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Agrim. Eduardo W.

Coppetti

GEOMETRIA
DESCRIPTIVA

DECIMA SEGUNDA EDICION


Agrim. EDUARDO W. COPPETTI

GEOMETRIA
DESCRIPTIVA
de acuerdo con los Programas de la asignatura
para los Cursos Preparatorios de INGENIERIA,
ARQUITECTURA, AGRIMENSURA, y para la
ESCUELA MILITAR.

Esta obra consta de 408 páginas de texto,


374 figuras y 604 problemas propuestos.

Edición Décimo Segunda


INDICE

Capítulo I - INTRODUCCIÓN................................................................................... 1
Capítulo II - NOCIONES PRELIMINARES.
Planos de proyección. Planos bisectores. Diedros. Depurado............................... 4
Capítulo III - REPRESENTACIÓN DEL PUNTO.
Teoremas. Cota y alejamiento. Diferentes posiciones que puede ocupar un punto
con respecto a los planos de proyección. Tercera proyección. Aplicaciones.
Problemas relativos al capítulo.............................................................................. 7
Capítulo IV - REPRESENTACIÓN DE LA RECTA.
Teoremas. Tercera proyección de una recta. Trazas. Diferentes posiciones que puede
ocupar una recta con respecto a los planos de proyección. Posiciones relativas de
dos rectas. Aplicaciones. Problemas relativos al capítulo..................................... 19
Capítulo V - REPRESENTACIÓN DEL PLANO.
Trazas. Diferentes posiciones que puede ocupar un plano con respecto a los planos
de proyección. Rectas y puntos de un plano. Rectas notables de un plano.
Aplicaciones. Problemas relativos al capítulo....................................................... 37
Capítulo VI - INTERSECCIÓN DE PLANOS Y DE RECTAS CON PLANOS.
Caso general de intersección de planos. Casos particulares. Caso general de
intersección de rectas con planos. Casos particulares. Aplicaciones. Problemas
relativos al capítulo................................................................................................ 56
Capítulo VII - PARALELISMO Y PERPENDICULARIDAD ENTRE PLANOS, Y
ENTRE RECTAS Y PLANOS.
Posiciones relativas de dos planos. Problemas. Paralelismo entre recta y plano.
Problemas. Perpendicularidad entre recta y plano. Problemas. Teorema del ángulo
recto. Distancia de un punto a un plano. Perpendicularidad entre rectas. Distancia
de un punto a una recta. Perpendicular común a dos rectas que se cruzan. Caso
general. Casos particulares. Problemas relativos al capítulo................................. 72

MÉTODOS DE LA GEOMETRIA DESCRIPTIVA........................................ 91


Capítulo VIII - MÉTODO DE LOS CAMBIOS DE PLANOS.
Cambio de planos de proyección con respecto a un punto, a una recta y a un plano.
Ejemplos. Aplicaciones del método de los cambios de planos a problemas de ángulos
y distancias. Problemas relativos al capítulo......................................................... 92
Capítulo IX - MÉTODO DE LOS GIROS.
Leyes del movimiento de giro. Giro de puntos, de rectas y de planos. Ejemplos.
Giros alrededor de ejes cualesquiera. Aplicaciones del método de los giros a
problemas de ángulos y distancias. Problemas relativos al capítulo..................... 121
Capítulo X - MÉTODO DE LOS ABATIMIENTOS.
Generalidades. Abatimiento de un punto y de una recta de un plano. Abatimiento de
la traza no charnela de un plano. Regiones de un plano en el abatimiento. Abatimiento
de planos particulares. Abatimiento sobre planos paralelos a los de proyección.
Afinidad entre la proyección y el abatimiento de los elementos de un plano.
Levantamientos. Aplicaciones del método de los abatimientos a problemas de
distancias. Proyecciones de una circunferencia. Problemas relativos al capítulo..... 156
Capítulo XI - PROBLEMAS DE ÁNGULOS.
Ángulo de dos rectas. Ejemplos. Ángulo de una recta con un plano. Aplicaciones.
Ángulo de dos planos. Aplicaciones. Trazar rectas y planos que formen
ángulos dados con planos y con rectas dadas. Diversos casos. Problemas relativos
al capítulo.............................................................................................................. 187
Capítulo XII - REPRESENTACIÓN DE POLIEDROS.
Generalidades. Puntuación. Contornos aparentes. Determinación de aristas vistas y
ocultas de un poliedro. Tetraedro regular. Propiedades. Magnitudes fundamentales.
Representación del tetraedro regular. Ejemplos. Cubo. Propiedades. Magnitudes
fundamentales. Representación del cubo. Ejemplos. Octaedro regular. Propiedades.
Magnitudes fundamentales. Representación del octaedro regular. Ejemplos. Pirámide.
Propiedades. Representación de la pirámide. Ejemplos. Prisma. Propiedades.
Representación del prisma. Ejemplos. Problemas relativos al capítulo................... 218
Capítulo XIH - SECCIONES PLANAS DE LOS POLIEDROS.
Métodos fundamentales. Verdadera magnitud de las secciones planas. Secciones
planas particulares. Intersección de un poliedro con una recta. Método general.
Método particular para las pirámides y los prismas. Desarrollo de la superficie de
un poliedro. Desarrollo de la pirámide. Desarrollo del prisma. Transformadas. Línea
geodésica. Problemas relativos al capítulo............................................................ 260
Capítulo XIV - INTERSECCIÓN DE POLIEDROS.
Método de las caras. Puntuación. Método de las aristas. Intersección de dos
pirámides, de una pirámide con un prisma y de dos prismas cuando las bases están
en un mismo plano. Método de los móviles. Diversos casos de intersección. Casos
en que las bases se hallan en distintos planos. Sólido común. Problemas relativos al
capítulo.................................................................................................................. 276
Capítulo XV - LÍNEAS CURVAS.
Generalidades. Curvas planas. Secante, tangente, normal. Puntos singulares. Curvas
alabeadas. Secante, tangente, plano normal. Triedro fundamental. Puntos singulares.
Proyecciones de las curvas. Teoremas.................................................................. 291
Capítulo XVI - SUPERFICIES CURVAS.
Generalidades. Generatrices y directrices. Plano tangente a una superficie.
Clasificación de las superficies curvas. Superficies regladas. Superficies de
revolución. Superficies de segundo grado. Superficie varias. Representación de las
superficies. Contornos aparentes. Problemas relativos al capítulo........................ 301
Capítulo XVII - SUPERFICIES CÓNICAS Y CILINDRICAS.
Generalidades. Determinación de un punto de la superficie conociendo una de las
proyecciones. Planos tangentes a un cono y aun cilindro. Diversos casos. Planos
tangentes comunes a dos conos, a un cono y a un cilindro, o a dos cilindros. Diversos
casos. Planos tangentes a conos y cilindros, paralelos entre sí. Normales comunes
a conos y cilindros. Aplicaciones: contornos aparentes, etc. Problemas relativos al
capítulo.................................................................................................................. 314
Capítulo XVIII - CONOS DE REVOLUCIÓN.
Propiedades de los conos de revolución. Aplicaciones a problemas de ángulos: Por
un punto dado trazar rectas o planos que formen ángulos dados con rectas o con
planos dados. Trazar rectas que pertenezcan a un plano dado y formen un ángulo
dado con otro plano o recta dada. Trazar planos que pasen por una recta dada y
formen un ángulo dado con un plano o recta dada. Planos tangentes a conos o
cilindros que formen ángulos dados con rectas o con planos dados. Por un punto
dado trazar rectas que formen ángulos dados con dos planos o con dos rectas dadas.
Por un punto dado trazar planos que formen ángulos dados con dos planos o con
dos rectas dadas. Problemas relativos al capítulo.................................................. 340
Capítulo XIX - SECCIONES PLANAS DE CONOS Y CILINDROS.
Generalidades. Diversos métodos. Tangentes a una sección plana. Puntos notables.
Naturaleza de una sección plana de un cono o de un cilindro. Verdadera magnitud
de una sección plana. Intersección de un cono o de un cilindro con una recta.
Secciones planas de conos y cilindros de segundo grado. Teorema de Dandelin.
Desarrollo de conos y cilindros. Transformadas. Líneas geodésicas. Problemas
relativos al capítulo................................................................................................ 354
Capítulo XX - INTERSECCIONES DE CONOS Y CILINDROS.
Método general. Intersección de dos conos, de un cono y un cilindro y de dos cilindros
cuando las directrices son coplanares. Diversos casos de intersección. Método de
los móviles. Tangente en un punto de la intersección. Puntuación. Casos en que las
directrices se hallan en planos diferentes. Sólido común. Naturaleza de la
intersección de conos y cilindros. Problemas relativos al capítulo........................ 380
Capítulo XXI - ÁNGULOS TRIEDROS.
Definiciones. Propiedades. Los seis casos de resolución del ángulo triedro. Triedros
trirrectángulos........................................................................................................ 398

PROBLEMAS PROPUESTOS EN EXÁMENES....................................................... 406


PREFACIO

Las dificultades que encuentran los alumnos que comienzan el estudio de


la Geometría Descriptiva, nos han impulsado a realizar esta obra con la
esperanza de facilitar a los estudiantes el acceso a los conocimientos
fundamentales de esta importante ciencia.
Como lo exigen los programas de la materia, se ha considerado solamente
el sistema de proyecciones ortogonales de Monge y se han desarrollado con
toda extensión los problemas relativos al punto, la recta y el plano. Dominando
esos conocimientos, los estudiantes no tendrán ningún obstáculo para poder
abordar el estudio de toda la Geometría Descriptiva y de cualquiera de las
ciencias que en ella se originan.
Todo problema de Geometría Descriptiva comprende una solución en el
espacio y una solución gráfica o descriptiva. Es necesario entonces que el
estudiante se familiarice con las soluciones descriptivas, de tal manera que
pueda asociar de inmediato un trazado gráfico cualquiera con su
correspondiente representación en el espacio. Para ello, es de fundamental
importancia resolver gran cantidad de problemas de cada tema, lo cual
proporcionará una base firme, para seguir ordenadamente el desarrollo de
esta obra.
Con ese objeto se han resuelto numerosos ejemplos y se han enunciado
gran cantidad de problemas en cada capítulo, muchos de ellos propuestos en
los exámenes de la materia.
Finalmente, quiero expresar mi reconocimiento a mi padre, Ing. Mario
Coppetti, quien me inculcó su profundo amor por la enseñanza de las
matemáticas y que, para la culminación de esta obra, prestó su invalorable
experiencia en la realización de textos de matemáticas.

EL AUTOR
CAPITULO I
INTRODUCCIÓN

1. Objeto de la Geometría Descriptiva. — Las figuras planas pueden ser


representadas directamente en su verdadera forma y magnitud en un plano y en dicha
representación pueden resolverse todos los problemas a que dan origen las figuras de
dos dimensiones.
Pero cuando se trata de figuras del espacio, es decir, de tres dimensiones, su
representación no presenta las mismas facilidades que las figuras planas. Por lo cual
se ha tratado de representar las figuras del espacio sobre un plano, de tal manera que
de esa representación se pueda deducir la figura en el espacio, estudiar sus propiedades,
las relaciones que existen entre sus elementos y conocer no sólo la posición de esos
elementos, sino también sus dimensiones.
De ello ha nacido la GEOMETRÍA DESCRIPTIVA, que definiremos así: es la
ciencia que tiene por objeto la representación exacta de la forma, posición y
dimensiones de las figuras del espacio, por medio de dibujos planos y la resolución
de los problemas relativos a lasfiguras del espacio, por medio de sus representaciones
planas.
Por otra parte, esta ciencia no sólo es auxiliar importante en la resolución de
problemas de Geometría del Espacio, sino que además es de gran utilidad práctica en
múltiples cuestiones relativas al arte y a la industria. En efecto, la Geometría
Descriptiva permite dibujar con completa exactitud, construcciones, máquinas,
intersecciones y conexiones de distintas piezas y conocer sus magnitudes exactas
referidas a una escala determinada.
Por la gran cantidad de problemas que comprende y a los que se aplica como
método fundamental, podemos dividirla en dos partes:
1.° Estudio abstracto de los principios y construcciones que la sustentan.
2.° Aplicación de esos principios y construcciones a la técnica y al arte, que
son: trazado de sombras y teoría del claro-oscuro, estereotomía (corte de
piedras), carpintería (corte de-maderas), perspectiva, etc.
En esta obra trataremos la primera parte de esa división, es decir, el estudio de
los fundamentos de la Geometría Descriptiva.

2. Sistemas de Proyecciones. — El método que utiliza la Geometría Descriptiva


para representar las figuras del espacio en un plano, es el método de las proyecciones.
2
Se llama proyección de un punto A sobre un plano π (llamado plano de
proyección), al punto Ao de intersección del plano π con una recta (llamada
proyectante) que pasa por A y cumple una segunda condición, variable según el sistema
de proyección.
La proyección de un punto sobre un plano puede ser: cónica o cilindrica.

(Fig. 1) (Fig. 2) (Fig. 3)

La proyección es cónica (fig. 1) cuando las rectas proyectantes pasan por un


punto fijo O (llamado centro de proyección) situado fuera del plano de proyección.
La proyección es cilindrica (figs. 2 y 3) cuando las rectas proyectantes son
paralelas a una dirección dada d (o lo que es igual, cuando el centro de proyección
está en el infinito).
La proyección cilindrica se denomina a su vez ortogonal u oblicua, según que la
dirección dada sea respectivamente perpendicular u oblicua con relación al plano de
proyección.
En cualquiera de los sistemas de proyección que hemos considerado (figs. 1,2 y
3), dado un punto A, queda definida una única proyección Aο. Pero la recíproca no es
verdadera, pues cada proyección Aο puede ser a la vez la proyección de los infinitos
puntos de la proyectante AA0.
Vemos pues, que la proyección de un punto sobre un plano único no basta para
definir un punto del espacio.
Para determinarlo, será entonces necesario fijar otro elemento, y hay dos métodos
que así lo hacen.
En el primero se da, además de la proyección del punto sobre un plano, la distancia
(llamada cota) del punto del espacio a su proyección, quedando así determinado un
único punto en el espacio.
En el segundo método, se proyecta cada punto del espacio sobre dos planos
perpendiculares entre sí, quedando cada punto determinado por dos proyecciones.
El primer procedimiento da origen a la Geometría Acotada y el segundo a la
Geometría Descriptiva propiamente dicha.
3
Todo lo que hemos dicho para los puntos y sus proyecciones, se hace extensivo
a las figuras del espacio (consideradas éstas como un conjunto de puntos);
estableciendo además que la proyección de una figura sobre un plano es el lugar de
las proyecciones de todos sus puntos.

NOTA HISTÓRICA

Desde los tiempos más remotos se han utilizado procedimientos descriptivos para las
construcciones en piedra. En la Biblia (Libro de los Reyes) se encuentran referencias al tallado
de piedras para la construcción del templo de Jerusalén.
Los griegos utilizaban trazados geométricos sobre un plano para determinar la forma de
las piedras con que construían sus edificios y llamaban icnografía a la proyección horizontal
y ortografía a la proyección vertical. También representaban sobre los muros, por medio de
perspectivas esterográficas, las escenas de los teatros y denominaban escenografías a esas
representaciones.
Más adelante, en el siglo I a. C., Vitruvio , célebre constructor romano, publicó el Tratado
de Arquitectura en el cual resumía todos los conocimientos constructivos de su época.
Posteriormente, a través de los siglos, la estereotomía (corte de piedras) fue considerada
una ciencia oculta cuyos fundamentos se trasmitían secretamente entre los constructores. La
primera publicación de esos conocimientos fue el Tratado de Arquitectura publicado en 1567
por Philibert de L'Orme .
Después, varios autores continuaron esas disciplinas hasta que Desargues (1563 -1662),
por primera vez, encontró comprobaciones geométricas a los procedimientos utilizados por
los constructores.
También Frezier en su Tratado de Estereotomía continuó esas ideas de generalización
geométrica, pero se debe al genio de G. Monge (1746-1818) la recopilación de todas esas
reglas abstractas y procedimientos prácticos en la forma de una ciencia organizada que denominó
Geometría Descriptiva.
Esta ciencia tomó entonces un incremento considerable debido a los trabajos de Leroy
(1780-1854), Valee (1784-1864), Poncelet (1788-1867), Chasles (1793-1880) y T. Olivier
(1793-1853) quienes contribuyeron a impulsar decisivamente todas las ciencias que tuvieron
su origen en la Geometría Descriptiva.
CAPITULO Π
NOCIONES PRELIMINARES

3. Planos de proyección. — El sistema de representación que utiliza la Geometría


Descriptiva, consiste en proyectar ortogonalmente las figuras, sobre dos planos
perpendiculares entre sí, llamados planos de proyección.

Se supone que uno de los planos es horizontal y se le llama plano horizontal de


proyección, o, simplemente, plano horizontal.
El otro plano, normal al anterior, se denomina plano vertical de proyección, o
plano vertical.

La recta intersección de ambos planos se llama línea de tierra y se indica con las
letras LT.

(Fie. 4)

La línea de tierra divide al plano horizontal en dos semiplanos, llamados horizontal


anterior y horizontal posterior, y también divide al plano vertical en vertical superior
y vertical inferior (fig. 4).
5
4. Diedros y planos bisectores. — Los planos de proyección, que supondremos
ilimitados, dividen al espacio en cuatro regiones o diedros rectos(*), que designaremos
respectivamente primer diedro, segundo, tercero y cuarto diedro, según el orden que
se indica en la (fig. 4).
Es decir que el primer diedro es la región del espacio limitada por el horizontal
anterior y vertical superior. El segundo diedro, la región del espacio limitada por el
vertical superior y el horizontal posterior. El tercer diedro, la región limitada por el
horizontal posterior y el vertical inferior. Y el cuarto diedro, la región limitada por el
vertical inferior y el horizontal anterior.
Para la consideración de los diversos problemas que se plantearán, se supone al
observador situado en el primer diedro, a una distancia infinita tanto del plano
horizontal como del plano vertical. Las visuales serán entonces normales al horizontal
o al vertical, según sea el plano de proyección que se considere.
Además se establece que los planos de proyección son opacos, de manera que el
observador verá solamente los elementos que se encuentren en el primer diedro, y le
será oculto todo lo que esté en los diedros segundo, tercero y cuarto (aunque para
algunos problemas se supondrá, haciéndolo notar expresamente, que los planos de
proyección son transparentes).

(Fig. 5)

Determinados los cuatro diedros en la forma antes indicada, se definen además,


dos planos bisectores (fig. 5):
El primer bisector, es un plano que pasando por LT divide en dos partes iguales
al primer y al tercer diedro.

(*) Algunos autores los llaman cuadrantes.


6
El segundo bisector es un plano que pasando por LT divide en dos partes iguales
al segundo y al cuarto diedro.
Como por definición el primer bisector forma un ángulo de 45° con los planos
horizontal y vertical, y el segundo bisector forma también 45° con los planos horizontal
y vertical (pasando ambos planos por LT), resulta que: los planos bisectores son
perpendiculares entre sí.

5. Del Depurado. — Como el objeto de la Geometría Descriptiva es representar


las figuras del espacio por medio de dibujos planos, se ha ideado un método que
permite esa representación.
Consiste ese procedimiento en hacer girar el plano vertical, en el sentido de la
flecha (fig. 4), alrededor de la línea de tierra, hasta que coincida con el plano horizontal.
De esta manera, el vertical superior, con todas las
proyecciones que contenga, irá a superponerse con el
horizontal posterior, y el vertical inferior coincidirá con el
horizontal anterior (fig. 6).
Se habrá conseguido así, que las proyecciones de las
figuras del espacio (tanto las realizadas sobre el plano
vertical como las realizadas sobre el plano horizontal) estén
en un mismo plano.
Ese plano que contiene todas las proyecciones (no es
sino el plano horizontal), se denomina plano del dibujo o
depurado.
(Fig. 6)
En lo sucesivo, al hablar del depurado de una figura
del espacio, se entenderá como tal a la representación de sus proyecciones en un
plano único, luego de hecho el giro del plano vertical anteriormente indicado.
CAPITULO m
REPRESENTACIÓN DEL PUNTO

6. Generalidades. — En los capítulos anteriores hemos definido el sistema de


representación que utiliza la Geometría Descriptiva. Veremos ahora cómo se representa
un punto del espacio en dicho sistema.
Sea un punto A del espacio (fig. 7). Proyectando ortogonalmente el punto A
sobre el plano vertical obtenemos A’’' , proyección vertical del punto A. Proyectando
ortogonalmente el punto A sobre el plano horizontal obtenemos A’, proyección
horizontal del punto A.
Para obtener el depurado correspondiente, hacemos girar (en el sentido ya
indicado) el plano vertical alrededor de LT, hasta que coincida con el plano horizontal).
La proyección A’’ quedará entonces en A’’ sobre el plano horizontal.

(Fig. 7)

7. Teorema . — En el depurado, las proyecciones de un punto están situadas en


una misma perpendicular a la línea de tierra.
Sean A’ y A’’ las proyecciones horizontal y vertical de un punto A del espacio
(fig. 7). El plano que determinan los puntos A, A’y A’’, corta a LT en Ao ya los planos
de proyección según A0A’ y A0A’’. Este plano, que es perpendicular a los planos
8
horizontal y vertical (pues pasa por dos rectas AA’ y AA’’ que son normales a los
planos de proyección), es, por lo tanto, perpendicular a la intersección LT de ambos
planos.
Luego, si LT es perpendicular a dicho plano A’’AA’, es perpendicular a las rectas
AoA’ y AoA’’ que pasan por su pie Ao en el plano. Es decir que LT es normal a las
rectas Ao A’ y a AoA’’.
Al hacer el giro del plano vertical, LT y la recta AoA’’
quedan siempre en el plano vertical y durante la rotación
siguen siendo perpendiculares. Por lo tanto, al coincidir el
plano vertical con el horizontal, la recta AθA,z se colocará
normalmente a LT.
Como por otra parte, AoA’ también era normal a LT en
Ao, resulta que en el depurado de un punto A del espacio
(Fig. 8) (fig. 8), las proyecciones A’ y A’’ del punto están situadas
en una misma perpendicular A’Ao A’’ a la línea de tierra.

8. Teorema (recíproco). — Cuando dos proyecciones están en un depurado,


situadas en una misma perpendicular a la línea de tierra, ellas determinan un único
punto del espacio.
Supongamos que tenemos dos proyecciones A’ y A’’ (fig. 8) sobre una normal
a LT.
Si llevamos el plano vertical a su posición primitiva (fig. 7), el plano que
determinan A’’, Ao y A’ es perpendicular a LT (pues contiene dos rectas Ao A’’ y Ao A’
que son normales a LT en Ao). Además, las perpendiculares en A’’ y A’ a los planos de
proyección están situadas en ese plano AoAoA’ (pues cuando dos planos son
perpendiculares, toda normal a uno de ellos trazada, en un punto de su intersección,
está situada en el otro plano). Por lo tanto A’’A y A’A son coplanares y determinan un
único punto A que tiene como proyecciones los puntos dados A’ y A’’.

9. Notaciones. — La recta A’’AoA’ (fig. 8) que une las dos proyecciones de un


punto, se denomina línea de referencia o línea de correspondencia. Esta línea es
siempre normal a LT y se dibuja entrecortada, es decir, formada por una serie de
trazos iguales (— — —).
Los puntos del espacio se designan siempre con las letras mayúsculas del alfabeto
(A, B, C,...) y sus proyecciones se individualizan con dos tildes la proyección vertical
(A’’, B’’, C,...) y con un tilde la proyección horizontal (A’, B’, C’,...).
La distancia AA’del punto del espacio al plano horizontal (que es la distancia del
punto a su proyección horizontal), se denomina cota del punto.
La distancia AA’’ del punto del espacio al plano vertical (que es la distancia del
punto a su proyección vertical) se denomina alejamiento del punto.
9
Observando la (fig. 7) notamos que el cuadrilátero A’’AA’A0 es un rectángulo,
pues los ángulos en A’’ y A’ son rectos y el ángulo en Ao vale 90°.

Entonces, Ao A’’ = A’A y Ao A’ = A’’A, o sea que la cota de un punto es igual a la


distancia que hay entre su proyección vertical y la línea de tierra; y el alejamiento de
un punto es igual a la distancia que hay entre su proyección horizontal y la línea de
tierra.

Como hemos visto en el (No 8), un punto queda definido por sus dos proyecciones;
es decir que podemos dar un punto por su cota y su alejamiento (distancias de la
proyección vertical y la proyección horizontal a la línea de tierra). Así por ejemplo,
definiremos un punto A, diciendo que tiene 2 cm. de cota y 3 cm. de alejamiento, y lo
representaremos en el depurado (fig. 8) tomando A0A’’ = 2 cm. y A0A’= 3 cm. Para
abreviar, se indica punto A (2 cm., 3 cm.), conviniendo en colocar entre paréntesis
primero el valor de la cota y luego el valor del alejamiento.

Además, cuando en un depurado se da un punto A por sus dos proyecciones, se


lo designa punto (A’’, A’), con lo cual se indica que las dos proyecciones A’’ y A’ están
perfectamente determinadas.

10. Convenciones. — Llamaremos positivas o negativas a las cotas de los puntos,


según que éstos se hallen situados respectivamente por encima o por debajo del plano
horizontal. Por lo tanto, tienen cota positiva los puntos del 1.er y 2° diedro, y cota
negativa los puntos del 3.er y 4.° diedro.
Asimismo llamaremos, positivos o negativos a los alejamientos de los puntos,
según que éstos se hallen situados respectivamente delante o detrás del plano vertical.
Por lo tanto, tienen alejamiento positivo los puntos del 1.er y 4.° diedro, y alejamiento
negativo los puntos del 2° y 3.er diedro.
En consecuencia podemos formar, para los cuatro diedros, el siguiente
cuadro:

1.er diedro 2.° diedro 3.er diedro 4° diedro

COTA + + — —
ALEJAM. + - - +

Para obtener el depurado hemos visto en el (N.° 5) que se hace coincidir (fig. 6)
el vertical superior con el horizontal posterior y el vertical inferior con el horizontal
anterior. De esta manera quedan por encima de LT las proyecciones hechas en el
vertical superior y en el horizontal posterior, y quedan por debajo de LT las
proyecciones hechas en el vertical inferior y en el horizontal anterior.
1o
Es decir, que las proyecciones verticales hechas en el vertical superior (que
pertenecen a puntos de cota positiva) y las proyecciones horizontales hechas en el
horizontal posterior (que pertenecen a puntos de alejamiento negativo), se ven en el
depurado por encima de LT; y las proyecciones verticales hechas en el vertical inferior
(que pertenecen a puntos de cota negativa) y las proyecciones horizontales hechas en
el horizontal anterior (que pertenecen a puntos de alejamiento positivo), se ven en el
depurado por debajo de LT.

En consecuencia podemos formar, para el depurado, el siguiente cuadro:

Por encima de LT Por debajo de LT

cotas + cotas -

alejamientos - alejamientos +

11. Diferentes posiciones que puede ocupar un punto, con respecto a los
planos de proyección. — Un punto puede ocupar varias posiciones con respecto a los
planos de proyección, a saber: en uno de los cuatro diedros; en uno de los cuatro
semiplanos de proyección; en la línea de tierra, o en uno de los dos planos bisectores.

I. Punto situado en el primer diedro. — Un punto A del primer diedro tiene,


según vimos en el (N° 10), cota y alejamiento positivos, y su depurado se presenta
como en la (fig. 9), con la proyección vertical A’’ por encima de LT y la proyección
horizontal A’ por debajo de LT.

II. Punto situado en el segundo diedro. —


Un punto B del segundo diedro, tiene cota
positiva y alejamiento negativo, y su depurado se
presenta como en la (fig. 9) con las dos
proyecciones B’’ y B’ por encima de la línea de
tierra.

III. Punto situado en el tercer diedro. —


Un punto C del tercer diedro, tiene cota y
alejamiento negativos, y su depurado se presenta
como en la (fig. 9) con la proyección vertical C
por debajo de LT y la proyección horizontal C (Fig. 9)
por encima de LT.

IV. Punto situado en el cuarto diedro. — Un punto D del cuarto diedro, tiene
cota negativa y alejamiento positivo, y su depurado presenta las dos proyecciones D’’
y D’ por debajo de la línea de tierra.
11
V y VI. Puntos situados en el plano horizontal. — Si un punto está situado en el
plano horizontal, su cota es nula, por lo tanto, en el depurado, la distancia de la
proyección vertical a LT debe ser nula. Es decir que tendremos los puntos E y F como
en la (fig. 10) en (E’’, E’) o (F’’, F’), con la proyección vertical en LT y la proyección
horizontal por debajo o por encima de LT, según que el punto esté respectivamente
situado en el horizontal anterior (alejamiento positivo) o en el horizontal posterior
(alejamiento negativo).

VII y VIII. Puntos situados en el plano vertical. — Si un punto está situado en


el plano vertical, su alejamiento es nulo, por lo tanto, en el depurado, la distancia de
la proyección horizontal a LT debe ser nula. Es decir que tendremos los puntos M y N
como en la (fig. 10) en (M’’, M’) o (N’’, N’), con la proyección horizontal en LT y la
proyección vertical por encima o por debajo de LT, según que el punto esté
respectivamente situado en el vertical superior (cota positiva) o en el vertical inferior
(cota negativa).

(Fig. 10)

IX. Punto situado en LT. — Si un punto P se encuentra situado en la línea de


tierra, se encuentra a la vez en los dos planos de proyección, por lo tanto deberá tener
cota y alejamiento nulos, y su depurado se presentará como en la (fig. 10) con las dos
proyecciones P’’ y P’ confundidas en un punto de LT.

X. Punto situado en el primer bisector. — De la Geometría del Espacio sabemos


que todos los puntos del plano bisector de un diedro, equidistan de las caras de éste.
Por lo tanto, un punto situado en el primer bisector, equidista de los planos horizontal
y vertical, es decir que tiene cota y alejamiento iguales en magnitud. Su depurado se
presentará entonces, como en la (fig. 10) con la cota y el alejamiento iguales en
magnitud; ambos valores son positivos (punto Q) si el punto está en el semiplano del
primer bisector comprendido en el primer diedro, o los dos valores son negativos
(punto R) si el punto está en el semiplano del primer bisector comprendido en el
tercer diedro.
12
XI. Punto situado en el segundo bisector. — Por las mismas razones expuestas
anteriormente, un punto del segundo bisector equidista de los planos de proyección.
Si el punto está en el semiplano del segundo bisector comprendido en el segundo
diedro (puntos), tendrá cota positiva y alejamiento negativo, pero iguales en magnitud.
Si el punto está en el semiplano del segundo bisector en el cuarto diedro (punto T),
tendrá cota negativa y alejamiento positivo, pero ambos iguales en magnitud.

TERCERA PROYECCIÓN

En Geometría Descriptiva es necesario, algunas veces, introducir un tercer plano


de proyección, ya sea porque algunas figuras del espacio no quedan totalmente
determinadas por sus dos proyecciones, o porque una tercera proyección ayuda a
proporcionarnos una noción más clara de ciertos problemas.

(Fig. 11)

Para ello se agrega un tercer plano de proyección, perpendicular a los planos


horizontal y vertical, y, por lo tanto, perpendicular a LT. Ese plano π (fig. 11) se
denomina plano de perfil o tercer plano de proyección.

12. Tercera proyección de un punto. — Si se proyecta ortogonalmente un punto


A (fig. 11) sobre el plano π, se obtiene el punto A’’’ llamado tercera proyección
del punto A.

Veremos ahora cómo se halla el depurado correspondiente.


1 3

El plano π corta a los planos horizontal y vertical, según las rectas πH y .


Como por definición el plano π es perpendicular a LT, resulta que LT es normal a las
rectas πH y πV que pasan por su pie (LT)’’ en π. En el depurado (fig. 12), tendremos
entonces el plano π representado por las rectas πH perpendicular a LT, y πV
perpendicular a LT en el mismo punto, puesto que al girar el plano vertical para
obtener el depurado, πV sigue siendo normal a LT.

Teníamos en la (fig. 11), el punto A y sus dos proyecciones A’ y A’’ y dijimos que
para obtener la tercera proyección A’’ se trazaba por A la perpendicular al plano π
hasta su intersección con éste en A’’’.

Para llevar A’’ al depurado, se hace girar en sentido retrogrado (*) el plano π
alrededor de πV hasta llevarlo a coincidir con el plano vertical; y luego, como ya
hemos visto, se hace girar el plano vertical alrededor de LT hasta que coincida con
el plano horizontal.

Como AA’’ es perpendicular al plano π y AA’ es perpendicular al plano H, el


plano que determinan dichas rectas resulta perpendicular a πH, intersección de ambos
planos. Por lo tanto si πH es normal al plano de AA’’’ y AA’, es perpendicular a las
rectas A’’’A1 y A’A1 que pasan por su pie A, en el plano. Entonces, en el depurado (fig.
12), se obtiene A, trazando por A’ la normal a πH hasta cortarla en A1.

Al hacer girar el plano π alrededor


de πV, el punto A, describe una
circunferencia en el plano horizontal,
de centro (LT)’’ y radio hasta A1, y al
coincidir el plano π con el plano
vertical, el punto A, se coloca en A,
sobre LT (puesto que después del giro,
πH coincidirá con LT en el plano
vertical).

Por lo tanto, en el depurado


trazamos una circunferencia de centro
(LT)’’’ y radio hasta A,, hasta llevar A,
sobre LT. (Fig. 12)

El punto A’’’ que nos interesa, está sobre la normal a πH trazada por A, y a la
distancia A, A’’’. Para hallarlo, trazaremos en el depurado, la normal a LT en Al
(puesto que ya vimos que después del giro, πH coincide con LT) y tendríamos que
tomar sobre esa normal la distancia A1A’’’ para determinar A’’’.

(*) Se denomina sentido retrógrado, al sentido contrario al del movimiento de las agujas de un reloj, el
cual se denomina sentido directo.
14

Pero observando la (fig. 11) notamos que el cuadrilátero AA’A1A’’ es un rectán-


gulo (puesto que los ángulos en A’ y A’’ son rectos, y el ángulo en A, vale 90°), por lo

tanto, A1A’’ = A’A; pero ya hemos visto que A’A=AoA’’.

Es decir entonces, que tendremos A1A’’ = AoA’.

Por consiguiente, para hallar A’’’, en lugar de tomar A1A’’ sobre la normal a LT
en A1, tomaremos la magnitud AoA’’ a partir de A1 sobre dicha normal. Pero como
AoA’’ ya está representada en el depurado, nos bastará trazar por A’’ la paralela a LT
hasta cortar en A’’’ a la normal por A, a LT.

El procedimiento que acabamos de exponer para obtener la tercera proyección


de un punto dado por sus proyecciones, es siempre el mismo cualquiera que sea el
diedro en que se encuentre situado el punto. En especial, téngase presente que para
pasar del depurado a la tercera proyección se debe girar el plano π en sentido
retrógrado; e inversamente, si se quisiera obtener una proyección partiendo de la
tercera proyección, hay que volver al depurado en sentido directo.

Ejemplos. — 1° Hallar la tercera proyección sobre un plano π de perfil, de un


punto B del segundo diedro, de un punto C del tercer diedro, y de un punto D del
cuarto diedro.

Aplicamos el procedimiento que vimos anteriormente para el punto A. Por la


proyección horizontal de cada punto (fig. 13), se traza una normal a πH y el punto así
obtenido sobre πH se gira en sentido retrógrado alrededor de (LT)’’ hasta llevarlo
sobre LT. Por el punto así obtenido en LT, se traza una normal a esta línea, hasta
encontrar en la tercera proyección buscada, a la paralela a LT trazada por la proyección
vertical de cada punto.

(Fig. 13)
15
2.° Dadas las proyecciones A’’ y A’’’ de un punto A, encontrar su proyección
horizontal.

En este ejemplo (fig. 14), se conocen


A’’ y A’’ (que deben estar dadas sobre una
paralela a LT). Para hallar A’ seguimos un
camino inverso al del ejemplo anterior.

Por A’’’ trazamos una normal a LT hasta


encontrarla en A1, luego giramos en sentido
directo A, alrededor de (LT)’’ hasta llevarlo
en A, sobre πH. Por A, trazamos una
perpendicular a πH hasta encontrar en la
proyección A’ buscada, a la línea de referencia
(Fig. 14)
de A’

13. Notas . — 1.a Observando la (fig. 15) notamos que el horizontal anterior se ve
proyectado en tercera proyección según πH; el vertical superior según πV; el horizontal
posterior según la prolongación deπH a la izquierda deπV; el vertical inferior según la
prolongación de πV por debajo de πH y la línea de tierra según (LT)’’.

(Fig. 15)
16
Por lo tanto, en el depurado (fig. 16), los elementos del primer diedro
(comprendidos entre el vertical superior y el horizontal anterior) se verán en tercera
proyección, comprendidos entre πV y πH. Los elementos del segundo diedro
(comprendidos entre el vertical superior y el horizontal posterior, se verán en tercera
proyección comprendidos entre πV y la prolongación de πH a la izquierda de πV.

Los elementos del tercer diedro (comprendidos entre el horizontal posterior y el


vertical inferior) se verán en tercera proyección comprendidos entre la prolongación
de πH a la izquierda de πV y la prolongación de πV por debajo de LT. Y, finalmente, los
elementos del cuarto diedro (comprendidos entre el vertical inferior y el horizontal
anterior) se verán en tercera proyección comprendidos entre la prolongación de πV
por debajo de LT y πH.

Esto nos permite comprobar si la tercera proyección de un punto está bien hallada.
Así, en el ejemplo N.° 1, como el punto B es del segundo diedro, B’’ debe resultarnos
comprendida en el espacio que hay (fig. 16) para los elementos del segundo diedro,
cosa que efectivamente comprobamos en la (fig. 13). De igual modo verificamos que
las terceras proyecciones de los puntos C y D están bien halladas y corresponden a
puntos del tercer y cuarto diedro, respectivamente.

En el ejemplo N.° 2, como A’’’ está en la parte que corresponde a los puntos del
primer diedro, A’ debe ser proyección horizontal de un punto del primer diedro, por
lo tanto A’ estará por debajo de LT, tal como lo hallamos en la (fig. 14).

2.a Como el primer bisector es un plano


que pasa por la línea de tierra, y ésta es
perpendicular al plano π, resulta que el
primer bisector es perpendicular al plano
de la tercera proyección.

Es decir que el plano π es perpendicular


a los planos vertical, horizontal y del primer
bisector. Como el vertical se proyecta según
πV y el horizontal según πH formando un
ángulo de 90° con πV, el primer bisector se
presentará en tercera proyección como una
recta (fig. 16) que pasando por (LT)’’
(tercera proyección de LT), forma ángulos
de 45° con πV y πH (puesto que en el plano
(Fig. 16) π se ven en verdadera magnitud los diedros
que forman los planos horizontal, vertical
y primer bisector).
1 7

Por las mismas razones, el segundo bisector se verá en tercera proyección como
una recta que pasando por (LT)’’ forma ángulos de 45° con πv y πH, y que por lo tanto
será perpendicular a la recta que representa el primer bisector (lo que ya sabíamos del
párrafo N.° 4).

APLICACIONES

Aplic. 1.a Dado un punto A, hallar su simétrico con respecto al primer bisector.

Para ello llevamos (fig. 17) el punto


a tercera proyección en A’’’. Por A’’
trazamos la perpendicular al primer
bisector, y a igual distancia hallamos el
punto simétrico B’’.

Llevando B’u al depurado,


obtenemos las proyeccionesB’’ y B’del
punto buscado.

En la (fig. 17) notamos que


’ O(LT)’’ y B’’O(LT)’’
los triángulos A’
son iguales, por lo tanto, los
ángulos agudos en (LT)’’ de dichos
triángulos, son iguales, y entonces los
ángulos A’’(LT)’’A2 y β’’’(LT’)’’’ B1 (Fig. 17)
(complemento a 45° de los anteriores)
son iguales.

Es decir que los triángulos rectángulos A’’’A2 (LT)’’ y β’’’β1 (LT)’’ son
iguales por tener respectivamente iguales los ángulos en (LT)’’ y las hipote-
nusas.

Por lo tanto, A2(LT)’’ = B1(LT)’’ y A’’A2=B’’B1

pero como

A2(LT)’’= A’’Ao, B1(LT)’’ = BoB’, A’’A2= A’Ao y B’’B1 = B’’Bo

resultaque A’’Ao=BoB’ y A’Ao = B’’Bo

Diremos entonces que, dos puntos simétricos respecto al primer bisector


presentan sus proyecciones de tal manera, que la cota de uno de ellos es igual al
alejamiento del otro punto, y viceversa.
1 8
Aplic. 2.a Dado un punto A, hallar su simétrico con respecto al segundo
bisector.

Procediendo como en el ejercicio anterior, llevamos el punto a tercera proyección


en A’’’ (fig. 18). Por A’’’ trazamos la normal al segundo bisector, y a igual distancia
obtenemos el punto simétrico B’’. Llevando
B’’al depurado, se hallan las proyecciones
B’’ y B’ del punto buscado.

Comparando triángulos iguales como en


el ejercicio anterior, se demuestra que

A’’Ao = B’Bo y A’Ao = B’’Bo

Es decir que, dos puntos simétricos


respecto al segundo bisector presentan sus
proyecciones de tal manera, que la cota
de uno de ellos es igual al alejamiento del
(Fig. 18) otro, y viceversa.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO III

1. Determinar los puntos de cota 4 cm. y de alejamiento 5 cm. (las magnitudes en cm.
son valores absolutos).
2. Dado un punto A (-2 cm., 3 cm.), representarlo en el depurado y hallar su tercera
proyección sobre un plano de perfil.
3. Dadas las proyecciones B’’ y B’’’ de un punto del 4.° diedro, hallar la proyección
horizontal B’.
4. Conociendo un punto C (3 cm., -4 cm.) hallar los simétricos de dicho punto, con
respecto a los planos de proyección y a la línea de tierra.
5. Dado un punto D (-2 cm., 5 cm.) hallar los puntos simétricos del punto dado con
respecto a los planos bisectores.
6. Representar en un depurado los siguientes puntos e indicar su ubicación con respecto
a los planos de proyección y bisectores: A (4 cm., 3 cm.), B (3 cm., 5 cm.), C (4 cm., -1 cm.),
D (2 cm., -4 cm.), E (-1 cm., -3 cm.), F (-3 cm., -2 cm.), G (-4 cm., 1 cm.)
y H (-2 cm, 5 cm.).
7. Verificar la ubicación de los puntos del problema anterior, utilizando sus terceras
proyecciones sobre un plano de perfil.
CAPÍTULO IV
REPRESENTACIÓN DE LA RECTA

Veremos ahora cuál es la representación que le corresponde a una recta en


Geometría Descriptiva.

De acuerdo con lo que establecimos al final del (N.° 2), la proyección de una
recta sobre un plano es el lugar geométrico de las proyecciones de todos sus puntos.
Sobre cuál es ese lugar geométrico, nos informa el siguiente

14. Teorema . — En general, la proyección de una recta sobre un plano, es una


recta.

Sea r (fig. 19) una recta dada, π un plano de proyección y d la dirección


(ortogonal u oblicua) de las proyectantes.

Tracemos la proyectante AAo de un punto


A de la recta. El plano Ao r (llamado plano
proyectante de la recta) corta al plano π según
una recta ro.

Proyectemos en Bo otro punto B de


la recta. La proyectante BBo es paralela a (Fig. 19)
AAo, puesto que ambas rectas son paralelas a
la dirección d. Por lo tanto, BBo está contenida en el plano proyectante Aor, puesto
que pasa por un punto B de dicho plano y es paralela a una recta AAo del mismo.
Como BBo está contenida en el plano Aor, el punto Bo (intersección de la
proyectante BBo con el plano π de proyección) estará situado sobre ro (intersección
del plano Ao r con el plano π de proyección).

El razonamiento que hicimos para el punto B, lo podemos repetir para cualquier


punto de la recta r, y, por lo tanto, podemos afirmar que la recta ro es el lugar de las
proyecciones de todos los puntos de la recta r, o lo que es igual, la recta ro es la
proyección de la recta r. Que es lo que se quería demostrar.

De este teorema, surge el siguiente

15. Corolario I. — Se puede obtener la proyección de una recta sobre un plano,


trazando la recta que une las proyecciones de dos de sus puntos.
20
En la demostración del teorema anterior, vimos también que la recta ro era la
intersección del plano Ao r proyectante de la recta r con el plano π de proyección. Es
decir que podemos establecer también, el siguiente

16. Corolario II. — Se puede obtener la proyección de una recta sobre un


plano, hallando la intersección del plano proyectante de la recta con el plano de
proyección (*).
Como aplicación de lo anterior, demostraremos ahora el siguiente

17. Teorema .—Si un segmento de recta es paralelo a un plano, se proyecta sobre


éste en su verdadera magnitud.
Sea el segmento de recta AB (fig. 20) paralelo al plano π.
Proyectemos el segmento dado sobre el
plano π. Sabemos que un plano trazado por
una recta paralela a otro plano, corta a éste
según una recta paralela a la dada. Por lo tanto,
AoBo es paralela a AB, y, en consecuencia, el
cuadrilátero ABBoAo es un paralelogramo,
pues tiene sus lados paralelos dos a dos. Por
consiguiente se cumple que
(Fig. 20) AoBo = AB
Como corolario podremos decir que: un segmento de recta paralelo a uno de los
planos de proyección se proyecta sobre este en su verdadera magnitud.

18. Representación de la recta. — Para representar una recta en el sistema que


hemos definido (N.° 3) para la
Geometría Descriptiva, se proyecta
la recta ortogonalmente sobre los
dos planos de proyección.

Sea una recta a del espacio


(fig. 21). Proyectándola ortogo-
nalmente sobre el plano horizon-
tal, obtenemos la recta a' deno-
minada proyección horizontal de la
recta a.

(Fig. 21)

(*) Resulta evidente que la proyección ro de una recta r sobre un plano π, no basta para
determinarla, puesto que cualquier recta contenida en su plano proyectante tiene como proyección
a la recta ro.
21
Proyectando ortogonalmente la recta a sobre el plano vertical, obtenemos la recta
a’, denominada proyección vertical de la recta a.
Para obtener el depurado correspondiente hacemos
girar, en el sentido indicado en el (N.° 5), el plano vertical
alrededor de LT, hasta que coincida con el plano
horizontal. La proyección a’’ quedará entonces en a’’
sobre el plano horizontal, y el depurado será el de la
(fig. 22).
En consecuencia, podemos establecer el siguiente
(Fig. 22)
19. Teorema . — En general, una recta está
representada en un depurado por dos rectas, que son
sus proyecciones.

Nota . — Resulta evidente, de acuerdo con lo visto en los (N.os 14,15 y 16) que,
si un punto C (fig. 22) está situado sobre una recta a, sus proyecciones C y C
deberán estar respectivamente situadas sobre las proyecciones a’’ y a’ de la recta; y
recíprocamente, si un punto C tiene sus proyecciones situadas sobre las proyecciones
del mismo nombre de la recta, el punto pertenece a la recta.

20. Teorema (recíproco). — En general, dos rectas situadas en un depurado,


determinan una recta del espacio.

En efecto, sean las dos rectas a’’ y a’ (fig. 22) situadas en un depurado. Llevemos
el plano vertical a su posición primitiva, y tracemos luego por a’’, un plano
perpendicular al vertical, y por a’, un plano perpendicular al horizontal.

Dichos planos se encuentran, en general, según una recta a que tiene como
proyecciones vertical y horizontal, las rectas dadas.

Excepciones. — 1.a Cuando en un depurado dos rectas son perpendiculares a LT


en puntos distintos, ellas no representan una recta.

En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas m’’y m’, perpendiculares a LT
en puntos distintos.

Procediendo como en el (N.° 20), llevamos el plano vertical a su posición primitiva


y trazamos por m’’ un plano α perpendicular al vertical y por m’, un plano β
perpendicular al horizontal.

El plano α es normal a LT, puesto que pasa por m’’ que es normal a LT. Por las
mismas razones, el plano β es perpendicular a LT. Por lo tanto, los planos α y β que
son normales aLT, pero en puntos distintos, son paralelos. Es decir que su intersección
no determina una recta del espacio.
22
2.a Cuando en un depurado, una recta es normal a LT y otra es cualquiera, ellas
no representan una recta.

En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas n’’ y n’, una de las cuales es
normal a LT y la otra es cualquiera.

Razonando como en el (N.° 20), llevamos el plano vertical a su posición primitiva


y trazamos porn’’un plano α normal al vertical, y porn’
un plano β normal al horizontal. El plano α por contener
a n’’ que es perpendicular a LT, es normal a LT y por lo
tanto normal al plano horizontal. Como el plano β
también es normal al plano horizontal, resulta que ambos
planos se cortan según una recta perpendicular al plano
horizontal. Pero es evidente que una recta en tales
condiciones no puede tener como proyección horizontal
a n’, por consiguiente, las rectas dadas del depurado no
(Fig. 23)
representan una recta del espacio.

3.a Cuando en un depurado, dos rectas son normales a LT en un mismo punto,


ellas pueden representar una recta, pero no la determinan.

En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas r’’ y r’, normales a LT en un
mismo punto.

Razonando como en los casos anteriores, se deduce que los planos α (que pasa
por r’’ y es normal al vertical) y β (que pasa por r’ y es normal al horizontal), coinciden,
puesto que son perpendiculares a LT en un mismo punto. Por lo tanto, la intersección
de dichos planos no determina una única recta, pues todas las rectas contenidas en
ese plano común tienen como proyecciones las rectas dadas r’’ y r’.

Si se quisiera determinar una de las infinitas rectas que tienen dicha proyecciones,
habría que fijar dos puntos (por ej. A y B) que definirían una de dichas rectas.

21. Notaciones. — Las rectas del espacio se designan siempre con las
letras minúsculas del alfabeto (a, b, c, ... ) y sus proyecciones se indican con dos
tildes la proyección vertical (a’’, b’’, c’’, ...) y con un tilde la proyección horizontal
(a’, b’, c’,...).
De esta manera, cuando en un depurado se da una recta r por sus dos proyecciones,
se la designa recta (r’’, r’) con lo cual se indica que las dos proyecciones r’’ y r’ están
perfectamente determinadas.

Además, de acuerdo con lo visto en el (N.° 4), se dibujarán a trazo lleno (—)
las proyecciones de los segmentos de recta situados en el primer diedro, puesto que
son vistos; y se dibujarán a trazo punteado (......) las proyecciones de los segmentos
de recta situados en los demás diedros, puesto que son ocultos.
23
22. Tercera proyección de una recta. — En la resolución de algunos problemas,
es conveniente obtener una tercera proyección de las rectas sobre un plano de perfil.
Para ello bastará con hallar, como hemos visto en el (N.° 12) y siguientes, las terceras
proyecciones de dos puntos de la recta dada y tendremos así determinada su tercera
proyección.

23. Trazas de una recta. — Para la resolución de ciertos problemas, como por
ejemplo, para saber qué diedros atraviesa una recta, es necesario conocer los puntos
en que la recta corta a los planos de proyección.

Dichos puntos se denominan trazas de la recta, y se designa traza vertical


(individualizándolo con la letra V) al punto en que la recta corta al plano vertical; y
traza horizontal (individualizándolo con la letra H) al punto en que la recta corta al
plano horizontal.

Veremos ahora cómo se determinan las trazas de una recta, en el depurado.

Sean una recta a del espacio


(fig. 24) y V y H sus trazas vertical y
horizontal, respectivamente.

La traza vertical V es, por


definición, el punto de la recta que está
en el plano vertical. Por lo tanto, la
proyección vertical V’’ de dicho punto,
coincide con el mismo.

Además, por tratarse de un punto


del plano vertical, su proyección
horizontal V’ deberá estar en LT y
sobre la proyección horizontal a’ de (Fig. 24)
la recta a la cual pertenece. Es decir
que V’ estará en la intersección de a’
con LT y V’’ estará en la línea de
referencia de V’ y sobre a’’.

Diremos entonces que, para determinar la traza vertical de una recta dada, se
prolonga la proyección horizontal de la recta hasta encontrar a LT en V,
proyección horizontal de la traza vertical; y trazando por V’ la línea de
referencia hasta encontrar la proyección vertical de la recta dada, se obtiene V’’,
proyección vertical de la traza vertical.

Dicha traza queda así determinada en el depurado, por sus dos proyecciones
(fig. 25).
24
Haciendo un razonamiento análogo, demostraríamos que, para determinar ta
traza horizontal de una recta dada, se prolonga la proyección vertical de la recta
hasta encontrar a LT en H’’, proyección vertical de la traza horizontal; y trazando
por H’’ la línea de referencia hasta encontrar la
proyección horizontal de la recta dada, se obtiene
H’, proyección horizontal de la traza horizontal.

Obtenemos así, la traza horizontal determinada


en el depurado por sus dos proyecciones (fig. 25).

Nota . — Estas construcciones para hallar las tra-


zas de una recta, no son aplicables en el caso
particular de que la recta tenga sus dos proyecciones
normales a LT en un mismo punto. En dicho caso
(Fig. 25) se procede como veremos más adelante, en el
(N.° 24, XII).

24. Diferentes posiciones que puede ocupar una recta con respecto a los
planos de proyección.

Una recta puede ocupar diversas posiciones características con respecto a los
planos de proyección.

Estas posiciones son las siguientes:

I. Recta cualquiera. — Una recta cualquiera presenta, en el depurado, sus dos


proyecciones cortando a la línea de tierra.

Cuando está dada una recta cualquiera, se puede conocer qué diedros atraviesa,
hallando sus trazas.

En efecto, sea una recta cualquiera a (fig. 26) y hallemos sus trazas (V’’, V) y
(H’’, H’) de acuerdo con lo indicado en el (N.° 23).

Como la traza vertical tiene cota positiva,


deducimos que la recta corta al plano vertical
en su parte superior; y como la traza horizontal
tiene alejamiento negativo, la recta cortará al
plano horizontal en su parte posterior. Es decir
que la recta, al cortar al vertical superior, pasa
por los diedros I y II; y al cortar al horizontal
posterior pasa por los diedros II y III. Por
consiguiente, se trata de una recta que atraviesa
los diedros I, II y III. (El segmento de recta
contenido en el primer diedro, de acuerdo con (Fig. 26)
25

las convenciones establecidas en el N.° 21, se ha dibujado con trazo lleno, y el resto
con trazo punteado).

Por lo tanto, si se tiene una recta cualquiera y se quiere averiguar qué diedros
atraviesa, se comienza por hallar las trazas de la recta, es decir que se averigua cuáles
son los semiplanos de proyección que corta la recta dada. Conocidos éstos, de
inmediato se puede deducir por qué diedros pasa la recta.

II y III. Recta contenida en uno de los planos


de proyección. — Si una recta b está contenida en el
plano horizontal, su proyección vertical coincidirá
con la línea de tierra, y su depurado se presentará
entones como en la (fig. 27).

De la misma manera, si una recta c está con tenida


en el plano vertical, su proyección horizontal
(Fig. 27)
coincidirá con la línea de tierra, y su depurado se
presentará entonces como en la (fig. 27).

IV. Recta horizontal. — Se denomina recta horizontal, a toda recta paralela al


plano horizontal de proyección, y se acostumbra designarlas con la letra h.

Como la recta, por definición, es paralela horizontal, todos sus puntos tienen la
misma cota, es decir que de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 9), todos los puntos de
la proyección vertical de la recta deben
estar a igual distancia de la línea de tierra.
Por consiguiente, su depurado se presentará
como en la (fig. 28), con la proyección
vertical paralela a LT y la proyección
horizontal cualquiera.
Conviene hacer notar que, como la
recta es paralela al plano horizontal, su
traza horizontal H estará en el infinito. (Fig. 28)

V. Recta frontal. — Se denomina recta frontal, a toda recta paralela al plano


vertical de proyección, y se acostumbra designarlas con la letra f.

Como la recta, por definición, es paralela al vertical, todos sus puntos tienen el
mismo alejamiento, es decir que de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 9), todos los
puntos de la proyección horizontal de la recta deben equidistar de LT. Por consiguiente,
su depurado se presentará como en la (fig. 28), con la proyección horizontal paralela
a LT y la proyección vertical cualquiera.

Conviene hacer notar que, como la recta es paralela al plano vertical, su traza
vertical V estará en el infinito.
26
VI. Recta paralela a la línea de tierra. — Si
una recta r es paralela a LT, es paralela a cada
uno de los planos de proyección, es decir que
todos sus puntos tienen igual cota e igual
alejamiento. Por lo tanto, de acuerdo con lo
expuesto en los casos anteriores, su depurado se
presentará como en la (fig. 29), con sus dos
proyecciones paralelas a LT.

VII. Recta perpendicular al plano horizon-


(Fig. 29) tal. — Toda recta normal al plano horizontal de
proyección, se denomina recta vertical.

Si una recta m es normal al plano horizontal, es evidente que las proyecciones


horizontales de todos sus puntos coinciden con el punto en que la recta corta al plano
horizontal.

Hallemos ahora la proyección vertical de la recta m. Para ello, de acuerdo con lo


visto en el (N.° 16), hagamos pasar por la recta un plano proyectante perpendicular al
vertical. Como dicho plano pasa por una recta que es, por definición, normal al
horizontal, será también normal al horizontal.

Es decir que, el plano proyectante de la recta es normal a


cada uno de los planos de proyección, y por lo tanto será normal
a la intersección de éstos que es LT.
Por consiguiente, si el plano que pasa por la recta y es
perpendicular al vertical, es también normal a LT, cortará al
plano vertical según una recta normal a LT que será la
proyección vertical m’’ de la recta m.

El depurado de la recta vertical m, se presentará entonces


como en la (fig. 30) con la proyección vertical perpendicular a (Fig. 30)
LT y la proyección horizontal según un punto.
VIII. Recta perpendicular al plano vertical. — Toda recta normal al plano
vertical de proyección se denomina recta de fuga.

Razonando como en el caso anterior, se demuestra que una recta de fugan, presenta
su depurado como en la (fig. 30), con la proyección horizontal normal a LT y la
proyección vertical según un punto.

IX. Recta que corta a la línea de tierra. — Si una recta r corta a la línea de
tierra, el punto de corte será un punto común a la recta y a LT, y por lo tanto dicho
punto tendrá sus dos proyecciones confundidas sobre LT. El depurado de la recta r se
presentará entonces como en la (fig. 31) con sus dos proyecciones cualesquiera y
cortándose en un punto de LT, que es a la vez traza horizontal y vertical de la recta.
27
X y XI. Recta contenida en uno de los planos bisectores. — Si una recta a está
contenida en el primer bisector, todos sus puntos (N.° 11, X) tienen cota y alejamiento
iguales en magnitud y signo, por consiguiente la recta presenta su depurado como en
la (fig. 31), con sus dos proyecciones formando igual ángulo con LT (ya que las
proyecciones de cada uno de sus puntos equidistan de LT).

(Fig. 31)

Razonando en idéntica forma, si una recta b está contenida en el segundo bisector,


todos sus puntos pertenecen al segundo bisector, y en consecuencia (N.° 11, XI) tienen
sus proyecciones confundidas. La recta b presentará entonces su depurado como en
la (fig. 31) con sus dos proyecciones confundidas y punteadas, puesto que una recta
del segundo bisector no tiene ningún punto en el primer diedro.

XII. Recta de perfil. — Se denomina recta de perfil a toda recta contenida en un


plano de perfil.

Como ya vimos en el (N.° 12), plano de perfil es un plano perpendicular a la vez


a los dos planos de proyección, y por lo tanto, a LT.

En consecuencia, toda recta de perfil, al estar contenida en un plano en esas


condiciones, es normal en dirección a la línea de tierra.

Para hallar la proyección horizontal de una recta r de perfil, trazamos por la recta
un plano perpendicular al horizontal. Dicho plano no es otro que el plano de perfil
que contiene a la recta, y será entonces normal a LT. Por lo tanto, cortará al plano
horizontal según la proyección horizontal r’ que será normal a LT.
28
Razonando de igual manera, demostraríamos que r’’,
proyección vertical de la recta de perfil es también normal
a LT en el mismo punto.

En consecuencia, una recta r de perfil, presentará su


depurado como en la (fig. 32) con sus dos proyecciones
normales a LT en un mismo punto.

Además, para que la recta quede determinada, es


necesario fijar dos de sus puntos, puesto que como vimos
en el (N.° 21,3.a), todas las rectas contenidas en el plano de (Fig. 32)
perfil que pasa por r tienen las mismas proyecciones.

Trazas de una recta de perfil. — Veremos ahora cómo se hallan las trazas de una
recta de perfil AB.

Consideremos el plano de perfil π que pasa por la recta. La proyección de la


recta sobre ese plano, es ella misma y para obtenerla llevamos la recta a tercera
proyección. Para ello nos basta con hallar, como vimos en el (N.° 12), las terceras
proyecciones de dos de sus puntos Ay B, que nos determinan la tercera proyección
A’’B’’ de la recta (fig. 33).

En dicha tercera proyección, la recta corta al plano


vertical en V’’’y al plano horizontal enH’’’. Estos puntos
serán entonces, las terceras proyecciones de las trazas
de la recta.

Para obtenerlos en el depurado, los llevamos a él, en


sentido directo. De V’’’ obtenemos V’’ sobreα’’, y V’estará
en LT puesto que se trata de la proyección horizontal de
un punto del plano vertical.

De H’’ obtenemos H’ sobre a’, y H’’ estará en LT,


puesto que se trata de la proyección vertical de un punto
(Fig. 33) del plano horizontal.

En consecuencia, cuando se da una recta de perfil, se hallan sus trazas utilizando


tercera proyección.

XIII. Recta perpendicular al primer bisector. — Si una recta r es normal al


primer bisector, será en dirección normal a LT, puesto que el primer bisector es un
plano que pasa por LT. En consecuencia, una recta normal al primer bisector es de
perfil.
29

Para determinar la posición que ocupan sus trazas,


la consideramos proyectada sobre el plano de perfil que
la contiene, y llevada a tercera proyección. Allí será,
por consiguiente, normal a la recta que representa el
primer bisector en tercera proyección (fig. 34).

Las trazas de la recta serán entonces V’’’ y H’’.


Llevando dichas trazas al depurado, obtenemos (V’’, V)
y (H’’, H’).

Ahora bien, observando que los ángulos 1 y 2 son


de 45°, resulta
(Fig. 34)
V’’ V’ = V’H’’ y V’H’’ = V’H’

y en consecuencia, V’’V’ = V’H’

Por lo tanto, podemos decir que, en el depurado una recta normal al primer
bisector tiene sus trazas equidistantes de la línea de tierra.

(Lo mismo resultaría si la recta fuese normal al primer bisector, pero en el tercer
diedro).

XIV. Recta perpendicular al segundo bisector. —


Razonando como en el caso anterior, demostraríamos que
una recta normal al segundo bisector es de perfil.

Sus trazas se obtendrían con el auxilio de la tercera


proyección (fig. 35), y en virtud de que los ángulos 1 y 2
son de 45° tendríamos
(Fig. 35) V’’ V’ = V’H’’

Pero como además V’H’’’ = V’H’resulta que, en el depurado, una receta normal
al segundo bisector tiene sus trazas confundidas.

(Lo mismo resultaría si la recta fuese normal al segundo bisector, pero en el


cuarto diedro).

POSICIONES RELATIVAS DE DOS RECTAS

Dos rectas del espacio pueden cortarse, cruzarse o ser paralelas. Veremos a
continuación, qué particularidades presenta el depurado para cada una de estas
posiciones relativas.
30
25. Rectas que se cortan. — Para las rectas que se cortan estableceremos el
siguiente

Teorema . — Cuando dos rectas del espacio se cortan, los puntos de intersección
de sus proyecciones del mismo nombre, están situados en el depurado, en una misma
línea de referencia.

En efecto, sean (a’’, a’) y (b’’, b’) (fig. 36) las


proyecciones de dos rectas del espacio que se cortan en
un punto O.

Como el punto O pertenece a las dos rectas a y b, su


proyección horizontal será entonces el punto común a
las proyecciones horizontales de ambas rectas; por
idénticas razones, la proyección vertical del punto O
será el punto de intersección de las proyecciones
(Fig. 36) verticales dadas.

Pero además, el punto O tiene sus proyecciones O’’ y O’ en una línea de referencia
normal a LT (N.° 7). Es decir que se cumple el enunciado del teorema.

26. Teorema (recíproco). — Dos rectas se cortan, si en el depurado sus


proyecciones del mismo nombre se interceptan en dos puntos situados sobre una
misma línea de referencia.

En efecto, las proyecciones O’’ y O’ (fig. 36) determinan un punto O del espacio,
situado sobre cada una de las rectas dadas. En consecuencia, las rectas, al tener un
punto común, se cortan.

27. Excepciones. — 1.a Cuando se tiene una recta


de perfil AB y una recta cualquiera r (fig. 37), no
puede afirmarse que dichas rectas se corten, a pesar
de cumplirse lo que establece el (N.° 26).

En efecto, el punto de corte de dichas rectas sería


(de acuerdo con el N.° 26) el punto O.

Pero si consideramos la recta de perfil


proyectada en el plano de perfil que la contiene,
tendremos A’’B’’ en tercera proyección. Del mismo
modo, del punto O, tendremos O’’. En este caso, O’’
no está situado sobre A’’’B’’’, es decir que, si bien O (Fig. 37)
es punto de la recta r, no lo es de AB.
3 1
Por consiguiente, ambas rectas no se cortan. Para que ello sucediese, sería
necesario que O’’ estuviese sobre A’’B’’.

2.° Cuando se trata de dos rectas de perfil contenidas


en un mismo plano, en el depurado presentan sus
proyecciones confundidas. Para hallar su intersección
hay que recurrir a la tercera proyección.

Por ejemplo, sean las rectas de perfil AB y CD (fig.


38) contenidas en un mismo plano de perfil π.
Llevándolas a tercera proyección, obtenemos A’’’B’’’ y
C’’D’’. El punto de intersección de ambas rectas será,
en tercera proyección, el punto O’’.

Volviendo al depurado obtenemos entonces O’’y O’


proyecciones del punto de corte de las rectas dadas.

28. Rectas que se cruzan. — Se dice que dos rectas (Fig. 38)
se cruzan cuando no tienen ningún punto común.

Desde el momento en que los teoremas de los (N.os 25 y 26) son ciertos, podemos
establecer el siguiente

Corolario . — Cuando dos rectas del espacio se cruzan, los puntos de intersección
de sus proyecciones del mismo nombre no están situados sobre una misma línea de
referencia.

Es decir que, dos rectas que se cruzan, presentan su


depurado como las rectas a y b de la (fig. 39), en la cual,
los puntos de corte de las proyecciones homónimas no
están situados sobre una misma línea de referencia.

29. Rectas paralelas. — Veremos ahora cómo


presentan su depurado, dos rectas paralelas. De ello nos
informa el siguiente

Teorema . — Si dos rectas del espacio son paralelas,


(Fig. 39) sus proyecciones del mismo nombre son paralelas en el
depurado.

En efecto, sean dos rectas del espacio ay b (fig. 40), paralelas.

Hallemos las proyecciones horizontales de ambas rectas. Para ello hacemos pasar
por cada recta un plano perpendicular al horizontal.
32
Como las rectas, por hipótesis, son paralelas, ambos planos proyectantes son
paralelos y por consiguiente cortarán al plano horizontal según dos rectas paralelas a’
y b’, que serán las proyecciones horizontales de las rectas dadas.

(Fig. 40)

De igual manera, los planos que pasan por las rectas ay b, y son perpendiculares
al vertical, serán paralelos. En consecuencia, cortarán al plano vertical según dos
rectas paralelas a’’y b’’, que serán las proyecciones verticales de las rectas dadas.

Es decir que dos rectas del espacio paralelas, tienen


sus proyecciones paralelas, y su depurado se presentará
entonces como en la (fig. 41).

30. Teorema (recíproco). — Dos rectas del espacio


son paralelas, si en el depurado, sus proyecciones del
mismo nombre son paralelas.

Sean en un depurado (fig. 41), las rectas


respectivamente paralelas a’’, b’’y a’, b’. Consideremos
(Fig. 41) dichas rectas como proyecciones de dos rectas a y b del
espacio.

Llevando el plano vertical a su posición primitiva (fig. 40), los planos


perpendiculares al vertical trazados por a’’ y b’’, son paralelos, y por consiguiente
cortarán respectivamente al plano que pasa por a’ y es normal al horizontal, según
dos rectas paralelas a y r.

De igual manera, los planos perpendiculares al horizontal trazados por a’ y b’,


son paralelos. En consecuencia cortarán, respectivamente, al plano que pasa por b’’ y
es perpendicular al vertical, según dos rectas paralelas r y b.

Por consiguiente, si a es paralela a r, y r es paralela a b, resulta que las rectas a y


b son paralelas, que es lo que se quería demostrar.
33
Excepción . — Si bien dos rectas de perfil tienen sus proyecciones homónimas
paralelas, no puede afirmarse que dichas rectas sean paralelas en el espacio.

(Fig. 42)

Para averiguarlo, en virtud del (N.° 17), se proyectan ambas rectas sobre un plano
de perfil π, hallando las terceras proyecciones A’’’ B’’’ y C’’’ D’’’ de las rectas (fig. 42).

Si dichas terceras proyecciones son paralelas, podemos afirmar que las rectas
dadas AB y CD, son paralelas. En el caso contrario, las rectas se cruzan.

Nota . — En el planteamiento de diversos problemas, la consideración de elementos al


infinito, permite simplificar los procedimientos resolutivos.

Con ese propósito fijaremos las siguientes nociones:

1.°) Un punto al infinito o punto impropio está definido por una dirección. Es el punto
común a todas las rectas paralelas a esa dirección. Así por ejemplo, un punto impropio D∞
define una dirección d y es el punto común a todas las rectas paralelas a d. Unir un punto
cualquiera A con un punto impropio D∞, significa trazar por el punto A una recta paralela a d.

2.°) Una recta al infinito o recta impropia está definida por una dirección de plano α Es
la recta r∞ común a todos los planos paralelos al α Así por ejemplo, el plano que determinan
un punto cualquiera A y la recta impropia r∞, es el plano que pasa por A y es paralelo al plano
α. También se puede decir que dos puntos impropios determinan una recta impropia.

APLICACIONES

Aplic. 1.a Por un punto dado, trazar una paralela a una recta de perfil dada.

Propongámonos por ejemplo, trazar por el punto (P’’, P’) de la (fig. 43) una recta
paralela a la recta de perfil CD.
34
Para ello, se proyecta la recta sobre el plano de perfil π que pasa por el punto, y
luego se llevan el punto y la recta a tercera proyección, en P’’ y C’’D’’ respectivamente.
Recordando lo que establece el (N.° 17), se traza entonces por P’’ una paralela a
C’’D’’, que será la recta buscada P’’M’’ en tercera proyección. Para llevar dicha
recta al depurado, basta con llevar un punto M cualquiera, que unido con P nos
determina la recta de perfil PM que se quería trazar.

(Fig. 43)

Aplic. 2.a Hallar los puntos de corte de una recta con el primer y el segundo
bisector.

Sabemos del (N.° 11, X), que los puntos del primer bisector tienen sus
proyecciones equidistantes de LT. Por lo tanto, las proyecciones del punto buscado,
además de estar sobre las proyecciones de la recta dada, deberán cumplir con la
condición de equidistar de LT. Para hallarlo utilizamos el siguiente procedimiento
geométrico (fig. 44).

Por el punto H’’ (intersección de a’’ con


LT) trazamos una recta auxiliar r que forme
con LT el mismo ángulo que forma a’’ con
LT. Donde la recta auxiliar r corta a la proyección
a’ de la recta dada, estará P’, proyección hori-
zontal del punto buscado. En consecuencia,
P’’ estará en la línea de correspondencia de P’ y
sobre a’’.

En efecto, el punto P pertenece a la recta a


puesto que sus proyecciones están sobre las
proyecciones de la recta a, y además el punto P
(Fig. 44) es del primer bisector, puesto que sus pro-
35
yecciones equidistan de LT (ya que de la igualdad de los triángulos P’’H’’PoyP’H’’Po
se deduce que P’’Po = P’Po).

Por otra parte, el punto de corte de la recta α con el segundo bisector, será un
punto de la recta que tenga sus proyecciones confundidas (N.° 11, XI). Dicho punto
se determina fácilmente como el punto de corte (R’’, R’) de las proyecciones de la
recta dada.

Cuando se trate de una recta de perfil, habrá que recurrir a la tercera proyección.

Aplic. 3.a Lα relación de las medidas de los segmentos de una recta, es igual a la
relación de las medidas de sus proyecciones.

Demostraremos por ejemplo que,


las proyecciones del punto medio de un
segmento de recta, son los puntos
medios de las proyecciones del
segmento.

En efecto, sea M (fig. 45) el punto


medio de un segmento de recta AB.

Las proyecciones M’’ y M’ del


punto M deberán estar, respectivamente,
sobre las proyecciones A’’B’’ y A’B’ de
la recta a la cual pertenece. Además, por (Fig. 45)
el Teorema de Thales, si MA = MB,
resulta que M’A’ = M’B’ y M’’A’’ =
M’’B que es lo que se quería demostrar.

Aplic. 4.a Hallar la verdadera magnitud de la distancia entre dos puntos.

Sean los puntos (A’’, A’) y (B’’, B) de la (fig. 46) cuya distancia queremos hallar.

Observando la (fig. 45) en el espacio, notamos


que si en el plano proyectante del segmento
AB trazamos por A una paralela AB1 a la proyección
AB’, se forma un triángulo AB1B rectángulo en B1,
cuyos catetos son AB1 = A’B’ (distancia entre
las proyecciones horizontales de los puntos) y
BB1 = BB’ - B1B’ (diferencia entre las cotas de los
puntos); y cuya hipotenusa AB es en verdadera
magnitud la distancia entre los puntos dados.

(Fig. 46)
36
Por lo tanto, en el depurado (fig. 46), para hallar la distancia entre los puntos A y
B construimos ese triángulo rectángulo, con un cateto A’B’ y otro cateto c igual a la
diferencia de cotas (B’’B0 - A’’Ao).

La hipotenusa d será entonces la verdadera magnitud de la distancia entre A y B.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍULO IV

1. Representar un segmento de recta contenido en el segundo bisector y en el 4.° diedro


y hallar su verdadera magnitud.
2. Dada una recta de perfil por los puntos A (2 cm., 4 cm.) y B (-3 cm., 6 cm.); determinar
un punto C de la recta cuyo alejamiento mida 5 cm. Hallar la verdadera magnitud de los
segmentos AB y BC.
3. Dada una recta cualquiera: hallar sus trazas, determinar qué diedros atraviesa y hallar
sus intersecciones con los planos bisectores. Determinar en verdadera magnitud la distancia
entre sus trazas.
4. Hallar los puntos de corte de una recta vertical con los planos bisectores.
5. Dada una recta de perfil AB, hallar sus puntos de corte con los planos bisectores y
determinar qué diedros atraviesa.
6. Por un punto R (-2 cm., 3 cm.) trazar una recta que pase por los diedros IV, III y II.
7. Por un punto P (3 cm., 4 cm.) trazar una recta que pase por los diedros I, IV y III.
8. Dada una recta (r’, r’), hallar un punto de la misma cuya cota sea el doble de su
alejamiento.
9. Por un punto dado, trazar una recta horizontal que corte a otra recta dada.
10. Por un punto dado, trazar una recta de perfil que corte a una recta dada del segundo
bisector.
11. Dados un punto A y una recta r vertical, hallar el punto de menor cota de r que diste
6 cms. de A.
12. Idem al problema anterior, siendo r paralela a LT.
13. Determinar una recta de perfil, conociendo uno de sus puntos P (8 cm., 3 cm) y el
ángulo de 60° que la recta forma con el plano horizontal.
14. Dadas las proyecciones de un triángulo cualquiera, hallar las proyecciones de su
centro de gravedad.
15. Dadas las proyecciones de un triángulo A (2 cm., 3 cm.) B (-5 cm., 6 cm.) C (3 cm.,
-4 cm.) situado en un plano de perfil, hallar las proyecciones de su centro de gravedad.
16. Dada una recta (r’’, r’), hallar un punto r que diste 2 cm. de su punto de corte con el
segundo bisector y tenga la mayor cota posible.
CAPITULO V
REPRESENTACIÓN DEL PLANO

Sabemos de Geometría elemental, que un plano queda definido por dos rectas
que se cortan o son paralelas, por una recta y un punto exterior a ella o por tres puntos
no situados en línea recta.

Pero es evidente que, cualquiera que sea la manera de definir el plano, siempre
se le puede considerar como dado por dos rectas que se cortan.

En efecto, si el plano está dado por una recta y un punto exterior a ella, bastará
trazar por el punto una recta que corte a la dada para que el plano quede determinado
por dos rectas que se cortan.

Si el plano está dado por tres puntos no situados en línea recta, bastará unir
mediante rectas uno de los puntos con cada uno de los otros dos, para que el plano
quede determinado por dos rectas que se cortan.

Por consiguiente, en general, consideraremos que los planos están definidos por
dos rectas que se cortan. Así las rectas a y b de la (fig. 36) determinan un plano.

31. Determinación de elementos de un plano. — Veremos ahora que, en un


plano dado por dos rectas que se cortan se puede determinar un elemento geométrico
cualquiera situado en el plano, conociendo sólo una de sus proyecciones.

Se pueden presentar los siguientes casos:

I. — Dado un plano por dos rectas que se cortan y una de las proyecciones de otra
recta, hallar la restante proyección de ésta, de manera que pertenezca al plano de
las dos primeras.

Sean en la (fig. 47) dos rectas (a’’, a) y (b’’, b) que determinan el plano dado, y
sea r’’ la proyección vertical de una tercera recta r.

Hallaremos r’ de modo que la recta r pertenezca al plano de las rectas ay b.

Como la recta r (de la cual sólo conocemos su proyección vertical) debe estar
situada en el plano de a y b, cortará a estas dos rectas. Las proyecciones verticales de
los puntos de corte serán entonces A’’y B’’ intersecciones de las proyecciones verticales
a’’y b’’conr’ .
38
Ahora bien, la proyección horizontal A’
del punto A, estará en la línea de corres-
pondencia de A’’ y sobre la proyección
horizontal de la recta a a la cual perte-
nece.

Del mismo modo, el punto B se pro-


yectará horizontalmente en B’, intersec-
ción de b’ con la línea de correspondencia
de B’’.

Por consiguiente, como los puntos A y


B pertenecen a las rectas ayb, y también a
la recta r, sus proyecciones horizontales A’
(Fig. 47) y B’ nos determinarán r’, proyección
horizontal de la recta que queríamos
determinar.

Si la recta dada fuese paralela a una de las rectas que determinan el plano, bastará
aplicar el teorema del (N.° 29).

II. — Dado un plano por dos rectas que se cortan y una de las proyecciones de un
punto, hallar la restante proyección de éste, de manera que el punto pertenezca al
plano.

Sean en la (fig. 48) dos rectas (a’’, a’) y


(b’’, b’) que determinan el plano dado, y sea
P’’ la proyección vertical de un punto P que
haremos pertenecer al plano de las dos rectas.

Tracemos por el punto P del espacio, una


recta auxiliar r contenida en el plano de a y b.
Para ello, comenzamos por trazar la
proyección r’’ de dicha recta, pasando por P’’.

Como la recta r es coplanar con a y b, su


proyección horizontal r’la hallamos fácilmente
como en el caso anterior. (Fig. 48)

Ahora bien, como el punto P pertenece a la recta r, la proyección buscada P’


estará en la intersección de r’ con la línea de correspondencia de P’’.

32. Representación del plano. liazas. — Al principio de este capítulo vimos


que un plano queda definido por dos rectas que se cortan.
39

En Geometría Descriptiva se acostumbra representar el plano, no por dos rectas


cualesquiera que se cortan, sino por sus trazas, denominándose así a las rectas de
intersección del plano dado con cada uno de los planos de proyección.
Diremos entonces que; TRAZA VERTICAL de un plano es la intersección del
plano con el vertical de proyección; y TRAZA HORIZONTAL de un plano es la
intersección del plano con el horizontal de proyección.

Resulta evidente que si el plano corta a LT, sus


dos trazas, siendo rectas del plano y situadas a la vez
en planos distintos (los de proyección), deberán
cortarse sobre la línea de tierra, que es la intersección
de los planos de proyección.
Por consiguiente, un plano dado por sus trazas
presenta su depurado como en la (fig. 49),
determinado por dos rectas ay b (que se cortan en
LT) y pertenecientes al plano dado y a los planos (Fig. 49)

vertical y horizontal respectivamente.

33. Notaciones, - Los planos del espacio se designan con las letras del alfabeto
griego (α, β, γ,...) y sus trazas se indican con dos tildes la traza vertical (α’’, β’, γ’’...)
y con un tilde la traza horizontal (α’, β’, γ’,...).

De esta manera, cuando en un depurado se da un plano α por sus trazas, se lo


designa plano (α’’, α’), con lo cual se indica que sus trazas α’’ y α’ están perfectamente
determinadas.
Además, de acuerdo con lo establecido en el (N.° 4), se dibujará con trazo lleno
las partes de las trazas del plano simadas en el primer diedro puesto que son rectas
vistas, y con trazo punteado las partes de las trazas del plano situadas en los demás
diedros, puesto que son rectas ocultas.

34. Problema fundamental. — Dado un plano por elementos suficientes, hallar


sus trazas.
En el (N.° 32) hemos definido como trazas de un plano, las intersecciones del
plano con los planos de proyección.
En consecuencia, todas las rectas de un plano cortarán a los planos de proyección
en puntos de las trazas correspondientes del plano.
Por lo tanto podemos decir que: las trazas de un plano son el lugar geométrico
de las trazas del mismo nombre de todas las rectas que contiene, y, recíprocamente,
todas las rectas de un plano tienen sus trazas sobre las trazas del mismo nombre del
plano que las contiene.
Veamos algunas aplicaciones:
40
I. — Hallar las trazas de un plano dado por dos rectas que se cortan.

Sean las rectas a y b de la (fig. 50) que se cortan


en el punto O, determinando un plano α. De acuerdo
con lo recientemente expuesto, hallamos las trazas
Va,Ha, y Vb,Hb de las rectas dadas.

Las trazas del plano serán las rectas α’’ y α’ que unen
las trazas del mismo nombre de las rectas ay b.
(Además, como comprobación, las trazas del plano
deberán cortarse en un mismo punto de LT). (Fig. 50)

II. — Hallar las trazas de un plano dado por dos rectas paralelas.

Este problema se diferencia del anterior en que el punto O es impropio, pero para
resolverlo se efectúan las mismas construcciones que en el caso anterior.

III. — Hallar las trazas de un plano dado por una recta y un punto.

Sean a y P de la (fig. 51) la recta y el


punto que determinan un plano α. Para
resolver este problema, lo reducimos al
caso I, para lo cual trazamos una recta
auxiliar (r’’, r’) que pase por P y corte en
un punto O a la recta dada. Procediendo
como ya hemos visto hallamos las trazas
α’’ y α’ del plano dado.

Podríamos también haber trazado por


(Fig. 51) P una paralela a la recta a y estaríamos en
el caso II.

1 V. Hallar las trazas de un plano dado por tres puntos no situados en línea recta.

Si se tienen tres puntos A, By P no situados en línea recta, ellos determinan un


plano. Para hallar sus trazas, se unen dos de los puntos, Ay B por ejemplo. De esta
manera, la recta AB y el punto restante P se presentan como en el caso III; de modo
que la solución de este problema se reduce a la de ese caso.

35. Diferentes posiciones que puede ocupar un plano con respecto a los planos
de proyección.

Un plano, considerado con relación a los planos de proyección, puede ocupar


diversas posiciones características, que expondremos a continuación.
41

I. Plano cualquiera. — Un plano cualquiera presenta su depurado como en la


(fig. 49), determinado por sus trazas.

Además, considerando la posición del plano en el espacio y la de los planos de


proyección, observamos en la (fig. 52) que todos los elementos del plano que están
en el primer diedro quedan comprendidos entre α’’ y α’. Todos los elementos del

(Fig. 52)

plano que están en el 2.° diedro quedan comprendidos entre α’’ y la prolongación
de α’. Todos los elementos del plano que están en el tercer diedro quedan compren-
didos entre las prolongaciones de α’’ y α’. Y finalmente, todos los elementos
del plano que están en el cuarto diedro quedan comprendidos entre α’ y la prolon-
gación de α’’.

II. Plano horizontal. — Se denomina plano horizontal, a todo plano paralelo al


horizontal de proyección.

Un plano horizontal ω por ser paralelo al plano horizontal de proyección,


cortará al plano vertical según una recta ω’’ paralela a LT que será su traza vertical.
En cuanto a la traza horizontal ω’ del plano, será una recta impropia, intersección de
dos planos paralelos: el dado y el horizontal de
proyección. Dicha traza no tendrá representación en
el depurado.
Es decir que un plano horizontal ω presentará
su depurado como en la (fig. 53), con la traza vertical
ω’’ paralela a LT y sin traza horizontal.
(Fig. 53)
42
Dicho plano está simado por encima del horizontal de proyección; y cuando se
halle, como el plano φ, por debajo del horizontal de proyección tendrá la traza vertical
φ’’ por debajo de LT.

Recíprocamente, si un plano ω o φ presenta su depurado como en la (fig. 53) con


la traza vertical paralela a LT y sin traza horizontal, el plano es paralelo al horizontal
de proyección.

Esto es evidente, puesto que si el plano dado no tiene traza horizontal quiere
decir que no corta al horizontal de proyección, por consiguiente ambos planos son
paralelos.

III. Plano frontal. — Se denomina plano frontal, a todo plano paralelo al vertical
de proyección.

Un plano frontal γ por ser paralelo al vertical de proyección, cortará al plano


horizontal según una recta γ’ paralela a LT que será su traza horizontal.

En cuanto a la traza vertical γ’’ del plano, será una


recta impropia, intersección de dos planos paralelos: el
dado y el vertical de proyección. Dicha traza no tendrá
representación en el depurado.

Es decir que un plano frontal γ presentará su


depurado como en la (fig. 54), con la traza horizontal γ’
(Fig. 54)
paralela a LT y sin traza vertical.

Dicho plano está simado delante del vertical de proyección; y cuando se halle,
corno el plano δ, detrás del vertical de proyección tendrá la traza horizontal δ’ por
encima de LT.

Recíprocamente, si un plano γo δ presenta su depurado como en la (fig. 54) con


la traza horizontal paralela a LT y sin traza vertical, el plano es paralelo al plano
vertical de proyección. Lo cual se deduce de inmediato, puesto que si el plano dado
no tiene traza vertical quiere decir que no corta al vertical de proyección, por
consiguiente ambos planos son paralelos.

IV. Plano perpendicular al plano horizontal. — Todo plano perpendicular al


horizontal de proyección se denomina plano proyectante horizontal.

Un plano proyectante horizontal α presentará su depurado como en la (fig. 55)


con su traza vertical α’’ normal a LT y su traza horizontal α’ inclinada con respecto
a LT.

En efecto, α’’ es la intersección del plano dado con el vertical de proyección,


siendo ambos normales al plano horizontal. Por consiguiente α’’ será recta normal al
plano horizontal, y, en consecuencia, normal a LT que pasa por su pie en dicho plano.
43

La traza horizontal del plano, intersección del


plano dado con el horizontal de proyección, será
una recta α’ que pasará por el punto de corte de
α’’yLT:

Recíprocamente, si un plano presenta su


depurado como en la (fig. 55) con la traza vertical
normal a LT y la traza horizontal cualquiera, el
plano es perpendicular al horizontal de (Fig. 55)
proyección.

En efecto, por ser α’ normal a LT y estar contenida en el plano vertical, resultará


normal al horizontal de proyección. Por lo tanto, el plano dado α que pasa por una
recta α’’ normal al horizontal de proyección, será también normal a este plano.

V. Plano perpendicular al plano vertical.—Todo plano perpendicular al vertical


de proyección se denomina plano proyectante vertical.

Un plano proyectante vertical β presentará su depurado como en la (fig. 55), con


su traza horizontal β’ normal a LT y su traza vertical β’’ inclinada con respecto a LT.

En efecto, β’ es la intersección del plano dado con el horizontal de proyección,


siendo ambos normales al plano vertical. Por consiguiente, β’ será una recta normal
al plano vertical, y, en consecuencia, normal a LT que pasa por su pie en dicho plano.

La traza vertical del plano, intersección del plano dado con el vertical de
proyección, será una recta β’ que pasará por el punto de corte β’ con LT.

Recíprocamente, si un plano presenta su depurado como en la (fig. 55) con la


traza horizontal normal a LT y la traza vertical cualquiera, el plano es perpendicular
al vertical de proyección.

En efecto, por ser β’ normal a LT y estar contenida en el plano horizontal, resultará


normal al vertical de proyección. Por lo tanto el plano dado β, que pasa por una recta
β’ normal al vertical de proyección, será también normal a este plano.

VI. Plano de perfil. — Hemos visto anteriormente, en el (N.° 12), que se denomina
plano de perfil a todo plano perpendicular a la vez a los dos planos de proyección.

Un plano de perfil γ presentará su depurado como en la (fig. 55), con sus trazas
normales a LT en un mismo punto.

En efecto, como el plano γ es por definición normal al plano horizontal,


razonando como en el caso IV deducimos que γ’’ debe ser normal a LT. Como
también por definición el plano γ es normal al plano vertical, razonando como
44
en el caso V deducimos que γ’ debe ser normal a LT. Por consiguiente, γ’’ y γ’
son normales a LT y en un mismo punto de ella, puesto que se trata de las trazas de
un plano.

Recíprocamente, si un plano γ presenta su depurado como en la (fig. 55) con sus


trazas normales a LT en un mismo punto de ella, el plano es también perpendicular a
los planos de proyección.

Esto es evidente, puesto que el plano dado pasa por dos rectas γ’’ y γ’ que se
cortan en un punto de LT y que, como vimos en los recíprocos de los casos IV y V,
son normales a los planos horizontal y vertical, respectivamente.

VII. Plano paralelo a la línea de tierra. — Si consideramos un plano paralelo a


LT, cortará a todo plano que pase por dicha recta, según, una paralela a LT. Como los
planos de proyección pasan por LT, las intersecciones de todo plano paralelo a LT con
los planos de proyección (o sea sus trazas), serán rectas paralelas a LT.

En consecuencia, un plano α paralelo a LT, presenta


su depurado como en la (fig. 56), con sus dos trazas α’’
y α’ paralelas a LT.

Recíprocamente, si un plano presenta su depu-


rado como en la (fig. 56) con sus trazas paralelas a
LT, el plano es paralelo a LT. Lo cual es evidente,
puesto que el plano dado al pasar por dos rectas α’’ y
(Fig. 56) α’ paralelas a LT, resulta también paralelo a LT.

(El plano α pasaría por los diedros II, I y IV; el α, por los diedros II, III y IV; el
α2 por los diedros I, II y III, y el α3 por los diedros I, IV y III).

Nota . — En el planteamiento de algunos problemas, se facilita la resolución de


los mismos considerando la tercera proyección de los elementos. En ese caso, cuando
se tiene un plano β paralelo a LT, se puede
hallar su tercera proyección sobre un plano
de perfil π. Bastará para ello en la (fig. 57),
determinar β’’1,y β’1, intersecciones de las
trazas del plano β con el plano de perfil, y
llevando esas intersecciones a tercera
proyección, se unen, obteniendo β’’’, a la
que llamaremos tercera proyección del
plano β. Dicha recta β’’’ no es sino la
intersección del plano β con el plano de (Fig. 57)
perfil auxiliar.
45

VIII. Plano que pasa por la línea de tierra. — Un plano que pasa por LT cortará
según dicha recta a los planos de proyección. Es decir que sus trazas coincidirán con
la línea de tierra.

Como planos que pasan por LT hay infinitos, para determinar uno cualquiera de
ellos, bastará con fijar la posición de uno de sus puntos. En consecuencia, un plano α
que pase por LT presentará su depurado como en la
(fig. 58) con sus trazas coincidiendo con LT y
determinado por un punto (A’, A’).

Como notación, y para indicar que el punto A es


el que individualiza al plano α, colocaremos a
continuación del nombre de las trazas, la letra del
punto entre paréntesis.
(Fig. 58)
Recíprocamente, si un plano presenta su
depurado como en la (fig. 58), con sus trazas coincidiendo con LT, el plano pasa por
LT. Lo cual es evidente, puesto que todo plano que corte a los de proyección según la
línea de tierra, será un plano que pasa por LT.

De los planos que pasan por LT hay dos muy particulares. Uno de ellos es el
primer bisector, que es el plano β de la (fig. 58) en la cual el punto B que determina
el plano es un punto del primer bisector.

El otro plano particular es el segundo bisector, que en la (fig. 58) queda


determinado en γpor LT y un punto C del segundo bisector.

Nota . — Con el mismo objeto que hallamos la tercera proyección de un plano


paralelo a LT, hallaremos ahora la tercera proyección de un plano que pasa por LT.

Sean en la (fig. 59) un plano α que pasa por LT y un


punto A, y un plano de perfil auxiliar. Llevando el punto
A a tercera proyección, en A’’, y uniéndolo con (LT)
(que es la tercera proyección de LT) obtenemos α’’’, a la
que llamaremos tercera proyección del plano α. Dicha
recta α’’’ es la intersección del plano α con el plano de
perfil auxiliar.

(Fig. 59) Como ejercicio, y procediendo como terminamos de


explicar, si se hallan las terceras proyecciones del primer
bisector y del segundo bisector (planos β y γ de la fig. 58), se deberán obtener los
mismos resultados del (N.° 13,2.a).

IX. Plano perpendicular al primer bisector. — Si consideramos una recta


perpendicular al primer bisector, todo plano que pase por ella será también
perpendicular al primer bisector.
46
Tomaremos entonces en la (fig. 60) una recta (V’’H’, V’H’) normal al primer
bisector (N.° 24, XIII), y haremos pasar un plano por dicha recta.

Para ello, las trazas del plano deberán pasar por las
trazas del mismo nombre de la recta (N.° 35).
Por lo tanto, si construimos una traza α’’ pasando
por V’’, la otra traza α’ deberá pasar por H’ y por el punto
P, intersección de α’’ con LT.
De este modo, el plano α pasa por la recta VH y, en
consecuencia, será normal al primer bisector.

Como además sabemos del (N.° 24, XIII) que


V’’V’ = H’’H’, los triángulos rectángulos V’V’P y H’H’’P
(Fig. 60)
son iguales, y, en consecuencia, sus ángulos en P serán
también iguales. Por lo tanto podemos decir que, un plano perpendicular al primer
bisector tiene sus trazas formando igual ángulo con la línea de tierra.

Recíprocamente, si un plano α presenta su depurado como en la (fig. 60), con


sus trazas formando igual ángulo con LT, el plano es normal al primer bisector.

En efecto, todo plano como el α contiene rectas de perfil como la VH que tendrán
sus trazas equidistantes de LT (puesto que los triángulos rectángulos V’V’P y H’H’’P
son iguales por tener el lado V’P común y los ángulos en P iguales). Por consiguiente,
los planos como el α, al pasar por rectas normales al primer bisector, serán también
normales al primer bisector.

X. Plano perpendicular al segundo bisector. — Si consideramos una recta


perpendicular al segundo bisector, todo plano que pase por ella será también
perpendicular al segundo bisector.

Tomaremos entonces en la (fig. 61) una recta (V’H’’, V’H’) normal al segundo
bisector (N.° 24, XIV), y haremos pasar un plano por dicha recta.

Para ello, las trazas del plano deberán pasar por las
trazas del mismo nombre de la recta.

Por lo tanto, si construimos una traza β’’ pasando


por V’’, la otra traza β’ deberá pasar por H’ y por el punto
P, intersección de β’’con LT.

Pero como H’ coincide con V’’, tendremos que β’


coincide con β’’.

En consecuencia, podemos decir que un plano


perpendicular al segundo bisector tiene sus trazas (Fig. 61)
confundidas.
47
Recíprocamente, si un plano β presenta su depurado como en la (fig. 61) con sus
trazas confundidas, el plano es normal al segundo bisector.

En efecto, todo plano como el β contiene rectas de perfil como la VH, que tendrán
sus trazas coincidentes, puesto que las trazas del plano están confundidas. Por lo
tanto, los planos como el β, al pasar por rectas normales al segundo bisector (puesto
que dichas rectas tienen sus trazas coincidentes), serán también normales al segundo
bisector.

RECTAS Y PUNTOS DE UN PLANO

36. Generalidades. — De acuerdo con lo que hemos expuesto sobre el punto, la


recta y el plano, resolveremos algunos importantes problemas relativos a puntos y
rectas contenidas en un plano.

Para ello recordemos del (N.° 34) que toda recta contenida en un plano tiene sus
trazas sobre las trazas del mismo nombre del plano; y para que un punto esté contenido
en un plano, bastará con que se halle simado sobre una recta del plano, es decir, que
sus proyecciones estén sobre las proyecciones del mismo nombre de una recta del
plano.

Teniendo presente esto, resolveremos los siguientes problemas:

1) Dado un plano por sus trazas y una de las proyecciones de una recta, hallar la
restante proyección de la recta para que pertenezca al plano dado.

Sea el α de la (fig. 62) el plano dado y α’’ la proyección vertical de una recta a.

El punto en que a’’corta a LT es H’’, proyección


vertical de la traza horizontal de la recta a. La
proyección H’ estará en la línea de correspondencia
de H’’ y sobre α’, puesto que para que la recta a
pertenezca al plano α sus trazas deberán estar sobre
las trazas del mismo nombre del plano. Por esta
misma razón, el punto de corte de a’’ con α es V’’,
proyección vertical de la traza vertical de la recta a.
La proyección V’ estará por lo tanto en LT y en la (Fig. 62)
línea de correspondencia V.

De esta manera, uniendo H’ con V’obtenemos la proyección a’ que con a’’ nos
determina la recta a .

Si se diera un plano y la proyección horizontal a’ de una recta, razonando como


anteriormente, hallaríamos los puntos H’’ y V’ que nos determinarían la restante
proyección a’’.
48
II) Dado un plano por sus trazas y una de las proyecciones de un punto, hallar lα
restante proyección del punto para que pertenezca al plano dado.

Sea el α de la (fig. 63) el plano dado y A’ la proyección horizontal de un punto A.


Para hallar A’’ de modo que el punto A
pertenezca al plano α, trazamos primeramente
por A’, la proyección horizontal a’ de una
recta auxiliar a. Hallamos luego a’’ de modo
que la recta a pertenezca al plano α (es el
caso del ejercicio anterior). Finalmente
ubicamos A’’ en la línea de correspondencia
de A’ y sobre a’’. De este modo, el punto A,
al pertenecer a una recta a del plano α, pertenece
al plano.
(Fig. 63)

37. Caso de los planos proyectantes. — Si un plano es proyectante horizontal,


por ser perpendicular al horizontal de proyección, todos los elementos que contiene
se proyectarán horizontalmente sobre la traza horizontal del plano.

De igual modo, si un plano es proyectante vertical, todos sus elementos tendrán


su proyección vertical sobre la traza vertical del plano.

Finalmente, si un plano es de perfil, es a la vez proyectante horizontal y vertical,


por lo tanto, todos sus elementos se proyectarán sobre las trazas del plano, que son
coincidentes.

RECTAS NOTABLES DE UN PLANO

En el planteamiento de ciertos problemas relativos al plano, se facilita la resolución


de los mismos considerando rectas del plano que ocupen posiciones particulares
respecto a los planos de proyección.

Estas rectas notables de un plano son: las horizontales, las frontales, las rectas
de máxima pendiente y las rectas de máxima inclinación.

38. Horizontales de un plano. — Se denominan horizontales de un plano, a todas


las rectas del plano que son paralelas al horizontal de proyección. Veremos cómo
presentan su depurado.

Para ello, recordemos del (N.° 24, IV) que toda recta horizontal tiene su proyección
vertical paralela a LT.

Por consiguiente, si tenemos un plano α (fig. 64), para hallar una horizontal del
plano, comenzamos por trazar su proyección vertical h’’ paralela aLT. Hallamos luego
49
la traza vertical (V’’,V’) de la recta h, sabiendo que pertenece al plano. La restante
proyección A’ de la recta pasará por V’. Además, como la recta h es paralela al plano
horizontal, será también paralela a α’ que está
contenida en dicho plano de proyección. Por lo tanto
h’ que también es paralela a h, por ser la proyección
sobre un plano de una recta paralela al plano, resultará
paralela a α’.

Es decir que la restante proyección h’ pasará


por V’ y será paralela a la traza horizontal α’del plano
dado.

Podremos decir entonces que, en el depurado,


las horizontales de un plano tienen su proyección
(Fig. 64) vertical paralela a LT y su proyección horizontal
paralela a la traza horizontal del plano.

39. Frontales de un plano. — Se denominan frontales de un plano, a las rectas


del plano que son paralelas al vertical de proyección.

Para hallar el depurado de estas rectas, razonamos como en el caso anterior,


recordando que toda recta frontal tiene su proyección horizontal paralela a LT. Luego,
si tenemos un plano α (fig. 65), para hallar una frontal del plano, comenzamos por
trazar su proyección horizontal f’ paralela a LT.

Hallamos luego la traza horizontal


(H’’H’) de la recta f, sabiendo que pertenece
al plano. La restante proyecciónf’’ de la recta
pasará por H’ . Además, como la recta f es
paralela al plano vertical, será también paralela
a α’’ que está contenida en dicho plano de
proyección. Por lo tanto f’’, que también es
paralela a f, por ser la proyección sobre un
plano de una recta paralela al plano, resultará
paralela a α’’. (Fig. 65)

Es decir que la restante proyección f’


pasará por H’ y será paralela a la traza vertical
del plano dado.

Podremos decir entonces que, en el depurado, las frontales de un plano tienen su


proyección horizontal paralela a LT y su proyección vertical, paralela a la traza
vertical del plano.
50
40. Rectas de máxima pendiente y de máxima inclinación de un plano.

Se denomina ángulo de pendiente de una recta con respecto a un plano considerado


horizontal, al ángulo que forma la recta con su proyección sobre dicho plano, y se da
el nombre de pendiente a la tangente trigonométrica de dicho ángulo.

Análogamente, se denomina ángulo de inclinación de una recta con respecto a un


plano considerado vertical, al ángulo que forma la recta con su proyección sobre dicho
plano, y se da el nombre de inclinación a la tangente trigonométrica de dicho ángulo.

Resulta evidente que mientras los ángulos de pendiente y de inclinación de una


recta pueden variar de 0° a 90°, la pendiente o inclinación respectiva varían de cero a
infinito.

