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Surge en el programa de AA
se comenzó a estudiar como comportamiento de las personas que acompañan a los adictos,
alcohólicos y dependientes emocionales.
Codependencia: es el desorden de personalidad que padecen las personas fuertes y los impulsa a
vincularse con personas adictas, problemáticas, conflictivas, inmaduras y tóxicas. Tienen
incapacidad para establecer patrones de relación sanos entre adultos,
Las relaciones entre adultos siempre son reciprocas, equitativas, justas y debe ser respetuosa.
Cada persona que participa de la relación se debe hacer responsable de sus funciones y aportar en
igualdad a la relación y a la construcción de las dinámicas y proyectos.
Una relación empieza a ser injusta, cuando es asimétrica en cualquier dimensión, es decir que uno
recibe más que el otro, uno gana más que otro, uno tiene más derechos que otro. Cuando uno de
los dos no puede participar activamente, no toma decisiones, no tiene validez su opinión ni
elecciones.
Un co dependiente de alguna manera deja de vivir su vida para girar en torno a las necesidades del
otro, vive en función de complacerlo, agradarlo y apoyarlo, por ejemplo a la mamá o temiendo
que se enoje, se moleste, se incomode, se frustre, se deprima, se enferme, por ejemplo a la
pareja.
O colocando toda su atención en el otro para que cumpla sus funciones y responsabilidades,
salvándolo, ayudándole económicamente o materialmente, por ejemplo a un hijo mayor de edad.
Los co dependientes brincan al rescate sin que nadie lo haya pedido, siempre que vemos una
necesidad estamos disponibles para proteger, salvar y recatar.
Descuida su vida, sus necesidades, sus tareas, sus hobbies, sus planes, se desatiende, se abandona.
Características:
4. Protege a los otros hasta de sus emociones, no los deja sentir, ni experimentar
22. Antepone las necesidades, deseos, derechos y gustos de los demás a los propios
24. Valoramos mucho la opinión del otro sobre nosotros y modifica nuestro estado de ánimo.
35. Es muy flexible y tolerante con los errores reincidentes de los otros
Casos:
Esposa función de fin de semana: pastoreo del esposo, buscarlo, seguirlo, cuidarlo,
protegerlo...quehaceres, hobbies, diversión pospuestos. No sabe hacer mas nada que cuidar,
proteger y controlar a otros.
Ser codependiente no es malo, significa que aprendimos a actuar así en la infancia, para
protegernos a nosotros mismos porque los adultos que nos rodearon no se responsabilizaron lo
suficiente de ellos y de nosotros y nos manipularon para no darles ningún problema.
Fuimos víctimas de abusos o descuidos de padres disfuncionales, de entornos hostiles que no nos
permitieron participar e introducirnos a la familia con confianza, intimidad y seguridad, en casos
extremos por familias culpabilizadoras o violentas.
Las familias disfuncionales son aquellas que bien no permiten el apego protector en la temprana
infancia o lo prolongan demasiado con sobreprotección y no permiten el alejamiento del niño a la
familia para descubrir el mundo.
Nos delegaban responsabilidades de ellos o no cumplían sus deberes a tiempo, no controlaban sus
emociones, no se divertían, no se daban gustos, posponían sus necesidades, permitían abusos de
familiares y vecinos, se metían en muchos problemas.
Nos obligaron a ser siempre buenos y obedientes y nos condicionaron el amor y la protección al
comportamiento perfecto y nos dieron el mensaje de que el amor estaba ligado a eso.
Que es rescatar?
Todos necesitamos de todos en algún momento, somos solidarios con otros, pero entre adultos
esto debe ser reciproco, es decir que yo puedo atender una necesidad de otro y el otro también
me aporte algo.
La ayuda no saludable es aquella protección y control que damos a adultos que ya son capaces de
cuidarse y responsabilizarse, en cosas que ellos deben darse a sí mismos o pueden hacer por si
solos. Es decir hacerles la tarea, eximirlos de responsabilidad, asumir obligaciones por ellos,
alcahuetear reincidencias, impedir las consecuencias de sus actos, asumir el peso de los errores
del otro.
El codependiente impide que los adultos crezcan y que asuman las consecuencias de sus actos,
fomentando y fortaleciendo el comportamiento irresponsable y perpetuando las dinámicas de
abuso en contra de sí mismo.
Cada vez que tomamos la responsabilidad de los errores del otro estamos rescatando, o cuando
asumimos la culpa por las emociones del otro vamos a compensar.
Eso viene de cuando de niños nos transfieren la idea que el estado de ánimo de los padres es
responsabilidad nuestra.
Los adultos necesitamos vivir la experiencia, sentir el peso de nuestras equivocaciones para
despertar y hacer los cambios, si constantemente los salvamos estamos impidiendo su madurez y
evolución. El aprendizaje del adulto no se da por regaños ni consejos, ni por cuidados y recates.
En el pensamiento del rescatador esta la esperanza que si no pide y ayuda mucho algún día lo
valoraran y lo cuidaran.
La relación de rescate y sobreprotección a los demás es una pérdida de tiempo y daña a ambas
partes
La relación entre adultos debe ser interdependiente, no se puede vivir en total independencia,
porque todos necesitamos intercambios y comunicación. En una relación sana debe haber
reciprocidad en el intercambio de bienes y comunicación, pero en la solución de los problemas
propios es a cada adulto a quien corresponde resolver y afrontar, aunque a veces requiera un poco
de ayuda como orientación pero nunca como se le ayudaría a un niño.
La relación con los niños, los ancianos y los enfermos son las únicas relaciones que no son
equilibradas y no son codependencia, son los únicos que reciben y no devuelven.
No es sano responder económica, material o emocionalmente por un adulto que puede, está en
edad, condiciones y debe hacerse cargo de sí mismo, porque eso sería sustituirlo y es destructivo,
porque mientras sigamos asumiendo por el otro, dándole solo beneficios y salvándolo de sus
comportamientos irresponsables, el otro no tiene porque crecer, solo será una carga y una fuente
de problemas porque nosotros no permitimos que ese ser humano desarrolle voluntad, disciplina,
responsabilidad, compromiso, autoestima.
Este tipo de relaciones forman parte del triangulo vicioso de Salvador, Perseguidor y Victima, y
siempre terminan mal porque el sobreprotegido termina odiando a su salvador, porque en el
fondo el rescatador se siente superior, se cree superior, se ve superior en capacidad,
potencialidad.