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POBLACIÓN PRIVADA DE LA LIBERTAD

GARCÍA RUIZ PATRICIA

Código 3011098

GUEVARA MORENO JINETH LIDA

Código 3011091

ESPEJO PARRA SHIRLEY VANESSA

Código 3011032

RUIZ POLANIA BRIYITH ARCELIA

Código:71496

ANGEL CARABALLO OSCAR JAVIER

Código: 3011081

UNIVERSIDAD INCCA DE COLOMBIA

ESPECIALIZACIÓN GERENCIA PÚBLICA

BOGOTA D.C

2021
La situación carcelaria en Colombia se caracteriza por una gran sobrepoblación y altos
niveles de hacinamiento, actualmente según cifras del INPEC, tenemos un total de 97.945
personas privadas de libertad a nivel nacional y contamos con una capacidad de 80.884,
situación que ha generado una sobrepoblación de 17.061 y un hacinamiento de 21.09%.
(INPEC, marzo 2021). En la actualidad, debido a la presencia de la pandemia, la
problemática es inmensa por la falta de calidad en infraestructura y servicio, que determina
que es fundamental tomar medidas drásticas que conlleven al mejoramiento y a la
descongestión de las cárceles en busca de proteger los derechos de quienes se encuentran
privados de su libertad.

Para dar inicio al desglose de la población carcelaria en Colombia hemos realizado en


primera medida un análisis normativo que nos permite conocer los parámetros legales y
mecanismos que lo rigen:

Marco normativo

➢ Ley 65 1993 Artículo 1o, este código regula el cumplimiento de las medidas de
aseguramiento, la ejecución de las penas privativas de la libertad personal y de las
medidas de seguridad.
➢ Ley 599 2000 Código Penal
➢ Ley 1709 del 20 de enero de 2014, por medio de la cual se reforman algunos
artículos de la Ley 65 de 1993, de la Ley 599 de 2000, de la Ley 55 de 1985 y se
dictan otras disposiciones.
➢ LEY 1955 DE 2019 (mayo 25 “por el cual se expide el plan nacional de desarrollo
2018-2022 “pacto por Colombia, pacto por la equidad”.
➢ De acuerdo a lo mencionado en la ley 1955 de 2019 en el artículo 133°; Estrategia
de Cárceles del Orden Nacional. La Nación podrá adelantar gestiones para la
creación, fusión, supresión, dirección, organización, administración, sostenimiento
y vigilancia de cárceles para personas detenidas preventivamente; sin perjuicio de la
responsabilidad que hoy le asiste a las entidades territoriales, de acuerdo con el
artículo 17 de la Ley 65 de 1993. Lo anterior, teniendo en cuenta las siguientes
disposiciones; Las entidades territoriales identificarán predios para la localización
de las cárceles, sobre los cuales la USPEC y el INPEC realizarán una evaluación a
fin de establecer la viabilidad operativa de los mismos. Los predios identificados
como viables deberán ser incorporados a los instrumentos de planeación territorial
que correspondan con el uso del suelo requerido para la localización del
equipamiento.

➢ Las entidades territoriales podrán identificar, adquirir, habilitar y ceder a título


gratuito al INPEC, el suelo con urbanismo y servicios públicos para la construcción
de los establecimientos de reclusión nacionales, sin perjuicio de la facultad que les
asiste para construir, administrar y operar cárceles del orden territorial.

➢ Las entidades territoriales podrán convenir entre ellas la habilitación de suelo para
la construcción de establecimientos de reclusión, así como su operación y
mantenimiento conjunto. Igualmente, podrán celebrar convenios con la USPEC para
la construcción, operación y mantenimiento de centros de reclusión

➢ Habilitase a la USPEC a realizar gestiones para la construcción conjunta de


ciudadelas judiciales, establecidas en el artículo 21 de la Ley 65 de 1993:

Parágrafo Primero: Las disposiciones establecidas en el presente artículo, podrán


desarrollarse mediante el esquema de asociación público privado, concesión u otras
formas de contratación establecidas en la ley.

Parágrafo Segundo. El Gobierno nacional tendrá en cuenta el análisis de impacto


fiscal que se genera con la implementación de la medida y señalará la
correspondiente fuente sustitutiva.

Parágrafo Tercero. Con el fin de garantizar la financiación de la política carcelaria


para personas detenidas preventivamente y condenadas por contravenciones que
impliquen privación de la libertad, las entidades territoriales podrán crear un fondo
de infraestructura carcelaria con ingresos provenientes de las siguientes fuentes:

(*) Contribución especial de obra pública establecida en el artículo 6 de la Ley


1106 de 2006.

