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A ISENO E INDUSTRIA

CULTURAL
INTRODUCCIÓN
El diseño es una de las actividades destinadas a orga-
nizar el entorno en el que viven los hombres. Objetos,
artefactos de todo tipo, casas, indumentaria y grafismos
dependen de la definición y de la significación que les
damos para poderlos emplear. La determinación de las
JORDI BERRIO formas ha llegado a ser una actividad esencial para el
desarrollo de la vida en las sociedades avanzadas. Or-
ganizar el entorno en el aspecto formal no sólo es im-
portante para el funcionamiento de la vida material y
práctica, sino también para las relaciones culturales
y para las vivencias de los individuos.
En las sociedades tradicionales, el arte y la cultura
superiores no formaban parte de la vida práctica de la
mayoría. Los instrumentos, la indumentaria, los edifi-
cios de uso práctico y utilitario configuraban el mundo
normal, corriente, y pertenecían a la cultura popular;
en cambio, aquello que entendemos por cultura supe-
rior constituía un universo especial destinado a las cla-
ses altas. Los productos y las formas que se correspon-
den con lo que entendemos por Bellas Artes contenían
elementos fetichistas fundamentales y formaban parte,
sobre todo, de las parcelas convertidas en ritual de la
esfera pública y de la religiosidad. Las obras de arte
contenían unos valores y unas propuestas de interpre-
tación que los individuos debían captar. De hecho, era
necesario que el individuo se entregara al complejo de
sublimidades del producto artístico. Los valores de la
obra (no del artista) se sobreponían a los de los especta-
dores.
El arte cumplía su función en una sociedad con esta-
mentos organizados rígidamente, en la que el poder, la
esfera pública, representaban un orden superior que te-
nía sus raices en la divinidad. El arte servía a este orden
de cosas. Ésta es la razón por la que las obras de la cul-
tura superior se mantenían distanciadas de los hom-
bres comunes, de los que sólo podían recibir su home-
naje.
El nuevo orden burgués cambió la relación entre los
individuos y el arte. Al modificarse los sistemas político
y económico, también se trastornaron los papeles so-
ciales de la cultura y del arte. La burguesía heredó las
formas artísticas de la etapa anterior, las mantuvo y
las desarrolló. De hecho, tardó mucho en generar for-
mas y estilos propios.1 No obstante, la sociedad burgue-
sa, desde los inicios de su existencia, cambió la funcio-
nalidad que mantenían el arte y la cultura en el Antiguo
Régimen. Al cambiar la organización social, también
lo hicieron las relaciones que los individuos mantenían
con las obras de arte, y la propia experiencia estética.
La burguesía había proclamado, de manera solemne,
JORDI BERRIO 1. Esta cuestión se manifiesta especialmente en arquitectura. Du-
Doclor en Filosofía, profesor de Teo- rante todo el siglo xix se perpetuaron las formas históricas de los esti-
ría de la Comunicación de la Uni- los tradicionales. Solamente la arquitectura del hierro se puede con-
versidad Autónoma de Barcelona. siderar que corresponde a la nueva era industrial. Pero el gran arte
Autor de Teoría de la persuasión, 1983. plenamente burgués podemos considerar que fue el Modernismo. Fue
y de Lopinió pública i la democracia, el que respondió mejor a una burguesía ilustrada, cosmopolita, en la
1991. plenitud de su fuerza social.
Temes de Ksseny, ¡Win pp. 119-126
la igualdad entre los hombres. Pero se trataba de una cionales, tales como los que hemos esbozado más arri-
igualdad abstracta. En el terreno de lo concreto, el de- ba. Es evidente que el diseño tiene un componente in-
sarrollo de la economia capitalista provocó la existen- dustrial, funcional, pragmático, pero no lo es menos que
cia de nuevas desigualdades. No era posible edificar la también tiene una dimensión estética fundamental. De
igualdad democrática en campos como el cultural o el acuerdo con esto, para comprender la profundidad que
ético sobre la base del reparto desigual de la riqueza. ha adquirido el diseño en nuestros días, resulta impres-
La nueva dependencia económica, basada en las leyes cindible reflexionar sobre la experiencia estética que se
del mercado, se manifestaba tan dura como la antigua, hace actualmente y qué cambios ha experimentado en
montada sobre los vínculos personales. el transcurso de la evolución de la sociedad burguesa.
La cultura afirmativa 2 es una de las consecuencias de De hecho, nuestra intención fundamental, más allá de
la evolución de la civilización capitalista. La alta cultu- profundizar en las circunstancias históricas del desa-
ra afirma un mundo superior, pero al mismo tiempo rrollo del diseño, es intentar aclarar las razones por las
esconde una situación social determinada. La alta cul- cuales ha conseguido la profundidad de la que goza
tura burguesa está empapada de un humanitarismo hoy en día; también queremos reflexionar sobre las ra-
abstracto que resulta progresista en un primer momen- zones de un posible desplazamiento de las Bellas Artes
to, cuando aún es necesario oponerse a los ideales aris- por parte del diseño en el papel central de la experien-
tocráticos, pero que pronto mostrará su verdadero ca- cia estética contemporánea.
rácter.
