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No hay tema como el del Diablo para suscitar el revuelo de una sociedad secularizada; esto porque
muchos lo consideran -en palabras del Cardenal Ratzinger- como una “supervivencia folklórica”,
Sin embargo, nuestra Santa Madre Iglesia no cesa de rea rmar las enseñanzas de nuestra fe; así lo
hizo claramente, y en repetidas ocasiones, el Papa Pablo VI, que no se calló ante las reacciones y
presiones de la prensa, y que aquel famoso 15 de noviembre de 1972 a rmó: “el mal que existe en el
enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una de ciencia sino un ser vivo, espiritual, pervertido y
pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y
también se suma la experiencia de grandes exorcistas de la Iglesia, debemos rea rmar hoy que el
demonio existe y es un ser concreto, personal y que actúa en la vida del hombre. Para comprender el
origen, su naturaleza y la forma cómo actúa debemos empezar por conocer el mundo de los
ángeles.
Los ángeles
Hoy en día es muy común escuchar hablar de los ángeles, lo lamentable es que esto se haga de una
manera incorrecta y que se les tribute un culto que se sale de la ortodoxia de la fe católica; y es que
nombre de tu ángel?”, “acoge la visita de tu ángel; deja la puerta abierta...” y un sin número de
prácticas raras que nada tienen que ver con las enseñanzas de nuestra fe.
Son de naturaleza espiritual: «En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y
Son criaturas personales (cf. Pío XII, encíclica. Humani Generis: DS 3891).
Son mensajeros y servidores de Dios: «Desde la creación (cf. Jb 38, 7, donde los ángeles son
anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran
el paraíso terrenal (cf. Gén 3, 24), protegen a Lot (cf. Gén 19), salvan a Agar y a su hijo (cf. Gén 21,
17), detienen la mano de Abraham (cf. Gén 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf. Hch
7,53), conducen el pueblo de Dios (cf. Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf. Jc 13) y vocaciones
(cf. Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf. 1 R 19, 5), por no citar más que algunos
Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro
como la unanimidad de la Tradición» (Catecismo, 328), es decir, su existencia no puede ser puesta
en duda.
¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles, los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes apenas oyen
Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: “Los cristianos creemos que a cada uno nos designa
Dios un ángel para que nos guíe y proteja”. Se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: “A sus
ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos”. Y en aquella otra frase tan
famosa de Jesús: “Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles
están siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial” (Mt 18,10). Y Judit, en la Biblia, al ser
recibida como libertadora de Betulia exclamaba: “El ángel del Señor me acompañó en el viaje de ida,
Y es que la creencia en la compañía y protección del santo ángel de la guarda ha sido una
enseñanza que ha estado profundamente arraigada en el pueblo cristiano como nos lo recuerda el
entonces Cardenal Ratzinger: “junto a los ángeles misteriosamente “caídos”, que recibieron un
misterioso papel de tentadores, resplandece la visión luminosa de un pueblo espiritual unido a los
hombres por la caridad... en él arraiga la con anza en esa nueva prueba de solicitud de Dios por los
hombres cual es “el ángel de la guarda”, que ha sido asignado a cada uno, y al que se dirige una de
las oraciones más queridas y difundidas de toda la cristiandad. Se trata de una persona bené ca
que la conciencia del pueblo de Dios ha acogido siempre como una muestra de la Providencia, del
testimonios de los santos, quienes experimentaron de manera especial la presencia del santo ángel
de la guarda en sus vidas. San Bernardo, en el año 1010, hizo un sermón muy célebre acerca del
Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: “Respetemos su presencia, portándonos como
es debido. Agradezcámosle sus favores, que son muchos más de los que nos podemos imaginar. Y
con emos en su ayuda, que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos
San Juan Bosco narra que “el día de la esta del Ángel de la Guarda, un dos de octubre, recomendó
a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa
semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se
partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: “Ángel de mi
guarda!”. Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron
al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la
escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Luego exclamó: “Cuando vi que me venía
abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me
La Escritura nos narra que una parte de los ángeles creados por Dios se rebelaron contra Él y se
pre rieron a sí mismos. «La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 Pe 2,4). Esta “caída”
consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a
Dios y su Reino. Encontramos un re ejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros
primeros padres: “Seréis como dioses” (Gén 3,5). El diablo es “pecador desde el principio” (1 Jn 3,8),
El Señor le permitió a la venerable Sor María de Jesús de Agreda conocer en qué consistió esta
rebelión y este primer pecado de los ángeles. No deja de ser sorprendente meditar estos párrafos
escritos por una humilde monja del siglo XVII que jamás cursó estudios de teología. En resumen lo
creación, el n por el cual los había creado. Para ello les dio tres mandatos: Primer mandato: que le
adorasen y reverenciasen como a su Creador y Sumo Señor... Segundo mandato: Dios manifestó a
sus ángeles que iba a crear al género humano y que la segunda persona de la Santísima Trinidad se
reverenciándole... Tercer mandato: habrían de tener por superiora a una mujer en cuyas entrañas
tomaría carne el Unigénito del Padre... Ante estos decretos de la Divina Voluntad aquel ángel creado
bueno por Dios se reveló, a rmando que no estaba dispuesto a servir ni a obedecer, y cayó del Cielo
De esta manera, la Iglesia enseña que el diablo primero fue un ángel bueno, creado por Dios pero él
se hizo a sí mismo malo; y junto con él cayeron muchos más ángeles. “Entonces se entabló una
batalla en el Cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus
ángeles combatieron, pero no vencieron; y no hubo ya en el Cielo lugar para ellos” (Ap 12, 7-8).
