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Análisis cuantitativo de la forma en materiales arqueológicos. Aplicaciones en fenética y


cladística

Marcelo Cardillo
Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas (DIPA). Saavedra 15 5to piso.
CP. 1083. Buenos Aires. República Argentina. Teléfono 4300.0992.
marcelo.cardillo@gmail.com

Resumen

Este trabajo discute algunos aspectos de la aplicación de técnicas de morfometría geométrica


en el análisis de la forma en materiales arqueológicos. La morfometría geométrica posibilita
una descripción numérica y más exhaustiva de la forma. Este tratamiento cuantitativo,
permite generar hipótesis sobre las tendencias observadas de cambio morfológico, que
pueden ser luego puestas a prueba a partir de múltiples líneas de evidencia. Por último, se
presentan algunos ejemplos de aplicaciones en fenética y cladística.

Introducción

En arqueología, al igual que en otras disciplinas (como la ecología o la paleontología), en


donde el objeto de estudio está conformado por conjuntos de individuos pertenecientes a
distintos tipos o clases, se emplean herramientas clasificatorias con el fin ordenar y explicar la
diversidad. Tal como Gero y Mazullo sostienen (1984), muchas de las prácticas clasificatorias
comúnmente empleadas, están basadas en patrones de reconocimiento intuitivo de la
variación. En estas clasificaciones, los tipos o clases son definidos como series de formas
idealizadas e invariables, las cuales a su vez, pueden dividirse en subtipos a partir de
determinados rasgos o variables de naturaleza cualitativa. Este criterio para definir tipos y
subtipos, está frecuentemente sesgado ya que no se encuentra en relación con la naturaleza
continua de las variables analizadas. Al respecto Dunnell (1971), sostiene que una
clasificación basada en propiedades invariables de los artefactos dificulta el estudio del
cambio y propone como contraparte, el tratamiento cuantitativo de los rasgos métricos,
especialmente en lo referente al estudio de subclases o subtipos. El autor se refiere a las
primeras tipologías como esencialistas y a las segundas, como materialistas (ver también
Hiscock 1997). Una aproximación materialista enfatiza el tratamiento estadístico de los datos,
a diferencia de una postura esencialista, donde se priorizan las tendencias centrales (“la
norma”) más que la variabilidad (Bettinger y Eerkens 2001). Esto afecta particularmente al
estudio de la forma, en donde la división entre morfologías es comúnmente cualitativa,
aunque la variación morfológica sea continua entre una clase y otra, lo que dificulta el análisis
estadístico de los datos. Asimismo, en formas irregulares o complejas donde la transición
entre dos morfologías es poco clara o muy gradual, aumenta el error intra-observador (ver
discusión en Dunnell 1971, Hiscock 1997), ya que el corte entre una clase y otra es difícil de
establecer.
En este trabajo, discutiremos algunos aspectos de la aplicación de métodos numéricos para el
análisis lítico, con particular atención a los análisis de forma, de aplicación relativamente
reciente en arqueología. Los análisis numéricos, empleados para la descripción y
caracterización de la variabilidad en clases artefactuales, se han desarrollado de forma
relativamente continua al menos desde la década del 70´ (Dunnell 1971, Orton 1988 entre
otros). Este desarrollo han tenido tres vertientes principales: la descripción/clasificación, la
exploración de patrones en conjuntos de datos (ver Orton 1988) y el test de hipótesis. La
primera de ellas y aún sumamente importante, es la aplicación de técnicas uni y multivariadas
para el estudio de conjuntos artefactuales, principalmente con fines clasificatorios (Orton
1988, Shennan 1997). En la décadas del 60 y 70 en relación a discusiones que se estaban
planteando en las ciencias biológicas (Sneath y Sokal 1973) se dio un interesante debate en el
seno del estudio de los estudios clasificatorios, en donde emerge la fenética (o taxonomía
numérica) como herramienta analítica. Esta disciplina sostenía, entre otras cosas, la necesidad
de procedimnientos clasificatorios más objetivos, basados en procedimientos numéricos.
También se presentaba como una alternativa para el estudio de las relaciones evolutivas entre
individuos. Si bien en este campo ha sido reemplazada por la cladística1 procedimientos
fenéticos siguen siendo empleados para estudiar las variaciones entre idividuos dentro de una
misma clase o en bajos niveles taxonómicos, como cuando se presentan subespecies.
Antecedentes de los debates sobre clasificación pueden verse en arqueología en los trabajos
Spauling y las consecuentes críticas de Ford sobre la naturaleza de las unidades analizadas
(Spaulding 1953, Dunnell 1971). Esta discusión es importante porque planteaba, desde el