(*) Las tasas y sobretasas de seguridad de que trata el artículo 8 de la Ley 1421
de 2010.

https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=93970

Marco Teórico
El sistema carcelario y penitenciario en Colombia nace con la expedición del primer
Código Penal en el año 1837 bajo el gobierno de José Ignacio de Márquez, que consideró
como una pena, el imponer la privación de la libertad en un establecimiento carcelario.
En uno de sus capítulos contempló, el estatuto para las prisiones, en el cual se dictaron las
reglas de funcionamiento para cada uno de estos establecimientos.
Políticas
El concepto de política pública penitenciaria se aplica a partir de sus fundamentos y
desarrollos normativos, así como dentro de marcos legales de actuación donde la
reeducación y la reinserción se deben garantizar como derechos y principios atribuidos a las
penas.
https://repository.ucatolica.edu.co/bitstream/10983/17366/1/POLÍTICAS%20PÚBLICAS%
20Y%20DERECHOS%20HUMANOS%20EN%20LAS%20CÁRCELES%20COLOMBIA
NAS.pdf
Desde esta perspectiva, se entiende como el interés de promover cambios en todos los
procesos de inserción, generando así la inclusión de las ciencias sociales como medio para
la transformación socioeducativa, dado que permiten el desarrollo de políticas públicas más
centradas en la realidad de los internos con aportes de la educación social, psicología social,
trabajo social entre otros, como estrategias que buscan el gran cambio para el mejor
desarrollo de la política pública penitenciaria (Gallizo, 2010).
De acuerdo a nuestra investigación evidenciamos que centros penitenciarios se presentan
las siguientes problemáticas :
-El hacinamiento de internos en cada una de las distintas cárceles
-Déficit en la infraestructura carcelaria
-la falta de control de las autoridades carcelarias frente a las riñas y disputas entre internos
Durante nuestra investigación encontramos, el documento “Conpes 2797. Política
Penitenciaria y Carcelaria” en el cual evidenciamos que consejo de Nacional de Política
Económica y Social Conpes presenta a su consideración los programas del Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario -INPEC- con miras a desarrollar las bases del plan de
Desarrollo “El salto Social” y en particular el de la justicia colombiana “Justicia para la
gente” y así mismo cumplir con los postulados incluidos dentro de la ley 65 de 1993,
Código Penitenciario y Carcelario.
El CONPES realiza un Diagnóstico en el cual argumenta que en el país no ha existido una
política carcelaria y penitenciaria dirigida hacía la administración formal de la pena, el
tratamiento resocializador, el manejo del hábitat y el control de la seguridad. El sistema
penitenciario se manejó con diferentes criterios para atender los problemas que se
presentaban, los cuales se solucionaron de manera coyuntural y las prioridades de inversión
se determinaron sin una planeación de largo plazo.
Así mismo se hace mención a otros factores los cuales conducen a un sistema frágil y débil
penitenciario, los cuales son:
-Alta tasa de Criminalidad al interior de los establecimientos carcelarios
-Déficit en la planta de personal de custodia y vigilancia
-Diseño arquitectónico de la infraestructura carcelaria carece de las medidas de seguridad
necesarias para garantizar un servicio estratégico
-El armamento de dotación del personal de seguridad no es el más adecuado y presenta un
alto grado de obsolescencia y de deterioro en la mayoría de estos.
-Fallas del sistema rehabilitador y resocializador
-Déficit en la capacidad y ocupación del sistema carcelario
-Falta de Presupuesto
Dichas problemáticas violan flagrantemente los derechos humanos de los internos, estas
problemáticas se generalizan en la gran mayoría de centros carcelarios pese a que la entidad
encargada del control y vigilancia de estos centros INPEC, tiene programas y actividades
que conducen al respeto por esos derechos en aras de la convivencia y resocialización
Es por esto que se hace necesario el establecimiento de políticas públicas las cuales buscan
atender las situaciones presentadas y así mismo generar acciones que contribuyan al
cumplimiento de sus competencias en materia carcelaria
Uno de los aspectos más críticos de la política judicial en el país tiene que ver con el diseño
de una política criminal que permita doblegar el crimen común y la delincuencia
organizada, cuyos índices de crecimiento son preocupantes, tanto más en un marco de alta
impunidad. Por ello se propone enfrentar la criminalidad y la violencia que ella genera a
través de una política comprensiva y amplia, que incluye tres componentes básicos:
prevención, represión (mecanismos que utilizará la justicia para la prevención, normas más
duras para los delitos sexuales por ejemplo castigos más fuertes para que las personas se
priven de hacer actos ilícitos) cárceles más estrictas donde se haga mayor control de la pena
y resocialización
En materia de resocialización, nos dirigimos hacía un sistema penitenciario humanista y
eficaz en armonía con la Ley 65 de 1993, Código Penitenciario y Carcelario. Este Código
se constituyó en el marco normativo que contempla las disposiciones esenciales que se
deben aplicar en la ejecución de las sanciones penales en forma humana y moderna, afín a
los postulados señalados en la Constitución Política y las recomendaciones de los
organismos internacionales. Entre los aspectos más importantes de esta normatividad se
encuentra implícitamente la orientación de la política carcelaria en materia de trato, fin de
la pena, hábitat y régimen.
La Corte Constitucional colombiana concibe la resocialización como un derecho al que
deben tener acceso todos los individuos privados de la libertad en establecimientos
carcelarios en Colombia: El derecho a participar en los programas de educación y trabajo
representa una actividad que tiene como finalidad la resocialización y el refuerzo de la
concepción del mismo como valor fundante de la sociedad. El objetivo principal de la
participación del recluso en programas de educación y trabajo es preparar al interno para su
vida en libertad; por lo tanto, las actividades laborales y de educación se tornan de carácter
obligatorio para aquellos reclusos que tengan la calidad de condenados, teniendo en cuenta
su finalidad de resocialización (Corte Constitucional, Sentencia T-267 de 2015)
La función punitiva del Estado no se reduce a la simple administración de la detención o la
condena de los infractores. Inicialmente, debe crear las condiciones para superar los
factores de riesgo bajo el marco de los principios rectores de legalidad, igualdad, respeto a
la dignidad humana y reconocimiento a los derechos y garantías en favor de los internos,
que facilite un sistema penitenciario como el señalado, y debe ocuparse, como fin único de
éste, la rehabilitación del penado en el contexto de los principios que emanan del carácter
resocializador de la pena. En ese sentido, el INPEC está desarrollando una planeación
estratégica y participativa de los componentes de la organización, así como los mecanismos
que faciliten el manejo financiero y procedimientos efectivos de control y evaluación.
-Políticas públicas para superar el hacinamiento carcelario