Considerando las rectas de un plano y recordando que entre 0° y 90° a mayor


ángulo corresponde mayor tangente, llamaremos recta de máxima pendiente de un
plano, a toda recta que forme con su proyección horizontal un ángulo mayor que el
formado por cualquier otra recta del plano con su respectiva proyección horizontal.

Del mismo modo, llamaremos recta de máxima inclinación de un plano, a toda


recta que forme con su proyección vertical un ángulo mayor que el formado por
cualquier otra recta del plano con su respectiva proyección vertical.

Con respecto a las rectas de máxima pendiente y por sus inmediatas aplicaciones,
demostraremos el siguiente

41. Teorema . — Toda recta de un plano cuya proyección horizontal sea


perpendicular a la traza horizontal del plano que la contiene, es recta de máxima
pendiente del plano.

Sea el α de la (fig. 66) un plano cualquiera y el H un plano horizontal.

Consideremos una recta AB del plano


α que sea perpendicular a la traza
horizontal α’ del plano. La proyección
horizontal de la recta AB la obtenemos
uniendo el punto B (que coincide con su
proyección horizontal) con el punto A’,
proyección horizontal del punto A. Como
tomamos AB normal a α’ y siendo por
construcción AA’ normal al plano H, por el
teorema recíproco de las tres perpen-
diculares resulta que AB es normal a α’.
(Fig. 66)
Por consiguiente tenemos una recta AB
del plano α cuya proyección horizontal AB es normal a la traza horizontal α’ del
plano.
5 1
Demostraremos ahora que AB es recta de máxima pendiente del plano α.

Para ello, habrá que demostrar que el ángulo 1 que forma AB con su proyección
horizontal AB, es mayor que el ángulo 2 que forma cualquier otra recta del plano α
con su respectiva proyección horizontal.

Tracemos entonces en el plano α y pasando por A una recta cualquiera AC. La


proyección horizontal de dicha recta seráA’C, que se obtiene uniendo C (que coincide
con su proyección horizontal) con A’, proyección horizontal del punto A. El ángulo
de pendiente de la recta AC será el 2 .

Calculemos ahora las pendientes de las rectas AB y AC, ellas serán


respectivamente:

AA’ AA’
tg 1 = y tg2 =
A’B A’C

Eliminando denominadores tenemos:

AA’ = A’B . tg 1 y AA’ = A’C . tg2

e igualando los segundos miembros, resulta: A’B .tg 1 = A’C . tg2

de donde,
A’C tg 1
= [1]
A’B tg2
Pero como A’B es normal a α’ y A’C es oblicua respecto a α’, se tiene que
A’C > A’B, por consiguiente, en la [1] tendremos

tg 1 > tg2

O sea que la pendiente de la recta AB es mayor que la pendiente de una recta


cualquiera AC, con lo que queda demostrado el teorema.

De igual manera, y considerando el plano vertical de proyección, se demostraría


el siguiente

42. Teorema . — Toda recta de un plano cuya proyección vertical sea perpendicular
a la traza vertical del plano que la contiene, es recta de máxima inclinación del
plano.

La demostración de este teorema es totalmente análoga a la del (N.° 41), sólo hay
que considerar el plano vertical en lugar del plano horizontal.

De este teorema y el del (N.° 41), se deducen los siguientes


52
43. Corolarios . — 1.° - Todas las rectas de máxima pendiente de un plano son
paralelas entre sí y normales a la traza horizontal del plano.

2.° Todas las rectas de máxima inclinación de un plano son paralelas entre sí y
normales a la traza vertical del plano.

Además, como las horizontales de un plano tienen sus proyecciones horizontales


paralelas a la traza horizontal del plano, resulta que

3.° Todas las rectas de máxima pendiente de un plano tienen su proyección


horizontal perpendicular a las proyecciones horizontales de todas las rectas
horizontales del plano.

De igual manera, las frontales de un plano tienen sus proyecciones verticales


paralelas a la traza vertical del plano, por lo tanto

4.° Todas las rectas de máxima inclinación de un plano tienen su proyección


vertical perpendicular a las proyecciones verticales de todas las rectas frontales del
plano.

Como en virtud de los corolarios 1.° y 2.°, al conocer una recta de máxima
pendiente o de máxima inclinación de un plano, queda determinada la traza horizontal
o vertical del plano, en cada caso se conocerán dos rectas del plano, y, en consecuencia,
podemos establecer que

5. ° Un plano queda determinado cuando se conoce una de sus rectas de máxima


pendiente o de máxima inclinación.

44. Notaciones.—Cuando se da una recta por sus proyecciones y se desea indicar


que es recta de máxima pendiente, se cruza con
un pequeño trazo a su proyección horizontal.
Cuando la recta es de máxima inclinación,
análogamente se cruzará con un pequeño trazo a
su proyección vertical.

Así en la (fig. 67) la recta a es recta de máxima


pendiente y la recta b es recta de máxima
inclinación, y, además, cada una de ellas
(Fig. 67) determina un plano distinto.
53
45. Aplicaciones. — 1.a Dado un plano por dos rectas que se cortan, hallar una
horizontal y una frontal del plano.

Sea en la (fig. 68) un plano dado por


dos rectas que se cortan ay b.

Una horizontal h del plano tendrá su


proyección vertical h’ paralela a LT. Como
además la recta h debe ser coplanar con a
y b determinamos los puntos de corte M y
N, y por consiguiente, la restante
proyección h’ pasará por M’ y N’.

Una frontal f del plano tendrá su


proyección horizontal f’ paralela a LT.
Como además la recta fdebe ser coplanar
con a y b, determinamos los puntos de corte
P y Q y, por consiguiente, la restante (Fig. 68)
proyecciónf’’ pasará por P’ y Q’’.

2.a Hallar las trazas de un plano dado por una recta de máxima pendiente.

Sea un plano α definido en la (fig. 69) por una línea de máxima pendiente a.

Como las trazas del plano deben pasar


por las trazas del mismo nombre de la recta,
hallamos primeramente estos puntos (H’,
H’) y (V’, V’), como ya lo indicamos en el
(N.° 23).

Luego, por H’ deberá pasar α’, y como


a es recta de máxima pendiente, α’ será
perpendicular a la proyección a’ (N.° 41).

(Fig. 69) Una vez trazada α’, la restante traza α’


pasará por V’’ y por el punto de corte de α’
conLT.

De una manera semejante se hallarían las trazas de un plano dado por una línea
de máxima inclinación.

3.a Dado un plano por una línea de máxima pendiente hallar una horizontal y
una frontal del plano.

Sea un plano α definido en la (fig. 70) por una línea de máxima pendiente a.
54
Una horizontal h del plano tendrá su
proyección vertical h’’ paralela a LT. La restante
proyección h’ pasará por el punto M’ (proyección
horizontal del punto de corte de h con a) y además
será perpendicular a la proyección horizontal a’
de la línea de máxima pendiente (N.° 43,3.°) decir
que h’ pasará por M’ y será normal a a’.

Para hallar una frontal del plano dado,


primeramente hallamos la horizontal h, con lo cual
se tienen dos rectas a y h del plano. Luego
procedemos como en la aplicación 1.a, trazando
(Fig. 70) f’paralela a LT y por intermedio de los puntos de
corte P y Q obtenemos la restante proyección f’’.

Esta aplicación 3.a se podría haber resuelto hallando primeramente las trazas del
plano dado (Aplicac. 2.a) y luego hallando la horizontal y la frontal como en los (N.os
38 y 39).

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO V

1. Hallar las trazas de un plano definido por las siguientes rectas:


a) Una recta paralela a LT y una recta cualquiera.
b) Una recta del segundo bisector y una recta cualquiera.
c) Una recta del primer bisector y una recta de perfil.
d) Dos rectas que se cortan en LT.
e) Una recta horizontal y una recta paralela a LT.
f) Una recta vertical y una recta cualquiera.
g) Dos rectas paralelas o que se cortan, pero cuyas trazas se encuentran fuera de
los límites del dibujo.
h) Una recta de máxima pendiente cuyas trazas se hallen fuera de los límites del
dibujo.
2. Hallar las trazas de un plano definido por los siguientes elementos:
a) Un punto cualquiera y una recta del primer bisector
b) Un punto de LT y una recta de perfil.
c) Un punto del primer bisector y una recta paralela a LT.
d) Un punto del plano horizontal y una recta perpendicular al segundo bisector
e) Un punto del segundo bisector y una recta que pasa por LT.
3. Dados un plano perpendicular al primer bisector y la proyección horizontal de una
recta, hallar la restante proyección de ésta, para que pertenezca al plano.
4. Dados un plano paralelo a LT y la proyección vertical de un punto, hallar la restante
proyección del punto, para que pertenezca al plano.
55
5. Dados un plano perpendicular al segundo bisector y la proyección horizontal de un
punto, hallar la restante proyección de éste, para que pertenezca al plano.
6. Dados un plano α que pasa por LT y un punto A, y la proyección horizontal de un
punto B, hallar la restante proyección deB, para que dicho punto pertenezca al plano. (Resolver
este ejercicio por dos procedimientos: utilizando y sin utilizar tercera proyección).
7. Dado un plano α por un punto (P’, P’) y su traza horizontal α’; hallar la traza vertical
α’’.
8. Dado un plano paralelo a LT por un punto (P’, P’) y su traza vertical α’ hallar α’
utilizando y sin utilizar tercera proyección.
9. Hallar una horizontal de cota 3 cm. y una frontal de alejamiento 4 cm. de cada uno
de los siguientes planos:
a) Plano proyectante vertical.
b) Plano proyectante horizontal.
c) Plano paralelo a LT.
d) Plano que pasa por LT y un punto.
e) Plano perpendicular al segundo bisector.
f) Plano de perfil.
g) Plano dado por dos rectas paralelas.
10. Dado un plano α perpendicular al 2.° bisector, hallar un punto del plano de cota -3
cm. y alejamiento 2 cm.
11. Dado un plano por una línea de máxima pendiente, hallar una horizontal del plano
de cota 4 cm. (sin hallar las trazas del plano).
12. Dado un plano por una línea de máxima pendiente, hallar una frontal del plano de
alejamiento 5 cm. (sin hallar las trazas del plano).
13. Dado un plano por una línea de máxima pendiente y la proyección horizontal de un
punto, hallar la restante proyección de éste, para que pertenezca al plano (sin hallar las trazas
del plano).
14. Dado un plano por una línea de máxima inclinación y la proyección horizontal de un
punto, hallar la restante proyección de éste, para que pertenezca al plano (sin hallar las trazas
del plano).
15. Dado un plano por una línea de máxima pendiente y la proyección vertical de una
recta, hallar la restante proyección de ésta, para que pertenezca al plano (sin hallar las trazas
del plano).
16. Hallar una línea de máxima inclinación de un plano dado por dos rectas paralelas.
17. Dado un plano perpendicular al segundo bisector y la proyección horizontal A’B’C’,
de un triángulo, hallar la proyección vertical del triángulo de manera que pertenezca al plano
dado.
18. Dado un plano perpendicular al primer bisector, hallar en el plano una recta de perfil
tal que la distancia entre sus trazas sea 10 cm.
19. Dado un plano por una línea de máxima pendiente y una proyección A’, proyectar un
triángulo ABC contenido en el plano, siendo AB de perfil y de longitud 5 cm. y C (-3 cm.,
0 cm.).
CAPITULO VI
INTERSECCIÓN DE PLANOS Y DE RECTAS
CON PLANOS

46. Intersección de planos. — El método general para hallar la intersección de


dos planos consiste en cortarlos con planos auxiliares, elegidos de tal manera, que
sus intersecciones con los planos dados
sean más fáciles de hallar que la que se
busca.

Como la intersección de dos planos es


una recta, para hallarla, bastará determi-
nar dos de sus puntos, o un punto y su di-
rección.

Así, para encontrar la intersección de


los planos α y β de la (fig. 71), los corta-
mos con un plano auxiliar ω, cuyas inter-
secciones my n con αyβ sean fáciles de
hallar en el depurado. El punto 1 en que se
cortan m y n es un punto común a los pla-
no dados.

Cortando nuevamente a los planos α y


β con un segundo plano auxiliar ω1, obte-
(Fig. 71) nemos respectivamente las rectas m1 y n1
que a su vez se cortan en un punto I1, co-
mún a los planos dados.

De esta manera, los puntos I e I1 determinan la recta intersección i de los planos


αyβ.

Vemos pues que conviene utilizar planos auxiliares cuyas intersecciones con los
planos dados se puedan encontrar de inmediato.

47. Caso general simplificado. — Hallar la intersección de dos planos dados


por sus trazas.

Sean dos planos αyβ (fig. 72) dados por sus trazas. Hallaremos su intersección
por el método general.
57
Cortando ambos planos con el plano vertical de
proyección, obtenemos las rectas α’’ y β’’ que se cortan
en un punto (V’’, V) que será común a los planos y por
lo tanto es un punto de su intersección.

Análogamente, cortando a los planos dados con el


horizontal de proyección, obtenemos las rectas α’ y β’
que se cortan en un punto (H’, H’) común a ambos pla-
nos y que por lo tanto es otro punto de su intersección. (Fig. 72)

Es decir que uniendo los dos puntos hallados (V’’ con H’ y V’con H’), queda
determinada la recta intersección (i’ i’) de los planos dados.

Se observa además, que los puntos que determinan la intersección son las trazas
de esta recta.

Este procedimiento se podrá utilizar siempre que las trazas de los planos se cor-
ten dentro de los límites del depurado.

Ejemplos : I. Hallar la intersección de un plano paralelo a LT con un plano


perpendicular al segundo bisector.

Sean los planos dados α y β de la (fig. 73).

Razonando como en el caso general, α’’ y β’’ nos


determinan la traza vertical (V’’, V) de la intersección
que buscamos; α’ y β’ nos determinan la traza horizon-
tal (H’, H’) de dicha intersección. Uniendo ambos pun-
(Fig. 73) tos obtenemos la intersección buscada (i’ , i’).

II. Hallar la intersección de un plano cualquiera con un plano proyectante ver-


tical.

Sean los planos dados α y β de la (fig. 74).

Aplicando otra vez el procedimiento utilizado en los casos anteriores, hallamos


los puntos (V’’, V’) y (H’, H’) que nos determinan la
intersección (i’, i’) de los planos dados.

Se comprueba además que la intersección de am-


bos planos, por pertenecer al plano proyectante verti-
cal, tiene su proyección vertical sobre la traza vertical
del plano (N.° 37).

Análogamente se hallaría la intersección de un pla-


no cualquiera con un plano proyectante horizontal.
(Fig. 74)
58
III. Hallar la intersección de dos planos perpendiculares al segundo bisector.

Sean los planos dados los α y β de la (fig. 75).

Del mismo modo que en los casos anteriores


hallamos los puntos (V’’, V’) y (H’’,H’) que nos
determinan la recta intersección (i’, i’) de los planos
dados.

En este caso tenemos una comprobación interesan-


te. En efecto, como los planos dados son perpendicula- (Fig. 75)
res al segundo bisector, su intersección será una recta
perpendicular al segundo bisector.

La recta intersección que obtuvimos es una recta de perfil que tiene sus trazas de
distinto nombre confundidas y sabemos del (N.° 24, XIV), que una recta en esas
condiciones es perpendicular al segundo bisector.

IV. Determinar el punto común a tres planos


dados por sus trazas.

Sean los planos dados los α, β y γ de la


(fig. 76).

El punto común a estos tres planos es el punto


por donde pasan las rectas intersección de los tres
planos, considerados dos a dos.

Por lo tanto hallamos, como ya sabemos, las


intersecciones (i’, i’) e (i’’1, i’1) de los planos α y
β y α y γ, respectivamente.

(Fig. 76) El punto (P’ P’) en que se cortan dichas in-


tersecciones es el punto buscado.

48. Casos sencillos de intersección en los que no se puede aplicar el procedi-


miento anterior.

En ciertos casos, por la posición particular que ocupan las trazas de los planos
dados, o por la manera en que éstos fueron definidos, no es posible aplicar el proce-
dimiento del párrafo anterior.

Sin embargo, hay algunas casos sencillos en que, para hallar la intersección de
los planos, no es necesario utilizar dos planos auxiliares; algunas veces, porque se
conoce a priori un punto de intersección; otras veces, porque se conoce a priori la
dirección de la intersección, o una de sus proyecciones.
59
Consideraremos algunos de estos casos.

I. Hallar la intersección de un plano cualquiera con un plano horizontal.

Sean en la (fig. 77) un plano cualquiera α y un plano horizontal ω, definido por


su traza vertical ω’’.

Aplicando el procedimiento ya conocido, las trazas verticales de los planos, α’’ y


ω’’, determinan un punto (V’ V’) de la intersección.

Pero además, sabemos que la intersección de


un plano cualquiera con un plano horizontal es
una recta horizontal del plano. Por lo tanto,
conocemos la dirección de la recta h, inter-
sección de los planos dados. Será h’ paralela a LT
y h’paralelaaα’(N.°38).

En consecuencia, como conocemos un


punto de la intersección y su dirección podemos
trazarla. Para ello, trazando por V’’ una paralela
a LT obtenemos h’, y trazando por V’ una paralela (Fig. 77)
a α’ obtenemos h’, proyecciones éstas que nos
determinan la intersección buscada.

II. Hallar la intersección de un plano cualquiera con un plano frontal.

Sean en la (fig. 77) un plano cualquiera α y un plano frontal φ definido por su


traza horizontal φ’.

La intersección de estos planos será una recta frontal y del plano α.

Conocemos entonces su dirección: f’’ será paralela a α’ y f’ será paralela a LT


(N.° 39).

Pero además, por el procedimiento general, las trazas horizontales α’, y φ’ de los
planos nos determinan un punto (H’, H’) de la intersección.

Luego, trazando por H’ una paralela f’’ a α’’ y por H’ una paralela f’ a LT, nos
queda determinada la intersección buscada.

III. Hallar la intersección de un plano proyectante vertical con un plano dado


por dos rectas que se cortan.

Sean en la (fig. 78) un plano α proyectante vertical y un plano definido por las
rectas (a’, a’) y (b’, b’).
60
Como el plano es proyectante vertical, todos
sus elementos se proyectarán verticalmente so-
bre su traza vertical α’’ (N.° 37).

Por lo tanto, conocemos la proyección verti-


cal i’ de la intersección de los planos, que deberá
coincidir con α’’.

Para hallar la restante proyección i’, observa-


mos que la recta i corta a las rectas a y h en dos
puntos M y N de los cuales conocemos sus pro-
yecciones verticales M’’ y N’’. Por lo tanto, ha-
(Fig. 78)
llando por líneas de correspondencia sobrea’ y h’
las proyecciones M’ y N’, estos puntos determi-
nan i’, proyección horizontal de la intersección
buscada.

Análogamente se resolvería el problema si en lugar de un plano proyectante


vertical se tuviera un plano proyectante horizontal.

IV. Hallar la intersección de dos planos cuyas trazas se encuentran en LT.

Sean los planos α y β de la


(fig. 79) cuyas trazas se cortan en LT.

Como estos planos se encuentran


en un punto (O’, O’) de LT, tenemos ya
un punto de la intersección.

Para hallar otro punto, cortamos a


ambos planos con un plano horizontal
auxiliar ω.

Este plano corta al plano α (como


hemos visto en el ej. I), según una hori-
zontal (h’’1, h’1) y al plano β según una (Fig. 79)
horizontal (h’2, h’2).

Estas rectas determinan un punto (I’’,I’) común a los tres planos y que por lo
tanto pertenece a la intersección buscada.

Uniendo el punto (I’’, I’) con el punto (O’’, O’) obtenemos la intersección (i’’, i’)
de los planos dados.

V. Hallar la intersección de un plano cualquiera con un plano dado por LT y un


punto.
61
Sean en la (fig. 80) un plano cualquiera α y un plano β dado por LT y el punto A.

En este caso las trazas de los pla-


nos definen de inmediato un punto
(O’, O’) de la intersección.

Para hallar otro punto, corta-


mos ambos planos con un plano ho-
rizontal auxiliar ω que pase por el
punto A.

Este plano corta al plano α se-


gún la horizontal (h’’1, h’1) y el pla-
(Fig. 80) no β según la horizontal (h’ 2, h’2).

Estas rectas determinan un punto (I’, I’) común a los tres planos y, por lo tanto,
de la intersección. Uniéndolo con el punto (O’’,O’) queda determinada la recta inter-
sección (i’, i) buscada.

VI. Hallar la intersección de dos planos paralelos a LT.

Sean dados los planos α y β de la (fig. 81).

En este caso, como los planos dados son paralelos a LT, su intersección deberá
ser una recta paralela a LT; es decir que conocemos de antemano la dirección de la
intersección buscada.

Tendremos entonces que


hallar solamente un punto de di-
cha intersección. Para ello corta-
mos a ambos planos con un pla-
no proyectante auxiliar ω.

Este plano corta (como he-


mos visto en el N.° 47) al plano
α según la recta (i’ 1, i’1) y al pla-
no β según la recta (i’2, i’2).
(Fig. 81)
Estas rectas determinan un
punto (I’, I’) común a los tres planos y por lo tanto de la intersección.

Trazando por (I’’, I’) una recta (i’, i’) paralela a LT, tendremos la intersección
buscada.

Otro procedimiento para resolver este caso, sería utilizando la tercera proyec-
ción.
62
Para ello, en la (fig. 81) cortamos a los planos α y β con un plano auxiliar π de
perfil.

Llevamos los planos dados a tercera proyección (N.° 35, VII) en α’’’ y β’’’. Estas
rectas se cortan en i’’, que es la tercera proyección de la intersección de los planos.

Volviendo dicha recta al depurado, y sabiendo que es paralela a LT, obtenemos


en (i’, i’) la intersección buscada.

De una manera semejante se resuelve, con o sin tercera proyección, el problema


de hallar la intersección de un plano paralelo a LT con un plano dado por LT y un
punto.

49. Casos de intersección en que hay que utilizar dos planos auxiliares.

En algunos casos, los planos dados se presentan de tal manera que, para determi-
nar su intersección, es necesario utilizar dos planos auxiliares. Veremos algunos

Ejemplos . — I. Hallar la intersección de dos planos cuyas trazas no se cortan


dentro de los límites del depurado.

Sean los planos α y β de la (fig. 82).

Cortando a los planos dados con un plano auxiliar horizontal ω, obtenemos


las rectas (h’’1, h’1) y (h’ 2, h’2) que determinan un punto (I’, I’) de la inter-
sección. Repitiendo el procedimiento con un segundo plano auxiliar horizontal

(Fig. 82) (Fig. 83)

ω1, obtenemos las rectas (h’3, h’3)y (h’’4, h’4) que determinan otro punto (I’ 1, I’1) de
la intersección.
63
Es decir que, uniendo los puntos I e I1 queda determinada la intersección
buscada.

Otro procedimiento para resolver este ejercicio, consiste en trazar (fig. 83) un
plano auxiliar β1 paralelo a uno de los planos dados y de tal manera que sus trazas
corten dentro del depurado a las trazas del otro plano.

Este plano auxiliar β1, corta al plano α (N.° 47) según la recta (r’ , r’) que será
paralela a la intersección buscada. Por lo tanto, para hallar esa intersección, cortamos
a los planos dados con un plano auxiliar horizontal ω, obteniendo las rectas (h’’1,h’1)
y (h’2,h’2) que determinan un punto (I’’, I’) de la intersección.

Trazando por dicho punto una recta (i’, i’) paralela a la recta (r’’, r’) tendremos
determinada la intersección buscada.

II. Hallar la intersección de un plano dado por sus trazas con un plano dado por
dos rectas que se cortan.

Sean en la (fig. 84) un plano β y un plano definido por las rectas ay b.

Cortando a ambos planos con un plano horizontal auxiliar ω, obtenemos las rec-
tas (h’’1, h’1) y (h’2, h’2) que nos determinan un punto (I’’, I’) de la intersección.

(Fig. 84)

Repitiendo el procedimiento con un segundo plano horizontal auxiliar ω1, obte-


nemos las rectas (h’3, h’3) y (h’4, h’4) que nos determinan un segundo punto (I’’1, I’1)
de la intersección.

Uniendo los puntos I e I1 queda determinada la recta intersección (i’’, i’)


buscada.
64
INTERSECCIONES DE RECTAS CON PLANOS

50. Generalidades. — El procedimiento general para determinar la intersección


de una recta con un plano, consiste en hacer pasar por la recta un plano auxiliar,
hallar la intersección de este plano auxi-
liar con el plano dado, y el punto de en-
cuentro de esa intersección con la recta
dada será el punto buscado.

Este procedimiento es el que surge de


la (fig. 85), en la cual r es la recta dada y α
es el plano dado.

Trazando por r un plano auxiliar ω, este


plano corta al α según la recta i, cuya in-
tersección 1 con la recta r es el punto co-
mún a la recta r y al plano α.

Como en este procedimiento es nece-


sario trazar un plano que pase por la recta
dada, habrá que elegirlo de tal manera que
sea posible trazarlo de inmediato y tenien-
(Fig. 85) do en cuenta, además, que su intersección
con el plano dado sea fácil de determinar.

De una manera general, los planos que cumplen mejor estas condiciones son los
planos proyectantes de la recta dada; sin que esto quiera decir que, en ciertos casos,
no sea más conveniente utilizar otra clase de planos auxiliares.

La elección de estos otros planos auxiliares dependerá, casi siempre, de la posi-


ción particular que ocupe la recta dada con respecto a los planos de proyección.

51. Caso general. — Hallar la intersec-


ción de una recta con un plano.

Sean en la (fig. 86) una recta (r’, r’) y un


plano α dado por sus trazas.

De acuerdo con el procedimiento general


anteriormente explicado, trazamos por la rec-
ta r un plano proyectante vertical auxiliar ω.
Hallamos la intersección (i’, i’) del plano auxi-
liar con el plano dado (N.° 47, II). El punto
(I’, I’) en que se cortan las rectas (i’ , i’) y (r’’,
r’) es el punto de intersección de la recta r con
el plano α. (Fig. 86)
65

Veremos a continuación algunos

52. Ejemplos : I. Hallar la intersección de una recta vertical con un plano cual-
quiera.

Sean en la (fig. 87) una recta (r’’, r’) vertical


y un plano α.

Aplicando el procedimiento general,


trazamos por la recta un plano proyectante
horizontal ω, que corta al plano dado según la
recta (i’, i’).

El punto (I’’, I’) en que se cortan las rectas


(i’ , i’) y (r’’, r’) es el punto buscado. (Fig. 87)

II. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano dado por dos
rectas que se cortan.

Sea en la (fig. 88) una recta (r’’, r’) y un plano definido por las rectas ay b.

(Fig. 88)

Aplicando el procedimiento general, trazamos por la recta (r’, r’) un plano


proyectante vertical auxiliar ω, que corta (N.° 48, III) al plano definido por las rectas
ay b según la recta MN.

El punto (I’, I’) en que se cortan las rectas r y MN, es el punto buscado.

III. Hallar la intersección de una recta paralela a LT con un plano cualquiera.

Sean en la (fig. 89), la recta (r’ , r’) paralela a LT y un plano α.


66
En este caso, el plano proyectante vertical que pasa por la recta r es un plano
horizontal ω’’

(Fig. 89)

La intersección de ese plano con el dado (N.° 48, I) es una recta horizontal (h’,
h’), que corta a la recta dada (r’ , r’) en el punto (I’, I’), que es el punto buscado.

IV. Hallar la intersección de una recta de perfil con un plano dado por dos
rectas que se cortan.

Sean en la (fig. 90) una recta de perfil


AB y un plano definido por las rectas ayb.

En este caso, el plano proyectante ver-


tical que pasa por la recta AB, es un plano
ω de perfil.

Dicho plano cortará al plano de las rec-


tas a y b según la recta de perfil que deter-
minan los puntos M y N.

Para hallar el punto de corte de la recta


dadaAB y la recta MN, recurrimos a la ter-
cera proyección sobre el plano ω (N°. 27,
2.a).

Llevando entonces las rectas AB y MN


a tercera proyección enA’’B’’ y M’’N’’res-
pectivamente, obtenemos el punto de cor-
(Fig. 90) te I’’, el cual, vuelto al depurado en (I’, I’),
nos fija el punto de intersección buscado.

V. Hallar la intersección de una recta horizontal con un plano que pasa por LT
y un punto.

Sean en la (fig. 91), una recta horizontal (r’ , r’) y un plano α dado por LT y un
punto (A’, A’).
En este caso, el plano proyectante vertical
auxiliar de la recta, es un plano horizontal ω’’.

Dicho plano corta al plano α que pasa por


LT, según la horizontal (h’, h’) que hallamos
por medio de una recta auxiliar (a’ ,a’) del
plano α.

El punto (I’, I’) en que se cortan las rec-


tas (r’ , r’) y(h’, h’) es el punto de intersección
buscado. (Fig. 91)

53. Casos en que la intersección de una recta con un plano puede fijarse a
priori.

En algunos casos, debido a las posiciones particulares que ocupan las rectas y
los planos dados con respecto a los planos de proyección, sus intersecciones pueden
hallarse de inmediato, sin tener necesidad de aplicar el procedimiento general.

Veremos algunos

Ejemplos : I. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano


proyectante vertical.

Sean en la (fig. 92) una recta (r’ , r’) y un plano α proyectante vertical.

Por ser el plano α proyectante vertical,


las proyecciones verticales de todos sus ele-
mentos deberán estar sobre α’’ (N.° 37). Por
lo tanto, la proyección vertical I’ del pun-
to buscado deberá estar sobre α’’ y además,
como el punto 1 pertenece a la recta r, la
proyección I’ estará también sobre r’’. Es
decir que, r’ y α’’ nos determinan la pro-
yección I’’.

(Fig. 92) La restante proyección I’, estará en lí-


nea de correspondencia con I’ y sobre r’.

II. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano proyectante ho-
rizontal.

Sean en la (fig. 92) una recta (r’, r’) y un plano β proyectante horizontal.

Razonando como anteriormente, la proyección I’1, del punto de intersección


buscado, estará determinada por las rectas r’ y β’.
68
Luego, la restante proyección I’ 1, estará en línea de correspondencia con I’1,
sobre la proyección r’.

III. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano de perfil.

Sean en la (fig. 92) una recta (r’, r’) y un plano γ de perfil.

Como el plano γ es de perfil, es, al mismo tiempo, proyectante vertical y


proyectante horizontal. Por consiguiente, y de acuerdo con lo expresado en los ejem-
plos I y II, el punto de intersección I2 de la recta r con el plano γ, se halla directamente
por sus proyecciones I’2 e I’2.

IV. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano horizontal.

Sean en la (fig. 93) una recta (r’ , r’) y un plano horizontal definido por su traza
vertical ω’ .

Como un plano horizontal es también


proyectante vertical, podemos aplicar lo expre-
sado en el ejemplo I.

De esta manera se hallan directamente en I’’e


I’ las proyecciones del punto de intersección bus-
cado.

V. Hallar la intersección de una recta cual-


quiera con un plano frontal.

Sean en la (fig. 93) una recta (r’ , r’) y un pla-


no frontal definido por su traza horizontal φ’.
(Fig. 93)
Como un plano frontal es también proyectante
horizontal, podemos aplicar lo expresado en el
ejemplo II.

De esta manera, se hallan directamente las proyecciones I’ e I’1 del punto de


intersección buscado.

APLICACIONES

Aplic. 1.a Dadas dos rectas que se cruzan, trazar por un punto dado, una recta
que corte α las rectas dadas.

Si consideramos el plano determinado por el punto dado y una de las rectas


dadas, y hallamos el punto de intersección de la otra recta dada con ese plano, la recta
buscada es la que une el punto dado con dicho punto de intersección.
69
Construiremos el depurado correspondiente.

Sean en la (fig. 94) las rectas (a’, a’) y (b’, b’) que se cruzan, y sea (P’, P’) el
punto dado.

El punto P y la recta a determinan un


plano, que consideraremos dado por dos
rectas que se cortan. Para ello, trazamos
por (P’, P’) una recta (r’, r’) que corte en
M a la recta (a’, a’).

Hallamos luego (por medio de un pla-


no auxiliar ω), el punto (I’ , I’) intersección
de la otra recta (b’, b’) con el plano de las
rectas a y r (N.° 52, II).

La recta buscada es la que pasa por


los puntos (P’, P’) e (I’’, I’), puesto que corta
1 en la recta b y corta también a la recta a
en un punto (A’, A’), por estar contenida, (Fig. 94)
en el plano que determinan la recta a y el
punto P.

Aplic. 2.aDadas dos rectas que se cruzan, hallar una recta paralela a una direc-
ción dada, que corte a las rectas dadas.

Sean en la (fig. 95) las rectas (a’, a’) y


(b’, b’) que se cruzan, y sea (d’, d’) la di-
rección dada.

Este ejercicio es totalmente análogo al


anterior, sólo que en este caso, el punto P
es el punto impropio de la dirección dada
(P’∞, P’∞).

Para resolverlo, hacemos las mismas


construcciones que anteriormente. Unimos
P∞ con un punto M de la recta a, obtenien-
do la recta (r’’, r’).

Hallamos (por medio del plano


proyectante auxiliar ω), el punto (I’’, I’)
intersección de la otra recta (b’, b’) con el
plano que determinan las rectas a y r.
(Fig. 95)
La recta buscada es la que une los
70
puntos (P’∞, P’∞) e (I’, I’), que, como comprobación, deberá cortar en un punto (A’,
A’) a la recta a.

Aplic. 3.a Hallar una recta que corte a tres rectas dadas que se cruzan dos a dos.

Sean a, b y c, tres rectas que se cruzan dos a dos.

Si sobre la recta c consideramos un punto cualquiera P, podemos hallar, como


hemos visto en la aplicación 1.a, una recta que pase por P y corte a las rectas a y b .

Dicha recta será la recta buscada.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO VI

Determinar la intersección de los siguientes planos:


1. Plano proyectante vertical y plano proyectante horizontal.
2. Plano cualquiera y plano paralelo a LT.
3. Plano cualquiera y plano de perfil.
4. Dos planos cuyas trazas horizontales son paralelas.
5. Plano frontal y plano paralelo a LT.
6. Plano horizontal y plano dado por LT y un punto.
7. Plano dado por dos rectas que se cortan y plano de perfil.
8. Dos planos cuyas trazas de distinto nombre se confunden.
9. Plano paralelo a LT y el primer bisector (utilizando y sin utilizar tercera proyec-
ción).
10. Plano dado por dos rectas que se cortan y plano perpendicular al segundo bisector.
11. Dos planos dados cada uno por dos rectas que se cortan.
12. Plano dado por dos rectas paralelas y el primer bisector.
13. Dos planos dados cada uno por una línea de máxima pendiente.
14. Plano dado por una línea de máxima pendiente y plano dado por una línea de máxi-
ma inclinación.
15. Plano dado por una línea de máxima inclinación y el segundo bisector.
16. Plano dado por una línea de máxima inclinación y plano de perfil.
17. Determinar el punto común a un plano perpendicular al segundo bisector, un plano
frontal y un plano paralelo a LT.
Determinar el punto de intersección de las siguientes rectas y planos:
18. Recta paralela a LT y plano perpendicular al segundo bisector.
19. Recta de fuga y plano paralelo a LT.
20. Recta del segundo bisector y plano paralelo a LT.
21. Recta cualquiera y plano dado por LT y un punto.
22. Recta cualquiera y plano dado por una línea de máxima pendiente.
7 1
23. Recta de perfil y plano dado por una línea de máxima inclinación.
24. Recta de perfil y plano paralelo a LT.
25. Recta que pasa por LT y plano perpendicular al primer bisector.
26. Recta cualquiera y el plano del triángulo determinado por tres puntos dados A, B y C.
27. Hallar la recta que pasa por un punto dado (P’’, P’) y corta a LT y a una de las
siguientes rectas:
a) Recta cualquiera.
b) Recta frontal.
c) Recta de perfil.
28. Dadas una recta del segundo bisector y una recta de perfil AB que se cruzan, hallar
una recta paralela a LT que corte a las rectas dadas.
29. Hallar una recta que corte a una frontal, a una horizontal y a una recta vertical que se
cruzan. Número de soluciones.
30. Dadas dos rectas frontales m y n, y una recta cualquiera r, hallar una cuarta recta
limitada por las frontales dadas y que tenga su punto medio sobra la recta r.
31. Dadas una recta horizontal de cota 4 cm., una recta de perfil A By una recta cual-
quiera r que se cruzan, hallar una recta que corte a las rectas dadas y cuya traza vertical tenga
4 cm. de cota.
32. Dadas tres rectas que se cruzan, trazar por ellas tres planos que se corten según una
misma recta.
33. Hallar la intersección de un plano dado por una recta r y la proyección horizontal a’
de una línea de máxima pendiente, con un plano dado por dos puntos A, B y la proyección
vertical b’’ de una línea de máxima inclinación.
CAPITULO vπ
PARALELISMO Y PERPENDICULARIDAD
ENTRE PLANOS, Y ENTRE RECTAS Y PLANOS

54. Posiciones relativas de dos planos. — Si consideramos dos planos en el


espacio, éstos pueden ser paralelos, o cortarse oblicua o perpendicularmente. Vere-
mos en cada caso que particularidad presentan sus trazas.

Para ello demostraremos en primer lugar el siguiente

55. Teorema . — Si dos planos son paralelos, sus trazas del mismo nombre son
paralelas.

En efecto, sabemos que, por definición, las trazas de un plano son las intersec-
ciones del plano con los planos de proyección. Por consiguiente, dos planos paralelos
cortarán a cada plano de proyección según rectas paralelas que serán las trazas de
dichos planos (puesto que dos planos paralelos cortan a un tercero según rectas para-
lelas).

56. Teorema (recíproco). — Si dos planos tienen sus trazas del mismo nombre
paralelas, los planos son paralelos.

Como las trazas de un plano son dos rectas que se cortan del plano, tendremos
entonces dos rectas que se cortan respectivamente paralelas a otras dos rectas que se
cortan, y sabemos de Geometría del Espacio que los planos que determinan dichas
rectas son paralelos.

Este teorema recíproco admite dos excepciones. Es el caso de los planos


paralelos a la línea de tierra y el caso de los planos que pasan por LT, los cuales,
a pesar de tener las trazas del mismo nombre paralelas, pueden no ser paralelos
entre sí.

57. Planos que se cortan oblicua o perpendicularmente. — Si dos planos se


cortan oblicuamente, es evidente que sus trazas ocuparán cualquier posición en el
depurado.

Si dos planos son perpendiculares, también sus trazas tomarán cualquier posición
en el depurado, puesto que dado un plano, hay infinitos que le son perpendiculares.

Hay, sin embargo, un caso en que dos planos perpendiculares presentan sus
trazas en una posición determinada. Se trata de dos planos perpendiculares, uno de
73
los cuales lo es también a uno de los planos de proyección. En dicho caso las trazas
de ambos planos sobre este último, son perpendiculares entre sí.

En efecto, si un plano α es perpendicular a otro plano β, que a su vez es perpen-


dicular al horizontal de proyección, la recta α’ intersección de α con el horizontal,
será perpendicular a β (puesto que dos planos α y H perpendiculares a un tercero β
se cortan según una recta α’ perpendicular a éste). Por lo tanto, si α’ es perpendicular
a β, lo será también a β’, recta de β que pasa por su pie en β. Es decir que α’ y β,
trazas horizontales de ambos planos, son perpendiculares entre sí. Del mismo modo
se razonaría si en lugar del plano horizontal de proyección se tuviera el plano vertical
de proyección.

Como aplicación de lo expuesto sobre paralelismo entre planos, consideraremos


el siguiente

58. Problema. — Por un punto dado trazar un plano paralelo a otro plano dado.

Distinguiremos los siguientes casos:

I. Si el plano está definido por dos rectas que se cortan, bastará trazar por el
punto dado, dos rectas respectivamente paralelas a las rectas dadas, y el plano que
determinan será paralelo al plano dado.

II. Si el plano está definido por dos rectas paralelas, reducimos el problema al
caso anterior, hallando una recta coplanar con ellas (N.° 31, I). Luego trazamos por el
punto dado, una paralela a las rectas dadas y una paralela a la recta coplanar hallada.
El plano que determinan será paralelo al plano dado.

III. El plano está definido por sus trazas.


Sea entonces el plano α de la (fig. 96), al cual
tenemos que trazarle un plano β paralelo, que
pase por un punto dado (P’, P’).

El plano β por ser paralelo al α ten-


drá sus trazas del mismo nombre paralelas.
Podemos entonces trazar por P una horizon-
tal de β. Por P’ será h’ paralela a LT, y
por P’ será h’ paralela a β’ y por consiguien-
te a α’.

Una vez hallada la horizontal h, el plano (Fig. 96)


β que la contiene tendrá su traza vertical β’’
paralela a α’’ y pasando por V’’ (traza vertical
de h). La otra traza β’, pasará por el punto de corte de β’’ con LT y será paralela a h’ y
por consiguiente a α’.
74

Obtenemos así un plano β paralelo al α (por tener sus trazas homónimas parale-
las) y que contiene al punto P (puesto que P está sobre una recta horizontal h al
plano).

Análogamente se podría resolver el problema,


utilizando una frontal del plano que pase por P.
Es el caso de la (fig. 97). Se traza f pasando porP,
y luego β’ será paralela a α’ y pasará por H’. La
restante traza β’’ pasará por el punto de corte de
β’ con LT y será paralela af’’ y por con siguiente
aα’ .

Si el plano dado por sus trazas fuese paralelo


a LT, no se podría aplicar el procedimiento de la
(Fig. 97)
horizontal o la frontal auxiliar, puesto que esas
rectas serían también paralelas a LT.

En ese caso, si tenemos un plano α (fig. 98) paralelo a LT y por P queremos


trazarle un plano β paralelo, hallamos primeramente una recta cualquiera r de α.
Luego por P trazamos una recta r1, paralela a r. Hallamos las trazas vertical y hori-
zontal de r1, y por dichos puntos V1 y H1 pasarán las trazas β’’ y β’ paralelas a α’’ y α’
respectivamente. Obtenemos así un plano β paralelo al α y que pasa por el punto P.

(Fig. 98) (Fig. 99)

Otro procedimiento para los planos paralelos a LT, sería recurrir a la tercera
proyección. En la (fig. 99) se detalla la construcción.

Se llevan α y P a tercera proyección en α’’’ y P’’ respectivamente. Luego se traza


β’’’ pasando por P’’’ y paralelo a α’’’. Volviendo al depurado obtenemos el plano β
dado por sus trazas β’ y β’.

En igual forma se resuelve el problema si el plano dado es un plano que pasa por
la línea de tierra.
75
PARALELISMO ENTRE RECTAS Y PLANOS

Para resolver los problemas de paralelismo entre rectas y planos, recordare-


mos una propiedad de Geometría del Espacio que dice; para que una recta sea para-
lela a un plano, es necesario y suficiente que sea paralela a una recta cualquiera del
plano.

Consideraremos entonces los siguientes

59. Problemas: I. Por un punto dado trazar una recta paralela a un


plano.

Aplicando la propiedad citada, bastará trazar por el punto dado una recta parale-
la a cualquier recta del plano dado.

Análogamente resolvemos el problema inverso que dice:

II. Por un punto dado trazar un plano paralelo a una recta dada.

En este caso trazamos por el punto dado una recta paralela a la recta dada y
cualquier plano que contenga dicha paralela nos resuelve el problema.

III. Por una recta dada trazar un plano parale-


lo a otra recta dada.

Sea la recta a de la (fig. 100); por ella


tenemos que trazar un plano paralelo a la recta r.
Trazamos entonces por un punto cualquiera P de
la recta a, una recta b paralela a r. El plano que
determinan las rectas a y b será paralelo a la
recta r. (Fig. 100)

IV. Por un punto dado trazar el plano paralelo a dos


rectas no coplanares.

Sean en la (fig. 101) dos rectas m y n no coplanares


(N.° 28). Si por el punto dado P trazamos dos rectas a y
b respectivamente paralelas a m y n, el plano que deter-
minan dichas rectas será el plano buscado.

(Fig. 101)

PERPENDICULARIDAD ENTRE RECTAS Y PLANOS

Para resolver los problemas de perpendicularidad es de fundamental importan-


cia el siguiente
76
60. Teorema . — Si un ángulo recto tiene un lado paralelo a un plano, la proyec-
ción de dicho ángulo sobre el plano es también un ángulo recto.
Sea un ángulo recto BAC (fig. 102) uno de cuyos lados BA es paralelo al
plano α.
Trazando las proyectantes de B, A y C, obte-
nemos en el plano α los puntos B’, A’y C, que
determinan la proyección del ángulo dado.

La recta BA es, por hipótesis, perpendicular a


AC, pero además es perpendicular a AA’ (puesto
que AA’ es perpendicular al plano α y BA es para-
lela a α). Por lo tanto, BA es perpendicular al pla-
no CAA’C’ que determinan CAy AA’.

Como BA es paralela al plano α, su proyec-


(Fig. 102)
ción B’A’ será paralela a BA (N.° 17) y por consi-
guiente B’A’ será también perpendicular al plano CAA’C’. Luego, si B’A’ es perpendi-
cular a dicho plano, lo es a la recta A’C’ que pasa por su pie en el plano. Es decir que
el ángulo B’A’C’ es recto.

Este teorema no es válido en el caso particular de que el ángulo recto tenga un


lado paralelo y el otro lado perpendicular al plano.

Como extensión de este teorema y en virtud de que dos rectas paralelas tienen
sus proyecciones homónimas paralelas, podemos enunciar el siguiente

Corolario . — Si dos rectas se cruzan ortogonalmente (*) y una de ellas es para-


lela a un plano, las rectas se proyectan sobre el plano formando un ángulo recto.

61. Teorema (recíproco). — Si un ángulo tiene uno de sus lados paralelo a un


plano y su proyección sobre éste es un ángulo recto, el primer ángulo es también un
ángulo recto.

Sea un ángulo BAC (fig. 102) con un lado BA paralelo a un plano α y cuya
proyección BAC’ sobre α es un ángulo recto.

El lado B’A’ es perpendicular al plano C’A’AC, puesto que es perpendicular a dos


rectas A’C’y AA’ que pasan por su pie en el plano.

La recta BA, por ser paralela a B’A’, es también perpendicular al plano C’A’AC y,
por consiguiente, a la recta AC que pasa por su pie en el plano. Luego, el ángulo BAC
es recto.

(*) Dos rectas se cruzan ortogonalmente cuando trazando por un punto cualquiera de una de ellas una
paralela a la segunda, dicha paralela y la primer recta son perpendiculares.
77
Como aplicación fundamental de los teoremas anteriormente expuestos, demos-
traremos el siguiente

62. Teorema . — En un depurado, las proyecciones de una recta perpendicular a


un plano son perpendiculares a las trazas del mismo nombre del plano.

Sea una recta r perpendicular a un plano α dado por sus trazas (fig. 103).

Demostraremos que r’’ es perpendicular a α’’ y que


r’ es perpendicular a α’.

En efecto, como la recta r es perpendicular al plano


α, será ortogonal con α’ que es una recta del plano. Te-
nemos así dos rectas r y α’que se cruzan ortogonalmente
y una de ellas (la α’) está contenida en el plano horizon-
tal. Aplicando entonces el corolario del (N.° 60). resulta
que las proyecciones horizontales r’ y α’ de las rectas
son perpendiculares.

Razonando de igual manera, se observa que la rec-


ta r, por ser perpendicular al plano α, es ortogonal con (Fig. 103)
α’’ que es una recta del plano. Tenemos así dos rectas r
y α’ que se cruzan ortogonalmente y una de ellas (la α’) está contenida en el plano
vertical. Por lo tanto, también las proyecciones verticales r’’ y α’’de ambas rectas son
perpendiculares.

63. Teorema (recíproco). — Si en un depurado, las proyecciones de una recta son


perpendiculares a las trazas del mismo nombre de un plano, la recta es perpendicu-
lar al plano.

Sea la recta r de la (fig. 103) que tiene sus proyecciones perpendiculares a las
trazas homónimas del plano α.

Supongamos que desde un punto P de la recta r trazamos una recta r, perpendi-


cular al plano α. Las proyecciones de r, deberán ser perpendiculares a las trazas del
mismo nombre del plano, y, como desde un punto sólo se puede trazar una perpendi-
cular a una recta, las proyecciones de r, coincidirán con las proyecciones de r. En
consecuencia, las rectas r1 y r son una misma, y por lo tanto la recta r es perpendicu-
lar al plano α

Este teorema tiene dos excepciones: cuando el plano es paralelo a la línea de


tierra, o cuando pasa por la línea de tierra.

En esos casos, las proyecciones de una recta de perfil son perpendiculares a las
trazas del mismo nombre del plano, pero, en general, una recta de perfil cualquiera
no es perpendicular a un plano dado.
78
64. Como las horizontales de un plano tienen sus proyecciones horizontales pa-
ralelas a la traza horizontal del plano, y como las frontales de un plano tienen sus
proyecciones verticales paralelas a la traza vertical del plano (N.os 38 y 39), podemos
deducir del teorema precedente y su recíproco (N.os 62 y 63) los siguientes

Corolarios : I. En un depurado, la proyección horizontal de una recta perpendi-


cular a un plano es perpendicular a la proyección horizontal de cualquier horizontal
del plano, y la proyección vertical de dicha recta es perpendicular a la proyección
vertical de cualquierfrontal del plano.

II. Una recta es perpendicular a un plano si, en un depurado, su proyección


horizontal es perpendicular a la proyección horizontal de una horizontal del plano y
sí al mismo tiempo, su proyección vertical es perpendicular a la proyección vertical
de una frontal del plano.

A continuación resolveremos algunos problemas de perpendicularidad entre rectas


y planos.

65. Problema. — Por un punto dado trazar una recta perpendicular a un plano
dado.

Si el plano está dado por sus trazas, aplicando los teoremas anteriormente ex-
puestos bastará trazar (fig. 103) por las proyecciones P’ y P’ del punto dado, las
proyecciones r’’ y r’ de modo que sean respectivamente perpendiculares a las trazas
α’’ y α’ del plano.

En el caso que el plano dado sea proyectante vertical, resulta evidente que las
rectas perpendiculares a él son paralelas al vertical, es decir, frontales.

Análogamente, si el plano dado fuese proyectante horizontal, las rectas perpen-


diculares a él son rectas horizontales.

Si el plano está dado por dos rectas que se cortan ay b (fig. 104) y desde un
punto P queremos trazarle una recta r perpendicular, procedemos de la siguiente
manera: se hallan, como sabemos del (N.°
45,1.a), una horizontal h y una frontal f del
plano dado, y luego, aplicando el
corolario II del (N.° 64), se trazan por
P’ una proyección r’’ perpendicular a f’’
y por P’ una proyección r’ perpendicular
ah’.

La recta r así determinada pasa por P y


es perpendicular al plano dado por las rec-
(Fig. 104) tas a y b.
79
Si el plano dado es paralelo a LT (el α de la fig. 105), la perpendicular trazada al
plano por un punto dado P es una recta de perfil.

Para determinar dicha recta, llevamos


el punto y el plano a tercera proyección en
P’’ y α’’’. La perpendicular r’’’ trazada desde
P’’’ a α’’’ es la tercera proyección de la
perpendicular buscada. Por lo tanto, llevando
al depurado un punto cualquiera B’’’ de
dicha perpendicular, ese punto y el punto
dado P nos determinan la recta de perfil r
perpendicular al plano α. La justificación
de esta construcción es inmediata, puesto
que el ángulo recto que forman r y (Fig. 105)
cualquier recta que pase por su pie en α
tiene un lado (el r) de perfil. Por consiguiente, dicho ángulo se proyecta sobre un
plano de perfil en verdadera magnitud.

Del mismo modo procederíamos si el plano dado pasase por la línea de


tierra.

DISTANCIA DE UN PUNTO A UN PLANO

La distancia de un punto a un plano, es el segmento de perpendicular trazada del


punto al plano.

Por lo tanto, para hallar las proyecciones de la distancia de un punto a un


plano, bastará con trazar desde el punto dado la recta perpendicular al plano dado,
y determinar luego el punto de intersección de dicha perpendicular con el plano.
Ese punto de intersección y el punto dado nos determinan la distancia del punto
al plano.

Las construcciones que resuelven este problema las hemos considerado en el


párrafo anterior y en el (N.° 50).

66. Problema. — Por un punto dado trazar un plano perpendicular a una recta
dada.

Sean dados en la (fig. 106) un punto (P’, P’’) y una recta (r’ , r’).

Se quiere trazar un plano que pase por el punto P y sea perpendicular a la


recta r.
80
Para resolver el problema, se halla una horizontal
del plano que pase por el punto dado y luego se deter-
minan las trazas del plano, sabiendo que deberán ser
perpendiculares a las proyecciones homónimas de la
recta dada.

Como la traza horizontal del plano buscado


deberá ser perpendicular a r’, la proyección horizon-
tal de la horizontal del plano que pasa por el punto
P será también perpendicular a r’ (N.° 64, II). Dicha
horizontal h tendrá entonces su proyección hori-
(Fig. 106) zontal h’ pasando por P’ y perpendicular a r’, y su
proyección vertical h’’ pasando por P’’ y paralela
a LT.

Esta horizontal tiene por traza vertical el punto (V’’, V’), por lo tanto, si
desde V’’ trazamos la perpendicular a r’’ obtenemos la traza vertical α’’ del
plano buscado.

La restante traza α’ pasará por el punto de corte de α’’ con LT y será paralela a A’,
y por lo tanto perpendicular a r’.

De una manera semejante se podría resolver el problema utilizando la frontal del


plano que pasa por el punto dado. En ese caso se hallaría primeramente la traza α’ y
luego α’.

Si la recta dada fuese de perfil, el


plano perpendicular sería paralelo a LT.
Sea entonces la recta AB de la (fig. 107).
Llevamos el punto dado P y la recta dada
a tercera proyección en P’’ y A’’B’’ respecti-
vamente. Se traza luego un plano α’’’ paralelo
a LT que pase por P’’’ y perpendicular a
A’’B’’. Volviendo dicho plano al depurado
obtenemos en α’’ y α’ las trazas del plano
buscado que pasa por P y es perpendicular (Fig. 107)
a la recta AB.

PERPENDICULARIDAD ENTRE PLANOS

Los problemas de perpendicularidad entre planos se resuelven aplicando las


relaciones conocidas de perpendicularidad entre rectas y planos y recordando que
8 1
todo plano que contenga una recta perpendicular a otro plano, es perpendicular a este
último.

67. Problema. — Por un punto dado trazar un plano perpendicular a un plano


dado.

Sean en la (fig. 108) un punto (P’, P’) y un pla-


no α. Si como ya sabemos del (N.° 65) trazamos por
(P’’, P’) una recta (r’ , r’) perpendicular al plano α,
cualquier plano que contenga dicha recta será per-
pendicular al α.

El más sencillo de trazar, de los infinitos planos


que pasan por la recta r, es el proyectante horizontal
(β’ β’). Comprobamos así lo expresado en el (N.°
57).
(Fig. 108)
68. Problema. — Por un punto dado trazar un
plano perpendicular a dos planos dados.

Sean un punto dado P y dos planos α y β. Si como ya hemos visto en el (N.° 65)
trazamos por P dos rectas ay b respectivamente perpendiculares a los planos α y β,
el plano que determinan dichas rectas será el plano buscado.

Otra manera de resolver el problema sería hallar la recta intersección de los


planos dados α y β, y luego trazar por el punto dado el plano perpendicular a dicha
intersección.

69. Problema. — Por una recta dada trazar el plano perpendicular a un plano
dado.

Si se tienen una recta a y un plano α dados, se traza por un punto cualquiera de


a una recta r perpendicular al plano α (Problema N.° 65).

El plano que determinan las rectas a y r es el plano que pasa por a y es perpendi-
cular al α.

PERPENDICULARIDAD ENTRE RECTAS

Dos rectas perpendiculares en el espacio, no presentan en el depurado ninguna


relación característica entre sus proyecciones.

Solamente si una de las rectas fuese paralela a un plano de proyección, se aplica-


ría en ese caso la relación que surge del teorema del (N.° 60).

Resolveremos entonces el siguiente caso general


82
70. Problema. — Por un punto dado trazar una recta perpendicular a una recta
dada.

Para resolver este problema se sigue el procedimiento geométrico que se indica


en la (fig. 109). Por el punto dado P se traza un plano α
perpendicular a la recta dada r. Se halla luego el punto I
de intersección del plano auxiliar α con la recta r.
Uniendo el punto I con el P se tiene la recta buscada
que pasa por P y es perpendicular a r (puesto que
la recta r por ser perpendicular al plano α es perpendi-
cular a la recta 1P que pasa por su pie en α). Obsérvese
(Fig. 109)
además, que el segmento P1 es la distancia del punto P
a la recta r.

El depurado correspondiente es el de la
(fig. 110). Para su trazado se realizan las cons-
trucciones anteriormente indicadas, o sea: por
(P’, P’) trazamos por medio de la horizontal
h, el plano (α’ , α’) perpendicular a la recta r
(Problema N.° 66).

Luego, empleando el plano proyectante


ω, hallamos el punto (I’, I’) de intersección
del plano α con la recta r (N.° 51). La perpen-
dicular buscada es la recta que determinan los
puntos P e I.
(Fig. 110)
Este procedimiento es general, y, por con-
siguiente, se puede aplicar cualquiera que sea la posición que ocupen la recta y el
punto dados.

Casos particulares. — Supongamos que la recta dada fuese horizontal


(fig. 111).

En ese caso, la perpendicular n trazada desde el


punto P a la recta h, formará con ésta un ángulo
recto que tiene un lado (la recta h), paralelo al plano
horizontal.

Por consiguiente, y de acuerdo con el Teorema del


(N.° 60), la proyección horizontal n’ de la recta buscada
pasará por P’ y será perpendicular a h’.

La restante proyección vertical n’, pasará por P’


(Fig. 111) y por I’ , proyección vertical correspondiente a la
83
proyección horizontal I’ según la cual se cortan n’ y h’. Tenemos así la recta n que
pasa por P y es perpendicular a la horizontal h.

Razonando de la misma manera, se puede hallar directamente la perpendicular


trazada desde un punto dado a una recta frontal, a una vertical o a una recta de fuga.

DISTANCIA DE UN PUNTO A UNA RECTA

La distancia de un punto a una recta, es el segmento de perpendicular trazada del


punto a la recta.

Por lo tanto, para hallar las proyecciones de la distancia de un punto a una recta,
bastará con trazar desde el punto dado, la recta perpendicular a la recta dada y deter-
minar el punto de corte de ambas rectas. Ese punto de corte y el punto dado, nos
determinan la distancia del punto a la recta.

Las construcciones que resuelven este problema, las hemos considerado en el


párrafo anterior.

PERPENDICULAR COMÚN A DOS RECTAS


QUE SE CRUZAN

Sabemos de Geometría del Espacio que, entre dos rectas que se cruzan hay sola-
mente una recta que es perpendicular a ambas, y que el segmento de perpendicular
común comprendido entre aquellas rectas mide la mínima distancia entre ellas.

Veremos a continuación cómo se halla dicha perpendicular común.

71. Caso general.

En primer lugar resolveremos el problema en el espacio.

Sean a y b las rectas que se cruzan (fig. 112). Trazamos por una de las rectas a un
plano α paralelo a la otra recta b (el plano
se determina por a yb1 paralela a b).

Proyectamos luego la recta b sobre el


plano α obteniendo b2. Para ello, por un
punto B de b trazamos una recta r perpen-
dicular al plano α que corta a éste en B2,
y por ese punto trazamos la recta b2
paralela a b, que será la proyección de ésta
sobre α.
(Fig. 112)
Hallamos el punto de corte C de b2 con
84

a, y trazando por dicho punto la perpendicular n al plano α, esa recta será la perpen-
dicular común buscada.

En efecto, la recta n por ser perpendicular al plano α es perpendicular a las rectas


ay b2 que pasan por su pie en α. Además, la recta n está contenida en el plano
proyectante que determinan by r, por lo tanto cortará a la recta b. Y, como además la
recta b es paralela a b2, que a su vez es perpendicular a n, resulta que la recta n es
también perpendicular a la recta b y la corta en un punto D.

Para hallar el depurado de este


problema realizaremos en el orden
anteriormente explicado las cons-
trucciones correspondientes, que ya
conocemos.

Sean en la (fig. 113) dos rectas


que se cruzan ay b.

Por un punto (A’, A’) de la recta


a trazamos la recta (b’’1,b’1) parale-
la a (b’1, b’). Hallamos, como hemos
visto en el (N.° 34, I), las trazas α’’ y
α’ del plano que determinan las rec-
tas a y b1 .

Por un punto (B’, B’) de la recta


b trazamos una recta (r’ , r’) perpen-
dicular al plano α (Problema N.° 65).

Luego determinamos el punto


(B’2, B’2) de intersección de la recta
(Fig. 113) r con el plano α (por medio del
proyectante auxiliar ω).

Por dicho punto (B’2, B’2) trazamos una recta (b’2, b’2) paralela a la recta (b’, b’)
y hallamos el punto (C’, C’) que determinan b2 y a.

Trazando por el punto (C’, C’) una perpendicular (n’, n’) al plano α, esa recta
será la perpendicular común buscada, que cortará a la otra rectab en un punto (D’,D’).

El segmento CD mide entonces la mínima distancia entre las rectas ay b.

72. Otro procedimiento.

Si tenemos dos rectas que se cruzan a y b, trazamos un plano α perpendicular a


la recta a y un plano β perpendicular a la recta b.
85
Hallamos luego la rectad intersección de ambos planos. Esa rectad, por pertene-
cer al plano α, será ortogonal a la recta a, y por pertenecer al plano β será ortogonal
a b. Es decir que la recta d tiene la misma dirección que la normal común a las rectas
dadas.

Por consiguiente, el problema se reduce a hallar una recta n paralela a una direc-
ción dada d, que se apoye en dos rectas dadas ay b.

Es el problema que hemos resuelto en la página 69 y ya sabemos entonces cómo


construir el depurado.

Sean (a’, a’) y (b’, b’) de la (fig. 114) las rectas que se cruzan. Trazamos dos
planos α y β respectivamente perpendiculares a las rectas ay b.

(Fig. 114)

Hallamos la intersección (d’,d’) de ambos planos.

Por un punto (B’, B’) de la recta b trazamos una recta (d’’, d’1) paralela a la recta
(d’’, d’). Utilizando el plano proyectante auxiliar (ω’’, ω’) de la recta a determinamos el
punto (C’’, C’), intersección de la recta a con el plano que determinan las rectas by d1

Trazando por (C’, C’) una paralela (n’, n’) a la recta d tendremos la perpendicu-
lar común buscada, que además cortará a la recta b en un punto (D’,D’).

73. Casos particulares.

Estos casos se presentan cuando, por la posición particular que ocupa alguna de
las rectas que se cruzan, se puede aplicar el teorema fundamental del ángulo recto
(N.° 60).
86

En esos casos no será necesario utilizar el procedimiento general del


párrafo anterior, sino que se puede encontrar la solución por un procedimiento
más sencillo.

I. Hallar la perpendicular común a una recta vertical y una recta cualquiera que
se cruzan.

Sean las rectas (a’’, a’) vertical y (b’, b’) cualquiera de la (fig. 115).

La perpendicular común n a ambas rectas, por


ser perpendicular a la recta a que es vertical, será
una recta horizontal. Por lo tanto, el ángulo recto
que forman las rectas n y b tiene un lado (el n)
paralelo al plano horizontal.

Luego, dicho ángulo se proyectará horizon-


talmente como un ángulo recto (N.° 60).

Es decir que n’ pasará por C’y será perpendi-


(Fig. 115) cular a b’.

La restante proyección n’ de la perpendicular común será paralela a LT


(puesto que n debe ser una recta horizontal) y pasará por el punto D’’,
proyección vertical correspondiente del punto D’ que determinan las proyecciones
n’yb’.

De una manera semejante se procedería si la recta a fuera perpendicular al plano


vertical en lugar de serlo al plano horizontal. En ese caso la normal común sería una
recta frontal.

II. Hallar la perpendicular común a una recta cualquiera y la línea de tierra.

Sean una recta cualquiera (r’’, r’) y la línea de tierra de la (fig. 116).

La perpendicular común n a ambas


rectas, por ser perpendicular a la línea
de tierra, será una recta de perfil (N.°
24, XII).

Por lo tanto, el ángulo recto que


forman las rectas n y r tiene un lado (el
n) que es de perfil. Dicho ángulo se pro-
yectará entonces sobre un plano de per-
fil como un ángulo recto (N.° 60).

Es decir que, si llevamos las rectas


r y LT a tercera proyección en r’’’ y (Fig. 116)
87
(LT)’’’ respectivamente, la tercera proyección n’’ de la perpendicular común pasará
por (LT)’’’ y será perpendicular a r’’’.

Para hallar la recta n en el depurado, bastará llevar el punto C’’ sobre la recta
(r’’,r’) en (C’, C’), y trazando luego por dicho punto la recta de perfil (n’, n’) determi-
namos sobre LT el punto (D’t D’).

Tenemos así la perpendicular común n determinada por los puntos Cy D.

III. Hallar la perpendicular común a una horizontal y una frontal que se


cruzan.

Sean en la (fig. 117) una horizontal (h’, h’) y una frontal (f’, f’)que se cruzan.

La perpendicular común n a ambas rectas, por ser perpendicular a la recta h,


formará con ésta un ángulo recto, uno de cuyos lados (el h) es paralelo al plano
horizontal. Luego, dicho ángulo se proyectará horizontalmente como un ángulo recto
(N.° 60). Es decir que la proyección horizontal n’ de la perpendicular común será
perpendicular ah’.

Del mismo modo, la perpendicular


común n, por ser perpendicular a la recta
f formará con ésta un ángulo recto, uno
,
de cuyos lados (el f’) es paralelo al plano
vertical. Luego, dicho ángulo se proyectará
verticalmente como un ángulo recto
(N.° 60). Es decir que la proyección vertical
n’ de la perpendicular común será perpendi-
cular af’’.

Por lo tanto, se conoce la dirección de la


perpendicular común a las rectas dadas: n’ será
perpendicular af’’ y n’ lo será a h’.

En consecuencia, el problema se
reduce al resuelto en la página 69: hay (Fig. 117)
que trazar una recta paralela a una dirección
dada (n’ , n’) que se apoye en dos rectas
dadas (h’,h’)y(f’,f’’.

Para ello, por un punto (P’, P) de (f’, f’) trazamos una paralela (n’’1, n’1)
a la dirección dada. Hallamos luego, por medio del plano proyectante auxiliar ω,
el punto (I’’, I’’), intersección de la otra recta (h’, h’) con el plano que determinan las
rectas f’y n1.

Finalmente trazando por (I’’, I’) una recta (n’, n’) paralela a la dirección dada.
88
dicha recta será la perpendicular común buscada, que además cortará a la recta fen
un punto (F’, F’).

Otros casos particulares, que se resuelven por aplicación del teorema del (N.°
60) se plantean en el problema N.° 28 de este capítulo.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO Vπ

Paralelismo.
1. Por un punto dado trazar una recta paralela al primer bisector y una recta paralela al
segundo bisector. Deducir qué relación presentan entre sí las proyecciones de cada una de esas
rectas.
2. Por un punto dado (P’, P’) trazar un plano paralelo a cada uno de los siguientes
planos:
a) Plano perpendicular al segundo bisector.
b) Plano proyectante horizontal.
c) Plano que pasa por LT y un punto A.
d) Plano dado por una recta de perfil AB y una recta cualquiera.
e) Plano dado por una línea de máxima inclinación (sin hallar las trazas del plano).
3. Hallar las trazas de un plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es paralelo a una
recta de perfil dada AB.
4. Hallar las trazas de un plano que pasa por una recta dada (r’, r’) paralela a LT y es
paralelo a otra recta dada (a’’, a’).
5. Por dos puntos dados Ay B, trazar un plano equidistante de otros dos puntos dados
CyD.
6. Trazar un plano α que sea paralelo a una recta dada (r’, r) y que equidiste de tres
puntos dados A, B y C, y de tal manera que los puntos Ay B queden situados en uno de los
semiespacios determinados por α y el punto C en el otro semiespacio.
7. Por un punto dado (P’, P’) trazar una recta paralela a un plano dado (α’, α’) y que
corte a una recta dada (r’, r’).
8. Por un punto dado (P’, P’) trazar una recta paralela a un plano que pasa por LT y un
punto A y corte a una recta de perfil dada CD.
9. Por un punto dado trazar una recta paralela al segundo bisector y que sea paralela a
un plano dado.
10. Dado un plano por sus trazas, hallar una recta del plano que tenga sus proyecciones
paralelas.
Perpendicularidad.
11. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es perpendicular a
un plano de perfil.
12. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es perpendicular a
un plano que pasa por LT y un punto A.
89
13. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada del segundo bisector y es
perpendicular a un plano β, el que a su vez es paralelo a dos rectas dadas que se cruzan, ay b.
14. Hallar las trazas del plano que pasa por un punto dado y es perpendicular a un plano
de perfil dado y al primer bisector.
15. Hallar sobre una recta dada, un punto que equidiste de dos puntos dados.
16. Hallar un punto de LT que equidiste de las trazas de una recta dada.
17. Hallar un punto del primer bisector que equidiste de tres puntos dados A (3 cm.; 5
cm.), B (3 cm.; -2 cm.) y C (2 cm.; -2 cm.).
18. Por un punto dado (P’, P’), trazar la recta que corte a una recta dada (r’, r’) y sea
ortogonal a otra recta dada (a’’, a’).
19. Por un punto dado (P’, P’), trazar la recta que sea ortogonal con respecto a dos
rectas dadas ay b.
20. Dada una recta de perfil AB, por el punto B trazarle una recta perpendicular que
corte a otra recta dada (r’’, r’).
21. Dado un plano α y una recta de perfil AB, proyectar ortogonalmente la recta AB
sobre el plano dado.
Distancias.
22. Hallar las proyecciones de la distancia de un punto P (2 cm.; -5 cm.) a cada uno de
los siguientes planos:
a) Plano de perfil.
b) Plano paralelo a LT
c) Plano paralelo al horizontal.
d) Plano que pasa por LT y un punto A.
e) Plano perpendicular al segundo bisector.
23. Hallar las proyecciones de la distancia de un punto P (2 cm.; 3 cm.) a cada una de las
siguientes rectas:
a) Recta del segundo bisector.
b) Recta paralela a LT.
c) Recta de perfil AB.
d) Recta frontal.
e) Recta vertical.
24. Dados dos puntos A y B, hallar una recta del plano horizontal que diste 3 cm. de A y
4 cm. de B.
25. Dados un punto P (3 cm; 0 cm.) y una recta de plano horizontal, hallar la verdadera
magnitud de la distancia del punto P a la recta dada.
26. Se da la traza horizontal α’ de un plano proyectante vertical y un punto (P’, P’).
Determinar α’ sabiendo que el punto P dista 5 cm. del plano α
27. Conociendo la traza horizontal α’ de un plano paralelo a LT, hallar αn sabiendo que
el plano α dista 3 cm. de LT
Perpendicular común.
28. Hallar la perpendicular común a las siguientes rectas no coplanares:
a) Dos rectas horizontales.
b) Dos rectas de perfil.
c) Recta de perfil y recta cualquiera.
90
d) Recta de perfil y recta horizontal.
e) Recta de perfil y recta paralela a LT.
f) Dos rectas cuyas proyecciones verticales son paralelas.
29. Se conocen las proyecciones (a’’, a’) de una recta a, la proyección horizontal b’, de
una recta b y la proyección horizontal n’ de la perpendicular común a las rectas ay b. Hallar las
proyecciones verticales b’’ y n’’de las rectas by n.
30. Conociendo las proyecciones de la perpendicular común a dos rectas y las proyec-
ciones verticales de las rectas, hallar sus proyecciones horizontales.
31. Hallar una recta que pertenezca a un plano dado α, diste 3 cm. de LT y sea paralela
al segundo bisector.
32. Dadas dos rectas ay b, determinar una recta que corte a la recta a, sea paralela a la
recta b y diste 4 cm. de LT.
Problemas varios.
33. Dados P, a, b y c hallar una recta que se apoye en a y b, de modo que el plano
determinado por P y dicha recta sea normal a c.
34. Dados A,B, Cy D hallar un plano equidistante de los cuatro puntos y la verdadera
magnitud de la distancia.
35. Dados (A’ A’) y (B’’, B’) hallar los puntos C y D que determinan un cuadrado con A
y B, sabiendo que A’B’C’D’ forman también un cuadrado.
36. Dados tres puntos A, B, C y dos rectas my n, hallar las rectas paralelas a m que se
apoyen en n y en los lados del triángulo ABC.
37. Hallar un segmento horizontal de longitud dada que se apoye en dos rectas dadas.
38. Dados tres puntos A, B y C situados en un mismo plano de perfil y un cuarto punto
D exterior al plano, hallar los puntos de la recta AB desde los cuales el segmento CD se ve bajo
un ángulo recto.
39. Dado un segmento horizontal AB, hallar el punto C de cota dada y el mayor aleja-
miento posible que forme triángulo equilátero con Ay B.
MÉTODOS DE LA GEOMETRÍA DESCRIPTIVA
En gran cantidad de problemas que se plantean en Geometría Descriptiva es
conveniente, a veces, colocar las formas del espacio en una posición particular deter-
minada con respecto a los planos de proyección.

Ya sea porque en esa posición de los elementos dados se resuelven más fácil-
mente los problemas planteados, o porque con ella se consigue una representación
aclaratoria de la forma, posición o dimensiones de los elementos dados.

Generalmente se distinguen tres métodos o artificios que permiten colocar las


formas del espacio en una posición determinada con respecto a los planos de proyec-
ción.

Estos métodos, que trataremos con extensión en los capítulos siguientes son:

1. El método de los cambios de planos de proyección, que consiste en mantener


fijas las formas del espacio y cambiar los planos de proyección, de tal manera, que
las formas dadas queden en una posición particular determinada con respecto a los
nuevos planos de proyección elegidos.

Este método, que fue indicado por primera vez por DESARGUES a mediados
del siglo XVII y actualizado por G. MONGE, tiene en realidad una utilización bas-
tante restringida, debido a la gran cantidad de líneas que es necesario emplear, y que
complican los depurados.

2. El método de los giros, que consiste en mantener fijos los planos de proyec-
ción y girar las formas del espacio alrededor de una recta dada, hasta colocarlas en
una posición particular determinada con respecto a los planos de proyección.

Este método tuvo su origen en el estudio de las superficies de revolución y su


utilización es muy frecuente en los problemas relativos a ellas.

3. El método de los abatimientos, que consiste en girar los planos del espacio
alrededor de una de sus intersecciones con los planos de proyección, hasta llevarlos a
coincidir con uno de éstos.

Se consigue de esta manera, obtener en verdadera magnitud las formas conteni-


das en un plano, puesto que se las coloca en uno de los planos de proyección.

Este método, que en realidad no es sino un caso particular de giros, es de gran


utilidad, y en algunos problemas, su utilización resulta imprescindible.

Independientemente de estos tres métodos fundamentales, hay otros métodos


particulares, que, como en realidad constituyen nuevos sistemas de representación,
no corresponde tratarlos en esta obra.
CAPITULO VIII
MÉTODO DE LOS CAMBIOS DE PLANOS

74. Como hemos visto precedentemente, este método consiste en que, dada la
representación de una forma del espacio con respecto a dos planos de proyección,
obtener la nueva representación de la forma con respecto a otros dos planos de pro-
yección.

Es decir que el problema que se plantea es el siguiente: dadas las proyecciones


de ciertos elementos del espacio en un sistema de planos de proyección, obtener las
proyecciones de esos elementos en otro sistema de planos de proyección.

Este método se utiliza solamente en los siguientes casos: el nuevo plano vertical
es perpendicular al plano horizontal primitivo; o el nuevo plano horizontal es perpen-
dicular al plano vertical primitivo.

Por otra parte, estos cambios de planos no se pueden efectuar los dos a la vez,
sino que es necesario efectuarlos escalonadamente hasta obtener la posición particu-
lar deseada. Sin embargo, se pueden hacer, uno después de otro, todos los cambios de
planos que se deseen, aunque en casi todos los casos bastará con utilizar como máxi-
mo dos cambios de planos alternados.

CAMBIO DE PLANOS DE PROYECCION


CON RESPECTO A UN PUNTO

75. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 118) un punto A del espacio
definido por sus dos proyecciones A’’y A’ con respecto a los planos de proyección
Hy V.

Tomemos un nuevo plano vertical V1, perpendicular al plano horizontal


primitivo.

Tendremos así un nuevo sistema de planos de proyección H y V1 y por


consiguiente una nueva línea de tierra L’’1T’’1.

El problema consiste entonces en que, conocidas las proyecciones A’’ y A’ del


punto dado en el primer sistema de planos, obtener las proyecciones del punto en el
nuevo sistema de planos de proyección y el depurado correspondiente.
93

Para ello, observamos que en el nuevo sistema de planos, como el horizontal no


ha variado, la nueva proyección horizontal del punto coincide con la anterior proyec-
ción horizontal.

(Fig. 118)

Proyectando además el punto A sobre el nuevo plano vertical V1, se obtiene una
proyección A’ que se lleva al depurado haciendo girar el plano V1 , alrededor de la
nueva línea de tierra L’ 1T’’1, en sentido retrógrado, hasta hacerlo coincidir con el
plano H o sea con el plano del depurado.

Tendremos así en el depurado la nueva proyección vertical A’’1, que, por tratarse
de un sistema de planos análogo al del (N.° 7), debe estar sobre una perpendicular a
L’ T’’Á trazada desde la otra proyección A’.

Notamos además que la nueva proyección vertical A’’ dista de L’ 1T’’1 una mag-
nitud igual a la cota del punto A, puesto que A’’1 M1 = AA’.

De acuerdo con esto, si en el depurado de la (fig. 119) tenemos el punto A dado


por sus dos proyecciones A’’ y A’ y tomamos un nuevo
plano vertical V1 definido por la nueva línea de tierra
L’ 1T’’1, para hallar las proyecciones del punto en el
nuevo sistema de planos bastará con dejar la proyec-
ción horizontal A’ fija y tomar la nueva proyección ver-
tical A’ 1 en una perpendicular a la nueva línea de tierra
trazada desde A’ y distando de L’’1 T’’1 una magnitud A’
M1 igual a la cota A’M del punto A.

Obsérvese que, para que estas construcciones es- (Fig. 119)


tén en correspondencia con los elementos en el espacio, dicha distancia igual
a la cota del punto, habrá que tomarla igual no sólo en magnitud, sino también
94

en signo, puesto que como el plano horizontal no cambia, al cambiar el plano


vertical las cotas positivas siguen siendo positivas y las cotas negativas siguen siendo
negativas.

Es decir que, según que el punto dado tenga su proyección vertical por encima o
por debajo de LT, la nueva proyección vertical habrá que tomarla por encima o por
debajo de la nueva L’’1 T’’1.

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, para efectuar cambios de plano ver-


tical, podemos aplicar la siguiente

76. Regla . — Para obtener las nuevas proyecciones de un punto, cuando se ha


cambiado el plano vertical, se traza por la proyección horizontal que permanece
fija, la perpendicular a la nueva línea de tierra y se toma sobre ésta, en magnitud y
signo, la cota del punto dado, obteniendo así la nueva proyección vertical.

77. Cambio de plano horizontal. — Sea en la (fig. 120) un punto A


definido por sus proyecciones A’’y A’ con respecto a los planos de proyección
H y V. Tomemos un nuevo plano horizontal H1 perpendicular al plano vertical
primitivo.

(Fig. 120)

Tendremos así un sistema de planos de proyección V y 1, y por consiguiente


H
una nueva línea de tierra L’1 T’1.

El problema consiste entonces en que, conocidas las proyecciones A’’ y A’ del


punto dado en el primer sistema, obtener las proyecciones del punto en el nuevo
sistema de planos de proyección y el depurado correspondiente.
95
Para ello observamos que en el nuevo sistema de planos, como el plano vertical
no ha variado, la nueva proyección vertical del punto coincide con la anterior proyec-
ción vertical A’’.

Proyectando además el punto A sobre el nuevo plano horizontal H1, se obtiene


la nueva proyección horizontal A’1.

Hay que llevar ahora estas proyecciones al plano del depurado.

Para ello se gira el plano H1 en el sentido de la figura, alrededor de L’1T’1 hasta


hacerlo coincidir con el plano V. Al hacer este giro. A’1 gira alrededor del punto Mx y
se coloca en A’1 sobre el plano vertical y por tratarse de un sistema de planos análogo
al del (N.° 7), A’1 y A’’ quedan sobre una misma perpendicular a L’1 T’1.

Luego se gira el plano vertical de la manera ya conocida (N.° 5) y se le


hace coincidir con el plano H, obteniendo así todos los elementos en el plano del
depurado.

Notamos además que la nueva proyección horizontal A’1 dista de L’1T’1 una
magnitud igual al alejamiento del punto A, puesto que A’1M1 = AA’ .

De acuerdo con esto, si en el depurado de la (fig. 121) tenemos el punto A


dado por sus dos proyecciones A’’ y A’ y tomamos un
nuevo plano horizontal H1 definido por la nueva línea
de tierra L’1T’1, para hallar las proyecciones del punto
en el nuevo sistema de planos, bastará con dejar la pro-
yección vertical A’’ fija y tomar la nueva proyección
horizontal A’1 en una perpendicular a la nueva línea de
tierra trazada desde A’ y distando de L’1T’1 una magni-
tud igual al alejamiento A’M del punto A. (Fig. 121)

Obsérvese además que, para que estas construcciones estén en correspondencia


con los elementos en el espacio, dicha distancia igual al alejamiento del punto habrá
que tomarla igual no sólo en magnitud, sino también en signo, puesto que como el
plano vertical no cambia, al cambiar el plano horizontal, los alejamientos positivos
siguen siendo positivos y los alejamientos negativos siguen siendo negativos.

Es decir que, según que el punto dado tenga su proyección horizontal por debajo
o por encima de LT, la nueva proyección horizontal habrá que tomarla por debajo o
por encima de la nueva L’1T’1.

Resumiendo estos conceptos, para efectuar cambios de plano horizontal, pode-


mos aplicar la siguiente

78. REGLA. — Para obtener las nuevas proyecciones de un punto, cuando


se ha cambiado el plano horizontal, se traza por la proyección vertical que
permanece fija, la perpendicular a la nueva línea de tierra y se toma sobre ésta,
96
en magnitud y signo, el alejamiento del punto dado, obteniendo así la nueva proyec-
ción horizontal.

79. Notaciones. — Cuando se efectúe un cambio de plano vertical, a la nueva


línea de tierra se la designará L’ T’, acompañando estas letras con un subíndice que
indicará el número de cambios y el orden en que se han efectuado.

Del mismo modo, cuando se efectúe un cambio de plano horizontal, a la nueva


línea de tierra se la designará LT’, acompañando estas letras con un subíndice que
desempeñará idéntica función que la indicada para los cambios de plano vertical.

Así por ejemplo, si en un depurado se tienen tres líneas de tierra LT, L’’1T’’1 y
L’2T’2, se sabrá que la primera LT es la del sistema de planos fundamental, y que se ha
hecho primeramente un cambio de plano vertical y luego un cambio de plano hori-
zontal.

En lo que respecta a las nuevas proyecciones de puntos, rectas o trazas de pla-


nos, se les denominará con las mismas letras mayúsculas, minúsculas o griegas del
sistema primitivo, acompañándolas de un subíndice que indicará el número de cam-
bios y el orden en que se han efectuado.

Así por ejemplo, si en un depurado tenemos dos proyecciones A’ y A’ ’1, ello nos
indica que con un punto dado (A’’, A’) se ha hecho un cambio de plano vertical.

Si tenemos dos proyecciones A’’1 y A’2 significa que se ha efectuado primero un


cambio de plano vertical y luego un cambio de plano horizontal.

Si como veremos más adelante, tenemos dos proyecciones a’’2 y a’1 de una recta,
significa que con una recta (a’, a’) se ha hecho primero un cambio de plano horizon-
tal y luego un cambio de plano vertical.

Análoga numeración se utilizará con las trazas, al hacer cambio de planos con
respecto a planos.

80. Nota . — Corno el método de los cambios de planos es un procedimiento


auxiliar en la resolución de problemas de Geometría Descriptiva, es necesario
saber, una vez planteados éstos, qué cambio de plano es el que conduce a la solución
buscada.

Esto significa que la elección de la nueva línea de tierra no es arbitraria, sino que
debe obedecer a las características que impone cada problema.

Además, una vez elegida la nueva línea de tierra, para saber si el cambio de
plano a utilizar va a ser de plano horizontal o de plano vertical, hay que considerar
cuál es la posición final a que hay que llevar los elementos dados, y teniendo en
cuenta eso, analizar con cuál de los cambios de planos (aplicación de las Reglas de
los N.os 76 y 78) se llega a dicha posición final.
97
En ciertos casos será necesario utilizar más de un cambio de plano, aunque, en
general, los problemas que se plantean se pueden resolver con un máximo de dos
cambios de planos alternados.

Veremos a continuación, y como casos de utilización de las Reglas de los N.os 76


y 78, algunos

81. Ejemplos . — I. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del


primer diedro quede en el cuarto diedro.
Sea el punto (A’, A’) de la (fig. 122).
Para que el punto quede situado en el 4.° diedro,
habrá que hacer un cambio de plano horizontal.
Por lo tanto, tomamos una nueva línea de tierra
L’1 T’1 que nos define el cambio de plano a utilizar.
Aplicando entonces la Regla del (N.° 78), trazamos
por la proyección A’’ que permanece fija, una perpendi-
cular a la nueva línea de tierra y tomamos sobre ésta,
en magnitud y signo, el alejamiento del punto dado, (Fig. 122)
obteniendo así la nueva proyección horizontal A’, del
punto.
De esta manera el punto (A’, A’1) queda en el cuarto diedro.
Obsérvese que una vez tomada la nueva línea de tierra, hay que tener en cuenta
lo expresado en el (N.° 80), antes de colocar la L’1, y la T’1 en uno u otro sentido.
II. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del tercer diedro
quede en el primer diedro.
Sea el punto (A’, A’) de la (fig. 123).
Primeramente pasaremos el punto A del tercer al cuarto diedro por medio de un
cambio de plano vertical y luego lo pasaremos del cuar-
to al primer diedro, por medio de un cambio de plano
horizontal.
Es decir que, tomando una línea de tierra L’’1, T’’1,
efectuarnos un cambio de plano vertical. Para ello, de
acuerdo con la Regla del (N.° 76) desde la proyección A’
que queda fija trazamos la perpendicular a la nueva línea
de tierra, y sobre ésta tomamos, en magnitud y signo, la
cota de A’ obteniendo así la nueva proyección de A’’1.
Tenemos entonces el punto (A’’1, A’) situado en el
(Fig. 123) cuarto diedro.
98

Luego, tomamos una nueva línea de tierra L’2T’2 y hacemos un cambio de plano
horizontal de acuerdo con la Regla del (N.° 78).

Es decir que desde la proyección A’’1 que permanece fija, trazamos una perpen-
dicular a la nueva línea de tierra L’2T’2 y sobre esta perpendicular tomamos en mag-
nitud y signo el alejamiento anterior de A’, obteniendo así la nueva proyección A’2.

Tenemos entonces el punto (A’’1, A’2) simado en el primer diedro.

También podría resolverse el problema, pasando el punto primeramente al se-


gundo diedro y luego al primer diedro, utilizando cambios de plano horizontal y
vertical respectivamente.

III. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del segundo diedro
quede en el vertical inferior.

Sea el punto (A’, A’) de la (fig. 124).

Primeramente, por medio de un cambio de plano vertical, colocaremos el punto


en el vertical superior y luego, por medio de un cambio
de plano horizontal, lo pasaremos al vertical inferior.

Para colocar el punto en el vertical superior, habrá


que hacer un cambio de plano vertical, de tal manera
que la proyección horizontal del punto quede en LT. Por
consiguiente, como al hacer un cambio de plano verti-
cal, la proyección horizontal queda fija, habrá que to-
(Fig. 124) mar la nueva línea de tierra L’ 1T’’1 pasando por A’.

De esta manera, al aplicar la Regla del (N.° 76), desde la proyección A’ que
queda fija, trazamos la perpendicular a la nueva línea de tierra y tomamos sobre ésta,
en magnitud y signo, la cota de A’ obteniendo así la nueva proyección vertical A’’1
del punto.

Tenemos entonces el punto (A’’1, A’) simado en el vertical superior.

Para pasarlo ahora al vertical inferior, tomamos una línea de tierraL’2T’2 y hace-
mos un cambio de plano horizontal.

Es decir que, de acuerdo con la Regla del (N.° 78), desde la proyección A’’1 que
permanece fija, trazamos una perpendicular a la nueva línea de tierra y tomamos
sobre ésta, en magnitud y signo, el alejamiento de A’, que en este caso vale cero.
Obtenemos así la nueva proyección horizontal A’2 del punto.

Tenemos entonces el punto (A’’1, A’2) simado en el vertical inferior.

IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del segundo diedro
quede en la línea de tierra.
99
Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 125).

Para resolver este problema, primeramente se coloca el punto en uno de los


planos de proyección y luego, por otro cambio de plano, se lo coloca en LT.

Por consiguiente, en primer lugar, colocaremos en-


tonces el punto sobre el plano vertical. Para ello proce-
demos como en la última parte del ejemplo anterior, es
decir que efectuamos un cambio de plano vertical, to-
mando la nueva línea de tierra L’ 1T’ 1 pasando por la
proyección horizontal A’. Dicha proyección queda fija
y la nueva proyección vertical A’’1 se obtiene aplicando
la Regla del (N.° 76).
(Fig. 125)
Tenemos así el punto (A’’, A’) en el plano vertical.

Para colocarlo ahora en la línea de tierra, efectuamos un cambio de plano hori-


zontal, tomando la nueva línea de tierra L’2T’2 pasando por la proyección A’ .

De esta manera, al aplicar la Regla del (N.° 78), la proyección A’ permanece


fija, y la nueva proyección horizontal A’2 estará sobre la perpendicular trazada por
A’’1 a la nueva línea de tierra y a una distancia de ésta, igual, en magnitud y signo, al
alejamiento anterior de A’. Pero como este alejamiento anterior vale cero, resulta que
A’2 queda coincidiendo con A’’1.

Es decir que tenemos el punto (A’ 1, A’2) simado en la línea de tierra.

V. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del primer diedro


quede en el primer bisector.

Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 126).

En este problema, la posición final que tiene que ocupar el punto, es la de tener
sus proyecciones equidistantes de la línea de tierra (N.° 11, X).

Si hacemos un cambio de plano vertical, de acuerdo


con la Regla del (N.° 76), la proyección horizontal A’
queda fija y la nueva proyección vertical A’’1 que dará
en la normal trazada porA’ a la nueva línea de tierra y a
una distancia de ésta, igual, en magnitud y signo, a la
cota de A’

Pero como lo que interesa es que, luego de efectuado


(Fig. 126)
el cambio de plano, queden A’ 1 y A’ equidistantes de la
nueva línea de tierra, tomamos ésta distando de A’ una
magnitud igual a la cota de A’ o lo que es igual, tomamos como nueva línea de tierra a
una de las tangentes a la circunferencia de centro A’ y cuyo radio es la cota de A’’.
100
De esta manera, tomando como línea de tierra la L’’1T’’1 de la figura, y efectuan-
do el cambio de plano vertical, obtenemos para el punto, las proyecciones A’’1 y A’
que equidistan de la nueva línea de tierra y que, por lo tanto, definen un punto del
primer bisector.

Si se hubiera pedido colocar el punto en el segundo bisector, habría que tomar la


misma línea de tierra, pero colocando la L’ 1 y la T’’1 al revés.

De esa manera, al hacer el cambio de plano, el punto (A’ 1, A’) queda con sus
proyecciones confundidas y, por consiguiente, en el segundo bisector.

CAMBIO DE PLANOS DE PROYECCIÓN


CON RESPECTO A UNA RECTA

Cuando se tiene una recta dada por sus proyecciones sobre un sistema de planos
de proyección y se quieren obtener las proyecciones de la recta sobre un nuevo siste-
ma de planos de proyección, bastará con obtener las nuevas proyecciones de dos de
sus puntos.

Esto significa que para efectuar un cambio de plano con respecto a una recta, se
realiza ese cambio de plano para dos de sus puntos.

82. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 127) una recta (a’ , a’) dada por
sus dos proyecciones. Haremos un cambio de plano vertical.

Para ello, tomamos una nueva línea de tierra


L’’1T’’1 que nos define el nuevo plano vertical.

Considerando dos puntos (A’, A’) y (B’, B’)


de la recta dada, efectuamos el cambio de plano
vertical para esos dos puntos, de acuerdo con la
Regla del (N.°76).

Es decir que, desde las proyecciones A’ y B’


que permanecen fijas, trazamos las perpendicu-
(Fig. 127) lares a la nueva línea de tierra y sobre dichas per-
pendiculares, tomamos respectivamente en magnitud y signo, las cotas de A’’ y B’’;
obteniendo así las nuevas proyecciones verticales A’’1 y B’’1 que nos determinan la
nueva proyección vertical a’ 1 de la recta dada.
Tenemos así las proyecciones a’ 1 y a’ de la recta, en el nuevo sistema de planos
de proyección.

83. Cambio de plano horizontal. — Sea en la (fig. 128) una recta (a’, a’) dada
por sus dos proyecciones. Haremos un cambio de plano horizontal.
101

Para ello, tomamos una nueva línea de tierra L’1


T’1 que nos define el nuevo plano horizontal.

Considerando dos puntos (A’’, A’) y (B’’, B’) de


la recta dada, efectuamos el cambio de plano hori-
zontal para esos dos puntos, de acuerdo con la Regla
del (N.° 78).

Es decir que, partiendo de las proyecciones A’


y B’’ que permanecen fijas, se obtienen las nuevas
proyecciones horizontales A’1 y B’1, que determinan
(Fig. 128)
la nueva proyección horizontal de la recta dada.

Tenemos así las proyecciones a’’ y a’1 de la recta, en el nuevo sistema de planos
de proyección.

84. Notas . — 1.a Hemos visto que pata efectuar un cambio de plano con respecto
a una recta, se realiza el cambio de plano con respecto a dos puntos cualesquiera de la
recta.

De esos dos puntos, uno de ellos conviene que sea la traza de la recta sobre el
plano de proyección que permanece fijo.

En efecto, si se hace un cambio de plano vertical con respecto a una recta, al


tomar como uno de los puntos que se cambia de plano, a la traza horizontal (H’ , H’)
de la recta, dicho punto mantendrá su proyección horizontal H’ fija, y como la cota de
H’ vale cero, la nueva proyección vertical H’’1 quedará en la nueva línea de tierra y
sobre la perpendicular, a ésta trazada desde H’.

Es decir que solamente habrá que trasladar en magnitud y signo, la cota del
segundo punto de la recta que se cambia de plano.

Análogamente, si se hace un cambio de plano horizontal con respecto a una


recta, conviene tomar como uno de los puntos que se cambia de plano, a la traza
vertical (V’ , V’) de la recta. Dicho punto mantendrá su proyección vertical V’’ fija, y
como el alejamiento de V’ vale cero, la nueva proyección horizontal V’1 quedará en la
nueva línea de tierra y sobre la perpendicular a ésta trazada desde V’.

Es decir que solamente habrá que trasladar en magnitud y signo, el alejamiento


del segundo punto de la recta que se cambia de plano.

2.a En el párrafo siguiente resolveremos algunos problemas de cambios de pla-


nos con respecto a rectas.

Para hallar la solución a este tipo de problemas, hay que tener en cuenta
cuál debe ser la posición final que deben ocupar las proyecciones de la recta
y tomar entonces la nueva línea de tierra de tal manera que, al efectuar el
102
cambio de plano, se llegue a dicha posición final de las proyecciones de la
recta.
Además, para saber si el cambio de plano a efectuar es de plano vertical o de
plano horizontal, hay que considerar, de acuerdo con la nueva línea de tierra elegida,
cuál proyección de la recta interesa que permanezca fija.
A veces será necesario utilizar más de un cambio de plano, y en esos casos,
bastará con utilizar dos cambios de planos alternados.

85. Ejemplos . — I. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta


dada quede horizontal.
Sea la recta (a’, a’) de la (fig. 129).
Como las rectas horizontales tienen su proyección vertical paralela a LT,
tomaremos una nueva línea de tierra paralela a la
proyección vertical a’’ y para que esta proyección
quede fija, haremos un cambio de plano horizontal.
De esta manera, tomando la nueva línea de tierra
L’1T’1 y realizando, como ya sabemos, el cambio de
plano horizontal para los puntos (V’’, V) y (A’’, A’),
obtenemos la nueva proyección horizontal a’1 deter-
minada por los puntos V’1, y A’1.
Tenemos así la recta (a’, a’1) en posición hori-
zontal.
(Fig. 129) Análogamente, si se quisiera colocar una
recta cualquiera como frontal, habría que tomar
una nueva línea de tierra paralela a la proyección horizontal de la recta y efectuar un
cambio de plano vertical.

II. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede para-
lela a la línea de tierra.

En este caso hay que tener en cuenta que las rectas paralelas a la línea de tierra
son, al mismo tiempo, horizontales y frontales.

Entonces, en primer lugar, y mediante un cambio de plano horizontal como el


del ejemplo I, llevamos la recta dada (a’, a’) a colocarse en posición horizontal en
(a’, a’1).

Una vez que la recta esté colocada en posición horizontal, tomando una segunda
línea de tierra L’’2T’’2 paralela a la nueva proyección horizontal a’1, se efectúa un
cambio de plano vertical, obteniéndose la recta (a’’2, a’1) en posición paralela a la
última línea de tierra.
103

III. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede
vertical.

Sea la recta (a’, a’) de la (fig. 130).

En este caso hay que tener en cuenta que todas las rectas verticales, es decir las
perpendiculares al plano horizontal, son también frontales.

Por lo tanto, en primer lugar, habrá que colocar la


recta dada como frontal.

Para ello, y de acuerdo con lo expresado al final


del ejemplo I, tomamos una nueva línea de tierra L’ 1T’’1
paralela a la proyección horizontal a’, y, para que esta
proyección quede fija, efectuamos un cambio de plano
vertical. De esta manera, y realizando como ya sabe-
mos el cambio de plano vertical para los puntos (H’,
H’) y (A’, A’), obtenemos la nueva proyección vertical
a’’1, determinada por los puntos H’’1 y A’’1.

Tenemos así la recta (a’’1, a’) colocada como frontal. (Fig. 130)

Para que ahora la recta quede como vertical, deberá tener su proyección vertical
perpendicular a la línea de tierra; por consiguiente, tomamos una nueva línea de
tierra L’2T’2 perpendicular a la proyección vertical a’ 1, y para que esta proyección
quede fija, efectuamos un cambio de plano horizontal.
En esta forma, y realizando como ya sabemos el cambio de plano horizontal para
los puntos (H’’1,H’) y (A’’1
, A’), obtenemos la nueva proyección horizontal a’2, deter-
minada por los puntos H’2 y A’2.
Tenemos así la recta (a’’1, a’2) colocada como vertical.
IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en el
plano vertical.
Sea la recta (b’, b’) de la (fig. 131).
Como las rectas del plano vertical tienen su proyec-
ción horizontal en la línea de tierra, tomaremos una nue-
va línea de tierra pasando por la proyección horizontal
b’, y, para que esta proyección quede fija, efectuaremos
un cambio de plano vertical.
Es decir que tomando la nueva línea de tierra L’’1
T’ 1 de la figura, y realizando como ya sabemos el cam-
bio de plano vertical para los puntos (H’, H’) y (A’, A’),
obtenemos la nueva proyección vertical b’’1 determi-
(Fig. 131)
nada por los puntos H’ 1 y A’’1.
104
, b’) colocada en el plano vertical.
Tenemos así la recta (b’’1

V. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede pasan-
do por la línea de tierra.

Sea la recta (b’, b’) de la (fig. 132).

En este caso bastará con tomar una nueva línea de


tierra L’’1T’’1 pasando por la traza horizontal H’ de la
recta dada y efectuar un cambio de plano vertical.

De esta manera, considerando los puntos (H’,H’) y


(A’ A’), y efectuando el cambio de plano vertical, obte-
nemos la nueva proyección vertical b’’1, determinada
por los puntos H’’1 y A’’1.

(Fig. 132) Tenemos así la recta (b’’1, b’) pasando por la línea de
tierra.

VI. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede de
perfil.

Sea la recta (b’, b’) de la (fig. 133).

Como las rectas de perfil tienen sus proyec-


ciones perpendiculares a la línea de tierra, toma-
remos una nueva línea de tierra perpendicular a la
proyección horizontal b’,y para que esta proyección
quede fija, efectuaremos un cambio de plano
vertical.

Es decir, que tomando la nueva línea de tierra


L’ 1T’ 1 de la figura, y realizando el cambio de plano
vertical para los puntos (H’,H’) y (A’, A’), obtene-
mos la nueva proyección vertical b’’1, determinada
por los puntos H’’1 y A’’1. (Fig. 133)

Tenemos así la recta (b’’1,b’) colocada de perfil.

VII. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en el
primer bisector.

Sea la recta (a’, a’) de la (fig. 134).

Para que la recta dada quede en el primer bisector, bastará con que dos de sus
puntos queden en el primer bisector.
105

Recordando lo expresado en el ejemplo V


del (N.° 81), y considerando los puntos (A’’, A’)
y (B’ , B’) de la recta dada, para conseguir que
el punto A quede en el primer bisector, habrá
que tomar como nueva línea de tierra una tan-
gente a la circunferencia de centro A’ y cuyo
radio es la cota de A’ . Análogamente, para que
el punto B quede en el primer bisector, habrá
que tomar como nueva línea de tierra una tan-
gente a la circunferencia de centro B’ y cuyo radio
es la cota de B’’.

Por consiguiente, para conseguir que los puntos (Fig. 134)


A y B queden al mismo tiempo en el primer bisector,
tomaremos como nueva línea de tierra a una de las
tangentes comunes exteriores a las circunferencias mencionadas, por ejemplo
la L’ 1T’ 1 de la figura.

De esta manera, y efectuando el cambio de plano vertical para los puntos Ay B,


obtenemos la nueva proyección vertical a’ 1, determinada por los puntos A’’1 y B’’1.

Tenemos así la recta (a’’1, a’) simada en el primer bisector, puesto que sus pro-
yecciones equidistan de la nueva línea de tierra.

