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Epígrafe

Que ni siquiera la muerte nos separe.

—VIKTOR IDINAROHK, ESQUEMA DE HADAS ARTIFICIALES


Presentación de Personajes
PRÓLOGO: EL REY DE LOS CADÁVERES

Arcs Styrie, capital del Reino Unido de Roa Gracia durante el último milenio. En su extremo
norte se encontraba el palacio real, su salón del trono actualmente en penumbra, como si
simbolizara la ausencia de la bendición del sol en esta tierra del norte.

Sin embargo, contrariamente a la impresión que el término tierra del norte puede dar a
algunos, Roa Gracia era una nación próspera. Aunque su clima no era adecuado para el cultivo
de cereales o frutas comunes en el sur, sus tierras eran fértiles, estaban adornadas con grandes
ríos y poseían ricas vetas minerales. Un candelabro elaborado con tales minerales, oro y
diamantes, proyectaba un resplandor brillante en la radiante decoración de la sala del trono.
La luz acentuó las sombras de los príncipes y princesas presentes.

El Reino Unido era un país militarista y, como tal, todos los miembros de la aristocracia
eran hombres y mujeres de guerra. Al mismo tiempo, este país era la última monarquía
despótica que quedaba en el continente. Era una nación que todavía se adhería a su arcaico
sistema de valores.

La personificación misma de esas creencias, el rey, comenzó a hablar desde su trono.


Llevaba un impecable uniforme militar, y su cabello castaño rojizo y sus ojos color Amatista
lo marcaban como un Viola, la raza que había vivido en el Reino desde la antigüedad, así como
un Amatista, de noble cuna.

Su tono autoritario rodó como un trueno, profundo y grave, dando crédito a su título de
rey del norte helado.

“Viktor, mi hijo.”

“Padre.”

El que le respondió fue un joven príncipe en su adolescencia, de pie en las escaleras que
conducen al trono. Aunque normalmente uno se arrodillaba en audiencia con el rey, su
privilegio real le permitía estar de pie ante él. Su cabello negro rojizo se parecía al color de un
ave de presa, y sus ojos eran un rayo púrpura. Si bien los ojos morados eran el identificador
clave de un Ametista, su tono violeta era especialmente pronunciado.
Su cabello era del color rojo negruzco del plumaje de un águila lo suficientemente
resistente como para soportar el implacable invierno del norte, sus ojos eran del violeta
imperial de las piedras preciosas producidas por la cordillera del Cadáver del Dragón, que se
erguía como el escudo del país. Su semblante era a partes iguales elegancia y agudeza, los
rasgos de un monstruo hecho de hielo.

Era el quinto príncipe, Viktor Idinarohk: el comandante de dieciocho años del frente sur
del Reino Unido, el frente de la guerra contra la Legión, y el hijo más joven del rey actual.

“Nuestro aliado, la República Federal de Giad, ha formado un destacamento


independiente con el nombre de Octogésimo Sexto Grupo de Ataque. ¿Los conoces?”

“Sí, padre. Son una unidad de élite con el propósito expreso de suprimir territorios clave
de la Legión y reducir sus filas. Durante su primera batalla, atacaron un sitio de producción de
la Legión dentro de San Magnolia y empujaron las líneas enemigas.”

El príncipe respondió a la repentina pregunta sin dudarlo. Había regresado del frente,
donde la información era limitada y escasa, hacía solo un día, y se trataba de una sola unidad
de otro país. Sin embargo, respondió como si fuera simple aritmética.

“No lograron capturar a un Weisel y un Almirante como se les ordenó, permitieron el


escape del nuevo tipo de Alta Movilidad, Phönix, y sufrieron pérdidas considerables de los
nuevos Perros Pastor, por lo que su primera misión puede verse como un fracaso… Pero ellos
alcanzaron su objetivo principal. Y arrastrar a los dos nuevos tipos de Legión a la refriega
antes de tiempo es un gran logro. Al menos, le otorgó a nuestro país tiempo suficiente para
desarrollar contramedidas.”

“En efecto.”

Mientras sus ojos brillaban como espadas, el rey asintió con la cabeza, que estaba sobre
su cincelado físico. Un asentimiento serio y formal.

“Se ha decidido que nuestro Reino Unido cooperará con esa unidad. El contenido de dicha
cooperación será un intercambio de tecnologías y envío de personal, Vika, te unirás a ellos.
Ve y erradica la Legión.”

“Ah, sí, padre. Estaré fuera.”

Frente al trono resplandeciente e imponente se sentaba una multitud de sirvientes.


¿Podrías hacerme un pequeño recado?

Claro, papá.

Era tan simple como eso.

Mientras los otros príncipes miraban, tratando de contener su exasperación, los dos
continuaron su intercambio.

“La próxima operación verá la peor parte de nuestras fuerzas en la segunda línea, pero
después de eso deberíamos tener tiempo para enviar fuerzas en su ayuda. ¿Cuántos te
gustaría?”

“Estaré bien con mi unidad personal. El Grupo de Ataque es una fuerza del tamaño de una
brigada tal como está, y dudo que algún frente realmente tenga tiempo para enviar a alguna de
sus fuerzas.”

Que, en pocas palabras, se traduce a…

Bueno, ya que estás en eso, ¿por qué no usas el cambio para darte un capricho?

No, papá, está bien.

Esta era la verdadera naturaleza casual de su conversación.

El príncipe, dicho sea de paso, no estaba vestido con el uniforme violeta y negro con
cuello del Reino Unido… sino con un uniforme escolar negro normal. Su mochila estaba a sus
pies.
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Parecía como si acabara de regresar a casa.

De hecho, cerca de la entrada a la sala de audiencias, el gran chambelán estaba acunando


su cabeza entre sus manos después de haber rogado frenética e infructuosamente al príncipe
que al menos le permitiera guardar su mochila.

Esto no fue negligencia. Este lujoso castillo y sus numerosos sirvientes eran un mero telón
de fondo para este rey y su hijo, el príncipe. No había necesidad de pararse en una ceremonia
o saltar por el aro para parecer digno. Esta fue una simple demostración de poder.

El primer ministro, que estaba cerca del trono, inclinó la cabeza. Tenía ojos de color
violeta claro, cabello canoso que recordaba a la piel de zorro y una barba blanca. A pesar de
ser un Taaffe, un ciudadano de segunda clase, este antiguo sirviente había ascendido de rango
con ingenio e inteligencia y había servido a la corte desde el gobierno del antiguo rey. Ya se
había acostumbrado a la conducta insolente de la realeza.

“Si puedo hablar libremente, Su Majestad, el Príncipe Viktor y sus Pájaros Cantores son
el quid de nuestra defensa nacional. ¿Podremos mantener nuestras líneas defensivas en su
ausencia?”

“Abstente, ministro. Si mi presencia o falta de ella es en lo que se apoya nuestra capacidad


para mantener la línea, sería una prueba de negligencia por parte de nuestros hombres, por no
hablar de usted. Les digo que aprovechen esta oportunidad para fortalecerse.”

Sin siquiera mirarlo, el príncipe cortó las palabras del primer ministro. El viejo criado
sonrió e inclinó la cabeza más profundamente. La decisión de desplegar fuerzas en el Grupo
de Ataque, así como qué personal iría, ya había sido aprobada por el consejo Imperial. Todo
esto fue para dar a conocer dichas decisiones, ya que algunos de los príncipes carecían del
privilegio de participar en el consejo, y las palabras del ministro representaban las dudas que
todos tenían.

Como tal, esta audiencia se hizo con el entendimiento implícito de que este era el caso,
pero siempre habría quienes fueran densos para captar la atmósfera. Tras la declaración del
ministro, surgieron objeciones entre las líneas de los príncipes y princesas.

“¡Padre! ¡Para empezar, esta guerra con la Legión es culpa de Viktor! Darle a esta demente
Serpiente de los Grilletes más responsabilidades es simplemente…”

“¡Silencio, Boris! ¿Quién te dio permiso para hablar?”


Un solo bramido desde el trono hizo que el tercer príncipe se encogiera como si le hubiera
caído un rayo. La risa ahogada de la primera princesa y de las currucas de la corte de su
camarilla resonó en la sala, junto con el sonido del segundo príncipe, que era el superior de
facto del tercer príncipe, chasqueando la lengua. Después de ver a su hijo, de su propia sangre,
volver a la fila, el rey devolvió la mirada a su hijo menor con una sonrisa burlona.

“Si uno contabilizara todos sus logros hasta ahora, no solo se restauraría su derecho al
trono, sino que su lugar en el orden de sucesión seguramente se elevaría por encima del de
Boris.”

“Estaré bien sin eso. El estado sería un fastidio. Puede hacer que el crédito sea para el
hermano Zafar, como siempre.”

Hablando de una manera que era demasiado inadecuada en presencia del rey, sin ni
siquiera una pizca de reserva, el príncipe miró hacia atrás.

“… Si eso es todo, ¿puedo ir? No he ido a la escuela por un tiempo, y tengo una montaña
de trabajo que hacer.”

El rey sonrió con ironía y agitó la mano, como si ahuyentara al chico.

“Muy bien… Intenta terminarlo antes de la cena. Anhelo escuchar sus historias sobre las
líneas del frente.”

“Por tu voluntad, Padre.”

Fue solo ahora que el príncipe se inclinó de una manera muy elegante y se volvió para
irse. Sus pasos resonaron ruidosamente contra el suelo de la sala del trono, que estaba
elaboradamente diseñado con un patrón cristalino de cinco colores de las alas de una mariposa.
El momento antes de salir de la habitación, la voz de alguien ahogó el sonido de sus pasos.

“… ¡Maldito Rey de los Cadáveres obsesionado con las muñecas…!”

Quien lo dijo ciertamente tenía la intención de que el príncipe lo escuchara, pero, aun así,
fue una difamación un tanto contenida. Mirando al dueño de la voz con sorna, el príncipe salió
de la sala del trono.

Cuando abrió la puerta, fue recibido por el leve aroma medicinal del té negro mezclado y la
sonrisa de su hermano mayor.
“Bienvenido a casa, Vika… Aunque regresaste al castillo la noche anterior, ¿no?”

“Ah, hermano Zafar. Sí, llegué tarde, así que no tuve tiempo de saludarte.”

Vika se dirigió a su hermano mayor, quien actualmente le estaba sirviendo una taza de té
con una sonrisa infantil. Era Zafar Idinarohk: el príncipe heredero del Reino Unido de Roa
Gracia. Estaban en su habitación personal, que estaba construida de mármol con magníficas
incrustaciones de ámbar y estaba decorada con muebles de ébano pulido.

Los hermanos eran bastante similares, pero una diferencia de edad de diez años les otorgó
a los rasgos de Zafar una cierta simetría bien formada y su voz el tono de un buen instrumento.
Su cabello negro rojizo, que ahora estaba recogido con una fina cinta de seda y una horquilla
de esmeralda, era el mismo que el de su hermano menor, al igual que sus ojos violetas
imperiales.

Vika se sentó en la silla opuesta, como se le indicó, y observó cómo un chambelán ponía
bocadillos de té y pétalos de rosa azucarados y hervidos sobre la mesa con los movimientos
agudos de una muñeca mecánica. Cuando el chambelán salió de la habitación, Vika preguntó:
“¿De verdad es la situación tan mala?”

Mientras Zafar lo observaba sin decir palabra, Vika se encogió de hombros y continuó:

“Cuando estoy en el frente, no puedo estar al tanto de cada pequeña cosa que sucede en
el Reino. No retroceder durante esa última ofensiva a gran escala fue, honestamente, lo
máximo que pudimos manejar.”

“Dado lo mucho que está luchando, seguramente se dará cuenta de que la situación de la
guerra se ha vuelto crítica… Tenemos los resultados de los cálculos preliminares de los
oficiales de estado mayor.”

Zafar se llevó con elegancia una cucharada de plata de pétalos azucarados a la boca y se
detuvo en la fragancia y la dulzura refinada. Luego continuó.

“A este ritmo, no llegaremos a la próxima primavera.”

La expresión de Vika no vaciló en lo más mínimo.

“Así que por eso se tragaron su orgullo y le preguntaron a Giad, país al que la gente común
le robó la tierra, en busca de ayuda. El ‘intercambio de tecnología’ y el ‘envío de personal’
son solo excusas que se usan para endulzar su frágil ego.” Se burló Vika. “… Basura trivial.
El Consejo Imperial no es más que una reunión de crápulas engreídos.”

“¿Qué habría dejado la realeza si les quitaras su vanidad, Vika? Haz que se vistan con
harapos y pronto aprenderán que la nobleza y el esplendor no son más que una ilusión.”

Eso dijo el príncipe heredero. La sangre que corría por sus venas, cultivada por decenas
de generaciones durante mil años, se jactaba de una belleza incomparable. La dignidad con la
que levantó su taza de porcelana fue suficiente para que cualquiera lo considerara un
aristócrata con una sola mirada.

Al observar al príncipe más joven, que podría haber estado posando para un retrato real,
Zafar continuó.

“Como ha dicho antes, la Federación está bajo una presión considerable, aunque no en la
misma medida. Ellos son los que pidieron ayuda con su operación, y también son los que
mordieron el anzuelo cuando propusimos el intercambio de tecnología.”

La Federación había mantenido el territorio y la población más grandes desde que estalló
la guerra con la Legión, y probablemente aún mantenía la posición más fuerte de todos los
demás países. A pesar de ser una antigua potencia mundial, el Reino Unido palideció en
comparación con la tierra y la población. Y, aun así, el Reino Unido había perdido solo la
mitad de la cordillera del Cadáver del Dragón y había mantenido su línea defensiva desde
entonces, un logro cuya verdad probablemente la Federación estaba ansiosa por descubrir.

Quizás esperaban una nueva arma o posiblemente un nuevo tipo de estrategia. Fuera lo
que fuera, esperaban que ayudara a defender a su país. Y sabiendo eso, Zafar sonrió levemente.

“Sí. Tus repulsivos, aunque encantadores, pequeños Pájaros Cantores.”

“Dudo que la Federación los utilice si supieran cómo funcionan… Probablemente por eso,
¿no es así?”

Dado que la tecnología no sería de ninguna utilidad para la Federación, difícilmente se la


pasaría por alto, incluso si el Reino Unido la entregara. Por eso ese ministro de tecnología
demasiado orgulloso lo había aprobado. Los humanos son realmente tan pecadores como
pueden ser, pensó Vika. Incluso en una situación en la que el mañana no estaba garantizado,
todavía estaban absortos en pequeñas rivalidades.
“La Federación tenía otras razones para pedir cooperación. Que así sea…” Dijo Zafar.
“Había otra condición en nuestro acuerdo con ellos que papá no expresó en la sala de
audiencias. Les daremos eso sin falta. ¿No hay quejas, espero?”

“… La Reina Despiadada.”

“Ven a buscarme, decía. El mensaje al oficial del Grupo de Ataque debe haber tenido
mucho significado. Una protesta por sumisión o algún tipo de negociación. Tal vez intente
proporcionar algún tipo de información… Puede sonar como una ilusión, pero las
posibilidades de que quiera poner fin al conflicto ahora que se ha extendido a su propia patria
no son exactamente nulas.”

“Sí, supongo que no hay garantía de que ella no fuera una excéntrica Imperial, y puede
haber establecido una red de seguridad o dos en caso de que las cosas salgan mal. Pero eso es
todo. Me sorprende que la Federación lo aceptara.”

“Siempre que exista la posibilidad de que la Sra. Birkenbaum esté involucrada, eso es
todo lo que necesitan saber. Si nada más, podrían sacarle el algoritmo táctico de la Legión…
Y la única persona que queda capaz de hacer tales juicios con respecto a su carácter es, en este
punto, solo usted.”

“No he hablado mucho con ella. En todo caso, los investigadores de la República la
conocían mejor… Oh. Pero eran los Ochenta y Seis, ¿no? En cuyo caso, ya no se cuentan entre
los vivos.”

Vika había oído hablar de la persecución de los Ochenta y Seis por parte de la República
de San Magnolia. Rodeados por la Legión y con la espalda contra la pared, los Alba de la
República habían optado por no liberarse de la situación, sino cegarse y pasar la
responsabilidad a otra parte, lo que llevó a una conclusión patética.

“Bueno, pase lo que pase, actuaré como siempre.” Dijo el príncipe más joven. “Confiaré
en las decisiones de Padre y del Reino… Incluso si muero, al final todo lo que pierdes es otro
perro.”

Zafar soltó un leve gruñido e inclinó la cabeza hacia Vika, quien agregó encogiéndose de
hombros:
“El Grupo de Ataque Ochenta y Seis. Todos ellos son Ochenta y Seis, ¿no es así…? Puede
que sean plebeyos, pero incluso los altos mandos de la Federación los encontraron demasiado
para manejar. Igual que yo.”

“Vika.”

“Llamarlos ‘unidad de élite’ suena elegante, pero todo lo que están haciendo es enviar a
estos monstruos que no pueden controlar para mantener las líneas del frente, confiando en que
compren su propaganda. La tasa de supervivencia en las operaciones de despacho es baja. En
una unidad que se especializa en ese tipo de operaciones, el valor de la vida de un miembro
del escuadrón no es mucho. Como en la operación contra Morpho.”

Los niños soldados en ese entonces también eran Ochenta y Seis, pensó Vika,
entrecerrando los ojos. ¿“Vidas que no importan mucho”? Si ese es el caso, en tiempos de
paz, equivaldrían a menos.

“Si cazas a los lobos, también te deshaces de los perros con los que solías cazarlos. Nadie
necesita una bestia feroz en tiempos de paz. Si el enemigo y el monstruo que usas para matarlo
terminan acabándose entre sí, te ahorras la molestia de ensuciarte las manos derribando a uno
o al otro.”

Zafar frunció el ceño con ansiedad.

“No eres una bestia, Vika.”

“Sí. Para ti y padre, tal vez.”

Con una sonrisa, Vika tomó un sorbo de té. El dulce aroma floral de los acianos que
florecían en el campo en el sur del Reino flotaba en sus fosas nasales, sus flores de un tono
azul no se encontraban en ninguna parte en esta época del año.

“Pero, ¿se puede decir lo mismo del resto del mundo? Para ellos, soy como los Ochenta
y Seis… Un monstruo en forma humana.”
CAPÍTULO 1: LA MELANCOLÍA DE LOS
MONSTRUOS

Rito Oriya se había unido al escuadrón Spearhead la primavera pasada… dos años después de
convertirse en Procesador. La primera línea defensiva del primer pabellón fue el sitio de
eliminación final donde se enviaron los Procesadores que habían sobrevivido demasiado
tiempo. Fueron enviados allí para morir en batalla. Por lo general, solo los Procesadores en su
cuarto o quinto año de servicio fueron enviados allí, por lo que el nombramiento de Rito
después de solo dos años de servicio había llegado relativamente temprano… O, mejor dicho,
había sido temprano hasta entonces.

La República había creído que la guerra con la Legión terminaría después de diez años.
La vida útil de la Legión debería haber terminado en ese momento. Rito y los otros Ochenta y
Seis sabían que ese no sería el caso, pero los cerdos blancos no sabían nada del campo de
batalla y querían deshacerse rápidamente del ganado que habían tenido para la guerra.

Nunca olvidaría el día en que comenzó la ofensiva a gran escala.

¡Corran, mocosos! No me importa si se esconden dentro de las paredes o donde sea…


¡sólo salgan de aquí y sobrevivan!

Estimulados por el airado bramido del jefe de mantenimiento de la base, Rito y los otros
veintidós procesadores supervivientes habían abordado a sus fieles socios, los Juggernauts, y
se dirigieron hacia el sur. Eso fue justo cuando sonó la advertencia sobre la caída del Gran
Mur. Justo después de que una Handler, una chica un poco mayor, proclamara el fin de la
República y los Ochenta y Seis.

No querían morir bajo la República. Si tuvieran que morir, preferirían que sucediera en el
campo de batalla del Sector Ochenta y Seis, donde habían caído sus innumerables camaradas.
Fue este pensamiento el que los llevó no a los brazos de la República, sino a un escuadrón que
los llamó desde una fortificación dentro del Sector Ochenta y Seis. El jefe de mantenimiento,
Lev Aldrecht, dijo que la chica Handler era una persona confiable y que seguirla aumentaría
sus posibilidades de supervivencia, pero a Rito le resultó difícil confiar en un cerdo blanco
que nunca antes había conocido.
Aldrecht y su tripulación no fueron con ellos.

Somos los pedazos de mierda que tuvieron que esperar y verlos marchar hacia la muerte.

Por alguna razón, Aldrecht y el resto del equipo de mantenimiento sonrieron cuando
dijeron eso. A juzgar por la expresión de sus rostros, parecían extrañamente aliviados. El
equipo de mantenimiento del Sector Ochenta y Seis estaba formado por los Ochenta y Seis
que antes eran soldados de la República y los adultos supervivientes que se habían alistado al
principio de la guerra. Dar servicio a los Juggernauts requería una habilidad considerable y
conocimientos técnicos, y como tenían ese conocimiento, se salvaron de ser eliminados
después de haber sido heridos en combate, y se les permitió seguir trabajando. Eran Ochenta
y Seis cuyas vidas tenían un poco más de valor que la mayoría.

Por eso habían tenido que ver cómo estos niños soldados, cuyas vidas tenían poco o
ningún valor en comparación, marcharon hacia la muerte durante la última década… Aldrecht
y sus compañeros probablemente maldijeron su impotencia e inutilidad desde el fondo de sus
corazones. Todo el rato.

Así que quedarnos aquí y dejar que esos montones de chatarra nos maten es un castigo
apropiado, ¿ves…? No tenemos ningún otro lugar adonde ir excepto aquí.

Finalmente serían liberados de esa culpa. Finalmente expiarían los pecados de dejar morir
a otros… Eso decían las sonrisas en sus rostros mientras cargaban al hombro viejos rifles de
asalto, ametralladoras multiusos y lanzacohetes que habían escondido Dios sabe dónde.

Mientras los Ochenta y Seis huían, escucharon el sonido de esas armas disparando desde
la dirección de la base. Esas armas eran débiles, incluso en comparación con el Juggernaut, y
no sirvieron como medio para contrarrestar a la Legión. El sonido demasiado familiar de la
torreta de 120mm de un Löwe retumbó por el paisaje, y el fuego de la Ametralladora
Antipersonal Ameise llegó a sus oídos. Y luego la base cayó en un silencio eterno.

Cuando llegaron a la base defensiva cerca del frente sur, la primera unidad defensiva del
frente sur, Filo de la Navaja, sirvió como fuerza principal. Fue la primera vez que Rito vio
tantas fuerzas en un solo lugar, pero su número disminuyó rápidamente en un abrir y cerrar de
ojos.

El conflicto ya estaba muy avanzado cuando llegó la ayuda. Una fuerza de unidades que
constaba de armas polipedales e infantería blindada cruzó los territorios de la Legión desde su
país vecino, Giad. Eran Feldreβ nacarados que nunca había visto antes, pero de alguna manera,
les parecían extrañamente familiares. Mirando hacia atrás, se dio cuenta de que uno de esos
Reginleifs muy bien podría haber sido de Shin.

“… Cap Nouzen.”

El chico que había servido como capitán del primer escuadrón al que le habían asignado
a Rito. Un chico que era tres años mayor que él, pero cuatro años mayor que él en términos de
experiencia en batalla. Después de seis meses en ese escuadrón, Shin había terminado su
mandato, y se había decidido que lo enviarían al escuadrón Spearhead… Y Rito había asumido
que probablemente había muerto, ya sea en combate o en la misión de reconocimiento
especial.

Rito le dijo a Shin que Aldrecht había muerto, pero no le contó sus últimos momentos ni
sus últimas palabras. Pensó… que Shin se entristecería por eso. Shin, que asumió el papel de
Reaper, que llevaba los nombres y recuerdos de aquellos que lucharon a su lado, quizás quería
llevarse a ese viejo obstinado jefe de mantenimiento con él de alguna forma.

Pero no pudo entenderlo.

La tasa más alta de bajas entre los Procesadores ocurrió en su sitio de disposición final o
cuando eran novatos al comienzo de su servicio… cuando no sabían nada del campo de batalla,
cualquier potencial que pudieran tener aún estaba sin explotar, y podrían morir en el más
mínimo golpe de mala suerte. Rito pasó sus primeros seis meses, el período en el que murieron
la mayoría de los novatos, en un escuadrón de Nombrados como Shin y Raiden. Era un
escuadrón de veteranos, por lo que tuvo pocas bajas en comparación con otros en el Sector
Ochenta y Seis…

Se había acostumbrado a luchar sin tener que ver a los compañeros a su lado volar en
pedazos, y había tenido la oportunidad de aprender a luchar y sobrevivir. Y para cuando Rito
y sus camaradas se fueron, había adquirido la habilidad necesaria para defender a sus
camaradas en la batalla, aunque solo fuese un poco.

Y entonces Rito aún no estaba acostumbrado. Al terror… Shin, que se había bañado tanto
en él que se había ganado el título de Reaper, probablemente nunca lo entendería.

Mirando por la ventana del tren, todo lo que Rito podía ver era oscuridad total. Sentado
en este tren, viajando hacia su próximo campo de batalla, Rito miró su propio reflejo en la
ventana oscura y susurró para sí mismo en un tono sombrío para no despertar a sus amigos
que dormían a su lado. Con una voz que no alcanzaría a Reaper, cuyos oídos podían captar
incluso las voces de los fantasmas.

“Cap. A decir verdad, todavía tengo… todavía miedo de morir. Y todavía tengo miedo de
ver morir a otros.”

Un aullido ensordecedor, como el de una bestia a la que le hubieran aplastado la garganta,


resonó con fuerza desde el otro lado de la ventana. Era el sonido del tren de alta velocidad que
corría por la vía que reverberaba a través del estrecho túnel negro como la boca del lobo.
Resonó, sacando a relucir un estado de ánimo particularmente desagradable en Shin y
haciéndole recordar cosas que hubiera preferido que permanecieran enterradas. Mientras se
veía obligado a hacer de público con el incesante continuo que alternaba entre un tono alto y
uno bajo, Shin rememoraba recuerdos que se tambaleaban al borde del olvido.

Se encontraban en el ferrocarril de alta velocidad internacional del oeste, es decir, en la


ruta Escarcha de Águila, que actualmente pasa por el túnel Cadáver del Dragón. Una línea que
una vez conectaba el antiguo Imperio de Giad y el Reino Unido había sido parcialmente
restablecida y recientemente abierta para uso militar. El túnel Cadáver del Dragón se había
construido a lo largo de esta línea, lo que lo convierte en el túnel ferroviario más largo del
mundo.

La Legión hizo uso de todo lo que pudo encontrar en la tierra que le robaron a la
humanidad para beneficiar sus operaciones, pero lo mismo sucedió con la humanidad. La
Legión había mantenido las viejas líneas de ferrocarril de alta velocidad para permitir el
movimiento de Morpho, y ahora que el Corredor de la Carretera había sido retomado y estaba
de nuevo en manos humanas, habían comenzado a restaurarlo para uso militar.

El automóvil de pasajeros de los oficiales consistía en filas de asientos de palco opuestos


entre sí en ambos lados. Los que estaban sentados en ellos estaban vestidos en su mayoría con
los colores azul acero del ejército de la Federación, pero algunos soldados Ochenta y Seis
también estaban allí, agregando otros tonos a la mezcla.

Shin entrecerró los ojos y un pequeño suspiro escapó de sus labios mientras volvía la
mirada hacia la ventana oscura. Hace once años, durante el convoy a los campos de
internamiento, había escuchado el mismo sonido detrás de las paredes del vagón de carga. Los
habían metido en un tren de carga hecho para entregar ganado, y estaba tan apretado que no
había espacio para moverse.

Sin embargo, era completamente diferente de entonces, cuando el calor corporal de tanta
gente en espacios reducidos, combinado con la falta de ventilación, dificultaba la respiración.
Recordarlo llenó su corazón con una extraña sensación de incomodidad. De repente lo habían
sometido a burlas y despecho y lo habían enviado a un lugar extraño. Y, sin embargo, no podía
recordar las expresiones que sus padres o su hermano, su escudo incondicional, habían usado
a menudo. En ese momento, Shin era pequeño para su edad, y la constante confusión y terror
de ese período ahora burbujeaba a la vanguardia de su mente.

No es que no puedas recordar tu infancia. No quieres recordarla.

Una voz como una campana de plata surgió en su memoria, haciéndole entrecerrar los
ojos sin darse cuenta.

Porque de esa manera puedes seguir pensando que las cosas que perdiste, que te fueron
arrebatadas, nunca existieron para empezar.

De esa forma puedes seguir creyendo que las personas son despreciables.

… Eso no es. No es que no quiera recordar ni nada. Aun así, el hecho de que no pueda
recordar no me molesta de ninguna manera.

“… Shin.”

Girándose en la dirección de la voz, su mirada se posó en el asiento opuesto, donde estaba


sentado Raiden.

“Estamos casi en la Ciudad Rogvolod. Dijeron que hace mucho más frío allí que en la
Federación, así que recuerda ponerte el abrigo antes de bajar.”

“Lo haré.”

El tren solo podía circular hasta la terminal justo afuera del túnel. Después de eso, hubo
que cambiar el ancho de vía del ferrocarril. El tren transportó varios miles de soldados y
Juggernauts que pesaban aproximadamente diez toneladas cada uno. El reenvío llevaría una
cantidad considerable de tiempo.

El ferrocarril permitió el transporte a gran escala y de alta velocidad, lo que le permitió


mover muchas más tropas y equipo que la cuota estándar. Entonces, incluso si la Federación
hubiera sido una nación amiga en épocas pasadas, e incluso si fue un aliado del Reino Unido
en la guerra contra la Legión, permitiendo que una gran cantidad de armas y tropas ingresen
directamente a la capital, la verdadera yugular del país, no era algo que el país del norte mirara
con cariño.

“Pero en serio, el Reino Unido, ¿eh…? Es como, eh, realmente fuimos más lejos de lo
que esperábamos, ¿no?”

“… Con seguridad.”

Hace dos años, ninguno de ellos podría haberse imaginado jamás abandonar el Sector
Ochenta y Seis. El tren en el que viajaban ahora cruzaba la frontera norte de la Federación y
seguía el túnel que atravesaba la cordillera del Cadáver del Dragón, en dirección a un país
vecino que nunca habían conocido.

El Reino Unido de Roa Gracia. Una tierra de armamento, producción de petróleo y


extracción de oro. El único aliado del Imperio de Giad y, al mismo tiempo, su constante
enemigo hipotético. Con la caída del Imperio, ahora era la única monarquía despótica que
quedaba en el continente.

Y el próximo campo de batalla del Grupo de Ataque Ochenta y Seis.

“… El objetivo principal de nuestra próxima operación es la captura de la unidad comandante


ubicada en el frente sur del Reino Unido, identificador: la Reina Despiadada.”

Aunque eran oficiales al igual que los procesadores, a las oficiales de campo Lena, Grethe
y Annette se les asignó un automóvil aparte. Esto se hizo para mantener la autoridad de los
oficiales superiores, así como para garantizar el secreto. En el ejército, la información se
divulgaba en función de la necesidad de conocerla, y había una gran diferencia entre la
cantidad de información a la que tenía acceso un oficial al mando y un procesador.

Su automóvil de pasajeros de primera clase estaba forrado con paneles de madera de color
ámbar, y mientras estaban sentadas alrededor de la mesa de parquet con tazas de té humeante,
Lena asintió.

“El mensaje de la Legión que el Capitán Nouzen presenció durante la operación de la


terminal subterránea de Charité… era una pista que supuestamente conduciría a la unidad
comandante, ¿correcto?”
También era la única unidad Ameise que quedaba fabricada durante la vida de la Mayor
Zelene Birkenbaum, la creadora de la Legión e investigadora del antiguo Imperio de Giad. El
archivo de personal de Zelene no se había perdido durante el levantamiento de la revolución,
por lo que su disparo en la cabeza permaneció. El equipo de análisis de información compartió
la fotografía con la única persona que había presenciado el mensaje, Shin, quien dijo que
pensaba que coincidía con el rostro que había visto.

Ven a buscarme.

Palabras que eran demasiado inexplicables para la humanidad, provenientes de la Legión


que no tomó prisioneros ni intentó ninguna negociación durante su guerra unilateral por un
país que ya no existía. Quizás Shin, cuya apariencia implicaba en gran medida su ascendencia
noble imperial, fue uno de los desencadenantes. La Legión era actualmente un sistema
autónomo incontrolable, pero no estaban en un estado de locura. Los que les habían dado
órdenes se habían ido. Continuaron luchando porque era la orden final que habían recibido.
Incluso ahora, la Legión estaba obedeciendo la última voluntad y testamento de su nación en
ruinas.

Si ese era el caso, tal vez la Legión había juzgado que esta situación de no recibir nuevas
órdenes durante tantos años era inusual y había comenzado a buscar un nuevo amo que los
dirigiera.

“Se cree que cualquier información nueva que obtengamos al capturarla podría ser una
pista para poner fin a la guerra.”

Incluso si Zelene no tenía esa intención, todavía era responsable del desarrollo de la
Legión. Era posible que poseyera un código de apagado de emergencia o algún tipo de
contraseña de administrador.

“Sí. El Reino Unido ha accedido a entregarla a cambio de su presencia en todas las


investigaciones y la divulgación de toda la información que obtengamos, así que después de
que incautes o incapacites a Ameise, tráete a Zelene de regreso a casa con nosotros. No nos
importa en qué condición se encuentre, siempre que su procesador central permanezca
intacto.”

Annette ladeó la cabeza.


“Me sorprende que el Reino Unido aceptase esos términos. Son una monarquía despótica,
por lo que, desde su perspectiva, los ciudadanos de la República y la Federación son
simplemente plebeyos. Pensé que serían un poco más condescendientes y nos harían pasar un
mal rato.”

“Simplemente significa que ya no tienen tiempo para hacer eso. El objetivo de esta
expedición es un intercambio de tecnología con ellos, por supuesto, pero es efectivamente un
esfuerzo de ayuda de la Federación al Reino Unido.”

“Pero ¿eso es realmente cierto? El Reino Unido y su Rey Búho han sido temidos desde
antes de que comenzara la guerra con la Legión, ¿y ahora están al borde del colapso…?”

El Reino Unido de Roa Gracia era actualmente el segundo país superviviente más fuerte,
después de la República Federal de Giad. Mientras que la Federación empequeñecía al Reino
Unido en población y tamaño de territorio, el Reino Unido tenía la fuerza marcial para resistir
la ofensiva a gran escala y enviar fuerzas para ayudar con la operación de subyugación de
Morpho.

¿Por qué un país tan poderoso haría esto ahora, de repente?

“La respuesta es más simple de lo que piensas. Ahora que los Perros Pastor constituyen
la mayor parte de las fuerzas enemigas, la lucha se vuelve mucho más desafiante en todos los
frentes de todos los países.”

Lena hizo una mueca al darse cuenta cuando Grethe tomó un sorbo de su sustituto de café.
Los Perros Pastor. La Legión inteligente de producción masiva creada mediante el uso de
ciudadanos de la República capturados en la ofensiva a gran escala. Al parecer, habían
transferido los datos a su núcleo militar antes de abandonar el sitio de producción durante la
operación de la terminal subterránea.

Desde esa operación, las estrategias de la Legión se habían vuelto más elaboradas. Parecía
que el reemplazo de la Oveja Negra, Legión que asimilaba las dañadas redes neuronales de los
muertos, con los Perros Pastores iba progresando.

“Como estaba planeado, el Mayor Penrose y yo estaremos a cargo del intercambio de


tecnología. Coronel Milizé, estará a cargo del mando en el frente. Parte de la unidad del Reino
Unido está lista para unirse al Grupo de Ataque al completar esta operación, así que
familiarízate con sus fuerzas tan pronto como puedas.”
Grethe dijo esto con una sonrisa.

“Estaremos movilizando a los cuatro mil de nuestros números para esta misión. Es hora
de que el Grupo de Ataque Ochenta y Seis muestre lo que realmente puede hacer.”

Annette ladeó la cabeza.

“También hubo muchas personas que no se ofrecieron como voluntarias. Escuché que
alrededor de diez mil supervivientes de los Ochenta y Seis fueron acogidos y protegidos por
la Federación.”

Los Ochenta y Seis fueron tratados como oficiales especiales que recibieron una
educación superior durante su servicio en el ejército de la Federación. Habiendo sido enviados
a campos de internamiento desde su tierna infancia, ni siquiera habían recibido una educación
primaria. Como tal, su período de educación fue más largo que el de un oficial especial regular,
y aunque algunos estudiaron por correspondencia, su tutoría se trasladó a una escuela especial
establecida cerca de la base de su sede.

Teniendo en cuenta sus salidas programadas, una cuarta parte de las tropas a la vez
alternaba entre la escolarización y el entrenamiento, por lo que la mayor cantidad de tropas
que el Grupo de Ataque podía desplegar en un momento dado era de cuatro mil.

Por cierto, los que estudiaron desde lejos usando correspondencia fueron Shin y su grupo,
los primeros en ser protegidos por la Federación. Tras la ofensiva a gran escala y el
establecimiento del Grupo de Ataque, estaban demasiado ocupados con sus deberes y
terminaron descuidando su trabajo escolar. Pero incluso si uno asumiera que solo la mitad de
los diez mil soldados rescatados eran fuerzas activas, las matemáticas aún no se alineaban con
el hecho de que solo tenían cuatro mil soldados.

“Los antiguos miembros del equipo de mantenimiento se convirtieron en mecánicos de


Reginleif… Algunos de esos chicos no pueden pelear. Algunos lucharon demasiado. Otros
perdieron la voluntad de luchar.”

El número no incluía a los jóvenes que habían sido enviados a los campos de
internamiento a una edad extremadamente temprana, los que habían desarrollado problemas
de salud mental y los que simplemente no querían ser reclutados.

“¿Y cómo están… er… tratando a esos jóvenes…?”


Parecía que la Federación tenía sus propios problemas, con grandes cantidades de
inválidos y huérfanos de guerra que habían aparecido durante los diez años desde que había
comenzado la Guerra de la Legión.

“Fueron enviados a instituciones especializadas o acogidos por guardianes… Los Ochenta


y Seis son tratados como el Capitán Nouzen y su grupo; son adoptados en papel por antiguos
nobles y altos funcionarios. La mayoría de ellos solo prestan sus nombres, pero no pueden
tratarlos con demasiada descuido. Sus nombres están literalmente en juego aquí.”

Habían pasado solo diez años desde que Giad había hecho la transición de un gobierno
imperial a una democracia, pero el espíritu de nobleza obliga, que incluía actos de filantropía,
todavía se mantenía fuerte. Quizás ahora que el sistema de clases había sido abolido
oficialmente, ese era el único medio que le quedaba a la antigua nobleza para diferenciarse de
las masas. Lena suspiró aliviada.

“Ya veo. Entonces eso es bueno.”

“Entre eso y la cooperación con el Reino Unido, hay momentos en que la obsesión de los
nobles por mantener su honor y dignidad puede resultar útil.”

El envío de fuerzas del Reino Unido tras la conclusión de la operación conjunta también
fue gracias a esta idea de nobleza obliga. Uno de sus oficiales al mando se uniría a ellos como
oficial invitado bajo el mando directo de Lena. Como tal, sería degradado a teniente coronel
para no chocar con el rango de coronel de Lena.

“Escuché que el oficial del Reino Unido es de la realeza.”

“Sí, el quinto príncipe, Viktor Idinarohk. A pesar de tener solo dieciocho años, es una
figura influyente que se desempeña como comandante militar del frente sur. También es
subsecretario del Instituto Real Tecnológico y de los Espers de esta generación.”

Grethe lo mencionó casualmente, pero para Lena, que creció en la República, la palabra
Esper todavía tenía un tono esotérico. En raras ocasiones, los miembros de un linaje
particularmente arcaico exhibieron estas habilidades sobrenaturales, y Giad, que había sido
gobernado por la realeza hasta hace once años, aún conservaba a varias de esas familias.
Algunos Espers se alistaban en el ejército, actuando como especialistas que se desempeñaban
tan bien, si no mejor, que el equipo moderno.
La República, en cambio, acabó con los Espers hace trescientos años, cuando abolió el
sistema de clases. Para evitar el mestizaje y realizar matrimonios consanguíneos sin efectos
adversos, un clan requería una gran cantidad de miembros de la familia, así como activos para
sustentarlos. Y los viejos nobles, que habían perdido sus bienes y tierras a causa de la
revolución, no pudieron mantener esas condiciones.

El Grupo de Ataque ya incluía dos Espers, Shin y Frederica. Pero desde la perspectiva de
Lena y la del sentido común, algo en esas habilidades extrasensoriales se sentía terriblemente
antinatural. Y después de la última operación, la habilidad de Shin hizo que su condición física
se deteriorara significativamente.

Esto no era algo normal, por supuesto, pero resultó de la tensión causada por la
introducción de los Perros Pastor. Pero si su habilidad lo agobiaba tanto, Lena honestamente
no podía creer que era algo que debería emplear como algo natural… Y Grethe había descrito
al Esper del Reino Unido como “el Esper de esta generación” … Si eso implicaba que muchos
no podían existir en la misma generación, bien podía significar que estas habilidades tenían
suficiente efecto adverso en la salud de uno como para reducir su tiempo de vida…

“… Hmm, ¿qué tipo de habilidad especial tiene la familia real?”

“El príncipe Viktor desarrolló él solo el modelo de inteligencia artificial de la Legión, el


Modelo Mariana, pero tal vez decir que lo desarrolló cuando solo tenía cinco años pondrá las
cosas en perspectiva. El suyo es un linaje que produce genios y prodigios. También tiene el
impresionante logro de desarrollar y mejorar el sistema de control Feldreβ del Reino Unido…
Por otro lado, es infamemente conocido como el Rey de los Cadáveres y la Serpiente de los
Grilletes y la Descomposición… la víbora. También hay rumores de que su derecho a reclamar
el trono ha sido revocado.”

Annette repitió sus palabras en estado de shock.

“¡¿R-Revocado?! ¿No lo abandonó? ¿Fue revocado…?”

“¿Y ‘Serpiente de Grilletes y Descomposición’…? ¡Eso es horrible…!”

En el ámbito cultural del oeste del continente, las serpientes eran símbolo de la corrupción
y el diablo. Especialmente la víbora, que tenía un potente veneno capaz de derretir la carne de
uno y cuajar su sangre. No era un nombre que uno le daría amorosamente a su príncipe.
“A pesar de eso, las autoridades que se le han otorgado son muchas y significativas, y el
príncipe heredero, que comparte la misma madre que el príncipe Viktor, parece apreciarlo…
Hay una lucha por los derechos de sucesión del Reino Unido entre el príncipe heredero y el
segundo príncipe y la primera princesa, que son hijos de concubinas. El príncipe Viktor es
parte de la facción del príncipe heredero Zafar. Es alabado como la mano derecha del
reconocido príncipe heredero.”

“… ¿De dónde sacaste toda esta información…?”

Grethe se encogió de hombros con indiferencia.

“Reabrimos este ferrocarril el invierno antes de su llegada, y algunos miembros del


ejército del Reino Unido, un pequeño número de soldados, han estado yendo y viniendo desde
entonces.”

“… Entiendo.”

“Así que, en ese momento, la oficina de información envió gente a su lado o tal vez
restauró el contacto con la gente que estaba allí para empezar… Sospecho que lo mismo se
aplica a ambos lados aquí.”

El antiguo Imperio Giadiano y el Reino Unido de Roa Gracia habían sido monarquías
despóticas y viejos aliados, pero al mismo tiempo, habían servido como enemigos hipotéticos
el uno del otro. Y eso no había cambiado incluso ahora que el Imperio había caído y la
humanidad había ido a la guerra con la Legión…

“Por cierto, Coronel Milizé.”

Grethe habló con el mismo tono informal que uno podría usar cuando se menciona el
clima, por lo que Lena se sorprendió al estar desprevenida. Annette, que se percató de lo que
se avecinaba, abandonó sigilosamente su asiento.

“¿Tuviste una pelea con el Capitán Nouzen?”

Lena se atragantó con su té.

“¡¿Ehhh…?!”

“No los he visto hablar a los dos desde que volvieron de la República.”

“Er, eso es…”


Lena se volvió hacia Annette de manera suplicante, pero Annette evitó su mirada.

“No voy a hablar de eso.”

“No tenía la intención de involucrarme en tus asuntos privados, pero esto ha estado
sucediendo durante demasiado tiempo. Si nuestro comandante táctico y el capitán de nuestras
unidades blindadas tienen problemas de comunicación, podría afectar las operaciones futuras.”

“Tienes razón…”

Ha sido así desde entonces.

“Sigues atrapado por la República. Por nosotros… los cerdos blancos.”

“Eso me pone tan triste.”

Desde que dijo eso, no había tenido una conversación adecuada con Shin. No es que se
estuvieran evitando. Tenían intercambios relacionados con sus deberes, pero no podían
mantener una conversación sobre nada más. Entonces, todos los temas triviales de los que
hablarían cuando terminaron sus informes y charlas de negocios o cada vez que se cruzaran
en el pasillo simplemente dejaron de suceder. Todo lo que quedó fue un silencio tenso, y la
incomodidad de todo eso obstaculizó sus conversaciones.

Esa situación había durado un tiempo. No se arrepintió de nada de lo que había dicho en
ese entonces, pero ahora se dio cuenta de que había estado mal por su parte hacer suposiciones
unilateralmente. En el momento… cuando lo dijo, Shin pareció enfurecerse
momentáneamente, pero se contuvo. Aun así, había un indicio de molestia en su voz cuando
escupió:

“No entiendo.”

Y también había una reserva mezclada en su tono, junto con…

“¿Eso es realmente tan malo, Lena?”

… Confusión. Confusión total y absoluta.

No podía entender por qué Lena estaba tan aprensiva o qué la había entristecido al
principio. Sus ojos mostraban que no podía comprenderlo en absoluto. Como si ninguna de
sus palabras, ninguna de sus emociones llegara a él. Como si fuera un monstruo inocente y
deformado que se asemejaba a un humano solo en forma.
Su repentina confesión probablemente lo había confundido. Se sentía como si así fuera
como ella quería que él fuera.

Pero soy completamente diferente a ellos. Y no quería tener que pensar que podríamos
hablar el mismo idioma, ver el mismo mundo, existir en el mismo lugar, pero nunca vernos
cara a cara.

No.

Es más que eso.

En ese momento, su mirada carmesí había tenido una mezcla de indignación y


confusión… y detrás de ella estaba la luz vacilante de un niño herido. Ella estaba segura de
eso. Como si hubiera sido golpeado por alguien que nunca imaginó que lo atacaría. Como si
nunca hubiera esperado que Lena le dijera eso.

Luchar hasta el amargo final y avanzar hacia su destino final era el orgullo y la libertad
de los Ochenta y Seis. Lena lo había oído antes. De ellos. Y para estar a la altura de esas
palabras, dieron un paso atrás en la refriega incluso después de haber sido rescatados por la
Federación. Así que decirles que todavía estaban atrapados… que todavía estaban en el Sector
Ochenta y Seis, que no habían dado un solo paso hacia adelante desde donde estaban antes,
era un insulto indescriptible.

Con el pretexto del dolor, había pisoteado el único sentido de orgullo que se les permitía
tener.

No quería pensar que ella podría haber sido la que los lastimó de esta manera… Y en el
momento en que lo hizo, Lena había sido asaltada por un odio hacia sí misma que se sentía
como ahogarse en un mar de llamas. En otras palabras, ella había sido la que evitaba a Shin.
Huyendo del hecho de que ella lo había insultado… Del hecho de que ella lo había lastimado.

“… ¿Coronel?”

Había sido lo mismo hace dos años. Había pensado que estaba a su lado, que los entendía.
Pero la verdad era que en realidad no había intentado saber nada sobre ellos, ni siquiera sus
nombres. Ella simplemente los había forzado unilateralmente a expresar sus sentimientos e
impresiones y, al hacerlo, los había herido.

“Coronel Milizé.”
Nada ha cambiado. No he aprendido nada después de todo este tiempo. Qué vergonzoso.
Que embarazoso.

“Coronel, estoy hablando con usted.”

… Espera, no. ¡¿Qué voy a hacer si me odia por esto…?!

“Oye, deja de pensar, Lena. Simplemente cálmate.”

Levantando la cara con un sobresalto, encontró a Grethe y Annette mirándola. Entonces,


Lena se dio cuenta de que había acunado la cabeza y se había hundido contra la mesa sin darse
cuenta.

Grethe esbozó una sonrisa.

“… Parece que es más severo de lo que pensaba.”

“L-Lo siento…”

“Bueno, no llevas mucho conociéndolo. El desacuerdo o la discusión ocasional es


normal.”

Una vez más los labios rubí de Grethe se curvaron hacia arriba.

“El Capitán Nouzen no se detendrá en la base en la que estará nuestra unidad. Vendrá con
nosotros a la capital real. Tendrán mucho tiempo para hablar hasta la operación. Aprovecha
ese tiempo para arreglar las cosas.”
IMAGEN
******

“… Por cierto…”

Con los ojos todavía vueltos hacia la ventana del tren oscurecida a pesar de no mirarla
realmente, Shin se tensó cuando escuchó la voz de Raiden.

“¿Tuviste una pelea con Lena o algo así?”

Ya había perdido en el momento en que le devolvió la mirada por reflejo. Raiden apoyó
el codo en la ventana y apretó la mejilla contra el puño cuando Shin enarcó una ceja.

“… ¿Cómo?”

“¿Qué quieres decir con ‘cómo’…? ¿Estabas tratando de ocultarlo? Demonios, hombre,
realmente no tienes conciencia de ti mismo, ¿verdad?”

Escuchar la voz incrédula de Raiden fue sorprendentemente irritante. Shin suspiró,


rompiendo la mirada inadvertida que había lanzado a los ojos marrón rojizo de Raiden, y
volvió a mirar la ventana ennegrecida.

“… No creo que haya sido una gran pelea.”

Shin no podía llamarlo una pelea, dada su vasta experiencia con peleas a muerte y el trato
terriblemente odioso que a veces recibían los descendientes de los linajes del Imperio.
Comparado con eso, una simple diferencia de opiniones ni siquiera se registró como una
disputa.

O, mejor dicho, no debería haberlo hecho, pero…

“Ella dijo que nosotros… los Ochenta y Seis, todavía estamos atrapados en el Sector
Ochenta y Seis.”

Raiden cayó en un momentáneo silencio.

“… ¿Ella dijo eso?”

Entrecerró los ojos, pero reprimió cualquier emoción que le hiciera sentir esto,
probablemente porque Lena era la que lo había dicho. Y ciertamente no lo había dicho por
despecho. Pero aun así le molestaba, lo cual era una emoción que Shin conocía muy bien.

“Eso me pone tan triste.”


En el momento en que escuchó esas palabras, algo instintivamente lo estimuló a
retroceder. Pero lo que había surgido junto con esa emoción era confusión y el más mínimo
atisbo de dolor. El no poder entender por qué Lena estaba tan aprensiva era parte de eso, por
supuesto, pero lo que más lo confundió fue que no entendía por qué sentía la necesidad de
discutir.

¿Era porque si lo hacía, podría seguir creyendo que la gente era despreciable…? ¿Era para
que no se rindiera en este mundo, tan frío y cruel como era?

Pero así eran exactamente las cosas.

Así era como funcionaba el mundo. No giraba en torno a la humanidad; era indiferente y
frío… e impotente. Y eso se aplicaba aún más a los seres humanos, quienes, a diferencia del
mundo, actuaban sobre la base de la malicia que sentían por los demás. Eso era algo que Shin
había aprendido demasiado bien en los campos de internamiento y en el campo de batalla del
Sector Ochenta y Seis. Verlo repetirse una y otra vez le dio todas las lecciones que necesitaría.

Así que simplemente había señalado eso… ¿Qué tenía eso de desagradable? Simplemente
había declarado los hechos. ¿Fue porque estaba entristecida? ¿Porque ella se compadecía de
él? Como dijo una vez Grethe, nadie tenía derecho a sentir lástima por ellos. Pero en este
punto, Shin honestamente ya no podía preocuparse por eso. La otra parte era libre de
compadecerse de ellos todo lo que quisiera, pero Shin no tenía intención de seguir el juego.

Pero si es así… ¿por qué?

Shin realmente no entendía por qué Lena estaba triste. No tenía ningún deseo de
entristecerla, por supuesto, pero como no podía entenderlo, no sabía cómo manejarlo. Era
difícil no sentir que ella lo estaba evitando y, en verdad, apenas habían hablado desde entonces.
Al final, ninguno de los dos estaba dispuesto a abordar el tema, dejando las cosas en un estado
de incómodo silencio.

“… Shin. Ey, Shin.”

Antes de que se diera cuenta, Raiden estaba agitando una mano frente a su cara. Shin
parecía haberse perdido en sus pensamientos durante un buen rato. Volvió a mirar a Raiden,
quien sonrió con satisfacción.

“Sabes, realmente… realmente has cambiado.”

“¿?”
“Olvídalo.” Respondió Raiden, exasperado. “Bueno, conociéndote, acabarás destrozando
a Undertaker muy pronto, así que habla con ella entonces... Quiero decir, tu equipo es un
infierno de Reina del Hangar.”

Esa era la jerga de una unidad que siempre se estropeaba y pasaba más tiempo reparándola
en el hangar que en el campo de batalla. Dejando a un lado las pequeñas escaramuzas,
Undertaker siempre tenía una forma de recibir un daño severo durante las grandes batallas,
por lo que tal vez era natural que terminara llamándose así.

“… El viejo Aldrecht siempre me dio una mierda por eso…”

“Sí…”

No te estoy diciendo que te disculpes… ¡Te estoy diciendo que cambies tus maneras!

¡Un día de estos ese loco estilo de lucha tuyo te matara!

Rito les había dicho que había muerto durante la ofensiva a gran escala, junto con los
otros miembros del equipo de mantenimiento. Todos ellos, el mismo día. Shin había sentido
una pizca de emoción al escuchar eso, pero una parte de él sabía que ese podría ser el caso.
Los Ochenta y Seis hicieron del campo de batalla su hogar y se enorgullecieron de luchar hasta
el amargo final. Y los Ochenta y Seis finalmente murieron. Y eso era igualmente cierto para
el antiguo jefe de mantenimiento, que había estado a su lado a pesar de ser un Alba.

Pero aún…

“… Me gustaría que hubiese sobrevivido.”

Raiden volvió sus ojos hacia Shin, quien continuó sin mirarlo a los ojos.

“Si hubiera podido sobrevivir hasta que llegaron las fuerzas de rescate, al menos podría
haber podido ver las fotos de su familia. Buscar sus restos habría sido difícil, pero habría
podido ir a su último campo de batalla.”

A diferencia de mí, que no puedo recordar a mi familia… Aldrecht, que todavía recordaba
a su esposa e hija, podría haber tenido ese poquito de paz.

Los Ochenta y Seis murieron eventualmente… Shin lo entendió. Pero eso no significaba
que estuviera completamente indiferente ante la gran cantidad de muertes que había
presenciado.
“… Es cierto, una vez que termine la guerra con la Legión, visitar tumbas como esa será
una posibilidad.”

Después de un profundo suspiro, Raiden se inclinó hacia adelante.

“¿Qué piensas, Shin? ¿Parecía que la ‘Zelene’ que viste estaba dispuesta a poner fin a la
guerra?”

“… ¿Quién sabe?”

Ese grupo de Micromáquinas Líquidas con forma de mujer no poseía una función para
emitir sonido, por lo que Shin no había tenido forma de captar ninguna emoción o matiz en su
tono. Todo lo que pudo recoger fue el mensaje.

Ven a buscarme.

No había forma de saber cuál era la intención. Incluso para Shin, la persona a quien esas
palabras fueron dirigidas.

“Una cosa es suponer que quieren negociar o intercambiar información, pero esperar que
algo así sea una pista para poner fin a la guerra me parece un salto de lógica. Incluso si hay
información que el Reino Unido nos está ocultando… no veo que esta guerra termine tan
fácilmente.”

No había un solo lugar en el continente donde uno pudiera escapar de la guerra, y no


podían recordar un momento en el que ese no fuera el caso. Sin embargo…

“… Pero si la guerra terminara… creo que sería algo bueno, a su manera.”

Quiero mostrarle el mar.

Cosas que no sabía, cosas que nunca había visto antes. Quería mostrarle todo lo que la
Legión le había robado al mundo. Shin no había olvidado esas palabras. Esta era una buena
razón para luchar. No tenía ninguna expectativa… Ese deseo probablemente no sería
concedido. Pero algún día, si la guerra terminara…

Raiden se quedó en silencio por un momento.

“Sí. Si la guerra terminara…”


Su frase se cortó a la mitad y no dijo nada más. Su silencio lo decía todo, y Shin lo
entendió.

Sentían que sería bueno si la guerra pudiera terminar. Pero aún era imposible de
imaginar… porque todo lo que habían conocido era el campo de batalla.

Hubo un fuerte gemido, y luego su auto se llenó de luz de forma repentina. En menos de
veinte minutos, el material rodante del tren de alta velocidad había atravesado el túnel que se
había tardado dos años en excavar. Sus córneas, que se habían acostumbrado a la oscuridad,
fueron cegadas momentáneamente por la luz del sol, pero gradualmente se acostumbraron a la
deslumbrante blancura que llenaba el paisaje fuera del tren.

Los dos miraron sin decir palabra por la ventana. El vidrio a prueba de balas de los
cristales de las ventanas impedía un poco su visibilidad, dando a la vista exterior un tinte
azulado. Era un país diferente, pero la tristeza de todo seguía siendo la misma. Ningún
combatiente vivía cerca de los frentes. Todos los que sobrevivieron dejaron atrás sus países de
origen.

Gruesos copos de color gris plateado revolotearon hasta el suelo. Antiguas ruinas
salpicaban los campos nevados, haciendo que la vista pareciera casi tan desolada como el
campo de batalla del Sector Ochenta y Seis; todo parecía haberse congelado, y el páramo se
extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Terminal de la Ciudad de Rogvolod del Reino Unido de Roa Gracia.

“Nos dirigiremos primero a la base, entonces. Es la, eh, Base de la Ciudadela Revich,
¿verdad?”

“Sí… Perdón por dejarte todo el trabajo sucio.”

“Bueno, técnicamente eres mi oficial superior, y los oficiales de estado mayor y los
mayores se encargarán de la transferencia en sí. Ustedes sólo se encargan de escoltar al coronel
y a Lena.”

Agitando su mano, Theo se dirigió a su próximo tren mientras se descargaba y recargaba


el contenedor de los Juggernauts. La mitad de la unidad iría hoy y la otra mitad iría en el
siguiente transporte. Los miles de soldados del Grupo de Ataque y su Feldreβ se trasladarían
a la Base de la Ciudadela Revich, en las líneas del frente del Reino Unido. Hacían el transporte
por etapas y con pausas para deslizarse bajo la atenta mirada del tipo de Control de
Observación, el Rabe.

Después de despedir a sus camaradas, Shin se dio la vuelta para mirar la Ciudad de
Rogvolod. Como le habían dicho en el tren, esta ciudad, que se encontraba a los pies de la
cordillera del Cadáver del Dragón, estaba cubierta de nieve fría y ligera. Era la ciudad más al
sur poblada por civiles y actualmente se encontraba en un apagón, lo que hablaba de lo frugales
que tenían que ser con la electricidad.

A poca distancia del área de la ciudad, sentada a la sombra de una enorme estructura
abovedada rectangular iluminada por la luz de las estrellas, se encontraba la planta de energía
nuclear que proporcionaba calor al distrito.

De repente escuchó el sonido de alguien pisando fuerte en la nieve detrás de él.

“… Nouzen.”

Al volverse para buscar al dueño de la voz, Shin vio a un joven con una medalla con un
vehículo en el pecho. Era uno de los controladores que servían en el vehículo de mando de
Lena, Vanadis, y un contemporáneo suyo de la academia de oficiales especiales: Erwin
Marcel.

“¿No te retiraste del ejército?”

“De todos modos, no puedo pilotar un Vánagandr. Mi pierna se estropeó durante la


ofensiva a gran escala.”

A juzgar por el sonido de sus pasos mientras se acercaba, la herida no le impidió caminar,
pero Marcel miró su pierna derecha mientras hablaba, diciendo que era una fractura
compuesta… Cuando su hueso roto le había cortado la carne y piel, también había cortado un
nervio. No obstaculizó su vida cotidiana, pero la lesión fue lo suficientemente devastadora
como para que ya no fuera capaz de la velocidad de reacción necesaria para la toma de
decisiones en una fracción de segundo que se necesitó para pilotar un Feldreβ.

“Además, ¿qué diablos quieres decir con: ‘No te retiraste’? A diferencia de ustedes, los
Ochenta y Seis, nosotros, los oficiales especiales, no podemos poner comida en la mesa si
dejamos el ejército.”

“No estabas en el registro de la unidad de la 177ª División Blindada después de la


reorganización, pero tu nombre no fue anunciado en la emisión de muertos de guerra. Así que
me imaginé que te habías retirado… No pensé que vería tu nombre en el registro de la unidad
del vehículo de mando del Grupo de Ataque.”

“… No pensé que te importaba. Siempre pensé que no te importaba un comino todo lo


que te rodeaba.”

Esa falta de emoción e interés era algo que odiaba de Shin desde la academia de oficiales
especiales, pensó Marcel. La forma en que estaba tan alejado del infierno del campo de
batalla… La forma en que podía ver a través del terror en los corazones de otras personas se
sentía casi como si se estuviera burlando de ellos de alguna manera.

“… Sobre Nina.”

Shin entrecerró los ojos ante la repentina mención de ese nombre. Eugene había sido un
amigo común y contemporáneo de ellos, y Nina era su hermana menor. Shin hacía mucho
tiempo que había roto y tirado la carta que le había enviado, exigiendo saber por qué había
matado a su hermano.

“No debería haberle dicho cómo murió Eugene… Esa carta no era algo que una persona
necesitara recibir justo antes de una operación en la que podría haber muerto. Debería haberle
dicho simplemente que Eugene había muerto y que era trágico y dejarlo así, pero acabé
diciendo demasiado. Quería que pensara que su muerte era culpa de alguien, y te culpé a ti…
Lo siento.”

Bajó la cabeza profundamente. Shin simplemente negó con la cabeza y preguntó: “¿Cómo
está ella?”

Después de perder a los padres que no recordaba, la única persona que le quedaba, su
hermano, también había muerto.

