Cuando Jesús venga, ¿estarás listo para ir con él?
Introducción Elena de White menciona que “en muchos corazones parece haber apenas un hálito de vida espiritual. Esto me entristece mucho. Temo que no se haya mantenido una lucha agresiva contra el mundo, la carne y el demonio” (1MS 148). Hoy en día se necesita una reforma en muchas de las vidas de los que dicen creer en Dios, de igual manera Dios, “desea una renovación espiritual. Las energías espirituales de su pueblo han permanecido adormecidas por mucho tiempo; pero deben resucitar de esa muerte aparente” (CPI 594). Estas citas de la hermana White deben producir en nosotros una auto reflexión sobre qué tan bien estamos delante de Dios; ¿estamos cumpliendo la parte que el Señor nos ha encomendado? Dios desea hacer una obra poderosa a través de nosotros, pero, ¿qué tan dispuestos estamos a dejarnos utilizarnos por Dios? Cuando Jesús venga, ¿hallará fe en la tierra? Lucas 18:8 registra una pregunta realizada por Jesús, acerca de la permanencia de la fe en el tiempo del fin. La fe es un componente fundamental para la vida espiritual, puesto que es la que hace posible tener una percepción equilibrada de la vida en este mundo. La fe crea una tensión entre esta vida y la venidera. La fe nos hace anhelar el establecimiento del reino de Dios. Por tal motivo, un reavivamiento tiene como principal objetivo un afianzamiento de la fe en nosotros. Hebreos 11, al hablar sobre los héroes de la fe, presenta cómo estos hombres vivieron en este mundo de tal manera que, en sus acciones, dieron un testimonio de lo que Dios estaba realizando a través de ellos. Fe tiene que ver más que con solo creer, la fe debe accionar nuestras vidas de tal forma que nuestra búsqueda de Dios sea algo más allá de los estándares religiosos que se han vuelto monótonos para algunos. La fe debe producir en nosotros un cambio en nuestro estilo de vida y una mayor entrega a Dios. Debe hacernos creer que somos “peregrinos sobre la tierra” (Heb. 11:13). Vivir de esta manera, alienta nuestras vidas a desear algo mejor, algo “celestial” (Heb 11:16). No se puede producir un reavivamiento y reforma en nuestro estilo de vida, hasta que comprendamos y apliquemos en nuestra vida esta tensión. Esperamos el reino de Dios, por lo tanto, la vida en este mundo solo tiene sentido cuando la orientamos a cumplir con la misión que el Señor nos ha encomendado; de esta manera, predicar el evangelio será más que solo números, más que solo cumplir cierta tarea, llegará a ser nuestra forma de decirle al mundo que estamos listos para irnos con el Señor, de decir que el evangelio realmente son “buenas nuevas”. Pero eso solo lo produce una fe genuina. Necesitamos hacer algo para que el Señor pueda usarnos. Necesitamos un reavivamiento. Reavivamiento: ¿Cómo lograrlo? En palabra de Elena de White “Por la oración y la confesión de nuestros pecados, debemos preparar el camino del Rey. Mientras lo hagamos, vendrá a nosotros el poder del Espíritu. Necesitamos la energía de Pentecostés, y ella vendrá porque el Señor prometió enviar su Espíritu”. CPI 594.4 Dos componentes para lograr el reavivamiento, según expresa Elena White, son la oración y la confesión; esto significa, una dependencia completa a Dios. Solo de esta manera el Espíritu Santo vendrá a nosotros. Al dejar que el Espíritu Santo haga la obra de reavivamiento en nuestras vidas producirá una “renovación de la vida espiritual, una vivificaron de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual” (1MS 149). Conclusión: En estos momentos que estamos viviendo, deberían invitarnos a permanecer cerca de Dios, a dejar que su obra se realice en nosotros. El Señor no tardará en venir por nosotros, Él vendrá, mientras ese momento llega “el justo vivirá por la fe” (Heb 10:38), sin retroceder. No estamos en tiempos para retroceder o quedarnos dormidos. Necesitamos estar trabajando para que la obra del Espíritu Santo pueda realizarse, y, de esa manera, estar listos para cuando Cristo venga.