Si se hubiera pedido colocar la recta en el segundo bisector, habría que tomar la


misma nueva línea de tierra pero colocando la L’ 1 y la T’ 1 al revés. De esa manera, al
hacer el cambio de plano vertical, los puntos (A’ 1, A’) y (B’’1 , B’) quedan con sus
proyecciones confundidas, y, por consiguiente, la recta que determinan (a’’1, a’) que-
da en el segundo bisector.

CAMBIO DE PLANOS DE PROYECCION


CON RESPECTO A UN PLANO

Corresponde a este título la consideración del siguiente problema: definido un


plano en un sistema de planos de proyección, determinar dicho plano en el nuevo
sistema que se origina cuando se cambia uno de los planos de proyección de la mane-
ra ya conocida para puntos y rectas.

Para realizar cambios de planos de proyección con respecto a planos, se puede


proceder de manera diferente según que los planos se presenten definidos por dos
rectas que se cortan o por sus trazas.

Si el plano está dado por dos rectas que se cortan o dos rectas paralelas, bastará
con efectuar el cambio de plano con respecto a las dos rectas dadas, para que las
106
nuevas proyecciones de éstas determinen el plano dado en el nuevo sistema de planos
de proyección.

Para ello será suficiente con efectuar el cambio de plano con respecto a tres
puntos convenientemente elegidos de las rectas dadas.

Si el plano está dado por sus trazas, al realizar un cambio de plano es


conveniente determinar las trazas del plano en el nuevo sistema de planos de proyec-
ción. Veremos cómo se resuelve este problema en los dos casos posibles de cambio
de planos.

86. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 135) un plano (α’ , α) dado por
sus trazas. Haremos un cambio de plano vertical, para lo cual tomamos una nueva
línea de tierra L’’1T’’1 que nos define el nuevo plano vertical.

Como el plano horizontal permanece fijo, la traza horizontal α’ no cambia,


es decir que solamente tendremos que hallar la nueva traza vertical, de la cual
conocemos un punto, el M, determinado por a’ y la nueva línea de tierra
L’ 1T’ 1.

Para hallar otro punto de la nueva traza


vertical, haremos el cambio de plano verti-
cal con respecto a una horizontal (h’, h’)
del plano α y la traza vertical de la nueva
horizontal será el segundo punto de la nue-
va traza vertical del plano.

Al efectuar el cambio de plano, la pro-


yección horizontal h’ permanece fija, y,
como al realizar un cambio de plano verti-
cal las rectas horizontales siguen siendo ho-
rizontales, la nueva proyección vertical h’
(Fig. 135)
será paralela a L’’1T’’1 . Para determinarla,
efectuamos el cambio de plano vertical con
respecto a un punto cualquiera (A’ , A’) de la recta h.

Aplicando la Regla del (N.° 76) obtenemos el punto (A’’1, A’), y trazando por A’ 1
la paralela aL’’1T’’1 tendremos la nueva proyección vertical h’’1 de la horizontalh. De
esta manera, las proyecciones h’’1 y h’ nos determinan la horizontal del plano en el
nuevo sistema de planos de proyección.

Hallando entonces la traza vertical (V’’1, V’) de la nueva horizontal y uniendo V’ 1


con M, obtenemos la nueva traza vertical α’’1 del plano dado.

Tenemos así las trazas α’ 1 y α’ del plano, en el nuevo sistema de planos de


proyección.
107
Este procedimiento es general y por consiguiente se puede aplicar en todos
los casos, pero, siempre que la posición de las dos líneas de tierra lo permita, admite
una simplificación importante en la obtención del segundo punto de la nueva traza
vertical.

En efecto, consideremos en la (fig. 135) el punto (R’, R) simado en la traza


vertical del plano y que tiene su proyección horizontal en el punto de corte de las dos
líneas de tierra.

Al efectuar, según la Regla del (N.° 76), el cambio de plano con respecto a dicho
punto, la proyección horizontal R’ permanece fija y se obtiene la nueva proyección
vertical R’’1. (Obsérvese que el punto R’ 1 se puede obtener trazando un arco de
circunferencia de centro R’ y radio R’R’ hasta cortar en magnitud y signo a la perpen-
dicular a la nueva línea de tierra trazada desde R’).

Notamos entonces que el nuevo punto (R’’1, R’) tiene alejamiento cero, por lo
tanto es un punto del nuevo plano vertical, y como pertenece al plano α, es un punto
de la nueva traza vertical.

Es decir que, uniendo R’ 1con M, se obtiene la nueva traza vertical α’ 1 del plano.

Resulta evidente que la obtención de este segundo punto de la nueva traza verti-
cal es más inmediata que la del procedimiento general.

Las construcciones gráficas que surgen del cambio de plano vertical efectuado y
de la simplificación recientemente expuesta, nos permiten, para efectuar cambios de
plano vertical, aplicar la siguiente

87. REGLA. — Para obtener las nuevas trazas de un plano cuando se ha cambiado
el plano vertical, hay que considerar primeramente que, la traza horizontal perma-
nece fija. La nueva traza vertical se obtiene uniendo el punto de corte de la traza
horizontal y la nueva línea de tierra, con el punto determinado de la siguiente mane-
ra: con centro en el punto de corte de las dos líneas de tierra, se traza un arco de
circunferencia de radio igual al segmento de perpendicular a la primitiva línea de
tierra comprendido entre dicho centro y la traza vertical del plano; y con ese arco se
corta, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada
desde el centro de la circunferencia, obteniendo así el segundo punto de lα nueva
traza vertical.

Es evidente que esta Regla se podrá aplicar, siempre que las dos líneas de tierra
se corten dentro de los límites del depurado.

88. Cambio de plano horizontal. — Para efectuar cambios de plano horizontal,


se sigue un procedimiento totalmente análogo al expuesto para los cambios de plano
vertical.
108
Sea entonces en la (fig. 136) un plano α dado por sus trazas.
Haremos un cambio de plano horizon-
tal. Para lo cual, tomamos una nueva línea
de tierra L’1T’1 que nos define el nuevo
plano horizontal.

Como el plano vertical permanece fijo,


la traza vertical α’’ no cambia, es decir que
solamente tendremos que hallar la nueva
traza horizontal, de la cual conocemos un
punto, el M, determinado por α’’ y la nue-
va línea de tierra L’1T’1.

Para hallar otro punto de la nueva traza


(Fig. 136) horizontal, consideramos una frontal (f’ ,
f’) del plano, la cual, al efectuar el cambio
de plano horizontal, sigue siendo frontal. Cambiando de plano con respecto a un
punto cualquiera (A’’, A’) de dicha frontal, trazamos por A’1 una paralela a la nueva
línea de tierra, obteniendo f’1.

La nueva frontal será (f’’, f’1). Hallando entonces la traza horizontal (H’, H’1) de
la nueva frontal y uniendo H’1 con M, se obtiene la nueva traza horizontal α’1 del
plano.
Tenemos así las trazas α’’ y α’( del plano en el nuevo sistema de planos de
proyección.

También este procedimiento general para obtener la nueva traza horizontal, ad-
mite una simplificación importante en la obtención del segundo punto de la nueva
traza.

En efecto, consideremos el punto (R’, R’’) simado en la traza horizontal del plano
y que tiene su proyección vertical en el punto de corte de las dos líneas de tierra.
Al hacer el cambio de plano horizontal con respecto a dicho punto, obtenemos
las nuevas proyecciones (R’, R’1), que por tener cota cero, nos indican que dicho
punto del plano está en el plano horizontal, y, por consiguiente, que es un punto de la
nueva traza horizontal del plano.

Es decir que, uniendo R’1 con M, se obtiene la nueva traza horizontal α’1.

Obsérvese que el punto R’1 se puede obtener trazando un arco de circunferencia


de centro R’ y radio R’R’ hasta cortar, en magnitud y signo, a la perpendicular a la
nueva línea de tierra trazada desde R’.

Esta construcción gráfica simplificada nos permite, para efectuar cambios de


plano horizontal, aplicar la siguiente
109
89. Regla . — Para obtener las nuevas trazas de un plano cuando se ha cambiado
el plano horizontal, hay que considerar primeramente, que la traza vertical perma-
nece fija. La nueva traza horizontal se obtiene uniendo el punto de corte de la traza
vertical y la nueva línea de tierra, con el punto determinado de la siguiente manera;
con centro en el punto de corte de las dos líneas de tierra, se traza un arco de circun-
ferencia de radio igual al segmento de perpendicular a la primitiva línea de tierra
comprendido entre dicho centro y la traza horizontal del plano; y con ese arco se
corta, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada
desde el centro de la circunferencia, obteniendo así el segundo punto de la nueva
traza horizontal.
Es evidente que esta Regla se podrá aplicar siempre que las dos líneas de tierra
se corten dentro de los límites del depurado.

A continuación trataremos algunos ejemplos de cambios de plano con respecto a


planos, en los cuales, para resolverlos, habrá que elegir las nuevas líneas de tierra y
los cambios de plano a efectuar, con las mismas precauciones indicadas en la Nota 2.a
del (N.° 84).

90. Ejemplos . — I. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado


quede proyectante vertical.
Sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 137).

Como los planos proyectantes verti-


cales tienen sus trazas horizontales perpen-
diculares a la línea de tierra, nos bastará
con tomar una nueva línea de tierra per-
pendicular a la traza horizontal α’, y para
que esta traza quede fija, efectuar un cam-
bio de plano vertical.
De esta manera, tomando una nueva
línea de tierra L’ 1T’ 1 y aplicando la Regla
del (N.° 87) efectuamos el cambio de pla- (Fig. 137)
no vertical.

Es decir que, con centro R’ y radio RR’ trazamos un arco de circunferencia hasta
cortar, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada desde
R’, obteniendo R’’1.
Este punto, unido con M, nos determina la nueva traza vertical α’ .

Tenemos así el plano (α’ 1, α’) colocado como proyectante vertical.

Si se hubiese pedido colocar el plano como proyectante horizontal, procediendo


de una manera análoga, habría que tomar una nueva línea de tierra perpendicular a la
110
traza vertical α’’ y efectuar un cambio de plano horizontal.
II. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede parale-
lo a la línea de tierra.

Sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 138).


En este caso, tomamos la nueva línea
de tierra paralela a una de las trazas del
plano, por ejemplo a la traza vertical α’’, y
para que esta traza quede fija, efectuamos
un cambio de plano horizontal.

Tomando entonces la nueva línea de tie-


rra L’1T’1 de la figura, y aplicando la Regla
del (N.° 89), realizamos el cambio de pla-
no horizontal.
(Fig. 138) Es decir que, con centro R’’ y radio
R’R’ trazamos un arco de circunferencia
hasta cortar, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada
desde R’ , determinando así el punto R’1.
Uniendo este punto con el punto impropio M∞ (punto de corte de α’’ y la nueva
línea de tierra), obtenemos la nueva traza horizontal α’1 que resulta también paralela
aL’1T’1.
Tenemos así el plano (α’ , α’1) paralelo a la línea de tierra.
III. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede pasan-
do por la línea de tierra.
Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 139).
En este caso tomamos la nueva línea de tierra L’ 1T’’1 coincidiendo con una de
las trazas del plano, por ejemplo con la traza horizontal a’.
Al efectuar un cambio de plano vertical, la traza
α’ permanece fija, coincidiendo con la nueva línea
de tierra, y la nueva traza vertical α’ deberá con-
fundirse con α’, puesto que si un plano tiene una de
sus trazas sobre la línea de tierra, la otra traza, nece-
sariamente deberá coincidir con ella.
Es decir que tenemos las nuevas trazas α’ y
α’, pero con ellas solamente, no queda determinado
el plano. (Fig. 139)
Consideramos entonces un punto (V’,
V’) del plano α y realizamos el cambio de plano
111

vertical con respecto a dicho punto, obteniendo las nuevas proyecciones


(V’’1,V’).

De esta manera, el plano (α’ 1, α’) queda determinado por la nueva línea de tierra
y el punto (V’’1, V’).

IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede hori-
zontal.

Sea el plano (β’’, β’) de la (fig. 140).

En este caso hay que tener en cuenta que todos los planos horizontales
son también perpendiculares al plano vertical, es decir que son proyectantes
verticales.

Por lo tanto, en primer lugar, habrá que


colocar el plano dado como proyectante
vertical.

Para ello, y de acuerdo con lo expre-


sado en el ejemplo I, tomamos una nueva
línea de tierra L’’1T’ 1 perpendicular a la
traza horizontal β’, y, para que esta traza
quede fija, efectuamos un cambio de pla-
no vertical.

Aplicando entonces la Regla del (N.°


87) obtenemos la nueva traza vertical B’ 1
(Fig. 140)
y el plano (β’ 1, β’) queda como proyectante
vertical.

Para que ahora el plano quede como horizontal, deberá tener su traza vertical
paralela a la nueva línea de tierra. Por consiguiente, tomamos una nueva línea de
tierra L’2T’2 paralela a la traza vertical β’ 1, y para que esta traza quede fija, realiza-
mos un cambio de plano horizontal.

Aplicando entonces la Regla del (N.° 89), trazamos un arco de circunfe-


rencia de centro N’ 1 y radio N’’1N’∞, hasta cortar, en magnitud y signo, a la
perpendicular a la nueva línea de tierra trazada desde N’’1
, obteniendo el punto
impropio N’2∞.

Este punto, unido con el punto fijo M∞, nos determina la nueva traza horizontal,
que resulta ser una recta impropia y que, por consiguiente, no tiene representación en
el depurado.

Tenemos así el plano colocado como horizontal, con su traza vertical β’’1 parale-
la a L’2T’2 y su traza horizontal al infinito.
112
Si se hubiese pedido colocar el plano dado como frontal, primeramente, y por
medio de un cambio de plano horizontal, habría que colocarlo como proyectante
horizontal, y luego, por medio un cambio de plano vertical, se conseguiría llevarlo a
la posición pedida.

V. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede de


perfil.

Sea el plano (β’’, β’) de la (fig. 141).

En este caso hay que tener en cuenta que todos los planos de perfil son, al mismo
tiempo, proyectantes verticales y proyectantes horizontales.

Por lo tanto, en primer lugar, colocaremos el plano dado como proyectante


vertical.

Para ello tomamos una línea de


tierra L’’1T’’1 perpendicular a la tra-
za β’, y efectuando el cambio de pla-
no vertical obtenemos el plano en la
posición (β’’1, β’) de proyectante
vertical.

Para que ahora el plano quede de


perfil, tomamos una nueva línea de
tierra L’2T’2 perpendicular a la traza
vertical β’ 1, y para que esta traza
quede fija efectuamos un cambio de
(Fig. 141) plano horizontal.

Aplicando entonces la Regla del


(N.° 89), trazamos un arco de circunferencia de centro N’ 1 y radio N’’1N’∞, hasta
cortar, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada desde
N’’1, obteniendo el punto N2∞.

Este punto, unido con el punto fijo M, nos determina la nueva traza horizontal
β’2, que resulta también perpendicular a la nueva línea de tierra en el mismo punto.

, β’2) colocado de perfil.


Tenemos así el plano (β’’1

VI. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede per-
pendicular al primer bisector.

Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 142).

En este problema, hay que cambiar de planos de proyección, de manera


113
que las nuevas trazas del plano formen igual ángulo con la nueva línea de
tierra.

Para ello recurrimos a la siguiente


construcción: tomamos un punto (R’’,R’) de
la traza vertical α’’, y con centro R’ y radio
R’R’’ trazamos una circunferencia hasta
cortar en N a la traza horizontal α’ (*).

Considerando el radio RN, se elige


como nueva línea de tierra el diámetro de
la circunferencia que es normal a dicho
radio (habrá dos soluciones, puesto que la
circunferencia corta en dos puntos a la tra-
za α’).

De esta manera utilizamos como nue- (Fig. 142)


va línea de tierra la L’ 1T’’1 de la figura y
efectuarnos un cambio de plano vertical.
Por lo tanto, de acuerdo con la Regla del (N.° 87), la traza α’ permanece fija, y la
nueva traza vertical queda determinada por el punto fijo M y el punto R’’1, que tam-
bién pertenece a la circunferencia de centro R’ y radio R’R’ .

En consecuencia, las trazas del plano en el nuevo sistema son α’ y α’.

Pero observando la construcción gráfica efectuada, notamos que RN es nor-


mal a L’’1 T’’1, por construcción, y R’R’’1 es también normal a la nueva línea de
tierra, de acuerdo con la aplicación de la Regla del (N.° 87). Es decir que los
triángulos MR’N y MR’R’’1 son rectángulos en R’ y además tienen un cateto MR’
común y el otro cateto igual (R’N = R’B’’1) por ser radios de una misma circunfe-
rencia. En consecuencia, dichos triángulos son iguales, de lo cual resulta que los
ángulos R’’1 MR’ y RMN son también iguales; o sea que, como α’’1 y α’ forman
igual ángulo con la nueva línea de tierra, el plano que definen es perpendicular al
primer bisector.

Si se hubiese pedido colocar el plano como perpendicular al segundo bisector, se


tomaría la misma línea de tierra, pero colocando la L’ y la T’’x al revés. De esa
manera, el punto R’’1 coincidiría con el punto N, y las trazas α’’1 y α’ quedarían
confundidas.

(*) Si por la posición que ocupan las trazas del plano, la circunferencia de centro R’ y radio RR’’ no
corta a la traza α’’, se toma un punto (R’ ,R) de la traza horizontal α’ y con centro R’’ en LT y radio
R’’R’ se traza una circunferencia hasta cortar a la traza α’’, efectuando luego un cambio de plano
horizontal.
114
APLICACIONES DEL MÉTODO DE LOS CAMBIOS DE PLANOS

Aplic. 1.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia entre dos


puntos.
Sean los puntos (A’, A’) y (B’, B) de la (fig. 143).
Considerando el segmento de recta que
determinan dichos puntos, y recordando el
Teorema del (N.° 17), cambiaremos de pla-
nos de proyección basta que dicho segmen-
to quede en posición horizontal.
Tomando entonces la nueva línea de tie-
rra L’1T’1, y efectuando un cambio de pla-
no horizontal (es decir, repitiendo las cons-
trucciones del Ejemplo I del N.° 85), obte-
nemos las nuevas proyecciones A’B’ y A’1
B’1 del segmento AB.
(Fig. 143)
Como este segmento es ahora paralelo
al nuevo plano horizontal, la distancia
d = A’1B’1 es, en verdadera magnitud, la distancia entre los puntos dados.

Aplic. 2.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia de un punto a una


recta.
Sean en la (fig. 144) un punto (P’, P’) y una recta (r’ , r’).
Para resolver este problema hay que consi-
derar que, cuando se tiene un punto cualquiera y
una recta vertical, la distancia entre sus proyec-
ciones horizontales es, en verdadera magnitud, la
distancia entre el punto y la recta.
Por consiguiente, efectuaremos cambios de
planos para que la recta dada quede como verti-
cal.
Para ello, repetimos las construcciones efec-
tuadas en el Ejemplo III del (N.° 85), y por medio
de un cambio de plano vertical definido por la
línea de tierra L’’1T’ 1 un cambio de plano hori-
zontal definido por la línea de tierra L’2T’2, se
logra que la recta (r’’, r’2) resulte en posición
vertical.

Hallamos a continuación las nuevas proyec- (Fig. 144)


115

ciones del punto dado, luego de efectuados los dos cambios de planos indicados,
obteniendo así las nuevas proyecciones (P’’1, P’2).

La distancia d = P’2r’2 es entonces, en verdadera magnitud, la distancia entre el


punto P y la recta r.

Aplic. 3.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia de un punto a un


plano.

Sean en la (fig. 145) un punto (P’, P’) y un plano (α’’, α’).

En este caso hay que considerar que si el plano dado fuese proyectante
vertical, es decir, perpendicular al plano vertical, la distancia del punto al plano

sería un segmento paralelo al vertical, y, en


virtud del Teorema del (N.° 17), esa distancia
se tendría en verdadera magnitud en proyec-
ción vertical.

Por consiguiente, efectuamos un cambio


de plano vertical de modo que el plano dado
quede como proyectante vertical. Tomando
entonces como nueva línea de tierra la L’’1T’ 1
de la figura y repitiendo las construcciones del
Ejemplo I del (N.° 90), obtenemos el plano
(α’’t, α’) en posición de proyectante vertical.
(Fig. 145)
Hallamos luego las nuevas proyecciones
del punto dado, obteniendo P’ 1 y P’.

En esta posición, la perpendicular trazada del punto al plano es la frontal


(n’’1, n’), que corta al plano proyectante en el punto (I’’1, I’). La distancia del punto al
plano será entonces el segmento (P’ 1I’’1, P’I’), y como dicho segmento es paralelo al
nuevo plano vertical, la distancia del punto al plano es, en verdadera magnitud, la
distancia d = P’’1 I’’1.

Aplic. 4.a Dado un plano por sus trazas, trazarle un plano paralelo, a una dis-
tancia dada.

Sean en la (fig. 146) un plano (α’’, α’) y una distancia d.

De acuerdo con el ejemplo anterior, si el plano estuviese colocado como


proyectante vertical, la perpendicular al plano trazada en un punto de él, sería una
recta frontal, es decir, paralela al plano vertical. De modo que para resolver el proble-
ma planteado, por cambios de planos, haremos que el plano dado se coloque como
116
proyectante vertical, luego, en un
punto del mismo le trazaremos una
frontal que le sea perpendicular, y
sobre dicha frontal, y a partir del
punto del plano, tomaremos un pun-
to a la distancia dada. Trazando un
plano paralelo al dado que pase por
dicho punto, tendremos el plano bus-
cado.
Por consiguiente, efectuamos
un cambio de plano vertical, toman-
do como nueva línea de tierra la L’
T’’1 de la figura, y aplicando la Re-
gla del (N.° 87) obtenemos el plano
(α’’, α’) en posición de proyectante (Fig. 146)
vertical. Tomamos entonces un
punto cualquiera (A’’1, A’) del plano proyectante y por él trazamos una recta (n’ 1, n’)
perpendicular al plano (N.° 62).
Como dicha perpendicular resulta paralela al nuevo plano vertical, si tomamos
un punto de ella (B’’1,B’) tal que B’’1A’ 1= d, ese punto distará del plano la distancia
d, puesto que el segmento (A’ 1B’’1, Á’B’), por ser paralelo al nuevo plano vertical, se
ve en verdadera magnitud en proyección vertical.
Trazando luego por (B’’1, B’) un plano (β’’1,β’) paralelo al (α’ 1, α’), ambos
planos distarán entre sí la magnitud d.
Las trazas del plano (β’ 1, β’) en el primitivo sistema de planos de proyección se
obtienen fácilmente, puesto que β’ permanece fija y la traza vertical β’’ pasa por el
punto de corte de β’ con LT y debe ser paralela a α’’.
El plano (β’’, β’) es entonces el plano buscado, paralelo al plano α y distando de
él la magnitud d.

Aρlic. 5.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma una recta
con los planos de proyección.

Para resolver este problema recordemos de Geometría del Espacio, que si un


ángulo tiene sus lados paralelos a un plano, se proyecta sobre éste en verdadera mag-
nitud.

Por otra parte, el ángulo que forma una recta con un plano, es, por definición, el
ángulo que forma la recta con su proyección sobre el plano.

Es decir que, el ángulo que forma una recta con el plano vertical, se mide por el
ángulo que forma la recta con su proyección vertical.
117
Pero si la recta dada fuese paralela al plano horizontal, por la razón geométrica
primeramente expuesta, el ángulo que forma la recta con el plano vertical sería igual
al ángulo que forma su proyección horizontal con la línea de tierra.
Por consiguiente, si se tiene la recta (a’ , a’) de la (fig. 129), para hallar el ángulo
que forma con el plano vertical, se efectúa el cambio de plano horizontal de la figura,
hasta que quede en la posición horizontal (a’, a’1).
De esta manera, y como el plano vertical no ha variado, el ángulo que forma a’1
con L’1T’1 es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta a con el plano
vertical.
Análogamente, si la recta dada fuese paralela al plano vertical, el ángulo que
forma la recta con el plano horizontal, sería igual al ángulo que forma su proyección
vertical con la línea de tierra.
Por lo tanto, si se tiene la recta (a’’, a’) de la (fig. 130), para hallar el ángulo que
forma con el plano horizontal, se efectúa el cambio de plano vertical de la figura,
hasta que quede en la posición frontal (a’’1,a’).
De esta manera, y como el plano horizontal no ha variado, el ángulo que forma
a’’1 con L’ 1T’ 1 es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta a con el plano
horizontal.

Aρlic. 6.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma un plano
con los planos de proyección.

Hallaremos, en primer lugar, el ángulo que forma un plano con el plano


horizontal.
Para ello observamos que si el plano dado fuese proyectante vertical, es decir
perpendicular al plano vertical, el ángulo que forma dicho plano con el horizontal de
proyección sería igual al ángulo que forma su traza vertical con la línea de tierra,
puesto que en el plano vertical se vería, en verdadera magnitud, el diedro que forman
el plano proyectante y el horizontal, ambos perpendiculares al plano vertical.

En consecuencia, si se tiene el plano (α’’, α’) de la (fig. 137), para hallar el


ángulo que forma con el horizontal, se efectúa el cambio de plano vertical de la
figura, hasta que quede en la posición de proyectante vertical (α’ 1, α’).
De esta manera, y como el plano horizontal no ha variado, el ángulo que forma
α’’1 con L’’1T’’1 es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma el plano α con el
horizontal de proyección.

Análogamente, observamos que si el plano dado fuese proyectante hori-


zontal, el ángulo que forma dicho plano con el vertical de proyección sería
igual al ángulo que forma su traza horizontal con la línea de tierra, puesto
que en el plano horizontal se vería, en verdadera magnitud, el diedro que
118
forman el plano proyectante y el vertical, ambos perpendiculares al plano
horizontal.
Por consiguiente, si se tiene el plano (α’’,
α’) de la (fig. 147), para hallar el ángulo que
forma con el vertical, se efectúa el cambio de
plano horizontal definido por la nueva línea
de tierra L’1T1. Se logra así que el plano α
quede en posición (α’’, α’1) de proyectante
horizontal.
De esta manera, y como el plano vertical
no ha variado, el ángulo Vque forma α’1, con
L’1T1 es, en verdadera magnitud, el ángulo
(Fig. 147)
que forma el plano α con el vertical de pro-
yección.

Aplic. 7.a Determinar la perpendicular común a dos rectas que se cruzan.


Para resolver este problema, hay que recordar del (N.° 73, I), que si una de las
rectas que se cruzan fuese vertical, la perpendicular común se puede trazar de inme-
diato.
Por consiguiente, si tuviésemos dos rectas que se cruzan ay b, por medio de los
dos cambios de planos indicados en el (N.° 85, III), conseguiríamos que la recta a se
colocase en posición vertical.
Luego efectuaríamos los mismos cambios de planos con respecto a la recta b.
En esa posición de las rectas, se trazaría directamente (N.° 73, I) la normal co-
mún a ambas rectas.
Finalmente, habría que obtener las proyecciones de dicha normal común en el
sistema primitivo de planos de proyección, lo cual se conseguiría llevando al sistema
primitivo de planos, los puntos de apoyo de la normal común en ambas rectas.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO VIII

Cambio de planos con respecto a puntos.

1. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del primer diedro quede en
el horizontal anterior
2. Cambiar de planos de proyección de modo que un punto del segundo diedro quede
situado:
a) En el cuarto diedro.
b) En el vertical superior.
119
3. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del cuarto diedro quede
situado:
a) En el horizontal posterior.
b) En el segundo bisector.
c) En la posición (5 cm.; -3 cm.).
Cambio de planos con respecto a rectas.
4. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en cada una de
las siguientes posiciones:
a) Como frontal.
b) Como paralela a LT.
c) Como recta de fuga.
d) Como recta del plano horizontal.
e) Como recta del segundo bisector.
f) Como recta normal al segundo bisector.
5. Dado un plano por una línea de máxima pendiente, cambiar de planos de proyección
(sin hallar las trazas del plano), de modo que quede en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como proyectante vertical.
b) Como paralelo a LT.
c) Como plano de perfil.
Cambio de planos con respecto a planos.
6. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano paralelo a LT quede como
proyectante horizontal.
7. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano perpendicular al segundo
bisector quede como frontal.
8. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano proyectante vertical quede
en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como perpendicular al segundo bisector.
b) Como paralelo a LT.
c) Como proyectante horizontal.
9. Mediante un solo cambio de plano, hacer que las proyecciones horizontales de dos
rectas dadas no coplanares, sean paralelas.
Aplicaciones del método de los cambios de planos, a problemas de ángulos y distancias.
10. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos rectas que se cortan a
yb.
11. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos planos dados por sus
trazas.
12. Hallar, utilizando un cambio de plano, la intersección de una recta dada con un
plano dado.
13. Hallar, utilizando un cambio de plano, la intersección de dos planos cuyas trazas se
cortan en LT.
14. Verificar si dos rectas dadas son perpendiculares.
15. Verificar si un polígono definido por cinco puntos dados A, B, C, D y E, es plano.
16. Determinar la perpendicular común a una recta horizontal y una recta cualquiera no
coplanares.
120
17. Dados un punto (P’’, P’) y una recta AB, trazar por el punto P una recta tal que la
perpendicular común a ella y a la recta AB, mida 5 cm. y corte a la recta AB en el punto B.
18. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto de LT a un punto dado
del segundo bisector.
19. Sobre una recta dada y a partir de un punto de ella de cota 4 cm., tomar otro punto a
6 cm. del punto dado.
20. Dadas dos rectas verticales a y b y un punto (P’, P’) de la recta a: hallar en la recta
b, un punto que diste de P una longitud dada.
21. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a un plano per-
pendicular al segundo bisector.
22. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de una recta dada a un plano parale-
lo a ella.
23. Se da un plano α por sus trazas, la proyección horizontal A’ del pie A de la perpen-
dicular PA trazada de un punto P al plano, y la distancia 6 cm. del punto P al plano α. Hallar
las proyecciones del punto P.
2A. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a una recta para-
lela a LT.
25. Determinar en verdadera magnitud, la distancia entre dos rectas paralelas.
26. Determinar en verdadera magnitud, la distancia entre dos planos paralelos y perpen-
diculares al segundo bisector.
27. Dados un plano α y una recta r, hallar un punto de la recta que diste 5 cm. del plano
dado.
28. Dado un plano por sus trazas, hallar un punto de LT que diste 4 cm. del plano dado.
CAPITULO IX
MÉTODO DE LOS GIROS

91. Este método tiene por objeto colocar las formas del espacio en una posi-
ción particular determinada con respecto a los planos de proyección, de tal mane-
ra, que en esa posición se facilite la resolución de los problemas planteados.

Para ello, manteniendo fijos los planos de proyección, se hacen girar los
elementos del espacio alrededor de una recta fija, denominada eje de giro, hasta
llevar dichos elementos a la posición particular buscada.

Observamos aquí la diferencia fundamental que existe entre este método


y el método de los cambios de planos. Mientras en el método de los cambios
de planos, las formas del espacio permanecen fijas y se mueven los planos
de proyección, en el método de los giros, los planos de proyección permanecen
fijos y se mueven las formas del espacio hasta que ocupen la posición que
interesa.

El movimiento de giro o rotación que se efectúa con los elementos del espa-
cio está definido por las siguientes leyes:

1.a Cada punto del espacio describe un arco de circunferencia cuyo plano es
perpendicular al eje de giro. El centro de la circunferencia está sobre el eje y el
radio de giro es la distancia del punto móvil al eje de giro.

2.a El arco de circunferencia que recorre cada punto del espacio, está medi-
do por el ángulo de las perpendiculares trazadas al eje de giro desde las posicio-
nes inicial y final del punto móvil. Este ángulo se denomina ángulo de giro.

3.a Al girar una forma del espacio, todos sus puntos giran el mismo ángulo
alrededor del eje de giro, y en el mismo sentido.

Con el objeto de facilitar las construcciones gráficas, se toman como ejes de


giro solamente rectas verticales o de fuga, es decir, rectas que sean perpendicula-
res a los planos de proyección.

De esta manera, al girar los puntos del espacio alrededor de ejes verticales
o de fuga, los arcos de circunferencia que recorren dichos puntos se proyectan
en verdadera magnitud sobre los planos horizontal o vertical, respectivamente.
122
En algunos problemas, es conveniente utilizar como ejes de giro, la línea de
tierra o rectas paralelas a ella. En esos casos, los arcos de circunferencia que al girar
recorren los puntos del espacio, se ven en verdadera magnitud en un plano de perfú,
es decir, en tercera proyección.

GIRO DE PUNTOS

92. Giro de un punto alrededor de un eje vertical. — Sean en la (fig. 148) un


punto A con sus proyecciones A’ y A’, y un eje de giro vertical 1x.

Giraremos el punto A un ángulo θ en el sentido de la flecha, alrededor del eje


vertical 1x.

De acuerdo con las leyes que hemos definido para este movimiento (N.° 91), el
punto A describe un arco de circunferencia en el plano horizontal ω que pasa por A.

(Fig. 148)

Dicho arco de circunferencia tiene por centro el punto C del eje de giro; por
radio, la distancia AC del punto A al eje, y por medida el ángulo θ.

En consecuencia, el punto A, después de girar el ángulo θ en el sentido indicado


alrededor del eje 1x, va a ocupar la posición 1A de la figura, y tiene como nuevas
proyecciones 1A’ y 1A’.

Estas nuevas proyecciones presentan las siguientes características:

1a. Como el punto A describe un arco de circunferencia situado en el plano hori-


zontal ω que pasa por él, la nueva posición 1A del punto queda también simada en
dicho plano ω; por consiguiente, su proyección vertical 1A’ deberá estar sobre ω’’,
traza vertical del plano horizontal ω.

Es decir que la nueva proyección vertical 1A’ está sobre la paralela a LT trazada
por A’’, que es ω’’.
123
2.a Como el arco de circunferencia A1A que describe el punto móvil está simado
en el plano horizontal ω que pasa por A, dicho arco se proyectará horizontalmente en
verdadera magnitud. Por lo tanto, la nueva proyección horizontal 1A’ estará en el
punto de corte del arco de circunferencia de centro C (proyección horizontal de C,
que coincide con 1x’) y radio C’A’ con el radio de dicha circunferencia que forma con
CA’, en el sentido indicado, el ángulo de giro θ.

Obtenida de esta manera la nueva proyección horizontal 1A’, la nueva proyec-


ción vertical estará situada en la línea de correspondencia de 1A’ y sobre la paralela a
LT trazada por A’.

Por consiguiente, y de acuerdo con lo recientemente expuesto, si en un


depurado (fig. 149) se tiene un punto (A’ A’) y el eje
de giro (1x’, 1x), se pueden hallar fácilmente las
nuevas proyecciones del punto, cuando se lo gira
alrededor del eje 1x, en el sentido indicado, un
ángulo determinado θ.

Para ello se traza en dicho sentido, con centro


1x’ y radio hasta A’, un arco de circunferencia de
medida θ, obteniendo así la nueva proyección
horizontal 1A’.
(Fig. 149)
La restante proyección 1A’ está en la línea de
correspondencia de 1A’ y sobre la paralela a LT
trazada por A’’.

En consecuencia, y de una manera general, podemos enunciar la siguiente

93. REGLA. — Cuando se gira un punto alrededor de un eje vertical, la


nueva proyección horizontal del punto se encuentra sobre una circunferencia
que tiene como centro la proyección horizontal del eje de giro, y como radio,
la distancia de dicho centro a la proyección horizontal del punto. La nueva
proyección vertical del punto se encuentra en la línea de correspondencia de
la nueva proyección horizontal, y sobre la paralela a LT trazada por la proyección
vertical del punto dado.

94. Giro de un punto alrededor de un eje de fuga. — Si en la (fig. 148) consi-


deráramos como plano vertical el H y como plano horizontal el V, esa figura indicaría
lo que sucede cuando un punto A gira un ángulo θ en el sentido de la flecha, alrededor
de un eje, que en ese caso sería de fuga.

Por consiguiente, y con un razonamiento análogo al del (N.° 92), y teniendo


en cuenta que un punto, al girar alrededor de un eje de fuga, describe una circunfe-
rencia situada en un plano frontal, es decir, paralelo al vertical, se puede enunciar la
siguiente
124
95. REGLA. — Cuando se gira un punto alrededor de un eje de fuga, la
nueva proyección vertical del punto se encuentra sobre una circunferencia que
tiene como centro la proyección vertical del eje de giro, y como radio, la distancia
de dicho centro a la proyección vertical del punto. La nueva proyección hori-
zontal del punto se encuentra en la línea de correspondencia de la nueva
proyección vertical, y sobre la paralela LT trazada por la proyección horizontal del
punto dado.

Es decir que, si en un depurado (fig. 150), se tiene un punto (A’’, A’) y un


eje de giro de fuga (1x’, 1x’), para hallar las nuevas proyecciones del punto
cuando se lo gira, en el sentido indicado, un
ángulo θ alrededor del eje 1x, se procede de la
siguiente manera: con centro 1x’’ y radio hasta A’
se traza en el sentido indicado, un arco de
circunferencia de medida θ, obteniendo sobre
dicho arco la nueva proyección vertical 1A’ del
punto dado. La restante proyección 1A’, está
en la línea de correspondencia de 1A’ y sobre
la paralela a LT trazada por A’, que es la traza
(Fig. 150) horizontal del plano frontal en el cual gira el
Punto A.

96. Nota . — En la resolución de los problemas que se plantean, se pueden efec-


tuar cuantos giros se deseen, hasta llevar los elementos dados a la posición buscada,
con la sola condición de efectuarlos escalonadamente.

En general, para conseguir que un elemento dado se coloque en una posición


determinada bastará, como máximo, efectuar dos giros alternados.

97. Notaciones. — A los ejes de giro, por tratarse de rectas, se les designa con
letras minúsculas; pero para distinguirlos, se acostumbra designarlos con las últimas
letras minúsculas del alfabeto, x, y, z.

Además, se coloca delante de la letra un número, que indica el número de giros


y el orden en que se han efectuado. Así por ejemplo, si en un depurado se tienen una
recta vertical 1x y una recta de fuga 2y, se sabrá que los elementos dados se han
girado, primeramente alrededor de la recta 1x y luego alrededor de la recta 2y.

En lo que respecta a las nuevas proyecciones de puntos, rectas o planos, se les


designa con las mismas letras mayúsculas, minúsculas o griegas que tiene el elemen-
to que gira, pero colocándoles delante un número, que indicará el número de giros y
el orden en que se han efectuado.

Así por ejemplo, si en un depurado se tienen tres grupos de proyecciones


(A’, A’), (1A’, 1A’) y (2A’, 2A’), sabremos que el punto A se ha girado primeramente
a la posición 1A y luego a la posición 2A.
125
Análogamente se procede con las rectas y los planos.

A continuación, y como aplicación de las Reglas de los N.os 93 y 95, veremos


algunos

98. Ejemplos . — I. Girar un punto del primer diedro, hasta que se coloque en el
segundo diedro.

Sea el punto (A’, A’) de la (fig. 151).

Para que un punto del primer diedro pase al segundo diedro, deberá girar en un
plano horizontal. En consecuencia, tomamos un eje de giro
vertical (Ix’, Ix’).

Girando el punto A alrededor de dicho eje, y de acuer-


do con la Regla del (N.° 93), la nueva proyección horizon-
tal del punto deberá estar sobre la circunferencia de la fi-
gura, y como nos interesa que el punto quede en el segundo
diedro (o sea con su proyección horizontal por encima de
LT), tomamos una nueva proyección horizontal 1A, por
encima de la línea de tierra. (Fig. 151)

La nueva proyección vertical 1A’’ estará en la


línea de correspondencia de 1A’ y sobre la paralela a LT trazada por A’.

Tenemos así el punto A girado a la posición (1A’, 1A’) en el segundo diedro.

II. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el plano vertical.

Sea el punto (A’, A’) de la (fig. 152).

Para que un punto del primer diedro pase al plano vertical, deberá girar en un
plano horizontal, por consiguiente tomamos un eje de
giro vertical (1x’, 1x’).

Ya hemos visto que al girar el punto A alrededor de


dicho eje, la nueva proyección horizontal deberá estar
sobre la circunferencia de la figura. Como nos interesa
que el punto gire hasta colocarse en el plano vertical,
deberá tener alejamiento nulo, es decir que la nueva pro-
yección horizontal deberá estar en LT.
(Fig. 152) Por lo tanto tomamos como nueva proyección
horizontal 1A’, el punto en que la circunferencia corta
a LT (hay dos soluciones).

La nueva proyección vertical 1A’ estará en la línea de correspondencia de 1A’ y


sobre la paralela a LT trazada por A’.
126
Tenemos así el punto A girado a la posición (1A’ , 1A’), es decir, en el plano
vertical.

III. Girar un punto del tercer diedro, hasta colocarlo en el horizontal anterior.

En este caso, girando el punto del tercer diedro en un plano frontal, lo colocare-
mos en el horizontal posterior y luego, por un segundo giro alrededor de un eje verti-
cal, lo pasaremos al horizontal anterior.

Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 153).

Tomando el eje de giro de fuga (1x’’, 1x’), el


punto A girará en un plano frontal, y de acuerdo
con la Regla del (N.° 95), la nueva proyección
vertical debe estar sobre la circunferencia de cen-
tro 1x’ y radio hasta A’’.

Como nos interesa que el punto quede en el


(Fig. 153)
plano horizontal (o sea con su proyección
vertical en LT), tomamos como nueva proyección
vertical 1A’ el punto en que esa circunferencia corta a LT (hay dos soluciones). La
nueva proyección horizontal 1A’ estará en la línea de correspondencia de 1A’ y sobre
la paralela a LT trazada por A’.

Tenemos así el punto girado en el horizontal posterior en (1A’, 1A’).

Tomando luego un segundo eje de giro vertical (2z’’,2z’) y de acuerdo con la


Regla del (N.° 93), la nueva proyección horizontal debe estar sobre la circunferencia
de centro 2z’ y radio hasta 1A’. Como queremos que el punto pase al horizontal ante-
rior (o sea que tenga alejamiento por debajo de LT), tomamos como nueva proyec-
cion horizontal 2A’, un punto de la segunda circunferencia que esté por debajo de LT.
Luego hallamos 2A’ en la línea de correspondencia de 2A’ y sobre la paralela a LT
trazada por 1A’.

De esta manera el punto A del tercer diedro, ha girado hasta la posición (2A’,
2A’) en el horizontal anterior.

IV. Girar un punto del segundo diedro, hasta colocarlo en LT.

Para resolver este problema, recordaremos que los puntos de la línea de tierra
están a la vez en el plano horizontal y en el plano vertical.

En consecuencia, por un primer giro alrededor de un eje vertical, colocaremos el


punto dado en el plano vertical y luego, con un segundo giro alrededor de un eje de
fuga, lo colocaremos en LT.

Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 154).


127
Tomando el eje de giro vertical
(1x’,1x’) y procediendo en idéntica forma
que en el ejemplo II, giramos el punto A
hasta colocarlo en el plano vertical en
(1A’’, 1A’).

Tomando luego un segundo eje de giro


de fuga (2z’ , 2z’) y de acuerdo con la Re-
gla del (N.° 95), la nueva proyección verti-
cal debe estar sobre la circunferencia de (Fig. 154)
centro 2z’’ y radio hasta 1A’.

Como nos interesa que el punto quede en LT (o sea con sus dos proyecciones en
LT), tomamos como nueva proyección vertical 2A’, el punto en que dicha circunfe-
rencia corta a LT (hay dos soluciones). La nueva proyección horizontal 2A’ estará en
la línea de correspondencia de 2A’ y sobre la paralela a LT trazada por 1A’, que en
este caso coincide con LT.

En consecuencia, 2A’ también está en LT y coincidiendo con 2A’. Tenemos así el


punto A girado a la posición (2A’, 2A’) en la línea de tierra.

V. Girar un punto dado, hasta colocarlo en un plano dado.

Sea en la (fig. 155) un punto (A’, A’), el cual giraremos hasta colocarlo en el
plano (α’’α’).

Si elegimos el eje de giro vertical (1x’’, 1x’)


de la figura, el punto A girará en el plano hori-
zontal ω’’.

Por lo tanto, para colocarse además en el pla-


no α, tendrá que situarse sobre la intersección de
ambos planos, que es la recta horizontal (h’, h’)
de la figura (ver N.° 48, I).

En consecuencia, como la nueva proyección


(Fig. 155) horizontal del punto debe estar sobre la circunfe-
rencia de centro 1x’, tomamos como nueva pro-
yección horizontal 1A’, el punto en que esa circunferencia corta a h’ (hay dos solucio-
nes).

La nueva proyección vertical 1A’ está en la línea de correspondencia de 1A’ y


sobre la paralela a LT trazada por A’, que es ω’’.

De esta manera, el punto girado a la posición (1A’, 1A’) se encuentra en el plano


α, puesto que tiene sus proyecciones sobre las proyecciones homónimas de una recta
h del plano.
128
VI. Girar un punto dado, hasta colocarlo en el primer bisector.

Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 156).

Este ejemplo, es un caso particular del ejemplo anterior, en que el plano dado es
el primer bisector.

Por lo tanto, procediendo análogamente,


tomamos un eje de giro vertical (1x’, 1x’), con
lo cual el punto A girará en el plano horizon-
tal ω’’.

Hallamos luego la intersección del plano ω’’


con el primer bisector, que es la recta horizontal
(h’’, h’), con sus proyecciones equidistantes de
LT. Giramos luego el punto A hasta que la nueva
(Fig. 156) proyección horizontal 1A’ se coloque sobre h’ (hay
dos soluciones).

De esta manera, y determinando 1A’ en la línea de correspondencia de 1A’, se


obtiene el punto girado a la posición (1A’’, 1A’) con sus proyecciones equidistantes
de LT, es decir, en el primer bisector.

Si se hubiera pedido colocar el punto en el segundo bisector, habría que hallar la


intersección del plano horizontal que pasa por el punto, con el segundo bisector (es
una recta horizontal de proyecciones confundidas). Y luego, girar el punto hasta co-
locarlo sobre esa recta, con lo cual el punto girado queda con sus proyecciones con-
fundidas, y, en consecuencia, en el segundo bisector.

VII. Girar un punto dado, alrededor de LT o de un eje paralelo a LT.


Sea en la (fig. 157) un punto (A’, A’), que giraremos un ángulo θ en sentido
directo, alrededor de la línea de tierra.
Para girar puntos alrededor de LT o de rectas
paralelas a LT, se razona de una manera análoga a la
del (N.° 92).
El punto A, al girar alrededor de LT, describirá
un arco de circunferencia contenido en el plano de
perfil α que es normal al eje de giro.
Por lo tanto, ese arco de circunferencia se verá
en verdadera magnitud en tercera proyección.
En consecuencia, proyectando sobre un plano π
(Fig. 157)
de perfil y hallando la tercera proyección del punto
A en A’’, la giramos con centro en LT, un ángulo θ en
sentido directo, obteniendo 1A’’.
129
Volviendo ese punto al depurado y sabiendo que está en el plano de perfil α,
obtenemos las nuevas proyecciones 1A’’ y 1A’ del punto girado alrededor de LT.
Análogamente se procedería para girar puntos alrededor de ejes paralelos a la
línea de tierra.

GIRO DE RECTAS

Cuando se gira una recta alrededor de un eje, la nueva posición de la recta queda
determinada por las nuevas posiciones de dos de sus puntos.

Para efectuar giros de rectas, distinguiremos dos casos que presentan diferentes
características:

1.° El eje de giro corta a la recta a girar.

2.° El eje de giro se cruza con la recta a girar.

Consideraremos estos casos para ejes verticales o de fuga.

99. Giro de una recta alrededor de un eje vertical que la corta.


Sea en la (fig. 158), una recta (r’ , r’) y un eje vertical (1x’, 1x’) que corta a la recta
en el punto (M’’, M’).
Giraremos la recta un ángulo θ en sentido directo
alrededor del eje 1x.
El punto de corte de la recta con el eje de giro per-
manece fijo, puesto que dicho punto pertenece a la recta
en todas las posiciones que ella pueda ocupar al girar
alrededor del eje.
En consecuencia, la recta girada pasará por el
punto fijo M.
Por lo tanto, nos bastará con girar solamente un
punto de la recta r y ese punto, después de girado y el (Fig. 158)
punto M nos determinarán la recta girada.
Tomamos entonces un punto (A’, A’) de r, y de acuerdo con la Regla del (N.° 93)
lo giramos un ángulo θ en sentido directo, alrededor de 1x, colocándolo en la posi-
ción (1A’, 1A’). Ese punto 1A y el punto fijo M nos determinan en (1r’, 1r’) las
nuevas proyecciones de la recta girada.

100. Giro de una recta alrededor de un eje de fuga que la corta.

Sean en la (fig. 159) una recta (r’’, r’) y un eje de fuga (1x’’, 1x’) que corta a la
recta en el punto (M’, M’).
130
Giraremos la recta un ángulo θ en sentido directo alre-
dedor del eje 1x.

De una manera análoga a la del párrafo anterior, pode-


mos establecer que el punto de corte M de la recta con el
eje de giro, permanece fijo.

Por consiguiente, nos bastará con tomar un punto (A’


A’) de la recta r, y, de acuerdo con la Regla del (N.° 95),
girarlo un ángulo θ en sentido directo, alrededor del eje 1x,
colocándolo en la posición (1A’ , 1A’).
(Fig. 15Í
Ese punto girado 1A y el punto fijo M, nos determinan
en (1r’’, 1r’) las nuevas proyecciones de la recta girada,
(fig. l59)

101. Giro de una recta alrededor de un eje vertical que se cruza con ella. —
Sean en la (fig. 160) una recta (r’’, r’) y un eje vertical (1x’, 1x’) no coplanares.

El procedimiento general para girar la recta un ángulo θ en el sentido de la fie-


cha, consistiría en girar dos de sus puntos dicho ángulo, en el sentido indicado, y las
nuevas proyecciones de esos dos puntos determina-
rían las nuevas proyecciones de la recta después de
girada.

Sin embargo, este procedimiento admite una


simplificación importante.

Consideremos la normal común a la recta r y al


eje de giro 1x. De acuerdo con lo expuesto en el
(N.° 73, I), esa normal común es la recta horizontal
(n’, n’) que se apoya en el punto A de la recta r.

Si como ya sabemos, giramos el punto A el ángu-


lo θ en el sentido indicado alrededor de 1x, obtene-
(Fig. 160) mos sus nuevas proyecciones 1A’ y 1A’.

Pero como la normal común n es horizontal, al girar alrededor del eje vertical 1x,
sigue siendo horizontal en (1n’ , 1n’); por consiguiente, si el punto A era el punto de la
recta que distaba menos del eje de giro, en su nueva posición 1A, también será el
punto más cercano al eje, es decir que 1n es la normal común al eje de giro y a la recta
girada.

En consecuencia, la nueva proyección horizontal 1r’ de la recta girada, pasará


por 1A’ y será normal a 1n’, o lo que es igual, será tangente en 1A’ a la circunferencia
de giro de la figura.
131

Si ahora tomamos un segundo punto (B’, B’), para girarlo bastará con trazar la
circunferencia de centro 1x’ y radio hasta B’ y cortarla con 1r’, obteniendo así 1B’, sin
necesidad de repetir el ángulo θ.

La restante proyección 1B’ estará en la línea de correspondencia de 1B’ y sobre


la paralela a LT trazada por B’.

Uniendo las nuevas proyecciones 1A’’con 1B’’y 1A’con 1B’, obtenemos las
nuevas proyecciones (1r’ , 1r’) de la recta girada.

Nótese que la circunferencia que describe B’ corta en dos puntos a 1r’. Para saber
cuál de ellos hay que tomar, se observa que como B’ está a la izquierda de A’, 1B’
deberá estar sobre 1r’ y a la izquierda de 1A’.

102. Giro de una recta alrededor de un eje de fuga que se cruza con ella. —
Sean en la (fig. 161) una recta (r’, r’) y un eje de fuga (1x’, 1x’) no coplanares.

Para girar la recta alrededor del eje de fuga, se utiliza un procedimiento


análogo al del (N.° 101). Razonando de la misma manera, se traza la normal común
al eje de giro 1x y a la recta r, que es la frontal
(n’, n’). Se gira luego el punto (A’, A’), extremo
de la normal común, el ángulo pedido θ en el sen-
tido que se indica (N.° 95), obteniendo (1A’’, 1A’).
La nueva proyección vertical de la recta será en-
tonces la tangente 1r’’ a la circunferencia de giro,
en el punto 1A’’.

Luego bastará con tomar un segundo punto


(B’, B’), y, sin necesidad de repetir el ángulo θ,
girar B’’ hasta 1r’’, determinando así 1B’ (toman-
do 1B’ a la derecha de 1A’, puesto que B’ está a
la derecha de A’’).
(Fig. 161)
Después hallamos 1B’ en la línea de corres-
pondencia deB’’y sobre la paralela a LT trazada por B’. Uniendo 1A’’con 1B’’y 1A’
con 1B’ obtenemos las nuevas proyecciones (1r’’, 1r’) de la recta girada.

103. Notas . — 1.a Si la recta a girar fuese paralela a un eje de giro vertical,
al girar alrededor de éste, se mantiene en su posición vertical. Por consiguien-
te, en ese caso bastará con girar un solo punto de la recta, y trazando la recta
vertical que pase por ese punto girado, se obtienen las proyecciones de la recta
girada.

Análogamente, si la recta a girar fuese paralela a un eje de giro de fuga, al


girar alrededor de éste, se mantiene en su posición de recta perpendicular al ver-
132
tical. Bastará entonces con girar un solo punto de la recta, y trazando la recta de
fuga que pasa por ese punto girado, se obtienen las nuevas proyecciones de la
recta girada.
2.aA continuación trataremos algunos ejemplos de giros de rectas; para su reso-
lución hay que tener en cuenta cuál debe ser la posición final de las proyecciones de
la recta girada y, considerando esa posición final, elegir el eje de giro vertical o de
fuga. Esta elección resulta fundamental, puesto que si se elige un eje vertical (N.°
99), la proyección horizontal de la recta girada queda determinada por el punto fijo y
un punto de la proyección horizontal de la circunferencia de giro de otro punto de la
recta, lo que significa que la nueva proyección horizontal de la recta podrá tomarse
en la posición particular que interese.
Análogamente, si se elige un eje de giro de fuga (N.° 100), la proyección vertical
de la recta girada queda determinada por el punto fijo y un punto de la proyección
vertical de la circunferencia de giro de otro punto de la recta, lo que significa que la
nueva proyección vertical de la recta podrá tomarse en la posición particular que
interese.
A veces, será necesario utilizar más de un giro para llevar una recta a ubicarse en
una posición particular determinada. En esos casos, generalmente basta con emplear
dos giros alternados.
Además, siempre que sea posible, se tomarán los ejes de giro cortando a las
rectas a girar, a los efectos de simplificar las construcciones.

104. Ejemplos . — I. Girar una recta dada, hasta que quede horizontal.
Sea la recta (r’’, r’) de la (fig. 162).
Para que la recta quede horizontal, su nueva proyec-
ción vertical deberá ser paralela a LT.
Tomamos entonces un eje de giro de fuga (1x’, 1x’)
que corte a la recta en el punto (M’, M’).
Como de acuerdo con lo expresado en el (N.° 100) el
punto M permanece fijo, para girar la recta bastará con
girar un segundo punto (B’, B’) de ella.
La proyección vertical B’ se desplazará en la circun-
ferencia de la figura, y como M’ queda fijo, giramos B’
hasta 1B’ de tal manera que M’ 1B’ quede paralela a
(Fig. 162) LT. Tenemos así 1r’, nueva proyección vertical de la
recta girada.
La nueva proyección horizontal 1r’ queda determinada por M’ y por 1B’ que se
halla de la manera conocida.
133
La recta girada es entonces (1r’’,1r’), y como su proyección vertical es paralela a
LT, está en posición horizontal.

Análogamente se procedería para girar una recta hasta que quede frontal. En ese
caso, el eje de giro debe tomarse vertical.

II. Girar una recta dada, hasta que quede de perfil.

Sea la recta (r’ , r’) de la (fig. 163).

Para que la recta quede de perfil, sus nuevas proyecciones deberán ser perpendi-
culares a LT en un mismo punto.

Tomamos un eje de fuga (1x’, 1x’) que corte a la recta


en el punto M.

Procediendo como en el ejemplo anterior, el punto


(M’, M’) queda fijo y nos bastará con girar un segundo
punto (B’, B’) de la recta, de tal manera que su nueva pro-
yección vertical 1B’ se coloque en la perpendicular a LT
trazada por M’.

En esta forma, M’ y 1B’ nos determinan la nueva pro-


yección vertical 1r’’de la recta girada.

Hallando luego 1B’ y uniéndolo con M’ obtenemos en


(Fig. 163) 1r’ la nueva proyección horizontal de la recta.

La recta (1r’, 1r’) queda entonces de perfil, puesto que tiene sus proyecciones
perpendiculares a LT en un mismo punto.

III. Girar una recta dada, hasta que quede paralela a LT.

Sea la recta (r’’, r’) de la (fig. 164).

En este caso hay que recordar que las rectas pa-


ralelas a LT, son a la vez horizontales y frontales.

Entonces, en primer lugar, y con un giro idénti-


co al del ejemplo I, alrededor de un eje de fuga 1x,
colocamos la recta como horizontal en (1r’, 1r’’).

Si a continuación efectuamos un segundo giro


de la recta Ir alrededor de un eje vertical, la recta
seguirá siendo horizontal y entonces podremos gi-
rarla hasta que se coloque paralela al plano vertical.
De esa manera quedará al mismo tiempo horizontal
y frontal, es decir, paralela a LT.
(Fig. 164)
134

Tomando entonces un segundo eje de giro vertical (2z’’, 2z’) que corte a la recta
1r en el punto (1N’, 1N’), nos bastará con girar el punto 1B, puesto que 1N permanece
fijo.

De esta manera, giramos 1B’ hasta la paralela a LT trazada por 1N’, obteniendo
2B’ que con 1N’ nos determina la nueva proyección 2r’ de la recta girada.

La nueva proyección vertical 2r’’ queda determinada por 1N’ y por 2B’’. Tene-
mos así la recta girada hasta la posición (2r’, 2r’) de paralela a LT.

IV. Girar una recta dada, hasta que quede vertical.

Sea la recta (r’, r’) de la (fig. 165).

Este problema se resuelve también por dos giros, puesto que las rectas verticales
son también frontales.

Entonces, en primer lugar, y con un giro como el


indicado al final del Ejemplo I, alrededor de un eje
vertical (1x’, 1x’) que corta a la recta en el punto
(M’, M’’), colocamos a ésta en la posición frontal
(1r’’, 1r’).

Si ahora efectuamos un segundo giro de la recta


1r alrededor de un eje de fuga, la recta seguirá sien-
do frontal y entonces podremos girarla hasta que se
coloque perpendicular al plano horizontal. En esta
forma quedará entonces como vertical.

Por consiguiente, tomando un segundo eje de giro


(Fig. 165) de fuga (2z’, 2z’), que corte a la recta 1r en el punto
(1N’, 1N’), nos bastará con girar el punto 1B, puesto
que 1N permanece fijo.

De esta manera giramos 1B’ hasta la perpendicular a LT trazada por 1N’’, obte-
niendo 2B’ que, con 1N’ , nos determina la nueva proyección vertical 2r’’ de la recta
girada.

La nueva proyección horizontal 2r’ queda determinada por 1N’ y 2B’ que resul-
tan confundidos.

En consecuencia, la recta (2r’’, 2r’) queda como vertical.

Análogamente se procedería para girar una recta hasta que quede de fuga. En
ese caso, con un primer giro como el del Ejemplo I, se la colocaría horizontal, y
luego con un segundo giro alrededor de un eje vertical, se la ubicaría como recta de
fuga.
135

V. Girar una recta dada, hasta colocarla en un plano dado.

Sean en la (fig. 166), la recta (r’ , r’) y el plano (α’’, α’).

Giraremos la recta hasta colocarla en el plano α.

Para ello tomaremos un eje de giro que pase por la intersección de la recta con el
plano, con lo cual se consigue que ese punto común a la recta y al plano quede fijo,
por pertenecer al eje de giro.

Luego, y tal como hemos visto en el


(N.° 98, V), bastará con girar otro punto de
la recta hasta colocarlo en el plano, para
que la recta girada quede en el plano, puesto
que entonces tendrá dos puntos (el fijo y el
girado) en dicho plano.

Por lo tanto, mediante el plano


proyectante auxiliar ω (N.° 51), determina-
mos el punto (M’, M’) intersección de la
recta r con el plano α. Tomamos luego un
eje de giro vertical (1x’, 1x’) que pase por el (Fig. 166)
punto fijo M.

Nos bastaría ahora con girar un punto cualquiera de la recta hasta colocarlo en el
plano α, y ese punto girado y el punto fijo M nos determinarían la recta girada.

Pero en lugar de girar un punto cualquiera de la recta, conviene, siempre que sea
posible, girar su traza horizontal (H’, H’),

Si entonces giramos esa traza (H’’, H’) hasta colocarla en (1H’ , 1H’) sobre la
traza horizontal α’ del plano, tendremos que 1H y el punto fijo M nos determinan
en (1r’’, 1r’) las proyecciones de la recta girada que, por tener esos dos puntos en
el plano α, está colocada en él. (Como comprobación gráfica, la traza vertical
1V’ de la recta girada debe estar sobre la traza vertical α’’ del plano a que perte-
nece).

Si como caso particular se quisiera girar una recta hasta colocarla en el plano
horizontal o en el plano vertical, habría que tomar un eje de giro pasando por la traza
horizontal o vertical de la recta, y utilizar un eje de fuga o un eje vertical, respectiva-
mente.

Nota . — Como una recta al girar alrededor de un eje vertical forma siempre el
mismo ángulo con el plano horizontal, será posible colocarla en un plano, siem-
pre que el ángulo que la recta forma con el plano horizontal sea menor o igual al
ángulo que forma el plano dado con el plano horizontal. En el caso en que el
ángulo de la recta con el horizontal sea mayor que el ángulo del plano con el
136
horizontal, será necesario utilizar un eje de giro de fuga y proceder de una mane-
ra análoga a la que hemos expuesto.

Esta relación que existe entre la recta y el plano en el espacio se manifiesta


en el depurado, puesto que en la construcción que hemos explicado, la circunfe-
rencia de centro Ix’ y radio hasta H’ puede cortar, ser tangente o no cortar a la
traza α’. En los dos primeros casos, en que habría dos o una soluciones, significa
que la recta forma con el horizontal un ángulo mayor o igual que el que forma el
plano dado con el horizontal. En el otro caso, en el que no habría solución, signi-
fica que la recta forma con el horizontal un ángulo mayor que el que forma el
plano dado con el horizontal. Es en ese caso que se tendrá que recurrir a un eje de
fuga.

VI. Girar una recta dada, hasta colocarla en el primer bisector.

Sea en la (fig. 167), la recta (r’, r’) que giraremos hasta colocarla en el primer
bisector.

Este ejemplo es un caso particular del Ejemplo V, en el que el plano dado es el


primer bisector, definido por LT y el punto P.

Procediendo entonces de la misma


manera, hallamos el punto (M’’, M’)
intersección de la recta r con el primer
bisector.

Luego tomamos un eje de giro


vertical (1x’’, 1x’) que pase por ese
punto que permanece fijo, y giramos la
traza horizontal (H’’, H’) de la recta
dada, hasta colocarla sobre la traza hori-
(Fig. 167)
zontal del primer bisector, obteniendo
(1H’, 1H’).

Ese punto girado 1Hy el punto fijo M nos determinan en (1r’, 1r’) las proyeccio-
nes de la recta girada que, por tener esos dos puntos en el primer bisector, está conte-
nida en dicho plano.

Análogamente se procedería para girar una recta dada hasta colocarla en el se-
gundo bisector. En ese caso, el eje de giro habría que tomarlo pasando por la intersec-
ción de la recta dada con el segundo bisector.

VII. Girar una recta dada, alrededor de LT o de un eje paralelo a LT.

Consideraremos el caso en que el eje de giro paralelo a LT corta a la recta a


girar.
137
Sea en la (fig. 168) una recta (r’’, r’) que giraremos un ángulo θ en sentido
directo, alrededor de un eje paralelo a LT (1x’ , 1x’), que la corta en el punto
(M’, M’).

En este caso, el punto M, común


a la recta y al eje de giro, permanece
fijo. Por lo tanto, bastará con girar
otro punto cualquiera de la recta, el
ángulo pedido alrededor del eje 1x,
tal como lo hemos hecho en el (N°.
98, VII), para que el punto fijo y el
punto girado nos determinen la rec-
ta girada.

De esta manera, tomamos un


punto (A’’, A’) de la recta r, halla-
mos su tercera proyección A’’’ sobre
un plano π de perfil y giramos ese (Fig. 168)
punto alrededor del eje 1x’’’ el
ángulo θ en sentido directo, obteniendo 1A’’’.

Luego volvemos el punto 1A’’’ al depurado, y como el punto A gira en el plano


de perfil α que pasa por él, obtenemos en 1A’ y 1A’ las proyecciones del punto
girado.

Uniendo el punto 1A con el punto fijo M, determinamos en (1r’ 1r’) las proyec-
ciones de la recta girada.

Si se quisiera girar la recta alrededor de LT o de un eje paralelo a LT que se cruce


con ella, se razona como en el (N.° 101), pero utilizando tercera proyección.

GIRO DE PLANOS

Para girar un plano alrededor de ejes verticales o de fuga, se pueden considerar


dos casos.

Si el plano está dado por dos rectas que se cortan o son paralelas, bastará
con girar las dos rectas el mismo ángulo, en el mismo sentido, tal como hemos
visto anteriormente. De esa manera, las rectas giradas nos determinarán el pla-
no girado.

Si el plano está dado por sus trazas, interesa conocer sus nuevas trazas luego de
haberlo girado. Es lo que trataremos a continuación.
138
105. Giro de un plano alrededor de un eje vertical. — Sea en la (fig. 169) un
plano (α’’, α’), que giraremos alrededor del eje vertical (1x’ , 1x’) un ángulo θ en el
sentido que se indica.

En primer lugar, observamos que el plano α corta al eje de giro 1x en el punto


(M’, M’), hallado por medio de la horizontal auxiliar (h’, h’).

Ese punto común al eje de giro y al pla-


no, permanece fijo durante el giro, por lo
cual consideraremos el plano α como de-
terminado por su traza horizontal α’ y el
punto M.

Bastará entonces con girar el ángulo


pedido la recta α’, y esa recta girada y el
punto fijo M nos determinarán el plano gi-
rado.

Para girar la recta α’, de acuerdo con


(Fig. 169) lo expuesto en el (N.° 101) se traza desde
1x’ la perpendicular a α’, obteniendo A’.
Luego se gira A’ el ángulo θ en el sentido indicado, hasta colocarlo en 1A’.

La recta girada 1α’ será la tangente en 1A’ a la circunferencia de giro.

Como la recta α’ pertenece al plano horizontal, al girar alrededor del eje vertical
1x, queda siempre en el plano horizontal; por consiguiente, la recta girada 1α’ será la
nueva traza horizontal del plano girado. Tenemos así que el plano girado queda deter-
minado por su traza horizontal 1α’ y el punto fijo (M’’, M’).

La nueva traza vertical 1α’ del plano se obtiene por medio de una horizontal
(1h’, 1h’) de 1a que pase por el punto M. Hallando la traza vertical (1V’’, 1V’) de esa
horizontal, la nueva traza vertical 1α’ pasará por 1V’y por el punto de corte de 1a)
con LT.

De esta manera, el plano girado queda determinado por sus nuevas trazas en
(1α’, 1α’).

106. Construcción simplificada. — El caso general que hemos resuelto en el


párrafo anterior, admite una simplificación en su depurado, si se toma el eje de giro
vertical y contenido en el plano vertical.

En efecto, sean en la (fig. 170) un plano (α’, α’) y un eje de giro vertical (1x’, 1x’)
contenido en el plano vertical.

En este caso, la intersección del eje de giro con el plano se halla de inmediato y
es el punto (M’’, M’) del plano vertical, en que se cortan α’ y 1x’.
139
Como el punto M permanece fijo durante el giro
y está en el plano vertical, será entonces un punto de
la traza vertical del plano girado.

Si luego, y como indicamos anteriormente, se


gira α’ el ángulo θ en el sentido indicado, se obtiene
en igual forma la nueva traza horizontal 1α’. La nue-
va traza vertical 1α’ pasará entonces por el punto de
corte de 1α’ con LT y por M’’ que, como hemos di-
cho, es un punto de la traza vertical del plano girado.

En los casos en que, por la posición que ocupan


la traza vertical del plano y el eje de giro contenido
(Fig. 170)
en el plano vertical, no sea posible emplear este pro-
cedimiento, se recurrirá al caso general del (N.° 105).

107. Giro de un plano alrededor de un eje de fuga. — Sea en la (fig. 171) un


plano (α’’, α’) que giraremos alrededor de un eje de fuga (1x’’, 1x’) un ángulo θ en el
sentido que se indica.

En este caso, la intersección del eje de giro


con el plano es el punto (M’’, M’) que se obtiene
mediante la frontal auxiliar (f’, f’). Ese punto per-
manece fijo, y con un razonamiento análogo al
del (N° 105), se deduce que la nueva traza verti-
cal 1α’’ se obtiene de la siguiente manera: se tra-
za en el plano vertical y con centro 1x’’, una cir-
cunferencia de radio igual al segmento de per-
pendicular 1x’’A’’, y se gira A’’ el ángulo θ en el
sentido indicado, hasta obtener 1A’’. La tangente
en 1A’’ la circunferencia de giro, es la nueva tra-
(Fig. 171) za vertical 1α’’.

El plano girado queda así determinado por la traza vertical girada la’’ y por el
punto fijo M.

La nueva traza horizontal se obtiene entonces por medio de una frontal (1f’, 1f’)
de 1a que pase por M. Hallando la traza horizontal de esa frontal, que es (1H’’, 1H’)
la nueva traza horizontal 1α’ del plano pasará por 1H’ y por el punto de corte de 1α’’
con LT.

Tenemos así en (1α’’, 1α’) las nuevas trazas del plano girado.

108. Construcción simplificada. — También esta construcción general admite


una simplificación en su depurado, si se toma el eje de giro de fuga, y contenido en el
plano horizontal.
140
En efecto, sea en la (fig. 172) un plano (α’’, α’) y un eje de giro de fuga (1x’ , 1x’)
contenido en el plano horizontal.

La intersección del eje de giro con el plano es


ahora el punto (M’, M) del plano horizontal en
que se cortan α’ y 1x’.

Como el punto M permanece fijo durante el


giro y está en el plano horizontal, será entonces
un punto de la traza horizontal del plano girado.

Si ahora, y como indicamos en el (N.° 102) se


gira α’’ el ángulo θ en el sentido de la flecha, se
obtiene la nueva traza vertical 1α’’. Y la nueva
(Fig. 172) traza horizontal lα’ pasará entonces por el punto
de corte de 1α’’ con LT y por M’ que, como ya
dijimos, es un punto de la traza horizontal del plano girado.

En los casos en que, por la posición que ocupan la traza horizontal del plano y el
eje de giro contenido en el plano horizontal, no sea posible emplear este procedi-
miento, se, recurrirá al caso general del (N.° 107).

109. Nota . — A continuación trataremos algunos ejemplos de giros de planos,


para cuya resolución hay que tener en cuenta cuál debe ser la posición final que
deben ocupar las trazas del plano girado, y, de acuerdo con esa posición final, elegir
el eje de giro vertical o de fuga.

Esta elección del eje de giro es fundamental, puesto que si el eje es vertical
(N.os 105 y 106), la nueva traza horizontal es tangente a la circunferencia de giro que
se proyecta en el plano horizontal, y entonces se podrá tomar la nueva traza horizon-
tal en la posición particular que interese.

Análogamente, si el eje de giro es de fuga (N.os 107 y 108), la nueva traza


vertical es tangente a la circunferencia de giro que se proyecta sobre el plano verti-
cal, y entonces se podrá tomar la nueva traza vertical en la posición particular que
interese.

Además, siempre que sea posible, se tomarán los ejes de giro contenidos en los
planos de proyección, para aplicar entonces las construcciones simplificadas de los
(N.os 106 y 108).

A veces será necesario utilizar más de un giro para resolver los problemas que se
plantean, y en esos casos, generalmente, basta emplear dos giros alternados.

110. Ejemplos . — I. Girar un plano dado, hasta que quede proyectante


vertical.
141

Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 173).


Como los planos proyectantes verticales tienen sus trazas horizontales perpendi-
culares a LT, de acuerdo con lo expresado en el (N.° 109), habrá que elegir un eje de
giro vertical.

Tomamos entonces el eje vertical (1x’, 1x’), que


además está contenido en el plano vertical. De esta
manera y de acuerdo con el (N.° 106), la nueva traza
horizontal será tangente a la circunferencia de la fi-
gura de centro 1x’.

Como interesa que el plano quede proyectante


vertical, tomamos como nueva traza horizontal, la
tangente 1α’ que sea perpendicular a LT (hay dos
soluciones).

La traza vertical lα’’ pasará entonces por el pun-


(Fig. 173)
to de corte de 1α’ con LT y por el punto fijo del pla-
no vertical M’ , que es la intersección del eje de giro
con el plano.

Tenemos así el plano girado hasta la posición (1α’ , 1α’) de proyectante vertical.

Si se hubiera pedido colocar el plano como proyectante horizontal, habría que


tomar un eje de fuga contenido en el plano horizontal y tomar como nueva traza
vertical, la tangente a la circunferencia de giro que sea perpendicular a LT.

II. Girar un plano dado, hasta que quede paralelo a LT.

Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 174).

Como los planos paralelos a LT tienen sus trazas paralelas a LT, de acuerdo con
lo expresado en el (N.° 109), habrá que elegir un eje de giro vertical.

Tomamos entonces el eje vertical (1x’, 1x’) y


que, además, está contenido en el plano vertical.

De esta manera, y de acuerdo con el (N.° 106),


la nueva traza horizontal será tangente a la cir-
cunferencia de la figura, y como interesa que el
plano quede paralelo a LT, tomamos como nueva
traza horizontal la tangente 1α’que sea paralela a
LT (hay dos soluciones).

La traza vertical 1α’’ pasará entonces por el


punto de corte de 1α’ con LT que es impropio, y
(Fig. 174) por el punto fijo M.
142
Tenemos así el plano girado hasta la posición (1α’’, 1α’) de paralelo a LT.
Este ejemplo también se podría resolver utilizando un eje de fuga.

III. Girar un plano dado, hasta que quede perpendicular al primer bisector.
Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 175).
Tomemos un eje de giro vertical (1x’, 1x) y contenido en el plano vertical.

En este caso, las trazas del plano girado deben formar igual ángulo con la línea
de tierra (N.° 35, IX).

Para ello trazamos la circunferencia de giro


de centro 1x’ y hallamos un punto P’ simétrico de
M’ con respecto a LT.

Luego, trazamos desde P’ la tangente a la cir-


cunferencia de giro (hay dos soluciones), y toma-
mos esa tangente 1α’, como nueva traza horizon-
tal. La nueva traza vertical 1α’’ pasará por el punto
de corte de 1α’ con LT y por el punto fijo M’’’.

Tenemos así el plano girado a la posición (1α’,


(Fig. 175) 1α).
Pero, como consecuencia de la simetría efectuada, los triángulosM’’M’Q y QM’P’,
son rectángulos en M’ y tienen el cateto QM’ común y el otro cateto igual, puesto que
tomamos M’’M’ = M’P’. En consecuencia, los ángulos M’ QM’ y M’QP’ son también
iguales, es decir que 1α’’ y 1α’ forman el mismo ángulo con LT, y entonces el plano
girado hasta 1α queda perpendicular al primer bisector.

Si se hubiese pedido colocar el plano como perpendicular al segundo bisector


habría que tomar como nueva traza horizontal la tangente desde M’ a la circunferen-
cia de giro. De esa manera, y hallando luego la nueva traza vertical, se confundiría
con la anterior, y el plano girado sería entonces perpendicular al segundo bisector.
IV. Girar un plano dado hasta que quede horizontal.

Sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 176).

En este caso, hay que tener en cuenta que los planos horizontales son también
proyectantes verticales.

Por lo tanto, en primer lugar habrá que colocar el plano dado como proyectante
vertical.

Para ello, y con idéntico procedimiento al indicado en el Ejemplo I, tomando el


eje de giro vertical (1x’, 1x’), giramos el plano dado hasta la posición (1α’’, 1α’) del
proyectante vertical.
143

Para que ahora el plano quede como ho-


rizontal, deberá tener su traza vertical parale-
la a LT. Por consiguiente, efectuamos un se-
gundo giro alrededor de un eje de fuga (2z’’,
2z’) que, además, esté contenido en el plano
horizontal.

De esta manera y de acuerdo con lo ex-


presado en el (N.° 108), la nueva traza ver-
tical será tangente a la circunferencia de la
figura de centro 2z’’. Como interesa que el
plano quede como horizontal, tomamos
como nueva traza vertical, la tangente 2α’’ (Fig. 176)
que sea paralela a LT (hay otras dos solu-
ciones).

La restante traza 2α’ pasará por el punto de corte de 2α’’ con LT, que es
impropio, y por el punto fijo, que es la intersección del plano 1α con el eje de
giro 2z’. Ese punto fijo M’1∞ es también impropio, pues queda determinado por
la intersección de 1α’ con 2z’. Es decir que la nueva traza horizontal queda de-
terminada por dos puntos impropios y, por consiguiente, no tiene representación
en el depurado.

Tenemos así el plano girado hasta la posición de horizontal, con su traza vertical
2α’ paralela a LT y su traza horizontal impropia.

V. Girar un plano dado, hasta que quede de perfil.

Sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 177).

En este caso, hay que tener en cuenta que los planos de perfil son también
proyectantes verticales.

Por lo tanto, en primer lugar habrá que colo-


car el plano dado como proyectante vertical.

Para ello, procediendo como en el Ejemplo I,


tomamos un eje de giro vertical (1x’, 1x’) y gira-
mos el plano α hasta la posición (1α’, 1α’) de
proyectante vertical.

Para que ahora el plano quede de perfil, debe-


rá tener su traza vertical perpendicular a LT. Por
consiguiente efectuamos un segundo giro alrede-
dor de un eje de fuga (2z’, 2z’) que, además, esté
(Fig. 177) contenido en el plano horizontal.
144
Con este eje de giro la nueva traza vertical será tangente a la circunferencia de la
figura de centro 2z’’. Como interesa que el plano quede de perfil, tomamos como
nueva traza vertical la tangente 2α’’ que sea perpendicular a LT (hay otras dos solu-
ciones). La restante traza 2α’ pasará por el punto de corte de 2α’’ con LT y por el
punto fijo M’1∞, que es impropio y que es la intersección del eje de giro 2z con el
plano 1α.

El plano girado (2α’ , 2α’) queda entonces de perfil, puesto que sus trazas son
perpendiculares a LT en un mismo punto.

VI. Girar un plano dado, hasta que quede pasando por LT.

Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 178).

En este caso interesa que las nuevas trazas del plano girado coincidan con LT.

Para ello, tomamos un eje de giro vertical (1x’,


1x’) que pase por la bisectriz b del ángulo que
forma α’ con LT.

De esta manera, y de acuerdo con lo expresa-


do en el (N.° 105), como la nueva traza horizontal
debe ser tangente a la circunferencia de la figura
de centro 1x’, y como esa circunferencia es tan-
gente a α’ y a LT por tener su centro en la bisectriz
b, girando el plano el ángulo θ, obtenemos la nue-
va traza horizontal 1α’coincidente con LT.
(Fig. 178)
La nueva traza vertical 1α’ coincide con 1α’,
puesto que si un plano tiene una de sus trazas
sobre LT, la otra traza necesariamente coincidirá con ella.

Si bien ya tenemos las dos nuevas trazas del plano girado, éste no queda determi-
nado, puesto que hay infinitos planos que pasan por LT.

Para determinarlo nos hace falta un punto, que obtenemos de inmediato, y que es
la intersección del eje de giro con el plano. Ese punto permanece fijo durante el giro
y pertenece al plano α y al plano girado 1a. Lo obtenemos en (M’’, M’) por medio de
la horizontal auxiliar (h’, h’).

Tenemos entonces que el plano girado hasta la posición (1α’ , 1α’), queda deter-
minado por LT y el punto M, es decir, queda pasando por la línea de tierra.

VII. Girar un plano dado, hasta que pase por una recta dada.

Sean en la (fig. 179) una recta (r’, r’) y un plano (α’ , α’), que giraremos hasta
que pase por la recta r.
145
Para ello tomaremos un eje de giro que pase por la intersección de la recta con el
plano, con lo cual se consigue que ese punto común a la recta y al plano quede fijo,
por pertenecer al eje de giro.

Bastará entonces con girar el pla-


no hasta que pase por otro punto de
la recta dada, para que el plano gira-
do contenga a dicha recta, puesto que
dos puntos de la recta estarán en el
plano.

Por consiguiente, en primer lugar


determinamos por medio del plano
proyectante auxiliar ω (N.° 51), el pun-
to (M’, M’) intersección de la recta r
con el plano α. Tomamos luego un eje
de giro vertical (1x’,1x’) que pasa por
el punto fijo M.

Si ahora giramos el plano α alre- (Fig. 179)


dedor del eje 1x, la nueva traza
horizontal deberá ser tangente a la
circunferencia de la figura de centro 1x’ (N.° 105). Pero como interesa que el plano
girado contenga a la recta r, su traza horizontal 1α’deberá pasar por la traza horizon-
tal H’ der.

En consecuencia, tomamos como traza horizontal 1α’ del plano girado, la tan-
gente trazada desde H’ a la circunferencia de giro.

De esta manera, el plano girado queda determinado por su traza horizontal 1α’ y
el punto fijo M, y, además, pasa por la recta dada r, puesto que ésta tiene dos puntos
(el M y el H) en el plano girado.

Finalmente, para determinar la traza vertical del plano girado, como conocemos
1α’ y el punto (M’’, M’), utilizando una horizontal auxiliar (1h’ ,1h’) y hallado su traza
vertical 1V, obtenemos la nueva traza vertical 1α’’ pasando por 1V’ y por punto de
corte de 1α’ con LT.

Como comprobación gráfica, la nueva traza vertical 1α’’ debe pasar por la
traza vertical V’de la recta r, puesto que el plano girado 1α pasa por la recta
dada.

Nota . — Como un plano, al girar alrededor de un eje vertical, forma siempre


el mismo ángulo con el plano horizontal, será posible que pase por una recta
dada, siempre que el ángulo que el plano forma con el plano horizontal sea mayor
o igual al ángulo que forma la recta dada con el plano horizontal. En el caso en
146
que el ángulo del plano con el horizontal sea menor que el ángulo de la recta con
el horizontal, será necesario utilizar un eje de giro de fuga y proceder de una
manera análoga a la que hemos expuesto.

Esta relación que existe entre la recta y el plano en el espacio, se manifiesta en el


depurado, puesto que, en la construcción que hemos explicado, el punto H’ puede ser
exterior, estar en ella o ser interior a la circunferencia de centro 1x’.

En los dos primeros casos, en que habría dos o una soluciones, significa que el
plano forma con el horizontal un ángulo mayor o igual al que forma la recta dada con
el horizontal. En el caso restante, en el que no habría solución, significa que el plano
forma con el horizontal un ángulo menor que el que forma la recta dada con el hori-
zontal. En ese caso se tendrá que recurrir a un eje fuga.

VIH. Girar un plano dado, alrededor de LT o de un eje paralelo a LT.

Sea en la (fig. 180) un plano (α’’, α’) que giraremos un ángulo θ en sentido
directo, alrededor de LT.

En este caso, como el eje


de giro (1x’ , 1x’) es la línea
de tierra, el punto (M’ , M’)
intersección del eje de giro
con el plano, permanece
fijo. Es decir que el plano
girado pasará por el punto
M.

Para determinarlo, gira-


remos además una recta del
plano α, el ángulo θ en sen-
tido directo, alrededor de
LT.

De todas las rectas de α


conviene elegir una recta
VH de perfil, puesto que esa
recta, al girar alrededor de
LT, se desplazará en el pla-
no de perfil ω y seguirá
siendo de perfil.

En consecuencia, si llevamos la recta VH a tercera proyección en V’’H’’, el eje


de giro será 1x’’ y trazando la normal de 1x’’ a V’’H’’ tendremos el radio de giro
(final del N.° 104, VII).
147
De esta manera, y formando el ángulo θ en sentido directo, la tangente a la
circunferencia de giro será la recta girada 1 V’’’1H’’’. Volviendo esa recta al depurado,
y como sabemos que pertenece al plano de perfil ω, obtenemos la recta girada en
(1V’’1H’’, 1V’1H’).

Esa recta girada 1V1H y el punto fijo M determinan el plano girado. Para
hallar sus trazas unimos M’ con 1V’’ obteniendo 1α’’ y unimos M’ con 1H’ obte-
niendo 1α’’.

Análogamente se procedería para girar un plano alrededor de un eje paralelo a


LT. En ese caso también se determinara el plano girado por un punto fijo (intersec-
ción del eje de giro con el plano) y por una recta de perfil girada, cuyo giro se efectúa
en tercera proyección.

GIROS ALREDEDOR DE EJES CUALESQUIERA

111. Cuando por alguna circunstancia especial haya necesidad de girar elemen-
tos del espacio (puntos, rectas o planos) alrededor de una recta cualquiera considera-
da como eje de giro, se reduce el problema a los casos ya tratados de giros alrededor
de ejes verticales o de fuga.

Para ello, mediante los dos cambios de planos indicados en el (N.° 85, III), se
consigue que el eje de giro cualquiera se coloque como vertical en un nuevo sistema
de planos de proyección.

Luego se efectúan los mismos cambios de planos con los elementos dados, con
lo cual se consigue que, en el nuevo sistema de planos de proyección, el eje de giro
resulte vertical y los elementos dados en una posición determinada.

Se podrá entonces, aplicando los procedimientos ya conocidos, girar los elemen-


tos dados en el nuevo sistema de planos.

Finalmente, habrá que llevar los elementos girados al sistema primitivo de pla-
nos, para lo cual habrá que efectuar con ellos, en sentido inverso, los dos cambios de
planos que se efectuaron al principio.

Hay también otro procedimiento que permite girar un punto, una recta o un pla-
no alrededor de un eje cualquiera. En la página 179 se detallan las construcciones a
que da origen ese otro método.
148
APLICACIONES DEL MÉTODO DE LOS GIROS

Aplic. 1.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia entre dos puntos.

Sean los puntos (A’’, A’) y (B’ , B’) de la (fig. 181).

Considerando el segmento de recta que determinan los


dos puntos, y, de acuerdo con el Teorema del (N.° 17),
colocaremos el segmento en posición paralela al plano ho-
rizontal, con lo cual tendremos, en proyección horizontal,
la verdadera magnitud de la distancia entre los puntos.

Para ello, tomamos un eje de giro de fuga (1x’ , 1x’)


que pase por el punto A, el que, en consecuencia, per-
manecerá fijo.

Luego, en igual forma que en el Ejemplo I del


(Fie. 1811
(N.° 104), giramos el punto B hasta la posición (1B’ ,
1B’), de modo que el segmento A1B (que determinan el
punto fijo A y el punto girado 1B) quede en posición horizontal.

De esta manera, como el segmento es paralelo al plano horizontal, la distancia


d= A1B’ es, en verdadera magnitud la distancia entre los puntos dados.

Aplic. 2a. Determinar la verdadera magnitud de la distancia de un punto a una


recta.

De acuerdo con lo expresado al final del (N.° 70), para hallar la distancia de un
punto a una recta, se traza por el punto un plano perpendicular a la recta, se determina
la intersección de la recta con ese plano, y el punto de intersección hallado, con el
punto dado, nos determinan las proyecciones de la distancia buscada.

Sean en la (fig. 182) un punto (P’, P’)


y una recta (r’, r’).

Trazamos entonces por P mediante la


horizontal auxiliar h (N.° 66), un plano α
perpendicular a la recta r.

Hallamos luego, por medio del plano


proyectante auxiliar ω (N.° 51), el punto (I’’,
I’) intersección de la recta r con el plano α.

Tenemos así en (I’’P’, I’P’) las proyec-


ciones de la distancia buscada.

Para determinar ese segmento en


(Fig. 182)
verdadera magnitud, procedemos como
149
en la Aplicación 1.a Es decir que tomamos un eje de giro de fuga 1x que pase por
el punto P y giramos el segmento PI hasta colocarlo en la posición horizontal
(P1I).
De esta manera, como el segmento es paralelo al plano horizontal, la distancia
d = P’1I’ es, en verdadera magnitud, la distancia entre los puntos P y 1I, y, por consi-
guiente, es también la distancia del punto P a la recta r.

Aplic. 3.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia de un punto a un


plano.

Sean en la (fig. 183) un punto (P’, P’) y un plano (α’ , α’).

Para resolver este problema, hay que recordar del (N.° 65), que si el plano dado
u
f ese proyectante vertical, la distancia del punto al plano sería un segmento frontal,
y en virtud del Teorema del (N.° 17), esa distancia
se tendría en verdadera magnitud en proyección ver-
tical.

Por consiguiente, para llevar el plano dado a esa


posición, tomamos un eje de giro vertical (1x’, 1x’)
que pase por el punto dado P que, en consecuencia,
permanecerá fijo.

De acuerdo con lo expresado en el (N.° 105),


para girar el plano α, trazamos la perpendicular des-
de 1x’ hasta α’ y con ese radio trazamos la circunfe-
rencia de giro de la figura.
(Fig. 183)
La nueva traza horizontal será tangente a esa
circunferencia, y, como nos interesa que el plano
quede proyectante vertical, tomamos la tangente 1α’ que sea perpendicular a LT. La
nueva traza vertical 1α’’ pasará por el punto de corte de 1α’ con LT y se determina por
medio de la horizontal auxiliar que pasa por el punto fijo (M’, M’), intersección del
eje de giro con el plano.

En esta forma, como el punto P quedó sobre el eje de giro, la distancia entre P y
el plano α es la misma que hay entre P y el plano girado 1α.

De esta manera, como el plano 1α está en posición de proyectante vertical, la


perpendicular trazada desde P al plano es la frontal (1n’, 1n’) que corta al plano
proyectante en el punto (1I’, 1I’).

La distancia del punto al plano será entonces el segmento que determinan los
puntos P y 1I. Como este segmento es paralelo al plano vertical, la distancia
d = P’’1I’ es, en verdadera magnitud, la distancia del punto P al plano α.
150
Aplic. 4.a Dado un plano por sus trazas, hallarle un plano paralelo a una dis-
tancia dada.

Sean en la (fig. 184) un plano (α’’, α’) y una distancia d.

Para resolver este problema, hallaremos un punto que diste la magnitud d del
plano dado y luego trazaremos por ese punto un plano paralelo al dado.

Para ello, recordemos que si el plano


estuviese colocado como proyectante
vertical, las perpendiculares trazadas al
plano son rectas frontales y, por lo tanto,
la distancia de un punto al plano se ve en
verdadera magnitud en proyección ver-
tical.

En consecuencia, tomamos un eje de


giro vertical (1x’, 1x’) y procediendo de
idéntica manera que en el Ejemplo I del
(N.° 110), giramos el plano dado hasta la
posición (1α’ , 1α’) de proyectante verti-
cal.

(Fig. 184) Elegimos luego un punto cualquiera


(1A’, 1A’) del plano girado y por él traza-
mos la frontal (1n’, 1n’), que es perpendi-
cular al plano. Sobre esa frontal determi-
namos un punto (1B’, 1B’’) que diste la magnitud d del punto 1A y por el punto 1B
trazamos un plano (1β’ , 1β’) paralelo al plano 1α’.

De esta manera, los planos 1α y 1β son paralelos y distan entre sí la magnitud d.

Al volver estos planos a la posición primitiva, el plano 1α gira el ángulo θ en


sentido directo hasta colocarse en (α’ , α’).

El plano 1β deberá girar el mismo ángulo en el mismo sentido, para que la


distancia entre los planos no cambie. Es decir que β’ pasará por N’ y será tan-
gente a la circunferencia de centro 1x’y, por consiguiente, será también parale-
la a α’.

La otra traza β’’, que será paralela a α’’, pasará por el punto de corte de
β’ con LT y por el punto fijo M’’, intersección del eje de giro 1x con el
plano 1β.

De esta manera obtenemos un plano β paralelo al α y que dista de él la magni-


tud d.
151
Aplic. 5.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forman una recta
con los planos de proyección.

Sea la recta (r’’, r’) de la (fig. 185).

Tomemos un eje de giro vertical (1x’, 1x’)


que pase por la traza vertical (V’’, V) de la recta
dada y giremos luego el punto (H’, H’) hasta co-
locado sobre LT en (1H’, 1H’).

De esta manera, el punto fijo del eje de giro


(V’’, V’) y el punto girado (1H’ , 1H’) nos determi-
nan en (1r’’, 1r’) las proyecciones de la recta girada,
que queda colocada en el plano vertical por tener su
proyección horizontal en la línea de tierra.

Pero como una recta, al girar alrededor de (Fig. 185)

un eje vertical, forma siempre el mismo ángulo


con el plano horizontal, el ángulo que forma la recta 1r con el horizontal, es el mismo
que forma la recta r con dicho plano.

Entonces, como la recta 1r está colocada en el plano vertical, el ángulo H que


forma 1r’ con LT es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta Ir con el
plano horizontal y, por consiguiente, es también el ángulo que forma la recta dada r
con ese plano de proyección.

Análogamente, para hallar el ángulo que forma la recta (r’, r) de la (fig. 186) con
el plano vertical, tomamos un eje de giro de fuga que pase por la traza horizontal (H’,
H’) de la recta dada.

Giramos luego el punto (V’, V’) hasta colo-


carlo sobre LT en (1V’, 1V’). De esta manera, el
punto fijo del eje de giro (H’, H) y el punto gira-
do (1V’, 1V’) nos determinan en (1r’’, 1r’) las
proyecciones de la recta girada, que queda colo-
cada en el plano horizontal, por tener su proyec-
ción vertical en la línea de tierra.

Pero como una recta, al girar alrededor de un


eje de fuga, forma siempre el mismo ángulo con
el plano vertical, el ángulo que forma la recta 1r
(Fig. 186) con el vertical, es el mismo que forma la recta r
con dicho plano.

Entonces, como la recta 1 r está colocada en el plano horizontal, el ángulo V que


forma 1r’ con LT es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta 1r con el
152
plano vertical, y, por consiguiente, es también el ángulo que forma la recta dada r con
ese plano de proyección.

Aplic. 6.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma un plano
con los planos de proyección.

Hallaremos, en primer lugar, el ángulo que forma un plano con el plano horizon-
tal.

Para ello obsérvese que si el plano dado fuese proyectante vertical, es decir,
perpendicular al plano vertical, el ángulo que forma dicho plano con el horizontal de
proyección sería igual al ángulo que forman su traza vertical con la línea de tierra,
puesto que en el plano vertical se vería, en verdadera magnitud, el diedro que forman
el plano proyectante y el horizontal, ambos perpendiculares al plano vertical.

En consecuencia, si se tiene el plano (α’’, α’) de la (fig. 173), para hallar el


ángulo que forma con el horizontal, se efectúa el giro ya conocido de la figura, hasta
colocarlo como proyectante vertical en (1α’’, 1α’). De esta manera, y como el plano
al girar alrededor del eje vertical 1x forma siempre el mismo ángulo con el horizon-
tal, el ángulo que forma 1α’’ con LT es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma
el plano 1α con el horizontal, y es también entonces, el ángulo que forma el plano α
con ese plano de proyección.

Análogamente, si el plano dado fuese


proyectante horizontal, el ángulo que forma di-
cho plano con el vertical de proyección sería igual
al ángulo que forma su traza horizontal con la
línea de tierra, puesto que en el plano horizontal
se vería, en verdadera magnitud, el diedro que
forman el plano proyectante y el vertical, ambos
perpendiculares al plano horizontal.

Por consiguiente, si se tiene el plano (α’, α’)


de la (fig. 187), para hallar el ángulo que forma
con el plano vertical, se efectúa el giro alrededor
(Fig. 187) del eje de fuga 1x (final del N.° 110, I), hasta co-
locar el plano en (1α’, 1α’) como proyectante ho-
rizontal.

De esta manera, y como el plano al girar alrededor del eje de fuga 1x forma
siempre el mismo ángulo con el vertical, el ángulo que forma 1α’ con LT es, en
verdadera magnitud, el ángulo V que forma el plano 1α con el vertical, y es también
entonces, el ángulo que forma el plano α con ese plano de proyección.
153
PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO IX

Giro de puntos.
1. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el vertical inferior.
2. Girar un punto del segundo diedro, hasta colocarlo en el cuarto diedro (por dos giros
o por un solo giro).
3. Girar un punto A (3 cm., 5 cm.) hasta que tenga cota 5 cm. y alejamiento 7 cm. y esté
situado en un plano de perfil que está 4 cm. a la derecha del plano de perfil que pasa por A.
4. Girar un punto del tercer diedro alrededor de un eje vertical, hasta colocarlo: a) en
un plano dado paralelo a LT; b) en un plano dado por una línea de máxima inclinación.
5. Girar un punto del segundo bisector, hasta colocarlo en un plano dado por dos rectas
paralelas.
6. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el segundo bisector.
7. Dados tres puntos A, ByC, determinar un eje de giro que permita colocarlos sobre
una misma recta vertical.
8. Dados un punto P y un plano α, girar el punto alrededor de LT hasta colocarlo sobre
el plano dado.
9. Dado un punto P, girarlo 90° alrededor de una recta horizontal dada.

Giro de rectas.
10. Girar una recta del segundo bisector, hasta colocarla frontal.
11. Girar una recta dada, hasta colocarla en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como recta que pasa por LT.
b) Como recta del plano horizontal.
c) Como recta del segundo bisector.
d) Como recta paralela a un plano dado.
12. Girar una recta dada, hasta que cumpla cada una de las siguientes condiciones:
a) Que corte a una recta vertical dada.
b) Que diste 5 cm. de una recta vertical dada.
13. Dadas tres rectas cualesquiera a, b y c, determinar un eje de giro vertical que permi-
ta colocarlas en un mismo plano.
14. Girar una recta dada, 30° en sentido directo alrededor de LT.
15. Girar una recta dada, hasta colocarla perpendicular al primer bisector.
16. Dada una recta r, girarla 90° alrededor de una recta frontal dada.

Giro de planos.
17. Girar un plano dado, hasta colocarlo en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como proyectante horizontal.
b) Como plano frontal.
c) Como perpendicular al segundo bisector.
d) Como perpendicular al primer bisector utilizando un eje vertical dado.
154
18. Girar un plano dado, hasta que cumpla cada una de las siguientes condiciones:
a) Que pase por un punto dado.
b) Que sea paralelo a una recta dada.
19. Dado un plano α paralelo a LT y un eje de giro vertical que corta a α’, girar el plano
un ángulo de 45° y determinar sus nuevas trazas.
20. Dado un plano por dos rectas que se cortan, girarlo hasta que pase por LT (sin hallar
las trazas).
21. Dadas dos rectas que se cruzan, por un solo giro conseguir que sus proyecciones
verticales sean paralelas.
22. Girar un plano dado alrededor de LT, hasta que pase por un punto dado.
23. Dado un plano α, girarlo 45° alrededor de una recta frontal dada.

Aplicaciones del método de los giros a problemas de ángulos y distancias.


24. Determinar la perpendicular común a dos rectas no coplanares.
25. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos rectas que se cortan.
26. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos planos dados, por sus
trazas.
27. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto del segundo diedro a un
punto del cuarto diedro.
28. Dados un punto (A’, A ) y una proyección horizontal B’, determinar B’ sabiendo que
el punto B dista 7 cm. del punto A.
29. Dada una recta r, hallar un punto de ella que diste 10 cm. del punto de corte de la
recta con el segundo bisector.
30. Dados dos puntos Ay B, hallar un punto del plano vertical que diste 4 cm. del punto
Ay 7 cm. del B.
31. Dados dos puntos A y B y un eje de giro vertical 1x, girar el punto A hasta que diste
5 cm. del punto B.
32. Dados dos puntos A y B, girar el punto B alrededor de LT, hasta que diste 4 cm. del
punto A.
33. Dados un punto P (5 cm., 0 cm.) y una circunferencia situada en el plano horizontal,
hallar un punto de la circunferencia que diste 10 cm. del punto P.
34. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto de LT a una recta del
segundo bisector.
35. Dados un punto P y una recta vertical a, girar el punto alrededor de un eje de fuga,
hasta que diste 3 cm. de la recta a.
36. Dadas una recta horizontal (h’, h’)y una proyección P’, determinar P’’ sabiendo que
el punto P dista 6 cm. de la recta h.
37. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado, a un plano per-
pendicular al segundo bisector.
38. Dados un plano α y una proyección P’, determinar P’ sabiendo que el punto P dista
8 cm. del plano dado.
39. Dados un punto (P’, P) y una traza horizontal α’, determinar α’ , sabiendo que el
punto P dista 6 cm. del plano α.
155
40. Determinar en verdadera magnitud, la distancia entre dos planos paralelos.
41. Dados un punto P y un plano α, girar el punto hasta colocarlo a 4 cm. de distancia
del plano dado.
42. Dados una recta vertical a y un plano α, hallar un punto de la recta a que diste 5 cm.
del plano dado.
43. Dados un plano α y un punto P, girar el plano α alrededor de LT, hasta que diste 7
cm. del punto P.
44. Dadas dos rectas coplanares ay b, hallar un punto de la recta a que diste 4 cm. de la
recta b.
45. Determinar un punto que diste 5 cm. de cada plano de proyección y de un plano
dado (α’, α’).
CAPITULO X
MÉTODO DE LOS ABATIMIENTOS

112. Su objeto. Definiciones. — Supongamos un plano del espacio, en el cual se


tiene una figura, o cualquier elemento geométrico determinado.

Si con esos elementos se quiere efectuar cualquier construcción gráfica o resol-


ver cualquier problema, como los elementos dados se encuentran deformados en sus
proyecciones sobre los planos de proyección, se presentan dificultades para hallar las
soluciones buscadas utilizando las proyecciones conocidas de los elementos.

Por el contrario, si se hace girar el plano dado, con todos los elementos que
contiene, alrededor de su intersección con uno de los planos de proyección, hasta que
coincida con éste, se logra que los elementos del plano queden sobre uno de los
planos de proyección y entonces se podrán efectuar directamente las construcciones
gráficas necesarias para resolver los problemas planteados.

Si luego se hace girar el plano, con los elementos dados, las construcciones efec-
tuadas y los resultados obtenidos, hasta volver a su posición primitiva en el espacio,
se tendrá que la solución buscada para los problemas planteados, se encontrará en-
tonces determinada en el espacio.