Las sucesivas revoluciones tecnológicas tendrán efec-
tos decisivos para la cultura y el arte. Una de las prime-
ras consecuencias de la industrialización la encontra- LA ÉPOCA MODERNA
mos en la necesidad de programar los procesos de
determinación de las formas que después habrá que Continuamos viviendo bajo la influencia de la Épo-
reproducir de manera mecánica. Muy desligadas del ca Moderna. Aunque pervertidos y desnaturalizados,
mundo sublime del arte superior, las formas creadas sus influjos nos llegan; al menos, los nuevos jóvenes
por la industria constituirán el fundamento de la expe- conservadores se autoafirman como negación del es-
riencia estética de la mayoría de la gente, substituyendo píritu moderno. Su «pensiero debole»3 no va mucho
de este modo la cultura popular tradicional. De manera más allá de un situarse al margen de los valores que
similar a lo que sucedía en la producción artesanal, los habían dominado la cultura desde la Ilustración. Ha si-
objetos que han sido diseñados contendrán aspectos do en esta Época Moderna cuando el diseño ha nacido
funcionales y culturales. Al hacerse el consumo cada y se ha desarrollado hasta llegar a ser un fenómeno
vez más universal, la alta cultura quedó no sólo situada importante en nuestra civilización. Y ha sido en época
en un nivel artificioso, sino reducida a sectores cada reciente cuando el diseño ha superado al arte en la mi-
vez más pequeños y relativamente marginales de la so- sión de proporcionar experiencias estéticas a los pú-
ciedad. El resultado de todo esto ha sido que el diseño blicos consumidores. Por todos estos motivos, hacer el
ha ido ganando de manera progresiva un papel central esfuerzo de comprender lo que representó en su mo-
en la civilización capitalista. mento el espíritu moderno y qué objetivos persiguió
En nuestros días, todo parece indicar que cualquier tendrá una gran utilidad para nosotros.
estudio, sea o no axiológico, aplicado al diseño, convie- La Época Moderna no es sólo un término de clasifi-
ne que se haga contextualizado en las estructuras socia- cación de la historia. Representó para los ilustrados una
les pertinentes y en los marcos de referencia que le son época que, si bien era consecuencia de las anteriores,
propios y sin los cuales no tiene sentido. Solamente la estaba desligada por sus cualidades; que culmina y
comprensión de la totalidad nos permitirá acceder a la también niega la historia pasada; una época nueva que
naturaleza dispuesta de manera simbólica de los pro- apunta hacia el futuro. Probablemente esta última di-
ductos que surgen de los procesos de diseño. Querer mensión es la esencial. El hombre ilustrado europeo se
aislar el diseño del resto de la cultura, del trabajo eco- sentía civilizado, superior; se sentía el hombre por ex-
nómico o de la actividad política no nos conducirá a celencia. Los hombres de las culturas de fuera de Euro-
nada. pa eran el pasado, un pasado a dominar. Era como si
Pero si lo que pretendemos es entender el verdadero toda la etapa anterior de la historia de Europa y el resto
papel antropológico que cumple el diseño en nuestra del mundo actual representaran la prehistoria. Hegel,
cultura deberemos ir más allá de los análisis conven- en el prólogo a la Fenomenología del Espíritu, expresa

2. Por cultura afirmativa entiende Marcuse «aquella cultura propia 3. Pensiero debole, Feltrihelli, Milán, 1983, es una obra de Gianni
de la época burguesa que en el curso de su evolución se ha visto obli- Vattimo, profesor de Estética en la Universidad de Turin. Esta expre-
gada a escindir el mundo espiritual del mundo de la civilización y a sión pasó a denominar el tipo de pensamiento propio de los últimos
elevarlo por encima de éste a unas categorías que lo constituyen en un años dentro de las corrientes posmodernas. Curiosamente, el pensa-
mundo autónomo. Su rasgo característico es la afirmación de un mun- miento débil reivindica a autores como Nietzsche o Heidegger, cuyo
do de valores umversalmente válido y obligatorio, eternamente mejor, pensamiento no tiene nada de débil.
que hay que aceptar sin condiciones»; Per una nova definido de la cul-
tura. Edicions 62, Barcelona, 1971, p. 12.
claramente la conciencia de cambio y superación de de la cultura. La racionalidad científica ha marcado to-
una etapa anterior que incluye toda la historia: da la Época Moderna. La contabilidad ha permitido el
desarrollo de la economía; la racionalidad aplicada a
No es difícil darse cuenta, por lo demás, de que vivi- la administración ha permitido que el Estado centrali-
mos en tiempos de gestación y de transición hacia zado del Antiguo Régimen deviniera una maquinaria
una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo eficaz en la defensa y control de un territorio, enten-
anterior de su ser allí y de su representación y se dis- dido sobre todo como un mercado. La racionalidad
pone a hundir eso en el pasado, entregándose a la ta- científica ha invadido, pues, el espacio de las relaciones
rea de su propia transformación. 4 sociales. Un hito importante en este proceso de racio-
nalización ha sido la creación de las ciencias sociales.
