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lista: 08
14 de abril de 2020
Síntesis de “quien dice verda”
Quien dice verada tiene la boca fresca, los dientes limpios porque no hay lodo en
su corazón. Los que tienen valor pueden ver en la oscuridad, conservan las manos
limpias; sabe recoger su gusto y su pena, sabe aceptar su castigo, por otro lado el
miedoso huye, sufre, grita y la luna no puede limpiarlo; quien no acepta a su familia
no tiene paz en su corazón ni en su cuerpo; quien no recuerda vive en un pozo y
sus antiguas acciones lo atormentan, al igual que a los que olvidan, pues no puede
reír; el que hiere, debe ser herido, el que cura, curado, el que mata, matado y el que
perdona, debe ser perdonado, pero, aquel que daña y huye, no tiene amor, tiene
espinas en sus parpados y ya no puede cantar
Estas son las palabras del tata Juan y, Sebastián Pérez Tul seguía todo; Sebastián
Pérez Tul es un hombre que nunca dice otra cosa que no se verdad, nunca trato de
escapar a los castigos, nunca se fue por otros lados para engañar a la verdad y
justo esto es lo que le había costado la vida.
Todo empezó hace un tiempo en San Ramón que, a pesar de ser solamente una
calle está llena de rencor, lodo y maldad; en ese lugar vivía Lorenzo Castillo, un
ladino comerciante de aguardientes; aquí fue donde Sebastián le advirtió al Lorenzo
que no se pasara por donde él vivía, Lorenzo le dijo que se callara, Sebastián le
echó en cara todo lo que había hecho por él y como este se lo había pagado: “Te di
posada. Te dejé vender en mi puerta. Pero cuando todos estábamos borrachos, te
pusiste a robar, dañaste y pepenaste a mi hija y te burlaste. No regreses. Te lo
advierto...”; el ladino, algo molesto de que un indio le hablara de esa forma, comenzó
a decir que él ni conocía a su hija y a insultarla. El Sebastián se fue, dejando
advertido al Lorenzo.
Al llegar los policías a donde vivía el Sebastián se pusieron a gritar en busca del
responsable de la muerte de Lorenzo Castillo, hasta que este salió. Le preguntaron
quién era, Sebastián Pérez Tul, fue los que respondió; al saber esto le siguieron
preguntando cosas como ¿Por qué no te huiste? ¿quieres ir a la cárcel? ¿tienes
dinero para un licenciado en ciudad real?, el respondió que debía pagar por su
cometido. Le ordenaron que se volteara para arrestarlo y en cuanto lo hiso, solo se
oyó un estruendo y la gente vio como Sebastián Pérez Tul caía de rodillas al suelo,
mientras los policías se iban. Alguien lo levanto del suelo, y sintió como escurría
sangre de su cabeza que estaba toda destrozada y entre varios vecinos taparon el
cuerpo
Quien dice verdá tiene la boca fresca como si masticara hojitas de hierbabuena…
comenzó a decir el tata juan, pero no pudo continuar por la tristeza.
Clasificación de personajes
Es lo contrario a
Lorenzo Castillo Antagonista Sebastián y por quien se
desata el conflicto
A pesar de tener sola una
aparición, sus acciones
Los soldados Secundario afectan a la historia, ya
que mataron al
protagonista
Sus apariciones son
limitadas, pero, sus
El tata Juan Secundario palabras se quedaron
marcadas en Sebastián
Pérez Tul
Metáfora:
Quien dice verdá tiene los dientes limpios, blancos, porque no hay lodo en
su corazón
Quien no acepta su falta no tiene paz y parece que todas las piedras le
sangraran el paso porque no hay sabor en su cuerpo ni paz en su corazón
Quien no recuerda vive en el fondo de un pozo
el llanto vive en sus ojos porque no pueden recordar la luz
Símil
Anáfora
El cuento presenta una realidad muy presente en nuestra sociedad y es, que,
muchas veces las autoridades dejan pasar las acciones malas de hombres
adinerados, pero, cuando una persona de bajos recursos, hace algo, aunque sea
en defensa propia, las autoridades lo mandan a encarcelar o hasta matar. En el
cuento está reflejado con Lorenzo Castillo, quien es un hombre adinerado, pero se
podría decir que tiene una fortuna, es ladino, a quien la autoridad no le hace nada,
pero, cuando Sebastián quiso hacer justicia, la policía rápido mando a matarlo, que
si bien no es de bajos recursos, es indígena
Biografías
Se instruyó por si solo en la lectura, oyendo a las hermanas francesas a las que
educaban sus hermanos. José Ernesto Acebes le da clases en 1926 en el Colegio
del Renacimiento de Zapotlán, entrando en contacto con grandes textos de la
literatura universal.
