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Ruben Tani (Producción Simbólica en La Comunidad Intelectual Uruguaya José Enrique Rodó 1871-1917)
Ruben Tani (Producción Simbólica en La Comunidad Intelectual Uruguaya José Enrique Rodó 1871-1917)
El poeta y profesor uruguayo Ruben Tani (1946), profesor en la Universidad de la República y en la Multiversidad
Franciscana de América Latina, ofrece una revisión del significado de la obra de José Enrique Rodó
1
El mito y la escritura como prácticas en la construcción de la alteridad.
¿Una lección de escritura?
Integran una extensa nómina los estudios que ha suscitado la prolífica obra de José Enrique Camilo Rodó (1871-1917),
la cual ha sido objeto de un continuo abordaje con un siempre renovado interés desde el punto de vista história, político,
social, filosófico, literario, &c. Esto ha sucedido debido a las contribuciones de Rodó en una amplia variedad de temas
de actualidad para fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, especialmente en aquellos temas de contenido
filosófico. Ariel es contemporáneo de El análisis de los sueños (1900) de S. Freud, de las Investigaciones lógicas (1900-
1901) de E. Husserl, y la Völkerpsychologie (1900-1920) de W. Wundt, obras que transformaron el campo conceptual
de las ciencias humanas.
En 1900 aquel joven intelectual uruguayo lanzaba al público un libro que causó honda impresión en toda Latinoamérica
y España. Ha transcurrido ya un largo siglo –«la vida agitada y febril de estos cien años»– de la publicación de su
inmortal ensayo Ariel, donde traza un brillante panorama de la situación cultural de Europa y Estados Unidos. Allí
presenta un mapa cultural en el cual logra expresar en forma didáctica, representados por los arquetipos de Ariel y
Calibán, las diferentes matrices y procesos culturales. En Ariel, Rodó logra la definición (o «ecuación») más breve y
elocuente del carácter norteamericano cuando se refiere a la «fórmula Washington más Edison».
El Ariel aparece como un llamado a la juventud para la construcción de una identidad y un destino hispanoamericano; el
Ariel no sólo inicia el siglo sino pretende abrir las conciencias juveniles a la voluntad de transformación espiritual de un
continente que empieza a andar. En esta obra podemos leer el resumen alegórico de las ideas rodonianas así como
también la posición del autor en lo relativo al movimiento intelectual uruguayo de aquellos años. Rodó no parece haber
estado en el centro de la controversia académica entre positivistas y espiritualistas; sus ideas se forjaron en el ámbito de
los intelectuales autodidactas y comprometidos.
Rodó llama a la juventud a la conquista de la libertad y a la renovación de los valores, pensamiento que se opone al
pesimismo y al desencanto. La fuerza renovadora de los jóvenes se convierte en el motor de transformación, definición
que incluye aspectos del espíritu individual y colectivo.
Ariel es un primer ensayo de interpretación de la cultura Latinoamericana realizado desde el Uruguay, donde la
«producción simbólica» se constituye en motivo de interpretación antropológica. Con Rodó la crítica transita del mundo
de las entidades ideales a un mundo de seres y eventos concretos. Inaugura una forma original de expresión que
describe un mapa de culturas ajenas, a las que, por supuesto, faltaba el sentido propio que otorga la identidad
compartida, el vasto y complejo significado con que toda matriz cultural se hace comprensible. ¿Se puede pensar en
Latinoamérica? Ariel y Motivos de Proteo, publicado una década después, respondían la pregunta.
Algunas décadas más tarde, el notable filósofo cultural Arturo Ardao, un arielista que había comprendido y abrazado el
proyecto del maestro, hace hincapié en la necesidad de que Latinoamérica comenzara a preocuparse por los asuntos que
le son propios, por la necesidad de revisar la historia de nuestra cultura y sacar de ella los temas para elaborar nuevos
planteos filosóficos. Influenciado por el proyecto rodoniano, en numerosos artículos y ensayos, Ardao estudió una serie
de corrientes y pensadores que hicieron posible una genealogía del pensamiento americano y uruguayo. En su vasta
obra es posible observar la continuación de aquel influyente y ambicioso proyecto que Rodó diseña en la Revista
Nacional.
