitado
a
pastorear
la
Iglesia
de
Louisville
en
Kentucky,
Estados
Unidos,
y
aun
cuando
no
tenía
deseos
de
abandonar
el
pastorado
en
Hamilton,
guiado
por
el
Señor
aceptó
la
invitación
de
Louisville,
para
luego
de
un
tiempo
ir
a
pastorear
la
Iglesia
Presbiteriana
en
Nueva
York,
una
de
las
iglesias
más
grandes
y
de
mayor
influencia
en
aquella
ciudad.
Simpson
comenzó
su
ministerio
en
Louisville
en
enero
de
1874.
Esta
iglesia
pertenecía
a
la
iglesia
Presbiteriana
del
Norte.
El
Sur
y
el
Norte
continuaban
en
guerra
civil,
y
cuando
Simpson
llegó
a
Chestnut
comprendió
que
había
sido
invitado
allí
porque
era
canadiense
y,
por
lo
tanto,
neutral.
Al
poco
tiempo
inició
una
campaña
de
reconciliación
llamando
a
los
pastores
de
las
diferentes
denominaciones
a
una
reunión
en
su
iglesia,
donde
les
expuso
su
plan,
clamando
de
rodillas
para
que
Dios
reavivara
a
Su
Iglesia.
Al
finalizar
estas
reuniones,
muchos
estaban
listos
a
terminar
la
guerra
y
ganar
gente
para
Cristo.
4
Church,
la
iglesia
que
él
pastoreaba
y
participó
activamente
en
esta
campaña
de
avivamiento.
El
éxito
de
la
campaña
fue
una
revelación
para
Simpson,
quien
hasta
entonces
sólo
era
un
hombre
de
iglesia
local.
Comprendió
que
las
personas
son
más
importantes
para
Dios
que
las
formas
y
programas.
Luego
de
esto
Simpson
nunca
más
volvió
a
ser
el
mismo.
Se
convirtió
en
un
evangelista
masivo,
sin
embargo
se
dio
cuenta
que
necesitaba
más
preparación
espiritual
antes
de
cumplir
su
sueño
de
evangelizar
el
mundo.
El
notó
que
estaba
trabajando
arduamente
pero
sin
la
llenura
del
Espíritu
Santo.
Este
hecho
lo
llevó
a
buscar
a
un
mayor
del
Ejército
de
Salvación
llamado
Whittle,
quien
le
hizo
comprender
que
había
orgullo
en
su
vida
y
poco
del
poder
de
Cristo.
Es
así
que
Simpson
comprendió
que
tenía
que
morir
a
su
viejo
hombre.
Dios
aceptó
su
ofrenda
y
desde
ese
momento
su
vida
se
transformó
y
desde
entonces
vivió
una
vida
consagrada,
crucificada
y
dedicada
a
Cristo.
El
corazón
de
Simpson
estaba
ahora
en
la
evangelización,
y
nada
pararía
este
trabajo
que
había
iniciado.
Continuó
predicando
los
domingos
en
el
salón
principal
de
la
biblioteca
pública,
en
el
esfuerzo
evangelístico
unido
de
todas
las
iglesias.
Predicaba
con
ternura
y
gracia,
hablando
a
los
corazones
de
la
gente
y
diciéndoles
que
Dios
les
amaba,
que
Cristo
había
muerto
por
ellos
y
que
ahora
los
invitaba
a
regresar
a
su
casa,
sin
demora.
Las
reuniones
dominicales
siguieron
y
cada
sermón
suyo
se
publicó
en
los
periódicos
de
Louisvilie.
No
había
problemas
para
llenar
el
local,
el
problema
más
bien
era
otro
pues
no
había
espacio
para
acomodar
a
tanta
gente.
Simpson
se
ha
convertido
en
un
predicador
de
masas
muy
querido
y
respetado
por
todos.
Luego
de
pocos
años
de
trabajar
en
Louisville,
Simpson
aceptó
hacerse
cargo
de
la
iglesia
presbiteriana
de
la
calle
13
en
Nueva
York
(noviembre
1879),
una
congregación
antigua
y
distinguida
de
la
ciudad,
cuyos
miembros
eran
de
una
clase
social
acomodada.
Tan
pronto
tomó
el
pastorado,
Simpson
empezó
un
esfuerzo
evangelístico
para
alcanzar
a
la
gente
del
vecindario.
Sus
reuniones
al
aire
libre,
tanto
en
las
calles
como
en
el
puerto
de
la
ciudad,
dieron
como
resultado
que
cientos
de
inmigrantes
europeos
hicieran
decisión
de
fe,
pero
la
iglesia
no
estaba
muy
feliz
con
este
énfasis
evangelístico
lo
que
se
manifestó
visiblemente
en
su
rechazo
de
aceptar
como
miembros
a
más
de
100
italianos
que
acababan
de
5
convertirse.
Este
conflicto
puso
a
Simpson
en
una
disyuntiva,
al
punto
que
una
noche
del
verano
de
1881,
mientras
participaba
de
un
retiro
espiritual
fuera
de
la
ciudad,
escribió
en
su
diario
esta
oración:
“Dios,
levanta
un
gran
movimiento
misionero
que
pueda
evangelizar
a
la
gente
de
América
y
de
otras
partes
del
mundo.”
A
su
regreso,
renunció
al
pastorado
de
la
calle
13
y
las
buenas
remuneraciones
que
recibía,
y
decidió
empezar
una
obra
entre
los
pobres
de
la
ciudad
sin
tener
el
apoyo
de
nadie,
excepto
de
su
familia
y
unos
pocos
amigos.
