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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS

Facultad de psicología
Historia de la cultura en México

EL TABACO
Ensayo

Medina Flores Anahí


López del Callejo Lorena
Fuentes Duarte Cesar
León García Eduardo
Resumen:

El presente trabajo describe la función social del tabaco en América y en el


continente Europeo, en las diferentes épocas (prehispánica, colonial, moderna y
actual) así como los cambios en su uso y en las formas de elaboración. También
se analizará el impacto social de su consumo. Este trabajo se centra en la
pregunta ¿Qué factores han influido en las diferentes etapas para que cambiara el
uso del tabaco?

Introducción:

En este ensayo, se presentarán los datos, como en una línea de tiempo, la


evolución del Tabaco en el transcurso de la historia y se reflexionará sobre el
proceso de cambio de esta planta terapéutica, que durante siglos fue utilizada
para aliviar dolores, picazón, picaduras de insectos etc. y cómo se convirtó, al
igual que en un vicio, en la principal proveedora de recursos económicos mediante
el monopolio que de ella se ha hecho desde entonces, convirtiéndose también en
la principal causa de muerte actualmente.

Como sabemos el consumo del tabaco no era nada nuevo en la época


prehispánica, pues el tabaco era utilizado como método curativo, para ceremonias
y rituales entre otras cosas, llegando a ser parte fundamental de la vida de
nuestros antepasados, a continuación describiremos mejor el uso del tabaco en
sus inicios.

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Época Prehispánica

Descubrimiento del tabaco.

Es importante saber dónde surge el tabaco y por qué se le llamó así. El tabaco es
una planta originaria de América. Existen distintas teorías sobre el origen de la
palabra “tabaco”, unas sostienen que proviene de la isla de Tobago, donde fue
descubierto, otras que en España se denominaba tabaco a un utensilio en forma
de Y que los indios empleaban en sus inhalaciones para aspirar el humo. Los
aborígenes cubanos llamaban cohoba, cojoba o cohija a la hoja de tabaco, de
donde procede el nombre de cohíba, uno de sus más famosos puros.

Fray Bartolomé de las Casas fue el primer europeo en escribir acerca del tabaco,
al decir: “Siempre los hombres con un tizón en las manos. . .”

Los pueblos conquistados denominaban a esta planta de diferentes formas según


el lugar: cohiva o covija en el Caribe, kuts o sillar los mayas, pisietl y velt los
aztecas, saiti los incas, vuri en Colombia, petum en Brasil y uppowoo en Virginia.
Cada pueblo tenía un ritual para su consumo, asociando connotaciones
medicinales, místicas o sociales: recordemos como la tradición de "fumar la pipa
de la paz" se ha mantenido desde tiempos remotos.

Los primeros que usaron las hojas de tabaco para fumarlas fueron los mayas hace
mil quinientos años. Su legado de peculiares tallas y grabados demuestran cómo
este pueblo centroamericano dio al fumar un carácter religioso y ceremonial.
Imágenes como sacerdotes fumando en actitud de adoración al sol, auguraron el
éxito de un cultivo que, sin duda, revolucionó la vida en el campo.

A finales del siglo XII, los aztecas invadieron el territorio maya y asimilaron la
costumbre de fumar tabaco. Sin embargo, dieron al fumar un carácter más social
que religioso, ya que lo más importante se centró únicamente en la magnificencia
y el refinamiento de los utensilios de fumar. Los aztecas conservaron la costumbre
hasta la llegada de los españoles a principios del siglo XVI.

Uso del tabaco por los indígenas.

Al parecer, ya para el siglo I a.C., los habitantes de América lo utilizaban de


diferentes maneras: lo fumaban (enrollado en forma de puro, envuelto en hojas de
maíz a manera de cigarro o en pipa), lo mascaban, lo bebían (como infusión o en
jarabes) y lo utilizaban en la preparación de enemas. Para ese entonces, el
tabaco, estaba íntimamente relacionado con la religión, la magia y la medicina; era

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un elemento fundamental de los chamanes para comunicarse con los espíritus y
apaciguar los dolores. (Muñoz, F., S.D.)

Actualmente, éste todavía se utiliza en ciertos rituales y con fines medicinales. En


México, los pueblos prehispánicos consideraban al tabaco una planta mágica
porque “hace visible el aliento”. Existen numerosas representaciones murales y
grabadas, así como el testimonio plasmado en los Códices mayas, del uso del
tabaco en la antigüedad.

Muñoz, F., S.D. planteó que para los indígenas dar hojas de tabaco o un cigarro
para fumar era un gesto de paz entre los indios. Sin embargo, Colón no supo lo
que era el tabaco, ni sus cualidades, hasta la noche del 5 de noviembre de 1492,
cuando se lo mostraron los conquistadores españoles que lo acompañaban. Fray
Bartolomé de las Casas, describe en su obra Historia de las Indias, como los
españoles Luis de Torres y Rodrigo de Xerez descubren a los indios consumiendo
tabaco.

En las comunidades primitivas, el descubrimiento del fuego supuso un importante


medio de evolución espiritual. Y cuando un día descubrieron que ese humo que
respiraban provocaba en ellos un estado de consciencia desconocido y
placentero, hicieron del fumar una necesidad que no tardó en convertirse en rito.
La costumbre había nacido rápidamente. (Muñoz, F., S.D.)

Algunos pueblos de la América precolombina no sólo emplearon el tabaco con


fines rituales, sino que llegó a ser utilizado como remedio curativo. Y es que los
nativos mayas estaban convencidos de que la enfermedad era producida por un
mal espíritu que se apoderaba o habitaba en el enfermo, y sólo podía ser
expulsado de él mediante el humo del tabaco.

Sus hojas eran usadas por los indígenas en diversas ceremonias y rituales, así
como con fines medicinales: untado o masticado para aminorar los dolores, curar
heridas, tratar picaduras de insectos y demás. También se acostumbraba fumar
colectivamente durante la conversación y era compartido en pipas u hojas liadas.

Especies de tabaco.

En la época Prehispánica existían dos especies diferentes en estado silvestre, se


cosechaban en este Nuevo Continente: la Nicotiana Rústica, cuyo cultivo tenía
lugar en México, el este de América y Canadá, que consistía en una hoja estrecha
con un alto contenido de nicotina y tan amarga que se fumaba en pipa, lo que dio
lugar a la famosa pipa de la paz ; y la Nicotiana Tabacum, alta, ancha y mucho
más suave que la anterior; en la actualidad se reconocen 7 u 8 tipos de hojas de
tabaco. (Muñoz, F., S.D.)

