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EDIFICANDO LA CASA.

Proverbios 14:1 dice, “La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba”.
Una mujer que es sabia es una constructora. Ella estará construyendo su hogar. Ella estará
construyendo las personas a su alrededor. No solo en su casa física literalmente—aunque esa es
su primera prioridad—pero en su lugar de trabajo, en su iglesia, en su comunidad. Ella estará
edificando, construyendo las vidas de las personas a su alrededor, si ella es una mujer de
sabiduría. 
Pero por otro lado, la mujer necia, por las actitudes de su corazón, sus valores, su conducta, su
estilo de vida, estará destruyendo su hogar, destruyendo su ambiente. Yo desearía que hubiera
un terreno neutral, pero realmente no lo hay. En cualquier momento dado, o estoy siendo una
mujer sabia o estoy siendo una mujer necia. Estoy construyendo mi hogar o estoy derribando o
destruyendo mi hogar. 
Si estás leyendo esto hoy seguramente es porque quieres ser una mujer sabia. Yo sé que yo
quiero serlo, Tú quieres ser una mujer sabia. La pregunta es: ¿Cómo puedo ser una mujer sabia?
Creo que es de verdadera ayuda para nosotras hoy que examinemos algunos aspectos prácticos
de construir o destruir nuestros hogares. Y al reflexionar en todo este asunto de cómo vivimos de
una forma sabia o necia, El Señor ha traído a mi corazón algunas preguntas para que las
ponderemos, algunas preguntas que nos ayudarán a evaluar dónde estoy en relación a la
sabiduría o la necedad. ¿Estoy construyendo mi hogar? ¿O estoy destruyéndolo?
Algunas de estas preguntas aplicarán de forma particular y específicamente a mujeres casadas.
A través de los años me he sentado tantas veces y he mirado a los ojos y he escuchado tantos
corazones de mujeres casadas. A medida que las escucho hablar acerca de las formas en que
han edificado a sus esposos y sus hogares o como en ocasiones se lamentan por las formas en
que han destruido a sus esposos, a sus hijos y sus hogares, he tratado de hacer algunas de estas
preguntas enfocadas a aplicaciones prácticas para esposas.
De hecho, muchas de las primeras preguntas que veremos hoy se relacionarán específicamente
a mujeres casadas. A medida que hacemos las preguntas, me estoy pidiendo a mí misma y
pidiéndote a ti que te pidas ser honesta en responder estas preguntas.

Que podamos orar, “Escudriña mi corazón, oh Dios”, no “Escudriña el corazón de mi esposo” ni


“Escudriña el corazón de mis hijos o mis vecinos o el corazón de mi amiga que está sentada a mi
lado en este lugar” sino, “Señor, escudriña mi corazón.”
Así que mientras vemos las preguntas, si sientes que el Espíritu quizá señala en tu corazón
diciendo, “Esta es para ti”, entonces haz una nota específica sobre aquellas preguntas

La primera pregunta, en sentido general para todas, es esta: ¿Estoy construyendo mi casa, o
estoy destruyéndola? Otra vez, tu hogar puede ser—si eres una mujer casada, tu hogar es—tu
esposo, tu matrimonio. Si eres madre, tu hogar involucra tus hijos y tus relaciones con ellos.
Tu ‘casa’ es la esfera de relaciones en la que Dios te ha colocado. Tu casa incluye tus relaciones
en la iglesia, tu influencia en tu iglesia. Incluye tus relaciones en el trabajo y tu influencia allí.
Involucra tus relaciones con personas en tu comunidad, con otras madres en el colegio de tus
hijos. Todo eso es parte de tu ‘casa’.