Si bien los trabajos de Rodó han dado lugar a numerosas publicaciones sobre su pensamiento: libros, revistas, artículos
periodísticos y homenajes, no sucedió lo mismo con respecto a la formación de institutos o centros de estudios
filosóficos. Parecería que este «olvido» de Rodó y de su filosofía aparece en contraste con la amplia difusión que han
obtenido filósofos de otras latitudes.
Entre lo que debe rescatarse de su obra se encuentra la posibilidad de crear una instancia con capacidad de conformar
una red de intereses comunes a la cultura arielista y que permita materializar la posibilidad de una pensamiento
americano. Para reflexionar sobre este problema en las actuales circunstancias en que la cultura de la globalización nos
propone nuevos desafíos, deberíamos, en el caso específico del Uruguay, volver nuestra mirada hacia Rodó, quien
decía: «Este inmenso organismo moral que del mundo, para nuestros abuelos dividido en almas nacionales, como en
islas el archipiélago, han hecho la comunicación constante y fácil, el intercambio de ideas, la tolerancia religiosa, la
curiosidad cosmopolita, el hilo del telégrafo, la nave de vapor, nos envuelve en una red de solicitaciones continuas y
cambiantes»{1}
Rodó, una estilística que estaba en sincronía con las teorías filosóficas de su época, realizó un aporte fundamental a la
construcción del pensamiento filosófico latinoamericano. Con pensadores como Rodó, el hombre americano y europeo
de la época se interesó en cuestiones de la magnitud de las actuales, formando una capacidad crítica desde la misma
tierra americana. Esta prédica humanista que insiste en el cuidado de las vocaciones y las aptitudes al referirse a «la
prodigiosa difusión del pensamiento escrito» o al alma escrita teniendo ante la vista un proceso continuo de
secularización del pensamiento.
Con Ariel nos situamos culturalmente con una voz propia. Es por ello que debemos realizar el esfuerzo de comprender
la producción de una mente creadora, es decir, la producción de un legado de doble perspectiva, que refiere a la propio
y a lo diferente al mismo tiempo. En esa diferencia que se va generando a través de la historia se articula una
«identidad» cambiante, tal como la postulaba Rodó a principios de este siglo.
Las reflexiones de Rodó desde Europa poseen un valor crítico muy importante. Pero además, constituyen documentos
de su viaje sus observaciones histórico-políticas y sus observaciones sobre la magnífica herencia cultural, que percibía
principalmente en las antiguas ciudades.
Si América fue «hija» conflictiva de la cultura europea, ha sufrido una de sus mayores crisis de identidad. Estas
relaciones con Europa están planteadas claramente en Ariel, de donde surge que la tarea de la crítica americana
consistirá en continuar el análisis de las diferencias que se generan continuamente y no en la discusión infértil de
conceptos genéricos.
Una antropología de lo americano solamente podría resultar un aporte a la cultura universal si logra diferenciarse
tratando de resolver los grandes problemas desde su propia perspectiva. En el presente ya no es posible la idea de una
cultura griega, una cultura francesa, una cultura inglesa y una cultura alemana porque esa forma de organizar los tipos y
los lugares de la producción de la escritura y sus tradiciones ha sido nuevamente replanteada.
Los temas abstractos deberán ser vistos desde el mapa construido por el pensamiento americano descolonizado
(Mignolo 2000). No debemos olvidar que toda la cultura europea ha producido temas, pero para ello necesitó de los
diversos estilos de escritura con los que tejió los conceptos de carácter disciplinario universal. La diversidad de
temperamentos y circunstancias culturales evidentemente señala un conjunto de culturas que se diferencian unas de
otras a pesar de la universalidad de todas ellas. Y aquí es donde reside el gran mérito de Rodó: interpretar con
originalidad el pensamiento de grandes intelectuales del pasado y de la actualidad, americanos y europeos, captar el
cambio que se estaba originando para pensar en las nuevas realidades culturales que se gestaban.
