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Santo Domingo,

martes 30 de abril del 2019.

EL ÁRBOL FAMILIAR
Tradicionalmente llamamos a las generaciones familiares de nuestros
antepasados, pasados y presentes, el árbol familiar, aquel en el que se ubica
a cada miembro de la familia y se representa como una rama que forma
parte del árbol familiar y que tiene, a su vez, la misma importancia que los
demás miembros, que las demás ramas.

Teniendo en cuenta la mala decisión que siempre tomamos al generalizar


lo que decimos de un simple y sencillo concepto, pues, sería prudente
mantener un mismo hilo conductor del tema, y presentarlo con un ejemplo
de árbol natural, el almendro. El almendro, me parece, sería un gran
ejemplo o herramienta para expresar el tema de forma sencilla.

Como la mayoría de árboles frutales, el almendro cumple con su


designio plasmado en su naturaleza, el designio de dar frutos. Tanto el fruto
como las hojas, las ramas, el tronco y las raíces son todos y cada uno de
suma importancia para la apreciación que se tiene hacia el árbol de las
almendras. El árbol no es solamente hojas, no es solamente ramas, sino que
también necesita de un tronco que le de firmeza a las ramas y, también,
requiere de raíces que cumplen con la función de generar, a través de un
proceso propio de sí, las energías necesarias que luego harán posible la
producción de los frutos. Por lo tanto, cada miembro que forma parte del
mismo árbol tiene una función determinada de acuerdo a las exigencias del
hogar.

Somos lo que heredamos, lo que construimos y lo que elegimos, nadie


está fuera ni exento de esto.
Es mucho lo que se hereda, es mucho lo que recibimos de parte de
nuestras generaciones pasadas, casi todos los patrones de conducta, de
forma de ser y de hacer, los patrones con los cuales podemos vivir una vida
semejante a la de nuestros antecesores, aunque no siempre es así.
Heredamos gran parte de lo que ellos vivieron en sus años de juventud, de
alegrías, de penas y mucho trabajo. Nuestra vida está construida sobre la
base de lo que se nos inculcó, es por ello que siempre las nuevas
generaciones de vida familiar cumplen con ciertos rasgos tradicionales que,
a medida en que avanza el tiempo y el pasado aumenta de peso, luego
pasan a ser parte del recuerdo y objeto de estudio para un repentino olvido.

La vida de actualidad nunca será la misma, siempre tiene algo nuevo,


algo diferente, cambia paso a paso las cosas hasta que ya no haya ningún
material que represente lo antiguo, eso es aplicándolo al ámbito familiar.
En la familia ocurre lo que son los cambios generacionales o, como los
llaman muchos, el surgimiento de la nueva mentalidad futura. Esto, (para
muchos), va a significar un desastre total que acabará con todo un mundo
de privilegiados recuerdos plasmados en el ayer y, (para otros), la
esperanza de un mundo mejor en el que la humanidad tendrá una mayor
oportunidad de acabar con las guerras y los problemas, y presentará las
herramientas necesarias para tener una vida feliz y sin ninguna
complicación.

Como sucede con el almendro y los demás árboles y plantas, en el árbol


generacional de la familia se cumple lo de sustituir de forma necesaria a las
ramas viejas que ya cumplieron su rol y que en lo adelante ya no podrán
dar más frutos que hagan prosperar de manera significativa a la familia en
general. También, en el árbol familiar de sentido generacional existen otros
procesos que sirven de base y sostén cuando existe la posibilidad de perder,
repentinamente, a miembros de gran valor, como lo es el proceso de
aprendizaje y asimilación de los valores familiares de suma importancia.
En este proceso es donde los nuevos miembros de la familia aprenden la
cultura y las costumbres con las cuales se identifica la familia, asimilan los
niveles de conducta por los cuales la familia siempre se ha manifestado a
otras familias y producen, en su propio ciclo de vida, nuevos mecanismos
que favorezcan en gran manera al sostenimiento del árbol, que a su vez se
convierten en los frutos que alimentan a la sociedad.

Los patrones de conducta en la familia son los que le dan sentido a toda
la vida en el árbol; aquellos que configuran todas las generaciones con sus
respectivas características para organizar todas sus dimensiones (las del
árbol), y así poder delegar la función que desempeña o desempeñará cada
uno de sus miembros.

Partimos primero de lo que heredamos, aquello que se nos fue


predestinado obtener, pues, es más fácil que partir de cero. Luego, encima
de esa base ya fortificada, construimos a nuestra manera y forma de ser
nuestra concepción de familia que tengamos en la mente. Y, por último,
elegimos lo que creemos beneficioso para la familia justo en el momento
en el que tenemos que cumplir con ciertas obligaciones y
responsabilidades.

En fin, el árbol familiar es ese proceso por el cual cada familia tiene que
pasar para que se manifiesten los cambios de generaciones viejas a nuevas
que se involucren en la sociedad en general y la transformen
significativamente hasta dar los frutos que traerán nuevos beneficios.

Reynaldo A. Heredia Reyes

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