El gobierno colombiano entendiendo la situación de hacinamiento carcelario en Colombia,


ha desarrollado múltiples políticas públicas orientadas a superar esta situación y cesar así
la vulneración de derechos fundamentales de las personas privadas de la libertad. Una de
esas medidas es la expedición de la Ley 1760 de 2015 “Por medio de la cual se modifica
parcialmente la ley 906 de 2004 en relación con las medidas de aseguramiento privativas de
la libertad”, modificada por la Ley 1786 de 2016, que busca racionalizar el tiempo que
pueden permanecer en detención preventiva personas que se encuentren surtiendo un
proceso ante la justicia penal.
Lo anterior, sin embargo, ha tenido varias dificultades en su implementación, debido en
gran medida a críticas surgidas desde la sociedad y los medios de comunicación que han
ejercido una presión mediática para que no se permita el levantamiento de medidas de
aseguramiento de manera masiva por considerarlo un peligro para la sociedad. Así mismo
en el documento CONPES 3828 sobre Política Penitenciaria y Carcelaria En Colombia, se
han trazado unos objetivos para la superación de la crisis de hacinamiento carcelario como
lo son generar las condiciones de infraestructura física, sanitaria, tecnológica y humana que
permitan el cumplimiento de los fines del sistema penitenciario y carcelario en condiciones
de dignidad humana para los reclusos, armonizar la política penitenciaria y carcelaria como
parte integral de la política criminal con miras al cumplimiento del fin resocializador de la
pena, promover la articulación de las entidades territoriales y del sector privado con el
Gobierno nacional para solventar las necesidades del sistema penitenciario y carcelario.
-constatado en las sentencias T-388 de 2013 y T-762 de 2015- visibiliza una problemática
estructural en materia penitenciaria y carcelaria que se plasma en lo que la Corte
Constitucional ha denominado estado de cosas inconstitucional (ECI). Esta situación se
caracteriza por la masividad de población recluida afectada y la violación de sus derechos
fundamentales a lo largo y ancho del territorio nacional. Lo anterior se evidencia por la
existencia de:
(i) una política criminal reactiva, populista, poco reflexiva, volátil, incoherente y
subordinada a la política de seguridad;
(ii) tasas elevadas de hacinamiento penitenciario y carcelario;
(iii) una precaria infraestructura penitenciaria y carcelaria;
(iv) mala prestación de los servicios de salud para las personas privadas de la libertad;
(v) condiciones insalubres al interior de los establecimientos penitenciarios y carcelarios.
(vi) reclusión conjunta entre sindicados y condenados;
(vii) falta de articulación de las entidades territoriales y el Gobierno Nacional para el
cumplimiento de las obligaciones que conjuntamente tienen en el sistema penitenciario y
carcelario. Con base en lo expuesto, en la Sentencia T-762 de 2015 la Corte Constitucional
demandó una coordinación de esfuerzos entre el Gobierno Nacional y las entidades
territoriales en la superación del ECI. En últimas, el llamado de este Alto Tribunal es a
sumar esfuerzos institucionales, los cuales se despliegan desde el Gobierno Nacional y
exigen la articulación de las entidades territoriales en aras de mejorar las condiciones de
reclusión que condenados y sindicados tienen que soportar en la actualidad (hacinamiento,
acceso intermitente a servicios públicos, reclusión alejada de sus familias, etc.). La
exigencia de mejorar dichas condiciones de reclusión de condenados (a cargo de la Nación)
y sindicados (a cargo de las entidades territoriales) está igualmente recogida en numerosos
instrumentos de Derecho Internacional , que plantean en sus disposiciones un tratamiento
adecuado y digno para las personas privadas de la libertad. Igualmente, en los últimos años
la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación han exigido lo mismo.
Conforme a lo anterior, la Procuraduría General de la Nación, expide la Directiva 03 de
2014, en la que se conmina a los entes territoriales a cumplir con la obligación legal dentro
de las responsabilidades que le atañen dentro del sistema penitenciario y carcelario, a
realizar todas las acciones tendientes a direccionar recursos y a ejecutar las apropiaciones
presupuestales pertinentes para contribuir de forma efectiva a superar la problemática
penitenciaria y carcelaria en nuestro país.
En esta problemática también ha aportado el Congreso, como señala la representante a la
Cámara por Alianza Verde Juanita Goebertus. “Cada vez que el Congreso aprueba una ley
que aumenta penas y reduce la aplicación de subrogados penales contribuye a aumentar el
hacinamiento carcelario. No existe una correlación entre aumento de penas y reducción de
criminalidad. Haríamos mucho más si fortalecemos la investigación criminal”, expresó.
Julio César Triana, representante por Cambio Radical, añadió que “lamentablemente el
Congreso se ha convertido en una fábrica de leyes para que todos aquellos que incumplen
la ley terminen en la cárcel sin tener un sistema carcelario preparado para ello. Hoy no
solamente es preocupante el hacinamiento, también la imposibilidad de la resocialización”,
dijo.
https://www.eltiempo.com/justicia/servicios/hacinamiento-en-carceles-volveria-en-el-2021-
tras-la-pandemia-570063