Entre las diversas aproximaciones realizadas a lo largo de este siglo se destaca el libro de José G. Antuña, publicado en
1952 y escrito con motivo del cincuentenario de Ariel: Un panorama del espíritu, el Ariel de Rodó. Se trata de un
notable trabajo dedicado a contextualizar el legado de Rodó, a relacionar su posición filosófica con las tendencias en
auge, como el existencialismo, la fenomenología y el marxismo entre otras, y con los avatares históricos, políticos y
culturales de la época.
También deben mencionarse las ya clásicas contribuciones de J. P. Massera (1920), J. P. Segundo y J. A. Zubillaga
(1945), la edición especial de la revista Número de 1950, C. Real de Azúa (1957), M. Benedetti (1962), E. Rodríguez
Monegal (1964) hasta las de Amorin y Fernández Alonso (1973), W. Lockhart (1982) y por supuesto las de A. Ardao.
No obstante tan brillantes antecedentes, hacer justicia con el legado de Rodó nos impone la tarea de tratar de mostrar la
coherencia de su pensamiento y la actualidad del mismo. Trataremos los aspectos que consideramos más relevantes a tal
fin.
A un siglo del nacimiento de Rodó, E. Oribe hablaba de la necesidad de tomar su obra «independientemente, como un
fruto emancipado del tiempo, que se acrecienta...»{2} porque «grandes mudanzas se han operado en el mundo
contemporáneo y oleadas de nuevos acontecimientos y de sucesivas doctrinas han aclarado y ensombrecido el cielo de
la América que tanto amara. Sus antecesores y contemporáneos se van disipando en los insignificantes frisos
finiseculares y sólo algunos subsisten a su lado compartiendo su fulgor y su firmeza.»{3}
2
Antropología en la galaxia Gutemberg
En las discusiones académicas actuales entre los partidarios de la antropología moderna y posmoderna, se replantea el
tema de la relación entre la episteme y el saber, tema entrevisto Claudio Lévi-Strauss en la temática del ingeniero y el
bricoleur en 1962, es decir un año después de la publicación de la Historia de la locura de Foucault. Han quedado
relegados en la historia, debido a la discontinuidad de la lectura, la vieja Antropología Filosófica de Cassirer, la
Sociología del Conocimiento (Simmel, Mannheim, Elias y otros), y el Círculo de Eranos de Jung y Mircea Eliade entre
otros).
Dentro de ciertos mitos platónicos, el «gran» problema epistemológico de la demarcación disciplinaria, se abroga el
derecho a distinguir entre ciencia y no-ciencia. Tema que implica dos «problemas» antropológicos: el contexto de la
justificación y el contexto del descubrimiento. Lo interesante es que estos problemas semánticos se plantean desde el
contexto tribal de la academia.
Los otros grandes temas de la antropología, el sujeto, la identidad, la comunidad, el diálogo, el lenguaje, la escritura, la
temporalidad, la cultura y la historia, están inscriptos en textos: ¿ éstos son restos arqueológicos del pasado? ¿No se
trata de realizar una epigrafía sobre el papel? La actual moda de analizar la «escritura» de Frazer y Malinowski (M.
Strathern), ¿no se olvida de que existen otros escritores muy interesantes respecto a aquellos grandes temas
mencionados, y no son disciplinariamente «antropólogos». ¿Existe una diferencia clara entre sujetos de estudio, por
ejemplo: Malinowski antropólogo y escritor y, Rodó crítico cultural, mitólogo y filósofo?
Estos grandes temas nos plantean las siguientes cuestiones que obviamente no son exclusivas de la Antropología:
La paradoja del observador:
1) A propósito de Malinowski: ¿Cómo hago para que en Londres entiendan el léxico kiriwiniano descontextualizado?
2) A propósito de Labov: ¿Cómo se puede observar y obtener registros de habla informal, cuando el proceso de registro
es formal y sistemático?
La paradoja de la interpretación:
1) ¿Cómo interpretar la oralidad primaria de un indígena? ¿Existe realmente la oralidad primaria de Ong?
2) A propósito del orden del discurso: ¿Cómo interpretar dicha oralidad primaria en el texto del antropólogo según la
Antropología dialógica? (Ver el diálogo entre D. Tedlock y S. Tyler, en Carlos Reynoso, (Comp.) El surgimiento de la
antropología posmoderna. Barcelona, Gedisa, 1992, págs. 289-296.