Para
ese
tiempo
una
ola
grande
de
inmigrantes
de
Alemania,
Irlanda,
Inglaterra,
Suecia
e
Italia
había
llegado
a
través
de
la
Isla
Ellis
que
era
el
puerto
de
entrada
al
país.
Solo
en
la
década
de
1880,
5,246,613
de
personas
habían
pasado
por
ese
puerto,
constituyéndose
en
el
grupo
más
grande
de
inmigrantes
en
la
historia
del
país.
Enfrentar
este
desafío
no
era
fácil
y
la
iglesia
en
la
ciudad
de
Nueva
York
era
débil.
Simpson
se
dirigió
a
las
480
iglesias
evangélicas
que
habían
en
la
ciudad,
con
una
membresía
aproximada
de
80,000
personas,
a
quienes
les
dijo
que
la
iglesia
estaba
más
preocupada
en
estrategias,
bonitos
sermones,
decoraciones
suntuosas,
y
gustos
personales
que
en
el
destino
de
cientos
de
miles
de
hombres
y
mujeres
que
no
tenían
a
Cristo.
En
este
discurso
pronunciado
en
enero
de
1882,
Simpson
les
recordó
que
mientras
la
ciudad
había
crecido
en
varios
miles
en
los
últimos
5
años,
en
ese
mismo
periodo
ninguna
iglesia
se
había
abierto
en
Nueva
York.
"¿Que
han
estado
haciendo
las
iglesias
en
estos
5
años?",
les
preguntó.
Dos
años
después
de
estar
trabajando
en
Nueva
York,
Simpson
decía:
"las
ciudades
controlan
la
vida
de
este
mundo,
y
Dios
nos
tiene
aquí
predicando
el
evangelio,
trabajando
desde
el
medio
del
globo
hasta
llenar
toda
la
circunferencia."
El
10
de
febrero
de
1882,
A.
B.
Simpson
y
34
otras
personas
comenzaron
la
iglesia
Gospel
Tabernacle
(el
Tabernáculo
del
Evangelio),
comprometiéndose
así
a
alcanzar
a
los
perdidos
con
fe
y
sacrificio.
Al
cabo
de
un
año
su
membresía
alcanzaba
217
personas
y
sus
cultos
dominicales
congregaban
cerca
de
700
personas.
6
auxilio
para
mujeres
solas,
asilos,
orfanatorios,
y
seguían
trabajando
con
los
inmigrantes
europeos.
En
otras
palabras,
el
trabajo
de
estas
instituciones
caritativas
era
tan
extenso
que
el
propio
Simpson
desconocía
el
alcance
de
la
Alianza
en
ellas.
Desde
un
comienzo
Simpson
insistió
en
una
vida
cristiana
profunda,
en
la
evangelización
de
las
clases
más
necesitadas,
y
en
el
Evangelio
Cuádruple:
Cristo
salva,
santifica,
sana
y
viene
otra
vez.
Indudablemente
el
trabajo
de
Simpson
no
se
dio
en
el
vacío,
sino
que
obedeció
a
una
serie
de
factores
que
fueron
sucediendo
de
acuerdo
a
los
designios
de
Dios.
En
los
últimos
50
años
del
siglo
XIX
se
había
producido
en
los
Estados
Unidos
un
fervor
religiosos
como
nunca
antes
se
había
visto.
El
avivamiento
de
1859
había
reavivado
a
las
iglesias
y
miles
se
habían
convertido
a
Cristo.
Como
resultado,
cinco
movimientos
interdenominacionales
habían
nacido
en
ese
periodo.
El
primero
promocionó
el
evangelismo
masivo.
El
segundo
tuvo
que
ver
con
la
santidad
de
la
vida.
El
tercero
enfatizó
la
práctica
bíblica
del
ungimiento
con
aceite
para
sanidad
física.
El
cuarto
señaló
el
retorno
personal,
inminente
y
premilenial
de
Jesucristo.
Y
el
quinto
recordó
a
la
iglesia
la
tarea
dada
por
el
Señor
de
evangelizar
el
mundo
entero.3
En
1887,
se
fusionan
las
dos
sociedades
que
Simpson
había
formado,
la
Alianza
Cristiana
y
la
Alianza
Misionera
Evangélica,
para
dar
lugar
a
la
Alianza
Cristiana
y
Misionera
que
se
estableció
como
una
sociedad
misionera,
permaneciendo
así
hasta
1974
cuando
se
convirtió
en
una
denominación.
Los
rasgos
de
los
movimientos
de
esa
época
parecieron
converger
en
la
recién
nacida
iglesia
aliancista,
de
tal
modo
que
la
ACM
fue
vista
no
como
un
movimiento
aislado,
sino
vinculado
a
ese
fervor
religioso.
La
característica
del
Gospel
Tabernacle
fue
su
forma
especial
de
evangelización.
Los
creyentes
predicaban
en
aires
libres,
cárceles,
hospitales,
evangelizaban
a
los
trabajadores
del
puerto,
y
aprovechaban
cualquier
puerta
que
se
les
abría
para
compartir
la
Palabra
del
Señor.
Era
una
iglesia
tan
activa
y
viva
a
la
vez,
que
A.W.
Tozer
escribió
de
ella:
“Es
como
si
una
piedra
ardiente
de
poder
haya
sido
3
“Spiritual
Roots”,
en
Historical
Series
No
1.
Publicado
por
la
oficina
de
la
Christian
&
7
introducida
en
el
centro
de
Nueva
York,
irradiando
calor
y
luz
en
todas
direcciones.”4
Este
celo
evangelístico
y
misionero
acompañó
a
Simpson
hasta
el
día
de
su
muerte,
el
29
de
octubre
de
1919
a
la
edad
de
74
años.