“Bien… Bueno, ella está bien… Con todo lo que pasó con la República, los Alba en casa
están algo avergonzados. Pero, ya sabes, su hermano era soldado, así que ella no es acosada y
tampoco está colgada de la muerte de Eugene.”

Shin cerró los ojos.

Ella no está colgada de eso. No está esperando a su hermano, sabiendo que nunca
volverá.

“En fin, eso es bueno.”


El rostro de Marcel se iluminó de sorpresa antes de que su expresión cambiara a una leve
sonrisa.

“… Así es.”

Después de que Marcel se alejó, Frederica, que había observado el intercambio hasta
ahora, se acercó a Shin.

“… ¿Estás realmente bien con eso? Ese hombre… Bueno…”

“No me importa… No en este momento.”

Ella lo miró con los ojos extrañamente entreabiertos, se encogió de hombros y estiró el
cuello, haciendo que su pequeña cabeza se inclinara. Los únicos que se dirigían a la capital,
Arcs Styrie, eran el comandante de brigada, Grethe; la comandante táctica, Lena; Annette;
unos pocos oficiales técnicos selectos; y los comandantes de escuadrón superiores y sus
vicecapitanes: Shin y Raiden, y Shiden y Shana.

“Se siente una tontería preguntar en este momento, pero ¿está bien que vengas con
nosotros a la capital?”

Su mera implicación en una operación en la que participaban soldados de otro país era
problemática. Era una emperatriz, aunque sólo fuera una ex-emperatriz que era sólo un bebé
cuando empezó la guerra y que no había sido coronada formalmente. Como su habilidad se
transmitía por su línea de sangre, Shin no creía que fuera seguro que alguien de fuera del país
la viera. Había iniciado la conversación ahora porque no había preocupación de que alguien
los espiara aquí.

“Mi presencia sirve como respuesta, ¿no es así?” Dijo, como si no tuviera ninguna
intención de darse aires. “Los miembros de la casa imperial de Giad han sido títeres de los
grandes nobles durante dos siglos. Desde los albores del Imperio, la familia real se ha visto
obligada a mezclar su sangre con la de diferentes razas que ingresaron al país. Los nobles
inferiores nunca conocieron el rostro del emperador, por no hablar de los plebeyos, y han
llegado a creer que las habilidades de la casa imperial han disminuido a medida que los
repetidos matrimonios mixtos diluían nuestra sangre. Incluso a los Ametistas de los Idinarohks
les costaría saber que soy la emperatriz Augusta…
“Ametistas fue un término utilizado para describir a los Espers de la línea Idinarohk
durante generaciones.” Agregó. El suyo era un linaje que produjo genios capaces de hazañas
como desarrollar nuevos modelos de IA en cada generación.

“Sin embargo, creo que algunos generales del frente occidental albergan sospechas sobre
mi supervivencia… De lo contrario, la grabación de tu intercambio con Milizé tras la
destrucción de Kiriya no se habría reproducido tal cual ante los generales.”

Shin hizo una mueca porque se había visto obligado a estar presente en la sesión
informativa cuando se reprodujo la grabación ante los generales, un momento que sólo podía
comparar con una tortura. Era un recuerdo que no quería revivir, así que lo había mantenido
alejado de su mente hasta este momento. Aunque la grabadora de la misión había recogido
sobre todo el audio que había pasado por el intercomunicador del Procesador y los
intercambios con el exterior, era poco probable que no hubiera recogido la voz de Frederica,
que había estado en la cabina con él, en absoluto.

Cierto. En ese momento, Ernst la había llamado Frederica.

“Entonces, como él lo sabe, ¿no hay peligro de que te traicione?”

“Todo lo contrario…”

Frederica ladeó ligeramente la cabeza. Casi con tristeza… Con aprensión.

“Tengo la seguridad de que lo has sospechado… Pero ese hombre es un dragón que escupe
fuego. Él antepone los ideales a todo lo demás y se arrojaría a sí mismo y al resto del mundo
a las llamas para defenderlos… con una obsesión y una fijación que no puede contener.
Honestamente, ese hombre es un dragón.”

“…”

Había una expresión que a veces afloraba en el rostro del que era técnicamente su padre
adoptivo que contrastaba con su habitual mirada amistosa. Palabras que eran a partes iguales
simpáticas y huecas, con sólo un fino barniz de sinceridad en la superficie. A veces, Shin
notaba la sutil crueldad que había detrás de sus palabras.

Si eso es lo que la humanidad tiene que hacer para sobrevivir, entonces merecemos ser
eliminados.
“Si fuera puesto como un símbolo para volcar la Federación… Si la humanidad fuera lo
suficientemente tonta como para poner en peligro a la Federación y al resto del mundo antes
de la conclusión de la guerra con la Legión, por codicia sin sentido… creo que todos
estaríamos mejor extinguiéndonos.”

******

Un cambio a la democracia significó la transición y la redistribución de la riqueza. Propiedades


y bienes que alguna vez pertenecieron exclusivamente a la realeza, que constituía sólo un
pequeño porcentaje de la población, se distribuía entre la población. Eso condujo a un aumento
en el nivel de vida de la gran mayoría de las personas. Pero también significó que los artículos
de lujo extravagantes y llamativos comenzaron a desaparecer gradualmente.

Sin embargo, en el Reino Unido de Roa Gracia, que había sido un país poderoso durante
generaciones y ahora era la única monarquía despótica que quedaba, la realeza aún conservaba
su riqueza. De hecho, Roa Gracia era la única nación que todavía producía tales artículos de
lujo. El castillo real, que se erigió como símbolo y templo de la realeza, era tan
desalentadoramente glamoroso que dejó a Lena abrumada.

La habitación a la que los habían llevado parecía haber sido diseñada para entretener a los
invitados, no para realizar negocios oficiales. Del techo colgaban enredaderas de labiérnago y
rosas, junto con una araña de cristal en forma de pasionaria azul, y el suelo de ágata pulida
brillaba como si se hubiera extendido un espejo bajo ellos. Los muebles eran todos de ébano
con incrustaciones de malaquita, y un gran número de rosas, que eran especialmente raras en
el gélido norte, estaban en jarrones de aventurina.

En la esquina de la habitación había un modelo de cristal brillante de un pavo real, una


calavera hecha de ópalo que estaba pegada a la pared como si fuera el premio de alguna caza,
y lo que parecía ser un fósil de dinosaurio genuino.

La pared de tiza blanca estaba adornada con yeso modelado a partir de un patrón de
enredadera plateada dibujado con detalles tan minuciosos que hacía que la cabeza le diera
vueltas. Hablaba de la gran cantidad de tiempo que se había dedicado a darle forma… La
autoridad y el poder absurdos para producir, recolectar y aún mantener tales riquezas… La
influencia abrumadora e inspiradora.

La familia Milizé era una casa muy conocida en la República y contaba con una gran
riqueza e historia, pero seguía siendo una casa de antiguos nobles que habían perdido su estatus
y su derecho a tributar hace trescientos años en la revolución. Las riquezas aquí estaban en
otro nivel por completo.

No dejó que sus sentimientos se reflejaran en su rostro, pero todavía estaba un poco
nerviosa. Miró a Shin, que parecía tan indiferente como siempre, en contraste con ella. Estaba
apoyando la espalda contra la pared y cruzando los brazos… probablemente era un hábito
suyo. Sus ojos rojo sangre estaban hundidos en lo que parecía un silencio contemplativo.

Mirando a su alrededor, encontró a Raiden y Shiden, quienes habían venido como


escoltas. Raiden reprimió un bostezo como un lobo aburrido con más tiempo en sus manos del
que sabía qué hacer, y Shiden estaba manipulando su corbata apretada, pero ella no parecía
particularmente abrumada por el espectáculo. Frederica, naturalmente, se sentó en el sofá con
patas de bola y garras como si se sintiera como en casa en este lujoso entorno.

Los Ochenta y Seis valoraban poco fuera del campo de batalla en el que habían crecido y
de su rutina de combate mortal. Cualquier cosa que implique estatus o genere respeto en la
sociedad normal realmente no les dejó una impresión. Como tal, el interior exuberante y la
decoración extravagante tenían poco impacto en sus ojos; después de todo, no era como si los
muebles pudieran morder.

Imaginándolos fácilmente con ese tipo de respuesta, Lena sonrió levemente. En el caso
de que le preguntara a Shin si este tipo de situación lo hacía sentir incómodo, imaginó que ese
era el tipo de respuesta que él daría. Lo único que les intimidaba era la Legión contra la que
luchaban, y lo único que valoraban eran las habilidades y el conocimiento necesarios para
sobrevivir en la batalla. El mundo del hombre, con sus reglas y estándares, era algo
completamente extraño para ellos.

De manera inusual, todos vestían ropa formal completa, que generalmente estaba
reservada para eventos sociales. Lena no recordaba haberlos visto usar algo así anteriormente,
y la vista calmó un poco sus tensos nervios.

De acuerdo con su plan de envío, solo el comandante de brigada, Grethe, iba a tener una
audiencia con el rey y el príncipe heredero. Annette fue enviada a saludar a la división de
tecnología con Shana como su escolta, y el grupo de Lena fue enviado a conocer al quinto
príncipe de manera oficial, ya que tanto él como ellos eran personal militar.

Sin embargo, la persona en cuestión era de la realeza. Había que cuidar su aspecto. Lena
era un hecho, por supuesto, pero incluso Shin y los demás procesadores venían con el uniforme
completo de la Federación, con sus medallas, brazaletes y cinturones de Sam Browne. Incluso
llevaban varias cintas de servicio, que normalmente no llevaban, prendidas en el pecho
izquierdo de sus chaquetas.

Después de exhalar el aire de sus pulmones con un suspiro, Lena se armó de valor. Vamos.

“Es la primera vez que los veo a todos en uniforme de gala.”

Hubo una pausa considerable antes de que Shin respondiera, probablemente debido a la
mirada que sus ojos carmesí la miraron a hurtadillas.

“… Eso tiene sentido. Realmente no los usamos fuera de las ceremonias.”

La forma cortante de su respuesta hizo que el alivio se apoderara de Lena. Era el tono
habitual de Shin.

“¿Ceremonias?”

Ella dio su respuesta en un tono natural y casual. Eso era bueno.

“Como la ceremonia de alistamiento… y las ceremonias de premiación.”

“Oh.”

Cada ejército celebraría públicamente el servicio distinguido de la guerra, así como a los
heridos de guerra, como una forma de alentar a los primeros y pacificar a los segundos.
También era una excelente manera de levantar la moral. Fue diferente para Shiden, que todavía
era un recluta relativamente nuevo, pero Shin y Raiden, con sus dos años de servicio militar
en la Federación, ya habían acumulado una cantidad sorprendentemente grande de medallas.
Por supuesto, era demasiado pronto para que recibieran una por un servicio prolongado, pero
tenían medallas por sus capacidades y logros. Ambos tenían impresionantes recuentos de
muertes de la Legión, por lo que sus medallas probablemente lo indicaron.

“Me hubiera gustado verlas… ¿Crees que, si le preguntara al presidente, tendría fotos o
metraje?”

El presidente temporal de la Federación, Ernst Zimmerman, era el tutor legal de Shin y


era de los que llevaban ese tipo de registros de forma proactiva. Shin, sin embargo,
simplemente frunció el ceño.

“Por favor no lo hagas. No hay nada divertido en ver eso.”


Lo que significaba que ciertamente había algunos registros. Lena decidió que le
preguntaría a Ernst por ellos cuando regresaran a la Federación. Por muy reacio que fuese
Ernst a compartirlos, probablemente Grethe lograría algo.

Lena exhaló un suspiro interno de alivio por el éxito de su primer intento de conversación
ociosa con Shin en un tiempo.

Gracias a dios. Por lo menos, no parece odiarme por lo que dije.

Luego pasó a preguntar algo más que estaba en su mente.

“Er… ¿Hay algo que te molesta? Has estado actuando extraño durante algún tiempo.”

O, mejor dicho, desde que entraron en territorio del Reino Unido. En la Terminal de la
Ciudad Rogvolod, en el tren a la capital, y cuando los llevaron a las habitaciones preparadas
para ellos en un ala del palacio. De vez en cuando, la mirada de Shin giraba nerviosamente en
una dirección inesperada. Y él también había estado así desde que habían entrado en esta
habitación. Algo lo estaba molestando, como un sabueso que levanta atentamente sus oídos,
captando algo que el sentido del oído de un humano no puede.

“Sí…”

Rompiendo sus palabras, Shin se quedó en silencio por un momento. Su silencio se sintió
extrañamente vacilante, como si él mismo no estuviera convencido de lo que estaba a punto
de decir.

“… Puedo escuchar las voces de la Legión de cerca. No tengo un número exacto, pero
hay bastantes.”

“¿Qué…?”

Habiendo casi gritado de sorpresa, Lena se contuvo apresuradamente. Sintiendo una


mirada sospechosa apartándose de un chambelán Emeraud de cabello rubio y ojos azules que
estaba parado en la esquina, ahogó su voz.

“¿Por qué te mantuviste callado hasta ahora? El Reino Unido ya conoce tu habilidad.
Deberías habernos advertido si se avecinaba una redada…”

Su tono fue agudo a pesar de ella misma. Prepararse con antelación para una incursión de
la Legión podría disminuir en gran medida el número de bajas, y ningún país había logrado
desarrollar un medio de reconocimiento de la Legión con un alcance o grado de precisión tan
grande como el poder de Shin.

Pero Shin simplemente respondió con una expresión confusa, como si no estuviera seguro
de lo que estaba diciendo.

“Porque están demasiado cerca. A juzgar por lo cerca que están las voces, definitivamente
provienen de la capital, y la más cercana está aquí, dentro del castillo. Realmente no puedo
asumir que se infiltraron.”

Después de todo, era una capital nacional. Arcs Styrie estaba a una buena distancia de las
líneas del frente, con una gran cantidad de defensas entre ellas. Incluso si la Legión se hubiera
infiltrado detrás de las líneas del frente, era poco probable que una sola mina autopropulsada
hubiera llegado tan lejos.

“Pensé que un Eintagsfliege podría haber logrado volar de alguna manera, pero hay
demasiadas voces para eso. Es probable que sea Legión que capturaron con fines de
investigación. Si nada más, no creo que se desate ninguna pelea.”

“… Preciso, pero no exacto, como dicen. Aun así, como has supuesto, no hay peligro de
que desconfiar. Por favor ignóralo, si lo deseas.”

Llegó una voz desconocida. Resonaba dulcemente en el oído, con un tenor penetrante que
se sentía acostumbrado a hacer discursos, pero aún sonaba como la voz de un chico cercano a
su edad. Un joven vestido con el uniforme violeta y negro del Reino Unido con cuello alto
entró por una puerta abierta por un chambelán.

Tenía el físico delgado de un joven en su adolescencia. La realeza del Reino Unido solía
dejarse crecer el cabello, pero el suyo estaba muy corto y tenía la tez clara característica de los
que viven en el norte. Sus ojos estaban levemente sesgados como los de un tigre, y sus rasgos
eran un equilibrio igual de delicada dulzura y crueldad inhumana. Tenía un semblante un tanto
andrógino que parecía aristocrático, pero por alguna razón Lena asociaba su apariencia general
con una esbelta serpiente negra.

Escamas elegantes de tono negro. Hermosos ojos del color de un rayo violeta.

Una bestia de sangre fría, desprovista de empatía humana.

El chico le dedicó una sonrisa siniestra, entrecerrando sus fríos ojos violetas imperiales
como gemas.
“Pido disculpas por la espera, queridos amigos. Soy Viktor Idinarohk, su camarada a partir
de hoy… Antes permítanme saludarlos. Bienvenido al castillo del unicornio.”

El príncipe se acercó a ellos, acompañado por el sonido de sus botas militares golpeando contra
el suelo de ágata y el suave susurro de su ropa. Su atuendo desprendía el aroma del incienso
sureño. Lena se sorprendió a sí misma mirándolo, renunciando a toda noción de modales y
etiqueta. Sus hermosos rasgos faciales contrastaban con la naturalidad con que su uniforme
desprendía una sensación de abrumadora y solemne dignidad.

“Así que Su Majestad el príncipe en persona realmente vino a saludarnos.”

El príncipe arqueó las cejas de manera exagerada.

“Ya tienes una idea de nuestra debilidad, creo… El Reino Unido fue donde se desarrolló
el Modelo Mariana, que se convirtió en la base de la Legión. Incluso si la guerra terminara,
los otros países sin duda nos mirarían con desdén.”

“…”

No hubo una causalidad directa entre el desarrollo del Modelo Mariana y la guerra con la
Legión, pero las cosas probablemente se desarrollarían como dijo el príncipe. Cuando ocurre
una calamidad, la gente tiende a buscar una causa. Incluso si requiere un gran salto, o más bien
un lapso, en la lógica, buscan echarle la culpa de los males que les han hecho a otra persona.

“Aunque supongo que estaremos mejor que el Imperio, que desarrolló la Legión, o más
bien su sucesora, la Federación… Aunque no tengan intención de admitir o asumir ninguna
responsabilidad por ello, siguen mostrando la suficiente buena fe como para que sea
improbable que alguien se lo exija. La gente está más influida por un país que extiende una
mano amiga a sus vecinos que por uno que ni siquiera protegería a sus propios ciudadanos.”

Luego se encogió de hombros de manera indiferente… Quizás se debió a su vida en el


ejército, pero sus gestos no parecían en lo más mínimo reales.

“Y así, la realeza se envía a hacer llamadas de cortesía… Pero lo mismo es válido, una
vez más, para la Federación. El Grupo de Ataque Ochenta y Seis. Unidad de élite compuesta
por hombres y mujeres jóvenes enviados para ayudar a otros países. Los mismos hechos no
habrían sido en lo más mínimo pintorescos si hubieran sido hombres vulgares haciéndolos,
pero la historia es muy diferente cuando los niños soldados de raíces tan trágicas son los que
salvan.”

“¡¿Nng…?!”

La respiración de Lena se atascó en su garganta. Había visto y conocido la lástima


arraigada en la condescendencia que algunos de los ciudadanos de la Federación mostraban a
los Ochenta y Seis. Pero, ¡¿que el gobierno de la Federación los haya enviado con la premisa
de que serían compadecidos, con la esperanza de usar a los Ochenta y Seis como una
herramienta diplomática para comprar la simpatía de los otros países…?!

¿Qué tan bajo podría caer la gente?

Sintió que un tono helado y una sonrisa deformada casi se apoderaban de ella, pero
rápidamente se las quitó de encima.

Eso no puede ser. Las personas son más que crueles y desalmados innecesariamente. Esta
es una época de guerra, y es posible que tengan que mostrar solo sus facetas más feas, pero…
la gente, y este mundo, son en realidad…

“Pero, Su Alteza… Eso es…”

El príncipe esbozó una sonrisa sociable.

“Llámame Vika, por favor. Puede deshacerse de los títulos y trámites vacíos. Son una
pérdida de tiempo en el ejército, después de todo. Y me dirigiré a todos ustedes por sus
apellidos. Si lo encuentra de mala educación, no duden en decirlo y me corregiré en
consecuencia.”

Llamar a alguien por su apodo era algo que estaba permitido solo para aquellos que
estaban cerca de esa persona. Teniendo en cuenta que el individuo en cuestión era de la realeza,
pareció un trato excepcionalmente cordial, pero como él había dicho, no fue tanto por afecto
como por un sentido de racionalidad. Después de todo, es posible que les haya permitido
llamarlo por su apodo, pero tenía la intención de mantener la formalidad y dirigirse a ellos con
sus apellidos.

Cuando Lena abrió la boca para hablar, él la hizo callar con una mano levantada.
“Dije que no hay necesidad de formalidades vacías, Coronel Vladilena Milizé. Sus datos
han sido divulgados al Reino Unido y me he tomado la libertad de leer sobre usted con
anticipación. No tienes que perder el aliento en presentaciones.”

Por cierto, el Reino Unido no había revelado ninguna información sobre él. Al menos,
nada de lo que le había llegado a Lena.

“… Bueno, puede parecer un poco descortés a medida que avanzan los intercambios, pero
siéntete libre de ver que no tenemos tiempo para tales sutilezas y perdóname amablemente por
ello. Después de todo…”

Echó un vistazo a la gran ventana con una vista de las calles de la capital, indicándoles
que también miraran, y curvó sus labios hacia arriba con frialdad.

“… como puede ver, nuestro Reino Unido se encuentra en una situación extremadamente
crítica.”

Sí, era fácil de ver.

Fuera de la ventana, espesas nubes plateadas cubrían el cielo, y la nieve caía suavemente
a pesar de que era primavera tardía, blanqueando todos los demás colores. Incluso en la
Federación, no hubo más días de frío repentino, y en la República, las primeras rosas de verano
se abrieron en esta época. Incluso un país del norte no tendría una nevada similar a la del
invierno en esta época del año.

Cuando Lena miró hacia las nubes, pudo ver destellos plateados que reflejaban las luces
del suelo en el borde de su visión. Era como si un sinnúmero de pequeños fragmentos de metal
reflejase la luz. Como el aleteo de innumerables alas de mariposa…

“Eintagsfliege…”

“En efecto. Incluso esta tierra, amada como es por la diosa de la nieve blanca, no estaría
cubierta por su velo tan avanzado el año.”

Esa era la expresión utilizada por el Reino Unido para describir el invierno, pero no había
ni un atisbo de sonrisa en el rostro de Vika. Sus ojos tenían la misma frialdad que el invierno
helado del norte.
“Debido al despliegue de varias capas de esas nubes de metal, el Eintagsfliege, el Reino
Unido se está enfriando rápidamente. Junto con la capital, la mitad del sur de nuestros
territorios está cubierta por sus alas.”

El tipo de Interrupción Electrónica, el Eintagsfliege, era capaz de desviar e interrumpir


ondas electrónicas de todo tipo, incluida la luz. En el Sector Ochenta y Seis, sus hordas se
asemejaban a delgadas nubes plateadas que tapaban el sol, y en los frentes de la Federación,
donde su despliegue era más intenso, el cielo parecía estar constantemente oculto tras una plata
opresiva.

Pero no hubo casos documentados de que alguna vez se desplegaran en cantidades lo


suficientemente significativas como para crear nevadas a fines de la primavera, o en un radio
tan grande…

“¿Cuándo empezó esto?”

“Alrededor de cuando la Legión inteligente producida en masa a la que llaman Perros


Pastores se convirtió en la fuerza principal. En otras palabras, a principios de esta primavera.”

Era como sospechaba.

“A este ritmo nuestras regiones agrícolas del sur quedarán devastadas… Este país no fue
demasiado bendecido con la luz solar para empezar, por lo que la mayor parte de nuestra
electricidad proviene de plantas de energía geotérmica, a base de carbón y nuclear. Pero si
desviamos todas nuestras plantas de producción a la producción de alimentos, no podremos
defendernos. Si la Legión sigue apretando la soga alrededor de nuestros cuellos de esta
manera, para la próxima primavera, mi país no existirá.”

Con un movimiento de su mano, un holograma tridimensional apareció en el medio de la


habitación. Era un mapa sólido que mostraba una vista simplificada de los territorios del Reino
Unido. Cuando vio a Shin acercarse al mapa, probablemente sintiendo que se avecinaba una
explicación, Lena dijo: “Si usan la misma táctica en otros lugares, la Federación podría estar
bien, dado su gran territorio, pero cualquier otro país no duraría.”

“Sí. Y es por eso que tenemos que cortar su plan de raíz ahora, mientras todavía están
usando el Reino Unido como campo de pruebas. Afortunadamente, la Federación y el Reino
Unido tienen el mismo objetivo. La Reina Despiadada que están buscando está en las
profundidades del territorio de la Legión, en el sitio de producción de Eintagsfliege en las
profundidades de la Montaña Colmillo del Dragón.”

La pantalla mostraba la cordillera del Cadáver del Dragón, concretamente la parte cercana
a la frontera con la República, que era el campo de batalla del Reino Unido. A continuación,
cambió a un modelo tridimensional que mostraba la Montaña Colmillo del Dragón, que se
encontraba en lo más profundo de la cordillera. Parecía que allí había una planta de
producción. El holograma también mostraba el número estimado de hostiles y la distancia
lineal desde el frente más cercano, que era de unos setenta kilómetros.

“El objetivo de esta operación conjunta es la invasión y recuperación de la Montaña


Colmillo del Dragón y la captura de la Reina Despiadada.”

“Precisamente, Reina Sangrienta. Haremos que derribes la luna por nosotros.”

Al contemplar el modelo de la Montaña Colmillo del Dragón, que, como su nombre lo


indica, tenía la forma de un enorme colmillo que sobresalía hacia el cielo con un típico pico
piramidal rocoso, Lena habló:

“Su Alteza.”

“Es Vika, Milizé.”

“Perdón, Vika. Me gustaría que confirmara la fuerza que estará al mando durante esta
operación. Escuché que su país emplea armas autónomas no tripuladas para defender sus
fronteras.”

Esta fue la razón de la capacidad del Reino Unido para defender su territorio a pesar de
que su poder nacional era inferior al de la Federación. Vika esbozó una pequeña y cínica
sonrisa.

“Medio autónomas. No cometeríamos la locura de traer armas completamente autónomas


a la refriega con el ejemplo de la Legión respirándonos en el cuello. Además, el Reino Unido
no ha reproducido una IA autónoma al nivel de la Legión.”

“Pero eso es… ¿Incluso tú no puedes reproducirla, Vika?”

“No es que no pueda. Simplemente no tengo ganas de hacerlo.”

El príncipe dijo esto de una manera engreída, como diciendo que podía hacerlo si se lo
proponía, con la misma ligereza que si estuvieran discutiendo una receta de cocina un poco
complicada. Pero incluso cuando la supervivencia de su país y las innumerables vidas de sus
civiles estaban en juego, fácilmente eliminó la posibilidad, diciendo que no estaba a la altura.

Lena se dio cuenta de que había vislumbrado la crueldad de la sangre noble, que la
República, con su énfasis en la igualdad, no conocía. Sangre azul, carente de todo calor.

“El dron que describe se llama Alkonost. Es un Feldreβ semiautónomo destinado a


combatir grandes grupos de enemigos… En términos de proporción, constituyen el cincuenta
por ciento de nuestras fuerzas, y la otra mitad son nuestros Barushka Matushkas tripulados,
pero las unidades bajo mi mando directo son casi en su totalidad Alkonosts. Incluyendo mi
unidad personal, los Barushka Matushkas solo se utilizan para defender el puesto de mando.”

“Dices ‘semiautónomos’… Entonces son operados remotamente por humanos… por


Handlers, ¿no? ¿El método de funcionamiento es inalámbrico? ¿Cómo se pasa por alto la
interrupción electrónica de los Eintagsfliege?”

“Los Alkonosts están conectados a sus Handlers a través de la tecnología que usted llama
Para-RAID.”

Lena frunció el ceño con recelo. El Para-RAID, Resonancia Sensorial, era un método de
comunicación que hacía uso de la vinculación de los sentidos, principalmente el oído, a través
del inconsciente colectivo compartido por toda la humanidad. Al hacerlo, superó los
obstáculos de la distancia, la obstrucción física y todo tipo de atascos.

Eso, de por sí, la convertía en una tecnología extremadamente innovadora, pero como
empleaba el inconsciente colectivo humano, no permitía comunicarse con nada que no fuera
humano… es decir, con las máquinas, que no tenían conciencia propia.

O más bien, por lo que Lena sabía, no debería haber permitido la comunicación con nada
que no fuera humano.

“P-Pero ¿cómo…?”

“Te lo mostraré ahora mismo. Lerche, ¿estás ahí?”

No levantó la voz, pero una respuesta llegó desde detrás de la puerta.

“Por supuesto.”

“Te presentaré. Adelante.”


“Sí.”

La puerta se abrió. Permaneciendo a una distancia un poco demasiado lejos para mantener
una conversación, la figura se arrodilló de manera animada.

“Es un placer conocerlos. Soy Lerche, caballero y guardia real del príncipe Viktor. Yo le
sirvo como espada y escudo.”

La figura habló con una voz clara, aguda y agradable, como el gorjeo de un pájaro cantor.

“La Lady Reina Sangrienta de la República y Sir Reaper, Sir Wehrwolf y Lady Cyclops
de la Federación. He oído hablar mucho de su fama militar. Especialmente usted, Sir Reaper.
Me gustaría mucho que me instruyeras, si tuvieras la oportunidad.”

Como se mencionó, su voz era como un gorjeo encantador.

“Y en cuanto a la encantadora princesa de allí, te doy la bienvenida a nuestro país blanco


como la nieve. Siempre estoy dispuesta a complacer si jugar en la nieve le gusta, así que no
dude en llamarme cuando lo desee.”

Por redundante que sea volver a mencionarlo, su voz era sumamente agradable.

“… Lo siento… dame un minuto.”

Vika levantó las manos, se acercó a la figura arrodillada y le gritó a su cabeza baja.

“¡Lerche! ¡¿No te dije que aprovecharas esta oportunidad para cambiar la forma en que
hablas con la gente?!”

Ella levantó la cara con sorpresa. Ella era una chica Emeraud con cabello dorado recogido
en un moño y ojos verdes. Parecía tener la misma edad que Vika, lo que significaba que
también tenía aproximadamente la misma edad que Lena y Shin. Estaba vestida con un
uniforme militar de estilo antiguo hecho de tela de color rojo y decorado con cordones dorados,
con un sable de aspecto formal enfundado en su cintura. Tenía rasgos faciales pequeños y
encantadores, y sus delgadas cejas estaban escrupulosamente arqueadas en señal de protesta.

“¿Qué…? ¡Su Alteza, ¿qué está diciendo?! ¡Esta es una prueba de mi lealtad hacia ti, e
incluso tus órdenes no me disuadirán!”

“¡¿Qué vasallo adoptaría una forma de hablar que perturbe a su amo como prueba de su
lealtad?! ¡¿Eres una idiota, niña de siete años?!”
“¡Un buen consejo, al igual que una medicina eficaz, es tan amargo, Su Alteza! Y por eso,
a pesar de la pena que me trae, ¡te trato con un respeto imperecedero! ¡Que mis acciones sean
vistas bajo tal escrutinio me avergüenza sin fin…!”

Vika acunó su cabeza con molestia.

“Aaaah, confundes todo… no importa lo que diga, ¡siempre tienes una respuesta…! ¡¿Qué
idiota afinó tus características lingüísticas…?!”

“… Con el debido respeto, Su Alteza, el único que ha manejado mi afinación es usted.”

“Lo sé… ¡solo estoy refunfuñando! ¡Por Dios, ignóralo!”


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“M-Me… ¡me disculpo por cualquier falta de respeto…!”

La respuesta de la chica fue respetuosa pero abatida. Al ver la conversación entre los dos,
que no parecía encajar del todo bien, Lena no pudo evitar reír, aunque con punzadas de culpa.
Se había preguntado qué tipo de hombre sería este Rey de los Cadáveres, pero verlo retozar
con su amigable asistente lo hacía parecer nada más que un chico de su edad.

“… ¿Cómo pongo esto? Supongo que la reputación de uno realmente está alejada de la
realidad.”

Ella susurró esto para que solo Shin pudiera escuchar. Pero no hubo respuesta. Mirando a
Shin, encontró que su expresión era extrañamente rígida mientras miraba al señor y a su
sirvienta de pie cerca de la puerta. Específicamente, su mirada estaba fija en Lerche, la chica
del uniforme carmesí.

“… ¿Capitán? ¿Qué…?”

Shin habló, cortando la pregunta de Lena.

“… Su Alteza.”

Vika entrecerró los ojos con interés… los ojos violetas imperiales de un tigre malvado o
quizás los de una serpiente feroz.

“Lo diré de nuevo, pero puedes llamarme Vika, Nouzen.”

“Bien, Vika… ¿Qué es esa cosa?”

“¡Capitán…!”

Cuando Lena se dio cuenta de que la “cosa” a la que Shin se refería era Lerche, lo
reprendió. Vika, por otro lado, le dio una leve sonrisa.

“Oh. Veo que tu título de Reaper está bien merecido, de hecho… Lerche.”

“Sí.”

“Muéstrales.”

“Muy bien.”

Lerche se puso de pie rápidamente, como si fuera un caballero que se quita el casco…

… Se quitó la cabeza y la sostuvo en el aire.


Ninguno de los presentes podía culpar a Lena por dar un paso atrás, asustada.

“¡¿Qué…?!”

Los grandes ojos de Frederica se abrieron en shock, y Raiden y Shiden se inclinaron hacia
adelante desde la pared contra la que habían estado parados. Incluso Shin, que no era de los
que se estremecían, entrecerró los ojos con sospecha. Solo Vika se mantuvo sereno.

“Permítanme presentarla adecuadamente. Esta es la primera unidad de las Hadas


Artificiales… los Sirins. El pináculo de los logros tecnológicos del Reino Unido y el quid de
nuestra defensa nacional.”

Con un movimiento de la mano de Vika, un sensor ubicado en algún lugar de la habitación


reaccionó, proyectando un holograma cerca de su esbelta forma. Probablemente era el
Alkonost. El modelo tridimensional mostraba un Feldreβ que era más delgado que el
Juggernaut, tanto que les hizo dudar si estaba blindado. Su torso incluía una pequeña cabina
apenas lo suficientemente grande como para contener a un humano.

“Este es el procesador central de la máquina de combate semiautónoma Alkonost.”

Los Ochenta y Seis no se consideraban humanos, por lo que cualquier máquina que
pilotaran no se consideraría tripulada sino un dron. Era el mismo concepto… que el Juggernaut
de la República.

La cabeza separada de Lerche estaba conectada a su torso con tubos y cordones que parecían
vasos sanguíneos y nervios.

“¿Ella es… humana?”

Vika rió con ironía.

“¿Haces esa pregunta después de ver lo que acabas de ver, Reina Sangrienta? Recuerde
lo que acaba de decir Nouzen. Por cierto… ¿cómo la vio tan fácilmente por lo que es?”

Lena tragó nerviosamente. Shin podía escuchar las voces de la Legión… o más bien, las
voces de los muertos de la guerra que seguían atrapados como fantasmas mecánicos. Pero la
chica frente a ellos no podía ser una Legión, ya que nunca fabricaron armas con forma humana.
Se les prohibió fabricar un arma que se pareciera demasiado a un ser humano.
En ese caso…

Shin habló, como para no dejar que Lena expresara su conclusión.

“Utiliza el cerebro de una persona muerta… o más bien, una reproducción de uno, como
su procesador central.”

Sus ojos rojo sangre miraron a Vika con una intensidad que Lena nunca había visto antes.

Para Shin, que había escuchado las voces de sus camaradas después de haber sido
capturados por la Legión y que incluso había tenido que disparar a su propio hermano, que
había quedado atrapado en esa condición, el Reino Unido, que había hecho la chica que estaba
frente a él, era culpable de una herejía sin igual.

Caminó descuidadamente por toda la línea que separaba a los vivos de los muertos.
Capturar las almas de aquellos que se habían ganado su descanso eterno y usarlas una vez más
por el bien de la batalla significaba…

Era una mirada gélida que haría vacilar a cualquier persona normal, pero Vika ni siquiera
se estremeció.

“… Bingo, Reaper del Sector Ochenta y Seis. Todos los procesadores centrales de estas
chicas son reproducciones basadas en estructuras del cerebro humano.”

Tenían un parecido extraño con, o quizás se inspiraron en, la Legión inteligente, los
Pastores.

“Espera un momento… Si esos eran originalmente cerebros humanos, entonces…”

La voz de Lena era tan rígida y aguda que tuvo problemas para reconocerla. El Reino
Unido era la única monarquía despótica del continente. Todos los ciudadanos eran
esencialmente propiedad de la nobleza.

“… ¿Dónde y por qué motivo reuniste a las personas a las que pertenecían esos cerebros?”

Vika ladeó la cabeza de manera divertida.

“¿Estás insinuando que nosotros, arrogantes déspotas, desmembramos a nuestros


ciudadanos contra su voluntad? Entonces puede que te decepcione saber que la línea Idinarohk
no es tan tonta. Sabemos bastante bien que todo lo que nos espera al final de la tiranía sin
sentido es el beso de la guillotina… Todos los componentes se dan voluntariamente y se
extraen solo después de que mueren en batalla. Estrictamente hablando, es justo antes de su
muerte. Si un soldado que voluntariamente donó su cuerpo por adelantado es marcado como
negro durante el triaje, y solo bajo esas condiciones, lo envían para que le escaneen el cerebro.
Incluso aquellos que se ofrecieron como voluntarios no son enviados al escáner si existe la
posibilidad de salvar sus vidas, y el voluntariado es completamente opcional.”

En un lugar tan peligroso como el campo de batalla, había más soldados heridos que
necesitaban tratamiento que médicos para tratarlos. Para manejar tales situaciones, se
estableció un método para asegurar que se salvaran tantas vidas como fuera posible; eso fue
el triaje. Era una medida para segregar a los heridos que no estaban en riesgo de muerte o que
no requerían tratamiento inmediato de los que requerían reanimación inmediata.

Entre ellos se encontraban las etiquetas negras… aquella categorización referida a una
condición en la que no podían salvar al paciente incluso si fuera tratado. El nombre proviene
del color de la etiqueta que se les adjunta. Eran los que fueron encontrados demasiado tarde o
los que aún estaban vivos, pero resultaron heridos hasta el punto de que morirían en cuestión
de momentos.

“La estructura cerebral digitalizada se reproduce a través de células artificiales y, una vez
que se borran sus recuerdos y se instalan sus pseudopersonalidades, se trasplantan a los cráneos
de los Sirin. En otras palabras, pueden basarse en los muertos de la guerra, pero no son los
muertos en sí mismos. Me sorprende un poco que todavía puedas oírlos, Nouzen.”

“Pero ¿por qué?”

La Legión también usó los cerebros de los muertos, pero eran armas. No tenían ninguna
percepción de la ética y la justicia, del bien y del mal, así que era comprensible. Pero Vika era
humano… o más bien, debería haber sido humano.

“¿Por qué? Creo que es bastante obvio. A diferencia de la Legión, que sigue viniendo sin
importar cuántas veces los derrotes, los humanos son finitos. Nuestra capacidad de
reproducción es limitada. Entonces, si no podemos reducir el número de los que morirán, solo
necesitamos reciclar a los que ya fallecieron. Envía lobos a cazar lobos. Vampiros para cazar
vampiros.”

Fantasmas para cazar fantasmas.


Fue una perversión que hizo que los escalofríos recorrieran el cuerpo de Lena…
Profanación. Y sin darse cuenta de la aversión de Lena, Vika sonrió. Como una serpiente.
Como una bestia sin corazón, alejada del concepto de emociones.

El Rey de los Cadáveres. Desprovisto de simpatía y, por lo tanto, separado de la


humanidad… el gobernante de sangre fría de los muertos.

“Y-Y… ¡¿a eso lo llamas… un dron…?!”

“Tus palabras cortan hasta los huesos, pero esto es algo a lo que tendrás que
acostumbrarte. Las armas y los soldados del Reino Unido que se sumarán al Grupo de Ataque
serán Alkonosts y Sirins. A saber, el regimiento bajo mi mando directo.”

Dicho esto, el príncipe del norte sonrió con calma, mirando a Lena mientras se estremecía
y a Shin, quien lo miró con dureza, como si fueran rocas en el camino.

“Hasta que eliminemos a la Legión o hasta que exterminen a la humanidad… Espero que
disfrutemos de la compañía del otro.”

En un rincón del castillo del país que dominaba todo el noreste se encontraba una villa
imperial. Se utilizaba como casa de huéspedes y sus habitaciones eran agradables, lujosas y
hermosas.

Mientras yacía en una cama y comparaba el plumaje de su interior con los gastados que
había tenido en las bases del frente y en el campo de internamiento en el Sector Ochenta y
Seis, Shiden reflexionó sobre lo lejos que habían llegado. Aunque no podía decir que esta
cama fuera incómoda o algo a lo que no pudiera acostumbrarse, tenía la sensación de que
dormir en ella demasiado tiempo la haría perder el sentido. Tanto en mente como en cuerpo.

Con las palmas de las manos sobre unas sábanas que olían a flores o a algún otro aroma
de hierbas, la vice capitana del escuadrón Brísingamen, Shana, se inclinó sobre Shiden, que
yacía boca arriba en la cama.

“Oye, Shiden.”

Sin molestarse en volver su mirada hacia Shana, Shiden dio una respuesta evasiva.

“Mm.”
“¿Esta todo bien?”

“Sí…”

No especificó qué era lo que “estaba bien”, pero habían estado juntas el tiempo suficiente
para que Shiden la entendiera incluso sin declaraciones explícitas. Probablemente la
conmoción fue demasiado. Desde que conoció al príncipe esa tarde, Lena había estado
cabizbaja, y Shin, que se había acercado a ella cuando la vio hundida en el sofá de la casa de
huéspedes y acostada, estaría a su lado ahora mismo.

“No hay mucho que podamos hacer. Su Majestad tomó su decisión.”

“Pero…”

Shiden fijó sus ojos de dos colores en la ventana ubicada justo encima de ella.

“Habría más en qué pensar si el Pequeño Reaper fuera más imbécil. Pero considerando
todo, está bien, supongo.”

Solo había comprobado brevemente que estaba bien, pero eso era todo. De ninguna
manera fue un reconocimiento.

“… Nadie puede decir cuándo terminará todo. Lo mismo de siempre, de verdad. En cuyo
caso… mientras esté a su lado, no quiero ser una molestia.”

******

“… Hace mucho frío aquí… ¡Pero la ciudad florece! Me atrevería a decir que más de lo que
uno podría esperar de una capital en tiempos de guerra.”

La capital del Reino Unido, Arcs Styrie, era una ciudad antigua con una historia tan
legendaria como la del propio país. El paisaje urbano hablaba de la prosperidad, el desarrollo
y los innumerables disturbios y trastornos en su pasado, con una vista peculiar de muchos
edificios, cada uno construido en diferentes momentos a lo largo de varios siglos. La tendencia
era que los exteriores se pintaran con colores brillantes, de una manera típica de una tierra
cubierta por la nieve durante la mitad de cada año.

Hoy, también, las nubes del Eintagsfliege ocultaron el sol y la nieve ligera cayó del cielo.
La vía principal estaba llena de transeúntes, con coloridas tiendas y puestos que conformaban
el mercado. Con un abrigo de la Federación sobre su uniforme de la República, Lena miró a
su alrededor contemplando la animada ciudad con los ojos muy abiertos. Annette, también con
abrigo, así como Grethe, Frederica y Raiden, que habían venido como escolta, también
miraron a su alrededor con curiosidad.

Ese día, después del desayuno, el jefe de la división de tecnología, un hombre tan delgado
que estaba casi esquelético, había propuesto que, ya que tenían tiempo libre, salieran a conocer
la capital, señalando que de esa manera las damas también tendrían la oportunidad de hacer
compras. La mitad de la oferta era por consideración, y la otra pretendía mejorar las relaciones
diplomáticas.

Y, de hecho, querían mostrar la abundancia y prosperidad de su país a los primeros


oficiales de campo que visitaban desde el extranjero en más de una década… y al hacerlo,
también enfatizaron casualmente la fuerza de su ejército.

Shiden y Shana habían dejado pasar la oportunidad, mientras que Shin aparentemente
había sido llamado por Vika, por lo que se quedaron en el palacio. Los guardias reales habían
invitado al grupo de Shiden a hacer un recorrido por el museo militar.

“Increíble… supongo que eso es lo que uno podría esperar de la capital milenaria del
poderoso país del norte, Roa Gracia…”

“Creo que necesitábamos un descanso, por lo que la oferta del oficial llegó en el momento
adecuado. Esa tecnología es realmente un poco difícil de asimilar.”

“Me alegro de que ambos lados tuvieran algo que enseñar al otro sobre el Para-RAID,
pero… Incluso si dicen que usaron voluntarios dispuestos, es un registro de experimentación
humana tras otro… Es un poco, una especie de, en realidad… Sabes…”

Intercambiando sonrisas amargas, Grethe y Annette hablaron sobre los Sirin y sus
tecnologías relacionadas. Escuchar que esta tecnología no podía ser adoptada por la
Federación hizo que Grethe acunara su cabeza con desaliento.

Algunas de las estructuras que componían la glamorosa ciudad eran cuarteles, armerías y
otras instalaciones militares utilizadas por el cuartel general de la división de defensa de la
capital, y muchas de las personas que caminaban estaban vestidas con el uniforme morado y
negro del ejército del Reino Unido. Al igual que en la Federación, se veía a los soldados como
sujetos dignos de respeto. Una joven soldado Beryl que caminaba cerca fue recibida con un
educado asentimiento por parte de un hombre mayor Iola, de cabello violeta.
Annette miró a su alrededor y dijo: “Los viola son los ciudadanos y los otros grupos
étnicos de los territorios conquistados son los siervos, ¿no? Pero considerando todo, los siervos
pueden vivir normalmente.”

Niños de sangre pura viola, es decir, ciudadanos, estaban jugando con una pelota, pero
niños siervos de otras etnias jugaban a su lado como si no hubiera diferencia entre ellos. Un
par de personas de diferentes colores estaban sentadas en la misma mesa en una cafetería,
charlando mientras tomaban un café. Una anciana Celesta que dirigía un puesto estaba
discutiendo ardientemente sobre el precio de un tarro grande de miel con una mujer Taaffe.
Las negociaciones concluyeron con un fuerte apretón de manos, tras lo cual las dos
intercambiaron una factura por la mercancía y se despidieron con una sonrisa. “Vendré de
nuevo” y “Siempre eres bienvenida”, dijeron las dos con expresiones de satisfacción.

En general, los siervos eran la clase trabajadora y los ciudadanos eran la clase media, y
como tal, había una diferencia en la calidad de su ropa y pertenencias personales, pero los
siervos no eran considerados esclavos o intocables… no había indicios de que algunos niños
fueran tratados como una raza inferior, como alguna se trató a los Ochenta y Seis.

La guardia de palacio asignada al grupo de Lena como guía e intérprete sonrió. El idioma
oficial del Reino Unido era diferente solo en dialecto del de la República y la Federación, pero
como algunos de los siervos descendían de territorios conquistados que tenían diferentes
esferas culturales, varios de ellos hablaban en idiomas completamente diferentes.

“Se espera que los ciudadanos cumplan el servicio militar, mientras que se espera que los
siervos manejen la producción.” Explicó el guardia. “En cierto modo, es una diferencia entre
el servicio militar obligatorio y la obligación tributaria. Pero con la situación como está ahora,
la realeza está animando a los siervos a unirse voluntariamente al ejército.

“Como él.” Dijo, haciendo un gesto hacia un centinela. Era un hombre Rubis reservado
que parecía tener unos veinte años, llevaba una insignia nueva de rango de subteniente y les
sonreía con tímido orgullo. Todo esto significaba que la educación superior estaba abierta a
todos, al menos a aquellos con los medios para pagarla.

Como había dicho Vika, el Reino Unido pudo haber sido una monarquía despótica, pero
no ejerció ninguna presión política sobre sus ciudadanos. No hizo nada que pudiera provocar
malestar o insurrección, ni creó diferencias de clase innecesarias. A diferencia de la República,
que, después de quitarle todo a los Ochenta y Seis confiscando sus activos para financiar la
construcción del Gran Mur y obligándolos a alistarse, los había marcado como subhumanos.

“… ¿Milizé? ¿Qué pasa?”

“Nada.”

Sacudiendo la cabeza vagamente, luego Lena dijo dubitativamente:

“Por cierto… me pregunto ¿qué negocios tenía Vika con Shin?”

Se le dijo a Shin que viniera con su abrigo puesto, y con razón, ya que la escalera subterránea
que Vika le hizo descender estaba extremadamente fría.

“Las montañas más al norte del Reino Unido son la cordillera Desgracia Helada. Allí hay
una gruta de hielo que se extiende hasta el subsuelo del Reino, donde se construyó el mausoleo
real. El hielo aquí nunca se derrite, por lo que hace frío incluso en verano… Es un gran desastre
si uno de los hijos de los sirvientes se cuela aquí sin cuidado.”

La escalera en sí, que parecía estar tallada en piedra glacial, dibujaba una suave espiral
mientras descendía profundamente bajo tierra. El lugar estaba incrustado con grandes conchas
de turbante verde que brillaban en los siete colores prismáticos.

La gabardina emitida por los militares de la Federación estaba hecha para luchar en las
trincheras heladas del nevado norte de la Federación y era impermeable y protectora contra el
frío. Aun así, Shin frunció el ceño mientras el frío le apuñalaba los pulmones con cada
respiración que tomaba. Vika, que caminaba adelante, exhalaba bocanadas de aire igualmente
visibles.

“… En tiempos antiguos, los de noble cuna eran naturalmente reyes. Los reyes eran vistos
como dioses vivientes a quienes se les había dado carne, dotados de poderes únicos. La
telepatía y psicometría de un Pyrope, la destreza marcial de un Onyx, la intimidación de un
Celena. Muchos de ellos disminuyeron y se desvanecieron con la mezcla de sangre y el paso
del tiempo, pero aún permanecieron en tierras donde la realeza y la nobleza retuvieron su
autoridad y linaje. Eso también se aplica al Imperio de Giad y al Reino Unido. Entre ellos
estaba el intelecto aumentado de los Amatista… en pocas palabras, linajes que producen
genios extraordinarios.”
Solo se escuchó un par de pasos; Shin no hizo ningún sonido mientras caminaba, y no
había nadie más que él y Vika. Siendo un comandante, si Vika tenía negocios con alguien,
sería Lena, pero él únicamente había llamado a Shin. Shin, un solo Procesador que
normalmente sería visto como nada más que un peón.

La intención de Vika no estaba clara. Con su voz llena de la fuerte aversión que había
sentido al ver al Sirin, Shin hizo una pregunta con una voz terriblemente cortante. Para
empezar, no podía molestarse en presentar sus respetos a alguien de mayor autoridad.

“… ¿Por qué me estás diciendo esto?”

“¿Mmm? Porque eres un Pyrope Esper, por supuesto. Tu línea de sangre del lado de tu
madre, los Maikas, se extinguió durante la persecución de los otros Ochenta y Seis… Pensé
que estarías interesado en aprender un poco sobre eso. ¿Estaba equivocado?”

“No me importa.”

“¿Mmm?”

Vika se volvió hacia él con una expresión algo dudosa, pero finalmente se dio la vuelta y
se encogió de hombros.

“Bueno, independientemente de si estás interesado, este es, lamentablemente, un prefacio


necesario a mi tema principal. Ten paciencia conmigo, incluso si lo encuentras aburrido.”

Vika descendió del último escalón de la larga escalera, el sonido de sus botas militares
resonaba pesadamente. Al final del pasaje envejecido hubo un cambio repentino en una nueva
puerta metálica de última generación, que reconoció algo que Vika llevaba y se abrió
automáticamente. Un aire gélido, incluso comparado con la fría escalera, salió silenciosamente
de la puerta, pero Vika no prestó atención al frío mientras cruzaba el umbral.

“La familia real es el último linaje Amatista que posee habilidades Esper, y al mismo
tiempo somos guardianes de mucho conocimiento y sabiduría que de otro modo se perdería
en el tiempo.”

La luz iluminó la oscuridad incognoscible, brillando radiantemente y centelleando sobre


todo. El lugar era una enorme cúpula que parecía estar hecha completamente de hielo, llena
de azul transparente hasta donde alcanzaba la vista. El hielo era tan grueso que la pared rocosa
de detrás no se veía a través de él. Un azul infinitamente transparente y sin fondo.
Innumerables carámbanos se extendían desde el techo de la cúpula, que se sentía como
una especie de capilla pagana, y un camino de hielo se extendía más lejos del área espaciosa
en la que se encontraban. Casi molesto, incluso aquí el hielo estaba incrustado con malaquita
y amatista en forma de las plumas de un pavo real, que centelleaban en la superficie de las
paredes heladas.

Pero lo que llamó la atención de Shin de inmediato no fue la colaboración entre lo natural
y lo artificial. Corriendo a lo largo de las paredes heladas de la cúpula y a ambos lados del
pasillo, como formaciones de cristales, había innumerables…

… Ataúdes hechos de hielo.

Los ataúdes tenían forma de huevo y estaban hechos de plata y vidrio. Cada uno de ellos
contenía una figura vestida con un uniforme o vestido morado y negro. La mayoría eran
adultos, pero algunos ataúdes contenían niños o bebés. Otros contenían lo que parecían ser
solo pedazos de cuerpos envueltos en ataduras o algún efecto personal enterrado en su lugar.
El interior estaba lleno de hielo muy transparente y el emblema de un unicornio tallado en la
superficie del vidrio con un láser estaba entrelazado con una fina capa de escarcha.

De pie entre los ataúdes, Vika se dio la vuelta, el dobladillo de su bata blanca se derramó
hacia adelante.

“Y como símbolo de ese legado, se conservan nuestros restos. Todos los descendientes de
la línea Idinarohk están consagrados en este mausoleo helado. Las generaciones anteriores ya
están más o menos momificadas a estas alturas, por supuesto… Ahora bien.”

Señaló hacia un ataúd que estaba justo detrás de él. El de al lado seguía vacío. Dentro de
ese ataúd había una mujer que extendía las manos como si flotara en el agua con los ojos
suavemente cerrados.

“Esta es Mariana Idinarohk… mi madre.”

Los restos de la mujer sellados dentro del ataúd se parecían mucho a Vika, que estaba justo
frente a él. Si no hubiera sido por las diferencias de edad y sexo, habrían sido un reflejo exacto
el uno del otro. Parecía tener veintitantos o treinta años y estaba vestida con un magnífico
vestido violeta, el color de la realeza del Reino Unido, y en la frente tenía una tiara de plata
con piedras preciosas talladas.
Pero fue entonces cuando Shin sintió que algo andaba mal. La delicada tiara plateada
sobre los restos de la reina Mariana. De todos los fallecidos alineados aquí, ella fue la única
que usó una corona. E incluso Shin, siendo su conocimiento de los adornos tan escaso como
era, podía decir que su posición era errónea. Después de todo, no se usaba una tiara justo
encima de los ojos.

Y justo debajo del brillo plateado de la tiara, una línea roja recta se cortó en su frente
blanca. A diferencia de los vivos, una herida infligida a un cadáver nunca sanó… una parte
que se abrió con un corte nunca se cerró realmente.

Vika sonrió levemente.

“Así que lo has notado… Eso es correcto. Al cadáver de mi madre le falta el cerebro.
Porque lo extraje. Hace trece años.”

No había forma de que Shin no se diera cuenta cuando le dijeran eso. La Legión se había
desarrollado hace doce años. Y también…

Mariana.

“El Modelo Mariana…”

“Sí. La inteligencia artificial que fue la base de la Legión, la plaga de la humanidad. El


componente que lo compuso… fue mi madre.”

O, mejor dicho, su cerebro.

Así era como, pensó Shin amargamente. Así fue como a la Legión se le ocurrió la absurda
idea de asimilar las redes neuronales de los humanos para reemplazar sus procesadores
centrales. Si estuvieran originalmente basados en un cerebro humano, en un intento de
reproducir uno, entonces simplemente estaban funcionando según lo diseñado, de acuerdo con
la hipótesis.

Pero quedaba una pregunta.

“… ¿Por qué?”

Esa única pregunta estaba llena de dudas. ¿Por qué hacer tal cosa? ¿Por qué ir tan lejos
como para profanar los restos de su propia madre? ¿Por qué usar a tu madre, aunque solo sea
su cadáver, como conejillo de indias?
Pero Vika simplemente se encogió de hombros claramente.

“Quería conocerla.”

A pesar de que tenían la misma edad, y contrariamente a su elegante apariencia, hablaba


con el tono de un niño pequeño.

“Mi madre falleció poco después de darme a luz… Nací de un parto difícil y ella perdió
demasiada sangre… algo que puede suceder durante cualquier parto, y por lo que padre
investigó, no hubo ningún juego sucio involucrado. Y aun así…”

Quebrándose, Vika miró a su madre en su ataúd. Esas manos blancas, que puede que
nunca lo hayan sujetado.

“… Nunca conocí la voz de mi madre.”

Las palabras que salían de sus labios estaban llenas de un anhelo por algo que nunca había
tenido… y por eso resonaban con una terrible soledad.

“Incluso los Espers Idinarohks no puede recordar lo que ocurrió justo cuando nacieron.
Hablé con mi padre, con mi hermano Zafar y con mi nodriza, pidiéndoles que me contaran
todo lo que pudieran recordar de ella. Pero no pudo llenar el vacío.”

“…”

“… Pero si ese es el caso…”

Sus delgados labios se contorsionaron repentinamente hacia arriba en una sonrisa mordaz
y morbosa. Vika sonrió, sus ojos violetas imperiales brillando con reminiscencias. Como un
monstruo. Como un demonio. De alguna manera, Shin sabía que, hace trece años, un Vika tan
joven que Shin no podía imaginar que había tenido la misma sonrisa en sus labios.

Esa sonrisa demasiado inocente.

“Si no la conocí… si la perdí… solo necesito traerla de regreso. Eso es lo que pensé…
Porque sus restos, su cerebro, con todos sus recuerdos y personalidad intactos… ¡se
conservaron aquí mismo…!”

Delirio fanático, completamente ausente de toda restricción. Profanaría los restos de una
persona, sellaría sus recuerdos y personalidad en una máquina y, al hacerlo, trascendería la
muerte… Sus ojos estaban ausentes de toda culpa o temor ante la perspectiva de haber
cometido tal tabú. No había distinción entre el bien y el mal. Nada más que la absoluta
frialdad… que veía satisfacer su deseo como el único absoluto.

Un escalofrío como nunca antes había conocido recorrió a Shin. No pudo ver su propia
expresión, pero era muy consciente de lo severa y tensa que era. Lo que estaba frente a él no
era un humano, sino un monstruo genuino e inocente que no conocía ni la humanidad ni la
razón.

Tragando sus emociones, preguntó:

“… ¿Y entonces?”

Vika se encogió de hombros con indiferencia.

“Fallé.”

Los muertos nunca más podrán caminar verdaderamente entre los vivos. Incluso Vika no
pudo revocar esa ley.

“El cerebro de mi madre se perdió en vano, y fui acusado de profanar los restos de la reina
y despojado de mis derechos de sucesión. Lo que estuvo bien; para empezar, nunca quise tal
cosa, pero… en ese momento, todavía no me había rendido con mi madre.”

Pensó que tal vez su error era ser demasiado joven. Tal vez le faltaban conocimientos, o
tal vez había un agujero en su teoría… había fracasado porque se había equivocado en algo.
Así era como Vika seguía viendo el mundo en ese momento. Que, si uno empleaba el método
correcto, siempre se produciría el resultado deseado. Creía inocentemente que el mundo
funcionaba de forma tan ordenada y satisfactoria.

Creía que las cosas siempre irían bien.

“Así que subí todos mis datos a la red pública.”

En ese momento, no imaginó que sería un acto que haría tambalear el equilibrio militar
de los países vecinos. Puede que fuera el más joven, pero seguía siendo el príncipe de un gran
reino. Su nombre era muy conocido a pesar de tener sólo cinco años de edad. Sus escritos no
tenían ni la apariencia ni la composición lingüística de algo digno de ser llamado tesis, y dado
el absurdo tema de resucitar a los muertos, la mayoría de los investigadores ni siquiera les
dedicaron una sola mirada. Sin embargo…

“Fue entonces cuando conoció a la Mayor Zelene Birkenbaum.”


“Sí. Algunas personas curiosas y caprichosas se pusieron en contacto conmigo de
diferentes países, y ella fue una de ellas.”

Uno de los pocos que, a pesar de la edad del escritor y su estilo de escritura infantil,
reconoció el potencial de este nuevo modelo de inteligencia artificial fue Zelene. En ese
momento, estaba investigando armas autónomas en el laboratorio militar imperial.

“Sabía lo que Zelene estaba investigando y lo que estaba pensando cuando desarrolló esas
armas autónomas… la Legión. Pero…”

No pensó que acabaría volviendo esa arma contra él. Que el Imperio enseñaría sus
colmillos a todos los demás países. Nunca se dio cuenta de la consecuencia que tendrían las
acciones que realizó para cumplir su sueño…

“… Para cuando el Imperio declaró la guerra, Zelene ya había fallecido… Aunque


indirectamente, yo fui quien robó tu patria y tu familia. ¿Me odias por eso?”

Extendió los brazos. Por el aleteo de su ropa, era evidente que no portaba armas de fuego.
Estaba completamente indefenso, sin un solo escolta o guardaespaldas que lo defendiera.
Probablemente esa era su idea de buena fe. Después de todo, Vika nunca le dijo a Shin que no
trajera armas de fuego cuando lo llamó. Y Shin todavía llevaba su pistola sobre él, tal como
se había acostumbrado a los años en la República.

Pero Shin respondió, con la mente fija en el familiar peso que llevaba:

“… No.”

Nunca había pensado en la República como su tierra natal, y apenas recordaba a su familia
ni nada de esa época pasada. Si Vika dijo que le habían robado, probablemente tenía razón,
pero para Shin… eso ya no contaba como cosas que había perdido. Era lo mismo que si nunca
hubieran existido para empezar, y si era así, no había nada que resentir… Nada que odiar.

“No creo que me las hayan robado… E incluso si lo fuera el caso, no tuviste nada que ver
con eso.”

“… Una vez más, hablas con indiferencia, como si nunca hubieras necesitado esas cosas
en primer lugar. Aunque tuviste una madre, a diferencia de mí.”
Vika negó con la cabeza con una sonrisa amarga. Sus ojos violetas se nublaron de envidia
y celos por un momento, antes de que esos sentimientos fueran borrados en una fracción de
segundo.

“Ahora bien. Aunque pareces bastante desinteresado en general, esto concluye mi


confesión. Pasemos al tema principal, el Reaper sin cabeza del Sector Ochenta y Seis.”

¿Cómo se podría describir la expresión de Vika en ese momento? Era tanto una mirada
de súplica como de terror. Como si deseara juicio y deseara esperanza. Como si deseara tanto
una respuesta afirmativa como palabras de negación y, aunque las temiera todo el tiempo, no
pudo evitar preguntar:

“¿Mi madre… todavía está aquí…?”

Deseaba oír hablar de la paz eterna de su madre, pero al mismo tiempo deseaba volver a
verla.

Así que para eso me llamó, pensó Shin de un humor extrañamente vacío. Su capacidad
para escuchar los gritos de los difuntos que perduraron después de la muerte. Con eso, podría
decir si la madre de Vika todavía estaba aquí o si había ganado la paz de la muerte. Quizás
volvería a intentar resucitarla.

Lo intentaría o se resignaría a darse por vencido… porque sabría si ella estaba presente.