Los mismos resultados se conseguirían haciendo girar el plano hasta colocarlo


paralelo a uno de los planos de proyección.

Esta operación de girar un plano hasta hacerlo coincidir con uno de los planos de
proyección o colocarlo paralelamente a uno de ellos, se denomina abatir o rebatir el
plano.

La operación inversa, de volver el plano abatido a su posición primitiva en el


espacio, se denomina levantar o relevar el plano.

En el primer caso se efectúa un abatimiento y en el segundo un levantamiento.

La recta alrededor de la cual se gira un plano para abatirlo o para levantarlo, se


denomina charnela o eje de abatimiento.

Por consiguiente, y de la propia definición de abatimientos, surge que al abatir un


plano sobre el horizontal de proyección, o sobre el vertical de proyección, la charnela
de abatimiento es, respectivamente, la traza horizontal o la traza vertical del plano.

Del mismo modo, si se abate un plano sobre un plano paralelo al horizontal o


157
al vertical, la charnela de abatimiento es, respectivamente, una horizontal o una
frontal, intersección del plano dado con el plano horizontal o frontal sobre el cual
se abate.

A continuación veremos qué posición ocupan en un depurado un punto o una recta


de un plano, cuando se efectúa el abatimiento del plano. En consecuencia, hablaremos
de abatimiento de un punto y abatimiento de una recta; pero, téngase presente que, lo
que se abate es el plano y con él, el punto o la recta, puesto que no se puede abatir un
punto o una recta aisladamente, sino como pertenecientes a un plano.

113. Notaciones. — A los elementos abatidos de un plano, se los designa con la


misma letra del elemento en el espacio, acompañándola del subíndice 1 ó 2 según se
abata el plano sobre el horizontal o vertical respectivamente. Así, un punto A( o una
recta r1 serán respectivamente, los abatimientos sobre el plano horizontal de un pun-
to A o una recta r del espacio y un punto A2 o una recta r2 serán los abatimientos
sobre el plano vertical de un punto A o de una recta r.

114. Abatimiento de un punto sobre el plano horizontal. — Sea en la (fig.


188), un plano α que abatiremos sobre el plano horizontal de proyección. La charnela
de abatimiento será por consiguiente la traza horizontal α’.

Consideramos un punto A del plano α y veamos como se obtiene su abatimiento.

Por definición, abatir el plano α, es girarlo alrededor de la charnela α’ hasta que


coincida con el plano horizontal.

(Fig. 188)

Por consiguiente, el punto A del plano, girará también alrededor de α’ hasta


coincidir con el plano horizontal.

Trazando entonces desde A la perpendicular AM a la charnela α’, determinamos


el punto M, que será el centro de giro. Luego, con centro M y radio MA, el punto A
158
girará en un arco de circunferencia, hasta colocarse sobre el plano horizontal en la
posición A1, que será el abatimiento del punto A.
Como la proyectante AA’ es perpendicular al plano horizontal y trazamos AM
perpendicular a α’, por el recíproco del teorema de las tres perpendiculares resulta
que A’M es también perpendicular a α’ en el punto M.
El punto A, al girar alrededor de M, lo hace con radio MA perpendicular al eje α’
y, por lo tanto, en la posición abatida A1, el radio MA1 será también perpendicular al
eje α’, es decir que MA1, es perpendicular a α’ en el punto M.
Por consiguiente, la perpendicular a α’ trazada por A’ pasa por A1, y corta a α’ en
el punto M, centro de giro.
Por lo tanto, podemos establecer que: al abatir un punto sobre el plano horizon-
tal el abatimiento del punto y la proyección horizontal de éste, se encuentran en una
misma perpendicular a la charnela.
De esta manera, sabiendo en qué recta debe quedar el punto abatido, para deter-
minarlo hace falta conocer su distancia MA1, a la charnela.
Esa distancia MA1, es igual al radio de giro MA (fig. 188) y, por consiguiente, es
la hipotenusa del triángulo rectángulo AA’M que tiene un cateto AA’ igual a la cota
del punto dado y otro cateto A’M igual a la distancia de la proyección horizontal del
punto a la charnela.
Ese triángulo, cuya hipotenusa es la distancia del punto a la charnela, y que nos
permite ubicar el abatimiento, se denomina triángulo de abatimiento.
En consecuencia, si en un depurado (fig. 189) tenemos un plano (α’’, α) y que-
remos al abatir el plano, obtener el abatimiento de un punto (A’, A’) de él, procede-
mos de la siguiente manera: por A’ trazamos la perpendicular A’M a la charnela, en la
cual deberá estar el abatimiento del punto.
Luego construimos un triángulo rectángulo
que tenga como un cateto A’M la distancia de
A’ a la charnela y como otro cateto una magni-
tud A’A igual a la cota del punto A. La
hipotenusa MA de ese triángulo de abatimiento
se toma sobre la perpendicular a la charnela, a
partir de M y se halla así el punto A1, abati-
miento del punto A.
Obsérvese que el cateto AA, por ser perpen-
dicular al cateto A’M, queda colocado en una pa-
(Fig. 189) ralela a la charnela y que para obtener A1, basta
con trazar un arco de circunferencia de centro M
y radio la hipotenusa MA, hasta cortar en A1 a la perpendicular a la charnela trazada
desde A’.
De acuerdo con esta construcción podemos establecer la siguiente
159
115. Regla . — Para obtener el abatimiento de un punto de un plano sobre el
horizontal de proyección, se trazan desde su proyección horizontal, una perpendicu-
lar y una paralela a la charnela. Se toma sobre la paralela a la charnela y a partir de
la proyección horizontal del punto, una magnitud igual a la cota del punto, y luego,
con centro en el punto de corte de la perpendicular y la charnela y radio hasta el
punto determinado en la paralela a la charnela, se traza un arco de circunferencia
hasta cortar a la perpendicular a la charnela en un punto, que será el abatimiento
del punto dado.

Notas . — 1.a En el procedimiento general de abatimientos (fig. 188), al girar el


plano alrededor de la charnela hasta que coincida con el plano horizontal, puede
hacerlo en dos sentidos distintos, y, por consiguiente, la circunferencia de radio MA
corta en dos puntos al plano horizontal. Es decir que se pueden obtener dos abati-
mientos de un punto de un plano.

En el depurado también se obtienen esas dos posiciones del abatimiento de un


punto, puesto que la circunferencia de radio MA (fig. 189) corta en dos puntos a la
perpendicular A’M a la charnela.

Si bien se pueden obtener dos abatimientos diferentes de un punto de un plano


hay que tener en cuenta, al abatir un plano, que todos sus elementos deben abatirse en
el mismo sentido en que se abate el plano.

2.aObsérvese que el triángulo de abatimiento MA’A que se construye en el depu-


rado, se puede suponer como el triángulo MA’A del espacio (fig. 188) que se hace
girar alrededor de MA’ hasta colocar el punto A en el plano horizontal.

116. Abatimiento de un punto sobre el plano vertical. — Para obtener el abati-


miento de un punto cuando se abate el plano que lo contiene sobre el vertical de
proyección, se procede de una manera análoga a la del (N.° 114).

En ese caso, en la (fig. 188) se tendrá en lugar del plano H, el plano V, y en lugar
de α’ y A’ se tendrá α’’ y A

La charnela de abatimiento será entonces la traza vertical α’’ del plano, y razo-
nando como en el (N.° 114), podemos establecer la siguiente

REGLA. — Para obtener el abatimiento de un punto de un plano sobre el vertical


de proyección, se trazan desde su proyección vertical, una perpendicular y una pa-
ralela a la charnela. Se toma sobre la paralela a la charnela y a partir de la proyec-
ción vertical de punto, una magnitud igual al alejamiento del punto, y luego, con
centro en el punto de corte de la perpendicular y la charnela y radio hasta el punto
determinado en la paralela a la charnela, se traza un arco de circunferencia hasta
cortar a la perpendicular a la charnela en un punto, que será el abatimiento del
punto dado.

En consecuencia, si en un depurado (fig. 190) tenemos un plano α y queremos.


160
al abatir el plano sobre el vertical de pro-
yección, hallar el abatimiento de un punto
(A’, A’) de él, procedemos de la siguiente
manera: por A’’ trazamos una perpendicu-
lar y una paralela a la charnela α’’, ubica-
mos el punto A distando deA’’el alejamien-
to del punto dado, y luego con centro M y
radio MA trazamos un arco de circunferen-
cia hasta cortar a la perpendicular a la
charnela en el punto A2, que será el abati-
(Fig. 190) miento del punto A sobre el vertical de pro-
yección.

También en este caso un plano puede abatirse sobre el plano vertical, en dos
sentidos distintos, y, en consecuencia, se pueden obtener dos abatimientos diferentes
de un mismo punto de un plano.

117. Abatimiento de una recta.—Para obtener el abatimiento de una recta cuando


se abate el plano que la contiene, en general bastará con hallar el abatimiento de dos
de sus puntos, para que ellos determinen el abatimiento de la recta dada.

Sin embargo, teniendo en cuenta que todos los puntos de la charnela, que es eje
de giro, permanecen fijos, se deduce que el punto en que una recta corta a la charnela
permanecerá fijo y será un punto por donde pasará la recta abatida.

En consecuencia, bastará con hallar el abatimiento de un punto de una recta,


para que ese punto abatido y el punto fijo, intersección de la recta con la charnela,
nos determinen el abatimiento de la recta dada.

Por ejemplo, sean en la (fig. 191)


un plano α y una recta (r’, r’) del pla-
no, que abatiremos sobre el horizontal
de proyección.

Como la charnela es la traza α’


el punto fijo en que la recta r corta a
la charnela es la traza horizontal H’ de
la recta, cuyo abatimiento H1 coincide
con H’.

Luego, aplicando la Regla del (N.°


115), abatimos un punto cualquiera (A’,
A’) de la recta r y construyendo el trián-
gulo de abatimiento, determinamos en (Fig. 191)
A1 el abatimiento del punto A.
161
Ese punto abatido A1 y el punto fijo H1 ≡ H’ nos determinan el abatimiento r1 de
la recta dada.
Si en lugar de una recta cualquiera se tuviese una horizontal (h’, h’) del plano, se
procedería de la misma manera.
En este caso, el punto fijo, intersección de la recta h con la charnela, es el punto
impropio H1∞, puesto que las horizontales de un plano son paralelas a la traza hori-
zontal de éste (N.° 38).
Tomando entonces un punto cualquiera (A’ , A’) de la recta h, hallamos su abati-
miento A, y uniendo ese punto abatido con el punto fijo H1∞, obtenemos el abati-
miento h1 de la horizontal dada, lo que nos permite establecer que: al abatir un plano
sobre el horizontal de proyección, las horizontales del plano abatidas, son paralelas
a la traza horizontal del plano.
De una manera análoga se halla el abatimiento de una recta, cuando el plano que
la contiene se abate sobre el vertical de proyección. En ese caso, el punto fijo es la
traza vertical de la recta, por ser la intersección de la recta con la charnela, que es la
traza vertical del plano.
Análogamente se puede establecer que: al abatir un plano sobre el vertical de
proyección, las frontales del plano abatidas, son paralelas a la traza vertical del
plano.
118. Abatimiento de la traza no charnela de un plano. — En muchos casos, las
construcciones de abatimientos se simplifican bastante, hallando el abatimiento de la
traza del plano que no se ha elegido como charnela. Veamos cómo se obtiene.

Sea el plano α de la (fig. 192) que abatiremos sobre el plano horizontal, y por lo
tanto con charnela α’.

(fig. 192) (Fig 193)

Hallaremos el abatimiento de la traza vertical α’’, para lo cual, como α’’ es una
recta del plano α, procedemos como en el (N.° 117).
162
Se halla entonces el punto fijo H1 en que la recta α’’ corta a la charnela α’, y ese
punto fijo y el abatimiento de un punto cualquiera V de α’’ nos determinarán el aba-
timiento α’ 1, de la traza vertical.
Para hallar el abatimiento del punto (V’’, V’), se podría aplicar la Regla del (N.°
115), y construir el triángulo de abatimiento, pero no hay necesidad de ello.
En efecto, sabemos que V1, abatimiento del punto V, debe estar sobre la perpendicu-
lar a la charnela trazada por V’. Además, como el punto V dista de H1 la magnitud V’’H1
que se tiene sobre el plano vertical (fig. 192), al abatir el plano, como H1 queda fijo, el
abatimiento de V distará de H1 esa misma magnitud, o sea que V1, distará de H1, la
magnitud V’H1.
Por consiguiente, en el depurado (fig. 193), para hallar el abatimiento de un punto
(V’’, V’) de la traza vertical del plano, trazamos por V’ una perpendicular a la charnela y
luego, con centro en el punto de corte de las trazas del plano y radio hasta V’’,
trazamos un arco de circunferencia hasta cortar a la perpendicular a la charnela en un
punto V1, que será el abatimiento del punto V. Uniendo ese punto abatido V1 y el punto
fijo H1 se obtiene el abatimiento α’ 1 de la traza vertical del plano.
Análogamente se procedería para hallar el abatimiento de la traza horizontal de
un plano, cuando se lo abate sobre el vertical de proyección.
Obsérvese que al hallar el abatimiento de la traza no charnela, se obtiene en
verdadera magnitud el ángulo que forman las trazas del plano, puesto que al abatir el
plano (fig. 192) el ángulo 2, que forma α’’ con α’, tiene como abatimiento sobre el
plano horizontal el ángulo que forma α’’1 con α’.
Además, considerando la traza α’ y el plano vertical, la proyección de α’ sobre
ese plano es la línea de tierra. Por otra parte, sabemos de Geometría del Espacio, que
el ángulo que forma una recta con su proyección sobre un plano es menor que el
ángulo que forma la recta con cualquier otra recta del plano.
Por consiguiente, el ángulo 1 (fig. 192) que forma α’ con LT es menor que el
ángulo 2 que forma α’ con la recta α’’.
Como al abatir el plano, el ángulo 2 se tiene en el plano horizontal como el
ángulo formado por la charnela α’ y la traza abatida α’’ 1, podemos establecer la
siguiente
119. Propiedad . — Al abatir un plano, el ángulo que forma la charnela con la
línea de tierra, es menor que el ángulo que forma la traza abatida con la charnela.
Esos ángulos son iguales, en el caso particular en que el plano dado es perpendi-
cular al plano de proyección sobre el cual no se abate. En esos casos, el ángulo de las
trazas del plano es recto, y lo es también el ángulo que forma la charnela con la línea
de tierra.
Es lo que sucede cuando se abate sobre el horizontal un plano proyectante verti-
cal y cuando se abate sobre el vertical un plano proyectante horizontal.
163
120. Abatimiento de puntos y rectas utilizando la traza abatida. — Cuando se
quiere abatir cualquier elemento de un plano, no hay necesidad de construir ningún
triángulo de abatimiento como los de los (N.os 114 y 117), si previamente se halla la
traza abatida.

En efecto, sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 194) que abatiremos sobre el horizontal
de proyección.

Propongámonos abatir una recta cualquiera (r’ , r’) del plano.

En primer lugar, y procediendo como en el (N.° 118), hallamos la traza abatida


del plano. Para ello, considerando la traza vertical (V’’, V’) de la recta dada, trazamos
por V’ una perpendicular a la charnela y luego con centro el punto de corte de las
trazas y radio hasta V’, trazamos un arco de circunferencia hasta cortar a la perpendi-
cular a la charnela en el abatimiento V1 del punto V.

(Fig. 194)

Uniendo V1 con el punto de corte de las trazas del plano, obtenemos la traza
vertical abatida α’’1.

De esta manera, uniendo el punto V1, (abatimiento de V) con el punto fijo H1 ≡ H’


en que la recta r corta a la charnela, obtenemos el abatimiento de la recta dada.

Si se quisiera abatir una horizontal (h’, h) del plano α, hallamos su traza vertical
(Vh’’, Vh’). El abatimiento del punto Vh estará sobre la perpendicular a la charnela
trazada por Vh’, y como el punto Vh pertenece también a la traza vertical del plano, su
abatimiento se encontrará sobre el abatimiento α’ de la traza vertical del plano.

Es decir que, cortando con α’ la perpendicular a la charnela trazada por V’h,


obtenemos el abatimiento Vh1del punto Vh.
164
Por ese punto abatido pasará la horizontal abatida y, como sabemos del (N.° 117)
que debe ser paralela a α’, trazando por Vh1 una paralela a la charnela, obtenemos el
abatimiento h1 de la recta horizontal dada.

Si se quisiera abatir una frontal (f’’,f’) del plano α, hay que recordar del (N.° 39),
que las frontales de un plano son paralelas a la traza vertical de éste, y por consi-
guiente, al abatir un plano sobre el horizontal de proyección, las frontales del plano
abatidas son paralelas a la traza vertical abatida.

Por lo tanto, para abatir la frontal f de la (fig. 194), se trazará por el punto fijo
Hf1 ≡ H’f en que la recta y corta a la charnela, una paralela a la traza abatida α’ 1,
obteniendo así el abatimiento f1 de la frontal dada.

Para abatir un punto cualquiera (A’’, A’) del plano, bastará con trazar la horizon-
tal (h’, h’) del plano que pase por él.

Luego, como indicamos anteriormente, hallamos el abatimiento h1 de la hori-


zontal, y sobre la horizontal abatida y en la perpendicular a la charnela trazada por la
proyección horizontal A’,obtenemos el abatimiento A1 del punto dado.

También se podría abatir un punto cualquiera (B’, B’), utilizando la frontal (f’’,f’)
del plano que pase por el punto.

Se halla entonces, como indicamos anteriormente, el abatimientof1de la frontal,


y sobre la frontal abatida y en la perpendicular a la charnela trazada por la proyección
horizontal B’, obtenemos el abatimiento B1 del punto dado.

121. Regiones de un plano en el abatimiento. — Sea el plano α de la (fig. 195)


que abatiremos sobre el horizontal de proyección.

De acuerdo con lo expuesto en el (N.° 118), hallamos en α’ el abatimiento de la


traza vertical del plano.

Recordando lo expresado en el (N.° 35,


I), todos los elementos del plano que están
en el primer diedro, quedan comprendidos
entre α’’ y α’. Por lo tanto, al abatir el pla-
no, esos elementos abatidos quedarán en-
tre α’ que permanece fija y α’ 1 abatimien-
to de α’’.

Análogamente, todos los elementos del


plano que están en el segundo diedro, por
quedar comprendidos entre α’’ y la pro-
longación de α’1 al abatir el plano, sus aba-
(Fig. 195) timientos quedarán entre α’ 1 y la prolon-
gación de α’ que permanece fija.
165
En igual forma, todos los elementos del plano que están en el tercer diedro, por
quedar comprendidos entre las prolongaciones de α’ y de α’’, tendrán sus abatimien-
tos entre las prolongaciones de α’ y α’’1.

Finalmente, todos los elementos del plano que están en el cuarto diedro, por
quedar comprendidos entre α’ y la prolongación de α’’, tendrán sus abatimientos
entre α’ y la prolongación de α’ .

De acuerdo con esto, se ha indicado en la (fig. 195) las regiones del depurado en
que deben estar los abatimientos de los elementos del plano, según el diedro a que
pertenezcan.

Es decir que, por ejemplo, si consideramos un punto del plano α que esté en el
tercer diedro, al abatir el plano, el abatimiento del punto deberá encontrarse en la
región III de la (fig. 195).

De la misma manera, los puntos del plano α que pertenezcan a los diedros I,
II y IV, tendrán sus abatimientos en las regiones I, II y IV que se indican en la
(fig. 195).

122. Abatimiento de planos dados en posiciones particulares.

I. Planos paralelos a LT. — Para abatir estos planos, se emplean los procedimien-
tos indicados para los planos cualesquiera.

Por ejemplo, sea el plano α de la (fig. 196), que abatiremos sobre el horizontal
de proyección.

Para hallar la traza abatida, elegimos un punto (V’, V’) de la traza vertical, y
aplicando la Regla del (N.° 115) hallamos su abatimiento 1.V

El abatimiento de la traza vertical del plano queda entonces determinado por el


punto V1 y por el punto fijo H1∞ en que α’’ corta a la charnela y que es impropio.

Por lo tanto, el abatimiento α’ 1 de la traza vertical del plano es la recta paralela


a LT que pasa por V,.

Si se quiere abatir una recta (r’’, r’) del plano, se unirá el abatimiento Vf de su
traza vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinan-
do así el abatimiento r1 de la recta dada.

Para abatir un punto (A’ , A’) del plano, se puede aplicar la Regla del (N.°
115), o más sencillamente, se traza por el punto una recta (r’’, r’) del plano, se
halla como indicamos anteriormente su abatimiento r(, y trazando por A’ la per-
pendicular a la charnela, se determina sobre r1 en A1, el abatimiento del punto
dado.
166
Para hallar el abatimiento de la traza vertical, se puede recurrir también a la
tercera proyección sobre un plano de perfil π.

(Fig. 196)

En efecto, si hallamos en α’’’ (N.° 35, VII) la tercera proyección del plano dado,
la charnela será (α)’’’ y la traza vertical (α’’)’’’.

Como la charnela es paralela aLT, los giros que efectúan los elementos del plano
cuando se lo abate, se realizan en un plano de perfil, y, en consecuencia, se ven en
verdadera magnitud en tercera proyección.

Por consiguiente, para abatir la traza vertical, bastará con girar (α’ )’’ con centro
(α’)’’’ hasta cortar al plano horizontal en (α’’1)’’’, que será la tercera proyección del
abatimiento de la traza α’’.

Luego, volviendo esa traza abatida al depurado, y como sabemos que es paralela
a LT, obtenemos en α’ el abatimiento de la traza vertical del plano.

Análogamente se podría abatir el punto A, hallando su tercera proyección A’’,


abatiéndolo en A’’’1 y luego volver ese abatimiento al depurado para obtener en A1 el
abatimiento del punto dado.

Nota . — Obsérvese que, como las trazas de los planos paralelos a la línea de
tierra se cortan en el punto impropio de LT, la propiedad del (N.° 119) se transforma,
para estos planos, en la siguiente: la distancia de la charnela a la línea de tierra es
menor que la distancia de la traza abatida a la charnela.

II. Planos que pasan por LT. — Sean en la (fig. 197) un plano α determinado por
LT y el punto A, que abatiremos sobre el horizontal de proyección.
167
El abatimiento del plano queda defini-
do por el abatimiento del punto A, que se
obtiene en A1, aplicando la Regla del (N.°
115) y construyendo el triángulo de abati-
miento.

El abatimiento de una recta (r’ , r’) del


plano, se obtiene en r1, uniendo el punto fijo
H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela α’,
con el abatimiento A1 de un punto A de la
recta. (Fig. 197)

Además, con un razonamiento análogo al


efectuado para los planos paralelos a LT, se puede, para abatir el plano, utilizar la
tercera proyección sobre un plano de perfil π.

Es decir que, si hallamos en A’’’ la tercera proyección del punto dado, girándolo
con centro en la charnela (α’)’’’, lo abatimos sobre el plano horizontal en A’’’1.Luego,
volviendo ese punto abatido al depurado, y sobre la perpendicular a la charnela traza-
da por A’, obtenemos en A1 el abatimiento del punto dado.

III. Planos proyectantes verticales. — Sea en la (fig. 198) un plano α proyectante


vertical que abatiremos sobre el horizontal de proyección.

Para hallar la traza abatida, elegimos un


punto (V’’, V’) de la traza vertical y, de acuer-
do con lo expresado en el (N.° 118), obtene-
mos su abatimiento V1. Uniendo ese punto
abatido con el punto fijo en que la traza ver-
tical α’’ corta a la charnela α’, determinamos
en α’’1 el abatimiento de la traza vertical del
plano.

Para abatir un punto (A’’, A’) del plano,


se puede aplicar la Regla del (N.° 115), o (Fig. 198)
más sencillamente, se traza por el punto una
horizontal (h’’, h’) del plano, se halla su
abatimiento h1 sabiendo que debe ser paralela a la charnela, y trazando por
A’ la perpendicular a la charnela, se determina en A1 el abatimiento del punto
dado.

Para abatir una recta (r’, r’) de plano, se unirá el abatimiento de su traza
vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinando así
el abatimiento r1 de la recta dada.
168
Nótese que en este caso, y de acuerdo con lo indicado al final del (N.° 119), el
ángulo que forma la charnela con la línea de tierra es igual al ángulo que forma la
traza abatida con la charnela, y mide 90°.

IV. Planos proyectantes horizontales. — Sea en la (fig. 199) un plano α proyectante


horizontal que abatiremos sobre el horizontal de proyección.

Para hallar la traza abatida, procedemos como en el caso anterior, abatiendo un


punto (V’’, V’) de la traza vertical, y uniendo su abatimiento V1 con el punto fijo
determinamos en α’’( la traza vertical abatida.

Si se quiere abatir un punto (A’ , A’) del plano,


al aplicar la Regla del (N.° 115) se observa que la
distancia de la proyección horizontal A’ a la
charnela, vale cero. Por consiguiente, el triángu-
lo de abatimiento tiene un cateto igual a cero, y
se transforma en una recta. O sea, que la
hipotenusa es igual al cateto que mide la cota del
punto dado.

Por lo tanto, para abatir el punto A, se traza por


A’ la perpendicular a la charnela y tomando a par-
tir de ésta una magnitud igual a la cota del punto,
(Fig. 199) se obtiene en A1 el abatimiento del punto A.

Para abatir una recta (r’ , r’) del plano, se unirá el abatimiento V1 de su traza
vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinando así
el abatimiento de la recta dada.

El abatimiento de cualquiera de estos planos sobre el vertical de proyección, se


efectúa con procedimientos completamente análogos a los anteriormente indicados
para abatirlos sobre el horizontal de proyección.

123. Abatimiento sobre planos paralelos a los planos de proyección. — En


ciertos casos en que las trazas de un plano se encuentran fuera de los límites del
depurado, o que su utilización presenta alguna dificultad, no es posible emplearlas
como charnela para abatir el plano sobre uno de los planos de proyección.

Convendrá entonces abatir el plano sobre un plano paralelo a uno de los planos
de proyección.

Sea por ejemplo en la (fig. 200) un plano (α’’, α’) que abatiremos sobre el plano
horizontal ω’’.

De acuerdo con la definición del (N.° 112), la charnela de abatimiento será la


horizontal (h’, h’), intersección del plano dado α con el plano horizontal ω sobre el
cual se abate.
169
Para abatir un punto (A’’, A’), si conside-
ramos el plano ω como plano horizontal de
proyección, se podrá aplicar la Regla del (N.°
115) para obtener el abatimiento de A sobre
ese plano.

Pero como el plano ω es paralelo al ho-


rizontal, toda figura de ese plano se proyec-
ta sobre el horizontal según una figura igual,
y, por consiguiente, las relaciones entre la
proyección y el abatimiento del punto sobre
ω no cambiarán cuando estos elementos sean
(Fig. 200)
proyectados sobre el horizontal de proyec-
ción.

En consecuencia, para abatir el punto A, trazamos por A’ una perpendicular a la


charnela h’ y una paralela a la charnela, en la cual tomamos a partir de A’ una magni-
tud c igual a la cota del punto con respecto al plano ω.

Luego, con centro en el punto de corte M de la perpendicular y la charnela, y con


radio hasta el punto determinado en la paralela a la charnela, se traza un arco de
circunferencia hasta cortar a la perpendicular a la charnela en el punto A1, que será el
abatimiento del punto dado.

Si se quisiera abatir una recta (r’’, r’) del plano, determinamos como ante-
riormente el abatimiento A1 de un punto A de la recta, y uniendo A1 con el punto
fijo R1 = R’en que la recta corta a la charnela, obtenemos el abatimiento r1 de la
recta dada.

De una manera completamente análoga se abate un plano dado sobre un plano


paralelo al vertical de proyección. En ese caso, la charnela es una recta frontal, inter-
sección del plano dado con el plano sobre el cual se abate.

124. Afinidad entre la proyección y el abatimiento de los elementos de un


plano. — Se dice que dos figuras de un mismo plano son homológicas, cuando puntos
y rectas de una figura tienen como correspondientes puntos y rectas de la otra figura
y de tal manera que: las rectas que unen puntos homólogos concurren a un punto fijo,
denominado centro de homología, y las rectas homólogas se cortan en puntos de una
recta fija, denominada eje de homología.

Cuando el centro de homología es un punto impropio, es decir, cuando las rectas


que unen puntos homólogos son paralelas a una dirección, la homología se denomina
afinidad.
170
De acuerdo con estas definiciones, se observa que entre la proyección sobre un
plano y el abatimiento sobre éste de los elementos de un plano dado, existe una
relación de afinidad.

En efecto, si por ejemplo abatimos un plano sobre el horizontal de proyec-


ción, sabemos que: 1.°) la proyección horizontal y el abatimiento de cada punto
del plano, se encuentran sobre una misma perpendicular a la charnela, y 2.°) la
proyección horizontal de cada recta del plano y su abatimiento, se cortan en pun-
tos de la charnela.

Por lo tanto, existe una afinidad entre las proyecciones horizontales de los
elementos del plano y sus abatimientos, en la cual, el centro de afinidad es el
punto impropio de la dirección perpendicular a la charnela y el eje de afinidad es
la charnela.

De acuerdo con esta propiedad, para obtener el abatimiento de cualquier


elemento del plano, conocida su proyección sobre el plano de abatimiento,
bastará con fijar la charnela y el abatimiento de un punto. De esta manera,
se tendrá el centro de afinidad, el eje y un par de puntos afines, con lo cual, el
abatimiento de cualquier elemento del plano será el afín de su proyección sobre
el plano de abatimiento y su obtención dará origen a un problema sencillo de
afinidad.

Así, por ejemplo, si en la (fig. 201) se tiene un plano α y la proyección hori-


zontal A’B’C’de un triángulo contenido en el plano, hallaremos su abatimiento por
afinidad.

Al abatir el plano sobre el horizontal de proyección, el eje de afinidad es α’ y el


centro de afinidad, la dirección O∞ normal a la charnela.

Para establecer la afinidad entre la pro-


yección horizontal y el abatimiento, halla-
mos el abatimiento de un punto cualquiera
A y construyendo el triángulo de abatimien-
to de acuerdo con la Regla del (N.° 115),
obtenemos A1.

Tenemos así un par de puntos afines A’


y A1, el eje α’ y el centro O∞.

Trazamos entonces la recta m’ = A’B’


que corta al eje de afinidad en H’ = H1 y
cuya recta afín m1 pasa por ese punto y por
(Fig. 201) A1, afín del punto A’.
171
Luego, como los puntos afines se encuentran alineados con O∞, el punto B1,
afín del B’, se encontrará en la recta m1, afín de m’, y alineado con B’ y O∞.

Obtenemos así B1, abatimiento del punto B.

Del mismo modo, uniendo A’ con C’tenemos una recta n’, cuya recta afín n1 pasa
por A1 y por el punto en que n’ corta al eje de afinidad.

Luego, C1 estará en la recta n1, afín de n’, y alineado con C’ y O∞.

Tenemos así C1, abatimiento del punto C.

Uniendo entonces los puntos A1,B1 y C1, se tendrá el abatimiento del triángulo
dado. (Como comprobación gráfica, las rectas B’C’y B1C1 deben cortarse sobre la
charnela α’).

Este procedimiento se ha utilizado, aunque sin indicarlo especialmente, en el


método de abatimientos del (N.° 120).

Análogamente se establecería la afinidad entre la proyección vertical de cual-


quier elemento de un plano y su abatimiento sobre el plano vertical de proyección.

LEVANTAMIENTOS

Ya hemos dicho, al comienzo de este capítulo, que el levantamiento de un plano


abatido es la operación que consiste en volver el plano a su posición n el espacio.

A continuación veremos qué procedimiento se sigue cuando se da un plano aba-


tido, para obtener el levantamiento del plano y de cualquier elemento del mismo, es
decir, para obtener las proyecciones que los definen en el espacio.

Para ello consideraremos las diferentes maneras en que puede definirse un plano
abatido.

125. Primer caso. — Dado un plano abatido sobre el horizontal de proyección,


por la charnela, la proyección horizontal de un punto y su abatimiento, levantar
cualquier elemento del plano.

Sean en la (fig. 202) la charnela α’, la proyección A’ y el abatimiento A1, que, de


acuerdo con el (N.° 114), deben estar en una misma perpendicular a la charnela.

Con estos elementos, el plano queda definido, puesto que tenemos una recta y un
punto de él.

De acuerdo con lo expresado en el (N.° 114) al obtener el abatimiento de un


172
punto, el punto A estará simado en el plano α y en el plano perpendicular a α’ que
pasa por A’ y A1, y distando de α’ una magnitud MA1.

Para determinar entonces el punto A,


conocidas A’ y A1, habrá que efectuar en
sentido inverso, las construcciones reali-
zadas para hallar su abatimiento.

Por consiguiente, aplicando en sentido


inverso la Regla del (N.° 115), trazamos
por A’ la perpendicular y la paralela a la
charnela. Como conocemos la distancia
MA1, con centro M y radio MA1 trazamos
un arco de circunferencia hasta cortar a la
paralela a la charnela en el punto A. De
esta manera hemos reconstruido el trián-
gulo de abatimiento, y la distancia AA’ será
(Fig. 202) la cota del punto A.

Luego, en la línea de correspondencia de A’ y con esa cota, ubicamos A’’.


Si se quisiera hallar la traza vertical del plano, bastará con trazar la horizontal
(h’, h’) que pasa porA, obtener su traza vertical (V’, V’), y la traza α’’quedará enton-
ces determinada por V’’ y por el punto de corte de α’ con LT.

Para levantar una recta cualquiera r1, levantamos dos de sus puntos. Uno de
ellos se halla de inmediato y es el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela,
y cuyas proyecciones son H’y H’.

Como segundo punto a levantar de la recta r1, elegimos el Rx que, además,


pertenece a la horizontal abatida h1 trazada por A1.

Como conocemos el levantamiento (h’, h’) de la horizontal, en la perpendicular


a la charnela trazada por y sobre h’, hallamos la proyección R’. En la línea de
correspondencia de R’ sobre h’ obtenemos R’.

Uniendo entonces R’ con H’’ y R’ con H’, obtenemos las proyecciones (r’, r’) de
la recta abatida, con lo cual queda efectuado su levantamiento.

Si en lugar de levantar el punto R( por medio de la horizontal auxiliar, se quisiera


levantar otro punto cualquiera de r1, se podría reconstruir el triángulo de abatimiento
para ese punto.

Dicho triángulo sería semejante al triángulo AA’M y, construyéndolo, se hallaría


la proyección horizontal del punto y el valor de su cota.
Análogamente se procedería si el plano abatido lo fuese sobre el plano vertical
de proyección.
173
126. Segundo caso. — Dado un plano abatido sobre el horizontal de proyección
por la charnela y el abatimiento de la traza vertical, levantar cualquier elemento del
plano.

Sean en la (fig. 203), la charnela α’ y la traza abatida α’ 1, que pueden ser cuales-
quiera, con la única condición de cortarse en LT y cumplir la condición angular que
expresa la Propiedad del (N.° 119).

Obsérvese que en este caso el plano queda determinado por dos rectas del mis-
mo, puesto que se da la charnela, el abatimiento de la traza vertical α’’1 y la proyec-
ción horizontal de la traza vertical que es la línea de tierra.

En primer lugar hallaremos la


traza vertical del plano, para lo
cual efectuamos, en sentido inver-
so, la construcción del (N.° 118)
que permite obtener α’’.

Para ello, tomamos un punto


Vt de la traza abatida y trazando
por él la perpendicular a la
charnela, determinamos en LT la
proyección horizontal V’. Luego,
con centro en el punto de corte
de las trazas y radio hasta V1, tra-
zamos un arco de circunferencia (Fig. 203)
hasta cortar a la línea de corres-
pondencia de V’en un punto que será V’’. Uniendo entonces V’’ con el punto de
corte de las trazas, determinamos en α’’ el levantamiento de la traza vertical del
plano dado.

Para levantar una recta abatida r1,levantaremos dos de sus puntos. Uno de ellos
se obtiene de inmediato, y es el punto fijo1H ≡ H’ en que la recta corta a la charnela
y cuyas proyecciones son H’ y H’.

Como segundo punto a levantar se elige el V1, abatimiento de la traza vertical de


la recta, cuyas proyecciones V’ y V’’ se obtienen como anteriormente.

Uniendo V’’ con H’ y V’ con H’ obtenemos las proyecciones (r’, r’) de la recta r,
con lo cual queda efectuado su levantamiento.

Para levantar un punto A1, se puede trazar por el punto abatido una recta abatida
cualquiera, levantar ésta como hemos explicado anteriormente, y luego ubicar las
proyecciones del punto sobre las proyecciones de la recta.
174
En general, conviene trazar por A1 una frontal abatida f1, cuya proyección hori-
zontal f’ pasará por el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela y será
paralela a LT. La proyección vertical f’’ pasará por H’ (proyección vertical de H’) y
será paralela a α’’.

Luego, trazando por A, la perpendicular a la charnela, ubicamos sobref’ la pro-


yección A’ y sobre f’’ y en la línea de correspondencia de A’, hallamos la restante
proyección A’, con lo cual queda levantado el punto A.

Análogamente se puede utilizar la horizontal abatida h1 que pasa por A1, y


procediendo en sentido inverso al del (N.° 120), hallar sus proyecciones h’’ y h’
luego se ubican las proyecciones del punto A sobre las proyecciones de la horizon-
tal auxiliar.

Nota . — Obsérvese que según la región del depurado en que esté el punto abati-
do, al efectuar su levantamiento, las proyecciones del punto deben corresponder al
diedro a que pertenece el punto abatido.

Así por ejemplo, si se tiene el punto A entre α’ y α’’, de acuerdo con lo expresa-
do en el (N.° 121), el punto pertenece al primer diedro y, en consecuencia, al efectuar
su levantamiento, sus proyecciones deben estar, A’’ por encima y A’ por debajo de LT,
tal como corresponde a un punto del primer diedro.

127. Levantamiento de planos dados en posiciones particulares. — Para efec-


tuar el levantamiento de esos planos, se procederá análogamente que para el levanta-
miento de un plano cualquiera (N.os 125 y 126). En cada caso, y según sea el plano
abatido que se tenga, se efectuarán en sentido inverso, las operaciones que permiten
efectuar su abatimiento (N.° 122), obteniendo de esa manera el levantamiento del
plano dado.

Para los planos paralelos a LT y que pasan por LT, se podrá también utilizar la
tercera proyección sobre un plano de perfil, para determinar sus levantamientos.

APLICACIONES DEL MÉTODO DE LOS ABATIMIENTOS (*)

Aplic. 1.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia entre dos puntos

Sean los puntos (A’’, A’) y (B’’, B’) de la (fig. 204).

(*) Las aplicaciones del método de los abatimientos a problemas de ángulos, se tratarán detalladamente
en el próximo capítulo.
175
Si consideramos un plano cualquiera que
pase por los puntos y abatimos el plano, y con él
los dos puntos, el segmento de recta que determi-
nan los dos puntos abatidos, por estar en un pla-
no de proyección, será, en verdadera magnitud,
la distancia entre los puntos dados.

Por lo tanto, trazamos el plano proyectante


horizontal (ω’’, ω’) que contiene a los puntos A y
B. Luego, abatimos el plano ω sobre el horizon-
tal de proyección, y de acuerdo con lo expresado
en el (N.° 122) trazamos por A’ y B’ las perpendi-
culares a la charnela, y tomando sobre esas per-
pendiculares las cotas de A’’y B’ , y obtenemos (Fig. 204)
en A1y B1 los abatimientos de los puntos Ay B.

Por consiguiente, la distancia d = A1B1 es, en verdadera magnitud, la distancia


entre los puntos dados.

Aplic. 2.a Determinar la verdadera magnitud de la distancia de un punto a una


recta.

Sean en la (fig. 205) un punto (P’, P’) y una recta (r’’, r’).

Si consideramos el plano que determinan el punto y la recta, y abatimos el plano


y con él el punto y la recta, el segmento de perpendicular trazado del punto abatido a
la recta abatida, por estar en un plano de proyección, será, en verdadera magnitud, la
distancia del punto a la recta.

Por lo tanto, considerando el plano que


forman el punto P y la recta r, lo abatiremos
sobre el plano horizontal ω que pasa por P.

De esta manera, la charnela de abati-


miento será la recta horizontal (h’, h’), in-
tersección del plano de abatimiento ω con
el plano de P y r.

Para abatir la recta r, abatimos un pun-


to cualquiera (R’, R’) de ella (N.° 123) y
construyendo el triángulo de abatimiento
de la figura, obtenemos enR1 el abatimien-
to del punto R. Uniendo R1 con el punto
fijo M1 ≡M’ en que la recta corta a la char-
(Fig. 205) nela, determinamos en r1 el abatimiento
de la recta dada sobre el plano ω.
176
El punto P, por pertenecer a la charnela, queda fijo y coincide con su abatimien-
to, es decir que P1 ≡ P’.

En consecuencia, el segmento de perpendicular d trazado desde el punto aba-


tido P1 a la recta abatida r(, es, en verdadera magnitud, la distancia del punto P a
la recta r.

Aplic. 3.a Dado un plano, y en él un punto, hallar una recta del plano que pase
por el punto y tal, que la distancia entre sus trazas sea una magnitud dada.

Sean en la (fig. 206) un plano α y un punto (P’, P’) del plano. Hallaremos una
recta del plano, que pase por P y tal que la distancia entre sus trazas sea d.

Abatimos el plano dado sobre el hori-


zontal de proyección, y abatiendo el pun-
to (V’’, V’), obtenemos por medio de su
abatimiento 1, el abatimiento α’ 1 de la
V
traza vertical.

Luego, abatiendo en h1 la horizontal que


pasa por P, obtenemos sobre ella, el abati-
miento P del punto dado.

Si entonces trazamos una recta abatida


r1, que pase por P1 y tal que el segmento de
recta V1H1 comprendido entre α’y α’ 1 mida
la magnitud d, ese será el abatimiento de la
(Fig. 206) recta buscada, puesto que es una recta del
plano que pasa por el punto dado y la dis-
tancia entre sus trazas mide d.

Para efectuar el levantamiento de la recta r(, unimos el punto fijo de la charnela


H1 ≡ H’ con P’y obtenemos la proyección horizontal r’. Luego, uniendo H’ (proyec-
ción vertical de H’) con P’ obtenemos la proyección vertical r’’.

De esta manera (r’, r’) es la recta buscada.

Aplic. 4.a Dado un plano y un punto exterior a él, hallar una recta del plano que
diste una magnitud dada del punto dado.

Sean en la (fig. 207) un plano α y un punto (P’, P’). Hallaremos una recta del
plano que diste de P la magnitud d.

Todas las rectas que distan la magnitud d del punto P, son tangentes a una esfera
de centro P y radio d. Interesa hallar una de esas tangentes contenidas en el plano α.

Por lo tanto, hallamos la intersección del plano, con la esfera de centro P, que
será la circunferencia de la (fig. 208) de centro O y radio r (cateto del triángulo
177

rectángulo que tiene como otro cateto la distancia PO del punto al plano y como
hipotenusa la magnitud d).

Cualquier tangente t a esa circunferencia de


centro O será la recta buscada, contenida en α y
distando d del punto P. Por lo tanto, en la (fig. 207)
trazamos la recta (p’, p’) que pasa por P y es per-
pendicular al plano α. Hallamos luego, por medio
del plano proyectante auxiliar ω (N.° 51), el punto
(O’’, O’) en que esa perpendicular p corta al plano (Fig. 208)
dado.

Tenemos así determinado el segmento PO, distancia del punto al plano. Girando
ese segmento (Aplicación 1.a de la pág. 148) hasta colocarlo horizontal, hallamos en
P’1O’ su verdadera magnitud.

(Fig. 207)

Construimos aparte un triángulo rectángulo que tenga como uno de sus catetos
la distancia P’1O’ y como hipotenusa la magnitud dada d. El otro cateto será el
radio r de la circunferencia a trazar.

Por lo tanto, abatimos el plano α y con él el punto O en O1. Trazamos luego la


circunferencia de centro O1 y radio r, y una tangente t1 a esa circunferencia será el
abatimiento de la recta buscada.

Para hallar sus proyecciones, efectuamos el levantamiento de uno de sus pun-


tos T1, levantando la recta auxiliar T1 O1 que pasa por él (N.° 120).
178
De esta manera, el punto (T’, T’) y el punto fijo (H’’, H’) en que la recta corta a la
charnela, nos determinan las proyecciones (t’ , t’) de la recta buscada, contenida en el
plano dado y distando la magnitud d del punto P.

Este problema admite infinitas soluciones, que son las infinitas tangentes
que se pueden trazar en el plano α a la circunferencia de centro O y radio r. Por lo
tanto, la recta a determinar, puede satisfacer además alguna otra condición de
pertenencia.

Aplic. 5.a Dada una recta r y un punto P de ella, hallar otra recta que sea
ortogonal con ry tal que la mínima distancia entre ambas rectas tenga una magnitud
dada y un extremo en el punto P.

Sean en la (fig. 209) una recta (r’’, r’), un punto (P’, P’) de ella y una magnitud
dada d.

Todas las rectas ortogonales con r en


las condiciones pedidas, estarán conteni-
das en un plano perpendicular a la recta r
en el punto P. Para que además la mínima
distancia tenga la magnitud d, la recta bus-
cada deberá ser tangente a una circunfe-
rencia de ese plano, con centro en el punto
P y radio d.

Por lo tanto, en el depurado trazamos,


empleando la horizontal auxiliar (h’, h’),
un plano perpendicular a la recta r en el
punto P (N.° 66).

(Fig. 209) Luego abatimos el punto P en P1 y tra-


zamos la circunferencia de centro P1 y ra-
dio la magnitud d. Cualquier tangente t1 a
esa circunferencia, será el abatimiento de
la recta buscada.

Para hallar sus proyecciones, levantamos el punto R1, intersección de la tangente


t1 con h1, y en la recta (h’, h’) obtenemos su levantamiento (R’, R’).

Uniendo el punto (R’, R’) con el punto fijo (H’, H’) en que la recta corta a la
charnela, se obtienen en (t’, t’) las proyecciones de la recta buscada.

Este problema, como el anterior, admite infinitas soluciones, por lo cual, la recta
a determinar puede satisfacer además alguna otra condición de pertenencia.
179
Aplic. 6.a Dados un punto y una recta, girar el punto un ángulo dado alrededor
de la recta.

Esta aplicación nos indica la forma de girar un elemento dado alrededor de un


eje cualquiera, utilizando abatimientos. Problema éste que hemos resuelto por otros
métodos en el (N.° 111).

Sean en la (fig. 210) una recta (r’ , r’) y un punto (A’’, A’) que giraremos un
ángulo θ alrededor de la recta dada.

De acuerdo con las leyes del movimiento de giro del (N.° 91), el punto A gira en
un plano que pasa por él y es perpendicular a la recta eje de giro, y en ese plano
describe un arco de circunferencia de medida θ, con centro en el punto de corte de la
recta y el plano.

Por lo tanto, trazamos (N.° 66) por


medio de la horizontal auxiliar (h’, h’), el
plano α que pasa por A y es perpendicular
al eje de giro r.

Luego hallamos, con el plano


proyectante auxiliar ω (N.° 51), el punto
(O’, O’), intersección de la recta r con el
plano ω . Ese punto será el centro de giro.

Después abatimos el plano α y con él


los puntos Ay O, obteniendo A1 y O1.

Podemos entonces, en el abatimiento,


girar el punto A1 un ángulo θ alrededor de
O1, obteniendo en 1A1 el abatimiento del
punto girado (hay dos soluciones según sea (Fig. 210)
el sentido del giro).

Para hallar las proyecciones del punto girado, efectuamos su levantamiento. Tra-
zamos así la recta auxiliar 1A1O1, cuya proyección horizontal pasa por el punto fijo
H1 ≡ H’ de la charnela y por O’. De esta manera, en la perpendicular a la charnela
trazada por 1A1 y sobre H’O’, hallamos la proyección 1A’, y en su línea de coπespon-
dencia y sobre H’ O’ obtenemos 1A’.

Luego, 1A’ y 1A’ serán las proyecciones del punto girado.

Aplic. 7.a Dado un plano y en él un punto A, hallar las proyecciones de un


triángulo equilátero de lado 8 mm. situado en el plano, con un vértice en A y un lado
horizontal.

Sean en la (fig. 211) un plano α y un punto (A’’, A’) del plano.


180
Para construir la figura que cumpla las condiciones pedidas, abatimos el plano dado
y con él el punto A. Luego construimos la figura abatida y efectuando su levanta-
miento se tendrán las proyecciones buscadas.
Para ello, abatimos el plano α sobre el hori-
zontal de proyección, y de acuerdo con lo expre-
sado en el (N.° 118) obtenemos por medio del
abatimiento V1 del punto V, el abatimiento α’
de la traza vertical del plano. Después hallamos
el abatimiento h1 de la horizontal (h’, h’) que pasa
por el puntoA, y sobre A1 ubicamos el abatimien-
to A1 del punto dado.
Construimos entonces el abatimiento del
triángulo equilátero pedido, de lado 8 mm., con
un vértice en A1 y un lado B1C1 paralelo a α’ y (Fig. 211)
por lo tanto horizontal.
Para hallar el levantamiento del lado horizontal m1, levantamos su traza vertical
M1, obteniendo M’ y M’ . Las proyecciones se obtienen en m’, pasando por M’ y
paralela a α’ y m’ , pasando por M’ y paralela a LT.
Trazando entonces por B1 y C1 las perpendiculares a la charnela y cortándolas
con m’, obtenemos las proyecciones horizontales B’y C’, y en sus líneas de corres-
pondencia y sobre m’ obtenemos B’ y C’ .
Uniendo A’’ con B’ y C’ , y uniendo A’ con B’ y C’ quedan determinadas las
proyecciones del triángulo pedido.
Aplic. 8.a Dado un plano y en el dos puntos Ay B, hallar las proyecciones de un
rombo situado en el plano, con un lado AB y dos lados frontales.
Sean en la (fig. 212) un plano α y dos puntos (A’, A’) y (B’, B’) situados en una
recta r del plano.
Procediendo como en el caso anterior,
abatimos el plano α sobre el horizontal de
proyección, y por medio del abatimiento
V1 del punto V, obtenemos el abatimiento
α’ 1 de la traza vertical.
De esta manera el abatimiento r1 de la
recta AB pasará por V1 y por el punto fijo
1≡ H’ en que la recta corta a la charnela.
H
Luego, sobre r1 y en las perpendicula-
res a la charnela trazadas por A’ y B’, obte-
nemos los abatimientos A1 y B1 de los pun-
tos dados.
(Fig. 212)
181
Construimos entonces el abatimiento del rombo pedido, con un ladoA1B1 y dos
lados A1D1 y B1C1 paralelos a α’’1 y por lo tanto frontales.

Los levantamientos de estos lados f1 y m1 se obtienen de inmediato (N.° 126),


puesto que las proyecciones horizontales f’ y m’ pasan por los puntos fijos F1 ≡ F’ y
M1 ≡ M’ de la charnela y son paralelas a LT. Las proyecciones verticales f’’ y m’ ,
pasan por F’ y M’’ y son paralelas a la traza α’’.

Trazando luego por D1 y C1 las perpendiculares a la charnela y cortándolas res-


pectivamente, con f’ y m’, obtenemos las proyecciones horizontales D’ y C’, y en sus
líneas de correspondencia, y sobre f’’ y m’, obtenemos D’’ y C’’.
Uniendo B con C, C con Dy D con A, quedan determinadas en A’’B’’C’’D’ y
A’B’C’D’ las proyecciones del rombo pedido.

Como comprobación gráfica, las proyecciones de la recta CD deben resultar


paralelas a las proyecciones homónimas de la recta AB, puesto que ambas rectas son
paralelas entre sí, por ser lados opuestos de un rombo.

Aplic. 9.a Determinar las proyecciones de una circunferencia situada en un pla-


no dado, conociendo su centro y su radio.
Sean en la (fig. 213) un plano α y un punto (O’, O’) del plano. Hallaremos las
proyecciones de una circunferencia simada en el plano α, de centro O y radio r.

Para ello utilizaremos una propiedad de Geometría que establece: la proyección


de una circunferencia sobre un plano es una elipse y dos diámetros perpendiculares
de la circunferencia tienen como proyecciones dos diámetros conjugados de la elipse
proyección.
Abatimos el plano α y hallando en O1 el abatimiento del centro de la circunfe-
rencia, trazamos con centro O1 y radio r, el abatimiento de la circunferencia pedida.

Efectuando entonces el levantamiento de puntos de la circunferencia, obtendre-


mos sus proyecciones que nos determinarán las elipses proyecciones de la circunfe-
rencia dada.

Así por ejemplo, considerando un punto cualquiera M1, efectuamos su levanta-


miento y obtenemos sobre la recta auxiliar OM que pasa por el punto, sus proyeccio-
nes M’’y M’.

Si queremos obtener la tangente a la circunferencia en el punto M, trazamos la


tangente t1 en M1, y efectuando su levantamiento unimos el punto fijo en que t1 corta
a la charnela con M’, obteniendo la proyección horizontal t’ que será tangente a la
elipse proyección horizontal en el punto M’ (*).

(*) Se demuestra que la proyección de la tangente en un punto de una curva, es tangente a la curva
proyección en el punto correspondiente.
182
Uniendo la proyección vertical del punto fijo de la charnela con M’, obtenemos
la proyección vertical t’’ de la tangente a la circunferencia, que será tangente a la
elipse proyección vertical en el punto M’.

1.° Proyección horizontal. — Como la proyección horizontal de la circunferen-


cia es una elipse, para construirla más fácilmente que por levantamiento de puntos,
interesa hallar sus ejes, pues conocidos éstos, hay varios métodos que permiten hallar
puntos de una elipse.

El eje mayor, es el mayor de los diámetros de la elipse, y, como cada diámetro de


la circunferencia abatida tiene como proyección horizontal un diámetro de la elipse
proyección, el diámetro mayor será aquel que se proyecta en verdadera magnitud
sobre el plano horizontal, es decir, el diámetro horizontal.

Luego, considerando el abatimiento A1B1 del diámetro horizontal (será


paralelo a la charnela), efectuamos su levantamiento y hallamos su proyección
horizontal A’B’ que será el eje mayor de la elipse proyección horizontal y su
proyección vertical A’’B’ que será un diámetro cualquiera de la elipse proyec-
cion vertical.

El eje menor será el diámetro conjugado del A’B’, o sea la proyección horizontal
del diámetro C1D1 que es perpendicular a A1B1.

Efectuando entonces por medio de horizontales auxiliares el levantamiento


de Ci y D|, obtenemos el eje menor C’D’ de la elipse proyección horizontal, y su
proyección vertical C’D’’ que será el diámetro de la elipse proyección vertical,
conjugado del A’ B’’.

Tenemos así los ejes A’B’y C’D’ de la elipse proyección horizontal y las tangen-
tes en los extremos de los ejes, que son perpendiculares a ellos.

También se han obtenido dos diámetros conjugados A’B’’y C’D’ de la elipse


proyección vertical y las tangentes en los extremos de cada diámetro, que serán para-
lelas al diámetro conjugado respectivo (*). Las tangentes en A’’ y B’ serán paralelas
a C’D’ y las tangentes C’ y D’ serán paralelas a A’’ B’’.

2.° Proyección vertical. — Para hallar los ejes de la elipse proyección vertical,
procedemos como anteriormente.

El eje mayor de la elipse proyección vertical, será entonces la proyección verti-


cal del diámetro de la circunferencia que se proyecta en verdadera magnitud sobre el
plano vertical, es decir, el diámetro frontal.

(*) Se demuestra en Geometría que las tangentes a una cónica de los extremos de un diámetro, son
paralelas al diámetro conjugado respectivo.
183
Luego, considerando el abatimiento F1 del diámetro frontal (será paralelo a la
traza abatida), efectuamos su levantamiento y hallamos su proyección vertical E’ F’
que será el eje mayor de la elipse proyección vertical, y su proyección horizontal E’F’
que será un diámetro de la elipse proyección horizontal.

(Fig. 213)

El eje menor será la proyección vertical del diámetro conjugado del EF, o sea la
proyección vertical del diámetro G1 H1 que es perpendicular a E1 F1.

Efectuando entonces el levantamiento de G1 y H1 obtenemos el eje menor G’H’


de la elipse proyección vertical, y su proyección horizontal G’H’ que será el diámetro
de la elipse proyección horizontal, conjugado del EF.

Tenemos así los ejes E’ F’ y G’ H’ de la elipse proyección vertical y las tangen-


tes en los extremos de los ejes, que son perpendiculares a ellos.

Además se han obtenido los diámetros conjugados E’F’ y G’H’ de la elipse pro-
yección horizontal y las tangentes en los extremos de cada diámetro que serán para-
184
lelas al diámetro conjugado respectivo (las tangentes en E’ y F’ serán paralelas a G’H’
y las tangentes en G’ y H’ serán paralelas aE’F’).

En consecuencia, para cada elipse proyección se tienen los ejes, ocho puntos A,
B, C, D, E, F, G, H y las tangentes en cada uno de ellos.

Con esos elementos se pueden construir fácilmente las elipses proyecciones, sin
necesidad de hallar más puntos.

3.° Hallar las tangentes a la circunferencia que pasen por un punto dado o sean
paralelas a una dirección dada, o sean paralelas a un plano dado.

Para hallar las tangentes a la circunferencia que pasan por un punto P (que nece-
sariamente debe estar en el plano de la circunferencia), se halla el abatimiento P1 del
punto P, se trazan desde P1 las tangentes a la circunferencia abatida, y efectuando sus
levantamientos se tendrán las tangentes buscadas que pasan por P.

De una manera análoga se hallan las tangentes paralelas a una dirección dada del
plano de la circunferencia. Es el caso anterior cuando el punto P es un punto impro-
pio D∞ .

Para hallar las tangentes paralelas a un plano dado, se trazarán las tangentes
paralelas a la intersección del plano dado con el plano de la circunferencia. Se reduce
pues este problema al caso anterior de trazar las tangentes paralelas a una dirección
dada.

Así por ejemplo, para hallar las tangentes de perfil, se halla la intersección de un
plano de perfil con el plano de la circunferencia, se abate esa intersección y se trazan
las tangentes a la circunferencia abatida, paralelas a la intersección abatida. El levan-
tamiento de esas tangentes nos dará las tangentes a las elipses proyecciones que son
de perfil.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO X

Abatimientos y levantamientos.
1. Dado un plano proyectante vertical, abatir una horizontal y una frontal dadas del
plano.
2. Dado un plano de perfil, abatir un punto P (3 cm., 4 cm.) del plano, y la horizontal
y la frontal del plano que pasan por el punto.
3. Abatir una recta dada del segundo bisector (utilizando y sin utilizar tercera proyec-
ción).
4. Dado un plano abatido por la charnela y la traza abatida, levantar un punto A1 del
cuarto diedro.
5. Dado un plano paralelo a LT abatido, por la charnela y la traza abatida, levantar un
punto A1 del tercer diedro (utilizando y sin utilizar tercera proyección).
185
6. Hallar las trazas de un plano, conociendo un punto (A’, A’) del plano, y su abati-
miento A1 sobre el plano horizontal.
7. Dada una recta (a’’, a’), hallar un plano que tenga la recta a como bisectriz del
ángulo de sus trazas.
8. Dadas dos rectas que se cortan ay b, determinar una recta horizontal que se apoye
en a y b con longitud 6 cm.
9. Llamando i a la intersección de dos planos α y β y dadas las trazas horizontales de
los planos y los abatimientos i1 e i2 que se obtienen al abatir α y β sobre el horizontal de
proyección, determinar las trazas verticales de los planos.
10. Dado un punto P y un plano α, girar el punto alrededor de la traza α’, hasta colocarlo
en el plano.
11. Dado un plano α y un punto P del plano, determinar la posición del punto, luego de
girar el plano α un ángulo de 60° alrededor de α’.
12. Dadas dos rectas a y b del plano horizontal, girar la recta a alrededor de b, hasta
colocarla de perfil.
Verdadera magnitud y construcción de figuras planas.
13. Determinar la verdadera magnitud de un triángulo que tiene por lados una horizon-
tal, una frontal y una recta cualquiera de un plano dado.
14. Dados dos puntos A y B en un plano α, hallar las proyecciones de un rectángulo
situado en α, de base AB y altura 3 cm.
15. Dado un plano α paralelo a LT, construir en ese plano un triángulo equilátero de
lado 3 cm., con un lado en el primer bisector.
16. Dado un plano β perpendicular al segundo bisector, construir en ese plano un cua-
drado de 2 cm. de lado, cuyo centro tiene cota 4 cm. y alejamiento 5 cm., y de manera que dos
lados sean paralelos al segundo bisector.
17. Construir un hexágono regular de 2 cm. de lado, situado en el primer bisector, de
manera que su centro tenga 3 cm. de cota y que dos lados sean paralelos a LT.
18. Dado un punto P y una recta r, hallar las proyecciones del cuadrado que tiene por
centro el punto P y sobre la recta r un lado.
19. Se da un plano α y en él dos puntos Ay B. Construir en α un triángulo isósceles de
base AB, conociendo la proyección horizontal r’ del otro lado del triángulo que pasa por A’.
20. Determinar las proyecciones de un cuadrado, conociendo uno de sus lados AB y r’,
proyección horizontal de la recta sobre la cual está el lado paralelo a AB.
21. Dado un plano α y en él dos puntos A y B-, hallar un punto de α que determine con
A y B un triángulo equilátero.
22. Dado un plano β y tres puntos cualesquiera A, B y C no alineados, hallar un punto de
β que equidiste de A, B y C.
23. Dado un plano α paralelo a LT, construir en ese plano una circunferencia tangen-
te a los planos de proyección y determinar las tangentes a la circunferencia que sean de
perfil.
24. Dados tres puntos A, B y C no alineados, construir la circunferencia que pasa
por ellos y determinar las tangentes a la circunferencia que sean paralelas al primer
bisector.
186
25. Dado un punto P y una recta r del primer bisector, hallar las proyecciones de una
circunferencia que tenga como centro el punto P y sea tangente a la recta r.
Aplicaciones del método de los abatimientos, a problemas de distancias.
26. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto de LT a una recta dada.
27. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto del segundo bisector a una
recta del segundo bisector.
28. Dada una recta (r’’, r’), hallar un punto de la recta que diste 4 cm. de un punto dado P.
29. Hallar un punto de LT que diste 3 cm. de un punto dado P.
30. Dado un punto (A’’, A’), determinar un punto que diste 5 cm. de los planos de pro-
yección y del punto A.
31. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a un plano perpendicu-
lar al segundo bisector.
32. Hallar en verdadera magnitud, la distancia entre dos rectas paralelas.
33. Dado un plano α paralelo a LT y las proyecciones horizontales a’ y b’ de dos rectas
paralelas del plano, hallar la distancia entre las rectas, sin determinar sus proyecciones verti-
cales.
34. Determinar el lugar geométrico de los puntos equidistantes de las trazas de un plano
dado.
35. Dados dos planos α y β, hallar una recta del plano α cuyos puntos equidisten de las
trazas del plano β.
36. Dada la traza horizontal α’ de un plano y en ella dos puntos Ay B, determinar α’’
sabiendo que la suma de sus distancias a los puntos Ay B mide 7 cm.
37. Dado un plano α y un punto P del mismo, determinar una recta del plano que diste
3 cm. del punto P y tal que la distancia entre sus trazas mida 7 cm.
38. Determinar una recta que pase por un punto dadoP (7 cm., 2 cm.), diste 3 cm. de LT
y tal que la distancia entre sus trazas mida 10 cm.
39. Dadas dos rectas que se cruzan ay b, trazar por un punto a determinar de a, una
paralela a b, tal que la distancia entre sus trazas mida 5 cm.
40. Dado un plano α, hallar una recta del plano, paralela al primer bisector y que diste 7
cm. de un punto dado P exterior al plano.
41. Dado un plano α y dos puntos cualesquiera A y B, hallar un punto del plano que diste
4 cm. de A y 3 cm. de B.
42. Dado un plano α y dos rectas cualesquiera AB y CD, hallar un punto del plano que
diste 4 cm. de AB y 5 cm. de CD.
43. Dada una rectaa y un punto cualquiera P, determinar una recta que pase por el punto
P, sea ortogonal con a y tal que la mínima distancia entre las rectas mida 3 cm.
44. Dados A, B y r no coplanares, hallar el recorrido mínimo de A hasta B encontrando
la recta r.
CAPITULO XI
PROBLEMAS DE ÁNGULOS

En este capítulo resolveremos los problemas que se plantean cuando se quiere


hallar el ángulo que forman dos elementos geométricos cualesquiera: rectas entre sí,
rectas con planos y planos entre sí.
En la consideración de esos problemas, adoptaremos las siguientes normas:
1.a Se denomina ángulo de dos rectas, a la verdadera magnitud del ángulo agudo
que forman dichas rectas.
2.a Al resolver problemas de ángulo de dos rectas, siempre se considerará que las
rectas se cortan, puesto que si se cruzaran, bastaría con trazar por un punto de una de
ellas una paralela a la otra, para que este ángulo de dos rectas que se cortan nos mida
el ángulo de las rectas que se cruzan.

ÁNGULO DE DOS RECTAS

128. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos rectas dadas.
Si se considera el plano que determinan las
rectas dadas y se abate ese plano, y con él las dos
rectas sobre uno de los planos de proyección o
sobre un plano paralelo a uno de ellos, en el aba-
timiento se tendrá, en verdadera magnitud, el án-
gulo que forman las rectas dadas.
Sean en la (fig. 214) las rectas dadas (m’,
m’) y (n’, n’).
Trazamos un plano horizontal ω’’y sobre ese
plano abatimos el plano de las rectas my n.
Para ello, procediendo como en el (N.° 123),
obtenemos la charnela, que es la recta horizontal
(h’’, h’). (Fig. 214)

Abatimos luego el punto (O’, O’), vértice del ángulo, y construyendo el triángu-
lo de abatimiento, hallamos O1.

Uniendo O1 con los puntos fijos M1 ≡M’y N1 ≡ N’ en que las rectas my n cortan
a la charnela, obtenemos los abatimientos m1 y n1 de las rectas dadas.
188
El ángulo θ que forman m1 y n1 es entonces el ángulo que forman las rectas
dadas.
Bisectriz del ángulo. — Si en el abatimiento del ángulo de las dos rectas traza-
mos su bisectriz y efectuamos su levantamiento, obtendremos las proyecciones de la
bisectriz del ángulo.
Por consiguiente, en la (fig. 214) trazamos la bisectriz b1 del ángulo θ. Para
efectuar su levantamiento, hallamos las proyecciones H’ y H’ del punto H1 en que b1
corta a la charnela, y uniendo el punto H con el punto O (levantamiento de )
obtenemos en (b’, b’) las proyecciones de la bisectriz del ángulo que forman las
rectas dadas.
129. Ejemplos . — I. Hallar el ángulo que forma una recta dada con la línea de
tierra.
Sea la recta (a’, a’) de la (fig. 215).
Esa recta y LT determinan un plano que abati-
remos sobre el horizontal de proyección.
La charnela será entonces la línea de tierra, y
tomando un punto (A’ , A’) de la recta dada, cons-
truimos el triángulo de abatimiento y hallamos
su abatimiento A1.
Uniendo A1 con el punto fijo O1 en que la rec-
ta a corta a la charnela, obtenemos el abatimien-
(Fig. 215) to a1 de la recta dada.
El ángulo θ que forman α1 y LT que permanece fija, es el ángulo buscado.

II. Hallar el ángulo que forma una recta de perfil con una recta cualquiera.

Sean en (fig. 216) una recta de perfil AB y


una recta (r’, r’) cualquiera.

Tomamos un plano horizontal ω que pase


por el punto B y abatimos sobre ese plano am-
bas rectas. La charnela de abatimiento será la
horizontal (h’ , h’), y construyendo el triángulo
de abatimiento hallamos en A1 el abatimiento
del vértice A del ángulo. Uniendo A1 con los
puntos fijos R1 y B1 en que las rectas dadas
cortan a la charnela, obtenemos sus abatimien-
tos r1 y A1B1 que nos determinan el ángulo
buscado θ.

(Fig. 216)
189
130. Problema inverso. — Por un punto dado trazar una recta que forme un
ángulo dado con una recta dada.
Considerando el plano que determinan el punto y la recta, se lo abate y con él el
punto y la recta dados. Luego se traza una recta abatida que pase por el abatimiento
del punto dado y forme el ángulo dado con el abatimiento de la recta dada. Efectuan-
do el levantamiento de esa recta se tendrán las proyecciones de la recta buscada.

Sean dados en la (fig. 217) un punto (P’, P’) una recta (r’, r’)y un ángulo θ.
Trazamos el plano horizontal ω que pasa por el punto P y abatimos sobre ese
plano, el plano determinado por P y la recta r.

La charnela de abatimiento será la hori-


zontal (P’R’, P’R’), intersección del plano ω
con el plano de P y r.
Tomamos luego un punto (M’, M’) de la
recta r y construyendo el triángulo de abati-
miento, hallamos su abatimiento M1.
Uniendo ese punto con el punto fijo
Rx ≡ R’ en que la recta r corta a la charnela,
obtenemos el abatimiento r1 de la recta dada.

El punto P, por estar en la charnela,


permanece fijo y coincide con su abatimiento
P1 ≡ P’.
Trazamos entonces el abatimiento a1 de
la recta buscada, pasando por P1 y formando
con r1 el ángulo dado θ. (Fig. 217)

Para hallar sus proyecciones, levantamos el punto A, común a r1 y a1. Hallamos


entonces sobre r’ y r’ las proyecciones A’ y A’’ del punto y luego uniendo A con P
determinamos en (a’, a’’) las proyecciones de la recta buscada que pasa por P y forma
con r el ángulo θ.

131. Ejemplo . — Por un punto dado, trazar una recta que forme un ángulo dado
con la línea de tierra.

Sean en la (fig. 215) un punto (A’’, A’) y un ángulo θ.

Abatimos el plano determinado por LT y el punto A sobre el horizontal de pro-


yección (N.° 122, II), y construyendo el triángulo de abatimiento de la figura, halla-
mos en Al el abatimiento del punto dado.

Luego trazamos el abatimiento ax de la recta buscada, pasando por A y forman-


do con LT (que permanece fija) el ángulo pedido θ.
190
Uniendo entonces el punto fijo O1 ≡ O’≡ O’’ en que la recta abatida corta a la charnela,
con el punto (A’, A’), obtenemos en (a’, a’) las proyecciones de la recta buscada que
pasa por el punto A y forma con la línea de tierra el ángulo dado θ.

ÁNGULO DE UNA RECTA CON UN PLANO


132. El ángulo que forma una recta con un plano es, por definición, el ángulo
agudo que forma la recta con su proyección ortogonal sobre el plano.
Así, en la (fig. 218) el ángulo que forma la recta r con el plano α, es el ángulo θ
que forma la recta r con su proyección ortogonal OB sobre el plano α.
Se observa que ese ángulo θ, es el comple-
mento a 90° del ángulo BAO formado por la recta
y la perpendicular p trazada al plano, por uno
cualquiera de sus puntos.
Por consiguiente, el problema de hallar el án-
gulo de una recta con un plano, se reduce al de
hallar el ángulo de dos rectas.
(Fig. 218)
Para ello, bastará con trazar por un punto cual-
quiera de la recta, una perpendicular al plano y el
ángulo que forman esa perpendicular y la recta dada será el complementario del
ángulo buscado.

133. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman una recta y un plano
dados.

Sean en la (fig. 219) una recta (r’ , r’) y un plano α.

Para hallar el ángulo que forman, procede-


mos como hemos indicado anteriormente. Por un
punto cualquiera (A’’, A’) de la recta r, trazamos
una recta (p’, p’) perpendicular al plano α (N.°
65), y hallamos luego el ángulo que forman la
recta dada r con la perpendicular p.

Para ello, procedemos como en el (N.°l28) y


abatimos el plano de ambas rectas sobre un plano
horizontal ω. De esta manera, uniendo el abati-
mientoA1 del punto A con los puntos fijos en que
las rectas cortan a la charnela h’, obtenemos los
abatimientos r1 y p1 . (Fig. 219)

El ángulo que forman las rectas r1 y1p será el complemento del ángulo buscado,
cuyo valor θ (que se indica gráficamente en la figura), es el ángulo que forma la recta
r con el plano α.
191
134. Problema inverso. — I. Por un punto dado, trazar una recta que forme un
ángulo dado con un plano dado.

De acuerdo con lo indicado en el (N.° 132), bastará con trazar una recta p per-
pendicular al plano dado y luego hallar como en el (N.° 130) una recta r que pase por
el punto dado y forme con la recta p el ángulo complementario del ángulo dado. La
recta r será la recta buscada.

II. Por un punto dado, trazar un plano que forme un ángulo dado, con una recta
dada.

De acuerdo con lo indicado en el (N.° 132), bastará con trazar una recta p que
forme con la recta dada r el ángulo (90° - θ), complementario del ángulo dado (N.° 130).

Luego, trazando el plano que pasa por el punto dado y es perpendicular a la recta
p, se tendrá el plano buscado que forma el ángulo θ con la recta dada r.

135. Aplicaciones. — 1.a Hallar los ángulos que forma una recta dada con los
planos de proyección.

Este problema ya lo hemos resuelto por otros métodos, colocando sucesivamen-


te la recta dada paralela a cada uno de los planos de proyección, con lo cual, el ángulo
que forma la recta con cada plano de proyección se proyecta sobre éste en verdadera
magnitud.

Se ha utilizado el método de los cambios de planos (pág. 116) y el método de los


giros (pág. 150).

Resolveremos ahora este problema, utilizando abatimientos.

Del (N.° 132) sabemos que el ángulo que una recta forma con el plano horizon-
tal, está medido por el ángulo que forma la recta con su proyección horizontal.

Es decir que el ángulo que forma la recta (r’, r’) de la (fig. 220) con el plano
horizontal, es el ángulo que forma la recta r con su proyección r’.

Dicho ángulo está contenido en el plano


(ω’’, ω), proyectante horizontal de la recta r.
Para hallarlo en verdadera magnitud, abatimos
ese plano sobre el horizontal de proyección y
con él las dos rectas r y r’, cuyos abatimientos
nos medirán el ángulo de la recta r con el pla-
no horizontal.

Al abatir el plano ω sobre el horizontal


de proyección, la charnela será ω’ y, de acuer-
do con lo indicado en el N.° 122, IV), si abati- (Fig. 220)
192
mos en V1 un punto (V’’, V’) de la recta r y unimos V1 con el punto fijo H’≡ H1 en que
r corta a la charnela, obtenemos en r1 el abatimiento de la recta dada.

Como la recta r’ coincide con la charnela ω’, coincide también con su abatimien-
to, y por consiguiente, el ángulo θH que forman las rectas abatidas r1 y r’ es el ángulo
que forma la recta r con el horizontal de proyección.

Análogamente, el ángulo que forma la recta r con el vertical de proyección, se


mide por el ángulo que forma la recta con su proyección vertical r’’.

Dicho ángulo está contenido en el plano (φ’’, φ’), proyectante vertical de la recta,
y para hallarlo en verdadera magnitud, lo abatimos sobre el vertical de proyección
(fig. 220).

De esta manera, con charnela φ’’ abatimos un punto (H’, H’) de la recta r obte-
niendo H2, y luego, uniendo H2 con el punto fijo V’ ≡ V2 en que la recta corta a la
charnela, determinamos el abatimiento r2 de la recta r sobre el plano vertical.

Como r’’está en la charnela φ’’, coincide con su abatimiento, y, por consiguiente,


el ángulo θv que forman las rectas abatidas r2 y r’’ es el ángulo que forma la recta r
con el vertical de proyección.

2.a Por un punto dado, trazar una recta que forme ángulos dados con los planos
de proyección.

Para resolver este problema, hallaremos una recta que forme los ángulos dados
con los planos de proyección y luego, por el punto dado trazaremos una recta paralela
a la recta hallada.

Sea en la (fig. 221) un punto (P’, P’) por el cual trazaremos una recta que forme
un ángulo θH con el plano horizontal y un ángulo θv con el plano vertical.

Consideremos una recta (1a’, 1a’)


contenida en el plano vertical y for-
mando el ángulo θH con el plano
horizontal.

Esa recta tendrá su proyección


vertical 1a’ formando el ángulo θH
con 1a’, puesto que dicho ángulo se
tendrá en verdadera magnitud en el
plano vertical.

Si giramos esa recta alrededor de


un eje vertical que pase por un pun-
to de ella, formará siempre el ángu-
(Fig. 221) lo θH con el plano horizontal.
193
Por otra parte, si en la (fig. 222) consideramos el triángulo rectángulo V’H’’H’,
notamos que la proyección vertical de la recta que forma el ángulo θV con el plano
vertical, mide
V’H’ = V’’H’ . cos θv
En consecuencia, giraremos la recta (1a’ , 1a’), que forma el ángulo OH con el
plano horizontal, alrededor de un eje vertical, hasta que su proyección vertical mida
V’H’.cosθv.
De esta manera, la recta girada formará el ángulo θH con el plano horizontal y el
ángulo θV con el plano vertical.
Construimos entonces en el plano vertical (fig. 221), un triángulo rectángulo del
cual conocemos la hipotenusa V’ 1H’ (que es igual a la magnitud V’H’, distancia
entre las trazas) y el ángulo θV. El cateto V’ K vale V’H’. cos por lo cual, transpor-
tando ese cateto en V’H’ por medio de un arco de circunferencia de centro V’’, obte-
nemos la proyección vertical a’ de la recta buscada.
Luego tomamos un eje de giro vertical (1x’, 1x’) que pase por el punto (V’ , V’) de
la recta (1a’ , 1a’) y la giramos hasta que tenga como proyección vertical a’ ≡ V’H’ .
Para ello (N.° 99), giramos 1H’ con centro 1x’ hasta colocarlo en H’ sobre la línea
de correspondencia de H’’.
De esta manera, V’H’ y V’H’ nos determinan las proyecciones (a’’, a’) de la recta
que forma los ángulos θH y θV con los planos de proyección.
Trazando luego por el punto dado (P’, P’) una recta (r’, r’) paralela a la recta a
tendremos las proyecciones de la recta buscada.
Nota . — Como la circunferencia de centro V’’ y radio VK puede cortar en dos
puntos como H’ a LT y como a cada uno de estos puntos corresponden en su línea de
referencia, dos puntos como H’ (en la circunferencia de centro 1x’), en general, pue-
den presentarse cuatro soluciones.
Condiciones de posibilidad.
Demostraremos que la condición necesaria y suficiente para que este problema
tenga solución, es que los ángulos θH y θv cumplan la relación
θH + θv < 90°
En efecto, en la (fig. 222), el ángulo θH que forma la recta a con su proyección a’
sobre el plano horizontal, es menor que el ángulo V’H’H’ que forma la recta a con
otra recta cualquiera H’H’ del plano horizontal.
Luego, θH < V’H’H’ [1]

En el triángulo H’H’’V’ , que es rectángulo en H’’, se cumple la relación

V’’H’H’’ = 90° - θv
194
por lo cual, sustituyendo este valor en la [1] tenemos
θH < 90° - θv, o sea, θH + θv < 90°

(Fig. 222)

Como (θH + θv) puede ser igual a 90° cuando la recta dada es de perfil, se conclu-
ye que la condición necesaria para que el problema tenga solución, es que
θH + θv < 90°
Para demostrar que la condición es suficiente, se observa en la (fig. 221) que la
construcción explicada puede efectuarse siempre que el arco de centro V’’ y radio
V’ K corte o sea tangente a LT. Es decir que
V’’V’ < V’’K [2]
Pero en el triángulo V’ K1H’, tenemos que V’ K = 1a’’.cos θvy en el triángulo
V’’V’1H’ tenemos que V’’V’ = 1a’.sen θH.
Sustituyendo estos valores en la [2] resulta
1a’’ . sen θH < 1a’ . cos θv
de donde
sen θH < cos θV
o lo que es igual,
sen θH < sen (90° - θv)
Como por definición los ángulos θH y θv son siempre agudos, y a mayor seno
corresponde mayor arco, tenemos
θH < 90° - θv
y entonces la condición suficiente será que θH + θv < 90°.
195
ÁNGULO DE DOS PLANOS

136. Generalidades. — El ángulo diedro que forman dos planos dados se mide
por el rectilíneo correspondiente, que es el ángulo plano (*) que se obtiene cortando
los planos dados con un plano perpendicular a su intersección.

Así por ejemplo, en la (fig. 223), para


medir el ángulo diedro que forman los planos
α y β, se traza un plano γ perpendicular a su
intersección i. Las intersecciones a y b del pla-
no auxiliar γ con los planos dados nos deter-
minan el rectilíneo θ del diedro que forman
αyβ.

De esta definición surge un procedimien-


to general para hallar el ángulo de dos planos
dados αyβ. Para ello, bastará con efectuar
las construcciones anteriormente indicadas y
(Fig. 223)
luego, hallando como sabemos del (N.° 128)
el ángulo que forman las rectas a y b, se tendrá el ángulo que forman los planos
dados.

Este procedimiento para hallar el ángulo de dos planos es poco empleado por la
cantidad de construcciones que es necesario realizar, por lo cual, no efectuaremos su
depurado.

Otros procedimientos que lo sustituyen con ventaja, son los que trataremos a
continuación.

137. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos planos dados (Pri-
mer procedimiento).

Este método se basa en una propiedad de Geometría del Espacio que expresa lo
siguiente: «Si desde un punto situado en el interior de un ángulo diedro se trazan las
perpendiculares a cada una de sus caras, el ángulo que forman dichas perpendicula-
res es suplementario del rectilíneo del diedro considerado».

Es decir que, si en la (fig. 223) trazamos desde un punto P las perpendiculares m


y n a los planos α y β, el ángulo ε que forman dichas perpendiculares es el suplemen-
tario del ángulo θ que forman los planos αyβ.

En consecuencia, el problema de hallar el ángulo de dos planos se reduce al


problema ya tratado de hallar el ángulo de dos rectas (N.° 128).

(*) Como ángulo de dos planos se conviene en considerar siempre el ángulo agudo que forman dichos
planos.
196
Por lo tanto, para hallar el ángulo que
forman los planos α y β de la (fig. 224),
trazamos por un punto cualquiera (P’,
P’) las rectas (m’, n’) y (n’, n’) respecti-
vamente perpendiculares a los planos
α y β. Luego, procediendo como en el
(N.° 128), se toma un plano horizontal
ω y abatiendo sobre él las dos rectas
en m1 y n1 se obtiene el ángulo que
forman, cuyo ángulo suplementario θ
es el ángulo que forman los planos
αy β.

(Como el ángulo de los planos se


considera siempre agudo, tomamos
como ángulo de las dos rectas el ángu-
(Fig. 224)
lo obtuso).

138. Problema inverso. — Por un punto dado, trazar un plano que forme un
ángulo dado con un plano dado. (Primer procedimiento).

Sean dados en la (fig. 225) un plano α, un punto (P’, P’) y un ángulo θ.

De acuerdo con lo expresa-


do anteriormente, para resolver
este problema bastará con tra-
zar una recta (m’ , m’) perpen-
dicular al plano α. Luego, y
como lo indicamos en el (N.°
130), se halla una recta (n’, n’)
que forme con la recta m el án-
gulo suplementario (180° - θ)
del ángulo dado.

Trazando después un plano


que pase por el punto dado P y
sea perpendicular a la recta ha-
llada n, obtendremos el plano
(Fig. 225)
buscado β que formará el ángulo
θ con el plano α.

Este problema admite infinitas soluciones, puesto que hay infinitas rectas que
forman con m el ángulo (180 - θ).
197
139. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos planos dados. (Se-
gundo procedimiento).

Sean los planos α y β de la (fig. 226) cuyo ángulo queremos hallar.

De acuerdo con la definición del (N.° 136), trazamos un plano γ perpendicular a


la intersección i de los planos dados.

Ese plano γ corta a la recta i en un punto M que es el vértice del rectilíneo, y a los
planos α y β según dos rectas MP y MQ que son los lados del rectilíneo.

Si abatimos el plano γ y con él el rectilíneo PMQ sobre el horizontal de proyec-


ción, tendremos en verdadera magnitud el ángulo que forman los planos α y β.

Para abatir ese rectilíneo PMQ sobre el plano horizontal, como la charnela será
γ’, los puntos Py Q que están en dicha recta permanecerán fijos. Por lo tanto, bastará
con abatir el vértice M, y uniendo su abatimiento M1 con los puntos fijos P y Q, se
obtendrá el abatimiento buscado del rectilíneo PMQ.

(Fig. 226)

Para hallar el abatimiento del punto M obsérvese lo siguiente: como M pertenece


a la recta i, su proyección horizontal M’ estará en i’, y como el plano γ es perpendicu-
lar a la recta i, su traza γ’ será perpendicular a i’. Es decir, que la perpendicular a γ’
trazada por M’ coincide con i’.

Del (N.° 114) sabemos que, al abatir un punto sobre el plano horizontal, la pro-
yección horizontal y el abatimiento del punto están en una misma perpendicular a la
charnela. Por consiguiente, como la perpendicular a la charnela trazada por M’ es i’,
se deduce que el abatimiento M1 del vértice M debe estar sobre i’.
198
Además, como el punto P queda fijo, el abatimiento M1 distará de P la magnitud
PM, lado del rectilíneo en verdadera magnitud.

Por lo tanto, para hallar M1, bastará cortar a i’ con un arco de circunferencia de
centro P y radio PM, cuya verdadera magnitud se halla en el abatimiento del plano α
al cual pertenece, y es el segmento de perpendicular trazado del punto P a la recta i.

Luego, uniendo Mt con los puntos fijos P y Q de la charnela, obtenemos el


ángulo θ que forman los planos α y β.

Obsérvese que también puede hallarse el abatimiento M1 sabiendo que está so-
bre i’ y que dista del punto Q la magnitud QM, que se halla en el otro plano β, y es el
segmento de perpendicular trazado del punto Q a la recta i.

Veamos el depurado correspondiente.

Sean los planos (α’’, α’) y (β’’, β’) de la (fig. 227).

Primeramente hallamos su intersección (i’’, i’), y luego trazamos un plano γper-


pendicular a la recta i.

Bastará con trazar γ’ perpendicular a i’, puesto que γ’’ no se utiliza.

Los puntos P y Q en que γ’ corta a α’ y β’ respectivamente, son los puntos fijos de


los lados del rectilíneo contenido en γ que abatiremos, y cuyo vértice abatido M1
distará de P el segmento de perpendicular trazado de P a la recta i.

(Fig. 227)

Para hallarlo, abatimos el plano α con charnela α’, y con él la recta i en i1.

Como el punto P está en la charnela, queda fijo, y el segmento de perpendicular


PKes, en verdadera magnitud, la distancia de P a la recta i, o sea, el lado del rectilíneo.
199
Luego, con centro en P y radio PK, trazamos un arco de circunferencia hasta
cortar a i’ en el punto M1, que será el abatimiento, en el plano γ, del vértice del
rectilíneo.

Uniendo M1 con los puntos fijos P y Q de la charnela, obtenemos el rectilíneo θ


del diedro que forman los planos α y β.

Nota . — Al trazar γ’ perpendicular a i’, hay que tratar de que γ’ corte a α’ y β’


dentro de los límites del dibujo, puesto que los puntos de corte Py Q son los que se
utilizan en el procedimiento indicado.

Si ello no fuera posible, se puede trazar γ’ perpendicular a i’ , y de una manera


totalmente análoga abatir el plano γ y el punto M sobre el plano vertical.

Plano bisector. — El plano bisector del diedro que forman dos planos está deter-
minado por la intersección de los dos planos dados y la bisectriz de uno cualquiera de
los rectilíneos del diedro considerado.

Por lo tanto, el plano bisector ε del diedro


que forman los planos α y β de la (fig. 228)
queda determinado por la recta i y por la
bisectriz b del rectilíneo PMQ contenido en γ.
Dicha bisectriz abatida la podemos trazar
geométricamente en el abatimiento PM1 Q del
rectilíneo, y será la recta b1 de la (fig. 227).

El punto en que el abatimiento b1 de la


bisectriz b corta a la charnela γ’ del plano a
que pertenece, será la traza horizontal T1 ≡ T’
de la recta b.
(Fig. 228)
Como el plano bisector contiene a las rec-
tas i y b, su traza horizontal ε’ quedará deter-
minada por las trazas horizontales H’ y T’ de dichas rectas, y su traza vertical ε’’
pasará por el punto de corte de ε’ con LT y por V’’, traza vertical de la recta i que
pertenece al plano.

Tenemos así determinado en (ε’’, ε’) el plano bisector del diedro que forman los
planos dados.

140. Ejemplos . — I. Hallar el ángulo que forma un plano perpendicular al segun-


do bisector con un plano paralelo a LT y determinar el plano bisector del diedro que
forman dichos planos.

Sean en la (fig. 229) un plano (α’’, α’) perpendicular al segundo bisector y un


plano (β’’, β’) paralelo a LT.
200
Aplicando el procedimiento anterior-
mente indicado, hallamos la intersección
(i’, i’) de ambos planos. Trazamos luego γ’
perpendicular a i’ y determinamos los pun-
tos fijos Py Q. Abatimos el plano α y con
él la recta i en i1.

Desde el punto fijo P se traza la per-


pendicular a i1 determinando K y luego
trazamos un arco de circunferencia de cen-
tro P y radio PK hasta cortar a i’ en M1.
Uniendo M1 con los puntos fijos P y Q
obtenemos el ángulo θ que forman los pla-
(Fig. 229) nos dados.

Para hallar el plano bisector, trazamos la bisectriz abatida b1 del ángulo PM1 Q y
cortando b1 con la charnela γ’ hallamos la traza horizontal T1 ≡ T de la bisectriz.
Uniendo T con H’, traza horizontal de la intersección i, determinamos la traza hori-
zontal ε’ del plano bisector, y uniendo el punto de corte de ε’ y LT con V’’ determina-
mos la traza vertical ε’’ de dicho plano, que queda así definido por sus trazas ε’’ y ε’.

II. Hallar el ángulo que forman dos planos paralelos a LT y determinar el plano
bisector del diedro que forman dichos planos.

Sean en la (fig. 230) los planos α y β paralelos a la línea de tierra.

En este caso, como la intersección de


dos planos paralelos a LT es una recta i pa-
ralela a LT, el plano γ perpendicular a la in-
tersección será un plano de perfil. Por lo
tanto, el rectilíneo del diedro estará conte-
nido en un plano de perfil y se proyectará
entonces en tercera proyección en verdade-
ra magnitud.

Por lo tanto, llevamos (N.° 35, VII) los


planos α y β a tercera proyección en α’’’ y β’’’
respectivamente. El ángulo θ que forman di- (Fig. 230)
chas rectas será el rectilíneo del diedro que
forman los planos dados.

El plano bisector del diedro será también paralelo a LT y su tercera proyección


será la recta ε’’’, que biseca el ángulo θ.

Volviendo ese plano al depurado, obtenemos en (ε’’, ε’) las trazas del plano
bisector buscado.
201

141. Problema inverso. — Por un punto dado, trazar un plano que forme un
ángulo dado con un plano dado. (Segundo procedimiento).

Sean en la (fig. 231) un plano (α’’, α’), un punto (P’’, P’) y un ángulo θ.

Para resolver este problema, se aplica en orden inverso el procedimiento direc-


to del (N.° 139) y se halla un plano β que forme con el plano dado α el ángulo dado
θ. Luego, trazando por el punto dado P un plano paralelo al β, se tendrá el plano
buscado.

Tomamos entonces (fig. 231) una recta (i’, i’) del plano α, la que consi-
deraremos intersección del plano α con el plano β a determinar. Trazamos un plano γ
perpendicular a la recta i, y por lo tanto γ’ es perpendicular a i’. Determinamos el
punto fijo P en que γ’ corta a α’ y luego abatimos el plano α y con él i en i1 .

Desde P trazamos la perpendi-


cular PK a i1 y cortamos i’ con un
arco de circunferencia de centro P y
radio PK, obteniendo el abatimien-
to del vértice del rectilíneo a for-
mar, y el abatimiento PM1 de uno
de los lados.

Como conocemos el valor θ del


rectilíneo, trazamos una recta Q
que pase por M1 y forme con PM1
el ángulo θ. Dicha recta será el aba-
timiento del otro lado del rectilíneo
y cortará a la charnela γ’ en el punto
Q del plano horizontal. (Fig. 231)

Ese punto Q y la recta i determinan el plano β que forma el ángulo θ con α. Por
lo tanto, uniendo los puntos Q y H’ del plano horizontal obtenemos la traza horizontal
β’, y uniendo el punto de corte de β’y LT con V’’, traza vertical de la recta i, determi-
namos β’ .

Tenemos así un plano (β’’, β’) que forma el ángulo θ con el plano dado α.

Trazando luego por el punto dado (P’’, P’) un plano paralelo al β (N.° 58) se
tendrá en (δ’ , δ’) el plano buscado.

Nótese que estas mismas construcciones sirven para resolver el siguiente

142. Problema. — Por una recta dada de un plano dado, trazar un plano que
forme un ángulo dado con el plano dado.

Este caso se resuelve de igual manera que el problema anterior. Para ello se
202
tomará la recta dada como intersección del plano dado y del plano a trazar, y proce-
diendo luego como anteriormente se hallará el plano buscado.

143. Aplicaciones. — 1.a Hallar los ángulos que forma un plano dado con los
planos de proyección.

Este problema ya lo hemos resuelto por otros métodos, colocando sucesivamen-


te el plano dado como perpendicular a cada uno de los planos de proyección; con lo
cual, el ángulo que forma el plano con cada plano de proyección se proyecta en
verdadera magnitud sobre el otro plano fundamental.

Se ha utilizado el método de los cambios de planos (pág. 117) y el método de los


giros (pág. 152).

Hallaremos ahora la solución empleando abatimientos.

Sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 232).

De acuerdo con lo expresado en el (N.° 136), para hallar el ángulo que el plano α
forma con el plano vertical, trazamos un plano (ω’’, ω’) perpendicular a la intersec-
ción α’’ de ambos planos. En ese plano ω, que es proyectante vertical, el ángulo que
forman las rectas VH (intersección de ω con α) y VO (intersección de ω con el verti-
cal) será el ángulo buscado, que tiene el punto V como vértice.

(Fig. 232)

Para obtener la verdadera magnitud de dicho ángulo, abatimos las rectas VH


y VO sobre el horizontal de proyección, y, por lo tanto, con charnela ω’. Proce-
diendo como en el (N.° 122, III) abatimos el punto (V’ , V’) en V1, y uniendo ese
punto con los puntos fijos H1 ≡ H’ y O en que las rectas VH y VO cortan respecti-
vamente a la charnela ω’, obtenemos los abatimientos V1H1 y V1O de las inter-
203
secciones de los planos α y vertical con el plano auxiliar perpendicular a su inter-
seccion.
El ángulo θv que forman las intersecciones abatidas es entonces el ángulo que
forma el plano α con el vertical de proyección.

Análogamente, para hallar el ángulo que forma el plano α con el plano horizon-
tal, trazamos por el punto O (fig. 232) un plano (φ’’, φ’) perpendicular a la intersec-
cion α’ de ambos planos. En ese plano φ, el ángulo que forman las rectas ST (inter-
seccion de φ con α) y TO (intersección de φ con el horizontal) será el ángulo busca-
do, que tiene el punto T como vértice.
Para obtener la verdadera magnitud de dicho ángulo, abatimos las rectas ST y TO
sobre el vertical de proyección, y, por lo tanto, con charnela φ’’. Luego, abatiendo el
punto (T’, T’) en T2, y uniendo ese punto con los puntos fijos S2 ≡S’’y O en que las
rectas ST y TO cortan respectivamente a la charnela φ’’, obtenemos los abatimientos
TS2 y T2O de las intersecciones de los planos α y horizontal con el plano auxiliar
perpendicular a su intersección.
El ángulo que forman las intersecciones abatidas es entonces el ángulo que
forma el plano α con el horizontal de proyección.
Nota . — Se observa en la (fig. 232) que si desde el punto O se trazan las perpen-
diculares OK1 y OK2 a los abatimientos V1H1 y T2S2 respectivamente, esas perpen-
diculares deben ser iguales.

(Fig. 233)

En efecto, los planos ω y φ que pasan por el punto O y son perpendiculares al


plano α, se cortan (fig. 233) según la recta OK que pasa por O y es perpendicular al
plano α.

El punto K en que la intersección OK de ω con φ corta al plano α será el punto en


que se cortan las rectas VH (intersección de ω con α) y TS (intersección de φ con α).
204
Es decir que OK es el segmento de perpendicular trazado desde O a las rectas VH
yTS.

Por lo tanto, en la (fig. 232), los segmentos OK1 y OK2, que son las perpendicu-
lares trazadas desde O a los abatimientos de VH y TS, deben ser iguales, por tratarse
de dos abatimientos distintos de un mismo segmento OK del espacio, que es la dis-
tancia del punto O a las rectas VH y TS.

Otro procedimiento. — El problema de hallar los ángulos que forma un plano


dado con los planos de proyección, puede resolverse teniendo en cuenta que el ángu-
lo que forman dos planos es completamentario del ángulo que forma uno de los pla-
nos con una recta perpendicular al otro plano.
En consecuencia, bastará trazar una recta perpendicular al plano dado y luego
hallar, como indicamos en el (N.° 135, 1.a), los ángulos que forma esa recta con los
planos de proyección.

Los ángulos complementarios de los hallados serán los ángulos que forma el
plano dado con los planos de proyección.

2.a Por un punto dado, trazar un plano que forme ángulos dados con los planos
de proyección.

Para resolver este problema, hallaremos un plano que forme los ángulos dados
con los planos de proyección y luego por el punto dado trazaremos un plano paralelo
al plano hallado.

Sea en la (fig. 232) un punto (P’, P’) por el cual trazaremos un plano que forme
un ángulo θH con el plano horizontal y un ángulo θv con el plano vertical.

Para ello, aplicando la relación indicada en la Nota del problema anterior, efec-
tuamos las construcciones de la (fig. 232) en el siguiente orden:

Como el ángulo θH es conocido, construimos el triángulo rectángulo S’ OT2, en


el cual el ángulo en T2 mide θH.

Desde O trazamos la perpendicular OK2 a la recta S’ T2 y describimos una cir-


cunferencia de centro O y radio el segmento OK2.

Trazamos a esta circunferencia la tangente V1H’ que forma con LT el ángulo θv


que el plano pedido debe formar con el vertical de proyección.

La traza vertical α’’ del plano buscado será la tangente trazada desde S’ a la
circunferencia de centro O y radio OV1.
La traza horizontal α’ del plano buscado será la tangente trazada desde H’ a la
circunferencia de centro O y radio OT2.

(Como comprobación gráfica, ambas trazas deberán cortarse en la línea de tierra).


205
Tenemos así el plano (α’’, α’) que forma los ángulos pedidos con los planos de
proyección.
Trazando luego por el punto dado (P’ P’) un plano β paralelo al α se tendrá el
plano buscado.
Nota . — Como se pueden hallar dos puntos S’ (uno a cada lado de la línea de
tierra) y como desde cada uno de esos puntos S’ se pueden trazar dos tangentes
distintas a la circunferencia de centro O y radio OV1, el problema puede admitir
cuatro soluciones.
Otro procedimiento. — Razonando como al final del problema anterior, para tra-
zar por un punto dado un plano que forme ángulos dados con los planos de proyec-
ción, bastará con trazar por el punto una recta que forme con los planos de proyec-
ción ángulos complementarios de los ángulos dados (N.° 135, 2.a).
El plano que pasa por el punto y es perpendicular a la recta hallada será el plano
buscado.
Condiciones de posibilidad.
Demostraremos que la condición necesaria y suficiente para que este problema
tenga solución es que los ángulos θH y θv cumplan la relación
180° > θH + θv > 90°
En efecto, como en el (N.° 136) hemos establecido que el ángulo de dos planos
se considera siempre agudo, tendremos que θH y θv son menores de 90°, y, por consi-
guiente:
θH + θv < 180° [l]
Por otra parte, un plano dado y los planos de proyección forman un ángulo triedro
cuyos diedros miden θH, θv y 90°.
Por lo tanto, como sabemos de Geometría del Espacio que la suma de los diedros
de un triedro es mayor que 180°, podemos establecer que
θH + θv + 90° > 180°
de donde
θw + θV > 90° [2]
Como además la suma (θH + θv) puede ser igual a 90° cuando el plano es paralelo
a LT o pasa por LT, de las relaciones [1] y [2] se concluye que la condición necesaria
es:
180° > θH + θv > 90°
Para demostrar que la condición es suficiente, se observa en la (fig. 232) que la
construcción indicada puede efectuarse siempre que H’ sea exterior a la circunferen-
206
cia de centro O y radio OT2, o sea que.
H’O > OT2 [3]
OK1
Pero en el triángulo H’K1O, tenemos H’O =
cos θv

OK2
y en el triángulo T2K2O, tenemos que OT2 =
sen θH

Sustituyendo estos valores en la [3] resulta


OK1 OK2
>
cos θV senθH

Pero siendo OK1 = OK2, de la relación anterior se deduce que


sen θH > cos θv [4]
o lo que es igual,
sen θH > sen (90° - θv)

Como por definición, los ángulos θH y θv son agudos, a mayor arco corresponde
mayor seno, y, por consiguiente.

θH > 90° - θv

de donde, θH + θv > 90° [5]

Pero como en el (N.° 136) hemos establecido que el ángulo de dos planos se
considera siempre agudo, tendremos que θH y θv son menores de 90° y entonces.
180° > θv + θH [6]
En consecuencia, de las relaciones [5] y [6] se concluye que la condición sufi-
ciente es:
180° > θv + θH > 90°

TRAZAR RECTAS Y PLANOS QUE FORMEN ÁNGULOS DADOS


CON PLANOS Y CON RECTAS DADAS

144. Problema fundamental. — Trazar una recta que halle situada en un plano
dado, pase por uno de sus puntos y forme un ángulo dado con otro plano dado.

Sean dados en la (fig. 234) un plano α, un punto P de este plano, otro plano β y
un ángulo θ.
207
Trazaremos una recta del plano α, que
pase por el punto P y forme el ángulo θ con el
plano β.

Para ello, hallaremos una recta cualquie-


ra PM que pase por P y forme el ángulo θ con
el plano β, y luego giraremos esa recta alrede-
dor de un eje PO perpendicular al plano β hasta
colocarla en el plano α.