Así que a medida que piensas en tu esfera de influencia, el lugar donde Dios te ha colocado en
esta temporada de tu vida—algunas de ustedes puede que tengan el nido vacío y tu hogar sea un
poco diferente. Pero hay nietos, aunque tal vez viven en distintos estados o en distintos países.
Piensa en las personas que son parte de tu vida y pregúntate, “¿Estoy yo edificando o estoy
destruyendo?
Mientras pienses en las habitaciones de tu casa, por así decirlo, los distintos lugares de tu vida
donde interactúas con otros, pregúntate en cada uno de esos lugares, ¿Estoy yo edificando mi
hogar? ¿Estoy hablando palabras que animan, palabras que edifican y palabras que motivan? ¿O
estoy destruyendo con palabras críticas, negativas, con actitudes negativas, con dureza y un
espíritu demandante? ¿Estoy edificando mi hogar o lo estoy destruyendo?
Déjame enfocarme en estos próximos momentos en algunas preguntas que se relacionarán de
forma particular con mujeres casadas. A medida que piensas en tu matrimonio, la primera y más
importante relación que Dios te ha dado luego de la relación que tienes con el Señor mismo, con
Dios mismo, es la relación con tu esposo. Así que hazte estas preguntas:
¿Estoy invirtiendo en mi matrimonio? ¿Estoy nutriendo el corazón de mi matrimonio? Todos
estamos invirtiendo nuestro tiempo en algún lugar. La pregunta es: ¿Estas invirtiendo lo que
debes en tu matrimonio? ¿Estás poniendo más tiempo, atención y esfuerzo en otras relaciones
del que inviertes en tu matrimonio?
Tal vez estabas invirtiendo en tu matrimonio en un tiempo, pero las cosas pueden salirse de
nuestras manos, y podemos olvidar nuestras prioridades y lo que es realmente importante en el
ajetreo de la vida. 
Esta es una pregunta práctica para las que son esposas: ¿expreso admiración y agradecimiento
con frecuencia a mi esposo? Ahora, conozco algunas mujeres que me han dicho que piensan y
sienten estas cosas (admiración y agradecimiento), pero estas cosas necesitan ser expresadas.
Tu esposo, en caso de que no lo sepas todavía, no puede leer tu mente y tu sabes eso, pero
algunas veces te molesta. Pero necesitas recordar que si está en tu corazón necesitas
expresarlo.

EDIFICANDO LA CASA
Quienes ministramos mujeres animamos a que en los próximos 30 días piensen en algo particular
que aprecien de sus esposos cada día y que se lo expresen verbalmente, que se lo digan. Que le
agradezcan y expresen su aprecio.
Y quizá tu me dirás, “No puedo pensar en 30 cosas que aprecio de mi esposo” Bueno, pues
piensa en una cosa y repítela cada día por los próximos 30 días. De alguna manera cultiva el
hábito de verbalizar, de tomar el tiempo de expresar admiración, aprecio y agradecimiento a tu
esposo.
Conozco tantas esposas que tienen un espíritu herido porque sus esposos no les expresan estas
cosas a ellas. Pero pregúntate, cuando estés sintiéndote herida porque tal vez tu familia no te
expresa la gratitud como tú quisieras, pregúntate, “¿Estoy yo expresando mi gratitud?”
¿Tu esposo te trae a casa un cheque con su pago? Dices, “Si, cada dos semanas.” entonces,
¿Cuándo fue la última vez que le agradeciste por eso?”
Piensa en las pequeñas cosas. Puede que haya un montón de cosas en tu pareja o en tu
matrimonio que sean incómodas o molestas o difíciles para ti. Pero no te enfoques en esas cosas.
Pregúntate, “¿Estoy enfocándome en aquello que es bueno, verdadero y digno de alabanza?
Como dice Pablo que debemos hacer en Filipenses 4:8. No solo si estás pensando en esas
cosas, sino ¿Estás expresando admiración y gratitud hacia tu esposo?
Tal vez en el día de hoy haya viudas leyendo este mensaje, que darían todo por tener otra
oportunidad de expresar agradecimiento y aprecio a sus esposos que ya no están. Hazlo mientras
puedes. Hazlo mientras lo tienes a tu lado. Míralo florecer al ser animado por tus palabras de
admiración y agradecimiento.