A través del artículo 15 de la ley 65 de 1993, modificado por el artículo 7° de la ley 1709
de 2014, se estableció la conformación del Sistema Nacional Penitenciario y Carcelario
integrado por el Ministerio de Justicia y del Derecho; el Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario (INPEC) y la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (USPEC), como
adscritos al Ministerio de Justicia y del Derecho; todos los centros de reclusión que
funcionan en el país; la Escuela Penitenciaria Nacional, el Ministerio de Salud y Protección
Social, el Instituto Nacional de Bienestar Familiar (ICBF) y por las demás entidades
públicas que ejerzan funciones relacionadas con el sistema. Que según el artículo 16 del
Código Penitenciario y Carcelario, modificado por el artículo 8° de la ley 1709 de 2014, los
establecimientos de reclusión del orden nacional serán creados, fusionados, suprimidos,
dirigidos y vigilados por el INPEC entidad que en coordinación con la USPEC determinará
los lugares donde han de funcionar. Se faculta, por razón del mencionado artículo, al
Ministerio de Hacienda y Crédito Público, para asignar los recursos suficientes a la USPEC
con el fin de crear, organizar y mantener los establecimientos de reclusión, con miras a que
estos cuenten con las condiciones ambientales, sanitarias y de infraestructura adecuadas,
para un tratamiento penitenciario digno. Que por su parte el artículo 17, refiriéndose a las
cárceles departamentales y municipales, señala que los departamentos, municipios, áreas
metropolitanas y el distrito capital, deben atender la creación, fusión o supresión, dirección,
organización, administración, sostenimiento y vigilancia de las cárceles para las personas
detenidas preventivamente y condenadas por contravenciones que impliquen privación de
la libertad, por orden de autoridad policiva; correspondiendo al INPEC ejercer las
funciones de inspección y vigilancia de las cárceles de las entidades territoriales. Deben
incluir en sus respectivos presupuestos municipales y departamentales las partidas
necesarias para los gastos de sus cárceles, pagos de empleados, raciones de Internos, su
vigilancia, gastos por remisiones y viáticos, materiales y suministros, compras de equipos y
demás servicios, absteniéndose los gobernadores y alcaldes, de aprobar o sancionar los
presupuestos que, según el caso, no llenen los requisitos establecidos en dicho artículo.
Además, según el artículo 18 de la ley 65 de 1993, los municipios podrán convenir la
creación, organización, administración y sostenimiento conjunto de los establecimientos de
reclusión. Que la ley 1709 de 2014, en su artículo 10, adiciona la ley 65 de 1993 con el
artículo 19A, sobre la financiación de las obligaciones contenidas en los artículos 17 a 19
del código penitenciario y carcelario, asignando al Ministerio de Justicia y del Derecho la
función de promover la aprobación de un documento CONPES para garantizar la
financiación de las obligaciones contenidas en dichos artículos y que están a cargo de las
entidades territoriales, que deberán provenir del Presupuesto General de la Nación, pero
correspondiendo el referido Ministerio adelantar un proceso de formación y adecuación de
las instituciones que desde las entidades territoriales atenderán el funcionamiento de los
centros carcelarios que estarán a cargo de estas, adecuándose a la política general carcelaria
y a las obligaciones nacionales e internacionales en materia de Derechos Humanos.

