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Es Saludable Desahogarse

Miguel estaba predispuesto a “irse de manos”. Su temperamento le costó varios trabajos,


dos matrimonios que terminaron en ásperos divocriso, y muchas amistades. “Me tiene sin
cuidado eso”, decía él. “Yo no estiy para guardarme mis sentimientos y para quedarme
setado con mis emociones. A mi hermana le gusta hacer eso y sufre de migrañas y dolores
de cabeza. Prefiero manterme saludable, vivo y sin amigos antes que tragarme mis
emociones, morir y tener un gran funeral donde la gente pudiera decir el uen muchacho que
era”.

Análisis
Miguel, como mucha gente, cree que si no se “desahoga” cuando se siente colérico, las
fuerzas y presiones de las emociones que bullen dentro de él pueden causarle literalmente
una explosión en las venas. De esta manera, Miguel piensa que “irse de manos” es una
manera saludable de expresar su cólera.

Denegar o suprimir sus sentimientos, tal vez sonriendo dulcmenete cuando se siente
colérico o enojada, es poco saludable. De hecho, la mayoría de los expertos le aconsejarían
que exprese su cólera, que no la suprima. Es mejor “sacarla fuera”.

¿pero cómo son expresadas mejor estos sentimientos? ¿Piensa que necesita elevar su voz,
golpear la mesa, agitar sus puños y pisar con fuerza? Si se siente colérico ¿debe realmente
reñir con gente? ¿insultar y gritar le proporciona una ventaja? La respuesta a todas estas
interrogantes es un sonoro “NO”. Mucha gente que explota de la manera que en Miguel lo
hace tiende a ser vista como agresiva. No sabe como expresar calmadamente sus
sentimientos. Estallar en cólera implica una pérdida de control, que puede llevar a un
sentimiento de satisfacción y alivio temporal de haber “golpeado” a alguien. Pero desde
luego, mucha gente permanece tan perturbada como antes de la “explosión”, y otra se
siente atemorizada y culpable después de perder el control.

La gente que actúa asertivamente, sin embargo, enfrenta las situaciones enojosas antes de
que se conviertan en confrontaciones importantes; se resiste a demandas poco razonables;
pide lo que desea; asume una posición sin ventilar su rabia o humillando a otra gente. En
otras palabras, expresa su cólera y otras fuertes emociones de una manera firma, directa y
racional.

Las afirmaciones directas son de lejos más efectivas que los regateos emocionales. He aquí
un ejemplo: En el siguiente intercambio entre “Denis” y “Jorge”, imagine que es Denis.
¿Cómo respondería frente a la diatriba de Jorge o a su afirmación directa? He aquí un Jorge
colérico que increpa a Denis: “¡Oye imbécil! ¿Quién diablos crees que eres? ¿Cómo te
atreves a hablar con el jefe a mis espaldas para contarle acerca de mi carga de trabajo? La
afirmación directa de Jorge: “Me siento colérico de que hayas hablado a mis espaldas con el
jefe acerca de mi carga de trabajo. Si vamos a trabajar juntos, sería mejor que no hagas esto
en el futuro”. La afirmación directa de Jorge expresa la cólera sin represión o denegación, y
es mucho más probable que la respuesta de Denis sea positiva. Responder asertivamente,
no solo propicia mejores resultados, sino también es menos probable mejores resultados,
sino también es menos probable que perjudique su salud.
Antídotos
Autoafirmaciones Correctivas
“La cólera está bien, pero es mejor expresada asertivamente, no agresivamente”
“Perder la calma me coloca en desventaja”
“Si las cosas fueran al revés. ¿cómo querría que me expresen su cólera?
“Otra gente y las cosas tienen mucho poder sobre mi si llega a estar excesivamente rabioso”
“Solamente mi propio pensamiento puede ponerme furioso”

Creencia Positiva
“Desahogarse” inadecuadamente es autoderrotista, es saludable expresar las emociones
asertivamente.
¡Nadie es perfecto!
Henry quería una esposa perfecta, un perfecto trabajo y una perfecta casa. A la edad de
treinta y nueve años aún estaba soltero, desempleado y viviendo en una pensión. Su
demanda de perfección virtualmente había hecho imposible que Henry se sintiera satisfecho
con lo que le ofrecía el mundo real.

