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Lo Que Fuimos y en Lo Que Nos Hemos
Lo Que Fuimos y en Lo Que Nos Hemos
“ No hay que darse por vencidos jamás, no hay que darse por vencidos jamás, nunca, nunca,
nunca jamás, en nada, ni grande ni pequeño, importante o insignificante. No hay que darse
por vencidos jamás, salvo ante las convicciones del honor y el sentido común.”
Winston Churchill
Argentina viene a ser ese hijo de familia que tuvo todas las posibilidades de ganar
pero terminó fracasando. Argentina, en los últimos 100 años, no deja de cometer error tras
error. Lo podemos ver en “el proyecto Maddison”, hecho por el economista Angus Maddison,
en el cual muestra que Argentina tuvo un crecimiento sin precedentes en el periodo
1860-1928. Pero luego de esa época dorada, la nación no ha logrado crecer ni siquiera al 2%
anual en promedio. Pasamos de ser un país de primer mundo a estar caminando por el
sendero del Tercer Mundo. Dejamos de competir económicamente con Estados Unidos,
Inglaterra y Australia, a hoy evitar ser menos pobres que Botsuana. Ya no somos más
idolatrados por diarios ingleses y estadounidenses como a principio de siglo, ahora somos
primera plana de diarios internacionales por entrar en recesión cada 4 años o menos. De
lograr a ser el primer país del mundo en acabar con el analfabetismo en 1926, a ser
expulsados de las pruebas internacionales PISA por haber hecho trampa en 2014. Logramos
ser el único país del mundo en octuplicar la pobreza, pasamos de 5% de pobres a mediados
del siglo XX, a tener hoy 40%. Es parte del delirio argentino…
Ahora bien, ¿quién tiene culpa de esto? ¿Cuál fue o fueron las razones por las que nos
desviamos del camino del progreso? ¿Cómo un país con grandes mentes llegó a esta
desgracia? Generalmente se suele culpar a la casta política o a las grandes empresas. Pero es
hora de tomar la responsabilidad. Los culpables somos todos, la sociedad en su conjunto. Los
gobiernos no emergen solos, una sociedad los legitima con el voto o la inacción. Los
empresarios no son impunes por actos de corrupción porque si, hay un gobierno que los avala
y los protege. ¿Y esto, quién lo hace legítimo? Vos, yo y el resto de la sociedad, que callamos
frente a la injusticia, que asentamos con la cabeza a lo que nos dicta el gobierno, aunque eso
nos arruine o nos prive de libertad. ¿Acaso no nos cansamos de vivir en un país que no nos
ofrece nada? ¿No queremos volver a ser la gran potencia que alguna vez fuimos?
La solución es clara, hay que hacernos oir; llenando las calles, expresándonos en las
redes y hasta participando de la contienda política, debemos demostrar que estamos hartos del
circo político y la falta de respuesta. La gente de bien se ha quedado callada por mucho
tiempo mientras los inmorales hacían ruido difundiendo sus ideas nefastas, como la
protección económica, los impuestos altos y hasta el estado presente, que no puede garantizar
ni siquiera las prestaciones básicas como la seguridad o la salud. Basta de soportar
demagogos, pongámonos firmes y actuemos, no nos guiemos más por el fanatismo, sino por
las ideas claras que nos hicieron grandes alguna vez.