Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tal vez estés involucrado en una actividad en la Iglesia como visitar a los
enfermos; o eres catequista preparando niños o adultos para recibir los
sacramentos; o visitas a los internos en la cárcel, o perteneces a un coro.
Quizás eres un Catolico del cerebro; sabes mucho pero no has experimentado
tu fe en lo profundo de tu corazón.
Puedes tener otros síntomas como que Dios no te escucha o vas a Misa y
sales aburrido. Tal vez buscas la felicidad y no la encuentras; estás triste y
fácilmente te molestan las cosas. ¡Algo falta! ¡Algo va mal! No sabes qué,
pero algo falta en tu vida. Es muy probable que no te has enamorado de
Jesús.
En verdad es posible que no sabes qué buscas. Estos síntomas indican que
tienes hambre y sed de Dios. Buscas a Jesús sin saberlo. Cristo quiere llenar
ese vacío que sientes en tu corazón. Solo Él puede hacerte feliz. Solo su amor
es duradero; es eterno. Te falta la vida que te ofrece Jesús. La vida que te
regala Dios es más que un "cumplir" con tres sacramentos e ir a Misa los
domingos. El santo obispo Agustín dijo que fuimos hechos para Dios y
nuestro corazón no estará tranquilo hasta reposar en Él.
¡No tengas miedo! Jesús te busca, déjate encontrar: "Mira que estoy a la
puerta y llamo; si alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a
comer, yo con él y él conmigo" (Apocalipsis 3, 20). ¿No crees que ya es
tiempo de abrir la puerta de tu corazón a Jesús y dejarlo entrar?
La siguiente oración es para que reces cada vez que leas este libro o mejor
cada día…
(Autor desconocido.)
Dios se reveló como el que es rico en amor y fidelidad (cf Éxodo 34, 6).
"En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su
amor, pero también su fiabilidad" (CIC 214). Dios es la Verdad misma, sus
palabras no pueden engañar. Por ello nosotros nos podemos con toda
confianza entregarnos a la verdad, y a la fidelidad de su palabra en todas las
cosas.
"Tanto amó Dios al mundo que entregó su Hijo Único, para que todo
el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3, 16).
Nosotros no podemos existir sin el amor de Dios. Si Dios dejaría de amarnos,
dejaríamos de existir. "Dios es amor" (1a Juan 4, 8). Todo lo hace por amor.
Dios te ama y acepta, no por lo que tienes o no tengas, ni por lo que has
hecho o logrado. Sinceramente y simplemente te ama y acepta. Y su amor es
fiel, fluye constantemente sin parar. Tan perfecto es su amor que nunca te
dejará de amar y siempre estará contigo para llevarte por el camino que Él
tiene para ti. "…Con amor eterno té he amado, por eso prolongaré mi
favor contigo" (Jeremías 31, 3). Él te ama tanto que te prolonga las
oportunidades de cambiar tu vida para vivir plenamente en ese amor que te
tiene.
El amor que te tiene Dios es tan enorme y tan puro que es incondicional;
te ama con todas tus virtudes y todas tus fallas, incluso con tus pecados. "…
Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al
hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna olvidase, ¡yo nunca me
olvidaría de ti! Mira cómo te tengo grabado en la palma de mis
manos…" (Isaías 49, 15-16).
"Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene
de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, pues Dios es
amor. Envió Dios a su Hijo Único a este mundo para darnos la Vida
Nueva por medio de él. Así se manifestó el amor de Dios entre nosotros.
No somos nosotros los que hemos amado a Dios sino que él nos amó
primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados: en esto
está el amor" (1a Juan 4, 10). Ahora el amor ya no es sólo un mandamiento,
sino la respuesta al don de amor. El Amor se paga con amor.
Este hecho es de los más importantes y nunca se debe olvidar. Dios te
ama tal como eres, pues te creó a su imagen y semejanza (Génesis 1, 27).
Como tu Creador, Dios tiene un plan amoroso para ti. Este plan es para
que goces de la vida divina desde aquí en la tierra. "Antes de formarte en el
seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré,
y te destiné a ser profeta de las naciones" (Jeremías 1, 5).
Solo Dios sabe para qué y porque nos hizo, pero nos lo va revelando poco
a poco. Somos su obra buena; Él no hace basura, todo lo que hace es bueno.