1
La fenética toma en cuenta la similitud total y a diferencia de la cladística, no reconoce la variación homóloga o
derivada entre un ancestro y un descendiente. Tampoco diferencia la homoplasia, o similitud relativa a la
convergencia o paralelismo evolutivo. Por ello, no es el método más conveniente para el estudio de relaciones
evolutio entre individuos, aunque posee gran poder como herramienta descriptiva y heurística.
punto de vista de Spaulding, la existencia de tipos o clases “naturales” que podían ser
descubiertos mediante la cuantificación de determinados rasgos de los artefactos. Ford por su
parte, (ver Dunnell 1971) sostenía que estas categorías “descubiertas” por Spauling eran
construcciones resultantes del método empleado para analizar los datos y no entidades
naturales, reales. Siguiendo a Dunnell (1971) consideramos que las entidades tal como las
utilizamos en arqueología, no son “reales” en el sentido de Spauling, es decir, no poseen una
existencia objetiva, sino que son construcciones teóricas o abstracciones de la realidad, que es
mucho más compleja. En este sentido, el tratamiento cuantitativo de la variación métrica o
morfológica no tiene como fin descubrir entidades reales, sino describir más detalladamente
las clases definidas teóricamente. Más recientemente, la variación métrica de los artefactos
líticos, ha sido el foco de análisis y discusión por parte de distintos investigadores en relación
a estudios sobre la performance de los instrumentos (Hughes 1998, Ratto 2003), patrones
evolutivos (Cavalli-Sforza 1981), mecanismos de transmisión cultural (Bettinger y Eerkens
1997, 1999). En estos trabajos, diferentes aspectos del diseño que involucran tanto la forma
como el tamaño, son analizados para identificar patrones de variación en las morfologías
(Vaugham 2001, Pfeiffer 2001, Eerkens y Bettinger 2001, Eerkens 2000). Estos patrones
pueden ser identificados debido a que la variación presenta límites o al menos,
discontinuidades a partir de las cuales pueden acotarse los fenómenos bajo estudio como
entidades más o menos discretas (ver por ejemplo, Beck 1998 y Cardillo 2002 para una
discusión sobre este punto).

Los análisis numéricos o cuantitativos, tienen la ventaja de que permiten reducir la


información a un conjunto de elementos manejables y utilizar estos datos en el estudio de la
variación. La cuantificación de los artefactos, se realiza a partir de la medición de algunos de
sus rasgos (por ejemplo largo del filo, peso) o del conteo de otros (por ejemplo cantidad de
filos por instrumento). Estos dos tipos de rasgos, por sus características, pueden ser descriptos
como continuos en el primer caso o interválicos (medidos en intervalos regulares) en el
segundo.

De conjunto de técnicas cuantitativas disponibles actualmente, creemos que las


aproximaciones al estudio de la forma basadas en la morfometría geométrica, están
relacionadas con una visión más materialista de la tecnología. La combinación de técnicas de
morfometría tradicional, basada en medidas lineales y técnicas morfométricas basadas en
landmarks o contornos (ver más adelante) permiten un estudio más riguroso de la variación
artefactual y facilitan el tratamiento cuantitativo de los datos y la contrastación de hipótesis.

Técnicas de morfometría tradicional y geométrica en arqueología

Se denomina morfometría tradicional al análisis de la forma basado en medidas lineales


tomadas a un objeto para describir su forma (o las relaciones existentes entre aspectos de la
forma, por ejemplo, la alometría), (Hammer 2006). En general la descripción de un objeto
involucra un conjunto amplio de mediciones, por este motivo, los análisis morfométricos son
de naturaleza multivariada (Marcus 1990). Cuantas más medidas se utilicen, más exacta
tiende a ser la descripción de la forma, aunque se volverá cada vez más complejo el análisis e
interpretación de los resultados. La morfometría tradicional utiliza generalmente, medidas
lineales para describir un objeto (figura 1).

