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Literatura Española II: Trabajos prácticos - Lic. Verónica M.

Zalba

ANTOLOGÍA DE LETRILLAS Y ROMANCES DE LUIS DE GÓNGORA (Lectura ilustrativa - Unidad


2)

1589 El amador, en perdiendo

Arrojóse el mancebito
al charco de los atunes,
como si fuera el estrecho
poco más de medio azumbre.
5 Ya se va dejando atrás
las pedorreras azules
con que enamoró en Abido
mil mozuelas agridulces.
Del estrecho la mitad
10 pasaba sin pesadumbre,
los ojos en el candil,
que del fin temblando luce,
cuando el enemigo cielo
disparó sus arcabuces,
15 se desatacó la noche
y se orinaron las nubes.
Los vientos desenfrenados
parece que entonces huyen
de el odre donde los tuvo
20 el Griego de los embustes.
El fiero mar alterado,
que ya sufrió como yunque
al ejército de Jerjes,
hoy a un mozuelo no sufre.
25 Mas el animoso joven,
con los ojos cuando sube,
con el alma cuando baja,
siempre su Norte descubre.
No hay ninfa de Vesta alguna
30 que así de su fuego cuide
como la dama de Sesto
cuida de guardar su lumbre.
Con las almenas la ampara,
porque ve lo que le cumple;
35 con las manos la defiende
y con las ropas la cubre,
Pero poco le aprovecha,
por más remedios que use,
que el viento con su esperanza
40 y con la llama concluye.
Ella, entonces, derramando
dos mil perlas de ambas luces,
a Venus y a Amor promete
sacrificios y perfumes.
45 Pero Amor, como llovía
y estaba en cueros, no acude,
ni Venus, porque con Marte
está cenando unas ubres.
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50 el farol que le conduce,


menos nada y más trabaja,
más teme y menos presume.
Ya tiene menos vigor,
ya mas veces se zabulle,
55 ya ve en el agua la muerte,
ya se acaba, ya se hunde.
Apenas espiró, cuando,
bien fuera de su costumbre,
cuatro palanquines vientos
60 a la orilla le sacuden,
al pie de la amada torre
donde Hero se consume,
no deja estrella en el cielo
que no maldiga y acuse.
65 Y viendo el difunto cuerpo,
la vez que se lo descubren
de los relámpagos grandes
las temerosas vislumbres,
desde la alta torre envía
70 el cuerpo a su amante dulce,
y la alma adonde se queman
pastillas de piedra zufre.
Apenas del mar salía
el Sol a rayar las cumbres,
75 cuando la doncella de Hero
temiendo el suceso, acude;
y viendo hecha pedazos
aquella flor de virtudes,
de cada ojo derrama
80 de lágrimas dos almudes.
Juntando los mal logrados
con un punzón de un estuche,
hizo que estas tristes letras
una blanca piedra ocupe:
85 «Hero somos y Leandro.
no menos necios que ilustres,
en amores y firmezas
al mundo ejemplos comunes.
El Amor, como dos huevos,
90 quebrantó nuestras saludes:
él fue pasado por agua,
yo estrellada mi fin tuve.
Rogamos a nuestros padres
que no se pongan capuces;
95 sino, pues un fin tuvimos.
que una tierra nos sepulte».
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1581
Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
5 mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
10 Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
15 y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
10 y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió le cuente,
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
15 yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.
20 Pase a media noche el mar,
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su Dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
25 la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
Pues Amor es tan crüel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
30 do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.
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1582 aunque después con suspiros