El demonio
«La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf.
Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. “El diablo y
los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí
mismos malos” (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 800)». (Catecismo, 391).
Hay que rea rmar con la fe de la Iglesia que el demonio no es el mal en general, ni un personaje
simbólico, sino que se trata de un ser real y personal; “digan lo que digan algunos teólogos
super ciales, el Diablo es, para la fe cristiana, una presencia misteriosa, pero real, no meramente
simbólica sino personal. Y es una realidad poderosa, una malé ca libertad sobrehumana opuesta a
En esta misma línea a rmaba tajantemente el Papa Pablo VI que “El mal que existe en el mundo es
Demonio. El mal no es ya sólo una de ciencia sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor.
Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica
Sin embargo, aunque el demonio sea un ser superior al hombre y a los demás ángeles por su
naturaleza, aunque sea un ser poderoso e in uyente en la vida del hombre, no podemos olvidar que
es ante todo una criatura de Dios, y por tanto limitada. Así lo a rma el Catecismo: «el poder de Satán
no es in nito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre
criatura: no puede impedir la edi cación del Reino de Dios.» (Catecismo, 395).
“Sed sobrios y vigilantes: porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente
alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar” (1 Pe 5, 8). varias advertencias como esta se
encuentran en la sagrada Escritura, y esto, precisamente, porque el demonio como ser real y
personal no es ajeno a la realidad del hombre, sino que actúa en ella de manera ordinaria, a través
In uencia ordinaria
quiere conducir las almas para que se pierdan. Las tentaciones demoníacas se caracterizan porque
llegan de repente, son muy intensas y se van como llegan, es decir, son fugaces. “Como general
competente que asedia un fortín, estudia el demonio los puntos acos del hombre a quien intenta
“El demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. sabemos que este ser
oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el
equilibrio moral del hombre, el pér do encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de
los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia... para introducir en nosotros la desviación.”[7]
In uencia extraordinaria
La obsesión diabólica: es una serie de tentaciones más violentas y más prolongadas que las
pensamientos obsesivos, a veces incluso racionalmente absurdos, pero de tal naturaleza que la
víctima es incapaz de liberarse. Por lo tanto, la persona vive obsesionada en un perpetuo estado de
postración, de desesperación y los intentos de suicidio. Casi siempre la obsesión in uye en los
sueños.
La opresión diabólica: se mani esta por diferentes enfermedades más o menos graves que los
médicos no comprenden. También puede afectar tanto los bienes materiales como los afectos
humanos. No hay posesión, pérdida de conciencia, o una acción involuntaria. La Biblia nos da
muchos ejemplos de la opresión como lo son la mujer encorvada y el sordomudo que fueron
curados por Jesús; estas personas no estaban sujetas a la posesión total, pero había una presencia
La posesión demoníaca: por ella el demonio actúa realmente en el cuerpo de la persona, en lugar de
hacer sentir su acción solamente desde fuera, como en la obsesión. En ella Satanás toma posesión
completa del cuerpo, no del alma; impide el libre uso de las facultades del hombre, y habla y actúa él
mismo por los órganos y los miembros del poseso, sin que este pueda impedirlo y hasta muchas
veces sin que el poseso se de cuenta. Su manifestación exterior es una modi cación total de la
personalidad, que parece dominada por un agente extraño. A este respecto se pueden citar
ejemplos del Evangelio como el del poseso geraseno (Mc 5,1-2) y el del joven epiléptico demoníaco
(Mc 9,14-29).
Ante estas situaciones hay que recordar, antes que nada, que el poder del demonio es limitado y que
su in uencia sólo llega hasta donde el poder de Dios se lo permite, y que así como Jesús en el
Evangelio curó a muchas personas oprimidas por el demonio, de igual manera lo sigue haciendo
María y el demonio
Lo que Lucifer perdió por su orgullo, lo ganó María con su humildad. “La humilde María triunfará
siempre sobre aquel orgulloso, y con victoria tan completa, que llegará a aplastarle la cabeza (Gén
3,15). María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales,
desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el n a sus servidores de aquellas garras
PRÁCTICA
Recitaré 70 veces, delante de Jesús Sacramentado, la oración a San Miguel Arcángel del Papa León
enemigo-del-hombre-el-diablo/399-oracion-a-san-miguel-arcangel-papa-leon-xiii)
[1] MESSORI, Vittorio. Informe sobre la fe. 7 ed. Madrid: BAC. 1985. P. 166.
[2] Los santos ángeles de la guarda. [en línea]. [consultado 28 jun. 2013]. Disponible en
http://www.ewtn.com/spanish/saints/angeles_de_la_guarda.htm
[3] Ibíd.
[4] Venerable Sor María de Jesús de Agreda. La Mística Ciudad de Dios, nn. 82-104.