Lo
que
caracterizó
a
Simpson
fue
su
vida
piadosa
y
hasta
un
tanto
mística
como
resultado
de
su
propia
formación
presbiteriana
tal
como
lo
vimos
anteriormente.
En
verdad,
muchos
de
los
predicadores
de
su
época
fueron
así.
Pero
hubo
un
hombre
que
influyó
notablemente
en
su
vida
prácticamente
desde
que
él
se
convirtiera
a
Cristo
en
1858.
Nos
referimos
a
William
E.
Boardman,
el
líder
del
movimiento
de
Higher
Life
que
había
impactado
tanto
a
Inglaterra
como
los
Estados
Unidos.
Su
libro,
The
Higher
Christian
Life
(La
Vida
Cristiana
Superior),
fue
una
de
las
lecturas
preferidas
del
fundador
de
la
Alianza
desde
sus
años
de
adolescencia.
Y
ahora,
en
la
cúspide
de
su
ministerio,
Simpson
se
había
convertido
en
el
vocero
de
algunos
de
los
temas
que
Boardman
había
desarrollado
a
lo
largo
de
su
ministerio.
1. Una
crítica
al
naturalismo
persuasivo
de
su
época,
que
necesitaba
ser
contrarrestada
con
un
avivamiento
sobrenatural
del
cristianismo.
2. Una
nueva
interpretación
de
la
historia
de
la
iglesia
que
refutara
la
teoría
de
la
no
vigencia
de
los
dones
espirituales.
3. Un análisis de las deficiencias doctrinales y experiencias de la reforma protestante.
4
“Format
for
Ministry”,
en
Historical
Series
N
2.
5 Toda esta sección se ha tomado de Charles W. Nienkirchen, A.B. Simpson and the
8
4. Un
juicio
a
las
iglesias
establecidas
por
ignorar
y
rechazar
el
poder
apostólico
del
Espíritu
Santo.
7. El
uso
intercambiable
de
los
numerosos
términos
y
expresiones
que
son
sinónimos
del
bautismo
del
Espíritu
Santo.
8. La
vida
llena
del
Espíritu
caracterizada
por
tener
aspectos
de
crisis
y
a
la
vez
de
un
proceso
también.
9. La
importancia
de
aferrarse
a
Cristo
como
el
medio
para
mantener
una
vida
llena
del
Espíritu.
11. Una
exégesis
de
Romanos
8
y
9
como
base
para
hacer
una
distinción
entre
los
creyentes
que
son
bautizados
en
el
Espíritu,
y
los
que
son
simplemente
convertidos.
13. Apoyo a la doctrina, experiencia, y métodos para recibir la sanidad divina.
14. Una identificación total con el ministerio de “fe radical”.
A
fines
de
la
década
de
1890,
Simpson
acuñó
una
frase
que
se
convertiría
en
el
sello
de
su
ministerio:
el
Evangelio
cuádruple.
Algunos
pensaron
que
se
refería
a
los
cuatro
evangelios
del
Nuevo
Testamento,
pero
de
lo
que
Simpson
estaba
hablando
era
de
la
suficiencia
de
Cristo
para
satisfacer
todas
las
necesidades
del
ser
humano:
Cristo
nuestro
Salvador,
Cristo
nuestro
Santificador,
Cristo
nuestro
Sanador
y
Cristo
nuestro
Rey
que
viene.
En
ninguna
manera
el
Evangelio
cuádruple
limita
el
evangelio
del
Señor.
Más
bien,
estos
cuatro
mensajes
“resumen
en
forma
concisa
las
bendiciones
que
Cristo
ofrece
y
que
es
9
indispensable
que
los
cristianos
recalquen
hoy.”6
Esta
declaración
pertenece
a
Simpson,
quien
las
experimentó
en
su
propia
vida
y
luego
las
proclamó
con
fuerza
y
convicción
desde
el
comienzo
de
su
ministerio.
CRISTO
SALVA
La
salvación
en
Cristo
es
lo
mejor
que
le
puede
suceder
a
una
persona
durante
su
vida.
Este
era
el
sentir
de
Simpson
cuando
declaró
que
Cristo
es
nuestro
Salvador.
La
salvación,
en
este
sentido,
entre
muchas
otras
cosas
nos
libra
de
la
ira
de
Dios,
nos
quita
las
culpas
del
pecado,
y
nos
libra
de
la
muerte
eterna.
De
ahí
que
el
Evangelio
es
llamado
“buenas
nuevas”
por
todas
las
bondades
que
trae.
La
salvación
sólo
puede
ser
efectuada
por
Cristo.
Nadie
más
está
capacitado
ni
en
condiciones
de
salvar
a
los
seres
humanos
de
sus
pecados
(Hech.4:12).
Todos
están
invitados
a
recibir
este
don
siempre
y
cuando
estén
dispuestos
a
reconocer
que
necesitan
la
salvación,
a
arrepentirse
de
sus
pecados,
a
aceptar
por
fe
a
Jesucristo
como
su
salvador
personal,
a
confesar
a
Cristo
como
su
Señor
(Rom.10:9)
y
a
permanecer
en
él
en
un
discipulado
activo
(Lc.9:23,24).
Por
su
tradición
reformada,
la
ACM
no
discute
si
la
salvación
se
pierde
o
no.
Simpson
no
lo
mencionó,
ni
tampoco
ha
sido
una
preocupación
traerlo
al
debate.
De
hecho,
para
la
Alianza
la
salvación
es
una
gracia
que
se
recibe
de
una
vez
y
para
siempre,
la
cual
tendrá
su
manifestación
final
en
el
día
del
Señor.