3) ¿Cómo interpretar los textos u autores canónicos de la Antropología? (Meta-antropología).
4) ¿Cómo interpretar los registros escritos (textos) de otros autores en «nuestra» propia cultura? (A propósito de Augé).
5) ¿Cuáles son los límites técnicos para la interpretación de un mensaje oral y de un texto escrito? ¿Existen los
contextos de producción de mensajes definibles en forma clara y distinta?
6) Las comunidades in absentia no son entrevistables en forma oral.
7) La entrevista oral (cara-a-cara) y su transcripción da lugar a la re-escritura de la oralidad en la escritura académica.
8) Caso Rodó. Por un lado sabemos que su capital simbólico producido, lo distingue como diputado, presidente del
Círculo de la Prensa, miembro correspondiente de la Real Academia Española, catedrático, escritor, ensayista, crítico
cultural y fundador de la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales. Por otro, Rodó como indígena de una
comunidad virtual, es ¿pre-teórico, bricoleur, ingenuo?
9) Rodó como autor, narrador y crítico ¿ puede ser considerado un indígena dialógico?
10) A propósito de Negara de Geertz: ¿Cómo interpretar sincrónicamente el mito en la escritura de Rodó y la re-
mitologización anacrónica del mito rodoniano en una comunidad? ¿Analizando los textos del autor y a la vez
entrevistando a quienes fueron sus discípulos, lectores, admiradores, &c.?
11) La discusión teórica dentro de la Antropología cultural no debería plantearse como una terapia disciplinaria
solipsista porque descubre mediante un insight que el antropólogo escribe, es un autor. Existen «comunidades» que
tratan temas propios de la Antropología en el campo de los «estudios culturales» y otros han creado su lectura del «otro
virtual» interpretando los materiales del archivo «colonial y postcolonial» en otra área de estudios.
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Notas
{1} José Enrique Rodó, Motivos de Proteo, Biblioteca Artigas, Montevideo 1957, t. II., pág. 86.
{2} E. Oribe, Rodó. Estudio crítico y antología, Losada, Buenos Aires 1971, pág. 8.
{3} E. Oribe, op. cit., pág. 7.
{4} José Enrique Rodó, «El americanismo literario», Los escritos de «La Revista Nacional de Literatura y Ciencias
Sociales», Barreiro y Ramos, Montevideo 1945, pág. 101-102.
{5} José Enrique Rodó, op. cit., 1945, pág. 67.
{6} En una nota que figura al comienzo de Motivos de Proteo, Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos,
Montevideo 1957, pág. 3.
{7} Arturo Ardao, Rodó, su americanismo, Biblioteca de Marcha, Montevideo 1970, pág. 18-19.
{8} E. Rodríguez Monegal, «Rodó, crítico y estilista» en Número, año 4, nº 21, Montevideo octubre-diciembre,1952,
págs. 366.0
{9} E. Rodríguez Monegal, 1952:378.
{10} Afirma A. Ardao: «Es hasta cierto punto habitual distinguir en ese americanismo dos aspectos: el literario y el
político. Cabe considerar dos más, que convencionalmente llamamos el cultural y el heroico. [...] En suma: «El
americanismo literario», de 1895; Ariel de 1900; «Magna Patria» de 1905; «Bolívar» de 1911, son los textos que van
marcando, lustro por medio, cada una de las cuatro etapas, a través de las cuales, por enriquecimientos sucesivos, el
americanismo de Rodó fue estableciendo y unificando sus cuatro grandes dimensiones.» En Arturo Ardao, Rodó, su
americanismo, Biblioteca de Marcha, Montevideo 1970, pág. 16.
{11} Arturo Ardao, op. cit., pág. 17.
{12} De no aclararse lo contrario, los textos de Rodó serán citados por la edición de Obras completas de J. E. Rodó,
Aguilar, Madrid 1967, 2ª edición, pág.150.
