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SAGRADO CORAZÓN
DE JESÚS
EN ESPAÑA
P. Mateo Crawley-Boevey SS.CC.
REINADO
DEL
ESPAÑA
M A D R ID
C o le g io d e t o s S a g r a d o s C o ra z o n e s
M artín ds los H eros, 85
1 919
Precio: una peseta.
ENTRONIZACIÓN NACIONAL EN EL
DEL
ESPAÑA
M AID R ID
C o l e g i o d e i.o s S a g r a d o s C o r a z o n e s
M a r t í n n u l.o s I I b r o s , 85
19 19
P re c io : u n a p e s e ta .í
A P R O B A C IO N E S
IM PR IM ASE
Prov .
F uen terrfib ia. 1.® de Octubre de 1019.
N IH IL O B S T A !
.Tosí4 P a lO m k ro , S S . C C .,
Censor.
IM PR IM A SE
+ P r u d e n c i o ,
Obispo de M a d r id -A lc a lá .
7 de O c t u b r e de 1919.
A LOS LECTORES
¡ESCÁNDALO DE GLORIA!
Señor:
]? . j v í a t s o C r a w l e y - g o e v e y , S S . C C .
REINADO SOCIAL DEL CORAZÓN DE JESÚS POR LA
3 = Z CRISTIANIZACIÓN DE LA FAM ILIA =
P R IM E R A CO NFEREN CIA
I. — R e n o v a c ió n de amor.
P a r a p re p a ra rn o s a solem nidad de ta n ta
tra n sc e n d e n c ia en su significado y en sus
co n secu en cias m orales, celebram os este T ri
duo, h om enaje de M adrid y de E sp a ñ a , a l
C orazón D ivino de Jesú s, v u estro Rey de
A m or. Saquem os con fe provechosas ense
ñ an zas.
Y la p rim e ra de todas sea: que la apoteo
sis de g lo ria re n d id a al C orazón de Jesú s en
el C erro de los A ngeles, a v iv e la llam a, el
fuego de c a rid a d en el a lm a española; que
este espléndido hom enaje provoque en recom
p e n sa una P entecostés de am or m ás a rd ie n te (
m ás generoso, según aquella herm osa p a la
b ra que m e h a servido do tex to : «Yo he v e
nido, dice el Señor, a poner fuego en la tie
rra.» S í, a eso v ien e el v iern e s próxim o; a
condición que se le a c ep te como R ey de
am or, a c e p ta el trono; pues su p rim e r anhelo
es e sta b le c e r su reinado intim o en las a lm a s,
base de un triunfo re a l y d u rad e ro en la so
ciedad. A eso v ien e, con ese fin se a c e rc a al
alm a n acio n al de E s p a ñ a , p a ra a b ra s a r a n te
todo y sobre todo las alm as en los a rd o re s de
su c a rid a d . El M onum ento 110 puede se r sino
la expresión y el símbolo de un am o r, que su
Corazón en tro n izad o oficialm ente re c la m a
con im perio, que Je sú s so lic ita p a rtic u la r
m ente, con sed n u n ca a p a g a d a , desde el S a
grario.
Oidlo bien, am adísim os herm anos: el re in a
do efectivo del Corazón de Jesús en su p r i
m era e ta p a , en su fundam ento im p rescin d i
ble, debe se r, según la m ente del S eñor y de
la Iglesia, u n a ren o v ació n de am or e u e a risti-
co profundo.
iie c o rre d si no el m aravilloso ev an g elio e s
crito por la B ie n a v e n tu ra d a M a rg a rita M aría,
lio dicho evangelio, porque en esas p áginas
110 se h a b la de n ad ie que no sea de la P e rso
na ad o ra b le de Jesús, de n a d a que 110 sea su
ley de am o r, sus derech o s a ser am ado, a
r e in a r por el am or. P ero todo ello m arean d o
con reliev e vivo la P e rso n a del S a lv a d o r, y
tra z án d o n o s siem pre el mismo cam ino p a ra
e n c o n tra rle , el cam ino que conduce ¡il T a
bernáculo. Ahi es donde el S eñor e sp era el
prim ero de los hom enajes a su C orazón que
tanto lia amado a los hombres (1); a h i q u iere El
re c ib ir el m ás fervoroso y solem ne de los
d e s a g r a v íe , c a b alm e n te porque su C orazón,
su am or, son olvidados en el S a c ra m en to del
A lta r. T odas la s d em ás m an ifestacio n es del
culto al S a g rad o Corazón suponen e ste punto
de p a rtid a , la E u c a ristía , y todas, p a ra que
sean a c ep ta b le s a l Señor, deben c o n v e rg e r
en a lg u n a form a a Jesú s S a c ra m en ta d o . Es
sobre todo ahi donde en toda pro p ied ad de
térm inos, es, y debe seguir siendo, R ey y cen
tro de los corazones, de los h o g ares y de los
pueblos. U n am or que no lo busque afanoso,
ahi donde p a lp ita vivo y en tero su D ivino
C orazón, no es sino v eleid ad , no es am or.
