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El obstáculo en el camino (cuento corto inspiracional)

Hace muchos años, un rey mandó colocar una enorme piedra en uno de los
principales caminos del reino. Luego se escondió detrás de ella y miró para ver
si alguien podía mover el inmenso obstáculo.

Algunos de los comerciantes y cortesanos más ricos del reino pasaron por allí y
simplemente la rodearon.

Mucha gente culpaba al Rey por no mantener los caminos despejados, pero
ninguno de ellos hizo nada para quitar la piedra.

Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. Al acercarse


a la roca, dejó su carga y trató de sacar la piedra del camino. Después de
mucho esfuerzo, finalmente tuvo éxito.

Después recoger sus verduras, se dio cuenta de que había un bolso en el piso
donde había estado la piedra.

El bolso contenía muchas monedas de oro y una carta del Rey explicando que
el oro era para la persona que pueda despejar la vía.

La moraleja de la historia
Cada obstáculo que encontramos en la vida nos da la oportunidad de mejorar
nuestra situación personal. Mientras los perezosos se quejan, los demás están
creando oportunidades a través de sus corazones bondadosos, generosos y
llenos de voluntad de hacer las cosas.
El eco

hhh!"

¡Aaahhh!"

"

"

"

"¡Cobarde!"

"

admiro!"

"

"

llama eco, pero realmente es vida, porque te devuelve cualquier cosa que dices
”.

todo lo que le des. Porque tu vida no es una coincidencia. Es un reflejo de ti.”


El sabio, la primera de las historias con moraleja
Cuentan que, en un antiguo reino, habitaba un hombre que era conocido en
todas partes por su gran sabiduría. Al comienzo solo aconsejaba a sus
familiares y amigos cercanos. Sin embargo, su fama creció tanto que el propio
soberano lo llamaba frecuentemente para consultarlo.

Todos los días llegaban muchas personas a recibir sus sabios consejos. Sin
embargo, el sabio notó que había varios que iban todas las semanas. Lo peor
es que siempre le contaban los mismos problemas y luego escuchaban el
mismo consejo, pero no lo ponían en práctica. Todo se había convertido en un
círculo vicioso.

Un día, el sabio reunió a todos esos consultantes frecuentes. Luego les contó
un chiste tan divertido, que llevó a que casi todos se desternillaran de la risa.
Después esperó un rato y volvió a contar el mismo chiste. Siguió contándolo
por tres horas. Al final, todos estaban desesperados. Entonces el sabio les dijo:
“ q

 Las Tres Rejas
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice:
– Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
– !Espera!- lo interrumpe el filósofo – ?Hiciste pasar por las tres rejas lo que
vas a contarme?
– ¿Las tres rejas? -preguntó el discípulo-
– Sí la primera es la verdad. ¿Estás seguro que lo que quieres decirme es
absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos…
– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad… Eso
que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
– No, en realidad, no. Al contrario…
– !Ah, vaya!… La tercera reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber
eso que tanto te inquieta?
– A decir verdad, no.
– Entonces. -dijo el sabio sonriendo- si no es verdad, ni bueno, ni necesario,
sepultémoslo en el olvido.
Cuándo más sanas estarían las relaciones humanas, si todos
hiciéramos pasar por las tres rejas aquellas cosas de las que nos hacemos
eco!!!
 El saco de carbón
.
Un día, Jorgito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy
molesto. Su padre, lo llamó. Jorgito, le siguió, diciendo en forma irritada:
– Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo
conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!
Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al
hijo quien continuaba diciendo:
– Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No
acepto eso!..Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la
escuela.
El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la
casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del
jardín y le propuso:
– ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que
es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal
pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco,
hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.
El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la
tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.
Cuando, el padre regresó y le preguntó:
– Hijo ¿Qué tal te sientes?
– Cansado pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El padre tomó al niño de la mano y le dijo: – Ven conmigo quiero mostrarte
algo.
Lo colocó frente a un espejo que le permite ver todo su cuerpo. ¡Qué susto! .
Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el
padre dijo:
– Hijo, cómo pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es
comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos
devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos
perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la
suciedad siempre queda en nosotros mismos.
Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en
palabras.
Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en
acciones.
Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.
Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.
Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá en gran medida
tu destino.

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