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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA DEL ESTADO DE

SINALOA

Ensayo

Lourdes María Hernández Ordóñez

Unidad Mazatlán

Licenciatura en Pedagogía

Mazatlán, Sinaloa

20 de abril de 2021
Investigación educativa: importancia, clarificaciones y posibilidades

Al ser estudiantes, a menudo nos topamos con ciertas problemáticas que ralentizan
y entorpecen nuestro aprendizaje educativo, naturalmente cuestionándonos sobre
su causalidad e, incluso, sobre la aproximación que se podría tomar para deshacer
los nudos que las empeoran, resolviéndolas de manera definitiva. Esto es
precisamente aquello a lo que atiende la investigación llevada a cabo en el ámbito
educativo: de manera general, podemos conceptualizarla y limitarla como el
examinar, íntima y detalladamente, todos los aspectos y factores presentes en una
circunstancia específica ocurrente en la realidad educativa.

El rol que la investigación tiene en el avance educativo es fundamental. Siendo algo


increíblemente complejo y repleto de muchísimas facetas, cada una diferente entre
sí, la realidad educativa requiere de un estudio riguroso para comprender todas las
situaciones que ocurren en ella, las ―inevitables― dificultades de diversa índole y
causas con las cuales cuentan y su funcionamiento en conjunto como proceso
múltiple en las diferentes realidades de las personas que se dedican a emprenderlo.

Existen muchas concepciones equívocas sobre esta y todo lo que engloba, desde
la naturaleza de su rigor científico por realizarse en contextos siempre dinámicos,
su finalidad y la traducción de esta en la práctica, las unidades de análisis en las
cuales se puede enfocar, su definición misma como término esencial para todo
aquel que busque la mejoría de los procesos educativos hasta su importancia como
líder y causa de dicha mejoría como tal. En este brevísimo ensayo, definiremos y
ejemplificaremos básicamente el significado de cada uno de los puntos pasados y,
si es necesario, argumentaremos sólidamente sobre su interés ― sea este en
relación a la incidencia positiva de la cual se está en búsqueda o para el
procedimiento como aspecto científico en sí. El no conocer propiamente esta
investigación es un error fatal que conduce a una inaceptable desvaloración de todo
lo que esta es y está próxima a ser.

En primer lugar, es indispensable reconocer el ánimo de la investigación educativa.


Netamente hablando, su objetivo es, reconociendo todos los componentes de la
educación, sus características y demás particularidades, determinar el cómo estos

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diversos engranajes funcionan en tanto a su mecanismo, o séase, su
funcionamiento. La finalidad de esta es entonces, por definición, inherentemente
esclarecedora, resultando así una herramienta fundamental para la comprensión de
lo sucedido en una situación en específico. Entender las conexiones entre dichos
elementos y su totalidad sirven, posteriormente, para señalar cuales de estos tienen
una determinada consecuencia dentro del fenómeno, ser capaces de realizar un
diagnóstico o evaluación de lo ya comprendido en su panorama completo o formular
predicciones de su comportamiento de manera analítica y objetiva, tres cosas
primordiales para realizar intervención educativa.

Para llegar a considerar la intervención es primordial la dureza con la que se realiza


un proceso investigativo, y el rigor de este procedimiento tan detallado significa la
implementación de un método científico, es decir, una secuencia de pasos que
garantice la objetividad del conocimiento y su aproximación casi paralela a lo dado
en la realidad. Asistiendo así a la certeza de los resultados y las conclusiones
obtenidas mediante la investigación, este método resulta indispensable para
asegurarnos de que lo que estamos recibiendo mediante el estudio profundo sea
una conclusión verdaderamente científica. Aunque esto pueda parecer limitante por
la diversidad de los aspectos que interactúan en los procesos educativos y las
posibles metodologías convergentes que pueden ser empleadas con seguridad, no
se puede negar el efecto absolutamente positivo que tiene en su proceso como un
todo, verificando objetivamente que este sea ordenado y aterrizado en la realidad.
Es importante señalar también que el empleo de un método científico en la
investigación educativa no significa que este no pueda ser objeto de alteraciones
según el investigador vea necesario y correspondiente al enfoque que planea
utilizar.