De
otro
lado,
la
Alianza
no
acepta
la
doctrina
del
universalismo,
es
decir,
aquella
afirmación
que
dice
que
todo
el
mundo
es
salvo
automáticamente
por
la
obra
de
Jesucristo,
sin
que
ello
implique
una
respuesta
y
decisión
por
parte
del
ser
humano.
Creemos
con
Simpson
que
toda
persona
para
ser
salva
debe
responder
afirmativamente
al
Señor.
Esto
significará
quebrantamiento,
arrepentimiento
y
sumisión.
Sin
esto,
la
obra
de
Cristo
no
afecta
al
individuo.
Para
el
contexto
latinoamericano
se
debe
tener
en
cuenta
dos
aspectos
más
que
Simpson
no
menciona.
El
primer
aspecto
tiene
que
ver
con
la
demanda
del
evangelio
de
la
salvación.
Si
bien
Jesucristo
invitó
a
todos
a
venir
libremente
a
él
(Mt.11:28),
también
es
cierto
que
hizo
algunas
demandas
que
no
se
pueden
pasar
por
alto
(Lc.9:62;
Mat.7:21).
Esto
es
importante
6
A.B.
Simpson,
El
Evangelio
Cuádruple.
Harrisburgh:
Christian
Publications,
Inc.
1979.
Pág.
7.
10
en
nuestro
contexto
porque
la
gente
está
acostumbrada
sólo
a
recibir
y
más
ahora
cuando
la
teología
de
la
prosperidad
parecería
que
ha
sentado
sus
raíces
en
nuestro
continente.
Una
vez
que
una
persona
se
convierte,
debe
aprender
que
la
vida
cristiana
es
más
que
pedir
milagros
o
bendiciones
al
Señor;
el
evangelio
también
demanda
sacrificio
y
sobre
todo
santidad
en
conducta
y
forma
de
vida.
El
evangelio
fácil
sólo
producirá
cristianos
mediocres
y
falsas
conversiones
que
apartarán
aún
más
a
la
gente
del
verdadero
significado
de
la
salvación.
El
segundo
aspecto
tiene
que
ver
con
el
propósito
de
la
salvación.
Muy
a
menudo
sucede
que
las
personas
que
se
convierten
ignoran
para
qué
han
sido
salvados
y
piensan
que
ser
salvo
es
igual
a
ser
evangélico
y
que
ahora
se
irán
al
cielo.
Desconocen
que
el
Señor
los
ha
salvado
para
ser
un
pueblo
especial,
y
para
que
anuncien
las
virtudes
de
Jesucristo
a
aquellos
que
aún
no
conocen
el
Evangelio
(1Ped.2:9).
Jesucristo
nos
ha
salvado
para
adorarle
y
servirle
todos
los
días
de
nuestra
vida.
CRISTO
SANTIFICA
Para
el
fundador
de
la
Alianza,
la
santificación
no
es
regeneración
ni
auto-‐perfección
ni
tampoco
un
estado
emotivo.
Es
simplemente
separación
del
pecado
que
va
conformando
al
creyente
a
la
semejanza
de
Cristo.
Tanto
en
América
Latina
como
en
otras
partes
del
mundo
este
tema
ha
sido
punto
de
controversia
y
hasta
motivo
de
división
de
iglesias.
La
verdad
es
que
en
muchos
casos
ha
causado
desunión
y
ha
impedido
que
los
creyentes
disfruten
de
una
vida
santificada
y
victoriosa.
Al
enfatizar
una
verdad
como
ésta,
será
conveniente
dejar
en
claro
tres
aspectos
que
ayudarán
a
señalar
la
naturaleza
de
la
santificación.
7
Harry
M.
Shuman,
“The
Founder
of
the
Alliance”,
en
The
Alliance
Witness,
21
de
mayo,
1986.
Pág. 24.
11
Primero,
este
acto
tiene
que
ver
con
una
vida
consagrada
y
controlada
por
Dios
antes
que
con
experiencias
extáticas
y
emotivas
que
pueden
ser
originales,
pero
no
necesarias.
La
santificación,
pues,
tiene
que
entenderse
en
relación
con
Efesios
5:18,
“sed
llenos
del
Espíritu
Santo”,
porque
es
el
Espíritu
de
Dios
quien
debe
controlar
la
vida
del
cristiano.
Visto
así,
la
santificación
se
convierte
en
un
mandato
apostólico
y
no
en
una
opción;
en
algo
para
obedecer
y
no
para
discutir.
CRISTO
SANA
La
sanidad
divina
es
el
tercer
énfasis
del
Evangelio
Cuádruple.
Aquí
se
habla
del
poder
sobrenatural
de
Dios
para
restablecer
la
salud
de
un
enfermo.
Esta
experiencia
es
parte
de
la
obra
redentora
del
Señor
Jesucristo
pues
“El
mismo
tomó
nuestras
enfermedades,
y
llevó
nuestras
dolencias”
(Mt.8:17).
Por
tanto,
aquí
no
entra
poder
humano
alguno,
y
esta
gracia
sigue
vigente
hasta
el
día
de
hoy
porque
Cristo
no
cambia,
él
es
el
mismo
siempre
(Heb.13:8).
Lamentablemente,
en
los
países
latinoamericanos
esta
práctica
bíblica
se
ha
distorsionado
un
tanto.
Muchos
predicadores
y
sanadores
divinos
que
vemos
en
nuestras
tierras,
confunden
a
la
gente
con
prácticas
y
enseñanzas
que
poco
y
nada
tienen
que
ver
con
lo
revelado
en
las
Escrituras.
Por
ejemplo,
se
publicitan
“festivales
de
milagros”,
donde
el
predicador
hace
un
espectáculo
de
la
sanidad
divina.
