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obras de Hume(1711-1776)
Historia de Inglaterra
Diálogos sobre la religión natural, escritos antes de 1752, publicados en 1779.
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Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos géneros distintos que yo llamo
impresiones e ideas. La diferencia entre ellos consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que
se presentan a nuestro espíritu y se abren camino en nuestro pensamiento y conciencia. A las
percepciones que penetran con más fuerza y violencia llamamos impresiones, y comprendemos bajo
este nombre todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones tal como hacen su primera aparición
en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de éstas en el pensamiento y razonamiento,
como, por ejemplo, lo son todas las percepciones despertadas por el presente discurso, exceptuando
solamente las que surgen de la vista y tacto y exceptuando el placer o dolor inmediato que pueden
ocasionar. Creo que no será preciso emplear muchas palabras para explicar esta distinción.
Hume, TNH, 1.1.1.1
Cada uno por si mismo podrá percibir fácilmente la diferencia entre sentir y pensar. Los grados
comunes de éstos son fácilmente distinguidos, aunque no es imposible en casos particulares que
puedan aproximarse el uno al otro. Así, en el sueño, en una fiebre, la locura o en algunas emociones
violentas del alma nuestras ideas pueden aproximarse a nuestras impresiones del mismo modo que,
por otra parte, sucede a veces que nuestras impresiones son tan débiles y tan ligeras que no
podemos distinguirlas de nuestras ideas. Pero a pesar de esta próxima semejanza en pocos casos,
son en general tan diferentes que nadie puede sentir escrúpulo alguno al disponerlas en dos grupos
distintos...
Hume, TNH, 1.1.1.1
(principio de la cópia)
....nos contentaremos aquí con establecer la proposición general de que todas nuestras ideas simples
en su primera apariencia se derivan de impresiones simples que son correspondientes a ellas y que
ellas representan exactamente.
Hume, TNH, 1.1.1.7
Pero, aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontraremos en un
examen más detenido
que,
en
realidad,
está
reducido
a
límites
muy estrechos, y
que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer,
aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia. Cuando
pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos
previamente.
Hume, Investigación sobre el conocimiento humano (Madrid:Alianza, ), p. 34
Por tanto, si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea
alguna (como ocurre con demasiada frecuencia), no tenemos más que preguntarnos de qué
impresión se deriva la supuesta idea, y si es imposible asignarle una; esto serviría para confirmar
nuestra sospecha. Al traer nuestras ideas a una luz tan clara, podemos esperar fundadamente alejar
toda discusión que pueda surgir acerca de su naturaleza y realidad.
Hume, Investigación sobre el conocimiento humano (Madrid:Alianza, ), p. 37
Después del examen más exacto de que soy capaz me aventuro a afirmar que la regla es válida aquí
sin excepción alguna y que toda idea simple posee una impresión simple que se le asemeja, y toda
impresión simple, una idea correspondiente. La idea de rojo que formamos en la obscuridad y la
impresión de éste que hiere nuestros ojos a la luz del Sol difieren tan sólo en grado, no en
naturaleza. Es imposible probar por una enumeración particular que sucede lo mismo con todas
nuestras impresiones simples e ideas.
Hume, TNH, 1.1.1.5
Para confirmar esto consideraré otro fenómeno manifiesto y convincente, que consiste en que
siempre que por un accidente las facultades que producen algunas impresiones se hallan fuera de
función, como cuando una persona es ciega o sorda de nacimiento, no sólo se pierden las
impresiones, sino también las ideas correspondientes, de modo que no aparece jamás en la mente el
más pequeño rastro de unas y otras. No sólo esto es cierto cuando los órganos de la sensación se
hallan totalmente destruidos, sino también cuando no han sido jamás puestos en acción para
producir una impresión particular. No podemos formarnos una idea precisa del sabor de un plátano
sin haberlo probado realmente.
Quando percorrermos as bibliotecas, convencidos destes princípios, que devastação não deveremos
produzir! Se tomarmos em nossas mãos um volume qualquer, de teologia ou metafísica escolástica,
por exemplo, façamos a pergunta: Contém ele qualquer raciocínio abstrato referente a números e
quantidades?
Não. Contém qualquer raciocínio experimental referente a questões de Jato e de existência? Não.
Às chamas com ele, então, pois não pode conter senão sofismas e ilusão.