Aquí hay otra pregunta para esposas: ¿Estoy reservando lo mejor de mis energías físicas y
emocionales para mi familia? Conozco tantas mujeres que están sencillamente cansadas. No hay
nada malo con estar cansadas si eso viene por estar haciendo lo que Dios ha puesto en tus
manos para hacer.
Pero me encuentro a menudo con mujeres que parecen estar eternamente drenadas y agotadas.
El problema es que el mejor tiempo y esfuerzo y energía que tienen, lo están vertiendo en la
familia o en el trabajo de alguien más—algún otro lugar aparte de su casa.
¿Qué pasa con sus familias? Su familia está recibiendo esta mamá que está agotada, frágil,
frustrada, molesta e impaciente porque ha estado bajo presión en algún otro lugar todo el día.
Cuando las prioridades están dentro de la voluntad de Dios nunca entrarán en conflicto. Dios no
te pondrá en una posición donde no puedas dar a tu familia lo que necesita.
En primer lugar, con tu esposo: Si no estás teniendo tiempo para hablar con tu esposo, para
ministrarle, servirle, bendecirlo, animarlo, entonces tal vez haya algunas cosas en tu agenda que
necesitas evaluar y decir, “Tal vez este no es el tiempo de mi vida para estar haciendo esto.”
Tal vez haya algún desorden que necesita ser limpiado para que puedas tener tiempo para hacer
las cosas que sabes que Dios quiere que hagas—para reservar tu mayor energía física y
emocional para tu familia.

Hemos estado considerando la diferencia entre una mujer sabia y una mujer necia. Proverbios
nos dice que la mujer sabia construye su casa, pero la necia con sus manos la derriba. Y hemos
estado haciéndonos algunas preguntas que nos ayuden a determinar si somos mujeres sabias o
necias, si estamos construyendo nuestros hogares o si los estamos derribando.

Estamos enfocándonos en estas mini-series en preguntas que aplican a mujeres casadas. Voy a
continuar haciendo esta pregunta: ¿Estoy creando un clima en mi hogar, a través de mis
palabras, de mis acciones, actitudes, que hacen que mi esposo quiera estar en casa? Cuando él
está en el trabajo, ¿Se encuentra deseando poder regresar a casa?
Ahora, parte de eso depende de él, pero mucho de eso tiene que ver con la mujer que está en
casa. Las mujeres somos como termostatos. Establecemos la temperatura. Controlamos el clima
en nuestros hogar de tantas formas y a veces sin decir una sola palabra.
Sabes que tu esposo puede entrar a la casa y a veces antes de que digas algo, él ya sabe
exactamente cómo te sientes—cuál es la temperatura y qué tan cuidadoso debe ser cuando
entra. Así que pregúntate como esposa: ¿Estoy creando un clima en mi casa que hace que mi
esposo quiera estar en casa?
Otra pregunta para esposas y madres es: ¿Estoy contenta con tener mi vida centrada alrededor
de mi familia—que ese sea mi campo, mi esfera de influencia? ¿Estoy encontrando satisfacción
reverenciando y sirviendo a mi esposo y a mi familia?
Quizá tú me dices, “¿Quiere decir que si soy una mujer piadosa y sabia nunca haré nada fuera de
mi hogar?” Claro que no significa eso. Pero al mirar las Escrituras, vemos que una mujer sabia
tiene su corazón en el hogar. No importa lo que ella haga fuera—puede ser llevando niños a la
escuela o a clases de piano—su corazón busca construir a su familia. Ella está buscando formas
de servir, honrar y bendecir a su familia.
Hoy en día hay muchas mujeres que no están contentas con estar en ese lugar. Están buscando
satisfacción en cosas que le ofrecen fuera de su familia. Y he hablado con tantas de estas
mujeres, muchas de ellas con la cara llena de lágrimas, reconociendo que no han encontrado la
satisfacción que buscaban.
Ahora, déjame decirte esto: no es tu familia lo que puede satisfacerte. Dios es el único que puede
satisfacer las necesidades y los deseos más profundos de tu corazón. Pero si quieres ser una
mujer verdaderamente satisfecha y feliz—si Dios te ha llamado a ser esposa y madre—tu mayor
satisfacción vendrá al llenar el rol que Dios creó para ti. 
Eso es cierto para cualquier mujer, por cierto. Casadas, solteras, con hijos, sin hijos, con el nido
vacío, abuela, viuda—cualquiera que sea tu etapa en la vida, el gozo viene de abrazar la
temporada de la vida donde Dios te ha puesto y de aceptar las responsabilidades que
corresponden a esa temporada de la vida. Y lo que debemos preguntarnos, 
“¿Estoy escogiendo el camino del contentamiento?”
Eso no quiere decir, que te encanta todo lo de tu familia, no quiere decir, que tu familia siempre te
hace feliz o que siempre querrás hacer cosas para ellos. 
EDIFICANDO LA CASA