También
están
aquellos
que
sólo
se
12
especializan
en
“sanar”
ciertas
enfermedades,
como
el
cáncer,
úlceras
y
otras.
Y
ahora
último
están
llamando
la
atención
aquellos
“sanadores”
que
cierran
sus
ojos
y
van
adivinando
qué
enfermedades
el
Señor
va
a
sanar
de
en
medio
de
la
multitud.
Sin
duda,
ninguna
de
estas
prácticas
tiene
una
base
bíblica
seria
como
para
ser
tomada
en
cuenta.
En
el
caso
de
los
“festivales”,
recordemos
que
Dios
no
está
interesado
en
entretener
a
la
gente.
El
no
es
un
artista
de
circo
ni
mucho
menos.
Dios
se
merece
respeto.
El
caso
de
los
“especialistas”
es
insostenible
porque
la
Palabra
habla
de
“dones
de
sanidades”
(1Cor.12:9),
lo
cual
implica
un
don
no
limitado
a
ciertos
males
solamente,
sino
a
todos
en
general.
En
el
caso
de
los
“adivinadores”,
se
torna
ridículo
porque
Dios
no
es
un
Dios
de
fantasías
ni
de
magia.
El
es
Señor
todopoderoso
que
no
necesita
anunciadores
para
otorgar
la
sanidad.
Conociendo
estas
tendencias,
además
de
algunas
otras
prácticas
no
cristianas
que
siempre
son
una
tentación
para
los
creyentes,
sería
bueno
notar
que
la
sanidad
divina
no
es
sanidad
médica.
Es
decir,
la
sanidad
de
Dios
no
se
consigue
por
medio
de
medicinas
ni
intervenciones
quirúrgicas.
No
es
tomar
una
pastilla
en
el
nombre
del
Señor.
La
pastilla
hace
su
efecto
y
Dios
la
puede
usar,
sin
duda,
para
nuestro
restablecimiento,
pero
no
es
sanidad
divina.
Tampoco
es
recurrir
a
hierbas
o
a
la
medicina
folklórica
en
el
nombre
de
Dios.
Todo
esto
podemos
usar,
pero
sanidad
divina
es
cuando
el
Señor,
sin
necesidad
de
esos
medios
humanos,
obra
de
una
manera
milagrosa
en
el
cuerpo
debilitado
y
enfermo
de
una
persona.
Algo
más
que
debemos
decir
aquí
tiene
que
ver
con
la
disposición
de
la
persona
que
quiere
recibir
el
milagro.
La
sanidad
divina
requiere
la
fe
del
individuo.
El
creyente
tiene
que
ser
consciente
de
ello
si
no
quiere
cometer
una
imprudencia.
Se
han
visto
casos
de
personas
que
no
han
querido
ir
a
un
médico
por
considerarlo
pecaminoso,
y
más
bien
se
han
aferrado
a
una
"fe"
que
no
es
bíblica
poniendo
en
riesgo
sus
vidas.
Ciertamente,
pueden
haber
muchas
razones
para
ello,
pero
sólo
el
enfermo
sabe
si
en
verdad
su
fe
le
hará
permanecer
confiado
en
el
Señor
hasta
el
final.
Por
no
saber
discernir
bien
este
asunto
muchas
personas
han
muerto,
y
esto
ha
sido
de
mal
testimonio
para
sus
familiares
inconversos,
y
de
tropiezo
para
creyentes
nuevos
en
el
Señor.
13
tendremos
allá
porque
son
las
arras
“de
nuestra
herencia,
hasta
la
redención
de
la
posesión
adquirida”
(Ef.1:14).
Al
hablar
del
retorno
de
Cristo,
Simpson
pensaba
en
un
regreso
premilenial
e
inminente,
a
la
vez
que
personal.
Para
él,
los
acontecimientos
se
sucederían
en
este
orden:
arrebatamiento
de
la
iglesia,
segunda
venida,
y
milenio.
De
esta
manera
la
Alianza
seguía
la
línea
escatológica
imperante
en
sus
días,
y
se
ubicaba
dentro
de
los
grupos
protestantes
con
énfasis
misionero.
Si
pensamos
en
América
Latina,
notaremos
que
esta
forma
de
ver
el
retorno
de
Jesucristo
es
la
más
popular
y
la
que,
lamentablemente,
más
se
presta
para
hacer
todo
tipo
de
especulaciones
apocalípticas.
Si
bien
es
cierto
que
esta
escatología
motiva
a
una
evangelización
agresiva
por
la
urgencia
de
“acelerar”
la
venida
del
Señor,
también
es
cierto
que
la
misma
produce
una
visión
distorsionada
del
mundo,
y
de
nuestra
responsabilidad
como
ciudadanos
de
la
tierra.
El
premilenialismo
cree
que
la
única
solución
a
los
males
del
mundo
es
el
retorno
de
Cristo
y
la
instauración
del
milenio.
En
este
sentido,
los
creyentes
piensan
que
es
inútil
hacer
algo
por
nuestra
sociedad
y
nuestro
planeta
ya
que
todo
está
corrupto
y
pronto
va
a
destruirse.
El
resultado
de
una
cosmovisión
así
es
la
apatía,
desidia,
y
las
pocas
ganas
de
trabajar
y
mejorar
aunque
sea
un
poco
el
mundo
en
que
vivimos.
Los
creyentes
sólo
viven
pensando
en
el
cielo
y
hacen
poco
o
nada
por
mejorar
la
situación
aquí
en
la
tierra.