La Época Moderna apunta hacia el futuro de una Unas ciencias que hemos de considerar, si no Ilustra-
manera radical. Por este motivo ya no puede reprodu- ción ellas mismas, sí una de sus consecuencias. Aun-
cir las normas de las etapas anteriores: debe generar que algunos lo hayan discutido,7 no parece dudosa la
sus normas, sus formas, sus ideas. Esta es la razón por relación entre el espíritu racional y científico de la Ilus-
la que la arquitectura moderna acabó por excluir las tración y el desarrollo en la Época Moderna de las cien-
formas históricas de su práctica y las situó fuera de cias, tanto de las que ya existían como de las de crea-
nuestra época y sensibilidad. También es éste el motivo ción más reciente y especialmente de las que se ocupan
por el que el arte moderno se comprometió en el objeti- del hombre y de sus relaciones.
vo de buscar las formas correspondientes a la Era In- Unas ciencias sociales de base empírica se han con-
dustrial y que Adolf Loos manifestó con intención de vertido en el transcurso del tiempo en ingeniería social
denuncia al decir que la ornamentación era un delito si y han servido al desarrollo de la sociedad industrial
la practicaba un hombre civilizado, con lo que quiere avanzada. El sistema electoral, la publicidad, se han
decir un hombre moderno.5 De este modo, una vez que visto beneficiados por las técnicas demoscópicas; em-
se ha roto con el pasado, y ya situados en los tiempos presas privadas e instituciones públicas han utilizado
modernos, no hay otro camino que la búsqueda de una las obras de los sociólogos, de los psicólogos y de otros
renovación constante. Las vanguardias artísticas son científicos para elaborar sus políticas. A pesar de que
una manifestación de la búsqueda de nuevos mundos. ha habido muchas protestas sobre la solidez de las cien-
El progreso, como objetivo de la actividad humana in- cias sociales, y que se han hecho debates científicos de
dividual y social, deviene de esta manera un aspecto alto nivel sobre la filosofía y la metodología de las cien-
esencial del espíritu moderno. La búsqueda de caminos cias,8 el uso indiscriminado de técnicas de resultados
nuevos, de códigos alternativos, de experiencias inédi- dudosos no se ha detenido hasta la actualidad.
tas, se convirtió en un aspecto sustancial de la actividad La Época Moderna se inició con un programa cohe-
humana en general y de la artística en particular. rente de transformación de la vida humana, según las
Otra de las características de la Ilustración que ha premisas ya mencionadas y otras que configuraron el
marcado profundamente toda la modernidad ha sido programa de la burguesía triunfante. Los sistemas polí-
la convicción de que la libertad es una dimensión sus- tico, económico y cultural fueron planteados según la
tancial del espíritu humano. Una dimensión que se ma- nueva ideología. Todo tenía que darse en una articula-
nifiesta en la libertad política y, genéricamente, en la ción perfecta de las tres estructuras, especialmente de
autonomía del individuo cuando actúa en las esferas las dos primeras. La cultura siempre había sido vista
pública y social6 y también en la intangibilidad absolu- como autónoma, e incluso como una actividad supe-
ta de la intimidad. El burgués tiene derecho a interpre- rior. Esta idea de la articulación de la cultura con el res-
tar las obras de arte de manera autónoma. Con esto to de las estructuras de la sociedad no sólo fue defen-
podemos ver que las obras de arte ofrecen la posibili- dida por el que ha sido denominado pensamiento
dad de ser percibidas de formas distintas, según la per- burgués, sino que la tradición marxista aún la reforzó
sonalidad de sus receptores. con su conocida teoría de la relación entre la base y
El Iluminismo proclama la superioridad de la razón superestructura de la sociedad. No obstante, a despe-
y recluye lo sobrenatural, con sus espíritus y demonios cho de los propósitos y de las creencias iniciales, todo
superados y faltos de vigencia, a una especie de desván parece indicar que, en nuestra época, hay que afirmar

4. fenomenología del Espíritu, traducción de Wenceslao Roces, F. C. E., Sur, Buenos Aires, 1973. Luhmann no ve una relación lógica y temáti-
México, 1973. p. 12. ca entre la Ilustración y la sociología. Cree que la sociología no parti-
5. Loos, Adolf, Ornamento y delito y otros ensayos, Ed. Gustavo Gili, cipa de algunas de las premisas ideológicas de la Ilustración, que son
Barcelona. 1980. básicas: «De modo especial para la sociología, existen en la Ilustra-
6. Como se puede observar, distinguimos las esferas pública y ción dos premisas centrales que han llegado a ser sospechosas: la par-
social. La primera la delimitamos como el ámbito del Estado y de la ticipación de todos los individuos en un propósito racional común y el
política, mientras que en la segunda enmarcamos la actividad de la optimismo respecto al éxito de su factibilidad» (p. 94).
sociedad civil, que abarca la cultura y los negocios. Hay que señalar 8. Un ejemplo lo encontramos en el celebrado en octubre de 1961
que el trabajo y los negocios, si bien en un principio estarían situados en Tubinga a iniciativa de la Sociedad Alemana de Sociologia y que
en la esfera individual, dado el carácter social que han adquirido, está recogido en Adorno, Th. W., La disputa del positivismo en la sociolo-
hemos considerado que la trascienden y mucho. gía alemana, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1973.
