"Senn, Kenneth Waldemar s/rec. de casación" (28/04/2009)
2ª Instancia. — Buenos Aires, abril 28 de 2009.
Resulta:
1) Que el Tribunal Oral en lo Penal Económico 1 absolvió
a Kenneth Waldemar Senn del delito de evasión del impuesto a las ganancias correspondientes a los períodos fiscales de los años 1993, 1994, 1995 y 1996 (art., L. 24769) por el que fue acusado.
Contra dicha decisión la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP) interpuso recurso de casación; denegado, esta Sala hizo lugar a la queja interpuesta.
2) Que la parte querellante fundó el recurso en ambos
incisos del artículo 456 del Código Procesal Penal de la Nación (CPPN).
En primer lugar se agravió de la errónea aplicación del
artículo 1 de la ley 24769, pues entendió que la decisión impugnada no resulta una derivación razonada del derecho vigente. Esgrimió que el delito endilgado al encartado se perfeccionó con la presentación "en forma ardidosa o engañosa" de las declaraciones juradas que afectó a las "rentas fiscales" como bien jurídico protegido, evasión que consideró reconocida por Senn al presentar las declaraciones juradas rectificadas conformando la pretensión fiscal indicada por la inspección luego de advertir el carácter engañoso de las originales.
Asimismo, criticó la sentencia impugnada por tener una
fundamentación aparente, que se desvía de la lógica jurídica y resulta contradictoria, a la vez que no se condice con los hechos probados del debate oral, con menoscabo de las garantías del debido proceso y de la defensa en juicio.
3) Que, en oportunidad del trámite previsto en el artículo
468 del CPPN, la defensa de Kenneth Waldemar Senn presentó breves notas agregadas a fojas 99/101. Quedando las actuaciones de ser resueltas, el Tribunal pasó a deliberar (art. 469 del mismo cuerpo legal).
El doctor Juan E. Fégoli dijo:
-I-
Conforme surge de la plataforma fáctica trazada en el
requerimiento de elevación a juicio (cfr. fs. 339/344) se le endilgó al incusado la comisión del delito previsto y reprimido por el artículo 2, inciso a), de la ley 23771 -art. 1, causa 9244, L. 24769-, en virtud de haber omitido ingresar los tributos correspondientes al impuesto a las ganancias de los ejercicios fiscales de los años 1993, 1994, 1995 y 1996, mediante la presentación de declaraciones juradas con rubros de costas y gastos deducidos a los ingresos que carecían de documentación respaldatoria (cfr. fs. 343 vta.), delito por el que fue absuelto por el Tribunal Oral que concluyó en que la figura penal del ilícito enrostrado a Senn no se configuró por la falta del dolo exigido por el tipo, resultando su conducta atípica.
El Tribunal de juicio al fundar esa decisión señaló que: la
presentación de las declaraciones juradas acerca de los balances fue una acción única e instantánea; no eran aptas para inducir a error o engaño puesto que fueron realizadas sobre la base de estados contables no auditados, confeccionados a partir del resumen de las operaciones incluidas en los Libros diarios sin rubricar y de planillas provenientes de registros computarizados (cfr. fs. 29, 40, 51 y 62); la falta de contabilidad llevada en legal forma y más aún, el gran desorden que imperaba en la documentación de la firma, conforme lo sostuvieron de consuno todos los testigos del debate, incluido el representante de la Dirección General Impositiva (DGI).
-II-
Ahora bien, tras un análisis minucioso del expediente,
cabe adelantar que la sentencia puesta en crisis cuenta con fundamentos sólidos que la ponen a resguardo de la tacha de arbitrariedad alegada. En efecto, del cuadro probatorio y de la valoración hecha por los Jueces a quo, me permite arribar a la misma conclusión liberatoria respecto de Kenneth Waldemar Senn.
En el caso de autos, la DGI el 22 de diciembre de 2007
comenzó la verificación del cumplimiento de la empresa "CIV SA" con respecto a los impuestos de valor agregado, ganancias y afines (cfr. orden inspección 309 213/5) que finalizó en junio de 1998, habiendo fiscalizado los impuestos al valor agregado y de seguridad social y solicitado una nueva OI a efectos de verificar el cumplimiento de la presentación de las declaraciones juradas correspondientes al impuesto a las ganancias aún pendiente. Durante ese período se presentaron declaraciones juradas y rectificativas de las primitivas acerca de los impuestos mencionados sin que ello motivara denuncia penal alguna, haciéndose saber que no se localizaron los Libros contables y que la sociedad se hallaba en trámite la rubricación y empadronamiento por lo que no se presentaron balances ni declaraciones juradas del impuesto a las ganancias (cfr. fs. 626).