Hume, Investigação sobre o entendimento humano. trad J. Oscar de Almeida , 3.34
Jeremy Bentham (1748-1832)
Principio de la utilidad
La felicidad pública debe ser el objeto del legislador y la utilidad general el principio de
razonamiento en legislación. Conocer el bien de la comunidad de cuyos intereses se trata,
constituye la ciencia: hallar los medios de realizar este bien, constituye el arte.
Este principio de utilidad enunciado vagamente tiene pocos contradictores, y aun es mirado como
una especie de lugar común en moral y en política; pero no nos engañemos: este asenso casi
universal no es más que aparente: no se aplica a este principio las mismas ideas, no se le da el
mismo valor, y así no resulta de él un modo de razonar consiguiente y uniforme.
Para darle toda la eficacia que deberia tener, esto es, para hacer de el la base de una razón común
son necesarias tres condiciones.
La primera es formarse de esta palabra utilidad nociones claras y precisas, que puedan ser
exactamente las mismas para todos los que se sirven de ella.
La segunda es establecer la unidad, y la soberanía de este principio , excluyendo rigorosamente todo
lo que no es el; no basta suscribir a el en general; es necesario además no admitir excepción alguna.
La tercera es hallar los procedimientos de una aritmética moral, por la cual se puede llegar a
resultados uniformes.
(...)
La naturaleza ha puesto al hombre bajo el imperio del placer y del dolor: a ellos debemos todas
nuestras ideas: de ellos nos vienen todos nuestros juicios y todas las determinaciones de nuestra
vida. El que pretende sustraerse de esta sujeción no sabe lo que dice, y en el momento mismo en
que se priva del mayor deleite y abraza las penas más vivas, su objeto único es buscar el placer y
evitar el dolor. Estos sentimientos eternos e irrestibles, deben ser el gran estudio del moralista y del
legislador. El principio de la utilidad lo subordina todo a estos dos móviles.
Utilidad es un termino abstracto que expresa la propiedad o la tendencia de una cosa a preservar de
algun mal o procurar algún bien: mal es pena, dolor, o causa de dolor; bien, es placer, o causa del
placer. Lo conforme a la utilidad o al interés del individuo es lo que es propio para aumentar la
suma total de su bienestar; lo conforme a la utilidad o al interés de una comunidad, es lo que es
propio par aumentar la suma total del bienestar de los individuos que la componen.
(...)
pena y placer, es lo que todos sienten como tal, el labrador como el príncipe, el ignorante como el
filósofo.
Bentham, Tratados de legislación civil y penal (Madrid: 1839), c. 1, p 1
Toda ley es un mal, porque toda ley es una infraccion de la libertad. Así pues, para dar una ley es
preciso asegurarse de que lo que se quiere evitar es realmente un mal, y que este mal es mayor que
el mal de la ley; a cuyo efecto importa mucho que el elgislador conozca la naturaleza de los males...
Entiendo por ficcion un hecho notoriamente falso sobre el cual se razona como si fuese verdadero.
(...) En el capítulo 7.° del libro 1.°, hablando Blackston de la autoridad Real, se ha entregado á
toda la puerilidad de las ficciones. El "Rey tiene sus atributos, se halla en todas partes, en todo es
perfecto, es inmortal.
Estas ridiculas paradojas, frutos del servilismo, lejos de dar ideas mas exactas sobre las
prerogativas de la autoridad Real, solo se dirigen á deslumhrar, a extraviar, o dar á la realidad
misma un aire de fábula y de prodigio, porque no son mas que agudezas las que constituyen la base
de muchos paralogismos. Se sirven de estos para explicar unas prerogativas que podrian justificarse
por muy buenas razones, sin percibir que dañan a la mejor causa, cuando se trata de apoyarlos con
fútiles argumentos. Los jueces, dice tambien, son unos espejos en que la imágen del rey se ve
reflejada. ¡Qué puerilidad.' ¿No es poner en ridículo los objetos mismos á que se propone dar mas
esplendor?
Pero hay ficciones mas atrevidas y tan importantes, que han representado un gran papel en la
política, porque han producido obras muy célebres cuales son los contratos.