{13} Y agrega: «La Duda es en nosotros un ansioso esperar; una nostalgia mezclada de remordimientos, de anhelos, de
temores; una vaga inquietud que entra por mucha parte el ansia de creer, que es casi una creencia... Esperamos; no
sabemos a quién. Nos llaman; no sabemos de que mansión remota y oscura. También nosotros hemos levantado en
nuestro corazón un templo al dios desconocido. En medio de su soledad, nuestras almas se sienten dóciles, se sienten
dispuestas a ser guiadas; y cuando dejamos pasar sin séquito al maestro que nos ha dirigido su exhortación sin que ella
moviese una onda obediente en nuestro espíritu...» José Enrique Rodó, op. cit., pág. 153-154.
{14} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 772.
{15} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 773.
{16} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 775.
{17} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 788.
{18} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 963.
{19} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 964
{20} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 966.
{21} Rodó escribe: «Diferenciar, dentro de lo humano, el espíritu del artista y de su obra, y apurar la diferenciación
hasta precisar lo individual y característico de ellos, es tarea previa a todo juicio de arte que aspire a ser justo. Si esa
tarea se propusiera alguna vez, aprendería el crítico estrecho que la naturaleza humana es infinitamente más compleja y
capaz de lo que él la imagina; sentiría la honda realidad y la virtud poética de estados de alma que él califica de falsos o
monstruosos porque los juzga con relación a los límites de su propia personalidad...» José Enrique Rodó, op. cit., pág.
968.
{22} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 654.
{23} Barrett escribe en al margen: «Temo que Rodó, a pesar de su Ariel, no sea conocido en el Paraguay; donde
circulan muchas sandeces europeas, sólo por ser Europeas, mientras se ignora tal vez la mejor de la actual literatura
sudamericana. [...] Pensad que se trata ahora del primer crítico continental. No perdáis la ocasión de enriquecer vuestra
inteligencia y sobre todo vuestros sentimientos y vuestro carácter. Porque no es el crítico y el psicólogo quien
únicamente os habla desde las páginas de «Proteo»; es también el poeta y moralista.» R. Barrett, «Motivos de Proteo» y
«El libro de Rodó», en Al margen, O. M. Bertani Editor, Montevideo 1912, pág. 25.
{24} Ardao afirma, que en este contexto, el término utilitarismo, aplicado en su tiempo a una forma de civilización, a
un régimen social, a un tipo de democracia, resulta equivalente al de capitalismo, aunque este término no figure en su
léxico. En Arturo Ardao, Rodó, su americanismo, Biblioteca de Marcha, Montevideo 1970, pág. 36.
{25} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 654.
{26} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 643.
{27} José Enrique Rodó, op. cit., págs. 506-507.
{28} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 507.
{29} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 512.
{30} José Enrique Rodó, op. cit., págs. 1999-1201.
{31} Según E. Rodríguez Monegal: «Para integrar hacia 1913 su ensayo sobre «Juan María Gutiérrez y su época»,
Rodó echó mano a cuatro trabajos redactados unos quince años antes y publicados en la Revista Nacional en el lapso de
unos dos años. Estos trabajos eran: 1) «Juan María Gutiérrez (Introducción a un estudio sobre literatura colonial),
publicado los días 20 de marzo y 5 de abril de 1895. 2) «El americanismo literario», publicado los días 10 de julio, 10
de agosto y 10 de noviembre de 1895. 3) «El Iniciador» de 1838. Andrés Lamas & Miguel Cané, publicado los días 25
de agosto, 10 y 25 de octubre de 1896. 4) «Arte e Historia». A propósito de «La loca de la guardia» de D. Vicente Fidel
López, publicado el día 25 de junio de 1897. (1952:367)
{32} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 710.
{33} Arturo Ardao, op. cit., pág. 21.
{34} Afirma Ardao: «En otros términos, la literatura que atendiese los palpitantes reclamos de la vida y la realidad de
nuestros pueblos, desde lo político y social hasta lo moral y espiritual. En suma, función social de la literatura
americana, por la interpretación veraz del espíritu americano: he ahí su americanismo literario.» Arturo Ardao, op. cit.,
pág. 22.
{35} E. Rordríguez Monegal, Introducción a las Obras completas de J. E. Rodó, op. cit., pág. 57.
{36} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 1299.
{37} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 831.
{38} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 831.
