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Aprovechar la luz solar.

 Aunque hayan terminado los meses estivales, una óptima


estrategia para ahorrar luz es utilizar la solar. Aún no anochece demasiado temprano, y
conviene aprovecharla al máximo.
Utilizar bombillas de bajo consumo. Se pueden sustituir todas las bombillas por las
de bajo consumo. Tienen una vida útil mucho más larga que las incandescentes, emplean
menos energía eléctrica (entre un 50% y un 80% menos) y generan la misma iluminación.
Su uso tiene efectos inmediatos en la factura eléctrica. Son más caras, pero merece la pena
instalarlas en todas habitaciones, ya que el ahorro se reflejará en el recibo de los siguientes
meses.
Apagar luces innecesarias. El 15% de la factura eléctrica mensual del hogar corresponde a
la iluminación. Se deben evitar situaciones que pueden elevar el gasto, como dejar
encendidas las luces o aparatos en habitaciones en las que no se está, o que en una misma
habitación haya sobreiluminación. Son circunstancias comunes, en las que apenas se repara,
pero que encarecen de modo significativo la cuenta final de la luz.
Racionalizar la utilización de los aparatos domésticos. Es posible hacer un uso más
racional de los aparatos tecnológicos (reproductores, televisión, ordenadores...); hay que
apagarlos cuando no se utilizan o emplear los programas que llevan incorporados algunos
de ellos para combatir su alto consumo. En lo que respecta a las lavadoras o lavavajillas, se
aconseja poner en marcha estos electrodomésticos en menos ocasiones, con la carga
máxima siempre.
Ahorrar en las cocinas eléctricas. Se puede rebajar la factura eléctrica al cocinar con
vitrocerámicas, fuegos eléctricos, etc., si unos 5 o 10 minutos antes de terminar la cocción
del plato elegido, se apaga, ya que con el calor residual se termina el proceso de
elaboración de la comida. Y no es recomendable abusar de esta fuente de energía, que tiene
uno de los consumos más elevados en todo el hogar.

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