Al observar el marco general de la manera de proceder en la investigación científica


educativa, resulta claro que formular un planteamiento en específico, crear y aplicar
propiamente un diseño a seguir durante el procedimiento, recolectar, interpretar y
reflexionar en los datos y estructurar un informe de investigación, asiste a un solo
fin: el de conseguir, de la mejor manera posible, lo que se necesita, sin importar su

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naturaleza ni los procedimientos utilizados en su búsqueda. Asimismo, este método
puede ser utilizado para llevar a cabo dos tipos de investigaciones, cada una
pertinente a los objetivos planteados por el examinador:

→ La investigación básica, enfocada en la generación del conocimiento,


expandiendo, a consecuencia, lo que “sabemos”, enfocándose en desentrañar
las complejas relaciones entre las diversas partes individuales de lo estudiado y
orientándose hacia el fin de aportar un diminuto grano de arena más a lo que
consideramos como virtual fragmento de la realidad pura. No busca
inmediatamente la aplicación de los nuevos conocimientos en la vida real, siendo
mera teoría sin repercusión material ― todavía. Este parece un punto casi
redundante de recalcar, ya que la gran mayoría de investigadores en el área
educativa activamente desean la mejora práctica del hecho, asistiéndose, por
default, en indagaciones previas, sean estas realizadas por ellos mismos o por
individuos ajenos: aunque este tipo de investigación no busque dicho propósito,
sirve como apoyo fundamental para los futuros investigadores que la crean
destacada en el tema a averiguar.
→ La investigación aplicada, apoyándose ―reiterando lo pasado― en la amplia
selección de conocimientos obtenidos mediante la investigación. Va más allá de
la teoría, con el objetivo integral de aplicar las aclaraciones científicas en la
práctica, permitiendo transformar y moldear la realidad de manera sustancial.
Como ya lo mencionamos, este tipo de investigación es sobre todo interesante
para los investigadores educativos por su capacidad rejuvenecedora y
trascendental, pudiendo afectar positivamente las acciones y los resultados en
la realidad educativa ― si todo se lleva a cabo correctamente. Se categoriza en
dos tipos: la investigación en la acción, realizada por las personas partícipes en
un contexto educativo determinado y la investigación evaluativa, la cual
contrasta y compara el desempeño de un cierto contexto educativo con criterios
predeterminados para asignarle una evaluación que sirve como una especie de
crítica constructiva para analizar el funcionamiento de la pluralidad de los
procesos internos y efectuar decisiones orientadas hacia cualquier
perfeccionamiento posible.

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El reconocimiento del enlace único que encontramos entre estos dos tipos es casi
inmediato: la otra depende de y se profundiza mediante lo aportado por la otra. La
investigación aplicada no podría llevarse a cabo tan efectivamente de no ser por lo
concluido por las investigaciones netamente teóricas, así como la investigación
básica no contaría con un efecto en sí de no ser por el testeo de la inquisición
contraria, o, mejor dicho, complementaria, palabra que engloba lo que cada una
significa para la otra. La teoría nutre a y se nutre de la práctica, y viceversa.

Pero, regresando al mero inicio del proceso de investigación, ¿qué es precisamente


en lo que es posible adentrarnos? ¿Existen criterios específicos para escoger un
tema? Fuera del hecho de que tienen que ser, casi por obligación, tópicos
interesantes y siempre provocantes de curiosidad en el mismo investigador y que,
simultáneamente, deben de ser asuntos no ya muy investigados, la posibilidad de
los temas a investigar se encuentra casi sin límites ni barreras, más aún en la
investigación en la educación, donde las problemáticas siempre parecen emerger e
interrumpir los procesos y ambientes de enseñanza-aprendizaje. Sea un método
utilizado en especial, un recurso escolar docente o estudiantil, las relaciones
existentes entre un grupo de agentes educativos, uno de estos últimos en sí, un
comportamiento observable o un contexto concreto, la verdad es que lo estudiado
de cualquier unidad de análisis siempre será relevante para aquellos que quieran
formar parte de la imperante transformación en materia educativa, ya necesaria en
muchísimos lugares alrededor del mundo.

