Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL PRIMER
DESEMBARCO
Un intento por rescatar del olvido la historia
jamás contada del fuerte de Sancti Spiritu.
Es para la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia
de Santa Fe, que tengo el gran honor de presidir, una auténtica
satisfacción presentar y, sobre todo, ofrecer a nuestros
conciudadanos, especialmente a los docentes y estudiantes, esta
reseña histórica-literaria de la epopeya del Fuerte de Sancti Spiritu.
ricardo.dupuy@yahoo.com.ar
Alejandra Rodenas @RicardoDupuy
Vicegobernadora provincia de Santa Fe Ricardo Dupuy
4 el primer desembarco el primer desembarco 5
de rutas
El Cano, donde se terminó de circun- aminoro la velocidad para atravesar el profecía proclamada por generacio-
valar el continente, Sebastián Caboto, puente. Abajo remolinos torrentosos nes, desde los tiempos del Rey Blanco.
un marino de familia que había cru- de agua marrón. Las enormes embarcaciones de alas
zado con su padre el Océano Atlánti- Mi hijo menor, en tono simpático blancas, comenzaban a merodear
co de niño, decidió ingresar por el Río (más bien irónico), recuerda a viva Tahuantinsuyu, el imperio de las cua-
de la Plata (Río de Solís) con el único voz lo que siempre digo al pasar por tro regiones. Eran malos augurios.
objetivo de llegar a Tahuantinsuyo, Segunda parte. este lugar: “Acá debería haber un gran Los gobernantes del Incanato
la tierra del Inca. Según se decía, un cartel que diga ANTIGUO CRUCE DE mandaron emisarios al territorio pro-
imperio repleto de oro y plata donde RUTAS”. fundo, que no tantos años después
reinaba un barbado monarca de tez Pienso, debo sonar fastidioso en la fue llamada Sudamérica. Era necesa-
blanca. cabecita de un chico. rio estar alerta, los invasores habían
En realidad, el Capitán General ¡Pasamos! No hay nada, sólo un comenzado a llegar.
Caboto que pasó a la historia con su letrero desgastado que indica “RÍO Los Incas, eran la gran potencia del
apellido castellanizado “Gaboto”, no CARCARAÑÁ”. subcontinente y conocían al detalle su
tenía ninguna intención fundacional, La historia de la humanidad siem- geografía, poseían mapas (precarios
tampoco lo movía el afán evangeliza- pre, siempre está franqueada por un pero confiables) de los lugares más
dor y menos aún la cuestión política, río. recónditos. Los Incas sabían desde
desde Tordesillas en permanente ten- ¿Qué sería del antiguo Egipto sin siempre que vendrían desde el este,
sión con los Portugueses, esos móviles el Nilo, que sería de la milenaria Chi- del levante. Las profecías eran claras.
fueron posteriores. na sin el Yangtsé, de la Mesopotamia Hace 500 años había dos rutas
Caboto quería enriquecerse y soña- asiática sin el Tigris y el Eúfrates, o de conocidas y acaso transitadas, para
ba con fundar su propia empresa la espiritual India sin el Ganges? llegar al Paranaguazú y de ahí al País
naviera, objetivo que terminó logran- Nuestro país ejemplo cabal, le debe de los Charrúas. Una más al norte,
do muchos años luego en Inglaterra, al su nombre al Río de la Plata, principal por el río que ahora se conoce como
fin de su larga y zarandeada existencia puerta de ingreso desde Europa. Salado; otra por las sierras alta de los
de 73 años. Agua dulce, alimentos, riego, higie- Comechingones. Hoy Cerro Cham-
De hecho, la incursión por la zona ne y comunicación. Hoy los ríos paquí (“Agua en la cúspide”) y de ahí
El cocinero
y su isla
Cuarta parte.
¡Fuego!
humanos celebrando la vida.