Los perfeccionistas son irrealistas. Pocas cosas y ninguna persona es perfecta. La expectativa
de perfección de sí mismo o de los otros solo crea un estándar imposible y puede traer
como resultado una espiral ascendente de pensamiento negativo que conduce a la
autocrítica, a la insatisfacción, a la frustración, al resentimiento y a una actitud de “fastidio
crónico”.

Es una reciente social, uno de los invitados decía orgullosamente: “¡Yo soy un
perfeccionista!” El se sintió tomado por sorpresa cuando nosotros le dijimos: “Lamentamos
oírte decir eso. Pero tienes toda nuestra simpatía”.

Si se fuerza a si mismo a desempeñarse perfectamente, puede darse con que sus


esfuerzos son contra-productivos.

Forzarse a si mismo para satisfacer expectativas irrealistas invita a un estrés indebido, a la


ansiedad y al burnout. De hecho, frecuentemente el perfeccionismo alienta la competencia
no saludable e incluso puede fomentar la conducta anti-ética (plagiar un examen, usurpar el
crédito del trabajo de otro o falsear la calificación personal para un trabajo).

Aprenda a proporcionarse permiso para no desempeñarse óptimamente cada minuto del


día.

En su lugar, procure ser competente, desempeñarse bien en determinadas situaciones pero


no perfcetamente, darse cuenta en que hay días en el que se siente indispuesto,
preocupado con un problema personal, o siente que la tarea a la mano no parece tan
importante. Al liberarse de la presión de desempeñarse perfectamente, va disfrutar del
trabajo mucho más y el resultado va a ser bueno, con frecuencia un trabajo excelente.

Es más importante aceptar el hecho de que algunas cosas solamente necesitan ser lo
“suficiente buenas”.

La gente sabia aprende a derivar disfrute y placer de una tarea en lugar de embeberse en el
resultado.
Si falla en lograr un perfecto (imposible) estándar o meta, no es un fracaso. El fracaso se
debe al hecho de que la meta fue imposible desde un principio.
Como actúa es más importante que Quién es.

Myrna se quejaba de que su niño mayor la trataba irrespetuosamente. Sin embargo, cuando
se le preguntó si ella lo trata con respeto, respondió: “No tengo que hacerlo. Soy su madre”.

Alguna gente cree en el amor incondicional. Sin importar lo desagradable en que alguien
pueda actuar, sostiene que sus familiares cercanos y sus verdaderas amistades deben
continuar amándola por “lo que es”. Esta es una noción errónea. El amor incondicional es
posible entre los padres y niños pequeños, pero en la mayoría de las relaciones:

 Su conducta determinará quienes lo aman, lo odian, lo buscan, lo evitan.


 Eche una mirada objetiva y honesta sobre sus acciones y pregúntese que hace por
la gente importante en su vida.

¿Su personalidad y su estilo lo hacen digno de ser amado y aseguran que su compañía es
algo digno de buscarse?

¿tiene una disposición amable?

¿Se siente cómodo al lado de otros? ¿es útil y servicial? ¿expresa afecto? ¿muestra interés?
¿Es alguien que presta atención?

¿o trata de mala manera a la gente?

¿es mordaz, grosero, rudo, impaciente o malhumorado? ¿es generalmente crítico? ¿con
frecuencia expresa desaprobación? ¿con frecuencia se queja, hace acusaciones, se va de
manos? ¿Simplemente no presta atención a otros? ¿Aún cuando hace buenos actos, lo hace
de una manera renuente o desagradable? Si responde sí a cualquiera de estas últimas
interrogantes, no resulta sorprendente que la gente tome distancia de usted. Nadie puede
ser dulce, amable, cálido, amoroso, considerado, interesado y agradable el 100 por ciento
del tiempo. La pregunta que formularse es con qué frecuencia y bajo qué circunstancias es
egoísta o insensible. Recuerde, usted revela su amor mediante sus acciones.

Si descrubre inconsistencias entre quién es y cómo actúa, necesitará cambiar sus acciones.
Si desea ser tratado amablemente, debe actuar agradablemente con los otros.

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