Naturalmente,
esta
situación
es
peligrosa
para
nuestro
continente
porque
las
necesidades
que
enfrentamos
exigen
una
participación
comprometida
de
todos
con
el
fin
de
superar
la
crisis
en
la
que
nos
encontramos.
Si
las
iglesias
cierran
sus
puertas
a
esta
posibilidad,
entonces
pierden
la
oportunidad
de
presentar
fielmente
a
ese
Señor
que
está
pronto
a
venir.
14
B IBLIOGRAFÍA
SOBRE
A.
B.
S IMPSON
Antes
de
hacer
una
bibliografía
sobre
A.
B.
Simpson,
será
bueno
recordar
que
él
fue
un
prolífico
autor,
cuyas
obras
no
sólo
se
imprimieron
cuando
todavía
estaba
vivo,
sino
también
después
de
su
muerte
en
1919.
En
total,
Simpson
escribió
más
de
100
libros,
de
los
cuales
41
todavía
siguen
circulando
a
través
de
distintas
casas
publicadoras
en
diferentes
idiomas
alrededor
del
mundo.
Aparte
de
libros,
Simpson
también
escribió
cientos
de
artículos
para
las
revistas
oficiales
de
la
ACM
y
otras
más,
además
de
folletos,
poemas
e
himnos,
algunos
de
los
cuales
todavía
se
cantan
en
el
día
de
hoy.
A
partir
de
la
década
de
1980
la
Editorial
CLIE,
en
Terrassa,
Barcelona,
empezó
a
publicar
las
obras
de
Simpson
en
un
intento
por
dar
a
conocer
al
mundo
de
habla
hispana
a
este
gran
autor.
A
la
fecha,
CLIE
ya
ha
publicado
más
de
20
de
sus
libros,
donde
destacan
algunos
que
la
Editorial
Alianza
nunca
había
publicado,
como:
Mensajes
Misioneros,
Mensajes
de
Amor,
Los
Nombres
de
Jesús,
La
Cruz
de
Cristo,
Jesús
en
los
Salmos,
y
algunos
otros
más.
En
su
serie,
Cristo
en
la
Biblia,
CLIE
también
ha
publicado
otros
libros
que
la
Editorial
Alianza
ya
había
publicado.
De
esta
manera,
esta
casa
publicadora
ha
contribuido
grandemente
en
este
esfuerzo
por
redescubrir
a
este
hombre
que
no
sólo
fue
de
bendición
dentro
de
la
ACM,
sino
también
en
otras
denominaciones.
15
norteamericana,
especialmente
en
Nueva
York
entre
las
clases
marginadas
y
más
necesitadas
de
esa
gran
ciudad.
En
1986
aparecieron
dos
libros
casi
simultáneamente
con
motivo
del
centenario
de
la
Alianza.
Uno
fue
All
for
Jesús
(Todo
por
Jesús),
donde
los
autores
aliancistas
Robert
Niklaus
(periodista),
John
Sawin
(historiador)
y
Samuel
Stoesz
(teólogo),
estudian
los
comienzos
de
la
ACM
de
manera
profunda,
interpretando
a
su
vez
las
repercusiones
que
Simpson
y
su
iglesia
tuvieron
en
sus
días.
Este
libro
casi
se
ha
convertido
en
el
texto
oficial
sobre
la
vida
de
Simpson
y
los
comienzos
de
las
ACM.
Hay
una
versión
es
castellano
que
se
publicó
en
el
2005,
Todo
para
Jesús,
que
difícilmente
se
encuentra
en
las
librerías.
El
otro
libro
apareció
en
el
Canadá
editado
por
los
profesores
del
Canadian
Theological
Seminary,
el
seminario
de
la
ACM,
David
Hartzeld
y
Charles
Nienkirchen,
bajo
el
título
de
The
Birth
of
a
Vision
(El
nacimiento
de
una
visión).
Este
libro,
que
es
una
serie
de
ensayos,
quizás
es
el
primer
intento
por
interpretar
la
teología
del
fundador
de
la
Alianza.
Por
su
parte,
Samuel
J.
Stoez
publicó
en
1992,
Sanctification,
and
Alliance
Distinctive
(Santificación,
un
distintivo
aliancista).
Aquí
el
autor
hace
una
revisión
y
actualización
de
una
parte
del
Evangelio
Cuádruple,
Cristo
nuestro
Santificador,
haciendo
una
clara
distinción
de
la
perspectiva
aliancista
sobre
la
santificación
en
relación
con
otros
puntos
de
vista.
En
ese
mismo
año,
el
teólogo
pentecostal
Charles
Nienkirchen
publicó
el
interesante
libro
A.
B.
Simpson
and
the
Pentecostal
Movement
(A.
B.
Simpson
y
el
movimiento
pentecostal),
donde
analiza
la
influencia
de
Simpson
en
los
inicios
del
pentecostalismo.
Aquí
vale
la
pena
aclarar
que
Nienkirchen
desarrolla
este
tema
con
objetividad
pero
también
desde
la
óptica
pentecostal,
que
siempre
ha
considerado
a
Simpson
como
uno
de
sus
precursores.
En
1993,
Richard
Gilbertson,
misionero
canadiense
aliancista,
publicó
The
Baptism
of
the
Holy
Spirit
(El
bautismo
del
Espíritu
Santo),
donde
analiza
con
profundidad
la
postura
de
Simpson
y
algunos
de
sus
contemporáneos
respecto
al
tema
sobre
el
bautismo
del
Espíritu.
Por
este
trabajo
Gilbertson
ganó
el
Premio
Pardington
1991,
otorgado
por
Christian
Publications
al
mejor
libro
teológico.
El
1994
apareció
una
obra
sobre
Simpson
escrita
por
Daniel
J.