Figura 1. Medidas lineales tomadas sobre una punta de proyectil, modificado de Morrow y
Morrow (1999), a) profundidad de la base del pedúnculo, b) ancho de la base del pedúnculo,
c) ancho máximo, d) largo del pedúnculo e) largo máximo

Dos de los problemas relacionados al empleo de medidas lineales como las representadas en
la figura 1, son la redundancia y el error de medición. La primera refiere a que, comúnmente,
las medidas incluyen valores correspondientes a otras, que constituyen una fracción del total
de las mismas. Por ejemplo, si se mide el largo del pedúnculo (d) y luego se mide el largo
total de una pieza (e), esta medida mayor incluye el largo del pedúnculo también, por lo que
ambos valores no son independientes entre sí (figura 1). El otro problema, es que, muchos de
estos rasgos son difíciles de medir de manera confiable, por la falta de puntos claramente
definidos. Esto se presta a que se cometan errores de medición, como en el caso de la altura
del pedúnculo (d) en donde no existe una discontinuidad en el contorno de la punta de
proyectil que permita establecer fehacientemente uno de los puntos que lo delimitan.

Por otro lado, variables métricas como las de la figura 1 pueden describir de manera eficiente
cambios en el tamaño de los objetos analizados, pero no de su forma, aunque se utilicen
índices o distintos tipos de proporciones. Esto se debe a que se necesitaría una gran cantidad
de medidas para describir distintos aspectos de una forma, por otro lado, las mediciones
lineales no conservan la relación geométrica entre los distintos puntos por lo que el cambio
morfológico no puede ser visualizado. Más allá de la indudable utilidad de estas
aproximaciones (ver por ejemplo Ledesma 1980, Winn y Tierson 1990, Franco et al 2005), las
medias lineales por sí solas, capturan una dimensión acotada de la variabilidad representada
en un artefacto, por ello; es conveniente combinar estas medidas con coordenadas de forma
obtenidas mediante morfometría geométrica.

En arqueología, una de las primeras aplicaciones de la morfometría geométrica fue realizada


por Gero y Mazullo (1984) empleando análisis de Fourier elíptico sobre contornos de lascas y
desechos de talla de diferentes períodos de Perú. Mediante este método, los autores
observaron que era posible identificar distintos grados de estandarización en la técnica de
extracción de las lascas, a partir de la regularidad relativa de los contornos. De manera similar
Saragusti et al. (2005) empleando el análisis de Fourier, analizaron la variación morfológica
relativa a la simetría, rugosidad y superficie de distintas categorías artefactuales (ver también
Saragusti y Sharon 1998 y Brande y Saragusti 1999, entre otros). Más recientemente Lycett et
al (2006) emplearon técnicas de morfometría geométrica basadas en medidas lineales que
luego transformaron a coordenadas de forma, sobre núcleos bifaciales del paleolítico inferior,
lo que permitió dar cuenta de las principales tendencias de cambio morfológico en esta
categoría de artefactos. Métodos basados en landmarks (puntos de referencia anatómicos o
topográficos) fueron utilizados recientemente por Castiñeira et al. (2006) con el fin de
explorar la variación morfológica de puntas de proyectil correspondientes a la transición
Pleistoceno-Holoceno de Uruguay. Para ello emplearon además, distintas medidas lineales
que luego fueron correlacionadas con los procedentes de las coordenadas de forma. Los
resultados permitieron identificar el cambio métrico y morfológico (patrones de alometría),
vinculados potencialmente con la reactivación y mantenimiento de las puntas de proyectil (ver
también Scartascini y Cardillo 2007 y Franco et al 2009, en relación al empleo de landmarks)

De los diferentes métodos de análisis de la forma, creemos que aquellos basados en


landmarks y semilandmarks (ver más adelante) son de los que poseen un mayor potencial
para el estudio de la variación morfomógica. En parte, esto se debe a que pueden dar cuenta
de contornos simples o complejos con igual efectividad, asimismo, estas técnicas pueden
emplearse mediante programas gratuitos de fácil uso como el Morpheus et al (Slice 1998),
Tps series (Rohlf 2002a), IMP series (Sheets 2001) o programa Past (Hammer y Harper
2001), entre otros.

Morfometría geométrica.