¡Oh, y por c u á n ta s ra z o n e s, a c u á l m ás
aprom i¿intes y v a le ro sas, debiéram os d esear
que el S eñor a p re s u re el rein a d o intim o de su
S ag rad o C orazón, m ed ia n te su s a c ro s a n ta E u
c a ristía !
¡Oh!, sí, venga a nos tu reino en am or de
I I .— A umexto m¡ fe.
P a r a e x p lic a ro s , ainadísim os h e rm a n o s,
esta R ealeza d iv in a , he tom;ido el te x to de
San Ju a n : Tiabitavit in nobis. Habitó entre nos
otros. Y m ed ia n te la c re a c ió n m a ra v illo sa de
la E u c a ris tía y del h o g a r cristian o , sigue ha
hitando vivo y en te ro al tra v é s de los siglos
como Rey y cen tro , como fuente in ag o ta b le
de v id a d iv in a en la fam ilia.
¿A qué vino Je su c risto y con qué fin se que
dó e n tre nosotros? Salruin [ácere quod períe-
r a t.— A salvar lo que halda perecido ^S. L u cas,
XIX-10). Y a n te todo, p a ra la obra fu n d a m e n
ta l, de p u rific a r y sa n tific a r las fu en te s m is
m as de la vid a, v ic ia d a s por el pecado. A
eso mismo re g re sa triu n fa n te y victorioso el
v ie rn e s , oficialmente aceptado y oficialmente
aclam ado por E spaña : a r e in a r m ás in te n s a
m ente en ella e stab lecien d o su so b e ra n ía de
am or en el alm a de la n ación, en el h o g a r e s
p a ñ o l.
Esto fué sn sistem a y p ro ced er cu ando en
B elén y N a z a re t creó el m undo m oral de las
alm as, infin itam en te m ás g ra n d e y herm oso
que el m undo de los astros. Ese m undo m oral
lo edificó sobre u n a b ase inconm ovible: el ho
y a r, santuario de v id a ,
Con el h o g a r com ienza, pites, el R edentor
la m ag n a cre a c ió n e sp iritu a l del c ris tia n is
mo. Y en el h o g a r q u iere se r El mismo la
base, el lazo y la vida, y p a ra ra tific a rlo en
form a oficialm ente d iv in a, c re a un S a e ra m en ■
to: el del M atrim onio.
El M atrim onio-S acram ento tie n e la v irtu d ,
am adísim os herm anos, de p ro d u cir intensi
dad de v id a m oral, de vid a d iv in a , y se
gún la m en te del Señor, debe ser el cim iento
inam ovib le de la sociedad c ris tia n a . Más aún:
Je sú s vivo por la g ra c ia del sa cra m e n to , ha
de s e r en la fam ilia c ris tia n a fon a vitan in-
deficiens, fuente in ag o ta b le de vida.
¡Ah! Pero el infierno, sabedor que en e sta
c in d a d e la del h o g ar se g u a rd a b a el secreto de
la v id a, quiso en todo tiem po hacerlo suyo.
C ada época tiene sus c a ra c te rís tic a s de lucha;
la n u e stra se distingue en e s ta re frie g a deses
p e ra d a por la posesión del hogar. D e v e in te
años a e sta p a rte esp ecialm en te, la d iv in a c iu :
d a d ela ha sufrido cuatro a salto s form idables
de S atán . Seguidm e, herm anos.
El d ivorcio.
Educación neutra.
Sen su alism o.
T riunfo de la Entronización.
Am adísimos hermanos:
Ya adivináis fácilm ente la aplicación que
pretendo hacer de este hermosísimo texto de
la Transfiguración del Señor a la apoteosis de
gloria que le prepara la Nación española en
f: l di a de mañana. Tom a Jesús a los tres Ínti
mos de su Corazón, los aleja de la muche-
dumbre, sube con ellos a una montaña apar
tada, y dejando por un instante el aspecto
humilde de su santísima Humanidad, se pre
senta ante ellos y ante el mundo de los siglos
tal como es: Sol de eterna e increada belleza,
el H ijo de Dios.
