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Imperio romano de Occidente: historia y legado

En el año 395 d. C., cuando ya era evidente el declive del Imperio romano, el
emperador Teodosio decidió repartir el vasto territorio que gobernaba entre sus
dos hijos: delegó la parte oriental en Arcadio y la parte occidental en Honorio.
Fue un último recurso para tratar de salvar la gloria y el prestigio de los romanos.

Sin embargo, lo que Teodosio nunca imaginó es que esta decisión, además de
cambiar el rumbo de la geopolítica de la Antigüedad, influiría notablemente en el
ordenamiento mundial contemporáneo.

La división entre Imperio romano de Occidente e Imperio romano de


Oriente explica, en cierto modo, muchos de los acontecimientos que han tenido
lugar a partir de las invasiones bárbaras y la disolución definitiva de la estructura
romana. ¿De qué modo influyó este hecho? ¿Qué sigue vigente de todo aquello?

Breve repaso al Imperio romano de Occidente

El territorio occidental del Imperio, que quedó en manos de Honorio, tenía su


capital en Mediolanum (actual Milán), y estaba compuesto por las provincias
de Hispania, Italia, Galia, Britania, Mauritania y África.

Sin embargo, la división no logró mejorar la situación de estas provincias. Mientras


el territorio oriental fue más efectivo a la hora de hacer frente a las amenazas de
los godos y los persas y alcanzó cierta estabilidad, el Imperio de Occidente se vio
aquejado por los conflictos políticos y el avance progresivo de las tribus bárbaras.

Vándalos, suevos, francos, alanos y, sobre todo, la tribu de los hunos se


convirtieron en los principales enemigos de esta parte del Imperio. En repetidas
ocasiones cruzaron la frontera del río Rin y poco a poco fueron mermando la
férrea resistencia romana. En la antesala del declive, los bárbaros hacía tiempo
que convivían con los ciudadanos del antiguo Imperio, bien como aliados o bien
como ocupantes.
En el año 455, la antigua capital del Imperio, Roma, fue saqueada y todo el
territorio dio muestras de un progresivo desmembramiento. La hora final llegó en
el año 475, con la caída de Rómulo Augústulo, a quien la historia conoce como
el último emperador del Imperio romano de Occidente.

 
Influencia del Imperio romano de Occidente en el siglo XXI

El Imperio romano de Occidente puede entenderse como el origen de lo que


actualmente denominamos Occidente, término que engloba básicamente a Europa
y a los países que surgieron en América tras el colonialismo del siglo XVI. Por su
parte, el Imperio romano de Oriente corresponde en gran medida al territorio que
ocupan países del norte de África, Asia occidental y Oriente Próximo.

Es decir, que de una u otra forma la división del emperador Teodosio se


ve reflejada en la actual concepción de Oriente y Occidente, aunque, por
supuesto, con elementos políticos, religiosos, culturales y económicos que se
fueron sumando con el paso de los siglos.

Tras la caída de Rómulo Augústulo, el territorio occidental del Imperio romano


quedó en manos de numerosas tribus bárbaras, las cuales dieron lugar a varios
de los reinos medievales que impusieron su dominio en la Edad Media y que
más tarde se consolidaron como Estados en Europa.

Por su parte, el Imperio de Oriente tardaría casi 1.000 años en llegar a su fin, y
fue escenario de luchas religiosas, culturales y políticas durante la Edad Media.
Para el año 1.400, fecha en la que se sitúa su declive definitivo, la distancia con el
antiguo territorio occidental era ya notable.

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