Contentamiento es aceptar y decir “Esta es la temporada para esto, así que ahí es donde
escogeré encontrar mi satisfacción”. De esa manera, encontrarás el camino al gozo. 
Aquí hay otra pregunta para mujeres casadas: ¿Restrinjo mi comunicación, mis palabras, mis
toques y miradas íntimas de mí esposo? Hay cosas que son apropiadas, correctas y buenas para
decírselas a tu esposo, pero que no se le deben decir a otro hombre. También hay cosas que son
apropiadas para discutir con tu esposo que no son apropiadas para discutir con otras mujeres.
Ahora, puede que haya una situación donde una mujer sabia de Dios pueda ayudarte a ser una
esposa más piadosa, mientras le compartes algunos de los escenarios en los que te encuentras;
pero sé muy cuidadosa en compartir detalles íntimos de tu matrimonio con quien sea—otra mujer,
otro hombre o con tus hijos, como a veces sucede.
¿Estás reteniendo comunicación, miradas, palabras íntimas así como el toque físico de tu
esposo? Hay formas apropiadas de tocar a tu esposo que no debes usar con otro hombre.
Esto parece ser tan obvio, pero en nuestra generación algunas de estas cosas ya no son tan
obvias. Por eso es que no solo tenemos que entenderlas, sino que necesitamos enseñar a otras
mujeres acerca de estos asuntos.
Otra pregunta en esa misma línea es: ¿Estoy dándole mis emociones, mi atención o mi afecto a
un hombre que no es mi esposo? ¿Estás reservando tus mejores y tus más íntimas emociones
para él, o te encuentras dando parte de tu energía emocional, parte de tu atención, de tu enfoque
mental y de tus afectos a un hombre que no es tu esposo? Si lo estás haciendo, sé honesta y
reconoce que estás siendo una mujer necia y que estás destruyendo tu hogar.

Quizá tú me dirás “yo no pretendo destruir a mi esposo”. Puede que no intentes eso pero te digo
que ese será el efecto si te dedicas a dar neciamente de tus emociones, tu atención o tus afectos
a otro hombre aparte de tu esposo.
Por cierto, esto pasa muy frecuentemente en los lugares de trabajo. Uno de los grandes efectos
secundarios de esto es que la mujer ha sido colocada en situaciones donde es natural desarrollar
vínculos emocionales con hombres que no son sus esposos.
Si estás en una situación donde te enfrentas a esa posibilidad, hay una solución: Sal. No pienses
que puedes manejarlo. No pienses que tú sabes cómo manejarlo. Ni siquiera lo intentes.
Si te encuentras compartiendo tu energía emocional y afecto con un hombre aparte de tu
esposo… puede ser en una sesión de consejería y te encuentras compartiendo partes íntimas de
tu corazón con ese hombre, que es tu consejero y que no es tu esposo. No importa si es tu pastor
o es tu terapeuta o lo que sea.

Si no es a tu esposo a quien estás abriendo tu corazón y estás compartiendo partes de tu corazón


con un hombre que no es tu esposo y que no las vas a compartir con tu esposo o que debería
reservarse para tu matrimonio, entonces sal de esa relación. Dices, “Es que esto no será
peligroso”. Sí, sí será peligroso.