Durante la nueva inspección el contador Principi
presentó cuatro balances correspondientes a los años 1993, 1994, 1995 y 1996 y fotocopias de las declaraciones juradas del impuesto a las ganancias de los mismos años, las que fueron presentadas el 27 de noviembre de 1998, todas de una sola vez. Ese mismo día el contador Hossein, inspector de la DGI, manifestó que la contribuyente regularizó formalmente su situación con respecto a la presentación de las declaraciones juradas y que esa nueva inspección tenía como objeto cotejar esa presentación con los datos obrantes en el expediente OI 309 213/5, que no se justificaban con los obtenidos durante la anterior inspección, con lo cual surge, sin hesitación alguna de que la DGI ya poseía los datos necesarios para verificar la situación de la firma y la concordancia o no de lo volcado en las declaraciones con los documentos respaldatorios, puesto que el nombrado inspector lo dijo el mismo día que fueron exhibidas las fotocopias de aquellas (cfr. fs. 620 vta./621 vta.).
El delito que se le imputó al incusado es el previsto y
reprimido por el artículo 1 de la ley 24169 que sanciona a quien "mediante declaraciones engañosas, ocultaciones maliciosas o cualquier otro ardid o engaño, sea por acción o por omisión, evadiere total o parcialmente el pago de tributos al Fisco Nacional...".
En ese orden de ideas se dijo que "El hecho punible en el
artículo 1 de la ley 24769 consiste en evadir fraudulentamente el pago de tributos nacionales, siempre que el monto evadido exceda la suma que indica la ley por cada tributo y por cada ejercicio anual. Señala la doctrina que la acción típica consiste en evadir fraudulentamente y ello se logra mediante conductas fraudulentas y omisivas, por lo que para ser punible esta figura debe estar acompañada de fraude, que se configura cuando el resultado se logra utilizando las conductas que la norma describe o cualquier otra forma de ardid o engaño (cfr. Héctor Belisario Villegas, "Curso de finanzas, derecho financiero y tributario", novena ed. actualizada y ampliada, primera reimpresión, Ed. Astrea, Bs. As., octubre de 2007, pág. 415 y ss.).
Ahora bien, el ardid desplegado para burlar al Fisco debe
ser idóneo, y a mi entender no puede verse en el simple ocultamiento o la supuesta falsedad que se comete al momento de la presentación de una declaración jurada o del pago de un tributo. Ello por cuanto la figura no tipifica la simple mentira sin basamento alguno y fácilmente detectable. Con esto, siguiendo el desarrollo efectuado por Julio Virgolini y Mariano Silvestroni, Delito e Infracción Tributaria, "Una reinterpretación de las sanciones vigentes en el sistema tributario a la luz de los principios constitucionales de razonabilidad y de extrema ratio" en "Derecho Penal Tributario. Cuestiones Críticas", Julio Virgolini y otros, Editorial Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fe, 2005, páginas 121/157, en el sentido de que "la conducta típica que se describe es la que se lleva a cabo generalmente con posterioridad, en el momento de la actuación fiscalizadora el Órgano Recaudador, dirigida a establecer la veracidad de la declaración jurada y la regularidad del pago practicado. Antes de allí solo pudo haberse cometido el tipo infraccional, porque se trata del incumplimiento del contribuyente a su deber jurídico administrativo de proveer lealmente a la autoliquidación de su impuesto. A partir de allí, frente a la pesquisa administrativa, se puede llevar a cabo el ardid o engaño descripto en el tipo penal ... Es recién frente a la pesquisa que se lleva a cabo el intento de escapar, de evadir lo que se debe, a través de un comportamiento objetivamente ardidoso y subjetivamente engañoso". He de recordar aquí que entre el procedimiento administrativo de determinación de oficio de la obligación impositiva de un contribuyente y el proceso penal por un posible delito de evasión tributaria existen significativas diferencias en cuanto a la naturaleza, a las finalidades, a los principios que los gobiernan y, por sobre todas las cosas, a sus eventuales consecuencias (cfr. Diego García Berro y Guillermo Villella, "Las presunciones de la ley 11.683 y el proceso penal por el delito de evasión tributaria" en "Derecho Económico", director Marcos Arnoldo Grabivker, febrero de 2004, La Ley, págs. 112/118). El derecho tributario obedece a la función recaudatoria del Estado y refleja y acompaña la presión fiscal frente al ciudadano contribuyente, mientras que el derecho penal se desenvuelve gobernado por las garantías constitucionales del debido proceso, de la prohibición de doble juzgamiento, de legalidad, de prohibición de autoincriminación, por el principio de inocencia, entre otras ("Gerold, Walter A s/recurso de casación", reg. 12.350, c. 9388, rta. el 24 de julio de 2008).