7. Luhmann, Niklas, Ilustración sociológica y otros ensayos, Editorial
que la cultura ha adquirido una autonomía considera- mento de crisis.10 Nos sentimos sumergidos en un cam-
ble respecto de los sistemas económico y político. bio cultural que se desarrolla perceptivamente, al me-
No podemos estudiar en detalle qué sucedió con el nos para aquellos que no han renunciado a juzgar el
espíritu de la Ilustración en el transcurso del desarrollo presente desde una perspectiva histórica. Los que mi-
de la sociedad burguesa. Únicamente anotaremos que ran hacia atrás, observan los cambios de forma impo-
muchas de sus premisas quedaron sólo apuntadas co- tente, los críticos con escepticismo, y la mayoría de la
mo una declaración de intenciones; otras, en cambio, gente de manera inconsciente. En este sentido, hay que
fueron llevadas a término de una manera más o menos señalar que la cultura es vivida por los nuevos jóvenes
satisfactoria. La situación que encontramos en nuestros conservadores como si fuera un puro divertimento, co-
días nos hace decir, siguiendo a Gehlen,9 que algunas mo una actividad que llena los sentidos y que no tiene
de las premisas de la Ilustración, especialmente aquella otra finalidad que el entretenimiento, en un juego de
que hace referencia a la racionalidad tecnológica, sólo atrofia de la capacidad de vincularse con el tiempo, ya
están vivas en el sistema productivo. En las sociedades sea pasado o futuro. Ésta es una de las tensiones de
postindustriales, la racionalidad tecnológica evolucio- nuestra época. Una tensión entre los que viven instala-
na, sin nada que la detenga, al servicio del sistema capi- dos en un presente siempre vigente y los que ven desde
talista. La cultura, en cambio, parece que se hubiera fuera el vehículo en el que todos viajamos y toman con-
desvinculado de las ideas matrices propias de la Ilus- ciencia del momento: un presente vivido como una se-
tración. La cultura de nuestra época ha ganado autono- cuencia temporal a la que le sucederá inevitablemente
mía respecto del sistema productivo, en una contradic- otra; un presente basado en el pasado y proyectado ha-
ción evidente con la idea marxista de relación entre las cia el futuro.
estructuras de la sociedad dominadas por la base ma- Las contradicciones de la cultura contemporánea se
terial. viven de una manera clara y pura en el diseño. La for-
El hecho de que el sistema productivo funcione auto- ma en que articulamos nuestras acciones sobre las co-
máticamente, en apariencia desligado, no sólo de la di- sas, el ambiente, el mundo. Las profundas razones del
mensión ética, sino también de los aspectos culturales y devenir social quedan expresadas en los momentos his-1
artísticos de la sociedad, ha influido de una manera tóricos del diseño. La determinación de las formas que
muy importante en el desarrollo del diseño en los últi- nos rodean, de los objetos que dilapidamos, de nuestras
mos años. casas, ciudades, está en estrecha relación con las es-
tructuras de la actual civilización capitalista. Del mis-
mo modo que los objetos y las formas de otra época res-
pondían a condicionantes diferentes. En la producción
EL ARTE Y LA CULTURA actual hay una tensión muy importante entre lo que las
cosas son y lo que podrían ser. Las formas de los obje-
La cultura de nuestros días es problemática. Tam- tos, más allá de las razones estrictamente técnicas, res-
bién lo es la sociedad en su conjunto. Igualmente afir- ponden a criterios culturales que son de naturaleza con-
mamos que hoy aparece como más diferenciada que en vencional. Las normas culturales que regulan el gusto
otras épocas la autonomía de la cultura con respecto al pueden determinarse de diversas maneras. Una, la de-
resto de aspectos de la realidad social. La razón de esta mocrática, respondiendo a las expectativas consensua-
autonomía la hallaremos en el divorcio que hemos ob- das a través de una comunicación franca; otra, me-
servado entre las corrientes más dominantes en la li- diante la imposición de normas por la vía autoritaria
teratura y el arte y la dinámica de la producción eco- directa o por la acción de la publicidad. Es obvio que
nómica. También afirmamos que se ha producido un las normas que regulan el gusto son o intentan ser regu-
distanciamiento entre la razón instrumental que se ladas por una publicidad omnipresente. El acuerdo de-
aplica, más allá de la economía, a la organización so- mocrático no es posible bajo estas condiciones, salvo
cial en general y los caminos que la cultura sigue en el que un día descubriésemos que la publicidad no tiene
momento actual. ningún tipo de influencia sobre la conducta de la gente
Es posible que muchas veces, en otras etapas históri- y que sólo se trata de una gigantesca malversación de
cas, los cambios culturales se hayan visto cuestionados, fondos.
incluso podemos admitir que siempre ha sido así, pero Todas estas tensiones se manifiestan en el diseño y
ahora tenemos una conciencia clara de vivir un mo- hacen que haya conseguido una gran dimensión que

9. Habermas, Jürgen (El discurso filosófico de la modernidad, Ed. Tau- 10. Utilizamos la expresión «crisis» en el sentido primario de pro-
rus, Madrid, 1979, p. 13), parafraseando a Arnold Gehlen, nos dice: ceso de cambio que se resuelve en uno o en otro sentido. Un proceso
«Las premisas de la Ilustración están muertas, sólo sus consecuencias que desembocará en una situación nueva. Pero también recogemos la
continúan en marcha. Desde este punto de vista, la modernización so- idea contenida en la noción de crisis, según la cual se trata de una si-
cial, que seguirá discurriendo autárquicamente, se habria desprendido tuación peligrosa que puede evolucionar de manera favorable o desfa-
de la modernidad cultural, al parecer ya obsoleta; esa modernidad so- vorable. Estamos delante de un pasado que se cierra y de un futuro in-
cial se limitaría a ejecutar las leyes funcionales de la economia y del cierto que aún no sabemos definir.