Y nos equipó, a cada uno, con dones y talentos suficientes para lograr el plan
que tiene para cada uno. Nos obsequió libre voluntad y sabiduría y puso en
nuestras manos los talentos, la inteligencia, la fuerza y todo lo necesario para
ganar lo mejor de la vida espiritual igual que la física.
Él no necesita nada ni a nadie, consecuentemente todo lo que existe es
porque Dios quiere algo bueno para ello o quiere hacer un bien con ello. El
amor de Dios precede todo, nuestras necesidades, nuestra inteligencia,
nuestro ser entero.
"Y ahora, así te habla Yavé, que te ha creado (…) no temas, porque
yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú me perteneces (…).
Pues yo soy Yavé, tú Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Para
rescatarte, entregaría a Egipto, Etiopía y Saba, en lugar tuyo. Porque tú
vales mucho más a mis ojos, yo te aprecio y te amo mucho…" (Isaías 43,
1-4).
Dios te está diciendo que te ha rescatado y no tienes nada que temer. Son
tantas las cosas que nos inquietan, algunas pequeñas y otras más grandes.
Tranquilo, Dios cuida sobre ti. Deja atrás lo negativo, la falta de autoestima,
inseguridad, el miedo al "qué dirán". Olvida los pensamientos de que no vales
nada o que eres un "inútil" y que no le importas a nadie. Dios te asegura que
tú sí eres valioso, le perteneces y te cuidará.
Dios te ama y aprecia tanto que quiere que seas uno con Él: "Que todos
sean uno como tú, Padre, estás en mi, y yo en ti. Sean también uno en
nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado" (Juan 17, 21).
Para otros hay un imagen de Dios como dañada por un padre que no
provee adecuadamente, o golpea, miente, es borracho o infiel. Puede ser que
los padres no demostraron su amor hacia los hijos o discutían y peleaban en
su presencia. Si esto te aplica a ti, hazte consiente que así no es Dios.
Asegúrate, Dios te ama.
O también puede ser por la propia vida de pecado y alejamiento de Dios y
su amor. Quizá uno no ha conocido a Dios y no ha frecuentado el Templo o
participado en actividades religiosas. Simplemente no conoce a Dios.
Piénsalo bien. Medita esta verdad de que DIOS TE AMA. No dejes otro
día pasar sin aprovechar ese amor que te tiene y ofrece. Como dijo el Santo
Papa Juan Pablo II: "No tengas miedo abrir tu corazón a Cristo".
Aunque Dios nos ame, tenemos que dejarnos ser amados por Él a su
propia manera de hacerlo. Si no lo permitimos perdemos la oportunidad que
nos ofrece: una vida nueva, feliz y abundante aquí "en la tierra como en el
Cielo".
Dios quiere que tengas una vida plena, libre, llena de gozo y alegría sin
tener que buscar elementos falsos que te vayan a perjudicar. Él quiere que
seas feliz, por eso te dio vida. Su amor es tan grande, tan singular "que no
solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos" (1a Juan 3, 1).
Y, como hijos tenemos el derecho a la herencia. El amor de Dios basta para
enfrentar el mundo de hoy y ser felices.
Capítulo 2 ERES PECADOR.
El pecado abusa de la libertad que Dios nos ha dado gratis. Todo hombre,
tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia del mal.
La historia de la humanidad está repleta de ejemplos de desgracias y
opresiones que nacieron en el corazón del hombre y fueron consecuencia de
un mal uso de la libertad.
San Pablo en su carta a los Romanos nos dice: “Pues todos pecaron y a
todos les falta la gloria de Dios” (Romanos 3,23). San Juan nos dice,
también en la Biblia: “Si decimos: Nosotros no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos; y la Verdad no está en nosotros” (1ª Juan
1, 8).
Por ejemplo, no robarás. Esto no está limitado a tomar algo ajeno, sino
incluye dar o recibir sobornos, las famosas "mordidas". También incluye
hacer tranzas en cualquier forma. Hay que decirlo tal como es, el pecado no
se justifica con: "todos lo hacen".
La Biblia nos advierte: “Es fácil ver lo que viene de la carne: libertad
sexual, impurezas y desvergüenzas; culto de los ídolos y magia; odios,
celos y violencias; furores, ambiciones, divisiones, sectarismo,
desavenencias y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. (…) los
que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios" (Gálatas 5, 19-21).