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El calumet, o pipa de la paz.

El rito del "Calumet" o pipa de paz se practicaba entre las tribus de la Gran
Pradera americana mucho antes de que los colonizadores del Lejano Oeste
entraran en contacto con estas culturas.

La ceremonia, revestida de un ritual mágico - religioso, podía tener un interés


social, económico, político... En estos actos se fumaban las hojas de un tabaco
perteneciente a la especie Nicotiana Rústica (único que se encontraba en estado
silvestre en la región).

Reunidos los representantes de las comunidades o las partes que dirimían entre
ellas, se encendía una pipa, con la que el conductor de la ceremonia lanzaba a los
cuatro puntos cardinales bocanadas de humo para pedir la ayuda del "dios de la
pradera", conocido también como el pájaro del trueno".

Después, la pipa iba pasando entre todos los reunidos. Compartida la fumada, se
discutían los problemas que les habían convocado. Unas veces se trataba de
alcanzar la paz entre las tribus. Otras de una boda, de un pacto comercial o de la
iniciación de los adolescentes al mundo de los adultos. Los ritos eran diferentes
según los casos; pero en ninguno faltaba el tabaco ni la fumada comunitaria.
(Muñoz, F., S.D.)

Mitos y leyendas.

Numerosos mitos y leyendas relacionados con el humo y el tabaco propios de las


culturas precolombinas, han llegado hasta nosotros como parte de las tradiciones
arraigadas aún en numerosas comunidades indígenas actuales.

De esta manera, los indígenas que habitan en las orillas del cauce inferior del río
sucio, en Colombia, junto al istmo de Panamá creen que allí se encontraba el
legendario país de Dabeida, donde existió un templo, en cuyo centro se levantaba
un ídolo de oro macizo que representaba a la diosa de la tempestad. Este
legendario lugar fue una tierra fría, cubierta por la nieve y el hielo, hasta que un
chamán o hechicero sopló sobre ella una bocanada de humo de tabaco
transformándola así en una tierra cálida y llena de vida.

A su vez, una leyenda de los indios waraos de Venezuela relaciona el tabaco con
el origen del mundo. Cuando el "pájaro del alba" (el sol) se elevó en el cielo por
primera vez, pensó en una casa situada entre la tierra y el cielo, blanca y redonda
como una nube de humo. El pensamiento bastó para que la imagen se hiciera
realidad. A continuación, el "pájaro del alba" crea los cuatro bahanas que
constituyen los cuatro elementos del humo que dan su carácter al tabaco (bahana
es el nombre con que se conoce el tabaco en la región). Los cuatro elementos del

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humo son la "abeja negra", que pica fuerte cuando el fumador aspira la primera
bocanada, la "abeja roja", la "abeja amarilla" y la "mosca de miel azul", cuyos
espíritus traspasan los cuerpos y les infunden su fuerza. (Muñoz, F., S.D.)

Los otros usos del tabaco.

Cuando escuchamos la palabra tabaco, la primera imagen que nos viene a la


cabeza es un cigarrillo, tal vez un cigarro puro o una pipa, y raramente las
barrocas cajitas de polvo de tabaco para aspirar o rapé. Puede que, también
recordemos las advertencias de las autoridades sanitarias, ya que existe un
consenso científico mundial sobre la evidencia de que el hecho de fumar conlleva
riesgos para la salud. Sin embargo, la planta del tabaco hace honor a la
denominación de panacea (remedio para curar diversas enfermedades) que
recibió a su llegada al Viejo Continente y cuenta con múltiples e insospechadas
aplicaciones.

En los albores de su historia, los indígenas la creían divina y su humo o sus hojas,
mezcladas con cal de conchas marinas molidas, no faltaban en los rituales y
ceremonias religiosas. También la utilizaban como estimulante, medicina y fuente
de placer. Estos usos continuaron vigentes en la Europa de los siglos XVI y XVII,
cuando se la conocía como hierba para todos los males, hierba santa, hierba
vulneraria de las Indias. (Muñoz, F., S.D.)

Época Colonial

El Tabaco y la Colonia

En el transcurso de la época colonial, México fue quien aportó una gran cantidad
de recursos a la Corona Española, entre todos ellos, se encuentra sin duda el
mineral más abundante y apreciado actualmente en el país “La plata”.

Sin embargo el producto que nos ocupa en este ensayo es el TABACO, siendo
este un recurso agrícola no comestible, cuyo cultivo y venta redituaron utilidades
importantes a la Corona Española.( Florescano, E. y Menegus, 2000)

El consumo del tabaco durante la Colonia

Cuando los españoles se establecieron en nuestro territorio, el cultivo y consumo


de esta planta era exclusivo de los indígenas. Con el paso del tiempo el hábito se
difundió al resto de la población (hombres y mujeres), de tal suerte que durante el
siglo XVI y XVII la elaboración de puros y cigarros se convirtió en una actividad

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muy importante. Ante la demanda y con la introducción de nuevas técnicas
agrícolas, los plantíos se extendieron a diversas regiones: Jalisco, Puebla, Colima,
Oaxaca, Yucatán y Veracruz. Como la demanda era muy elevada, la corona
estableció el estanco o monopolio de su cultivo, fabricación y comercialización. El
proceso de instauración fue paulatino, dependiendo ello de los requerimientos
económicos de la metrópoli.

Constituyéndose así una fuente de empleo para varios sectores de la sociedad


colonial, entre los que quedaron incluidos cultivadores, cosecheros, dueños de
fábricas, talleres artesanales y tiendas; en las ciudades, la gente de bajos recursos
lo vendía en las calles.

En un principio el tabaco llegaba a España de los indígenas, pero debido a la gran


demanda nacional que existió en nuestro país a partir de la segunda mitad del
siglo XVI, comenzó a llegar de la mano de los colonos.

A principios del s. XVII (1620) empieza a funcionar en Sevilla la primera fábrica de


tabacos española bajo el nombre de La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, que
se convertiría en la mayor construcción industrial del mundo. A Sevilla le sigue, por
orden cronológico, la Fábrica de Cádiz.