Estado, de la ciencia y de la técnica, que supuestamente se habrían
aunado para constituir un sistema no influible.»
quizás no tenía en otras épocas. Una de las razones pa- En otras etapas anteriores, las determinaciones for-
ra que haya sucedido así han sido las transformaciones males se realizaban según técnicas, lógicas e ideologías
que se han experimentado en el campo de las realiza- diferenciadas. Artesanía, arte e industria conformaban
ciones estéticas. El Arte, las grandes artes tradiciona- mundos particulares, relacionados pero distintos. Ac-
les, han perdido su virtualidad cultural a favor de otras tualmente, la sociedad está más integrada que nunca y
actividades. La experiencia estética de la actualidad va la lógica de la producción industrial, con su racionali-
por caminos diferentes de los de la época romántica, dad instrumental, lo domina todo. Son éstos los moti-
a la que muchos quieren creer aún vigente. El arte, co- vos por los que el diseño ha conseguido una extraña
mo la experiencia estética autónoma, ha debido ceder profundidad ya mencionada. Se ha constituido en uno
su papel a otros fenómenos, como el diseño o la moda de los vértices alrededor del cual gira la cultura integra-
en la experimentación formal hegemònica. Podríamos da a la industria y al consumo. En la producción de ob-
afirmar, en la línea de Hegel, que el arte se encuentra jetos, de imágenes o de espacios se reflejan las tensio-
en camino de morir. Naturalmente, lo que no ha muer- nes que hay entre las culturas apolínea y dionisíaca, 13
to es la dimensión estética de los hombres y de la cultu- entre el espíritu irracional y vitalista y la racionalidad
ra. También aquí seguimos a Hegel al afirmar que la tecnológica.
cualidad estética del hombre se manifiesta en todas sus El Arte, las grandes artes han muerto, al menos tal
realizaciones y no sólo en el arte; incluso somos ca- como se las entendía en su tiempo. Podríamos decir
paces de atribuir belleza a las formas naturales. Pero el que la muerte estrambótica de Salvador Dalí, el es-
Arte, tal como se entendía antes de la Época Moderna, pectáculo que proporcionaron sus herederos con sus
no puede resistir su comercialización. Los objetos ar- peleas cuando todavía el cadáver del propietario de la
tísticos eran concebidos como entidades no condi- hacienda artística estaba caliente, constituye todo un
cionadas, sin sujeciones productivas; también la con- símbolo, no precisamente de la decadencia, sino más
templación de la belleza ha sido considerada como bien del cambio de función que ha experimentado el
completamente libre, como una manera de acceder a antiguo arte autónomo. La dimensión económica es lo
los objetos, infinitos, sin voluntad de poseerlos, sin uti- que domina todo el proceso de elaboración y de consu-
lidad concreta, según nos explica una vez más Hegel." mo. No es extraño que los periodistas, cuando hacen
En la Alta Cultura tradicional dominaba el produc- comentarios de obras de arte, siempre destaquen su
to artístico sobre el individuo observador. El sujeto que precio.
se disponía a contemplar la obra de arte debía aban- Si queremos'profundizar en el carácter que ha ido
donarse a sus reglas, a sus mensajes. Tal como afirma adquiriendo el diseño en nuestra sociedad de consumo,
Adorno, los que se entregaban a la experiencia estética deberemos hacer el esfuerzo de situar los procesos
tenían como ideal llegar al nivel y a la calidad de la de determinación formal dentro de una totalidad que
obra de arte, nunca al contrario. 12 No existía la libertad le dará sentido. Sólo los contextos cultural, ético y axio-
de interpretación. Por el contrario, en la experiencia es- lógico, político y económico darán sentido a las razo-
tética burguesa domina el individuo sobre el mensaje nes y a las acciones que se hagan dentro del mundo es-
artístico. La obra de arte es una tabula rasa en la que los tricto del diseño. Por otra parte, si pretendemos que la
observadores pueden proyectar sus vivencias. No hay cultura del diseño sea una disciplina hermenéutica que
una normativa semántica que dependa de la obra, sino nos ayude a mejorar nuestro conocimiento sobre la so-
una interpretación normal o consensuada. ciedad, tendremos que profundizar en la cultura y la
La industria de la cultura de nuestra época ha tras- praxis del diseño. Debemos ser conscientes de la di-
tornado la naturaleza de la experiencia estética. La obra mensión simbólica, históricamente determinada, que
de arte se ha hecho próxima al sujeto que la capta y que tienen todas las producciones humanas.