Esto es una lista de pecados que San Pablo nos presenta para evitarlos.
Ahora la vida se presenta como una lucha intensa entre el bien y el mal.
La situación en la cual vivimos hoy es muy triste. No queremos salir de
nuestras casas por miedo, miedo a que nos asalten en la calle y miedo que nos
roben nuestras pertenencias en la casa que dejamos sola. Y peor todavía, los
inocentes son víctimas de "balas perdidas".
Tenemos leyes civiles que van contra las de Dios. En diferentes países del
mundo se han legalizado abortos, casamientos entre dos personas del mismo
sexo. Lo común en nuestros tiempos es no casarse sino vivir juntos sin
compromiso. Así hay menos infidelidades, que también se ha hecho casi
costumbre entre los casados.
Nos hace pensar en las palabras del Señor Jesús (Mateo 7, 24-25) donde
pone como ejemplo dos personas que construyen, uno sobre piedra y el otro
sobre arena. Vino la lluvia y el viento y derrumbó lo construido sobre arena y
a la otra no le pasó nada. Construir sobre piedra significa construir con la
ayuda de Dios. Construir sobre arena significa construir sin la ayuda de Dios.
Así está nuestro mundo, tratando de progresar con Dios fuera de nuestra vida.
Para corregir sus errores, el hombre busca soluciones en su propia ciencia
y sabiduría, y confiando solo en sus propias fuerzas. Pero las soluciones del
hombre son engañosas y pueden ser falsas.
Hay que reconocer que somos pecadores y por el pecado hemos perdido
el Reino de Dios, la herencia que nos espera. Mientras vivimos en el pecado
no podemos ir al Cielo pero sí hay esperanza y se encuentra en el siguiente
capítulo. Mientras nos confiamos en esto: el amor de Dios es más grande que
todos los pecados juntos que llevaron a su Hijo a la Cruz.
Capítulo 3 JESÚS VINO A
SALVARTE Y PAGAR POR TI.
“Tanto amó Dios al mundo que entregó su Hijo Único, para que todo
el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no mandó
a su Hijo a este mundo para condenar al mundo, sino que por él ha de
salvarse el mundo. El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya
se ha condenado, por no creerle al Hijo Único de Dios” (Juan 3, 16-18).
Para sanar las heridas causadas por el pecado, el hombre necesita la ayuda
de la gracia de Dios, quien en su misericordia infinita, jamás se la ha negado.
Sin esta ayuda el hombre no podrá realizar lo que Dios pide de él.
Dios hizo el hombre para que fuera feliz, pero Dios no quiso respuesta
forzada, sino de libre decisión. El amor forzado no es verdadero amor. Dios
quiso que el hombre escogiera libremente a amar a Dios y gozar de la
verdadera felicidad. Dios quiere lo mejor para nosotros pero que sea una
decisión propia: libre y soberana.
Jesús nos otorga el perdón. Como le dijo a la mujer adúltera, nos dice
igual a nosotros: "Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar en
adelante" (Juan 8, 11). Nos da la salvación por el merito de su muerte
salvadora en la cruz y su resurrección. Jesús proclama, “Yo soy el camino, la
verdad y la vida” (Juan 14, 6). "Yo, en cambio,vine para que tengan vida
y sean colmados" (Juan 10, 10).
El Padre, en Jesús y por Jesús, nos ha dado la salvación. Por su Cruz nos
ha salvado y por su Resurrección nos ha ganado la Vida nueva. El precio de
nuestra redención y salvación es la sangre derramada de Jesús.
Cristo murió por ti, derramó su sangre, resucitó para que tú seas creatura
nueva con vida abundante. Jesús te habre la puerta para sobrevivir en el
mundo hoy
Capítulo 4 CONFESAR TUS
PECADOS
Yavé nos dice: "He hecho desaparecer tus pecados como se levanta la
neblina, y tus faltas como se deshace una nube. Vuélvete a mí pues yo te
he rescatado" (Isaías 44,22).
San Agustín dijo: “Dios que nos creó sin nosotros no puede salvarnos sin
nosotros”. ¡Que cosa tan terrible! Tú tienes que darle permiso a Dios, todos
nosotros tenemos que darle permiso a Dios para que nos salve. Qué raro,
¿verdad? Ese permiso no es difícil, al contrario es fácil, lo único que tenemos
que hacer es aceptar a Jesucristo, el Hijo de Dios, como nuestro Salvador,
creer en Él y creerle a Él. Y es todo lo que tú tienes que hacer para ser salvo:
aceptar a Jesucristo como tu Salvador, creer en Él y creerle a Él.