En 1928, cuando tenía apenas 10 años ya era reconocido como escritor. Al año
siguiente terminó sus estudios en el colegio Renacimiento,
Desde muy joven, Arreola aprendió la encuadernación, oficio que lo llevó a iniciarse
en el campo editorial y que, finalmente se convertiría en su profesión. Comenzó sus
estudios en la Escuela Teatral de Bellas Artes, en Ciudad de México, a los 18
años.
En 1941, publicó su primera obra, Sueño de Navidad. En 1945 colaboró con Juan
Rulfo y Antonio Alatorre en la publicación de la revista Pan, de Guadalajara y pudo
viajar a París bajo la protección del actor Louis Jouvet. Allí conoció a J. L. Barrault
y Pierre Renoir. Un año después regresó a México.
Algunas de sus obras más reconocidas, fueron: La Parábola del Trueque (1938),
Sueño de Navidad (1941), Hizo el bien mientras vivió (1943), Varia invención (1949),
Confabulario (1952), La hora de todos (1954), Punta de plata (1958), La feria (1963),
Obras de Juan José Arreola (1971), Bestiario (1972), La palabra educación (1973),
Inventario (1976), “Tú y yo somos uno mismo" (1988).
Juan Rulfo
(16 de mayo de 1917-7 de enero de 1986) Nacido en Apulco, Jalisco. Juan Rulfo
creció entre su localidad natal y el cercano pueblo de San Gabriel, allí sufrió las
duras consecuencias de las luchas cristeras en su familia más cercana (su padre
fue asesinado). Esos primeros años de su vida habrían de conformar en parte el
universo desolado que Juan Rulfo recreó en su breve, pero brillante obra.
En 1934 se trasladó a Ciudad de México, Donde asistió como oyente a los cursos
de historia del arte en la Facultad de Filosofía y Letras, lo que acrecentaría su interés
por la cultura autóctona mexicana que quedó plasmado tanto en su obra literaria
como fotográfica, que pudo realizar en sus numerosos viajes en las décadas de los
años 30 y 40. En estos años publicó sus primeros cuentos en revistas tales como
América, en D.F. y Pan, de Guadalajara.
En 1948 se casó con Clara Aparicio, con la que tendrá varios hijos. En 1952 obtuvo
varias becas concedidas por el Centro Mexicano de Escritores, lo que le permitió
dejar su empleo en una empresa fabricante de neumáticos y publicar en 1953 El
llano en llamas, y, posteriormente, en 1955, la que será su obra maestra y una de
las grandes obras de la literatura universal: Pedro Páramo.
La labor etnográfica de Rulfo culminó con su trabajo en el Instituto Nacional
Indigenista de México, donde se encargó de la edición de una de las colecciones
más importantes de antropología contemporánea y antigua de México.
Rulfo publicó fotografías suyas por primera vez en 1949, en la revista "América", y
en 1960 expuso en Guadalajara una pequeña colección de sus fotos, pero fue la
exposición de 1980 en el Palacio de Bellas Artes la que abrió al público general, el
cocimiento de esta parte de su creación.
Algunas de sus obras fueron: El llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955), El
gallo de oro y otros textos para cine (1980), Juan Rulfo (1980), Inframundo, el
México de Juan Rulfo (1983).
Actividad de la página 60
Aún podés salvarte, Decí onde anda la gente, o si no sabes por lo menos dilo; le
dijo el Cástulo, sin embargo, el Vaquerizo no podía hablar, quería explicarles que
de verdad no podía, pero, algunas veces, hasta de proteger la vida se cansa uno.
Al pasar por la casa de Rosenda, Vaquerizo deseaba que ella estuviera allí para
lograr despedirse, que le rezara o que se pusiera a llorar, pero la vivienda de la
Rosenda estaba vacía, a excepción de un puerco, que, cuando lo vio el Cástulo,
llamo a uno de sus militares y le dijo que lo amarrara con la faja del Vaquerizo, a lo
que él no se opuso. El cerdo chillaba como si a él lo fueran a fusilar; el Vaquerizo,
iba callado y luego de pasar por la vivienda de la Rosenda no quería ver a nadie
más. Daba mucha tristeza el verlo, todo lo contrario del Luciano, a quien fusilaron la
vez pasada, que gritaba como el cerdo y que daba risa el verlo
Hasta aquí nomas, esta barda esta buena; grito el Cástulo Gonzaga. Sin que nadie
se lo ordenara el Vaquerizo se colocó ante el muro, mirando a los militares,
esperando.