Que en esta disposición también se señaló por el legislador, que las cárceles
departamentales y municipales serán destinadas a las personas detenidas preventivamente,
con lo que se estaría precisando el sentido de lo dispuesto en el artículo 17 de la ley 65 de
1993. El artículo 12 de la Ley 1709 de 2014, al modificar el artículo 21 de la Ley 65 d e
1993, señala que las cárceles y pabellones de detención preventiva están dirigidos a la
atención de personas en detención preventiva, en los términos del artículo 17 de la citada
ley, y que estarán a cargo de las entidades territoriales; empero podrán existir pabellones
para detención preventiva en establecimientos para condenados, por razones de seguridad,
pero separados adecuadamente de las demás secciones y de las personas condenadas. Por lo
tanto, se establece que las entidades territoriales, la Fiscalía General de la Nación y el
Consejo Superior de la Judicatura, podrán adelantar las gestiones pertinentes para la
construcción conjunta de ciudadelas judiciales con un centro de detención preventiva anexo
a sus instalaciones, articulando lo necesario para la construcción y mantenimiento de dichos
complejos judiciales. Que el artículo 15 de la Ley 1709 de 2014, adiciona con el artículo
23A la ley 65 de 1993, creando los denominados centros de arraigo transitorio, con el fin de
atender a aquellas personas a las que se les hubiere proferido medida de detención
preventiva y que no cuenten con domicilio definido o con arraigo familiar social, para que
desde dichos centros puedan lograr la reinserción laboral contribuyendo a que, en el evento
de proferirse la condena, se le pueda otorgar algún mecanismo sustitutivo de prisión.
También se busca con dichos centros, que las personas allí detenidas puedan tener atención
psicosocial y orientación laboral o vocacional durante el tiempo que allí permanezcan. Que
para efecto de lo anteriormente señalado se ha dispuesto que la Nación y las entidades
territoriales podrán realizar acuerdos para la creación, fusión, supresión dirección,
organización, administración, sostenimiento y vigilancia de los centros de arraigo
transitorio, en los mismos términos del artículo 17 de la ley 65 de 1993, debiendo, en todo
caso, su creación ser progresiva y depender de la cantidad de internos que cumplan con los
criterios para ingresar a estos establecimientos.
Que el artículo 76 de la ley 715 de 2001, asignó a los municipios la competencia para que,
en materia de centros de reclusión, su creación, fusión o supresión, dirección, organización,
administración, sostenimiento y vigilancia se pueda adelantar en coordinación con el Inpec.
Que la sentencia de tutela T-153 de 1998, por medio de la cual se declaró el estado de cosas
inconstitucional en materia carcelaria, señaló en su momento que: "las cárceles de las
entidades territoriales se encuentran abandonadas y, en muchos casos, fueron clausuradas.
Esta situación ha impedido el traslado de reclusos en detención preventiva o condenados
por contravenciones a estas cárceles. De esta manera, la Nación ha tenido que asumir todo
el peso de la crisis carcelaria. La actitud asumida por los departamentos y municipios
contribuye a la vulneración de los derechos fundamentales de los internos, pues conduce al
desarraigo de los Internos locales o regionales y al hacinamiento de los establecimientos del
orden nacional. Por esta razón, la Corte ordenará a los gobernadores y los alcaldes, y a los
miembros de las Asambleas Departamentales y de los Concejos Distritales y Municipales
que den cumplimiento estricto a lo establecido por el artículo 17 del mencionado Código
Penitenciario y Carcelario. Que no obstante dicha orden judicial, la realidad actual muestra
que las cárceles municipales y/o departamentales mantienen su situación de precariedad al
punto que muchas de ellas permanecen cerradas, situación que de alguna manera
contribuye a los niveles de hacinamiento registrado en la mayoría de establecimientos
carcelarios y penitenciarios a cargo del INPEC.

https://www.procuraduria.gov.co/relatoria/media/file/flas_juridico/870_PGN-
DIRECTIVA%20003-%20SEPT-2014.pdf

La Procuraduría General de la Nación ante las dificultades persistentes en el Sistema


Penitenciario y Carcelario, por el elevado porcentaje de hacinamiento en los centros de
reclusión y los pocos avances evidenciados en el logro de soluciones efectivas, mediante
oficio No. 000392 de 2020 , instó, nuevamente, a los entes territoriales: “… Se hace
necesario verificar la participación de los entes territoriales que son de competencia de cada
dependencia, para que establezca si efectivamente cumplieron con sus obligaciones legales
en materia carcelaria, ya sea con aportes económicos como con la determinación de
construcción de centro de reclusión. Es oportuno que este asunto sea tratado en las mesas
de asuntos penitenciarios y carcelarios de que trata la Directiva 001 de 2016 y que es
coordinada por el Procurador Regional, Provincial o Distrital respectivo. Igualmente es
importante se examine si en los planes de desarrollo presentados por los nuevos
gobernadores y alcaldes se incluye el tratamiento de la situación carcelaria como parte de la
política de seguridad ciudadana territorial, la que debe afrontarse integralmente, desde las
medidas de prevención del delito hasta las que permitan contar con lugares en los que se
pueda mantener privados de la libertad en condiciones dignas a quienes las autoridades
judiciales determinen que deben permanecer detenidos preventivamente. La seguridad
ciudadana está siendo considerada como una de las situaciones que mayormente están
afectando la convivencia ciudadana y son objeto de preocupación tanto de autoridades
como de los ciudadanos, y por tanto el análisis que se realice sobre este punto debe
contemplar también acciones dirigidas a contar con instalaciones dispuestas por las
autoridades locales en donde se puedan mantener a quienes perturben la tranquilidad
social…”

http://www.politicacriminal.gov.co/Portals/0/documento/Cartilla%20-
%20Las%20entidades%20territoriales%20y%20el%20mandato%20constitucional%20frent
e%20al%20Sistema%20Penitenciario%20y%20Carcelario%20Colombiano.pdf

Pese a las medidas adoptadas por el Estado para superar la crisis carcelaria, el campo
penitenciario y carcelario en Colombia ha estado marcado por el abandono de las políticas
estatales, la violencia, la corrupción, el hacinamiento, la inadecuada infraestructura y la
ausencia de programas de resocialización y rehabilitación (Iturralde, 2011, p. 124). A partir
de la década de 1990 la liberalización económica, así como la integración a los procesos de
globalización han consolidado un modelo punitivo que excluye y castiga a los grupos
sociales más marginados con el fin de consolidar tal proyecto político. Así, desde el inicio
del trasplante de estas políticas, se ha acentuado una filosofía punitiva en la que la
venganza y la retribución social priman sobre los derechos humanos de las personas
privadas de la libertad (Ariza, 2011, p. 76).