En la pedregosa orilla quedó enjuto y perfumado;
del turbio Guadalmellato, 45 y en un papelón de estraza,
que al claro Guadalquivir habiéndole antes besado,
le paga el tributo en barro, le envuelve, y saca del seno,
5 guardando unas flacas yeguas de su pastora un retrato
a la sombra de un peñasco, que en un pedazo de angeo,
con la mano en la muñeca 50 no sin primer ni trabajo,
estaba el pastor Galayo; con una espátula vieja
pastor pobre y sin abrigo se lo pintó un boticario.
10 para los yelos de mayo, Y clavando en él la vista,
no más de por estar roto en tono romadizado
desde el tronco a lo más alto. 55 estos versos cantó, al son
Quejábase reciamente de un mortero y de su mano:
del amor, que le ha matado «Dulce retrato de aquella
15 en la mitad de los lomos enemiga desabrida,
con el arpón, de un tejado; que para acabar mi vida
por la linda Teresona, 60 no tiene en sus ojos mella;
ninfa que siempre ha guardado la paciencia se me apoca
orillas de Vecinguerra de ver cuán al vivo tienes
20 animales vidrïados; la frente entre las dos sienes
hija de padres que fueron y los dientes en la boca;
pastores deste ganado, 65 y que es tal el regalado
el uno orilla de Esgueva, mirar de tus ojos bellos
el otro orilla de Darro. que el que está más lejos dellos,
25 Desta, pues, Galayo andaba ese está más apartado;
tiesamente enamorado, y así, aunque me hagan guerra,
lanzando del pecho ardiente 70 mirándolos me estaría
regüeldos amartelados. toda la noche y el día
No siente tanto el desdén comiendo turmas de tierra.
30 con que de ella era tratado, Retrato, pues, soberano
cuanto la terrible ausencia que, según es tu primor.
le comía medio lado; 75 tuvo al hacerte el pintor
aunque para consolarse cinco dedos en su mano,
sacaba de rato en rato si no quies´ verme difunto,
35 un cordón de sus cabellos según por ti me derriengo,
y tejido de su mano, mírame, pues ves que tengo
tan delicado y curioso. 80 la nariz tan en su punto;
tan curioso y delicado, mírame, ninfa gentil,
que si el cordón es tomiza que ayer me miré en un charco
40 los cabellos son esparto. y vi que era rubio y zarco
Con lágrimas le humedece como Dios hizo un candil».
el yegüero desdichado,
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1582
35 y que al presente le cuesta
¡Que se nos va la Pascua, mozas, harto caro el ver su cara,
que se nos va la Pascua! porque su bruñida frente
Mozuelas las de mi barrio, y sus mejillas se hallan
loquillas y confiadas, más que roquete de obispo
5 mirad no os engañe el tiempo, 40 encogidas y arrugadas.
la edad y la confianza. ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
No os dejéis lisonjear que se nos va la Pascua!
de la juventud lozana, Y sé de otra buena vieja
porque de caducas flores que un diente que le quedaba
10 teje el tiempo sus guirnaldas. 45 se lo dejó estotro día
¡Que se nos va la Pascua, mozas, sepultado en unas natas;
que se nos va la Pascua! y con lágrimas le dice:
Vuelan los ligeros años «Diente mío de mi alma.
y con presurosas alas yo sé cuándo fuistes perla,
15 nos roban, como harpías, 50 aunque ahora no sois nada».
nuestras sabrosas viandas. ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
La flor de la maravilla que se nos va la Pascua!
esta verdad nos declara, Por eso, mozuelas locas,
porque le hurta la tarde antes que la edad avara
20 lo que le dio la mañana. 55 el rubio cabello de oro
¡Que se nos va la Pascua, mozas, convierta en luciente plata,
que se nos va la Pascua! quered cuando sois queridas,
Mirad que cuando pensáis amad cuando sois amadas;
que hacen la señal de la alba mirad, bobas, que detrás
25 las campanas de la vida, 60 se pinta la ocasión calva.
es la queda, y os desarma ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
de vuestro color y lustre, que se nos va la Pascua!
de vuestro donaire y gracia,
y quedáis todas perdidas
30 por mayores de la marca.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!
Yo sé de una buena vieja
que fue un tiempo rubia y zarca,
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1603 [F. D., 1605] ¿Qué lleva el señor Esgueva?


Yo os diré lo que lleva.
¿Qué lleva el señor Esgueva? Lleva, sin tener su orilla
Yo os diré lo que lleva. árbol, ni verde ni fresco,
Lleva este río crecido, 55 fruta que es toda de cuesco,
y llevará cada día, y de madura, amarilla;
5 las cosas que por la vía hácese de ella en Castilla
de la cámara han salido, conserva en cualquiera casa,
y cuanto se ha proveído, y tanta ciruela pasa,
según leyes de Digesto, 60 que no hay quien sin ella beba.
por jüeces que, antes desto, ¿Qué lleva el señor Esgueva?
10 lo recibieron a prueba. Yo os diré lo que lleva.
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.
Lleva el cristal que le envía
una dama y otra dama,
15 digo el cristal que derrama
la fuente de mediodía,
y lo que da la otra vía,
sea pebete o sea topacio;
que al fin damas de Palacio
20 son ángeles hijos de Eva.
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.
Lleva lágrimas cansadas
de cansados amadores
25 que, de puros servidores,
son de tres ojos lloradas;
de aquél digo acrecentadas,
que una nube le da enojo,
porque no hay nube de este ojo
30 que no truene y que no llueva.
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.
Lleva pescado de mar,
aunque no muy de provecho,
35 que, salido del estrecho.
va a Pisuerga a desovar;
si antes era calamar
o si antes era salmón,
se convierte en camarón
40 luego que en el río se ceba.
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.
Lleva, no patos reales
ni otro pájaro marino,
45 sino el noble palomino
nacido en nobles panales;
colmenas lleva y panales,
que el río les da posada;
la colmena es vidrïada,
50 y el panal es cera nueva.
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1595 55 y digan que yo lo digo.


