Demián González

Mercedes, Buenos Aires

Magisterio 1º año

Electra

Y aconteció después de estas cosas que tentó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió:
Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y
ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos mozos suyos, y a
Isaac su hijo: y cortó leña para el holocausto, y levantóse, y fue al lugar que Dios le dijo.

Génesis 22

El hermano entregará a la muerte al hermano y el padre al hijo. Y los hijos se levantarán contra los
padres y les causarán la muerte

Mateo 10:21

Electra resulta una obra muy profunda, criptica y simbólica, como las otras tragedias y poemas que
hemos recorrido y también, al igual que las anteriores, portadora de una profunda carga
emocional. Todos sus personajes se encuentran en una encrucijada afectiva y hasta moral.
Tomar partido por uno u otro personaje nos alejaría de la posibilidad de imaginar los posibles lazos
que guardara esta profunda tensión, puesta en el plano eterno e ideal de las letras, con nuestra
naturaleza mas profunda.
Aparece aquí, a la par de las pasiones, el que sea tal vez uno de los tantos disfraces que toma el
profundo misterio del universo, en el nivel en que lo podemos percibir, para continuar su infinita
reproducción: la dualidad macho-hembra; el polo femenino y masculino, el padre y la madre.
Esta unión la podemos encontrar tanto el mundo griego como, en una de sus formas más
primitivas, en lo que observara Levi Strauss en la tribu de los Nambiquara:
“Para comprender bien la actitud de los dos sexos, uno frente al otro, es indispensable tener
presente el carácter fundamental de la pareja entre los Nambiquara, es la unidad económica y
psicológica por excelencia. Entre esas bandas nómades que se hacen y deshacen sin cesar, la
pareja aparece como la realidad estable (al menos teóricamente): además es ella sola la que
permite asegurar la subsistencia de sus miembros.”
Y me permito agregar que no solo la subsistencia sino también la permanencia y la reproducción
en el espacio.
No me ha dejado la obra sensaciones ni pensamientos conclusivos sino más bien una serie de
nuevas percepciones que aún permanecen en mi interior acechando como interrogantes.
Percibo entonces, aún de manera indefinida, una continuidad entre las obras que hemos recorrido
y que en Electra se me revela a través de la crisis que viven sus personajes. Electra pareciera
revelar la contracara de lo que conocemos como el “camino del héroe”.
De esta forma podemos pensar en el gaucho Martin Fierro como un Odiseo errante que al llegar
de vuelta a su tierra natal, habiendo cumplido su designio, no encuentra a su esposa que fielmente
lo ha esperado ni a sus hijos que lo han buscado, sino más bien la desazón y el vacío y ante todo el
desarraigo.
Es esto mismo lo que le ocurre a Agamenón, pero llevado al paroxismo al ser asesinado por su
esposa y el amante de ésta.
Agamenón cumplió su designio: viajó a Troya, realizó los sacrificios solicitados por los dioses y
venció y, al regresar, no solo halló la tapera sino la ignominiosa muerte.
Electra revela entonces al héroe trunco y tal vez, detrás del telón de la pasión de una joven hija
desesperada, al hombre desarraigado, errante, con el ojo del corazón en los cielos pero ciego en la
tierra.