Las protestas de la población reclusa y sus familiares, así como las denuncias de los
defensores de derechos humanos, pusieron en evidencia las condiciones infrahumanas y las
masivas violaciones a los derechos humanos en las cárceles. Ante estas manifestaciones, la
Corte Constitucional en la sentencia T-153 de 1998, declaró la existencia de un estado de
cosas inconstitucional en materia carcelaria y dispuso medidas que, con el pretexto de
eliminar el hacinamiento, expandieron el sistema carcelario. En esta sentencia, los derechos
de la población carcelaria no fueron atendidos de manera inmediata, por el contrario, se
supeditarse a la reforma del sistema que consistió en la construcción de más cárceles. Así
mismo, no fueron cuestionadas las políticas criminales que legitiman la privación de la
libertad como mecanismo idóneo para la solución de los conflictos sociales, ni las
condiciones infrahumanas que convierten la cárcel en depósitos o vertederos de “residuos
humanos” (Bauman, 2005, p. 109).

http://www.scielo.org.co/pdf/unih/n82/n82a14.pdf
Fuentes de financiación para el sostenimiento de la población presa de su libertad

Actualmente las entidades territoriales cuentan con varias fuentes de financiación, tales
como:

* El Presupuesto General de la Nación (PGN)

*El Sistema General de Regalías (SGR): A través de proyectos de inversión y la


estructuración de proyectos incorporados en los Planes de Desarrollo de las entidades
territoriales, y surtiendo el trámite ante los Órganos Colegiados de Administración y
Decisión (OCAD), es necesario tener en cuenta que según el artículo 40 de la Ley 1530 de
2012, “con los recursos de regalías y compensaciones no se financiarán gastos de
funcionamiento ni programas de reestructuración de pasivos o de saneamiento fiscal y
financiero”. Lo anterior es relevante en materia carcelaria para las 8 Artículo 76 de la Ley
715 de 2001 orgánica de presupuesto.

En este caso, la destinación de recursos seguirá siendo subordinada a los porcentajes


obligatorios que define la ley orgánica de presupuesto para salud, educación y saneamiento
básico.

*La Ley 1530 de 2012 Ministerio de Justicia y del Derecho

*El Sistema General de Participaciones (SGP): Corresponde al derecho que le asiste a las
entidades territoriales de participar en las rentas nacionales. Aplica para el caso de
municipios en los sectores definidos por la Ley 715 de 2001, ( Sistema General d e
Participaciones está constituido por los recursos que la Nación transfiere por mandato de
los artículos 356 y 357 de la Constitución Política a las entidades territoriales, para la
financiación de los servicios cuya competencia se les asigna en la presente ley) y la
mayoría de sus recursos cuentan con destinaciones específicas.

* Recursos propios: Ingresos corrientes tributarios, tales como impuestos y tasas sin
destinación específica constitucional o legal; Ingresos corrientes no tributarios, como
multas, sanciones y otros derechos sin destinación específica constitucional o legal; Rentas
de capital, solo disponibles para gastos de inversión., adicionalmente, es necesario advertir
que en el caso del Sistema General de Participaciones la destinación de recursos seguirá
estando subordinada a los porcentajes obligatorios que define la Ley orgánica de
presupuesto para salud, educación y saneamiento básico.

En este sentido es evidente que el Estado ha venido desarrollando una gestión errática en
términos de presupuesto y administración de los recursos del sector carcelario del país, lo
cual ha contribuido a la obsolescencia de las instalaciones, una deficiente calidad en los
servicios, desigualdad social, hacinamiento, exposición de los reclusos a diversos factores
de riesgo y la falta de instrucción al personal para que se implementen medidas que
favorezcan los derechos humanos.
https://repository.ucatolica.edu.co/bitstream/10983/17366/1/POL%C3%8DTICAS%20P%
C3%9ABLICAS%20Y%20DERECHOS%20HUMANOS%20EN%20LAS%20C%C3%81
RCELES%20COLOMBIANAS.pdf
Conclusiones
En materia de política penitenciaria y carcelaria, históricamente, una de las principales
problemáticas tiene que ver con las condiciones de los establecimientos de reclusión para el
cumplimiento de los fines de la pena y los derechos humanos, frente a esta situación el
Gobierno nacional concentró sus esfuerzos en la construcción de establecimientos de
reclusión como elemento central de política pública, materializada principalmente en los
documentos CONPES 3086 de 2000, 3277 de 2004, 3412 de 2006 y 3575 de 2009.