De esta manera, la recta girada perte-


necerá al plano α y, como se la ha girado
(Fig. 234)
alrededor de un eje perpendicular al plano
β formará siempre el ángulo θ con dicho
plano.

En realidad, no es necesario hallar la recta PM, puesto que si construimos un


triángulo rectángulo POM que tenga por cateto la distancia PO, del punto P al plano
β y como ángulo opuesto el θ, el otro cateto será la magnitud OM, radio de giro del
punto M.

Por lo tanto, el punto M al girar alrededor del eje PO, describirá una circunferen-
cia contenida en el plano β, de centro O y radio OM.

Luego, girando el punto M hasta colocarlo en 1M sobre la intersección i de los


planos α y β, se hallará simado en el plano α. Entonces, ese punto girado 1M y el
punto fijo P (intersección de la recta PM con el eje de giro PO), nos determinan la
recta buscada que pasa por P, pertenece al plano α (pues tiene los puntos P y 1M en
ese plano) y forma el ángulo θ con el plano β.

Nota . — El problema admitirá dos soluciones, una o ninguna, según que la cir-
cunferencia de centro O y radio OM corte respectivamente en dos puntos, sea tangen-
te o no corte a la recta i.

En esos casos, el ángulo dado θ será respectivamente menor, igual o mayor que
el ángulo que forman los planos dados α y β.

Construiremos el depurado correspondiente al

I. Caso general. — Sean en la (fig. 235) un plano (α’ , α’), un punto (P’, P’) del
plano, otro plano (β’’, β’) y un ángulo θ.

De acuerdo con lo expresado anteriormente, trazamos por (P’, P’’) una recta
(n’, n’) perpendicular al plano β, y empleando el plano proyectante auxiliar ω,
hallamos el punto (O’, O’), intersección de dicha perpendicular con el
plano β.
208
Giramos luego el segmento (P’ O’, P’O’) alrededor del eje de fuga que pasa por
P y determinamos su verdadera magnitud P’1O’.

(Fig. 235)

Construimos aparte un triángulo rectángulo con un cateto igual a la magnitud P’


1O’ y el ángulo opuesto θ, determinando así el otro cateto OM.

Abatimos luego el plano β con charnela β’, y con él la intersección (i’ , i’) de los
planos α y β y el punto O, obteniendo respectivamente i1 y O1.
Trazamos entonces la circunferencia de centro O1 y radio OM, que corta a i1 en
los puntos 1M1 y 2M1. Levantando luego esos puntos, se obtienen sobre la recta i sus
proyecciones (1M’, 1M’) y (2M’, 2M’), cada una de las cuales, unidas con las proyec-
ciones del punto P, nos determinan las dos rectas soluciones (P1M y P2M) del pro-
blema planteado.

Cuando el plano β es uno de los planos de proyección, la construcción se simpli-


fica. Por ejemplo, consideremos el siguiente problema:
II. Caso particular. — Trazar una recta que se halle situada en un plano dado,
pase por uno de sus puntos y forme un ángulo dado con el horizontal de proyección.
Sean dados en la (fig. 236) un plano α, un punto (P’ , P’) del plano y un
ángulo θ.
209
Hallaremos una recta del plano α que pase por el punto P y forme el ángulo θ
con el horizontal de proyección.

Procediendo como en el caso general,


por (P’, P’) trazamos la perpendicular al
plano horizontal, que es la recta vertical
(P’ O’, P’O’), cuya verdadera magnitud es
P’ O’.

Construimos el triángulo rectán-


gulo P’’O’ M’ que tiene un cateto igual
a la magnitud P’’D’’ y el ángulo
opuesto θ, determinando así el otro cate-
to O’M’ = r.

Luego, en el plano horizontal trazamos


(Fig. 236)
una circunferencia de centro O’y radio r y
la cortamos con la intersección α’ de los
planos dados (α y el horizontal de proyec-
ción) en dos puntos 1M’ y 2M’, cuyas proyecciones verticales 1M’ y 2M’ estarán
en LT.

Uniendo los puntos 1M y 2M con el punto dado P tendremos las dos rectas
soluciones P1M y P2M.

Obsérvese que lo que se ha hecho es tomar una recta frontal (P’M’, P’M’) que
pase por el punto dado P y forme el ángulo θ con el plano horizontal, y luego se ha
girado esa recta alrededor del eje vertical PO hasta colocarla en el plano α, en las
posiciones P1M y P2M.

Análogamente se procedería si en lugar del plano horizontal se diese el plano


vertical de proyección.

Como aplicaciones del Problema fundamental del (N.° 144) se resuelven los
siguientes problemas:

145. Problemas. — Trazar por un punto dado, una recta que sea paralela a un
plano dado y forme un ángulo dado con otro plano dado.

En este caso, se traza por el punto dado un plano auxiliar paralelo al plano
dado y luego se halla una recta situada en ese plano auxiliar que pase por el punto
dado y forme el ángulo dado con el otro plano dado (Problema del N.° 144). Esa
será la recta buscada, que, por estar situada en el plano auxiliar, será paralela al
plano dado.

Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.
210
146. Problema. — Trazar una recta que se halle situada en un plano dado y
forme un ángulo dado con una recta dada que corta al plano.

Del (N.° 132) sabemos que las rectas que forman un ángulo dado θ con una recta
dada, forman el ángulo complementario (90° - θ) con un plano perpendicular a la
recta dada.

Por lo tanto, para resolver este problema, se traza un plano auxiliar perpendicu-
lar a la recta dada y luego se traza por el punto de intersección de la recta y el plano
dados, una recta simada en el plano dado que forme con el plano auxiliar el ángulo
complementario del ángulo dado (Problema del N.° 144).

Esa recta será la recta buscada que forma el ángulo dado con la recta dada.

Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.

147. Problema. — Por un punto dado de una recta dada, trazar una recta que
sea paralela a un plano dado y forme un ángulo dado con la recta dada.
En este caso, se traza por el punto dado un plano auxiliar paralelo al plano dado
y luego se halla una recta simada en el plano auxiliar que pase por el punto dado y
forme el ángulo dado con la recta dada (Problema del N.° 146).

Esa recta será la recta buscada que, por estar situada en el plano auxiliar, será
paralela al plano dado.
Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.

148. Problema fundamental. — Dados un plano y una recta que no le pertene-


ce, trazar un plano que pase por la recta dada y forme un ángulo dado con el plano
dado.

Sean dados en la (fig. 237) un plano α, una recta r y un ángulo θ.


Trazaremos un plano que pase por la recta r y forme el ángulo θ con el
plano α.
Para ello, hallaremos un plano cual-
quiera β que pase por un punto V de la
recta y forme el ángulo θ con el plano
α, y luego, giraremos ese plano alrede-
dor de un eje VO perpendicular al pla-
no α hasta que pase por la recta r.
De esta manera, el plano girado
contendrá a la recta dada r y como se lo
ha girado alrededor de un eje perpendi-
cular al plano α, formará siempre án-
gulo θ con dicho plano. (Fig. 237)
211
En realidad, no es necesario trazar el plano β, puesto que para girarlo alrededor
de VO hasta que pase por la recta r, bastará con girar la recta i, intersección de α y β,
hasta que pase por el punto T, intersección de r con α.

Pero la recta i, al girar alrededor del eje VO será tangente a una circunferencia
contenida en α, de centro O y radio OM, siendo este radio el cateto de un triángulo
rectángulo que tiene el otro cateto VO (distancia del punto V al plano α) y el ángulo
opuesto θ.

Por lo tanto, para girar la recta i, bastará con describir en el plano α una circun-
ferencia de centro O y radio OM, y trazarle desde T (intersección de r y α) la
tangente 1i.

Esa recta girada 1i y el punto fijo V (intersección del plano β con el eje de giro
VO), nos determinan el plano girado 1β que contiene la recta r (pues pasa por los
puntos V y T de dicha recta) y forma el ángulo θ con el plano α.

Nota . — Existirán dos soluciones, una o ninguna, según que el punto T sea
respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la circunferencia de centro O
y radio OM.

En esos casos, el ángulo dado será respectivamente mayor, igual o menor que el
ángulo que forman la recta y el plano dados.

Construiremos el depurado correspondiente al

I. Caso general. — Sean dados en la (fig. 238) un plano (α’’, α1), una recta (r’, r’)
y un ángulo θ.

De acuerdo con lo expuesto anteriormente, trazamos por un punto (V’, V’) de la


recta dada, una perpendicular (n’, n’) al plano α y por medio del plano proyectante
auxiliar ω, hallamos el punto (O’’, O’) intersección de dicha perpendicular con el
plano α.

Giramos luego el segmento (V’ O’, V’O’), distancia del punto V al plano α, y
determinamos su verdadera magnitud en V’1O’.

Construimos aparte un triángulo rectángulo con un cateto igual a la magnitud V’


1O’ y el ángulo opuesto θ, determinando así el otro cateto OM.

Hallamos después, por medio del plano proyectante auxiliar φ, el punto (T’’, T’),
intersección de la recta r con el plano α.

Abatimos el plano α con charnela α’ y con él los puntos (T’, T’) y (O’’, O’),
obteniendo respectivamente T1 y O1.

Trazamos entonces desde T1 las tangentes 1i1 y2i1 a la circunferencia abatida de


centro O1 y radio OM.
212
Levantando esas tangentes que pasan por el punto T, obtenemos sus proyeccio-
nes (1i’, 1i’) y (2i’, 2i’), que nos determinan las rectas 1i y 2i.

(Fig. 238)

Cada una de esas rectas y la recta dada r nos determinan los dos planos 1β y 2β,
soluciones del problema planteado.

Cuando el plano α es uno de los planos de proyección, la construcción se simpli-


fica. Por ejemplo, consideremos el siguiente problema:

II. Caso particular. — Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo
dado con el horizontal de proyección.

Sean en la (fig. 239) una recta (r’ , r’) y un ángulo θ.

Hallaremos un plano que pase por la recta r y forme el ángulo θ con el horizontal
de proyección.

Procediendo como anteriormente, por un punto (V’’, V’) de la recta r trazamos


una recta perpendicular al plano horizontal, que será la recta vertical (V’ O’, V’O’),
cuya verdadera magnitud es V’ O’.
213
Construimos el triángulo rectángulo
que tenga un cateto igual a la magnitud
V’’O’’ y el ángulo opuesto θ, determinando
así el otro cateto O’M. Luego, en el plano
horizontal trazamos una circunferencia de
centro O’ y radio O’M y desde el punto T’
(intersección de la recta dada r con el pla-
no horizontal), trazamos las tangentes 1i’
y 2i’ a dicha circunferencia.
Cada una de las rectas tangentes (1i’,
1i’) y (2i’ , 2i’), y la recta dada r, nos deter-
minan los dos planos soluciones buscados.
(Fig. 239)
Como las rectas 1i y 2i están en el pla-
no horizontal, son las trazas horizontales
1β’ y 2β’ de dichos planos, cuyas trazas
verticales 1β’’ y 2β’’ quedan determinadas por los respectivos puntos de corte de las
trazas horizontales con LT y por V’’, traza vertical de la recta r contenida en esos
planos.
Tenemos así los planos buscados 1β y 2β, determinados por sus trazas.

Análogamente se procedería si en lugar del plano horizontal de proyección se


diese el plano vertical de proyección.

Como aplicaciones del Problema fundamental del (N.° 148) se resuelven los
siguientes problemas:

149. Problema. — Por un punto dado, trazar un plano que sea paralelo a una
recta dada y forme un ángulo dado con un plano dado.

En este caso, se traza por el punto dado una recta auxiliar paralela a la recta dada,
y luego se halla un plano que pase por la recta auxiliar y forme el ángulo dado con el
plano dado (Problema N.° 148).

Ese será el plano buscado que, por contener a la recta auxiliar, será paralelo a la
recta dada.

Habrá también, según los ángulos, dos, una o ninguna solución.

150. Problema. — Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo
dado con una segunda recta dada.

Del (N.° 132) sabemos que los planos que forman un ángulo dado θ con una
recta dada, forman el ángulo complementario (90° - θ) con los planos perpendicula-
res a la recta dada.
214
Por lo tanto, para resolver este problema, se traza un plano auxiliar perpendicu-
lar a la segunda recta dada, y luego se traza por la recta dada, un plano que forme el
ángulo complementario del ángulo dado con el plano auxiliar (Problema del N.° 148).
Ese plano será el plano buscado que, por formar con el plano auxiliar el ángulo
complementario del ángulo dado, formará con la segunda recta dada el ángulo dado.
Habrá también, según los ángulos, dos, una o ninguna solución.

151. Problema. — Trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y forme un
ángulo dado con una segunda recta dada.
En este caso, bastará tomar una recta auxiliar que sea paralela a la primera recta
dada y luego, trazar un plano que pase por la recta auxiliar y forme el ángulo dado
con la segunda recta dada (Problema del N.° 150).
Ese plano será el plano buscado que, por contener a la recta auxiliar, será parale-
lo a la primera recta dada.
Habrá también, según los ángulos, dos, una o ninguna solución.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO XI

Angulo de dos rectas.


1. Hallar el ángulo que forman y las proyecciones de la bisectriz del ángulo de las
siguientes rectas:
a) Recta horizontal y recta cualquiera.
b) Recta horizontal y recta frontal.
c) Recta vertical y recta del segundo bisector.
d) Recta cualquiera y la línea de tierra.
e) Recta de perfil y recta paralela a LT.
f) Dos rectas del segundo bisector.
g) Dos rectas cuyas proyecciones de distinto nombre se confunden.
h) Dos rectas que se cortan en LT.
i) Dos rectas de perfil.
2. Dada una recta vertical, trazar por un punto de ella otra recta que forme un ángulo de
60° con la recta dada.
3. Dada una recta de perfil, trazar por un punto de ella otra recta que forme un ángulo
de 45° con la recta dada.
4. Dada una recta del segundo bisector, trazar por un punto de ella otra recta que forme
un ángulo de 30° con la recta dada.
5. Dadas las trazas horizontales Ha y Hby las proyecciones horizontales a’ y b’ de dos
rectas ay b, determinar sus proyecciones verticales, conociendo el ángulo de 45° que forman
ambas rectas.
6. Dadas dos rectas que se cortan m y n y un plano α, hallar una recta paralela al plano
α que forme ángulos iguales con las rectas m y n.
215
7. Hallar una recta frontal que encuentre a dos rectas dadas bajo ángulos iguales.
8. Dados un plano α cualquiera y un plano β paralelo a LT, hallar los ángulos que
forma su intersección con α’ y con β’’.
Angulo de rectas con planos.
9. Hallar el ángulo que forman las siguientes rectas y planos:
a) Recta cualquiera y plano paralelo a LT.
b) Recta cualquiera y el primer bisector
c) Recta cualquiera y plano proyectante vertical.
d) Recta cualquiera y plano dado por dos rectas que se cortan (sin hallar las trazas
del plano).
e) Línea de tierra y plano cualquiera.
f) Recta paralela a LT y plano perpendicular al segundo bisector.
g) Recta horizontal y plano dado por LT y un punto.
h) Recta de perfil y plano perpendicular al segundo bisector.
i) Recta del segundo bisector y plano perpendicular al segundo bisector cuyas
trazas son paralelas a las proyecciones de la recta.
j) Recta frontal y plano de perfil.
10. Por un punto dado, trazar una recta que forme un ángulo de 45° con cada uno de los
siguientes planos:
a) Plano paralelo a LT.
b) El segundo bisector
c) Plano horizontal.
d) Plano perpendicular al segundo bisector.
e) Plano proyectante horizontal.
f) Plano de perfil.
11. Hallar una recta que forme un ángulo de 60° con el plano horizontal y tal que la
distancia entre sus trazas mida 3 cm.
12. Por un punto dado, trazar un plano que forme un ángulo dado con cada una de las
siguientes rectas:
a) Línea de tierra.
b) Recta de perfil.
c) Recta del segundo bisector.
d) Recta frontal.
e) Recta que pasa por LT
f) Recta paralela a LT.
g) Recta de fuga.
13. Dado un punto (A’, A’) y la proyección horizontal α’ de una recta que pasa por el
punto dado, hallar a’’ sabiendo que la recta a: l.°) forma un ángulo de 30° con el vertical de
proyección; o, 2.°) forma un ángulo de 30° con el horizontal de proyección.
14. Hallar la traza vertical de un plano, conociendo su traza horizontal y el ángulo de
30° que el plano forma con LT.
15. Demostrar, utilizando la construcción del (N.° 135), que las rectas que forman ángu-
los iguales con los planos de proyección son paralelas a los planos bisectores o pertenecen a
dichos planos.
16. Hallar una recta que diste 3 cm. de LT y forme ángulos iguales con los planos de
proyección.
216
Angulo de dos planos.
17. Hallar el ángulo que forman y determinar el plano bisector del diedro de los siguien-
tes planos:
a) Plano cualquiera y plano de perfil.
b) Plano perpendicular al segundo bisector y plano dado por LT y un punto.
c) Plano paralelo a LT y el segundo bisector.
d) Dos planos cuyas trazas se cortan en LT.
e) Dos planos cuyas trazas verticales son paralelas.
f) Dos planos perpendiculares al segundo bisector.
g) Dos planos que pasan por la línea de tierra.
h) Plano perpendicular al segundo bisector y el plano vertical.
i) Plano paralelo a LT y el horizontal de proyección.
j) Plano que pasa por LT y un punto y plano frontal.
k) Plano proyectante horizontal y plano proyectante vertical.
18. Hallar las trazas verticales de dos planos, conociendo sus trazas horizontales, la
proyección horizontal de su intersección y el ángulo θ que forman los planos.
19. Dado un punto P y dos rectas horizontales my n, hallar el ángulo que forman los
planos determinados por el punto y cada una de las rectas dadas.
20. Por un punto dado, trazar un plano que forme un ángulo de 45° con cada uno de los
siguientes planos:
a) Plano paralelo a LT.
b) Plano de perfil.
c) Plano perpendicular al segundo bisector.
d) Plano horizontal.
e) Plano proyectante vertical.
f) El segundo bisector.
21. Dada una recta r, trazar un plano que pase por la recta r y forme un ángulo de 60°
con el plano proyectante horizontal de la recta dada.
22. Dada una recta de perfil AB, hallar un plano que pase por la recta AB y forme un
ángulo de 45° con los planos de perfil.
23. Dada una recta r y un punto P, hallar un plano que pase por la recta r y forme un
ángulo de 45° con el plano que determinan la recta r y el punto P.
24. Dada una recta r paralela a un plano α, trazar por ella un plano que forme un ángulo
de 45° con α.
25. Hallar la traza vertical de un plano, conociendo su traza horizontal y el ángulo de
60° que forma el plano con el horizontal de proyección.
26. Hallar la traza vertical de un plano, conociendo su traza horizontal y el ángulo de
45° que forma el plano con el vertical de proyección.
27. Determinar la intersección de dos planos, conociendo sus trazas horizontales, el
ángulo que forma el primer plano con el horizontal de proyección y el ángulo que forma el
segundo plano con el vertical de proyección.
28. Hallar la traza vertical de un plano, conociendo su traza horizontal y el ángulo de
30° que forma el plano con los planos de perfil.
29. Demostrar, utilizando la construcción del (N.° 143), que los planos que forman án-
gulos iguales con los planos de proyección son perpendiculares a los planos bisectores.
217
30. Por una recta dada, trazar un plano que forme ángulos iguales con los planos de
proyección.
Trazar rectas y planos que formen ángulos dados con planos y con rectas dadas.
31. Dados un plano α paralelo a LT y un plano β perpendicular al segundo bisector,
hallar una recta de α que forme un ángulo de 60° con el plano β.
32. Por un punto dado (P’’, P’), trazar una recta que corte a una recta dada (r’, r’) y
forme un ángulo de 45° con el primer bisector.
33. Dado un plano α perpendicular al primer bisector, hallar una recta de α que forme
un ángulo de 30° con los planos de perfil.
34. Dado un plano paralelo a LT y un punto (P’, P’) del plano, hallar una recta del
mismo, que pase por P y forme un ángulo de 60° con el plano vertical.
35. En un plano dado, hallar una recta que forme un ángulo de 45° con el plano horizon-
tal y diste 3 cm. de LT.
36. Dado un plano α y un punto P que no le pertenece, trazar por P una recta paralela al
primer bisector que forme un ángulo de 30° con el plano α.
37. Por un punto dado, trazar una frontal que forme un ángulo de 45° con un plano dado
paralelo a LT.
38. Dada una recta (r’, r’), hallar una recta del plano horizontal que forme un ángulo de
60° con la recta r.
39. Por el punto de corte de las trazas de un plano dado, trazar una recta del plano que
forme un ángulo de 45° con LT.
40. Dada una recta (r’, r’) y en ella un punto P, trazar por P una recta paralela al segundo
bisector y que forme un ángulo de 30° con la recta r.
41. Dada una recta (r’’, r’) y en ella un punto P, trazar por P una horizontal que forme un
ángulo de 45° con la recta r.
42. Dado un plano α perpendicular al segundo bisector y una recta AB de perfil, trazar
un piano que pase por la recta AB y forme un ángulo de 45° con α.
43. Dado un plano α, trazar un plano que pase por LT y forme un ángulo de 60° con α.
44. Por un punto dado P trazar un plano normal al segundo bisector que forme un ángu-
lo de 45° con un plano dado.
45. Dada una recta AB de perfil, trazar por ella un plano que forme un ángulo de 60° con
el plano vertical.
46. Dada una recta del primer bisector, trazar un plano que pase por la recta y forme un
ángulo de 45° con el plano horizontal.
47. Por un punto dado (P’, P’), trazar un plano paralelo aLTque forme un ángulo de 45°
con un plano dado por sus trazas.
48. Por un punto dado (P’, P’), trazar un plano proyectante horizontal que forme un
ángulo de 30° con un plano dado por sus trazas.
49. Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo de 60° con LT.
50. Dada una recta (r’, r’) cualquiera y una recta (a’, a’) vertical, trazar por r un plano
que forme un ángulo de 45° con a.
51. Hallar un plano paralelo a LT que forme un ángulo de 60° con una recta dada.
CAPITULO XII
REPRESENTACIÓN DE POLIEDROS

152. Definiciones. — Se llamapoliedro a la parte del espacio limitada por polígonos


planos.

Estos polígonos se denominan caras y cada dos de ellos tienen un lado común
que se llaman aristas. Los puntos en que concurren tres o más aristas se denominan
vértices y las rectas que unen dos vértices no situados en una misma cara se llaman
diagonales.
Los poliedros pueden clasificarse por el número de sus caras, o por la naturaleza
de sus ángulos diédricos y poliédricos, o por su forma especial, etc.

Por el número de sus caras se clasifican en: tetraedros (poliedros de cuatro ca-
ras), pentaedros (poliedros de cinco caras), hexaedros (poliedros de seis caras),
octaedros (poliedros de ocho caras), dodecaedros (poliedros de doce caras),
icosaedros (poliedros de veinte caras), y en los demás casos, no se les da nombre
especial y se dice poliedro de tantas caras.
Por la naturaleza de sus ángulos diédricos y poliédricos se clasifican en cónca-
vos y convexos. Los poliedros convexos (*) son aquellos en los cuales, si se supone
prolongada indefinidamente una de sus caras, todo el poliedro queda a un solo lado
del plano de dicha cara, lo que no se cumple para los poliedros cóncavos.

Por su forma, los poliedros pueden clasificarse en regulares e irregulares.

Se llaman poliedros regulares aquellos cuyas caras son todos polígonos regula-
res iguales y cuyos ángulos poliédricos son todos iguales.

Los poliedros regulares, cuyas formas se indican en la (fig. 240), son convexos

Tetraedro Hexaedro Octaedro Dodecaedro Icosaedro

(Fig. 240)

(*) En todo poliedro convexo se verifica el Teorema de Euler que relaciona el número de caras (c), el
número de vértices (v) y el número de aristas (a), con la siguiente fórmula: c+v= a+3
219
y se demuestra que no puede haber más de cinco con las siguientes caracterís-
ticas:

Poliedro Numero y forma de las caras Vértices Aristas

Tetraedro 4 triángulos equiláteros 4 6


Hexaedro o Cubo 6 cuadrados 8 12
Octaedro 8 triángulos equiláteros 6 12
Dodecaedro 12 pentágonos regulares 20 30
Icosaedro 20 triángulos equiláteros 12 30

De los poliedros regulares estudiaremos el tetraedro, el cubo y el octaedro.

Por su forma especial y su frecuente utilización, estudiaremos el prisma y la


pirámide, cuyas definiciones daremos más adelante.

153. Representación de un poliedro. — La representación de un poliedro en un


depurado, consiste en obtener las proyecciones del mismo. No hay reglas fijas que
permitan efectuar esa representación, sino que, en cada caso, habrá que considerar
las relaciones geométricas que definen el poliedro considerado y su posición con
respecto a los planos de proyección.

Casi siempre, se dan puntos y rectas necesarias para determinar el poliedro y la


definición geométrica del mismo, y, en función de esos datos, hay que hallar los
elementos restantes que permitan obtener las proyecciones del poliedro.

En general, se hallan las proyecciones de todos los vértices del poliedro y luego
se unen esos puntos dos a dos, de acuerdo con la definición del poliedro, obteniendo
así las proyecciones de todas sus aristas.

Por ejemplo, para representar una pirámide se hallan las proyecciones de la base
y del vértice y luego se une, en cada proyección, el vértice de la pirámide con cada
uno de los vértices de la base.

A veces se simplifican las construcciones considerando al poliedro en una posi-


ción particular con respecto a los planos de proyección. En esos casos, una vez obte-
nidas sus proyecciones en esa posición particular, habrá que hallar las proyecciones
en la posición pedida efectuando los cambios de planos o los giros que permitieron
llevar los elementos dados a la posición particular que se utilizo.

154. Puntuación. Convenciones. — Las caras de los poliedros se suponen opa-


cas, y por lo tanto, habrá que distinguir en cada proyección las partes vistas y ocultas
del poliedro con relación a los planos de proyección.

Esta operación se denomina puntuación del poliedro y permite, de la sola


220
observación de las proyecciones de un poliedro, adquirir una noción clara y precisa,
tanto de su forma como de su posición en el espacio.
Con este proposito, se supone que los planos de proyección son transparentes y
que el observador está simado en el primer diedro a una distancia infinita, tanto del
plano horizontal como del plano vertical. Es decir que las visuales serán perpendicu-
lares al plano horizontal para las proyecciones horizontales y perpendiculares al pla-
no vertical para las proyecciones verticales.
La puntuación del poliedro se realiza separadamente para cada proyección, y,
para efectuarla, se averigua qué puntos del poliedro son vistos u ocultos.
Para ello se conviene que un punto es visto cuando la visual que pasa por él no
corta al poliedro antes de pasar por el punto.

Las rectas que unen puntos vistos son las únicas que se consideran vistas y se
dibujan con trazo lleno, las demás, que son ocultas, se dibujan punteadas.

155. Contornos aparentes. — Se llama contorno aparente de un poliedro, a la


línea que en la superficie del poliedro separa la parte vista de la oculta.
De acuerdo con la posición que hemos definido para el observador (N.° 154),
como las visuales son perpendiculares al plano horizontal o al plano vertical según
sea la proyección que se considere, habrá, para cada poliedro, dos contornos aparen-
tes en el espacio.

Las visuales perpendiculares al plano horizontal que tocan al poliedro sin atra-
vesarlo, formarán un prisma circunscripto al poliedro, cuyo contorno aparente hori-
zontal queda determinado por esos puntos de contacto. La intersección de ese prisma
con el plano horizontal será el contorno aparente sobre el plano horizontal que, en
realidad, es la proyección horizontal del contorno aparente horizontal del poliedro.

Resulta evidente que todos los puntos del poliedro se proyectarán horizontal-
mente dentro del polígono visto que es el contorno aparente del poliedro sobre el
plano horizontal, puesto que todos los puntos del poliedro quedan comprendidos
dentro del prisma de visuales verticales que hemos considerado.

Análogamente, las visuales perpendiculares al plano vertical que tocan al poliedro


sin atravesarlo, formarán un prisma circunscripto al poliedro, cuyo contorno aparen-
te vertical queda determinado por esos puntos de contacto. La intersección de ese
prisma con el plano vertical será el contorno aparente sobre el plano vertical que es
la proyección vertical del contorno aparente vertical del poliedro.

Como todos los puntos del poliedro quedan comprendidos dentro del prisma de
visuales de fuga que hemos considerado, podemos decir que todos los puntos del
poliedro se proyectarán verticalmente dentro del polígono visto que es el contorno
aparente del poliedro sobre el plano vertical.
221
En consecuencia, cuando se tiene un cierto número de vértices que definen un
poliedro, en cada proyección se unen esos vértices determinando aristas y de modo
de formar un polígono que encierre las proyecciones de todas las demás aristas. Se
tendrá así un polígono que será el contorno aparente sobre el plano horizontal y un
polígono que será el contorno aparente sobre el plano vertical.

Ambos polígonos serán vistos y solamente habrá que determinar, para las aristas
que se proyectan dentro de esos polígonos, cuáles son vistas y cuáles son ocultas.

156. Determinación de aristas vistas y ocultas de un poliedro. — Distinguire-


mos dos casos que nos servirán para determinar la visibilidad de las aristas interiores
a los contornos aparentes sobre un plano, de cualquier poliedro convexo.

1.° Si las proyecciones de dos aristas que se cruzan de un poliedro, se cortan


dentro del contorno aparente sobre un plano, una de ellas será vista y la otra oculta.

2.° Las aristas concurrentes a un vértice que se proyecte dentro del contorno
aparente sobre un plano, serán todas vistas o todas ocultas en su proyección sobre ese
plano.

Primer caso.

Sea en la (fig. 241) un tetraedro definido por los cuatro vértices A, B, C y D.

Uniendo estos vértices dos a dos en cada proyección, obtenemos las proyeccio-
nes de las aristas del tetraedro.

El contorno aparente sobre el pla-


no vertical será el polígono
A’B’’C’D’ que dibujamos con trazo
lleno puesto que es visto y dentro del
cual se proyectan las demás aristas del
poliedro. Dentro de ese contorno, te-
nemos dos proyecciones A’ C’’ y B’ D’
que se cortan, y para determinar cuál
es vista, trazamos la visual perpendi-
cular al vertical que pasa por el punto
de cruce P’’.

Esa visual es la recta de fuga (a’ ,


a’) que, en proyección horizontal, corta
a las aristas A’C’y B’D’ en los puntos P’
yP’1.

El punto P’1, por tener mayor ale-


jamiento que P’, está más cerca del ob-
servador y, por lo tanto, la arista BD a (Fig. 241)
222
que pertenece será vista en proyección vertical y la dibujaremos con trazo lleno. La
otra arista AC será entonces oculta en proyección vertical y la dibujaremos con trazo
punteado.

El contorno aparente sobre el plano horizontal, que dibujamos con trazo lleno
puesto que es visto, es el polígono A’B’C’D’, dentro del cual tenemos dos proyeccio-
nes A’C’ y B’D’ que se cortan y de las que hay que determinar cuál es vista y cuál es
oculta.

Para ello trazamos la visual perpendicular al horizontal que pasa por el punto de
cruce Q’. Dicha visual es la recta vertical (b’, b’) que, en proyección vertical, corta
respectivamente a las aristas A’ C’ y B’D’ en los puntos Q’ y Q’’1 .

El punto Q’’1, por tener mayor cota que Q’, está más cerca del observador y, por
lo tanto, la arista BD a que pertenece será vista en proyección horizontal y la dibuja-
remos con trazo lleno.

La otra arista AC será entonces oculta en proyección horizontal y la dibujaremos


con trazo punteado.

Segundo caso.
Sea en la (fig. 242) un tetraedro definido por cuatro vértices A, B, C y D.

Uniendo estos vértices dos a dos en cada proyección, obtenemos las proyeccio-
nes de las aristas del tetraedro.
El contorno aparente sobre el plano ver-
tical será el polígono A’B’ C’ que dibuja-
mos con trazo lleno puesto que es visto y
dentro del cual se proyectan las demás aris-
tas que concurren al vértice D y que serán
todas vistas o todas ocultas según lo sea el
vértice D. Para averiguarlo, prolongamos
una arista, por ejemplo C’D’ hasta cortar-
la en P’ con una arista A’B’ del contorno
aparente. Trazando entonces la visual de
fuga (a’ , a’) que pasa por P’, determina-
mos en proyección horizontal los puntos
P’ y P’1 en que corta a las aristas C’D’ y
A’B’.

El punto P’, por tener menor alejamiento


(Fig. 242)
que P’1, está más lejos del observador y,
por lo tanto, la arista CD a que pertenece será oculta en proyección vertical. Luego, el
punto D es oculto en proyección vertical y las aristas que concurren a D’ serán todas
ocultas y las dibujaremos con trazo punteado.
223
El contorno aparente sobre el plano horizontal será el polígono A’B’C, que dibu-
jamos con trazo lleno puesto que es visto, y dentro del cual se proyectan las demás
aristas que concurren al vértice D y que serán todas vistas o todas ocultas según lo sea
el vértice D. Para averiguarlo, prolongamos una arista, por ejemplo BD’, hasta cor-
tarla en Q’ con una arista A’C’ del contorno aparente.
Trazando entonces la visual vertical (b’, b’) que pasa por Q’, determinamos en
proyección vertical los puntos Q’ y Q’’1 en que corta a las aristas A’’C’’y B’D’’.
El punto Q’’1 , por tener mayor cota que Q’ está más cerca del observador y, por
lo tanto, la arista BD a que pertenece será vista en proyección horizontal.
Luego, el punto D es visto en proyección horizontal y las aristas que concurren a
D’ serán todas vistas y las dibujaremos con trazo lleno.

TETRAEDRO REGULAR

157. Magnitudes fundamentales. Propiedades.


El tetraedro regular (fig. 243) es el poliedro regular formado por cuatro caras
que son triángulos equiláteros iguales y que tres a tres concurren a un vértice. Tiene
seis aristas y cuatro vértices.
Las aristas son todas iguales entre sí y se acostumbra designar su magnitud con
la letra a.
Las alturas de los triángulos que forman las caras, son doce y se denominan
altura de cara, designando su magnitud con la letra h (por ej. son alturas de cara:
DM, AM, etc.).
Las perpendiculares trazadas desde cada uno de los
vértices a la cara opuesta (por ej. DI), son todas iguales y
se denominan altura del tetraedro, designándose su mag-
nitud con la letra H.
Las alturas del tetraedro, que son cuatro, se cortan
en un punto (el O de la fig. 243) llamado centro del
tetraedro que dista de cada base la cuarta parte de la altura
y de cada vértice los tres cuartos de la altura del tetraedro (Fig. 243)
(OI = 1/4 DI ; OD=3/4 DI).
Por lo tanto, el centro del tetraedro es el centro de las esferas inscripta y
circunscripta al tetraedro, esferas cuyos respectivos radios son las magnitudes ante-
riormente indicadas.
Dos aristas opuestas (*) (por ej. AD y BC), son ortogonales y la mínima

(*) Se denominan aristas opuestas aquellas que no pertenecen a una misma cara.
224
distancia entre ellas (MN) se llama normal común a dos aristas opuestas y tiene
sus extremos en los puntos medios de esas aristas. Las normales comunes, que
son tres, se cortan en el centro del tetraedro, que a su vez divide a cada una de
ellas en dos partes iguales. Se acostumbra designar la magnitud de la normal
común con la letra n.
Los planos como el DMA de la (fig. 243), que son perpendiculares a una arista
BC en su punto medio M, contienen a la arista opuesta DA, a una perpendicular
común MN y a una altura DI del tetraedro.

158. Hallar las magnitudes fundamentales del tetraedro, conociendo una de


ellas. — Como las magnitudes fundamentales del tetraedro son cuatro (arista, altura
de cara, altura del tetraedro y normal común a dos aristas opuestas), resolveremos ese
número de casos.
Primer caso . — Se da la arista del tetraedro.
Sea en la (fig. 244) la magnitud a, arista de un tetraedro regular.
Si construimos un triángulo equilátero ABC de lado a, la altura AM del triángulo
será h, altura de cara del tetraedro.
Para hallar la altura del tetraedro, ob-
servamos en la (fig. 243) que esa magni-
tud DI es el cateto de un triángulo rectán-
gulo DIA, cuyo otro cateto A1 mide los dos
tercios de la altura de cara AM (puesto que
1 es el centro de la cara ABC) y cuya
hipotenusa mide la arista DA = a del
tetraedro.
Por lo tanto, para hallar esa magnitud,
(Fig. 244) en la (fig. 244) determinamos el punto I,
centro de la cara ABC. Luego trazamos por
1 una perpendicular a AI y construimos el triángulo rectángulo DIA que tiene un
cateto AI y la hipotenusa DA = CA = a.
El otro cateto DI será la magnitud H, altura del tetraedro.
La magnitud restante n, normal común a dos aristas opuestas, es (fig. 243) la
altura MN de un triángulo isósceles DMA cuya base es la arista DA = a del tetraedro
y cuyos lados miden h, altura de cara del tetraedro.
Por lo tanto, en la (fig. 244) construimos ese triángulo isósceles de base AB = a
y lados iguales a h. La altura con respecto a la base de dicho triángulo nos determina
la magnitud buscada n, normal común a dos aristas opuestas.
Segundo caso . — Se da la altura de cara del tetraedro.
En este caso procedemos por semejanza, puesto que todos los tetraedros regula-
res son semejantes.
225
Sea dada en la (fig. 245) la magnitud h, altura de cara
de un tetraedro regular.
Tomamos una magnitud de arista a1 cualquiera y pro-
cediendo como en el primer caso, hallamos la altura de cara
que corresponde a la arista a1. Construyendo entonces
un triángulo equilátero ABC semejante al triángulo
equilátero cualquiera AB1C1 y de modo que tenga como
altura la magnitud dada h, tendremos que su lado BC será
a, arista del tetraedro que tiene como altura de cara h. (Fig. 245)

Para hallar las demás magnitudes se procede como en el primer caso, puesto que
ahora se conoce la arista a.

Tercer caso . — Seda la altura del tetraedro.


Sea dada en la (fig. 246) la magnitud H, altura de un tetraedro regular.
Procediendo también por semejanza, tomamos
una magnitud de arista cualquiera a1 y efectuando
las construcciones indicadas en el primer caso, ha-
llamos la altura del tetraedro H1 que corresponde a
la arista a1.
Luego construimos un triángulo DIA semejante
al triángulo D1IA1 y de modo que tenga como cateto
DI la magnitud dada H.

(Fig. 246)
La hipotenusa DA será a, arista del tetraedro que
tiene como altura H.
Las demás magnitudes se hallan como en el primer caso, puesto que ahora se
conoce la arista a.
Cuarto caso . — Se dala normal común a dos aristas opuestas.
Sea dada en la (fig. 247) la magnitud n, normal común a dos aristas opuestas de
un tetraedro regular.
Procediendo por semejanza, tomamos una magni-
tud de arista cualquiera y efectuando las construc-
ciones indicadas en el primer caso, hallamos la normal
común n1 = M1N, que corresponde a la arista a1.
Luego construimos un triángulo isósceles MBA
semejante al triángulo M1B1A1 y de modo que tenga
como altura la magnitud dada n = MN.
En ese triángulo obtenemos BA = a y MA = h,
magnitudes del tetraedro que tiene como normal
común n. (Fig. 247)
226
La restante magnitud H se halla como en el primer caso.

159. Representación del tetraedro regular. — A continuación veremos las


maneras más frecuentes en que se presentan los datos para representar un tetra-
edro regular, y en cada caso efectuaremos la representación del tetraedro en función
de esos datos y de las propiedades geométricas del poliedro que indicamos en el
(N.° 157).

EJEMPLO I. — Dado un plano, representar un tetraedro regular de arista dada que


tenga una de sus caras apoyada en el plano dado.

Sean dados en la (fig. 248) un plano α y la magnitud a, arista del tetraedro.

Para representarlo en las condiciones pedidas, construiremos en el plano dado α


un triángulo equilátero de lado a, que será la cara del tetraedro apoyada en α. Luego

(Fig. 248)

trazaremos por el centro de dicha cara una perpendicular al plano que la contiene y
tomaremos sobre esa perpendicular, a partir del centro de la cara, una magnitud igual
a la altura del tetraedro. El punto así determinado será el otro vértice del tetraedro, y
227
uniéndolo con los tres vértices de la cara apoyada en α, tendremos totalmente repre-
sentado el poliedro.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 248) abatimos el plano α y construimos un


triángulo A1B1C1 de lado a. Levantamos el triángulo y obtenemos sus proyecciones
A’B’ C’ yA’B’C. En el punto de corte de sus medianas determinamos el punto(I’, I’),
centro de la cara ABC.

Luego trazamos la recta(p’, p’) que pasa por I y es perpendicular al plano α de la


cara ABC. Sobre esa recta y a partir del punto I tendremos que tomar una magnitud
igual a H, altura del tetraedro.

Como se conoce la arista que mide a, efectuamos aparte las construcciones del
(N.° 158) y determinamos la magnitud H.

Tomando entonces el eje de giro de fuga que pasa por el punto I, giramos la recta
p hasta colocarla horizontal en (1p’’, 1p’).

En esa posición tomamos sobre la recta un punto 1D, de modo que diste del
punto 1 la magnitud H. Efectuando el giro inverso para ese punto, obtenemos las
proyecciones D’ y D’del vértice del tetraedro, y, uniéndolo con los vértices A, By C,
hallamos las proyecciones A’B’ C’D’’y A’B’C’D’del tetraedro pedido.

Finalmente, de la manera indicada en el (N.°l56) se determinan las aristas vistas


y ocultas del poliedro.

Condiciones de pertenencia. — Como el triángulo abatido A1B1C1 se puede


construir de infinitas maneras, los elementos del tetraedro pueden cumplir otras con-
diciones a establecer.

Por ejemplo, si se hubiese pedido que una arista del tetraedro fuese paralela a un
plano dado β, habría que tomar uno de los lados del triángulo abatido de modo que
sea paralelo a la intersección abatida de los planos α y β.

Otra condición que se puede establecer es que vértices del tetraedro queden si-
tuados en un plano dado β. En ese caso, bastará con construir el triángulo abatido A1
B1C1 de modo que tenga uno o dos vértices (según sean los que se pidan) sobre la
intersección abatida de los planos α y β.

EJEMPLO II. — Dado un segmento de recta, representar un tetraedro regular que


tenga dicho segmento como una de sus aristas.

Sea dado en la (fig. 250) un segmento de recta (A’B’ , A’B’), que será una arista
del tetraedro.

Para representarlo, observamos que si en la (fig. 249) trazamos el plano α per-


pendicular a la arista AB en su punto medio M, la arista opuesta que falta hallar
228

resulta contenida en dicho plano. Además, si en


α trazamos una circunferencia de centro M y ra-
dio n (normal común a dos aristas opuestas) y
una circunferencia del mismo centro y radio h
(altura de cara), la arista que queremos hallar será
una tangente a la circunferencia de radio n, limi-
tada en los vértices C y D por la circunferencia
de radio h.

Uniendo los vértices C y D con los vértices


dados A y B, tendremos representado el tetraedro.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 250)


(Fig. 249) trazamos, empleando la horizontal auxiliar (h’,
h’), el plano α que pasa por el punto medio M de AB y es perpendicular a esta recta.
Abatimos el plano α y el punto M, obteniendo M1.

Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto A, giramos

(Fig. 250)
229
el segmento AB hasta colocarlo en posición horizontal (pág. 148), determinando así
su verdadera magnitud A’1B’, que será a, arista del tetraedro.

En figura aparte, y efectuando las construcciones del (N.° 158), hallamos las
magnitudes normal común n y altura de cara h, en función de la arista a.

A continuación, en el abatimiento del plano α trazamos dos circunferencias de


centro M1 y radios de magnitudes n y h.

Una tangente C1D1 a la circunferencia de radio n, limitada por la circunferencia


de radio h, será el abatimiento de la arista restante. Levantándola por medio de fron-
tales auxiliares, obtenemos las proyecciones de los vértices CyD que, con A y B, nos
determinan las proyecciones del tetraedro.

Finalmente, de la manera indicada en el (N.° 156) se hallan las líneas vistas y


ocultas del tetraedro.

Condiciones de pertenencia. — Como la tangente abatida C1D1 se puede trazar


de infinitas maneras, los elementos del tetraedro pueden cumplir otras condiciones a
establecer.

Por ejemplo, si se hubiese pedido que una arista del tetraedro fuese paralela a un
plano dado β, habría que tomar la tangente C1D1 paralela a la intersección abatida de
los planos α y β.

Otra condición que se puede establecer es que un vértice del tetraedro quede
simado en un plano dado β. En este caso, bastará con tomar el punto C( en la inter-
sección de la circunferencia de radio h con la intersección abatida de los planos α y
β, y luego trazar desde C1 la tangente C1D1 a la circunferencia de radio n.

EJEMPLO III. — Dados dos puntos, representar un tetraedro regular que tenga uno
de los puntos como vértice y el otro como centro.

Sean dados dos puntos D y O. Veremos cómo se representa un tetraedro regular


que tenga el punto D como vértice y O como centro.

La recta que determina los puntos D y O es una altura del tetraedro (fig. 243) y
sobre ella estará el punto 1, centro de la cara opuesta al vértice D. Además, sabemos
del (N.° 157) que el centro del tetraedro dista del centro de la cara una magnitud igual
a un cuarto de la altura. Por lo tanto, dividiendo el segmento DO en tres partes iguales
y tomando una de esas partes en la semirrecta opuesta a OD, determinamos un punto
1 que será el centro de la cara opuesta al vértice D. Luego, DI será una altura del
tetraedro, y trazando por 1 un plano perpendicular a DL tendremos el plano de la cara
opuesta, en el cual construiremos (como en el Ejemplo I) un triángulo equilátero de
lado igual a la arista.

Los tres vértices del triángulo y el vérticeD nos determinarán entonces el tetraedro
pedido.
230

Condiciones de pertenencia. — Análogamente que en el Ejemplo I, los elemen-


tos del tetraedro pueden cumplir otras condiciones a establecer.

Si se pidiera, por ejemplo, que una arista del tetraedro fuese paralela a un plano
dado β, habría que construir el triángulo abatido de centro I1 y lado a, de modo que
tenga un lado paralelo a la intersección abatida de los planos α y β.

Si se pidiera que un vértice de tetraedro estuviese en un plano dado β, habría que


construir el triángulo abatido de modo que un vértice se halle sobre la intersección
abatida de los planos α y β.

EJEMPLO IV. — Dados un punto y una recta, representar el tetraedro regular que
tenga el punto como centro y sobre la recta, una arista.

Sean dados en la (fig. 251) el punto (O’, O’) y la recta (r’’, r’).

Para representar el tetraedro en las condiciones pedidas, observamos en la (fig.


249) que el plano α, determinado por el centro O y la recta r, contiene a los vértices
C y D del tetraedro. Además, en ese plano α, la distancia del centro O a la recta r
valdrá la mitad de la magnitud n (N.° 157). Por lo tanto, en α habrá que construir un
triángulo isósceles como el CDM, con base CD igual a la arista del tetraedro, y de
modo que la altura NM pase por O, sea perpendicular a la recta r y tenga el punto O
como punto medio.

Construido ese triángulo, se tendrán los vértices C y D del tetraedro. Luego,


trazando por el punto M una perpendicular al plano α y tomando la mitad de la arista
hacia cada lado de M, se tendrán los vértices restantes A y B.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 251), empleando la horizontal auxiliar (h’,


h’) hallamos las trazas (α’, α’) del plano que determinan la recta r y el punto O.
Abatimos el plano α y con él la recta y el punto, obteniendo r1 y O1. La distancia O1
del punto O a la recta r será la mitad de la magnitud n, perpendicular común a dos
aristas opuestas del tetraedro. Duplicando la magnitud O1N1 en la semirrecta opuesta
obtenemos el punto M1.

Luego, en figura aparte y efectuando las construcciones del (N.° 158), hallamos
la magnitud a (arista) en función de la magnitud n = N1M1. Colocando la magnitud
1/2 a sobre r1 y a cada lado de N1, obtenemos el abatimiento de los vértices C1 y D1.
Levantamos esos vértices y el punto M1, obteniendo (C’, C’), (D’, D’) y (M’, M’).

Trazamos entonces la recta (p’ , p’) que pasa por M y es perpendicular al plano α.
Girando dicha recta con el eje de fuga que pasa por M la colocamos en la posición
horizontal (1p’, 1p’) y, en esa posición, tomamos sobre ella un punto 1B que diste de
M una magnitud igual a la mitad de α.

Efectuando el giro inverso para ese punto, obtenemos las proyecciones (B’, B’)
del vértice B .
231

(Fig. 251)

Hallando el simétrico de B con respecto a M obtenemos el otro vértice A que,


con los vértices B, C y D, nos determinan las proyecciones del tetraedro pedido.
Finalmente, y como se indica en el (N.° 156), se determinan las aristas vistas y
ocultas del tetraedro.

CUBO

160. Magnitudes fundamentales. Propiedades.


El cubo (fig. 252) es el poliedro regular formado por seis caras cuadradas y que
tres a tres concurren a un vértice. Tiene doce aristas y ocho vértices.
Las aristas son todas iguales entre sí y su magnitud la designaremos con la
letra a.
232
Las diagonales de los cuadrados que forman las caras, son doce y se deno-
minan diagonales de cara, designándose su magnitud con la letra d (por ej.
son diagonales de cara, FN, AC, etc.). Las rectas que unen dos vértices no
situados en una misma cara, son cuatro, y se
denominan diagonales del cubo o diagonales
designándose su magnitud con la letra D
(en la fig. 252, las diagonales son CF, AN, MB
y GE).

Las diagonales se cortan en un punto que se


denomina centro del cubo (punto O de la figura)
y que es el punto medio de cada una de ellas.

El centro del cubo dista de cada cara una mag-


(Fig. 252) nitud igual a la mitad de la arista, y de cada vérti-
ce una magnitud igual a la mitad de la diagonal, y, por lo tanto, es el centro de las
esferas inscripta y circunscripta al cubo, esferas cuyos respectivos radios son las
magnitudes anteriormente indicadas.
Cada dos diagonales del cubo determinan planos (por ej. CF y AN) llamados
planos diagonales. Estos planos son seis y cortan al cubo según rectángulos que
tienen como lados la arista y la diagonal de cara, y como diagonales las del cubo.

Cada arista es perpendicular a dos caras (por ej. AF lo es a las caras ABCE y
FGNM) y, por lo tanto, es perpendicular a cuatro aristas y ortogonal con otras cuatro.

Además, cada arista es paralela a dos aristas con las cuales determina caras (por
ej. FA lo es a GB y ME), y es paralela a una arista con la cual determina plano diagonal
(FA es paralela a NC).

161. Hallar las magnitudes fundamentales del cubo, conociendo una de


ellas. — Como las magnitudes fundamentales son tres (arista, diagonal de cara y
diagonal de cubo), resolveremos ese número de casos.

Primer caso . — Se da la arista del cubo.

Sea en la (fig. 253) la magnitud a, arista de un cubo.

Si construimos un cuadrado ABCE de lado a, la


diagonal AC de ese cuadrado será d, diagonal de cara
del cubo.

Para hallar la diagonal del cubo, observamos en


la (fig. 252) que esa magnitud es la hipotenusa de un
triángulo rectángulo FAC que tiene como catetos la arista
a = FA y la diagonal de cara d = AC.
(Fig. 253)
233
Por lo tanto, en la (fig. 253) construimos ese triángulo rectángulo de catetos a y
d. La hipotenusa CF del triángulo será la magnitud D, diagonal del cubo cuya arista
mide a.

Segundo caso . — Se da la diagonal de cara.


En este caso procedemos por semejanza, puesto que todos los cubos son seme-
jantes.
Sea dada en la (fig. 254) la magnitud d, diagonal de cara de un cubo.
Tomamos una magnitud de arista cualquiera y pro-
cediendo como en el primer caso, hallamos la diagonal de
cara dt que corresponde a la arista at . Construimos luego
un cuadrado ABCE de modo que tenga como diagonal AC
la magnitud dada d. El lado de ese cuadrado será a, arista
del cubo que tiene como diagonal de cara d.
La diagonal del cubo se halla como en el primer caso,
puesto que ahora se conoce la arista.
(Fig. 254)
Tercer caso . — Se da la diagonal del cubo.
Sea dada en la (fig. 255) la magnitud D, diagonal
de un cubo.
Procediendo por semejanza, tomamos una mag-
nitud de arista cualquiera a1 y efectuando las cons-
trucciones indicadas en el primer caso, hallamos la
diagonal D1 que corresponde a la arista a1. Luego
construimos un triángulo rectángulo CAE semejante
al triángulo CA1F1 y de modo que tenga como
hipotenusa la magnitud dada D.
Los catetos de ese triángulo serán entonces CA =
d y AF = a, diagonal de cara y arista del cubo cuya
(Fig. 255) diagonal mide D.

162. Representación del cubo. — A continuación veremos los casos más fre-
cuentes en que pueden presentarse los datos para representar un cubo, y, en cada
caso, efectuaremos la representación del cubo en función de esos datos y de las pro-
piedades geométricas del poliedro que indicamos en el (N.° 160).
Ejemplo I. — Dado un plano, representar un cubo de arista dada que tenga una
de sus caras apoyada en el plano dado.
Sean dados en la (fig. 257) un plano α y la magnitud a, arista del cubo.
Para representarlo en las condiciones pedidas, construiremos en el plano α (fig.
256) un cuadrado ABCE de lado a, que será la cara del cubo apoyada en α. Luego
trazaremos por cada vértice del cuadrado, rectas f, g,ny m perpendiculares a su
234
plano, y tomaremos sobre cada una de ellas, y
a partir del vértice del cuadrado, la magnitud
a, arista del cubo. Obtendremos así los otros
cuatro vértices F,G, NyMque, con los vérti-
ces contenidos en α, nos determinarán el cubo
pedido.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig.


257), abatimos el plano α y construimos un
cuadrado abatido A1B1C1E1 de lado a. Le-
vantamos ese cuadrado obteniendo las proyec-
ciones A’B’ C’E’ y A’B’C’E’ de la cara del (Fig. 256)
cubo apoyada en α.

Trazamos luego las rectas f, g, n y m, perpendiculares al plano α y que pasan


respectivamente por los puntos A, B, C y E.

Giramos una de esas rectas (por ejemplo la recta m) alrededor del eje de fuga que
pasa por E, hasta colocarla en la posición horizontal (1m’t im’’). En esa posición
tomamos un punto (1M’, 1M’) que diste de E la magnitud a, arista del cubo. Efec-
tuando luego el giro inverso para ese punto, obtenemos las proyecciones (M’, M’) de
un vértice del cubo.

Para hallar los otros vérti-


ces, no hay necesidad de gi-
rar las rectas f, g y n. En efec-
to, trazamos por M una para-
lela a la arista EA, y, cortán-
dola con f, obtenemos el vér-
tice (F’, F’) del cubo, puesto
que AEMF será un cuadrado
de lado a.

De la misma manera, tra-


zando por M una paralela a la
recta EC y cortándola con n,
obtenemos otro vértice (N’,
N’) del cubo. Finalmente, tra-
zando por F una recta parale-
la a la arista AB y cortándola
con g, obtenemos el restante
vértice (G’, G’) del cubo.

Tenemos así que los vér-


tices A, B, C y E conteni-
(Fig. 257) dos en α y los vértices F, G,
235
Ny Mnos determinan las proyecciones del cubo pedido.

Por último, en la forma indicada en el (N.° 156) se determinan las aristas vistas y
ocultas del cubo.

Condiciones de pertenencia. — Como el cuadrado abatido A1B1C1E1 se puede


construir de infinitas maneras, los elementos del cubo pueden cumplir otras condi-
ciones a establecer.

Por ejemplo, si se pidiese que cuatro aristas del fuesen paralelas a un plano
dado β, al construir el cuadrado abatido habría que tomar dos lados opuestos A1B1 y
E1C1 paralelos a la intersección abatida de los planos α y β. De esta manera, las
aristas AB y EC y las dos aristas paralelas de la cara opuesta resultarán paralelas al
plano β.

Otra condición que se puede establecer es que vértices (uno o dos) del cubo
queden simados en un plano dado β. En ese caso, al construir el cuadrado abatido de
lado a, habrá que tomar uno o dos vértices (según sean los que se pidan) en la inter-
sección abatida de los planos α y β.

Ejemplo II. — Dado un segmento de recta, representar un cubo que tenga dicho
segmento como una de sus aristas.

Sea dado en la (fig. 258) un segmento de recta (F’’A’, F’A’), que será una arista
del cubo.

Para representarlo, trazaremos un plano α (fig. 256) perpendicular a la recta FA


en el punto A. En ese plano construiremos un cuadrado ABCE cuyo lado mida la
magnitud FA, arista del cubo. Luego trazaremos por los vértices B, C y E, rectas g, n
y m paralelas a FA sobre las cuales estarán los vértices restantes G, Ny Mque deter-
minaremos por intersecciones de rectas, como en el caso anterior.

Por consiguiente, en el depurado de la (fig. 158), empleando la horizontal auxi-


liar (h’ , h’), trazamos el plano (α’ , α’) que pasa por el punto A y es perpendicular a la
recta FA.

Abatimos el plano α y el punto A, obteniendo A1.

Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto A, giramos el seg-
mento AF hasta colocarlo en posición horizontal, con lo cual determinamos su verda-
dera magnitud, que será A’1F’ = a, arista del cubo.

En el abatimiento construimos un cuadrado A1B1C1E1 de lado a y con un vértice


en A,. Levantando ese cuadrado obtenemos las proyecciones de los vértices A, B, C
y E del cubo.

Por B, C y E trazamos rectas g, ny m paralelas a FA, y luego cortamos g y


m con las paralelas a AB y AE trazadas por F, determinando así otros dos vérti-
236
ces (G’ , G’) y (M’ , M’) del cubo. El vértice restante (N’ , N’) lo hallamos en la
intersección de la recta (n’, n’) con la paralela a BC trazada por G.

(Fig. 258)
237
De esta manera, los vértices A, B, C, E,M,N,GyF nos determinan las proyec-
ciones del cubo que tiene como arista el segmento AF.

Finalmente, de la manera indicada en el (N.° 156) se determinan las líneas vistas


y ocultas del cubo.

Condiciones de permanencia. — Análogamente que en el Ejemplo I, si se pidie-


se que cuatro aristas del cubo fuesen paralelas a un plano dado β, habría que construir
el cuadrado A1B1C1E1 con un vértice en A1 y dos lados opuestos paralelos a la
intersección abatida de los planos α y β.

También se podría pedir que un vértice del cubo se halle simado en un plano
dado β. En ese caso, al construir el cuadrado abatido con un vértice en A1, habría que
tomar otro de los vértices del cuadrado en la intersección abatida de los planos α y β.
Ejemplo III. — Dado un segmento de recta, representar un cubo que tenga dicho
segmento como una de sus diagonales.
Sea dado en la (fig. 260) un segmento de recta AN, que será una diagonal del
cubo.
Para representarlo, consideraremos un plano α (fig. 259) que contenga el seg-
mento AN. En ese plano, que será un plano diagonal, construiremos un rectángulo
AFNC que tenga como lados la arista a y la diagonal
de cara d, y como diagonal, el segmento dado
AN. Luego trazaremos por los puntos medios P y Q
de FN y AC, dos rectas p y q perpendiculares al
plano α.

Tomando sobre esas rectas segmentos MG y


EB de longitud igual a la diagonal de cara y de
modo que tengan los puntos P y Q como puntos
medios, obtendremos los vértices M, G, E y B que, (Fig. 259)
con los vértices del rectángulo diagonal, nos determinarán un cubo que tiene el
segmento dado AN como una de sus diagonales.
Por consiguiente, en el depurado de la (fig. 260) trazamos un plano (α’ , α’) que
pase por la recta AN. Abatiendo el plano y la recta obtenemos A1N1. Ese segmento
abatido es la verdadera magnitud de la diagonal del cubo. Por lo tanto, en figura aparte
y efectuando las constmcciones del (N.° 161), hallamos las magnitudes a (arista) y d
(diagonal de cara), en función de la magnitud conocida A1 N1 = D, diagonal del cubo.

Construimos entonces en el abatimiento, un rectángulo A1F1N1C1 que tenga


como lados las magnitudes ay dy como diagonal A1N1.

Levantamos ese rectángulo, obteniendo las proyecciones de sus vértices


A’F’N’ C’’y A’F’N’C’, y luego determinamos los puntos medios (P’, P’) y (Q’, Q’)
238

(Fig. 260)
239
de FN y AC, por los cuales trazamos las rectas (p’, p’) y (q’, q’) perpendiculares
al plano α.
Girando una de esas rectas, por ejemplo la q, alrededor del eje de fuga que pasa
por Q, la colocamos en la posición horizontal (1q’, 1q’), En esa posición tomamos a
partir de Q la magnitud 1/2 d, obteniendo el punto 1B el cual, al efectuar el giro
inverso, nos determina el vértice (B’, B’) del cubo. Hallando el simétrico de B con
respecto a Q obtenemos otro vértice E. Por último, trazando porB y E rectas paralelas
a AF y cortándolas con p obtenemos los vértices Gy M que, con los vértices F, A,C,
N, By E nos determinan las proyecciones del cubo.
Finalmente se determinan las líneas vistas y ocultas con el procedimiento del
(N.° 156).
Condiciones de pertenencia. — Como el plano diagonal α que hacemos pasar
por el segmento dadoAN se puede trazar de infinitas maneras, los elementos del cubo
pueden cumplir otras condiciones a establecer.
Por ejemplo, si se pidiese que dos diagonales de cara friesen paralelas a un plano
dado β, habría que tomar el plano α pasando por AN y de modo que fuese perpendicular
al plano β. En esa forma, las diagonales de cara EB, y MG resultarían paralelas a β.

OCTAEDRO REGULAR

163. Magnitudes fundamentales. Propiedades.


El octaedro regular (fig. 261) es el poliedro regular formado por ocho caras, que
son triángulos equiláteros iguales, y que cuatro a cuatro concurren a un vértice. Tiene
doce aristas y seis vértices.
Las aristas son todas iguales entre sí y su magnitud la designaremos con la
letra a.
Las alturas de los triángulos que forman las caras se denominan alturas de cara
y se designa su magnitud con la letra h.
Las rectas que unen dos vértices no simados en una
misma cara se denominan diagonales, designándose su
magnitud con la letra d.
Las diagonales del octaedro, que son tres (AC, BD y
EF), son perpendiculares entre sí y se cortan en un punto
(el O), que es el punto medio de cada una de ellas y que se
denomina centro del octaedro.
Cada diagonal es perpendicular al plano que determi-
nan las otras dos, que se llama plano diagonal.
Las caras opuestas (*) de un octaedro regular son (Fig. 261)

(*) Se llaman caras opuestas aquellas que no tienen ningún vértice común.
240
paralelas entre sí (por ej. BCE y ADF), y la recta (MN) que une los centros de dos
caras opuestas pasa por el centro del octaedro, que es el punto medio de la distancia
entre dichas caras.
El centro del octaedro dista de cada cara una magnitud igual a la mitad de la
distancia entre dos caras opuestas y de cada vértice una magnitud igual a la mitad de
la diagonal; por lo tanto, es el centro de las esferas inscripta y circunscripta al octaedro,
esferas cuyos respectivos radios son las magnitudes anteriormente indicadas.
Los planos como el EOR de la (fig. 261) que son perpendiculares a una arista en
su punto medio, contienen la diagonal EF que no corta a esa arista y el segmento
distancia MN entre dos caras opuestas.

164. Hallar las magnitudes fundamentales del octaedro, conociendo una de


ellas.—Como las magnitudes fundamentales del octaedro son cuatro (arista, altura de
cara, diagonal y distancia entre dos caras opuestas), resolveremos ese número de
casos.
Primer caso . — Se da la arista del octaedro.
Sea en la (fig. 262) la magnitud a, arista de un octaedro regular.
Si construimos un triángulo equilátero EBC de lado a, la altura ER del triángulo
será h, altura de cara del octaedro.
Construyendo luego un cuadrado ABCD de lado a, la diagonal BD del cuadrado
será d, diagonal del octaedro.
La restante magnitud, distancia entre dos ca-
ras opuestas MN, es el doble de la distancia OM
(fig. 261) del centro a una de las caras, distancia
que se halla como altura con respecto a la
hipotenusa en el triángulo rectángulo EOR cuyos
catetos miden EO = ½ d y OR = ½ a.
Por lo tanto, para hallar esa magnitud, en la
(fig. 262) construimos un triángulo rectángulo
EOR cuyo cateto OR mida la mitad de a y el otro
(Fig. 262)
cateto EO = OD mida la mitad de la diagonal. La
altura OM con respecto a la hipotenusa será la mitad de la distancia entre dos caras
opuestas, o la distancia del centro del octaedro a una de las caras.
Segundo caso . — Se da la altura de cara del octaedro.
En este caso, efectuando idénticas construcciones que en el segundo caso del
(N.° 158), hallamos la arista del octaedro. En función de esta magnitud se hallan las
demás, como en el caso anterior.
Tercer caso . — Se da la diagonal del octaedro.
Sea en la (fig. 263) la magnitud d, diagonal de un octaedro regular.
241

Procediendo por semejanza, tomamos una magnitud


de arista cualquiera a1 y efectuando las construcciones in-
dicadas en el primer caso, hallamos la diagonal d1 que co-
rresponde a la arista a1.

Construimos luego el cuadrado ABCD de modo que


tenga como diagonal DB la magnitud dada d.

El lado AB de ese cuadrado será a, arista del octaedro


cuya diagonal mide d.
(Fig. 263)
Conocida la arista, las demás magnitudes se hallan
como en el primer caso.

Cuarto caso . — Se dala distancia entre dos caras opuestas del octaedro.

Sea en la (fig. 264) la magnitud MN, distancia entre dos caras opuestas de un
octaedro regular.

Procediendo por semejanza, tomamos una magnitud


de arista cualquiera a1, y efectuando las construcciones
indicadas en el primer caso, hallamos la distancia OM1
del centro a una de las caras del octaedro de arista a1.

Construimos luego un triángulo EOR semejante al


triángulo E1OR1 de modo que su altura OM con respec-
to a la hipotenusa mida la mitad de la distancia dada
MN.

Los catetos de ese triángulo rectángulo serán OR,


(Fig. 264) mitad de arista, y OE, mitad de diagonal del octaedro
cuya distancia entre dos caras opuestas mide MN

165. Representación del octaedro regular. — A continuación veremos algunas


maneras de representar un octaedro en función de los datos de cada problema y de las
propiedades geométricas del poliedro indicadas en el (N.° 163).

EJEMPLO I. — Dado un plano, representar un octaedro regular de arista dada que


tenga una de sus caras apoyada en el plano dado.

Sean dados en la (fig. 265) un plano α y la magnitud a, arista del octaedro.

Para representarlo en las condiciones pedidas, construiremos en el plano dado α un


triángulo de lado a, que será la cara del octaedro apoyada en α. Luego trazaremos por el
centro de dicha cara una perpendicular al plano que la contiene, y tomaremos sobre esa
perpendicular, a partir del centro de la cara, una magnitud igual a la mitad de la distancia
entre dos caras opuestas. El punto así determinado será el centro del octaedro. Finalmente
hallaremos los tres vértices simétricos con respecto al centro de los tres vértices de la cara
242
apoyada en α, con lo cual habremos obtenido los seis vértices del octaedro.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 265) abatimos el plano α y construimos un


triángulo abatido E1B1C1 de lado a.

Levantamos el triángulo y obtenemos las proyecciones E’B’ C’ y E’B’C’ de la


cara del octaedro apoyada en α.

(Fig. 265)
243

Luego, en el punto de corte de sus medianas determinamos el centro (M’, M’) del
triángulo EBC y por dicho punto trazamos una recta (p’, p’) perpendicular al plano α
de la cara EBC.
En figura aparte, y de la manera indicada en el primer caso del (N.° 164), deter-
minamos la distancia OM del centro a una de las caras, empleando la arista dada a.
Tomando el eje de giro de fuga que pasa por M, giramos la rectap hasta colocar-
la en posición horizontal, y, en dicha posición, tomamos un punto (1O’ , 1O’) que
diste de M la magnitud OM. Efectuando el giro inverso hallamos las proyecciones del
punto (O’ , O’) que será el centro del octaedro. Hallando los puntos simétricos de E, B
y C con respecto a O, obtenemos respectivamente los otros tres vértices F, D y A del
octaedro. Uniendo Ey F con A, B, C y D y uniendo A con B, B con C’, Ccon D y D
con A determinamos las aristas del octaedro, cuyas líneas vistas y ocultas se hallan de
la manera indicada en el (N.° 156).

Condiciones de pertenencia. — Análogamente que en el (N.° 159), se pueden


establecer diversas condiciones para los elementos de la cara del octaedro que se
construye en el plano dado α.
Es decir que, si se pidiese que dos aristas sean paralelas a un plano dado β,
habría que construir el triángulo abatido E1B1C1 con un lado paralelo a la intersec-
ción abatida de α y β.
Si se pidiese que el octaedro tenga uno o dos vértices en un plano dado β, habría
que construir el triángulo abatido con uno o dos vértices sobre la intersección abatida
de los planos α y β.
EJEMPLO II. — Dado un segmento de recta, representar un octaedro regular que
tenga dicho segmento como una de sus aristas.
Sea dado en la (fig. 267) un segmento de recta (B’ C’, B’C’), que será una arista
del octaedro.
Para representarlo, observamos en la (fig. 266) que si trazamos el plano α
perpendicular a la arista BC en su punto medio R, la diagonal EOF resulta contenida
en dicho plano. Además, si en α trazamos una circunferencia de centro R y radio RO
(mitad de arista) y una circunferencia del mismo centro
y radio RE = h (altura de cara), la diagonal EF será una
tangente a la circunferencia de radio 1/2 a, limitada en
los vértices E y F por la circunferencia de radio h.
Obtenidos los vértices E y F, y el centro O del
octaedro, que es el punto medio de EF, se simetrizan B
y C con respecto al centro y se obtienen los vértices
restantes D y A, con los cuales queda determinado el
octaedro por sus seis vértices.

Por consiguiente, en el depurado de la (fig. 267) (Fig. 266)


244

trazamos, empleando la horizontal auxiliar (h’ , h’), el plano α perpendicular a BC en


su punto medio R. Abatimos el plano α y el punto R, obteniendo R1.

(Fig. 267)
245
Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto B, giramos el seg-
mentoBCdeterminando su verdadera magnitud B’1C’, que será a, arista del octaedro.
En figura aparte y efectuando las construcciones del (N.° 164) hallamos la mag-
nitud h empleando la magnitud a.

A continuación, en el abatimiento de α trazamos dos circunferencias de centro


R1 y radios 1/2ay h.

Una tangente E1F1 a la circunferencia de radio 1/2 a, limitada por la circunferen-


cia de radio h, será el abatimiento de la diagonal EF. Levantándola, obtenemos las
proyecciones de dos vértices E y F. Hallamos luego el punto (O’’, O’), punto medio de
EF, que será el centro del octaedro, y, simetrizando con respecto a dicho punto los
vértices By C, obtenemos otros dos vértices D y A del octaedro.

Uniendo los vértices en igual forma que en el caso anterior determinamos las
aristas del octaedro, cuyas líneas vistas y ocultas se hallan de la manera ya conocida
(N.° 156).

Condiciones de pertenencia. — Como la tangente abatida E1F1 se puede trazar


de infinitas maneras, los elementos del octaedro pueden cumplir otras condiciones a
establecer.
Si se pidiese que una diagonal del octaedro sea paralela a un plano dado β,
habría que tomar la tangente abatida E1F1 de modo que sea paralela a la intersección
abatida de los planos α y β.

Si se pidiese que un vértice del octaedro se halle simado en un plano dado β,


habrá que tomar el punto L1 en la intersección de la circunferencia de radio h con el
abatimiento de la intersección de los planos α y β, luego trazar desde E1 la tangente
E1F1 a la circunferencia de radio 1/2 a.

EJEMPLO III. — Dado un segmento de recta, representar un octaedro regular que


tenga dicho segmento como una de sus diagonales.

Sea dado en la (fig. 268) el segmento de recta (E’ F’, E’F’). que será una diagonal
del octaedro.

Para representarlo, trazaremos un plano perpendicular a EF en su punto me-


dio O, que es el centro del octaedro. En ese plano, que será un plano diagonal,
construiremos un cuadrado de centro O y lado la arista. Uniendo los vértices del
cuadrado diagonal con E y con F, tendremos representado un octaedro que tiene
el segmento dado EF como una de sus diagonales.

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 268), determinamos el punto (O’, O’),


punto medio de EF, y empleando la horizontal auxiliar (h’, h) trazamos el plano (α’’,
α’) que pasa por O y es perpendicular a EF. Abatimos el plano α y el punto O, obte-
niendo O1.
246

(Fig. 268)

Tomando el eje de fuga que pasa por el punto E, giramos el segmento EF hasta
colocarlo en posición horizontal, determinando así su verdadera magnitud ElF’, que
será d, diagonal del octaedro.

Luego, en el abatimiento de α construimos un cuadradoA1B1C1D1 con centro


en O1 y cuya diagonal midad. Levantando A1 y B1 obtenemos dos vértices (A’ , A’)
y (B’, B’) del octaedro. Los simétricos de A y B con respecto a O son otros dos
247
vértices Cy D, que unidos con Ey Fnos determinan las proyecciones del octaedro
pedido.

Finalmente se determinan las aristas vistas y ocultas de la manera indicada en el


(N.° 156).

Condiciones de pertenencia. — Como el cuadrado abatido A1B1C1D1 de centro


O1 se puede trazar de infinitas maneras, los elementos del octaedro pueden cumplir
otras condiciones a establecer.

Si se pidiese, que dos aristas sean paralelas a un plano dado β, habría que cons-
truir el cuadrado abatido de centro O1, de modo que dos lados opuestos sean parale-
los a la intersección abatida de los planos α y β.

Si se pidiese que un vértice del octaedro se halle en un plano dado β, habría


que tomar un vértice del cuadrado abatido sobre la intersección abatida de los pla-
nos α y β.

PIRÁMIDE

166. Definición. Propiedades.

Se llama pirámide al poliedro en que una de las caras es un polígono cualquiera


y las otras son triángulos que tienen por bases respectivas los diferentes lados de la
cara poligonal y como vértice común, un punto exterior a dicha cara.

El polígono cualquiera (ABC de la figura 269) se llama


base, las caras triangulares (SAB, SBC, etc.) se denominan caras
laterales, las aristas que no pertenecen a la base (SA, SB, etc.)
se llaman aristas laterales, y el vértice común a éstas se deno-
mina vértice de la pirámide.

La distancia SO del vértice a la base se llama altura de la


pirámide.

Como caso particular de las pirámides definiremos


la pirámide regular, llamando así a toda pirámide cuya base
es un polígono regular y cuyo vértice se halla en la per- (Fig. 269)
pendicular al plano de la base trazada por el centro de la
misma.

Como propiedades importantes de las pirámides regulares, recordaremos que


sus caras laterales son todas triángulos isósceles iguales, y que si se traza un plano
que pase por la altura y el punto medio de una de las aristas de la base (por ej. el plano
β determinado por SO y M en la figura 272), dicho plano es perpendicular a la cara
lateral a que pertenece el punto medio considerado y corta a esa cara según la altura
(SM) del triángulo isósceles que la forma.
248
167. Representación de la pirámide. — Veremos algunos ejemplos de represen-
tación de pirámides que resolveremos en función de los datos de cada problema y de
las propiedades geométricas de la pirámide enunciadas en el párrafo anterior.

Ejemplo I. — Dado un plano, representar una pirámide de base triangular apo-


yada en el plano, conociendo las magnitudes de las seis aristas de la pirámide.

Propongámonos representar una pirámide apoyada en el plano horizontal, cuya


base sea un triángulo de lados dados AB, BC, CA (fig. 270) y cuyas aristas laterales
midan las magnitudes dadas SA, SB y SC.

Primeramente construimos la base triangular (A’B’ C’, A’B’C’) apoyada en el


plano horizontal y cuyos lados miden las magnitudes dadas AB, BC y CA.

Hallaremos el vértice S de la pirámide y, uniéndolo con los vértices de la base


obtendremos las proyecciones del poliedro.

Si abatimos la cara SAB sobre el plano horizontal, con charnela AB’, el abati-
miento S1 del vértice S formará con A’ y B’ un triángulo que será la verdadera magni-
tud de la cara SAB, de la cual conocemos los lados. Es decir que podemos fijar ese
abatimiento S1 haciendo que S1A’ = SA y S1B’ = SB.

Análogamente, si abatimos la cara SBC sobre


el plano horizontal, con charnela BC’, el abati-
miento S2 del vértice S formará con B’ y C’ un
triángulo S2B’C’ que será la verdadera magnitud
de la cara SBC, la que construimos tomando
S2B’ = SB y S2C’= SC,

Aplicando la propiedad de los abatimientos


del (N.° 114), la proyección horizontal S’ estará
en la perpendicular a la charnela AB’ trazada por
el abatimiento S1, y también estará en el perpen-
dicular a la charnela B’C’ trazada por el abati-
miento S2. Por lo tanto, en la intersección de
ambas perpendiculares tendremos S’, proyección
horizontal del vértice de la pirámide.
(Fig. 270)
Como ahora conocemos la proyección S’ y el
abatimiento S1 del punto S, reconstruimos el
triángulo de abatimiento del punto (N.° 125).
Dicho triángulo tiene como uno de sus catetos
SM y como hipotenusa MS1. Hallando el otro cateto SS’ tendremos la altura del
punto S con respecto al plano de la base, en este caso el plano horizontal. Tomando
249
esa cota SS1 en la perpendicular al plano de la base ABC trazada por S’ obtenemos S’,
proyección vertical del vértice de la pirámide.

Uniendo (S’, S’) con los vértices (A’, A’), (B’,B’)y (C’, C’) de la base determi-
namos las proyecciones de la pirámide, cuyas líneas vistas y ocultas hallamos de la
manera indicada en el (N.° 156).

Nota . — Si el plano de la base, en lugar de ser el plano horizontal fuese un plano


cualquiera α, se aplicaría el mismo procedimiento. En ese caso, se construiría la base
ABC en el abatimiento del plano α y habría que tener en cuenta que, al reconstruir el
triángulo de abatimiento, la cota que se obtiene es la altura del vértice S con respecto
al plano α.

EJEMPLO II. — Dado un plano, representar una pirámide regular de altura dada,
cuya base apoyada en el plano es un cuadrado de lado dado.

Sean dados en la (fig. 271) un plano α y las magnitudes a (lado de la base) y h


(altura de la pirámide).

Abatimos el plano αy construimos un cuadrado abatido A1B1C1D1 que tenga


como lado la magnitud a. Levantamos luego dicho cuadrado, obteniendo las proyec-
ciones A’B’ C’D’ y A’B’C’D’ de la base de la pirámide apoyada en α.

En la intersección de las diagonales determinamos las proyecciones (O’, O’) del


centro de la base, y por dicho punto trazamos una recta (p’, p’) perpendicular al plano
α. Tomando el eje de giro de fuga que pasa por O, giramos la recta p hasta colocarla
en posición horizontal, y en dicha posición tomamos un punto girado 1S que diste de
O la magnitud h, altura de la pirámide. Efectuando el giro inverso para ese punto
obtenemos las proyecciones (S’’, S’) del vértice de la pirámide, y uniendo ese punto
con los vértices A, B, C y D de la base obtenemos las proyecciones de la pirámide.

Finalmente determinamos, de la manera indicada en el (N.° 156), las aristas vis-


tas y ocultas de la pirámide.

Nota . — Las aristas y los vértices de la base pueden cumplir condiciones de


pertenencia, que se establecen de manera análoga a la indicada en el (N.° 162,
Ejemplo I).

EJEMPLO III. — Dado un plano, representar una pirámide regular de altura dada,
cuya base sea un cuadrado de lado dado y de modo que una cara lateral de la pirá-
mide esté apoyada en el plano dado.

Sean dados en la (fig. 273) un plano α y las magnitudes a (lado de la base) y h


(altura de la pirámide).
250

(Fig. 271)

Para representar la pirámide en las condiciones pedidas, construiremos la cara


lateral apoyada en α (fig. 272), que será un triángulo isósceles SAB de base la magni-
tud dada a y cuya altura SM se calcula en el triángulo rectángulo SOM del cual se
conocen SO = h y OM=1/2 a.
251
Luego trazaremos por M un plano β per-
pendicular a la arista AB. En dicho plano estará
el centro O de la base (N.° 166), que hallaremos
en la intersección de la circunferencia de centro
M y radio 1/2 a con la circunferencia de centro S
y radio h.

Una vez obtenido el punto O, los simétricos


de A y B con respecto a O serán los vértices res-
tantes C y D de la base. Uniendo S con A, B, C y
D tendremos representada la pirámide cuya cara
lateral SAB está apoyada en el plano α. (Rg. 272)

Por lo tanto, en el depurado de la (fig. 273) abatimos el plano α y construimos un


triángulo isósceles S1A1B1 cuya base A1B1 mida la magnitud a y cuya altura S1M1
hallamos en figura aparte, como la hipotenusa SM de un triángulo rectángulo cuyos
catetos miden SO = hy OM = 1/2 a.

(Fig. 273)

Levantando el triángulo isósceles obtenemos las proyecciones S’A’B’ y S’A’B’


de la cara lateral apoyada en α.

Por (M’ , M’), punto medio de AB, trazamos un plano (β’’,β’) perpendicular aAB.
252
(En el caso particular de la figura como AB es horizontal, el plano β resulta proyectante
horizontal).
Abatimos ese plano y los puntos M y S, obteniendo Mβ y Sβ.
Luego, en el abatimiento trazamos un arco de circunferencia de centro Mβ y
radio 1/2 a y un arco de circunferencia de centro Sβ y radio h. En la intersección de
dichos arcos determinamos el punto Oβ, que levantado determina en (O’, O’) el cen-
tro de la base de la pirámide.
Simetrizando los puntos Ay B con respecto a O, obtenemos las proyecciones
(C’, C’) y (D’, D’) de los otros vértices de la base. Uniendo S con A, B, C y D
hallamos las proyecciones de la pirámide, cuyas líneas vistas y ocultas determinamos
de la manera indicada en el (N.° 156).
Nota . — Los elementos de la cara lateral SAB apoyada en α pueden cumplir
condiciones de pertenencia, que se establecen de manera análoga a la indicada en el
(N.° 159, Ejemplo I).

PRISMA

168. Definición. Propiedades.


Se llama prisma al poliedro limitado por dos polígonos iguales, situados en pla-
nos paralelos, y por tantos paralelogramos como lados tenga uno de aquellos polígonos.
Los dos polígonos indicados (ABC y DEF de la figura 274) se llaman bases-,
los paralelogramos (ABEF, BCDE, etc.) se llaman caras laterales y las aristas
(BE, CD, etc.) se denominan aristas laterales.

La distancia FM entre las bases se llama altura del prisma.

Como caso particular de los prismas definiremos el prisma


recto, denominándose así a todo prisma cuyas aristas laterales
son perpendiculares a los planos de las bases. Cuando las ba-
ses de un prisma recto son polígonos regulares, se dice que el
prisma es regular.

(Fig. 274) Cuando un prisma tiene por bases dos paralelogramos se le


llama paralelepípedo.

169. Representación del prisma. — Resolveremos algunos casos de representa-


ción de prismas, lo que haremos en función de los datos de cada problema y de las
propiedades geométricas de los prismas enunciadas en el párrafo anterior.

Ejemplo I. — Dado un plano, representar un prisma de base triangular apoyada


en el plano, conociendo las magnitudes de los lados de la base y la magnitud y
dirección de las aristas laterales.
253
Propongámonos representar un prisma apoyado en el plano α de la (fig.
275), cuya base sea un triángulo de lados dados AB, BC, CA y de modo que
las aristas laterales midan la magnitud dada a y tengan la dirección m de la
figura.

Abatimos el plano α y construimos un triángulo abatido A1B1C1 cuyos lados


midan las magnitudes dadas. Levantando ese triángulo obtenemos sus proyecciones
A’B’ C’ y A’B’C’, que serán los vértices de
la base del prisma apoyada en α. Por esos
vértices trazamos rectas (f’, f’), (e’, e’) y
(d’, d’) paralelas a la dirección dada m,
sobre las cuales estarán las aristas latera-
les del prisma.

Tomando el eje de giro de fuga que


pasa por el puntoA, giramos la arista f has-
ta colocarla en posición horizontal, y, en
esa posición, tomamos un punto (1F’, 1F’)
que diste de A la magnitud dada a (longi-
tud de las aristas laterales).

Efectuando el giro inverso para


ese punto, obtenemos las proyecciones
(F’, F’) de un vértice de la otra base del (Fig. 275)
prisma.

Trazando por F una paralela a la recta AB y cortándola con e obtenemos el vérti-


ce (E’, E’’), y trazando por F una paralela a la recta AC y cortándola con d obtenemos
el vértice restante (D’, D’). Tenemos así representado el prisma con la base ABC
apoyada en el plano α. Finalmente, determinamos de la manera indicada en el (N.°
156) las aristas vistas y ocultas del prisma.

Nota . — Los elementos de la base ABC apoyada en α pueden cumplir condiciones


de pertenencia que se establecen de la misma manera que en el (N.° 159, Ejemplo I).

EJEMPLO II. — Dado un plano, representar un prisma recto de altura dada, cuyas
bases sean triángulos de lados dados y de modo que una cara lateral del prisma esté
apoyada en el plano dado.

Sean dados en la (fig. 276) un plano α y las magnitudes BC, CA y AB de los lados
de las bases y la magnitud h, altura del prisma recto a representan

Abatimos el plano α y construimos un rectángulo A1B1E1F1 que tenga como


lados las magnitudes dadas AB y h. Ese rectángulo será el abatimiento de la cara
lateral del prisma apoyada en α, y, levantándolo, obtenemos sus proyecciones
A’B’E’F’’yA’B’E’F’.
254
Luego trazamos un plano β que pase por la arista AB de la base y sea perpendicu-
lar a las aristas laterales AFy BE. Dicho plano será el de una de las bases del prisma,
y sus trazas β’’ y β’ las determinamos pasando por las trazas de la recta AB y perpen-
diculares a las proyecciones homónimas de la recta AF. (En el caso particular de la
figura, como AF es horizontal, el plano β resulta proyectante horizontal).

Abatimos el plano β y la recta AB, obteniendo AβBβ.

Construimos entonces en el abatimiento del plano de la base β un triángulo


Aβ BβCβ cuyos lados miden las magnitudes dadas para los lados de la base.

Levantando el vértice Cβ obtenemos sus proyecciones (C’, C’). Luego trazamos

(Fig. 276)

por O una recta (d’, d’) paralela a la arista lateral AF y la cortamos con la paralela AC
trazada por F, determinando así el vértice restante (D’, D’).

El prisma queda entonces determinado por sus bases ABC y FED y tiene una
cara lateral, la ABEF, apoyada en el plano dado α.

Finalmente, determinamos de la manera indicada en el (N.° 156) las aristas vis-


tas y ocultas del prisma.

Nota . — Los elementos de la cara lateral ABEF apoyada en α pueden cumplir


condiciones de pertenencia, que se establecen de manera análoga a la indicada en el
(N.° 162, Ejemplo I).
255
PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO XII

Tetraedro regular.
1. Representar un tetraedro regular de altura 7 cm., una de cuyas caras está, en el
primer diedro, en un plano paralelo a LT que forma un ángulo de 30° con el horizontal. El
tetraedro tiene un vértice en LT y una arista en el primer bisector.
2. Se conoce la altura 4 cm. de un tetraedro regular. Representarlo de manera que tenga
un vértice A en LT, otro B en el plano horizontal y un tercero C en el plano vertical. La arista
AB forma 30° con el plano vertical.
3. Se dan los puntos A (4 cm., 6 cm.) y B (9 cm., 2 cm.) cuyas líneas de corresponden-
cia distan 6 cm., y la proyección horizontal m’ de una recta (m’ pasa por B’ y forma un ángulo
de 30° con A Representar un tetraedro regular que tenga AB como una de sus aristas y que
la arista consecutiva BC se proyecte horizontalmente sobre m’ de modo que C y el vértice
restante tengan el mayor alejamiento posible.
4. Dados A (3 cm., 5 cm.) y B’’ situado a la derecha de A con cota 6 cm. y tal que
A’’B’’ = 8 cm., determinar el segmento AB de longitud 10 cm. de modo que B tenga el mayor
alejamiento posible.
Representar un tetraedro regular que tenga el segmento AB como una arista y de modo
que la arista opuesta sea paralela al primer bisector.
5. Se da un plano α normal al segundo bisector y que forma un ángulo de 60° con el
horizontal. Tomar un punto O (3 cm., 3 cm.) a la izquierda de α que diste 2 cm. de dicho plano.
Representar un tetraedro regular que tenga el punto O como centro y que un vértice A se halle
sobre una recta que pasando por O forma un ángulo de 30° con α y corta a α’ con el menor
alejamiento posible. Una arista del tetraedro es frontal y tiene el mayor alejamiento posible.
6. Representar un tetraedro regular de arista 10 cm. de manera que una arista se halle
situada en LT y que la arista opuesta forme un ángulo de 30° con el horizontal.
7. Dado un punto M (4 cm., 5 cm.), hallar una recta a que pase por M y forme un ángulo
de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Determinar un segmento de rectaa de
longitud 5 cm. que tenga un extremo en M y el otro extremo N con menor cota. Representar un
tetraedro regular que tenga los puntos M y N como puntos medios de dos aristas opuestas y de
modo que la arista que pasa por N forme un ángulo de 30° con el horizontal.
8. Tomar un plano α que forme un ángulo de 45° con el horizontal y un ángulo de 60°
con el vertical, y en dicho plano un punto A (4 cm., 5 cm.). Por A se traza una recta r paralela
a LT. Representar un tetraedro regular de 5 cm. de arista de modo que una de sus aristas esté
sobre la recta r y tenga como vértice A, y que la otra arista AB que pasa por A resulte contenida
en el plano α
9. Por un punto A (3 cm., 1 cm.) trazar una recta a que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Hallar otra recta b que pertenezca al plano
horizontal y forme un ángulo de 60° con la recta a. Representar un tetraedro regular que tenga
como aristas las rectas a y b, de modo que un vértice se halle en el plano vertical y dos vértices
en el plano horizontal con el menor alejamiento positivo.
10. Se dan los puntos M (7 cm., 4 cm.) y N (4 cm., 9 cm.) cuyas líneas de corresponden-
cia distan 8 cm., y la proyección r’’ de una recta (r’ pasa por M’’y forma un ángulo de 45° con
LT hacia la izquierda de M’’). Representar un tetraedro regular del cual M y N sean los puntos
medios de dos aristas opuestas y de modo que la arista que pasa por el punto M se proyecte
verticalmente sobre r’ .
256
11. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta r que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Hallar un plano α paralelo a LT que forme un
ángulo de 60° con el horizontal y diste 3 cm. de LT. (El plano pasa por los diedros II, I y IV).
Determinar un plano β que pase por la recta r y forme un ángulo de 60° con el plano α.
Representar un tetraedro regular de 5 cm. de arista, de modo que tenga un vértice en la recta r,
una arista en el plano α y otra en el plano β.
12. Dado un punto A (6 cm., 8 cm.), hallar un plano α que forme un ángulo de 60° con
el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical y esté situado 7 cm. por debajo de A. Represen-
tar un tetraedro regular ABCD de modo que un vértice sea A que la sección BCM pertenezca al
plano α (siendo M un punto de la arista AD tal que AM = 2 MD) y que la arista BC sea
horizontal con la mayor cota posible.

Cubo.
13. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta m (m’’ forma un ángulo de 60° con LT
y m’ un ángulo de 45° con LT y ambas proyecciones se cortan hacia la derecha del depurado).
A 7 cm. a la derecha de la línea de correspondencia del punto A tomar las proyecciones (n’’, n’)
de una recta de perfil.
Representar un cubo que tenga un vértice en A, una arista sobre la recta m y otra arista
sobre la recta n (siendo myn dos aristas que no pertenecen a una misma cara del cubo). Tomar
los vértices con el mayor alejamiento posible.
14. Dado un punto O (4 cm., 5 cm.), representar un cubo que tenga el punto O como
centro y que una de sus aristas se halle sobre la línea de tierra.
15. Se da una recta r que pasa por LT (r’’ y r’ forman ángulos de 75° con LT). En dicha
recta tomar un punto A de cota 4 cm. y un punto B a 9 cm. del punto A.
Representar un cubo del cual AB es una diagonal, sabiendo que una de las aristas que
concurren a A es horizontal y forma el menor ángulo posible con el plano vertical.
16. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta a que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. En dicha recta tomar un punto B que diste 7 cm.
de A. Trazar luego un plano α que pase por la rectas y forme un ángulo de 45° con el horizon-
tal.
Representar un cubo que tenga el plano α como plano diagonal y la recta AB como
diagonal.
17. Representar un cubo de 10 cm. de arista de modo que tenga como centro un punto O
(7 cm., 5 cm.) y que el sostén de una arista tenga traza horizontal de alejamiento 4 cm. y forme
un ángulo de 45° con el horizontal y un ángulo de 30° con el vertical (elegir solución cuya traza
horizontal esté más a la derecha).
18. Representar un cubo de 9 cm. de diagonal cuyo centro sea un punto O (8 cm., 8 cm.)
y de modo que una diagonal AG sea normal al primer bisector y que una de las caras que pasan
por A sea normal al segundo bisector.
19. Se da un punto H(0 cm., 6 cm.). Por H’se trazan las proyecciones i’ y α’que forman
respectivamente ángulos de 75° y 45° con LT, hacia la izquierda del depurado, y se traza
también por H’ la proyección β’ formando con LT un ángulo de 60° hacia la derecha del
depurado. Determinar i’ sabiendo que la recta i es la intersección de los planos α y β que son
perpendiculares. Hallar un punto A de la recta i que diste 5 cm. de LT y que tenga el mayor
alejamiento posible.
257
Representar un cubo de 5 cm. de arista que tenga el punto A como un vértice, sobre la
recta i una arista, y de modo que una arista del cubo, ortogonal con i, sea frontal con el mayor
alejamiento posible. (El otro vértice de i con la mayor cota).
20. Tomar un plano α perpendicular al segundo bisector y que forme un ángulo de 60°
con el vertical. Determinar un plano β que sea perpendicular al segundo bisector forme un
ángulo de 75° con α y corte a LT 2 cm. a la derecha de α.
Representar un cubo de arista 8 cm. que tenga un vértice sobre la traza α’ y una cara
apoyada en β en la cual dos aristas sean horizontales con la menor cota posible.
21. Se dan los puntos A y B del problema N.° 17 y la proyección vertical m’’de una recta
m (m’’ es paralela a A’’B’’).
Representar un cubo que tenga la recta AB como una arista y de modo que la arista del cubo
paralela aAB y situada sobre una misma cara del cuerpo se proyecte verticalmente sobre m’’.

Octaedro regular.
22. Tomar un plano α cuya traza α’ forme un ángulo de 30° con LT de modo que dicho
plano forme un ángulo de 60° con el vertical. En α hallar una recta d que forme un ángulo de
30° con el horizontal y tal que el segmento comprendido entre sus trazas mida 9 cm. (tomar la
solución de menor proyección vertical).
Representar un octaedro regular que tenga ese segmento como diagonal y de modo que
dos aristas sean de perfil.
23. Por un punto M de LT trazar un plano α perpendicular al segundo bisector y que
forme un ángulo de 60° con el horizontal. Por otro punto N de LT situado 7 cm. a la derecha de
M, trazar un plano β de perfil.
Representar un octaedro regular de 6 cm. de arista con una cara apoyada en el plano α y
de modo que el centro del octaedro se halle situado en el plano β y tenga 7 cm. de cota en el
primer diedro. Un vértice del octaedro debe pertenecer al plano vertical.
24. Se dan los puntos A y B del problema N.° 17 y una proyección vertical d’’ que pasa
por el punto medio de A’’B’’ y forma un ángulo de 45° con LT hacia la derecha del depurado.
Representar un octaedro regular que tenga AB como una diagonal y de modo que otra
diagonal se proyecte verticalmente sobre d’’.
25. Por un punto Q (3 cm., 3 cm.) trazar una recta r (r’’ forma 45° con LT hacia la
izquierda del depurado y r’ forma 60° con LT hacia la derecha del depurado). Tomar un punto
P (5 cm., 6 cm.) situado a la derecha de Q y de modo que las líneas de correspondencia de los
puntos disten 9 cm.
Representar un octaedro regular de arista 4 cm., de manera que una arista esté sobre la
recta r y que la diagonal que no corta a r pase por el punto P. El centro del octaedro debe tener
el mayor alejamiento posible.
26. Dados los puntos P (3 cm., 4 cm.) y O (4 cm., 4 cm.) situado 7 cm. a la derecha de
P, por el punto P trazar una recta a que forme 45° con el plano horizontal y 30° con el plano
vertical (solución que a’’ y a’ se cortan hacia la izquierda de P por debajo de LT con el menor
alejamiento posible). Hallar una recta horizontal h que pase por O, diste 2 cm. de a y forme el
menor ángulo posible con el plano vertical.
Representar un octaedro regular de centro O, una diagonal sobre h con longitud 6 cm. y
de modo que las otras diagonales formen ángulos de 45° con el plano horizontal.
258
27. Tomar un plano α que forme 45° con el primer bisector y 60° con el segundo bisector
Representar un octaedro regular de arista 6 cm. y centro O (8 cm., 8 cm.) que tenga dos caras
paralelas al plano α, de modo que una diagonal del octaedro forme un ángulo de 45° con el
plano horizontal.

Pirámide.
28. Se dan los puntos A y B del problema N.° 3. Por el punto A trazar una recta r que
forme un ángulo de 30° con el horizontal, y un ángulo de 45° con el vertical, y por el punto B
trazar un plano α que forme 30° con la recta r y sea proyectante horizontal (soluc. que forme
menor ángulo con el plano vertical).
Representar una pirámide regular de base cuadrada apoyada en el plano α, de modo que
la recta r sea una arista lateral y sabiendo que la magnitud de la arista lateral es 5 cm. El vértice
de la pirámide debe tener el mayor alejamiento posible.
29. Se da un punto A (3 cm., 4 cm.) y las proyecciones B’ y C’ (A’B’ = 6 cm. y forma 45°
con LT, B’C’- C’A’ - 4 cm.). Sabiendo que la recta AB es horizontal, determinar el punto C de
modo que el triángulo ABC sea equilátero.
Representar una pirámide regular que tenga como base el triángulo ABC y sabiendo que
las aristas laterales forman con la base ángulos de 60°.
30. Hallar una recta r paralela al segundo bisector que diste 4 cm. de LT. Determinar un
plano α que pase por la recta r y de manera que su traza α’ forme un ángulo de 45° con r.
Representar una pirámide regular de altura 5 cm. cuyo vértice está en LT y de modo que
la base sea un cuadrado de lado 2 cm. situado en α con dos lados horizontales.
31. Tomar una recta a que pase por LT y forme ángulos de 30° con los planos de proyección.
Representar una pirámide regular de base triangular que tenga el vértice en LT y dos
aristas laterales sobre a y LT, sabiendo que la magnitud de la arista lateral es 9 cm. (Un vértice
de la base deberá pertenecer al segundo diedro).
32. Tomar un plano α cuya traza α’ forme un ángulo de 45° con LT y de modo que dicho
plano forme un ángulo de 45° con el horizontal. Determinar una recta a del plano α que forme
un ángulo de 30° con α’ y cuya traza horizontal tenga 14 cm. de alejamiento (soluc. tal que a’
forme el mayor ángulo posible con LT).
Representar una pirámide regular de base cuadrada (lado 4 cm.) y altura 10 cm. de modo
que uno de los lados de la base se halle sobre la recta a, uno de los vértices de la base en el
horizontal y que la cara lateral correspondiente a aquel lado se halle apoyada en el plano α y
en el primer diedro.
33. Dado un plano α (α’’ y α’ forman ángulos de 45 con LT), determinar en dicho plano
un triángulo equilátero ABC de lado 5 cm. de modo que el lado AB se halle en el primer
bisector y C en el plano horizontal.
Representar una pirámide cuya base es el triángulo ABC y cuyas aristas laterales miden 6
cm., 7 cm. y 8 cm. respectivamente. (El otro vértice en el primer diedro).
34. Se da en el plano vertical un triángulo equilátero ABC de 5 cm. de lado con un lado
AB paralelo a LT y de cota 4 cm. Representar una pirámide de 3 cm. de altura cuya base es el
triángulo ABC y sabiendo que las aristas laterales SA y SC miden respectivamente 7 cm. y 6
cm. (S deberá colocarse en el primer diedro y C tener la mayor cota posible).
35. Dado un puntoS (7 cm., 3 cm.), determinar otro punto O del primer diedro que diste
5 cm. de S, 6 cm. de LT y se halle en el mismo plano de perfil que S.
259
Representar una pirámide regular de base pentagonal que tenga el punto S como vértice,
el punto O como centro de la base, y sabiendo que el rectilíneo de dos caras laterales consecu-
tivas mide 120°. Una arista lateral SA debe colocarse paralela al segundo bisector.

