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Fiorella Lezana ─ Apuntes ─ Cel: 3815933949

Bolilla 1
1. Origen y Evolución del Derecho Comercial.
a. Introducción.
Los rastros más claros de estructuras comerciales estables aparecieron en Egipto, 3000 años antes de Cris-
to.
Rodas pasa a ser centro de gran actividad comercial pro u situación de privilegio en el Mediterráneo, sien-
do punto intermedio entre Egipto y Siria.
Con el Imperio Romano, se amplía después el comercio hacia otras latitudes. Después, durante la Edad
Media, renace con fuerza y su expansión es tan grande que origina, en sucesivas oleadas, alas instituciones
del derecho comercial que llegan a nuestros días.
El comercio se da con mayor intensidad entre los siglos XI y XIII, cuando cesan las invasiones de germanos,
escandinavos, nómadas de las estepas asiáticas y sarracenos. El comercio es el intercambio pacífico de gra-
nos, pieles, metales preciosos, telas.
Comercio, desde siempre, significa negociar, con ánimo de lucro sobre bienes. La compraventa es la opera-
ción fundamental, pero en torno de ella surgen el préstamo, el comodato, el depósito, la fianza, formas de
representación, estructuras asociativas.
Describe Guyot, que el cambio se realiza en el momento ñeque cada uno atribuye a la cosa que adquiere
más valor de la que cede.
El comercio reconoce una génesis rudimentario en el truque; después aparece la moneda, y más adelante
el crédito.
Cuando Rocco define al derecho mercantil como el “conjunto de normas jurídicas por las que se rigen las
relaciones nacidas en la industria comercial”, incurre en un error, y es el de denominar “industria comer-
cial” a una actividad que nosotros llamamos comercio.
Sin embargo, el comercio no logra una noción unitaria en el ámbito jurídico tal como lo reconoce Fontana-
rrosa, quien, sin embargo, arriesga un concepto: será comercio, en sentido jurídico, todo supuesto de he-
cho al que la ley califica de mercantil.
Esta idea, implica una petición de principio, y es señalar que es comercio lo que la ley dice que es.
Comercio es también, la industria y otras actividades no estrictamente mercantiles de intermediación.
En nuestra opinión, dice Etcheverry, no interesa lograr un concepto jurídico de comercio porque la ley mer-
cantil regula una temática que en ocasiones excede el concepto económico de comercio y en otras delega
en distintas ramas del derecho la regulación de diversos aspectos.

b. El derecho romano.
El derecho, como ciencia social, no es ajeno a la historia de la humanidad, y aparece ligado a ella en las dis-
tintas edades.
La materia mercantil existió siempre, desde los remotos orígenes humanos; tan pronto como se realiza un
intercambio de cosas con un interés lucrativo. En tanto lo regulan normas, hay un embrión de derecho.
Pero la materia comercial como disciplina autónoma y diferenciada del resto del derecho privado, no se
manifiesta hasta a época medieval. Allí, con le florecer de las nuevas ciudades tras el período feudal, nace
la acumulación de capital privado que determina la aparición de una clase social que vive en las ciudades
dándoles una novedosa actividad económica: es la burguesía.
i. Época anterior a Roma.
Los autores se empeñan en encontrar rasgos del derecho comercial en antiguos ordenamientos jurídicos.
Algunos lo hallan en el antiguo Código de Ur-Namú, que se remonta a 2500 años antes de Cristo, y es
unos 300 años anterior al de Hammurabi; éste regula formas precarias de sociedad, transporte, présta-

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mo, depósito, compraventa y comisión.


En tanto existe comercio, aparecen reglas escritas o se conservan normas verbales que lo reglamenta.
Pero el ordenamiento legal diferenciado no aparecería hasta bastante después.
En Grecia y en Roma se desarrolla el comercio, pero desenvolviéndose por dos carriles diversos: el pe-
queño comerciante que no es ciudadano y es mal mirado por quienes lo son, y el comercio extrazonal,
manejando desde los niveles gubernamentales.
ii. Civilización romana.
Enseña Halperin que no hubo en Roma un derecho comercial, pese a la intensidad de la vida mercantil;
ellas estaban contenidas en el derecho común.
Romer sostiene que hasta la caída del Imperio Romano de Occidente, en el año 476, la humanidad no
había estructurado un sistema orgánico de normas, ni de principios del derecho comercial.
En general, los comercialistas reconocen la existencia reinstituciones propias de nuestra materia en el ex-
tenso período de tiempo en que subsistió la civilización romana. Sin embargo, no fue una disciplina sepa-
rada con rigor jurídico.
El derecho mercantil en Roma era derecho común; pero a la vez, era un derecho especial, distinguible del
derecho común general, aunque no había una sistemización legal específica.
Puede considerarse probado que también en el Derecho Romano existieron las corporaciones y asocia-
ciones de mercaderes y navegadores, esencialmente privadas, pero protegidas por el Estado, aunque,
como es sabido, la civilización romana consideraba al comercio como algo subalterno. (Ripert Georges di-
ce que era esclavo quien se ocupaba de la tienda o de gobernar un barco).
c. La Edad Media.
La caída del Imperio Romano de Occidente es un proceso que dura siglos y que obedece a diversas causas
históricas.
Con la invasión de los “bárbaros” se opera un cambio en el centro de poder; de allí surgirán las principales
novedades económicas, políticas, culturales, sociales y jurídicas.
En el período medieval desciende el nivel cultural, decaen las escuelas, las leyes, la administración pública y
la justicia; los restos de cultura se refugian en algunos monasterios.
En la baja Edad Media el comercio llega a su mínima expresión; el tráfico mercantil por tierra en largas dis-
tancias se hace imposible; el marítimo ve grandemente menguada su vitalidad anterior, y con algunas ex-
cepciones, se ve muy dificultado.
El actual territorio europeo entra en un período oscuro.
Los árabes invaden España y de allí intentan el avance hacia el Este, con su “estrategia de la media luna”.
Los pueblos invasores traen sus leyes y costumbres jurídicas, las que se enfrentan con el rigorismo formal
romano. Toda Europa se sacude y reacomoda a la nueva realidad.
Entre otras novedades jurídicas, el derecho de los invasores es fundamentalmente consuetudinario, fuente
de gran importancia en el derecho comercial.
Después de la decadencia y la confusión, hay un paulatino reordenamiento de labores, roles y normas, que
se conoce históricamente como feudalismo.
La inseguridad del habitante en general, lo impulsa a buscar su protección en cuadillos fuertes, a quienes se
llama señores, que edifican castillos o fortalezas, y tienen el don de la organización y el mando. Así, se or-
ganizan regiones, de dimensiones variables, en las que existe el poder total del amo y la obediencia absolu-
ta del vasallo. La economía es en esta etapa eminentemente agrícola y su control y verdadera propiedad
están en manos del señor feudal.
Hasta el siglo XVI, son las ciudades-puertos las que impulsan el comercio medieval; sirven ellas de modelo
para el resto de Europa en cuanto a regulaciones jurídicas comerciales.
Milán y Florencia como centros internos, de gran actividad mercantil.

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En el siglo XI se producen un cambio: empieza una era de prosperidad en Europa central. Se ha logrado la
paz y un status quo, aumenta la riqueza agrícola y crece la población.
Y se produce un fenómeno: la migración del hombre de campo, que poco a poco se va instalando en las
ciudades. El sector primario (agricultura) cede su puesto al artesanado (sector secundario). Jesús Rubio ex-
plica la aglomeración de personas, que de pequeños villanos se convierten en burgueses o habitantes del
burgo. Ese poder es el que le permitirá, desafiando el de los señores, exigir y crear un nuevo derecho que
regule su actividad.
Teófilo explicó las reglas básicas del tratamiento del cuero, la seda, la cristalería, metales, técnicas de aca-
bado, textiles, etc. Además agrega reglas elementales de comercio. Comienza también en el siglo XII el uso
de libros y normas de contabilidad por partida doble. En ese siglo y el siguiente se generaliza el uso de la le-
tra de cambio y una moneda “de banca”. El comerciante comienza a tener sus instituciones, incluido el
procedimiento concursal cuando sus negocios no van bien.
La sociedad feudal conoció el derecho comercial embrionario.
Los “burgueses”, habitantes de las nuevas ciudades, son los “portmen” de Inglaterra. El portus, ahí era el
verdadero centro comercial.
En el siglo XIV y XV hay un abandono no masivo del campo.
Poco a poco, cada uno en el nivel que puede, sale de la dependencia campesina como artesano, vendedor
ambulante, mercader la por menos o mayor escala.
En las ciudades, el “aire se hace libre”, el siervo domiciliado en el “burgo” durante más de un año y no re-
clamado por su antiguo dueño, se convierte en libre.
Los burgueses desean conquistar un nuevo orden jurídico que los beneficie; quieren el poder político y tri-
bunales propios según las necesidades de la dinámica de las transacciones. Todo ello se logra con el tiem-
po, cuando se acepta una lex mercatoria, basada en usos, costumbres y normas que regulan la actividad de
grandes y pequeños mercaderes. Ese conjunto de normas de contenido jurídico es el “estatuto del comer-
ciante”.
En realidad, el sistema feudal no es para ellos. Tienen que crear otro “sistema” dentro o paralelo a él.
Guyenot atribuye a dos razones la formación de un derecho propio de los comerciantes: 1) necesitaban
ellos reglas más amplias que las de l derecho común, demasiado formalista, que facilitaran la celeridad e
las operaciones de comercio; 2) desde aquella época, el comercio adquiere un carácter internacional muy
marcado: mercaderes y negociantes tenían que disponer de un conjunto de reglas jurídicas que le fuesen
comunes.
Señala Rubio que “el nuevo derecho de los mercaderes nace y se desarrolla íntimamente vinculado al espí-
ritu de la organización económica que se conoce hoy en día como el nombre de capitalismo”. A lo cual se
opone Fargosi, quien recuerda que existió derecho mercantil antes del desarrollo del capitalismo, señalan-
do, además, que la “identificación de que se trata conlleva una inmovilización que no se compadece con la
esencia misma de esta rama del orden jurídico, caracterizada por se runa categoría histórica, lo que signifi-
ca que las normas mercantiles no son el fruto del capricho del legislador, sino que responden a exigencias
ineludible de la realidad. Por ello sus incesantes transformaciones tanto en el ámbito de s acción como en
el espíritu que lo informa”.
i. Ferias y mercados.
Los mercaderes pertenecen a una ciudad; operan en ella o preparan caravanas para llevar cada vez más
lejos sus productos.
Los mercados son su ámbito permanente de trabajo; las ferias, el discontinuo. En ambos se intercambian
o venden productos. A las ferias van los mercaderes profesionales: allí se intercambian los distintos pro-
ductos; comos e requieren una larga preparación, se las celebra anualmente o a lo sumo dos veces al
año.

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En vez de vender de ciudad en ciudad, se van organizando reuniones permanentes, que con el correr del
tiempo se hacen famosas: son las ferias. En ellas, los comerciantes intercambian experiencias recíprocas,
y la población se beneficia con la mayor disponibilidad de productos.
ii. Las casas de comercio.
La evolución del derecho mercantil marca una nueva etapa, con la superación de la figura persona del
comerciante y la aparición de “la casa comercial”.
El mercader supera la tienda, el almacén, y con el progreso económico mejora y perfecciona sus instala-
ciones.
Más allá de la “casa comercial”, aparecen las organizaciones: figuras asociativas, descentralización por
medio de matrices y filiales, el uso de marcas específicas para los productos, organizaciones más comple-
jas a loas cuales se suman toda clase de empleados y auxiliares.
el dinero se utiliza cada vez más, pero con él también se genera un forma de multiplicación de la mone-
da: es la llamada “moneda de banca”, de tanta mayor cotización cuanto más importante es la “casa ban-
caria” que la produce.
iii. El contrato de cambio; la letra de cambio; el vale o pagaré; elcheque.
Son figuras jurídicas utilizadas por los comerciantes con el fin de agilizar sus negocios; evitar el envío de
moneda metálica a lugares lejanos y de simplificar pagos, y enjugar deudas.
iv. Las corporaciones.
Nacen como centros de autorregulación, como protección contra el poder gubernamental, y también en
concepto de agrupaciones profesionales, excluyentes de competencia y vigías de la calidad del trabajo de
cada gremio.
El derecho corporativo implica el derecho estatuario. De la aplicación de las costumbres se avanza hacia
la emisión de reglas escritas, cada vez más minuciosamente detalladas, de gran rigor.
Nacen las corporaciones, que no se denominan de ese modo hasta el siglo XVIII, antes se llaman guindes,
guildas, hansas, cofradías.
Estas asociaciones nacen durante el régimen feudal, pasan, de voluntarias a espontáneas a ser obligato-
rias, al punto de impedir el ejercicio de oficio a quien no estuviera autorizado por ellas.
Las corporaciones adquieren poco a poco gran poder: comienzan a controlar las ferias, participar en car-
gos municipales, propugnar ordenanzas y reglamentos, adquirir privilegios y franquicias, etc.
Las corporaciones imponen estatutos, verdaderos reglamentos de cada oficio.
Más adelante en la historia, grupos de asociaciones profesionales se federan en las “hansas” que tratan
de monopolizar el gran tráfico mercantil y restringir el número de partícipes.
Junto a los estatutos profesionales se escriben otros, más generales, similares a leyes o códigos.
Como es sabido, le derecho corporativo queda abolido completamente con la Revolución Francesa.
v. La Jurisdicción.
El comerciante, el artesano, no se ve suficientemente atendido en sus conflictos por los jueces, acostum-
brados a resolver asuntos civiles. No cualquiera puede aplicar rectamente el derecho consuetudinario
mercantil y los estatutos.
Aparecen primero los ámbitos mercantiles, personificados por los comerciantes de mayor prestigio; des-
pués se crea la jurisdicción consular, especializada para aplicar la justicia frente al orden creado por las
costumbres y el consentimiento informal de las partes.
A veces también se utiliza el derecho romano, renovándolo o adptándolo a las exigencias del tráfico. Así,
se adaptan textos romanos sobre el contrato literal y la confessio; se elabora la teoría del consentimiento
y su validez en el caso de existir causa válida obligandi.

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vi. La Salida del Período Medieval


Las técnicas mercantiles progresaron y con ellas lo hicieron también las jurídicas.
Los italianos en el siglo XIII dominaban los primeros mercados de Europa. Manejaban sus asuntos con re-
presentantes en distintas plazas y por correspondencia; principalmente son “hombres de despacho” y de
gran cultura para la época. El tráfico mercantil comienza a hacerse multiforme y complejo.
Crece el poder de lo señores y reyes, y a su lado crece la intervención de empresarios que han dejado ya
de ser comerciantes par a pesar con su fortuna y medios en las decisiones políticas y económicas.
En el siglo XV, mediante los grandes descubrimientos, Europa toma posesión del mundo y comienza una
era de colonización y explotación de las colonias.
El Renacimiento, con la serie de fenómenos de gran cambio que lo caracterizan, impone un desarrollo e
impulso fundamental al derecho comercial. Las cruzadas primero, los viajes, exploraciones y descubri-
mientos y los grandes inventos después, contribuyen a consolidar este derecho.
En esa época Europa sale de una larga crisis de crecimiento que es desigual en las distintas regiones: se
fundan monarquías poderosas.
El derecho comercial pasa en esta época a formar parte de derecho estatal de los Estados monárquicos;
ellos reivindican para sí el monopolio de la función legislativa. Pero la disciplina sigue siendo autónoma:
no es absorbida por el derecho común.
En este período y no con la codificación, se produce la objetivación del derecho comercial. La ley aplica-
ble natural que se impone es la mercantil, porque así lo exige el razonamiento lógico.
1. Las economías nacionales.
La época de las economías encaradas globalmente, a nivel de nación, vuelve a Europa con el centralis-
mo creciente del poder.
desde entones hasta la revolución industrial del siglo XVIII, se producen nuevas mutaciones en la circu-
lación del crédito y de los bienes.
del siglo XV en adelante, comienza a desaparecer la artesanía y a perfeccionarse los procedimientos in-
dustriales; pero el paso de la declinación del corporativismo y el avance del industrialismo naciente se
hace simultáneamente, coexistiendo la artesanía manual con formas embrionarias de industria.
Los siglos XIV y XV se dicen de expansión comercial, pero ello no es tan simple. El comercio profgresa,
la letra de cambio adquiere una notable difusión, la contabilidad se hace más compleja, de una colum-
na se pasa a dos, etc.
El seguro evoluciona notablemente, nunca asegura una persona individualmente en un viaje marítimo,
sin oque lo hacen varios inversores unidos.
2. Las sociedades y los bancos.
De esta época es la creación de las primeras sociedades comerciales, y las más famosas son las floren-
tinas, que señalaban con su nombre a quienes pertenecía el poder de decisión.
La sociedad comercial tuvo una doble vertiente: la privada, fundada sobre la base del poder político
vinculado a los negocios, favorecido por el anonimato de lo verdaderos dueños del capital; y la socie-
dad pública gestada desde el Estado para realizar importantes empresas.
Las compañías de Indias de los siglos XVII y XVIII, eran grandes empresas dedicadas a la colonización de
nuevas regiones. Su carácter publicístico está dado por el hecho de que nos e las podía formar sin una
autorización real, la carta de concesión. Para Galgano estas empresas nacen de un pacto establecido
entre el soberano y un grupo empresarial, destinado a explotar las riquezas de ultramar.
quienes dirigen estas grandes compañías, además están liberados de responsabilidad personal.
La forma societaria así se generaliza en el uso y sus técnicas de dinámica interna y externa van adqui-
riendo más precisión y rigor jurídicos.
El Código napoleónico legisla después sobre sociedades anónimas y en 1867 su us o se generaliza en

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Francia con a ley de ese año.


Con la organización accionaria se recuperan la vida de los bancos. Así los bancos intermedian exclusi-
vamente respecto del dinero y de los papeles de comercio; reciben depósitos, otorgan créditos y finan-
cian operaciones con grandes ganancias.
vii. La Objetivación del Sistema
Se suele enseñar que el derecho comercial pasa, de un primer estadio subjetivo a otro que históricamen-
te se califica de objetivo porque se establecen actos que son, por su naturaleza, mercantiles. Esta segun-
da etapa se asigna a los principios impuestos por la Revolución Francesa.
Opina Romero que nuestro sistema, al ser de marcada inspiración francesa, resulta “netamente objetivo,
y señala que el acto de comercio es el eje central de la materia.
En nuestra opinión, dice Etcheverry, el derecho comercial siempre fue la regulación de sujetos y actos, en
tanto que todo ordenamiento jurídico está destinado a reglar conductas, intereses de individuos, respec-
to de otros, en forma inmediata o mediata.
En una primera etapa, aparece como un derecho no escrito, carácter que conservará el sistema anglosa-
jón. Más adelante, se regularán simultáneamente deberes y atribuciones para ciertas personas, que rea-
lizan una actividad diferenciada.
Asimismo, continúa Etcheverry estableciendo que cree que el derecho comercial posee una esencial uni-
dad histórica, y si bien existen variantes legislativas, siempre se estará en presencia de un orden legal
que apunta a parámetros específicos: el desarrollo y ejercicio de la industria, el comercio y ciertos servi-
cios, para un mercado, y además, reglas, principios, obligaciones y atribuciones que se refieren a los suje-
tos que realizan tal actividad.
La regulación de ciertos contratos, operaciones o figuras por el derecho mercantil, no hace cambiar su
esencia.
La codificación, que solo fue un paso más amplio, recoge todas las instituciones de nuestra disciplina en
una sola ley.
viii. La revolución industrial: los primeros códigos.
Con la formación delas grandes monarquías, se pasa a un nuevo derecho mercantil de los edictos y orde-
nanzas reales. Esta transición empieza en Francia y de ella se transmite a los demás centros de Europa.
Esto coincide con la formación de los Estados Nacionales. Con al reglas escritas, que pretenden objetivar
por un lado lo que los comerciantes hacen de manera profesional, y por otro, de determinar obligaciones
personales exclusivamente para ellos, aparecen una nueva forma de aplicar el derecho comercia para la
jurisdicción consular: los mercaderes serán juzgados por ella sólo cuando corresponda a negocios mer-
cantiles, por otro lado, quien realice actos de comercio sin ser comerciante, también será juzgado a te-
nor de las regla de nuestra materia.
1. El Código Comercial de Francia.
Turgot, en 1776, trata de terminar con las corporaciones: así la Asamblea Constituyente suprime tanto
los privilegios individuales como los de comunidades: virtualmente hay libertad plena de comercio e
industria.
Pasado el período revolucionario, vuelve a Francia el gobierno autoritario y centralizado con Napoleón.
Éste, con su capacidad enorme para encarar toda clase de asuntos, asume también el papel de colegis-
lador.
Dieciocho horas diarias de trabajo, hace que se examinen en poco tiempo treinta y siete leyes, tras on-
ce años de absoluta desorganización jurídica. Así es como nace el Código de Comercio francés,. En la
primera redacción del proyecto del Código de Comercio presentada al Consejo de Estado, se preveía un
primer artículo declarando que cualquier persona tenía el derecho de ejercer el comercio en Francia, y
otro segundo enumeraba los actos de comercio. El artículo primero fue suprimido porque se entendía

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que resultaba redundante, el segundo también, porque el proyecto contenía la regulación delos actos
de comercio cuando se refería a la jurisdicción consular.
El Código de Comercio francés se promulga en septiembre de 1807, utilizándose as formas del CC. Los
cuatro libros del Code se refieren a los siguientes grandes temas: a) del comercio en general; b) del co-
mercio marítimo; c) falencias; d) jurisdicción mercantil. El primer libro, base de nuestra “Parte general”
regulaba comerciantes, libros de comercio, sociedades, bolsas, etc.
Comentando este Código, dice Le Pera que el trabajo se limitó a regular la organización externa de la
actividad del comerciante, salvo pocas novedades, como los regímenes sobre letra de cabio y socieda-
des.
2. Holanda.
En 1811 Holanda, así como Bélgica, reciben y adoptan el modelo francés. Pero más adelante se elabora
un sistema con algunas particularidades, que tuvo alguna influencia sobre la tarea de nuestros propuso
codificadores.
En 1826 se promulga un nuevo Código para Holanda y Bélgica, hasta 1830 que el segundo país se sepa-
ra del primero.
En 1838 se sanciona un nuevo Código en Holanda, que se divide en tres libros: del comercio en general,
de los derechos y obligaciones que resultan de la navegación, y las medidas que hay que tomar en caso
de insolvencia de los comerciantes.
3. España.
España, una vez unificada, conoce las ordenanzas generales y las consulares. Muchas son las normas
mercantiles dispersas en la Nueva y Novísima Recopilación. Al estudiar la época, los autores del dere-
cho mercantil distinguen tres grupos: las ordenanzas antiguas, las nuevas y las modernas. En 1543 so-
bre la base de las disposiciones de estas dos ciudades, se funda el Consulado o Universidad de los Car-
gadores de Indias, vinculando al tráfico con América,
Las Ordenanzas de Bilbao, son 29 capítulos divididos en setecientos veintitrés números, y sus disposi-
ciones se refieren a la jurisdicción comercia, a los libros de los mercaderes, las sociedades, contratos,
comisiones, letras de cambio, vales y libranzas, etc.
Estas Ordenanzas poseen un doble carácter: objetivo y subjetivo: la competencia, no sólo se refiere a
los comerciantes, sus socios y factores, sino también a ciertos actos y operaciones típicas del comercio.
Con el Código francés ya promulgado, se forma en 1812 una comisión especial para la redacción de los
Códigos Civil, Comercial y Penal.
El Código de Comercio se promulga en 1829, y fue reconocido como muy bueno para su época y supe-
rior al francés; en nuestra opinión legislaba tanto un aspecto objetivo como subjetivo. Tenía 1219 ar-
tículos y cinco libros, que se dividían así: 1) comerciantes ya gentes de comercio; 2) contratos de co-
mercio en general, sus fines y efectos; 3) comercio marítimo; 4) quiebras; 5) jurisdicción y competencia
mercantiles.
pocos años pasan y debe ser revisado por faltarle instituciones indispensables: sociedad anónimo y tí-
tulos-valores; transporte ferroviario, bolsas, bancos.
En 1855 se reforma el Código y se lo reemplaza por otro nuevo, cuya base es el anterior, se modifica la
terminología, pero la estructura es la misma.
Actualmente, el CCom español está integrado con reformas más recientes y leyes complementarias.
ix. La reunificación del derecho privado: la nueva Lex Mercatoria.
Tras el estudio histórico en el cual apreciamos la evolución del derecho mercantil, hay que preguntarse
sobre el concepto y los caracteres que actualmente distinguen nuestra materia.
Una primera cuestión es la delimitación dogmática, y otra es cuál sería el método para separar esta rema
del ordenamiento en general.

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la necesidad de precisar el objeto de estudio se justifica ampliamente en el aspecto académico: el dere-


cho como ciencia debe estudiarse separada y progresivamente. Modernamente, cuando aparece o se
descubre algún fenómeno social al cual haya de darse una regulación jurídica, todo el orden normativo
participa, impidiendo su parcelación como derecho público o privado, civil o comercial, administrativo o
penal.
Ejemplos de ello son el derecho de protección al consumidor, el régimen de comercio o de los contratos
internacionales, etc.
Queda soslayado el tema de estudio que trata de saber si el derecho comercial actual es preferentemen-
te objetivo o subjetivo. Independientemente de las tendencias legislativas, persiste una “esencia” vital
nacida de la antigua regulación del artesanado y del comerciante, que aun distingue la disciplina.
Actualmente es anacrónico referirse a la “clase de los comerciantes”, tanto como clasificar de objetivo
un derecho sustentado en una enumeración de actos de comercio, o pretender que la empresa ES dere-
cho comercial. En este sentido Romero, siguiendo a Langle, dice con acierto que la empresa no puede ser
el centro de un sistema si ella misma constituye una incógnita no despejada, y se añade el problema
emergente de su desconexión con el derecho civil.
No carece de interés realizar un somero estudio de las diversas posiciones que en la doctrina pretendie-
ron captar la unidad de nuestra disciplina en un concepto totalizador.
Hoy, frente a la complejidad del mundo, el jurista no puede parcelar como antes su enfoque, como tam-
poco puede hacerlo el legislador. Más que nunca hay que reivindicar el estudio de las instituciones del
derecho, que no serán nunca ya, exclusivamente civil o comercial o de derecho público o privado.
d. La constitución económica y las nuevas figuras comerciales. Perspectivas.
En cuanto al derecho económico, el tema ha sido evaluado ampliamente. Nuestra materia no es tan am-
plia como al económica, como dice Guyenot: “la vida económica no es comercial”, al referirse al as profe-
siones liberales, la agricultura, las industrias extractivas. A ello podemos agregar que muchos contratos ci-
viles son derecho económico, no mercantil: v. gr., operaciones con inmuebles, compraventa civil en gene-
ral, sociedad civil.
Normas de derecho público referentes a la economía, no pertenecen tampoco a nuestra disciplina son,
indudablemente, derecho económico.
Y “comercio”, como decía Rocco, excede a veces el contenido de esta disciplina, o en ocasiones, ésta des-
borda aquel concepto.
i. Concepto de Derecho de Empresa.
Desde el punto de vista económico, es empres a una organización que prevé la realización de una activi-
dad económica con un riesgo, para intermediar en la producción o el cambio de bienes y servicios.
Muchos autores identifican la empresa con el derecho mercantil.
La ley de sociedades mercantiles objetiviza a la empresa en su artículo primero. Así, podemos ver que
hay una imposibilidad de identificar el derecho comercial con el concepto de empresa.
En primer lugar, tal concepto no fue nunca acogido íntegramente por nuestra legislación; en segundo lu-
gar, la doctrina predominante aplica a la empresa una lente económica más que jurídica.
Muchas organizaciones empresarias no son mercantiles: asociaciones, fundaciones, sociedades civiles.
En el ámbito contractual, se ha originado una corriente que pretende distinguir los llamados “contratos
de empresa”, cuando esta categoría legal no existe como tal, ni siquiera indirectamente establecida por
la ley.
Broseta Pont define cabalmente la cuestión de este modo: si la empresa está integrado por dos factores,
el capital y el trabajo, el derecho mercantil no regula uno de los elementos integrantes (el trabajo).
Una definición de lo que es derecho comercial es la siguiente, propuesta por Malgarriga: “es una rama
del derecho privado que se ocupa, aunque no desde todos los puntos de vista, de ciertas actividades,

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ejercidas o no de modo accidental, que se ha estimado, por razones varias, necesario o conveniente que
no sean objeto al menos en primer término, del derecho civil o común, en general”.
Asimismo, Etcheverry nos proporciona su opinión: es de fundamental importancia la visión histórica que
explica opr qué ciertos institutos permanecen unidos en nuestro CCom. Por ello nos adherimos a las po-
siciones que enfocan la realidad de nuestra materia en una visión directa.
El orden mercantil respondió a una necesidad, que fue la de regular la actividad de ciertos sujetos que
desplegaban determinadas tareas de gran incidencia económica. Así nace históricamente.
No nos quedamos ahí: más adelante aparece señalando qué actos son objetivamente “comerciales”. Se
regula también al sujeto, pero indirectamente,
aparecen entonces, ene l campo económico visible, dos clases de sujetos que realizan una tarea similar:
son los empresarios individuales (comerciantes, industriales, productores de servicios); ellos fundan una
organización, afrontan un riesgo, dirigen esa organización. No toda empresa está hoy legislada por nor-
mas pertenecientes al derecho mercantil. Sólo una parte de ella se ocupa de los sujetos. La organización
económica que llamamos “empresa” no tiene una regulación integral. Así, la empresa se perfila borro-
samente para el orden jurídico, que no ha esquematizado su estructura ni trata de hacerlo.
El moderno derecho comercial presenta instituciones diversas. Se centraliza en el estatuto del empresa-
rio individual y del empresario colectivo; sigue regulando enfoques de su actuar dinámico, deteniéndose
en los cambios y hasta en la patología de las organizaciones productoras para el mercado. Controla su ac-
tividad desde el punto de vista del interés general y de la comunidad de empresarios.
Regula también algunos negocios específicos. Con esta descripción se llega así a un sistema que contiene
instituciones que no se agrupa n históricamente porque sí, sino porque la realidad indica que existe un
sector jurídico, que es la ley mercantil, que regula la actividad comercial e industrial en ciertos aspectos.
El actual derecho comercial no ha logrado la regulación de la empresa; el derecho de sociedades no es
más que un derecho de organización empresarial parcial, como bien dice Garrigues.
En nuestra opinión, el derecho mercantil mantiene esta categoría de derecho especial, en atención a
ciertas regulaciones específicas: derecho cambiario, sociedades comerciales, seguros, estatutos del co-
merciante individual, y de algunos auxiliares del comercio, etc.
Pero al estudiar esta disciplina, no se puede menos que estudiar el cambio lento, pero profundo que ella
experimenta, por un lado, cierta temática se ha separado de él. Un ejemplo históricamente anterior es la
del derecho del trabajo, otro actual, el del derecho de la navegación.
El derecho comercial es un sistema en mutación. Sólo queda la posibilidad de estudiar sus instituciones,
pero como se verá, en ese estudio será imposible ya desdeñar principios e instituciones provenientes del
derecho civil, laboral, administrativo, penal, etc.

2. Problemática de Fuentes.
La fuente fundamental del derecho en los países de derecho codificado es la ley, así como los precedentes
lo constituyen en los países con sistemas de common law.
La ley mercantil está constituida por un ordenamiento especial, aplicado por los jueces con el enfoque in-
terpretativo necesario para evaluar el fenómeno comercial.
En nuestra doctrina, Fontanarrosa opina que las fuentes del derecho comercial son las mismas que las del
sistema civil.
a. Fuentes formales.
Son fuentes formales las que han sido reconocidas explícitamente por el ordenamiento jurídico.
El Artículo primero del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación establece:
Art. 1. – “Fuentes y aplicación”. Los casos que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que
resulten aplicables, conforme con la Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos en los

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que la República sea parte. A tal efecto, se tendrá en cuenta la finalidad de la norma. Los usos, prácticas
y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en situaciones no
regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a derecho.

Según surge del articulado en análisis, las fuentes del derecho privado son: a) leyes aplicables, las que de-
ben estar en total consonancia con la CN y los tratados de derechos humanos en los que el país sea parte
—tanto los que tengan jerarquía constitucional como los de jerarquía originaria, y los que carezcan de tal
valoración normativa pero que hayan sido ratificados por el país; y b) en un segundo nivel, los usos, prácti-
cas y costumbres en las siguientes condiciones: i) cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos, ii)
en situaciones no regladas legalmente, y iii) siempre que no sean contrarios a derecho..
i. Las leyes.
Ecteheverry dice: Tomamos este vocablo, en sentido amplio, comprensivo de normas constitucionales,
códigos, leyes generales so especiales, tratados internacionales y otras normas emergentes de otros po-
deres.
Vimos ya que el CCom vino a llenar un vacío legislativo; podemos afirmar que en el derecho comercial
argentino no existen normas vigentes anteriores al Código. Asimismo, podemos afirmar que el Nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación vino a dar una coherencia al ámbito jurídico argentino, integrando
leyes posteriores que modificaron al Código, con los usos y costumbres, además de las posiciones doctri-
narias mayoritarias.
Por otro lado podemos apreciar la visión de Fontanarrosa, que define a la ley como “el pensamiento jurí-
dico deliberado y consciente, expresado por órganos adecuados que representan la voluntad preponde-
rante en una multitud asociada. La ley es, pues, el pronunciamiento solemne del Derecho, la expresión
racional del mismo. La ley es conjuntamente pensamiento y voluntad, porque comprende una determi-
nación lógica y un acto de imperio”.
Anteriormente se preguntaba cuál era la ley imperante, si las leyes comerciales, las leyes civiles, las leyes
constitucionales, etc. Si bien Etcheverry solucionó el tema estableciendo que toma el vocablo en sentido
amplio, Fontanarrosa analiza estas categorías legales: fuera de las dos categorías de las leyes mercantiles
(las que regulan exclusivamente la materia mercantil, y las que regulan principal y directa, pero no exclu-
sivamente las materias mercantiles y análogas), no hay otras. Todas las demás leyes dictadas sin el fin de
regular exclusiva, directa o principalmente las relaciones mercantiles, aun cuando puedan ser aplicadas
ocasionalmente, no son fuente. Así, las leyes civiles conservan este carácter aunque fuesen aplicadas a
los negocios mercantiles.
De tal modo, el derecho civil no puede ser considerado fuente del derecho comercial, ya que no aparece
como un modo de manifestación externa del precepto jurídico mercantil. El derecho civil tiene una apli-
cación subsidiaria a la materia comercial, y cuando esto ocurre, la ley civil rige no como ley comercial,
sino como derecho civil verdadero y propio.
ii. Usos y costumbres.
Nuevo Código: cabe recordar que el art. 17 CC regulaba de manera autónoma esta cuestión en el mismo
sentido que lo hace el CCyC. Así, dicha normativa disponía: “Los usos y costumbres no pueden crear de-
rechos sino cuando las leyes se refieran a ellos o en situaciones no regladas legalmente”. Nuevamente el
texto civil y comercial amplía la regulación de esta cuestión al referirse al uso, las costumbres pero tam-
bién a las prácticas, es decir, se alude a tres conceptos, no a dos. Además, el texto civil y comercial alude
al supuesto de leyes que se refieran a ellas (a usos, prácticas y costumbres) pero también permite y valo-
ra que los propios interesados tengan en cuenta tales usos, prácticas y costumbres, lo que puede acon-
tecer perfectamente en el derecho de los contratos. Por último, se agrega que la relevancia en el campo
jurídico de los usos, prácticas y costumbres está condicionada o sujeta a que ellos no sean contrarios a

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derecho; advertencia que no hacía la legislación derogada.


Viejo Código: Dice Etcheverry, citando a Alterini, que los usos y costumbres constituyen la fuente del de-
recho más antigua, ya que nace ante que las normas escritas.
La jurisprudencia ha exigido u elemento de hecho, consistente en una serie de actos repetidos que esta-
blecen una práctica constante, y otro elemento diferencial de mero uso o hábito que consiste en una
consagración con carácter de necesidad, una especie de sanción pública y aceptación tácita y colectiva.
Poco a poco la costumbre va pasando a ser ley positiva. Por ejemplo, se deriva de la costumbre el dere-
cho de los socios a repartirse anualmente las utilidades.
La costumbre aparece como un dato pre normativo que el derecho debe considerar: puede rechazarla,
oponiéndolo soluciones de ilicitud; acogerla, expresamente, regulándola e incorporándola al orden posi-
tivo. La tercera posibilidad es reconocer la costumbre y otorgarle por sí misma, un valor legal.
Tiene que tratase de hechos o actos en los que se adviertan estos caracteres. Puedes ser positivas (con-
suetudo), o negativos (Desuetudo), pudiendo constituir un aval de la ley (propter legem o secundum le-
gem), o en ciertos casos derogarlos (contra legem).
El criterio de nuestro código responde a la teoría racionalista en cuanto hace depender la costumbre de
la ley que la reconozca; el derecho mercantil tiende a darle mayor fuerza propio, más autonomía y vali-
dez como fuente.
Desde el punto de vista mercantil, la costumbre ha sido siempre considerada especialmente, ya que his-
tóricamente fue la primera base en la cual asentaron las relaciones entre comerciantes.
La costumbre y el uso aparecen de manera sobresaliente en el derecho comercial por medio de estas
manifestaciones: a) costumbre integrativa de la ley; b) costumbre gremial o estatutaria; c) costumbre in-
terpretativa; d) costumbre internacional.
Así, coincidimos con Halperin en señalar que la costumbre es derecho supletorio y se la aplica aun cuan-
do las partes hayan efectivamente ignorado su existencia al tiempo de realizar el acto vinculante.
a) La costumbre interpretativa de la ley actúa en sentido de fuente autónoma del derecho comercial,
quizá con mayor precisión que en el sistema civil.
b) La costumbre estatutaria implica la aceptación legal de ciertas modalidades de actuación que condu-
cen a un resultado jurídico concreto.
La calidad de comerciante no se adquiere mediante ningún acto de inscripción, sino repitiendo un uso y
costumbre: la reiteración de actos de comercio.
c) La costumbre interpretativa es la de mayor aplicación en nuestra disciplina y curiosamente, extendida
implícitamente al sistema civil.
De este modo, la ley mercantil viene a cohonestar la más antigua práctica mercantil, que halla en el res-
peto a la costumbre una vinculación directa con el obrar de buena fe.
Sólo una regla convencional expresa establecida por las partes, permitirá dejar de lado las costumbres de
la plaza al interpretarse los actos pasados, la intención del as partes, su real voluntad negocial.
no debe aceptarse como vinculante una costumbre contra la moral, el orden público o reglas legales in-
derogables.
se discute si quien invoca una costumbre tiene o no que probarla. En general la solución dependerá de la
mayor o menor notoriedad que la costumbre invocada posea.
La costumbre aplicada reiteradamente y sin duda alguna, con mayor intensidad, en el ámbito del os ne-
gocios internacionales. Allí, la falta de vigencia de todo un sistema legal coactivo, hace que se acentúa la
buena fe, habiéndose codificado por ciertas instituciones internacionales, o mediante tratados, reglas de
actuación precisas que implican una exigencia de buena fe.
- Por otro lado tenemos a Raymundo, que establece que teóricamente cabe hacer distingos entre el uso
y la costumbre. Así, se puede considerar que el primero engendra la segunda, que viene a ser un efecto

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de aquél.
Raymondo también se sumerge en el tema de la prueba del uso y la costumbre, La cuestión de si el uso y
la costumbre deben o no probarse en cada caso particular es de orden procesal, y comprende tanto los
usos civiles como los comerciales. Por nuestra parte, dice, considera que solo deben probarse cuando no
son de pública notoriedad y que el juez, conociéndolos, puede invocarlos de oficio para fundar resolu-
ciones, pudiendo, para mejor proveer, decretar medidas de prueba.
Los medios más corrientes de probar la existencia de la costumbre son los testigos y los informes de las
instituciones especializadas en la materia de que se trate, como, por ejemplo, las bolsas de comercio, de
cereales, sindicatos profesionales, etc.
Se ha sostenido que quien afirma haberse apartado de las costumbres observadas entre los contratantes
para un negocio determinado, debe probarlo, así como quien invoca la costumbre en contrario también
debe probarlo.
Lo dicho respecto de los usos y costumbres nacionales también se aplica a los seguidos en los países ex-
tranjeros.
¿Qué ocurre cuando hay usos y costumbres contradictorios? Cuando se invocan usos y costumbres con-
tradictorios, sea de diferentes lugares o ramos del comercio del país o de éste y un país extranjero, habrá
que atenerse en lo relativo a la interpretación de las cláusulas de los contratos, a la voluntad presunta de
las partes.
En oposición delos usos y costumbres del lugar del ofertante con los del lugar del aceptante, se debe dar
preferencia a los primeros, pues es indudable que aquél habrá empleado las palabras ateniéndose a
ellos.
En caso de duda se estará a los usos y costumbres que resulten menos onerosos para el deudor.
b. Fuentes materiales.
Son aquellas que han contribuido a su desarrollo uniforme, pero no son de uso obligatorio. Son:
i. La jurisprudencia.
Nuevo Código: la versión sancionada quitó como fuente expresa del derecho a la jurisprudencia, la cual
estaba prevista en la versión elaborada por la Comisión redactora que, después de la primera oración,
agregaba la siguiente: “A tal fin, se tendrá en cuenta la jurisprudencia en consonancia con las circunstan-
cias del caso”. Ello no significa que la jurisprudencia no sea fuente de derecho —en este caso, implícita—
, sino que no está mencionada como las fuentes del derecho principales porque es cierto que la fuerza
de los precedentes, a veces, es un argumento de peso para que el derecho no se dinamice sino que, por
el contrario, quede rígido o estancado, con la consecuente dificultad de aggiornar y modernizar la legis-
lación a través de interpretaciones que acompañen los cambios sociales. En otras palabras, la intención
que tiene el CCyC es que cada caso se resuelva según la plataforma, constancias e implicancias propias.
Ello no impide que se pueda apelar a la jurisprudencia como fuente inspiradora de la solución a la cual se
arribe, pero se tratará de una sentencia que será fruto y resultado de la “creación” del derecho y no una
mera actividad mecánica de “aplicación” o “subsunción”.
Antiguo Código: Como es sabido, dice Etcheverry, las repetidas y constantes soluciones judiciales forman
corrientes que, cuando son pacíficas, pueden invocarse con fuerza parecida a la de la ley misma, y no es
que el juez se vea compelido coactivamente a seguir estas interpretaciones adecuadoras a la Constitu-
ción, sino que es un deber moral, y responde al respeto a la justicia.
Las decisiones judiciales cumplen la misma función en derecho civil y en derecho comercial, ya que por
medio de ellas se interpreta la ley y se la completa a la luz de los hechos expuestos y probados. El juez
emite verdaderas reglas de derecho en cada caso que le es sometido, pudiendo usar diversos métodos
de interpretación judicial.
Pero la complejidad y el cambiante panorama del derecho comercial, la jurisprudencia obra siempre co-

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mo un importante motor en la interpretación y adecuación del derecho escrito y no escrito a la realidad


diaria.
Por otro lado, se sitúa Fontanarrosa, estableciendo que no es fácil precisar el concepto de la palabra ju-
risprudencia ni, por tanto, su valor como fuente formal del derecho. Por otra parte, las discusiones de los
juristas no siempre han contribuido a aclarar el problema.
En un sentido etimológico, el término significa ciencia o conocimiento del derecho. Pero en su empleo
más corriente en la actualidad puede ser definido como “el uso general, uniforme y de muchos años, de
una regla jurídica por parte de las autoridades judiciales en la esfera de aplicación del derecho”. Según
este concepto, una o pocas decisiones judiciales sobre u mismo asunto no constituyen jurisprudencia.
Modernamente, se plantea otro problema: si el juez, en la sentencia, se limita a interpretar y aplicar
normas jurídicas existentes o si, por el contrario, frente a las lagunas del derecho, ejerce una actividad
jurídica creadora, integrando el ordenamiento jurídico por medio de normas concretas o particulares.
¿Cómo deben interpretar la ley y los contratos? Para interpretar las leyes deben adoptar el método lógi-
co jurídico, y si bien ha de comenzar por la norma misma, ha de adoptarse como pauta hermenéutica a la
sistemática, confrontando el precepto a interpretar con el resto de las normas que integran el mismo
cuerpo normativo y ordenamiento jurídico.
A los contratos los debe interpretar según lo que hayan querido la voluntad de las partes, sin olvidar que
el contrato, así como la conducta de quienes lo celebraron se debe analizar a la luz primordial del princi-
pio de buena fe.
Algunos ejemplos de decisiones jurisprudenciales son las siguientes:
a) Siendo el derecho comercial autónomo y no un derecho de excepción, cuando existen normas mer-
cantiles expresas no es admisible intentar oponerles disposiciones del CC.
b) La relación jurídica que nace de un acto de corretaje queda sujeta al legislación comercial, que es au-
tónoma y por consiguiente, modificatoria de las disposiciones generales del CC.
c) La ley procesal resulta aplicable en cuanto no esté expresamente contemplada la situación jurídica por
las disposiciones que rigen la falencia (Ley de Concursos) (Cám. 1ª C.C. Tucumán 24/04/1974)
ii. La doctrina de los autores.
Se ha sostenido por algunos que la doctrina de los autores constituye una fuente del derecho mercantil.
Pero dentro del concepto de fuente formal, no cabe semejante inclusión. La opinión de los tratadistas
podrá ser un valioso elemento auxiliar para la explicación y aplicación del derecho, más en manera algu-
na importa un modo de manifestación de normas jurídicamente obligatorias, ni sustituye la autoridad de
la ley.
iii. Los principios generales del derecho.
De Montemayor se refiere al tema estableciendo “los principios generales del derecho son un poco co-
mo el ave fénix: todos los invocan, pero nadie sabe dónde ir a buscarlos”.
Fontanarrosa se refiere a ellos, estableciendo que a su parecer los principios generales del derecho son
los fundamentos de nuestra legislación positiva, que forman los presupuestos lógicos de los preceptos
legales vigentes. Sin embargo, no son una fuente formal porque no son otra cosa que preceptos ya com-
prendidos en el sistema jurídico vigente, y descubiertos mediante un procedimiento de generalización.
iv. Las leyes extranjeras.
Las leyes extranjeras son un importante material de estudio para la interpretación del derecho patrio,
pero carecen de imperio dentro de nuestro territorio, salvo los casos excepcionales en que la ley argenti-
na autoriza su aplicación. Por consiguiente, ellas no constituyen fuente formal del derecho mercantil.
v. La equidad.
Antiguamente la equidad estaba explicitada en el art. 515 del CC y el 218 del CCom. El primero, para de-
finir las obligaciones naturales, y en el segundo, para snetar una regla de interpretación de los contratos.

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Sin embargo, ella no es fuente formal del derecho mercantil, pues no constituye un modo de exterioriza-
ción de la norma jurídica mercantil, sino un criterio de estimación del juez, variable de casa a caos, para
la solución de un problema en concreto.
vi. La analogía.
No es una fuente formal de derecho mercantil, sin u procedimiento de integración de las lagunas del de-
recho. No se puede aplicar la analogía para la materia sancionatoria en Derecho Privado.
c. Sistema de fuentes para la toma de decisiones.
El Art. 3º del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación establece cómo debe resolver el juez para tomar
su decisión:
Art. 3º. – “Deber de resolver”. El juez debe resolver los asuntos que sean sometidos a su jurisdicción
mediante una decisión razonablemente fundada.
No se trata de que toda sentencia deba estar fundada, sino de la exigencia de que tal fundamentación sea
“razonable”. ¿En qué contexto se debe analizar la idea de razonabilidad? En el marco general y básico que
estructura el Título Preliminar, es decir, no solo en el contexto de lo expresado en los dos primeros articu-
lados referidos a las fuentes del derecho, y a su aplicación e interpretación, sino en conformidad con lo
que se dispone en los artículos que siguen, en los que se explicitan varios de los principios generales del
derecho privado: la buena fe (art. 9° CCyC); el abuso del derecho (art. 10 CCyC); el abuso de posición do-
minante (art. 11 CCyC); entre otros. El principio de razonabilidad es lo contrario a la arbitrariedad.
En suma, y nuevamente apelándose a la obligada perspectiva sistémica o “modo coherente” como lo ex-
presa el art. 2° CCyC, se entiende que este deber de fundar razonablemente las sentencias se vincula con
las fuentes del derecho y las pautas interpretativas que se regulan en los artículos anteriores.

Art. 2º. – “Interpretación”. La ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalida-
des, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los princi-
pios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento.
Tal como surge del texto que observa el articulado en análisis, el CCyC no adopta un listado jerárquico con
las pautas hermenéuticas. Solo por razones propias del lenguaje, se debe colocar una variable seguida de
la otra, sin que a partir de esta sucesión sea hábil inferir que esconde un orden descendente. Al regular las
pautas de interpretación, se vuelve a apelar a los tratados de derechos humanos.
El CCyC da un paso cualitativo al dejar de lado como pauta de interpretación el conocido “espíritu de la
ley” que regulaba el CC en su art. 14, referido a la leyes extranjeras, que afirmaba que ellas no son aplica-
bles cuando ello “... fuere incompatible con el espíritu de la legislación de este Código” (inc. 2°) y en su art.
16, que expresaba: “Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la
ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por los
principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso”. Esta expresa alu-
sión al “espíritu de la ley” generó varios debates doctrinarios e, incluso, el interés de la jurisprudencia
constitucional.
Si bien del texto no surge un orden de prelación expreso en las pautas de interpretación que se mencionan
en el artículo en análisis, lo cierto es que es evidente que si un caso está contemplado de manera expresa
en el CCyC o en leyes complementarias, son estas las que se aplican, reservándose la interpretación por
analogía para cuando ocurre un vacío o una laguna legislativa.

3. Código Civil y Comercial de la Nación.


a. Fundamentos de la reforma.
En 1987, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al proyecto de unificación de la legisla-

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ción Civil y Comercial de la Argentina. Fue elaborado por una Comisión Especial que presidí. Aprobado por
la Cámara de Senadores, se convirtió en ley 24.037, luego vetada por el presidente Menem.
Hay dos grandes diferencias entre la reforma de 2012 y la que se intentó introducir en 1987.
La primera, es que el mismo abarca la totalidad del Derecho Privado, incluyendo el Derecho Privado Pa-
trimonial y el Derecho de Familia y Sucesiones.
En el proyecto de 1987, nos limitamos a proyectar normas de Derecho Privado Patrimonial.
La segunda característica del actual proyecto, es que no sólo reduce el número de artículos, sino que mo-
difica toda la numeración actual del Código, lo que incidirá negativamente en la comprensión y aplicación
de la nueva normativa. En el proyecto de 1987, mantuvimos la numeración del Código Civil.
Los fundamentos de la reforma eran los de crear una serie de principios básicos y únicos para el derecho
civil y el derecho comercial. Entre los fundamentos mencionados por los autores podemos observar el: re-
flejar e integrar la identidad cultural latinoamericana; se trata además de un código para la seguridad jurí-
dica en las transacciones comerciales; constitucionalizar el derecho privado; consagrar la igualdad real y el
principio no discriminatorio; código de los derechos individuales y colectivos; código para una sociedad
multicultural; código que evite la litigiosidad y garantice el acceso a la justicia.
b. Principales caracteres.
Código con identidad cultural latinoamericana. Existe una concepción orientada a integrar el bloque cultu-
ral latinoamericano. Este es un cambio relevante, toda vez que la historia revela la extraordinaria influen-
cia de la tradición romana e hispánica, y luego francesa, a partir de la codificación. El Código Civil francés,
sancionado por ley del 21 de marzo de 1804, influyó con sus criterios en nuestro código. Esta tradición ha
sido muy importante durante toda la historia del derecho argentino y la hemos respetado en sus aspectos
esenciales. Sin embargo, también hemos incorporado nociones propias de la cultura latinoamericana así
como una serie de criterios que se consideran comunes a la región.
Constitucionalización del derecho privado. La mayoría de los códigos existentes se basan en una división
tajante entre el derecho público y privado. El Anteproyecto, en cambio, toma muy en cuenta los tratados
en general, en particular los de Derechos Humanos, y los derechos reconocidos en todo el bloque de cons-
titucionalidad. En este aspecto innova profundamente al receptar la constitucionalización del derecho pri-
vado, y establece una comunidad de principios entre la Constitución, el derecho público y el derecho pri-
vado, ampliamente reclamada por la mayoría de la doctrina jurídica argentina. Esta decisión se ve clara-
mente en casi todos los campos: la protección de la persona humana a través de los derechos fundamen-
tales, los derechos de incidencia colectiva, la tutela del niño, de las personas con capacidades diferentes,
de la mujer, de los consumidores, de los bienes ambientales y muchos otros aspectos. Puede afirmarse
que existe una reconstrucción de la coherencia del sistema de derechos humanos con el derecho privado.
Código de la igualdad. Los textos vigentes regulan los derechos de los ciudadanos sobre la base de una
igualdad abstracta, asumiendo la neutralidad respecto de las asignaciones previas del mercado. El ante-
proyecto busca la igualdad real, y desarrolla una serie de normas orientadas a plasmar una verdadera ética
de los vulnerables.
Código de los derechos individuales y colectivos. En su mayoría, los códigos del derecho privado compara-
do regulan sólo los derechos individuales. El Anteproyecto da una importancia relevante a los derechos de
incidencia colectiva, en consonancia con la Constitución Nacional. Esto tiene un impacto significativo en el
modo de relacionamiento con los recursos naturales y es coherente con el actual derecho brasileño.
En materia de bienes. La mayoría de los códigos decimonónicos han quedado desactualizados. En efecto,
aparecieron bienes que, siendo de la persona, no tienen un valor económico, aunque sí una utilidad, como
sucede con el cuerpo, órganos, genes, etcétera. La relación exclusiva entre los bienes y la persona también
ha mudado y aparecen las comunidades, como ocurre con los pueblos originarios. Finalmente, los conflic-
tos ambientales se refieren a bienes que son mencionados en el Código como del dominio público, pero la

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Constitución y la ley ambiental los consideran colectivos, y no solamente de propiedad del Estado. Todo
ello requiere una concepción más amplia, que ha sido receptada en el Anteproyecto.
Código para una sociedad multicultural. En materia de familia se han adoptado decisiones importantes a
fin de dar un marco regulatorio a una serie de conductas sociales que no se pueden ignorar. En ese senti-
do, se incorporan normas relativas a la filiación que tienen en cuenta la fecundación in vitro; en el régimen
legal de las personas menores de edad también se receptan muchas novedades como consecuencia de los
tratados internacionales; en materia de matrimonio, se regulan los efectos del sistema igualitario ya re-
ceptado por el legislador y la posibilidad de optar por un régimen patrimonial; también se regulan las
uniones convivenciales, fenómeno social cada vez más frecuente en la Argentina.
Código para la seguridad jurídica en las transacciones comerciales. En tanto se trata de la unificación del
derecho civil y comercial, también se han adoptado decisiones para promover la seguridad jurídica en las
transacciones mercantiles. Por eso se regulan contratos de distribución, bancarios, financieros, fideicomi-
sos, régimen contable de los comerciantes y muchos otros temas. Para esos fines se ha tenido en cuenta la
legislación internacional y el aporte de numerosos especialistas. Estos valores y principios están muy pre-
sentes en nuestra propuesta legislativa y ausentes de manera sistemática en una gran mayoría de los có-
digos de otros países, lo cual le confiere una singularidad cultural remarcable.
i. Mencionados en clase.
1. Principio de Buena Fe.
Actualmente el principio de buena fe está incluido en el art. 9º. En el CC de Vélez el principio de buena fe
se hallaba limitado al ámbito contractual, ahora se encuentra en el título preliminar del código. (Amplia-
ré sobre ello más adelante).
2. Principio de razonabilidad (sana crítica).
3. Principio de irretroactividad (Art. 7º)
4. Principio in dubio pro consumidor/abuso de posición dominante del mercado.
El principio de abuso de posición dominante en el mercado hoy se encuentra pre visto en el art. 11º, an-
tes se debía acudir a la ley 25.156 de Defensa de la Competencia.
5. Propiedad privada y comunitaria.
6. Abuso del derecho.
En el CC de Vélez surgía como una herramienta de flexibilidad poco entendida, había dificultad de esta-
blecer el “abuso” como intermedio entre lo lícito y lo ilícito. Se habla de acto antijurídico, en vez de acto
ilícito.
Actualmente se cambia el uso del derecho que contraríe los fines que aquélla –la ley- tuvo en mira al re-
conocerlos por el que contraría los fines del ordenamiento jurídico. Se agrega el supuesto de abuso de
posición dominante de mercado. Tipificación preventiva: efecto hacia todo el ordenamiento.
4. Concepto, contenido y autonomía del Derecho Comercial luego de la reforma introducida por la ley
26.994.
No hay duda de que el derecho comercial es una disciplina que no ha nacido a partir del derecho civil, sino
que constituye un conjunto de normas que pretendieron, desde su nacimiento histórico, regular una si-
tuación nueva.
El derecho comercial nació autónomo y así se mantuvo durante mucho tiempo en las legislaciones que si-
guieron la tendencia codificadora francesa.
La autonomía legislativa, existente en nuestro país, que no es de todos modos absoluta, fue quebrada en
Italia a partir del Código Civil unificado de 1942, recuerda Etcheverry. Ello demuestra la unidad esencial del
derecho privado y de todo el orden normativo.
La cuestión capital consiste en determinar qué se quiere significar cuando los autores se refieren a la au-
tonomía de un derecho o le niegan esa cualidad científica.

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Se trata de dilucidar si los principios legales establecidos constituyen o no una construcción jurídica siste-
mática completamente cerrada, que haga innecesaria toda recurrencia a los principios de otra rama.
Básicamente, las ramas naturales del derecho han sido: el derecho internacional y el derecho nacional, el
derecho sustancial y el derecho procesal, y los derecho civil, penal y administrativo.
En este sentido el derecho mercantil puede considerarse autónomo porque posee una serie de principios
que se mantienen en razón de la distinta realidad que este derecho regula.
El ordenamiento positivo es indivisible. Todas las relaciones jurídicas muestran aspectos privados y públi-
cos y ello se acentúa e intensifica día a día. Lo mismo puede decirse de la distinción entre derecho civil y
derecho comercial. Sobre la doble regulación en códigos y leyes, aparece una estructura unificada, una
“pertenencia” a un sistema único y total.
No es conveniente en absoluto la parcelación del derecho, justificada únicamente con fines didácticos.
a. El rol del empresario y la actividad organizada en el Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.
El Código de Comercio argentino, aprobado por leyes 15 y 2637, ha sido expresamente derogado por la
ley 26.994, que sanciona al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación y reforma a la Ley de Sociedades,
con vigencia a partir del 1º de Enero de 2016 (art. 4º). El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación in-
corpora algunas de las materias comerciales y da un tratamiento unificado a las obligaciones y a los con-
tratos. Es así que regula a la contabilidad, a la rendición de cuentas, a la representación, a los contratos
comerciales típicos, a las reglas de interpretación y al valor de los usos y costumbres en forma similar a
como lo hacía el Código de Comercio derogado, Además, incorpora a los contratos comerciales atípicos y
a los contratos bancarios, introduce reglas generales en materia de títulos de crédito y regula el contrato
de “arbitraje” y los contratos “de consumo”.
5. Normas transitorias.
Art. 7. – “Eficacia temporal”. A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias
de las relaciones y situaciones jurídicas existentes.
La leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La
retroactividad establecida por la ley no puede afectar derechos amparados por garantías constituciona-
les.
Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de
las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo.
(ver cuadro dado por el profesor)
a. Título preliminar.
Art. 4º. - «Ámbito subjetivo». Las leyes son obligatorias para todos los que habitan el territorio de la Re-
pública, sean ciudadanos o extranjeros, residentes, domiciliados o transeúntes, sin perjuicio de lo dis-
puesto en leyes especiales.
La obligatoriedad referida en el artículo se apoya en el carácter imperativo de la ley, la que debe ser inter-
pretada en sentido amplio y comprensivo de todas las normas de carácter general dictadas por los órganos
competentes; mientras que la territorialidad determina el ámbito de validez de las normas en relación a
cierto territorio, vinculándose con el principio de soberanía y el de igualdad ante la ley consagrado por la
Constitución Nacional y distintos tratados internacionales en orden al resguardo de la necesaria seguridad
jurídica. Como regla general, se aplica la ley territorial a todos los habitantes, y sólo cuando ésta lo dispo-
ne, en ciertos supuestos se hará aplicación de la ley extranjera por los jueces de nuestro país; aunque re-
fiere Lavalle Cobo que existen leyes que no reconocen excepciones de derecho internacional privado, co-
mo las de policía y seguridad, que se aplican según el derecho interno en todos los casos.
Art. 5º. - «Vigencia». Las leyes rigen después del octavo día de su publicación oficial, o desde el día que
ellas determinen.
La publicación no integra el proceso de formación de las leyes, ya que éstas existen como tales cuando han

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sido promulgadas, habiendo señalado la jurisprudencia que, con arreglo a una razonable exégesis de las
normas pertinentes de la Constitución Nacional, la promulgación y la publicación son actos distintos. La ley
no publicada, afirman el citado Leiva Fernández y, además, Laplacette, está referida a los particulares y no
al mismo Estado que las dictó y que, por tal motivo, no puede desconocer su existencia. La fecha de entra-
da en vigencia de las leyes rige desde el octavo día de su publicación oficial, o desde el día que ellas de-
terminen, habiéndose señalado al respecto que "es facultad de quien ejerce la función legislativa estable-
cer la fecha a partir de la cual comenzará a regir una ley no hallándose restringida tal atribución por san-
ciones anteriores de la misma índole y fuerza”.
Art. 6º. - «Modo de contar los intervalos del derecho». El modo de contar los intervalos del derecho es
el siguiente: día es el intervalo que corre de medianoche a medianoche. En los plazos fijados en días, a
contar de uno determinado, queda éste excluido del cómputo, el cual debe empezar al siguiente. Los
plazos de meses o años se computan de fecha a fecha. Cuando en el mes del vencimiento no hubiera día
equivalente al inicial del cómputo, se entiende que el plazo expira el último día de ese mes. Los plazos
vencen a la hora veinticuatro del día del vencimiento respectivo. El cómputo civil de los plazos es de días
completos y continuos, y no se excluyen los días inhábiles o no laborables. En los plazos fijados en horas,
a contar desde una hora determinada, queda ésta excluida del cómputo, el cual debe empezar desde la
hora siguiente. Las leyes o las partes pueden disponer que el cómputo se efectúe de otro modo.
La norma prevé el modo de contar los plazos fijados en horas, con exclusión de aquella tomada como
inicio del cómputo. Esta previsión se hallaba ausente en el anterior Código Civil que no contemplaba nin-
guna regulación al respecto. Los plazos de meses o años se computan de fecha a fecha y, como no todos
los meses duran la misma cantidad de días, cuando no coinciden, se entiende que el plazo expira el último
día del mes del vencimiento —si nace el 31 de enero y es a un mes, vence el 28 de febrero o el 29 si es un
año bisiesto—. En cuanto a los plazos judiciales, al no tener un régimen propio, deben regirse por esta
norma, incluyendo en su cómputo los días inhábiles o no laborables, salvo que de forma expresa se dis-
ponga lo contrario. Existen también los plazos convencionales, esto es, regidos por la autonomía de la vo-
luntad (última oración de la norma glosada).
Art. 7º. - «Eficacia temporal». A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias
de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de
orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no puede afec-
tar derechos amparados por garantías constitucionales. Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a
los contratos en curso de ejecución, con excepción de las normas más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo.
El régimen bajo comentario conserva como regla general el sistema adoptado por el anterior Código Civil
después de la reforma de la ley 17.711, consistente en la aplicación inmediata de la nueva ley, tanto a las
relaciones y situaciones jurídicas que nazcan con posterioridad a ella como a las consecuencias de aquellas
existentes al tiempo de entrada en vigor del nuevo texto. Las excepciones a la aplicación del efecto inme-
diato son dos: a) la nueva ley puede tener efecto retroactivo si ella lo establece y puede darse un fenó-
meno de supervivencia de la ley antigua cuando la nueva contiene disposiciones supletorias, que no se
aplican a los contratos en curso de ejecución —art. 7ºin fine —, y b) se consagra el principio de la irretro-
actividad de la ley, salvo disposición en contrario, considerándose como excepción que las normas serán
retroactivas cuando se pretenda su aplicación a la constitución o extinción de una situación jurídica consti-
tuida o extinguida bajo el amparo del anterior Código Civil; o a efectos de una situación jurídica que se ha
producido también bajo la vigencia de la ley sustituida (Medina). Tal como surge de la norma, el límite de
la retroactividad está dado por los derechos amparados por la Constitución, y la inaplicabilidad de las nue-
vas leyes supletorias a los contratos celebrados con anterioridad a ella, con la excepción de las normas
más favorables al consumidor en las relaciones de consumo.

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Art. 8º.─ «Principio de inexcusabilidad». La ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumpli-
miento, si la excepción no está autorizada por el ordenamiento jurídico.
Richard sostiene que el artículo sienta un principio jurídico aplicable para el universo regido por el Código,
en cuya virtud una vez publicada y vencidos los plazos respectivos (art. 5º) la ley se reputa conocida por
todos, sin que los particulares puedan invocar su ignorancia para eludir su aplicación (art. 8º). Este princi-
pio constituye la base de todo el orden social, pues, tal como lo sostienen Alonso y Rizicman, si se pudiese
invocar la ignorancia de las leyes para escapar a las consecuencias de los actos, ningún derecho podría
subsistir y reinarían la inseguridad y la anarquía.
Art. 9º. ─«Principio de buena fe». Los derechos deben ser ejercidos de buena fe.
Según Lavalle Cobo, la "buena fe" alude a la "recíproca lealtad" de las partes en el curso de las relaciones
contraídas, la que debe "apreciarse objetivamente", para lo cual, como explica Danz, ha de aplicarse "a
cada situación el criterio de lo que hubieran hecho dos personas honorables y razonables".
La Comisión expresa que la "buena fe" como cláusula general fue introducida mediante la reforma de la
ley 17.711 (art. 1198) siendo "sus resultados satisfactorios y ampliamente elogiados por la doctrina".
Art. 10. ─«Abuso del derecho». El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obli-
gación legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los de-
rechos. Se considera tal el que contraría los fines del ordenamiento jurídico o el que excede los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. El juez debe ordenar lo necesario para evi-
tar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si correspondiere, procurar la re-
posición al estado de hecho anterior y fijar una indemnización.
Art. 11. ─«Abuso de posición dominante». Lo dispuesto en los artículos 9° y 10 se aplica cuando se abuse
de una posición dominante en el mercado, sin perjuicio de las disposiciones específicas contempladas en
leyes especiales.
El señalado art. 1071 proporcionaba un doble criterio para determinar un ejercicio abusivo de los dere-
chos. El primero, más específico, se "relaciona con la índole del derecho que se ejerce". Según Llambías,
hay abuso de derecho "cuando se lo ejerce contrariando al objeto de la institución, a su espíritu y a su fina-
lidad; cuando se lo desvía del destino para el cual ha sido creado". El segundo, más amplio, mienta, según
este autor "la necesaria subordinación del orden jurídico al orden moral", en tanto es abusivo el ejercicio
"que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres".
Se precisa en el art. 10. El texto conserva el señalado criterio amplio, el que se desglosa en tres supuestos:
a) cuando contraría la buena fe, principio ya explicado en el artículo anterior; b) cuando afecta la moral y
c) cuando contraviene las buenas costumbres.
El art. 10 regula "situación jurídica abusiva", definida supra I, párr. 2º. Observa Lorenzetti que en los con-
tratos de consumo (v. gr., adquisición de propiedades en condominios administrados, tiempo compartido,
etc.) se está ante actos masivamente celebrados en los que la "creación de grupos de consumidores tiene
un efecto preciso que es la conformación de un mercado cautivo".
Se asignan tres: a) preventiva o precautoria , en tanto debe arbitrar medios tendientes a evitar los efectos
del acto o de la situación antifuncional; b) restauradora o de recomposición al estadio previo al ejercicio
abusivo del acto o situación, en la medida en que fuera posible, y c) indemnizatoria o resarcitoria.
Art. 12. ─«Orden público. Fraude a la ley». Las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las
leyes en cuya observancia está interesado el orden público.
Sobre tales bases, se concluye que existen dos tipos o categorías de leyes: las que pueden ser dejadas sin
efecto por las partes —llamadas supletorias, interpretativas o permisivas— y las que no, a las que el Códi-
go denomina de orden público, y que son precisamente las imperativas, puesto que lo que caracteriza y
configura a éstas es la circunstancia de que las partes no pueden dejarlas sin efecto. Por ello, de conformi-
dad con la norma, la ley de orden público prevalece sobre la voluntad individual contraria, por lo que los

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interesados no pueden eliminar u obstaculizar los efectos de una disposición de tal carácter.
Art. 13. ─«Renuncia». Está prohibida la renuncia general de las leyes. Los efectos de la ley pueden ser
renunciados en el caso particular, excepto que el ordenamiento jurídico lo prohíba.
La norma contempla dos posibilidades en las que se advierte la presencia del orden público: a) destituye
de toda eficacia a la renuncia general de las leyes pues es claro que en nuestro régimen organizativo, fun-
dado sobre la libertad, es un principio de orden público que todos los habitantes gocen de los beneficios
que las leyes les acuerdan; b) contempla la renuncia de ciertos efectos de las leyes en el caso particular, la
que, como expresan Alonso y Rizicman, queda autorizada cuando las ventajas que proporciona sólo miran
al interés individual y la renuncia no está prohibida por el ordenamiento jurídico en su conjunto.
Art. 14. ─«Derechos individuales y de incidencia colectiva». En este Código se reconocen: a) derechos
individuales; b) derechos de incidencia colectiva. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos
individuales cuando pueda afectar al ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en general.
(El comentario era bastante largo, y a este artículo ni siquiera lo mencionaron en clases).
Art. 15. ─«Titularidad de derechos». Las personas son titulares de los derechos individuales sobre los
bienes que integran su patrimonio conforme con lo que se establece en este Código.
Art. 16.─ «Bienes y cosas». Los derechos referidos en el primer párrafo del artículo 15 pueden recaer so-
bre bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman cosas. Las disposiciones re-
ferentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de ser puestas al
servicio del hombre.
El art. 15 del nuevo Código unificado refiere a la titularidad de los derechos individuales de las personas
sobre los bienes que conforman su patrimonio. Es decir, la regla general son los derechos individuales pro-
tegidos por la Constitución y el Código Civil, lo que incluye el derecho de dominio, condominio, etc., de los
que deben ser diferenciados los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos
(art. 43 de la CN) y que fueron tratados en el comentario del art. 14.
Cabe advertir que en materia de titularidad de derechos individuales y en los bienes y cosas sobre los que
pueden ser ejercidos, el nuevo Código ha mantenido la regulación establecida por el Código de Vélez, in-
troduciendo nuevas categorías de derechos, como los de incidencia colectiva (art. 14), sobre el cuerpo
humano (art. 17) y de las comunidades indígenas (art. 18) que serán analizados en el comentario de cada
uno de dichos artículos.
Art. 17. ─«Derechos sobre el cuerpo humano». Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no
tienen un valor comercial, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser
disponibles por su titular siempre que se respete alguno de esos valores y según lo dispongan las leyes
especiales.
No mencionado en clase, irrelevante para la materia de estudia que nos ocupa.
Art. 18. ─«Derechos de las comunidades indígenas». Las comunidades indígenas reconocidas tienen de-
recho a la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y de aquellas
otras aptas y suficientes para el desarrollo humano según lo establezca la ley, de conformidad con lo
dispuesto por el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional.
Símil.
El profesor agregó los artículos que se refieren a la capacidad.
Art. 22.— «Capacidad de derecho». Toda persona humana goza de la aptitud para sertitular de derechos
y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o ac-
tos jurídicos determinados.
Esta mención de la capacidad de derecho hace exclusiva referencia a la persona humana, física, individual
o natural, como titular de relaciones jurídicas, excluyendo del concepto a la persona jurídica, de existencia
ideal o moral, cuyo tratamiento se aborda a partir del art. 141. Concuerda con los principales tratados in-

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ternacionales de derechos humanos que expresan que toda persona —o todo ser humano— tiene dere-
cho en todo lugar, al reconocimiento de su personalidad jurídica, como sujeto de derecho y obligaciones, y
que los derechos humanos no nacen del hecho de ser nacionales de un determinado Estado sino que tie-
nen como fundamento los atributos de la persona humana.
Art. 23. — «Capacidad de ejercicio». Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos,
excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha expresado que la capacidad de actuar o de hecho signi-
fica que la persona puede ejercitar en forma personal y directa sus derechos subjetivos, así como asumir
plenamente obligaciones jurídicas y realizar otros actos de naturaleza personal o patrimonial.
Asimismo, nos pidió que estudiáramos la dignidad humana.
Art. 51. — «Inviolabilidad de la persona humana». La persona humana es inviolable y en cualquier cir-
cunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto de su dignidad.
La nueva normativa, en sintonía con la Constitución Nacional y los tratados internacionales firmados por la
República Argentina, coloca a la persona humana, al sujeto, en un estado donde su consideración tiene un
valor intrínseco absoluto. Su condición no puede ser instrumentalizada.
Art. 52. — «Afectaciones a la dignidad». La persona humana lesionada en su intimidad personal o fami-
liar, honra o reputación, imagen o identidad, o que de cualquier modo resulte menoscabada en su dig-
nidad personal, puede reclamar la prevención y reparación de los daños sufridos, conforme a lo dispues-
to en el Libro Tercero, Título V, Capítulo 1.
Se considera la afectación de su intimidad como un atentado a su dignidad, por lo que habilita la preven-
ción y reparación de los daños sufridos a este respecto. Remite a lo normado respecto de la responsabili-
dad civil que establece que la reparación integral por violación de los derechos personalísimos de la vícti-
ma, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan
de la interferencia en su proyecto de vida. La reparación del daño debe ser plena, o sea, la restitución de la
situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. Ex-
presamente prevé que en el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad
personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes perti-
nentes, a costa del responsable. Está legitimado para reclamar la indemnización de las consecuencias no
patrimoniales el damnificado directo y según las circunstancias, los ascendientes, los descendientes, el
cónyuge y quienes convivían con aquél recibiendo trato familiar ostensible. Se incorpora la categoría de in-
timidad familiar como un ámbito colectivo de autonomía. El factor de imputación es subjetivo.
6. Arbitraje.
Art. 1649. – “Contrato de arbitraje”. Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter a la
decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir
entre ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no contractual, de derecho pri-
vado en la que no se encuentre comprometido el orden público.

El código sustituido no contenía una regulación sobre el contrato de arbitraje.


El art. 1649 tiene su fuente en al art. 7.1 de la Ley Modelo UNCITRAL, en la cual se prevé que el contrato
de arbitraje es el acuerdo en virtud del cual las partes se obligan a someter determinadas controversias a
arbitraje.
Dichas controversias pueden ser futuras o ya existir al momento de celebrar el contrato arbitral, distinción
reconocida también en el art. 1650 del nuevo Código al indicar que el contrato de arbitraje "puede constar
en una cláusula compromisoria incluida en un contrato o en un acuerdo independiente".
En el primer caso —cláusula compromisoria— el acuerdo de arbitraje se incluye dentro del contrato base
o principal como mecanismo de resolución de controversias, asumiendo entonces la forma de una cláusula

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contractual.
En el segundo supuesto, esto es, cuando el conflicto ya existe, el acuerdo arbitral asume la forma de un
instrumento separado llamado compromiso arbitral, el cual puede o no tener su origen en una cláusula
arbitral ya existente.

Art. 1650. – “Formas del arbitraje”. El acuerdo de arbitraje debe ser escrito y puede constar en una cláu-
sula compromisoria incluida en un contrato o en un acuerdo independiente o en un estatuto o regla-
mento.
La referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una cláusula compromisoria constitu-
ye contrato de arbitraje siempre que el contrato conste por escrito y la referencia implique que esa cláu-
sula forma parte del contrato.

Si bien la clarificación de esos conceptos ha constituido un avance en materia arbitral en nuestro país, da-
da la actual evolución tecnológica hubiera sido aconsejable incorporar también a la comunicación electró-
nica (entendida como transmisión de información mediante mensajes de datos por medios electrónicos,
magnéticos, ópticos o similares (ej. correos electrónicos) como una de las manifestaciones de la exigencia
escrita en lo relativo a la forma del contrato de arbitraje.
El requerimiento relativo a la forma escrita del contrato de arbitraje —firmado por las partes o contenido
en un intercambio de cartas o telegramas— ya había sido reconocido por los tribunales judiciales al exa-
minar acuerdos arbitrales alcanzados por la Convención de Nueva York.

Art. 1652. – “Clases de arbitraje”. Pueden someterse a la decisión de arbitradores o amigables compo-
nedores, las cuestiones que pueden ser objeto del juicio de árbitros. Si nada se estipula en el convenio
arbitral acerca de si el arbitraje es de derecho o de amigables componedores, o si no se autoriza expre-
samente a los árbitros a decidir la controversia según equidad, se debe entender que es de derecho.
Este artículo conserva la distinción tradicional entre arbitrajes de derecho y de equidad. En la primera de
estas categorías, los árbitros deben decidir la controversia aplicando el derecho, conforme a la ley que re-
sulte aplicable. En la segunda, esto es el llamado arbitraje de amigables componedores o arbitradores, los
árbitros deben resolver en equidad, según su leal saber y entender. En este último supuesto, si bien se ha
criticado la utilización de los términos " amigables componedores " (porque transmitiría la errónea idea de
un rol cercano a la mediación por parte de los árbitros) o " arbitradores " (por ser más propia de peritos y
no de árbitros que deciden la disputa), lo esencial radica en la autorización para laudar basado en la equi-
dad.

Art. 1653. – “Autonomía”. El contrato de arbitraje es independiente del contrato con el que se relaciona.
La ineficacia de éste no obsta a la validez del contrato de arbitraje, por lo que los árbitros conservan su
competencia, aun en caso de nulidad de aquél, para determinar los respectivos derechos de las partes y
pronunciarse sobre sus pretensiones y alegaciones.
La autonomía del contrato de arbitraje significa que se trata de un acuerdo independiente y distinto del
convenio principal celebrado entre las partes (de allí que la cláusula compromisoria es considerada enton-
ces como un contrato dentro de otro). Ello tiene una valiosa consecuencia inmediata, ya que las causas
que afectan a la eficacia del contrato principal no se extienden a la cláusula arbitral. En definitiva se trata
del principio también conocido como "Separability" en la doctrina angloamericana, según el cual la inexis-
tencia, rescisión, resolución o nulidad del contrato base no afecta la validez del acuerdo arbitral. La doctri-
na argentina ha considerado específicamente este principio, al afirmar que “...de la autonomía de la cláu-
sula arbitral parece desprenderse la posibilidad de que un derecho se aplique a su validez, interpretación y

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eficacia con independencia del derecho que resulta aplicable al contrato ".

Art. 1654. – “Competencia”. Excepto estipulación en contrario, el contrato de arbitraje otorga a los árbi-
tros la atribución para decidir sobre su propia competencia, incluso sobre las excepciones relativas a la
existencia o a la validez del convenio arbitral o cualesquiera otras cuya estimación impida entrar en el
fondo de la controversia.

El art. 1654 del nuevo código contiene lo que doctrinaria y universalmente ha sido conocido como el prin-
cipio Kompetenz- Kompetenz (esto es, competencia de la competencia), conforme al cual será el mismo
tribunal arbitral el que juzgue sobre su propia competencia y la validez de la jurisdicción arbitral elegida.
Como bien lo ha sostenido prestigiosa doctrina internacional, la función de este principio es dual, con efec-
tos positivos y negativos. El primero es el permitir que sean los propios árbitros los que decidan acerca de
su competencia, mientras que el efecto negativo es que dicha decisión se puede encontrar sujeta a poste-
rior revisión judicial, al evaluarse las causales de nulidad del laudo arbitral.

Art. 1656. – “Efectos. Revisión de los laudos arbitrales”. El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir
lo estipulado y excluye la competencia de los tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a
arbitraje, excepto que el tribunal arbitral no esté aun conociendo de la controversia, y el convenio pa-
rezca ser manifiestamente nulo o inaplicable.
En caso de duda ha de estarse a la mayor eficacia del contrato de arbitraje.
Los laudos arbitrales que se dicten en el marco de las disposiciones de este Capítulo pueden ser revisa-
dos ante la justicia competente por la materia y el territorio cuando se invoquen causales de nulidad, to-
tal o parcial, conforme con las disposiciones del presente Código. En el contrato de arbitraje no se puede
renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo que fuera contrario al ordenamiento jurídico.

La celebración de todo acuerdo de arbitraje implica un doble efecto: positivo y negativo. El efecto positivo
está dado por la obligación de respetar lo pactado y por ello se debe someter la resolución de la contro-
versia al tribunal arbitral. El efecto negativo implica la inhibición de actuación por parte de los tribunales
judiciales, cuando existen conflictos sometidos a arbitraje.

Art. 1657. – “Arbitraje institucional”. Las partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la
designación de árbitros a asociaciones civiles u otras entidades nacionales o extranjeras cuyos estatutos
así lo prevean. Los reglamentos de arbitraje de las entidades administradoras rigen todo el proceso arbi-
tral e integran el contrato de arbitraje.
Las partes, en ejercicio de su autonomía de la voluntad, pueden en el contrato de arbitraje válidamente
prorrogar la jurisdicción en favor de un tribunal o de una institución arbitral, nacional (como el CEMA, el
Tribunal Permanente de Arbitraje de la Bolsa de Comercio de Bs. As. o Rosario, etc.) o internacional (como
el de la Cámara de Comercio Internacional o de la London Court of International Arbitration , etc., siendo
el primero el utilizado usualmente en nuestro país), dando lugar a lo que se conoce como arbitraje institu-
cional.
En consecuencia, en tales supuestos, la intervención de los tribunales de justicia se limita a situaciones es-
pecíficas, en las cuales se requiere del "imperium " judicial (v.gr. para el dictado de medidas relativas a la
prueba o para la ejecución del laudo arbitral). " Fuera de ello la institución administradora suple a los tri-
bunales en forma casi total, sin perjuicio de la posible intervención de éstos en materia de recursos irre-
nunciables contra el laudo " (O' Farrell).
Artículo 1658.- «Cláusulas facultativas». Se puede convenir:

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a) la sede del arbitraje;


b) el idioma en que se ha de desarrollar el procedimiento;
c) el procedimiento al que se han de ajustar los árbitros en sus actuaciones. A falta de acuerdo, el tribu-
nal arbitral puede dirigir el arbitraje del modo que considere apropiado;
d) el plazo en que los árbitros deben pronunciar el laudo. Si no se ha pactado el plazo, rige el que esta-
blezca el reglamento de la entidad administradora del arbitraje, y en su defecto el que establezca el de-
recho de la sede;
e) la confidencialidad del arbitraje;
f) el modo en que se deben distribuir o soportar los costos del arbitraje.
En el contrato de arbitraje se pueden distinguir, por un lado, sus elementos esenciales, esto es, su alcance
o ámbito de aplicación (v.gr.: " Todas las controversias que deriven del presente contrato o que guarden
relación con éste) y la forma de resolución de las disputas (v.gr.: "...serán resueltas definitivamente me-
diante un arbitraje ante la Corte de la Cámara de Comercio Internacional, conforme a su Reglamento..." ),
y, por el otro, determinados elementos deseables, entre los cuales podemos mencionar lo relativo al tri-
bunal arbitral, el lugar e idioma del arbitraje y — e n el caso de los arbitrajes internacionales— la ley según
la cual se deberán resolver las eventuales controver- sias. Las citadas normas del nuevo código hacen tam-
bién referencia al procedimiento al que se han de ajustar los árbitros, al plazo dentro del cual deben emitir
el laudo, así como a la confidencialidad de todo lo actuado y a la siempre relevante distribución de los cos-
tos.
Sede del arbitraje.
Rige en general el principio de la autonomía de la voluntad, de tal modo que las partes se encuentran en
libertad de elegir la sede arbitral que consideren más conveniente. La selección del lugar del arbitraje tie-
ne una notable gravitación jurídica, ya que de este modo indirectamente se está determinando cuál será el
grado del control judicial susceptible de ser aplicado tanto al procedimiento como al laudo arbitral por
parte de los jueces de la sede arbitraje.
Idioma.
En lo relativo al idioma del arbitraje, es indudable que se debe considerar tanto el lenguaje de cada una de
las partes intervinientes como el utilizado en el texto contractual y el correspondiente a la ley aplicable pa-
ra decidir la disputa, atento los costos involucrados en eventuales traducciones.
Procedimiento.
Una de las características y ventajas esenciales del arbitraje se manifiesta en la flexibilidad de su procedi-
miento. En este punto nuevamente impera la autonom- ía de la voluntad de las partes, quienes podrán
acordar el procedimiento que consideren más adecuado a sus intereses, ponderando las circunstancias del
caso y la índole de la controversia. Dicha libertad de las partes encuentra su límite en el obvio respeto de
las garantías del debido proceso. En tal sentido, el art. 1662 in fine del nuevo código establece, entre las
obligaciones de los árbitros, la de garantizar la igualdad de las partes y el principio del debate contradicto-
rio, así como que se dé a cada una de ellas suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos. Remitimos
en tal sentido, brevitatis causae, a los comentarios efectuados al citado artículo infra.
Plazo, confidencialidad y costos.
La inclusión de un plazo determinado dentro del cual el tribunal arbitral debería dictar el laudo no resulta
siempre conveniente, ya que puede traer ciertos inconvenientes si además no se prevé — d irecta o indi-
rectamente a través del reglamento arbitral elegido— la posibilidad de prórrogas razonables. Ello porque
en general, si se estipulan plazos breves o si se trata de arbitrajes complejos, difícilmente el tribunal arbi-
tral se encontrará en condiciones de cumplirlos, lo cual configuraría una causal de nulidad del laudo arbi-
tral. Por ello la mayoría de los reglamentos arbitrales contiene un previsión o mecanismo de prórroga que
impida llegar a tal situación. En cuanto a la confidencialidad y a la distribución de costos en el arbitraje,

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usualmente se encuentran ya previstos en los reglamentos arbitrales y el pacto suele obedecer a alguna
exigencia puntual que implique adoptar una solución diferente (por ejemplo, adoptando una distribución
igualitaria de los costos, independientemente de la decisión sobre el fondo del asunto que se adopte en el
laudo final).
Art. 1659.- “Designación de los árbitros”. El tribunal arbitral debe estar compuesto por uno o más árbi-
tros en número impar. Si nada se estipula, los árbitros deben ser tres. Las partes pueden acordar libre-
mente el procedimiento para el nombramiento del árbitro o los árbitros.
A falta de tal acuerdo:
a) en el arbitraje con tres árbitros, cada parte nombra un árbitro y los dos árbitros así designados nom-
bran al tercero. Si una parte no nombra al árbitro dentro de los treinta días de recibido el requerí mien-
to de la otra parte para que lo haga, o si los dos árbitros no consiguen ponerse de acuerdo sobre el ter-
cer árbitro dentro de los treinta días contados desde su nombramiento, la designación debe ser hecha, a
petición de una de las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal
judicial;
b) en el arbitraje con árbitro único, si las partes no consiguen ponerse de acuerdo sobre la designación
del árbitro, éste debe ser nombrado, a petición de cualquiera de las partes, por la entidad administrado-
ra del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial.
Cuando la controversia implica más de dos partes y éstas no pueden llegar a un acuerdo sobre la forma
de constitución del tribunal arbitral, la entidad administradora del arbitraje, o en su defecto, el tribunal
judicial debe designar al árbitro o los árbitros.
Lo esencial en la designación de los árbitros reside en el principio de igualdad y las formas de superar las
situaciones de bloqueo (las cuales podrían darse ante un arbitraje multiparte, por ejemplo).
Art. 1660.- “Calidades de los árbitros”. Puede actuar como árbitro cualquier persona con plena capaci-
dad civil. Las partes pueden estipular que los árbitros reúnan determinadas condiciones de nacionali-
dad, profesión o experiencia.

Art. 1661.- “Nulidad”. Es nula la cláusula que confiere a una parte una situación privilegiada en cuanto a
la designación de los árbitros.
Precisamente el objetivo de que el arbitraje goce de neutralidad en sus diferentes aspectos (árbitros, sede,
procedimiento) se pone claramente de manifiesto en la solución prevista en este artículo del nuevo códi-
go.
En efecto, cualquier situación de privilegio de una de las partes en la designación de los árbitros rompería
con el pleno equilibrio e igualdad que debe primar en el arbitraje.
En este sentido, la citada previsión normativa encuentra su fundamento en la exigencia de trato igualitario
prevista en el art. 1662 in fine del nuevo código, en forma consistente con lo recogido en diversos marcos
normativos (ver supra comentarios al art. 1658 relativos al procedimiento).
Art. 1662.- “Obligaciones de los árbitros”. El árbitro que acepta el cargo celebra un contrato con cada
una de las partes y se obliga a:
a) revelar cualquier circunstancia previa a la aceptación o que surja con posterioridad que pueda afectar
su independencia e imparcialidad;
b) permanecer en el tribunal arbitral hasta la terminación del arbitraje, excepto que justifique la exis-
tencia de un impedimento o una causa legítima de renuncia;
c) respetar la confidencialidad del procedimiento;
d) disponer de tiempo suficiente para atender diligentemente el arbitraje;
e) participar personalmente de las audiencias;
f) deliberar con los demás árbitros;

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g) dictar el laudo motivado y en el plazo establecido.


En todos los casos los árbitros deben garantizar la igualdad de las partes y el principio del debate con-
tradictorio, así como que se dé a cada una de ellas suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos.
el contrato de arbitraje entre las partes también implica la existencia de otros dos vínculos jurídicos (tal
como hemos visto en los comentarios al art. 1649 supra ) : (i) el contrato entre las partes y los árbitros,
que se concreta cuando estos últimos aceptan la designación — normalmente efectuada por las propias
partes — o son confirmados por la institución administradora del arbitraje; y (ii) el contrato entre las par-
tes y la institución administradora del arbitraje, el cual tiene lugar en todos aquellos casos de arbitrajes
institucionales. Estos lazos contractuales justifican claramente la inclusión de esta figura en el nuevo códi-
go, junto con su regulación elemental basada claramente en la autonomía de la voluntad de las partes, pi-
lar básico del arbitraje.
En virtud de su fuente contractual, el vínculo entre las partes y los árbitros genera derechos y obligaciones.
Entre los derechos de los árbitros surge principalmente el relativo a su retribución económica, lo cual será
objeto de tratamiento infra , en el art. 1664.
Art. 1663.- “Recusación de los árbitros”. Los árbitros pueden ser recusados por las mismas razones que
los jueces de acuerdo al derecho de la sede del arbitraje. La recusación es resuelta por la entidad admi-
nistradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial. Las partes pueden convenir que la recu-
sación sea resuelta por los otros árbitros.
Un árbitro sólo podrá ser recusado si existen circunstancias que den lugar a dudas justificadas respecto de
su imparcialidad o independencia, o si no posee las calificaciones convenidas por las partes. Una parte sólo
podrá recusar al árbitro nombrado por ello, o en cuyo nombramiento haya participado, por causas de las
que haya tenido conocimiento después de efectuada la designación.
Art. 1664.- “Retribución de los árbitros”. Las partes y los árbitros pueden pactar los honorarios de éstos
o el modo de determinarlos. Si no lo hicieran, la regulación se hace por el tribunal judicial de acuerdo a
las reglas locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados.
Dentro de este contexto y en general, la práctica arbitral se ha inclinado a favor de tres sistemas como los
más usuales:
1. En base a un arancel, con montos mínimos y máximos, basado en el monto del reclamo.
2. Por los propios árbitros.
3- Por acuerdo entre las partes y los árbitros.
Art. 1665.- “Extinción de la competencia de los árbitros”. La competencia atribuida a los árbitros por el
contrato de arbitraje se extingue con el dictado del laudo definitivo, excepto para el dictado de resolu-
ciones aclaratorias o complementarias conforme a lo que las partes hayan estipulado o a las previsiones
del derecho de la sede.
Si el arbitraje tiene su fundamento en la autonomía de la voluntad de las partes, de tal modo que éstas
pueden desplazar la jurisdicción judicial en favor de la arbitral para resolver las controversias que surjan o
hayan surgido en virtud de una relación contractual o extracontractual, lógicamente la competencia de los
árbitros se mantendrá durante todo el proceso arbitral y cesará a la finalización del mismo, con el dictado
del laudo final.

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Bolilla 3
1. Disposiciones constitucionales.
Los comerciantes gozan de ciertos derechos que les posibilitan y facilitan el ejercicio de su profesión. No se
trata de derechos específicos de los comerciantes, sino de derechos garantizados por la Constitución Na-
cional a todos los habitantes del país, pero que conviene tomar en cuenta en algunos aspectos particula-
res, al exponer el panorama del status del comerciante.
El art. 14 de la CN enumera una serie de derechos fundamentales de que gozan “todos los habitantes de la
Nación”. Esos derechos han de ejercerse “conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio”, y figuran in-
cluidos los de “trabajar y ejercer toda industria lícita; navegar y comerciar…, asociarse con fines útiles”. El
mismo art. 14 citado garantiza también el derecho de usar disponer de su propiedad, lo cual resulta con-
firmado por el art. 17 que consagra la inviolabilidad de la propiedad, tanto material como intelectual. A su
vez el art. 18 establece la inviolabilidad de la correspondencia y de los papeles privados. Por su parte, lo
art. 10, 11 y 12 establecen normas relativas a la libre circulación interior de los efectos de la producción o
fabricación nacional, géneros y mercaderías de todas clases despachados en las aduanas exteriores.
a. Capacidad legal para ejercer una actividad empresarial.
i. Código derogado.
La capacidad es la aptitud de las personas para adquirir derechos y contraer obligaciones.
Como dice Ascarelli, sujeto de un acto singular de comercio puede ser cualquiera; tanto un comerciante
como un no comerciante.
La capacidad de derecho, que es la regla, es la aptitud de todo ser humano para adquirir derechos y con-
traer obligaciones. Hay incapacidades relativas de derecho que informan el derecho mercantil, basadas
en principios éticos, morales o de orden público.
El art. 9º, párrafo 1º del antiguo CCom dice:
“Es hábil para ejercer el comercio toda persona que, según las leyes comunes, tiene la libre administra-
ción de sus bienes”.
Siburu veía en este artículo dos clases de capacidad; en el primer párrafo, para ejercer el comercio; en el
segundo, la necesaria para celebrar actos singulares de comercio.
Los actos de comercio se pueden celebrar según las reglas del derecho civil o comercial.
El ejercicio permanente del comercio, con la adquisición de la calidad de comerciante, está sujeto al sis-
tema mercantil.
Son prohibiciones del ejercicio del comercio: a) en protección de determinadas funciones o profesiones;
b) en tutela del crédito, o c) e n interés del comercio o interés público.
1. Corporaciones eclesiásticas.
El CCom enumera algunos supuestos más en los que prohíbe el ejercicio del comercio.
Al citar las corporaciones eclesiásticas, se refiere a órdenes o congregaciones en general y se deben ex-
cluir las asociaciones formadas por laicos.
Llambías opina que se trata de una incapacidad de derecho, no de hecho.
2. Clérigos.
Se llama clérigo a quien ha sido consagrado para la celebración de los divinos ministerios. Es obvio que
un clérigo no puede ejercer el comercio.
3. Los magistrados civiles y judiciales.
La primera expresión corresponde a funcionarios públicos de la Administración nacional, provincial o
municipal, de jerarquía superior, no pueden realizar actos de comercio en el territorio donde ejercen su
autoridad o jurisdicción.
Para los jueces se aplica igual precepto; pero las leyes que reglamentan el ejercicio de la magistratura

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han prohibido cualquier otra clase de actividad, a menos que formen parte de comisiones de estudio o
ejerzan actividades docentes.
El art. 23 del CCom faculta el préstamo de dinero si con ello no se hace profesión habitual. La ley se re-
fiere indudablemente al mutuo comercial.
Sí pueden los magistrados judiciales y civiles ser accionistas en cualquier compañía mercantil.
El estado judicial impide al accionista formar parte de los órganos de administración y de control, aun-
que la ley sólo se refiere a la “gerencia administrativa”. Su actuación quedará reservada a la calidad de
accionista.
4. Interdictos.
El art. 24 del CCom declara incapaces para ejercer el comercio a “los que se hallan en estado de inter-
dicción”. Se llaman así a quienes están bajo un régimen especial de incapacidad (v. gr., los dementes); a
ellos se les asigna un curador, a fin de que los asista en todos sus actos.
En nuestro actual ordenamiento legal, deben incluirse en el inciso los inhabilitados, sujetos a una asis-
tencia por ser semi incapaces y necesitar de autorización para ejercer ciertos actos, en especial, los pa-
trimoniales.
5. Fallidos.
Los quebrados no rehabilitados eran, para la antigua ley mercantil, sujetos con prohibición de ejercer el
comercio.
La ley 11.719 derogó el inc. 2º y la ley 19.551 de concursos derogó esta ley. De todos modos, nos e
puede considerar rehabilitado el inciso.
El régimen concursal tiene características propias. Quienes están presentados en concurso preventivo
administran sus bienes bajo vigilancia del síndico. Los quebrados son desaprobados desde la sentencia
de quiebra.
La ley asigna al síndico la obligación de tramitar la calificación del a conducta de la persona física, decla-
rada en quiebra, sea comerciante o no.
El incidente se promueve de oficio en base a una copia del informe del síndico. Ella reemplaza a la de-
manda.
El juez dicta sentencia final calificando las diversas conductas del empresario y otros sujetos como cul-
pable, fraudulenta o cómplice. El incidente se remite a la JP.
Sin el trámite de calificación de conducta no hay rehabilitación posible. Puede ocurrir que ni el síndico
ni los acreedores encuentren o descubran hechos constitutivos del a calificación como culpable o frau-
dulenta, ni de complicidad. En tal caso, el juez declara la quiebra concursal, salvo que por motivos fun-
dados ordene que se prosiga el trámite.
La ley 19.951 establece los efectos personales que surgen de la sentencia de quiebra: ésta produce una
inhabilitación inmediata que no depende de la calificación de conducta.
El fallido es desapoderado de sus bienes. No puede ejercer el comercio: sólo está facultado para
desempeñar tareas artesanales, profesionales o en relación de dependencia.
El fallido sólo puede disponer de sus derechos no patrimoniales, bienes inembargables, indemnizacio-
nes por daños a su persona o agravio moral.
Mientras el fallido es desapoderado de este modo en virtud de la sentencia, todos os demás sujetos
que indica la ley sólo serán inhabilitados desde la resolución firme dictada en el incidente de califica-
ción de conducta.
Por otra parte, los bienes que ingresan de cualquier modo en el patrimonio fallido, pertenecen al con-
curso e ingresan en la masa hasta la rehabilitación.
Para el fallido y los demás sujetos a quienes se califica la conducta, los plazos de inhabilitación son los
siguientes:

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a) Calificación como culpable: cinco años de inhabilitación.


b) Calificación como fraudulenta: diez años de inhabilitación.
El plazo se cuenta desde la sentencia declarativa de la quiebra. Si la calificación se resuelve más allá del
plazo, la inhabilitación para el ejercicio del comercio es inapelable.
De acuerdo con los art. 244 y 245 de la ley 19.551, los inhabilitados no pueden:
1) Ejercer el comercio por sí o por interpósita persona.
2) Ser socio, administrador, gerente, síndico, liquidador, o fundador de sociedades comerciales.
3) Tampoco de sociedades civiles.
4) Ser factor o apoderado con facultades generales para el ejercicio de la actividad comercial.
5) Para el síndico del concurso, se añade una inhabilitación especial: no desempeñarse en esas funcio-
nes por el término de diez años.
Para los cómplices, el art. 246 indica que además de ser inhabilitados, pierden sus derechos en el con-
curso.
6. Cónyuges.
Los cónyuges de los inhabilitados no incurren en la misma prohibición para ejercer el comercio.
7. Corredores y martilleros.
A los corredores les es prohibido el ejercicio del comercio; a los martilleros la ley 20.266 no los ha inha-
bilitado para el ejercicio del mismo lo cual NO es conveniente, dada su específica función.
8. Escribanos.
Los escribanos se hallan inhabilitados para ejercer el comercio por el art. 7º de la ley 21.212.
ii. Nuevo Código.
El Nuevo Código no contiene ninguna referencia específica sobre la capacidad para ejercer el comercio, por
lo que se regiría por las reglas de capacidad en general. Por otro lado podemos apreciar que las leyes que las
leyes complementarias el código comercial siguen vigentes, por lo que las inhabilitaciones para los escriba-
nos, los corredores y los fallidos siguen vigentes. Ahora veremos algunas disposiciones sobre la capacidad de
las personas:
Art. 23.- “Capacidad de ejercicio”. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excep-
to las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
La capacidad de hecho se define como la capacidad de obrar, de acto; es por ello que también es llamada
capacidad de ejercicio o de goce. Se refiere a la aptitud para actuar por sí los derechos reconocidos por el
ordenamiento. Desde una perspectiva tradicional, las regulaciones jurídicas han diseñado como justificación
o fundamento de estas incapacidades la protección del sujeto. Así, la restricción a la capacidad aparece fun-
dada en la pretensión de protección de la persona por el ordenamiento, auxiliando la ejecución de los actos
a través de mecanismos de asistencia para su celebración.
La concepción de la capacidad como principio, la naturaleza excepcional o restrictiva de sus limitaciones y la
defensa de su ejercicio personal están a tono con la concepción que la capacidad jurídica ha adquirido en los
últimos tiempos en los planos jurídicos, en especial del derecho internacional de los derechos humanos. En
efecto, el concepto de capacidad hoy excede los contornos de su calificación como “atributo de la persona-
lidad”, propios de la doctrina civilista tradicional, configurándose como un verdadero derecho humano.

Art. 24.- “Personas incapaces de ejercicio”. Son incapaces de ejercicio:


a) la persona por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto en la
Sección 2ª de este Capítulo;
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.

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2. Disposiciones legales especiales aplicables al ejercicio dela actividad empresarial


a. Defensa de la Competencia.
El principio constitucional de la libertad de trabajar, comerciar y ejercer cualquier industria lícita implica
para todos los habitantes del país la posibilidad de dedicarse a la actividad comercial. Siendo el número de
actividades comercial posibles reducido en relación a la cantidad de habitantes, es natural que se produzca
la superposición de muchas actividades en un mismo ramo de negocios. La competencia aparece, enton-
ces, como una consecuencia inevitable de la libertad de comercio y de trabajo. Pero este derecho a compe-
tir está sometido a las leyes que reglamenten su ejercicio, y así, si bien, en principio todo habitante tiene
derecho a contender con otros en la puja por la obtención de clientelas, ello es a condición de que se res-
peten determinados requisitos impuestos en obsequio a la lealtad de la lucha y a la necesidad de garantizar
derechos análogos de los demás competidores.
i. Prácticas prohibidas.
1. Artículo 1.
Están prohibidos y serán sancionados de conformidad con las normas de la presente ley, los actos o con-
ductas, de cualquier forma manifestados, relacionados con la producción e intercambio de bienes o ser-
vicios, que tengan por objeto o efecto limitar, restringir, falsear o distorsionar la competencia o el acceso
al mercado o que constituyan abuso de una posición dominante en un mercado, de modo que pueda re-
sultar perjuicio para el interés económico general.
Queda comprendida en este artículo, en tanto se den los supuestos del párrafo anterior, la obtención de
ventajas competitivas significativas mediante la infracción declarada por acto administrativo o sentencia
firme, de otras normas.
2. Artículo 2.
Las siguientes conductas, entre otras, en la medida que configuren las hipótesis del artículo 1º, constitu-
yen prácticas restrictivas de la competencia:
a) Fijar, concertar o manipular en forma directa o indirecta el precio de venta, o compra de bienes o ser-
vicios al que se ofrecen o demanden en el mercado, así como intercambiar información con el mismo ob-
jeto o efecto;
b) Establecer obligaciones de producir, procesar, distribuir, comprar o comercializar sólo una cantidad
restringida o limitada de bienes, o prestar un número, volumen o frecuencia restringido o limitado de
servicios;
c) Repartir en forma horizontal zonas, mercados, clientes y fuentes de aprovisionamiento;
d) Concertar o coordinar posturas en las licitaciones o concursos;
e) Concertar la limitación o control del desarrollo técnico o las inversiones destinadas a la producción o
comercialización de bienes y servicios;
f) Impedir, dificultar u obstaculizar a terceras personas la entrada o permanencia en un mercado o ex-
cluirlas de éste;
g) Fijar, imponer o practicar, directa o indirectamente, en acuerdo con competidores o individualmente,
de cualquier forma precios y condiciones de compra o de venta de bienes, de prestación de servicios o
de producción;
h) Regular mercados de bienes o servicios, mediante acuerdos para limitar o controlar la investigación y
el desarrollo tecnológico, la producción de bienes o prestación de servicios, o para dificultar inversiones
destinadas a la producción de bienes o servicios o su distribución;
i) Subordinar la venta de un bien a la adquisición de otro o a la utilización de un servicio, o subordinar la
prestación de un servicio a la utilización de otro o a la adquisición de un bien;

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j) Sujetar la compra o venta a la condición de no usar, adquirir, vender o abastecer bienes o servicios
producidos, procesados, distribuidos o comercializados por un tercero;
k) Imponer condiciones discriminatorias para la adquisición o enajenación de bienes o servicios sin razo-
nes fundadas en los usos y costumbres comerciales;
l) Negarse injustificadamente a satisfacer pedidos concretos, para la compra o venta de bienes o servi-
cios, efectuados en las condiciones vigentes en el mercado de que se trate;
ll) Suspender la provisión de un servicio monopólico dominante en el mercado a un prestatario de servi-
cios públicos o de interés público;
m) Enajenar bienes o prestar servicios a precios inferiores a su costo, sin razones fundadas en los usos y
costumbres comerciales con la finalidad de desplazar la competencia en el mercado o de producir daños
en la imagen o en el patrimonio o en el valor de las marcas de sus proveedores de bienes o servicios.
ii. De la posición dominante.
1. Artículo 4.
A los efectos de esta ley se entiende que una o más personas goza de posición dominante cuando para
un determinado tipo de producto o servicio es la única oferente o demandante dentro del mercado na-
cional o en una o varias partes del mundo o, cuando sin ser única, no está expuesta a una competencia
sustancial o, cuando por el grado de integración vertical u horizontal está en condiciones de determinar
la viabilidad económica de un competidor participante en el mercado, en perjuicio de éstos.
iii. De las concentraciones y fusiones.
1. Artículo 6.
A los efectos de esta ley se entiende por concentración económica la toma de control de una o varias
empresas, a través de realización de los siguientes actos:
a) La fusión entre empresas;
b) La transferencia de fondos de comercio;
c) La adquisición de la propiedad o cualquier derecho sobre acciones o participaciones de capital o títulos
de deuda que den cualquier tipo de derecho a ser convertidos en acciones o participaciones de capital o
a tener cualquier tipo de influencia en las decisiones de la persona que los emita cuando tal adquisición
otorgue al adquirente el control de, o la influencia sustancial sobre misma;
d) Cualquier otro acuerdo o acto que transfiera en forma fáctica o jurídica a una persona o grupo eco-
nómico los activos de una empresa o le otorgue influencia determinante en la adopción de decisiones de
administración ordinaria o extraordinaria de una empresa.
2. Artículo 7.
Se prohíben las concentraciones económicas cuyo objeto o efecto sea o pueda ser restringir o distorsio-
nar la competencia, de modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico general.
iv. De las sanciones.
1. Artículo 46.
Las personas físicas o de existencia ideal que no cumplan con las disposiciones de esta ley, serán pasibles
de las siguientes sanciones:
a) El cese de los actos o conductas previstas en los Capítulos I y II y, en su caso la remoción de sus efec-
tos;
b) Los que realicen los actos prohibidos en los Capítulos I y II y en el artículo 13 del Capítulo III, serán san-
cionados con una multa de diez mil pesos ($ 10.000) hasta ciento cincuenta millones de pesos ($
150.000.000), que se graduará en base a: 1. La pérdida incurrida por todas las personas afectadas por la
actividad prohibida; 2. El beneficio obtenido por todas las personas involucradas en la actividad prohibi-
da; 3. El valor de los activos involucrados de las personas indicadas en el punto 2 precedente, al momen-
to en que se cometió la violación. En caso de reincidencia, los montos de la multa se duplicarán.