Por última vez Vaquerizo ¡¿sí o no?!, bueno... ¡preparen! ... ¡apunten!, el Vaquerizo
vio las carabinas, se abrió la camisa, pensando que aquello se hace una vez que te
van a fusilar.
¡FUEGO!
Clasificación de personajes
Cástulo Gonzaga: es una persona muy codiciosa, tanto que un día salió a buscar
fortuna; al contrario del Vaquerizo al Cástulo le gustaba la guerra, y esto se puede
ver cuando entro al ejército y pudo ascender hasta teniente de una pequeña tropa;
se puede decir que no era malo solo acataba ordenes, ya que siempre quiso apoyar
al Vaquerizo.
Metáforas:
-y quitarse de una vez la figura, que, se le habían metido hasta adentro de los
huesos.
Símil:
haciendo un ruido como el que hacen los lombricientos con los dientes cuando están
dormido, o como cuando se raja una rama verde
hipérbaton:
El cuanto nos presenta algo que se presenta muchas veces en la vida y es, que,
muchas veces hay personas con una discapacidad, como puede ser el estar mudo,
y muchas de las veces no sabemos cómo interactuar con ella, ya sea para
comunicarnos a para tratarlas bien, pero, sin que se ofendan también ellas; o por
otro lado, pueden ser personas que quedaron así por un accidente y no saben cómo
comunicarse. Esto se ve reflejado en el cuento cuando el vaquerizo se queda mudo
y no sabe cómo comunicarse
Quien dice verada tiene la boca fresca, los dientes limpios porque no hay lodo en
su corazón. Los que tienen valor pueden ver en la oscuridad, conservan las manos
limpias; sabe recoger su gusto y su pena, sabe aceptar su castigo, por otro lado el
miedoso huye, sufre, grita y la luna no puede limpiarlo; quien no acepta a su familia
no tiene paz en su corazón ni en su cuerpo; quien no recuerda vive en un pozo y
sus antiguas acciones lo atormentan, al igual que a los que olvidan, pues no puede
reír; el que hiere, debe ser herido, el que cura, curado, el que mata, matado y el que
perdona, debe ser perdonado, pero, aquel que daña y huye, no tiene amor, tiene
espinas en sus parpados y ya no puede cantar
Estas son las palabras del tata Juan y, Sebastián Pérez Tul seguía todo; Sebastián
Pérez Tul es un hombre que nunca dice otra cosa que no se verdad, nunca trato de
escapar a los castigos, nunca se fue por otros lados para engañar a la verdad y
justo esto es lo que le había costado la vida.
Todo empezó hace un tiempo en San Ramón que, a pesar de ser solamente una
calle está llena de rencor, lodo y maldad; en ese lugar vivía Lorenzo Castillo, un
ladino comerciante de aguardientes; aquí fue donde Sebastián le advirtió al Lorenzo
que no se pasara por donde él vivía, Lorenzo le dijo que se callara, Sebastián le
echó en cara todo lo que había hecho por él y como este se lo había pagado: “Te di
posada. Te dejé vender en mi puerta. Pero cuando todos estábamos borrachos, te
pusiste a robar, dañaste y pepenaste a mi hija y te burlaste. No regreses. Te lo
advierto...”; el ladino, algo molesto de que un indio le hablara de esa forma, comenzó
a decir que él ni conocía a su hija y a insultarla. El Sebastián se fue, dejando
advertido al Lorenzo.
Al llegar los policías a donde vivía el Sebastián se pusieron a gritar en busca del
responsable de la muerte de Lorenzo Castillo, hasta que este salió. Le preguntaron
quién era, Sebastián Pérez Tul, fue los que respondió; al saber esto le siguieron
preguntando cosas como ¿Por qué no te huiste? ¿quieres ir a la cárcel? ¿tienes
dinero para un licenciado en ciudad real?, el respondió que debía pagar por su
cometido. Le ordenaron que se volteara para arrestarlo y en cuanto lo hiso, solo se
oyó un estruendo y la gente vio como Sebastián Pérez Tul caía de rodillas al suelo,
mientras los policías se iban. Alguien lo levanto del suelo, y sintió como escurría
sangre de su cabeza que estaba toda destrozada y entre varios vecinos taparon el
cuerpo
Quien dice verdá tiene la boca fresca como si masticara hojitas de hierbabuena…
comenzó a decir el tata juan, pero no pudo continuar por la tristeza.