En los planes nacionales de desarrollo, cada gobierno de turno ha incorporado la política


pública penitenciaria siguiendo las recomendaciones de los documentos CONPES, pero sin
una actuación eficaz frente a la problemática y limitándose a la estrategia de construcción y
no al amparo de unas mejores condiciones dignas de habitabilidad y tratamiento
penitenciario.

En infraestructuras de tercera generación, como la estructura tres del COMEB, tienen el


enfoque del modelo americano, el cual solo es de prisión, encierro total para que el interno
asuma su culpabilidad por el delito cometido; así, el tratamiento penitenciario se ve
reducido a generar un cambio de conducta, a obligar al interno a comportarse bien, seguir
las reglas de la cárcel, y en ese orden de ideas, en cierta manera, ha beneficiado el sistema
penitenciario colombiano, pues estas infraestructuras no han sido objeto de motines ni de
riñas por la toma de control, ni agresiones agravadas por parte de los internos a la guardia

Tras el impacto del covid-19 se hizo evidente las situaciones presentadas en las
cárceles, por ejemplo, como lo sucedido el pasado 21 de mayo de 2020, dado que
debido a la incertidumbre de la pandemia, se generó una gran ola de violencia para
algunos centros penitenciarios del país. Con motines, intentos de fuga y mensajes
agresivos, los internos de diferentes cárceles a lo largo del territorio nacional,
exigieron medidas certeras para evitar que el virus COVID – 19 llegue hasta las
instalaciones donde cumplen condena. El hacinamiento en las cárceles del país
incomodó en silencio, para ahora hacer ruido y pedir respuestas ante la crisis
mundial.

Y es que parece que la tragedia estaba advertida. El Balance Anual Sobre Desafíos
Humanitarios del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), presentado en el mes
de enero, indica que la vida de los Internos en las cárceles colombianas empeora cada
año. “La inestabilidad de las políticas públicas en materia penitenciaria y carcelaria,
así como el afán de solucionar los problemas más coyunturales, en lugar de los
problemas estructurales, dificulta las respuestas a largo plazo”.

Como se puede observar, es crítico el estado del sistema carcelario, hasta el momento
se ha evidenciado que el sistema penitenciario ha sido un secreto, e ignorarlo había
sido la solución; hasta la noche del 21 de marzo. Las súplicas de la población
carcelaria no habían sido escuchadas.

En un prospectiva presentada por el Ministerio de Justicia referente al Plan de


transformación y humanización del sistema carcelario en Colombia indica que una de las
acciones inmediatas a corto y mediano plazo es el Estudio de la corrupción al interior del
sistema carcelario y penitenciario (Observatorio de Política Criminal), ya que este es la raíz
de la problemática actual, al igual que se deben establecer mecanismos de selección de
trabajo y capacitación a la que accede la persona privada de la libertad (PPL).

Así mismo Podemos evidenciar que una parte significativa de sus recursos se va en el pago
de la nómina de los custodiadores, directivos, asesores, profesionales y demás trabajadores
que prestan un servicio para el Inpec; mientras que otra parte del dinero es destinado a
conceptos de papelería, administración del sistema y dotación de uniformes.
Igualmente, se deben incluir los gastos para alimentación, educación y salud de los
reclusos.
De acuerdo con el documento, que es objeto de análisis en la Cámara de Representantes,
para mantener el sistema carcelario se apropiaron recursos para este año por 2,21 billones
de pesos.
Esto es menor al presupuesto que tiene este año el Ministerio de Agricultura, que es de 1,9
billones de pesos y el Ministerio de Cultura, que cuenta con 405 mil millones de pesos.
El Inpec indica en el documento estadístico que, si se tiene en cuenta que a 31 de julio de
este año había 116.017 personas en detención intramural – es decir en establecimientos
carcelarios – el costo por cada preso al año es de 22 millones 401 mil pesos, es decir 1
millón 800 mil pesos al mes.
Los rubros en los que se da el mayor gasto son los de pago de personal, en el que se
invierten 984 mil millones de pesos, y transferencias corrientes, que incluyen la salud y la
alimentación de los reclusos, en lo que se gastan 810 mil millones de pesos
Uno de los hechos que causa preocupación del informe es que, según cifras de la entidad,
actualmente hay en establecimientos carcelarios 16.566 reincidentes, un elemento llamativo
si se tiene en cuenta que una de las funciones de las penas es la resocialización
Cada preso le cuesta al país 22 millones de pesos al año. En Colombia, hay 116.017
personas en detención intramural.
https://www.eltiempo.com/politica/congreso/cuanto-cuesta-un-preso-en-colombia-informe-
del-inpec-535567HACINAMIENTO CARCELARIO EN COLOMBIA:
https://www.eltiempo.com/justicia/servicios/hacinamiento-en-carceles-volveria-en-el-2021-
tras-la-pandemia-570063
Finalmente, es importante indicar que cualquier medida adoptada en cárceles sea
acompañada de directrices para frenar las detenciones por delitos de drogas no violentos,
especialmente delitos de posesión o de uso, en aquellas jurisdicciones donde el uso de
drogas siga siendo criminalizado. La pandemia y la emergencia sanitaria exigen que los
gobiernos usen de manera racional el poder sancionatorio. Además, que prioricen los
escasos recursos en medidas de alivio para la crisis de salud y socioeconómica que afecta al
país. En este contexto, la persecución policial o judicial a delitos menores y no violentos de
drogas no es una prioridad, y sería además contraproducente al contribuir aún más al
hacinamiento carcelario.
https://www.dejusticia.org/wp-content/uploads/2020/07/DMAA-2-CEDD-Nuevo2.pdf
Recomendaciones
Frente al hacinamiento en los establecimientos de reclusión, si bien la estrategia del
gobierno se centra en la construcción de nuevos establecimientos de reclusión, se está
dejando a un lado uno de los fines de la pena, la parte preventiva. Por lo tanto, ante la falta
de actuación por parte del Estado en la sociedad que esté encaminada a la prevención del
delito, es importante que se contemplen políticas de prevención y en los planes nacionales
de desarrollo se vinculen programas en prevención del delito, principalmente en los
jóvenes.
La Política Pública Criminal debe cambiar su enfoque, y disminuir su represividad, pues no
todo puede ser prisión, se deben generar otras opciones de castigo, dependiendo de la falta,
pero frente a faltas de poco impacto y mientras la justicia resuelve la situación jurídica del
sindicado, es importante tomar medidas como casa por cárcel, fianza, trabajo social y no
llenar las cárceles de internos esperando la respuesta de un juzgado que aparte de ser un
elemento que aporta al hacinamiento, se vuelve un obstáculo para el tratamiento
penitenciario.