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c) Sin perjuicio de otras sanciones que pudieren corresponder, cuando se verifiquen actos que constitu-
yan abuso de posición dominante o cuando se constate que se ha adquirido o consolidado una posición
monopólica u oligopólica en violación de las disposiciones de esta ley, el Tribunal podrá imponer el cum-
plimiento de condiciones que apunten a neutralizar los aspectos distorsivos sobre la competencia o soli-
citar al juez competente que las empresas infractoras sean disueltas, liquidadas, desconcentradas o divi-
didas;
d) Los que no cumplan con lo dispuesto en los artículos 8º, 35 y 36 serán pasibles de una multa de hasta
un millón de pesos ($ 1.000.000) diarios, contados desde el vencimiento de la obligación de notificar los
proyectos de concentración económica o desde el momento en que se incumple el compromiso o la or-
den de cese o abstención.
Ello sin perjuicio de las demás sanciones que pudieren corresponder.
2. Artículo 47.
Las personas de existencia ideal son imputables por las conductas realizadas por las personas físicas que
hubiesen actuado en nombre, con la ayuda o en beneficio de la persona de existencia ideal, y aún cuan-
do el acto que hubiese servido de fundamento a la representación sea ineficaz.
3. Artículo 48.
Cuando las infracciones previstas en esta ley fueren cometidas por una persona de existencia ideal, la
multa también se aplicará solidariamente a los directores, gerentes, administradores, síndicos o miem-
bros del Consejo de Vigilancia, mandatarios o representantes legales de dicha persona de existencia ideal
que por su acción o por la omisión de sus deberes de control, supervisión o vigilancia hubiesen contri-
buido, alentado o permitido la comisión de la infracción.
En tal caso, se podrá imponer sanción complementaria de inhabilitación para ejercer el comercio de uno
(1) a diez (10) años a la persona de existencia ideal y a las personas enumeradas en el párrafo anterior.
b. Derecho a la propaganda: protección y límites.
La libertad de comercial y trabajar, así como implica el derecho a competir con otros en la explotación de
una determinada actividad, importa asimismo el derecho a ampliar las dimensiones económicas de la ex-
plotación y a obtener clientela más numerosa y mercados más vastos para la colocación de las mercade-
rías. Todo esto se obtiene mediante la propaganda, consistente en anuncios, publicaciones, exhortaciones
verbales o escritas, etc., destinados a encarecer las excelencias de una mercancía o escritas, etc., destina-
dos a encarecer las excelencias de una mercancía o producto de un establecimiento mercantil y provocar
una mayor venta.
i. Ley 22.282 de Lealtad Comercial.
1. Artículo 9.
Queda prohibida la realización de cualquier clase de presentación, de publicidad o propaganda que me-
diante inexactitudes u ocultamientos pueda inducir a error, engaño o confusión respecto de las caracte-
rísticas o propiedades, naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla, cantidad, uso, precio, condiciones de
comercialización o técnicas de producción de bienes muebles, inmuebles o servicios.
2. Artículo 9 bis
En todos aquellos casos en los que surgieran del monto total a pagar diferencias menores a CINCO (5)
centavos y fuera imposible la devolución del vuelto correspondiente, la diferencia será siempre a favor
del consumidor.
En todo establecimiento en donde se efectúen cobros por bienes o servicios será obligatoria la exhibición
de lo dispuesto en el párrafo precedente, a través de carteles o publicaciones permanentes, cuyas medi-
das no serán inferiores a 15 cm por 21 cm
3. Artículo 10.
Queda prohibido:

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a) El ofrecimiento o entrega de premios o regalos en razón directa o indirecta de la compra de mercade-


rías o la contratación de servicios, cuando dichos premios o regalos estén sujetos a la intervención del
azar.
b) Promover u organizar concursos, certámenes o sorteos de cualquier naturaleza, en los que la partici-
pación esté condicionada en todo o en parte a la adquisición de un producto o a la contratación de un
servicio.
c) Entregar dinero o bienes a título de rescate de envases, de medios de acondicionamiento, de partes
integrantes de ellos o del producto vendido, cuando el valor entregado supere el corriente de los objetos
rescatados o el que éstos tengan para quien los recupere.
ii. Ley 24.240 de Defensa al Consumidor.
1. Artículo 7. Oferta.
La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo
en que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también
sus modalidades, condiciones o limitaciones.
La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a
los empleados para hacerla conocer.
2. Artículo 8. Efectos de la publicidad.
Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios prospectos, circulares u otros medios de difu-
sión obligan al oferente y se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor.
3. Artículo 9. Cosas Deficientes Usadas.
Cuando se ofrezcan en forma pública a consumidores potenciales indeterminados cosas que presenten
alguna deficiencia, que sean usadas o reconstituidas debe indicarse las circunstancias en forma precisa y
notoria.

3. Derechos de Propiedad Intelectual.


La creación intelectual da lugar a la formación de parte delos llamados bienes inmateriales. Las obras de
ingenio constituyen una propiedad exclusiva de orden artístico; los inventos y descubrimientos, la creación
de signos y marcas, generalmente se llama “propiedad intelectual” o “propiedad industrial”.
Tradicionalmente, el derecho civil se ha ocupado de las obras y creaciones artísticas y el comercial de las
correspondientes a la técnica.
En nuestra materia importa estudiar la parte de los derechos intelectuales que se vincula con el empresa-
rio y con su empresa.
La ley protege a esa clase de propiedad tanto en un sentido positivo, para permitir a su autor disfrutas de
ella, como en un sentido negativo, al impedir que otros utilicen el dibujo, el modelo, la marca, el invento.
Se establece así la obligación de abstención para los demás miembros de la comunidad.
Según lo especifica Guglielmetti, estos derechos intelectuales o inmateriales no se definen por su objeto, si
no por su contenido.
Otro límite impuesto es que no todo invento o “idea” es patentable, así como no toda marca es registra-
ble como tal.
El invento, el modelo, la marca, adquirirán un valor económico en tanto se exterioricen en la fabricación o
intermediación de mercaderías; en tanto se los pueda aplicar al proceso industrial, comercial o de servi-
cios.
Las creaciones del llamado derecho industrial sólo toman su verdadera dimensión, cuando son utilizadas
por el empresario que se inserta en el mercado.
En nuestro país se presentan como bienes inmateriales pertenecientes a las personas físicas jurídicas y de
ese modo vinculados a la empresa los siguientes:

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a) Patentes de invención
b) Marcas de fábrica, comercio y agricultura, indicadores de procedencia o calidad. Designaciones.
c) Modelos de utilidad, dibujos y diseños industriales.
d) Asistencia técnica y operativa parcial o integral.
e) Suministro de ingeniería básica y de detalle. Transferencia de conocimientos tecnológicos.
f) Know-how
Nuestro país se ha adherido hasta el Acta de Lisboa; no está obligado por la revisión de Estocolmo.
Aún de este modo imperfecto, se ha avanzado hacia la integración del derecho en este importante campo.
El Convenio de París, no sólo abarca las patentes de invención sino que regula también modelos s y dise-
ños industriales, marcas y el nombre comercial.
Este Convenio es ley para la Argentina, pero son notorios los desajustes con nuestro sistema.
No obstante, la Convención de París, por medio de la ley 17.011, rige en territorio nacional, siempre que
se presente operatividad para ello.
4. Derechos de autor.
a. Concepto.
El derecho de autor se define como el conjunto de derechos legítimos de una persona natural sobre su
obra de naturaleza literaria, artística o científica, las personas jurídicas también pueden ser titulares de los
derechos. La legislación establece que el autor pueda obtener unos beneficios por su trabajo intelectual y
su aportación a la cultura en general, durante un tiempo limitado.
Los derechos de autor son:
a) Los derechos morales, irrenunciables e inalienables, como el derecho de reconocimiento de autoría y el
derecho de integridad de la obra, entre otros.
b) Los derechos económicos, transferibles y de duración limitada en el tiempo; básicamente los derechos
de explotación.
b. Régimen legal y derechos de protección al software.
Los derechos de autor están contemplados constitucionalmente por el artículo 17 de la CN que expresa:
«Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que
le acuerde la ley».
Por otro lado, la ley 11.723, de propiedad intelectual, es la que lo rige.
i. Artículo 1º.
A los efectos de la presente Ley, las obras científicas, literarias y artísticas comprenden los escritos de
toda naturaleza y extensión, entre ellos los programas de computación fuente y objeto; las compilacio-
nes de datos o de otros materiales; las obras dramáticas, composiciones musicales, dramático-musicales;
las cinematográficas, coreográficas y pantomímicas; las obras de dibujo, pintura, escultura, arquitectura;
modelos y obras de arte o ciencia aplicadas al comercio o a la industria; los impresos, planos y mapas; los
plásticos, fotografías, grabados y fonogramas, en fin, toda producción científica, literaria, artística o di-
dáctica sea cual fuere el procedimiento de reproducción.
La protección del derecho de autor abarcará la expresión de ideas, procedimientos, métodos de opera-
ción y conceptos matemáticos pero no esas ideas, procedimientos, métodos y conceptos en sí.
ii. Artículo 2º.
El derecho de propiedad de una obra científica, literaria o artística, comprende para su autor la facultad
de disponer de ella, de publicarla, de ejecutarla, de representarla, y exponerla en público, de enajenarla,
de traducirla, de adaptarla o de autorizar su traducción y de reproducirla en cualquier forma.
iii. Artículo 4º.
Son titulares del derecho de propiedad intelectual:
a) El autor de la obra;

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b) Sus herederos o derechohabientes;


c) Los que con permiso del autor la traducen, refunden, adaptan, modifican o transportan sobre la nueva
obra intelectual resultante.
d) Las personas físicas o jurídicas cuyos dependientes contratados para elaborar un programa de compu-
tación hubiesen producido un programa de computación en el desempeño de sus funciones laborales,
salvo estipulación en contrario
iv. Artículo 5º.
La propiedad intelectual sobre sus obras corresponde a los autores durante su vida y a sus herederos o
derechohabientes hasta setenta años contados a partir del 1 de Enero del año siguiente al de la muerte
del autor.
En los casos de obras en colaboración, este término comenzará a contarse desde el 1 de Enero del año
siguiente al de la muerte del último colaborador. Para las obras póstumas, el término de setenta años
empezará a correr a partir del 1 de Enero del año siguiente al de la muerte del autor.
En caso de que un autor falleciere sin dejar herederos, y se declarase vacante su herencia, los derechos
que a aquél correspondiesen sobre sus obras pasarán al Estado por todo el término de Ley, sin perjuicio
de los derechos de terceros.
v. Artículo 9º.
Nadie tiene derecho a publicar, sin permiso de los autores o de sus derechohabientes, una producción
científica, literaria, artística o musical que se haya anotado o copiado durante su lectura, ejecución o ex-
posición públicas o privadas.
Quien haya recibido de los autores o de sus derecho-habientes de un programa de computación una li-
cencia para usarlo, podrá reproducir una única copia de salvaguardia de los ejemplares originales del
mismo.
Dicha copia deberá estar debidamente identificada, con indicación del licenciado que realizó la copia y la
fecha de la misma. La copia de salvaguardia no podrá ser utilizada para otra finalidad que la de reempla-
zar el ejemplar original del programa de computación licenciado si ese original se pierde o deviene inútil
para su utilización.
vi. Artículo 12º.
La propiedad intelectual se regirá por las disposiciones del derecho común, bajo las condiciones y limita-
ciones establecidas en la presente Ley.
vii. Artículo 55º bis.
La explotación de la propiedad intelectual sobre los programas de computación incluirá entre otras for-
mas los contratos de licencia para su uso o reproducción.
viii. Artículo 57.
En el Registro Nacional de Propiedad Intelectual deberá depositar el editor de las obras comprendidas
en el artículo 1°, tres ejemplares completos de toda obra publicada, dentro de los tres meses siguientes a
su aparición. Si la edición fuera de lujo o no excediera de cien ejemplares, bastará con depositar un
ejemplar.
El mismo término y condiciones regirán para las obras impresas en país extranjero, que tuvieren editor
en la República y se contará desde el primer día de ponerse en venta en territorio argentino.
Para las pinturas, arquitecturas, esculturas, etcétera, consistirá el depósito en un croquis o fotografía del
original, con las indicaciones suplementarias que permitan identificarlas.
Para las películas cinematográficas, el depósito consistirá en una relación del argumento, diálogos, foto-
grafías y escenarios de sus principales escenas. Para los programas de computación, consistirá el depósi-
to de los elementos y documentos que determine la reglamentación.

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5. El Nombre Comercial.
a. Concepto.
El nombre comercial, incluido en la enumeración del primer artículo de la ley 11.867, debe ser distinguido
cuidadosamente del nombre civil de las personas. Este último es un medio general del lenguaje que sirve
para indicar una persona. Jurídicamente considerado, es un medio de identificación de las personas y asu-
me carácter de atributo de la personalidad gracias a la nueva ley.
El nombre comercial, no definido por la ley, pero sí aludido por ella, es el nombre bajo el cual el comer-
ciante actúa en el mundo del tráfico mercantil, y con el cual adquiere los derechos ya sume las obligacio-
nes atinentes a su empresa.
La expresión nombre comercial tiene en doctrina un significado amplio, comprensivo también de lo que se
conoce como firma –concepción italiana-, razón social, denominación y enseña. Así considerado, deja de
ser un atributo de la personalidad para convertirse en un bien patrimonial.
b. Naturaleza jurídica.
El art. 42 de la ley 3975, concordando con lo dispuesto por el art. 300 del CCom, establece que el nombre
del comerciante constituye una propiedad. La doctrina ha debatido ampliamente ese concepto que resulta
inaceptable. Pero tampoco puede concebirse el nombre comercial como un atributo de la personalidad
humana.
Lo más acertado parecer ser entender el derecho al nombre comercial como un derecho intelectual de ca-
rácter patrimonial, sujeto a una regulación específica.
c. Transmisibilidad.
Al ser un elemento del fondo de comercio, se transfiere de acuerdo a los parámetros establecidos por la
normativa legal correspondiente.
6. Derecho de marca.
La marca es un nombre o signo distintivo de un producto o servicio; la designación lo es de una actividad.
Aplicados en el comercio y la industria, estos “signos distintivos” adquieren un valor relevante. La función
de ellos es hacer conocer un producto, un servicio, una actividad, diferenciándolos de otros similares.
Es importante la identificación precisa del producto, servicio o actividad pues sobre ellos se establecerá
un privilegio legal, oponible a toda la comunidad, en beneficio de quien registre el nombre o signo distinti-
vo.
A veces, la marca sólo identifica al producto; en toras ocasiones la marca será reconocida cuando se agre-
gue la mención del producto.
Las marcas, así como también as designaciones, tienen un claro valor económico, que la ley protege; sir-
ven indudablemente para penetrar en el mercado y atraer y mantener a una clientela.
También se relacionen con la buena fe que los consumidores depositan en los productos, servicios o acti-
vidades de los empresarios.
Las marcas y las designaciones obran como indicadores de calidad y origen. Su difusión procura la concen-
tración de la demanda en esos productos, servicios o actividades, evitando el desconcierto o la dispersión
de los usuarios o compradores.
a. Régimen legal marcario.
La ley 22.362 sobre marcas y designaciones describe qué expresiones gráficas, signos o palabras pueden
registrarse como marcas, que distinguirán a productos o servicios.
i. Derecho de propiedad de las marcas.
1. Artículo 1.
Pueden registrarse como marcas para distinguir productos y servicios: una o más palabras con o sin con-

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tenido conceptual; los dibujos; los emblemas; los monogramas; los grabados; los estampados; los sellos;
las imágenes; las bandas; las combinaciones de colores aplicadas en un lugar determinado de los produc-
tos o de los envases; los envoltorios; los envases; las combinaciones de letras y de números; las letras y
números por su dibujo especial; las frases publicitarias; los relieves con capacidad distintiva y todo otro
signo con tal capacidad.
2. Artículo 2.
No se consideran marcas y no son registrables:
a) los nombres, palabras y signos que constituyen la designación necesaria o habitual del producto o ser-
vicio a distinguir, o que sean descriptos de su naturaleza, función, cualidades u otras características;
b) los nombres, palabras, signos y frases publicitarias que hayan pasado al uso general antes de su solici-
tud de registro;
c) la forma que se dé a los productos;
d) el color natural o intrínseco de los productos o un solo color aplicado sobre los mismos
3. Artículo 3.
No pueden ser registrados:
a) una marca idéntica a una registrada o solicitada con anterioridad para distinguir los mismos productos
o servicios;
b) las marcas similares a otras ya registradas o solicitadas para distinguir los mismos productos o servi-
cios;
c) las denominaciones de origen nacional o extranjeras.
Se entiende por denominación de origen el nombre de un país de una región, de un lugar o área geográ-
fica determinado que sirve para designar un producto originario de ellos y cuyas cualidades y caracterís-
ticas se deben exclusivamente al medio geográfico. También se considera denominación de origen la que
se refiere a un área geográfica determinada para los fines de ciertos productos.
d) las marcas que sean susceptibles de inducir a error respecto de la naturaleza, propiedades, mérito, ca-
lidad, técnicas de elaboración, función, origen de precio u otras características de los productos o servi-
cios a distinguir;
e) las palabras, dibujos y demás signos contrarios a la moral y a las buenas costumbres;
f) las letras, palabras, nombres, distintivos, símbolos, que usen o deban usar la Nación, las provincias, las
municipalidades, las organizaciones religiosas y sanitarias;
g) las letras, palabras, nombres o distintivos que usen las naciones extranjeras y los organismos interna-
cionales reconocidos por el gobierno argentino;
h) el nombre, seudónimo o retrato de una persona, sin su consentimiento o el de sus herederos hasta el
cuarto grado inclusive;
i) las designaciones de actividades, incluyendo nombres y razones sociales, descriptivas de una actividad,
para distinguir productos. Sin embargo, las siglas, palabras y demás signos, con capacidad distintiva, que
formen parte de aquéllas, podrán ser registrados para distinguir productos o servicios;
j) las frases publicitarias que carezcan de originalidad
4. Artículo 4.
La propiedad de una marca y la exclusividad de uso se obtienen con su registro. Para ser titular de una
marca o para ejercer el derecho de oposición a su registro o a su uso se requiere un interés legítimo del
solicitante o del oponente
5. Artículo 5.
El término de duración de la marca registrada será de Diez (10) años. Podrá ser renovada indefinidamen-
te por períodos iguales si la misma fue utilizada, dentro de los Cinco (5) años previos a cada vencimiento,

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en la comercialización de un producto, en la prestación de un servicio, o como parte de la designación de


una actividad
6. Artículo 6.
La transferencia de la marca registrada es válida respecto de terceros una vez inscripta en la Dirección
Nacional de la Propiedad Industrial.
7. Artículo 7.
La cesión o venta del fondo de comercio comprende la de la marca, salvo estipulación en contrario.
8. Artículo 9.
Una marca puede ser registrada conjuntamente por Dos (2) o más personas. Los titulares deben actuar
en forma conjunta para licenciar, transferir y renovar la marca; cualquiera de ellos podrá deducir oposi-
ción contra el registro de una marca, iniciar las acciones previstas en esta ley en su defensa y utilizarla,
salvo estipulación en contrario.
ii. Formalidades y trámites del registro.
1. Artículo 10.
Quien desee obtener el registro de una marca, debe presentar una solicitud por cada clase en que se so-
licite, que incluya su nombre, su domicilio real y un domicilio especial constituido en la Capital Federal, la
descripción de la marca y la indicación de los productos o servicios que va a distinguir.
2. Artículo 12.
Presentada la solicitud de registro, la autoridad de aplicación si encontrare cumplidas las formalidades
legales, efectuará su publicación por un (1) día en el Boletín de Marcas a costa del peticionante.
Dentro de los treinta (30) días de efectuada la publicación, la Dirección Nacional de la Propiedad Indus-
trial efectuará la búsqueda de antecedentes de la marca solicitada y dictaminará respecto de la registra-
bilidad.
3. Artículo 13.
Las oposiciones al registro de una marca deben efectuarse ante la Dirección Nacional de la Propiedad In-
dustrial dentro de los treinta (30) días corridos de la publicación prevista en el Artículo 12.
4. Artículo 14.
Las oposiciones al registro de una marca deben deducirse por escrito, con indicación del nombre y domi-
cilio real del oponente y los fundamentos de la oposición, los que podrían ser ampliados al contestarse la
demanda en sede judicial. — En dicho escrito debe constituirse un domicilio especial dentro de la Capital
Federal, que será válido para notificar la demanda judicial que inicie el solicitante.
5. Artículo 15.
Se notificará al solicitante las oposiciones deducidas y las observaciones que merezcan la solicitud.
6. Artículo 16.
Cumplido un (1) año contado a partir de la notificación prevista en el artículo 15, se declarará el aban-
dono de la solicitud en los siguientes casos:
a) si el solicitante y oponente no llegan a un acuerdo que posibilite la resolución administrativa y aquél
no inicia acción judicial dentro del plazo indicado;
b) si promovida por el solicitante la acción judicial, se produce su perención
7. Artículo 17.
La acción judicial para obtener el retiro de la oposición deberá iniciarse ante la Dirección Nacional de la
Propiedad Industrial. — Dentro de los diez (10) días de recibida la demanda la Dirección, remitirá la mis-
ma y los elementos agregados a ella, al Juzgado Federal en lo Civil y Comercial de la Capital Federal junto
con la copia de las actuaciones administrativas de la marca opuesta.
El proceso judicial respectivo tramitará según las normas del juicio ordinario

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8. Artículo 18.
El juez interviniente informará a la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial sobre el resultado del
juicio iniciado para obtener el retiro de la oposición a los fines que correspondiere.
9. Artículo 19.
Mediando oposición el solicitante y el oponente podrán renunciar a la vía judicial de común acuerdo y,
dentro del plazo de un (1) año establecido en el artículo 10, comunicárselo a la Dirección Nacional de la
Propiedad Industrial. — En tal caso deberá dictarse resolución que será inapelable, luego de oídas ambas
partes y de producidas las pruebas pertinentes. La reglamentación determinará el procedimiento aplica-
ble.
10. Artículo 20.
Cuando se solicite la renovación del registro, se actuará conforme con lo establecido en el Artículo 10 y
se presentará además una declaración jurada en la que se consignará si la marca fue utilizada en el plazo
establecido en el Artículo 5º, por lo menos en una de las clases, o si fue utilizada como designación, y se
indicará según corresponda, el producto, servicio o actividad.
Dictada la resolución aprobatoria del registro o de la renovación se entregará al solicitante el certificado
respectivo
11. Artículo 21.
La resolución denegatoria del registro puede ser impugnada ante la Justicia Federal en lo Civil y Comer-
cial. — La acción se tramitará según las normas del juicio ordinario y debe interponerse, dentro de los
treinta (30) días hábiles de notificada la resolución denegatoria por ante la Dirección Nacional de la Pro-
piedad Industrial, que actuará conforme a lo establecido en el Artículo 17.
En el caso de no promoverse la acción en el plazo establecido se declarará el abandono de la solicitud.
12. Artículo 22.
Los expedientes de marcas registradas o en trámite son públicos. — Cualquier interesado puede pedir, a
su costa, copia total o parcial de un expediente en el que se ha dictado resolución definitiva.
iii. Extinción del derecho.
1. Artículo 23.
El derecho de propiedad de una marca se extingue:
a) por renuncia de su titular;
b) por vencimiento del término de vigencia, sin que se renueve el registro;
c) por la declaración judicial de nulidad o de caducidad del registro.
2. Artículo 24.
Son nulas las marcas registradas:
a) en contravención a lo dispuesto en esta ley;
b) por quien, al solicitar el registro, conocía o debía conocer que ellas pertenecían a un tercero;
c) para su comercialización, por quien desarrolla como actividad habitual el registro de marcas a tal efec-
to
3. Artículo 25.
La acción de nulidad prescribe a los diez (10) años.
4. Artículo 26.
A pedido de parte, se declarará la caducidad de la marca que no hubiere sido utilizada en el país, dentro
de los cinco (5) años previos a la fecha de la iniciación de la acción, salvo que mediaren causas de fuerza
mayor.
No caduca la marca registrada y no utilizada en una clase si la misma marca fue utilizada en la comercia-
lización de un producto o en la prestación de un servicio incluido en otras clases o si ella forma parte de
la designación de una actividad.

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iv. De las designaciones.


1. Artículo 27.
El nombre o signo con que se designa una actividad, con o sin fines de lucro, constituye una propiedad
para los efectos de esta ley.
2. Artículo 28.
La propiedad de la designación se adquiere con su uso y sólo con relación al ramo en el que se utiliza y
debe ser inconfundible con las preexistentes en ese mismo ramo.
3. Artículo 29.
oda persona con interés legítimo puede oponerse al uso de una designación.
La acción respectiva prescribe al año desde que el tercero comenzó a utilizarla en forma pública y osten-
siblemente o desde que el accionante tuvo conocimiento de su uso
4. Artículo 30.
El derecho a la designación se extingue con el cese de la actividad designada.
v. Actos punibles y acciones

1. ARTICULO 31. — Será reprimido con prisión de tres (3) meses a dos (2) años pudiendo aplicarse ade-
más una multa de pesos cuatro mil ($ 4.000) a pesos cien mil ($ 100.000) a:

a) El que falsifique o imite fraudulentamente una marca registrada o una designación;

b) El que use una marca registrada o una designación falsificada, fraudulentamente imitada o pertene-
ciente a un tercero sin su autorización;

c) El que ponga en venta o venda una marca registrada o una designación falsificada, fraudulentamente
imitada o perteneciente a un tercero sin su autorización;

d) El que ponga en venta, venda o de otra manera comercialice productos o servicios con marca regis-
trada falsificada o fraudulentamente imitada.

El Poder Ejecutivo nacional podrá actualizar el monto de la multa prevista, cuando las circunstancias así
lo aconsejen.

2. ARTICULO 32. — La acción penal es pública y las disposiciones generales del Libro I del Código Penal
son aplicables en cuanto sean compatibles con la presente ley.

3. ARTICULO 33. — La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional es competente para entender en las
acciones penales, que tendrán el trámite del juicio correccional; y la Justicia Federal en lo Civil y Comer-
cial lo es para las acciones civiles, que seguirán el trámite del juicio ordinario.

4. ARTICULO 34. — El damnificado, cualquiera sea la vía elegida, puede solicitar:


a) el comiso y venta de las mercaderías y otros elementos con marca en infracción;

b) la destrucción de las marcas y designaciones en infracción y de todos los elementos que las lleven, si
no se pueden separar de éstos.

El Juez, a pedido de parte, deberá ordenar la publicación de la sentencia a costa del infractor si éste fue-
re condenado o vencido en juicio.

5. ARTICULO 35. — En los juicios civiles que se inicien para obtener la cesación del uso de una marca o
de una designación, el demandante puede exigir al demandado caución real, en caso de que éste no in-
terrumpa el uso cuestionado. El juez fijará esta caución de acuerdo con el derecho aparente de las par-
tes y podrá exigir contracautelas.

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Si no se presta caución real, el demandante podrá pedir la suspensión de la explotación y el embargo de


los objetos en infracción, otorgando, si fuera solicitada, caución suficiente.

6. ARTICULO 36. — El derecho a todo reclamo por vía civil prescribe después de transcurridos tres (3)
años de cometida la infracción o después de un (1) año contado desde el día en que el propietario de la
marca tuvo conocimiento del hecho.

7. ARTICULO 37. — El producido de las multas previstas en el art. 31 y de las ventas a que se refiere el
artículo 34, será destinado a rentas generales.

vi. Autoridad de aplicación:

1. ARTICULO 42. — La autoridad de aplicación de esta ley es la Dirección Nacional de la Propiedad Indus-
trial, dependiente de la Secretaría de Estado de Desarrollo Industrial del Ministerio de Economía, la que
resolverá respecto de la concesión de las marcas.

2. ARTICULO 43. — La Dirección Nacional de la Propiedad Industrial, anotará las solicitudes de registro y
renovación en el orden que le sean presentadas. A tal efecto, llevará un Libro rubricado y foliado por la
Secretaría de Estado de Desarrollo Industrial. En este libro se volcarán la fecha y hora de presentación,
su número, la marca solicitada, el nombre y domicilio del solicitante y los productos o servicios a distin-
guir.

3. ARTICULO 44. — El certificado de registro consistirá en un testimonio de la resolución de concesión de


la marca, acompañado del duplicado de su descripción, y llevará la firma del Jefe del Departamento de
Marcas de la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial.

4. ARTICULO 45. — El registro, renovación, reclasificación, transferencia, abandono y denegatoria de


marcas, así como su extinción por renuncia o por resolución judicial y la modificación del nombre de su
titular, serán publicados por la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial.

5. ARTICULO 46. — La Dirección Nacional de la Propiedad Industrial deberá conservar los expedientes o
sus copias fehacientes. Sólo podrán destruirse los expedientes originales cuando se haya obtenido y
guardado copia de los mismos.

6. ARTICULO 47. — Los trámites que se realicen ante la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial es-
tán sujetos al pago de tasas, cuyo monto fijará la reglamentación. Dichos montos serán actualizados se-
gún lo previsto, para las multas, en el Artículo 31 "in fine".

7.
7. Derecho de Diseño, Diseño Industrial y protección de circuitos.
El art. 3º del decreto ley 6673/63 dice: “se considera modelo o diseño industrial, las formas o el aspecto
incorporados o aplicados a un producto industrial que le confieran carácter ornamental”. La Convención
de París no define el concepto, aunque declara que los modelos y dibujos industriales protegidos integran
el amplio concepto de la llamada “propiedad industrial”.
El modelo es un objeto espacial, tridimensional; el diseño o dibujo se sitúa en un plano y consiste en cierta
combinación de colores o líneas; se les aplican genéricamente todas las normas protectoras, razón por la
cual, en principio, se lo puede asimilar a las marcas, cuando el dibujo y el modelo se destinan a una explo-
tación mercantil.
a. Decreto ley 6673/73.
i. Artículo 1.
El autor de un modelo o diseño industrial, y sus sucesores legítimos, tienen sobre él un derecho de propie-
dad y el derecho exclusivo de explotarlo, transferirlo y registrarlo, por el tiempo y bajo las condiciones es-
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tablecidas por este decreto.


Los modelos y diseños industriales creados por personas que trabajan en relación de dependencia, perte-
necen a sus autores y a éstos corresponde el derecho exclusivo de explotación, salvo cuando el autor ha
sido especialmente contratado para crearlos o sea un mero ejecutante de directivas recibidas de las per-
sonas para quienes trabaja. Si el modelo o diseño fuera obra conjunta del empleador y del empleado, per-
tenecerá a ambos, salvo convención en contrario.
Cuando dos o más personas hayan creado en conjunto un modelo o diseño industrial, les corresponde a
todas ellas el derecho de explotación exclusiva, y el derecho a registrar a nombre de todas ellas la obra de
su creación; en tales casos las relaciones entre los coautores se regirán según el concepto de copropiedad.
El autor de un modelo o diseño industrial y sus sucesores legítimos tienen acción reivindicatoria para re-
cuperar la titularidad de un registro efectuado dolosamente por quien no fuere su autor
ii. Artículo 2.
El derecho reconocido por el artículo anterior es aplicable a los autores de modelos o diseños industriales
creados en el extranjero y a sus sucesores legítimos siempre que sus respectivos países otorguen recipro-
cidad para los derechos de los autores argentinos o residentes en la Argentina.
iii. Artículo 3.
A los efectos de este decreto se considera modelo o diseño industrial las formas o el aspecto incorporados
o aplicados a un producto industrial que le confieran carácter ornamental.
iv. Artículo 4.
Para gozar de los derechos reconocidos por el presente decreto, el autor deberá registrar el modelo o di-
seño de su creación en el registro de modelos y diseños industriales, que a tal efecto será llevado por la
Secretaría de Industria y Minería (Dirección Nacional de la Propiedad Industrial).
v. Artículo 5.
Se presume que quien primero haya registrado un modelo o diseño industrial es el autor del mismo, salvo
prueba en contrario.
vi. Artículo 6.
No podrán gozar de los beneficios que otorgue este decreto:
a) Aquellos modelos o diseños industriales que hayan sido publicados o explotados públicamente, en el
país o en el extranjero, con anterioridad a la fecha de depósito, salvo los casos contemplados en el artículo
14 del presente decreto. Sin embargo, no constituirá impedimento para que, los autores puedan amparar-
se en dichos beneficios el hecho de haber exhibido, por sí o por medio de persona autorizada, el modelo o
diseño de su creación en exposiciones o ferias realizadas en la Argentina o en el exterior, a condición de
que el respectivo depósito se efectúe dentro del plazo de seis meses, a partir de la inauguración de la ex-
posición o feria;
b) Los modelos o diseños industriales que carezcan de una configuración distinta y fisonomía propia y no-
vedosa con respecto a modelos o diseños industriales anteriores;
c) Los diseños o modelos industriales cuyos elementos estén impuestos por la función que debe desempe-
ñar el producto;
d) Cuando se trate de un mero cambio de colorido en modelos o diseños ya conocidos;
e) Cuando sea contrario a la moral y a las buenas costumbres
vii. Artículo 7.
La protección concedida por el presente decreto tendrá una duración de cinco años, a partir de la fecha
del depósito y podrá ser prolongada por dos períodos consecutivos de la misma duración, a solicitud de su
titular.

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viii. Artículo 9.
Un mismo registro puede comprender hasta cincuenta ejemplares de realización de un solo modelo o di-
seño, siempre que entre todos exista homegeneidad.
ix. Artículo 10.
La solicitud de registro deberá presentarse en la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial, de acuerdo
con lo que estatuya la reglamentación respectiva, y deberá contener:
1. Una solicitud, acompañada del comprobante de haber abonado la tasa prevista en el artículo 9°;
2. Dibujos del modelo o diseño;
3. Descripción del mismo;
4. Autorización especial con la sola firma del solicitante, no legalizada, que habilite a quien lo represente
en el caso de no hacerlo personalmente.
x. Artículo 11.
La solicitud de renovación del depósito prevista en el artículo 7°, deberá ser presentada no menos de seis
meses antes de la expiración del período de vigencia de la protección. Dicha solicitud será acompañada de
los mismos requisitos exigidos para el primer depósito.
xi. Artículo 12.
La solicitud de depósito no podrá ser rechazada sino por incumplimiento de los requisitos formales deter-
minados en el art. 10 y concordantes del presente decreto y su reglamentación. La resolución denegatoria
del Registro respecto a una solicitud de depósito será apelable ante la Dirección Nacional de la Propiedad
Industrial o ante los tribunales federales, siendo la elección de una vía excluyente de la otra.
xii. Artículo 13.
El registro estará a cargo de la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial dependiente de la Secretaría
de Estado de Industria y Minería y la extensión de los títulos que certifiquen sobre la fecha del depósito,
nombre de su titular, y contengan copias del dibujo y descripciones depositadas será realizada por el o los
funcionarios que determine la reglamentación. Las demás formalidades del título y de los trámites del re-
gistro se establecerán asimismo por vía reglamentaria.
xiii. Artículo 14.
Los modelos o diseños industriales depositados o patentados en el extranjero, podrán ser depositados en
el Registro, con los mismos beneficios que se acuerda por el presente decreto a los registrados en el país,
siempre que el depósito se efectúe dentro de un plazo no mayor de seis meses desde que se hubiere efec-
tuado la presentación en el país de origen.
En estos casos la duración del derecho de exclusividad no podrá exceder a la vigencia de la patente o de-
pósito primitivo. No podrá alegarse derecho alguno de exclusividad para modelos o diseños extranjeros
que hayan sido explotados industrialmente en la República Argentina por un tercero, antes de solicitarse
el registro, en el país de origen.
xiv. Artículo 15.
El titular de un registro de modelo o diseño podrá cederlo total o parcialmente bajo las condiciones que
estime conveniente. El cesionario o sucesor a título particular o universal no podrá invocar derechos
emergentes del registro mientras no se anote la transferencia en la Dirección Nacional de la Propiedad In-
dustrial.
Si el cesionario no notifica al cedente la impugnación judicial a un registro, haciéndole posible su interven-
ción en el pleito como parte coadyuvante, el cedente no estará obligado a restituir el precio de la cesión.
xv. Artículo 16.
Los registros de modelos o diseños serán hechos públicos en la forma y tiempo que determinan las dispo-
siciones reglamentarias, como así también sus renovaciones, transferencias y cancelaciones.

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xvi. Artículo 17.


El registro de un modelo o diseño industrial será cancelado cuando el mismo haya sido efectuado por
quien no fuere su autor o en contravención a lo dispuesto en este decreto, pero tal cancelación sólo podrá
ser dispuesta por sentencia firme de los tribunales federales, a instancia de parte interesada que tenga o
no registrados modelos o diseños, con anterioridad.
8. Patentes de invención.
Con relación a los inventos y descubrimientos industriales, se plantea el conflicto entre el interés indivi-
dual de su inventor en explotarlos en su propio provecho y el interés de la comunidad en utilizarlos en be-
neficio general. El conflicto ha sido resuelto pro las legislaciones reconociendo al inventor o descubridor
un derecho absoluto y excluyente a la explotación del invento o descubrimiento, pero limitando ese dere-
cho a una duración determinada. Así es como el art. 17 de la CN establece que “todo autor o inventos es
propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por le término que le acuerde la ley”. Este de-
recho que la CN califica como de propiedad, ha sido más prudentemente calificado por el art. 1º de la ley
111 como “derecho exclusivo de explotación”. El art. 3 de la ley considera como “descubrimiento o inven-
ciones nuevas: los nuevos productos industriales, los nuevos medios y la nueva aplicación de medios co-
nocidos para la obtención de un resultado o de un producto industrial”. El derecho reconocido por la ley a
la explotación exclusiva, que puede ser concedido por 5, por 10 o por 15 años, según el mérito del invento
y la voluntad del solicitante se justifica por títulos denominados “Patentes de invención” expedidos por la
Oficina de Patente, dependiente del Ministerio del Interior, de acuerdo con el procedimiento establecido
por la ley mencionada.
Las patentes son personales, esto es, e otorgan a favor del invento; pero asimismo, son transferibles me-
diante el cumplimiento de las formalidades legales.
Ley 24.481, artículo 1º – Las invenciones en todos los géneros y ramas de la producción conferirán a sus
autores los derechos y obligaciones que se especifican en la presente ley.
a. Modelos de utilidad.
Son definidos por nuestra normativa en la ley 24.481, de la siguiente manera:
Ley 24.481, Art. 52: “Toda disposición o forma nueva obtenida o introducida en herramientas, instru-
mentos de trabajo, utensilios, dispositivos u objetos conocidos que se presten a un trabajo práctico, en
cuanto importen una mejor utilización en la función a que estén destinados, conferirán a su creador el
derecho exclusivo de explotación, que se justificará por títulos denominados certificados de modelos de
utilidad.
Este derecho se concederá solamente a la nueva forma o disposición tal como se la define, pero no po-
drá concederse un certificado de modelo de utilidad dentro del campo de protección de una patente de
invención vigente”
b. Invención y descubrimiento.
El artículo sexto establece la diferencia entre ambos conceptos:
Art. 6º – No se considerarán invenciones para los efectos de esta ley:
a) Los descubrimientos, las teorías científicas y los métodos matemáticos;
b) Las obras literarias o artísticas o cualquier otra creación estética, así como las obras científicas;
c) Los planes, reglas y métodos para el ejercicio de actividades intelectuales, para juegos o para activi-
dades económico-comerciales, así como los programas de computación;
d) Las formas de presentación de información;
e) Los métodos de tratamiento quirúrgico, terapéutico o de diagnóstico aplicables al cuerpo humano y
los relativos a animales;
f) La yuxtaposición de invenciones conocidas o mezclas de productos conocidos, su variación de forma,
de dimensiones o de materiales, salvo que se trate de su combinación o fusión de tal manera que no

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puedan funcionar separadamente o que las cualidades o funciones características de las mismas sean
modificadas para obtener un resultado industrial no obvio para un técnico en la materia; y
g) Toda clase de materia viva y sustancias preexistentes en la naturaleza.
c. Explotación.
i. Artículo 42.
El titular de una patente de invención estará obligado a explotar la invención patentada, bien por sí o por
terceros, mediante la ejecución de la misma en el territorio de la República Argentina. Dicha explotación
comprenderá la producción, la distribución y comercialización en forma suficiente para satisfacer la de-
manda del mercado nacional.
Asimismo se dará por cumplida la obligación si ésta se lleva a cabo en el territorio de los estados miembros
de acuerdos y zonas de libre comercio, mercado común o unión aduanera de los que la Argentina forme
parte bajo las siguientes condiciones de reciprocidad:
a) Que otorgue a la Argentina el mismo beneficio en cuanto a ámbito de ejecución de la explotación;
b) Que otorgue protección patentaria similar a la de la presente ley.
El Instituto Nacional de la Propiedad Industrial determinará el cumplimiento de lo prescripto en el presen-
te artículo, pudiendo admitir excepciones cuando la razonabilidad económica y técnica así lo indiquen o
cuando el ejercicio del derecho de propiedad intelectual pueda tener un efecto negativo sobre la compe-
tencia en el mercado correspondiente
ii. Artículo 43.
Los titulares de las licencias voluntarias o de otros usos de la patente sin autorización de su titular tendrán
las mismas obligaciones que el titular de la patente, en cuanto a lo mencionado en el artículo 42.
d. Novedad.
Ley 24.481, Art. 4º – Serán patentables las invenciones de productos o de procedimientos, siempre que
sean nuevas, entrañen una actividad inventiva y sean susceptibles de aplicación industrial.
a) A los efectos de esta ley se considerará invención a toda creación humana que permita transformar
materia o energía para su aprovechamiento por el hombre.
b) Asimismo, será considerada novedosa toda invención que no esté comprendida en el estado de la
técnica.
c) Por estado de la técnica deberá entenderse el conjunto de conocimientos técnicos que se han hecho
públicos antes de la fecha de presentación de la solicitud de patente o, en su caso, de la prioridad reco-
nocida, mediante una descripción oral o escrita, por la explotación o por cualquier otro medio de difu-
sión o información, en el país o en el extranjero.
d) Habrá actividad inventiva cuando el proceso creativo o sus resultados no se deduzcan del estado de la
técnica en forma evidente para una persona normalmente versada en la materia técnica correspondien-
te.
e) Habrá aplicación industrial cuando el objeto de la invención conduzca a la obtención de un producto
industrial, entendiendo al término industria como comprensivo de la agricultura, la industria forestal, la
ganadería, la pesca, la minería, las industrias de transformación propiamente dichas y los servicios.

Ley 24.481, Art. 5º. La divulgación de una invención no afectará su novedad, cuando dentro de un (1)
año previo a la fecha de presentación de la solicitud de patente o, en su caso, de la prioridad reconocida,
el inventor o sus causahabientes hayan dado a conocer la invención por cualquier medio de comunica-
ción o la hayan exhibido en una exposición nacional o internacional. Al presentarse la solicitud corres-
pondiente deberá incluirse la documentación comprobatoria en las condiciones que establezca el re-
glamento de esta ley
e. Patentes permitidas y patentes prohibidas.

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i. Permitidas.
Remisión al art. 4º.
ii. Prohibidas.
Ley 24.481, Art. 7º. No son patentables:
a) Las invenciones cuya explotación en el territorio de la República Argentina deba impedirse para pro-
teger el orden público o la moralidad, la salud o la vida de las personas o de los animales o para preser-
var los vegetales o evitar daños graves al medio ambiente;
b) La totalidad del material biológico y genético existente en la naturaleza o su réplica, en los procesos
biológicos implícitos en la reproducción animal, vegetal y humana, incluidos los procesos genéticos rela-
tivos al material capaz de conducir su propia duplicación en condiciones normales y libres, tal como ocu-
rre en la naturaleza;
c) Las plantas y los animales, excepto los microorganismos y los procedimientos esencialmente biológi-
cos para su producción, sin perjuicio de la protección especial conferida por la Ley 20.247 y la que even-
tualmente resulte de conformidad con las convenciones internacionales de las que el país sea parte.
9. Sistema de protección de secretos comerciales.
a. Know-how.
Este término en inglés aludía, en los comienzos de su evolución, al secreto de ciertos procesos de fabrica-
ción industrial que, no siendo registrables ni recibiendo por tanto protección legal, constituyen un verda-
dero derecho intelectual, valioso también económicamente.
Masnatta dice que “es el conocimiento técnico, procedimiento, conjunto de informaciones necesarias para
la reproducción industrial, que proceden de la experiencia en el proceso de producción y que su autor
desea guardar en secreto, sea para su uso personal, sea para transferirlo comercialmente a un tercero”.
Le Pera, en cambio, se pronuncia por una idea más amplia incluyendo como know-how todo procedimien-
to secreto y no sólo el que comprende la elaboración técnica.
Know-how es el grupo de informaciones, conocimientos, fórmulas, pericias o especial habilidad técnica
necesaria para obtener un producto, un proceso de fabricación o una actividad mercantil.
Siguiendo a Masnatta, Argeri diferencia el know-how de la asistencia técnica: “en el know-how la obliga-
ción es hacer entrega a la otra parte de lo que hace a un proceso industrial o comercial específico (infor-
mes, planos, etc.), obligándose éste a la reserva del secreto y sin que en su aplicativa intervenga el otro
contratante; en la asistencia técnica lo trascendente es la obligación de hacer concretada en el suministro
futuro, de orden técnico, condicionado a un determinado resultado”.
Hay que analizar si el secreto es, en realidad, un bien inmaterial.
En general el know-how no es patentable. Se discute, por tanto, si es un bien protegido jurídicamente. La-
quis ha hecho un pormenorizado estudio de la cuestión:
a) El conocimiento técnico no patentado constituye una situación de hecho objetiva, sin embargo carente
de juridicidad mientras no se le otorgue el ordenamiento positivo, e inoponible, por tanto a los terceros.
b) En cuanto situación de hecho, el titular del secreto de fábrica goza de la tutela jurídica sólo indirecta-
mente, en su relación contractual y mientras el secreto subsista.
c) De ahí es que, desaparecido el secreto, el conocimiento entra en el dominio público sin óbices para su
utilización.
d) No existiendo pues, dominio o propiedad, la prohibición de utilización del secreto es arbitraria, cuando
ella se establece una vez expirado el término del contrato.
b. Creaciones fitogénicas.
Son el cultivar obtenido por descubrimiento o por aplicación de conocimientos científicos al mejoramiento
heredable de las plantas. (Art. 1, ley 20.247).

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i. Artículo 20.
Podrán ser inscriptas en el Registro creado por el artículo 19 y serán consideradas "Bienes" respecto de los
cuales rige la presente ley, las creaciones fitogenéticas o cultivares que sean distinguibles de otros conoci-
dos a la fecha de presentación de la solicitud de propiedad, y cuyos individuos posean características he-
reditarias suficientemente homogéneas y estables a través de generaciones sucesivas. La gestión pertinen-
te deberá ser realizada por el creador o descubridor bajo patrocinio de ingeniero agrónomo con título na-
cional o revalidado, debiendo ser individualizado el nuevo cultivar con un nombre que se ajuste a lo esta-
blecido en la parte respectiva del artículo 17.
ii. Artículo 22.
El Título de Propiedad sobre un cultivar será otorgado por un período no menor de diez (10) ni mayor de
veinte (20) años, según especie o grupo de especies, y de acuerdo a lo que establezca la reglamentación.
En el Título de Propiedad figurarán las fechas de expedición y de caducidad.
iii. Artículo 24.
El derecho de propiedad de un cultivar pertenece a la persona que lo obtuvo. Salvo autorización expresa
de ésta, las personas involucradas en los trabajos relativos a la creación fitogenética o descubrimiento del
nuevo cultivar no tendrán derecho a la explotación del mismo a título particular.
iv. Artículo 25.
La propiedad sobre un cultivar no impide que otras personas puedan utilizar a éste para la creación de un
nuevo cultivar, el cual podrá ser inscripto a nombre de su creador sin el consentimiento del propietario de
la creación fitogenética que se utilizó para obtenerlo, siempre y cuando esta última no deba ser utilizada
en forma permanente para producir al nuevo.
10. Contratos de comercialización de derechos intelectuales.
Muchos bienes tecnológicos son producidos en el exterior. Esto impone la necesidad de adquirir esos bie-
nes y obtener la transferencia de los mismos.
desde 1971, mediante la ley 19.135 se ha regulado legalmente la adquisición de tecnología.
En 1974 el Congreso sancionó la ley 20.794, la cual creaba un registro para los actos que tuvieran como
objeto principal o accesorio la transferencia de tecnología proveniente del exterior.
Esta ley fue derogada por la ley 21.617, salvo en su artículo 38.
El último régimen de transferencia de tecnología es el estatuido por la ley 22.246 del año 1981. Por él se
disuelve el Registro Nacional de Contratos de Licencia y Transferencia de Tecnología y se establece la obli-
gación de registrar, ante el Instituto de Tecnología Industrial, algunos actos jurídicos.

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ANEXO.
Protección jurídica del software.

En un primer momento, los regímenes legales centraron su mayor interés en lo que se dio en denominar hard-
ware, esto es en el componente material de la computación, el ordenador.

En esta época, el software era considerado sólo como un componente más de la máquina, como un programa
que -inserto como una parte más del ordenador- controlaba la máquina y le indicaba las tareas que debía reali-
zar.

Es decir, mientras la industria del hardware estuvo ligada con la del software, no se previó la necesidad de pro-
veer a éste último de una protección jurídica especial. El ordenador era el bien jurídico que merecía una tutela
legal y su programa estaba protegido por el régimen legal de aquél.

Sobre el punto, no hubo mayores inconvenientes para el jurista. Ello así por cuanto el hardware pudo insertar-
se fácilmente en las categorías jurídicas existentes, siendo clasificable como cosa mueble y su tutela se instru-
mentó a través de la patentabilidad.

Como resultado de la creciente demanda de los programas de computación, su vulnerabilidad y gran costo
económico, el software comenzó a adquirir -para la ciencia del derecho- un valor independiente del hardware,
generando un intenso debate en orden a su protección jurídica.

A diferencia de lo que había ocurrido para la regulación del hardware, este nuevo objeto de derecho no fue tan
sencillo de tutelar, desde que aparecía como refractario a las categorías jurídicas existentes, y presentaba co-
mo característica propia la de ser un objeto inmaterial o incorporal.

La protección jurídica del Software busca resguardarlo contra su uso o explotación SIN autorización del titular
de ese derecho, por parte de terceros.

Su tutela trae como beneficios:

1) Seguridad Jurídica, por cuanto otorga fecha cierta al derecho que se obtiene sobre él.
2) Prueba de la autoría, presumiéndose la autoría de que el software pertenece a aquél a cuyo nombre se
registra..
3) Sirve como elemento de comparación a los fines de verificar la existencia de plagio o piratería.
4) Confiere protección al usuario de buena fe.
5) Da publicidad de las obras y contratos registrados
6) Permite obtener la certificación de obra inédita

Distintos medios de protección del Software en General: Tal como se señalara precedentemente, la singulari-
dad del bien jurídico a proteger provocó que la doctrina y el derecho comparado señalaran una multiplicidad
de posibles medios de tutela.

Derecho de patentes: Desde un inicio el patentamiento no ha sido visto con buenos ojos para proteger inven-
tos relacionados con el software.

Y ello así por cuanto los programas de computación no observan -al menos en principio- las condiciones que el
derecho de patentes exige como recaudos insoslayables para la protección de un bien. Nos referimos a las tres
clásicas condiciones exigidas para el otorgamiento de una patente de invención, a saber: a) Novedad; b) Nivel
inventivo y c) Aplicabilidad industrial.

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Un programa de computación no cumple de un modo cabal con los requisitos mencionados. La novedad en
materia de patentes significa una solución a un problema específico que no haya sido anteriormente conocida,
e -indudablemente- no puede garantizarse que el método o esquema mental que caracteriza al software no
haya sido antes imaginado por otro sujeto. Por otro lado, el nivel inventivo impone que la solución otorgada a
un problema específico no implique sólo la unión de ideas o métodos ya contenidas en el estado de la técnica,
y el software se caracteriza por ser justamente eso, la combinación de operaciones mentales ya conocidas y
manejadas en el mundo de la técnica. Finalmente, en la mayoría de los casos, los programas de computación
no cumplen con la condición de aplicabilidad industrial ya que -generalmente- no aportan una solución a un
problema de naturaleza técnica.

Resta indicar que ningún ordenamiento jurídico puede - válida y legítimamente- proteger y otorgar un título de
propiedad con relación a ideas o conceptos abstractos, porque, tanto las ideas como los conceptos in abstrac-
to, son patrimonio común de la humanidad y resulta inimaginable la propiedad o exclusividad sobre los mismos
que restringiese de cualquier modo su utilización.

Por esto la patente de invención tiende a tutelar productos y procesos, más nunca teorías.

Derechos de Autor: Este es el régimen jurídico que ha adoptado -de modo ampliamente mayoritario- el dere-
cho comparado y prácticamente no encuentra resistencias en el panorama mundial.

La preferencia por este sistema de protección se justifica en diversas razones. Por un lado, se evita la dispersión
legal por la creación de nuevos instrumentos jurídicos, eludiéndose la inseguridad jurídica que provoca la in-
troducción de nuevas normas hasta tanto se defina el sentido y alcance de las mismas.

Igualmente, se garantiza la aplicación de un ordenamiento legal conocido. Las leyes y principios del copyright
son bien conocidas a escala mundial.

Finalmente, se da acabada protección a la forma o manifestación de la idea expresada en el programa tutelado,


y no se monopoliza el fondo de la misma, el cual -como se adelantara- es patrimonio de toda la humanidad y
por tanto su titularidad no puede ser otorgada con exclusividad a una persona.

No obstante este consenso existente a nivel internacional, alguna doctrina ha criticado la protección del soft-
ware por el Derecho de Autor.

Las principales objeciones se centran en sostener que los programas de computación carecen de estética o
belleza, que no son perceptibles de manera directa por los sentidos, que la protección jurídica otorgada por el
copyright se prolonga demasiado en el tiempo, que el Derecho de Autor no da suficiente protección a las diver-
sas etapas para la elaboración del software y que sus normas no prohiben el uso del software.

Protección Jurídica del software en la Argentina. En la Argentina el software encuentra protección específica y
propia en el Derecho de autor.

Desde esta perspectiva, y siempre a través del Derecho de Autor, pueden distinguirse tres grandes etapas en la
protección de los programas de computación, una primera que podríamos denominar como AProtección gené-
rica@, una segunda -ya más específica- en la cual se incluye expresamente al software, como bien jurídico pro-
tegido, en el texto legal de Propiedad Intelectual, aunque de un modo deficiente y, finalmente, -la etapa a la
que hoy asistimos- donde la regulación legal ha sido completada y perfeccionada.

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1. Protección genérica: En esta primera etapa no encontramos un texto legal que expresamente refiera al
software. Empero tal vacío normativo no importó la privación de tutela jurídica a los primeros programas de
computación.

Primeramente cuadra indicar que el art. 17 de la Constitución Nacional de 1853 dispone que todo autor o
inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la
ley.
Esta norma constitucional, inspirada en la Constitución de los EE.UU., fue la que dio sustento a la posterior
legislación nacional destinada a la protección de los derechos intelectuales.
La primera Ley de Propiedad Intelectual se dictó en la Argentina en el año 1910 (ley 7092) pero al carecer de
sanciones penales no tuvo aplicación concreta. Recién en 1933 se dicta la Ley 11.723 referida a las obras
científicas, literarias y artísticas.

En esta época, lejos se estaba de contemplar la protección jurídica del software, ya que tales programas no
existían.
No obstante ello con la revolución de la industria informática, la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia
local consideró que los programas y las compilaciones de datos, pese a no estar expresamente mencionados
en la ley, estaban comprendidos entre las obras protegidas.

Por otra parte, la vía de protección del software mediante la Ley de Patentes vigente en esa época, había si-
do rechazada por la Dirección Nacional de Propiedad Industrial, quien impidió el patentamiento del softwa-
re atento a que el art. 4 de la ley 111 vedaba la protección de la ley a los inventos puramente teóricos sin
que se haya indicado su aplicación industrial.

2. Consagración legal expresa, aunque deficiente: Esta segunda etapa está representada por el decreto
165/94 dictado por el Poder Ejecutivo que incluyó al software en la enumeración de obras amparadas por la
ley 11.723 de Propiedad Intelectual (art. 1), estableciendo también el procedimiento de registración en la
Dirección Nacional de Derecho de Autor (arts. 2 y 3).

La doctrina y la jurisprudencia reconocieron plena validez a esta normativa sólo en cuanto al procedimiento
de registración y a la tutela civil del software, empero le negaron todo valor en lo relativo a la tipificación
penal, con fundamento en que el Poder Ejecutivo carece de facultades para, por vía reglamentaria, crear
nuevos tipos penales, por cuanto el software es una obra intelectual sui generis que requiere de una protec-
ción específica.
Ello así, los efectos del decreto sólo tuvieron trascendencia concreta en cuanto a la regulación de la regis-
tración de las obras y a la responsabilidad civil que emanaba de la violación de los derechos de autor.

3. Perfeccionamiento de la protección legal: Esta época, a la cual actualmente asistimos, está signada por la
sanción de la ley 25.036 (Octubre de 1998) que reforma la Ley de Propiedad Intelectual modificando cuatro
artículos e incorporando uno (art. 55 bis).

Esta nueva normativa, conocida como la Ley del software, adopta para nuestro país el sistema predominan-
te en los acuerdos internaciones suscriptos por la República Argentina, en cuanto brinda protección al soft-
ware mediante la legislación de derechos de autor.

Siendo tal la importancia de este nuevo texto legal en nuestro país, corresponde analizar minuciosamente
las modificaciones introducidas por el mismo:

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a) Modifica el art. 1° que en su actual texto enumera entre las obras protegidas a...los programas de
computación fuente y objeto; y las compilaciones de datos o de otros materiales....

b) En cuanto a la registración de la obra de software, la ley introduce en el art. 57 in fine la siguiente le-
yenda: Para los programas de computación, consistirá en el depósito de los elementos y documentos
que determine la reglamentación.

Preliminarmente, corresponde advertir que la reglamentación a la que remite la ley aún no ha sido dic-
tada. En consecuencia, la doctrina entiende que sigue siendo aplicable el método de registración dis-
puesto por el Decreto 165/94.
Esta normativa prevé el depósito de aquellos programas de computación que se registren como obras
inéditas. El procedimiento de inscripción en estos casos consiste en el depósito –en sobre lacrado y fir-
mado- de amplios extractos de su contenido, junto con una explicación escrita de su estructura y orga-
nización, como también de sus principales características de manera que se pueda individualizar la obra
y dar una noción fiel de su contenido.

En otras palabras, la registración debe incluir el depósito de un memorial en el cual se viertan todas las
precisiones que se juzguen convenientes y suficientes para identificar su creación y garantizar la reserva
de su información secreta.

Si el software a registrar no fuera inédito, sino que se tratara de un programa ya publicado, el trámite es
más sencillo, debiendo acompañarse y depositarse un ejemplar del mismo.

La registración se efectúa por ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor, a través de la Cámara de
Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI) que recibe el pedido de inscripción, otorga un
número de inscripción y registra la obra en dicha repartición.

Cuadra advertir que la inscripción de la obra no es constitutiva. Es decir, no condiciona el nacimiento del
derecho de autor, el cual surge ni bien el software ha sido creado.
Sin embargo, la Ley de Propiedad Intelectual, en su art. 63 suspende el ejercicio de las acciones para la
protección de los derechos de autor hasta tanto se hubiere efectuado la registración de la obra.

Esta disposición normativa contradice lo dispuesto y acordado en la Convención de Berna que consagra
el imperio del principio de protección automática en su art. 5.2 y que impide el condicionamiento de la
protección a cualquier recaudo de forma.

A partir de ello, cuadra señalar que nuestra legislación local ha provocado una injusta discriminación en-
tre los programas de computación elaborados o publicados en el extranjero y los creados en el país, ya
que la efectiva protección de aquéllos no se encuentran supeditada a ninguna condición suspensiva,
mientras que los autores locales deben necesariamente registrar el software para que la tutela de la
obra se haga efectiva.

c) Al art. 9 de la Ley de Propiedad Intelectual se le incorpora un párrafo en el que cual se establece que
quien haya recibido del autor o de sus herederos un programa de computación tendrá licencia sólo para
usarlo y podrá reproducirlo sólo por una vez con el único objeto de reemplazar el ejemplar original del
programa de computación licenciado si ese original se pierde o deviene inútil para su utilización.

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La excepción a la facultad exclusiva de reproducción del art. 9 encuentra su fundamento en la realidad


que se vivía al momento de sancionarse la reforma.
En aquella época los programas de computación se hallaban reproducidos sobre tarjetas perforadas o
soportes magnéticos autónomos. En estas circunstancias, podía preverse la posibilidad de que una
eventualidad accidental inutilizara los ejemplares provistos por el autor o por el editor licenciado. Esto
imponía al legislador la necesidad de introducir una excepción a la facultad autoral exclusiva de repro-
ducción para permitir a los usuarios legítimos de programas de computación obtener una copia de sal-
vaguarda (back up) útil para asegurar el funcionamiento del sistema en los supuestos en que el ejemplar
recibido se tornaba inservible.

En el contexto técnico contemporáneo esta excepción carece de significación, dado que los ejemplares
originales no tienen ahora otra función que el transporte de los archivos de los programas hasta el or-
denador del usuario, donde los mismos se instalan. Es decir, en la actualidad, los software se copian en
un medio de almacenamiento interno del ordenador desde donde luego se cargan en ocasión de su uti-
lización.

d) Finalmente, el agregado art. 55 bis dispone que la explotación de la propiedad intelectual sobre los pro-
gramas de computación incluirá entre otras formas los contratos de licencia de uso o reproducción. Ello
así se incorpora dentro de los contratos autorizados por la ley 11723 a las licencias.

Concepto jurídico de Software: A los efectos de la Ley 25.922 (la cual procuró en nuestro país un régimen de
promoción de la Industria del Software, el mismo puede definirse como: “Expresión organizada de un conjunto
de órdenes o instrucciones de cualquier lenguaje, organizadas en estructuras de diversas secuecias y combi-
naciones, almacenadas en cualquier medio apropiado, previsto para que una computadora o cualquier má-
quina con capacidad de procesamiento de información ejecute una función específica”.

Patentabilidad del software en la Argentina: El art. 6 de la Ley nacional de Patentes e Invenciones (N° 24.481
modificada por ley N° 24.572) al catalogar las actividades aportes intelectuales y creaciones humanas que no
constituyen una invención patentable, expresamente incluye a los programas de computación.

De este modo, y conforme a nuestro ordenamiento local vigente, el software no puede ser protegido por el
Derecho de Patentes.

Sin embargo, un sector de nuestra doctrina afirma que esta disposición de la normativa nacional contradice lo
autorizado por el ADIPC, y que -siendo éste una norma superior a nuestra ley de patentes, conforme a nuestro
marco constitucional- en caso de negarse el patentamiento de un programa podría solicitarse la declaración de
inconstitucionalidad del art. 6 de la Ley 24.481.

1. Concepto Económico de Empresa.


a. Introducción.
Desde el punto de vista económico, es empresa una organización que prevé la realización de una actividad
económica, con un riesgo, para intermediar en la producción o el cambio de bienes y servicios.
Muchos autores identifican la empresa con el derecho mercantil.
La noción de la empresa surgen en el campo de la economía política para designar determinadas organiza-
ciones de los factores de producción. La naturaleza social del hombre le llevó desde muy pronto a descubrir
las ventajas que significa el coordinar la acción de varios individuos y al utilización de instrumentos apro-
piados, conforme a un plan, para facilitar la consecución de sus propósitos. En el terreno económico, esta
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observación se tradujo en la tendencia a organizar los elementos productivos para aumentar la potenciali-
dad de creación de bienes o prolongar su duración.
La función del comerciante consiste, fundamentalmente, en promover y facilitar la circulación de los bie-
nes, lo que da por supuesta la existencia de éstos; y a la creación de ellos provee ordinariamente el fabri-
cante o productor. Observando el proceso de la producción de los bienes se advierte que en él intervienen
por lo común el trabajo humano, la naturaleza ye l capital, en proporciones y modalidades muy variables.
De la combinación de estos elementos surgen numerosos esquemas de organización de la producción: a)
Lo característico del primero es que una sola persona suministra todos los elementos productivos. Tal es el
caso del pequeño artesano que trabaja solo en su casa con sus propias herramientas y las materias primas
que le pertenecen: o bien el pequeño agricultor propietario que labra su campo con sus propios útiles y ga-
nados; b) El segundo ofrece caracteres opuestos: la producción se organiza por un individuo que reúne y
coordina los elementos productivos sin aportar él otra caso que su labor de dirección y coordinación.
Entre esos dos supuestos extremos caben una infinidad de tipos. Y es posible indicar las siguientes caracte-
rísticas: a) la empresa es una organización, es decir, un ente complejo; b) apta para producir no sólo bienes
materiales si no también inmateriales (servicios); c) dichos bienes están destinados al cambio, es decir, al
mercado general; d) tal actividad se realiza con propósitos de obtener beneficios.

b. Teoría de la empresa.
La ley de sociedades mercantiles objetiviza a la empresa en su artículo primero, (Habrá sociedad si una o
más personas en forma organizada conforme a uno de los tipos previstos en esta ley, se obligan a realizar
aportes para aplicarlos a la producción o intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios y
soportando las pérdidas). Sin embargo, hay una imposibilidad de identificar al derecho comercial con el
concepto de empresa.
En primer lugar, tal concepto no fue nunca acogido íntegramente por nuestra legislación; en segundo lugar,
la doctrina predominante aplica a la empresa una lente económica más que jurídica.
Muchas organizaciones empresarias no son mercantiles: asociaciones, fundaciones, sociedades civiles.
En el ámbito contractual, se ha originado una corriente que pretende distinguir los llamados “contratos de
empresa”, cuando esta categoría legal no existe como tal, ni siquiera indirectamente establecida por la ley.
Dice Etcheverry que es de fundamental importancia la visión histórica que explica por qué ciertos institutos
permanecen unidos en nuestro Código de Comercio. Por ello nos adherimos a las posicione s que enfocan
la realidad de nuestra materia en una visión directa.
El orden mercantil respondió a una necesidad, que fue al de regular a la actividad de ciertos sujetos que
desplegaban determinadas tareas de gran incidencia económica. Así nace históricamente. No nos queda-
mos ahí: más adelante aparece señalando qué actos son objetivamente “comerciales”. Se regula también al
sujeto, pero indirectamente.
Aparecen entonces, en el campo económico visible, dos clases de sujetos que realizan una tarea similar:
son los empresarios individuales (comerciantes, industriales, productores de servicios); ellos fundan una
organización, afrontan un riesgo, dirigen esa organización.
No toda empresa está hoy legislada por normas pertenecientes al derecho mercantil, sólo una parte de ella
se ocupa de los sujetos.
Así, la empresa se perfila borrosamente para el orden jurídico, que no ha esquematizado su estructura ni
trata de hacerlo.
El moderno derecho comercial presenta instituciones diversas. Se centraliza en el estatuto del empresario
individual y en el del empresario colectivo; sigue regulando enfoques de su actuar dinámico, deteniéndose
en los cambios y hasta en la patología de las organizaciones productoras para el mercado. Controla su acti-
vidad desde el punto de vista del interés general y de la comunidad de empresarios.

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Regula también algunos negocios específicos y ciertos medios.


Con esta descripción se llega así a aun sistema que contiene instituciones que nos e agrupan históricamen-
te porque sí, sino porque la realidad indica que existe un sector jurídico, que es la ley mercantil, que regula
la actividad comercial e industrial en ciertos aspectos.
El actual derecho comercial no ha logrado la regulación de la empresa; el derecho de sociedades no es más
que un derecho de organización empresarial parcial, como bien dice Garrigues.
En nuestra opinión, el derecho mercantil mantiene esa categoría de derecho especial, en atención a ciertas
regulaciones específicas: derecho cambiario, sociedades comerciales, seguros, estatutos del comerciante
individual y de algunos auxiliares del comercio.
Pero al estudiar esta disciplina, nos e puede menos que estudiar el cambio lento, pero profundo que ella
experimenta: por un lado, cierta temática se ha separado de él. Un ejemplo históricamente anterior es el
del derecho del trabajo, otro actual, el derecho de la navegación.

c. Estructura básica de la empresa y contenido contractual de la misma.


La empresa constituye, tanto jurídica como económicamente, un complejo indivisible. Toda ella, como acti-
vidad organizada, es acto de comercio objetivo; y esa comercialidad envuelve a todos y a cada uno de los
actos particulares mediante los cuales se despliega esa actividad. Todos los contratos constitutivos de la
empresa, los de adquisición de materias primas y los de venta de los productos elaborados, los de trabajo
celebrados con sus dependientes y empleados, y tanto las operaciones principales como las accesorias, y
aun los actos ilícitos conexos con la constitución y explotación caen dentro del régimen de la comerciali-
dad. Bien entendido, que ésta se considera respecto del empresario, es decir, como acto de comercio uni-
lateral, sin perjuicio de que dicho acto pueda ser también mercantil para la otra parte.

2. Evolución de la Forma de Organización Empresarial.


El fenómeno económico de la producción organizada es viejo, casi tanto como la humanidad. Pero dada la
forma rudimentaria en que se desarrolló durante siglos, no fue menester que la legislación se ocupara es-
pecialmente de él; y sólo cuando el proceso adquirió cierto grado de desenvolvimiento, motivó su some-
timiento a una regulación jurídica, que comenzó bajo aspectos poco perfilados. El derecho estatuario de
las ciudades italianas equipara los artífices a los mercaderes, y por sup arte, la Ordenanza francesa de
1673 sometió a la competencia de los jueces consulares las contiendas provocadas por ventas de mar-
chands, artisans et gens de mestier. Es decir, los manufactureros debían ser colocados en la clase de arte-
sanos. Es que ya en la alta edad media comienza a operarse una transformación en los procedimientos
económicos de producción: muchos artesanos dejan de trabajar por encargo o para el consumo local y lo
hacen, en cambio, para un intermediario que se encarga de acumular los productos y ofrecerlos a más
amplios sectores de público. Esta fase de la evolución va a terminar en la manufactura, en la cual el inter-
mediario actúa como empresario, pero con una función predominantemente comercial, aunque no siem-
pre pueda excluirse su carácter industrial. A ella le sigue la etapa de fábrica, que ha sido definida como “la
forma de empresa en la cual un empresario, industrial y comerciante a la vez, reúne en un mismo edificio,
bajo su propia e inmediata dirección y responsabilidad, a todos los colaboradores de dicha empresa para
la producción destinada al comercio general”.
Pero con el tiempo surgieron otras organizaciones destinadas no a producir bienes materiales sino inmate-
riales –servicios-, cuya estructura nada se distinguen de las fábricas. La única diferencia consiste en el ob-
jeto producido.
El advenimiento de la fábrica produjo la decadencia del artesanado. Así, el CCom francés sujetó a la juris-
dicción mercantil las empresas de manufacturas, dejando de lado a los simples artesanos. De esta manera,
estimaron que la producción industrial sólo requería una regulación específica cuando se realizaba en for-

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ma de actividad organizada de cierta magnitud.


El proceso de transformación económico-industrial de la empresa europea que se produjo durante los si-
glos XVIII y XIX apareció una categoría de grandes empresas que luego llegaron a influir profundamente en
la vida nacional e internacional.
3. Teorías sobre la naturaleza jurídica de la empresa.
a. Teoría subjetiva.
Algunas corrientes jurídica subjetivizan el concepto de empresa, adjudicándole la facultad de adquirir de-
rechos y contraer obligaciones.
Así, el empresario sería la figura principal del factor trabajo, pero la personalidad se atribuiría al ente, que
trascendería a las personas que la integran.
Como bien lo hacen otra Le Pera, esta concepción subjetivista de la empresa no es clara en los autores y
aparece referirse al patrimonio afectado a los fines de la empresa o fondo de comercio.
Empero cabe otra idea subjetiva de la empresa cuando no es ella objeto de derecho de un empresario in-
dividual o colectivo. Nos referimos a las soluciones corporativistas y a las socialistas.
En ellas podría descartarse al empresario como persona titular de la empresa, él solo las representaría.
Pero, por extensión, podría decirse que el administrador encargado no es el empresario, sino que tal em-
presario es el Estado mismo, con lo cual la empresa volvería a una posición objetiva. Se adhieren al subje-
tivismo Asquini, Gierke, Gelpecke, Voldendorf, Ripert, Herman Krause, etc.
i. Bifurcación del subjetivismo.
Es de notar que son varias las corrientes básicas dentro de la concepción subjetiva de la empresa. En pri-
mer lugar, el enfoque con orientación preponderantemente privatista, tesis con al cual se manifiesta de
acuerdo eel profesor Zavala Rodríguez. Habla él del fin social de la empresa; en su excelente libro sobre la
empresa, no la defina, pero entiende que la regulación jurídica debe tener estos presupuestos: a) organi-
zación; b) capacitación; c) orientación y función social, y deben medirse la 1) lucratividad; 2) las relaciones
con los empleados; 3) los servicios y las relaciones con al clientela; y 4) las relaciones con el Estado y al
comunidad. El citado autor señala que empresa es, fundamentalmente, actividad; pero no la actividad del
empresario, que es otra cosa.
Zavala Rodríguez defiende con vigor la importancia de la empresa en la vida mercantil actual y la rehabili-
tación de un nuevo subjetivismo a propósito de ella. Así, la empresa volvería a subjetivizar el derecho mer-
cantil, pero impregnada de propósitos claros y rodeada de precauciones para que alcance los altos objeti-
vos que hoy debe perseguir el derecho y al economía.
Concluye Ecteheverry que todas las concepciones subjetivas son inaplicables en nuestro derecho porque
no existe un sujeto jurídico identificable como empresa. Ni el CC enumera a la empresa como sujeto, ni
existe alguna otra ley especial que le otorgue la capacidad para adquirir derechos o contraer obligaciones.
b. Criterio objetivo.
En el CC de Honduras de 1950 la empresa se define en su art. 644: “Se entiende por empresa mercantil el
conjunto de trabajo, de elementos materiales y de valores incorpóreos, para ofrecer al público, con propó-
sito de lucro y de manera sistemática, bienes o servicios”.
Más objetivo aún es el CC de Bolivia, que en su art. 448 da el concepto de empresa: “se entiende por em-
presa mercantil a la organización de elemento materiales e inmateriales para l producción e intercambio
de bienes o servicios”.
La empresa, objetivamente considerada, se caracteriza por un conjunto patrimonial de bienes cuya titula-
ridad o propiedad pertenecen a una o más personas. Es el empresario o el titular de la empresa quien con-
trata o realiza en general diversos actos jurídicos de administración y disposición sobre la empresa, sea en
su totalidad o en partes de ella.
La empresa, así objetivada, tendrá como organizador al empresario, que será su titular y quien asumirá el

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riesgo propio de la actividad empresarial. Sin ésta, que es propia del empresario, la empresa sería un con-
junto de bienes estáticos, sin acción ni vida.
La empresa como objeto de derecho sería susceptible de negociación jurídica; si sus titulares son varias
personas de existencia visible habrá sociedad, que podrá ser regular o no, civil o comercial. Se da así el
empresario colectivo.
Queda fuera de esta concepción todo el sector trabajo de la empresa, incluyéndose al propio empresario.
Esta es una de las críticas más graves que se puede hacer a la idea.
La empresa no puede ser una masa de bienes que se asemeje a la noción de objeto de derecho. No es
tampoco una universalidad de derecho semejante al patrimonio de cada persona.
Por otra parte, el término universalidad de hecho, es estático, impreciso y nada añade al intento de cate-
gorización de la empresa.
El grupo de elementos organizados no puede tener entidad jurídica, separado del factor trabajo y del pro-
pio empresario.
Respecto del art 1º de la ley de sociedades comerciales, es posible que en él no se menciona un concepto
de empresa, sino que se establece una descripción con valor jurídico, pero de contenido total económico.
c. Teoría atomista.
Al exponer únicamente el perfil patrimonial de la empresa, Anaya reconoce la enumeración es incompleta:
cita diez opiniones sobre la empresa. En la nota 63 dice: “la exposición efectuada en el texto, si viene s in-
completa, es suficiente para revelar el caos imperante en la materia”.
Sin definir la empresa, Héctor Camara entiende que es un concepto no aprehendido unitariamente; para
él, la empresa es un organización funcional y dinámica, elemento vital del capitalismo.
La empresa, para nosotros, no es una categoría jurídica. No ha sido recibida como tal por el ordenamiento.
Se critica esta concepción, llamándola “atomista”, porque cada elemento de la empresa estaría regido opr
la ley que le es propia; y esto, en nuestro derecho, es a´si, dado que la empresa no es sujeto, ni objeto, ni
puede asimilarse al concepto jurídico de actividad.
La única unidad está dada por la ley de transferencia de fondos de comercio, que sólo establece u proce-
dimiento especial en casos específicos.
La empresa no es tampoco una universalidad de derecho ni de hecho, posición esta última que no dice
mucho en términos jurídicos, porque en su complejidad no podrían incluirse, por ejemplo, los derechos o
el factor humano.

d. Tratamiento en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.


i. Nociones derivadas del art. 320.
Art. 320. – “Obligaciones. Excepciones”. Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídi-
cas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o es-
tablecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar
contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como
se establece en esta misma Sección.
Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en esta
Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y cone-
xas no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a
la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejer-
cicio normal de tales actividades.
También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que, por el volumen de su giro, re-
sulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine cada jurisdicción local.

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¿Quiénes están obligados a llevar la contabilidad de la empresa?


1. Personas jurídicas privadas.
El CCyC innova en esta materia, porque extiende la obligación de llevar la contabilidad a toda persona ju-
rídica de carácter privado, incluso las que no tienen fines de lucro. El art. 43 del Código de Comercio limi-
taba ese deber a todo comerciante. Según el art. 148 CCyC, son personas jurídicas privadas las socieda-
des; las asociaciones civiles; las simples asociaciones; las fundaciones; las iglesias, confesiones, comuni-
dades o entidades religiosas; las mutuales; las cooperativas; el consorcio de propiedad horizontal; toda
otra contemplada en disposiciones de este CCyC.
2. Personas humanas.
El CCyC admite dos categorías de “personas humanas”, una general y otra especial, sujeta a obligaciones
contables que, a su vez, necesariamente, estarán sujetas también a practicar una inscripción de antece-
dentes (publicidad). Esta categoría “especial” está compuesta por dos clases de personas humanas: a) as
que realizan una actividad económica organizada; y b) las que son “empresarios”, en el sentido de ser ti-
tulares de una empresa o de un establecimiento comercial, industrial o de servicios.
De ambas categorías resulta que no solo los empresarios integran esta categoría especial de personas
humanas, sino también quienes no siéndolo, realizan una actividad económica organizada que no llega a
configurar una empresa, a los que denominaremos “cuasi empresarios”.
3. Sujetos voluntarios.
Aquellas personas que no se encuentran obligadas a llevar la contabilidad, pero que deseen hacerlo, de-
ben solicitar su inscripción y la habilitación de sus registros. En tal caso, las personas que decidan em-
prender la llevanza de su contabilidad, pueden voluntariamente inscribirse.
ii. El art. 5º de la ley 20.744. (Ley de Contrato de Trabajo).
Art. 5. - A los fines de esta ley, se entiende como "empresa" la organización instrumental de medios per-
sonales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos o
benéficos.
A los mismos fines, se llama "empresario" a quien dirige la empresa por sí, o por medio de otras perso-
nas, y con el cual se relacionan jerárquicamente los trabajadores, cualquiera sea la participación que las
leyes asignen a éstos en la gestión y dirección de la "empresa".
Éste es el concepto laboral, que indudablemente se incorpora al ordenamiento general de manera espe-
cial. Por ello es inaplicable a la empresa mercantil.

4. Empresario y Actividad.
a. La actividad diferenciada de la noción del acto jurídico.
Una gran parte de la doctrina italiana identifica empresa con actividad del empresario.
Así surge a través y a partir del concepto de empresario, definido por el CC italiano, y el de hacienda. En el
derecho español Rodrigo Uría dice que la empresa es puro forma o modo del actividad de empresario.
No concordamos con la idea de que la empresa sea la actividad del empresario, ya que ésta constituye un
concepto jurídico situable dentro del sistema legal. No es posible decir lo mismo de la empresa. La activi-
dad crea la empresa, pero no es la empresa misma. La empresa es la organización de la actividad, y ade-
más, un conjunto de elementos de naturaleza variada. La actividad del empresario no puede separarse de
su persona. (Garrigues).
b. Empresa y sociedad.
Zaldivar, Manovil, Rovira, Ragazzi y San Millán distinguen la sociedad de la empresa. Pero dicen que la so-
ciedad es la forma jurídica de la empresa, idea que concuerda con la del jurista francés Pailleuseau.
La sociedad es un sujeto y la empresa no lo es. La sociedad responde una estructura legal, lo cual nos e ad-

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vierte en la empresa.
La sociedad es algo distinto de la empresa, ya que existen empresas individuales, es decir, que no son so-
ciedades. (Esto cambia con el nuevo CCyCN.)
c. Empresa y fondo de comercio.
Halperin no define el fondo de comercio; dice que una parte de la doctrina identifica la empresa y el fondo
de comercio; y que otros entienden que el fondo de comercio sería el sustrato material de la empresa, el
conjunto de bienes integrantes, excluyendo al empresario y la actividad jurídica de éste.
Hay que concretar qué entiende la ley por “fondo de comercio” y no lo que la doctrina enseña.
Lo que se transfiere como “fondo de comercio”, es decir como universalidad, son los bienes materiales o
inmateriales. (Artículo primero de la ley 11.867: “declárense elementos constitutivos de un establecimien-
to comercial o fondo de comercio, a los efectos de su transmisión por cualquier título”). No comprende la
norma las deudas, que no son transferibles si hay oposición del acreedor y éste extingue el pago.
Por eso, el fondo de comercio no es la empresa en el sentido estático y tampoco el conjunto de bienes ma-
teriales e inmateriales de una empresa, sino una estructura jurídica o mecanismo, apto para permitir la
venta de una organización o empresa económica en bloque, facilitando la labor del empresario adquirien-
te, que puede continuar con la explotación sin solución de continuidad.
d. Los elementos de la empresa.
i. Elementos materiales.
1. Capital y patrimonio.
Cada persona tiene sus bienes, sus créditos y sus deudas. A este conjunto se lo llama “patrimonio”. El
concepto de capital, jurídicamente, designa un conjunto de bienes y créditos, sobre cuya base se inicia
una actividad comercial.
Si la titularidad de la empresa es individual, el capital de ella será una parte del patrimonio total del em-
presario afectada a un objeto y fin determinados; sin embargo, el patrimonio del empresario responderá
en su totalidad por las deudas de la empresa, excepto los bienes que la ley o la jurisprudencia declara
inembargables.
Ahora bien, ¿el capital es de la empresa o del empresario? Nuestra ley reconoce un solo patrimonio a
cada sujeto de derecho (colectivo o singular). Por ello el empresario puede tener varias organizaciones
distintas, iniciadas con parte de su patrimonio. Pero estas distintas empresas económicas no serán inde-
pendientes, ni siquiera autónomas: las deudas de todas y cada una de ellas serán deudas del empresario,
a las que se sumarán las personales o las que por cualquier concepto adquiera.
2. El local habilitado.
Casi siempre necesitará el empresario, para su giro, por lo menos un bien inmueble. Sólo en el caso de
pequeños mercaderes ambulantes u otros casos de excepción, el ámbito físico de desenvolvimiento y
desarrollo de una empresa económica no es un inmueble.
Según Halperin, el local habilitado (con autorización suficiente para funcionar) forma parte del patrimo-
nio del comerciante, por lo que sería un bien inmaterial. La habilitación tiene, además, un valor econó-
mico.
Recuerda Fontanarrosa que hay dos grandes sistemas: el alemán y el italiano incluye al inmueble entre
los elementos del fondo de comercio, mientras que el francés y el nuestro, excluye del elenco de ele-
mentos del fondo de comercio, a los inmuebles aunque lo sean por su destino.
El problema adquiere particular importancia cuando quien vende el establecimiento mercantil, es a, a la
vez, propietario del inmueble donde funciona. Debe entenderse que la venta del establecimiento no in-
cluye el inmueble, pero las partes pueden convenir expresamente lo contrario y la enajenación del in-
mueble deberá hacerse cumpliendo todos los requisitos por el CC para este tipo de operaciones.
Se plantea asimismo el problema de saber si el vendedor del fondo de comercio y propietario del inmue-

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ble está obligado, al enajenar el primero, a constituir una locación del segundo a favor del adquiriente.
En el silencio de las partes y ante la ausencia de antecedentes y circunstancias que permitan inferir la in-
tención de ellas habrá que interpretar el contrato en el sentido de la liberación del deudor.
El art. 1º de la ley 11.867 enumera también, entre los elementos del fondo de comercio, el llamado “de-
recho al local”. Con muchísima frecuencia ocurre que el empresario no es propietario del inmueble que
ocupa su establecimiento, sino simplemente locatario. Al enajenar el fondo de comercio surge el pro-
blema de establecer la situación del adquiriente respecto de dicho inmueble. Este problema se vincula
con otro consistente en determinar la naturaleza y extensión del derecho del dueño del establecimiento
comercial con relación al contrato de locación celebrado con el dueño del inmueble, o sea lo que en
Francia ha sido llamada la “propiedad comercial”. En sustancia, la doctrina francesa denomina propiedad
comercial al derecho concedido al comerciante locatario de un inmueble, de obtener la renovación de su
contrato de locación cuando éste llegare a su vencimiento y en su defecto, una indemnización que lo
compense delos perjuicios causados por la privación del local o delos locales afectados a la explotación
de su establecimiento comercial. Los autores concluyen que no se trata de un derecho real, sino de un
derecho personal a la renovación del contrato y, en caso de negativo del locador, a obtener una indem-
nización por los prejuicios causados por dicha negativa.
3. Establecimiento.
Por un lado se lo define como “unidad económica o técnica de producción”; así, se asimila el estableci-
miento al lugar, donde por ejemplo, una industria elabora sus productos.
otros autores lo identifican con sede, por fin la ley 11.867 lo usa indistintamente al tratar de todo lo refe-
rente al fondo de comercio.
Cada empresario, pues, podrá tener varios establecimientos que manejará y transmitirá como unidades
independientes.
4. Sucursales.
La sucursal es un establecimiento secundario, de carácter permanente, dotado de relativa autonomía,
destinado a colaborar en la explotación realizada por el establecimiento principal.
Son dos establecimientos distintos, pero tienen un solo patrimonio y una misma administración. No tiene
la sucrusal patrimonio ni personalidad propios; lleva el nombre de la empresa principal; tiene un domici-
lio especial a causa de la necesidad de descentralización que la creò.
Lo que caracteriza a la sucursal son las siguientes notas: a) Es una simple extensión de la empresa a la
que está subordinada y tiene su mismo objeto; b) tiene una instalación material distinta de la del esta-
blecimiento principal; c) está a cargo de un factor o gerente dotado de cierta amplitud y libertad de ac-
ción, si bien está subordinado a las directivas de la administración central; d) tiene una clientela distinta
de la del establecimiento principal.
No es fundamental, como nota caracterizante, la independencia de la contabilidad. Se rige por las leyes
del país de donde es el establecimiento principal.
5. Filiales.
Es una forma de la participación financiera de una sociedad en otra, y responde a un fenómeno o ten-
dencia hacia la concentración de las empresas.
La sucursal es una organización jurídica distinta, con distinta personalidad, medios propios y conducción
diferenciada.
La filial tiene un patrimonio y una organización propios; posee nombre, domicilio y personalidad inde-
pendientes de la sociedad principal. Pero de alguna manera esa independencia es sólo formal ya que por
un mecanismo societario u otro la filial está controlada por la casa matriz.
Las obligaciones que contrae la filial le son propios, pero en algunas situaciones concursales se puede lle-

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gar la extensión de la responsabilidad hasta la casa matriz.


Se rige por las leyes del país dónde está ubicada.
6. Agencias.
La agencia es una oficina del empresario que no celebra negocios ni contratos. La llaman “mera oficina
administrativa”, sin atribución jurídica alguna y sin autonomía negocial. Realiza la agencia tareas de ad-
ministración, cobranza, recepción, expedición, control.
La distinción entre agencia y sucursal no es legal sino doctrinaria, por lo cual hay que analizar cada caso
particular. No hay leyes que se refieran a la agencia en el sentido que aquí explicamos.
7. Instalaciones, útiles y máquinas.
El art. 1º de la ley 11.867 habla solamente de las instalaciones, pero es evidente que la misma razón exis-
te para incluir los muebles, útiles y máquinas en la enumeración.
Bajo el nombre de instalaciones se entiende, por lo general, los enseres e instrumentos que se colocan
en el establecimiento con carácter de relativa permanencia, destinados al servicio y explotación de la ha-
cienda. Los muebles y útiles son también pertenencias del fondo de comercio unidos a éste por su des-
tino económico más que por una adhesión física o material. Las máquinas son aparatos o artefactos des-
tinados a la fabricación, transformación, embalaje o cualquier otro proceso que han de sufrir las materias
primas o las mercaderías. Jurídicamente la distinción carece de importancia.
8. Provisiones.
Son aquellas sustancias destinadas a consumirse en el establecimiento como simples medios de explota-
ción (v. gr., carbón, leña, combustible, lubricantes, etc.) pero que no se incorporan a los productos o
mercaderías que se fabrican o venden. La doctrina las considera como pertenencias, y por consiguiente
deben incluirse entre los elementos del fondo de comercio.
9. Las materias primas, las mercaderías.
Las mercaderías son elemento importante del establecimiento mercantil y quedan enumeradas en el
primer artículo de la ley de transferencia de fondos de comercio, pero no son un elemento esencial.
Piénsese en el supuesto de un hotel que sólo suministrara alojamiento, o en una tintorería en general,
etc.
Las mercaderías son las cosas cuya venta o comercialización constituye el objeto de la explotación del es-
tablecimiento. Las materias primas son las sustancias que se utilizan para la elaboración de las mercade-
rías; por lo tanto estas también son integrantes del fondo.
10. Libros de comercio.
No figuran incluidos en la enumeración del art. 1º de la ley 11.867. Ello origina algunos problemas, en los
casos de transferencia en los que las partes hayan omitido prever el destino de los libros y de la docu-
mentación. Nuestra doctrina no es pacífica sobre esa cuestión.
Fontanarrosa estima que los libros son de propiedad del dueño del establecimiento, a quien la ley le im-
pone la obligación de conservarlos durante el término de diez años después de cesar en su actividad. Por
consiguiente no está obligado a entregarlos al adquiriente del fondo. Peor si éste los necesitar apara in-
formarse acerca de la situación delos negocios para continuar la explotación y mantener las relaciones
con terceros, podrá requerir al enajenante la información necesaria, y aún exigir la exhibición parcial de
sus libros, inclusive por vía judicial.
ii. Bienes inmateriales.
1. Los servicios y contratos de trabajo.
En la explotación de un fondo de comercio confluyen las actividades de muy diversos colaboradores, al-
gunos independientes, y otros vinculados en relación de dependencia.
Respecto de lo vinculados con el empresario por una relación de dependencia, según el art. 246 de la ley
20.744 sobre contrato de trabajo, según el cual “en caso de transferencia por cualquier título del esta-

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blecimiento, pasarán al sucesor o adquiriente todas las obligaciones emergentes del contrato de trabajo
que el transmitente tuviera con el trabajador al tiempo de la transferencia[…] el contrato de trabajo con-
tinuará con el sucesor o adquiriente y el trabajador conservará la antigüedad adquirida con el transmi-
tente y lo derechos que de ella se deriven”.
Así pues, en nuestro derecho vigente, el contrato de trabajo con los dependientes constituye un elemen-
to integrante del fondo de comercio y se transfiere con éste.
2. Contratos “intuitu rei” e “intuitu personae”.
Intuitu personae: son intransferibles, a menos que expresamente se determine lo contrario y se obtenga
el consentimiento del tercero contratante.
Intuitu rei: Son los contratos celebrados en consideración a la explotación del establecimiento, y son con-
siderados como elementos integrantes del mismo. Por lo tanto, si se ceden.
3. Habilitación para funcionar.
Algunos establecimientos comerciales o industriales necesitan la habilitación o autorización administrati-
va para poder funcionar. En tales supuestos, dicha autorización es un elemento integrante de hacienda, y
debe poder ser transferida junto con ella.
4. El domicilio.
El domicilio es una relación o vínculo de derecho entre una persona y un lugar, determinada fundamen-
talmente por un elemento de hecho consistente en tener allí el asiento principal de su residencia y de sus
negocios, y que refleja sobre el sujeto un estado jurídico, esto es, la calidad del domiciliado. El domicilio
no es elemento del patrimonio sino del estado de las personas. Esta consideración basta para rechazar la
afirmación de quienes sostienen que el domicilio es elemento integrante de la hacienda mercantil.
5. Nombre comercial.
El nombre comercial debe ser distinguido del nombre civil de las personas. Jurídicamente considerado,
es un medio de identificación de las personas.
El nombre comercial, no definido por la ley, pero si aludido por ella, es el nombre bajo el cual comercian-
te actúa en el mundo del tráfico mercantil y goza del crédito, con el cual adquiere los derechos y asume
las obligaciones atinentes a su empresa.
Así, el nombre comercial deja de ser un atributo de la personalidad humana para convertirse en un bien
de naturaleza patrimonial (transferible).
6. La firma.
La firma es el nombre comercial del comerciante y no del negocio o establecimiento. Pero el nombre de
aquél puede constituir uno de los elementos de la denominación.
En nuestro derecho vigente, la palabra “firma” es empleada para denotar el conjunto de rasgos caligráfi-
cos que una persona traza al pie de un documento con el fin de corroborar o confirmar lo expresado en
él. No puede confundirse con la palabra firma para referirse al nombre comercial.
7. La enseña y la sigla.
Así como el nombre comercial identifica al comerciante, la enseña o emblema identifica al estableci-
miento. Ésta consiste en el signo distintivo que suele colocarse al frente del local, y que se forma con pa-
labras o figuras, o ambas a la vez.
La sigla es la letra de una palabra con la que se lo abrevia, pero en nuestro derecho se lo asimila a la en-
seña.
La enseña figura enumerada entre los elementos del fondo de comercio.
8. Marcas de fábrica.
Las marcas de fábrica son otros de los elementos integrantes del establecimiento mercantil.
La marca identifica al producto; así como el nombre comercial identifica al establecimiento.
La marca puede colocarse tanto en el mismo producto que se quiere distinguir como en su envase o en-

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voltorio, y podrán usarse como marcas de fábrica, de comercio o de agricultura las denominaciones de
los objetos o de los nombres de las personas bajo una forma particular, los emblemas, los monogramas,
los grabados o estampados, los sellos, viñetas y relieves, las franjas, las palabras o nombres de fantasía y
cualquier otro signo con que se quiera distinguir los artefactos de una fábrica, los objetos de un comercio
o los productos de la tierra y de las industrias agrícolas. (Art. 1º de la ley 3975).
No se consideran marcas de fábrica, de comercio o agricultura: 1º Las letras, palabras, nombres o distin-
tivos que uso o debe usar la Nación o las Provincias; 2º La forma que se de a los productos por los fabri-
cantes; 3º El color de los productos; 4º Los términos o locuciones que hayan pasado al uso general y los
signos que no presentes caracteres de novedad y especialidad; 5º Las designaciones usualmente em-
pleadas para indicar la naturaleza de los productos o la clase a que pertenecen; 6º Los dibujos o expre-
siones contrarias a la moral. (Art. 3º, de la ley 3975). En cuanto a los nombres y retratos de las personas,
no podrán usarse como marcas sin consentimiento de ellas o de sus herederos hasta el cuarto grado in-
clusive.
La marca se considera generalmente como un elemento accesorio al establecimiento mercantil, fabril o
agrícola que produce la mercancía a la que se le pone la marca. Así lo considera nuestra ley.
9. Patentes de invención.
Las patentes son personales, esto es, se otorgan a favor del inventor, pero asimismo son transferibles,
mediante el cumplimiento de las formalidades legales.
10. Dibujos y modelos industriales.
Cuando en un establecimiento mercantil se utilizan modelos y dibujos industriales para caracterizar los
productos o mercancías del mismo, esos modelos y dibujos son elementos del fondo de comercio y se
transmiten con él, salvo pacto en contrario.
11. La clientela.
La clientela está representada por el conjunto más o menos coherente y más o menos homogéneo de
personas o entidad que comercian con un establecimiento. Ella comprende tanto la clientela habitual
como la ocasional o de paso, porque no puede negarse de que ambas dependa la redituabilidad de la
empresa. La clientela es estable, aunque varíen continuamente los elementos individuales que la inte-
gran.
No puede afirmarse que con la transferencia del fondo de comercio se transfiere también la clientela. Si
el nuevo adquiriente de la hacienda no acierta a mantener el prestigio de ésta, podrá ocurrir que los
clientes la abandones y concurran a otros establecimientos donde sean mejor atendidos.
La clientela es simplemente un resultado de hecho: un resultado de esfuerzo personal, de la actividad del
empresario y sus colaboradores, y de la organización de todos los elementos de la hacienda.
12. La llave del negocio.
Es la capacidad de la hacienda, por su composición y por el impulso dado a su organización, de producir
económicamente y brindar beneficios al empresario.
Se discute si el valor de esta llave debe ser considerada como un valor integrante del capital o como uti-
lidad. El valor llave no existe en el momento de la constitución de la empresa, pues todavía no puede sa-
berse con la necesaria certeza cuál será su rendimiento. En cambio, la plusvalía que la empresa adquiere
después de cierto tiempo es un excedente de los aportes de los socios, por consiguiente constituye un
beneficio, ganancia o utilidad. De todos modos, la llave es siempre un valor patrimonial que debe ser te-
nido en cuenta, no como elemento autónomo del fondo del comercio sino como un valor que surge y se
concreta como resultado de la organización y actividad de éste. Bien intangible, que no puede ser conta-
bilizado pero que inclusive puede llegar a ser superior al valor de los elementos físicos que integran el es-
tablecimiento.

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5. Formas Jurídicas de Organización Empresarial.


a. Pluralidad de establecimientos.
La empresa es la actividad organizad con al finalidad de producir bienes o servicios para el mercado. Como
fenómeno económico se presenta como una organización de los factores de producción, elementos e in-
tereses.
Al regular el derecho comercial el conjunto de los elementos o bienes instrumentales necesarios para el
ejercicio de la actividad organizada que constituye la empresa, aparece la noción de establecimiento mer-
cantil.
Dice Fontanarrosa que desde su punto de vista cabe admitir la pluralidad de establecimientos respecto de
un mismo empresario. Sin abundar en ejemplos, basta recordar la hipótesis de un empresario que explote
un establecimiento industrial destinado a proveer de materia prima a otro establecimiento –también su-
yo- encargado de su elaboración y comercialización.
b. Artículo 6º de la ley 20.744.
Art. 6. “Se entiende por "establecimiento" la unidad técnica o de ejecución destinada al logro de los fi-
nes de la empresa, a través de una o más explotaciones”.
La actividad empresaria se desarrolla en establecimientos, sitios físicos o virtuales en que se organizan los
factores de producción, humanos y materiales. En el establecimiento el valor económico tie-
ne una importancia capital porque dicho valor permite realizar negocios jurídicos a su respecto; podemos
comprar o vender el establecimiento, arrendarlo, entregarlo en usufructo o hipotecarlo. La tecnolo-
gía, mediante el denominado tele-trabajo, permite sitios virtuales, generalmente en la misma residencia
del trabajador quien se une a la empresa mediante una red comunicacional. Dicho sitio ha de contar con
las debidas garantías de salubridad e higiene que permitan un trabajo digno.
c. Pequeños comerciantes individuales y entes colectivos.
Las leyes con redacción antigua hablan de “comerciante” y “sociedades”, sujeto que podemos mentar así
o con el nombre de “empresario individual” y “empresario colectivo”.
¿Por qué tenemos que distinguirlo? Porque todas las personas, comerciante o no, pueden realizar actos de
comercio. Pero si lo son, la sujeción a ley mercantil es más amplia. El comerciante en sentido amplio, será
el empresario individual o el colectivo, que ocupe de actividad comercial o industria. Con al diferencia que
el colectivo, es decir las sociedades, pueden ejercer la actividad civil o comercial; no ocurre así con el caso
del comerciante individual, el cual adquiere esa categoría únicamente si se dedica habitual y profesional-
mente a una actividad comercial o industrial.
d. Definición de comerciante: exposición y críticas.
Código de Comercio
Art. 1°. La ley declara comerciantes a todos los individuos que, teniendo capacidad legal para contratar,
ejercen de cuenta propia actos de comercio, haciendo de ello profesión habitual.

Hay que señalar que el código declara comerciantes solamente a los individuos y nada dice sobre las socie-
dades.
Con relación a los individuos comerciantes el código exige: a) que tengan capacidad legal para contratar;
b) que ejerzan actos de comercio; c) que dicho ejercicio sea practicado en nombre propio; d) que el ejerci-
cio del comercio constituya la profesión habitual del que lo realiza.
A) La primera condición requerida es la capacidad legal para contratar. La expresión, que es tomada del
código portugués y chileno, no es feliz porque da a entender que las capacidades para contratar y para
ejercer el comercio son idénticas, lo cual es inexacto.
Lo que el Código ha querido expresar es que la capacidad requerida para ejercer el comercio es la discipli-
nada en los artículos 9 al 24.

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B) La segunda condición se refiere al ejercicio de actos de comercio. El término ejercicio no debe ser en-
tendido en el sentido material de ejecución de actos, sino en el significado jurídico de asumir la responsa-
bilidad por actos de comercio efectuados en el propio Nombre comercial, como celebrante o contratante,
aunque la materialidad de la ejecución recaiga en torso que actúen como representantes legales o con-
vencionales.
El código de comercio habla de actos de comercio, pero ya se sabe que estos pueden ser mercantiles por
su naturaleza, por conexión y por disposición de la ley. ¿Bastará el ejercicio de cualquiera de ellos para tri-
buir a un individuo la calidad de comerciante? La respuesta debe ser negativa. Así tiene que ser examina-
do en cada caso la naturaleza de los actos mercantiles que son objeto del ejercicio profesional, para esta-
blecer si éste tiene o no fuerza constitutiva del estado del comerciante.
C) En tercero lugar, es preciso que el comercio sea practicado en nombre propio. El código empela inco-
rrectamente la expresión “de cuenta propia” que tiene otro sentido. La primera expresión se refiere al uso
del nombre de la persona que ha de ser considerada comerciante, y se vincula con el carácter representa-
tivo o no de la gestión realizada; la segunda concerniente al interés de aquél por quien se ejerce el comer-
cio.
D) En cuarto lugar, es necesario que el sujeto realice el ejercicio del comercio haciendo de ello su profesión
habitual. Esta expresión requiere algunas aclaraciones.
La profesión se explica como “aquella calidad o condición social que asume quien, para obtener un rédito
estable, dedica la propia capacidad física, intelectual y financiera, a una determina finalidad productiva”. El
hábito consiste en la reiteración más o menos constante y prolongada de actos de la misma especie. Por
consiguiente, la calidad o condición de comerciante ha de manifestarse en forma de un ejercicio reiterado
y relativamente duradero de actos de comercio con el propósito de constituir mediante dicho ejercicio una
fuente estable de rédito.
Así pues, no basta la profesión, sino también el hábito.

Art. 2°. Se llama en general comerciante, toda persona que hace profesión de la compra o venta de mer-
caderías. En particular se llama comerciante, el que compra y hace fabricar mercaderías para vender por
mayor o menor.
Son también comerciantes los libreros, merceros y tenderos de toda clase que venden mercancías que
no han fabricado.

Dicen los autores que este artículo es soso e innecesario.

Art. 3°. Son comerciantes por menor los que, habitualmente, en las cosas que se miden, venden por me-
tros o litros; en las que se pesan, por menos de 10 (diez) kilogramos, y en las que se cuentan por bultos
sueltos.

Esta distinción, que no responde a principios científicos o prácticos, sólo tiene por consecuencia la esta-
blecida en el art. 47, a saber: que los comerciantes por menos deberán asentar en el libro diario las canti-
dades globales de las ventas al contado, y, separadamente, de las ventas al fiado. Además, los comercian-
tes por menos están obligados a hacer el balance general cada tres años, en lugar de hacerlo anualmente.

Art. 4°. Son comerciantes así los negociantes que se emplean en especulaciones en el extranjero, como
los que limitan su tráfico al interior del Estado, ya se empleen en un solo o en diversos ramos del comer-
cio al mismo tiempo.

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Art. 5°. Todos los que tienen la calidad de comerciantes, según la ley, están sujetos a la jurisdicción, re-
glamentos y legislación comercial.
Los actos de los comerciantes se presumen siempre actos de comercio, salvo la prueba en contrario.

Art. 6°. Los que verifican accidentalmente algún acto de comercio no son considerados comerciantes. Sin
embargo, quedan sujetos, en cuanto a las controversias que ocurran sobre dichas operaciones, a las le-
yes y jurisdicción del comercio.