Nos centraremos en el estudio de la forma a partir de la morfometría geométrica (Rohlf 1990,


Adams et al 2004) basada en el empleo de puntos de referencia o landmarks. Asimismo, la
morfometría geométrica está basada en el empleo de coordenadas (cada punto colocado
puede ser definido a partir de dos coordenadas x,y en el caso de dos dimensiones y x,y,z en
el caso de tres). Estos métodos fueron desarrollados para describir y analizar el cambio de
forma de manera más precisa que mediante los métodos tradicionales.
Esta técnica permite analizar la información relativa a la forma independientemente del
tamaño, preservando además, la relación geométrica entre puntos (Rohlf 1990). Las relaciones
entre distintos casos, pueden ser visualizadas en un espacio gráfico de coordenadas, en donde
las diferencias y semejanzas son analizadas. Esto permite generar (o contrastar) hipótesis
sobre la variación morfológica.
La definición de forma que utilizamos aquí parte de Kendall (1977) que la define como
“…todas las propiedades de una configuración de puntos que no se alteran por efectos de
tamaño, posición y orientación”. Mientras que el tamaño refiere a todas las características
métricas usualmente reconocidas, como largo, ancho, espesor y peso. Esta división, común en
morfometría, puede ser muy útil en los análisis de variación, ya que la forma y el tamaño
pueden estar sujetos a distintas restricciones de manera independiente, tanto en los aspectos
funcionales como neutrales (sensu Durham 1991). Explorar las distintas dimensiones en que
ambas variables se relacionan, puede iluminar aspectos del diseño vinculados tanto a
restricciones mecánicas como a aspectos estilísticos. En relación con los espacios
multivariados de forma, Bookstein et al (1985), afirman que no es posible comprender porqué
determinadas morfologías no existen (y porqué otras si lo hacen), hasta que éstas pueden ser
visualizadas. Esto implica entre otras cosas, analizar la distribución de los espacios de forma
no ocupados por ninguna morfología. Estos espacios pueden estar explicados (o no) por
aspectos funcionales, límites mecánicos, decisiones estilísticas o errores de muestreo. Otro
aspecto importante que debe considerarse, es que las distintas configuraciones obtenidas a
partir de estos espacios de forma, estarán en relación con los parámetros utilizados para
generarlos, así como a la composición de la muestra bajo análisis (tamaño de la muestra,
variabilidad interna). Esto significa que no existe una causalidad directa entre los espacios de
forma y la realidad (Rohlf 1998, 2002). Lo que no limita sin embargo, su potencial heurístico
y la posibilidad de utilizar estos métodos para generar hipótesis sobre los patrones de
variación observados.
La separación del tamaño de la forma en cada una de las configuraciones analizadas y la
generación del espacio de forma se logra a partir de 3 pasos: traslación, rotación y
proporcionalización (Monteiro y Dos Reis 1999). La traslación implica desplazar cada
configuración (entendida ésta como un conjunto de puntos, que son definidos en el espacio a
partir de coordenadas cartesianas) a un punto común u origen, superponiéndolos, utilizando
un criterio de optimización (por ejemplo mínimos cuadrados) para disminuir lo más posible la
distancia entre cada punto y su homólogo de la otra configuración (Monteiro y Dos Reis
1999). Posteriormente, estas formas son rotadas para eliminar los efectos de la orientación y
por último, estandarizadas, eliminando así las diferencias de tamaño. Esta estandarización de
los distintos conjuntos de puntos que definen una forma, es hecha generalmente a partir del
cálculo del centroide (que es la media multivariada) de la configuración (ver Monteiro y Dos
Reis 1999 para un análisis más detallado).

La naturaleza de las configuraciones obtenidas depende de la frecuencia y localización de los


