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Una foto que vi hace 12 años, era un pibe prendido fuego, con llamas en el medio del cuadro y saliéndose
de la imagen las botas de dos milicos como huyendo. Después leí la nota, era un desalojo en Neuquén.
Este chico había dicho: "si entran me prendo". Entraron, se prendió fuego y a los 15 días se murió. Ese
día hubo una batalla campal entre la policía y los ex ocupantes de ese edificio. Era un edificio tipo
FO.NA.VI., y a los 15 días locamente los mismos jueces, los mismos funcionarios que habían ordenado el
desalojo, deciden darle las casas a esas personas. Y yo cuando vi eso sentí como si los dioses del Olimpo
hubiesen aceptado un sacrificio. Y empecé a prestarle atención a esos hechos.
…la literatura como resto de lo real ya no se distinguiría de lo real porque en ambos espacios reina una
indiscernibilidad de lo real y lo imaginario que no busca ser escamoteada. Se trata de restos o residuos;
lixos-dice Helio Oitica- basura, que en su condición misérrima y abyecta ya cuestiona varios mitos
esteticistas sobre el poder redentor de una “obra” en la que restallarían los fulgores de un sujeto todo
poderoso…(Garramuño 2009, 24)
Si la literatura trabaja sobre los restos de lo real, podría traer una transformación del
estatuto de lo literario. En una combinación entre el archivo y la experiencia de lo real
se genera el dispositivo literario como una “euexistenciateca”, según lo planteado por
Oitica. A partir de residuos, de los descartado, como una noticia de hace 12 años, puede
crearse una “obra”, una obra que cuestione lo real, al mismo tiempo que lo funda,
porque ya no habría diferencia entre la realidad y la ficción.
Podemos poner en serie los planteos de Garramuño con los de Ludmer en Aquí
América Latina:
Estas escrituras no admiten lecturas literarias; esto quiere decir que no se sabe o no importa si son o no
son literatura. Y tampoco se sabe o no importa si son realidad o ficción. Se instalan localmente y en una
realidad cotidiana para ‘fabricar presente’ y ése es precisamente su sentido. (Ludmer 2010, 149)
El estatuto de lo literario entonces se ve modificado. Pensar la obra literaria como una
fábrica de presente puede ser un buen punto de partida para pensar nuevos modos de ser
y estar en el mundo. Pero volvamos a los planteos de Ludmer:
Por todo lo dicho, ahora saldremos de la literatura para hacer referencia a los
modos de producción dentro del orden capitalístico, para luego entrar en la nouvelle
para pensarla como una realidad-ficción, como fábrica de presente en donde están los
restos de lo real incrustados pero también lo potencial, lo mágico, lo imaginario…
“Control” es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault
reconocía como nuestro futuro próximo. Paul Virilio no deja de analizar las formas ultrarrápidas de
control al aire libre, que reemplazan a las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema
cerrado. (Deleuze 2005, 116)
Los mecanismos de poder, cada vez más eficientes, cada vez más sofisticadas,
pulverizaron su densidad en redes flexibles y fluctuantes. La fábrica ha dejado su lugar
a la empresa, “El marketing es ahora el instrumento de control social, y forma la raza
impúdica de nuestros amos”( Deleuze 2005, 119) . Marketing y control serán los ejes
sobre los cuales se sustentará el orden capitalístico .
En el texto Micropolítica: cartografías del deseo, Guattari y Rolnik piensan el
tema del control totalmente ligado al de la subjetividad. Plantean que los modos de
producción capitalísticos no funcionan únicamente a partir de los valores de cambio y
las semióticas monetarias, sino a través de un modo de control de la producción de la
subjetividad: “…una subjetividad de naturaleza industrial, maquínica, esto es,
esencialmente fabricada, modelada, recibida, consumida”(Guattari Rolnik 2013, 37)
Existen máquinas de producción de subjetividad que no operan de manera uniforme
sino que varían de acuerdo al sistema en el cual están inmersas (más o menos
territorializadas) y cuyos productos constituyen la materia prima de las fuerzas
productivas. Es decir, las fuerzas sociales que hoy administran el capitalismo “…han
entendido que la producción de subjetividad tal vez sea más importante que cualquier
otro tipo de producción, más esencial que el petróleo y las energías.”(Guattari Rolnik
2013, 38) Las transformaciones de la subjetividad no solo operan en el campo
ideológico de los individuos, sino también en su modo de percepción del mundo “… de
articularse con el tejido urbano, con los procesos maquínicos del trabajo y con el orden
social que soporta esas fuerzas productivas.”(Guattari Rolnik 2013, 39) La producción
de la subjetivación capitalística se vuelve efectiva no solo a partir del discurso, ni
tampoco a partir de la reducción a ciertos modelos de identidad o identificación, sino a
partir de un sistema de conexión directa entre las máquinas productivas, las máquinas
de control social y las instancias psíquicas que definen la forma de percepción del
mundo.