la valora. Antes el individuo se situaba en un nivel
siempre lejano y difícil de la obra. Ahora todo se ha he-
cho cercano. Los productos artísticos son una mercade-
ría que se manipula sin contemplaciones. Se los usa a LA INDUSTRIA DE LA CULTURA Y EL DISEÑO
la libre disposición del capricho o de la necesidad de
los individuos, y se los tira, o mejor, se los sustituye; se La industria de la cultura es el resultado de la rela-
han convertido en decoración fugaz o en motivo de es- ción que el individuo burgués ha mantenido con la obra
parcimiento. La obra de arte ha entrado en los círculos de arte y los productos culturales en general. En la pu-
del consumo de masas. Ya no tiene otro contenido que blicidad burguesa14 los productos culturales, las obras
el que le proporcionan caprichosamente sus degusta- de arte se convierten en mercaderías; se crea un merca-
dores. do cultural y los géneros culturales que en él se venden

11. Según Hegel, el objeto del arte es la representación de la belleza. 13. La distinción de estos dos ámbitos de la cultura viene de lejos y
Ésta es su única finalidad. Las otras, la purificación, la mejora moral, ha sido recogida en nuestra época por Friedrich Nietzsche en su obra
la instrucción, son accesorias o bien consecuencia de la verdadera y El nacimiento de la tragedia, Alianza Editorial, Madrid, 1973.
única finalidad. Véase Estética, Introducción, III. 14. La noción de «publicidad burguesa» ha sido empleada entre
12. Adorno, Th. W., Teoría Estética, Ed. Orbis, Barcelona, 1983, p. 31. otros por Jürgen Habermas en Historia y crítica de la opinión pública. La
son tratados con la misma lógica que los artefactos de electrodomésticos, se venden por millones. Se trata de
la industria. Al servicio de la publicidad literaria y ar- una nueva situación que tiene y tendrá enormes conse-
tística en general hay todo un conjunto de técnicas de cuencias.
reproducción y conservación de los mensajes. De esta La industria de la cultura ha ocupado por entero, o
manera, las obras de arte han conseguido una dimen- casi, los espacios que corresponden a lo que denomina-
sión económica que antes no tenían, aparte de la super- mos civilización.16 No sólo produce obras de ficción y
vivencia en ellas de los valores puramente estéticos y reportajes más o menos fieles a la realidad, sino tam-
culturales. De hecho, éste es el precio que deben pagar bién comidas, vestidos, modas o entretenimientos.
por la libertad que han ganado los artistas y sus obras. También se la denomina cultura de masas17 atendien-
La obra de arte ya no tiene que reproducir la realidad, do al alcance de su producción, a su consumo y a la
ya no tiene una función en el mundo del ritual como manera en que ha sido proyectada. El diseño forma par-
objeto religioso; no obstante, debe servir al sistema co- te de la industria de la cultura; es una actividad que
mo mercadería. interviene en la producción de objetos y de formas de
En un paralelismo notable, en la sociedad capitalista gran consumo. Sin embargo, el diseño trasciende la
avanzada, el diseño es la forma hegemònica capaz de cultura de masas, aunque sea en apariencia, cuando se
producir y consumir productos considerados social- lo aplica a la configuración de formas que están fuera
mente como «bellos» o «estéticos». Las formas de pro- del consumo.
ducción artesana ya no son suficientes. No pueden dar Mientras que la literatura, el teatro y la música ante-
abasto a la nueva demanda que crece, ni tampoco son riores, tanto los de la época preburguesa como los de la
capaces de responder culturalmente a la exigencia de burguesa, han sido parcial o totalmente sustituidos por
nuevas formas. La tecnología moderna exige la planifi- la radio, el cine, la televisión o el vídeo, en cambio la
cación previa de la producción; los automatismos cul- escultura, la pintura, la arquitectura y el interiorismo,
turales de otras épocas ya no funcionan; multitud de las artes aplicadas o el vestuario anteriores tienden a
productos nuevos reclaman una adecuación formal con ser absorbidos por el diseño. El diseño forma parte, así,
los usos que tendrán. de la civilización de masas como un instrumento de la
De hecho, el diseño y la industria de la cultura son producción cultural hegemònica en nuestros días. Pero
aspectos del mismo fenómeno de modernización de la además interviene en los procesos de producción in-
vida social. La sociedad industrial y, más aún, la deno- dustriales que se encuentran fuera del gran consumo.
minada sociedad postindustrial' 5 exigen nuevas formas Nos referimos a la determinación formal de una multi-
culturales, diferentes maneras de relación entre los in- tud de artefactos, de máquinas, de mobiliario, etc., de
dividuos y la cultura. producción y de consumo más restringidos.
Nos encontramos instalados en una época en la que Más allá de la producción industrial, el diseño ha
los impulsos de la modernidad en el ámbito de la cultu- invadido espacios antes destinados a la alta cultura.