Evearitt,
profesor
de
Toccoa
Falls
College,
bajo
el
título
de
Body
and
Soul,
Evangelism
and
the
Social
Concern
of
A.
B.
Simpson
(Cuerpo
y
alma,
Evangelización
y
preocupación
social
de
A.
B.
Simpson).
Aquí
el
autor
presenta
la
manera
equilibrada
en
que
Simpson
manejó
el
trabajo
de
evangelización
con
la
labor
social
de
su
iglesia.
Evearitt
presenta
a
Simpson
como
el
hombre
de
un
celo
evangelístico
impresionante,
pero
a
la
vez
la
persona
con
un
corazón
misericordioso
para
16
los
necesitados.
Este
libro
es
útil
para
entender
cuál
fue
la
visión
del
fundador
de
la
ACM
y
cuál
debería
ser
nuestra
tarea
como
recipientes
de
la
herencia
aliancista.
En
el
año
2009,
Bernie
A.
van
de
Walle,
profesor
de
teología
en
Ambrose
University
College
and
Seminary,
en
Calgary,
Canadá,
publicó
The
Heart
of
the
Gospel.
A.B.Simpson,
the
Fourfold
Gospel,
and
Late
Nineteenth
Century
Evangelical
Theology
(El
corazón
del
evangeliio.
A.B.
Simpson,
el
Evangelio
cuádruple,
y
la
teología
evangélica
de
fines
del
siglo
XIX).
En
esta
obra
el
autor
analiza
la
postura
teológica
de
Simpson
en
el
contexto
de
todas
las
corrientes
doctrinales
que
se
dieron
a
fines
del
siglo
19
y
comienzos
del
20.
17
U N
SOLEMNE
CONVENIO
Oh,
Dios,
Eterno
y
Poderoso,
Gobernador
de
todo
el
universo.
Tú
que
has
creado
este
mundo
y
a
mí
(tu
criatura
en
ello);
Tú
que
estás
en
todo
lugar
contemplando
lo
bueno
y
malo,
y
que
me
ves
en
este
momento
y
conoces
todos
mis
pensamientos.
Me
doy
cuenta
y
sé
que
mis
pensamientos
más
íntimos
te
son
bien
conocidos,
y
también
comprendes
lo
que
me
impulsa
a
buscarte
ahora.
Te
declaro,
oh
Escudriñador
de
corazones,
que
hasta
donde
conozco
mi
corazón,
no
es
un
impulso
mundano
el
que
me
atrae
a
ti.
Sin
embargo,
“engañoso
es
mi
corazón
más
que
todas
las
cosas
y
perverso”,
y
no
pretendería
confiar
en
él.
Pero
te
consta
que
ahora
deseo
dedicarme
a
ti
por
el
tiempo
y
por
la
eternidad.
Vengo
a
ti
como
un
pecador
perdido
y
arruinado
por
mis
transgresiones,
como
el
más
vil
de
todas
tus
criaturas.
Al
contemplar
mi
vida
pasada,
vergüenza
y
confusión
embargan
mi
alma.
Soy
rudo
e
ignorante,
y
a
tu
vista
una
bestia.
Tú,
oh
Señor,
hiciste
a
Adán
perfecto
y
feliz,
y
le
diste
la
capacidad
de
mantener
su
santidad.
Fue
advertido
que
la
desobediencia
atraería
la
muerte
y
con
todo
desobedeció
la
santa
ley
y
se
hizo
acreedor
a
ese
castigo;
y
yo,
como
uno
de
sus
descendientes
he
heredado
esta
depravación
y
esta
condenación.
Reconozco
lo
justo
de
tu
sentencia,
oh
Señor,
y
me
inclino
en
sumisión
ante
ti.
¿Cómo
puedes
tú,
oh
Señor,
condescender
a
mirarme
a
mí,
una
criatura
tan
vil?
Es
una
condescendencia
infinita
el
acordarte
de
mí.
Verdaderamente
tu
bondad
es
infinita
y
es
desde
siempre.
Tú,
oh
Señor,
enviaste
a
tu
Hijo
a
nuestra
imagen,
en
un
cuerpo
como
el
mío
y
con
un
alma
razonable.
En
él
se
unieron
todas
las
perfecciones
de
la
deidad
con
la
humildad
de
nuestra
naturaleza
pecaminosa.
El
es
el
mediador
del
Nuevo
convenio
y
por
medio
de
él
todos
tenemos
acceso
a
ti
por
el
mismo
Espíritu.
Por
medio
de
Cristo,
el
único
mediador,
me
acercaste
a
ti,
oh
Señor,
y
confiando
en
Sus
méritos
y
mediación
me
acerco
con
denuedo
a
tu
trono
de
gracia.
Me
doy
cuenta
de
mi
insignificancia,
oh
Señor,
pero
fortifícame
con
tu
Espíritu.
Me
acerco
para
entrar
en
un
convenio
contigo
para
la
vida
eterna.
Tú
en
tu
palabra
nos
has
enseñado
que
es
tu
voluntad
que
todos
aquellos
que
creen
en
tu
Hijo
tengan
vida
eterna,
y
que
los
levantarán
en
el
último
día.
Nos
ha
entregado
un
Nuevo
Convenio
y
has
sellado
aquel
convenio
con
tu
sangre,
oh
Jesús,
en
la
cruz.
Declaro
ahora
delante
de
tu
y
delante
de
mi
conciencia,
llamando
como
testigos
a
la
tierra,
obra
de
las
manos
de
mi
Dios,
que
acepto
las
condiciones
de
este
convenio
y
termino
con
estas
declaraciones:
18
Creo
en
Jesús
y
acepto
mi
salvación
por
medio
de
él,
mi
profeta,
sacerdote
y
Rey;
hecho
para
mi,
de
Dios,
sabiduría,
justicia,
santificación
y
salvación
completa.
