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Revolución de los años 1820

Fue la primera de las llamadas oleadas o ciclos revolucionarios que sacudieron


Europa con posterioridad a las guerras napoleónicas y que se repitieron ...

Las guerras napoleónicas, además denominadas guerras de la Coalición, fueron


una secuencia de conflictos bélicos que han tenido sitio a lo largo de la era en que
el jefe supremo Napoleón I Bonaparte rigió en Francia.
Estas guerras fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a
causa de la Revolución francesa y continuaron, a instigación y gracias al
financiamiento del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, durante todo el Primer
Imperio francés.

Las Revoluciones de 1820 son el inicio de la fragmentación definitiva del


absolutismo y del antiguo sistema en el continente Europeo. Fueron movimientos
nacionalistas que tenían como base la consecución de un estado liberal, sin
depender de un monarca que concentrase todo el poder absoluto.

Esta unión de las monarquías absolutas al final alcanzó eludir, de evitar la


probabilidad de una generalización del contagio revolucionario y sofocó los focos
revolucionarios. Frente a la diferencia de fuerzas, como forma de organización de
los revolucionarios de 1820 predominó la conspirativa, por medio de comunidades
secretas, semejantes a la masonería, como los carbonarios.

En el pasado, la mayoría de las revoluciones sucedieron en el norte de Europa


(Francia, 1789) o al otro lado del océano Atlántico (Estados Unidos, 1776).
Pero las Revoluciones de 1820 se concentraron en el sur de Europa. En
específico, España ha sido el epicentro de unas revueltas que se extenderían
Italia, Portugal y Grecia, pero menos intensas.

El surgimiento de estas novedosas demandas liberales ha sido una actitud


burguesa a la Reposición aplicada de manera obligatoria por los socios. Esto no
era aceptado por la población en muchas naciones, donde se organizaron células
conspiratorias a modo de comunidades secretas (carbonarios) que buscaban
continuar con el espíritu iniciado por la Revolución Francesa en 1789.
A partir de que el Gral. Riego hizo su popular pronunciamiento en España, todos
los pueblos de los países adyacentes lo adaptaron a su ideario especial y fue útil
de catalizador para sus propios movimientos nacionalistas. El triunfo que tuvo el
inicio del trienio liberal en España contagió a Portugal, Grecia e Italia.

Revolución De Riego
La revolución liberal que se produjo en España en 1820 luego de una década
bastante convulsa ha sido el principio de las Revoluciones de 1820.
Fernando VII usó su posición para reprimir a los liberales a todos los niveles.
Estos eran bastante números en medio de las filas del batallón y intentaron una
serie de levantamientos militares en 1816 sin embargo fueron reprimidos con
bastante dureza por las fuerzas leales al monarca absolutista.

Aquel día apareció el coronel Rafael de Riego realizó un pronunciamiento militar


Junto con otros oficiales, como Antonio Quiroga, proclamó la constitución y ordenó
la detención del general en líder corporal expedicionario delegado de concluir con
los independentistas sudamericanos que estaban azotando las colonias
españolas.
No pudieron conformar un contingente lo suficientemente numeroso como para
lograr hacer una acción sobre Madrid, de esta forma que no ha sido hasta
comienzos de marzo de 1820.
Aquel mes, hubo una enorme insurrección liberal en Galicia que se extendió
velozmente por todo el territorio, hasta el punto de que el 7 de marzo el monarca
Fernando VII firmó un decreto por el cual se sometía “a la voluntad del pueblo” y
juraba la Constitución de 1812.

Es decir, el principio del Trienio Liberal que duró hasta 1823. El primordial foco de
contienda liberal ha sido el santuario, a la que querían ejercer los mismos
principios que habían hecho los de Francia en su revolución de 1789. Su éxito
influyó de manera determinante en otros territorios como Portugal, Grecia e Italia,
que buscarían obtener un triunfo liberal parecido.
Esta separación produjo una enorme inestabilidad política que debilitó la iniciativa
liberal en el territorio y fomentó las ideas absolutistas que buscaban regresar.
Viendo el relativo triunfo que podían tener los postulados absolutistas, la
contraposición realista al régimen liberal diseñó la “Regencia Suprema de España”
en Urgel.

En definitiva, aunque no fue una revolución que triunfase en


Europa (a excepción de la independencia de Grecia), supuso un
cambio que caló dentro de la mentalidad de la época y
que acabaría por volver a explotar en 1830 y 1848. Además,
empezó a surgir un movimiento que había sido dejado de lado
durante los últimos años: el nacionalismo.

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