¿Eso era realmente algo en lo que estar tan obsesionado? El pensamiento cruzó la mente
de Shin débilmente. Shin no podía recordar el rostro de su madre, pero no sentía ningún
arrepentimiento por ese hecho. Y, aun así, Vika deseaba profundamente la voz de una madre
que nunca había conocido, que nunca lo había abrazado.

Cara a cara con Vika, Shin negó con la cabeza.

“No.”

Su hermano, Kaie, y los muchos Ochenta y Seis que habían muerto estaban atrapados en
el campo de batalla, con la Legión usando sus estructuras cerebrales como procesadores
centrales. A pesar de que habían muerto y deberían haber vuelto a donde pertenecían,
permanecieron atrapados.

No había pensamientos ni apegos persistentes, y desde luego no tenían ningún afecto. Las
emociones no podían anular las reglas de la naturaleza. El mundo… simplemente no era lo
suficientemente amable como para dejar tanto atrás. No era amable con nadie, ya fuera vivo o
muerto.

El deseo de Kiriya de vengar a Frederica se había quemado con la destrucción del Morpho.
Y su hermano, el hermano que lo había esperado durante tanto tiempo, había desaparecido una
vez que perdió al Dinosauria que le había servido de contenedor.

Desaparecido. Ya no estaban en ningún lado.

“Los restos de tu madre son solo un cadáver. No puedo escuchar ninguna voz proveniente
de él… Tu madre ya no está allí.”

“Entonces, ¿qué pasa con Lerche?

Shin frunció el ceño, ya que la siguiente pregunta lo sorprendió.

“¿Qué pasa con los Sirins? Podías escuchar las voces provenientes de ellos, ¿verdad?
Lerche está… Están dentro de esos cuerpos. Entonces, ¿las almas dentro de esas chica…
anhelan pasar?”

“……… Sí.”

Shin asintió, preguntándose todo el tiempo por qué a Vika le importaba tanto si para él
solo eran partes de un dron. Pero Shin podía escucharlo de ellos. No era un grito ni un lamento
de angustia, pero podía escuchar el sollozo en esas voces. La voz de una chica que nunca había
conocido antes y de innumerables soldados desconocidos.

“Siguen llorando… diciendo que quieren seguir adelante.”

Vika esbozó una sonrisa débil, ligera pero amarga. Una sonrisa de autocrítica.

“… Ya veo.”

Shin volvió a mirar a Vika y separó los labios para hablar. Como siempre, no podía
entender o relacionarse con la persona que tenía delante.

“¿También puedo preguntarte algo?”

Vika parpadeó una vez en lo que pareció sorpresa.

“… Sí. Si hay algo, puedo responder.”


“¿De verdad tienes tantas ganas de conocer a tu madre, cuando ni siquiera has escuchado
su voz?”

Había entendido que este hombre no sentía aversión a abrir sus restos. Pero, aun así, era
el cuerpo de una persona, con la masa y el peso de una mujer adulta. Y el cráneo humano
estaba duro. Y, sin embargo, Vika, que entonces tenía cinco años, todavía se lo llevo y abrió.
¿Realmente había llegado tan lejos sin otra razón que su deseo de volver a verla? ¿Para alguien
cuya voz nunca había conocido, alguien que nunca había conocido, alguien que era su madre
sólo de nombre?

Vika pareció estupefacto por un momento.

“Bueno, sí. Aunque tienen diferentes formas de expresarlo, los niños aman a sus padres.
Especialmente si no pueden reunirse con ellos… Entonces permíteme hacerte la pregunta, pero
tu…”

Interrumpiéndose, Vika entrecerró los ojos.

“… ¿No deseas ver a tus padres?”

“No hay que reunirse con los muertos.”

Esa era la ley cósmica irreversible que Shin, el que tenía la capacidad extrasensorial de
escuchar las voces de los muertos, conocía. Podía escuchar sus voces, pero no eran más que
los gritos de la agonía final de uno. No puede haber diálogo, comunicación, entendimiento
establecido… No importa cuánto lo deseen ambas partes.

Los muertos nunca pueden mezclarse con los vivos.

“Ya veo. Por lo tanto, no desea recordarlos.”

Fue el turno de Shin de entrecerrar los ojos en escrutinio. Esas palabras de nuevo.

No es que no puedas recordar tu infancia.

No quieres recordarla.

“… ¿Qué te hace decir eso?”

“No tienes interés en la genealogía de tu difunta madre. A pesar de las cosas que te han
quitado, no guardas ningún resentimiento. Pero más que nada, la expresión de tu rostro dice
cómo no deseas que se toque ese tema… cómo detestas tocarlo tú mismo. Como si sufrieras
una herida que ni siquiera deseas reconocer que está ahí.”

“………”

Una herida.

Vika sonrió, como si hubiera visto a través de Shin. Desató sus palabras con crueldad, con
una frialdad casi misericordiosa.

“Pero si eso es algo con lo que estás bien, no me corresponde a mí como un extraño
comentarlo… Llevada al extremo, la tendencia de un niño a seguir a sus padres es solo otra
forma de vida. Pero si consideras aceptable olvidar incluso eso… seguro, volverás a ver a tus
padres.”
CAPÍTULO 2: LA CIUDADELA DE LOS CISNES

Base de observación Revich del frente sur del Reino Unido. La imagen misma de una fortaleza
inexpugnable. Construido sobre montañas rocosas, estaba rodeado por todos lados por
acantilados escarpados con elevaciones que iban desde los cien metros en el más bajo hasta
los trescientos metros en el más alto, con picos en forma de diamante al norte y al sur. La
superficie de roca característicamente blanca como la nieve ahora era transparente y afilada,
con la nieve y el aguanieve cubriendo la pendiente haciéndola más gruesa, y cerca de la cima
de las paredes de roca había empalizadas hechas de capas de hormigón armado y tablas
blindadas. A otros cien metros del pico norte había otra gran montaña, que servía como punto
de apoyo de una gruesa cúpula reforzada tallada en la pared rocosa que cubría el pico, como
un cisne extendiendo sus alas.

La única puerta en la base y el camino que conducía a ella estaba en una pendiente hacia
el noroeste, construida sobre una pendiente empinada serpenteante y sinuosa llena de giros y
vueltas. Con vistas al camino ascendente con la forma de las entrañas de un animal, se veían
los múltiples y amenazantes cañones de las torretas.

“Originalmente era una de nuestras fortalezas fronterizas, pero ahora la estamos usando
como una posición de observación de impactos.”

Había agujeros en el dosel que cubría la cima, que se erguía como un par de alas en
descomposición. Siguiendo los pilares de la luz del sol que brillaba durante el crepúsculo en
los días de nieve, Vika guiaba a Lena y su grupo. Era una vista maravillosa, formada por el
deslizamiento de los glaciares por las montañas.

Siguiendo sus pasos, Lena miró alrededor del sector de superficie de la base de la
ciudadela. Esta fortaleza serviría como base del Grupo de Ataque para la operación en la
cordillera del Cadáver del Dragón. Como originalmente había sido una fortaleza, los muros de
barrera separaban su interior en sectores más pequeños. Una escalera de caracol que corría en
sentido contrario a las agujas del reloj conducía a la torre del castillo construida contra la
montaña del norte. Las fortalezas del castillo, que hoy en día servían como torres de
observación, fueron construidas parcialmente en el interior de la montaña, dando una vista
panorámica del campo de batalla que rodea la fortaleza.
Al final de la suave pendiente y actualmente fuera de la vista estaban la formación de
artillería militar del Reino Unido al norte y las zonas en disputa al sur. Al este y al oeste estaban
los campamentos blindados del Reino Unido. El último escudo del país, la cordillera del norte,
se había reducido a un refugio de la Legión.

Además del dosel que bloquea la luz del sol, las paredes de división gruesas y altas que
separan la base en sectores le dan al sector de la superficie una sensación oscura y sofocante.
Shin entrecerró los ojos mientras miraba a su alrededor, quizás preguntándose cómo le iría a
este lugar si estallara una batalla aquí.

“¿Observación de impacto?”

“Esta base está en el punto más alto de la zona. Como todas las bases antiguas, no está
equipada para lanzar ataques aéreos, pero afortunadamente la Legión no emplea el combate
aéreo, lo que significa que incluso esta base antigua todavía se puede usar dependiendo de la
situación.”

Si bien la Legión empleó fuerzas antiaéreas, no tenían una fuerza aérea propia. La Legión
capaz de volar no estaba cargada de armas y, según precedentes pasados, tampoco usaba
misiles de larga distancia. Esa parecía ser otra restricción que se les impuso. Entonces el Reino
Unido se aprovechó de esta debilidad.

La nieve revoloteó suavemente desde lo que debería haber sido un cielo de finales de
primavera.

Subieron la escalera que conducía al tercer piso de la torre de observación, que, por alguna
razón, era una estrecha escalera de caracol, y después de cruzar tres escotillas que conducían
al sector residencial subterráneo, fueron recibidos por una voz estridente.

“Bienvenido de nuevo, Su Alteza.”

“Sí, hola, Ludmila.”

Una chica alta con cabello rojo casi inusualmente vibrante, como una llama, saludó a
Vika. La siguió un grupo de chicas que, como ella, vestían uniformes rojo oscuro. Los
uniformes del Reino Unido eran conjuntos violeta y negro con cuello. Los uniformes carmesí
oscuro, por otro lado, fueron usados exclusivamente por los Sirin.
En otras palabras, todas las chicas que asistieron no eran humanas. Sus cabezas estaban
adornadas con cabello de varios tonos de azul, verde y rosa, con un grado de transparencia
brillante que ninguna cantidad de tinte podría producir. Cristales cuasi-nerviosos de color
violeta, que estaban a cargo de la funcionalidad Para-RAID y la supresión de pensamientos,
estaban incrustados profundamente en sus frentes. Estos cristales estaban conectados a los
mismos núcleos de sus cerebros artificiales.

Lena parpadeó mientras miraba a su alrededor. El ingenio de Vika realmente rozaba lo


sobrenatural, ya que podía producir chicas que parecían indistinguibles de los seres humanos.
Pero ¿ese poder realmente vino sin ningún costo? El pensamiento la preocupaba. Pero dejando
eso a un lado…

“Son… todas mujeres.”

“Hacerlos hombres simplemente se sentiría repugnante.”

Incluso Vika notó la mirada fría que Lena le dirigió.

“Estoy bromeando, por supuesto. Al menos, medio en broma… Cuando las revelamos por
primera vez, las líneas del frente todavía estaban ocupadas principalmente por hombres, por
lo que las convertimos en mujeres como un medio de diferenciación. En este punto, la
situación no nos permite ser exigentes, y dado que tenemos mujeres y chicas que también
sirven como soldados, hacer que los colores de cabello de Sirin sean drásticamente diferentes
de los de los humanos promedio terminó siendo una idea útil en retrospectiva.”

¿Era realmente necesario que parecieran humanos en primer lugar…?

Pero cuando ese pensamiento cruzó por la mente de Lena, se sintió abrumada por la
vergüenza. Solo porque eran mecánicos, porque sus “cerebros humanos” no eran más que
réplicas, había tratado algo con una personalidad propia, aunque solo fuera artificial, como
una máquina.

Probablemente también tuvo problemas para asimilar la necesidad de que se parezcan a


los humanos, que eran más difíciles de manejar y peor en el control de la actitud. Lena imaginó
cómo sería si un día se despertara y descubriera que se había convertido en un insecto enorme
y repugnante. Su estado mental probablemente escalaría mucho más allá de la simple
confusión y desesperación. Tiene seis patas, alas en la espalda, ojos compuestos y sensores
para los órganos sensoriales. Sería una sensación completamente diferente a la de un ser
humano, y la mente humana no sería capaz de soportar el impacto por mucho tiempo antes de
volverse completamente loca.

… Probablemente Rei paso por ello. Ese joven que había amado tanto a su hermano
pequeño, pero que se había reunido con él después de convertirse en Legión y trató de quitarse
la vida. Bien pudo haber sentido lo mismo. Los instintos de su cuerpo de Dinosauria, de una
Legión que era demasiado diferente a un ser humano, probablemente lo habían atormentado.
Que su deseo de volver a ver a su hermano menor se convirtiese en una intención asesina…

Quería pedirle a Vika su opinión sobre el asunto, pero no era algo que pudiera mencionar
delante de Shin. Incluso si omitiera ciertos nombres, Shin era inteligente y eventualmente se
daría cuenta de lo que estaba hablando… E incluso si él no lo hiciera, sintió que no debería
hablar de eso.

Justo cuando miró en su dirección, Shin comenzó a hablar.

“… ¿Las únicas cosas que los distinguen de los humanos son los uniformes, los colores
de cabello y los cristales de cuasi-nerviosos en sus frentes?”

“Si te refieres a la ayuda en el campo de batalla, el tipo de unidad que pilotean es


fundamentalmente diferente, así que esa es otra fuente de distinción. Peor aún, cualquiera que
intentara tratar sus heridas se daría cuenta pronto. Son casi completamente mecánicas y lo
suficientemente pesadas como para que uno se dé cuenta. Los datos maestros de sus estructuras
cerebrales se almacenan en la planta de producción, y sus registros de combate se respaldan
regularmente, por lo que incluso si son abandonados en el campo de batalla, está bien…
También…”

Vika sonrió con arrogancia.

“… No las subestimaría si fuera tú, Reaper. Estas chicas fueron hechas para la batalla. No
perderán fácilmente ante los humanos en ese entorno.”

“… Oh, Shin. Raiden y también Frederica. Fueron transportados hoy. Decir ‘bienvenidos de
nuevo’ suena… un poco raro, pero aun así, ha pasado un tiempo.”

Theo los saludó desde donde estaba sentado en la esquina de una de las largas mesas que
llenaban la habitación, y Anju y Kurena, que estaban sentadas frente a él, se dieron la vuelta.
Estaban en la tercera cafetería de la Base de la Ciudadela Revich, que en ese momento estaba
llena de gente, algunos vestidos con los uniformes azul acero de la Federación y otros con los
colores violeta y negro del Reino Unido.

Todas las funciones de la base de la ciudadela se concentraron en el nivel subterráneo


construido en el lecho de roca de la montaña, y sus múltiples cafeterías se instalaron en el
sector residencial subterráneo. El techo bien iluminado era muy alto, pero la falta de ventanas
hacía que el espacio rectangular se sintiera opresivo. Un cielo azul fue representado
artísticamente en la superficie del techo, y las paredes fueron pintadas con campos de girasoles
que el artista claramente anhelaba. Todo le recordó a Shin una prisión.

Después de que cada uno de ellos cargara sus bandejas con comida, Shin, Raiden y
Frederica se sentaron y Kurena inclinó la cabeza inquisitivamente.

“Escuché al Coronel Wenzel y, eh, Annette, ¿así era…? La chica técnica mayor. De todos
modos, escuché que esos dos se quedarán en la capital, pero ¿qué pasa con Lena?”

“Está comiendo con los oficiales al mando y los oficiales de estado mayor del Reino
Unido.”

“Después de todo, ella es una oficial al mando. Ella tiene que desempeñar el papel cuando
se trata de reuniones sociales y esas cosas.”

“Oh, sí… Mirando hacia atrás, era así cuando acababa de llegar a la Federación.”

Mientras hablaba, Anju tomó varios frascos pequeños en el centro de la mesa, que
contenían mermelada, miel y otros condimentos similares para untar en el pan. Ella se encogió
de hombros y recomendó la mermelada de bayas.

Parecía cierto que el Reino Unido estaba al final de su cuerda. Si bien no era tan malo
como el Sector Ochenta y Seis, más de la mitad de la comida en sus bandejas era la comida
sintética de sabor suave de las plantas de producción. Si sus medios de producción de
alimentos fueran devastados… entonces, de hecho, no sobrevivirían al próximo invierno.

Mientras Shin comía en silencio su carne sazonada con crema agria y su puré de papas,
podía escuchar las voces de las otras mesas a pesar de no intentar escucharlas. Las fuerzas de
esta base, dejando a un lado los procesadores del Grupo de Ataque, eran principalmente Sirins,
pero no estaba completamente sin tripulación. Los Handlers de los Sirin estaban allí, por
supuesto, al igual que la infantería que sirvió como fuerzas de defensa de la base, el equipo de
mantenimiento, los equipos de anuncios y un escuadrón de artilleros a cargo de operar los
cañones de artillería fija de la base.

Según la ley del Reino Unido que establecía que los Viola eran los únicos que enfrentaban
el servicio militar obligatorio, la mayoría de los soldados tenían ojos violetas. Mientras Raiden
los miraba, frunció el ceño.

“En la capital, decían que la única diferencia entre civiles y siervos eran sus deberes,
pero… parece que ese no es el caso, una vez que llegas al fondo de las cosas.”

Si bien no había diferencias en los menús que se les ofrecían, los Violas no se sentaban
en las mismas mesas que personas de diferentes colores y grupos étnicos. Las insignias de
rango de los soldados siervos indicaban que solo eran reclutas normales y suboficiales, e
incluso entre otros civiles, había una diferencia de rango y un antagonismo visible entre los
Iola y los Taaffe.

Los soldados Viola miraban y hablaban a los demás con notable frialdad. “No solo los
siervos, sino también los soldados extranjeros están entrando en nuestros campos de batalla.
Deplorable. Nuestra patria valiente está avergonzada.” Eso dijeron, a pesar de que los oficiales
extranjeros eran de noble cuna en la República y la Federación.

Theo apartó la cara de ellos, pero los miró con apatía por el rabillo del ojo.

“A diferencia de la República, todas las razas con clase son las que se alistan… Es un
poco extraño.”

“¿…? Es lo mismo en la Federación, ¿no es así? En Giad, los nobles luchan. La mayoría
de los oficiales actuales son ex nobles, ¿no?”

En la antigüedad, el servicio militar había ido de la mano del derecho al voto. Solo los
que lucharon tenían derecho a tomar decisiones políticas. Solo aquellos que lucharon pudieron
estar por encima de los trabajadores de la tierra. Durante ese período, el servicio militar no se
consideraba un deber, sino una especie de privilegio.

“Quiero decir, sí, pero eso no es lo que estaba tratando de decir… Es como, en la
Federación tienes derecho a elegir, pero en el Reino Unido, es como en la República. El color
en el que naciste decide tu posición en la sociedad y tus deberes… Pero esas posiciones se
invierten aquí. Es raro.”

“………”
Quizás por eso, Shin pensó de repente. El color y el grupo étnico en el que naces cimentan
tu lugar en el mundo… los deberes que tienes que cumplir se deciden en el momento en que
naces. Es este tipo de país al que se le ocurriría la idea de reutilizar cadáveres para la batalla
y aprobaría el uso de muñecos mecánicos destinados a la guerra. Los civiles son los que
luchan, después de todo, por lo que sus restos también se ofrecen para el esfuerzo bélico.

En ese momento, una chica de cabello rosado que parecía estar en su adolescencia se
acercó a la mesa de los soldados del Reino Unido. Ella informó algo, su rostro inexpresivo de
una manera que no coincidía con sus rasgos juveniles. Sin devolverle la sonrisa al Handler que
le habló, se dio la vuelta y se alejó…

Los Sirins no comían. Para no desperdiciar innecesariamente los paquetes de energía,


generalmente se almacenaban en un hangar único, excepto cuando estaban en operaciones o
en entrenamiento.

“… ¿Escuchaste sobre los Sirins?”

“Sí, bastante. Pero ten cuidado. A sus Handlers no les gusta escuchar a la gente hablar de
ellos como si fueran objetos. Los aprecian como si fueran sus amantes o hermanas pequeñas
o algo así.”

“Supongo que los Handlers realmente atesoran sus drones en este país, eh.”

Kurena escupió esas palabras con disgusto… Shin no podía culparla. Incluso en una
monarquía despótica que no valoraba la igualdad o la libertad, los Handlers trataban a esas
chicas mecánicas como seres humanos. Mientras tanto, la República, que tenía la igualdad y
la libertad grabadas en su propia bandera, no solo trató a los Ochenta y Seis como inhumanos,
sino que ni siquiera se molestó en liderarlos.

Este era un tipo de ironía que solo ellos, los Ochenta y Seis, podían entender.

Ni siquiera Lena pudo.

Los seres humanos tenían una forma de tratar a otras personas como objetos o animales
y, al mismo tiempo, apreciaban los objetos y el ganado como si fueran personas. Ni siquiera
ella podía entender esa crueldad fundamentalmente humana, demasiado irónica.

Cuando Vika salió, vio a Lena y bajó los hombros.


“Es casi la hora de apagar las luces… Visitar la habitación de un hombre tan tarde en la
noche te deja un poco vulnerable, Milizé. Deberías tener a Nouzen a tu lado cuando estés fuera
de casa de esta manera.”

“Tengo algo que preguntarle… Algo que no quiero que otros, específicamente el Capitán
Nouzen, escuchen. ¿Podríamos quizás hablar en privado?”

Por eso había decidido venir ahora, después de que Shin se hubiera retirado a su
alojamiento. Ignorándola, Vika se dirigió a su propia habitación. Parecía que usaba gafas al
escribir y leer. Habló mientras se quitaba las gafas de diseño bastante simple.

“Lerche, llama a cualquiera, siempre que no sea Nouzen… Sí, Iida servirá. Llámala. Ah,
y tú, sí, tú, asegúrate de que la puerta no se cierre hasta que regrese Lerche.”

“Sí, señor.”

“Por su voluntad, Su Alteza.”

“¡Vika…!”

Aun ignorando conscientemente las protestas de Lena, Vika hizo que un soldado que
pasaba sujetara la puerta mientras Lerche se apresuraba a alejarse. Después de bastante tiempo,
apareció Shiden, aparentemente después de haberse dado una ducha apresurada, acompañada
por Lerche. Echando un vistazo a ella, Vika hizo una mueca dudosa.

“……… Lo siento. No tenía la intención de interrumpir… O eso debería decir, pero ¿qué
estabas haciendo?”

A pesar de estar en presencia de un príncipe, Shiden volvió la cara con total disgusto.

“Lo que hago en mi tiempo libre no es asunto tuyo… Mierda, ni siquiera estás escuchando,
¿verdad?”

“No, no lo estoy. Actúa como perro guardián de Milizé por un tiempo. Puedes ser una
mujer, pero, al menos eres más fuerte que yo.”

“Bueno, escucha esto, príncipe. Una pelea a puñetazos es una cosa, pero ¿de dónde vienen
esos callos en tus manos?”

“La caza es un pasatiempo popular en este país.”


“Vaya, aterrador, aterrador. Supongo que será mejor que me ocupe de mis p y q para que
no acabes tratándome como una presa salvaje, ¿eh?”

Shiden levantó ambas manos en broma y, como se le pidió, se dejó caer en un sofá para
cinco personas como un perro holgazán. En contraste, Lena se sentó cortésmente y Vika se
sentó frente a ellas. Estaban separados por una mesa baja. Lerche colocó tazas de té de
porcelana blanca y una bandeja con incrustaciones de nácar y cargada de dulces en la mesa
antes de trasladarse al fondo de la habitación. Entonces Vika habló.

“¿Bien? Si esto es algo que no quieres que Nouzen escuche, se trata de eso, ¿verdad…?
Entonces, ¿por qué yo? No estoy al tanto de eso.”

“No, probablemente eres… la persona más informada de todos los que conozco en lo que
respecta a este tema.”

Algo que se perdió para la República y se escondió detrás de un grueso muro de


confidencialidad militar en la Federación.

“Habilidades extrasensoriales.”

De repente la expresión de Vika se volvió en blanco.

“La habilidad del Capitán Nouzen para escuchar las voces de la Legión. La capacidad de
Aide Rosenfort para ver el pasado y el presente de sus conocidos. Estas habilidades ofrecen
grandes ventajas tácticas… Pero ¿no dañan a quienes las poseen?”

Eso incluía a Vika, el Esper de los Idinarohks. Como tal, no estaba segura de sí preguntarle
era una buena idea.

“Oh… Así que eso es lo que querías saber. Puedo ver por qué aquellos sin poderes
extrasensoriales podrían pensar eso.”

Vika cruzó las piernas, siempre distante.

“Como principio, la respuesta a su pregunta es no. Las habilidades sobrenaturales siempre


han sido necesarias para que los líderes guíen a las masas. Esto ha sido cierto desde tiempos
inmemoriales… desde la época en que los de sangre noble eran verdaderamente reyes. Para
un Esper, su capacidad extrasensorial es tan natural como sus otros cinco sentidos. ¿Un ser
vivo capaz de ver daña su cuerpo simplemente con ver? La misma idea se aplica aquí. No hay
precio que pagar, por así decirlo.”
“Pero ¿qué pasa con casos como el del Capitán Nouzen, donde su habilidad cambió de lo
que podía hacer inicialmente?”

“¿Eso es lo que pasó? Bueno, ya veo. Pensé que era una forma extraña de manifestar la
capacidad de la línea de sangre Maika.”

Lena le dirigió una expresión de desconcierto, por lo que Vika le explicó que era el clan
de la madre de Shin. Aparentemente, estaba incluido en el archivo personal que había recibido
Vika.

“De hecho, un ejemplo así es raro… Pero si duerme demasiado a veces, es probable que
se deba a que inconscientemente está estabilizando su equilibrio de esfuerzo y descanso. Si
dijera que se siente mal, sería otra historia, pero no creo que haya muchos motivos de
preocupación en este momento.”

“Eso… podría ser cierto, pero…”

Vika ladeó levemente la cabeza, como una gran serpiente que mira a un pequeño animal
desconocido. Sin rastro de calidez o emoción.

“Entonces déjame hacerte una pregunta. Si te dijera que tiene un efecto adverso en él,
¿qué harías?”

Lena parpadeó, aparentemente tomada por sorpresa.

“¿Eh?”

“Para empezar, si estás preguntando por eso, ¿por qué no trajiste a Nouzen? Si cree que
podría tener una influencia negativa en él, es una razón de más para que esté presente en esta
conversación.”

“… Sí, pero…”

Era uno de los Ochenta y Seis… su razón de ser era no huir nunca ante la muerte.

“… Es probable que el Capitán Nouzen… todavía se niegue a abandonar el campo de


batalla.”

Vika parpadeó una vez, durante un largo momento.


“¿Estás insinuando… que es un lamentable Ochenta y Seis que ha quedado
irreparablemente roto por la guerra a un punto en que es incapaz de juzgar correctamente? ¿Y
tú, un ser humano normal y bondadoso, tienes derecho a hacer ese juicio por él?”

Lena levantó la cara en un gesto rígido. Era probable que le mirara con una expresión tan
pálida y dura. Los labios de Vika se torcieron con una risita, pero algo en sus ojos violáceos
no era jovial en lo más mínimo.

“En verdad, eres arrogante. Como la misma diosa de la nieve blanca.”

La diosa de la nieve que envolvía el Reino Unido la mitad de cada año. Una diosa
hermosa, despiadada y arrogante que nunca pensó en las preocupaciones de la gente…

“Sí, realmente eres inmaculada, la virginal encarnación de la nieve. Pero, ¿eso te da


derecho a reclamar que cualquier otro color es suciedad? Efectivamente, Nouzen, al igual que
ese perro guardián de allí y los Ochenta y Seis en su conjunto, carecen críticamente de alguna
manera.”

Mientras Lena miraba en su dirección reflexivamente, Shiden sorbió su té con gran apatía.
Lena de alguna manera sabía que, aunque la habían llamado menos, no se había desconcertado
en lo más mínimo.

“Eso es… quiero decir, sí, pero…”

La repentina oleada de emoción que brotó hizo que las manos de Lena, que descansaban
en su regazo, se cerraran en puños. Se sintió como si algo le hubiera oprimido el corazón y se
sintió mareada. Como si la estuviera amordazando con un nudo pegajoso de emoción que le
impedía respirar.

Finalmente se dio cuenta de por qué le había preguntado a Vika sobre algo como esto.

“Siento que si dejáramos al Capitán Nouzen, dejáramos a Shin, solo, se convertiría en


nada…”

Y eso la aterrorizó.

“Cuando se presentaron los Perros Pastor, durmió durante días y días. Y siempre decía
‘Me acostumbraré pronto’. Y efectivamente, el médico le dio el visto bueno para volver al
servicio. Pero si la tensión aumenta…”
Solo Shin puede escuchar verdaderamente las voces de los muertos. No puedo ayudarlo
a llevar su carga. No puedo compartir su dolor. Entonces, si la tensión empeora, esta vez
podría convertirse en polvo sin que nadie se dé cuenta. Y eso… me aterroriza. Me pone
ansiosa. Quiero hacer algo antes de que llegue a eso.

“… Aun así…”

La voz de Vika era tranquila.

“Preocuparse por todo esto por su cuenta no ayudará a nadie. Si te molesta, deberías
intentar hablar con él al respecto. Y si estás ansiosa por eso… tráelo contigo la próxima vez
que vengas a verme. Ayudaré en todo lo que pueda.”

“… Sí.”

Luego Vika apoyó la espalda en el sofá en el que estaba sentado e inclinó la cabeza.

“Pero ¿realmente tienes el tiempo libre para preocuparte por otras personas además de ti?
Con tu patria y su amor por el blanco, a pesar de que su bandera es tan multicolor como lo es.”

“… Entonces tú sabes.”

“Por supuesto que lo sé. ¿Tienes idea de cuántos soldados tuve que pacificar para que tu
presencia aquí fuera aceptada…? La República puede no estar relacionada con el desarrollo
de la Legión, pero es el país más odiado y aborrecido en este estado actual de las cosas. No
hay un país que no vea a la República como un asesino diabólico de parientes, y esa es una
marca de Caín que llevarás contigo sin importar a dónde lleves tus batallas. El estigma de un
país perezoso que, a pesar de haber tenido la oportunidad de expiarse a través del servicio al
Grupo de Ataque, envió solo un puñado de oficiales… Realmente no creo que estés en
posición de preocuparte por el bienestar de otra persona.”

“………”

“Con respecto al Dispositivo RAID, he revisado los materiales de investigación que nos
proporcionó Henrietta Penrose. Incluyendo los resultados de la experimentación humana
realizada en los Ochenta y Seis… Si la tensión se vuelve demasiado grande, puede dañar el
cerebro del usuario e influir en su mente. E incluso sabiendo esto, ¿no crees que Resonar con
una fuerza del tamaño de una brigada es demasiado?”
“No es una fuerza del tamaño de una brigada. Solo estoy Resonando con los capitanes de
escuadrón.”

“Aun así, son bastantes personas a la vez. Dado que solo saben cómo luchar en grupos
pequeños, el Grupo de Ataque se divide en una disposición inusual de escuadrones. En el
Reino Unido, no dejamos que nadie Resuene con tanta gente durante las operaciones. Dudo
que la Federación lo permita, mucho menos la República.”

Luego dijo que era una excepción, una mirada fría en sus ojos violetas imperiales… la
marca del pedigrí de genio que se había transmitido durante un milenio. Los ojos violetas de
la línea Idinarohk, cuyos miembros fueron capaces de producir invenciones que
revolucionaron el mundo.

“El Para-RAID es una tecnología que reproduce un poder extrasensorial en quienes


carecen de él. Si utilizo el ejemplo que mencioné antes, es como un dispositivo que le da a los
humanos a la fuerza el poder de ver los rayos ultravioleta. Si algo tuviera efectos adversos en
su usuario, sería el Para-RAID.”

“Eso es… Pero aun así, soy un comandante. Así que no tengo otra opción…”

Tenía que usarlo si quería luchar junto a los Ochenta y Seis.

“Es un riesgo que estoy dispuesta a correr.”

Vika dio un gran suspiro resignado.

“Das libremente tu gracia a los demás como un santo, incluso cuando te atormenta la
posibilidad de que sea una preocupación innecesaria. Pero cuando se trata de ti misma, eres
tan despectiva. Verdaderamente, estás más allá de la salvación… Lerche.”

“Como usted ordene. Sin embargo… incluso mientras dice eso, su amabilidad no conoce
límites, Su Alteza.”

“Cállate y no te metas en esto, niña de siete años.”

Riendo entre dientes todo el tiempo, Lerche atravesó una puerta más profunda en la
habitación, que parecía conducir a un dormitorio, y regresó con algo en sus manos. Al
recibirlo, Vika se lo arrojó a Lena, quien no pudo atraparlo a tiempo y lo hizo realizar
malabares torpemente en sus manos. Shiden, que estaba mirando desde un lado, extendió la
mano y lo atrapó fácilmente.
“El Dispositivo de Apoyo al Pensamiento, Cigarra. Fue desarrollado para los Handlers de
los Sirin y para aliviar la tensión de la Resonancia Sensorial.”

Las Alas de Cicadoidea… Cigarra.

Al contrario de lo que su nombre implicaba, era un dispositivo con forma de gargantilla


adornado con hilos plateados teñidos de violeta claro que formaban un delicado patrón de
encaje. En su centro había un cristal cuasi-nervioso de color violeta claro, que tras una
inspección más cercana parecía estar finamente tejido a partir de los hilos plateados que
parecían extenderse desde él.

“Desafortunadamente, no está aprobado formalmente para su uso en el ejército del Reino


Unido, pero se ha confirmado que es seguro. La única razón por la que no se puso en uso fue
porque los soldados se oponían a él.”

¿Se le oponían?

“¿Tú también lo usas, Vika?”

“¿No?”

Hubo una pausa extraña.

“Er… Este es un dispositivo para aliviar la tensión del Para-RAID, ¿verdad?”

“Lo es, pero no es bueno para mí, y menos para los otros Handlers.”

“¿Por qué?”

Vika respondió con total seriedad. “¿Qué se lograría con un hombre usando esto?”

“Um…”

Lena no le siguió.

Vika tomó la cigarra de las manos de Lena, la conectó a una terminal de información,
escribió algo en ella (sus anteojos que antes se habían quitado ahora estaban de vuelta en su
rostro) y, después de quitarse los anteojos de nuevo, se la arrojó.

“La he reformateado, así que puedes probártela en la antesala de allí. También debería
haber restablecido las medidas… No se preocupe, no hay cámaras de vigilancia allí.”

“Oh… Er, muchas gracias.”


“Debería funcionar por sí solo una vez que lo conectes a tu cuello… Oh, y…”

Cuando la puerta de la antesala se cerró, Vika se dio la vuelta.

“… Hay un, um, un truco para ponérselo. Bueno… buena suerte, supongo.”

La antesala en la que entró Lena, así como el resto de la base subterránea, fue construida para
ser insonorizada, lo que significa que ninguna voz podría entrar o salir. Sin embargo, a pesar
de esto…

“Eh… Ah, ¡¿ahhhhhhhhhhh?!”

… El grito de Lena atravesó el silencio de la habitación del comandante, ya que había


superado ligeramente la insonorización.

Ignorando ese grito, Shiden se sirvió otra taza de té, que sorbió ruidosamente. Desde que
llegó a la Federación había aprendido que se consideraba un hábito grosero, pero no le
importaba lo suficiente como para arreglarlo. Manteniendo la misma postura, sólo movió los
ojos en dirección a su antiguo amo.

Después de que Lena entró en la antesala, Vika le contó a Shiden sobre la cigarra y su
uso.

“… Solo estoy asegurándome, eso no es peligroso, ¿verdad?”

Vika estaba de pie frente a la pared opuesta a la antesala, tapándose los oídos, por lo que
Shiden se vio obligada a escribir su pregunta en un papel en la esquina de la mesa.

“Sí. Hemos realizado experimentos con animales y pruebas prácticas más que suficientes.
La única razón por la que no se usa oficialmente es porque no era popular entre los soldados,
como mencioné anteriormente.”

“Bueno… puedo imaginar por qué.”

Solo escucharlo le dio a Shiden una opinión bastante mala al respecto. Mientras Vika
mantenía sus oídos tapados a pesar de estar en medio de una conversación, Lerche inclinó la
cabeza con curiosidad.

“Por cierto, Alteza, ¿por qué está adoptando una postura tan peculiar?”

“¿No te das cuenta? Escucha, no quiero que me maten.”


“Ya… veo.”

“Si ese Reaper sin cabeza se entera de esto, mi cabeza también rodará.”

“Qué horrible.”

Los ojos Emeraud de Lerche se abrieron como platos.

“¡En ese caso, Sir Reaper está enamorado de Lady Reina Sangrienta! Qué inesperado…”

Vika y Shiden golpearon simultáneamente a Lerche sobre su cabeza de cabello dorado y


luego, juntos, se sacudieron el dolor de sus manos. A fin de cuentas el cráneo de Lerche era
metálico. Dolía bastante.

“Mierda… ¿Tu cerebro está oxidado o algo así, idiota?”

“¿Gritas eso aquí y ahora, de todos los lugares y momentos? Olvida eso… ¿tardaste tanto
tiempo darte cuenta, niña de siete años?”

“M-Mi vergüenza no conoce límites…”

Afortunadamente, ninguno de estos chillidos llegó a los oídos de Lena.

Los Procesadores habían sido asignados a una sección en el bloque residencial de la base.
Dado que el espacio subterráneo era limitado, las habitaciones estaban destinadas a cuatro
personas cada una. Shin estaba sentado en la litera superior de su cama, con los ojos fijos en
la novela que estaba leyendo, cuando de repente levantó la cabeza al oír una voz desde lejos.

Era diferente a los gritos de la Legión. Una voz distante de algún lugar…

“… ¿Acabas de escuchar a alguien gritar?”

De alguna manera, sintió como si fuera la voz de Lena. Habiendo sido preguntado, Raiden
se asomó desde la litera inferior y negó con la cabeza.

“… ¿No?”

Después de un rato, Lena salió de la antesala con el rostro rojo brillante y su uniforme
desordenado. Si Vika no hubiera sido el príncipe, probablemente lo habría abofeteado en la
mejilla. Vika parecía haber sido consciente de ese hecho, pero habló con una sonrisa cargada
de una alegría notablemente falsa.

“Me alegro de poder servirle, Su Majestad.”

“¡………!”

Vaya, gracias a Dios Shin no está aquí ahora. Eso pensó Shiden para sí misma mientras
Lena fulminaba con la mirada al príncipe. Empujando la cigarra en las manos extendidas de
Vika, giró sobre sus talones con indignación.

“Me voy, Vika.”

“Sí, buenas noches.”

Lena caminó por el pasillo, su vergüenza y enojo se escuchaban en sus pasos, pero cuando el
enojo indignado disminuyó, en cambio se sintió inundada por un arrepentimiento persistente
y autodesprecio.

¿Estás insinuando… que es un lamentable Ochenta y Seis que ha quedado


irreparablemente roto por la guerra a un punto en que es incapaz de juzgar correctamente?

De nuevo. Lo hice otra vez.

“… Shiden, ¿soy…?”

Preguntó esto sin darse la vuelta, pero Shiden arqueó una ceja detrás de ella.

“¿Soy una… persona arrogante?”

Shiden se burló con desinterés.

“¿Estás notando eso ahora?”

Lena se sacudió sorprendida, pero Shiden continuó, sin prestar atención a su reacción.
Como si simplemente estuviera dando su opinión.

“Vivo como quiero. Y eso es cierto para ese príncipe y también para Shin. Así que también
puedes hacer lo que quieras… A veces solo tienes que enfrentarte a alguien. Si pasa, pasa.”

“… Pero…”
Enfrentarse a alguien… No entenderlo es… Yo…

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El octavo hangar de la Base de la Ciudadela Revich. El Grupo de Ataque y el personal del


Reino Unido estaban en una formación bien organizada en el hangar más grande de la base,
construido en el sector subterráneo más bajo. Un grupo de Juggernauts estaba en espera a la
sombra de las pasarelas.

“… Creo que esta es la primera vez que conozco a la mayoría de los soldados de la
Federación. Soy Viktor Idinarohk, comandante de las fuerzas del frente sur del Reino Unido.
Los rangos no tienen sentido, por lo que no es necesario que recuerden el mío. De todos modos,
cambiará en poco tiempo. No estaré al mando directo de ustedes, pero, bueno, pueden pensar
en mí como uno de sus oficiales superiores.”

La extraña atmósfera que cayó sobre los Ochenta y Seis probablemente fue una pregunta
en la línea de: ¿Quién es este? Varias de sus miradas viajaron entre Vika y Lena, quienes
permanecieron en silencio junto al mapa de operaciones proyectado. El subdirector del ejército
del Reino Unido entrecerró los ojos con disgusto, como si sintiese que todo esto fuese una
falta de respeto, pero Vika simplemente miró furtivamente en dirección a Lena y se encogió
de hombros.

Este chico realmente era tanto un miembro de la familia real de este país del norte como
el comandante de su frente sur. Incluso cuando se enfrentó a más de mil miembros del
personal, no perdió la compostura. Por cierto, Vika también era el comandante supervisor de
los Sirin, y aunque estaba subordinado a Lena si seguía la cadena de mando, seguía teniendo
autoridad absoluta sobre esta base.

“La próxima operación será un esfuerzo de colaboración entre el Grupo de Ataque


Ochenta y Seis y el 1.er Cuerpo Blindado del frente sur. Nuestro objetivo se encuentra a setenta
kilómetros al sur de la base, en los territorios de la Legión… la supresión completa de un sitio
de producción de la Legión ubicado en la Montaña Colmillo del Dragón de la cordillera del
Cadáver del Dragón.”

Era un mapa simple, destinado a proporcionar información para fuerzas del tamaño de un
cuerpo, que presentaba las fuerzas desplegadas del Reino Unido y su oposición, las fuerzas de
la Legión. La base de producción se marcó con un icono rojo para enfatizar. En comparación
con otras posiciones confirmadas de la Legión, era una de las más profundas y de mayor escala.
Dado que la cordillera del sur del Cadáver del Dragón se erigió como una defensa natural a lo
largo de las fronteras Reino Unido-Federación y Reino Unido-República, probablemente era
uno de los cuarteles generales de la Legión para el frente anti-Reino Unido.

“El Grupo de Ataque liderará el ataque principal, y el 1er Cuerpo Blindado servirá como
respaldo. Para ser exactos, el 1er Cuerpo Blindado atacará la posición de la Legión como una
distracción, retirando y manteniendo la línea del frente y las fuerzas de reserva de la Legión
bajo control. El Grupo de Ataque aprovechará la brecha resultante en sus defensas para
infiltrarse y tomar el control del sitio de producción de la Montaña Colmillo del Dragón.”

De acuerdo con la explicación, el ícono de la unidad blindada del ejército del Reino Unido
se movió en diagonal, desviándose alrededor del escuadrón del frente para avanzar en
diferentes posiciones. A medida que las fuerzas de reserva de la retaguardia de la Legión se
movían, una ruta avanzada desde la base de la ciudadela hasta el sitio de producción de la
Montaña Colmillo del Dragón apareció sobre el mapa.

Sin embargo, el detalle más importante, el mapa del interior de la base de producción, no
se presentó. Esta posición había sido construida por la Legión después de que el área se
convirtiera en parte de sus territorios. El lado humano no podía tener un mapa de eso. Hubo
algunos intentos de explorarlo, pero apenas informaron al Reino Unido que se había tallado
una base de producción en la Montaña Colmillo del Dragón.

“Además, estaremos priorizando la captura de la unidad comandante de dicha base,


identificador: la Reina Despiadada. Es un Ameise del primer lote de producción… O, bueno,
supongo que no es tan visiblemente discernible, pero es un Ameise blanco… Si bien todavía
está en el ámbito de la especulación, existe la posibilidad de que dicha unidad sea capaz de
proporcionar a la humanidad información sobre la Legión. Esta información puede ser o no
un componente crucial para poner fin a la guerra. Por lo tanto, debemos capturarlo. Dañarlo
hasta cierto punto es aceptable, pero hay que dejar intacto su procesador central… ¿Alguna
pregunta?”

“En otras palabras, corremos a través de la brecha en la Legión después de que muerdan
el anzuelo, de alguna manera golpeamos al enemigo, robamos su hormiga reina y luego
regresamos… En serio, es lo mismo sin importar al país que vayamos, a todos se les
ocurren unas ideas bastante jodidas.”
A diferencia del Sector Ochenta y Seis, donde la mayor parte del tiempo se ocupaban de
intercepciones, una operación de invasión requería preparativos importantes. Dado que
tendrían que engañar al enemigo para que pensara que la operación de captura de la Montaña
Colmillo del Dragón era un ataque total, tendrían que crear la impresión de que estaban
explorando hacia adelante para controlar la potencia de fuego del enemigo. Mientras Theo se
quejaba, Shin, que estaba concentrado en esa tarea, levantó la mirada.

El escuadrón Spearhead marchó a través de un bosque de coníferas nevado, tejiendo entre


los árboles en una formación de cuña apretada. La declaración de Theo no se hizo a todo el
escuadrón, sino que se transmitió a través de Para-RAID solo a Shin, Raiden, Kurena y Anju.

Dado que las líneas del frente del Reino Unido estaban en una región montañosa, tanto su
ejército como la Legión mantuvieron sus posiciones entre montañas opuestas, con los valles y
llanuras entre ellos sirviendo como la zona en disputa. Esta área no fue la excepción, y los
Ochenta y Seis avanzaban actualmente por un camino que era diferente al que tomarían
durante la operación dentro de tres días. Habían descendido por pendientes suaves antes y
actualmente estaban escalando un acantilado repentino y precario.
IMAGEN
Sus pantallas de radar reflejaban los tres escuadrones cerca de ellos, así como un píxel
que simbolizaba los Alkonosts enviados en reconocimiento unos kilómetros más adelante. Una
fuerza de Barushka Matushkas del cuerpo blindado del Reino Unido también avanzaba cerca.
A los Juggernauts que atravesaban los árboles se les había cambiado el armamento por cañones
ligeros no giratorios y se les habían equipado largas garras de acero en las patas para penetrar
la nieve y las superficies heladas. La nieve que había caído durante el largo invierno se había
endurecido y congelado por su propio peso, y podían escuchar el sonido agudo del acero
clavándose en el hielo mientras se movían.

Lena le preguntó a Shin sobre la Resonancia:

“Capitán Nouzen… Hoy la posición del Phönix en la base de la Montaña Colmillo


del Dragón no ha cambiado, ¿verdad?”

“No lo parece.” Respondió, dirigiendo su conciencia hacia el grito mecánico e inorgánico


que perturbó incluso el silencio causado por la amortiguación del sonido de la nieve. Se había
dado cuenta de que el nuevo tipo de Legión que había encontrado y dejó escapar durante la
última operación estaba aquí, en el campo de batalla del Reino Unido, poco después de llegar
a esta base. Estaba en algún lugar de la base de la Montaña Colmillo del Dragón, el objetivo
de su operación… donde podría estar la Reina Despiadada, potencialmente Zelene, que había
escondido ese mensaje dentro del Phönix. El hecho de que estén juntos es casi obvio.

“Creo que podemos asumir con seguridad que se establecerá para defender la base
de la Montaña Colmillo del Dragón… Probablemente servirá como nuestro mayor
obstáculo en la próxima operación.”

“No creo que encontremos ningún problema mientras lo manejemos como lo habíamos
planeado previamente.”

“Sí, pero propongo que conservemos esa táctica para más adelante. Quizás después
de que regresemos del desvío.”

“Roger.”

Por otro lado, Raiden le respondió a Theo.

“Esos montones de basura tienen la ventaja y toda la iniciativa sin importar a qué
país vayas. Pero si considera la distancia, la situación y la diferencia en nuestras fuerzas,
esto es mucho mejor de lo que era en la Operación de Eliminación del Morpho.”
“Puede que no tengamos un mapa de la base enemiga, pero los Alkonosts se
encargarán de todo el reconocimiento por nosotros. Aparentemente, podemos dejar ese
papel a esas chicas de ahora en adelante… Pero…”

Anju se encogió de hombros.

“… El hecho de que se vean como chicas de nuestra edad me da sentimientos


encontrados sobre esto. Incluso después de verlas caminar por la nieve muy bien vestidas
con nada más que uniformes de campo.”

Mientras Shin y su grupo estaban aquí, dando la impresión de que estaban en


reconocimiento, los Sirins estaban analizando la ruta que tomaría el Grupo de Ataque durante
la operación, y dado que los Alkonosts serían detectados rápidamente, solo irían los Sirins.

La habilidad de Shin no era capaz de distinguir las voces de los Sirins de las de la Legión.
Después de que los Sirins habían pasado por tantos grupos de la Legión, Shin no pudo discernir
sus posiciones, ya que estaban esparcidos por el campo de batalla.

El dron del Reino Unido que observó al Morpho… Shin entrecerró los ojos al recordarlo.

Sí… Se podría considerar que tiene el mismo armamento que podría llevar una hermosa
doncella.

Durante la conferencia en la que discutieron cómo tratarían a los Morpho, el príncipe


heredero del Reino Unido dijo eso, refiriéndose a ellas como drones. Shin se había enterado
por Ernst después de la operación. Como era de esperar, incluso en una reunión así, el príncipe
heredero había hablado con elegancia y gracia poética.

Pero esa no era una forma de hablar florida.

El dron que había estado describiendo en ese entonces era un Sirin. Y entonces no era una
metáfora; la carga útil que podía transportar se limitaba de hecho a la que podía llevar una
doncella. Era más pequeño que un Feldreβ y, por lo tanto, no era tan fácil de detectar por las
sondas y el radar, pero a cambio, el peso que podía transportar era aproximadamente el mismo
que el de un humano. Y en ese caso, si un Sirin tuviera que llevar equipo de comunicaciones
y un paquete de energía de repuesto, no podría llevar armas. Para observar el refugio de los
Morpho en la ciudad de Kreutzbeck, habían tenido que enviar varios Sirins con equipo que les
permitiría penetrar la interferencia electrónica, y todos habían sido destruidos.
Una operación humana, sin pérdida de vidas humanas… Un campo de batalla humano sin
bajas.

Los Sirins estaban formados por los muertos, por lo que no era una declaración
equivocada… Pero entonces Kurena, que se había mantenido callada hasta ese momento, dijo:

“Quiero decir… Son un poco… Ya sabes… Un poco espeluznantes.”

Habló como si temiera que un Sirin pudiera oírla, a pesar de que solo ellos cinco estaban
Resonando.

“Se siente desagradable decir esto, porque se siente como si las estuviera criticando
a sus espaldas, pero… son básicamente como cadáveres andantes, ¿verdad? Yo…
realmente no entiendo cómo funciona, pero es espeluznante.”

Theo aparentemente ladeó la cabeza con un: “Mm.”

“¿Realmente te molesta tanto? No es tan diferente de la Legión… Como, la Oveja


Negra y los Pastores. Todo lo que hicieron fue poner una copia de un cerebro humano
en un recipiente con forma humana.”

“… No creo que esté en un nivel en el que puedas decir que ‘simplemente’ hacen
eso…” Theo hizo una pausa pensativo. “Es decir, los Sirins ni siquiera son tan humanos.
No respiran, hay un extraño retraso en sus movimientos, sus expresiones son predecibles
y sus ojos están desenfocados. Son más como minas autopropulsadas con forma humana
que pueden hablar.”

Enumeró un montón de discrepancias que nunca molestaron a Shin en lo más mínimo.


Dado que el pasatiempo de Theo era dibujar, probablemente tenía una tendencia a observar a
sus sujetos más profundamente. Y Kurena probablemente encontró a los Sirin espeluznantes
por razones similares. Ella era una francotiradora, y los francotiradores no solían apuntar a
objetivos estáticos.

No importa qué tan rápido sea el proyectil del tanque, hubo un lapso de tiempo que varió
desde décimas de segundo hasta unos pocos segundos antes de que impactara al objetivo,
dependiendo de la distancia. Con tanto tiempo, cualquier objetivo podría moverse, ya sea
humano o Legión. Para golpear, un francotirador tendría que predecir la trayectoria y la
distancia y tener un ojo observador capaz de ver cualquier movimiento diminuto. Habiendo
adquirido esas habilidades, Kurena probablemente había captado inconscientemente las
diferencias entre un humano y un Sirin.

“Y realmente, se ven humanos por fuera, pero por dentro aparentemente se parecen
mucho a un Feldreβ. Escuché que, dado que tuvieron que hacerlos del tamaño y la forma
de un humano, su tiempo de operación y rendimiento son bastante limitados.”

“No tienen sentidos excepto para oír y ver, y sus estómagos están cargados con sus
sistemas de propulsión y enfriamiento… No comen, no tienen que dormir… Realmente
no puedo imaginar cómo se debe sentir.”

“Suponiendo que incluso sientan algo.”

“Theeeeo.”

“¿Qué?”

Theo entonces se dio cuenta y se quedó en silencio. Shin sintió que Raiden se volvía hacia
él sin decir palabra, pero no se dio cuenta de qué le pasaba por un segundo. Pero después de
parpadear una vez, se dio cuenta.

Oh. Hablaban de su hermano.

A su hermano, que había muerto en la batalla, le robaron la cabeza y se convirtió en una


Legión… Rei. Honestamente Shin no se molestó tanto. Ese Dinosauria ciertamente había sido
el fantasma de su hermano, sí, pero Shin no sabía si sus pensamientos y conciencia realmente
habían permanecido allí. Lo mismo se aplicaba a los innumerables camaradas que no habían
podido salvar de ser llevados por la Legión.

Así que no sentía mucha aversión a considerar una estructura cerebral mecánica copiada
como una máquina y no como un humano. Excepto…

Shin se hundió en sus pensamientos. Como había dicho Theo, no había una gran diferencia
entre los Sirin y las Ovejas Negras, Pastores y Perros Pastor. Eran reproducciones de cerebros
humanos, fantasmas mecánicos que ni siquiera podían llamarse cadáveres. Pero incluso
después de que murió y le robaron la cabeza, incluso cuando era solo una copia, Shin había
visto a Rei como su hermano. En cuyo caso, Lerche, y todos los Sirins, que fueron hechos a
partir de las estructuras cerebrales de los muertos en la guerra, estaban…
Por cierto, aunque Vika no estaba conectado con los capitanes del escuadrón Spearhead a
través del Para-RAID, su comandante directa, Lena, y su personal estaban constantemente
conectados con ellos.

“… ¿No se dan cuenta de que podemos oírlos? Hablan de forma imprudente, de hecho…”

Frederica frunció el ceño mientras escuchaba la charla de los soldados adolescentes. Era
una carrera de reconocimiento en la que Shin había confirmado que el enemigo no estaba
presente antes de tiempo. No era el camino que tomarían durante la operación y, mientras aún
estaban atentos, tuvieron tiempo de charlar entre ellos.

Estaban en el sector de superficie de la Base de la Ciudadela Revich. El centro de datos


de la base todavía no estaba configurado para recibir el enlace de datos del Juggernaut, por lo
que tomaron el mando desde aquí, dentro de Vanadis. Sentada en el asiento del comandante,
Lena dejó caer los hombros pesadamente.

“Lo juro… Puede que tengan una cadena de mando diferente, pero quién sabe cuándo
alguien del Reino Unido podría conectarse con Resonancia…”

Al lado de Vanadis, se desplegó el escuadrón Brísingamen, liderado por Cyclops, junto


con un solo Barushka Matushka. Con un cañón largo de 120mm en la parte posterior, era más
corto que Vanadis y un Löwe y tenía una apariencia voluminosa sostenida por diez patas cortas
y gruesas. Estaba armado como la fortaleza de un demonio, con dos ametralladoras pesadas y
un lanzacohetes, y su armadura blanca, como una bestia con pelaje de nieve, y un sensor óptico
azul brillante le daban el rostro de los monstruos borrosos que se cantan en el folclore.

Era un Feldreβ seguro, pero ciertamente no uno en el que la movilidad fuera el foco
principal. Esta máquina se planeó teniendo en cuenta el terreno inestable y difícil de maniobrar
del campo de batalla del Reino Unido, con la estrategia central de acechar para destruir al
enemigo con un solo golpe.

La marca personal de una serpiente enrollada alrededor de una manzana estaba estampada
en la armadura de la unidad. Identificador: Gadyuka. Unidad imperial personal de Vika,
modificada con equipo de comunicaciones para fines de mando y capacidades de cálculo
mejoradas. Enviar al invitado solo no serviría, por supuesto, así que Lerche fue con él y ayudó
a comandar a los Sirins que estaban explorando el camino para la operación de invasión.
“Pero estoy un poco sorprendida… pensé que Shin y los demás podrían sentir cierta
simpatía por los Sirins, dado que los tratan de la misma manera que lo fueron ellos…”

Ellos, los Ochenta y Seis, que sabían lo que era ser tratados como partes de un dron y
obligados a luchar.

Pero aparentemente, nada podría estar más lejos de la verdad. El franco disgusto de
Kurena fue un ejemplo radical, pero se mantuvo igualmente cierto para la actitud franca de
Theo, e incluso para Raiden, quien a pesar de su indiferencia general aparentemente tenía sus
propios pensamientos sobre el asunto. Anju se mostró comprensiva, aunque solo fuese un
poco. Y por lo que Lena podía ver, los otros Ochenta y Seis generalmente se mantenían a
distancia de los Sirin, viéndolos como máquinas desconocidas y espeluznantes.

“No sentirías ninguna afinidad por los dictadores que dirigen la caza de brujas u ordenan
la masacre de otros grupos étnicos, sólo por el hecho de pertenecer a la misma categoría de
opresor que ellos, ¿verdad? Ser similar a otro no significa que sientas afinidad o simpatía por
él. Para empezar, es dudoso que se parezcan tanto a los Sirin… Después de todo, ¿no te alejaste
de los Sirin la primera vez que los viste como lo que eran?”

Frederica olvidó deliberadamente el hecho de que se había quedado paralizada en su lugar


cuando Lerche apareció y que había permanecido nerviosa y en silencio hasta que terminó la
conversación. Lena sonrió suavemente.

“… Sí. Supongo que tienes razón.”

“Las cosas son lo que son… Sin embargo, bueno…”

Frederica ladeó la cabeza.

“… Este bien puede resultar un buen encuentro para ellos.”

Mientras Lena la miraba, Frederica miró la holopantalla con desinterés.

“Perseguir la cuestión de lo que realmente son los Sirin no es relevante para el campo de
batalla, sino preguntarse si los Sirin son humanos o no, y si no lo son, ¿qué los diferencia?
¿Qué son los humanos, realmente, y qué hace que uno sea humano…? Todas esas son
preguntas importantes que algún día tendrán que hacerse a sí mismos.”

“………”
Lena recordó que el Grupo de Ataque se formó para estar a cargo de los ataques a
importantes fortalezas de la Legión. También se prestaría a otros países para la ayuda. Las
operaciones de despliegue tenían una alta tasa de mortalidad, y era perfectamente plausible
que la Federación pretendiera utilizarlos como unidad de propaganda para conseguir favores
y deudas de otros países cuando llegara el tiempo de paz.

Sin embargo, al mismo tiempo, existía otra posibilidad. Los períodos especiales de
escolarización que se les dieron a los Ochenta y Seis eran superfluos, ya que su función era
simplemente luchar. El mayor número de personal de salud mental que se les asignó y los
completos programas de asesoramiento que se les ofreció. Incluso su sede estaba ubicada cerca
de una gran ciudad.

Todos ellos, además de ser enviados a otros países, pueden haber sido una forma de
consideración por parte de la Federación. Para mostrarles a los Ochenta y Seis, que no podían
ver más allá del estado actual de las cosas hacia un futuro más allá de la Guerra de la Legión,
un mundo nuevo…

“¿Qué nos hace humanos? Dicho de otra manera, ¿para qué vivimos? Quizás este
encuentro sea una buena oportunidad para que respondan a esas preguntas.”

Hace poco tiempo, el escuadrón Spearhead había recibido un mensaje programado de Lerche,
quien fue Resonado con la unidad de reconocimiento Alkonost. Cuando se conectó con ella,
una persona muerta, la resonancia se llenó de una frialdad que no existía para un ser humano
normal. Quizás esto fue parte de la razón por la que los Ochenta y Seis se sintieron disgustados
por los Sirins, porque Kurena y los otros compañeros de escuadrón se quedaron en silencio
mientras Shin le respondía.

Después de intercambiar varios informes y mensajes y concluir el informe, Lerche dijo


de repente:

“Por cierto, ¿puedo preguntarles algo a todos?”

“¿…? Sí.”

Shin asintió y sintió como si Lerche se sentara más erguida en su asiento.

“He oído hablar de los actos de barbarie de la República y que a ustedes los Ochenta
y Seis les han dado refugio en la Federación después de la caída de la República…
Entonces, ¿por qué han regresado al ejército? ¿Les pidió la Federación que se alistaran
en el servicio militar a cambio de su ciudadanía?”

Kurena dio una respuesta inmediata y hosca.

“Nunca peleamos porque alguien nos obligó a hacerlo.”

Su tono era fuerte y severo, como si la misma pregunta la irritara.

“No por la Federación ni por los cerdos blancos de la República. Nunca. Elegimos
esto por nosotros mismos. Si tenemos que contar los días hasta que nos ahorquen,
preferiríamos luchar, enfrentar la muerte y seguir luchando hasta que finalmente llegue
el día… No nos menosprecies.”

“………”

Lerche parecía abrumada por la fuerza de la declaración de Kurena.

“Mis más sinceras disculpas. Piensa en ello como el canto sin sentido de un pájaro
en el fondo y perdóname… Sin embargo, en ese caso…”

En ese momento, los sensores de oscilación en sus piernas tomaron una lectura. Se abrió
una ventana de alerta y, después de un momento de demora, oyeron el fuerte y estridente
sonido de las placas de metal chocando. El sonido de una torreta de 120mm de Löwe. Provenía
de la ruta de invasión de la Montaña Colmillo del Dragón. Justo donde estaban los Sirins en
reconocimiento.

“Fueron detectados. ¡Qué descuido…! ¡Aunque les dio las posiciones iniciales del
enemigo, Sir Reaper…!”

Los lamentos de la Legión que merodeaban por las zonas en disputa aumentaron de
volumen a la vez. Su presencia, que parecía hacerse más clara cuando estaban en grupos,
estaba teñida de hostilidad programada, hueca, pero vehemente.

Y uno de esos gritos, un grito de batalla de una unidad que aún estaba distante de aquí,
llamó la atención de Shin. Era un grito de guerra particular que siempre venía antes de un
patrón de ataque establecido. Pero la distancia era demasiado grande y lo que esperaba más
allá del horizonte eran solo los territorios de la Legión. ¿Era un Skorpion?

Pero si era un Skorpion, entonces también…


“¡…! Todas las unidades, sepárense y cambien a sus armas secundarias. ¡Coronel!”

Gritó en el momento en que se dio cuenta de que lo que acababa de sentir no era un
Skorpion.

“Estamos entrando en combate… predigo refuerzos enemigos. ¡También advierta a la


unidad blindada!”