En ellas se comenzó elaborando polvo de tabaco, muy apreciado en toda Europa,


y más tarde cigarros puros hechos con hojas producidas de nuestras colonias de
ultramar. La gran influencia de las fábricas españolas no disminuyó cuando,
bastantes años después de su puesta en funcionamiento lo hicieran otras
francesas, alemanas o italianas. Más tarde, en el año 1717, un real Decreto de la
Corona de España dio lugar a la fundación de la primera fábrica de tabaco en
Cuba, la Real Factoría de La Habana, implantando así un régimen de monopolio
para la naciente industria cubana.

A lo largo del siglo XVIII, los precios del tabaco se dispararon, lo que contribuyó a
un aumento de la presión fiscal y a un acercamiento del fumar hacia los grupos
adinerados.

El tabaco de humo (sin previa elaboración) quedaba destinado entonces al resto


de la sociedad, y el consumo de rapé (tabaco aspirado) se convertía en el mayor
ritual costumbrista y social de Europa propio de las sociedades burguesas y
aristocráticas.

Pero a finales de este siglo se produjo un cambio en los hábitos de consumo de


tabaco. De nuevo, los grupos sociales con más renta acabaron por apropiarse del
tabaco de humo, hasta entonces considerado como mercancía marginal, por lo
que Sevilla se lanzó a la confección del cigarro puro, abandonando cada vez más

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el rapé. Poco después se unirían a esta producción las factorías de Madrid,
Alicante, La Coruña, San Sebastián y Bilbao, lo que hizo del cigarrillo el gran
protagonista del nuevo panorama social.

Desde finales del siglo XIX y comienzos del presente, el cigarrillo ostenta ya una
primerísima posición en el mercado. Y mientras el abaratamiento y la masificación
de la producción contribuyen a que todas las clases sociales tengan un fácil
acceso al tabaco, las formas antiguas de tomarlo van quedando relegadas al
pintoresquismo y la rareza curiosa. No hay duda de que el fumar se ha convertido
en un hecho universal.

Estos se hacían a mano, por una misma persona de principio a fin, de ahí la gran
cantidad de familias dedicadas a su elaboración. Para controlar las actividades
comerciales y obtener recursos, el rey Felipe II estableció el Consulado de
Comerciantes, organismo encargado de supervisar que el comercio exterior se
realizara por los puertos autorizados y fuese hecho el cobro de los impuestos o
alcabalas, establecidos para todas las actividades de compra-venta y el transporte
de mercancías. (Florescano, E. y Menegus,2000)

Las reformas borbónicas producen cambios

El siglo XVIII trajo cambios políticos en España que repercutieron en las colonias
americanas. Éstos tuvieron que ver con el reemplazo de dinastía, ya que el rey
Felipe IV, miembro de la familia de los Habsburgo, murió sin descendencia directa,
propiciando que otros parientes, relacionados con la casa reinante de Francia, los
Borbones, llegaran al trono español.

A mediados de siglo ocupó el trono español Carlos III, quien influido por las ideas
de la Ilustración francesa, implementó en España y el imperio una serie de
cambios tendientes a reordenar y en algunos aspectos a modernizar, el
funcionamiento de las colonias. Con ello logró ejercer mayor control sobre las
autoridades y los recursos económicos del imperio. Tales medidas serán
conocidas como reformas borbónicas.

En lo político, tendían a restarle poder al virrey. Para eso colocó gente preparada y
de su confianza en los cargos administrativos, con lo que los criollos que
ocupaban este tipo de puestos fueron desplazados por empleados nombrados por
el rey y enviados desde España.

La Iglesia también fue afectada: sobre el clero regular cayó la prohibición de


fundar más conventos, y a la institución en general le limitaban el manejo de los
cuantiosos recursos económicos que poseía.

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En el aspecto económico, establecieron una serie de estancos o monopolios sobre
mercancías y actividades de gran demanda: sal, papel sellado, pólvora, azogue o
mercurio, la lotería, los naipes y el tabaco, con el fin de controlar las aportaciones
que generaban. Empleados del rey se encargarían de supervisar que las utilidades
obtenidas fuesen directamente a manos de la corona y, por tal motivo, se
estableció la Real Hacienda que pondría orden en las finanzas. Para lograr la
aplicación de las reformas llegaron tropas españolas y visitadores reales con el
encargo de ejecutar las disposiciones. (Florescano, E. y Menegus,2000)

El estanco del tabaco

Este monopolio fue puesto en marcha por el visitador José de Gálvez, quien inició
restringiendo la amplia zona de cultivo a unos cuantos sitios: Córdoba, Orizaba,
Huatusco y Zongolica. Toda la cosecha sería vendida exclusivamente a la
administración de la Renta del Tabaco al precio que ésta fijara. Tal limitación
provocó una serie de reacciones violentas por parte de cultivadores y
cosechadores en las zonas donde quedó prohibida la siembra, pero también de
los fabricantes autorizados porque se estableció el control de precios. Los
fabricantes de puros y cigarros se vieron afectados, ya que sólo podían comprar la
materia prima en la Renta del Tabaco al precio que ella señalara, pero al menos
tenían la posibilidad de elaborarlo y venderlo por su cuenta.

Más tarde, el visitador Gálvez dispuso la monopolización de la fabricación y


comercialización al establecer en 1769 "la Real Fábrica de Puros y Cigarros de
México y se crearon las de Puebla, Querétaro, Oaxaca, Orizaba y Guadalajara. En
dichos establecimientos, manejados también por la Renta del Tabaco, se dispuso
elaborar todos los puros y cigarros del país, por lo cual desde 1766 no se
otorgaron más permisos a fábricas o talleres particulares". Los estanquillos serán
los únicos lugares autorizados para su venta.

La aplicación de esta nueva medida afectó la economía de todos aquellos


sectores sociales que obtenían sus ingresos de esta actividad, y pronto talleres y
tiendas se vieron obligados a cerrar ante la imposibilidad de obtener el material
necesario. También transformó la forma de trabajo. Desestructuró la unidad
productiva familiar y quienes pretendieran seguir laborando en el ramo, tendrían
que contratarse como empleados de la Real Fábrica..., sometidos a un horario fijo,
participando sólo en una parte de la elaboración debido a que se estableció la
división del trabajo y emplazados, como miles de trabajadores, en un mismo
edificio. Esta última cuestión fue muy criticada por la sociedad de la ciudad de
México, ya que al interior de un mismo edificio convivían hombres y mujeres de
diferentes edades. Tal cosa inquietaba, tanto por los temas de conversación como
por la posibilidad de que organizaran protestas que rompieran la tranquilidad.