puntos utilizados para describirla. La comparación entre distintas formas, o entre los puntos
que la describen, parte del concepto de correspondencia topográfica entre puntos (Monteiro y
Dos Reis 1999). Estos puntos deben tener la misma localización, tal que pueda existir una
correspondencia entre ellos. En biología, la localización de los landmarks está ligada a
problemas de tipo biológico y filogenético, como el desarrollo ontogenético y la
heredabilidad de determinados rasgos (Bookstein 1991). En arqueología, en cambio, tales
puntos no pueden definirse, aunque también se consideran landmarks, aquellos puntos
ubicados en idéntica situación topográfica, como en los máximos de curvatura o en los
extremos de una morfología (landmarks de tipo II sensu Bookstein 1991). Asimismo, existen
aspectos de la forma que no presentan puntos fácilmente definibles (como formas irregulares,
o contornos sin inflexiones marcadas) para describirlos, se emplean otro tipo de puntos
denominados semilandmarks (figura 2). Los semilandmarks son conjuntos de puntos de
frecuencia variable y espaciados en intervalos regulares (Bookstein 1996/97). Los landmarks
o puntos de referencia de tipo II son utilizados en donde es posible reconocer
discontinuidades en la morfología comunes en todos los casos analizados, mientras que los
semilandmarks son utilizados para marcar contornos y segmentos entre estructuras (figura 2).
En el análisis de artefactos es posible utilizar tanto landmarks como semilandmarks. En el
primer caso, pueden seleccionarse un conjunto de puntos con igual localización (por ejemplo,
las inflexiones del diseño, como el ápice o el borde de las aletas en las puntas de proyectil. En
cambio, los semilandmarks pueden utilizarse para mapear el contorno, por ejemplo, en el
limbo de la punta de proyectil (figura 2) ya que a lo largo de éste no hay puntos o rasgos
morfológicos acotados. En el caso de los sectores descriptos mediante estos puntos, todo el
contorno debe ser considerado como una estructura homóloga (Bookstein 1996/1997), ya que
cada punto es colocado en una posición relativa a otro y no a un rasgo acotado, como en el
caso de los landmarks. La determinación de cuales puntos serán landmarks y semilandmarks
es importante, ya que la variación producida por estos últimos no tendrá en el análisis el
mismo peso que la de los landmarks. Los semilandmarks son emplazados a lo largo del
contorno alineándolos unos con otros, por lo que separadamente, no brindan información ya
que están ubicados en relación a los otros puntos que los rodean (ver Bookstein 1996/1997).
Creemos que ambos tipos de puntos, landmarks y semilandmarks pueden ser definidos en la
mayoría de los artefactos, especialmente en aquellos que presentan restricciones de
performance, como las puntas de proyectil, la cerámica etc.
Figura 2. Posibles landmarks (círculos blancos) y semilandmaks (círculos negros) en una
punta de proyectil.

En la actualidad la mayoría de los enfoques se basan en la utilización de un marco de


referencia o forma media (Rohlf 1990, Adams et al 2004) para poder caracterizar la variación
existente entre formas. El más ampliamente utilizado de estos análisis se basa en el método
denominado thin plate splines (Bookstein 1991) que permite proyectar la variación de forma
dentro de un espacio cuyas propiedades o parámetros que lo definen son conocidos
(Bookstein 1991). Este método puede entenderse como la deformación ocurrida en una grilla
metálica infinitamente delgada que puede curvarse o comprimirse en relación con la fuerza
aplicada en cada punto, produciendo de esta manera una imagen del cambio en una forma en
relación con otra o a una forma media (figura 3). Para cada conjunto de transformaciones
producidas puede discriminarse a su vez variación producida a diferentes escalas
(deformaciones globales o más localizadas). La descomposición de las variaciones
coordenadas (x,y o x,y,z) para cada punto a distintas escalas, genera gran cantiddad de nuevas
variables. Por ello, es común realizar un análisis de de componentes principales sobre las
coordenadas de forma, este análisis al igual que los componentes principales ordinarios, se
basa en la combinación lineal de variables tal que se busca maximizar en unas pocas nuevas
variables la mayor parte de la variación observada. Los resultados pueden verse como la
cantidad de variación explicada por estas nuevas variables o componentes principales
obtenidos, en morfometría este análisis se denomina relative warps o de deformaciones
relativas.
Los relative warps pueden ser representados gráficamente como deformaciones relativas a la
forma media (o de concenso) o empleados com nuevas variables en análisis de correlación, o
agrupamiento como veremos en los casos siguiente.

Caso 1: Análisis métrico y morfológico de instrumentos de filo largo (raederas). Patagonia


Meridional, Argentina.