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A treinta kilómetros del frente, en los territorios de la Legión. En un campo nevado situado en
el interior de un claro del bosque, la unidad de la Legión clavó en el suelo los múltiples
amortiguadores en forma de arado que llevaba en las piernas y apuntó. Bloqueando todas sus
articulaciones, fijó su cuerpo al suelo y desplegó los raíles de su espalda, que se extendían
hacia delante. Las puntas de estos enormes raíles, que se extendían hasta noventa metros,
apuntaban al norte, a las líneas del frente del Reino Unido.

Las unidades Ameise que estaban al acecho se subieron a los rieles. En lugar de sus
ametralladoras multiusos de 7,62mm, tenían ametralladoras de 14mm destinadas a atacar
unidades ligeramente blindadas. Aferrándose a los rieles, con las piernas unidas a una
lanzadera que parecía un bloque de salida, se agacharon como si se estuvieran preparando. Un
rayo púrpura atravesó los rieles, como el deslizamiento de una serpiente.

Esta Legión portadora de rieles era, como las unidades Skorpion y Stachelschwein, un
tipo que no aparecía en las líneas del frente. Pero a diferencia de esos tipos de artillería, eran
unidades de apoyo especiales que la humanidad aún tenía que contrarrestar.

Y el código de desarrollo dado a estos tipos de soporte por Zelene Birkenbaum mientras
se desarrollaban en el laboratorio militar imperial era el tipo Lanzador Electromagnético:
Zentaur.

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Lena no podía creer lo que oía.

“¡¿Combate?! ¡¿Estás diciendo que los enemigos están volando sobre la fuerza de
reconocimiento delante de ti?!”

Normalmente, uno podría sospechar que fue una emboscada, pero con Shin eso era
imposible. Podía escuchar a Vika chasqueando la lengua al otro lado de la Resonancia.
“Probablemente Nouzen tenga razón. Otra unidad blindada acaba de chocar contra
el enemigo… ¿Qué tipo de truco están haciendo aquí?”

Marcel, que había estado escuchando, jadeó.

“¡Probablemente estén usando algún tipo de unidad de lanzamiento! ¡Unidades ligeras


como minas autopropulsadas y Ameise están lloviendo sobre nuestras unidades aliadas!”

“¡¿Lloviendo…?! ¡Ah…!”

Al darse cuenta de lo que ocurría, Lena apretó los dientes. Había visto una mención en los
registros de combate de la Federación. Era muy raro, pero había registros de unidades de la
Legión ligera aerotransportada y de una Legión de tipo catapulta, especulada y no confirmada:
la Zentaur.

Las catapultas fueron utilizadas principalmente por portaaviones para permitir que los
aviones de combate alcanzaran la velocidad necesaria para el despegue en caso de que las
pistas disponibles fueran insuficientes. Utilizaron presión neumática o electricidad para
impulsar los aviones acoplados por la borda.

Era un método violento, pero este dispositivo contaba con una potencia masiva, lo que
permitía que los aviones que transportaban bombas alcanzaran una velocidad de trescientos
kilómetros por segundo. Usarlo para lanzar el Ameise liviano o las minas autopropulsadas,
que eran aún más livianas, era una cuestión simple.

El rostro de Marcel se contrajo amargamente.

“Fuimos emboscados así una vez durante el entrenamiento de reconocimiento cuando yo


estaba en la academia de oficiales especiales, junto con el Capitán Nouzen y Eugene… un
contemporáneo nuestro de entonces. Hubo muchas bajas. Incluso si solo son ligeros, pueden
ser peligrosos si te rodean de repente.”

******

Con un rugido inaudible para el oído humano, los Zentaurs activaron simultáneamente las
catapultas electromagnéticas en forma de lanza en sus espaldas. Los transbordadores se
pusieron en marcha, lanzando Ameise, que pesaban más de diez toneladas cada uno, y
arrojando cápsulas que contenían un pelotón de minas autopropulsadas sobre los rieles de
noventa metros de largo. Cuando alcanzaron la velocidad máxima en la punta de los rieles, las
cerraduras se soltaron y la Legión liviana lanzada se elevó a los cielos, encendió los cohetes
propulsores que se les habían adjuntado y ascendió más en el aire, dejando rastros de fuego y
humo a su paso.

Alcanzaron su altitud necesaria en un abrir y cerrar de ojos y purgaron sus propulsores,


que habían concluido su combustión. Antes de que la gravedad pudiera hacerlos caer,
desplegaron pares de alas transparentes plegables y desechables. La gravedad del planeta, que
dominaba a todos, se apoderó de ellos, pero sus alas extendidas atraparon el viento de su
descenso y pasaron a planear.

Deslizándose por los cielos gélidos, la Legión se dirigió a sus coordenadas de entrada,
comenzando su precipitado descenso hacia la tierra congelada.

******

Desmontando sus planeadores mientras se acercaban al suelo, la Legión abrió las piernas y
aterrizó. Los Ameise aterrizaron sobre seis patas, mientras que las minas autopropulsadas
utilizaron sus cuatro extremidades como animales al salir de sus cápsulas, que se habían
abierto al desprenderse.

La nieve se esparció y el suelo retumbó mientras se extendían por los huecos entre los
árboles. Los Ameise, que estaban a cargo de la exploración, activaron sus sensores compuestos
cuando…

“… Fuego.”

En el momento en que Shin dio su orden, los Juggernauts tendidos en una emboscada se
levantaron y dispararon las ametralladoras equipadas en sus brazos de agarre. Los Ameise y
las minas autopropulsadas eran tipos destinados al combate antipersonal, y su armadura era
liviana, por lo tanto delgada, lo que les permitía cargarse fácilmente en las catapultas. El
aluvión de disparos de ametralladoras pesadas, capaces de hacer trizas el motor de un
automóvil, los redujo a queso suizo antes de que la alarma de encuentro con el enemigo pudiera
sonar.

Confirmando que los lamentos de los fantasmas se habían extinguido, Shin dirigió su
atención al próximo punto de aterrizaje previsto de la Legión. A diferencia del bombardeo de
los tipo Skorpion, que dibujaba una curva parabólica, el deslizamiento permitió a la Legión
controlar su trayectoria y cambiar sus puntos de aterrizaje, haciéndolos más difíciles de
predecir, pero con este bosque como campo de batalla, la situación era diferente. El aterrizaje
requería una cierta cantidad de espacio abierto, y este espeso bosque de coníferas, con árboles
que tenían cientos de años, no tenía muchas posiciones lo suficientemente grandes para
acomodar eso. Y así Shin, que podía rastrear su trayectoria aérea, pudo predecir fácilmente
hacia dónde se dirigían.

“Rito, dirección 113. Michihi, justo por delante de tu escuadrón… Dispárenles tan pronto
como aterricen.”

“Rooooger a eso.”

“¡Sí, señor!”

Los mordaces sonidos de las fuertes ametralladoras llegaban a sus oídos incluso a través
del espeso velo de los árboles del bosque. Sin embargo, su número era demasiado grande. La
Legión tendía a desplegar la estrategia inhumana de usar parte de sus fuerzas como señuelos
mientras el resto cargaba. Y muy pronto, los procesadores se quedarían sin opciones.

El Para-RAID se activó, como para responder a este dilema, y Vika le habló a Shin. Vika
estaba excediendo su autoridad al hacer esto, pero a nadie le importaba. Ni siquiera a Lena.

“Nouzen. Nos desharemos de las catapultas. Concéntrate en los que aterrizan.”

Shin podía escuchar débilmente los sonidos consecutivos de explosiones retumbando en


el fondo de la voz de Vika. El sonido de varios obuses, probablemente las defensas fijas de la
base de la ciudadela. Varias voces, probablemente pertenecientes a las catapultas, de repente
se quedaron en silencio. Al darse cuenta de que el fuego del obús los había barrido, Shin volvió
a concentrarse en los enemigos que lo rodeaban… De hecho, el ejército del Reino Unido estaba
bastante organizado. No fue por nada que mantuvieron bajo control el progreso de la Legión
en esta cadena montañosa.

“… Roger.”

“... Equipo de artilleros a Gadyuka. Supresión completa.”

“Permanezcan en espera. Proporcionen fuego de cobertura a pedido.”

“Por su voluntad.”
Asintiendo con la cabeza ante el informe del equipo de artillería, Vika volvió su atención
a su guardia real.

“Lerche.”

“Sí, mi señor.”

Ella le respondió de inmediato, utilizando el dispositivo de comunicación especial que la


República y la Federación llamaron Para-RAID. Los Sirins que marchaban bajo su mando
cambiaron a su control. Por lo general, el número de Handlers de Sirins podía controlar desde
un equipo de cuatro hasta una compañía de cuarenta. Sin embargo, Vika era el único en el
ejército del Reino Unido capaz de comandar un batallón completo de doscientos a la vez.

“Muéstrenles.”

“Por su voluntad, mi señor.” Respondió Lerche, sentada dentro de la cabina de su Alkonost.

Identificador: Chaika. La tenue luz monocromática de la pantalla óptica se reflejaba en


sus ojos verdes sin parpadear. Esos ojos artificiales, en los que Vika había trabajado
arduamente para hacerlos indistinguibles de los de un humano. Sin embargo, su estructura y
función no eran diferentes del sensor óptico de un Feldreβ. Al igual que los oídos con los que
recibió las órdenes de su amo… Aunque sus sentidos del gusto, olfato, tacto y dolor eran
inexistentes.

Al final, no somos más que un reloj forjado en forma de hombre. No somos humanos.

“Sirin Unidad 1, Lerche… ¡moviéndose!”

La Legión que evadió la intercepción y logró reagruparse surgió del bosque oscuro como una
ola.

“… ¡Abórdenlos con un ataque de pinza… para que no puedan disparar en esta


dirección!”

Los Alkonosts saltaron bruscamente del espacio entre los árboles y, en el mismo
momento, la advertencia de Lerche resonó a través de la radio y la Resonancia Sensorial.
Independientemente de eso, Shin se preparó para el sonido de los fantasmas que emanaban
de los Alkonosts. El sonido de los momentos finales de los muertos de la guerra cuyas mentes
habían sido arrebatadas cuando fueron sometidas a la anestesia. Las voces de los fantasmas,
que seguían deseando y suplicando que se les permitiera regresar.

Realmente era demasiado difícil de discernir, pensó Shin con un chasquido de lengua. No
podía distinguirlos. Especialmente en combate cuerpo a cuerpo, donde amigo y enemigo se
mezclaban caóticamente. Los Alkonosts fueron optimizados para luchar en el campo de batalla
congelado y desplegados con una agilidad que ignoró el terreno nevado, acercándose a las
líneas del frente de la Legión desde tres direcciones.

Al igual que el Barushka Matushka, el Alkonost tenía cinco pares de patas, excepto que
sus patas eran largas y articuladas. Su torso, al que se adjuntaba la cabina, era tan delgado que
parecía dudoso que incluso tuviera una armadura para empezar, lo que le daba la apariencia
de una araña fólcida. Tenía una armadura blanca que le permitía mezclarse con las sombras
de la nieve, pero aunque tenía la apariencia de una escultura de hielo, el cañón corto de calibre
105mm que llevaba chocaba con esa impresión.

Dejando el sonido agudo y distintivo de las garras de acero clavándose en el hielo a su


paso, los Alkonosts se abrieron camino entre los árboles en pequeños saltos o trepando por los
gruesos troncos y corriendo por las copas de los árboles. Sus marcos eran aparentemente más
livianos que los de Juggernauts, basados en un concepto de diseño que ponía énfasis en el
combate de alta movilidad, similar al Reginleif.

Tanto desde la parte trasera como por encima de las copas de los árboles, las arañas
congeladas descendieron como animales invernal hambrientos sobre la Legión mientras se
volvían hacia los Alkonosts.

Con los Zentaurs siendo bombardeados antes de poder lanzar la totalidad de las fuerzas
aerotransportadas, sólo quedaba barrer los Ameise y las minas autopropulsadas, que tenían
una capacidad de combate relativamente baja. Y con su escaso número, no eran rival para los
experimentados Ochenta y Seis.

Por otro lado, una fuerza blindada separada estaba luchando con los Löwe que se
apresuraron a cubrir a la Legión.
“Capitán Nouzen, una fuerza separada se abrió paso. Su tamaño es de dos compañías, una
formación estándar de los tipos Grauwolf y Löwe. Tenga cuidado.”

“Roger, Coronel. Entraremos para interceptarlos… Kurena, cúbreme. Raiden,


maneja este lado.”

“Lerche, toma dos pelotones y únete. Aprende de ellos.”

“Por su voluntad.”

Los íconos de la unidad mixta Juggernaut y Alkonost comenzaron a moverse dentro de la


pantalla principal de Vanadis, y comenzó la batalla contra las dos compañías de la Legión.
Estar al acecho en los flancos de la ruta de la Legión y deliberadamente dejar pasar a la
vanguardia enemiga para atacar desde su lado era una de las tácticas establecidas de Shin.

El Barushka Matushka probablemente también vio cómo se desarrollaba la batalla, ya que


Vika comento mediante Resonancia:

“… Estoy sorprendido. Una unidad para todo uso, y una tripulada, haciendo esto.”

Su voz estaba claramente teñida de asombro, a lo que Lena sonrió sin decir palabra. El
equipo de investigación y el equipo de mantenimiento habían hecho bien al equiparlos para
pelear en terreno nevado, y aunque las habilidades de la Ochenta y Seis no eran un reflejo de
las suyas, todavía la hacía feliz escuchar que los elogiaban.

“Los pilotos capaces de igualar un Alkonost, un dron, en combate móvil son raros
en el Reino Unido. Y estos solo fueron preparados apresuradamente para el combate en
terreno nevado… Si el tiempo lo permite, me gustaría que instruyeran a los Sirins. Dado
que pueden ser reemplazados si se rompen, tienden a compensar la falta de habilidad
con imprudencia.”

“Muchas gracias. Pero también me sorprendió… Cuarenta unidades enviadas para


reconocimiento y ocho más para exploración. No puedo creer que los estés controlando a todos
por tu cuenta…”

“Las decisiones pequeñas e individuales las toman los propios Sirins hasta cierto
punto, aunque yo tengo que estar a cargo de la prioridad del enemigo y su camino de
avance… Solo estoy dando instrucciones un poco más detalladas que tú mientras los
comandabas en el Sector Ochenta y Seis.”
“¿Hay algún punto de falla con el Reginleif, desde su perspectiva?”

“Preferiría que sus equipos para terrenos nevados estuvieran un poco más afinados.
Tenemos unos días hasta el ataque, así que me gustaría tomarme el tiempo para
modificarlos… De hecho, ¿por qué no hacemos que los Ochenta y Seis usen Alkonosts?
Tampoco me importaría escuchar su opinión al respecto.”

Lena parpadeó ante la propuesta inesperada.

“¿Pueden los humanos pilotar Alkonosts?”

“¿Por qué crees que los Sirins están hechos con forma humana? Sin ese tipo de
compatibilidad, estaríamos en problemas en un escenario en el que estuviéramos cortos
de pilotos o vehículos. Si un piloto tiene que perder su máquina durante el combate, un
Sirin cercano puede entregar su Alkonost… Después de todo, pasar demasiado tiempo
en nuestro campo de batalla puede ser agotador para el cuerpo.”

Aquellas palabras eran desagradables, pues procedían de los labios de esta serpiente
inhumana, uno de los gobernantes de la última monarquía despótica del continente… Palabras
que valoraban puramente la vida humana.

“Para empezar, el campo de batalla no es un lugar para los humanos. Si es posible,


haría que los Sirins fueran los únicos pilotos, pero se necesita cierto grado de aptitud
para convertirse en Handler… Y los soldados tienen sus propias ideas sobre la dignidad
y el disgusto. Aunque tal vez sea de esperar cuando consideran confiar el destino del
Reino Unido a estos terroríficos autómatas.”

Eso no quería decir que él lamentara su pérdida, per se… Pero también era de alguna
manera diferente a un dueño de ganado lamentando la pérdida de sus animales.

“… Vika. ¿Puedo preguntarte una cosa?”

“¿Mm?”

“Sobre Lerche. ¿Por qué es ella… la única que se parece exactamente a un humano?”

Tenía el cabello dorado, como el de un humano, y no tenía un cristal de cuasi nervio


incrustado en la frente. Y aunque servía como escolta, no la apagaban ni la guardaban en
tiempos de paz como los otros Sirins. Más bien, caminaba libremente por el palacio.

“… Sí, bien…”
Por primera vez, Vika habló con un tono evasivo.

“… Mis disculpas, pero ¿puedo abstenerme de responder eso…?”

Fue un choque de armas blindadas de gran movilidad. A medida que las máquinas se
apresuraban a evadir los disparos por el frente en su intento de disparar al enemigo, era
naturalmente difícil distinguir al amigo del enemigo. El inestable y nevado campo de batalla
puso en desventaja al Undertaker de Shin, que fue optimizado para el combate cuerpo a cuerpo.

Como tal, evitó el combate cuerpo a cuerpo y cambió a tareas de reconocimiento. En


cambio, serviría como señuelo, pescando unidades que intentaran rodear a sus camaradas.
Oleadas de metralla, disparos de ametralladoras, disparos de francotiradores y bombardeos se
estrellaron contra los Löwe, atravesando el hielo y aplastándolo bajo sus pies, arrinconando y
destruyendo a los tipos Grauwolf que se movían libremente por el bosque.

Parados al lado de los Juggernauts, los Alkonosts se enfrentaron a cuatro escuadrones de


la Legión, repitiendo la táctica practicada de aislar y destruir unidades individuales. Después
de todo, eran similares al Reginleif en términos de ser unidades ágiles y con armadura ligera
y, al igual que Undertaker, estaban diseñados para el combate cuerpo a cuerpo.

Usando sus cañones de 105mm de cañón corto, que les permitían disparar HEAT y misiles
antitanque desde el mismo cañón, diezmaron a la Legión con bombardeos a corta distancia.

Sin embargo…

“… Están peleando como si supieran que van a ser destruidos.” Susurró Raiden
débilmente.

Varios Alkonosts a los que les habían volado las piernas por el fuego de las ametralladoras
se aferraron a un Löwe, disparando andanadas contra él como buitres que se aferran a un
animal y lo desgarran vivo. Cuando algunos Grauwolf se apresuraron a ayudar, un solo
Alkonost se interpuso en su camino para retrasarlos. Otro se aferró a un Grauwolf que lo había
seguido hasta las copas de los árboles, dejándolos caer a ambos en caída libre, y otro sacó la
bandada de minas autopropulsadas, sólo para abalanzarse sobre un Löwe cercano después de
que se aferraran a él, haciendo volar tanto el Löwe como las minas.

Era diferente de los Ochenta y Seis y los Vánagandrs de la Federación, que se enfrentaron
a la Legión luchando en grupos coordinados. El estilo de lucha de los Sirins se basaba en
actuar como señuelos y detener al oponente al principio, luego realizar cargas suicidas en un
intento de eliminar trozos de la fuerza enemiga. Y era evidente por su falta de vacilación que
ninguno de los Sirin tenía reservas sobre la táctica. Era como si hubieran aceptado el hecho de
que eran prescindibles…

“Realmente deberían considerar su aplicación un poco mejor. Si se reducen tan


rápido, no tendremos suficientes manos en cubierta para sobrevivir a la operación.
Demonios, incluso llegar allí podría ser tan difícil como esto.”

“Sí…”

Shin comenzó a responder, pero de repente se cortó. Más adelante a la izquierda, en el


borde del sendero que desaparecía detrás de una curva en los árboles, su habilidad recogió que
parte de las fuerzas de la Legión que se enfrentaban a los Alkonosts habían roto sus defensas.
Mientras miraba fijamente hacia adelante, dos Löwe aparecieron en el camino. Un Löwe tenía
un sensor de baja capacidad. No sintieron la presencia de Undertaker más allá de los árboles,
ni temieron un ataque desde otra dirección, ya que sus torretas giraron después de una pausa
de solo un momento. Pero para cuando sus miras se alinearon en su camino, Undertaker ya
estaba sobre ellos.

Utilizando los árboles caídos como punto de apoyo, avanzó en pequeños y bruscos saltos,
desgarrando el flanco del primer Löwe al pasar a su lado. A continuación, utilizó las piernas
de su víctima como punto de apoyo para saltar y eludir el disparo del segundo, y en venganza
le lanzó un proyectil en la parte superior de su torreta. Los dos Löwe cayeron de pie casi en el
mismo momento en que Undertaker aterrizó, rodeado de una nube de humo y nieve.

Un Alkonost que había corrido tras el Löwe apareció en su pantalla óptica, inmóvil y
mirándolo. La marca personal estampada en él era la de un ave marina blanca: Chaika. La
unidad de Lerche.

“… Increíble. En verdad, esta es la destreza del Reaper del Sector Ochenta y Seis…
Pensar que un humano abrumaría por sí solo a un clase Tanque.”

“¿Queda alguna Legión allí?”

“¿Eh…? No, el resto de mi unidad los barrió. Nuestro descuido fue un obstáculo
para ti.”
Mientras hablaba, el sensor óptico azul pálido de Chaika se volvió inquieto hacia el Löwe
caído.

“Me sorprende que estés bien. Un humano, montando un corcel tan rebelde…”

“Estamos acostumbrados.” Respondió Shin claramente.

La lucha fue tan feroz que tuvieron que acostumbrarse a ella, quisieran o no, y aquellos
que no pudieron, aquellos cuyos cuerpos no pudieron mantener el ritmo, murieron, ya que no
pudieron luchar.

“Dices que están ‘acostumbrados’ … ya veo. El campo de batalla del Sector Ochenta
y Seis debió de ser duro, de hecho…”

No tenía funcionalidad respiratoria, sin embargo, habló con un suspiro. El sensor óptico
de Chaika se volvió una vez más hacia los restos de la Legión.

“… Sir Reaper. Si…”

Ella le hizo una pregunta con una voz tan dulce como un gorjeo. De repente, casi
casualmente.

“Si pudiera descartar su cuerpo humano y obtener una mayor destreza en el


combate, ¿lo haría, Sir Reaper? Por el bien de vivir y continuar la lucha.”

Por un momento, Shin no entendió lo que estaba diciendo. Y en el momento en que se dio
cuenta, un escalofrío recorrió su columna vertebral… algo raro para alguien tan apático.

“¿Qué estas in…?”

“Su sistema circulatorio podría aumentarse para una mayor eficiencia de bombeo.
Sus piernas podrían modificarse con músculos artificiales que aumentarían su capacidad
de absorción de impactos para evitar desmayos. Si su sangre se hiciera sintética, vería
grandes mejoras en sus capacidades de producción de oxígeno. Actualmente, sus órganos
internos son vulnerables al impacto y no son adecuados para el combate de alta
movilidad al que estamos acostumbrados… Todas estas modificaciones son posibles con
la tecnología del Reino Unido, aunque muchos de los procedimientos aún se encuentran
en sus etapas experimentales. La fragilidad del cerebro es algo que aún está más allá del
alcance de su tecnología, pero los Sirins hemos superado incluso ese problema.
¿Conseguirías tal poder si pudieras? ¿Lo reclamarías para seguir luchando?”
“…”

Por el bien de derrotar a la Legión… era una sugerencia válida. La Legión abrumaba a la
humanidad porque eran máquinas construidas específicamente para combatir a los humanos.
Los humanos tenían muchas funciones que eran inútiles o incluso desventajosas cuando se
trataba de combate, y no podían esperar igualar a la Legión, que estaba optimizada únicamente
para el combate.

Entonces, si los humanos descartaran todas sus imperfecciones… Si se deshicieran de


cualquier cosa que no fuera necesaria para el combate y dejaran a un lado la carne y la sangre
que eran inútiles para la batalla en favor de máquinas más eficientes, seguramente aumentaría.
sus posibilidades de victoria.

Y aun así… incluso aquellos que no tienen nada que defender, nada que ganar, Incluso
los Ochenta y Seis, que vieron la lucha hasta el amargo final como su única fuente de orgullo,
no deseaban sacrificar sus cuerpos de carne y hueso por la causa.

Lerche sonrió ante el silencio de Shin. Había algo de burla en esa sonrisa, pero también
se mezclaba con un leve tono de alivio.

“… He dicho algo innecesario. Por favor, olvidé que mencioné esto.”

“Tú…”

Su sonrisa se hizo más tenue.

“El enemigo se acerca, Sir Reaper… Por favor, olvide esto.”

Los Juggernauts y Alkonosts se reagruparon y pronto cambiaron su estrategia para eliminar


las fuerzas aerotransportadas de la Legión. Poco después, las unidades blindadas del Reino
Unido se enfrentaron y eliminaron a las fuerzas blindadas de la Legión. Y en algún momento,
en medio del combate que arrasó el hielo y la nieve…

“… Ustedes, aves de presa obsesionadas con la muerte…”

Nadie estaba allí para escuchar cuando tanto un procesador como un piloto del Reino
Unido soltaron las mismas palabras.
Al escuchar el sonido del llanto de un fantasma, tan débil como la nieve, Shin instintivamente
se volvió en su dirección. Lo que encontró no fue una Legión desmoronada, sino los restos de
un Alkonost. Realmente es muy difícil distinguirlos, pensó Shin mientras suspiraba, quitando
su dedo del gatillo. Como tanto la Legión como los Sirins se basaron en la idea de usar a los
muertos de guerra, Shin no pudo diferenciarlos.

Por supuesto, el dispositivo IAE (Identificar amigo/enemigo) del Juggernaut identificaría


al Alkonost como una unidad amiga, pero no fue tan fácil cuando estaba tan destrozado. A
juzgar por el hecho de que podía escuchar los lamentos, el Sirin de adentro no estaba muerto
todavía. Sin embargo, ¿tenía tiempo para sacarlo?

Confirmando que no había ninguna Legión acercándose a su posición, Shin abrió el dosel
del Undertaker. Abrir el toldo del Alkonost resultó difícil, ya que no estaba en la parte
delantera de la máquina, sino que estaba configurado para abrirse desde atrás. Si uno tuviera
que priorizar la armadura del frente, y la vida del piloto, tal vez fuera natural, pero algo en el
diseño, honestamente, no le cayó bien a Shin.

Ingresó el código de emergencia compartido en el panel de números y el dosel se echó


hacia atrás, acompañado por el sonido del aire comprimido al ser liberado. Mientras se
inclinaba hacia la pequeña cabina, fue recibido por un rifle de asalto… un calibre 7.92 estándar
del Reino Unido. El Sirin, que apuntaba con el arma, bajó el cañón en tono de disculpa.

Era alta para ser una chica y tenía el cabello rojo en un tono que era demasiado llamativo
para ser natural. Su nombre era, si recordaba correctamente, Ludmila.

“Mis disculpas, Capitán Nouzen. Pensé que una mina autopropulsada podría haberse
acercado sigilosamente.”

Correcto. Dado que el dosel estaba ubicado a lo largo del blindaje trasero, si el enemigo
podía abrirlo, terminarían tomando al piloto por detrás. Los ángulos en los que se podía
disparar eran limitados debido a la posición del asiento, y uno no podría reaccionar a la ágil
Legión a tiempo.

“Puedo entender por qué fuiste cautelosa, así que no te preocupes… ¿Puedes moverte?”

Ludmila miró la mano extendida de Shin con sorpresa y luego sonrió.

“Los Sirins somos como engranajes de la máquina. No necesitamos rescate. Su Alteza le


informó de esto, ¿no es así?”
“Tenía entendido que la situación era tan grave que no tenías más remedio que unirte a la
Federación… Al menos, pensaría que tu país no estaba en condiciones de deshacerse y
reemplazar libremente algo que no está roto.”

La sonrisa sin palabras de Ludmila se hizo más profunda. Shin tomó su delgada mano y
la arrastró fuera del Alkonost medio arruinado. Realmente pesaba mucho y la palma de su
mano estaba fría al tacto. Un recordatorio silencioso de que la persona que tocó no estaba
realmente viva.

Aparentemente, su donante era un niño. Continuó llorando con un grito sin palabras, su
voz diferente a la de la chica ante los ojos de Shin. Un lamento que suplicaba que se le
permitiera pasar.

Como la Legión y los innumerables Sirins… y el fantasma de su hermano, que ahora se


había ido, y sus pocos camaradas que aún permanecían atrapados por la Legión.

“… O tal vez…”

La pregunta se le escapó de los labios antes de que se diera cuenta. Una pregunta en la
que el propio Shin no había pensado.

“… ¿La verdad es que no querías que te salvara?”

Quizás ella quería que la dejaran morir. Volver a la muerte que buscaba. Después de mirar
a Shin con los ojos muy abiertos por un momento, Ludmila esbozó una gran sonrisa.

“Disparates. Mi cuerpo es la espada y el escudo del Reino Unido.”

Su tono y expresión estaban llenos de orgullo. Esas eran palabras y emociones que Shin,
siendo un Ochenta y Seis sin patria, naturalmente no podía entender. Es probable que algunos
de los soldados de la Federación tampoco estén de acuerdo. No solo aceptar, sino
enorgullecerse del hecho de que nació como una herramienta, era un concepto difícil de
comprender.

El orgullo de lo inhumano.

“Si vamos a ser destruidas, lo haríamos mientras llevamos a los enemigos del Reino Unido
con nosotras. Es por esa razón que decidimos quedarnos en el campo de batalla incluso después
de la muerte.”

… Y sin embargo, el fantasma dentro de ella gritó un deseo completamente diferente.


“Parece que la mayoría de las cosas están resueltas. Deberían retirarse pronto.” Dijo Anju,
mirando alrededor del campo de batalla mientras las señales del enemigo se volvían escasas.
Los árboles superpuestos bloquearon su vista del campo de batalla helado. Parecía que había
un gran río de montaña que fluía desde el otro lado del bosque a su izquierda y fluía agua hacia
el área, mientras el rugido retumbante del agua resonaba contra la pared del acantilado.

Esta misión de reconocimiento armado fue solo un engaño destinado a mentir al enemigo.
Se podría decir que su objetivo estaba completo en el momento en que hicieron contacto con
el enemigo y entraron en combate, y el conocimiento de que los Zentaurs estaban ahí fuera era
información valiosa.

“¿Hay restos del enemigo aquí, según el reconocimiento del Capitán Nouzen?”
Preguntó Dustin, pilotando a Sagittarius a unos diez metros de distancia. Era el menos
competente del escuadrón y un ciudadano de la República, y actualmente estaba asociado con
Anju.

Independientemente, Anju se encogió de hombros. La habilidad de Shin podía compartir


las posiciones de la Legión con aquellos que Resonaban con él, pero no tenía sentido a menos
que estuvieran cerca de él. Las posiciones de los fantasmas que escucharon a través del Para-
RAID eran solo relativas a su posición. Y además de eso…

“Siento que esto es algo que todos los novatos tienen que escuchar tarde o temprano,
pero… no deberías confiar demasiado en Shin. Es cierto que la habilidad de Shin es tan precisa
que da miedo… Pero eso no significa que siempre pueda advertirnos a todos a tiempo.”

Si alguna vez surgiera la situación en la que perdiéramos a Shin… Bueno, de todos


modos, no podrían pelear si confiaran demasiado en él. Habría podido terminar esa frase en el
Sector Ochenta y Seis, pero aquí, las palabras se le atascaron en la garganta. En ese entonces,
estaba segura de que serían ejecutados dentro de los cinco años posteriores a su redacción.
Cuando su destino estaba predeterminado, su única opción había sido enfrentarlo de frente.

Pero ahora las cosas eran diferentes. Ya no tuvo que decir esas palabras. Ella tampoco
quería. No quería imaginar la muerte de su camarada taciturno, especialmente por la frecuencia
con la que parecía desafiarlo, porque las palabras habladas tenían el poder de convertirse en
realidad. Eso era algo que había escuchado de Kaie, una camarada del primer pabellón del
Sector Ochenta y Seis, a quien la Legión había asimilado su red neural y se había convertido
en una Oveja Negra.

Dustin se quedó en silencio y luego asintió con la cabeza contemplando lo que Anju
acababa de decir.

“… Está bien. Apuesto a que el Capitán también lo tiene difícil, ya que nosotros
confiamos tanto en él.”

Los ojos de Anju se abrieron de par en par con sorpresa, y luego sonrió. Dustin era un
excelente estudiante, y uno sobresaliente, al que se le había pedido que diera un discurso en el
festival de fundación de la República. Aprendía rápido y siempre pensaba un poco más allá de
lo que le habían enseñado. Aun así, era sorprendente ver a Dustin, un ciudadano de la
República, preocuparse por un Ochenta y Seis como Shin.

“Así es. Tratemos de no cargarlo demasiado… Mm…”

En ese momento, algo le dio un codazo a su sentido de precaución, que había sido
interrumpido por la conversación. Había algo en el borde de su visión, a través de los árboles.
Algo justo debajo del acantilado… ¿Era algún animal del bosque o quizás…?

“Iré.”

“Está bien… Ten cuidado.”

Sagittarius dio un paso adelante en su persecución. Desconfiado de los disparos que


pudieran surgir, se asomó con cautela hacia adelante.

“……… ¿Qué…?”

“¿Teniente Segundo? Informa con precisión…”

“No es una Legión. No hay nada de eso por aquí. Pero…”

Se le transfirió una señal del sensor óptico de Sagittarius a través de un enlace de datos.
La grabación se amplió automáticamente, debido a la mirada de Dustin sobre ella. Se trataba
de un acantilado con un aterrador desnivel. El río se precipitaba por debajo, y una imponente
pared de roca, dentada por haber sido tallada por los glaciares durante muchos años, se
asomaba por ambos lados.

Y esparcidos cerca del acantilado estaban…


“¿Casquillos…?”

Eran proyectiles de tanque de 120mm y 155mm. Solo asomaban los fondos circulares de
los proyectiles, dispuestos en filas espaciadas, enterrados en el suelo. Como todavía tenían la
pólvora, no los habían disparado aquí como parte de un disparo de prueba. Alguien,
probablemente la Legión, lo había enterrado aquí con algún propósito. Pero en el momento en
que se dio cuenta de que había un material parecido a una cuerda unido a la mecha, a Anju se
le puso el cabello de punta. Esto era…

“¡Teniente Segundo Jaeger! ¡Retroceda! Coronel, Shin, ¡cuidado!”

Había vuelto a conectar el Para-RAID y gritó un momento demasiado tarde. Algo se


movió en el campo de visión de Sagittarius. Una mina autopropulsada que se arrastró a través
de un espacio en una pared de roca irregular reconoció la presencia del Juggernaut, alcanzó la
mecha, la mecha hecha de pólvora, y la sostuvo cerca de su pecho, llena como estaba de
explosivos de alta potencia.

“Hay una trampa en nuestro camino de retira…”

La mina autopropulsada se autodestruyó, desatando ondas de choque y un destello


cegador. El fuego corrió a lo largo del cable y hasta la mecha de los proyectiles,
encendiéndolos y detonándolos uno tras otro. La franja de tierra en la que estaban, la tierra
congelada del bosque de coníferas, colapsó en segundos.

******

Parecía que el agua los arrastraba a una distancia considerable.

De alguna manera lograron arrastrarse hasta una costa plagada de árboles caídos y
sedimentos. Cuando abrieron sus toldos, sus Juggernauts ahora estaban medio inundados.
Anju miró por encima de los vehículos y suspiró.

“… ¿Está herido, Teniente Segundo?”

“Estoy bien, de una forma u otra.”

Era una suerte que estuvieran pilotando Reginleifs. Con su diseño que se preocupaba poco
por el bienestar del piloto, el ataúd de aluminio de la Republica tenía un espacio entre el dosel
y el marco, como para burlarse de la idea misma de impermeabilización. Si hubieran estado
pilotando Juggernauts de la República, ya se habrían ahogado o congelado hasta morir.
Aun así, no estaban completamente secos cuando salieron del agua. El sol se había puesto
mientras estaban inconscientes y, aunque había dejado de nevar, el aire se estaba volviendo
más frío. Anju se quedó de pie en el aire helado, mirando a su alrededor mientras se secaba el
cabello, que estaba tan frío que parecía que se iba a congelar. Tenían que buscar algún lugar,
el que fuese, para protegerse del viento.

Habiendo encontrado una pequeña cabaña de troncos situada a la orilla del río en el fondo
de un barranco escarpado rodeado de acantilados, decidieron refugiarse allí. Probablemente
era un pabellón de caza o algo por el estilo. Un lugar creado para pasar varios días cazando a
través de las montañas invernales, al parecer.

El interior era una habitación individual en mal estado pero afortunadamente bien
equipada, con una chimenea al final. Tuvieron suerte.

“¿Así que esperamos aquí a que llegue ayuda?”

“No tenemos muchas opciones. Los Juggernauts se han quedado sin energía y no podemos
usar el Para-RAID en este momento.”

La temperatura había caído por debajo de cero y los dispositivos RAID eran metálicos.
Tocarlos imprudentemente podría causar congelación.

“Aquí podemos evitar el viento y la nieve. No creo que nos congelemos hasta morir… Sin
embargo…

La idea la hizo suspirar. Sus cabinas tenían rifles de asalto de culata plegables y los habían
traído junto con las pistolas en sus fundas.

“… Dejando a un lado las minas autopropulsadas, si aparece algún otro tipo de Legión,
podríamos tener problemas.”

“Están varados.”

“Eso parece.”

Era una montaña nevada, aunque en verano, y había un pequeño número de personas
aisladas. No solo Shin, sino incluso Vika, que por lo general permanecía sereno en cualquier
situación hasta el punto de que se sentía arrogante, tenía una expresión severa en su rostro.
Estaban en la sala de reuniones de la Base de la Ciudadela Revich. Habían reconocido
que Anju y Dustin habían quedado atrapados en el deslizamiento de tierra, pero habían tenido
que retirarse para reabastecerse y estar preocupados por una contraofensiva desde los
territorios de la Legión. Esta reunión de emergencia se había convocado tan pronto como
regresaron a la base.

Raiden, Theo y Kurena todavía estaban en sus trajes de vuelo blindados y estaban
preparados para partir y buscarlos tan pronto como sus unidades recibieran la cantidad mínima
de combustible y suministros. La expresión ansiosa de Lena y la mirada severa en los ojos de
Vika se debieron a que se dieron cuenta del alcance del área desde el terreno. No pudieron
captar las señales de los Juggernauts de las profundidades del barranco en el que se habían
desplomado, y el Para-RAID no se conectaría. No había forma de confirmar su supervivencia
por el momento.

Fue entonces cuando Frederica se puso de pie, burlándose con una mirada de indignación.

“Creo que muchos de ustedes están olvidando algo crucial. Es en momentos como estos
cuando demuestro mi verdadero valor.”

“¡Tu habilidad podría dejarte ver dónde están!” Dijo Lena cuando se dio cuenta.

“En efecto. Déjamelo a mí, Milizé. Encontraré la posición de Anju y Dustin en unos
momentos.”

Inflando su escaso pecho tanto como pudo, Frederica abrió sus “ojos”.

Sin embargo.

“¡Allí, los encontré! Esto es……………”

Ella guardó silencio durante mucho tiempo.

“…………… ¡¿Dónde está esto?!”

Lena, que había estado esperando conteniendo el aliento a que Frederica terminara su
declaración, casi se derrumba de exasperación. Shin preguntó con un suspiro, como diciendo
que podía ver esto venir. “Frederica, por ahora solo dinos qué puedes ver a su alrededor.”

“Mmm…”
Frederica parecía mirar a su alrededor con seriedad. Su pequeña cabeza giraba de un lado
a otro con sus ojos carmesí brillando débilmente.

“… ¡Veo nieve! ¡Y también montañas!”

Bueno, sí. Después de todo, esta era una montaña nevada.

“¿Puedes ver algo que sobresalga, algo que se pueda identificar fácilmente?”

“Hmm, uh, están en una vieja choza de algún tipo… ¡Hay un gran árbol a su derecha!”

Bueno, sí. Eso también estaría allí.

Es probable que dicha choza fuera una especie de pabellón de caza, pero había más que
unos pocos en la zona; no era una gran pista.

“¿Puedes ver las estrellas?”

“Puedo, pero eso, mmm, realmente no me ayuda a entender su posición…”

Era de esperar.

“Supongo que realmente no puedes reconocer la Estrella Polar… ¿Crees que podrías
encontrarla si te explico cómo?”

“Es… hmm… Hay demasiadas estrellas, realmente no puedo decir cuál es cuál…”

Entonces eres prácticamente inútil.

Aunque tal vez sea natural que no lo sepa, pensó Shin… que tenía experiencia luchando
en las montañas, en la nieve y en emboscadas, e incluso se había separado del grupo y había
quedado varado en el pasado. Orientarse era casi imposible en una montaña nevada.

Por cierto, Vika había caído sobre la mesa y había estado temblando por un tiempo.
Aparentemente, se había reído tanto que no podía hablar.

“Roger. Supongo que tendremos que buscarlos nosotros mismos, a la antigua.”

“Mis disculpas…” Frederica dejó caer sus hombros, abatida.

Shin le dio unas palmaditas en la cabeza en un gesto completamente inconsciente.


“Nos dijiste que ambos estaban bien y que puedes ver las estrellas… En otras palabras, es
brillante donde están. Si hubiera una tormenta de nieve a su alrededor, nunca los
encontraríamos.”

“… Correcto.”

Finalmente, recuperándose de su ataque de risa, Vika se puso de pie, con los ojos aún
llenos de lágrimas.

“Dicho esto, las noches en las que hace buen tiempo son en realidad más frías. Estarán en
problemas si no nos apresuramos… También enviaremos gente de nuestro lado. Tenemos que
encontrarlos tan pronto como podamos.”

Habían llevado los kits de supervivencia desde sus cabinas al albergue, usando fósforos
impermeables y combustible sólido en el interior para encender la chimenea, dejándolos con
nada más que hacer que esperar. Después de quitarse la parte superior de su traje de vuelo y
cubrirse con la manta del kit de supervivencia, Anju miró fijamente el fuego, que todavía no
había crecido.

Perderse y quedarse varado en el campo de batalla era algo común en el Sector Ochenta
y Seis, por lo que, a pesar de haberse apresurado a encontrar un lugar para refugiarse, no estaba
tan asustada ni ansiosa. Fue solo…

Anju hizo una mueca. En ese momento… él siempre estaba allí a su lado, como lo había
estado desde el primer escuadrón al que había sido asignada. Y ahora no lo estaba. Ahora no
estaba en ninguna parte.

“… ¿Teniente Segundo Emma?”

“No es nada… Oh, puedes llamarme Anju. Tenemos la misma edad, ¿verdad?”

Dustin también se había quitado la camiseta y se cubrió con una manta. Sus ojos plateados
reflejaban la llama parpadeante. Los ojos plateados de una Alba. Si tan solo sus ojos fueran de
ese color… ella y su madre no hubieran tenido que ser enviadas a los campos de internamiento.
El pensamiento cruzaba su mente de vez en cuando, cuando miraba a Dustin o Lena.

No deseaba poder vivir dentro de los muros como un cerdo blanco, y los camaradas que
había conocido en el Sector Ochenta y Seis eran insustituibles para ella. Sin embargo, nunca
podría decir que haber sido expulsada a los campos de internamiento y al Sector Ochenta y
Seis… había sido algo bueno.

Su madre se parecía casi por completo a una Adularia, y había hecho todo lo posible por
proteger a su hija, que también era casi indistinguible de un Adularia. Pero había terminado
muriendo, devastada por la enfermedad hasta que parecía menos una mujer y más un trapo
hecho jirones.

Y las palabras que había dicho el hombre que era su padre. Las palabras que no se habían
desvanecido hasta el día de hoy.

“¿Puedo preguntar?”

La pregunta se le escapó de los labios casi involuntariamente.

“¿Por qué te ofreciste como voluntario para esta unidad?”

Él volvió sus ojos plateados hacia ella con curiosidad.

“Ya te dije mi razón. La República necesita lavar sus pecados.”

“No creo que esa sea la única razón.”

Tenía todas las razones del mundo para no pelear.

“…”

Dustin se quedó en silencio mientras miraba el fuego. Y justo cuando Anju estaba a punto
de olvidar la pregunta, comenzó a hablar.

“Soy un Alba, pero nací en el Imperio.”

Los ojos de Anju se abrieron con sorpresa. Dustin mantuvo su mirada en el fuego, sin
volverse para mirarla.

“Me mudé con mis padres a la República cuando era muy pequeño para recordarlo, y
luego obtuvimos la ciudadanía, así que no siento que alguna vez fuese parte del Imperio. Pero
originalmente, yo era un imperial.”
“El lugar donde vivía era una ciudad nueva para inmigrantes de primera generación. Yo
también era el único Alba en mi escuela primaria. Y luego… comenzó la guerra contra la
Legión, y todos menos mi familia y yo fuimos marcados para los campos de internamiento.”

Dustin lo recordó mientras hablaba. Había pensado que todo se había puesto ruidoso
afuera, pero su madre, que había visto lo que estaba sucediendo esa noche, le dijo que no debía
mirar afuera sin importar lo que pasara a la mañana siguiente. Y al día siguiente, cuando fue a
la escuela como de costumbre… era el único estudiante que quedaba.

“No tiene sentido. Absolutamente sin sentido. Mire al Capitán Nouzen… sus padres eran
del Imperio, pero nació en la República. Era tan descendiente del Imperio como yo, pero a
diferencia de mí, nació en la República… pero lo enviaron al campo de internamiento y no a
mí. Debería haber sido al revés. Todo su razonamiento era que estaban enviando gente que
venía del Imperio, pero era solo una tapadera. Y fue igualmente cierto para todos los de la
escuela. No tenía sentido que yo fuera el único que se quedara, que fuera el único que
consiguiera refugiarse dentro de los muros.”

Todo porque Dustin y su familia eran Alba.

“Así que para mí esto no fue problema de otra persona. Siempre pensé que había que
detenerlos… Pero era demasiado tarde y al final no pude hacer nada.”

¡¿Cuánto tiempo durará esto?!

Eso fue lo que había gritado ese día, durante el discurso de despedida en la celebración de
la fundación de la República. La víspera de la fiesta, cuando ninguno de los ciudadanos había
reaccionado a sus palabras. El día que la Legión atacó y la República pereció.

“… Ya veo.”

Enterrando su rostro en sus rodillas, Anju no dijo nada más. Y Dustin podía sentir que
esto era todo lo que podía decir.

Una vez más, el silencio cayó sobre el pequeño pabellón de caza sentado en la esquina del
campo de batalla… un silencio que fue un poco más incómodo que antes. Por cierto, dado que
la chimenea tardó un tiempo en encenderse correctamente, el aire en la cabaña todavía estaba
frío. Al escuchar el pequeño sonido de un estornudo a su lado, Dustin volvió la mirada para
encontrar a su compañera frotando sus hombros. Dustin se quitó la manta y se la entregó.

“Ten.”
Cuando Anju simplemente parpadeó de asombro, la empujó en su dirección.

“Mejor que tengas dos. Será mejor así… Una mujer no debería dejar que su cuerpo se
enfríe.”

“… Gracias.”

Pero se detuvo un momento porque su largo cabello plateado azulado todavía estaba
húmedo y humedecería la manta si se la colocaba como estaba. Se ató el cabello en la parte
posterior de la cabeza y lo enroscó con fuerza, evitando que fluyera hacia abajo. Cuando
levantó ambas manos, su manta y el cuello de su camiseta se deslizaron un poco hacia abajo.

Dustin miró hacia otro lado a toda prisa cuando el blanco de su piel, deslumbrante incluso
en la penumbra de la noche, entró en su campo de visión, pero luego se quedó sin aliento
cuando también pudo vislumbrar la cicatriz en su espalda.

Decía: hija de puta.

La pregunta se le escapó de la lengua antes de que pudiera detenerla.

“¿No quieres que te quiten eso?”

La República tenía tratamientos bastante avanzados para eliminar cicatrices, al igual que
la Federación. Puede que no sea posible borrarla por completo, pero al menos podría hacerse
menos visible.

Siguiendo la mirada de Dustin, Anju sonrió levemente. Fue una sonrisa un poco
desagradable.

“Oh. Lo siento… debe verse espantoso.”

“Ah, no, no es eso…”

Buscó una forma más delicada de abordar el tema. Abrió la boca mientras aún pensaba,
pero no se le ocurrió nada y, finalmente, simplemente dijo exactamente lo que tenía en mente.

“Parece doloroso.”

La expresión de Anju cambió de repente; ella parecía sorprendida.


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“Quiero decir, no es como una cicatriz que tenga un valor sentimental. Entonces… no
tienes que obligarte a soportarlo.”

Anju parpadeó un par de veces ante sus inesperadas palabras y luego sonrió lentamente.

“… Está bien.”

Era diferente de la cicatriz en el cuello de Shin, que le infligió su hermano, que era lo
suficientemente importante y preciosa como para llevarla incluso después de matarlo, aunque
la mantuvo oculta para que nadie tocara la marca de ese pecado…

“Cierto. Quizás es hora de que me la quite. Me gustaría usar vestidos con la espalda
descubierta.”

Aunque no quería cortarse el cabello.

“Y también quiero intentar usar un bikini.”

“Un bikini…”

La expresión de Dustin se puso rígida, como si acabara de tragar algo sólido.

“¿Hay, eh… alguien a quien le gustaría verte en bikini? O…”

Escuchar esa tímida pregunta puso a Anju de mal humor.

“¿Por qué preguntas…? ¿Qué, Dustin, te gusto o algo?”

“Eso…”

Dustin se mordió la lengua por un momento y luego escupió las palabras, medio
desesperado.

“¡S-Sí, me gustas! ¡¿Tienes algún problema con eso?!”

Anju lo había dicho solo para burlarse de él, pero abrió los ojos con sorpresa ante su
inesperada confirmación.

“¿Eh…?”

“Quiero decir, por supuesto que sí. Eres bonita, y… y siempre me cuidas a pesar de que
soy Alba. Sería más extraño si no empezaras a gustarme.”
Anju se puso cada vez más roja con cada palabra que salía de sus labios. Ella se dio la
vuelta, incapaz de mirarlo directamente, pero Dustin continuó con su valiente confesión.

Solo dilo todo. ¡Aprovecha esta oportunidad y cuéntaselo todo, maldita sea!

“Desde el momento en que te vi por primera vez, he admirado el color de tus ojos, así que
si vas a usar un vestido, creo que debe coincidir con el color de tus ojos.”

Con el rostro rojo brillante, Anju bajó la cabeza de manera inquieta.

“Um… estoy, eh, ¿me siento honrada…?”

Por alguna razón, su respuesta salió como una pregunta, que sirvió para mostrar lo mal
que estaba. Enterró su rostro en sus rodillas para ocultar sus mejillas sonrojadas.

“Pero, no puedo… ya no puedo enamorarme.”

Algo en su tono sonaba como si se estuviera reprendiendo a sí misma. Dustin parecía


intimidado, como si lo hubieran rociado con agua fría.

“… ¿Por qué?”

“Yo amé a alguien una vez.”

“Nng…”

Amó. En pasado. Y Anju era un Ochenta y Seis, lo que significaba…

“Era una persona dulce. Lo amé, hasta el final… Y no importa de quién me enamore, sé
que nunca lo olvidaré. Seguiría comparando a otros con él. Y eso estaría mal, así que ya no
puedo enamorarme de nadie.”

Dustin volvió a mirar hacia la chimenea en llamas.

“Yo… creo que eso está mal.”

Si no hay nada más, seguramente eso.

“Es obvio que no te olvidarías de él. Especialmente si era un buen chico. Y si no puedes
olvidarlo, es natural que sigas comparando a otras personas con él. Pero creo que no estar con
nadie porque no puedes olvidarlo… Porque seguirías comparando a alguien que amas con él…
Eso está mal. Porque si haces eso, nunca… nunca serás feliz.”
Sintiendo sus ojos azules fijos en él en el borde de su visión, Dustin continuó, mirando
intencionalmente el fuego. Si ella no podía responder a sus sentimientos, entonces eso sería
todo. Pero comprometerse a no volver a amar a nadie, a no volver a conocer la alegría, sería
horrible.

“Así que, incluso si no se lo puedes olvidar, incluso si siempre te acuerdas de él… Creo
que está permitido encontrar otra persona a quien amar… Por lo menos, no esperaría que lo
olvidaras…”

Volvió a mirar sus ojos azules, el color del punto más alto de los cielos.

“…… Chicos, vine a buscarlos.” Dijo Shin. “Pero parece que estoy interrumpiendo algo.”

Dustin y Anju se separaron el uno del otro. Dustin golpeó su cabeza con fuerza contra un
estante pegado a la pared, y Anju enrolló las mantas que había puesto sobre ella y se dio la
vuelta mientras lo miraba.

“¡¿Sh-Shin?!”

Shin estaba en la entrada del albergue, observándolos con una mirada increíblemente fría
que Anju no le había visto hacer en todos los años que lo llevaba conociendo. Siempre había
tenido la costumbre de caminar sin hacer ningún sonido. La pequeña parte de los pensamientos
de Anju que no estaban dando vueltas en círculos de pánico tomó nota de esto. Aparentemente,
ese talento suyo también se extendía a otros ruidos que hacía. Como abrir puertas.

“Parece que ustedes dos están bien. Perdón por arruinar el estado de ánimo.”

“¡¿C-Cuánto tiempo llevas ahí?!”

Shin hizo una pausa para pensar antes de responder.

“Bikini.”

“¡Así que estuviste aquí casi todo el tiempo! ¡Nooooooo!”

Anju chilló, acunando su cabeza con desesperación. Dejando a Anju con su agonía, Shin
se volvió hacia la puerta, mirando hacia arriba en diagonal. Su Juggernaut estaba sentado en
la cima del acantilado, y aparentemente había usado un cable para descender.

“Fido, parece que no necesitan nuestra ayuda. Enróllalo.”

“¡¿Pi… ?!”
“¡Ah, espera, espera, espera, Shin! ¡No te vayas! ¡Ayúdanos!”

El pitido de pánico de Fido llegó casi al mismo tiempo que Anju le rogaba
desesperadamente que se quedara. Todavía estaban en el territorio en disputa infestado de la
Legión, y cualquiera probablemente se enojaría un poco al encontrar a los amigos que habían
buscado durante la noche fría y oscura disfrutando de un romance sin preocupaciones.

Afortunadamente, Shin solo estaba bromeando, y después de que le hizo un gesto con la
mano al Carroñero, Fido dejó caer un objeto, que luego Shin arrojo en dirección a Anju: un
uniforme militar sellado en un empaque de vinilo impermeable. Todos los demás
probablemente habían estado preocupados de que los dos estuvieran fríos y mojados.

“Gracias… lo siento.”

“Está bien.”

Luego, Fido dejó caer otro uniforme pre-empaquetado, pero cuando Dustin se acercó para
aceptarlo de Shin, se vio obligado a retroceder cuando lo golpearon contra su cara. El paquete
de ropa cruzó el espacio entre Shin y Dustin a pesar de no viajar bien por el aire y se estrelló
contra él con un lanzamiento despiadado que llevaba toda su fuerza.

Sólo levantando el pecho, Dustin gimió.

“Oye, ¡¿qué pasa?!”

“Eso fue de parte de Daiya. Si la haces llorar, te daré de comer a la Legión en su nombre.”

Esa respuesta, tan neutral como Shin la hizo sonar, hizo que Dustin se tragara cualquier
palabra de protesta que pudiera haber tenido. Era la primera vez que escuchaba el nombre.
Pero a juzgar por la situación, obviamente sabía de quién estaba hablando Shin.

“… Está bien.”

Anju, por otro lado, de nuevo se puso roja con su intercambio.

“Espera, Shin… yo… no me olvidé de Daiya ni nada, y no es como si yo, eh, me


enamorara de Dustin, así que, eh…”

Puede que no la conociera tanto tiempo como Daiya, pero Shin todavía había pasado
mucho tiempo con Anju. Él era como una familia para ella. Y aunque a ella realmente no le
importaba lo que él pensara de la situación actual… no quería que él pensara que ella era suelta
o voluble.

Cuando Anju entró en pánico febrilmente, Shin se encogió de hombros y se dio la vuelta.

“No sé sobre Dustin, y esto no es algo de lo que hablar cuando él está presente para
escucharlo… Pero han pasado dos años desde que Daiya falleció. No creo que él hubiera
querido que estuvieras encadenada a su recuerdo.”

Esas palabras hicieron que Anju sonriera con lágrimas en los ojos. Siempre fue tan
optimista, tan blando… tan amable.

“… Estás bien. Probablemente no lo habría hecho, pero… pero… No puedo. Aún no.”

Mientras susurraba esas últimas palabras para sí misma y una lágrima se deslizaba por su
mejilla, Shin, que le había dado la espalda, y Dustin le dieron la poca privacidad que podían
permitirse.

Por cierto, Shin había mantenido su inalámbrico todo el tiempo, por lo que todos los que
estaban en la búsqueda escucharon la conversación de los dos comenzando por la parte del
bikini. Después de regresar a la base, Dustin fue sometido a lo que parecía una interminable
corriente de burlas por parte de Raiden, Theo, Kurena y Shiden.

“… Snow Witch y Sagittarius también fueron recuperados. Estarán en reparación y


mantenimiento tan pronto como sean entregados de regreso a la base.” Dijo Vika,
transmitiendo un informe que probablemente acababa de recibir a través de Para-RAID del
equipo de recuperación.

“Como resultado del mantenimiento requerido para los Reginleifs enviados a buscarlos,
la operación de la Montaña Colmillo del Dragón dentro de tres días probablemente se retrasará
de dos a tres horas.”

Lena suspiró aliviada.

“… Gracias a dios. Pero lo siento…”


“No dejes que te moleste. La operación está prevista para tres días a partir de ahora. Dos
o tres horas está dentro de un margen de error aceptable… Y ahora que han regresado, sabemos
lo de la trampa de los deslizamientos de tierra. Hemos enviado a Sirins a investigar, y
aparentemente la Legión los ha instalado en todas las rutas posibles dentro de las zonas en
disputa. Dos de ellos están a lo largo de la ruta que habría tomado el Grupo de Ataque durante
la operación.”

La expresión de Lena se endureció. Si no se hubieran dado cuenta, toda la unidad podría


haber tenido su camino de retirada cortado. A diferencia de una mina normal, esta trampa no
respondió a la detección de calor, sonido u oscilación. Sería difícil de encontrar sin activarla.
Esas bombas eran difíciles de detectar gracias a que estaban ocultas bajo una gruesa roca
congelada, con el objetivo de destruir no a los Feldreβ en sí mismos, sino al terreno. El único
defecto de la trampa era que requería una mina autopropulsada para activarse… y los Zentaurs
hicieron que fuera lo suficientemente fácil como para desactivarlas sin que nadie se diera
cuenta.

“Excavarlas todas sería difícil dada la cantidad de tiempo que tenemos, por lo que, por el
momento, están quitando las cuerdas y los fusibles y cubriendo toda la trampa con resina
retardante de llama. Es solo una medida provisional, pero debería ser suficiente durante la
operación.”

“… ¿No te parece extraño?”

Los ojos violetas de Vika brillaron ante la cautelosa expresión de Lena.

“Lo es.”

“Estas son zonas en disputa donde las fuerzas del Reino Unido y la Legión chocan. Es
posible colocar trampas a lo largo de todas las rutas por las que probablemente pasaría un
Feldreβ. Pero durante la batalla de hoy, la trampa no se disparó hasta que la Teniente Segundo
Emma la notó. Lo que significa…”

No usaron esas trampas para interrumpir cuando los Barushka Matushkas y Juggernauts
entraron y se retiraron a través de esas rutas… Estas no eran trampas colocadas para defender
el área.

Era como si…


“… Como si esto estuviera destinado a atraer a nuestras fuerzas a las profundidades de
los territorios y atraparlas detrás de las líneas enemigas.”

“Y el frío del clima con el Eintagsfliege podría haber sido parte de ese plan.”

“… Es posible. Con ellos estrangulándonos tan lentamente, el ejército del Reino Unido
no tendría más remedio que montar una contraofensiva tarde o temprano. Y también
enviaríamos a las élites para que lo hicieran. Ahora que la Legión tiene suficientes cabezas
para sus unidades estándar, comenzarían a buscar mejores presas.”

Luego Vika se quedó en silencio por un momento antes de sacudir la cabeza ligeramente.

“… Necesitamos hacer algunos preparativos. Reforzaré nuestras fuerzas residuales de


reserva, en caso de que ocurra el peor de los casos. De esa forma tendremos a alguien a quien
enviar a rescatar a los soldados atrapados en el campo de batalla.”

******

Ya debería haberse acostumbrado, pero por alguna razón tenía que reunir mucho más coraje
de lo habitual. Tanto para conectar el Para-RAID como para decir esta frase.

“Lena, ¿podrías salir conmigo un rato?”

De alguna manera, había silenciado la tímida ansiedad de su voz y fingió su tono habitual,
pero no se dio cuenta de que lo había hecho inconscientemente, y mucho menos de por qué lo
había hecho.

La torre de observación de la Base de la Ciudadela Revich se construyó sobre los restos de


una torre de castillo excavada en la montaña que sostiene el dosel que cubre la base. Una
escalera de caracol demasiado empinada en el sentido de las agujas del reloj constituía el largo
viaje hasta el dosel, donde había un observatorio para seguir los movimientos del enemigo.
Pararse en la parte superior de la base más alta de la región daba la impresión de que estaban
sentados en el lomo de un cisne.

En la circunferencia de las alas se instalaron cañones automáticos antiaéreos y sensores


anti tierra, que impedían la visión del cielo nocturno. Incluso este punto, elevado como estaba
con una distancia de varios cientos de metros a la superficie, no permitía ver el suelo a menos
que se situara en el mismo borde del dosel.
De pie allí como si flotara en el cielo nocturno estaba Shin, quien la había llamado aquí,
vestido con la gabardina estándar de la Federación, esperando a que ella llegara. Puede que
fuera a finales de la primavera, pero era un campo de batalla nevado. Un lugar tan ventoso
debe haber sido realmente muy frío.

“Y arriba… Oof…”

Shin pudo escuchar el sonido de la escotilla que conducía al interior de la torre de


observación abriéndose con un pequeño tirón, y el aroma de las flores violetas, que nunca
podrían florecer en la nieve, sirvió como precursor de su llegada. Era un aroma al que se había
acostumbrado durante los últimos dos meses… El aroma del perfume de Lena.

“… ¿Shin? ¿Por qué me llamaste hasta aquí? ¿Hay algo mal…?”