La resistencia micropolítica
Si bien las máquinas de producción de subjetividad junto con las estrategias del
mercado cada vez perfeccionan más su producción; al mismo tiempo se multiplican las
posibilidades de reapropiar la subjetividad, mediante procesos de singularización que
hacen trastabillar el orden capitalístico, que pueden crear líneas de fuga que agrietan el
statu quo. Por qué no imaginar nuevas máquinas que multipliquen los centros, que
favorezcan la propagación, el contagio de líneas de fuga portadoras de deseo. La
resistencia entonces podría crear efectos que permitan abrir un nuevo espacio en el cual
se desarrolle el deseo, un nuevo mundo de posibles.
Sin embargo, las estrategias del mercado son hábiles y, en la medida en que el
mandato es ser distinto, puede que transformen los procesos de singularización en una
mercancía más, en una nueva identidad descartable. Es complejo, pero parece un buen
punto de partida para volver a entrar a la “literatura”.
Todos con la fuerza de un dolor nuevo al que los cuerpos se resistían soltando lágrimas con caudal
intermitente (…) se sacudían los cuerpos de los deudos, gritaban los más chicos de los míos asustados por
esa fuerza desconocida que les estaba tomando cuerpo y vida y que en unos días los tendría dominados y
casi reducidos al silencio. Primero se le resiste, pero el dolor gana y reina como una triple gravedad sobre
el dolorido: le pesa, le gasta energía, lo abate hasta la horizontalidad y la voz… (Cabezón Cámara 2014,
21)
El cuerpo que resiste es un cuerpo que duele. El reflejo de los cuerpos uniformados es el
de los cuerpos de los artistas ocupas, unidos en una lucha que busca ser controlada por
el brazo armado del estado. Dentro de los cuerpos que resisten, uno se singulariza y se
prende fuego. Como plantea Butler, el cuerpo se vuelve el escenario de actos. En este
caso, al no estar reglamentado, se constituye en un espacio de contaminación, en una
herramienta de poder, de singularización, y por qué no, de reapropiación de la
subjetividad. El acto heroico de la protagonista es realizado mediante el mero impulso
de un cuerpo afectado por la merca y el alcohol. La misma narradora dice:
Pero hice todo al revés, eso me parece hoy. Debería haber incendiado a canas y judiciales en vez de
volverme bonza. La merca me pegó peor que nunca antes en la vida y debo decir que nunca me pegó del
todo bien. Se le habrá sumado el whisky, que ya en la quinta botella era marca nacional…( Cabezón
Cámara 201425)
Por eso ahora nos centraremos en la cronología y las mutaciones de este cuerpo.
Primero, el cuerpo quemado y en coma, aún sigue la resistencia: “Así me sentí esos
meses puro cuerpo en resistencia, las células trabajando para conservarse juntas, los
órganos esquivando a la mortal entropía. Entraban drogas legales y salían los desechos y
yo no pensaba en nada, apenas si deliraba una especie de mal sueño…” (Cabezón
Cámara 2014, 32)
Luego, el cuerpo con el rostro quemado despierta y se vuelve otro, cuyo deseo se
manifiesta a partir del poder:
Me creció como una especie de pija, vivía al palo todo el día, y si alguna vez pensé, tampoco pensaba
mucho antes de enterarme, terminé de hacerlo entonces y giró toda mi vida en torno a esa calentura, la de
tener más poder, la de poder ayudar y poder mandar al muere, la de poner en las listas y sacar de
juego(Cabezón Cámara 2014, 35)
Subjetividades descartables
“Soy un caso de inversión: nací negra y me hice rubia, nací mujer y me armé de
tremenda envergadura envidia de mucho macho en la boca de tantos y de tanta boca
loca. Me cogí a medio país que eso también es poder.” (Cabezón Cámara 2014, 36)
Estas son solo algunas de las transformaciones de la protagonista. Porque en el cuerpo
se inscribe una subjetividad o mejor dicho muchas identidades descartables que va
adoptando la protagonista bajo la construcción del personaje llamado “yo”. La novela
está escrita en primera persona. Varios autores hablan sobre el predominio de este tipo
de narrador en las obras de la literatura contemporánea. Trabajando sobre el resto de lo
real, la narradora se llama Gabi, y dice basar sus escritos en lo presentado en un blog.
Volviendo a Garramuño, plantea que los textos contemporáneos como desgarramientos
de formas que desestructuran géneros y subjetividades presentadas en una primera
persona. Todo parece estar disuelto en la narración de intensidades entrecortadas y
jadeantes.
“Toxicômanos de identidade. Subjetividade em tempo de globalização” plantea
que los modos de ser también se transforman en mercancías, en pequeños espectáculos
efímeros que siguen los distintos vaivenes del mercado global.