En este caso, se presenta brevemente el análisis de un conjunto de instrumentos de filo largo,


retocado, denominados raederas y cuchillos (sensu Aschero 1975, 1983). El análisis explora
la dimensión fenética, tomando toda la variación morfológica (o similitud global) para
comparar entre casos. En este caso, el interés radicaba en caracterizar las tendencias
principales de variación morfológica, así como explorar posibles relaciones entre forma y
tamaño, con el fin de identificar variación relacionada con la manufactura y mantenimiento
de los filos los artefactos. Estos materiales (n=86) fueron recuperados en dos distintos
contextos superficiales de Patagonia meridional, provincia de Santa Cruz, Argentina
separados por doscientos kilómetros y se estima, que se depositaron durante los últimos 2000
años A.P. (Cardillo 2009a ). Los artefactos fueron descriptos mediante un landmark ubicado
en el extremo superior de los artefactos y 100 semilandmarks distribuidos a intervalos
regulares. Para registrar cada uno de los contornos, los artefactos fueron colocados en
posición estandarizada, con el filo hacia la derecha. La ubicación de los puntos, y el manejo
de las coordenadas de forma se realizó mediante el paquete informático Tpsseries (Rohlf
2002). Estos programas se utilizaron para estimar las deformaciones relativas y visualizar las
tendencias principales de cambio morfológico en estos instrumentos. Los dos primeros ejes
obtenidos comprenden un 66% de la variación total (figura 3). Se observa también, que
existen puntos o formas extremas, alejados de la nube de puntos principal. Estos casos pueden
considerarse extremos morfológicos que representan los límites de variación de los diseños. A
partir de los resultados obtenidos, no puede sostenerse la existencia de tipos morfológicos (o
clases) distintos ya que la variación se manifiesta de manera relativamente continua, a
excepción de los casos extremos. Asimismo, se observó que los casos de los dos sectores
analizados se solapan ampliamente, por lo que no existen diferencias en la forma media o la
varianza entre ellos.
Figura 3. Se observa la grilla de deformaciones y el cambio ocurrido en un artefacto (en este
caso raederas y cuchillos) definido a partir de 100 puntos distribuidos de manera homogénea.
La variación morfológica es representada en un espacio de coordenadas obtenido mediante
componentes principales (tomado de Cardillo 2009 a).

Los primeros componentes de forma fueron posteriormente empleados como nuevas


variables, en análisis de correlación, separando cada uno de los sectores con el fin de explorar
distintos patrones de variación. En la tabla de la figura 4 se observa el valor de correlación
entre los tres primeros componentes de forma de los instrumentos representados en la figura
3 y distintas variables métricas, para los dos sectores muestreados.

Sector 1 Peso Angulo Lfilo CantF RW1 RW2 RW3


Peso 0,067 0,001 0,555 0,641 0,532 0,678
Angulo 0,323 0,084 0,570 0,493 0,731 0,646
Lfilo 0,539 0,305 0,518 0,009 0,869 0,085
CantF 0,107 -0,103 0,117 0,705 0,437 0,756
RW1 0,084 -0,124 -0,446 0,069 0,463 0,331
RW2 0,113 -0,062 0,030 0,140 0,132 0,759
RW3 0,075 -0,083 0,304 0,056 0,175 0,055
Sector 2
Peso 0,654 0.00 0,164 0,111 0,992 0,939
Angulo 0,064 0,591 0,209 0,915 0,955 0,247
Lfilo 0,635 -0,077 0,148 0,010 0,950 0,553
CantF 0,198 0,179 0,206 0,004 0,451 0,542
RW1 0,226 0,015 -0,358 -0,393 0,774 0,651
RW2 0,001 0,008 0,009 -0,108 0,041 0,634
RW3 0,011 0,165 0,085 0,087 0,065 0,068

Figura 4. Matriz de correlación entre variables métricas y morfológicas. RW (relative warps),


CantF cantidad de filos por instrumento, Ángulo angulo del filo, Peso (en gr), Lfilo largo del
filo (en mm). El nivel de significación del test está representado en el extremo superior, en
cursiva, el valor de correlación (r de Pearson) en el ángulo inferior de la tabla. En negrita se
indican los valores significativos.