Prisma.
36. Representar un prisma de 10 cm. de arista lateral. Una de las bases es un cuadrado
de 5 cm. de lado apoyado en el segundo bisector que tiene dos lados paralelos a LT y cuyo
centro tiene 6 cm. de cota. Las aristas laterales del prisma forman un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 15° con el vertical.
37. Hallar una recta a que forme un ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45°
con el vertical y diste 5 cm de LT. La normal común a las rectas a y LT es el eje de un prisma
recto de 7 cm. de altura cuyas bases son hexágonos regulares de 3 cm. de apotema que no
tienen ningún lado paralelo a LT. El centro de una de las bases tiene 5 cm. de cota y el prisma
está situado en el primer diedro.
38. Hallar una recta b del primer bisector que pase por A (1 cm., 1 cm.) y forme 60° con
LT. Determinar un plano α que tenga la recta b como bisectriz del ángulo de sus trazas y en α
construir un rectángulo de lados 3 cm. y 5 cm. de modo que una diagonal se halle sobre b y su
punto medio tenga cota 3 cm.
Representar un prisma recto de altura 8 cm. situado en el primer diedro, una de cuyas
bases sea el rectángulo construido en α.
39. Dado un punto A (4 cm., 6 cm.), trazar una recta r que pase por A y forme un ángulo
de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Determinar un plano α que pase por
la recta r y forme un ángulo de 60° con el horizontal.
Representar una superficie prismática que tenga la recta r como una arista lateral, el
plano α como el plano de una cara lateral y de modo que la sección recta de la superficie
prismática sea un triángulo equilátero de 6 cm. de lado.
40. Hallar la verdadera magnitud de la diagonal de un paralelepípedo rectangular sa-
biendo que las aristas del mismo miden 2 cm., 5 cm. y 6 cm. respectivamente. La cara de
menor superficie del poliedro está situada en un plano paralelo a LT que forma 60° con el
horizontal y dista 2 cm. de LT. Las aristas de longitud 2 cm. son de perfil y una arista de
longitud 5 cm. pertenece al primer bisector.
41. Se dan dos rectas frontales a y b de alejamientos 5 cm. y 7 cm. y cuyas proyecciones
verticales son perpendiculares. Tomar una recta (c’, c’) de fuga que se cruce con ay b.
Representar un paralelepípedo rectangular que tenga una arista sobre cada una de las
rectas a, b y c, y determinar la verdadera magnitud de la diagonal.
42. Por el punto A (3 cm., 4 cm.) trazar recta r que forme 30° con los planos de perfil y
45° con los planos paralelos a LT que forman 30° con el horizontal y en dirección pasan por los
diedros II, I y IV. En la recta r tomar un punto B con mayor cota que A y tal que AB = 12 cm.
Representar un prisma oblicuo de 10 cm. de altura que tenga AB como una arista lateral,
sabiendo que las bases son triángulos equiláteros de 4 cm. de lado situados en planos paralelos
a LT que pasan por los diedros II, I y IV (un lado de cada base es horizontal y tiene la mayor
cota posible).
CAPITULO XIII
SECCIONES PLANAS DE LOS POLIEDROS

170. Definición. — Se llama sección plana de un poliedro, al polígono que resul-


ta de interceptarlo con un plano.
Dicho polígono tiene como lados las intersecciones de las caras del poliedro con
el plano secante y como vértices las intersecciones de las aristas del poliedro con el
plano secante.
De esta definición surgen dos métodos para hallar secciones planas de un poliedro:
El método de las caras, consiste en determinar las intersecciones de las caras del
poliedro con el plano secante, y su empleo da origen a problemas de intersecciones
de planos. Se utiliza este método para los poliedros en general.
El método de las aristas, consiste en determinar las intersecciones de las aristas
del poliedro con el plano secante, y su empleo da origen a problemas de interseccio-
nes de rectas con planos. Se emplea este método con más frecuencia para las pirámi-
des y los prismas.
Estos dos métodos fundamentales se pueden utilizar simultáneamente para de-
terminar los elementos de una sección plana, y, a veces, resulta más conveniente
combinar ambos métodos que emplearlos separadamente.
Más adelante veremos otros métodos que también permiten determinar seccio-
nes planas, pero que se utilizan con ventaja para las pirámides y los prismas.

171. Primer método. — Hallaremos la sección plana de un poliedro por el méto-


do de las caras. Para ello habrá que determinar las intersecciones de cada cara del
poliedro con el plano secante.
Sea en la (fig. 277) una superficie prismática que tiene por directriz el triángulo
ABC del plano horizontal y cuyas aristas laterales son las rectas (a’, a’), (b’ , b’) y (c’,
c’’). Seccionaremos dicha superficie con el plano α.
En primer lugar hallaremos la intersección de la cara (ab) con el plano α. Para
ello, cortando ambos planos con un plano horizontal ω’’, determinamos un punto
(M’, M’) de la intersección.
Luego, cortando (ab) y α con un plano frontal φ’, determinamos otro punto (N’,
N’) de la intersección.
Es decir que la cara (ab) y el plano α se cortan según la recta MN, cuya
261
parte (1’’2’’, 1’2’) comprendida en la cara (ab) es un primer lado de la sección
plana.

(Fig. 277)

Un lado consecutivo está en la cara (bc), y de él conocemos el punto (2’’, 2’)


que pertenece a la arista b. Para hallar otro punto de la intersección de la cara (bc)
con el plano α, cortamos ambos planos con el plano horizontal ω’’, y determinamos
(P’ , P’).
Uniendo los puntos 2 y P tenemos la intersección de la cara (bc) con el plano
secante, intersección que limitamos en el punto (3’, 3’) a la cara (bc). Tenemos así un
segundo lado (2’3’, 2’3’)de la sección plana.
El lado consecutivo está en la cara (ca), y como ya conocemos los puntos 3 y 1
que pertenecen a esa cara, por ser de las aristas c y a, uniendo dichos puntos tendre-
mos el tercer lado (3’’1’, 3’1’) de la sección plana, que queda así determinada por sus
lados 1-2, 2-3 y 3-1.
Notas . — 1.a Para la puntuación de la sección plana se supone que el plano
secante es transparente. Por lo tanto, un lado de la sección plana será visto u
oculto según que la cara del poliedro a que pertenece sea vista u oculta respecti-
vamente.
262

En el ejemplo anterior son vistos los lados 1’2’ 2’3’, puesto que las caras (ab) y
(bc) son vistas en proyección horizontal. Análogamente, en proyección vertical es
visto el lado 1’3’ de la sección plana.

2.a Al aplicar el método de las caras, puede suceder que la intersección del plano
de una cara con el plano secante no tenga una parte comprendida dentro de la cara del
poliedro; en ese caso, la sección plana no tiene ningún lado en dicha cara.

172. Segundo método. — Hallaremos la sección plana de un poliedro por el


método de las aristas. Para ello habrá que determinar las intersecciones de cada arista
del poliedro con el plano secante.

Se observa que si el plano secante fuese perpendicular a uno de los planos de


proyección, esas intersecciones se hallarían de inmediato sobre la traza del plano en
dicho plano de proyección.

Por lo tanto, cuando el plano secante es cualquiera, es conveniente efectuar un


cambio de plano y colocarlo como proyectante, en cuyo caso la sección plana se
puede hallar fácilmente.

Por ejemplo, sea en la (fig. 278) una pirámide de base ABC y vértice S que
seccionaremos con el plano α.

(Fig. 278)

De acuerdo con lo expuesto en el (N.° 90, I), tomando la línea de tierra L’’1T’’1 de
la figura colocamos el plano α como proyectante vertical en (α’’1, α’).

Efectuando luego ese cambio de plano vertical para la pirámide, su proyección


horizontal queda fija, y determinamos su nueva proyección vertical S’’A’’B’’1C’ 1.
263
En el nuevo sistema de planos, como el plano secante es proyectante vertical, las
intersecciones de las aristas SA, SB y SC con el plano, se proyectan verticalmente
sobre la traza α’ en 1’’1, 2’’1 y 3’’1.

Luego, trazando las líneas de correspondencia perpendiculares aL’’1T’ 1 de esas


proyecciones, determinamos las proyecciones horizontales 1’, 2’ y 3’ de los vértices
de la sección plana.

Finalmente, en las líneas de correspondencia perpendiculares a LT de 1’, 2’ y 3’


determinamos las proyecciones verticales 1’’, 2’’ y 3’’.

De esta manera, los vértices 1,2 y 3 nos definen la sección plana buscada, cuyos
lados obtenemos uniendo los vértices dos a dos, y cuya puntuación se efectúa como
indicamos en la Nota 1.a del (N.° 171).

173. Tercer método. — Hallaremos la sección plana de una pirámide o un prisma


empleando las propiedades homológicas expuestas en el (N.° 124).

En una pirámide o un prisma (*), los vértices de una sección plana y los vérti-
ces de la base, por estar sobre aristas, están alineados en rectas que concurren al
vértice. Además, cada lado de la sección plana y el lado de la base que pertenece a
la misma cara se cortan sobre la recta intersección del plano de la sección con el
plano de la base (puesto que dos rectas coplanares, el lado de la sección y el lado de
la base, por pertenecer a distintos planos deben cortarse sobre la intersección de
éstos).

En consecuencia, existe una relación de homología entre la sección plana y la


base de la pirámide. Dicha homología tiene como centro el vértice de la pirámide,
como eje la intersección del plano secante con el plano de la base, y como puntos
homológicos los vértices de la sección plana y los vértices de la base que pertenecen
a una misma arista.

Por consiguiente, se pueden hallar los vértices de la sección plana como puntos
homólogos de los vértices de la base. Veamos un ejemplo.

Sea en la (fig. 279) una pirámide de vértice S y base ABC apoyada en el horizon-
tal que seccionaremos con el plano α.

De acuerdo con lo expresado anteriormente, en proyección horizontal el centro


de homología es 5’ y el eje de homología es α’ (intersección del plano secante con el
plano horizontal, base de la pirámide).

(*) Un prisma se puede suponer como una pirámide cuyo vértice es el punto impropio de sus aristas
laterales.
264

Para poder establecer la


homología se necesita un par de
puntos homólogos. Para ello, em-
pleando el plano proyectante auxi-
liar ω, determinamos el punto
(1’’, 1’), intersección de la arista SA
con el plano α. En esta forma, el
punto 1’ es homólogo de A’.

Para hallar los demás puntos,


unimos A’ con B’, cortamos esa rec-
ta con el eje α’ en el punto M, que
unimos con 1 Sobre MI’, y alinea-
do con B’y S’, obtenemos el punto
(Fig. 279)
2’, homólogo de B’.

De la misma manera, unimos A’ con C’, cortamos esa recta con el eje α’ en el
punto N, que unimos con 1’. Sobre N1’, y alineado con C y S, obtenemos el punto 3’,
homólogo de C.

La sección plana queda así determinada por su proyección horizontal 1’2’3’y por
su proyección vertical 1’2’3’ , que hallamos en las líneas de referencia de 1’,2’ y 3’ y
sobre las aristas correspondientes.

La puntuación se efectúa de la misma manera que en los casos anteriores.

174. Cuarto método. — Este método, que se emplea para las pirámides y los
prismas, se basa en la utilización de planos auxiliares.

Sea en la (fig. 280) una pirámide de base ABC y vértice S. Seccionaremos dicha
pirámide con el plano α.

Se traza por el vértice S una recta


auxiliar r cualquiera y se determinan los
puntos Po y P, trazas de esa recta en el
plano secante y en el plano de la base; se
determina también la recta i, intersección
de ambos planos.

Si se considera el plano auxiliar deter-


minado por la recta r y una de las aristas
laterales SA, dicho plano corta al plano de
la base π según la recta PA que determinan (Fig. 280)
las trazas de r y SA en el plano π. Por lo
tanto, el punto M en que se cortan PA y la
265
intersección i de los planos α y π será un punto común al plano auxiliar y al
plano α.

Como además el punto Po pertenece también al plano auxiliar y al plano α, se


deduce que la recta PoM es la intersección del plano auxiliar (r SA) con el plano
secante α.

Por consiguiente, como el plano auxiliar corta a la pirámide según SA y al plano


secante según PoM, en la intersección de esas rectas tendremos un punto 1 común a
la arista SA y al plano ω. Dicho punto será entonces de la sección plana.

De la misma manera se hallan los vértices restantes de la sección plana. Uniendo


P con B cortamos esa recta con i, y el punto de corte N lo unimos con Po. En la
intersección de Po N con la arista SB obtenemos el punto 2 de la sección plana.

Por último unimos P con C, cortamos esa recta con i, y el punto de corte lo
unimos con Po. En la intersección de esta recta con SC hallamos el vértice 3 de la
sección plana que queda así determinada por sus vértices.

En el depurado se efectúan estas construcciones en una cualquiera de las pro-


yecciones y se obtiene así una de las proyecciones de los vértices de la sección
plana. La otra proyección se determina por líneas de referencia y en las aristas
correspondientes.

Nota . — Cuando se elige como recta auxiliar r una de las aristas, por ejemplo SA,
este método se reduce al tercer método del (N.° 173).

Para los prismas se procede en la misma forma, considerando que el vértice del
prisma es el punto impropio de sus aristas.

175. Verdadera magnitud de las secciones planas.

Para determinar la verdadera magnitud de una sección plana de un poliedro, se


abate el plano de la sección y con él los vértices de la misma. Los abatimientos de
esos vértices determinarán un polígono abatido que dará la verdadera magnitud de la
sección plana del poliedro.

Ese abatimiento del plano secante se puede efectuar en cualquiera de los cuatro
métodos anteriormente expuestos.

176. Secciones planas particulares.

En algunos poliedros convexos pueden obtenerse como secciones planas


polígonos particulares, que dependerán del plano secante que se elija.

Veremos algunos casos importantes cuyas demostraciones no trataremos por co-


nocerse de Geometría del Espacio.
266

I. Secciones planas de la pirámide.

Sea la pirámide de base triangular SABC de la (fig. 281).

a) Si se toma como plano secante un plano paralelo a una


de las caras (por ej. paralelo a la cara ABC) se obtiene como
sección un triángulo (1-2-3) semejante al que constituye la
cara considerada.

b) Si el plano secante es paralelo a dos aristas opuestas


(por ej. AC y SB), se obtiene como sección un paralelogramo
(4-5-6- 7).
(Fig. 281)
c) Si la pirámide tiene como base un cuadrilátero, para
obtener como sección plana un paralelogramo se hallan las
intersecciones de dos caras opuestas tomadas dos a dos y se elige como plano secante
un plano paralelo a las dos intersecciones obtenidas.

II. Secciones planas del tetraedro regular.

Como un tetraedro regular es una pirámide triangular, podemos establecer que:

a) Si el plano secante es paralelo a una de las caras se obtiene como sección un


triángulo equilátero. En este caso el plano secante resulta perpendicular a una altura
del tetraedro.

b) Si el plano secante es paralelo a dos aristas


opuestas, es perpendicular a la normal común a
las dos aristas consideradas. Como sección se
obtiene un paralelogramo (1-2-3-4 de la fig. 282)
que por tener sus diagonales iguales (1-3 = 2-4)
es un rectángulo.

Si el plano secante anteriormente considera-


do pasa por el centro del tetraedro, o sea por el
punto medio de la normal común (MN), la sec-
(Fig. 282) cion plana es un cuadrado (5-6-7-8) cuyos vérti-
ces son puntos medios de las aristas del tetraedro,
cuyos lados miden la mitad de la arista y cuyas diagonales son las normales comunes
(5-7 y 8-9) a los otros dos pares de aristas opuestas.

III. Secciones planas del cubo.

Sea el cubo de la (fig. 283).

a) Si el plano secante es perpendicular a una arista se obtiene como sección un


cuadrado de lado igual a la arista.
267
b) Si el plano secante es perpendicu-
lar a una diagonal (FC) en su punto me-
dio, o sea en el centro del cubo, se obtie-
ne como sección un hexágono regular
(1-2-3-4-5-6) cuyos vértices son los pun-
tos medios de las aristas que no concu-
rren a los extremos de la diagonal consi-
derada y cuyos lados son iguales a la mi-
tad de la diagonal de cara.

c) Si el plano secante es perpendicu-


lar a una diagonal (FC) en su tercera parte
(KF = 1/3 FC), se obtiene como sección (Fig. 283)
un triángulo equilátero (MGA) cuyo cen-
tro es el punto K de la diagonal, cuyos vértices son tres vértices del cubo y cuyos
lados miden la magnitud de la diagonal de cara.

d) Si el plano secante es perpendicular a una diagonal en la parte comprendida


entre el vértice extremo y el tercio de la diagonal, se obtiene como sección un trián-
gulo equilátero.

IV. Secciones planas del octaedro regular.

Sea el octaedro regular de la (fig. 284).

a) Si el plano secante es perpendicular a


una diagonal se obtiene como sección un cua-
drado cuyo centro está en la diagonal conside-
rada.

b) Si el plano secante pasa por el centro del


octaedro y es perpendicular a una arista (BC) se
obtiene como sección un rombo (ERFP) de lado
igual a la altura de cara y cuyas diagonales mi-
den las magnitudes diagonal y arista del
octaedro.

c) Si el plano secante pasa por el centro del


(Fig. 284)
octaedro y es paralelo a dos caras opuestas, o sea
perpendicular a la distancia entre dichas caras, se
obtiene como sección un hexágono regular (1-2-3-4-5-6) cuyos vértices son los pun-
tos medios de las aristas que no pertenecen a las caras consideradas y cuyos lados
miden la mitad de la arista.
268
INTERSECCIÓN DE UN POLIEDRO CON UNA RECTA

177. Método general.

Para hallar los puntos de intersección de una recta con un poliedro, se hace pasar
por la recta un plano auxiliar que cortará al poliedro según una línea poligonal. Los
puntos de corte de esa poligonal y la recta dada serán los puntos buscados, comunes
a la recta y al poliedro.

En cada caso convendrá elegir como plano auxiliar que pase por la recta
dada, aquel cuya sección con el poliedro sea más fácil de determinar. En general,
es conveniente utilizar uno de los planos proyectantes de la recta, puesto que
entonces la sección plana se puede hallar de inmediato con el método del (N.°
172).

Por ejemplo, sea en la (fig. 285) un poliedro SABC


cuya intersección con la recta (r’, r’) queremos deter-
minar.

Trazamos por la recta dada el plano proyectante ver-


tical ω, que cortará a las aristas del poliedro en proyec-
ción vertical según los puntos 1’, 2’ y 3’ de la traza
vertical ω’’.

En las líneas de referencia de dichos puntos, y so-


bre las aristas correspondientes, hallamos las proyec-
ciones horizontales 1’,2’ y 3’, que nos determinan la
proyección horizontal de la sección plana del poliedro
conω.

Los puntos P’ y Q’, comunes a la sección plana y a r’,


(Fig. 285) serán las proyecciones horizontales de las interseccio-
nes de la recta dada con el poliedro. Las proyecciones
verticales P’ y Q’ se hallan en las líneas de referencia
correspondientes.

Notas . — 1.a Cuando el poliedro es convexo, al cortarlo con una recta se obten-
drán solamente dos puntos de intersección, uno de entrada y otro de salida.

2.° Para efectuar la puntuación de la recta, se hace primeramente la puntuación


del poliedro (N.° 156). Luego se hallan los puntos de intersección de la recta con el
poliedro, y esos puntos serán vistos u ocultos según lo sean respectivamente las caras
del poliedro a que pertenezcan.

Por ejemplo en la (fig. 285), como las caras SAB y SBC son vistas en ambas
proyecciones, los puntos de intersección Py Q serán vistos en las dos proyeccio-
269
nes, y, por lo tanto, el segmento de recta PQ interior al poliedro es oculto y se
dibuja punteado; las demás partes de la recta son vistas y se dibujan con trazo
lleno.

178. Método particular para las pirámides y los prismas.

Cuando el poliedro es una pirámide o un prisma, se puede emplear otro método


para hallar su intersección con una recta.

Sea la pirámide SABC de la (fig. 286) que interceptaremos con la recta r.

Se considera el plano auxiliar determinado por


el vértice S de la pirámide y la recta dada r. Luego se
halla la intersección i de ese plano con el plano de la
base de la pirámide y se determinan los puntos M y
N en que i corta al polígono de la base ABC.

Uniendo S con M y con N, se obtendrá un trián-


gulo SMN que será la sección de la pirámide con el
plano auxiliar considerado.
(Fig. 286)
Por lo tanto, los puntos P y Q, en que la recta
dada r corta al triángulo sección SMN, serán los puntos buscados, comunes a la recta
y a la pirámide.

DESARROLLO DE LA SUPERFICIE DE UN POLIEDRO

179. Generalidades. — La superficie de un poliedro puede extenderse sobre un


plano colocando sus caras una al lado de otra, de modo que tengan un lado común.

Diremos entonces que para obtener el desarrollo de la superficie de un poliedro


se toma como plano del desarrollo el plano de una de las caras y sobre ésta se abaten
las caras adyacentes tomando como charnela las aristas correspondientes. En esta
forma se siguen abatiendo sucesivamente todas las caras alrededor de la última arista
abatida, hasta que toda la superficie del poliedro se halle extendida sobre el plano de
la cara elegida.

Cuando se conocen todas las caras de un poliedro en su forma y magnitud, su


desarrollo se obtiene fácilmente construyendo un número de polígonos igual al de las
caras del poliedro.

Es lo que sucede con los poliedros regulares, en los que para obtener su desarro-
llo basta conocer la magnitud de la arista, puesto que todas las caras son polígonos
iguales de lado igual a la arista del poliedro.
270
Así por ejemplo, para hallar el desarrollo de un tetraedro regular (fig. 287),
se construye un triángulo equilátero de lado igual a la arista y sobre cada uno de
los lados de ese triángulo se construyen otros triángulos iguales a él. La figura
plana obtenida es el desarrollo del tetraedro sobre el plano de la primera cara
construida.

(Fig. 287)

De una manera análoga se procede con los demás poliedros regulares cuyos
desarrollos se indican en la (fig. 287).
A continuación veremos algunos ejemplos de cómo se obtiene el desarrollo de la
superficie de un poliedro en general.

180. Desarrollo de la pirámide.


Sea en la (fig. 288) una pirámide de vértice S y base ABC en el plano horizontal.
Hallaremos su desarrollo sobre el plano de la cara SAB. Para ello comenzamos
por determinar la verdadera magnitud de sus aristas laterales.
Tomando entonces el eje de giro vertical (1x’, 1x’’) que pasa por el punto S,
giramos las aristas laterales SA, SB y SC hasta colocarlas como frontales, con lo cual
determinamos sus magnitudes S’’1A’ , S’ 1B’ y S’’1C’.
Luego construimos la cara SAB de la cual conocemos las magnitudes de sus
lados, SA = S’’1A’, SB = S’’1B’’y AB = AB
’ ’.
En la misma forma construimos lacaraconsecutivaSBC y lacara SCA1 consecu-
tiva a la SBC.
El sector poligonal SABCA1 es el desarrollo de la superficie lateral de la pirámi-
de dada.
271

(Fig. 288)

Si se quiere hallar el desarrollo de la superficie total, es necesario colocar tam-


bién el polígono de la base ABC, que se construye a partir de lado AB de la base, que
pertenece al plano de la cara lateral SAB sobre el cual se efectúa el desarrollo.
Nota . — En este ejemplo, como la base ABC está en el plano horizontal, se cono-
cen las magnitudes de sus lados. En el caso general de que la base se halle en un plano
cualquiera, habrá que determinar las verdaderas magnitudes de sus lados por cual-
quiera de los métodos conocidos. Después se hallan las verdaderas magnitudes de las
aristas laterales como hicimos anteriormente, y, finalmente, se obtiene el desarrollo
del poliedro como en el ejemplo anterior.

181. Desarrollo del prisma.


Para obtener el desarrollo de un prisma no podemos aplicar el procedimiento del
caso anterior cuando se conozcan las magnitudes de las aristas laterales y de la base.
Esto se debe a que las caras laterales de un prisma son paralelogramos y no es
posible construir un determinado paralelogramo cuando solo se conocen las magni-
tudes de sus lados.
Por esta razón, para hallar el desarrollo de un prisma se utiliza con ventaja el
procedimiento que expondremos a continuación, y que se basa en la obtención de una
sección recta del prisma, llamándose así a una sección del prisma por un plano per-
pendicular a sus aristas laterales.
Sea en la (fig. 289) un prisma con una base ABCD en el plano horizontal, cuyas
aristas laterales miden la magnitud a y son frontales.
Primeramente hallamos una sección recta del prisma, para lo cual trazamos un
plano secante (ω’’, ω’) perpendicular a las aristas laterales. Como éstas son frontales,
el plano ω resulta proyectante vertical y la sección recta se determina de inmediato
por sus vértices 1,2, 3 y 4 obtenidos como en el (N.° 172).
272
Abatimos el plano ω y los vértices de la sección recta, cuyos abatimientos 1, 2, 3
y 4 determinan la verdadera magnitud de la sección.

Al hacer el desarrollo de la superficie lateral del prisma, la sección recta se


transformará en una recta perpendicular a las aristas laterales, puesto que los ángulos
rectos que forman los lados de la sección con las aristas laterales se conservarán en el
desarrollo.

(Fig. 289)

Por lo tanto, para obtener el desarrollo del prisma dado, tomamos una recta 1-1
sobre la cual colocamos los lados de la sección recta 1-2, 2-3, 3-4 y 4-1, cuyas mag-
nitudes conocemos del abatimiento que habíamos hallado de la sección recta.

Por los puntos 1,2, 3, 4 y 1 trazamos rectas perpendiculares a 1-1, que serán las
aristas laterales. Para limitarlas, se observa que por ser frontales, sus segmentos se
ven en verdadera magnitud en proyección vertical. En consecuencia, tomamos a par-
tir de los vértices 1, 2, 3, 4 y 1, los segmentos 1F = 1’’F’’, 1A = 1’’A’’,
2G = 2’’G’’, 2B = 2’B’ , 3H = 3’H’ , 3C = 3’’C’ , 4E = 4’E’ , 4D = 4’D’ ,
1F1’’ = 1’’F’’y 1A1 = 1’’A’’.

Uniendo ordenadamente los puntos F, G, H, E, F1 yA, B, C, Dy A1 obtenemos el


desarrollo de la superficie lateral del prisma sobre el plano de la cara ABGF.

Se observa que todos los lados AF, BG, CH y DE deben medir la magnitud a,
longitud de las aristas laterales.

Si se quisiera el desarrollo de la superficie total, se construirían en el desarrollo


obtenido, y con lados AB y GF, dos polígonos iguales al A’B’C’D’ que se tiene en
verdadera magnitud en el plano horizontal.

Nota . — En este ejemplo hemos supuesto que las aristas laterales son frontales.
Para el caso general en que las aristas laterales sean cualesquiera, se puede por un
sencillo cambio de plano (N.° 85) colocarlas frontales y aplicar entonces las cons-
trucciones simplificadas que hemos efectuado en el ejemplo anterior.
273

182. Transformadas. Línea geodésica.

Cuando se halla el desarrollo de un poliedro cualquiera, toda línea poligonal


trazada sobre la superficie del poliedro se convierte, en el desarrollo, en una línea
poligonal de la misma longitud, que se denomina transformada de la línea dada.

Para hallar la transformada de una línea cualquiera, se determinan los puntos de


corte de la línea con las aristas del poliedro, y, por giros como los del (N.° 180), se
hallan las magnitudes de las distancias de esos puntos a los vértices del poliedro. Las
distancias así obtenidas se colocan sobre las aristas correspondientes en el desarrollo
del poliedro, y, uniendo los puntos ordenadamente, se determina la transformada de
la línea dada.

En particular, se acostumbra hallar la transformada de las secciones planas. Por


ejemplo, en el desarrollo del prisma de la (fig. 289), la línea 1-1 es la transformada
de la sección recta del prisma por el plano ω.

Se llama línea geodésica a la línea poligonal más corta que une dos puntos de la
superficie de un poliedro.

Como en el desarrollo de un poliedro se conservan las longitudes, al menor reco-


rrido sobre la superficie corresponde el menor recorrido sobre el plano, es decir la
línea recta.

Por consiguiente, cuando se dan dos puntos de la superficie de un poliedro, para


hallar la línea geodésica que los une se obtiene primeramente el desarrollo del poliedro
y en él se ubican los dos puntos dados. Luego se traza la recta que une esos dos
puntos y se determinan los puntos en que esa recta corta a las aristas del poliedro
desarrollado. Efectuando las construcciones inversas a las que permiten obtener el
desarrollo, se llevan esos puntos de corte a las proyecciones de las aristas correspon-
dientes del poliedro y uniéndolos ordenadamente se obtienen las proyecciones de la
línea geodésica buscada.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XIII

Secciones planas.
1. Se da en el plano horizontal un triángulo equilátero ABC de lado 5 cm. Ese triángulo
es una cara de un tetraedro regular situado en el primer diedro. Hallar la sección del tetraedro
con un plano ω que pase por el centro del tetraedro, forme un ángulo de 60° con el vertical y
tenga su traza ω’ formando 45° con LT.
2. Se da un plano α que pasa por LT y forma un ángulo de 30° con el horizontal. Tomar
en α un punto A de cota 4 cm. Dicho punto es el centro de un cuadrado de 3 cm. de lado
situado en α.
Representar una pirámide regular de 7 cm. de altura cuya base es el cuadrado obtenido y
determinar su sección con el primer bisector.
274
3. Tomar una recta a que forme un ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45°
con el vertical. Determinar la normal común a las rectas a y LT. Dicha normal común es el eje
de una superficie prismática cuya sección recta es un hexágono regular de apotema 2 cm.
Seccionar la superficie con un plano paralelo a LT que sea normal al primer bisector y
pase por un punto del eje de la superficie que tenga 6 cm. de cota.
4. Tomar un plano α paralelo a LT que sea normal al primer bisector y diste 4 cm. de
LT. El plano α es un plano diagonal de un octaedro regular de 7 cm. de diagonal y cuyo centro
tiene 4 cm. de cota.
Seccionar el octaedro con el plano que pasa por LT y el centro del mismo y determinar la
verdadera magnitud de la sección.
5. Se da un plano α cuyas trazas forman ángulos de 60° con LT. Construir un triángulo
equilátero de 4 cm. de lado, apoyado en α y de modo que tenga un lado horizontal. Dicho
triángulo es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas son de perfil y forman 30°
con el plano α.
Seccionar la superficie con un plano que pasando por el centro de la directriz forme un
ángulo de 60° con el plano α.
6. Tomar un segmento de recta AB vertical y de longitud 6 cm. de modo que tenga sus
extremos en el primer bisector y en el plano horizontal. Dicho segmento es la diagonal de un
cubo que tiene una cara paralela a LT.
Seccionar el cubo con un plano que pase por su centro y forme un ángulo de 45° con el
vertical y un ángulo de 60° con el horizontal. Determinar la verdadera magnitud de la sección
plana.
7. Construir un cubo de 8 cm. de arista, apoyado en el primer bisector, de modo que
una diagonal AF sea de perfil y que el vértice A del primer bisector tenga 6 cm. de cota.
Los puntos medios de las aristas del cubo que concurren a los vértices A y F y los demás
vértices del cubo determinan un poliedro.
Hallar las líneas vistas y ocultas de ese poliedro y seccionarlo con un plano que pasando
por el centro del cubo forme un ángulo de 30° con el horizontal y sea paralelo a LT.

Secciones planas particulares.


8. Construir un triángulo equilátero de 4 cm. de lado situado en el primer bisector y de
modo que su centro tenga 5 cm. de cota.
Representar un tetraedro regular de 9 cm. de arista que tenga dicho triángulo como sec-
ción con el primer bisector.
9. Dado el tetraedro del Problema N.° 1, seccionarlo con un plano de modo de obtener
un cuadrado y hallar la verdadera magnitud de la sección.
10. Dada la pirámide del Problema N.° 20 seccionarla con un plano de modo de obtener
un paralelogramo.
11. Se da un triángulo equilátero de 4 cm. de lado situado en un plano frontal de 6 cm.
de alejamiento.
Representar un cubo de 7 cm. de arista que tenga dicho triángulo como sección con el
plano frontal.
12. Dado el cubo del Problema N.° 7, seccionarlo con un plano de modo de obtener un
hexágono regular y hallar la verdadera magnitud de la sección.
275
13. Construir un octaedro regular de 5 cm. de arista y con una diagonal vertical.
Seccionarlo con un plano de modo de obtener un hexágono regular y hallar la verdadera
magnitud de la sección.

Intersecciones de rectas con poliedros.


14. Se da una pirámide regular de 6 cm. de altura situada en el primer diedro. La base es
un cuadrado de 4 cm. de lado cuyo plano es paralelo al segundo bisector.
Hallar las intersecciones de la pirámide con una recta que pase por el punto medio de su
altura y sea paralela a LT.
15. Construir un tetraedro regular de 4 cm. de arista apoyado en el plano horizontal y
situado en el primer diedro.
Trazar una recta de perfil que pase por el centro del tetraedro y forme un ángulo de 30°
con el horizontal.
Hallar las intersecciones de dicha recta con el tetraedro.
16. Construir una superficie prismática cuya sección recta es un cuadrado de 2 cm. de
lado apoyado en un plano perpendicular al segundo bisector que forma un ángulo de 60° con
el horizontal. El centro O del cuadrado tiene 5 cm. de cota y 4 cm. de alejamiento.
Hallar las intersecciones de la superficie con una recta horizontal que pase por el punto O
y forme un ángulo de 45° con el plano vertical.
17. Tomar un plano paralelo a LT que forme un ángulo de 30° con el horizontal y diste
5 cm. de LT. En dicho plano construir un cuadrado de 3 cm. de lado de modo que su centro
tenga 4 cm. de cota y que un lado forme 30° con LT. Ese cuadrado es la base de una pirámide
regular de 8 cm. de altura.
Determinar una recta frontal cuyo segmento interior a la pirámide mida 5 cm.
18. Se da un prisma cuyas bases son triángulos equiláteros de 5 cm. de lado situados en
planos horizontales y cuyas aristas laterales son frontales y miden 7 cm.
Determinar una recta de perfil cuyo segmento interior al prisma mida 8 cm.

Desarrollos y transformadas.
19. Se da un plano paralelo a LT y al segundo bisector, y en dicho plano un cuadrado
ABCD de 5 cm. de lado cuyo centro tiene 6 cm. de cota. Ese cuadrado es la base de una
pirámide regular cuyo vértice S tiene 12 cm. de cota.
Hallar las proyecciones de la línea geodésica que une un punto de la arista SA con un
punto de la arista SC
20. Se da un triángulo isósceles ABC de base 4 cm. y altura 6 cm. apoyado en el plano
horizontal. Dicho triángulo es la base de una pirámide cuyo vértice tiene 9 cm. de cota y se
halla sobre la recta vertical que pasa por A.
Tomando un punto M de 5 cm. de cota y situado sobre SA, hallar las proyecciones de la
línea geodésica que hay que recorrer sobre las caras para volver al punto M.
21. Dado el cubo del Problema N.° 6, hallar su desarrollo y la transformada de su sec-
ción con un plano que pasa por LT y el centro del cubo.
22. Dado el prisma del Problema N.° 18, hallar su desarrollo y la transformada de una
sección recta.
CAPITULO XIV
INTERSECCIÓN DE DOS POLIEDROS

183. Métodos generales. — Se llama intersección de dos poliedros a la línea


poligonal cuyos lados son las intersecciones de las caras de uno de los poliedros con
las caras del otro y cuyos vértices son las intersecciones de las aristas de un poliedro
con las caras del otro.

De acuerdo con esta definición surgen dos métodos generales para determinar la
intersección de dos poliedros:

1.° El método de las caras, que consiste en hallar las intersecciones de cada cara
de un poliedro con las caras del otro, determinando así los lados de la poligonal de
intersección. Este método se utiliza para los poliedros en general, y su empleo da
origen a problemas de intersecciones de planos.

2.° El método de las aristas, que consiste en hallar las intersecciones de las
aristas de un poliedro con las caras del otro, determinando así los vértices de la
poligonal de intersección. Este método se utiliza con ventaja para las pirámides y
los prismas, y su empleo da origen a problemas de intersecciones de rectas con
planos.

184. Método de las caras.

Para hallar la intersección de dos poliedros por el método de las caras, se co-
mienza por determinar la intersección del plano de una cara de uno de los poliedros
con el plano de una cara del otro. Si la recta obtenida tiene una parte comprendida
en ambas caras, es un lado de la poligonal de intersección. En el caso contrario, la
recta intersección hallada no sirve y se continúa el procedimiento hasta que se
encuentran dos caras (por ej. SAB y TMN de la fig. 290) cuya intersección tiene una
parte (1-2) comprendida en ambas caras. Ese segmento será un primer lado de la
intersección de los poliedros.

Luego se continúan hallando las intersecciones de las caras, pero conviene ha-
cerlo ordenadamente a fin de obtener los lados consecutivos de la poligonal de inter-
sección.
277
Por ejemplo, en el caso de la (fig. 290), como el vértice 2 está en la cara SAB, el
lado consecutivo de la intersección se hallará en la intersección (2-3) de la cara SAB
con la cara consecutiva TNP del otro poliedro.

De la misma manera, como el vér-


tice 3 está en la cara TNP, el lado con-
secutivo de la intersección se hallará
en la intersección de la cara TNP con
la cara consecutiva SBC del otro
poliedro.

En esa forma se siguen hallando los


lados de la intersección hasta que un
lado de la poligonal de intersección ten-
ga un extremo en el punto de partida.
En ese momento se ha completado una
línea poligonal cerrada, común a los dos
poliedros, pero la intersección de éstos
puede estar incompleta desde que dos
(Fig. 290)
poliedros pueden interceptarse en va-
rias poligonales diferentes.

Por lo tanto, procediendo como hemos explicado, habrá que continuar conside-
rando las intersecciones de los planos de las caras hasta que se hayan efectuado todas
las combinaciones posibles.

Podrá entonces suceder que se obtengan otras poligonales de intersección.

En general, cuando los poliedros se interceptan según una sola poligonal se dice
que hay arranque o mordedura, y en el caso que se interceptan en dos o más poligonales
se dice que hay penetración de un poliedro en el otro.

Cuando los poliedros tienen muchas caras, el método expuesto anteriormente da


origen a una gran cantidad de construcciones.

Se necesita entonces proceder ordenadamente, a cuyos efectos es conveniente


construir un cuadro en el cual se colocan encabezando las filas, todas las caras de un
poliedro y encabezando las columnas, todas las caras del otro poliedro.

Así por ejemplo, para hallar la intersección de una pirámide de vértice S y base
ABC con una pirámide de vértice T y base MNP, se formaría el siguiente cuadro, que
contiene todas las combinaciones posibles, dos a dos, de las intersecciones de los
planos de las caras:
278

SAB SBC SCA ABC

TMN 1-2

TNP 2-3

TPM X

MNP

Luego se hallan las intersecciones de esos planos y aquéllas que tengan una
parte dentro de las caras de los poliedros, son las que sirven y en el casillero
correspondiente se colocan los números que individualizan los lados de la inter-
sección.

Por ejemplo, para los poliedros de la (fig. 290) el lado (1-2), intersección
de la cara SAB con la cara TMN lo colocamos en el cuadro anterior, en el casille-
ro correspondiente a la intersección de dichas caras. Lo mismo el lado (2-3),
etc.

Para aquellas combinaciones de caras cuyas intersecciones no sirvan, se tacha el


casillero que les corresponde. Por ejemplo, en el cuadro anterior se ha supuesto que
la intersección de las caras SCA y TPM no tiene una parte comprendida en dichas
catas.

En esta forma existe la seguridad de que se hallan todos los lados de la intersec-
ción de los poliedros. Dichos lados tendrán sus extremos en las aristas de los poliedros
y determinan la o las poligonales de intersección.

185. Puntuación de la intersección.—Considerando el conjunto de los poliedros


cuya intersección se halla, se comienza por efectuar la puntuación de cada poliedro
de la manera indicada en el (N.° 156).

Luego, en cada proyección, se considera que un lado de la poligonal de intersec-


ción es visto, cuando lo son las caras cuya intersección lo determinan. En los demás
casos, los lados de la intersección son ocultos y se dibujan punteados.

186. Método de las aristas. Intersección de dos pirámides.

Resolveremos primeramente el caso simplificando la intersección de dos pirá-


mides cuyas bases están en el mismo plano.

Sean pues las pirámides SABC y TMNP de la (fig. 291) cuyas bases están en un
mismo plano.
279
Se traza la recta ST que une los vértices de las pirámides y se halla el punto D,
llamado punto de divergencia, en que la recta de los vértices corta al plano de las
bases.

Considerando planos auxiliares que pasen por la recta de los vértices y las aristas
de una pirámide, dichos planos cortarán a la otra pirámide según generatrices cuyas
intersecciones con las aristas coplanares serán puntos comunes a ambas pirámides, y,
por lo tanto, puntos de su intersección.

Por ejemplo, el plano determinado por la recta de los vértices ST y la arista SA


corta al plano de las bases según la recta DA que pasa por el punto de divergencia y
por A. Como la recta DA corta a la base MNP en los puntos 1 y 5, el plano auxiliar
cortará a la pirámide de vértice T según las generatrices T1 y T5 cuyas intersecciones
con la arista coplanar SA nos determinan los puntos 1 y 5, que serán de la intersección
de las pirámides.

(Fig. 291)

Análogamente, el plano auxiliar que pasa por la recta de los vértices y la arista
SB corta al plano de las bases según DB y a la pirámide de vértice T según las
generatrices T2 y T4, cuyas intersecciones con la arista coplanar SB nos determinan
los puntos 2 y 4, que serán de la intersección.
280
Finalmente, el plano auxiliar que pasa por la recta de los vértices y la arista TM
corta al plano de las bases según DM y a la pirámide de vértice S según las generatrices
S3 y S6, cuyas intersecciones con la arista coplanar TM nos determinan los puntos 3
y 6 de la intersección.
Como los demás planos auxiliares que pasan por la recta de los vértices y las
aristas de cada pirámide no cortan a la otra (por ejemplo, el plano de ST y DN, etc.),
se conocen ya todos los puntos de intersección.
Para unirlos ordenadamente, se puede seguir el procedimiento indicado en el
(N.° 184) o el método que expondremos a continuación.

187. Método de los móviles.


Supongamos que un móvil ρ recorre la base ABC al mismo tiempo que un móvil
σ recorre la base MNP y un móvil λ recorre la poligonal de intersección.
Tomemos los móviles ρ y σ sobre el plano auxiliar de traza DA; el móvil ρ estará
en 1 sobre AB, el móvil σ estará en 1 sobre NM. En ese momento el móvil λ estará en
el punto 1 de la intersección.
Mientras el móvil ρ recorre 1-2 sobre AB, el móvil σ recorre 1-2 sobre NM y el
móvil λ recorre 1-2 sobre la poligonal de intersección.
Luego, mientras el móvil ρ recorre 2-5 sobre BC, el móvil σ recorre 2-3 sobre
NM y el móvil λ recorre 2-3 sobre la poligonal de intersección.
En ese momento, el móvil ρ no puede seguir recorriendo el lado BC en el mismo
sentido, puesto que después del punto 3 no existen planos auxiliares que den puntos
de la intersección.
Por lo tanto, el móvil ρ cambia de sentido y recorre 3-4, mientras el móvil σ
recorre 3-4 sobre MP y el móvil λ recorre 3-4 sobre la intersección.
Después, el móvil ρ recorre 4-5 sobre BA, el móvil σ recorre 4-5 sobre MP y el
móvil λ recorre 4-5 sobre la intersección.
Luego, cuando el móvil ρ recorra 5-6 sobre AC, el móvil σ no puede seguir
recorriendo MP en el mismo sentido en que lo hacía, puesto que después del punto 5
sobre MP no hay planos auxiliares que den puntos de la intersección. Por consiguien-
te, el móvil σ cambia de sentido y recorre 5-6 sobre PM, en cuyo instante el móvil λ
recorrerá 5-6 sobre la intersección.
Finalmente, cuando el móvil ρ recorre 6-1 sobre CA, el móvil σ recorre 6-1
sobre MN y el móvil λ recorre 6-1 sobre la poligonal de intersección.
En este momento los móviles han vuelto al punto de partida en ambas bases
luego de recorrerlas totalmente, por lo cual la intersección está completa desde que
en esta forma se han considerado todos los puntos de la intersección.
Para hallarlos, se unen los puntos numerados de cada base con el vértice de
281
la pirámide correspondiente, obteniendo así generatrices de cada pirámide.
Es decir que hallamos las generatrices S1, S2, S3, S4, S5, S6 y T1, T2, T3,
T4, T5, T6.
Los puntos de corte de las generatrices del mismo numero, por pertenecer al
mismo plano auxiliar, determinarán los puntos de la poligonal de intersección. Di-
chos puntos se individualizan con el mismo número que las generatrices. Es decir
que, en el punto de corte de las generatrices S1 y T1, tendremos el punto 1 de la
intersección; en el punto de corte de las generatrices S2 y T2, tendremos el punto 2 de
la intersección, y así sucesivamente.
Una vez obtenidos todos los puntos de la intersección (en este caso son seis), se
unen en orden numérico, obteniendo la poligonal de intersección buscada
(1-2-3-4-5-6-1).
Para la puntuación de la intersección se procede como hemos indicado. La pirá-
mide de vértice S tiene vistos los segmentos 2-3, 3-4,5-6 y 6-1 de su base, y la
pirámide de vértice T tiene vistos los segmentos 1-2, 2-3 y 6-1 de su base. Por lo
tanto, los lados de la intersección que serán vistos corresponden a los segmentos
vistos comunes de ambas bases. Es decir que, en la poligonal de intersección son
vistos los lados 2-3 y 6-1, siendo los demás lados ocultos.
Esta construcción general, que hemos hecho para la figura en el espacio, se efec-
túa en una de las proyecciones del depurado obteniendo una de las proyecciones de la
poligonal de intersección.
La restante proyección de ésta se obtiene en las líneas de referencia de los pun-
tos hallados y sobre las aristas correspondientes.

188. Planos límites. Casos de arranque y penetración.


Como todos los puntos de la intersección pertenecen a planos auxiliares que
pasan por la recta de los vértices, conviene, en primer lugar, trazar los planos auxilia-
res extremos tales que todos los planos auxiliares comprendidos dentro del ángulo
que ellos forman den puntos de la intersección.
Dichos planos extremos se denominan planos límites y son rasantes a una de las
pirámides y secantes con respecto a la otra.
Como veremos a continuación, la forma en que se presentan los planos límites
caracteriza la intersección de las pirámides.
I. Caso de arranque.
Cuando cada uno de los planos límites es rasante con respecto a una de las pirá-
mides y secante con respecto a la otra, se tiene una sola poligonal de intersección y se
trata de un caso de arranque.
Es lo que sucede con la intersección de las pirámides de la (fig. 291). Los planos
límites son los determinados por la recta de los vértices y las rectas I y III, puesto que
282
dentro del ángulo de dichos planos, todos los demás planos auxiliares (en este caso el
11) dan puntos de la intersección. Al aplicar el método de los móviles hemos visto que
la poligonal de intersección es única, lo que define un caso de arranque (N.° 184).

II. Caso de penetración.

Cuando los dos planos límites son rasantes a una de las pirámides y secantes con
respecto a la otra, se tendrán dos poligonales de intersección y se dirá que hay pene-
tración de la primera pirámide en la otra.

En efecto, supongamos en la (fig. 292) las bases ABC y MNP de dos pirámides y
el punto de divergencia D. Los planos límites son los que tienen como trazas en el
plano de las bases las rectas D PL, puesto que los demás planos auxiliares compren-
didos dentro del ángulo de dichos planos dan puntos de la intersección.

Al aplicar el método de los móviles (que, como ya sabemos, cambian de sentido


cuando llegan a una parte en que no hay intersección), mientras el móvil ρ recorre la
base ABC determinando los puntos 1, 2, 3, 1, el móvil σ recorre los puntos 1, 2, 3, 1
en el lado NM y el móvil λ recorre los puntos 1, 2, 3, 1 de la intersección.

(Fig. 292)

En este momento, si bien se ha llegado al punto de partida en ambas bases, o


sea que se ha obtenido una poligonal cerrada de intersección, ésta no ha quedado
completamente determinada, puesto que la base MNP no ha sido recorrida total-
mente.

Por lo tanto, procediendo de la misma manera, mientras el móvil ρ recorre otra


vez la baseABC determinando los puntos 5, 6, 7, 5, el móvil σ recorre los puntos 5, 6,
7,5 del lado PM y el móvil λ recorre otra poligonal 5, 6, 7, 5 de intersección, que será
cerrada por llegar nuevamente al punto de partida.

Esta nueva poligonal, independiente de la anterior, indica que la intersec-


283
ción de las pirámides se compone de dos poligonales separadas. Se dice en
estos casos que hay una penetración de la pirámide de base ABC en la pirámide
de base MNP.

Nota . — Como los puntos que se obtienen de la intersección se unen en orden


numérico, al numerar las bases es conveniente que la segunda poligonal comience
con un número que no sea correlativo del último número de la poligonal anterior (por
ejemplo, al numerar la segunda poligonal comenzamos con el número 5 y no con el
número 4 que sería el correlativo del número 3, último número de la primera poligonal).

De esta manera, al unir los puntos de la intersección se obtienen sin confusiones


dos poligonales independientes.

III. Caso límite.

Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 293), de modo que uno
de ellos es rasante a las dos pirámides, se trata de un caso límite de penetración, en el
cual, las dos poligonales de intersección tienen un punto común, que es aquel punto
que pertenece al plano límite rasante común a ambas pirámides.

(Fig. 293)

En este caso se efectúa la numeración como en el caso de penetración, obtenien-


do las poligonales 1, 2, 3, 4, 5, 1 y 7, 8, 9, 7. Al hallar los puntos de la intersección y
unirlos ordenadamente resultará que ambas poligonales tienen un punto común (el
punto 1 coincide con el punto 7) que se hallará en la intersección de las dos aristas
que pertenecen al plano rasante común.

IV. Caso límite doble.

Cuando los planos límites son rasantes a las dos pirámides, como en la (fig. 294),
se trata de un caso límite doble de penetración.

Las dos poligonales de intersección tienen entonces dos puntos comunes, que
284

son los determinados por las aristas de cada pirámide contenidas en cada uno de los
planos rasantes comunes.

(Fig. 294)

En este caso se efectúa la numeración como si fuera un caso de penetración,


obteniendo las poligonales 1, 2, 3, 4, 5, 1 y 7, 8, 9, 7 que tienen dos puntos comunes
(el 1 que coincide con el 7 y el 4 que coincide con el 9).

Nota . — Al efectuar la numeración de las bases para luego obtener las generatrices
de las pirámides que dan los puntos de la intersección, es de fundamental importan-
cia tener en cuenta las siguientes normas que surgen de la aplicación del método de
los móviles.

1.°Los planos auxiliares deben trazarse pasando por las aristas de las pirámides.

2. ° Las bases deben estar totalmente recorridas dentro de los planos límites.

3. ° Cuando al numerar se llegue a un plano límite después del cual no haya


intersección, se cambia el sentido numerador.

4.° En cada uno de los planos límites y auxiliares intermedios, los puntos de
ambas bases deben tener el mismo número.

5.° Hay que volver al punto de partida con el mismo número en las dos bases.

189. Intersección de una pirámide con un prisma.

Estos casos se resuelven análogamente que los casos de intersección de dos pirá-
mides, puesto que ya hemos considerado a los prismas como pirámides cuyo vértice
es el punto impropio de sus aristas.

Al aplicar el procedimiento anterior, la recta de los vértices será una paralela a


las aristas del prisma trazada por el vértice de la pirámide.
285
190. Intersección de dos prismas.

Al aplicar el método de las aristas para hallar la intersección de dos prismas, hay
que elegir planos auxiliares que corten a los prismas según aristas. Para ello, por un
punto cualquiera del espacio se trazan una recta paralela a las aristas de uno de los
prismas y una recta paralela a las aristas del otro.

Dichas rectas determinan un plano que corta al plano de las bases según una
recta, cuyo punto impropio es el punto de divergencia. Conocido éste, se procede de
la misma minera que ya hemos visto, determinando los planos límites y auxiliares
que, en este caso, tendrán sus trazas en el plano de la base, paralelas entre sí, o sea
concurrentes al punto de divergencia, que es impropio.

191. Casos en que las bases se hallan en planos distintos.

intersección de dos pirámides.

Si las bases de dos pirámides se encuentran en planos diferentes, pueden


seccionarse ambas pirámides con un plano auxiliar convenientemente elegido. De
esa manera se consigue que las pirámides tengan sus bases en un mismo plano y su
intersección se puede hallar aplicando el método expuesto anteriormente.

También dicha intersección puede hallarse directamente por el método de las


aristas.

Sean, por ejemplo, las pirámides de vértices S y Tde la (fig. 295) cuyas bases se
hallan en los planos π1 y π2.

Tracemos la recta de los vértices ST y determinemos sus intersecciones D1 y D2


en los planos de las bases de ambas pirámides.

Si consideramos un plano auxiliar que pase por la recta ST y una arista SA, ese
plano cortará al plano de la base π1 según la recta D1A y al plano de la base π2 según
la recta D2X determinada por el punto de divergencia D2 y el puntoX, intersección de
D1A con la recta i, intersección de los planos de las bases.

Por lo tanto, como D2X corta a la base de π2 en los puntos 1 y 5, el plano auxiliar
trazado cortará a la pirámide de vértice T según las generatrices T1 y T5, cuyas inter-
secciones con la arista SA contenida en el mismo plano auxiliar determinarán dos
puntos 1 y 5 comunes a ambas pirámides, y, por lo tanto, de su intersección.

En la misma forma se continúan trazando planos auxiliares que pasen por la


recta de los vértices. Dichos planos cortarán a la base en π1, según rectas que pasan
por el punto de divergencia D1, y al plano de la base en π2, según rectas que pasa-
rán por el otro punto de divergencia D2 y por los puntos en que las respectivas
trazas en π1 cortan a la intersección de los planos de las bases.
286

(Fig. 295)

En esos planos auxiliares se determinan, como ya indicamos, los puntos de la


intersección de las pirámides.
Para proceder ordenadamente, conviene determinar los planos límites y auxilia-
res intermedios y aplicar el método de los móviles (N.° 187) para numerar los puntos
de las bases.
Por lo tanto, cuando se plantea la intersección de dos pirámides que tienen sus
bases en planos diferentes, se procede de la siguiente manera:
1.° Se traza la recta de los vértices r≡ST.
2.° Se hallan los puntos de divergencia D1 ≡ rπ1 y D2 ≡ rπ2.
3° Se determina la intersección de los planos de las bases i ≡ π1π2.
4.° Se trazan los planos límites (rX y rZ) y auxiliares intermedios (rY). En este
caso se trata de una penetración, puesto que los dos planos límites son rasantes a la
pirámide de vértice S.
287
5.° Se numeran los puntos de las bases aplicando el método de los móviles, obte-
niendo así los recorridos 1, 2, 3, 1 y 5, 6, 7, 5.
6. ° Se unen los puntos numerados de cada base con el vértice de la pirámide
correspondiente, obteniendo aristas y generatrices S1, S2, S3, T1, T2, T3 y S5, S6, S7,
T5, T6 y T7.
7. ° En la intersección de las aristas y generatrices del mismo número se determi-
nan los puntos 1, 2, 5, 5, 6 y 7 de la intersección. Uniéndolos correlativamente halla-
mos dos polígonos (puesto que es un caso de penetración) 1-2-3-1 y 5-6-7-5 que
determinarán la intersección de las pirámides.
8. ° Se efectúa la puntuación de la intersección. En el caso de la figura, la pirámi-
de de vértice S tiene vistos los segmentos 2-3 y 6-7 de su base, y la pirámide de
vértice Ttiene vistos los segmentos 1-2,2-3, 3-1 y 5-6, 6-7, 7-5 de su base. Luego, los
segmentos comunes a ambas bases serán 2-3 y 6-7,por lo cual, la poligonal de inter-
seccion tendrá los lados 2-3 y 6-7 vistos y los demás ocultos.
Para hallar el depurado se efectúan estas construcciones en cualquiera de las dos
proyecciones y luego se obtiene la restante proyección en las líneas de corresponden-
cia de las proyecciones de los vértices hallados de la poligonal de intersección.
Intersección de una pirámide con un prisma.
Para hallar la intersección de una pirámide con un prisma cuando sus bases se
encuentran en planos distintos, por las razones expuestas en el (N.° 189) se procede
en la misma forma que para hallar la intersección de dos pirámides.
Intersección de dos prismas.
Para hallar la intersección de dos prismas cuyas bases están en planos distintos,
se procede como indicamos en el (N.° 190).
Por un punto cualquiera del espacio se trazan dos rectas respectivamente parale-
las a las aristas de cada uno de los prismas.
Dichas rectas determinan un plano tal que todos los planos paralelos a él corta-
rán a los prismas según aristas y generatrices.
Por lo tanto se halla la intersección de ese plano con cada uno de los planos de
las bases, determinando así dos rectas cuyos puntos impropios serán los puntos de
divergencia con los cuales se puede entonces aplicar el procedimiento indicado para
las pirámides.

192. Sólido común.


Se denomina sólido común a dos poliedros, la parte común a ambos determinada
por su intersección. El sólido común tiene como aristas los lados de la intersección y
las partes de arista de cada poliedro interiores al otro, y, como caras, las partes de las
caras de cada poliedro comprendidas en el otro.
Por consiguiente, para determinar el sólido común a dos poliedros se halla su
288
intersección y se unen los vértices de la poligonal de intersección de modo de obtener
partes de aristas de uno u otro poliedro.
Para efectuar la puntuación del sólido común, se considerará que una arista o
una cara del sólido es vista u oculta según lo sea la arista o cara del poliedro al cual
pertenece.
Por ejemplo, en la intersección de la (fig. 291), el sólido común es el poliedro
que tiene por bases los triángulos 2-3-4 y 1-6-5 y por aristas laterales los segmentos
de aristas 2-1, 3-6 y 4-5.
En la intersección de la (fig. 295), el sólido común es el poliedro que tiene por
bases los triángulos 2-3-1 y 6-7-5 y por aristas laterales los segmentos de aristas 2-6,
3-7 y 1-5.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XIV


Pirámides
1. Construir en el plano horizontal un triángulo equilátero ABC de 6 cm. de lado, de
modo que el vértice A tenga 7 cm. de alejamiento y que el lado BC tenga menor alejamiento
que A y sea paralelo a LT. Ese triángulo es la base de una pirámide cuyo vértice S (12 cm., 0
cm.) está 10 cm. a la derecha de A.
Hallar la intersección de dicha pirámide con otra pirámide cuya base es un cuadrado
MNPQ de 5 cm. de diagonal y apoyado en el plano horizontal. El centro del cuadrado es un
punto O de 9 cm. de alejamiento situado 8 cm. a la derecha de A y una diagonal del cuadrado
es paralela a LT. Esta pirámide tiene por vértice un punto T (17 cm., - 4 cm.) situado 4 cm. a la
derecha de A.
2. Por un punto A de LT se traza un plano α proyectante vertical que forma un ángulo
de 45° con el horizontal y cuya traza vertical se extiende indefinidamente por encima de LT
hacia la derecha del depurado. Construir en α un hexágono regular de 4 cm. de lado que tenga
dos lados de fuga, y, como centro, un punto C (5 cm., 5 cm.). Dicho hexágono es la base de una
pirámide cuyo vértice S (0 cm., 5 cm.) está situado 17 cm. a la derecha de A. Por un punto B de
LT situado 12 cm. a la derecha de A, trazar un plano β proyectante horizontal que forma un
ángulo de 30° con el plano vertical y cuya traza horizontal se corta con α’’ por encima de LT.
Construir en β un cuadrado de 6 cm. de diagonal que tenga como centro un punto N (5 cm., 1
cm.) y una diagonal vertical. Dicho cuadrado es la base de una pirámide cuyo vértice V (0 cm.,
10 cm.) tiene la misma línea de referencia que el punto C.
Hallar la intersección de ambas pirámides.
3. En un plano horizontal ω de cota 12 cm. se toma un triángulo equilátero de lado 8
cm. con un lado paralelo a LTde alejamiento 105 mm. y el otro vértice con menor alejamiento.
Ese triángulo es base de una pirámide recta que tiene el vértice S en el plano horizontal.
Hallar la intersección de esa pirámide con otra pirámide recta de altura 15 cm. cuyo
vértice T (6 cm., 6 cm.) está situado 8 cm. a la izquierda de S. La base de esta pirámide es un
cuadrado de perfil de diagonal 12 cm. situado a la derecha de Ty tiene una diagonal vertical.
4. Construir en el plano horizontal un triángulo equilátero PQR de 84 mm. de lado, que
tenga un lado QR paralelo a LT y de modo que el vértice P tenga mayor alejamiento que QR.
Ese triángulo es una cara de un tetraedro regular cuyo vértice restante M tiene cota positiva y
alejamiento 67 mm.
289
Hallar la intersección de dicho tetraedro regular con un tetraedro que tiene como dos
vértices los puntos B (0 mm., 25 mm.) y C (0 mm., 107 mm.) cuyas líneas de referencia distan
24 mm. de la línea de referencia de P, estando B a la izquierda y C a la derecha de P. La
restante arista AE de este tetraedro es paralela a LT, mide 95mm. y tiene el punto M como su
punto medio.

Pirámide y prisma
5. Se da un plano α proyectante vertical que forma un ángulo de 45° con el plano
horizontal y cuya traza vertical se extiende indefinidamente por encima de LT hacia la derecha
del depurado. En α construir un triángulo equilátero ABC de 60 mm. de lado de modo que
tenga como centro un punto M (65 mm., 95 mm.) y que el lado BC sea horizontal y tenga
menor cota que A. Dicho triángulo es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas son
paralelas a LT.
Hallar la intersección de esa superficie con una pirámide regular de 80 mm. de altura,
cuya base es un cuadrado de 80 mm. de lado situado en un plano horizontal de 100 mm. de
cota. El cuadrado tiene una diagonal paralela a LT, y el vértice de la pirámide tiene menor cota
que el plano de la base y alejamiento 8 cm.
6. En el plano vertical construir un cuadrado de centro C (6 cm., 0 cm.), lado 6 cm. y
una diagonal vertical. Ese cuadrado es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas
son perpendiculares al segundo bisector.
Hallar la intersección de esa superficie con una pirámide recta de altura 15 cm. cuyo
vértice S (145 mm., 55 mm.) está situado 75 mm. a la izquierda de C. La base de la pirámide
es un cuadrado de perfil de diagonal 90 mm. situado a la derecha de C y tiene una diagonal
vertical.
7. Tomar un plano α proyectante horizontal que forme un ángulo de 45° con el plano
vertical y cuya traza horizontal se extiende indefinidamente por debajo deLThacia la izquier-
da del depurado. En α construir un cuadrado de 6 cm. de lado cuyo centro sea un punto M (6
cm., 5 cm.) y de modo que dos lados sean horizontales. Ese cuadrado es la directriz de una
superficie prismática cuyas aristas son paralelas a LT.
Hallar la intersección de dicha superficie con una pirámide cuya base es un triángulo
equilátero ABC de 9 cm. de lado apoyado en el plano horizontal (el vértice A tiene 2 cm. de
alejamiento y está situado 3 cm. a la derecha de α’’; el lado AB es paralelo a LT estando B a la
derecha de A, y el vértice C es el de mayor alejamiento). La pirámide tiene como vértice un
punto S (13 cm., 8 cm.) situado 15 cm. a la derecha de α’’.
8. En un plano α de perfil construir un cuadrado de 10 cm. de diagonal de modo que
tenga como centro un punto O (5 cm., 5 cm.) y una diagonal horizontal. Ese cuadrado es la
base de una pirámide regular de 13 cm. de altura cuyo vértice S está a la derecha de α.
Hallar la intersección de dicha pirámide con una superficie prismática que tiene como
directriz un triángulo equilátero ABC de 5 cm. de lado apoyado en un plano horizontal ω de 12
cm. de cota (el vértice A tiene -3 cm. de alejamiento y está situado 12 cm. a la derecha α; el
lado AB es paralelo a LT estando B a la derecha de A y el vértice C se halla en el primer
diedro).
Las aristas de la superficie prismática son paralelas a una dirección (d’, d’) que forma un
ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical de tal manera que ambas
proyecciones d’’ y d’ van de la parte inferior izquierda del depurado a la parte superior derecha
del depurado.
290
9. Tomar una superficie prismática de aristas paralelas a LT cuya sección recta es un
cuadrado de 8 cm. de diagonal que tiene como centro un punto O (4 cm., 4 cm.) y una diagonal
vertical.
Hallar la intersección de dicha superficie con una pirámide cuya base es un cuadrado de
diagonal 8 cm. situado en el plano vertical. Ese cuadro tiene como centro un punto C (4 cm.,
0 cm.) y una diagonal vertical. La pirámide tiene como vértice un punto S (0 cm., 10 cm.)
situado 12 cm. a la derecha de C.

Prismas
10. Tomar un plano α proyectante vertical que forme un ángulo de 45° con el plano
horizontal y cuya traza vertical se extienda indefinidamente por encima de LThacia la derecha
del depurado. Por un punto de LT situado 12 cm. a la derecha del corte de las trazas de α trazar
un plano β proyectante horizontal siendo β’paralela a α’’.
Se considera un prisma recto apoyado en α cuya base es un cuadrado de diagonal 5 cm.,
centro C (75 mm., 75 mm.) y una diagonal frontal.
Interceptar ese prisma con otro prisma recto apoyado en β cuya base es un rombo de
centro O (35 mm., 25 mm.), con una diagonal AB horizontal, midiendo las diagonales AB = 5
cm. y EF = 6 cm.
11. Por un punto A de LT trazar un plano α cuyas trazas formen ángulos de 45° con LT
y se cortan hacia la izquierda del depurado. En α tomar un punto B de alejamiento nulo de
modo que AB’’ = 6 cm. y tomar un punto C de cota nula de modo queAC’= 5 cm. Los puntos
A, B y C determinan un triángulo que es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas
son paralelas a una dirección (g’, g’) tal que g’’ pasa por B’’ y forma un ángulo de 60° con LT
hacia la derecha del depurado y g’ pasa por C’ y forma un ángulo de 60° con LT hacia la
derecha del depurado.
Hallar la intersección de dicha superficie con otra superficie prismática definida de la
siguiente manera: se toma un punto de LT situado 7 cm. a la izquierda de A y se construye en
el plano vertical un cuadrado MNPQ de 6 cm. de lado de tal manera que el lado MN más
cercano de A pase por K, sea perpendicular a LTy que M tenga cota 5 cm. y N tenga cota -1 cm.
Dicho cuadrado es la directriz de la segunda superficie prismática cuyas aristas son paralelas
a una dirección (d’, d’) tal que d’’ es perpendicular a g’’, y d’ lo es a g’.
12. Construir un cuadrado ABCD de 6 cm. de lado situado en el segundo bisector, de
modo que el vértice A tenga cota 4 cm. y alejamiento -4 cm. y queAD forme un ángulo de 30°
con LT hacia la derecha del depurado, teniendo B y C mayor cota que A. Ese cuadrado es la
sección recta con el segundo bisector de una superficie prismática.
Hallar la intersección de dicha superficie con una segunda superficie prismática cuya
sección recta con el primer bisector tiene como proyección horizontal un rectánguloE’F’G’H’
tal que el vértice E tiene 10 cm. de alejamiento y está situado 2 cm. a la izquierda de A; el
lado E’F’ forma un ángulo de 30° con LT hacia la derecha del depurado y los lados tienen
como medidas E’F’= H’G’ = 6 cm. y F’G’ = E’H’ = 5 cm. (H y G tienen menor alejamiento
que Ey F).
CAPÍTULO XV
LÍNEAS CURVAS

193. Líneas. Definiciones. — Se llama línea al lugar geométrico de las posicio-


nes sucesivas de un punto que se desplaza según una ley determinada.

Puede definirse también una línea como una sucesión continua de puntos, expre-
sando en esta forma que, en el segmento finito comprendido entre dos puntos de una
línea, siempre se puede considerar un nuevo punto de ella.

Si la línea se compone de varias partes continuas, separadas por intervalos en los


cuales no existen puntos de ella, se dice que la línea está formada por varias ramas.

Las líneas se clasifican en rectas y curvas, llamándose recta a la línea que mide
la menor distancia entre dos puntos y curva a toda línea que no es recta.

A su vez, las líneas curvas se llaman planas cuando todos sus puntos están en un
mismo plano y alabeadas o gausas en el caso contrario (*).

CURVAS PLANAS

Recordaremos algunos conceptos que se utilizan frecuentemente en el estudio


de las curvas planas.

194. Polígono infinitesimal inscripto. Elemento rectilíneo.

Si en una curva plana se toma una sucesión de puntos infinitamente próxi-


mosA, B, C, D, etc. (fig. 296), queda formado un polígono infinitesimal inscripto
en la curva. Se dice entonces que la curva es el límite hacia el cual tiende ese
polígono cuando el número de vértices tiende a infi-
nito.

Los vértices sucesivos del polígono se llaman pun-


(Fig. 296)
tos consecutivos y sus lados, infinitamente pequeños,
se denominan elementos rectilíneos.

(*) Un ejemplo bien conocido de curvas planas son las cónicas y de curvas alabeadas, las bélices que son
las curvas que trazadas sobre una superficie cilíndrica cortan bajo un ángulo constante a las generatrices
de la superficie.
292
En ciertos casos, para la determinación de elementos geométricos en un punto de
una curva, se sustituye, en las proximidades del punto considerado, la curva por el
polígono infinitesimal inscripto.

195. Secante. Tangente. Normal.

La recta que une dos puntos no infinitamente próximos de una curva se llama
secante (por ej. la recta AB de la fig. 297).

Si el punto B se desplaza sobre la curva, aproximándose hacia el punto A, la


secante AB tiende a una posición límite t que se denomina tangente a la curva en el
punto A.

La perpendicular n a la tangente t trazada en el punto de contacto A se llama


normal a la curva en el punto A.

196. Ángulo de contingencia. Circunferencia osculatriz. Curvatura. Centro


y radio de curvatura.

Si se consideran tres puntos consecutivos de una curva plana (A, B y C de la fig.


298), se llama ángulo de contingencia al ángulo agudo θ que forman los elementos
rectilíneos AB y BC.

La circunferencia que pasa por los puntos consecutivos A, B y C se llama circun-


ferencia osculatriz y su centro O se obtiene en la intersección de las mediatrices de
los elementos rectilíneos AB y BC.

El centro de esa circunferencia se llama centro de curvatura correspondiente al


punto B de la curva considerada y el radio de esa circunferencia se denomina radio
de curvatura.

(Fig. 298) (Fig. 299)

Cuando se considera un arco de curva MN infinitamente pequeño (fig. 299), se


llama ángulo de contingencia al ángulo θ que forman las tangentes m y n en los
extremos del arco. Ese ángulo es igual al ángulo que forman las normales en los
puntos M y N. Se llama entonces centro de curvatura del arco MN a la intersección
293
de dichas normales infinitamente próximas y radio de curvatura al radio de la cir-
cunferencia que pasa por los puntos M y N.

La relación C = θ/a entre el ángulo de contingencia y la longitud del arco de


curva MN se llama curvatura del arco MN.

En el caso en que el arco es infinitamente pequeño, se llama curvatura en un


punto a la relación C = lím. θ/a, cuando N tiende hacia M.

197. Envolventes e involutas. Evolventes y evolutas. Curvas paralelas.

Cuando la posición de una curva en un plano depende de un parámetro variable,


a cada valor de ese parámetro corresponde una curva del plano. Si se dan al parámetro
valores infinitamente próximos, se obtendrán posiciones sucesivas de la curva c, c1,
c2, c3,... (fig. 300) infinitamente próximas que se cortarán en puntos consecutivos1
,E
E2, E3, ... infinitamente próximos. Esos puntos consecutivos forman un polígono
infinitesimal cuyo límite será una curva continua e llamada envolvente de las curvas
c. De lo expuesto surge que la envolvente e es tangente a todas las posiciones de la
curva c que, a su vez, se denomina involuta.

(Fig. 300) (Fig. 301)

Por ejemplo, y como caso particular, toda curva puede considerarse como la
envolvente de sus tangentes.

Si se trazan las normales n1, n2, n3,...a una curva c1, originarán una envolvente e
(fig. 301) que se llama evoluta de la curva c1 que recibe el nombre de evolvente.

Como la evoluta queda determinada por los puntos de intersección de dos nor-
males infinitamente próximas, de acuerdo con las definiciones del (N.° 196), pode-
294
mos decir que la evoluta es el lugar geométrico de los centros de curvatura de la
evolvente.

Si dos curvas c1 y c2 (fig. 301) tienen la misma evoluta, es decir las mismas
normales, se les llama curvas paralelas.

198. Puntos singulares.

Se llaman puntos singulares o puntos notables de una curva aquellos puntos de


la curva que tienen alguna propiedad especial que los caracteriza.

I. Puntos múltiples. — Cuando una curva pasa varias veces por un mismo punto,
o lo que es igual, cuando el punto pertenece a varias ramas de una curva se le llama
punto múltiple.

Se le designa punto doble, triple, etc. según que la curva pase dos, tres,... n veces
por él.

Así en la (fig. 302, a) el punto A es un punto doble y el B es un punto triple.

La tangente en un punto múltiple puede ser la misma o diferente para cada rama
de la curva que pasa por él.

(Fig. 302)

II. Puntos angulosos y de retroceso. — Se llama punto anguloso aquel punto de


una curva en el cual el punto móvil que genera la curva cambia el sentido de su
movimiento. O sea aquel punto en el cual hay una discontinuidad en la manera como
varía la dirección del desplazamiento del punto móvil que genera la curva.

En un punto anguloso, las tangentes a la curva pueden ser diferentes (fig. 302: b,
c,d) o ser única (fig. 302: e, f).

En estos últimos casos se acostumbra designar dichos puntos con el nombre de


puntos de retroceso.

Los puntos de retroceso se llaman de primer orden cuando las dos partes
de la curva que concurren a él quedan situadas a un mismo lado de la normal
y a distinto lado de la tangente (fig. 302, e). En el caso que las dos partes de la
295

curva queden simadas a un mismo lado de la normal y de la tangente en el punto


(fig. 302, f) se dice que hay un retroceso de segundo orden.

III. Puntos de término. — Si con centro en un punto A de una curva se traza una
circunferencia de radio infinitamente pequeño y esta circunferencia corta en un solo
punto a la curva se dice que el punto A es un punto de término. Se puede suponer que
en dicho punto, el móvil que genera la curva detiene su movimiento.

IV. Puntos aislados. — Si con centro en un punto A de una curva se traza una
circunferencia de radio infinitamente pequeño y esa circunferencia no corta a la cur-
va se dice que el punto A es un punto aislado.

V. Puntos de inflexión. — Si en una curva existe un punto tal que dos lados
consecutivos BA y AC (fig. 303) del polígono infinitesimal inscripto están en
línea recta se dice que el punto A es un punto
de inflexión. Es decir que la circunferen-
cia osculatriz que pasa por esos tres puntos
consecutivos tiene por límite una recta y, por
lo tanto, el radio de curvatura en un punto de
inflexión es infinito. (Fig. 303)

Como la tangente en el punto A es la posición límite de los elementos rectilíneos


BA o CA, se deduce que la tangente en punto de inflexión es atravesada por la
curva.

Por consiguiente se puede decir que, en un punto de inflexión, la curva pasa de


un lado y otro de su tangente y de su normal.

CURVAS ALABEADAS

199. Polígono infinitesimal inscripto. Elemento rectilíneo.

En el (N.° 193) hemos definido como curva alabeada o gausa a toda curva que
no es plana.

Análogamente que en las curvas planas, si en una curva alabeada se toma una
sucesión continua de puntos infinitamente próximos (puntos consecutivos), queda
formado un polígono infinitesimal inscripto en la curva alabeada. Se dice entonces
que la curva es el límite hacia el cual tiende ese polígono cuando el número de sus
vértices consecutivos tiende a infinito.

Los lados de ese polígono infinitesimal inscripto se denominan también elemen-


tos rectilíneos.
296
200. Secante. Tangente. Plano
normal.

De la misma manera que para las


curvas planas se definen la secante AB
y la tangente t (fig. 304) a una curva
alabeada.

Se llama plano normal en un punto


A, al plano π perpendicular a la tangen-
te t en su punto de contacto. Cualquier
(Fig. 304) recta del plano normal que pase por A
será entonces una normal a la curva, que
admite así infinitas normales en un
punto.

201. Plano osculador. Elementos de curvatura. Eje de curvatura.

Si se consideran tres puntos consecutivos A, B y C (fig. 305) de una curva alabeada,


los elementos rectilíneos AB y BC determinan un plano ω que, en la posición límite
cuando Ay C tienden hacia B, se denomina plano osculador en el punto B.

Como la tangente en B es el lí-


mite de las secantes AB y CB, resul-
ta que la tangente en B a la curva
alabeada está contenida en el plano
osculador.

En la misma forma que en el


(N.° 196) se define la circunferen-
cia osculatriz que pasa por los pun-
tos A, B y C. El centro O de esa (Fig. 305)
circunferencia se llama centro de
curvatura correspondiente al punto B y la recta e perpendicular al plano
osculador en el centro de curvatura se denomina eje de curvatura.

Además se define la curvatura en un punto B de una curva alabeada con la


misma relación indicada en el (N.° 196).

202. Normal principal. Binormal. Triedro fundamental. Plano rectificante.

En el (N.° 200) vimos que una curva alabeada admite infinitas normales en cada
uno de sus puntos. La normal contenida en el plano osculador se llama normal prin-
cipal y será, por lo tanto, la intersección n del plano normal π con el plano osculador
ω (fig. 306).
Se da el nombre de binormal a la normal b que es perpendicular al plano osculador.
297
Resulta así que, en cada punto de una curva alabeada queda formado un triedro
trirrectángulo (fig. 306) cuyas aristas son la tangente t, la normal principal n y la

(Fig. 306)

binormal b; y cuyas caras son el plano osculador ω, el plano normal π y un tercer


plano, el p, determinado por binormal y la tangente, plano que recibe el nombre
de plano rectificante. Es decir que el plano rectificante en un punto de una curva
es el plano que pasando por la tangente en el punto es perpendicular al plano
osculador.

203. Puntos singulares.

En las curvas alabeadas también pueden presentarse todos los puntos singulares
indicados en el (N.° 198) y cuyas definiciones se hacen en forma similar que para las
curvas planas.

PROYECCIONES DE LAS CURVAS

204. Generalidades. — Para hallar la proyección de una curva sobre un plano en


cualquiera de los sistemas de proyecciones que hemos considerado (N.° 2), se hallan
las proyecciones de un cierto número de sus puntos y se unen esas proyecciones con
un trazo continuo, obteniendo así la proyección de la curva dada.

En general, conviene elegir puntos de las curvas cuyas proyecciones caracteri-


cen la proyección buscada. Por ejemplo, los puntos singulares, etc.

Por su aplicación frecuente en la obtención de las proyecciones de una curva,


demostraremos dos teoremas importantes.

205. Teorema I. — En general, la proyección cónica o cilíndrica de una curva


sobre un plano, es del mismo orden que la curva del espacio.

Primeramente estableceremos que una curva plana es de orden o grado m cuando


298
una recta de su plano la corta en m puntos reales o impropios; y que una curva
alabeada es de orden o grado m cuando un plano la corta en m puntos reales o
impropios.

Sea entonces en la (fig. 307) una


curva c y su proyección cilíndrica
c’o sobre un plano α.

Tracemos una recta ro en el pla-


no de proyección α que cortará a la
proyección cilíndrica co en m pun-
tosAo,Bo,...Mo.

Considerando el plano proyec-


tante del sistema que pasa por ro,
(Fig. 307)
ese plano cortará a la curva c en m
puntos A, B, ... M cuyas respectivas proyecciones serán los puntos Ao, Bo, ... Mo
situados en ro.

Es decir que la curva y su proyección son del mismo orden m.

Este teorema, válido para las curvas planas y alabeadas, se demuestra


análogamente para las proyecciones cónicas, y presenta algunas excepciones que
dependen de la posición especial de la curva con respecto al sistema de proyecciones
elegido o de alguna particularidad de la curva en el caso que se trate de una curva
alabeada.

206. Teorema II. — En general, la proyección cónica o cilíndrica de la tangente


a una curva en uno de sus puntos, es tangente a la proyección de la curva en un punto
que es la proyección del punto de contacto considerado.

Sea en la (fig. 308) una curva c y la tangente t en uno de sus puntos A.


Proyectemos cilindricamente sobre un
plano α, la curva c en co y la tangente t
en to.
Demostraremos que to es tangente a
co en el punto Ao, proyección del punto A.

Para ello consideremos un punto B


consecutivo del A. La secante infinitamen-
te pequeña AB tiene como proyección la
secante infinitamente pequeña AoBo, (Fig. 308)
siendo Bo la proyección del punto B.
Si hacemos que el puntoB se aproxime al puntoA, la proyección Bo se aproxima-
rá a Ao. En el límite, cuando la secante AB se transforme en la tangente t, la
299

secante AoBo que en todas sus posiciones sucesivas es la proyección AB, se


transformará en la tangente to que será, por consiguiente, la proyección de la
tangente t.
Este teorema, válido para las curvas planas y alabeadas, se demuestra
análogamente para el caso de las proyecciones cónicas y no se cumple, para las cur-
vas planas, cuando la tangente considerada pasa por el centro de proyecciones, en
cuyo caso, la proyección de la tangente se reduce a un punto.

Para las curvas alabeadas se presenta la siguiente


Excepción. — La proyección ortogonal de una curva alabeada sobre un plano
paralelo al plano normal a la curva en un punto A, tiene en la proyección de A un
punto de retroceso de primer orden.

Sea en la (fig. 309) una curva alabeada c que proyectamos ortogonalmente sobre
un plano α paralelo al plano normal π en el punto A.

De acuerdo con las definiciones del


(N.° 202), el plano normal π es perpendi-
cular a la tangente t en A y el plano
osculador ω en A contiene la tangente t, es
normal a π y tiene como traza en α una
recta ωo.
Si consideramos una secante infinita-
mente pequeña AB, tendrá como proyec-
ción una secante AoBo. Cuando B tienda
hacia A, la secante BoAo se mantendrá en
el plano BoAoAB y en la posición límite,
como ese plano se transforma en ω, la se- (Fig. 309)
cante AoBo, se transformará en ω0 que,
por ser la posición límite de B0Ao, será la tangente en Ao a la curva co.

Como la curva c atraviesa al plano osculador ω, la proyección co atravesará la


traza ω0 y, por lo tanto, dos puntos consecutivos Bo y Co del punto Ao quedarán a
uno y otro lado de la tangente ωo en Ao.

Por otra parte, el plano rectificante en A (N.° 202), por pasar por la tangente t y
ser perpendicular al plano osculador ω, cortará al plano α según una recta ρo que
pasando por Ao es perpendicular a ωo. Luego, po es la normal a la curva co en Ao, y,
como la curva c, no atraviesa al plano rectificante en A, su proyección co quedará de
un mismo lado de po.

Por consiguiente, como las dos partes de la curva co que concurren en Ao quedan
a un lado y otro de la tangente ωo en Ao y a un mismo lado de la normal ρO el punto
Ao es un punto de retroceso de primer orden (N.° 198, II).
300
207. Teorema . — La proyección otorgonal de una curva alabeada sobre un plano
paralelo al plano rectificante en un punto A, tiene en la proyección de A un punto de
inflexión.

Sea en la (fig. 310) un curva alabeada c que proyectamos ortogonalmente sobre


un plano α paralelo al plano rectificante en A, o sea sobre un plano perpendicular al
plano osculador ω en el punto A (N.° 202).

Como la tangente t en A pertenece al


plano osculador ω, su proyección ortogonal
to que será la tangente a la proyección co
en Ao (N.° 206) coincidirá con ω0, traza
del plano osculador en ω. Luego, como la
curva c atraviesa en A al plano osculador
ω, su proyección co quedará a uno y otro
lado de la tangente to .

Consideremos ahora al plano normal π


a la curva en el punto A. Por definición,
dicho plano es perpendicular al plano
(Fig. 310) osculador ω y al plano rectificante ρ (pa-
ralelo al α), y, por lo tanto, cortará al plano
α según una recta π0 perpendicular a ω0. Por consiguiente, como la curva c atraviesa
al plano normal en A, su proyección co, quedará a uno y otro lado de la traza π0 del
plano normal.

Luego, como en el punto Ao la curva co pasa a un lado y otro de su tangente y su


normal, el punto Ao es un punto de inflexión (N.° 198, V).

208. Representación de una línea curva. — Para representar una línea curva en
el sistema de proyecciones ortogonales que hemos adoptado, se hallan las proyeccio-
nes vertical y horizontal de un cierto número de puntos de la línea y luego se unen
esos puntos de una manera continua, teniendo en cuenta las propiedades geométricas
de la curva dada.

Para facilitar el trazado gráfico de las proyecciones es conveniente, además de


proyectar un número suficiente de puntos, hallar las tangentes en cada uno de ellos.
Se aplicará entonces el teorema del (N.° 206).

Un ejemplo de la forma como se proyecta una curva es el expuesto en la página


181 donde se hallaron las proyecciones de una circunferencia.
CAPITULO XVI
SUPERFICIES CURVAS

209. Definición. Generatrices y directrices. — Se llama superficie al lugar


geométrico de las posiciones sucesivas de una línea que se desplaza de una manera
continua según una ley determinada.
Frecuentemente, la greneratriz está dirigida en su movimiento por la condición
de apoyarse en una o varias líneas o superficies fijas que se denominan directrices.
Si la generatriz está sujeta a la condición de mantenerse paralela a un plano dado,
la superficie se llama de plano director, y si la generatriz debe mantenerse paralela
a las respectivas generatrices de un cono dado, se dice que la superficie es de cono
director.
Las superficies más sencillas son las superficies planas y las superficies quebra-
das o poliédricas que están formadas por varias superficies planas. Las demás super-
ficies se denominan superficies curvas.

210. Tangente a una superficie. Plano tangente. Normal. Superficies de


acordamiento.
Recordaremos los conceptos más utilizados en el estudio de las superficies.
Una recta que pasa por dos puntos infinitamente próximos A y B de una superfi-
cie tiene como límite, cuando B tiende hacia A, una recta que se denomina tangente a
la superficie en el punto A.
La línea móvil que genera la superficie se denomina generatriz, y puede ser una
línea plana o alabeada, y de forma constante o variable.
En consecuencia, las tangentes a toda curva trazada en una superficie son tan-
gentes a la superficie.
Todas las tangentes a una superficie en uno de sus puntos, se encuentran en un
mismo plano que se denomina plano tangente a la superficie en el punto considerado
(N.°211).
La perpendicular al plano tangente trazada en el punto de contacto de éste se
llama normal a la superficie en ese punto.
Dos superficies están inscriptas o circunscriptas una a otra a lo largo de
una línea común, cuando ellas admiten los mismos planos tangentes en cada
punto de esta línea que se denomina línea de contacto o línea de acorda-
302
miento. Las superficies en estas condiciones se llaman superficies de
acordamiento.

Con respecto al plano tangente demostraremos el siguiente

211. Teorema . — En general, las tangentes trazadas en un punto de una superfi-


cie curva a todas las curvas de la superficie que pasan por el punto, están contenidas
en un mismo plano.

Sean en la (fig. 311), tres curvas a, b y c situadas sobre una superficie curva y
pasando por un punto M de la superficie.

Supongamos que la curva c se mueve apoyándose en las curvas a y b para engen-


drar la superficie y sea c1 una posición de la curva generatriz infinitamente próxima
de la posición c.

La curva c, corta a las curvas a y b en dos puntos A


y B que, con el punto M, determinan un plano que con-
tiene las secantes MA, MB y AB.

Cuando la curva c1, en su movimiento que engendra


la superficie, llega a la posición c, las secantes MA y
MB, por definición (N.° 210), se transforman en las tan-
gentes ta y tb en el punto M a las curvas ay b. En ese
momento, la secante AB, se transforma en la tangente tc
(Fig. 311) en M a la curva c.

Como en todas las posiciones de la curva generatriz la secante AB se mantiene


coplanar con las secantes MA y MB, en la posición límite considerada la tangente tc
será coplanar con las tangentes ta y tb en M a las curvas ay b.

Si se tomase otra curva generatriz que pasara por M y distinta de c, demostraría-


mos análogamente que la tangente en M a esa nueva curva está también contenida en
el plano de las tangentes en M a las curvas a y b. Es decir que todas las tangentes en
M a las curvas de la superficie que pasan por M están contenidas en un mismo plano,
el plano tangente en M a la superficie.

Este teorema, que tiene algunas excepciones, admite los siguientes

212. Corolarios . I. — Las tangentes en un punto a dos curvas que pasan por
ese punto de una superficie, determinan el plano tangente en ese punto a la su-
perficie.

II. — El plano tangente en un punto de una superficie reglada (N.° 214) contiene
la generatriz rectilínea que pasa por el punto.
303
En este caso, el plano tangente está determinado por la generatriz y por la tan-
gente trazada en el punto considerado a una curva de la superficie que pase por el
punto.
III. — La tangente en un punto de la sección de una superficie por un plano es la
intersección del plano secante y del plano tangente a la superficie en el punto consi-
derado.
Esto es evidente, puesto que la tangente buscada debe pertenecer a la vez al
plano secante y al plano tangente en el punto considerado.
IV. — La tangente en un punto de la línea intersección de dos superficies es la
intersección de los planos tangentes a cada una de las superficies en el punto consi-
derado.

213. Clasificación de las superficies curvas. — Las superficies curvas admiten


infinidad de formas y de modos de generación, por lo cual pueden clasificarse de
muy diversas maneras.
Teniendo en cuenta la generatriz su ley de movimiento y las propiedades de las
superficies, se establecen algunos grupos que comprenden las superficies más utili-
zadas en la práctica. Tenemos así la siguiente clasificación:
I. Superficies regladas.
II. Superficies de revolución.
III. Superficies de segundo grado.
IV. Superficies varias.

214. I. Superficies regladas.


Se llaman así a las superficies engendradas por el movimiento de una generatriz
recta. Estas superficies se clasifican en superficies regladas desarrollables y superfi-
cies regladas alabeadas o gausas.

A. Superficies regladas desarrollables.

Estas superficies resultan engendradas por una recta que se mueve de tal maneta
que dos posiciones infinitamente próximas de la generatriz, se encuentran en un mis-
mo plano.
Las superficies regladas desarrollables tienen las siguientes propiedades:
a) Supuestas flexibles e inextensibles, pueden aplicarse o desarrollarse sobre un
plano sin experimentar desagarraduras ni dobleces. Se llama transformada de un
punto, de una recta o de una curva de la superficie, al punto, la recta o la curva
considerados en su posición sobre el desarrollo de la superficie.
b) La transformada de una curva trazada sobre una superficie reglada desarrolla-
ble tiene la misma longitud que la curva.
304

c) El ángulo que una curva trazada sobre una superficie reglada desarrollable
forma con una generatriz, es igual al ángulo que forman las transformadas de la curva
y la generatriz.
d) Si las generatrices de una superficie reglada desarrollable son todas paralelas
entre sí, una curva trazada sobre la superficie que encuentre a todas las generatrices
bajo un mismo ángulo, tiene como transformada una línea recta.

e) El menor recorrido (línea geodésica) de un punto a otro sobre una superficie


reglada desarrollable es una curva que, en el desarrollo de la superficie, se transfor-
ma en la recta que une las transformadas de los puntos considerados. En cada punto
de una línea geodésica, el plano osculador es perpendicular al plano tangente.
f) El plano tangente a toda superficie reglada desarrollable en un punto de una
generatriz, lo es a lo largo de toda la generatriz considerada.

Las superficies regladas desarrollables más importantes son:

I.1) Superficie cónica. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que
pasando siempre por un punto fijo llamado vértice, se apoya en una curva o es cons-
tantemente tangente a una superficie dada.
I. 2) Superficie cilíndrica. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta
que permaneciendo siempre paralela a una dirección dada, se apoya en una curva o es
constantemente tangente a una superficie dada.

I. 3) Helizoide desarrollable. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una


recta que es constantemente tangente a una hélice.

B. Superficies regladas alabeadas.

Estas superficies están engendradas por una recta que se mueve de tal manera
que dos posiciones infinitamente próximas de la generatriz, se cruzan.
Las superficies regladas alabeadas no pueden desarrollarse sobre un plano y
tienen la propiedad de que todo plano tangente en un punto de una generatriz contie-
ne a esa generatriz y es diferente para cada punto de ella que se considere.
Las superficies más importantes de este grupo admiten tres modos de genera-
ción:
a) Superficies de tres directrices.
I.4) Hiperboloide de una hoja o hiperboloide elíptico. — Es el lugar de las posi-
ciones sucesivas de una recta que se apoya en tres rectas fijas no paralelas a un plano
y que se cruzan dos a dos.
I.5) Cuerno de vaca. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que se
apoya en dos circunferencias del mismo radio simadas en planos paralelos y en una
305
recta perpendicular a los planos de las circunferencias trazada por el punto medio de
la línea de los centros.

I. 6) Arco capialzado de Marsella. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de


una recta que se apoya en dos arcos de circunferencia de radios diferentes simados en
planos paralelos y en una recta perpendicular a los planos de las circunferencias que
pasa por el centro de una de ellas sin pasar por el centro de la otra.

b) Superficies de plano director.

I. 7) Paraboloide hiperbólico. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una


recta que, permaneciendo paralela a un plano dado, se apoya en dos rectas fijas no
coplanares.

I. 8) Conoide. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que, perma-


neciendo paralela a un plano dado, se apoya en una recta y una curva fijas.

Cuando la recta directriz es perpendicular al plano director se dice que el conoide


es recto, en los demás casos, oblicuo.

I. 9) Cilindroide. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que,


permaneciendo paralela a un plano dado, se apoya en dos curvas fijas.

I. 10) Helizoide alabeado de plano director. — Es el lugar de las posiciones suce-


sivas de una recta que, permaneciendo paralela a un plano dado, se apoya en una
hélice y en un cilindro recto del mismo eje que el de la hélice y de dirección perpen-
dicular al plano director.

c) Superficies de cono director.

I. 11) Helizoide de eje. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que
se apoya en una hélice dada y que corta bajo un ángulo constante al eje del cilindro
sobre el cual está trazada la hélice.

I. 12) Helizoide de núcleo. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta


que se mantiene tangente a un cilindro dado, cortando bajo un ángulo constante a la
generatriz del cilindro que pasa por el punto de tangencia.

215. II. Superficies de revolución.

Se llaman así a las superficies engendradas por una línea que gira alrededor de
una recta fija llamada eje.

Cada uno de los puntos de la línea generatriz describe en su movimiento una


circunferencia perpendicular al eje y cuyo centro se halla en éste. Esas circunferen-
cias se llaman paralelos; se denomina ecuador al mayor de los paralelos y circunfe-
rencia de garganta al menor de ellos.
306

Todo plano que pase por el eje de una superficie de revolución se llama plano
meridiano y corta a la superficie según una línea denominada curva meridiana. La
curva meridiana que es paralela al plano vertical se llama meridiana de frente o me-
ridiana principal.
Estas superficies tienen la propiedad de que el plano tangente en un punto de la
superficie es perpendicular al plano meridiano que pasa por él.
Las superficies de revolución más importantes son:
II. 1) Elipsoide de revolución. — Superficie engendrada por la rotación de una
semielipse alrededor del eje que la limita. Si el eje de rotación es el eje mayor de la
elipse, el elipsoide es alargado y si es el eje menor, es achatado.
II. 2) Hiperboloide de revolución de una hoja. — Superficie engendrada por la
rotación de una hipérbola alrededor de su eje imaginario; o por la rotación de una
recta alrededor de un eje fijo no coplanar con ella.
II. 3) Hiperboloide de revolución de dos hojas. — Superficie engendrada por la
rotación de una hipérbola alrededor de su eje real.
II. 4) Paraboloide de revolución. — Superficie engendrada por la rotación de una
parábola alrededor de su eje.
II.5) Cono y cilindro de revolución. — Superficies engendradas por la rotación de
una recta alrededor de un eje que la corta (cono) o que le es paralelo (cilindro).
II. 6) Esfera. — Superficie engendrada por la rotación de una circunferencia alre-
dedor de uno de sus diámetros.
II. 7) Toros de revolución. — Son las superficies engendradas por la rotación de
una cónica alrededor de una recta paralela a uno de los ejes de la cónica. Existen así
un toro circular a revolución, dos toros elípticos, dos toros hiperbólicos y dos toros
parabólicos de revolución.
II. 8) Escocia. — Superficie engendrada por dos cuadrantes de circunferencia
tangentes entre sí, que tienen alineados sus centros y el punto de tangencia y que
giran alrededor de una recta de su plano.

216. III. Superficies de segundo grado.


Estas superficies, también llamadas cuádricas, se caracterizan por estar repre-
sentadas y determinadas por una ecuación de segundo grado con tres variables.
Las cuádricas tienen las siguientes propiedades principales:
a) No pueden ser cortadas por una recta en más de dos puntos.
b) Tienen como contorno aparente líneas planas.
c) La sección plana de una cuádrica no puede ser sino una recta, dos rectas o una
curva de segundo grado.
307

Las cuádricas son cinco, a saber:


III. 1) Elipsoide. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una elipse que se despla-
za paralelamente a sí misma, variando sus ejes de modo que sus cuatro vértices se apoyan
en dos elipses fijas simadas en planos perpendiculares y que tienen un eje común. Un
caso particular de esta superficie es el elipsoide de revolución (N.° 215, II. 1).
III. 2) Hiperboloide de una hoja. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una
elipse que se desplaza paralelamente a sí misma, variando sus ejes de modo que sus
cuatro vértices se apoyan en dos hipérbolas fijas simadas en planos perpendiculares
y que tienen el eje imaginario común. Esta superficie es reglada (N.° 214, I. 4) y
como caso particular es de revolución (N.° 215, II. 2).
III.3) Hiperboloide de dos hojas. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una
elipse que se desplaza paralelamente a sí misma, variando sus ejes de modo que sus
cuatro vértices se apoyan en dos hipérbolas fijas simadas en planos perpendiculares
y que tienen el eje real común. Un caso particular de esta superficie es el hiperboloide
de revolución de dos hojas (N.° 215, II. 3).
III. 4) Paraboloide elíptico. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una
parábola que se desplaza paralelamente a sí misma, de modo que su vértice se apoya
en otra parábola fija cuyo plano es perpendicular al de la primera y cuyo eje es para-
lelo y del mismo sentido al de aquélla. Un caso particular de esta superficie es el
paraboloide de revolución (N.° 215, II. 4).
III. 5) Paraboloide hiperbólico. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una
parábola que se desplaza paralelamente a sí misma, de modo que su vértice se apoya
en otra parábola fija cuyo plano es perpendicular al de la primera y cuyo eje es para-
lelo y de sentido contrario al de aquélla. Esta superficie es reglada (N.° 214, I. 7).(*)
Casos particulares de las superficies de segundo grado son la esfera, el cono y el
cilindro.

217. IV. Superficies varias.


En este grupo se encuentran todas las superficies no comprendidas en los grupos
anteriores. Entre ellas, hay algunas superficies características.
Supongamos una sucesión continua de superficies, originadas por la variación
de un determinado parámetro. A dos valores infinitamente próximos del parámetro,
corresponden dos superficies Σ infinitamente próximas que se cortan según una cier-
ta curva c.
El lugar geométrico de las curvas c que se originan al variar en canti-
dades infinitamente pequeñas el parámetro dado, es una superficie que se

(*) Los paraboloides elíptico (III. 4) e hiperbólico (III. 5) se denominan así porque seccionando esas
superficies con un plano normal al eje de la parábola directriz se obtiene, en el primer caso una elipse y
en el segundo, una hipérbola.
308

denomina envolvente de las superficies Σ, que, a su vez, se denominan


involutas.

Otro tipo de superficies son las superficies canales, que se definen como las
envolventes de una esfera móvil de radio constante, cuyo centro recorre una curva
cualquiera. Ejemplos de estas superficies son los toros de revolución (N.° 215, II.
1) y el serpentín, superficie envolvente de una esfera móvil cuyo centro describe
una hélice.

REPRESENTACIÓN DE LAS SUPERFICIES

218. Cilindro circunscripto a una superficie. Contornos aparentes.

Se llama contorno aparente de una superficie para un observador dado, a la


línea que en la superficie separa, para dicho observador, la parte vista de la
oculta.

Para una superficie Σ (fig. 312) y un observa-


dor simado en un punto P, las visuales que pasan
por P y son tangentes a la superficie forman un
cono circunscripto a la superficie. La curva de
contacto c, formada por los puntos de contacto
de esas visuales tangentes, separa, para el obser-
vador P la parte vista de la oculta de la superficie
y es, por lo tanto, el contorno aparente de la su-
perficie Σ.
(Fig. 312)
La intersección del cono de visuales con
un plano dado π se denomina contorno aparente sobre el plano π de la super-
ficie.

Cuando el punto P es impropio, las visuales tangentes a la superficie son todas


paralelas entre sí y forman entonces un cilindro circunscripto a la superficie cuya
curva de contacto con la misma es el contorno aparente de ésta con respecto al obser-
vador situado en el punto impropio considerado.

En el sistema de proyecciones ortogonales, de acuerdo con la posición adoptada


para el observador (N.° 154), las visuales son rectas perpendiculares al plano hori-
zontal o al plano vertical.

Por lo tanto, las visuales perpendiculares al horizontal que son tangentes a una
superficie Σ (fig. 313), forman un cilindro circunscripto a la superficie. El lugar de
los puntos de contacto de esas visuales es el contorno aparente horizontal de la su-
perficie.

La intersección de ese cilindro con el plano horizontal es una línea Σ’ llamada


contorno aparente sobre el plano horizontal, que, en realidad, es la proyección hori-
309
zontal del contorno aparente horizontal de la superficie.

Análogamente, las visuales perpendiculares al plano vertical que son tangentes a


la superficie, forman un cilindro circunscripto a la superficie (fig. 313). El lugar de

(Fig. 313)

los puntos de contacto de esas visuales de fuga es el contorno aparente vertical de la


superficie. La intersección de ese cilindro con el plano vertical es una líneaΣ’’ llama-
da contorno aparente sobre el plano vertical que, en realidad, es la proyección verti-
cal del contorno aparente vertical.

Como cada uno de los cilindros circunscriptos que hemos considerado compren-
de todos los puntos de la superficie, el contorno aparente de ésta sobre cada uno de
los planos de proyección está formado por líneas (Σ’ y Σ’’) dentro de las cuales o
sobre las cuales se proyectan todos los puntos de la superficie. Por ello suelen deno-
minarse a los contornos aparentes de una superficie sobre los planos de proyección
(Σ’ y Σ’’), proyección horizontal y proyección vertical de la superficie, aunque, como
es evidente, no son sino las proyecciones horizontal y vertical de dos líneas difieren-
tes (c. a. h.) y (c. a. v.) de la superficie.

219. La superficie y cada uno de los cilindros considerados, son superficies


circunscriptas o de acordamiento (N.° 210), puesto que en cada punto de la línea de
contacto, el plano tangente a estas superficies es el mismo y está determinado por la
tangente generatriz del cilindro y la tangente a la línea de contacto.

Por consiguiente, podemos decir que el contorno aparente horizontal de


una superficie es el lugar de los puntos de contacto de los planos tangentes
a la superficie que son perpendiculares al plano horizontal. La envolvente de
esos planos tangentes es el cilindro vertical ya considerado, cuya traza Σ’
310
es la envolvente de las trazas horizontales de esos planos tangentes proyectantes
horizontales.

Análogamente, el contorno aparente vertical de una superficie es el lugar de los


puntos de contacto de los planos tangentes a la superficie que son perpendiculares al
plano vertical. La envolvente de esos planos tangentes es el cilindro de fuga ya con-
siderado, cuya traza Σ’’ es la envolvente de las trazas verticales de esos planos tan-
gentes proyectantes verticales.