Todo lo anteriormente mencionado ―es decir, las causas, consecuencias y la


relevancia de cualquier tipo de investigación― apunta hacia unos ciertos requisitos
para hacer justicia a lo que esta desea hacer. Tenemos que recordar que este
proceso, en general, no es algo que tomarse a la ligera, como si fuera un solo
pendiente que tachar de nuestra lista o una tarea que posponer hasta la fecha de
entrega. La naturaleza de lo que se busca mediante la investigación, nuevamente,
exige ciertas actitudes y disposiciones a tener. Para que un investigador realice un
trabajo gratificante, debe contar con, antes que nada, un conocimiento amplio de la
metodología de la investigación: saber con claridad el cómo y el cuándo utilizar las

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técnicas y estrategias desplegadas en las variedades de causas a lo largo del
procedimiento, entre ellas la recolección de datos. De esto también se deriva la
necesidad de que el individuo sepa analizar e interpretar lo recabado con precisión,
esto en base a una formación previa de lo que todo esto implica. Sin embargo,
quizás lo más importante es algo más "general", casi meloso y sentimentalista, pero
permanentemente de cajón en la descripción de un investigador brillante: el siempre
contar con una curiosidad que lo impulse a no detenerse ante a veces falsas
presunciones de la verdad, ya sabemos que “ (…) no es posible llegar a conocerlo
todo de aquello que se investiga y que, por tanto, siempre existe un cierto margen
para el error y la duda (…)” (Martínez, 2007, p.22). Se añade a esto el presentar
una actitud enriquecedora ante su tarea, fundamentalmente ingeniosa y abierta a
todas las posibilidades, y encontrarse en una perpetua y consumadora inclinación
a ser un pionero de su área de estudio, no paralizándose en presencia de aquello
que no conoce, ya que esto se encuentra en camino a ser comprendido.

La investigación en la educación es monumental para la potenciación del acto


educativo y los aspectos que lo componen. El llevar a cabo un proceso adecuado
que satisfaga científicamente los objetivos planteados, enaltecido por un
investigador polifacético y efectivamente preparado, conocer las incidencias y
oportunidades que tiene cada tipo de indagación y su papel en el área de la
intervención educativa es vital para el progreso en el campo, bien cementado y
correspondiente a las distintas problemáticas a las que la educación se enfrenta hoy
en día, así como para la creencia colectiva en su rol como aquello que exige y
empuja a reforma.

La educación se encuentra en un trayecto imparable de cambio y progreso. Los


innumerables caminos y ramificaciones que la investigación puede posibilitar en ella
son fuente de ardua especulación y esperanza. Una gran cantidad de sistemas
educativos alrededor del mundo se están cayendo, lenta pero seguramente, a
pedazos, las relaciones entre maestro y alumno cada vez se tornan más inseguras,
sea por la falta de preparación de cada uno o los anticuados métodos que emplean
en su clase, y, a su vez, estos últimos presentan más que nunca una gran cantidad

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de escollos que obstaculizan su debido aprendizaje en cualquier ámbito. Siendo
estas solo un pequeñísimo y universal dictado de las nubosidades que plagan el
contexto educativo, la investigación educativa es la pieza clave para lograr
salvaguardar y perfeccionar hasta alcanzar la comodidad todo lo que se considere
fuente de desasosiego. El valor que nosotros como sociedad asignamos a esta tiene
que ser equivalente a lo que puede significar para nosotros en cuanto a sus
respuestas, y todo lo proveniente de ella debe ser igualmente considerado,
reflexionado y ponderado. Si minimizamos su mérito y relegamos su actuación, no
debemos de sorprendernos a futuro cuando los errores del proceso educativo se
vuelvan insufribles y avistar una considerable mejoría de esta sea virtualmente
imposible. Después de todo, ¿qué sería de nosotros como personas sin lo
alcanzado por esta?

Bibliografía

Martínez, R. A. (2007). Qué se puede investigar en Educación y en qué consiste la


investigación educativa. En La investigación en la práctica educativa: Guía
metodológica de investigación para el diagnóstico y evaluación en los centros
docentes. (Colección: Investigamos N.º 5, pp. 17-22) . Madrid, España:
Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE).

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