La pregunta de Lena se interrumpió y Shin pudo oírla jadear incluso desde la distancia.
Un “Wow…” de asombro escapó de sus labios rosados. Ella levantó la mirada de forma
natural, siguiendo esa vista; innumerables estrellas llenaron el cielo nocturno, iluminándolo
con una luz brillante. El sol que normalmente las ocultaba se había hundido y el cielo nocturno
estaba despejado de las plateadas nubes del Eintagsfliege.

Era una noche estrellada deslumbrantemente hermosa.

Innumerables estrellas de las que no conocía los nombres estaban esparcidas por la esfera
celestial de color negro aterciopelado como luces centelleantes. Una galaxia blanca y
nebulosas arremolinadas llenaron el cielo de un borde a otro en una inclinación.

Era una noche en un campo de batalla alejado de las ciudades humanas, por lo que carecía
de luz artificial. El cielo nocturno era oscuro y negro, lo que resaltaba mucho más la luz de las
estrellas y la luminiscencia de la nieve.

La luz se derramaba débilmente sobre el dosel, que conservaba su blancura incluso


después de años de ser raspado y erosionado. Una delgada luna creciente dominaba la escena
desde cerca del cenit del cielo, mirándolos como una reina gélida.

Inclinando su cuello hacia atrás tanto como podía en su intento de mirar, Lena casi se cae,
por lo que Shin la agarró del brazo y la hizo agarrarse a la cerca colocada para evitar que la
gente se cayera de la torre en busca de apoyo. Sin siquiera darse cuenta de lo que estaba
sucediendo, simplemente se tambaleó hacia adelante mientras él tiraba de ella, la luz de las
estrellas se reflejaba en sus ojos plateados.
Después de quedarse estupefacta por unos momentos, dio un pequeño “Ah” y exclamó
con un suspiro: “… ¡Es hermoso!”

“Sí… Hablaste de esto con Kaie una vez, ¿verdad? Acerca de cómo no puedes ver las
estrellas desde el primer sector, por lo que querías ver un cielo estrellado.”

Shin se encogió de hombros mientras ella le devolvía la mirada.

“Desafortunadamente, no pude conseguirte una lluvia de meteoritos, pero… pensé en esto


mientras buscábamos a Anju y Dustin. Las estrellas eran tan brillantes.”

Para Shin, el cielo estrellado del campo de batalla era una vista normal, pero recordaba la
conversación que Lena había tenido con Kaie en ese entonces. Fue en el antiguo cuartel de la
primera unidad defensiva de la primera sala del Sector Ochenta y Seis… Cuando pensaban
que nunca llegaría un momento en el que estarían juntos en el mismo lugar.

“¿Así que esto es lo que querías mostrarme?”

“¿Fue innecesario?”

“Para nada…”

Riendo inocentemente, Lena volvió sus ojos plateados hacia el cielo iluminado por las
estrellas. Su cabello ondeaba con la brisa, brillando contra la vista. Cuando dejó la República,
era a principios de la primavera, por lo que no se había llevado su equipo oficial de invierno.
Vestida con una gabardina de la Federación, sonrió al recordar lo rápido que había sido su
envío.

“Esta fue definitivamente una de las cosas buenas de vivir en el Sector Ochenta y Seis,
¿verdad?”

Lena sonrió, recordando las palabras que la chica de los Ochenta y Seis, que ahora se había
ido, le había dicho hace dos años. Ella siempre había pensado que el Sector Ochenta y Seis
era el infierno en la tierra, un campo de batalla al que solo se empujaba a los Ochenta y Seis.
Y nunca pensó que llegaría a escuchar a esas mismas almas atrapadas decir que allí se podían
encontrar cosas buenas.

Aunque ella no estaba en el mismo lugar que ellos. A pesar de que ella no conocía sus
caras o incluso sus nombres en ese momento.
Echó una mirada furtiva a Shin, quien también estaba mirando al cielo en silencio, en
contemplación de algo. Estaba escondida detrás del cuello alto de su abrigo así que ella no
podía verla ahora… pero la cicatriz parecida a una decapitación todavía estaba allí.

Lena nunca le había preguntado sobre el origen de esa cicatriz. No conocía a Shin lo
suficientemente bien, y a juzgar por cómo no tenía la intención de preguntar y cómo él mismo
no hablaría de eso, la distancia entre ellos probablemente todavía era considerable. Estaban en
el mismo lugar, parados en el mismo campo de batalla… pero esa distancia permaneció.

Bueno, lo acabas de conocer.

Fue como dijo Grethe. Se acababan de conocer, y recientemente se habían enterado de los
nombres del otro… y finalmente, de la cara del otro. Pero ella todavía pensaba, en algún lugar
de su corazón, que se entendían en un nivel más profundo. Cuando miró hacia arriba, lo llamó.

“Shin.”

“Lena.”

De alguna manera, se llamaron el uno al otro exactamente al mismo tiempo.

Por un momento, ambos tropezaron con cómo continuar. Ninguno pudo decidir cómo
reaccionar ante el otro, y un incómodo silencio cayó sobre el observatorio iluminado por las
estrellas. Shin se recuperó primero y dijo: “… Adelante.”

“Lo siento…”

Dado que el viento había desaparecido de sus velas, tuvo que reunir el valor para hablar
de nuevo.

“… Sobre lo que pasó en ese entonces.”

Podía sentir débilmente cómo subía la guardia. Aparentemente, esa discusión le había
afectado a Shin. De alguna manera aliviada por ese hecho, Lena siguió adelante.

“Lo siento. Fui un poco demasiado lejos.”

“… Todo está bien.”


“Pero estoy realmente triste. Eso es algo que no dejare de sentir. Todos abandonaron el
Sector Ochenta y Seis y fueron liberados de ese destino de muerte segura. O más bien, deberías
haberlo sido… pero acabas de ser liberado.”

Finalmente habían escapado del campo de batalla donde su única libertad había sido
decidir dónde y cómo morirían… pero todavía estaban parados en el mismo campo de batalla.
Decir que luchar hasta el amargo final era su orgullo era, de hecho, la única identidad a la que
podían aferrarse. Y ahora que eran libres de desear más, simplemente no lo hicieron.

Podían ir a cualquier parte. Podían convertirse en lo que quisieran. Estaban libres.

Pero todavía no podían encontrar por sí mismos el impulso para pensar en su propio
futuro.

“Las cosas que te quitaron todavía están perdidas, por lo que no desearás las mismas cosas
en el futuro. No puedes saber a qué futuro debes aspirar. Y ese pensamiento… me pone triste.”

Puedes desear tu felicidad ahora. Se te permite recordar las cosas que te robaron.

Al igual que Vika, Shiden e incluso Grethe habían dicho una vez, decirle a los Ochenta y
Seis que desearan esas cosas cuando fue su lado quien en principio las quito era increíblemente
arrogante por su parte.

Fue como decirles que ella abrió la puerta de su jaula, para que salieran. Que eran libres
de ir a donde quisieran… así que quería que vinieran a ella.

Pero Lena continuó. Y mirando hacia atrás, se dio cuenta de que esas eran palabras que
debería haberle dicho la última vez.

“Creo que la razón por la que todos se rindieron con el mundo es porque todos son… así
de amables.”

“… ¿Amables?”

“Sí.”

“Tal y como has dicho, sinceramente… Sí, sinceramente no me preocupan la República


o la Federación… no creo que puedas llamar a eso amabilidad.”

Pero Lena se encontró sonriendo. No creía que fuera posible, pero…


“No me digas que no te has dado cuenta, Shin… Eres una persona amable y buena. Si no
lo fueras, no habrías llevado los recuerdos de todas esas personas que murieron contigo. No
habrías intentado liberar a tu hermano, Kaie, y a todos los camaradas que fueron robados por
la Legión.”

“………”

“Eres un ser humano amable. Y también lo son Raiden y Theo, Kurena y Anju y Shiden,
y todos los otros Ochenta y Seis. Porque elegir odiar habría sido mucho más fácil. Realmente
fue culpa de la República, por lo que culparlos y odiarlos habría sido mucho más simple. Y
aun así, todos ustedes… se desgarraron en sus propios corazones. Se marcaron a sí mismos
para no tener que condenar al resto del mundo.”

Con sus propias manos, se habían deshecho de los recuerdos de felicidad, reduciéndolos
a polvo.

“… Porque maldecirlo todo habría significado perderlo todo.”

Incluso el último orgullo que les quedaba.

“Sí. Para ti, esas mismas cicatrices eran tu orgullo.”

No importa cuánto se les quitara y cuán duro pudieran ser pisoteados, su único orgullo era
nunca llegar a ser tan despreciables como sus opresores.

“Y no te estoy diciendo que pierdas esas cicatrices. Pero… quiero ver recompensada tu
amabilidad.” Dijo Lena como si hablara consigo misma mientras Shin miraba el cielo
estrellado. Como si desafiara al duro mundo, que no permitía la vida de las personas. Como si
proclamara:

“Aquellos que son amables tienen derecho a ser felices. Aquellos que son justos deberían
ser recompensados. Y si el mundo humano no está hecho de esa manera en este momento,
entonces quiero que sea así… Porque así es como la gente hace realidad sus ideales… poco a
poco.”

Que este mundo sea un lugar justo y amable. Un día.


Shin permaneció en silencio ante esas palabras de proclamación parecidas a canciones. Era un
ideal que nunca podría cumplirse. Era solo un deseo, una quimera que la realidad nunca
permitiría que se hiciera realidad, siendo su belleza su única gracia salvadora.

Pero a pesar de que esa era su opinión, y tan fácil como hubiera sido ignorar lo que Lena
había dicho, por alguna razón no podía expresar esos pensamientos con palabras.

El mar.

Las palabras que había dicho hace seis meses en ese nevado cementerio militar surgieron
en su mente. Quería mostrárselo. Mostrarle todas las cosas que no podían ver ahora. Esa era
su razón para pelear ahora. Y ahora, incluso sabiendo que el mundo que Lena deseaba ver era
uno que no existía ni existiría en ningún lado, Shin no se atrevía a negarlo.

“Lo siento. Dirigí esta conversación en una dirección extraña. También estabas tratando
de decir algo, ¿no es así…?”

“……… Sí…”

Con el viento fuera de sus velas, tuvo que reunir el coraje para levantarlo de nuevo. Bien,
¿qué era lo que la había llamado para decirle? Antes de emprender la operación de la Montaña
del Colmillo del Dragón… antes de descubrir si la información que obtendrían al final de esta
operación cambiaría todo para bien o para mal.

“Lena, si la Federación y el Reino Unido sospechan que la Reina Despiadada es la Mayor


Zelene Birkenbaum, y conoce algún método para detener la guerra…”

Y es probable que eso no ocurra. Contrariamente a sus palabras, Shin no tenía esas
expectativas sobre Zelene. La guerra probablemente no terminaría. Pero si pudiera…

“Si esta guerra realmente va a terminar… cuando eso suceda…”

De repente, sus palabras se cortaron.

Vayamos al mar. Si es posible, vayamos y veamos algo que nunca antes hemos visto.
Juntos.

Pensó en decirlo. Había oído a Lena decir que quería ver el océano, pero nunca le había
contado esas palabras. Quería decírselo. Y eso por sí solo nunca podría ser una mentira.

Quiero mostrarte el mar. Esa es mi razón para pelear ahora.


Pero justo cuando estaba a punto de decirlo… las dudas sobre sí mismo brotaron de su
corazón como pompas de jabón que se congelan en su garganta.

Quiero mostrarte el mar. No es un campo de batalla en el que muera sin lograr realmente
nada. Quiero mostrarte algo más que este mundo, devastado como está por los fuegos de la
guerra. Finalmente puedo desear esto.

Pero entonces, ¿qué…?

¿Qué viene después de que le muestre el mar? ¿Qué desearía Lena entonces? ¿Qué me
dejaría desear entonces? ¿Y cuánto duraría?

El mismo Shin no deseaba ver el mar. Eso no había cambiado. No había nada que quisiera
para sí mismo. Y el vacío de eso le resultaba incomprensible. Reflexivamente dejó de pensar
en eso, pero la duda persistió.

Luchar es el orgullo de los Ochenta y Seis. Pero si ese fuera el caso, si tuvieran que luchar
y sobrevivir…
CAPÍTULO 3: SORDOS AL LAMENTO DE LOS
PÁJAROS CANTORES

La catástrofe golpeó de repente.

“¡Tsk…!”

Mientras su vehículo de transporte blindado avanzaba profundamente en las zonas en


disputa, Shin captó ese sonido y levantó los ojos. Actualmente se encontraban en ruta hacia la
operación de captura de la Montaña Colmillo del Dragón. El cuerpo blindado del ejército del
Reino Unido había comenzado la operación de desvío la noche anterior, eliminando con éxito
las unidades de la Legión, formando una brecha en el campo de batalla.

En la distancia, un nuevo grupo de Legión estaba en movimiento. Pero la ruta por la que
se dirigían era extraña. No se movieron ni en la dirección de la fuerza atacante ni en la
dirección del Grupo de Ataque. En el momento en que Shin se dio cuenta de que un aullido
artificial e indistinto se mezclaba con esas fuerzas, se sintió invadido por una ominosa
premonición y activó su Para-RAID.

No había lógica en la campana de advertencia que sonó en la mente de Shin, solo los
instintos guerreros afilados por años en el campo de batalla.

“Todas las unidades, mantengan su posición. Raiden, todavía estás en la base, ¿verdad?
Quédate donde estás.”

“Ngh, roger.”

“¿Capitán Nouzen? ¿Qué…?”

Eran una brigada: una línea de varios cientos de vehículos. Junto con Raiden, que se había
quedado atrás para asegurar la retaguardia, todavía quedaban varios escuadrones a decenas de
kilómetros de distancia, esperando su momento para salir de la Base de la Ciudadela Revich.

Raiden se dio cuenta de que algo andaba mal y respondió de inmediato. Por otro lado,
Lena no estaba acostumbrada a la habilidad de Shin y su reacción fue frustrantemente lenta.
Las fuerzas de la Legión que supuestamente estaban siendo aplastadas y destruidas por la
fuerza atacante del Reino Unido estaban cambiando el rumbo y retrocediendo. La Legión se
estaba moviendo desde las profundidades de los territorios, acercándose a las fuerzas del Reino
Unido y comenzando invasiones de los propios territorios del Reino Unido.

Fingían retirarse y eludían las fuerzas del Reino Unido para invadir.

¡Nosotros éramos los que estaban siendo engañados!

Como si coincidiera con los lamentos mecánicos, los gritos de la Legión aumentaron en
volumen, provenientes de una posición distante de cualquier unidad, ya fuera del Reino Unido
o del Grupo de Ataque. Un grito que recuerda al de un Skorpion, pero que Shin sabía que
pertenecía a un tipo diferente.

Y como ese grito demasiado rápido ahogó todo por un instante, Shin trazó inútilmente su
trayectoria… entregando una advertencia que llegó demasiado tarde.

“Es patético que no hayamos respondido a tiempo a pesar de tu advertencia, pero… lo siento,
Nouzen. La Base de la Ciudadela Revich ha caído.”

Se habían encerrado en las profundidades de la sala de mando, que ahora estaba a oscuras
debido a que habían cortado la mayor parte de la electricidad. Esta era la sala de mando
subterránea de la Base de la Ciudadela Revich. Estaba en el cuarto nivel subterráneo, el más
bajo, y había sido construida para ser parcialmente independiente de las otras salas. Vika habló
desde el puesto de mando situado en el centro.

Los sensores compuestos instalados en la circunferencia exterior del dosel en el nivel más
alto de la base seguían funcionando. El personal de comando observó la luminiscente vista del
paisaje nevado ante ellos con expresiones tensas. Los Procesadores permanecían en silencio
con sus uniformes azul acero, al igual que la chica de cabello plateado vestida de azul prusiano
que les servía de ama.

Los pocos miembros del personal de la base y del equipo de mantenimiento que habían
sobrevivido estaban sellando las particiones de los mamparos de los pasillos mientras los
Handlers se quedaban en la sala de control.

“Para ser más exactos, nos quitaron las funciones de la base. Todo el sector de superficie
y el ochenta por ciento del sector subterráneo están bajo control enemigo. Las únicas partes
bajo nuestro control son la sala de mando y el octavo hangar subterráneo, el más bajo.
Actualmente, estamos en el pabellón de mando con todos nuestros mecanismos de cierre
activados… Oh, todos los soldados de la Federación también fueron evacuados con éxito al
pabellón, así que no tienes nada de qué preocuparte en ese sentido.” Añadió la última parte
después de recordar que estaba hablando con un soldado afiliado a la Federación.

Shin, que se encontraba actualmente en las llanuras nevadas a diez kilómetros de las
murallas de la base de la ciudadela, respondió sin una pizca de desconcierto.

Siendo un Esper con la capacidad de señalar las ubicaciones de toda la Legión en el campo
de batalla, ya tenía algo de comprensión de la situación, pero escondía su ansiedad con
respecto a la supervivencia de sus compañeros que aún estaban en la base.

“Es tanto mi error como el tuyo. Nunca se me ocurrió que podrían lanzar el Phönix
dadas las especificaciones estimadas del Zentaur.”

Incluso con esa advertencia, aquello que los atacó era indetectable tanto para el radar como
para sus sensores ópticos, por lo que su incapacidad para hacer algo era quizás inevitable. Shin
y Vika no estaban directamente vinculados en la cadena de mando, y ese breve lapso en las
comunicaciones provocó la ruina.

Al parecer, aterrizó sobre el dosel que protegía la base. El radar antiaéreo/antimisiles


instalado no detectó su presencia, por lo que los cañones automáticos antiaéreos sólo pudieron
disparar andanadas ciegas en direcciones extrañas. Cuando éstos fueron destruidos, la alarma
finalmente se disparó, y poco después, la escotilla que conectaba el dosel con la torre de
observación se rompió desde el exterior. Este invadió, y las fuerzas defensivas de la base
recibieron la orden de dirigirse a la torre de observación al recibir la noticia del ataque, donde
se encontraron con él… y fueron masacradas unilateralmente.

Viajaba libremente a través de los estrechos pasillos de la base de la ciudadela, ya que


nadie era capaz de ver su forma. Al darse cuenta de la situación, Vika operó manualmente las
minas de perdigones de la instalación y la despojó con éxito de su camuflaje óptico, revelando
su forma. Dentro de la bandada de Eintagsfliege destruidos apareció la forma de una Legión
negra.

El Tipo de Alta Movilidad: Phönix.

En ese momento, la torre de observación ya había caído. Las fuerzas defensivas de la base
se redujeron a la mitad, y aprovechando el caos resultante, las fuerzas aerotransportadas de la
Legión descendieron sobre el dosel, cuyos cañones automáticos habían sido destruidos, y
comenzaron a invadir las torres de vigilancia.

Al recibir esos informes, Vika ordenó que todos los sectores de superficie y subterráneos,
con la excepción de la sala de mando, fueran abandonados. Los pasillos que conducían a la
superficie fueron bloqueados sistemáticamente a través de mamparas, y todo el personal
superviviente y Feldreβ fueron evacuados a la sala de mando y al octavo hangar
respectivamente, entrando en un estado de guerra prolongada con la unidad de la Legión, que
suprimió y se apoderó del resto de base.

Después de escuchar el resumen de la situación, Shin suspiró.

“Lo que los Sirins encontraron durante nuestra anterior misión de reconocimiento fue un
escuadrón de reconocimiento enemigo… Si hay un camino adecuado para invadir la base de
la Montaña Colmillo del Dragón, significa que también puede servir como un camino de
invasión para ellos. Yo… debería haberlo comprendido. Por no hablar de nuestra situación
actual.”

Una carrera de invasión de un solo soldado sobre la base enemiga, ejecutada mediante el
lanzamiento de los Zentaurs. Era fundamentalmente una táctica imposible. La velocidad de
crucero sería demasiado lenta y los planeadores aumentarían considerablemente la silueta de
la unidad, haciéndola más fácil de detectar. Además, el límite de lanzamiento del Zentaur era
de unas diez toneladas… Lo que significaba que era capaz de lanzar solo minas
autopropulsadas y Ameise, que no podría tomar el control de una base fuertemente protegida.

Pero si los Zentaurs eran para lanzar el Phönix, que era más ligero que el Ameise, que
posee un mayor potencial de combate que el Grauwolf, y empleando el Eintagsfliege para
reflejar todas las ondas de luz y electrónicas… todo eso daría como resultado el ataque
sorpresa perfecto.

Fue un asalto sin precedentes. Sin embargo, toda esta información se conocía de
antemano. Podrían haber predicho esto.

“… Analizar y predecir las tácticas del enemigo es mi… trabajo como comandante.
No deberías dejar que esto te moleste, Shin.”
Una voz fina como una campana de plata se unió a la conversación, y Shin se encontró
jadeando de manera inaudible. Lena. Acababa de escuchar que todos habían evacuado a
tiempo, pero…

“Esto tampoco debería molestarte en este momento, Milizé… Y tengo la sensación


de que esto es algo por lo que ninguno de nosotros podría haber hecho nada. Puede haber
sido técnicamente posible que la Legión hiciera esto, pero esta base no tiene suficiente
valor táctico o estratégico para que la Legión intentase atacarla, y ni Nouzen, ni tú, ni yo
hemos vivido una guerra en la que uno es atacado desde el cielo.”

La Legión no empleó armas aéreas. Y aunque Shin y su grupo, que no conocían nada más
que la guerra contra la Legión, entendían que el cielo podía ser una ruta de invasión, nunca lo
habían percibido realmente como tal. Y aquellos que recordaron una guerra que hizo uso de
armamento aéreo, los soldados regulares, murieron en la guerra.

Después de soltar un solo suspiro, Vika continuó.

“Ahora bien. Como puede oírlos, imagino que comprende algo de la situación, pero
lo explicaré. En primer lugar, es probable que no haya más lanzamientos de tropas
aerotransportadas de la Legión. Nuestra artillería militar aniquiló a los Zentaurs y todos
los demás puntos de lanzamiento posibles están dentro de su alcance. Serían eliminados
tan pronto como tuvieran que lanzar más fuerzas.”

Según las estimaciones del ejército de la Federación, el campo de lanzamiento del Zentaur
era de unos treinta kilómetros, que encajaban en el campo de tiro efectivo de los obuses.

“Lo siguiente es el estado de nuestro ejército. La fuerza de exploración que enviamos


a los territorios de la Legión fue interceptada y aniquilada. Por otro lado, las fuerzas de
la Legión que invadieron nuestros territorios están actualmente estancadas por
divisiones de nuestro cuerpo restante.”

Shin frunció el ceño.

“… ¿Aniquilada?”

Incluso si habían sido complacientes debido a la ventaja de las fuertes instalaciones


defensivas y una posición geográfica ventajosa, seguían siendo los soldados de un ejército que
había hecho retroceder a la Legión durante más de una década. No eran tan débiles como para
ser aniquilados simplemente porque cayeron en una trampa.
“Según la transmisión final que enviaron los comandantes que los encontraron, la
Legión tenía una concentración de tipos de peso pesado escondidos en las profundidades
de sus territorios. Se encontraron con una unidad blindada formada por Löwes y
Dinosaurias.”

Shin cerró los ojos involuntariamente. De todas las cosas Dinosaurias. Este tipo era una
monstruosidad de metal con una torreta de tanque de 155mm inmensamente poderosa y un
marco masivo con un peso de más de cien toneladas, junto con una movilidad irrazonable. Si
se enfrentaran a un grupo de esas máquinas, que ningún Feldreβ en existencia podría igualar…
Shin podía imaginar fácilmente esas fuerzas siendo aplastadas como hormigas.

“Probablemente se mezclaron con las líneas de suministro de la parte trasera y


gradualmente cambiaron de lugar con los tipos ligeros. Lo que significaría que la Legión
ha estado planeando esta operación durante mucho tiempo.”

La habilidad de Shin le permitió rastrear los números y posiciones de la Legión, pero no


distinguir entre sus tipos. Esto significaba que si estaban cambiando sus fuerzas en lo profundo
de los territorios de la Legión bajo la interferencia del Eintagsfliege, sería imposible para él
saberlo.

“El cuartel militar fue informado sobre la situación de la base, y tienen fuerzas de
reserva preparadas para partir en cualquier momento, pero los propios cuerpos también
están rodeados por el enemigo. Aparentemente, les llevará al menos cinco días atravesar
al enemigo y llegar a la base.”

“………”

En otras palabras, la situación era que tanto la Base de la Ciudadela Revich y el Grupo de
Ataque actualmente estaban aislados de sus fuerzas amigas, aislados y rodeados por el
enemigo.

“… También tengo malas noticias de nuestro lado. Las unidades blindadas de la Legión
que aniquilaron a la fuerza de exploración se dirigen hacia Revich. Se estima que su número
es de ocho mil. Lo que queda de la fuerza de exploración está tratando de detenerlos, pero no
durarán mucho. Incluso agregando el tiempo que necesitarían para reagruparse y
reabastecerse… llegarán a la base mañana.”

Vika exhaló un profundo y desagradable suspiro.


“Sí, pensé que este podría ser el caso… Las tendencias de tu habilidad para sofocar
cualquier perspectiva de ilusiones pueden ser desagradables en momentos como este.
Una Cassandra que solo puede hacer profecías siniestras pero precisas solo será recibida
con odio y desprecio.”

“Actualmente las unidades de Legión en la base ascienden aproximadamente a mil…”

“Suficiente.”

Shin ignoró la súplica abatida de Vika y continuó.

“Creo que la mayoría de ellas son minas autopropulsadas, pero… ¿qué más había? ¿Sólo
Ameise?”

Esos eran los únicos tipos en los que habían visto ser lanzados.

“En cuanto a lo que pueden ver las cámaras que aún funcionan, sí… Pero hemos
confirmado que también se lanzaron en múltiples contenedores con amortiguación de
impactos. Ahora mismo no sabemos qué contienen. Si se nos permite ser optimistas, son
solo municiones y paquetes de energía.”

“¿Hay alguna manera de enviar exploradores…?”

“Lo siento. Los sectores subterráneos superiores están bajo la vigilancia de la


Legión, y cualquier explorador sería eliminado antes de que pudiera llegar a la
superficie.”

“¿Cuánto tiempo hasta que rompan las particiones de la sala de mando?”

“Puede que sean viejas, pero todavía están hechas para el asedio. No tienes nada de
qué preocuparte… es lo que me gustaría decir, pero de momento solo podemos esperar.”

“Tenemos el escuadrón de Brísingamen y los cuatro escuadrones liderados por el


Teniente Primero Shuga con nosotros. Deberían poder mantener el fuerte… No te
preocupes.”

Escuchar a Lena preocuparse por él cuando no estaba en posición de preocuparse por


nadie más le pareció extraño a Shin. Ella y los demás en la base eran los que estaban en mayor
peligro en este momento.

“Entiendo la situación… Entonces, ¿qué hacemos?”


Vika se burló.

“¿No es obvio…? Solo hay una cosa que hacer.”

Shin sintió una fría sonrisa brotar del otro lado de la Resonancia. Una sonrisa ligeramente
amarga, mezclada con miedo y ferocidad a partes iguales.

“Empezaremos una batalla de asedio.”

Debido a la naturaleza de la unidad acorazada del Grupo de Ataque de ser una unidad de
despliegue y a que la mayoría de sus combatientes eran Ochenta y Seis que estaban
familiarizados con la lucha sólo en una fuerza del tamaño de un escuadrón, se dividió en una
estructura especial de catorce batallones, formados por escuadrones como sus unidades
básicas.

Los capitanes de batallón eran, excluyendo a Shin, que ejercía de comandante total, los
catorce miembros más veteranos, incluidos los oficiales de menor rango del escuadrón
Spearhead y Bernholdt, el suboficial más veterano. El representante de los Sirin era Lerche, y
al otro lado de la Resonancia estaban Lena, Vika y Raiden. Los capitanes del batallón habían
acampado en un bosque con vistas a la Base de la Ciudadela de Revich y se encontraban en el
contenedor de un vehículo blindado, que servía de improvisada sala de conferencias.

En retrospectiva, Shin se dio cuenta de que el hecho de que Anju y Dustin se quedaran
varado hace tres días había sido un golpe de suerte para ellos. La búsqueda de los dos había
retrasado su tiempo de mantenimiento y, por tanto, su salida se había pospuesto desde primera
hora de la mañana. Si eso no hubiera ocurrido, el grupo de Raiden habría abandonado la base
antes del ataque de la Legión, lo que habría dificultado la defensa del bando que permanecía
asediado. Además, el hecho de que se dieran cuenta de la trampa les había permitido desactivar
las otras antes de tiempo y evitar que su camino de retirada se desmoronara tras ellos.

Shin miró un mapa del campo de batalla colocado en una mesa plegable y superpuesto
con una cubierta transparente, que detallaba tanto sus posiciones como las del enemigo,
mientras el capitán del cuarto escuadrón, el Teniente Segundo Yuuto Crow, susurraba: “…
Esta es la peor situación posible.”
Su base principal había caído y estaban aislados en medio de territorio enemigo. Los
refuerzos amigos llegarían solo en cinco días como mínimo, y los refuerzos del enemigo
llegarían antes que eso…

“Según su reconocimiento, los refuerzos de la Legión ascienden a ocho mil tropas, que
llegarán mañana a más tardar… Lo que significa que mañana estaremos presionados entre las
paredes de la base y dos unidades fuertemente blindadas de ocho mil Löwes y Dinosaurias.”

“Nuestras fuerzas ascienden a seis mil, contando los Alkonosts. Y además de eso, el
Phönix que ni el Capitán Nouzen pudo vencer está ubicado dentro de la base…” El tono de la
Teniente Segunda Reki Michihi estaba plagado de ansiedad reprimida mientras continuaba:
“Ya que nos han vencido en números, debemos evitar luchar contra ellos en dos frentes…
¿Deberíamos ponernos en marcha para enfrentar a las unidades fuertemente blindadas del
enemigo e intentar destruirlas o forzar una retirada?”

“Todo lo contrario, Teniente Segunda Michihi. No podemos concentrarnos en


interceptar las unidades fuertemente blindadas.”

Los ojos de Michihi se agrandaron ante la respuesta de Lena desde más allá de la
Resonancia.

“Derrotar a los refuerzos del enemigo no tendría sentido si nuestro objetivo es


superar esta situación. Contribuiría poco a nuestro objetivo de romper el asedio del
enemigo. No solo estaríamos reduciendo nuestras fuerzas en vano… también incitaría a
la Legión a enviar más fuerzas.”

Rito frunció el ceño.

“¿Nuestro objetivo…? ¿No deberíamos simplemente derrotar a la Legión, y eso es


todo…?”

“No. El objetivo del enemigo es ocupar la Base de la Ciudadela Revich, y es por esta
razón que están cerrando los alrededores y enviando refuerzos. En cuyo caso, nuestro
objetivo debería ser evitar eso… En otras palabras, retomar la ciudadela.”

Theo habló, y la sensación de él inclinando la cabeza con curiosidad se transmitió a través de


la Resonancia.
“Entonces… ¿nos estás diciendo que ataquemos la base, Lena?”

“Precisamente, Teniente Segundo Rikka… Pero en esta situación, solo hay una estrategia
básica de asedio que podemos adoptar.”

Básicamente hablando, en las batallas de asedio, el bando que tenía el castillo tenía la
ventaja. Las fortalezas eran instalaciones militares construidas y diseñadas para evitar la
infiltración de un enemigo. Fueron construidas meticulosamente en campos de batalla
específicos que pondrían en ventaja al bando sitiado. Los muros del castillo fueron un ejemplo,
ya que desviaron las flechas enemigas mientras estaban equipados con muchos dispositivos y
esquemas para permitir que el lado que sostenía el fuerte lloviera fuego concentrado sobre el
enemigo.

Esto significaba que el bando que realizaba el asedio tenía que adoptar tácticas que
ignoraban los muros. Como esquemas que llevaron a la fuerza de ocupación a salir. O tácticas
de hambre, aunque a menudo ponen en desventaja al bando que mantiene el asedio si el otro
bando tiene almacenes de mercancías dentro. Otras tácticas incluyeron la destrucción de las
paredes, la excavación de túneles para quemar las murallas y el uso de arietes y trabuquetes
de contrapeso para aplastar las paredes.

Pero ninguna de estas tácticas era viable en esta batalla, y la Legión fue inmune a toda
negociación e intimidación. Ignorarían cualquier provocación y nunca sucumbirían al
cansancio de la guerra. Dado que ninguno de los bandos tenía una línea de suministro para
respaldarlo, depender del desgaste sería un arma de doble filo y, de todos modos, no tenían
tiempo para hacerlo. Finalmente, excavar su camino a través de una base protegida por granito,
y colocada en la cima de un acantilado, fue imposible.

Y con todo eso en mente, solo quedaba un método. Al captar lo que Lena estaba a punto
de decir, Shin respondió con una voz un poco rígida:

“… Tenemos que cargar contra el fuerte.”

Abriéndose paso a través de las murallas. Subiendo por las paredes como hormigas
cargando una fuente de alimento. La táctica más fácil, más utilizada… más torpe, que se
cobraría el mayor número de vidas.

“Sí… voy a hacer que escales un acantilado de cien metros y paredes de veinte metros de
altura.”
Un pesado silencio se apoderó por un momento de la improvisada sala de conferencias. Tanto
los modelos de la República como los de la Federación, los Juggernauts de los Ochenta y Seis
estaban destinados a la batalla en zonas urbanas o forestales. Estaban acostumbrados a los
movimientos verticales mediante anclajes de alambre. Pero… un ascenso de más de cien
metros. Ni siquiera un Juggernaut sería capaz de subir esa distancia de un tirón, especialmente
cuando estaba expuesto al fuego enemigo y a las minas autopropulsadas que les atacaban en
la subida.

“Eso será…”

“Difícil. Tendremos pérdidas considerables.”

Un Rito de rostro ceniciento gimió, y Yuuto estuvo de acuerdo con una expresión severa.
Luego Raiden dijo con calma desde más allá de la Resonancia:

“¿Qué tal si te olvidas de la base y te retiras?”

“Eso ni siquiera es una opción a contemplar. Incluso si nos retiramos, no tenemos los
suministros para reagruparnos con la fuerza principal.”

Shin detuvo su propuesta. Ese intercambio de preguntas y respuestas estaba destinado a


informar a los Procesadores de la situación. Los Ochenta y Seis lucharon en un entorno inusual
para los soldados, y el concepto de líneas de comunicación y suministro les era desconocido.
No tenían ninguna experiencia en marchar a través de la batalla durante días. Nada bueno
resultaría de tenerlos luchando sin entender por qué necesitaban retomar la base de la
ciudadela.

Shin ignoró la intención oculta detrás de esa pregunta. En caso de que pudieran abandonar
la base. Pero nunca harían eso, no importa qué.

“Haremos de retomar la base nuestra prioridad y ganaremos tiempo contra las unidades
de la Legión fuertemente blindadas con tácticas de estancamiento. ¿Está bien, Coronel?”

Tácticas de estancamiento. Una estrategia que consistía en impedir el avance del enemigo
evitando el conflicto directo y ralentizando su movimiento. Dado que se basaba en ataques
repetidos de golpe y fuga, requería una gran distancia entre el enemigo y el objetivo que
defenderían, pero según la posición actual de los refuerzos enemigos, deberían poder comprar
unos días.
“Sí.”

“Sargento Mayor, estoy poniendo a la mitad de nuestros Juggernauts y el batallón de


artillería bajo su mando. Maneja los refuerzos enemigos, ¿de acuerdo?”

“Sí, pensé que así sería.”

Bernholdt asintió con indiferencia. Los Ochenta y Seis eran técnicamente oficiales y
fueron puestos bajo el mando de un suboficial. Esta era una situación que no sería posible en
un ejército normal, pero desde el inicio los Ochenta y Seis solo vieron las filas como
decoración, y también lo hicieron los mercenarios. Los capitanes de escuadrón reunidos
tampoco pusieron objeciones.

“Cinco días. Trate de ganar tiempo hasta que lleguen refuerzos y nada más. Ni siquiera
pienses en intentar eliminarlos.”

“Eso no hace falta decirlo, jefe… Ustedes no se maten por apresurarse como idiotas. De
lo contrario, nos sentiríamos como unos imbéciles por protegerte.”

Quizás fue por la naturaleza de la situación en la que se encontraban por lo que Bernholdt
se permitió decir eso. Shin se encogió de hombros ante el suboficial veterano, que había hecho
una broma que rayaba en lo irrespetuoso, y movió su mirada hacia los otros capitanes de
escuadrón.

“Los Juggernauts y Alkonosts restantes participarán en la recuperación de la base…


Nuestro lado no puede permitir que esto dure cinco días. Tenemos que recuperar esa base antes
de que la gente de la sala de mando sea aniquilada.”

Con los detalles de la operación decididos, tanto el grupo de Lena dentro de la ciudadela como
el Grupo de Ataque afuera se pusieron a trabajar. Teniendo en cuenta los turnos nocturnos, el
personal de comando de la base se mezcló con el equipo de control de Vanadis. Los Handlers
Resonaron con sus Sirins en la sala de control, y los soldados supervivientes se dispusieron a
asegurar los pasillos. El grupo de Raiden estaba en espera en el hangar, que era la ruta de
invasión más grande y probable.

Grethe Resonó desde la capital, informándoles que se habían hecho preparativos para
enviar las fuerzas de reserva.
“La Legión ha comenzado a acercarse desde todas partes en el segundo frente sur,
que es donde están todos. Su Majestad y el príncipe heredero han decidido que esta no
es una situación en la que puedan permitirse ser tacaños con las reservas.”

“Gracias, Coronel Wenzel.”

“… Apreciamos el mensaje, pero… me aseguraré de regañar a Padre y al Hermano Zafar


por utilizar oficiales militares de otro país como sus lacayos sólo porque están ocupados,
Coronel.”

Afuera, los Juggernauts habían comenzado a moverse, ya sea para interceptar las unidades
fuertemente blindadas o para rodear la base. Con los hierros de trepar sujetos a sus pies
agregando un sonido distintivo a sus pasos como telón de fondo, Shin dijo:

“Coronel Milizé. Vika. ¿Puedo dejarles el mando de toda la fuerza? Solo conozco
algunas estrategias cuando se trata de batallas de asedio. Probablemente esté más allá
de mí, para ser honesto.”

“… Sí, ahora que lo pienso estudiaste en la academia de oficiales especiales. Un oficial


ascendido rápidamente no lo sabría.”

Mientras Vika hablaba, abandonó el depósito de municiones de la sala de mando,


comprobando el funcionamiento de un arma de fuego pesada con forma de lanza con
movimientos practicados. A Lena se le ocurrió que la realeza de Idinarohk realmente era un
linaje militarista. Era un cañón estriado antitanque de 20mm, una de las armas antitanques más
antiguas para uso de infantería, equipada con grandes cantidades de propulsor y un cañón largo
para otorgar a sus ojivas la velocidad supersónica necesaria para penetrar el blindaje. Fue
descartado debido al fortalecimiento del blindaje de los tanques y la introducción de rifles sin
retroceso más ligeros y/o más potentes.

Pero a diferencia de dichos rifles sin retroceso, que no podían usarse en espacios
confinados incapaces de acomodar las llamas de varias docenas de metros de largo que
expulsaban, no dispersó nada más que un fuerte estallido. Esta arma todavía se podía usar aquí
en la sala de mando, con sus numerosos pasillos estrechos.

Tras terminar su inspección, Vika entregó dos de estos fusiles de quince kilos a uno de
los guardias reales y siguió hablando mientras le veía llevarlos desde el puesto de mando para
colocarlos en los pasillos.
“Es cierto, puede que haya estudiado en un nivel un poco más sistemático, pero tampoco
tengo experiencia en batallas de asedio. Aunque tengo más experiencia de la que me gustaría
tener cuando se trata de anidar.”

“Si lo ha estudiado en un nivel sistemático, aún sabría más que yo. Tengo experiencia
en mantener posiciones, pero no puedo imaginarme estar del otro lado.”

“Sí, supongo.”

“… Pero...”

Lena notó algo y separó los labios para hablar. Si incluso Shin, quien tenía la mayor
experiencia de todos los Ochenta y Seis, no supiera mucho sobre este tema, eso significaría…

“Si ese es el caso, ¿no significaría eso… que la Legión no sabe cómo luchar dentro de
esta fortaleza?”

Un ojo derecho violeta se volvió en su dirección.

“Sin embargo, incluidos los que están dentro de la ciudadela, se presume que la mayoría
de la Legión son Perros Pastor.”

“Sí. Tipos soldados inteligentes creados mediante la asimilación de las redes neuronales
de los ciudadanos de la República.”

Ciudadanos de la República que no pudieron defenderse y terminaron siendo tomados por


la Legión, reforzando así involuntariamente sus filas.

“Pero eso significaría que los civiles sin experiencia en combate se convertirían en
soldados. Su inteligencia puede ser igual a la del humano promedio, pero si ese es el caso, no
deberían poder realizar correctamente nada que no sepan.”

Los ciudadanos de la República se habían encerrado en una falsa paz, tratando la guerra
que se libraba fuera de los muros como una película en el cine. Incluso la mayoría de los
soldados de la República ni siquiera habían disparado un arma. Y la mayoría de los Pastores
que los dirigían eran probablemente Ochenta y Seis.

La República fue la única nación que dejó cadáveres desatendidos, lo que permitió que se
los recogiera los Cazadores de Cabezas de la Legión. La Federación, el Reino Unido y la
Alianza habían tomado medidas considerables cuando se dieron cuenta de que la Legión estaba
asimilando a sus muertos de guerra.
Para empezar, esos países volcaron toda su fuerza y energía en resistir valientemente a la
Legión, incluso fuera de la batalla, y se llevaron los cadáveres y los heridos a toda costa. Era
fácil imaginar, pues, que los Ochenta y Seis, que nunca recibieron ayuda y carecían de mano
de obra, y a los que se les había prohibido recoger sus cadáveres, eran el ingrediente clave para
producir Ovejas Negras y Pastores.

Y estos Ochenta y Seis eran niños soldados que nunca habían recibido una educación
elemental, por no hablar de la formación de un soldado. Por muy rica que fuera su experiencia
en el campo, no tendrían ningún conocimiento de asedio. Y lo mismo ocurría con la Legión
en su estado natural, que sólo eran soldados que obedecían las órdenes del Imperio. Podrían
haber reunido y analizado once años de experiencia en combate, pero no serían capaces de
analizar una forma de combate que nunca habían experimentado.

Y la batalla de asedio era una táctica militar que no se había empleado en más de un siglo,
con el crecimiento de la artillería de largo alcance y la introducción de armas
aerotransportadas. Solo se registraría como conocimiento de algo que alguna vez existió.

“… Ya veo. Entonces, en términos de conocimiento, todavía tenemos la ventaja.”

Entrecerró los ojos en la oscuridad y esbozó una sonrisa macabra. La sonrisa complacida
de un tirano despótico.

“Puede ser una oportunidad de oro para enseñar a estos ciudadanos comunes y pacíficos
la vileza inherente que pueden tener los comandantes. En cuyo caso, déjame el desagradable
trabajo de comandar la defensa de la sala de mando… Milizé, tú tomas el mando del asedio
de afuera. Te transferiré todos los privilegios de mando sobre los Sirins.”

“Correcto. Capitán Nouzen, ya lo escuchaste.”

“Roger… Muchas gracias.”

Luego Grethe dijo: “Podemos manejar simulaciones e investigaciones de este lado, así
que envíenos cualquier consulta que necesiten… Y también…” Ella pareció dudar antes
de volver a hablar.

“Un mensaje de Su Majestad… No hay necesidad de rescatar al Príncipe Viktor. Si


tuvieran que abandonarlo, no se responsabilizará a la Federación ni al Grupo de
Ataque…”
Lena se quedó momentáneamente conmocionada. Imposible. Su Majestad… es decir, el
rey, era el padre de Vika. Vika, por otro lado, se encogió de hombros como si esto fuera obvio.

“Tiene sentido que dijera eso. Soy un soldado y este es el campo de batalla del Reino
Unido. Si él te hiciera responsable, sería el hazmerreír de las generaciones venideras.”

“Creo que esto es un poco extraño.” Dijo Annette mientras Grethe apagaba el Para-RAID.
Estaban en una habitación del castillo real de Roa Gracia. Era tan extravagante y cómodo que
les hizo sentir culpables estar allí mientras Lena y los demás estaban en medio de una crisis.

“Dejando a un lado su objetivo, consiguieron localizar y atacar de nuevo al Grupo de


Ataque.” Continuó Annette. “Parece que están leyendo nuestros movimientos demasiado
bien.”

Grethe asintió. La Base de la Ciudadela Revich era un punto de observación avanzado del
Reino Unido que dominaba las tierras bajas. No tenía ningún valor que justificara que la
Legión lo atacara. En cuyo caso, su objetivo aquí era el Grupo de Ataque, pero eso era extraño
en sí mismo.

“¿Cuáles son las probabilidades de que se intercepte el Para-RAID?” Preguntó Grethe a


Annette en voz baja.

“De mínima a ninguna… No puedo decir que sea imposible que la Legión Resuene, dado
que los Sirins, que también están hechos con copias de redes neuronales humanas, sí pueden.
Pero debes tener tu configuración alineada con la Resonancia con un objetivo en particular.”

“¿Quizás la Legión pueda rastrear la ubicación del capitán, al igual que él puede escuchar
sus voces?”

“Eso es desconocido en este momento… Pero hay una explicación más simple.”

“Sí.”

Grethe exhaló un único suspiro cargado de depresión y frialdad de soldado.

“No podemos descartar la opción… que alguien haya estado filtrando información dentro
del ejército de la Federación.”
Lena entró en la habitación que le había sido asignada como vivienda y, después de
desabrocharse la blusa y las medias, miró la cosa que tenía en las manos. La Cigarra. El
Dispositivo de Apoyo al Pensamiento que Vika le había dado para aliviar la tensión de Resonar
con más de cien personas. No lo había usado durante la misión de reconocimiento. Era
demasiado corto, y sus únicos objetivos de Resonancia eran los varios capitanes.

Pero esta vez, no podía permitirse el lujo de no usarlo. Necesitaba tener a toda la brigada
bajo su mando, lo que hizo que el número de objetivos de Resonancia fuera mucho mayor.
Con la batalla de asedio predicha para ser particularmente salvaje, si ella se desmayara, no
habría nadie para comandar el Grupo de Ataque en el exterior. Y aunque podría estar dispuesto
a ocupar su lugar, también supondría una tensión considerable para Vika.

Lena se preparó con un “ok” y se recogió el cabello largo, colocando la Cigarra en su


cuello para que entrara en contacto con su dispositivo RAID. Sintió el frío del cristal cuasi-
nervioso contra el calor de su cuerpo y la corriente bioeléctrica corriendo por su piel.

La Cigarra, el Dispositivo de Apoyo al Pensamiento, cobró vida.

Los hilos plateados que formaban el anillo del dispositivo se desplegaron, pasando de un
estado sólido y unificado a lo que parecía nieve luminiscente. Innumerables hilos, como los
hilos de una polilla del gusano de seda o el hilo de una araña, se convirtieron en un torrente de
luz y se arrastraron por la espalda blanca de Lena. Los hilos plateados se iluminaron con una
tenue luz violeta. Se propagaron a una velocidad explosiva, como una maraña de enredaderas
que se extendían rápidamente, arrastrándose y enroscándose sobre sus hombros, espalda y
brazos.

“Ngh…”

Sintió una peculiar sensación de tacto, casi un cosquilleo, sobre su piel. Como si la
acariciaran con la punta de una pluma, como si el dedo de una persona trazara su piel con
suavidad.

“Unf… ¡Ah…!”

Y a medida que los hilos continuaban su auto propagación, se arrastraron por toda ella,
envolviéndola por completo desde el cuello hacia abajo antes de detenerse. El resultado final
fue un atuendo que cubría todo su cuerpo, como una especie de body ajustado. Los hilos de
plata estaban hechos de fibras cuasi-nerviosas con una característica de auto propagación, y
su superficie tenía un aspecto entrelazado, casi orgánico. El dispositivo empleó las corrientes
bioeléctricas del usuario como fuente de energía, formando una red cuasi-nerviosa que cubría
el cuerpo a través de las fibras… un cerebro de cuerpo completo complementario.

Quizás fue parte de la bendición de sus poderes de apoyo, pero cuando abrió los ojos, su
campo de visión se sintió un poco más claro que antes. Lena respiró hondo y levantó la cabeza
en la habitación con poca luz.

Con el grosor adicional del dispositivo envuelto alrededor de ella como un atuendo, Lena no
pudo pasar sus brazos cómodamente por las mangas de su uniforme, y se sintió apretado
alrededor de sus hombros, por lo que se puso solo sus zapatos y regresó al puesto de mando.
El despliegue del dispositivo era más delgado alrededor de sus piernas, que estaban más lejos
de su punto de origen, por lo que eran tan gruesas como sus medias, lo que permitía que sus
piernas encajaran en los zapatos sin problema.

Al escuchar el chasquido de sus tacones, Vika volvió la mirada en su dirección. Frederica,


siendo una chica, cedió su asiento y se situó junto al vicecomandante. Ambos la miraron con
una expresión peculiar y se quedaron en silencio por un momento.

“Sí… Hmm……… Lo siento. Todo esto es mi culpa.”

“¡……!”

Escuchar al príncipe actuar cortésmente solo ahora, después de disculparse tan tarde en el
juego, hizo que Lena lo fulminara con la mirada. Extrañamente, Vika miraba
desesperadamente lejos de ella en un sudor frío.

“Para ser honesto, también le pido a Lerche que lo use, cuando es necesario… Pero hmm,
sí, ya veo. Ahora me doy cuenta de que estaba bien porque ella era mucho más… modesta que
tú…”

“¡¿Que se supone que significa eso?!”

“Estás… muy bien dotada.”

“¡¿Dotada de qué?!”

Incluso Frederica los miró con lástima y expresión complicada.


“Parece que incluso este imbécil está perdido debido a lo… er… tentadora que es esta
apariencia a los ojos de un hombre.”

Trató de elegir sus palabras con cuidado, lo que solo sirvió para sorprender más a Lena.
Se sentía como si le acabaran de decir en su cara que estaba caminando indecentemente.

El Dispositivo de Apoyo al Pensamiento: la Cigarra. Unidad de cálculo tipo body formada


por fibras cuasi nerviosas.

Sin embargo, dado que operaba usando la corriente bioeléctrica del usuario como su
fuente de energía, y dado que las fibras cuasi-nerviosas no tenían medios para mantener su
forma, tenían que desplegarse sobre la piel. Lo que significaba que, además de adherirse a una
forma, el material también tenía que apoyarse contra los tejidos de su cuerpo.
IMAGEN
En otras palabras, tendió a oscilar mucho. Especialmente alrededor del pecho.

Todo el personal de comando miró hacia otro lado de una manera reservada aunque
descarada, con la mirada fija en un joven en particular que tenía los ojos pegados
desesperadamente a la pantalla frente a él.

“… Teniente Segundo Marcel, ¿por qué se niega a mirarme…?”

Y aun así, a pesar de la pregunta de su Coronel, Marcel no apartó los ojos del monitor.

“Coronel, ¿podría por favor no sentenciarme a muerte, ni siquiera indirectamente? Si me


doy la vuelta ahora, seguramente Nouzen me asesinará.”

“¡¿P-Por qué mencionas a Shin…?!”

Escuchar ese nombre solo la hizo sentir más avergonzada, lo que provocó que Lena se
sonrojara profusamente.

“Bueno… ya sabes. De todos modos, intentaremos conseguirle un uniforme más


grande para la próxima operación, Su Majestad.”

Dijo Shiden esto por encima de la Resonancia, su voz no pudo reprimir su simpatía.
Frederica se fue sin decir palabra, solo para regresar con una chaqueta gruesa de hombre de la
Federación de color azul acero, que colocó sobre los hombros de Lena.

Lena se había desconectado durante un tiempo para hacer los preparativos para controlar el
despliegue del escuadrón Spearhead y finalmente se había vuelto a conectar a la Resonancia.

“Todos los miembros del Grupo de Ataque. Pido disculpas por la espera.”

“Está bien… ¿Coronel?”

Shin notó que algo estaba mal y preguntó al respecto. Había cortado la llamada hace más
de diez minutos.

“¿Paso algo?”

“¿Cómo qué?”

Él lo sabía.

“Tu voz… suenas disgustada.”


Su voz de campana de plata era espinosa hasta el punto de que era imposible ocultarlo. Y
su tono sonaba inusualmente seco.

“No es nada.”

Entonces sucedió algo. Le preguntaría a alguien después de la batalla. Probablemente


Frederica o Marcel. No sabía qué era, pero pensó que preguntarle a Lena sería una mala idea.

Luego Lerche informó, con un tono de disculpa extraño en su voz:

“… Sir Reaper. Nosotros, er, terminamos de desplegar los Alkonosts, así que…”

“¿…? Roger. Coronel, el Grupo de Ataque está desplegado y listo para funcionar.”

“Buen trabajo. Permanezcan en espera hasta recibir nuevos órdenes.”

Con un suspiro, Lena pareció haberse recuperado. Esa voz de campana de plata
usualmente refinada todavía tenía un toque de agitación. Algo en él se sintió inquieto y
avergonzado esta vez. Las emociones que se transmitían se sentían bastante fuertes, lo que
hizo que Shin frunciera el ceño. Hablar a través de la Resonancia transmitía emociones al
mismo nivel que lo haría una conversación cara a cara, y en ese momento, se expresaron de
manera extremadamente vívida.

“¿Acaso…?”

“¡Capitán Nouzen! Espere. Hasta. Recibir. Nuevas. ¡Ordenes!”

“… Sí, señora.”

Pasaba del mediodía y, aunque todavía no había anochecido, la nieve empezó a caer del
cielo oscurecido. Las densas nubes de color plomo, teñidas por el polvo plateado, esparcieron
silenciosamente copos de blanco hacia la tierra.

La Ciudadela Revich yacía más allá del horizonte, dominando todo como el cadáver de
un gigante agachado. El acantilado tenía una diferencia de elevación de tres mil metros en el
peor de los casos y de mil metros en el mejor. Con la incesante nevada, este acantilado ahora
estaba revestido con una gruesa capa de escarcha, con placas de acero que cubrían el pico.

En términos de topografía, el área de la ciudadela era la más alta, mientras que la parte
que daba a las zonas en disputa del sur… en otras palabras, el bosque de coníferas en el que
Shin y su grupo se encontraban actualmente, era más un descenso suave.
El bosque probablemente había sido cortado para ayudar a interceptar los ataques desde
arriba, y la zona que se extendía en un diámetro de varios kilómetros alrededor de la base era
una llanura anormalmente desprovista de superficies que pudieran servir de cobertura. El
Grupo de Ataque marcó una montaña rocosa en forma de diamante que se extendía hacia el
norte y el sur como su punto de ataque, debido a su baja diferencia de elevación y a su distancia
relativamente cercana al bosque.

“… Si salimos descuidadamente, seremos blancos fáciles.” Dijo Anju.

“Aun así, no hay ningún otro lugar desde el que podamos salir… Si no fuera ese tipo
de castillo, al menos podríamos llenarlos de proyectiles de artillería.”

El hecho de estar rodeados de muros por todos los lados también significaba que no había
ningún lugar al que huir, lo que los convertía en un objetivo primordial para la supresión de la
superficie, que implicaba la dispersión de proyectiles de alto poder explosivo en una amplia
zona establecida. Pero la fortaleza tenía un grueso dosel de roca formado por la erosión de los
glaciares en la montaña que le servía de defensa natural. Ahora estaba reforzada con pilares
metálicos y servía de sólida defensa contra los bombardeos y las bombas. En ese sentido, tal
vez un ataque de un Morpho o de un avión bombardero que llevara cañones pesados y
supersónicos podría ser capaz de penetrarla, pero un bombardeo mediocre no.

Theo hizo esa broma sabiendo todo eso, pero sus camaradas todavía estaban atrapados
dentro. Y efectivamente, Kurena frunció el ceño.

“¿No está Raiden ahí…? Y, bueno, también estoy preocupada por Lena.”

“Estaba siendo hipotético. Por eso Shin entregó a todos los Juggernauts que usaban
armas de artillería a la unidad de Bernholdt.”

El armamento primario y secundario del Reginleif era intercambiable, y el Grupo de


Ataque contaba con dos batallones de modelos equipados con obuses para uso de artillería.
Ambos fueron enviados para ayudar en las operaciones de bloqueo. Como dijo Theo, no eran
adecuados para este tipo de combate y era mejor que ofrecieran fuego de supresión en el campo
de batalla plagado de Legión pesada.

No había señales del enemigo alrededor de la base y ningún rastro de los susurros de los
fantasmas excepto los Sirins. Mientras escuchaba los gritos de agonía que provenían solo del
interior de la base, es decir, del sector de la superficie, Shin preguntó: “Anju, ¿de alguna
manera podrías disparar esos cohetes a través del espacio entre el dosel y las paredes?”

“Shin, ¿qué?”

“Mmm…”

Mientras Kurena entró en pánico, Anju simplemente respondió con curiosidad.

“Podría asignar los objetivos del misil pero no dirigir su trayectoria. Y las
instalaciones centrales de la base son todas subterráneas, ¿verdad? Incluso suponiendo
que pudiera hacer algo con la Legión en el nivel de la superficie, no puedo alcanzar a los
de los sectores subterráneos.”

“Pensé que si podíamos suprimir la superficie incluso por un corto tiempo, podríamos
ganar tiempo para entrar… Pero supongo que eso está fuera de cuestión.”

“Supongo que, después de todo, no hay otra manera de entrar que escalar…”

Dustin, que había estado escuchando en silencio, luego dijo:

“… Por curiosidad, ¿por qué no podemos subir por la puerta de entrada noroeste?
Nadie lo mencionó en la reunión de estrategia, así que entiendo que no es una buena idea,
pero hay un camino real hacia la base allí. ¿No es mucho más seguro y rápido que escalar
las paredes con anclajes de alambre?”

Shin parpadeó por un momento. Era de sentido común para un Ochenta y Seis, y no
esperaba que le preguntaran sobre eso.

“Porque el enemigo nos estará esperando en la entrada… Y ese camino en particular está
construido para permitir que el lado defensivo haga llover fuego concentrado sobre los
atacantes que suben.”

“… ¿Fuego concentrado? ¡Ah…!”

Se le ocurrió. La entrada noroeste de la Base de la Ciudadela Revich se construyó sobre


una colina innecesariamente enrevesada llena de curvas cerradas. Si intentaran escalarla, se
encontrarían con obstáculos al costado de la carretera y las paredes a ambos lados de la puerta
en forma de abanico. Avanzar por la carretera significaba que no se toparía con ningún
obstáculo, pero también significaba que estarían expuestos a fuego concentrado desde tres
direcciones durante un período prolongado. No solo nunca llegarían a la puerta, sino que las
pérdidas que sufrirían serían absurdas sin nada que mostrar, y el camino de regreso estaría
plagado de los restos de las unidades caídas.

“Pero el interior del fuerte no tiene ese tipo de cañón, y no tienes que ir por el camino
mismo…”

“No hemos confirmado que no lo tenga, y si vamos fuera de la carretera, estará llena de
obstáculos, sin mencionar que si te alejas lo suficiente del pavimento, el lugar probablemente
estará plagado de minas. Y usar el bombardeo para eliminar las minas no es el método más
seguro.”

Las minas tenían la costumbre de explotar antes de ser removidas, y fueron diseñadas
intencionalmente para apuntar a los puntos débiles de un enemigo. Verdaderamente un arma
desagradable. Vika, que aparentemente había estado escuchando, luego dijo con la sonrisa
rencorosa de un tigre irritable:

“Correcto, Nouzen. Tan vicioso como crees que soy… estoy de acuerdo. No solo se
aplica a este castillo, sino que harías bien en evitar atacarlo de frente de forma
imprudente. Las salidas y las carreteras pavimentadas no son necesariamente lugares
que el hombre pueda atravesar.”

Zonas que eran los lugares más eficientes para colocar trampas… y lugares a los que el
enemigo estaría prestando mayor atención.

“Deberías tener cuidado incluso después de entrar. La Legión cortó algunos de ellos,
pero todavía hay algunos mecanismos defensivos activos.”

“… ¿En serio acabas de decir que plantaste minas dentro de tu propio castillo…?”

“Es mejor si las planté a sabiendas, ¿no…? Si crees que estás a salvo de minas o
trampas solo porque te encuentras en el territorio de tu país, puedes terminar
aprendiendo con bastante dolor lo equivocado que estás.”

“…”

El sensor óptico de Sagittarius se volvió hacia el suelo en un gesto visiblemente incómodo.

“Así que no hay forma de entrar más que escalar el acantilado, nos guste o no… Pero
primero, hay una necesidad de reconocimiento. ¿Quién quiere liderar la carga?”

Después de un largo silencio, Vika intervino.


“No me digas que aún no lo entiendes… ¿Te importaría iluminarlos, Lerche?”

Lerche, que había mantenido un reservado silencio hasta ahora, respondió con un toque
de orgullo:

“¿Lo han olvidado, amigos? Los Sirins somos las alas creadas para ese mismo
propósito.”
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******

Un equipo de cuatro Alkonosts salió corriendo del bosque. Se desviaron para crear distancia
entre ellos y el equipo de asedio, pero se alejaron del campamento en línea recta.
Permaneciendo atentos al bombardeo enemigo, se mantuvieron a una distancia de cien metros
entre sí mientras se movían en formación de cuña y continuaban, con el extraño ruido de garras
mecánicas que se clavaban en el hielo acompañando sus pasos.

“… Sir Reaper. Dado que el enlace de datos acaba de establecerse, me he tomado la


libertad de transmitírselo.”

Tras el informe de Lerche, apareció una holo-pantalla en la cabina del Undertaker. Mostró
imágenes de las cámaras de armas de las unidades de reconocimiento, utilizando a Chaika
como retransmisor. Estaban a varios cientos de metros de la ciudadela, y el acantilado
escarpado parecía extenderse hacia los cielos desde su posición ventajosa.

La proximidad a la base hizo que su inexpugnabilidad fuera aún más notable. Un muro de
hielo tenía cien metros de altura, y encima de eso, había otro muro de hormigón armado grueso
cubierto con placas de blindaje. Y lo que es peor, el acantilado se había derrumbado
intencionalmente para crear un arco ligero, lo que hacía imposible escalarlo. Incluso usando
anclajes de alambre, uno no podría subir a la cima de un solo salto.