220. Teorema I. — La proyección horizontal (o vertical) de una curva trazada


sobre una superficie que corte al contorno aparente horizontal (o vertical), es
tangente al contorno aparente sobre el plano horizontal (o vertical) de la super-
ficie.

Sean en la (fig. 314), una superficie Σ y una curva m de la superficie que


corta al contorno aparente horizontal en un punto M. En proyección horizontal,
la curva m se proyecta en m’ y el con-
torno aparente horizontal se proyecta en
Σ’, contorno aparente sobre el plano ho-
rizontal. Demostraremos que m’ es tan-
gente a Σ’.

El plano tangente a la superficie en el


punto M del contorno aparente horizon-
tal, es un plano ω perpendicular al plano
horizontal (N.° 210). Por lo tanto, como
las tangentes enM a las curvas m y (c.a.h.)
están contenidas en ω (N.° 211), se pro-
(Fig. 314) yectarán horizontalmente en ω’, traza ho-
rizontal del plano tangente que es
proyectante horizontal.

En consecuencia, como ω’ es la proyección de dos tangentes en M a las curvas m


y (c.a.h.). de acuerdo con el teorema del (N.° 206), ω’ será tangente en el punto M’ a
las proyecciones m’ y Σ’ de las curvas.

Luego, como m’ y Σ’ tienen en M’ una tangente común ω’, las curvas son tangen-
tes en ese punto.

El teorema no es aplicable cuando la tangente a la curva m en M es perpendicular


al plano de proyección, puesto que en ese caso, la proyección de esa tangente no es
tangente a la proyección m’ de la curva.

Análogamente se demostraría para la proyección vertical, en cuyo caso se ten-


dría como plano de proyección el plano vertical en lugar del plano H.
311
Este teorema, que demostramos para las proyecciones cilindricas ortogonales,
es también válido para las proyecciones cilindricas oblicuas y para las proyecciones
cónicas, y admite el siguiente

Corolario . — El contorno aparente sobre un plano de una superficie curva, es la


envolvente de las proyecciones sobre ese plano de todas las curvas de la superficie
que cortan el contorno aparente en el espacio.

221. Teorema II. — Cuando dos superficies son circunscriptas, si sus contor-
nos aparentes horizontales (o verticales) se cortan, sus contornos aparentes so-
bre el plano horizontal (o vertical) son tangentes en un punto que es la proyec-
ción correspondiente del punto de corte de los contornos aparentes horizontales
(o verticales).

Sean en la (fig. 315), dos superficies curvas Σ y τ, circunscriptas según la curva


de acordamiento m, y sean ΣH y τH los contornos aparentes horizontales de las super-
ficies dadas.

Consideremos el punto M en que se cor-


tan la curva de contacto my el contorno apa-
rente ΣH. Por ser las superficies Σ y τ
circunscriptas (N.° 210), tienen el mismo pla-
no tangente ω en el punto M de m. Como M
pertenece también al contorno aparente ho-
rizontal ΣH, ese plano tangente será perpen-
dicular al horizontal (N.° 219), y, en conse-
cuencia, el punto M pertenecerá también al
contorno aparente horizontal τH de la otra su- (Fig. 315)
perficie.

Luego, en virtud del teorema del (N.° 220), la proyección horizontal m’ de la


curva m es tangente en un mismo punto M’ a los contornos aparentes sobre el plano
horizontal (Σ’ y τ’) de las superficies dadas, y, por lo tanto, dichos contornos aparen-
tes sobre el plano horizontal son tangentes entre sí en el punto M’.

El teorema no es aplicable cuando la tangente a uno de los contornos aparentes


ΣH o τH es perpendicular al plano de proyección.

Análogamente se demostraría para la proyección vertical, en cuyo caso se ten-


dría como plano de proyección el plano vertical en lugar del plano H.

Este teorema también es válido para las proyecciones cilindricas oblicuas y las
proyecciones cónicas, y admite el siguiente

Corolario . — El contorno aparente sobre un plano de una superficie es la


envolvente de los contornos aparentes sobre ese plano de las superficies inscriptas o
circunscriptas a la superficie considerada.
312
222. Representación de una superficie. Puntuación.

Una superficie queda determinada cuando se conocen las proyecciones de sus


directrices y de su generatriz. Casi siempre, para representarla más completamente,
se hallan también, por las razones que hemos expuesto, las proyecciones horizontal y
vertical de la superficie. Es decir, sus contornos aparentes sobre los planos de pro-
yección.

Generalmente, las superficies se consideran opacas. Para efectuar la puntua-


ción de las proyecciones de un punto de la superficie, se siguen las siguientes
reglas:

1.a La proyección horizontal (o vertical) de un punto A de una superficie es un


punto visto, si el punto A tiene mayor cota (o alejamiento) que cualquiera de los
puntos de corte de la superficie con la visual vertical (o de fuga) que pasa por la
proyección considerada. En caso contrario, el punto es oculto.

2.a Una línea trazada sobre una superficie no puede pasar de vista a oculta, sino
a través de un punto del contorno aparente.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XVI

1. Dada una esfera de centro O (4 cm., 4 cm.) y radio 2 cm., y la proyección P’’ de un
punto de la esfera, hallar P’.
2. Se da un eje vertical y las proyecciones (c’, c’) de una curva que gira alrededor de
dicho eje engendrando una superficie de revolución. Hallar la proyección vertical de un punto
de la superficie, conociendo su proyección horizontal P’.
3. Dada una curva del plano horizontal, se considera la superficie de revolución en-
gendrada por dicha curva al girar alrededor de LT. Conociendo la proyección P’ de un punto
de la superficie, hallar P’’.
4. Una circunferencia frontal gira alrededor de un eje vertical. Determinar un punto de
la superficie engendrada conociendo una de las proyecciones (la horizontal o la vertical).
Construir la meridiana principal.
5. Se considera una superficie de revolución engendrada por una circunferencia del
horizontal de centro C (0 cm., 2 cm.) y radio 1 cm. que gira alrededor de un eje frontal de
alejamiento 5 cm. Hallar la proyección horizontal de un punto de la superficie, conociendo su
proyección vertical P’’ de cota 4 cm.
6. Hallar los puntos de LT que disten 5 cm. de un punto A (2 cm., 2 cm.).
7. Hallar los puntos de cota 6 cm. y alejamiento 5 cm. que disten 3 cm. de un punto A
(4 cm., 4 cm.).
8. Determinar sobre una recta dada un punto que diste k cm. de LT.
9. Se dan los puntos A (2 cm., 2 cm.) y B (3 cm., 3 cm.) cuyas líneas de correspondencia
distan 3 cm., estando B a la derecha de A . Considerando el plano proyectante vertical α cuya
traza vertical pasa por A’ y B’’, hallar los puntos de α que distan 1 cm. de A y 3 cm. de B.
313
Planos tangentes.
10. Se dan una recta a del horizontal, una recta b del vertical, un plano (α’’,α’) y dos
proyecciones horizontales O’ (alejam. 2 cm.) y A’ (alejam. 4 cm.) situadas en una misma línea
de referencia.
Se define una superficie reglada cuyas generatrices se apoyan en las directrices a, b y una
curva c de α cuya proyección horizontal c’ es la circunferencia de centro O’ y radio O’A’.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A de α
11. Se da una recta a que pasa por LT, una recta b paralela al segundo bisector, un plano
(α’, α’) y en él un punto O (4 cm., 5 cm.).
Se define una superficie reglada cuyas generatrices se apoyan en las directrices a, b y una
elipse c (la elipse pertenece a α, tiene como centro el punto O, sus ejes miden 4 cm. y 2 cm.,
y el eje mayor es horizontal).
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A, extremo del eje menor que
tiene menor alejamiento.
12. Se considera un arco de circunferencia AB paralelo al vertical de medida 90°. Su
centro es O (4 cm., 4 cm.), su radio mide 2 cm. y la cuerda AB es vertical.
Dicho arco gira alrededor de un eje vertical que pasa por O, engendrando una superficie
de revolución.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto M del arco que tiene 45 mm. de
cota.
13. En un plano α perpendicular al segundo bisector se considera una elipse de centro O
(5 cm., 5 cm.), eje mayor frontal y cuyos ejes miden 5 cm. y 3 cm.
Dicha elipse gira alrededor de la traza α’ engendrando una superficie de revolución.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A, extremo del eje menor que
tiene mayor cota.
CAPITULO XVII
SUPERFICIES CÓNICAS Y CILÍNDRICAS

223. Generalidades. — Al definir las superficies regladas (N.° 214), hemos


establecido que una superficie cónica o cono es el lugar de las posiciones sucesivas
de una generatriz recta que pasando por un punto fijo llamado vértice, se apoya en
una curva directriz fija; y que una superficie cilíndrica o cilindro es el lugar de las
posiciones sucesivas de una generatriz recta que se desplaza paralelamente a sí
misma, apoyándose en una curva direc-
triz fija.

De acuerdo con estas definiciones,


puede considerarse que las superficies
cilindricas son superficies cónicas cuyo
vértice es el punto impropio de sus gene-
ratrices.

Para representar un cono o un cilindro,


basta con dar las proyecciones de la curva
directriz y del vértice (propio o impropio).
Así, en la (fig. 316), la curva directriz (d’,
d’) y el vértice (S’, S’) representan una su-
perficie cónica, que sería cilíndrica si el
(Fig. 316) punto S fuese impropio.

224. Determinación de un punto de una superficie cónica o cilíndrica, cuan-


do se conoce una de sus proyecciones.

Sean en la (fig. 316) la superficie cónica definida por la curva directriz (d’, d’) y
el vértice (S’, S’), y la proyección horizontal P’ de un punto de la superficie.

Para hallar la otra proyección del punto P, se considera la generatriz que pasa por
P, cuya proyección horizontal es la recta g’ ≡ S’P’ que corta a la directriz d’ en los
puntos M’ y N’.

Se hallan luego sobre d’ en las líneas de correspondencia de M’ y N’ las


proyecciones verticales M’ y N’ y se unen esos puntos con S’’, obteniendo así las
315
proyecciones verticales g’’1 y g’ 2 de las generatrices que tienen como proyección
horizontal g’.

Por lo tanto, en la línea de correspondencia de P’ y sobre las generatrices g’’1 y


g’ 2 se hallan las proyecciones buscadas P’’1 y P’2 cada una de las cuales determina
con P’ un punto de la superficie cónica.

En efecto, los puntos (P’’1, P’) y (P’ 2, P’) pertenecen a la superficie, puesto que
se hallan sobre una generatriz (g’’1, g’) o (g’2, g’) de la misma.

El número de soluciones que se puede obtener depende del número de generatrices


que tengan como proyección horizontal g’.

Análogamente se procede cuando se conoce la proyección vertical P’’ de un


punto de la superficie, en cuyo caso se traza la generatriz g’ ≡ S’ P’ que pasa por P’
y luego se determina P’ en la línea de correspondencia de P’ y sobre la o las proyec-
ciones horizontales g’ de la generatriz SP.

Para el caso de las superficies cilindricas se efectúan análogas construcciones.

PLANOS TANGENTES A UN CONO O A UN CILINDRO

225. Teorema . — El plano tangente en un punto de una superficie cónica o cilín-


drica es tangente a la superficie a lo largo de la generatriz que pasa por el punto
considerado.

Sea en la (fig. 317) una superficie cónica de vértice


S y directriz d.

Considerando un punto A de la directriz, el plano


tangente a la superficie en el punto A queda determina-
do por las tangentes a las líneas SA y d de la superficie
que pasan por él (N.° 212, I).

Como una recta es su propia tangente el plano tan-


gente en A queda entonces determinado por la generatriz
SA y la tangente t en A a la curva d.

Demostraremos que ese plano tangente lo es a lo


largo de la generatriz SA, es decir que si se hallan los
planos tangentes en diferentes puntos de esa generatriz,
todos esos planos coinciden en uno que es el plano tan- (Fig. 317)
gente hallado.

En efecto, consideremos otra línea c de la superficie que corta a la generatriz SA


en un punto B.
316
Una generatriz SAo infinitamente próxima a la generatriz SA corta a la línea c en
un punto Bo. Luego, las generatrices consecutivas SA y SAo determinan un plano que
contiene las secantes AAo y BBo a las curvas dy c.

Si sobre la curva d desplazamos el punto Ao hacia el A, la generatriz móvil SAo


se aproxima a la generatriz fija SA, y el plano determinado por ambas generatrices
contiene siempre las secantes que pasan por A y B y por los puntos de intersección de
la generatriz móvil con las curvas dy c.

Cuando la generatriz móvil se confúnda con SA, las secantes AAo y BBo tienen
como posición límite las tangentes ty tc a las curvas dy c . Esas tangentes estarán
contenidas en el plano límite de las posiciones del plano secante móvil.

Luego, como SA, ty tc son coplanares, el plano tangente en A a la superficie


cónica (determinado por t y SA) es el mismo que el plano tangente en B (determinado
por tc y SA).

En la misma forma que para el punto B se demostraría que ese plano tangente
es el mismo para cualquier otro punto de la generatriz SA, o sea que es tangente a la
superficie cónica a lo largo de esa generatriz que se denomina generatriz de con-
tacto.

Idéntica demostración se efectúa para las superficies cilindricas, en cuyo caso el


punto S es impropio.

De este teorema se deducen los siguientes

226. Corolarios . — I. Todos los planos tangentes a una superficie cónica pasan
por el vértice de la superficie y todos los planos tangentes a una superficie cilíndrica
son paralelos a sus generatrices.

II. El plano tangente en un punto de una superficie cónica o cilíndrica queda


determinado por la generatriz que pasa por el punto considerado y la tangente a
una curva de la superficie en el punto que es interceptada por la generatriz de
contacto.

227. Plano tangente en un punto de una superficie cónica o cilíndrica.

De acuerdo con los corolarios anteriores, para hallar el plano tangente en un


punto P de una superficie cónica o cilíndrica (fig. 318), se traza la generatriz SP que
pasa por el punto. Luego se halla una sección plana conveniente de la superficie con
un plano π y se traza la tangente t a esa sección en el punto A simado sobre la generatriz
considerada SP.

El plano tangente a la superficie en un punto P queda entonces determinado por


las rectas SP y t.
317

(Fig. 318)

228. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que pasen por un
punto dado.

a) Superficie cónica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cóni-
ca de vértice S que pasen por un punto P (fig. 319), se traza la recta SP y se halla
la intersección T de esa recta con un pla-
no π secante a la superficie.

Desde T se trazan las tangentes t a la


sección plana, y cada uno de los planos
tangentes buscados queda determinado
por la recta SP y cada una de las tangen-
tes como t.

En efecto, los planos determinados por


SP y t contienen el punto P y son tangentes
(Fig. 319)
a la superficie cónica por contener una
generatriz SA y la tangente t a una curva de la superficie en el punto que es intercep-
tada por la generatriz considerada (N.° 226).

Existirán tantas soluciones como tangentes puedan trazarse desde el punto Ta la


sección plana de la superficie.

Cuando la sección plana sea una cónica (es el caso de los conos de revolución),
existirán dos soluciones, una o ninguna, según que el punto P sea respectivamente
exterior, pertenezca o sea interior a la superficie cónica.

b) Superficie cilíndrica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cilín-
drica que pasen por un punto P (fig. 320), se considera la superficie como una super-
ficie cónica cuyo vértice S∞ es el punto impropio de sus generatrices.
318
Procediendo entonces como en el
caso anterior, se traza la recta S∞P y
se halla la intersección T de esa rec-
ta con un plano π secante a la super-
ficie. Luego se trazan desde el punto
T las tangentes t a la sección plana y
cada uno de los planos tangentes bus-
cados queda determinado por la rec-
ta S∞P y cada una de las tangentes
como t.
(Fig. 320)
Existirán tantas soluciones como
tangentes puedan trazarse desde el punto T a la sección plana de la superficie.

Cuando la sección plana sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ninguna,
según que el punto P sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la
superficie cilíndrica.

229. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean paralelos
a una dirección dada.

Este problema es un caso particular del anterior, en que el punto dado P es el


punto impropio de la dirección dada.

a) Superficie cónica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cónica
de vértices que sean paralelos a una dirección dadad (fig. 321), se considera el punto
impropio P∞ de la dirección.

Luego, procediendo como en el (N.°


228, a) se traza la recta SP∞, paralela a d y
se halla el punto T en que esa recta corta a
un plano π secante a la superficie.

Desde T se trazan las tangentes t a la


sección plana y cada uno de los planos tan-
gentes buscados queda determinado por
la recta SP∞ y cada una de las tangentes
(Fig. 321)
como t.

En efecto, los planos determinados por SP∞ y t son tangentes a la superficie


cónica (N.° 226) y además son paralelos a la dirección dada d puesto que contienen
una recta SP∞ paralela a esa dirección.

Existirán tantas soluciones como tangentes puedan trazarse desde el punto Ta la


sección plana de la superficie.
319
Cuando la sección plana sea una cónica (es el caso de los conos de revolu-
ción), existirán dos soluciones, una o ninguna, según que el punto T sea respecti-
vamente exterior, pertenezca o sea interior a la sección plana de la superficie
cónica.

b) Superficie cilíndrica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cilín-
drica que sean paralelos a una dirección dada d (fig. 322), se une un punto cualquiera
A con el vértice S∞ de la superficie cilíndrica y con el punto impropio P∞ de la
dirección dada.

Las rectas AS∞ y AP∞ determinan un


plano auxiliar que corta según una recta to,
a un plano π secante a la superficie.

Luego se trazan las tangentes t a la


sección plana de la superficie, paralelas a
to, y cada una de esas tangentes determi-
na, con la generatriz de contacto, uno de
los planos tangentes buscados.
(Fig. 321)
En efecto, cada uno de los planos así
determinados (por ej. t g) es tangente a la superficie cilíndrica (N.° 226) y además es
paralelo al plano auxiliar A to, puesto que t es paralela a to y g lo es a AS∞. Pero
como el plano auxiliar Ato es paralelo a la dirección dada d (puesto que AP∞ es
paralela a d), resulta que los planos tangentes hallados son también paralelos a la
dirección dada.

Existirán tantas soluciones como tangentes paralelas a to puedan trazarse a la


sección plana de la superficie.

Cuando la sección plana sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ninguna
según la cónica de que se trate.

230. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean perpen-
diculares a un plano dado.

Este problema se reduce al anterior (N.° 229), trazando una recta cualquiera d
perpendicular al plano dado.

Los planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean paralelos a la
dirección d serán perpendiculares al plano dado.

Una aplicación muy importante de este problema es la obtención de los


contornos aparentes horizontal y vertical de una superficie cónica o cilíndrica
(pág. 332).
320
231. Plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que pase por una
recta dada.

Si la recta dada pasa por el vértice de la superficie, el problema se reduce al ya


resuelto en el (N.° 228).

Si la recta dada es cualquiera, el problema es generalmente imposible.

En efecto, la recta dada y el vértice (propio o impropio) de la superficie determi-


nan un plano que, en general, no es tangente a la superficie. Para que lo fuera sería
necesario que la intersección de ese plano con un plano π secante a la superficie
fuese una recta tangente a la sección plana de la superficie con el plano π.

232. Plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que sea paralelo a
un plano dado.

a) Superficie cónica. — Si se traza por el vértice de la superficie un plano paralelo


al plano dado, dicho plano no será, en general, tangente a la superficie. Para que lo
fuera sería necesario que la intersección del plano trazado con un plano π secante a la
superficie fuese una recta tangente a la sección plana de la superficie con el plano π|.
El problema es entonces generalmente imposible.

b) Superficie cilíndrica. — Como los planos tangentes a una superficie cilíndrica


deben contener la dirección de las generatrices (N.° 226), el problema sólo es posible
cuando el plano dado es paralelo a las generatrices de la superficie cilíndrica.

En ese caso se procede como en el (N.° 229, b), trazando las tangentes a una
sección plana de la superficie que sean paralelas a la recta intersección del plano
dado con el plano secante a la superficie.

233. Plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que sea perpendicu-
lar a una recta dada.

Este problema se reduce al anterior (N.° 232) trazando un plano ω perpendicular


a la recta dada. El plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que sea paralelo
al plano ω será perpendicular a la recta dada.

El problema es entonces generalmente imposible.

234. Problemas de normales a superficies cónicas o cilindricas.

Los problemas de trazar normales a superficies cónicas o cilindricas se


resuelven aplicando los procedimientos expuestos para el trazado de planos
tangentes, en virtud de que la normal en un punto de una superficie cónica o
321
cilíndrica es una recta perpendicular al plano tangente en el punto considerado
(N.° 210).

PLANOS TANGENTES COMUNES A DOS CONOS, A UN CONO


Y A UN CILINDRO, O A DOS CILINDROS

Dadas dos superficies cónicas, una superficie cónica y otra cilíndrica o dos su-
perficies cilindricas, el plano tangente a una de las superficies, en general, no es
tangente a la otra.

Sin embargo, en ciertas condiciones particulares es posible trazar planos tangen-


tes comunes a ambas superficies.

Para resolver estos problemas supondremos que las dos superficies son
seccionadas con un mismo plano π|, o lo que es igual, que ambas superficies tienen
directrices en un mismo plano.

235. Planos tangentes comunes a dos conos.

Sean los dos conos de la (fig. 323).

Los planos tangentes comunes a


ambos conos deben contener la recta de
los vértices SV. Luego, el plano tangen-
te a uno de los conos que pase por di-
cha recta, en general no será tangente
al otro cono (N.° 231).

Para que ello ocurriera sería nece-


sario que la tangente t trazada desde el
(Fig. 323)
punto T (intersección de la recta SV con
el plano π) a una de las directrices ds o dv fuese también tangente a la otra directriz
dV o ds .

En ese caso, el plano determinado por la recta SV y la tangente común t sería un


plano tangente común a ambos conos (N.° 226).

Como casi siempre las tangentes trazadas desde T a ds o dv no resultan también


respectivamente tangentes a dv o ds, el problema es generalmente imposible.

Los casos de posibilidad que expondremos a continuación se caracterizan por-


que los dos conos tienen un elemento común.

a) Los dos conos tienen el mismo vértice. — Sean los dos conos de la (fig. 324)
que tienen el vértice común Sy las directrices dy do en un mismo plano π.
322

Cada una de las tangentes comunes t a


las dos directrices dy do determinan con
el vértice S un plano tangente común a
ambos conos a lo largo de las generatrices
de contacto correspondientes (N.° 226).

Existirán tantos planos tangentes co-


munes a los dos conos como tangentes co-
munes se puedan trazar a sus directrices d
(Fig. 324) ydo.

Cuando las directrices sean dos cónicas (es el caso de los conos de revolución),
podrán existir cuatro soluciones (cuando d y d0 son exteriores y no se cortan), tres
soluciones (cuando dydo son tangentes exteriormente), dos soluciones (cuando d y
do se cortan), una solución (cuando dy do son tangentes interiores) o ninguna solu-
ción (cuando d es interior a do o inversamente).

b) Los dos conos tienen una sección plana común. — Sean los dos conos de
vértices S y V (fig. 325) cuya sección d con un plano π es común.

Como los planos tangentes a ambos


conos deben contener la recta de los vérti-
ces SV, se halla el punto T en que dicha
recta corta al plano π, y desde ese punto
se trazan las tangentes t a la curva d.

Cada una de esas tangentes y la


recta SV determinan un plano tangente
común a ambos conos a lo largo de
las generatrices de contacto correspondien-
(Fig. 325)
tes (N.° 226).

Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como tangentes se
puedan trazar desde el punto T a la sección plana común d.

Cuando la curvad sea una cónica (es el caso de los conos de revolución), podrán
existir dos soluciones, una o ninguna, según que el punto T sea respectivamente exte-
rior, pertenezca o sea interior a la curva d.

c) Los dos conos son circunscriptos a una misma superficie. — Sean en la (fig.
326) dos conos circunscriptos a una misma superficie Σ, es decir que las generatrices
de los conos de vértices Sy Vson tangentes aΣ.

Los puntos de tangencia de esas generatrices determinan en la superficie Σ dos


curvas de contacto ds y dv (N.° 210), directrices de ambos conos.
323
Cada uno de los puntos como el P, inter-
sección de las curvas ds y dv, determina con
la recta de los vértices SV un plano tangente
común a los dos conos.

En efecto, como el plano SVP contiene


las tangentes PS y PV a la superficie Σ, es el
plano tangente en P a Σ y en dicho plano están
las tangentes a todas las curvas de Σ que pa-
san por P (N.° 211 y 212). Luego, en el plano
SVP están contenidas las tangentes en P a ds
y dv, y como esas tangentes determinan con
(Fig. 326)
las generatrices PS y PV planos tangentes a
cada uno de los conos (N.° 226), el plano SVP es un plano tangente común a ambos
conos.

Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como puntos comu-
nes tengan las curvas de contacto ds y dv.

Cuando la superficie Σ sea una superficie de segundo grado, las curvas ds y dv


serán cónicas, y en ese caso podrán existir dos soluciones, una o ninguna, según que
esas curvas de contacto se corten, sean tangentes o no se corten.

Caso simplificado. — Este procedimiento constructivo para hallar los planos tan-
gentes comunes a dos conos circunscriptos a una superficie Σ se simplifica cuando Σ
es una superficie de segundo grado, puesto que en ese caso no es necesario determi-
nar los puntos de corte de las curvas de contacto, directrices de ambos conos.

Para ello, cuando Σ es una superficie de segundo grado, las curvas de contacto ds
y dv son dos cónicas, es decir, curvas planas, y entonces se procede de la siguiente
manera: se halla (fig. 327) la intersección
T de la recta de los vértices SV con el
plano ω de una de las curvas ds y desde
ese punto se trazan las tangentes t a la cur-
vads.

Cada una de esas tangentes y la recta


SV determina un plano tangente común a
ambos conos.

En efecto, el plano SVt, por contener el


vértice S y la tangente t, es tangente
al cono de vértice S. Demostraremos que
ese plano es también tangente al cono de
(Fig. 327)
vértice V.
324

El plano SVt es tangente a la superficie Σ en el punto P, puesto que contiene las


tangentes t y SP a Σ en el punto P (N.° 211 y 212). Luego, la recta VP que está
contenida en ese plano, es tangente a Σ, y por lo tanto, es una generatriz del cono de
vértice V. Es decir que la curva de contacto de ese cono pasará por el punto P, punto
de contacto de la generatriz VP.

Por lo tanto, como el plano SVP es tangente a la superficie Σ en P, lo es a la curva


dv de la superficie que pasa por P y contiene entonces a la tangente en P a dicha
curva dv. Por consiguiente, si el plano SVt contiene a la tangente en P a la curva dv y
al vértice V, es también un plano tangente al cono de vértice V, o sea que es un plano
tangente común a los dos conos de vértices S y V.

Con esta construcción simplificada no es necesario hallar las interseccio-


nes de las dos curvas no coplanares ds y dv de la (fig. 326) y es suficiente enton-
ces con trazar, en el plano que la contiene, una sola de las curvas de acorda-
miento.

Para poder aplicar este procedimiento, hay que considerar que si los vértices de
los conos SyV están en un mismo semiespacio con relación al plano ω de una de las
curvas de contacto, el problema admitirá dos soluciones, una o ninguna, según que la
recta SV sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a las superficies cóni-
cas consideradas. Si los vértices SyV están en distintos semiespacios con relación al
plano ω de una de las curvas de contacto, el problema admitirá dos soluciones, una o
ninguna, según que las curvas de contacto de los dos conos se corten, sean tangentes
o no se corten.

d) Los dos conos son homotéticos. — Dos conos son homotéticos cuando a cada
generatriz de uno de los conos le corresponde una generatriz paralela en el otro
cono.

Por lo tanto, si dos conos de vértices SyV son homotéticos y se efec-


túa una traslación del cono de vértice S, cuando S coincida con V, los conos re-
sultarán superpuestos, y recíprocamente, si se efectúa una traslación del
cono de vértice V, cuando V coincida con S, los conos resultarán también super-
puestos.

Se dice entonces que los dos conos son homotéticos con relación a un punto
cualquiera de la recta que determinan sus vértices SyV.

Dos conos homotéticos tienen la propiedad de que sus secciones con un


mismo plano son dos curvas homotéticas con relación al punto intersección
de la recta que une sus vértices con el plano secante. Ese punto es el centro
de homotecia de las dos curvas homotéticas, secciones planas de los conos consi-
derados.
325
Además, los planos tangentes a lo largo de dos generatrices paralelas de dos
conos homotéticos, son paralelos entre sí, propiedad ésta que se deduce de la aplica-
ción del (N.° 226).

Aplicaremos estas propiedades para hallar los planos tangentes comunes a dos
conos homotéticos de vértices Sy V (fig. 328).

Para ello se seccionan los conos con un plano cualquiera π, con lo cual
se obtienen dos curvas ds y dv, homotéticas con relación al centro de homo-
tecia O, punto de intersección de la recta de los vértices SV con el plano se-
cante π.

(Fig. 328)

Como el punto O es centro de homotecia, las tangentes como t trazadas


desde O a una curva dv son también tangentes a la otra curva homotética ds,
y, por lo tanto, cada una de esas tangentes comunes que pasan por O y la recta
de los vértices SV determinan un plano tangente común a ambos conos (N.°
226).

Las generatrices de contacto de esos planos tangentes, son rectas paralelas.

Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como tangentes co-
munes se puedan trazar desde el punto O a las curvas ds y dv.

Cuando las secciones planas ds y dv sean dos cónicas (es el caso de los conos de
revolución), podrán existir dos soluciones, una o ninguna según que el punto O sea
respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a las curvas ds y dv.

236. Planos tangentes comunes a un cono y a un cilindro.

Sean en la (fig. 329) un cono de vértice S y un cilindro que consideraremos como


un cono de vértice V∞ punto impropio de sus generatrices.
326
Los planos tangentes comunes al
cono y al cilindro deben contener la rec-
ta de los vértices r≡ SV∞. Luego, el
plano tangente a una de las superficies
que pase por dicha recta en general,
no será tangente a la otra superficie
(N.° 231).

Para que ello ocurriera sería ne-


cesario que la tangente t trazada des-
de el punto T (intersección de la rec-
ta r con el plano π) a una de las directrices ds o dv fuese también respectiva-
mente tangente a la otra directriz dv o ds.

Como casi siempre ello no sucede, el problema es generalmente imposible.

Los casos de posibilidad que expondremos a continuación, se caracterizan por-


que el cono y el cilindro tienen un elemento común.

a) El cono y el cilindro tienen una sección plana común. — Sean en la (fig.


330) un cono y cilindro cuya sección d con un plano π es común. Para hallar los
planos tangentes comunes a las dos superficies se procede como en el (N.° 235,
b) trazando la recta de los vértices r ≡
SV∞ y hallando el punto T en que dicha
recta corta al plano π. Cada una de las
tangentes t trazadas desde el punto T a la
curvad determina con la recta r un plano
tangente común al cono y al cilindro a lo
largo de las generatrices de contacto co-
rrespondientes (N.° 226).

Existirán tantos planos tangentes (Fig.


330) comunes al cono y al cilindro como
(Fig. 330) tangentes se puedan trazar desde el punto
T a la sección plana común d.

Cuando la curva d sea una cónica, podrán existir dos soluciones, una o ningu-
na, según que el punto T sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la
curva d.

b) El cono y el cilindro son circunscriptos a una misma superficie. — Sean en la


(fig. 331) un cono y un cilindro circunscriptos a una misma superficie Σ. Es decir
que las generatrices del cono de vértice S y las del cilindro de vértice V∞ son
tangentes a Σ.
327
Los puntos de tangencia de esas
generatrices determinan en la super-
ficie Σ dos curvas de contacto ds y
dv (N.° 210), directrices del cono y
el cilindro respectivamente.

En la misma forma que en el


(N.° 235, c) se demuestra que los
planos tangentes comunes al cono
y al cilindro quedan determinados
por la recta de los vértices r ≡ SV∞
y los puntos como el P, comunes
(Fig. 331)
a las dos curvas de contacto ds
ydv.

Existirán tantos planos tangentes comunes al cono y al cilindro como puntos


comunes tengan las curvas de contacto ds y dv.

Cuando la superficie Σ sea una superficie de segundo grado, las curvas ds


y dv serán cónicas, y en ese caso podrán existir dos soluciones, una o ningu-
na, según que esas curvas de contacto se corten, sean tangentes o no se
corten.

237. Planos tangentes comunes a dos cilindros.

Sean en la (fig. 332) dos cilindros de vértices S∞ y V∞.

Los planos tangentes comunes a los dos cilindros deben ser paralelos, al mismo
tiempo, a las direcciones de sus generatrices S∞ y V∞.

(Fig. 332)

Luego, el plano tangente a uno de los cilindros que sea paralelo a las generatrices
del segundo, en general, no será tangente al segundo cilindro (N.° 229, b).

Por ejemplo, si trazamos por un punto cualquiera A rectas paralelas a S∞ y V∞ y


determinamos un plano auxiliar que corte según una recta to a un plano π secante a
328
los cilindros, para que éstos admitan un plano tangente común sería necesario que,
trazando a una de las directrices ds o dv una tangente paralela a to, esa tangente lo
fuese también a dv o ds.

Como casi siempre ello no sucede, el problema es generalmente imposible.

Los casos de posibilidad que expondremos a continuación, se caracterizan por-


que los dos cilindros tienen un elemento común.

a) Los dos cilindros tienen el mismo vértice. — Sean en la (fig. 333) dos
cilindros que tienen el vértice común S∞ (es decir que sus generatrices son
paralelas) y las directrices dy do en un
mismo plano π.

Cada una de las tangentes comunes t a


las dos directrices dy do determina con la
dirección del vértice S∞ un plano tangente
común a los cilindros a lo largo de las
generatrices de contacto correspondientes
(N.° 226).

Existirán tantos planos tangentes comu-


(Fig. 333)
nes a los dos cilindros como tangentes co-
munes se puedan trazar a sus directrices dy do.

Cuando las directrices sean dos cónicas, podrán existir desde cero a cuatro solu-
ciones según las posiciones relativas a las directrices indicadas en el (N.° 235, a).

b) Los dos cilindros tienen una sección plana común. — Sean los dos cilindros de
vértices S∞ y V∞ (fig. 334) cuya sección d con un plano π es común.

Como los planos tangentes a ambos ci-


lindros deben ser paralelos a las direcciones
de sus generatrices, se trazan por un punto A
cualquiera, rectas paralelas a S∞ y V∞ que
determinan un plano auxiliar cuya intersección
con el plano π es una recta to.

Luego se trazan a la curvad las tangentes


t paralelas a to y cada una de esas tangentes y
las direcciones S∞ V∞ determinan un plano
tangente común a ambos cilindros a lo largo
(Fig. 334)
de las generatrices de contacto correspondien-
tes (N.° 226).

Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos cilindros como tangentes
paralelas a to se puedan trazar a la curva d.
329
Cuando la sección plana d sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ningu-
na según la cónica de que se trate.

c) Los dos cilindros son circunscriptos a una misma superficie. — Sean en la (fig.
335) dos cilindros circunscriptos a una misma superficie Σ.

Análogamente que en los (N.os


235, c y 236, b) se demuestra que los
planos tangentes comunes a los dos
cilindros quedan determinados por
los puntos como P, comunes a las
dos curvas de contacto dS y dv, y las
direcciones S∞ y V∞ de las generatrices
de los cilindros.

Existirán entonces tantos planos


tangentes comunes a los dos cilindros (Fig. 335)
como puntos comunes tengan las curvas
ds y dv.

Cuando la superficie Σ sea una superficie de segundo grado, las curvas ds y dv


serán cónicas, y en ese caso podrán existir dos soluciones, una o ninguna según que
las curvas de contacto se corten, sean tangentes o no se corten.

PLANOS TANGENTES A CONOS Y CILINDROS,


PARALELOS ENTRE SÍ

238. Planos tangentes a dos conos, paralelos entre sí. — Sean en la (fig. 336)
dos conos de vértices S y V cuyas directrices ds y dv se hallan en un mismo plano π.
Trazaremos planos tangentes a ambos conos, de modo que esos planos sean paralelos
entre sí.

Para ello efectuamos una traslación SV con uno de los conos, por ej. con el de
vértice S, hasta que los dos conos tengan el mismo vértice V.

Al realizar ese movimiento, el vértice S se traslada a S1 ≡ V y el cono trasladado


de vértices S, es un cono homotético (N.° 235, d) del de vértice S, cuya directriz es
una curva ds1 homotética de la curva ds con relación al centro de homotecia O, punto
de intersección de la recta SV con el plano π (*).

(*) Para hallar la curva ds1 homotética de ds, se determinan sus puntos de la siguiente manera: conside-
rando un punto A de la curva ds, se lo une con el centro de homotecia O y en la intersección de esa recta
con la generatriz paralela a SA trazada por S1 se obtiene el punto A1 homotético del A. Otra forma de
hallar el punto homotético de un punto A es trazar por S1 la generatriz paralela a SA y cortando esa recta
con el plano α se obtiene el punto A 1 homotético del A.
330
Luego se trazan los planos tangentes comunes a los dos conos del mismo
vértice (N.° 235, a) y a cada plano tangente común corresponde un par de planos

(Fig. 336)

tangentes paralelos. Es decir que a cada plano determinado por una tangente co-
mún t adv y ds1 y el vértice común V corresponde un plano tangente en el otro
cono, que se determina con el vértice S y con una tangente to trazada paralela-
mente a t.

En efecto, como las curvas ds1 y ds son homotéticas, la curva ds admite una
tangente to paralela a la tangente t a dS1, y además, los planos tv y toS son respectiva-
mente tangentes a los conos de vértices V y S (N.° 226) y son paralelos entre sí,
puesto que to es paralela a t y AS es paralela a A1S1 puesto que son generatrices
correspondientes de dos conos hometéticos.

Existirán tantos pares de planos tangentes paralelos a los dos conos como planos
tangentes comunes admitan los dos conos de vértice común y directrices dv y ds1 (N.°
235, a).

Cuando estas curvas sean dos cónicas podrán existir desde cero a cuatro pares de
planos tangentes paralelos, según las cónicas de que se trate.

239. Planos tangentes a un cono y a un cilindro, paralelos entre sí. — Para que
un plano tangente a un cono admita un plano paralelo que sea también tangente a un
cilindro, es necesario que dicho plano sea paralelo a las generatrices del cilindro
(N.° 226).

Luego, para trazar planos tangentes a un cono y a un cilindro que sean paralelos
entre sí, se procede de la siguiente manera: se trazan los planos tangentes al cono que
sean paralelos a la dirección de las generatrices del cilindro (N.° 229, a) y después se
trazan los planos tangentes al cilindro que sean paralelos a los planos hallados tan-
gentes al cono (N.° 232, b).

El número de pares de planos tangentes al cono y al cilindro que sean paralelos


331
entre sí, depende del número de soluciones de los procedimientos aplicados (N.os
229, a y 232, b).

240. Planos tangentes a dos cilindros, paralelos entre sí.

Para que dos cilindros admitan planos tangentes que sean paralelos entre sí, es
necesario que dichos planos sean paralelos a las generatrices de los dos cilindros (N.°
226).

En consecuencia, se procede de la siguiente manera: se halla como en el (N.°


237) un plano auxiliar paralelo a las generatrices de los dos cilindros y después se
traza a cada cilindro un plano paralelo a dicho plano auxiliar (N.° 232, b).

El número de pares de planos tangentes a los dos cilindros, que sean paralelos
entre sí, depende del número de soluciones del (N.° 232, b).

Cuando las directrices en un mismo plano de los cilindros sean dos cónicas,
existirán desde cero a cuatro pares de planos tangentes paralelos, según las cónicas
de que se trate.

NORMALES COMUNES A CONOS Y CILINDROS

241. Para hallar una normal común a dos conos, o a un cono y a un cilindro o a
dos cilindros, primeramente se determina un par de planos tangentes a las dos super-
ficies que sean paralelos entre sí (N.os 238, 239 y 240).

Luego se traza, por cualquiera de los procedimientos conocidos (N.os 71 y 72),


una perpendicular común a las generatrices de contacto de los planos tangentes halla-
dos, y esa recta será la normal común a las dos superficies.

En efecto, sea n la perpendicular común a las generatrices de contacto g y go de


los planos tangentes paralelosπ y πo trazados a las dos superficies. La rectan, por ser
perpendicular a una recta g del plano π y a una recta go paralela al plano π (por estar
contenida en πO que es paralelo a π), es perpendicular a ese plano. Como por idénti-
cas razones la recta n es también perpendicular al plano πo, dicha recta, perpendicu-
lar a ambos planos tangentes en puntos de las generatrices de contacto, es una normal
común a ambas superficies.

Cuando se trate de dos cilindros del mismo vértice, las generatrices de contacto
de un par de planos tangentes paralelos serán rectas paralelas. En ese caso, una nor-
mal común a dichas generatrices de contacto puede no ser perpendicular al par de
planos tangentes paralelos considerados. Cuando sea perpendicular, será una normal
común a los dos cilindros y existirán entonces infinitas normales comunes a ambas
superficies, todas ellas paralelas entre sí.
332
APLICACIONES

Aplic. 1.a Determinar los contornos aparentes vertical y horizontal de un cono o


de un cilindro.

El contorno aparente vertical u horizontal de un cono o de un cilindro es el lugar


de los puntos de contacto de los planos tangentes a la superficie y respectivamente
perpendiculares al vertical o al horizontal de proyección (N.° 219).

Como los planos tangentes a un cono o a un cilindro lo son a lo largo de las


generatrices de contacto (N.° 225), los contornos aparentes vertical y horizontal, en
general serán dos rectas, generatrices de contacto de los planos tangentes perpendi-
culares al vertical o al horizontal respectivamente.

Por lo tanto, las proyecciones verticales u horizontales de esas generatrices


coincidirán con las trazas verticales u horizontales de los planos tangentes traza-
dos, por ser estos planos, proyectantes. Es decir que dichas trazas serán entonces
los contornos aparentes sobre los planos vertical u horizontal respectivamente
(N.°2l8).

a. Contornos aparentes de un cono.

Sean en la (fig. 337) un punto (S’, S’) y un punto (O’, O’) de un plano α. El punto
S es el vértice de un cono cuya directriz es una circunferencia de centro O apoyada en
α y de radio r. Hallaremos los contornos aparentes de ese cono.

De acuerdo con lo expuesto precedentemente, el contorno aparente sobre el pla-


no vertical está formado por las trazas verticales de los planos tangentes al cono que
son perpendiculares al vertical de proyección.

Para hallarlos, se procede como indicamos en el (N.° 230 y N.° 229).

Trazamos por el vértice S una recta (a’, a’) perpendicular al vertical y hallamos,
empleando una horizontal auxiliar, el punto (T’, T’) en que la recta a corta al plano α.
Luego, desde ese punto T hay que trazar las tangentes a la directriz contenida en α, y
cada una de esas tangentes determina con el vértice S un plano tangente al cono
perpendicular al vertical.

Para ello abatimos el plano α y con el punto O en O1 y el punto Ten T1. Cons-
truimos entonces la directriz abatida con centro O1 y radio r, y desde T1 le trazamos
las tangentes abatidas m1 y n1.

Levantando esas tangentes obtenemos en proyección vertical m’ y n’ . Pero como


dichas tangentes pertenecen, junto con las generatrices de contacto, a los planos tan-
gentes al cono que son proyectantes verticales, sus proyecciones verticales coinciden
con las trazas verticales de esos planos tangentes. Por lo tanto, esas rectas forman el
333
contorno aparente del cono sobre el plano ver-
tical.

En proyección horizontal procedemos de


la misma manera, trazando los planos tangen-
tes al cono que son perpendiculares al hori-
zontal de proyección.

Para ello trazamos por el vértice S una


recta (b’ , b0) perpendicular al horizontal y
hallamos en punto (U’’, U’) en que dicha
recta corta al plano α. Luego abatimos el
punto U en U1 y trazamos desde U1 las tan-
gentes j1 y1k a la directriz abatida de cen-
tro O1. Levantando esas tangentes, sus pro-
yecciones horizontalesj’ y k’, por análogas
razones que en la proyección vertical, son
las trazas horizontales de los planos tan- (Fig. 337)
gentes al cono que son proyectantes hori-
zontales. Por lo tanto, determinan el contorno aparente del cono sobre el plano
horizontal.

Nota . — Obsérvese que si se hallasen las elipses proyecciones de la circunferen-


cia de centro O y radio r, en cada proyección dichas elipses serían tangentes a las
rectas que forman los contornos aparentes hallados, puesto que se cumpliría entonces
el corolario del (N.° 220). Los puntos de tangencia serían los respectivos levanta-
mientos de los puntos de contacto de las tangentes abatidas.

b. Contornos aparentes de un cilindro.

Sea en la (fig. 338) un cilindro cuyo vértice es el punto (S’∞, S’∞) y cuya
directriz es la circunferencia (d’, d’) del plano horizontal.

Como anteriormente, hallaremos los planos tangentes al cilindro que son per-
pendiculares al vertical de proyección.

Para ello, trazamos (N.° 230 y N.° 229) por un punto cualquiera A una recta (a’,
a’) perpendicular al vertical y una recta (s’, s’) paralela a las generatrices del cilindro.

Dichas rectas determinan un plano auxiliar ω que corta según ω’ al plano de la


directriz. Las tangentes de ésta, paralelas a ω’ son las rectas p’ y q’ cuyos puntos de
contacto en proyección vertical son P’ y Q’ . Uniendo esos puntos con S’∞ se obtie-
nen las proyecciones verticales de las generatrices de contacto de los planos tangen-
tes perpendiculares al vertical.
334

(Fig. 338)

Luego, como esas generatrices pertenecen a los planos tangentes proyectantes verti-
cales, sus proyecciones verticales coinciden con las trazas de dichos planos, y, por lo
tanto, forman el contorno aparente del cilindro sobre el plano vertical.

Para la proyección horizontal procedemos de la misma manera, trazando por el


punto A una recta (b’, b’) perpendicular al horizontal y una recta s paralela a las
generatrices del cilindro.

Dichas rectas determinan un plano auxiliar φ que corta según φ’ al plano de la


directriz. Las tangentes a ésta, paralelas a φ’ son las rectas j’ y k’ cuyos puntos de
contacto determinan con S’∞ las trazas horizontales de los planos tangentes que son
proyectantes horizontales, es decir, el contorno aparente sobre el plano horizontal.

Puntuación. — Para determinar qué parte es vista u oculta en la directriz d’, pro-
cedemos como indicamos en el (N.° 222, 1.a).

Considerando el punto de cruce M’ de la directriz d’ y una generatriz g trazamos


una visual vertical que encuentra con mayor cota ag que, en consecuencia, es vista en
proyección horizontal. Luego, M’ es oculto y la parte de curva que contiene a M’ y
limitada por el contorno aparente (N.° 222, 2.a) es oculta y se dibuja punteada.

Aplic. 2.a Determinar un plano tangente a un cilindro dado, de modo que sea
paralelo a LT.

Sea en la (fig. 339) un cilindro de vértice (S’∞, S’∞) cuya directriz d es una
circunferencia del plano horizontal.

Este problema es un caso particular del (N.° 229, b) en que la dirección dada
es LT.
335

(Fig. 339)

Para resolverlo, trazamos por un punto cualquiera A una paralela S∞ y una para-
lela a la dirección dada LT.

Dichas rectas determinan un plano auxiliar ω que corta al plano de la base del
cilindro según ω’. Trazando las tangentes t y to a la directriz d paralelas a ω’, cada una
de esas rectas y las respectivas generatrices del contactos y go determinan los planos
tangentes buscados.

Existen entonces dos planos solución, determinados por t,gyto,go.

Aplic. 3.a Dados una recta a, un punto P y un plano α, hallar una recta que pase
por P, sea paralela a α y diste k mm. de la recta a.

Las rectas que pasan por P y distan k mm. de la recta a están contenidas en un
plano que pasa por P y es tangente a un cilindro de revolución que tiene como eje
la recta a y como sección recta una circunferencia de k mm. de radio. La intersec-
cion de ese plano tangente con un plano paralelo al α que pase por P será la recta
buscada.

Luego, en la (fig. 340) trazamos, utilizando una horizontal auxiliar, un plano π


perpendicular a la recta a en un punto O.

En ese plano, la sección recta del cilindro de revolución que tiene la recta a
como eje es una circunferencia de centro O y radio k mm.

Para trazar por P un plano tangente a ese cilindro, procedemos como en el (N.°
228, b), uniendo P con el vértice S∞ del cilindro, punto impropio del eje y sus
generatrices.

Después, utilizando el proyectante auxiliar ω hallamos el punto T, intersección


de la recta S∞ P con el plano π.
336

(Fig. 340)

Luego abatimos ese plano y con él los puntos O en O1 y T en T1.

Trazamos entonces desde T1 una tangente t1 a la sección abatida de centro O1 y


radio k mm. (Hay dos tangentes solución).

Levantando esa tangente en (t’, t’) obtenemos una recta t que, con la recta S∞P,
determina un plano tangente al cilindro que pasa por P.

Luego trazamos por P un plano β paralelo al plano α dado, y la intersección de


ese plano con el plano (S∞P, t) tangente al cilindro es la recta buscada.

Para hallar esa intersección, como el punto P pertenece a los dos planos, basta
con determinar solamente otro punto de la intersección, el cual obtenemos en (I’’, I’)
como intersección de la traza horizontal β’ y la traza horizontal φ’ del plano (S∞P, t).

La recta PI es entonces una solución del problema, cuya segunda solución es la


intersección del segundo plano tangente al cilindro con el plano α.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPÍTULO XVII

Planos tangentes a conos y cilindros.


1. Dados dos planos α y β, hallar las proyecciones del vértice y la directriz (circunfe-
rencia del horizontal de radio 2 cm.) de un cono tangente a ambos planos, sabiendo que el
vértice tiene 6 cm. de cota.
2. Por un punto S de LT se traza un segmento SA del plano horizontal de longitud 10
cm. y que forma un ángulo de 45° con LT. Hallar el centro de la base de un cono de revolución
de vértice S que sea tangente a los planos de proyección y que tenga SA como generatriz de
contacto con el plano horizontal.
337
3. Un cilindro de generatrices frontales tiene como directriz una circunferencia del
plano horizontal de radio 3 cm. y cuyo centro tiene 4 cm. de alejamiento.
Hallar las trazas de un plano tangente al cilindro en un punto P, cuya proyección horizon-
tal P’ tiene 6 cm. de alejamiento. Indicar el número de soluciones.
4. Se da una recta g del horizontal que forma un ángulo de 45° conLTy una proyección
horizontal P’ comprendida entre g’ y LT. La recta g al girar alrededor de LT engendra un cono
de revolución.
Determinar un plano tangente al cono en uno de los dos puntos del mismo cuya proyec-
ción horizontal es P’.
5. Dados dos puntos S y P de la línea de tierra y una circunferencia situada en un plano
horizontal, determinar las rectas que pasan por P, son tangentes al cono de vértice S cuya
directriz es la circunferencia dada y forman un ángulo θ con el plano horizontal.
6. Se dan un punto P (5 cm., 3 cm.) y una horizontal (h’’, h’) Trazar una recta que pase
por P, corte a h y sea tangente a un cono recto de vértice S (10 cm., 5 cm.) y directriz circular
de 2 cm. de radio contenida en el primer bisector.
7. Un cilindro de generatrices paralelas a una dirección dada (S’∞, S∞) tiene como
directriz una circunferencia de centro O (4 cm., 6 cm.) y radio 2 cm. apoyada en un plano
proyectante vertical que forma un ángulo de 60° con el plano horizontal.
Por un punto dado P (8 cm., 1 cm.) trazar una tangente al cilindro que sea paralela al
segundo bisector.
8. Por un punto dado del primer bisector trazar una tangente común a dos conos cuyas
directrices son una circunferencia del plano vertical y una circunferencia del plano horizontal.
Los vértices de los conos pertenecen a una misma recta paralela a LT.
9. Dados un punto P de LT y una recta r, hallar una recta del primer bisector que pase
por P y diste k cm. de la recta r.
10. Dados un plano α, un punto P del plano y un punto O exterior al plano, hallar una
recta de α que pase por P y diste k cm. del punto O.
11. Dados un punto P, una recta frontal y una recta de fuga no coplanares, determinar
una recta que pase por P, diste k cm. de la frontal y j cm. de la recta de fuga.
12. Un cono recto de 8 cm. de altura tiene como directriz una circunferencia de centro O
(5 cm., 6 cm.) y radio 2 cm. contenida en un plano perpendicular al segundo bisector. Se dan
además un punto (P’, P’) y una proyección fque pasa por P’.
Hallar t’ sabiendo que la recta t es tangente al cono dado y determinar el punto de tangencia
de dicha recta.
13. Por un punto dado S se traza una recta horizontal e. El punto S es el vértice y la recta
e el eje de un cono de revolución cuyo semiángulo al vértice mide 30°.
Determinar los planos tangentes al cono que sean perpendiculares al segundo bisector.
14. Por un punto P (4 cm., 4 cm.) se traza una recta del primer bisector. Dicha recta es el
eje de un cilindro de revolución cuya sección recta es una circunferencia de 2 cm. de radio.
Determinar los planos tangentes al cilindro que sean proyectantes verticales.
15. Se dan un plano (α’, α’), un punto (S’’, S’) y la proyección horizontal c’de una curva
del plano. Considerando el cono de vértice S y cuya directriz es la curva c, trazarle un plano
tangente que sea perpendicular al plano α.
338
Planos tangentes comunes a conos y cilindros.
16. Dados los puntos O (0 cm., 2 cm.) y C (0 cm., 4 cm.) cuyas líneas de referencia
distan 3 cm., tomar un punto S (5 cm., 1 cm.) en el mismo plano de perfil que C. El punto S es
el vértice de un cono cuya directriz es una circunferencia del plano horizontal de centro O y
radio 1 cm.
Sabiendo que dicho cono admite plano tangente común con un cilindro de generatrices
frontales cuya directriz es una circunferencia del horizontal de centro C y radio 1 cm., deter-
minar las direcciones de las generatrices del cilindro.
17. Los puntos S (3 cm., 3 cm.) y V (4 cm., 2 cm.) y una recta horizontal h que forma un
ángulo de 45° con el vertical, determinan un plano tangente común a dos conos de vértices S y
V. Dichos conos tienen como directriz común una circunferencia de 2 cm. de radio contenida
en el segundo bisector.
Determinar el centro de esa circunferencia sabiendo que pertenece a LT.
18. En un plano α perpendicular al segundo bisector se considera una circunferencia de
centro O (4 cm., 4 cm.) y radio 2 cm. Dicha circunferencia es la base de un cono cuyo vértice
S (7 cm., 6 cm.) tiene su línea de correspondencia 6 cm. a la derecha de la línea de correspon-
dencia de O.
Por el punto S se traza una recta r cuyas proyecciones son perpendiculares y se cortan a
la derecha del depurado (r’ forma 45° con LT).
El cono dado se traslada paralelamente a sí mismo hasta que S, desplazándose sobre r,
tenga 10 cm. de cota.
Hallar las proyecciones del centro de la base en α del cono trasladado, la magnitud del
radio de dicha base y las trazas de un plano tangente común a los dos conos.
19. Una circunferencia dada del plano horizontal es la directriz común de dos cilindros
que tienen como plano tangente común el primer bisector.
Dadas las proyecciones horizontales S’∞ y V’∞ de los vértices de los cilindros, determi-
nar sus correspondientes proyecciones verticales. Hallar también las trazas del otro plano
tangente común a los dos cilindros.

Planos tangentes paralelos a conos y cilindros. Normales comunes.


20. Dos circunferencias de 1 cm. de radio y centros O (3 cm., 4 cm.) y C (5 cm., 2 cm.)
pertenecen a un plano α proyectante vertical. La primera circunferencia es la base de un cono
recto de 5 cm. de altura y la otra es la base de un cilindro de generatrices verticales.
Determinar un par de planos respectivamente tangentes al cono y al cilindro de modo que
sean paralelos entre sí (Número de soluciones).
21. Por un punto O (4 cm., 1 cm.) se traza un plano α paralelo al segundo bisector, en el cual
se toma un punto C (alejam. 3 cm.) situado en la misma línea de referencia que el punto O.
El Punto C es el centro de la base (circunf. de 1 cm. de radio contenida en α) de un cono
de eje vertical y vértice en el horizontal. El punto O es el centro de la base (circunf. de 1 cm.
de radio contenida en α de un cono recto de 5 cm. de altura y cuyo vértice tiene la menor cota
posible.
Determinar una normal común a esos dos conos.
339
22. Se da una circunferencia de radio k situada en el horizontal y otra circunferencia del
mismo radio situada en el plano vertical. Esas circunferencias son las bases de dos cilindros
cuyas respectivas generatrices son rectas frontales y horizontales de direcciones dadas.
Determinar una normal común a los dos cilindros.
23. Dada una recta (r’’, r’) y un cono oblicuo de directriz circular apoyado en un plano
dado paralelo a LT, determinar una normal común a la recta r y al cono.

Contornos aparentes de conos y cilindros.


24. Se da un plano α que forma 60° con el vertical y cuya traza α’ forma 30° con LT. En
ese plano se toma un punto O (4 cm., 5 cm.).
Hallar los contornos aparentes sobre los planos vertical y horizontal de un cono recto de
10 cm. de altura cuya base es una circunferencia situada en α de centro Oy 3 cm. de radio.
Determinar los planos tangentes al cono que son paralelos a LT.
25. Dado un tetraedro SABC por las proyecciones de sus vértices, hallar los contornos
aparentes sobre los planos de proyección del cono de vértice S circunscripto al tetraedro.
26. Determinar los contornos aparentes sobre los planos de proyección de un cono del
cual se conocen el vértice S (4 cm., 6 cm.), el plano de la base que es un plano dado paralelo
a LT, y una de las proyecciones de la base (c’ es una circunferencia de 3 cm. de radio).
27. Un cono recto de vértice S (8 cm., 6 cm.) y semiángulo al vértice 30° se traslada
paralelamente a sí mismo hasta que el vértice se coloca en So (4 cm., 2 cm.). La línea de
correspondencia de So está 5 cm. a la derecha de la línea de correspondencia de S.
Hallar los contornos aparentes sobre los planos de proyección del cono trasladado.
28. Determinar los contornos aparentes sobre los planos de proyección de un cilindro
de generatrices frontales (S’’∞ forma 60° con LT) cuya base es una circunferencia de centro O
(3 cm., 2 cm.) y radio 4 cm. situada en un plano dado perpendicular al segundo bisector.
29. Una superficie prismática tiene como sección recta un triángulo equilátero ABC de
k cm. de lado situado en un plano dado perpendicular al primer bisector.
Determinar los contornos aparentes sobre los planos de proyección de un cilindro
circunscripto a la superficie prismática.
30. Dados dos planos (α’’, α’) y (β’, β’), construir una circunferencia del plano horizon-
tal y de 2 cm. de radio que sea tangente a las trazas α’ y β’. Esa circunferencia es la base de un
cilindro tangente a los planos α y β.
Hallar los contornos aparentes sobre los planos de proyección de dicho cilindro.
31. Determinar los contornos aparentes sobre los planos de proyección del cono defini-
do en el problema N.° 2.
CAPITULO XVIII
CONOS DE REVOLUCIÓN
aplicaciones a problemas de ángulos

242. Propiedades de los conos de revolución. — En el (N.° 215, II) hemos defi-
nido el cono de revolución como la superficie engendrada por la rotación de una recta
alrededor de un eje que la corta.

De esta definición podemos establecer que:

a. En un cono de revolución (fig. 341), todas sus generatrices forman el mismo


ángulo θ con el eje SO y el mismo ángulo (90° - θ) con cualquier plano π perpendi-
cular al eje, del cono.

Al trazar un plano π perpendicular al


eje de un cono de revolución, se obtiene
como sección plana una circunferencia
(paralelo) cuyo centro es el punto de in-
tersección del plano secante con el eje del
cono y se puede considerar a dicha cir-
cunferencia como directriz del cono con-
siderado.

Luego, si se traza un plano α tangente


al cono (fig. 341), lo será a lo largo de una (Fig. 341)
generatriz ST y la intersección del plano
tangente α con el plano π será una recta t,
tangente a la directriz circular (N.° 227) en el punto T que pertenece a la generatriz de
contacto correspondiente.

Además, como todo plano meridiano (N.° 215, II) SOT que contiene una
generatriz ST es perpendicular al plano tangente α a lo largo de la generatriz
considerada y es también perpendicular a un plano π normal al eje del cono, se
deduce que:

b. Todo plano α tangente a un cono de revolución, forma con un plano π perpen-


dicular al eje del cono un mismo ángulo (90° - θ), complementario del ángulo θ que
forma dicho plano tangente con el eje del cono.
341
A continuación utilizaremos las propiedades ay b para resolver problemas de
ángulos, cuya solución ya hemos considerado por otros métodos en el Capítulo XI.

243. Por un punto dado trazar una recta que forme un ángulo dado con una
recta dada.

Sean dados en la (fig. 342) un punto (P’’, P’), una recta (e’’, e’) y un
ángulo θ.

De acuerdo con la propiedad a del (N.° 242), todas las rectas que forman el
ángulo θ con e son generatrices de un cono de revolución que tiene como eje la recta
e y θ como semiángulo al vértice. Hallaremos una generatriz cualquiera de ese cono
y luego por P le trazaremos una recta paralela, que será la recta buscada que forma
con e el ángulo θ.

Tomamos entonces un puntos de la


recta e como vértice del cono de revo-
lución y un punto O como centro de la
base.

Trazamos luego, empleando una hori-


zontal auxiliar, un plano π que pase por O
y sea perpendicular a la recta e.

En dicho plano estará contenida la base


del cono, que será una circunferencia de
centro O, cuyo radio es el cateto de un trián-
gulo rectángulo SOT (fig. 341) que tiene
como otro cateto la magnitud SO y como
ángulo adyacente θ. (Fig. 342)

Giramos entonces el segmento SO hasta colocarlo horizontal y hallamos su ver-


dadera magnitud S’1O’. Luego, en figura aparte construimos un triángulo rectángulo
con un cateto S’1O’ y ángulo, adyacente θ.

El otro cateto de ese triángulo es r, radio de la circunferencia base del


cono.

Para construir esa base, abatimos el plano π y el punto O en O1 y trazamos una


circunferencia abatida de centro O1 y radio r.

Levantando cualquier punto de esa circunferencia (por ej. T1) obtene-


mos sus proyecciones (T’ , T’) que, unidas con las proyecciones homónimas
del vértice S, nos determinan las proyecciones de una generatriz ST del
cono.

Finalmente, trazamos por el punto dado P una recta (b’, b’) paralela a SM. Esa
342

recta formará con e el ángulo θ, por ser paralela a una generatriz del cono de revolu-
ción considerado.

Este problema, que ya hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 130),
admite infinitas soluciones, paralelas a las infinitas generatrices de los infinitos co-
nos que se puede construir en la forma expuesta.

244. Por un punto dado trazar una recta que forme un ángulo dado con un plano
dado.

Aplicando la propiedad a del (N.° 242) se construye como en el problema ante-


rior (N.° 243) un cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje
una recta perpendicular al plano dado y como semiángulo al vértice el ángulo com-
plementario del ángulo dado. Cualquier generatriz de ese cono es una de las rectas
buscadas.

Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 134, I).

245. Por un punto dado trazar un plano que forme un ángulo dado con una recta
dada.

Aplicando la propiedad b del (N.° 242) se construye un cono de revolución que


tenga como eje la recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado. Cualquier
plano tangente a ese cono, determinado por una tangente a la base y la generatriz de
contacto, es uno de los planos buscados.

Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 134, II).

246. Por un punto dado trazar un plano que forme un ángulo dado con un plano
dado.

Aplicando la propiedad b del (N.° 242) se construye un cono de revolución que


tenga como vértice el punto dado, como eje una recta perpendicular al plano dado y
como semiángulo al vértice el ángulo complementario del ángulo dado. Cualquier
plano tangente a ese cono es uno de los planos buscados.

Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 141).

247. Trazar una recta que pertenezca a un plano dado, pase por uno de sus
puntos y forme un ángulo dado con otro plano dado.

Sean dados en la (fig. 343) un plano α, un punto P de este plano, otro plano β y
un ángulo θ.

De acuerdo con el (N.° 244), todas las rectas que pasan por P y forman el ángulo
θ con β son generatrices de un cono de revolución que tiene como vértice el punto P,
343
como eje una recta PO perpendicular a β y como semiángulo al vértice el ángulo
complementario de θ.

Para hallar las generatrices de ese cono que pertenezcan al plano dado α se halla
la intersección del cono con α (N.° 264), obteniéndose dos generatrices, una o ningu-
na, según que α corte, sea tangente o no corte al cono, lo cual depende de los valores
de los ángulos (ver Nota de la pág. 207).

(Fig. 343)

Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 144), pero
obsérvese que las construcciones que es necesario efectuar en ambos métodos (figs.
234 y 343) son las mismas, y, por consiguiente, el depurado de la (fig. 235) es tam-
bién el depurado correspondiente a la solución que se obtiene utilizando conos de
revolución.

248. Trazar por un punto dado, una recta que sea paralela a un plano dado y
forme un ángulo dado con otro plano dado.

Este problema, derivado del (N.° 247), se resuelve análogamente construyendo


un cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje una recta
perpendicular al segundo plano dado y como semiángulo al vértice el ángulo comple-
mentario del ángulo dado. Luego se halla la intersección de ese cono con un plano
que pase por el punto dado y sea paralelo al primer plano dado.

Las generatrices así obtenidas (dos, una o ninguna según los valores de los ángu-
los) son las soluciones del problema.

En el (N.° 145) hemos resuelto este problema por otro procedimiento, pero las
construcciones que es necesario realizar en ambos métodos son las mismas.

249. Trazar una recta que pertenezca a un plano dado y forme un ángulo dado
con una recta dada que corta al plano.

Este problema es también derivado del (N.° 247) y para resolverlo se considera
un cono de revolución que tiene como eje la recta dada, su vértice en el plano dado y
344
como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Hallando la intersección del plano dado con ese cono se tendrán las generatrices
solución que admite el problema (dos, una o ninguna según los valores de los
ángulos).
En el (N.° 146) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.

250. Por un punto de una recta dada, trazar una recta que sea paralela a un
plano dado y forme un ángulo dado con la recta dada.
Pata resolver este problema, también derivado del (N.° 247), se considera un
cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje la recta dada y
como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Luego se traza por el vértice del cono un plano paralelo al plano dado y se hallan
las generatrices intersección de ese cono con el plano, obteniéndose así las dos solu-
ciones, una o ninguna que admite el problema.
En el (N.° 147) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.

251. Dados un plano y una recta que no le pertenece, trazar un plano que pase
por la recta dada y forme un ángulo dado con el plano dado.
Sean dados en la (fig. 344) un plano α, una recta r y un ángulo θ.
De acuerdo con la propiedad b del (N.° 242), todos los planos que forman el
ángulo θ con el plano α son tangentes a un cono de revolución de eje perpendicular a

(Fig. 344)

α y cuyo semiángulo al vértice es (90° — θ).


Para que además el plano tangente pase por la recta r, elegimos como vértice del
cono un punto V de dicha recta (N.° 231).
Luego construimos el cono de revolución de vértice V, eje perpendicular a α y
semiángulo al vértice (90° - θ) y hallamos los planos tangentes al cono que pasen por
la recta r.
345
Como indicamos en el (N.° 229), esos planos tangentes (por ej. 1 β) quedan
determinados por la recta r y las tangentes (T1M) a la base del cono trazadas desde el
punto T en que r corta al plano α.
Existirán dos soluciones, una o ninguna según que el punto Tsea respectivamen-
te exterior, pertenezca o sea interior a la base del cono, lo cual depende de los valores
de los ángulos (ver Nota de la pág. 211).
Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 148), pero
obsérvese que las construcciones que es necesario efectuar en ambos métodos (figs.
237 y 344) son las mismas, y, por consiguiente, el depurado de la (fig. 238) es tam-
bién el depurado correspondiente a la solución que se obtiene utilizando conos de
revolución.

252. Por un punto dado, trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y
forme un ángulo dado con un plano dado.
Este problema, derivado del (N.° 251), se resuelve análogamente construyendo
un cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje una recta
perpendicular al plano dado y como semiángulo al vértice el ángulo complementario
del ángulo dado.
Luego se hallan los planos tangentes a ese cono que sean paralelos a la recta
dada (N.° 229, a), obteniéndose así las soluciones del problema (dos, una o ninguna
según los valores de los ángulos).
En el (N.° 149) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.

253. Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo dado con una
segunda recta dada.
Este problema es también derivado del (N.° 251) y para resolverlo se considera un
cono de revolución que tenga como vértice un punto de la primera recta dada, como eje
una paralela a la segunda recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Luego se trazan los planos tangentes a ese cono que pasen por la primera recta
dada (N.° 231), obteniéndose así las dos soluciones, una o ninguna que admite el
problema.
En el (N.° 150) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.

254. Trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y forme un ángulo dado
con una segunda recta dada.

Para resolver este problema, también derivado del (N.° 251), se considera un
cono de revolución que tenga como vértice un punto de la segunda recta dada, como
346
eje esa recta y como serniángulo al vértice el ángulo dado.

Luego se hallan los planos tangentes a ese cono que sean paralelos a la primera
recta dada (N.° 229, a), obteniéndose así las dos soluciones, una o ninguna que admi-
te el problema.

En el (N.° 151) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.

255. Dado un cono, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado con
una recta dada.

Los planos tangentes al cono dado que forman el ángulo dado con la recta dada,
deben ser paralelos a planos tangentes a un cono de revolución que tiene como eje la
recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado (N.° 242, b).

Para hallar un plano tangente al cono dado que sea paralelo a un plano tan-
gente al segundo cono, se procede como en el (N.° 238), consiguiendo que los
dos conos tengan el mismo vértice y efectuando luego las construcciones del (N.°
235, a).

Por lo tanto, por el vértice del cono dado se traza una paralela a la recta dada y se
construye un cono de revolución con ese vértice, cuyo eje es la paralela trazada y
cuyo semiángulo al vértice es el ángulo dado.

Seccionado a los dos conos con un plano conveniente (ya sea el plano de la
base del cono dado o un plano normal al eje del cono de revolución), se consi-
gue que ambos conos tengan directrices coplanares. En esa forma, cada una de
las tangentes comunes a esas directrices determina con el vértice común uno de
los planos buscados, tangentes al cono dado, y que por ser también tangentes al
cono que tiene como eje una paralela a la recta dada, forman con ésta el ángulo
dado.

256. Dado un cono, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado con
un plano dado.

Razonando en la misma forma que en el problema anterior, se construye un cono


de revolución que tenga como vértice el del cono dado, como eje una recta normal al
plano dado y como semiángulo al vértice el ángulo complementario del ángulo dado.

Los planos tangentes comunes a esos dos conos del mismo vértice son los planos
buscados.

Por ejemplo, sea en la (fig. 345) un cono de vértice S y base (d’, d’) en el plano
horizontal. Trazaremos un plano tangente a ese cono que forme un ángulo de 60° con
el horizontal.
347
De acuerdo con lo expuesto, construimos un cono de revolución de vértice S,
cuyo eje es la recta (S’’O’’, S’O’) perpendicular al horizontal y cuyo semiángulo al
vértice es (90° - 60°).

(Fig. 345)

La sección de ese cono con el plano de la base del cono dado (el horizontal)
es una circunferencia de centro O’ y radio r, cateto de un triángulo rectángulo
cuyo otro cateto es SO (eje del cono) y cuyo ángulo adyacente mide el ángulo
dado de 60°.

Cada una de las tangentes comunes a las directrices coplanares de los dos conos,
por ej. (t’, t’), determina con el vértice común S uno de los planos buscados.

257. Dado un cilindro, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado
con una recta dada.

Los planos tangentes al cilindro dado que forman el ángulo dado con la recta
dada, deben ser paralelos a planos tangentes a un cono de revolución que tiene como
eje la recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado.

Para hallar un plano tangente al cilindro dado que sea paralelo a un plano
tangente al cono mencionado, se procede como indicamos en el (N.° 239).

Por el vértice del cono que tiene como eje la recta dada r (fig. 346) se traza
una paralela s a las generatrices del cilindro dado y se halla el punto T en que
348
dicha recta corta a un plano π
secante al cono y al cilindro
(según convenga, ese plano
puede ser el de la base del ci-
lindro o un plano normal al eje
del cono). Desde Tse trazan las
tangentes t a la sección del
cono con el plano π y luego se
hallan las tangentes a la base
del cilindro que sean paralelas a
(Fig. 346) las tangentes a la base del cono.

Cada una de ésas tangentes tc a la base del cilindro determina con la generatriz
de contacto correspondiente un plano tangente al cilindro que, por ser paralelo a un
plano tangente al cono construido (g es paralela a s y tc lo es a t), forma con la recta
dada r el ángulo θ.

258. Dado un cilindro, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado
con un plano dado.

Razonando en la misma forma que en el problema anterior, se construye un cono


de revolución que tenga como eje una recta normal al plano dado y como semiángulo
al vértice el ángulo complementario del ángulo dado.

Luego se hallan, como anteriormente, los planos tangentes al cilindro dado


que sean paralelos a planos tangentes a ese cono, obteniéndose así los planos bus-
cados.

259. Por un punto dado trazar


una recta que forme ángulos dados
con dos planos dados.

Sea en la (fig. 347) un punto S


por el cual trazaremos una recta que
forme un ángulo θ con el plano α y
un ángulo ε con el plano β.

De acuerdo con la propiedad a


del (N.° 242), las rectas que pasan
por S y forman el ángulo θ con α
son generatrices de un cono de re-
(Fig. 347)
volución de vértice S, eje SO nor-
mal a α y semiángulo al vértice
(90° - θ). Análogamente, las rectas que pasan por S y forman el ángulo ε con β son
349
generatrices de otro cono de revolución de vértice S, eje e normal a β y semiángulo al
vértice (90° - ε).

Las generatrices comunes a esos conos serán las rectas buscadas.

Para determinar la intersección de los conos se considera una esfera de centro S


y radio SM, generatriz del primer cono.

Esa esfera corta al otro cono según un círculo de centro C sobre e y cuyo plano
βo es paralelo a β y dista de S una magnitud SC, que se calcula en el triángulo rectán-
gulo SCN del cual se conocen la hipotenusa SN (igual a la generatriz SM del primer
cono) y el ángulo en S que vale (90° - ε).

Hallamos luego la intersección i de los planos α y βo, y donde esa recta corta a la
base del primer cono se tienen dos puntos A y B comunes a los círculos. Uniendo esos
puntos con S se tienen las generatrices comunes SA y SB de los dos conos, que son las
rectas que pasan por S y forman con los planos α y β los ángulos θ y ε respectiva-
mente.

Obsérvese que la esfera corta a cada uno de los conos según dos círculos. Por lo
tanto, como las soluciones quedan determinadas por los puntos comunes a los círcu-
los de uno y otro cono, puede haber de cero a cuatro soluciones según la forma en que
esos círculos se corten.

EJEMPLO. — Por un punto S trazar una recta que forme un ángulo θ con el hori-
zontal y un ángulo ε con un planos de perfil.

Procediendo como hemos expuesto,


construimos un primer cono de revolución
(fig. 348) de vértice S, eje SO perpendicu-
lar al horizontal y semiángulo al vértice
(90° - θ). Es el cono de la figura, de eje
vertical, y cuya base es el círculo del plano
horizontal de centro O y cuyo radio OM se
halla en un triángulo rectángulo SOM del
cual se conocen el cateto SO y el ángulo en
S que vale (90° - θ), semiángulo al vértice
de ese cono.

Luego trazamos el eje e del segundo


cono, que es la recta e normal al plano β, y
hallamos un punto C de ese eje que diste
de S la magnitud SC que determinamos en
(Fig. 348)
figura aparte como cateto de un triángulo
rectángulo SCN del cual conocemos la hipotenusa SN = SM y el ángulo en S que vale
(90° - ε), semiángulo al vértice del segundo cono.
350

Por el punto C trazamos un plano βo paralelo al β y hallamos la intersección (i’,


i’) de ese plano con el horizontal, plano de la base del primer cono.

Determinamos luego los puntos (A’, A’) y (B’ , B’) en que la intersección i
corta al círculo base del primer cono y uniendo esos puntos con el vértice S obte-
nemos las dos generatrices SA y SB comunes a los conos y que son las rectas
buscadas.

Nota . — Aplicando estas construcciones se puede resolver el problema de hallar


una recta que forme ángulos dados con los planos de proyección, problema que he-
mos resuelto por otro método en el (N.° 135,2.a).

260. Por un punto dado trazar una recta que forme ángulos dados con dos rec-
tas dadas.

Para trazar una recta que forme ángulos dados θ y ε con dos rectas dadas, prime-
ramente se trazan planos respectivamente perpendiculares a dichas rectas. Luego,
aplicando el procedimiento del (N.° 259), se halla una recta que pasando por el punto
dado forme los ángulos (90 - θ) y (90° - ε) con los planos trazados. De acuerdo con
la propiedad a del (N.° 242), dicha recta será la recta buscada.

261. Por un punto dado trazar un plano que forme ángulos dados con dos pla-
nos dados.

Para resolver este problema se traza un plano auxiliar que forme los ángulos
dados con los planos dados y luego, por el punto dado, se traza un plano paralelo al
plano auxiliar.

De acuerdo con la propiedad b del (N.° 242), un plano que forme un ángulo θ con
un plano α y un ángulo ε con un plano β debe ser tangente a dos conos de revolución
de ejes perpendiculares a α y a β y cuyos semiángulos al vértice valgan respectiva-
mente (90° - θ) y (90° - ε).

Para que esos dos conos admitan planos tangentes comunes, que serán las solu-
ciones buscadas, se construyen los conos de modo que sean circunscriptos a una
misma superficie (N.° 235, c).

En esa forma, eligiendo una superficie conveniente (una esfera), los vértices de
los conos y cada uno de los puntos de corte de las curvas de acordamiento (circunfe-
rencias) determinan un plano tangente común a los dos conos (N.° 235, c).

Ejemplo . — Por un punto P trazar un plano que forme un ángulo θH con el


horizontal y un ángulo θv con el vertical.

Sea el punto P de la (fig. 232). Hallaremos un plano que forme los ángulos dados
351
con los planos de proyección y luego, por el punto P le trazaremos un plano paralelo,
que será el plano buscado.
Para ello, y de acuerdo con lo anteriormente explicado, trazamos una esfera de
centro O en LT y radio OK1 = OK2 .(*)
Luego circunscribimos a esa esfera un cono de vértice S, eje SO perpendicular al
horizontal y ángulo en la base θH (la base de ese cono es la circunferencia del plano
horizontal de radio OT2).
Análogamente circunscribimos a la misma esfera otro cono de vértice H, eje HO
perpendicular al vertical y ángulo en la base θv (la base de ese cono es la circunferen-
cia del plano vertical de radio OV1).
Obsérvese que las generatrices de los conos que están en los planos de proyec-
ción (S’ T2 y H’V1) son respectivamente tangentes a las proyecciones vertical y hori-
zontal de la esfera que coinciden en la circunferencia de radio OR1.
El plano tangente común a los dos conos será el plano tangente que nos propone-
mos determinar y que deberá pasar por los vértices S y V de ambos conos.
Como el vértice S está en el vertical, trazando desde dicho punto la tangente a la
base del cono de eje HO (es la circunferencia de radio OV1 del vertical) se obtiene la
traza vertical α’’ del plano tangente común.
Análogamente, como el vértice H está en el horizontal, trazando desde dicho
punto la tangente a la base del cono de eje SO (es la circunferencia de radio OT2 del
horizontal) se obtiene la traza horizontal α’ del plano tangente común.
Como comprobación gráfica, ambas trazas deben cortarse en un mismo punto de
la línea de tierra.
Finalmente, por el punto dado P se traza un plano β paralelo al α, que será el
plano buscado.
El número de soluciones es el indicado en la Nota de la página 205.
Nota . — Este problema lo hemos resuelto por otro método en el (N.° 143, 2.a),
pero obsérvese que las construcciones a que dan origen ambos métodos son exacta-
mente las mismas.

262. Por un punto dado trazar un plano que forme ángulos dados con dos rectas
dadas.

Para trazar un plano que forme ángulos dados θ y ε, con dos rectas dadas, pri-
meramente se trazan planos respectivamente perpendiculares a dichas rectas. Luego,
aplicando el procedimiento del (N.° 261), se halla un plano que pasando por el punto

(*) Esa esfera tiene como proyecciones vertical y horizontal sus secciones planas con los planos de proyec-
ción que, en el depurado, se proyectan según una misma circunferencia de centro O y radio OK1.
352
dado forme los ángulos (90° - θ) y (90° - ε) con los planos trazados. De acuerdo con
la propiedad a del (N.° 242), ese será el plano buscado.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XVIII

Resolver, por conos de revolución y empleando los procedimientos indicados en este


capítulo, los problemas propuestos en las páginas 214 y siguientes con los números: 2, 3, 4,
10, 11, 12, 13, 14, 20, 25, 26, 27, 28, 31 al 51.
1. Dada una circunferencia de centro O (4 cm., 4 cm.) y 9 cm. de radio situada en el
primer bisector, determinar una recta que pase por un punto dado S (7 cm., 0 cm.), por un
punto de la circunferencia de centro O y forme un ángulo de 60° con el primer bisector.
2. Dados un punto (P’, P’) y un plano (α’’, α’), hallar una recta que pase por P, corte a
la traza α’’ y forme un ángulo de 45° con el plano α.
3. En un plano dado β trazar una recta que forme un ángulo de 60° con el horizontal y
tal que el segmento de recta comprendido entre los planos de proyección mida k cm.
4. Por una recta dada (r’, r’) trazar un plano tal que su traza horizontal forme un ángulo
de 45° con la recta r.
5. Dado un plano (α’’, α) proyectante horizontal y una traza β’, hallar β’’de modo que
los planos α y β formen un ángulo de 45°.
6. Dada una traza vertical α’’, hallar α’sabiendo que el planoα forma un ángulo de 60°
con los planos de perfil.
7. Por un punto (P’’, P’) trazar una recta que forme un ángulo de 45° con LT y tal que P
sea el punto medio del segmento de recta comprendido entre los planos de proyección.
8. Por un punto (P’, P’) trazar una recta que forme un ángulo de 30° con el vertical y un
ángulo de 60° con un plano dado α.
9. Por un punto (P’, P’) trazar una recta que forme un ángulo de 30° con una horizontal
h y un ángulo de 45° con una recta a del segundo bisector.
10. Por un punto dado (P’, P’) trazar un plano que forme un ángulo de 45° con el hori-
zontal y un ángulo de 60° con los planos de perfil.
11. Por un punto (P’’, P’) trazar un plano que forme un ángulo de 60° con una vertical a
y un ángulo de 45° con una frontal f.
12. Un cono recto de vértice S (7 cm., 3 cm.) y eje normal al primer bisector tiene como
semiángulo al vértice 30°. Determinar un plano tangente al cono que forme un ángulo de 45°
con una recta dada (r’’, r’).
13. Se da un cono oblicuo de directriz circular de centro O (5 cm., 4 cm.) y radio 2 cm.
en un plano proyectante vertical.
Determinar un plano tangente al cono que forme un ángulo de 45° con el plano proyectante
dado.
353
14. Un cilindro de generatrices paralelas al segundo bisector tiene como base una cir-
cunferencia del plano horizontal. Determinar un plano tangente al cilindro que forme un ángu-
lo de 45° con LT.
15. Hallar un plano que diste 4 cm. de una recta dada (r’, r’) y forme un ángulo de 30°
con LT.
16. Un cilindro de generatrices horizontales tiene como base una circunferencia del
plano vertical. Determinar un plano tangente al cilindro que forme un ángulo de 30° con el
plano vertical.
17. Dado el cilindro del problema anterior, trazarle un plano tangente que forme un
ángulo de 60° con el plano horizontal.
18. Dada una recta AB de perfil, trazar por ella un plano cuyo ángulo de las trazas sea
45°.
CAPITULO XIX
SECCIONES PLANAS DE CONOS Y CILINDROS

263. Generalidades. — Se llama sección plana de un cono o de un cilindro, a la


línea que resulta de interceptar la superficie con un plano.

Podemos establecer entonces que la sección plana de un cono o de un cilindro es


el lugar geométrico de los puntos de intersección de las generatrices de la superficie
con el plano secante.

En general, la sección plana de un cono o de un cilindro es una curva plana, salvo


cuando el plano secante pasa por el vértice de la superficie (N.° 264), en cuyo caso, la
sección plana puede estar formada por rectas.

La curva de sección plana se denomina abierta si tiene uno o varios puntos


impropios y cerrada en el caso contrario.

De acuerdo con la definición de sección plana, cuando ésta es una curva abierta,
el o los puntos impropios de la curva son las intersecciones del plano secante con las
generatrices de la superficie que le son paralelas.

Trataremos primeramente el caso más sencillo que puede presentarse al hallar la


sección plana de un cono o de un cilindro.

264. Caso en que el plano secante pasa por el vértice de la superficie.

Si un plano que pasa por el vértice de


un cono o de un cilindro corta a la superfi-
cie, se obtiene como sección plana
generatrices de la superficie.
En efecto, sea en la (fig. 349) un cono
de vértice S y directriz d en un plano π.

Seccionaremos el cono con un plano α


que pase por el vértice S.
(Fig. 34S
Para ello se determina la intersección
i del plano secante con el plano de la directriz y se hallan los puntos 1 y 2 en que
dicha recta corta a la directriz d. Las rectas S1 y S2 son generatrices del cono y, por
pertenecer al plano secante y al cono, determinan la sección plana del cono con el
plano dado.
355
Para resolver el caso general de hallar la sección plana de un cono o de un
cilindro con un plano cualquiera existen varios métodos, de los cuales expon-
dremos los dos más utilizados en la práctica por la simplicidad de sus construc-
ciones.

265. Primer método. — La definición del (N.° 263) indica que la sección
plana de un cono o de un cilindro queda determinada por las intersecciones de las
generatrices de la superficie con el plano secante. Es decir que habría que resol-
ver varias veces el problema de interceptar una recta (generatrices) con el plano
secante.

Sin embargo, se observa que si el plano secante fuese perpendicular a uno de los
planos de proyección, las intersecciones de las generatrices con el plano se pueden
obtener de inmediato sobre la traza del plano secante con el plano de proyección que
le es perpendicular.

Por lo tanto, cuando el plano secante es cualquiera, es conveniente efectuar un


cambio de plano y colocarlo como proyectante, en cuyo caso la sección plana se
puede hallar fácilmente.

Por ejemplo, sea en la (fig. 350) un cono de vértice S y directriz circular (d’, d’)
en el horizontal, que seccionaremos con el plano (α’’, α’).

(Fig. 350)

Tomando la línea de tierra L’ 1T’’1 de la figura y procediendo como en el (N.° 90,


I) colocamos el plano secante α como proyectante vertical en (α’ 1, α’).
356
Efectuando luego ese cambio de plano para el cono, su proyección horizontal
queda fija y su nueva proyección vertical queda determinada por las nuevas proyec-
ciones verticales S’ 1 y d’’1 de su vértice y su directriz.

En el nuevo sistema de planos, como el plano secante es proyectante vertical, las


intersecciones de las generatrices del cono con el plano se proyectan verticalmente
sobre la traza a’’1 en 1’ 1 2’ 1 3’ 1 4’’1
,...

Luego, trazando las líneas de correspondencia perpendiculares a L’ 1T’ 1 de esas


proyecciones, determinamos sobre las generatrices correspondientes las proyeccio-
nes horizontales 1’, 2’, 5’, 4’,... de los puntos de la sección plana.

Por ejemplo, la generatriz S’’1A’’1 que contiene el punto 1’ 1 de la sección plana,


tiene como proyección horizontal S’A’, sobre quien ubicamos la proyección 1’ en
línea de correspondencia con 1’’1 .

Finalmente, en líneas de correspondencia perpendiculares a LT de 1 2’, 3’, 4’,...


y sobre las proyecciones verticales de las generatrices que los contienen determina-
mos las proyecciones verticales 1’’, 2’’, 3’ , 4’ ,... de los puntos de la sección plana.

En ambas proyecciones se halla un número de puntos tal que la curva de sección


plana puede dibujarse con un trazo continuo.

Puntuación. — En cada una de las dos proyecciones se consideran vistos a los


puntos de la sección plana que pertenecen a generatrices vistas.

Luego, en la (fig. 350) es vista en proyección horizontal la parte curva 1’-2’-3’


puesto que las generatrices que pasan por esos puntos pertenecen a la parte de la
directriz que es vista en proyección horizontal.

En proyección vertical es vista la parte 2’’-1’ -4’ de sección plana, puesto que
las generatrices que pasan por esos puntos pertenecen a la parte de directriz que es
vista en proyección vertical.

Como hemos efectuado en este ejemplo, además de determinar un número sufi-


ciente de puntos que permita trazar la curva de sección plana, es importante hallar los
puntos de ésta que pertenezcan a los contornos aparentes (1,2,3 y 4), puesto que esos
puntos separan las partes vistas y ocultas de cada proyección de la sección plana (N.°
222,2.a).

Nota . — Obsérvese que una vez efectuado el cambio de plano y halladas las
proyecciones de los puntos de la sección plana, el problema consiste en hallar la
restante proyección de puntos de un cono o de un cilindro cuando se conoce una de
sus proyecciones. Este problema, que hemos resuelto en el (N.° 224), admite un nú-
mero de soluciones que depende de la forma de la directriz de la superficie. Por
ejemplo, en la (fig. 350), el punto 1’’, de la generatriz S’ 1A’ 1 admite como proyec-
ciones horizontales dos puntos como 1’.
357
266. Segundo método. — Este método, ya expuesto en el (N.° 74) para las pirá-
mides y los prismas, se basa en la utilización de planos auxiliares.

Sea en la (fig. 351) un cono de vértice S y directriz d en un plano π, que


seccionaremos con un plano α.

Para ello se traza por el vértice S una recta cualquiera r, y se determinan los
puntos Po y P en que dicha recta corta al plano secante y al plano de la directriz
respectivamente.

Se halla también la recta i, intersección de ambos planos, y luego se trazan


rectas PA, PB, PD, etc. del plano π que pasen por el punto P y corten a la direc-
triz d.

(Fig. 351)

Cada una de esas rectas determina con r planos auxiliares que cortan al
cono según generatrices SA, SB, SC, SD, etc. (N.° 264). Además, cada uno de
esos planos auxiliares corta al plano secante α según rectas Po M, Po N, Po R,
etc. que pasan por Po y por los puntos M, N, R, etc. en que las rectas PA, PB,
PD, etc. cortan a la intersección i de los planos α y π (puesto que los puntos Po
yM, N, R, etc. pertenecen al plano secante y a cada uno de los planos auxiliares
considerados).

Por lo tanto, los puntos (por ej. 1 y 3) en que las generatrices (SA y SC) conteni-
das en un mismo plano auxiliar (r, PA) se cortan con la intersección (Po M) de dicho
plano con el plano secante, son puntos comunes al cono y al plano secante, y, por
consiguiente, de la sección plana.
358
En esta forma, trazando por r un cierto número de planos auxiliares se determina
la cantidad de puntos que interese de la sección plana.

Nota . — En el caso de la sección plana de un cilindro, el vértice S∞ y una recta


cualquiera r determinan un plano auxiliar ω que corta a los planos α y π según rectas
poy p respectivamente. Los planos auxiliares se trazan paralelos ω y cortarán al
cilindro según generatrices y al plano α según rectas paralelas apo. Es decir que, para
proceder exactamente como en el caso del cono, se consideran los puntos Poy P
como los puntos impropios de las rectas po y p.

267. Tangentes a una sección plana de un cono o de un cilindro.

Para hallar tangentes a una sección plana de estas superficies hay que recordar
que, de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 212, III), la tangente en un punto de la
sección plana es la intersección del plano secante con el plano tangente a la superfi-
cie en el punto considerado.

I. Tangente en un punto de una sección plana. — Hallaremos, por ejemplo, la


tangente en el punto 1 de la sección plana de la (fig. 351).

El plano tangente en el punto 1 queda determinado por la generatriz S1 y la


tangente ta a la directriz en el punto A (N.° 227).

Ese plano tangente corta al plano secante según la recta 1T, determinada por los
puntos 1 ≡ (SA, α) y T ≡ (tA, i), comunes al plano tangente y al plano secante α. En
consecuencia, dicha recta es la tangente a la sección plana en el punto 1.

II. Tangentes a una sección plana que pasen por un punto dado del plano secan-
te. — Las tangentes que cumplan esa condición deben pertenecer a los planos tangen-
tes a la superficie que pasen por el punto dado y serán las intersecciones de dichos
planos tangentes con el plano secante.

Así por ejemplo, para trazar las tangentes a la sección plana de la (fig. 351) que
pasen por un punto dado Po del plano secante, trazamos el plano tangente al cono que
pase por Po (hay dos soluciones). Ese plano tangente queda determinado por la recta
SPo y la tangente t trazada desde P a la directriz (N.° 228).

La intersección de ese plano tangente con el plano secante es la recta PoN


determinada por los puntos Poy N≡(t, i) comunes al plano tangente y al plano
secante. En consecuencia, dicha recta es la tangente buscada, y su punto de con-
tacto 2 se obtiene sobre la generatriz de contacto correspondiente al plano tan-
gente trazado.

El número de soluciones depende del número de planos tangentes a la superficie


que se puedan trazar pasando por el punto dado.
359
III. Tangentes a una sección plana que sean paralelas a una dirección dada del
plano secante. — Para hallar las tangentes a una sección plana de un cono o de un
cilindro que sean paralelas a una dirección dada del plano secante o de un plano
paralelo a éste, se considera el punto impropio D∞ de la dirección dada. Las tangen-
tes buscadas serán las que pasen por ese punto impropio D∞ y para hallarlas se pro-
cede como en el problema II.

IV. Tangentes a una sección plana que sean paralelas a un plano dado. — Las
tangentes a una sección plana de un cono o de un cilindro que sean paralelas a un
plano dado ω serán paralelas a la recta intersección del plano ω con el plano secante.
Es decir que, para determinarlas, se procede como en el problema III.

268. Puntos notables de una sección plana.

Frecuentemente, cuando se quiere determinar una sección plana de un cono o de


un cilindro, no se hallan puntos cualesquiera de la sección. Por el contrario, se acos-
tumbra determinar ciertos puntos de la sección llamados puntos notables, que gozan
de ciertas propiedades y cuya obtención permite, conocidas las tangentes en cada uno
de ellos, formar una poligonal circunscripta a la sección plana que simplifica bastan-
te el trazado de dicha curva.

Esos untos notables son los siguientes:

I. Puntos situados en los contornos aparentes. — Los puntos de una sección


plana de un cono o de un cilindro que están en los contornos aparentes de la superfi-
cie son los puntos que pertenecen a las generatrices que forman esos contornos. Lue-
go, para hallarlos, hay que determinar las intersecciones del plano secante con las
generatrices de contorno aparente vertical y horizontal.

Así por ejemplo, al aplicar el método utilizado en la sección plana de la (fig.


351), interesa obtener los puntos situados en las generatrices SD y SE del contorno
aparente.

Para ello se trazan las rectas PD y PE, se cortan esas rectas con i y los puntos así
obtenidos se unen con Po, determinando en la intersección de esas rectas con las
generatrices correspondientes, los puntos 4 y 5, de la sección plana que pertenecen al
contorno aparente de la figura.

La importancia de esos puntos radica en que ellos separan las partes vistas y
ocultas de la curva de sección plana (N.° 222,2.a), y, por lo tanto, permiten efectuar la
puntuación de dicha curva.

Además, en cada uno de esos puntos la sección plana tiene como tangentes
las generatrices de contorno aparente (N.° 220), es decir que, determinados di-
chos puntos, se conoce también la tangente a la sección plana en cada uno de
ellos.
360

Estas construcciones que hemos realizado para una figura del espacio se efec-
túan, en un depurado, para cada una de las dos proyecciones.

II. Punto más alto y punto más bajo. — Se denominan así a los puntos de una
sección plana en los cuales la tangente es paralela al plano horizontal, y se llama
punto más alto al de mayor cota y punto más bajo al de menor cota.

Para determinar estos puntos se procede como indicamos en el (N.° 227, IV).
Por consiguiente, se hallan las tangentes a la sección plana que sean paralelas a
una horizontal del plano secante, o lo que es igual, que pasen por el punto impro-
pio de las horizontales del plano secante. Efectuando entonces las construccio-
nes indicadas en el (N.° 267, II), se toma Po el punto impropio de esas horizonta-
les, determinando con ese procedimiento los puntos más alto y más bajo de la
sección plana.

III. Punto más próximo y punto más alejado del plano vertical. Se denominan
así a los puntos de una sección plana en los cuales la tangente es paralela al plano
vertical y se llama punto más próximo del plano vertical al de menor alejamiento y
punto más alejado del plano vertical al de mayor alejamiento.

Para determinar estos puntos se procede como indicamos en el (N.° 267,


IV), es decir que se hallan las tangentes a la sección plana que sean paralelas a
una frontal del plano secante, o lo que es igual, que pasen por el punto impro-
pio de las frontales del plano secante. Se efectúan entonces las construcciones
indicadas en el (N.° 267, II) tomando como punto Po el punto impropio de esas
frontales.

IV. Punto más a la izquierda y punto más a la derecha. — Se denominan así a los
puntos de una sección plana en los cuales la tangente es paralela a los planos de
perfil, y se les llama punto más a la izquierda o punto más a la derecha según queden
respectivamente simados más a la izquierda o más a la derecha de un observador
colocado a distancia infinita del plano vertical, es decir, de visuales normales a ese
plano.

Para determinar estos puntos, se procede como en el (N.° 267, IV) hallando las
tangentes a la sección plana que sean paralelas a la intersección del plano secante
con un plano de perfil, o lo que es igual, que pasen por el punto impropio de las
rectas de perfil del plano secante. Se efectúan entonces las construcciones indica-
das en el (N.° 267, II) tomando como punto Po el punto impropio de esas rectas de
perfil.

Ejemplo . — Hallar la sección plana de un cono por medio de sus puntos


notables.

Sea en la (fig. 352) un cono de vértice S y directriz circular en el horizontal que


seccionaremos con un plano α normal al segundo bisector.
361
Aplicando el método del (N.° 266) trazamos por el vértice S del cono una recta
(r’’, r’) que tomamos paralela a las frontales del plano secante. Hallamos luego los
puntos (P’or, P’or) y (P’r, P’r) en que esa recta corta al plano secante y al plano de la
directriz respectivamente, y determinamos también la recta (i’, i’) intersección de
esos planos.

(Fig. 352)

Como la directriz se tiene en verdadera magnitud en proyección horizontal, efec-


tuaremos las construcciones del (N.° 266) en esa proyección. En un caso general se
recurriría a los abatimientos.

Puntos situados en los contornos aparentes. — En este caso se tienen dos


generatrices de contorno aparente vertical y dos generatrices de contorno aparente
horizontal. Determinaremos, como ejemplo, los puntos de la sección plana que perte-
necen a una generatriz SA del contorno aparente horizontal y una generatriz SD del
contorno aparente vertical.

Procediendo como indicamos en el (N.° 268, I) se trazan desde P’r las rectas P’r
A’y P’rD’, se cortan esas rectas con i’ en M’y U’ y se unen esos puntos con P’or,
obteniendo en la intersección de las rectas P’or M’y P’or U’con las generatrices S’A’y
S’D’ los puntos de la sección plana 1’y 4’ simados en esas generatrices. En líneas de
correspondencia y sobre S’A’ y S’D’ obtenemos las restantes proyecciones 1’ y 4’’.

En los puntos 1’ y 4’’, la curva de sección plana tiene como tangentes las respec-
tivas generatrices S’A’ y S’D’ (N.° 220).
362
Punto más alto y punto más bajo. — Hallamos el punto impropio (P’oA,
P’oh) de las horizontales del plano secante (N.° 268, II) y el punto Ph ≡ Poh en
que la recta auxiliar SPoh corta al plano secante. Trazando desde Ph las tan-
gentes a la directriz obtenemos, con los puntos de tangencia, las generatrices
sobre las cuales se encuentran los puntos buscados (se tomó solamente la
tangente P’h C que dará en la generatriz SC el punto mas alto de la sección
plana).

Para hallar ese punto unimos C con P’r, cortamos esa recta con i’ en R’ y
en la intersección de R’ P’or con la generatriz S’C obtenemos el punto 3’. En
línea de correspondencia y sobre S’’C’’ hallamos 3’’ quedando así determina-
do el punto más alto de la sección plana que, en ese punto, tiene como tangen-
te una recta horizontal que pasa por Poh. Análogamente se hallaría el punto
más bajo.

Obsérvese que no hemos aplicado directamente lo indicado en el (N.° 268,


II) porque, en este caso, los puntos Ph y Pohcoinciden y al aplicar el método se
origina una indeterminación.

Punto más próximo y punto más alejado del plano vertical. — Como indica-
mos en el (N° 268, III), consideramos la recta r determinada por el vértice S del
cono y el punto impropio Porde las frontales del plano secante. Desde el punto Pr,
intersección de la recta r con el plano de la directriz, trazamos las tangentes a
ésta, obteniendo, con los puntos de tangencia, las generatrices sobre las cuales se
encuentran los puntos buscados (se tomó solamente la tangente P’rB’que dará en
la generatriz SB el punto más alejado del plano vertical).

Para hallar ese punto cortamos P’rB’ con i’en un punto N’ que unido con P’or
nos determina en su intersección con la generatriz S’B’ la proyección 2’ del punto
de la sección plana cuya proyección vertical 2n hallamos en línea de correspon-
dencia y sobre S’ B’ .

En ese punto de la sección plana, la tangente es una frontal que pasa por
Por .

Punto más a la izquierda y punto más a la derecha. — Como indicamos en el


(N° 268, IV), consideramos la recta n definida por el vértice S y el punto impro-
pio Pon de las rectas de perfil del plano secante.

Esa recta la determinamos en tercera proyección sobre un plano de perfil π


trazando por S’’ una rectan’’ paralela a una recta de perfil m’’’ = V’’H’’ del plano
secante α. Luego hallamos el punto P’’’n en que n’’’ corta al plano de la directriz y
volviendo ese punto al depurado tenemos como recta auxiliar la recta n≡SPny
en ellas los puntos Pn y Ponen que corta al plano de la directriz y al plano secante
respectivamente.
363
De acuerdo con el procedimiento general ya aplicado, trazamos desde P’n las
tangentes a la directriz, obteniendo los puntos de tangencia de las generatrices sobre
las cuales se encuentran los puntos buscados (se tomó solamente la tangente P’nE’
que dará en la generatriz SE el punto más a la izquierda).