Aquel episodio que tuvo como do de mi capitán y único amigo blan- ardía como teca dando un toque por- ondulada también lo advirtieron, no
protagonista a Martín Humeya – el co, Juan Díaz de Solís, estuve ahí y tentoso al espectáculo. era común fuego al naciente, el caci-
Morisco – fue uno de ellos y de tan- sobreviví para contarlo. Las naciones ribereñas, hartas del que Telomian mandó llamar al más
ta intensidad que logró permanecer De la noche a la mañana, otra vez sometimiento, habían decidido que- fuerte y ligero de sus hombres, no
como epopeya por generaciones en las mi mundo cambiaba. Y desde ese apo- mar el Fuerte de Sancti Spiritu a ori- había tiempo que perder. Sin nece-
dos orillas del océano Atlántico. emergía del cauce marrón con clara Fue entonces que se le ocurrió rigurosamente una vez al día, cambia- Décima segunda parte. teótico episodio, nunca más nadie me llas de un río torrentoso, misterioso y sidad de consultar con el concejo, le
Resulta ser que una siesta de vera- intención de engullirse de un saque aquella idea. Su gran idea. ba la carnada de sábalos vivos engan- llamó por mi nombre castizo, menos marrón que muchos años después los encomendó al joven guerrero que se
no Humeya permanecía de guardia al pequeño que ahora se desesperaba Alguna vez, muy lejos de estas tie- chados por el lomo. por mi apodo de desembarco «Len- cartógrafos del reino decidieron con- dirija a la nación de los Comechingo-
en los altos del Fuerte de Sancti Spiri- tratando de llegar a tierra firme. rras, había observado a hombres de Dos semanas y nada. O casi nada, Antes de ver la columna de humo, guaraz», definitivamente fui UÁIPO firmar en llamar como los guaraníes nes y exponga lo sucedido al kuraq
tu cuando observó una escena que lo Entre la madre y el mayor de los mar forjando anzuelos para la pesca sólo peces de las especies capitanas. sentí el olor a quemado. NEM, el espíritu mensajero; el nombre lo hacían desde tiempos inmemoriales para que envíe el recado a Tahuantin-
forzó a salir de su consabida quietud niños lograron rescatar al pequeño en del Atún rojo. Entendió que bien podía Al amanecer de un miércoles de Antes del olor a quemado, advertí Chaná con el que me bautizó mi gente, «Paraná» (río que parece mar). suyo. Pensó que bien podría ser esta
musulmana. el momento justo para evitar la gran ser la forma. abril, las gentes en tierra (aborígenes y el abrupto cambio de rumbo de los mi gente india. Mi pueblo. El cacique Zapicano de la nación la señal que los hombres de la tierra
Cuatro niños Chaná se entretenían dentellada. Humeya, que seguramente era el europeos) despertaron sobresaltados pechí velá (Biguá), el grito despavo- Pensé en ella… mucho antes que Charrúa, fue advertido por los obser- de Viracocha esperaban desde el prin-
pescando cardúmenes de mojarras Al poco rato todo volvió a la cal- hombre más ingenioso y hábil del al escuchar un alarido exultante que rido de las siempre ocultas tucatucá en otras mil cosas que me unían al vadores de la gruesa columna de cipio de los tiempos.
(ichí tapey) con horquetas de sauce ma. Pero sólo para los indios, Martín primer desembarco, puso manos a provenía de la Goleta rústica anclada (gallineta) y el expectante silencio de Fuerte del Espíritu Santo, pensé en humo que se levantaba en el horizon- El Capitán General Gaboto, nunca
en cuyo extremo doble estiraban un Humeya “El Morisco” quedó congela- la obra. frente a la costa. las ñurú (lechuza). ella, en Lucía. te noroeste. prestó atención a las creencias ances-
tejido de hilo de chilcas. De pronto el do. Y aquel día se obsesionó con ese Con la excusa de buscar un libro ¡Inexplicable! El pesado barco de Y antes aún, la conexión con lo divi- ¡Fuego…! Salió de su toldo con inusual paso trales de los pueblos originarios, ni se
más pequeño (que recién comenzaba monstruo del río, comenzando una de plegarias, abordó la Santa Catali- quince metros y dos mástiles se movía no que había afinado desde mi her- En la cerrazón nocturna de la cansino. Para entonces varios de sus interesó demasiado en las señales que
a caminar) mientras se divertía mano- cruzada personal que duraría varios na. Bajó a la bodega y colectó todo los violentamente de lado a lado como mandad con los ancianos sabios de inmensidad del territorio plano y guerreros se habían reunido en la la naturaleza del nuevo mundo ofre-
teando las mojarras que a los saltos meses, o tal vez más. restos de hierro que encontró espar- azotado por un temporal que sólo los pueblos ribereños, similar a la que recóndito, crepitaron las llamas, se barranca, con la mirada puesta en la cía en forma prolífica.
intentaban volver al río, cayó al agua. Según pudo averiguar entre los cido sin uso determinado: dos tapas soplaba en su entorno. en el mundo antiguo se conocía como había desatado un gran incendio. lejanía. Tampoco había cultivado la intui-
Era parte del juego. lugareños se trataba de un enorme de olla, una vaina de espada, algunas Humeya a los gritos parado en el intuición, me lo susurró al oído. La noche oscura sin luna a la vista, Uno de ellos hizo una broma, otro ción. Él pensaba firmemente que la
Teniendo en cuenta que se trataba Ichí Ogaté (pez manchado) que algu- cornamusas rotas y hasta una bala de balcón de proa, arrojaba lanza tras Había comenzado la guerra o, el cielo cubierto casi en su inmensi- intentó una risa complaciente, el caci- ambición, hija predilecta de la fría
de una playada de poca profundidad nas tribus ya nombraban como hoy se cañón que por algún motivo inexpli- lanza al enorme lomo azul con pintas mejor dicho, había concluido la tregua dad por un frente de tormenta, y la que los miró severo, todos recompu- razón humana era la fuerza que
y que los Chaná nacían sabiendo lo conoce: “SURUBÍ”. cable se encontraba entre los aparejos. negras que, aun atrapado, lejos estaba y recrudecido aquella que se iniciara sutileza de la brisa fresca -del mar sieron el rictus hosco de sus rostros movía el universo.