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Pese a las inconformidades generadas, el monopolio se mantuvo porque redituaba
enormes ganancias; por ejemplo, entre 1785 y 1789 la Real Fábrica gastó en
compra de tabaco, fletes, derecho de alcabala, gastos de la fábrica y de
administración 14 millones 977 mil 841 de pesos; a cambio ganaron 30 millones
736 mil 638. Una vez descontados los gastos, la utilidad en cinco años fue de 15
millones de pesos. Dinero que llegaba directamente a la metrópoli. Pese a la
vigilancia y el control establecidos, como suele pasar en tiempos de prohibiciones,
se desarrolló el cultivo, la fabricación y venta clandestinos. (Florescano, E. y
Menegus,2000).

Época moderna

Siglos XVII Y XVIII

Durante esta época, continuaron apareciendo regulaciones legales sobre el


tabaco, destacando en 1606 una disposición contra su siembra en Cuba y en parte
de América hispánica y en 1614 contra su comercio internacional. (Ortiz F., S.D.)

Tras la rápida extensión de esta planta por Europa, a comienzos del siglo XVII ya
no bastaban en Inglaterra las farmacias para vender el tabaco, tal era la cantidad
de consumidores en aquella época, por lo que tuvieron que establecerse tiendas
especiales para este negocio. Tomar tabaco era un signo de alta distinción social y
se consumía masivamente con fines placenteros. . (Ortiz F., S.D.)

Los gobiernos se dieron cuenta de que el comercio del tabaco podía suponer una
notable fuente de ingresos en las arcas del Estado mediante los impuestos. Así, el
monopolio del comercio del tabaco en España comenzó en 1634 con el
establecimiento del estanco en Castilla y León, ampliándose en 1707 al resto del
reino, siendo los únicos lugares autorizados para la elaboración y manufactura del
tabaco las fábricas de Cádiz y Sevilla. A partir de 1735 se regula mediante Reales
Cédulas la fabricación y venta "en Administraciones, Estancos y demás Oficinas
destinadas al intento", siendo penada el comercio en otros lugares con multas, e
incluso con penas de presidio. . (Ortiz F., S.D.)

Durante estos siglos continuaron las publicaciones sobre las virtudes y beneficios
del tabaco, sobre todo por sus propiedades curativas. En España destacaron
obras como el Tratado sobre Las excelencias y maravillosas propiedades del
tabaco de Cristóbal Hayo, catedrático de "Prima de Medicina Chirurgica" de la
Universidad de Salamanca en 1645, y la publicación en 1626 de la obra El tabaco,
panacea universal de J. Leander. (Pardell H, Saltó E, Salleras LL, S.D)

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En esta época, la Iglesia tomó cartas en el asunto, siendo uno de los principales
enemigos del tabaco. En 1642, el Papa Urbano VIII prohibió fumar en todas las
iglesias de la diócesis de Sevilla, castigando a los infractores con la excomunión.
En 1696 se dictó por primera vez una ordenanza que regulaba el consumo del
tabaco en lugares públicos y fue el Sínodo obispal celebrado en Tortosa quien
prohibió de forma tajante el consumo de tabaco entre sacerdotes y demás
miembros de la Iglesia. (Pardell H, Saltó E, Salleras LL, S.D)

No obstante, otros sucesores fueron más permisivos, y así, en 1725 otro Papa,
Benedicto XIII, levantó las sanciones promulgadas por sus antecesores para
"evitar a los fieles el espectáculo de dignatarios eclesiásticos escapando del
santuario para irse a fumar a escondidas." De todas formas, la Iglesia continuó
siendo uno de los principales detractores del tabaco; muchas décadas después,
en 1850, el Papa Inocencio X prohibiría nuevamente su uso bajo pena de
excomunión en todo el Vaticano. También las opiniones en contra del tabaco
provenían de los monarcas de la época. El rey Jacobo I de Inglaterra publicó en
1603 unas recomendaciones en contra del uso del tabaco y Luis XIII de Francia
(1601-1643) castigaba su consumo con fuertes multas. (Pardell H, Saltó E,
Salleras LL, S.D).

Siglo XIX

Durante el siglo XIX se continuó usando el tabaco como medicamento. En el


Tratado de Terapéutica y Materia Médica de Trousseau y Pidoux de 1872, se
destacan sus efectos farmacológicos sobre enfermedades del aparato nervioso,
digestivo, respiratorio, genitourinario, hidropesía y gota entre otras. (Suret Valet J.,
S.D.)

En el siglo XIX es cuando se comienza a consumir en forma de cigarrillo. Se


cuenta que la invención del cigarrillo tuvo lugar en la guerra entre Turquía y Egipto
en 1832, durante la cual una granada turca destrozó las pipas de los soldados
egipcios, a los cuales se les ocurrió rellenar los cartuchos de sus fusiles con
picadura de tabaco, creándose así el primer cigarrillo. (Suret Valet J., S.D.)

Sin embargo, otros aseguran que ya en España, en el siglo XVII, se introdujo la


práctica de hacer cigarrillos con picadura envuelta en papel: quizás algún indiano
recordó los cigarros fabricados por los indios, hechos de tripas envueltas en una
capa de maíz o de plátano, y se le ocurrió usar las hojas de papel como envoltorio.
(Pérez Vidal J.,S.D.)

De una forma u otra, lo que es cierto es que hasta el siglo XIX, no se generalizó el
uso del cigarrillo como forma de consumo del tabaco, y esto se debe a dos hechos
fundamentales: en 1875 el ingeniero James Bonsack constituye el primer prototipo

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de máquina de hacer cigarrillos. Por otra parte, en Carolina del Norte se desarrolla
una nueva forma de fermentar, curar y secar el tabaco, con lo que se consigue
que al final del proceso aumente el contenido de azúcares de la hoja y con ello al
ser quemada se produce un humo suave que puede ser inhalado fácilmente. A los
países productores tradicionales se sumaron posteriormente otros como China,
Rusia y Japón. (Pérez Vidal J.,S.D.)

Época Actual

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Conclusión:

A través de esta línea de tiempo, podemos observar, que tanto el cultivo como el
uso, la comercialización, el crecimiento y evolución de esta planta, ha dado como
resultado grandes cambios sociales y culturales que en la actualidad no se limita
solo a sus orígenes si no a nivel mundial, llegando a ser un problema de salud
pública en todos los niveles socioeconómicos.

Es interesante darnos cuenta como el punto medular del uso del tabaco ha
cambiado dramáticamente con el paso de los años, lo que nos lleva a pensar en
cuántas otras cosas de uso cotidiano, se consumen sin conocer sus orígenes y el
motivo principal por el que fueron utilizadas.