Para hallar ese punto cortamos P’nE’ con i’ en un punto Q’ que unido con P’on
nos determina en su intersección con la generatriz S’E’ la proyección 5’ del punto de
la sección plana cuya proyección vertical 5’ hallamos en línea de correspondencia y
sobre S’E’.

En ese punto de la sección plana, la tangente es una recta de perfil que pasa
por P .

Puntuación. — En proyección horizontal es vista la parte de sección plana 1’, 2’,


3’, 4’, 5’,... comprendida entre las generatrices de contorno aparente horizontal y que
corresponde a la parteA, B, C, D, E,... de directriz que es vista en proyección horizon-
tal.

En proyección vertical es vista la parte de sección plana 4’, 3’, 2’’, 1’’,... com-
prendida entre las generatrices de contorno aparente vertical y que corresponde a la
parte D, C, B, A,... de directriz que es vista en proyección vertical.

269. Naturaleza de una sección plana de un cono o de un cilindro.

En el (N.° 263) hemos expresado que la curva de sección plana de un cono o de


un cilindro es abierta o cerrada según tenga o no puntos impropios.

I. Cono.

La sección plana de un cono es una curva cerrada cuando el plano secante corta
a todas las generatrices.

Cuando el plano secante sea paralelo a una, dos o varias generatrices del
cono, la curva de sección plana tendrá respectivamente uno, dos o varios pun-
tos impropios, en cuyo caso se dice que la curva tiene una, dos o varias ramas
infinitas.

Para reconocer si una sección plana de un cono tiene ramas infinitas se traza por
el vértice del cono un plano auxiliar paralelo al plano secante.

Si el plano auxiliar es tangente al cono o lo corta según una, dos o varias


generatrices (N.° 264), éstas serán paralelas al plano secante, y, por lo tanto, la sec-
ción plana tendrá una, dos o varias ramas infinitas, respectivamente.

Si el plano auxiliar no corta ni es tangente al cono, la sección plana será entonces


una curva cenada.
364
Asíntotas. (*)

Cuando la sección plana tiene una o varias ramas infinitas, o sea, uno o varios
puntos impropios, puede averiguarse si la curva admite una o varias asíntotas, es
decir, tangentes en dichos puntos impropios.

Para ello, procediendo como hemos indicado anteriormente, se traza por el vér-
tice del cono un plano auxiliar paralelo al plano secante y se halla la sección del cono
con ese plano auxiliar (N.° 264).

a. Si el plano auxiliar corta al cono según una o varias generatrices, a cada


generatriz corresponde una rama infinita de la sección plana, y cada una de esas
ramas infinitas admite una asíntota.

En efecto, las generatrices así obtenidas son paralelas al plano secante y sus
puntos impropios pertenecen a la sección plana.
De acuerdo con lo expresado en el (N.° 267), las intersecciones del plano secante
con cada uno de los planos tangentes al cono a lo largo de cada una de esas generatrices
serán las tangentes a la sección plana en los puntos impropios de esas generatrices, es
decir, las asíntotas.

Obsérvese que cada asíntota, por ser la intersección del plano secante con un
plano (el plano tangente) que pasa por una recta (cada generatriz del plano auxiliar)
paralela al plano secante, será paralela a cada generatriz obtenida en el plano auxiliar.

b. Si el plano auxiliar es tangente al cono según una o varias generatrices, a


cada generatriz corresponde una rama infinita de la sección plana, pero cada una de
esas ramas infinitas no admite asíntota.

En efecto, las generatrices de contacto obtenidas son paralelas al plano secante y


sus puntos impropios pertenecen a la sección plana.

Pero en este caso, los planos tangentes al cono a lo largo de cada una de esas
generatrices coincidirán con el plano auxiliar que es paralelo al plano secante.
Por lo tanto, la intersección de cada plano tangente con el plano secante (que
serían las asíntotas) es una recta impropia, o lo que es igual, no existen asíntotas.

c. La sección plana puede tener algunas ramas infinitas que admitan asíntotas y
otras que no las admitan.

En este caso, el plano auxiliar cortará al cono según algunas generatrices, y, al


mismo tiempo, será tangente al cono a lo largo de otras generatrices.
A las generatrices de corte corresponderán ramas infinitas con asíntotas y las
generatrices de contacto corresponderán ramas infinitas sin asíntotas.

(*) Se denomina asíntota de una curva a la tangente en un punto impropio de la curva.


365
II. Cilindro.

La sección plana de un cilindro es una curva cerrada cuando el plano secante


corta a todas las generatrices.

Para que la sección plana sea una curva abierta, es decir, que tenga puntos im-
propios, es necesario que el cilindro tenga generatrices impropias, puesto que cada
una de esas generatrices queda determinada por dos puntos impropios, el vértice del
cilindro y el punto considerado de la sección plana.

Como en el caso del cono, las asíntotas se determinan como la intersección del
plano secante con el plano tangente al cilindro a lo largo de cada generatriz impropia.

Si alguno de esos planos tangentes queda al infinito, la asíntota es una recta


impropia.

270. Verdadera magnitud de una sección plana.

Para determinar la verdadera magnitud de una sección plana de un cono o de un


cilindro, se abate el plano secante y con él un número suficiente de puntos de la
sección plana. Los abatimientos de esos puntos determinarán una curva abatida que
dará la verdadera magnitud de la sección plana considerada.

Para construir con más precisión esa curva se pueden también abatir las tangen-
tes que se hayan trazado en puntos de la sección plana.

El abatimiento del plano secante se puede efectuar en cualquiera de los métodos


indicados para hallar la sección plana (N.os 265 y 266).

271. Intersección de un cono o de un cilindro con una recta.

Para hallar los puntos de intersec-


ción de un cono o de un cilindro con
una recta, se traza un plano auxiliar que
pase por la recta y el vértice de la su-
perficie. Ese plano corta al cono o al
cilindro según generatrices (N.° 264)
cuyos puntos de corte con la recta dada
son los puntos comunes a la recta y la
superficie.

Por ejemplo, sea en la (fig. 353) un


cilindro de vértice (S’∞, S’∞) y direc-
triz d en el plano vertical que intercep-
taremos con la recta (r’, r’).
(Fig. 353)
366

Uniendo un punto R de r con el vértice S∞ del cilindro determinamos un plano


auxiliar (r, s) cuya traza en el plano de la directriz es α’’.

Los puntos P y Q en que dicha traza corta a la directriz d determinan con S∞ las
generatrices según las cuales el plano auxiliar corta al cilindro.

Luego hallamos los puntos 1 y 2 en que esas generatrices cortan a la recta dada r,
obteniendo así los puntos comunes al cilindro y la recta.

Puntuación. — Primeramente se efectúa en ambas proyecciones la puntuación


del cilindro (pág. 334) con lo cual se determina la puntuación de las generatrices
PS∞ y QS∞ contenidas en el plano auxiliar. Tenemos así que PS∞ es vista en pro-
yección vertical y oculta en proyección horizontal y QS∞ es oculta en ambas pro-
yecciones.

En consecuencia, el punto 1 es visto en proyección vertical y oculto en proyec-


cion horizontal y el punto 2 es oculto en las dos proyecciones.

Luego, en proyección vertical la recta r es vista desde el infinito hasta el punto 1,


es oculta en el segmento 1-2 interior al cilindro y lo es también en el segmento com-
prendido entre el punto 2 y el contorno aparente. Desde este último punto hasta el
infinito, la recta es vista en proyección vertical.

En proyección horizontal, la recta r es vista desde el infinito hasta el contorno


aparente, es oculta desde el contorno aparente hasta el punto 1, y lo es también en
el segmento 1-2 y en el segmento comprendido entre el punto 2 y el contorno apa-
rente. Desde este último punto hasta el infinito, la recta es vista en proyección
horizontal.

SECCIONES PLANAS DE CONOS Y CILINDROS


DE SEGUNDO GRADO

272. Los conos y cilindros de segundo grado se caracterizan porque sus directri-
ces son cónicas y también lo son sus secciones planas.

Para determinar la naturaleza de una sección plana de un cono de segundo grado


se procede como indicamos en el (N.° 269), trazando por el vértice del cono un plano
auxiliar paralelo al plano secante. Si el plano auxiliar no corta al cono, la sección
buscada será una elipse. Si el plano auxiliar corta al cono según dos generatrices
reales, la sección buscada será una hipérbola cuyas asíntotas son las intersecciones
del plano secante y los planos tangentes al cono según dichas generatrices. Si el
plano auxiliar es tangente al cono, la sección buscada será una parábola cuyo eje es
paralelo a la generatriz de contacto del plano auxiliar.

Los cilindros de segundo grado tienen como secciones planas cónicas del mismo
367
género que la directriz de la superficie y cuyos centros se hallan en la intersección del
eje del cilindro con el plano secante.

273. Secciones planas de conos y cilindros de revolución. — Los conos y cilin-


dros de revolución son casos particulares de los conos y cilindros de segundo grado y
sus secciones planas pueden determinarse rápidamente mediante el

Teorema de Dandelin . — I. La sección de un cono o de un cilindro de revolución


por un plano que corte a todas las generatrices es una elipse.
Sea en la (fig. 354) un cono o un cilindro de revolución cuya sección con un
plano que corta a todas las generatrices es una curvaAPAo. Consideremos el meridia-
no ASAo perpendicular al plano secante y luego inscribamos a la superficie dos esfe-
ras tangentes a ella según circunferencias BMBo y CNCo y tangentes también a la
sección en los puntos F y Fo.

(Fig. 354)

Sea P un punto cualquiera de la sección que pertenece a la generatriz SMN.

Como las tangentes trazadas desde un mismo punto a una esfera son iguales,
tenemos que PF = PM y PFo = PN.
Luego, PF + PFo = PM + PN = MN = BC = constante [l]

Por la misma razón, AF = ABy AFo = AC, o sea que


AF + AFo = AB + AC = BC = constante [2]
Análogamente, AoFo = AoCOy AoF = AoBo, por lo cual

Ao Fo + Ao F = Ao Co +Ao Bo =Bo Co = βc = constante [3]


De las relaciones [l], [2] y [3] se deduce que la sección plana cuyo punto gené-
rico es P es una elipse cuyo eje mayor es AAo y cuyos focos son F y Fo, puntos de
tangencia de las esferas inscriptas a la superficie y tangentes al plano secante.
368
II. La sección de un cono de revolución por un plano que corte a las dos hojas
del cono es una hipérbola.
Sea en la (fig. 355) un cono cuya sec-
ción con un plano que corta a las dos hojas
de la superficie es una curva cco. Consi-
deremos el meridiano ASAo perpendicular
al plano secante y luego inscribamos a la
superficie dos esferas tangentes a ella se-
gún dos circunferencias BMBo y CNCO y
tangentes también a la sección en los pun-
tos Fy Fo.
Sea P un punto cualquiera de la sección
que pertenece a la generatriz SMN.

(Fig. 355) Por ser tangentes trazadas desde un mis-


mo punto a una esfera tenemos que
PF=PMyPFo.= PN.
Luego, PFo -PF = PN - PM = MN = BC = constante [1]
Por la misma razón, AF = AB y AFo = AC,o sea que
AFo - AF = AC - AB = BC = constante [2]
Análogamente, AoFo = AoCoy AoF = AoBo, por lo cual
AoF-AoFo = AoBo -AoCo = BoCo = BC = constante [3]
De las relaciones [l], [2] y [3] se deduce que la sección plana cuyo punto gené-
rico es P es una hipérbola cuyo eje real es AAo y cuyos focos son F y Fo, puntos de
tangencia de las esferas inscritas a la superficie y tangentes al plano secante.
III. La sección de un cono de revolución por un plano paralelo a una generatriz
es una parábola.
Sea en la (fig. 356) un cono de revolución cuya sección con un plano es la
curva c paralela a la generatriz SBoCo.
Consideremos el meridiano CSCo perpen-
dicular al plano secante y luego inscriba-
mos a la superficie una esfera tangente a
ella según una circunferencia BMBo y tan-
gente también a la sección en un punto F.
Sea P un punto cualquiera de la sección
que pertenece a la generatriz SM.
Tracemos por P el plano CPCo perpen-
dicular al eje del cono. Este plano corta al
(Fig. 356) plano secante según una recta PR perpen-
369
dicular al meridiano CSCo considerado y, en consecuencia, perpendicular a la
recta RD.

Por lo tanto, el plano de la circunferencia BMBo cortará al plano secante según


una recta DN paralela a PR. Trazando entonces por P una recta PN paralela a RD
tendremos que PN = RD [l] (por partes de paralelas entre paralelas) y además PN es
la distancia del punto P a la recta DN (por ser PN paralela a RD y RD perpendicular
aDN).

Además tenemos que PF = PM [2] por ser tangentes trazadas desde un mismo
punto a una esfera.

Por otra parte, PM = Bo Co y Bo Co = RD (por partes de paralelas entre paralelas)


o sea que PM = RD [3].

De las relaciones [2] y [3] tenemos PF = RD y aplicando entonces la relación [l]


resulta que PF = PN.

De esta última relación se deduce que la sección plana cuyo punto genérico es P
es una parábola cuyo foco es F (punto de tangencia de la esfera inscrita a la superfi-
cie) y cuya directriz es la recta DN.

Nota . — Obsérvese que en los tres casos, el eje de la cónica sección es


la intersección del plano secante con el meridiano del cono que le es perpen-
dicular.

DESARROLLO DE CONOS Y CILINDROS

274. Como las superficies cónicas y cilindricas son desarrollables (N.° 214, A),
pueden extenderse sobre un plano sin experimentar desgarraduras ni dobleces.

Para obtener el desarrollo de una superficie cónica o de una superficie cilíndrica


se inscribe a la superficie una pirámide o un prisma con el mismo vértice (propio o
impropio) de la superficie y que tenga como base un polígono inscrito a la curva
directriz de la superficie.

Se considera entonces como desarrollo de la superficie cónica o cilíndrica el


límite hacia el cual tiende el desarrollo de la superficie lateral de la pirámide o prisma
inscrito cuando su número de caras aumenta indefinidamente, o lo que es igual, cuan-
do la magnitud de los lados de la poligonal inscrita en la directriz, y por consiguiente
el ángulo o la distancia de dos aristas laterales consecutivas cualesquiera, tiende
hacia cero.

Cuando procediendo en esta forma se inscribe en la directriz de una superficie


cónica o cilíndrica, un polígono de lados lo más pequeños posibles y se halla el
370
desarrollo de la superficie lateral de la pirámide o prisma inscrito, se obtendrá
un desarrollo en defecto de la superficie, es decir, algo menor que el desarrollo verda-
dero.

Puede también considerarse el desarrollo de una superficie cónica o cilíndrica,


como el límite hacia el cual tiende el desarrollo de la superficie lateral de una pirámi-
de o prisma respectivamente circunscrito, cuando el número de sus caras tiende a
infinito, o lo que es igual, cuando la magnitud de los lados del polígono circunscrito
a la directriz tiende hacia cero.

Hallando en esta forma el desarrollo de una superficie cónica o cilíndrica se


tendrá un desarrollo en exceso de la superficie, es decir, algo mayor que el desarrollo
verdadero.

275. Desarrollo de una superficie cónica.

Sea el cono de vértice S de la (fig. 357). Para obtener su desarrollo inscribimos


en su directriz un polígono ABCDEF de, por ejemplo, seis lados.

Queda así determinada una pirámide de vértice S y base dicho polígono, inscrita
al cono.

(Fig. 357)

Procediendo como en el (N.° 180) hallamos mediante giros alrededor de un


eje vertical 1x, las verdaderas magnitudes S’’1A’ , S’’1B’, S’’1C’ , S’’1D’ , S’’1E’,
S’’1F’ de las aristas laterales y las magnitudes AB, BC, CD, DE, EF, FA de los
lados de la base que, en este caso, se tienen en verdadera magnitud en el plano
horizontal.
371

Luego, en la (fig. 358) hallamos el


desarrollo de la superficie lateral de esa
pirámide construyendo sucesivamente
las caras laterales SAB, SBC, SCD, SDE,
SEFySFA1.

En ese desarrollo circunscribimos


una curva a la poligonal que forman los
puntos A, B, C, D, E, F y A1 determi-
nando así el desarrollo en defecto del
cono dado. Ese desarrollo será tanto más
exacto cuanto mayor sea el número de
vértices del polígono que se inscribe a
(Fig. 358)
la directriz.

Cuando el cono sea de revolución no es necesario considerar un polígono inscri-


to a la circunferencia directriz, puesto que en ese caso, la longitud de la directriz
desarrollada puede calcularse exactamente.

276. Transformada de una curva de una superficie cónica. Tangente en


un punto de una transformada. — Al desarrollar una superficie cónica, toda
línea que pertenezca a la superficie se desarrolla según una línea plana de
igual longitud que se denomina transformada de la línea considerada (prop.
b, N.°214, A).

Para obtener la transformada de una línea trazada sobre una superficie cónica, se
considera, como hemos expuesto, una pirámide inscrita a la superficie y se halla el
desarrollo de la superficie, en el cual se ubica el desarrollo de la línea dada, es decir,
su transformada.

Sea por ejemplo en la superficie cónica de la (fig. 357), la línea AoBoCoDoEo


FoAo, cuya transformada hallaremos.

Para ello se consideran los puntos Ao, Bo, Co, Do, Eo y Fo en que la línea dada
corta a las aristas de la pirámide inscrita a la superficie, y luego se hallan las verdade-
ras magnitudesS’’1A’o, S’ 1B’o, S’’1C’o, S’ 1D’o, S’ 1E’o, S’ 1F’o de los segmentos
comprendidos entre el vértice S y la línea dada.

Colocando en el desarrollo de la superficie (fig. 358) las magnitudes de esos


segmentos sobre las aristas correspondientes se obtiene una poligonal AoBoCo
DoEoFoAo, a la cual se circunscribe una curva que es la transformada de la línea
dada.

Obsérvese que la línea curva A-A1 que obtuvimos primeramente es la transfor-


mada de la directriz de la superficie cónica.
372

Si la línea a transformar es plana (por ejemplo una sección plana del cono), se
puede hallar de otra manera su transformada.

Para ello, una vez determinados los puntos Ao, Bo,..., Fo en que la línea corta a
las aristas de la pirámide inscrita, se hallan las verdaderas magnitudes de los segmen-
tos AoBo,BoCo,..., FoAo (es conveniente hacerlo en el abatimiento de la sección
plana).

Finalmente, en el desarrollo (fig. 358) se apoyan esos segmentos entre las aristas
correspondientes de la pirámide. Por ejemplo, el segmento AoBo se coloca con ori-
gen en el punto Ao (que dista de S la magnitud S’’1A’ o sobre la arista SA) y con
extremo sobre la arista SB. En la misma forma, el segmento BoCo se coloca con
origen Bo entre las aristas SB y SC, etc.

Se obtienen así los mismos puntos que con el otro procedimiento.

Tangente en un punto de una transformada.

Hallaremos la tangente en un punto cualquiera de una transformada, por


ejemplo el puntoBo (fig. 358) que, en el cono (fig. 357), pertenece a la generatriz
SBoB.

La tangente to en Bo a la línea considerada y la tangente tB en B a la directriz,


están contenidas en un mismo plano tangente al cono a lo largo de la generatriz SBo
B, y, por lo tanto, se cortan en un punto T.

El triángulo BoBT de la (fig. 357) no varía en sus magnitudes en el desarrollo,


por lo cual, hallamos la verdadera magnitud del lado BT (es B’T’ que en este caso, se
tiene en magnitud en el plano horizontal). Luego, en la (fig. 358) trazamos la tangen-
te en B a la directriz y sobre ella tomamos un segmento BT igual a la magnitud BT’.
Uniendo el punto Tcon el punto Bo tenemos reproducido en el desarrollo el triángulo
BoBTconsiderado, y, por lo tanto, la recta TBo será la tangente en el punto Bo a la
transformada de la línea dada.

Otra manera de proceder para evitarse de trazar la tangente en B a la directriz


transformada A-A1 es la siguiente: se halla mediante un giro en la (fig. 357) la mag-
nitud del lado TBo del triángulo considerado y luego, en el desarrollo (fig. 358) y con
vértices en B y Bo se construye el triángulo BoBT del cual se conocen las magnitudes
de los tres lados. El lado TBo será la tangente buscada.

277. Desarrollo de una superficie cilíndrica.

Sea el cilindro de la (fig. 359) de vértice S∞ y generatrices frontales, posición


ésta que, como veremos, simplifica las construcciones y a la cual siempre es posible
llegar por un cambio de plano o un giro.

Para obtener su desarrollo inscribimos en una directriz un polígono ABCDEF


373
de, por ejemplo, seis lados. Queda así determinado con vértice S∞ y bases paralelas
ABCDEF y KLMNPQ, un prisma inscrito al cilindro.

(Fig. 359)

Procediendo como en el (N.° 181) determinamos una sección recta del pris-
ma, trazando un plano (ω’’, ω’) normal a las generatrices. Como ese plano es
proyectante vertical, los vértices de la sección recta, en proyección vertical, son
los puntos 1’’, 2’ , 3’, 4’, 5’’ y 6’ , intersecciones de las generatrices con la traza
vertical del plano.

Abatimos luego el plano ω y los vértices de la sección recta en 11,21, 31, 41, 51
y 61, obteniendo así las longitudes de los lados de dicha sección.

Como al desarrollar la superficie lateral del prisma se conservan los ángulos


rectos que forman los lados de la sección recta con las generatrices (prop. c, N.°
214, A), esa sección se desarrollará según una recta de la misma longitud que
dicha curva.

Por lo tanto, para obtener el desa-


rrollo, tomamos una recta 1-1 (fig. 360)
sobre la cual colocamos las magnitudes
1-2, 2-3, 3-4, 4-5, 5-6 y 6-1 de los
lados de la sección recta hallados en el
abatimiento ya efectuado. Como esa
recta es el desarrollo de la sección rec-
ta, trazando por los puntos 1, 2, 3, 4, 5,
6 y 1 rectas normales a 1-1 tendremos
las generatrices. Para limitarlas, se
observa que en la (fig. 359) las
generatrices son frontales, y, en conse- (Fig.360)
374
cuencia, sus segmentos se tienen en verdadera magnitud en proyección
vertical.

Por lo tanto, en el desarrollo tomamos a partir de los vértices 1, 2, 3,4, 5, 6y 1 y


sobre las generatrices, los segmentos 1K = 1’’K’, 1A = 1’A’, 2L = 2’’L’’, 2B = 2’B’,
3M = 3’M’, 3C = 3’’C’, 4N = 4’N’, 4D = 4’D’, 5P = 5’’P’, 5E = 5’E’, 6Q = 6’Q’,
6F = 6’F’, 1K1 = 1’K’’y 1A1 = 1’A’.

Luego se circunscriben curvas a las poligonales de vértices K, L, M, N, P, Q, K1


y A, B, C, D, E, F, A1 determinando así el desarrollo en defecto del cilindro dado. Ese
desarrollo será tanto más exacto cuanto mayor sea el número de vértices del polígono
que se inscribe a la directriz.

Cuando el cilindro sea de revolución no es necesario considerar un polígono


inscrito a la circunferencia sección recta, puesto que en ese caso, la longitud de la
sección recta desarrollada puede calcularse exactamente.

278. Transformada de una curva de una superficie cilíndrica. Tangente en


un punto de una transformada. — Al desarrollar una superficie cilíndrica, toda
línea que pertenezca a la superficie se desarrolla según una línea plana de igual
longitud, que se denomina transformada de la línea considerada (prop. b,
214, A).

Para obtener la transformada de una línea trazada sobre una superficie ci-
líndrica se considera, como hemos indicado, un prisma inscrito a la superficie y
se determinan los puntos en que la línea considerada corta a las generatrices de
dicho prisma. Luego, en el desarrollo se ubican esos puntos a las distancias
correspondientes y sobre las generatrices a que pertenezcan, obteniendo así
una poligonal a la cual se circunscribe una curva, que es la transformada de la
línea dada.

Por ejemplo, en el desarrollo del cilindro de la (fig. 360), las curvas K-Kx, A-At
y la recta 1-1 son respectivamente las transformadas de las dos bases y la sección
recta del cilindro dado.

Tangente en un punto de una transformada.

Hallaremos la tangente en un punto cualquiera N de la transformada K-K1 (fig.


360) de la línea K, L, M, N, P, Q, K que pertenece al cilindro.

En la superficie (fig. 359), el punto N pertenece a la generatriz N4D, y,


por lo tanto, la tangente en tN en N a la línea considerada y la tangente t4 en 4
a la sección recta están contenidas en un mismo plano tangente al cilindro a
lo largo de la generatriz N4D. En consecuencia, dichas tangentes se cortan en
un punto T.
375
El triángulo rectángulo N4T de la (fig. 359) no varía en sus magnitudes en el
desarrollo, por lo cual, hallamos la verdadera magnitud del cateto 4T utilizando el
abatimiento efectuado (4T = 41T1).

Luego, en la (fig. 360) tomamos en la transformada 1-1 de la sección recta, un


segmento 4T igual a la magnitud 41T1. Uniendo el punto T con el punto N tendremos
reproducido en el desarrollo el triángulo rectángulo N4T considerado, y, por consi-
guiente, la recta TN será la tangente en el punto N a la transformada de la línea dada.

279. Puntos de inflexión en la transformada de una sección plana de una


superficie cónica o cilíndrica.

Estos puntos se determinan aplicando el siguiente

Teorema . — Los puntos de inflexión de la transformada de una sección plana de


una superficie cónica o cilíndrica, son los puntos de la sección que pertenecen a las
generatrices de contacto de los planos tangentes a la superficie que son perpendicu-
lares al plano secante.

Sea en la (fig. 361) un cono de vértice S seccionado por un plano ω.

Tracemos por S una per-


pendicular al plano secante y
desde el punto T (intersección
de esa perpendicular con ω) de-
terminemos una tangente TR a
la sección plana. El plano STR
es tangente al cono y perpendi-
cular al plano secante ω (N.°
230) y su generatriz de contac-
to SC corta a dicho plano en un
punto C.

Demostraremos que al desa-


rrollar el cono, el punto C es pun- (Fig. 361)
to de inflexión de la transforma-
da de la sección plana.

Para ello supongamos que en la sección plana inscribimos una poligonal A, B, C,


D, E,... de lados infinitesimales, cuyos vértices son puntos consecutivos (N.° 194).
En esta forma, consideraremos al cono como límite de la pirámide de vértice S y
directriz dicha poligonal cuando el número de vértices tiende a infinito.

El contacto de la curva con la tangente TR será un elemento rectilíneo CD común


a la tangente y a la curva.

Si efectuamos el desarrollo del cono, y, por lo tanto, de la pirámide inscrita.


376
sobre el plano tangente STR, la tangente TR quedará fija, y en el límite, la cara SCD
será la generatriz de contacto del plano tangente STR.
Además, como el ángulo SCT es menor que el ángulo SCB (por ser TC la proyec-
ción de SC sobre α), al hallar la transformada de la sección plana ABCDE... sobre el
plano STR, el punto Bo, transformada del punto B, se ubicará en el desarrollo por
debajo de la tangente TR (áng. SCBo = áng. SCB>áng. SCT).
Por la misma razón, el ángulo SDR (suplementario del áng. SDT) será mayor que
el ángulo SDE, y por consiguiente, en el desarrollo, el punto Eo (transformada de E)
se ubicará por encima de la tangente TR.
En consecuencia, como la recta TR tiene un elemento rectilíneo CD común a la
transformada AoBoCDEo de la sección plana, será la tangente a esa curva y su punto
de contacto será un punto de inflexión, puesto que en él la tangente es atravesada por
la curva (N.° 198, V).
Este teorema, que se demuestra análogamente para las superficies cilíndricas, no
se cumple cuando la generatriz de contacto de un plano tangente a la superficie y
normal al plano secante es ella misma normal al plano secante.

Luego, para determinar en el desarrollo de una superficie cónica o cilíndrica


los puntos de inflexión de la transformada de una sección plana de la superficie, se
hallan las generatrices de contacto de los planos tangentes a la superficie y norma-
les al plano secante (N.° 230). Los puntos buscados serán aquellos en que dichas
generatrices cortan al plano secante.
La transformada de una sección plana también puede tener puntos de inflexión si
la propia sección plana tiene puntos de inflexión.

Obsérvese que aplicando este teorema, al desarrollar el cono de las (fig. 357 y
358), en la transformada A-A1 de la directriz los puntos Ay E son de inflexión.

También en el desarrollo del cilindro de las (figs. 359 y 360), las transformadas
K-K1 y A-A1 de las bases tienen, respectivamente, los puntos L, P, y B, E como
puntos de inflexión.

280. Líneas geodésicas de una superficie cónica o cilíndrica.

Por la propiedad e del (N.° 214, A) toda línea de una superficie cónica o cilíndri-
ca que en el desarrollo se transforma en una recta se denomina línea geodésica. Estas
líneas tienen la particularidad de que dados dos puntos de una superficie cónica o
cilíndrica, la línea de menor recorrido sobre la superficie que une los dos puntos es
una línea geodésica.

Por consiguiente, cuando se dan dos puntos de una de estas superficies y se


quiere hallar la línea geodésica que los une, en primer lugar se halla el desarrollo de
377
la superficie, en el cual se ubican los dos puntos dados. Luego, en el desarrollo se
traza la recta que une esos dos puntos, obteniendo así la transformada de la línea
geodésica buscada.

Después se determinan los puntos en que esa transformada corta a las generatrices
de la pirámide o prisma inscrito a la superficie, y efectuando las construcciones in-
versas a las realizadas para obtener el desarrollo, se ubican esos puntos sobre la
superficie en las generatrices correspondientes.

Finalmente se circunscribe una curva a la poligonal determinada por esos puntos


obteniendo así las proyecciones de la línea geodésica que une los dos puntos dados.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XIX

Secciones planas y desarrollo de conos.


1. Dado un cono de vértice S en el primer diedro y directriz circular en el horizontal
posterior, seccionarlo con el plano vertical. Hallar los puntos notables de la sección plana.
2. Dado un cono de vértice S en el horizontal y base circular en un plano proyectante
vertical, seccionarlo con un plano proyectante horizontal que sea normal al eje del cono en su
punto medio. Hallar los puntos notables de la sección plana.
3. Dado un cono recto de vértice S (6 cm., 6 cm.), semiángulo al vértice 30° y eje de
fuga, seccionarlo con un plano paralelo a LT que forme un ángulo de 75° con el horizontal y
cuya traza horizontal tenga 3 cm. de alejamiento. Desarrollar la parte del cono comprendida
entre el vértice y la sección plana obtenida, indicando previamente si la transformada de la
sección plana tiene o no puntos de inflexión. Hallar la tangente en un punto de la transformada
que tenga en el cono 2 cm. de alejamiento y se halle lo más a la izquierda posible.
4. Se dan dos rectas, SO de perfil y SA cualquiera. Hallar la sección plana con el primer
bisector del cono engendrado por la recta SA al girar alrededor de SO. Determinar los puntos
notables de la sección plana.
5. Por un punto S (5 cm., 2 cm.) se traza un plano horizontal ω y se considera un cono
de revolución tangente al plano ω, de vértice S, semiángulo al vértice 60° y eje de perfil que
pasa por los diedros I, II y III. Seccionar el cono con un plano definido por un punto del eje de
6 cm. de cota y la recta intersección de ω con el primer bisector. Desarrollar la parte del cono
comprendida entren y la sección plana obtenida y hallar los puntos de inflexión de la transfor-
mada de la sección plana.
6. Se dan los puntos S (87 mm., 0 mm.) y O (O mm., 45 mm.) estando S, 25 mm. a la
izquierda de O. Se considera el cono vértice S y directriz circular de centro O y radio 60 mm.
apoyada en el vertical. Hallar los puntos notables de la sección plana del cono con un plano
que pase por el punto medio de SO, sea normal al primer bisector^ forme un ángulo de 60° con
el horizontal y cuyas trazas se corten hacia la derecha del depurado.
7. Dado un cono recto de vértice S (8 cm., 8 cm.), semiángulo al vértice 45° y eje de
fuga, se consideran sobre una generatriz horizontal dos puntos A y B de alejamientos 2 cm. y
6 cm. respectivamente. Hallar las proyecciones de la línea geodésica que une los puntos A y B
recorriendo la superficie del cono.
378
Secciones planas y desarrollo de cilindros.
8. Seccionar un cilindro recto de generatrices verticales con un plano normal al primer
bisector. Hallar los puntos notables de la sección plana y las tangentes a ésta trazadas desde el
punto de corte de las trazas del plano secante.
9. Dado un punto O (5 cm., 5 cm.) se considera un cilindro recto apoyado en el primer
bisector cuya directriz es la circunferencia de centro O y radio 3 cm. Hallar las secciones del
cilindro con los planos de proyección.
10. Una circunferencia del plano horizontal de centro O (0 cm., 7 cm.) y 4 cm., de radio
es la directriz de un cilindro cuyas generatrices son frontales que forman un ángulo de 45° con
el horizontal. Seccionar el cilindro con el primer bisector y desarrollar la parte del cilindro
comprendida entre los dos planos mencionados. Hallar los puntos de inflexión de la transfor-
mada de la sección plana y sus tangentes.
11. Dado un cilindro recto de eje LT y directriz circular de 4 cm. de radio, seccionarlo
con un plano α cuyas trazas son perpendiculares (α’’ forma un ángulo de 60° con LT).
12. Se da un cilindro de base circular de 3 cm. de radio apoyada en el horizontal. El
centro de la base es C (0 cm., 4 cm.) y las generatrices son frontales que forman un ángulo de
30° con el horizontal. Seccionarlo con un plano de perfil que no corte a la base y desarrollar la
parte del cilindro comprendida entre el plano secante y el horizontal. Dados dos puntos A y B
del cilindro, de alejamientos 2 cm. y 6 cm. respectivamente y que tienen las mayores cotas
posibles, hallar las proyecciones de la línea geodésica que une los puntos A y B.

Secciones planas de conos y cilindros: naturaleza de la sección y aplicaciones del teore-


ma de Dandelin.
13. Se dan dos circunferencias del horizontal de centros O (0 cm., 4 cm.) y C (0 cm., 5
cm.) y radios 3 cm. y 4 cm. Se trazan a estas circunferencias una tangente exterior ω’ y una
tangente interiorg’. La rectag, al girar alrededor de OCengendra un cono. Seccionarlo con el
plano proyectante horizontal que tiene ω’como traza. Hallar las asíntotas de la sección plana.
14. Dado un cono recto de eje LT, semiángulo al vértice 45° y altura 4 cm., seccionarlo
con un plano paralelo al segundo bisector que pase por un punto A (1 cm., 1 cm.). Hallar las
asíntotas de la sección plana.
15. Se da una elipse frontal que es la base de un cono de vértice S. Tomando un punto O
interior a la elipse, hallar un plano que seccione al cono según una cónica de centro O.
16. Dado un cono oblicuo de vértices y base circular en el vertical, determinar un plano
que pase por el diámetro de la base que es paralelo a LT y seccione al cono según una parábola.
Hallar el vértice de la parábola.
17. Se da un cono oblicuo de vértice S y base elíptica en el primer bisector. Consideran-
do una recta r paralela a una generatriz del cono, determinar un plano que pase porry seccione
al cono según una hipérbola equilátera. Hallar los vértices de la hipérbola.
18. Dado el cono del problema N.° 3, se considera un punto Fde 6 cm. de cota e interior
al cono. Determinar una sección plana del cono que tenga el punto F como foco e indicar la
naturaleza de la sección.
19. Dado el cilindro del problema N.° 12, se considera un punto F de 4 cm. de aleja-
miento e interior al cilindro. Determinar un plano que seccione al cilindro según una elipse
que tenga el punto F como foco.
379
20. Se da una elipse del plano horizontal. Hallar el eje de un cono de revolución que
tenga como sección plana con el horizontal la elipse dada. Deducir el lugar geométrico de los
vértices de los conos buscados.
21. Se da una hipérbola equilátera del plano horizontal. Hallar el eje de un cono de
revolución que tenga como sección plana con el horizontal la hipérbola dada. Deducir el lugar
geométrico de los vértices de los conos buscados.
22. Se da una parábola del plano horizontal. Hallar el eje de un cono de revolución que
tenga como sección plana con el horizontal la parábola dada. Deducir el lugar geométrico de
los vértices de los conos buscados.

Intersección de conos y cilindros con una recta.


23. Dado un cono oblicuo de base circular en el vertical y vértice S, interceptarlo con
una recta r que pase por el punto medio del eje del cono.
24. Se considera un cono de vértice S apoyado en un plano dado α y del cual se conoce
además una circunferencia d’, proyección horizontal de la directriz del cono. Interceptar el
cono con una recta dada.
25. Se da un cono recto de 5 cm. de altura y cuya base es una circunferencia de 2 cm. de
radio, tangente a las trazas de un plano α dado. Interceptar el cono con una recta paralela a LT
que pase por el punto medio del eje del cono.
26. Interceptar el cono del problema N.° 2 con una recta normal al primer bisector que
pase por el punto medio del eje del cono.
27. Dado un cilindro de base circular en el horizontal y generatrices paralelas a una
dirección dada, interceptarlo con una recta del segundo bisector.
28. Interceptar el cilindro del problema N.° 9 con una recta r que pase por el punto O y
forme ángulos de 30° y 45° con los planos horizontal y vertical respectivamente.
29. Dado el cilindro del problema N.° 11, interceptarlo con una recta del primer bisector
que forme un ángulo de 30° con el plano horizontal.
30. Dadas una recta horizontal h y una recta de perfil VH, hallar un punto de la recta VH
que diste k cm. de la recta h.
CAPITULO XX
INTERSECCIONES DE CONOS Y CILINDROS

281. Generalidades. — Se llama intersección de dos conos, de un cono y un


cilindro, o de dos cilindros, a la o las líneas curvas que, en general, resultan de inter-
ceptar las generatrices de una de estas superficies con la otra.

El método que se utiliza para hallar las intersecciones de conos y cilindros


consiste en trazar planos auxiliares que pasen por los vértices de las superficies
dadas. Cada uno de los planos trazados secciona a las superficies según
generatrices (N.° 264) que, por estar contenidas en un mismo plano auxiliar, se
cortan en puntos que son de la intersección, puesto que pertenecen a una y otra
superficie.

Este método, ya utilizado para hallar intersecciones de pirámides y prismas (N.°


186), lo emplearemos en idéntica forma para hallar intersecciones de conos y cilin-
dros, para lo cual supondremos que un cono o un cilindro es el límite hacia el cual
tiende una pirámide o un prisma cuando el número de lados de la poligonal de su base
tiende a infinito.

También supondremos que las dos superficies a interceptar tienen directrices


planas, lo cual siempre es posible establecer, puesto que si alguna de las superficies,
o ambas, tienen directrices alabeadas, seccionándolas con un plano convenientemen-
te elegido, puede considerarse que las superficies dadas tienen como directrices las
secciones planas obtenidas.

Nota . — En el caso particular que los conos o cilindros a interceptar tengan el


mismo vértice, la intersección de sus superficies puede estar formada por
generatrices.

En efecto, considerando como hemos expuesto precedentemente que las direc-


trices de ambas superficies son coplanares, cada uno de los puntos de corte de esas
directrices y el vértice común de las superficies determinan generatrices que, por
pertenecer a las dos superficies dadas, forman su intersección.

282. Intersección de dos conos de directrices coplanares.

Sean los dos conos de vértices S y T de la (fig. 362) cuyas directrices ds y dτ


están en un mismo plano.
381

Procediendo como en el (N.° 186) determinamos la recta de los vértices r ≡ ST y


hallamos el punto de divergencia D en que la recta de los vértices corta al plano de las
bases.

En ese plano trazamos luego rectas DI, DII, DIII, cada una de las cuales deter-
mina con la recta de los vértices un plano auxiliar.

Cada plano auxiliar (por ej. r, D 1) corta a los conos según generatrices (S1, S5 y
T1, T5) determinadas por los respectivos vértices de los conos y los puntos (1 y 5) en
que la traza del plano auxiliar en el plano de las bases (D 1) corta a las directrices de
ambos conos.

(Fig. 362)

Los puntos (1 y 5) en que se cortan las generatrices contenidas en un mismo


plano auxiliar (r, DI), pertenecen a ambos conos, y, por lo tanto, son de su intersec-
ción.

En esta forma, trazando un cierto número de planos auxiliares se obtienen pun-


tos comunes a los dos conos, y, uniendo esos puntos ordenadamente, se determina la
o las curvas de intersección de las superficie dadas.

Tangente en un punto de la intersección.

Para hallar la tangente en un determinado punto de la curva intersección de dos


conos se aplica el corolario IV del (N.° 212).

Por consiguiente, se trazan los planos tangentes a cada uno de los conos a lo
largo de las generatrices de uno y otro cono que se cortan según el punto dado. La
intersección de esos planos tangentes será la tangente buscada.
382
Por ejemplo, en la (fig. 362), la tangente a la intersección en el punto 8 es la recta
intersección del plano tangente al cono S a lo largo de la generatriz S8 con el plano
tangente al cono T a lo largo de la generatriz T8. Para hallarla se trazan las tangentes
en los puntos 8 de cada directriz, las cuales se cortan en un punto P que pertenece a la
intersección de los planos tangentes considerados.
Uniendo el punto P con el punto 8 de la intersección se tiene la tangente
buscada.
Este procedimiento no es aplicable cuando los dos conos tienen un plano tangen-
te común en el punto considerado, en cuyo caso la tangente a la intersección en ese
punto se halla por procedimientos particulares.
Planos límites.
Cuando uno de los planos auxiliares es tangente a uno de los conos se le denomi-
na plano límite.
Antes de trazar planos auxiliares cualesquiera es conveniente hallar en primer
lugar los planos límites, puesto que siendo tangentes a uno de los conos y secantes al
otro, todos los planos auxiliares que se tracen dentro del ángulo que ellos forman dan
puntos de la intersección.
Por ejemplo, en la (fig. 362), los planos (r, DI) y (r,DIII) son los planos límites
que interesan, puesto que dentro del ángulo que ellos forman, los demás planos auxi-
liares trazados (r, DII) dan puntos de la intersección.
Además, de acuerdo con lo expuesto anteriormente, en los puntos de la intersec-
ción de dos conos que se obtienen en cada plano límite, las tangentes a esa línea son
las generatrices según las cuales el plano límite (que es tangente a un cono) corta al
otro cono.

Por ejemplo, en la (fig. 362), los puntos de la intersección (1 y 5) que pertenecen


al plano límite (r, D 1) tienen como tangentes las generatrices (T1 y T5), puesto que
los respectivos planos tangentes a cada uno de los conos a lo largo de las generatrices
S1, S5 y T1, T5 se cortan según las rectas T1 y T5 que, en consecuencia, son las
tangentes en los puntos 1 y 5 de la intersección.
Puntos situados en los contornos aparentes.

Para hallar los puntos de la intersección de dos conos que se hallen sobre las
generatrices de contorno aparente, se trazan los planos auxiliares que corten a los
conos según esas generatrices.

Siempre es conveniente determinar esos puntos, puesto que en ellos, la curva


intersección de los conos tiene como tangentes las generatrices de contorno aparente
(N.° 220), y, además esos puntos separan las partes vistas y ocultas de la intersección
(N.°222,2.a).
383
Así por ejemplo, en la (fig. 362), el plano auxiliar (r, DII) corta al cono de
vértice S según la generatriz S24, o sea que los puntos 2 y 4 de la intersección se
hallarán sobre la generatriz S24 que, además, es la tangente a la curva intersección en
esos puntos.

En este ejemplo, los planos auxiliares que cortan a uno y otro cono según las
otras generatrices de contorno aparente, no están comprendidos en ángulo que for-
man los planos límites, y en consecuencia, no sirven.

Método de los móviles.

Una vez determinados los planos límites, dentro del ángulo que ellos forman se
trazan los planos que cortan a los conos según las generatrices de contorno aparente
en ambas proyecciones y los otros planos auxiliares que interesen.

En cada uno de esos planos se hallan los puntos de la intersección como indica-
mos al principio del (N.° 282).

Para unir ordenadamente los puntos hallados de manera de obtener la curva in-
tersección, se aplica el método de los móviles expuesto en el (N.° 187) para las pirá-
mides y los prismas.

Para ello se supone que dos móviles ρ y σ recorren respectivamente las directri-
ces ds y dτ, deteniéndose en los puntos en que las trazas de los planos auxiliares en el
plano de las directrices cortan a estas curvas, mientras que un tercer móvil λ recorre
la curva de intersección.

Se comienza el recorrido de los móviles (que como ya sabemos cambian el sen-


tido de su movimiento cuando llegan a un plano límite) en los puntos 1 de ambas
directrices simados sobre un mismo plano límite.

Luego, mientras en ds el móvil ρ recorre los arcos 1-2 y 2-3, el móvil σ recorre
los arcos 1-2 y 2-3 en dT y el móvil λ recorre los arcos 1-2 y 2-3 de la curva
intersección.

Después, mientras el móvil ρ (que cambia el sentido de su movimiento en el


punto 3) recorre en ds los arcos 3-4, 4-5, 5-6 y 6-7, el móvil σ recorre en dT los
arcos 3-4,4-5 (en el punto 5 este móvil debe cambiar el sentido de su movimiento),
5-6 y 6-7 y el móvil λ recorre los arcos 3-4,4-5,5-6 y 6-7 de la curva intersección.

Finalmente, mientras el móvil ρ (que cambia el sentido de su movimiento en el


punto 7) recorre los arcos 7-8 y 8-1 en ds, el móvil ρ recorre en dT los arcos 7-8 y
8- 1 y el móvil λ recorre los arcos 7-8 y 8-1 de la intersección.

Como los móviles ρ y σ han vuelto al punto de partida en ambas directrices,


queda terminada la numeración, puesto que los móviles han pasado por todos los
puntos de las directrices que son útiles.
384

A continuación se unen los puntos numerados de cada directriz con el vértice


correspondiente, obteniendo generatrices S1,...., S8 y T1,..., T8. Los puntos de corte
de las generatrices del mismo número, por pertenecer un mismo plano auxiliar, deter-
minan los puntos de la intersección que se individualizan con el mismo número que
las generatrices.
Tenemos así los puntos 1 ≡ S1, T1; 2 ≡ S2, T2;...; 8 ≡ S8, T8
Uniendo esos puntos en orden numérico resulta determinada la línea inter-
sección de los dos conos, que será una curva cerrada determinada por los puntos
1, 2, ..., 8, 1.
Para trazar con más precisión esa curva se pueden utilizar las tangentes que se
conozcan de acuerdo con lo ya indicado.
En este caso se conocen la tangente en los puntos 2 y 4, que es la generatriz S24,
las tangentes en los puntos 1 y 5, que son las generatrices T1 y T5, y las tangentes en
los puntos 3 y 7, que son las generatrices S3 y S7.

283. Formas de la intersección. Arranque y penetración.


Al hallar la intersección de dos conos cuyas directrices son curvas cerradas o
cónicas (que son los casos que se presentan más frecuentemente en la práctica), la
forma en que se presentan los planos límites caracteriza la curva intersección.

a. Caso de arranque.

Cuando cada uno de los planos límites es tangente a uno de los conos y secante
al otro, la curva de intersección es única y se dice que la intersección es un arranque
o mordedura.

Es lo que sucede con los conos de la (fig. 362) en que los planos límites (r, DI) y (r,
DIII) definen un caso de arranque, obteniéndose una curva cerrada de intersección.

b. Caso de penetración.

Cuando los dos planos límites son tangentes a uno de los conos y secantes al
otro, se tienen dos curvas de intersección y se dice que hay penetración del primer
cono en el otro.

En efecto, sean en la (fig. 363) las directrices ds y dT de dos conos y el punto de


divergencia D.

Los planos límites son los que tienen por trazas en el plano de las bases las rectas
DI y DIII, puesto que dentro del ángulo que ellos forman, todos los planos auxiliares
que se tomen dan puntos de la intersección.

Tomemos un plano intermedio de traza DII. Al aplicar el método de los móviles,


mientras el móvil ρ recorre en la directrizds los puntos 1,2,3,4,1, el móvil σ recorre
385
en dT los puntos 1, 2, 3, 4, 1 en el arco 1-3 y el móvil λ recorre los puntos 1, 2, 3, 4,
1 de la intersección.

(Fig. 363)

Se tiene así una curva cerrada 1-1 de intersección, que, sin embargo, no está
completamente determinada, puesto que hay puntos de la intersección que corres-
ponden al arco 6-8 de la directriz dT.

Continuando entonces en la misma forma, mientras el móvil ρ recorre otra vezds


en los puntos 6, 7, 8, 9, 6, el móvil σ recorre en dT los puntos 6, 7, 8, 9, 6 y el móvil
λ recorre los puntos 6, 7, 8, 9, 6 de la intersección, completando así otra curva cerra-
da 6-6 independiente de la anterior.

En consecuencia, la intersección se compone de dos curvas diferentes 1, 2, 3, 4,


1 y 6, 7, 8, 9, 6. (Obsérvese que la segunda curva se comenzó con un número que no
es correlativo del último número de la primera curva, con el objeto de obtener sin
confusiones dos curvas diferentes al unir en orden numérico los puntos hallados de la
intersección).

c. Caso límite.

Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 364) de modo que uno de
ellos es tangente común a los dos conos, se trata de un caso límite de penetración, en

(Fig. 364)

el cual, las dos curvas de intersección tienen un punto común que es el determinado
por la intersección de las dos generatrices de contacto del plano tangente común a los
dos conos.
386
La numeración se efectúa como si fuera una penetración, obteniendo las curvas
1, 2, 3, 4, 1 y 6, 7, 8, 9, 6, pero al hallar los puntos de la intersección y unirlos
ordenadamente resultará que las dos curvas de intersección tienen un punto común o
punto doble. (En este caso, el punto 1 coincidirá con el punto 6).

d. Caso límite doble.

Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 365) de modo que ambos
son tangentes comunes a los dos conos, se trata de un caso límite doble de penetra-
ción. Las dos curvas de intersección tienen dos puntos comunes que son los determi-

(Fig. 365)

nados por las respectivas generatrices de contacto de los dos planos tangentes comu-
nes a los conos.

Se efectúa la numeración como si fuera una penetración, obteniendo las


curvas 1, 2, 3, 4, 1 y 6, 7, 8, 9, 6, pero al hallar los puntos de la intersección
resultará que las dos curvas de intersección tienen dos puntos comunes o dos
puntos dobles. (En este caso el punto 1 coincidirá con el 6 y el punto 3 coinci-
dirá con el δ).

Nota 1.a — Al efectuar la numeración de las directrices para luego obtener las
generatrices de los conos que dan puntos de la intersección, es de fundamental im-
portancia tener en cuenta las siguientes normas que surgen de la aplicación del méto-
do de los móviles y de lo expuesto sobre los planos auxiliares que más conviene
determinar:

1.° Deben trazarse los planos auxiliares que den puntos de la intersección y
que corten a los conos según las generatrices de contorno aparente vertical y hori-
zontal.

2. ° Las directrices deben estar totalmente recorridas dentro de los planos límites.

3.° Cuando al numerar se llegue a un plano límite, debe cambiarse el sentido


numerador.
387

4. ° En cada uno de los planos límites y auxiliares intermedios, los puntos de


ambas directrices deben tener el mismo número.
5. ° Hay que volver al punto de partida (que debe tomarse sobre un plano límite)
con el mismo número en las dos directrices.
Nota 2.a — Cuando las directrices se hallen en los planos de proyección o en
planos paralelos a ellos, las construcciones generales que hemos hecho en la (fig.
362) para la figura en el espacio, se efectúan en una de las proyecciones del depurado
obteniendo una de las proyecciones de la curva intersección. La restante proyección
de ésta se obtiene en las líneas de referencia de los puntos hallados y sobre las
generatrices correspondientes.
Cuando las directrices de los conos se hallen en un plano cualquiera, el trazado
de los planos límites y auxiliares y la numeración de las directrices se hace en el
abatimiento. Se abaten entonces el punto de divergencia y las directrices a los efectos
de trazar con precisión, desde el punto de divergencia, las tangentes a las directrices
que, en consecuencia, serán las trazas abatidas de los planos límites en el plano de
dichas curvas.

284. Puntuación de la intersección. — Considerando el conjunto de los conos


cuya intersección se halla, se comienza por efectuar la puntuación de cada cono como
indicamos en la página 334.
Luego, en cada proyección, se considera que un punto de la intersección es visto,
cuando lo son las generatrices cuya intersección lo determinan. En los demás casos,
los puntos de la intersección son ocultos.
Por ejemplo, en la (fig. 362) el cono de vértice S tiene vistos los arcos 2-3 y
3-4 de su directriz y el cono de vértice Ttiene vistos todos los arcos numerados de su
directriz. En consecuencia, en la curva de intersección son vistos solamente los arcos
2-3 y 3-4 que corresponden a los arcos vistos comunes de ambas directrices.

285. Intersección de un cono y un cilindro de directrices coplanares.

Estos casos se resuelven análogamente que los casos de intersección de dos co-
nos, puesto que hemos considerado a los cilindros como conos cuyo vértice es el
punto impropio de sus generatrices.
Al aplicar el procedimiento anterior, la recta de los vértices será una paralela a
las generatrices del cilindro trazada por el vértice del cono.

286. Intersección de dos cilindros de directrices coplanares.

Para hallar la intersección de dos cilindros, hay que elegir planos auxiliares que
corten a los cilindros según generatrices.
Para ello, por un punto cualquiera del espacio se trazan una recta paralela a
388
las generatrices de uno de los cilindros y una recta paralela a las generatrices
del otro.
Esas rectas determinan un plano tal que todos los planos paralelos a él cortan a
los cilindros según generatrices.
Por lo tanto, hallando la intersección del plano auxiliar con el plano de las directri-
ces se obtiene una recta cuyo punto impropio es el punto de divergencia. Conocido éste,
se procede de la misma manera que ya hemos expuesto, determinando los planos lími-
tes y auxiliares que, en este caso, tendrán sus trazas en el plano de las directrices,
paralelas entre sí, o sea concurrentes al punto de divergencia hallado que es impropio.

287. Casos en que las directrices se hallan en planos diferentes.

Intersección de dos conos.

Si las directrices de dos conos se encuentran en planos diferentes, pueden


seccionarse ambos conos con un plano auxiliar convenientemente elegido. En esa
forma se consigue que los conos tengan sus directrices en un mismo plano y su inter-
sección se puede hallar aplicando el método expuesto en el (N.° 282).

Dicha intersección también puede hallarse directamente trazando planos auxi-


liares que corten a los conos según generatrices que, por ser coplanares, se cortan en
puntos de la intersección.

Sean, por ejemplo, los conos de vértices S y Tde la (fig. 366) cuyas directrices se
hallan en los planos π1 y π2.

Tracemos la recta de los vértices r ≡ STy determinemos sus intersecciones D1 y


D2 con los planos de las directrices de los conos.

Si consideramos un plano auxiliar que pase por la recta ST (por ej. STX), ese
plano cortará al plano π1 según la recta D1 X y al plano π2 según la recta D2X
determinada por el punto de divergencia D2 y el punto X, intersección de D1X con la
recta i, intersección de los planos de las directrices.

Por lo tanto, como D1X corta a la directriz ds en el punto 1-6, el plano auxiliar rX
cortará al cono S según la generatriz S16, y como D2 X corta a la directriz dT en los
puntos 1 y 6, el plano auxiliar rX cortará al cono T según las generatrices T1 y T6. En
consecuencia, las generatrices S16, y T1, T6 contenidas en el mismo plano auxiliar rX,
se cortan en puntos 1 y 6, que, por pertenecer a uno y otro cono, son de su intersección.

En la misma forma se continúan trazando planos auxiliares que pasen por la


recta de los vértices. Dichos planos cortarán a ds según rectas que pasan por el punto
de divergencia D1 y aπ2 según rectas que pasarán por el otro punto de divergencia D2
y por los puntos en que las respectivas trazas en π1 cortan a la intersección de los
planos de las directrices.
389

(Fig. 366)

En esos planos auxiliares se determinan, como ya indicamos, los puntos de la


intersección.

Para proceder ordenadamente, conviene determinar los planos límites y auxilia-


res intermedios y aplicar el método de los móviles de acuerdo con lo indicado en el
(N.° 282).

Por consiguiente, para obtener la intersección de dos conos cuyas directrices se


hallan en planos diferentes, se procede de la siguiente manera:
1.° Se traza la recta de los vértices r≡ST
2. ° Se hallan los puntos de divergencia D1 ≡ r, π1 y D2 ≡ r, π2.
3. ° Se determina la intersección de los planos de las directrices i ≡ π1, π2.
4.° Se trazan los planos límites (rX y rZ) y auxiliares intermedios (rY).

Como planos auxiliares intermedios conviene tomar siempre los que cortan a los
conos según las generatrices de contorno aparente horizontal y vertical de ambos
conos (en la figura 366, el plano rY corta al cono S según sus generatrices de contor-
no aparente y no hay planos auxiliares que den puntos de la intersección y que corten
al cono T según sus generatrices de contorno aparente).
390
El trazado de los planos límites y auxiliares intermedios se efectúa en una de las
proyecciones cuando las directrices están perfectamente trazadas en esa proyección
o cuando alguna de las directrices o ambas se hallen en un plano de proyección o en
un plano paralelo a éstos.

Cuando alguna de las directrices o ambas se hallen en planos cualesquiera, se


abaten esos planos y en ellos los elementos definidos en los párrafos l.°, 2.° y 3.°.
Luego, en los respectivos abatimientos se trazan los planos límites y auxiliares inter-
medios (puesto que en esa forma se pueden trazar con precisión las tangentes desde
los puntos de divergencia a las directrices, siendo esas tangentes las trazas abatidas
de los planos límites en los planos de las directrices).

5. ° Se numeran los puntos de las directrices aplicando el método de los móvi-


les (en el ejemplo de la fig. 366 obtenemos los recorridos 1, 2, 3, 4, 1, y 6, 7, 8, 9,
6). Si como indicamos en el párrafo anterior, se tiene que abatir algunas de las
directrices para trazar los planos limites y auxiliares, la numeración se efectúa en
el abatimiento.

6. ° Se unen los puntos numerados de cada directriz con el vértice del cono co-
rrespondiente, obteniendo generatrices S1, S2,..., S9y T1, T2,..., T9. (Si la numera-
ción se hizo en el abatimiento, se levantan esos puntos para unirlos con las proyec-
ciones de los vértices).

7. ° En la intersección de las generatrices del mismo número se determinan los


puntos 1, 2,..., 9 de la intersección que se unen en orden numérico. En el ejemplo de
la figura se tiene un caso de penetración, y, por consiguiente, dos curvas de intersec-
ción.

8. ° Se efectúa la puntuación de la intersección en cada una de las proyecciones.

En la fig. 366, el cono S tiene vistos los arcos 2-3, 3-4, 7-8 y 8-9 de su directriz
y el cono T tiene vistos los arcos 6-7, 7-8, 8-9 y 9-6 de su directriz. En consecuen-
cia, los arcos vistos comunes a ambas directrices son 7-8 y 8-9, por lo cual, la curva
intersección tiene vistos solamente los arcos 7-8 y 8-9 .

9. ° Para trazar la curva intersección hay que tener en cuenta las tangentes a
dicha curva que se conozcan, ya sean las generatrices de contorno aparente o las
contenidas en los planos límites (N.° 282). Así, en la (fig. 366) las tangentes a la
intersección en los puntos 2, 7, 4 y 9 son respectivamente las generatrices S27 y
S49; y las tangentes en los puntos 1,6, 3 y 8 son respectivamente las generatrices
T1, T6, T3 y T8.

10.° Encontrada una de las proyecciones de la intersección, la restante proyec-


ción se obtiene en líneas de referencia de los puntos hallados y sobre las generatrices
correspondientes.
391
Intersección de un cono con un cilindro.

Para hallar la intersección de un cono con un cilindro cuando sus directrices se


encuentran en planos diferentes, por las razones expuestas en el (N.° 285) se procede
en la misma forma que para hallar la intersección de dos conos.

Intersección de dos cilindros.

Para hallar la intersección de dos cilindros cuyas directrices se encuentran en


planos diferentes, se procede como indicamos en el (N.° 286).

Por un punto cualquiera del espacio se trazan dos rectas respectivamente parale-
las a las generatrices de cada cilindro.

Dichas rectas determinan un plano tal que todos los planos que le sean paralelos
cortarán a los cilindros según generatrices.

Por lo tanto, se halla la intersección de ese plano con cada uno de los planos de
las bases, determinando así dos rectas cuyos puntos impropios serán los puntos de
divergencia con los cuales se aplica el procedimiento indicado para obtener la inter-
sección de dos conos.

288. Sólido común.

Se denomina sólido común a dos superficies, la parte común a ambas determina-


da por su intersección.

El sólido común tiene como directrices los arcos de la curva intersección y como
generatrices las partes de generatrices de cada superficie que son interiores a la otra
superficie.

Por consiguiente, para determinar el sólido común a conos y cilindros se halla su


intersección y se unen los puntos de dicha curva de modo de obtener partes de
generatrices de una u otra superficie.

Por ejemplo, en la intersección (caso de arranque) de la (fig. 362) el sólido co-


mún es el indicado en la figura adjunta y tiene como directriz la curva intersección 1,
2,.... 8, 1 y como generatrices las partes de generatrices 2-4, 1-5, 8-6 y 2-8, 3-7,
4-6 de uno u otro cono que son interiores al restante.

En la intersección (caso de penetración) de la (fig. 366) el sólido común es el


indicado en la figura adjunta y tiene como directrices las curvas de intersección 1, 2,
3, 4, 1 y 6, 7, 8, 9, 6 y como generatrices las partes de generatrices 1-6, 2-7, 3-8,
4-9 de uno de los conos que son interiores al otro.

Para efectuar la puntuación del sólido común, se considerará que una parte de
generatriz es vista u oculta según lo sea la generatriz de la superficie de la cual forma
parte.
392
289. Naturaleza de la intersección de conos y cilindros.
La intersección de superficies cónicas y cilindricas es una curva abierta o cerra-
da según tenga o no puntos impropios.
Cuando la curva de intersección es abierta, las partes de la curva que contienen
los puntos impropios se denominan ramas infinitas, las cuales se llaman ramas
hiperbólicas o parabólicas según que las tangentes en los puntos impropios sean o
no rectas propias, es decir que tengan o no asíntotas.
Como los puntos de la intersección de conos y cilindros son los puntos de corte
de generatrices coplanares de una y otra superficie, para que la intersección tenga
puntos impropios, bastará que las superficies dadas tengan generatrices paralelas o
que alguna de las superficies tenga generatrices impropias.
Esta última posibilidad (que se presenta cuando alguna de las directrices es una
curva abierta) no la trataremos por carecer de interés práctico, ya que los conos y
cilindros cuya intersección se determina más frecuentemente son los de segundo gra-
do o los de directrices cerradas.
I. Puntos impropios en la intersección de dos conos.
Sean dos conos de vértices S y T cuyas directrices son las curvas dS y dT de la
(fig. 367).
Para hallar las generatrices paralelas de los
conos, efectuamos una traslación con el cono S
hasta que su vértice coincida con T. En esta for-
ma, con vértice T tendremos un cono S1
homotético del cono S y cuya directriz ds1 se ha-
lla como indicamos en la página 329.
Si la nueva directriz ds1 del cono trasladado
corta adT en cuatro puntos 1, 2, 3, 4 (fig. 367), a
(Fig. 367)
las generatrices T1, T2, T3, T4 corresponderán,
en el cono de vértice S, cuatro generatrices res-
pectivamente paralelas. Por consiguiente, la intersección de los dos conos tendrá
cuatro puntos impropios determinados por las generatrices paralelas de una y otra
superficie.
La tangente en cada uno de esos puntos impropios es la intersección de los pla-
nos tangentes a lo largo de esas generatrices paralelas. Para hallarlas, se procede
como indicamos en el (N.° 282).
Por ejemplo, la tangente en el punto impropio determinado por las generatrices
S4 y T4 se obtiene uniendo ese punto impropio con el punto P en que se cortan las
tangentes en cada punto 4 de las directrices ds y dT.
Como cada una de las tangentes así obtenidas es una recta propia, cada uno de
los cuatro puntos impropios admite asíntota, es decir que la intersección tendrá cua-
tro ramas hiperbólicas.
393

Si la directriz del cono trasladado tiene la posición dsi de la (fig. 368), las
generatrices T1 y T3 se presentan como en el caso anterior determinando así dos
ramas hiperbólicas de la intersección.
Las generatrices S2 y T2 también deter-
minan un punto impropio de la intersección,
pero ese punto no admite asíntota ya que los
planos tangentes a los conos Sy Talo largo
de las generatrices S2 y T2 son paralelos, y,
por lo tanto, su intersección es una recta im-
propia. Se tendrá entonces, para ese punto, una
rama parabólica en la intersección. (Fig. 368)

Razonando en la misma forma se deduce que si dT y ds1 se cortan en dos puntos,


la intersección de los conos tendrá dos ramas hiperbólicas. Si dT y dS1 son tangentes
en un punto, la intersección tendrá una rama parabólica, y si dr y ds1 son tangentes en
dos puntos, la intersección tendrá dos ramas parabólicas.
Resumiendo, podemos establecer que: la curva de intersección de dos conos de
directrices cerradas tiene tantos puntos impropios o ramas infinitas como puntos
comunes tengan la directriz del segundo cono y la directriz del cono trasladado. Las
ramas infinitas serán hiperbólicas o parabólicas (tendrán o no asíntotas), según que
sus puntos impropios correspondan respectivamente a un punto de corte o a un punto
de contacto de las directrices mencionadas.

II. Puntos impropios en la intersección de un cono y un cilindro.


Para que la intersección de un cono y un cilindro de directrices cerradas tenga
puntos impropios, es necesario que el cono tenga alguna directriz paralela a las del
cilindro.

Para averiguarlo, se traza por el vértice S del cono (fig. 369) una paralelaSTa las
generatrices del cilindro. Si esa paralela pertenece a la superficie cónica, la curva de
intersección tendrá puntos impropios, puesto que existirán generatrices paralelas de
ambas superficies.

Pueden presentarse dos casos:

a. La tangente en Tala directriz del cono,


corta o es tangente a la directriz del cilindro.

Es el caso de intersección de la (fig. 369)


en que el punto de divergencia es T.
Cada plano auxiliar (por ej. STA) corta al
cono según otra generatriz (SA) y al cilindro
(Fig. 369) según generatrices (V∞3).
394
Los puntos de corte (el 3) de esas generatrices coplanares de ambas superficies,
son de la intersección.

Tomando otros planos auxiliares, de modo que el punto A se aproxime al T, se


hallarán nuevos puntos de la intersección, hasta que cuando A coincida con T se
tendrá un punto impropio de la intersección que estará contenido en el plano tangente
ST12 (dicho punto queda determinado por ST y V∞1).

Análogamente, tomando planos auxiliares como STB se hallarán otros puntos de


la intersección (SB con V∞7) y cuando uno de esos planos ocupe la posición ST12, el
punto que se obtenga en ese plano auxiliar será impropio (es el determinado por ST y
V∞2).

Es decir que la intersección se compondrá de dos ramas infinitas separadas por


ST, cada una de las cuales tiene un punto impropio que son las intersecciones de la
generatriz ST del cono con las generatrices V∞1 y V∞2 del cilindro.

Además, esas ramas infinitas admiten asíntotas que son respectivamente las
generatrices V∞l y V∞2 del cilindro, puesto que los planos tangentes al cono a lo
largo de ST y al cilindro a lo largo de V∞1 y V∞2 se cortan según V∞1 y V∞2.

En consecuencia, esas rectas, por ser las tangentes en los puntos impropios de la
intersección, son asíntotas de dicha curva, que, por lo tanto, tendrá dos ramas
hiperbólicas.

b. La tangente en T a la directriz del cono no corta a la directriz del cilindro.

En este caso, cada plano auxiliar que pase por ST y dé puntos de la intersección,
corta al cono según otra generatriz y al cilindro según dos generatrices coplanares,
obteniéndose, en consecuencia, puntos propios de la intersección.

Es decir que dicha curva no tendrá puntos impropios.

Resumiendo, podemos establecer que: la curva de intersección de un cono y un


cilindro de directrices cerradas tiene puntos impropios o ramas infinitas, si una
generatriz del cono es paralela al cilindro y si el plano tangente al cono a lo largo de
esa generatriz corta o es tangente al cilindro. A cada generatriz de corte o de tangencia
corresponderá una rama hiperbólica de la intersección que tendrá como asíntota
esa misma generatriz.

III. Puntos impropios en la intersección de dos cilindros.

La intersección de dos cilindros de directrices cerradas es siempre una curva


cerrada, salvo cuando los cilindros tienen el mismo vértice, en cuyo caso la intersec-
ción se compone de generatrices (N.° 281).

Para que la intersección sea una curva abierta, es decir que tenga puntos impro-
pios, es necesario que alguna de las directrices, o ambas, sean curvas abiertas, lo cual
395
es poco frecuente en la práctica. En esos casos, para que la intersección tenga puntos
impropios basta con que la traza de alguno de los planos auxiliares (paralelos a las
generatrices de los dos cilindros) sea secante a una de las directrices y tangente en un
punto impropio a la otra directriz.

PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XX

Conos.
1. Se dan dos planos α y β de perfil (β está situado 20 cm. a la derecha de α). En el
plano α se consideran los puntos S (18 cm., 3 cm.) y O (cero cm., 18 cm.), y en el plano β los
puntos T (18 cm., 3 cm.) y C (0 cm., 17 cm.).
Hallar la intersección de dos conos de vértices SyT, cuyas bases son circunferencias del
plano horizontal de centros C y O respectivamente, y radios 9 cm. y 5 cm. Dibujar las proyec-
ciones del sólido común a los dos conos.
2. Se da un cono recto de 10 cm. de altura apoyado en un plano α de perfil. Su base es
una circunferencia de 4 cm. de radio que es tangente a los planos de proyección y el vértice del
cono se halla a la izquierda de α.
Hallar la intersección de dicho cono con otro cono recto de 80 mm. de altura apoyado en
un plano horizontal ω y cuyo vértice está en el horizontal de proyección. La base del segundo
cono es una circunferencia de centro O (80 mm., 45 mm.) y radio 45 mm. El punto O está
situado 45 mm. a la izquierda del plano α.
3. Se considera un cono oblicuo apoyado en un plano α de perfil. Su base es una
circunferencia de centro O (5 cm., 5 cm.) y 5 cm. de radio y su vértice V (0 cm., 5 cm.) está
situado 15 cm. a, la derecha del plano α.
Hallar la intersección de dicho cono con otro cono de vértice S (0 cm., 12 cm.) apoyado
en el plano vertical. La base del segundo cono es una circunferencia de centro C (4 cm., 0 cm.)
y 4 cm. de radio, y los puntos Sy C pertenecen a un mismo plano de perfil situado 5 cm. a la
derecha del plano α.
4. Se dan los puntos O (5 cm., 0 cm.) y C (0 cm., 8 cm.) situados en un plano de perfil
α, y los puntos S (14 cm., 0 cm.) situado 8 cm. a la derecha de α y T (0 cm., 11 cm.) situado 13
cm. a la derecha deα. Interceptar un cono de vérticeS y base circular en el plano horizontal de
centro C y radio 3 cm., con otro cono de vértice Ty base circular en el plano vertical de centro
O y radio 45mm.

Cono y cilindro.
5. En un plano α proyectante vertical que forma un ángulo de 45° con el horizontal y
cuya traza vertical se extiende indefinidamente por encima de LT hacia la derecha del depura-
do, se toma un punto O (7 cm., 9 cm.). Se considera un cilindro de generatrices paralelas a LT,
cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro O y 3 cm. de radio.
Se da un cono recto de 9 cm. de altura cuya base es una circunferencia horizontal de
centro C (12 cm., 7 cm.) y 45 mm. de radio (el vértice del cono tiene la menor cota
posible).
396
Hallar la intersección del cono y el cilindro, y determinar la tangente en un punto de la
intersección que pertenece a una generatriz del cono cuya proyección horizontal forma un
ángulo de 45° con LT.
6. En un plano α proyectante horizontal que forma un ángulo de 60° con el vertical y
cuya traza horizontal se extiende indefinidamente por debajo de LT hacia la derecha del depu-
rado, se toma un punto O (5 cm., 4 cm.). Se considera un cilindro cuya base es una circunfe-
rencia apoyada en α de centro O y 4 cm. de radio y cuyas generatrices son rectas horizontales
que forman ángulos de 15° con el plano vertical y en dirección pasan de la parte superior
izquierda del depurado a la parte inferior derecha.
Interceptar el cilindro con un cono apoyado en el plano vertical. La base es una circunfe-
rencia de centro C (6 cm., 0 cm.) y radio 6 cm. y el vértice es un punto S (0 mm., 125 mm.). El
punto C está 9 cm. a la derecha de α’’ y el punto S está 126 mm. a la derecha de C.
7. Se dan los puntos O (4 cm., 0 cm.) y S (0 cm., 10 cm.) de modo que S se halle 8 cm.
a la derecha de O.
Considerando un cilindro recto de generatrices paralelas a LT cuya base es una circunferen-
cia de 4 cm. de radio tangente a los planos de proyección interceptarlo con un cono de vértice 5
apoyado en el plano vertical y cuya base es una circunferencia de centro O y 4 cm. de radio.
8. En un plano de perfil se toman los puntos O (5 cm., 0 cm.), S (0 cm., 12 cm.) y C (0
cm., 4 cm.).
Se considera un cono de vértices y cuya base es una circunferencia del plano vertical de
centro O y radio 5 cm.
Hallar la intersección del cono con un cilindro cuya base es una circunferencia del hori-
zontal de centro C y radio 4 cm. y cuyas generatrices son rectas frontales que forman un
ángulo de 75° con el plano horizontal (en proyección vertical, las frontales pasan de la parte
inferior izquierda del depurado a la parte superior derecha).
Determinar la tangente en un punto de la intersección que pertenece a una generatriz del
cilindro cuya proyección vertical corta a la base con cota 95 mm.
9. Sobre una recta paralela a LT de cota 5 cm. y alejamiento 6 cm. tomar un segmento
OC de longitud 8 cm. (C a la izquierda de O). Por el punto C trazar un plano β proyectante
vertical que forme un ángulo de 60° con el horizontal y cuya traza vertical se extienda indefi-
nidamente por encima de LT hacia la izquierda del depurado. Por el punto O trazar un plano α
paralelo a LT que forme un ángulo de 60° con el horizontal y cuya traza α’ tenga el mayor
alejamiento posible.
Se considera un cilindro cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro O y
radio 4 cm. Las generatrices son de perfil y forman ángulos de 60° con el horizontal.
Hallar la intersección del cilindro con un cono recto de 16 cm. de altura y cuya base es
una circunferencia apoyada en β de centro C y radio 4 cm. El vértice del cono tiene la mayor
cota posible.

Cilindros.
10. Por un punto P de LT trazar un plano α como el del problema N.° 5. Por un punto Q
de LT situado 12 cm. a la derecha de P, trazar un plano proyectante horizontal cuya traza β’ sea
paralela a α’ .
Se considera un cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro C
(75 mm., 75 mm.) y radio 23 mm.
397
Interceptarlo con otro cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en β de
centro O (35 mm., 25 mm.) y radio 25 mm.
11. Se dan los puntos C (5 cm., -5 cm.) y O (4 cm., 4 cm.) de modo que O se halle 2 cm.
a la derecha de C.
Determinar la intersección de dos cilindros rectos apoyados en los planos bisectores y
cuyas bases son circunferencias de 4 cm. de radio que tienen los puntos C y O como centros.
12. Sobre una recta vertical se toman los puntos C (55 mm., 57 mm.) y O (50 mm., 57
mm.). Por la recta CO se trazan planos proyectantes horizontales α y β que forman respectiva-
mente ángulos de 60° y 45° con el plano vertical (α’’ está a la izquierda de CO y β’’ está a la
derecha de CO).
Un cilindro recto tiene como base una circunferencia apoyada en α de centro O y radio
50 mm. Interceptarlo con otro cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en β de
centro C y radio 55 mm.
13. Se da un cilindro de generatrices normales al segundo bisector cuya directriz es una
circunferencia del plano vertical de centro C(5 cm., 0 cm.) y radio 4 cm.
Hallar la intersección con otro cilindro cuya directriz es una circunferencia de perfil de
centro O (11 cm., 3 cm.) y radio 2 cm. situada 7 cm. a la derecha del plano de perfil de C. Las
generatrices de este cilindro son rectas horizontales que forman ángulos de 30° con el plano
vertical y cortan al primer cilindro totalmente en el primer diedro.
14. Se dan los puntos C (3 cm., -3 cm.) y O (11 cm., 0 cm.) de modo que O esté 7 cm. a
la derecha de C. Tomar una dirección (g’’, g’) de tal manera que g’’ forme 45° con LT, g’ forme
30° con LT y ambas proyecciones se corten hacia la izquierda del depurado.
Se considera un cilindro apoyado en el plano vertical, su base es una circunferencia de
centro O y radio 45 mm. y sus generatrices son rectas de perfil que, en el primer diedro,
forman ángulos de 30° con el plano horizontal.
Interceptarlo con otro cilindro cuya base es una circunferencia apoyada en el segundo
bisector de centro C y tangente a la línea de tierra. Las generatrices de este cilindro son para-
lelas a la dirección g.
CAPITULO XXI
ÁNGULOS TRIEDROS

290. Definiciones. — Se llama ángulo poliedro a la figura formada por varios


ángulos planos con el vértice común, teniendo dos a dos un lado común.

El vértice común se llama vértice del ángulo poliedro, los ángulos planos se
denominan caras y los lados comunes son las aristas.

Los ángulos poliedros de tres caras se denominan triedros.

En la (fig. 370, I) se tiene un triedro de vértice H cuyas caras son los ángulos
planos a, b, c y cuyas aristas son las semirrectas Hαo, Hβo e i. Cada una de ellas es la
intersección de los planos de dos caras. Así los semiplanos α y β se cortan según la
arista i formando además ambos semiplanos un ángulo diedro que designaremos C.
Los semiplanos β y γ se cortan según la arista Hβo formando ambos semiplanos un
ángulo diedro A y los semiplanos γ y α se cortan según la arista Hα0 formando un
ángulo diedro B.

Las tres caras y los tres ángulos diedros se denominan elementos del triedro y se
demostrará que dados tres elementos de un triedro se pueden hallar los tres elementos
restantes. Es lo que se llama resolver un triedro.

En consecuencia se tendrán seis casos de resolución de triedros:


1.° Se dan las tres caras (a, b y c).
2. ° Se dan dos caras y el diedro comprendido (c, a y B).
3. ° Se dan dos caras y el diedro opuesto a una de ellas (c, a y A).
4. ° Se dan dos diedros y la cara comprendida (B, A y c).
5. ° Se dan dos diedros y la cara opuesta a uno de ellos (B, A y a).
6. ° Se dan los tres ángulos diedros (A, B y C).

291. Propiedades de los triedros.

En Geometría del Espacio se demuestra que «si desde un punto situado en el


interior de un ángulo diedro se trazan las perpendiculares a cada una de sus caras,
el ángulo que forman dichas perpendiculares es suplementario del rectilíneo del
diedro considerado».
399
Aplicando esta proposición demostraremos la siguiente

Propiedad I. — Si por un punto H’ tomado en el interior de un ángulo triedro (fig.


370, I) se trazan las perpendiculares HA’, HB’ y HC α las tres caras α, β y γ, estas
perpendiculares forman un triedro de vértice H’ llamado suplementario del triedro
dado, siendo sus caras a’, b’y c’ suplementarias de los ángulos diedros A, B, y C y
recíprocamente los diedros A’, B’ y C’ son suplementarios de las caras a, b y c del
triedro dado.

(Fig. 370)

Demostraremos que c’ + C = 180° y que c + C’= 180° siendo completamente


análoga la demostración para las otras caras y diedros.

Por ser H’A’ y H’B’ perpendiculares a los planos α y β, en el cuadrilátero H’A’IB’


tendremos:

áng.A’H’B’ + 90° + áng. B’IA’ + 90° = 360°

o sea que

c’ + C = 360° - 180° = 180°

Recíprocamente, por ser H’A’ y H’C’ perpendiculares a α y a γ resulta ser HL


perpendicular al plano A’H’C’; y por análogo razonamiento resulta ser HJ perpendi-
cular al plano B’H’C.
400
Se tienen así trazadas por H dos perpendiculares HL y HJ a dos caras
A’H’C’ y B’H’C’. Por consiguiente, el ángulo LHJ = c que forman dichas perpen-
diculares es suplementario del diedro C’ que forman los planos A’H’C’ y
B’H’C’.

O sea que c + C’ = 180°.

Esta propiedad permite reducir los seis casos indicados de resolución de triedros
a solamente tres casos, utilizando triedros suplementarios.

Así el 6.° caso se puede resolver en la misma forma que el primer caso.

En efecto, si se conocen los diedros A, B y C de un triedro de vértice H, un triedro


suplementario de vértice H’ tiene por caras 180° - A, 180° - B y 180° - C. Resolviendo
el triedro H’ (l.er caso) se hallan sus diedros cuyos suplementos serán las caras del
triedro dado H.

En la misma forma el 4.° caso se reduce al 2.° y el 5.° al 3.° .

Otras propiedades necesarias y suficientes de los triedros cuyas demostraciones


corresponden a la Geometría del Espacio y que deberán tenerse en cuenta en las
construcciones de triedros, son las siguientes:

II. Cada cara de un triedro es menor que la suma de las otras dos y mayor que su
diferencia.

III. La suma de las caras es menor que 360°.

IV. La suma de los tres ángulos diedros está comprendida entre 180° y 540°.

V. Cada ángulo diedro aumentado en 180° es mayor que la suma de los otros dos
diedros.

292. Resolución de triedros. — Ya hemos dicho que resolver un triedro consiste


en hallar los tres elementos restantes conociendo tres elementos dados. Como para
ello no interesa la posición de los elementos con respecto a los planos de proyección,
se facilita la resolución de triedros considerándolos ubicados de la manera indicada
en la (fig. 370, II).

O sea con una cara γ coincidiendo con el plano horizontal, otra cara α como
proyectante vertical y la tercer cara β como un plano cualquiera.(*)

En esa forma las aristas del triedro de vértice H son α’, β’ e i; las catas serán
a ≡ t, α’; b ≡ i, β’; c ≡ α’, β’ y los diedros serán B ≡ α. Plano Horiz.; A ≡ β.
Plano Horiz. y C ≡ α, β.

(*) Si el triedro fuese fijado en una posición cualquiera, siempre puede llevarse por cambio de planos o
por giros, a la posición particular indicada.
401
Teniendo un triedro en esa posición, hallar sus elementos se reduce a problemas
ya conocidos de ángulos.

La cara c se tendrá directamente en verdadera magnitud en el plano horizontal.


La cara a se obtiene abatiendo la recta i con charnela α’ hasta tener en el plano
horizontal el ángulo (α’, i). La cara b se obtiene abatiendo la recta i con charnela β’
hasta tener en el plano horizontal el ángulo (β’, i).

El diedro B se tiene directamente en el plano vertical (α’’, LT) por ser α


proyectante vertical. El diedro A que forma β con el plano horizontal se puede
hallar por cualquier procedimiento conocido, por ejemplo giros (pág. 152). Fi-
nalmente el diedro C se obtiene hallando el ángulo que forman los planos α y β
(método de la pág. 197).

Nota . — Hay que tener en cuenta que contrariamente a lo establecido al tratar


problemas de ángulos, al construir triedros pueden considerarse los ángulos agudos u
obtusos. Al tomar entonces las rectas y planos que determinan las caras y diedros
habrá que elegir las semiσectas o semiplanos que convengan a los datos o resultados
angulares que se tengan.

293. Primer caso. — Resolver un triedro conociendo las tres caras a, b y c.

Considerando el triedro en la posición indicada en el (N.° 292) tomamos en


la (fig. 371) las aristas α’ y β’ en el plano horizontal formando entre sí el ángu-
lo de la cara c y de modo que α’ sea perpendicular a LT por ser α proyectante
vertical.

La tercer arista i ≡ α, β abatida con


charnela α’ en i formará con α’ el ángulo a y
si la consideramos abatida con charnela β’ en
i1β, formará con β’ el ángulo b.

Tomando un punto abatido P en i1α, su


posición en el otro abatimiento i1β se hallará
haciendo H’P1β = H P1α por tratarse de dos
abatimientos diferentes de un mismo segmen-
to HP. Trazando luego por cada P1 la normal
a su respectiva charnela, en la intersección de
dichas normales queda determinada la proyec-
ción P’ del punto y reconstruyendo su trián- (Fig. 371)
gulo de abatimiento se halla el cateto igual a
la cota de P. Tomando esa cota en línea de correspondencia de P’ hallamos P’ y como
P es un punto de la arista i, uniéndolo con el vértice H del triedro se obtiene la tercer
arista (i’’, i’) con la cual queda construido el triedro por sus aristas i, α’ y β’.
402
Para hallar los elementos restantes se observa que por ser α proyectante vertical,
α’’ coincide con i’ y se tiene directamente sobre el vertical el diedro B de las caras α
y plano horizontal.

Con un eje de giro vertical 1x que pase por un punto de i, colocamos β como
proyectante vertical en 1β obteniendo así en A el diedro de las caras β y plano hori-
zontal.

Finalmente, con el método de la (pág. 197) para hallar el ángulo diedro de dos
planos, trazando φ’ normal a i’ y QK normal a i1α, se describe un arco de circunferen-
cia de centro Q y radio QK hasta cortar a i’ en un punto que unido con los puntos fijos
da el diedro C de α y β.

294. Segundo caso. — Resolver un triedro conociendo dos caras a, c y el diedro


comprendido B.

Se toman en el plano horizontal (fig. 372) las aristas α’ y β’ formando el ángulo


de la cara c y siendo α’ normal a LT. La tercer arista i abatida con charnela α’ en i1α
formará con α’ el ángulo a.

Como se conoce el ángulo B que forma α con


el plano horizontal, se puede trazar α’’ directa-
mente por ser el plano α proyectante vertical. Que-
dan así colocados los datos c, ay B.

Tomando un punto abatido P1α de la tercer


arista i hallamos su proyección vertical P’ sabien-
do que por pertenecer a i debe estar en i’ ≡ α’’.
Luego, en la intersección de la línea de corres-
pondencia de P’ y la normal a la charnela trazada
por P1α se determina P’.

Uniendo el vértice H del triedro con P se de-


(Fig. 372) termina la tercer arista (i’, i’) que conα’ y β’cons-
tituyen el triedro dado.

En la misma forma que en el caso anterior, utilizando un eje de giro vertical 1x se


halla el diedro A; y con el método para hallar el ángulo de dos planos trazando φ’
normal a i’, etc. se halla el diedro restante C.

Finalmente, se abate la arista i con charnela β’ (para lo cual se traza por P’ una
normal a β’ que se intercepta con un arco de circunferencia de centro H’ y radio
H’P1α obteniendo en H’P1β un segundo abatimiento del segmento HP y por consi-
guiente de P).

Las rectas H’P1β ≡ i1β y β’ determinan el ángulo b de la cara que faltaba hallar.
403
295. Tercer caso. — Resolver un triedro conociendo dos caras a, c y el diedro
opuesto A a una de ellas.

En la misma forma que los casos anterio-


res se colocan (fig. 373) las aristas α’ y β’ for-
mando el ángulo de la cara c y también i1α aba-
tida formando con α’ el ángulo de la cara a.
Como se conoce el diedro A que forman β y el
plano horizontal, por medio de un eje de giro
vertical 1x giramos β’ hasta que 1β sea
proyectante vertical y formando el ángulo A
trazamos 1β’’. Uniendo el punto fijo (intersec-
ción de 1x con 1β’ ) con el punto de corte de β’
y LT se obtiene β’’. Hemos colocado así los
datos c, a y A.

Considerando un punto P1αde la tercer aris-


(Fig. 373)
ta i abatida, lo levantaremos. Para ello se observa
que como α es proyectante vertical, el plano en
que gira P1αal levantarlo es un plano frontal ω’.
Además P deberá pertenecer a β puesto que es un punto de i ≡ α, β y, en consecuen-
cia, P será un punto de la frontal (f’’,f’) ≡ ω, β. Luego, en la intersección del arco de
circunferencia de levantamiento de P1α conf’’ se halla P’ y en su línea de correspon-
dencia y sobre ω’ se halla entonces P’.

Uniendo P con H se tiene la tercer arista i con la cual queda construido el triedro
i, α’, β’.

Como i’ ≡ α’’ se tiene directamente el diedro B; y en la misma forma que en los


casos anteriores, trazando φ’ normal a i’, etc. se halla el ángulo de los planos α y β
que es el diedro C.

Finalmente, la cara b (ángulo de i con β’) se obtiene abatiendo i con charnela β’,
para lo cual se abate P en P1β obtenido en la intersección de la normal trazada por P’
a β’ con el arco de circunferencia de centro H’ y radio H’P1α.

296. Cuarto, quinto y sexto casos. — De acuerdo con lo expresado en el (N.°


291), considerando triedros suplementarios cuyas caras y ángulos diedros son res-
pectivamente suplementarios de los diedros y las caras del triedro dado, el 6.° caso
se resuelve como el l.°; el 4.° caso como el 2.° y el 5.° caso como el 3.°.

Como ejercicio, pueden resolverse directamente los casos 4.°, 5.° y 6.° de una
manera análoga a la utilizada para los casos anteriores tomando el triedro en la posi-
ción particular ya indicada.
404

297. Triedros trirrectángulos y trirrectángulos. — Los triedros birrectángulos


se obtienen trazando una normal al plano de dos rectas que se cortan en ángulo agudo
u obtuso. Estos triedros tienen dos diedros rectos y también lo son las caras opuestas.
El tercer diedro tiene igual valor angular que su cara opuesta formada por las rectas
que se cortan en ángulo agudo u obtuso.
Su representación no presenta mayor interés.
Los triedros trirrectángulos se componen de tres diedros y tres caras planas de
90°, es decir que sus elementos son todos conocidos, por lo cual sólo presenta alguna
particularidad su representación.
Por ejemplo, resolveremos el siguiente

Problema. — Dado un punto S y las proyecciones horizontales m’, n’, p’ de tres


rectas que pasan por S’, hallar sus proyecciones verticales sabiendo que son aristas
de un triedro trirrectángulo de vértice S.
Si se corta al plano de m y n (fig. 374) con un plano horizontal ω, la intersección
será una recta horizontal h cuya proyección A’ deberá ser normal ap’ (puesto que por
formar un triedro trirrectángulo, p es normal al plano de m y n y por lo tanto a las
horizontales de ese plano).
Luego, si con charnela h’ se abate el punto 5,
su abatimiento unido con los puntos fijos de la
charnela M’ y N’ darán la verdadera magnitud de
la cara (m, n), es decir un ángulo de 90°. En con-
secuencia, se halla S1 ubicándolo en la normal a
la charnela trazada por S’ y formando con M’ y N’
un ángulo de 90°.
Conociendo entonces D’, S1 y la charnela h’se
reconstruye el triángulo de abatimiento hallando
la cota c de S con respecto al plano de abatimien-
to. Tomando esa cota hacia arriba o hacia abajo
de S’ queda determinado el plano de abatimiento
ω’’ y en el h’’. Luego, en líneas de corresponden-
(Fig. 374)
cia de M’yN’ y sobre h’ se ubican M’ y N’ que
unidos con S’ determinan las proyecciones restantes m’ y n’ de las aristas m y n.
Trazando después por N’ una frontal f’ de plano de m y n, por líneas de corres-
pondencia se halla f’’, y la tercer arista p tendrá su proyección vertical p’’ normal a f’ ,
por ser p normal al plano de m, n y f
Un problema completamente análogo a éste es el siguiente: Dado un triángulo
horizontal (si fuese un triángulo cualquiera siempre puede llevarse a la posición
horizontal), hallar el punto que unido con los vértices del triángulo forma un triedro
trirrectángulo.
405
PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO XXI

Resolver un triedro conociendo los siguientes datos:


1. a = c = 45°, b = 60°.
2. c = 75°, α = 30°, B = 105°.
3. c = 45°, a = 75°, A = 60°.
4. c = 120°, B = 60°, A = 75°.
5. a = 120°, B = 60°, A = 75°.
6. A = 30°,B = 75°, C= 120°.
7. Dado un plano α proyectante vertical, trazar por un punto de α un plano que forme
ángulos dados con α y con el plano horizontal.
8. Por un punto S (2 cm., 7 cm.) trazar una recta r de fuga. Representar una pirámide de
vértice S y aristas r, m y n. La arista m es horizontal y forma 60° con r, y se sabe que la arista
n forma ángulos de 60° con m y con r. La base de la pirámide pertenece al primer bisector.
9. Tomar dos planos α y β que formen un ángulo de 30° y tengan las trazas horizonta-
les coincidentes. Resolver el triedro formado por los planos α, β y el primer bisector.
10. Hallar el ángulo que forman dos rectas dadas, conociendo la proyección horizontal
del ángulo, y el ángulo que cada recta forma con una vertical que pasa por el punto de corte de
las rectas dadas.
11. Dadas dos rectas my n del segundo bisector, hallar un punto S sabiendo que dista 8
cm. de m, 6 cm. de n y 4 cm. del segundo bisector. Hallar los ángulos que forman las rectas m
y n con la recta que pasa por S y por el punto de corte de m y n.
12. Demostrar que todo plano normal a la intersección de los planos bisectores de los
diedros de un triedro cualquiera, corta a las caras del triedro bajo el mismo ángulo.
13. Por un punto dado trazar un plano cuyo ángulo de sus trazas mida 60° y tal que
forme ángulos iguales con los planos de proyección.
14. Dados dos planos α y β proyectantes verticales, hallar un plano que forme con α y β
un triedro con dos caras iguales y de modo que la cara situada en el plano hallado mida un
ángulo dado.
15. Dadas dos rectas m y n del primer bisector, trazar dos planos α y β que pasen por m
y n de modo que el triedro formado por (m, n), α y β tenga las otras dos caras iguales y que el
diedro opuesto a (m, n) mida 60°.
16. Hallar las trazas de un plano que corta a los planos de proyección y a un plano de
perfil dado según un triángulo de lados 9 cm., 10 cm. y 12 cm.
17. Hallar las proyecciones del lugar geométrico de los puntos equidistantes de las ca-
ras del triedro del problema anterior.
18. Hallar la proyección de un triedro trirrectángulo sobre un plano que corta a sus tres
aristas, conociendo: 1.°) la proyección de una arista y los ángulos que esta arista y otra forman
con el plano de proyección; 2.°) las proyecciones de dos aristas y el ángulo que una de ellas
forma con el plano de proyección.
19. Se dan los puntos P (8 cm., 4 cm.), Q (8 cm., 9 cm.) y R (8 cm., 5 cm.) estando Q, 1
cm. a la derecha de P; y R,5 cm. a la derecha de Q. Representar un cubo del cual PQR es una
sección plana, sabiendo que un vértice B del cubo está por encima del plano de la sección y
que el vértice opuesto a B pertenece al plano horizontal.
406
PROBLEMAS PROPUESTOS EN EXÁMENES DE
GEOMETRÍA DESCRIPTIVA REALIZADOS EN EL AÑO 1968
TETRAEDRO REGULAR
1. Dado I (5cm., 4cm.) hallar plano α que diste 3cm. de I, forme 60° con el plano
horizontal y sea normal al 2° bisector. Representar tetraedro regular con una cara ABC en α,
su centro I y un vértice A con la mayor cota posible.
2. Representar un tetraedro regular de arista 7 cm., siendo I (6cm., 3cm.) el centrode la
cara ABC y de modo que el plano de la caraBCD forme 60° con el 2.° bisector y 45° con el 1er.
bisector. Elegir el punto I por encima del plano BCD y un vértice de la cara BCD lo más a la
derecha posible.
3. Por un punto D (l0cm., 8cm.) trazar recta r que forme 45° con el plano vertical y 30°
con los planos de perfil. Representar tetraedro regular ABCD con una aristaDA en r y de modo
que la altura DI forme 45° con el plano horizontal. Elegir el centro I de la cara ABC con cota
5cm. y lo más a la izquierda posible (tomar A con menor cota que D).
4. Por M (9cm., 5cm.) trazar recta m que forme 45° con el 1er. bisector y 30° con el
plano horizontal. Representar tetraedro regular con una arista BC en m, siendo M su punto
medio, y la arista opuesta horizontal y a 7 cm. de M.
5. Representar un tetraedro regular de arista 5cm. Una arista está en una recta r que
forma 30° con el plano vertical, 45° con el plano horizontal y corta a LT. El punto medio de la
arista opuesta deberá ser un punto M (5cm., 7cm.) situado lo más a la izquierda posible.
6. Dado R (4cm., 4cm.), hallar punto D, perteneciente a LT y a la derecha de R, tal que
RD = 9cm. Representar tetraedro regular con un vértice D, siendo R un punto situado en la
tercera parte más próxima a A del segmento AM (ver fig. 243). La cara DBC deberá tomarse
normal al 2.° bisector.

CUBO
1. Por un punto A (3cm., 8 cm.) trazar plano α que forme 45° con el plano horizontal y
30° con LT. Representar cubo con un vértice A, un plano diagonal en α y de modo que las
aristas que no cortan a α tengan en proyección horizontal una dirección d’que forma,30° con
LT. Elegir el otro extremo de la diagonal que pasa por A con la menor cota positiva.
2. Por un punto O (5cm., 5cm.) trazar una frontal f ortogonal a una dirección d que
forma 30° con el plano horizontal y 30° con los planos de perfil. Representar un cubo de arista
5cm., siendo f la recta que une los puntos medios de dos aristas FA y NC (fig.252). Elegir un
vértice B (2cm., 2cm.) situado a la derecha de O.
3. Representar un cubo de centro O (8cm., 8cm.) con una diagonal FC- 9cm. normal
al 1er. bisector. La cara FGNM (fig. 252) deberá elegirse normal al 2.° bisector.
4. Representar un cubo de arista 6cm., siendo B (9cm., 3cm.) el vértice más a la
derecha y de modo que una arista BC forme 45° con el 1er. bisector y diste 4cm., de LT (B
es el vértice de menor cota del cubo). Elegir la diagonal de cara CA (ver fig. 252), de
perfil.
5. Hallar recta r que forme 30° con el plano horizontal y 45° con el plano vertical, diste
4cm. de un punto O (8cm., 6cm.) y corte a LT. Representar un cubo de centro O, con un arista
enr.
407
6. Dado un punto F (3cm., 10cm.), hallar plano α que diste 3cm. de F, forme 45° con
los planos de perfil y sea normal al 2.° bisector Representar un cubo con un vértice F y los
vértices M, G y A (fig. 252) en el plano α, siendo M el vértice más a la izquierda.

OCTAEDRO REGULAR
1. Dado un punto A (6cm., 8cm.), hallar punto B con mayor cota que A y lo más a la
derecha posible, de modo que el segmento AB = 8cm. forme 30° con el plano horizontal.
Representar octaedro regular con una diagonal AB y de modo que una de las caras que pasan
por A sea normal al 2.° bisector.
2. Hallar una dirección d que forme 30° con los planos de perfil y 45° con el 1 er. bisector.
Representar un octaedro regular de arista 10 cm., centro O (6cm., 6cm.) y dos aristas paralelas a
d, de modo que estas aristas queden lo más a la derecha y lo más a la izquierda posible.
3. Por un punto A (6cm., 4cm.) trazar recta r que forme 30° con el plano horizontal y
45° con el plano vertical. Representar un octaedro regular de arista 4cm. con un vértice A y una
diagonal ACen r. Una arista AB deberá formar 30° con un plano α (α’’ forma 30° con LT y α’
forma 45° con LT), y B deberá elegirse con menor cota que A.
4. Representar un octaedro regular de arista 8cm. con un vértice A (8cm., 8cm.), una
aristaAB paralela aLTy de modo que una de las caras que pasan porA forme 75° con el plano
vertical.
5. Por un punto O (5cm., 6cm.) trazar recta r que forme 30° con el plano horizontal y
45° con los planos de perfil. Representar un octaedro regular de arista 5 cm., centro el punto O
y una diagonal A C en r (A menor cota que C); y de modo que el centro de una de las caras que
pasan por A esté situado lo más a la derecha posible.
6. Representar un octaedro regular de arista 10 cm. con un vértice A (4cm., 4cm.) y
centro un punto O. Este punto tiene cota y alejamientos mayores que 4 cm., su línea de corres-
pondencia está a 5 cm. a la derecha de A y A’O’ = 6 cm. La recta que une los centros de dos
caras opuestas forma 30° con los planos de perfil.

PIRAMIDE
1. Por un punto O (8cm., 8cm.) trazar plano α normal al 2.° bisector que forme 60° con
el plano horizontal. Construir en α un cuadrado de centro O, lado 5 cm., con un lado AB
cortando a LT y formando el mayor ángulo posible con α’. Representar una pirámide regular
que tenga ese cuadrado como base y de modo que la sección con un plano que pasa por AB y
forma 45° con α es un trapecio de altura 5cm. Elegir el vértice restante con la menor cota
posible. Hallar la sección de la pirámide con un plano bisector del diedro que forman α y el
plano horizontal.
2. Representar pirámide regular S ABCD de base cuadrada ABCD. El centro de la
esfera inscripta es un punto O (3 cm., 5 cm.); el radio de dicha esfera es 2.5 cm; la altura de la
pirámide es 10 cm. y el vértice S pertenece al 1er. bisector (elegir solución de mayor cota). Un
lado de la base forma 30° con los planos de perfil y 45° con el 2.° bisector.
3. El punto O (6cm., 6 cm.) es el centro de la base de una pirámide regular SABC de
base triangular equilátera. La altura de la pirámide es 10 cm. y el lado de la base 6 cm. Una
cara lateral SAB deberá formar 60° con el plano horizontal y 45° con los planos de perfil.
Elegir S lo más alto posible.
408
4. Por un punto O (5cm., 6 cm.) trazar plano α que forme 45° con el plano horizontal
y 60° con el plano vertical. Se considera una circunferencia de α de centro O y radio 8 cm.
Hallar los puntos A y B de dicha circunferencia para los cuales la relación de cota a alejamien-
to es 6/5. Representar una pirámide de regular base cuadrada ABCD siendo A y B dos vértices
de la base y de modo que el vértice restante sea S (0cm., 10cm.).

Impreso en mayo de 2000 en TRADINCO S.A.


Minas 1367 - Tel . 409 44 63 - Montevideo - Uruguay
Dβp. Legal N°318.729/00
Edición amparada en el decreto 218/996 (Comisión del Papel)
GEOMETRIA DESCRIPTIVA w. c o ppe t t i

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