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La reducción de Nuestra Señora de Loreto tuvo su primera fundación en 1610, a orillas del Paraná-Panema; en
1631 comienza un período de traslado causado por los constantes ataques de los bandeirantes, hasta llegar a su
ubicación definitiva en 1686, al Sur del arroyo Yabebirí -donde se encuentran
hoy sus ruinas-. Como toda reducción la plaza mayor era el núcleo social,
frente a ella se destacaba la iglesia, donde se desarrollaba la vida religiosa de
la reducción, dividida por una calle se encontraban las casas del cacique y el
resto de la comunidad en Loreto, pasando las habitaciones se encontraba la
capilla, hace unos años tras se realizaron algunas tareas de restauración en la
cual se hicieron reproducciones de algunos bloques para reconstruir la capilla,
donde se destacan las columnas finamente trabajadas mostrando la
sensibilidad artística de los antiguos habitantes de estas reducciones. Otra de
las características que llaman la atención en Loreto, y a diferencia del resto de
las ruinas es la presencia de letrinas contiguas a la Casa de los Padres,
residencia de los sacerdotes, esta es una obra de saneamiento de gran avance para la época. Loreto era el lugar
donde se congregaban los indígenas de todas las reducciones para venerar a Nuestra Señora de Loreto,
convirtiéndose además en un gran centro de evangelización.
Santa Ana provenía de la región del Tape (Río Grande do Sul] donde había sido fundada en 1633.En 1638 emigró
a las costas del Río Uruguay y en 1639 a las del Paraná.Desde allí se produjo su última mudanza al lugar actual en
1660, realizada por los Padres Romero y Agustín Contreras junto con 2.000 guaraníes de la primitiva Reducción.
Las ruinas de la misión jesuítica de Santa Ana están situadas a escasa distancia de la actual población misionera
del mismo nombre, junto al cerro de Santa Ana Peruyé. La zona es de colinas muy suaves y desprovistas de
vegetación boscosa, a escasos
kilómetros de la ribera del alto
Paraná.
Hay también restos de las columnas de madera que sostenían la cubierta, embutidos dentro del espesor del
murallón. En el cerco del actual cementerio es notable el remate de la pared con su perfil a dos aguas trabajado en
la piedra. Al frente de las ruinas de la iglesia y del cementerio, se puede ver hoy un gran espacio abierto, libre de
maleza, que corresponde a la antigua plaza. Rodeando la misma, entre el monte, se advierten los cimientos de las
casas de los indígenas. A pesar del avance de la selva, se puede apreciar la Plaza Central, la Iglesia, las Viviendas, los
Talleres y el Cementerio, utilizado por los primeros pobladores de la localidad de Santa Ana.
Los vestigios más notorios de la antigua reducción se encuentran en terrenos de la actual Unidad Penitenciaria
de Candelaria; los restos en elevación que persisten, corresponden a la sede del Superior y a los talleres, una
edificación que presentaba una planta alta y, probablemente, un subsuelo. Estos testimonios, los más
monumentales, llegan a una altura que oscila entre los seis y siete metros. Pueden apreciarse muros en toda su
altura, columnas y pisos. Otros vestigios, menos importantes, persisten en los espacios libres de edificación entre
las viviendas y en las calles.