Art. 7°. Si un acto es comercial para una sola de las partes, todos los contrayentes quedan por razón de
él, sujetos a la ley mercantil, excepto a las disposiciones relativas a las personas de los comerciantes, y
salvo que de la disposición de dicha ley resulte que no se refiere sino al contratante para quien tiene el
acto carácter comercial
e. PYMES.
i. Definición.
Art. 1 De la Resolución 50/2013: “A los efectos de lo dispuesto por el Artículo 1° del Título I de la Ley Nº
25.300, serán consideradas Micro, Pequeñas y Medianas Empresas aquéllas cuyas ventas totales anuales
expresadas en Pesos ($) no superen los valores establecidos en el cuadro que se detalla a continuación.

ii. Beneficio.
Art. 3° — Se facilitará el acceso de la pequeña y mediana empresa al crédito estableciéndose entre otras
facilidades bonificaciones de la tasa de interés, ya sea mediante la creación de nuevos instrumentos o a
través de la continuidad de los ya existentes […]

Art. 4° —La bonificación a la que se refiere el artículo anterior, será solventada por el Estado nacional y
estará especialmente destinada a:
a) Créditos para la adquisición de bienes de capital propios de la actividad de la empresa;
b) Créditos para la constitución de capital de trabajo;
c) Créditos para la reconversión y aumento de la productividad debiendo además contemplar amplios
plazos de amortización, tasas comparables a las más bajas de plaza y períodos de gracia según el retorno
de la inversión previsto;
d) Créditos para la actualización y modernización tecnológica, de procedimientos administrativos, ge-
renciales organizativos y comerciales y contratación de servicios de consultoría, etcétera;
e) Créditos para financiar y prefinanciar las exportaciones de los bienes producidos por las PYMES.

f. Sociedades de Garantía Recíproca.


Son entidades financieras cuyo objeto principal consiste en facilitar el acceso al crédito de las pequeñas y
medianas empresas (PYMES) y mejorar, en términos generales, sus condiciones de financiación, a través
de la prestación de avales ante bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, Administraciones Públi-
cas y clientes y proveedores.

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i. Objeto.
Art. 33. — “Objeto”. El objeto social principal de las sociedades de garantía recíproca será el otorga-
miento de garantías a sus socios partícipes mediante la celebración de contratos regulados en la presen-
te ley.
Podrán asimismo brindar asesoramiento técnico, económico y financiero a sus socios en forma directa o
a través de terceros contratados a tal fin.
ii. Límite operativo.
Art. 34. — “Límite operativo”. Las Sociedades de Garantía Recíproca (S.G.R.) no podrán asignar a un
mismo socio partícipe garantías superiores al cinco por ciento (5 %) del total garantizado por cada S.G.R.
Tampoco podrán las S.G.R. asignar a obligaciones con el mismo acreedor más del veinte por ciento (20
%) del total garantizado
iii. Operaciones prohibidas.
Art. 35. — “Operaciones prohibidas”. Las Sociedades de Garantía Recíproca (S.G.R.) no podrán conceder
directamente ninguna clase de créditos a sus socios ni a terceros ni realizar actividades distintas a las de
su objeto social
iv. Denominación.
Art. 36. — “Denominación”. La denominación social deberá contener la indicación "Sociedades de Ga-
rantía Recíproca", su abreviatura o las siglas S.G.R.
v. Tipos de socios.
Art. 37. — “Tipos de socios”. La Sociedad de Garantía Recíproca estará constituida por socios partícipes
y socios protectores.
Serán socios partícipes únicamente las pequeñas y medianas empresas, sean éstas personas físicas o ju-
rídicas, que reúnan las condiciones generales que determine la autoridad de aplicación y suscriban ac-
ciones.
A los efectos de su constitución y durante los primeros cinco (5) años toda SGR habrá de contar con un
mínimo de ciento veinte (120) socios partícipes. Autorízase a la autoridad de aplicación a modificar es-
tos mínimos en función de las peculiaridades regionales.
Serán socios protectores todas aquellas personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, nacionales o ex-
tranjeras, que realicen aportes al capital social y al fondo de riesgo. La sociedad no podrá celebrar con-
tratos de garantía recíproca con los socios protectores.
Es incompatible la condición de socio protector con la de socio partícipe.
vi. Derechos de los socios.
Art. 38. — “Derechos de los socios partícipes”. Los socios partícipes tendrán los siguientes derechos
además de los que les corresponde según la ley 19.550 y sus modificaciones.
1. Recibir los servicios determinados en su objeto social cuando se cumplieren las condiciones exigidas
para ello.
2. Solicitar el reembolso de las acciones en las condiciones que se establece en el artículo 47.
vii. Exclusión de los socios.
Art. 40. — “Exclusión de socios”. El socio excluido sólo podrá exigir el reembolso de las acciones con-
forme al procedimiento y con las limitaciones establecidas en el artículo 47.

g. MIPyMES.
i. Definición.
Art. 1º de la Resolución 357/2015. RTÍCULO 1°.- A los efectos de lo dispuesto por el Artículo 1° del Título I
de la Ley N° 25.300, serán consideradas Micro, Pequeñas y Medianas Empresas aquellas cuyas ventas tota-
les anuales expresadas en PESOS ($) no superen los valores establecidos en el cuadro que se detalla a con-

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i. SECTOR
ii. Agropecuario (1) Industria y Minería (2) Comercio (3) Servicios (4) Construcción (5)
iii. 82.000.000 270.000.000 343.000.000 91.000.000 134.000.000
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tinuación:

ii. FONAPYME.
Art. 2° — “Creación y objeto”. Créase el Fondo Nacional de Desarrollo para la Micro, Pequeña y Mediana
Empresa ("Fonapyme"), con el objeto de realizar aportes de capital y brindar financiamiento a mediano
y largo plazo para inversiones productivas a las empresas y formas asociativas comprendidas en el ar-
tículo 1° de la presente ley, bajo las modalidades que establezca la reglamentación.
Art. 3° — “Fideicomiso”. A los efectos del artículo anterior, se constituirá un fideicomiso financiero en
los términos de la ley 24.441, por el cual, el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Economía, como
fiduciante, encomendará al Banco de la Nación Argentina, que actuará como fiduciario, la emisión de
certificados de participación en el dominio fiduciario del Fonapyme, dominio que estará constituido por
las acciones y títulos representativos de las inversiones que realice.
La autoridad de aplicación de la presente ley remitirá para aprobación del Poder Ejecutivo el respectivo
contrato de fideicomiso.
iii. FOGAPYME.
ARTICULO 8° — Creación y objeto. Créase el Fondo de Garantía para la Micro, Pequeña y Mediana Em-
presa (Fogapyme) con el objeto de otorgar garantías en respaldo de las que emitan las sociedades de ga-
rantía recíproca y ofrecer garantías directas a las entidades financieras acreedoras de las MIPyMEs y
formas asociativas comprendidas en el artículo 1° de la presente ley, a fin de mejorar las condiciones de
acceso al crédito de las mismas.
Asimismo, podrá otorgar garantías en respaldo de las que emitan los fondos provinciales o regionales o
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires constituidos por los gobiernos respectivos, cualquiera sea la
forma jurídica que los mismos adopten, siempre que cumplan con requisitos técnicos iguales o equiva-
lentes a los de las sociedades de garantía recíproca.
Las garantías directas otorgadas a entidades financieras acreedoras de las MIPyMEs y formas asociativas
comprendidas en el artículo 1° de la presente ley no podrán superar el veinticinco por ciento (25%) del
total de las garantías que pueda otorgar el Fogapyme.
A medida que se vaya expandiendo la creación de sociedades de garantía recíproca, el Fogapyme se irá
retirando progresivamente del otorgamiento de garantías directas a los acreedores de MIPyMEs en
aquellas regiones que cuenten con una oferta suficiente por parte de dichas sociedades.
El otorgamiento de garantías por parte del Fogapyme será a título oneroso.

ARTICULO 9° — Fideicomiso. A los efectos del artículo anterior, se constituirá un fideicomiso en los tér-
minos de la ley 24.441, por el cual, el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Economía, como fidu-
ciante, dispondrá la transmisión en propiedad fiduciaria de los activos a que se refiere el artículo si-
guiente, para respaldar el otorgamiento de las garantías a que se refiere el artículo anterior.
La autoridad de aplicación de la presente ley remitirá para aprobación del Poder Ejecutivo el respectivo
contrato de fideicomiso.

6. Forma de Organización Interna de la Empresa


El empresario, con el fin de producción, que en la actividad privada es un fin personal, cumple con el inte-

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rés público; pero para ello, hay que someter la iniciativa privada a límites y obligaciones.
Así, vemos que es imposible “cosificar” el factor trabajo en una empresa económica. El trabajo es el es-
fuerzo de un ser humano, no mesurable únicamente por su resultado; ya vimos que su contratación no es
acto de comercio.
En todos los regímenes económicos del mundo, que van desde el capitalismo hasta el socialismo, se reco-
noce el factor “trabajo” una gran importancia. De ahí que algunas soluciones propugnen que esos trabaja-
dores de la empresa, codirijan y se beneficien con parte de las ganancias o sean copropietarios del patri-
monio del ente.
Así se habla de coparticipación en general, y en especial de cogestión y copropiedad.
El factor trabajo está amparado por el art. 14 bis de la CN: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la
protección el as leyes, las que asegurarán al trabajador condiciones dignas y equitativas de labor; jornada
limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración
por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas[…]”
El factor trabajo es de fundamental importancia hoy en día; es el elemento principal de la empresa y como
tal debe ser valorado.
a. Agentes auxiliares.
i. Subordinados.
1. Factores.
Los factores eran antiguamente representantes, en cada plaza, del gran comerciante europeo.
De allí la figura del factor pasa a los códigos escritos.
Se llama factor a un mandatario de un comerciante, encargado de administrar la empresa o un estable-
cimiento de ésta, representándolo en forma permanente y obligándolo en la medida de sus facultades
debidamente inscriptas.
En nuestro derecho se define al factor en el art. 182 del CCom: “se llama factor, la persona a quien un
comerciante encarga la administración de sus negocios, o la de un establecimiento en particular”.
el factor administra el comercio o la empresa bajo la supervisión del comerciante titular del negocio. En
la moderna organización de la empresa, muchas veces se designa a los factores con el nombre de geren-
tes, o gerentes generales, pero nunca son órganos sociales; a pesar de ello, tienen amplias facultades.
En la ley de sociedades 19.950 se indica que la administración de una sociedad puede ser ejercida por un
socio o por terceros sin esa calidad. Pero cuidadosamente tenemos que hacer notar que nos e trata de
un caso de aplicación de la figura del factor, sino de la teoría orgánica en las sociedades. Es decir, no hay
que confundir el órgano de una administración societaria, en donde opera la teoría orgánica y no la del
mandato, con la calidad de factor, el cual es un encargado dependiente, que administra una empresa o
establecimiento por delegación del principal.
EL mandato del factor, en cambio, es un poder amplio de administración, por el cual aquél se inviste con
la cualidad de representante voluntario.
Es decir: se le confiere poder y se le determina el contenido concreto y lo límites de dicho poder; es
mandatario y también administrador.
El factor actúa en relación de dependencia; como ocurre con cualquier empleado en esa subordinación
jurídica, le corresponden los beneficios, derechos y obligaciones del derecho laboral.
a. Capacidad.
Aparte de las nociones especiales sobre capacidad civil y capacidad desde el punto de vista del dere-
cho del trabajador, el factor debe ser capaz de ejercer el comercio.
El factor obliga al empresario: los actos realizados fuera de los límites del mandato no inscripto son
inoponibles a lo terceros de buena fe. Pero esa obligación va acompañado de la correlativa responsa-
bilidad por la negligencia, omisión o daño que irrogue.

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En torno a la capacidad, hay que tener en cuenta que el fallido no rehabilitado no puede ser factor o
apoderado con facultades generales para el ejercicio de la actividad comercial.
b. El contrato institorio.
Así se llama en doctrina la relación jurídica que une al factor con el empresario propietario del nego-
cio.
La naturaleza de esta relación es un contrato de trabajo especial regido simultáneamente por la legis-
lación laboral y las normas del mandato.
El factor de comercio actúa en nombre y por cuenta del proponente con el fin de celebrar negocios
jurídicos que no lo obligarán personalmente.
Ya dijimos que el mandato es general y permanente; y es revocable.
Tendremos que aplicarle las reglas concernientes a los poderes generales y permanentes de adminis-
tración ante terceros junto a las laborales concernientes a la relación interna entre mandante y man-
datario.
Es útil recordar que el contrato institorio importa algo más que mandato y relación de dependencia,
pues crea obligaciones adicionales especiales.
A los factores se les clasifica la conducta en caso de quiebra del principal.
c. Poderes del factor.
Dijimos que el poder del factor se asimila aun poder amplio de administración, pero no ene l sentido
del CC, sino de acuerdo con el derecho empresario comercial; el “acto de administración” que autori-
za el poder no tendrá su contrapartida en lo que civilmente se conoce como “acto de disposición”.
Así, el factor llevará a cabo todos los actos que sean útiles y se encaminen al cumplimiento del objeto
de la empresa comercial y será ese el enmarcamiento de sus facultades.
El convenio con terceros que el factor suscriba tendrá como efecto inmediato obligar al principal co-
mo si hubiese celebrado él personalmente el contrato.
Sólo los factores están eximidos de la necesidad de poder especial para firmar letras de cambio o pa-
garés en nombre de sus principales.
i. Inscripción.
La autorización o poder del principal hacia el factor debe inscribirse en el Registro Público de Co-
mercio de la jurisdicción, a fin de que surta efectos ante terceros.
ii. Falta de inscripción. Efectos.
El poder no inscripto también es invocable por terceros en virtud de la doctrina de la apariencia.
La falta de inscripción de ciertas limitaciones que desee imponer el principal al factor, de acuerdo
con necesidades o conveniencias, produce efectos con relación a terceros: esas limitaciones no le
serán oponibles, salvo que los terceros conocieran el contenido contractual de tales restricciones.
Los contratos firmados por el factor, dentro delos límites de su mandato, obligan al principal sin ne-
cesidad de ratificación, ni expresa, ni tácita, por parte de éste, del negocio jurídico concluido.
iii. Extensión.
Dijimos que el poder se presume general y amplio para la administración de una unidad económica
o parte de ella. Ello obtiene certeza si se otorga poder escrito con cláusulas generales.
Pero genéricamente los contratos suscriptos por el factor se presumirán realizados en nombre del
empresario individual o colectivo propietario del establecimiento.
iv. Exceso.
El exceso del poder estaría pautado por le objeto de la empresa económica en general, y los actos
de administración necesarios para cumplir ese objeto en particular.
El factor incurrirá en responsabilidad personal sin contrata fuera del mandato general, o delos lími-
tes del poder inscripto, o si contrata en nombre propio. En este último caso, el tercero podrá probar

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que la negociación se hizo por cuenta del comitente; la ley, entonces, reconoce opción para deman-
dar el cumplimiento ante el factor o ante el comitente, pero no contra ambos.
v. Transmisión del poder.
La regla general es la intransmisibilidad del poder, según lo dispone el art. 161 del CCom.
d. La labor del factor.
Podemos señalar algunos caracteres de ella: se la ejerce en forma permanente en un lugar determi-
nado previamente por el principal al suscribir o pactar verbalmente el contrato institorio; su presta-
ción es onerosa y nunca se presume gratuita; el factor representa al comerciante individual o al colec-
tivo y trata y realiza las operaciones el giro en su nombre; lleva la contabilidad y los papeles exigidos
por la ley.
Si el empresario posee varios establecimientos podrá tener un factor a cargo de cada uno de ellos.
En las grandes empresas modernas, lo factores se llaman generes, conociéndose distintas organiza-
ciones y niveles gerenciales, en cuya cúspide se encuentra el gerente general.
e. Finalización del contrato.
En general, el contrato con el factor no tiene un término ni un límite temporal. Ésta es la regla.
Para hacerlo cesar en su tarea, deberá el principal aplicar las disposiciones del derecho laboral, perte-
neciéndole al primer empleado la totalidad de derechos que ese ordenamiento le reconoce.
2. Viajantes.
La explotación fructífera de una empresa de cierta magnitud requiere la colaboración de personas que,
cuando fuera del local del establecimiento y más próximos a las fuentes de producción e las materias
primas que la empresa necesita o bien a los mercados de consumo de las mercaderías o productos que
ella vende, promuevan y faciliten la conclusión de las operaciones necesarias para el próspero desenvol-
vimiento de sus actividades.
Algunos de estos dependientes externos trabajan en la misma plaza donde funciona el establecimiento
del principal, sin salirse de sus límites. Son los que la doctrina francesa denomina placiers. Otros, por el
contrario, recorren y visitan otras plazas dentro de la zona más o menos extensa que les ha sido asigna-
da; son los denominados viajantes.
El CCom no ha contemplado la situación de los viajantes, y esta denominación sólo se introdujo en la
terminología legislativa a partir de la sanción de la ley 11.729, que incorpora a los viajantes-empleados a
la disciplina establecida por ella.
Son viajantes las personas que recorren plazas o lugares fuera del establecimiento, “van en busca de
clientes, ofrecen la mercadería, muestran los tipos, oyen los deseos de la clientela; en una palabra, llevan
por todas partes la novedad, la tradición, la moda, los gustos, las exigencias económicas del a empresa y
las del público”. Hay también viajantes encargados de las compras, que recorren los lugares de produc-
ción de los materiales y de las mercaderías necesarias para el aprovisamiento de la empresa.
La ley 14.546 ampara al viajante que haga de esa actividad su profesión habitual excluyendo por consi-
guiente al viajante ocasional.
Hay que examinar cada caos en particular para determinar si el viajante tiene on o poder de representa-
ción; y tanto el provisto de él como el privado de ese poder, quedarán amparados por la ley si concurren
los demás requisitos exigidos por la misma.
a. Naturaleza y contenido de la gestión que realizan los viajantes.
Frente al empleador, el viajante está obligado a cumplir lo deberes emergentes de su contrato de tra-
bajo: recorrer las zonas asignadas, visitar a los clientes y, en general, seguir las instrucciones imparti-
das por aquél. Frente a los terceros actúa como un representante o como un mandatario, según ten-
ga o no poder para concluir por sí mismo los negocios. Para cumplir sus funciones, puede recibir sus
facultades mediante instrumento privado o aun verbalmente sin que sea oponible al os terceros la

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falta de inscripción en el Registro Público de Comercio.


Los poderes del viajante, como los de cualquier empleado, pueden ser limitados a una categoría de
operaciones, a una zona, a negocios al contado, excluyéndole la facultad de conceder crédito y en
cualquier otra forma que el principal estime conveniente. Asimismo, puede vender mercaderías de las
que no posea muestras, ya que la extensión de sus facultades se determina por el contenido del po-
der otorgado y no por la existencia de los muestrarios.
En el caso del viajante representante encargado de vender, su misión termina con la conclusión del
contrato de venta. Lo relativo a la ejecución del mismo es materia ajena a sus funciones, salvo que tu-
viera expresas facultades para eso, en cuyo caso tendrá derecho a una retribución suplementaria.
ii. Auxiliares.
1. Corredores.
Bajo el nombre de corredor se comprende la persona que se interpone profesionalmente entre la oferta
y la demanda para facilitar o promover la conclusión de los contratos.
Art. 1345. – “Definición”. Hay contrato de corretaje cuando una persona, denominada corredor, se
obliga ante otra, a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios, sin tener relación
de dependencia o representación con ninguna de las partes.

a. Comercialidad del corretaje. El corredor es comerciante.


Art. 1346. – “Conclusión del contrato de corretaje. Sujetos.” El contrato de corretaje se entiende
concluido, si el corredor está habilitado para el ejercicio profesional del corretaje, por su interven-
ción en el negocio, sin protesta expresa hecha saber al corredor contemporáneamente con el co-
mienzo de su actuación o por la actuación de otro corredor por el otro comitente.
Si el comitente es una persona de derecho público, el contrato de corretaje debe ajustarse a las re-
glas de contratación pertinentes.
Pueden actuar como corredores personas humanas o jurídicas
El art. 8 inc. 3º cód. com. enumeraba al corretaje entre los actos de comercio. Y lo declarado mercan-
til pro el código es precisamente la actividad intermediadora, con prescindencia del carácter civil y
comercial del negocio que esa actividad tiende a promover o facilitar. Aún el corretaje que tuviese
por objeto promover o facilitar la conclusión de un contrato de compraventa de un inmueble, o de
cualquier otro negocio de naturaleza civil, será comercial. Sobre este punto la doctrina u la jurispru-
dencia se encuentran concordantes.
El corredor es comerciante. El corredor ejercer el corretaje en nombre y por cuenta propios. Es él
quien figura como corredor y asume los riesgos del ejercicio del corretaje con la intención de obtener
un lucro consistente en la retribución que percibe por su actividad intermediadora. Ni siquiera es ne-
cesario recurrir a esta idea de lucro.
Se trata de un comerciante que por la naturaleza particular de sus funciones, solamente puede explo-
tar el único ramo de actividades mercantiles consentido por la ley.
También el corredor celebra un contrato: el del corretaje, en cuya virtud se compromete a promover
o facilitar la conclusión de otro contrato que otras personas tienen interés en celebrar, adquiriendo el
derecho de cobrar una retribución por su actividad intermediadora. En consecuencia, uno es el con-
trato que las partes interesadas concluyen directa y personalmente entre sí, y el otro el que esas par-
tes celebran con el corredor, en cuya virtud éste interviene facilitando la contradicción entre aquéllas.
b. Condiciones legales para ejercer la profesión de corredor.
Art. 32 de la LEY 20.266 – Para ser corredor se requieren las siguientes condiciones habilitantes:
a) Ser mayor de edad y no estar comprendido en ninguna de las inhabilidades del artículo 2º;
b) Poseer título universitario expedido o revalidado en la República, con arreglo a las reglamenta-

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ciones vigentes y que al efecto se dicten.


Si bien el ejercicio del corretaje es libre, se exige una serie de requisitos impuestos para asegurar el
eficaz desempeño de la profesión.
Dentro de las condiciones de idoneidad, se comprenden: a) mayoría de edad; b) capacidad; c) cono-
cimiento de la plaza. La publicidad se cumple con la matriculación. Y, como requisito específicamente
profesional, la ley exige la prestación del juramente,
a) Mayoría de edad. El aspirante a corredor debe tener 18 años.
b) Capacidad. Deben tener la capacidad general para ejercer el comercio. El art. 88 inc. 2º prohibía el
ejercicio del corretaje al as mujeres; pero esa restricción debe considerarse obviamente eliminada.
La destitución del cargo de corredor importa una incapacidad de derecho para el ejercicio ulterior de
esa profesión.
c) Conocimiento de la plaza. Antes sólo se necesitaba el conocimiento de la plaza donde habrán de ac-
tuar; y para eso dispone que el corredor esté domiciliado en el lugar o lo menos un año antes de ini-
ciar su profesión, y que haya ejercido el comercio por sí o en alguna casa de corredor o de comercian-
te por mayor. Hoy, no es suficiente ello, sino que también deben tener título universitario expedido o
revalidado en la República.
d) Juramento. Antes de entrar a ejercer sus funciones, el corredor debe prestar ante el Tribunal de
Comercio de su domicilio, juramento de cumplir fielmente los deberes que le incumben. Se trata de
una exigencia análoga al a impuesta para otra profesiones y que tiende a reforzar con el peso de los
sentimientos éticos o religiosos, el concepto del cumplimiento del deber.
c. Matrícula.
Art. 33 de la LEY 20.266 – Quien pretenda ejercer la actividad de corredor deberá inscribirse en la
matrícula de la jurisdicción correspondiente. Para ello, deberá cumplir los siguientes requisitos:
a) Acreditar mayoría de edad y buena conducta;
b) Poseer el título previsto en el inciso b) del artículo 32;
c) Acreditar hallarse domiciliado por más de un año en el lugar donde pretende ejercer como corre-
dor;
d) Constituir la garantía prevista en el artículo 3º inciso d), con los alcances que determina el artícu-
lo 6º; (Nota Infoleg: Por art. 1° de la Resolución N° 1/2000 Inspección General de Justicia B.O.
11/02/2000, se fija la suma de $ 500 (pesos quinientos) como importe del depósito a partir de la en-
trada en vigencia de la reforma ley 25.028; y que dicha suma además de en dinero efectivo, podrá
acreditarse a opción del interesado, mediante la contratación de un seguro de caución a favor de la
Inspección General de Justicia.)
e) Cumplir los demás requisitos que exija la reglamentación local.
Los que sin cumplir estas condiciones sin tener las calidades exigidas ejercen el corretaje, no ten-
drán acción para cobrar la remuneración prevista en el artículo 37, ni retribución de ninguna espe-
cie
La publicidad del ejercicio profesional del corretaje se cumple mediante la inscripción del corredor en
la matrícula que debe llevar cada Tribunal de Comercio. La petición de inscripción debe contener: la
constancia de tener la edad legal requerida; la de hallarse domiciliado en el lugar más de un año an-
tes; la de haber ejercido el comercio en las condiciones señaladas en el número anterior.
d. Indelegabilidad.
Aunque el Código no lo diga expresamente, el desempeño de la función de corredor es indelegable.
Se trata de una actividad de orden profesional, para la que la ley exige condiciones determinadas,
fundadas en las calidades personales del que se las realiza. Por consiguiente, ella no puede ser enco-
mendada a un factor o dependiente ni, menos todavía, a un tercero extraño.

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e. Sanción.
De acuerdo con el antiguo art. 89, los que ejercieran el corretaje sin cumplir las condiciones estable-
cidas por los artículos anteriores, no tendrían acción para cobrar comisión de ninguna especie.
f. Facultades.
Art. 1349. – “Garantía y representación”. El corredor puede:
a) otorgar garantía por obligaciones de una o de ambas partes en la negociación en la que actúen;
b) recibir de una parte el encargo de representarla en la ejecución del negocio.

El antiguo CCom prohibía a los corredores constituirse responsables de la solvencia de los contratan-
tes. Prestar garantía importaba salirse de la línea de neutralidad propia de la función meramente in-
termediadora y asumir un interés personal y económico en el resultado de la operación.

Art. 34 de la LEY 20.266 – En el ejercicio de su profesión el corredor está facultado para:


a) Poner en relación a 2 (dos) o más partes para la conclusión de negocios sin estar ligado a ninguna
de ellas por relaciones de colaboración, subordinación o representación. No obstante una de las
partes podrá encomendarles que la represente en los actos de ejecución del contrato mediado;
b) Informar sobre el valor venal o de mercado de los bienes que pueden ser objeto de actos jurídi-
cos;
c) Recabar directamente de las oficinas públicas, bancos y entidades oficiales y particulares, los in-
formes y certificados necesarios para el cumplimiento de sus deberes;
d) Prestar fianza por una de las partes.
g. Obligaciones del corredor.
Art. 1347.- “Obligaciones del corredor”. El corredor debe:
a) asegurarse de la identidad de las personas que intervienen en los negocios en que media y de su
capacidad legal para contratar;
Los corredores tienen el deber de asegurarse de la identidad de las personas entre quienes se tratan
los negocios en que ellos intervienen, y de su capacidad legal para celebrarlos. Esta obligación tiende
a facilitar la contratación entre las partes.
Si a sabiendas o por ignorancia culpable el corredor interviniera en un contrato hecho por persona
que según la ley no podía hacerlo, responderá de los perjuicios directos e inmediatos emergentes de
la incapacidad del contratante.
La responsabilidad del corredor se extiende a los perjuicios directos e inmediatos.

b) proponer los negocios con exactitud, precisión y claridad, absteniéndose de mencionar supues-
tos inexactos que puedan inducir a error a las partes;
Los corredores no deben tomar partido a favor de ninguno de los probables contratantes ni favorecer
a uno en perjuicio del otro.
Por eso disponía el viejo art. 98 apartado 1, que los corredores propondrán los negocios con exacti-
tud, precisión y claridad, absteniéndose de hacer supuestos falsos que puedan inducir en error a los
contratantes. A título ejemplificativo, el viejo art. 99 mencionaba como hipótesis de supuestos falsos
el haber propuesto un objeto comercial bajo distinta calidad que la que se le atribuye por el uso gene-
ral del comercio, y dar una noticia falsa sobre el precio que tenga corrientemente en plaza la cosa so-
bre la que versa la negociación.
Si por tal medio el corredor indujere a un contratante a celebrar un acuerdo perjudicial, aquél res-
ponderá por el daño que la causare. Pero si el corredor, al plantear el supuesto falso, hubiese actuado
inducido a error por el comitente, podrá a su vez ejercer la acción de indemnización contra este últi-

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mo.

c) comunicar a las partes todas las circunstancias que sean de su conocimiento y que de algún modo
puedan influir en la conclusión o modalidades del negocio;

d) mantener confidencialidad de todo lo que concierne a negociaciones en las que interviene, la


que sólo debe ceder ante requerimiento judicial o de autoridad pública competente;
El antiguo artículo 100 imponía a los corredores el deber de guardar secreto riguroso de todo lo con-
cerniente a las negociaciones que se les encargan.
Más estricta aparece la obligación de guardar secreto con relación al nombre de los comitentes. Así
pues, la obligación de secreto no se refiere a la actuación del corredor frente a los contratantes, sino
frente a los terceros.
En cuanto a las consecuencias del incumplimiento de tal obligación, ellos consisten en la responsabili-
dad del corredor por los perjuicios emergentes de la violación del secreto.
e) asistir, en las operaciones hechas con su intervención, a la firma de los instrumentos conclusivos
y a la entrega de los objetos o valores, si alguna de las partes lo requiere;
Cuando las partes hubiese convenido o la ley hubiese dispuesto que el contrato haya de formalizarse
por escrito, el corredor tiene obligación de hallarse presente en el momento de la firma por todos los
contratantes y certificar al pie que el negocio se hizo con su intervención.
asimismo, en las ventas hechas con su intervención, está obligado a asistir a la entrega delos objetos
vendidos, si los interesados o alguno de ellos lo exigieren.
El incumplimiento de estas obligaciones origina la responsabilidad del corredor.

f) guardar muestras de los productos que se negocien con su intervención, mientras subsista la po-
sibilidad de controversia sobre la calidad de lo entregado.
En los casos de ventas de mercancías, el corredor está obligado a conservar las muestras hasta el
momento de la entrega de las cosas vendidas, tomando las precauciones necesarias para que pueda
probarse su identidad.

h. Obligación de conservar los libros


El antiguo artículo 104 prevé solamente los supuestos de muerte o destitución de un corredor, y dis-
pone que, en tales hipótesis, éste o sus herederos deben entregar los registros al Tribunal de Comer-
cio respectivo.
Actualmente, el nuevo CCyCN no establece nada al respecto, pero se llega a idéntica conclusión en
virtud del siguiente artículo de la ley 20.266.
Art. 35. – Los corredores deben llevar asiento exacto y cronológico de todas las operaciones con-
cluidas con su intervención, transcribiendo sus datos esenciales en un libro de registro, rubricado
por el Registro Público de Comercio o por el órgano a cargo del gobierno de la matrícula en la juris-
dicción.
Los registros no son de propiedad del corredor sino también de todas las personas que han interveni-
do en los contratos celebrados con su intermediación.
i. Falta de libros. Sanción.
La ley no ha previsto específicamente el supuesto de que el corredor no lleve los libros exigidos, por
consiguiente habrá que atenerse a la disposición general del viejo art. 110 ap. 2º, que imponía la des-
titución de oficio y el sometimiento a la pertinente acción criminal para los que contravinieren a lo re-
ceptado por el código y respecto de los cuales no se haya establecido una sanción específica.

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ii. Exhibición de los libros.


Según el apartado final del art. 93, podrá extinguirse la exhibición e n juicio del registro, a solicitud de
parte interesada o de oficio.
iii. Negativa a exhibirlos. Pérdida o destrucción de los libros.
Si a pesar de la orden judicial el corredor se negase a exhibir su registro se aplicará, a falta de sanción
específica, la establecida en el viejo art. 119 ap. 2º cód. com.
Si los libros se hubiese perdido o destruido, habrá que establecer si tal hecho ha sido casual o impu-
table a culpa o dolo del corredor.
i. Prohibiciones del corredor.
Art. 1348.- “Prohibición”. Está prohibido al corredor:
a) adquirir por sí o por interpósita persona efectos cuya negociación le ha sido encargada;
b) tener cualquier clase de participación o interés en la negociación o en los bienes comprendidos
en ella.

La antigua redacción del CCom prohibía muchas más cosas a los corredores, entre ellas le prohibía
ejercer el comercio, constituir sociedades, coparticipar en buques, realizar cobranzas y pagos por
cuenta ajena, etc.
j. Remuneración.
Art. 1350. – “Comisión”. El corredor tiene derecho a la comisión estipulada si el negocio se celebra
como resultado de su intervención. Si no hay estipulación, tiene derecho a la de uso en el lugar de
celebración del contrato o, en su defecto, en el lugar en que principalmente realiza su cometido. A
falta de todas ellas, la fija el juez.

Art. 1351. – “Intervención de uno o de varios corredores”. Si sólo interviene un corredor, todas las
partes le deben comisión, excepto pacto en contrario o protesta de una de las partes según el ar-
tículo 1346. No existe solidaridad entre las partes respecto del corredor. Si interviene un corredor
por cada parte, cada uno de ellos sólo tiene derecho a cobrar comisión de su respectivo comitente.

Art. 1352. – “Supuestos específicos de obligación de pagar la comisión”. Concluido el contrato, la


comisión se debe aunque:
a) el contrato esté sometido a condición resolutoria y ésta no se cumpla;
b) el contrato no se cumpla, se resuelva, se rescinda o medie distracto;
c) el corredor no concluya el contrato, si inicia la negociación y el comitente encarga su conclusión a
un tercero, o lo concluye por sí en condiciones sustancialmente similares.

Art. 1353. – “Supuestos específicos en los que la comisión no se debe”. La comisión no se debe si el
contrato:
a) está sometido a condición suspensiva y ésta no se cumple;
b) se anula por ilicitud de su objeto, por incapacidad o falta de representación de cualquiera de las
partes, o por otra circunstancia que haya sido conocida por el corredor.

2. Martilleros.
Se ha definido la subasta como la venta hecha al mejor postor, en un lugar determinado, a donde se ha
hecho concurrir cierto número de interesados en adquirir las cosas ofrecida, previamente expuestas al
público en todo o en parte o simplemente descritas para precisar sus características y poner a los even-
tuales compradores en situación de juzgar sobre la conveniencia de su adquisición a un precio determi-

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nado.
Se ha discutido mucho sobre la naturaleza jurídica del remate. Para aclarar las ideas con relación a nues-
tro derecho conviene recordar los dos grandes sistemas practicados en la subastas: a) el inglés, en el que
el rematador abre la oferta con una base mínima, que luego va siendo aumentada por los postores; b) el
holandés, en el que el rematador abre la oferta con una base máxima, que luego va reduciendo a medida
que advierte que el precio propuesto es excesivo y que por eso no encuentra interesados en la adquisi-
ción. En este último supuesto, la venta se perfecciona cuando en el curso de las rebajas que va haciendo
el vendedor, aparece un comprador conforme en abonar el precio propuesto en ese momento.
Nuestra práctica se parece a la inglesa.
Dentro del proceso de la subasta se pueden señalar tres momentos o fases: a) el pregón del martillero
que anuncia al público lo que va a vender; b) las posturas o propuestas de precio de los concurrentes; c)
la adjudicación o atribución de la cosa al que ofreció el precio mayor.
Así, el contrato de venta o subasta se perfecciona por la aceptación de la oferta del martillero hecha me-
diante la postura de cada licitante. Sólo que el contrato así concluido queda sometido a la condición re-
solutoria constituida a la eventualidad de que otro licitante posterior mejore la postura aumentando el
precio ofrecido.
Esta construcción tiene la ventaja sobre la de la ley inglesa, de considerar perfeccionado el contrato tan
pronto como el licitante haya emitido su declaración sobre el precio.
a. Definición.
Son los encargados de realizar la venta en remate. Estas personas, en forma de profesión habitual,
asumen la misión de vender cosas muebles o inmueble so bienes de cualquier especie, por cuenta de
sus comitentes, ofreciéndolas de viva voz al mejor postor, indicando las condiciones de la venta, reci-
biendo las propuestas de los licitantes y adjudicando en definitiva las cosas al que ofreciere mejor
precio.
Cuando actúan por cuenta y en nombre de sus comitentes pueden investir la calidad de mandatarios.
Si el martillero actúa sin invocar el nombre de su comitente, asume la calidad de comisionista.
b. Condiciones habilitantes.
Art. 1 LEY 20.266. Para ser martillero se requieren las siguientes condiciones habilitantes:
a) Ser mayor de edad y no estar comprendido en ninguna de las inhabilidades del artículo 2º;
b) Poseer título universitario expedido o revalidado en la República, con arreglo a las reglamenta-
ciones vigentes y las que al efecto se dicten.
Antes se exigía rendir un examen de idoneidad para el ejercicio dela actividad, que debía rendirse an-
te cualquier tribunal de alzada en materia comercial de la República, ya sea federal, nacional o pro-
vincial. El examen debía versar sobre las nociones básicas acerca de la compraventa civil y comercial y
de derecho procesal en aspectos pertinentes al ejercicio de la profesión.
c. Inhabilidades.
Art. 2° – Están inhabilitados para ser martilleros:
a) Quienes no pueden ejercer el comercio;
b) Los fallidos y concursados cuya conducta haya sido calificada como fraudulenta o culpable, hasta
5 (cinco) años después de su rehabilitación;
c) Los inhibidos para disponer de sus bienes;
d) Los condenados con accesoria de inhabilitación para ejercer cargos públicos, y los condenados
por hurto, robo, extorsión, estafas y otras defraudaciones, usura, cohecho, malversación de cauda-
les públicos y delitos contra la fe pública, hasta después de 10 (diez) años de cumplida la condena;
e) Los excluidos temporaria o definitivamente del ejercicio de la actividad por sanción disciplinaria;
f) Los comprendidos en el artículo 152 bis del Código Civil.

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Incompatibilidades:
Art. 7° – “Empleados públicos”. Los empleados públicos aunque estuvieran matriculados como mar-
tilleros, tendrán incompatibilidad salvo disposiciones de leyes especiales y el supuesto del artículo
25, para efectuar remates ordenados por la rama del poder o administración de la cual formen par-
te.
d. Matrícula.
Cada provincia organiza la matrícula de martilleros, y lo mismo debe hacer la Nación. Asimismo, cada
legislación local determinada qué organismo profesional o judicial tendrá a su cargo el gobierno de la
matrícula, lo que significa que el Colegio de Martilleros puede tener personería jurídica o bien de un
juzgado u otro órgano judicial.
En la matrícula de la jurisdicción donde haya de ejercitar sus actividades debe inscribirse todo el que
pretenda actuar como martillero, para lo que debe cumplir los siguientes requisitos: a9 poseer certifi-
cado de idoneidad; b) acreditar buena conducta; c) constituir domicilio en la jurisdicción que corres-
ponda a su inscripción; d) constituir una garantía real o personal a la orden del organismo (de $500.-,
es inembargable).
La matriculación es obligatoria. Ninguna persona podrá anunciar o realizar remates sin estar matricu-
lada de acuerdo con los preceptos de la ley. Esta sanciona a los infractores con multas de hasta
$10.000.- y clausura del local u oficina del infractor. Las sanciones de multa y clausura que aplique se-
rán apelables para ante el tribunal de comercio que corresponda (Art. 23)
e. Facultades.
Art. 8° – Son facultades de los martilleros:
a) Efectuar ventas en remate público de cualquier clase de bienes, excepto las limitaciones resul-
tantes de leyes especiales;
Tasaciones
b) Informar sobre el valor venal o de mercado de los bienes para cuyo remate los faculta esta ley;
Informes
c) Recabar directamente de las oficinas públicas y bancos oficiales y particulares, los informes o cer-
tificados necesarios para el cumplimiento de las obligaciones previstas en el artículo 9°;
Medidas de garantía
d) Solicitar de las autoridades competentes las medidas necesarias para garantizar el normal desa-
rrollo del acto de remate.
f. Obligaciones y derechos.
i. Obligaciones.
Art. 9° – Son obligaciones de los martilleros:
Libros
a) Llevar los libros que se establecen en el Capítulo VIII;
El Decreto ley impone a los martilleros y a las sociedades de martilleros la obligación de levar los si-
guientes libros: a9 Diario de entradas, dónde se asentarán los bienes que reciban para su venta; b)
Diarios de salidas, en el que se mencionarán día por día las ventas indicando por cuenta de quién se
han efectuado, quién ha resultado comprador, precio y condiciones de pago, y demás especificacio-
nes que se estimen necesarias; c) De cuentas de gestión, que documente las realizadas entre el marti-
llero y cada uno de sus comitentes.

Títulos
b) Comprobar la existencia de los títulos invocados por el legitimado para disponer del bien a rema-

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tar. En el caso de remate de inmuebles, deberán también constatar las condiciones de dominio de
los mismos;
Es la misma obligación que existe para los corredores.

Convenio con el legitimado


c) Convenir por escrito con el legitimado para disponer del bien, los gastos del remate y la forma de
satisfacerlos, condiciones de venta, lugar de remate, modalidades del pago del precio y demás ins-
trucciones relativas al acto, debiéndose dejar expresa constancia en los casos en que el martillero
queda autorizado para suscribir el instrumento que documenta la venta en nombre de aquél;
El martillero tiene obligación de convenir por escrito con el legitimado para disponer del bien, los gas-
tos de remate y la forma de satisfacerlos, las condiciones de venta, el lugar del remate, las modalida-
des de pago del precio, y las demás instrucciones relativas al acto, debiéndose dejar expresa constan-
cia en los casos en que el martillero queda autorizado para suscribir le instrumento que documenta la
venta en nombre de aquél.
No basta, pues, recibir un encargo para la venta de un bien sin certificar si el que le dio el encargo es-
tá legalmente autorizado para disponer del mismo. En los casos en que el martillero recibe autoriza-
ción de legitimado para disponer del bien, para firmar el instrumento de la venta en nombre de éste,
la autorización debe constar por escrito.

Publicidad
d) Anunciar los remates con la publicidad necesaria, debiendo indicar en todos los casos su nombre,
domicilio especial y matrícula, fecha, hora y lugar del remate y descripción y estado del bien y sus
condiciones de dominio.
En caso de remates realizados por sociedades, deberán indicarse además los datos de inscripción en
el Registro Público de Comercio.

Remate de lotes
Cuando se trate de remates de lotes en cuotas o ubicados en pueblos en formación, los planos de-
berán tener constancia de su mensura por autoridad competente y de la distancia existente entre la
fracción a rematar y las estaciones ferroviarias y rutas nacionales o provinciales, más próximas. Se
indicará el tipo de pavimento, obras de desagüe y saneamiento y servicios públicos, si existieran;

El decreto ley se preocupa de asegurar a los remates la debida publicidad, exigiendo a tal fin la mani-
festación de diversas circunstancias destinadas a asegurar a los eventuales interesados un amplia y
correcta información respecto de los bienes ofrecidos en venta.
Así, se impone a los martilleros la obligación de anunciar los remates con la publicidad necesaria, de-
biendo indicar en todos los casos su nombre, domicilio especial y matrícula, fecha, hora y lugar del
remate y descripción y estado del bien y condiciones de dominio.
Si se trata de remates judiciales, las normas relativas a la publicidad se complementan con las que es-
tablecen las leyes procesales.
En cuanto a las subastas particulares, la publicidad queda librada al prudente criterio del martillero,
quien decidirá acerca de la publicidad necesaria, salvo que hubiese convenido con el comitente las
formas y modalidades de la propaganda.
Los avisos forman parte de la propuesta u oferta al público. En consecuencia, la condiciones que en
ellos se indiquen integran el contrato de compraventa. Cualquier modificación que el vendedor qui-
siera introducir, deberá ser explicada claramente por le martillero al público reunido, antes de co-

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menzar el acto de la subasta. Si así no lo hiciere, el martillero responderá por los daños que acusen
sus indicaciones inexactas.

Acto de remate
e) Realizar el remate en la fecha, hora y lugar señalados, colocando en lugar visible una bandera
con su nombre y, en su caso, el nombre, denominación o razón social de la sociedad a que perte-
nezcan;
f) Explicar en voz alta, antes de comenzar el remate, en idioma nacional y con precisión y claridad
los caracteres, condiciones legales, cualidades del bien y gravámenes que pesaren sobre el mismo;
El martillero debe explicar en voz alta, antes de comenzar el remate, en idioma nacional y con preci-
sión y calidad, las condiciones legales, las cualidades del bien y gravámenes que pesaren sobre el
mismo. La omisión o inexactitud de las indicaciones dadas por el martillero pueden autorizar al com-
prador a intentar la acción redhibitoria o la quanti minoris.

Posturas
g) Aceptar la postura solamente cuando se efectuare de viva voz; de lo contrario la misma será in-
eficaz;
Cada postura constituye una aceptación del a oferta hecha por el martillero, que perfecciona el con-
trato de venta; pero la postura de un licitante posterior resuelve aquel contrato y perfecciona otro
nuevo. El precepto legal tiende a impedir las maniobras dolosas de ciertos rematadores inescrupulo-
sos que simulan posturas inexistentes, alegando haber vistos signos de algunos de los circunstantes,
para promover la emulación de los verdaderos interesados y la elevación de las ofertas.

Instrumento de venta
h) Suscribir con los contratantes y previa comprobación de identidad, el instrumento que documen-
ta la venta, en el que constarán los derechos y obligaciones de las partes. El instrumento se redac-
tará en 3 (tres) ejemplares y deberá ser debidamente sellado, quedando uno de ellos en poder del
martillero.

Bienes muebles Cuando se trate de bienes muebles cuya posesión sea dada al comprador en el
mismo acto, y ésta fuera suficiente para la transmisión de la propiedad, bastará el recibo respecti-
vo;

Precio
i) Exigir y percibir del adquirente, en dinero efectivo, el importe de la seña o cuenta del precio, en la
proporción fijada en la publicidad, y otorgar los recibos correspondientes;
Rendición de cuentas
j) Efectuar la rendición de cuentas documentada y entregar el saldo resultante dentro del plazo de 5
(cinco) días, salvo convención en contrario, incurriendo en pérdida de la comisión en caso de no ha-
cerlo;

Deber de conservación
k) Conservar, si correspondiere, las muestras, certificados e informes relativos a los bienes que re-
mate hasta el momento de la transmisión definitiva del dominio;

Otros deberes

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l) En general, cumplimentar las demás obligaciones establecidas por las leyes y reglamentaciones
vigentes.

Art. 10. – “Remate en ausencia del dueño”. Sin perjuicio de las obligaciones establecidas en la pre-
sente ley, cuando los martilleros ejerciten su actividad no hallándose presente el dueño de los efec-
tos que hubieren de venderse, serán reputados en cuanto a sus derechos y obligaciones, consigna-
tarios sujetos a las disposiciones de los artículos 232 y siguientes del Código de Comercio.

iii. Derechos. Comisión.


Art. 11. – El martillero tiene derecho a:
a) Cobrar una comisión , salvo los martilleros dependientes, contratados o adscriptos a empresas
de remate o consignaciones que reciban por sus servicios las sumas que se convengan, pudiendo
estipularse también la comisión de garantía en los términos del artículo 256 del Código de Comer-
cio; (Inciso sustituido por art. 1° inc. 12 del Decreto N° 240/99 B.O. 29/12/1999. Vigencia: a partir de
los sesenta días de su publicación en el Boletín Oficial.)
Reintegro de gastos
b) Percibir del vendedor el reintegro de los gastos del remate, convenidos y realizados.

Art. 12. – “Suspensión del remate”. En los casos en que iniciada la tramitación del remate, el marti-
llero no lo llevare a cabo por causas que no le fueren imputables, tendrá derecho a percibir la comi-
sión que determine el juez de acuerdo con la importancia del trabajo realizado y los gastos que hu-
biere efectuado. Igual derecho tendrá si el remate fracasare por falta de postores.

Art. 13. – “Determinación de la comisión”. La comisión se determinará sobre la base del precio
efectivamente obtenido. Si la venta no se llevare a cabo, la comisión se determinará sobre la base
del bien a rematar, salvo que hubiere convenio con el vendedor, en cuyo caso se estará a éste. A
falta de base se estará al valor de plaza en la época prevista para el remate.

Art. 14. – “Anulación del remate”. Si el remate se anulare por causas no imputables al martillero,
éste tiene derecho al pago de la comisión que le corresponda, que estará a cargo de la parte que
causó la nulidad.

Art. 15. – “Sociedades”. Los martilleros pueden constituir sociedades de cualesquiera de los tipos
previstos en el Código de Comercio, excepto cooperativas, con el objeto de realizar exclusivamente
actos de remate. En este caso cada uno de los integrantes de la sociedad deberá constituir la garan-
tía especificada en el artículo 3°, inciso d).

g. Prohibiciones.
Art. 19 ley 20.266. -
b) “Participación en el precio”. Tener participación en el precio que se obtenga en el remate a su
cargo, no pudiendo celebrar convenios por diferencias a su favor, o de terceras personas;

c) “Cesión de bandera” Ceder, alquilar o facilitar su bandera, ni delegar o permitir que bajo su nom-
bre o el de la sociedad a que pertenezca, se efectúen remates por personas no matriculadas.
“Delegación del remate” En caso de ausencia, enfermedad o impedimento grave del martillero, de-
bidamente comprobados ante la autoridad que tenga a su cargo la matrícula, aquél podrá delegar

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el remate en otro matriculado, sin previo aviso;

d) “Compra por cuenta de terceros” Comprar por cuenta de terceros, directa o indirectamente, los
bienes cuya venta se les hubiere encomendado;

e) “Compra para sí de los bienes a rematar” Comprar para sí los mismos bienes, o adjudicarlos o
aceptar posturas sobre ellos, respecto de su cónyuge o parientes dentro del segundo grado, socios,
habilitados o empleados;

f) “Suscripción instrumento de venta sin autorización” Suscribir el instrumento que documenta la


venta, sin autorización expresa del legitimado para disponer del bien a rematar;

g) “Retención del precio” Retener el precio recibido o parte del él, en lo que exceda del monto de
los gastos convenidos y de la comisión que le corresponda;

h) “Deber de veracidad” Utilizar en cualquier forma las palabras "judicial", "oficial", o "municipal",
cuando el remate no tuviera tal carácter, o cualquier otro término o expresión que induzca a enga-
ño o confusión;

i) “Ofertas bajo sobre” Aceptar ofertas bajo sobre y mencionar su admisión en la publicidad, salvo
el caso de leyes que así lo autoricen;

j) “Suspensión del remate” Suspender los remates existiendo posturas, salvo que habiéndose fijado
base, la misma no se alcance.

7. Transmisión de Fondos de Comercio.


a. ARTICULO 1º
Declárase elementos constitutivos de un establecimiento comercial o fondo de comercio, a los efectos de
su transmisión por cualquier título: las instalaciones, existencias en mercaderías, nombre y enseña comer-
cial, la clientela, el derecho al local, las patentes de invención, las marcas de fábrica, los dibujos y modelos
industriales, las distinciones honoríficas y todos los demás derechos derivados de la propiedad comercial e
industrial o artística.
b. ARTICULO 2º
Toda transmisión por venta o cualquier otro título oneroso o gratuito de un establecimiento comercial o
industrial, bien se trate de enajenación directa y privada, o en público remate, sólo podrá efectuarse váli-
damente con relación a terceros, previo anuncio durante cinco días en el Boletín Oficial de la Capital Fede-
ral o provincia respectiva y en uno o más diarios o periódicos del lugar en que funcione el establecimiento,
debiendo indicarse la clase y ubicación del negocio, nombre y domicilio del vendedor y del comprador, y
en caso que interviniesen, el del rematador y el del escribano con cuya actuación se realizará el acto.
c. ARTICULO 3º
El enajenante entregará en todos los casos al presunto adquirente una nota firmada, enunciativa de los
créditos adeudados, con nombres y domicilios de los acreedores, monto de los créditos y fechas de venci-
mientos si las hay, créditos por los que se podrá solicitar de inmediato las medidas autorizadas por el ar-
tículo 4º, a pesar de los plazos a que puedan estar subordinados, salvo el caso de la conformidad de los
acreedores en la negociación.

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d. ARTICULO 4°
El documento de transmisión sólo podrá firmarse después de transcurridos diez días desde la última publi-
cación, y hasta ese momento, los acreedores afectados por la transferencia, podrán notificar su oposición
al comprador en el domicilio denunciado en la publicación, o al rematador o escribano que intervengan en
el acto reclamando la retención del importe de sus respectivos créditos y el depósito, en cuenta especial
en el Banco correspondiente, de las sumas necesarias para el pago.
Este derecho podrá ser ejercitado tanto por los acreedores reconocidos en la nota a que se refiere el ar-
tículo anterior, como por los omitidos en ella que presentaren los títulos de sus créditos o acreditaren la
existencia de ellos por asientos hechos en los libros llevados con arreglo a las prescripciones del Código de
Comercio. Pasado el término señalado por el artículo 5º, sin efectuarse embargo, las sumas depositadas
podrán ser retiradas por el depositante.
e. ARTICULO 5º
El comprador, rematador o escribano deberán efectuar esa retención y el depósito y mantenerla por el
término de veinte días, a fin de que los presuntos acreedores puedan obtener el embargo judicial.
f. ARTICULO 6º
En los casos en que el crédito del oponente fuera cuestionable, el anterior propietario podrá pedir al juez
que se le autorice para recibir el precio del adquirente, ofreciendo caución bastante para responder a ese
o esos créditos.
g. ARTICULO 7º
Transcurrido el plazo que señala el artículo 4º, sin mediar oposición, o cumpliéndose, si se hubiera produ-
cido, la disposición del artículo 5º, podrá otorgarse válidamente el documento de venta, el que, para pro-
ducir efecto con relación a terceros, deberá extenderse por escrito e inscribirse dentro de diez días en el
Registro Público de Comercio o en un registro especial creado al efecto.
h. ARTICULO 8º
No podrá efectuarse ninguna enajenación de un establecimiento comercial o industrial por un precio infe-
rior al de los créditos constitutivos del pasivo confesado por el vendedor, más el importe de los créditos no
confesados por el vendedor, pero cuyos titulares hubieran hecho la oposición autorizada por el artículo 4º,
salvo el caso de conformidad de la totalidad de los acreedores.
Estos créditos deben proceder de mercaderías u otros efectos suministrados al negocio o de los gastos ge-
nerales del mismo.
i. ARTICULO 9º
A los efectos determinados en el artículo anterior, se presumen simuladas juris et de jure las entregas que
aparezcan efectuadas a cuenta o como seña que hubiere hecho el comprador al vendedor y en tanto cuan-
to ellas puedan perjudicar a los acreedores.
j. ARTICULO 10.
En los casos en que la enajenación se realice bajo la forma de ventas en block o fraccionadas de las exis-
tencias, en remate público, el martillero deberá levantar previamente inventario y anunciar el remate en
la forma establecida por el artículo 2º, ajustándose a las obligaciones señaladas en los artículos 4º y 5º en
el caso de notificársele oposición.
En caso de que el producto del remate no alcance a cubrir la suma a retener, el rematador depositará en el
Banco destinado a recibir los depósitos judiciales, en cuenta especial, el producto total de la subasta, pre-
via deducción de la comisión y gastos, que no podrán exceder del 15% de ese producto.
Si habiendo oposición, el rematador hiciera pagos o entregas al vendedor, quedará obligado solidariamen-
te con éste respecto de los acreedores, hasta el importe de las sumas que hubiera aplicado a tales objetos.
k. ARTICULO 11.
Las omisiones o transgresiones a lo establecido en esta ley, harán responsables solidariamente al compra-

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dor, vendedor, martillero o escribano que las hubieran cometido, por el importe de los créditos que resul-
ten impagos, como consecuencia de aquéllas y hasta el monto del precio de lo vendido.
l. ARTÍCULO 12.-
El Registro Público de Comercio o el especial que se organice, llevará los libros correspondientes para la
inscripción de las transmisiones de establecimientos comerciales e industriales, cobrando a ese efecto los
derechos que determinen las leyes de impuestos.

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Bolilla 4.
1. Antecedentes.
En razón del interés que tienen quienes contratan con el comerciante de conocer aquellas circunstancias
de la gestión comercial capaces de influir en la apreciación de las condiciones de seriedad, solvencia y soli-
dez del sujeto mercantil, la ley dispone como una de las primeras obligaciones del Comerciante, la de la
publicidad obligatoria.
Con tal finalidad, el código de comercio había instituido una oficina llamada Registro Público de Comercio,
encargada de inscribir esos hechos importantes para el normal desenvolvimiento del comercio
a. El Registro Público de Comercio en el Código derogado: organización.
En nuestro derecho positivo puede definirse al Registro Público de Comercio como la oficina del estado
encargada de llevar la matrícula del os comerciantes y de inscribir los documentos cuya publicidad es exi-
gida por la ley mercantil.
Se trataba de una secretaría parajudicial, es decir de una oficina de asientos, inscripciones y registraciones
del tráfico mercantil y de actos y documentos vinculados a los comerciantes o sociedades mercantiles.
Era el Artículo 33 del CCom. El que disponía entre las obligaciones de comerciante, la de la inscripción en
un Registro público tanto de la matrícula, como de los documentos que así lo exigiera la ley.
El CCom disponía en su artículo 34 que en cada Tribunal de Comercio habría un Secretario, responsable de
la exactitud y legalidad de sus asientos.
El Secretario encargado del Registro era responsable de la exactitud y legalidad de los asientos, lo que sig-
nifica que él debe controlar que las anotaciones que se hagan en los libros del registro contengas los datos
rigurosamente coincidentes con los expresados en los documentos originales que se inscriben; y si se trata
de agregación de copias, que éstas lo sean fieles de sus respectivos originales ; igualmente debía controlar
que las anotaciones se hagan de acuerdo a las prescripciones legales vigentes.
En 1980 se dispuso que el Registro Público de Comercio no fuera llevada por el Tribunal de Comercio co-
rrespondiente, sino por la “Inspección General de Justicia” creada por la ley 22.315.
Su artículo 3 dispone que: “La Inspección General de Justicia tiene a su cargo las funciones atribuidas por
la legislación pertinente al Registro Público de Comercio, y la fiscalización de las sociedades por accio-
nes[…]”.
Su artículo 4 dispone que: “En ejercicio de sus funciones registrales, la Inspección General de Justicia: a)
organiza y lleva el Registro Público de Comercio; b) inscribe en la matrícula a los comerciantes y auxilia-
res de comercio y toma razón de los actos y documentos que corresponda según la legislación comercial;
c) inscribe los contratos de sociedad comercial y sus modificaciones, y la disolución y liquidación de ésta.
Se inscriben en forma automática las modificaciones de los estatutos, disolución y liquidación de socie-
dades sometidas a la fiscalización de la Comisión Nacional de Valores; d) lleva el Registro Nacional de
Sociedades por Acciones; e) lleva el Registro Nacional de Sociedades Extranjeras; f) lleva los registros
nacionales de asociaciones y de fundaciones”.
Su artículo 6 dispone que: “Para el ejercicio de la función fiscalizadora, la Inspección General de Justicia
tiene las facultades siguientes, además de las previstas para cada uno de los sujetos en particular: a) re-
querir información y todo documento que estime necesario; b) realizar investigaciones e inspecciones a
cuyo efecto podrá examinar los libros y documentos de las sociedades, pedir informes a sus autorida-
des, responsables, personal y a terceros; c) recibir y sustanciar denuncias de los interesados que pro-
muevan el ejercicio de sus funciones de fiscalización; d) formular denuncias ante las autoridades judicia-
les, administrativas y policiales, cuando los hechos en que conociera puedan dar lugar al ejercicio de la
acción pública. Asimismo, puede solicitar en forma directa a los agentes fiscales el ejercicio de las accio-
nes judiciales pertinentes, en los casos de violación o incumplimiento de las disposiciones en las que es-

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té interesado el orden público; e) hacer cumplir sus decisiones, a cuyo efecto puede requerir al juez civil
o comercial competente: 1) el auxilio de la fuerza pública; 2) el allanamiento de domicilios y la clausura
de locales; 3) el secuestro de libros y documentación; f) declarar irregulares e ineficaces a los efectos
administrativos los actos sometidos a su fiscalización, cuando sean contrarios a la ley, al estatuto o a los
reglamentos. Estas facultades no excluyen las que el ordenamiento jurídico atribuye a otros organis-
mos”.
b. Efectos de las inscripciones.
En general, las inscripciones tienen un valor meramente declarativo, en el sentido de que ellas constituyen
la comunicación al público de un hecho, también eficaz y demostrable en otra forma. Así, por ejemplo, la
inscripción del comerciante o su omisión no influyen en la calidad de comerciante del sujeto, que se de-
termina no por la inscripción si node una situación fáctica, “el ejercicio regular y profesional de los actos
del comercio”.
De la misma manera, la falta de inscripción no obsta a la validez del acto de comercio pero éste no goza de
la presunción de veracidad de los mismos que otorgaba la legislación comercial.
Pero otras veces la inscripción tiene un valor constitutivo, posee una eficacia creadora de derechos. Ejem-
plo de ello se tiene en el caso de las sociedades comerciales, que no pueden funcionar como tales mien-
tras no se haya inscripto el contrato.
c. Documentos que deben inscribirse.
Deben inscribirse, con arreglo a lo que prescribía el viejo ARTÍCULO 36 del CCom:
i. Las convenciones matrimoniales que se otorguen por los comerciantes, las escrituras que se otorguen en
caso de restitución de dote, y los títulos de adquisición de bienes dotales.
ii. Las sentencias de divorcio o de separación de bienes.
iii. Las escrituras de sociedad mercantil, sea cual fuere su objeto, con excepción de las sociedades accidenta-
les o en participación.
iv. Los poderes que se otorguen a los factores o dependientes para dirigir o administrar sus negocios mer-
cantiles, y la revocación de los mismos.
v. Las autorizaciones para comerciar otorgadas a los incapaces y su revocación,
vi. Las escrituras de reforma o ampliación de contratos sociales, Las transformaciones de sociedades, Las fu-
siones de sociedades, Las disoluciones de sociedades, Las prórrogas de sociedades.Los reglamentos pre-
vistos en el contrato constitutivo, Las designaciones/cesiones de administradores de sociedades.
Las actas de emisión de debentures.
vii. Las transferencias de establecimientos comerciales e industriales.

d. Plazos de inscripción. Inscripciones tardías.


Conforme lo prescribía el Artículo 39 del CC Los documentos deben inscribirse dentro del plazo de 15 días
contados a partir desde la fecha de otorgamiento.
El cómputo del término era con días corridos, incluidos los feriados.
Respecto del as convenciones matrimoniales y demás documentos, es razonable admitir que mientras no
ejercieron el comercio, no han necesitado inscribir en el Registro mercantil tales documentos; por eso el
código dice que éstos se inscribirán dentro de los quince días desde la fecha de la matrícula.
Vencido el plazo, la inscripción sólo puede hacerse en tanto no haya oposición de la parte interesada. Por
tal debe entenderse cualquiera de los otorgantes del documento.
e. Matrícula del comerciante.
La ley considera comerciante al que efectivamente ejerza el comercio en forma profesional: no influye en
la adquisición de la calidad mercantil el acto de inscripción.
En este sentido, queda claro, que no es de la matriculación de donde deviene la calidad de comerciante.

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El art. 26 del CCom es el que señala las ventajas que se derivan de la inscripción: da a los libros de comer-
cio llevados regularmente, la fuerza probatoria establecida en el art. 63; y autoriza al comerciante matricu-
lado a solicitar concordato; también da moratoria mercantil.
La presunción de comercialidad que la matriculación confiere nace en el momento mismo de la inscrip-
ción. Aunque el código no lo establezca, es preciso que quien deje de ser comerciante solicita la cancela-
ción de su inscripción en la matrícula, pues de lo contrario la presunción seguirá funcionando.
i. Lugar: La matrícula debe ser llevada en cada localidad donde exista un Juzgado de Comercio. Donde no
exista, la matrícula será llevada al Juzgado de Paz del lugar, y el Juez de Paz deberá elevar mensualmente
la lista de los matriculados al Juzgado de Comercio de cuya jurisdicción depende, la cual será agregada a
este Registro.
Cuando se trata de una sociedad, la inscripción debe solicitarse ante el Juzgado de Comercio o de Paz co-
rrespondiente al domicilio de la sede social.
ii. Requisitos de la matriculación.-> Artículo 27 del CCom.
El interesado debe presentar al Registro una solicitud con los siguientes datos:
1. El nombre, el estado civil y la nacionalidad.
2. La designación de la calidad del tráfico o negocio.
3. El lugar o domicilio del establecimiento o escritorio.
4. El nombre del gerente, factor o empleado que ponga a la cabeza del establecimiento.

iii. Procedimiento.->
Artículo 29 y 30 del CCom.
Presentada la solicitud, el Juez de Comercio ordenará la inscripción si no hubiese motivos para dudar de
que el ingresado goza del crédito y probidad que deben caracterizar a un comerciante de su clase. Pero
negará la matriculación si el solicitante no tuviese capacidad legal para ejercer el comercio. Contra esa Re-
solución cabe el recurso para ante el Tribunal superior. La naturaleza ha de ser el de apelación. La resolu-
ción negatoria de inscripción una vez firme, tiene fuerza de cosa juzgada.
La ley establece una presunción de que el inscripto es comerciante; esta presunción es iuris tatum, e in-
vierte así la carga probatoria, siendo el que pretende desacreditar la calidad de comerciante de alguien
cuya matricula está inscripta, quien carga con la prueba de lo afirmado. Así, prescribe el Art. 32 del CCom:
“El que se inscribe en la matrícul, se supone que reviste la calidad de comerciante, para todos los efectos
legales, desde el día de la inscripción.”

f. Organización en la Provincia de Tucumán.


En Tucumán el Registro Público de Comercio es llevado por la Dirección de Personas Jurídicas, reglado por
la ley 8367.
En la provincia, originariamente, el Registro Público de Comercio dependía del poder Judicial; desde 2010,
con la ley 8367, ello se ha modificado, ya que la Dirección de Personas Jurídicas, es dependiente de la Fis-
calía de Estado, perteneciente al Poder Ejecutivo.
i. Competencia de la Dirección de Personas Jurídicas - Artículo 1°. “La Dirección de Personas Jurídicas tiene a
su cargo las funciones atribuidas por la legislación pertinente al Registro Público de Comercio; la fiscaliza-
ción de las sociedades por acciones, excepto la de las sometidas a la Comisión Nacional de Valores; de las
sociedades constituidas en el extranjero que hagan ejercicio habitual, en la jurisdicción local, de los actos
comprendidos en su objeto social, establezcan sucursales, asiento o cualquier otra especie de representa-
ción permanente; de las sociedades que realizan operaciones de capitalización y ahorro; de las demás so-
ciedades comerciales regidas por la Ley Nacional N° 19.550 (Ley de Sociedades Comerciales); del Registro
de Comerciantes y Auxiliares de Comercio; de las asociaciones civiles y de las fundaciones.

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ii. Artículo 2.- Funciones registrales y de fiscalización


Corresponden a la Dirección de Personas Jurídicas las funciones registrales y de fiscalización, conforme las
siguientes atribuciones:
1.- Organiza y lleva el Registro Público de Comercio de la Provincia de Tucumán;
2.- Inscribe en la matrícula a los comerciantes y auxiliares de comercio y toma razón de los actos y docu-
mentos que correspondan a la materia según la legislación comercial;
3.- Inscribe los contratos de las sociedades comerciales y sus modificaciones, la disolución y liquidación de
estas y demás actos y documentos cuya inscripción se impone a dichas sociedades. Inscribe las modifica-
ciones de los estatutos, disolución y la liquidación de sociedades sometidas a la fiscalización de la Comisión
Nacional de Valores;
4.- Lleva el Registro Provincial de las Sociedades por Acciones;
5.- Lleva el Registro Provincial de las Sociedades Extranjeras;
6.- Interviene en la constitución, registración, funcionamiento, disolución y liquidación, en jurisdicción
provincial, de las asociaciones civiles y fundaciones que se constituyan en la Provincia, o que constituidas
en otra jurisdicción, ejercieren su principal actividad en esta o establecieran en ella filiales, asientos o
cualquier especie de repartición permanente, a fin de asegurar el cumplimiento de la legislación de fondo,
resguardar el interés público en el marco de su competencia;
7.- Lleva los registros provinciales de las asociaciones civiles y de las fundaciones; y,
8.- Controla las operaciones consistentes en requerir, bajo cualquier forma o figura jurídica, dinero o valo-
res al público, con promesa de adjudicaciones o entrega de bienes, prestaciones de servicios o beneficios
futuros y que no se encuentren comprendidas dentro de las operaciones financieras, de seguro, de oferta
pública de acciones o debentures, de capitalización, de economía, de constitución de capitales, de ahorro
o de ahorro y préstamo, y cuyo control se encuentra sometido al Banco Central de la República Argentina,
a la Superintendencia de Seguros de la Nación, a la Comisión Nacional de: Valores y/o a la Inspección Ge-
neral de Justicia del Ministerio de Educación y Justicia de la' Nación. Este control se realizará a cualquiera
de las personas, entidades u organizaciones que practiquen esas actividades.
iii. Art. 3° establece la competencia para controversias: “El conocimiento y decisión de las oposiciones a las
inscripciones, son de competencia judicial, sin perjuicio de las funciones registrales de la Dirección de Per-
sonas Jurídicas. También son de competencia judicial las resoluciones de las cuestiones que versen sobre
derechos subjetivos de los socios de una sociedad comercial entre sí y con respecto a la sociedad.
iv. Facultades en ejercicio de funciones de fiscalización - Art. 4°: Para el ejercicio de la función fiscalizadora,
la Dirección de Personas Jurídicas tiene las facultades siguientes, además de las previstas para cada una
de los sujetos en particular:
1_- Intervenir en el otorgamiento y cancelación de la autorización de funcionamientos y en las modifica-
ciones estatutarias de los entes bajo su control como así también en cualquier proceso de transforma-
ción que fuere planteado;
2.- Requerir la información y la presentación de la documentación que estime necesaria;
3.- Hacer cumplir la legislación en vigencia y sus decisiones, a cuyo efecto podrá requerir la intervención
de juez competente;
4.- Recibir y sustanciar denuncias de los interesados que promuevan el ejercicio de sus funciones de fis-
calización;
5.- Realizar investigaciones e inspecciones, a cuyo efecto podrá examinar los libros y documentos de las
sociedades, pedir informe a sus autoridades, responsables, personal y a terceros;
6.- Formular denuncias ante las autoridades judiciales, administrativas y/o policiales, cuando los hechos
que conociere puedan dar lugar al ejercicio de la acción pública. Podrá también ejercer en forma directa
las acciones judiciales pertinentes, en los casos de violación o incumplimiento de disposiciones en la que

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se encuentre interesado el orden público;


7.- Expedir certificados y testimonios de las actuaciones en que intervengan;
8.- Brindar asesoramiento a los organismos del Estado en materia de su competencia;
9.- Coordinar con los organismos nacionales, provinciales y municipales que realicen funciones afines, la
fiscalización de las entidades sometidas a su competencia;
10.-Asistir a Asambleas o convocarlas cuando lo estime necesario; y
11.- Declarar irregulares e ineficaces a los efectos administrativos, los actos sometidos a su fiscalización,
cuando sean contrarios a la ley, al estatuto o a los reglamentos. Estas facultades no excluyen las que el
ordenamiento jurídico atribuye a otros organismos.

v. Artículo 5.- Matriculación de comerciantes


La Dirección de Personas Jurídicas examinará si los peticionantes reúnen las condiciones legales para ejer-
cer el comercio, sean personas físicas o jurídicas. Los Tribunales competentes en los procesos de ejecución
colectiva seguidos contra comerciantes, deberán comunicar a la Dirección de Personas Jurídicas las resolu-
ciones que dispongan la apertura del concurso o rehabilitación del fallido, a los fines de practicar anota-
ciones marginales pertinentes.
vi. Artículo 6.
Las denegaciones de inscripción en la matrícula de comerciante son recurribles ante la Cámara Civil y Co-
mercial Común.
vii. Secretario del Registro. Libros del Registro. Funciones - Art. 7°
Para el funcionamiento del Registro Público de Comercio, la Dirección de Personas Jurídicas dispondrá de
un Actuario que tendrá la obligación de llevar los siguientes libros: 1. Libro de Matrícula; y, 2. Libro de Do-
cumentos e índice. El Actuario deberá foliar y rubricar los libros de comercio que se le presentaren, de
conformidad a.las previsiones del Código de Comercio. Igualmente deberá anotar los documentos que se
registren, consignando en ellos el libro, folio, número de orden y la fecha de matriculación. El Actuario es
responsable de la exactitud de los asientos, debiendo otorgar certificación a los matriculados, en el que
constará el nombre, objeto comercial, folio, número de orden y fecha de matriculación. Para ser designa-
do Actuario será necesario el título de escribano.
viii. Funciones Administrativas - Art. 12.- La Dirección de Personas Jurídicas tiene a su cargo:
1.- Asesorar a los organismos del Estado en materias relacionadas con las sociedades por acciones, las aso-
ciaciones civiles y las fundaciones;
2.- Realizar estudios o investigaciones de orden jurídico y contable sobre las materias propias de su com-
petencia, organizar cursos y conferencias y promover o efectuar pblicaciones. a cuyos fines podrá colabo-
rar con otros organismos especializados;
3.- Dictar los reglamentos que estime adecuados y proponer al Poder Ejecutivo, la sanción de las normas
que por su naturaleza exceden sus facultades;
4.- Atender directamente los pedidos de informes formulados por el Poder Judicial, los organismos de la
Administración Pública nacional, provincial o municipal;
5.- Coordinar con los organismos nacionales, provinciales o municipales que realicen funciones afines, la
fiscalización de las entidades sometidas a su competencia; y,
6.- Implementar procedimientos para procesar la documentación que ingresa y la que resulte del ejercicio
de funciones, así como la de toda constancia que obre en su registro;
7.- Determinar y resolver la desconcentración de funciones, creando delegaciones en el interior de la Pro-
vincia y/o celebrando convenios con municipalidades a los fines de descentralizar todas o algunas de sus
facultades.

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2. La reforma del Nuevo Código Civil y Comercial.


a. El “Registro Público”.
El Nuevo CCyCN, no explica en términos precisos qué órgano llevará la contabilidad, sólo hace remisiones
al “Registro Público correspondiente”.
i. Art. 320 del CCyCN – Obligados. Excepciones.
Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una activi-
dad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial, agro-
pecuario o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la
habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como se establece en esta misma Sección.
Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en esta
Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y cone-
xas no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a
la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejer-
cicio normal de tales actividades.
También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que, por el volumen de su giro, re-
sulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine cada jurisdicción local.
El artículo que se comenta indica que determinadas personas tienen la obligación de llevar la contabilidad.
Incluso, a partir de las disposiciones del Código de Comercio, se discutía si se trataba de una verdadera
obligación, de una carga o de un deber.
Hay consenso en la doctrina, en general, acerca de que no se trata de una obligación en sentido técnico.
Parece más adecuado acudir a la idea de un deber, que es una noción más general que la de obligación y
que se diferencia de esta en que no puede ser exigido por el sujeto acreedor.
¿Quiénes están obligados a llevar la contabilidad?
Las personas jurídicas privadas: El CCyC innova en esta materia, porque extiende la obligación de llevar la
contabilidad a toda persona jurídica de carácter privado, incluso las que no tienen fines de lucro. El art.
43 del Código de Comercio limitaba ese deber a todo comerciante.
Las personas humanas.
El CCyC admite dos categorías de “personas humanas”, una general y otra especial, sujeta a obligaciones
contables que, a su vez, necesariamente, estarán sujetas también a practicar una inscripción de antece-
dentes (publicidad). Esta categoría “especial” está compuesta por dos clases de personas humanas: a) las
que realizan una actividad económica organizada y; b) as que son “empresarios”, en el sentido de ser ti-
tulares de una empresa o de un establecimiento comercial, industrial o de servicios.
Sujetos voluntarios.
Aquellas personas que no se encuentran obligadas a llevar la contabilidad, pero que deseen hacerlo, de-
ben solicitar su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de los libros.

¿Quiénes están excluidos de llevar la contabilidad?


Las profesionales liberales.
Las personas humanas que ejercen una profesión liberal (por ejemplo, médico, abogado, contador, ar-
quitecto, psicólogo, etc.) no tienen obligación legal de llevar la contabilidad.

b. La Contabilidad.

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i. Fundamentos e importancia.
Entre los comerciantes, la necesidad de llevar un contralor del estado patrimonial, con determinación cla-
ra del activo y pasivo, es tanto más imperiosa cuanto mayores son la extensión y complejidad de los nego-
cios emprendidos.
Trátase de una necesidad que se convirtió en una obligación legal: la de llevar libros de comercio, de
acuerdo con un sistema uniforme de contabilidad. Fuera del ámbito comercial, también tiene fines pura-
mente fiscales.
Ella permite además que tanto la justicia como los acreedores puedan apreciar la corrección con que fue-
ron llevadas las operaciones del comerciane, siendo el reflejo de su vida económica y de la marcha de sus
negocios.
También interesa a los terceros que contratan con el comerciante, ya que le facilitan las pruebas en caso
de discrepancias o litigios.
Halperin señala el triple fundamento de la contabilidad: 1º) el interés del comerciante; 2º) el de los terce-
ros que contratan con él, sean comerciantes o no; 3º) el interés del Estado que representa el interés de la
comunidad en su faz de controlador y de recaudador fiscal.
La obligación de llevar la contabilidad estaba expresamente establecida en el art. 43 del CCom: “Todo co-
merciante está obligado a llevar cuenta y razón de sus operaciones y a tener una contabilidad mercantil
organizada sobre una base contable uniforme y de la que resulte un cuadro verídico de sus negocios y
una justificación clara de todos y cada uno de los actos susceptibles de registración contable. Las cons-
tancias contables deben complementarse con la documentación respectiva”.

ii. Modo en el que se debe llevar la contabilidad.


Art. 320. – “Modo de llevar la contabilidad”. La contabilidad debe ser llevada sobre una base uniforme
de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse, de modo
que se permita la individualización de las operaciones y las correspondientes cuentas acreedoras y deu-
doras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo cual debe archivarse en
forma metódica y que permita su localización y consulta.

Este artículo determina el modo en que debe llevarse la contabilidad, lo que en la ciencia se conoce como
principios contables. Estos principios son:
a) Uniformidad: el sistema contable debe ser uniforme, lo que quiere decir que deben mantenerse los
mismos criterios contables para la preparación del balance y estado de resultados a fechas sucesivas;
b) Claridad: el principio de claridad en los hechos se cumple en la medida que se sigan los esquemas de
los estados contables fijados por la ley y por las normas profesionales;
c) Veracidad: la veracidad impone fundamentalmente que exista concordancia entre la exposición de los
hechos económicos descriptos en los estados contables y la existencia material de ellos. Si la informa-
ción es falsa o mendaz, no se cumple con este principio;
d) Completividad y significatividad: la contabilidad debe ofrecer un cuadro completo de la actividad del
sujeto, no una parcialidad
e) Unidad: el sujeto no puede llevar simultáneamente varios juegos de registros o libros, pues ello altera-
ría el orden en que deben hacerse las anotaciones y facilitaría la comisión de fraudes;
f) Partida doble: la registración contable por partida doble reside en la definición sobre cómo se compo-
ne el patrimonio de todo ente. Por un lado, un ente posee en su poder bienes y derechos, los cuales
configuran la estructura de inversión. Por otro lado, es necesario conocer quiénes aportaron los fon-
dos para obtener dichos bienes o derechos, dando lugar a la estructura de financiación.

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Interpretación: Se mantiene el requisito del respaldo documental de la contabilidad, que ya había sido
consagrado por el legislador de 1963. No puede concebirse como sería una contabilidad sin los documen-
tos que avalen los asientos. En consecuencia, deben conservarse de manera prolija para que puedan ser
consultados.

iii. Registros indispensables y obligatorios.


1. Registros indispensables.
Art. 322. – “Registros indispensables”. Son registros indispensables, los siguientes:
a. diario;
b. inventario y balances;
c. aquellos que corresponden a una adecuada integración de un sistema de contabilidad y que exige la
importancia y la naturaleza de las actividades a desarrollar;
d. los que en forma especial impone este Código u otras leyes.

En el libro de inventarios y balances se transcribe un detalle analítico del patrimonio del ente al momen-
to del cierre de cada ejercicio y en el cual, además, se vuelcan los estados contables:
a. Libros indispensables en función de la importancia y la naturaleza de las actividades a desarrollar.
Se interpreta que los registros atinentes a esta categoría son: el libro caja; el libro de documentos, en el
que se asientan los movimientos contables relativos a títulos de crédito; el libro de vencimientos y efec-
tos a cobrar y a pagar; el libro de compras y ventas, donde se asientan estas operaciones en forma analí-
tica y cronológica; el libro de movimientos de mercadería; el libro de gastos generales, donde se asientan
los gastos no incluidos en categorías más específicas; el libro de ganancias y pérdidas; y el libro borrador.
b. Registros que impone el CCyC u otras leyes.
Entre ellos, cabe enunciar: el libro especial de actas de deliberaciones del consejo de administración o
consejo ejecutivo de fundaciones —art. 207 CCyC—; los libros sobre estado de situación que requiera la
naturaleza e importancia de la agrupación de colaboración o de la unión transitoria —art. 1455, inc. a) y
art. 1464, inc. a) CCyC—; los libros contables y de actas impuestos a los consorcios de cooperación —art.
1475 CCyC—; los libros de actas de administración, de asamblea y de registro de propietarios y firmas en
la propiedad horizontal —arts. 2062 y 2067, inc. i) CCyC— y los libros de contabilidad impuestos al admi-
nistrador de un tiempo compartido —art. 2097, inc. e) CCyC—. En cuanto a otras leyes, puede mencio-
narse el libro impuesto a los martilleros y corredores —arts. 17 y 35 de la ley 20.266—; el libro de opera-
ciones a los viajantes de comercio —art.10 de la ley 14.546—; el libro de registro de certificados y wa-
rrants —art. 4° de la ley 928; arts. 6° y 8° de la ley 9643—; libros ordenados de agentes de bolsa —art.
47de la ley 17.811—; libros referidos a sociedades —los establecidos por los arts. 73, 162, 213 y 238 de la
ley 19.550—; libros referidos a cooperativas —art. 38 de la ley 20.337—; libros referidos a aseguradoras
—art. 37 de la ley 20.091—; libros de sueldos y jornales —Ley de Contrato de Trabajo—; libro de IVA
compras e IVA ventas, etc.

2. Registros obligatorios.
Art. 327. – “Diario”. En el Diario se deben registrar todas las operaciones relativas a la actividad de la
persona que tienen efecto sobre el patrimonio, individualmente o en registros resumidos que cubran
períodos de duración no superiores al mes. Estos resúmenes deben surgir de anotaciones detalladas
practicadas en subdiarios, los que deben ser llevados en las formas y condiciones establecidas en los
artículos 323, 324 y 325. El registro o Libro Caja y todo otro diario auxiliar que forma parte del sistema
de registraciones contables integra el Diario y deben cumplirse las formalidades establecidas para el
mismo.

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De la letra del CC se sigue que el registro o Libro Caja, y todo otro libro auxiliar, integran el Libro Diario.
Ello es así, dado que el Libro Caja sirve de registro de los cobros y pagos en efectivo y equivalentes de
efectivo, dándose cuenta del manejo del dinero. Si bien aparece como un libro auxiliar, adquiere impor-
tancia ya que en él se registran las operaciones en dinero y sus equivalentes, que realiza la empresa

iv. Libros y rubricación.


Art. 323. – “Libros”. El interesado debe llevar su contabilidad mediante la utilización de libros y debe
presentarlos, debidamente encuadernados, para su individualización en el Registro Público correspon-
diente.
Tal individualización consiste en anotar, en el primer folio, nota fechada y firmada de su destino, del
número de ejemplar, del nombre de su titular y del número de folios que contiene.
El Registro debe llevar una nómina alfabética, de consulta pública, de las personas que solicitan rubrica-
ción de libros o autorización para llevar los registros contables de otra forma, de la que surgen los libros
que les fueron rubricados y, en su caso, de las autorizaciones que se les confieren.

La norma se refiere a las formalidades extrínsecas que deben reunir los registros contables. Los libros que
obligatoriamente deben llevar los sujetos indicados en el art. 320 deberán estar encuadernados y foliados
para su individualización en el Registro correspondiente.

v. Formalidades extrínsecas e intrínsecas.


1. Formalidades intrínsecas.
Art. 324. – “Prohibiciones”. Se prohíbe:
i. Alterar el orden en que los asientos deben ser hechos;
ii. Dejar blancos que puedan utilizarse para intercalaciones o adiciones entre los asientos;
iii. Interlinear, raspar, emendar o tachar. Todas las equivocaciones y omisiones deben salvarse me-
diante un nuevo asiento hecho en la fecha en que se advierta la omisión o el error;
iv. Mutilar parte alguna del libro, arrancar hojas o alterar la encuadernación o foliatura;
v. Cualquier otra circunstancia que afecte la inalterabilidad de las registraciones.

Se impone en este artículo que los libros sean llevados cumpliendo exigencias sustanciales que apuntan
a asegurar la veracidad de la información y su valor probatorio.

Se trata de las formas intrínsecas de los registros contables.

La enumeración de los actos prohibidos es meramente enunciativa y no taxativa, razón por la cual de-
ben considerarse prohibidas todas las operaciones que, en definitiva, permitan adulterar el sistema
contable.

2. Formalidades extrínsecas.
Art. 325. – “Forma de llevar los registros”. Los libros y registros contables deben ser llevados en forma
cronológica, actualizada, sin alteración alguna que no haya sido debidamente salvada. También deben
llevarse en idioma y moneda nacional.
Deben permitir determinar al cierre de cada ejercicio económico anual la situación patrimonial, su evo-
lución y sus resultados.
Los libros y registros del artículo 322 deben permanecer en el domicilio de su titular.

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vi. Estados contables.


1. En el CCyCN.
Art. 326. – “Estados contables”. Al cierre del ejercicio quien lleva contabilidad obligada o voluntaria
debe confeccionar sus estados contables, que comprenden como mínimo un estado de situación pa-
trimonial y un estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventarios y balances.
El artículo establece la obligación legal de realizarlos al cierre de cada ejercicio y de que, como mínimo,
contengan y se refieran a la situación patrimonial de la empresa y a un estado de resultados, los que de-
ben asentarse en los libros correspondientes.
De ello se infiere, como característica saliente, su periodicidad, acompañada al cierre de cada ejercicio y,
a su vez, la existencia de un estándar mínimo o piso de información constituido por la situación patrimo-
nial de la empresa y los resultados obtenidos.
La letra del Código es lo suficientemente amplia como para contemplar la evolución de la ciencia y la
técnica contable, evitando un posible desajuste de la norma sancionada con el devenir de nuevos avan-
ces técnicos.

2. En la Ley de Sociedades.
a. Balance. Art. 63.
En el balance general deberá suministrarse la información que a continuación se requiere:
i. En el activo:
1. El dinero en efectivo en caja y Bancos, otros valores caracterizados por similares principios de li-
quidez, certeza y efectividad, y la moneda extranjera;
2. Los créditos provenientes de las actividades sociales. Por separado se indicarán los créditos con
sociedades controlantes, controladas o vinculadas, los que sean litigiosos y cualquier otro crédito.
Cuando corresponda se deducirán las previsiones por créditos de dudoso cobro y por descuentos y
bonificaciones;
3. Los bienes de cambio, agrupados de acuerdo con las actividades de la sociedad, se indicarán sepa-
radamente las existencias de materias primas, productos en proceso de elaboración y terminados,
mercaderías de reventa y los rubros requeridos por la naturaleza de la actividad social;
4. Las inversiones en título de la deuda pública, en acciones y en debentures, con distinción de los
que sean cotizados en bolsa, las efectuadas en sociedades controlantes, controladas o vinculadas,
otras participaciones y cualquier otra inversión ajena a la explotación de la sociedad.
Cuando corresponda se deducirá la previsión para quebrantos o desvalorizaciones;
5. Los bienes de uso, con indicación de sus amortizaciones acumuladas;
6. Los bienes inmateriales, por su costo con indicación de sus amortizaciones acumuladas;
7. Los gastos y cargas que se devenguen en futuros ejercicios o se afecten a éstos, deduciendo en es-
te último caso las amortizaciones acumuladas que correspondan;
8. Todo otro rubro que por su naturaleza corresponda ser incluido como activo.
ii. En el pasivo:
1. Las deudas indicándose separadamente las comerciales, las bancarias, las financieras, las existen-
tes con sociedades controlantes, controladas o vinculadas, los debentures omitidos por la socie-
dad; por la sociedad, los dividendos a pagar y las deudas a organismos de previsión social y de re-
caudación fiscal.
Asimismo se mostrarán otros pasivos devengados que corresponda calcular;
2. Las previsiones por eventualidades que se consideren susceptibles de concretarse en obligaciones
de la sociedad;
3. Todo otro rubro que por su naturaleza represente un pasivo hacia terceros;

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4. Las rentas percibidas por adelantado y los ingresos cuya realización corresponda a futuros ejerci-
cios;
5. El capital social, con distinción en su caso, de las acciones ordinarias y de otras clases y los supues-
tos del artículo 220;
6. Las reservas legales contractuales o estatutarias, voluntarias y las provenientes de revaluaciones y
de primas de emisión;
7. Las utilidades de ejercicios anteriores y en su caso, para deducir, las pérdidas;
8. Todo otro rubro que por su naturaleza corresponda ser incluido en las cuentas de capital pasivas y
resultados;
9. Los bienes en depósito, los avales y garantías, documentos descontados y toda otra cuenta de or-
den;
10. De la presentación en general:
a. La información deberá agruparse de modo que sea posible distinguir y totalizar el activo corrien-
te del activo no corriente, y el pasivo corriente del pasivo no corriente. Se entiende por corriente
todo activo o pasivo cuyo vencimiento o realización, se producirá dentro de los doce (12) meses
a partir de la fecha del balance general, salvo que las circunstancias aconsejen otra base para tal
distinción;
b. Los derechos y obligaciones deberán mostrarse indicándose si son documentados, con garantía
real u otras;
c. El activo y el pasivo en moneda extranjera, deberán mostrarse por separado en los rubros que
correspondan;
d. No podrán compensarse las distintas partidas entre sí.
b. Estado de Resultado. Artículo 64.
El estado de resultados o cuenta de ganancias y pérdidas del ejercicio deberá exponer:
i. Uno:
1. El producido de las ventas o servicios, agrupado por tipo de actividad. De cada total se deducirá el
costo de las mercaderías o productos vendidos o servicios prestados, con el fin de determinar el
resultado;
2. Los gastos ordinarios de administración, de comercialización, de financiación y otro que corres-
ponda cargar al ejercicio, debiendo hacerse constar, especialmente los montos de:
a. Retribuciones de administradores, directores y síndicos;
b. Otros honorarios y retribuciones por servicios;
c. Sueldos y jornales y las contribuciones sociales respectivas;
d. Gastos de estudios e investigaciones;
e. Regalías y honorarios por servicios técnicos y otros conceptos similares;
f. Los gastos por publicidad y propaganda;
g. Los impuestos, tasas y contribuciones, mostrándose por separado los intereses, multas y recar-
gos;
h. Los intereses pagados o devengados indicándose por separado los provenientes por deudas con
proveedores, bancos o instituciones financieras, sociedades controladas, controlantes o vincula-
das y otros;
i. Las amortizaciones y previsiones.
Cuando no se haga constar algunos de estos rubros, parcial o totalmente, por formar parte de los
costos de bienes de cambio, bienes de uso u otros rubros del activo, deberá exponerse como in-
formación del directorio o de los administradores en la memoria;
3. Las ganancias y gastos extraordinarios del ejercicio;

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4. Los ajustes por ganancias y gastos de ejercicios anteriores.


El estado de resultados deberá presentarse de modo que muestre por separado la ganancia o pér-
dida proveniente de las operaciones ordinarias y extraordinarias de la sociedad, determinándose
la ganancia o pérdida neta del ejercicio a la que se adicionará o deducirá las derivadas de ejercicios
anteriores.
No podrán compensarse las distintas partidas entre sí;
ii. Dos:
El estado de resultados deberá complementarse con el estado de evolución del patrimonio neto. En el
se incluirán las causas de los cambios producidos durante el ejercicio en cada uno de los rubros inte-
grantes del patrimonio neto.

vii. Actos sujetos a autorización.


Art. 329. – “Actos sujetos a autorización”. El titular puede, previa autorización del Registro Público de su
domicilio:
a) Sustituir uno o más libros, excepto el de Inventarios y Balances, o alguna de sus formalidades, por la
utilización de ordenadores u otros medios mecánicos, magnéticos o electrónicos que permitan la in-
dividualización de las operaciones y de las correspondientes cuentas deudoras y acreedoras y su
posterior verificación;
b) Conservar la documentación en microfilm, discos ópticos u otros medios aptos para ese fin. La peti-
ción que se formule al Registro Público debe contener una adecuada descripción del sistema, con
dictamen técnico de Contador Público e indicación de los antecedentes de su utilización.
Una vez aprobado, el pedido de autorización y la respectiva resolución del organismo de contralor,
deben transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.
La autorización sólo se debe otorgar si los medios alternativos son equivalentes, en cuanto a invio-
labilidad, verosimilitud y completitud, a los sistemas cuyo reemplazo se solicita.

El CCyC dejó a cargo de los Registros Públicos el otorgamiento de autorizaciones para sustituir uno o
más libros, excepto el de Inventarios y Balances, lo que contempla el permanente avance técnico en la
materia y debe llevarse a cabo con la debida fiscalización. En tal sentido se requiere, entre otros requi-
sitos, la participación de un contador público a través de la presentación de un dictamen.

1. Utilización de medios mecánicos, electrónicos y digitales. (Art. 61 de la Ley de Sociedades).


Art 61 de la ley 19.550. Podrá prescindirse del cumplimiento de las formalidades impuestas por el ar-
tículo 53 del Código de Comercio para llevar los libros en la medida que la autoridad de control o el
Registro Público de Comercio autoricen la sustitución de los mismos por ordenadores, medios mecáni-
cos o magnéticos u otros, salvo el de Inventarios y Balances.
La petición deberá incluir una adecuada descripción del sistema, con dictamen técnico o antecedentes
de su utilización, lo que, una vez autorizada, deberá transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.
Los pedidos de autorización se considerarán automáticamente aprobados dentro de los treinta (30)
días de efectuados, si no mediare observación previa o rechazo fundado.
El libro Diario podrá ser llevado con asientos globales que no comprendan períodos mayores de un (1)
mes.
El sistema de contabilización debe permitir la individualización de las operaciones, las correspondien-
tes cuentas deudoras y acreedoras y su posterior verificación, con arreglo al artículo 43 del Código de
Comercio.

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viii. Conservación de los libros.


Art. 328. – “Conservación”. Excepto que leyes especiales establezcan plazos superiores, deben conser-
varse por diez años:
Los libros, contándose el plazo desde el último asiento;
Los demás registros, desde la fecha de la última anotación practicada sobre los mismos;
Los instrumentos respaldatorios, desde su fecha.
Los herederos deben conservar los libros del causante y, en su caso, exhibirlos en la forma prevista en el
artículo 331, hasta que se cumplan los plazos indicados anteriormente.
El CCyC ha optado por dejar a cargo de los Registros Públicos correspondientes el otorgamiento de deter-
minadas autorizaciones (art. 329 CCyC); entre ellas, se faculta al titular de los libros a pedir autorización
para conservar la documentación en microfilm, discos ópticos u otros medios aptos a ese fin.
El comerciante tiene la posibilidad de conservar los libros en los medios técnicos señalados siempre que,
con vistas a asegurar su autenticidad, se garantice su reproducción fidedigna y se tenga certeza del origen
de la información.
ix. Correspondencia.
Art. 318. – “Correspondencia”. La correspondencia, cualquiera sea el medio empleado para crearla o
transmitirla, puede presentarse como prueba por el destinatario, pero la que es confidencial no puede
ser utilizada sin consentimiento del remitente. Los terceros no pueden valerse de la correspondencia sin
asentimiento del destinatario, y del remitente si es confidencial.
La doctrina ha tenido una discusión a propósito de la propiedad de la carta, cuyo debate sirve para la co-
rrespondencia en general.
No hay dudas de que le pertenece al remitente antes de que salga de sus manos. Pero las distintas opinio-
nes se han expresado respecto de a quién pertenece una vez que el autor se desprende de ella.
Un primer criterio indica que la carta pertenece al destinatario. Desde el momento mismo que quien la es-
cribe se desprende de ella, deja de tenerla bajo su dominio y la transfiere a la persona a quien la envió.
Dentro de esta postura se enrola Cifuentes: afirma que si hay un autor y un destinatario, indudablemente
la carta pertenece al autor, aunque la hoja material donde está escrita sea del destinatario y pueda trans-
mitirse a los herederos. La publicación del texto puede hacerse con el consentimiento de quien lo ha escri-
to, salvo que, por motivos especiales, se detenga el derecho al secreto.
Otra teoría admite que la carta pertenece al remitente. En tal supuesto, la persona que la recibe se consti-
tuye únicamente en depositario, de manera que no podría utilizarla sin el consentimiento del dueño,
quien, a su turno, podría exigir su reintegro en el momento que mejor le convenga.
Para otros, la carta pertenece tanto al remitente como al destinatario: el primero es dueño del contenido;
el segundo del instrumento propiamente dicho, esto es, del papel o material en que se ha expresado el
pensamiento por medio de la escritura.
Finalmente, se sostiene que la carta pertenecerá a quien la remite o a quien la reciba, según sea su natura-
leza: ordinaria, de negocios, científica, literaria, confidencial. No es posible, se dice, establecer una pauta
única, que las abarque a todas; en cada caso habrá que tener en cuenta la actitud o designio del remitente
y el propio contenido de la correspondencia.

3. Eficacia probatoria de la contabilidad.


Art. 330. – “Eficacia probatoria”. La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la forma y con los re-
quisitos prescritos, debe ser admitida en juicio, como medio de prueba.
Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin admitír-
seles prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son favorables y desechar
los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba, debe estarse a las resultas

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combinadas que presenten todos los registros relativos al punto cuestionado.


La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro
sujeto que tiene contabilidad, obligada o voluntaria, éste no presenta registros contrarios incorporados
en una contabilidad regular.
Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera nece-
sario, otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se hallan
con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio de prueba
y proceder por los méritos de las demás probanzas que se presentan.
Si se trata de litigio contra quien no está obligado a llevar contabilidad, ni la lleva voluntariamente, ésta
sólo sirve como principio de prueba de acuerdo con las circunstancias del caso.
La prueba que resulta de la contabilidad es indivisible.
El artículo fija las reglas acerca de la eficacia probatoria de la prueba de libros. Para ello se distingue, por
un lado, a las personas que en forma obligada o voluntaria llevan su contabilidad registrada y a los pro-
blemas que pueden suscitarse entre ellas, y por el otro, a las personas que no están obligadas ni llevan vo-
luntariamente contabilidad alguna.
En cuanto al primer supuesto, se establece que los registros prueban contra quien lo lleva o sus sucesores,
aunque los libros no estuvieran en forma, sin admitírseles prueba en contrario.
Dentro del supuesto entre comerciantes, se establece que la contabilidad prueba en favor de quien la lleva
cuando el adversario, también comerciante, no presenta contabilidad registrada. Ello, aunque no resulta
una prueba absoluta dado las facultades conferidas al juez que surgen del texto de la norma.
En el segundo caso, cuando se trata de un litigio entre un comerciante y una persona no comerciante, las
registraciones contables solo valen como principio de prueba, adquiriendo un carácter indiciario, con al-
gunas excepciones.

a. El art. 331.
Excepto los supuestos previstos en leyes especiales, ninguna autoridad, bajo pretexto alguno, puede ha-
cer pesquisas de oficio para inquirir si las personas llevan o no registros arreglados a derecho.
La prueba sobre la contabilidad debe realizarse en el lugar previsto en el artículo 325, aun cuando esté
fuera de la competencia territorial del juez que la ordena.
La exhibición general de registros o libros contables sólo puede decretarse a instancia de parte en los
juicios de sucesión, todo tipo de comunión, contrato asociativo o sociedad, administración por cuenta
ajena y en caso de liquidación, concurso o quiebra. Fuera de estos casos únicamente puede requerirse la
exhibición de registros o libros en cuanto tenga relación con la cuestión controvertida de que se trata,
así como para establecer si el sistema contable del obligado cumple con las formas y condiciones esta-
blecidas en los artículos 323, 324 y 325.
El artículo consagra el principio de confidencialidad de los libros de comercio, prohibiéndose las pesquisas
genéricas para inquirir a las personas acerca de las formas en que desarrollan su contabilidad o no lo ha-
cen. Ello tiene basamento constitucional si estamos a lo dispuesto en los arts. 14 y 18 y concs. CN.
Frente a este principio de confidencialidad, se establecen los casos por los cuales determinados interesa-
dos podrían tomar conocimiento de las registraciones, lo que se denomina, técnicamente, “exhibición”.
La exhibición se encuentra limitada a los casos enunciados en la norma, debiendo ponderarse con suma
estrictez aquellos supuestos que no encuadren plenamente en el articulado. Tal es así que se requiere de
un proceso judicial y de la decisión de un juez que analice el pedido. Y, en su caso, la prueba contable se
realizará en el lugar del domicilio de su titular, independientemente de que el conocimiento del litigio le

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corresponda a un juez de otra jurisdicción, librándose un exhorto con las formalidades pertinentes.

4. La Rendición de Cuentas.
a. Definición (Art. 858).
Se entiende por cuenta la descripción de los antecedentes, hechos y resultados pecuniarios de un negocio,
aunque consista en un acto singular.
Hay rendición de cuentas cuando se las pone en conocimiento de la persona interesada, conforme a lo
dispuesto en los artículos siguientes.
b. Requisitos. (Art. 859).
La rendición de cuentas debe:}
a) ser hecha de modo descriptivo y documentado;
b) incluir las referencias y explicaciones razonablemente necesarias para su comprensión;
c) acompañar los comprobantes de los ingresos y de los egresos, excepto que sea de uso no extenderlos;
d) concordar con los libros que lleve quien las rinda.
c. Obligación de rendir cuentas. (Art. 860).
Están obligados a rendir cuentas, excepto renuncia expresa del interesado:
a) quien actúa en interés ajeno, aunque sea en nombre propio;
b) quienes son parte en relaciones de ejecución continuada, cuando la rendición es apropiada a la natu-
raleza del negocio;
c) quien debe hacerlo por disposición legal.

La rendición de cuentas puede ser privada, excepto si la ley dispone que debe ser realizada ante un juez.

d. ¿Cuándo se deben rendir cuentas? (Art. 861).


Las cuentas deben ser rendidas en la oportunidad en que estipulan las partes, o dispone la ley. En su de-
fecto, la rendición de cuentas debe ser hecha:
a) al concluir el negocio;
b) si el negocio es de ejecución continuada, también al concluir cada uno de los períodos o al final de ca-
da año calendario.
e. Aprobación. (Art. 862).
La rendición de cuentas puede ser aprobada expresa o tácitamente. Hay aprobación tácita si no es obser-
vada en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de treinta días de presentadas en
debida forma. Sin embargo, puede ser observada por errores de cálculo o de registración dentro del plazo
de caducidad de un año de recibida.
f. Saldos y documentos del interesado. (Art. 863).
Una vez aprobadas las cuentas:
a) su saldo debe ser pagado en el plazo convenido o dispuesto por la ley o, en su defecto, en el de diez
días;
b) el obligado a rendirlas debe devolver al interesado los títulos y documentos que le hayan sido entre-
gados, excepto las instrucciones de carácter personal.

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Bolilla 5
1. Teoría General de los Títulos valores.
a. Terminología. Títulos valores, títulos de crédito, títulos circulatorios
La denominación de «títulos valores» permite la inclusión de documentos que, aunque representan valo-
res, no reúnen los requisitos generales propios de la disciplina que comprende la materia y, por ende, no
le pueden ser aplicadas sus normas. El nombre de «títulos de crédito» deja fuera de su órbita los títulos
valores que, aunque no regulados por las normas específicas de la materia, no son representativos de cré-
ditos, como, por ejemplo, la acción de una sociedad anónima. La denominación de «títulos circulatorios»
tampoco está exenta de críticas aunque es la más adecuada, pues hace referencia al fenómeno de la circu-
lación como elemento sustentador de sus caracteres, denominador común de todos los instrumentos re-
gidos por nuestra materia.
b. Función económica.(Antecedentes).
Con la formación del burgo se perfile un nuevo tipo de actividad, cuyo tráfico era satisfecho primer con el
canje, y luego col amoneda que se acuñaba dentro de las limitadas fronteras.
Luego, con el nacimiento de las ferias, surgen dificultades cambiarias: la diversidad de monedas complica-
ba las transacciones en razón de que las de una ciudad no tenían fácil curso en otra. Cuando se incrementa
el intercambio, surge la necesidad de solucionar los problemas cambiarios ya mencionados y la cuestión es
satisfecha por un comerciante que comienza a actuar como cambista. El cambista recibe en una localidad
una determinada cantidad de monedas del lugar y asume el compromiso de abonar en otra ciudad un
monto equivalente en dinero de la comarca en donde debe efectuar la prestación a su cargo.
La mecánica era la siguiente: el que necesitaba enviar dinero a otra ciudad entregaba efectivo al cambista,
quien era el único que asumía una obligación, pues contraía el compromiso de pagar o hacer pagar al tra-
dens, o a la persona que éste indicara, una cantidad equivalente a la recibida.
En los primeros tiempos, el contrato de cambio se celebraba en forma notarial: el cambista manifestaba
ante un fedatario haber recibido una determinada cantidad de monedas y se comprometía a pagarle al
tradens un determinado importe en otra clase de dinero.
Poco a poco, el contrato de cambio empezó a ser utilizado fuera de su ámbito originario y se lo aplicó aun
cuando las deudas que se reconocían por su intermedio no tenían origen cambiario.
Lo que nació como acto propio de ciertos comerciantes se fue generalizado y lo utilizaron también todos
los mercaderes. Al generalizarse, dicho acto se simplificó en misivas dirigidas a agentes cambiarios.
De la fusión del acto notarial y la misiva, nació la letra de cambio como documento privado, que contenía
una promesa de pago hecha por una persona que aparecía como el único obligado de la relación.
La evolución no culminó allí. La utilización del mandato hizo nacer el endoso, el cual se materializó como
una declaración consignada al dorso de la letra cuya función originaria fue la designación de un mandata-
rio para que percibiera el pago en nombre y por cuenta del tomador; posteriormente, se independizó y la
actuación del beneficiario del endoso fue considerada como del ejercicio de un derecho propio de cobro.
Se sostuvo que la letra era la moneda de los comerciantes y asentó su construcción en las siguientes pre-
misas: a) la letra era producto de una promesa unilateral e irrevocable dirigida al público en general, y b)
ella operaba independientemente de la relación que la originaba.
EN CLASES DIJERON QUE LA FUCIÓN ECONÓMICA DE LOS TÍTULOS VALORES CONSISTE EN SER TRANSMI-
TIDOS.
c. Definición.
Título de crédito es el documento necesario para ejercer el derecho literal y autónomo en él expresado.
En general, documento es una cosa que reproduce o recepta un hecho o acto con relevancia jurídica. Res-
tringiendo su ámbito a lo que aquí interesa, documento es la inserción de un derecho en una cosa mueble,

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normalmente un papel, es decir, la documentación de un derecho.