Notad, desde luego, hermanos, una d ife
rencia entre esa Transfiguración y la que se
realizará mañana, fuera de esta ciudad, en
sitio apartado, en un monte santo, en el Ce
rro de los Angeles. Cuando Jesús se transfi
gura en el Tabor, en presencia de sus amigos
predilectos, lo hace para p reven ir un escán
dalo: el que había resucitado a muertos para
probar que era Dios; el que se había llam ado
a sí mismo con palabra inaudita, estupenda,
«la V id a », v a a ser ajusticiado entre dos m al
hechores vulgares y a la vista de su pueblo;
va a agonizar, v a a morir. Es preciso, pues,
p reven ir tamaño escándalo, y para ello, trans
figurado en el T abor, mostrará de antemano
que, no obstante las apariencias de ignom i
nia y el sudario de muerte del C alvario y de
la tumba, seguirá siendo el H ijo del Dios
vivo,
El T a b o r y el Cerro de los Angeles.
Analogías y diferencias.
( 1) p¡¡. n-8.
(2) Mt., VIII-24.
pero cuyo Corazón v ela amorosamente! (1).
Mañana, pues, viernes, no de muerte, sino
de vida y de regocijo, veremos el triunfo es
pléndido del Señor y R ey en el Tabor que ha
elegido El mismo en tierra española.
G loria vuestra, españoles; ¡oh!, pagadle con
amor. Y ¿qué hace Jesús?... Pues como ha ya
veinte B ig lo s , toma a Pedro, digo a la IgleBia,
puesto que, hoy como siempre, E lla debe ser
testigo santo, así de sus glorias como de sus
divinas ignominias; y por eso no podrA faltar
en el T abor, como no faltará tampoco en el
C alvario, y en seguida a Juan, el intimo de
su Corazón, es decir, tom ará consigo la fa-
lanje de los fieles y esforzados, el grupo de
los amigos, la vanguardia decidida de los
Apóstoles de su amor. Quiere proporcionarles
una hora de Paríiiso, y a que por vocación
deberán beber más tarde las heces de su
cáliz,
Y en fin. toma a Santiago, esto es, al R ey
Católico, y convoca en él y con él al pueblo
(idelisimo de España. Con toda esa Corte de
gloria subirá Jesucristo-Rey al trono que un
pueblo, único en la tierra, le tiene preparado
en reparación de fe y de amor. ¡A h !, pero no-
notad aquí, hermanos, una diferencia hermo
sa y sugestiva entre esta Transfiguración y
la del E vangelio. En el T ab or se despojó mo
mentáneamente del ropaje humilde de su Hu
manidad; no asi en el Cerro de los Angeles-
«¡O h Jesús, no te despojes nunca auto este
pueblo de tus amores del ropaje humilde de
tu Humanidad ensangrentada, gloria tuya y
gloria nuestra! Guarda esa vestidura que nos
da derecho a llam arte, en nuestra pobreza,
Rey-Hermano, Dios revestido de nuestra na
turaleza m iserable» (1).
Sobre esa vestidura, el Hombre-Dios se
presentará mañana ¡oh inmensa dicha! cu
bierto con la púrpura gloriosa de su divina y
soberana R ealeza. «G racias, Jesús, por ese
instante de Tabor que revela todo un triunfo
magnifico, triunfo tuyo y nuestro. R ey inmor
tal, R e y de amor, preséntate ante España y
el mundo con el regio manto de tu excelsa
Soberanía, púrpura que te arrebataron a j i
rones tantos gobernantes, cobardes como P i
latos, villanos como Herodee y los sanedristas.
Esta vez podemos cantarte con júbilo 110 en
turbiado: ¡Corazón Santo, Tú reinas ya !»
España, ¡quó grande te presentas ante las
demás naciones, transfigurada tú también en
la Transfiguración de Jesús, en recompensa
m erecida de haber brindado un T abor al Dios
del Calvario! Y no olvidéis, amadísimos h er
manos, que esta apoteosis, si es obra de la
dignación misericordiosa de Jesús y de su
diestra omnipotente, lo es también de la fe y
de la piedad, digo del corazón de España
católica...
¡Qué hecho tan anormal y rarísim o en la
Historia el que presenciamos: un complot,
no de tinieblas, sino de luz; complot formado
por m aravilloso acuerdo entre gobernantes
y todc un pueblo, para libertar al Señor de
señores de sus prisiones, y lle va rle entre las
aclam aciones de adoración de la muchedum
bre y las alabanzas del R ey Católico y de su
Corte al Tabor en que se le ha preparado
cetro, diadema y trono real! ¡Y esto en pleno
siglo X X !
Liberalism o social, sectarismo político, ten
en cuenta que tan sólo por este golpe que hoy
recibes, por este anatem a de Dios y de Espa
ña, has hecho en una hora bancarrota mortal...