Es común que en la práctica cotidiana se den con relativa
frecuencia discrepancias técnicas entre la AFIP y el contribuyente sobre criterios de imputación de ingresos o gastos, en los que nada se oculta ni se despliegan artificios o maniobras disimuladoras de la realidad realmente aptas para burlar al Fisco, pero eso de por sí no consuma el delito. Y es así por cuanto con la sanción de la ley 24769 -y su precedente la L. 23771- lo que se pena en el caso de la evasión tributaria es la conducta de evadir el pago de los tributos mediante conductas fraudulentas u omisivas, por lo cual, para ser punible esta figura, como se dijo más arriba, debe esta acompañada de fraude.
En este orden de ideas ha dicho la Sala al momento de
expedirse en la causa 5285, registro 6679, "Schvartzman, Hugo J. Schvartzman, Héctor O. s/rec. de casación", resuelta el 30 de abril de 2004, que "cuando el ardid o engaño detenta tal gravedad que torna prácticamente imposible detectar la maniobra mediante el rutinario y normal control ..., la conducta ilícita encuadra en el tipo penal previsto por el artículo 1 de la ley penal tributaria 24769. Esta diferenciación propuesta es solo una manera de particularizar una fórmula genérica de distinción entre delitos e infracciones económicas que puede enunciarse de la siguiente manera: 'Si la conducta imputada ilícita es de tal gravedad que compromete seriamente el control estatal (fiscal, aduanero, cambiario, etc.), al exigir un esfuerzo fuera de lo normal para detectarla, debe ser encuadrada como delictual. Por el contrario, si la conducta desarrollada es fácilmente detectable mediante el rutinario pero adecuado control, debe ser encuadrado como infraccional'. En otras palabras, a efectos de distinguir dos ilícitos dolosos, uno delictual y otro infraccional, debe estarse a la menor o mayor afectación al bien jurídico tutelado. Reitero entonces que considero que la relación causa-efecto entre el fraude desplegado y el error en que incurre el Estado, conjuntamente con la capacidad práctica y modalidad operativa del ente controlador, deben ser suficientemente analizadas en el caso concreto, a fin de determinar la gravedad y magnitud del engaño causado, ya que en tales graduaciones debe buscarse la diferencia entre delitos e infracciones económicas" (conf. CNCP, Sala I, "Müller, Carlos Eusebio s/recurso de casación", reg. 8626, causa 6618, rta, el 22/3/2006; "Effron, Ariel Hernán s/recurso de casación", reg. 12.420, causa 9128, rta. el 22/8/2008).
Sentado lo expuesto no se encontraría reunido uno de los
requisitos objetivos de la figura penal invocada, esto es la existencia de una maniobra ardidosa idónea para hacer incurrir en error al Fisco y evitar con ello el pago de lo debido. Cabe tener en cuenta que las presentaciones de las declaraciones juradas hechas por el encausado no tenían apoyo documental por lo que nunca pudo hacer incurrir en error a la DGI.
Si bien un análisis descontextualizado del incumplimiento
formal mencionado de las diferencias detectadas en los datos correspondientes a diversas operaciones y registraciones a raíz de las tareas de fiscalización practicadas por el Entre Recaudador sobre la firma denunciada podrían llevar a sospechar sobre la presencia de un posible ardid relativo a la determinación del tributo debido, las circunstancias señaladas por el a quo impactan de manera concluyente en lo que hace a la atipicidad de la conducta delatada.