El problema Psicosocial por el uso del tabaco (cigarrillo), se limita a las


tabacaleras que actualmente monopolizan el cultivo, fabricación, distribución y
comercialización, así como a las personas consumistas, sin importarles el daño
que causan al ecosistema y a las generaciones humanas posteriores.

Es importante no sólo conocer la historia de este producto, si no crear conciencia


en su uso, tomando en cuenta que tanto derecho tiene quien decide fumar como
quien no lo hace.

El Estado fue durante siglos un factor importante en la monopolización de la


elaboración y para la comercialización del tabaco. Le ha generado riqueza, poder
y control social. Hoy por ejemplo la población depende en un alto porcentaje de su
consumo, lo cual es parte de un proyecto promovido por las industrias tabacaleras
y por los intereses del Estado.

El control económico hoy no está en manos del Estado como lo fue en la época
colonial, sino este poder está en los empresarios que actualmente esta industria
es parte del impacto social de la población, especialmente en los efectos que se
generan en la salud.

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Referencias:

Florescano, E. y Menegus, M. 2000. "La época de las reformas borbónicas" en


Historia general de México, El Colegio de México, , 1103 pp.
http://sepiensa.org.mx

Historia general de México, 2000. México: El Colegio de México, , pp. 377-378.

Muñoz, Flor. http://sepiensa.org.mx

Ortiz F. 1973.Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Barcelona. Ariel


Editorial.

Pardell H, Saltó E, Salleras LL. Historia. En: Manual de diagnóstico y tratamiento


del tabaquismo. Panamericana editorial. 1996. P: 1-10.)

Pérez Vidal J. 1959. España en la historia del tabaco. Consejo Superior de


Investigaciones Científicas. Madrid.

Suret Valet J. Historia. 1997. En: Aproximación al tabaquismo en España. Jiménez


Ruiz CA editor. Nicorette. Barcelona. P: 11-19.

Glosario:

Alcabala: Impuesto que se paga sobre las transacciones comerciales que se


realizaban en la Nueva España.

Estanco: Embargo o prohibición del curso y venta libre de algunas cosas, o


asiento que se hace para reservar exclusivamente las ventas de mercancías o
géneros, fijando los precios a que se hayan de vender.

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Anexo

Una Historia de Contrabando de tabaco en la Nueva España:


El caso de Valladolid, hoy Morelia

Por.: Alfredo Barragán Cabral

Cuando en la Nueva España se impuso el estanco del tabaco y se consolidó su


monopolio se puso fin a un mercado bien organizado que había sido puesto en
marcha de manera independiente por cosecheros, tabaqueros y cigarreros. En
su primera etapa el monopolio tuvo dificultades para abastecer de tabaco a los
numerosos consumidores del extenso virreinato. Esta situación y los posibles
resentimientos de los sujetos que se vieron despojados de su fuente de
trabajo fueron los factores que impulsaron el comercio clandestino del tabaco.
En buena medida también facilitó el tráfico de tabaco el hecho de que esta
planta se podía cultivar sin muchas complicaciones en muchas regiones del país.

Con el fin de contrarrestar los efectos que ocasionaba el contrabando se


elaboraron los reglamentos a partir de los cuales se pensaba poner fin a este
comercio ilegal. Para su elaboración se sirvieron de la experiencia que en este
problema se había adquirido en la metrópoli y en Cuba a raíz de que fue una
situación que había costado mucho trabajo erradicar. Los reglamentos fueron
hechos por los ministros del gobierno Borbón. El rey los envió a la Nueva
España el 22 de julio de 1764 para que se efectuara el Resguardo de la Renta y
se impulsara el combate a los traficantes. Las instrucciones señalaban que los
administradores tenían facultades para iniciar los procesos a los delincuentes,
así como determinar las penas que se hiciesen menester aplicar a los
defraudadores.1[1]

En las instrucciones se exponen los mecanismos a través de los cuales los


miembros del resguardo ejecutarían la aprehensión del fraude o el
reconocimiento de las siembras clandestinas, e iniciarían un proceso judicial
contra los implicados en el contrabando.2[2]

Era necesario que el escribano diera fe de la aprehensión y las


circunstancias conforme se hubieran desarrollado los hechos. Además, se
1[1]
A.G.I. México, 2255. fs./s.n.
2[2]
A.G.N. Alcaldes Mayores. Vol. 9. Fs. 223r-224r. Se contempla que se solicite la ayuda de los
indígenas para efectuar la quema de las siembras clandestinas.

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procedía a pesar el tabaco, a encarcelar a los infractores y a confiscarles sus
bienes. Se consideraban como delincuentes a los dueños, conductores,
vendedores, encubridores o compradores de contrabando. Se les tomaba la
declaración a los reos buscando que confesaran los nombres de otros sujetos
implicados en el tráfico de tabaco. Al comprobarles su delito se les imponía la
pena del duplo, es decir, tenían que pagar dos veces el valor del tabaco
confiscado; esto en caso de ser la primera vez, ya que en los casos de
reincidencia y de acuerdo con el juez se les aplicarían multas más altas y
castigos corporales. En cuanto a los contrabandistas que se resistieran a los
oficiales del resguardo se harían acreedores de 200 azotes y cuatro años de
prisión. En caso de que la resistencia hubiese causado estragos en el resguardo
se aplicaría la pena de muerte a los traficantes. También se estableció que el
tabaco requisado se dividiría en tres partes para repartir su costo entre el
juez, el aprehensor y el denunciante. Los castigos variarían solamente en los
casos que se tratara de menores de edad y de indígenas. A los primeros la pena
se les impondría conforme a lo dispuesto por el juez y a los segundos se les
aplicarían únicamente castigos corporales.3[3]

En cuanto a la prohibición para utilizar el tabaco silvestre se recomendó


localizar los sitios en que éste se encontraba para proceder a destruirlo. En la
factoría de Valladolid era común encontrarse el tabaco silvestre. El 8 de
octubre de 1793, el factor Vicente Domínguez giró instrucciones al
administrador del tabaco en el partido de Peribán para que eliminara el tabaco
que crecía en el pueblo. Por otra parte, le indicaba que indagara si había
individuos que se dedicaban a su cultivo y comercio para que fuesen
consignados y castigados. El cuanto al administrador de Jiquilpan y a su
investigación sobre tabaco silvestre en el partido de Peribán, Angel Bernardo
González señala que sometió a interrogatorio, entre otros, a Jaime Álvarez,
español casado de 44 años; también a Policarpio Ochoa, español de 66 años; a
Pedro Pardiñas, español casado de 46 años; además de otros testigos y el
vicario quien vivía ya en el pueblo desde hacía 18 años. En el interrogatorio los
testigos coincidieron en señalar que el tabaco silvestre era abundante en el
pueblo, pero que nadie lo usaba, ya que los fumadores compraban el tabaco en
los estancos del rey. Respecto a la destrucción del tabaco le indicaron que no
valía la pena el esfuerzo, ya que pronto crecería de nuevo.4[4]

3[3]
A.G.I. México, 2255. fs./s.n.
4[4]
A.H.M.M. Factoría de Tabaco. Caja 12. Exp. 13. fs./s.n.