Não é tão simples assim: é que a mesma globalização que intensifica as misturas e pulveriza as
identidades, implica também na produção de kits de perfis-padrão de acordo com cada órbita do mercado,
para serem consumidos pelas subjetividades, independentemente de contexto geográfico, nacional,
cultural, etc. Identidades locais fixas desaparecem para dar lugar a identidades globalizadas flexíveis que
mudam ao sabor dos movimentos do mercado e com igual velocidade. (Rolnik 1997, 19)
Fue entonces cuando, con el fervor que provoca toda cámara, el calor de la Tv y al grito de ¡tenemos una
muerta, tenemos una muerta!, se hicieron míos y me hicieron suya los míos y se enardecieron más cuando
alguno prendió la tele y se vieron en vivo y a los gritos y con buen criterio de rating le agregaron al show
del telediario una tan armoniosa como espontánea performance: tirar proyectiles…”(Cabezón Cámara
2014, 15)
Todos quieren verse en las pantallas: tanto los que resisten como la misma policía
“…se ablandan con las cámaras, pasan del plomo a la goma…”( Cabezón Cámara 2014,
16). Pero esta historia construye una heroína, una celebridad, que se legitima no solo en
el acto de quemar su propio cuerpo, si no también en la visibilidad que le otorgan los
medios al hecho. Así se construye una celebridad pero con aires de santidad que
deviene en líder político:
…desde ese agujero negro salí eyectada tan fuerte que terminé por estar al frente de un vanguardia
sin perder en el camino una aureolita de santa que me gané a las semanas de entrar al hospital en el que
estuve un año entero (…) la aureola se coronó (…) cuando el juez que había ordenado el desalojo
(…)decidió que otorgaría títulos de propiedades sobre ese viejo edificio…( Cabezón Cámara 2014, 26).
Nadie tuvo que quemarse pero es desde ese momento que tenemos todo listo; se votaban nuevos bonzos el
primer lunes de cada mes. En los balcones hay plantas, bicicletas, cosas propias y también fieles antorchas
y bidones incendiarios. Lo hicimos todas las veces que nos apretaron mucho, se volvió una ceremonia, la
fiesta de aniversario , todo para recordar nuestra épica resistencia. Claro que empezó a pasar que se votaba
a cualquiera y cualquiera le pagaba a otro para que fuera el bonzo de su balcón. (Cabezón Cámara 2014
,43)
Sin embargo, nuevamente se apropia una nueva subjetividad a partir del “amor”. Ya
desde el título del libro se utiliza la palabra “romance”. Durante estos capítulos se pone
en escena la subjetividad enamorada, desde el cliche y el estereotipo pero singularizado
por el tipo de relación que establecen las participantes, saliendo de las maneras
convencionales de los actos sexuales, ligadas a lo queer. Nuevamente se inviste un
proceso de subjetivación maquínico y seriado como el del “romance”, pero combinado
con otras prácticas no reglamentas sexualmente en el cuerpo social. Tanto en el planteo
de la relación con la suiza, como posterior a su muerte, con dos hombres, lo que
predomina es el deseo: “…con Tadzio y mi alemán estamos bien, hacemos el amor de
vez en cuando, vivimos los tres juntos como hermanos, me dan y yo les doy con la
poronga que también heredé de mi hermosura…” (Cabezón Cámara 2014, 61) En este
tramo de la historia, cansada de la lucha política, de la exposición, se retira a vivir en el
tigre para escribir y disfrutar su cuerpo de negra rubia con estos dos hombres.
Resulta interesante señalar que si bien esta multiplicidad de identidades que va
descartando la protagonista opera de manera similar a las máquinas de producción de
subjetividad, los efectos que produce son otros, ya que va a alcanzando distintos
objetivos que desestabilizan, aunque sea por unos instantes, el orden capitalístico. Es
decir que se crean nuevas máquinas que multiplican los centros, y dan lugar a líneas de
fuga portadoras de deseo. Si las subjetividades se presentan como espectáculos
descartables, por qué no hiperbolizar este rasgo a partir de un personaje, que lo revele en
lugar de denunciarlo. No en un personaje que sigue dócilmente las reglas, sino en una
artista devenida en líder político que en cierta medida utiliza las mismas armas del
orden capitalístico, pero para intentar ponerlo en jaque.
Bibliografía
● Butler, Judith, “Inscripciones corporales, subversiones performativas” en El
género en disputa. Bs As, Paidós, 2007.
● Cabezón Cámara, Gabriela, Romance de la negra rubia. Bs As, Eterna Cadencia
Editora, 2014.
● Deleuze, Gilles: “Posdata sobre las sociedades de control”, en Christian Ferrer
(Comp.) El lenguaje libertario. La Plata, Colección Utopía Libertaria, Terramar,
2005.
● Garramuño, Florencia, “Los restos de lo real” en La experiencia opaca:
Literatura y desencanto, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.
● Guattari y Rolnik, Micropolítica: Cartografías del deseo. Bs. As., Tinta y
Limón, 2013.
● Ludmer, Aquí América Latina. Una especulación. Bs As, Eterna Cadencia,
2010.
● Rolnik, Sueley, Toxicômanos de identidade. Subjetividade em tempo de
globalização”, in Cultura e subjetividade. Saberes Nômades, org. Daniel Lins.
Papirus, Campinas 1997; pp.19-24.