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PONENCIA DISCURSO DEL MÉTODO, RENÉ DESCARTES, CUARTA PARTE

JOSÉ SANTIAGO JIMÉNEZ RUBIANO1

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ

Zipaquirá, agosto de 2017

La cuarta parte del “Discurso del método” de René Descartes, tratará sobre la “duda” como

mecanismo que el autor decide emplear para poder analizar desde cero, el conocimiento que hasta

ahora se tenía como cierto; por eso, el autor dice: “deseando yo en esta ocasión ocuparme tan sólo

de indagar la verdad, pensé que debía hacer lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo

aquello en que pudiera imaginar la menor duda” (Descartes, 2006, pág. 65), sabiendo que buscaba

una finalidad, es decir, que “no quedaría en mi creencia de algo que fuera enteramente indudable”

(Descartes, 2006, pág. 65). Entonces, partiendo de este presupuesto, llega a afirmar que los

sentidos nos engañan, de manera que el ser humano está expuesto a errores de razonamiento y, por

tanto, llega a dudar de sus razonamientos y sus demostraciones. Por otro lado, Descartes también

reconoce la dificultad de diferenciar los sueños de los pensamientos, puesto que no hay nada que

indique si estamos soñando o estamos desiertos.

Propósito de la reflexión “Pienso, luego existo”.

Descartes comienza a examinarse en su composición natural (lo que soy) y, aunque pensara

que no poseía cuerpo alguno y que no había un lugar donde él se encontrase, se daba cuenta que

todo ésto era real, (que él era), una sustancia cuya esencia y naturaleza se puede pensar con total

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independencia de otra cosa para que pueda existir “de suerte que este yo, es decir, el alma por la

cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste y,

aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es” (Descartes R. , 2006, pág. 66).

Luego, habiendo notado que en la preposición “pienso, luego soy” (“cogito ergo sum”) no hay

nada que le certifique que está diciendo la verdad, pensó que lo más claro es ser, para distinguir

las cosas claras y distintas, aunque con dificultades para distinguirlas a veces.

Pruebas sobre la existencia de Dios.

Descartes, después de haber reconocido la causa de la certeza de lo que él era, consideró

que aquello no le garantizaba la totalidad de la verdad; por eso, comenzó a indagar sobre el origen

de haber aprendido a pensar en algo más perfecto que él (una naturaleza mejor elaborada y

perfecta), cosa que veía imposible que saliera de la nada, y mucho menos de él, “de suerte que sólo

quedaba que hubiese sido puesta en mí por una naturaleza verdaderamente más perfecta que yo”

(Descartes R. , 2006, pág. 67), y dicho ser posee todas las perfecciones (Dios), las cuales no podía

explicar con sus propias palabras. También, Descartes se da cuenta que tiene algunas perfecciones,

pero que no es el único ser que existe, porque había un ser del que dependía y que le había dado

todo cuanto poseía. Por eso, él ratifica que si fuera dependiente y no participara en nada con aquel

ser supremo hubiera podido tener idéntica razón, ser infinito, eterno, inmutable, omnipotente y, en

fin, poseer todos los atributos que tiene Dios. Por tanto, Descartes identifica al ser que ha puesto

esa idea perfecta en él con Dios, asociándolo a un nuevo tipo de sustancia: la res infinita, superando

de esta manera la postura que se afirma que solo se puede conocer el yo y nada más.

Por otra parte, en todo lo que había razonado acerca de Dios, hasta donde su intelecto le

concedía, se aseguró que ninguna de las ideas imperfectas (duda, inconstancia y tristeza) pueden
estar en Dios. Así, Descartes también tiene algunas ideas de las cosas sensibles y corporales y, aun

estando en estado de sueño, no podía negar que esas ideas estaban rondando por su pensamiento.

Entonces, habiendo diferenciado que la naturaleza inteligente es distinta a la corporal y que denota

un carácter de dependencia, siendo ésta un defecto, él

Juzgaba que no podía haber en Dios estas dos naturalezas y que por consiguiente, Dios no era

compuesto; en cambio, si en el mundo habían cuerpos, o bien algunas inteligencias u otras

naturalezas que no fuesen del todo perfectas, su ser debía depender del poder divino, hasta el punto

de no poder subsistir sin él un solo instante. (Descartes R. , 2006, pág. 68)

Por tanto, en la naturaleza (mundo) sí había cuerpos que dependían de otras cosas para

existir, lo que no puede ocurrir en Dios.

Indagación en otras verdades: Pruebas de la existencia de Dios

Descartes habiendo trabajado también en la geometría, quiso hacer una aplicación de

algunas de las más simples explicaciones al mundo, ya que éste les atribuye cierta evidencia; sin

embargo, Descartes no pone su seguridad en ellas, porque no le dan la certeza de la existencia del

objeto; pero él constata, que la existencia de la cosa está en ella. En este caso, Dios es o existe,

como lo pueden hacer las demostraciones geométricas; los que digan que es difícil conocer todo

esto, es porque no han elevado su espíritu por encima de las cosas sensibles y están seguros que

son solo ideas de la imaginación, pero como no hay nada en el entendimiento que no haya estado

antes en los sentidos, es por eso que las ideas de Dios y de alma nunca han estado en ellos. Nada

entonces será cierto si no interviene el entendimiento en la imaginación y en los sentidos.


“¿Entonces cómo sabremos que los pensamientos que nos ocurren durante el sueño son

falsos y que no lo son cuando estamos despiertos?” (Descartes R. , 2006, pág. 70). Aunque los más

genios estudien este problema, no podrán dar una razón lógica sobre diversas cuestiones, como lo

es la existencia de Dios. Es así como Descartes llega a la conclusión que debe existir algo o alguien

de donde provenga esa idea, ya que sería ilógico decir que proviene de la nada y, más ilógico sería

decir, que lo más perfecto proviene del no-ser. Por eso para Descartes la idea de Dios es una idea

innata, en la cual es eterno, inmutable, omnisciente y omnipotente; es decir, que posee todas las

cualidades que podemos imaginar, pero no poseer. En definitiva, lo único cierto es que mientras

estemos dormidos o despiertos debemos confiarnos en la razón, porque nos da la verdad y la

evidencia de las cosas.

Por tanto, como se observó con anterioridad, estos planteamientos vendrían a ser ideas

claras y distintas que hacen cognoscible la existencia de Dios y que todo lo que tenemos proviene

de Él; sin embargo, si tenemos dudas o ideas falsas, es debido a la imperfección que poseemos en

sí mismos, aunque Descartes atribuye estas imperfecciones a la nada y no a Dios, el Ser supremo.

Bibliografía

Descartes, R. (2006). Discurso del método Meditaciones metafísicas . España : España Caple.

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