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En las instrucciones enviadas por el rey se contemplaba también que los
visitadores, tenientes y guardas estuvieran pendientes de las remesas de
tabaco, y en los casos de contrabando tendrían que ejecutar aprehensiones y
realizar las actividades necesarias para castigar a los contrabandistas. Estos
funcionarios tenían licencia para registrar las casas sospechosas de la gente
del pueblo y de las gentes distinguidas sólo cuando se tenía la certeza de su
implicación en el tráfico de tabaco. El registro a los arrieros y a otras personas
se hacía siempre sin causar muchas molestias.

La rápida gratificación a los denunciantes de los contrabandistas del


tabaco fue una medida que le rindió buenos frutos a la Renta del Tabaco en la
Nueva España. Este mecanismo se hizo importante cuando se comprobó que el
Resguardo estaba imposibilitado para vigilar el enorme territorio del
virreinato. Así, el problema se resolvió con los denunciantes, pues normalmente
eran los individuos más pobres quienes para asegurar la recompensa estaban
alertas en todas partes. Asimismo el 27 de agosto de 1787 se dieron
instrucciones para que los comandantes del Resguardo pudieran valerse de
confidentes o espías a cambio de una crecida gratificación. La indicación fue no
“escrupulizar” en gastos para combatir y erradicar el contrabando. Existía la
posibilidad de evitar gastos, ya que la gratificación se haría de acuerdo a la
cantidad que fuese decomisada.5[5]
Para evitar el contrabando de tabaco se vigiló lo que se transportaba de
un lugar a otro y se pasaba revista a los grupos de arrieros para mantener a
raya a los traficantes. Además, se tenía en cuenta que no siempre era posible
dictar desde la capital normas específicas para atacar las dificultades de cada
región. Por esto se dio margen para que los administradores pudiesen proceder
de acuerdo a su juicio en los problemas particulares de su jurisdicción.
Solamente tenían el compromiso de consultar los casos dudosos de difícil
solución y que no estuviesen contemplados por los reglamentos que les
proporcionaron.6[6]
Cuando quedaba demostrado que había contrabando, el defraudador,
junto con las caballerías, armas y demás bienes, era detenido y puesto a
disposición de las autoridades para su proceso y castigo. En cuanto a las
siembras clandestinas se hacía averiguación del propietario del terreno y se le

5[5]
A.G.I. México, 2265. fs./s.n.
6[6]
A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. VII. Exp. 49. Fs. 267r-269r. Además, se refiere la posibilidad
de evitar quemar el tabaco y que mejor se le entregue su valor en dinero como premio a los guardias
y denunciantes.

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seguía juicio a éste y al arrendador o a quien resultase culpable del fraude; por
último, las plantas eran destruidas.7[7]
Con el fin de evitar el contrabando entre los viajeros, el rey determinó
en la Real Orden del 18 de noviembre de 1784 y del 3 de agosto de 1785 la
cantidad de tabaco que estos podrían conducir en su viaje de España a
América. Esto para evitar que transportaran grandes cantidades de tabaco,
por lo que solamente se les permitió llevar dos libras de tabaco para su
consumo durante el viaje. De acuerdo con esta orden se solicitaba a los
funcionarios de la Renta del Tabaco que mantuvieran estrecha vigilancia sobre
los pasajeros para que detectaran a los que contrabandeaban tabaco por esta
vía.8[8] Se estableció que en el caso de individuos que fuesen a ocupar puestos
en América se les permitiría llevar tabaco para su consumo personal bajo un
registro muy detallado.9[9]

Las formas del Contrabando.

El contrabando formó parte del monopolio del tabaco. Poco se sabe de las
redes del contrabando. Sin embargo, en los diferentes expedientes se
proporcionan informes aislados acerca de los medios que se ponían en práctica
cuando se traficaba con el tabaco.

Para contrabandear con el tabaco y lograr burlar la vigilancia del


resguardo los contrabandistas implementaron diferentes formas para lograr su
objetivo. Entre ellas destaca el contrabando realizado a través de los
sobrantes que los cosecheros escondían en las propias villas. Éstos
seleccionaban las mejores hojas para vendérselas a los traficantes, ya que con
esto obtenían un mayor beneficio y se corría el mismo riesgo. También fue
común la práctica de siembras clandestinas en diferentes lugares del
virreinato, sólo que el cultivo y curado apresurado de las hojas ocasionaba que
el producto no fuese de calidad. Estos dos mecanismos no formaron parte de
un contrabando muy crecido, ya que las denuncias de los particulares y la
vigilancia del resguardo en campos y caminos apartados resultaban eficaces
para impedir grandes siembras o tráficos.

7[7]
A.G.N. Ramo Tabaco. Vol. 252. fs./s.n. Entre los casos de que se da cuenta destaca el de María
Pastora, se refiere que en la casa de ésta se encontró tabaco. Como castigo se le dio una multa de 50
pesos y un mes de cárcel a pesar de que el indio Juan Candelario se hizo responsable del tabaco al
expresar que lo tenía para su consumo personal.
8[8]
A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. XV. Exp. 14. Fs. 44r-47v.
9[9]
A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. XIX. Exp. 52. Fs. 268r-270r.