Tú,
oh
Señor,
me
has
atraído
a
ti,
sin
viciar
mi
libre
albedrío.
Has
subyugado
mi
corazón
rebelde
por
medio
de
tu
amor.
Ratifica
ahora
en
el
cielo,
oh
Padre
mío,
este
convenio.
Acuérdate
de
ello,
oh
Señor,
cuando
llegue
al
Jordán.
Recuérdalo,
oh
Señor,
cuando
vengas
con
todos
tus
ángeles
y
los
santos
a
juzgar
al
mundo,
y
que
pueda
yo
estar
en
tu
mano
derecha
allí
en
el
cielo
para
siempre
contigo.
Escribe
en
el
cielo
que
soy
tuyo,
todo
tuyo
y
tuyo
siempre.
Acuérdate
de
mí,
oh
Señor,
en
la
hora
de
la
tentación.
No
me
dejes
nunca
olvidarme
ni
apartarme
de
este
convenio.
Santo
Señor,
no
lo
formulo
en
mi
propia
fuerza
pues
fracasaría,
sino
lo
hago
en
tu
fortaleza,
oh
Capitán
de
mi
salvación.
Seré
fuerte
y
más
que
vencedor
por
medio
de
Aquél
que
me
amó.
Ahora,
oh
Señor,
como
lo
has
dicho
en
tu
palabra,
he
convenido
contigo,
no
para
tener
la
vida
eterna.
Sé
que
eres
veraz
y
jamás
faltarás
a
tu
palabra
empeñada.
Concédeme
ahora
todas
las
bendiciones
del
Pacto
Nuevo,
especialmente
en
el
Espíritu
Santo
en
abundancia,
en
arras
de
mi
herencia
hasta
la
redención
de
la
posesión
comprada.
Que
una
porción
doble
de
tu
Espíritu
descienda
sobre
mi,
entonces
iré
a
proclamar
tus
caminos
a
tus
transgresores
y
tus
leyes
a
la
gente.
Santifícame
totalmente
y
hazme
apto
para
el
cuelo.
Concédeme
todas
las
bendiciones
espirituales
en
los
lugares
celestiales
en
Cristo.
Desde
hoy
en
adelante
soy
soldado
de
la
cruz
y
un
seguidor
del
Cordero.
Mi
lema
desde
hoy
será:
“tengo
un
solo
Rey,
Jesucristo.”
Sostenme
y
fortifícame,
oh
mi
Capitán,
y
sé
mío
para
siempre.
Ponme
en
las
circunstancias
de
tu
voluntad,
pero
si
es
tu
voluntad,
deseo
que
no
me
des
mi
pobreza
ni
riqueza.
Aliméntame
con
alimentos
convenientes
para
que
no
sea
pobre
y
obre,
ni
sea
rico
y
diga:
“¿quién
es
el
Señor?”
Que
se
haga
tu
voluntad.
Ahora
dame
tu
Espíritu
y
tu
protección
en
mi
corazón
siempre,
pues
entonces
beberé
de
los
ríos
de
la
salvación,
descansaré
junto
a
aguas
de
reposo
y
estaré
infinitamente
feliz
en
el
favor
de
mi
Dios.
Sábado
19
de
enero
de
1861.
Traducido
por
el
Rev.
Federico
Kowalchuk.
19
O BRAS
CITADAS
CM&A.
"Spiritual
Roots”,
en
Historical
Series
No
1.
Publicado
por
la
oficina
de
la
Christian
&
Missionary
Alliance
en
Nyack,
New
York,
1987.
CM&A.
“Format
for
Ministry”,
en
Historical
Series
N
2.
Publicado
por
la
oficina
de
la
Christian
&
Missionary
Alliance
en
Nyack,
New
York,
1987.
Evearitt,
Daniel
J.
Body
and
Soul,
Evangelism
and
the
Social
Concern
of
A.
B.
Simpson.
Camp
Hill,
PA:
Christian
Publications,
1994.
Gilbertson,
Richard.
The
Baptism
of
the
Holy
Spirit.
Camp
Hill,
PA:
Christian
Publications,
1992.
Hartzeld,
David,
&
Nienkirchen,
Charles.
The
Birth
of
a
Vision.
Alberta:
Buena
Books
Services,
1986.
King,
Paul
L.
Genuine
Gold.
Word
&
Spirit
Press,
2006.
Magnuson,
Norris.
Salvation
in
the
Slums.
Grand
Rapids:
Baker
Book
House,
1977.
Nienkirchen,
Charles
W.
A.B.
Simpson
and
the
Pentecostal
Movement.
Peabody;
Hendrickson
Publishers,
1992.
Niklaus,
Robert,
et
all.
All
For
Jesus.
Camp
Hill,
PA:
Christian
Publications,
1986.
Shuman,
Harry
M.
“The
Founder
of
the
Alliance”,
en
The
Alliance
Witness,
21
de
mayo,
1986
Simpson,
A.B.
El
Evangelio
Cuádruple.
Harrisburgh:
Camp
Hill,
PA:
Christian
Publications,
Inc.
1979.
Stoez,
Samuel
J.
Sanctification,
and
Alliance
Distinctive.
Camp
Hill,
PA:
Christian
Publications,
1992.
van
de
Walle,
Bernie
A.
The
Heart
of
the
Gospel.
A.B.Simpson,
the
Fourfold
Gospel,
and
Late
Nineteenth
Century
Evangelical
Theology.
Eugene,
OR:
Pickwick
Publications,
2009.
20