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En 

matemáticas, un número primo es un número natural mayor que 1 que tiene


únicamente dos divisores positivos distintos: él mismo y el 1.12 Por el contrario,
los números compuestos son los números naturales que tienen algún divisor natural aparte
de sí mismos y del 1, y, por lo tanto, pueden factorizarse. El número 1, por convenio, no se
considera ni primo ni compuesto.
Los 168 números primos menores que 1000 son:
2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, 37, 41, 43, 47, 53, 59, 61, 67, 71, 73, 79, 83, 89, 97, 1
01, 103, 107, 109, 113, 127, 131, 137, 139, 149, 151, 157, 163, 167, 173, 179, 181, 191, 1
93, 197, 199, 211, 223, 227, 229, 233, 239, 241, 251, 257, 263, 269, 271, 277, 281, 283,
293, 307, 311, 313, 317, 331, 337, 347, 349, 353, 359, 367, 373, 379, 383, 389, 397, 401,
409, 419, 421, 431, 433, 439, 443, 449, 457, 461, 463, 467, 479, 487, 491, 499, 503, 509,
521, 523, 541, 547, 557, 563, 569, 571, 577, 587, 593, 599, 601, 607, 613, 617, 619, 631,
641, 643, 647, 653, 659, 661, 673, 677, 683, 691, 701, 709, 719, 727, 733, 739, 743, 751,
757, 761, 769, 773, 787, 797, 809, 811, 821, 823, 827, 829, 839, 853, 857, 859, 863, 877,
881, 883, 887, 907, 911, 919, 929, 937, 941, 947, 953, 967, 971, 977, 983, 991 y 997
(sucesión A000040 en OEIS).
El primer número primo a partir del número mil es el 1009, luego de diez mil es el 10 007, a
partir de cien mil es el 100 003, inmediatamente después de un millón es el 1 000 003.
La propiedad de ser número primo se denomina primalidad.
En la teoría algebraica de números, a los números primos se les conoce como
números racionales primos para distinguirlos de los números gaussianos primos.3 La
primalidad no depende del sistema de numeración, pero sí del anillo donde se estudia la
primalidad. Dos es primo racional; sin embargo tiene factores como entero gaussiano: 2 =
(1+i)*(1-i).
El estudio de los números primos es una parte importante de la teoría de números, rama
de las matemáticas que trata las propiedades, básicamente aritméticas,4 de los números
enteros.
Los números primos están presentes en algunas conjeturas centenarias tales como
la hipótesis de Riemann y la conjetura de Goldbach, resuelta por Harald Helfgott en su
forma débil.
La distribución de los números primos es un asunto reiterativo de investigación en la teoría
de números: si se consideran números aisladamente, los primos parecieran estar
distribuidos de modo probabilístico, pero la distribución «global» de los números primos se
ajusta a leyes bien definidas.

Historia de los números primos[editar]


El Oriente prehelénico[editar]
Imagen del hueso de Ishango expuesto en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales.

Las muescas presentes en el hueso de Ishango, que data de hace más de 20 000
años (anterior por tanto a la aparición de la escritura) y que fue hallado por el
arqueólogo Jean de Heinzelin de Braucourt,5 parecen aislar cuatro números primos: 11,
13, 17 y 19. Algunos arqueólogos interpretan este hecho como la prueba del conocimiento
de los números primos. Con todo, existen muy pocos hallazgos que permitan discernir los
conocimientos que tenía realmente el hombre de aquella época.6
Numerosas tablillas de arcilla seca atribuidas a las civilizaciones que se fueron sucediendo
en Mesopotamia a lo largo del II milenio a.C. muestran la resolución de problemas
aritméticos y atestiguan los conocimientos de la época. Los cálculos requerían conocer
los inversos de los naturales, que también se han hallado en tablillas.7En el sistema
sexagesimal que empleaban los babilonios para escribir los números, los inversos de los
divisores de potencias de 60 (números regulares) se calculan fácilmente; por ejemplo,
dividir entre 24 equivale a multiplicar por 150 (2·60+30) y correr la coma sexagesimal dos
lugares. El conocimiento matemático de los babilonios necesitaba una sólida comprensión
de la multiplicación, la división y la factorización de los naturales.
En las matemáticas egipcias, el cálculo de fracciones requería conocimientos sobre las
operaciones, la división de naturales y la factorización. Los egipcios solo operaban con las
llamadas fracciones egipcias, suma de fracciones unitarias, es decir, aquellas cuyo
numerador es 1, como , por lo que las fracciones de numerador distinto de 1 se escribían
como suma de inversos de naturales, a ser posible sin repetición  en lugar de .8 Es por ello
que, en cierta manera, tenían que conocer o intuir los números primos.9

Antigua Grecia[editar]

Un fragmento de los Elementos de Euclides encontrado en Oxirrinco

La primera prueba indiscutible del conocimiento de los números primos se remonta a


alrededor del año 300 a. C. y se encuentra en los Elementos de Euclides (tomos VII a IX).
Euclides define los números primos, demuestra que hay infinitos de ellos, define el máximo
común divisor y el mínimo común múltiplo y proporciona un método para determinarlos que
hoy en día se conoce como el algoritmo de Euclides. Los Elementos contienen asimismo
el teorema fundamental de la aritmética y la manera de construir un número perfecto a
partir de un número primo de Mersenne.
La criba de Eratóstenes, atribuida a Eratóstenes de Cirene, es un método sencillo que
permite encontrar números primos. Hoy en día, empero, los mayores números primos que
se encuentran con la ayuda de ordenadores emplean otros algoritmos más rápidos y
complejos.

Desde la época del Renacimiento[editar]

Pierre de Fermat

Después de las matemáticas griegas hubo pocos avances en el estudio de los números
primos hasta el siglo XVII. En 1640 Pierre de Fermat estableció (aunque sin demostración)
el pequeño teorema de Fermat, posteriormente demostrado por Leibniz y Euler. Es posible
que mucho antes se conociera un caso especial de dicho teorema en China.
Fermat conjeturó que todos los números de la forma 22n+1 eran primos (debido a lo cual se
los conoce como números de Fermat) y verificó esta propiedad hasta n = 4 (es decir,
216 + 1). Sin embargo, el número de Fermat 232 + 1 es compuesto (uno de sus factores
primos es 641), como demostró Euler. De hecho, hasta nuestros días no se conoce ningún
número de Fermat que sea primo aparte de los que ya conocía el propio Fermat.
El monje francés Marin Mersenne investigó los números primos de la forma 2p − 1,
con p primo. En su honor, se los conoce como números de Mersenne.
En el trabajo de Euler en teoría de números se encuentran muchos resultados que
conciernen a los números primos. Demostró la divergencia de la serie , y en 1747
demostró que todos los números perfectos pares son de la forma 2p-1(2p - 1), donde el
segundo factor es un número primo de Mersenne. Se cree que no existen números
perfectos impares, pero todavía es una cuestión abierta.
A comienzos del siglo XIX, Legendre y Gauss conjeturaron de forma independiente que,
cuando n tiende a infinito, el número de primos menores o iguales que n es asintótico a ,
donde ln(n) es el logaritmo natural de n. Las ideas que Bernhard Riemann plasmó en un
trabajo de 1859 sobre la función zeta describieron el camino que conduciría a la
demostración del teorema de los números primos. Hadamard y De la Vallée-Poussin, cada
uno por separado, dieron forma a este esquema y consiguieron demostrar el teorema en
1896.

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