El Leviatham de Hobbes, poco conocido hoy, y odiado por preocupacion como el código del
despotismo, hace estribar toda la sociedad política sobre un pretendido contrato entre el pueblo y el
Soberano. El pueblo por este contrato ha renunciado a su libertad natural, que no producia sino
males, y ha depositado todo su poder en las manos del Príncipe. Todas las voluntades contrarias se
han concentrado en la suya, o por mejor decir se han sepultado en ella Lo que quiere él mismo se ha
supuesto ser la voluntad de todos sus subditos. El Príncipe, en este supuesto sistema, puede pecar
contra Dios; pero no contra los hombres: porque todo le que hace procede de su consentimiento
general. No se puede abrigar la idea de la resistencia, porque implica contradiccion el resistirse á sí
mismo
Locke, cuyo nombre es tan grato a los partidarios de la libertad como el de Hobbes les es odioso, ha
hecho consistir del mismo modo la base del gobierno sobre un contrato. Afirma que existe un
contrato entre el Príncipe y el pueblo; que el Príncipe contrae la obligacion de gobernar segun las
leyes para la felicidad general, y que el pueblo por su parte contrae la obligacion de obedecer,
mientras que el Príncipe permanezca fiel a las condiciones en virtud de las cuales ha recibido la
corona.
Rousseau ha desechado con indignacion la idea de este contrato bilateral entre el Príncipe y el
pueblo. Pero ha ideado un contrato social, por el cual todos contraen obligaciones para con todos, y
es la única base legítima de los gobiernos. La sociedad no existe sino por este libre convenio de los
asociados.
Lo que hay de mas comun en estos tres sistemas tan directamente opuestos, es que todos apoyan
sus teorías respectivas en una ficcion, porque estos tres contratos son igualmente ficticios, pues que
no existen sino en la imaginacion de sus autores. No solo no se encuentra vestigio alguno de ella en
la historia, sino que por el contrario en casi todas partes se ofrecen pruebas de origen diferente.
El contrato social de Rousseau no ha sido juzgado tan severamente, porque los hombres no son
difíciles en la lógica de un sistema que establece todo lo que mas aman; es decir, la libertad y la
igualdad en cuanto son compatibles. ¿Pero dónde se ha celebrado este contrato universal? ¿Cuáles
son sus cláusulas? ¿ En qué idioma se ha redactado? ¿por qué ha estado siempre oculto? ¿Es a la
salida de las selvas, ó renunciando á la vida salvage cuando los hombres han vislumbrado estas
grandes ideas de moral y de política sobre las cuales se apoya este convenio primitivo?
El contrato de Locke es mas especioso, porque en efecto hay monarquías en las que el Soberano
contrae algunas obligaciones a su advenimiento al Trono, y recibe condiciones de parte de la
Nacion que va a gobernar. La célebre cláusula con que se daba la corona a los Reyes de Aragon es
bien conocida. .
Sin embargo este contrato es todavía una ficcion, porque la esencia de un contrato se funda en el
consentimiento libre y espontaneo de las partes contratantes, y supone que todos los objetos de la
obligacion son específicos y conocidos. ¿Luego si el Príncipe es libre á su advenimiento al trono, de
aceptar o rehusar la corona, lo debe ser igualmente el pueblo? ¿Y algunas aclamaciones vagas son
un acto de consentimiento individual y universal? ¿Este contrato podrá ligar aquella multitud de
individuos que jamas han oido hablar de él, que no han sido llamados para sancionarlo, y que no
hubieran podido rehusar su consentimiento sin exponer su fortuna ó su vida? Por otro lado, en la
mayor parte de las monarquías, este pretendido contrato no tiene ni aun esta débil apariencia de
realidad. No se vislumbra por lo menos en las actas públicas, la sombra de una obligacion entre los
Soberanos y los pueblos.
Que no se haga, pues, depender la felicidad del género humano de una ficcion; porque no es
necesario elevar la pirámide social sobre bases de barro o de una arcilla deleznable. Dejad a los
niños divertirse con sus juguetes; los hombres deben hablar el lenguage de la verdad y de la razón.
El verdadero enlace político consiste en el inmenso interes de los hombres para sostener un
gobierno. Sin gobierno no hay seguridad, ni familia, ni propiedad, ni industria. En ellas se
encuentran las bases y fundamentos de todos los gobiernos, cualesquiera que sean su origen y su
forma. Comparándolas con su objeto es como únicamente se puede razonar con solidez sobre sus
derechos y sus obligaciones, sin recurrir a contratos supuestos que no sirven para mas que para
introducir disputas interminables.
Ciencia social segun los Principios de Bentham, por Turibio Nuñez (Madrid: Imprenta Real,
1835) pp 517-8