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Boletos

(Pequeño ejercicio)

Javier Cervantes Monge

(A, visiblemente nerviosa, está sentada al lado de B que lee un periódico.)


A.- ¿A qué hora llegó usted?
B.- Hace unos cinco minutos.
A.- Sí, pero, ¿qué hora era?
B.- No, sé, como las 12:20.
A.- Pero de las 12:20 a ahorita han pasado ocho minutos, no cinco.
B.- Bueno, es un decir, señorita.
(Silencio.)
A.- ¡Mire! ¡¿Ya vio que esos tipos se subieron en el de atrás?! Y de seguro se irán primero que
nosotros. ¿No le parece injusto?
B.- No.
A.- Es que si nosotros llegamos primero, deberíamos salir primero, pero esos cabrones no les
importa. Lo único que quieren es llevar el coche lleno para que el viaje les salga en 160…
¡Mire, mire! Qué le dije. Ya llegó otro güey y como ya se completaron, ya se van y
nosotros que tenemos media hora arriba del carro, seguimos aquí.
B.- Bueno, media hora sería mucho, ¿no? (Señalando en su reloj) Yo tengo, ahora once minutos y
usted sólo cuatro.
A.- ¡Ay, don! No me hable de usted que me hace sentir vieja.
B.- Oh, discúlpeme.
A.- Otra vez me hablaste de usted. Tutéame.
B.- Está bien. Pero TÚ sí háblame de usted que no tenemos la misma edad.
(Silencio.)
A.- Hace mucho calor y eso que según es tierra fría. (Silencio) ¿No cree que deberíamos bajarnos e
irnos en el autobús para que estos cabrones se la pelen de tenernos esperando todo el rato?
B.- No.

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A.- Además nos tienen en el sol. Siquiera pusieran el taxi en la sombrita.
B.- Pues ahí está el autobús en frente.
A.- Sí, verdad. Yo siento que ya casi se va.
B.- Puede ser.
A.- Vámonos allá.
B.- No.
A.- ¿No sabe decir otra cosa?
B.- Sí.
A.- ‘Uta. (Pausa) ¿Enton’s qué? ¿Nos vamos allá?
B.- Yo en taxi.
A.- Es que no llega nadie más. Y ya sabe que el pinche chofer no se va a ir hasta que complete los
cuatro.
B.- No tengo prisa.
A.- Ándele. Vámonos allá. Los que se fueron en el otro carro, a lo mejor ya hasta van llegando a
Morelia y nosotros aquí… ¡Mire! El del autobús ya prendió el camión. ¡Vámonos!
B.- No.
A.- Pues si no quiere, lo voy a dejar ir solo.
B.- Gracias. Sería un honor.
A.- (Bajándose del taxi) ¡Viejito pelado!
B.- …
A.- (Desde fuera del coche, de su bolsa saca unos boletos de autobús. Muy amable) Oye, te invito
el pasaje en autobús y acompáñame, por favor.
B.- ¿Traías unos boletos de autobús y pensabas irte en taxi? ¿A caso era para verle lo tonto a los de
la línea de camiones? (Burlándose de A) “Les compre el boleto y no me fui con ellos”. ¿Y
luego dos boletos? ¿Dos?
A.- Por fis, por fis, vente conmigo en el camión. No preguntes más.
B.- Señorita, es usted muy rara.
A.- No me hables de usted… No me hable de usted.
B.- …
A.- (Suplicante) ¿Te vas conmigo?

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B.- Déjame pensarlo. ¡Mira, se te va el autobús! ¡Háblale para que se espere!
A.- (Muy contenta) ¿Te irás conmigo?
B.- No.
A.- (Grita hacia el autobús) ¡Espéreme! ¡Ya voy! (Volviendo a B) Mira, guapo, eres tan hermoso
que cuando te vi llegar compré dos boletos de autobús para que fueras conmigo, y entonces
te subiste al taxi. Pero eres un grosero y si un día me vuelves a ver y me pides matrimonio,
te diré que no. (Se va).

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