nadar, nadie se alarmó. Quizás sólo El Morisco se hizo pescador, o para Ya en tierra y siempre con la excusa de darse por vencido. con la llegada de mi capitán Juan Díaz al territorio- propiciaba que las lla- tallado a cincel, observando a la dis- Contaba con un nutrido grupo de
Humeya, a varios metros, se sobresal- ser más preciso se hizo cazador, es de su religión, pidió autorización para En la orilla, el desconcierto. de Solís, hace ya más de trece años. mas y luego la columna de humo, se tancia y sólo eso; callados. hombres a su alrededor, hombres que
tó por el chapuzón. que buscaba una sola presa el enor- alejarse por unos días del Fuerte. Sólo los jóvenes que lo acompa- Ese tormentoso anochecer de pudieran observar e incluso oler a la -Nada que hacer. Dijo a su gente aceptaban su mando por convenien-
De repente la madre y el resto de me Ichí Ogaté. Retirado del campamento y a dis- ñaban en las incursiones de pesca, lunes de septiembre del año de nues- distancia. mientras daba media vuelta en cami- cia y no por respeto.
las mujeres que observaban la escena Adiestrado por algunos jóvenes tancia prudencial, montó una impro- entendieron de qué se trataba y, sin tro señor 1529, sobre la confluen- Las abá yogüín-›ó taé (grandes no a su toldo. Al poco tiempo todos lo Como su vista no era buena, acaso
a pocos pasos comenzaron a gritar aborígenes, se convirtió en experto visada fragua donde logró fundir el vacilar, subieron a las canoas y se cia de los ríos Carcarañá y Paraná, hogueras) no eran ajenas a estas siguieron. por tanto años oteando el horizonte
como locas mientras tiraban todos con el arco y la flecha, con la lanza hierro y convertirlo en catorce enor- arrojaron en su ayuda. ardió el Fuerte de Sancti Spiritu, la comarcas. Como serlo en la desola- El joven Arawi del pueblo Mocoví, en altamar, acostumbraba mirar (leer)
sus enseres y corrían desesperada- e incluso con las redes; técnicas que mes anzuelos afilados al extremo con Ese inolvidable miércoles de abril trinchera de los europeos camino a ción. Mas este fuego no era cualquier que en pocas lunas sería ungido caci- la cara de sus soldados para advertir lo
mente hacia el lugar. los Chaná bien conocían y que resul- una roca de la orilla del Carcarañá. indios y europeos, aunaron sus esfuer- la sierra de Plata, el primer asenta- fuego, detonaba en humo blanco de que, vio la estela de humo blanco al que sucedía en el entorno.
El pequeño parecía indiferente, taban más que suficiente para con- De regreso a Sancti Spiritu, consi- zos y consiguieron sacar del agua al miento de nos, tierra adentro en las pólvora de arcabuces, lo cortejaba un sur y supuso -con razón- que se trata- Esa noche capitaneaba la Santa
sólo se alertó por el escándalo de las seguir abundancia de peces de todas deró necesario participar de su plan pez más enorme que se haya visto en Indias Occidentales. coro lánguido de voces castizas, alari- ba de otro estigma, un nuevo guiño de María en regreso frustrante al Fuerte;
mujeres. las especies. a su Capitán Rifos. Este complaciente el gran río Paraná. Yo estuve ahí. dos insultantes que luego derivaron Apumayta (el creador) que confirma- había terminado de confirmar que era
Entonces el Morisco pudo advertir Con la práctica comprendió que pero incrédulo lo designó al cuidado Por la noche en torno al fuego, Yo, Francisco del Puerto y Quija- en gritos desgarradores. ba lo que los brujos de las cien tribus imposible llegar a la Sierra de la Plata
desde la altura lo que sucedía. todas resultaban estériles para lograr de a bordo. hombres, mujeres y niños, simples no, original de Sanlucar de Barrame- Además, poseía un alargamiento venían sosteniendo, el fin de los tiem- por el Paraná continuación del llama-
Primero un remolino furioso de lo que él buscaba: atrapar a un Suru- Colgó aparejos con anzuelos en seres humanos, celebraron la vida, da, Cádiz, llegado a estas tierras con singular sobre el río: «La Santa Cata- pos se aproximaba. El fin de los tiem- do «Río de Solís».
agua barrosa, luego un coletazo sono- bí del tamaño de una canoa y peso de sus extremos a lo largo de todas las comiendo la carne de pescado más apenas catorce años como grumete lina». La goleta rústica construida pos de la libertad. Y, (¡Maldito sea!) yo estaba ahí, a
ro y al fin una bocaza enorme que dos hombres adultos. perchas de la Goleta Santa Catalina, y sabrosa que jamás se haya probado. aprendiz de la Santa Trinidad al man- entre todos, de casi catorce metros, Los Querandíes de la pampa su lado.
16 el primer desembarco el primer desembarco 17