Otra recomendaciones es la creación de estructuras como el ERON: Establecimiento de


Reclusión del Orden Nacional. GPS: Sistema de Posicionamiento Global. Tienen el enfoque
del modelo americano, el cual solo es de prisión, encierro total para que el interno asuma su
culpabilidad por el delito cometido; así, el tratamiento penitenciario se ve reducido a generar
un cambio de conducta, a obligar al interno a comportarse bien, seguir las reglas de la
cárcel, y en ese orden de ideas, en cierta manera, ha beneficiado el sistema penitenciario
colombiano, pues estas infraestructuras no han sido objeto de motines ni de riñas por la
toma de control, ni agresiones agravadas por parte de los internos a la guardias.

file:///C:/Users/YQ632HZ/Downloads/POLÍTICA%20PENITENCIARIA.pdf
Se advierte, de cualquier forma, que siempre es mejor en beneficio de la prevención del
delito que el Estado a través de políticas públicas en diferentes esferas de impacto social,
trabaje en favor del fortalecimiento de la familia (valores y principios), procesos
educativos y laborales, mejora de la conducta cívica del ciudadano de tal manera que sin
necesidad de entrar con toda la fuerza del aparato represor del estado se disminuyan los
índices de criminalidad y por lo tanto el hacinamiento y la población carcelaria en nuestro
país.
De otro lado es importante revisar a fondo la política criminal que se ha venido
implementando en nuestro país, tomando ejes importantes como la imposición de penas
demasiado relajadas para delitos de alto impacto y que generan importantes índices de
delincuencia, como lo son, por ejemplo, el hurto de celulares o atracos de carácter simple y
de otro lado revisar si en efecto son efectivas y eficientes las políticas de alto corte
punitivo, como los proyectos sobre cadena perpetua o pena altas para delitos como la
corrupción, el acceso carnal y otro tipo de conductas penales, proyectos que han sido vistos
desde la política criminal como populistas y poco eficientes a la hora de ponerlos en
práctica.
Con relación al papel de la Fiscalía se tiene de presente, a partir de un ejercicio crítico sobre
las funciones que está ha venido desempeñando en el marco del modelo acusatorio en
Colombia, que debe existir una articulación mucho mayor dentro de la etapa investigativa y
que cumple la Fiscalía General de la Nación con la etapa de juzgamiento y que cumplen los
jueces en el sentido de que para nadie es un secreto que se ha visto una desarticulación
dentro del proceso de investigación frente a la etapa de juicio en lo que tiene que ver con el
proceso penal en Colombia.
Ahora bien con respecto a la infraestructura carcelaria más allá de proponer la ampliación y
construcción de mayor número de recintos carcelarios en nuestro país es evidente que se
hace necesario revisar a fondo el modelo penitenciario en Colombia, en el sentido de
diversificar la forma en la que está infraestructura facilita, los procesos de resocialización
de la población carcelaria, a partir de planes y proyectos que permitan el desarrollo del
trabajo, la educación y la resocialización efectiva de la población carcelaria.
Se hace énfasis en la necesidad de fortalecer el modelo educativo y de formación de la
población carcelaria en Colombia en el entendido que dentro del proceso de resocialización
es necesario desarrollar habilidades y capacidades en los internos que permitan en el
momento de su salida su integración a la sociedad a partir del desarrollo de competencias
laborales, educativas y personales que le aporten al individuo a la familia y a la sociedad.
Ahora bien, con respecto a la logística de la privación domiciliaria de la libertad se ha
podido evidenciar errores en la implementación de este modelo, lo que lleva a un desafío en
la política penitenciaria en Colombia a partir del cual se logre desarrollar una tecnología
más eficiente para el control de esta población, así como una reglamentación clara que
permita ejercer un control. sobre los procesos de detención domiciliaria.

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