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Una vez atendida la urgencia en Haití, harán falta asesorías para motivar cambios
estructurales en su sociedad...
Haití no había logrado recuperarse totalmente del terremoto de 2010 y enfrentaba una
profunda crisis de múltiples aristas que lleva a miles de personas a migrar, cuando se vio
impactada por el reciente magnicidio contra el presidente Jovenel Moïse. Al poco tiempo
otro potente terremoto ha cobrado la vida de cerca de dos mil personas, deja más de seis mil
heridos y afecta a unas 30 mil viviendas, con muchas edificaciones destruidas.
Para colmo de males, un fuerte temporal arrasó con las carpas en las que se guarecían los
damnificados por el terremoto. La vida de miles de personas desprotegidas está en riesgo y
a la espera de que la ayuda humanitaria alcance para todos.
Muchos países, entre ellos Estados Unidos, República Dominicana, México y Ecuador,
ofrecieron su ayuda con el envío de personal, raciones de emergencia y equipos médicos.
Pero Haití vive una crisis acumulada. Es considerado el país más pobre del hemisferio
occidental. Mirado a raíz del terremoto que lo afectó en 2010, se percibió agobiado por la
pandemia del sida, el analfabetismo, la deforestación, la violencia y por la inestabilidad
política. Al sucumbir ante esta nueva catástrofe, que requiere ser atendida con urgencia y
suficiencia, se observa que sigue estancado.
Una vez atendida la urgencia, harán falta asesorías para motivar cambios estructurales en su
sociedad que, entendiendo su cultura y requerimientos, puedan aplicarse para generar
posibles salidas a su empantanamiento de raíces históricas y lograr una mejor
administración pública que propicie el desarrollo de su gente.
El Universo