Y no temáis, nobilísimos españoles, que en
esta ocasión el D ivin o Maestro huya de vues-,
tras manos que le tejen corona de laureles
inmortales, ¡ah, no! Se ha dejado prender; y
desde mañana, 30 de M ayo de 1919, será el
Rey-Prisionero de la Nación española.
Mas ¿qué dirá en el monte santo el Espiri-
tu del Señor? A llí, como en el Jordán, cuando
el bautismo de Jeaúa, repetirá: «Este es mi
Hijo en quien he puesto todas mía complacen
cias (1). Escuchadle, porque es la Verdad; se
guidle, porque El es el camino: amadle, por
que El es la V id a» (2).
Y ¿qué dirá el Hijo de Dios de si mismo?
En la citna del Cerro de loa Angeles hará r e
sonar la gran palabra que pronunció ante su
inicuo Juez: R ex sum Ego! « Y o soy R ey* (3).
¡Ah! Y el heredero del trono de San F e r
nando, S. M. el R ey Católico, ¿qué dirá m aña
na al Monarca Divino... cómo le hablará San
tiago? «Señor, de rodillas, en nombre mió y
de mi pueblo, con la frente coronada puesta
en el polvo, te reconozco, Jesús, no super
hombre ni P rofeta, sino el Cristo, el Hijo de
Dios vivo, el R ey y el Salvador del mundo...
A mi me llaman señor... ¡No lo soy sino por
Ti, pues no hay más Señor que Tú !... ¡Je3Ús,
reina, reina en España, te lo pide, ¡oh R e y de
m isericordia!, el primero de tus vasallos, in
digno de desatar las sandalias de tua pies sa
crosantos! ¡Corazón D ivino de Jesús, venga
a nos tu reino, de paz y de justicia, de lib er
tad y de amor! *
AL
Acto de consagración.
R E S E Ñ A H IS T Ó R IC A
Corazón Santo
t ú r e in a s y a ;
Por siempre España
Tuya será.
¡REINO EN ESPAÑA!
ENTRONIZACION
DEL
S A G R A D O C O R A Z O N OE J E S D S
EN LAS FAMILIAS
CEREMONIAL ( fó r m u l a s ) (1)
Benedicto im aginis Sacratissim i Coráis Jssu C hristi Domini N ostri.
yc, Adjuntorium nostrum in nomine D oihídí.
iy. Qui fe cit ccelum et te¡ram .
jf. Dóminus vobiscum .
jy, Ec cum spíritu tuo.
OREMUS
ACTO DE CONSAGRACIÓN
(Leído por el sacerdote.)
f
Fórmula exigida pal a ganar las indulgencias
(S. Penitenciaria, 1.° Marzo 1918).
Corazón Sagrado de Jesús, que habéis mani
festado a la Beata Margarita María el deseo de
reinar en las fanilias cristianas, venimos hoy a
proclamar vuestra Realeza, la más absoluta so
bre la nuestra. Queremos vivir en adelante de
vuestra vida,queremos hacer florecer en nuestro
hogar las virtudes a las cuales habéis prometido
la paz aquí en la tierra, queremos desterrar lejos
de nosotros el espíritu mundano que Vos maldi
jisteis.
Vos reinaréis en nuestra inteligencia por la
sencillez de nuestra fe, reinaréis en nuestros co
razones por el amor sin limites en que arderán
por Vos y cuya llama alimentaremos con la re
cepción frecuente de la divina Eucaristía.
Dignaos, ¡oh Divino Corazón!, presidir nues
tras reuniones, bendecir nuestras empresas espi
rituales y temporales, ahuyentar nuestros pesa
res, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras
penas. Si alguno de nosotros tuviera la desgracia
de afligiros, recordadle, ¡oh Corazón de Jesús!,
que sois bueno y misericordioso para el pecador
arrepentido. Y cuando llegue la hora de la sepa
ración, cuando la muerte venga a cubrirnos de
luto, todos, tanto los que partan como los que
queden, estaremos sumisos a vuestros decretos
eternos. Ños consolaremos con el pensamiento
de que llegará un día en que toda la familia re
unida en el cielo cantará para siempre vuestra
gloria y vuestros beneficios.
Dígnense el Corazón Inmaculado de Maria y
el glorioso Patriarca San José presentaros esta
consagración, y recordárnosla todos los días de
nuestra vida.
¡Viva el Corazón de Jesús nuestro Rey y nues
tro Padre!
Texto aprobado por S S. Pfo X a petición dol Procura
dor General de la Congregación de los Sagrados Corazo
nes. (Decreto de 19 Mayo 1938.}
(In S. Poenitentiam apost., die 22 Junii 191S.',
INDULGENCIAS