San Agustín lo supo muy bien cuando dijo que fuimos creados para Dios
y nuestro corazón nunca estará tranquilo hasta que esté descansando en Dios.
Jesús te ama tanto que dio su vida por tí y lo haría otra vez si fuese
necesario. Él mismo nos dice: “No hay amor más grande que éste: dar la vida
por sus amigos” (Juan 15, 13). No son palabras vacías, sino que Él mismo
cumplió con ellas.
La razón que Jesús se hizo hombre y vino a este mundo para vivir entre
nosotros es por amor; nos quería redimir. Su gran amor hizo posible su
Pasión, Muerte y Resurrección.
Dio su vida por ti para salvarte, y te toca a ti aceptar esa salvación. Haz a
Jesús tu Salvador personal, ponte en sus manos, obedécele y haz su voluntad:
“Ámense unos a otros como yo los he amado” (Juan 13, 34).
El quinto: En Efeso san Pablo se encontró con unos doce discipulos y les
preguntó si habían recibido el Espíritu Santo. Ellos no sabían que existiera.
Fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto las
manos vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a
profetizar (Hechos 19, 1-7).
Formar y trabajar en unión con los demás (en comunidad) es otro don que
nos obsequia el Espíritu. Jesús mandó a sus discípulos de dos en dos. Uno no
puede hacer todo y trabajando con otros multiplica los resultados y hace el
esfuerzo menos pesado.
Para hacernos santos hay que convertirnos. Dios nos llama a cada uno a la
conversión. Jesucristo inició su ministerio con una llamada a ella. "Cambien
su vida y su corazón, porque el Reino de los Cielos se ha acercado"
(Mateo 4, 17). Hay que convertirnos de todo lo que nos separa de Dios y su
amor. La conversión es absolutamente necesaria para entrar al Cielo, al Reino
de Dios.
También hay que dejar atrás toda clase de resentimiento. Cuando rezamos
el Padre Nuestro pedimos perdón como nosotros perdonamos. Jesús también
nos instruye y nos dice que debemos perdonar todas las veces necesarias
(Mateo 18, 21-22).
También hay que renunciar todas las obras de Satanás que son acciones y
actuaciones en terrenos que sólo pertenecen a Dios. Aquí entra la idolatría, y
toda forma de ocultismo, esoterismo y superstición (cf Deuterenomio 5, 7-
10).
La Biblia nos invita, nos ruega, nos suplica una y otra vez que esta vida
aquí en la tierra es un tiempo de preparación para la vida eterna. Hay que
ponernos listos, hay que tomar en serio la voz de nuestro Dios que clama ser
escuchada y correspondida.
Jesús nos dice que es inútil preocuparnos por las cosas materiales, porque
las tendremos si buscamos las cosas de Dios primero (cf Mateo 6, 24-34). En
otro lugar recibimos este mensaje: "Pero a todos los que lo recibieron, les
concedió ser hijos de Dios: estos son los que creen en su Nombre" (Juan 1,
12).
Dios quiere que nuestra relación mutua con el prójimo sea una relación de
amor."Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros.
Ustedes se amarán unos a otros como yo los he amado. Así reconocerán
todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros"
(Juan 13, 34-35). Para Jesús esta relación tiene que extenderse; tiene que
llegar a una comunión amorosa de respeto mutuo entre los hermanos:
"Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes" (Lucas 6,
31).
Jesús se asocia tanto con sus hermanos (todo ser humano) que considera
que una ofensa o una obra de caridad hecha a cualquiera es igual como si
fuera dirigida a Él. "…cuando lo hicieron con alguno de estos más
pequeños, que son mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25, 31-
46). Igualmente si dejamos de hacer el bien a otro, lo dejamos de hacer a
Cristo.
Y ¿Quién hace que todo esto sea posible? ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús! Él es la
reconciliación de la divinidad con la humanidad; Él es la nueva Jerusalén; Él
es el cumplimiento de la Alianza. Él es el Camino, la Luz, la Verdad, y
laVida. Él es el quien es.