ra ya se han disipado; las Bellas Artes están abocadas a Existe un diseño minoritario que recibe un tratamiento
una decadencia que puede ser fatal; en cambio, la cul- similar al de los productos artísticos. Los diseñadores
tura producida de una manera industrial es la más re- pretenden producir formas que sean más valoradas por
presentativa de nuestra época. En una situación como ellas mismas que por su funcionalidad material. Dada
ésta la experiencia estética no tiene más escapatoria que la atonía de las Bellas Artes tradicionales, los objetos y
vincularse a la vida ordinaria. Las antiguas formas de las formas creadas por los actuales diseñadores inten-
literatura, de arquitectura, de música, han sido sustitui- tan acaparar la atención de la sensibilidad de los públi-
das por las que resultan de la nueva manera de produ- cos cultos de nuestros días. Existen unas minorías con-
cir y de planificar la producción. La industria de la cul- sumidoras que tienen necesidades de tipo simbólico
tura lo invade todo; es de una ubicuidad como jamás, que van más allá de las que son consideradas por la
en una época anterior, se había podido conocer. Los masa. Por este motivo se hacen exposiciones, se convo-
productos culturales de éxito dan la vuelta al mundo. can premios, como si de productos artísticos se tratara;
Podemos encontrar el logotipo de la Coca-Cola en to- por esto se mantienen en los fenómenos del diseño mi-
dos los continentes; las series de televisión, especial- noritario los rituales y el fetichismo propio del arte tra-
mente las norteamericanas, tienen una audiencia de dicional. De la misma manera, sobreviven toda una se-
centenares de millones; los modelos de automóvil, los rie de discursos y prácticas propios de otra época. Se

transformación estructural de la vida pública. Editorial Gustavo Gili, Bar- que a «cultura». Mientras que empleamos este último término para
celona, 1981. Con este término se pretende designar una manera ca- referirnos a la producción literaria, artística y científica, al primero le
racterística de difundir y recibir las ideas políticas, culturales y de todo damos un sentido más amplio, añadiéndole la producción de objetos
tipo propias de la sociedad burguesa. y las costumbres que regulan todos los aspectos de la vida cotidiana.
15. Para las nociones de sociedad industrial y postindustrial, véase: 17. Los términos «cultura de masas» e «industria cultural» denotan
Aron, Raymond, Tres assaigs sobre l'era industrial, Ed. Norfeu, Barcelo- ambos la forma hegemònica de hacer cultura de la actualidad. En el
na, 1966; 18 lliçons sobre la societat industrial, Ed. Delos-Aymà, Barce- primer término se hace hincapié en la forma en que es consumida y
lona, 1966; Bell, Daniel, El advenimiento de la sociedad postindustrial. ha sido utilizada por la tradición norteamericana de sociologia de la
Alianza Editorial, Madrid, 1976; Galbraith,John Kenneth, El nuevo es- cultura; con el segundo, en cambio, se quiere señalar la manera en que
tado industrial, Sharpe, Madrid, 1984. es producida y es una denominación empleada especialmente por au-
16. Damos a la palabra «civilización» mayor extensión semántica tores críticos, como los de la Escuela de Frankfurt o Edgar Morin.
habla de arte y de diseño como si se tratara de la misma aspire a grandes series y el volumen económico de su
cosa o casi; se tiende a rendir a los diseñadores los ho- fabricación se mantenga en niveles bajos. De hecho,
menajes y los privilegios que antes estaban reservados sólo la obra única puede aspirar a liberarse de los con-
a los artistas. dicionamientos de la fabricación. Pero la sociedad y la
Se trata, sin embargo, en el fondo, de una mentira, ya cultura de nuestra época hacen cada vez más obsoleta
que la selección y la tipificación de las audiencias no la obra única. Lo que se impone cuando se quiere susti-
son otra cosa que procedimientos típicos de la indus- tuir al arte son las series reducidas. Tal como hemos
tria de la cultura. Se divide y clasifica a los consumido- visto, se trata de satisfacer las necesidades culturales de
res con el objetivo de organizaría oferta de una manera un público elitista. No obstante, y a pesar de que la
más específica. Efectivamente, en los principios del gran siempre relativa autonomía del diseñador está en pro-
consumo, de lo que se trataba era de producir en gran es- porción inversa a la extensión de la producción, las se-
cala para proveer todo el mercado potencial; después, ries pequeñas también están atadas a las leyes de hierro
al llegar a una situación de opulencia, cuando los de- del mercado.
seos de consumo básico ya están satisfechos, se impone La obra de arte tradicional dependía de sí misma y
seleccionar posibilidades de consumo específicas. Esta no de lo que representaba. El retrato de un gran pintor,
evolución se ha producido en todos los ámbitos de la in- más allá del valor informativo de una realidad concreta
dustria; tanto en el cine o en la televisión como en la que pudiera tener, lo tenía por sí mismo, por la forma
industria de artículos de consumo. Pero conviene que en que había sido tratado el contenido informativo.