Clasificación de personajes
Es lo contrario a
Lorenzo Castillo Antagonista Sebastián y por quien se
desata el conflicto
Metáfora:
Quien dice verdá tiene los dientes limpios, blancos, porque no hay lodo en
su corazón
Quien no acepta su falta no tiene paz y parece que todas las piedras le
sangraran el paso porque no hay sabor en su cuerpo ni paz en su corazón
Quien no recuerda vive en el fondo de un pozo
el llanto vive en sus ojos porque no pueden recordar la luz
Símil
Anáfora
El cuento presenta una realidad muy presente en nuestra sociedad y es, que,
muchas veces las autoridades dejan pasar las acciones malas de hombres
adinerados, pero, cuando una persona de bajos recursos, hace algo, aunque sea
en defensa propia, las autoridades lo mandan a encarcelar o hasta matar. En el
cuento está reflejado con Lorenzo Castillo, quien es un hombre adinerado, pero se
podría decir que tiene una fortuna, es ladino, a quien la autoridad no le hace nada,
pero, cuando Sebastián quiso hacer justicia, la policía rápido mando a matarlo, que
si bien no es de bajos recursos, es indígena
Biografías
Se instruyó por si solo en la lectura, oyendo a las hermanas francesas a las que
educaban sus hermanos. José Ernesto Acebes le da clases en 1926 en el Colegio
del Renacimiento de Zapotlán, entrando en contacto con grandes textos de la
literatura universal.
En 1928, cuando tenía apenas 10 años ya era reconocido como escritor. Al año
siguiente terminó sus estudios en el colegio Renacimiento,
Desde muy joven, Arreola aprendió la encuadernación, oficio que lo llevó a iniciarse
en el campo editorial y que, finalmente se convertiría en su profesión. Comenzó sus
estudios en la Escuela Teatral de Bellas Artes, en Ciudad de México, a los 18
años.
En 1941, publicó su primera obra, Sueño de Navidad. En 1945 colaboró con Juan
Rulfo y Antonio Alatorre en la publicación de la revista Pan, de Guadalajara y pudo
viajar a París bajo la protección del actor Louis Jouvet. Allí conoció a J. L. Barrault
y Pierre Renoir. Un año después regresó a México.
Algunas de sus obras más reconocidas, fueron: La Parábola del Trueque (1938),
Sueño de Navidad (1941), Hizo el bien mientras vivió (1943), Varia invención (1949),
Confabulario (1952), La hora de todos (1954), Punta de plata (1958), La feria (1963),
Obras de Juan José Arreola (1971), Bestiario (1972), La palabra educación (1973),
Inventario (1976), “Tú y yo somos uno mismo" (1988).
Juan Rulfo
(16 de mayo de 1917-7 de enero de 1986) Nacido en Apulco, Jalisco. Juan Rulfo
creció entre su localidad natal y el cercano pueblo de San Gabriel, allí sufrió las
duras consecuencias de las luchas cristeras en su familia más cercana (su padre
fue asesinado). Esos primeros años de su vida habrían de conformar en parte el
universo desolado que Juan Rulfo recreó en su breve, pero brillante obra.
En 1934 se trasladó a Ciudad de México, Donde asistió como oyente a los cursos
de historia del arte en la Facultad de Filosofía y Letras, lo que acrecentaría su interés
por la cultura autóctona mexicana que quedó plasmado tanto en su obra literaria
como fotográfica, que pudo realizar en sus numerosos viajes en las décadas de los
años 30 y 40. En estos años publicó sus primeros cuentos en revistas tales como
América, en D.F. y Pan, de Guadalajara.
En 1948 se casó con Clara Aparicio, con la que tendrá varios hijos. En 1952 obtuvo
varias becas concedidas por el Centro Mexicano de Escritores, lo que le permitió
dejar su empleo en una empresa fabricante de neumáticos y publicar en 1953 El
llano en llamas, y, posteriormente, en 1955, la que será su obra maestra y una de
las grandes obras de la literatura universal: Pedro Páramo.
Algunas de sus obras fueron: El llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955), El
gallo de oro y otros textos para cine (1980), Juan Rulfo (1980), Inframundo, el
México de Juan Rulfo (1983).
Actividad de la página 60