En los títulos de crédito, el documento como “cosa” y el derecho como “bien” son conceptualmente dis-
tintos, pero representan un instituto jurídico unitario. En consecuencia, el derecho y el título están funcio-
nalmente ligados: son inescindibles.
i. Literalidad.
Es imprescindible que en el documento se configure con precisión el contenido, la naturaleza y extensión
del derecho, lo que se logra principalmente con la literalidad, la naturaleza y la extensión del derecho.
La literalidad se refiere al contenido del título valor e indica que la significación del derecho incorporado se
delimita exclusivamente por el tenor escrito del documento, cuya significación literal, especialmente e el
momento de su configuración, prevalece respecto de cualquier otra declaración o documentación emitida
previamente, salvo en los causales.
En el título valor se encuentra literalizado un derecho y éste necesariamente presupone una obligación, a
cargo de un tercero. El alcance primigenio de la misma apunta a destaca la irrelevancia de las convencio-
nes extrañas a las expresiones vertidas en el instrumento cartular, pero no impide que, en determinados
casos, el documento esté relacionado con elementos, también documentales, externos al propio título a
los que éste remite Pero los elementos son eficaces en tanto y en cuanto los admite la ley y los menciona
y relaciona expresamente con el título valor (v. gr., vinculación entre acción y estatutos sociales).
ii. Incorporación.
La incorporación determina que lo esencial sea el título como cosa y lo accesorio el derecho en él conteni-
do, aunque sea éste el que da valor patrimonial al documento Ello ocurre a tal punto que el derecho in-
corporado al “título” normalmente depende del derecho sobre el propio documento como cosa.
En virtud de la función económica de los títulos valores, se toma del régimen general de las cosas muebles
el principio secular según el cual “la posesión de buena fe de una cosa mueble, crea a favor del poseedor la
presunción de tener la propiedad de ella”.
iii. Legitimación.
Hace referencia a los requisitos que deben concurrir en un sujeto para ejercer un derecho.
La legitimación se refiere a la situación jurídica dl sujeto habilitado para ejercer todos los derechos sobre
el título y los que devienen de su posesión.
La legitimación viene dada, en primer término, por la posesión del documento.
Fundamentalmente, la legitimación activa es la habilitación para ejercer el derecho incorporado en el do-
cumento y exigir al deudor la prestación debida. Desde el lado pasivo, la legitimación es la habilitación del
deudor para liberarse cumpliendo la prestación debida al legitimado activa.
La posesión del documento habilita para el ejercicio del derecho con prescindencia del hecho de que el
poseedor sea o no el titular de él.
iv. Autonomía.
Ésta significa que cada adquisición del título, y por ende, del derecho incorporado, aparece desvinculada
de las relaciones existentes entre el deudor y los poseedores anteriores.
Cada poseedor adquiere ex novo, como si lo fuera originariamente, el derecho incorporado al documento.
El poseedor del título puede ejercer el derecho incorporado en razón de su derecho al documento, con in-
dependencia de las relaciones que ligaron los anteriores poseedores con el deudor de la prestación en él
contenida.
2. Caracteres de los títulos valores.
a. Necesidad.
Consiste este principio en la absoluta necesidad para quien pretende ejercer el derecho cambiario, de ex-
hibir, de presentar y entregar el titulo valor a la parte obligada.
El art. 1830 del CCC se pronuncia sobre el mismo.

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ARTICULO 1830.- Necesidad. Los títulos valores cartulares son necesarios para la creación, transmisión,
modificación y ejercicio del derecho incorporado.
i. Requisitos.
ARTICULO 1833.- Requisitos. Contenido mínimo. Cuando por ley o por disposición del creador, el título
valor debe incluir un contenido particular con carácter esencial, no produce efecto cuando no contiene
esas enunciaciones.
El título valor en el que se omiten las referidas menciones al tiempo de su creación, puede ser comple-
tado hasta la fecha en que debe cumplirse la prestación, excepto disposición en contrario.
b. Autonomía.
Autonomía significa que cada adquisición del título, y en consecuencia, del derecho a él incorporado, es
ajena a las relaciones personales que ligaban al anterior poseedor con el deudor.
El principio de la autonomía está manifiesto en el ar. 18 del decreto ley 5965/63 que establece: “Las per-
sonas contra quienes se promueve acción […] no pueden oponer al portado las excepciones fundadas en
sus relaciones personales con el librador, o con los tenedores anteriores”.
La norma es aplicable tanto a la letra como al pagaré.
c. Literalidad.
La literalidad se refiere al texto del título valor y significa que la naturaleza, calidad y contenido del dere-
cho incorporado se delimitan exclusivamente por lo que se menciona en el documento.
La literalidad significa que el deudor de la prestación consignada en el documento no puede negarse a su
cumplimiento, alegando o aduciendo razones o defensas que no surjan del tenor escrito ene l propio títu-
lo. A su vez, la obligación cambiaria no puede surgir más que del propio tenor documental, por lo cual no
es posible exigírsele otra cosa que la que surge de él.
ARTICULO 1831.- Literalidad. El tenor literal del documento determina el alcance y las modalidades de
los derechos y obligaciones consignadas en él, o en su hoja de prolongación.
3. Clasificación de los títulos de crédito.
a. Clasificación según Escutti.
i. Al portador, a la orden y nominativos.
Segú los requisitos necesarios para su circulación ,se clasifican en: 1) al portador; 2) a la orden, y 3) nomi-
nativos.
En el título al portador, para estar legitimado para el ejercicio de los derechos cartulares, basta la posesión
del documento.
Título a la orden es el originariamente emitido a favor de determinada persona y pagadero a ella misma o
a quien tenga su posesión y aparezca como endosatario, esto es, como beneficiario de un endoso que se
manifiesta mediante la firma del endosante puesta al dorso del documento.
El título nominativo puede ser endosable o no endosable; para la transferencia del primero se requiere,
además del traslado de la posesión, el endoso y su anotación en un registro destinado a tales fines. El títu-
lo nominativo no endosable sólo puede ser transferido mediante la cesión de créditos.
AMPLIARÉ MÁS ABAJO.
ii. Causales y abstractos.
La distinción entre títulos causales y abstractos depende de la vinculación entre el título mismo y el nego-
cio fundamental que le ha dado origen.
Los títulos causales son aquellos en los cuales la causa de su creación tiene relevancia jurídica. Para que el
documento produzca consecuencias jurídicas previstas como típicas y normales por el ordenamiento jurí-
dico y las partes, su causa no debe estar afectada por ningún vicio que las perjudique. Las acciones, los de-
ventures, los títulos públicos, son ejemplo de títulos causales. En todos ellos se hace referencia a la causa
determinante de su creación.

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La abstracción es cuando la ley se limita a prescindir de la causa del título con miras a lograr una mayor ce-
leridad, y seguridad en la circulación.
La abstracción consiste en la desvinculación del documento respecto de la relación causal. El ejemplo típi-
co del título abstracto es la letra, que aunque mencione su causa, por imperio del ley está desvinculada del
negocio jurídico que le da origen.
La abstracción consiste en la desvinculación del documento de la relación causal, tiende a proteger la cir-
culación.
1. Desvinculación entre abstracción y autonomía.
La abstracción y la autonomía son cuestiones que no pueden confundirse. La primera desvincula el do-
cumento de la relación causal y no puede serle opuesta al tercero portador las excepciones que surgen
de ella. La segunda importa la existencia de un derecho originario, es decir, desvinculado de la posición
jurídica de sus anteriores portadores, y, por ende, al tenedor legitimado no se le pueden oponer las ex-
cepciones personales que se podrían haber opuesto a los anteriores portadores.
iii. Formales y no formales.
El título valor es formal cuando la ley exige para su existencia como tal el cumplimiento de determinados
recaudos formales.
Los títulos no formales no requieren el cumplimiento de solemnidades taxativamente preestablecidas.
iv. Completos e incompletos.
La clasificación tiene en cuenta la circunstancia de que el título deba ser autosuficiente o no.
Título completo es el que debe contener todos los elementos necesarios para su conformación cambiaria,
según el arquetipo legal. Por ejemplo, letra de cambio.
Por el contrario, título incompleto es aquel que por sí solo no es suficiente para determinar la directa e in-
tegral configuración de los derechos y obligaciones de los sujetos intervinientes. Ejemplo de ello es la ac-
ción.
b. Clasificación dada en clase.
i. Según si el negocio base se encuentra mencionado o no en el título cartular.
Se pueden clasificar en causales o abstractos. Son causales cuando en el cuerpo del título se encuentra
mencionado el negocio base. Su validez depende de las cláusulas de dicho negocio. Un ejemplo de ello son
las cartas de porte.
Son abstractos aquellos en los cuales no figura mencionado el negocio base. Aún en estos supuestos, de-
bemos recordar que siempre habrá un negocio subyacente. Ejemplos: cheque, pagaré, etc. (Leer definición
de Escutti)
ii. Según su modo de emisión.
Pueden clasificarse como singulares o emitidos en serie.
Los emitidos en serie son fungibles, se emiten en múltiples unidades, equivalentes entre sí, y fueron crea-
dos en una misma operación. Lo único que cambia es el Nº de serie. Son causales, su negociabilidad se rea-
liza a través de profesionales. V. gr., títulos valores en bancos, acciones.
Son singulares aquellos que son emitidos en razón de un negocio determinado, creado entre dos sujetos.
Se caracteriza por la individualidad del beneficiario, de la fecha de emisión y en el importe. Pueden ser
abstractos (como los valores cambiarios) o causales (certificado de emisión).
iii. Según el emisor.
Se pueden clasificar en públicos o privados.
Son públicos cuando el emisor es el Estado o una repartición estatal autárquica. Para que sean válidos ne-
cesitan ser previamente autorizados por una ley especial.
Son privados cuando se realizan entre particulares, ya sean personas físicas o personas jurídicas. Cuando
son realizados por PJ necesitan un mandato especial.

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iv. Según la ley de circulación.


1. Valores al portador.
En el título al portador, para estar legitimado para el ejercicio de los derechos cartulares, basta la pose-
sión del documento.
ARTICULO 1837.- «Concepto». Es título valor al portador, aunque no tenga cláusula expresa en tal sen-
tido, aquel que no ha sido emitido en favor de sujeto determinado, o de otro modo indicada una ley de
circulación diferente.
La transferencia de un título valor al portador se produce con la tradición del título.
a. Régimen del código comercial sobre títulos robados o perdidos.
ARTICULO 2661.- «Sustracción, pérdida o destrucción». La ley del Estado donde el pago debe cum-
plirse determina las medidas que deben adoptarse en caso de hurto, robo, falsedad, extravío, des-
trucción o inutilización material del documento.

Si se trata de títulos valores emitidos en serie, y ofertados públicamente, el portador desposeído de-
be cumplir con las disposiciones de la ley del domicilio del emisor.
2. Valor a la orden.
Título a la orden es el originariamente emitido a favor de determinada persona y pagadero a ella misma
o a quien tenga su posesión y aparezca como endosatario, esto es, como beneficiario de un endoso que
se manifiesta mediante la firma del endosante puesta al dorso del documento.
ARTICULO 1838.- «Tipificación». Es título valor a la orden el creado a favor de persona determinada.
Sin necesidad de indicación especial, el título valor a la orden se transfiere mediante endoso.
Si el creador del título valor incorpora la cláusula “no a la orden” o equivalentes, la transferencia del tí-
tulo valor debe hacerse conforme con las reglas de la cesión de derechos, y tiene los efectos propios de
la cesión.
Los títulos a la orden requieren endoso para ser transferidos.
El endoso es un acto unilateral de voluntad expresado al dorso del título valor con la sola firma del bene-
ficiario.
ARTICULO 1839.- «Endoso». El endoso debe constar en el título o en hoja de prolongación debidamen-
te adherida e identificada y ser firmado por el endosante. Es válido el endoso aun sin mención del en-
dosatario, o con la indicación “al portador”.
El endoso al portador tiene los efectos del endoso en blanco. El endoso puede hacerse al creador del
título valor o a cualquier otro obligado, quienes pueden endosar nuevamente el título valor.
ARTICULO 1840.- «Condición y endoso parcial». Cualquier condición puesta al endoso se tiene por no
escrita. Es nulo el endoso parcial.
ARTICULO 1841.- «Tiempo del endoso». El endoso puede ser efectuado en cualquier tiempo antes del
vencimiento. El endoso sin fecha se presume efectuado antes del vencimiento.
ARTICULO 1843.- Endoso en blanco. Si el título es endosado en blanco, el portador puede llenar el en-
doso con su nombre o con el de otra persona, o endosar nuevamente el título, o transmitirlo a un ter-
cero sin llenar el endoso o sin extender uno nuevo.
ARTICULO 1844.- Endoso en procuración. Si el endoso contiene la cláusula “en procuración” u otra si-
milar, el endosatario puede ejercer, incluso judicialmente, todos los derechos inherentes al título va-
lor, pero sólo puede endosarlo en procuración.
Los obligados sólo pueden oponer al endosatario en procuración las excepciones que pueden ser
opuestas al endosante.
La eficacia del endoso en procuración no cesa por muerte o incapacidad sobrevenida del endosante.
ARTICULO 1845.- Endoso en garantía. Si el endoso contiene la cláusula “valor en prenda” u otra similar,

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el endosatario puede ejercer, incluso judicialmente, todos los derechos inherentes al título valor, pero
el endoso hecho por él vale como endoso en procuración.
El deudor demandado no puede invocar contra el portador las excepciones fundadas en sus relaciones
con el endosante, a menos que el portador al recibir el título lo haya hecho a sabiendas en perjuicio de
aquél.
El endoso posterior al vencimiento produce los efectos de una cesión de derechos.
Pueden contener una cláusula a la orden, o no a la orden. Si contiene esa cláusula, que, la docente acla-
ra, debe figurar en mayúsculas y ente comillas, se transfiere por endoso en una cadena ininterrumpida
de endosantes. Mientras que si el mismo establece “NO A LA ORDEN”, se requiere una cesión de crédi-
tos, regida por el derecho común.
3. Valor nominativo.
El título nominativo puede ser endosable o no endosable; para la transferencia del primero se requiere,
además del traslado de la posesión, el endoso y su anotación en un registro destinado a tales fines. El tí-
tulo nominativo no endosable sólo puede ser transferido mediante la cesión de créditos.
Dice la docente que son emitidos a nombre de un beneficiario determinado, y se diferencia de los “a la
orden” por cuanto estos exigen una inscripción en el registro correspondiente para proteger al emisor y
beneficiario en caso de pérdida, robo o extravío.
Pueden ser clasificados en endosables o no endosables, según admitan o no el endoso como forma de
transmisión. Un ejemplo de valores nominativos no endosables son las acciones anotadas en registros
especiales para persona determinada. Tampoco pueden ser transmitidos vía cesión de créditos.
Los endosables se hallan regulados en el art. 1847 del CCC.
ARTICULO 1847.- «Régimen». Es título nominativo endosable el emitido en favor de una persona de-
terminada, que sea transmisible por endoso y cuya transmisión produce efectos respecto al emisor y a
terceros al inscribirse en el respectivo registro.
El endosatario que justifica su derecho por una serie ininterrumpida de endosos está legitimado para
solicitar la inscripción de su título.
Si el emisor del título se niega a inscribir la transmisión, el endosatario puede reclamar la orden judi-
cial correspondiente.
ARTICULO 1848.- «Reglas aplicables». Son aplicables a los títulos nominativos endosables las disposi-
ciones compatibles de los títulos valores a la orden.
Los no endosables se encuentran regulados por el art. 1849 del CCC.
ARTICULO 1849.- «Régimen». Es título valor nominativo no endosable el emitido a favor de una perso-
na determinada, y cuya transmisión produce efectos respecto al emisor y a terceros al inscribirse en el
respectivo registro.
v. Según la esencia de los derechos cartulares.
Pueden ser clasificaos en títulos de participación, de representación de mercaderías y dinerarios.
1. De participación.
Son aquellos que confieren derechos de participación. Por ejemplo, las acciones de las sociedades anó-
nimas, los valores de participación fiduciaria.
2. Representación de mercadería.
Son aquellos que dan derecho a la posesión de mercadería, y atribuyen al portador derechos de recep-
ción de la cosa. Ejemplo: los warrant que se basan sobre certificados de depósito.
3. Dinerarios.
Otorgan derecho a percibir una suma de dinero.
vi. Documentos de legitimación y títulos impropios.
Aclara la docente que estos no son títulos valores.

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Los documentos de legitimación son las entradas de espectçaculo, los tickets de medio de transporte y
demás títulos que no pertenecen a una persona determinada, ya que son al portador.
Los títulos impropios no tienen el destino natural y orgánico de circular. Ejemplos: giros bancarios.
El art. 1835 del CCC se refiere a ellos.

ARTICULO 1835.- Títulos impropios y documentos de legitimación. Las disposiciones de este Capítulo no
se aplican a los documentos, boletos, contraseñas, fichas u otros comprobantes que sirven exclusiva-
mente para identificar a quien tiene derecho a exigir la prestación que en ellos se expresa o a que ellos
dan lugar, o a permitir la transferencia del derecho sin la observancia de las formas propias de la cesión.
4. Extinción de las obligaciones cambiarias.
a. Formas de extinción según lo dado en clase.
La extinción de los títulos valores es la terminación de los efectos que ellos producen. En esta etapa final
se aplican también los principios especiales que rigen los valores y hemos estudiado, pero así también las
causales de extinción de las obligaciones establecidas por el Derecho común.
Algunos autores distinguen entre causas sustanciales de extinción y las causas formales.
i. Causas sustanciales.
Producen la extinción del derecho cartular. Pueden ser pago, novación, confusión, transacción, compensa-
ción, renuncia del derecho de acreedor, imposibilidad de pago. Están regidas por el derecho común.
ii. Causas formales.
Pérdida de soporte físico del valor, que conducen al procedimiento de “cancelación” o “amortización” del
valor.
Villegas analiza primero el vencimiento y el pago, que los explico aquí analizados por Escutti.
1. Escutti, formas: Vencimiento.
a. Concepto.
Éste es el momento a partir del cual se hace exigible la obligación cartular en función del acaecimiento
del evento previsto a tales fines por la ley. El vencimiento cumple múltiples funciones: es el momento
en que debe cumplirse la prestación dineraria; establece la oportunidad en que hay que formalizar el
protesto; determina el día inicial para el cómputo de la prescripción; fija el momento hasta el cual pue-
de transmitirse el título mediante endoso, etcétera.
El plazo de pago, que es el que determina el vencimiento, debe ser posible, único e incondicional, y de-
be surgir del tenor literal del título. Si el día del vencimiento es feriado, el pago puede exigirse el primer
día hábil siguiente (art. 98 del decreto).
b. Formas.
La ley indica cuatro formas de vencimiento taxativas que pueden presentar el pagaré y la letra y que,
de acuerdo con el art. 35, son las siguientes:
i. A día fijo.
El título a día fijo constituye la forma más simple y usual de vencimiento y es sumamente corriente en
el pagaré: consiste en indicar un día determinado. El vencimiento puede determinarse de múltiples
formas: el día, mes y año, con cifras y letras, o de otra forma indubitable.
ii. A tiempo fecha.
El vencimiento se produce por el transcurso del tiempo en él determinado, que se computa desde la
fecha del documento, “pagaré a los tres meses de la fecha”.
Así, los títulos a uno o varios meses fecha vencen en igual día del mes en el cual el pago debe efec-
tuarse y si no se indica día pertinente, vence el último día del mes.
iii. A cierto tiempo vista.
El plazo de pago empieza a computarse a partir de la vista del documento por parte del obligado prin-

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cipal.
En la letra, a cierto tiempo vista, el vencimiento surge: 1) de la aceptación fechada efectuada en el
propio título por el aceptante (art. 37, párrafo 1º, decreto 5965/63); 2) del protesto por falta de
aceptación; 3) del protesto por falta de fecha en la aceptación (art. 37, párrafo 3º), y 4) a falta de pro-
testo, la letra en la que consta la aceptación, pero no así la fecha se considera aceptada el último día
del plazo establecido para su presentación a ese fin (arts. 37 y 25).
Con respecto al pagaré, que por su naturaleza no requiere aceptación, el ordenamiento cambiario es-
tablece que debe presentárselo para su vista al suscriptor dentro del año de su fecha, (arts. 25 y 104
de dicho decreto), y el comienzo del plazo corre: 1) desde la fecha de la vista firmada y fechada por el
librador; 2) desde el protesto por la negativa del librador de dejar constancia de la vista; 3) desde el
protesto por la falta de fecha de la vista (arts. 27)m y 4) a falta de protesto, en el caso del pagaré en el
que existe constancia de la visa pero ésta carece de fecha, se considera realizada, respecto del sus-
criptor, el último día del plazo establecido para su presentación a ese fin.
En cuanto al cómputo del tiempo en estos títulos, son válidas las mismas consideraciones que las rea-
lizadas para los títulos a cierto tiempo fecha: vencen en igual día del mes en que el pago debe efec-
tuarse; se computan primero, en caso de haberse librado a uno o varios meses y medio vista, los me-
ses enteros; si no se indica día correspondiente, vencen el último día del mes
iv. A la vista.
El título a la vista es pagadero a su presentación. Debe presentarse para el pago dentro del plazo de
un año desde su fecha, pudiendo el librador abreviar o ampliar dicho plazo.
En los títulos a la vista, el vencimiento se produce con la presentación al cobro.
La presentación al cobro es la que hace producir el vencimiento.
En la letra a la vista, el vencimiento surge: 1 de la fecha de la vista puesta en el propio título por el gi-
rado, y 2) del protesto ocasionado por la falta de pago correspondiente en la oportunidad de la vista.
En estos títulos, la cláusula sin protesto se debe considerar como no escrita.
En el pagaré, el vencimiento surge: 1) de la fecha de la vista puesta por el librador, y 2) del protesto
por la negativa del librado a pagar el título en el momento de la vista.
c. Nulidad de otras formas de vencimiento.
La ley non admite otras formas de vencimiento que las mencionadas y expresamente dispone que los
títulos con vencimientos sucesivos son nulos. (art. 35).
d. Todas las normas sobre vencimiento.
Art. 35. – La letra de cambio puede girarse:
A la vista.
A un determinado tiempo vista.
A un determinado tiempo de la fecha.
A un día fijo.
Las letras de cambio giradas a otros vencimientos distintos de los indicados o a vencimientos sucesi-
vos son nulas.
Art. 36. – La letra de cambio a la vista es pagable a su presentación. Ella debe presentarse para el pa-
go dentro del plazo de un año desde su fecha, pudiendo el librador disminuir o ampliar este plazo.
Estos plazos pueden ser abreviados por los endosantes. El librador puede disponer que una letra de
cambio a la vista no se presente para el pago antes de un término fijado. En tal caso el plazo para la
presentación corre desde este término.
Art. 37. – El vencimiento de la letra de cambio a cierto tiempo vista se determina por la fecha de la
aceptación o del protesto.
En los protestos por notificación postal a cargo de un banco (artículos 68 y siguientes) se considera, a

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los efectos del cómputo del tiempo vista, como fecha de protesto de la recepción de la notificación
postal por el destinatario o, en caso de no poderse efectuar la entrega de la pieza postal, la del día
que figure en la constancia del correo de no haberse podido efectuar la entrega.
A falta de protesto, la aceptación que no indique fecha se considera otorgada, respecto del aceptan-
te, el último día del plazo establecido para presentarla a la aceptación.
Art. 38. – La letra de cambio girada a uno o varios meses fecha o vista vence el día correspondiente
del mes en el cual el pago debe efectuarse. A falta del diá correspondiente la letra vence el último día
del mes.
Si la letra hubiese sido girada a uno o más meses y medio fecha o vista, se computan primero los me-
ses enteros.
Si el vencimiento hubiese sido fijado para el principio, la mitad (mitad de enero, mitad de febrero,
etcétera) o a fines del mes, la letra de cambio vence, respectivamente, el primero, el quince o el úl-
timo día del mes.
Las expresiones "ocho días", "quince días", se entienden no una o dos semanas sino un plazo de ocho
o de quince días.
Las expresiones "medio mes" indican un término de quince días.
Art. 39. – Cuando una letra de cambio fuese pagable a día fijo en un lugar donde el calendario es di-
ferente del que rige en el lugar donde la letra ha sido creada, la fecha del vencimiento se entiende fi-
jada según el calendario del lugar del pago.
Cuando una letra de cambio girada entre dos (2) plazas que tienen diferente calendario fuese paga-
ble a cierto tiempo de la fecha, el vencimiento se determina contando desde el día que, según el ca-
lendario del lugar del pago, corresponda al día del libramiento de la letra.
Los términos para la presentación de la letra de cambio se calculan de conformidad con las reglas del
párrafo precedente.
Estas disposiciones no son aplicables si una cláusula inserta en la letra de cambio o bien las simples
enunciaciones del título indican que la intención ha sido adoptar normas distintas.
2. Pago.
Pago es el cumplimiento de la prestación objeto de la obligación contraída. Adaptando esta definición a
los títulos valores, se puede conceptualizar este como “el cumplimiento de la promesa efectuada por el
librador, de pagar o hacer pagar la suma de dinero indicada en el título” art. 40 del decreto.
a. Legitimación.
Ésta puede ser activa o pasiva, en consideración a la actividad cambiaria.
i. Activa.
Puede exigir el pago del título de crédito quien aparece legitimado por la posesión de documento,
mediante una cadena regular de endosos, aunque el último sea en blanco (art. 17).
Puede exigir el pago el portador legítimo pero también puede hacerlo su representante legal o
mandatario, un endosatario en procuración y quien sea endosatario en garantía.
ii. Pasiva.
Los obligados al pago del título son, en primer lugar, el librador del pagaré, el aceptante de la letra
de cambio y sus respectivos avalistas. El pago puede hacerse por medio de mandatario.
La letra de cambio y el pagaré son documentos que deben presentarse y exhibirse al deudor para
que pueda éste determinar si el portador está o no legitimado por la serie ininterrumpida de endo-
sos.
El tenedor del documento no necesita acreditar la legitimidad del mismo, ni de los endosatarios an-
teriores a él.
Pero el deudor cambiario que paga el título cartular tiene el deber de averiguar la identidad del por-

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tador que se la presenta.


El pago, para ser válido, debe ser efectuado por quien goza de capacidad para ello y hecho a quien
sea capaz de percibirlo.
El pago, para ser válido, debe ser efectuado por quien goza de capacidad para ello y hecho a quien
sea capaz de percibirlo.
b. Consecuencias.
Los efectos del pago dependen de quien lo hace.
Si lo realiza el librador del pagaré o el aceptante de la letra, se extinguen los derechos emergentes del tí-
tulo y quien pagó no tiene derecho a ir cambiariamente contra ninguno de los otros obligados.
Distinto es el caso del pago realizado por alguno de los otros obligador, por ej., un avalista o endosante:
éstos pueden ir cambiariamente contra los demás obligados anteriores a ellos.
Por ello se distingue entre quien paga la letra (principal obligado) y quien la abona (restantes obligados
cartulares).
c. Lugar de pago.
El art. 41 del decreto dispone que el título debe presentarse para el pago ene lugar y dirección indicados.
Es el portador quien debe concurrir al lugar de pago a exigírselo al deudor.
Cuando nos e lo indica en el título, debe presentarse para su pago en el domicilio del girado o en el del a
persona designada en la propia letra para efectuar el pago por el girado.
De conformidad con el art. 2º de dicho decreto si se hubieran establecidos varios lugares de pago, queda
al arbitrio del portador elegir dónde exigirlo.
Aunque respecto del pagaré cuando en el título no se indica expresamente un lugar de pago, se conside-
ra como lugar de pago y domicilio del suscriptor el de creación del título.
d. Pago anticipado.
El pago del título debe exigirse el día del vencimiento o uno de los dos días hábiles sucesivos .El art. 43
de dicho ordenamiento declara que el portador del título “no está obligado a recibir el pago antes del
vencimiento”. El obligado que paga antes de esa fecha lo hace por su cuenta y riesgo. Por su parte, el pa-
go efectuado oportunamente es liberatorio, tal como lo dispone el art. 43 del decreto, ya que el deudor
sólo podrá ser compelido a pagar nuevamente si actuó con dolo o con culpa grave.
e. Prueba del pago.
La forma idónea es la constancia de pago inserta ene l título, su entrega y el pertinente recibo. El único
caos en que no es dable exigir la entrega del título es en el del pago parcial, pero en este supuesto se de-
be exigir además del recibo, su anotación en el documento.
El deudor de una letra de cambio o de un pagaré que pretende liberarse mediante la entrega del importe
correspondiente, en la oportunidad en que lo realiza debe solicitar que se le extiende el pertinente reci-
bo y se le entregue el título para evitar el riesgo de tener que pagar nuevamente.
La posesión del título por parte del deudor implica presunción de pago, aun cuando no exista constancia
de éste en el título.
3. Robo, pérdida y destrucción de valores. (Villegas)
a. El por qué de la “amortización” o “cancelación” de los valores cambarios.
Hueck-Canaris expresan –refiriéndose a la ley cambiaria alemana- que dado que la letra de cambio es un
título valor, el ejercicio del derecho incorporado al título presupone la posesión del documento. En caso
de pérdida o destrucción del documento, la consecuencia lógica debería ser que el derecho no pudiera
ser ejecutado. Esto sería un duro golpe para el tenedor d ela letra que quizá la extravió sin culpa alguna.
Por estas razones, la ley establece una vía que permite el ejercicio del derecho a pesar de la pérdida de la
letra. Ellos e logra a través de la amortización y declaración de anulación de la letra. Por medio de este
proceso judicial se determina la legitimación del tenedor desposeído y, al mismo tiempo, se declara sin

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valor la letra, de forma que ni siquiera un tercer adquirente de buena fe pueda exigir derecho algún so-
bre la letra. Además se garantiza al deudor que paga al tenedor desposeído que no podrá ser reclamado
de pago por un tercero.
b. Valores a la orden.
La letra de cambio, como todo título valor “a la orden”, circula por simple endoso, que consiste, las más
de las veces, en una firma colocada al dorso del título. Este procedimiento tan sencillo puede facilitar la
acción de mala fe de terceros en caso de pérdida o destrucción de la letra, e inclusive facilitar su sustrac-
ción. De ese modo, esos terceros de mala fe estarían vulnerando los derechos de los verdaderos acree-
dores. Es precisamente por ello que la ley ha creado un procedimiento para estos supuestos, que se lla-
ma de “amortización”, “anulación” o “cancelación”, de la letra de cambio y que aplica también a los de-
más valores “a la orden”.
Se trata de un procedimiento judicial. El portador debe, en primer término, poner en conocimiento el
hecho de la pérdida, destrucción o sustracción de la letra, al librador y al girado. Después comparecer an-
te el juez letrado del lugar donde la letra debe pagarse o del domicilio del portador, denunciar tal cir-
cunstancia y prestar fianza a satisfacción.
El decreto ley 5965/63 regula sobre el procedimiento de “cancelación2 de la letras de cambio, en caso de
pérdida, sustracción o destrucción.
Efectuada la denuncia y prestado fianza, le juez, previas averiguaciones del caos, resolverá haciendo lu-
gar o no al pedido de cancelación de la letra o título. Si lo hace, dispondrá la notificación de ello al libra-
dor y al girado y ordenará publicar edictos por quince días. Una vez vencido el plazo de sesenta días con-
tados desde la última publicación, autorizará el pago de la letra o título respectivo al portador si la letra
hubiera vencido o fuera a la vista. Si no lo hubiera vencido, se pagará a su vencimiento, siempre y cuando
nos e presente en ese lapso un tercero a deducir oposición al pedido de “cancelación” o “anulación”.
Porque bien podría suceder que se trate de una “maniobra” del portador y en realidad haya transferido
esa letra y exista un tercero con título legítimo para cobrarla. En tal supuesto, la ley autoriza a éste a pre-
sentarse en el juicio y deducir oposición. Si nadie se presenta durante la publicación de los edictos o en el
plazo posterior a los sesenta días, se deberá pagar la letra al portador que inició el trámite judicial de
“cancelación”.
Como se observará, en realidad no se “cancela” ni se “anula” la letra en sí, sino que se impide su circula-
ción para evitar perjudicar a su legítimo portador.
c. Valor nominativos.
Respecto a valor expedido en favor de determinada persona de la que existe constancia en el registro del
emisor, y cuyas transferencias requieren también de dicho registro (caso de las acciones nominativas y
de los warrants, entre otros), existen previsiones especiales en los distintos ordenamientos.
d. Valores al portador y cupones.
Hemos visto que en los valores cartulares la posesión del documento legitima al tenedor y que en virtud
de ello la ley ha consagrado una presunción en su favor. De manera que el poseedor de buena fe adquie-
re una posición inatacable, presunción fundada en la necesidad de favorecer la seguridad del tráfico.
En el capítulo III del título XI del CCom, a partir del art. 746 se establecían una serie de reglas a seguir pa-
ra los tenedores de los títulos valores, reglas que hoy desaparecen en el nuevo CCC. El art. 746 establecía
la obligación de los tenedores de esos títulos debe observar las precauciones necesarias para la conser-
vación, prescribiendo que en caso de incumplimiento ellos sufrirán las consecuencias de las pérdidas, ro-
bo, estafa, abuso de confianza y destrucción parcial o total.
4. La novación.
La novación es “la transformación de una obligación en otra”, según al regla del art. 801 del CC. La nova-
ción extingue la obligación principal con sus accesorios y las obligaciones accesorias. (Nuevo CCC: art.

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940).
La novación no se presume, siendo necesario que la voluntad de las partes se manifieste claramente en
la nueva convención, o que la existencia de la obligación sea incompatible con la nueva. (Art. 934, nuevo
CCC).
En materia de valores la regla es que la emisión de un valor no extingue la obligación que es su “causa” o
“relación fundamental”. Es decir quien da un cheque, una letra de cambio o un pagaré en pago de una
deuda proveniente de un mutuo, no lo extingue por el sólo hecho de entregar el título valor. Recién el
cobro del valor por el acreedor producirá la extinción de la deuda. Pero el sólo hecho de la emisión de
valore son tiene efectos novatorios.
Una excepción a ese principio lo consagra la ley 24.441en materia de “letras hipotecarias”, donde su
emisión produce la extinción del mutuo hipotecario que le da origen (art. 37).
En materia de valores cartulares se asigna efectos novatorios a la “renovación” de la letra de cambio, por
ejemplo. Pero se exige que se conste en la letra extinguida la emisión de una nueva.
5. Compensación.
La compensación está prevista en los distintos ordenamientos legales como un medio de extinción de las
obligaciones en general, junto con el pago, la novación, la confusión. Como tal es aplica a las obligaciones
que constan en valores, sean cartulares o no. Lo que sucede es que la compensación para se opuesta
como excepción en un juicio ejecutivo se requiere que el crédito a compensar resulte de documento que
traiga aparejada ejecución, como dice el art. 544 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
6. La confusión.
La confusión es la reunión en la misma persona de la calidad de acreedor y deudor, y ella extingue la
deuda.
En el caso de los títulos valores si el título resulta adquirido por el principal obligado, se produciría su ex-
tinción.

5. Letras de cambio, pagaré.


a. Letras de cambio. (Extracto de clases)
i. Definición
Es una carta firmada y exedida por el librador. Consta de tres partes, una relación trilateral: girador ó li-
brador─ el girado ─ beneficiario.
Laletra de cambio puede ser fabricada en cualquier material, siempre que pueda cumplir sus funciones
económicas-jurídicas.
Normalmente se inserta en una hoja de papel de cualquier clase y dimensión, apta para recibir las declara-
ciones cambiarias.
También es irrelevante que el documento esté impreso, manusctrio, mecanografiado, litografiado, etc.
ii. Requisitos.
Artículo1° – La letra de cambio debe contener:
1° La denominación "letra de cambio" inserta en el texto del título y expresada en el idioma en el cual
ha sido redactado o, en su defecto, la cláusula "a la orden";
2° La promesa incondicionada de pagar una suma determinada de dinero;
3° El nombre del que debe hacer el pago (girado);
4° El plazo del pago;
5° La indicación del lugar del pago;
6° El nombre de aquel al cual, o a cuya orden, debe efectuarse el pago;
7° La indicación del lugar y fecha en que la letra ha sido creada;
8° La firma del que crea la letra (librador).

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Esta enumeración tiene carácter de taxativa, y establece requisitos de existencia, no de validez, por lo que
si alguno de ellos falta, la letra de cambio no es nula, simplemente queda configurada como otro tipo de
letra de cambio.
1) Denominación de letra de cambio: la exigencia de la mención “letra de cambio” fue introducida en la
ordenanza cambiaria germana con el propósito de hacer de la letra de cambio un documento inconfundi-
ble.
2) Promesa incondicionada de pagar una suma de dinero: debe tratarse de una promesa pura y simple de
pagar ineludiblemente una suma de dinero que debe estar perfectamente determinada en su calidad y
cantidad.
3) Nombre del girado: el art. 1º, inciso tercero, exige el nombre de quien debe hacer el pago; la persona a
quien el librador que abone esa letra de cambio. Es indispensable el nombre del girado, por lo menos al
momento de ejercer los derechos cartulares.
4) Plazo para el pago: se indican, a su vez, cuatro formas de vencimiento que pueden tener las letras y,
que de acuerdo con el art. 35 de la ley, pueden ser: a la vista; a un determinado tiempo de vista; a un de-
terminado tiempo de la fecha, y a un día fijo. La letra de cambio es pagadera a su presentación. Debe pre-
sentarse para el pago dentro del plazo de un año desde su fecha, pudiendo el librador disminuir o ampliar
este plazo.
5) Lugar de pago: la mención del lugar de pago es un requisito natural de la letra, pues a fala de especial
indicación, el lugar desinado al lado del nombre el girado se considera lugar de pago y domicilio del girado.
Por su parte, e art. 41 del decreto ley expresa que la letra de cambio debe presentarse para el pago en el
lugar y dirección indicados en ella. Escutti acota, siguiendo a Cámara, que la letra de cambio carente de lu-
gar de pago y sin domicilio del girado al lado de su nombre, no es título valor por faltarle un requisito
esencial.
6) Nombre del tomador: en la letra de cambio se debe mencionar como condición sine qua non, el nombre
del tomador o beneficiario. El art. 3º de la misma norma admite que el librador sea al mismo tiempo bene-
ficiario de la letra.
7) Indicación del lugar en que ha sido creado la letra: la falta de mención está suplido por el art. 2º del de-
creto.
8) Indicación de la fecha de creación del título: la importancia se manifiesta respecto a la capacidad del li-
brador, la determinación del vencimiento de la letra, el cómputo de los plazos para la presentación y la
prescripción.
9) Firma del librador. Este elemento pertenece a la esencia de la letra de cambio, y es el único que jamás
debe omitirse en el momento de la creación. La impresión digital no suple la firma d ela letra de cambio,
aunque en el propio título conste una certificación notarial referente a su autenticación.
La firma del librador debe cerrar la declaración cambiaria, aunque la ley no habla de “suscripción” ni fija su
lugar ene l documento. Asimismo, la firma debe estar después de la declaración cambiaria.

Art. 2° – El título al cual le falte alguno de los requisitos enumerados en el artículo precedente no es le-
tra de cambio, salvo los casos que se determinan a continuación.
La letra de cambio en la que no se indique plazo para el pago, se considera pagable a la vista.
A falta de especial indicación, el lugar designado al lado del nombre del girado se considera lugar del pa-
go, y también, domicilio del girado.
La letra de cambio en la que no se indica el lugar de su creación se considera suscrita en el lugar men-
cionado al lado del nombre del librador.
Si en la letra de cambio se hubiese indicado más de un lugar para el pago, se entiende que el portador
puede presentarla en cualquiera de ellos para requerir la aceptación y el pago.

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Como podemos observar, prima el principio de conversión.


Las letras de cambio son transmisibles por endoso o por cesión (a la orden o no a la orden).
Art. 6° – La letra de cambio que lleve escrita la suma a pagarse en letras y cifras vale, en caso de diferen-
cias, por la suma indicada en letras.
Si la suma a pagarse hubiese sido escrita más de una vez, en letras o en cifras, la letra vale, en caso de
diferencias, por la suma menor.
Art. 12. – La letra de cambio es transmisible por vía de endoso aun cuando no estuviese concebida a la
orden.
Cuando el librador haya insertado en la letra de cambio las palabras "no a la orden" o una expresión
equivalente, el título sólo es transmisible en la forma y con los efectos de una cesión ordinaria, salvo
que sea transferido a favor de una entidad financiera comprendida en la Ley Nº 21.526 y sus modificato-
rias, en cuyo caso podrá ser transmitido por simple endoso.
Art. 27. – La aceptación debe hacerse en la letra de cambio y expresarse con la palabra "aceptada", "vis-
ta" u otra equivalente; debe ser firmada por el girado.
La simple firma del girado puesta en el anverso de la letra importa su aceptación, aun cuando fuere gi-
rada a cierto tiempo vista.
Si la letra fuese pagable a cierto tiempo vista o si en virtud de cláusulas especiales debiese ser presenta-
da para la aceptación dentro de un plazo establecido, la aceptación debe contener la fecha del día en
que se hace, a menos que el portador exija que se ponga la fecha de la presentación. Si se omitiese la fe-
cha, el portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y contra el librador, deberá hacer
constar esa omisión mediante protesto formalizado en tiempo útil.
Art. 30. – Con la aceptación el girado queda obligado a pagar la letra de cambio a su vencimiento.
A falta de pago el portador, aun cuando fuese el librador, tiene contra el aceptante una acción directa
resultante de la letra de cambio por todo cuanto puede exigírsele en virtud de los artículos 52 y 53.
El girado que acepta queda obligado, aun cuando ignorase el estado de falencia del librador.
iii. Caracteres.
a) Es un título valor
b) Es transmisible (vía endoso o cesión)
c) Es privado (a diferencia del cheque)
b. Pagaré.
i. Definición.
Es un valor cartular abstracto por el cual una persona promete incondicionalmente pagar una suma de di-
nero a otro en el lugar y fecha indicados. No interviene un banco girado, por lo cual es una relación jurídica
en la que intervienen solamente dos sujetos: el librador y el beneficiario.
ii. Requisitos.
Art. 101. – El vale o pagaré debe contener:
a) La cláusula “a la orden” o la denominación del título inserta en el texto del mismo y expresada en el
idioma empleado para su redacción;
b) La promesa pura y simple de pagar una suma determinada;
c) El plazo de pago;
d) La indicación del lugar del pago;
e) El nombre de aquél al cual o a cuya orden debe efectuarse el pago, salvo que se trate de un pagaré
emitido para su negociación en los mercados de valores, en cuyo caso este requisito no será exigible;
f) Indicación del lugar y de la fecha en que el vale o el pagaré han sido firmados;
g) La firma del que ha creado el título (suscriptor).
A los efectos de la negociación de pagarés en los mercados de valores de conformidad con lo previsto en

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el artículo 2° de la ley 26.831, el instrumento podrá prever un sistema de amortización para el pago del
capital con vencimientos sucesivos en cuotas. La falta de pago de una o más cuotas de capital faculta al
tenedor/acreedor a dar por vencidos todos los plazos y a exigir el pago del monto total del título. Los
pagarés emitidos bajo estas condiciones no serán pasibles de la nulidad prevista en el último párrafo del
artículo 35 del presente decreto ley.
1) Denominación del título o cláusula “a la orden”. Al igual que respecto de la letra de cambio, la exigencia
en torno a la mención del nombre del título es para garantizar la inconfundibilidad del pagaré, principal-
mente para advertencia del suscriptor en cuanto a las consecuencias que emanan del título en cuestión.
Puede lelvar tanto la denominación de “vale” como de “pagaré”.
2) Promesa pura y simple de pagar una suma de dinero: símil a lo expuesto respecto a la letra de cambio.
3) Plazo para el pago: Dice, a su vez, el art. 102 que el vale o pagaré en el c ual no se haya indicado el plazo
para el pago se considera pagable a la vista, lo cual no se contradice con lo expuesto en el art. 35 siempre
y cuando la no expresión de la fecha de vencimiento equivalga al libramiento a la vista.
4) Lugar de pago: Es uno de los requisitos naturales, ya que a falta de mención expresa, el lugar de pago y
el domicilio del suscriptor se consideran establecidos en el lugar de creación del título.
Al igual que en la letra de cambio, la importancia del lugar de pago deriva de que en referencia a él se de-
terminará la competencia judicial, el lugar donde ha de exigirise el cumplimiento y donde tiene que hacer-
se el protesto.
5) Nombre del tomador: Si el pagaré contiene la indicación de varios tomadores, cuando lo son conjunta-
mente, los derechos cambiarios osn indivisibles, es decir sólo pueden ejercerse por todo slos tomadores
en conjunto; cuando al indicación es alternativa cada beneficiario puede ejercer íntegramente esos dere-
chos, excluyendo el de los demás.
6) Indicación del lugar y fecha en el que ha sido firmado el pagaré: La inserción del lugar de emisión es un
requisito formal relacionado con la esencia del documento. No es válido como pagaré el documento en
que se haya omitido mencionar el lugar en que se firmó.
7) Firma del librador. Este elemento hace a la esencia del pagaré y no puede ser omitido e el momento de
la creación.
Al igual que en la letra de cambio, la firma debe ser de puño y letra del librador y ante su inexistencia de
nada vale cualquier tipo de prueba documental que pretenda demostrar la voluntad de crear el título en
cuestión.
La firma del librador cierra normalmente la declaración cambiaria, aunque la ley no establece expresa-
mente que su lugar es el anverso del documento.
iii. Naturaleza jurídica.
Título cartular. Es transmisible por endoso o por cesión.
iv. Función económica.
De garantía.
v. Normas.
De aplicación subsidiaria lo expuesto sobre la letra de cambio.

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Bolilla 6
1. Títulos valores cambiarios.
a. Inserción en la teoría de los títulos valores.
La denominación de «títulos valores» permite la inclusión de documentos que, aunque representan valo-
res, no reúnen los requisitos generales propios de la disciplina que comprende la materia y, por ende, no
le pueden ser aplicadas sus normas. El nombre de «títulos de crédito» deja fuera de su órbita los títulos
valores que, aunque no regulados por las normas específicas de la materia, no son representativos de cré-
ditos, como, por ejemplo, la acción de una sociedad anónima. La denominación de «títulos circulatorios»
tampoco está exenta de críticas aunque es la más adecuada, pues hace referencia al fenómeno de la circu-
lación como elemento sustentador de sus caracteres, denominador común de todos los instrumentos re-
gidos por nuestra materia.
b. Cheque. Estructura jurídica.
Dice Escuti que «cheque» es el título valor formal, abstracto y completo, que contiene una orden incondi-
cional dada a un banco, de pagar al parador una suma determinada de dinero y que obliga a su creador.
El art. 1º del derogado decreto ley 4776/63 expresaba: “El cheque es una orden de pago pura y simple li-
brada contra un banco en el cual el librador tiene fondos depositados a su orden en cuenta corriente ban-
caria o autorización para girar en descubierto”.
Fontanarrosa analizaba la definición legal, manifestando que: a) la palabra pago no está empleada en su
acepción técnico-jurídica, sino en su significado corriente de entrega de una suma de dinero; b) la orden
de pago contenida en el cheque debe ser pura y simple, esto es, incondicionada; c) la orden tiene que ser
librada contra un banco y d) el librador debe tener en el banco fondos depositados en cta. cte. bancaria o
autorización para su funcionamiento. Es decir, establecía como requisito interno del cheque y presupuesto
de su normal funcionamiento, la existencia de la provisión y de la cuenta corriente. Pero su inexistencia
no conspiraba contra la validez formal del instrumento ni contra su fuerza ejecutiva
El texto vigente (ley 24.452, modificado por la ley 24.760) no contiene definición alguna. Su artículo prime-
ro distingue entre cheque común y cheque de pago diferido.
Por otra parte, el cheque sólo puede ser girado contra un banco, pero éste no es parte en la relación cam-
biario y solamente está obligado con el librador mediante una relación contractual de naturaleza extra-
cambiaria.
c. Requisitos internos y requisitos externos del cheque.
i. Requisitos sustanciales: capacidad y representación.
La capacidad para librar cheques es exactamente igual a la prevista para obligarse cambiariamente. Es de-
cir, sólo pueden librar cheques los mayores de edad, y los que no estén comprendidos en las capacidades
restringidas.
a) El decr. Ley 4776/63, a diferencia del régimen cambiario, no contenía normas específicas que regularan
la representación en el cheque. Sin embargo, tal carencia se vio compensada, en gran parte, por las nor-
mas del Banco Central que, incluso, excluyeron la posibilidad del pago de cheques suscriptos por personas
que no hubieran sido autorizadas por el titular de la cuenta corriente en la forma prevista por el mencio-
nado ordenamiento reglamentario.
b) Innovando respecto al régimen anterior, el ordenamieto del cheque trae normas específicas que regu-
lan la independenciade la sobligaciones cambiarias y la representación, siguiendo pautas ginebrinas y del
decr. Ley 5965/63 (art. 8º).
El art. 10 de la ley de cheque dice: «Si el cheque llevara firmas de personas incapaces de obligarse por che-
que, firmas falsas o de personas imaginarias o firmas que por cualquier otra razón no podrían obligar a las
personas que lo firmaron o a cuyo nombre el cheque fue firmado, las obligaciones de los otros firmantes no

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serían, por ello, menos válidas. El que pusiese su firma en un cheque como representante de una persona
de la cual no tiene poder para ese acto, queda obligado el mismo cambiariamente como si hubiese firmado
a su propio nombre; y si hubiese pagado, tiene los mismos derechos que hubiera tenido el supuesto repre-
sentado. La misma solución se aplicará cuando el representado hubiere excedido sus facultades».
c) En lo referente a la capacidad pasiva, nuestro ordenamiento solo permite que sea librado contra una
entidad financiera (banco).
ii. Exigencias de contenido del acto de creación (requisitos formales). Consecuencia de su omisión.
El art. 2º de la ley de cheque contiene el contenido formal de la misma: «El cheque común debe contener:
1. La denominación "cheque" inserta en su texto, en el idioma empleado para su redacción;
2. Un número de orden impreso en el cuerpo del cheque;
3. La indicación del lugar y de la fecha de creación;
4. El nombre de la entidad financiera girada y el domicilio de pago;
5. La orden pura y simple de pagar una suma determinada de dinero, expresada en letras y números,
especificando la clase de moneda. Cuando la cantidad escrita en letras difiriese de la expresa en núme-
ros, se estará por la primera;
6. La firma del librador. El Banco Central autorizará el uso de sistemas electrónicos de reproducción de
firmas o sus sustitutos para el libramiento de cheques, en la medida que su implementación asegure la
confiabilidad de la operación de emisión y autenticación en su conjunto, de acuerdo con la reglamenta-
ción que el mismo determine. (Inciso sustituido por art. 11, inciso b) de la Ley N° 24.760 B.O. 31/1/1997.
Vigencia: a partir de la publicación de la ley de referencia)
El título que al ser presentado al cobro careciere de algunas de las enunciaciones especificadas prece-
dentemente no valdrá como cheque, salvo que se hubiese omitido el lugar de creación en cuyo caso se
presumirá como tal el del domicilio del librador.»
1. Denominación «cheque».
Debe insertarse en el texto, en el idioma empleado para su redacción. Constituye un elemento esencial y
su omisión implica la invalidez del cheque.
2. Número de orden impreso en el cheque.
El Nº de orden debe constar en el cuerpo del documento. El Nº de orden corrido de los cheques permite
determinar con rapidez y certeza si el cheque pertenece o no al cuaderno del librador; individualiza el
documento, permitiendo determinar la comprobación de un pago hecho por su intermedio; dificulta
maniobras ilícitas, etcétera.
El art. 4º, párr. 1º, de la ley 24.452 dispone: «El cheque debe ser extendido en una fórmula proporcio-
nada por el girado. En la fórmula deberán constar impresos el número del cheque y el de la cuenta co-
rriente, el domicilio de pago, el nombre del titular y el domicilio que este tenga registrado ante el gira-
do, identificación tributaria o laboral o de identidad, según lo reglamente el Banco Central de la Repú-
blica Argentina».
La doctrina aduce la invalidez del cheque librado en papel corriente, pues sostiene que el Nº de orden
sólo puede figurar en una fórmula integrante del cuaderno preparado por la entidad financiera. Tal doc-
trina entiende que el cheque para ser tal, debe ser extendido en una fórmula bancaria y que, de lo con-
trario, es inválido. Dice Escuti que él entiende que la solución no es aceptable en último supuesto: si al tí-
tulo de crédito se lo “instrumenta” en una fórmula bancaria falsificada o que tenga la apariencia de tal,
cambiariamente no se le pueden hacer objeciones: el firmante es un obligado cartular.
3. Lugar de creación.
El nuevo ordenamiento habla de creación del cheque y con ello se evitarán los problemas que se plan-
teaban con el texto derogado, que hablaba de emisión. Es importante determinar el lugar de creación,
aunque el cheque se rige por la ley de domicilio del banco girado (art. 3º, ley 24.452). El art. 2º, párr. 2º,

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dice: «El título que al ser presentado al cobro careciere de algunas de las enunciaciones especificadas
precedentemente no valdrá como cheque, salvo que se hubiese omitido el lugar de creación en cuyo
caso se presumirá como tal el del domicilio del librador».
En caso de que se omita el lugar de creación del cheque, se presume que ha sido librado en el domicilio
que el titular de la cuenta tiene registrado ene l banco.
Por su parte, el párr. 2º del art. 3º dispone que el domicilio registrado ante el girado puede ser conside-
rado domicilio especial a todos los efectos legales.
4. Nombre del girado y domicilio de pago.
La ley recientemente sancionada tiene, como requisito principal, la inclusión del nombre del girado, así
como el domicilio de pago.
El art. 3º de la ley 24.452 dice: «El domicilio del girado contra el cual se libra el cheque determina la ley
aplicable. El domicilio que el librador tenga registrado ante el girado podrá ser considerado domicilio
especial a todos los efectos legales derivados del cheque».
En virtud de las discrepancias jurisprudenciales sobre los alcances del domicilio especial, GÓMEZ LEO ha
señalado que se había dictado doctrina plenaria en el sentido de que en la ejecución del cheque la com-
petencia territorial está dada, en principio, por el domicilio del banco sobre el cual fue librado el cheque
y, subsidiariamente, a opción del tenedor, por el domicilio que el titular de la cuenta tiene registrado en
el banco; dicha doctrina no se aplica cuando el ejecutado es un endosante del cheque rechazado. Tam-
bién se ha resuelto que si el portador legitimado del cheque rechazado opta por la competencia territo-
rial de juez del domicilio que el librador tiene registrado en el banco girado, se someterán a ella todos los
firmantes del cheque incluidos los endosantes y los avalistas.
5. Orden pura y simple de pagar una suma de dinero.
Debe tratarse de una promesa pura y simple de pagar ineludiblemente una suma de dinero, que debe es-
tar perfectamente determinada en su calidad y cantidad. El cheque debe tener especificada en letras y
números una especie de moneda.
El girado debe ser siempre un banco y éste no puede librar cheques contra sí mismo, porque significaría
cambiar la naturaleza jurídica del instrumento que, de una orden dirigida al girado, se convertiría en una
promesa de pago de éste. Sin embargo, la prohibición no opera ene l caso del cheque librado entre dos
establecimientos diferentes de un mismo librador.
La promesa tiene que ser incondicionada, es decir, pura y simple, como se expresa en otros artículos;
cualquier otra condición impuesta quita al documento el carácter de título valor.
El importe a pagar se debe consignar en letras y cifras, y solamente puede referirse a sumas de dinero,
excluyéndose todo otro tipo de prestaciones.
La suma de dinero debe ser “expresada dos veces, en letras y números, so pena de nulidad del título. En
caso de que difieran, la ley otorga mayor validez a la cantidad escrita en letras, porque considera que es
más difícil de adulterar” dice Garibaldi, quién agrega “si la cantidad expresada en letras hubiera sido es-
crita varias veces, se deberá tener en cuenta la suma menor, por aplicación, ante el silencio de la ley, de
lo dispuesto por el decreto ley 5965/63”.
Art. 9º de la ley 24.452- «Toda estipulación de intereses inserta en el cheque se tendrá por no escrita».
6. Firma del librador.
La firma del librador debe cerrar la declaración cambiaria, aunque la ley no habla de “suscripción” ni fija
el lugar en el documento ni se refiere a la izquierda o derecha de su anverso.
Puede firmar personalmente o por representación. La impresión digital no suple la firma del cheque,
aunque existiere una declaración notarial referente a la identificación del autor de la huella dactilar.
Quien firma un cheque por sí o por intermedio de un representante con habilitación a tales fines, es el
único obligado cambiario, aun en el caso de que se haya utilizado un formulario perteneciente a una

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cuenta a nombre indistinto de dos o más personas. Ante la falta de pago de un cheque perteneciente a
una cuenta a nombre indistinto de dos o más personas, librado por una de ellas, sólo a quien firmó se le
pueden hacer los reclamos cambiarios pertinentes, y nada puede reclamársele al titular de la cuente que
no firmó el título.
La regla es que la firma debe ser de puño y letra del librador. Sin embargo, resulta dable recordar, en
concordancia con las modernas tecnologías, que el art. 2º, inc. 6 de la ley de cheques, estatuye: «El Ban-
co Central autorizará el uso de sistemas electrónicos de reproducción de firmas o sus sustitutos para el
libramiento de cheques, en la medida que su implementación asegure la confiabilidad de la operación
de emisión y autenticación en su conjunto, de acuerdo con la reglamentación que el mismo determi-
ne».
7. Fecha de creación. Importancia.
La fecha de creación es de fundamental importancia, pues permite determinar la capacidad del librador,
la vida útil del cheque y el comienzo de la prescripción.
La indicación de una fecha imposible, es decir, de la que no se pueda determinar el día, mes y año, al
igual que la existencia de dos fechas distintas, invalidan el cheque.
d. Pérdida del cheque (Si bien no está en el programa, la profesora le puso un especial interés en clases).
Art. 5º- En caso de extravío o sustracción de fórmulas de cheque sin utilizar, de cheques creados pero no
emitidos o de la fórmula especial para solicitar aquellas, el titular de la cuenta corriente deberá avisar
inmediatamente al girado. En igual forma deberá proceder cuando tuviese conocimiento de que un che-
que ya emitido hubiera sido alterado. El aviso también puede darlo el tenedor desposeído.
El aviso cursado por escrito impide el pago del cheque, bajo responsabilidad del titular de la cuenta co-
rriente o del tenedor desposeído. El girado deberá informar al Banco Central de la República Argentina
de los avisos cursados por el librador en los términos que fije la reglamentación. Excedido el límite que
ella establezca se procederá al cierre de la cuenta corriente.
Agrega la docente que en la práctica es común hacer, además, una denuncia policial que deberá contener
una copia de la comunicación al banco, lo que deberá hacer no tan sólo el librador, sino también todo por-
tador de buena fe del cheque. Por aparte, se deberá iniciar un juicio de cancelación de documento, en
nuestra provincia aquella petición deberá realizarse ante el fuero Civil y Comercial, solicitando al juez que
cancele ese documento extraviado o sustraído en la vía pública.
Si se presenta el cheque a cobro, el banco no deberá cobrarlo (cada vez que el banco no paga un cheque,
deberá poner un sello que diga la causal de no pago), luego deberá retener el cheque e identificar a la per-
sona que lo quiso cobrar. Debemos recordar que el banco no tiene poder de policía, por lo que carece de
poder real de retención, autores hablan en realidad de “demora”.
Si quien extravió el cheque es el librador del mismo, el Banco Central fija una multa que el mismo deberá
pagar, que se irá incrementando por cantidad de cheques perdidos por año.
Recordemos que el cheque quedó retenido. En caso de que alguno endosante inicie un juicio, el mismo
podrá iniciarlo con una copia del cheque, sin necesidad de presentar la documentación original.
2. Título en blanco.
Para que se configure el cheque librado en blanco basta que el documento haya sido firmado en el formula-
rio bancario antes de inscribirse en él la firma. El título que al ser presentado al cobro careciere de algunas
de las enunciaciones exigidas por la ley, no valdrá como cheque, salvo que se hubiese omitido el lugar de
creación en cuyo caso se presumirá como tal el del domicilio del librador.
La distinción entre cheque en blanco y cheque incompleto: el cheque incompleto es el que nace careciendo
de algunos de los requisitos formales esenciales. El art. 8º de la ley 24.452 dispone: «Si un cheque incom-
pleto al tiempo de su creación hubiese sido completado en forma contraria a los acuerdos que lo deter-
minaron, la inobservancia de tales acuerdos no puede oponerse al portador, a menos que éste lo hubiese

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adquirido de mala fe o que al adquirirlo hubiese incurrido en culpa grave».


La norma reconoce la licitud del cheque incompleto, teniendo en cuenta que es parte de los usos del tráfico,
como lo demuestra su utilización masiva Negar esa circunstancia era cerrar los ojos a la realidad y olvidarse
de las transacciones cotidianas.
A su vez, BONFATI y GARRONE opinan que se trata de un derecho irrevocable del tomador y de cada portador
sucesivo: la muerte o incapacidad de librador no impide el llenado del título.
En cuanto a la falsedad y abuso de firma en blanco, el cheque debe ser llenado según lo convenido entre li-
brador y tomador, de lo contrario, aquél puede invocar el llenado abusivo en tanto al relación cartular lo
permite y éste permitido probarlo procesalmente. En este sentido se resolvió: “El eventual abuso de la fir-
ma en blanco excede el limitado ámbito cognoscitivo de este proceso”.
No está de más señalar que si el título es completado contra lo pactado entre librador y tomador: 1) la in-
fracción al pacto sólo puede alegarse cuando ocasiona perjuicio al suscriptor; 2) incumbe al excepcionante
acreditar que el titulo fue creado incompleto; 3) el demandado debe acreditar que el título fue llenado vio-
lando lo acordado; 4) el demandado goza de amplia libertad probatoria para demostrar la creación del título
en blanco, en tanto se lo permita el ordenamiento procesal respectivo; 5) el demandado no puede valerse
de la testimonial a los efectos de acreditar el llamado abusivo del título, y 6) quien completa un título abusi-
vamente o lo hace valer de mala fe responde por los daños y perjuicios que pueda generar.
a. Circulación: formas típicas y atípicas. (Al hablar de esto nos referimos a todos los títulos cambiarios, no sólo a los che-
ques).
Art. 6º- El cheque puede ser extendido:
1. A favor de una persona determinada:
2. A favor de una persona determinada con la cláusula "no a la orden".
3. Al portador. El cheque sin indicación del beneficiario valdrá como cheque al portador.
Los dos últimos son formas de transmisión por medio de endoso, el primero se transmite por vía de cesión
de crédito. En el punto iii. analizaré este artículo mejor.
i. La cesión de c rédito.
Los títulos valores pueden transmitirse por intermedio de las normas de derecho común. Para ello, es ex-
cepcional en razón de que el adquiriente queda en una posición “subordinada” a la que tenía el transmi-
tente.
En rigor, entre la transmisión estrictamente cartular, esto es, la transferencia mediante el endoso y la ma-
terialización mediante el instituto de la cesión de créditos de un título valor, existe diferencias importantes
que se manifiestan en lo atinente a los requisitos a cumplir, pero lo esencial radica en la posición que
asume el adquirente del documento, a quien se le pueden oponer las defensas que se tenían contra al
transmitente, es decir, que en tal hipótesis no juega la autonomía. Pero, en ambos casos, el documento
cumple una función de legitimación insoslayable; tanto el endosatario como el cesionario necesitan del
documento para hacer valer sus derechos emergentes.
El contrato de cesión se perfecciona por el solo consentimiento entre el cedente y el cesionario. La entrega
del título n hace al perfeccionamiento del contrato de cesión de crédito, sino que constituye la prestación
debida en la etapa de cumplimiento del contrato.
La cesión de crédito, para ser eficaz, requiere la notificación al deudor cedido. Hay que recordar que el ce-
sionario pasa a ocupar la posición que tenía el cedente; le son oponibles a aquél las defensas que se tenían
con el cedente, salvo la de compensación.
ii. Endoso. Concepto. Sujetos.
El endoso es un acto escrito, unilateral e incondicional, formalmente accesorio, que tiene por objeto al
transmisión del título de crédito y la legitimación de su poseedor para el ejercicio de los derechos cartula-
res. En última instancia, el endoso, en su versión más sintética, se materializa con la firma del documento

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en el reverso o dorso del título y su entrega.


Endosante es quien transmite el título mediante el endoso. Para ser endosante se requiere capacidad para
obligarse cambiariamente, salvo cuando se transmite el título mediante un endoso sin garantía. El endo-
sante puede actuar por sí o mediante mandatario, en cuyo caso se aplican las normas sobre representa-
ción cambiaria.
Endosatario es la persona a quien se le transmite el título mediante un endoso. Para ser endosatario se
requiere tener capacidad cambiaria y puede serlo cualquier persona, incluso quien ya intervino en la circu-
lación el título.
iii. Sistema de la ley 24.452 (artículo sexto, interpretación de las personas)
1. A favor de una persona determinada.
Se trata de la hipótesis normal y en el caso del cheque debe transmitirse por endoso. Resta analizar si
puede librarse un cheque a nombre de varias personas a fin de que sea cobrado en forma conjunta o in-
distinta.
2. Cheque al portador.
El inciso tercero permite el cheque sin indicación del beneficiario al portador. Ello influye en la forma de
circulación del documento que se transite con a simple entrega y todos los derechos pueden ser ejerci-
dos mediante su mera tenencia.
3. Cheque “no a la orden”.
Refiriéndose a la letra “no a la orden”, CÁMARA dice que a tales documentos, de cambiarios, sólo les
queda el nombre.
En cuanto a la naturaleza de la letra “no a la orden” GÓMEZ LEO expresa que ella queda regida por el rigor
cambiario sólo e tres aspectos: sustancial, formal y procesal, y que las acciones emergentes son de natu-
raleza cambiaria.
El art. 12, párrafo 3º de la ley 24.452 dice: “El cheque extendido a favor de una persona determinada con
la cláusula "no a la orden" o una expresión equivalente no es transmisible sino bajo la forma y con los
efectos de una cesión de créditos” estableciendo dos excepciones: cuando el cheque sea transmitido a
una entidad financiera, y cuando sea transmitido a al Comisión Nacional de Valores.
4. Cheque no negociable.
El ordenamiento del cheque (art. 50) regula los efectos de la cláusula no negociable, que constituye una
forma de libramiento que, sin limitar la ley de circulación, hace desaparecer la autonomía de los dere-
chos cartualres. En otras palabras, se lo puede transmitir mediante endoso pero el portador pasa a ocu-
par similar lugar al del transmitente. Los efectos son similares a la cláusula “no a la oren”. La mención de
que el cheque no es negociable debe obrar en el anverso del documento.
iv. Otras cuestiones mencionadas en clases. Cheque de pago diferido.
El cheque de pago diferido difiere la fecha de pago del mismo. La ley dice que no puede superar los 365
días de difusión.(Clases).
ARTICULO 54. - El cheque de pago diferido es una orden de pago, librada a fecha determinada posterior a
la de su libramiento, contra una entidad autorizada en la cual el librador a la fecha de vencimiento debe
tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta corriente o autorización para girar en descu-
bierto. Los cheques de pago diferido se libran contra las cuentas de cheques comunes.
El girado puede avalar el cheque de pago diferido.
El cheque de pago diferido deberá contener las siguientes enunciaciones esenciales en formulario similar,
aunque distinguible, del cheque común:
1. La denominación "cheque de pago diferido" claramente inserta en el texto del documento.
2. El número de orden impreso en el cuerpo del cheque.
3. La indicación del lugar y fecha de su creación.

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4. La fecha de pago no puede exceder un plazo de 360 días.


5. El nombre del girado y el domicilio de pago.
6. La persona en cuyo favor se libra, o al portador.
7. La suma determinada de dinero, expresada en números y en letras, que se ordena pagar por el inciso 4
del presente artículo.
8. El nombre del librador, domicilio, identificación tributaria o laboral o de identidad, según lo reglamente
el Banco Central de la República Argentina.
9. La firma del librador. El Banco Central autorizará el uso de sistemas electrónicos de reproducción de
firmas o sus sustitutos para el libramiento de cheques, en la medida que su implementación asegure con-
fiabilidad de la operatoria de emisión y autenticación en su conjunto, de acuerdo con la reglamentación
que el mismo determine.
El Cheque de pago diferido, registrado o no, es oponible y eficaz en los supuestos de concurso, quiebra, in-
capacidad sobreviniente y muerte del librador
ARTICULO 55. - El registro justifica la regularidad formal del cheque conforme a los requisitos expuestos
en el artículo 54. El registro no genera responsabilidad alguna para la entidad si el cheque no es pagado a
su vencimiento por falta de fondos o de autorización para girar en descubierto.
El tenedor tendrá la opción de presentar el cheque de pago diferido para su registro.
Para los casos en que los cheques presentados a registro tuvieren defectos formales, el Banco Central de
la República Argentina podrá establecer un sistema de retención preventiva para que el girado, antes de
rechazarlo, se lo comunique al librador para que corrija los vicios.
El girado, en este caso, no podrá demorar el registro del cheque más de quince (15) días corridos.
ARTICULO 56. - El cheque de pago diferido es libremente transferible por endoso con la sola firma del en-
dosante.
Los cheques de pago diferido serán negociables en las Bolsas de Comercio y Mercados de Valores autorre-
gulados de la REPUBLICA ARGENTINA, conforme a sus respectivos reglamentos, los que a este efecto de-
berán prever un sistema de interferencia de ofertas con prioridad precio-tiempo. La oferta primaria y la
negociación secundaria de los cheques de pago diferido no se considerarán oferta pública comprendida en
el Artículo 16 y concordantes de la Ley Nº 17.811 y no requerirán autorización previa. Los endosantes o
cualquier otro firmante del documento, no quedarán sujetos al régimen de los emisores o intermediarios
en la oferta pública que prevé la citada ley.
La transferencia de los títulos a la CAJA DE VALORES SOCIEDAD ANONIMA tendrá la modalidad y efectos
jurídicos previstos en el Artículo 41 de la Ley Nº 20.643. El depósito de los títulos no transfiere a la CAJA DE
VALORES SOCIEDAD ANONIMA la propiedad ni el uso de los mismos. La CAJA DE VALORES SOCIEDAD
ANONIMA sólo deberá conservarlos y custodiarlos y efectuar las operaciones y registraciones contables
que deriven de su negociación.
En ningún caso la CAJA DE VALORES SOCIEDAD ANONIMA quedará obligada al pago, en tanto el endoso
efectuado para el ingreso del cheque de pago diferido a la Caja haya sido efectuado exclusivamente para
su negociación en los Mercados de Valores, en los términos de los Artículos 41 de la Ley Nº 20.643 y 12,
inciso b) del Capítulo II de la presente ley.
La negociación bursátil no genera obligación cambiaria entre las partes intervinientes en la operación.
Sin perjuicio de las medidas de convalidación que las Bolsas de Comercio establezcan en sus reglamentos,
en ningún caso la CAJA DE VALORES SOCIEDAD ANONIMA será responsable por defectos formales de los
documentos ingresados para la negociación en Mercados de Valores, ni por la legitimación de los firman-
tes o la autenticidad de las firmas asentadas en los cheques de pago diferido.
ARTICULO 57. - El cheque de pago diferido puede ser presentado directamente al girado para su registro.
Si el cheque fuera depositado en una entidad diferente al girado, el depositario remitirá al girado el che-

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que de pago diferido para que éste lo registre y devuelva, otorgando la constancia respectiva, asumiendo
el compromiso de abonarlo el día del vencimiento si existieren fondos disponibles o autorización de girar
en descubierto en la cuenta respectiva. En caso de existir algún impedimento para su registración, así lo
deberá hacer conocer al depositario dentro de los términos fijados para el clearing, rechazando la registra-
ción.
El rechazo de registración producirá los efectos del protesto. Con ella quedará expedita la acción ejecutiva
que el tenedor podrá iniciar de inmediato contra el librador, endosantes y avalistas. Se aplica el artículo
39.
El rechazo a la registración será informado por el girado al Banco Central de la República Argentina, y el li-
brador será sancionado con la multa prevista en el artículo 62.
El Banco Central de la República Argentina, podrá autorizar o establecer sistemas de registración y pago
mediante comunicación o exposición electrónica que reemplacen la remisión del título; estableciendo las
condiciones de adhesión y recaudos de seguridad y funcionamiento.
ARTICULO 58. - Las entidades interesadas emitirán certificados transmisibles por endoso, conforme lo re-
glamente el Banco Central de la República Argentina, en los casos en que avalen cheques de pago diferido,
el cual quedará depositado en la entidad avalista..
Serán aplicables al cheque de pago diferido todas las disposiciones que regulan el cheque común, salvo
aquellas que se opongan a lo previsto en el presente capítulo.
ARTICULO 59. - Las entidades autorizadas entregarán a los clientes que lo soliciten, además de la libreta de
cheques indicada en el artículo 4, otras claramente diferenciables de las anteriores con cheques de pago
diferido. Podrán además entregar libretas de cheques que contengan fómulas de ambos tipos de cheques
conforme lo reglamente el Banco Central de la República Argentina.
El girado podrá rechazar la registración de un cheque de pago diferido cuando se verifique las causales que
al efecto establezca el Banco Central de la República Argentina.
ARTICULO 60. - El cierre de la cuenta corriente, impide el registro de nuevos cheques. El girado deberá re-
cibir los depósitos que se efectúen para atender los cheques que se hubieran registrado con anterioridad.
La ejecución por cualquier causa de un cheque de pago diferido presentado a registro podrá tramitar en la
jurisdicción correspondiente a la entidad depositaria o girada, indistintamente.
3. Endoso.
a. Forma y funciones.
i. Endoso pleno, ordinario o traslativo de la propiedad.
La ley de cheque, en su art. 12 establece: “El cheque extendido a favor de una persona determinada es
transmisible por endoso.
El endoso puede hacerse también a favor del librador o de cualquier otro obligado. Dichas personas
pueden endosar nuevamente el cheque.
El cheque extendido a favor de una persona determinada con la cláusula "no a la orden" o una expre-
sión equivalente no es transmisible sino bajo la forma y con los efectos de una cesión de créditos, salvo
que sea:
a) Transferido a favor de una entidad financiera comprendida en la Ley Nº 21.526 y sus modificaciones,
en cuyo caso podrá ser trasmitido por simple endoso; o
b) Depositado en la CAJA DE VALORES SOCIEDAD ANONIMA para su posterior negociación en Mercados
de Valores por medio de sistemas de negociación que garanticen la interferencia de ofertas, en cuyo ca-
so podrá ser transmitido por simple endoso indicando además "para su negociación en Mercados de Va-
lores".
El cheque al portador es transmisible mediante la simple entrega.”
En el art. 13 de la citada ley se dispone: “El endoso debe ser puro y simple. Toda condición a la cual esté

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subordinado se tendrá por no escrita.


El endoso parcial es nulo. Es igualmente nulo el endoso del girado. El endoso al portador vale como en-
doso en blanco. El endoso a favor del girado vale solo como recibo, salvo el caso de que el girado tuviese
varios establecimientos y de que el endoso se hiciese a favor de un establecimiento distinto de aquél
sobre el cual se giró el cheque.”
Complementando el régimen del endoso, el art. 14 de la ley 24.452 establece: “El endoso debe escribirse
al dorso del cheque o sobre una hoja unida al mismo. Debe ser firmado por el endosante y deberá con-
tener las especificaciones que establezca el Banco Central de la República Argentina. El que también po-
drá admitir firmas en las condiciones establecidas en el punto 6 del artículo 2 para el último endoso pre-
vio al depósito.
El endoso puede no designar al beneficiario.
El endoso que no contenga las especificaciones que establezca la reglamentación no perjudica el título.”
La omisión de dichos datos podrá tener consecuencias obstativas a la regularidad del cheque como orden
de pago, pero no podrá tener consecuencias que dificulten la efectividad del cheque como título del crédi-
to cambiario, pues de ser así, se podría en crisis todo el régimen del cheque, lesionando los valores esen-
ciales como certeza, rapidez y seguridad.
La ley 24.452, en su art. 22 expresa: “El endoso posterior a la presentación al cobro y rechazo del cheque
por el girado sólo produce los efectos de una cesión de créditos.
Se presume que el endoso sin fecha ha sido hecho antes de la presentación o del vencimiento del tér-
mino para la presentación”.
ii. Endoso sin garantía.
El art. 16, párr. 1º de la ley de cheque establece: “El endosante es, salvo cláusula en contrario, garante
del pago”. Es decir que el ordenamiento actual permite la transferencia del título sin necesidad de que el
endosante quede obligado cambiariamente.
iii. Endoso en procuración.
El art. 21 de la ley 24.452 establece: “Cuando el endoso contuviese la mención "valor al cobro", "en pro-
curación" o cualquier otra que implique un mandato, el portador podrá ejercitar todos los derechos que
deriven del cheque, pero no podrá endosarlo sino a título de procuración.
Los obligados no podrán, en este caso, invocar contra el portador sino las excepciones oponibles al en-
dosante.
El mandato contenido en un endoso en procuración no se extingue por la muerte del mandante o su in-
capacidad sobreviniente”.
iv. Cheque no endosable.
Por su parte, el art. 16, párr. 2º establece: “Puede prohibir un nuevo endoso y en este caso no será res-
ponsable hacia las personas a quienes el cheque fuere ulteriormente endosado”. De la redacción surge
que el documento es transmisible mediante endoso, pero la prohibición hace que los ulteriores portadores
carezcan de un derecho autónomo en contra del endosante que puso la cláusula.
4. La aceptación en la letra de cambio. (Creo que referencia la presentación del cheque para su pago)
La presentación del cheque para su pago está sujeta a normas que es necesario observar:
a. Del cheque como título pagadero a la vista y del cheque redactado.
El cheque es pagadero a la vista en tanto se presente al cobro, como mínimo, el día indicado en el título
como la fecha de su creación. Si es presentado con anterioridad a tal fecha, no debe considerarse como
cheque y no debe ser pagado por el banco girado.
El art. 23 de la ley de cheque, dispone que no es cheque la fórmula llenada con fecha posterior al día de su
presentación al cobro.
En caso de incapacidad sobreviniente del librador, el mismo conduso y poco técnico artículo establece la

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invalidez de las fórmulas que consigen fechas posteriores a las de los acaecimientos de los hechos Una vez
más el legislador utiliza pésimamente el idioma y establece en su art. 23: “El cheque común es siempre
pagadero a la vista. Toda mención contraria se tendrá por no escrita. No se considerará cheque a la formu-
la emitida con fecha posterior al día de su presentación al cobro o deposito. Son inoponibles al concurso,
quiebra, sucesión del librador y de los demás obligados cambiarios, siendo además inválidas, en caso de
incapacidad sobreviniente del librador, las fórmulas que consignen fechas posteriores a las fechas en
que ocurrieren dichos hechos”. Escutti se pregunta qué tiene que ver la incapacidad sobreviniente del li-
brador con el concurso, quiebra o sucesión. Encuentra la única explicación lógicamente viable en que el
legislador haya querido contemplar la hipótesis de la entrega de cheques posdatados en blanco, según en
art. 8 de dicha ley.
b. Fecha de depósito al cobro como fecha de presentación.
El art. 28 de dicha ley establece: “Si el cheque se deposita para su cobro, La fecha del depósito será con-
siderada fecha de presentación”.
Podría ocurrir que el tenedor de un cheque lo presentara a su banco el último día de vigencia del docu-
mento y que el banco remita a una cámara compensadora istuada en una plaza distinta, adonde el título
llega después de vencido el término ¿Qué fecha debía tomarse como día de presentación al cobro: la de la
realización del depósito al banco depositario o la de la llegada del título a la cámara compensadora? El día
en que el cheque es depositado al cobro.
El art. 25, párr. 1º del texto legal establece: “El término de presentación de un cheque librado en la Re-
pública Argentina es de treinta (30) días contados desde la fecha de su creación. El término de presenta-
ción de un cheque librado en el extranjero y pagadero en la República es de sesenta (60) días contados
desde la fecha de su creación”.
Los días se computan por días corridos, incluyendo los inhábiles intermedios, pero si el cheque vnce un día
inhábil, puede presentárselo al banco para su cobro el primer día hábil al del vencimiento (párr. 2º de di-
cho artículo).
El art. 26 establece: “Cuando la presentación del cheque dentro de los plazos establecidos en el artículo
precedente fuese impedida por un obstáculo insalvable (prescripción legal de un Estado cualquiera u
otro caso de fuerza mayor), los plazos de presentación quedaran prorrogados.
El tenedor y los endosantes deben dar el aviso que prescribe el artículo 39.
Cesada la fuerza mayor, el portador debe, sin retardo, presentar el cheque. No se consideran casos de
fuerza mayor los hechos puramente personales al portador o a aquel a quien se le hubiese encargado la
presentación del cheque”.
Innovando, el art. 27dispone: “Si la fuerza mayor durase más de treinta (30) días de cumplidos los plazos
establecidos en el artículo 25, la acción de regreso puede ejercitarse sin necesidad de presentación”.
c. Revocación.
Una vez vencido el término para la presentación, desaparece la obligación del banco de pagar el cheque, y
sólo subsiste una facultad de hacerlo, durante un lapso iguala l de vigencia del título, en tanto y en cuanto
el librador no revoque el cheque.
A su vez, el art. 29 dispone: “La revocación de la orden de pago no tiene efecto sino después de expirado
el término para la presentación. Si no hubiese revocación, el girado podrá abonarlo después del venci-
miento del plazo, siempre que no hubiese transcurrido más de otro lapso igual al plazo”.
La revocación es una declaración de voluntad dirigida al banco, mediante la cual el librador deja sin efecto
la orden de pago que había dado al emitirlo. La revocación sólo tiene eficacia después de expirado el tér-
mino la presentación, y no es menester invocar causa alguna.
d. Rechazo.
Según el art. 37, el banco girado debe dejar constancia de todas las causales por las que no paga un che-

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que. Tal constancia del girado es muy importante, puesto que produce los efectos del protesto, y con ello
queda expedita la acción ejecutoria en contra del librador, los endosantes y los avalistas.
5. El aval como garantía cambiaria típica.
a. Características, formas y efectos.
Esta ley, en su art. 51 dispone: “El pago de un cheque puede garantizarse total o parcialmente por un
aval. Esta garantía puede otorgarla un tercero o cualquier firmante del cheque”.
Por otra parte, el art. 52 dice: “El aval puede constar en el mismo cheque o en un añadido o en un docu-
mento separado. Puede expresarse por medio de las palabras por aval" o por cualquier otra expresión
equivalente, debiendo ser firmado por el avalista. Debe contener nombre, domicilio, identificación tri-
butaria o laboral, de identidad, conforme lo reglamente el Banco Central de la República Argentina. El
aval debe indicar por cuál de los obligados se otorga. A falta de indicación se considera otorgado por el
librador”.
GIRALDI expresa lo siguiente: a) no se exige –sin razón aparente─ la indicación del lugar donde ha sido otor-
gado el aval extendido en documento por separado; b) enuncia una serie de requerimientos sobre la per-
sona del avalista que lesionan la completitividad del título; c) la omisión de la salvedad contenida en el pá-
rrafo final del art. 14 plantea el problema de la validez de la garantía; y d) no es aval la simple firma de un
tercero en el anverso del documento.
La com. BCRA “A” 3244 establece en el punto 5.6.1.: “Aval. Contendrá, como mínimo, la expresión ‘por
aval’ u otra equivalente, la firma del avalista, con indicación de sus nombres y apellidos completos, y, de
corresponder, denominación de la persona jurídica que represente y el carácter en que lo hace, su domici-
lio y, en su vaso, el tipo y Nº de documento de identidad […]”.
En cuanto a las obligaciones emergentes de aval, la ley en su art. 53 estatuye: “El avalista queda obligado
en los mismos términos que aquel por quien ha otorgado el aval. Su obligación es válida aun cuando la
obligación que haya garantizado sea nula por cualquier causa que no sea un vicio de forma. El avalista
que paga adquiere los derechos cambiarios contra su avalado y contra los obligados hacia éste”.
b. Vencimiento. (Tengo sólo el vencimiento de los avales de los títulos cambiarios en general )
El pago debe hacerse en el lugar indicado en la letra y puede ser cambiado dentro de la misma ciudad, pe-
ro sólo tienen efecto a partir de su notificación al deudor (art. 42, ley 24.441).
La mora se produce de forma automática al solo vencimiento, sin necesidad de interpelación alguna (art.
43, ley 24.441).
El art. 41 dispone: “Las letras hipotecarias tendrán cupones para instrumentar las cuotas de capital o
servicios de intereses. Quien haga el pago tendrá derecho a que se le entregue el cupón correspondiente
como único instrumento válido acreditativo”.
En su parte final, el mismo artículo establece: “Si la letra fuera susceptible de amortización en cuotas va-
riables podrá omitirse la emisión de cupones; en ese caso el deudor tendrá derecho a que los pagos par-
ciales se anote en el cuerpo de la letra, sin perjuicio de lo cual serán oponibles aun al tenedor de buena
fe los pagos documentados que no se hubieren inscripto e esta manera”.
La parte final se explica en razón de la naturaleza de estos títulos garantizados y la de la amortización es-
tablecida en el caso concreto.
6. Acciones cambiarias.
a. Concepto y tipos.
La expresión “acción cambiaria” comprende tanto lo netamente sustancial como la cuestión procesal. En
realidad, sería más apropiado hablar de “pretensión cambiaria” , para designar el derecho de fondo o sus-
tancial, y de “acción cambiaria” para aludir a la facultad de peticionar ante la justicia, mediante un deter-
minado mecanismo procesal, la satisfacción de las pretensiones cambiarias invocadas.
La acción cambiaria, como pretensión, se refiere al “derecho incorporado” al título, a la facultad sustancial

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de obtener el pago o reembolso del importe de la obligación cartular, más los accesorios pertinentes.
Además, la acción cambiaria, en tanto facultad que corresponde a una persona para que requiera la inter-
vención del Estado, a efectos de tutelar la pretensión jurídica material, hace referencia al tratamiento pro-
cesal que reciben, en juicio, los títulos circulatorios.
El art. 60 del decr. ley 5965/63, al otorgar la vía ejecutiva para el cobro de los títulos de crédito, incursiona
en aspectos procesales indisolublemente unidos al derecho sustancial, pero no por ello impide el ejercicio
de las pretensiones cambiarias en juicio ordinario.
Dicha acción puede intentarse tanto en un proceso ejecutivo como en un juicio ordinario. Es el actor quien
puede elegir entre la vía rápida y expeditiva, otorgada por el primero, o la amplitud e irreversibilidad pro-
pia de segundo. No obstante, no hay que perder de vista que el carácter cambiario de la pretensión surge
del derecho de fondo y que la naturaleza de juicio es una cuestión de vías procesales. El derecho de fondo
siempre es el mismo.
En el proceso ordinario rigen los principios y normas sustanciales propias de los títulos valores y aunque
hay una mayor amplitud para la interposición de defensas y pruebas, ellas deben ser receptadas solamen-
te en cuanto configuran situaciones admitidas por la ley cambiaria.
La acción cambiaria ejercida en un juicio ordinario presenta una ventaja, cual es la de conducir a la cosa
juzgada material que, como tal, es irrevisable.
i. Acción ejecutiva.
El art. 60 del decreto ley 5965/63 otorga la vía ejecutiva para el cobro de la letra de cambio y el pagaré.
ii. Solidaridad cambiaria.
La solidaridad pasiva presupone la existencia de dos o más deudores y tiene por objeto asegurar al acree-
dor el íntegro pago de su crédito haciendo recaer la totalidad de la deuda en más de un sujeto, con la con-
secuente dispersión del riesgo que ello implica. De tdal modo, se resguarda al acreedor de las contingen-
cias que puedan afectar a uno o más de sus deudores.
Un aspecto esencial del régimen cambiario es el referente al régimen de responsabilidad solidaria entre
los diferentes obligados cartulares, que es distinto al del derecho común.Yadarola ha expresado que en el
derecho cambiario las olidaridad se encuentra influenciada por un principio esencial de la materia: el de la
independencia de cada una de las obligaciones cartulares,en razón de la cal cada deudor contrae una obli-
gación distinta a la de los otros firmantes.Una prueba de ello le da la interrupción de la prescripción que
sólo opera en contra de quien realiza el acto interruptivo (art. 97, decr. ley 5965/63).
El art. 51 del decreto ley 5965/63 dispone que “todos los que firman una letra de cambio,sea como libra-
dores, aceptantes, endosantes o avalistas, quedan solidariamente obligados hacia el portador. El porta-
dor tiene derecho de accionar contra todas esas personas, individual o colectivamente, sin estar obliga-
do a observar el orden en que las obligaciones han sido contraídas”.
Conforme lo expresa el artículo citado, no son obligados cambiarios los que reciben el título endoso en
blanco o al `portador, y posteriormente lo transmiten mediante la simple tradición o completan el endoso
con el nombre de otra persona a quien le entregan el documento sin insertar su firma.
Además, hay algunos firmantes del t´tulo que no son obligados cambiarios: a) el transmitente del título
mediante una cesión de crédito propiamente dicha;b) quien endosó el título con posterioridad al protesto
o a la fecha para hacerlo,asimilado al cedente; c) el endosante en procuración, y e) el endosante de un tí-
tulo “no a la orden”.
El portador, es decir,quien se halla legitimado por la posesión del documento en función de su ley de circu-
lación,tiene amplia libertad para escoger el deudor o deudores cambiarios y no está obligado a seguir un
orden ni a ir contra los obligados más próximos.
El portador puede ir en contra de todos y cada uno de los firmantes del documento en forma simultánea o
sucesiva e incluso puede cambiar de rumbo sin necesidad de cumplimentar requisito sustancial alguno:

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puede demandar a uno y, posteriormente,cumplimentando los requisitos procesales para el caso, cambiar
de rumbo reclamándole a otro o a todos los restantes obligados. El acreedor, en caso de incumplimiento,
no se verá obligado a intentar tantos juicios como deudores haya,sino que le bastará demandar a uno o a
todos ellos por la totalidad del crédito.
El art. 51, parte última, del decreto ley 5965/63 estatuye: “la acción promovida contra uno de los obliga-
dos no impide accionar contra los otros, aun cuando fuesen posteriores a aquel contra el cual se ha pro-
cedido primero”.
Quien al abonar el título cumple la prestación debida, no sólo no libera a los de igual categoría anteriores a
él ni al obligado principal y directo, sino que tiene acción cambiaria en contra de todos ellos. Además, y
por la misma razón señalada, quien abona el documento se convierte en acreedor por la totalidad de la
deuda respecto de los suscriptores anteriores a él y puede exigir el reembolso del valor del título y de los
intereses y gastos legítimos que haya oblado. En ese sentido, puede dirigirse contra los obligados prece-
dentes, por ejemplo, endosantes anteriores, obligado principal y directo y los respectivos avalistas.
Solamente el cumplimiento de la prestación -pago- por parte del obligado principal y directo extingue la
totalidad de las obligaciones incorporadas al título de crédito y de esa forma se liberan todos los firmantes
del título.
Finalmente, el firmante que paga la totalidad del crédito tiene derecho a requerir de su coobligado pa-
rigrado la parte proporcional correspondiente; en tal caso, a los efectos del reembolso, rige la solidaridad
del derecho común y la acción es de naturaleza extracambiaria. En este caso, la solidaridad es la emergen-
te de las normas de derecho común, aplicable solamente entre los que han asumido una misma obligación
cartular; entre los “coendosantes”, “colibradores” o “coavalistas” no existe acción cambiaria y sus relacio-
nes se rigen por las disposiciones relativas a la solidaridad común.
En síntesis, todos los obligados cartulares responden solidariamente frente al portador legitimado, y nin-
guno de ellos puede oponer el beneficio de división ni el de excusión.
iii. Acción directa y de regreso.
El art. 46 del decreto ley 5965/63, establece: “La acción cambiaria es directa o de regreso; directa contra
el aceptante y sus avalistas; de regreso contra todo otro obligado”. Por lo tanto, entendemos que distin-
gue entre acción directa y de regreso. Se diferencian en razón del obligado cartular contra el cual se ejerce
el derecho de cobro de título.
Mediante el ejercicio de la acción directa se puede r en contra del aceptante de la letra o del suscriptor o
librador del pagaré y de sus respectivos avalistas.
Por medio del ejercicio de la acción de regreso se puede ir contra el librador de la letra, de los endosantes
y sus respectivos avalistas.
En el pagaré, los endosantes y sus avalistas son los obligados de regreso.
El art. 47 dispone que: “El portador puede ejercer las acciones cambiarias de regreso contra los endosan-
tes, el librador y los otros obligados:
a) Al vencimiento, si el pago no se hubiese efectuado;
b) Aun antes del vencimiento:
1° – Si la aceptación hubiese sido rehusada en todo o en parte;
2° – En caso de concurso de girado, haya o no aceptado, o de cesación de pagos aunque no mediara de-
claración judicial, o cuando hubiese resultado infructuoso un pedido de embargo en sus bienes;
3° – En caso de concurso del librador de una letra no aceptable.”
El portador del título, como últim endosatario, está facultado para accionar en contra de los obligados
cambiarios anteriores a él, reclamandoles el pago del título.
La acción de reembolso,que es directa o de regreso según contra quien se dirija, constituye una acción au-
tónoma, esto es, distinta de la que pueda haber sufrido quien abonó el título aunque se rige por normas

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similares a las de las otras acciones.


Está legitimado para ejercer el reembolso el obligado cambiario portador del título que lo abonó,y goza de
una acción en contra de sus garantes (art. 53, del mismo decreto): obligado principal directo y de regreso
anteriores a él y los respectivos avalistas.
También puede ejercer el reembolso el avalista que abonó el título en contra de su avalado y de quienes
están obligados cambiariamente respecto de éste, en su caso, con los límites del art. 59.
iv. La acción cambiaria, la vía ejecutiva y el artículo 60 del decreto ley 5965/63.
El art. 30, párr. 2º, del decreto ley 5965/63,al otorgar al portador acción cambiaria en contra del obligado
directo, no hace referencia alguna a la vía procesal en que pueda actuarse. Ello no obstante, es plenamen-
te aplicable lo preceptuado por el art.60 del decreto ley que otorga la vía ejecutiva, aunque éste, aparen-
temente sólo se refiere a la acción de regreso.
La referencia del art. 60 es equívoca, pues el giro “debidamente protestada” puede dar a entender que
siempre se requiere el protesto del título, lo cual ha permitido que un sector de la doctrina sostenga la ne-
cesidad del protesto para ejercer la acción cambiaria directa, en un juicio ejecutivo. Se arguye que la ex-
presión “debidamente protestada” requiere, indefectiblemente, el protesto del título a fin de poder utili-
zar la vía ejecutiva para ir contra el obligado directo y,en su defecto, preparar la vía ejecutiva mediante el
reconocimiento de la firma prevista por el ordenamiento procesal.
Sin embargo, la expresión “debidamente protestada” tiene otro alcance y es el de comprender solamente
los casos en que el protesto se exige para la conservación de las acciones cambiarias de regreso.
v. Ejercicio de la acción directa.
El ejercicio de la acción cambiaria directa presupone la presentación judicial del título valor y que de él re-
sulte la investidura formal o aparente del portador.
Si se hubiere perdido, robado o destruido el título,se debe acompañar la copia certificada de la resolución
que dispuso su cancelación y de la cual surja la legitimación del actor, y la constancia judicial de que no se
dedujo oposición o que se la rechazó definitivamente. Si se demanda el avalista del aceptante de la letra o
del suscriptor del pagaré, obligado por documento separado, se tiene que acompañar el instrumento en
que conste el aval.
vi. Acción cambiaria de regreso y su ejercicio.
Se puede ejercer la acción cambiaria de regreso en contra del librador de la letra de cambio, los endosan-
tes y sus avalistas o intervinientes, así como contra los endosantes del pagaré y sus avalistas. Es decir que
mediante el “regreso” se puede accionar en contra de todos los suscriptores del título, salvo el principal
obligado y sus eventuales avalistas. Sin embargo, hay que recordar que algunos firmantes no son obliga-
dos cartulares y, por lo tanto, no pueden ser demandados cambiariamente:a) quien se liberó de la garan-
tía de pago; b) el endosante en procuración; c) quienes hicieron una cesión de crédito, aunque ésta se
formalice mediante un “endoso”, y d) endosante de un título no a la orden.
1. Presupuestos sustanciales.
El ordenamiento cambiario impide el ejercicio de la acción de regreso al portador del título que omite: 1)
presentar el título a la vista o a cierto tiempo vista para su vista; 2) presentar el documento para su pago,
aun cuando lleva la cláusula “sin protesto”; 3) levantar el protesto, sea por falta de aceptación o de pago,
y 4) presentar la letra para su aceptación en los términos establecidos por el librador. Dada la función del
protesto, la problemática de la acción de regreso gira alrededor de él y de la cláusula que lo dispensa.
En síntesis, como las pretensiones surgen exclusivamente del derecho sustantivo, es improcedente la
preparación de la vía ejecutiva para el ejercicio de la acción cambiaria regresiva, cuya caducidad se pro-
dujo por la ley de fondo.
2. Recaudos para su ejercicio.
El ejercicio de la acción cambiaria de regreso presupone lo siguiente:

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1) La presentación del título valor al juez, y que de él resulte la legitimación del portador. Si se demanda
a un avalista obligado por documento separado, se debe acompañar el instrumento donde conste el
aval.
2) La presentación del acta de protesto, salvo: a) cuando el título lleva inserta la cláusula “sin protesto” u
otra equivalente, y b) cuando debió haberse efectuado, pero por razones de fuerza mayor, durante un
lapso mayor de treinta días, fue imposible su realización y acredite tal circunstancia.
vii. Prescripción y caducidad.
1. Caducidad.
Si el portador no presenta el cheque dentro del plazo para su presentación al cobro establecido por la
ley, se perjudica la acción cambiaria (Art. 38, de la ley 24.452). La caducidad importa la pérdida de los
derechos emergentes del cheque en razón de la omisión de la conducta requerida por la ley al portador:
no efectuar su presentación al cobro en término. Producida la caducidad,el portador no puede recuperar
por otra vía los derechos que ha perdido de conformidad con la ley de fondo.
Del art. 27, de la ley 24.452 surge la posibilidad excepcional de ejercer las acciones sin necesidad de la
presentación. El artículo dice: “Si la fuerza mayor durase mas de treinta (30) días de cumplidos los pla-
zos establecidos en el artículo 25, la acción de regreso puede ejercitarse sin necesidad de presenta-
ción”.
2. Prescripción.
El art. 61 de la ley 24.452 establece: “Las acciones judiciales del portador contra el librador, endosantes
y avalistas se prescriben al año contado desde la expiración del plazo para la presentación. En el caso
de cheques de pago diferido, el plazo se contará desde la fecha del rechazo por el girado, sea a la regis-
tración o al pago.
Las acciones judiciales de los diversos obligados al pago de un cheque, entre sí, se prescriben al año
contado desde el día en que el obligado hubiese reembolsado el importe del cheque o desde el día en
que hubiese sido notificado de la demanda judicial por el cobro del cheque.
La interrupción de la prescripción sólo tiene efecto contra aquél respecto de quien se realizó el acto in-
terruptivo”.
7. Acciones extra cambiarias.
a. Acción causal.
El art. 61 del decreto ley 5965/63 establece que: “si de la relación que determinó la creación o la trans-
misión de la letra de cambio derivara alguna acción, ésta subsiste no obstante la creación o la trasmisión
de la letra, salvo si se prueba que hubo novación”.
Hay que señalar que el ejercicio de la acción causal importa la invocación de una pretensión extracartular
contra un vinculado directo con el actor. Conviene recordar que Quintana Ferreyra ha dicho que la causa
es la relación jurídica fundamental, originaria y subyacente que determina a las partes al libramiento o
transmisión de un título de crédito.
El art. 61, parte 2ª del decreto ley 5962/63, dispone que la acción causal no puede ejercerse “sino des-
pués de protestada la letra por falta de aceptación o de pago. El portador no puede ejercitar la acción
causal sino restituyendo la letra de cambio y siempre que hubiese cumplido las formalidades necesarias
para que el deudor requerido pueda ejercitar las acciones regresivas que le competan”.
La acción causal procede entre sujetos que han sido partes en la relación subyacente que sirvió de causa a
la emisión o transmisión del título (librador y tomador, endosante y endosatario, suscriptor y tomador, et-
cétera). En principio, es menester que del propio título surja la vinculación causal entre los obligados cau-
sales, pero se puede ejercer la acción causal contra la persona que transmitió un título que estaba endo-
sado en blanco y lo entregó sin endosarlo, en cuyo caso el actor tendrá a su cargo una prueba más severa.
Corresponde el ejercicio de la acción causal por los montos emergentes de ella que no necesariamente

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deben coincidir con la parte instrumentada en el título (puede ser mayor, menor o igual).
En síntesis, las condiciones para poder ejercer la acción referida son: 1)que la relación subyacente otorga-
re algún derecho; 2) que actor y demandado hayan sido vinculados directos; 3) que no haya habido nova-
ción; 4) que el actor hubiere cumplido las formalidades necesarias para que el deudor requerido pueda
ejercitar las acciones regresivas que le pudieran corresponder; 5) que se hubiere efectuado el protesto, si
correspondiere, y 6) que el portador restituya el documento cambiario.
b. Acción de enrquecimiento.
El art. 62 del decreto ley 5965/63 dispone que: “Si el portador hubiese perdido la acción cambiaria contra
todos los obligados y no tuviese contra ellos acción causal, puede accionar contra el librador o el acep-
tante o el endosante por la suma en que hubiesen enriquecido injustamente en su perjuicio”.
La ley requiere: a) la pérdida de la acción cambiaria; b) la falta de acción causal, y c) el enriquecimiento in-
debido del demandado, a costa de un correlativo empobrecimiento del portador del documento.
No se trata de una acción cambiaria, aunque esté vinculada con la pérdida de los derechos cartulares: el tí-
tulo de crédito sólo funciona como elemento de legitimación ad causam y el monto por el cual se libró el
título obra como límite máximo del empobrecimiento reclamable por esta vía. Como se trata de una ac-
ción extracartular, no juegan los principios de la literalidad y la autonomía,y el deudor entonces puede
oponer todas las defensas inherentes a la relación subyacente,a la cual tiene que hacer referencia necesa-
riamente el actor para determinar la medida del enriquecimiento indebido.
Es una acción de carácter netamente subsidiario, pues no puede ejercerse cuando el portador del docu-
mento puede iniciar otras acciones. Así, es menester que: a) se hayan perdido por caducidad todas las ac-
ciones de regreso; b) se hallen prescritas todas las obligaciones cambiarias, sin embargo, no es necesario
que la producción de tales eventos -caducidad y prescripción- haya sido constatada y declarada previa-
mente por la justicia, y c) además, se requiere que el portador carezca de acción causal alguna, carencia
que debe darse ab origine, pero que en modo alguno puede darse cuando el documento nunca tuvo valor
cartular por la falta de alguno de los elementos estipulados por la ley.
La prueba del enriquecimiento efectivo del deudor demandado le corresponde al actor, quien también
deberá demostrar como presupuesto de su accionar los otros extremos que hacen viable su demanda (ca-
rencia de acción causal y pérdida de las cambiarias).
8. Excepciones cambiarias y extracambiarias.
El demandado tiene la facultad de oponerse al progreso de la reclamación, invocando la existencia de una
circunstancia impeditiva o extintiva de la situación jurídica esgrimida por el actor como fundamento de la
pretensión.
La independencia de las obligaciones cartulares permite que, aunque el título valor lleve firmas de personas
incapaces, firmas falsas o de personas imaginarias o que por cualquier otra razón no obligan a las personas
como firmantes, las obligaciones de los suscriptores que no se encuentran en esa situación sean válidas y
eficaces.
La autonomía significa que cada adquisición del título y,por ende, del derecho incorporado, sea indepen-
diente de las relaciones existentes entre el deudor y los poseedores anteriores del título.
La abstracción consiste en la desvinculación del documento respecto de la relación causal, esto es,de la re-
lación subyacente.
La autonomía, abstracción e independencia de las obligaciones cambiarias han permitido que Cámara diga
que “prosperando la excepción opuesto por uno de los deudores cambiarios no existe óbice para que la sen-
tencia se dicte contra los demandados”. En otras palabras, debido a su situación personal y a las relaciones
con el portador, algunos demandados pueden ser condenados a pagar y otros pueden quedar exentos.
a. Defensas cambiarias y excepciones oponibles en juicio ejecutivo.

