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Idénticos V – Ciclo 2017

La sombra de Adriana
Autor: Pablo Iglesias

Lleva shorcito, musculosa y guantes de box. Le grita a su sombra alzando los brazos.

Pablo (40): ¡Adrianaaa! (Pausa) Aunque no se llame Adriana yo necesito nombrarla así
para retenerla en mi memoria. Como la de la película de Rocky, la que vi en aquellas
vacaciones en el autocine de Villa Gesell. Ese verano yo gustaba de esta chica de la que
ahora no recuerdo su nombre pero a la que desde entonces llamo Adriana porque,
aunque no la recuerde bien, nunca pude olvidarla. En la playa siempre se sentaba al lado
del poste de la red de vóley a mirar los partidos, a mí me daba vergüenza jugar y tampoco
me animaba a hablarle. Hasta que una noche vi Rocky I. Todo era mejor en el autocine.
Tenías el parlante colgado de la ventanilla y a pesar del parabrisas o de los otros coches,
sentías que estabas ahí, en la película, no viéndola. Ahí. La batalla final la vimos de pie con
mi hermano. Nuestros padres, hartos de aguantarnos saltar, gritar y revolear trompadas al
aire, nos habían dejado bajar del auto. Después esa noche casi no pude dormir de la
emoción.

Hace unos movimientos de box.

Al día siguiente en la playa, mientras los demás chicos jugaban, comencé a subir y bajar
sin cesar un médano, había médanos todavía, sí. No había Apollos Creed, ni párpados
cortados, ni reses que golpear pero subía y bajaba tarareando “El ojo del tigre”, la canción
de la película. ¿O “El ojo del tigre” era de Rocky III? No sé, es difícil recordarlo todo tal
cual, pero la cosa es que ahí estaba yo intentando no morderme la lengua en cada trepada
y al rato ella se acercó y me preguntó qué era lo que hacía, le contesté que nada y
comencé a hacer chistes, inspirado en Balboa pretendiendo conquistar a su Adriana en la
pista de hielo. Ella me dijo su nombre que ahora no recuerdo y así nos hicimos amigos por
el resto de la temporada.

Se detiene agitado.

El último día de aquellas vacaciones amaneció ventoso, el típico viento gesellino,


insoportable, flagelador como gancho del semental italiano. A pesar de ello supliqué tanto
que logré que me llevaran a la playa, esperanzado de verla una vez más. Y me llevaron, y
la vi, estaba refugiada dentro de la carpa con su familia. Y como el corazón pedía, me fui a
trepar el médano soportando los latigazos de arena, y al rato, como siempre, se acercó.
Sus pelos revueltos no me dejaban verle la cara cuyos rasgos ahora apenas retengo. Le
dije que me iba esa tarde y le pregunté si éramos novios, me contestó que sí, amagó con
darme un beso pero me fui corriendo y nunca más la vi.

Baja la guardia.

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Idénticos V – Ciclo 2017

No sé si algún día volveré a verla pero sé que siempre voy a recordarla y que “Rocky”, más
allá de las derrotas o las victorias, es una historia de amor inolvidable. Un peliculón…
(Imitando a Rocky) ¡Adrianaaa!

Vuelve a entrenar frente a la sombra.

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