Viendo el escribano que
Ya de mi dulce instrumento dan a su legalidad,
cada cuerda es un cordel, por ser poco el de verdad,
y en vez de vihuela, él nombre las leyes de fe,
es potro de dar tormento; 60 su pluma sin ojos ve,
5 quizá con celoso intento y su bolsa, aunque sin lengua,
de hacerme decir verdades, por la boca crece o mengua
contra estados, contra edades, las razones del culpado,
contra costumbres al fin; la bolsa hecha abogado,
no las comente el ruin 65 la pluma hecha testigo;
10 ni las tuerza el enemigo, y digan que yo lo digo.
y digan que yo lo digo. Como consulta la dama
Si el pobre a su mujer bella con el espejo su tez,
le da licencia que vaya ¿no consultará una vez
a pedir sobre la saya, 70 con la honestidad su fama?
15 y le dan debajo della: Áspid al vecino llama
¿Qué gruñe? ¿Qué se querella? que la muerde el calcañar
¿Qué se burlan dél los ecos? cuando sale a visitar
¿Y qué teme en años secos al copete o la corona,
si el necio a su casa lleva 75 y a los dos no les perdona
20 quien en años secos llueva? desde la joya al bodigo;
Coja, pues, en paz su trigo; y digan que yo lo digo.
y digan que yo lo digo. Milagros hizo, por cierto,
De veinte y cuatro quilates un Alcalde, y lo vi yo,
es como un oro la niña, 80 que siendo vivo le dio
25 y hay quien le dé la basquiña almas de oro a un gato muerto,
y la sarta de granates: y aun es de tanto concierto,
tiénelo por disparates que se iguala y no se ajusta,
su madre y búrlase dello; y si acaso a doña Justa
mas él se los echa al cuello, 85 algo entre platos le viene,
30 porque el mismo fruto espera deja la verdad, y tiene
que han de hacer, que en la higuera a Platón por más amigo;
las sartas de cabrahigo; y digan que yo lo digo.
y digan que yo lo digo. Éntrase en vuestros rincones
El mercader, si es lo mismo 90 comadreando la vieja,
35 con vara y pluma en la mano bien como la comadreja
condenarse en castellano en nido de gorrïones;
que irse al infierno en guarismo, con madejas y oraciones
desátenme el silogismo os quiebra o degüella en suma,
sus pulgadas y sus ceros, 95 ora en huevos, ora en pluma,
40 su conciencia y sus dineros, las honras de vuestras hijas;
y tengan por cosa cierta destas terceras, clavijas
que si le cierran la puerta sean las ramas de un quejigo;
en el cielo no hay postigo; y digan que yo lo digo.
y digan que yo lo digo. 100 El doctor mal entendido,
45 Ver sus tocas blanquear de guantes no muy estrechos,
a la viuda, eso me mueve con más homicidios hechos
que ver cubierto de nieve que un catalán foragido;
el puerto del Muladar; si son de puñal buído
déjase a solas pasar 105 las hojas de su Galeno,
50 de cualquiera forastero, y si partir puede el freno
o peón o caballero; y el dinero con su mula,
y con sus amigas llora mate, y sírvale de bula
a su esposo la señora la carta que trae consigo;
como la Cava a Rodrigo; 110 y digan que yo lo digo

BIBLIOGRAFÍA

Apuntes teóricos elaborados por la cátedra sobre Lírica en el Barroco. Góngora


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Schwartz Lerner, Pía; “Formas de la poesía satírica en el siglo XVII: sobre las convenciones
del género”, en Edad de Oro VI, Madrid, 1987, pág. 215-234.
https://revistas.uam.es/edadoro

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