Está en la página 1de 2

Rango y Sanvannha, una amistad de valor.

Esa mañana de primavera, Savannha despertó muy temprano, desde hacía una semana había considerado
visitar a su gran amigo Rango, sabía que a Rango le gustaban las hojas verdes frescas de lechuga, apio, col, y
su comida favorita eran las flores de calabaza, recién cortadas, a Rango le gustaba saborearlas. Pasaría a
buscarlo y llegaría a las orillas del Lago Horizonte Rojo, sin duda pudiera pensarse que Savannha
sorprendería a Rango, llevaría además agua de frutos rojos, sabiendo que Rango le enloquecía el sabor del
agua de frutos rojos. Ah, pero tampoco olvidaba que el postre que más disfrutaba Rango era el de calabaza
en dulce de ajonjolí.

Ese día Rango, pensó mucho en Savannha, su vieja amiga, tantos días, tal vez semanas o quizá meses que no
sabía de ella, su amiga de años, recordaba los momentos en que se conocieron.

Había sido inesperado su encuentro, Rango venía bajando del viejo árbol de moras, donde por algunos días
había permanecido inmóvil, aterrado, pues en días anteriores había sorteado la aventura, pues los amigos
con los que viajaba que eran Juancho, Ronaldo, Crissóstomo y Leguminoso, esos viejos patas de perro, no se
les veía por ningún lado, siempre buscando dónde pasarla bien, con derrochamiento del mucho tiempo,
pues todos había huido de sus hogares, lo increíble era que Rango se pudiera llevar bien con ellos, Rango
como los otros cuatro malandrines, eran iguanas de zoológico, acostumbrados siempre a tener comida y
descanso a toda hora, no se preocupaban de nada, un día azotó un fuerte viento y el agua subió tanto que
las jaulas y recintos donde se encontraban se inundó y perdieron todo, todos salieron de ese lugar (aunque
acogedor, no les gustaba pues ellos gustaban más de la aventura que de la buena suerte que en ese tiempo
disfrutaban) sin embargo Rango siempre demostró un espíritu de aventura y buen corazón, dedicado a
hacer el bien, a ayudar a los demás, era el más pequeño de la “banda de cola larga”, así se decían y así eran
conocidos.

En cuanto recordó los ojos de Savannha, la tuvo enfrente, pensaba tan real estoy recordando a Savannha,
esa vieja amiga, una perrita Golden, color dorado, recordaba que sus ojos le impresionaron, Savannha,
siempre de buen corazón, le dijo:

-No te haré daño, baja, te veo asustado, acá podrás pasar la tarde y la noche, abrígate, hace mucho frio y el
viento sopla fuerte-.

Esa noche Savannha perrita Golden abrigó con su cobijita a Rango, su nuevo amigo, la iguana.

Una amistad de valor, pues al día siguiente, se percató que Savannha era hospitalaria, pero no tenía amigos,
vivía sola en una gran casa, sus amigos años atrás había desaparecido uno a uno, ella quedó sola cuando su
familia se mudó de casa, la dejaron encargada.

Rango, seguía recordando los ojos de Savannha, pensaba estoy viendo tan claros sus ojos que pienso que
está aquí frente a mí, sin embargo Rango no se había dado cuenta del momento en que Savannha llegó con
su canasta llena de regalos para Rango, pasarían un día especial.

-Date prisa Rango, tenemos que estar en el Lago Horizonte Rojo-.

Era el alba, rompía el nuevo día, veremos este nuevo amanecer, pasaré una temporada contigo mi viejo
amigo. Ella insistía en salir corriendo a ver el nuevo día.
Rango por su parte había hecho planes de visitar a su vieja amiga Savannha, habían pasado 18 meses sin
verla, la extrañaba día a día.

Rango había hecho un regalo especial para su vieja amiga, había comprado flores y un bello sombrero con
una flor de muchos colores, en la punta adornaba también una mariposa de colores brillantes. Savannha
estrenaría sombrero y se deleitarían con los ricos platillos que había preparado para su gran amigo Rango.

También podría gustarte