quede bien claro que la diferenciación es puramente Ante la obra de arte, el espectador no hacía más que en-
superficial; no hay cambios sustanciales entre las di- tregarse a su mensaje; a través de la experiencia estética
versas formas de producción y de consumo en lo que el individuo se encontraba a sí mismo y también se re-
respecta a la lógica de la producción industrial, ni a la forzaba su inserción en la comunidad. En la era de la
relación que el público mantiene con los objetos, las reproducción técnica19 el objeto artístico, o su sustituto
formas y los mensajes culturales. La mentira de la per- proporcionado por la técnica, no es otra cosa que un
sonalización de nuestros días se ve muy clara, si com- elemento impersonal que forma parte de una serie. Se
prendemos que la forma en que pretendemos indi- ha convertido en un ser abstracto al no tener caracterís-
vidualizar nuestro consumo depende siempre de las ticas específicas. Por su parte, el diseño no puede más
estrategias de marketing gobernadas por la industria. que aspirar, y no es poca cosa, a la configuración de las
No podemos aspirar más que a combinar de manera formas de una manera adecuada a las expectativas cul-
creativa productos fabricados en serie. Pero las merca- turales y funcionales. El ideal del diseño racionalista
derías que se compran, se consumen y se tiran no son de los constructivistas, de los funcionalistas, jamás lo-
para nadie, ya que son para todos. Sólo valen para una grado como consecuencia de las circunstancias históri-
circunstancia. Siempre aparece un nuevo producto o cas adversas, continúa siendo actualmente muy supe-
una nueva versión del anterior que deja obsoleto al pri- rior ética y estéticamente a las realizaciones que se nos
mero. No escapan a la obsolescencia general ni las obras ofrecen. El diseño ha sido uno de los fenómenos más
de arte de los clásicos. En cada momento se nos ofrece, característicos de la época moderna. No obstante, su
por ejemplo, una nueva versión de la obra musical que potencial progresista, apuntado en algunas de las expe-
preferimos, mejor que la anterior. Continuamente la si- riencias de la Bauhaus, de la Escuela de Ulm o los Vhu-
lla o la decoración del bar de moda adopta formas re- temes, ha quedado interrumpido por el debilitamiento
novadas en su apariencia. No hay manera de serenarse, del proyecto totalizador que era la Modernidad.
de identificarse con los productos que nos rodean. La En una situación como la presente parece que lo más
verdad es que ni lo pretenden, ni siquiera lo permiten. urgente sería restaurar las condiciones sociales que per-
En unas condiciones como éstas, no hay forma de iden- mitan que los individuos puedan formarse de manera
tificarse con las mercaderías culturales si no es reifi- autónoma y enriquecer su personalidad a través de ex-
cándolas, y éste es un procedimiento claramente regre- periencias estéticas adecuadas al momento histórico y
sivo, según nos lo señala Adorno.18 tecnológico.
En la época burguesa el arte había ganado autono-
mía; era libre para representar o no representar nada,
libre para utilizar materiales, formas; libre, finalmente,
para ser interpretado según diversas pautas culturales o CONCLUSIÓN
experiencias individuales. Ahora, en cambio, el diseño
se ha convertido en un arma estratégica. Debe trabajar Una de nuestras conclusiones es que el arte, tal como
dentro de los planes de marketing destinados a la ex- se lo entendía en las épocas clásica y burguesa, está en
tensión y organización del consumo. Solamente el di- un claro proceso de disolución o, quizás, ya no exista.
seño que intenta suplantar al arte de la etapa anterior Probablemente cada uno de los grandes fenómenos que
conserva una cierta autonomía en la medida en que no estudia la Historia del Arte esté unido a sociedades es-

18. Adorno, Theodor W., ibid., p. 31. ción técnica han sido estudiadas por Walter Benjamin. L'obra d'art a
19. Las características de la obra de arte en la época de su reproduc- l'època de la seva reproductibililal tècnica, Edicions 62. Barcelona. 1983.
pacíficas con un grado de desarrollo determinado. En
su lugar tenemos todo lo que nos proporciona la indus-
tria de la cultura y, dentro de ella, el diseño.
También se concluye que la diversidad de la moda, o
la cualidad de las formas de los objetos industriales de
gran uso, hoy son más importantes que las creaciones
de las Bellas Artes, las cuales, aunque decadentes, aún
subsisten. La importancia que presentan los objetos de
consumo consiste en el hecho de que ocupan de una
manera prácticamente exclusiva el consumo cultural y
estético de la mayoría de la población.
Es nuestro deber denunciar la mentira deshumani-
zadora de la industria de la cultura y del diseño. Fun-
cionan según estrategias de marketing al servicio de una
finalidad dominante: la obtención de beneficios.
Ante esta situación deberíamos reencontrar el cami-
no ético y humanista que inauguró la Ilustración. En el
caso específico del diseño, significaría recuperar los
contenidos y las aspiraciones progresistas que contenía
el diseño desde William Morris a Walter Gropius, en-
tendiendo que esta recuperación no tiene que significar
un retroceso hacia un pasado más o menos glorioso. Se
trata de hacer saber que los objetivos que proclamaba
la Modernidad no han sido alcanzados y que continúan
siendo válidos. Está claro que hoy estos objetivos re-
quieren una adaptación a las circunstancias vigentes.
No se trata de volver a repetir la silla «Barcelona» de
Mies Van der Roñe, ni la tetera eléctrica de Peter Beh-
rens, no pretendemos mirar atrás sino adelante. Se trata
de intentar realizar la utopía, ahora claramente posi-
ble,20 dadas las posibilidades que nos ofrecen las tecno-
logías que están a nuestro alcance, de aprovechar las
potencialidades creativas y expresivas contenidas en
las mediaciones culturales que se encuentran a nuestro
alcance. Organizar el entorno en el que se ha de vivir
de una manera consciente constituye una empresa an-
tropológica de primera magnitud; dotarlo de potencia-
lidades estéticas y funcionales a la altura de las nece-
sidades actuales es lo que, razonablemente, podemos
exigir del diseño.

20. Estas ideas han sido expresadas por Herbert Marcuse en su


obra El final de la utopía. Ediciones Ariel, Barcelona, 1968.

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