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¿Qué hemos de enseñar?

Objetivo específico:

Analizar la importancia que tiene la ética para la vida y en nuestros ámbitos académicos.

¿Cómo hemos de vivir?, interesante pregunta que intenta ser contestada desde hace más de dos
mil años por un sinfín de filósofos, argumentando que la ética es un proceso de reflexión sobre las
acciones morales, y la moral es la acción de conducirnos en el día a día (García, 2015, pág. 12), pero
es posible preguntar ¿quién lleva a cabo ese proceso de reflexión? Y ¿por qué se lleva a cabo en la
forma en que se hace?, desde luego que sí, y algunos estudiosos plantean el hecho de que hubo
humanos, humanos no modernos, antes de que hubiera historia, y que a través de un proceso de
selección o competencia natural, que poco o nada tiene que ver con ese proceso de reflexión que
hemos definido como ética, derivó en la extinción, vía el genocidio, de grupos como los neandertales
o los denisovanos por parte del homo sapiens, enfatizando, además, que para la comprensión de
nuestra naturaleza, historia y psicología, resulta indispensable llevar a cabo un estudio serio de
nuestros antepasados remotos, dedicados a labores de caza y recolección (Harari, 2014, pág. 46), es
decir no basta con dedicar horas, años y siglos a reflexionar sobre problemas, que muy
probablemente, tengan soluciones más simples y triviales, aunque nunca lleguemos a conocerlas
por completo.

Desde luego, si analizamos la historia humana, desde el punto de vista tradicional, la contemplación
de hechos históricos como el nacimiento y caída de múltiples imperios, la desaparición de culturas
importantísimas en distintos lugares del mundo, el avasallador desarrollo tecnológico y la brutal
tendencia a condicionar y comercializar los sentimientos, gustos, actitudes y la vida en sí misma, es
factible aceptar el hecho de que, como especie animal dominante en el planeta, sin una ética que
oriente nuestras acciones, no solo nuestra supervivencia, sino la de todo tipo de vida en este planeta
se antoja imposible, bastaría hacer una revisión de los programas militares de las principales
potencias mundiales para darnos cuenta de ello (Hoffman, 2010).

Manifiesto abiertamente que no estoy totalmente convencido acerca de que la ética analógica sea
la única respuesta correcta acerca de la existencia y universalidad de principios orientadores de
nuestra conducta, históricamente no observo hitos que me motiven a pensar así, por el contrario,
la desafortunada serie de eventos sangrientos, humillaciones, muestras de poder y ¿por qué no
decirlo? la desaparición de pueblos completos, me lleva a dar una oportunidad al absolutismo
axiológico y al relativismo ético para explicar ese comportamiento humano, demasiado humano. De
lo que estoy completamente convencido es que sin ese proceso de reflexión, el futuro de la
humanidad tal vez sea un futuro sin humanos, y justo por eso destaco la importancia de recordar y
promover principios fundamentales como el respeto y la vida, entendidos como valores, es decir,
algo que se valora, difiriendo totalmente de la denominación de seres inferiores, dada a otras
formas de vida animales y vegetales, las cuales han mostrado tener formas de supervivencia y
respeto por el ecosistema durante miles de años contribuyendo, además, a la supervivencia del
animal humano, no por nada se nos conoce como una cultura del maíz.
Respecto de la antigua interrogante ¿Cómo hemos de vivir?, si repasamos el período de la santa
inquisición en distintos lugares del planeta, es probable que ciertas iglesias, como un grupo de
sujetos colectivos organizados, no puedan acercarnos mucho a la respuesta buscada, si volteamos
a ver algunas de las instituciones académicas, la necesidad constante de márgenes de ganancia
superiores responde monetariamente a dicha pregunta y no me es posible negar que muchos de
nosotros, y yo en primer lugar, no tengamos que poner en la balanza nuestros criterios de felicidad
y las metas humanas que nos guían hacia ella contra las necesidades impuestas por el sistema
bancario internacional.

Es en esta forma como concibo a la ética analógica como una opción de conservación de la vida
frente a la capacidad de destrucción alcanzada por el conjunto social al que algunos denominan zoo
humano (Morris, 1969), y declaro que es nuestra obligación, aceptada o no, incorporarla en nuestra
quehacer diario, dentro y fuera de las aulas, como educadores que siempre tienen frente así otra
pregunta fundamental ¿qué hemos de enseñar?, respondida en formas distintas por dueños de
televisoras para jodidos y representantes femeninas de algunos sindicatos magisteriales.

Trabajos citados
García, D. E. (2015). Dimensión ética de la vida humana. En J. E. Traslosheros, & D. García G., Ética,
persona y sociedad una ética para la vida. Porrúa.

Harari, Y. N. (2014). Sapiens. From Animals into Gods: A Brief History of Himankind. Titivillus.

Hoffman, D. (2010). The Dead Hand: The Untold Story of the Cold War Arms Race and Its
Dangerous Legacy. Anchor.

Morris, D. (1969). The human zoo. Nibbler.

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