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i. Defensas y excepciones.
La legislación nacional ha dejado la regulación de las defensas oponibles en juicio ejecutivo librada a los
ordenamientos locales.
b. Excepción de inhabilidad de título.
La inhabilidad de título se da cuando faltan algunos de los presupuestos de título ejecutivo. Así, se da
cuando falta algunos de los presupuestos formales esenciales, como por ejemplo, plazo vencido, carácter
de iliquidez, exigibilidad de la deuda, etcétera.
c. Excepción de falsedad de firma.
La falsedad, en sentido estricto, se da cuando se atribuye una firma cambiaria a una persona real o imagi-
naria, que no es el autor material de ella, y el demandado puede alegarla en contra de cualquier portador.
d. Excepción de falsificación como adulteración del título.
La falsificación se produce cuando se adultera, altera o modifica un documento verdadero, esto es,un ins-
trumento realmente suscripto por el o los individuos a quienes se les imputan las firmas. La falsedad pue-
de ser tanto material como ideológica.
e. Exceptio doli, defensa sustancial y excepción en juicio ejecutivo.
En virtud de la autonomía de los derechos del portador, al mismo no se le pueden oponer defensas que
surjan de las relaciones personales del deudor con los restantes obligados cambiarios. Sin embargo, hay
que recordar que la autonomía fue consagrada en defensa de la “circulación honesta” del título y en fun-
ción de ello cuando se da una situación deshonesta, el ordenamiento cambiario admite la oposición de de-
fensas emergentes de las relaciones personales del deudor con un individuo distinto del portador ue re-
clama el cumplimiento de la prestación cartular.
Tal “deshonestidad cambiaria” se configura cuando el portador del título es de “mala fe” en virtud de su
actuación a sabiendas en detrimento del deudor demandado.
La mala fe del portador debe existir en el momento de adquirir el documento; el anoticiamiento posterior
impide que se configure y, obviamente, no habilita a la oposición de defensas.
La exceptio doli como defensa sustancial emergente del ordenamiento cambiario depende fundamental-
mente de la prueba. El demandado debe probar: a) la existencia de las defensas personales o causales que
se le podría haber opuesto al anterior portador, y b) el conocimiento de las defensas por parte del actor y
la intención de perjudicarlo, lo que normalmente estará librado a presunciones que deberán ser graves,
precisas y concordantes, y fundarse en hechos concretos y probables.
f. Excepción de pago.
El cumplimiento oportuno de la prestación debida,total o parcialmente, da lugar a la excepción de pago
total o parcial, según el caso.
g. Excepción de espera.
Si el actor ha concedido una ampliación del plazo de pago al demandado,éste le puede oponer la defensa
de espera, pero la excepción no puede ser opuesta al reclamante si la espera fue otorgada por un portador
anterior al actor.
La prueba debe efectuarla el demandado dentro de los reducidos límites del proceso ejecutivo.
h. Excepción de novación.
La novación se produce cuando una obligación se extingue a causa de la creación de otra que la sustituye.
i. Excepción de compensación.
La compensación se da cuando dos personas son recíprocamente acreedor y deudor. Esta defensa sólo
puede ser opuesta por el deudor cambiario que, a su vez, sea acreedor del portador del título que le re-
clama el pago de la obligación cartular,es decir, cuando el actor es, a su vez, deudor del demandado.

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j. Excepción de quita.
Si el demandante ha hecho una quita, es decir, una disminución del importe de la deuda, el demandado le
puede oponer la defensa de quita.
k. Excepción de remisión.
Si el demandante ha remitido total o parcialmente la deuda, el demandado le puede oponer la defensa de
remisión.
l. Excepción de prescripción y caducidad
Hay que tener presente que en el juicio ejecutivo, la excepción de prescripción debe encontrar su funda-
mentación en el texto del documento, no correspondiendo valorar circunstancias relacionadas con la cau-
sa de la obligación o un supuesto de firma en blanco.
Con relación a la caducidad, es admisible la excepción de caducidad cambiaria opuesta en el juicio ejecuti-
vo fundada en el transcurso de los tres años establecidos en el art. 11 del decreto ley 5965/63 como plazo
para llenar la letra con fecha en blanco. Ella es de orden público y debe ser aplicada de oficio por el juez.
m. El cheque.
En general, las excepciones y defensas aplicables a la letra de cambio y pagaré son aplicables al cheque.
En ese sentido, y a solo efecto de ejemplificar, Escutti se refiere a algunas defensas. Así, la inhabilidad de
título se configura con la ausencia de: 1) la denominación del documento inserta en su texto,expresada en
el idioma de su redacción; 2) el número de orden impreso en el cuerpo del documento; 3) la indicación de
la fecha de creación, y 4) el nombre del banco contra el cual se libra el cheque. Además cabe excepción de
inhabilidad de título si la orden de pago expresada en el título no es pura y simple y no se halla expresada
en letras y números especificando la especie de moneda; por último, es procedente la excepción mencio-
nada si falta la firma dl librador. En los demás se aplican similares soluciones que en la letra y el pagaré.
El art. 19 del ordenamiento del cheque vigente (ley 24.452) dispone: “Cuando una persona hubiese sido
desposeída de un cheque por cualquier evento, el portador a cuyas manos hubiera llegado el cheque,
sea que se trate de un cheque al portador, sea que se trate de uno endosable respecto del cual el porta-
dor justifique su derecho en la forma indicada en el artículo 17, no estará obligado a desprenderse de él
sino cuando lo hubiese adquirido de mala fe o si al adquirirlo hubiera incurrido en culpa grave”.
La parte primera de dicho artículo regula la problemática de la legitimación del tenedor de un cheque de la
clase mencionada cuando un portador anterior hubiera perdido su posesión por cualquier circunstancia.
El art. 8º del ordenamiento del cheque dispone: “Si un cheque incompleto al tiempo de su creación hu-
biese sido completado en forma contraria a los acuerdos que lo determinaron, la inobservancia de tales
acuerdos no puede oponerse al portador, a menos que éste lo hubiese adquirido de mala fe o que al ad-
quirirlo hubiese incurrido en culpa grave”. Si el título es completado contra lo pactado: 1) la infracción
puede alegarse cuando ocasiona perjuicio al suscriptor; 2) incumbe al excepcionante acreditar que el título
fue creado incompleto y que fue llenado en violación de lo acordado, y 3) el demandado goza de amplia li-
bertad probatoria para demostrar la creación del título en blanco, pero el deudor no puede valerse de la
prueba testimonial a los efectos de acreditar el llenado abusivo del título.
9. Cancelación cambiaria.
Rige el decreto ley 5965/63.
Art. 89. – En caso de pérdida, sustracción o destrucción de una letra de cambio, el portador puede comuni-
car el hecho al girado y al librador y requerir la cancelación del título al juez letrado del lugar donde la letra
debe pagarse o ante el de su domicilio. Deberá ofrecer fianza en resguardo de los derechos del tenedor. La
petición debe indicar los requisitos esenciales de la letra y, si se tratase de una letra en blanco, los que sean
suficientes para identificarla. El juez, previo examen de los antecedentes que se le proporcionen acerca de
la verdad de los hechos invocados y del derecho del portador, dictará a la brevedad un auto indicando todos
los datos necesarios para individualizar la letra de cambio y disponiendo su cancelación; también autorizará

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su pago para después de transcurridos sesenta (60) días, contados desde la fecha de la última publicación
del auto respectivo, si la letra ya hubiese vencido o fuese a la vista o desde el vencimiento, si éste fuese pos-
terior a aquella fecha y siempre que en el intervalo no se dedujese oposición por el tenedor. El auto judicial
deberá publicarse durante quince días en un diario del lugar del procedimiento y en uno del lugar del pago,
si no fuese el mismo, y notificarse al girado y al librador. No obstante la denuncia, el pago de la letra de
cambio al tenedor antes de la notificación del auto judicial libera al deudor.
Art. 90. – La oposición podrá deducirla el tenedor ante el juez del lugar donde la letra debe pagarse, cuando
la cancelación fuese solicitada ante el del domicilio del portador desposeído y se sustanciará con el que
promovió la cancelación y con cualquier obligado que quiera intervenir, debiendo notificarse la oposición al
girado y al librador.
Art. 91. – Durante el término establecido en el artículo 89, el recurrente puede ejercer todos los actos que
tiendan a la conservación de sus derechos; y si la letra de cambio fuese a la vista o hubiese vencido o ven-
ciera en el intervalo, puede exigir la consignación judicial de su importe.
Art. 92. – Transcurrido el término fijado en el artículo 89 sin haberse deducido oposición o rechazado ésta
por sentencia definitiva, la letra queda privada de toda eficacia. El que haya obtenido la cancelación puede,
presentando la constancia judicial de que no se dedujo oposición o de que ésta fue rechazada definitiva-
mente, exigir el pago, y si la letra fuese en blanco o no hubiese vencido aún, exigir un duplicado. Este deberá
pedirse por el portador desposeído a su endosante y así sucesivamente de un endosante al que le precede,
hasta llegar al librador.
Art. 93. – La cancelación extingue todo derecho emergente de la letra de cambio, pero no perjudica los de-
rechos que eventualmente pudiera tener el poseedor que no formuló oposición contra el que obtuvo la
cancelación.
Art. 94. – Todos los gastos que origine este procedimiento serán a cargo del que los solicitó.
Art. 95. – La fianza a que se refiere el artículo 89 subsiste mientras no se presente la letra cancelada o se ha-
ya operado la prescripción.
i. CÓDIGO PENAL, ARTICULO 302. - Será reprimido con prisión de seis meses a cuatro años e inhabilitación
especial de uno a cinco años, siempre que no concurran las circunstancias del artículo 172:
1º. El que dé en pago o entregue por cualquier concepto a un tercero un cheque sin tener provisión de
fondos o autorización expresa para girar en descubierto, y no lo abonare en moneda nacional dentro de
las veinticuatro horas de habérsele comunicado la falta de pago mediante aviso bancario, comunicación
del tenedor o cualquier otra forma documentada de interpelación;
2º. El que dé en pago o entregue, por cualquier concepto a un tercero un cheque, a sabiendas de que al
tiempo de su presentación no podrá legalmente ser pagado;
3º. El que librare un cheque y diera contraorden para el pago, fuera de los casos en que la ley autoriza a
hacerlo, o frustrare maliciosamente su pago;
4º. El que librare un cheque en formulario ajeno sin autorización.

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Bolilla 9 - Los contratos de distribución y Comercialización.

Tema 1: contrato estimatorio: concepto. Antecedentes. Función económica. Naturaleza jurídica. Distinción
con figuras afines. Características generales del contrato. Comercialidad. Elementos. Derechos y obligaciones
de las partes. Formación del contrato.

Se trata de un contrato cuya principal finalidad es la de simplificar las formas legisladas de intermediación en la
comercialización de los distintos productos, lográndose a través de esta figura contractual que los comerciantes
tengan en sus comercios bienes que sin adquirirlos en propiedad puedan disponer de ellos como si fueran
propios.

El contrato estimatorio es un contrato atípico e innominado que no ha sido regulado con la modificación y
unificación del código civil y comercial.

Se puede definir al contrato estimatorio como aquel contrato por el cual una parte entrega una o varias cosas
muebles a la otra y ésta se obliga a pagar el precio, salvo que restituya las cosas dentro del término estableci-
do.

Así en este contrato una persona, comúnmente denominada concedente o "tradens" entrega otra, concesio-
nario "accipiens", cosas muebles estimando su precio momento de la entrega, con el compromiso de que si el
concesionario no restituye las cosas recibidas dentro de un término acordado, le deberá pagar el precio conve-
nido, pudiendo durante dicho plazo disponer de esas libremente como si fueran propias.
Las cosas mientras no se pague el precio estimado continuarán siendo de propiedad del tradens, pero el acci-
piens tiene libertad absoluta para fijar el precio de reventa.

Es la estimación del precio que hacen las partes al momento de la entrega de las cosas lo que da nombre al
contrato.

Antecedentes: el contrato tiene sus antecedentes dentro del derecho romano clásico, que lo incluía dentro de
los principales contratos innominados de aquella época juntamente con el contrato de cambio o permuta.
La figura del estimatorio fue descripta como aquel negocio mediante el cual el propietario de una cosa luego de
evaluarla o estimarla, la consignaba a otra persona a fin de que la vendiese y pagara el precio o la restituye-
ra en caso de que la venta no se efectúe.

Función económica:
- permite a los comerciantes que recibieron productos a través de esta figura tener sus comercios abasteci-
dos, sin necesidad de adquirir los en propiedad, pero pudiendo disponer de esos libremente.

- si bien quién recibe los productos por una cuestión de conveniencia tratará de venderlos a un precio mayor
que el estimado, para obtener así su ganancia, ello no es obligatorio. Así al recibir los productos no está asu-
miendo una obligación de venta una obligación de procurar su venta, lo que si sucede en la comisión o con-
signación.

Naturaleza jurídica: Desde la aparición del contrato estimatorio en el derecho romano, se trató de asemejar
esta figura otros contratos legislados, negándole de esta forma categoría jurídica propia, creándose varias
teorías al respecto.

Teorías que lo asimilan a la compraventa:

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1. Compraventa sujeta a condición


a) compraventa sujeta a condición suspensiva: la condición que suspende los efectos del contrato es la
de encontrar un comprador: así el accipiens compra un número de mercaderías y por un precio tal a
condición de que dentro de un plazo les haya encontrado colocación.
b) compra venta sujeta a condición resolutoria: lo necesario de esta para que no se perfecciona el con-
trato es que no se pague el precio ( es decir que se restituyan las mercaderías).

2. Otros supuestos de compraventa: algunos autores han entendido que el contrato estimatorio es una
compraventa pura con facultad de rescisión; otros en cambio, han entendido que se trata de un contrato
de compraventa pura no sujeto a condición alguna o con opción de restitución.

Teoría del depósito con obligación alternativa: esta teoría divide el contrato estimatorio en dos partes: la
primera la constituye el depósito de la cosa entregada al accipiens, quién tiene una obligación alternativa,
que sería la de restituir la cosa o bien venderla. La segunda parte es la de restituir efectivamente la cosa, con
lo cual quedaría en un contrato de depósito, o bien pagar el precio, lo que lo transformaría en una compra-
venta.

Otras teorías: existen desde los orígenes del contrato otras tesis que pretenden buscar la naturaleza jurídica
de éste y lo asimilan a la figura del mandato, de un contrato de obra, de un contrato de trabajo incluso de un
contrato de sociedad entre el accipiens y el tradens.

Distinción con figuras afines: El contrato estimatorio como modalidad de la comisión: la identidad causal en-
tre el contrato estimatorio y la comisión de venta se sostienen razón de que la actividad del accipiens incide
sobre la Esfera jurídica del tradens, lo que motiva el derecho de este exigir la reversión a su favor de la parti-
cipación estimada en el precio de venta.

Sin embargo es importante distinguir claramente los elementos del contrato estimatorio de los de la comisión
de venta, observándose, siguiendo a Farina, las siguientes diferencias:
1. En el contrato estimatorio el accipiens no está obligado en ningún sentido a procurar la venta de la mer-
cadería. En cambio, el comisionista si lo está.
2. Los comisionistas no pueden adquirir para sí los efectos cuya enajenación les haya sido confiada, salvo
expreso consentimiento del comitente. En cambio, en el contrato estimatorio el accipiens puede adquirir
para sí las cosas con tal de que pague el precio estimado.
3. La retribución debida al comisionista consiste sólo en un porcentaje sobre el precio de venta y cualquier
ventaja que consiga redundará en provecho del comitente. En el contrato estimatorio la utilidad del acci-
piens radica en la diferencia entre el precio estimado y el que obtenga de los terceros.
4. El comisionista debe actuar conforme a las órdenes e instrucciones del comitente, bajo apercibimiento de
responder por los daños y perjuicios. Debe comunicarle todas las noticias convenientes sobre las negocia-
ciones que puso a su cuidado. Ninguna de estas obligaciones surge para el accipiens en el contrato esti-
matorio.
5. El comisionista no responde en caso de insolvencia de las personas con quienes contratar en cumplimien-
to de su comisión, siempre que al tiempo del contrato fuesen reputadas idóneas. En el contrato estimato-
rio, el accipiens tiene la facultad de restituir la mercadería al tradens hasta cierto plazo y si no, debe pagar
el precio estimado, no importando cuál sea la causa de su no restitución. El accipiens siempre toma sobre
si el riesgo de la cobranza del precio.
6. La pérdida o deterioro de los defectos consignados, debidos a casos fortuitos o fuerza mayor, en la comi-
sión son a cargo del comitente. En el contrato estimatorio, a pesar de que las cosas continúan siendo de

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propiedad del tradens, su pérdida o deterioro, aún por caso fortuito o de fuerza mayor, perjudican al ac-
cipiens.

Tesis de la naturaleza jurídica propia: el contrato estimatorio es un contrato con características propias y cla-
ramente diferenciado de figuras con las que puede tener cierta similitud, debiendo destacarse que se trata de
un contrato que tiene una categoría histórica que es propia. Según la postura adoptada por la cátedra se trata
de un contrato moderno de empresa.

Características generales del contrato:


1) se trata de un contrato INNOMINADO todavía es que ninguna forma jurídica en nuestro derecho, se refie-
re a el.
2) a la vez se trata de un contrato ATÍPICO.
3) Es un contrato BILATERAL toda vez que existen obligaciones para ambas partes.
4) es un contrato ONEROSO.
5) se trata de un contrato CONSENSUAL que se perfecciona por el acuerdo de voluntades entre el tradens y
el accipiens. Es importante decir que no es un contrato real por cuando la obligación de entregar no hace
al perfeccionamiento del contrato.
6) sin perjuicio de que se celebra por escrito, es un contrato NO FORMAL por ser atípico e innominado, en
razón de que no se requiere forma alguna para su celebración.
7) De DISPONIBILIDAD DE COSAS AJENAS.

Comercialidad: se trata de un contrato que por su propia naturaleza entra en la esfera del derecho comer-
cial, en virtud de que encuadra con la tipificación social viejo artículo 8 inciso 1° del Código de Comercio qué
se refería a la "adquisición a título oneroso de una cosa mueble de un derecho sobre ella, para lucrar con su
enajenación (...)".

En el contrato estimatorio el accipiens adquiere el derecho de disponer la cosa recibida y es adquisiciones a


título oneroso, en vista de que no recibe ese derecho gratuitamente como debiendo cumplir luego con la con-
traprestación ( sea pagando el precio, o restituyendo dentro del plazo convenido la mercadería).

Elementos:
Objeto: el objeto del contrato estimatorio debe recaer siempre sobre una o varias cosas muebles, debida-
mente individualizadas.
Por tratarse de un contrato comercial se descarta la posibilidad de aplicación de este contrato en materia de
inmuebles.

Tampoco podrán ser objeto de un contrato estimatorio los bienes muebles registrables, cuya inscripción en el
registro correspondiente sea constitutiva de dominio, toda vez que el accipiens no podrá disponer libremente
de la cosa como si fuese propio.

Partes:
1. El tradens, también denominado concedente es el dueño de la cosa, comúnmente productor, artesano, dis-
tribuidor o comerciante mayorista, qué tiene interés en la comercialización y es quién procede a la entrega de
ella.
2. El accipiens, también denominado concesionario, es quien recibe la cosa con la intención de comercializarla.
Precio estimado: la estimación del valor de las mercaderías debe efectuarse en el momento de su entrega, es
decir que cuando el accipiens las recibe ella debe estar ya valorada; de no cumplirse ese requisito no se perfec-

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cionaría ya un contrato estimatorio dado que la estimación del precio valoración es lo que da el nombre al con-
trato y lo perfecciona.
La fijación del precio estimado que se pacta de común acuerdo entre las partes, debe ser distinguida del precio
de venta que luego estipula el accipiens a los efectos de la comercialización del producto. La diferencia entre el
precio estimado y el precio de venta y lo que constituye su ganancia por el hecho de la comercialización de la
mercadería.

Fijación un término: se trata el plazo durante el cual el accipiens tiene en su poder las mercaderías a los efec-
tos de la comercialización y, vencido, el cual deben pagar el precio estimado o restituir las cosas recibidas al
tradens.
En principio el plazo debe estar determinado en el momento de perfeccionarse el contrato y se pacta libremen-
te entre las partes. En el aspecto práctico se considera a los efectos de la aplicación de este término el tipo de
mercadería que se comercializa y de acuerdo con ello se establecen los plazos correspondientes. Así, en tratán-
dose de mercaderías perecederas, se fijarán plazos más breves que para que esas que no lo son.
La fijación del plazo no es condición esencial de este contrato, así puede haber contrato estimatorio con plazo
indeterminado y en este caso el tradens deberá requerirle a el accipiens la rendición de cuentas y envasarlo
resueltos a deberá restituir la mercadería no vendido bien pagar el valor del precio estimado de la que no se
restituye.

El consentimiento: otro de los elementos esenciales para este contrato, en razón de que es un contrato con-
sensual, es el consentimiento que hace al perfeccionamiento del contrato.
El consentimiento presupone la capacidad de ambas partes para contratar y debe ser perfecto por ambas par-
tes.

Finalmente uno de los elementos es el derecho a la disposición sobre cosa ajena en el tradens.

Derechos y obligaciones de las partes: por tratarse un contrato bilateral, surgen de contrato estimatorio dere-
cho de obligaciones a cargo de ambas partes:

1) Derechos del tradens:


- conservar la propiedad de las cosas entregadas: el tradens sólo entrega al accipiens la libre disponibili-
dad de las cosas pero él sigue conservando la propiedad de ellas; esta propiedad sólo se transmite cuando
recibe el precio de las mercaderías.
- percibir el precio estimado: siempre que el accipiens no se desobligue previamente restituyendo las co-
sas dentro del plazo fijado. Si fuese imposible en la restitución de las mercaderías, aún por causas no
imputables al deudor, este Igualmente responderá por ella aún cuando la imposibilidad de restitución sea
por caso fortuito o fuerza mayor.

2) Obligaciones del tradens: debe aceptar la decisión del accidente en cuanto a su forma de desobligarse,
sea restituyendo las cosas entregadas o pagando el precio.

3) Derechos del accipiens:


- disponer libremente de las cosas recibidas: es de la esencia de esta figura contractual que el accipiens
pueda disponer libremente de las cosas recibidas como si fuera el dueño, aunque de hecho no lo sea. Esta
posibilidad de libre disposición la conserva mientras dure el plazo acordado en el contrato y como conse-
cuencia de ella puede:
a. Venderla

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b. Fijar el precio de venta para la comercialización del producto.


c. Actuar a nombre propio: el accipiens en su comercialización con terceros actúa siempre nombre pro-
pio y no por quien le entregó las mercaderías.
d. Puede adquirirlas para sí.

- facultad de optar en la forma en la que se desobliga se trata de una obligación facultativa, en favor del
accidente, quién fue de elegir la forma en que se desobliga, sea a través del pago del precio restituyendo
las cosas recibidas dentro del plazo acordado.
Esta facultad se encuentra limitada en los siguientes casos:
a. Que restituya las cosas dentro del plazo fijado, ya que si no hace esa restitución en término, estará
obligado a pagar el precio.
b. A la existencia e integridad de las cosas, ya que si ellas se deterioran o desaparecen, aún por causas
que no sean imputables al accipiens, él estará obligado al pago del precio, perdiendo el derecho de op-
tar.

4) Obligaciones del accipiens:


- pagar el precio: si el accipiens no restituye las cosas recibidas dentro del plazo convenido, estará obliga-
do a pagar el precio estimado.
- deber de custodia: si bien el accipiens puede disponer libremente de las cosas recibidas está obligado a
mantener la integridad de ellas, respondiendo no sólo por los daños que puede sufrir por su culpa sino
también en el caso de que se deterioren o perezcan por causas que no le sean imputables.

Formación del contrato: si bien la mayoría sostiene que se trata de un contrato real y que por lo tanto, se per-
fecciona Recién con la entrega de la cosa que hace el tradens al accipiens, se trata de un contrato consensual
el cual queda perfeccionado con el consentimiento prestado por ambas partes.

Efectos: la celebración del contrato estimatorio supone:


- el tradens conserva la propiedad de las cosas entregadas de las que sólo transmiten derecho a disponer de
ellas.

- la propiedad pasa al accipiens sólo cuando paga el precio estimado.

- al permanecer las cosas entregadas en el patrimonio del tradens, no forman parte de los activos en caso de
concurso o quiebra del accipiens y se debe ordenar la restitución de ellos a su dueño.

- por esta misma circunstancia, los acreedores individuales del accipiens no podrán cautelar o agredir los bie-
nes recibidos por él, em virtud del contrato estimatorio.

- como las cosas pertenecen aún al patrimonio del tradens, frente al supuesto de su quiebra o concurso con
los bienes integrados forman parte del activo del concurso, debiendo ser reintegrados al activo concursal.

- los acreedores del tradens pueden cautelar los bienes entregados al accipiens a través de embargo sobre las
cosas entregadas, pero no se le podrá negar la opción al accipiens de pagar la cosa y adquirirla, en cuyo caso
el embargo se trasladará al precio de ella.

Tema 2: contrato de agencia: concepto. Origen. Objeto. Caracteres. Clasificación. Comparación con otros
contratos del derecho comercial. Efectos del contrato. Responsabilidad de las partes frente a terceros. Forma
de retribución del Agente. Tipos especiales de agencia. Extinción del contrato. Rescisión unilateral del con-
trato de agencia.

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Concepto:
Art. 1479. Definición y forma. Hay contrato de agencia cuando una parte, denominada agente, se obliga a
promover negocios por cuenta de otra denominada preponente o empresario, de manera estable, continuada
e independiente, sin que medie relación laboral alguna, mediante una retribución. El agente es un intermedia-
rio independiente, no asume el riesgo de las operaciones ni representa al preponente. El contrato debe ins-
trumentarse por escrito.

Se trata de un contrato que previo a la sanción del CCyC era Atípico e Innominado.

De conformidad al concepto dado por el nuevo Código Civil y Comercial en el artículo comentado, se sigue
que en el contrato de agencia intervienen dos sujetos principales, por un lado, el agente y, por el otro, el pre-
ponente o empresario, con el objeto principal de promover negocios a favor de este último.

Este contrato tiene la particularidad de que el agente se constituye en un intermediario, que actúa en nombre
y por cuenta ajena, sin obligarse frente a terceros.

El agente de comercio se obliga a desplegar una actividad adecuada para lograr clientes para su comitente y
remitir a éste los pedidos de mercaderías, servicios u otros bienes, cuya comercialización le ha sido encomen-
dada.

En efecto, el comitente — al aceptar el pedido— concierta el contrato que lo liga de modo directo al cliente;
el agente de comercio no es parte de dicho contrato sino un intermediador. A través del contrato de agencia
una de las partes intermedia de manera estable y autónoma, promoviendo o concluyendo contratos en inte-
rés de la otra, percibiendo por ello una retribución; la función económica del contrato consiste en crear clien-
tela, aumentar la existente o, por lo menos, mantenerla.

En una palabra, el agente de comercio es esencialmente un promotor de negocios, que actúa en nombre y
por cuenta de su principal, aun cuando en muchos casos tenga, además, facultades para contratar a nombre
del principal, asumiendo una representación

Caracteres El contrato de agencia se caracteriza por reunir los siguientes caracteres:


1. Bilateral: en tanto existen obligaciones recíprocas para ambas partes. El agente se compromete a promo-
ver negocios a favor del empresario a cambio de una remuneración.
2. Formal: La nueva regulación cambió este aspecto, ya que a partir del nuevo Código el art. 1479 exige que
el contrato deba instrumentarse por escrito.
3. Típico y Nominado: este contrato carecía de regulación legal, pero a partir de la reforma del Código, existe
una normativa específica que lo regula, lo que le otorga tipicidad legal.
4. Mercantil: en tanto las partes que intervienen en la celebración del contrato de agencia, son empresarios
comerciantes autónomos.
5. Estable: Se crea un vínculo de duración, no es un contrato que se celebra para llevar a cabo actos aislados,
sino que se caracteriza por una relación estable y duradera.
6. De ejecución continuada : vinculado este aspecto con la estabilidad del contrato, en tanto su objeto (pro-
moción de negocios) requiere que sea ejecutado a través de prestaciones sucesivas de las partes, sin po-
der concretarse en meros actos aislados.
7. Oneroso: las ventajas que el contrato confiere a cada una de las partes no le son otorgadas sino en virtud
de otras prestaciones que el co-contratante tiene a su cargo.
8. Personal - Intuitu personae: Martorell destaca que ésta es una característica propia de la mayor parte de
los contratos de gestión a cuyo grupo pertenece el contrato de agencia. Si bien puede ser agente tanto

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una persona física como una jurídica, su designación se realizará en función de las características particula-
res del sujeto, destacando la profesionalidad y sus capacidades organizativas empresariales. Tratándose de
una persona de existencia ideal, lo que habrá que ponderar para designarla será la trayectoria de ella en
plaza, su solvencia y quienes detentan los cargos directivos.
9. La agencia es un CONTRATO DE COLABORACIÓN donde existe una función de cooperación para alcanzar
un fin determinado que es el de la comercialización del producto a través de la captación de la clientela.

El Agente: En primer lugar, se destaca su actuación como intermediario independiente. El agente es un contra-
tante autónomo, y no dependiente del principal, que desempeña su actividad con plena autonomía, cumplien-
do una función de intermediación entre el empresario y la clientela, con la finalidad de promover los negocios
de aquél.

En efecto, realiza su actividad con medios propios y a su riesgo, en tanto puede organizar su actividad libre y
discrecionalmente. El agente cuenta con una organización empresaria propia, con la cual realiza la actividad
encomendada con libertad, autonomía y a su propio riesgo, sin perjuicio de que el proponente tenga facultades
para impartir instrucciones.

Por otro lado, cabe destacar que el agente no está vinculado a una relación de dependencia, puesto que no hay
subordinación jurídica, económica ni técnica que permitan siquiera presumirla.

Derechos y Obligaciones de las partes:


Agente
I. DERECHOS:
A. RETRIBUCIÓN
B. EXCLUSIVIDAD (ART. 1480)
C. PROMOCIÓN/VENTA DE LOS PRODUCTOS

Art. 1480. Exclusividad. El agente tiene derecho a la exclusividad en el ramo de los negocios, en la zona geo-
gráfica, o respecto del grupo de personas, expresamente determinados en el contrato.

La exclusividad es uno de los elementos típicos del contrato de agencia, e implica que el agente pueda
desempeñarse en forma exclusiva no sólo con relación una zona geográfica, es decir, desde el punto de vista
territorial, sino también, en lo que se refiere al ramo de negocios (tipo de actividades que llevará a cabo) o al
grupo de personas con las que actúa (clientes con los cuales contratará el empresario), siempre y cuando di-
cha exclusividad esté expresamente pactada en el contrato.

Esta exclusividad que caracteriza al contrato de agencia, se enmarca en el derecho que le asiste al agente de
actuar en forma única dentro de un área geográfica determinada, en la cual sólo el agente podrá promover
los negocios del empresario. A su vez, en forma correlativa a este derecho, se alza también como un deber,
en tanto el agente sólo podrá actuar en dicho territorio.

La cláusula de exclusividad puede ser estipulada o no, y ser unilateral o bilateral. El fabricante en muchos ca-
sos se compromete a no efectuar ventas directas en las zonas exclusivas y el distribuidor a no comercializar
productos que compitan con los del fabricante.

La exclusividad del producto a cargo del distribuidor no se pierde por la eventual distribución simultánea de
otros productos. Es decir que la exclusividad supone una limitación de la concurrencia y requiere un ámbito
espacial y temporal, porque su vigencia se extiende al plazo de duración convenida.

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Art. 1481. Relación con varios empresarios. El agente puede contratar sus servicios con varios empresarios.
Sin embargo, no puede aceptar operaciones del mismo ramo de negocios o en competencia con las de uno de
sus preponentes, sin que éste lo autorice expresamente.

Si bien existe un derecho- deber de exclusividad por parte del agente, ello no implica que no pueda celebrar
este tipo de contratos y prestar sus servicios a favor de otros empresarios distintos. Sin embargo, cabe desta-
car que esta facultad no es absoluta y se encuentra limitada, ya que los contratos de agencia que celebre con
otros preponentes, no podrán versar sobre actividades que se refieran al mismo ramo de negocios o en com-
petencia con el empresario anterior.

En efecto, se trata de una limitación que se deriva necesariamente del deber de fidelidad y de actuar con
buena fe. En este sentido, tiene dicho Marzorati que cuando el agente pactó la exclusividad a favor del em-
presario principal no le es permitido promover o concluir negocios por cuenta de varios comerciantes respec-
to de mercaderías de idéntica calidad y características que compitan entre sí, porque constituye un supuesto
de competencia desleal.

Sin embargo, esta limitación cede en caso de que exista una autorización expresa por parte del empresario,
ya que el pilar en las relaciones contractuales lo constituye la autonomía de la voluntad de las partes.

Art. 1482. Garantía del agente. El agente no puede constituirse en garante de la cobranza del comprador pre-
sentado al empresario, sino hasta el importe de la comisión que se le puede haber adelantado o cobrado, en
virtud de la operación concluida por el principal.

La relación jurídica que se promueve se concertará sólo entre el empresario y el cliente, sin que el agente ga-
rantice el resultado del negocio, sino sólo hasta el límite de la comisión, en los casos en que ya se le hubiere
adelantado o cobrado. Su misión se limitará a promover los negocios con los clientes, sin asumir la garantía
de los contratos celebrados por el empresario, ya que actúa por cuenta ajena y a nombre del principal, siendo
un tercero ajeno al vínculo jurídico del contrato principal.

Art. 1483. Obligaciones del agente. Son obligaciones del agente:


a) velar por los intereses del empresario y actuar de buena fe en el ejercicio de sus actividades;

b) ocuparse con la diligencia de un buen hombre de negocios de la promoción y, en su caso, de la conclusión


de los actos u operaciones que le encomendaron;

c) cumplir su cometido de conformidad con las instrucciones recibidas del empresario y transmitir a éste toda
la información de la que disponga relativa a su gestión;

d) informar al empresario, sin retraso, de todos los negocios tratados o concluidos y, en particular, lo relativo
a la solvencia de los terceros con los que se proponen o se concluyen operaciones;

e) recibir en nombre del empresario las reclamaciones de terceros sobre defectos o vicios de calidad o canti-
dad de los bienes vendidos o de los servicios prestados como consecuencia de las operaciones promovidas,
aunque él no las haya concluido, y transmitírselas de inmediato;

f) asentar en su contabilidad en forma independiente los actos u operaciones relativos a cada empresario por
cuya cuenta actúe.

En función de la existencia de un contrato que se caracteriza por ser bilateral, surgen obligaciones recíprocas
para ambas partes. El art. 1483 reúne las obligaciones que tiene el agente de las cuales se pueden derivar los

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derechos que le asisten al empresario, siendo la principal de ellas, en orden al objeto que tiene el contrato de
agencia, la promoción de negocios a favor del comitente.

Art. 1484. Obligaciones del empresario. Son obligaciones del empresario:


a) actuar de buena fe, y hacer todo aquello que le incumbe, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, pa-
ra permitir al agente el ejercicio normal de su actividad;

b) poner a disposición del agente con suficiente antelación y en la cantidad apropiada, muestras, catálogos,
tarifas y demás elementos de que se disponga y sean necesarios para el desarrollo de las actividades del agen-
te;

c) pagar la remuneración pactada;

d) comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince días hábiles de su cono-
cimiento, la aceptación o rechazo de la propuesta que le haya sido transmitida;

e) comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince días hábiles de la recep-
ción de la orden, la ejecución parcial o la falta de ejecución del negocio propuesto.

Responsabilidad de las partes frente a 3°:y4


Art. 1485. Representación del agente. El agente no representa al empresario a los fines de la conclusión y eje-
cución de los contratos en los que actúa, excepto para recibir las reclamaciones de terceros previstas en el ar-
tículo 1483, inciso e). El agente debe tener poder especial para cobrar los créditos resultantes de su gestión,
pero en ningún caso puede conceder quitas o esperas ni consentir acuerdos, desistimientos o avenimientos
concursales, sin facultades expresas, de carácter especial, en las que conste en forma específica el monto de la
quita o el plazo de la espera. Se prohíbe al agente desistir de la cobranza de un crédito del empresario en for-
ma total o parcial.

El art. 1485 establece la regla general y estipula que el agente no representa al empresario a los fines de la
conclusión y ejecución de los contratos en los cuales actúa. De conformidad con lo dispuesto en el art. 1479
es un intermediario independiente que no asume el riesgo de las operaciones ni representa al preponente.

A su vez, como toda regla, lleva consigo una excepción, la cual está prevista en el art. 1483 inc. e), es decir,
que el agente no representará al empresario excepto para recibir las reclamaciones de terceros sobre los de-
fectos o vicios de calidad o cantidad de los bienes vendidos o de los servicios prestados, como consecuencia
de las operaciones promovidas.

En este orden de ideas, la doctrina se ha referido a la figura del agente a través de dos modalidades:
- Por un lado, el agente típico " sin representación" , el cual actúa como un simple mediador, siendo un tercero
ajeno a la vinculación jurídica directa que existe entre el empresario y el cliente.
- Por otro lado, el nuevo artículo deja sentado que para que el agente actúe con representación debe estar
investido de un poder especial, obligando al representado en la medida en que actúe dentro de los límites de
los poderes conferidos

Remuneración del Agente:


Art. 1486. Remuneración. Si no hay un pacto expreso, la remuneración del agente es una comisión variable
según el volumen o el valor de los actos o contratos promovidos y, en su caso, concluidos por el agente, con-
forme con los usos y prácticas del lugar de actuación del agente.

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En orden a lo señalado en el inc. c) del art. 1484, y a la onerosidad del contrato, el agente tiene derecho a
percibir una retribución por las tareas realizadas. En tal sentido, prima la autonomía de la voluntad de las par-
tes, por lo que la regulación prevista en el art. 1486 es subsidiaria, y sólo se aplicará si no hay un pacto expre-
so, primando entonces, la remuneración que hubiese sido estipulada por las partes al celebrar el contrato de
agencia.

Farina destaca que la comisión es una forma de retribución de tipo aleatorio, ya que el comitente sólo le de-
be abonar la comisión pactada o de uso, sobre el importe de las operaciones concluidas a raíz de su interven-
ción. Se advierte entonces, que el cobro de la comisión depende exclusivamente de la propia actividad del
agente, lo que de manera indirecta motiva la promoción de negocios a favor del empresario, en tanto la re-
muneración representa el interés económico del agente.

Art. 1487. Base para el cálculo. Cualquiera sea la forma de la retribución pactada, el agente tiene derecho a
percibirla por las operaciones concluidas con su intervención, durante la vigencia del contrato de agencia y
siempre que el precio sea cobrado por el empresario. En las mismas condiciones también tiene derecho:

a) si existen operaciones concluidas con posterioridad a la finalización del contrato de agencia;

b) si el contrato se concluye con un cliente que el agente presentara anteriormente para un negocio análogo,
siempre que no haya otro agente con derecho a remuneración;

c) si el agente tiene exclusividad para una zona geográfica o para un grupo determinado de personas, cuando
el contrato se concluye con una persona perteneciente a dicha zona o grupo, aunque el agente no lo promue-
va, excepto pacto especial y expreso en contrario.

Art. 1488. Devengamiento de la comisión. El derecho a la comisión surge al momento de la conclusión del
contrato con el tercero y del pago del precio al empresario. La comisión debe ser liquidada al agente dentro de
los veinte días hábiles contados a partir del pago total o parcial del precio al empresario.

Por último, el artículo tiene un agregado interesante, ya que dispone que cuando el agente ofrece al empre-
sario una determinada propuesta, la misma será considerada aceptada por éste a los únicos fines del cobro
de la comisión por parte del agente, si el empresario dentro del plazo dispuesto en el art. 1484 inc. d) (plazo
de uso o 15 días hábiles desde el conocimiento de la propuesta), no le comunica al agente su aceptación o re-
chazo.

En este orden de ideas, se genera a favor del agente un derecho a cobrar la comisión por más que el negocio
entre empresario y cliente no se haya concluido, ni mucho menos se haya pagado el precio por el mismo.

Art. 1489. Remuneración sujeta a ejecución del contrato. La cláusula que subordina la percepción de la re-
muneración, en todo o en parte, a la ejecución del contrato, es válida si ha sido expresamente pactada.

Art. 1490. Gastos. Excepto pacto en contrario, el agente no tiene derecho al reembolso de gastos que le origi-
ne el ejercicio de su actividad.

El art. 1490 estipula que el agente deberá soportar los gastos de su propia empresa, sin ostentar derecho al
reembolso.

Esta disposición es un fiel reflejo de la autonomía que goza el agente, confirmando que no existe una relación
de dependencia o subordinación con el empresario. En efecto, el agente, salvo pacto en contrario, cargará

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con los gastos que origine el ejercicio de su actividad, ya que posee su propia empresa, su organización y su
estructura.

Duración del Contrato de Agencia:


Art. 1491. Plazo. Excepto pacto en contrario, se entiende que el contrato de agencia se celebra por tiempo in-
determinado. La continuación de la relación con posterioridad al vencimiento de un contrato de agencia con
plazo determinado, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado.

El contrato de agencia tiene como característica el ser un vínculo de duración que le otorga estabilidad a la
relación con el principal.

De ello se deriva la diferenciación entre el agente, el corredor y el comisionista ya que estos últimos realizan
actos aislados.

Rescisión Unilateral del Contrato de Agencia:


Art. 1492. Preaviso. En los contratos de agencia por tiempo indeterminado, cualquiera de las partes puede
ponerle fin con un preaviso.

El plazo del preaviso debe ser de un mes por cada año de vigencia del contrato. El final del plazo de preaviso
debe coincidir con el final del mes calendario en el que aquél opera […]

Marzorati destaca que la jurisprudencia fue señalando que era de la esencia del contrato de agencia el que no
podía ser interrumpido ni revocado sin causa en forma intempestiva. La revocación cuando no tiene justifica-
ción alguna lesiona las expectativas de prosecución de los negocios, cuando el agente se condujo con correc-
ción y no medió culpa de su parte, afirmando que la indemnización era la compensación en favor del agente
por el hecho de privarlo de la realización de los negocios que hasta entonces llevaba a cabo con habitualidad
y permanencia.

Art. 1493. Omisión de preaviso. En los casos del artículo 1492, la omisión del preaviso, otorga a la otra parte
derecho a la indemnización por las ganancias dejadas de percibir en el periodo.

La omisión de preaviso en los casos de contratos por tiempo indeterminado otorga a la otra parte el derecho
a la indemnización por las ganancias dejadas de percibir en el período.

De tal modo, los rubros que integran la indemnización están conformados por el importe de las comisiones de
las que el agente se vio privado, teniendo derecho también al lucro cesante durante el tiempo en el que el fa-
bricante dejó de remitirle las mercaderías, y a que se le pague la comisión por las ventas efectuadas.

También resulta evidente que debe indemnizar los gastos realizados en beneficio del principal, y fundamen-
talmente existe un derecho a la clientela, regulado en los artículos 1497 y 1498.

Cabe señalar que en el caso de personas físicas también podría reclamarse el daño moral, pues la ruptura del
contrato podría lesionar la imagen que el agente tenga en su plaza, frente a una clientela que al sustituírselo
sigue disponiendo de los artículos que hasta la revocación adquiría el agente.

Extinción del contrato de Agencia:


Art. 1494. Resolución. Otras causales. El contrato de agencia se resuelve por:
a) muerte o incapacidad del agente;
b) disolución de la persona jurídica que celebra el contrato, que no deriva de fusión o escisión;
c) quiebra firme de cualquiera de las partes;

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d) vencimiento del plazo;


e) incumplimiento grave o reiterado de las obligaciones de una de las partes, de forma de poner razonable-
mente en duda la posibilidad o la intención del incumplidor de atender con exactitud las obligaciones sucesi-
vas;
f) disminución significativa del volumen de negocios del agente.

Art. 1495. Manera en que opera la resolución. En los casos previstos en los incisos a) a d) del artículo 1494, la
resolución opera de pleno derecho, sin necesidad de preaviso ni declaración de la otra parte, sin perjuicio de lo
dispuesto por el artículo 1492 para el supuesto de tiempo indeterminado.
En el caso del inciso e) del artículo 1494, cada parte puede resolver directamente el contrato.
En el caso del inciso f) del artículo 1494, se aplica el artículo 1492, excepto que el agente disminuya su volu-
men de negocios durante dos ejercicios consecutivos, en cuyo caso el plazo de preaviso no debe exceder de
dos meses, cualesquiera haya sido la duración del contrato, aun cuando el contrato sea de plazo determinado.

Art. 1496. Fusión o escisión. El contrato se resuelve si la persona jurídica que ha celebrado el contrato se fu-
siona o se escinde y cualquiera de estas dos circunstancias causa un detrimento sustancial en la posición del
agente.

Tanto la fusión como la escisión implican que la sociedades se disuelven, se incorporan o se separan, sin liqui-
darse, para constituir una nueva, que adquiere la titularidad de los derechos y acciones de las sociedades di-
sueltas.
En consecuencia, el artículo en cuestión presupone como directiva central para poder requerir la resolución
que la fusión o escisión societaria haya sido causa de " un detrimento sustancial en la posición del agente " .
No puede predicar la situación de incumplimiento pues en realidad, no se está frente a una causa resolutoria
típica, sino frente a una modificación de la empresa proponente que por alguna circunstancia afecte el pro-
ducto y/o los servicios a distribuir por parte del agente.

Este aspecto es un tema sumamente puntual y se puede decir que se trata de una situación especial que ne-
cesariamente debe ser acreditada por parte del agente en cuanto la fusión o escisión haya afectado la calidad
del producto, su nivel de entrega, o eventualmente la zona de exclusividad otorgada oportunamente. En una
palabra, cuando el artículo predica un detrimento sustancial en la posición del agente, requiere analizar el ca-
so concreto para ver de qué manera se " ha frustrado " la finalidad del contrato de agencia como para afectar
el interés económico que obligue a la nueva sociedad a abonar el preaviso, incluida la compensación por
clientela, a lo que se le suma la posibilidad de reclamar los daños derivados de la ruptura por culpa del em-
presario.

Art. 1497. Compensación por clientela. Extinguido el contrato, sea por tiempo determinado o indeterminado,
el agente que mediante su labor ha incrementado significativamente el giro de las operaciones del empresa-
rio, tiene derecho a una compensación si su actividad anterior puede continuar produciendo ventajas sustan-
ciales a éste.
En caso de muerte del agente ese derecho corresponde a sus herederos.
A falta de acuerdo, la compensación debe ser fijada judicialmente y no puede exceder del importe equivalente
a un año de remuneraciones, neto de gastos, promediándose el valor de las percibidas por el agente durante
los últimos cinco años, o durante todo el período de duración del contrato, si éste es inferior.

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Esta compensación no impide al agente, en su caso, reclamar por los daños derivados de la ruptura por culpa
del empresario.

Art. 1498. Compensación por clientela. Excepciones. No hay derecho a compensación si:
a) el empresario pone fin al contrato por incumplimiento del agente;
b) el agente pone fin al contrato, a menos que la terminación esté justificada por incumplimiento del empresa-
rio; o por la edad, invalidez o enfermedad del agente, que no permiten exigir razonablemente la continuidad
de sus actividades. Esta facultad puede ser ejercida por ambas partes.

Subagencia:
Art. 1500. Subagencia. El agente no puede, excepto consentimiento expreso del empresario, instituir subagen-
tes. Las relaciones entre agente y subagente son regidas por este Capítulo. El agente responde solidariamente
por la actuación del subagente, el que, sin embargo, no tiene vínculo directo con el empresario.

En relación a la subcontratación, si bien está prevista para otro tipo de contratos, mediante el art. 1500 se es-
tipula como regla general que no es procedente en el marco de un contrato de agencia, salvo que exista con-
sentimiento expreso del empresario.
En el supuesto caso de que el agente contrate a un subagente, el vínculo jurídico que los una deberá regirse
por las normas del presente capítulo, y de ningún modo implicará una actuación a nombre o cuenta del em-
presario.
Salvo que exista consentimiento del proponente, la subagencia sólo genera un vínculo directo entre el agente
y el subagente, siendo el empresario un tercero ajeno a dicha relación.

Excepciones a las Normas de la Agencia.


Art. 1501. Casos excluidos. Las normas de este Capítulo no se aplican a los agentes de bolsa o de mercados
de valores, de futuros y opciones o derivados; a los productores o agentes de seguros; a los agentes finan-
cieros, o cambiarios, a los agentes marítimos o aeronáuticos y a los demás grupos regidos por leyes especia-
les en cuanto a las operaciones que efectúen.

Contrato de Distribución: Caracterización. Comparación con otras figuras contractuales. Naturaleza jurídica.
Concepto. Elementos. Caracteres. Regulación Legal. Derechos y obligaciones de las partes. Responsabilidad de
las partes.

Caracterización La primera afirmación que corresponde hacer es que el término distribución está cargado de
notable ambigüedad y resulta difícil distinguirlo de las otras formas de comercialización.

La distribución propiamente dicha es un contrato consensual, también de duración y en una zona determinada
en donde el distribuidor tiene el derecho de vender determinados productos en un sector determinado, y cuya
ganancia consiste en la diferencia entre el precio de compra y de venta, mal denominada comisión.
En la mayoría de los casos el distribuidor es el mayorista, cuyos clientes son los comerciantes que venden direc-
tamente al público y que se distingue normalmente por el tipo de producto.

Conforme señala Etcheverry, el objeto del contrato es ampliar los negocios del productor mediante empresas
independientes, para evitar costosas estructuras, para lo cual dispone de colaboración especializada de terce-
ros, a fin de hacer llegar sus productos o servicios a sus consumidores.

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Distinción con otras figuras contractuales:


Concesión:
(Comentario 1511 del CCyC – Rivera/Medina) Farina afirma que la distribución se refiere a mercaderías de
consumo y de uso sencillo, en tanto que la concesión alude a bienes de alta tecnología, como son los automo-
tores.
Además, otra nota distintiva se configura porque el distribuidor tiene como cliente a otros comerciantes mi-
noristas que compran para revender y, por el contrario, el concesionario contrata con clientes particulares
que adquieren para sí.
Por otro lado, se puede decir también que el concesionario asume obligaciones de garantía y la prestación de
un servicio de post venta al tercero adquiriente de los bienes, que no pesan sobre el distribuidor.

Agencia: la distribución enmarca en todos los casos, así como la agencia, un contrato entre un fabricante y un
intermediario independiente, es decir no sujeto vínculo laboral; no sujeto a vínculo societario, en cuanto si
unidades le pertenecen exclusivamente; autónomo en cuanto comas y bien recibe órdenes y consignas de su
principal como realizó un negocio en la forma que considera más conveniente.

En el caso de los distribuidores su ganancia habitualmente la diferencia entre el precio de compra y el precio
de reventa, mientras que la del agente, es típicamente un porcentaje del precio del producto y en general es-
tá cuantificado en función del volumen de venta.

Ambos, distribuidor ya gente venden mercaderías en apunta pero la gente lo hace por cuenta y orden the
principal: la relación jurídica en la cual se apoya su vínculo con El fabricante el mandato. En cambio el distri-
buidor vende a nombre propio por su cuenta, facturando al cliente y lucrando con la diferencia.

El agente y el distribuidor son formalmente independientes. El primero es un representante del fabricante o


incluso del propio distribuidor. El distribuidor comprimen en forma repetida y masiva del fabricante, pero
nombre y por cuenta propia. Es el hecho de que el distribuidor actúa en nombre propio lo que permite distin-
guirlo claramente de la gente de comercio.

Naturaleza Jurídica: Se trata de un contrato aún atípico e innominado, ya que si bien el nuevo CCyC se ha refe-
rido a él no lo ha legislado, remitiéndose en el artículo 1511 a la aplicación a éste de las normas establecidas
para la concesión. De esta manera, a los efectos de su interpretación habrá de estarce a las cláusulas del con-
trato, en primer término; a los usos y las costumbres y finalmente a la aplicación subsidiaria de las normas que
rigen la concesión.
Se trata de un contrato típicamente comercial y asociativo. En este último aspecto, son elementos de éste la
territorialidad y exclusividad; la duración y ejecución prolongada; la onerosidad; informalidad (sin perjuicio de
que se celebra por escrito); no supone una asociación entre las partes, ni establece entre ellas una relación de
subordinación o una relación laboral, siendo sus partes independientes entre sí. Finalmente, es un contrato
Intuito personae, pues el concedente toma en cuenta la organización económica, técnica y comercial del distri-
buidor y su poder de penetración, como así también, sus antecedentes personales en la zona determinada para
cumplir el objetivo de la distribución de los productos.

En cuanto a contrato de comercialización, tiene por finalidad el acercamiento de las partes para la comerciali-
zación de los bienes, puntualmente para su colocación masiva en el Mercado.

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Concepto: el contrato de distribución ha sido definido en la doctrina argentina como aquel por el cual el pro-
ductor o fabricante conviene el suministro de un bien final —producto determinado— al distribuidor, quien
adquiere el producto para proceder a su colocación masiva por medio de su propia organización en una zona
determinada. A cambio de ello, el distribuidor recibe del productor un porcentaje sobre el precio de venta del
producto.

Caracteres:
Consensual: el contrato de distribución se perfecciona con el mero consentimiento, que por su sola expresión
crea las obligaciones emergentes del contrato. Es un contrato consensual que otorga el derecho de vender en
un sector determinado, por lo que recibe una remuneración consistente generalmente en la diferencia entre
el precio de compra y el de venta.

Bilateral: desde el momento en que se perfecciona el contrato, ambas partes de él resultan obligadas.
Oneroso hay ventajas recíprocas, que se otorgan la una teniendo en mira la otra. El distribuidor tiene una
ventaja económica consistente en lo que los terceros abonarán por sus servicios o por los productos presti-
giosos del proveedor; el proveedor por su parte recibe la compensación del distribuidor, y limita su riesgo
comercial y aumenta su penetración en el mercado.

Conmutativo: se termina obligaciones ciertas y apreciables para las partes en el acto mismo en que se perfec-
ciona. Al celebrar el contrato en las partes saben a que se obligan como dejando determinado el alcance de
sus obligaciones.

No formal, por ser un contrato atípico rige el principio de libertad de forma como sea que no hay formalida-
des de ninguna especie establecidas. Todo ello sin perjuicio de su celebración por escrito.

Contrato de Tracto sucesivo: en esta modalidad las partes tienen la convicción de que el desenvolvimiento
del negocio requiere de un apreciable lapso de tiempo y, por ello, normalmente, no solamente son de ejecu-
ción continuada, sino que no se establece un plazo concreto de duración.

Intuito personae: para realizar el contrato y se tiene en cuenta la calidad de una o ambas partes. Las personas
contratantes son un elemento esencial, puesto que un cierto interés ha inducido a uno de los contratantes a
elegir como contraparte una determinada persona en razón de sus cualidades o aptitudes particulares.

De colaboración y cooperación: se trata de un contrato donde una parte desarrollan actividad en concurren-
cia con la actividad ajena como Aunque de manera independiente. La distribución se incluye dentro de esta
categoría porque vincula dos partes independientes con una finalidad común: la venta a los terceros del pro-
ducto en cuestión y para eso ambos celebran un acuerdo, en el cual se encuentran en un plano de igualdad
jurídica.

Elementos del contrato de distribución:


1. Territorio/ cláusula de exclusividad: el contrato atribuye al distribuidor una zona territorial determinada
de actuación con derecho o no a la exclusividad sobre ella. Esa exclusividad territorial puede ser o no bila-
teral, si el distribuidor se obliga a no efectuar ventas fuera de la zona determinada y el fabricante a su vez
se compromete a no designar otro distribuidor en el mismo territorio.

La cláusula de exclusividad puede ser estipulada o no. El fabricante en muchos casos se compromete a no
efectuar ventas directas en las zonas exclusivas y el distribuidor a no comercializar productos que compi-

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ten con los del fabricante. La exclusividad del productor a cargo del distribuidor no se pierde por la venta
distribución simultánea de otros productos
La exclusividad supone una limitación de la concurrencia y requiere un ámbito espacial y temporal, porque
su vigencia se extiende al plazo de duración convenido; en su defecto cualquiera de las partes puede de-
nunciarlo en cualquier momento.

2. Duración: el contrato puede convenirse por un tiempo indeterminado, es decir hasta que una de las partes
lo denuncie, o bien que se prevea un plazo que por remisión a las leyes prescriptas sobre la concesión, ha
de ser al menos de 4 años.
Eso significa que: de pactarse un plazo menor, se entiende que el contrato fue celebrado por 4 años; en
caso de ser un contrato de plazo indeterminado el mínimo de su duración es de 4 años, requiriéndose el
preaviso de un mes por cada año de trabajo uso del contrato, para concluirlo.

3. Control: el distribuidor es un empresario independiente y que pone su empresa al servicio del fabrican-
te, actúa en su nombre y por cuenta propia y no en representación del proveedor.
No obstante existe una planificación comercial, al establecer precios unitarios, régimen de mercados con
aceptación y colaboración de un determinado programa de propaganda o publicidad, centralizado por el
productor y compartido en mayor o menor entidad e intensidad por el distribuidor, a lo que se une la obli-
gatoriedad de tener el establecimiento abierto, depósito o inventario de un determinado número de pro-
ductos para atender el mercado que comprende la zona de influencia del distribuidor, etcétera.
Este control no significa subordinación técnica, ni económica ni jurídica, puesto que el distribuidor es in-
dependiente. En el contrato de distribución si bien se prevé el cumplimiento de ciertas directivas imparti-
das por el proveedor, eso no implica enajenación de la independencia económica y técnica del distribui-
dor, sino más bien un medio de desarrollar el régimen de cooperación.

Así son cláusulas de frecuente aplicación en estos contratos por ejemplo, la obligación del distribuidor de
vender una cantidad mínima; la entrega al distribuidor de la mercadería con un descuento; el precio de
venta de las mercaderías a los clientes; la estipulaciones sobre la publicidad del producto; el compromiso
de la distribuidora de no fabricar, vender o distribuir otros artículos en competencia con los que se obliga
a distribuir en exclusividad, etc.

Regulación Legal:
Art. 1511. Aplicación a otros contratos. Las normas de este Capítulo (Concesión) se aplican a:
a) los contratos por los que se conceda la venta o comercialización de software o de procedimientos similares;
b) los contratos de distribución, en cuanto sean pertinentes.

La presente norma establece que las disposiciones de este capítulo, referidas a los contratos de concesión, se
aplicarán a otros tipos de contratos, como ser aquellos por los que se conceda la venta o comercialización de
software o de procedimientos similares y los de distribución, en cuanto resulte pertinente.

Responsabilidades de las Partes: El distribuidor es un empresario independiente que pone su empres al servi-
cio del fabricante, actúa en su nombre y por su propia cuenta y NO en representación del proveedor que le
proporciona las mercaderías. Así, el distribuidor contrata con los terceros a nombre propio, de modo que
compra y vende con ellos por su propia cuenta.
La relación entre distribuidor y productor es sólo de colaboración económica, conforme señala Etcheverry.

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El distribuidor adquiere la propiedad de los bienes cuando los obtiene por compra, con la consiguiente aplica-
ción de la doctrina de los riegos, por lo que el fabricante queda siempre desvinculado de las sucesivas reventas
que realice el intermediario.
Además el distribuidor toma a su cargo no sólo el riesgo, sino también la organización de la prestación y su
funcionamiento.

Derechos y obligaciones de las Partes:


En el contrato de distribución el fabricante asume la obligación de vender al distribuidor productos determina-
dos en una región también determinada, y el distribuidor se obliga a efectuar sus ventas con exclusividad en la
región que le fuera concedida, con una cantidad mínima de ventas.
A su vez, el distribuidor se obliga a efectuar las ventas del producto y a pagar el precio de las mercaderías en las
condiciones y plazos acordados oportunamente. Como explica la doctrina, al hallarnos en presencia de un con-
trato de colaboración, existe un conjunto de obligaciones para cada sujeto, que no pueden ser concebidas en
forma individual, sino integradas a su totalidad para obtener la finalidad económica que las partes tuvieron en
miras al contratar.

El Fabricante o proveedor debe:


a) entregar los bienes en la cantidad, el tiempo y forma prevista;
b) no afectar la zona de distribución conferida en exclusividad;
c) entregar un producto idóneo;
d) permitir el uso de marcas y distintivos.

Desde la otra vereda, el distribuidor debe:


a) Efectuar sus ventas con exclusividad en la región que le fuera conferida;
b) cumplir con el mínimo de compras convenidas;
c) no exceder la zona delimitada;
d) pagar en tiempo oportuno los productos adquiridos;
e) promover la venta y obtener la mayor colocación posible.
f) cumplir con las obligaciones publicitarias a su cargo (en caso de que hubieran sido pactadas).
g) Mantener el mínimo de stock (si se hubiera acordado)

Extinción del contrato: se produce por las causas ordinarias comunes a todo contrato; reviste una particular
importancia de las causales de resolución y rescisión.
Respecto de la resolución, sólo cabe poner fin al contrato por eventos que justifiquen tal consecuencia es decir
que las causas deben ser legítimas y serias. Se consideran causales de resolución a la quiebra o el concurso
preventivo, la falta de pago al distribuidor, etc. También se han reconocido como causas particulares de reso-
lución del contrato de distribución la muerte del distribuidor, por ser un contrato intuito personae; la transmi-
sión del fondo de comercio, el cambio de actividad, la pérdida de la capacidad, condenas de naturaleza penal ,
etcétera.
Los contratos de plazo determinado no pueden resolverse ni denunciarse por los contratantes antes del venci-
miento del plazo previsto, a menos que una de las partes incumpla gravemente sus obligaciones.

Si el contrato se celebrara a plazo determinado, su cumplimiento es uno de los modos normales de terminación
del contrato sin perjuicio de que en caso de que el contrato continuare, se convierte en un contrato de plazo
indeterminado el cual terminará con el pertinente preaviso.

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En los contratos de plazo indeterminado, por aplicación de lo dispuesto respecto del contrato de agencia, el
plazo mínimo de duración es de 4 años. Cumplidos estos, a los fines de concluir el contrato por cualquiera de
las partes , deberá darse un preaviso de al menos un mes por cada año que hubiere transcurrido de la relación
contractual.

En cuanto a la rescisión unilateral por incumplimiento: el distribuidor afectado por la ruptura intempestiva del
contrato podrá reclamar: en primer lugar los daños y perjuicios que le produjere la finalización del contrato; y
en segundo la indemnización por la clientela. Resultan de aquí de aplicación los artículos 1494 y 1497 del nue-
vo código civil y comercial.

Contrato de Concesión: Introducción. Caracteres. Elementos. Comparación con otras figuras contractuales.
Duración del contrato. Derechos y Obligaciones de las partes. Responsabilidad de las partes. Concesiones en
Particular. Extinción. Responsabilidad del Concedente frente a los Acreedores del Concesionario fallido. Exten-
sión de la reparación por recisión unilateral.
Concepto:
Art. 1502. Definición. Hay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta
propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su organización empresaria para
comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios
según haya sido convenido.

Según lo expresa el Comentario del Artículo por Rivera/Medina, y siguiendo a Farina, debe señalarse que la
concesión aparece como un fenómeno propio en el mundo capitalista actual, donde la expansión de la gran
empresa necesita encomendar la comercialización de sus productos a otras empresas menores, que se especia-
lizan en la distribución de tales bienes, pero con una característica muy particular: el concedente ejerce un
dominio económico sobre el concesionario, produciéndose una verdadera integración vertical de empresas a
despecho de la independencia jurídica que se aparenta.
De esta forma, la evolución del tráfico mercantil trajo aparejado el fenómeno de la colaboración y la integra-
ción de las actividades empresariales.

En el contrato de concesión hay dos empresas independientes, sobre la base de la sumisión interesada del con-
cesionario al concedente, logran integrarse en forma de concentración vertical, en un conjunto empresarial
apoyándose recíprocamente para el logro del éxito comercial. De tal modo, en el contrato de concesión comer-
cial las características del concesionario son de especial relevancia, dado que al desarrollar su actividad con
gran autonomía, el perfil del concesionario resulta fundamental en orden a la idoneidad para el cumplimiento
de los objetivos de la política comercial que la concedente se ha propuesto. En efecto, se prevé la figura del
concesionario como un empresario independiente, procurando un equilibrio de derechos y obligaciones de las
partes.

Caracteres Según Lorenzetti, los elementos tipificantes son:


a) es una especie dentro de los contratos de finalidad distributiva;
b) se realiza a través de grupos de contratos conexos vinculados en un sistema de distribución;
c) Dirección técnica por el concedente
d) hay desigualdad negocial entre el concedente y el concesionario que se revela en la celebración de un con-
trato de adhesión a cláusulas generales, y la imposición de condiciones en la etapa de cumplimiento; junto
con ello existe una subordinación económica del concesionario al concedente.
d) es un vínculo de larga duración;
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e) se otorga al concesionario una zona de exclusividad;


f) no hay vínculo representativo entre el concesionario y el concedente, actuando el primero a nombre pro-
pio.

Se trata de un contrato consensual, porque los efectos del contrato se producen luego de otorgado el consen-
timiento; es conmutativo, en cuanto arroja ventajas y beneficios para ambas partes. Oneroso.
Debe decirse que es no formal, en cuanto se rige por la libertad de formas; de tracto sucesivo, en cuanto las
contraprestaciones fluyen durante el transcurso del contrato tenga o no plazo de duración; de colaboración e
integración de actividades empresariales a los fines de la distribución de los productos del concedente; tam-
bién es de adhesión, en cuanto se impone el poder del concedente que establece las pautas que debe seguir el
concesionario. Intuito personae dado que como se señaló: “en el contrato de concesión comercial las caracte-
rísticas del concesionario son de especial relevancia, dado que al desarrollar su actividad con gran autonomía,
el perfil del concesionario resulta fundamental en orden a la idoneidad para el cumplimiento de los objetivos
de la política comercial que la concedente se ha propuesto”.
Por su parte, también podemos agregar que es un contrato que se celebra entre comerciantes, y que a partir
de la regulación normativa en el presente Código Civil y Comercial ahora tiene tipicidad legal, por lo tanto pasó
a ser un contrato nominado en cuanto se encuentra plasmado por el legislador bajo una determinada denomi-
nación y típico, en virtud de contar con una legislación específica que lo regula.

Elementos:
1. Consentimiento: el contrato nace con el consentimiento, que se produce al conformarse el acuerdo de
voluntades entre las partes. Se concreta en la declaración y exteriorización de la voluntad de las partes
intervinientes en el contrato.
La actividad comercial hace que la empresa productora signataria del contrato, llamada CONCEDENTE,
establezca un contrato marco, que determinará la estrategia comercial a seguir y sus objetivos globa-
les. Así los CONCESIONARIOS suscribirán a un contrato de adhesión.
El ejercicio de la libertad por parte del concesionario estará en aceptar y prestar su consentimiento,
uniéndose a la red de concesionarios en la forma y condiciones en la que ésta actúa.

2. Exclusividad
Art. 1503. Exclusividad. Mercaderías. Excepto pacto en contrario:
a) la concesión es exclusiva para ambas partes en el territorio o zona de influencia determinados. El
concedente no puede autorizar otra concesión en el mismo territorio o zona y el concesionario no
puede, por sí o por interpósita persona, ejercer actos propios de la concesión fuera de esos límites o
actuar en actividades competitivas;

Dada la posibilidad de que las partes puedan pactar en contrario, es dable decir que en la concesión,
la cláusula de exclusividad no hace a un elemento esencial del contrato.
Ahora bien, en ausencia de una disposición contraria plasmada en forma específica en el contrato, la
exclusividad se alza como un elemento de este tipo de contratos de distribución.
Cabe destacar que la normativa señala una exclusividad para ambas partes, en tanto no sólo el conce-
sionario no podrá actuar o prestar sus servicios dentro de la zona determinada en el contrato, a favor
de otros empresarios distintos, sino que tampoco el concedente podrá designar a otros concesiona-
rios o vender en forma directa sus productos en la zona que hubiere sido asignada como exclusiva en
el contrato de concesión.

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La " exclusividad" hace referencia al ámbito territorial donde se desarrolla la actividad y también a la
abstención del concesionario de consagrar su negocio a otros fines diferentes de los que constituyen
la materia o el objeto de la concesión.
Desde otra perspectiva, la exclusividad de aprovisionamiento implica también que no pueden comer-
cializarse productos de otras marcas, y comporta la obligación del concedente de sólo aprovisionar a
aquellos que son sus concesionarios y no vender directamente al consumidor, con excepción de cier-
tas situaciones especiales.

3. En la Concesión comercial el objeto contractual es el negocio jurídico complejo de distribución comer-


cial construido sobre la base de una sumatoria de contratos diversos.

Duración del Contrato de Concesión:


Art. 1506. Plazos. El plazo del contrato de concesión no puede ser inferior a cuatro años. Pactado un plazo
menor o si el tiempo es indeterminado, se entiende convenido por cuatro años.
Excepcionalmente, si el concedente provee al concesionario el uso de las instalaciones principales suficientes
para su desempeño, puede preverse un plazo menor, no inferior a dos años.
La continuación de la relación después de vencido el plazo determinado por el contrato o por la ley, sin especi-
ficarse antes el nuevo plazo, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado.

Del presente artículo se advierte que si bien el contrato de concesión puede ser celebrado por tiempo determi-
nado o indeterminado, tiene una importante limitación ya que en no podrá tener un plazo inferior a cuatro
años.
En efecto, incluso en aquellos supuestos en los cuales el contrato haya estipulado un plazo menor o sea inde-
terminado, la misma norma dispone que se entenderá convenido por un período de cuatro años.

En este orden de ideas, creemos que la razón de ser de estipular un plazo mínimo de duración, está dada en
que ambas partes adquieran seguridad y garantía a la hora de emprender una operación económica de esta
índole: el ejercicio de la actividad del concesionario requiere de una fuerte inversión de capital, capacitación de
personal, adecuación de locales, provisión de servicios, etc. con lo cual, otorgarle un plazo mínimo de duración
genera cierta seguridad a favor de los contratantes.

Por su parte, el artículo establece que incluso cuando el plazo determinado en el contrato se encuentre venci-
do, si la relación continúa, sin especificar el nuevo plazo de duración, lo transforma en un contrato por tiempo
indeterminado, con lo cual se aplica la regla dispuesta en el primer párrafo, en tanto se entenderá convenido
por cuatro años.

Derechos y obligaciones de las Partes:


Art. 1504. Obligaciones del concedente. Son obligaciones del concedente:
a) proveer al concesionario de una cantidad mínima de mercaderías que le permita atender adecuadamente
las expectativas de venta en su territorio o zona, de acuerdo con las pautas de pago, de financiación y ga-
rantías previstas en el contrato. El contrato puede prever la determinación de objetivos de ventas, los que
deben ser fijados y comunicados al concesionario de acuerdo con lo convenido;

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b) respetar el territorio o zona de influencia asignado en exclusividad al concesionario. Son válidos los pac-
tos que, no obstante la exclusividad, reserva para el concedente cierto tipo de ventas directas o modalida-
des de ventas especiales;
c) proveer al concesionario la información técnica y, en su caso, los manuales y la capacitación de personal
necesarios para la explotación de la concesión;
d) proveer durante un período razonable, en su caso, repuestos para los productos comercializados;
e) permitir el uso de marcas, enseñas comerciales y demás elementos distintivos, en la medida necesaria
para la explotación de la concesión y para la publicidad del concesionario dentro de su territorio o zona de
influencia.

Art. 1505. Obligaciones del concesionario. Son obligaciones del concesionario:


a) comprar exclusivamente al concedente las mercaderías y, en su caso, los repuestos objeto de la conce-
sión, y mantener la existencia convenida de ellos o, en defecto de convenio, la cantidad suficiente para
asegurar la continuidad de los negocios y la atención del público consumidor ;
b) respetar los límites geográficos de actuación y abstenerse de comercializar mercaderías fuera de ellos,
directa o indirectamente por interpósita persona;
c) disponer de los locales y demás instalaciones y equipos que resulten necesarios para el adecuado cum-
plimiento de su actividad;
d) prestar los servicios de preentrega y mantenimiento de las mercaderías, en caso de haberlo así conve-
nido;
e) adoptar el sistema de ventas, de publicidad y de contabilidad que fije el concedente;
f) capacitar a su personal de conformidad con las normas del concedente.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso a) de este artículo, el concesionario puede vender mercaderías del
mismo ramo que le hayan sido entregadas en parte de pago de las que comercialice por causa de la conce-
sión, as í como financiar unas y otras y vender, exponer o promocionar otras mercaderías o servicios que se
autoricen por el contrato, aunque no sean accesorios de las mercaderías objeto de la concesión ni estén des-
tinados a ella.

Derecho del Consecionario:


Art. 1507. Retribución. Gastos. El concesionario tiene derecho a una retribución, que puede consistir en una
comisión o un margen sobre el precio de las unidades vendidas por él a terceros o adquiridas al concedente, o
también en cantidades fijas u otras formas convenidas con el concedente.
Los gastos de explotación están a cargo del concesionario, excepto los necesarios para atender los servicios de
preentrega o de garantía gratuita a la clientela, en su caso, que deben ser pagados por el concedente confor-
me a lo pactado.

En orden a la onerosidad del contrato, el agente tiene derecho a percibir una remuneración por las tareas
realizadas. En tal sentido, Martorell destaca que el contrato de concesión es un contrato típicamente mercan-
til, "de empresa”, en el cual ambas partes obtienen una ventaja económica que constituye el motivo de su ce-
lebración: para el concesionario el " plus valor" percibido de un tercero por sobre el valor de compra del pro-
ducto enajenado, y el concedente el precio pagado por el concesionario al serle adquirido el bien de que se
trate.

Desde esta perspectiva, la norma es clara en orden al derecho que le asiste al concesionario de obtener una
retribución por la actividad llevada a cabo. Ahora bien, a los fines de determinar dicha retribución prima la

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autonomía de la voluntad de las partes, en virtud de lo cual la regulación prevista en el art. 1507, es sólo
ejemplificativa de las diversas formas que pueden pactar los contratantes.

Cuando la norma se refiere a comisión, debemos recordar que si el contrato adopta esta forma de retribu-
ción, consiste en una remuneración que es variable en atención al trabajo efectuado por el concesionario, es
decir que dependerá del volumen o valor de los productos vendidos.

Concesiones en particular: En primer lugar, debe tenerse en cuenta que el contrato de concesión tiene en
nuestro derecho tres variantes: el contrato de concesión pública; el de concesión privada y el de concesión
comercial. El primero de ellos es el contrato por el cual la administración pública inviste a una persona física o
jurídica del derecho de prestar un servicio público, que se caracteriza por su imprescindibilidad, en beneficio de
la comunidad, generalmente, en forma oligopólica, recibiendo como contraprestación una tarifa o un canon, tal
como son los ejemplos de los servicios de agua potable, energía eléctrica, gas natural y transporte, entre otros.
En este sentido, Lorenzetti destaca que este contrato existe bajo la forma de autorizaciones del Estado para
realizar una determinada actividad como ocurre en el caso de la recolección de residuos, y en donde el conce-
sionario hace un aporte de gerenciamiento y de conocimientos específicos que son útiles al Estado, autorizán-
doselo a percibir una tarifa representativa del servicio y de la recuperación de la inversión.
De tal modo, en la concesión pública interviene ineludiblemente el Estado en cualquiera de sus niveles, lo que
sitúa la relación jurídica en el ámbito del derecho público, como contrato administrativo.

Por el contrario, el contrato de concesión privada, también autoriza a una persona física o jurídica a explotar un
servicio en favor de terceros, obligándose el prestador, es decir, el concesionario a realizar tal explotación en su
propio nombre, por su cuenta y riesgo, bajo el control del concedente, por tiempo limitado, con el derecho a
cobrar una comisión. Ahora bien, en este caso, no hay imperio estatal y, por ende, prevalece la finalidad distri-
butiva propia de la actividad mercantil.
La concesión desempeña una función económica relevante en la distribución de bienes y servicios, y presenta
dos formas bien diferenciadas: la concesión comercial que generalmente versa sobre la distribución de bienes,
como es el caso de concesionario de automotores, y la llamada concesión privada, que en general se refiere a
la concesión de servicios en clubes, asociaciones para la atención de diferentes actividades, vgr. comedor, jar-
dinería, actividades gastronómicas, etc.
Por ello, en la concesión privada, el concesionario obtiene generalmente su lucro del precio que le pagan los
terceros que usan los servicios, menos el que el concesionario tuvo que pagar para obtener la concesión del
concedente.
En una palabra, en este tipo de relación, el precio no es un elemento esencial ya que la remuneración del con-
cesionario proviene del éxito de su gestión entre los usuarios y de la calidad de los servicios que éste brinda.
Por el contrario, la concesión comercial consiste en un agrupamiento vertical celebrado entre el productor y
distribuidores que configura una concentración de empresas cuyo poderío ejerce el fabricante.

Extinción del Contrato de Concesión:


Art. 1509. Resolución del contrato de concesión. Causales. Al contrato de concesión se aplica el artículo
1494.

Habida cuenta las semejanzas que existen entre el contrato de concesión y el de agencia, enmarcados ambos
dentro de los contratos de distribución, el art. 1509, remite a las disposiciones previstas en el contrato de
agencia para regular la resolución del contrato.
Art. 1494. — Resolución. Otras causales. El contrato de agencia se resuelve por:

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a) muerte o incapacidad del agente;


b) disolución de la persona jurídica que celebra el contrato, que no deriva de fusión o escisión;
c) quiebra firme de cualquiera de las partes;
d) vencimiento del plazo;
e) incumplimiento grave o reiterado de las obligaciones de una de las partes, de forma de poner
razonablemente en duda la posibilidad o la intención del incumplidor de atender con exactitud las
obligaciones sucesivas;
f) disminución significativa del volumen de negocios del agente.

Responsabilidad de las partes:


Al analizar este tema es preciso distinguir la responsabilidad que surge de la relación entre concesionario y
concedente, de la relación que media con los terceros consumidores del producto.
Respecto de la relación que une al concesionario con el concedente, trátese de una responsabilidad de tipo
contractual, en razón de que las partes se relacionan en virtud de un contrato que establece sus derechos y
obligaciones. En esta materia impera el principio de autonomía de la voluntad, sumado al cumplimiento de las
obligaciones que según corresponde imparten los artículos 1504 y 1505; el incumplimiento de estas obligacio-
nes trae aparejada la responsabilidad por daños y perjuicios causados al cocontratante.
Como el concesionario actúa a cuenta y riesgo ´propio, él es responsable de los contratos que lleve a cabo con
terceros. El fabricante no tiene responsabilidad emergente de los contratos celebrdos por sus concesionarios
que actúan por nombre y cuenta propia.

Responsabilidad del concedente ante los Acreedores de Consesionario:


a. Responsabilidad del fabricante por las deudas laborales del concesionario: una nota característica de la
autonomía de los concesionarios se sigue con relación a la eventual aplicación del art. 30 de la Ley de
Contrato de Trabajo. En esta línea, la norma aludida dispone que " Quienes cedan total o parcialmente
a otro el establecimiento o explotación habilitados a su nombre, o contraten o subcontraten cualquiera
sea el acto que le dé origen, trabajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica del
establecimiento, deberán exigir a sus contratistas o subcontratistas el cumplimiento de las normas re-
lativas al trabajo”.
La norma continúa estableciendo que el incumplimiento de alguno de los requisitos hará responsable
solidariamente al principal por las obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas res-
pecto del personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios.
De tal modo, puede advertirse que el art. 30 de la LCT no alcanza al contrato de concesión, porque en
realidad lo que se concede es la venta de un producto y el uso de la marca, del nombre, o de un em-
blema representativo para la distribución de la mercadería, si bien implica una relación de control téc-
nico y organizacional, no permite confundir la diversa pluralidad subjetiva entre el fabricante o provee-
dor y el concesionario.
La Jurisprudencia de la CSJ ha entendido que " no corresponde la aplicación del art. 30 de la LCT toda
vez que un empresario suministre a otro un producto determinado, desligándose expresamente de su
ulterior procesamiento, elaboración y distribución. Este efecto, se logra en la práctica comercial por
contratos de concesión, distribución, franquicia y otros que permitan a los fabricantes o, en su caso, a
los concedentes vincularse exclusivamente con una empresa determinada sin contraer riesgo crediticio
por las actividades de esta última que actúa en nombre propio y a su riesgo "
Por otro lado, el alto Tribunal también puntualizó que " En los contratos de concesión, distribución y
franquicia la actividad normal del fabricante o concedente excluye las etapas realizadas por el distri-
buidor o concesionario por lo que no existe contratación de servicios en los términos del art. 30 de la

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LCT, ya que la finalidad económica de este tipo de contratación comercial se frustraría si el derecho
aplicable responsabilizara sin más a los concedentes por las deudas laborales de las concesionarias" .
b.

Recisión Intempestiva de los contratos por tiempo indeterminado:


Art. 1508. Rescisión de contratos por tiempo indeterminado. Si el contrato de concesión es por tiempo inde-
terminado:
a) son aplicables los artículos 1492 y 1493;
b) el concedente debe readquirir los productos y repuestos nuevos que el concesionario haya adquirido con-
forme con las obligaciones pactadas en el contrato y que tenga en existencia al fin del período de preaviso, a
los precios ordinarios de venta a los concesionarios al tiempo del pago.

A partir del presente artículo se regula la rescisión de los contratos por tiempo indeterminado. A tales fines el
art. 1508 estipula que cuando el contrato de concesión tenga un plazo indeterminado serán aplicables los arts.
1492 y 1493 del nuevo Código.

La norma del artículo 1492 se refiere al Preaviso y sostiene que “en los contratos de agencia por tiempo inde-
terminado, cualquiera de las partes puede ponerle fin con un preaviso.
El plazo del preaviso debe ser de un mes por cada año de vigencia del contrato. […] Las disposiciones del pre-
sente artículo se aplican a los contratos de duración limitada transformados en contratos de duración ilimita-
da”.
Por su parte, el 1493 prevé que la omisión del preaviso, otorga a la otra parte derecho a la indemnización por
las ganancias dejadas de percibir en el período.

En este orden de ideas, se advierte que en virtud de la nueva regulación normativa un contrato de concesión
celebrado por tiempo indeterminado podrá ser rescindido de manera unilateral por cualquiera de las partes
contratantes y en cualquier momento. Sin embargo, quien decida poner fin al contrato, no podrá hacerlo de
manera abusiva o lesionando la buena fe contractual, por el contrario, deberá otorgar a la otra parte un preavi-
so suficiente y razonable, cuyo término dependerá de la duración del contrato de concesión.

Sólo en aquellos supuestos en los cuales la parte que decide rescindir unilateralmente el contrato, no haya
efectuado el preaviso que dispone el art. 1492, deberá pagar a la otra una indemnización por las ganancias
dejadas de percibir.

Recisión Unilateral: el Caso automóviles Saavedra.


Lo que se discutía no era la viabilidad de la resolución por incumplimiento, sino la cláusula contractual que ad-
mite la extinción por voluntad unilateral. Desde esta perspectiva, en la jurisprudencia argentina se alza el pre-
cedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación " Automóviles Saavedra c. Fiat Argentina" del 4 de agosto
de 1988, que produjo un cambio de criterio legitimando la cláusula de rescisión unilateral.

En efecto, se trataba de un contrato de concesión entre empresarios —dos sociedades anónimas— en el cual
se discutía si Fiat Argentina SA había rescindido abusivamente el contrato celebrado por tiempo indetermina-
do, sin invocar causa, sobre la base de una cláusula plasmada en el contrato celebrado por adhesión que daba a
ambas partes el derecho a rescindir en cualquier tiempo, observando un preaviso de 30 días. En el caso, la con-
cedente no cumplió este preaviso de 30 días y la Corte, no obstante, no consideró abusiva la rescisión.

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El Superior Tribunal entendió que la relación de confianza entre ambas partes estaba deteriorada, pues un año
antes de la ruptura, la demandada le envió una carta a la actora aludiendo a la gran cantidad de reclamos por
parte de los clientes. Tal "advertencia”, según la CSJN, impedía considerar que fue intempestiva o sorpresiva la
decisión de rescindir el contrato. Sin embargo, la cláusula incausada prevista en el contrato de concesión no
requería esta pérdida de confianza, sino una comunicación por telegrama con treinta días de anticipación. La
Corte interpretó que la advertencia de un año antes suplió la comunicación telegráfica.

Del presente antecedente, se sigue que la Corte Suprema estableció como regla general, que la presencia de un
contrato por adhesión y la correspondiente cláusula de rescisión unilateral, no generaba ilegitimidad, pues se
trataba de un vínculo de larga duración y, en consecuencia, la cuestión se trasladaba al ejercicio de dicha cláu-
sula.

En este orden de ideas, en el fallo citado se consideró que " una vez que el concesionario tuvo la oportunidad
de amortizar su inversión y de supuestamente lucrar con ella, la rescisión dispuesta por el concedente, no pue-
de reputarse abusiva en los términos del art. 1071Cód. Civil (...) Lo contrario importaría un premio excesivo
para el concesionario, quien esperaría indefinidamente la rescisión, para de esa forma resultar indemnizado sin
ánimo de mejorar su actividad comercial, máxime cuando en el momento de contratar no ignoraba el riesgo de
que ello sucedería" .

Dicho derechamente, corresponde examinar si el ejercicio ha sido abusivo. En este sentido, la Corte expresó
que " Si las partes no han pactado un plazo de duración del contrato de concesión, cualquiera de ellas puede
denunciarlo en cualquier tiempo, sin que tal facultad sea abusiva o contraria a las reglas morales, sino conse-
cuencia lógica del negocio jurídico. En efecto, si las partes no establecieron plazo de duración fue porque en-
tendieron que podían concluir la relación en cualquier momento, y no que lo fijaron en forma perpetua".
A partir de este precedente, cambió diametralmente el criterio jurisprudencial imperante hasta ese momento,
siendo posible rescindir unilateralmente el contrato de concesión, sin pagar indemnización a la otra parte,
siempre que se cumplan con los requisitos de razonabilidad y buena fe.
Subconsecionarios: Art. 1510. Subconcesionarios. Cesión del contrato. Excepto pacto en contrario, el conce-
sionario no puede designar subconcesionarios, agentes o intermediarios de venta, ni cualquiera de las partes
puede ceder el contrato.

FRANQUICIA

ARTICULO 1512.- Concepto. Hay franquicia comercial cuando una parte, denominada franquiciante, otorga a
otra, llamada franquiciado, el derecho a utilizar un sistema probado, destinado a comercializar determinados
bienes o servicios bajo el nombre comercial, emblema o la marca del franquiciante, quien provee un conjunto
de conocimientos técnicos y la prestación continua de asistencia técnica o comercial, contra una prestación
directa o indirecta del franquiciado.

El franquiciante debe ser titular exclusivo del conjunto de los derechos intelectuales, marcas, patentes, nom-
bres comerciales, derechos de autor y demás comprendidos en el sistema bajo franquicia; o, en su caso, tener
derecho a su utilización y transmisión al franquiciado en los términos del contrato.

El franquiciante no puede tener participación accionaria de control directo o indirecto en el negocio del fran-
quiciado.

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Fiorella Lezana ─ Apuntes ─ Cel: 3815933949

ARTICULO 1513.- Definiciones. A los fines de la interpretación del contrato se entiende que:

a) franquicia mayorista es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga a una persona física o jurídica un
territorio o ámbito de actuación Nacional o regional o provincial con derecho de nombrar subfranquiciados, el
uso de sus marcas y sistema de franquicias bajo contraprestaciones específicas;

b) franquicia de desarrollo es aquella en virtud de la cual el franquiciante otorga a un franquiciado denominado


desarrollador el derecho a abrir múltiples negocios franquiciados bajo el sistema, método y marca del franqui-
ciante en una región o en el país durante un término prolongado no menor a cinco años, y en el que todos los
locales o negocios que se abren dependen o están controlados, en caso de que se constituyan como socieda-
des, por el desarrollador, sin que éste tenga el derecho de ceder su posición como tal o subfranquiciar, sin el
consentimiento del franquiciante;

c) sistema de negocios: es el conjunto de conocimientos prácticos y la experiencia acumulada por el franqui-


ciante, no patentado, que ha sido debidamente probado, secreto, sustancial y transmisible. Es secreto cuando
en su conjunto o la configuración de sus componentes no es generalmente conocida o fácilmente accesible. Es
sustancial cuando la información que contiene es relevante para la venta o prestación de servicios y permite al
franquiciado prestar sus servicios o vender los productos conforme con el sistema de negocios. Es transmisible
cuando su descripción es suficiente para permitir al franquiciado desarrollar su negocio de conformidad a las
pautas creadas o desarrolladas por el franquiciante.

ARTICULO 1514.- Obligaciones del franquiciante. Son obligaciones del franquiciante:

a) proporcionar, con antelación a la firma del contrato, información económica y financiera sobre la evolución
de dos años de unidades similares a la ofrecida en franquicia, que hayan operado un tiempo suficiente, en el
país o en el extranjero;

b) comunicar al franquiciado el conjunto de conocimientos técnicos, aun cuando no estén patentados, deriva-
dos de la experiencia del franquiciante y comprobados por éste como aptos para producir los efectos del sis-
tema franquiciado;

c) entregar al franquiciado un manual de operaciones con las especificaciones útiles para desarrollar la activi-
dad prevista en el contrato;

d) proveer asistencia técnica para la mejor operatividad de la franquicia durante la vigencia del contrato;

e) si la franquicia comprende la provisión de bienes o servicios a cargo del franquiciante o de terceros designa-
dos por él, asegurar esa provisión en cantidades adecuadas y a precios razonables, según usos y costumbres
comerciales locales o internacionales;

f) defender y proteger el uso por el franquiciado, en las condiciones del contrato, de los derechos referidos en
el artículo 1512, sin perjuicio de que:

i) en las franquicias internacionales esa defensa está contractualmente a cargo del franquiciado, a cuyo efecto
debe ser especialmente apoderado sin perjuicio de la obligación del franquiciante de poner a disposición del
franquiciado, en tiempo propio, la documentación y demás elementos necesarios para ese cometido;

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Fiorella Lezana ─ Apuntes ─ Cel: 3815933949

ii) en cualquier caso, el franquiciado está facultado para intervenir como interesado coadyuvante, en defensa
de tales derechos, en las instancias administrativas o judiciales correspondientes, por las vías admitidas por la
ley procesal, y en la medida que ésta lo permita.

ARTICULO 1515.- Obligaciones del franquiciado. Son obligaciones mínimas del franquiciado:

a) desarrollar efectivamente la actividad comprendida en la franquicia, cumplir las especificaciones del manual
de operaciones y las que el franquiciante le comunique en cumplimiento de su deber de asistencia técnica;

b) proporcionar las informaciones que razonablemente requiera el franquiciante para el conocimiento del
desarrollo de la actividad y facilitar las inspecciones que se hayan pactado o que sean adecuadas al objeto de la
franquicia;

c) abstenerse de actos que puedan poner en riesgo la identificación o el prestigio del sistema de franquicia que
integra o de los derechos mencionados en el artículo 1512, segundo párrafo, y cooperar, en su caso, en la pro-
tección de esos derechos;

d) mantener la confidencialidad de la información reservada que integra el conjunto de conocimientos técnicos


transmitidos y asegurar esa confidencialidad respecto de las personas, dependientes o no, a las que deban
comunicarse para el desarrollo de las actividades. Esta obligación subsiste después de la expiración del contra-
to;

e) cumplir con las contraprestaciones comprometidas, entre las que pueden pactarse contribuciones para el
desarrollo del mercado o de las tecnologías vinculadas a la franquicia.

ARTICULO 1516.- Plazo. Es aplicable el artículo 1506, primer párrafo. Sin embargo, un plazo inferior puede ser
pactado si se corresponde con situaciones especiales como ferias o congresos, actividades desarrolladas dentro
de predios o emprendimientos que tienen prevista una duración inferior, o similares. Al vencimiento del plazo,
el contrato se entiende prorrogado tácitamente por plazos sucesivos de un año, excepto expresa denuncia de
una de las partes antes de cada vencimiento con treinta días de antelación. A la segunda renovación, se trans-
forma en contrato por tiempo indeterminado.

ARTICULO 1517.- Cláusulas de exclusividad. Las franquicias son exclusivas para ambas partes. El franquiciante
no puede autorizar otra unidad de franquicia en el mismo territorio, excepto con el consentimiento del fran-
quiciado. El franquiciado debe desempeñarse en los locales indicados, dentro del territorio concedido o, en su
defecto, en su zona de influencia, y no puede operar por sí o por interpósita persona unidades de franquicia o
actividades que sean competitivas. Las partes pueden limitar o excluir la exclusividad.

ARTICULO 1518.- Otras cláusulas. Excepto pacto en contrario:

a) el franquiciado no puede ceder su posición contractual ni los derechos que emergen del contrato mientras
está vigente, excepto los de contenido dinerario. Esta disposición no se aplica en los contratos de franquicia
mayorista destinados a que el franquiciado otorgue a su vez subfranquicias, a esos efectos. En tales supuestos,
debe contar con la autorización previa del franquiciante para otorgar subfranquicias en las condiciones que
pacten entre el franquiciante y el franquiciado principal;

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b) el franquiciante no puede comercializar directamente con los terceros, mercaderías o servicios comprendi-
dos en la franquicia dentro del territorio o zona de influencia del franquiciado;

c) el derecho a la clientela corresponde al franquiciante. El franquiciado no puede mudar la ubicación de sus


locales de atención o fabricación.

ARTICULO 1519.- Cláusulas nulas. No son válidas las cláusulas que prohíban al franquiciado:

a) cuestionar justificadamente los derechos del franquiciante mencionado en el artículo 1512, segundo párrafo;

b) adquirir mercaderías comprendidas en la franquicia de otros franquiciados dentro del país, siempre que
éstos respondan a las calidades y características contractuales;

c) reunirse o establecer vínculos no económicos con otros franquiciados.

ARTICULO 1520.- Responsabilidad. Las partes del contrato son independientes, y no existe relación laboral en-
tre ellas. En consecuencia:

a) el franquiciante no responde por las obligaciones del franquiciado, excepto disposición legal expresa en con-
trario;

b) los dependientes del franquiciado no tienen relación jurídica laboral con el franquiciante, sin perjuicio de la
aplicación de las normas sobre fraude laboral;

c) el franquiciante no responde ante el franquiciado por la rentabilidad del sistema otorgado en franquicia.

El franquiciado debe indicar claramente su calidad de persona independiente en sus facturas, contratos y de-
más documentos comerciales; esta obligación no debe interferir en la identidad común de la red franquiciada,
en particular en sus nombres o rótulos comunes y en la presentación uniforme de sus locales, mercaderías o
medios de transporte.

ARTICULO 1521.- Responsabilidad por defectos en el sistema. El franquiciante responde por los defectos de
diseño del sistema, que causan daños probados al franquiciado, no ocasionados por la negligencia grave o el
dolo del franquiciado.

ARTICULO 1522.- Extinción del contrato. La extinción del contrato de franquicia se rige por las siguientes reglas:

a) el contrato se extingue por la muerte o incapacidad de cualquiera de las partes;

b) el contrato no puede ser extinguido sin justa causa dentro del plazo de su vigencia original, pactado entre las
partes. Se aplican los artículos 1084 y siguientes;

c) los contratos con un plazo menor de tres años justificado por razones especiales según el artículo 1516, que-
dan extinguidos de pleno derecho al vencimiento del plazo;

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d) cualquiera sea el plazo de vigencia del contrato, la parte que desea concluirlo a la expiración del plazo origi-
nal o de cualquiera de sus prórrogas, debe preavisar a la otra con una anticipación no menor de un mes por
cada año de duración, hasta un máximo de seis meses, contados desde su inicio hasta el vencimiento del plazo
pertinente. En los contratos que se pactan por tiempo indeterminado, el preaviso debe darse de manera que la
rescisión se produzca, cuando menos, al cumplirse el tercer año desde su concertación. En ningún caso se re-
quiere invocación de justa causa. La falta de preaviso hace aplicable el artículo 1493.

La cláusula que impide la competencia del franquiciado con la comercialización de productos o servicios pro-
pios o de terceros después de extinguido el contrato por cualquier causa, es válida hasta el plazo máximo de un
año y dentro de un territorio razonable habida cuenta de las circunstancias.

ARTICULO 1523.- Derecho de la competencia. El contrato de franquicia, por sí mismo, no debe ser considerado
un pacto que limite, restrinja o distorsione la competencia.

ARTICULO 1524.- Casos comprendidos. Las disposiciones de este Capítulo se aplican, en cuanto sean compati-
bles, a las franquicias industriales y a las relaciones entre franquiciante y franquiciado principal y entre éste y
cada uno de sus subfranquiciados.

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Bolilla 10: Los contratos de financiamiento empresarial


1. Leasing
a. Concepto.
Articulo 1227.- «Concepto». En el contrato de leasing el dador conviene transferir al tomador la tenencia
de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon y le confiere una opción
de compra por un precio.
b. Objeto.
Articulo 1228.- «Objeto». Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o
modelos industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar
en leasing.
c. Notas caracterizantes.
ARTICULO 1229.- Canon. El monto y la periodicidad de cada canon se determina convencionalmente.

ARTICULO 1230.- Precio de ejercicio de la opción. El precio de ejercicio de la opción de compra debe estar
fijado en el contrato o ser determinable según procedimientos o pautas pactadas.
d. Modalidades de leasing
ARTICULO 1231.- Modalidades en la elección del bien. El bien objeto del contrato puede:
a) comprarse por el dador a persona indicada por el tomador;
b) comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálogos, folletos o descripciones
identificadas por éste;
c) comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato de compraventa que éste
haya celebrado;
d) ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con el tomador;
e) adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con anterioridad;
f) estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre él.

ARTICULO 1232.- Responsabilidades, acciones y garantías en la adquisición del bien. En los casos de los in-
cisos a), b) y c) del artículo 1231, el dador cumple el contrato adquiriendo los bienes indicados por el to-
mador. El tomador puede reclamar del vendedor, sin necesidad de cesión, todos los derechos que emer-
gen del contrato de compraventa. El dador puede liberarse convencionalmente de las responsabilidades
de entrega y de la obligación de saneamiento.
En los casos del inciso d) del artículo 1231, así como en aquellos casos en que el dador es fabricante, im-
portador, vendedor o constructor del bien dado en leasing, el dador no puede liberarse de la obligación de
entrega y de la obligación de saneamiento.
En los casos del inciso e) del mismo artículo, el dador no responde por la obligación de entrega ni por ga-
rantía de saneamiento, excepto pacto en contrario.
En los casos del inciso f) se deben aplicar las reglas de los párrafos anteriores de este artículo, según co-
rresponda a la situación concreta.

ARTICULO 1233.- Servicios y accesorios. Pueden incluirse en el contrato los servicios y accesorios necesa-
rios para el diseño, la instalación, puesta en marcha y puesta a disposición de los bienes dados en leasing,
y su precio integrar el cálculo del canon.

e. Forma e inscripción del leasing.


ARTICULO 1234.- Forma e inscripción. El leasing debe instrumentarse en escritura pública si tiene como

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objeto inmuebles, buques o aeronaves. En los demás casos puede celebrarse por instrumento público o
privado.
A los efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que corres-
ponda según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. La inscripción en el registro puede efec-
tuarse a partir de la celebración del contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha en que correspon-
da hacer entrega de la cosa objeto de la prestación comprometida. Para que produzca efectos contra ter-
ceros desde la entrega del bien objeto del leasing, la inscripción debe solicitarse dentro de los cinco días
hábiles posteriores. Pasado ese término, produce ese efecto desde que el contrato se presente para su re-
gistración. Si se trata de cosas muebles no registrables o de un software, deben inscribirse en el Registro
de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se de-
ba poner a disposición del tomador. En el caso de inmuebles, la inscripción se mantiene por el plazo de
veinte años; en los demás bienes se mantiene por diez años. En ambos casos puede renovarse antes de su
vencimiento, por rogación del dador u orden judicial.

ARTICULO 1235.- Modalidades de los bienes. A los efectos de la registración del contrato de leasing son
aplicables las normas legales y reglamentarias que correspondan según la naturaleza de los bienes.
En el caso de cosas muebles no registrables o software, se aplican las normas registrales de la Ley de
Prenda con Registro y las demás que rigen el funcionamiento del Registro de Créditos Prendarios.
Cuando el leasing comprenda a cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones, se aplica lo dispuesto en
la Ley de Prenda con Registro para iguales circunstancias.
El registro debe expedir certificados e informes. El certificado que indique que sobre determinados bienes
no aparece inscrito ningún contrato de leasing tiene eficacia legal hasta veinticuatro horas de expedido.

f. Resto del articulado (no vimos en clases)


ARTICULO 1236.- Traslado de los bienes. El tomador no puede sustraer los bienes muebles del lugar en
que deben encontrarse de acuerdo a lo estipulado en el contrato inscrito. Sólo puede trasladarlos con la
conformidad expresa del dador, otorgada en el contrato o por acto escrito posterior, y después de haberse
inscrito el traslado y la conformidad del dador en los registros correspondientes. Se aplican las normas
pertinentes de la Ley de Prenda con Registro al respecto.

ARTICULO 1237.- Oponibilidad. Subrogación. El contrato debidamente inscrito es oponible a los acreedo-
res de las partes. Los acreedores del tomador pueden subrogarse en los derechos de éste para ejercer la
opción de compra.

ARTICULO 1238.- Uso y goce del bien. El tomador puede usar y gozar del bien objeto del leasing conforme
a su destino, pero no puede venderlo, gravarlo ni disponer de él. Los gastos ordinarios y extraordinarios de
conservación y uso, incluyendo seguros, impuestos y tasas, que recaigan sobre los bienes y las sanciones
ocasionadas por su uso, son a cargo del tomador, excepto convención en contrario.

El tomador puede arrendar el bien objeto del leasing, excepto pacto en contrario. En ningún caso el loca-
tario o arrendatario puede pretender derechos sobre el bien que impidan o limiten en modo alguno los
derechos del dador.

ARTICULO 1239.- Acción reivindicatoria. La venta o gravamen consentido por el tomador es inoponible al
dador.
El dador tiene acción reivindicatoria sobre la cosa mueble que se encuentre en poder de cualquier tercero,

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pudiendo hacer aplicación directa de lo dispuesto en el artículo 1249 inciso a), sin perjuicio de la respon-
sabilidad del tomador.

ARTICULO 1240.- Opción de compra. Ejercicio. La opción de compra puede ejercerse por el tomador una
vez que haya pagado tres cuartas partes del canon total estipulado, o antes si así lo convinieron las partes.

ARTICULO 1241.- Prórroga del contrato. El contrato puede prever su prórroga a opción del tomador y las
condiciones de su ejercicio.

ARTICULO 1242.- Transmisión del dominio. El derecho del tomador a la transmisión del dominio nace con
el ejercicio de la opción de compra y el pago del precio del ejercicio de la opción conforme a lo determina-
do en el contrato. El dominio se adquiere cumplidos esos requisitos, excepto que la ley exija otros de
acuerdo con la naturaleza del bien de que se trate, a cuyo efecto las partes deben otorgar la documenta-
ción y efectuar los demás actos necesarios.

ARTICULO 1243.- Responsabilidad objetiva. La responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757 recae
exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing.

ARTICULO 1244.- Cancelación de la inscripción. Supuestos. La inscripción del leasing sobre cosas muebles
no registrables y software se cancela:
a) por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador tuvo oportunidad de tomar la debida parti-
cipación;
b) a petición del dador o su cesionario.

ARTICULO 1245.- Cancelación a pedido del tomador. El tomador puede solicitar la cancelación de la ins-
cripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y software si acredita:
a) el cumplimiento de los recaudos previstos en el contrato inscrito para ejercer la opción de compra;
b) el depósito del monto total de los cánones que restaban pagar y del precio de ejercicio de la opción, con
sus accesorios, en su caso;
c) la interpelación fehaciente al dador, por un plazo no inferior a quince días hábiles, ofreciéndole los pa-
gos y solicitándole la cancelación de la inscripción;
d) el cumplimiento de las demás obligaciones contractuales exigibles a su cargo.

ARTICULO 1246.- Procedimiento de cancelación. Solicitada la cancelación, el encargado del registro debe
notificar al dador, en el domicilio constituido en el contrato, por carta certificada:
a) si el notificado manifiesta conformidad, se cancela la inscripción;
b) si el dador no formula observaciones dentro de los quince días hábiles desde la notificación, y el encar-
gado estima que el depósito se ajusta a lo previsto en el contrato, procede a la cancelación y notifica al
dador y al tomador;
c) si el dador formula observaciones o el encargado estima insuficiente el depósito, lo comunica al toma-
dor, quien tiene expeditas las acciones pertinentes.

ARTICULO 1247.- Cesión de contratos o de créditos del dador. El dador siempre puede ceder los créditos
actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la opción de compra. A los fines de su titulización
puede hacerlo en los términos de los artículos 1614 y siguientes de este Código o en la forma prevista por
la ley especial. Esta cesión no perjudica los derechos del tomador respecto del ejercicio o no ejercicio de la

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opción de compra o, en su caso, a la cancelación anticipada de los cánones, todo ello según lo pactado en
el contrato.

ARTICULO 1248.- Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles. Cuando el objeto del leasing es una
cosa inmueble, el incumplimiento de la obligación del tomador de pagar el canon produce los siguientes
efectos:

a) si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total convenido, la mora es automáti-
ca y el dador puede demandar judicialmente el desalojo. Se debe dar vista por cinco días al tomador,
quien puede probar documentalmente el pago de los períodos que se le reclaman o paralizar el trámite,
por única vez, mediante el pago de lo adeudado, con más sus intereses y costas. Caso contrario, el juez
debe disponer el lanzamiento sin más trámite;
b) si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes del canon convenido, la
mora es automática; el dador debe intimarlo al pago del o de los períodos adeudados con más sus intere-
ses y el tomador dispone por única vez de un plazo no menor de sesenta días, contados a partir de la re-
cepción de la notificación, para el pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses. Pasado ese
plazo sin que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo, de lo que se debe dar vista por
cinco días al tomador. Dentro de ese plazo, el tomador puede demostrar el pago de lo reclamado, o parali-
zar el procedimiento mediante el pago de lo adeudado con más sus intereses y costas, si antes no hubiese
recurrido a este procedimiento. Si, según el contrato, el tomador puede hacer ejercicio de la opción de
compra, en el mismo plazo puede pagar, además, el precio de ejercicio de esa opción, con sus accesorios
contractuales y legales. En caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin más trámite;
c) Si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del canon, la mora es
automática; el dador debe intimarlo al pago y el tomador tiene la opción de pagar lo adeudado más sus in-
tereses dentro de los noventa días, contados a partir de la recepción de la notificación si antes no hubiera
recurrido a ese procedimiento, o el precio de ejercicio de la opción de compra que resulte de la aplicación
del contrato, a la fecha de la mora, con sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el da-
dor puede demandar el desalojo, de lo que debe darse vista al tomador por cinco días, quien sólo puede
paralizarlo ejerciendo alguna de las opciones previstas en este inciso, agregándole las costas del proceso;
d) producido el desalojo, el dador puede reclamar el pago de los períodos de canon adeudados hasta el
momento del lanzamiento, con más sus intereses y costas, por la vía ejecutiva. El dador puede también re-
clamar los daños y perjuicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por dolo,
culpa o negligencia por la vía procesal pertinente.