Por cierto, lo que una madre excusa con moderación, sus hijos son propensos a excusarlo en
exceso. Al plantar esas semillas, recuerda que tus hijos están observando. Ellos están
aprendiendo. Ellos están siendo discipulados con tu ejemplo.

Otra pregunta para mujeres casadas: ¿Estoy llenando las necesidades sexuales de mi esposo? S
eñalaré dos cosas acerca de esto. Ante todo, el Nuevo Testamento nos enseña que el cuerpo de
la esposa no le pertenece a ella; le pertenece a su esposo. El cuerpo del esposo no es suyo; le
pertenece a la esposa. Esposa, tienes la responsabilidad de llenar las necesidades sexuales de tu
esposo.

¿Me permites decir esto? Si no lo haces o no quieres, hay otras mujeres que estarán más que
contentas de hacerlo. No pongas a tu esposo en una posición donde lo haces más vulnerable de
lo que él ya es, tal vez por causa de la amargura, de ira o de dureza de corazón que hace que
estés indispuesta a darte física y sexualmente para tu esposo. Si te rehúsas a satisfacer sus
necesidades sexuales, serás una mujer necia que destruye su casa.

Ahora, si él va y actúa de acuerdo a sus deseos y es infiel, él es el responsable por eso. Pero no
lo pongas en una posición donde se lo haces más difícil y dónde le abres una puerta para
encontrar la satisfacción sexual que Dios tenía la intención que él pudiera experimentar contigo
en la relación matrimonial.

Otra pregunta relacionada con las esposas: ¿Soy yo una esposa confiable? ¿Estás escondiendo
algo de tu esposo? ¿Hay alguien que te atrae y no has sido honesta con tu esposo? ¿Puede tu
esposo confiar que estás siendo honesta con él?

Y aquí hay otra pregunta que es importante para mujeres casadas: ¿Tiene mi esposo la libertad
de ser completamente honesto conmigo? He escuchado mujeres expresar una completa
incapacidad para entender las luchas sexuales de sus esposos o las cosas morales con las que
su esposo lucha. Mujeres y hombres sencillamente están ‘armados’ de forma diferente.
Necesitamos aceptar eso y confiar que esto es cierto.

Algunas de esas mujeres—cuando sus esposos han luchado con asuntos morales—algunas de
esas mujeres han estado tan disgustadas y tan asqueadas por esas luchas que no pueden
entender que crean un clima donde su esposo no se siente libre de ser honesto con su esposa—
aquella con la que el más necesita ser honesto, la que mejor pudiera ayudarlo con su ánimo y
orando por él.

Pero él no puede sentir la libertad de ser honesto porque sabe que si le dice las cosas con las
que lucha, ella lo va a destruir y no va a entender. Tu esposo necesita saber que tú eres un lugar
seguro—que puede ser honesto contigo y que trabajarás junto a él a través de sus luchas, que
orarás por él, que lo levantarás, que no irás a hablar con otras mujeres u otras personas acerca
de esos temas sino que puede plenamente confiar en ti.

Ahora, déjame decir que hemos hablado sobre algunas áreas bien fuertes aquí en estos 6 temas
de las 2 mini-series, que eran muy necesarias y como les dije al principio, ya Dios lo había puesto
en mi corazón hacerlo. Algunas estarán tentadas a decir, “Iré a casa y seré esa mujer sabia que
construye su hogar. Seré esa esposa perfecta. Haré todas las cosas correctamente”.
Puede que te encuentres con que no has estado en casa por más de diez minutos cuando ya
estás derribada en el suelo. Eso solo prueba un punto que está a través de toda la Escritura, y
eso es que tú no puedes —y yo tampoco puedo —ser una mujer sabia separada del poder de
Cristo y de Su Santo Espíritu que me capacita para ser esa mujer. Juan 15.

Así que recuerda al ir a casa que necesitas total dependencia de Dios, del poder de Su Espíritu.
Clama a Él y dile, “Señor, no puedo ser esta esposa, pero sé que Tú puedes amar, ministrar y
construir a ese hombre a través de mí”.

Dios te bendiga, espero que haya sido de gran bendición.

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