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5.- Describe física y moralmente.

(Retrato)

Víctor

Es un chico adolescente de doce añ os del barrio barcelonés de Gracia. Larguirucho,


delgado, con las piernas como alambres, con el pelo rubio enmarañ ado y unas
gafas espantosas. En el colegio es
un estudiante medio y un
deportista regular, un alumno nada
problemá tico, no suele hablar
mucho en clase y hace los deberes
casi siempre. Todos lo consideran
un buen chico. Entre sus
compañ eros destacan Jaume
Camperols, el malote del grupo;
Roger Miró , el chistoso; Mariona
Esteve, la charlatana; y Claudia, una
guapa morena de ojos negros que,
para su desgracia, lo ignora. En
casa tampoco da problemas, só lo choca con su madre por la manía que tiene de
comprarle gafas patéticas y de hacerle apagar la luz por la noche, cuando má s
entretenido está leyendo novelas de aventuras. Es un chico normal, un chico casi
invisibe. Es alguien que tan só lo ocupa un espacio, má s bien pequeñ o, en la
habitació n, en casa, en el colegio, en la vida... En su interior siente la necesidad de
cambiar esa rutina.

En su aventura má gica en Egipto, ese cambio es tan grande que llega a ser otra
persona. Incluso adopta otro nombre, Naram, otra forma de vestir (va disfrazado
de fenicio), y ya no lleva sus horrorosas gafas. Se muestra listo y espabilado,
curioso y muy observador, pero valiente, lo que se dice valiente, no. En su viaje al
Antiguo Egipto conoce al príncipe adolescente Tutmotsis y a su amiga Sitah que
cambiará n su aburrida vida. Gracias a ellos aprenderá a arriesgarse, a ser
ingenioso, y a vivir emocionantes y peligrosas aventuras. Siente que está
aprendiendo mucho de este antiguo cultura. Pero, no acaba de comprender la
forma de vivir y de pensar de sus nuevos amigos egipcios, sus dioses y sus
costumbres, porque sus mundos está n separadas por tres mil añ os. Pero, en el
fondo, son chicos semejantes. Criaturas que se está n transformando, como hacen
los escarabajos.

Tutmosis

Menjeperre Tutmosis, príncipe de las Dos Tierras, futuro faraó n de Egipto es un


adolescente que vive en la época del Antiguo Egipto, hace má s de tres mil añ os.
Lleva la cabeza casi totalmente rapada, só lo en su lado derecho le cuelga un
mechó n negro recogido en una coleta. Sus cejas son negras y espesas, sus ojos muy
abiertos y redondos, y sus orejas grandes destacan aú n má s en su cabeza pelada.
Va vestido con un faldellín blanco sujeto en un nudo delante. Viste las joyas y
atributos reales propios de un príncipe egipcio. Se mueve como un pavo real, es
orgulloso, tozudo y, en ocasiones, temerario y alocado. Está acostumbrado a

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mandar y a que lo obedezcan. Es consciente de la importancia de su destino, a
pesar de su corta edad. Pero no deja de ser un chico humano que acaba de perder a
su padre, y al que sus enemigos quieren asesinar. Un chico que, a su pesar, de vez
en cuando pone al descubierto su lado vulnerable.

Cuando comienza la aventura junto a


Víctor y Sitah, él también ha de cambiar,
su nombre será Mei, se abrirá al mundo
exterior y entenderá mejor a su pueblo.
Tut (como le llama Víctor) vivió durante
toda su existencia en la Casa Jeneret
junto a su madre Isis, en el palacio del
faraó n, con el ú nico apoyo de la amistad
de su médico Hotepu, quien le enseñ a los
principios de la magia. Apenas conoce la
vida del pueblo y de sus gentes, así es
que se queda admirado cuando lo
descubre. Seguramente se hubiera
cambiado por un niñ o cualquiera para
poder conocer libremente su tierra.

Aunque le gusta, no entiende bien a Víctor: su forma de pensar, de expresarse y de


actuar son completamente extrañ as para el. En ocasiones se enfada con el, por su
falta de respecto y de valentía. Pertenecen a mundos muy distintos.

Está enamorado de Sitah, una encantadora chica de preciosos ojos negros (que a
Victor le hacen recordar los de Claudia), con la que creció desde pequeñ o. En su
aventura, poco a poco, madurará junto a sus amigos. Parece preparado para su
coronació n como Tutmosis III, incluso llega a anunciar en ese momento su boda
con Sitah.

Hatshepsut

Hija y esposa de faraó n del Antiguo Egipto. Hatshepsut se considera a si misma


reina por derecho natural, la sucesora al trono. Por eso está indignada, porque ya
le arrebataron el trono antes, cuando murió su padre, y se tuvo que conformar con
ser la mujer de un faraó n débil y enfermizo, Tutmosis II. Su orgullo está ultrajado.
Só lo quiere defender lo que le corresponde. Fue la esposa principal del difunto
Tutmosis II y, por tanto, Reina de Egipto. Al morir éste, se abre una lucha por la
sucesió n del trono de Egipto entre ella y Tut, hijo de la segunda esposa de
Tutmosis II, Isis.

Ella es una mujer menuda, nerviosa y con fuerte cará cter. Pero en la intimidad se
muestra al natural, sin joyas, sin peluca, con su pelo negro suelto sobre los
hombros, y con una simple tú nica de lino blanca, como una mujer sencilla y
normal. Hatshepsut pretende ser justa, no quiere gobernar con malas artes, no
desea hacerle ningú n mal a Tut ni a su madre. Sospecha que Isis hará cualquier
cosa para que su hijo sea faraó n, y só lo quiere tenerlos controlados cerca de ella.

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Respeta que Tut sea el príncipe, pero no el faraó n. Simplemente defiende lo suyo
por derecho. Sin embargo, Tut y su madre Isis creen que Hatshepsut los odia
porque ella, que es la esposa principal, só le le pudo dar al faraó n dos hijas y, en
cambio Isis, una simple concubina, le había dado un hijo varó n.

Hatshepsut tiene como aliados en su


lucha por el trono al Gran sacerdote
Hapuseneb y a su secuaz, el comandante
de infantería Inebu. Son hombres
ambiciosos y sin escrú pulos, de los que
no se fía pero no tiene má s remedio que
aceptar. Por otro lado, tiene como gran
enemigo al visir Ineni, quien teme perder
sus privilegios si ella gobierna Egipto. Se
siente vigilada y acosada. Por suerte,
cuenta con un gran apoyo personal, su
amante, el arquitecto Senenmut, que cuida de ella, la tranquiliza y la reconforta con
su cariñ o.

Al final, Hatshepsut acepta actuar como reina regente mientras Tutmosis sea
menor de edad para gobernar, pero dejando que lleve él la corona de las Dos
Tierras. De nuevo vuelve a perder “la perla de Egipto”, de nuevo se le escapa ser
ella la faraona. En la coronació n de Tut como Tutmosis III aparece a su lado,
adornada con toda clase de joyas y con la corona Shuty de las reinas en la cabeza,
quieta, digna y sin dejar ver ninguna emoció n. Todo hacer pensar que no se
conformará con ser una simple regente durante mucho tiempo.

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