ARTICULO 1249.- Secuestro y ejecución en caso de muebles. Cuando el objeto de leasing es una cosa mue-
ble, ante la mora del tomador en el pago del canon, el dador puede:
a) obtener el inmediato secuestro del bien, con la sola presentación del contrato inscrito, y la prueba de
haber interpelado al tomador por un plazo no menor de cinco días para la regularización. Producido el se-
cuestro, queda resuelto el contrato. El dador puede promover ejecución por el cobro del canon que se ha-
ya devengado ordinariamente hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal
pactada en el contrato y sus intereses; todo ello sin perjuicio de la acción del dador por los daños y perjui-
cios, y la acción del tomador si correspondieran; o
b) accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la totalidad del canon pendien-
te; si así se hubiera convenido, con la sola presentación del contrato inscripto y sus accesorios. En este ca-
so, sólo procede el secuestro cuando ha vencido el plazo ordinario del leasing sin haberse pagado el canon
íntegro y el precio de la opción de compra, o cuando se demuestre sumariamente el peligro en la conser-

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vación del bien, debiendo el dador otorgar caución suficiente. En el juicio ejecutivo previsto en ambos inci-
sos, puede incluirse la ejecución contra los fiadores o garantes del tomador. El domicilio constituido es el
fijado en el contrato.
2. Contrato de tarjeta de crédito.
c. Concepto.
Conjunto complejo y sistematizado de contratos individuales cuya finalidad es:
a) Posibilitar al usuario efectuar operaciones de compra o locación de bienes o servicios u obras; obtener
préstamos y anticipos de dinero del sistema en los comercios e instalaciones adheridos.
b) Diferir para el titular responsable el pago o las devoluciones a fecha pactada o financiarlo conforme al-
guna de las modalidades establecidas en el contrato.
c) Abonar a los proveedores de bienes o servicios los consumos del usuario en los términos pactados.
El consumidor es un sujeto de derechos pero no es el fundamento de la disciplina.
a. Normas de protección al consumo.
i. Cláusulas abusivas.
Las cláusulas abusivas contenidas en la LTC deben integrarse en su interpretación, dispuesto por la ley
24.240 en su art. 37.
Son nulas las cláusulas insertas en un contrato de tarjeta de crédito que estipulen que:
─ a falta de aviso de pérdida de la tarjeta, el usurario responderá por lo gastos hasta tanto la misma haya
sido recuperada;
─ las que importen la renuncia por parte del titular a cualquiera de los derechos que otorga la LTC;
─ las que faculten al emisor a modificar unilateralmente las condiciones del contrato;
─ las que impongan un monto fijo por atrasos en el pago del resumen;
─ las adicionales no autorizadas por la autoridad de aplicación;
─las que imponan compulsivamente al titular un representante;
─las que permiten la habilitación directa de la vía ejecutiva por cobro de deudas que tengan origen en el
sistema de tarjetas de crédito;
─ las que importen prórroga a la jurisdicción establecida por la ley, etc.
Por otro lado, podemos observar que es ineficaz a la luz de las directivas contenidas en el cciv: 1198, 1°
parr. y ley 24240: 37 (en particular incisos "a" y "b")-, la cláusula dispuesta en un contrato de tarjeta de
crédito, que concede al banco prerrogativas para cancelar "ad nutum" el uso de tarjeta, sin causa que lo
justifique y sin un razonable preaviso al usuario, pues ello lesionaría la buena fe en la ejecución e inteli-
gencia de las cláusulas contractuales, desnaturalizando las obligaciones propias del rol de banco en estos
supuestos.
Carece de validez la cláusula contractual, según la cual el usuario de tarjeta de crédito, aun cuando
no aceptase algún cargo por compra, debe abonarlo primero y luego efectuar el reclamo para gestio-
nar el contracargo correspondiente; pues contraria el deber de actuar de buena fe en la etapa de
ejecución contractual, standards de actuación cuya trasgresión hallaba expreso amparo normativo, aun
antes de entrar en vigencia normas específicas como La ley de defensa del consumidor 24240 y de tar-
jeta de crédito 25065 (cciv: 1071, 1198 y ccdtes.).
1. Nulidad de los contratos según la LTC.
ARTICULO 13. — Nulidad de los contratos. Todos los contratos que se celebren o se renueven a partir del
comienzo de vigencia de la presente ley deberán sujetarse a sus prescripciones bajo pena de nulidad e
inoponibilidad al titular, sus fiadores o adherentes. Los contratos en curso mantendrán su vigencia hasta
el vencimiento del plazo pactado salvo presentación espontánea del titular solicitando la adecuación al
nuevo régimen.
ARTICULO 14. — Nulidad de cláusulas. Serán nulas las siguientes cláusulas:

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a) Las que importen la renuncia por parte del titular a cualquiera de los derechos que otorga la presente
ley.
b) Las que faculten al emisor a modificar unilateralmente las condiciones del contrato.
c) Las que impongan un monto fijo por atrasos en el pago del resumen.
d) Las que impongan costos por informar la no validez de la tarjeta, sea por pérdida, sustracción, caduci-
dad o rescisión contractual.
e) Las adicionales no autorizadas por la autoridad de aplicación.
f) Las que autoricen al emisor la rescisión unilateral incausada.
g) Las que impongan compulsivamente al titular un representante.
h) Las que permitan la habilitación directa de la vía ejecutiva por cobro de deudas que tengan origen en
el sistema de tarjetas de crédito.
i) Las que importen prorroga a la jurisdicción establecida en esta ley.
j) Las adhesiones tácitas a sistemas anexos al sistema de Tarjeta de Crédito.
ii. Intereses abusivos.
Los intereses: son accesorio del capital; tienen carácter dinerario; se fijan en una relación porcentual con
éste; el titular debe pagarlo por el uso de ese capital o crédito, y están destinados a retribuir al acreedor y
en el caso de las tarjetas de crédito al ente emisor; se extinguen cuando se satisface capital.
iii. Intereses compensatorios o financieros.
Representa el precio por el uso del capital.
El art. 16 de la LCT ha dispuesto que “El límite de los intereses compensatorios o financieros que el emisor
aplique al titular no podrá superar en más del veinticinco por ciento (25%) a la tasa que el emisor aplique a
las operaciones de préstamos personales en moneda corriente para clientes. En caso de emisores no ban-
carios el límite de los intereses compensatorios o financieros aplicados al titular no podrá superar en más
del veinticinco por ciento (25%) al promedio de tasas del sistema para operaciones de préstamos persona-
les publicados del día uno al cinco (1 al 5) de cada mes por el Banco Central de la República Argentina. La
entidad emisora deberá obligatoriamente exhibir al público en todos los locales la tasa de financiación
aplicada al sistema de Tarjeta de Crédito.
iv. Intereses punitorios.
Son aquellos que el usuario debe pagar por haber incurrido en incumplimiento o en mora y están dirigidos
a indemnizar al acreedor por el perjuicio que supone el pago tardío y a su vez también son aquellos que
debe pagar como sanción o pena por el retardo o mora.
El límite, conforme el art. 18 LCT es que este interés no podrá superar en más del 50% a la efectivamente
aplicada por la institución financiera o bancaria emisora en concepto de interés compensatorio o financie-
ro.-
Y obviamente se prohíbe el anatocismo, que es la capitalización de los intereses.-
Por aplicación de lo dispuesto por el art. 37 de la ley de defensa del consumidor, la reducción de intereses
abusivos, sería una facultad judicial que pude ser ejercida para evitar los abusos que se hubieran cometi-
do, más aún en casos donde la relación se ha materializado en un contrato prácticamente de adhesión.-
art.38 ley 24.240-
Por cierre cuadra destacar que “el propio Banco Central de la R.A, ha reconocido la aplicación de la ley
24240 en materia bancaria, al interpretar en el informe sobre “Normas para Entidades Financieras” (Nro
144/853/97) que el análisis de las cláusulas que rigen las operaciones crediticias con sus clientes, excede-
ría la competencia de esta institución al incursionar en el campo de la autoridad de aplicación de la Ley de
Defensa del Consumidor –que está reservado en el dispositivo legal a la Secretaria de Industria, Comercio
y Minería.
En conclusión y sin perjuicio de considerar a la morigeración mas que una facultad, un deber de los jueces,

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se debe recalcar que “La morigeración de intereses de oficio debe estar debidamente fundada dado que se
trata de una facultad judicial de carácter excepcional”. “… y debe ser ejercida con prudencia, justificándose
sólo cuando es notoriamente abusiva la cláusula o importa una lesión a la regla de la moral o una exacción
exorbitante…”.
d. Formas de ejecución.
ARTICULO 47. — De la prescripción. Las acciones de la presente ley prescriben:
a) Al año, la acción ejecutiva.
b) A los tres (3) años, las acciones ordinarias.
6. Factoring.
a. Concepto.
ARTICULO 1421.- Definición. Hay contrato de factoraje cuando una de las partes, denominada factor, se
obliga a adquirir por un precio en dinero determinado o determinable los créditos originados en el giro
comercial de la otra, denominada factoreado, pudiendo otorgar anticipo sobre tales créditos asumiendo
o no los riesgos.
ARTICULO 1422.- Otros servicios. La adquisición puede ser complementada con servicios de administra-
ción y gestión de cobranza, asistencia técnica, comercial o administrativa respecto de los créditos cedi-
dos.
ARTICULO 1423.- Créditos que puede ceder el factoreado. Son válidas las cesiones globales de parte o
todos los créditos del factoreado, tanto los existentes como los futuros, siempre que estos últimos sean
determinables.
El factoring es un contrato por el cual un empresario transmite los créditos comerciales que ostenta frente
a su clientela a otro empresario especializado, que se compromete a cambio, a prestar una serie de servi-
cios respecto de los mismos.
Otra definición es la propuesta por Saúl Argeri, que dice que “es el contrato mediante el cual una empresa
especializada, denominada factor, presta un servicio de colaboración a otra empresa comercial o industrla,
obligándose la primera, mediante un precio en el que se computa el costo de prestación del servicio, a ad-
quirir una determinada masa de créditos que tuviera la otra por su actividad empresarial en relación a ter-
ceros y durante un lapso determinado”.
Tres son los servicios que constituyen obligaciones de una sociedad de factoring: una función de adminis-
tración o gestión, de garantía y de financiación.
Las partes del contrato son:
─ Empresario: que es el titular de créditos contra terceros, que debe movilizar para continuar su cadena de
producción o comercialización.
─ Factor o empresa de factoring: que asume, en relación al empresario, la obligación de prestar los servi-
cios antes enunciados, en sus diversas modalidades.
El deudor del empresario no es parte en el contrato de factoring. No obstante, por efecto de la transmi-
sión de los créditos del empresario al factor, queda obligado a efectuar el pago a éste y no a su acreedor
originario.
El contrato de factoring es uno sólo, pero puede distinguirse según diversas modalidades, de acuerdo a las
distintas funciones que cumpla el factor (de gestión, de garantía o de financiamiento).
Así, según su contenido, se diferencia el factoring con financiación y sin financiación, conforme se anticipe
o no los fondos correspondientes a los créditos cedidos, en el momento de realizarse la cesión. En segun-
do caso, habrá sólo administración de los créditos.
Según sus alcances, el factoring puede ser con asunción de riesgos o sin asunción de riesgos. En el primer
caso la sociedad de factoring asume todos los riesgos de cobranza, mientras que en el segundo su com-
promiso se limita a la administración y eventualmente a la financiación de los créditos.

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Según su ejecución, el factoring puede ser con notificación de la cesión de créditos al deudor cedido o sin
notificación.

b. Caracteres del contrato.


Es un contrato de financiación, ya que uno de los rasgos más salientes de la operatoria es su incidencia en
la situación financiera.
es un contrato comercial autónomo, de naturaleza compleja, mixto, conmutativo y de tracto sucesivo, ya
que las prestaciones constituyen una serie de AJ que se prolongan en el tiempo.
c. Elementos.
ARTICULO 1424.- Contrato. Elementos que debe incluir. El contrato debe incluir la relación de los derechos
de crédito que se transmiten, la identificación del factor y factoreado y los datos necesarios para identifi-
car los documentos representativos de los derechos de crédito, sus importes y sus fechas de emisión y
vencimiento o los elementos que permitan su identificación cuando el factoraje es determinable.

d. Efectos
ARTICULO 1425.- Efecto del contrato. El documento contractual es título suficiente de transmisión de los
derechos cedidos.
ARTICULO 1426.- Garantía y aforos. Las garantías reales y personales y la retención anticipada de un por-
centaje del crédito cedido para garantizar su incobrabilidad o aforo son válidos y subsisten hasta la extin-
ción de las obligaciones del factoreado.
ARTICULO 1427.- Imposibilidad del cobro del derecho de crédito cedido. Cuando el cobro del derecho de
crédito cedido no sea posible por una razón que tenga su causa en el acto jurídico que le dio origen, el fac-
toreado responde por la pérdida de valor de los derechos del crédito cedido, aun cuando el factoraje se
haya celebrado sin garantía o recurso.
ARTICULO 1428.- Notificación al deudor cedido. La transmisión de los derechos del crédito cedido debe ser
notificada al deudor cedido por cualquier medio que evidencie razonablemente la recepción por parte de
éste.

7. Underwriting.
a. Definición.
Este contrato, típico del mercado de capitales, consiste en la colocación de valores mobiliarios emitidos
por una compañía, a través de una entidad financiera, a fin de que ésta participe en la colocación pública
de dichos títulos con el objetivo de asegurar la suscripción de la emisión. Abarca desde el asesoramiento
previo a la emisión hasta la prefinanciación de la misma, pasando por la preparación del prospecto infor-
mativo, y la adecuada publicidad del negocio.
Siguiendo a Martorell, podemos decir que es el contrato celebrado entre una entidad emisora y una enti-
dad financiera o agente del mercado, con contenido obligacional variable, en relación con una emisión de
valores negociables, a los fines de asegurar su cobertura.
No obstante ello, el contrato de underwriting no se queda solamente en el compromiso de pre financia-
ción de los títulos, porque la entidad financiera a veces presta un servicio de asesoramiento previo a la
emisión. Esto se denomina ingeniería financiera.
Desde un punto de vista económica, es un mecanismo que bajo diversas modalidades permite que una en-
tidad financiera o bancaria que actúa en el mercado de capitales, anticipe a un emisor de títulos negocia-
bles todo o parte del producido de su futura colocación entre el público.
esto es así pues la finalidad buscada por quien deberá colocar los títulos en un contrato de este tipo, no es
quedarse con los mismos por tiempo ilimitado, sino que las acciones u obligaciones son adquiridas con el

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objetivo de desprenderse de ellas, en e menor tiempo y en las mejores condiciones posibles.


Es esencial al contrato de underwriting la posterior colocación de los títulos valores, para lo cual el un-
derwriter empleará todo su poder de colocación fundado en la existencia de una clientela conocida, en su
capacidad para recomendarle a la clientela alternativas de inversión y a la organización de un sistema de
distribución que permite la colocación y el seguimiento de un mercado secundario.
No se encuentra regulado específicamente, salvo su mención en la ley de entidades financieras que estipu-
la a los bancos de inversión se encuentran autorizados a realizar inversiones en valores mobiliarios vincu-
lados con operaciones en que interviene, prefinanciar sus emisiones y colocarlos.
Es a través de la normativa de la CNV que se fueron definiendo las características y modalidades de la ope-
ratoria y las obligaciones de las partes.
Por lo tanto, constituye una novedad que se prevea su tratamiento en el CCC, aunque ese limtie el art.
1429 a una remisión a las normas emitidas por el ente de control.
ARTICULO 1429.- Normas aplicables. Los contratos celebrados en una bolsa o mercado de comercio, de
valores o de productos, en tanto éstos sean autorizados y operen bajo contralor estatal, se rigen por las
normas dictadas por sus autoridades y aprobadas por el organismo de control. Estas normas pueden
prever la liquidación del contrato por diferencia; regular las operaciones y contratos derivados; fijar ga-
rantías, márgenes y otras seguridades; establecer la determinación diaria o periódica de las posiciones
de las partes y su liquidación ante eventos como el concurso, la quiebra o la muerte de una de ellas, la
compensación y el establecimiento de un saldo neto de las operaciones entre las mismas partes y los
demás aspectos necesarios para su operatividad.
b. Objeto y partes.
En primer término el objeto de este contrato son las acciones, los debentures y las obligaciones negocia-
bles de las sociedades.
Es decir que el objeto del contrato de underwriting son los títulos valores causales y representativos.
Para el caso de la oferta pública, estos títulos deben reunir las cualidad enunciadas en el art. 17 de la ley
17.811, es decir, títulos valores emitidos en masa, en serie, que posean las mismas características y otor-
guen los mismos derechos dentro de su clase y ofrecidos en forma genérica.
En relación a las partes del contrato, el emisor normalmente es una S.A. que busca prefinanciación de las
acciones o debentures que emita. También conforme a la ley societaria, puede ser emisora la sociedad
anónima con participación estatal mayoritaria, la sociedad en comandita por acciones y las sociedades
constituidas en el extranjero que adopten algún tipo societario argentino. Asimismo, el Estad puede emitir
títulos a los fines de la oferta publica, y en tal situación suscribir el contrato de underwriting.
También puede ser sujeto activo del contrato de underwriting las cooperativas y asociaciones civiles, en
cuanto al ley 23.576 les permite emitir obligaciones negociables.
Acerca de la otra parte, el denominado underwriter, debemos decir que puede ser una entidad o PF dedi-
cada en forma exclusiva o parcial al a intermediación de títulos valores, o una entidad financiera autoriza-
da para la colocación.
Las entidades financieras conforme a la ley 21.526 son los bancos comerciales, los bancos de inversión y
las compañías financieras.
En el caso de que la persona no sea una entidad bancaria autorizada, puede realizar esta operación siem-
pre que no se captaran recursos del público.
Además si el underwriter realizara oferta pública de títulos valores, deberá cumplir con las formalidades
exigidas por la ley 17.811.
c. Caracteres.
Es un contrato de naturaleza comercial, es un contrato financiero y específicamente bancario.
Características propiamente dichas del contrato:

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─Consensual: No resulta necesaria la entrega de títulos emitidos por la sociedad a la entidad financiera. La
ausencia de dicha entrega, no obsta a que el contrato se perfeccione por el mero consentimiento de las
partes contratantes. Esta es una de las características que lo diferencia del mutuo.
─Conmutativo: Las ventajas son apreciadas por las partes desde la celebración del contrato.
─Bilateral: genera obligaciones recíprocas para las dos o más partes intervinientes. El underwriter a prefi-
nanciar y a colocar los títulos, y el emisor a emitir los títulos conforme a derecho y luego a entregarlos.
─Oneroso: ambas partes obtienen en contrapartida a las obligaciones asumidas. Se trata de sujetos impor-
tantes en la actividad económica de un país y sus actos no se presumen gratuitos La entidad financiera fija
una comisión como contraprestación a su obligación de prefinanciar y colocar los títulos.
─No formal: no se encuentra determinado en la ley ningún requisito formal predeterminado para expresar
la voluntad de los contratantes. No obstante ello, es claro que por la complejidad de la operación, resulta
necesaria su redacción por escrito. Además, la entidad financiera tiene una obligación de cumplimentar
una serie de formalidades para emitir los títulos de que se trate.
─Innominado. Por no estar previsto en nuestras leyes con una regulación específica. Rige en la materia el
principio de la autonomía de la voluntad.
8. Warrants.
a. Definición, carácter económico y jurídico.
Los warrants son contratos que tienen una función económica y jurídica, donde existe un contrato de de-
pósito entre un depositante y un depositario una entidad financiera al margen de esto.
La necesidad de trasladar las mercaderías y productos de los lugares de producción a los de consumo, ge-
neró no sólo al disciplina jurídica del transporte, sino también el régimen del almacenaje y depósito, para
facilitar la guarda, custodia y conservación de esos bienes, de modo que quienes comercian con ellas pue-
dan programar racionalmente su traslado y aprovecha mejor las distintas épocas de mayor demanda.
Entre los factores que exigen la instalación de estos almacenes el autor destaca: 1) La producción tempo-
ral, pero de consumo uniforme o permanente como ocurre con los productos de agricultura, cuy a exis-
tencia aumenta con las cosechas pero cuyo consumo se realiza durante todo el año; 2) la producción uni-
forme pero el consumo temporal. A la inversa del factor anterior, están aquellos productos que se consu-
men sólo temporalmente pero cuya producción tiene lugar durante el año; 3) los métodos de producción
en serie y la imposibilidad de mantener un equilibrio entre el suministro de tales productos o bienes y la
demanda de los mismos.
“La necesidad de almacenar un producto surge tan pronto como su producción es superior a su consumo”.
b. Mercaderías que pueden ser objeto de depósito.
La ley argentina 9643 alude a frutos, productos agrícolas ganaderos, forestales y mineros, y a manufactu-
ras nacionales, como los bienes que pueden ser objeto de depósito a los efectos de esa ley. De ese modo
excluye implícitamente el depósito de bienes industriales importados.
c. Regulación en la normativa argentina.
Art. 1° Las operaciones de crédito mobiliario sobre frutos o productos agrícolas, ganaderos, forestales, mi-
neros o de manufacturas nacionales, depositados en almacenes fiscales o de terceros, serán hechas por
medio de "certificados de depósito" y "warrants" expedidos de acuerdo con las disposiciones de esta ley y
en la forma que reglamente el Poder Ejecutivo.
Art. 2° Los almacenes o depósitos particulares sólo podrán emitir "certificados de depósito" y "warrants" a
los efectos de esta ley, previa autorización del Poder Ejecutivo, publicada en el "Boletín Oficial", la cual no
podrá ser otorgada sino después de haberse comprobado:
a) El capital con que se establecen.
b) Las condiciones de seguridad, previsiones contra incendio y causas de deterioro que ofrezcan las cons-
trucciones y el seguro de las mismas.

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c) La forma de administración y sistema de vigilancia clasificación y limpieza que se adoptará en los alma-
cenes.
d) Las tarifas máximas que se cobrarán por depósito y demás operaciones anexas, como seguros, eleva-
ción de cereales, limpieza y desecación de granos.
e) Las obligaciones de la administración respecto a la entrada y salida de mercaderías o productos, su con-
servación y responsabilidad en los casos de pérdida y averías.
f) Los nombres y domicilios de los representantes de la sociedad o empresa de depósito.
g) El Poder Ejecutivo podrá fijar las garantías que estime convenientes, para asegurar, por parte de los de-
positantes autorizados a expedir "certificados de depósito" y "warrants", el cumplimiento de sus obliga-
ciones; cuando se trate de garantía de valores, ella será hecha efectiva con títulos nacionales de renta, de-
positados en el Banco de la Nación, y que representen hasta el 10 (diez) por ciento del capital empleado
como máximum.
Art. 3° Es absolutamente prohibido a las empresas de depósito a que se refiere la presente ley, efectuar
operaciones de compraventa de frutos o productos de la misma naturaleza de aquellos a que se refieren
los "certificados de depósito" o "warrants" que emitan.
El Poder Ejecutivo no otorgará la autorización exigida por el artículo anterior a las que se hallen en tales
condiciones o retirará la misma, en su caso, si la operación prohibida se efectúa con posterioridad a dicha
autorización.
Las empresas emisoras de "warrants" que quieran descontar o negociar con esta clase de papeles, sólo
podrán hacerlo con autorización del Poder Ejecutivo y en las condiciones que él mismo fijare.
Art. 4° Queda prohibido almacenar en un mismo local o en locales contiguos mercaderías susceptibles de
alterarse recíprocamente.
Art. 5° Los depositarios asegurarán contra incendio y por cuenta de los depositantes, si éstos no lo hubie-
sen hecho, las mercaderías recibidas, con sujeción a las condiciones y en la forma que determine el decre-
to reglamentario, el que, a la vez, especificará las constancias relativas al seguro, que habrán de inscribirse
o agregarse al "certificado de depósito" y al "warrant".
Art. 6° Contra la entrega de los frutos o productos depositados, la administración del respectivo almacén
expedirá a la orden del depositante un "certificado de depósito" y "warrant" referente a aquellos, con ex-
presión de la fecha de expedición, el nombre y domicilio del depositante, la designación del almacén y la
firma del administrador, la clase de producto, su cantidad, peso, clase y número de envases, calidad y es-
tado del mismo, su valor aproximado y toda otra indicación que sirva para individualizarlo con arreglo a las
prácticas establecidas en el comercio de los productos respectivos, el monto del seguro, nombre y domici-
lio del asegurador, el tiempo por el cual se efectúa el depósito y el monto del almacenaje; todo ello en
formularios de tipo uniforme que el Poder Ejecutivo reglamentará, dejando consignadas las mismas cir-
cunstancias en los talonarios y en los libros rubricados especiales que deberá llevar, a fin de registrar dia-
riamente y por orden todas las operaciones en que intervenga.
Art. 7° Para que puedan emitirse "certificados de depósito" y "warrants", por frutos o productos deposita-
dos, es menester:
1) Que dichos efectos estén asegurados, ya sea directamente por el dueño o por intermedio de las empre-
sas emisoras, de acuerdo al artículo 2° inciso d).
2) Que su valor no sea inferior a 500 (quinientos) pesos moneda nacional.
3) Que estén libres de todo gravamen o embargo judicial notificado al administrador del depósito, sin cuyo
requisito se reputarán no existentes.
Art. 8° El "warrant" será siempre nominativo. El primer endoso del certificado de depósito o, en su caso,
de "warrant", se extenderá al dorso del respectivo documento, debiendo, para su validez, ser registrado
en los libros de la empresa emisora dentro del término de 6 (seis) días. Los endosos subsiguientes, cuyo

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registro no es obligatorio, podrán hacerse en blanco o a continuación del primero.


Art. 9° El efecto de endoso, tratándose de un "certificado de depósito", es la transmisión de la propiedad
de las cosas a que se refiere, con los gravámenes que tuvieren en caso de existir "warrant" negociado, y,
tratándose del "warrant", de los derechos creditorios del mismo.
Art. 10. El endoso deberá contener la fecha, nombre, domicilio y firma del endosante y endosatario, canti-
dad prestada, fecha del vencimiento y lugar convenido para el pago, y todos los que firmen un "certificado
de depósito" o "warrant" son solidariamente responsables.
El pago hecho al prestamista del importe del crédito extingue, junto con éste, su responsabilidad, quedan-
do desligado de toda obligación en caso de negociarse nuevamente el "warrant" con un tercero.
En el libro a que se refiere el artículo 6° deberán registrarse las firmas de los depositantes y, en cuanto
fuere posible, la de los nuevos endosantes de "certificados de depósito" o de "warrants".
Art. 11. Negociado el "warrant", se anotará al dorso del "certificado de depósito" respectivo, el monto del
crédito, nombre y domicilio del prestamista, fecha de vencimiento y lugar de pago, debiendo estos mis-
mos datos consignarse en el libro de Registro de la empresa emisora, al anotarse la primera transferencia
del "warrant", de acuerdo con el artículo 8°.
Art. 12. Todo adquirente de un "certificado de depósito" o tenedor de un "warrant" tendrá derecho a
examinar los efectos depositados y detallados en dichos documentos, pudiendo retirar muestras de los
mismos, si se prestan a ello por su naturaleza, en la proporción y forma que determine el decreto regla-
mentario.
Art. 13. Los efectos depositados por los cuales hayan sido expedidos "warrants", no serán entregados sin
la presentación simultánea del "certificado de depósito" y del "warrant".
En caso de haber sido registrada la transferencia del "warrant", tiene derecho a pedir que el depósito se
consigne por bultos o lotes separados, y que por cada lote se le den nuevos certificados con los "warrants"
respectivos, en substitución del certificado y "warrant" anterior, que será anulado, no pudiendo ser cada
uno de valor menor de 500 (quinientos) pesos nacionales.
Art. 14. El propietario de un certificado de depósito con "warrant", tiene derecho a pedir que el depósito
se consigne por bultos o lotes separados, y que por cada lote se le den nuevos certificados con los "wa-
rrants" respectivos, en substitución del certificado y "warrant" anterior, que será anulado, no pudiendo ser
cada uno de valor menor de 500 (quinientos) pesos nacionales.
Art. 15. El propietario del "certificado de depósito", separado del "warrant" respectivo negociado, podrá
antes del vencimiento del préstamo, pagar el importe del "warrant". Si el acreedor de éste no fuese cono-
cido, o, siéndolo, no estuviese de acuerdo con el deudor sobre las condiciones en que tendrá lugar la anti-
cipación del pago, el dueño del certificado consignará judicialmente la suma adeudada. Las mercaderías
depositadas serán entregadas a la presentación de la orden del juez ante quien se hubiere hecho la con-
signación, previo pago del almacenaje e impuesto del artículo 25 que adeudaren, conforme a la disposi-
ción del artículo 27.
El acreedor del "warrant" tendrá derecho a exigir, a su vencimiento, la entrega del valor consignado con la
sola presentación de aquel.
Art. 16. Si el "warrant" no fuere pagado al vencimiento de la obligación, el acreedor tendrá la acción que
reglamenta esta ley para el cobro de su crédito, y para hacer efectivo su privilegio sobre los efectos a que
se refiere el "warrant", y, en su caso, sobre las sumas del seguro.
Art. 17. El acreedor del "warrant" deberá pedir, dentro de 10 (diez) días de la fecha de su vencimiento, la
venta en público remate de la mercadería afectada al mismo; cuando no hubiere endoso, podrá usar de
este derecho dentro del mismo término. El pedido de venta se hará ante el administrador del depósito,
quien, una vez comprobada la autenticidad del "warrant", por su conformidad con las constancias del re-
gistro, ordenará el remate por intermedio de los Mercados de Cereales o Bolsas de Comercio donde exis-

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tan; y donde no los hubiere, por martilleros especiales designados por orden de nombramiento, dentro de
una nómina que anualmente formarán los Tribunales Superiores de Comercio de la jurisdicción respectiva.
Esta resolución será comunicada al deudor y a los endosantes; cuyos domicilios consten en el registro, por
carta certificada con recibo de retorno.
La comunicación se hará dentro del segundo día, si los interesados estuviesen domiciliados en el lugar del
depósito, y por el segundo correo si tuviesen el domicilio en otro punto.
El remate tendrá lugar en la plaza comercial donde estuviese situado el depósito, y, en su defecto, en una
de las más inmediatas, y se anunciará, durante 10 (diez) días a lo menos, en 2 (dos) periódicos del lugar
donde debe efectuarse el remate o de la plaza comercial más próxima, debiendo especificarse en los avi-
sos los productos materia de la venta, la fecha de la constitución y primera negociación del "warrant" y el
nombre de su dueño primitivo.
Para los casos en que la venta de las mercaderías deba realizarse por un "warrant" del que sea tenedor o
endosante la misma empresa de depósitos, el Poder Ejecutivo determinará quién debe desempeñar las
funciones que este artículo encomienda al administrador del depósito.
Art. 18. La venta de los efectos por falta de pago del "warrant" no se suspenderá por quiebra, incapacidad
o muerte del deudor, ni por otra causa que no sea orden judicial escrita, previa consignación del importe
de la deuda, sus intereses y gastos calculados.
Art. 19. El producido del remate será distribuido por el administrador del depósito respectivo, siempre que
no mediare oposición dentro del tercer día.
En caso contrario, lo depositará a la orden del juez correspondiente, para su distribución dentro del orden
de preferencias consignadas en el artículo 22.
El sobrante, si lo hubiere, quedará a disposición del dueño del certificado de depósito respectivo.
Art. 20. Por el saldo que resultare, el acreedor del "warrant" tendrá acción ejecutiva contra los endosantes
del mismo, siempre que se hubiese solicitado la venta de las mercaderías afectadas al mismo en los plazos
con anterioridad establecidos y que la enajenación de aquellos se hubiere realizado, ajustándose a los pro-
cedimientos prescriptos por el artículo 17.
Art. 21. Si la venta fuese suspendida, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 18, se entregará inme-
diatamente al acreedor del "warrant" la suma consignada, dando fianza para el caso de ser obligado a de-
volver su importe, y debiendo aquella tenerse por extinguida, si no se dedujera la acción correspondiente
a tal efecto, dentro de los 30 (treinta) días subsiguientes a la entrega.
Art. 22. Sobre los efectos comprendidos en el "warrant", sobre su importe una vez enajenados aquellos o
en los casos de consignación autorizados, y sobre el valor del seguro constituido, el acreedor de aquel goza
de un privilegio superior con respecto a cualquier otro crédito, que no sean los derechos del depósito es-
pecial, las comisiones y gastos de venta y el impuesto establecido por el artículo 25.
Art. 23. El dueño o acreedor, respectivamente, de un certificado de depósito o de un "warrant", en caso de
pérdida o destrucción del mismo, dará aviso inmediato a la empresa emisora y podrá, mediante orden del
juez, justificando ante él la propiedad y dando fianza, obtener un duplicado del certificado o del "warrant".
La fianza será cancelada si a los 6 (seis) meses del otorgamiento del duplicado no se hubiere formulado re-
clamo presentando el "warrant" o certificado originales, y en caso de deducirse acción a base de los últi-
mos, deberá judicialmente declararse el derecho discutido.
Art. 24. El Poder Ejecutivo inspeccionará las empresas emisoras de "warrants" a fin de asegurar el cumpli-
miento de las obligaciones consignadas en esta ley o retirar, en su defecto, la autorización necesaria para
continuar funcionando en dicho carácter.
Art. 25. Créase un impuesto de un cuarto por mil sobre el valor atribuido a las mercaderías depositadas,
que será percibido por las mismas empresas emisoras, previamente a la entrega de los efectos, junto con
los gastos y derechos por el depósito.

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Art. 26. Sin perjuicio de su renovación total o parcial, el "warrant" sólo produce efectos a los fines de su
negociación, durante los 6 (seis) meses siguientes a la fecha de su emisión.
Art. 27. El ejercicio de las acciones para el cobro y ejecución del "warrant" corresponderá, a opción del
acreedor, a la jurisdicción del domicilio de éste o del lugar donde se halle el depósito, en caso de no ha-
berse estipulado el lugar del pago.
9. Fideicomiso.
ARTICULO 1666.- Definición. Hay contrato de fideicomiso cuando una parte, llamada fiduciante, transmite
o se compromete a transmitir la propiedad de bienes a otra persona denominada fiduciario, quien se obli-
ga a ejercerla en beneficio de otra llamada beneficiario, que se designa en el contrato, y a transmitirla al
cumplimiento de un plazo o condición al fideicomisario.

ARTICULO 1667.- Contenido. El contrato debe contener:

a) la individualización de los bienes objeto del contrato. En caso de no resultar posible tal individualización
a la fecha de la celebración del fideicomiso, debe constar la descripción de los requisitos y características
que deben reunir los bienes;

b) la determinación del modo en que otros bienes pueden ser incorporados al fideicomiso, en su caso;

c) el plazo o condición a que se sujeta la propiedad fiduciaria;

d) la identificación del beneficiario, o la manera de determinarlo conforme con el artículo 1671;

e) el destino de los bienes a la finalización del fideicomiso, con indicación del fideicomisario a quien deben
transmitirse o la manera de determinarlo conforme con el artículo 1672;

f) los derechos y obligaciones del fiduciario y el modo de sustituirlo, si cesa.

ARTICULO 1668.- Plazo. Condición. El fideicomiso no puede durar más de treinta años desde la celebración
del contrato, excepto que el beneficiario sea una persona incapaz o con capacidad restringida, caso en el
que puede durar hasta el cese de la incapacidad o de la restricción a su capacidad, o su muerte.

Si se pacta un plazo superior, se reduce al tiempo máximo previsto.

Cumplida la condición o pasados treinta años desde el contrato sin haberse cumplido, cesa el fideicomiso y
los bienes deben transmitirse por el fiduciario a quien se designa en el contrato. A falta de estipulación
deben transmitirse al fiduciante o a sus herederos.

ARTICULO 1669.- Forma. El contrato, que debe inscribirse en el Registro Público que corresponda, puede
celebrarse por instrumento público o privado, excepto cuando se refiere a bienes cuya transmisión debe
ser celebrada por instrumento público. En este caso, cuando no se cumple dicha formalidad, el contrato
vale como promesa de otorgarlo. Si la incorporación de esta clase de bienes es posterior a la celebración
del contrato, es suficiente con el cumplimiento, en esa oportunidad, de las formalidades necesarias para
su transferencia, debiéndose transcribir en el acto respectivo el contrato de fideicomiso.

ARTICULO 1670.- Objeto. Pueden ser objeto del fideicomiso todos los bienes que se encuentran en el co-

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mercio, incluso universalidades, pero no pueden serlo las herencias futuras.

SECCION 2ª

Sujetos
ARTICULO 1671.- Beneficiario. El beneficiario puede ser una persona humana o jurídica, que puede existir
o no al tiempo del otorgamiento del contrato; en este último caso deben constar los datos que permitan
su individualización futura. Pueden ser beneficiarios el fiduciante, el fiduciario o el fideicomisario.

Pueden designarse varios beneficiarios quienes, excepto disposición en contrario, se benefician por igual;
para el caso de no aceptación o renuncia de uno o más designados, o cuando uno u otros no llegan a exis-
tir, se puede establecer el derecho de acrecer de los demás o, en su caso, designar beneficiarios sustitutos.

Si ningún beneficiario acepta, todos renuncian o no llegan a existir, se entiende que el beneficiario es el fi-
deicomisario. Si también el fideicomisario renuncia o no acepta, o si no llega a existir, el beneficiario debe
ser el fiduciante.

El derecho del beneficiario, aunque no haya aceptado, puede transmitirse por actos entre vivos o por cau-
sa de muerte, excepto disposición en contrario del fiduciante. Si la muerte extingue el derecho del benefi-
ciario designado, se aplican las reglas de los párrafos precedentes.

ARTICULO 1672.- Fideicomisario. El fideicomisario es la persona a quien se transmite la propiedad al con-


cluir el fideicomiso. Puede ser el fiduciante, el beneficiario, o una persona distinta de ellos. No puede ser
fideicomisario el fiduciario.

Se aplican al fideicomisario los párrafos primero, segundo y tercero del artículo 1671.

Si ningún fideicomisario acepta, todos renuncian o no llegan a existir, el fideicomisario es el fiduciante.

ARTICULO 1673.- Fiduciario. El fiduciario puede ser cualquier persona humana o jurídica.

Sólo pueden ofrecerse al público para actuar como fiduciarios las entidades financieras autorizadas a fun-
cionar como tales, sujetas a las disposiciones de la ley respectiva y las personas jurídicas que autoriza el
organismo de contralor de los mercados de valores, que debe establecer los requisitos que deben cumplir.

El fiduciario puede ser beneficiario. En tal caso, debe evitar cualquier conflicto de intereses y obrar privile-
giando los de los restantes sujetos intervinientes en el contrato.

ARTICULO 1674.- Pauta de actuación. Solidaridad. El fiduciario debe cumplir las obligaciones impuestas por
la ley y por el contrato con la prudencia y diligencia del buen hombre de negocios que actúa sobre la base
de la confianza depositada en él.

En caso de designarse a más de un fiduciario para que actúen simultáneamente, sea en forma conjunta o
indistinta, su responsabilidad es solidaria por el cumplimiento de las obligaciones resultantes del fideico-
miso.

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ARTICULO 1675.- Rendición de cuentas. La rendición de cuentas puede ser solicitada por el beneficiario,
por el fiduciante o por el fideicomisario, en su caso, conforme a la ley y a las previsiones contractuales;
deben ser rendidas con una periodicidad no mayor a un año.

ARTICULO 1676.- Dispensas prohibidas. El contrato no puede dispensar al fiduciario de la obligación de


rendir cuentas, ni de la culpa o dolo en que puedan incurrir él o sus dependientes, ni de la prohibición de
adquirir para sí los bienes fideicomitidos.

ARTICULO 1677.- Reembolso de gastos. Retribución. Excepto estipulación en contrario, el fiduciario tiene
derecho al reembolso de los gastos y a una retribución, ambos a cargo de quien o quienes se estipula en el
contrato. Si la retribución no se fija en el contrato, la debe fijar el juez teniendo en consideración la índole
de la encomienda, la importancia de los deberes a cumplir, la eficacia de la gestión cumplida y las demás
circunstancias en que actúa el fiduciario.

ARTICULO 1678.- Cese del fiduciario. El fiduciario cesa por:

a) remoción judicial por incumplimiento de sus obligaciones o por hallarse imposibilitado material o jurídi-
camente para el desempeño de su función, a instancia del fiduciante; o a pedido del beneficiario o del fi-
deicomisario, con citación del fiduciante;

b) incapacidad, inhabilitación y capacidad restringida judicialmente declaradas, y muerte, si es una perso-


na humana;

c) disolución, si es una persona jurídica; esta causal no se aplica en casos de fusión o absorción, sin perjui-
cio de la aplicación del inciso a), en su caso;

d) quiebra o liquidación;

e) renuncia, si en el contrato se la autoriza expresamente, o en caso de causa grave o imposibilidad mate-


rial o jurídica de desempeño de la función; la renuncia tiene efecto después de la transferencia del patri-
monio objeto del fideicomiso al fiduciario sustituto.

ARTICULO 1679.- Sustitución del fiduciario. Producida una causa de cese del fiduciario, lo reemplaza el sus-
tituto indicado en el contrato o el designado de acuerdo al procedimiento previsto por él. Si no lo hay o no
acepta, el juez debe designar como fiduciario a una de las entidades autorizadas de acuerdo a lo previsto
en el artículo 1690.

En caso de muerte del fiduciario, los interesados pueden prescindir de la intervención judicial, otorgando
los actos necesarios para la transferencia de bienes.

En los restantes casos de los incisos b), c) y d) del artículo 1678, cualquier interesado puede solicitar al juez
la comprobación del acaecimiento de la causal y la indicación del sustituto o el procedimiento para su de-
signación, conforme con el contrato o la ley, por el procedimiento más breve previsto por la ley procesal
local. En todos los supuestos del artículo 1678 el juez puede, a pedido del fiduciante, del beneficiario, del
fideicomisario o de un acreedor del patrimonio separado, designar un fiduciario judicial provisorio o dictar
medidas de protección del patrimonio, si hay peligro en la demora.

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Si la designación del nuevo fiduciario se realiza con intervención judicial, debe ser oído el fiduciante.

Los bienes fideicomitidos deben ser transmitidos al nuevo fiduciario. Si son registrables es forma suficiente
del título el instrumento judicial, notarial o privado autenticado, en los que conste la designación del nue-
vo fiduciario. La toma de razón también puede ser rogada por el nuevo fiduciario.

ARTICULO 1680.- Fideicomiso en garantía. Si el fideicomiso se constituye con fines de garantía, el fiduciario
puede aplicar las sumas de dinero que ingresen al patrimonio, incluso por cobro judicial o extrajudicial de
los créditos o derechos fideicomitidos, al pago de los créditos garantizados. Respecto de otros bienes, para
ser aplicados a la garantía el fiduciario puede disponer de ellos según lo dispuesto en el contrato y, en de-
fecto de convención, en forma privada o judicial, asegurando un mecanismo que procure obtener el mayor
valor posible de los bienes.

ARTICULO 1681.- Aceptación del beneficiario y del fideicomisario. Fraude. Para recibir las prestaciones del
fideicomiso, el beneficiario y el fideicomisario deben aceptar su calidad de tales.

La aceptación se presume cuando intervienen en el contrato de fideicomiso, cuando realizan actos que
inequívocamente la suponen o son titulares de certificados de participación o de títulos de deuda en los
fideicomisos financieros.

No mediando aceptación en los términos indicados, el fiduciario puede requerirla mediante acto auténtico
fijando a tal fin un plazo prudencial. No producida la aceptación, debe solicitar al juez que la requiera sin
otra substanciación, fijando a tal fin el modo de notificación al interesado que resulte más adecuado.

El beneficiario y el fideicomisario pueden, en la medida de su interés, reclamar por el debido cumplimien-


to del contrato y la revocación de los actos realizados por el fiduciario en fraude de sus intereses, sin per-
juicio de los derechos de los terceros interesados de buena fe.

SECCION 3ª

Efectos
ARTICULO 1682.- Propiedad fiduciaria. Sobre los bienes fideicomitidos se constituye una propiedad fidu-
ciaria, regida por las disposiciones de este Capítulo y por las que correspondan a la naturaleza de los bie-
nes.

ARTICULO 1683.- Efectos frente a terceros. El carácter fiduciario de la propiedad tiene efectos frente a ter-
ceros desde el momento en que se cumplen los requisitos exigidos de acuerdo con la naturaleza de los
bienes respectivos.

ARTICULO 1684.- Registración. Bienes incorporados. Si se trata de bienes registrables, los registros corres-
pondientes deben tomar razón de la calidad fiduciaria de la propiedad a nombre del fiduciario.

Excepto estipulación en contrario del contrato, el fiduciario adquiere la propiedad fiduciaria de los frutos y
productos de los bienes fideicomitidos y de los bienes que adquiera con esos frutos y productos o por su-
brogación real respecto de todos esos bienes, debiéndose dejar constancia de ello en el título para la ad-

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quisición y en los registros pertinentes.

ARTICULO 1685.- Patrimonio separado. Seguro. Los bienes fideicomitidos constituyen un patrimonio sepa-
rado del patrimonio del fiduciario, del fiduciante, del beneficiario y del fideicomisario.

Sin perjuicio de su responsabilidad, el fiduciario tiene la obligación de contratar un seguro contra la res-
ponsabilidad civil que cubra los daños causados por las cosas objeto del fideicomiso. Los riesgos y montos
por los que debe contratar el seguro son los que establezca la reglamentación y, en defecto de ésta, los
que sean razonables. El fiduciario es responsable en los términos de los artículos 1757 y concordantes
cuando no haya contratado seguro o cuando éste resulte irrazonable en la cobertura de riesgos o montos.

ARTICULO 1686.- Acción por acreedores. Los bienes fideicomitidos quedan exentos de la acción singular o
colectiva de los acreedores del fiduciario. Tampoco pueden agredir los bienes fideicomitidos los acreedo-
res del fiduciante, quedando a salvo las acciones por fraude y de ineficacia concursal. Los acreedores del
beneficiario y del fideicomisario pueden subrogarse en los derechos de su deudor.

ARTICULO 1687.- Deudas. Liquidación. Los bienes del fiduciario no responden por las obligaciones contraí-
das en la ejecución del fideicomiso, las que sólo son satisfechas con los bienes fideicomitidos. Tampoco
responden por esas obligaciones el fiduciante, el beneficiario ni el fideicomisario, excepto compromiso ex-
preso de éstos.

Lo dispuesto en este artículo no impide la responsabilidad del fiduciario por aplicación de los principios
generales, si así corresponde.

La insuficiencia de los bienes fideicomitidos para atender a esas obligaciones, no da lugar a la declaración
de su quiebra. En tal supuesto y a falta de otros recursos provistos por el fiduciante o el beneficiario según
previsiones contractuales, procede su liquidación, la que está a cargo del juez competente, quien debe fi-
jar el procedimiento sobre la base de las normas previstas para concursos y quiebras, en lo que sea perti-
nente.

ARTICULO 1688.- Actos de disposición y gravámenes. El fiduciario puede disponer o gravar los bienes fidei-
comitidos cuando lo requieran los fines del fideicomiso, sin que sea necesario el consentimiento del fidu-
ciante, del beneficiario o del fideicomisario.

El contrato puede prever limitaciones a estas facultades, incluso la prohibición de enajenar, las que, en su
caso, deben ser inscriptas en los registros correspondientes a cosas registrables. Dichas limitaciones no
son oponibles a terceros interesados de buena fe, sin perjuicio de los derechos respecto del fiduciario.

Si se nombran varios fiduciarios, se configura un condominio en función de lo previsto en el artículo 1674,


los actos de disposición deben ser otorgados por todos conjuntamente, excepto pacto en contrario, y nin-
guno de ellos puede ejercer la acción de partición mientras dure el fideicomiso.

Quedan a salvo los actos de disposición realizados por el fiduciario de conformidad con lo previsto en esta
norma.

ARTICULO 1689.- Acciones. El fiduciario está legitimado para ejercer todas las acciones que correspondan

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para la defensa de los bienes fideicomitidos, contra terceros, el fiduciante, el beneficiario o el fideicomisa-
rio.

El juez puede autorizar al fiduciante, al beneficiario o al fideicomisario, a ejercer acciones en sustitución


del fiduciario, cuando éste no lo haga sin motivo suficiente.

SECCION 4ª

Fideicomiso financiero

ARTICULO 1690.- Definición. Fideicomiso financiero es el contrato de fideicomiso sujeto a las reglas prece-
dentes, en el cual el fiduciario es una entidad financiera o una sociedad especialmente autorizada por el
organismo de contralor de los mercados de valores para actuar como fiduciario financiero, y beneficiarios
son los titulares de los títulos valores garantizados con los bienes transmitidos.

ARTICULO 1691.- Títulos valores. Ofertas al público. Los títulos valores referidos en el artículo 1690 pue-
den ofrecerse al público en los términos de la normativa sobre oferta pública de títulos valores. En ese su-
puesto, el organismo de contralor de los mercados de valores debe ser autoridad de aplicación respecto
de los fideicomisos financieros, quien puede dictar normas reglamentarias que incluyan la determinación
de los requisitos a cumplir para actuar como fiduciario.

ARTICULO 1692.- Contenido del contrato de fideicomiso financiero. Además de las exigencias de contenido
generales previstas en el artículo 1667, el contrato de fideicomiso financiero debe contener los términos y
condiciones de emisión de los títulos valores, las reglas para la adopción de decisiones por parte de los be-
neficiarios que incluyan las previsiones para el caso de insuficiencia o insolvencia del patrimonio fideicomi-
tido, y la denominación o identificación particular del fideicomiso financiero.

SECCION 5ª

Certificados de participación y títulos de deuda

ARTICULO 1693.- Emisión y caracteres. Certificados globales. Sin perjuicio de la posibilidad de emisión de
títulos valores atípicos, en los términos del artículo 1820, los certificados de participación son emitidos por
el fiduciario. Los títulos representativos de deuda garantizados por los bienes fideicomitidos pueden ser
emitidos por el fiduciario o por terceros. Los certificados de participación y los títulos representativos de
deuda pueden ser al portador, nominativos endosables o nominativos no endosables, cartulares o escritu-
rales, según lo permita la legislación pertinente. Los certificados deben ser emitidos sobre la base de un
prospecto en el que consten las condiciones de la emisión, las enunciaciones necesarias para identificar el
fideicomiso al que pertenecen, y la descripción de los derechos que confieren.

Pueden emitirse certificados globales de los certificados de participación y de los títulos de deuda, para su
inscripción en regímenes de depósito colectivo. A tal fin se consideran definitivos, negociables y divisibles.

ARTICULO 1694.- Clases. Series. Pueden emitirse diversas clases de certificados de participación o títulos
representativos de deuda, con derechos diferentes. Dentro de cada clase se deben otorgar los mismos de-
rechos. La emisión puede dividirse en series. Los títulos representativos de deuda dan a sus titulares el de-

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recho a reclamar por vía ejecutiva.

SECCION 6ª

Asambleas de tenedores de títulos representativos de deuda o certificados de participación

ARTICULO 1695.- Asambleas. En ausencia de disposiciones contractuales en contrario, o reglamentaciones


del organismo de contralor de los mercados de valores, en los fideicomisos financieros con oferta pública
las decisiones colectivas de los beneficiarios del fideicomiso financiero se deben adoptar por asamblea, a
la que se aplican las reglas de convocatoria, quórum, funcionamiento y mayorías de las sociedades anóni-
mas, excepto en el caso en que se trate la insuficiencia del patrimonio fideicomitido o la reestructuración
de sus pagos a los beneficiarios. En este último supuesto, se aplican las reglas de las asambleas extraordi-
narias de sociedades anónimas, pero ninguna decisión es válida sin el voto favorable de tres cuartas partes
de los títulos emitidos y en circulación.

ARTICULO 1696.- Cómputo. En el supuesto de existencia de títulos representativos de deuda y certificados


de participación en un mismo fideicomiso financiero, el cómputo del quórum y las mayorías se debe hacer
sobre el valor nominal conjunto de los títulos valores en circulación. Sin embargo, excepto disposición en
contrario en el contrato, ninguna decisión vinculada con la insuficiencia del patrimonio fideicomitido o la
reestructuración de pagos a los beneficiarios es válida sin el voto favorable de tres cuartas partes de los tí-
tulos representativos de deuda emitidos y en circulación, excluidos los títulos representativos de deuda
subordinados.

SECCION 7ª
Extinción del fideicomiso

ARTICULO 1697.- Causales. El fideicomiso se extingue por:

a) el cumplimiento del plazo o la condición a que se ha sometido, o el vencimiento del plazo máximo legal;

b) la revocación del fiduciante, si se ha reservado expresamente esa facultad; la revocación no tiene efecto
retroactivo; la revocación es ineficaz en los fideicomisos financieros después de haberse iniciado la oferta
pública de los certificados de participación o de los títulos de deuda;

c) cualquier otra causal prevista en el contrato.

ARTICULO 1698.- Efectos. Producida la extinción del fideicomiso, el fiduciario está obligado a entregar los
bienes fideicomitidos al fideicomisario o a sus sucesores, a otorgar los instrumentos y a contribuir a las
inscripciones registrales que correspondan.

SECCION 8ª

Fideicomiso testamentario

ARTICULO 1699.- Reglas aplicables. El fideicomiso también puede constituirse por testamento, el que debe
contener, al menos, las enunciaciones requeridas por el artículo 1667.

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Se aplican los artículos 2448 y 2493 y las normas de este Capítulo; las referidas al contrato de fideicomiso
deben entenderse relativas al testamento.

En caso de que el fiduciario designado no acepte su designación se aplica lo dispuesto en el artículo 1679.

El plazo máximo previsto en el artículo 1668 se computa a partir de la muerte del fiduciante.

ARTICULO 1700.- Nulidad. Es nulo el fideicomiso constituido con el fin de que el fiduciario esté obligado a
mantener o administrar el patrimonio fideicomitido para ser transmitido únicamente a su muerte a otro
fiduciario de existencia actual o futura.

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Bolilla 11: El sistema bursátil


1. Introducción y Clases.
Para poder comprender qué es el sistema de mercado, primero debemos entender qué es un mercado latu
sensu.
Mercado es un mecanismo de comunicación que sirve para reunir los conocimientos y las actividades de mi-
les de millones de personas diferentes (SAMUELSON). Para otros, mercado es toda institución social en la cual
los bienes y servicios, así como los factores productivos, se intercambian libremente (MOCHON, FRANCISCO).
Para el autor, el mercado es un mecanismo por medio del cual los compradores y los vendedores de un bien
o servicio determinan conjuntamente su precio y su cantidad antes de producir la transferencia de los mis-
mos.
Como bien afirma SAMUELSON, en un sistema de mercado todo tiene un precio que es el valor del bien expre-
sado en dinero. El precio presenta los términos en los que las personas y las empresas intercambian volun-
tariamente las diferentes mercaderías.
Definición sacada del art. 2º de la ley 26.831 ─Mercados: Sociedades anónimas autorizadas por la Comi-
sión Nacional de Valores con el objeto principal de organizar las operaciones con valores negociables que
cuenten con oferta pública, quedando bajo competencia de la Comisión Nacional de Valores las activida-
des afines y complementarias compatibles con el desarrollo de ese fin.
a. Mercado Financiero.
En abstracto, el mercado financiero es el “conjunto de instituciones, medios y mercados cuyo fin primordial
es el de canalizar el ahorro que generan las unidades de gasto con superávit hacia los prestatarios o unida-
des de gasto con déficit”. Tiene como objetivo básico el poner en contacto a los que prestan dinero, ofe-
rentes o inversores y a los que lo toman prestado, demandantes o emisores.
Todo mercado es un sistema, independientemente de los espacios físicos en donde se negocia. La función
económica principal de los mercados financieros consiste en la transferencia de recursos de las unidades
económicas superavitarias a aquellas deficitarias. Adicionalmente, los mercados financieros permiten dis-
minuir el riesgo asociado a las actividades económicas productiva so de servicios, transfiriendo parte de
ese riesgo a los inversores.
En cualquier economía existen dos tipos de mercados, uno de productos, bienes y servicios, y el otro de
factores como son el trabajo y el capital. Los mercados financieros van a ser parte de este último mercado,
lugar real o virtual, donde se negocian los denominados activos financieros.
A modo de síntesis, el mercado financiero es el vehículo (económico y jurídico) por medio del cual se enla-
za el ahorro con el gasto.
b. Mecanismos de financiamiento de la empresa
i. Libre concurrencia.
El mercado hace posible la libre concurrencia de oferentes y demandantes en relación de un producto de-
terminado. Garantiza un amplio acceso a los bienes a mayor espectro de personas, incluso las ajenas al
sector productor, como son los especuladores.
ii. Concentración operativa.
En los mercados se produce una auténtica concentración operativa evidenciada por la comercialización de
volúmenes importantes. Esto es NECESARIO y permite la liquidez del mercado.
iii. Seguridad institucional.
Toda esta operatoria se efectúa con el respaldo de estructuras institucionales idóneas ─bolsas y merca-
dos» que aseguran las condiciones estipuladas por las partes, su cumplimiento y determinados estándares
de calidad. Además, actúan como órganos gremiales a fin de defender los intereses de los comerciantes de
cada mercado.

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iv. Transparencia en la formación de precios.


Hay una amplia divulgación de los distintos factores que inciden en las transacciones. Esto asegura precios
confiables, ciertos y representativos para los productos. Todo este sistema está fuertemente controlado
por el Estado a través de sus órganos competentes, como la CNV.
v. Determinación del rendimiento y distribución de recursos.
La interacción de la oferta y la demanda establece el precio de los activos transados. En el caso de los mer-
cados financieros, ello equivale a determinar el retorno requerido respecto de un activo financiero, seña-
lándose el camino a seguir en la distribución de los fondos disponibles.
vi. Mecanismo de liquidez.
Todo mercado organizado provee tanto a inversores como a productores y emisores de los instrumentos
para vender los activos que posee. Esto es proporcionar liquidez a las operaciones.
vii. Reducción de los costos.
Cualquier operación hecha fuera de un mercado tiene dos grandes costos. Según PAOLANTONIO, el primero
refiere a los costos explícitos ─publicidad─ y los segundos son implícitos ─tiempo utilizado─ para conseguir
una contraparte para realizar la operación (search costs). Ambos costos son reducidos por la existencia de
un mercado autorregulado el cual concentrará a compradores y vendedores y permitirá el acceso rápido y
seguro a las informaciones en relación a los productos ofrecidos.
c. Clasificación general del mercado. Mercado monetario, bancario y de capitales.
El mercado financiero se escinde en tres grandes grupos:
a. El mercado monetario;
b. El mercado bancario;
c. El mercado de capitales.

i. Diferencias entre el mercado de dinero y el de capitales.


1. Cantidad de operaciones y montos.
El mercado de dinero o bancario es aquel en el cual se realizan miles de operaciones de menor monto.
En cambio, en el mercado de capitales se realizan menores operaciones y de mayor monto.

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2. Sujetos preponderantes.
En el mercado de dinero los intermediarios por excelencia son las entidades financieras. Las mismas se
encuentran bajo la supervisión de la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias, depen-
diente del BCRA.
Pese a lo expuesto, también los mercados de valores tienen actuación en el mercado de dinero a través,
por ejemplo, de la negociación de commercial papers, títulos de deuda de corto plazo y en estos casos la
supervisión s encuentra a cargo de la Comisión Nacional de Valores.
A diferencia de ello, en los mercados de capitales, los sujetos preponderantes son los Agentes y Socieda-
des de bolsas.
3. Finalidad del mercado.
Es este elemento muy importante a la hora de analizar la distinción entre estos dos segmentos del mer-
cado financiero. La financiación que brinda el mercado de dinero está orientada a cubrir necesidades de
tipo coyunturales y todo otro gasto corriente y ordinario. Principalmente, la mayor diferencia entre el
mercado de capitales y el de dinero radica en que el primero tiene por fin financiar proyectos producti-
vos los cuales no constituyen para el empresario gastos corrientes. El mercado de capitales permite a las
partes compartir los riesgos y las utilidades de n proyecto económico común.
4. Plazo de las inversiones.
Por su parte, el mercado de capitales tiende más a la colocación de recursos a mediano y largo plazo en
tanto el mercado bancario tiende a efectuar operaciones mucho más cortas en el tiempo.
5. Tipo de operaciones.
Una importante diferencia entre un mercado y el otro es que en el mercado bancario se efectúan opera-
ciones denominadas “tradicionales”, como la cuenta corriente bancaria, el pacto de cheque, el contrato
de descubierto bancario, etc. Estas no requieren desarrollo ni estructuración alguna.
Por su parte, el mercado de capitales se caracteriza por operaciones típicamente estructuradas y moder-
nas. Tales son al emisión de acciones, bonos, obligaciones negociables, fideicomisos financieros, caucio-
nes, etc.
6. Tasa vs. Comisión. Intermediación vs. Desintermediación.
Quizás la diferencia más importante entre un mercado y otro sea la diferencia entre la remuneración que
percibe el agente del mercado bancario ─entidad financiera─ de la que cobrará el agente del mercado de
capitales ─agente de bolsa─. El primero, al tomar el dinero del público en general debe hacerlo propio (es
decir, incorporarlo a su contabilidad). Ese dinero luego será el que el banco utilice para realizar los prés-
tamos. Así, el banco presta dinero propio, al hacerlo cobrará como contraprestación una “tasa de inte-
rés” que no es más que el precio del uso del dinero ajeno. El banco toma dinero, lo hace propio y lo pres-
ta como propio. Esta intermediación genera que el dinero no se aplique directamente desde aquel que lo
posee en exceso a quien lo demanda. Siempre debe pasar primero por la entidad financiera, la cual carga
un costo más a la operación.
A diferencia de lo expuesto, en el mercado de capitales los costos de financiamiento tienden a ser mucho
menores porque no existe la mentada intermediación financiera. Es decir, el dinero se asigna directa-
mente desde quine lo tiene en exceso a quien lo necesita, ya que el Agente de Bolsa enlaza el ahorro con
la demanda de activos financieros pero sin ser parte de la operación. Este esquema denominado desin-
termediación financiera es la gran diferencia entre los mercados una ventaja del capital market sobre el
money market. Como corolario, el Agente de Bolsa no está autorizado a cobrar tasas de interés por las
operaciones que realiza por el simple hecho de que no es dinero propio. Es por ello que cobra comisiones
en relación a las operaciones que efectúen sus comitentes.
7. Carácter del control que existe sobre cada mercado.
El control en el mercado de dinero está centralizado en una entidad relacionada al derecho púbico: el

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BCRA. Esta entidad dicta reglamentaciones y circulares, instruye sumarios y autoriza el funcionamiento
de todas las entidades financieras.
En cambio, no existe en materia de contralor en el mercado de capitales una centralización tal como en
el bancario. En el mercado de capitales el control es difuso y coexisten en su ejercicio sujetos autárquicos
o públicos y otros netamente privados. Entre los sujetos de contralor privados encontramos a las bolsas y
mercados.
Finalmente, el mercado financiero puede ser subdividido en mercado monetario. En éste, los participan-
tes casi exclusivos son los bancos entre sí, los cuales realizan préstamos y giros de grandes montos y vo-
lúmenes a muy corto plazo entre ellas.
d. Ahorro e inversión.
i. La inversión financiera.
La inversión bursátil es similar a cualquier otro tipo de inversión, no requiere un gran capital pero tiene
una particularidad que es el alto grado de liquidez de la inversión.
En el mercado de capitales se registran con mayor sensibilidad las alteraciones de precios, y por ello este
tipo de inversiones tiene gran repercusión en los problemas económicos generales o políticas, aun cuando
son meros rumores.
e. Mercado primario y secundario.
El mercado financiero se caracteriza por permitir inversiones líquidas proveyendo a los inversores un me-
canismo de venta de activos financieros. Este rol de los mercados hace a su liquidez y se vincula con la cla-
sificación de los mercados financieros en primarios y secundarios.
El mercado primario es aquél en el que se negocian o colocan las nuevas emisiones de instrumentos finan-
cieros, canalizando la inversión a las actividades productivas. En el mercado primario se colocan por pri-
mera vez las emisiones que realizan las compañías. Con ello vemos que la función esencial del mercado
primario es la financiación. Por ejemplo, una S.A. que necesita fondos para expandir su actividad, podrá
estructurar un proceso de oferta pública inicial. Mediante el mismo, la empresa aumentará o venderá par-
te de su capital social a cambio del ingreso de fondos frescos. Toda esta operación se realiza n lo que co-
nocemos como mercado primario. Una vez que la empresa emisora, entrega las acciones a los suscriptores
y recibe el dinero, de alguna manera la emisora se independiza del mercado.
En este momento es que comienza el mercado secundario. Así como el primario tiene como objeto lograr
el proceso de financiamiento, el secundario provee la liquidez necesaria en todo sistema financiero. Si-
guiendo con el ejemplo anterior, el suscriptor financió a al empresa emisora al adquirir sus acciones. Estas
acciones forman parte del patrimonio neto del inversor. Puede suceder que el inversor desee deshacerse
de las acciones que adquirió, paralelo deberá acudir al mercado secundario el cual tiene la misión de lo-
grar que siempre exista un comprador. En gran medida un mercado de valores es más o menos desarrolla-
do conforme a la liquidez que brinda su mercado secundario. Este mercado otorga la tranquilidad a los in-
versores de saber que cuando requieran su dinero, existe un recinto de negociación en el cual pueden ha-
cer líquidos sus títulos.
Por ello, el mercado secundario es aquél en el que se negocian activos financieros ya colocados, lo que
permite a los inversores “salirse” del mercado, es decir, vender los activos financieros con anterioridad al
vencimiento de aquéllos.
Si no existieran mercados secundarios un inversor debería esperar a la amortización total de un instru-
mento de deuda o, si es titular de acciones, a la liquidación de la sociedad emisora para recuperar el capi-
tal que ha invertido.
f. Mercados institucionalizados y no institucionalizados. (sacado de internet)
El mercado puede funcionar dentro de un sistema organizado de acuerdo con normas legales establecidas
o puede hacerlo al margen de él. En estos casos se habla de merados legales, paralelos, ilegales o “en ne-

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gro”, respectivamente.

g. Mercados de presente y mercados de futuro. (sacado de internet)


El mercado puede operar diariamente o periódicamente: el mercado de productos alimenticios de uso co-
tidiano funciona en forma diaria; el mercado de determinados productos agrícolas funciona.
El mercado puede operar diariamente o periódicamente: el mercado de productos alimenticios de uso co-
tidiano funciones en forma diaria; el mercado de determinados productos agrícolas solo en época de cose-
cha. El mercado puede operar con bienes ya terminados o valores presentes o trabajar con bienes aún no
producidos como una cosecha por realizarse en el futuro o el valor de la moneda extranjera a cierta fecha
posterior. En el primer caso se trata de mercado presente y en el segundo, de un mercado futuro o a tér-
mino.

2. Mercados de capitales.
(Luciani) Como pauta distintiva, apuntamos que el mercado de capitales se distingue de los restantes mer-
cados puesto que en él se da el fenómeno de la desintermediación financiera. Es decir, el mercado de capi-
tales permite que la asignación de ahorro sea directa entre las partes.
En la actualidad, los mercados de capitales constituyen un medio de financiamiento a mediano y largo pla-
zo tan perfeccionado y sofisticado que ninguna sociedad desarrollada puede darse el lujo de prescindir de
ellos. Mientras los mercados de dinero y sistemas bancarios movilizan los ahorros en el corto plazo y pro-
veen un servicio de pagos, los mercados de capitales tienen como principal función proporcionar fondos a
mediano y largo plazo y proveer de certeza en la fijación de los precios.
Ambos mercados forman parte del sistema financiero, y deben complementarse entre sí a fin de permitir
el crecimiento del Estado argentino.
(Luciani, Fernando “El rediseño del mercado de capitales”). Los Mercados permiten el financiamiento de
empresas y del Estado, dan acceso a pequeños inversores a compañías que individualmente tendrían ve-
dadas y contribuyen a que quien desee vender un activo siempre encuentre alguien que lo quiera comprar
a precio justo formado de manera objetiva e impersonal.
El Mercado ha sido siempre un lugar de “concentración”, e históricamente ha servido para lograr el descu-
brimiento genuino de los precios de los activos, transparentes, de referencia y públicos.
Con la incorporación de la reciente Ley Nº 26.831 se introducen algunos elementos normativos que co-
rresponde considerar desde la dogmática jurídica estricta en profundidad y detalle. Hay un rediseño de es-
te mercado, ya que cambian algunas normas e institutos, se incorporan instrumentos que dan lugar para
que la doctrina jurídica se explaye y la CNV adquiere mayores facultades.
a. Origen histórico de los “mercados”. (sacado de Luciani, Fernando “El rediseño del mercado de capitales”)
En un principio el mercado era un lugar físico en el que los compradores y vendedores podían negociar fa-
ce to face cualquier tipo de activo (real o financiero). Las normas eran simples ya que el mercado era sim-
ple.
Estos mercados no tenían en un comienzo reglas formales de actuación, se regían simplemente por los

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usos y costumbres, y por la más pura de la ley de oferta y demanda.


Estos mercados no tenían en un comienzo reglas formales de actuación, se regían simplemente por los
usos y costumbres y por la más pura ley de la oferta y la demanda.
Los mercados nacen por el imperio de la necesidad, como un lugar físico de reunión y encuentro de co-
merciantes.
Aproximadamente en el siglo XV comienza a desarrollarse el comercio con gran fuerza. A partir de ello, los
comerciantes de la época empiezan a unirse y organizarse. Nacen así las primeras ferias o mercados sien-
do las más representativas de la época las de Florencia o Brujas ─Bélgica─ en la Europa antigua. El estable-
cimiento en brujas se conocía como beurs, bourse o boerse, que fue castellanizado como “bolsa”.
Las bolsas de Comercio nacieron de las costumbres de hombres de negocios de épocas pretéritas. En esa
época no sólo se acuñó el término referido sino también el de Casa de Cambio, Banquero, Quiebra y Ban-
co.
El “cambista” que sólo se dedicaba a unificar las monedas entre los comerciantes, comienza a entender
que puede tomar parte del dinero excedente de los comerciantes y custodiarla cambio de un precio. Y
luego, comprende que puede efectuar colocaciones de ese mismo dinero a cambio de una tasa de interés.
Se perfila así todo el negocio bancario regulado actualmente por la ley 21.526 de Entidades Financieras y
demás normas del BCRA.
Los Mercados no nacen de una ley escrita, sino de la conducta de los comerciantes y de los estímulos que
el Estado pueda brindar (seguridad jurídica principalmente).
b. Principios generales de la actividad bursátil.
i. Principio de eficiencia.
Necesitan una infraestructura jurídica que les permita cumplir de manera eficaz el cometido económico y
social que les ha sido atribuido, con la finalidad de lograr el traspaso o canalización del ahorro de las uni-
dades de gasto superavitarias a las unidades de gasto deficitarias en forma transparente.
ii. La globalización de las relaciones financieras.
La globalización abarcó a los mercados, y paulatinamente se produjo una desregulación del mercado, y es-
to se ha orientado en varias direcciones, como la liberalización de las restricciones de tasas de interés, la
desregulación de las comisiones de los agentes bursátiles, etc.
iii. Principio de información plena.
Las operaciones en el mercado se basan en decisiones. Para poder decidir es necesario contar con la ma-
yor información posible relacionada a la inversión que se estudia. Por ello es reconocer y potenciar el de-
recho del consumidor financiero a la más amplia información ligada al objeto de contratación.
iv. El principio de protección al inversor.
La razón de ser de la CNV es la protección del inversor bursátil. El concepto de oferta pública supone la po-
sibilidad de que un sujeto capte el ahorro público a través de medios masivos de publicidad dirigida a con-
sumidores indeterminados. Las normas jurídicas allí tienen carácter de orden público.
v. La titularización o securitización.
Es el transformar activos en títulos valores. Este proceso sirve para transformar ilíquidos en líquidos y con
aptitud circulatoria.
vi. Inversores institucionales.
Existe una fuerte tendencia a agrupar los ahorros del público a través de grandes inversores como fondos
comunes de inversión, administradoras de fondos de pensión, etc.
Habitualmente aplican sus fondos en productos calificados por entidades “calificadoras de riesgos” de
rango internacional.
vii. Desmaterialización de los títulos.
La celeridad que requiere el comercio y especialmente la actividad bursátil, generaron que resulte muy

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poco ágil el mecanismo de traslación de mano en mano. Por ello comienza a gestarse el fenómeno de
desmaterialización por lo que los derechos se representan en registros y en centrales informáticas.
3. Ley de Mercado de Capitales
a. Principios
i. Viejos principios.
1. Usos y costumbres comerciales. Autorregulación.
Estos son de vital importancia para regular las relaciones entre los comerciantes. El uso, es una conducta
que suele repetirse ante una determinada situación fáctica y que motiva a las partes contratantes a ac-
tuar de determinada manera. Las partes son conscientes del uso, y lo respetan porque siempre se hizo o
porque entienden que el uso es justo. En cambio, la costumbre es la repetición constante y uniforme de
una conducta pero con la convicción de que responde a una necesidad jurídica.
La importancia de los usos y costumbres hace comprender la razón de ser de la autorregulación bursátil,
la cual no fue más que la facultad de las Bolsas y los Mercados de dictar las normas que regulen las acti-
vidades que se desarrollan en sus recintos.
Todo ello se complementaba con la facultad conferida a las Bolsas y Mercados en relación al control de
sus miembros. La autorregulación se fundó en que no había mejor legislador y juez que los propios co-
merciantes inmersos en la realidad comercial que muta cada día.
Este principio tradicional ha sido recortado por la ley 26.831. Esto no es un problema per se, siempre que
la CNV dicte normas ágiles que puedan acompañar el ritmo del derecho comercial bursátil.
2. Negocios típicos.
Todos los negocios celebrados son típicos en tanto estén expresamente regulados por el derecho común
o sean previstos por las normas y procedimientos de cada mercado en ejercicio del poder de autorregu-
lación. Esto hace que la tipicidad se extienda, en muchos casos, a las condiciones contractuales. Verbi-
gracia, cuando se efectúa una operación de compraventa de acciones, todas las partes intervinientes co-
nocen que normalmente esta operación se liquidará a las 72 (setenta y dos) horas
La tipicidad es muy importante porque las partes no tienen la posibilidad de ver los activos que compran
o venden. Ante ello, es muy necesario poder tener pautas objetivas y abstractas de comercialización a fin
de dar mayor certeza a estas operaciones.
Todo esto configura una tipicidad propia de los contratos/acuerdos bursátiles, la cual es más amplia que
la conocida por el derecho contractual común. Este principio se respeta aunque en algunos casos, cam-
bia de manos con la nueva ley.
3. Jurisdicción propia.
Los jueces no deben resolver en primera instancia los conflictos de orden bursátil. A cuánto de ello, en
materia bursátil existió desde antaño (hasta la sanción de la ley Nº 26.831) la jurisdicción propia, en vir-
tud de la cual los comerciantes eran jueces de sus propios actos en una primera y limitada instancia.
La jurisdicción propia no puede ser considerada un privilegio. Más aún, es una carga mayor para todos
los sujetos que forman parte de un mercado autorregulado puesto que el comerciante será juzgado por
sus pares en primera instancia.
La actual norma modifica sustancialmente este principio.
4. Contratación sin tener a la vista el objeto de negociación.
Dada la dificultad del transporte de los activos en la antigüedad, generalmente las operaciones en los
Mercados de concentración se realiza sin tener el objeto de comercio a la vista.
La tipicidad contractual de la que hablamos arriba resulta muy importante a fin de celebrar estas opera-
ciones porque las partes sólo conocen determinadas características de los productos y sobre dichas par-
ticularidades se celebran los acuerdos. Lo mismo sucede en la actualidad.

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5. Formación objetiva e impersonal de los precios.


El precio de venta o compra se forma de manera impersonal y objetiva. En los recintos bursátiles de los
mercados de valores hay numerosos agentes interconectados entre sí. Todos ofrecen comprar y vender
al precio que entienden justo. Cuando coincide sobre un mismo objeto, una oferta de compra y otra de
venta, tenemos una operación concretada objetivamente. Estos procedimientos garantizan la transpa-
rencia en la formación de los precios.
Son impersonales, en tanto el comprador no pretende vender a una persona elegida sino que existe una
múltiple interferencia de ofertas tanto de compra como de venta. Además, la impersonalidad s e revela
por el hecho de que comprador y vendedor no se conocen y posiblemente nunca lo hagan :(
Finalmente cierra el sistema el hecho de que los mercados bursátiles actúan como contrapartes centra-
les. Todas las operaciones se celebran contra los mercados.
ii. Nuevos principios.(Incluye punto tres del programa)
La ley Nº 26.831 propone repensar el Mercado de Capitales Argentino a la luz de cinco grandes principios.
Ellos son los temas más sustanciosos que pueden encontrarse en la presente ley. Son:
1. Desmutualización de los Mercados.
Los Mercados de Valores, a través de su estructura societaria, tradicionalmente otorgaron a sus accionis-
tas derechos especiales que exceden a los derechos tradicionalmente consagrados por la Ley de Socie-
dades Comerciales para el estatus de socio en las S.A. preferentemente típicas.
Como toda S.A., los Mercados brindan a sus accionistas “derechos políticos” (controlar, elegir y ser elegi-
dos) y “económicos” (dividendos y cuota de liquidación).
Los Mercados de Valores, otorgaron a sus accionistas un derecho adicional de gran importancia que es el
derecho de “ser operadores” en el Mercado del cual son accionistas. Esto significa que la tenencia de una
de las acciones de un Mercado autoriza al accionista en convertirse en operador. Como contrapartida de
lo expuesto, se deduce que la única opción de operar en un Mercado mutualizado es a partir de la te-
nencia de, al menos, una parte alícuota del capital social. Esto se ha conocido como «mutualización» de
los Mercados y supone que exista siempre un Nº fijo y limitado de operadores.
El art. 41 de la ley ya derogada establecía que para ser agente de bolsa, se requiere:
a) ser accionista del mercado de vº correspondiente y haber constituido una garantía a la orden del mis-
mo;
b) ser socio de la bolsa de comercio a la cual esté adherido el mercado de vº correspondiente.
Por lo tanto, el esquema operativo ha cambiado rotundamente. La principal consecuencia es que para
operar en un mercado, ya no se requiere poseer una acción del mismo, sino adquirir el derecho a ello por
otros medios. Este derecho a operar es otorgado por los propios mercados, los cuales instrumentos di-
versos mecanismos documentales para ello de variada naturaleza, denominados habitualmente “mem-
bresías”. Las membresías pueden conferir los D’s y obligaciones que cada mercado decida y ser, incluso,
temporarias o parciales en relación al conjunto de operaciones que un mercado ofrezca.
Los intermediarios, ahora, serán inicialmente aprobados por la CNV y luego acudirán a un Mercado auto-
rregulado.
Así en el art. 19 de la actual normativa establece que es facultad de la CNV: “llevar el registro de todos
los sujetos autorizados para ofertar y negociar públicamente vº negociables, y establecer las normas a
las que deban ajustarse los mismos y quienes actúen por cuenta de ellos”.
Asimismo el artículo, en su inciso d), establece que corresponde a la CNV: “llevar el registro, otorgar y
suspender y revocar la autorización para funcionar de los mercados, los agentes registrados y las de-
más personas físicas y/o jurídicas que por sus actividades vinculadas al mercado de capitales, y a crite-
rio de la CNV queden comprendida bajo su competencia”.
Adicionalmente, la norma dispone que la CNV determinará los requerimientos patrimoniales que debe-

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rán acreditar las PF y PJ sometidas a su fiscalización.


Por su parte el art. 47 indica claramente que “para actuar como agentes los sujetos deberán contar con
la autorización y registro de la CNV, y deberán cumplir con las formalidades y requisitos que para cada
categoría establezca la misma”.
El art. 32 establece que los Mercados, al dictar las reglamentaciones para habilitar la actuación en su
ámbito de agentes, no podrán exigir a estos fines la acreditación de la calidad de accionista del mercado.
Así, se arrasa con la mutualización de los mercados de concentración de órdenes, específicamente de los
Mercados de Valores.
Entonces, un accionista que detente una acción de un Mercado mutualizado tiene claramente dos com-
ponentes integrados en su “acción”. Uno estrictamente societario ─d’s políticos y económicos─ y otro
operativo ─derecho a operar─.
Esta división del componente “patrimonial” ─d’s políticos y económicos─ de su correlato “operativo” se
ha dado en llamar “desmutualización”.
La desmutualización aumenta el Nº de operadores, tiende a incitar a los mercados a convertirse en em-
presas con verdadero fin de lucro y que puedan dichos Mercados ser tentadores para los inversores pri-
vados. Por ello, ante el escenario de la desmutualización, el interés de los mercados en registrar utilida-
des líquidas y repartibles será mayor. Es decir, la desmutualización debería traer consigo la intención de
los Mercados de convertirse en compañías superavitarias que puedan planificar una política de divin-
dendos que incentive al público en general a invertir en ellas.
Si bien esto es loable, es difícil de conciliar el objetivo mencionado con algunas disposiciones de la misma
ley Nº 26.831 para los mercados tales como el art. 45 que dispone la creación de los ya tradicionales
“Fondos de garantía” con el 50% como mínimo de las utilidades anuales líquidas y realizadas.
Esto puede ser asimilado a una reserva legal, y como toda reserva, naturalmente reduce o pone en crisis
el reparto normal y ordinario de utilidades entre los accionistas al quitar el monto repartible una parte
de las utilidades líquidas y realizables.
Este dilema deberá ser abordado en un momento posterior.
2. Autorregulación bursátil de mercados. De la autorregulación plena hacia una restringida.
El derecho argentino consagró sin basilar hasta la ley en comentario, el principio de autorregulación bur-
sátil. Este principio no es novedoso sino que por el contrario tiene sus antecedentes históricos.
La autorregulación permite a los mercados dictar las normas aplicables y ejercer un poder disciplinario y
sancionatorio sobre los intermediarios bursátiles.
La autorregulación se clasifica en dos bloques, la jurisdiccional y la normativa.
La normativa actual consagra una autorregulación restringida porque si bien los Mercados autorregula-
dos resignan la facultad de sancionar a sus operadores, conservan y refuerzan las facultades de dictar
normas. Consecuentemente, la autorregulación pasa a ser normativa principalmente.
Adicionalmente, los Mercados conservan la facultar/obligación de auditar a los operadores con el cargo
de denunciar a CNV las observaciones encontradas (arts. 56).
Además, los Mercados aplicarán sanciones de tipo operativas a sus intermediarios, por cuestiones rela-
cionadas a las operaciones en curso de ejecución o liquidación.
Finalmente, los Mercados podrán aceptar o no a las compañías que deseen listarse previo trámite de
control de legalidad, oportunidad y mérito.
a. Autorregulación jurisdiccional.
El poder disciplinario en materia bursátil era ejercido tanto por los sujetos del derecho privado como
del público, en distintos grados. De esta manera, las entidades autorreguladas tenía las facultades de
ejercer un control directo sobre sus miembros pudiendo requerirle informes y efectuar auditorías, ins-
pecciones y sumarios. Por el contrario, la CNV tenía un control de tipo indirecto sin poder coaccionar de

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manera directa a un agente de mercado. Tenía un control directo sobre las entidades autorreguladas a
las cuales podía indicar que realicen determinadas actividades de control bajo los apercibimientos que
permitía la antigua normativa.
Con la sanción de la nueva ley, el Estado repatrió una facultad propia, al adquirir el poder sancionatorio
de manera directa.
Esta readquisición del poder sancionatorio directo se ha dado en virtud de los arts. 19, inciso a) e i);
Art. 20, inc. A), que dispone que la CNV puede “solicitar informes y documentos, realizar investigacio-
nes e inspecciones en las PF y PJ sometidas a su fiscalización, citar a declarar, tomar declaración infor-
mativa y testimonial […]” y el art. 56 dice claramente que: “los agentes registrados quedan sometidos a
la competencia disciplinaria exclusiva de la CNV, a la cual los mercados deberán denunciar toda falta en
que incurrieren. La omisión deliberada o falta de debida diligencia en el control de los agentes habilita-
dos por parte del mercado serán sancionadas por la CNV”.
Jurisdiccionalmente, los Mercados aplicarán sanciones de tipo operativas a sus intermediarios. Conser-
van la facultad y obligación de auditar a los operadores con el cargo de denunciar a CNV las observa-
ciones encontradas y por ello deberán continuar con un celoso control de sus Agentes Registrados.
b. Autorregulación normativa.
La autorregulación normativa supone que los mercados pueden dictar sus propias normas, las cuales
serán obligatorias en todo el ámbito del mercado y de cumplimiento obligatorio para todos los inter-
mediarios bursátiles y para los inversores o público en general.
Así lo ha consagrado la Resolución General Nº 525/08 de la CNB, la que dice que las entidades autorre-
guladas proceden a dictar sus propias normas reglamentarias relacionadas con distintos aspectos de su
funcionamiento.
Esta autorregulación es restringida porque toda norma de un Mercado de Valores debe antes de entrar
en vigencia ser aprobada por la CNV. Eso es también con la normativa actual –art. 44-.
El art. 59 reglamenta la previa aprobación por parte de la CNV de las normas reglamentarias dictadas
en circulares o avisos, estableciendo a estos efectos la presentación ante el Organismo de la documen-
tación involucrada, dentro de un plazo mínimo de antelación para su tratamiento.
A fin de unificar todos los plazos, se dispuso que las normas reglamentarias dictadas por los Mercados
de Valores en ejercicio de su potestad de autorregulación, deberán ser aprobadas por la CNV previa-
mente a su entrada en vigencia. A tal fin, estas entidades deberán remitir la normativa reglamentaria
dictada y la documentación involucrada, con una antelación de die días hábiles bursátiles a la fecha de
entrada en vigencia prevista.
Con la ley se refuerzan las facultades normativas de los Mercados. En particular el art. 32 dentro de las
funciones de ellos dispone que corresponde a los Mercados: a) dictar las reglamentaciones a los efec-
tos de habilitar la actuación en su ámbito de agentes autorizados por la CNV […]; c) dictar normas re-
glamentarias que aseguren la veracidad en el registro de los precios así como de las negociaciones; d)
dictar las normas y medidas necesarias para asegurar la realidad de las operaciones que efectúen sus
agentes; e) fijar los márgenes de garantía que exijan a sus agentes para cada tipo de operación que
garantizaren.
c. Pérdida de las funciones naturales de las Bolsas de Comercio en relación al Mercado de Capitales: pre-
cios de referencias ─ Listado y control de las compañías cotizantes.
Las Bolsas tenían principalmente la facultad de autorizar la cotización de las empresas. La autorización
de cotización suponía también que las Bolsas efectuaran antes de otorgar la “cotización” un pormeno-
rizado estudio de legalidad de las emisoras. Posteriormente, durante la permanencia de la emisora co-
mo cotizante, las Bolsas en todo momento controlaron el normal desenvolvimiento de dichas empre-
sas.

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Las Bolsas debían conformar una Comisión de Títulos para analizar los pedidos de cotización. Las mis-
mas han desaparecido del sistema bursátil con la presente ley.
Además, las Bolsas estaban obligadas a asegurar la realidad de las operaciones y la veracidad de su re-
gistro y publicación según el Viejo Artículo 23.
Estas dos grandes funciones han sido recortadas a las Bolsas de Comercio. Algunas pasaron a la CNV y
otras a los Mercados de Valores.
A los Mercados se les otorgan algunas antiguas facultades otorgadas a las Bolsas, como autorizar sus-
pender y cancelar el listado y/o negociación de valores negociables en la forma que dispongan sus re-
glamentos; dictar normas reglamentarias que aseguran la veracidad en el registro de los precios así
como de las negociaciones; emitir boletines informativos.
d. Interconexión de plataformas operativas.
La nueva norma dispone que la CNV podrá solicitar que se arbitren las medias necesarias para interco-
nectar sistemas entre los diversos mercados a los efectos de que la formación de precios sea integrada.
e. Unificación del estándar jurídico de todos los Mercados de concentración de órdenes. :)
iii. Principios según el artículo primero.
ARTICULO 1° — Objeto. Principios.
La presente ley tiene por objeto la regulación de los sujetos y valores negociables comprendidos dentro
del mercado de capitales, sujetos a la reglamentación y control de la Comisión Nacional de Valores. Son
objetivos y principios fundamentales que informan y deberán guiar la interpretación de este ordenamien-
to, sus disposiciones complementarias y reglamentarias:
a) Promover la participación en el mercado de capitales de los pequeños inversores, asociaciones sindica-
les, asociaciones y cámaras empresariales, organizaciones profesionales y de todas las instituciones de
ahorro público, favoreciendo especialmente los mecanismos que fomenten el ahorro nacional y su canali-
zación hacia el desarrollo productivo;
b) Fortalecer los mecanismos de protección y prevención de abusos contra los pequeños inversores, en el
marco de la función tuitiva del derecho del consumidor;
c) Promover el acceso al mercado de capitales de las pequeñas y medianas empresas;
d) Propender a la creación de un mercado de capitales federalmente integrado, a través de mecanismos
para la interconexión de los sistemas informáticos de los distintos ámbitos de negociación, con los más al-
tos estándares de tecnología;
e) Fomentar la simplificación de la negociación para los usuarios y así lograr una mayor liquidez y competi-
tividad a fin de obtener las condiciones más favorables al momento de concretar las operaciones.

b. Definiciones.
i. Mercado.
Sociedades anónimas autorizadas por la Comisión Nacional de Valores con el objeto principal de organizar
las operaciones con valores negociables que cuenten con oferta pública, quedando bajo competencia de la
Comisión Nacional de Valores las actividades afines y complementarias compatibles con el desarrollo de
ese fin.
ii. Agentes registrados.
Personas físicas y/o jurídicas autorizadas por la Comisión Nacional de Valores para su inscripción dentro de
los registros correspondientes creados por la citada comisión, para abarcar las actividades de negociación,
de colocación, distribución, corretaje, liquidación y compensación, custodia y depósito colectivo de valores
negociables, las de administración y custodia de productos de inversión colectiva, las de calificación de
riesgos, y todas aquellas que, a criterio de la Comisión Nacional de Valores, corresponda registrar para el
desarrollo del mercado de capitales.

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iii. Otros agentes.


Agente de negociación:
Sociedades autorizadas a actuar como intermediarios de mercados incluyendo bajo competencia del orga-
nismo cualquier actividad vinculada y complementaria que éstos realicen.

Agentes productores de agentes de negociación:


Personas físicas y/o jurídicas registradas ante la Comisión Nacional de Valores para desarrollar actividades
de difusión y promoción de valores negociables bajo responsabilidad de un agente de negociación regis-
trado.

Agentes de colocación y distribución:


Personas físicas y/o jurídicas registradas ante la Comisión Nacional de Valores para desarrollar canales de
colocación y distribución de valores negociables, con arreglo a la reglamentación que a estos efectos esta-
blezca la Comisión Nacional de Valores.

Agentes de corretaje:
Personas jurídicas registradas ante la Comisión Nacional de Valores para poner en relación a dos (2) o más
partes para la conclusión de negocios sobre valores negociables, sin estar ligadas a ninguna de ellas por re-
laciones de colaboración, subordinación o representación (primera parte del inciso a) del artículo 34 del
anexo Ia la ley 25.028).

Agentes de liquidación y compensación:


Personas jurídicas registradas ante la Comisión Nacional de Valores para intervenir en la liquidación y
compensación de operaciones con valores negociables registradas en el marco de mercados, incluyendo
bajo su jurisdicción cualquier actividad que éstas realicen.

Agentes de administración de productos de inversión colectiva:


Sociedades gerentes de la ley 24.083, a los fiduciarios financieros de la ley 24.441 y sus modificaciones y a
las demás entidades que desarrollen similares funciones y que, a criterio de la Comisión Nacional de Valo-
res, corresponda registrar en este carácter para su actuación en el marco del funcionamiento de los pro-
ductos de inversión colectiva.

Agentes de custodia de productos de inversión colectiva:


Personas jurídicas registradas ante la Comisión Nacional de Valores para actuar en dicho carácter en los
productos de inversión colectiva, desarrollando las funciones asignadas por las leyes aplicables y las que
dicho organismo determine complementariamente.

Agentes de depósito colectivo:


Entidades registradas ante la Comisión Nacional de Valores para recibir depósitos colectivos de valores ne-
gociables, para actuar en la custodia de instrumentos y de operaciones en los términos de la ley 20.643 y
sus modificaciones, incluyendo bajo su jurisdicción cualquier actividad que éstas realicen.

Agentes de calificación de riesgos:


Entidades registradas ante la Comisión Nacional de Valores para prestar servicios de calificación de valores
negociables, y de otro tipo de riesgos, quedando bajo competencia de la Comisión Nacional de Valores las
actividades afines y complementarias compatibles con el desarrollo de ese fin.

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iv. Oferta Pública.


Invitación que se hace a personas en general o a sectores o a grupos determinados para realizar cualquier
acto jurídico con valores negociables, efectuada por los emisores o por organizaciones unipersonales o so-
ciedades dedicadas en forma exclusiva o parcial al comercio de aquéllos, por medio de ofrecimientos per-
sonales, publicaciones periodísticas, transmisiones radiotelefónicas, telefónicas o de televisión, proyeccio-
nes cinematográficas, colocación de afiches, letreros o carteles, programas, medios electrónicos, circulares
y comunicaciones impresas o cualquier otro procedimiento de difusión.

4. Comisión Nacional de Valores. (Preguntas que dieron en clases ─ Sólo ley)


a. Definición.(Artículo 1º)
La Comisión Nacional de Valores es una entidad autárquica con jurisdicción en toda la República. Sus rela-
ciones con el Poder Ejecutivo se mantienen por intermedio del Ministerio de Economía y Trabajo de la Na-
ción.
b. Funciones. (Artículo 2º y 6º)
Sus funciones las ejerce un Directorio compuesto de cinco miembros designados por el Poder Ejecutivo
Nacional. Duran siete años en el ejercicio de sus cargos y son reelegibles. Deben ser personas de notoria
idoneidad en la materia, por sus antecedentes o actividades profesionales. No pueden desempeñar otra
actividad remunerada, salvo la docencia y comisiones de estudio.
La Comisión Nacional de Valores tiene las siguientes funciones:
a) autorizar la oferta pública de títulos valores;
b) asesorar al Poder Ejecutivo Nacional sobre los pedidos de autorización para funcionar que efectúen las
bolsas de comercio, cuyos estatutos prevén la cotización de títulos valores, y los mercados de valores;
c) llevar el índice general de los agentes de bolsa inscriptos en los mercados de valores;
d) llevar el registro de las personas físicas y jurídicas autorizadas para efectuar oferta pública de títulos va-
lores y establecer las normas a que deben ajustarse aquéllas y quiénes actúan por cuenta de ellas;
e) aprobar los reglamentos de las bolsas de comercio relacionados con la oferta pública de títulos valores,
y los de los mercados de valores;
f) fiscalizar el cumplimiento de las normas legales, estatutarias y reglamentarias en lo referente al ámbito
de aplicación de la presente ley;
g) solicitar al Poder Ejecutivo Nacional, el retiro de la autorización para funcionar acordada a las bolsas de
comercio cuyos estatutos prevean la cotización de títulos valores y a los mercados de valores, cuando di-
chas instituciones no cumplan las funciones que les asigna esta ley.
c. Oferta pública de títulos valores.
Es una invitación, técnicamente oferta, que un sujeto efectúa al público general con el fin de que estos úl-
timos celebren actos jurídicos con el objeto de la oferta. Es decir, se invita a todo un público indetermina-
do a participar de un determinado negocio. Esta invitación es general y no se direcciona a un único parti-
cipante sino a todo el público elegido, que puede ser todo un Estado, o un grupo de personas estipulado
pero siempre que la determinación del grupo se base en fuentes y razones objetivas.
Artículo 16. — Se considera oferta pública la invitación que se hace a personas en general o a sectores o
grupos determinados para realizar cualquier acto jurídico con títulos valores, efectuada por los emisores o
por organizaciones unipersonales o sociedades dedicadas en forma exclusiva o parcial al comercio de
aquéllos, por medio de ofrecimientos personales, publicaciones periodísticas, transmisiones radiotelefóni-
cas o de televisión, proyecciones cinematográficas, colocación de afiches, letreros o carteles, programas,
circulares y comunicaciones impresas o cualquier otro procedimiento de difusión.
Artículo 17. — Pueden ser objeto de oferta pública únicamente los títulos valores emitidos en masa, que
por tener las mismas características y otorgar los mismos derechos dentro de su clase, se ofrecen en forma

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genérica y se individualizan en el momento de cumplirse el contrato respectivo.


Artículo 18. — La oferta pública de títulos valores emitidos por la Nación, las provincias, las municipalida-
des, los entes autárquicos y las empresas del Estado, no está comprendida en esta ley, sin perjuicio de las
facultades del Banco Central de la República Argentina, en ejercicio de sus funciones de regulador de la
moneda y del crédito. Se considera oferta pública sujeta a las disposiciones de esta ley, la negociación de
los títulos valores citados cuando la misma se lleve a cabo por una persona física o jurídica privada, en las
condiciones que se establecen en el artículo 16.
Artículo 19. — La Comisión Nacional de Valores debe resolver la solicitud de autorización para realizar
oferta pública dentro del plazo de treinta días a partir de la fecha de su presentación.
Cuando vencido dicho plazo, no se hubiera expedido, el interesado puede requerir pronto despacho. A los
diez días de presentado este pedido si la Comisión Nacional de Valores no se hubiera pronunciado, se con-
sidera concedida la autorización, salvo que aquélla prorrogue el plazo mediante resolución fundada. Dicha
prórroga no puede exceder de treinta días a partir de la fecha en que se disponga. Vencido este nuevo pla-
zo, la autorización se considera otorgada. La resolución que deniegue la autorización es recurrible, apli-
cándose a tal efecto las mismas normas de competencia y procedimiento establecidas en el artículo 14.
La denegatoria no puede fundarse en razones de oportunidad o conveniencia.
La autorización para efectuar oferta pública de determinada cantidad de títulos valores, no importa auto-
rización para el ofrecimiento de otros emitidos por el mismo emisor, aun cuando tengan las mismas carac-
terísticas.
Artículo 20. — El Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus funciones de regulador de la
moneda y del crédito, puede limitar, con carácter general y temporario, la oferta pública de nuevas emi-
siones de títulos valores. Esta facultad podrá ejercerla indistintamente respecto a los títulos valores públi-
cos o privados. La resolución debe ser comunicada a la Comisión Nacional de Valores, para que suspenda
la autorización de nuevas ofertas públicas y a las bolsas de comercio para que suspendan la autorización
de nuevas cotizaciones.
Artículo 21. — Pueden realizar oferta pública de títulos valores las sociedades que los emitan y las perso-
nas físicas o jurídicas inscriptas en el Registro establecido por el artículo 6º, inciso d) de esta ley. Estas úl-
timas deben llevar un registro o fichero con los datos personales, documentos de identidad y firma de sus
clientes. El agente de bolsa que opere exclusivamente en un mercado de valores, está exento del cumpli-
miento de los recaudos mencionados en este artículo.
d. Bolsas o mercados de comercio. Definición.
Desde el punto de vista jurídico bolsa es la institución, y por extensión el local, donde se reúnen en forma
habitual los comerciantes o intermediarios, para concertar o facilitar operaciones mercantiles.
Artículo 22. — Las bolsas o mercados de comercio deben constituirse como asociaciones civiles con per-
sonería jurídica o como sociedades anónimas.
Artículo 23. — Los reglamentos de las bolsas o mercados de comercio deben asegurar la realidad de las
operaciones y la veracidad de su registro y publicación.
Artículo 24. — El resultado de las operaciones realizadas habitualmente en una bolsa o mercado de co-
mercio, determina el precio corriente de los bienes negociados.
Artículo 25. — Las operaciones de bolsa deben concertarse para ser cumplidas. Las partes no pueden
substraerse a su cumplimiento invocando que tuvieron intención de liquidarlas mediante el pago de la di-
ferencia entre los precios que se registren al tiempo de la concertación y al de la ejecución.
Artículo 26. — Los estatutos y reglamentos de las bolsas o mercados de comercio deben establecer en qué
casos y bajo qué condiciones esas entidades garantizan el cumplimiento de las operaciones que en ellas se
realizan o registran.
Artículo 27. — Las bolsas o mercados de comercio pueden organizar cámaras compensadoras para liqui-

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dar las operaciones. Asimismo, pueden realizar transacciones financieras tendientes a facilitar la concerta-
ción de operaciones bursátiles de acuerdo con sus estatutos y reglamentos.
e. Agente de bolsa. Definición y funciones.
Es la PF o PJ que habiendo satisfecho determinados requisitos se halla inscripta en el registro del Mercado
de Valores correspondiente, y concierta en la Bolsa operaciones por sus clientes de acuerdos a las órdenes
recibidas.
Artículo 41. — Para ser agente de bolsa, sin perjuicio de las condiciones que exija el respectivo mercado,
se requiere:
a) Ser mayor de edad;
b) Ser accionista del mercado de valores correspondiente y haber constituido una garantía a la orden del
mismo;
c) Poseer idoneidad para el cargo, solvencia moral y responsabilidad patrimonial, a juicio del mercado de
valores respectivo;
d) Ser socio de la bolsa de comercio a la cual esté adherido el mercado de valores correspondiente.
Artículo 42. — No pueden ser inscriptos como agentes de bolsa:
a) Los fallidos por quiebra culpable o fraudulenta; los fallidos por quiebra casual y los concursados, hasta
cinco años después de su rehabilitación; los condenados con pena de inhabilitación para ejercer cargos
públicos, los condenados por delito cometido con ánimo de lucro o por delito contra la fe pública;
b) Las personas en relación de dependencia con las sociedades que coticen sus acciones;
c) Los funcionarios y empleados rentados de la Nación, las provincias y municipalidades, con exclusión de
los que desempeñen actividades docentes o integren comisiones de estudio;
d) Las personas que ejercen tareas que las reglamentaciones de los mercados de valores declaren incom-
patibles con la función de agente de bolsa.
Cuando la incompatibilidad sobrevenga a la inscripción, el agente de bolsa queda suspendido en sus fun-
ciones hasta tanto aquélla desaparezca.
f. Secreto bursátil.
Artículo 46. — Los agentes de bolsa deben guardar secreto de las operaciones que realicen por cuenta de
terceros, así como de sus nombres. Sólo pueden ser relevados de esta obligación por decisión judicial dic-
tada en proceso criminal vinculado a esas operaciones o a terceros relacionados con ellas.
Sólo pueden aceptar órdenes de personas que previamente hayan acreditado su identidad y demás datos
personales y registrado su firma en el registro que a ese efecto deben llevar.
g. Medidas disciplinarias sobre el Agente de Bolsa.
Artículo 59. — Los mercados de valores tienen facultades disciplinarias sobre los agentes de bolsa que vio-
len la presente ley, las disposiciones que en su consecuencia se dicten y los estatutos y reglamentos de di-
chas entidades. Actúan de oficio, a requerimiento de la Comisión Nacional de Valores o a pedido de parte
interesada; en este último caso, deben comunicarlo a la Comisión Nacional de Valores dentro de tercero
día de recibido.
Pueden aplicar las siguientes medidas disciplinarias:
a) apercibimiento;
b) suspensión;
c) revocación de la inscripción para actuar como agente de bolsa.
Las medidas disciplinarias deben ser resueltas luego del descargo del sumariado o en su defecto al venci-
miento de los tres días de avisos que deben ser publicados en la pizarra del mercado de valores.
Las medidas disciplinarias deben ser decididas con el quórum de la mitad más uno de los miembros del di-
rectorio del mercado de valores y el voto de los dos tercios de los presentes.
La notificación de las medidas disciplinarias se efectúa en forma personal o, no siendo ésta posible, me-

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diante su publicación en la pizarra del mercado de valores.


Cuando el sumario se hubiera iniciado a requerimiento de la Comisión Nacional de Valores, o a pedido de
parte interesada, la resolución definitiva debe ser notificada a dicha comisión.
El mercado de valores que aplique la medida disciplinaria debe comunicarla, dentro de tercero día, a todos
los mercados de valores. Las medidas previstas en los incisos b) y c) de este artículo producen efecto en
todos los mercados de valores.
Artículo 60. — La resolución sobre medidas disciplinarias puede ser objeto del recurso de revocatoria ante
el mercado y del judicial ante el tribunal competente. Deben ser interpuestos por el sancionado, o por la
Comisión Nacional de Valores cuando el mercado haya actuado a su requerimiento, dentro del plazo de
quince días de notificada.
En los casos de apercibimiento o suspensión de hasta cinco días no procede el recurso judicial.
Cuando el recurso judicial sea interpuesto por la Comisión Nacional de Valores, es competente la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Federal de la jurisdicción que corresponda, y en la Capital de la República, la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. Si el recurso es interpuesto sólo por el agente de bolsa,
tiene competencia en la Capital Federal este último tribunal y en las provincias el Tribunal Ordinario de
Segunda Instancia.
El escrito de interposición y fundamento del recurso se presenta ante el mercado de valores, quien debe
elevarlo al tribunal con todos sus antecedentes dentro de tercero día. El tribunal resuelve, sin otra subs-
tanciación, salvo las medidas que dicte para mejor proveer.
El recurso se concede al solo efecto devolutivo.
Artículo 61. — Si el agente de bolsa ha solicitado revocatoria, el recurso judicial debe ser interpuesto den-
tro de los diez días de notificada la resolución sobre la revocatoria o vencido el plazo de treinta días de la
fecha de su interposición sin que el mercado se hubiese pronunciado.
Artículo 62. — El agente de bolsa cuya inscripción hubiese sido cancelada, sólo puede pedir nueva inscrip-
ción una vez transcurrido el plazo de cinco años.