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Otra forma de tráfico que tuvo más éxito fue la que se realizaba en las
tercenas del estanco. Esta se efectuaba a partir de que los particulares podían
comprar tabaco en rama y enseguida destinarlo a las cigarrerías clandestinas.
Las ganancias resultaban a partir de que la libra en rama costaba 10 reales y ya
manufacturada obtenían de 12 a 14 reales la libra. La Renta combatió esta
forma de contrabando cuando exigió que todos los administradores de
estancos llevaran cuenta del tabaco en rama que se vendía y de los sujetos que
lo compraban, de tal forma que los individuos que frecuentemente compraban
tabaco en rama se hacían sospechosos e inmediatamente eran investigados. La
forma más sofisticada de contrabando fue la que se realizó con las propias
labores de la Renta, y para lograrlo los cigarreros clandestinos desbarataban
los cigarros manufacturados en las fábricas y ya desmenuzados obtenían
tabaco suficiente para elaborar cigarrillos de menor tamaño pero de mejor
calidad que los de la Renta.

El resguardo y los contrabandistas.

En cada factoría se organizó un resguardo de la Renta, compuesto por cierto


número de visitadores, sus tenientes, un escribano y sus guardias armados. Fue
tarea de los visitadores actuar como inspectores de los funcionarios inferiores
y como jueces de residencia cuando dejaban su empleo.

La organización de un cuerpo de resguardo que reprimiera el


contrabando, exterminara las siembras clandestinas, escoltara las remesas de
caudales de la Renta y acompañara a los arrieros que transportaban el tabaco
de un sitio a otro constituyó uno de los asuntos de primer orden de la
administración de la Renta del Tabaco.10[10] Al cuerpo de resguardo se le
encargó la misión de destruir las siembras clandestinas, tarea que implicó
cierta violencia, ya que hasta entonces había habido libertad de cultivo y
muchos individuos se habían dedicado a beneficiar el tabaco. En un principio,
para apoyar al Resguardo fue necesario que las milicias regulares y todos los
funcionarios contribuyeran al cumplimiento de su encomienda11[11]. Desde ese

10[10]
A.G.I. México, 2255. fs./s.n.
11[11]
Para más detalles sobre el papel de las milicias en la consolidación del monopolio del tabaco o
incluso sobre la labor conjunta que realizaron las milicias, el tribunal de la acordada y el resguardo
en el combate a los contrabandistas: Cfr. McAlister, Lyle N, El fuero militar en la Nueva España

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momento comenzó una larga y costosa persecución de las siembras
clandestinas.12[12] Pese a los esfuerzos destinados a impedirlas, éstas
proliferaron sobre todo en los sitios donde con anterioridad ya se practicaba
este cultivo, o lo cultivaban en lugares más ocultos para escapar de la mirada
de las rondas y de los rigores que la administración tenía para este delito.

Este resguardo se dedicó con particular atención a destruir las plantaciones


que se encontraban fuera de los límites que se habían autorizado para realizar
el cultivo de esta planta y confiscaron toda la hoja y tabaco manufacturado que
se encontraba en manos de los contrabandistas.

En Valladolid hacia 1777 empezó a funcionar el cuerpo de resguardo y la


Renta del Tabaco pagaba sus salarios anuales. Para 1790 se contó con cuatro
visitadores con sueldo de mil pesos; tres tenientes visitadores con sueldo de
800 pesos anuales y 15 guardias con sueldo anual de 500.13[13] Acerca de cómo
actuaba este resguardo, qué opinaban de este cuerpo sus contemporáneos y
qué tan efectivo era tenemos pocas noticias. El obstáculo más serio para
realizar una lucha eficaz que erradicara todas las actividades clandestinas fue
la gran dispersión de poblaciones en un enorme territorio impenetrable por la
falta de caminos que permitieran el paso. El peligro para el resguardo, además
de las condiciones naturales, era que los contrabandistas estaban siempre
dispuestos a defender sus bienes y su vida.

Sobre los casos de contrabando de tabaco destaca el hecho de que no


traficaban con enormes cantidades de este producto. Sin embargo, no
contamos con noticias suficientes que nos ayuden a plantear con precisión las
dimensiones del contrabando y el perjuicio que ocasionaba a la Renta.
En relación con el contrabando tenemos el informe realizado por el
intendente de Valladolid Felipe Díaz de Ortega. Trata el caso seguido a José
Luciano Pegueros y Alonso Cansino por vender tabaco de contrabando.14[14] El
proceso para determinar la pena que se aplicaría a estos contrabandistas la
iniciaron el factor de la Renta Vicente Domínguez y el teniente visitador
Manuel Antonio Palacios el 15 de abril de 1796. José Luciano Pegueros en su

(1764-1800). UNAM. México, 1982. p. 54. Consultar también en: Christon I. Archer, El ejército en
el México borbónico, 1760-1810. F.C.E. México, 1983. p.124. Para este mismo asunto ver: Vega
Juanino, Josefa, La institución militar en Michoacán, en el último cuarto del siglo XVIII. El Col-
Mich, Zamora, 1986. p. 46.
12[12]
A.G.N. Alcaldes Mayores. Vol. 9. Fs. 223r-224v.
13[13]
A.G.I. Indiferente General 176. fs./s.n.
14[14]
A.G.N. Reales Cédulas. Vol. 171. Exp. 104. Fs. 122r-126v.

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declaración manifestó que en su casa le encontraron cinco libras y 25 cajetillas
de tabaco y para realizar la venta estaban implicadas cuatro mujeres. Además,
refirió que el tabaco era propiedad de Alonso Cansino. Por su parte Alonso
Cansino acudió por su cuenta a declarar su delito y pidió su libertad previo pago
de fianza. Se determinó que se quemaría el tabaco, se impuso una multa de 84
pesos y 6 reales a Alonso Cansino y un mes de cárcel para José Luciano
Pegueros por no contar con dinero para pagar la multa.

En otro proceso practicado el 22 de diciembre de 1787 por el teniente


visitador José María de Quintanilla y Mier y los guardias José Bolaños y
Vicente Navarro, se refiere detalladamente el procedimiento seguido para
determinar el castigo de los contrabandistas de tabaco.15[15] Se le tomó
declaración a Pedro Regalado, mulato viudo de 45 años de edad cuya infracción
fue por transportar 20 mazos de tabaco por el pago de 10 reales. Reconoció
que era la primera vez que transportaba tabaco de contrabando y comprado, ya
que adquirió 5 pesos de tabaco. Señalo que no sabía de otras gentes que
contrabandearan con el tabaco. El tabaco lo envió Gregorio Olivar de Petatán al
rancho de Ixtapa a Juan Orejón. Gregorio Olivar reconoció su infracción y
además, señaló que había vendido tabaco a Isidro García, al peón Juan José
Lumiga, a Cayetano Vázquez y al hijo de éste, Juan Vázquez, y también al
Minero Nicolás Pérez. Se detuvo a los implicados, se les confiscaron sus bienes
y se les tomó su declaración. La característica principal entre los infractores
era su oficio de labrador, y en cuanto a la motivación que los había hecho
cometer el delito señalaron que fue la necesidad, es decir, sus escasos
recursos y la posibilidad de obtener dinero a través del tabaco. Expresaron que
no conocían a otros sujetos que contrabandearan con el tabaco y a la vez
indicaron que sí sabían que era delito cultivar y comerciar tabaco, pero que no
tenían conocimiento sobre el castigo que se aplicaba a los infractores. Se
determinó como castigo que los infractores pagaran el duplo y cuatro meses de
cárcel.