Ello es así pues el informe de fojas 138/139 dio cuenta de
que los gastos y costos deducidos no estaban respaldados por comprobantes. A su vez la declaración del contador Popritkin, firmante del peritaje mencionado, en la cual sostuvo que la falta de veracidad se refería exclusivamente a la ausencia de comprobantes, no a la imposibilidad de tales gastos, cuya existencia o inexistencia no estaba en condiciones de afirmar.
Por otra parte, las declaraciones juradas omitidas fueron
confeccionadas por el contador Principi sobre la base de los balances que según reconoció se apoyaron en contabilidad. Llevada en forma harto irregular, con documentación faltante, siendo el experto quien debería haber resguardado la exactitud de lo declarado de acuerdo con las reglas de su arte. En efecto, Principi dijo que las declaraciones juradas de ganancias arrojaron importe "0?, mientras que las rectificativas consignaban cifras distintas, puesto que se trabajó con documentación extracontable, los balances se confeccionaron cuando actuaba la inspección, todo debía ser entregado en pocos meses "y que lo que no se encontró se tomó como ajuste" (cfr. fs. 119/120, 622 y vta.).
En efecto, las tareas fiscalizadoras mencionadas
permitieron establecer diferencias en el movimiento económico del contribuyente. Por el contrario, las razones aducidas por el contador de la empresa para justificar la demora en el cumplimiento de la obligación formal reprochada avaladas luego por las inspecciones realizadas por el Ente Recaudador precedentemente reseñadas y de la experticia a cargo del perito oficial persuaden de la inexistencia del ardid alegado.
Como ya se mencionó, la mera falta de presentación de
la declaración jurada determinativa del tributo no constituye delito alguno, sin perjuicio de que eventualmente pueda configurar una infracción de naturaleza administrativa.
Frente al cuadro probatorio de autos cabe señalar que la
parte querellante no logró refutar los argumentos de la sentencia, a resultas de todo lo cual no luce irrazonable, ni en ella se advierte inobservancia de las normas procesales alegadas por la impugnante. Por el contrario de sus reproches se desprende sin esfuerzo que no ponen de manifiesto ilogicidad del decisorio impugnado que podría acarrear su invalidez, pues como tantas veces lo tiene resuelto esta Cámara (Sala II, según mi voto, "Hereñú, Ramiro Javier y otros s/recurso de casación", reg. 10.489, causa 7170, rta. el 31/8/2007; esta Sala I, "Gómez, Aníbal s/recurso de casación", causa 4507, reg. 5595, rta. el 27/12/2002; "Andrade Araujo, David A. y otra s/recurso de casación", causa 3518, reg. 4460, rta. el 6/7/2001, "Gallo, Dante s/recurso de casación", causa 3561, reg. 4417, del 26/6/2001) los cuestionamientos acerca de la selección y mérito acordado al material probatorio no justifican la anulación del veredicto impugnado cuando este cuenta, en esos aspectos, con motivación exenta de vicios lógicos que lo pone a cubierto de la sanción de nulidad prevista por el artículo 404 del CPPN y, por cierto, de la tacha de arbitrariedad articulada.
Lo expuesto, por sí, es suficiente para demostrar la falta
de eficacia del remedio planteado y se afianza la certeza del juicio desincriminatorio del a quo.
-III-
En virtud de lo expuesto, propicio rechazar el recurso de
casación deducido por la parte querellante a fojas 630/654, con costas. Tal es mi voto.
Los doctores Raúl R. Madueño y Juan C. Rodríguez Basavilbaso
dijeron:
Que adhieren al voto emitido por el colega preopinante y
expiden el suyo en idéntico sentido.
Por ello, y en mérito al Acuerdo que antecede, el
Tribunal Resuelve:
Rechazar el recurso de casación deducido por la
acusadora particular, con costas (arts. 470, 471 -a contrario sensu-, 530 y 531 del CPPN).
Regístrese, notifíquese. En la audiencia del día 19 de
mayo del corriente año, a las 10:30 horas y, oportunamente, devuélvase a su procedencia. Sirva la presente de atenta nota de envío. —Raúl Madueño. —Juan C. Rodríguez Basavilbaso. —Juan E. Fégoli.