Los resultados obtenidos señalan distintos patrones de correlación entre variables métricas y
morfológicas en cada uno de los sectores. Se observa que, el largo de los filos se relaciona de
manera significativa con el primer RW en ambos casos. Esta correlación negativa señala que
filos más largos se corresponden a formas más ovales o amigdaloides (sesu Aschero 1985),
mientras que filos más cortos se relacionan con formas más angulosas. El sector 2 muestra
una correlación baja pero significativa entre la cantidad de filos y el primer RW. Esta
correlación indica que formas más alargadas poseen mayor número de filos que las más
angulosas. Es interesante notar que la correlación entre forma y cantidad de filos para el
sector 1 es nula. En cuanto a la relación entre variables métricas ambos sectores muestran una
correlación positiva y significativa entre peso y largo de los filos. Esto sugiere que los diseños
más grandes tienden a poseer filos más largos.
Los resultados sugieren que no existen diferencias entre sectores, en donde la variación
morfológica se distribuye como un contínuo entre formas más angulosas y otras más
alargadas. Esta variación morfológica esta parcielmente relacionada con el cambio en otras
variables métricas, posiblemente determinantes, como el largo de los filos o la cantidad de
filos por artefacto.

Caso 2: Variación temporal y espacial en las prácticas de deformación craneana en el sur de


sud América.
Las coordenadas de forma pueden emplearse también en aproximaciones filogenéticas,
basadas en la similitud explicada por herencia, en este caso, cultural. Al igual que en
aproximaciones fenéticas, las variables pueden ser las coordenadas o componentes principales
de forma (Rohlf 1998, González José et al 2008, Cardillo 2009). En este caso, el análisis
filogenético puede emplearse para generar hipótesis sobre el cambio morfológico (Rohlf
2002, McLeod y Forey 2002, Gonzalez José et al 2008), empleando las coordenadas de
forma sin que exista la necesidad de discretizar las variables (Goloboff 2006). Al respecto las
aplicaciones de la cladística en arqueología y los resultados obtenidos por otros
investigadores (Borgerhoff Mulder et al 2001, 2006) sugieren que estos métodos poseen un
gran potencial en la reconstrucción de filogenias culturales (ver sin embargo, Muscio en este
volumen).
Presentamos aquí un caso estudiado con anterioridad (Perez et al 2009). Con el fin de se
explorar variaciones temporales y espaciales en las prácticas de deformación intencional del
cráneo en Sud América durante el Holoceno medio-tardío, se combinaron procedimientos
fenéticos y cladísticos sobre datos morfométricos. En este caso se utilizaron landmaks y
semilandmarks colocados sobre imágenes digitalizadas de cráneos pertenecientes a
colecciones de 27 localidades de Argentina y Bolivia (n=1070) estas localidades, fueron
empleadas como unidades de análisis. Cada conjunto poseía un número variable de casos, a
partir de la cual se estimó la forma media que luego se empleó como variable. Los cráneos
fueron orientados en norma lateral, empleándose dos landmarks y 78 semilandmarks para
capturar el contorno (Perez 2006, Perez et al 2009), (figura 5). Con el fin de estimar las
distancias morfológicas entre cada uno de los sectores analizados, se empleó el método de
neighbor-joining que produce filogramas, o árboles con ramas de distinto largo, las que
representan la cantidad de cambio acumulado (Saitou y Nei 1987). Para polarizar el árbol
(darle una orientación determinada, en general a partir de un ancestro hipotético) se utilizó
una muestra de Azapa, Bolivia, (Azm2) que representa la muestra más antigua y con mayor
número de individuos (figura 6). De esta manera, los casos más distantes de la raíz, poseen
mayor cambio acumulado. Posteriormente, el árbol resultante fue utilizado luego en un
análisis de reticulación (Rohlf 2000, Makarenkov 2000, 2001) con el fin de estimar la
robustez de llogenética. Las reticulaciones son conexiones entre distintos puntos del árbol
original, que tienen la función de optimizar la distancia observada entre la matriz original y
el árbol resultante. Este procedimiento permite evaluar otros procesos, como la convergencia
y el paralelismo y la hibridación (Makarenkov 2004) por lo que es útil para evaluar
transmisión horizontal (sensu Cavalli Sforza 1981) entre poblaciones. Estas reticulaciones
fueron agregadas mediante el programa T-Rex (Makarenkov 2000, 2001)..

