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El periodo hispanorromano se extiende desde el año 218 a.C. hasta el año 476 de
nuestra era. El año 218 a.C. marca el comienzo de la invasión de Roma a la península
Ibérica, durante la segunda guerra púnica, o sea, de la guerra que libró contra Cartago por el
dominio de la cuenca del Mediterráneo. Hay que tener presente que los cartaginenses
habían fundado colonias o factorías en la costa sudoriental de la península y que
controlaban su porción meridional.
Los dos primeros siglos del período Hispanorromano los insume Roma (la
República Romana) en la conquista del territorio; una conquista que comenzó en la franja
oriental y que avanzó con suerte dispar, hacia el noroeste , siendo las tierras de los
cántabros y astures las últimas en ser ocupadas. Augusto, príncipe (primer ciudadano del
Estado) desde el año 23 a.C., se encargó personalmente de concluir la conquista. En el año
19 a.C. declaró a Hispania pacificada.
Romanización
Provinciales Estipendiarias
Ciudades Libres libres inmunes
hispanas
Romanas Colonias
Municipios
¿Cuántos Derechos se aplicaban, en consecuencia, en la España romana?
Previamente a responder, hay que recordar que el principio que observaban los romanos
(todos los pueblos antiguos en general) en materia de vigencia del Derecho en el espacio
era el de personalidad, y no el de territorialidad.
El Derecho era considerado como un atributo del pueblo o nación y con carácter, en
principio, intransferible. Cada persona vivía conforme a su Derecho, estuviere donde
estuviere. La conquista de un territorio no significaba, por tanto, la imposición a sus
habitantes del Derecho pivado del vencedor. En todo caso, el Derecho sólo se concedía a
título de privilegio y no de carga.
a. Por el Derecho romano (ius civile) se regían los ciudadanos romanos trasladados a
España y aquellos aristócratas indígenas a los cuales Romas quería premiar o atraer
con esta gracia;
b. Por los Derecho indígenas (ibero, tartesio, griego, astur, etc.,), la población
respectiva; y
c. Por el Derecho de gentes (ius gentium), los romanos y no romanos en sus relaciones
mutuas. Des este Derecho formaban parte disposiciones emanadas de las autoridades
provinciales romanas.
Los bárbaros eran los extranjeros que vivían fuera del Estado Romano.
En una segunda etapa, Roma practicó la política de las concesiones masivas. Hacia
el año 73, el emperador Vespasiano otorgó la latinidad a las ciudades españolas que no la
tenían (según unos autores a todas; según otros, a la mayoría). Como consecuencia,
quienes desempeñaban en ellas magistraturas unipersonales, y sus parientes, accedían a la
ciudadanía.
Se supone que su principal fuente fue la lex o fórmula pronviciae, hoy desconocida,
dictada como ley fundamental para organizar sobre su base las provincias y ciudades,
servicios y tributos debidos a Romas, magistraturas y funciones. Otra fuente, fueron cerca
de treinta constituciones imperiales promulgadas especialmente para España, que trataban
de temas varios: municipales, judiciales, penales, aguas, donaciones esponsalicias,
confiscaciones, posesión, familia, esclavos.
a) Éxodo de la población hacia zonas rurales. La sociedad del Bajo Imperio era una
sociedad de tipo prefeudal. El latifundio, independizado de la ciudad, se convirtió en
unidad económica autosuficiente. El ius civile –Derecho del habitante de la ciudad- sufrió
las consecuencias de la aplicación a un medio socio-económico diferente.
e) Influencia del cristianismo. En los tres primeros siglos de nuestra era (época de las
persecuciones), su influjo se tradujo en una lenta modificación de las costumbres; pero
luego (época posconstantiniana) se ejerció directamente sobre las instituciones positivas y
las ideas jurídicas.
En suma –como afirma un autor-, la constitución de Caracalla sirvió más para una
provincialización del derecho romano que para una romanización de los derechos
provinciales.
Esta doctrina se vincula con el pensamiento teísta, que considera al universo como
la obra inteligente de un Dios creador o solamente ordenador. Participaron en su
elaboración, a través de varios siglos, filósofos griegos y romanos, y Padres de la Iglesia.
no habían tus bandos de prevalecer por encima de las leyes no escritas e inmutables
del cielo, que no son de hoy ni son de ayer, sino que viven en todos los tiempos y
nadie sabe cuándo aparecieron. No iba yo a incurrir en la ira del cielo, violando esa
ley por temor a os caprichos de hombre alguno.
Platón (427-347 a.C.) fue el primer filósofo que investigó a fondo la naturaleza del
orden social, que desprendió de la naturaleza del hombre. Fue también el primero que
sostuvo una concepción dualista del derecho (los griegos no usaban la palabra “derecho”
sino “justo”= dikaion).
Para Platón (las leyes), el derecho está situado en dos planos: en su forma perfecta
se lo encuentra en el mundo de las ideas, en tanto que las leyes humanas son, apenas, una
mala copia de la idea del Derecho. Las “ideas” están, para él fuera del tiempo y del
espacio, y son los arquetipos y causas finales de las cosas, que tienden a identificarse con
ellas. Sólo el sabio, por medio de la recta razón, puede elevarse hacia la perfección de la
idea y aproximarse a ella.