Pero incluso antes de eso, había un foso seco de diez metros de ancho y veinte metros de
profundidad que rodeaba la cornisa desde todas las direcciones, sin excepción. Los Reginleif
y Alkonosts eran livianos para los estándares de los Feldreβ y podían saltar esa distancia, pero
había una pared sólida de hielo grueso más allá. Si se equivocaran al disparar sus anclajes de
alambre, caerían al fondo del foso, que tenía espinas metálicas afiladas muy juntas, pensadas
como obstáculos antitanque.

“… Sí, pero si disparamos anclas directamente debajo de la pared y las tensamos,


deberíamos poder escalar.” Dijo Theo, viendo las mismas imágenes.

“Pero probablemente lo derribaremos todo si disparamos demasiados, así que sólo


unos pocos podremos subir. Podemos volar los obstáculos antitanques y colarnos por ahí.
Si podemos abrir la puerta, el resto debería poder entrar normalmente…”

La frase se interrumpió. La habilidad de Shin captó los movimientos de una Legión. Al


mirar hacia las paredes, vieron una enorme sombra de color acero que asomaba por las
troneras, que tenían la forma de los dientes de una sierra. Una silueta amenazante, propia de
un arma, y la sombra alargada de un cañón colocado en su espalda.

Lerche dijo: “… Lady Reina, Sir Reaper… Pronto dispararemos contra este cañón.
Necesitamos confirmar su método de ataque y alcance efectivo.”

“Toma todas las precauciones para evitar un impacto directo. No podemos reabastecernos
aquí, por lo que debemos evitar tantas pérdidas como sea posible.”

“Por su voluntad…”

La sombra de color acero se inclinó hacia adelante, apuntando a los Alkonost directamente
debajo de las paredes. El sistema trazó su campo de visión automáticamente y amplió. La
imagen distante de la unidad se hizo clara. Era aproximadamente del mismo tamaño que un
Stier y tenía el marco negro rojizo característico de la Legión. Pero estaba notablemente
desarmado. Su gran cañón fue empujado hacia arriba sobre su fuselaje de cuatro patas, sus
mecanismos expuestos. Desde su parte trasera se extendían un par de partes alargadas en forma
de arado que recordaban la cola de un escorpión.

El rugido del fantasma retumbando en los oídos de Shin dejó en claro que se trataba de
una Legión. Pero en siete años de luchar contra la Legión, Shin nunca antes había visto este
tipo de unidad.

No… Es cierto, como Legión nunca lo había visto, pero había visto esta forma detallada
antes. Un cañón largo con mecanismos imponentes y macizos. El cañón tenía una boca
siniestra y palas traseras para absorber el retroceso durante el fuego de artillería. Nunca había
visto algo así en el Sector Ochenta y Seis, donde no recibían apoyo, pero había visto algo así
en la Federación, donde proporcionar apoyo trasero era un hecho.

Era más grande que el cañón de un tanque o cualquier tipo de rifle. El dios del campo de
batalla, que a pesar de estar ausente de cualquier deseo de matar o voluntad de masacre, sin
saberlo se cobró la mayor cantidad de vidas…

¡Un obús!

“¡Lerche, haz que los Alkonost retrocedan! Eso es un…”

Finalmente, Shin se dio cuenta de por qué la Legión se había tomado la molestia de
agregar contenedores pesados y amortiguados en las unidades que habían lanzado. Después
de acelerar, carecían de movilidad para aterrizar por su cuenta… porque su diseño nunca tuvo
la intención de que estuvieran presentes en las líneas del frente.

“¡Es un Skorpion!”

Un rugido retumbante.

El cañón más grande de la Legión, un obús de 155mm, disparó una descarga contra los
Alkonosts que estaban cerca del foso.

“¡¿Un Skorpion?! ¡¿Estás diciendo que trajeron a uno de sus tipos artillería desde la
retaguardia al frente?!”

Era natural que Lena se sorprendiera lo suficiente como para responder con una pregunta
propia. Los tipo Skorpion, y los obuses en general, tenían una potencia de fuego inigualable
pero al mismo tiempo estaban relativamente indefensos en las líneas del frente. Entonces,
pensar que la Legión los enviaría… y encima mientras atacaban una fortaleza…

“¿Por qué ellos…?”

Vika chasqueó la lengua con fuerza.

“… Así que ese es su juego. Milizé, no dejes que los Alkonosts retrocedan. Los tipos
Skorpion fueron traídos para destruir las particiones de la sala de mando.”

Lena jadeó. Un proyectil altamente explosivo de 155mm tenía suficiente potencia de


fuego para hacer volar un tanque en pedazos si impactaba directamente. Y las sólidas
particiones de mamparo de la sala de mando eventualmente se derrumbarían si se exponían a
fuego concentrado.

Llevaban la mayor potencia de fuego posible contra objetivos fijos y, al mismo tiempo,
eran unidades livianas capaces de ser lanzadas por un Zentaur… que probablemente era la
razón por la que habían sido elegidos. Según los tipos que se había observado catapultar, el
peso máximo que podía lanzar era de diez toneladas.

Los Löwe pesaban cincuenta toneladas y los Dinosauria pesaba al menos cien toneladas…
solo sus barriles superaban el peso permitido. En contraste, el Skorpion tenía una forma
simple. Su peso estaba principalmente en su caparazón, y sus únicos accesorios reales eran sus
patas, por lo que era una de las unidades más ligeras de la Legión. El hecho de que no estuviera
blindado lo hacía extremadamente conveniente en términos del límite de peso.

Lo enviaron porque cumplía con los requisitos. No había rastro de la lógica humana de
mantener su artillería en la parte trasera, donde estaría a salvo. La Legión no rehuyó la
perspectiva de correr a un campo minado para limpiarlo y, a pesar de estar en el mismo campo
de batalla que la humanidad, que eludió el sacrificio de camaradas, actuó con un tipo de lógica
completamente diferente. Lo que los había llevado a este curso de acción.

Era lo mismo.

“… Hacer que los Sirins se acerquen imprudentemente a los tipos Skorpion, con sus
habilidades de supresión de áreas, es…”

“Si no se preocuparan por proteger las paredes, los tipos de Skorpion nos dispararían en
su lugar. En ese caso, necesitamos a la gente de fuera para llamar la atención de la Legión, al
menos hasta cierto punto.”

“…”

Era lo mismo que Lena, quien mandaba a la gente, y Vika, quien mandaba las máquinas,
actuaban con diferentes formas de lógica.

Pero cuando se trataba del campo de batalla, Vika tenía razón. Vacilar ingenuamente al
enfrentarse a la muerte de unos pocos frente a ella solo resultaría en la muerte de todos los que
estaban bajo su mando. Endureciendo su corazón, Lena dio la orden, rezando con todas sus
fuerzas para que su autodesprecio y terror no se transmitieran a Shin y los demás por la
Resonancia.

“A todos los Handlers. Procedan y avancen el segundo escuadrón. Traten de evadir lo más
posible al avanzar y mantengan los cañones del enemigo clavados en la parte superior de las
paredes. No les den ni un momento de ocio.”

“… Entendido. Los Juggernauts también intentarán acortar la distancia.” Respondió Shin,


dirigiendo una mirada amarga a las diezmadas ruinas de los Alkonosts aniquilados por una
andanada de proyectiles de 155mm capaces de barrer un radio de treinta metros. Era imposible
que no entendiera el significado de la dolorosa orden de Lena. Los tipos Skorpion estaban
lejos de ser una elección ideal para defender las murallas. Su alcance de cuarenta kilómetros
era demasiado largo en este escenario, con una gran distancia entre sus miras de acimut e
inclinación; después de todo, nunca fueron diseñados para estar presentes en el frente, y por
eso no eran adecuados para ello.
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Si no los mantenían ocupados, los tipos Skorpion volverían su mirada hacia Lena y los
demás que estaban adentro. Shin volvió su conciencia hacia el capitán del pelotón que había
enviado a las murallas como refuerzos. Una unidad destinada a eliminar a la Legión en las
paredes. Hacer que el enemigo se cubra la cabeza y retroceda, permitiendo que la unidad se
acerque a las paredes.

“… Kurena. ¿Hay algún punto desde el que puedas disparar hacia las paredes?”

Esa pregunta hizo que Kurena se mordiera el labio. Inspeccionó el mapa y encontró uno de los
puntos de francotirador que había anotado. Una repisa ligeramente elevada en el bosque
nevado.

“Unos pocos. Pero…”

Ella había perfeccionado sus habilidades de francotirador por su deseo de ayudar a Shin,
quien se enfrentó al enemigo de frente como vanguardia. Su papel era eliminar a los enemigos
que se interponían en su camino en momentos como ahora. Seguramente necesitaría su ayuda
aquí. Mientras pudiera hacer esto, podría permanecer a su lado en el campo de batalla. Era su
papel y solo suyo; no se lo entregaría a nadie, y ni siquiera Lena podría adelantarla cuando se
tratara de esto.

Y, sin embargo, tenía que hacer este informe. Ella gimió desanimada al ver los sensores
de las nuevas minas de perdigones parpadeando repetidamente en la cornisa, cubiertas por la
nieve ligera. Es probable que los hayan colocado allí para pillarlos desprevenidos cuando
volvieran de la operación de conquista de la Montaña Colmillo del Dragón.

“¡Está plagado de minas…! ¡Colocaron minas antitanque por todas partes!”

El atronador sonido de una explosión que envolvía la cornisa llegó hasta aquí. Raiden miró en
su dirección y habló, ya que los sensores de su Juggernaut no podían captar nada más allá del
muro de hormigón y roca. “Así que la línea defensiva del pasillo se puso a trabajar, ¿eh? Parece
que los chicos están luchando ahí fuera.”

“Bueno, sí, intenta escalar ese acantilado loco. Incluso el Pequeño Reaper va a tener
problemas con eso.”
Estaban en el octavo hangar, en el nivel más bajo de la Base de la Ciudadela Revich. Era
el hangar más grande de la base, un enorme espacio que ocupaba todo ese nivel, con una
anchura y longitud de más de quinientos metros. Era lo suficientemente alto como para
albergar una casa civil y, aparte de la iluminación, las grúas pórtico llenaban el techo, rodeadas
de pasarelas. Los Juggernauts formaron una barricada con contenedores vacíos y se
escondieron en su sombra con Wehrwolf a la cabeza.

Mirando a través de su sensor óptico, observó la entrada que conducía al ascensor, que en
ese momento tenía su persiana anti fuego bajada, con el violento sonido de las explosiones
rugiendo detrás de ella. Era el sonido de la Legión de los niveles inferiores lanzando repetidos
ataques suicidas. La autodestrucción de las minas autopropulsadas y los golpes de los Ameise
empezaron a romper poco a poco la persiana. Había empezado a deformarse y a crujir. Con un
único y potente golpe, la superficie de la persiana se arrugó y se abrió, permitiéndoles echar
un vistazo al grupo de monstruos metálicos que se retorcían en el exterior.

… Ellos vienen.

“… Todas las unidades, quiten los dispositivos de seguridad. Quédese quietos hasta
nuevas órdenes…”

Otra explosión. La persiana fue incapaz de recibir más daño y se rompió


espectacularmente. Una corriente de minas autopropulsadas entremezcladas con Ameise entró
en el hangar, y mientras sus brillantes sensores ópticos se movían de un lado a otro, buscando
en la oscuridad a su presa, Raiden dio la orden.

“¡Fuego!”

En el momento siguiente, una línea de fuego horizontal barrió a la Legión desde su flanco.
El gruñido bajo de un cañón automático y el chirrido de dos ametralladoras pesadas llenaron
el hangar, enviando las piernas cortadas del Ameise y las extremidades desmanteladas de las
unidades voladoras autopropulsadas al aire en bocanadas de humo negro y ráfagas de llamas.

Sin embargo, la segunda oleada estaba demasiado ansiosa por pisotear los cuerpos de sus
camaradas caídos para entrar en el hangar, sin hacer caso de la lluvia de balas. Cerraron la
distancia en los pocos segundos que se detuvo el fuego para evitar que los barriles se
sobrecalentaran, descendiendo sobre los Procesadores mientras pasaban silenciosamente sobre
los restos de sus compañeros.
“Ja, corriendo como hormigas… ¡No dejes pasar ni uno solo! ¡No hay ningún lugar
al que podamos retirarnos, ¿me oyeron?!”

Shiden ladró al escuadrón Brísingamen, que respondió a su vez. Pronto se convirtió en


una batalla caótica, con las armas móviles moviéndose y apuntando a los puntos débiles de las
demás mientras las minas autopropulsadas intentaban interponerse entre ellas. No sólo el
Juggernaut, sino todas las armas terrestres tendían a estar menos blindadas en su superficie, y
en un intento de aprovechar esa debilidad, algunas minas autopropulsadas treparon por las
paredes para alcanzar las pasarelas…

“¡Aquí vienen! ¡Derríbenlos!”

Atravesando el cristal de la sala de espera que da al hangar, el fuego de un rifle de asalto,


puesto a tope, se abalanzó sobre ellos. Los miembros del equipo de mantenimiento del Ochenta
y Seis se dispusieron a eliminar a los que se habían escapado, disparando un fuego concentrado
contra las minas autopropulsadas.

Se habían visto obligados a abandonar las líneas del frente debido a las heridas y el daño
resultante en sus cuerpos, pero originalmente eran combatientes acostumbrados a manejar
armas de fuego… así como al aire del campo de batalla y la sensación de rozar la muerte. Los
Ameise volvieron la mirada hacia ellos de inmediato.

“¡Retírense… retrocedan!”

Un momento después de ese grito y sus fuertes pasos, el fuego de una ametralladora de
14mm barrió la sala de espera. Al momento siguiente, sin embargo, la unidad de Shana,
Melusine, pisoteó el Ameise. Shiden miró alrededor del hangar y escupió: “No parece que
esa cosa, el Phönix, apareció aquí…”

“No es que quisiera que apareciera ahora mismo…”

No hubo registros de batalla con el Phönix en ningún pasillo desde que se apoderó de la
torre de observación. Los mamparos del sector subterráneo se instalaron con trampas de alta
tensión como medida contra ataques de cuchillas de alta frecuencia, y el último avistamiento
fue cuando su cuchilla fue desviada por uno de esos mamparos. Según el reconocimiento de
Shin, definitivamente todavía estaba en algún lugar de la base, pero estaba dañado o en
reparación. O…

“… Es la carta de triunfo de la Legión.”


Dejaron la supresión de la base a los efectivos de bajo rango… y lo mantuvieron oculto
para una batalla donde más se necesitaría.

“Es poderoso, pero insustituible. Probablemente no quieran usarlo en restos como


nosotros.”

Podía atravesar cualquier cosa y disparar a cualquiera, y precisamente por esa razón, era
único en su clase. Lo que significaba que se uniría a la refriega solo cuando una unidad
igualmente única, Shin y Undertaker, pareciera servir como su digno oponente.

Shiden se burló ferozmente.

“Restos, ¿eh? Estoy empezando a querer sacarles esa complacencia, junto con el
resto de sus entrañas.”

“Basta ya… No estamos en situación de buscar peleas con ellos cuando estamos tan cortos
de gente.”

“... Corredor cinco, retrocedan al corredor tres. Acaben con ellos. Treinta segundos después,
vuelvan a entrar para retomar. El Ameise está equipado con ametralladoras pesadas
procedentes del corredor cero. Unidad de artilleros, retírense y proporcionen fuego de
cobertura con rifles antitanque. En el momento en que muestren sus caras, mándenlos a volar.”

Mientras dirigía la acción que tenía lugar a través de múltiples corredores, la rápida
sucesión de órdenes de Vika que resonaban en la sala de mando dejó en claro cuán severa era
la lucha en la línea defensiva. Todos los pasillos que conducían a la sala de mando estaban
sellados por gruesas particiones de tres capas, pero todas se derrumbarían si tuvieran que sufrir
repetidos ataques sin alguien que las defendiera. Como tal, se estaban desarrollando violentas
escaramuzas entre los soldados que estaban frente a las particiones y la Legión ligera que
estaban tratando de mantener a raya.

Las minas de perdigones antipersonal/anti armadura ligera explotó, disparando en


sucesión, y las rugientes explosiones que atravesaban los pasillos sacudieron el aire cuando
los agudos sonidos del fuego de un rifle antitanque de 20mm provenían de otra dirección. Las
imágenes de múltiples pasillos y pantallas de estado variadas aparecieron una tras otra a un
ritmo vertiginoso. Sin dejar de mirar las holo-pantallas desplegadas a su alrededor en un
semicírculo, Vika dirigió un ojo púrpura imperial en dirección a Lena.
“Si una sola mina autopropulsada llega hasta aquí, es un jaque mate para nosotros. Las
ondas de choque llegarían hasta aquí y no tendríamos a dónde correr.”

“Entendido.” Respondió Lena con un pequeño asentimiento.

Los enemigos eran principalmente minas autopropulsadas, pero para la sala de mando,
esos tipos de enemigos eran los más letales. Si un poderoso explosivo estallara en este espacio
cerrado, las ondas de choque rebotarían repetidamente en las paredes y se intensificarían. Las
ondas de choque de tal intensidad destruirían fácilmente los órganos más frágiles dentro del
cuerpo humano, como el cerebro y los intestinos.

En la última operación, Shin había usado al Undertaker como cebo y expuso su propio
cuerpo para derribar al Morpho, pero un paso en falso y habría estado en peligro de muerte
debido a la explosión. Leer el informe de sus acciones en esa batalla había hecho que Lena se
estremeciera de terror, incluso si hubiera sido su única opción y hubiera habido una cobertura
para desviar y disminuir las ondas de choque.

“¿Existe alguna posibilidad de que las minas autopropulsadas de tipo infante se cuelen
por los conductos de ventilación?"

Los conductos eran una parte indispensable de la instalación, destinados a asegurarse de


que las personas en el interior no se asfixiaran, pero al mismo tiempo, eran caminos que
conectaban directamente con el exterior y eran una forma válida de entrar durante una batalla
de asedio.

“¿La posibilidad de que un infante lleve fuego griego…? Desde que se construyó esta
fortaleza, los únicos lugares lo suficientemente grandes para que un humano pasara, ya sea un
niño o no, eran las habitaciones y los pasillos. Los interiores de los conductos son una
colección de tubos metálicos estrechos y delgados. Ni un solo Eintagsfliege podría
atravesarlos.”

Por cierto, el fuego griego era una especie de líquido incendiario de la Edad Media que
utilizaba la nafta como principal fuente de combustible. Gracias a sus propiedades de no
extinguirse fácilmente con el agua, se usaba a menudo para combates navales y batallas de
asedio. Sin embargo, planteaba la pregunta de si la casa real de Idinarohk había logrado
comprar suficiente ira de los plebeyos como para preocuparse por la posibilidad de que un
niño llevara fuego griego.
Una explosión sonó desde lejos, haciendo que el aire del puesto de mando temblara
levemente. Uno de los códigos que significaban una mina de perdigones se oscureció en una
de las holo-pantallas de Vika. El lugar en el que se disparó fue un corredor extrañamente bien
vigilado pero consistentemente amplio, lo que facilitó el ataque. Sin embargo, era un corredor
falso y no conducía a ninguna parte. Los seres humanos a menudo preferían atacar los puntos
débiles y tenían la tendencia a asociar ubicaciones altamente protegidas con puntos críticos
importantes. La trampa se había preparado para aprovechar este aspecto de la psicología
humana y controlar las acciones del enemigo, y la Legión también parecía haber caído en la
trampa.

Vika simplemente lo miró con una mirada y se burló. Había innumerables trampas de este
tipo esparcidas por toda la sala. Pero incluso estas defensas se estaban agotando y
consumiendo minuto a minuto.

“Una persona siempre será una molestia para otra, solo por el hecho de vivir. Eso es cierto
para todos, no importa cuán honrados sean… Por eso, nunca es mala idea estar preparado. No
importa los rencores que pueda terminar comprándote.”

Cuando se puso el sol, un viento con nieve comenzó a soplar, ofuscando el campo de visión
de uno con una tenue cortina blanca. Incluso los sensores compuestos del Ameise se vieron
un poco obstaculizados por él, por lo que su disparo, junto con el de los tipo Skorpion, se
volvió significativamente menos preciso, lo que facilita el acercamiento a las paredes. Pero,
por otro lado, la nieve mordaz también actuó contra los Juggernauts, haciéndolos tropezar con
los tocones que cubrían el área deforestada. Cada vez más vehículos se volvieron incapaces
de moverse.

Intentaron tomar represalias contra el fuego de obús sin obstáculos que llovía sobre ellos
en diagonal y horizontalmente disparando desde debajo de las paredes, pero las torretas de
tanques de 88mm y los cañones de 105mm fueron obstaculizados por los parapetos dentados
de las paredes y casi nunca acertaron. Potentes parapetos, reforzados por placas blindadas
fabricadas específicamente. Obstaculizaron la línea de fuego por encima de las paredes de
cualquier daño mientras desviaban sistemáticamente el fuego del lado atacante… una forma
perfecta de defensa del castillo.
Deslizándose a través de la pesada y desordenada línea de fuego, Undertaker finalmente
llegó a la base de la pared. Shin apuñaló los hierros trepadores de sus piernas y el ancla de
alambre en la superficie congelada, enrollando el alambre, forzando a su máquina de diez
toneladas a subir por la pared. Había Legión encima de él, pero la ventisca lo ocultó de la vista.
El Laughing Fox de Theo se unió a él unos momentos después. Los dos lideraban los pelotones
de vanguardia del escuadrón Spearhead.

El pelotón de supresión de superficie de Anju bombardeó un punto diferente en las paredes


para desviar la atención de la Legión de sus camaradas, el rugido de su fuego alejó incluso el
aullido del viento tormentoso. Pero por un momento, el viento amainó y luego volvió a
aumentar de intensidad, haciendo que la cortina de blanco cesara temporalmente.

Su mirada se encontró con una mina autopropulsada que se asomaba a las paredes para
mirar hacia abajo.

“… ¡Aléjate! ¡De lo contrario se aferrarán a nosotros!”

Purgando el cable que no tuvo tiempo de enrollar y recoger, Shin pateó contra la pared y
bailó por el aire. Era una altitud difícil incluso para los amortiguadores altamente eficientes de
los Juggernauts, que estaban hechos para batallas de alta movilidad, pero no tenía otro método
de escape.

Un momento después de saltar, la mina autopropulsada se estrelló ante sus ojos. Se aferró
a una unidad consorte que no logró evadirse a tiempo y se autodestruyó, acabando con
ambos… Un tipo de mina antitanque. Era capaz de soltar un chorro de metal que penetraría
incluso el blindaje superficial superior de un Vánagandr si se aferraba a él. No hace falta decir
que el pobre blindaje del Reginleif fue destruido por completo.

Cambiando su postura en el aire, Undertaker aterrizó sobre sus cuatro patas. Shin no
estaba acostumbrado a maniobrar en un campo de batalla nevado con un equipo único
diseñado para adaptarse a este terreno. El impacto no fue suprimido perfectamente,
transmitiéndose desde sus hierros de escalada a los mecanismos internos del Juggernaut, y un
crujido preocupante resonó a través de la cabina del piloto cuando varias partes se agrietaron.
Se encendió un indicador de advertencia, acompañado de un sonido de alerta irritante. Le
dedicó una mirada a través de los ojos entrecerrados. El mecanismo de la articulación de su
pierna trasera derecha estaba parcialmente dañado… Sin embargo, todavía era capaz de
moverse.
Un Skorpion movió su cañón para perseguirlos, y los Juggernauts que saltaron a un lado
le dispararon sin piedad para mantenerlo bajo control. Dispararon sus monturas traseras de
armas y cañones automáticos sin pausa, sin importarles si los cañones se sobrecalentaban y se
apagaban en bocanadas de humo. Una voz que era demasiado fría y tranquila en contraste, la
voz del Teniente Segundo Yuuto Crow, habló a través de la Resonancia.

“Nouzen, retrocede. Con el estado en el que se encuentra tu vehículo, no puedes


luchar como siempre lo haces.”

“… Pero…”

El vehículo de Yuuto, Verethragna, giró su sensor óptico en su dirección. Si un Juggernaut


pudiera hablar, probablemente tendría una voz plana y mecánica.

“Si mueres, perdemos nuestra capacidad de reconocimiento. Incluso si luego lo


logramos, la ausencia de tus habilidades cuerpo a cuerpo y tu amplia experiencia en
combate nos pondría en una gran desventaja… Retrocede. De momento prioriza el
reconocimiento y el mando.”

Shin contuvo la respiración durante un largo momento. Yuuto tenía razón. Pero incluso si
no estaban haciendo ningún progreso, retirarse al final de la línea en este punto lo irritaba.

“… Roger.”

Lena miró cómo una de las cámaras en el nivel de la superficie fue alcanzada por el fuego de
un obús y quedó fuera de servicio. La mayor parte de la pantalla principal se oscureció. El
metraje de la batalla que rodea los muros, la información meteorológica exterior, los tipos y
números predichos del enemigo. Toda la información sobre lo que sucedió fuera de la base se
oscureció de una vez… La línea de enlace a la circunferencia del dosel en la parte superior de
la base, y las unidades de sensores compuestos instaladas allí, se cortó.

“Circuito de reserva activado… Milizé, tomará un tiempo antes de que se restaure y esté
en línea. Hasta entonces, mantén los informes del exterior…”

“No, está bien. ¡Lo tengo todo memorizado!”

Lena ni siquiera vio a Vika girarse para mirarla con sorpresa. La posición enemiga que
Shin les reveló. Las posiciones de ambos bandos, tal y como se detalla en los informes y
cámaras exteriores hasta ahora. La estructura de la base de la ciudadela y la topografía
circundante. La velocidad del viento y la visibilidad media que afectan la trayectoria de los
proyectiles. Todo eso había sido memorizado en su mente y luego simulado para predecir
cómo se moverían.

Esto fue fácil para Lena, que había comandado escuadrones mientras reconstruía un
campo de batalla que estaba a cien kilómetros de distancia. Pero esto era una brigada… el
número de tropas era de miles. Incluso si los estaba dividiendo en unidades más pequeñas,
requería una gran cantidad de simulaciones… a las que la Cigarra respondió operando con alta
eficiencia. Las innumerables fibras cuasi-nerviosas se iluminaron en púrpura, dibujando
patrones aleatorios en su superficie.

“Escuadrón Scythe, concentren su fuego en la quinta pared del tercer bloque oriental. El
Skorpion debería intentar salir en cuanto termine de recargar. Escuadrón Lycaon, trabajen con
la 1ª Compañía Alkonost y disparen al número siete. La 22ª compañía debe proporcionar fuego
de cobertura. Escuadrón Spearhead, ustedes deben…”

La pantalla principal volvió a la vida parpadeando, mostrando todo tipo de estadísticas.


Echándole un vistazo furtivo para confirmar que su imagen mental del campo de batalla
coincidía con lo que estaba sucediendo, Lena volvió a dar órdenes. No fue una hazaña
imposible, pero incluso sin una concentración o inmersión extremas, reconstruyó y mantuvo
este mapa del campo de batalla en su mente y siguió dando órdenes en sucesión incluso
después de que la pantalla volviera a la vida. Eso fue probablemente gracias a la ayuda de la
Cigarra, pero ella también había permanecido en Resonancia con todo un pelotón al mismo
tiempo. En ese caso…

Fue entonces cuando un destello plateado apareció en su campo de visión.

Todos en el puesto de mando, Lena y Vika incluido, fueron tomados con la guardia baja.
Una mariposa mecánica con alas del tamaño de la mano de un adulto. Un Eintagsfliege. Es
probable que se haya colado antes de que comenzara el bloqueo y que haya vagado por ahí
antes de encontrar el camino hasta aquí. Había cruzado el lecho de roca, que no contaba con
sensores, y desde entonces no tenía forma de acatar las órdenes de su unidad madre. Es
probable que haya llegado hasta aquí a punto de quedarse sin energía.
El Eintagsfliege batió sus alas una vez, como si dudara, identificando la presencia de
hostiles más rápido que el ojo humano. Volaba con sus alas extendidas amenazadoramente
frente a Lena, sus venas aceradas brillaban intensamente.

El Eintagsfliege… El tipo de Legión que interrumpió la radio, la tecnología inalámbrica


y todas las demás formas de comunicación electrónica mediante el uso de poderosas ondas
electromagnéticas. Y si un cuerpo vivo estuviera expuesto a esas ondas a corta distancia,
probablemente provocaría lesiones fatales…

El estridente ruido se intensificó por el momento. Al quemar el aire a su alrededor, el


Eintagsfliege emanó una luz aún más fuerte…

“… ¡Daaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!”

Marcel se puso de pie y derribó el Eintagsfliege con la culata de su rifle de asalto. El


dispositivo, ahora con la forma de una mosca de alas débiles, retrocedió y se estrelló contra el
suelo por ese impacto. Se tambaleó en el suelo en un intento de despegar de nuevo, pero el
mecanismo de sus alas aparentemente estaba dañado.

“… Bien hecho, Teniente Segundo Marcel.” Dijo Vika mientras sacaba un arma y, con
un movimiento fluido, apuntaba y disparaba al Eintagsfliege. Una metralleta de 9mm, que solo
llevaban algunas de las fuerzas especiales del Reino Unido. Su disparo penetró con precisión
en la sección central del Eintagsfliege y lo hizo añicos.

Lena soltó el aliento que inconscientemente había contenido todo el tiempo.

Eso estuvo cerca. Excesivamente cerca.

“Gracias, Teniente Segundo Marcel… Me salvaste la vida.”

Quizás toda la tensión abandonó su cuerpo, porque Marcel estaba aún más pálido que ella.

“No… Uh, yo solo… lo hice. Quiero decir, si no pudiera hacer esto, no podría mirar a
Nouzen a los ojos…”

Suspiró profundamente, echó hacia atrás la silla que había pateado y regresó a su consola
de mando. El perfil de su rostro, mirando a la holopantalla, dejó en claro que ya había
regresado a su mente al campo de batalla. Lena recordó su expediente personal… que antes
de que este joven se convirtiera en oficial de control, había sido un operador de Vánagandr
que había servido en las líneas del frente, pilotando un Feldreβ, pero tuvo que cambiar su rol
debido al daño duradero de una lesión en una pierna.

“… Se acerca el próximo enemigo. Por favor, reanude el comando.”

“… Mierda.”

Todo un pelotón de Sirins desapareció de una vez cuando sus señales Para-RAID
desaparecieron. Al darse cuenta del significado detrás de esa pérdida de señal, un joven
Handler maldijo en voz baja. Una vez conectados, los Sirin no podían cortar la Resonancia
por sí mismos, por lo que solo podía haber una razón por la que la Resonancia se cortaría en
contra de la voluntad del Handler. Las pobres chicas, incapaces de dormir o perder el
conocimiento, habían muerto.

“¡Mierda, mierda, mierda! ¡Esos malditos monstruos inhumanos de los Ochenta y Seis!
Utilizándolas como cebo…”

Para los Handlers del Reino Unido, los Sirin no eran meras armas. Eran socios preciosos
y subordinados de confianza. Algunos incluso los consideraban sus amantes, hermanas
menores o hijas. Estos sentimientos tampoco se limitaron a los Sirin. Los cuidadores de perros
de guerra y drones a menudo desarrollaron empatía y afecto excesivo por sus compañeros. No
eran infrecuentes los casos en los que un Handler al que habían destruido su dron se apresuraba
a vengarse de su pareja.

Y eso era aún más cierto para los Sirin, que tenían personalidades propias, aunque
artificiales, y estaban hechas con la forma de chicas inocentes. Y esos Sirins ahora estaban
siendo consumidos uno tras otro. Con la orden de liderar una carga decisiva bajo un precipicio
de cien metros de altura donde estarían expuestos a fuego concentrado, actuaron como cebo
para ser arrojadas a un lado.

¿Cómo podrían los corazones de sus Handlers no sufrir por ellas? Era natural que los
Handlers sintieran rabia e indignación hacia los Ochenta y Seis, quienes empujaron a los Sirin
hacia adelante para actuar como sus señuelos. Todos los Handlers se sentían así hasta cierto
punto.

Si hubiera sido uno de sus hermanos del norte, todavía habría sido tolerable. Si hubiera
sido uno de la línea de la sangre real, incluso podrían haberlo llamado un honor. Pero ¿tener
un grupo de personas de otra raza, de un país inferior y de una especie inferior que incluso
dejaría a un lado su tierra natal, consumir y llevar a sus amadas Sirins a la destrucción? Eso
llevó a los Handlers a la ira y el resentimiento, mucho más que la muerte de los Sirin.

Lágrimas de rabia y remordimiento corrieron por sus mejillas. Por el bien de esos
extranjeros, esos tontos inferiores… ¿Por esos monstruos…?

“¡Maldita sea!”

“Es suficiente.”

Un solo soldado de mediana edad ya no podía ver esta exhibición. La insignia de rango
en su uniforme morado y negro era la de un capitán… el comandante de todos los Handlers
presentes.

“¡Pero, Capitán!”

“Independientemente de lo que podamos pensar, eso es lo que son esas chicas. Las
personas se han ofrecido como voluntarias para convertirse en esas chicas, sabiendo que las
tratarían así. No es nada por lo que enfadarse… Además…”

Como comandante de los Handlers en esta base, se sintió identificado con la chica oficial
militar de la República que estaba al mando del asedio y, por lo tanto, con su subordinado
directo, el chico que servía como capitán de los Ochenta y Seis. Y cada uno de ellos estaba al
mando de la batalla mientras reprimía el dolor de ver morir a sus compañeros. También les
dolía en el corazón al ver a los Sirins, que ni siquiera eran camaradas para ellos, caer en la
ruina.

No era que no estuvieran tristes por la pérdida… No estaban simplemente viendo cómo
los destruían sin preocuparse.

Y más que nada…

“… También hay Ochenta y Seis muriendo ahí fuera. Para salvar a su comandante y Su
Alteza, así como a nosotros… Odiarlos o resentirlos estaría fuera de lugar.”

La Legión no estaba cayendo en su finta de apuntar a la puerta principal. Kurena había estado
buscando un punto de vista decente para disparar desde debajo del acantilado, pero no había
tenido éxito.
“Tsk…”

Solo cuando se escuchó chasquear la lengua, Shin se dio cuenta de que se estaba
impacientando y negó con la cabeza. Molestarse no lo llevaría a ninguna parte. Solo conduciría
a más muertes. Pero al considerar las bajas acumuladas de Alkonost y Juggernaut y el número
creciente de heridos y muertos… y en contraste directo, la cantidad de municiones cada vez
menor…

Y la parte más frustrante de todo fue que, a pesar de todos esos sacrificios, no habían
avanzado en absoluto. El límite de tiempo se acercaba a ellos por segundo, y con él, una
creciente sensación de frustración brotaba de la boca de su estómago. Los refuerzos del
enemigo se estaban acercando y el número de enemigos dentro de la ciudadela no parecía estar
disminuyendo.

Y fue exactamente porque se dio cuenta, junto con el hecho de que su número estaba
disminuyendo, que Shin pudo sentir que su control sobre su temperamento se volvía
gradualmente más débil. Ni siquiera tenían forma de saber qué estaba pasando en la base, que
estaba fuera de su alcance.

Y parecía que no era el único impactado por la impaciencia.

“¡¿Teniente Segundo Matoba?! ¡Detente! ¡Obedece tus órdenes!”

“¡Pero tenemos que seguir disparando! Tenemos que mantenerlos distraídos, o…


¡¡Gah!!”

Un pelotón había violado las órdenes así como intentado escalar un muro situado en el
extremo sur, sólo para sufrir el fuego de las ametralladoras desde ambos lados y caer. A Shin
le pareció oír el sonido antinatural de cómo aterrizaban sobre los obstáculos antitanques que
no habían sido movidos y eran atravesados.

El escuadrón Thunderbolt se apresuró a atravesar el fuego de Skorpion, sufriendo pérdidas


en el proceso, y se aferró a la pared del acantilado, solo para encontrar a Ameise mirándolos
desde las ranuras de flecha a lo largo del parapeto. Habiendo confirmado las posiciones de los
Juggernauts, los Ameise se retiraron de inmediato solo para aparecer nuevamente, empujando
algo pesado en el proceso. Barriles de tambor, que luego empujaron por el acantilado.

“¿…?”
Los miembros del escuadrón Thunderbolt patearon contra la pared de la roca para evadir
los barriles de tambor, y al momento siguiente, pasaron a través de donde estaba el escuadrón
y se estrellaron. Algunos fueron ensartados por los obstáculos antitanque, y otros se estrellaron
contra el suelo y entre ellos, el impacto los desgarró y arrojó algo… un líquido transparente.

Después de eso, las minas autopropulsadas se precipitaron por las paredes. Cayendo cien
metros de cabeza, hicieron aterrizajes forzosos y se autodestruyeron al chocar contra el suelo.

Una fracción de segundo más tarde, un muro de fuego infernal se elevó hacia el cielo
nevado y opaco, entre el escuadrón y el foso. Las llamas apartaron la nieve a medida que
avanzaban, la corriente ascendente formaba una vorágine de chispas y nieve, elevándose por
el mundo de color plomo con un resplandor rojo brillante.

Incluso Lerche se sentó atónita dentro de Chaika y luego gritó: “¡Trincheras de fuego…!
¡Sacaron la gasolina de los búnkeres de combustible!”

Más barriles de tambor cayeron con golpes sordos. Rebotando contra una esquina de las
paredes, se elevaron sobre el foso mientras lo rociaban con gasolina, intensificando aún más
las llamas. La Legión funcionaba con electricidad y no necesitaba gasolina como recurso. Eran
libres de usarla sin reservas como táctica de pérdida.

Sí, una táctica de pérdida.

Shin negó levemente con la cabeza.

“No podemos atacar por aquí por un tiempo… Usaron una estrategia desagradable contra
nosotros.”

La armadura de los Juggernauts estaba hecha de aleación de aluminio, que era débil al
fuego, al igual que sus cables, que incluían elementos de carbono. Atravesar esas llamas y
trepar por las paredes mientras estaban expuestas al calor era prácticamente imposible.

Llegó un informe de Theo:

“Tenemos un informe de la unidad de reconocimiento. Las otras paredes están en


llamas… Aunque no creo que el fuego dure mucho bajo esta nieve. Supongo que tenemos
que esperar…”

“…”
En términos de juicio racional, esa conclusión era correcta. Pero el tiempo estaba del lado
de la Legión. Los refuerzos del enemigo se acercaban mientras se reducían las defensas de la
ciudadela. Con todo eso en mente, simplemente esperar y perder el tiempo sería una mala
elección…

“… No.”

Chaika, que estaba a su lado, miró hacia el cielo.

“La nieve se hace más fuerte… Esto…”

El cielo nevado se oscureció aún más y los copos de nieve que llenaban el aire se hicieron
más densos. La temperatura decreciente indicó que la puesta del sol se acercaba rápidamente.
Fido remolcó a Juggernauts varados y los restos carbonizados de Alkonosts. Sus paquetes de
energía, municiones y otros consumibles también se habían agotado para nada.

Sus pérdidas fueron así de graves.

“… podría ser todo lo que podamos hacer hoy…”

******

El atardecer.

El Eintagsfliege que cubría el cielo reflejaba los últimos rayos de sol de ese día con sus
alas plateadas, iluminando brillantemente la esfera celestial y la nieve que cubría la tierra. El
mundo brillaba, sus sombras se volvían cada vez más oscuras.

Un retrato pintoresco de la locura, sin un alma en el campo de batalla que tenga tiempo
para verlo.

******

Con la puesta de sol, los combates dentro y fuera de la base cesaron. Confirmando la
información en las holo-pantallas, Vika suspiró una vez y dijo. “Milizé, transfiéreme el mando
del Grupo de Ataque por un tiempo. Descansa un poco.”

Dejar el puesto de mando vacante de un comandante no era una opción durante el


combate. Ese fue el razonamiento detrás de las instrucciones de Vika, pero Lena negó con la
cabeza con seriedad.

“No. Descansa primero, Vika.”


“¿Tienes la intención de tomar el mando de una batalla defensiva cuando estás fatigada?
Tienes mucha menos resistencia que yo. Así que debes descansar primero… Tienes bolsas
debajo de los ojos y estás pálida.”

Las llamas de la trinchera de fuego eventualmente sucumbieron a la nieve, extinguiéndose


sobre las rocas una vez que no quedó nada para servir como combustible. En ese momento, el
dominio sobre el campo de batalla se había trasladado a la nieve que todo lo consumía. No se
trataba simplemente de caer pesadamente; el viento glacial la soplaba casi verticalmente,
formando una cortina blanca que cubría el campo de visión del escuadrón Spearhead. Fue una
tormenta de nieve feroz, como si los propios cielos conspiraran contra ellos.

Avanzar era difícil, por supuesto, y el modo de visión nocturna de sus sensores ópticos y
el radar eran ineficaces con este tiempo. Incluso la retícula de puntería de su sistema de control
de armas estaba borrada por la nieve blanca, y como no podían ver al enemigo si se topaban
con él, y el reconocimiento de Shin por sí solo no era capaz de guiar a todos los Juggernauts
por delante, tuvieron que estar de acuerdo con la afirmación de Lerche de que sería imposible
seguir luchando ese día. Sus Juggernauts y Alkonosts también necesitaban mantenimiento
después de medio día de vigoroso esfuerzo.

Acamparon entre los árboles del bosque de coníferas, donde la ventisca era menos feroz.
Dejando a Undertaker con el equipo de mantenimiento que los recibió, Shin exhaló un solo
suspiro en la noche fría y nevada. Michihi se acercó a él, la nieve crujiendo bajo sus pies
mientras se acercaba. Ella era una Orienta, al igual que Kaie… la sangre del este del continente
corría por sus venas. Era una chica menuda de piel marfil y cabello negro teñido de castaño.

“Capitán Nouzen, señor, las articulaciones podrían congelarse y el voltaje de la energía


auxiliar podría caer, por lo que cualquier Juggernaut que no esté en espera debería trasladarse
a los contenedores. Los que están en espera se están calentando con fuegos.”

Mientras la miraba, Michihi continuó con una sonrisa cargada de fatiga.

“Soy del frente norte, así que estoy acostumbrado a pelear en la nieve… ¡También
tenemos otras personas que sirvieron en el norte, así que pensamos que podríamos aprobar
todas las contramedidas!”

“… Gracias. Pero no te excedas. Descansa para mañana.”


“Sí, señor. Usted también, Capitán.”

Michihi agitó la mano y se alejó. Al verla marchar, Shin también se alejó. Un grupo de
carroñeros liderados por Fido regresó, transportando los restos recuperados de Juggernauts
destruidos. Los médicos de combate abrieron las marquesinas y sacaron los procesadores,
colocándolos en camillas. Pasando a su lado había equipos de mantenimiento que llevaban
bolsas para cadáveres en equipos de dos con los labios fruncidos. Detrás de la tienda instalada
al lado del vehículo de combate de la unidad de despacho médico, Shin pudo ver una montaña
de bolsas negras apiladas antes de abrir el pesado carro de transporte del escuadrón Spearhead.
Anju, que había regresado antes que él, lo saludó con una sonrisa.

“Buen trabajo hoy. Kurena debería volver de inspeccionar la retaguardia en cualquier


momento.”

“Correcto.”

Dentro del vehículo estaban Dustin, Theo y, por alguna razón, Rito, quien estaba allí a
pesar de ser de otro escuadrón. Dustin le entregó a Shin una taza llena de café instantáneo.

“… Mucha gente murió.”

“Nosotros, los procesadores, estamos aún mejor. La mayoría de los Alkonosts murieron
en lugar de nosotros.”

“Y también nos estamos quedando sin munición, paquetes de energía y piezas de


repuesto… No tener una línea de suministro es realmente difícil.”

Kurena regresó, se quitó la nieve de su cabello castaño rojizo y se sentó con ellos después
de aceptar una taza humeante de un Sirin que se acercó a ella.

“Los tipo Skorpion se retiraron de las paredes. De acuerdo con lo que dice el príncipe,
están siendo atendidos por una máquina extraña en el nivel de la superficie. En este momento,
solo hay minas autopropulsadas en las paredes. De hecho, es bastante divertido… con toda la
nieve amontonada sobre ellos, parecen muñecos de nieve.”

Dijo esto sin una pizca de diversión en su voz. Shin la miró, notando su mal humor por la
sensación de urgencia producida por una mezcla de fatiga y un día sin ningún progreso.

“Están dando mantenimiento a los barriles de los tipos Skorpion… supongo.”

“Probablemente.”
Quizás por eso la Legión había recurrido al fuego de trincheras para detenerlos. Los
obuses eran capaces de disparar horizontalmente, pero normalmente se disparaban hacia arriba
en un ángulo alto. A medida que aumentaba el peso de los proyectiles y la cantidad de pólvora,
aumentaba la tensión en el cañón. Los tipos Skorpion probablemente se vieron empujados a
una situación en la que requerían mantenimiento después de una escaramuza de un día
completo.

Al ver la escena afuera, Kurena se encogió de hombros.

“Ese Sirin acaba de decir que si damos la orden, seguirán solos. Que aceptarían el honor
de morir si eso significaba salvar una vida.”

Un leve pero notable tinte de disgusto llenó sus ojos dorados. Los ojos de alguien que
mira algo que no puede comprender.

“Lo siento, pero realmente creo que son espeluznantes… Desde su perspectiva, muchos
de sus camaradas murieron. Sufrieron pérdidas mucho mayores que las de nuestro pueblo.
Pero de alguna manera, todavía pueden sonreír como si nada hubiera pasado.”

Podían ver a innumerables hombres y mujeres jóvenes recibiendo tazas de los Sirins
alrededor del campamento, dando palabras de agradecimiento pero sin mirarlos directamente.
Y las chicas mecánicas no mostraron signos de preocupación, simplemente les dieron sonrisas
mal recibidas a los Procesadores mientras continuaban atendiéndolos.

“Siempre intrépidas, eternamente incansables y sin conocer nunca el dolor, ¿eh…?”

Eran igual que la Legión contra la que lucharon.

“Realmente son muñecas mecánicas… Se rompen, pero nunca mueren. No puedes matar
lo que ya está muerto.”

“Pero…” Dijo Dustin débilmente, lanzando su mirada a su taza. “Se siente mal… Es lo
mismo que cuando teníamos a los Ochenta y Seis ocupándose de toda la lucha.”

Theo arqueó las cejas con molestia.

“¿Entonces estás diciendo que estamos siendo iguales que los cerdos blancos?”

Su tono áspero hizo que Dustin agitara las manos en señal de disculpa.

“¡No, no es eso! Eso no es lo que quise decir. Yo solo…”


Después de que su mirada se moviera por unos momentos, bajó los ojos con aire hosco.

“Yo, um… lo siento.”

“Pero…” Comenzó Rito. “… Realmente se siente como si nos estuviéramos mirando


cuando estábamos en el Sector Ochenta y Seis. Especialmente en la ofensiva a gran escala,
todos murieron… con estrepito… así como así…”

“………”

Al verlo abrazar sus rodillas como un niño pequeño, Shin entrecerró los ojos. Así que por
eso había aparecido.

“¿Te compadeces de ellas?”

“No, no es eso. Quiero decir, es como dijo la Teniente Segunda Kukumila… son
espeluznantes. No son humanos. Realmente no entiendo lo que son, así que tengo miedo…
Pero que se estrellen y mueran así me hace sentir mal.”

Le dio la sensación de que podrían seguir los pasos de los Sirin y morir de la misma
manera mañana. Fue espantoso.

Ese sentimiento, que no se expresó en voz alta, era uno con el que Shin no estaba
familiarizado. Estaba acostumbrado a ver morir a los que estaban a su lado… Había tenido
que acostumbrarse.

“¿Quieres quedarte atrás en la batalla de mañana? Sería mejor si es difícil para ti.”

Si el miedo es tan paralizante… es mejor que estés fuera del campo de batalla. Todo lo
que haría es enviarte rodando a una tumba prematura.

“… No.”

Rito negó con la cabeza con dureza después de un momento de silencio.

“No, está bien. No tenemos suficientes manos como estamos. Y además…”

Rito frunció los labios y continuó, como si tratara de inspirarse, y un poco como si fuera
una maldición.

“… Yo también… yo también soy un Ochenta y Seis.”


Volviendo a su habitación, Lena se quitó la Cigarra y se cambió de nuevo a su uniforme azul
prusiano. Luego tomó el uniforme azul acero que habían arrojado sobre su cama. Frederica
había traído el uniforme de repuesto de alguien. Tenerlo puesto había sido extrañamente
reconfortante, pero una vez que la batalla terminara, tendría que volver con su dueño.
Probablemente no debería dejar ninguna arruga en ella. Con ese pensamiento, trató de doblarlo
con sus manos inexpertas.

Pero a pesar de que era un soldado, durante la mayor parte de su vida, Lena se había puesto
solo la ropa que tenía en su armario. Y cuando volvía a casa, una criada le quitaba el atuendo
y lo cuidaba. Cuando pasó un tiempo defendiendo la República después de su caída, Lena no
tuvo más remedio que aprender a atender sus propias necesidades hasta cierto punto, pero
doblar la ropa todavía no había sido una preocupación para ella en ese momento.

Especialmente cuando se trata de una chaqueta de hombre.

Después de que Lena tanteara durante un rato, Frederica, que la había vigilado, suspiró y
se lo arrebató de las manos. Dado que el número de personas en el puesto de mando era
actualmente mayor que su capacidad prevista, el exceso de personal tenía que compartir
habitaciones para poder acomodar a todos.

“Dámelo. Eres completamente exasperante cuando se trata de las tareas del hogar, ¿no es
así?”

“… Gracias, ayudante Rosenfort.”

“Ese título es molesto. Simplemente llámame Frederica, Vladilena.”

Frederica dobló el abrigo de una manera inesperadamente enérgica y práctica. Por lo que
Shin había dicho sobre ella, Frederica era tan hábil en la cocina como Lena, pero
aparentemente ese no era el caso cuando se trataba de limpiar.

“… Eres buena en esto.”

“Después de todo, parte del papel de un Mascot es funcionar como sirviente. Aunque
todavía no me dejan tocar la plancha de ropa, alegando que es demasiado peligrosa.”

Después de hacer una pausa para pensar, dejó la chaqueta doblada sobre el escritorio y
miró a Lena con una mirada de reojo.
“Te dijeron que descansaras, ¿no? Mira, nos he traído comida, así que siéntate y tómate
un descanso.”

“Pero…”

Frederica hizo una expresión verdaderamente desagradable.

“Realmente eres lenta para entender, chica irritante, ¿no es así…? Los de afuera también
están descansando en este momento. Habla con Shinei por un momento, incluso si todo lo que
pueden intercambiar es solo una palabra o dos.”

Probablemente no durarían los cinco días hasta que llegara la ayuda. A lo sumo, podrían durar
otros dos. Agobiado por el agotamiento y la impaciencia, Shin dejó el contenedor después de
concluir su interrogatorio a los comandantes, que estaba lleno de malas noticias, y encontró a
Lerche esperándolo.

“No parece que la nieve vaya a cesar esta noche… Puedes dejarnos la guardia a nosotras.
Todos deberían descansar un poco.”

Mientras le dirigía una mirada interrogativa, Lerche pareció comprender su pregunta.

“No necesitamos descanso, porque somos pájaros mecánicos.”

“Eso podría ser cierto para ti… pero no para sus Handlers.”

“No necesitamos ningún mando sobre nosotras para una mera vigilia nocturna. Y algunos
de los Manejadores se han preparado para una vigilia sin dormir.”

… Como sería natural. En la batalla de asedio, no había garantía de que la noche


significara que cesarían las hostilidades. Aun así, su oferta también fue muy útil para Shin.
Podría luchar sin dormir unos días, pero su eficiencia y juicio se verían afectados por ello. Si
pudiera permitirse descansar, lo haría.

“Gracias… te advertiré si algo cambia.”

Lerche parpadeó una vez.

“Entendido. Dejaré a una de nosotras contigo… Sin embargo…”


La forma en que inclinó la cabeza le pareció a Shin un gesto un poco infantil. Vika a veces
la llamaba niña de siete años, lo que implicaba que había comenzado a operar hace siete años.
Ese gesto inocente se parecía al de un niño de esa edad.

“… Sir Reaper. ¿Quieres insinuar que escuchas sus gritos incluso mientras duermes…?”

“Sí.”

“Es decir…”

Lerche se quedó sin palabras. Y sus ojos verdes tomaron una mirada preocupada, lo que
dio la impresión de que un humano real estaba parado frente a él. Los ojos de una persona
cuyo corazón se compadeció del dolor de otra persona.

“Eso debe ser bastante difícil para ti. Solo puedo imaginar cómo es, pero tener tu descanso
interrumpido en todo momento debe ser una terrible tortura para un humano.”

“… Realmente no.”

Esta era una experiencia a la que Shin se había acostumbrado después de diez años. El
volumen de los gemidos casi se había duplicado desde que los Perros Pastores se habían
introducido en la refriega, pero ya se había acostumbrado a eso a estas alturas.

“El Para-RAID fue originalmente una reproducción de la capacidad extrasensorial de un


ser humano. Qué bueno sería si, con el tiempo, también se pudiera desarrollar una limitación
mecánica o reproducción de tu habilidad… Especialmente para nosotras, que no tenemos
descanso que sea perturbado. Podríamos liberarte de la carga de tener que advertir a los demás,
sin sufrir ningún dolor o tensión.”

Shin frunció el ceño con molestia. ¿Liberarlo?

“No me alisté para servir como alarma de advertencia.”

“Estoy muy consciente de ello. Su alistamiento en el ejército fue puramente su voluntad.


Probablemente dirá que también está acostumbrado a esto, así como que no tuvo más remedio
que acostumbrarse a montar ese salvaje Feldreβ… Pero si puedo expresar libremente mi
opinión, se esfuerza demasiado, Sir Reaper. Al igual que los otros honorables Ochenta y Seis.
Tienes el precioso regalo de la vida. Deberías valorar más tu bienestar.”

Fue una sensación realmente extraña escuchar a alguien que era simplemente una copia
de la red neuronal de una persona muerta, escuchar a Lerche, que ya estaba muerta… decir
esas palabras. Como si llevaran demasiada realidad en ellas y, por lo tanto, fueran difíciles de
refutar.

O mejor…

“¿Por qué estás tan obsesionada con nosotros? Para ti, solo somos soldados de otro país.”

Lerche se detuvo un momento, como si considerara sus palabras.

“… Porque los Sirins somos, en cierto modo, como… Sí, como lavadoras.”

“¿………?”

¿Lavadoras?

“Nuestro papel es trabajar en lugar de las personas. Participar en el trabajo del hombre es
nuestro propósito… Y como lavadora, al ver a la persona que está delante de ella trabajar
arduamente mientras yo me siento sin usar, no puedo evitar pensar: si tan solo nos dejaran
manejar todo este arduo trabajo y dedicar su tiempo para amarse unos a otros, para cuidar
a sus hijos, para mejorar y disfrutar sus vidas. Porque…”

… Esos son los privilegios que nunca podremos disfrutar.

Mientras Shin permanecía en silencio, Lerche le sonrió. Una sonrisa orgullosa y radiante,
separada de lo espantosas que eran sus palabras.

“Somos el matrimonio de la maquinaria y la muerte, fusionadas para el combate. No


tenemos futuro. Todo lo que tenemos es el propósito que se nos ha dado. Pero ustedes son los
vivos y tienen la libertad de desear algo en el futuro… Pueden desear cualquier cosa, a
diferencia de nosotras.”

“… Eres…”

“No humana, ¿no? Sir Reaper, para usted, ¿quién puede oír las voces de los muertos, lo
estamos…?”

Mientras le preguntaba esto con una sonrisa amarga, Shin no se atrevió a responder de
inmediato. Podía escuchar las voces. Viniendo de los Sirins frente a él. Al igual que la Legión,
esas eran voces de lamento. De los que murieron y fueron apartados de donde se suponía que
debían estar, de los fantasmas que lloraron una y otra vez, suplicando que se les permitiera
seguir adelante.
Las mismas voces que muchos de sus camaradas que se habían convertido en Ovejas
Negras. Igual que el joven pariente lejano que nunca conoció… Igual que el hermano al que
vengó. Lo que significaba que estaban muertos. Ya no estaban vivos. Si se le preguntaba a
Shin si se contaban entre los vivos, solo podía responder con negación. No estaban vivos.

Pero por alguna razón, hacer esa declaración, decirles que solo eran fantasmas, que no
eran humanos, era algo que no se atrevía a hacer. Porque eso equivaldría a afirmar que su
hermano y sus innumerables camaradas tampoco eran humanos.

Quizás sintiendo el conflicto interno detrás del silencio de Shin, Lerche se encogió de
hombros.

“… Ya veo. Después de todo, no te parecemos más que cadáveres andantes.”

“… No estás viva… eso es cierto. Pero…”

Shin se calló, ya que no pudo poner sus pensamientos en orden, y ella simplemente sonrió
alegremente.

“No lo malinterprete, sir Reaper. No tengo ningún deseo de convertirme en humano, ni


deseo que me traten como tal. Soy la espada y el escudo del príncipe Viktor y, por lo tanto, no
necesito el frágil corazón y cuerpo de un humano… Sin embargo…”

Lerche miró su cuerpo y sonrió levemente.

“… No soy la persona en la que me basaron. No soy más que los vestigios finales del
cerebro de esa persona. Y eso solo le produce dolor a mi amo… Y haberme dado cuenta de
eso me hace sentir… Sí, me hace sentir sola.”

“………”

A diferencia de las voces de los otros Sirins, la voz que gritaba desde su interior no era
masculina. No pertenecía a un soldado del Reino Unido, que solo eran hombres adultos, lo
que significaba que probablemente no era alguien que hubiera muerto en batalla. Y tenía el
cabello dorado, indistinguible del de un humano, y no tenía un cristal de cuasi nervio
incrustado en la frente.

Probablemente era fundamentalmente diferente de los otros Sirins, que debían usarse en
el campo de batalla en lugar de los humanos y, por lo tanto, se distinguieron para marcarlos
como los sustitutos que eran. Su apariencia dejó en claro que no estaba destinada a la batalla,
sino que fue creada con la intención de resucitar a una persona en particular.

“… ¿Quién eras… originalmente?”

Vika, no te dejaré atrás…

Sí, la voz hizo eco de sus pensamientos finales pero al mismo tiempo repetía su deseo de
seguir adelante, al igual que las voces de innumerables otros fantasmas. Era la voz de Lerche,
aunque unos años más joven. La voz de una niña joven, como el gorjeo de un pájaro.

“Lady Lerchenlied… Ella era la hermana de leche de Su Alteza.”

Así que era alguien que Vika conocía… Igual que su madre, que había fallecido poco
después de su nacimiento.

La Serpiente de los Grilletes y la Descomposición… Gadyuka.

Tal era el nombre de la víbora, debido a su reputación a la forma de cadena de sus escamas;
su veneno, que era tan potente que podía corroer la carne humana; y anécdotas que hablaban
de cómo nació comiendo la carne de sus padres, matándolos en el proceso. Aparentemente, se
trataba de una superstición derivada del hecho de que se trataba de un animal ovovivíparo.
Devoró a los que estaban cerca de él simplemente por el hecho de estar vivo.

Por primera vez, Shin sintió que entendía los sentimientos de ese príncipe serpentino, que
voluntariamente llevaba ese nombre. Porque llevar la carga de los más cercanos a él muriendo
era un sentimiento que conmovía el corazón de Shin de todos modos… uno que era demasiado
familiar.

“Por lo que escuché, ella acompañó a Su Alteza durante su primera batalla y falleció allí…
Este cuerpo fue hecho a la imagen de Lady Lerchenlied.”

… ¿Lerche anhela volver a donde pertenece?

Vika le había preguntado eso… Porque él era quien la había atado y retenido en este
mundo. Y esa fue la razón detrás de su expresión cuando Shin confirmó que sí.
“Su Alteza me creó para resucitar a Lady Lerchenlied. Pero mi cuerpo y mi alma no son
de Lady Lerchenlied, y no poseo ninguno de sus recuerdos. Solo eso… es terriblemente
frustrante.”

“… Mis disculpas por decirte algo tan extraño. Por favor, olvídese de esta conversación…
Y… que tenga una buena noche.”

Y con una sonrisa alegre, Lerche se fue y Shin regresó al vehículo de transporte blindado.
Los Juggernauts también estaban almacenados en el vehículo, pero los otros miembros del
pelotón aún no habían regresado. Probablemente estaban hablando con sus camaradas de otros
escuadrones.

El Para-RAID se encendió de repente, y una voz familiar como una campana de plata se
dirigió a él tímidamente.

“… ¿Shin?”

“Lena. ¿Pasa algo…?”

Shin estaba a punto de preguntar algo y luego se calló gentilmente. La voz de Lena no
tenía ningún tono de pánico que indicara un estado de emergencia. Era el mismo tono
ligeramente relajado que había tenido cuando Resonó con ellos todas las noches en ese cuartel.
Dejó escapar involuntariamente una sonrisa irónica… podía decir que algo que
inconscientemente se había mantenido tenso dentro de él se había aflojado de repente.

Al parecer, Lena había suspirado de alivio. Shin dirigió su pregunta hacia la sensación de
alivio a través de la resonancia:

“¿Estás bien?”

“Estamos bien, de alguna manera. Gracias a ustedes por mantener ocupada la fuerza
principal de la Legión.”

Luego preguntó con seriedad: “Tienes frío, ¿no? Frederica dijo que hay una ventisca
afuera…”

“No es nada que no podamos manejar. Las líneas del frente de la Federación se vuelven
bastante frías en el invierno, aunque no se compara con el frío que hace aquí. Y tenemos equipo
para acomodarnos.”
Los vehículos de transporte blindados estaban destinados originalmente al transporte de
larga distancia de Feldreβ. Fueron construidos para servir como cuasi cuarteles para cuando
llegara el momento de detenerse para hacer el campamento, y aunque estaban lejos de ser un
alojamiento ideal y cómodo, eran lo suficientemente buenos para descansar. Al menos, era
mucho mejor que el asiento barato de la cabina estrecha de aquel ataúd de aluminio, que había
sido diseñado como para despechar la idea misma de la ergonomía.

“¿Alguien fue herido…? Lo había olvidado, pero no puedo ver mucho solo con el
Para-RAID.”

La voz de Shin poseía el mismo tono sereno y sensato de siempre. Pero a Lena se le ocurrió
que si él intentaba ocultarle la verdad… si lo ocultaba para evitarle el dolor de saber que
alguien estaba herido o muerto, ella no tendría forma de saberlo.

“Es lo mismo que hace dos años, ¿no crees…? Estoy dentro de las paredes y ustedes tienen
que soportar todas las peleas. Si te lastimas o sufres… nunca lo sabré a menos que me lo
digas.”