Al contrabando venían a sumarse los ladrones que a menudo hicieron de


los estanquillos sus lugares para obtener dinero mediante el robo. Los
bandoleros en número crecido merodeaban los caminos transitados para asaltar
a los viajeros y a los arrieros que transportaban mercancías o valores del
tabaco. Estos episodios son escasamente conocidos, a pesar de que los
testimonios son abundantes. Sobre este asunto destaca el informe realizado

15[15]
A.H.M.M. Factoría de Tabaco. Caja 12. Exp. 12. fs./s.n.

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por Angel Bernardo González sobre el robo que sufrieron los caudales de la
Renta del Tabaco.16[16] Refiere que el 1 de noviembre de 1794 se realizó el
envío de dinero a la factoría de Valladolid. La suma era de 3,651 pesos. Relató
que a las cuatro de la tarde, en el camino real de Jiquilpan a Zamora, fueron
asaltados los conductores por nueve sujetos armados, los que al apoderarse del
dinero se dieron a la fuga. En el expediente se solicita se le dé tiempo al
administrador para resolver la situación del asalto, ya que por ser de escasos
recursos no puede cubrir el monto de lo robado.

Pese a no poder determinar el daño causado por el contrabando a la


Renta del Tabaco sí se puede señalar que el tráfico de tabaco incidió en la baja
de valores. Por lo menos así se indica en los expedientes examinados.17[17] El
deterioro de la Renta del Tabaco se suscitó en 1810, precisamente como
consecuencia del movimiento insurgente dirigido por Miguel Hidalgo y la
profunda y duradera crisis social que le siguió. Fue común la destrucción de
almacenes y quema de tabaco en hoja posiblemente porque sabían que causaban
un gran daño económico a la Corona. El contrabando del tabaco alcanzó sus
mayores índices entre 1810 y 1821, ya que la Renta se vio impedida para poder
abastecer de tabaco a los consumidores en todo el virreinato.

La Renta tenía un doble significado para los insurgentes: por un lado se


podía encontrar en las administraciones y expendios de tabaco dinero con el
que se podían remediar las precarias finanzas del movimiento, y por otro lado
se efectuaban actos de venganza contra el monopolio por la función impositiva
que había efectuado en el virreinato. Contribuyó al deterioro de la Renta el
ejército que se organizó para hacer frente a los sublevados, ya que con los
ingresos que generaba el tabaco pudo aprovisionar, pagar y mantener sus
tropas.18[18] La práctica común fue que los jefes militares con autorización o sin
ella se acostumbraron a recurrir a la Renta para asegurar el equipamiento y
alimentación de sus soldados. Incluso, en este expediente del 27 de marzo de
1816 se señala que los militares esperaban el abasto de tabaco para venderlo a
precios más altos para poder armar y vestir a las tropas.19[19]

16[16]
A.G.N. Ramo Criminal. Vol. 444. Exp. 11. Fs. 213r-234v.
17[17]
A.G.N. Correspondencia Virreyes. Vol. 177. Primera serie. Fs. 271r-273v. A.G.N.
Correspondencia Virreyes. Vol. 188. Primera serie. Fs. 218r-218v. A.G.N. Correspondencia
Virreyes. Vol. 33. Fs. 75r-76v. En estos expedientes se expresa cómo el contrabando influía en la
decadencia de la renta del Tabaco.
18[18]
A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n.
19[19]
A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n.

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Otro factor que provocó la ruina de la Renta fue que los cosecheros
dejaron de cultivar tabaco y además, se tenían muchos problemas para
abastecer de papel a las fábricas. Esta falta de abasto de materias primas
condujo al cierre de las fábricas en Querétaro y Guadalajara. Sólo funcionaron
las fábricas de México, Guadalupe, Puebla y Orizaba, pero su producción no era
suficiente para abastecer a los consumidores de tabaco en el virreinato. De
esta forma fueron constantes las solicitudes por parte de la factoría de
Valladolid para que enviaran tabaco de la capital del virreinato o de Querétaro
para su venta a los fumadores del obispado de Michoacán.20[20]

En suma, la imposición del estanco del tabaco y su posterior monopolio a


nombre del rey fue impulsada por el reformismo Borbón a partir de la segunda
mitad del siglo XVIII. Este monopolio fue destruido por el contrabando del
tabaco y las guerras de independencia que se dieron a partir de 1810. Esta
situación de ruina de la Renta, agravada por los peligros del movimiento
insurgente, propició el incremento del contrabando y las siembras clandestinas
en regiones donde ya se había cultivado esta planta, tal y como era el caso de
Nayarit, Autlán, Guadalajara y Michoacán. Cuando el cuerpo del resguardo pasó
a formar parte del ejército que luchaba contra los insurgentes se dejó de
combatir el contrabando de tabaco. Para este periodo de guerra el transporte
de tabaco se encareció por el temor que significaba ser asaltado por los
insurgentes y lo costoso que resultaba trasladar tabaco con una escolta
militar.21[21] La quiebra de la Renta se confirma también con el hecho de que
sus funcionarios sólo presentaron los valores del tabaco hasta el año de 1809.
A partir de esta fecha fueron extinguiéndose, paulatinamente, fielatos y
estanquillos, y el tabaco clandestino empezó a cubrir el mercado que el
monopolio real fue dejando

20[20]
A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n.
21[21]
A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n. Constantes solicitudes del factor Eusebio
Pérez para que condujeran tabaco de Querétaro a Valladolid. El comandante del ejército del norte,
José Castro, era el encargado de escoltar la remesa de tabaco. El ejército, al participar en el
transporte del tabaco para dar protección, originó el derecho de poder participar de los ingresos que
este comercio dejaba, sin la menor queja de los administradores de la Renta del Tabaco.

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