Aristóteles (384-322 a.C.; Política, ética), discípulo de Platón, descubre al derecho
natural (justo natural = dikaion physikon) mediante la observación de la naturaleza del
hombre; una naturaleza dinámica (teleológica) que lo impele a buscar el fin, que no es otro
que la vida perfecta (deber ser).
El estoicismo es la escuela que difunde la doctrina del derecho natural. Entre los
estoicos –griegos y romanos- se destaca Cicerón (106-43 a.C.), quien en el tratado De la
república da del derecho natural el siguiente concepto:
Hay una ley verdadera, la recta razón inscrita en todos los corazones, inmutable,
eterna, que llama a los hombres al bien por medio de sus mandamientos y los aleja
del mal por sus amenazas... No se puede alterarla por otras leyes, ni derogar
ninguno de sus preceptos, ni abrogarla por entero; ni el Senado ni el pueblo
pueden librarnos de su imperio; no necesita intérprete que la explique; es la
misma que en Roma que en Atenas, la misma hoy que mañana, y siempre una
misma ley inmutable y eterna que rige a la vez a todos los pueblos y en todos los
tiempos. El universo entero está sometido a un solo amo, al Dios todopoderoso que
ha concebido, meditado y sancionado esta ley; desconocerla es huirse a sí mismo,
renegar de su naturaleza, y por ello mismo padecer los castigos más crueles.
Las notas clásicas del derecho natural están contenidas en el fragmento: existencia
de leyes divinas, su eternidad, su supremacía sobre las leyes humanas, su universalidad y su
conocimiento por la recta razón. Para Cicerón, como para sus predecesores, la esencia del
Derecho no radica en la ley, sino que debe buscarse en la filosofía (“ex intima
philosophia”). Este método será retomado por los humanistas.
cuando los pueblos que no tienen la Ley (revelada, la Biblia) hacen naturalmente lo
que está en la Ley... manifiestan el contenido de la Ley escrito en sus corazones,
sirviéndoles de testimonio infalible su propia conciencia.
La ley natural se enmarca en la ley eterna, sin confundirse ya con esta. San Agustín
(354-430), considerado como el primer pensador moderno, representa la culminación de la
patrística. Sustenta la concepción trialista del Derecho, integrado por la ley eterna, que es
la razón y la voluntad de Dios que ordena y dirige a todo, el universo; la ley natural, que es
la misma ley eterna grabada en la conciencia de los hombres, y la ley temporal, obra del
legislador humano, a quien le corresponde, fundado en la ley eterna, determinar lo que en
cada época debe ser ordenado o prohibido.
Mientras que en la ley natural, la fórmula es: “prescrito porque bueno, prohibido
porque malo” (“praeceptum quia bonum; prohibitum quia malum”); en la ley positiva,
dada su contingencia, es: “bueno porque prescrito, malo porque prohibido” (“bonum quia
praeceptum, malum quia prohibitum”).
San Agustín extrajo por primera vez consecuencias prácticas de la doctrina del
derecho natural: la ley humana contraria carece de validez y no obliga. Las Partidas
recogieron este concepto, al establecer que
Derogadas (desatadas) no deben ser las leyes, por ninguna manera, salvo si ellas
fuesen tales, que derogasen el bien que debían hacer: y esto sería si hubiese en
ellas alguna cosa contra la ley de Dios, o contra Derecho, señorío, o contra el bien
común (gran pro comunal de la tierra), o contra la bondad conocida (I, i, 18).
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) estructuró científicamente los principios del
Derecho natural clásico. Expone, entre otros, el siguiente concepto en la Suma teológica:
Así, pues, hay que decir que la ley natural en cuanto a los primeros principios
comunes es la misma para todos en cuanto a su rectitud y a su conocimiento. Pero
en cuanto a los que son propios) que son como conclusiones de los principio
comunes) en la mayoría es la misma en todos en cuanto a su rectitud y a su
conocimiento, pero en algunos pocos puede ser deficiente en cuanto a su rectitud
por algunos impedimentos particulares (como también, por algún impedimento, lo
que por su naturaleza son engendrables y corruptibles presentan defectos a veces) y
también en cuanto a su cocimiento y esto porque hay algunos que tienen su razón
deformada por la pasión o mala costumbre o la mala disposición de a naturaleza).
Los principios del derecho natural clásico son, en resumen, los siguientes:
b) El derecho natural se conoce por medio de la recta razón del sabio que es capaz de
rememorar (anámnesis) la idea del Derecho, adquirida por el alma durante su existencia
preterrena en el mundo de las ideas (Platón); o por la contemplación admirativa del mundo
y de la naturaleza del hombre, y el discernimiento de sus valores (Aristóteles, Santo
Tomás). Para Santo Tomás, sólo los principios (proposiciones formales: hacer el bien,
evitar el mal; entre dos soluciones, elegir la menos perjudicial) son inmutables. Todas las
proposiciones concretas son contingentes.
c) El derecho natural necesita de ser complementado por las leyes positivas, pero
siempre prevalece sobre ellas.