Y los encerró en el campo de batalla para asegurar su propia supervivencia. La razón por
la que Shin y los demás estaban peleando era en parte porque carecían de los suministros para
que todos se retiraran y en parte porque dejarían a Lena y a los demás atrás para morir en el
fuerte si lo hacían. Porque se habían detenido por preocupación por ellos cuando cayó la
ciudadela, y por eso habían quedado atrapados en el bloqueo. Si Lena y los demás no hubieran
estado aquí, seguramente habrían podido retirarse a un lugar seguro.

Si alguien resultaba herido… si alguien era sacrificado por esto, todo sería culpa suya. En
cuyo caso, al menos…

“Lena, en este momento estás en el lugar más peligroso de todos. Y no es como si no


estuvieras luchando.” Respondió Shin, tal vez consciente de su conflicto interno, tal vez no…
Fue esta amabilidad sin esfuerzo la que le permitió a Lena permanecer a su lado.

Antes de que se diera cuenta, una sonrisa amarga se dibujó en sus labios.

Y si es así… si ese es el caso… debería ser yo quien diga estas frías palabras.

“… Shin. Si…”
Lo que dijo Lena a continuación llenó a Shin de tanta ira que su cabello se erizó por un
momento.

“… Si piensan que pueden ser aniquilados, quiero que se olviden de nosotros y se


retiren… Y si es imposible para todos ustedes, entonces al menos algunos de ustedes…”

“Me enojaré, Lena.”

Él la interrumpió. Esa era una cosa que no podía quedarse de brazos cruzados mientras
ella la decía.

“Decirnos que te abandonemos y huir es un insulto para nosotros. Así que incluso si es
usted, Coronel… Incluso si fuera una orden, no la escucharé.”

“No te estoy diciendo que huyas. Una retirada estratégica es una estrategia
perfectamente viable… Y no es que nunca hayas abandonado las cosas antes. Lo has
hecho para defender a tus amigos que aún estaban vivos. Como cuando le dijiste a Anju
que no fuera a por la cabeza de Kaie.”

“Eso es… Tsk…”

Pensó reflexivamente en negar su argumento, pero guardó silencio cuando se dio cuenta
de que no podía. No era solo Kaie. Hubo otros a los que no pudo salvar… tantos otros. No
podía permitir que muchas personas murieran por salvar a una persona, y tampoco arriesgaría
su propia vida para cubrir a otra.

“Tienes razón, pero…”

“No te estoy culpando. Eres un capitán de escuadrón, por lo que es natural que elijas
el camino que salvaría más vidas… Esto es lo mismo. No quiero que te disculpes por esas
elecciones.”

“¡…!”

No fue lo mismo. Había descartado cosas que consideraba innecesarias más veces de las
que podía contar. Pero no eso era lo mismo que dejarla aquí para morir. Era cierto que para
Shin y los Ochenta y Seis, los camaradas eventualmente morirían. Todos en el campo de
batalla desaparecerían. Al igual que su padre, su madre y su hermano, que habían ido a luchar
antes que él. Como los 576 camaradas que se llevó consigo del Sector Ochenta y Seis. Como
Eugene, a quien había sacado de su miseria.

Incluso Fido, que había luchado junto a él más tiempo que nadie, lo había abandonado en
un momento. La única diferencia fue quién lo dejó primero, pero todos finalmente dejaron a
Shin atrás y siguieron adelante, a pesar de que ninguno de ellos deseaba morir. Y, sin embargo,
le dijo que la abandonara tan fácilmente. Sin que ella lo supiera, sus palabras intentaron apartar
el primer deseo que había hecho.

Quiero mostrarte el mar, deseó.

Sin embargo, las palabras que escuchó fueron: Déjame atrás.

Si ella era su camarada, si luchaba a su lado, eso puede significar que incluso Lena
eventualmente también lo dejaría atrás. Él lo sabía bastante bien. O… pensó que sí. Sin
embargo, a pesar de eso, no pudo reconocerlo. Ni siquiera quería considerar la posibilidad de
perderla…

“… Shin.”

“No.”

Mientras le respondía con brusquedad, incluso él no pudo evitar darse cuenta… de que su
voz sonaba como la de un niño perdido y herido haciendo un berrinche.
CAPÍTULO 4: EX MACHINA

Intentar revertir la muerte era un tabú. Eso era algo que pensó que ya había aprendido el día
que trató de resucitar a su madre. Su fracaso había provocado que una parte de ella se perdiera
para siempre. El anhelo de un niño por su madre era una emoción natural para los humanos.
Y lamentarse por la muerte de alguien vino con la misma naturalidad.

Pero si un niño intentara resucitar a su madre muerta, sería el acto de un monstruo o un


loco. Eso era algo que nunca podría saber mientras no se dijera. E incluso una vez que las
palabras fueron dichas, no pudo, desde el fondo de su corazón, comprender qué tenía de
horrible. Probablemente significaba que era un monstruo, desprovisto de racionalidad.

Y ya debería haberlo sabido.

La indignación y la piedad en los ojos de su padre al dar testimonio del cuerpo


diseccionado de su esposa y de su hijo que había hecho la disección. La fuerza del abrazo de
su hermano mientras abrazó sin decir palabra a ese niño, que se quedó inmóvil.

Y las lágrimas de su hermana de leche, que se aferró a él mientras lloraba amargamente.

Así que puede que no lo haya entendido, pero aprendió esa lección e hizo ese juramento.
Eso fue un pecado. Un pecado que llenó de dolor a su precioso padre, hermano y a ella. Así
que nunca más trataría de desafiar la frontera que separa a los vivos de los muertos…

Sin embargo.

“Vika… Oye… ¿Estás bien…?”

Esa misma chica yacía ahora ante él, aplastada bajo los escombros.

“… Lerche.”

Las palabras que se derramaron de sus labios sin tener en cuenta su voluntad se sintieron
como si fueran pronunciadas con la voz de otra persona. Tenía la garganta reseca, sofocada
por el polvo mineral en el aire. La explosión de un proyectil rompió una losa de hormigón y
la hizo derrumbarse sobre la base de la línea del frente, cubriendo la mitad de la habitación.
Fue el resultado de un impacto directo del proyectil de 155mm de un Skorpion, que tenía
suficiente potencia de fuego para reducir a pedazos tanto un Barushka Matushka como un
búnker de hormigón fortificado.

Ella fue aplastada bajo un trozo de escombros que era más alto que su yo de entonces diez
años, como si alguien hubiera intentado cortarla por la mitad justo en su cintura. Un hedor
crudo y desconocido le hizo cosquillas en las fosas nasales, que hasta ahora solo habían
conocido el aroma esterilizado del palacio. Una sustancia pegajosa rezumaba de debajo de los
escombros… sangre.

Incluso cuando estaba atormentada por el dolor inimaginable que irradiaba de su mitad
inferior, su pálido rostro blanco puro y sus labios rojos ensangrentados se contorsionaron en
una sonrisa seria.

“Gracias a dios.”

“… ¿Por qué…?”

Instantáneamente lamentó que su pregunta se superpusiera involuntariamente con su


declaración. Esas fueron sus últimas palabras. No podían ser interrumpidos ni extrañados. Pero
no pudo evitar que las palabras dejaran sus labios.

“¿Por qué me protegiste…? ¡Soy yo quien debería haber sido aplastado bajo estos
escombros…!”

Lerche yacía enterrada en el lugar donde había estado momentos antes del colapso. Sabía,
no podía evitar saber, que ella lo había empujado fuera del camino. ¿Fue porque era de la
realeza? ¿Porque se decidió que él sería su amo? ¿De verdad desperdició su preciosa vida,
aferrándose a una razón tan estúpida…?

“¿Qué quieres decir con ‘por qué’…?”

Ladeando la cabeza, Lerche sonrió dolorosamente. Como si se preguntara cómo no se


había dado cuenta ya.

“Eres la persona más importante de mi vida, Vika…”

“¡…!”
La niña que había sido elegida para servir a su lado por el resto de su vida poco después
de su nacimiento. Desde el momento en que su madre se convirtió en su nodriza, su vida ya
se había vendido. Cualquier lealtad, cualquier emoción que ella abrigaba por él, estaba
simplemente afirmada para apoyar eso. Ella debe haberlo sabido.

Pero Lerche sonrió. Sin tener en cuenta las intenciones de nadie, sus ojos se desenfocaron
por la pérdida de sangre, como si estuviera soñando.

“Sabes, Vika, puedo ser una sirvienta, pero amo este país. Me encantan los largos
inviernos y las primaveras, los veranos y los otoños de este país. Este es el lugar donde nací,
¿sabes? Es donde viví contigo hasta hoy.

“Así que por favor…” Dijo Lerche, mirándolo con ojos soñadores que no pudieron
discernirlo a él, o cualquier otra cosa, por más tiempo.

“… Sigue protegiéndola. Sigue protegiendo nuestra patria.”

“… Lo haré.”

¿Qué otra respuesta podría haber dado? Él mismo pudo haber amado las estaciones del
país, pero no sintió ningún apego prolongado a él. No tenía ningún sentido de orgullo o
pertenencia al país en el que nació y se crio. Sin embargo, la niña que moría frente a él, la niña
que era su compañera de clase, su amiga de la infancia, su hermana de leche… La niña que
permaneció a su lado incluso cuando la gente decía que no era más que el juguete de la
Serpiente de los Grilletes.

Ella siempre estuvo con él. Tal cosa era una segunda naturaleza. Y nunca pensó que la
perdería.

“Prometo. Protegeré este país y su gente… Entonces…”

Ante una pérdida que no podía revertir, estaba aterrorizado por primera vez en su vida.
Quedarse atrás lo asustó mucho más que su muerte, y ese egoísmo, la frialdad de su propio
corazón, lo hizo estremecerse de miedo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que, sin duda, no era humano después de todo, sino
una víbora despiadada y devoradora de hombres. Y no pudo evitar anhelar… repetir el error
que se había prohibido volver a cometer.

“Entonces, Lerche… ¿Te quedarías a mi lado a partir de hoy?”


No me dejes atrás.

Los ojos de Lerche se abrieron por un momento. Si había incluso un indicio, un rastro de
vacilación o miedo en sus ojos, él podría haberlo dejado todo. Pero la chica leal asintió. Ella
llevó su propio cadáver ante él, aceptando su petición demasiado egoísta de permitirle
convertirla en una muerta viviente con una sonrisa.

“Lo haré…”

Mi Solitario Príncipe Encantador.

Esas fueron sus últimas palabras.

******

Cuando Vika se despertó de su siesta, fue recibido por la vista habitual de los gruesos muros
de hormigón que distorsionaban el sentido del tiempo. Se había acostumbrado a esta tenue
oscuridad repleta de siluetas vestidas con los uniformes púrpura y negro del Reino Unido, el
azul acero de la Federación y los uniformes azul prusiano de la República durante los últimos
tres días. El aire, congestionado por la mínima ventilación, estaba cargado de una atmósfera
de agotamiento.

Habían pasado tres días desde que había comenzado el asedio y se estaban acercando al
final de la cuerda. Quizás debido al extraño sueño que había tenido, Vika suspiró levemente.

En este momento se encontraba en el refugio de una base de primera línea, tal y como
había estado en aquel entonces… aunque aquella había sido mucho más pequeña en escala y
mucho peor equipada que esta. El Reino Unido era un país militarista, y la línea Idinarohk
estaba en su punto álgido. Servían de vanguardia en el campo de batalla, y siempre estaban en
primera línea para aprender a hacerlo.

Y todo ocurrió cuando, siguiendo esa costumbre, fue enviado al frente sur. Vika no fue
rechazado en particular. Todos, a excepción del rey y del primer heredero en la línea del trono,
eran igualmente enviados a la guerra. Así, su tío, el príncipe real; uno de los hermanos mayores
de Vika, que también era príncipe; la hermana de Vika, una princesa cinco años mayor que él;
y una de sus primas, que también era princesa, habían muerto en la batalla.
Había dormido apoyando la espalda contra la pared, lo que le había puesto el cuerpo
rígido, así que se puso de pie para estirarse. Realmente odiaba este tipo de espacios oscuros y
estrechos.

Le recordó cuando ella había muerto.

“Lerche.”

Con la garganta todavía seca por los rastros del sueño, susurró el nombre. Para conectarse
al cristal de cuasi-nervio adherido a la chica resucitada en su imagen. Se había colocado dentro
del cuerpo de la chica, detrás del cuello. Donde nadie podría quitarlo.

Para que nunca más tuviera que dejarla ir.

“¿Estás escuchando, Lerche?”

Su respuesta inmediata llegó a través de la Resonancia.

“Por supuesto, Su Alteza… ¿Sus órdenes?”

Los Sirin nunca dormían. Podían apagarse por el simple hecho de ajustar sus mecanismos
de precisión o para mantenimiento, pero era diferente al sueño de un ser vivo. Sus cerebros
artificiales no acumulaban las sustancias químicas que causaban fatiga y no necesitaban
dormir para organizar sus recuerdos.

En pocas palabras, no eran humanos.

“Primero entrega tu informe. ¿Cuál es tu estado ahí fuera?”

“Nos quedan pocos paquetes de munición y energía. Hemos perdido el cuarenta por
ciento de nuestros Alkonosts. Los Juggernauts no han sufrido tantas pérdidas, pero…
los procesadores se están acercando a sus límites.”

“Naturalmente. El bando atacante se agota primero durante un asedio. En términos de


mano de obra y suministros.”

Este tipo de campo de batalla estaba preparado contra el bando atacante. El castillo
defensor tenía instalaciones de alojamiento y medidas defensivas de su lado, mientras que
tenían que dormir al aire libre y frío. La tecnología moderna puede haber hecho que dormir al
aire libre sea un poco más fácil, pero aun así tuvieron que pasar tres días en un campo de
batalla nevado con el que no estaban familiarizados.
“¿Qué pasa con la posición de los refuerzos de la Legión? ¿Qué tan lejos llegaron según
el reconocimiento de Nouzen?”

“A la puesta del sol de ayer, llegaron a la línea de fase Lark y se detuvieron allí.”

“Que llegaran hasta Lark entraba dentro de las previsiones… Pero supongo que debo
quitarme el sombrero ante los Vargus de la Federación. Están aguantando bien.”

“Por su voluntad… También…”

Lerche pareció dudar en seguir hablando.

“… La fatiga de Nouzen es lo más preocupante de todo, creo. Pensar que no puede


hacer oídos sordos a los lamentos de los muertos incluso mientras duerme… Aunque no
ha dicho nada, me pregunto si nuestra presencia le causa tensión adicional.”

Si esto continúa por mucho más tiempo, es posible que se rompa.

Vika asintió, captando la preocupación implícita en su voz.

“Puede que tengamos que pensar en alguna contramedida a la hora de desplegarte durante
la cooperación con los Ochenta y Seis… Se lo preguntaré personalmente cuando todo esto
termine.”

Vika se dio cuenta de que no era de extrañar que Lena estuviera tan ansiosa. A causa de
la tensión, ese Reaper sin cabeza había perdido su capacidad de discernir si le dolía. Shin no
deseaba hacer llorar a los demás, pero carecía de la comprensión de lo que les hacía llorar en
primer lugar.

“Nuestro lado también tiene escasez de municiones. Le hemos dicho a la fuerza de rescate
que se apresure, pero aún les llevará tiempo… Estamos en nuestro límite.”

Hoy y ahora mismo sería el punto de inflexión. Todo lo que quedaba era empujar y
aplastar al enemigo. Afortunadamente, las armas del enemigo estaban lo suficientemente
agotadas para permitir eso.

“Necesitamos terminar esto. Muéstrales tu deber y dignidad.”

Aparentemente Lerche sonrió.

“Por su voluntad… ¿Su Majestad?”

“¿Mmm?”
“Por favor, cuídate. Estaré a tu lado muy pronto.”

Los ojos de Vika se agrandaron por un momento. Cortando la Resonancia sensorial, miró
hacia arriba y sonrió sin decir palabra. Todo lo que vio fue el lúgubre techo artificial. Y aunque
la chica no estaba más allá de eso…

“¿Dónde aprendiste eso, maldita niña de siete años?”

Nunca había hecho que Lerche pasara por el proceso de borrar sus recuerdos. Ese
procedimiento se había agregado solo cuando los Sirins entraron en producción en masa,
después de que se produjeran un puñado de prototipos de Sirins. Si una conciencia humana se
colocara dentro de otro cuerpo con los recuerdos de sus momentos finales intactos, colapsaría
y nunca volvería a comenzar, por lo que el procedimiento se implementó solo después de que
eso se aclarara.

Lerche nunca se había sometido al procedimiento, porque no existía en ese momento, pero
la conciencia y los recuerdos de cuando estaba viva no habían permanecido en ella para
empezar. Al principio, Vika se había sentido terriblemente decepcionado y desesperado… Al
mismo tiempo, se había sentido un poco aliviado.

Porque también tenía un miedo mortal. ¿Qué pasaría si ella se quejara… para decirle que
en realidad no quería estar confinada de tal manera? Que no tuviera recuerdos, ni rastro de su
antigua personalidad… que incluso su forma de hablar fuera completamente diferente de lo
que él conoció, fue una bendición para él.

A veces pensó que tal vez ella realmente recordaba todo, pero a pesar de eso, ella cambió
su tono y sus gestos. Todo para que Vika no permaneciera atado por su memoria. Para que
esta vez, realmente pudiera usarla y romperla, como una herramienta.

Porque su hermana de leche era una niña tan preocupante. Entrometida hasta el punto de
la locura.

“… Lerchenlied.”

Este mundo ya no es hermoso en lo más mínimo. Es probable que la primavera nunca


llegue a un mundo sin ti. Aun así… deseabas que lo defendiera. Y mientras lo recuerde, siento
que todavía podré verte.

“Cumpliré esa promesa… Ahora… y tantas veces como sea necesario.”


******

“Sir Reaper.”

Sabía que era ella. Pero escuchar el llanto de un fantasma tan cerca todavía hizo que Shin
se sintiera bastante incómodo. Estaban en el contenedor que servía como su sala de
conferencias. Shin estaba reorganizando la formación de la Legión, que había cambiado algo
de la noche a la mañana, en el mapa de operaciones, levantando la cabeza solo para enfrentar
a Lerche.

“Que tengas un buen día. Estaba pensando en ir a despertarte.”

“¿Qué pasó?”

Lo había notado solo después de decirlo y chasquear la lengua. Estaban en el campo de


batalla y era la mañana de una batalla. Era natural desconfiar de algo inusual, pero su voz era
más espinosa de lo que pretendía… luchar durante estos tres días lo había puesto más nervioso
de lo que se había dado cuenta.

“… Lo siento.”

“Está bien.”

Lerche negó con la cabeza suavemente. No había rastro de agotamiento en ella, y continuó
hablando con su habitual rostro blanco como la nieve.

“Esto es cierto para todos ustedes, sin embargo… parecen especialmente cansados. Tu
cara está bastante pálida.”

“Sí…”

Había pensado que estaba acostumbrado, pero estar expuesto a los incesantes gritos de la
Legión a todas horas del día lo estaba agotando. Agregando eso al frío, la frustración de las
escaramuzas infructuosas y el límite de tiempo cada vez más cercano… era una pequeña
maravilla que se hubiera despertado antes de lo esperado.

“El cuerpo humano es realmente una cosa incómoda. No puede funcionar sin dormir, no
puede moverse sin comer y puede morir si pierde una sola extremidad. Es como si estuvieras
incapacitado para la batalla. No… Quizás sería más apropiado decir que la guerra ha dejado
atrás a la humanidad.”
Para empezar, la guerra y la pérdida de vidas iban de la mano. El rugido ensordecedor del
fuego de los cañones, las oscilaciones severas y el calor emanado por los tanques y Feldreβ, y
aunque ya no estaban en uso, la velocidad supersónica del avión de combate… mientras la
humanidad buscaba ganar más armadura, poder destructivo y velocidad. Para permitir que esas
máquinas se destruyeran entre sí de manera más eficiente, las armas se habían convertido
gradualmente en cosas que dañaban a sus portadores.

Lerche habló desde un cuerpo mecánico que no podía sentir dolor, que no conocía el sueño
ni el hambre, que podía luchar incluso después de perder miembros siempre que su sistema de
propulsión y su procesador central permanecieran intactos.

“¿No deberías habernos confiado la guerra hace mucho tiempo?”

Shin miró a Lerche con una mirada fugaz. Así que los humanos se habían convertido en
nada más que una carga para sus armas. ¿Era esa la forma de hacerlo? Lo que limitaba la
movilidad de un arma tripulada era el frágil cuerpo humano que contenía. La necesidad de
incluir una cabina aumentó su peso y tamaño. Y si se los lleva al extremo, con la excepción
de su sistema nervioso, los humanos eran solo sacos de líquido que pesaban varias docenas de
kilogramos adicionales. Y los cerebros que operaban esos sistemas nerviosos se embotarían
de miedo y agotamiento. Como armas, estaban completamente defectuosas.

Aun así…

“No seríamos… mejores que la República.”

Lerche parpadeó lentamente, con los movimientos de una muñeca de cuerda que no
entendía lo que le acababan de decir.

“Realmente no somos humanos de ninguna manera.”

“No me refiero a eso. Si lo que se encuentra dentro de un arma es humano o no, no tiene
nada que ver con eso. Empujar toda la lucha contra otra persona y huir del campo de batalla,
desperdiciar la fuerza y la voluntad de luchar, poner tu destino en manos de otra persona. Eso
es simplemente… patético.”

Esa era su fuente de orgullo como Ochenta y Seis y lo que más los diferenciaba de los
“cerdos blancos”. No era el color de su cabello o sus ojos, sino su forma de vida. Vivir en el
campo de batalla sin ningún lugar a donde correr, confiando solo en el propio cuerpo y en los
propios camaradas. Decidir nunca poner el destino de uno en manos de otro. Eso fue lo que
hizo que los Ochenta y Seis fueran quienes eran. Era su prueba de existencia.

Lerche soltó una risita de repente.

“… ¿Patético?”

Y el tono de su risa era claramente… burlón.

Shin miró reflexivamente a Lerche, quien levantó la barbilla y se rió. Mientras las risas
escapaban de su garganta, entrecerró los ojos, pero no por la risa.
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“Patético. Patético. Patético, ¿eso dices? ¿Esa es tu razón para pelear…? ¿Es eso?”

Ella se rió mientras sus ojos ardían con odio e ira desnudos.

“De todas las razones que puedes elegir, ¿eliges ‘porque sería patético no hacerlo’? Eliges
vivir en el campo de batalla simplemente porque no quieres parecer… ¿patético?”

Y en ese momento, Lerche sonrió como una flor desplegando sus pétalos.

“… Al menos estás vivo.”

Su voz era como el gorjeo de un pájaro pero al mismo tiempo tenía cierta viscosidad. La
voz de los muertos… llena de odio y envidia.

“Tienes la oportunidad de estar vivo. A diferencia de nosotros, todavía no has muerto, por
lo que puedes recuperarte y arreglar las cosas tantas veces como quieras. ¡Puedes rehacer
cualquier cosa y empezar de nuevo!”

Abrumado, Shin se calló instantáneamente cuando Lerche lo golpeó con fervientes


protestas. Aunque había una sonrisa en su rostro, había fuego en sus ojos verdes. La habilidad
de Shin le permitió escuchar las voces de fantasmas persistentes mientras repetían los
pensamientos de sus momentos finales. Pero no podía oír qué pensamientos albergaban sus
mentes mecánicas después de la muerte. Eso era cierto para el joven que compartía su
parentesco y sangre, aunque fuera a distancia, e incluso para su propio hermano.

Y por lo tanto, Shin nunca había escuchado los pensamientos que tenía un fantasma
después de que murió y se convirtió en tal existencia. Esas emociones… envidia y rabia hacia
los que aún estaban vivos.

“Dices que seguirás luchando, pero no descartarás tu cuerpo, que no es apto para la batalla.
No renunciarás a los ojos que te dejan ver a los demás, la voz que te deja hablarles, las manos
que te dejan tocarlos, el cuerpo que te deja vivir junto a ellos. Aunque desees estar con
alguien… ¡Aunque desees encontrar la felicidad con alguien!”

Su condena resonó como un grito: no se podía decir lo mismo de ella. Después de su


muerte, no pudo vivir junto a nadie. Ella no podía encontrar la felicidad.
Y tú, que todavía puedes hacer todas esas cosas… Tú, que todavía vives… tan
descaradamente…

¿Cómo te atreves?

Lerche sonrió, oh, con tanta alegría. Una sonrisa espantosa llena de odio.

“Sigues vivo. ¿Cómo te atreves?”

Todavía puedes encontrar la felicidad con alguien.

“……”

Y Lerche sonrió, con una expresión casi indiscernible del llanto.

“Los únicos que deberíamos morir somos nosotros: los que hace mucho tiempo que ya
murieron. Ustedes los humanos todavía están vivos. Todo lo que pierdas, todo lo que te quiten,
puede ser reclamado.”

Otra sombra carmesí profunda apareció en la entrada del contenedor.

“Lerche.”

La dueña de esa voz, tan delicada como el momento en que la nieve era cristaliza, era
Ludmila. Una Sirin alta y elegante con el cabello demasiado rojo para parecer natural.

“He reunido a todos. Los preparativos para la salida están en marcha.”

“Entendido. Sir Reaper, también tenga a todas las tropas de su lado listas y preparadas
para partir.”

“… ¿Todas las tropas?”

Lerche contempló la sospechosa pregunta de Shin con su habitual sonrisa de soldado,


demasiado inadecuada para el rostro de una chica.

“Te dije que te informaría si pasaba algo, ¿no es así…? Su Majestad dio su orden. Ahora
pasaremos a la ofensiva.”
Cuando despertó de su sueño, lo primero que sintió fue un olor fétido que se infiltraba en sus
fosas nasales. Fue un aroma que desenterró un cierto recuerdo que no deseaba recordar. Un
recuerdo antiguo de hace ocho años… y un recuerdo bastante nuevo de hace un año.

El olor a metal quemado y carne carbonizada, a descomposición y muerte. El olor de los


restos de los muertos de la guerra, que estaban ocultos en la trastienda, se descomponía
gradualmente.

Sacudiendo la cabeza, que todavía estaba apagada por la fatiga, Lena se sentó. Deslizó los
brazos por las mangas de la chaqueta azul acero que había pedido prestada y se pasó los dedos
por el cabello antes de salir de su pequeña habitación. Frederica, que se había quedado con
ella en esta habitación durante los últimos tres días, estaba comprensiblemente exhausta y
envuelta en su manta, completamente quieta.

El olor a sangre siguió a Lena mientras caminaba por el pasillo. El hedor de los muertos
se cernía pesadamente sobre cada rincón de la sala de mando subterránea.

Ella ni siquiera sintió ningún disgusto por eso en este momento.

Porque fue mucho mejor que la defensa de dos meses durante la ofensiva a gran escala de
la primavera pasada, cuando murieron la mayoría de los ciudadanos de la República. Fue
durante el día más caluroso del verano. El olor a metal quemado, el asfixiante y vertiginoso
hedor de innumerables restos que no fueron recolectados, mucho menos enterrados, durante
esa aparentemente interminable defensa.

Se había acostumbrado bastante pronto… había aprendido a que no le importara. Las


personas pueden acostumbrarse a cualquier cosa, incluso a las cosas a las que nunca tienen
que acostumbrarse. Y con demasiada facilidad, además. Cruzó la puerta del puesto de mando
y se mordió los labios rosados.

Algo estaba mal. Todo el personal de mando estaba en sus posiciones, incluidos los que
deberían haber estado descansando. Y sus rostros estaban todos contorsionados por el estrés y
el suspenso, como si les hubieran ordenado tragar veneno. Como si estuvieran armándose de
valor antes de una batalla decisiva.

“¡¿P-Pasó algo?!” Preguntó apresuradamente, y Vika le dio una mirada fugaz.


“Estás despierta, Milizé… Pero mira si puedes despertar también a Rosenfort y prepararte
para el mando. Lanzaremos una ofensiva general en el muro sur dentro de una hora.”

“¿Una ofensiva general? ¿Por orden de quién…?”

“Mia, por supuesto.”

Mientras lo miraba con sorpresa, Vika se encogió de hombros con indiferencia.

“Estamos al final de nuestra cuerda. Si nuestras fuerzas disminuyen más, ni siquiera


podremos lanzar esta ofensiva. Tenemos que golpear antes de que nos pisoteen.”

“Atacar a ciegas solo resultaría en más pérdidas. Perder los estribos en este momento sería
un suicidio…”

“También lo sería escondernos y defendernos a ciegas. Es solo una diferencia de si las


pérdidas llegan tarde o temprano. En todo caso, permanecer a la defensiva garantiza que
seremos eliminados.”

Tratar de minimizar sus pérdidas no tenía sentido. Incluso si intentaran esconderse y


defenderse, serían destruidos antes de que llegara la ayuda. Diciendo eso claramente, Vika
sonrió amargamente.

“No tiene sentido tratar de endulzar la situación, Milizé. No es que me haya desesperado,
y tampoco apuesto a que cambiemos las tornas con un milagro. No es como si nos hubieran
acorralado tanto todavía… todavía podemos salir victoriosos.”

Pero la expresión que tenía hacía que pareciera que simplemente se había dado cuenta de
que la lluvia era más fuerte de lo que había anticipado, Lena no podía creerlo. Tenía que haber
entendido la situación en la que se encontraban. La ayuda no llegaría a tiempo y no durarían
si se mantenían a la defensiva. Así que su única opción era atacar. Pero…

“Las bajas.”

“Habrá bajas, sí. Puede que incluso numerosas. Pero, bueno… así es como funciona.”

“… ¿Qué?”

Cuando Wehrwolf se dio la vuelta en reacción a sus sensores, Raiden miró al Barushka
Matushka avanzando desde la oscuridad del hangar con una ceja levantada.
“Es la orden de Su Majestad. Todos los Handlers deben centrarse en defender los
puntos de entrada.”

La voz de un hombre unos años mayor que Raiden, detrás de la inmaculada armadura del
Barushka Matushka. Era una voz que había escuchado varias veces… uno de los Handlers de
Sirins.

“Una vez que la unidad exterior atraviese las paredes, vayan y reagrúpense con ellos.
Mantendremos las cosas bajo control aquí… Su Majestad es nuestro comandante de
primera línea, y aquellos de nosotros, los Handlers que lo respetamos, también podemos
luchar.”

Raiden sintió que Shiden se burlaba mediante la Resonancia.

“Tienes agallas… lo reconozco. Pero mi unidad Brísingamen es la guardia personal


de Su Majestad. No voy a dejar su defensa a ustedes, los forasteros. Lo siento, chico lobo,
pero tu unidad tendrá que ir sola a saludar a tu amo.”

“… Está bien, en primer lugar…”

Por el momento se tragó la obvia queja de: ¿A quién llamas mi amo?, y en su lugar hizo
una pregunta diferente, dejando de lado la imagen desagradable de la cara que Shin habría
hecho si hubiera dicho esa frase frente a él.

“¿Si vas a estar aquí quién comandara a los Sirins?”

“¿Por qué te has hecho con el mando de todos los Sirins, Vika?”

“Porque soy el único que puede hacer esto.”

Su respuesta fue bastante concisa.

“Creo que una vez me dijiste que, considerando la tensión que causaría, controlar
doscientas unidades a la vez era tu límite.”

“Y es por eso que no seré yo el que aguante esa tensión… Esta conexión no será para
fines de combate y será lo suficientemente buena para el trabajo que tenemos por delante…
Además…”
El príncipe del norte habló con indiferencia, como si estuviera hablando de algo
insignificante. Con el orgullo del clan que había pisoteado a innumerables plebeyos durante
siglos.

“… este es mi deber. Lerche, ¿estás preparada?”

“Por supuesto. Estamos listos cuando usted lo esté, Su Alteza.” Respondió Lerche, con sus
ojos verdes dirigidos hacia su pantalla óptica. Estaba dentro de la estrecha y oscura cabina de
Chaika, hecha para acomodar los cuerpos de los Sirin. Los hilos plateados de la Cigarra
brotaban por detrás de ella, arrastrándose por su esbelto cuello y deslizándose por debajo de
su ropa. Se conectó a los puertos de alimentación añadidos a lo largo de su cuerpo,
desplegándose y activándose a través de su piel, que no producía corriente bioeléctrica.

Ella funcionaría como relevo para la mayor parte de la Resonancia a gran escala que
estaba a punto de tener lugar, haciéndola posible al asumir la carga… Esto no era algo que se
le había ordenado hacer. Era algo que ella deseaba. Su amo habría manejado todo esto por su
cuenta, sin importarle el esfuerzo. Pero Lerche no quería dejarle hacer eso.

Mi cuerpo es la espada y el escudo de mi amo. Defenderlo es mi orgullo, y dejar que


incluso un solo cabello de su cabeza sufriera daño sería la mayor vergüenza imaginable.

Lerche miró a la fortaleza repleta de su enemigo jurado, la Legión, y habló. A su lado


estaba Undertaker, y detrás de él había un pequeño ejército de Juggernauts. Ante ellos, los
Alkonosts restantes se alinearon en una formación de ataque, según lo ordenado por su amo.

La verdad era que no quería que los Juggernauts fueran parte de esta batalla, ni de ninguna
de las batallas que ya habían sucedido.

Este es el jardín de la guerra. Pertenece a las aves de la muerte.

“Sus órdenes, por favor, oh Rey de los Cadáveres.”

El Feldreβ del Reino Unido y de la Federación se situó frente al campo nevado cubierto por
los restos de los Alkonosts destruidos en los dos últimos días y la fortaleza que había más allá.
Se colocaron en formación de línea, con las unidades de Alkonost restantes en una columna
que ocupaba el frente, y los Juggernauts detrás de ellos. Se dividieron en escuadrones de
acuerdo con el orden de ataque discutido durante la reunión informativa, donde se había
decidido que los Juggernauts irían tras los Alkonosts.

Shin pensó que era una formación extraña. Los Juggernauts estaban en el centro, con el
escuadrón Spearhead tomando la delantera justo detrás de la columna de los Alkonosts, en
posición de ver todo el campo de batalla. Era una formación que se enfrentaba a su objetivo,
el acantilado sur, con honestidad casi temeraria. Y los Alkonosts al frente estaban demasiado
juntos. Era una formación extremadamente estrecha.

Se hizo una formación de columna para enfocar el poder militar de uno y atravesar las
líneas enemigas, pero lo que estaba frente a ellos no era un arma móvil sino un acantilado
inexpugnable. También se cavó una trinchera antes de ese acantilado, y era fácil imaginarlos
retenidos por él.

Llevaban troncos y piedras, probablemente recogidos entre las batallas, y los metían en
contenedores vacíos que estaban conectados a la fuerza a los anclajes de alambre de los
Juggernauts de repuesto por una unidad precursora, y parecía que el plan era utilizar esos
materiales para llenar el foso y subir por ahí.

La fuerza de una formación de columna residía en su impacto, ganado por la


concentración de poderío militar y su velocidad. Pero el foso y la pared detrás de ellos
detendrían su impulso y harían que la carga fuera ineficaz. Peor aún, su detención podría
dificultar la continuación de la lucha, lo que resultaría en una demora fatal. Y una formación
tan densa se reduciría una a una por el fuego concentrado de los tipo Skorpion.

¿Que estaban pensando?

El esquema de la operación había sido explicado, por supuesto, pero a las fuerzas de la
Federación de Shin solo se les había dado el papel de atravesar las paredes y manejar el
interior. No les habían dicho nada sobre el método que emplearían para atravesar los muros.
Todo lo que les habían dicho era que dejaran que los Alkonost lo manejaran… y nada más.

Mientras Shin estaba allí, desconcertado, un solo Alkonost se puso de pie frente a él.

“… Sir Reaper.”

Era Ludmila. Su dosel trasero estaba abierto, y ella estaba de pie en la rampa de ascensión,
su cuerpo expuesto al viento nevado. Y mientras miraba hacia el campo plagado de los restos
de sus camaradas y hacia la fortaleza que tenía delante, habló.
“Podemos ser los muertos que alguna vez fueron humanos, pero eso significa que ya
no somos humanos. Nuestros cuerpos fueron hechos por hombres, nuestros corazones
ensamblados por ellos… somos mecanismos diseñados para prevenir pérdidas
innecesarias de vidas.”

“¿………?”

Eso era algo que ya había escuchado muchas veces, tanto de su creador y amo, Vika, como
de los propios Sirins. Los Sirin fueron originalmente los muertos de la guerra. El sistema de
defensa del Reino Unido se basaba en reciclar a los muertos de la guerra para evitar que
murieran más personas. Pero, ¿por qué sacarlo a colación ahora, antes de la operación…?

“Existimos por el bien de la humanidad.”

En el borde de su visión, comenzó una cuenta regresiva. Una cuenta atrás que presagiaba
el inicio de la operación. A todos los Procesadores, incluido Shin, se les ordenó estrictamente
que no interfirieran con los Alkonosts.

“Y esto es…”

A medida que los números iban pasando, Vika se dio cuenta de repente de que la chica sentada
en el asiento del vicecomandante junto a ellos tenía la capacidad de ver el presente de las
personas que conocía.

“Rosenfort, cierra los ojos por un tiempo. No solo tu habilidad, sino tus ojos reales.”

Seguramente incluso Vika se dio cuenta de que esto no estaba permitido. No quería ver a
más niños con la psique destrozada… niños que, a diferencia de él, no habían nacido como un
monstruo que desde el principio había estado roto. Si fuera por él, mientras viviera, ningún
niño sufriría de la forma en que él lo había hecho.

Porque si no pudieran… Si los niños que nacieron humanos fueran quebrantados tan
fácilmente y se convirtieran en monstruos que nunca obtendrían la alegría humana básica…
entonces un monstruo roto como él nunca podría conocer la felicidad…

Tenía que sorprenderse de lo egoísta que era incluso ahora, riéndose levemente de su
propia crueldad. Al final, solo pudo orar por el gozo de otra persona por su propio bien. Tales
eran los pensamientos de una serpiente cruel, despreciable y de corazón frío.
La cuenta regresiva siguió corriendo. Mirándola por el rabillo del ojo, separó los labios.

“Gadyuka a todas las unidades Alkonost… Comiencen la operación. Ahora…”

La serpiente devoradora de hombres: Gadyuka.

Sí, claro. Siempre fui una serpiente rota. No me quedan más emociones para romper. Ese
fue probablemente un mecanismo que la humanidad como raza plantó dentro de mí para este
propósito.

En los momentos en que la locura se apoderaba de la cordura, cuando los humanos eran
incapaces de retener la razón, él era capaz de atravesar las crisis. Para eso fue hecho… Al igual
que las muñecas que creó, eso fue una afrenta a la humanidad.

Muéstrales el orgullo que poseemos los monstruos, tú que no eres hombre.

“… canten, mis cisnes.”

Ludmila habló, de pie ante Shin. Como cantando, con una sonrisa.

“Y esto es…”

Más allá de la Resonancia sensorial y el ruido de radio, la voz de Vika hizo su


proclamación:

Comiencen la operación. Ahora…

Y Ludmila continuó… con éxtasis y serenidad, como una santa mártir mirando la
guillotina.

… canten, mis cisnes.

“… nuestra versión de alegría.”

Y en ese momento, todos los Alkonosts concentrados cargaron hacia adelante. Pero en
lugar de un grito de guerra, las muchachas estallaron en una risa brillante, como el fuerte
susurro de las flores. Como si cruzaran los tranquilos campos de la primavera, atravesaron el
manchado campo de batalla. Atravesando el bombardeo horizontal de los tipos Skorpion desde
la fortaleza, la primera fila llegó a la trinchera.
Volaron los obstáculos antitanque del fondo de la trinchera con un bombardeo a corta
distancia, se dieron la vuelta, dispararon anclas de alambre contra los restos cercanos de sus
compañeros y giraron sus vehículos en una extraña danza, arrojándose al fondo del abismo
tras ellas.

“¡¿Qué…?!”

Las sombras blanco-azuladas de los Alkonosts desaparecieron en el valle de nieve helada


como si todo fuera una mala broma. Arrastraron los restos carbonizados y ennegrecidos
mientras saltaban sobre las marcas de impacto grabadas en la tierra y, trazando un arco en el
aire, se lanzaron tras ellos. El pesado y ominoso sonido de su choque y rotura contra el suelo
llegó a los oídos de los Ochenta y Seis, reverberando contra las paredes de hielo.

Antes de que el eco pudiera desaparecer, llegó la segunda fila de Alkonosts, lanzándose
tras sus compañeros. Luego, la tercera y la cuarta fila les siguieron sin dudar, arrastrando uno
tras otro los materiales que habían cosechado y los restos de sus compañeros. Como una
bandada de ratones tontos, que se precipitan al río revuelto al son de la flauta de Hamelín.

El fuego de los Skorpion derribó una unidad Alkonost a mitad de su marcha de la muerte.
La que iba justo detrás empujó sus restos hacia delante y se zambulló en la trinchera con su
camarada encerrado en su abrazo. Remolcando y arrastrando a sus consortes caídos, la
bandada de arañas blanquiazules saltó hacia abajo, una tras otra, y otra tras otra. Riendo todo
el tiempo, desde el fondo de sus corazones, con voces alegres.

Habiéndose dado cuenta de la intención de los Alkonosts, los tipo Skorpion en las paredes
se inclinaron hacia adelante, concentrando su fuego en el foso. La andanada golpeó el frente
del foso en un intento de evitar que los Alkonosts se acercaran más. Los Alkonosts se
detuvieron por primera vez y dispararon hacia arriba, abatiendo a los tipo Skorpion que se
habían expuesto inclinándose hacia delante y tirando sus restos destruidos al foso. Los
Alkonosts que fueron alcanzados por los proyectiles enemigos también fueron pateados, ya
que los Alkonosts que les siguieron llenaron el agujero con disparos despiadados.

Tras darse cuenta de la estupidez de dar al enemigo más material con el que trabajar, la
habitualmente intrépida Legión se retiró tras las murallas. Los Alkonosts siguieron avanzando
a toda prisa y lanzándose a la muerte mientras sus consortes hacían fuego de cobertura. Todo
con la locura de los fanáticos que se arrojan a los pies de su ídolo… los Juggernauts…
La profundidad de veinte metros del foso pronto se llenó con los enormes armazones de
varias toneladas de los Alkonosts. Sus compañeros se apresuraron a avanzar y, al ver que aún
no tenían suficiente altura, se agacharon y se aferraron a la base del muro. El siguiente grupo
de Alkonosts saltó sobre las espaldas de los primeros, extendiendo las piernas mientras los que
estaban debajo eran aplastados por su peso. Utilizando sus propios cuerpos como bloques de
construcción, los Alkonosts montaron un puente inclinado hacia arriba.

Una vez, en tiempos pasados, un imperio que se había enorgullecido de sus técnicas de
ingeniería había construido una ruta de asedio con decenas de miles de prisioneros y esclavos
para atravesar una muralla de doscientos metros, todo para derribar una fortaleza inexpugnable
en medio del desierto. Y como si estuvieran inspirados en ese cuento, los Alkonosts formaron
una pendiente en dirección a las murallas… una ruta de asedio formada por restos metálicos.
Los propios Alkonosts eran los componentes principales aquí, pero también arrastraban a los
tipo Skorpion en su empeño, así como a los Ameise, que los propios Sirin arrastraron consigo.

Al pasar por este puente, la siguiente línea de Alkonosts subió. Aplastando a sus consortes
bajo sus pies, sólo para ser aplastados por las unidades que vendrían después, fueron ganando
altura. Las risas de las chicas seguían resonando, y los Ochenta y Seis sólo podían observar
sin palabras la locura que se desarrollaba ante sus ojos.

Esta vista también fue visible para Lena en el puesto de mando, desde su perspectiva sobre las
paredes.

“¡Vika…!”

“No podríamos permitir que los Ochenta y Seis hicieran esto.”

Cuando ella se dio la vuelta para enfrentarlo, el chico que había ordenado este despliegue
suicida ni siquiera frunció el ceño. Sus ojos fríos y congelados estaban fijos en sus muñecas,
que se reían incluso cuando estaban aplastadas.

“No puedo ser frugal con esas chicas y dejar que mis hombres y los Ochenta y Seis mueran
en el proceso… Una vez que alguien muere, no hay forma de traerlo de vuelta. No pueden ser
reemplazados por nadie.”

En ese momento, Lena no pudo saber el significado detrás de sus labios fruncidos. Nunca
le había oído hablar de la madre que había perdido para siempre en su intento de resucitarla,
ni de la chica que servía como la base de Lerche, que había muerto y lo había dejado atrás. Sin
embargo…

“Pero ellas, los Sirins, están muertos. Simplemente están imitando a la humanidad,
técnicamente sin siquiera personalidades propias. Los Sirin se producen en masa y son
reemplazables. No hay razón para lamentar su uso de esta manera.”

Habló, arrojándolas a un lado con frialdad, sin apartar la vista de las muñecas rompiéndose
y destrozándose. El que había tenido a una de ellos, Lerche, constantemente a su lado… El
que había dado a esas inhumanas chicas nombres humanos y formas distintas.

La visión de su rostro mientras las miraba fue como un cuchillo en el corazón de Lena.
Esta era la serpiente de corazón frío, este monstruo incapaz de comprender la empatía humana,
que trató de defender a la humanidad y su mundo utilizando su propia lógica y moral.

El último Alkonost corrió hacia adelante, trepando por la pendiente fabricada con el
sonido de crujidos y chirridos resonando en sus pasos. Al verlo apagado, Vika se dio la vuelta.
Tomando un rifle antitanque de uno de los guardias reales, salió del puesto de mando,
acompañado por el soldado.

“Dejo la infiltración y el mando de lo que sigue a usted, Reina. Saldremos a la ofensiva a


tu mando. Dinos cuando atacar.”

Dejó en claro a través de sus acciones y no de sus palabras que, habiendo perdido a todas
sus tropas, ya no tenía un papel que desempeñar aquí.

El último Alkonost en salir corriendo extendió dos de sus diez patas hacia arriba para escalar
la pared. Estaba lleno de fragmentos y su cabina estaba medio volada, pero los hierros de
escalada en las puntas de sus patas se clavaron en la pared de la roca y se quedó en silencio
después de bloquear todas sus articulaciones.

Por lo tanto, la marcha de la muerte de las arañas de color blanco azulado finalmente llegó
a su fin.

El único Alkonost que quedaba era Chaika, el vehículo de Lerche. El resto de la unidad,
literalmente, había desperdiciado sus vidas, formando una ruta de asedio pavimentada por la
locura encarnada. Cerca de la cima de la pendiente estaba Ludmila, que había sido atrapada
en la ruta del asedio y apenas había retenido algo de su forma original, con el cuello atravesado
y la cabeza colgando boca abajo, mirando con torpeza al Undertaker… a Shin, que estaba
sentado en su interior.

Se dio cuenta de que estaba sonriendo. Su piel y músculos artificiales se contorsionaron


con gracia, incluso cuando su esqueleto metálico era visible debajo de lo que quedaba de la
mitad izquierda de su rostro.

Vengan todos. Por todos los medios, eso parecía decir su sonrisa.
IMAGEN
******

“¡Tsk…!”

No pudo reprimir el escalofrío que recorría su cuerpo. Los demás probablemente sintieron
lo mismo. Cada Juggernaut en su fuerza dudó por un momento, vacilando ante la idea de pisar
esta grotesca ruta de asedio. Pero cuando Shin se quedó paralizado, los rugidos de la Legión
llegaron a sus oídos. Los tipos Skorpion y Ameise que se habían retirado una vez debido al
fuego de los Alkonost estaban comenzando a salir de sus escondites.

Después de todo lo que acababan de presenciar, no podían dejar que las muertes de los
Sirins fueran en vano.

Shin apretó los dientes.

“… Vamos.”

“¡No puedes hablar en serio…!”

Probablemente era Rito. Ignorando el grito que vino de otra persona, Shin empujó su
palanca de control hacia adelante. Siguiendo los parches de suelo negro expuesto que dejó la
carrera de los Alkonost, Undertaker avanzó como la vanguardia. Después de un momento de
retraso, Laughing Fox, Gunslinger y Snow Witch siguieron sus pasos. Luego, las unidades
restantes del escuadrón Spearhead se unieron a la carrera, maldiciendo mientras avanzaban.

La mayoría de los Ochenta y Seis presentes habían sobrevivido años en el campo de


batalla del Sector Ochenta y Seis. Incluso sin que se les ordenara, los escuadrones a cargo de
la retaguardia abrieron fuego de supresión. Los tipo Skorpion que avanzaron bajaron la cabeza
mientras los Juggernauts se abrían paso a través de la cortina de nieve, y el cielo sobre ellos
brillaba con fuego.

La nieve se hizo más pesada. Como para ahogar los lamentos de los Sirin.

Llegaron al foso lleno de escombros. Sin reducir su velocidad en lo más mínimo,


Undertaker subió al grotesco puente y corrió sobre él en un solo suspiro, trepando por la
pendiente. Dado que no había sido llenado con materiales de construcción reales, la base de la
carretera era desigual y las piernas de los Juggernauts se enredaron fácilmente.

Incluso con los ojos fijos en la meta, seguían viendo los espantosos restos de Sirins que
pavimentaban el camino hacia adelante y la forma en que las pisadas de los Juggernauts los
levantaban y aplastaban aún más. Apartar las ruinas de las minas autopropulsadas era algo casi
cotidiano para ellos, y puede que los Sirins tuvieran formas humanas, pero en realidad ya no
lo eran. En el fondo no se diferenciaban de la Legión, que asimilaba los cerebros de los muertos
en la guerra para continuar la lucha.

Era la misma cosa. Debería haber sido lo mismo. Destruyendo a la Legión y pisoteando a
los Sirins mientras avanzaban…

“¡Tsk…!”

Debería haber sido lo mismo, pero esta indescriptible sensación de disgusto no


desaparecería. Era tan espantoso como correr sobre una montaña de cadáveres que se aferraban
a tus piernas cuando los pisabas, enroscándose alrededor de tus miembros y negándose a
soltarlos.

Shin creyó oír a Theo murmurando un “lo siento…”, a Kurena gimiendo un doloroso
“odio esto”, y a Anju tratando de reprimir el escalofrío en su voz mientras intentaba calmar a
un lloroso Rito. En el borde de su pantalla óptica, alcanzó a ver la pierna de Undertaker
pisoteando la espalda de un Sirin que aún intentaba moverse. Sus labios floridos se
ensancharon en algo parecido a un grito. Sus manos se movieron hacia el cielo, tal vez en
busca de ayuda o tal vez simplemente por sobrecarga, antes de caer silenciosamente sin poder
hacer nada.

El sistema de Juggernaut no tenía función de retroalimentación. No importa lo que pisara,


el sistema de amortiguación mataría el movimiento, permitiendo que el Procesador sintiera
solo una ligera vibración, y el Juggernaut estaba cargado con poderosos amortiguadores para
permitir su maniobra de alta velocidad, lo que significaba que pisar la parte superior de un
humano ni siquiera sacudiría la cabina.

Y por eso la sensación en su mano al agarrar la palanca de control, de una cáscara de


huevo aplastada, y el sonido de los pisotones, que deberían haber sido ahogados por el motor
y los pasos del Juggernaut, debían ser ilusiones que su mente había conjurado. Y también lo
fue la mancha de sangre que salpicó a Undertaker al escuchar ese grito.

Los dientes de Shin chirriaron cuando los apretó con demasiada fuerza.

…… No.
Simplemente no se había dado cuenta. No lo había percibido como tal. Había olvidado
dónde estaba.

Para un Nombrado, un Nombre era tanto un título como una maldición, dado a aquellos
que habían escapado de las garras de la muerte y regresado con vida del lugar donde tantos de
sus camaradas habían perdido la vida… a los demonios de guerra que habían sobrevivido
bebiendo la sangre de sus compañeros, amontonando los cadáveres de amigos y enemigos. Un
nombre reservado para un monstruo que había regresado con vida del Sector Ochenta y Seis
de la República, un campo de batalla del que solo uno entre mil logro alejarse.

Sentirse desgraciado ahora sería una mentira.

Porque el camino que había recorrido hasta este punto, el que lo había llevado al aquí y
ahora, estaba pavimentado sobre una montaña de restos de sus compañeros.

Sobrevivir significaba pisotear a otra persona. Alguien que estaba muriendo. Alguien que
todavía estaba vivo. Alguien a quien no podía salvar, alguien a quien tenía que abandonar,
alguien a quien no podía llegar. Y sin siquiera darse cuenta, tendría que pasar junto a alguien
moribundo, sobreviviendo mientras caminaba sobre los cuerpos amontonados y atravesando
charcos de sangre.

Esto no fue diferente. Siguió adelante, avanzando, incluso si eso significaba pasar por
encima de una montaña de cadáveres. Esta vista simplemente resultó ser una manifestación de
eso. Si algo se sentía miserable… no era solo esta ruta de asedio, sino la totalidad del camino
que los había llevado a este punto… Era inevitable, porque no había nada parecido a una guerra
sin bajas. No existía una nación que hubiera sobrevivido sin sacrificios.

El hombre simplemente no sabía cómo sobrevivir de otra manera.

Una cabeza sin parpadear, ahora sin función, con el cabello carmesí, apareció en su campo
de visión. Las reverberaciones del golpe de Undertaker sacudieron la cabeza colgante para
liberarla de los cables del cuello, y rodó hasta perderse de vista. Un grito ahogado se le escapó
de la garganta, pero no permitió que las lágrimas cayeran.

Lena. Lo siento. Personas que viven… los humanos que viven… yo…
… No puedo encontrar belleza en eso.

A diferencia de un palacio, que ejemplificaba la autoridad y el máximo confort, las murallas


estaban hechas para la batalla. Sus mismas estructuras eran a la vez espada y escudo contra
los invasores. Las altas murallas y los fosos secos e inundados que las rodeaban eran un hecho,
pero la maquinación se situaba en la parte superior de las puertas, los tabiques eran cada vez
más altos cuanto más se profundizaba en ellos, y la torre del homenaje del castillo tenía su
entrada sólo en su segundo piso. Escaleras de caracol en el sentido de las agujas del reloj.
Todos ellos habían sido mecanismos viables en las épocas en que las espadas y los arcos habían
sido las armas principales, y todavía mostraban su valor.

El interior de la ciudadela se encontraba en la plaza opuesta a la empalizada sur. Al acecho


justo debajo de la parte superior del muro había un grupo de Skorpions alineando las miras de
sus obuses en previsión de un ataque enemigo. No pudieron detener la construcción de la ruta
de asedio, pero aún podrían evitar la infiltración atacando en el momento en que el enemigo
estaría indefenso mientras intentaban cargar.

La ruta de asedio fue un trabajo apresurado y se construyó muy estrechamente. Fue una
completa locura a nivel estratégico, ya que las fuerzas enemigas todavía tenían que dividirse,
y muchos Feldreβ enemigos habían sido sacrificados para formar esta ruta, lo que significa
que sus números se habían reducido efectivamente a la mitad. No serían capaces de mantener
esta carga a vida o muerte durante mucho tiempo.

Fue entonces cuando los anclajes metálicos pasaron a toda velocidad por las troneras
dentadas, volando hacia la parte superior de las paredes. Dos de ellas. Cuatro líneas con una
garra en cada extremo… un ancla de alambre se clavó profundamente en la parte superior de
la empalizada, fijándose. En el momento siguiente, dos Juggernauts volaron desde ambos
lados de las miras de los Skorpions, disparando por encima de la parte superior de los muros
que dominaban los artilleros de largo alcance.

Sus Marcas Personales eran de un zorro riendo y un esqueleto sin cabeza con una pala.

“… ¡¿Qué son ustedes, imbéciles?! Por supuesto que nos apuntarían, ¿qué idiota se
precipitaría por el frente?”
“Me di cuenta cuando Dustin lo dijo. Los antiguos ciudadanos de la República no sabrían
nada sobre la teoría de la infiltración.”

Theo escupió su comentario, como si se hubiera sacudido la agonía que habían


experimentado hace un momento… y Shin terminó su oración, con la frialdad de haberse
sacudido demasiado de esa agonía. Se dispararon dos ráfagas al mismo tiempo. Sus torretas
de tanque de 88mm rugieron, sus líneas de fuego de una velocidad inicial de 1.600 metros por
segundo perforando los flancos de los tipo Skorpion. Los proyectiles multipropósito
explotaron al impactar, desatando una avalancha de chorro de metal y una ráfaga de
fragmentos que quemaron sin piedad las estructuras desarmadas de los tipo Skorpion.

Por supuesto, los tipo Skorpion no recibieron pasivamente el ataque. Sus sensores ópticos
y visores fijaron sus láseres en los dos objetivos, e intentaron girarse hacia ellos de acuerdo
con su algoritmo táctico.

Intentaron… y fallaron.

Mientras intentaban cambiar su orientación, los barriles de los otros tipo de Skorpion se
interpusieron en su camino. Uno de los tipo Skorpion chocó con otro y se tambaleó,
impidiendo que ambos se movieran. Los tipo Skorpion se encontraban apretados en el
reducido casco interior de la empalizada, inmóviles e incapaces de maniobrar. Los Juggernauts
vaciaron sus cartuchos en un abrir y cerrar de ojos, apuntando a sus flancos en una despiadada
andanada.

Las empalizadas estaban estructuradas para separar e impedir una fuerza enemiga
invasora, segregada en secciones estrechas y confinadas por tabiques, y eso se aplicaba a los
torpes tipos Skorpion y a los largos cañones que llevaban a la espalda. Los tipo Skorpion, que
carecían de torretas giratorias, sólo podían atacar lo que tenían delante. Y ahora que no podían
ni contraatacar ni evadir, eran blancos fáciles.

Otros Juggernauts se acercaron en diagonal con sus anclajes de cable, siguiendo la


trayectoria de las dos vanguardias, y se unieron al asalto. Utilizaron el fuego de las
ametralladoras para dispersar las minas autopropulsadas que cubrían las paredes para detener
a cualquier invasor, y luego emplearon sus torretas para acribillar a los Ameise que se
abalanzaron sobre ellos.

Una sola unidad, la Sagittarius de Dustin, dejó los restos deformados de los tipo Skorpion
y utilizó su descargador de humo para formar una pantalla de humo blanco, ocultando los
movimientos de la fuerza invasora. Al amparo de la pantalla de humo, el escuadrón Claymore,
dirigido por Rito, se apresuró a tomar los hangares mientras se abrían las puertas de las
plataformas de misiles de las unidades de supresión de superficie.

“… A todas las unidades de artillería. ¡Supriman todas las coordenadas


transferidas!”

Las unidades de artillería dispararon bajo las órdenes de Lena. Los misiles surcaron el
aire sobre el sector de la superficie, dejando estelas de humo blanco a su paso antes de liberar
las bombas de racimo que contenían, que llovieron sobre el sector y sobre la Legión ligera que
se abalanzó sobre los Juggernauts. Los fragmentos auto forjados de la armadura anti luz se
dispararon, formando una lluvia de llamas que viajaba a tres mil metros por segundo y que
barría a las unidades ligeras con un sonido ensordecedor.

La parte superior de la ciudadela quedó así suprimida. Sólo quedaba barrer los restos del
enemigo. Chaika se detuvo al lado de Undertaker. Su compuerta trasera se abrió y Lerche
mostró su rostro, gritando:

“¡Sir Reaper, ahora, mientras tenemos la oportunidad!”

“Correcto.”

Su cañón de 88mm se quedó sin municiones. Laughing Fox tenía ametralladoras


equipadas en sus sub brazos, así que eso no fue un gran problema para él; Undertaker, sin
embargo, estaba equipado con armamento cuerpo a cuerpo, lo que lo ponía en desventaja en
caso de que estallara un tiroteo.

En ese momento, sonó un lamento antinatural.

Era un gemido fantasmal que solo Shin podía oír. Una voz que se lamentaba, tejiendo un
lenguaje mecánico que no podía entender. El sonido de un intelecto puramente mecánico que
no debería existir ahora que había pasado el límite de seis años desde la caída del Imperio.

El campo de batalla todavía estaba lleno de humo blanco, lo que dificultaba que los
Juggernauts detectaran la presencia del otro. Pero la habilidad de Shin persistió a través del
tumulto del campo de batalla, detectando con precisión la fuente del lamento. El dosel rocoso
de la ciudadela se elevó como un águila extendiendo sus alas para defender a su polluelo. Entre
esas grandes alas, una figura se encontraba tranquilamente entre los restos del cráneo del
águila, que había sido derribada en una guerra pasada.
La ágil silueta de un depredador salvaje. Una unidad de sensores que se asemejaba a la
cabeza de un león y una hoja de cadena en su espalda, tan delicada que los segmentos
individuales parecían plumas sueltas agitadas por el aire. Shin casi podía distinguir el brillo
que emanaba de su par de sensores ópticos deslumbrantes a través del humo blanco.

El Phönix.
IMAGEN
******

Una única cámara exterior que apenas funcionaba proyectaba la imagen del Phönix en la
holopantalla del puesto de mando. Lena entrecerró los ojos mientras lo miraba.

Su apariencia…

Frederica pareció tener el mismo pensamiento mientras fruncía el ceño.

“… Se ve diferente a nuestros datos. ¿Qué son esas alas extravagantes?”

Alas. Sí, alas.

Su ágil fuselaje de cuatro patas, que recuerda al rostro salvaje de un león o un leopardo,
estaba perturbado por unas alas afiladas con un barniz plateado. Entre ellos, en la parte que
correspondía con la escápula de un animal, se extendían un par de largas hojas de cadena,
dando al Phönix la escalofriante imagen de un grifo volando por los cielos.

Cada una de sus alas vibraba con movimientos distintos a los de una criatura viviente.
Emitía un brillo delicado que contrastaba con la nieve y hechizaba a todos los que las veían.
Era un resplandor plateado metálico que fluía como un líquido.

“¿Armadura líquida…?”

Según el informe que Shin había presentado, el Phönix tenía incluso menos armadura que
un Ameise. Debido a lo finamente blindado que estaba, una vez que los HEAT retiraban una
sección de su armadura, podían penetrarla con miserables rondas de rifle antipersonal de
7,62mm. Sin esa debilidad, Shin probablemente no habría podido derribarlo.

De hecho, solo ver su movilidad en los registros de la misión dejó a Lena, que ni siquiera
estaba en la línea del frente, sin palabras. Tenía una movilidad y una velocidad de combate tan
cegadoras que incluso la otra Legión, que ya había trascendido las limitaciones básicas de la
humanidad, palidecía en comparación. Y en esa batalla, se había dado cuenta y venció su
debilidad. O tal vez simplemente todavía estaba en desarrollo la última vez que Shin lo
enfrentó.