Figura 5. Cráneo con deformación intencional con los ladmarks (cuadrados) y semilandmarks
(círculos) distribuídos a lo largo del contorno analizado (tomado de Pérez et al 2009)

Los resultados del análisis de neighbor-joining junto con las reticulaciones (líneas punteadas)
sugieren que el modelo de bifurcación dicotómica de la cladística explican sólo parcialmente
la variación temporal y espacial observada en las prácticas de deformación craneana (ver
tambien Tëmkin y Eldredge 2007 y su empleo de reticulaciones en casos arqueológicos). A
partir de las reticulaciones se observó que conjuntos separados en el árbol pero cercanos
geográficamente aparecen unidos (figura 6) estas uniones se dan incluso en aquellas ramas
que poseen un alto soporte estimado por remuestreo (bootstrap). Para contrastar el modelo
reticulado, se correlacionaron las distancias observadas entre casos con la distancia temporal
y espacial existente entre cada uno de los sectores estudiados, siguiendo el procedimiento
empleado por Guglielmino et al (1995). Los resultados sugieren que la distancia geográfica es
un factor que posee gran peso explicativo en la variación entre tipos de deformación
observados en el área analizada, especialmente para aquellos casos correspondientes al
Holoceno tardío reciente (R2 0.66 p=0.0001). Esto significa que casos cercanos
geográficamente, poseen en general, deformaciones similares.
Figura 6. Árbol de neighbor-joining producido a partir de la forma media de cada muestra.
Las líneas punteadas indican uniones (que implican una solución no dicotómica) producidas
mediante análisis reticulado realizado sobre el árbol original. Asimismo, se indica el valor de
remuestreo (bootstrap) en aquellos nodos con soporte mayor al 50%.

Los resultados sugieren que si bien el modelo filogenético que plantea un escenario de
evolución por cladogénesis es insuficiente por sí solo para dar cuenta del patrón de cambio
observado en las deformaciones intencionales del cráneo. En este caso, la evolución
reticulada parece ser el escenario más plausible, en donde las distancias geográficas entre las
distintas poblaciones culturales parece ser un factor crucial. En este caso, la combinación de
procedimientos fenéticos como la correlación entre matrices de distancia, y filogenéticos
(neighbor-joining junto con reticulaciones) pueden dar cuenta de la dinámica temporal y
espacial del cambio en rasgos morfológicos.

Discusión

Este trabajo tuvo como fin de definir aspectos básicos, así como algunas de las
potencialidades de la aplicación de las técnicas de morfometría geométrica basada en la
utilización de landmarks, en el estudio del diseño de los artefactos. Para ello se exploraron
acercamientos fenéticos, basados en la similitud total (como el método de thin plate splines y
los componentes principales), como cladísticos, basados en el componente de la forma
explicable por transmisión cultural de rasgos (como neighbor-joining). El empleo de estos
procedimientos, ya sea de manera separada o conjunta, sirve como un medio para generar
hipótesis sobre los mecanismos involucrados en la producción y mantenimiento de la
variación. En el caso de los artefactos líticos, los análisis morfométricos pueden emplearse
para explorar la variabilidad en el diseño, tendencias centrales y extremos de variación. Como
se muestra en la figura 3. Las coordenadas de forma pueden luego correlacionarse con otras
variables métricas para explorar relaciones entre forma y tamaño. En cuanto a los análisis
cladísticos las coordenadas de forma pueden utilizarse como variables para generar hipótesis
sobre el cambio morfológico (Cardillo 2009b). Los resultados obtenidos pueden ponerse a
prueba mediante la aplicación de reticulaciones y la correlación en matrices de distancia
geográfica, temporal u otras (Perez 2009). Por último, creemos que estas técnicas amplían
aún más el espectro posible de vías de análisis del registro arqueológico, a través de nuevas
maneras estudiar la variabilidad.

Agradecimientos

Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en la facultad de Geografía e Historia
de la Universidad de Sevilla, en Febrero del 2008, en el marco del seminario “Teoría,
escuelas filosóficas y aplicaciones prácticas en taxonomía biocultural”. Especialmente quiero
agradecer a Daniel García Rivero y al profesor José Luis Escacena Carrasco por la invitación
a participar de dicho seminario y a través de ellos, al departamento de prehistoria arqueología
de dicha facultad. Por último quiero agradecer a Iván Perez y Paula González por permitirme
emplear datos de trabajos presentados en coautoría.

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