{39} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 832. En «Rumbos Nuevos» Con motivo de la publicación de «Idola Fori», de
Carlos Arturo Torres, escribe Rodó: «Expone Taine que cuando en determinado momento de la historia, surge una
«forma de espíritu original», esta forma produce, encadenadamente y por su radical virtud, «una filosofía, una literatura,
un arte, una ciencia», y agreguemos nosotros, una concepción de la vida práctica, una moral de hecho, una educación,
una política.» José Enrique Rodó, op. cit., pág. 519.
{40} «Siempre he pensado que, entre cuantos medios de propaganda puedan emplearse para contribuir a formar en la
conciencia del público que habla castellano una noción exacta de nuestro pensamiento literario en la actualidad, tan
vaga e insuficientemente conocido, aún sin salir del continente, ninguno de más urgencia y eficacia que la publicación
de una antología de contemporáneos, breve, bien hecha, y editada en condiciones propias para su vulgarización, donde
se reuniera alguna parte de lo mejor y más característico de nuestras letras en los últimos veinte años, sin olvidar las
indicaciones históricas y los comentarios críticos pertinentes.» José Enrique Rodó, op. cit., pág. 631.
{41} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 637.
{42} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 635.
{43} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 633
{44} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 634.
{45} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 157.
{46} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 654.
{47} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 161.
{48} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 156.
{49} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 163.
{50} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 831.
{51} Rodó fue nombrado miembro de la Real Academia Española en 1913. Puede verse «Carta a la Academia
Española», Montevideo, 28 de febrero de 1913 dirigida al Sr. Alejandro Pidal. José Enrique Rodó, op. cit., pág. 1194.
{52} José Enrique Rodó, op. cit., págs. 824-825.
{53} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 828.
{54} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 828.
{55} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 829.
{56} En El mirador de Próspero, Obras Completas (1967:503-647)
{57} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 532.
{58} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 533.
{59} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 533.
{60} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 533.
{61} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 533.
{62} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 569.
{63} En El mirador de Próspero (1967:651-653). Con motivo de la Gramática razonada del idioma castellano de
Francisco Gámez Marín.
{64} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 651.
{65} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 652.
{66} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 652.
{67} José Enrique Rodó, op. cit., pág. 926.
{68} Arturo Ardao, Rodó, Biblioteca de Marcha, Montevideo 1970, pág. 11.
{69} Arturo Ardao, «La conciencia filosófica de Rodó» en La literatura uruguaya del 900, Número, Montevideo 1950,
pág. 83.
{70} José Enrique Rodó, El camino de Paros, Claudio García, Montevideo 1940, pág. 144.
{71} U. Spirito, Significato del nostro tempo, Sansoni, Florencia 1955, pág. 6.
{72} U. Spirito, op. cit., págs. 8-10.
{73} José Enrique Rodó, Motivos de Proteo, Biblioteca Artigas, Montevideo 1957, (t II) pág. 215.
{74} G. Vattimo, La sociedad transparente, Paidós, Barcelona 1990, pág. 82.
{75} José Enrique Rodó, Motivos de Proteo, Biblioteca Artigas, Montevideo 1957, (t II) pág. 104.
{76} José Enrique Rodó, El camino de Paros, Claudio García, Montevideo 1940, pág. 175.
{77} José Enrique Rodó, op. cit., 176.
{78} G. Vattimo, Etica de la interpretación, Paidós, Buenos Aires 1992, pág. 63.
{79} R. Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona 1991, pág. 86.
{80} R. Rorty, op. cit., pág. 87.
{81} R. Rorty, op. cit., pág. 210.
{82} William James, Pragmatismo, Emecé, Buenos Aires 1945, pág. 49, dice: «En un artículo titulado 'How to make
our Ideas Clear' y aparecido en el Popular Science Monthly (1878), decía Peirce (después de establecer que nuestras
creencias son realmente reglas para la acción) que para desenvolver el significado de un pensamiento sólo necesitamos
determinar qué conducta es adecuada para producirlo: tal conducta será para nosotros su sola significación»
{83} José Enrique Rodó, Motivos de Proteo, Biblioteca Artigas, Montevideo 1957, (t I), pág. 141.
{84} Henrique Bergson, Obras escogidas, Aguilar, Madrid 1963, pág. 128.
http://www10.brinkster.com/arje/flatino14.htm