Sin embargo…

Lena frunció los labios.


La lucha en cada uno de los pasillos contra la legión que se apresuraba se estaba volviendo
más feroz, y se estaba formando un camino de invasión desde fuera del castillo. Si la Legión
perdía el control de la superficie ante los Juggernauts, la sección subterránea sería atacada a
continuación. Al darse cuenta de que tendrían que apoderarse de la ciudadela antes de que eso
sucediera, los Ameise y las minas autopropulsadas repitieron sus ataques suicidas.

Expuesto al fuego de un Skorpion que se coló a la fuerza, la última partición del mamparo
del quinto corredor se derrumbó. En medio de una batalla frenética, un mensaje inalámbrico
de otro escuadrón llegó a los oídos de Raiden.

“… ¡Vice Cap Shuga!”

“¡¿Rito?! ¿Dónde estás ahora mismo?”

“¡Deberíamos estar justo frente a ti en unos sesenta segundos! Estaremos cargando,


¡así que asegúrate de evitarnos!”

“¡Tsk, a todas las unidades, cesen el fuego y retírense del frente de los ascensores!
¡Escapen de la línea de fuego!”

Poco después de que Juggernauts y Barushka Matushkas saltaran casi por la fuerza, el
fuego de ametralladoras de 12,7mm se precipitó detrás de las líneas de la Legión. El
bombardeo fue disparado en un ataque sorpresa total desde los pozos del ascensor que
conducen al complejo camino de regreso a la superficie. Los Ameise recibieron disparos a
través de sus espaldas con armadura delgada, y las minas autopropulsadas se dispersaron.
Pasando por encima de sus restos aplastados, Rito y el escuadrón Claymore se infiltraron en
el sector subterráneo, atacando a la Legión restante que había evitado su ataque.

“Tenemos el sector de superficie bajo control y tenemos unidades aliadas


apoderándose de los otros corredores. ¡Suba a la superficie, Vice Cap Shuga!”

“Correcto…”

Raiden se interrumpió y frunció el ceño. Esta entrada inusualmente imprudente y el fuego


de ametralladora demasiado violento se sintieron como una carga extremadamente
desesperada cuando se unieron al grito nervioso de Rito a través de la Resonancia. Unos pocos
Barushka Matushkas que no pudieron escapar a tiempo fueron alcanzados por balas perdidas
y estaban bien solo porque su grueso blindaje frontal fue capaz de desviar el fuego de las
ametralladoras.
“… ¿Qué pasa, Rito?”

“¡No es nada!”

Hubo algo mordaz en su respuesta. Como si en caso de no haber dicho eso, se hubiera
echado a llorar de inmediato. Como si acabara de perder a muchos de sus camaradas y creyera
ver su propio cadáver tirado entre las pilas de sus cuerpos.

“Realmente no es nada… Así que, por favor, date prisa.”

El humo blanco se disipó. El Phönix dominaba el jardín de la batalla mientras la cortina de


nieve se hacía más tenue. Mientras se cernía sobre el dosel, como un pájaro con las alas
desplegadas, el campo de batalla que tenía debajo estaba rodeado de varias agujas de
observación colocadas en una formación contraria a las agujas del reloj. Los restos metálicos
de los tipo Skorpion destruidos ensuciaban el suelo a lo largo de los cascos interiores de las
empalizadas y de los tabiques internos, que se habían desmoronado a causa de la lluvia de
proyectiles de los tanques.

Las marcas de batalla demasiado espantosas que impregnaron el blanco silencioso. Los
desagradables signos de la contienda y la serena impermanencia. El Phönix lo examinó todo
por igual. Y confirmó la posición de Undertaker en la parte más profunda de la formación
Juggernaut, todavía de pie detrás de la partición sureste, solo con la vista.

Shin le devolvió la mirada y se dirigió a todos los presentes.

“A todas las unidades, espárzanse. Eviten el contacto cercano con él a toda costa. Serán
alcanzados por balas perdidas.”

Inclinó su cabeza de bestia hacia adelante, sus extremidades se doblaron y aumentaron su


fuerza.

Está viniendo.

Saltó en el aire, cayendo en picado y blandiendo sus cuchillas de cadena para controlar su
altitud. Aterrizando en una de las tejas de la torre, utilizó el impacto para tomar impulso y
patear hacia adelante. Hacia Undertaker.

Chaika se apartó de un salto, ganando distancia para no interponerse en la batalla.


Abandonando sus cargadores vacíos, Undertaker se preparó. Mientras lo hacía, el Phönix saltó
de chapitel en chapitel, pateando contra sus superficies con una velocidad cegadora, acortando
la distancia en un abrir y cerrar de ojos. Los trozos de hormigón y hielo que se esparcían por
el aire eran la única forma de seguir su movimiento con la vista. Su sombra plateada se
abalanzó sobre Undertaker, entremezclando saltos irregulares a izquierda y derecha en su
zancada…

¿Cuándo…?

“Justo en el blanco. Tienes que ser un tipo especial de idiota para apresurarte así.”

Un proyectil de cañón apareció por su flanco. Era un bombardeo a corta distancia, que
viajaba más rápido que la velocidad del sonido. El tirador era un Juggernaut escondido en la
sombra de la aguja. El Gunslinger de Kurena. Incluso si ella predijo su trayectoria, seguía
viajando a una velocidad inimaginable para un arma terrestre. Para empezar, había descartado
el apoyo del sistema de control de armas, logrando la milagrosa hazaña de abatirlo basándose
únicamente en la intuición.

El proyectil viajó más rápido de lo que podía el sonido que dejaba a su paso,
precipitándose hacia delante sin láser de puntería, pero el Phönix lo discernió sólo por el
fogonazo. Anuló su salto frenando, evadiendo por poco el proyectil.

Sin embargo.

El proyectil, que debería haber fallado su objetivo al salirse de su trayectoria, estalló en


el aire, destellando y autodestruyéndose justo delante del Phönix. Las llamas y las ondas de
choque estallaron en todas las direcciones a una velocidad de ocho mil metros por segundo.
Los fragmentos que lanzaron viajaron a una velocidad superior a la que incluso el Phönix
podía esquivar.

Un fusible de proximidad. Originalmente una espoleta especial destinada al uso antiaéreo,


estaba preparada para estallar y liberar fragmentos incluso sin impacto en el caso de que
entrara en el campo electromagnético del objetivo. Al no poder esquivar varios de los
fragmentos, el Phönix cayó al suelo. Al parecer, no habían penetrado en su blindaje, pero parte
del líquido que lo cubría fue arrancado y se elevó al aire como los pétalos de una flor.

“… Bueno, hola, cosita estúpida.”

Aguardando cerca de su punto de aterrizaje previsto, Snow Witch… o más bien, Anju en
el interior, sonrió despiadadamente. Al momento siguiente, el lanzador de misiles en la espalda
de Snow Witch se abrió y disparó. El misil atravesó el aire en diferentes trayectorias
zigzagueantes, corriendo hacia el Phönix y lanzando una lluvia de bombas más pequeñas, que
salpicaron todas las rutas de escape posibles, incluida la que eligió el Phönix, con un retraso
de tiempo.

El Phönix intentó escapar del bombardeo, pero después de concluir que no podía, empujó
con fuerza y huyó por el aire.

“… Ja, aquí viene. Dicen que solo los idiotas y, eh, algo relacionados con lugares
altos.”

Laughing Fox estaba al acecho, tras haber disparado su ancla de alambre contra la teja
inclinada de una de las agujas, y giró las pesadas ametralladoras de sus dos brazos de agarre
hacia el Phönix. Theo apretó el gatillo. El Phönix estaba en el aire, donde no podía moverse
normalmente, y tuvo que recibir las primeras balas directamente. A continuación, giró su
espada de cadena en un amplio arco, clavándola en una pared como un ancla improvisada y
constriñéndola para alejarse a la fuerza y escapar de la zona de impacto de la andanada.

Laughing Fox abandonó rápidamente su posición de disparo y voló hacia otra aguja con
su ancla de alambre en un intento de perseguirlo, cuando un nuevo Juggernaut comenzó a
franquearlo. Otra supresión de la zona mediante pequeñas bombas. Fuego de ametralladora de
Wehrwolf, que se apresuró a venir desde los hangares.

“… Parece que estamos cazando una gran presa. No quisiera ser esta cosa ahora
mismo.”

Cuando el Phönix trató de eludir los ataques saltando sobre los bastiones, varios disparos
precisos de pequeño calibre sobre su punto de apoyo lo hicieron caer. Cuando el Phönix cayó,
las marcas de las balas quedaron grabadas en la pared de la roca. No procedían de los cañones
de 88mm de los Juggernauts ni de los cañones de 120mm de los Barushka Matushkas, sino de
meros rifles antitanque de 20mm… Varios dispararon contra él, uno de ellos Su Majestad el
príncipe en persona.

Finalmente, el Phönix se libró de la avalancha de proyectiles perforantes que apuntaban a


su flanco, aterrizó y miró a su alrededor. La Legión era una máquina de combate, y ésta en
particular era una inteligencia mecánica pura, por lo que probablemente no tenía nada de
emociones humanas. Pero si las tenía, ahora sería el momento en que chasquearía la lengua en
señal de molestia.
Estaban por todas partes. En lo alto de las paredes, sobre los mamparos que las separan
en sectores, y sentados en lo alto de las torres de observación. En las sombras de las
instalaciones extrañamente dispuestas y sus interiores. Todos ellos evitaban la línea de fuego
de los demás, pero el Phönix estaba en el centro. Las múltiples siluetas blancas de los
Juggernauts se mezclaban con la nieve mientras lo rodeaban.

Lena pasó por alto la situación desde la holopantalla y susurró con frialdad.

“Definitivamente es rápido y su movilidad es asombrosa… Pero eso no significa que no


haya forma de lidiar con eso.”

Su velocidad, que inutilizaba todos los sistemas de control de fuego, era inigualable para
un arma terrestre, sin duda. Pero había armas modernas capaces de derribar incluso aviones
de combate, que se habían movido a velocidades aún más cegadoras en los días previos a que
la guerra con la Legión hubiera sellado los cielos.

Una de esas armas era la espoleta de proximidad, que se activaba al acercarse a un


enemigo aunque no lo impactara, y luego desataba una lluvia de fragmentos fundidos. O las
ojivas de racimo, que desencadenaban una lluvia de pequeñas bombas que cubrían un amplio
radio a la vez. O las ametralladoras y los cañones automáticos, que liberaban decenas de balas
por segundo con su ciclo de disparo, formando una espesa andanada.

Si sus miras no podían seguir el ritmo… Si apuntar y disparar a un solo punto resultaba
imposible…

“Sólo tenemos que golpear un área grande a la vez… Eso es todo lo que hay que hacer.”

Ya habían establecido esta contramedida, tanto en términos de táctica como de las armas
que necesitarían utilizar. Las únicas razones por las que Shin había luchado tanto contra el
Phönix la primera vez era porque nunca se había encontrado con nada parecido y, por decirlo
de alguna manera, por su propia naturaleza de guerrero. Undertaker era una unidad
especializada en el combate cuerpo a cuerpo y carecía de armas de gran alcance. Le resultaría
difícil montar un contraataque eficaz por su cuenta.

“Me había preguntado cómo lo atraerías a la barrera, pero nunca habría esperado que
usaras a Undertaker como cebo.” Comentó Frederica. “La sangre que corre por tus venas es
más fría de lo que pensaba, Vladilena.”
“El objetivo del enemigo es tanto aniquilarnos como capturar a Shin. Es imposible que lo
sepamos y no nos aprovechemos de ese hecho.”

El mayor fracaso del Phönix fue dejar que Shin escapara durante su última batalla y trajera
un informe rico en información valiosa, como una cuenta y estimación de sus especificaciones,
y sus objetivos. No había matado a Shin cuando era perfectamente capaz de hacerlo, y esta
sospechosa secuencia de acciones dejaba perfectamente claro su objetivo.

Como sabían lo que buscaba, podían atraerlo con un cebo. Desde su perspectiva, el Phönix
era un lobo tonto y hambriento al que atraían a su red de cerco colgando su presa deseada ante
sus ojos. Sí, una vez el Phönix había arrollado sin ayuda a un escuadrón completo de Reginleifs
y los había destruido a todos sin recibir un solo golpe. Probablemente consideró que la
diferencia entre su capacidad de combate y la de los Reginleif era considerable.

Y basándose en esta estimación, el Phönix no prestaría atención a nada más que a su


objetivo prioritario, Shin, centrando todos sus ataques en él. Así que usarían sus unidades
consorte como cebo para atraerlo a una decisión equivocada y abrumarlo con puro número.

Era una táctica totalmente cobarde. Había pensado que no les gustaría, pero una vez que
lo propuso como contramedida tras la operación terminal, los Ochenta y Seis, Shin incluido,
se mostraron bastante indiferentes a la idea.

La estrategia fundamental de los Ochenta y Seis se basaba, para empezar, en enfrentarse


a una única Legión con múltiples unidades. No tenían más remedio que recurrir a las trampas,
los señuelos y las tácticas de uno contra muchos si querían derrotar a esas monstruosidades de
acero de alta fidelidad en un ataúd de aluminio defectuoso. No verían esta táctica como algo
cobarde.

“Aide Rosenfort. El Capitán Nouzen se encarga actualmente de percibir la posición de la


unidad enemiga, y la Teniente Segunda Iida se unirá a la batalla en cuanto termine de despejar
la instalación. Ambos son personal de combate. Dependeremos de ti cuando ellos dos no estén
libres para dar avisos.”

Frederica se burló adorablemente.

“Te dije que me llamaras Frederica, idiota… Entendido. Yo me encargaré de esto.”


Los Juggernauts ya habían colocado sus trampas en todo el sector de la superficie. En lo alto
de las murallas y los tabiques, en los picos de las agujas, entre el laberinto de mamparos y
edificios. Rodeaban al Phönix desde las cuatro direcciones y por encima. El Phönix se movía
de un lado a otro, tratando de evadir y romper el cerco, pero dondequiera que aparecía, era
emboscado, dejando un rocío plateado a su paso.

Sonaron los disparos. Llovieron pequeñas bombas. Las ametralladoras rugieron como
bestias, y las balas de los rifles antitanque desgarraron el aire frío mientras volaban hacia él.
Por si fuera poco, mientras las armas móviles se enfrentaban entre sí, los soldados salieron
corriendo y colocaron nuevas minas de perdigones direccionales, que desataron un chorro de
bolas de acero en forma de abanico que irrumpió en el Phönix.

Caza mayor.

Ningún nombre podría ser más apropiado para esta batalla, pensó Lena mientras
observaba los acontecimientos a través de la pantalla óptica. Un animal tan feroz, astuto y
peligroso era mucho más fuerte que cualquier humano, pero lo estaban cazando poniendo en
común su intelecto junto con sus armas. Tal era la naturaleza de esta batalla.

“Escuadrón Falchion y escuadrón Glaive, cambien de posición al tercer bloque sur.


Capitán Nouzen y Teniente Segunda Iida, usen a Undertaker para atraerlo a dicho bloque…
Restos enemigos detectados en el corredor veintitrés. Escuadrón Mace, despliéguense para
tratar con ellos.”

“Roger.”

Barriendo los restos del enemigo en el sector subterráneo y cazando a la bestia en la


superficie. Mientras Lena movía las piezas en esos dos campos de batalla al mismo tiempo, la
luz que recorría la Cigarra brillaba en patrones vertiginosos. Los haces de luz que significaban
que estaba operando con alta eficiencia iluminaban el oscuro puesto de mando.

Mientras esquivaba los ataques, el Phönix levantó su cabeza bestial como si pidiera algo.
Las nubes de arriba se hicieron más finas cuando una bandada de Eintagsfliege descendió, y
el Phönix se sumergió en ellas, envolviéndose en ellas de arriba a abajo. El camuflaje óptico
se desplegó, ocultando su silueta plateada a la vista. Sus patas invisibles patearon el suelo con
un ruido sordo, dejando sólo el suelo agrietado bajo él como su última huella mientras
desaparecía en algún lugar…
“… Michihi, en cinco segundos, justo al frente… ¡Fuego!”

“¡Sí, señor!”

Siguiendo las instrucciones de Shin, que era capaz de percibir la posición del enemigo
independientemente de las leyes de la física, un pelotón de seis unidades respondió
inmediatamente. Todos ellos desataron una andanada de ametralladoras que arrancó el
camuflaje del Eintagsfliege y volvió a hacer visible al Phönix, que se sumergió en la cobertura,
evadiendo la línea de fuego que lo perseguía. El grueso pilar de hormigón se interpuso en su
camino, y los débiles sensores de los Juggernauts perdieron la pista de su posición.

“¡Demasiado fácil! Crow, dale una buena ración de filete de bala!”

“Entendido, Iida, pero contente.”

Shiden, que había dejado el barrido de los restos del enemigo en los hangares a la unidad
de guardia del puesto de mando y había subido a la superficie para ayudar en el
reconocimiento, cacareó indomable.

“La forma en que das la dirección del objetivo como ese pequeño Reaper me pone la
piel de gallina… Vamos, chiquilla, ¿dónde está el siguiente?”

“¡No me llames chiquilla, idiota insolente! Es el quinto sector sur, pasaje central, ¡fuego!”
Gritó Frederica, con sus ojos carmesí brillando suavemente. Los pequeños misiles se elevaron,
dejando estelas de humo blanco al activarse sus buscadores, cargando hacia el Phönix. Las
unidades de infantería ocultas en los tejados de las instalaciones se alzaron, empuñando
pesados lanzamisiles tierra-aire y disparando a su oponente.

El Phönix dio un gran salto horizontal en un intento de evitarlos, pero los misiles dieron
un giro brusco y los rastrearon con precisión. El seguimiento estaba activo. Balas metálicas
que perseguían implacablemente cualquier objetivo expuesto a sus láseres de localización
como munición maldita, hasta que se quedaban sin propulsión o hacían contacto.

Frenando de espaldas a un tabique, el Phönix se enfrentó a los misiles de frente. Los


Juggernauts cercanos se dieron cuenta de su intención y retrocedieron. Las cuchillas de cadena
que le servían de melena rugieron. Utilizó su par de cuchillas giratorias para cortar una línea
de misiles y saltó justo cuando la segunda estaba sobre él. El repentino movimiento hizo que
los misiles perdieran la pista del Phönix o que simplemente no pudieran cambiar de trayectoria
a tiempo, y todos se estrellaron contra el tabique y estallaron.
El grueso tabique de hormigón armado se derrumbó con un estruendo. Mezclándose con
el polvo y el humo, el Phönix pateo las paredes de izquierda a derecha, dirigiéndose hacia el
dosel…

“¡Actívate!”

Cuando se dio esa orden brusca, se dispararon cables eléctricos horizontalmente desde
cada una de las agujas, formando una red improvisada en el aire que derribó al Phönix en
medio del salto.

¡¿-------------------?!

Derribado contra las losas, el Phönix se puso de pie de inmediato y saltó en una descarada
reacción de sorpresa. Probablemente nunca hubiera imaginado que tenían este tipo de trampa
ridícula guardada. Vika, que era el único que reaccionaría divertido a la situación, habló a
través de la Resonancia.

“Se trata de una trampa que preparamos para capturar helicópteros en caso de que
la ciudadela fuera asediada por una incursión aérea, al estilo ‘muramos con los filisteos’
… Je, mis antepasados tenían un carácter bastante desagradable, si me permiten
decirlo.”

Raiden preguntó con voz exasperada: “Casi tengo miedo de preguntar, pero no pusiste
ninguna bomba de autodestrucción en tu base, ¿verdad, Príncipe?”

“¿Mm? Ciertamente lo hice. Es lo más natural del mundo. ¿No crees que hay una
cierta estética en volar un castillo caído junto con el enemigo?”

“………”

Probablemente Frederica no imaginó a Marcel poniéndose de pie por un momento por el


miedo al borde de su visión.

Luego susurró: “Estoy empezando a sospechar que él… o más bien, los Espers Idinarohk
en su conjunto, son simplemente tontos que juegan con la inteligencia…”

Lena no pudo evitar sentir lo mismo.

… Bueno, como sea.


“Se rompió la partición del segundo mamparo del quinto sector. Todos los Juggernauts
en dicho sector se moverán a los sectores cuarto y sexto adyacentes. Escuadrón Skyhawk,
diríjanse allí para ayudar. Escuadrón Lycaon, estás casi sin munición, ¿correcto? Cambia de
lugar con el escuadrón Scythe.”

Apareció un mensaje emergente en una de las subventanas. El bloqueo de la puerta


principal se eliminó, y los carroñeros comenzaron a entrar en la base… Dejando a un lado la
ruta de asedio, Fido y su grupo no podían trepar por las paredes verticales, así que tuvieron
que dar un rodeo y subir por el camino frontal y acabaron de llegar.

“Entramos y los acribillamos. No le den al enemigo un momento de descanso.”

“… No.”

Contrario al celo de Lena, Shin entrecerró los ojos con amargura. La armadura líquida del
Phönix resultó más resistente de lo esperado. Como pudo cambiar su forma libremente, podría
alternar entre actuar como armadura espaciada capaz de detener proyectiles HEAT y actuar
como armadura de restricción contra rondas APFSDS. La distancia de separación desde el
punto de explosión difundió el chorro de metal, y las balas de uranio empobrecido que lo
golpearon quedaron aplastadas dentro del blindaje. El líquido también tenía rasgos dilatantes
que lo hacían endurecerse momentáneamente con el impacto, por lo que incluso cuando brotó
en destellos plateados al ser golpeado con perdigones y rondas de rifle antitanque, la armadura
bloqueó su penetración.

Si bien la mayoría de la armadura líquida había sido raspada por los combates hasta ahora,
el daño a la unidad en sí fue leve. Por otro lado, algunas de las unidades Juggernaut ya estaban
comenzando a desaparecer de la lucha. Laughing Fox se vio obligado a retirarse, habiendo
agotado la munición de sus cañones de 88mm y sus dos ametralladoras pesadas. Gunslinger
tomó un giro equivocado, permitió que el enemigo se acercara demasiado y se estrelló después
de que le cortaron las piernas. Snow Witch tuvo que purgar su plataforma de lanzamiento
vacía y estaba siendo remolcada.

Cinco de las torretas de los rifles antitanques ya habían sido destruidas, y la infantería
tuvo que retirarse después de agotar las municiones de las armas que llevaban. Y, por último,
las torres y los mamparos también fueron destruidos uno tras otro. La red de cerco se estaba
deshaciendo. Fido y su grupo de carroñeros llegaron, pero tomaría tiempo reagruparse y
reabastecerse, y tenían que mantener su poder de lucha actual de alguna manera hasta que eso
sucediera…

El Phönix se detuvo repentinamente en el centro de una esquina donde la mayoría de las


instalaciones se convirtieron en polvo por el bombardeo. Giró la cabeza como un animal,
confirmando las posiciones de los Juggernauts que lo rodeaban. Varias capas de la armadura
parecida a plumas que cubrían su cuerpo se derritieron repentinamente y tomaron la forma de
un cilindro delgado y enrollado. El cañón de una pistola. Y uno extremadamente delgado y
largo… ¡su velocidad inicial sería extremadamente rápida!

“… ¡Va a disparar! ¡Esquiven!”

En un abrir y cerrar de ojos, los hilos plateados se extienden en todas direcciones, con el
Phönix en el centro. Probablemente fue otra transformación de la armadura. El proyectil que
se formó fue una gran fléchette afilada. Su mecanismo de disparo era neumático, basado en
aire condensado, o centrífugo; habían creído tontamente que, dado que el Phönix no podía
llevar armamento pesado, no era capaz de realizar ataques a distancia.

La fléchette no parecía tener el poder de penetración necesario para atravesar el blindaje


ligero del Reginleif, pero seguía siendo una esfera pesada que se movía a una velocidad
increíblemente alta, y un solo disparo que agotó la mayor parte del blindaje líquido. El
Juggernaut que recibió el impacto directo se tambaleó fuertemente y se detuvo en seco. De un
solo salto, el Phönix se precipitó por el hueco que había abierto en la formación de los
Juggernauts.

Sus miras plateadas se acercaron a la silueta de Cyclops, que estaba situada en una esquina
de la red de cerco abierta. El Phönix blandió su espada de cadena izquierda en diagonal,
cortando a Cyclops al pasar junto al Juggernaut.

“¡Kch, pequeño!”

Cyclops devolvió los disparos mientras Shiden chasqueaba la lengua, molesta. Como no
podía evadirlo, decidió instintivamente hacer que la evitara a ella. Tal y como pretendía, el
Phönix alejó su trayectoria de su línea de fuego, desviándose del rumbo que le habría permitido
partir a Cyclops por la mitad. Un momento después, una ojiva cortada en ocho pedazos entró
en contacto con la espalda del Phönix justo cuando éste echó su cañón hacia atrás, para caer
en pedazos y detonar.
Las ondas de choque del proyectil HESH (High Explosive Squash Head, Cabeza de
Apiñamiento Altamente Explosiva) se transmitieron a la armadura líquida del Phönix,
dispersándola violentamente. Pero al mismo tiempo, Cyclops fue cortado desde su
ametralladora derecha hasta sus patas traseras y delanteras y se vio obligado a caer y encallar.

“¡Shiden!”

“Estoy bien… Olvídalo.”

Shin pudo oír a Shiden apretar los dientes cuando la alerta de proximidad resonó a través
de su cabina.

“Lo siento, logro pasar… ¡Va hacia ti, Don Juan!”

“¡Nos atrapó…! ¡Shin!”

Lena se puso pálida al verlo pasar. Rompió el bloqueo. Eso entraba dentro de las
posibilidades previstas. Al servir de cebo al Phönix, Undertaker no podía retirarse del campo
de batalla aunque se quedara sin munición. Al contrario, para poder predecir mejor la
trayectoria del Phönix, tenían que rodearlo de tal manera que siempre viera la posición de
Undertaker… y eran muy conscientes de los riesgos que eso conllevaba.

Tenía una movilidad trascendental y estaba armado para el combate cuerpo a cuerpo.
Ambos tenían las mismas características, pero el Phönix superaba a Undertaker en ambas, lo
que convertía al primero en el enemigo natural del segundo. El hecho de que Shin hubiera
regresado con vida de su último encuentro era poco menos que un milagro.

Pero esta vez…

El Phönix se precipitó hacia delante, blandiendo sus cuchillas de cadena. Undertaker


movió dos de sus piernas hacia la izquierda, preparando la mitad de su cuerpo para el impacto.

Chocaron.

La hoja de alta frecuencia de Undertaker cortó la armadura del Phönix desde la


izquierda…
… y la hoja de cadena del Phönix, como si cortara el agua, se hundió en la cabina de
Undertaker.

******

<<Rechazando la recuperación del objetivo. Barog eliminado.>>

<<Destrucción de la armadura interior confirmada. Ausencia de reacción orgánica


confirmada. Confirmando-->>

******

Los labios de Lerche se curvaron en una sonrisa torcida desde el interior de la cabina
arruinada del Undertaker.

“Fallaste, pedazo de chatarra.”

“Solo puede distinguirnos por nuestro exterior, ¿eh? Nuestros armamentos y marcas
personales.”

En ese mismo momento, Shin susurró desde el interior de la cabina de Chaika, que estaba
agazapado detrás del Phönix. Había cambiado de lugar con Lerche, pasando de Undertaker,
que se había quedado sin munición, a Chaika justo después de que hubieran retomado el sector
de la superficie, al amparo de la cortina de humo montada por el descargador de humo de
Dustin.

Ante la velocidad del Phönix, que le permitía moverse por su campo de visión más rápido
de lo que él podía seguir, Shin no podía permitirse el lujo de esperar a que Fido llegara y le
reabasteciera de munición.

El origen de esa idea fue algo que sugirió Lena y que luego ordenó Vika; los Juggernauts
y los Alkonosts eran armas de diferentes países, pero ambos eran Feldreβ de la misma
generación, destinados a ser pilotados por humanos o humanoides. En cuanto a sus funciones
necesarias y a la racionalidad ergonómica que las sustenta, sus interruptores e indicadores eran
más o menos similares. Por ello, pilotar uno en lugar de otro no era algo que no pudiera
dominarse tras unas cuantas sesiones de entrenamiento para el cambio.

La mira de Shin se posó en el Phönix por primera vez, y un pitido electrónico le indicó
que había fijado su objetivo. Shin apretó el gatillo, que estaba situado en la posición del dedo
índice de la palanca de control derecha… la única posición que nunca cambiaba en ningún
sistema de armas.

Fue un golpe por la espalda, a bocajarro, y un ataque completamente por sorpresa. Por si fuera
poco, la hoja de cadena izquierda del Phönix se clavó en Undertaker, incapacitándolo para
moverse. Aun así, los instintos de la máquina de combate la impulsaron a purgar su hoja de
cadena izquierda. Convirtió la mayor parte de su armadura en una forma de alambre,
clavándola en el suelo para que su cuerpo se alejara. En un movimiento apenas más rápido que
el de saltar o agacharse, desplazó su procesador central lejos de la línea de fuego.

Un momento después, el HEAT rozó inútilmente el costado de la armadura del Phönix.


Su energía cinética afeitó los últimos restos de la armadura líquida y la armadura negra que
había debajo.

“… Tsk.”

Su ataque debería haber sido un golpe garantizado, pero aun así evitó el impacto completo.
Shin no pudo evitar chasquear la lengua ante la absurda velocidad de reacción del Phönix.
Nunca en sus siete años de experiencia en combate había fallado desde este rango. Pero
ahora…

“Así que finalmente te has quitado toda tu armadura, tonto.”

El dosel de Undertaker se abrió de golpe. Un rayo explosivo se disparó, forzándolo a


abrirse, y desde debajo del toldo volado, Lerche saltó como una bala. Le faltaba la pierna
derecha en su totalidad, la sangre azul brillante de un Sirin rezumaba de ella, aparentemente
habiendo sido rozada por la hoja de la cadena. Se aferró a la armadura de marfil del Juggernaut
con la pierna y los brazos restantes, agachándose como un animal antes de lanzar su cuerpo
hacia adelante.

Sostuvo la vaina de su sable en la boca y la espada en su mano derecha, habiendo


arrancado una de la otra como un león arrancando la carne de su presa con un gran movimiento
de cabeza. El brillo de la nieve se reflejó en la hoja, que entonces chilló con una voz estridente
y comenzó a calentarse.
Una hoja de alta frecuencia. Hecha originalmente para que las usaran los Feldreβ, no era
un arma hecha para ser usada en un combate real cuerpo a cuerpo. La piel artificial de las
manos de Lerche se hizo pedazos en una fracción de segundo.

“… ¡Haaah!”

Un cometa plateado cayó sobre el Phönix, que lo interceptó con un movimiento de sus
cuchillas de cadena. La visión de una joven, aunque artificial, enfrentándose a una Legión en
combate cuerpo a cuerpo era algo que rozaba la definición de broma pesada o pesadilla
viviente.

La cuchilla de la cadena se abalanzó sobre Lerche, cortándola de la cintura para abajo.


Empujando su propia espada por debajo, la clavó en la base de la espada de cadena,
desprendiendo la armadura del Phönix y alojándola en su armazón. La luz pálida y azulada de
la sobrecorriente resultante recorrió la hoja de la cadena. Serpientes de electricidad recorrieron
el sable, carbonizando el brazo derecho de Lerche.

Mientras tanto, el Phönix se tambaleó cuando el daño se introdujo por primera vez en sus
mecanismos interiores. Lerche aflojó su empuñadura y cayó, chocando contra el hombro de
su oponente. La vaina desechada de su espada golpeó finalmente el suelo, resonando con un
ruido estridente.

El pesado sonido del sellado de la montura del arma de Chaika, que anunciaba la recarga
de su lanzador, resonó en la cabina. El sonido de la retícula y la alarma alertaron a Shin,
informándole de que habían fijado el objetivo.

Mientras tanto, el Phönix purgó su hoja de cadena destruida. La superficie rota rezumaba
líquido plateado. Había perdido todas sus armas y sufrido grandes daños. Lo suficiente como
para considerar esta situación adecuada para abandonar su unidad, al parecer. Pero antes de
que pudiera hacerlo, los ojos de Shin se encontraron con los de Lerche.

Ojos verdes. Aunque le habían dicho que no era humana, incluso con los gemidos de los
muertos siempre enroscados en ella, sus ojos ardían con tanta voluntad y emoción como los
de cualquier ser humano. Sus labios se movieron, y por encima de la Resonancia, el chico que
era su amo gritó con fuerza.

“… ¡Dispara!”
¿Shin se habría abstenido de disparar si alguno de ellos le hubiera rogado que se
detuviera? Esta única duda cruzó por su mente, pero sus pensamientos no se aventuraron más.
El cuerpo y la conciencia de Shin, optimizados para la batalla, apretaron el gatillo casi
automáticamente.

El proyectil perforante desatado arrancó el brazo derecho de su hombro, haciéndolo caer al


suelo. El proyectil HEAT impactó y estalló, generando un chorro de metal que penetró en la
armadura del Phönix, derramándose en su armazón desde la sección rota e incendiándola. Un
momento después, la bandada de mariposas plateadas se elevó por encima de las llamas
negras, escapando hacia el cielo nevado.

“Así que todavía se escapó. Lo juro, esta vez la Legión fue realmente irritante…”

Mirando al cielo gris, Vika suspiró mientras se echaba al hombro su pesado rifle
antitanque. Se encontraba en una de las torres de observación conectadas a las instalaciones
de superficie de la base. Si tuviera que adivinar, cada mariposa individual era un módulo del
sistema. Aunque algunas de ellas fueran destruidas durante su huida, podrían reproducirse
sustitutos más tarde. Pero esa no era la cuestión…

“¿Por qué la Legión haría algo así?”

Es cierto que el Phönix era poderoso, pero en términos de eficiencia de combate, era
significativamente inferior a las unidades producidas en masa hasta el momento. Comparado
con un solo héroe que mataba a muchos soldados con la espada en la mano, varios miles que
sacaban sus arcos y mataban a decenas de miles fuera del alcance de esa espada eran mucho
más fáciles de producir. Así era el progreso del armamento. Cada vez más seguro, cada vez
más rápido, y cobrando cada vez más víctimas.

Sacrificio sistemático eficiente.

Y eso era aún más cierto en la era moderna, cuando un solo cañón podía demoler una base
que albergara a miles de personas, y las ruedas de un solo tanque podían arrollar a
innumerables infantes. Ya no había lugar en el campo de batalla para los héroes con espada.
Y aunque la idea de un héroe podía tener cierta viabilidad para la humanidad, no tenía
absolutamente ningún valor para la Legión.

A estas alturas, los héroes eran una táctica empleada por los débiles. Por aquellos que no
podían enfrentarse al enemigo de frente, sino que optaban por dar golpes concentrados que les
impidieran seguir luchando. El Grupo de Ataque Ochenta y Seis era, en esencia, ese tipo de
unidad, y el Reaper sin cabeza del frente oriental era ese tipo de soldado.

Los más fuertes y curtidos en la batalla, y por tanto los menos numerosos. Una poderosa,
y por tanto preciosa y rara, bala de plata. Ese era el último recurso de la humanidad, pero no
una táctica que la Legión debiera haber necesitado adoptar.

Y estaba la cuestión de la otra característica más definitoria de un arma: su inmortalidad.


Si la intención de la Legión era preservar los registros de combate, sólo necesitaban transferir
los datos, como probablemente habían hecho hasta ahora. Si querían mantener una copia de
seguridad y producir en masa múltiples unidades de reemplazo, una sola unidad individual
sería desechable, y no habría necesidad de preservarla con tanto celo.

Los instintos de autoconservación eran el añadido más innecesario que se podía dar a un
arma. Por eso, Vika no podía entender la idea que había detrás del desarrollo de esta arma. Le
parecía totalmente incompatible con el modus operandi esencial de la Legión de eliminar todos
los elementos hostiles. Aunque las máquinas autónomas a veces hacían juicios que nadie podía
prever…

Fue entonces cuando las mariposas cambiaron su rumbo en lo alto.

“… ¿Mm?”

Las mariposas de Micromáquinas Líquidas surcaron los cielos de la fortaleza durante un


momento antes de cambiar su rumbo hacia el sur, donde se encontraban los territorios de la
Legión, bajando gradualmente su altitud mientras descendían en picado.

Aterrizaron sorprendentemente cerca. En una posición a pocos kilómetros de la ciudadela.

“…”

Entrecerrando los ojos con cautela, llamó a una holopantalla con un movimiento de la
mano. Por suerte, había una cámara externa que aún no había sido destrozada y que apuntaba
a esa zona. La cámara se acercó, persiguiendo al Phönix, que aún estaba dentro de su alcance
efectivo…
Y cuando lo vio, jadeó.

Después de haber hecho retroceder al Phönix y a todas las demás unidades de la Legión, el
puesto de mando se fue calmando.

“… Milizé. ¿Qué es eso?”

La voz de Frederica, teñida de urgencia, resonó en la sala.

“Cámara externa sur número cinco… ¿Qué está pasando allí?”

Sus ojos sanguinolentos se fijaron en la señal de la cámara proyectada en una esquina de


la pantalla principal. Siguiendo su mirada, Lena amplió la imagen para que ocupara toda la
pantalla principal.

A Lena se le cortó la respiración.

En ese mismo momento, Shin se volvió, sintiendo una intensa mirada sobre él. Las
empalizadas se habían desprendido de los tres días de lucha, formando una brecha que le
permitía divisar el campo de nieve que se extendía por delante. A unos kilómetros de distancia,
sobre la nieve virgen y pura, se alzaba un solo Ameise, con una armadura tan vieja y envejecida
que se notaba desde la distancia.

La Legión solía estar revestida de un color negro rojizo, pero esa única unidad exploradora era
tan blanca como la luz de la luna, como si se mezclara con la nieve que la rodeaba. Carecía de
las dos ametralladoras polivalentes, por lo que estaba esencialmente indefensa en el desierto
campo de batalla.

Pero, de alguna manera, parecía silenciosamente dominante. A pesar de su aspecto


andrajoso y desgarrado, dominaba todo de forma trascendente, como una reina en el campo
de batalla.

Esa era la unidad comandante de las fuerzas de la Legión a la que se enfrentaba el Reino
Unido. En el caparazón de un Ameise, una unidad no vista por un Pastor, de la línea de
producción original de la Legión, que no debería haber existido hasta hoy.
La Reina Despiadada.

La bandada de mariposas que formaban el núcleo del Phönix revoloteaba a su lado,


arremolinándose al aterrizar. Una fuerza de Dinosaurias se escondía en los alrededores, al
acecho de la nieve, una verdadera guardia de la reina.

Los ojos de Shin se fijaron en una mancha de vibrante color sobre el hombro izquierdo
del Ameise. El símbolo de una diosa recostada contra la luna creciente. Una marca personal.
Pero nunca había visto una unidad de la Legión con una de esas marcas…

Pudo oír a Vika, que aparentemente estaba viendo al mismo Ameise, gemir a través de la
Resonancia.

“¡Zelene…!”

Zelene era un nombre derivado de la antigua diosa de la luna: Selene. Quizás la Marca
Personal de la luna creciente se derivó de eso, o quizás ella simplemente había llevado ese
motivo por afecto cuando estaba viva.

La Reina Despiadada finalmente giró su sensor compuesto en su dirección. Los gemidos


reverberantes se hicieron más fuertes. La voz de una mujer joven, expresando los
pensamientos finales que había tenido antes de su muerte. Una voz que, de hecho, encajaba
con la mujer que llevaba el nombre de la diosa de la luna. Frío, digno y, sobre todo, despiadado.

Pero a pesar de eso…

“He… sido una buena chica.”

Era como la voz de un bebé, apenas conteniendo las lágrimas… Una voz frágil y triste.

“Es por eso que yo… quería que volvieras a mí.”

… Shin.

Su madre sonrió en su memoria.


Estaban parados frente a la puerta de la iglesia en la esquina del campo de internamiento.
Sus largos mechones eran del mismo color rojo que los de su hermano, y sus ojos eran del
mismo color de piedra preciosa carmesí que los de él. Iba vestida con un uniforme de campo
gastado y grosero, que no se ajustaba a su delicado comportamiento. Su mano pálida, que no
recordaba haberlo golpeado, ni siquiera una vez, le rozó el cabello.

Haz lo que dicen tu hermano y el reverendo.

Sé un buen chico… Shin.

Eso dijo ella y sonrió. Sus ojos gentiles.

Él recordó. Él recordó.

… Finalmente recordó. La cara de su padre. La voz de su madre. Su amable hermano


mayor. La amiga de la infancia, una niña, con la que jugaba todos los días. Su finca en Liberté
et Égalité, las investigaciones de su padre, la inteligente y leal IA en forma de perro que había
tenido.

“¡…!”

La verdad es que nunca lo había perdido. Nunca había sido incapaz de recordarlo.
Simplemente no había querido recordar… el hecho de que nunca podría volver a ese mundo
feliz de cuando no sabía nada…

Todos los miembros de su familia habían fallecido y no se encontraban en ninguna parte.


La casa a la que podía volver era una cáscara vacía de lo que una vez fue. Incluso si volvía,
no habría nadie esperándole. Aunque volviera a una época de paz, nunca podría sonreír como
entonces.

Y a medida que las cosas le habían sido arrebatadas, simplemente había llegado a darse
cuenta… de la maldad de la humanidad. La crueldad del mundo. Su absurdo. Su bajeza. Su
falta de piedad. Su falta de remordimiento.

Si no considerara esas cosas como los elementos básicos del mundo, no habría podido
soportarlo.

Creyó recordar las caras de sus padres, el rostro de su cálido hogar, el perro mecánico al
que había abrazado, pero todo volvió a perder su color, se oscureció y se desvaneció como si
se desmoronara en polvo.
Los recuerdos de su familia no fueron quemados por el fuego de la guerra. Los había
dejado de lado… para no añorar lo que nunca podría volver a tener en sus manos. No podía
negarlo por más tiempo.

Después de mirar a los humanos que la observaban sin palabras, el Ameise blanco apartó la
mirada y se dio la vuelta con el paso silencioso propio de la Legión. Los Dinosaurias
agazapados se levantaron y siguieron sus pasos, sacudiéndose la nieve que se les había
acumulado. Lo rodearon como si quisieran custodiar a su delicada reina, escondiéndola tras
sus enormes armazones. Finalmente, la bandada de mariposas dirigió una mirada extrañamente
obsesiva en dirección a Shin y se puso en fila, aunque con una pizca de reticencia.

Cuando la Reina Despiadada desapareció en la oscuridad de la nieve junto con su línea de


criados… nadie le dio caza.
EPÍLOGO: LAS FLORES NO FLORECEN EN
CAMPOS NEVADOS

“… Su Alteza.”

Una persona más normal se habría traumatizado por la visión, pero lamentablemente no
sintió nada. Mientras Vika miraba a Lerche, que yacía impotente, no pudo evitar afirmar para
sí que realmente era un monstruo, de forma humana y nada más.

Tumbada indefensa cerca de sus botas militares, sobre las losas expuestas por el deshielo,
estaba Lerche. Había quedado reducida sólo a su mitad superior, y sus plateados mecanismos
internos estaban expuestos mientras el líquido circulatorio azul claro se extendía bajo ella en
un charco.

Tal y como había sido en el pasado.

Mirándola, Vika dijo: “Deja de romperte a cada paso, niña de siete años.”

“Entendido. Mi vergüenza no tiene límites…”

Lerche consideró su desmesurada reprimenda bajando los hombros con cierta habilidad a
pesar de estar reducida sólo a su mitad superior. Los Sirins no sintieron ningún dolor. Como
eran muñecos mecánicos a los que se les podía sustituir cualquier pieza dañada, no necesitaban
el sistema de alarma que un cuerpo vivo e insustituible empleaba para alertar de la tensión. Y
así, la chica autómata que yacía en medio de la nieve y los escombros sonreía, sin importarle
las piernas que le faltaban, la sangre vital azul que se extendía a su alrededor o sus vísceras
mecánicas expuestas.

Tal como lo hizo una vez.

“¿Está ileso, Su Alteza?”

“Obviamente.”

Porque me dijiste que los protegiera. Así que hasta que no proteja a la gente de este país,
hasta que termine la Guerra de la Legión, no puedo morir. Y después de eso… viviré hasta el
final… Incluso sin esperanzas ni sueños a mi nombre.
Porque creo… que eso era lo que habría querido Lerche, esa chica que se me adelantó a
pesar de que teníamos la misma edad.

“Vayamos a casa, Lerche… Llevarte en tu estado actual realmente hará las cosas bastante
cómodas, pero sólo pensar en tener que reconstruirte desde cero me está dando dolor de
cabeza.”

“Mi vergüenza no conoce…”

“Ya está bien de eso.”

“Y… si es posible, le agradecería que le diera un poco más de volumen a mi pecho.”

“¿Qué es esto, tu despertar sexual?”

Suspirando, alargó la mano y la agarró por la nuca, abriendo el candado que sujetaba su
cabeza al cuello. Vika levantó la cabeza. Una cabeza humana era más pesada que, por ejemplo,
la de un gato, pero aunque era de la realeza, había pasado la mayor parte de su vida en el
campo de batalla. Seguía siendo más ligera que un rifle antimaterial.

Al ser muñecos mecánicos, los Sirin no se romperían aunque se redujeran sólo a su cabeza.
Tras confirmar que Lerche se había apagado automáticamente al perder el contacto con el
sistema de refrigeración almacenado en su pecho, Vika se dio la vuelta, con los puños de su
uniforme ondeando al viento. Con la cabeza de ella en la mano, atravesó el velo ondulante de
la diosa de la nieve mientras ésta arreciaba mucho más allá de su estación.

Parecía una escena sacada de Salomé, observó para sí mismo.

Aunque, dicho esto…

“Nunca te he besado.”

Ni a la difunta chica que le servía de base ni a esta chica fría como una lápida.

Nadie estaba allí para escuchar las palabras de su soliloquio mientras el viento se las
arrebataba.

Dejando su Juggernaut, Rito volvió a mirar la ruta de asedio de los Sirin. Varios de sus
compañeros también miraron el grotesco y antinatural camino tallado por los cadáveres.
Sobrevivir hasta caer en la batalla y vivir hasta el final era el orgullo de los Ochenta y Seis.
Eso era lo que creían mientras luchaban. Abrazando eso como su identidad, habían luchado
hasta ahora con eso, y nada más, en mente.

Pero…

Sin molestarse en ocultar su miedo y el escalofrío que surgió de su interior, Rito pensó:
¿En qué se diferenciaba eso de cómo se habían reído los Sirin mientras se precipitaban a su
muerte en esta marcha de la muerte…?

Rito siempre había tenido miedo de los Sirin. Todos sus compañeros lo tenían, hasta cierto
punto. Eran espeluznantes. Eran indescriptiblemente extraños, y los Ochenta y Seis sólo podía
observarlos desde la distancia. Pero ahora lo sabía. Lo que le asustaba era la idea de que
aquellas inquietantes chicas reflejaban el final de su propio camino. La vaga premonición de
que al final de su larga batalla, estaban destinados a yacer muertos sobre su propia montaña
de cadáveres.

Tal vez todo el tiempo fuimos iguales a ellas, desde el Sector Ochenta y Seis. Y siempre
lo llamamos nuestro orgullo. Corriendo hacia la muerte como ellas. Riendo todo el tiempo.

Se dio cuenta de que Raiden estaba a su lado. Había luchado en el hangar subterráneo, por
lo que hizo una mueca al mirar por primera vez la ruta de asedio. Escupió una jerga de la
Federación que Rito no conocía.

“Así que esto es lo que te ha puesto los calzones de punta.”

“Vice Cap Shuga… Yo…”

“… No lo hagas.”

Le interrumpió. La palma de su mano cayó sobre el hombro de Rito en un gesto de


preocupación. Pero por contraste, sus palabras…

“Probablemente todos los demás estén pensando lo mismo. Pero no lo pongas en


palabras… No deberías tener que cuestionar la forma de vida que te trajo hasta aquí.”

El traje de vuelo aislado ni siquiera permitió que el calor de su mano llegara a Rito.

La ruinosa cabeza de Ludmila rodó por la nieve junto a la ruta de asedio. Shin miró sin palabras
los silenciosos restos de la chica. De entre los restos entremezclados de Alkonosts, Juggernauts
y Legión aplastados se filtraba una mezcla de Micromáquinas Líquidas, líquido circulatorio
subcutáneo y varios tipos de aceite que no podía reconocer, formando un extraño charco
multicolor.

Al rodar su cabeza, tanto su llamativo cabello rojo como su piel artificial se desgarraron,
dejándola como nada más que restos de color gris metálico. Cuando la levantó, una grieta que
atravesaba su cráneo se ensanchó, haciendo que se deshiciera. Un líquido transparente del
color del arco iris en su núcleo, su procesador central, y la sangre azul se derramaron de su
cráneo en gruesos riachuelos y se acumularon en el suelo. Ya no pudo oír ningún lamento o
queja procedente de ella.

Estaba acostumbrado a ver cadáveres humanos. Era tal y como le habían dicho a Dustin
durante su operación en la República. Y estaban igual de acostumbrados a ver cabezas cortadas
a las que les faltaba la mitad de la cara. Era algo habitual, un espectáculo que había presenciado
ya en su primer escuadrón en el Sector Ochenta y Seis.

Así que ver a Ludmila, una Sirin que no había estado viva para empezar, con un color de
sangre totalmente diferente, romperse… Ver a innumerables de su número romperse no
debería haberle molestado.

Y sin embargo… le dolió. Le dolió mucho.

Sí, la verdad era que era duro. Había sido duro desde el principio. Recordó al capitán de
su primer escuadrón, que a menudo se preocupaba por él y se preocupaba por ayudarle porque
había sido el miembro más joven… Recordó haber recogido su cabeza cortada y medio
derrumbada.

¿Cuándo se había acostumbrado a esto? ¿Cuándo había empezado a tratar el hecho de que
otros murieran como algo natural? ¿Como algo que no es normal? ¿Cuándo se había despojado
de esa parte de sí mismo… sin siquiera darse cuenta?

El fragmento de la persona muerta que estaba atrapado dentro de lo que solía ser Ludmila
ya no estaba. Desapareció al ser destruida, y ya no quedaba ni rastro de ella. Al menos, Shin
deseaba que fuera así. Mirando hacia atrás, a menudo se preguntaba si deseaban volver a morir.
Sin contemplar nunca la frialdad que había detrás de esa pregunta.

Las palabras que una vez escuchó decir a alguien surgieron en su mente. Ni siquiera podía
recordar quién en este momento. Pero se lo habían dicho a la cara. Otros lo dijeron a través
del Para-RAID. A veces lo oía decir a otros. Mezclado con la estática de la red inalámbrica.
Una y otra vez, una y otra vez, había escuchado esas palabras.

Tú, monstruo.

“… Sí.”

Eso es apropiado, pensó Shin mientras miraba la ruta de asedio. La ruta de asedio más
grotesca jamás hecha, formada por los restos de la Legión, los Alkonosts y esas muñecas
mecánicas con forma de chica. Había tenido que pisar y atacar, porque si no lo hubiera hecho,
todos habrían muerto. Había tenido que pisotear a esas chicas para asegurarse de que nadie
más muriera.

Y lo mismo ocurría con todos y en todas partes. La República pisoteó a los Ochenta y
Seis, el Reino Unido a los Sirins y la Federación a los niños soldados, los Vargus y los
Mascots. E incluso aquellos que eran pisoteados pasaban por encima de la muerte de otros a
su vez para sobrevivir en este mundo.

En cuyo caso, si esto era lo que tenían que hacer para sobrevivir…

… los humanos eran todos monstruos.

Todos y cada uno de ellos.

El débil resplandor de la nieve se reflejaba en la torreta de 88mm del Juggernaut asentado


en lo alto de la ruta de asedio, y por primera vez, Shin pudo ver ese resplandor sólo como algo
total y absolutamente vil.

“… ¡Shin!”

Mientras Shin se quedaba quieto, una voz llegó a sus oídos. No podía oír el sonido de
pasos. Aquellos fueron tragados por la nieve que se amontonaba sobre las marcas de la batalla,
y solo su voz de campana de plata lo alcanzó.
Tropezando con la desconocida ruta nevada, Lena corrió hacia él, aferrándose a su cuerpo
en su apuro. Su grueso traje de vuelo no conducía ningún calor, por lo que no podía sentir su
calor a través de él.

“Te vas a ensuciar tocándome.”

“¡¿Qué estás diciendo…?!”

Seguramente había salido corriendo por el pánico. El uniforme de Lena estaba


desordenado, como si hubiera salido corriendo a mitad de camino para cambiarse de ropa, y
no llevaba la chaqueta sobre la blusa. Sólo un abrigo. Seguramente se le había caído la gorra
militar en algún sitio, y sorprendentemente, corría sobre el suelo nevado con sus zapatos de
tacón, entre otras cosas.

“¿En qué demonios estás pensando, viniendo aquí por tu cuenta? Todavía podría haber
Legión por aquí…!”

“Aquí no hay nada… Eso ya lo sabes.”

Ella no respondió. En lugar de cualquier palabra, sus dedos lo agarraron con más fuerza.
Como si dijera que Shin podría desaparecer en el momento en que se soltara. Había intentado
pronunciar un por qué, pero su voz no salía.

Tendría que haber visto cómo surgió la ruta de asedio formada por los Sirins. Y debería
haberse dado cuenta de que el Grupo de Ataque tenía que escalar sobre esto para atacar.
Entonces, ¿por qué se acercó a ellos, sin ningún temor? ¿Por qué quedarse al lado de los
Ochenta y Seis, que fueron reducidos por el campo de batalla hasta el punto de que los
humanos normales sólo podían verlos como monstruos en este momento?

Para empezar, ella sabía lo que era el campo de batalla. Había mantenido esa línea
defensiva durante dos largos meses durante la ofensiva a gran escala en el campo de batalla
de la República, que no había hecho preparativos para luchar por la creencia de que la guerra
terminaría pronto, con sólo la débil esperanza de que la ayuda pudiera llegar en algún
momento.

Repitió una retirada tras otra, incluso cuando se vio poco a poco arrinconada contra la
pared. Ni siquiera Shin, acostumbrado como estaba a la guerra, podía imaginar lo desesperante
que debía ser mantener aquella línea defensiva sin esperanza, pero Lena lo sabía muy bien.
Sabía que los ciudadanos de la República Alba estaban siendo masacrados por decenas de
millones… Sus hermanos y compatriotas… Sabía que el campo de batalla era un lugar de
muerte gratuita, sin espacio para la esperanza de la dignidad o la santidad de la vida. Conocía
la vileza y la bajeza de la que es capaz la gente cuando se ve acorralada.

Entonces, ¿por qué? ¿Cómo?

¿Cómo podía no renunciar a este mundo? ¿Cómo podía creer en un valor más vacío que
un cuento de hadas, que el mundo era un lugar hermoso…?

Lena había dicho que los Ochenta y Seis renunciaron al mundo por bondad. Que
aborrecerlo sería más fácil que renunciar a él. Que dejar de lado su orgullo habría sido mucho
más sencillo. En cuyo caso, ¿cómo…? ¿Cómo podía cargar con un ideal tan sacarino que ya
nadie soportaba oírlo…?

¿Por qué? Él se preguntó.

¿Por qué persiste? ¿Por qué sigues adelante aferrándote a ese deseo? Dejar de desearlo lo
haría todo mucho más fácil, así que ¿cómo puedes seguir deseándolo?

No se le ocurrió ninguna respuesta. Y Shin no conocía a Lena lo suficiente como para dar
alguna pista que le permitiera deducirla. Hacía dos años que se había despedido de ella al partir
para la misión de Reconocimiento Especial, y sólo hacía unos meses que se había reencontrado
con ella. No sabía qué batallas había librado ella. No sabía lo que había sentido, lo que había
lamentado, lo que había valorado, el deseo por el que había luchado. Qué deseo era el que la
impulsaba a seguir luchando.

Nunca se le había ocurrido preguntar. Nunca se había planteado que quisiera saberlo.
Creía que había logrado algo al reunirse con ella, pero… una vez que la había encontrado, no
había hecho ningún intento por comprenderla.

Por primera vez, se dio cuenta:

No sé absolutamente nada de ella.


PALABRAS DEL AUTOR

¡Los trajes de piloto son justicia! Hola a todos, este es Asato Asato.

¿Volumen 2? ¿De qué estás hablando? Lo que sea… las chicas con trajes de piloto son
justicia. Si me preguntaran qué es lo que tienen de genial, me inclinaría a decir que es la idea
de armamento + chica. Simplemente espléndido. Y no son reveladores, pero siguen siendo de
alguna manera sexy. Es lindo. Muy, muy lindo.

Los chicos con trajes de piloto son… bueno… No está prohibido ni nada, pero, ya sabes…
Eso no es lo que hace que los chicos sean sexys. O más bien, se ven más sexy cuando están
vestidos muy elegantemente. Ya sabes, como en uniforme. Y, también, uh, cuando están en
uniforme.

Ahora bien.

Gracias, como siempre. Les traigo 86, Ochenta y Seis, Volumen 5: Muerte, No Seas
Orgullosa. El título es un guiño al poema de John Donne del mismo nombre.

Les agradezco sinceramente que hayan esperado tanto tiempo. ¡Es el episodio del traje de
piloto! ¡Su Majestad en un traje de piloto! ¡Lo logré!

¡Y sin bromas sobre que no es un traje de piloto!

¡¡¡Disfruten de lo que ven sus ojos!!!

• El campo de batalla esta vez:

El concepto esta vez era una batalla XXXXX hecha sólo con armas polipedales (borrado
por motivos de spoiler). Fue bastante duro sin acceso a artillería pesada, morteros o
bombardeos aéreos…

Por cierto, el campo de batalla que sirvió de inspiración existe realmente (más o menos),
salvo algunos elementos ficticios que se mezclan, pero tendré que borrarlo por motivos de
spoiler (omitido). No obstante, he incluido algunas alusiones en el propio texto, así que quien
esté interesado puede investigarlo. Son unas ruinas de guerra impresionantes.

• Líquido dilatante:

En pocas palabras, es como la crema pastelera.

Hay imágenes reales de crema pastelera aplastada entre dos cristales deteniendo una bala,
pero...

¿Crema pastelera, en serio…?

Además, ¡algunos anuncios! Si vas a la página de Dengeki Bunko, puedes acceder al sitio
de descarga de novelas Kakuyomu, donde estoy publicando capítulos adicionales llamados
Fragmental Neoteny. En ellos se detalla la historia de Shin en el Sector Ochenta y Seis. El
concepto principal es la historia de una batalla perdida en la que los ojos de un joven Shin se
vuelven gradualmente huecos y muertos, así que no dudes en echarle un vistazo si quieres. No
es necesario registrarse y se puede ver de forma gratuita.

Por último, algunos agradecimientos.

A Kiyose y Tsuchiya, los editores a cargo de mí, que se han preocupado mucho por mis
puntos de vida restantes. A Shirabii, por añadir todos estos nuevos personajes con nuevos
uniformes. A I-IV, por responder a mis desmesuradas demandas de unidades polipedales que
luchan en un entorno nevado. A Yoshihara, ¡por fin se ha publicado el volumen 1 de la
adaptación al manga!

Y a ti, que has cogido este libro. Muchas, muchas gracias, como siempre. Nuestra pareja
principal ha dado un giro completo después de lo alegre que fue el volumen 4, pero el próximo
volumen, el 6, concluirá el arco del Reino Unido, así que puede que arreglen las cosas………,
espero………… (Ugh…)
En cualquier caso, espero que, aunque sea por un breve momento, pueda llevarlos a ese
campo de batalla envuelto en un velo blanco, y a su lado mientras se enfrentan a la división
entre ellos, y a la presencia de la muerte a la que deberían haberse acostumbrado hace tiempo.

Música que suena mientras escribo estas palabras: “Eve of the Future” de Ali Project.
PALABRAS DEL TRADUCTOR

Hola, es Ferindrad. Antes de expresar mi opinión hagamos lo acostumbrado, primero déjenme


agradecer a GJD, es gracias a su persona que esta novela se está traduciendo, y también a
quienes continuamente leen mis otras traducciones, a todos ustedes: Gracias. Espero seguir
contando con su presencia.

Bien, sí, a ver… por lo general me gusta que esta sección permanezca algo “atemporal”,
pero supongo que esta vez iré por el camino del “un producto de su tiempo”.

Para las fechas en que escribo esto 86 ya cuenta con un adaptación al anime, de parte del
estudio A1, yendo por su capítulo 8. Animación que aún no veo, y ya iré a eso. Se que tendrá
dos cortes, los primeros 11 capítulos adaptaran todo el primer volumen y los capítulos restantes
(creo que son 12 o 13) los volúmenes dos y tres.

No me puse en esta traducción por unirme al tren del hype que inevitablemente viene
cuando a una novela le realizan un anime, sino porque como se lee en el primer párrafo se
patrocinó, sin embargo esta novela me gusta bastante y la conocía incluso desde sus inicios.

Me leí el primer volumen cuando aún no había salido el segundo (quedándome bastante
satisfecho y esperando por más) y por eso mismo, y por otras cosas de la cotidianidad, le fui
dando largas a leer los demás volúmenes mientras fueron saliendo, luego una cosa llevo a la
otra y cuando te das cuenta no has leído nada.

Así que me afecta un poco haber tenido que traducir este volumen sin el contexto de la
historia de los tres volúmenes de por medio que no he leído. Razón por la que pienso, apenas
termine algo que estoy releyendo, ponerme al día con esta gran saga. Pero a partir del volumen
dos, lo ocurrido en el primer volumen lo recordare con el anime cuando este termine de adaptar
dicho volumen.

Con eso dicho, lo que sí puedo decir acerca de este volumen es que: la humanidad es tanto
bella como sumamente cruel, que aquello que nos hace humanos es complicado de definir y
que sin importar por la cantidad de cosas por las que pasemos siempre seguiremos sintiendo.
Otra cosa, si no dijera esto no sería yo… ¿por qué diantres las imágenes de las cosas que
traduzco van escalando con la habilidad que voy obteniendo para editarlas? Todo es un digno
rival y no una paliza que puedo dar

Anhelando algún día ver un paisaje nevado con mis propios ojos, sin más nos leemos (?)
en otra ocasión.

Música que suena mientras escribo estas palabras: “La Bestia” y “De Hielo” del
Cuarteto de Nos.

Para todos de Ferindrad.


Frase Final

Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.

RABINDRANATH TAGORE.

Filósofo y poeta hindú.

(1861-1941)

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