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(Retrato)
Víctor
En su aventura má gica en Egipto, ese cambio es tan grande que llega a ser otra
persona. Incluso adopta otro nombre, Naram, otra forma de vestir (va disfrazado
de fenicio), y ya no lleva sus horrorosas gafas. Se muestra listo y espabilado,
curioso y muy observador, pero valiente, lo que se dice valiente, no. En su viaje al
Antiguo Egipto conoce al príncipe adolescente Tutmotsis y a su amiga Sitah que
cambiará n su aburrida vida. Gracias a ellos aprenderá a arriesgarse, a ser
ingenioso, y a vivir emocionantes y peligrosas aventuras. Siente que está
aprendiendo mucho de este antiguo cultura. Pero, no acaba de comprender la
forma de vivir y de pensar de sus nuevos amigos egipcios, sus dioses y sus
costumbres, porque sus mundos está n separadas por tres mil añ os. Pero, en el
fondo, son chicos semejantes. Criaturas que se está n transformando, como hacen
los escarabajos.
Tutmosis
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mandar y a que lo obedezcan. Es consciente de la importancia de su destino, a
pesar de su corta edad. Pero no deja de ser un chico humano que acaba de perder a
su padre, y al que sus enemigos quieren asesinar. Un chico que, a su pesar, de vez
en cuando pone al descubierto su lado vulnerable.
Está enamorado de Sitah, una encantadora chica de preciosos ojos negros (que a
Victor le hacen recordar los de Claudia), con la que creció desde pequeñ o. En su
aventura, poco a poco, madurará junto a sus amigos. Parece preparado para su
coronació n como Tutmosis III, incluso llega a anunciar en ese momento su boda
con Sitah.
Hatshepsut
Ella es una mujer menuda, nerviosa y con fuerte cará cter. Pero en la intimidad se
muestra al natural, sin joyas, sin peluca, con su pelo negro suelto sobre los
hombros, y con una simple tú nica de lino blanca, como una mujer sencilla y
normal. Hatshepsut pretende ser justa, no quiere gobernar con malas artes, no
desea hacerle ningú n mal a Tut ni a su madre. Sospecha que Isis hará cualquier
cosa para que su hijo sea faraó n, y só lo quiere tenerlos controlados cerca de ella.
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Respeta que Tut sea el príncipe, pero no el faraó n. Simplemente defiende lo suyo
por derecho. Sin embargo, Tut y su madre Isis creen que Hatshepsut los odia
porque ella, que es la esposa principal, só le le pudo dar al faraó n dos hijas y, en
cambio Isis, una simple concubina, le había dado un hijo varó n.
Al final, Hatshepsut acepta actuar como reina regente mientras Tutmosis sea
menor de edad para gobernar, pero dejando que lleve él la corona de las Dos
Tierras. De nuevo vuelve a perder “la perla de Egipto”, de nuevo se le escapa ser
ella la faraona. En la coronació n de Tut como Tutmosis III aparece a su lado,
adornada con toda clase de joyas y con la corona Shuty de las reinas en la cabeza,
quieta, digna y sin dejar ver ninguna emoció n. Todo hacer pensar que no se
conformará con ser una simple regente durante mucho tiempo.