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Bolilla 12
1. Operaciones de bolsa y de mercado abierto.
a. Introducción.
i. Qué se puede negociar en la bolsa.
1. ACCIONES:
Representan los aportes de capital de los accionistas a la sociedad emisora. Confieren a su titular la con-
dición de socio, con todos los derechos correspondientes a la clase (ordinarias de voto singular o múlti-
ple, y preferidas).
2. ACCIONES PYMES:
Son las acciones de pequeñas y medianas empresas, que se admiten a la cotización bajo un régimen sim-
plificado.
3. OBLIGACIONES NEGOCIABLES (ON):
Constituyen unidades de un empréstito contraído por la sociedad para el desarrollo de sus proyectos de
inversión u otros fines. La emisora paga a los obligacionistas (sus acreedores) el interés estipulado y can-
cela el capital en la forma y plazo acordados.
Existe también un tipo especial de ON que pueden ser convertidas en acciones de la sociedad emisora,
según los términos y condiciones estipulados al momento de su emisión. Estas ON se conocen como
Obligaciones Negociables Convertibles.
4. OBLIGACIONES NEGOCIABLES PyMEs:
Son las ON emitidas por pequeñas y medianas empresas, que pueden ingresar a la cotización bajo un ré-
gimen simplificado.
5. VALORES DE CORTO PLAZO:
Son ON que se emiten por un plazo no mayor de un año y que son admitidas a la cotización luego de un
trámite abreviado.
6. VALORES FIDUCIARIOS:
Son valores negociables (valores representativos de deuda o certificados de participación) que se emiten
en fideicomisos financieros (inmobiliarios, de crédito, de inversión directa en actividades productivas,
agropecuarios, etc.), respecto de los cuales el fiduciario administra, en beneficio de los titulares de esos
valores, la propiedad de los bienes cuya garantía quedan afectados, abonando en su caso intereses y el
capital.
7. CEDEAR:
Son certificados de depósito de acciones de sociedades extranjeras u otros valores que no cuentan con
autorización de oferta pública en nuestro país. Quedan en custodia en una entidad crediticia y se pueden
negociar como cualquier acción.
8. INDICES:
Los índices bursátiles son una medida estadística y reflejan el rendimiento del mercado a través del
tiempo, en función de las variaciones de precio de la canasta de instrumentos que los conforman. Pro-
veen de un punto de referencia a los inversores y usuarios que desean conocer la evolución de los mer-
cados.
Existen índices para el mercado de acciones: Índice Merval (Merval), Índice Merval Argentina (M.AR), Ín-
dice Merval 25 (M.25), Índice Burcap (Burcap) e Índice General de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires
(IGBCBA). Y para el mercado de bonos: Índice de Bonos IAMC (IB.IAMC).
9. CERTIFICADO DE VALORES (CEVA):
El CEVA es un certificado representativo de diferentes especies de valores negociables y/o valores nego-
ciables que, a su vez, representan distintas especies seleccionadas de acuerdo con un índice o categori-

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zación. Ello le permite al inversor comprar o vender un portafolio completo a través de una sola unidad,
combinando diversificación y sencillez en un sólo instrumento.
10. CHEQUES DE PAGO DIFERIDO:
Pueden negociarse cheques de pago diferido (a un plazo de hasta 360 días), patrocinados (cuando la soli-
citud incumbe a la libradora) o avalados (por una sociedad de garantía recíproca o una entidad financie-
ra).
11. PAGARÉS BURSÁTILES:
Pueden negociarse con un plazo mínimo de 30 días y un máximo de 60 meses. Los Pagarés autorizados a
negociar están definidos por las siguientes características: Pagarés patrocinados por la entidad libradora
o endosante, Pagarés avalados, Pagarés librados por el Estado Nacional, Estados Provinciales, los Gobier-
nos Autónomos, los Municipios, los Entes Autárquicos y las Empresas y Sociedades del Estado.
12. TÍTULOS PÚBLICOS:
Son empréstitos emitidos por el Estado Nacional, Provincias o Municipalidades. Los inversores perciben
la renta estipulada y la devolución del capital en la forma y plazo acordados.
ii. Operaciones con valores negociables en los mercados de valores.
Son operaciones de bolsa todas aquellas transacciones realizadas con valores negociables autorizados a la
oferta pública dentro del ámbito de una bolsa de comercio, reglamentadas por el mercado de valores res-
pectivo y efectuadas por intermedio de agentes y sociedades de bolsa.
1. Operaciones al contado.
Son aquellas que se celebran para ser liquidadas el mismo día o en los plazos que determine el Directorio
del Mercado de Valores donde se realicen las operaciones.
Por regla, se pagan en el momento mismo que se realizan. Son muy cortos los plazos que las partes se
conceden recíprocamente.
Actualmente, las operaciones de contado pueden subdividirse en Contado inmediato y Contado Normal.
Las primeras que se definen son aquellas que deben ser liquidadas en la misma jornada. Las segundas
son las que permiten que las operaciones se liquiden en el plazo de 72 horas según la reglamentación de
los Mercados de Valores más importantes de Argentina.
2. Operaciones a plazo.
Se caracterizan porque una vez concretadas ofrecen la particularidad de que el pago de la misma y la
consecuente entrega de los títulos se difiere para una fecha posterior en el tiempo.
Solamente en esa fecha, llamada de liquidación, el comprador tendrá la obligación de pagar lo convenido
y el vendedor la de entregar los títulos.
Hay dos momentos, los de concertación y los de liquidación, son autónomos entre sí y con efectos y con-
secuencias jurídicas y económicas diferentes.
a. Plazo firme.
Son aquellas en las que el comprador y el vendedor quedan definitivamente obligados, fijando un plazo
para el vencimiento establecido al último día hábil bursátil de cada mes. Se concierta en un día para ser
liquidada al último día hábil bursátil de cada mes. Se pueden concertar operaciones con un plazo má-
ximo de 120 días. El plazo mínimo en que se puede operar a plazo firme es de cuatro días pues este
plazo es el mínimo necesario para exceder el plazo de las operaciones de contado fijado en 72 horas.
Las partes intervinientes deben prestar garantías adicionales suficientes ante el Mercado de Valores
donde ella se realicen. El vendedor puede abstraerse de la obligación de entregar garantías, en el caso
de que decidiere hacer entrega de la especie vendida como garantía. Para el caso de no depositar los tí-
tulos vendidos, las garantías adicionales pueden ser cubiertas con la entrega de dinero en efectivo, títu-
los públicos con cotización bursátil aforados, certificados de depósito a plazo fijo, etcétera.
El monto de la garantía inicial exigida varía según la especie negociada en plazo firme.

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Sin perjuicio de la garantía inicial, puede ser que en ocasiones sea necesario otorgar más garantías. Es-
to se denomina reposición de márgenes de garantía, lo cual se utiliza cuando la especie objeto de la
operación sufre una variación de su precio de cotización futuro respecto del precio al cual se ha concer-
tado la operación de plazo firme.
La operatoria de plazo firme se utiliza mucho por quienes tienen expectativas de los precios futuros.
Tales como el comprador que espera el alza en el precio como el vendedor que espera la baja. Sirve es-
ta operatoria para nivelar los precios de contado.
b. De pase.
El pase es la compra o venta de una especie a un plazo determinado y la simultánea operación inversa
de venta o de compra para un plazo posterior.
esto puede darse en:
1) Un solo contrato instrumentado en una o más liquidaciones, que consiste en la compra o venta al
contado o para un pazo determinado y la simultánea operación inversa de venta o compra de un mis-
mo cliente para un vencimiento posterior.
2) En un solo contrato instrumentan en una liquidación, que consiste en diferir la liquidación de una
compra o venta a plazo firme;
3) En una compra o venta a plazo que sea consecuencia de una compra o venta al contado efectuada
en la misma rueda o sesión, con distintas contrapartes y por cuenta del mismo cliente.
Esta operación tiene garantías al igual que la de plazo firme ya que al menos una de las operaciones si-
multáneas que como ponen la del pase es de plazo firme, y por resultado, le resulta de aplicación todo
el régimen de las operaciones comentado más arriba.
El pase se utiliza para el diferimiento de una compra o venta a plazo cuando no se tienen el dinero o los
títulos para afrontarla. Además, es muy usada como operación financiera al igual que la caución.
i. Diferencias entre la caución y el pase bursátil.
1. El contrato de caución.
Es una operación jurídica de crédito que reviste la forma de un contrato de naturaleza comercial por
el medio del cual, una persona denominada “tomador” deposita en caución en un Mercado de Valo-
res, títulos valores de su propiedad, obteniendo a cambio un préstamo de dinero. Del mismo modo,
aquella persona que tiene excedentes de dinero y desea obtener una rentabilidad de él, por medio
del contrato de caución bursátil, entregará el dinero a depositario de los títulos valores recibiendo por
ello una tasa porcentual como retorno. Este segundo sujeto se denomina “dador”.
2. Diferencias entre la caución y el pase bursátil.
Para la determinación del precio ─uno de contado y el otro de futuro─ ambos institutos tienen un
punto en común: se toma en cuenta como base el precio de cotización de la víspera de la especie de
que se trate.
La diferencia en cuanto al precio concertado es que en el pase ese precio anterior es el de contado,
en cambio en la caución es el precio anterior pero multiplicado por un porcentaje determinado que se
conoce como aforo, que dará como resultado el precio futuro.
En cuanto a las partes intervinientes son en ambas operaciones dos personas a excepción del pase
puro en donde las partes podrían llegar a ser tres. La figura del pase puro actualmente no se realiza
más en bolsa.
En cuanto a las garantías tanto en la caución como en el pase, la especie objeto del contrato debe
permanecer en custodio del Mercado de Valores. La mayor diferencia se presenta aquí por cuanto en
la caución no es necesario reponer el margen inicial de garantía exigido para el pase. Además, en la
caución solamente deberemos reponer garantías cuando la cotización de la especie sufra una varia-
ción negativa de al menor 6% de su valor. En cambio en el pase es necesaria siempre la garantía inicial

201
Fiorella Lezana ─ Apuntes ─ Cel: 3815933949

y al reposición inmediata de las garantías.


En cuanto a los plazos de concertación, el pase tiene un mínimo de 7 días y de 120 como máximo. La
caución también tiene un mínimo de 7 pero un máximo de 90 días.
c. Sobre índices
Aquellas que tienen por objeto la negociación de una cantidad expresada en unidades de una cartera
de valores cotizados en bolsa cuyo valor se determina diariamente.
Los índices bursátiles son números temporales complejos y con frecuencia ponderados. Tienen por ob-
jeto reflejar la evolución en el tiempo de los precios de los títulos cotizados en la bolsa. El índice Merval
es un indicador de la rentabilidad de las acciones negociadas en el mercado de contado tomando como
base de comparación una inversión inicial.
d. Opciones
El propietario de una cosa o derecho concede a otra persona, por tiempo fijo y en determinadas condi-
ciones, la facultad de adquirirlo o de transferirlo a un tercero, obligándose a mantener, mientras tanto,
lo ofrecido a su disposición. Es un instrumento financiero por el cual se otorga el derecho, aunque no
existe obligación, de comprar o vender una cierta cantidad de títulos valores a un precio preestablecido
Son operaciones por las cuales una de las partes (titular de la operación) adquiere el derecho a comprar
o vender una determinada cantidad de títulos valores autorizados en un período de tiempo estableci-
do, a un precio también fijado pagando por ello una determinada suma de dinero o prima.
Las partes contratantes son dos. El titular o comprador es el que paga el premio para obtener el dere-
cho a comprar o vender acciones. Y el lanzador o vendedor de la opción. Será quien otorgue el derecho
a comprar o vender acciones y por ende es quien percibe la prima.
Tener una opción significa contar con un derecho para comprar o vender, el cual podrá ser ejercido o
no.
El precio por el cual se efectuara efectivamente la compra o la venta también esta prestablecido desde
el principio y se llama “precio de ejercicio” Es el precio al cual el titular tendrá el derecho de comprar o
de vender cada uno de los títulos valores que integran el lote objeto de la opción. -.
e. Préstamos de valores
Es un contrato por el cual un agente de bolsa “colocador” se obliga a transferir temporalmente la pro-
piedad de ciertos títulos valores a otro “Tomador”, quien se obliga al vencimiento del plazo establecido
a restituir al primero otros títulos de la misma emisora, clase y serie y al pago de la contraprestación
convenida y los derechos patrimoniales que hubieran generado los valores durante la vigencia del con-
trato.
f. Ventas en corto
Es la operación de venta en descubierto concertada de contado en el recinto con títulos valores obte-
nidos en préstamo durante la misma sesión de negociación. Pueden mantenerse por un periodo de
hasta 365 días corridos.
g. Operaciones de arbitraje
Es una operación doble. La tradicional es aquella en que un operador compra un título, divisa o merca-
dería en una plaza y la vende en otra plaza por una diferencia en la cotización del mercado. Una misma
persona compra o vende títulos sobre plaza para vender o comprar fuera de plaza, o puede comprar o
vender títulos fuera de plaza y vender o comprar en plaza. Se trata de una especulación según los dife-
rentes precios de cotización
2. Fondo común de inversión.
a. Qué es un fondo común de inversión.
Los fondos comunes de inversión están definidos en el artículo primero de la ley 24.083.
Art. 1° - Se considera FONDO COMÚN DE INVERSIÓN al patrimonio integrado por: valores mobiliarios

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con oferta pública, metales preciosos, divisas, derechos y obligaciones derivados de operaciones de fu-
turo y opciones, instrumentos emitidos por entidades financieras autorizadas por el Banco Central de la
República Argentina y dinero, pertenecientes a diversas personas a las cuales se les reconocen derechos
de copropiedad representados por cuotapartes cartulares o escriturales. Estos Fondos no constituyen
sociedades y carecen de personaría jurídica.
Los Fondos Comunes que se constituyan con una cantidad máxima de cuotapartes de acuerdo con el ar-
tículo 21° de esta Ley, podrán tener objetos especiales de inversión e integrar su patrimonio con conjun-
tos homogéneos o análogos de bienes, reales o personales, o derechos creditorios con garantías reales o
sin ellas de acuerdo con lo que disponga la reglamentación del órgano de fiscalización previsto en el ar-
tículo 32° de esta Ley.
Los Fondos Comunes de Inversión podrán emitir distintas clases de cuotapartes con diferentes dere-
chos. Las cuotapartes podrán dar derechos de copropiedad de acuerdo con lo previsto en el primer pá-
rrafo de este artículo y también podrán emitirse cuotapartes de renta con valor nominal determinado y
una renta calculada sobre dicho valor cuyo pago estará sujeto al rendimiento de los bienes que integren
el haber del Fondo.
Estos fondos tienen por finalidad facilitar la captación del ahorro de pequeños inversores, entre las clases
medias y populares, cuyo acceso al mercado de capitales resulta de otro modo difícil y peligroso, por la fal-
ta de fondos suficientes que permita una adecuada distribución del riesgo de las inversiones y además por
falt de experiencia.
Son entes colectivos captadores de ahorro, que tienen la posibilidad de distribuir el riesgo y disponer de
una amplia información para una mejor inversión de los recursos de las personas que aportan sus ahorros
al fondo. Por ello se puede decir que son entes de inversión colectiva conformados por la participación de
pequeños y medianos inversores, cuyos recursos se destinan a la inversión en activos financieros sobre la
base de la división de los riesgos y de un gerenciamiento profesional.
i. Denominación y plazo.
Los fondos comunes llevan un nombre que los diferencia entre sí. Se pueden constituir por tiempo inde-
terminado o por plazo determinado, se deberá fijar en el Reglamento en cuestión (art. 2).
No obstante no ser sociedades, ni PJ, la ley exige que estos FCI tengan una denominación que permita dis-
tinguirlos, tal como acontece con los fideicomisos financieros.
ii. Bienes que integran el patrimonio del Fondo.
El patrimonio del fondo se puede integrar por diferentes bienes cuya variedad otorga gran flexibilidad al
objeto de la inversión de estos entes de inversión colectiva. Se puede constituir con los siguientes bienes:
títulos valores mobiliarios autorizados a la oferta pública; metales preciosos; divisas, entendiendo por tal
moneda extranjera y valores en moneda extranjera; derechos y obligaciones correspondientes a operacio-
nes de futuro y opciones; instrumentos de deudas emitidas por las entidades financieras autorizadas por el
BCRA; dinero en moneda nacional y extranjera (art. 1)
b. Quién dirige y quien administra el fondo común.
Nuevamente, es la ley 24.083 quien nos da la respuesta.
Art. 3° - La dirección y administración de Fondos Comunes de Inversión estará a cargo de una sociedad
anónima habilitada para esta gestión que actuará con la designación de sociedad gerente o por una en-
tidad financiera autorizada para actuar como administradora de cartera de títulos valores por la Ley de
entidades financieras. La gerente del Fondo, deberá:
a) Ejercer la representación colectiva de los copropietarios indivisos en lo concerniente a sus intereses y
respecto a terceros, conforme a las reglamentaciones contractuales concertadas.
b) Tener, para ejercer su actividad, un patrimonio de cincuenta mil pesos ($ 50.000). Este patrimonio
nunca podrá ser inferior al equivalente de cincuenta mil dólares estadounidenses (U$S 50.000).

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Las sociedades gerentes de Fondos Comunes de Inversión no podrán tener, en ningún caso, las mismas
oficinas que la sociedad depositaria, debiendo ser éstas totalmente independientes.

Art. 4° - La sociedad gerente y la depositaria, sus administradores, gerentes y miembros de sus órganos
de fiscalización so n solidaria e ilimitadamente responsables de los perjuicios que pudiera ocasionarse a
los cuotapartistas por incumplimiento de las disposiciones legales pertinentes y del Reglamento de Ges-
tión.
Prohíbese a los directores, gerentes, apoderados y miembros de los órganos de fiscalización de la socie-
dad gerente ocupar cargo alguno en los órganos de dirección y fiscalización de la sociedad depositaria.
[…]

Art. 5° - La sociedad gerente podrá administrar varios Fondos Comunes de Inversión, en cuyo caso debe-
rá:
a) Adoptar las medidas conducentes a la total independencia de los mismos, las que deberán consignar-
se en los prospectos de emisión.
b) Incrementar el patrimonio neto mínimo en un veinticinco por ciento (25%) por cada Fondo adicional
que administre.

Art. 6° - La gestión del haber del Fondo debe ajustarse a los objetivos de inversión definidos en el "Re-
glamento de Gestión" y enunciados detalladamente en el prospecto de emisión correspondiente. En el
caso que el haber del Fondo consista en valores mobiliarios (y derechos y obligaciones derivados de fu-
turos y opciones) éstos deben contar con oferta pública en el país o en el extranjero debiendo invertirse
como mínimo un setenta y cinco por ciento (75%) en activos emitidos y negociados en el país.

Art. 7° - La gestión del haber del Fondo no puede:


a) Ejercer más del cinco por ciento (5%) del derecho a voto de una misma emisora, cualquiera sea su te-
nencia.
b) Invertir en valores mobiliarios emitidos por la sociedad gerente o la depositaria, o en cuotapartes de
otros Fondos Comunes de Inversión.
c) Adquirir valores emitidos por entidad controlante de la gerente o de la depositaria, en una proporción
mayor al dos por ciento (2%) del capital o del pasivo obligacionario de la controlante, según el caso, con-
forme a su último balance general o subperiódico. Las acciones adquiridas en este supuesto carecerán
del derecho de voto mientras pertenezcan al Fondo.
d) Constituir la cartera con acciones, debentures simples o convertibles u obligaciones negociables sim-
ples o convertibles que representen más del diez por ciento (10%) del pasivo total de una misma emiso-
ra conforme al último balance general o subperiódico conocido.
e) Invertir en un solo titulo emitido por el Estado con iguales condiciones de emisión más del treinta por
ciento (30%) del haber total del Fondo Común de Inversión.

Art. 8° - Salvo en cuanto al ejercicio del derecho de voto, las limitaciones establecidas en los artículos
anteriores pueden excederse transitoriamente cuando se ejerciten derechos de suscripción o de conver-
sión, o se perciban dividendos en acciones, debiendo establecerse tales límites en el término de seis (6)
meses, a contar de la fecha en que se produjo el exceso.

Art. 9° - No pueden integrar los directorios de los organismos de administración y fiscalización de los
Fondos: las personas sometidas a interdicción judicial, los quebrados o concursados no rehabilitados, los

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menores o incapacitados, los condenados a penas que lleven la accesoria de inhabilitación para el ejer-
cicio de cargos públicos, o por delitos infamantes y los infractores a los que se refiere el artículo 35 de
esta Ley.
i. Órganos de los FCI.
Son órganos del Fondo la sociedad gerente y la sociedad depositaria.
1. Sociedad Gerente.
La dirección y administración del fondo está a cargo de una sociedad “gerente” que puede administrar
más de un fondo.
Pueden actuar como Sociedades Gerentes de estos fondos los bancos comerciales, de inversión y las
Compañías Financieras o una S.A. con objeto social específico y un patrimonio no inferior a U$ 50.000
Cuando la Sociedad Gerente sea un banco o una compañía financiera, no podrá actuar como depositaria
de los fondos que administre (art. 14).
Sus oficinas deben ser independientes de las de la Sociedad Depositaria.
Ejercen la representación colectiva de los intereses de los copropietarios indivisos respecto de terceros.
Los administradores, gerentes y miembros de la sindicatura de la sociedad gerente son solidaria e ilimi-
tadamente responsables por cualquier perjuicio que se ocasionare a los cuotapartistas por incumpli-
miento de las normas legales y disposiciones del Reglamento de Gestión (art. 4º).
Además estas personas tienen prohibido ocupar cargo alguno en los órganos directivos y de fiscalización
de la Sociedad Depositaria.
En el caso de que una sociedad Gerente administre varios fondos, deberá tomar las medidas necesarias
para mantener la total independencia de los mismos y, además, incrementar el patrimonio neto mínimo
en un 25% por cada fondo adicional que administre.
2. Sociedad depositaria.
Puede ser un Banco, Compañía Financiera o sociedad anónima especialmente constituida para actuar
como Depositaria de Fondos Comunes de Inversión y tener un patrimonio neto mínimo equivalente a U$
100.000 (art. 14).
La Sociedad Depositaria debe:
1) percibir los importes de las suscripciones y efectuar el pago de los rescates;
2) vigilar el cumplimiento por la sociedad Gerente de las disposiciones relacionadas con la adquisición y
negociación de los activos integrantes del Fondo;
3) guardar y cuidar de los valore sy dinero del Fondo; sin perjuicio de que los valores pueden ser deposi-
tados en la Caja de Valores S.A.;
4) pagar y cobrar los beneficios devengados, el producto de las compraventas de valores y de cualquier
operación;
5) llevar el Registro de cuotapartes escriturales o nominativas y expedir las constancias que soliciten los
cuotapartistas;
6) en los casos de fondos comunes de inversión inmobiliaria, según lo prescribe el art. 7º de la ley
24.441, la sociedad depositaria debe actuar como fiduciaria, en beneficio de los cuotapartistas y confor-
me a las instrucciones de la sociedad gerente. Esta última deberá prestar su asentimiento expreso en to-
do acto de adquisición o disposición de los bienes antes indicados;
7) realizar respecto de los bienes inmuebles todos los actos de administración qu e sean necesarios para
su conservación, venta, hipoteca o constitución de otros derechos reales, arrendamiento o leasing con-
forme a las instrucciones que imparta la sociedad gerente;
8) custodiar de los demás bienes que integran el fondo común;
9) llevar por sí o a través de una caja de valores el registro de cuotapartes escriturales o nominativas y

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expedir las constancias que soliciten los cuotapartistas.


En cuanto a sus prohibiciones, véase el art. 7º y subsiguientes.
c. Distintos tipos de fondos.
Hay varios tipos de FCI. Teniendo en cuenta si sus cuotapartes son limitadas o no, son abiertos o cerrados.
Según su objeto se clasifican en renta fija, renta variable, de dinero, de crédito, inmobiliarios o de inver-
sión especializados.
i. Fondos abiertos.
Son los fondos comunes de inversión tradicionales de modo que la emisión de cuotapartes se puede acre-
centar en forma continua (ilimitada), mientras haya suscripciones; donde existe derecho de rescate para el
cuotapartista y distribución de utilidades. Cada cuotapartista que ingresa y adquiere “porciones del capital
común”, incrementa el haber de fondo; cada cuotapartista que se retira lo disminuye. El fondo tiene un
patrimonio variable.
Estos fondos se pueden especializar en inversiones en títulos valores o en dinero.
Los fondos de inversión en títulos valores pueden ser de “renta fija” cuando invierten preponderantemen-
te en títulos valores de renta ─obligaciones negociales, bonos en generales, debentures─ o de renta varia-
ble cuando realizan sus inversiones en acciones y contratos de opciones sobre acciones.
A su vez los fondos de “renta fija” pueden ser en dólares o en pesos.
Los fondos de títulos valores se pueden invertir en valores emitidos y negociados en el extranjeros, pero
en el texto ordenado del 2001 se establece que se considerarán como activos emitidos en el país a los títu-
los valores que cuenten con autorización para ser emitidos en Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile.
ii. Fondos cerrados.
Son fondos con cuotapartes limitadas, las que una vez colocadas no pueden ser rescatadas hasta la disolu-
ción del Fondo, no existe derecho de rescate ni distribución de utilidades y sus cuotapartes deben ser con
oferta pública (art. 21). Se trata de un fondo con un patrimonio fijo.
Dentro de esa modalidad tenemos distintos tipos de fondos de inversión.
Por Resolución General 237 de fecha de 1993, la Comisión Nacional de Valores reglamentó estos fondos.
Se pueden constituir fondos comunes cerrados cuyo haber se halle integrado por conjuntos homogéneos
o análogos de activos o derechos creditorios, con garantías o sin ellas, transmitidos a título oneroso a fa-
vor del fondo.
El fondo se puede constituir total o parcialmente con créditos o activos transmitidos por la sociedad geren-
te o sociedad depositara o por una persona física o jurídica que esté vinculada a éstas en forma directa o
indirecta.
Esos derechos podrán o no ser representados por pagarés, letras, cédulas u otro tipo de títulos circulato-
rios.
Los cuotapartes representativas del haber del fondo pueden contar con calificación de riesgo emitidas por
entidades calificadores inscriptas en el Registro respectivo.
La propiedad indivisa del haber del fondo corresponde a diversas personas a las cuales se les reconocen
los derechos de copropiedad sobre los créditos que lo integran.
El haber del fondo es indivisible y los activos o créditos que lo integran estarán totalmente afectados a los
pagos ctes. a las cuotapartes emitidas de acuerdo con las condiciones de emisión de las mismas y al pago
de los gastos relativos a la gestión del fondo en los términos que fije el Reglamento de Gestión.
Estos fondos deberán contener la denominación «fondos comunes cerrados de crédito» que sólo se utili-
zan por los fondos que se organicen de acuerdo a las reglas específicas de la CNV.
La denominación de los fondos debe permitir distinguir claramente que se trata de entes independientes
de las entidades financieras vinculadas como Sociedades Gerentes, Depositarias, colocadoras o promoto-
ras.

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El fondo se puede constituir total o parcialmente con créditos o activos transmitidos por la misma entidad
financiera que actúe como Sociedad Gerente o Depositaria o que se halle vinculada a éstas en forma direc-
ta o indirecta. En dicho caso deberá mencionarse esta circunstancia en forma expresa en el Reglamento de
la Gestión y el prospecto de emisión, así como en toda la publicidad de fondo.
También se puede constituir con créditos provenientes de otras entidades financieras autorizadas por el
BCRA.
Los fondos se constituirán mediante la cesión de carteras de créditos homogéneas o análogas que efectua-
rán las entidades financieras, inclusive la sociedad Gerente o Depositaria del Fondo.
Los créditos cedidos pueden no tener la garantía de las entidades cedentes. Los créditos cedidos deben
tener vencimiento posterior como mínimo, de treinta días a partir de la fecha en que se realicen las cesio-
nes.
En los instrumentos donde se formalicen las cesiones de carteras de créditos, las entidades cedentes de-
ben informar la última calificación adjudicada en la “central de riesgo” del BCRA, a lso deudores cedidos, o
en caso de no estar incorporados a ella, la última calificación informada en el Estado de Situación de deu-
dores.
d. Qué es el reglamento de gestión.
Art. 11° - El "Reglamento de Gestión" se celebrará por escritura pública o por instrumento privado con
firmas ratificadas ante escribano público o ante el órgano de fiscalización entre las sociedades gerente y
depositaria, antes del funcionamiento del Fondo de Inversión y establecerá las normas contractuales
que regirán las relaciones entre las nombradas y los copropietarios indivisos. Ese reglamento, así como
las modificaciones que pudieran introducírsele, entrarán en vigor una vez aprobados por el organismo
de fiscalización establecido en el artículo 32° de esta Ley, el que deberá expedirse dentro de los treinta
(30) días de presentado para su aprobación. Si el organismo de fiscalización no se expidiese en el tér-
mino determinado precedentemente, se considerará aprobado el "Reglamento de Gestión" o sus modi-
ficaciones, procediéndose a su publicación por dos (2) días en el Boletín Oficial y en un diario de amplia
difusión en la jurisdicción de las sociedades gerente y depositaria, antes de su inscripción en el Registro
Público de Comercio. Las modificaciones serán oponibles a terceros a los cinco (5) días de su inscripción
en el Registro Público de Comercio.

Es el instrumento que establece las normas que regirán las relaciones entre las Sociedades Gerente y De-
positaria y de ellas con los copropietarios indivisos. El reglamento y sus modificaciones debe ser aprobado
por la CNV (art. 11).
Se celebra por escritura pública, o por instrumento privado con firmas ratificadas ante Escribano Público o
ante la CNV, entre la Sociedad gerente y la Depositaria, antes del funcionamiento del Fondo (art. 11).
i. Fondos comunes de inversión “abiertos”.
Debe contener:
1) planes que se adoptan para la inversión del patrimonio del Fondo, especificando los objetivos a alcanzar
y las limitaciones a las inversiones por tipo de activo;
2) normas y plazos para la recepción de suscripciones, rescate de cuotapartes y procedimientos para los
cálculos respectivos
3) límites de gastos de gestión y de las comisiones y honorarios que se percibirán en cada caso por la So-
ciedad Gerente y por la Depositaria. Se debe fijar un límite porcentual máximo anual por todo concepto,
cuya doceava parte se aplicará sobre el patrimonio neto del fondo al find e cada mes. Los gastos y todo
cargo que se efectúe al Fondo no deben superar el aludido límite, excluyéndose únicamente los aranceles,
derechos e impuestos correspondientes a la negociación de los bienes de Fondo;
4) condiciones para el ejercicio del derecho de voto de las acciones que integren el Fondo;

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5) procedimiento para la modificación del Reglamento;


6) plazo de duración del Fondo o la constancia de que es por tiempo indeterminado;
7) causales y reglas de liquidación del Fondo y bases para la distribución del patrimonio entre los copropie-
tarios;
8) régimen de distribución de los beneficios a los copropietarios;
9) disposiciones para el reemplazo de la Sociedad Gerente o Depositaria;
10) determinación de los topes máximos a cobrar en concepto de gastos de suscripción y de rescate. (ART.
13, LEY 24.083).
La ley 24.441 incorporó el siguiente párrafo en el art. 21: « El reglamento de gestión puede prever que al
menos un (1) año antes de la expiración del plazo por el que se constituyó el Fondo, una asamblea de
cuotapartistas resuelva su prórroga. Los cuotapartistas disconformes con lo resuelto por la asamblea,
podrán solicitar el rescate de sus cuotapartes, a las que se les reintegrará el valor de su participación en
el término máximo de un (1) año. A la asamblea de cuotapartistas se aplicarán las disposiciones de la
Ley 19.550 de sociedades comerciales relativa a la asamblea extraordinaria».
El Reglamento de Gestión y sus modificaciones deberán ser aprobadas por la CNV, que deberá expedirse
dentro de los treinta días de presentado para su aprobación. Si no se expidiese en ese término se conside-
rarán aprobadas y se procederá a su aplicación (art. 11).
Debe ser publicado por dos días en el Boletín Oficial y un diario de amplia difusión en las jurisdicciones de
las sociedades Gerente y Depositaria, e inscripto en el Registro Público de Comercio ─ en Capital Federal a
cargo de la Inspección Gral. de la Justicia─ (art. 11).
Los órganos de fondo pueden rescindir, total o parcialmente, el Reglamento de Gestión, mediante el
preaviso allí esblencado. La rescisión se podrá evitar si se celebrase un nuevo convenio en reemplazo del
que se rescinde (art. 30 y 31).
ii. Fondos comunes de inversión «cerrados» de crédito.
Deberá contener:
1) la composición de la cartera de créditos o conjunto de activos que integrará el haber de fondo, indican-
do su origen, forma de valuación, precio de adquisición, rentabilidad histórica promedio, garantías existen-
tes y previsión acerca de los remanentes en su caso, así como la política de selección de los créditos efec-
tuada por la Sociedad Gerente;
2) plazo de duración del fondo;
3) monto máximo de cuotapartes a emitirse;
4) períodos para el pago de las distribuciones de amortizaciones de capital e intereses;
5) destino del remanente, si lo hubiere;
6) previsiones para la inversión transitoria de fondos excedentes y para la solicitud de créditos transitorios
a fin de atender el pago de los gastos comprometidos;
7) disposiciones para el caso de reemplazo de la sociedad gerente o depositaria;
8) régimen de comisiones y gastos imputables al fondo;
9) régimen que se aplicará para la cobranza de los créditos morosos;
10) forma de liquidación del fondo, incluyendo en su caso las normas relativas a la disposición de los crédi-
tos en gestión y mora remanentes a la fecha prevista para el último pago cte. a los créditos de acuerdo a
sus términos originales;
11) en caso de que el fondo contemplare la emisión de cuotapartes de renta, deberán explicitarse los me-
canismos mediante los cuales se garantizará el pago de los servicios de renta o amortización a los cuota-
partistas de renta. En ese caos, los activos y su rendimiento deberán cubrir en exceso las obligaciones de
pago de intereses y capital de las cuotapartes de renta, a cuyo fin el excedente de activos deberá guardar
relación con la morosidad histórica promedio de los créditos que integren el haber de fondo.

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En caso de que las cuotapartes del fondo común cerrado de créditos fueren emitidas en forma escritural,
cada suscriptor deberá recibir un acopia del Reglamento de Gestión al momento de integrar el importe co-
rrespondiente. En el caso de que las cuotapartes fueren emitidas en forma cartular, este requisito se dará
por cumplido con la transcripción del reglamento de Gestione n el reverso del certificado respectivo.
e. Rol de la Comisión Nacional de Valores.
Art. 32° - La Comisión Nacional de Valores tiene a su cargo la fiscalización y registro de las sociedades
gerente y depositaria de los Fondos Comunes de Inversión, conforme a las prescripciones de esta Ley, su
reglamentación y las normas que en su consecuencia establezca el mencionado órgano de fiscalización.

Art. 33° - Las decisiones definitivas de la Comisión Nacional de Valores que causen gravamen irreparable
podrán ser apeladas dentro de los quince (15) días hábiles a partir del de su notificación, por ante la
Cámara Federal de Apelaciones de la jurisdicción que corresponda. En la Capital Federal intervendrá la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. El escrito de interposición y fundamentación del re-
curso se presentará ante la Comisión Nacional de Valores la que dentro de los cinco (5) días hábiles sub-
siguientes al de esa presentación deberá elevarlo a la Cámara conjuntamente con las actuaciones admi-
nistrativas correspondientes. El recurso se considera concedido, al solo efecto devolutivo y la Cámara,
salvo las medidas para proveer, deberá resolverlo sin sustanciación alguna.

Art. 34° - Sin perjuicio de la fiscalización específica atribuida por esta Ley a la Comisión Nacional de Valo-
res, las sociedades gerente y depositaria estarán sometidas en lo que hace a sus personarías, a los orga-
nismos competentes de la Nación y las provincias.

Para su funcionamiento se requiere la previa autorización de la CNV, que es la autoridad de superinten-


dencia del mercado de valores, de acuerdo con las reglas de las leyes 17.811 y 22.619 y que según la ley
24.083 también tiene a su cargo la fiscalización y registro de las sociedades gerente y depositaria de los FCI
(art. 32), aprueba el “reglamento de gestión” y sus modificaciones (art. 11), y aplica las sanciones por las
infracciones de las disposiciones de la ley (art. 35).

3. Obligaciones negociables.
a. Concepto.
La ley 23.576 no brinda una definición dogmática de las obligaciones negociables. Al tratarse de instru-
mentos financieros esencialmente adaptables a las exigencias del tráfico, cualquier definición podría ter-
minar limitando el desarrollo del instituto.
Las Obligaciones Negociables son títulos de deuda privada que incorporan un derecho de crédito que po-
see su titular respecto de la empresa emisora. En esencia, entre el titular de las obligaciones y la emisora
hay una relación de crédito que no se diferencia del contrato de mutuo, salvo por la característica de que
la persona del acreedor es fungible.
esto significa que, al estar la relación de crédito representada en un valor mobiliario, éste puede ser nego-
ciado en el mercado, pasando de un inversor a otro. El cambio de acreedor no implica modificación del
contrato de préstamo.
La circunstancia de que el crédito se encuentre fraccionado permite y facilita la dispersión entre una ma-
yor cantidad de inversores, atraídos por ventajas económicas y la posibilidad de su negociación secundaria
en el mercado de capitales.
Las O.N.s están reguladas por la ley 23.576, por circulares del BCRA también.

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Las O.N.s se instrumental a partir de contratos elaborados, principalmente, por el emisor a las cuales se
adhieren los inversores obligacionistas al momento del a suscripción de los valores negociables.
i. Obligaciones negociables financieras.
Son aquellas emitidas por determinados sujetos que revisten la especial calidad de entidades financieras
de acuerdo por lo dispuesto por la ley 21.526.
Se trata de obligaciones negociables simples o convertibles, con al salvedad de que constituyen una cate-
goría especial, por cuanto su emisión negociabilidad está regida. A más de las disposiciones de la ley y de
su decreto reglamentario, por normas del BCRA.
b. Clases de obligaciones negociables que pueden emitirse.
i. Obligaicones Negociables simples.
Las O.N.s simples son aquellas que representan un empréstito contraído por la entidad emisora, y dan a su
titular derecho al reembolso del capital y el pago del interés conforme las condiciones de emisión.
Las condiciones generales del empréstito, como el plazo el capital o el interés, aparecen plasmadas en las
condiciones d emisión, que figuran a su vez en el prospecto y en el acto de emisión. Los instrumentos refe-
ridos son los que podemos considerar como el marco contractual básico que instrumenta y regula tanto
los derechos y obligaciones de las partes contratantes.
En caso de que las O.N.s tienen oferta pública, es necesaria la existencia de un programa que debe ser
aprobado por la autoridad de contralor de la jurisdicción donde se las coloque.
Sintéticamente, una obligación negociable de tipo simple es aquella que representa una estricta relación
de crédito.
Estas obligaciones son el vehículo para que el emisor pueda financiar su actividad empresarial recurriendo
al mercado de capitales.
ii. Obligaciones negociables convertibles.
Son aquellos títulos valores que permiten a sus titulares, en determinadas condiciones, y dependiendo o
no de su voluntad, convertirse de acreedores de la emisora de las obligaciones en accionistas de la misma
sociedad o de diferente.
Estas permiten transformar el crédito obligacional en capital propio. Y así, en el negocio jurídico de emi-
sión subyace un contrato de préstamo, en el que la entidad emisora resulta deudora y por su parte, el
obligacionista es el acreedor con los derechos acordado en las condiciones de emisión.
Si la opción s ejerce, la relación crediticia queda cancelada y muta en una relación de tipo societaria.
De esta manera, el obligacionista, a su sola voluntad, puede transformarse de acreedor del accionista. De-
be señalarse que la conversión es una potestad del obligacionista, quien puede elegir el tiempo y oportu-
nidad según los términos de las condiciones de su emisión.
Este tipo de obligaciones son híbridos jurídicos en el sentido de que cuenta por un lado con un componen-
te de deuda y por otro una opción de compra de acciones lanzada por e emisor a favor del tenedor de la
obligaciones negociables convertibles.
c. Elementos que debe contener el título.
Art. 7º — Los títulos deben contener:
a) La denominación y domicilio de la emisora, fecha y lugar de constitución, duración y los datos de su ins-
cripción en el Registro Público de Comercio u organismos correspondientes, en lo pertinente;
b) El número de serie y de orden de cada título, y el valor nominal que representa;
c) El monto del empréstito y moneda en que se emite;
d) La naturaleza de la garantía;
e) Las condiciones de conversión en su caso;
f) Las condiciones de amortización;
g) La fórmula de actualización del capital, en su caso; tipo y época de pago de interés;

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h) Nombre y apellido o denominación del suscriptor, si son nominativos.


Deben ser firmados de conformidad con el artículo 212 de la ley 19.550 (t.o. 1984) y sus modificaciones o
el artículo 26 de la ley 20.337, tratándose de sociedades por acciones o cooperativas, respectivamente, y
por el representante legal y un miembro del órgano de administración designado al efecto, si se trata de
asociaciones civiles o sucursales de sociedades constituidas en el extranjero, o, sí se trata de sociedades de
responsabilidad limitada, por un gerente y el síndico, si existiere. Cuando se trate de obligaciones escritu-
rales, los datos indicados en los incisos a) y h) de este artículo, deberán transcribirse en los comprobantes
de apertura y constancias de saldo.
d. Emisión/cotización de las obligaciones.
Art. 9º — En las sociedades por acciones, sociedades de responsabilidad limitada y cooperativas, la emi-
sión de obligaciones negociables no requiere autorización de los estatutos y puede decidirse por asamblea
ordinaria.
Cuando se trate de obligaciones convertibles en acciones, la emisión compete a la asamblea extraordina-
ria, salvo en las sociedades autorizadas a la oferta pública de sus acciones, que pueden decidirla en todos
los casos por asamblea ordinaria.
En las asociaciones civiles, la emisión requiere expresa autorización de los estatutos y debe resolverla la
asamblea.
Pueden delegarse en el órgano de administración:
a) Si se trata de obligaciones simples: la determinación de todas o algunas de sus condiciones de emisión
dentro del monto autorizado, incluyendo época, precio, forma y condiciones de pago;
b) Si se trata de obligaciones convertibles: la fijación de la época de la emisión; precio de colocación; for-
ma y condiciones de pago; tasa de interés y valor de conversión, indicando las pautas y límites al efecto.

Las facultades delegadas deben ejercerse dentro de los dos (2) años de celebrada la asamblea. Vencido es-
te término, la resolución asamblearia quedará sin efecto respecto del monto no emitido.
(Artículo sustituido por art. 48 de la Ley N° 27.264 B.O. 1/8/2016.)

Art. 10. — En los casos de emisión de obligaciones negociables la emisora deberá elaborar un aviso que
publicará en Boletín Oficial por UN (1) día, quedando constancia del contenido del mismo en el organismo
de control respectivo, y se inscribirá en el Registro Público con los siguientes datos:
a) Fecha de las asambleas y reunión del órgano de administración en su caso, en que se haya decidido el
empréstito y sus condiciones de emisión;
b) La denominación de la emisora, domicilio, fecha y lugar de constitución, duración y los datos de su ins-
cripción en el Registro Público de Comercio u organismo correspondiente;
c) El objeto social y la actividad principal desarrollada a la época de la emisión;
d) El capital social y el patrimonio neto de la emisora;
e) El monto del empréstito y la moneda en que se emite;
f) El monto de las obligaciones negociables o debentures emitidos con anterioridad, así como el de las
deudas con privilegios o garantías que la emisora tenga contraídas al tiempo de la emisión;
g) La naturaleza de la garantía;
h) Las condiciones de amortización;
i) La fórmula de actualización del capital en su caso, tipo y época del pago del interés;
j) Si fueren convertibles en acciones la fórmula de conversión, así como las de reajuste en los supuestos de
los artículos 23 inc. b), 25 y 26 de la presente ley y la parte pertinente de las decisiones de los órganos de
gobierno y de administración en su caso, referentes a la emisión.

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e. Certificados globales.
Art. 30. — Las sociedades autorizadas a la oferta pública de valores mobiliarios pueden emitir certificados
globales de sus obligaciones negociables, con los requisitos del artículo 7º, para su inscripción en regíme-
nes de depósito colectivo. A tal fin, se considerarán definitivos, negociables y divisibles.
f. Requisitos para la cotización de las obligaciones/cláusulas usuales.
Las condiciones de emisión son fijadas en relación a los parámetros dados por la legislación aplicable y,
fundamentalmente, por los criterios cristalizados en el acta de emisión.
Entre las condiciones de emisión que merecen comentarios se encuentran:
i. Moneda.
Las O.N. se pueden emitir y pagar en moneda nacional o extranjera. Cabe aclarar, que de acuerdo al CCC,
la obligación de pago en moneda que no sea de curso legal en nuestro país, ha de ser considerada como
una obligación de dar sumas de dinero.
ii. Capital.
El capital se puede amortizar al final del plazo (bullet) o mediante amortizaciones periódicas.
iii. Renta.
Normalmente las ON pagan un interés, sea en cuotas periódicas o al final del empréstito, que puede ser fi-
jo o variable. La variabilidad de la tasa puede ser de distinto grado. También puede establecerse, en adi-
ción o en sustitución de una tasa de interés, la participación en utilidades de la emisora o incluso premios.
iv. Garantías.
El artículo 3 de la ley 23.576 regula el tema de las garantías posibles. Según dicho texto, las obligaciones
negociables pueden llevar las siguientes garantías:
1. Garantía común.
No hay afectación de ningún bien en especial en seguridad e los obligacionistas. Todo acreedor obliga-
cionista es un acreedor quirografario y en caso de insolvencia deberá concurrir con los restantes acree-
dores quirografarios de la sociedad emisora para la percepción de sus créditos de acuerdo al art. 322 de
la Ley de Sociedades Comerciales.
2. Garantía especial.
Es ua garantía asimilable a la hipoteca. No se trata de una garantía hipotecaria tradicional pero si se apli-
can sus principios y la mayoría de las normas del derecho civil siempre que el comercial no haya dispues-
to normas específicas.
Es una garantía de tipo registral, por lo que deberá ser inscripta ante el Registro correspondiente y, sobre
todo, dicha inscripción deberá ser acreditada ante el CNV ante la colocación de la O.N.s.
3. Garantía flotante.
Es una garantía sui generis, que sujeta al efectivo cumplimiento de los servicios de renta y amortización
todos los bienes y derechos de la sociedad, presentes y futuros, sean inmuebles, muebles o semovientes.
En caso de que las condiciones de emisión no se hay estipulado ninguna garantía especial, se entenderá
que la misma es flotante.
v. Subordinación.
La subordinación es el complemento y la contracara del privilegio. El acreedor titular de un crédito subor-
dinado posterga su derecho respecto de otras deudas presentes o futuras de su deudor. Ello implica que el
titular de obligaciones negociable subordinadas, en caso de falencia del emisor, sólo tiene prelación sobre
los accionistas de la emisora.
vi. Requisitos para PyMES.
Art. 22. — La autorización de oferta pública, o cotización de obligaciones convertibles emitidas por socie-
dades cuyo capital esté inscripto en dichos regímenes, implica la misma autorización respecto de las ac-
ciones que en el futuro se emitan para entregar a los obligacionistas que notifiquen su decisión de conver-

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Fiorella Lezana ─ Apuntes ─ Cel: 3815933949

tir.
Si la sociedad emisora no estuviere admitida a la oferta pública o cotización de sus acciones y obtuviere tal
autorización para las obligaciones convertibles, deberá cumplir los trámites para la inscripción de su capi-
tal en tales regímenes con anterioridad al inicio del período de conversión. Si no lo hiciere o si la solicitud
fuere denegada, los titulares de obligaciones convertibles tendrán opción para pedir el reembolso antici-
pado, o la conversión y el ejercicio simultáneo del derecho de receso, en los términos de la ley 19.550, tex-
to ordenado en 1984.
Art. 36 bis — El tratamiento impositivo a que se refiere el primer párrafo del artículo anterior será el si-
guiente:
1. Quedan exentas del impuesto al valor agregado, las operaciones financieras y prestaciones relativas a la
emisión, suscripción, colocación, transferencia, amortización, intereses y cancelaciones de las obligaciones
negociables y sus garantías.
2. La transferencia de obligaciones negociables creadas por la presente ley quedará exenta del impuesto
sobre la transferencia de títulos valores, siempre que la misma se efectúe en los mercados abierto y/o
bursátil.
3. Los resultados provenientes de la compra-venta, cambio, permuta, conversión y disposición de obliga-
ciones negociables quedan exentas del impuesto a las ganancias. Si se tratara de beneficiarios del exterior
comprendidos en su título V, no regirá lo dispuesto en el artículo 21 de la misma ley, y en el artículo 104
de la ley 11.683 (texto ordenado en 1978).
4. Quedan exentos del impuesto a las ganancias los intereses, actualizaciones y ajustes de capital. Si se tra-
tara de beneficiarios del exterior comprendidos en su título V, no regirá lo dispuesto en el artículo 21 de la
misma ley, y en el artículo 104 de la ley 11.683 (texto ordenado en 1978).
Igual tratamiento impositivo se aplicará a los títulos públicos.
A los fines de facilitar el acceso de las pequeñas y medianas empresas al presente régimen, la Comisión
Nacional de Valores establecerá requisitos diferenciales por categorías definidas por la magnitud de la
emisión y el tamaño de la empresa emisora. Cuando la emisora se ajuste a lo previsto en el artículo 13, la
reglamentación podrá limitar las exigencias de intervención en la Comisión Nacional de Valores, sin perjui-
cio de mantener los beneficios del tratamiento fiscal establecido en el presente artículo.
4. Securitización.
a. Concepto.
La securitización, o titulización, es una transformación de activos ilíquidos en títulos valores negociables,
es decir activos más líquidos.
Consiste en reunir y reagrupar un conjunto de activos crediticios (hipotecas, pagares, cheques, tarjetas de
crédito, etc.), con el objeto de que sirvan de respaldo a la emisión de títulos valores o participaciones (ne-
gociables en un mercado secundario).
Básicamente, Securitizar es afectar un crédito a un título sustituyendo activos.
La securitización es, de hecho, un sistema de desintermediación, dado que permite a los emisores de títu-
los obtener financiamiento genuino del mercado de capitales. O sea que, en este mercado, el banco media
pero no asume el riesgo crediticio ya que la contingencia queda en cabeza del tenedor final del título.
b. Características de los títulos a securitizar.
El conjunto (pool) a securitizar debe ser homogéneo , es decir que, debe reunir características análogas en
materia de plazos, sistemas de amortización, tasas de interés, etc. que aseguren un flujo de fondos prede-
cible. Las idea es que se pueda distinguir, sin dificultad, los riesgos inherentes a cada paquete de activos a
securitizar, para que pueda ser clara la elección de la relación rentabilidad-riesgo por la que opte cada in-
versor.
Tipos de activos susceptibles de ser titulizados:

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a) Préstamos (hipotecarios, prendarios personales, etc.)


b) Facturas y Cheques de Pago Diferido.
c) Tarjetas de Crédito
d) Leasing
e) Pagares
c. Participantes en el proceso.
a) Originante: Es el dueño de los activos que serán securitizados.
b) Emisor: Es la figura jurídica que se encarga de realizar la titulización. Debe estar habilitado para tal fin
por la C.N.V.
c) Colocador: Es una entidad financiera que, a través de un contrato, celebrado con el emisor, coloca los tí-
tulos valores en la oferta pública o privada.
d) Inversor: Es quien adquiere los títulos valores emitidos.
e) Depositario:Entidad financiera autorizada por el BCRA para hacer custodia de títulos valores.
f) Administrador: Es quien administra la cartera de créditos, efectuando la cobranza de los activos transmi-
tidos. Suministra información periódica al vehículo y a los tenedores de los títulos.
g) Garante: Normalmente son entidades financieras que ofrecen su garantía como respaldo de la emisión
de los títulos, constituyéndose así, en un refuerzo adicional a la calidad de los activos titularizados.
f) Sociedad Calificadora de Riesgo: Es una sociedad ajena a las partes, creada con el fin de calificar el riesgo
de las carteras El output de esta entidad es una nota o calificación que indica el riesgo que, a juicio de ella,
tiene el título evaluado.
d. Formas de securitizar.
En nuestro país, las formas jurídicas (vehículos) que permiten la titulización son las siguientes:
a) Fideicomiso Financiero
b) Fondos Comunes de inversión cerrados (de crédito).
c) Obligaciones Negociables Garantizadas
d) Letras Hipotecarias
Los vehículos más utilizados por las empresas son el fideicomiso financiero y los fondos comunes de inver-
sión ya que estas modalidades producen el efecto de separar el activo securitizado de la empresa origi-
nalmente.
e. Tipos de securitización.
En el ámbito internacional se conocen tres estructuras básicas en la implementación de la securitización:
i. Con exposición fuera del balance:
Los créditos son transmitidos, en fideicomiso, del originante, al emisor (fiduciario) mediante venta, cesión
o endoso. El emisor emite certificados de participación para colocarlos entre los inversores.
El originante, se desprende de sus créditos y, por lo tanto, desaparecen de su activo, en tanto que en su
patrimonio no inciden como pasivo los títulos de deuda. Los pagos de los deudores de los créditos cedidos
se depositan en una cuenta del fideicomiso, destinándose esos fondos a pagar en primer lugar los servicios
de intereses y la amortización de los certificados de participación y, luego, los gastos de administración.
ii. Con exposición dentro del balance.
Es una emisión de títulos garantizados, donde la cartera securitizada “no sale” del activo del originante, en
tanto los títulos garantizados integran su pasivo.
El flujo de fondos que los títulos generan no garantizan el pago de capital e interés .
En una estructura de este tipo la mayor o menor solvencia del originante influye en la decisión de los in-
versores, por cuyo motivo aquí, el emisor, se ve obligado a ofrecer y mantener garantías adicionales du-
rante el plazo de duración de los títulos.

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5. Mixto.
Es una combinación de atributos de las dos variantes anteriores debido a que, si bien, los activos a securi-
tizar siguen formando parte del patrimonio del originador, los ingresos obtenidos por el flujo de fondos de
los activos securitizados garantizan, exclusivamente, el pago de capital e intereses que generan los títulos
emitidos.

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Bolilla 13
1. Las acciones de las sociedades anónimas como títulos valores
a. Concepto.
La acción es un valor negociable, cartular o escritural, comúnmente transmisible, representativo de una
parte alícuota del capital social, que atribuye a su legítimo propietario al cualidad de socio y, por lo tanto
todos los derechos, obligaciones y responsabilidades inherentes al mismo.
Es de la esencia de la S.A. que su capital social esté divido en acciones. Esta característica, unida a la limi-
tación de la responsabilidad de los socios, la libre transferibilidad de sus acciones, la personalidad legal de
la S.A. como un ente distinto de los socios, constituyen notas salientes de la S.A.
El principio de la responsabilidad limitada significa que los accionistas no responden por una suma mayor
a la que ellos invirtieron y permite que los inversores maximicen sus ganancias invirtiendo en un portafolio
de acciones que les permita diversificar los riesgos.
b. Las acciones como valores negociables.
Las acciones son en consecuencia el instrumento financiero que materializa y posibilita la canalización de
las inversiones hacia las empresas bajo la tutela de principios jurídicos aplicables a los valores negociables
y al status de socio protegido por el derecho societario.
Las leyes, como la argentina, consagra en forma expresa la regla de que las accione son “títulos valores” o
“valores mobiliarios” y que se le aplicarán supletoriamente las disposiciones que rigen tales títulos. (AR-
TICULO 226 LEY19550 — Las normas sobre títulos valores se aplican en cuanto no son modificadas por es-
ta ley.).
La incorporación material de la acción, como parte del capital y como conjunto de derechos, a un docu-
mento título apta para circular y transmitir esos derechos, es según Garrigues una exigencia inexcusable
del tráfico moderno y la circunstancia que atribuyó a la expansión de la S.A. Esto posibilita la participación
del pequeño ahorrista y la movilización de la riqueza, o la organización y funcionamiento del mercado fi-
nanciero y de capitales.
c. Características.
i. Son valores en masa o en serie.
Se crean en el acto constitutivo o por acuerdo de las juntas de accionistas.
ii. Son valores transmisibles o negociables.
Las acciones son esencialmente transmisibles, consagrando las distintas legislaciones reglas que prohíben
establecer condicionamientos que hagan ilusorio ese derecho. Pero además son negociables, es decir que
son susceptibles de ser negociadas en forma habitual, mediante transacciones frecuentes, que permitan
formar un precio de mercado en razón de su oferta y demanda.
iii. Son valores de participación social.
Las acciones no sólo atribuyen derechos económicos sino que otorgan el derecho de participar en la vida
de la sociedad y en tal sentido confieren derecho de asistencia a las asambleas, derecho de voto, derecho
de ser informado de la marcha de los negocios sociales y de la situación económica y financiera de la em-
presa.
iv. Son valores de ejercicio continuado.
Porque el derecho que confieren no se agota con su ejercicio por una vez, sino que permite su uso durante
toda la vida de la sociedad.
v. Son valores causales.
Porque en su texto expresan la causa de su existencia. No es abstracto.
vi. Son valores de renta variable.
A diferencia de los bonos de deuda, que son valores de renta fija, porque no garantizan una renta deter-

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minada, sino que confieren un derecho de participación en el resultado de una empresa. Son derechos
económicos aleatorios, al dividendo, a una parte alícuota de la liquidación y a los futuros derechos de sus-
cripción que implican aumentos del capital. El accionista como socio de la sociedad asume los riesgos de la
empresa. Todos sus derechos son aleatorios.
vii. Son valores fungibles.
Las acciones deben ser siempre de igual valor y expresadas en la moneda nacional. Art. 207 de la ley de
Sociedades.
viii. Son indivisibles.
Esta regla impide que los derechos que confiere la acción puedan ser ejercidos por personas diferentes y si
hubiera copropiedad de una acción, la sociedad podrá exigir que se unifique la representación para ejercer
los derechos derivados de la condición de accionista.
ix. Son cosas muebles o bienes muebles.
Cuando estos valores se representan cartularmente son cosas muebles y si se representan mediante “ano-
taciones en cuenta” son bienes o derechos. En cualquiera de esos casos pueden ser objeto de los más di-
versos negocios, como la compraventa, el depósito, el fideicomiso, la donación y la prenda.
d. Circulación y cláusulas restrictivas.
ARTICULO 214. — Transmisibilidad.
La transmisión de las acciones es libre. El estatuto puede limitar la transmisibilidad de las acciones no-
minativas o escriturales, sin que pueda importar la prohibición de su transferencia.
La limitación deberá constar en el título o en las inscripciones en cuenta, sus comprobantes y estados
respectivos.

e. Distintos tipos de acciones


i. Acciones ordinarias o preferidas, de voto plural o sin voto.
Al caracterizar las acciones, lo hicimos teniendo en cuenta las comúnmente denominadas «acciones ordi-
narias», es decir, aquellas que respetan el principio de proporcionalidad entre el capital y los derechos po-
líticos. Sin embargo, existen otros tipos de acciones que disocian o alteran la funcionalidad entre capital y
votos, como las acciones preferidas, las de voto plural y las acciones sin voto.
Las acciones ordinarias son definidas por la CNV en el art. 2º del Capítulo I, Libro I, de sus Normas, de la
siguiente manera: “Son acciones ordinarias aquellas que ─otorgando derecho a voto─ poseen derechos
económicos en igual proporción a su participación en el capital social”
Asimismo, están reglamentadas en el art. 216 de la ley de Sociedades.
ARTICULO 216. — Acciones ordinarias: derecho de voto. Incompatibilidad.
Cada acción ordinaria da derecho a un voto. El estatuto puede crear clases que reconozcan hasta cinco vo-
tos por acción ordinaria. El privilegio en el voto es incompatible con preferencias patrimoniales.
No pueden emitirse acciones de voto privilegiado después que la sociedad haya sido autorizada a hacer
oferta pública de sus acciones.
1. Acciones preferidas y sin voto.
Las acciones preferidas generalmente no tienen voto, pero las acciones sin voto sin distintas a éstas, aún
cuando cuenten con ciertas preferencias patrimoniales con respecto a las ordinarias. Dicho esto, analiza-
remos a continuación ambas acciones:
a. Acciones preferidas.
Las acciones ordinarias son definidas por la CNV en el art. 3º del Capítulo I, Libro I, de sus Normas, de
la siguiente manera: “Son acciones preferidas aquellas acciones que otorguen una preferencia eco-
nómica o dividendos de cobro preferente, con respecto a las acciones ordinarias”.
Las acciones preferidas son valores híbridos, que están a mitad de camino entre las acciones ordinarias
y los valores de deuda. Al igual que éstos, devengan una renta fija y tienen prioridad de cobro en caso

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de liquidación respecto de las acciones ordinarias. Sin embargo, a diferencia de los títulos de deuda, el
pago de la renta fija será dependiente de la existencia de ganancias en la sociedad, las que en caso de
no existir, implicará un derecho de «acumulación» del dividendo preferido al siguiente ejercicio en fa-
vor del inversor.
Asimismo, estas acciones son convertibles en acciones ordinarias, compartiendo las características de
los bonos convertibles.
Desde el punto de vista de sus derechos políticos, es usual que estas acciones no tengan derecho a voto
o que lo tengan sólo en circunstancias especiales-
Están reguladas en el artículo 217 de la ley de Sociedades.
Acciones preferidas: derecho de voto.
ARTICULO 217. — Las acciones con preferencia patrimonial pueden carecer de voto, excepto para las
materias incluidas en el cuarto párrafo del artículo 244, sin perjuicio de su derecho de asistir a las
asambleas con voz.
Tendrán derecho de voto durante el tiempo en que se encuentren en mora en recibir los beneficios que
constituyen su preferencia.
También lo tendrán si cotizaren en bolsa y se suspendiere o retirare dicha cotización por cualquier cau-
sa, mientras subsista esta situación.
Las acciones que no tienen preferencias patrimoniales, son acciones ordinarias.
b. Acciones sin voto o de voto limitado.
El derecho de voto había sido considerado un “derecho esencial” del accionista, del cual no puede ser
privado.
Pero en las anónimas abiertas, aquéllas que tienen operación bursátil, se advirtió que hay personas que
adquieren acciones y no les interesa participar en la vida de la sociedad. A esos accionistas sólo les in-
teresa el dividendo que dan las acciones que posee. Son accionistas-inversionistas.
Estas acciones sin voto tienen la función de atraer capitales sin comprometer la continuidad de la ad-
ministración.
En Argentina, la CNV autorizó gracias al artículo 40 de la ley 23.697 la emisión de acciones sin voto, es
decir títulos valores representativos del capital que no otorgan derecho de voto a sus tenedores, desti-
nadas a inversores no interesados en influir en la marcha de los negocios sociales, a las que denominó
acciones de participación. Se puede pedir el ingreso a la oferta pública para ofrecer exclusivamente es-
te tipo de acciones. La CNV reglamentó que estas acciones de participación.
c. Acciones de voto plural.
Las acciones de voto plural son la excepción al principio de proporcionalidad. Este tipo de acciones
siempre ha sido reservado por el grupo de control, como una forma de consolidación del poder políti-
co.
La justificación de la existencia de dichas acciones por parte de la doctrina se ha fundado en razones de
necesidad económica. Así, por ejemplo, autores mencionan argumentos tales como el mantenimiento
de la influencia de los fundadores, la continuidad de la administración, etc.
En Argentina no se admite la posibilidad de emitir acciones de voto plural mientras la sociedad está en
el ámbito de la oferta pública.
En Argentina la nueva ley de Sociedades, reformada, admite en forma expresa este tipo de acciones.
Las modificaciones introducidas son las siguientes:
1) se limita a cinco el máximo del voto plural;
2) el requisito del quórum computado sobre el capital y para determinadas resoluciones, la mayoría se
computa sobre el capital; y
3) para la elección del síndico.

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El argumento principal que sirve de fundamento en nuestra ley, es el incentivo y garantía para los gru-
pos de capital nacional. En la actualidad, este argumento es claramente contradictorio de otras normas
que aseguran el tratamiento igualitario al capital extranjero.
En nuestra legislación, el ejercicio del voto plural tiene sólo dos limitaciones. El art. 244 de la ley esta-
blece que cuando se tratare de la transformación, prórroga o disolución anticipada de la sociedad, de la
transferencia del domicilio al extranjero, del cambio fundamental de objeto y de la reintegración total o
parcial del capital, las resoluciones se adaptarán por el voto favorable de las mayoría de las acciones
con derecho a voto sin aplicarse la pluralidad de votos. Asimismo, el art. 284 estable que para la elec-
ción y remoción del síndico cada acción tendrá derecho a un solo voto.
2. Acciones liberadas y no liberadas.
Las acciones liberadas son aquellas totalmente integradas o desembolsadas ─pagadas─ o que por ser re-
sultado de utilidades o reservas, no requieren integración; y por el contrario, acciones no liberadas son
aquellas que no están totalmente integradas. La ley argentina no se pronuncia sobre ellas.
3. Acciones amortizables y no amortizables.
El estatuto o una decisión de la asamblea general extraordinaria pueden autorizar la aplicación de ga-
nancias o reservas a la amortización de acciones, determinando las condiciones y formas de proceder. La
amortización consiste en la distribución a los accionistas, a título de anticipación y sin reducción del capi-
tal social. Puede ser total o parcial.
ARTICULO 223. — Amortizaciones de acciones.
El estatuto puede autorizar la amortización total o parcial de acciones integradas, con ganancias realiza-
das y líquidas, con los siguientes recaudos:
1º) Resolución previa de la asamblea que fije el justo precio y asegure la igualdad de los accionistas;
2º) Cuando se realice por sorteo, se practicará ante la autoridad de contralor o escribano de registro, se
publicará su resultado y se inscribirá en los registros;
3º) Si las acciones son amortizadas en parte, se asentará en los títulos o en las cuentas de acciones escri-
turales. Si la amortización es total se anularán, reemplazándose por bonos de goce o inscripciones en
cuenta con el mismo efecto.

4. Acciones rescatables on o rescatables.


Son aquellas cuy o rescate o compra total o parcial por la sociedad o por terceros está fijada en el tiempo
o librada a opción del accionista, según las condiciones de la emisión; o cuyo rescate o compra total o
parcial por la emisora o terceros estén comprometidas de cualquier otra forma, con exclusión de la pre-
vista en la regla anterior.
Acciones no rescatables son aquellas que solamente pueden ser rescatadas como consecuencia de una
reducción de capital decidida por la asamblea de accionistas, sin que el plazo de dicho rescate esté fijado
al tiempo de la emisión o quede librado, de acuerdo a las condiciones de ésta a la opción del accionista.
5. Acciones de suscripción y acciones de capitalización.
a. Acción de suscripción.
Son aquéllas cuya emisión primaria implica la previa decisión de la sociedad de “aumentar” su capital.
Subsiguientemente, la emisora debe salir a colocar esa nueva emisión de acciones y para ello habrá de
convenir su venta mediante un contrato de suscripción de acciones.
En los casos de aumento de capital por suscripción, la LSC exige en su art. 186 un “contrato de suscrip-
ción”.
b. Acciones de capitalización.
Son aquellas que se emiten cuando se capitaliza utilidades, reservas o revalúos, de manera que el ac-

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cionista recibe estas acciones sin tener que efectuar un desembolso para adquirirlas, ni otra contra-
prestación.
6. Acciones de disfrute o de goce.
Están reguladas en la ley argentina como bonos de goce que se emitirán a favor de los titulares de accio-
nes totalmente amortizadas.
7. Acciones convertibles.
Las S.A. han ampliado en los últimos años la oferta de sus colocaciones, ofreciendo no sólo acciones pri-
vilegiadas y ordinarias sino que ofrecen acciones de una clase, convertibles en otras de distinta clase. Se
vincula directamente con la emisión de obligaciones o bonos de sociedades e implica la posibilidad de
transformar esos valores de rentas en valores de participación en el capital. Ver: obligaciones negocia-
bles convertibles.

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Bolilla 15
1. Régimen general de la contratación bancaria.
a. Transparencia de las condiciones contractuales.
ARTICULO 1378.- Aplicación. Las disposiciones relativas a los contratos bancarios previstas en este Capítu-
lo se aplican a los celebrados con las entidades comprendidas en la normativa sobre entidades financieras,
y con las personas y entidades públicas y privadas no comprendidas expresamente en esa legislación
cuando el Banco Central de la República Argentina disponga que dicha normativa les es aplicable.

ARTICULO 1379.- Publicidad. La publicidad, la propuesta y la documentación contractual deben indicar


con precisión y en forma destacada si la operación corresponde a la cartera de consumo o a la cartera co-
mercial, de acuerdo a la clasificación que realiza el Banco Central de la República Argentina. Esa califica-
ción no prevalece sobre la que surge del contrato, ni de la decisión judicial, conforme a las normas de este
Código.

Los bancos deben informar en sus anuncios, en forma clara, la tasa de interés, gastos, comisiones y demás
condiciones económicas de las operaciones y servicios ofrecidos.

ARTICULO 1380.- Forma. Los contratos deben instrumentarse por escrito, conforme a los medios regula-
dos por este Código. El cliente tiene derecho a que se le entregue un ejemplar.

ARTICULO 1381.- Contenido. El contrato debe especificar la tasa de interés y cualquier precio, gasto, co-
misión y otras condiciones económicas a cargo del cliente. Si no determina la tasa de interés, es aplicable
la nominal mínima y máxima, respectivamente, para las operaciones activas y pasivas promedio del siste-
ma, publicadas por el Banco Central de la República Argentina a la fecha del desembolso o de la imposi-
ción.

Las cláusulas de remisión a los usos para la determinación de las tasas de interés y de otros precios y con-
diciones contractuales se tienen por no escritas.

ARTICULO 1382.- Información periódica. El banco debe comunicar en forma clara, escrita o por medios
electrónicos previamente aceptados por el cliente, al menos una vez al año, el desenvolvimiento de las
operaciones correspondientes a contratos de plazo indeterminado o de plazo mayor a un año. Transcurri-
dos sesenta días contados a partir de la recepción de la comunicación, la falta de oposición escrita por par-
te del cliente se entiende como aceptación de las operaciones informadas, sin perjuicio de las acciones
previstas en los contratos de consumo. Igual regla se aplica a la finalización de todo contrato que prevea
plazos para el cumplimiento.

ARTICULO 1383.- Rescisión. El cliente tiene derecho, en cualquier momento, a rescindir un contrato por
tiempo indeterminado sin penalidad ni gastos, excepto los devengados antes del ejercicio de este derecho.
b. Contratos bancarios con consumidores y usuarios.
ARTICULO 1384.- Aplicación. Las disposiciones relativas a los contratos de consumo son aplicables a los
contratos bancarios de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1093.

ARTICULO 1385.- Publicidad. Los anuncios del banco deben contener en forma clara, concisa y con un
ejemplo representativo, información sobre las operaciones que se proponen. En particular deben especifi-

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car:
a) los montos mínimos y máximos de las operaciones individualmente consideradas;
b) la tasa de interés y si es fija o variable;
c) las tarifas por gastos y comisiones, con indicación de los supuestos y la periodicidad de su aplicación;
d) el costo financiero total en las operaciones de crédito;
e) la existencia de eventuales servicios accesorios para el otorgamiento del crédito o la aceptación de la
inversión y los costos relativos a tales servicios;
f) la duración propuesta del contrato.

ARTICULO 1386.- Forma. El contrato debe ser redactado por escrito en instrumentos que permitan al con-
sumidor:
a) obtener una copia;
b) conservar la información que le sea entregada por el banco;
c) acceder a la información por un período de tiempo adecuado a la naturaleza del contrato;
d) reproducir la información archivada.

ARTICULO 1387.- Obligaciones precontractuales. Antes de vincular contractualmente al consumidor, el


banco debe proveer información suficiente para que el cliente pueda confrontar las distintas ofertas de
crédito existentes en el sistema, publicadas por el Banco Central de la República Argentina.
Si el banco rechaza una solicitud de crédito por la información negativa registrada en una base de datos,
debe informar al consumidor en forma inmediata y gratuita el resultado de la consulta y la fuente de don-
de la obtuvo.

ARTICULO 1388.- Contenido. Sin perjuicio de las condiciones establecidas para los contratos bancarios en
general, ninguna suma puede ser exigida al consumidor si no se encuentra expresamente prevista en el
contrato.
En ningún caso pueden cargarse comisiones o costos por servicios no prestados efectivamente.
Las cláusulas relativas a costos a cargo del consumidor que no están incluidas o que están incluidas inco-
rrectamente en el costo financiero total publicitado o incorporado al documento contractual, se tienen
por no escritas.

ARTICULO 1389.- Información en contratos de crédito. Son nulos los contratos de crédito que no contie-
nen información relativa al tipo y partes del contrato, el importe total del financiamiento, el costo finan-
ciero total y las condiciones de desembolso y reembolso.
2. Cuenta Corriente Bancaria
a. Concepto (Martorell).
El contrato normativo mediante el cual se disciplinan futuras relaciones jurídicas, emergentes de relacio-
nes plurales, con especial referencias a las que el banco, en los límites de su organización empresarial, rea-
liza por cuenta y orden del cliente (Fernández Raymondo y Gómez Leo)
Villegas remarca el carácter de cuenta con efectos múltiples, definiéndola del siguiente modo: “la cuenta
corriente bancaria es un contrato entre un banco comercial y un cliente, por el cual el banco se obliga a
atender los libramientos del cliente y éste a mantener disponibilidades de dinero o créditos suficientes”.
Art. 1393.─ «Definición». La cuenta corriente bancaria es el contrato por el cual el banco se compromete
a inscribir diariamente, y por su orden, los créditos y débitos, de modo de mantener un saldo actualiza-
do y en disponibilidad del cuentacorrentista y, en su caso, a prestar un servicio de caja.

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(Aclaración de Martorell: el servicio de caja aparece ahora como facultativo, concluyéndose un debate de
vieja data en nuestra doctrina y jurisprudencia)
b. Operaciones activas, pasivas y neutras. (Naturaleza)
Para entender bien la función económica y jurídica del contrato es preciso analizar los tres tipos de opera-
ciones que pueden realizar los bancos:
i. Operaciones activas: la generan una acreencia al banco gracias al otorgamiento por parte del mismo de un
crédito al cliente en sus distintas formas. Ejemplo: mutuo bancario.
ii. Operaciones pasivas: en este caso el banco asume una deuda como resultado de haber tomado fondos del
público, de otras entidades bancarias o del BCRA.
iii. Operaciones neutras: quedan comprendidos aquí todos los servicios que presta el banco, en materia de
pagos y cobranzas por cuenta ajena, en forma gratuita o remunerada mediante comisión, arancel, abono o
suma fija determinada así como las cargas por las tareas administrativas realizadas por el banco. No se co-
loca en posición de deudos ni de acreedor.
Las operaciones activas y pasivas son las que comprometen patrimonialmente al banco, ya que inciden so-
bre el grado de liquidez y solvencia de las instituciones bancarias.
En primer término puede decirse que la cuenta corriente bancaria es asimilable a una operación pasiva,
debido a que está destinada a funcionar de ordinario mediante provisión de fondos propia, a través de
depósitos de dinero efectuados por el cuentacorrentista, por lo que el banco asume un pasivo contable, ya
que tiene una obligación de su restitución. El cliente provee fondos ante lo cual el banco administra las ór-
denes de pago e informa el saldo. Si esta provisión de fondos genera intereses a favor del cliente, por los
saldos acreedores mantenidos en cuenta, estaríamos en presencia de una operación bancaria financiera,
debido a que los fondos depositados son remunerados; el pasivo asumido por el banco, en esta situación,
está compuesto por el capital que ha tenido disponible para su utilización en el circuito de la intermedia-
ción finaciera y los intereses que debe abonar el cuentacorrentista por el tiempo que utilizó estos fondos.
c. Caracteres.
i. Es un contrato bancario: necesariamente una de las partes debe ser un banco.
ii. Autónomo y típico: se encuentra regulado en los artículos 1393 a 1407 del CCC.
iii. Consensual: el contrato queda perfeccionado por el mero consentimiento de las partes.
iv. De adhesión: el interesado en celebrar este tipo de contrato con uan institución bancaria debe prestar ad-
hesión a las condiciones generales que le impone el banco, limitándose a expresar su conformidad.
v. Bilateral: la celebración del contrato genera obligaciones a cargo de ambas partes, conforme los términos
del acuerdo suscripto; todo ello dentro del marco delas normas aplicables
vi. Oneroso: ambas partes obtienen ventajas
vii. Intuitu personae: el bancos e reserva la facultad de analizar y evaluar la solvenci ay situación económica y
patrimonial del futuro cliente, antes de concretar el contrato.

d. Obligaciones de las partes.


Las obligaciones del banco son las siguientes:
─Entregar boletas de depósito y formularios de cheques, de acuerdo con los parámetros que fije la regla-
mentación del BCRA;
─ Mantener al día la cuenta. En la cuenta corriente bancaria la compensación opera de puro derecho ob-
teniéndose un saldo a favor del banco o del cliente según corresponda;
─Recibir los depósitos y acreditarlos en la cuenta, según los plazos que corresponda si se trata de valores.
El dinero debe acreditarse en forma inmediata;
─Deber de información: se plasma en la obligación de enviar los extractos de cuenta al correntista. A tra-
vés de las sucesivas reglamentaciones del BCRA, se fue ampliando el espectro de las obligaciones. En la ac-

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tualidad, gracias también al CCC, se ha autorizado medios electrónicos en reemplazo del papel. Vamos a
ver las siguientes. (Art. 1396 CCC)
─Deber de no revelar las informaciones que posean sus clientes, ni las operaciones que realizan con ellos.
En clases se mencionó que este deber de secreto bancario puede ser cedido en caso de que un juez lo re-
quiere, o una institución administrativa de recaudación a nivel nacional o provincial en el marco de una in-
vestigación como la DGI o Rentas de la Provincia.
─Atender al servicio de cheques, esto es pagar los que se le presentan al cobro debidamente extendidos.

Las obligaciones del cuentacorrentista son los siguientes:


─Mantener provisión de fondos suficientes para que el Banco pueda atender los débitos que se presenten,
y para el caso de que se le haya otorgado crédito, no excediera el monto acordado;
─Debe mantener actualizados sus datos personales, especialmente su domicilio para poder recibir las noti-
ficaciones que se le cursen, y abonar los gastos y comisiones pactados por el banco;
─Conformar el extracto de la cuenta que le envíe el banco y observar el mismo en el plazo de cinco días
desde que el extracto le fuera entregado. Si así no lo hace se tiene conformada la cuenta y por aprobado el
saldo;
─Efectuar un correcto uso del cuaderno de cheques, respetando las normas vigentes dictadas por la auto-
ridad de aplicación al respecto;
─Debe por otra parte, informar de inmediato el extravío, robo o sustracción de un cheque, y cualquier otro
ilícito que pudiera afectar al mismo.
i. Normas en el CCC que se refieren a esto.(Incluye servicio de cheques)
ARTÍCULO 1394.- Otros servicios. El banco debe prestar los demás servicios relacionados con la cuenta
que resulten de la convención, de las reglamentaciones, o de los usos y prácticas.
ARTICULO 1403.- Resúmenes. Excepto que resulten plazos distintos de las reglamentaciones, de la con-
vención o de los usos:
a) el banco debe remitir al cuentacorrentista dentro de los ocho días de finalizado cada mes, un extracto
de los movimientos de cuenta y los saldos que resultan de cada crédito y débito;
b) el resumen se presume aceptado si el cuentacorrentista no lo observa dentro de los diez días de su
recepción o alega no haberlo recibido, pero deja transcurrir treinta días desde el vencimiento del plazo
en que el banco debe enviarlo, sin reclamarlo.
Las comunicaciones previstas en este artículo deben efectuarse en la forma que disponga la reglamenta-
ción, que puede considerar la utilización de medios mecánicos, electrónicos, de computación u otros.
ARTICULO 1397.- Servicio de cheques. Si el contrato incluye el servicio de cheques, el banco debe entre-
gar al cuentacorrentista, a su solicitud, los formularios correspondientes.
e. Cierre de cuenta.
El cierre de cuenta corriente está previsto en el CCC.
ARTICULO 1404.- Cierre de cuenta. La cuenta corriente se cierra:
a) por decisión unilateral de cualquiera de las partes, previo aviso con una anticipación de diez días, ex-
cepto pacto en contrario;
b) por quiebra, muerte o incapacidad del cuentacorrentista;
c) por revocación de la autorización para funcionar, quiebra o liquidación del banco;
d) por las demás causales que surjan de la reglamentación o de la convención.
El primer inciso es el único que estaba previsto en el CCC.
En cuanto al segundo inciso, el mismo es lógico por cuanto se trata de un contrato intuito personae, y la
muerte del cliente opera como extintiva. También la declaración judicial de quiebra del cliente opera como
causal de extinción automática del contrato. No opera de tal modo la declaración e apertura del concurso,

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lo que es razonable ya que el cliente no queda desapoderado de sus bienes, y continúa con el desarrollo
de sus negocios y administración de bienes.
El banco puede proceder al cierre de la cuenta por operarse algunas de las causales previstas en la con-
vención celebrada con el cliente (extinción del plazo, exceder un Nª X de cheques rechazado, no cubrir un
número esperado de transacciones, etc.) Por su parte, en la reglamentación de la cuenta corriente banca-
ria se prevén distintos supuestos de cierre de la cuenta, la mayoría de neto corte sancionatorio. Aquí debe
destacarse la disposición que ordena el cierre de la cuenta corriente por el giro de cheques rechazados con
la consiguiente inclusión en la base de datos del BCRA de clientes inhabilitados.
i. Compensación, ejecución y garantías.
ARTICULO 1405.- Compensación de saldos. Cuando el banco cierre más de una cuenta de un mismo titular,
debe compensar sus saldos hasta su concurrencia, aunque sean expresados en distintas monedas.

ARTICULO 1406.- Ejecución de saldo. Producido el cierre de una cuenta, e informado el cuentacorrentista,
si el banco está autorizado a operar en la República puede emitir un título con eficacia ejecutiva. El docu-
mento debe ser firmado por dos personas, apoderadas del banco mediante escritura pública, en el que se
debe indicar:
a) el día de cierre de la cuenta;
b) el saldo a dicha fecha;
c) el medio por el que ambas circunstancias fueron comunicadas al cuentacorrentista.
El banco es responsable por el perjuicio causado por la emisión o utilización indebida de dicho título.

ARTICULO 1407.- Garantías. El saldo deudor de la cuenta corriente puede ser garantizado con hipoteca,
prenda, fianza o cualquier otra clase de garantía.
f. Artículos innovadores en el CCC.
Innova con respecto al Art. 1396
ARTICULO 1396.- Instrumentación. Los créditos y débitos pueden efectuarse y las cuentas pueden ser
llevadas por medios mecánicos, electrónicos, de computación u otros en las condiciones que establezca
la reglamentación, la que debe determinar también la posibilidad de conexiones de redes en tiempo
real y otras que sean pertinentes de acuerdo con los medios técnicos disponibles, en orden a la celeri-
dad y seguridad de las transacciones.
¿Por qué? Porque considera la velocidad con que se produce la obsolencia de los medios empleados para
la registración, como así también la velocidad del tráfico comercial y las medidas de seguridad que a raíz
de ello se deben tomar.
Con respecto a los intereses se prevén los mismos expresamente a favor del banco para el caso de saldo
deudor, pero no a la inversa, excepto reglamentación, o convención en contrario, pudiendo capitalizarse
los mismos de forma mensual (art. 1398)
ARTICULO 1399.- Solidaridad. En las cuentas a nombre de dos o más personas los titulares son solida-
riamente responsables frente al banco por los saldos que arrojen.

ARTICULO 1400.- Propiedad de los fondos. Excepto prueba en contrario, se presume que la propiedad de
los fondos existentes en la cuenta abierta, conjunta o indistintamente, a nombre de más de una persona
pertenece a los titulares por partes iguales.

ARTICULO 1401.- Reglas subsidiarias. Las reglas del mandato son aplicables a los encargos encomenda-
dos por el cuentacorrentista al banco. Si la operación debe realizarse en todo o en parte en una plaza en
la que no existe casa del banco, él puede encomendarla a otro banco o a su corresponsal. El banco se

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exime del daño causado si la entidad a la que encomienda la tarea que lo causa es elegida por el cuenta-
correntista.

ARTICULO 1402.- Créditos o valores contra terceros. Los créditos o títulos valores recibidos al cobro por
el banco se asientan en la cuenta una vez hechos efectivos. Si el banco lo asienta antes en la cuenta,
puede excluir de la cuenta su valor mientras no haya percibido efectivamente el cobro.
Estos últimos tres artículos innovan por cuanto sólo habían sido regulados por el BCRA hasta el momento.
3. Préstamo.
Podemos afirmar que el préstamo bancario constituye el contrato de crédito más emblemático por cuanto
el mismo enmarca la operación activa por excelencia, y puede definirse como el contrato por el cual un
banco se obliga a entregarle al cliente una suma determinada de dinero, para que éste la utilice y se la de-
vuelva al final del plazo pactado, con la adición de los intereses establecidos al concertar la operación.
Por tratarse de un contrato consensual, que queda perfeccionado al momento de su firma, el banco otor-
gante queda obligado a cumplir con la entrega de los fondos comprometidos, acreditando el dinero co-
rrespondiente en el tiempo y lugar indicado. La entrega no tiene por qué ser material: basta la puesta a
disposición del cliente, mediante el asiento en los libros dl banco.
Puede adoptar diversas modalidades; así se lo clasifica como de corto plazo (hasta 180 días), mediano
(hasta 2 o 3 años) y a largo plazo, estos últimos en general para proyectos que requieran un tiempo pro-
longado para su devolución, como los hipotecarios o proyectos de inversión. Asimismo pueden ser otorga-
dos a favor de una persona o varias, y a sóla firma, o con garantías adicionales.
ARTICULO 1408.- Préstamo bancario. El préstamo bancario es el contrato por el cual el banco se com-
promete a entregar una suma de dinero obligándose el prestatario a su devolución y al pago de los in-
tereses en la moneda de la misma especie, conforme con lo pactado.

4. Descuento bancario.
Selo ha definido tradicionalmente como el contrato por el cual un banco paga al cliente en dinero el im-
porte correspondiente a un título de crédito no vencido, descontando los intereses computados por el
tiempo que media entre el anticipo y el vencimiento del crédito.
También se ha dicho que la importancia del descuento es tal que hasta se le da el nombre a toda una clase
especial de bancos, como los bancos de emisión y descuento.
El riesgo es un elemento fundamental del contrato, ya que la inseguridad en el pago es inherente a todo
crédito, como así también se han esbozado distintas teorías sobre su naturaleza jurídica (desde un contra-
to de préstamo similar al mutuo a una cesión de créditos; una forma especial de contrato de préstamo o
un contrato nitario y autónomo que vacilaría entre la compraventa y el préstamo).
Pese a su diferente encuadre, podemos destacar sus principales caracteres: es un contrato de crédito de
naturaleza mercantil, innominado y típico, consensual, bilateral, oneroso y conmutativo.
ARTICULO 1409.- Descuento bancario. El contrato de descuento bancario obliga al titular de un crédito
contra terceros a cederlo a un banco, y a éste a anticiparle el importe del crédito, en la moneda de la
misma especie, conforme con lo pactado.
El banco tiene derecho a la restitución de las sumas anticipadas, aunque el descuento tenga lugar me-
diante endoso de letras de cambio, pagarés o cheques y haya ejercido contra el tercero los derechos y
acciones derivados del título.

5. La apertura de crédito.
Al igual que el descuento la apertura de crédito es una figura sobre la cual no hay consenso doctrinal. Es
un contrato consensual, principal, bilateral, ahora típico, cuyo objeto reside en atribuirle al acreditado una

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variada disponibilidad sobre los fondos del banco.


La relación cliente-entidad se desarrollará en dos fases: en la primera se generará una “pura disponibili-
dad” en favor del acreditado, siendo ésta algo parecido a un derecho de crédito. El cliente acreditado, sin
ser propietario de la suma de la cual por contrato, tiene derecho a disponer, pasará a serlo en cuanto ac-
túe su derecho de disposición. Y, en su segunda fase, ya ejercido este último, podrá efectuar una disposi-
ción efectiva de los fondos.
ARTICULO 1410.- Definición. En la apertura de crédito, el banco se obliga, a cambio de una remunera-
ción en la moneda de la misma especie de la obligación principal, conforme con lo pactado, a mantener
a disposición de otra persona un crédito de dinero, dentro del límite acordado y por un tiempo fijo o in-
determinado; si no se expresa la duración de la disponibilidad, se considera de plazo indeterminado.

ARTICULO 1411.- Disponibilidad. La utilización del crédito hasta el límite acordado extingue la obligación
del banco, excepto que se pacte que los reembolsos efectuados por el acreditado sean disponibles du-
rante la vigencia del contrato o hasta el preaviso de vencimiento.

ARTICULO 1412.- Carácter de la disponibilidad. La disponibilidad no puede ser invocada por terceros, no
es embargable, ni puede ser utilizada para compensar cualquier otra obligación del acreditado.

6. Servicio de Caja de Seguridad


Nos encontramos ante un contrato por el cual una entidad bancaria pone a disposición del cliente por
tiempo determinado y a cambio del pago de un previo, cofres acorazados de acceso individual, localizados
en un recinto especialmente adecuado para la custodia e integridad de los mismos.
El objetivo que el cliente tiene en miras al contratar es la custodia de valores (dinero, joyas, documentos,
etc.), que depositará en la caja qu ele provea la entidad bancaria de su confianza; ésta, a su vez, recibirá
una contraprestación en dinero que, es importante destacar, no guarda ninguna relación con el valor de
los efectos depositados. Y ello es obvio si tenemos en cuenta que el contenido del cofre permanecerá ig-
norado para la entidad bancaria.
Esto es así porque amén del objetivo de la custodia, el cliente también apunta a la confidencialidad de los
efectos depositados en el Banco; éste sólo deberá permitir el acceso al cofre al titular o a las personas es-
pecialmente autorizadas por aquél.
a. Obligaciones de las partes.
Por parte de la entidad financiera:
─Conceder el uso de locales idóneos para la guarda de valores;
─La debida custodia de estos recintos, y
─Asegurar la integridad del cofre.
Si bien tiene otras obligaciones (como garantizar al cliente que no exista otra llaveo juego de llaves que
permita el acceso a la caja; permitir el acceso sólo a titular del servicio o autorizados por éste; identificar
debidamente a quienes soliciten entrar en el recinto, etc.), muchas de ellas derivadas de disposiciones del
BCRA, las destacadas revisten singular importancia porque generan indudablemente obligaciones de resul-
tado las que como tales son fuente de responsabilidad objetiva para la entidad.
A su vez, por parte del usuario se derivan las siguientes:
─Pagar el precio;
─Guardar diligentemente las llaves recibidas, dando aviso a la entidad en caso de extravío o hurto, y de-
volverlas a la finalización del contrato;
─No introducir en la caja elementos peligrosos, nocivos y/o explosivos;

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─Identificarse debidamente ante el personal del Banco cada vez que concurra al recinto para acceder a su
caja.
7. Custodia de títulos.
ARTICULO 1418.- Obligaciones a cargo de las partes. El banco que asume a cambio de una remuneración
la custodia de títulos en administración debe proceder a su guarda, gestionar el cobro de los intereses o
los dividendos y los reembolsos del capital por cuenta del depositante y, en general, proveer la tutela de
los derechos inherentes a los títulos.

ARTICULO 1419.- Omisión de instrucciones. La omisión de instrucciones del depositante no libera al ban-
co del ejercicio de los derechos emergentes de los títulos.

ARTICULO 1420.- Disposición. Autorización otorgada al banco. En el depósito de títulos valores es válida
la autorización otorgada al banco para disponer de ellos, obligándose a entregar otros del mismo géne-
ro, calidad y cantidad, cuando se hubiese convenido en forma expresa y las características de los títulos
lo permita. Si la restitución resulta de cumplimiento imposible, el banco debe cancelar la obligación con
el pago de una suma de dinero equivalente al valor de los títulos al momento en que debe hacerse la
devolución.

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Bolilla 17
1. Contrato de seguros.
a. Concepto.
La ley 17.418, en su art. 1, adopta la siguiente: "Hay contrato de seguro cuando el asegurador se obliga,
mediante una prima o cotización, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento
previsto". Tiene la ventaja de comprender a todas las especies de seguro y no comprometer opinión acer-
ca de la naturaleza del contrato.
b. Origen y evolución.
El seguro nació en las ciudades italianas del medioevo', su aparición, bajo forma de un préstamo gratuito
y, luego, sobre codo, de venta por precio a pagarse si la cosa no llegaba a destino, se debió fundamental-
mente a la prohibición por Gregorio LX, en 1234, del interés en el préstamo a la gruesa.
Apareció en el siglo XIV con el seguro marítimo. Los primeros documentos conocidos son italianos; y las
repúblicas de Pisa, Florencia y Genova son las primeras en darle disciplina legislativa. Los lombardos lleva-
ron su práctica a Francia, Portugal, España, Inglaterra.
La doctrina no está de acuerdo en la determinación de las distintas etapas de evolución; no está concorde
en que la organización de la empresa aseguradora sobre datos técnicos inicia el período científico y que se
inicia una nueva etapa con la regulación contemporánea de esa empresa y del contrato, con la aparición
de nuevas formas (seguros sociales, seguro colectivo, seguro obligatorio, etc.), y en la cual predomina la
valoración de la función social del seguro, que impone la activa intervención estatal en la vigilancia de la
capacitación técnico-económica de las empresas y en el control de las cláusulas contractuales (v. art. 158,
ley de seguros).
El seguro de incendio se introdujo en Inglaterra a consecuencia del incendio de Londres, en 1666. Fn Ale-
mania también apareció en el siglo XVII, y en Francia a comienzos del siglo XVIII: ya en 1786 la póliza usada
contiene la mayoría de las condiciones generales de las pólizas empleadas hoy.
El seguro sobre la vida apareció en el siglo XVI con la Casualty Insurance para rescatar presos de los turcos,
y en Italia para el embarazo, bajo la forma de un seguro temporario sobre la vida.
c. Caracteres.
a) Consensual. Lo dispone expresamente el art. 4 de la ley ("El contrato de seguro es consensual..."), solu-
ción aceptada generalmente por la doctrina. Sin embargo, es usual que se postergue el nacimiento de las
obligaciones de las partes en dos supuestos:
1) hasta que se emita la póliza. Hay entonces una postergación de los efectos, pero no su transformación
en contrato solemne, porque la mora del asegurador en emitirla le impone las consecuencias del contrato
(v.g., la obligación de indemnizar el siniestro ocurrido después de la mora);
2) hasta que se pague la prima. Existe también suspensión de los efectos hasta ese pago. Así resulta de los
arts. 30, 31 y 32 de la ley. En ciertos supuestos puede no ser consensual, pero no se traca de seguros pri-
vados; así: 1) el seguro de vida obligatorio para los empleados del Estado, que tiene características de un
seguro social; 2) el seguro estatal contra los daños de heladas (existente en Mendoza y en San Juan), en
que la ley impone la contribución al fruticultor, sin que cuente su voluntad.
b) Bilateral. Aunque en los últimos tiempos se ha cuestionado nuevamente el punto, es así porque el ase-
gurado asume la obligación de pagar la prima e importantes cargas, y el asegurador asume la obligación de
pagar la prestación convenida en caso de siniestro.
c) Oneroso. Respecto del asegurado, no existe seguro si no paga la prima (art. 31, incluso cuando el asegu-
rador le concede crédito - art. 30, in fine-. porque el pago se posterga, pero no se elimina). Si bien puede
existir un tercero beneficiario, esto no arguye contra la conclusión, porque la existencia de una posible li-
beralidad entre el asegurado y el beneficiario, no implica que ésta exista en las relaciones entre asegura-

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dor y beneficiario. En lo que respecta al asegurador, la retención de la prima íntegra en el caso de que no
se produzca el siniestro, se justifica porque es el precio del riesgo corrido.
d) Aleatorio. Desde el punto de vista jurídico, queda incluido en la definición del art. 2051, C. Civ., de esta
especie de contratos. Quienes niegan este carácter no reparan .en que la prima se mide justamente por el
alea.
e) Buena fe: Este no es un rasgo peculiar del seguro. Domina todo el derecho de las obligaciones: la nueva
redacción del art. 1198,0 Civ. - ley 17.711-, que recoge los principios de la jurisprudencia, lo demuestra. Si
los principios de la buena fe hallan una aplicación más frecuente y rigurosa, se debe a la posición especial
de las partes en la celebración y ejecución del contrato
Art. 4. ─ Naturaleza El contrato de seguro es consensual; los derechos y obligaciones recíprocos del asegu-
rador y asegurado, empiezan desde que se ha celebrado la convención, aun antes de emitirse la póliza.
Propuesta. La propuesta del contrato de seguro, cualquiera sea su forma, no obliga al asegurado ni al ase-
gurador. La propuesta puede supeditarse al previo conocimiento de las condiciones generales.
Propuesta de Prórroga. La propuesta de prórroga del contrato se considera aceptada por el asegurador si
no la rechaza dentro de los quince días de su recepción. Esta disposición no se aplica a los seguros de per-
sonas.
d. Finalidad.
El fin perseguido con el seguro es la traslación de un riesgo a un tercero —el asegurador—, para que sus
consecuencias eventuales graviten sobre éste, que las asume mediante el pago de una prima o cotización,
siempre que exista interés asegurable (arts. 1 y 2, ley de seguros). El riesgo que se traslada no es el que
afecta al asegurado (incendio, robo, etc.), sino las eventuales consecuencias dañosas.
El contrato puede tener por objeto toda clase de riesgos. La ley en el art. 2 lo dispone expresamente, y lo
reitera en el art. 60, incluso la frustración del lucro esperado, si así se convino expresamente (art 61). Este
objeto no puede resultar de operaciones ilícitas: es mera aplicación de los principios generales del dere-
cho.
Art. 2. ─ El contrato de seguro puede tener por objeto toda clase de riesgos si existe interés asegurable,
salvo prohibición expresa de la ley.
e. Clasificación.
a) Seguros de interés, en los cuales el asegurador se vincula por el daño concreto sufrido, en donde se
aplica rigurosamente el principio de no enriquecimiento del asegurado (son los que nuestra ley denomina
de daños patrimoniales). Admite dos subtipos por el objeto
1) el interés asegurable puede recaer sobre un bien determinado (v.g., de incendio), sobre un derecho de-
terminado a un bien (v.g., de! acreedor hipotecario sobre el bien gravado);
2) el interés asegurable puede referirse al patrimonio (v.g., seguro de la responsabilidad civil, también
enunciado como referente al nacimiento de un pasivo).
b) Seguros de personas, que no depende de la existencia de un daño concreto -aunque en algunos supues-
tos sirva para medir la prestación del asegurador: enfermedad, invalidez, etc., con referencia a un salario,
v.g.-, sino de las vicisitudes que afectan a una persona determinada, su salud o integridad corporal. Admi-
ten dos subtipos:
l)sobre la vida, que incluye los seguros para el caso de muerte, de supervivencia y mixto (denominado do-
tal en la practica);
2)sobre la salud o integridad, que incluye los seguros de accidentes y de enfermedad
c) Seguros de responsabilidad civil o privados.
f. Ley de Entidades de Seguros y su Control.(Ley 20.091)
ARTICULO 1º. ─ «Ámbito de Aplicación». El ejercicio de la actividad aseguradora y reaseguradora en cual-
quier lugar del territorio de la Nación, está sometido al régimen de la presente ley y al control de la autori-

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dad creada por ella.


«Alcance de la expresión seguro». Cuando en esta ley se hace referencia al seguro, se entiende compren-
dida cualquier forma o modalidad de la actividad aseguradora. Está incluido también el reaseguro, en tan-
to no resulte afectado el régimen legal de reaseguro en vigencia.
ARTÍCULO 2º.─ «Entes que pueden operar» ─ Sólo pueden realizar operaciones de seguros:
a) Las sociedades anónimas, cooperativas y de seguros mutuos;
b) Las sucursales o agencias de sociedades extranjeras de los tipos indicados en el inciso anterior;
c) Los organismos y entes oficiales o mixtos, nacionales, provinciales o municipales.
«Autorización previa».
La existencia o la creación de las sociedades, sucursales o agencias, organismos o entes indicados en este
artículo, no los habilita para operar en seguros hasta ser autorizados por la autoridad de control.
ARTICULO 3º.- La autoridad de control incluirá en el régimen de esta ley a quienes realicen operaciones
asimilables al seguro, cuando su naturaleza o alcance lo justifique.
«Plazo para ajustarse a la Ley. Liquidación. Sanción». Cuando proceda la inclusión, la autoridad de control
fijará un plazo no mayor de noventa (90) días, para ajustarse al régimen de esta ley; entretanto no podrán
realizarse nuevas operaciones. En caso de incumplimiento la autoridad de control dispondrá la liquidación
del infractor de acuerdo con el artículo 51, sin perjuicio de la pena que podrá aplicar conforme al régimen
previsto en el artículo 61.
ARTÍCULO 4º.─ «Sociedades y entes de seguros privados».-Los organismos y entes oficiales se hallan suje-
tos a las disposiciones de esta ley cuando operen en seguro o reaseguro, observándose en el caso de este
último lo prescripto por el régimen legal vigente. Se deben organizar con autarquía funcional y financiera.
Si no tienen por objeto exclusivo celebrar esas operaciones, establecerán una administración separada con
patrimonio propio de gestión independiente.
ARTICULO 5º.-─ «Sociedades extranjeras». Las sucursales o agencias a que se refiere el artículo 2º, inciso
b), serán autorizadas a ejercer la actividad aseguradora en las condiciones establecidas por esta Ley para
las sociedades anónimas constituidas en el país, si existe reciprocidad según las leyes de su domicilio.
Representación Local.
Estarán a cargo de uno o más representantes con facultades suficientes para realizar con la autoridad de
control y los terceros todos los actos jurídicos atinentes al objeto de la sociedad, y estar en juicio por ésta.
El representante no tiene las facultades de ampliar o renunciar a la autorización para operar en seguros y
de transferir voluntariamente la cartera, salvo poder expreso.
ARTICULO 6º.─«Sociedades en el país». Los aseguradores autorizados pueden abrir o cerrar sucursales en
el país así como sucursales o agencias en el extranjero, previa autorización de la autoridad de control, la
que podrá establecer con carácter general y uniforme los requisitos y formalidades que se deben cumplir.
La delegación puede ser apelada ante el Poder Ejecutivo Nacional de acuerdo con lo dispuesto en el artícu-
lo 85, cuya decisión es irrecurrible.
i. Condiciones de autorización para operar
ARTICULO 7º.-Las entidades a que se refiere el artículo 2º serán autorizadas a operar en seguros cuando
se reúnan las siguientes condiciones:
a) Constitución legal. Se hayan constituido de acuerdo con las leyes generales y las disposiciones específi-
cas de esta ley;
b) Objeto exclusivo. Tengan por objeto exclusivo efectuar operaciones de seguro, pudiendo en la realiza-
ción de ese objeto disponer y administrar conforme con esta ley, los bienes en que tengan invertidos su
capital y las reservas.
Podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros cuando configuren económica y técnicamente
operaciones de seguro aprobadas.

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Los organismos y entes oficiales se ajustarán a lo dispuesto por el artículo 4º;


c) Capital mínimo. Demuestren la integración total del capital mínimo a que se refiere el artículo 30;
d) Sociedades extranjeras. Acompañen los balances de los últimos cinco (5) ejercicios de la casa matriz,
cuando se trate de sociedades extranjeras;
e) Duración. Tengan la duración mínima requerida según la naturaleza de la rama o ramas de seguros a
explotarse;
f) Planes. Se ajusten sus planes de seguro a lo establecido en los artículos 24 y siguientes;
Convivencia del mercado.
g) Recursos. Haga conveniente su actuación el mercado de seguros. La resolución denegatoria de la auto-
rización por las causales señaladas en los incisos a) a f), da lugar a recurso judicial conforme al artículo 83.
La denegación fundada en el estado del mercado de seguros autoriza a interponer recurso ante el Poder
Ejecutivo Nacional de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 85, cuya decisión es irrecurrible.
Domicilio. El domicilio de las entidades autorizadas será el fijado en el acto de su autorización para operar,
y subsistirá como constituido, a todos sus efectos, hasta que se establezca otro.
ARTICULO 8º.- Las entidades que se constituyan en el territorio de la Nación con el objeto de operar en
seguros, así como las sucursales o agencias de sociedades extranjeras que deseen operar en seguros en el
país, sólo podrán hacerlo desde su inscripción en el Registro Público de Comercio de la jurisdicción de su
domicilio.
Dicha inscripción sólo procederá cuando estando conformado el acto constitutivo por la autoridad de con-
trol que corresponda, según el tipo societario o forma asociativa asumida, la Superintendencia de Seguros
de la Nación haya otorgado la pertinente autorización para operar de acuerdo con el artículo anterior.
Trámite. A tal efecto, los correspondientes organismos de control, una vez conformado el acto constituti-
vo, según lo dispuesto en la ley 19.550 o en las leyes especialmente aplicables según el tipo o forma aso-
ciativa, pasarán el expediente a la Superintendencia de Seguros de la Nación, la que dispondrá, en su caso,
el otorgamiento de la autorización para operar. En este supuesto, la Superintendencia girará directamente
el expediente y un testimonio de la autorización para operar, al Registro Público de Comercio del domicilio
de la entidad, para su inscripción por el juez de registro, si lo estimara procedente.
También se requerirá la conformidad previa de la Superintendencia, aplicándose el mismo procedimiento
para cualquier modificación del contrato constitutivo o del estatuto y para los aumentos del capital, aun
cuando no importen reforma del estatuto.
La Superintendencia hará saber igualmente el otorgamiento o denegación de la autorización para operar o
el rechazo de las reformas o aumentos del capital a las autoridades de control pertinentes.
La inscripción en el Registro Público de Comercio del domicilio de la entidad deberá estar cumplimentada
en el término de sesenta (60) días de recibido el expediente; en su defecto, se producirá la caducidad au-
tomática de la autorización para operar otorgada. Si se operara la inscripción, el juez de registro remitirá a
la Superintendencia un testimonio de los documentos con la constancia de su toma de razón.
La resolución sobre la autorización para operar y su denegatoria no es revisible en ningún caso por el juez
de registro del domicilio de la entidad, sino sólo recurrible en la forma establecida por esta ley.
Responsabilidad. Los fundadores, socios, accionistas, administradores, directores, consejeros, gerentes,
síndicos o integrantes de los consejos de vigilancia, serán ilimitada y solidariamente responsables por las
obligaciones contraídas hasta la inscripción de la entidad en el Registro Público de Comercio o luego que
se hubiese inscripto la revocación de la autorización para operar en seguros de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 49.
Control exclusivo y excluyente. El control del funcionamiento y actuación de todas las entidades de segu-
ros, sin excepción, corresponde a la autoridad de control organizada por esta ley, con exclusión de toda
otra autoridad administrativa, nacional o provincial; sin embargo, la Superintendencia podrá requerir a es-

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tas últimas su opinión en las cuestiones vinculadas con el régimen societario de las entidades cuando lo
estimara conveniente.

ARTICULO 9º ─ «Impedimentos». No podrán ser promotores, fundadores, directores, consejeros, síndi-


cos, miembros del consejo de vigilancia, liquidadores, gerentes, administradores o representantes de ase-
guradores sujetos a esta ley, además de los comprendidos en las inhabilidades, incompatibilidades y
prohibiciones que según el caso establece la ley 19.550, los condenados por delitos cometidos con ánimo
de lucro o por delitos contra la propiedad o la fe pública o por delitos comunes excluidos los delitos culpo-
sos con penas privativas de libertad o inhabilitación, mientras no haya transcurrido otro tiempo igual al
doble de la condena, y los que se encuentren sometidos a prisión preventiva por esos mismos delitos, has-
ta su sobreseimiento definitivo; los fallidos o concursados ni los deudores morosos de la entidad; los inha-
bilitados para el uso de cuentas corrientes bancarias y el libramiento de cheques, hasta un (1) año después
de su rehabilitación; los que hayan sido sancionados como directores, administradores o gerentes de una
sociedad declarada en quiebra, o declarados responsables de la liquidación de una entidad de seguros
conforme el artículo 53 o inhabilitados por aplicación de los artículos 59 a 61.
Impugnación. La autoridad de control impugnará a quienes estén incursos en los citados impedimentos y
ordenará a la entidad que dentro de los quince (15) días de notificada disponga las medidas tendientes a la
inmediata exclusión de los impugnados. De no proceder en consecuencia la entidad, la autoridad de con-
trol le denegará la autorización para operar, y en el supuesto de que se tratara de entidades ya autoriza-
das por la Superintendencia, se harán pasibles de una multa hasta de diez mil pesos ($ 10.000.-), que se
elevará al doble en caso de nueva negativa.

ii. Autoridad de aplicación


ARTICULO 64.─«Autoridad de control». El control de todos los entes aseguradores se ejerce por la Super-
intendencia de Seguros de la Nación con las funciones establecidas por esta ley.
ARTICULO 65.-─«Superintendencia de seguros» .La Superintendencia de Seguros es una entidad autárqui-
ca con autonomía funcional y financiera, en jurisdicción del Ministerio de Hacienda y Finanzas. Está a cargo
de un funcionario con el título de Superintendente de Seguros designado por el Poder Ejecutivo Nacional.
ARTICULO 66.-─ «Funcionarios». La Superintendencia estará dotada con el personal necesario para el
cumplimiento de sus funciones, integrado preferentemente en las funciones técnicas por graduados uni-
versitarios en ciencias económicas o derecho.
Incompatibilidades. Ningún funcionario o empleado de la Superintendencia puede tener intereses en en-
tidades aseguradoras, ni ocupar cargo en ellas, salvo las excepciones establecidas por la ley o cuando deri-
ven de la calidad de asegurado. Les está prohibido igualmente tener interés directo o indirecto en las acti-
vidades o remuneraciones de productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores de seguros.
ARTICULO 67.-─ «Deberes y atribuciones». Son deberes y atribuciones de la Superintendencia:
a) Ejercer las funciones que esta ley asigna a la autoridad de control;
b) Dictar las resoluciones de carácter general en los casos previstos por esta ley y las que sean necesarias
para su aplicación;
c) Objetar la constitución, los estatutos y sus reformas, los reglamentos internos, los aumentos de capital,
la constitución y funcionamiento de las asambleas y la incorporación de planes o ramas de seguro, de to-
das las entidades aseguradoras sin excepción constituidas en jurisdicción nacional o fuera de ella, que no
estén de acuerdo con las leyes generales, las disposiciones específicas de esta ley y las que con carácter
general dicte en las citadas materias la autoridad de control, cuidando que los estatutos de las sociedades
de seguro solidario no contengan normas que desvirtúen su naturaleza societaria o importen menoscabo
del ejercicio de los derechos societarios de los socios;

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d) Impugnar, en su caso, las contribuciones que se hagan por aplicación del inciso h) del artículo 29 que no
sean proporcionadas a la capacidad económico-financiera de la entidad o al giro de sus negocios;
e) Adoptar las resoluciones necesarias para hacer efectiva la fiscalización respecto de cada asegurador,
tomar las medidas y aplicar las sanciones previstas en esta ley;
f) Fiscalizar la conducta de los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores no dependien-
tes del asegurador, en la forma y por los medios que estime procedentes, conocer en las denuncias perti-
nentes y sancionar las infracciones;
g) Asesorar al Poder Ejecutivo en las materias relacionadas con el seguro;
h) Proyectar anualmente su presupuesto, el que elevará al Poder Ejecutivo para su aprobación;
i) Recaudar los fondos a que se refiere el artículo 81 y disponer de ellos;
j) Nombrar, contratar, promover, separar y sancionar a su personal, y adoptar las demás medidas internas
que correspondan para su funcionamiento;
k) Tener a su cargo:
-Un Registro de Entidades de Seguros, en el que se anotarán por orden numérico las autorizaciones para
operar que confiera y en el que se llevarán también las revocaciones.
-Un registro de antecedentes personales actualizado sobre las condiciones de responsabilidad y seriedad,
de los promotores, fundadores, directores, consejeros, síndicos o integrantes del consejo de vigilancia en
su caso, liquidadores, gerentes, administradores y representantes de las entidades aseguradoras someti-
das al régimen de la presente ley, estando facultada a tal efecto la Superintendencia para requerir los in-
formes que juzgue necesarios a cualquier autoridad u organismo, nacional, provincial o municipal; -Un Re-
gistro de profesionales desautorizados para actuar en tal carácter ante la Superintendencia.
-Un Registro de sanciones en el que se llevarán las que se apliquen de conformidad con el régimen previs-
to en los artículos 58 a 63.
La Superintendencia puede iniciar acciones judiciales y actuar en cualquier clase de juicios como actor o
demandado, en juicio criminal como querellante, y designar apoderados a estos efectos.
ARTICULO 70. ─«Otros obligados». Las obligaciones que surgen de los artículos 68 y 69 comprenden a los
administradores de entidades aseguradoras y a los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquida-
dores, no dependientes del asegurador. También toda persona física o jurídica está obligada a suministrar
las informaciones que le requiera la autoridad de control, que resulten necesarias para el cumplimiento de
su misión, aun cuando estén sujetas al control de otros organismos estatales, nacionales, provinciales o
municipales, conforme a leyes específicas, y a exhibir sus libros de comercio y documentación comple-
mentaria a inspectores a la Superintendencia, cuando ello sea necesario para determinar su situación fren-
te al régimen de esta ley o bien establecer las condiciones en que operan con una entidad aseguradora au-
torizada o con una persona física o jurídica respecto de la cual dicho organismo tenga iniciada actuación a
los fines señalados en el artículo 3º de esta ley.
2. Sujetos del contrato de seguro.
a. Partes.
Son tres: el asegurador, el asegurado, y el beneficiado, que en si no es parte del contrato pero es una figu-
ra que puede aparecer. Normalmente en el contrato de seguro intervienen dos partes 1) el asegurado, ti-
tular del interés asegurado, y 2) el asegurador, que debe ser una empresa de seguros, autorizada por la
Superintendencia de Seguros de la Nación.
i. Asegurado.
En algunas disposiciones (arts. 11, 12, 23, 25,27,29,38 39, 40, 40, 46, etc.) la ley emplea la denominación
de tomador del seguro: su empleo obedece a que esas normas se refieren a consecuencias del contrato de
seguro respecto de quien puede no ser el titular del interés asegurado, no obstante haber celebrado el
contrato (por cuenta ajena o por cuenta de quien corresponda v.g.).

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ii. Asegurador.
La explotación técnica del ramo de seguros requiere que el asegurador sea una empresa, porque su fun-
cionamiento exige la acumulación de una masa de riesgos, para la realización de la hipótesis estadística
que lo funda y la formación de un fondo de primas Que permita afrontar las obligaciones asumidas: no es
posible alcanzar este resultado industrial "si los negocios no se extienden a un amplio territorio, si no se
continúan por una larga serie de años, si las primas percibidas no se emplean segura y fructuosamente, si
no se seleccionan los riesgos con cautela técnica, si no se gana la confianza de los asegurados con un capi-
tal inicial de garantía (Vivante). (Ver el punto anterior que habla de la ley de la Superintendencia de Segu-
ros).
La Superintendencia dictamina sobre la estructura y organización principalmente en lo que respecta a su
régimen administrativo, económico y financiero, bases técnicas, planes, pólizas, tarifas, tablas, cálculos de
reservas, etc., y además se pronuncia sobre el interés público que existe para conceder o negar la autori-
zación, sobre la responsabilidad y seriedad de los organizadores. Este dictamen se pasa al Ministerio de
Justicia, para que resuelva en definitiva. Otorgada la personería jurídica, la sociedad debe obtener la auto-
rización para realizar operaciones de seguros, que debe recabarse de la Superintendencia de Seguros, la
que puede no concederla. Las disposiciones se aplican también a las sociedades autorizadas a funcionar en
las provincias (la Superintendencia ejerce el control en todo el país) y a las sucursales de sociedades cons-
tituidas en el extranjero.
Debe tenerse presente:
a) que los contratos celebrados por una empresa no autorizada a contratar seguros son nulos (art. 61, inc.
d, ley 16.432), sin perjuicio de la responsabilidad en que incurra esa empresa respecto del asegurado (que
en caso de siniestro incluirá la indemnización del daño —art. 1056, C. Civ —) la nulidad es absoluta y podrá
ser declarada de oficio (arts. 18 y 1047, C. Civ.).
b) los contratos que se celebren por la empresa autorizada, apartándose de las pólizas aprobadas, no son
nulos, pero la entidad aseguradora es pasible de sanción por la irregularidad o violación del control.
iii. Capacidad.
En lo que se refiere al asegurador, debe hallarse autorizado en la rama. de seguro a que se refiere el con-
trato: de lo contrario, el contrato será nulo (v. supra, 2, a). En cuanto al asegurado -tomador del seguro-,
debe distinguirse los seguros de daños de los seguros personales: los seguros de daños constituyen actos
de mera administración, por lo cual, conforme al Código Civil -Ley 17.711-, debe reconocerse capacidad
para celebrarlos.

3. Elementos específicos.
Además de los elementos comunes a todos los contratos, el de seguro reconoce tres elementos específi-
cos: el interés, el riesgo y la prima.
a. Interés.
i. Concepto.
Se entiende por tal la relación lícita de valor económico sobre un bien. Cuando esta relación se halla ame-
nazada por un riesgo, es un interés asegurable.
El interés asegurable tiene extraordinaria importancia porque constituye el objeto del contrato, su exis-
tencia es especial para legitimar el contrato e impedir que degenere en una apuesta: es la medida de la in-
demnización.
Debe determinarse de" manera precisa y enunciarse en la póliza” (art. 11).
Cabe que concurran vario intereses idénticos o distintos y que se excluyan o limiten recíprocamente: pue-
den ser alternativos (interés de este carácter sobre la cosa), sucesivos (los contratantes en una promesa
de venta, v.g.), complementarios (que se excluyen en partes: v g , nudo propietario y usufructuario).

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La noción de interés expuesta es subjetiva. El contrato de seguro considera este interés o relación con el
bien en cuanto existe la posibilidad de su disminución o desaparición, por un hecho preciso que puede
afectarla, es decir, que se asegura el interés amenazado, porque si no existe este peligro, no existe el ries-
go que debe asumir el asegurador (art. 81).
ii. Interés presente, pasado o futuro.
Con referencia al comienzo formal del seguro, el interés puede ser:
a) presente, cuando existe a ese momento y coinciden el comienzo formal' (de celebración) con el mate-
ria! (garantía) del seguro;
b) pasado, cuando existe al comienzo material del seguro y éste es anterior al comienzo formal (seguro re-
troactivo).
c) futuro, cuando no existe al comienzo formal, pero su existencia es calculada.
iii. Noción económica y subjetiva del interés.
Dada la naturaleza económica del interés (v. supra, nº 2; art. 60, ley), resulta que el conflicto entre los dis-
tintos intereses sólo puede producirse desde el punto de vista de la determinación de la persona que sufre
el perjuicio. Además, el asegurador sólo indemniza los daños patrimoniales causados por el siniestro. De
ahí que no son asegurables los intereses de afección, los morales, los religiosos, etc. y que el interés sea la
medida del perjuicio, aun cuando se admita cierta excepción cuando no puede ser objeto de una aprecia-
ción exacta de seguros.
De la noción económica también resulta que el interés no requiere una vinculación jurídica: puede incluso
ser una relación de hecho (v.g., el lucro esperado y referirse al entero patrimonio (seguro de la responsabi-
lidad civil v g )
iv. Falta de interés.
Afecta vitalmente al seguro (art. 2 y 81, ley).
Deben distinguirse tres supuestos:
a) El interés nunca existió. El asegurador queda liberado (art. 81, parr. 2º ); y si lo sabia no tiene derecho a
percibir ninguna prima o indemnización. Si sólo lo sabía el asegurado, debe reembolsar los gastos mas un
adicional de 5 o/o de la prima (art. 81,párr. 1º).
b) Desaparición del interés antes del comienzo material del seguro: el interés existió, pero se extinguió
porque el bien se destruyó por otro riesgo o se vendió, etc.: el asegurador no tiene derecho a la prima,
sino a la aplicación del art. 81.
c) Desaparición del interés después del comienzo del seguro Si la desaparición es total desaparece el dere-
cho a la, indemnización. y el augurador percibirá la prima en proporción (o la del periodo si no se le notifi-
có en tiempo) (art. 41). Si desaparece -parcialmente, se caerá en sobreseguro o desaparecerá el infrasegu-
ro.
Art. 81. ─«Desaparición antes de la vigencia». Cuando no exista el interés asegurado al tiempo de co-
menzar la vigencia de la cobertura contratada, el tomador queda liberado de su obligación de pagar la
prima; pero el asegurador tiene derecho al reembolso de los gastos más un adicional que no podrá ex-
ceder del cinco por ciento de la prima.
«Desaparición después de la vigencia». Si el interés asegurado desaparece después del comienzo de la
cobertura, el asegurador tiene derecho a percibir la prima según las reglas del artículo 41.
v. Cuando debe existir.
El interés debe existir al tiempo. del siniestro (art. 81, párr. 2º, implícitamente) y ser probado por el asegu-
rado, incluso en el seguro por cuenta ajena.
vi. Licitud.
Debe ser legítimo (art. 60). El riesgo es asegurable y los hechos en sí no violan la ley: la ilegalidad o inmora-
lidad resulta del interés; así en el seguro contra incendio de casas para el juego prohibido o el buque des-

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tinado al contrabando.
Art. 60. ─«Objeto». Puede ser objeto de estos seguros cualquier riesgo si existe interés económico lícito
de que un siniestro no ocurra.
vii. Valor e interés asegurable.
El valor del interés asegurable marca el monto máximo de la indemnización que podrá pagar el asegura-
dor, ya que la ley sanciona el enriquecimiento del asegurado, porque la exageración del valor agrava el
azar moral (art.62). Excepto que se trate de un valor tasado (art. 63).
Si el valor varía durante la ejecución del contrato, se variará proporcionalmente la prima, en más o en me-
nos (art. 62). Además, el incremento del valor puede provocar el infraseguro.
La fijación del valor es importante, por que la determinación por un monto excesivo aumenta el riesgo:
agrava el azar moral. Cuando la exageración sea dolosa, se anulará el seguro (art. 62).
Debe tenerse en cuenta:
a) La suma asegurada en el seguro de la responsabilidad civil fija el límite máximo de la indemnización, pe-
ro no el valor del seguro, porque no se determina con relación a una cosa o un bien determinado.
b) En el seguro sobre la vida, el valor queda librado al arbitrio de las partes (arts. 1; 49, § 2?; 51, § 3?), al
igual que en el seguro de accidentes personales (art. 143). De ahí que no se le apliquen las normas sobre
sobreseguro e infraseguro.
Art. 62. ─«Suma asegurada. Reducción». Si la suma asegurada supera notablemente el valor actual del
interés asegurado, el asegurador o el tomador pueden requerir su reducción.
«Nulidad». El contrato es nulo si se celebró con la intención de enriquecerse indebidamente con el ex-
cedente asegurado. Si a la celebración del contrato el asegurador no conocía esa intención, tiene dere-
cho a percibir la prima por el período de seguro durante el cual adquiere este conocimiento.
viii. Infraseguro y sobreseguro.
Art. 65. ─«Sobreseguro» Si al tiempo del siniestro el valor asegurado excede del valor asegurable, el
asegurador sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido; no obstante, tiene derecho a
percibir la totalidad de la prima.
«Infraseguro». Si el valor asegurado es inferior al valor asegurable, el asegurador sólo indemnizar el
daño en la proporción que resulte de ambos valores, salvo pacto en contrario.
1. Infraseguro.
Existe infraseguro cuando la suma asegurada es menor que el valor del interés asegurable (art. 65, § 2º).
Es posible y licito, sea que se trate de una parte alícuota o no. Puede existir desde la celebración del con-
trato (intencionalmente o no) o puede sobrevenir (v.g., por efecto de la inflación): cuando no sea inten-
cionalmente perseguida por el asegurado, para obtener plena indemnización, cabe insertar cláusulas de
reajuste periódicos del valor asegurado.
Su efecto - que se produce en el momento del siniestro- es hacer aplicable la regla proporcional: por la
parte no cubierta, el asegurado soporta el daño en la medida del infraseguro; y cuando el siniestro es
parcial, el asegurador solo debe indemnizar en proporción.
2. Sobreseguro.
Existe cuando la suma asegurada excede del valor asegurable o de interés personal del asegurado.
El efecto es la nulidad del contrato cuando el sobreseguro es doloso al tiempo de la celebración, dolo
que exige la intención de enriquecerse (art. 62, § 2°).
La prueba del dolo queda a cargo del asegurador. No existe cuando la suma indicada sólo determina, un
máximo de la indemnización, como en el seguro de la responsabilidad civil o en el seguro de crédito o en
los seguros flotantes
ix. Pluralidad de seguros.
Existe pluralidad de seguros cuando se cubre inmediatamente el mismo interés, contra el mismo riesgo,

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con distintos aseguradores.


En relación a la extensión de la garantía, pueden constituir: 1) seguro total, si cada contrato constituye in-
fraseguro, o 2) doble seguro.
Se caracteriza por: a) identidad del interés asegurado; b) identidad del riesgo; c) distintos aseguradores; d)
vigencia contemporánea de los contratos.
Es lícita y llena una función necesaria, que es la de repartir los riesgos cuando exceden del plan financiero
de un solo asegurador.
Art. 67.─«Notificación». Quien asegura el mismo interés y el mismo riesgo con más de un asegurador, no-
tificará sin dilación a cada uno de ellos los demás contratos celebrados, con indicación del asegurador y de
la suma asegurada, bajo pena de caducidad, salvo pacto en contrario.
Responsabilidad de cada asegurador. En caso de siniestro, cuando no existan estipulaciones especiales en
el contrato o entre los aseguradores se entiende que cada asegurador contribuye proporcionalmente al
monto de su contrato, hasta la concurrencia de la indemnización debida. La liquidación de los daños se ha-
rá considerando los contratos vigentes al tiempo del siniestro. El asegurador que abona una suma mayor
que la proporcionalmente a su cargo, tiene acción contra el asegurado y contra los demás aseguradores
para efectuar el correspondiente reajuste.
Seguro subsidiario Puede estipularse que uno o más aseguradores respondan sólo subsidiariamente o
cuando el daño exceda de una suma determinada.
Art. 68 ─«Nulidad». El asegurado no puede pretender en el conjunto una indemnización que supere el
monto del daño sufrido. Si se celebró el seguro plural con la intención de un enriquecimiento indebido,
son nulos los contratos celebrados con esa intención; sin perjuicio del derecho de los aseguradores a per-
cibir la prima devengada en el período durante el cual conocieron esa intención, si la ignoraban al tiempo
de la celebración.
Art. 69. ─«Celebrados en ignorancia» Si el asegurado celebra el contrato sin conocer la existencia de otro
anterior, puede solicitar la rescisión del más reciente o la reducción de la suma asegurada al monto no cu-
bierto por el primer contrato con disminución proporcional de la prima. El pedido debe hacerse inmedia-
tamente de conocido el seguro y antes del siniestro.
Celebrados simultáneamente Si los contratos se celebraron simultáneamente, sólo puede exigir la reduc-
ción a prorrata de las sumas aseguradas.
x. Transferencia.
El contrato de seguro, en principio, es intuito personae: la personalidad del asegurado influye sobre la
apreciación del nesgó: es lo que se denomina el azar moral. Además, el interés asegurable depende de la
persona de su titular, que es uno de los elementos que lo caracterizan.
La ley 17.418 ha organizado un doble sistema para la trasferencia del contrato:
a) cuando la póliza se emite a la orden o al portador (lo que se excluye en los seguros de personas: art. 13,
§ 4º), la trasferencia de la póliza trasmite todos los derechos contra el asegurador (art. 13, § 1º y 2º).
b) cuando la póliza es nominativa en los seguros de daños, se aplica el art. 82: la trasferencia del interés
asegurado debe ser notificada al asegurador en el término de siete días (§ 5-). y éste podrá rescindir el
contrato en el plazo de véjate días, con preaviso de quince días, salvo que exista pacto por el cual el asegu-
rador acepta la trasferencia (esto es. trasferencia automática, pacto útil cuando el azar moral es indiferen-
te para el asegurador).
El adquirente puede, por su parte, rescindir aviso previo, en el plazo de quince días. El enajenante adeuda
la prima por el período de seguro en que se notifica la trasferencia: pero si el asegurador opta por rescin-
dir, debe restituir la prima en proporción al plazo no corrido.
Para establecer cuándo se produce la trasferencia, es menester tener en cuenta la naturaleza del interés y
el régimen legal.

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No existe un nuevo contrato de seguro: el enajenante es reemplazado en el contrato por el adquirente (si
lo acepta), con el efecto de que éste debe cumplir con las cargas y obligaciones y será el titular de las in-
demnizaciones por los siniestros que se produzcan.
b. Riesgo.
i. Concepto.
Es una eventualidad prevista en el contrato. La noción de eventualidad excluye la certidumbre y la imposi-
bilidad, pero no excluye la voluntad, siempre que el acontecimiento no dependa inevitable y exclusiva-
mente de ella.
Es suficiente que la incertidumbre sea económica, por lo que basta la del momento en que se producirá.
Art. 3. ─ «Inexistencia del riesgo». El contrato de seguro es nulo si al tiempo de su celebración el sinies-
tro se hubiera producido o desaparecido la posibilidad de que se produjera.
Si se acuerda que comprende un período anterior a su celebración, el contrato es nulo sólo si al tiempo
de su conclusión el asegurador conocía la imposibilidad de que ocurriese el siniestro o el tomador cono-
cía que se había producido.
ii. Objeto.
Cabe asegurar toda clase de riesgo que puedan afectar intereses lícitos sobre determinados bienes o el pa-
trimonio como un todo (seguro de la responsabilidad civil, de crédito): por la pérdida o avería de una cosa
(v.g., incendio, robo), por el nacimiento de una responsabilidad (v.g., seguro de responsabilidad civil); por
la pérdida de una ganancia esperada. Las personas pueden serlo en cuanto se refiera a la vida misma o a la
integridad física (accidentes, enfermedad).
iii. Importancia.
El riesgo integra el objeto del seguro.
a) Debe existir al comienzo material del seguro. Si desaparece luego, se reducirá o extinguirá, según el ca-
so.
b) Debe ser un hecho incierto (aunque la incertidumbre sea subjetiva). La incertidumbre puede versar so-
bre el acontecimiento mismo o sobre el momento en que, ocurrirá (seguro de vida para el caso de muer-
te), e incluso es suficiente la incertidumbre sobre las consecuencias.
c) No cabe asegurar el riesgo que resulta de operaciones ilícitas, cuando el interés asegurable está direc-
tamente vinculado a una actividad ilícita.
iv. Individualización.
El riesgo asumido debe ser individualizado con la mayor precisión posible (hecho, bien, lugar, tiempo). La
precisión del riesgo puede ser positiva, por las limitaciones impuestas, o negativa, por las exclusiones. Lo
que es importante para fijar la carga de la prueba: pesa sobre el asegurado si la limitación es positiva, y
sobre el asegurador si es. negativa.
c. Prima.
i. Concepto.
Es la remuneración del asegurador por las obligaciones que asume; es decir, la contraprestación del asegu-
rado.
ii. Regulación en la ley de seguros.
Art. 27. ─«Obligado al pago» El tomador es el obligado al pago de la prima.
En el seguro por cuenta ajena, el asegurador tiene el derecho a exigir el pago de la prima al asegurado, si
el tomador ha caído en insolvencia.
Compensación El asegurador tiene derecho a compensar sus créditos contra el tomador en razón del con-
trato, con la indemnización debida al asegurado o la prestación debida al beneficiario.
Art. 28. ─«Pago por tercero » Salvo oposición del asegurado, el asegurador no puede rehusar el pago de la
prima ofrecido por tercero, con la limitación del artículo 134.

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Art. 29.─«Lugar de pago» La prima se pagará en el domicilio del asegurador o en el lugar convenido por
las partes.
El lugar de pago se juzgará cambiado por una práctica distinta, establecida sin mora del tomador; no obs-
tante, el asegurador podrá dejarla sin efecto comunicando al tomador que en lo sucesivo pague en el lu-
gar convenido.
Art. 30.─ «Exigibilidad de la prima» La prima es debida desde la celebración del contrato, pero no es exi-
gible sino contra entrega de la póliza, salvo que se haya emitido un certificado o instrumento provisorio de
cobertura.
En caso de duda, las primas sucesivas se deben al comenzar cada período de seguro.
Crédito tácito La entrega de la póliza sin la percepción de la prima hace presumir la concesión de crédito
para su pago.
Art. 31.─ «Mora en el pago de la prima efectos» Si el pago de la primera prima o de la prima única no se
efectuara oportunamente, el asegurador no ser responsable por el siniestro ocurrido antes del pago.
En el supuesto del párrafo tercero del artículo 30, en defecto de convenio entre partes, el asegurador po-
drá rescindir el contrato con un plazo de denuncia de un mes. La rescisión no se producirá si la prima es
pagada antes del vencimiento del plazo de denuncia.
El asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido durante el plazo de denuncia, después de dos
días de notificada la opción de rescindir.
Art. 32. ─«Derecho del asegurador» Cuando la rescisión se produzca por mora en el pago de la prima, el
asegurador tendrá derecho al cobro de la prima única o a la prima del período en curso.
Art. 33. ─«Pago de la prima ajustada por reticencia» En los casos de reticencia en que corresponda el re-
ajuste por esta ley, la diferencia se pagará dentro del mes de comunicada al asegurado.
Art. 34. ─«Reajuste por disminución del riesgo» Cuando el asegurado ha denunciado erróneamente un
riesgo más grave, tiene derecho a la rectificación de la prima por los períodos posteriores a la denuncia del
error, de acuerdo a la tarifa aplicable al tiempo de la celebración del contrato.
Cuando el riesgo ha disminuido, el asegurado tiene derecho al reajuste de la prima por los períodos poste-
riores, de acuerdo a la tarifa aplicable al tiempo de la denuncia de la disminución.
Art. 35.─ «Reajuste de la prima por agravación del riesgo» Cuando existiera agravación del riesgo y el
asegurador optase por no rescindir el contrato o la rescisión fuese improcedente, corresponderá el reajus-
te de la prima de acuerdo al nuevo estado del riesgo desde la denuncia, según la tarifa aplicable en este
momento.

4. Formación del contrato.


a. Oferta.
Por lo general y en la práctica el asegurador es quien busca el negocio (a través de su red de agentes), jurí-
dicamente el asegurado es el proponente: el agente no formula una oferta, sino que invita a formularla.
La propuesta debe hacerse por escrito (lo exige así la Superintendencia de Seguros: circ. 5,18 febrero
1955), y cuando se incorpora al contrato —lo que suele ocurrir por referencia a ella, contenida en la póli-
za— cobra importancia para su interpretación.
Además cobra especial importancia cuando la póliza emitida difiere de esa propuesta (art. 12; v. infra, nº
2).
La propuesta no obliga al asegurado hasta tanto sea aceptada (art. 4): ni al asegurador hasta su acepta-
ción, no obstante que él gestiona el contrato (art. 4). Generalmente, la propuesta incluye todos los térmi-
nos del contrato.
b. Aceptación.
La celebración del contrato exige una manifestación positiva de voluntad del asegurador: el silencio del

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asegurador no vale aceptación, sino rechazo de la oferta.


Toda modificación de las condiciones de la oferta importa, a su vez, la oferta de un nuevo contrato (art.
1152, C. Civil). Pero téngase presente que si el asegurador, en vez de formular una contra-oferta, emite la
póliza con modificaciones, el asegurado puede impugnarla en el término de un mes y no obstante conside-
rar vigente el contrato en lo restante (art. 12); la ley ampara la buena fe y rechaza modificaciones sorpre-
sivas para el asegurado.
Para que las modificaciones insertadas en la póliza puedan considerarse aceptadas implícitamente por el
asegurado, la ley exige (art, 12) que se advierta al asegurado de esas modificaciones, con los siguientes re-
quisitos:
a) que se haga en el caso específico en que exista la modificación. No puede resultar de una cláusula de es-
tilo, porque lo que la ley persigue es que el asegurado sepa que en la póliza que se le entrega existen mo-
dificaciones de su propuesta;
b) la advertencia debe indicar qué cláusulas se modifican;
c) la advertencia se insertará en la póliza, en su anverso, con caracteres destacados.
c. Reticencia.
i. Concepto
El asegurador debe conocer todas las circunstancias que influyen en la apreciación del riesgo. a. Esta acti-
vidad por parte del asegurador se hace imposible no sólo por lo onerosa, sino también por incompleta. Por
eso, esas informaciones deben ser lo más completas posible, para que el asegurador pueda apreciar y cla-
sificar el riesgo. Esta información no es una declaración de voluntad, sino una declaración de conocimien-
to: su fin es aportar ese conocimiento al asegurador. De ahí que sólo tenga importancia la verdad o false-
dad de la información, y no pueda impugnarse por la existencia de vicios de la voluntad.
ii. Concepto legal.
Art. 5. Toda declaración falsa o toda reticencia de circunstancias conocidas por el asegurado, aun hechas
de buena fe, que a juicio de peritos hubiese impedido el contrato o modificado sus condiciones si el ase-
gurador hubiese sido cerciorado del verdadero estado del riesgo, hace nulo el contrato.
Plazo para Impugnar. El asegurador debe impugnar el contrato dentro de los tres meses de haber cono-
cido la reticencia o falsedad.
Analizaremos sus términos:
a) toda declaración falsa o toda reticencia: la noción es amplia; se refiere a la declaración por afirmación o
por omisión- que no presenta al asegurador un cuadro veraz de las circunstancias;
b)aún hecha de buena fe: la ley no requiere dolo o fraude; basta la mera omisión, pero debe tratarse de
circunstancia conocida (o que exista culpa en no conocer): es decir que el error en el asegurador debe pro-
venir de dolo o culpa del asegurado, y por consiguiente es indiferente el error del asegurador si no media
ese dolo o culpa del asegurado;
c) hubiera impedido el contrato o modificado sus condiciones: es indiferente que la circunstancia no influ-
ya en el siniestro o su extensión, porque el vicio es de formación del contrato, es vicio de la voluntad del
asegurador;
d)si el asegurador hubiese sido cerciorado del verdadero estado del riesgo: es una declaración de conoci-
miento, por lo que este conocimiento que el asegurador adquiere oportunamente, por cualquier vía, le
impide alegar la nulidad, e idénticamente si se declara satisfecho con una información incompleta (por su
culpa no adquiere el conocimiento), o debía conocer el verdadero estado del riesgo (por su profesión, o
por la naturaleza del bien, etc.).
iii. Sistemas para obtener la información.
Los sistemas pan obtener la información son dos: de la declaración espontánea y del cuestionario.
Si bien la declaración espontánea tiene la ventaja de amoldarse a cada riesgo, suscita el inconveniente de

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que, como la cumple el asegurado bajo su propia responsabilidad y con su exclusiva inspiración, lo deja en
la incertidumbre sobre qué debe declarar (máxime si es persona de escasa capacidad para discernirlo).
El cuestionario no sólo tiene esas ventajas, sino que precisa los deberes de los contratantes: el asegurador
no puede aducir que son importantes cuestiones no incluidas y se presume que lo son las cuestiones pre-
cisas.
iv. Prueba.
Puede ser de dos tipos:
a) prueba de la existencia de la reticencia, que el asegurador debe producir, por cualquier medio estable-
cido en la ley procesal;
b) prueba de la trascendencia o efectos de esa reticencia sobre el contrato, que la ley remite al juicio de
peritos. Estos peritos, que son los actuarios, deben expedirse en informe que, según la jurisprudencia, no
es sustituíble por otro medio de prueba y cuyas conclusiones se imponen al juez (naturalmente, cuando se
hallen científicamente fundadas y sus conclusiones no sean arbitrarias).
v. Efectos.
Tratándose de un vicio de la voluntad, el efecto esencial es hacer anulable el contrato, (art. 5, § 1º). Ade-
más y como consecuencia, si el siniestro ocurre en el plazo para impugnar, el asegurador no debe indem-
nizar (art. 9). Restituirá la prima con deducción de los gastos (art. 6). Empero, si el asegurado hubiere ac-
tuado con dolo o mala fe, como sanción, el asegurador percibirá las primas de los períodos trascurridos y
del periodo en cuyo trascurso invoque la reticencia o falsa declaración (art. 8).
vi. Plazo para alegarla.
El asegurador tiene dos limitaciones en el tiempo para alegar la nulidad —además del plazo de prescrip-
ción—:
a) Plazo de caducidad previsto en el ai. 5,§ 2º — Ahí se prevé que debe impugnar el contrato dentro de los
tres meses de haberla conocido. El asegurador deberá probar la época en que la conoció, posteriormente
a la celebración del contrato; de lo contrario, el plazo se contará desde ella.
b) Cláusula de incontestabilidad. — El art. 130, para los seguros de personas, fija el término máximo de
tres años para esa impugnación, si la reticencia no es dolosa. La ley se ha preocupado del seguro de perso-
nas, porque si es plurianual los efectos de la reticencia carecen de trascendencia técnica.
Nada impide que las partes abrevien el plazo (art 158).
vii. Conocimiento del verdadero estado de riesgo.
Este conocimiento puede obtenerlo por diversas vías:
a) Ese conocimiento puede adquirirlo por cualquier vía, porque lo fundamental es que subsane la omisión
o el informe inexacto del asegurado. Existen algunos supuestos que deben analizarse con más detenimien-
to. Así:
1) conocimiento por el agente. Si se trata de un agente institorio (art. 54). ese conocimiento obliga al ase-
gurador. Si se trata de un agente dependiente (art. 53) obligara al asegurador según sea la conducta que
desarrolle, esto es si con su conducta puede afirmarse que es representante aparente del asegurador.
2) examen médico en el seguro de personas.
b) No adquirió el conocimiento cabal por su culpa.— Así, si aceptó respuestas incompletas (salvo que, por
su vinculación con otras, resulte una afirmación o negación inexacta). O cuando debió conocerlo en razón
de su profesión (la circunstancia callada debió juzgarla existente: v.g., combustibles en el local por la clase
de comercio o actividad).
viii. Impedimentos para alegar la reticencia.
El asegurador perderá el derecho de aducir la reticencia no sólo por el trascurso del tiempo, sino también
cuando observa una conducta que conforme a la buena fe excluye la alegación. Así:
a) después de conocer la circunstancia omitida o falseada percibe nuevas primas o paga indemnizaciones,

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o, en general, ejecuta sus obligaciones;


b) emite la póliza conociendo los hechos:
c) cuando por cláusula de la póliza se dan por cumplidas las obligaciones de información precontractual.
ix. Regulación en la normativa.
Art. 6. ─«Falta de dolo» Cuando la reticencia no dolosa es alegada en el plazo del artículo 5°, el asegura-
dor, a su exclusivo juicio, puede anular el contrato restituyendo la prima percibida con deducción de los
gastos, o reajustarla con la conformidad del asegurado al verdadero estado del riesgo. En los seguros de
vida el reajuste puede ser impuesto al asegurador cuando la nulidad fuere perjudicial para el asegurado, si
el contrato fuere reajustable a juicio de peritos y se hubiera celebrado de acuerdo a la práctica comercial
del asegurador.
Si el contrato incluye varias personas o intereses, se aplica el artículo 45.
Art. 7. ─«Reajuste del seguro de vida después del siniestro» En los seguros de vida cuando el asegurado
fuese de buena fe y la reticencia se alegase en el plazo del artículo 5°, después de ocurrido el siniestro, la
prestación debida se reducir si el contrato fuese reajustable conforme al artículo 6.
Art. 8. ─«Dolo o mala fe» Si la reticencia fuese dolosa o de mala fe, el asegurador tiene derecho a las pri-
mas de los períodos transcurridos y del período en cuyo transcurso invoque la reticencia o falsa declara-
ción.
Art. 9. ─«Siniestro en el plazo para impugnar» En todos los casos, si el siniestro ocurre durante el plazo
para impugnar, el asegurador no adeuda prestación alguna, salvo el valor de rescate que corresponda en
los seguros de vida.
Art. 10 ─«Celebración por presentación». Cuando el contrato se celebre con un representante del asegu-
rado, para juzgar la reticencia se tomarán en cuenta el conocimiento y la conducta del representado y del
representante, salvo cuando este actúe en la celebración del contrato simultáneamente en representación
del asegurado y del asegurador.
Celebración por cuenta ajena. En el seguro por cuenta ajena se aplicarán los mismos principios respecto
del tercero asegurado y del tomador.
5. Forma prueba e interpretación del contrato. (Póliza)
a. Generalidades.
El Instrumento del contrató (póliza) presupone la perfección del contrato, del cual es una consecuencia, su
prueba capital y guía de interpretación.
Más la ley no hace de la póliza el único medio probatorio, si bien recaba que se pruebe por escrito, admite
todos los medios de prueba si hay principio de prueba por escrito (art. 11, § 1º). No solo porque es un con-
trato consensual, sino porque la póliza que se emite normalmente en un solo ejemplar — puede extraviar-
se, destruirse o pura y simplemente no emitirse, o ser el asegurador quien deba probar la existencia del
contrato.
b. Póliza.
El asegurador debe entregar, 1a póliza con redacción clara y fácilmente legible (art. 11). La ley no fija san-
ción por violarse estas normas, pero no afectará al contrato (porque hace a su prueba, y no a su celebra-
ción). La póliza se entregará en el lugar de ejecución, a expensas del asegurador y a su riesgo y peligró: es
ejecución de una obligación suya.
Conforme al art. 11 y a la práctica consagrada, se emite en un ejemplar, que el asegurador debe entregar
al asegurado, aunque nada se opone a que se emita en doble ejemplar o que el asegurado emita un recibo
por la póliza entregada. La ley prevé la emisión de duplicado en caso de pérdida o destrucción (art. 13), a
costa del asegurado y con prestación de garantía si la póliza estuviera redactada a la orden o al portador.
El asegurado también tiene derecho a que se le suministre copia de sus declaraciones al tiempo de cele-
brar el contrato (art. 14).

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Art. 11. ─«Prueba». El contrato de seguro sólo puede probarse por escrito; sin embargo, todos los demás
medios de prueba serán admitidos, si hay principio de prueba por escrito.
Póliza. El asegurador entregará al tomador una póliza debidamente firmada, con redacción clara y fácil-
mente legible. La póliza deberá contener los nombres y domicilios de las partes; el interés la persona ase-
gurada; los riesgos asumidos; el momento desde el cual éstos se asumen y el plazo; la prima o cotización;
la suma asegurada; y las condiciones generales del contrato. Podrán incluirse en la póliza condiciones par-
ticulares. Cuando el seguro se contratase simultáneamente con varios aseguradores podrá emitirse una
sola póliza.
Art. 12. ─«Diferencias entre póliza y propuesta». Cuando el texto de la póliza difiera del contenido de la
propuesta, la diferencia se considerará aprobada por el tomador si no reclama dentro de un mes de haber
recibido la póliza.
Esta aceptación se presume sólo cuando el asegurador advierte al tomador sobre este derecho por cláusu-
la inserta en forma destacada en el anverso de la póliza.
Art. 13. ─«Póliza a la orden y al portador. Régimen». La transferencia de las pólizas a la orden o al porta-
dor importa transmitir los derechos contra el asegurador; sin embargo pueden oponerse al tenedor las
mismas defensas que podrían hacerse valer contra el asegurado referentes al contrato de seguro, salvo la
falta de pago de la prima si su deuda no resulta de la póliza.
Liberación del asegurado El asegurador se libera si cumple sus prestaciones respecto del endosatario o del
portador de la póliza.
Robo, pérdida o destrucción de la póliza En caso de robo, pérdida o destrucción de la póliza a la orden o al
portador puede acordarse su reemplazo por prestación de garantía suficiente.
Seguros de personas En los seguros de personas la póliza debe ser nominativa.
Art. 14. ─«Duplicaciones de declaraciones y póliza» El asegurado tiene derecho, mediante el pago de los
gastos correspondientes, a que se le entregue copia de las declaraciones que formuló para la celebración
del contrato y copia no negociable de la póliza.
La impugnación no afecta la eficacia del contrato en lo restante, sin perjuicio del derecho del tomador de
rescindir el contrato a ese momento.
c. Estructura de la póliza.
La póliza consta de dos partes:
1) las condiciones generales, insertadas generalmente en el reverso del instrumento, impresas, no firma-
das: no obstante, obligan a las partes como si lo estuvieran. La aprobación de su texto por la autoridad
administrativa de control, no cambia su naturaleza;
2) las condiciones particulares, incluidas—en el anverso, que establecen la individualización del asegurado,
del riesgo y del interés asegurable; indican el valor asegurado y la liquidación de la prima, así como el pla-
zo de duración y el comienzo y fin de la garantía.
d. Contenido de la póliza.
a) Fecha. La ley no la exige. No es esencial.
b) Residencia. Su importancia resulta del art. 16 párr. 2º en ella se harán todas las comunicaciones y noti-
ficaciones. (Art. 16.─«Competencia» Se prohibe la constitución de domicilio especial. Es admisible la
prórroga de la jurisdicción dentro del país. Domicilio El domicilio en el que las partes deben efectuar las
denuncias y declaraciones previstas en la ley o en el contrato es el último declarado.)
c) Profesión. Es importante —al igual que el domicilio— en los seguros de personas.
d) Nombre del tomador, aunque suplible por la firma (si existe: normalmente, no). Es indispensable cuan-
do se contrata por cuenta ajena.
e) La indicación del interés o de la persona asegurada: es esencial; sirve para establecer la validez del segu-
ro (arts. 2 y 60) o su cesación (art. 81) o la necesidad del consentimiento del tercero cuya vida se asegura

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(art. 128); etc.


f) En los seguros de intereses, el valor del interés asegurable.
g) La suma asegurada, aunque puede resultar de la aplicación de otras enunciaciones de la póliza (v.g.,
prima).
h) Riesgo asumido ,
i) Fecha del comienzo y plazo por el cual se asume el riesgo son esenciales, porque de ellos puede depen-
der la existencia del riesgo, o la superposición de contratos o la coexistencia de varios contratos o la garan-
tía del siniestro.
j) la prima. Su determinación es esencial; si se omite no habrá contrato
k) En los seguros de personas, la designación del beneficiario y en su caso, del tercero cuya vida se asegu-
ra, etc.
l) Otras enunciaciones. La ley deja a las partes libertad para acordar cláusulas particulares, que se inserta-
rán en la póliza.
m) La firma del asegurador. Téngase presente cuanto expresé anteriormente sobre impugnación de la pó-
liza por el asegurado, cuando se aparta de los términos de la propuesta (art. 12).
e. Formas.
La póliza puede extenderse en tres formas: nominativa, a la orden o al portador, excepto en los seguros de
personas, en los que necesariamente debe ser nominativa (art. 13).
f. Entrega de la póliza.
EL asegurador debe entregar la póliza firmada al .asegurado (art. 11, § 2º), sin que la ley fije plazo para
cumplir. Pero el art. 30 subordina el derecho del asegurador, de cobrar la prima, a la entrega de la póliza.
g. Modificación.
Dada su característica de contrato de duración, pendiente su vigencia las partes pueden necesitar actuali-
zar los elementos del contrato (v.g., suma asegurada, nesgo, interés asegurable; etc.).
En los seguros terrestres es usual que estas modificaciones se inserten en la misma póliza; en los maríti-
mos, lo usual es glosar un volante, sin firmar: se cuestiona su validez.
h. PLAZO.
i. Regulación en la Ley de Seguros.
Art. 17 ─«Período de seguro». Se presume que el período de seguro es de un año salvo que por la natura-
leza del riesgo la prima se calcule por tiempo distinto.
Art. 18. ─«Comienzo y fin de la cobertura» La responsabilidad del asegurador comienza a las doce horas
del día en el que se inicia la cobertura y termina a las doce horas del último día del plazo establecido, salvo
pacto en contrario
Cláusula de rescisión. No obstante el plazo estipulado, y con excepción de los seguros de vida, podrá con-
venirse que cualquiera de las partes tendrá derecho a rescindir el contrato sin expresar causa. Si el asegu-
rador ejerce la facultad de rescindir, deber dar un preaviso no menor de quince días y reembolsará la pri-
ma proporcional por el plazo no corrido. Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador tendrá dere-
cho a la prima devengada por el tiempo transcurrido, según las tarifas de corto plazo.
Art. 19. ─«Prórroga tácita». La prórroga tácita prevista en el contrato, sólo es eficaz por el término máxi-
mo de un período de seguro, salvo en los seguros flotantes.
Por plazo indeterminado. Cuando el contrato se celebre por tiempo indeterminado, cualquiera de las par-
tes puede rescindirlo de acuerdo al artículo 18. Es lícita la renuncia de este derecho de rescisión por un
plazo determinado, que no exceda de cinco años. Las disposiciones de este párrafo no se aplican al seguro
de vida..
Art. 20 ─«Liquidación o cesión de cartera: Rescisión». La liquidación voluntaria de la empresa asegurado-

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ra y la cesión de cartera aprobada por la autoridad de contralor, no autorizan la rescisión del contrato.

6. Obligaciones y carga del asegurado.


a. Generalidades.
Además de la obligación de pagar la prima, el asegurado asume otras obligaciones y cargas, cuyo número
depende de la naturaleza del riesgo asumido: cuanto menor sea la posibilidad de que la conducta del to-
mador pueda influir sobre el riesgo, consecuencias del siniestro, etc., tanto menores serán sus obligacio-
nes y cargas.
Algunas de estas obligaciones y cargas las impone la ley (arts. 27, 38, 46, 67, 72, 74, 77, 80, 82, 103, 104,
105, 106, 116, 122, 132, 133, 150), y otras los contratos, los que también fijan la sanción, que la ley ha li-
mitado (art. 36, que debe combinarse con el art. 158).
Por su contenido, se distinguen en obligaciones y cargas de información y de conducta:
a) las informaciones se refieren a circunstancias que son importantes para que el asegurador aprecie el es-
tado del riesgo al momento de celebrar el contrato y durante su vigencia, en especial las circunstancias
importantes o agravantes, la producción del siniestro, la trasferencia del interés, la celebración de otros
seguros, los daños sufridos, etc.;
b) las cargas referentes a la conducta del tomador o del asegurado se traducen en un hacer, un no hacer o
ambos simultáneamente: v.g., la prohibición de variar el estado del riesgo, el deber de evitar o disminuir
los daños, etc.
b. Cumplimiento de las cargas.
Las cargas deben cumplirse conforme a la buena fe, según los usos comerciales y las posibilidades del ase-
gurado: sobre este último aspecto el art. 36 fija una regla general en cuanto reprime culpa o negligencia
del asegurado en el incumplimiento (v. cfmes., art. 47, en el deber de informar el siniestro; art. 69, sobre
celebración de pluralidad de contratos; etc.), o un mayor grado de culpa (en sentido amplio) (v.g., malicia
en el deber de informar o probar los daños, art. 46; dolo o culpa grave en el salvamento, art. 72; etc.).
Las cargas de información deben ejecutarse en el domicilio del asegurador.
Las cargas de conducta en el domicilio del asegurado o en el lugar del bien, según se trate de seguro de
personas o de intereses.
c. Sanción por el incumplimiento.
Cuando la ley prevé la sanción, ésta no puede ser agravada por el contrato: sólo puede modificarse en fa-
vor del asegurado (art. 158).
Cuando la ley no prevé la sanción o cuando la carga es contractual, las partes pueden convenir la sanción
de caducidad, sujeta a estas condiciones (art. 36):
a) que la violación obedezca a culpa o negligencia;
b) si la carga debe cumplirse antes del siniestro, el asegurador debe alegar la caducidad dentro del mes de
conocido el incumplimiento. Si el siniestro ocurre antes de que el asegurador alegue la caducidad, debe la
prestación sí el incumplimiento no influyó en el acaecimiento del siniestro o en la extensión de la obliga-
ción del asegurador;
c) si la carga u obligación debe ejecutarse después del siniestro, el asegurador se libera si el incumplimien-
to influyó en la extensión de la obligación asumida;
d) debe insertarse en las condiciones particulares de la póliza (art. 158, § 2°), en cláusula fácilmente legible
y con redacción clara (art. 11), debiendo advertirse de su inserción al asegurado cuando no aparece en la
propuesta (art. 12). Debe concluirte que. si no es fácilmente legible o de redacción clara, no será oponible
al asegurado.
d. Obligación de pagar la prima.
Su pago constituye la obligación principal del asegurado. En principio, la prima es invariable; mas puede

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modificarse por:
a) pactos de variación por la inflación, v.g. (cláusulas de reajuste del monto asegurado por cláusulas de in-
dización, p.ej.);
b) por variación del riesgo (agravación o reducción);
c) por variación del interés asegurado (aumento o disminución);
d) por disposición de la autoridad de control (v.g., aumento por mayores costos administrativos).
i. Quiénes están obligados al pago de la prima.
Deudor de la prima es el tomador del seguro o el tercero que ae obligó a pagarla (arts. 27 y 25).
El asegurador en el seguro de daños no puede rehusar el pago ofrecido por un tercero, salvo que medie
oposición del asegurado (arts. 28 y 134), y aun así tampoco podrá rehusar el pago, si el tercero puede ser
perjudicado por el rechazo (v.g., acreedor hipotecario o prendado).
ii. A quién debe pagarse.
El pago debe hacerse al asegurador o a persona autorizada. Esta autorización se presume en el agente con
facultad de celebrar el contrato (art. 54). El simple agente puede también recibir el pago, si le está confia-
da la entrega de la póliza, que también sirva de recibo, o está en posesión de un recibo firmado por el ase-
gurador, aun con firma facsimilar (art. 53, inc. c).
iii. Lugar de pago.
El art. 29, § 1º, dispone que "la prima se pagará en el domicilio del asegurador o en el lugar convenido
por las partes”.
Si se conviene que el asegurado pagará en la sede del asegurador, la práctica de éste, de cobrar en el do-
micilio del tomador, modifica la cláusula (art. 29, § 2º).
La cláusula del contrato que niega efectos a esa costumbre, es innocuo (art. 158): es contrario a la buena
fe porque el asegurado confía en que el asegurador continuará acudiendo a cobrar; además, no es lícito
rechazar las consecuencias de los propios actos.
Para crear este derecho del asegurado, basta que el asegurador acuda una vez a hacer efectivo el cobro,
sin mora del tomador.
Debe tenerse en cuenta que el asegurador puede dejar sin efecto esta práctica, volviendo al lugar conve-
nido en la póliza: requiere una comunicación previa (art. 29, § 2°).
La mora del asegurado le obligará a realizar el pago en el domicilio del asegurador.
iv. Medios de pago.
Salvo pacto en contrario, debe pagarse en dinero, aunque el tomador puede compensar con crédito suyo
contra el asegurador (v.g., indemnización debida por un siniestro).
Es válido el pago por giro o cheque; se hará en el domicilio del tomador.
v. Tiempo para el pago.
La prima se debe desde la celebración del contrato, pero no es exigíble sino desde la entrega de la póliza
(art. 30, § V) (salvo que se haya expedido un certificado provisorio o nota de cobertura).
vi. Mora en el pago.
La mora es automática. Sus efectos son la no garantía del riesgo, con distintas consecuencias para el-
contrato según las cláusulas:
a) Conforme a la resolución 3614, año 1956, la Superintendencia de Seguros dispuso incluir en las pólizas
cláusula de caducidad automática por mora en el pago. No obstante, si el asegurador ejecuta el contrato a
pesar de ese pacto, existe renuncia a la caducidad, sin perjuicio de las sanciones administrativas que pue-
dan aplicarse al asegurador.
b) También es usual la cláusula de postergación de la garantía hasta el pago de la prima. El contrato está
concluido, pero no nacen las obligaciones del asegurador hasta que se haga efectivo el pago. La garantía
no es retroactiva en razón del pago tardío, sino que regirá para lo futuro.

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c) Término de gracia —usual en los seguros de personas—, generalmente de un mes, por el cual se man-
tiene vigente el contrato y la garantía por este lapso: de ah í que ú el siniestro se produce, el asegurador
deberá pagar.
La práctica aseguradora asigna a la mora un efecto más atenuado que la rescisión del contrato: es la sus-
pensión de la garantía, por la que no cubre el riesgo durante el lapso de la mora
vii. Indivisibilidad de la prima.
Corrientemente se afirma que la prima es indivisible y que el asegurador nada debe restituir en caso de
extinción de) contrato, cualquiera que sea el momento en que ocurra.
e. Carga de mantener el estado de riesgo.
Es "un estado de hecho concreto, o imaginado como tal, referido al presente, o a un determinado momen-
to histórico, considerado desde el punto de vista de la probabilidad que, dado ese estado de hecho, se ve-
rifique el siniestro"
El estado del riesgo está sujeto a modificaciones previsibles e imprevisibles. El asegurador debe asumir las
consecuencias previsibles (v.g., vejez en el seguro sobre la vida; deterioro en las cosas), aunque agraven el
riesgo. Mas cuando las modificaciones son imprevisibles el asegurador debe ser amparado, porque destru-
yen los presupuestos de la fijación de la prima y la clasificación del riesgo, que son fundamentos del con-
trato. De ahí se derivan dos cargas para el asegurado: la de mantener el estado del riesgo, es decir, no al-
terarlo por un acto suyo, y la de informar toda alteración del estado del riesgo, por un acto suyo o por
obra de un tercero.
i. Regulación en la Ley de Seguros.
Art. 37 ─«Agravación del riesgo. Concepto y rescisión». Toda agravación del riesgo asumido que, si hubie-
se existido al tiempo de la celebración, a juicio de peritos hubiera impedido el contrato o modificado sus
condiciones, es causa especial de rescisión del mismo.
Art. 38─«Denuncia». El tomador debe denunciar al asegurador las agravaciones causadas por un hecho
suyo, antes de que se produzcan; y las debidas a un hecho ajeno, inmediatamente después de conocerlas.
Art. 39. ─«Efectos: Provocado por el tomador» Cuando la agravación se deba a un hecho del tomador, la
cobertura queda suspendida. El asegurador, en el término de siete días, deberá notificar su decisión de
rescindir.
Art. 40 ─«Efectos: Por hecho ajeno al tomador». Cuando la agravación resulte de un hecho ajeno al toma-
dor o si éste debió permitirlo o provocarlo por razones ajenas a su voluntad, el asegurador deberá notifi-
carle su decisión de rescindir dentro del término de un mes y con un preaviso de siete días. Se aplicará el
artículo 39 si el riesgo no se hubiera asumido según las prácticas comerciales del asegurador.
Efectos en caso de siniestro. Si el tomador omite denunciar la agravación, el asegurador no está obligado a
su prestación si el siniestro se produce durante la subsistencia de la agravación del riesgo, excepto que:
a. El tomador incurra en la omisión o demora sin culpa o negligencia;
b. El asegurador conozca la agravación al tiempo en que debía hacérsele la denuncia.
Art. 41. ─«Efectos de la rescisión» La rescisión del contrato da derecho al asegurador:
a) Si la agravación del riesgo le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima proporcional al tiempo
transcurrido;
b) Si no le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima por el período de seguro en curso.
Art. 42. ─«Extinción del derecho a rescindir» El derecho a rescindir se extingue si no se ejerce en los plazos
previstos, o si la agravación ha desaparecido.
Art. 43. ─«Agravación excusada». Las disposiciones sobre agravación del riesgo no se aplican en los su-
puestos en que se provoque para precaver el siniestro o atenuar sus consecuencias o por un deber de hu-
manidad generalmente aceptado.
Art. 44. ─«Agravación entre la propuesta y la aceptación» Las disposiciones de esta sección son también

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aplicables a la agravación producida entre la presentación y la aceptación de la propuesta de seguro que


no fuere conocida por el asegurador al tiempo de su aceptación.
Art. 45. ─«Pluralidad de intereses o personas» Cuando el contrato comprende pluralidad de intereses o
de personas y la agravación sólo afecta parte de ellos, el asegurador puede rescindir todo el contrato si no
lo hubiese celebrado en las mismas condiciones respecto de los intereses o personas no afectados.
Si el asegurador ejercita su derecho de rescindir el contrato respecto de una parte de los intereses, el to-
mador puede rescindirlo en lo restante con aplicación del artículo 41, en cuanto a la prima.
La misma regla es aplicable cuando el asegurador se libera por esta causa.
f. Carga de informar el acaecimiento del siniestro.
i. Generalidades
Tiene por objeto poner al asegurador en condiciones de controlar las circunstancias en que se produjo pa-
ra establecer si condice con la garantía asumida, desbaratar posibles fraudes, etc. Exige que el asegurado
tenga conocimiento cierto del acaecimiento.
ii. Requisitos.
Es una declaración de conocimiento. Puede ser cumplida por el obligado o por un tercero: lo que importa
es el conocimiento por el asegurador.
Debe dirigirse al asegurador o a su agente que pueda obligarlo.
Ha de remitirse en el término de tres días desde que ocurrió o se conoció el siniestro: se presume 'que se
conoció el día en que ocurrió; el asegurado debe probar que lo conoció posteriormente. El retardo es ex-
cusable por fuerza mayor, caso fortuito o imposibilidad sin culpa.
Es libre de formas: aunque el contrato fije una forma determinada, la violación es indiferente si el asegu-
rador tomó conocimiento.
La función de la notificación fija su contenido, según la naturaleza del riesgo (momento, lugar, condicio-
nes, consecuencias inmediatas), pero no es menester que sea completa (corresponde al asegurador exigir
ampliaciones).
iii. Mora.
Si el asegurador entiende que existe mora, debe hacerlo saber al recibir el aviso; de lo contrario, reconoce
haber tomado conocimiento en tiempo útil.
El asegurado no debe hacer investigaciones; su conocimiento debe ser cierto y concreto.
El siniestro debe tener cierta importancia. La fuerza mayor, el caso fortuito y la imposibilidad de hecho sin
culpa o negligencia, excusan la mora.
iv. Regulación en la ley de seguros.
Art. 46. ─«Denuncia» El tomador, o derechohabiente en su caso, comunicará al asegurador el acaecimien-
to del siniestro dentro de los tres días de conocerlo. El asegurador no podrá alegar el retardo o la omisión
si interviene en el mismo plazo en las operaciones de salvamento o de comprobación del siniestro o del
daño.
Informaciones Además, el asegurado está obligado a suministrar al asegurador, a su pedido, la informa-
ción necesaria para verificar el siniestro o la extensión de la prestación a su cargo y a permitirle las indaga-
ciones necesarias a tal fin.
Documentos. Exigencias prohibidas El asegurador puede requerir prueba instrumental en cuanto sea ra-
zonable que la suministre el asegurado. No es válido convenir la limitación de los medios de prueba, ni su-
peditar la prestación del asegurador a un reconocimiento, transacción o sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada, sin perjuicio de la aplicación de las disposiciones legales sobre cuestiones prejudiciales.
Facultad del asegurador El asegurador puede examinar las actuaciones administrativas o judiciales moti-
vadas o relacionadas con la investigación del siniestro, o constituirse en parte civil en la causa criminal.
Art. 47 ─«Mora. Sanción». El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado, en el supuesto de incum-

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plimiento de la carga prevista en el párrafo 1º del artículo 46, salvo que acredite caso fortuito, fuerza ma-
yor o imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia.
Art. 48. ─«Incumplimiento malicioso del artículo 46, párrafo 2º» El asegurado pierde el derecho a ser in-
demnizado si deja de cumplir maliciosamente las cargas previstas en el párrafo 2º del artículo 46, o exage-
ra fraudulentamente los daños o emplea pruebas falsas para acreditar los daños.
g. Carga de informar los daños sufridos.
Esta carga se funda en al mecanismo general del seguro; por lo que e) asegurador debe ser informado
cuanto antes de los daños, para hacer posible su liquidación inmediata.
i. Cumplimiento.
Es una declaración de conocimiento, y no de voluntad. Incumbe al asegurado y a quien tenga un derecho a
la prestación (cesionario, acreedor prendario). No tiene formas impuestas. Debe dirigirse al asegurador o
al agente autorizado.
ii. Mora.
La sanción está en la suspensión del plazo del art. 51 (v. art. 51, § 2°) y en la que se determine conforme a
la naturaleza del riesgo, debiendo tenerse presente cuanto dispone el art. 46, §2º
iii. Violación de la carga. Sanción.
La violación de la carga libera al asegurador si es maliciosa, o exagera fraudulentamente los daños o em-
plea pruebas falsas para acreditar los daños (art. 48).
h. Carga de prevenir el siniestro.
El asegurado debe evitar el siniestro (y los daños), con diversas medidas de prevención. Las pólizas fijan
para ciertos supuestos las medidas de prevención que deben adoptarse según los riesgos (matafuegos:
clase y número; empleo de material incombustible; reglamentos de policía: cumplimiento estricto; cerro-
jos y sistemas de alarma; etc.).
La ley exige que exista violación dolosa o por culpa grave, y la sanción está limitada a la disminución de la
indemnización (art. 72, § 2°).
i. Carga de evitar los daños. Salvamiento.
Consiste en adoptar las medidas que reducen el peligro cuando éste se concrete o amenaza concretarse:
la ley lo prevé en el art. 72. Comienza desde que el siniestro es inmediatamente inminente, momento en
el cual puede calcularse que se producirá y subsiste hasta que aún son posibles los daños.
i. Instrucciones del asegurador.
El asegurador tiene interés en impartirlas y deben seguirse en lo posible, considerando todas las circuns-
tancias del caso (que varían, ademas, según la naturaleza del riesgo). Cuando el asegurado ejecuta las ins-
trucciones, actúa como su mandatario: puede apartarse de ellas si no se ajustan al verdadero estado de las
cosas. El asegurador soporta las consecuencias del cumplimiento.
ii. Violación de la carga. Sanción.
La ley fija la sanción en el art. 72, § 2º, y no puede agravarse (art. 158): la violación debe ser dolosa o cul-
pable, y libera al asegurador solo en la medida en que el daño habría sido menor sin esa violación.
j. Prohibición de cambiar las cosas dañadas.
Es una carga temporaria, que dura desde el siniestro hasta la liquidación del daño: tatué por objeto impe-
dir que el asegurado haga desaparecer los rastros de las causas del siniestro y los restos que permiten es-
tablecer la importancia de los daños. .
Su contenido es negativo: no debe cambiar nada en las cosas dañadas por el siniestro, salvo separar las co-
sas dañadas cuando el perjuicio es parcial.
i. Violación, efectos.
- La violación de la carga libera si asegurador (art. 73, § 3*), pero requiere:

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ɚ) que sea maliciosa (art. 73, §3');


b) que haga más difícil establecer la causa del daño o el daño mismo (art. 77, § 1º).
ii. Supuestos en que puede hacerte el cambio.—
No obstante la prohibición del cambio, puede hacerse:
ɚ) cuando es útil para el salvamento (art. 77), lo que deberá probar el asegurado;
b) cuando lo exija el interés público (art. 77), lo que deberá probar el asegurado;
c) cuando el asegurador no es diligente en la comprobación del daño (art. 77, § 2?): su dilación no puede
perjudicar al asegurado, inmovilizando sus bienes. Elimina la malicia, exigida por el art. 73, § 3º;
d) cuando sea necesario para continuar con el ejercicio normal de la actividad (regla establecida para el
seguro de granizo, art. 95);
e) cuando el asegurador autoriza el cambio.

7. Obligaciones y carga del asegurador.


El asegurador solo asume obligaciones jurídicas; no asume cargas.
a. Obligación de indemnizar.
i. Concepto.
Producido el “siniestro", el asegurador tiene la obligación de indemnizar el daño asegurado.
El alcance de la obligación de indemnizar se determina por la clase de seguro, la medida del daño efecti-
vamente sufrido y el monto asegurado.
El asegurador debe indemnizar todo el daño, salvo las limitaciones contractuales. Además del límite má-
ximo de la indemnización — determinado por la suma asegurada—, en algunos seguros se establece el re-
quisito de que exceda de un mínimo: es la franquicia, que se justifica para a) disminuir los costos, porque
elimina loa daños de escaso monto; b) incrementar la diligencia o cuidado del asegurado, al hacerle sopor-
tar una parte del daño.
ii. Principios que rigen la indemnización de los daños.
Se aplican distintos principios y reglas:
a) Principio indemnizatorio, que es capital en el juego del contrato. La ley lo consagra repetidamente: arts.
62, § 2º, 68; 80, etc. Conforme a él, el asegurado no puede obtener un lucro, sino sólo el resarcimiento del
daño sufrido, aunque el monto asegurado sea mayor
b) El asegurado debe probar la existencia y monto del perjuicio (art. 46).
c) El asegurado debe calcular loa beneficios que recibe por la indemnización o el siniestro; así: el mayor va-
lor de la cosa reparada, salvo el pacto de reconstrucción (art. 87, inc. a); la indemnización por vicios redhi-
bitorios (art. 101, seguro de ganado).
d) La prestación del asegurador se calcula por el daño neto efectivamente sufrido, en razón de la suma
asegurada y del valor al tiempo del siniestro: en consecuencia, la indemnización es al daño como la suma
asegurada es al valor asegurable (art. 65)
b. Pronunciamiento sobre el derecho.
Hemos visto que, producido el siniestro, el asegurado debe informar sobre su acaecimiento (art. 46) y su-
ministrar la prueba complementaria sobre los daños y el siniestro que fuera necesaria para verificarlos
(art. 46, § 2° y 3° ). Cumplidas, el asegurador debe pronunciarse sobre el derecho del asegurado dentro del
término de treinta días (art. 56).
La omisión de pronunciarse importa aceptación (art. 56), lo que es importante para fijar el vencimiento del
plazo para pagar la indemnización (art. 49).
c. Siniestro.
Debe resultar del desarrollo normal del riesgo existente al comienzo formal del seguro, cuando representa
la realidad del riesgo asumido por el asegurador.

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El siniestro reunirá estos tres requisitos: debe resultar del desarrollo del estado contractual del riesgo,
producir una necesidad y ocurrir durante la duración material del seguro. De ahí que quepa definirlo así: el
acontecimiento con cuyo acaecimiento halla fundamento la obligación del asegurador de indemnizar.
i. Relación de causalidad.
Es indispensable que exista una relación causal entre el daño u obligación de pagar y el siniestro.
Hay que distinguir dos grupos de seguros:
a) el fundado en el principio de la universalidad de los riesgos, en los cuales el asegurador responde sin
considerar la causa, que es indiferente: seguros sobre la vida, de animales, marítimos, de trasporte (excep-
to las limitaciones objetivas que se pacten: plazo, lugar, riesgos excluidos por la ley o el contrato);
b) los regidos por el principio dé la especialidad del riesgo, en los cuales el asegurador sólo responde por el
daño causado por el riesgo determinado con la mayor precisión posible (comprende a la mayor parte de
los seguros: incendio, robo, granizo, responsabilidad civil, etc.).
La relación causal entre el daño y el siniestro se rige por las reglas de la causalidad adecuada.
ii. Vicio propio.
El asegurador no responde cuando el siniestro es causado directamente por victo propio o por la naturale-
za de tas cosas, salvo:
a) pacto expreso en contrario (art. 66);
b) que sus consecuencias obedezcan a un siniestro cubierto (v.g., en el de trasporte, por la demora causa-
da por el siniestro -art. 127, § 2º).
iii. Provocación del siniestro.
El siniestro no debe ser provocado por dolo o culpa grave del asegurado (art. 70). El fundamento de la li-
beración del asegurador radica en la mayor protección que debe prestársele contra la actuación del asegu-
rado, que al eliminar el riesgo, afecta la médula misma del contrato.
iv. Regulación en la ley de seguros.
Art. 70. ─«Provocación del siniestro» El asegurador queda liberado sí el tomador o el beneficiario provoca
el siniestro dolosamente o por culpa grave. Quedan excluidos los actos realizados para precaver el sinies-
tro o atenuar sus consecuencias, o por un deber de humanidad generalmente aceptado.
Art. 71 ─«Guerra, motín o tumulto». El asegurador no cubre los daños causados por hechos de guerra civil
o internacional, o por motín o tumulto popular, salvo convención en contrario.
d. Determinación de la indemnización.
La ley ha dejado a las partes en libertad de acordar el procedimiento para determinar la indemnización
debida por el asegurador. Sólo prohíbe que en la póliza se comprometa en árbitros (art. 57), porque dado
el sistema de contratación en masa, en la inmensa mayoría de los casos no sería expresión de la voluntad
cierta del asegurado, además de ser una vía para escapar al control judicial, que la ley impone para la de-
terminación del daño por peritos (art. 78).
i. Liquidador.
Conocido el siniestro, el asegurador, destaca un liquidador —una empresa especializada o un dependiente
suyo—, que controla el informe (causas del siniestro, apreciación de la importancia de los daños y, even-
tualmente, su valoración). Este informe es elevado al asegurador, quien se pronuncia conforme al art. 56.
Reconocida la responsabilidad —esto es, que el siniestro se halla incluido en la garantía—, debe pronun-
ciarse sobre la indemnización, y si su ofrecimiento no es aceptado, acordarán las partes el procedimiento
extrajudicial para determinar el monto debido o queda al asegurado libre la vía judicial para liquidarlo.
Cuando el asegurador formuló un ofrecimiento de indemnización y no existe aceptación por' el asegurado,
éste puede reclamar un pago a cuenta, que no será inferior a la mitad de la suma ofrecida o reconocida
(art. 51, § lº), si dentro del mes de notificado el siniestro no se halla terminada la liquidación.

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ii. Juicio de peritos.


La ley prevé que las partes pueden recurrir al juicio de peritos (art. 57), pero su conclusión no es definitiva,
porque el dictamen "es anulante si se aparta evidentemente del real estado de las cosas" (art. 78). En tal
caso, los daños se valuarán judicialmente.
iii. Actuación de los peritos.
Cada una de las partes designará un perito, y en caso de discordia nombrarán un tercero (salvo que las
partes deleguen esta designación en los peritos), fijándoles un plazo para expedirse, que variará según la
complejidad de la prueba de los daños. Los peritos examinarán los restos, los valuarán y apreciarán la
prueba de los daños que suministre el asegurado (art. 46). Actuarán en conjunto y labrarán actas de sus
exámenes y deliberaciones. Si no pueden expedirse en el plazo fijado, recabarán una prórroga, porque de
lo contrario se aplicará la regla del art. 78, § 2o, ya mencionada.
iv. Pago. Mora.
El asegurador debe pagar la indemnización en el seguro de daños, en el término de quince días de fijado
su monto. Incurre en mora por el mero vencimiento del plazo (art. 51, in fine).
v. Pago por el asegurador: seguros de personas.
En el seguro sobre la vida y en el seguro de accidentes el asegurador deberá pagar la suma fijada en el
contrato en el término de quince días de notificado el siniestro (o de acompañada ta prueba complemen-
taria del art. 46, si procediera) (v.g., autopsia si existieran dudas sobre la causa de la muerte). En el seguro
de accidentes personales, si se convino el pago de una renta en caso de incapacidad temporaria, Cendra
derecho a un pago a cuenta trascurrido un mes (art. 51, § 3º).

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Bolilla 18
1. Seguro de incendio
a. Concepto.
La doctrina está lejos de tener un concepto uniforme de qué debe considerarse incendio. Cabe afirmar que
existe incendio cuando una cosa no destinada a consumirse por el fuego es dañada por éste o por el calor
de un fuego hostil. Con esta definición se excluye:
a) el daño causado por el calor del fuego no hostil (calderas, estufas, etc.);
b) por el accidente ocasionado por el uso ordinario del fuego (v.g., tapiz dañado por el tizón desprendido
de la chimenea, traje dañado por el fuego de un cigarrillo o su proximidad ai hogar).
b. Normativa legal.
Art. 85. Daño indemnizable
El asegurador indemnizar el daño causado a los bienes por la acción directa o indirecta del fuego, por las
medidas para extinguirlo, las de demolición, de evacuación, u otras análogas.
La indemnización también debe cubrir los bienes asegurados que se extravíen durante el incendio.
Art. 86. Terremoto, explosión o rayo
El asegurador no responde por el daño si el incendio o la explosión es causado por terremoto.
Los daños causados por explosión o rayo quedan equiparados a los de incendio.
Art. 87. Montos de resarcimiento
El monto del resarcimiento debido por el asegurador se determina:
a) Para los edificios, por su valor a la época del siniestro, salvo cuando se convenga la reconstrucción;
b) Para las mercaderías producidas por el mismo asegurado, según el costo de fabricación; para otras mer-
caderías, por el precio de adquisición. En ambos casos tales valores no pueden ser superiores al precio de
venta al tiempo del siniestro;
c) Para los animales por el valor que tenían al tiempo del siniestro; para materias primas, frutos cosecha-
dos, y otros productos naturales, según los precios medios en el día del siniestro
d) Para el moblaje y menaje del hogar y otros objetos de uso, herramientas y máquinas, por su valor al
tiempo del siniestro. Sin embargo, podrá convenirse que se indemnizará según su valor de reposición.
Art. 88. Lucro esperado
Cuando en el seguro de incendio se incluye el resarcimiento del lucro cesante no se puede convenir su va-
lor.
Cuando respecto del mismo bien se asegura el daño emergente con un asegurador, y con otro asegurador
por el lucro cesante u otro interés especial expuesto al mismo riesgo, el asegurado debe notificarles sin
demora los diversos contratos.
Art. 89. Garantía de reconstrucción
Cuando se conviene la reconstrucción o reposición del bien dañado, el asegurador tiene derecho a exigir
que la indemnización se destine realmente a ese objeto y a requerir garantías suficientes. En estas condi-
ciones el acreedor hipotecario o prendarlo no puede oponerse al pago, salvo mora del deudor en el pago
de su crédito.
c. Seguro de robos.
La ley no regula específicamente el seguro de robo. La determinación del riesgo es muy importante, por-
que la ley penal y las pólizas en uso definen el robo como el apoderamiento ilegítimo con fuerza en las co-
sas o con violencia física en las personas antes, durante o después de cometido (art. 164, C. Penal). Se es-
tablece así una limitación excesiva, ya que se excluye la garantía para el supuesto de empleo de llave falsa
o ganzúa o se manipulen las cerraduras sin forzarlas.
d. Seguros agrícolas.

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i. Concepto.
Art. 90. En los seguros de daños a la explotación agrícola, la indemnización se puede limitar a los que sufra
el asegurado en una determinada etapa o momento de la explotación tales como la siembra, cosecha u
otros análogos, con respecto a todos o algunos de los productos, y referirse a cualquier riesgo que los pue-
da dañar.
Pueden referirse a cualquier riesgo que pueda dañar la explotación en determinada etapa o momento (art.
90). En el país sólo se practican los de granizo y helada, en los términos que veremos. Su explotación choca
con dificultades técnicas, además de la desconfianza de los agricultores: la escasa duración, la gran impor-
tancia, extensión e intensidad de los perjuicios hacen aventurada su contratación por una empresa priva-
da.
ii. Granizo.
El riesgo es el fenómeno climático. Los daños a indemnizar son exclusivamente los causados por el granizo
en los frutos o productos asegurados, aun cuando concurra con otros fenómenos meteorológicos (art. 91).
Es un seguro de ganancia esperada, porque se indemniza una cosecha no madura, que quizá nunca habría
madurado
Art. 91. Principio general
El asegurador responde por los daños causados exclusivamente por el granizo a los frutos y productos ase-
gurados, aun cuando concurra con otros fenómenos meteorológicos.
Art. 92. Cálculo de la indemnización
Para valuar el daño se calculará el valor que habrían tenido los frutos y productos al tiempo de la cosecha
Si no hubiera habido siniestro, así como el uso a que pueden aplicarse y el valor que tienen después del
daño. El asegurador pagará la diferencia como indemnización.
Art. 93. Denuncia del siniestro
La denuncia del siniestro se remitirá al asegurador en el término de tres días, si las partes no acuerdan un
plazo mayor.
Art. 94. Postergación de la liquidación
Cualquiera de las partes puede solicitar la postergación de la liquidación del daño hasta la época de la co-
secha, salvo pacto en contrario.
Art. 95. Cambios en los productos afectados
El asegurado puede realizar antes de la determinación del daño y sin consentimiento del asegurador, sólo
aquellos cambios sobre los frutos y productos afectados que no puedan postergarse según normas de
adecuada explotación.
Art. 96 Cambio en el titular del interés
En caso de enajenación del inmueble en el que se encuentran los frutos y productos dañados, el asegura-
dor puede rescindir el contrato sólo después de vencido el periodo en curso, durante el cual tomó cono-
cimiento de la enajenación.
La disposición se aplica también en los supuestos de locación y de negocios jurídicos por los que un terce-
ro adquiere el derecho a retirar los frutos y productos asegurados.
iii. Helada.
Art. 97. Los artículos 90 a 96 se aplican al seguro de daños causados por helada.
El art. 97 dispone que se le aplican las normas para, el seguro de granizo —que analizamos—; en el país no
se practica el seguro privado, en razón de la intensidad y generalidad de los daños. Algunas provincias —
especialmente, Mendoza y San Juan— tienen organizado el seguro obligatorio, pero su funcionamiento no
es alentador.
e. Seguros de animales.

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i. Concepto.
Art. 98 Puede asegurarse cualquier riesgo que afecte la vida o salud de cualquier especie de animales.
No obstante que la cría de animales para la producción de carnes es una de las grandes industrias del país,
sólo se practica el seguro de mortalidad de los animales de raza (para la reproducción) y en menor escala
su incapacidad total y permanente.
ii. Seguro de mortalidad.
Es la muerte del animal. Pero la ley excluye la causada por incendio, rayo, explosión, inundación o terre-
moto, salvo pacto en contrarío (art. 100, inc. b). Respecto del incendio, rayo o explosión, se aplica —en
principio— el seguro de incendio (ver art. 87, inc. c). Tampoco incluye —salvo disposición contractual— el
ocurrido durante el trasporte, carga o descarga (art. 100, inc. c), por la agravación notable del riesgo, que
debe ampararse por él seguro de trasporte.
Art. 99. Indemnización
En el seguro de mortalidad de animales, el asegurador indemnizar el daño causado por la muerte del ani-
mal o animales asegurados, o por su incapacidad total y permanente si así se conviene.
Art. 100. Daños no comprendidos
El seguro no comprende los daños, salvo pacto en contrario:
a. Derivados de epizootía o enfermedades por las que corresponda al asegurado un derecho a indemniza-
ción con recursos públicas, aun cuando el derecho se hubiera perdido a consecuencia de una violación de
normas sobre policía sanitaria;
b. Causados por incendio, rayo, explosión, inundación o terremoto;
c. Ocurridos durante o en ocasión del transporte, carga o descarga.
Art. 101. Subrogación
En la aplicación del artículo 80 el asegurador se subrogará en los derechos dei asegurado por los vicios
redhibitorios que resulten resarcidos.
Art. 102. Derecho de inspección
El asegurador tiene derecho a inspeccionar y examinar los animales asegurados en cualquier tiempo y a su
costa.
Art. 103. Denuncia del siniestro
El asegurado denunciará al asegurador dentro de las 24 horas, la muerte del animal y cualquier enferme-
dad o accidente que sufra, aunque no sea riesgo cubierto.
Art. 104. Asistencia Veterinaria
Cuando el animal asegurado enferme o sufra un accidente, el asegurado dará inmediata intervención a un
veterinario, o donde éste no exista, a un práctico.
Art. 105. Maltratos o descuidos graves del animal
El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado si maltrató o descuidó gravemente al animal, dolosa-
mente o por culpa grave especialmente si en caso de enfermedad o accidente no recurrió a la asistencia
veterinaria (articulo 104) excepto que su conducta no haya influido en la producción del siniestro ni sobre
la medida de la prestación del asegurado.
Art. 106. Sacrificio del animal
El asegurado no puede sacrificar al animal sin consentimiento del asegurador, excepto que:
a. Sea dispuesto por la autoridad;
b. Según, las circunstancias sea tan urgente que no pueda notificar al asegurador. Esta urgencia se estable-
cerá por dictamen de un veterinario, o en su defecto, de dos prácticos.
Si el asegurado no ha permitido el sacrificio ordenado por el asegurador, pierde el derecho a la indemniza-
ción del mayor daño causado por esa negativa.
Art. 107. Indemnización. Cálculo

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La indemnización se determina por el valor del animal fijado en la póliza.


Art. 108 Muerte o incapacidad posterior al vencimiento
El asegurador responde por la muerte o incapacidad del animal ocurrida hasta un mes después de extin-
guida la relación contractual, cuando haya sido causada por enfermedad o lesión producida durante la vi-
gencia del seguro. El asegurado debe pagar la prima proporcional de tarifa.
Rescisión en caso de enfermedad contagiosa
El asegurador no tiene derecho a rescindir el contrato cuando alguno de los animales asegurados ha sido
afectado por una enfermedad contagiosa cubierta.

2. Seguros de responsabilidad civil.


a. Concepto y naturaleza.
En la economía contemporánea alcanzó una difusión notable, tanto que se trasformó en una de las gran-
des ramas del seguro.
Nuestra ley lo regula en los arts. 109 y ss., y lo define como el contrato en que "el asegurador se obliga a
mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en
el contrato, a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido . Se trata de un seguro en que el
interés asegurado versa sobre todo el patrimonio; de ahí que no sé le apliquen algunas disposiciones ge-
nerales previstas para otros seguros, como la regla proporcional (cuando no cabe establecer el valor ase-
gurable).
La prestación del asegurador consiste en la liberación del asegurado de las pretensiones o reclamaciones
de los terceros, por La prestación de asistencia jurídica y la liberación del patrimonio del asegurado de las
obligaciones impuestas por la satisfacción, reconocimiento o fijación de las pretensiones de los terceros
(ver arts. 110 y 111).
Comprende también la responsabilidad contractual: tales accidentes del trabajo, indemnizaciones de la ley
11.729, responsabilidad del trasportado, reaseguro. Difiere del seguro de daño patrimonial sobre bienes,
por la naturaleza del riesgo, por su objeto y por el momento en que se produce el siniestro:
a) mientras en el seguro de bienes el riesgo es natural, en el de responsabilidad civil es legal (evita una
pérdida por la acción en responsabilidad de los terceros);
b) por el objeto, ya que la responsabilidad sé aplica a todo el patrimonio, y no a hechos o fenómenos qué
afectan bienes determinados;
c) el Siniestro en el seguro de la responsabilidad civil se produce por la reclamación del tercero (el hecho
generador no es contemporáneo al siniestro); en los demás seguros, generalmente el riesgo se realiza al
mismo tiempo que se concreta el daño.
b. Normativa legal.
Art. 109. Alcances
El asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero en razón de la
responsabilidad prevista en el contrato, a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido.
Art. 110. Costas: Causa civil
La garantía del asegurador comprende:
a) El pago de los gastos y costas judiciales y extrajudiciales para resistir la pretensión del tercero. Cuando
el asegurador deposite en pago la suma asegurada y el importe de los gastos y costas devengados hasta
ese momento, dejando al asegurado la dirección exclusiva de la causa, se liberará de los gastos y costas
que se devenguen posteriormente;
Costas: Causa penal
b) El pago de las costas de la defensa en el proceso penal cuando el asegurador asuma esa defensa.
Art. 111. Regla proporcional

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El pago de los gastos y costas se debe en la medida que fueron necesarios.


Si el asegurado debe soportar una parte del daño, el asegurador reembolsará los gastos y costas en la
misma proporción.
Instrucciones u órdenes del asegurador
Si se devengaron en causa civil mantenida por decisión manifiestamente injustificada del asegurador, este
debe pagarlos íntegramente.
Rechazo
Las disposiciones de los artículos 110 y del presente se aplican aun cuando la pretensión del tercero sea
rechazada.
Art. 112. Penas
La indemnización debida por el asegurador no incluye las penas aplicadas por autoridad judicial o adminis-
trativa.
Art. 113. Responsabilidad personal directivo
El seguro de responsabilidad por el ejercicio de una industria o comercio, comprende la responsabilidad de
las personas con funciones de dirección.
Art. 114. Dolo o culpa grave
El asegurado no tiene derecho a ser indemnizado cuando provoque dolosamente o por culpa grave el he-
cho del que nace su responsabilidad.
Art. 115. Denuncia
El asegurado debe denunciar el hecho del que nace su eventual responsabilidad en el término de tres días
de producido, si es conocido por él o debía conocerlo; o desde la reclamación del tercero, si antes no lo
conocía. Dará noticia inmediata al asegurador cuando el tercero haga valer judicialmente su derecho.
Art. 116. Cumplimiento de la sentencia
El asegurador cumplirá la condenación judicial en la parte a su cargo en los términos procesales.
Reconocimiento de responsabilidad
El asegurado no puede reconocer su responsabilidad ni celebrar transacción sin anuencia del asegurador.
Cuando esos actos se celebren con intervención del asegurador, éste entregará los fondos que correspon-
dan según el contrato en término útil para el cumplimiento diligente de las obligaciones asumidas.
Reconocimiento judicial de hechos
El asegurador no se libera cuando el asegurado, en la interrogación judicial, reconozca hechos de los que
derive su responsabilidad.
Art. 117. Contralor de actuaciones
El asegurador puede examinar las actuaciones administrativas 0 judiciales motivadas o relacionadas con la
investigación del siniestro y constituirse en parte civil en la causa criminal.
Art. 118. Privilegio del damnificado
El crédito del damnificado tiene privilegio sobre la suma asegurada y sus accesorios, con preferencia sobre
el asegurado y cualquier acreedor de éste, aun en caso de quiebra o de concurso civil.
Citación del asegurador
El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que se reciba la causa a prueba. En tal caso de-
be interponer la demanda ante el juez del lugar del hecho o del domicilio del asegurador.
Cosa juzgada
La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él en la me-
dida del seguro. En este juicio o en la ejecución de la sentencia el asegurador no podrá oponer las defen-
sas nacidas después del siniestro.
También el asegurado puede citar en garantía al asegurador en el mismo plazo y con idénticos efectos.
Art. 119. Pluralidad de damnificados

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Si existe pluralidad de damnificados, la indemnización debida por el asegurador se distribuirá a prorrata.


Cuando se promuevan dos o más acciones, se acumularan los diversos procesos para ser resueltos por el
juez que previno.
Art. 120. Seguro colectivo
Cuando se trata de un seguro colectivo de personas y el contratante toma a su exclusivo cargo el pago de
la prima, se puede convenir que el seguro cubre en primer término su responsabilidad civil respecto de los
integrantes del grupo y que el saldo corresponde al beneficiario designado.

c. Seguro de transporte.
i. Concepto.
Es un seguro combinado, con el cual se amparan diversos intereses asegurantes del tomador:
1) darlos a los vehículos de trasporte empleados, por cualquier riesgo, incluido el incendio, choque, etc.;
2) responsabilidad del trasportador hacia el cargador o el pasajero y los daños á terceros. En nuestro dere-
cho está sujeto ó un régimen legal complejo, trae en parte obedece a la frustración del plan originario de
reforma de la legislación: o) trasportes terrestres y fluviales, ley 17.418; b) marítimos, arts. 1155 a 1250, C.
de Com.; c) aeronáutico, ley 17.336, modificado por el Código Aeronáutico, ley 17.386 (adhesión al proto-
colo de La Haya) y decreto-ley 1055, año 1958; d) disposiciones diversas sobre seguro de pasajeros por au-
tomotores y seguro de pasajeros en ferrocarriles nacionales. La complejidad de los riesgos incluidos hace
que él contrato se halle sometido a las normas especiales (arts. 121 y s.), y además a las peculiares de los
riesgos específicos (v.g., incendio, responsabilidad civil). Además, generalmente —en especial cuando no
es una empresa accidental de trasporte—, el seguro es flotante o de abono, con las peculiaridades de fun-
cionamiento que hemos analizado (v. cap. V, n°s 28 y s.).
ii. Normativa legal.
Art. 121. Aplicación subsidiaria del seguro marítimo
El seguro de los riesgos de transporte por tierra se regirá por las disposiciones de esta ley, y subsidiaria-
mente por las relativas a los seguros marítimos. El seguro de los riesgos de transporte por ríos y aguas in-
teriores se regirá por las disposiciones relativas a los seguros marítimos con las modificaciones estableci-
das en los artículos siguientes.
Ámbito de aplicación
El asegurador puede asumir cualquier riesgo a que estén expuestos los vehículos de transporte, las merca-
derías o la responsabilidad del transportador.
Art. 122. Cambio de ruta y cumplimiento anormal
El asegurador no responde de los daños si el viaje se ha efectuado sin necesidad por rutas o caminos ex-
traordinarios o de una manera que no sea común.
Art. 123. Seguro por tiempo y viaje
El seguro se puede convenir por tiempo o por viaje. En ambos casos el asegurador indemnizará el daño
producido después del plazo de garantía si la prolongación del viaje o del transporte obedece a un sinies-
tro cubierto por el seguro.
Art. 124. Abandono
Cuando se trate de vehículos de transporte terrestre, el abandono sólo será posible si existe pérdida total
efectiva. El abandono se hará en el plazo de 30 días de ocurrido el siniestro. Para los medios de transporte
fluvial y de aguas interiores se aplican las reglas del seguro marítimo.
Art. 125. Amplitud de la responsabilidad del transportador
Cuando el seguro se refiere a la responsabilidad del transportador respecto del pasajero, cargador, desti-
natario o tercero, se entiende comprendida la responsabilidad por los hechos de sus dependientes u otras

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personas por las que sea responsable.


Art. 126 Cálculo de la indemnización. Mercaderías
Cuando se trate de mercaderías salvo pacto en contrario, la indemnización se calcula sobre su precio en
destino, al tiempo en que regularmente debieron llegar. El lucro esperado sólo se incluir si media conve-
nio expreso.
Medio de transporte
Cuando se trate de vehículos de transporte terrestre la indemnización se calcula sobre su valor al tiempo
del siniestro. Esta norma no se aplica a los medios de transporte fluvial o por aguas interiores.
Art. 127. Vicio propio, etcétera
El asegurador no responde por el daño debido a la naturaleza intrínseca de la mercadería, vicio propio,
mal acondicionamiento, merma, derrame, o embalaje deficiente.
No obstante, el asegurador responde en la medida que el deterioro de la mercadería obedece a demora u
otras consecuencias directas de un siniestro cubierto.
Culpa o negligencia del cargador o destinatario
Las partes pueden convenir que el asegurador no responde por los daños causados por simple culpa o ne-
gligencia del cargador o destinatario.
3. Seguros personales.
a. Concepto.
Seguros de personas son los que garantizan el pago de un capital o de una renta cuando se produce un he-
cho que afecta la existencia, salud o vigor del asegurado: generalmente terminan en un pago en dinero,
pero las prestaciones (que pueden ser en especie: asistencia médica, asistencia farmacéutica, provisión de
prótesis; etc.) están subordinadas a hechos atinentes directamente a la persona del asegurado. La ley los
legisla en los arts. 128 a 156.
No tienen carácter resarcitorio (art. 49, §2º, según el concepto del art. 1, in fine, y concordantemente con
el art. 51, § 3º, y el art. 143, § 1º). De ahí que no proceda la subrogación en los derechos contra el tercero
responsable (art. 80, párrafo final), ni las reglas referentes al sobreseguro y al infraseguro, limitadas al se-
guro de daños patrimoniales.
Sobre esta suma asegurada —como uno de los elementos técnicos del contrato- se calculará la prima.
Se incluyen en esta categoría: los seguros sobre la vida; para el caso de muerte del asegurado o de un ter-
cero, de supervivencia, mixto —para el caso de muerte y de supervivencia, también llamado en la práctica,
dotal — ; de accidentes personales; de enfermedad; de asistencia médica en auge, como independiente
del seguro de enfermedad y de accidentes -; y ya sea que se contraten individualmente o en forma colecti-
va o en grupas.
b. Clases
i. Seguro de vida.
Es un verdadero seguro: se dan los dos elementos, riesgo y prima. Hay riesgo porque la muerte influye con
un alea capaz de oscilaciones amplísimas sobre las obligaciones de los contratantes, sea que apresure, re-
tarde o excluya el cumplimiento" (Donati). Con tanto mayor razón si el seguro no es plurianual. El pago de
una suma única o periódica por el asegurado tiene los caracteres jurídicos y técnicos de la prima: es el pre-
cio del riesgo, calculado con arreglo a una hipótesis estadística y financiera, y forma con las demás el fon-
do con que la empresa satisface sus obligaciones.
Art. 128. Vida asegurable
El seguro se puede celebrar sobre la vida del contratante o de un tercero.
Menores mayores de dieciocho años
Los menores de edad mayores de 18 años tienen capacidad para contratar un seguro sobre su propia vida
sólo si designan beneficiarios a sus ascendientes, descendientes cónyuge o hermanos, que se hallen a su

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cargo.
Consentimiento del tercero. Interdictos y menores de catorce años
Si cubre el caso de muerte, se requerir el consentimiento por escrito del tercero o de su representante le-
gal si fuera incapaz. Es prohibido el seguro para el caso de muerte de los interdictos y de los menores de
14 años.
Art. 129. Conocimiento y conducta del tercero
En el seguro de vida de un tercero se tomará en cuenta el conocimiento y la conducta del contratante y
del tercero.
Art. 130. Incontestabilidad
Transcurridos tres años desde la celebración del contrato, el asegurador no puede invocar la reticencia,
excepto cuando fuere dolosa.
Art. 131. Denuncia inexacta de la edad
La denuncia inexacta de la edad sólo autoriza la rescisión por el asegurador, cuando la verdadera edad ex-
ceda los límites establecidos en su práctica comercial para asumir el riesgo.
Edad mayor
Cuando la edad real sea mayor, el capital asegurado se reducirá conforme con aquélla y la prima pagada.
Edad menor
Cuando la edad real sea menor que la denunciada, el asegurador restituirá la reserva matemática consti-
tuida con el excedente de prima pagada y reajustará las primas futuras.
Art. 132. Agravación del riesgo
Sólo se debe denunciar la agravación del riesgo que obedezca a motivos específicamente previstos en el
contrato.
Art. 133. Cambio de profesión
Los cambios de profesión o de actividad del asegurado autorizan la rescisión cuando agravan el riesgo de
modo tal que de existir a la celebración, el asegurador no habría concluido el contrato.
Si de haber existido ese cambio al tiempo de la celebración el asegurador hubiera concluido el contrato
por una prima mayor, la suma asegurada se reducirá en proporción a la prima pagada.
Art. 134. Rescisión
El asegurado puede rescindir el contrato sin limitación alguna después del primer período de seguro. El
contrato se juzgará rescindido si no se paga la prima en los términos convenidos.
Pago por tercero
El tercero beneficiario a título oneroso, se halla facultado para pagar la prima.
Art. 135. Suicidio
El suicidio voluntario de la persona cuya vida se asegura, libera al asegurador, salvo que el contrato haya
estado en vigor ininterrumpidamente por tres años.
Art. 136. Muerte del tercero por el contratante
En el seguro sobre la vida de un tercero, el asegurador se libera si la muerte ha sido deliberadamente pro-
vocada por un acto ilícito del contratante.
Muerte del asegurado por el beneficiario
Pierde todo derecho el beneficiario que provoca deliberadamente la muerte del asegurado con un acto ilí-
cito.
Art. 137. Empresa criminal. Pena de muerte
El asegurador se libera si la persona cuya vida se asegura, la pierde en empresa criminal o por aplicación
legítima de la pena de muerte.
Art. 138. Transcurridos tres años desde la celebración del contrato y hallándose el asegurado al día en el
pago de las primas, podrá en cualquier momento exigir, de acuerdo con los planes técnicos aprobados por

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la autoridad de contralor que se insertarán en la póliza:


Seguro saldado
a. La conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo menor;
Rescate
b. La rescisión, con el pago de una suma determinada.
Art. 139. Conversión
Cuando en el caso del artículo precedente el asegurado interrumpa el pago de las primas sin manifestar
opción entre las soluciones consignadas dentro de un mes de interpelado por el asegurador, el contrato se
convertirá automáticamente en un seguro saldado por una suma reducida.
Art. 140. Rescisión y liberación del asegurador
Cuando el asegurador se libera por cualquier causa después de transcurridos tres años, se aplica lo dis-
puesto en el artículo 9.
Art. 141. Préstamo
Cuando el asegurado se halla al día en el pago de las primas tiene derecho a un préstamo después de
transcurridos tres años desde la celebración del contrato; su monto resultará de la póliza. Se calcula-
rá según la reserva correspondiente al contrato, de acuerdo a los planes técnicos del asegurador aproba-
dos por la autoridad de contralor.
Préstamo automático
Se puede pactar que el préstamo se acordará automáticamente para el pago de las primas no abonadas en
término.
Art. 142. Rehabilitación
No obstante la reducción prevista en los artículos 138 y 139, el asegurado puede, en cualquier momento,
restituir el contrato a sus términos originarios con el pago de las primas correspondientes al plazo en el
que rigió la reducción, con sus intereses al tipo aprobado por la autoridad de contralor de acuerdo a la na-
turaleza técnica del plan y en las condiciones que determine.
Art. 143. En beneficio de tercero
Se puede pactar que el capital o renta a pagarse en caso de muerte, se abone a un tercero sobreviviente,
determinado o determinable al momento del evento.
Adquisición del derecho propio
El tercero adquiere un derecho propio a] tiempo de producirse el evento. Cuando su designación sea a tí-
tulo oneroso, podrá fijarse un momento anterior.
Excepto el caso en que la designación sea a título oneroso, el contratante puede revocarla libremente aun
cuando se haya hecho en el contrato.
Art. 144. Colación o reducción de primas
Los herederos legítimos del asegurado tienen derecho a la colación o reducción por el monto de las primas
pagadas.
Art. 145. Designación sin fijación de cuota parte
Designadas varias personas sin indicación de cuota parte, se entiende que el beneficio es por partes igua-
les.
Designación de hijos
Cuando se designe a los hijos se entiende los concebidos y los sobrevivientes al tiempo de ocurrido el
evento previsto.
Designación de herederos
Cuando se designe a los herederos, se entiende a los que por ley suceden al contratante, si no hubiere
otorgado testamento; si lo hubiere otorgado, se tendrá por designados a los herederos instituidos. Si no
se fija cuota parte, el beneficio se distribuir conforme a las cuotas hereditarias.

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No designación o caducidad de esta


Cuando el contratante no designe beneficiario o por cualquier causa la designación se haga ineficaz o que-
de sin efecto, se entiende que designó a los herederos.

Art. 146. Forma de designación


La designación de beneficiario se hará por escrito sin formalidad determinada aun cuando la póliza indique
o exija una forma especial. Es válida aunque se notifique al asegurador después del evento previsto.
Art. 147. Quiebra o concurso civil del asegurado
La quiebra o el concurso civil del asegurado no afecta al contrato de seguro. Los acreedores sólo pueden
hacer valer sus acciones sobre el crédito por rescate ejercido por el fallido o concursado o sobre el capital
que deba percibir si se produjo el evento previsto
Art. 148. Ámbito de aplicación
Las disposiciones de este capítulo se aplican al contrato de seguro para el caso de muerte, de superviven-
cia, mixto, u otros vinculados con la vida humana en cuanto sean compatibles por su naturaleza.
ii. Seguro de accidentes personales.
La ley se abstiene de darlo. La póliza aprobada considera tal "toda lesión corporal que pueda ser determi-
nada por los médicos de una manera cierta, sufrida por el asegurado independientemente de su voluntad,
por la acción repentina y violenta de o con un agente externo".
Art. 149. Aplicación disposiciones seguro sobre la vida
En el seguro de accidentes personales se aplican los artículos 132, 133 y 143 a 147 inclusive, referentes al
seguro sobre la vida.
Art. 150. Reducción de las consecuencias
El asegurado en cuanto le sea posible, debe impedir o reducir las consecuencias del siniestro, y observar
las instrucciones del asegurador al respecto, en cuanto sean razonables.
Art. 151. Peritaje
Cuando el siniestro o sus consecuencias se deben establecer por peritos, el dictamen de éstos no es obli-
gatorio si se aparta evidentemente de la real situación de hecho o del procedimiento pactado. Anulado el
peritaje la verificación de aquellos extremos se hará judicialmente.
Art. 152. Dolo o culpa grave del asegurado o beneficiario
El asegurador se libera si el asegurado o el beneficiario provoca el accidente dolosamente o por culpa gra-
ve o lo sufre en empresa criminal.
4. Reaseguro.
Es un contrato independiente del de seguro, que le sirve de presupuesto (arts. 159 y 160, frase inicial), cu-
ya fundón técnica ya hemos analizado (cap. I):
a) se origina —o tiene su fuente, si se prefiere— en un acuerdo contractual independiente (art. 159);
b) se desenvuelve entre distintos sujetos (art. 160);
c) tiene modalidades propias, que nacen del contrato: su celebración o extinción no influye sobre el de se-
guro.
Mas esta independencia no es absoluta, ya que el reaseguro presupone el seguro, porque si el asegurador
no celebra el contrato de seguro, no tiene interés asegurable. Esto crea la interdependencia entre los con-
tratos, concretada en la expresión corriente en la práctica aseguradora: "El reasegurador sigue la suerte
del asegurador en todo lo no previsto por la ley o las partes".
Debe ser distinguido del coseguro: el coseguro es el celebrado simultáneamente con más de un asegura-
dor sobre el mismo riesgo; esto es, supone pluralidad de seguros, requiere el consentimiento del asegura-
do; en caso de siniestro, supone multiplicación de liquidaciones, etc.
Art. 159. Concepto

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El asegurador puede, a su vez asegurar los riesgos asumidos, pero es el único obligado con respecto al to-
mador del seguro.
Seguro de reaseguro
Los contratos de retrocesión u otros por los cuales el reasegurador asegura, a su turno los riesgos asumi-
dos, se rigen por las disposiciones de este Título.
Art. 160. Acción de los asegurados. Privilegio de los asegurados
El asegurado carece de acción contra el reasegurador. En caso de liquidación voluntaria o forzosa del ase-
gurador, el conjunto de los asegurados gozará de privilegio especial sobre el saldo acreedor que arroje la
cuenta del asegurador con el reasegurador.
Art. 161. Compensación de las deudas
En caso de liquidación voluntaria o forzosa del asegurador o del reasegurador, se compensarán de pleno
derecho las deudas y los créditos recíprocos que existan, relativos a los contratos de reaseguro.
Crédito a computarse
La compensación se hará efectiva teniendo en cuenta para el cálculo del crédito o débito la fecha de resci-
sión del seguro y reaseguro, la obligación de reembolsar la prima en proporción al tiempo no corrido y la
de devolver el depósito de garantía constituido en manos del asegurador.
Art. 162. Régimen legal
El contrato de reaseguro se rige por las disposiciones de este Título y las convenidas por las partes.
a. Decreto 171/92
Art. 1°.- Déjase sin efecto a partir del 1 de enero de 1992 el régimen de cesión obligatoria de reaseguros al
INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SOCIEDAD DEL ESTADO (INdeR). La mencionada sociedad conti-
nuará operando a partir de esa fecha y hasta su disolución como reasegurador facultativo en la totalidad
de los ramos.
Art. 2°.- Declárase disuelto a partir del 31 de marzo de 1992 el INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SO-
CIEDAD DEL ESTADO (INdeR).
Art. 3°.- Delégase en el MINISTERIO DE ECONOMIA Y OBRAS Y SERVICIOS PUBLICOS la designación de los
funcionarios necesarios para la liquidación según las normas de la Ley N. 19.550 y sus modificatorias.
Art. 4°.- Créase el Fondo para el financiamiento de pasivos del INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SO-
CIEDAD DEL ESTADO (INdeR) cuyos recursos se destinarán exclusivamente a cubrir los compromisos deri-
vados de su operatoria. El Fondo se integrará con los recursos asignados en el artículo 5.
Art. 5°.- El Fondo para el financiamiento de pasivos del INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SOCIEDAD
DEL ESTADO (INdeR), se integrará con el producido del impuesto establecido en los artículos Nros. 65 y 66
del Capítulo IV del Título II de la Ley de Impuestos Internos, texto ordenado en 1979 y sus modificaciones
Una vez cumplidos los objetivos previstos en el artículo 4, el PODER EJECUTIVO NACIONAL propiciará la
derogación del impuesto cuya afectación se dispone en el párrafo anterior.
El remanente que pudiere resultar de la liquidación del Fondo se distribuirá de conformidad al régimen es-
tablecido en la Ley N. 23.548.
Art. 6°.- La recaudación de impuestos internos afectado al Fondo para el financiamiento de los pasivos del
INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SOCIEDAD DEL ESTADO (INdeR) deberá ser girado por el Banco de
la Nación Argentina diariamente y en forma automática a la cuenta del mencionado INSTITUTO NACIONAL
DE REASEGUROS SOCIEDAD DEL ESTADO (INdeR).
Art. 7°.- Modifícase la Ley de Impuesto al Valor Agregado, texto sustituido por la Ley N. 23.349 y sus modi-
ficaciones, de la siguiente forma:
1. Incorpórase como punto 5., del inciso b), del artículo 5, el siguiente:
"5. Que se trate de operaciones de seguros o reaseguros, en cuyo caso el hecho imponible se perfecciona-
rá con la emisión de la póliza o, en su caso, la suscripción del respectivo contrato". En los contratos de

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reaseguro no proporcional, con la suscripción del contrato y con uno de los ajustes de prima que se de-
venguen con posterioridad. En los contratos de reaseguro proporcional el hecho imponible se perfecciona-
rá en cada una de las cesiones que informen las aseguradoras al reasegurador.
2. Sustitúyese el punto 2) del inciso j) del artículo 6 por el siguiente:
2) Las operaciones de seguros de retiro privado, de seguros de vida de cualquier tipo y, en su caso, sus
reaseguros y retrocesiones.
3. Incorpórase como antepenúltimo y penúltimo párrafos del artículo 9, los siguientes:
En el caso de operaciones de seguros o reaseguros, la base imponible estará dada por el precio total de
emisión de la póliza o, en su caso, de suscripción del respectivo contrato, neto de los recargos financieros.
Cuando se trate de cesiones o ajustes de prima efectuados con posterioridad a la suscripción de los con-
tratos de reaseguros proporcional y no proporcional, respectivamente, la base imponible la constituirá el
monto de dichas cesiones o ajustes.
Art. 8°.- Autorízase a los funcionarios a cargo de la liquidación a implementar un régimen de retiro volun-
tario para el personal del INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SOCIEDAD DEL ESTADO (INdeR) en los
plazos y condiciones que resulten compatibles con el proceso liquidatorio.
Art. 9°.- Cése para los períodos posteriores al 30 de junio de 1991 el ofrecimiento en reaseguro a las enti-
dades de seguros de la plaza, de las cesiones recibidas por el INSTITUTO NACIONAL DE REASEGUROS SO-
CIEDAD DEL ESTADO (INdeR).
Art. 10.- El MINISTERIO DE ECONOMIA Y OBRAS Y SERVICIOS PUBLICOS será la autoridad de aplicación y
dictará las normas reglamentarias y de interpretación del presente decreto, quedando expresamente fa-
cultado para determinar el alcance de las normas aprobadas por el presente.
Art. 11.- Deróganse todas las normas y disposiciones que se opongan a las del presente decreto, con ex-
cepción del artículo 15 de la Ley 20.299.
Art. 12.- El presente Decreto entrará en vigor el día de su publicación en el Boletín Oficial, excepto para las
disposiciones contenidas en sus artículos 5 y 7, las que tendrán efecto para los hechos imponibles que se
perfeccionen a partir del 1 de abril de 1992, inclusive.
Art. 13.- Dése cuenta al HONORABLE CONGRESO DE LA NACION de los aspectos pertinentes del presente
decreto.
Art. 14.- Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.

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